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número
£ D A C C I O N Y A D M IN IS T R A C IO N :
Año III
.1 u 1 ¡ o
erú 073 - Buenos Aíres - Teléf. 34-2384
6 )1
Jmá 1
104»
2°- Epoca
Precio del número: $ 1. moneda argentina
Suscripción anual: $ 10. moneda argentina
El I (HUI M GROUP,
La
C A D U C i DA D
lie NUEVA YORK
del
Por JIJAIS CARLOS PAZ
El hombre noble desea crear
algo nuevo, a la vez que una nue
ra virtud. El hombre bueno desea
simplemente lo establecido, y que
lo establecido se perpetúe.
N ie t z s c h e .
os más definidos de toda la dilaJ tada serie de compositores cine
'(instituyen el aporte más reciente,
a la creación musical estadounidene, aparecen prácticamente libera
os, si por liberación Entendemos,
¡o solamente el aspecto puramente
estético o las tentativas de superaión en base a un nuevo criterio —o
ogma— en la organización estricta
mente técnica del sonido; sino que
«a liberación puede entenderse, de
hecho y no por meras actitudes es
trepitosas e iconoclastas, como un
cambio-de frente que origina, auto
máticamente, el rechazo de cuantos
¡omentos espirituales y sus conse
ntidas estéticas y técnicas señala
on el desarrollo de io que generai.iente se entiende como música estalounidense. Eso, en cuanto a que
man parte de esa música suponga el
riunfo de lo físico y de lo transito
rio, limitando su acción esencial a
tna lucha por la conquista de un
ístilo en su aspecto más formalista
v externo: triunfo logrado en detri
mento de las verdaderas fuerzas ca
paces de esas renovaciones integra
les que nunca son el frío y calculado
»so de una determinada manera de
ptoducir, sino justamente al contraIrio: la manera de producir enten
dida como evidencia o como resul
tante de una potencialidad interna
—Charles Ives— que 1a. emplea co
mo recurso necesario para manifes
tarse; y> además, por cuanto aquella
música, ahora ya estabilizada er. lo
que puede concretarse como un pla
no de realidad —Pistón, Ilarris, Sessions, Autheil, Copland, Cowell—
ya aprobado, clasificado y con pasa
porte legal, exhiba en parte, y a
causa de su post romanticismo decla
matorio, y de cierta debilidad orga
nizadora —Roy Ilarris—, por al
guna inestabilidad propia de carac
teres transitorios —Cowell— por un
exceso de facilidad —AValter Pis
tón—, continuada insistencia en la
misma gama densa, trascendental y
pesimista —Roger Sessions—, o por
ausencia de un control riguroso y
efectivo —George Autheil— exhiba
demasiada impureza: acusadora de
>ni estado de continuado apoyo o de
préstamo a lo más cercano, evolu
cionado o eficaz en cuanto a los re
sultados de un efecto seguro: efecto
en el sentido de efectividad en el
empleo de los recursos del oficio,
tanto como en el del cultivo, orga
nización y explotación del factor
sorpresa y el sacudimiento físico co
rrespondiente, cpie es lo más super
ficial y perecedero, como que se li
mita a un eco registrado en la zona
de lo puramente sensorial: Aaron
Copland.
r Cumplida esa etapa, caben las de
reconocimiento, asimilación, clasifi
cación, autodefensa, negación —ne
gación fecunda, en el sentido de
•Toung—, y, por último, olvido y li
beración. En esta última faz se en-
cuentran hoy las nuevas y quizá más
legítimas fuerzas espirituales de la
nueva música de los Estados Uni
dos : la faz del olvido y de la libera
ción de todo el caudal románticopasionaL naturalista, impresionista,
neo-clásico y nacionalista en que se
basó casi toda la música local que les
precediera' Ahora, el panorama ha
cambiado, y el terreno desconocido
que se nos presenta, invita a la cu
riosidad, el estudio, el análisis y la
reflexión más intensa. Los nuevos
valores poseen y cultivan ideas pro
pias, ya se trate del atonalista Ben
Weber —1916—, autodidacto; el
nústica Lou Harrison —r! 917— ; el
teórico de un sistema modal de los
doce tonos, George Perle —1915— ;
el constructor abstracto John Cage
—1912— ; y oti'os valores que nos
son menos conocidos, como Miriam
Gideon, Merton Brovn —1913—, y
Aian Hovaness.
Súgúi vr
T; H-ü
' >
.p
parece ser la exégeta de las tenden
cias últimas, el ejercicio de su voca
ción es imposible en nuestros días
para el compositor o para la mayo
ría de ellos, por esta sencilla razón:
desde que todo nuestro conglomera
do occidental contemporáneo es la
resultante de una inhumana y embrutecedora herejía* que se remonta
a los últimos siglos, sólo esperamos
que todo ello se derrumbe; que pier
da el poder de marchitar toda ele
vada y sólida cultura de tipo tradi
cional que llegue a rozar, y que re
troceda hasta l/pgar a una autori
dad más alta epue la que puede re
c la m a rla Excelencia el agente de
propagandaAfirmar lo que antecede y cerrar
se automáticamente a las realidades
más inmediatas del ambiente —pú
blico fácil, expresión sentimental,
propaganda periodística, música uti-8
lizada con fines prácticos, explota
ción comercial, deportiva, esnobista,
( Continúo en la página 3)
SONETO
Por A. DE UNDVRRAGA
l
soneto nace a la vida pública
activa de la poesía —y quien
Edicey poesía
expresa creación estéti
A ugusto T orres. Naturaleza muerta.
(Ver artículo rio Guiño Castillo en la página 12)
Un A Ima Ingenua
i'or A l b e r t o c i r r í
día que pasa se hace más
pos que mi vocación me ha hecho
espero tener la decisión suficiente
para que hoy mismo suceda. Esta
tarde, cuando la llevé a pasear, co
mo lo hago siempre, para oírla pro
testar por un sombrero que no le
he comprado o alguna minucia se
mejante. No es que el homicidio me
atraiga especialmente ni que el es
píritu diabólico que con frecuencia
me visita, lo haya aconsejado con
sus razones prudente. Por el con
trario, desde hace tiempo, hallo
mis gestos y los de los demás ex
tremadamente ridículos, y es por
eso que la compasión es la virtud
que cultivo. Persigo el bien. Todos
quieren ser felices, pero no acep
tan que se les construya esa feli
cidad. Ustedes habrán observado
cuánto prestigio tiene esa falacia
de llamarse a sí mismo hijo de sus
obras. Debo a ello los eontratiem-
los que no quieren ser reprendidos
ni enseñados- Les agrada que se les
escuche, pero la vanidad toma el lu
gar de sus secretos y una vez que
me los confesaban, les acometía ese
fastidio propio de los jactanciosos
de corazón y se marchaban odián
dome. A fuerza de probar, decidí
que la única manera de acercarme
a lo bueno que tienen era presen
tarles una realidad donde cada uno
pudiera moverse libremente. Hacer
los dueños de la imagen heroica que
de sí tienen. En esa imagen, es fun
damental lo mágico, pues significa
que podrán andar por el mundo a
merced del milagro y de lo que no
exige esfuerzo. Para satisfacerlos,
nada mejor que ese sobrenatural
cultivado por sabios de altísimo can
dor, descubridores antiguos de la
inevitable la justa muerte de sufrir, pues los hombres tampoco
C Misa.
Ya no puedo postergarla, y saben esperar. Es la impaciencia de
ada
(Continúa en la pág. 12)
A
El tranvía como la vida, por Turno
«
(Ver artículo' de Cotta ea la
página 3)
ca— en el instante cronológico en
que se gestan las lenguas nacionales
en España, Francia, Italia y otros
pueblos, lenguas todas que son hijas
de ese padre común, de ese delta
idiomátieo que es el latín. Nace, en
suma, en función de alba, de prima
vera, de virtuosismo, de juventud.
Nace con el ímpetu de quien prueba
la elasticidad de sus músculos, la
velocidad de un carruaje o combi
na colores en una paleta estricta
mente verbal. Es, de veras, ejercicio,
prueba de idiomas recién nacidos.
Petrarca, su gran cultor, escribe
sonetos a Laura, junto a un bosque
en donde el agua de una cascada
quiebra —en Avignon— su líquida
garganta a perpetuidad. Los temas
breves, amorosos, simples. Pe
queños y escuetos cómo la ciudad, h;
villa o la aldea en dode se»vive, se
sueña, se goza, se sufre y se escribe.
Pasa el tiempo y los idiomas ad
quieren una corporeidad maestra,
casi definitiva, hasta donde un idio
ma —siempre cuerpo vivo y móvil,
sangre o planta que se multiplica—
puede ser definitivo. Pasa el tiempo
y se siguen escribiendo sonetos; ¿ por
juego o ejercicio? Surgen los prime
ros indicios de cábala verbal, de ma
gia en torno a las rimas, de rutina
de retóricos, de babilónico ladrillo
prefabricado. El soneto y los pa
sos de ballet se encuentran. Ambos
aman lo ajustado, lo falso, lo pul
cro, la economía formal, lo cabalís
tico y bellamente artificioso. Pero,
pronto, vida y ballet, soneto y vida,
arte y artificio, técnica y arte, arte,
técnica estética y vida, van a hallar
se en quemante pugna. Con forzados
pasos en la punta exacta de los pies
no pueden expresarse en el área de
la danza muy grandes, ni vitales sen
timientos. Menos aun problemas dra
máticos o humanos que requieren
hondura, espacio, pluralidad de
ritmos.
Otro tanto sucede con el soneto.
Su pesado artificio arquitectónico,
no es método, sino traba. Su ritmo
es siempre el mismo. Alma, fatal
mente, ha de rimar con calma. Y
besos con excesos o embelesos. Se
precisó de un gran poeta como He
rrera y Reissig, p^ra añadir y en
samblar, vitalmente, estas voces con
la palabra “ ilesos” . Los retóricos y
los rutinarios, en el transcurso del
tiempo, no han reparado de que
quien introduzca un trozo de vida
en un marco tan pequeño, ha de mu
tilar, horriblemente, a la vida, su
profundidad y su destino histórico.
No cabe duda de que el artificio tie
ne su estética y las formas forzadas
la suya. Pero los más caros anhelos,
pasiones e ideas del hombre en un
instante de su historia, no son arti
ficio, ni formas forzadas y el gran
poeta ha de interpretar en formas
nuevas, bellas o simplemente impre
sionantes, su época, sus ideas, sus
deseos más hondos, puros e impuros.
Mas, si bien es cierto que en su
(Continúa en la pág. 10)
�cabalgata
2
Versión directa del inglés por William Shaiul
y Alberto fiirri
sin cuerpo en mudo filo,
Quí:quéventura
labio idiota de mortal enano,
nos ahoga sn alondra en un verano
de ardiente aire y mágico berilo.
A M OK
amor, no me voy, •
Por cansancio de ti,
Ni con la esperanza de que el mundo pueda mostrar
Un amor más adecuado para mí;
Pero puesto que yo
Tendré finalmente que partir, es mejor,
Usarme así para la burla
Muriendo de fingidas muertes.
D
u l c ís im o
Anoche partió el sol,
Y sin embargo hoy está aquí;
El no tiene deseos ni sentidos,
Ni es tan corto su camino;
Entonces no temas por mí
Pero creéme que haré
Viajes más veloces, puesto que llevo
Más alas y espuelas que él.
Oh, es tan débil el poder del hombre,
Que si la buena fortuna llega
No puede agregar ni una hora más,
Ni puede hacer volver una hora perdida^
Más llega la mala fortuna,
Y unimos a ella nuestra fuerza,
Y le enseñamos el arte y la manera.
De avanzar sobre nosotros.
Cuando suspiras, no suspiras viento
Tu suspiro exhala mi alm a;
Cuando lloras, cruelmente cortés
Decae la sangre de mi vida.
No puede ser
Que me ames como dices,
Si en tu vida desgastas mi vida.
Eres de lo mío lo mejor.
No dejes que tu corazón que todo lo adivina
Me presagie alguna desgracia ;
Mi destino podría aliarse contigo,
Y realizar tus temores.
Mas piensa que nosotros
Sólo nos volvemos la espalda para dormir.
Dos que se mantienen entre sí vivos
Nunca estarán separados.
LA
j
Q
u ie n q u ie r a
que venga a amortajarme, no dañe
Ni interrogue tanto
Esa sutil guirnalda de cabello (pie corona mi brazo;
El misterio, el signo que no se debe tocar;
Porque es mi alma exterior
Virrey de aquella (pie habiendo ido ya al cielo,
Dejara ésta para controlar
Y preservar estos miembros —sus provincias— de la disolución.
Ventura de suspiro aun en vilo
y tiniebla encendida por mi mano,
relatadme qué azor va por el llano,
torvo en la Haga de enlutado tilo.
Pero ¡ay! de aquellas plumas, ¡ay! de aquellas
que sordamente crujen en la estatua;
frío horario de gárgolas eternas,
'
'
cobertor de tinieblas, lengua fatua
y pútrida en que mueren las querellas.
¡Oh, infinito anudado en nuestras piernas!
Antonio de llndurrngn
i
Porque si el hilo, cual tendón que mi cerebro deja caer
Por todas partes
Puede atar esas partes, y con ellas hacer de mí uno,
Esos cabellos que crecieron hacia arriba y tienen
Fuerza y arte de un cerebro mejor,
Pueden-hacerlo mejor; a menos que ella pensara c \e yo
De este modo conocería mi pena,
Como prisioneros que son maniatados cuando se los condena a morir.
Sea cual fuere el significado de la guirnalda, entiérrala conmigo
Puesto que soy
M ártir del amor, ella podría engendrar idolatría,
Si estas reliquias llegan a otras manos.
Como era humildad
LI
L A 1) R U N
vi al ladrón por sobre el muro
Y oechar
su ojo de gato entre las sombras,
y vi al ladrón bajar desde aquel muro
suave como una hoja,
y uno tras otro arrebatarle sueños al hombre
[adormilado,
echar sin prisa,
una tras otra,
la semilla del odio en los canteros.
Yo vi al ladrón. Todos le vieron.
El fué quien desnudó las almas buenas,
quien aplastó la mano abie^a con el taco,
quien tornó el sueño feliz en pesadilla
y una cohorte de autómatas en fila
mandó marchar hacia la nada.
Atribuir a la guirnalda todo lo que un alma puede hacer,
Así hay cierto alarde
En que yo entierro una parte de ti, puesto que nada quisiste de mí.
R E L I Q U I A
P uANro. mi íu j:
ser abierta nuevam* ote
i.
■t ibir a un segundo huésped
—Pues las tumbas han aprendido esa condición de la mujer
De ser lecho para más de uno—
Y el que la excave encuentre
Un brazalete de brillante cabello alrededor del hueso
No nos dejará solos,
Y pensará que yace allí una pareja de amantes
Que pensaron que esta pudiera ser una manera
De que sus almas en el último día activo
Se encuentren en esta tumba para quedarse un corto tiempo
Si esto sucediera en una época o tierra
Donde la superstición impera
Entonces el que excave nos llevará
Hasta el obispo o el rey
Para hacer de nosotros reliquias; entonces
Tú serás una María Magdalena y yo
A causa de eso algo semejante
Todas las mujeres nos adorarán y algunos hombres
Y puesto que en tales momentos se ansian milagros
.Me gustaría con este papel enseñar a aquella época
Que milagros hicimos nosotros amantes inofensivos.
Primeramente amábamos bien y fielmente
Sin embargo no sabíamos lo que amábamos ni por qué
Ni sabíamos de diferencias de sexo
Más que los ángeles custodios
Yendo y teniendo nosotros
Tal vez nos podram os besar pero no en los intervelos
Nuestras manos nunca tocaron los sellos
Que la naturaleza injuriada por la ley anterior libera
Estos milagros hicinfos pero ahora ¡ a y !
Yo superaría toda medida y todo lenguaje
Si dijera qué milagro era ella.
A
!
QUE VENTURA SIN CUERPO...
Poemas de JohnD onne (1573-1631)
DULCI S I MO
o
CRISTO
A lí e perdonarás este pecado por donde yo comencé
Y que todavía cometo aunque los deplore?
i Me perdonarás esos pecados por los cuales yo corro
Y que todavía someto aunque los deplore?
Cuando lo hayas hecho, no habrás terminado,
pues tengo más.
/Me perdonarás ese pecado del cual hice una puerta
Para convencer a otros que pecaran?
¿Me perdonarás ese pecado que rechacé
Uno o dos años pero en el cual me revolqué durante veinte?
Cuando lo' hayas hecho no habrás terminado,
pues tengo más.
El pecado es el miedo de perecer sobre la playa
Después de haber hilado mi última hebra :
Júralo por ti que a mi Muerte, tu sol
Brillará como brilla ahora, y en otro tiempo;
Y después de haberlo hecho, habrás terminado,
no tengo más.
L í
S U I C I D A
4 BRIO los ojos al paisaje \ d ;j„ .
—esto es mejor,
la luz o el desconsuelo vendrán después,
pero es lo profundo.
esto es la paz;
con decidida sombra
los huesos dormirán,
y el pensamiento
irá de nada a nada,
sin temblores;
la higuera acogerá las golondrinas
y el cuervo traerá fresco olivo al arca;
los hombres,
los sesudos hombres graves
de moral bendecida y con visagras,
firmarán cheques para mi destino;
los desmayos domésticos, si hubiera,
recibirán su óbolo en tarjetas;
¿ queda algo más?,
los caminos, el mar, las arboledas,
las noches estrelladas de los campos,
las alcobas eon sombras y con sexos
mezclando olores de genealogías;
todas son cosas fijas,
eon destino,
sobremuertas al fin.
¡ Qué integridad que tiene aquel instante
que aún sigue siendo instilóte para siempre!
Mi sangre caminaba por sus túneles
sembrando sales nuevas y recuerdos;
mis nervios vigilantes destruían
en su mismo camino los mensajes;
mis huesos resistían
como heroicas trincheras recuertas
Y mi dolor sufriendo por los hombres,
su muerte,
tan sin luz,
sin pretensiones,
porque mueren de muerte, solamente.
Y sin embargo esos mismos hombres
me robaban mi voz.
mis emociones,
'.edad fué un mapa de fronteras,
..liaron mi paz con sus palabras,
y con manos huesudas destruían
tiernas calcomanías de la infancia...
Por eso abrió los ojos
y se fué hacia el paisaje
en el instante,
en que su cuerpo, ya desposeído,
derrumbaba la silla y se moría.
Alfredo Morosoli
¿Quién sino él robó los panoramas,
los tibios, dulces paisajes de la vida?
Di noche despertaba las hormigas
levándolas ai alma de los hombro,
haciéndolas verter su jugo unánime,
- . .« ..,^ .1
sin ....manas.
Así, por las auroras, todas grises,
se despertaba Juan, tras Pedro, tras Horacio,
y echaban a marchar, duramente en silencio,
muertos ya, más que dormidos.
Como si nadie hubiese visto a nadie
y nadie a nadie conocido
tomaba la cohorte los atajos,
los mares, los aires, los caminos,
y con una febril incandescencia
echaba hierro y pólvora por ellos,
entraba al cuerpo de los hombres enemigos.
'
Yo vi al ladrón. Todos le vieron
cuando en la noche arrebataba
'as palabras de amor del diccionario
y u.ia tras otra despeñaba al llano
fas ilusjgnes y los pensamientos.
Con su temible actividad impura
Juan se despertaba ciego, y mudo Pedro
y Horacio ensordecido,
tomaban sin verse, <in oírse, sin hablarse,
las gráv'das granadas y los fusiles fríos
y echaban a marchar en rectas filas.
He caminado tras ellos por los días
y merodeado su quehacer amargo.
Nada sabían
sobre los tristes frutos de sus manos.
¿Qué horrible cambio encenagó tus ojos,
hombre cargado de alma y de cadenas,
lleno de hijos y de sueños?
/A quién dejaste entrar en tu conciencia,
fiero ladrón, desesperado tránsfuga,
que hablaba en nombre del pariente simio,
de tu fraterno cerdo y de tu amigo el lobo ?
¿Cómo así le entregaste tu garganta
para que ponga en ella su rebuzno?
¿Y el corazón para depósito
del jugo de la hormiga ilota ?
Arrójale, vital, contra la piedra,
sacúdele la muerte de tus sueños,
no le, ablandes el tímpano y la mente.
Vigila, hermano mío, sobre el muro
los ojos felinos, impalpables,
vigila al ladrón enseñoreado
que cambia el rumbo de tus noches
y te entrega en vergüenza, maniatado.
Él no te deja ver a Boris, a Ricardo,
a Chang, a Isaac y a Bembo aunados
gritar tras de las noches ahogadas,
alzar entre las carnes dominadas
su infinito llamado impostergable.
León Het Anuir
�cabalgata
EL FÜBUM GROUP
AMOR, AMOR. . . , por T ulio
de Nueva York
( Viene de la primera página)
t
ete.—, es toda una misma cosa. Sig
nifica, en última instancia, la reno
vación del criterio individualista de
Charles Ives, Cari Ruggles o Waálingford Riegger, si bien sea dis
tinto el enfoque y la proyección : pe
ro de acuerdo con aquello en todo
cuanto signifique oposición a toda
idea de goce materialista e inmedia
to. La polifonía total de Cari Ruggles) sacrificando el contrapunto a
una expresión esencial, ha hecho po
sible una conexión de los nuevos va
lores con una tradición de la artesa
nía musical en términos de estilo, de
materiales concretos, claramente de
finidos e inteligibles.
Es verdad que Schonberg y algu
nos otros allanaron el camino hacia
una revisión total de la materia mu
sical heredada; pero Ruggles fue,
entre sus compatriotas, el primero
en lograr un resultado completo al
respecto.
A pesar de la imposibilidad in
mediata de realizar en su totalidad
el ideal propuesto, varios composi
tores jóvenes estadounidenses escri
ben actualmente un música de exce
lente calidad, profundamente intere
sados en los problemas de la compo
sición y en el empleo de la música-,
y demás está decirlo, apartados de
los intereses de público, empresas
teatrales, estudios cinematográficos,
etcétera.
Esto no significa precisamente
que estén manufacturando un nuevo
arte de cenáculo, con iniciación, san
to y seña, olor a encerrado» etc., sino
que tal apartamiento del público y
de las realidades de la música prác
tica, de utilidad, industrializada y
demás, nace de la convicción de la
total incompatibilidad con semejan
tes factores de embrutecimiento co
lectivo. De manera, pues, que no as
piran a crear otro arte puramente
bello y aislado, sino a concentrar
energías y a concretar un ideal ele
vado, que define Lou Harrison co
mo “ una filosofía para uso diario.”
En este sentido puede retomarse,
a través del individualismo idealis
ta de los nuevos compositores, una
aspiración al principio de música
colectivista que comienza a arraigar
se en el país desde el día en que los
Salmos de la iglesia protestante, lle
gados a bordo del Mayflower, son
entonados en el Nuevo Mundo.
“ El empleo doméstico de las artes
musicales para estínralo de la filo
sofía y para sazonar y templar el
espíritu o elevar los sentimientos de
bondad, es ahora esencial. Ni hacer
funcionar el piano mecánico ni gi
rar el dial del aparato de radio son
actos musicales” » afirma Lou H a
rrison, cuyo sentimiento redentorista podemos rastrear a través de la
tradición protestante, de algunos
compositores y teóricos checos, de
las teorías de Tolstoy, Maguer y
Ruskin, sin olvidar a Goethe, re
montando la línea genealógica a
través de los músicos y los teóricos
medievales, hasta Boecio.
Totalmente apartado de los gran
des espectáculos públicos y de esa
redwctio ad absurdum de la finali
dad de las artes musicales personi
ficada en el concierto, Ben Weber
escribe una música de cámara de
esencia expresiva y de impresionan
te potencialidad técnica. Comenzó
actuando en los dominios de la téc
nica de los doce tonos, pero se ha
ido liberando paulatinamente de ella
en su aspecto estricto, considerando
los principios d o ceto n ale s como
guías y no como finalidad’ Asi, aun
que sin desarraigarse totalmente,
conserva adheridas las preocupacio
nes atonalistas de un desenvolvi
miento armónico y expresivo a base
de una saturación de voces, que le
ha conducido al hallazgo de la ver
dadera aplicación práctica de su cri
terio polifónico» o sea, de una armo
nía en movimiento que se transfor
ma frecuentemente en decidido con
trapunto, y que se extiende en am
plios y dilatados planos, en apoyo de
una melódica consecuente y una rea
lización instrumental orientadas ha( Continúa en la columna 51)
— ¡Mi gran ciudad! ¡Cómo ha crecido! Antes con un solo beso se llegaba
de la estación a la casa, y ahora, de recién casados, aun no hemos hecho la mitad
del camino y ya me has dado como veinte besos.
SEMBLANZA 'DE UN DIBUJANTE
TULIO
Por COTTA
ara
hablar con cierta autoridad
de un artista, no basta con cono
P
cer su obra, o parte de ella: es pre
ciso, también» el detalle biográfico,
a menudo, la anécdota. Vida y obra,
en el artista, están íntimamente li
gadas : sea ésta reflejo, complemento
o antítesis de aquélla. Planteado el
caso de escribir unas palabras sobre
Tulio, sólo me ha animado a hacerlo
el deseo de colaborar, siquiera en
forma mínima, a la mayor difusión
de sus dibujos., No me hubiera atre
vido a hilar estas líneas de otro mo
do. De Tulio, el hombre, y de Tulio,
el dibujante, poco es, en verdad» lo
que sé, y eso por razones explica
bles : hace muy pocos días he cono
cido personalmente a Tulio, y sólo
he podido conversar con él unos mimitos (reside en el país desde unos
meses a trá s ); y en cuanto a su obra
artística, aunque viene dibujando
desde años atrás, recién ahora se ha
animado a mostrar sus trabajos.
Llegó desde Italia atraído, en parte,
por esa dorada leyenda que corre en
el mundo sobre nuestra generosidad,
nuestra abundancia, nuestro libera
lismo . . . hermosa leyenda no siem
pre confirmada por la realidad; y,
en parte, por la sencilla y vulgar
razón de que aquí residen unos pa
rientes suyos. En Italia vivió todo
el régimen mussoliniano» toda la
guerra. La hecatombe (¿inútil?;
¿ pero es que hay algo realmente in
útil?) no ha dejado, superficialmen
te, rastros en este muchacho joven,
sencillo, y hasta tímido. Pero quizá
deba algo a ella esa tristeza que bro
ta de muchos de sus dibujos, dibu
jos, me dice, hechos para sí mismo,
y porque sí. Tristeza, pero no des
aliento, ni amargura. Poesía, sin du
da ; poesía que presta equilibrio a la
aparente locura de su línea, donde,
como en una telaraña, Tulio atrapa,
exponiéndolas, las cosas absurdas y
ridiculas de este mundo-
5
El primer dibujo suyo que conocí
(gracias a Oski, que me lo trajo una
tarde), no lo olvidaré. Era una his
torieta. Escena primera: tres caba
lleros, nerviosos, se pasean en la an
tesala de una maternidad. Escena
segunda: continúa la espera. Esce
na final: la cigüeña ha llegado...
para dos de los caballeros, que acu
nan en sus brazos, cada uno, un re
cién nacido; pero el tercero contem
pla, melancólico, una flor, que es
todo cuanto le ha traído la nurse.
Pocas veces trazos tan desnudos me
parecieron tan revestidos de emo
ción. Pocas veces he encontrado una
tragedia tan honda sugerida con
tanta dulzura poética, con tanto pu
dor, en los tres “ cuadritos” de una
historieta. Ese hombrecito que acu
na su tremenda pena como si fuera
el niño que no nació» posee la gran
deza de la verdadera tragedia. Y
este lápiz de Tulio, que transforma
en lirio un dolor desgarrante, podrá
ser un lápiz triste, pero es, también,
sin duda, un lápiz innegablemente
lleno de bondad, dulce, esperanzado.
Poético, en suma.
Este sentido de la poesía domina
todos sus dibujos. Pues está, aunque
sea poesía satírica, hasta en el so
lemne político que se empeña en se
ñalar la nobleza de la g u e rra :
“ . . . después de las bombas arroja
mos lirios” . . . En ese tranvía de
liciosamente raro, lleno de misterio
sas medicas, poleas, y cartelitos de
propaganda» pone su absurda nota
poética un canario enjaulado; poe
sía es la del recién casado que mide
por besos la distancia de la estación
a su casa; y hay un aire de égloga
en esas casitas posadas sobre el bor
de del mar, y hasta en el esperpento
del espejo (la eterna M ujer), y, so
bre todo, en sus niños.
El trazo de Tulio une a la obser
vación casi microscópica del detalle,
la espontaneidad que sólo suele en
contrarse en el dibujo infantil. Ve
con la lucidez del hombre que ra
zona; se expresa con esa mezcla de
honradez, simplicidad, y locura, de
los niños. Su línea no cansa por
que no se repite; va, viene, se do
bla, se recuesta, se enrosca en el
detalle de un mueble, en el techo de
una casita; y de pronto, inesperada
mente» con un solo salto nervioso,
sugiere un raseacielo, desnuda en el
rostro el carácter de un hombre, o
inmoviliza en el aire el retozo de un
chicoEsto no parece estudiado, y no lo
es. Tulio nunca “ aprendió” a di
bujar (¡aprendió, en cambio, Cien
cias Económicas, en una universidad
italiana!) ; esto es espontaneidad,
sabiduría innata; es expresión au
téntica, libre. El dibujo de Tulio
posee, a nuestro entender, los ele
mentos esenciales de ésta, la más
sencilla de las artes» y la más inte
lectual. Sencilla, porque bastan muy
pocos instrumentos materiales para
practicarla; intelectual, porque es
quintaesencia de lo que el artista
siente, sabe, cree; síntesis diagramática de la civilización a que perte
nece, de la sociedad en que vive.
Desde el punto de vista formal, la
obra de Tulio, con ser poco abun
dante, entronca con lo mejor de esa
escuela lineal que supieron imponer
Steinberg en Europa y Estados Uni
dos, y entre nosotros el impagable
Oski.
Ya se ha dicho que algo se ha pu
AQUEL DISCURSO, por T ulio
—.Vo, señores. Nosotros no queríamos la guerra, tanto es así que después de echar bombas también tiramos tallos de
lirio, y billetes de feliz augurio para año nuevo. . . algo espiritual.
blicado de Tulio entre nosotros: en
Vea y Lea y Lyra, por ejemplo.
Otras revistas, además, ya le han
hecho el honor de rechazarlo: “ el
público no está capacitado aun para
comprender estas cosas” . . . (Ya lo
estará, decimos nosotros. Ya se im
pusieron otros: los citados antes, por
ejemplo). No obstante» la observa
ción no es falsa, y por lo que tiene
de cierta, vale como el mejor elogio.
El quid de la cuestión está, quizá,
en que Tulio dibuja como un niño
que pensara como hombre, en un
mundo donde la mayoría de los hom
bres aun piensan como niños.
( Viene de la primera columna)
c-ia una expresión introspectiva, a la
vez que a la diferenciación valorizadora de las sutiles armonías que le
son propias.
La tendencia a la microforma, en
Ben Weber, manifestada en bastan
tes oportunidades —y proveniente
del Expresionismo de la escuela de
Schonberg—, se concreta, más efec
tivamente quizá que en otras obras,
en las Variations, para conjunto
mixto de piano, violín, clarinete con
sordina y violoncello, o en las Five
Pieces, para cello y piano, de dis
curso musical tan ceñido» y en la
Suite para piano, op. 8, que ya
muestra la tendencia al cultivo de
la materia musical exquisitamente
elaborada —y confiada infalible
mente a timbres delicados y expre
sivos, por excelencia, como cuerdas,
clarinete, piano, voz solista—, y esta
bilizan las probaturas de las Five Ba(¡atelles L de los tres cantos de la
op- 6, y de la Fantasía para violín
y piano .
En estos tres cantos2, así como
en la l íl Sonata, para violín y pia
no, comienza a manifestarse una
constante preocupación por la ar
monía expresiva, si bien sea ésta
demasiado densa y» a veces, un tanto
redundante o sobrecargada. Entre
la Lyríc Piece, para cuarteto de
cuerda, de contenido fuertemente
temático, y la Suite, op. 8, existe un
señalado contraste en cuanto a in
tenciones y procedimientos que ma*
adelante fructificarán, pero que a
la vez revelan dos aspectos comple
mentarios en la obra del composi
tor, a cuyo desenvolvimiento y con
traste de caracteres contribuirán en
una medida amplia, continuamente
renovada.
La amplitud de líneas de la Lyric
Piece y su inclinación al desarrollo
eontrapuntístico y, por otra parte,
la armonía concentrada y expresiva
de la ya citada Suite, anuncian un
proceso evolutivo del que las Five
Pieces, para cello y piano, la Sonata
n“, para violín y piano» la Ballade,
para cello y piano, el Concertino,
para violín, clarinete y cello, el Trío,
para cuerdas, y la Sinfonía, para
cello solista y orquesta, serán etapas
principales.
El lenguaje armónico del compo
sitor, ya iniciado en la Fantasía, op.
4, para violín y piano, se concreta
poco a poco en densidad e impul
sión, facilitándole el dominio de las
formas amplias; sin que esto signi
fique» ni remotamente, el mlenor
asomo de escolástica; esas formas
son concretadas en base a imperati
vos del discurso musical, que se des
envuelve en un clima expresivo y i
que busca y obtiene su lógica fuera
de moldes preconcebidos o impues
tos por cualquier dogma adquirido,
o circunstancia ajena o externa.
Ben Weber, afiliado a un docetonalismo efectivo, aunque no siempre
riguroso, en las Five Bagatelles, la
Piano Piece (1943), el Concertino
(1941) , la Sonata para cello y piano
(1942) , la Sonata i, para violín y
piano (1939), y la Suite (1941) y el '
Capriccio, para piano (1946), em
plea un lenguaje más libre, basado
en un criterio atonalista liberado del
orden estricto de las series dodecatónicas» en las Five Piece, para ce
llo y piano (1941), en las Varia
tions (1941), en la Ballade, para
cello y piano (1943), en la Sonata ii ,
para violín y piano (1943), o en la
Sinfonía con cello solista (1945),
todas ellas de hondo contenido lí
rico, logrado a base de un verbo y
un sentido del matiz instrumental
( Continúa en la pág. 10)
�cabalgata
4
Jimum 4 GAMIVET
EN ESTE AÑO DE SU CINCUENTENA!»»
Por RICARDO PASEYRO
i
DE L A B R A Y G ANIVET
elegir epígrafe para la
obra de Ganivet, escogeríamos
unas sencillas palabras de Pío C id:
. . . “ sé que nadie ha de hacerme
caso por ahora. Mis ideas no serán
malas, pero son prematuras, y las
expongo para que vayan sonando
en las distraídas orejas de nuestros
compatriotas” .
Soledad, resignación al oficio de
precursor, y lejana esperanza: Ga
nivet ha sido retratado en frase
dicha simplemente. Maestro que pol
la sustantiva virtud de bienamar
a su patria, teorizaba antiguas ideas
prematuras —prematuras de tanto
haber muerto nonata España nue
va—• parece, Ganivet, mirado desde
afuera, criatura de raro advenimien
to en su patria y en su época. Pero
Ganivet desde adentro, desde su vi
da y su obra, es el más lógico, el
más hispánico de los españoles. En
él, la honda, soledad, madre de Quevedo, el ímpetu rebelde y moderno,
culminado con Larra. Quevedo, La
rra : rebeldía, magisterio, soledad.
Y como en ellos, en Ganivet la vieja
anomalía, singular de España: ape
nas la propia sombra —mejor, la
propia luz— sigue a sus educado
res más fecundos.
El epígrafe no disonaría en el
umbral de Fígaro. ¡Extraña y asom
brosa correspondencia la de Larra
y Ganivet! Semejante breve vivir,
igual destino, gemela actitud crí
tica racionalista. Y no a beneficio
de fortuito y mágico acaso: se re
petían las circunstancias españolas
que dieron cuna a Fígaro. España,
buscándose, volvía sobre sí misma,
r- lando Ganivet retomaba de Larra
m olvidada costumbre de entender
a tragedia de España.
Azorín, en el libro “ Rivas y La
r r a ” —¡citaremos muchas veces su
definitiva exactitud!— afirma y
subraya: “ Larra es el hombre más
moderno, el único hombre moderno
de su tiempo, en España.” Lejos de
antojadizos símiles, creemos que es
Ganivet el hombre más moderno,
el primer hombre moderno de Es
paña en su tiempo, el segundo hom
bre moderno de España en la cen
turia. Bien que hubo larga distancia
entre la inmediata posteridad de
Larra y la de Ganivet: con su pis
toletazo, Fígaro clausura el fugaz
paréntesis de pensamiento moder
no que trajo a España; Ganivet
se suicida, y alcanzará su muerte
virtudes movedoras; luego de Larra,
silencio, harto silencio, dos genera
ciones en silencio; en seguida de
Ganivet, ecos infinitamente resonan
tes. Larra está solo y finaliza; Ga
nivet, junto al espíritu de Fígaro
—no sabiéndolo, quizá: juraríamos
que nunca le menciona— dirige y
fecha una revolución: 1898.
Con el talento perceptivo que
aclaró la historia literaria hispáni
ca, admira Azorín en Fígaro la sín
tesis genial: “ No somos aún una so
ciedad siquiera —decía Larra—,
sino un campo de batalla donde se
chocan los elementos opuestos que
han de constituir una sociedad.”
Muerto Larra, el campo de batalla
se aquietó hasta la inercia y la mu
dez, y la vislumbrada sociedad que
dóse en cierne, sin formar. Tal la
encuentra Ganivet; pero al morir,
lejano y loco, en la orilla báltica,
echaban ya raíz en el subsuelo espa
ñol las fuerzas soterrabas que él
ayudó a desentumecerse y desatarse.
Ganivet-Pío Cid, trabajador, con
quistador, maestro, tenía más fortu
na que Larra-Fígaro: no fluye me
dio siglo vanamente, aun para las
orejas y los pueblos distraídos. La
voz de Ganivet, era la voz de España
en nuevo nacimiento.
P
u esto s
a
II
DE PIO CID Y GANIVET
Al escribir: Ganivet, la pluma
suelta el guión y alarga: Pío Cid.
Ganivet-C'id: ¿ es cierta la unidad ?
be ha entendido que salvos los epi
sodios anejos a la trama novelesca,
vuelca Ganivet su vida y sus idea
les en Pío Cid. Pero no significa ello
que Ganivet sea Pío Cid.
No busquemos en Ganivet la fan
tasía de los dramaturgos y novelistas
españoles. Sin suerte, le pesquisaría
mos miles de caracteres que habitan
en Quevedo, Lope, Pérez Galdós, Baroja, \ alie Inclán. Hombre especu
lativo, sus novelas tienden a orga
nizar su pensamiento, a satisfacer
la militancia de su alma. Ya que na
rra y enuncia preocupaciones anti
cipadas a su hora colectiva, sólo la
teralmente retrata Ganivet su época
y su patria. Quien personifique sus
novelas —ideas en acción— ha de
semejarse, por ende, al granadino.
Esta imposibilidad de Ganivet pa
ra abstraerse, ¿señala un desmérito?
Va de suyo que n o : con poderosa
imaginación, quizá errase Ganivet el
centro de su obra. Austero y franco,
testimonia su forma de escribir:
“ Empleo los viejos recursos, viajo
por todas par-tes y pongo en ejerci
cio, a la buena de Dios, mis cinco
sentidos: ver, oír, oler, gustar y aun
palpar. Esto es, vivir es mi único
procedimiento; después esas sensa
ciones se arreglan entre sí ellas so
las, y de ellas salen las ideas; luego,
con esas ideas compongo un libro
pequeño ” . . . etc. Todo dicho, pues:
nada de imaginerías, ficciones, tra
bajos fantasiosos; experiencias,
ideas, y luego, ordenamiento de las
ideas y las experiencias: la obra de
Ganivet será autobiográfica, y vivi
dos o sentidos desde cerca, los hechos
y los caracteres de sus protagonis
tas. Pío Cid tenía que semejarse a
Ganivet ; sin embargo, Pío Cid no es
Ganivet, Aun mando lleve su figu
ra, aun •: lis iid> - •-,.uga los pe usa ■■
y los sueños de Ganivet, aun cuando
calque la intimidad de su vida, Pío
Cid no es Ganivet. Pío Cid es un
filósofo que actúa, Pío Cid es un
jornalero infatigable, Pío Cid es el
último conquistador hispánico; Ga
nivet es el hombre que contempla,
un elocuente enemigo de la acción.
Vitalísimo, Pío Cid, más alia de su
predicada antinomia entre el perfec
to transcurrir espiritual, cegitabundo, oculto, y la vana vida pública,
no se acuerda su acometedora ener
gía con la existencia soledosa y mus
tia de Ganivet. Argüiríamos, al fin :
Pío Cid no es Ganivet, Pío Cid es
quien Ganivet hubiese querido ser.
¿Qué hubiera obrado, hablado, teo
rizado Pío Cid? La respuesta que
más cuadre a la última verdad de
Ganivet, última en el tiempo y el
espíritu, mejor la hallaremos en Pío
Cid, modelo ejemplar, que en Angel
Ganivet, hombre cuyo pensamiento
se detuvo, a menudo, y contradijo.
III
DE GANIVET,
CONTRADICTORIO
Al margen de sistemas, al margen
de la idea que derive nuevas tesis,
Ganivet toma las cosas sin prejui
cios, las separa una a una, y al cabo,
teoriza. Si gran einpirista, intelec
tual puro como nadie en la España
de su tiempo, no elude dato, suceso,
atisbo ningunos: en Ganivet se toca,
se palpa, la lenta textura de su pen
samiento. Ganivet teje y desteje la
madeja, hasta topar con el hallazgo,
o a las veces, quedarse sin él. Meditador de problemas, sus conclusio
nes extrañan la limpidez de un mé
todo : evolucionan, chocan, se atacan
a sí mismas. Lo supo, Ganivet, y fué
inteligente la alabanza de sus lógicas
entradas y salidas. A Miguel de
Unamuno cruzó estas p a la b ra s :
“ Me encuentra usted completamen
te cambiado, y yo tampoco le hallo a
usted en el mismo punto en que le
dejé. Por algo somos hombres y
lio m ed ras TTaxr rmí<vr> n»-.coi.-cl-lcí < a una ■
virtm!
)
' „
j
-
¡¡••.irse
"
(Continúa en la página 9)
EL CLUB DEL LIBRO DEL MES
EN ESTADOS UNIDOS
Por HENRY SEIDEL CANEY
(E x clu siv o p a ro C A BA LG A TA e n d e l
la A rg e n tin a . P u b lica c ió n a u to riz a d a
p o r “ A tla n tic M o n th ly ” .)
enseñanza, la educación y los
Lalgoestudios
tienden a convertirse en
institucionalizado y estereoti
a
pado, especialmente la educación de
las masas. Pero esto no cuenta en
la buena lectura, ya que ella es una
experiencia altamente personal, y
cuya calidad depende del gusto, el
intelecto, la imaginación y la sen
sibilidad del lector individual.
Al pasar revista a mi propia his
toria de lector, veo que crecí en lo
que, si algún nombre literario pue
de dársele, debe ser llamada la era
de las revistas. Desde los últimos
años del siglo pasado en adelante
el precio de los libros, que había
sido grandemente rebajado, volvió
a subir, esta vez al doble. En este
mismo período el precio de las re
vistas experimentó una rebaja. Alia
por el año 1920 existían muchas lo
calidades importantes en los Esta
dos Unidos donde los únicos libros
que podían adquirirse eran novelas
“ rosa” románticas e historias poli
ciales, que se vendían en los ‘*drugstores” , esas boticas norteamerica
nas que realmente tienen de todo
desde medicinas hasta libros y he
lados.
„
Tan sólo cuando se contó con pro
cesos de impresión más eficientes y
sobrevino la primera guerra mun
dial, en la cual millones de soldados
necesitaban de libros para apartar
de sus mentes él tedio, quedó re
suelto el problema de los libros ba
ratos (mas no el de libros baratos
nuevos). La cuestión de cómo editar
libros nuevos fué encarada mucho
antes, y debo declarar con orgullo
rtvt*. -Pi" ” v!'' ric le- £~
vn C'IP
n m:mev.i alguna : descubridor,
de' la solución.
En 1926 fui nombrado presidente
EL PUMA Y El PASTOR
Por PABLO ROJAS PAZ
era una ceniza de luz
E Len alba
el cielo. Como en la eleva
ción de la misa, el sol de dorada
blancura subía repintando de rojo
iba de puntillas y la luz era una
insinuación morada en el leve re
lumbre de la escarcha. Un rumor
el perfil de los montes. La noche se
de himno surgía del seno profundo
de las cosas. Con voces de mar le
jano la brisa del alba venía desper
tando el paisaje. Los árboles se
limpiaban de sombras y se escucha
ba el balido de los hatos cercanos.
De pronto, de dentro del rancho
salió una voz amanecida, secretea
da.
—M’hijo; hay que traer las ca
bras al corral.
El chango se restregó los ojos, se
calzó sus ojotas, se metió su poncho
cortón, se puso su sombrero y par
tió. La mañana triunfante se ale
graba en las flores nuevas de aque
lla primavera precoz. Lauro extra
jo de su flauta de caña su son fa
vorito. Y los altos montes se lo de
volvieron en mil ecos repetidos. La
luz iba colgando banderolas en la
copa de los árboles más altos. Ha
bía un penetrante olor a menta, a
poleo, a cedrón, a malva. Los bali
dos eran cada vez más cercanos. El
desparramado rebaño iba juntán
dose al amparo de la música al
igual que las nubes empujadas por
el viento. Un pájaro en un molle
cantaba su dicha y la del agua re
cibiendo su luz. Las abejas eran
pequeños resplandores de oro sobre
las diminutas flores silvestres. Los
torrentes acrecentaban sus rumo
res con la luz de la mañana.
Lauro se detuvo para observar
los movimientos de una serpiente
que se arrastraba entre las piedras.
Cuando el pastor moduló en su
flauta los cristalinos sones, el ofi
dio detuvo su andar e irguió su ca
beza para escuchar mejor. Y fué
así que el paisaje y su vida eran
una música atenta. La brisa corre
teaba en los pastos. A lo lejos can
taba la perdiz. Toda la dulzura del
mundo se había hecho matiz en la
flor, zurear en la paloma, frescura
en el pastizal, suavidad en el helé
cho, canción apenas modulada en
la brisa de las altas copas. Y toda
esa dulzura natural y perfecta pa
recía anidarse en la flauta del pas
tor.
Un súbito bramido rasgó la cal
ma musical del paisaje. Lloró la
paloma y se aquietó el arroyo. En
el azul añil apresuraban su viaje
las nubes de nácar. Las cabras asus
tadas se dispersaban entre confusos
balidos. Un puma había saltado
desde la espesura hacia el breñal.
Un nuevo bramido fué trueno re
botando en el collado. El miedo
pánico cristalizó el aire. A Lauro,
el pequeño pastor, le impresiona
ron por igual el bramido y el ta
maño de la fiera. “Hoy he visto
un gato grande”, dijo a la madre
la primera vez que había visto un
puma. Y le tiró un hondazo; la fie
ra se enardeció al recibir la pedra
da en la frente. Pero, Lauro se
acercó resueltamente y recogiendo
una piedra del suelo se la arrojó
para ahuyentarlo. La fiera descri
bió un arco en el aire y cayó sobre
Lauro desgarrándole el pecho de
profundas heridas. El pequeño pas
tor lanzó un grito profundo y des
esperado que el aire cristalino lle
vó a la lejanía.
La madre de Lauro que yacía
enferma de chucho, oyó el grito y
presintió todo. La propia desespe
ración le dió fuerzas inauditas. Se
levantó de la cama ardida de fie
bre. Tomó unas boleadoras y un
puñal que fueran de su marido. Se
echó un poncho a los hombros y
partió hacia el punto de donde ve
nían los rumores. Su denuedo se
enardeció más cuando vió que el
puma estaba bebiendo la sangre del
muchacho que lanzaba gemidos estertóreos. Aquella mujer se con
virtió en un grito penetrante, agu
do, surgiendo del seno profundo
de la tierra e irguiéndose hasta
el cielo: ¡M’hijo! ¡M’hijo! Y avan
zando hacia el puma le clavó tres
veces el puñal en el lomo. El ani
mal se irguió para abalanzarse so
bre la mujer, y ésta le tiró las bo
leadoras a la cabeza. El cráneo del
puma resonó con los golpes de la
piedra, pero esto no impidió que
llegara de un manotazo al pecho
de la madre, quien a su vez pudo
clavarle el puñal junto al corazón.
Al son de la flauta y el bombo
los llevaron a enterrar al filo de
la madrugada. Los niños pastores
hicieron unas andas con sus toscos
cayados, y en ella sobre el cuero
del puma, pusieron los despojos
de Lauro. Una estrella federal y
fuego óreció perenne junto a la
cruz. Sobre la tumba de la madre
lloró por siempre la bumbuna.
E.l bramido del puma, el llanto
de la paloma, el- gemir del pastor
y el grito de la madre se disolvie
ron para siempre en la música
montañosa. Y a la hora en que la
tarde es una niña dormida a los
pies de la luna, un sutil canto de
flauta borbotea como un ojo de
agua en la quietud fragante.
c u erp o
de
j u ra d o s
d(? u n a
presa nueva llamada Club del Libro
del Mes. En tanto que jurado^,
nuestra tarea consistía en seleccio
nar todos los meses un libro recién
aparecido, para enviarlo luego a los
suseriptores del club, quienes en
un comienzo debían adquirir los do
ce libros escogidos durante el año.
Este convenio fué después modifi
cado, y los asociados ahora sólo de
ben comprar un mínimo de cuatro
libros al año. Por cada par de li
bros adquiridos reciben un libro
gratis.
El Club del Libro del Mes tuvo
un carácter experimental al comien
zo y su radio de acción fué pequeño.
No creo que tuviéramos más de
40.000 suscriptores en nuestro pri
mer año; ahora el total asciende a
cerca de un millón. Los jurados
eran el erudito William Alien White, que tan bien conocía el Medio
Oeste y los libros que debían en
viarse a esa zona; la chispeante Dorothy Canfield Fisher. destacada.
novelista y honesta crítica literaria;
Ileywood Broun, con mucha expe
riencia en periodismo y una perso
nalidad de singular influencia; el
liberal Christopher Morley, fuente
de entusiasmo, y el que esto firmaEn toda mi experiencia como
maestro, escritor, crítico y director
no tuve jamás tan satisfactorio sen
tido del éxito en lo que nuestros
antecesores habrían llamado promo
ción de la buena literatura, como
en mis más de veinte años en el
Club del Libro del Mes. Los jura
dos estábamos a sueldo y no tenía
mos participación alguna en la em
presa; tampoco fuimos sometidos a
la mínima presión de parte de la
administración "n lo une concierne
a nuestras decisiones.
En mis veinte y tantos años en el
Club del Libro del Mes aprendí
muchas cosas importantes con res
pecto a los gustos literarios y a la
capacidad de lectura del norteame
ricano- Durante todo ese tiempo sólo
han habido siete jurados —las pla
zas de dos que fallecieron, Heywoocl Broun y William Alien White, fueron ocupadas por John P.
Marquand y Clifton Fadiman—. De
tal como hubo oportunidad de ex
traer muchas conclusiones y cono
cimientos. Pudimos comprobar nues
tros éxitos y nuestros fracasos a
los pocos meses, pero no —y me
apresuro a aclararlo— por las cifras
de venta de los libros que enviamos.
Lo que contaba ante nuestros ojos
para comprobar el éxito era la im
presión que causaba en críticos y
lectores, el “ impacto” del libro, fá
cil de registrar, pues significaba,
usualmente una gran venta sosteni
da. E sto se traducía, en m uchas
ocasiones, en la honda satisfacción
que produce el innovar con éxito.
Tal cosa ocurrió cuando selecciona
mos un tipo de libro hasta entonces
poco favorecido por el público norte
americano, como La buena tierra,
de Pearl Buck, Vivir con papá, de
Clarence Day, o la única novela de
George Santayana E l último puri
tano. Ese tipo de libro lo vimos di
fundirse por el país entre los me
jores lectores.
Nos llevó mucho tiempo —dema
siado tiempo— aprender una verdad
muy simple: que no podíamos elegir
un libro sobre la base de lo que
creíamos gustaba y pedía el público.
No lo sabíamos; los editores, tam
poco. Al respecto debo hacer una
aclaración: existe un tipo muy co
mún de novela romántica que siem
pre tiene aceptación entre el público.
Ocasionalmente una obra maestra
o algo semejante conforma también
los requerimientos del público —La
Isla del Tesoro, por ejemplo— y se
A'ende tan bien como el producto
hecho a medida para despertar las
más simples emociones. Cuando nos
topamos con alguna obra maestra
de tono menor la seleccionamos in
mediatamente; cosa que no sucede
con los productos adocenados, que
no despiertan nuestra simpatía y
�v
________
no nos tientan a especular con lo
que se conoce por gusto popular. >_ Comenzamos a ver entonces que
había un solo procedimiento seguro;
elegir lo que nos gustaba a nosotros.
Si un libro nos parecía bueno, al
público le resultaba en igual ma
nera. El único requisito era el sen
tido común. Había libros sobre los
cuales coincidíamos, como lectores
experimentados, en que eran dema
siado eruditos, esotéricos o especia
lizados, o como en mucha poesía mo
derna, demasiado difíciles para la
inteligencia del lector común.
También llegamos a comprender
I que el interés del público norte
americano lia sido grandemente sub
estimado por editores y publicistas.
Se trata de un público mejor, edu
cado y menos provincial en sus'intereses que lo que creen los educadores
y vendedores de libros, y lee por
cientos de miles los libros que se
leccionamos y enviamos, y de los
que los editores pensaban vender
sólo algunos millares. Muchos libros,
'> salvo los religiosos y las historias,
han sido publicados más que por un
propósito comercial para satisfacer
un anhelo. Sin embargo han llegado
a figurar en la lista de los más ven
didos y allí permanecen.
A través de tristes experiencias
•'> llegamos a 1a. conclusión de que era
inútil elegir un libro porque hiciera
“ bien” a los lectores. La tentación,
¡ especialmente durante los años de
la guerra, era muy grande; pero los
hechos nos enseñaron que el lector
prefiere antes que nada un libro in
teresante. Aparentemente el libro
que goza de mayor aceptación debe
contener algo más que propaganda,
ya sea ésta moral, económica o po
lítica, Debe ser, ante todo, intere
sante.
La última lección de importancia
que aprendimos es a no tener temor
de los prejuicios raciales, religio
sos o políticos si se trata de un buen
libro. Una y otra vez estuvimos a
la espera de un diluvio, de ataques
debido a que una novela, digamos,
nos parecía extremadamente anti o
■ pro católica, judía o protestante, en
caraba francamente el problema del
hombre de color, o iba más allá del
New Deal en sus deseos y profecías
) sobre el hombre común. Muchas ve
ces esperamos un diluvio y sola
mente recibimos alguna llovizna. La
presunción de que los grupos racia
les, religiosos o políticos de los Es
tados Unidos disentían mucho más
de lo que parecía era injustificada.
• En realidad, comparten una expe
riencia diaria en el sistema de vida
norteamericano, y cuando algunos
aspectos de esa experiencia son ho
nestamente presentados los leen con
tolerancia y simpatía, aun cuando
no eoncuerde con la interpretación
o la soluciónEl nuevo método de distribución
fué parcialmente «responsable del
éxito del Club del Libro del Ales,
aunque éste hubiera fracasado si no
hubiese existido en todo el país una
demanda insatisfecha, Los gráficos
estadísticos de los libros publicados,
alineados por categoría y por los
ejemplares vendidos, han cambiado
grandemente en una década. De esto
ha sido responsable en alto grado
la evolución experimentada por la
cultura nacional- Decir que Estados
Unidos en los años anteriores y pos
teriores a la primera guerra mun
dial, había llegado a la mayoría de
edad sería exagerado, lo que no su
cede si expresamos que millones, en
lugar de centenares de miles, de
lectores nortemericanos han madu
rado en las dos décadas anteriores
al experimento del Club del Libro
del Ales. La proporción de los gra
duados en los colegios, que al menos
realizan algunas lecturas sólidas au
mentó, como ocurrió en grado mu
cho mayor con los egresados de las
escuelas secundarias. Se sahe que el
número de éstos se duplica cada
diez años. Tampoco debe olvidarse
que terminada la conquista del Oes
te, la sociología y los asuntos eco
nómicos se erigieron en temas im
portantes para el público inteligen
te; y que la entrada de los Estados
Unidos en la primera guerra mun
dial trajo la historia a la actualidad
aun paradlos más indiferentes. Nos
otras, por consiguiente, no creamos
cabalgata
___________ 5
LA ULTIMA NUCHE
Cuento por LUIS DURATSD
A l darse vuelta en su cama, el hombre entreabrió los ojos, advir
tiendo que ya las sombras comenza
ban a llenar la habitación. Al revés
de todo el mundo, su destino lo con
denaba a vivir de noche, y a dormir,
mientras los días transcurrían. Se
estiró bostezando largamente, y sólo
después de un rato pudo incorporar
se con perezoso esfuerzo.
Por el pequeño tragaluz de la
puerta de madera, apenas lograba
penetrar la vacilante claridad de la
tarde. En la penumbra, borrosa
mente, fueron destacándose los ob
jetos que componían el escaso me
naje de la estancia. Una silla de ma
dera con los travesaños rotos y el
asiento de paja desgreñado, un ca
tre de hierro desteñido en un rin
cón y en el opuesto una mesita con
cubierta de hule floreado, sobre la
cual había una botella, junto a un
pocilio blanco, con un resto de vino
tintoDesganadamente, el hombre tiró
hacia atrás la frazada con que se cu
bría, para sacar las piernas y po
nerse los zapatos. Estaba vestido. Só
lo su lustroso y desflecado paleto
azul colgaba de la silla. A tiempo de
pararse lo sacudió enérgicamente,
poniéndoselo antes de salir al patio
del conventillo, donde arrendaba
aquel cuarto.
Caía ya el crepúsculo cuando cru
zó el estrecho patiecillo empedrado.
Sus pasos eran vacilantes; tal vez
iba amodorrado aún, o una intensa
debilidad lo doblegaba. A cada rato,
su cabeza se iba enredando en las
ropas tendidas profusamente en los
cordeles, a lo largo de todo el edifi
cio. Algunos chiquillos jugaban en
tre los tiestos de flores y las artesas
diseminadas por todas partes. De
una puerta salía la voz fresca de una
m u c h a c h a q u e entonaba l a última
canción en boga. Junto al caldeá-íilo
rojo de fuego donde se caldeaban las
planchas, algunas mujeres estiraban
cuidadosamente la ropa blanca que
extraían de un gran canasto, en
donde cada prenda estaba echa un
ovillo húmedo. Al pasar el hombre
iba dejando como una desgarradura
de sí mismo un “ buenas tardes”
tristón y desganado, que era siem
pre contestado con afecto.
José Poblete, ya era viejo. Tal vez
estaba próximo a los sesenta años.
Las cejas erizadas y entrecanas, da
ban a su rostro un aspecto huraño,
que acentuaba su tez pálida y sus
pómulos pronunciados. E ra alto y
delgado, con todo su pelo. Sus ojos
eran negros y una larga arruga le
hendía la frente casi de sien a sien.
Se detuvo junto al pilón de cemento
para abrir la llave y, juntando am
bas manos, recibió el claro chorro
de agua con el cual se bañó la cara
y la cabeza. Después, como pudo, se
secó con su pañuelo de bolsillo.
No obstante su aspecto huraño y
malhumorado, Poblete era de carác
ter alegre y bromista. Empero aque-
lq demanda para libros de ficción
profunda y otras clases, pero nos
complace pensar que por ensayo o
por azar encontramos un medio pa
ra lanzarlos al público.
En muchas ocasiones tuvimos a
nuestro alcance el elevar a algún ta
lentoso pero desconocido escritor de
entre el montón de autores y colo
carlo en condiciones de no tener
que realizar tareas agobiantes para
verse libre de la presión de la po
breza, y asegurarle que no solamen
te su primer libro de importancia,
sino el siguiente, contaría con una
aceptación pública que habíamos
contribuido a hacer más amplia.
Hervev Alien, Olarence Dav, Stephen Vincent Bénet, Stuart Chase,
AValter Lipmann, Pearl S. Buck,
Majorie Kinan RavTings, Margaret
Mitchell, John Steinbeck y Richard
W right pueden citarse como nom
bres eminentes en la actualidad.
Nuestra elección y nuestro sistema
fueron tan efectivos en su favor co
mo los mejores Alecenas en las eras
clásicas de la literatura.
lia tarde sentíase sin ánimos, des
madejado, vencido. Su vida era una
carga que le pesaba demasiado. Y
aquella tarde, más que nunca, sintió
que en su pensamiento ya no flore
cía ninguna ilusión. Abstraído, com
pletamente ajeno a lo que le rodea
ba, tornó a su cuarto. De entre las
revueltas ropas de la cama, extrajo
el cuello grasiento, y luego de abro
chárselo, se encajó en él la corbata
de resorte, que le colgó como una
tripa, seca y retorcida. De un clavo,
tras la puerta, tomó su sombrero
que se encasquetó de cualquier ma
nera, para salir dando un portazo,
sin preocupación mayor por la segu
ridad de sus bienes.
Era primavera y ya comenzaba a
hacer calor. En las puertas los chi
cos y los quiltros alternaban jugan
do. Al borde de ambas veredas, una
hilera de árboles recién verdecidos,
ennoblecía y ponía una nota de fres
cura y de belleza en la calle de pa
redes desconchadas y puertas con
marcos torcidos y desclavados. To
da la miseria del arrabal se asoma
ba en cada puerta. Alujeres despio
jando a sus crías, otras remendando,
algunas con el canasto de “ recau
do” bajo el brazo, comentaban la
carestía y el despotismo del mayor
domo del conventillo.
—Ni que fuera el dueño, comadre,
sería tan pirata con los arrendata
rios.
—Domo él no paga arriendo, qué
se le da, pues.
En tanto, vendedores de hojala
tería y baratijas atronaban el aire,
ofreciendo su mercancía. En una
esquina un organillo dejaba oír sus
notas lloronas, en las que flotaba
toda la poesía triste del arrabal.
Frente a la puerta de un cité, un
charlatán ante un corrillo de des
ocupados, proclamaba ya enronque
cido, las excelencias de nna pomada
que curaba todos los males, hasta
los del amor. Al borde de la calzada,
varios suplementeros jugaban al
“ chupe” lanzando gruesas interjec
ciones de júbilo o protesta, según
fuera como caían las monedas.
Aquel espectáculo ya no interesa
ba a José Poblete. Una tristeza agu
da, un vencimiento infinito le llena
ba de angustia. Hubiera querido no
preocuparse de nada, tal vez hun
dirse en la inconsciencia para no
sentir aquel cansancio de vivir que
le dominaba. Pero no había medio
de sustraerse a todo aquello. La sola
idea de volver a su cuarto oscuro en
el conventillo, le aterró. Recordó que
no había comido en todo el día, pe
ro esto no le causó mayor daño. Un
gesto de resignación le desfloró los
labios, al comprobar que no tenía
una sola moneda en sus bolsillos, y
que seguramente no la ganaría aque
lla noche.
3
Ediciones de Peuser
LAUREADAS
El jurado de la Cámara Argentina del Libro encargado de proclamar
los libros mejor editados en nuestro país en 1947, acordó, por una
nimidad, TRES PRIMEROS PREMIOS a las
•AAOT.JOWVAXOI*U5T
siguientes ediciones de nuestra casa, que le
i£l Ultimo flormitiirnlo
aconsejamos llevar hoy mismo a su biblioteca:
ir la Oaí illrdia
EL ULTIMO FLORECIMIENTO DE LA
EDAD MEDIA
por José Van der Elst
El autor describe magistralmente la Escue
la Flamenca que contribuyó a forjar el
dorado esplendor de los últimos días de la
Edad Media. Hermoso volumen de 226 pá
ginas, lujosamente encuadernado e ilustrado
con 16 láminas en colores y 129 grabados
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LA RECONQUISTA
DE BUENOS AIRES
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Y DEFENSA
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ricos sobre la Reconquista y Defensa de
Buenos Aires. Una joya bibliográfica que
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Un hermosísimo relato sobre la vida del
quetzal, el pájaro sagrado de los aztecas,
con magníficas ilustraciones a todo color.
S 6.—
gallardía, las parejas descendían
El ronquido intermitente de un
para pasear lentamente, en tanto auto, lo arrancó de su bello soñar.
arriba los* pájaros derramaban dul José Poblete, lo miró con odio, con
cemente la pedrería cristalina de un rencor salvaje que le obscureció
sus trinos. Los árboles se incendia las pupilas bajo las cejas erizadas.
ban con la luz del sol poniente, y He ahí al enemigo. El pudo hacerse
allá en el fondo, todo era fantasía chófer y tal vez su situación no se
de colores: oro y rosa, verde y
ría tan desastrosa- Pero se obstinó.
malva, morado y azu l... El último No podía tolerar aquellos vehículos
destello, convertía el cielo en una que al comienzo eran incómodos,
inmensa turquesa, mientras abajo echaban humo como chimer
y no
sobre la tierra, la ansiedad de las tenían la noble elegancia de un co
almas, ponía su broche de ilusión che tirado por un arrogante tronco
en un beso, que se apagaba en el de trotones de pura sangre. No, era
rumor de los surtidores que hume inútil. El se quedaría a la antigua.
decían el ámbito con un frescor de Y así fué. Vino demasiado tarde a
advertir que el tiempo había roda
follaje y de tierra humedecida. . .
Los caballos en tanto, piafaban es do tan ligero y que él, su coche y
tironeando las riendas y estornu sus caballos, eran sólo una triste
caricatura de todo aquel esplendor
Había sido cochero, toda su vida. dando ruidosamente. Era preciso que ya jamás retornaría.
Su padre y su abuelo también lo •hacer oír el chasquido vibrante de
fueron en otros tiempos mejores, las huascas, para hacerlos aquietarse.
( Continúa en la pág. 8)
ciertamente. Al recordar aquellos
de su mocedad un suspiro largo y
hondo, le ensanchó el pecho. ¡ Ca
De la Colección
ramba qué tiempos aquéllos! Cerró
TIERRA FIRME:
los ojos para recordarlos- Se vió er
LA F IL O S O F IA E N C U B A ,
guido sobre el pescante de su vic
d e M . V itie r. $ 5.50 rn /n .
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rigiendo el soberbio tronco de ala
L A P IN T U R A E N C O LO M
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B IA , de G. J a r a m illo .
zanes que sacaban chispas en el as
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falto de la Alameda. Su coche de
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nía una capota grande abrigada, fo
Sociología, Historia,
HISTORIA DEL PENSAMIENTO
rrada en felpa, acogedora como un
Letras:
ECONOMICO, por E. Whittaker.
nido. El, entonces, era un hombre
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arrogante con su rostro pálido, sus
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LOS D ER EC H O S R EA LES
largas patillas negras, como su som
HISTORIA GENERAL DE LA PE
Y E L S U B S U E L O EN
brero de pelo que brillaba, tal si
M E X IC O , de A. M o rin c a u
D
AG
O
G
IA
,
p
o
r
F.
L
a
rro
yo
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estuviera barnizado. Por las tardes,
$ 11.— m /n.
TEORIA DEL SEGURO
camino del parque saludaba con le
S O C IA L , de G. B o n illa .
ve gesto a las mozas de servir, que
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E L A RTE EN LA PRO SA
le sonreían insinuantes a su paso
D E M O N T A L V O , de E .
En las buenas librerías o en
por Ejército o Dieciocho, mientras
A n d e rso n I m b e rt.
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adentro del coche una pareja de
G R A T A C O M P A Ñ IA , de A.
enamorados, se decían con férvida
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E N T R E L IB R O S ,
do A.
expresión, aquellas dulces palabras
R ey e s . . . . $ 6.— m /n .
que hacen pensar en que la vida es
Económica
LO M E X IC A N O Y O T R O S
eterna.
T E M A S D E A R T E , de
M o ren o V illa $ 1 3 .- m /n .
B uenos A ires
I ndependencia 802
Después, en el parque era el paseo
un torneo de apostura y briosa
Las grandes obras
recientemente aparecidas
�6
cabalgata
HISTORIAS COA ANGEIES
Por JUAN CARLOS GHIANO
La
La
e s q u in a
trampa
Para Alberto M. Salan.
s el único café del pueblo, en la
cuadra de casa- Vamos todas la.s
tardes, todas las noches; son las
únicas reuniones del pueblo.
Se entra, por una puerta de vi
drios verdes. El piso es de tablas
arfchas, que los días de lluvia se
cubren de aserrín; el color de la
madera se oscurece debajo de las
mesas de hierro, del rectángulo del
billar. Siempre nueve mesas: cinco
a. la izquierda, contra la pared, de
bajo del espejo; cuatro a la derechadel lado de la puerta. Los parroquia
nos llegan a la misma hora, beben
lo mismo, conversan de las mismas
cosas. En la cuarta mesa suele dor
mitar un borracho; a la última, con
tra el rincón, se sientan hombres con
mujeres vergonzosas, pintadas, con
flores en el pelo.
Bajo la lámpara central, con pan
talla verde, la mesa del billar, los
tacos, las bolas de marfil; el piza
rrón ha desaparecido de la pared.
Siempre hay muchos carteles, de
marcas de cigarrillos, salidas de bu
ques, anuncios de circos. Me los sé
todos de memoria.
Allí lo vi por primera vez, la
tardecita del 7 de abril. Yo estaba
con dos amigos; en otra mesa ju
gaban un tute, en la de la esquina
esperaba una rubia.
Entró solo, arrastrando los pasos
sobre el aserrín grueso- Había llo
viznado toda la ta rd e; cuando abrió
la puerta, vi las hojas secas pegadas
en la vereda y el empedrado brilloso.
Sin sacarse el sombrero, secándose
las manos mojadas, se acercó al mos
trador; pidió un café y una caña,
los bebió de golpe.
¿De dónde vendría el hombre?
Nuevo en el pueblo, y solo. Se van
y vienen; el pueblo siempre igual.
>. Me acuerdo bien. Miró el reloj,
— »ouro la estantería de las botellas,
a las ocho menos cinco. Se limpió
la boca con el dorso de la mano;
volvió a pedir caña y la bebió con
frío. Eran las ocho; había vuelto
a mirar el reloj.
El mozo le preguntó:
—¿Espera a alguien?
Esos hombres no contestan.
Apenas pasadas las ocho, dejó un
peso sobre el mostrador, y salió.
Desde la puerta había vuelto a mi
rar el reloj.
-• Ninguno lo conocía. Esc-s hom
ares solos, por los pueblos, las tar
des de lluvia- hombres que no se
ven más.
Salimos a las ocho y cuarto, como
siempre, cada uno a su casa.
Estaba en la esquina, caído boca
ahajo, herido de cuchillo en la es
palda. El farol temblaba sobre el
cielo ceniza que había caído sobre
el pueblo, el empedrado tenía más
aristas que otras noches. Cruzado
en la esquina, el cuerpo sobre la
vereda y la cabeza colgando en la
cuneta. El traje azul se le pegaba
al cuerpo, los zapatos eran negros,
las medias blancas, de las que antes
sólo se ponía a los muertos; el som
brero al ladito nomás.
Cuando vino la policía, dieron
vuelta el cadáver, dejándolo cara a
la llovizna. Tenía los brazos do
blados, las manos como para aga
rrarse en algo. El agua no acababa
de limpiarle la cara, los ojos abier
tos, la piel tensa que se ponía azu
lada, el pelo renegrido, cargado de
gomina-
E
En los bolsillos del saco encon
traron seis billetes de cinco, tres de
nn peso, unas níqueles; ni papeles,
ni pañuelo con inicial, ni tarjetas.
Isadie en el pueblo sabía su nombre,
en ninguna fonda ni pensión.
Me fui a comer, sin olvidarlo,
hombre visto en dos lugares, el café
de todos los días y la esquina de
mi casa.
A las diez volví a la esquina. Un
perro lanudo lamía con insistencia
las manchas de sangre. De pronto,
sí, se marchó. Lo guiaba el roce
de unas plumas mojadas. Sí, el
ángel amarillo de la esquina.
Me santigüé, porque la noche es
taba conmigo.
Para Daniel J. Devoto.
f
a
rata ha caído en la trampa.
Sólita, sin necesidad de que la
engañaran con el sebo- Ahora tiene
miedo; fatigada de recorrer la jau
la, se ha achicado a esperar. Aquí
la dejan, para que la muerte se de
more, pero la rata sabe que puede
terminar antes; por lo menos, no
la verán morir.
Rata, ni siquiera has comido el
queso que tenías cerca, ese queso es
tuyo. Viste la jaula, pero no el sebo;
ahora, a acabar.
Eso me faltaba esta tarde. El
piano que empieza- Claro, son las
cuatro, va a durar más de una hora,
casi dos. Iloy no tendré que escu
charlo hasta el fin.
Todos haciendo trampas, ratita.
¿No habré armado yo mismo la
mía ? Es fácil: un alambre aquí- otro
allá, de pronto, los otros alambres
se levantan solos y empiezan a entre
tejerse. Ya está la jaula hecha, y
el hombre adentro. ¿Para quién la
hice? Porque yo la he tocado con
estas manos, muchos días, como la
araña acaricia su tela.
Ese p ian o ... Hace tiempo que lo
escucho, ocho meses, un año, todos
los días en que he ido haciendo mi
jaula. El sonido se mete aquí, en
los rincones, esperando los nuevos
acordes, cubriéndolo todo. Hoy le
será más fácil atraparme.
Lo he escuchado otros días de oto
ño, cuando la noche llega tempra
nito- Con ese árbol de la callé, en
frente- amarillo y liviano.
No vale recordar. Ya he liquida
do las cuentas que tenía; la otra,
la mía, no está clara. Nunca podre
mos volver a sumarla. ¿No es así,
ratita? Será mejor roerla, de a poco. í
en la jaula. Así no se te afilan los !
¿Quién se aeuerdlos días de
otoño? No serás tú, ratón, bicho de
albañal, cazado por los hombres, por
ti mismo. Has vivido en acecho, sin
preparar la tram pa; se armó sólita,
de pronto; el bicho ya estaba aden
tro.
La música no cambia. Es la mis
ma de siempre, capaz de hacer llo
ra r a cualquier animal solo. Otra
vez fué lo mismo; para no escu
charla me puse a cantar una in
munda canción del puerto; sus pa
labras, de a poco, se acomodaron
a la música- hasta que me fué im
posible entenderlas; en ese momento
comenzó a llorar el muchachito de
la vecina. Eran casi las seis.
Todos están solos, cada uno en
su jaula. A veces, las jaulas están
cerca, rozando tus bigotes o tu cola,
ratita, con otras ratas tan solas como
tú. Y creiste que estaban libres, que
se habían encontrado, pobre ratita.
Desde los bigotes se te calentaba
todo el cuerpo, y te pusiste alegre,
completamente alegre.
¿No va a terminar ese piano ? Que
me atonte, para que puedan verme
entrampado, para que alguien me
suelte, y me espere afuera para se
guir jugando.
Ah, Dios, cazador de campo ancho.
El también se divierte- no hay duda,
por algo nos hizo a su imagen y
sem e ja n z a . ¿Verdad, buen Dios?
¿Serías tan bueno de contestarle a
esta ratita? Te lo pregunto, no te
pido- Estará muerta la rata en su
trampa, y sólo Tú la habrás visto
acabar. Es un lindo espectáculo, ra
tita; sólo E l podrá verlo.
Y miedo, tengo más miedo ahora.
Ese piano, como todos los días. Co
mienza y sigue, term ina; al otro
día, a empezar nuevamente. En esa
casa viven unos hdmbres V unas
mujeres, y el sonido del piano por
las tardes. Deben quedarse mucho
tiempo en la jaula, y se han inven
tado esa música. Tú no, ratita, siem
pre fuiste más rápida que las otras,
y más silenciosa.
¿Tendré ya el miedo suficiente?
Las cuentas están saldadas, la mía,
roída, la tengo en la barriga. Aho
ra sí.
No es posible, no sé hacerlo.
¡ Tú, tú me lo impides! Angel
sordo de los pianos de Conservatorio.
TNcut .t u r a
núm ero
L
Una figura de mujer acostada.
cipio, podría rodar como un tomillo, completandoasí sus episodios, apareciendo siempre de frente;,
renovando sus 3 puntos de apoyo pero sin mul
tiplicarlos jamás. Con este principio fundamental
he comprendido biológicamente la función del huecoen el porvenir de la estatua.
Si 3 puntos d e -poyo son suficientes
;arantizar la estabilidad material de un • ue i.„. y
si una estatua (en su función monumental) es la
lucha con la ley de la gravedad, contra la caída,
contra la muerte, más de 3 puntos de apoyo repre
sentan en la estatua lo incompleto de la victoria
del escultor. Una estatua, además, con este prin
DEL ESCULTOR ESPAÑOL
Por EL MISMO
A U N A PERSON A DE M I CONO CIM IEN TO
EN
CABALGATA
Sab rá extrañado a usted que liaec un año, a mi regreso de
Colombia, quedara en enviarle los originales de mi e s t é t i c a o b j e t i v a
y que, desde entonces, no haya vuelto usted a saber de mí. Hasta
este instante en que le escribo para despedirme. H e trabajado en
este tiempo alquilándome para disponer de un pequeño trono de
cada día en el que he ido pasando en limpio mi libro. Pero no
he conseguido terminadlo: me interrumpí para reiniciar unas es
E sc u ltu r a n ú m e r o 2.
tatuas y ya no puedo detenerme. Ahora vuelvo a España para traba
Retrato de mi mujer.
jar con el reposo que necesito. Adjunto a usted fotografías de algu
nas esculturas que hice con demasiada timidez y muy rápidamente,
pero con el buen propósito de que su venta particular me permitiera
tomar un taller y preparar mi exposición aquí en Buenos Aires para
Varias caras en una cara única. ,
fin de año. N i vendí ni hallé taller. N i conseguí una modesta cátedra de escultura, última
Y
paralelamente a una teoría for- :
solución para el escultor que no desea apartarse más de sí mismo. Esta es la razón de mi
mal del retrato, la reducción espi- j
regreso a mi patria, animado además por el anuncio de «» gran concurso para levantar
en Cádiz un monumento en homenaje a la Argentina, entre “ escultores españoles’ ’. Y
ritual de lo simultáneo. Porque una ,
esto tiene gran importancia para quien se ha visto privado de participar como extranjero
cara es la historia de otros hombres ,
en concursos y en exposiciones y ha tenido que caminar este largo tiempo en America
que nos precedieron, pero un re -'
oon las manos profesioncUmente mutiladas. Trabajé aquí conw químico ceramista
trato es la historia del hombre que
y me convertí así en un escultor sin estatuas, es decir en un hombre imiirrsentable.
H e recordado alguna vez estas viejas palabras de M ilton: “ Millones de hombres
tenemos delante de nosotros, de lo
caminan sobre la tierra sin ser vistos.’’ Casi invisible, acierto a saludar ai usted oon
que le está aconteciendo y más to
toda, mi consideración y afecto.
J org e de O t e iz a .
datos
b io g r a t ic o s
E s c u lto r va sc o — de O rio— n a cid o el 21 de o c tu b re de 19 0 8 . P r im e r
p re m io do e s c u ltu r a en la b ie n a l de S a n S e b a s tiá n , en 1931 y en 1933 E n 193 1
e x p o sic ió n in d iv id u a l en S a n S e b a s tiá n . E n 1935 o tra en B u en o s A ir e s E n
1936 en S a n tia g o de C hile. E n 1942, c o n tra ta d o p o r el G o b ie rn o de C olom bia
p a r a la o rg a n iz a c ió n o fic ia l d e 1» c erám ica . E n 1944, “ C a r ta a los p in to r e s de
A m é ric a — e n sa y o so b re e l a r te n u e v o en la p o s tg u e r r a ” . E n 1 9 4 6 en C o
lom bia, E c u a d o r y P e rú , 20 c o n fe re n c ia s s o b re el R e n a c im ie n to de la c e rá m ic a
e « i A - rlC a ’ In T e ®t , 6»<D<5n e s té tic a de la e s ta tu a r ia m e g a lític a p re c o lo m b in a
y G én esis e u ro p e a d e u n n u evo a rto m u n d ia l-a m e ric a n o .
davía de lo que le podrá acontecer.
Un retrato es la cara del esfuerzo
y de la virtud y del poder que un
hombre está poniendo, o está de
jando de poner, en la empresa per
sonal de la construcción de su pro- •
pió rostro, de un rostro soluble en,
pequeños acontecimientos o de uni¡
rostro definitivo, imborrable y per-
�6
cabalgata
Por SEBASTIAN SALAZAR BONDY
I I arpo Marx iiabla en telarañas.
ta su
brazo de hielo puro y su
boca también de hielo puro. Ha
A
bla, habla debajo de la alfombra que
E sc u l t u r a n ú m e r o 3. Retrato del pintor Otario.
petuo. Casi todos los hombres caminan con caras
cara, nos están integrando dinámicamente la ver
prestadas, ajenas, con caras de lotería. Muy rara
dad. la vida o la muerte, en su realidad inmóvil,
mente con su propia cara aproximada. Una cara
que es el retrato-historia, la cara-estatua. Por esto
borrosa es a veces una cara fuertemente personal,
las verdaderas caras de los hombres nacen después
una cara en el instante dramático de su comienzo,
de sus estatuas. Son las caras que quedan. Las caras
de su recreación. Una cara con apariencia esta
de los hombres que hicieron en carne viva su propia
tuaria — una herm osa cabeza n a tu ra l— no es
estatua. “Atendedme ahora —dice Esteban en el
generalmente una hermosa especie de hombre, si
Ulises— : en el vientre de la mujer el verbo se
no la escena final de otros hombres, la especie ar
hace
carne pero en el espíritu del creador, toda la
queológica o mística de un antiguo esfuerzo. (El
carne
que pasa se convierte en la palabra que no
sentimiento místico en el retrato número 2). En la
pasará”.
Hay que deshacer las cabezas construidas
herramienta facial del retrato N9 3, el hombre se
orgullosamente
por los antepasados. Hay que com
revela contra sí mismo, se rompe en un sentimiento
pletar las cabezas iniciadas con el dolor personal.
trágico. Al recomponerse los fragmentos de una
en la siesta cubre las manos de los
pollos. Habla de bacín o de barril,
pero habla aunque no te crea yo,
j,tu oyente oculto, tu vecino de res| frío, tu más antiguo amigo en ese
j¡espejo que se sume en la noche y
; cubre los andenes en estío,
j — ¿Cuándo vas de visita a las al
ocólas o a la oficina, concejal, pru
rito, egeo como el cielo a medianoche
sohre hospital, correo? — te pre
gunto{
Harpo, menudo compañero del
platino, ciego.
—Harpo, ¿qué dice la pintura de
caballete, el pato contemporáneo, la
pajarita del espectáculo o las sillas
vacias de mi casa? — te pregunto.
Harpo en milagro hace de su pa
labra sueño» y de tanto afecto, de
tanta destrucción, de tanto blanco,
de tanto apego al jabón lleno de
enfermos, se finge el que espera
noticia en los roperos, el que se
esconde en buhardillas viejas, sella
das con periódicos, sábanas, encajes.
¡ Oh, divino remiendo en su maleta!
Harpo, secreto tío, bobo que mira
telarañas.
Tal como he dicho: bobo que mira
telarañas.
¡ No encontrarás pariente más am
biguo, más trastorno tampoco, más
jarrones de Sevres, más muebles en
adobo, tinas y caballos relinchando;
y arpas» arpas clásicas, geométricas,
púnicas, sonoras como grutas! ¡No
encontrarás aquí otro que mejor te
oiga y con más tino, que te abroche
el chaleco a la rodilla con más tino,
que te cambie timón por lechería
y esa la loza usual de tu sonrisa
por habas, habichuelas, con más
tino!
Harpo blandujo, camiseta, en el
desván del mundo conversemos.
I magen perenne de
Manuel Rodríguez.
ü n claro caballero de rocío,
un pastor, un guerrero de re len te...
H ernández.
beduino de cal enmudecida o
su sombra de hienas, díscola a
veces cuando en el torneo se sobre
paraba el moribundo arsénico ate
rrado, dormía en su frente, ebrio,
sobre la cola de aquella salamandra
de los vinos españoles, de aquella
extraña corona que lentamente caía
desde los claros aposentos de la san
gre. Mas cabía pensar que estaba
envuelto en dioses nunca antes re
queridos, nunca evocados, apenas
vivos en medio de su fuego y sus
caballos.
Un beduino o> mejor dicho, una
cabeza que pendía cubierta de acero
suave y lágrimas en ojivas, en oji
vas mojadas durante una tarde acar
tona da, plúmbea.
Un beduino, una gárgola triste y
delicada, un monje entre cilicios.
Un beduino, un hijo o un padre,
un labrador que abría con sus ar
mas la entraña de los sueños y des
de dentro de ellos inventaba las
muertes venideras, los alimentos, el
ácido y la pluma.
Un beduino, ángel Manuel, odio
y amor Manuel, que con el toro
en un momento estuvo eterno.
u
n
A salto
E scultura
n u m e r o 4. Figura del h o m b re caído (L aocoonte).
Es un homenaje a los hombres que hoy están 'muriendo, a los que
sobreviven profesionalmente mutilados, a los que no se levan
tarán más.
He estado viajando muchos años en una isla prohibida, aca
parada. Todo está lo mismo, pero yo vuelvo cargado de odio. Llevo
el odio en pequeños ladrillos. Es odio para construir. Algunos cree
rán que el odio no construye, pero sólo el odio —amor implacable—,
el odio infinito, puede crear las nuevas condiciones para la renova
ción de la fe. Constructor de fe ha sido siempre el escultor. La natu
raleza de un escultor nuevo es su capacidad para descubrir esa
nueva f e : una especie de pre-fe —un profeta— y su resultado será
la pro-fecía: y él mismo pro-feta, hombre re-hecho, reinventado,
puesto de pie sobre las ruinas de todas las creencias agotadas. El
odio es la mancha, el pie, sobre todas las cosas arruinadas, que deja
al hombre solo, activo, frente a la nada, contra la muerte. Entonces
la fe es simplemente la luz, los primeros días, como el principio de
la construcción del mundo. El hombre reaparecido tendrá luego,
fe y será la fe política del arquitecto, la fe canónica. Pero antes el
arquitecto es escultor, es el arquitecto del arquitecto. Hasta que
la primera sombra sobre la tierra denuncia el cuerpo de la primera
estatua sobre la muerte. Entonces se repartirán las cosas por sus
propios pasos y esta terrible confusión comenzará a desaparecer,
dejando sitio nuevamente para el hombre, para la fe, para que las
estatuas del escultor se cumplan, sean vistas, para que la profecía
se rompa como un gran huevo que ya tiene su figura y la cifra
innumerable de una empresa original asegurada.
E sc u ltu r a
núm ero
5.
Retrato de la Vía Láctea.
C I el hueco en la estatua no sirve para la simplificación de sus
^ apoyos, el hueco no es más que una enfermedad del tejido ma
terial, del bulto, de las estatuas. Además el hueco se nos revela en
nuestro análisis como el concepto eje de una lógica para la renova
ción formal. Equivale espiritualmente a la reaparición del senti
miento trágico al concluirse la herencia de un sistema morfológico
clásico. En la investigación de la estatuaria megalítica americana
he estudiado las etapas correspondientes a este proceso. En la
próxima etapa experimental el hueco ha de ser objeto de un nuevo
razonar plástico. Hasta ahora no va siendo más que la descompo
sición natural de los factores naturales que integran la estatua.
Y el hueco deberá constituir el tránsito de la estatua-masa tradi
cional a la estatua-energía del futuro, de la estatua pesada y ce
rrada a la estatua superliviana y abierta, la Trasestatua.
Aun estas cosas que reproduzco están inscriptas en los anti
guos armarios áureos. Es para despedirme de los poliedros regula
res opacos, de estos recintos apretados que creyó divinos Platón,
porque ahora hay que apresurarse a devolver la libertad a las
estatuas, para que cuando el hombre, si otra vez toca la hora de
su libertad, no vuelva a ser des-almado por la traición oficial de
un arte extemporáneo e inútil. En todos los órdenes, hoy la solu
ción de una cosa está fuera de sí misma. A una concepción del
universo que nos lo muestra en expansión constante, corresponde
una estatua en constante dilatación estética. Cuando las estatuas
no llegan antes que el hombre a las nuevas condiciones de su misma
libertad, el hombre es fácilmente traicionado. Cuando el hombre se
disponga a edificar su nueva casa universal hallará en ese sitio
como señal verdadera a la estatua nueva anticipada. Por esto digo
que antes que el Canon, antes que la regla pública del arquitecto,
se da en el Prefacio, la fe individual del escultor. Ha sucedido así
otras veces.
a la joyería.
rv io s salve al relojero que piensa
Y f sobre las piezas mohosas de su
almuerzo y salve a su mujer, la del
ojo de vidrio, la tonta que vive en
la cocina. Dios salve a sus dos hi
jos carminados. Dios salve al cana
rio que pica noche y día los fila
mentos del cucú, los pequeños tor
ni líos, las pulseras, los diamantes,
los oros que trabaja el relojero. Dios
salve, en todo caso, al abuelo dia
bético que gime, hinchado y sole
junto a sus claveles.
Los diarios lo dicen y lo repite
el cochero al fraile, el fraile al hom
bre consecuente, al algebraico, al tí
mido, al cómico que baila en laí
aceras. Todos lo saben y de conti
nuo lo sospechan los policías sen
satos, mustios, silenciosos. Los ami
gas del delincuente, también lo juz
gan con aprecio.
Pero quién sabe qué percance, qu<
novedad se encierra en el letrero
qué oculta ocasión los birria y sí
interpone. Caminan con sus hacha!
lentamente los asesinos detrás de lo¡
avisos luminosos. Lentas andan su¡
piernas, lentas sus manos» lentos su¡
pasos no ven nada sangriento ei
el proyecto. Andan los malhechores
sin compás, sin ritmo. Se tropiezan
golpean las paredes, cantan quedi
a veces silban en el entreacto o s
abrazan con gozo.
Dios salve a aquella gente. Pobrej
sus tristes mesas inconclusas, sip
billetes, sus ademanes simples- Dioj
salve al relojero de la muerte qm
acostumbra a espiar la joyería. Dio
salve a la ciudad de tanto miedo
�8
A l G U I ESI v i a
M O RIR
Por DAVID ALMIRON
uan
J
V erde estaba dedicado a efec
tuar su tocador con más esmero
que otros días porque era jueves y,
los jueves, visitaba a su novia.
Eligió el más presentable de sus
trajes y la más discreta de sus cor
batas.
Frente al espejo dio los últimos
toques a su peinado, se echó algunas
gotas del perfume preferido y, ale
gremente, salió a la calle.
Los seres que se movían en la
niebla eran rojos y deshilacliados.
Las voces se deshacían sin llegar
a insinuar nada.
—Ya. estoy cansado de esto.
—Si acabara la hora. Si pudiera
terminar este cigarrillo sin tener
ganas de vomitar.
—Y siempre somos nosotras.
—Nosotros. Yo, sobre todo.
—Busquemos la manera de sa
lir sin que él nos vea.
—Nos verá. ¡ S í! ¡ Nos verá !
Gritó histéricamente. Y la niebla
se movió apenas.
Compró una hermosa flor blanca
para el ojal de su solapa. Después
se paró frente a las vidrieras de
una bombonería y eligió cuidadosa
mente una caja de golosinas para
su novia. La empleada era simpá
tica y a él le costó trabajo recordar
el nombre de su prometida para
escribirlo en la tarjeta.
Al salir lo rozó una bella chica
y Juan se volvió, al oír la disculpa,
con una frase galante. El sol ale
graba la calle y la gente caminaba
con un gesto alegre en los rostros.
Todo estaba mojado y las caras
se reflejaban al revés, con los ca
bellos colgando. Los ojos giraban
ir interrumpidamente.
Las piiei tas s'e abrieron y las som
bras entraron dando feroces ala
ridos.
Entonces el que estaba sentado
en el sillón se hizo trizas y la mujer
que lo miraba dijo suavemente y
eon desgano:
—Silencio.
Después siguió aplastando migas
de pan contra la mesa.
El humo se pegó al piso y los
que llegaron lo movieron al avanzar.
Ella alzó la cara y, poniendo los
labios al beso, exclamó con hastío:
—Te esperaba. ¿Has traído el ins
tante que te mandé buscar ?
—No. Me he perdido. No he con
seguido regresar. Todos los caminos
están vigilados.
—¡Basta ya! Estoy cansada.
Se in c lin ó y llo ró convulsiva
mente.
Luego el humo subió hasta el
techo.
Juan entró a la moderna casa de
departamentos y se acercó silbando
a la puerta blanca del que ocupaba
Susana. Apenas había tocado el tim
bre cuando ella abrió. Se veía que
lo había estado esperando ansiosa.
Después de un ligero beso lo hizo
pasar a la salita.
La madre de la chica estaba arre
glando una cortina y lo saludó ca
riñosamente cuando él entró.
El padre vino luego, lo palmeó
con ostensible afecto y se sentó a
leer la edición nocturna de los pe
riódicos.
Ellos miraban desde afuera y gol
peaban contra los cristales. Babea
ban y aullaban débilmente. Se des
lizaban por los vidrios y dejaban
rastros grasicntos. Había una llama
impúdica ardiendo en medio de la
estancia.
La suciedad estaba complaciente
ba' iendo opacos los objetos.
1 soldado se paseaba con pasos
mecánicos y su fusil arrastraba por
el suelo. La empuñadura golpeaba
las tablas del piso y los colores se
CABALGATA deja de publicarse
r
'"'ON el presente número Cabalgata da por terminado su segundo
período. Dicho de otra manera, interrumpe su publicación, porque
los períodos de una revista ni se miden por el tiempo, ni se truncan
como el tallo de una vida. Cabalgata, decimos, interrumpe, sus
pende su publicación a partir de ahora. ¿Será, esta segunda vez,
última, definitiva? No se usaría el verbo futuro como tema perio
dístico si no existiera el signo de interrogación.
Cabalgata vino a cumplir una tarea, una tarea a la que alguna
vez hemos llamado misión. Quizá por eso desaparece con prematuridad. Misión, ambición y otros enunciados acabados en sión, ción
y ón con rara frecuencia dejan de cumplirse. Por (pié. . . toda pa
labra que leída al revés empieza con un negativo, etc., etc. C a b a l g a t a
desaparece antes de realizarse plenamente, vale decir lejos de al
canzar la inefable esterilidad. Desaparece en medio del tranquilo
tumulto de la más acabada crisis del libro que el país registra.
Es manifiesta la generosidad de esta obra inconclusa. Ca
balgata haciendo honor a los propósitos de popularización de las
letras y artes que la inspiraron, ha sido el portavoz del libro argen
tino y se ha hecho eco de sus intereses, fustigando reiteradamente
a los gobiernos que levantan trabas para su libre internación, nie
gan divisas para su pago e imponen la censura con espíritu regresivo.
Hemos defendido lo que para muchos es un anacronismo; la liber
tad, la comprensión y el respeto por medio de la lectura culta.
Cabalgata viaja, se la conoce y se vende en los más apartados
rincones de los países de habla castellana. Estas páginas han di
vulgado la producción bibliográfica argentina. Lectores de todos los
países y de tierras del interior argentino nos han agradecido esta
publicación y, con frecuencia, con clara intuición de. nuestro es
fuerzo, nos han enviado palabras de aliento. Por estos lectores y
por la fecundia de nuestra obra hemos llegado hasta aquí. La revista
es nuestra, su carne y su espíritu nos pertenece. Una revista perece
pero no pudre; no pudre mientras no se nutra de favor.
Cabalgata ha vendido publicidad y ha sido el más orgulloso,
eficaz y munífico intermediario profesional. Pero la publicidad se
nos ha retaceado. Si se revisan las páginas de los 21 números pu
blicados, fácil es observar la reiterada ausencia de notables avisa
dores. La ausencia de avisadores es nuestro fracaso. Eso es todo.
Cabalgata abrió las páginas al escritor novel, al escritor y al
poeta inédito. A nadie se le ha exigido ni edad, ni procedencia, ni
filiación. Nuestro más legítimo orgullo será el haber lanzado algu
nos nombres que algún día, hoy mismo, contarán en las letras ar
gentinas. Si hubo algún error, es nuestro. Si queda en nuestras
carpetas de originales impublicado algún trabajo de valor, lo sen
timos profundamente. Por esos jóvenes escritores, y por los que
poco a poco rompían su timidez y se acercaban a la revista, nos
pesa que nos abandone la voluntad y que decidamos poner término
al presente período de. Cabalgata.
refugiaban en los agujeros del zó
calo.
Tenía un uniforme pardo y el
casco abollado. Esperaba.
Se abrió la reja y un hombre
pálido, vestido con una ajustada
malla negra, habló con mucho es
fuerzo.
—El condenado no vendrá.
—¿Por qué? — dijo con angustia
el soldado.
—Ha decidido vivir con sus pro
pias manos. Se degolló con el filo
de una hoja de papel.
—¡No! ¡No! ¿A quién mato yo
ahora ?
El arma cayó al 'piso con un rui
do sordo. La ventana quedó vacía.
El cielorraso se agrietó y la luz
entró a empujones, haciendo imper
ceptible al soldado.
Y el casco era un cráneo de acero
brillando estúpidamente.
La chica se sentó al piano y eje
cutó un estudio de Chopin. Juan
saboreaba el licor casero dando vuel
tas en sus dedos la pequeña copa.
Se estaba bien en aquel ambiente,
confortable y tranquilo. Dejó en
tonces su asiento y no pudo refrenar
el impulso de ir hasta su novia, to
mándole la mano para acariciársela
dulcemente. La madre sonrió con
un gesto de comprensión y los dejó
solos.
Ella tocaba con una sola mano,
mientras él la besaba.
Sobre el piso estaba la mujer des
nuda y se revolvía lascivamente.
—Tómame ahora. Antes que ven
gan. Antes que traigan los ojos des
orbitados y me recorran, con las
manos enguantadas, los senos y las
piernas.
Las flores de papel se agobiaban
por el polvo acumulado y los cua
dros habían abandonado los marcos.
Un disco giraba sin dejar oír su
música.
—¡ Tómame!
El mascarón africano estaba im
pasible colgando de la pared, año
rando tantanes.
El cuerpo blando y tibio se re
torcía en el suelo y las manos ara
ñaban las maderas.
—Quiero ser tuya antes que venga
el alba.
Él vino envuelto en trapos des
hilacliados y la miró indiferente.
—¿Has venido con el instante?
— dijo la mujer anhelante.
—Es tarde ya.
—Debe ser ahora, antes que se
den cuenta.
Lo atrajo hacia ella y se abraza
ron, mordiéndose.
Entonces, desde las paredes, avan
zaron disparando sin intervalos so
bre los cuerpos acoplados.
La p ó lv o ra lo llen ó todo de
amarillo.
—Nos casaremos el primer sábado
del mes que viene.
Salió a la calle con el último beso
prendido en los labios.
Y lo atropelló un automóvil.
LA
1 IL T IU IA
( Viene ele la pág. 5)
II
Al final de la calle Santa Rosa,
en el fondo de un sitio eriazo, se
alzaba el galpón, donde guardaba su
coche y sus caballos. A tiempo de
entrar, un muchachón de aspecto
extranjero le saludó:
—Buenas noches, don Pepe. Ya
creía que no iba a v en ir...
El hombre con los ojos sin luz,
sus labios contraídos en un gesto
amargo, le miró sin responder.
—Dijo mi papá que si hoy no le
pagaba el pasto, no le iba a entre
gar más. Son diez fardos los que le
debe. . . Los negocios van mal tam
bién.
Poblete con la voz opaca y sin
convicción, sólo atinó a decir:
—Estas noches, no he ganado ni
para comer. Si ahora me va bien
mañana le paso a dejar lo que pueda.
El muchacho rezongó unas pala
bras, .que significaban una amenaza,
que Poblete, por experiencia sabía,
se cumpliría. Poseído de una extra
ña angustia, levantó uno de los co
jines para sacar un trapo con el
cual se puso a asear el “ victoria” .
Ya era todo una miseria: la capota
raída, los cojines destripados, los
faroles rotos. Desolado descolgó los
ameses para ponerlos entre los es
cuálidos jamelgos, que junto a la
canoa vacía, esperaban inmóviles,
con la cabeza gacha, tal si estuvie
ran obsediados por la misma pena
de su amo.
¡Pobres! A pesar de todo no se
rebelaban. Lo soportaban todo pa
cientemente. El hambre, el frío de
las crueles noches del invierno hería
sus lastimaduras, que por esta cau
sa nunca podían sanar. El Mono
y el Mulato, siempre sacaban fuer
zas para tirar el coche por las pe
dregosas calles del arrabal, cuando
iba cargado de ebrios que las más
veces se iban sin pagar. El Mono
estaba enfermo. T o sía a m e n u d o con
violencia, y las más veces, Poblete
constataba con dolor que al llevarlo
al bebedero, el animal apenas se mo
jaba el belfo y luego junto al pasto
—que el Mulato acogía con un re
lincho de alegría— aquel permane
cía eon los ojos cerrados y el as
pecto de un enfermo de tristeza.
En esos momentos Poblete desea
ba morir. Ellos constituían su úni
ca familia.: hijos, hermanos, mujer,
todo su cariño estaba condensado
en ellos. Y nada podía hacer en su
favor. Tampoco! venderlos, pues el
sólo pensamiento de que los mal
trataran lo ponía fuera, de sí.
Lentamente, fue cruzando las ca
lles, al paso fatigado de sus bestias
cansinas y esqueléticas. Con terror
pensó en lo que haría al día siguien
te, si en la bodega no le daban pasto.
Por él no se afligía; él podía pedir
un pedazo de pan, ir donde un ami
go, pero ellos a quienes sólo él com
prendía ¿qué podían hacer?
DUCTOR
JEAINÍ DELM AS
brairic Aristide Quillet, de París, ha
pasado por Buenos Aires len rápida
visita.
Demasiado breve su estancia entre
nosotros, pues casi ha viajado de in
cógnito, nos fué más que difícil poder
entrevistarlo. Unos minutos en el Pla
za Hotel, donde se hospedó, para salu
darlo; breves instantes en las oficinas
de QuiHet, para admirar algunos de los
maravillosos libros de arte que ha traí
do de Francia, y, finalmente, la entre
vista.
Pero la entrevista, debemos aclarar
lo, sólo fué posible gracias a la compli
■
Súbitamente un collar de luces
extendió sus cuentas luminosas a
lo largo de la calle. Eran las prime
ras horas de la noche. Los autos cru
zaban insolentes y veloces, al pasar
junto a su victoria soñolienta en
cegueciéndolo con el resplandor de
sus focos que barrían la calzada,
fugazmente. Las bocinas resonaban
unas tras otras, a veces como una
carcajada, otras con burlona estri
dencia. El centro, donde antes do
minara arrogante y orgulloso, ahora
le atemorizaba con su tránsito tu
multuoso y arrollador. Ahora íbase
por las calles apartadas, cerca de
los lenocinios y cantinas donde so
lían ocuparlo de vez en cuando, más
por vía de diversión, que por ne
cesidad.
Afortunadamente, la noche era
tibia. Estacionado cerca de una es
quina, las horas transcurrían inter
minables. De una. casa de cena, pró
xima, salían hombres y mujeres que
iban de juerga. A veces parecían
venir derechamente hacia él, que
con un vuelco en el corazón reque
ría las riendas a tiempo de ofre
cerse, con voz triste, casi dolorosa:
—Estamos listos, patrón.
Mas, era en vano. Sin oírlo, sin
advertir casi su presencia, pasaban
a su lado. Eran sólo los autos, los
que después de roncar brevemente,
se iban con los pasajeros. Así la
noche se pasaba, matando a cada
rato sus esperanzas, entre gritos, ri
sotadas y lejanos cantos de mujeres
borrachas. Ya el alba estaba próxi
ma. Sin saber lo qué hacía levantó
las riendas, animando a sus bestias
con un suave chasquido. Lentamen
te fué deshaciendo su camino. Era
inútil luchar. Estaba demasiado vie
jo y sentía todo el cansancio de una
larga vida. Todos los suyos se ha
bían muerto y su desesperación se
tradujo dolidamente.
—¿Por qué no moriré m ejor... ?
Y somo si en ese instante el hon
do ruego que formulara su desdicha,
se hiciera realidad y adquiriera la
súbita y arrolladora violencia de
un destino que se rompe, José Po
blete, recibió casi inmediatamente
una respuesta trágica a su implo
ración. Los focos de un potente
automóvil lanzado al máximum de
la velocidad, se hundieron junto a
él, deteniéndolo en un encontronazo
feroz, que lo estrelló en la pared
cercana donde el viejo victoria y sus
caballos, fueron un hacinamiento de
fierros, correajes y carne debatién
dose en el último estertorUn grito lanzado al unísono, por
varias voces, rasgó el aire como una
saeta de espanto, mientras José Po
blete como un muñeco de goma, era
lanzado sobre la calzada. Y allí, un
reguero de sangre que surgía de
su cabeza deshecha, rubricó como
un signo entre el pasado y el pre
sente, todo el inútil esfuerzo de
aquella última noche...
Chite.
podido conversar con los editores ar
gentinos más caracterizados. La labor
realizada por unos y otros en los últitimos años es muy meritoria, tanto, que
han logrado ustedes colocar a esta mag
nífica República Argentina entre los
países más destacados en producción
editorial. El esfuerzo es tan importante
que aquí podrían realizarse hoy, sin
duda alguna, libros comparables a los
mejor impresos en Europa o Estados
Unidos.
Habla para C A B A L G A T A
NA figura bien conocida entre los
U
editores franceses, e* doctor Jean
Delmas, director técnico de la Li-
M O C H E
cidad cordial de M. Pierre Agnel, ge
rente general de Editorial Quillet en
Buenos Aires. Lugar de la acción: Club
Francés de Buenos Aires, en el trans
curso de una recepción ofrecida al doc
tor Delmas.
— ¿Qué impresión le han producido
nuestros libros, señor Delmas?
— Inmejorable. He quedado grata
mente sorprendido del desarrollo de la
industria editorial y del valor cualita.
tivo y cuantitativo de las ediciones ar
gentinas.
— ¿Ha tenido usted ocasión de reali.
zar muchas visitas?
— No he perdido el tiempo. He visi
tado, con el mayor interés, las princi
pales imprentas de Buenos Aires y he
Y de las ediciones francesas, ¿qué
puede usted decirnos?
Que siguen siendo excelentes; en
Francia — y el fenómeno es universal—
han nacido en los últimos años infini
dad de nuevas Editoriales, unas mejor
orientadas que otras; todas, no obstan
te, cargadas de las mejores intenciones.
La crisis del libro es también univer
sal, pero estoy seguro de que, paso a
paso, vamos ganando nuevos lectores,
sobre todo para obras de calidad y edi
tadas por firmas responsables y de
prestigio.
— ¿Ha tenido usted ocasión de mos
trar alguno de los maravillosos libros
de arte franceses que trae en sus va
lijas?
— Sí, naturalmente. En el transcurso
de las diferentes entrevistas con los
directores y técnicos de las principales
Editoras e imprentas argentinas, he
podido hacer apreciar, con cierto orgu
llo el valor de las últimas ediciones de
arte realizadas en Francia, particular
m ente nuestra H istoria General del
A rte Q uillet, obra monumental en cua
tro volúmenes, recién aparecida, donde
hem os reunido, con vocación y artesa-
�cabalgata
( Viene de la página 4)
que en la consecuencia del que no
piensa participa mucho la estupi
dez.” (‘‘El Porvenir de España” ,
tomo 29, página 1072, ‘‘Obras Com
pletas de Angel Ganivet” , Madrid,
1943, Aguilar.).
Pero distingamos las contradic
ciones útiles de las falaces, y no
siempre avalemos sus vueltas por
que sean honradas. Ni filósofo ni
político, Ganivet espiga en todos los
plantíos. A verigüe y clasifique,
quien pudiere, los orígenes y las
fuentes de sus doctrinas y pragmá
ticas; a nosotros nos basta haber re
conocido en dos frases la causa y
los afanes de su andanza. Pío Cid
it&blaba a un su discípulo, y en él, a
España: “ Baile usted encima de to
das nuestras glorias nacionales.”
^ Mal criterio de España tiénese en
España: “ Vosotros llamáis españo
las a las casas petrificadas y muertas, v yo creo que se puede ser muy
español yendo hacia adelante.”
Por ir hacia adelante, olvidando
tumbas y cadáveres estériles, tan
teaba Ganivet el camino de España.
Y era, Ganivet, sucesiva y junta
mente, irreligioso y cristiano, adver
sario de la democracia y curiosísimo
indagador del socialismo, soberbio
fiscal anarquista y teórico del po
der fuerte y las cámaras estamenta
les; español, español, español. Era
Ganivet, único; era Ganivet, el que
llevaba a España, para españolizar
la, hasta su no vivido siglo xix.
APROXIMACIONES A
GANIVET
manticismo. Pero sepamos, antes,
qué ha de entenderse por romántico
y romanticismo.
Azorín, reconquistando a Feijóo,
define el romanticismo como “ va
lentía del numen.” Vaguedad, si se
quiere, mas vaguedad asaz indica
tiva: aceptándola, j quién negaría la
romántica “ valentía del numen” a
la lírica del siglo áureo, y a las mo
dernas audacias surrealistas? Por
esa ventana abierta en su laberinto,
el romanticismo se nos escapa como
época y forma literarias; desde allí
huye hacia latitudes casi intempo
rales.
José Bergantín lanzó su ilustre
palabra lejísimo en la visión del
romanticismo. Conferencias montevideanas calificaron “ romántico” a
Quevedo, entroncaron el romanticis
mo en el barroco, y resumieron bre
vemente el sentido del romanticis
mo: no escuela literaria, sino “ ex
periencia viva y total del hombre.”
(Necesario paréntesis: Martínez
Ruiz y Bergantín, de tan opuestos
linajes ideológicos, de tan disímiles
tendencias ideológicas, hermanan
juicios
en hablando de antecedentes
IV
y edades del romanticismo).
DE GANIVET Y EL
Dijimos que cuidaríamos no per
der rumbo en los dédalos del roman
ROMANTICISMO
ticismo, y sin embargo, casi nos ha
Un tema seductor en el vasto cues llamos prisioneros en el ovillo in
tionario que Ganivet provoca: des
extricable. Salvando riesgos de un
tilar —admítasenos el voquible— lo discutir impropio, peligrábamos emi
que haya de romántico en su vida y
tir lo sumario y falso de la simboen su obra. Dispararemos, más de logía romántica, equivocar las se
prisa que a Belcebú, de la centena ñas mentirosas con las verdaderas:
ria polémica abierta, abierta, que no
fueron precisas las aclaraciones ma
cerrada, acerca de la esencia del ro gistrales, para que al sondar en Ga
nivet las huellas románticas, apren
ma. todos los perfeccionamientos de la diéramos a. sustraer de las marcas
t é c n i c a .gráfica m o d e r n a , t a n t o
ia
.... “ ¡q<¡ brumas escocesa?.
diagramación de los textos como en
• 1•"
españ i. el ,ropel i i ; ’tá-.
reproducciones de las más c~‘
rias obras de arte Je todo
......úo.
trv(VAwa —-ya. V?. avisaba Bersra
—Doctor jfiS fi Diluías, ¿ q a é imiireuesi:c iicuic—
el sc..do ro
... usted de Buenos Aires?
manticismo,
en
el
romanticismo
frus
—Díga que me han emocionado las
tre y académico.
cordiales palabras y las muchas aten
ciones de los editores e impresores
En su situarse ante el mundo —y
con quienes he convivido brevísimaretornamos— no es Ganivet un ro
mente. Dé por seguro que nuestras
mántico : cerebralista, apasionado, lo
conversaciones no serán estériles. . .
sentimental
no toma el primer plano
—¿Piensa usted visitarnos con más
calma?
de su perspectiva. Ya que roman
— ¡Oh, sí! Espero volver muy pronto
ticismo equivale a experiencia, y la
a este país, joven y emprendedor, para
experiencia nace de la acción, Ga
utilizar la colaboración de nuestros co
legas argentinos y ampliar la produc nivet, abominador de la actividad,
ción, siempre creciente, de la Editorial
teórico de la vida horaciana, no pue
Argentina Arístides Quillet.
de ser medularmente romántico. Ro
F. A.
manticismo.- valentía del numen.
Tradúzcase, luego, osado, utópico
salto a la garrocha, del pensamiento.
El romántico no desata el nudo, ¡o
• Cuando se supo que el Director
corta. Y Ganivet quemó su breve
de C a b a l g a t a , nuevamente enfer
existir en afán de desenredar minu
mo, había confiado a un amigo su
ciosas ligaduras,
propósito de suspender la publi
(Nuestros juicios últimos respec
cación de la revista, alguien ex
to
de la total experiencia implicada
clamó:
por el romanticismo, y de ahí, la
—¡Otro que también entrará
esencialidad a-romántica de Ganivet,
en la convalecencia será A m ó!
no quitan las tesis de líneas arrib a.
• N o se ha confirmado que al
que era, Ganivet, empírico, que sólo
tener noticia de la suspensión de
experiencias hay en el origen de sus
la revista, Don Pedro haga excla
obras. En Ganivet, la experiencia
mado, sinceramente compungido:
no se re-crea, no se atavía con ade
—¡ L á s 11 m a, porqu c para el
rezos imaginativos: la experiencia
otro número les habría prometido
se
trasmite linealmente, literalmen
un aviso!
te, en ideas, nunca en acciones. E!
• Se ha dicho muchas veces de
romántico, cuando no tiene la expe
C a b a l g a t a que era la revista
riencia, la inventa; y poseyéndola
“que faltaba”. ¡Deja de publi
—cierta o soñada—, la engalana, y
carse quizá para que siga fal
cambia, y trueca, la hace color, me
tando?
táfora, acción fantástica: todo, me
nos raciocinio fríe, lógico, real).
Así visto Ganivet, hombre, esen
O
cialmente
fuera del ser romántico,
FR
A
N
Q
U
EO
PAGADO
M
o 2
alleguémonos a su tarea de escritor.
W Eh
C oncesión N9 3799
r*
tLa poesía fué la clave, el santo y
w
o o
a
T A R IF A R E D U C ID A
O p;
seña
del romanticismo; la luz ro
o
<
C oncesión N9 3205
mántica fué un destello de poesía
traspasadora. El romanticismo se
R E G IS T R O D E P R O P IE D A D
llama
como sus poetas: Byron, HeiIN T E L E C T U A L N ° 254 4 2 6
ne, Bécquer, no como sus prosistas
I M P R E N T A
C H I L E
porque en cuanto a tales, no los tu
P e rú 565
•
B uenos A ires
vo. Romanticismo no es prosa: es
poesía. ¿Es Ganivet poeta? No. En
él, la poesía se guarda oculta ; cuan
do llega, es, sí, Ganivet, romántico;
Los suscriptores recibirán en
bono postal el im porte corres
no por intenso sentir poético —que
pondiente a los núm eros que les
le falta—, sino por el alentar román
faltare recibir para com pletar el
tico de su verso. ¿Diremos román
período suscripto.
tico al literato Ganivet, ceñido, ve
raz, exacto prosador, en quien la
--r
Pequeño anecdotario ñe este número
9
Por RICARDO PASEYRO
poesía sube, momentánea, desde los
inquirimientos de la razón?
Ganivet, exacto, ceñido, y más:
realista. Realista que ignora el mo
delo clásico: caracteres típicos en
circunstancias típicas; realista de
realismo ideal, pues creando carac
teres extraños en circunstancias anó
malas, cuenta la verdad ideal ajena
a todo desvarío, con escrupuloso ri
gor. El romántico que novela tiene
pródiga fábrica de sobrenaturalida
des: y no hay trama romántica cer
cana al sencillo discurrir novelístico
de Ganivet; no hay personaje ro
mántico cercano a este Pío Cid, sa
bio en economía doméstica, médico
hogareño, jinete de hipopótamos; no
hay “ numen” romántico amigo de
su estilo fiel a sí mismo, disparador
del retrato pintoresco y de la luz
local, únicas veces en que el alma, y
los ojos románticos se nutren de la
realidad.
Y aquí, dos puntos: nuestro ha
llar a Ganivet, hombre y literato,
esencialmente fuera del romanticis
mo, no niega las pervivencias ro
mánticas, claras y muchas. Ganivet,
el que poetiza, sólo romántico es.
Aquella parte barroca de su alma;
aquella parte de su alma velada, en
la prosa y en la vida, por el razona
miento, la exactitud, la búsqueda
científica; aquella parte de su alma
pesimista y deshecha de angustia,
escápase en sus versos. Muy pocas
obras más dramáticas, más indaga
doras de las últimas verdades, que
los tres autos de “ El Escultor de
su Alma” . Muy pocas obras tan me
tafísicas —sí, allende toda física—
como esos tres diálogos, o mejor, mo
nólogos y T^pjn- v tos. Parécenos
oí; el eco qe • ;■)/] ■iú¡): “ Vida y
E D IC IÓ N
muerte sueño son — y todo en la
vida sueña. — Sueño es la vida del
hombre — sueño es la muerte en la
piedra.” Otra vez el sueño caldero
niano, y otra vez el amor que, como
en Segismundo, reduce al su eñ o:
“ . . .vivir no es más que correr —
eternamente al redor — de la esfin
ge del amor.”
De
INMEDIATA
APARICION
Y otra vez la muerte omnipoten
te: “ .. .Si nada sé — Sólo sé que
moriré. — ¿ Y a qué quieres saber
más — ¿No sabes que morirás?—
¿No es este saber bastante?”
¡Puro juego romántico, barroco,
del sueño, el amor y la m uerte! Y la
fe: que es el primero, “ El Auto de
la F e ” . ¿ En el ilustre granadino, fe?
Rara fe, nacida de la obligación de
bien m orir: ‘‘Sin fe se puede vivir—
mas no se puede morir.”
Su fe se resuelve en un creer en
la muerte, cuando merecemos la luz
que trae la muerte. (Acaso nos acer
quemos a Rilke, acaso nos acerque
mos a la “ muerte propia” , en unaquintilla del “ Auto de la F e ” :
‘‘ ¡ Desprecia ese cuerpo inerte — que
es el nido de tu m uerte! — ¡ Ese es
el caos donde yace — la luz que en
tu muerte nace — si has luchado...,
si eres fuerte!” ).
Pero como la luz de la muerte,
¿ qué ha de ser, más que sueño ?, Ga
nivet —y Darío, tres lustros luego—
“ abre los brazos e invoca al cielo” :
“ ¡ Si vida y muerte son sueño — si
todo en la vida sueña — yo doy mi
vida de hombre — por soñar muerto
en la'p ied ra!”
Y aquel sonambulismo, aquel sen
tido de lo efímero, de lo fatal, de
“ la fuerza del sino” , llevador de
románticos y barrocos hacia el vivir
en apurado trance, buceando la ex
periencia total de ia vida, despierta
para Ganivet el ansia eclógica, que
un soneto suyo resume en cuatro
versos: “ Huyamos los estériles ho
nores — y sea nuestra gloria no
fingida — la rústica beldad, en la
escondida — quietud de un pobre
huerto entre las flores” .
Montéele
OBRAS FILOSÓFICAS
DE
Jean-Paul Sartre
ei si y u un
COLECCION INFINITO
Biblioteca Selecta
del Hombre Culto
PRIMEROS VOLÚMENES:
FILOSOFIA:
Los Enciclopedistas
Le Roy, La Nueva F ilo
sofía.
CIENCIA Y TECNICA:
Hawley - Leifson, Energía
atómica en la guerra y en
la paz.
FILOSOFIA de la CIENCIA:
Poincaré-Einstein, Funda
m entos de la Geometría.
HISTORIA de la CIENCIA:
Loria, Historia sucinta de
la Matemática.
ESTUDIOS BIOGRAFICOS:
Macauley, Lord Byron.
SOCIOLOGIA e HISTORIA:
K enent y otros, Valor so.
cial de la Ciencia.
Precio de cada vol.: $ 3.—
Extra $ 4.— y doble $ 5.—
DE GRAN ÉXITO
Thompson: El cálculo in fi
nitesim al al alcance de
todos.
Ed. 1047. Ene. tela $ 10 !%
O b ra in tu itiv a que
m á s que ru d im e n to s
m á tic a s e le m e n ta le s .
inglés?. 5^ e d ic ió n
n o ex ig e
d e M a te
T ra d . del
e sp a ñ o la .
DISTRIBUIDORA
Bmé. Mitre 1254
T. A. 47 - 7705 — Bs. Aires
in te
1948
TEXTO
CA STELLA N O
O FRA N CÉS
Realizada bajo la dirección de GEORGES HUISMAN
D ire c to r G e n eral de B e lla s A rte s d e F r a n c ia
4
M A C N íF 1CO S V O L Ú M E N E S F O R M A T O
24 x 31 - 2 .3 3 0 R E P R O D U C C I O N E S - 61
LÁMINAS F U E R A DE T E X T O , OBRAS
M A E S T R A S D E L A P I N T U R A - 30 F A C
SÍM ILES A TO D O COLOR, MAPAS Y
C U A D R O S S I N Ó P T I C O S - M A S D E 1.800 P A G I
NAS - L U JO S A E N C U A D E R N A C I O N C O N D O
RADOS A FUEGO
LA
OBRA
SE
ENTREGA
COMPLETA
ADQUIÉRALA EX CÓMODAS CUOTAS MENSUALES. RESERVE SU
EJEMPLAR CON TIEMPO, PUES SE HA RECIBIDO UNA CANTIDAD
LIMITADA DE COLECCIONES. SOLICITE FOLLETO ILUSTRADO.
Z O N A S
D I S P O N I B L E S
P A R A
A G E N T E S
E D IT O R IA L A R G E M I N A
ARISTIDES QUILLET
C o r r ie n t e s 1650
B
uenos
Sr. Gerente
Editorial Argentina ARISTIDES
C orrientes 1650 - Buenos A ires.
A
ir e s
QUILLET
Estimaré me envíen F olleto Ilu s
trado de la HISTORIA GENERAL
DEL ARTE.
Nombre
D om icilio
Localidad
�cabalgata
10
( Viene de la pág. 3)
refinados y hasta exquisitos, plenos
de musicalidad y de fervor conte
nido, que no suele ser norma entre
los compositores de Norte América,
más atentos, por lo general, a la ex
presión directa y de contenido fuer
temente realista y elemental. Su
Sinfonía para cello y orquesta se
aparta ya abiertamente del docetonalismo ortodoxo y su concepción de
las seríes dodecatónicas, yendo en
pos de una libre polifonía que ya
había venido apareciendo» por dosis,
en las composiciones precedentes. El
refugio último de Ben Weber es el
reino de la introspección: actitud en
él a la vez instintiva y consciente, a
cuya plenitud y ejercicio le reafirma
el convencimiento de la bancarrota
actual de los valores sociales, polí
tico-económicos, éticos, estéticos, a
cuya decadencia atribuye el compo
sitor la reacción artística que se vie
ne manifestando en su país y en
otros muchos 3.
George Perle —1915—, es otro de
las compositores jóvenes de los Es
tados Unidos que se han iniciado en
la técnica de los doce tonos, en cuyo
ámbito ha concretado esfuerzos pre
cedentes, si bien carentes de una
firme continuidad, de Alban Berg,
Ernst Krenek y algunos otros que
han propiciado una lógica hetero
doxa dentro del sistema, ya sea esa
lógica encaminada hacia un orden
to n ^ —Berg—, o modal —Krenek.
George Perle se ha ocupado exten
samente del doble aspecto de la teo
ría y de la práctica, en desarrollar
principios que le son propios, pro
piciando una estructuración modal
del sistema de los doce tonos» por
considerar que éste, y pese a la can
tidad de posibilidades que aún que
dan por explotar dentro de sus do
minios, ya sea en el orden técnico
como en el expresivo, ya ha eviden
ciado la suma de potencialidad evo
lutiva de que es capaz, imponiéndose
de esta manera la necesidad de un
superdesarrollo a base de principios
más evolucionados.
Procediendo, en general, de dismanera qúc j?efí vUeoer, cuya
concentración de pensamiento apa
rece siempre estructurada dentro de
un criterio armónico, George Perle
tiende a desenvolverse dentro de una
escritura ampliamente lineal, con
señalada predilección por la mono
dia, según es visible en sus Tree So
natas, para violín, solo, las Hebrew
Melodies, para cello solo» o la Sonata
para viola sola. Esa predilección por
lo lineal es evidente, asimismo, en
sus obras de conjunto, como el Trío
para flauta, viola y piano, el Cuar
teto N9 3, para cuerdas, y la Slow
Piece, para violín y violaEn la totalidad de su producción,
circunscrita a la música de cámara,
EL FORIÍM GROUP
de Nueva York
Por JU A N C A R LO S P A Z
proporción mayor, o en condiciones
diferentes, que los agentes de nego
cios, quienes siempren exigen al
compositor “ algo para vender” :
se refiere, por supuesto, a los afilia
dos a la Gebrauchsmusik 6. Ante es
te orden de cosas, ante esa actitud
ideal y su muy dudosa aplicación
práctica, o mejor dicho, su adapta
ción a la realidad circundante, sur
gen dos posibilidades para el moder
no compositor estadounidense: pro
ducir en forma elevada» con mii’as
a una organización futura de la hu
manidad, puliendo celasamente el
propio verbo para que llegue a ren
dir un máximo de efectividad el día
en que llegue a hacerse viable, según
la admirable línea de conducta y
ejemplo de Charles Ives, Cari Rug
gles, Richard Donovan, Wallingíord
Riegger o Edgar Acárese, o someterse
a las imposiciones de la realidad
adoptando un credo oportunista y
utilitario, y crear para producir un
efecto inmediato en las masas: la
ética de Beethoven o de Weber fren
te a la de Rossini o de Meyerbeer: la
de César Frank opuesta a la de Massenet: la de Debussy o Schonberg
frente a la de Richard Strauss. El
problema no es nuevo ni es exclusi
vo de los Estados Unidos; pero se
ha llegado a agudizar particular
mente en ese país a causa de la enor
me cantidad de oyentes de transmi
siones radiales que reclaman sus de
rechos a oír lo que más les agrada.
Ante esa demanda de las mayorías
—de las masas—, los programas ra
diales abusan calamitosamente de la
música superficial o inferior; o, si
se trata de una categoría más ele
vada, se aferran casi en su totalidad
a idénticos programas, radiados de
un extremo a otro de cada tempora
da de audiciones. Composiciones de
Sibelius, Tchaikowsky, Rachmaninow, Dvorak y otras semejantes, se
ejecutan y transmiten en propor
ción enorme comparados con el res
to de la música culta, con la única
excepción de las más conocidas obras
de Beethoven o de Brahms.
Para ese piiblico escriben actual
mente lia re R.’ifzfein; Jóbrt P au’
Bowles, A aro n C opland, Henry
Brant, David Diamond, Robert Me.
Bride, William Schuman, Coulou
Nancarrow. Una adhesión semejante
a los principios de la Gebrauchsmu
sik produce, naturalmente, sus ven
tajas, si no siempre para el público,
y que aleanza actualmente a la Op. aparecen en Landscaper, o simple
20, Perle ha empleado diversas mo mente unidos al prepared piano, co
dalidades técnicas y aplicado sus mo en Amores 4. Para el piano pre
puntos de vista esenciales, procu parado, o mejor dicho, acondicio
rando rehuir, en principio» el doce- nado>>ha escrito The Perílous Night,
tonalismo ortodoxo. De esa manera A Book of Musió; y Tliree Dances,
vemos que el Molto Adagio, para para dos pianos, así como diversas
cuarteto de cuerdas, o las Two Pic- Sonatas e Intermczzi; y aparte de
ces, op- 4, para piano, se expresan numerosas piezas para teatro y pa
en un atonal libre; la IAttle Suite, ra la danza, combina la voz humana
para piano, Prelude, Invention and con el piano acondicionado en The
Ostinato, para viola y piano, y el Wonderful Widow of 18 Spring y
Cuarteto m, para cuerdas, están en She is Asleep. Diversas músicas
realizados en la técnica de doce to para teatro y otras aplicadas a la
nos; la misma técnica, pero emplea danza completan su característica y
da con un criterio muy libre» apa personalísima producción.
rece en las Hebrew Melodies; en la
Merton Broun, discípulo de Cari
Suite, op. 6, y en la Sonatina, op. 13, Ruggles y de Wallingíord Riegger,
ambas para piano, en Tliree very es autor de dos piezas para orquesta
Short Pieces, para cuarteto de cuer de cuerdas —Cantabile, Chórale—,
da, en el Chamber Concert, para vio un Trío para flauta, violín y cello,
lín y 15 instrumentas y en Two das Sonatas para piano, Three
Songs, con texto de Rilke, el compo Songs, para voz y piano, con texto
sitor nos muestra aplicaciones prác de Walt Whitman, y diversas pie
ticas de su sistema modal de los do zas para danza. Trabaja dentro de
ce tonos; y la Sonata para viola so los límites de un secundad chromatic
la, op. 12, las Three Sonates, para style 5 y obtiene una luminosa, diá
violín solo, op. 16» las Two IAttle fana sucesión de líneas bellamente
Pieces, para piano, op. 17, y la Slow ideadas, sensibles en su expresión.
Miriam Gideon es autora de un
Piece, op. 18, para violín y viola,
Poem
para orquesta, una Suite para
hacen continuado uso de los princi
orquesta
de cámara y una Lyric Piepios integrales de la técnica de los
doce tonos, aunque sin basarse en ce para orquesta de cuerdas; un
Cuarteto de cuerda, Sonata para
series generadoras; procedimiento
que también aplica a su colección de flauta y piano, Incantation, para
Eighteen Preludes, para piano, que viola; W ood-W ind Suite, Hoxtnd
constituye su aporte más reciente, y of Heaven, para barítono, oboe y
una acabada demostración del uso trío de cuerdas; Sonada para piano,
que puede hacerse de su sistema Sonatina, para dos pianos, Dances
for two Pianos Sketches, para piano,
modal de los doce tonos.
Motets y Madrigales, para voces,
El caso de John Case, discípulo Songs, para una voz a sola
de Adolph Weiss, de'Henrv Cowell
Alan Ilovaness escribe en un es
y de Arnold Schonberg, es excep tilo puro y estático, elevado y claro,
cional» pues explora nuevas regio que evoca la tradición de la música
nes del sonido con su original proce- jlfíLfflctíió Oriente Demás y§,tá de
cnmiViVó» Oef prFpai ra pian o, Nomo cir que su orientalismo nada tiene de ~
él denomina a un piano al que apli común con el que los compositores
ca diversas sordinas de variados ma franceses han cultivado durante va
teriales, las que coloca entre las rias generaciones, concluyendo por
cuerdas, obteniendo así el amplio, imponerlo al mundo. Hovaness, que
sugestivo y coloreado teclado de una desciende de armenios, compone pa
orquesta de percusión; y organiza ra los rituales —el único fin apro
sus trabajos en torno a un fascinan piado de la música, según su ética
te germen formal, apto para ser artística— y ofrece su producción a
utilizado en cualquier estilo o en las colectividades armenias de Bos
cualquier oportunidad. Otra de sus ton y de New York. Su música cum
modalidades dentro de sus frecuen ple de esa manera una función cul
tes desplazamientos a comarcas des tural dentro de normas sentidas,
conocidas o escasamente cultivadas, aplicadas y vividas. Por lo tanto, es
(Viene de la primera página')
es el empleo de conjuntos de percu te compositor encarna en sí mismo
acontecer
más cabal rigen la evolu
sión, ya sea solos, como en sus Cons- una institución funcional dentro de
tructions o en March , p agregados a su círculo, irradiando de esa mane ción estética en poesía leyes socio
varios instrumentos eléctricos, según ra una potencialidad musical efi lógicas y de otra índole, en un pla
no más reducido la creación artís
ciente y normal.
Y, por último, Lou Llarrison, qui tica precisa de cambios accidenta
zá el más productivo de los nuevos les, de una variación que es casi
valores, investiga sobre “ el empleo idéntica a la coquetería femenina
en cuanto utiliza atavíos susceptibles
de la música” , empleo en el sentido
de cambios. Pues bien, en el soneto
elevado de uso y justificación del
esta coquetería, este cambio, son
producto musical irradiando como imposibles, pues de un mero accidenfuerza espiritual sobre los miembros
cuenta ya con una red de más de C IE N vendedores
de una colectividad. La producción
de Lou Harrison» que comprende un
diseminados en el IN T E R IO R DEL PAIS.
Alleluia para orquesta, un Motet
for the Da,y of Ascensión, para siete
D e n tr o d e a lg ú n tie m p o n o q u e d a r á e n la A r g e n
instrumentos de cuerda, Praises ofor
Michael the Archa,ngel, para órgano
tin a n in g u n a p o b la c ió n g r a n d e o p e q u e ñ a e n la
y cuerdas, un Trio para cuerdas,
q u e n o e x is t a u n r e p r e s e n ta n te a c t iv o , un vendedor
Suites y Sonatas para piano y para
clave, una Passacaglia a cinco voces,
de libros de sello argentino, c o r r e sp o n s a l d e la
para cuerdas, música incidental pa
ra diversos conjuntos instrumenta
les, cantos, misas y una nutrida can
tidad de piezas para danza, responde
en una buena parte a la ideología
Si usted dispone de tiempo v se reconoce capacidad como
artística sustentada por el autor. Ob
vendedor de libros, abrace esa honrosa y lucrativa labor
sesionado por la idea de una misión
y ofrézcase. Recibirá informes y material para empezar
superior del arte, o sea una incorpo
inmediatamente su tarea.
ración del objeto artístico a cuanto
de elevado pueda el hombre realizar
C ualquier libro de edición argentina, cualquier libro de
en la tierra, se pregunta cuáles de
autor nacional, todo libro, sea cual sea su precio, puede
sus colegas compositores estadouni
Antonio de Undurraga
ser adquirido por interm edio de la
denses realizan» o mejor dicho, cuán
tos están capacitados para llevar a
cabo una labor mesiánica eficaz, a te como es la rima se ha hecho un
semejanza de la que cumple su cole algo sustancial, todo un sistema in
ga Alan Ilovaness; y se lamenta, al mutable y sin evolución posible den
respecto, de que quienes podrían tro de su insignificancia artificiosa.
ayudar al compositor a seguir su Por ello, soneto y coquetería creado
impulso voeacional, o sea los pro ra se excluyen violentamente.
e r ú 9 7 3
B u e n o s A ir e s
fesos de la autoridad espiritual per
Mas, vamos a otro acápite. La
sonificada en los sacerdotes de las cultura desde hace siglos se genera
diversas iglesias, no lo hagan en y crece en las grandes ciudades. Y
LA LIBRERIA POSTAL
LIBRERIA POSTAL
LA C A D U C I D A D
casi siempre para el compositor, que
ve recompensado su trabajo en dó
lares y en popularidad: el único dé
ficit a anotarse lo es, naturalmente
también, a favor de la cultura. .Ja
más el término “ mercado” , aplica
do a la cosa artística, lo ha sido con
más oportunidad que cuando se re
fiere a la música estadounidense es
crita expresamente para la radio o
para el cine. La necesidad de servir
sensaciones sonoras a una enorme
cantidad de público habituado a los
tóxicos que suponen la novela ra
dial, el periodismo sensaeionalista,
el fanatismo deportivo, etc-, hace que
se considere aprovechable todo re
curso excitante y destinado a pro
ducir un efecto inmediato: que lira
rápidamente s u s titu id o , por otra
parte, en cuanto sea imitado o su
perado en eficacia por algunos de
los innumerables rivales que pulu
lan en el lodazal de tan lucrativo co
mercio. La digna excepción que su
pone alguna música para film o pa
ra la radio, escrita por Virgil Thom
son, George Antheil, Ernst Toch o
Louis Gruenberg, sirven de punto
de referencia para ubicar el resto de
tan lamentable e intoxicante produc
ciónTal es la situación con que se en
frenta el Forum Group, de New
York. En la música estadounidense,
frente a todos los oportunismos y de
más tendencias utilitarias, proponen
nuevas armas y nuevas tácticas de
lucha. La música es una fuerza es
piritual, no una técnica de la com
posición ni un pasatiempo más o
menos divertido, entretenido, trivial,
inofensivo, domesticado por el hábi
to de oír cualquier cosa y a toda ho
ra. Al menos, es de aquél modo cómo
los nuevos jóvenes de la música es
tadounidense la entienden y la prac
tican : como una “ filosofía para uso
diario” . Y esta es. en definitiva, la
actitud concreta de la vanguardia
de la música contemporánea estado
unidense. : vale decir, de la vanguar
dia musical inter-americana.
( 1 ) N ew M usic E d itio n . H ollvw ood.
C2) P o u r M e T h ls L íb ateo n . T bou M y Sac re d SV^litnde. Í R ilk e l. Do Y on K now .
C3) E s ta r e a c c i o n e s la m e n ta b le m e n te aco
m o d a tic ia y, a la la rg a , e s té ril. S tra v in sk y
c o n tin ú a h a la g an d o , con su s
-neo
clá sic a s, a la p ro fu sa fa u n a del esnobism o
in te rn a c io n a l; H in d e m ith p rovee de fó rm u la s
a los p ro fe s o re s de a rm o n ía : B a rtó k , a los
p s e u d o m o d e rn is ta s ; C opland, a la p ro d u c c ió n
com ercial.
(4 ) N ew M usic E d itio n .
(5 ) N ew M usic E d itio n .
(6 ) M úsica p rá c tic a , o de u tilid a d in m e d ia ta .
DEL
SONETO
el espíritu de la gran ciudad repele
al soneto, suma de las fórmulas y
metros por medio de los cuales se
expresa lo aldeano en una versifi
cación rezagada que no aleanza a ser
poesía, pues carece de pulpa crea
dora.
En efecto, Baudelaire, al dedi
carle a Arsene Houssaye sus poemas
en prosa, le dice: “ ¿Quién de nos
otros, en sus días de ambición, no
hubo de soñar el milagro de una
prosa poética, musical, sin ritmo y
sin rima, flexible y sacudida lo bas
tante para ceñirse a los movimien
tos líricos del alma, a las ondula
ciones del ensueño, a los sobresaltos
de la conciencia? En la frecuenta
ción de las ciudades enormes, en el
cruce de sus relaciones innumera
bles, nace, sobre todo, este ideal obsesionador. ¿No tuvo usted, acaso,
querido amigo, tentaciones de tra
ducir en una canción eLgrito estri
dente del vidriero, y de expresar en
prosa lírica las desoladoras suges
tiones que manda ese pregón hasta
las guardillas, a través de las más
altas nieblas de la calle?” Hasta
aquí el vate y mágico maestro Bau
delaire. Mas. ¿quién no piensa en
Walt Whitman, expresando la gran
deza de las ciudades norteamerica
nas, el genio técnico y antialdeano
del estadounidense, por medio de la
respiración grandiosa de su metro
libre? ¿Y quién no piensa en Fede
rico García Lorca que en su Grana
da provinciana, rezagada y natal, es
cribía romances octosílabos y que ai
poner los pies en la gigantesca ciu
dad de Nueva York, opta por el me
tro libre, de holgados pulmones y
resonancias y que nos escribe su li
bro Poeta en Nueva York ? La cul-
/
�cabalgata
HASTA
A I C 1A
i
ni
P or J U A N S A A V E D R A
había tan arriesgado desde el punto de vista cinematográfico co
mo llevar a la pantalla, en Francia, una obra de Stendhal- Era cosa
(pie no ignoraban tampoco los eseenaristas Pierre Véry y Pierre Jarrv,
juntamente con el realizador Christian-Jaque, cuando acometieron esta
empresa ditícil y, hasta, cierto punto, ingrata.
Stendhal cuenta en Francia con partidarios fanáticos y entusiastas,
algunos de los cuales lian dedicado parte de su vida a leerle, estudiarle
y comentarle. \ entre ellos mismos no existe un acuerdo un poco co
herente sobre la interpretación de la psicología stendhaliana. Por tanto,
era natural que la interpretación de La Chartreuse de Pamir diera lugar
a opiniones bien diversas, como así ha sucedido.
La crítica se ha mostrado profundamente dividida en cuanto a juzgar
el valor de este nuevo film francés. Es decir, la crítica lia juzgado la
obra con arreglo a dos puntos de vista: si el espíritu de Stendhal estaba
bien recogido en la pantalla y si la adaptación de la novela era de calidad.
Es evidente que si se va a la sala del cine con una lectura muy re
ciente de La Chartreuse de Parme, se encuentra en la adaptación defec
tos importantes y, sobre todo, grandes lagunas. Pero lo mismo ocurre
y ocurrirá en toda realización de una novela de carácter universal por
mucho talento y arte que pongan sus realizadores. En cambio, si se va
a presenciar la película sin ningún propósito de cotejar cada escena con
la novela, sino meramente a juzgar la película en .sí, se llegará honrada
mente a la conclusión de que La Chartreuse de Parme es uno de los me
jores films que ha producido la industria cinematográfica francesa. Posee
las cualidades esenciales: interés, emoción, movimiento. Y además una
excelente interpretación en la que se distinguen sobre todo esos tres gran
des artistas que se llaman María Casares, Renée Faure y Gérard Philipe.
\
ada
• En un lapso de una semana so lian re
unido en París nada menos que tres gran
des congresos internacionales.
El Congreso Internacional de Críticos
se celebró del 21 al 28 de junio. Be
los veinticuatro países que el Comité or
ganizador dijo que estarían representa
dos, de América Latina figuraron sólo
dos: Brasil y Colombia.
El primer Congreso Internacional del
Film Artístico y del Film Experimental
se celebró del 26 al 29 de junio. Los
miembros del Congreso de Críticos de
Arte asistieron a la sesión del día 26.
U Congreso del Consejo Internacional
de Museo» (ICOM) tuvo lugar del 28
de junio al 3 de jliio en la Casa de la
1 NESCO en París. Las reíliíftpes fueron
(le los grupos especializados sg"i<’,'tes:
a) artes, arqueología, historia, snios his'
termos; b) etnografía, artes po, -'mi-e-s •
e) ciencias, técnicas mecánicas- 7) má
seos infantiles.
* La popularidad ue García Loica en
Frt¡!¡Sin-, lejos de decrecer aumenta cada
día. Extensa es ya la lista de las reedi
ciones y antologías del gran poeta gra
nadino que se han publicado en francés
sólo en lo que va de este año.
Este mes se ha estrenado en el Studio
des Champs Elvsées, Termo. La traduc
ción, hecha por Vitold y la señora Jeannines Guyon, es, en mi concepto excelente,
sobre todo si se tiene en cuenta las di
ficultades que todo Loica tiene para una
traducción. La música ^intercalada en
Yerma es lo que ofrece más objeciones a
hacer. “ Les Xouvelles Littéraires” han
formulado el siguiente reparo, ecuánime,
pero justificado:
“ Hubiera sido necesario una música de
un acento mucho más intenso, mucho más
estrictamente español; hubiera sido nece
sario un segundo Falla para crear la at
mósfera, a. la vez tierna y mágica en- que
esto extraño drama hubiera podido vivir
ante nosotros. La música de Marcelle
Schweizer, justo es confesarlo, se resiente
de mediocre. ”
• El “ Bulletin de la maison internationale des P'en Clubs’’, cjue acaba de apa
recer, nos facilita una información in
teresante sobre el P rem io N o b e l de
Literatura 1947.
Andró Gide tuvo dos concurrentes: el
poeta griego Sikilianos y el gran poeta
inglés, T. S. Eliot.
Todo deja suponer, anuncia Rene Lalou.
que Sikilianos y T. S. Eliot serán los
próximos laureados Nobel.
r
■
• . Con motivo del cambio de nombre de
la estación Obligado' del metro de París
por el do Argentina, los periódicos fran
ceses no han dejado de recordar que
José de Sai? Martín, murió en Boulognesur-Mer, donde redactó sus Memorias.
’M
' 4;
• M. Louis Joxe, director general de
relaciones cultúrales de Francia, lia hecho
aprobar por la Comisión de Relaciones
Extranjeras la creación de una comisión
nacional del libro francés en el extranjero
destinada a superar las dificultades con
las cuales tropieza el libro francés actual
mente. Esta comisión comprende miembros
del Parlamento, sabios, técnicos del libro y
escritores, y estará presidida por Herriot.
• El doctor Roura, Agregado Económico
de la Embajada Argentina en París, ha
conseguido una medida de gran importan
cia a favor de las ediciones argentinas en
Francia. Desde hacía tres meses por la
Oficina de Cambios se venían denegando
las autorizaciones de importación y pago
de los libros de -producción argentina, que
últimamente habían adquirido una cierta
difusión aquí.
Las gestiones realizadas por el doctor
Roura han dado por resultado el que en
lo sucesivo serán dadas todas las facili
dades para la importación del libro ar
gentino y para efectuar los pagos a Bue
nos Aires.
• La producción- cinematográfica mexi
cana sigue alcanzando gran éxito en París.
Ahora hemos tenido ocasión de contemplar
Enamorada, que ha merecido ielogios muy
calurosos de toda la crítica francesa.
• El Gran Premio de Literatura que con
cedo la Academia Francesa ha sido adju
dicado este año a Gabriel Maree!, por el
conjunto de su obra.
Esto en lo referente al primer premio;
en cuanto al segundo, la Academia ha
dado a conocer que como ninguno de los
candidatos lia logrado tener la mayoría
de votos, el premio se aplaza hasta el
próximo año.
Gabriel Marcel es un filósofo y un es
critor. Ha sido el primero que ha .elabo
rado en Francia una doctrina existencia-
lista original que se separa tanto del
existencialismo alemán como del existen-cialismo sartriano. En las discusiones que
ha suscitado estos últimos años la obra
de Jean-Paul Sartre, tomó resueltamente
posición en favor de lo que ahora se llama
el existencialismo cristiano. Sus principa
les obras son Etre ct avoir, Journal métaph psique, aparecidos los dos antes de la
guerra, Homo viator, publicado durante
la ocupación alemana de Francia. Es
también autor de un Thé&trc comiquc, cu
yo primer tomo se publicó .el pasado año.
Además, es crítico teatral.
Además del Gran Premio de Literatura,
la Academia ha concedido los premios si
guientes: Premio Rroquette-Gonin, a Gaetan Bernoville; Premio Louis Barthou,
a la señora Isabelle Sandy; Premio Max
Barthoua, a Henri Queffelee; Premio Née,
a Albert Mousset; Premio Vitet, a Maurice Bernet; Premio Durclion, a Jean-Marie
Garre y Gabriel Reuillard; Premio Dupau,
a Rachilde, Lucien Fabre, Frédéric Lefe\ re y .Tules Moquet.
• Nos hemos referido en varias ocasiones
a los -acuerdos do principio de la Asamblea
Nacion-al francesa sobre las obras del do
minio público, que serán imponibles con
una tasa especial destinada a las obras
do solidaridad de la Société des Gens de
Lettres de Frailee. El Consejo de la Re
pública ha sustituido'dicho impuesto por
una carga sobre la cifra de negocios. Pero
todavía se introducirán n-uevas modifica
ciones y no se puede decir aún lo que
quedará del proyecto.
• El Consejo de Ministros de Francia
se ha visto obligado a adoptar algunas
medidas contra ciertas publicaciones in
fantiles y contra las llamadas publicacio
nes policíacas.
En uno de los recientes consejos de
ministros se lia evocado de nuevo la cues
tión do la protección de la juventud contra
los “ malos libros’’. Se dice que durante
dicha reunión, el Presidente del Consejo,
Schuman, se expresó así:
‘ ‘ Lo difícil en esta materia se deriva
de que los malos libros algunas veces es
tán escritos por buenos autores.
• Catorce diplomáticos reunidos, han con
cedido el Premio de los Embajadores a
Citadelle, de Saint-Exupéry, por 9 votos
contra 4 a Choix de poemes, de Super
viene y 1 a Hite. Quincy, de Kobert Bourget-Pailleron.
Citadelle es el manuscrito en el cual
trabajaba Saint-Exupéry en el momento
de su muerte. Eo ñama comenzado en
1936; lo había abandonado en 1937 y
vuelto a trabajar en- 1938. Su autor,
en 1944, esperaba consagrar todavía diez
años de su vida a dicha obra y tres o
cuatro a revisarla después de terminada.
• En el Pavillon de Marsan, el Círculo
de Cambios artísticos internacionales ha
organizado los “ Talleres del Gusto’ ’, que
acaban de clausurarse.
Juntamente con testimonios del pasado
que servían para poder seguir la evolu
ción del gusto, se exhibían las más re
cientes producciones de verdadero buen
gusto y artísticas.
• En la Galerie C’harpentier se celebra
actualmente una exposición de las obras
de Dunoyer de Segonzac. Esta exposición
es tanto más apreciada porque dicho gran
artista no prodiga mucho sus exposiciones,
y desde una exposición de grabados en
la Nacional en 1937, el público no ha te
nido más que una visión fragmentaria
de la obra de Dunoyer de Segonzac.
En 1a. actual exposición de Cliarpentier
se agrupa por primera vez el conjunto de
su obra. Primero, 121 pinturas, entre ellas
las primeras obras de los años 1910-14;
después, un conjunto magnífico de des
nudos, bañistas y remeros, de los años
1920 - 25, paisajes de i ’Ile-de-France;
obras recientes, sobre todo naturalezas
muertas de una fuerza tranquila y segura.
Además de esto, 50 acuarelas, 50 retratos,
en-tre los cuales los de los grandes escri
tores de nuestro tiempo tales como Gide,
Colette, Fargue, Romains. Finalmente,
aguafuertes de guerra e ilustraciones para
los libros tan prestigiosos como Tablean
de la boxe, La Traille muscale y Lea
Géorgiques.
*
Acaba de Aparecer
H. G. Wel l s
A PROPOSITO OE DOLORES
$ />.—
Uno de los más famosos escritores ingleses de nuestro tiempo nos hace
asistir a la experiencia atroz de trece años de matrimonio convertidos en
“ el caso de Stephcn Wilbeck contra Dolores’’. Porque la vida es muy
distinta del amor imaginativo, y tiene realidades imperiosas que el autor
analiza valiéndose de las múltiples facetas del matrimonio como de un
* prisma de singular luminosidad y eficacia que va enfocando a to largo
de éste que él denomina “ un relato sobre la felicidad y la soledad del
espíri tu . . . ”
De Publicación Inmediata
en la misma Colección
LA ESCUELA DE LAS MUJERES
por André Gide
ROBERTO
(Continuación del anterior)
por André Gide
Publicados en la Colección La Carabela en el Río
* S a iv o que lo* e s c rib a n p o r m ero e je rc icio
e x p e rim e n ta l «? in tr a s c e n d e n te ,
d e cir, a m o
do de g im n a sia p o é tic a.
lenguas; porque el soneto es cadu
cidad poética, mimetización vacía e
inútil con un pasado que no admite
restauraciones, ni históricas, ni ver
bales- La poesía tiene algo de ser
piente sublime. En su caminó ascen
dente siempre va cambiando de piel
y van quedando muchas camisas va
cías. Ni Rubén Darío fué capaz de
resucitarlas cuando, experimental-,
mente, un día, se colocó dentro de
ellas y se puso a rimar como el A r
cipreste de Hita, cogiendo como pau
ta la sonora reja de las cuadernas
vías. La poesía no reconoce —como
las serpientes— pieles ni formas pe
rennes. Yr es natural que las formas
.y los fondos perezcan, cuando en el
horizonte, cada cielo nos muestra
nuevas y vitales formas de vida.
Que los empecinados y recalci
trantes sig a n h acien d o g astad a s
acrobacias en los oxidados trapecios,
barrotes y garfios de la rima, que
prosigan su maroma circense o ju
glaresca, como quien juega a las
bochas o levanta pesas, que sigan ri
mando —para ver si les brotan ideas
o imágenes-^- como quien baraja
unos naipes o arma un solitario, pe
ro que reconozcan que están al mar
gen de la poesía, que están haciendo
un juego pequeño y desleal a la
grandeza geográfica, cultural y ét
nica de América, al Río de la Plata
pintado por el cielo y victorioso de
barcos, al Río Amazonas con sus
dos mil quinientas variedades de
peces, a las grandiosas ruinas de
Tiahuanaco, a la cultura de los Ma
yas, al Partenón tallado en las co
lumnas de espuma de los mares de
Chile, a los caimanes y a los monos, a
las hormigas blancas y a las garzas
del Orinoco, objetos todos que, día
a día, nos están recordando que aun
rige para nosotros el octavo día de
la Creación y una esperanza funda
mental, infinita, que precisa una
nueva voz en el delta de muchas vo
ces, y un nuevo verbo, un nuevo me
tro, una nueva jerarquía y una au
dacia creadora que no puede caber
en ese nicho esbelto que es para la
poesía de boj’ el soneto.
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tu ra poética de la gran ciudad re
líele el soneto. Sólo los hombres in
sensibles a su grandeza y enquista
dos en ella como moscas que dormi
tan al calor de'la campana de una
locomotora gigantesca, pueden es
cribir sonetos.
Así se explica que Miguel Hernán
dez, poeta superior, pero aldeano
formado en el pueblo de Oriliuela,
sin mayor cátedra que su gran talen
to y los libros de clásicos que le pres
tara el Cura, en este oasis de luces y
frutos del Levante español, haya es
crito en la serie continuada El Rayo
que no Cesa, los mejores sonetos con
temporáneos de que hay memoria.
Pero estos sonetos, estilísticamente,
no añaden nada nuevo, si se los ca
rea y enjuicia dentro de la evolución
de la gran poesía occidental. Pese
a su cielo y a su pulso, quedan, sim
plemente, a la vera de ella. Porque
el soneto es retroceso estético hacia
la pubertad y formación de nuestras
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�cabalgata
12
UN ALMA
INGENUA
( Viene th ¡a primera página)
P h hombre moderno tiene la pre*-• tensión —yo mismo lo he pre
tendido en algún artículo— de que
él es el descubridor del arte, el que
ha adquirido conciencia de algo que
antes se hacía inconscientemente. Y
piensa que, así como las manzanas
ya no caen de la misma manera des
de que Newton les quitó la inocen
cia revelándoles las leyes de su caí
da, el arte ya no es el mismo desde
que se lo ha distinguido de la rea
lidad.
Ao ahora creo que lo que ha suce
dido es algo muy distinto. Si los an
tiguos relacionaban el arte con la
realidad, no era porque confundie
ran lo uno con lo otro, ni porque
pensaran que el arte debía ser un
se expresa, no por la anécdota, sino
por el más concreto oficio de pintor.
Ya el título de este artículo deja
ver que, para mí, el realismo de Au
gusto Torres tiene un sentido quijo
tesco. Este juicio tiene todo el as
pecto de una metáfora literaria. Y
creo que es una buena metáfora, que
sabe dar vida a la verdad por el pro
cedimiento delicado de la invención.
Considero que el realismo de Au
gusto Torres es quijotesco porque,
además de ser un realismo del oficio
de la pintura, es un realismo enfren
tado a esa naturaleza que el artista
moderno ha desterrado de su mundo
y en la que el propio Augusto To
rres no cree.
Pero, ¿ cómo es posible que un ver
gente. Y esta es la quijotada más in
tensa. contradictoria y milagrosa,
pues también Don Quijote, cuando
se acuerda que es Quijano o Quija
da, se acuerda también que su deli
cada princesa no es más que una
hombruna campesina. Sin embar
go, dice: “ .. .por lo que yo quiero
a Dulcinea del Toboso, tanto vale
como la más alta princesa de la
tierra.”
Augusto Torres puede decir a su
vez: “ por lo que yo quiero a la na
turaleza, tanto vale como la más alta
invención del espíritu” - Es que Au
gusto Torres es una persona pictóri
ca, un estilo enfrentado al mundo,
o sea, alguien que por el camino in
eludible de su manera puede dar con
lo eterno, con lo que está presente y
ausente de toda manera, que es la
especial e individualísima manera de
ser del universo.
Para referirme con claridad a cier
tas características de este estilo, ten
go que mencionar primero algo aje
no a los problemas estéticos: Como
todos saben, el hombre, después que
pasó la primera infancia, no puede
tener sensaciones puras, o sea, que
le es imposible ver puramente un
color, oír puramente un sonido, por
que, en lugar de sentir, percibe,
uniendo a sus impresiones, razona
mientos, recuerdos y ásociaciones in
conscientes. Yo creo que Augusto
Torres tiene la capacidad de recu
perar primero las sensaciones puras
del color, para después edificarlas,
no según el procedimiento de la
conciencia práctica impersonal, sino
de acuerdo a las leyes del espíritu,
de su temperamento y de su intui
ción del arte de pintar. Por eso en
sus cuadros hay junto y por la ver
dad del estilo una verdad casi física.
Esto me recuerda otra frase que
importancia del asombro cotidiano.
Empecé mi tarea con sesiones de
trasmisión de pensamiento, seguidas
de la venta pública de objetos que
ayudan a dominar, tal el libio de
los demonios, o el agua fatal, o la
fórmula para hacer venir a nuestro
cuarto a la persona amada.
Como la búsqueda del milagro es
sed de dominio, triunfé ante millo
nes de esperanzados. Yo era el desa
fiador del más allá y llevaba el pe
ligro de lo desconocido y la espe
ranza total despojada de las inco
modidades de la duda o Tftd pecado
que a menudo acechan a los faltos
de audacia. Me sentía fuerte porque
teniendo en mis manos al prójimo,
podía mejorarlo. Repentinamente,
tan benel’actora armonía se rompió.
Yo no sé si fué la soledad, producto
de mi natural orgullo, o que el mal
convirtió ese orgullo en confusión
y locura excesiva. Me sentí descon
tento. Ya ni mi inteligencia mante
nía su discreción ni tenía ánimos
para seguir con la obra emprendi
da. Una rara indolencia me hacía ir
perdiendo la fe en el prójimo. Como
luego se vió, todo era síntoma de un
inquietante plan que se gestaba coli
n a mi espíritu. Lo que sucedió fué
premonitorio- Durante una de las
pruebas de éxito que ejecutaba ha
bitualmente —una paloma saliendo
de un bastón hueco—, el animalito
había muerto. La muerte se había
producido por asfixia, pues el diá
metro del bastón en el que está en
cerrada es singularmente pequeño,
A ugusto T orres . V isió n d o c iu d a d .
y la paloma sale impulsada por un
resorte. Interpreté la desgracia a sí:
la paloma era yo sacrificándome pa documento del ser o aparecer de las
ra mejorar a los demás en el asom cosas naturales tales como nosotros
bro. Pero a mi vez había vivido se las vemos y pensamos. Lo que suce
parado de ese mismo prójimo, cuya día era que lo real tenía otro sentido
inocencia y fantasía quería estimu para ellos, o mejor, que ellos vivían
lar. Esa muerte señalaba el comienzo realmente en otra realidad. El mun
—*~-,o
torc'ienúo mi destino, vil*- do de la verdad era
.to'iiiv
cendería de desorden mi corazc . par:'. Hornero ! mundo (le su¡> héroes
Me indicaba que desde ahora el y dioses, y las leyes que lo gober
prójimo tendría que ser yo. Alguno naban eran las leyes de la Poesía.
tendría que ocuparse de mí.
El griego, el egipcio, el cristiano
primitivo,
vivía en una realidad cer
Cuando abandoné, perplejo, el
P or G UI D O C A S T I L L O
teatro donde actuaba, caminé dis cana, porque las piedras, las aguas,
los árboles y las estrellas y las hor
traído por las calles céntricas. En
los bares levemente perversos, y muy migas tenían un claro sentido espi
ritual y un viviente misterio, que
tristes, innúmeras parejas entraban
(como podría decir Torres García)
buscando no sé qué sucedáneos. Al
verlas, recordé a -Misa. ¡Misa! Sin guardaba en sus recintos la imagen
duda, era hermoso su nombre, me del hombre universal, la palabra de
gustaba su elegancia ficticia y su lo humano objetivo.
Nosotros, por el contrario, hemos
aire vulgar. Cuando, durante las
Iranquilas horas de la tarde, la visi pesado y medido muy bien a nues
taba en el prostíbulo de Villa Cres tro mundo y, de tanto contarlo, ya
po, yo no suponía que era la más casi se ha convertido en moneda co
insoportable de las criaturas. Es do rriente.
Se comprende que en este tiempo
loroso tener que matarla, pero les
de
economía y maquinaria el hom
aseguro que lo haré tan sólo para
que no se glorie más de su perver bre se sienta vegetal entre árboles de
sidad. También lo lamento porque hierro, que su vida transcurra en
Misa es nombre de 2nujer que usa una triste animalidad enferma, y
flores en el sombrero. Pex-o, ¿qué que su arte exprese una subjetividad
habría yo de hacer si lo que está en deforme o que se refugie en una es
tética, que de tan fina se ha que
juego es la salud de mi alma ?
dado escuálidaPero, ¿es posible un arte realista
La miraba pensando en esa re
en
el mundo de este tiempo? Sin
gión de la oscuridad, que así llama
contar
que para el arte no hay nada
Job al infierno- Después, el mal es
imposible,
yo diría que aquí en el
taría iicel. Me dormí a su lado y
Uruguay
y
precisamente en la es
tuve un sueño más claro aun que la
muerte de la paloma. Yo era Adán. cuela de Torres-García, se ha llegado
A ugusto T orres . In te r io r .
Eva, después de haber comido el a un nuevo realismo, que de tan nue
vo
es
el
mismo
de
siempre
porque
fruto prohibido y haberlo hallado
delicioso, trataba de hacerme parti se dirige a lo universal y no a lo apa dadero artista haga lo que no cree’ Don Quijote dice de Dulcinea:
cipar de tal conocimiento. Yo no rente, porque mira el mundo de las Yo, cambiando la pregunta, d iría: “ Ella pelea en mí y vence en mí,
quería ni tenía el menor interés por cosas en lo que tiene de mundo y (como podría decir Torres-García) y yo vivo y respiro en ella, y tengo
xnás que Eva apelaba a las caricias, no de cosa, porque es, antes que to salga a la defensa de un mundo que vida y ser.” En esta afirmación
atenciones y argucias comunes en do, un realismo de la materia este- él sabe que es todo vulgaridad y maravillosa que sintetiza toda pro
roda mujer. Me convenció y comí el tica que enlaza perfectamente la mentira ? La respuesta es evidente: funda razón de ser, hay, a primera
fruto fatal. Cosa extraña, en des esencia de la obra de arte con el Don Quijote defiende la mentira vista, un grave error gramatical,
acuerdo con la tradición que circu procedimiento artístico.
Augusto Torres pertenece a esta porque él tiene la verdad en su al pues Don Quijote parece repetir in
la al respecto, yo no sentía el menor
escuela y es, sin lugar a dudas, un ma de artista, y esa verdad vivifi necesariamente la palabra vida. Pe
arrepentimiento y sí un gran bien
gran discípulo de un gran maestro, cante saca a Dulcinea de la nada de ro, si nos fijamos bien, veremos que
estar. No obstante, me veía arrodi
cuando Don Quijote dice que vive
que para ser un verdadero discípu Aldonza y la crea para siempre.
llado, disculpándome ante Dios con
De la misma manera el pintor, en y respira, se refiere a lo más vital de
lo
hay
que
tener
una
verdadera
per
estas palabras: “ Señor: es la com
sonalidad, de la misma manera que este caso Augusto Torres, mira la una vida física, sugerida por la idea
pañía (Eva) que tú jne has dado
para ser original hay que saber re naturaleza con toda la verdad de la de respiración; v que, por lo con
quien me ha presentado el fruto del
petir lo que siempre se dijo, rehacer pintura, y desde toda una tradición trario, cuando dice que vive y tiene
pecado, y como no podía entriste
■pstética y metafísica, que quizá toda ser, es como si dijera que vive y tie
lo
que siempre se hizo.
cerla rehusando, yo eoxní.” Eva (te
En otra ocasión he señalado que estética se resuelve en metafísica y ne mundo y alma y vida eterna.
nía el rostro de Misa) oyó mis pa
en esta personalidad de Augusto toda metafísica se integra a la Poe
De la misma manera, si Augusto
labras y juró vengarse. Lo hizo en
Torres se destaca un realismo muy sía.
Torres
vive y respira en la naturale
tregándome a los ángeles apóstatas.
Indudablemente que Augusto To za, también en ella tiene su vida y
especial y, por lo mismo, muy uni
Desgraciadamente, no presté aten versal, que tiene la sabiduría o la rres pinta confiándose a lo que ve,
ser que es el valor abstracto de
ción más que a la primera parte del magia de dar la apariencia natural pero él sabe perfectamente que eso su
la pintura.
sueño. Al día siguiente abandoné de las cosas como acabadísimo refi que ve cuando pinta no lo ve todos
namiento de una imaginación que los días y menos aun lo ve toda la
Montevideo, Mayo.
( Continúa ti i la columna 5*)
rrn m
mis
L a pintura de
V LL SENTIDO QUIJOTESCO
DEL REALISMO
(F in ir de la primera columna)
para siempre el teatro y me convertí
gracias a una regular herencia, en
un joven de buena familia, y distin
guido. Volví al prostíbulo, y le ex
pliqué a Misa que la quería junto
a mí. Me miró fríamente, y contestó
que ella era una criatura rencorosa,
cuya vida siempre estuvo mezclad:
con el drama. “ Es probable —agre
gó— que si te ganas mi confianza en
poco tiempo sabrás a qué atenerte
y te arrepentirás. Además, te ad
vierto que es norma que los pobres
seres sugestionados por el amor acu
dan a mí. También te traicionaré” .
“ Ya nada,me importa —respondí—,
no puedo echarme atrás” .
¡Ay de mí! Desde entonces, fue
ron incontables las torturas que tu
ve que soportar. El principal y más
maligno goce, era excitar mis celos
con sus amigos yantiguos clientes:
Misa savoit tout citarmer:
H‘etoit la flcar nouvelle;
A ul nc pouvoit s ’abstenir de fortncr
Tous les dcsirs, tn la voyant si bello..
E t de 1‘aimer
Quizá se aburran ustedes con mis
quejas y hasta las juzgarán tardías.
Pero, realmente, nadie podría reco
nocer en mi estado actual al hombre
de entonces. Yo era casi hermoso con
mi chaleco de fantasía y mis manos
finas y habilísimas. Tenía, asimismo,
ese aire calmo y dulce que tan poco
se ve actualmente. Iloy no soy el
mismo. Me he afeitado el bigote que
orgullosamente ostentaba, y mis ca
bellos castaños han emblanquecido.
Cuando empezó a escasear el dinero
de la herencia, Misa me torturaba
aconsejándome cosas terribles, tales
como asesinar viejecitas dueñas de
casas de pensión, asesinar solitarios
caballeros que circulan de noch'
calles apartadas llevando e- -.- j su
dinero. No, no. La «ataré con gus
to, y aun'",Ven mi familia hubo diez
cosos je alienación mental, sé quesólo
me podrá achacar una res
.sabilidad muy limitada. Pobre
de mí<que tuve la desgracia de caer
en
de una histérica. Cuando
Alisa uot;
..:r podría perderme,
me entregaba a ios -r-aís-v irí Ini
ciales. Fui eterómano. Era delicioso
estai- así, en los brazos que yo ama
ba. Se tienen visiones, sensaciones.
Estaba a mi lado y yo la veía y de
seaba más joven, más bella. Tam
bién yo era un héroe. Misa me de
cía: “ Toma, bebe” . Y yo bebía y
pensaba en ella. Una vez quise huir,
pero la sofci presencia de Alisa me
hacía sentir derrotado. La odiaba,
y ella no quería de mí más que el
poco dinero que quedaba. ¿Qué era
yo? Un pobre perro, golpeado, dó
cil y sumiso que se dejaba arañar
por las uñas de Alisa. Quiero librar. me. lie de hacerlo.
Anoche tuve un nuevo sueño que
continúa el anterior. Volvía a ser
Adán, pero castigado por pecar, pa
saba muchísimos años en un arroyo
pestilente, cuyas aguas me llegaban
hasta la boca. Cerca mío, Eva (Ali
sa), con modales de mujer prosti
tuida, se entregaba a ciertas apa
riencias obscenas en cuyas caras des
cubría yo a los antiguos amantes de
Alisa. Si no lo hago hoy mismo, creo
que enloqueceré. Saldré con ella y
nos detendremos ante el café'donde
Alisa suele reunirse con gente de su
calaña- Ella entrará al café, y pues
to que me domina, me dirá que es
pere afuera. Yo esperaré, pasax-án
las horas y llegará la noche. Yo se
guiré esperando, pero no entraré
porque una palabra de Alisa es una
orden, y yo soy su esclavo. Hablará
con sus amigos y aunque me vea
afuera, seguirá riendo. Cuando Aíi
sa salga, yo le compraré un rami
Hete de violetas que ella me arroja
rá al rostro con injurias cada vez
más bajas y ordinarias. Esto será
el final, lo juro.
Como ustedes han visto, mi con
fesión es avergonzada y tiene el si
no de la humildad. Pero eso no
todo, pues carece de lágrimas. An
bien, mi corazón está lleno de i
lera y puesto que quiere matar, pu«.
to que el que ama la iniquidad od
su alma, esta confesión no es en t
finitiva, más que la defensa de i
propia locura. ¡Alaldito pecado!
At rerto Girri
�
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Cabalgata
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1946 - 1948
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Derecho público
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Español
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Ejemplares 1 a 21 de los años 1 a 3 de la revista Cabalgata, publicados entre 1946 y 1948.
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Cabalgata
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Año 3, no. 21
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Buenos Aires, julio 1948
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Paz, Juan Carlos
Undurraga, Antonio de
Girri, Alberto
Morosoli, Alfredo
Bet Amar, León
Cotta
Paseyro, Ricardo
Seidel Canby, Henry
Rojas Paz, Pablo
Durand, Luis
Ghiano, Juan Carlos
Oteiza, Jorge de
Salazar Bondy, Sebastián
Almiron, David
Delmas, Jean
Saavedra, Juan
Castillo, Guido
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REDACCION
Y
ADMINISTRACION:
Año III
Juni<*
’erú 973 - Buenos Aires - Teléf. 34-2384
O ||
i¡ P
19 4 8
2‘'•Epoca
Precio del número: $ 1. moneda argentina
Suscripción an ual: $ 10. moneda argentina
ü 1\ M O RIIA L
La Nueva
E§@OEL
DEL PERÚ COLONI AL
de Compositores
fr a y PramcSse® dleD ©sisuni®
Norteamericanos
Por ROSA ARCINIEGAS
Por AARON COPLAND
r ray Francisco del Castillo — al parecer, le sobraría el “ fra y ” porque
í sólo llegó a ser lego del convento de la Merced de Lima, pero así le deno
minaron sus contemporáneos y así le reconoce la historia literaria del Pe
ni
fue un epigramista y repentista popular a quien nuestro tiempo
actual, no obstante todo eso de “ por el pueblo, del pueblo y para el pueblo”
i que se dice aspirar tanto en política como en arte, negaría el título de
poeta. Le llamaría
sobre todo, sabiendo que era ciego— coplero, roman
ero, versificador, pay ador, etc.; cualquiera de esas cosas despectivas en el
ondo, que se le suelen llamar al poeta a lo “ Martín Fierro” que canta con
frase pelada lo que le peta cantar, que recita como recita el pueblo — o para
jue el pueblo recite con él , que no usa papel ni pluma v que tiene el don
iel repentismo a flor de labio.
Esto del don del repentismo o de el mote de “ E l Ciego de la Mer
i improvisación, puede no tener
ced” . Claro que, leyendo atenta
íingún valor entre los poetas erumente los versos que de él han. lle
litos y los críticos, pero lo tiene
gado hasta nosotros, cuesta cierto
-extraordinario— ante el. pueblo,
trabajo creer, por determinadas alu
i tal extremo que, para éste último,
siones a objetos difíciles de imagi
ao sería en realidad poeta aquel de
nar sin verlos, que aquel epigramis
juien supiera que, para componer
ta mordaz jamás hubiese gozado del
ana estrofa, tiene que sumergirse
maravilloso sentido de la vista; y
Jurante horas en la soledad de su
aun se nos antoja extraño que, sien
orre de marfil y corregir y agregnrf
do ciego, fuese admitido en el con
i pitíai- y quitar, hasta dejarla .aviavento mercedario como lego. ¿ No se
la. El pueblo ha tenido y sigue tería lo más probable que la leyenda
íiendo la creencia de que el poeta
popular, en su admiración por el
‘habla en verso” en cuanto quiere
vate que tanto le divertía, echara a
1esté en trance, y esa virtud mistevolar la especie de que “ el ciego de
'iosa es, cabalmente, la que él admi la M erced” lo era de nacimiento a
racon asombro y venera con respeto
( Continúa en la pág. 5.)
■eligioso. Si admira y respeta más
>quien le ofrece largos poemas por
scrito es, generalmente, porque cree
jue éste tiene la facultad de improisar todo aquello con la misma senillez con que el repentista a quien
conoce improvisa sus cantares, deci
os y epigramas.
Fray Francisco del Castillo fué,
orno se ha comenzado por decir,
no de esos improvisadores o repena b l a r de m e n s a j e en una obra
stas que hacen sus versos a la vista
pictórica debe parecer rebusca
lisma del pueblo y aun a incitación
miento
metafórico, por eso creo con
d pueblo — con temas y estribillos
C
J. B á t e l e P l a n a s . L os m e c a n is m o s d e l n ú m e r o . 1945
EL MENSAJE PLASTICO DE
J. B A T L L E
PLANAS
H
Por ADOLFO ESTE
veniente comenzar por aclarar el
título de este trabajo. Siempre he
considerado que la obra de un artis-
«fijados— y por eso parece que su
ima fué inmensa entre la masa po
dar de la Lima Colonial'del siglo
roí, masa heterogénea y alegre de
láñeos, negros, indios, mestizos,
holos y zambos jaraneros que se
•prendían de memoria y repetían,
lespués, por callejones y plazuelas,
anchas de las atrevidísimas coplas
jue aún hoy sabe todo el mundo en
Urna y las repite “ sotto voce” — la
gazmoñería de nuestro siglo no las
oleraría por escrito— sin saber cuya
s su paternidad.
De Fray Francisco del Castillo es
loco lo que se sabe y este poco gra
bas a la diligencia del venerable pa
triarca de las letras peruanas don
Acardo Palma, quien, husmeando
•'orno siempre entre polvorientos pa
gotes y periódicos de antaño, dió
ion1el número 43 de la “ Gaceta de
hima” , correspondiente al 27 de
enero de 1771 y, en ella, con la úniCa noticia biográfica existente sobre
lego mercedario. Fray Francisco
era limeño, había nacido en 1714,
Egresado como lego en la Orden de
•nestra Señora de las Mercedes y
alleció en diciembre de 1770, a la
'dad de 55 años
Pero lo extraordinario de este
. a Popular es que era -ciego; y
3 ’° a creer en la noticia biográ,lea antes mentada— de nacimien?’ P°r cuya razón, tanto como por
p n°mbre de “ Fray Francisco del
-'astillo ’, se le conocía en Lima por
contaba yo veinte años,
era enorme mi interés por lo que
producían otros compositores jóve
nes de mi generación. Aun antes de
haberme familiarizado con nombres
como los de Roy, Ilarris, Roger Sessions, W alter P istón y los dos
Thompson, ya me consideraba yo
instintivamente como miembro de
una “ escuela” de compositores. Sin
el esfuerzo conjunto de un grupo de
hombres no hubiera sido posible dar
a los Estados Unidos música propia.
Ahora mis contemporáneos y yo de
bemos contarnos entre los padres
espirituales de una nueva genera
ción de compositores. Pero perso
nalmente yo encuentro que mi inte
rés por lo que los jóvenes producen
es tan vivo como lo fué antaño. Es
evidente que no se puede lograr la
continuidad tradicional de la mú
sica creadora en país alguno sin una
constante renovación del material
humano, por lo que cada década
produce una nueva hornada de com
positores.
A juicio mío, una de las funciones
más importantes de los que se con
ceptúan a sí mismos guardianes de
la tradición musical, particularmen
te en nuestro Hemisferio Occiden
tal, donde el movimiento musical
creador es joven todavía, consiste en
observar y alimentar cuidadosamen
te las delicadas raíces de la genera
ción más joven.
En los Estados Unidos los jóve
nes compositores surgen por todas
partes. Mi impresión es que nos ha
llamos precisamente en los comien
zos de la explotación de nuestra
potencialidad creadora. La genera
ción de 1930 — Marc Blitzstein, W illiam Schuman, Samuel Barber, Da
vid Diamond y Paul Boxvles— ya
está perfectamente establecida. La
de 1940 — que es de la que me voy
a ocupar en este-artículo— está sien
do estimulada con premios, encar
gos, becas, donativos y a veces con la
representación de sus obras.
A l contrario do los compositores
de mi generación, la mayor parte de
estos jóvenes no han estado en Eu
ropa. Pero Europa ha venido a ellos,
porque muchos han tenido contacto
personal con maestros como Stravinsky, H indem ith, S ch oen berg,
Milhaud y Martinu, todos los cua
les viven y trabajan en Estados
Unidos. Sería ciertamente extraño
que la presencia de estos maestros
contemporáneos no hubiera ejercido
cierta influencia sobre la más joven
generación de compositores norte
americanos. Mi propia generación
sentía poco interés por la obra de
sus antecesores: Mac Dowell, Chadwick o L oeffler; su influencia en
nuestra música fué nula. Hoy día
los jóvenes compositores norteameri
canos están probablemente tan in
fluidos por Ilarris o Schuman co
mo por Stravinsky o Hindemith. En
general, la obra de la última gene
ración representa una amplia varie
dad de gustos en la composición más
bien que una tendencia unificada.
R a m ó n G ó m ez C ornet.
Niña. (O leo).
(Ver artículo de Romualdo Brughetti en la página 16.)
ta vale por lo que nos dice de su
propia personalidad, por lo que nos
relata y nos predica, por las cosas
desconocidas que nos revela. Todo
verdadero artista lanza en el acto
de la creación una sonda en la pro
fundidad del misterio y en este sen
tido su obra es un mensaje! Si toda
obra de arte debe ser concebida co
mo mensaje, ninguna mejor que la
de Batlle Planas, quien ha elegido la
imagen y el color como los medios
apropiados para confiarnos sus des
cubrimientos, hechos al incursionar
en ese mundo oscuro del incons
ciente, el mundo de los misterios que
pese al psicoanálisis, no es territo
rio apropiado para el hombre de
ciencia, sino para el artista.
Si la obra del artista fuera so
lamente importante en cuanto nos
revela un mundo ignoto, no mere
ciera el lugar tan especial y alejado
de lo científico que le ha dedicado
el hombre. La tarea fundamental
del artista es otra: con el material
en bruto obtenido en el campo de lo
desconocido, construye un objeto
nuevo y real, dotado de vida pro
pia, independiente, nunca antes
ofrecido por la naturaleza en forma
espontánea; ese objeto constituye la
obra de arte. No hablo precisamen
te de “ obra bella” porque el con
cepto de lo bello ha sido reducido
por la frecuentación popular a una
connotación muy limitada, que im
pide señalar la universalidad que
caracteriza a la obra de arte.
Siguiendo con este breve preám( Continúa en la pág. S.)
uando
( Continúa en la pág. G.)
�ca b a lga ta
2
Y a el tambor de los llanos no es su lecho;
los cascos redomones no repican su nombre hacia el
no tiembla ya esta pampa
[coraje;
sobre su pecho universal de las guerrillas;
vedle bajo la luz violada por la múerte
erguido entre las sombras indomables
con su carne que tiembla ante los ritos
que devoraron las constelaciones;
vedle otra vez fugado del retrato
con el tajo de un siglo entre él y la Patria.
N e v e r m o r e
But the silence teas unbrokcn,
and the stillness gave no token.
E
L
dgar
A
llax
F
oe
Palabras surgieron
con su golpe de arañas.
as
Era un
trágica
erguido
girando
El día despeinaba las cabelleras de alabastro,
el día, el d í a ...
sinfín violeta,
luz de crinolina y rayos,
sobre un plano,
entre medusas sobre el sueño del día.
La Dama descendió de su lomo del libro
inclinando hacia el muro fosforado
la cabellera de la ausencia e te rn a ...
Las Palabras, perfumadas arañas invasoras,
(nevermore, nevermore, nevermore,)
ojos de tul y patas de locura,
impelían el plano de la escena variante y tornavientos,
lúcida y espectral,
como un geómetra decantado y de pie
sobre el punto del tiempo.
Segundo l’ nema para mi Abuelo el General
¡ Otra vez, General, llegado en la mirada de los héroes;
el paso está de lanzas y retamos
bajo el clarín paisano de tus h om bres... !
Acaso todo fué olvidado,
saqueado, carcomido.
Galopad, galopad,
entre la brupta sinfonía que cercena batallas;
el viento arroja las cabelleras de los muertos
hacia el Sur infinito.
Alguien ha desmontado los corceles
y los facones danzan ante la túnica escarlata.
El General fugado del retrato
hundió su carne temblorosa
en otra sombra que esperaba
bajo las blancas garras de la lám para...
He ahí el pasadizo hacia el espanto,
aquel que el mar pisara
con su paso de albatros ten eb roso...
Ama en él a la sombra, que abrace tu cintura,
acaso sea el anuncio
que fué decapitado junto a ti,
que ya no eres de amor, N everm ore...
Escucha como el día destruye para siempre
al vidrio deslumbrante de la m u e rte ...
El General ha regresado,
ha enguantado la mano traicionada,
y un anillo de fuegos resurrectos
cierne a su corazón entre fantasm as...
N U E V O S
P a s e o
donde no se habita, frío espacio que no tocamos,
piedras en las que no respiro, opacas avenidas.
O E L
1
i
La estrella de tu suerte se disuelve
como un diamante de agonía
que ha caído en el mar,
y los caranchos surgen
desde la luz gaseada del espanto;
el puma limpia sus sueños amatistas
y mira al cañadón atropellado
por un río de sombras sin aperos,
como un torrente definitivamente trágico.
El General lleva otro rostro,
un rostro solo, como el galope de la muerte;
un rostro como un ámbito
recorrido por rayos y vidalas;
un mapa de llanuras y fogones
bajo la advocación de la esperanza...
Pero el silencio no fué roto
y la quietud era una danza
con su paso de dama
y su mano de plata como un ala.
E l
Si acudí para verle en esta noche,
traigo mi propia luz para besarle,
y mi potro auroral está presente
piafando entre profetas y v ictoria s...
Recorro entre los astros el trayecto funesto
y veo cómo acuden al signo de su mano
las tacuaras del Tala,
y cómo muerde el casco del bagual
sobre la ardiente brújula liberta,
sobre los yelmos n e g ro s...
El General ardió en la noche,
y la mano de insomnio con su guante de fósforo
abrió la primer puerta.
La Dama señaló con su mano de plata
y el ala negra y fina
batió la espuma cruel hacia la a u ro ra ...
P O E T A S
Aguardad, Nevermore,
el día ha prometido,
entre tanto,
abrázame y dancemos como leopardos ciegos;
giremos y giremos
entre las Palabras perfumadas. . .
La Dama ya nos cubre con sus cabellos de lo eterno
y el ala negra; y fina se tornará en silen cios...
Ved el muro de fósforo que crece y no es el día, Nevermore,
no es el d í a ...
Ju a n Carlos A . de La Madrid
P E R U
de un extraño perfume,
entre nosotros,
el alma desusada comienza, la dicha silenciosa penetra,
saluda a las estrellas.
en un desnudo
cíarto.
stros
En el carbón y los diarios inflexibles, como el humo
soy que escapa a la vieja; argamasa del hogar.
La ciudad es una helada cuadrícula, un pensamiento
agudo y persistente que rayara con la pureza de la mañana.
La ciudad es ya un alegre tren, un silbido de oro,
un fuego rápido y deshabitado al pasar los andenes.
El aire se rompe, adelgazado en entusiasmos de paloma,
el pobre aire se escapa — la voz sumergida en el cuerpo— ,
el aire al aire se da, en su mismo deseo y presto aullido,
en su lejano silbo.
La antigua sed que se incorpora, el paso que nos lleva,
la cosa total que nos derrumba- La suma del silencio y la figura
— mar que nadie ha visto— ,
la sola herida que ante tanto abandono se cierra.
¡A y , la grave gravedad que me llevo, el alma que me llevo!
Curios Alfonso Ríos
Una puerta que se abre sobre lo inesperado.
Ja v ie r Snlnguren
%
Librería Enterrada
uÉ libros son estos, Señor, en nuestro abismo, cuyas hojas
Estrelladas, pasan por el cielo y nos alumbran?
Verdes, inmemorables, en el humus se han abierto, quizás
Han acercado una oración a nuestros labios
O han callado tan sólo en sus sombras, cual desconocidos.
Naturaleza que ora aún en ellos, a sus signos
de hierro se arrodilla, con flores en el vientre,
Por el humano que al pasar no los vió en el polvo,
No los vió en el cielo, en la humedad de sus grutas,
Y se vinieron abajo como un bloque de los dioses.
De entonces sólo queda en ellos un verde velo
De armaduras de brazos enjoyados y corceles que volvieron
A su nobleza de esqueleto entre sus hojas.
Y olmos abatidos, tunas de la guerra, gloria y rosa,
Duermen también en ellos, cubiertos de invernal herrumbre
Y sólo hasta sus viejas letras, muy calladamente,
La sutil retama o el lirio de la orina acuden,
Y una mano azul que vuelve sus páginas de sodio
Entre las rocas y avienta sus escamas a la Muerte.
JMe permitiréis, Señor, morir entre estos libros, de cuyo seno
cubierto de aroma mana el negro aceite de la sabiduría?
Jorge Eduardo Elelson
O
P o e m a
el sueño se abandonan los huesos a su propio silencio
Ey hay
un ave muda volando en su tamaño, ¡ ave buscando todavía !
n
El día tremendo en que intensamente te busco
se agita el cuerpo en su misma luz dormida, herida de buscarte,
y te sueño dulcemente escondida entre la sombra y el agua,
abandonada, tendida y quizá muerta.
Llegaremos, tal vez, a lo secreto, ungidos de terneza y vertical
[altura;
al alba la flor se vuelve y mira, se adormita la palabra
en la rosa abierta;
Las
S u e ñ o
-
Cuando los labios
y el cuerpo
han terminado,
ella busca tus manos,
las roza,
y entonces llega el sueño,
sin prodigio,
Al a n o s
y sin ensueños,
M
i mano como enorme plomo esculpido, tu mano
como noble antigüedad
en nuestro beso profundo o en nuestra caída permanente,
podrían parecem os si quisiéramos
algo que^Dios lloraba
bajo las dulces sábanas conyugales
cubiertas serenamente por aquella arena del sueño
que pesa, avanza y se hunde enrojecida.
Mi mano y tú por ella. Mi mano
sobre la infausta cólera en invierno,
hasta ayer envuelta en sus dolores, en su fuego,
atada al corazón lejano se hermoseaba.
Mi mano, la tuya también,
tristes muertas a quienes nadie llama ni comprende.
SrbuHtiún Sala/ar Ilondy
La Afuerte de los Negros
N
o vade decirlo, en el barco no hay cuchillos
y los negros se persignan oscuros en desvelo.
Pues, los vi, los veo en la inmensa nariz,
en la frente chata de Harlem incendiada.
¡ Hoy han linchado á cuatro negros,
cuatro hermosas ^columnas venidas desde el cielo!
Hoy han linchado a cuatro negros.
Y sus mujeres devoran los párpados abiertos.
Y el río ha estado muy bello en su silencio.
Y el río ha preparado el pesado funeral
para estos hijos de Dios atados a sus alas.
cuando los labios
y el cuerpo
han terminado.
H o m b r e
Yo era un niño entonces,
y nada comprendía.
i
Creí que sólo amistad era
un apretón de manos vigoroso.
Creía que el amor con que soñaba
era tener tu cuerpo junto al mío.
Pensaba, ai ver a los borrachos,
que sólo el vino emborrachaba al
[hombre.
Pero yo era entonces sólo un niño,
y nada comprendía
de esas cosas que un niño aprende
[pronto
al convertirse en hombre.
I*
L
anciones
Yo, a su lado, le cantaba,
¡ Hoy han muerto a cuatro negros,
columnas de Israel caídas sobre el tiempo!
canciones en la oscuridad.
Ruúl Deústua
Me dijo,
no comprendo
5
POEMAS
de
LANGSTON HUGHES
U n o
Sólo,
como el viento
Sólo,
como una botella
en las praderas
en una mesa,
de Lincoln.
toda sola.
D e s e o
El deseo fue a nosotros
como una doble muerte,
prontamente agonizando
en el fundido aliento,
exhalación
las palabras.
Le respondí,
yo canto
sin palabras.
Versión castellana de Jubo Gihr-
�ca b a lg a ta
E
N T R E las tantísimas noticias
que nos llegan de la desgarrada
Europa había una, hace poco, anun
ciando en breves palabras la muer
te de un artista, ocurrida en Sue
cia, quien, en su tiempo, representó
un poder político en la Alemania
del Kaiser Guillermo II. Sus cari
caturas agudas, temidas en el mun
do oficial y festejadas por la opi
nión independiente, forman parte
integral de la historia cultural
europea de aquellos años.
Es un deber ineludible realzar
la memoria de este espíritu com
bativo poco menos que desconocido
por las generaciones recientes.
E.n el mes de diciembre de 1942
escapó de Oslo un anciano busca
do por la Gestapo alemana: Thomas Theodor Heine, pintor y dibu
jante, nacido en Leipzig el 28 de
febrero de 1867. Llevando en su
mochila unos pocos utensilios, atraVc- a las montañas nevadas limí
trofes a Suecia y arribó a Estocolmo donde lo esperaban unos ami
gos. Fué ésta su tercera fuga de
Hitler y sus sayones; desde el co
mienzo del “ Reich Milenario” tu
vo que empezar, por tercera vez,
a r e c o n s t r u ir su vida, y esto a
la edad de 75 años. Había dejado
en Noruega el manuscrito de un
libro, escondido dentro de un mu
ro, el cual, un año más tarde, iba
a llegar clandestinamente a sus
manos en Estocolmo. Este libro, in
titulado “ Espero milagros” y pu
blicado en 1944 en sueco, resultó
el “best seller” de Suecia de aquel
año. Desde entonces aparecieron
versiones en ocho diferentes idio
mas.
Casi cuarenta años antes, en
círculos gubernamentales de Ber
lín hubo gran agitación; un diplo
mático chino, después de haber
vuelto de Alemania a su patria, ha
bía afirm ado: “ Hay dos poderes en
Alemania, o sean el Kaiser y Thomas Theodor Heine.” No era esto
muy del agrado de la corte de Gui
llermo II porque no carecía 'de
verdad: Heine o más bien su re
vista satírica “ Simplicissimus” sig
nificó una fuerza poderosa en A le
mania, ampliándose su populari
dad cada vez más merced a seis
pleitos por crimen de lesa majestad.
Dirigiéronse sus ataques irónicos,
ante todo, contra la rimbombancia
prusiana y el continuo chacolotear
de armas.
Este artista singular cuyo lápiz
era más temido que una docena
de diputados opositores del Reichstag, vivía en el sosegado retiro de
su casita campestre a orillas del
Ammersee cerca de Munich, en
compañía de su fa m ilia y sus
cabalgata
REVISTA MENSUAL DE LETRAS Y ARTES
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T. A. 34 -23 84
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J
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No so mantiene correspondencia acer
ca de los trabajos, ni se devuelven los
que la Redacción no haya solicitado.
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neos que al enviar sus trabajos — los
que son estudiados y agradecidos aun
cuando no se publiquen— no formulen
exigencia de ningún orden; serán doble
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comparte la opinión de los articulistas:
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TARIFA REDUCIDA
Concesión N9 3799
REOLSTRO DE PROPIEDAD
INTELECTUAL N<? 254426
IMPRENTA
CHILE
Perú 565
• Bueno* Aires
El
terremoto de
M e ss in a . (1 9 0 9 ).
' ‘ Todo estaba tan bien preparado para una guerra. /Ahora viene este tonto y hace
un terrem oto! Toda la humanidad vuelve a fraternizar y para nosotros no queda nada.”
£ i poder de la Q arieaíu ra
Por HELLMUTH N. BACHMANN
“ Mópse” (perros doguinos enanos,
siendo él y el poeta Karl Wolfskehl los únicos que podían jactar
se ser dueños de perros de tal raza
casi extinguida). Una vez por se
mana solía viajar a Munich para
presenciar la reunión de redacto
res del “ Simplicissimus” con los
que decidía el contenido del núme
ro siguiente del semanario. Raras
veces participó en manifestaciones
públicas, como en general no an
heló captarse popularidad; sin em
bargo era un poder público.
Heine inició su carrera artística
con el estudio de la pintura en las
academias de Dusseldorf y Mu
nich. No conformándose con los es
tériles modales académicos y la
“ salsa parda” — como ¡ fué califica
da burlonamente la orientación
pictórica de aquellos tiempos— se
incorporó al pequeño núcleo de
pintores independientes que traba
jó en la aldea de Haimhausen cerca
de Munich, conjunto éste al que
ta m b ié n pertenecieron el su e co
Gustaf Ankarcrona, joven de dones
extraordinarios, y el paisajista ale
mán A lf Bachmann. La pintura
“ Plein air” le brindó impulsos; ade
más comenzó a dedicarse en mayor
grado al dibujo colaborando en la
r e v is ta h u m o r ís tica “ Fliegende
Blatter” . Era la época en que los
dibujantes, bajo la influencia del
arte del lejano oriente y otros ele
mentos, se entregaban a la manía
del ornamento (ejemplos caracte
rísticos: Aubrey Beardsley en In
glaterra y el “Jugendstil” en A le
mania) ; Heine, por su parte, supo
rematar tal tendencia peligrosa in
troduciendo el ornamentalismo en
la caricatura y así, con el correr
de los tiempos, llegó a crearse un
estilo muy individual.
En el año 1896 realizó un pro
yecto que debió satisfacer sus am
biciones artísticas y cívicas: Jun
to con el editor Albert Langen fun
dó el semanario satírico “ Simpli
cissimus” con el famoso distintivo
del rojo perro doguino, dibujado
por él, e inició su lucha contra la
prepotencia y altanería del impe
rialismo alemán y la servil burgue
sía. Disponía de los mejores ayu
dantes, entre ellos los dibujantes
Rudolf W ilk e , K a th e Kollwitz,
Bruno Paul y Eduard Thbny y los
escritores Ludwig Thoma, Frank
W edekind y Karl Kraus. En años
posteriores vinieron a colaborar
caricaturistas como Karl Arnold,
el noruego Olaf Gulbransson, el
sueco Blix y muchos otros.
Para el “ Simpl” no hubo nadie y
nada sagrado ya que él mismo se
había consagrado a la lucha por la
libertad humana, la pureza espiri
tual y sinceridad artística. La ca
marilla imperial con todo su chi
rimbolo militarista, los influyentes
círculos burgueses en su hipocresía
y mojigatería eran sus enemigos
más enfurecidos. En el mundo ofi
cial, en los clubs y escuelas milita
res pronto quedó proscrito el “ Sim
plicissimus” — por lo que se lo leyó
clandestinamente con mayor inte
rés. Como el gobierno clerical de
Baviera se mostró irritadísimo es
pecialmente a causa de la serie de
sátiras punzantes de Ludwig Tho
ma denominadas “ Cartas de un
diputado bávaro” , la redacción del
“ Simplicissimus” se vió obligada a
trasladarse a Stuttgart, capital del
más liberal estado vecino de W urtemberg.
Sobrevino la p r im e r a g u e r ra
mundial y con ella terminó el pe
ríodo más brillante del “ Simplicis
simus” . Aunque en lo artístico si
guió siendo la m ejor revista de A le
mania, el hecho de que durante la
guerra se dejase arrastrar por la
corriente común luchando “hasta la
victoria final” , le quitó mucho de
su influencia — había perdido su
plataforma espiritual.
Durante los años de la República
de Weimar el periódico llevó una
existencia dualística y sólo ante la
amenaza de la tormenta del Tercer
Reich logró recuperar su prestigio.
Su último número (del año 1933)
ostentó en su portada un conductor
de tranvía y un pasajero que le
pregunta tímidamente: “ ¿Dígame,
amigo, adonde nos lleva?” El con
ductor (o sea “ Führer” en alemán),
en vez de contestar, señala la ins
cripción en el coch e: “ Es prohibido
hablar con el conductor” . El día
siguiente fué asaltada la redacción
por un comando volante nazi que
dando en escombros. Su escudo, el
rojo perro doguino, resultó destro
zado por tiros de revólver.
Empero, no ha sido éste el día
más sombrío; el colmo de la igno
m in ia fn é c u a n d o Gulbransson,
E n LA ASOCIACION BERLINESA DE NUDISTAS.
El juicio de Parts.
Thóny y otros de los viejos colabo
radores se presentaron ante Heine
ostentando sus libretas de afilia
ción a la N. S. D. A. P. las que
tiempo atrás ya habían adquirido
subrepticiamente. Así, documenta
dos como “ viejos combatientes na
zis” usurparon la dirección de la
revista, el fundador fué “ destitui
do” y se le prohibió toda actuación.
El “ Simpl” por un tiempo fué v i
viendo una triste existencia ficticia
dependiente de los caprichos de
Goebbels.
Por lo pronto Heine permaneció
en su casa campestre; la atención
a su esposa enferma y su hija le
quitaron el libre movimiento. Escu
chemos lo que él mismo escribe en
una carta dirigida desde Estocolmo,
fines de 1946, a un amigo en A le
mania:
“ Olaf Gulbransson al igual que
mis otros colegas se ha portado con
migo de manera cochina. Su última
maniobrita, o más bien la de su
mujer, era la tentativa de desacre
ditarme en Oslo escribiendo a su
tío B jorn Bjornson que yo, en una
carta a Hitler, había denunciado a
Olaf por manifestaciones antinazis.
B jorn me mostró su carta y nos reí
mos de e lla . . . En la revista nortea
mericana “ Heute” (que se publica
en M unich) hubo un artículo mío
un tanto autobiográfico. Tal vez lo
gres conseguirlo y conocer a través
de él algo de mis hazañas. En efec
to no han sido muy penosas. Y o ex
perimenté el derrumbe de mi vida
entera como algo muy interesante;
ni siquiera me molestó la falta abso
luta de bienes. Lo que resultó tris
te, fué el hecho que mi m ujer siem
pre enfermiza y mi h ija tuvieran
que quedar allá con sus muebles y
perros. Además, mientras estaban
en vida, no pude hacer dibujos p o
líticos. He pintado mucho en P ra
ga, Brno y Oslo con lo que se gana
más que dibujando. Luego, cuando
ya no estaba reprim ido por el tem or
a la venganza nazi contra mi fam i
lia, he hecho muchos dibujos — casi
200— para “ Goeteborgs Handelstidning” . Después murió el editor y
con su sucesor no me llevé bien.
Entre tanto había aparecido aquí
mi novela “ Espero m ilagros” te
niendo buen éxito de m odo que pue
do vivir de su fruto. .. En Suecia
be pintado pocos cuadros debido a
que mis dos piezas, aunque p ro
vistas de todo confort, no tienen
suficiente espacio ni luz. En Os
lo tuve un lindo estudio hasta que
los alemanes me lo quitaron y tu
ve que huir repentinamente a Sue
cia dejando atrás todas mis pocas
cosas.
Tres veces, pues, tuve que insta
larme de nuevo en la em igración.
Por lo demás, pude com probar que
el m ejor m odo de arreglarse con la
Gestapo era no tom arla en serio
sino burlarse de ella; entonces se
sentían desorientados y m uy inse
guros. De esta manera me salvé
del campo de concentración, la to r
tura y la cámara de gas.
A Oslo llegué huyendo de Brno
en el año 1938, de allá a aquí en
el 42 en el mes de diciem bre, lo
que no resultó del todo sencillo.
Aquí me encontré con Blix. nos v e
mos a menudo. A hora soy ciudada
no su eco. . . La m ayoría de los am i
gos de los tiempos de Haimliausen
han muerto, pronto ya no conoceré
más que ca d á v e re s...
En el m es d e a b r i l f u i . p o r
avión, unos quince días a Oslo, ciu
dad que ofrece un aspecto bastan
te triste. ¿Cóm o será, pues, A lem a
nia? — Una vez quisiera visitar
la. . . ”
Thomas Theodor Heine n o fué
más a Alemania, su antigua patria.
Murió en Suecia, su patria de adop
ción, la que le supo honrar debida
mente. En ocasión del 80J aniver
sario de su nacimiento, el 28 de fe
brero de 1947, el Museo N acional
de Estocolm o realizó una gj.an ex
posición reuniendo m uchos de los
dibujos de los tiem pos gloriosos del
“ Simplicissimus” , cuadros, retra
tos e ilustraciones; el catálogo
abarcó 260 números, docum entos
de la habilidad espiritual y caus
ticidad, la soberanía artística, la
im placabilidad humana y m oral de
su autor frente a los males de aque
lla época, los que en gran parte,
desgraciadamente, son los males de
nuestro tiempo.
�cabalgata
CARTA
DE
FRANCIA
Por JUAN SAAVEDRA
es la primera obra teatral de Emmanuel Robles, que
hasta ahora sólo había publicado uua novela'. La acción de la pieza
se desarrolla en Venezuela en 1812, durante la lucha contra la domina
ción española. Miranda, el jefe de los patriotas venezolanos, os detenido;
su jefe, Bolívar, ha podido huir y representa todas las esperanzas de los
patriotas del país. Montserrat sabe donde se oculta Bolívar, pero se niega
a decirlo. Para hacerle hablar, Morales (el general español) recurre a
fusilar los rehenes si Montserrat no habla. Detenidas al azar, seis personas
serán ejecutadas si Montserrat no denuncia el lugar donde Bolívar se
encuentra. Y los tres actos de la obra están construidos a base del silencio
obstinado del protagonista.
“ Montserrat” es la obra que actualmente tiene más éxito en los
teatros de París.
M
ontserrat”
• Y hablando de éxitos escénicos estamos obligados a referirnos al de
Carmen Amava, que ya ha prorrogado varias veces sus Tenresontaeiones
en el Teatro de los Campos Elíseos. Carmen Amava ha ohtmrdo una
crítica entusiasta y unánime, como en muy pocas ocasiones se produce.
Los críticos la han consagrado elogios infinitos. Herrando incluso a decir
que era la mejor artista que se ha visto en París desde fines de la guerra
de 1914-18.
Un público apasionado llena todas las noches el teatro. El público
español e hispanoamericano, bastante abundante todas las noches, acom
paña con sus manifestaciones de entusiasmo a la artista, arrastrando
también en su arrebato a los espectadores franceses.
• Jenn-Paul Sartre escribe actualmente,
en colaboración con Jacques Laurent Eost,
el escenario de su próxima película. Las
obras cinematográficas de Sartre se reco
nocen por su título; ésta se titulará Los
malos caminos. La fecha de realización so
ha fijado para el mes de junio, y será
Marcel Pagliero quien la llevará a la pan
talla.
Los malos caminos será el segundo film
de Sartre y el segundo de Pagliero. Este
ha realizado ya otra película: La noche,
buena consejera. La censura italiana la
prohibió durante algún tiempo. A su lle
gada a París la película fué secuestrada
por la Aduana. Pagliero organizó en las
oficinas de la Aduana una proyección pri
vada, a la cual fueron invitados los crí
ticos. Enos se mostraron indignados, y se
marcharon antes de terminar la proyec
ción ; otros se entusiasmaron con la obra.
Enterado de ello, Sartre fué también a
ver la película, que estimó excelente y
acordó confiar a Pagliero su próximo esce
nario.
• Acaban de publicarse en Francia dos
obras de gran interés para todos los aman
tes del arte del libro. Uno de ellos es
“ Essai sur le livre de qualité” , por V.-P.
Victor-Michel, y el otro “ L ’ecriture et
son dessin” , por R. H. Munsch.
El primero trata en general del libro
de calidad y de los cuidados y exigen
cias que éste tiene. 1‘ Algunas leyes.. .
ninguna regla. .. ante todo, buen sentido
y buen gusto.’ ’ Que la forma armonice
con el texto es el único problema a resol
ver, aunque no es fácil. Para la perfec
ción es necesario el concurso de la tipogra
fía, del dibujo, del ajuste, de la elección
del papel, de la encuadernación. Como dijo
el poeta, “ es una obra de selección que
exige mucho amor. ’ ’
El libro de Munsch, completado con
centenares de figuras, es la historia de los
signos de la escritura y de su evolución.
Se revela en él, el gusto, la sensibilidad
de cada época.
• Del 21 a! 28 de junio se reúne en Pa
rís el Primer Gongreso Internacional de
Críticos de Arte. Han sido invitados al
mismo representantes do treinta países. El
objeto de este Congreso es reunir a los
críticos de todos los países para la crea
ción de una Asociación Internacional de
Críticos de Arte y contribuir a facilitar
la información en materia de arte moderno
mediante la organización de una oficina
permanente de información y de docu
mentación artísticas.
Del Comité de organización de este Con
greso forman parte: Paul Fierens (Bél
g ica ), James Johnson Sweeny (Estados
Unidos), Hebert Read (Inglaterra), Jean
Cassou (Francia), Mojnir Vassek (Che
coeslovaquia).
• En su última asamblea general anual,
el Comité Nacional de Escritores France
ses ha ratificado el nombramiento de Louis
Martin-Chauffier como presidente, Louis
Aragón como secretario, y ha designado
vicepresidente a Stanislas Fumet y Char
les Vildrac.
• El Círculo de la Librería Francesa ha
dado a conocer que actualmente el número
de editoriales existentes en Francia es
da 1.700, lo que explica en cierta parte
la crisis del libro francés.
• La Convención de la Unión de Berna
de 1886 para la protección internacional
de las obras literarias y artísticas ha sido
objeto de varias revisiones periódicas. Se
rá revisada de nuevo el próximo mes en
una conferencia diplomática que se cele
brará en Bruselas.
A fin de preparar esta conferencia, en
la que estarán representados los diversos
países firmantes do la Convención de Berha, la Asociación Literaria y Artística In
ternacional ha reunido a sus miembros en
Lucerna del 5 al 9 de mayo.
• ‘ ‘ Clochemerle’ ’, la célebre novela de
sátira social dp‘ Gabriel Chevallier, ha sido
adaptada al cinematógrafo. Pero esta
adaptación no ha sido del agrado de cier
tos medios que creen que la película con
serva ciertas crudezas del original. Prin
cipalmente M. Abelin. secretario de Estado
en la Presidencia, ha. intervenido para so
licitar ciertos cortes, a los que se ha visto
obligado a acceder el autor.
i
o En el Teatro Marignv se representa
actualmente un “ ballet” de Paul Olaudel,
“ La mujer v su sombra” , con música de
Alejandro Teherepnine y coreografía do
Janine Charrat.
• El Premio literario Glande Blanchard,
instituido para honrar el mejor reportaje
publicado durante el año, ha sido adjudi
cado a Serge Groussard por su trabajo
‘ ‘ Solitude espagnole ’ ’ .
« Copiamos do un semanario literario de
París el siguiente “ eco” :
“ En una. serie de artículos de un pesi
mismo muy negro. Ravmond Dumay pro
nostica en la. “ Gazette des Lettres” la
oró-ama muerte de la literatura francesa.
Es un poco exagerado, claro está. Es ne
cesario reconocer sin embargo, oue la
invasión de nuestras librerías por la lite
ratura anglo-sajona. en lo que nuestro
Casandra ve una de las causas de esta
catástrofe, es un hecho evidente.
“ Hav algo peor. Andró Maurois nos
informaba recientemente que un librero de
Buenos Aires se lamentaba de, no recibir
do París más que . . traducciones de no
velas americanas.”
• Sobro la misma cuestión, Jacques de
Laprade escribe lo siguiente en el sema
nario “ Arta” , en- un artículo consagrado
a las “ Memorias” de André Maurois:
“ En Argentina, notamos este hecho sin
gular: La literatura anglo-sajona, fenó
meno imprevisible, ha conquistado el mer
cado gracias a nuestra influencia. Ha sido
primeramente con traducciones francesas
cómo América Latina ha descubierto A ldous Iluxley, Maurice Baring, Virginia
W oolf. Después, los lectores argentinos han
ido a los originales, primero ingleses, des
pués americanos. La joven generación ar
gentina aprende menos el francés.”
• “ La Documentation Franqaise” , edi
tada por la Presidencia del Consejo, aca
ba do publicar un interesante folleto so
bre las ediciones literarias en Rusia.
Las obras que han alcanzado una tirada
más elevada han sido las de Leniir y Stalin, con 600 millones de ejemplares en
treinta años; Marx y Engels, 56 millones
en el mismo lapso; Gorki, 44 millones;
Puchkin, 35 millones; Tolstoi, 25 millones;
Cliejov, 18 millones.
De los extranjeros es Jack London el
que ha logrado una tirada más importante,
con 10 millones; Grimin, 5 millones; Andersen, Wells y Mark Twain, 3 millones;
Kipling, Dickens y Upton Sinclair casi la
misma tirada.
De los escritores franceses ya desapare
cidos: Julio Verne, 4 millones; Jules Va
lles, 4 millones; Maupassant, 4 millones;
Henri Barbusse, 2 millones. En cuanto a
los escritores franceses actuales, Pierre
Ilamp es el más1conocido y de mayor ti
rada; después Georges Duhamel y JeanRichard Bloch. De las obras de Paul Bourget se han tirado hasta 100.000 ejemplares.
_____________________ ;________
Ol l a
Podrida
« En una de las ventas de manuscritos .
del Hotel Drouot ha sido adjudicado, por
la suma de 3.600.000 francos, a una gran
PRAGA
librería, un importantísimo documento de
El Congreso Internacional de Composi
Jean-Jacques Rousseau.
tores y Críticos Musicales, celebrado últi
So trata dé un manuscrito autógrafo de
mamente se clausuró aprobándose un “ ma
uu grandísimo interés: “ Rousseau juez de
nifiesto comunista de música’ ’, el cual
Jean-Jaeques” , en el que el escritor, al
termina con estas palabras: “ músicos
final de su vida, analiza sus ideas y sus
progresistas del mundo, unios' ’ . Esa ora
( bras con respecto a la sociedad. Divide
ción, no tendría, en absoluto, originalidad
él mismo su obra en tres diálogos: del
alguna si no llevara el agregado de ‘ ‘ pro
sistema de conducta hacia Jean-Jacques
gresistas ’ ’ , ni sería inconsecuente con- los
adoptado por la administración y aproba
pronunciamientos del expresado Congreso
do por el público; do la naturaleza de
si no llevara ese agregado la conocida di
Jean-Jacques y de sus costumbres; de sus
visa. Porque lo que se recomienda a los
libros y conclusión.
compositores ‘ ‘ progresistas ’ ’ es el regreso
all antico, es decir, a la música ayer lla
Estas páginas, impregnadas de una viva
mada burguesa, puesto que, en efecto, abo
indignación y, frecuentemente, de un gran
ga por el retorno a la melodía fácil, al
dolor, Rousseau las ha dedicado y entre
“ retorno a los ideales musicales del siglo
gado a la Providencia: “ Preparo este
X I X ” . Un slogan do la declaración del
escrito desde haco varios años sin imagi
Congreso es este: “ Lo bello debe ser com
nar ningún medio de garantizarlo de las
prensible y debe tener sentido social’ ’ .
manos do mis perseguidores. Finalmente,
El secretario general de la Unión de
no viendo ningún recurso por parte de los
Compositores del Soviet, Tikson Khrennihombres, resolví confiarle únicamente a la
kow, condenó a Arnold Schocnberg, A rProvidencia, entregándolas en el gran altar
thur Honegger, Paul Hindemith, Benja
do Notre Dame de París. Yo había elegido
mín Briten, etc., fustigando- duramente a
para esto el sábado 24 de febrero del pre
Igor Stravinsky, “ el que fuera un gran
sento año 1776. Pero queriendo ejecutar
mi deseo encontré las rejas c e r r a d a s ...”
Do hecho, fué el abate Condillac quien se
PARIS
hizo cargo de él el 1 do julio de 1776.
André Maurois ha declarado, al agrade
Esto manuscrito lleva en su cubierta al
cer un agasajo de la Asociación do la pren
gunas líneas particularmente reveladoras:
sa latinoamericana, que la superioridad de
‘ Protector de los oprimidos, Dios de Jus
la cultura francesa se llalla amenazada,
ticia y do Verdad, recibe este depósito que
en Sudamérica, por la cultura anglosajona.
aporta a su altar y confía a la Providen
Algunos editores podrían darlo al ilus
cia un extranjero desgraciado, solo, sin
tre escritor la razón- del por qué ese hecho
apoyo, sin defensor sobre la tierra, burla
se evidencia cada vez más. Esa razón la
do, difamado, traicionado por toda una
hallaría el señor Maurois en que los edi
generación, cargado desde hace quince años
tores franceses están pidiendo por los de
de un trato peor que la muerte y de in
rechos de traducción al castellano de cualdignidades inauditas hasta ahora entre los
quior libro de autor francés una suma que
hombres, sin haber podido por lo menos
está por encima de toda posibilidad de
conocer la causa. Se me niega toda expli
recuperación, más en los momentos ac
cación, se me impide toda comunicación;
tuales en*los que, corno sólo ignoran los
no aguardo nada de los hombres, amarga
editores franceses, el mercado americano
dos por su propia injusticia, más que
del libro so ha restringido de manera alar
afrentas, mentiras y traiciones. ¡ Providen
mante, al mismo tiempo que la novela an
c ia eterna, mi sola esperanza eres t ú ! . . . ”
glosajona está conquistando las preferen
cias del
gentino
ingleses
san los
lector, gracias a que el editor ar
recibe mejor trato de los editore
y americanos que el que le dispen
editores franceses.
WASHINGTON
%
Organizada por la Unión Panamerican;
se ha abierto en ésta una exposición d
plástica argentina, compuesta de 34 aeua
reías, grabados y temperas perteneciente
a 17 artistas, de los cuales el cable sól<
nombra a Badi, Berni, Bonome, Noral
Borges, Raquel Forner, Larco y Soldi. L¡
falta do información local nos impidcitar otros nombres, seguramente de igua
significación. Exposiciones do pintura ar
gentina deberían celebrarse con- mayor fre
cuencia en los principales centros artísti
eos del mundo, con las cuales se contri
buiría, — como lo consiguió el libro d
edición nacional— a poner en valor 1:
gravitación del hecho argentino por si
paisajo y sus costumbres reflejados en 1:
obra de los más destacados artistas.
MEXICO
Diego Rivera nos tiene acostumbrado
al escándalo. Su capacidad conceptiva ex
cede con frecuencia del amplio margei
de sus pinturas murales, a las que desdi
haco años dedica su actividad, creandi
problemas ajenos al concepto de quiene
la confían la realización de sus obras
Ahora acaba de pon-er en un tremendi
apuro a los directores del Hotel Prado
propiedad del Estado, en cuyos muro
Diego Rivera ha pintado sil tema baji
esta oración, estampada en grandes le
tras: “ Dios no existe” . El arzobispo d
México se niega a bendecir la obra, lo
directores del Hotel Prado ruegan, y Die
go Rivera so niega a aceptar que cubra:
la pintura con un lienzo; amenaza, ade
más llevar a la Administración del Hote
ante los tribunales por incumplimiento d
contrato, pues según ha manifestado e
pintor últimamente ha de pintar aún tr»
muros más.
Bmxm
el
P or
LUCIANO
CANAZ
Maugham a su paso por Barcelona lia declarado a un perio
dista q u e no pensaba escribir más novelas. “ La última —ha dicho__
ha sido Catalina, asunto español durante el reinado de Felipe III. A
partir de ahora escribiré, por placer, ensayos, cosas que a lo mejor no
las publicará nadie.” Después de manifestar su satisfacción por sus pro
gresos en hablar correctamente el castellano, se ha referido a los escri
tores españoles que más le entusiasman: Cervantes, Calderón de la Barca
y, sobre todo, San Juan de la Cruz. De los modernos Unamuno, Benavente y Azorín. Contestando a la pregunta de si una buena novela ha de
ser cosa imaginada o cosa vivida: “ Las dos cosas juntas; lo vivido es la
chispa; después viene el trabajo de imaginación” .
Una vez referidos sus primeros éxitos, el periodista le ha preguntado
cual era el mayor error de su vida. “ No sé si debo responder —ha decla
rado el autor inglés— porque usted sabe que los grandes errores, algunas
veces, resultan bastante bien; de un error vienen consecuencias agrada
b le s ... El error de mi vida: casarme; pero he aquí las consecuencias
agradables: tengo una hija hermosísima y dos nietos” . Por último esta
pregunta: “ ¿Y no cambiaría usted sus millones y su faina por una ju
ventud?” , y esta respuesta: “ N o; cuando se es viejo y se tiene fama, no
se ocupa uno de la opinión de los otros; esto da una gran libertad de
espíritu. Si una persona me quiere o ama, me complace; pero si no me
quiere o no me ama, igual me da. A esta conclusión he llegado” .
S
om erset
• Juan Ramón Jiménez, en una carta
abierta, dirigida a Carmen Laforet, auto
ra de Nada, al acusar recibo de un ejem
plar de la novela, escribe: “ . . . L e agra
dezco la belleza tan humana de su libro,
belleza de su sentimiento en su lib ro;
mucha parte, sin duda, un libro de uno
mismo y más de lo que suele creerse,
sobre todo un libro como el de usted,
que se lo ve nutrirse, hoja tras hoja, de
la sustancia propia de su escritora. . .
Porque usted es una novelista de novela
sin asunto. Y en esto está lo más difícil
de la escritura novelesca o poemática.’ ’
A l pedirle unos ejemplares de Nada para
que sea publicada su traducción en Nor
teamérica, añade: “ Me parece que gus
taría de veras, porque Nada, como todo
lo auténtico, es de aquí también, y de
hoy, y será de mañana y do otra parte
cualquiera, como es de ayer y de todos ’ ’.
• La Escuela de Estudios Hispanoame
ricanos de Sevilla acaba de editar “ Los
viajes de John Hawkins a América, del
catedrático Antonio Rumeu. La obra, eru
dita y emotiva, ha de suscitar la réplica
do otros historiadores. Así lo esperamos
dado que se refiere a la tan discutida re
seña de las primeras expediciones de in
gleses y españoles al Continente ameri
cano.
• José Ortega y Gasset está escribien
do su obra más importante desde el pun
to do vista metafísico, según unas de
claraciones hechas por Julián Marías.
• Se anuncia la publicación de una nue
va colección de clásicos titulada Biblió
filos sevillanos. Entre los primeros títu
los Los coloquios del docto y magnífico
caballero Pedro Mexías, el Libro de Ce
trería y Montería, de Joan Valls (siglo
x v i) ; La Asinaria de Rodrigo Fernán
dez Ribera (inédito, siglo x v u ) ; y Epis
tolario do Arias Montero.
e Es por su estudio sobre Miguel de
Unamuno que el Premio Fastenrath ha
sido concedido por la Academia Espa
ñola a Julián Marías. Filósofo y ensa
yista, Julián Marías es autor, además, de
una Historia de la Filosofía, de una In
troducción a la Filosofía, de La filoso
fía del Padre Graty, El tema del hombre
y San Anselmo y el insensato. Actual
mente está preparando un Diccionario
filosófico y un Diccionario literario.
• En Barcelona se ha inaugurado el “ Se
minario de la Poesía Juan Boscán” , afec
to a la Sección universitaria de la Aso
ciación Cultural Iberoamericana y diri
gida por Francisco Galí. Se propone fo
mentar las relaciones literarias con los
países americanos, publicar cuadernos li
terarios y organizar cursos de conferen
cias. En la inauguración J. María Ro
dríguez Méndez habló de García Lorca,
lírico, y Enrique Navarro Ramos recitó
poesías del malogrado poeta andaluz.
• En el continuo desfile por las salas
de arte de Barcelona destaca hogaño la
exposición celebrada por el escultor ca
talán Mario Vives. No sólo nos ha dado
noticia de un artista que ha permaneci
do muchos años alejado do entre nos
otros, sino que además nos demuestra en
qué forma ha llegado a la plenitud de
su arte. Casi siempre ha vivido en Pa
rís, donde trabajó siguiendo de cerca a
Arístides Maillol, Manolo Hugué y Modigliani.
Pasó toda clase de dificultades, pero
haciendo frente a la adversidad, fia sa
bido triunfar. Animándole a proseguir
en la capital de las artes plásticas, Ma
nolo Iluguó le decía en 1918: “ ¡ Cuán
to peor te vaya, menos has de pensar en
el regreso! ” Luego so trasladó al Me;
diodía de Franeia, en Céret, en Tuir y
Ferpiñán, donde prosiguió trabajando en
plena posesión de sus posibilidades. Más
tarde, pasó largas temporadas en la isla
do Ibiza. En la reciente exposición se ha
puesto do manifiesto la totalidad do ma
tices y significados de su obra, la di
versidad que media entre sus figuras ins
piradas en tipos indígenas de Ibiza y
Céret, hasta sus desnudos y retratos más
rígidos y sintéticos. Su escultura de pe
queño tamaño recuerda las antiguas tanagras. En sus retratos existe la suges
tión magnífica de los grandes escultores
del siglo x v m franceses.
A l venir a presentar sus obras el ar
tista ha dicho: “ Cuanto más he intenta
do profundizar y más he estudiado a los
grandes maestros, más considero a Maillol
uno de los mejores escultores do todas las
-maeralme-Tte do concepto, mu-
” vu
o Nacido en el eorazón de la Mancha
castellana, el dibujante Gregorio Prieto,
además del realismo castellano da muestra
desde muy joven de la imaginación tan
común entre sus coterráneos. Después de
sus estudios en Madrid, conquista una be
ca que le permite trasladarse al extran
jero: Francia, Inglaterra y Bélgica, le
sirven de cátedra. Expone en París, y
obtiene un éxito. Se relaciona con poetas
como Valéry, Cocteau y Montherlant, quie
nes le abren nuevos horizontes. Gana el
“ Prix de Rom e” y va a Italia y, luego,
a Grecia, de donde son sus pinturas de un
profundo lirismo. Desde 1935 vive en In
glaterra y ahora ha expuesto en Barcelona
sus retratos y dibujos destinados a ilustrar
el Paraíso perdido de Milton, los Sonetos
de Shakespeare y otras obras clásicas.
Dibujos en los que la fuerza imaginativa
y el realismo poetizado se armonizan con
un dominio sutil y seguro de la línea y
el equilibrio.
• Se ha hecho público el veredicto del
jurado encargado de fallar el Premio In
ternacional de Primera Novela, instituido
por el editor Janes de la ciudad de Bar
celona. El jurado calificador lo integran
Somerset Maugham, Eugenio d ’Ors, Jo
sé María Cossío, Walter Starkie y Fer
nando Gutiérrez. Acordaron por unani
midad conceder el premio de veinticinco
mil pesetas a la novela Turbis ebúrnia,
i;uvo autor es Rodolfo L. Fonyeca, de
Montevideo. Se conceden además dos pre
mios de diez mil pesetas cada uno a las
novelas Sombras viejas, de G. González
Ledesme, y a Sis o set sirenes de Marius
Gifreda. Asimismo se acordó recomendar
al editor Janés la adquisición y publica
ción de cuatro novelas más, que son las
siguientes: Tlvis Other Edén, de Catherine Gaskin; La tierra brava, de Leocadio
A . Zurinaga Uribe; Adorable loca, de
Pedro Voltes, y El pont llevadís de Ra
món Planes.
REPERCUSION
El libro es un elemento de re
percusión. Es gracias a esa reper
cusión c¡ue Buenos Aires, sede ac
tual de la mayor industria del li
bro en lengua castellana, ha al
canzado el máximum de popula
ridad en Sudamérica en estos úl\ timos años. Lo que el libro de
edición argentina, expuesto per\ manentemenle al público en los
anaqueles y vidrieras de las li
brerías de la América latina y
i España ha logrado por la gravi
tación de su calidad y belleza
tipográfica, merece ser destacado
y puesto en valor. Si de ahora en
adelante la Argentina se quedara
impasible ante las d ificu lta d es
que para la internación de libros
en algunos países hermanos se le
oponen, y no tratara de resolver
los inconvenientes que la jaita de
divisas que sufren los mercados de
consumo crea a la industria naj cional del libro, el país perdería,
además de un rubro importantí
simo entre los de su exportación,
\el más eficaz vocero de una afir
mación cada vez más cara al sen
timiento patrio y fraterno de los
argentinos.
C a b a l c a t a vin o a sumar su
voz — voz hecha de acción — a
la gesta cumplida por el libro,
abriendo sus páginas imparciales,
eclécticas, heterogéneas, al escritor
j y al artista, al público argentino
|y al del mundo latino americano,
tratando de cooperar a la conse
cución de un antiguo anhelo que
resumen estas palabras de un lec
tor de Sucre ( Bolivia) : “ .. .de
llegar de veras a esa realidad en
que ya no quepan calificaciones
escépticas de nuestro continente
com o el continente absurdo de
despertar lento".
�cabalgata
r
11
i
1A 1
(CRISTIANOS, MOROS Y JUDÍOS)
por Américo Castro
Une, nueva interpretación de la historia de España según una clave dinámica,
do acuerdo con las más modernas concepciones historiográficas y filosóficas,
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Luis Jiménez de Asúa: PSICOANÁLISIS CRIM INAL
íhin.< Vlatschel'. Osito. (Gouache).
C a m t n o y R e a í i z ac i ón
a Hans Platschek como autor de algunos inteligen
CONOCEMOS
tes estudios sobre pintura moderna; recordamos especialmente
su libro sobre Kokoschka y un ensayo extenso sobre Paul Klee. Si
examinamos estos trabajos de crítica para deducir de ellos una
postura general, hemos de decir que Platschek no se ha hecho fácil
por cierto su labor. No se conformó con comentarios idealistas y
vacíos sino que se abocó a la tarea, más dura, de analizar de modo
profundo las obras y los pintores de su elección. No es el cariz
psicológico lo que le ha atraído, sino principalmente los problemas
típicamente plásticos, el color, la forma, sus consonancias y ten
siones. Y pese a haber encontrado el joven crítico cierto éxito y
rápida aceptación, abandona ahora esa actividad para dedicarse de
nuevo a los problemas íntimos y prácticos de la pintura que había
tratado de manera teórica y crítica.
Los frutos del tercer año de su arduo trabajo pueden contem
plarse ahora en la exposición de conjunto que hace en el Ateneo
de Montevideo. En sus escritos Platschek ha puesto de relieve lo
mucho que sabe de pintura y esa misma impresión ofrecen sus
cuadros. En su favor y en su desventaja. En su favor, porque
presenta soluciones de una madurez y de un equilibrio que van
mucho más allá de las experiencias prácticas que pudo haber acu
mulado en un tiempo relativamente corto. Mas, de otra parte,
hallamos en él trozos y fragmentos calculados fría y secamente,
asimilados como reminiscencias de soluciones ajenas. Platschek
no es. sin embargo, en modo alguno un pintor ecléctico que se
empeña en presentar sus experiencias científicas — es decir, expe
riencias ajenas— , como creación personal. Esto se patentiza de
modo singular en sus “ gouaches” . Hay en estas obras un “ laisser
aller” , un florecer de su fantasía poblada de faunos, gatos, polichi
nelas y mitos particularísimos, pintados todos en sonidos agudos
de rojos, amarillos y azules y en contornos caprichosos, resuelta
mente definidos.
Al comparar precisamente estas obras más sueltas o. al menos,
más fácilmente comprensibles, con sus óleos, surge otra particula
ridad de Platschek que hoy aun es difícil de juzgar; un cambio
estilístico a través de las técnicas. Toda la frescura y la ausencia
de trabas que tanto nos cautiva en los “ gouaches” , desaparece en
los óleos, lo cual no quiere decir que estos sean inferiores sino en
todo caso, que muestran un estilo diferente y responden a una
postura divergente. ¿Será la técnica lo que le conduce a cambiar
de concepción, o se vale de la técnica porque una realidad interior
le obliga a utilizar otros medios? De hecho, nada cabe decir en
definitiva por lo breve de 1a. elaboración y la aun poco abundante
obra del artista; pero puede ya anticiparse que el mayor peligro
para Platschek radica en su pasado crítico-científico y en su ten
dencia reflexiva, aunque demás está decir que esto no significa que
el joven pintor debiera pintarrajear al compás de su instinto.
También él se ve ante la necesidad de encontrar la síntesis de su
problemática y, a decir verdad, creemos que se halla ya en el
camino hacia la solución con el retrato que en estas páginas se
reproduce.
Platschek revela un muy sensible y muy bien desarrollado
tacto colorístico. Más aún: diremos que revela un resuelto coraje
hacia el color. Mientras en obras de otras etapas solía contraponer
cautelosamente las tintas hasta neutralizarlas, en el “ Retrato” logra
dar colores francos, evidentes, sin que sus tintas sean chillonas
o desentonadas. La reducción del fuerte efecto de las orejas sono
ramente rojas por unos grises amarillentos y verdosos es una
pequeña obra maestra que difícilmente puede ser imitada o repe
tida. La caracterización de este retrato como de otros nuede sus
citar el recuerdo de los retratos tempranos del joven Kokoschka,
aunque Platschek difiere en un punto esencial: su valor de obser
var con su sentido de humor heineano que a veces parece que ni
considera el objeto de su cuadro como un santuario ni a sí mismo
como un profeta.
Es usual concluir las críticas de una primera exposición de
un pintor con una frase que exprese la esperanza en el futuro. En
el caso de Platschek no queremos seguir la costumbre. Y no
porque valga menos que otros, sino porque estas exposiciones pri
meras prometen mucho y comprueban poco. Es Platschek el que
nos ha de comprobar y confirmar que su camino poco común por
la región del arte era algo más que un deseo de satisfacerse a sí
mismo: desde sus aficiones de aprendiz de pintura en su acomodada
existencia prebéhea en Alemania e Italia, pasando por el período
en que se da cuenta del nuevo mundo que le rodea al ejercicio del
análisis impersonal de la creación artística, para retornar hoy,
finalmente, a su propia creación artística.
Pintar significa hoy día meterse conscientemente en el purga
torio. Veremos si Platschek tendrá el vigor y la firmeza de pasar
por las llamas del trabajo, de la duda, de la desesperación, de la
tentación comercial y la posición social para no pintar solamente
su Yo sino el Todo.
de un
Una de las obras capitales del autor, que ha ido enriqueciéndose y documentán
dose en sus sucesivas ediciones hasta llegar a esta tercera. Es un estudio acabado
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1
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Santiago de Chile
En cuanto a sus dotes poéticas,
eran extraordinarias si hemos de
creer lo que se afirma en la noticia
biográfica descubierta por don R i
cardo Palma. “ No improvisaba — se
lee allí— tan sólo sobre cuantos
asuntos le proponían, sino que com
ponía con igual facundia y despejo
hasta piezas cómicas. Y si las con
versaciones que sostenía versifican
do se hubieran escrito, habría que
llenar inmensos volúmenes” .
F ray Francisco se sintió alguna
vez poeta épico y escribió sonoras
octavas reales que se conservan ac
tualmente en el Museo B ritánico;
pero su Musa fué, en efecto, una
Musa improvisadora, callejera y li
cenciosa que, sin respeto alguno ha
cia los hábitos de lego que llevaba,
le dictó cosas que, en aquellos “ si
glos inquisitoriales” , se tenían por
comunes y corrientes — y para ejem
plo. los clásicos— , pero que hoy, des
de luego, no consiente editar ni
transcribir el siglo que más tinta y
saliva está gastando en hablar de
Libertad.
llana Platschek. Retrato. (O leo).
Un Mordaz Epigramista del Perú colonial:
FRAY FRANCISCO DEL CASTILLO
(n e n e ile la primera página.)
fin de conferirle mayor mérito o
que, en realidad, lo creyera sin que
el hecho se ajustara a la verdad ? Y
aun por otra parte, ese mote de “ el
ciego de la Merced” ¿no parecería
aludir — cuando menos en princi
pio— a un ciego que, tal vez como
mendigo, tenía su puesto fijo en la
puerta de la iglesia y que, acaso por
razones especiales, fuese admitido
después como lego con opción a te
cho y mesa 1
Hipótesis son éstas que acaso al
guien pueda esclarecer andando el
tiempo con el hallazgo de algún in
esperado documento; mas como sea,
el hecho es que a Fray Francisco se
le reconoce como lego y como ciego
de la Merced y hasta como “ hom
bre instruido que tocaba con suma
habilidad varios instrumentos” mu
sicales.
La literatura del Perú, como es
sabido, se caracterizó desde sus orí
genes por su tono satírico, desenfa
dado, picaresco; y esto, no tanto, co
mo nos lo asevera el buen Padre
Fray Antonio de la Calancha en su
“ Crónica Moralizadora del Orden
de San Agustín en el P erú ” , porque
Júpiter y Piscis, “ que presidieron la
fundación de L im a” , hicieran a sus
habitantes “ amigos de burlarse” ,
sino porque, en aquella Lima virrei
nal, muelle, rica y tan desocupada
como lo eran las cortes de Madrid
o de Yersailles, la gente tomó siem
pre) a la vida con gusto y elegancia,
sonriéndose de todo y, especialmen
te, de los atrevimientos de la pluma
con tal de que en ellos hubiera inge
nio y gracia. Fray Francisco del
Castillo, “ el ciego de la M erced” ,
pudo, pues, dejar su lengua de san
griento epigramLsta en completa li
bertad ; y a fe que no se mostró ésta
remisa en su cometido, como se verá
por el siguiente ejem plo de una de
( Continúa en la pág. 6.)
�cab alg ata
6
C OL E C C I ON
(Viene de la pág. 5.)
sus décimas improvisadas con pie
forzado o lo que es igual: con verso
último propuesto por el auditorio:
••
f
i
ñ
M a l ic ia en el país de
LAS M ARA VILLAS, de N iN a p o l e ó n , de Stendhal
$ 3.00
OTROS TITULOS DE INTERES
V e n e n o en b r o m a , d e
Morales: a la verdad
estoy viendo de hito en hito
que hoy has puesto un sambenito
en esta Universidad.
Dios nos mire con piedad,
porque si tu calavera
por más tiempo persevera
en el cargo de Rector
se graduará de Doctor
toda mida calesera.
J. Dickson Carr $ 3.00
D ic c io n a r io de c ie n c ia ,
de E. B. Uvarov $ 5.00
S u persticion es y l e y e n
das , de Juan B. Am-
brosetti.......... $ 2.50
m ic r o b io s a l a l c a n
de Hugh
Nicol ............ $ 3.00
ce de t o d o s ,
En aquellos tiempos plácidos de
la Lima del 1750, ambulaba por las
calles un vendedor de canela, ape
llidado Besares, y, a lo que se ve,
muy amigóte de “ el ciego de la Mer
ced’ ’, con quien solía tener amenas
pláticas acerca de todos los chismes
de la ciudad. Cierto día, Besares le
pidió un elogio poético que termina
ra con su apellido y fray Francisco
del Castillo, sin acordarse del há
bito que llevaba, improvisó en un
dos por tres:
de Leonhard Adam . . . $ 3.00
A rte p r im it iv o ,
En venta en todas
las buenas librerías
EDITORIAL
Permita el cielo estrellado
que en tus dares y tomares
a rica canela sepa
la boca que t ú . . . Besares.
J. E. UR1BURU 1225
T. A. 44 - 4114
Ni respetaba siquiera la traviesa
Musa epigramática del lego a los sa
cerdotes cuyos rezos no se atenían a
la levedad que el carácter del lime
ño de aquel tiempo demandaba. Un
día, al terminar de decir la misa
cierto padre que tenía fama y hechos
de prolijo, algunos de sus oyentes
pidieron su opinión al lego de la
Merced y éste repentizó lo que
sigue:
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NOVEDADES DEL EXTRANJERO
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LITERATURA MUSICAL
Estilísticamente Shapero parece
sentir el afán de adaptar su música
a la de un gran modelo. Así su ‘ ‘ Se
renata ’ ’ de cinco movimientos para
orquesta de cuerda está basada so
bre los principios neoclásicos stravinskianos, sus “ Tres sonatas ama
teur para piano” , sobre los princi
pios de Haydn, y su reciente gran
sinfonía, sobre los de Beethoven. A
la sazón parece sufrir el complejo de
adoración de un héroe. Pero cuando
decida acometer directamente los
problemas de la composición, dando
de lado todos los patrones y ponien
do de manifiesto su propio valer, va
ticino que el mundo musical habrá
de tomar muy en cuenta su nombre.
Allá a mediados del siglo xvm,
parece que fué elegido Rector de la
Universidad de San Marcos de Li
ma un tal Doctor Morales, de no
gran reputación como erudito, y
Fray Francisco del Castillo que lo
supo, le dedicó esta saeta improvi
sada :
cholas tílake . . S 4.00
C. HOW ELER. — Som m ets de
la m usique. Versión francesa
de R. H arteel ........... S 26.—
.
Preñada estaba una niña
y en riesgo de mal parir
y vínolo a conseguir
por antojo de una pina.
En la casa hubo gran riña;
la joven d ijo : — me em p re.. .
La madre le d ijo : — ¿ Q u é * .. .
V tal fué el grito que dió
que la niña malparió
y no pudo decir ñé.
N O V E D A D E S
Los
Examinar sus partituras es algo
fascinante. Pocos músicos de su
tiempo han compuesto con tanta se
guridad y tanto dominio. Shaperc
sabe lo que hace y lo más notable
consiste en cómo pone su pericia mu
sical al servicio de ynas dotes mara
villosamente espontáneas.
::
De un sacerdote prolijo
la misa vengo de oír,
que bien se puede imprimir
en el tiempo que la dijo;
mas no por eso me aflijo
ni digo estuve impaciente
en acto tan reverente,
pues en el tiempo que echó
no sólo a Dios consumió
sino también a la gente.
La Iglesia de San Pedro y con
vento de los jesuítas de Lima queda
a la espalda de la Merced y no muy
lejos de ella. Las órdenes religiosas
no vivían con gran armonía en la
capital del Perú y tal vez entre los
Padres de la Merced y los de San
Pedro hubiese soterrados celos a la
fecha. Ello es que, cierta tarde, el
reloj de San Pedro dió los tres cuar
tos para las tres y, respondiendo a
un transeúnte que le preguntaba
por la hora, improvisó Fray Fran
cisco :
. Tres cuartos para las tres
ha dado el reloj vecino
y lo que me admira es
que, siendo reloj teatino,
dé cuartos sin interés.
Uno de los epigramas más pun
zantes de Fray Francisco nos permi
te suponer que, en efecto, era lego y
que, en calidad de tal, servía al Pa
dre mercedario F e ijo ó ; pero, al pro
pio tiempo, nos hace dudar, con sus
alusiones al papel de estraza y al
carbón, de que fuese ciego de naci
miento. Lo sucedido fué que un tal
Padre Soto acababa de predicar un
sermón bastante malo en la Iglesia
de la M erced; y, en la propia sacris
tía, otros padres o feligreses obliga
ron al ciego a que emitiera su pa-
La
Aaron Copland
ESCUELA
NUEVA
DE
COMPOSITORES
N O RTEAM ERICAN O S
Por AARON COPLAND
(Viene de
la primera página.)
Y basta de generalidades. Ue es
cogido siete nombres de entre la
nueva “ escuela” de compositores
norteamericanos: Robert Palmer,
Alexei Ilaieff, Ilarold Shapero, Lukas Foss, Leonard Bernstein, W illiam Bergsma y John Cage. La ma
yoría de ellos frisa en los 30 años.
(Foss es el benjamín del grupo,
pues ha cumplido recientemente
24). Todos han nacido en los Esta
dos Unidos, a excepción de H aieff
recer al respecto. Y entonces contes
tó de esta manera:
Si el lego que sirve fiel
al Padre Feijoó, tuviera
un lego que lego fuera
'
mucho más lego que él;
y este lego, en un papel
de estraza, manchado y roto,
de todas ciencias remoto,
escribiera con carbón
fuera su serm ón ... sermón
mejor que el del Padre Soto.
En la imposibilidad de transcribir
algunas de sus — para nuestro tiem
po—• intocables im provisaciones
(tan semejantes, por lo demás, a las
de los clásicos españoles y para las
que el no menos travieso don Ricar
do Palma pide “ perdón en gracia
de la chispa con que están ejecuta
das” ), copiaremos tan sólo la que el
ciego de la Merced, basándose en un
sencillo juego de palabras para cla
var su aguijón final, pone en boca
de un patrón cuya criada se en
cuentra en estado grávido:
Mostrarme severo y vario
con la criada conviene,
porque he notado que tiene
muchas faltas de ordinario.
Yo la he pagado el salario
sin ponerle en ello tasa;
y si mi cólera pasa
a extremo de despedirla
sin querer verla ni oírla,
es porque no para en casa.
w' i t
Y es que por aquellos tiempos en
que le cupo vivir y versificar de
esta manera desenfadada a nuestro
lego de la Merced, gobernaba en el
Perú el amador y donjuanesco vi
rrey don Manuel de Amat y Junient,
aquel que perdió un tanto la chave
ta ante los hechizos de la seductora
Perricholi, que tenía un sentido ana
creóntico de la vida y que, con la
construcción del Paseo de Aguas y
de la Plaza de Toros, así como con
su boato y su afición a las carro
zas y al teatro, hizo de la capital del
Perú un pequeño Versailles sud
americano donde imperaron la ele
gancia, el donaire y la alegría des
envuelta que tanto suelen odiar las
almas de sangre espesa. . .
Lukas Foss nació en Berlín don
de se formó su primera cultura mu
sical; prosiguió los estudios en el
Conservatorio de París durante la
época de Hitler y finalmente llegó
a Nueva York con sus padres a la
edad de 15 años. A los 13 había ya
compuesto piezas para piano (pos
teriormente editadas por G. Schirmer) en las que campea el influjo
de su último maestro, Hindemith.
El contacto con América fué decisi
vo para él. En Europa había adqui
rido un género de absoluta seguri
dad ; en Estados Unidas, a medida
que fué creciendo, tornóse más hu
mano y más deseoso de reflejar la
atmósfera del nuevo país de adop
ción. Su primera obra larga de ins
piración “ americana” fué un ora
torio, “ La Pradera” , para solistas,
coro y orquesta, con un texto selec
cionado de poemas indígenas de Cari
Sandburg, obra extraordinaria por
ser su autor un mozalbete de 19
años. Desde entonces ha compuesto
dos obras largas para voces solas y
orquesta: “ Canción de Protesta” ,
para barítono, y “ E l Cantar de los
Cantares” , para soprano, inspira
das en textos de la Biblia. No cabe
duda que Foss es un compositor
nato.
y Foss que llegaron al país a los 15
años. Todos ellos son compositores
de obras serias que han sido dadas
a conocer al público e incluso algu
nas editadas e impresas en discos.
Robert Palmer es acaso el menos
conocido de los siete. Su música ra
ra vez se oye en los conciertos co
rrientes, habiéndose hecho conocer
en programas especiales de música
moderna o festivales anuales de mú
sica norteamericana. Yves y Ilarris
constituyen sus máximas admiracio
nes. Dos composiciones para cuarte
tos de cuerda son lo mejor de su pro
ducción. Se trata de trabajos exten
sos nada fáciles de ejecutar y tam
poco fáciles de digerir por quienes
los escuchan. Ambos contienen mo
vimientos separados de verdadera
originalidad y honda sensibilidad.
En dos recientes composiciones, una
William Bergsma es natural de
de tipo orquestal, “ Elegía para Tilo
California y procede de la Escuela
mas W o lfe ” , y una sonata para dos
de Música Eastman, de Rochester,
pianos, ha aplicado la disciplina al
Nueva York. Apenas salido de ella,
natural entusiasmo de sus escritos,
es ya uno de los profesores de com
bien que a veces a expensas de una
posición de la Juillard School. Es
demasiado rígida polirritmia o es por temperamento un trabajador
quema melódico. Si él es capaz de
sobrio y serio. Comprendo que no es
resistir y 'desarrollarse puede decir
esta la verdadera descripción de su
se que tiene un porvenir asegurado.
particular talento, pero es difícil
Alexei H aieff nació en Rusia y
decir más por hoy, ya que la cuali
fué llevado a China, pero adquirió
dad específica de su carácter no es
su educación musical bajo la direc tá definida. Posee un sentido poé
ción de Rubin Goldmark, en los Es
tico y crítico y es evidente, que sus
tados Unidos. Ultimamente estudió
composiciones han sido desarrolla
en París con Nadia Boulanger. Su
das lentamente, después de madura
preparación y adiestramiento le han reflexión. Hasta ahora ha compues
dado una fuerte afinidad con la mú to música orquestal y de cámara,
sica de Stravinsky del que H aieff
canciones y piezas para piano y
es gran amigo personal. La sombra
ballet. A l presente está trabajando
de Stravinsky está presente en sus
en su primera sinfonía.
primeros trabajos, pero gradualmen
La obra del compositor de Leo
te fué definiendo su propia perso
nard Bernstein está ensombrecida
nalidad. Conjuga una sensibilidad y
por su brillo como director de or
refinamiento musicales con una
questa y concertista de piano. En
mente alerta que a menudo ofrece
cierto modo sería raro que no com
rasgos de sarcástico humor.
pusiera, porque su habilidad en tal
Hasta ahora H aieff ha compuesto
sentido es no solamente una de las
pocas obras extensas. Aunque tiene
varias facetas de una extraordinaria
una “ Primera Sinfonía” , se nos
mente versátil personalidad musical.
muestra más cómodo en composicio
Para nosotros Bersntein representa
nes breves, tales como el “ Divertiun nuevo tipo de músico, tan apto
mento” para orquesta de cámara,
para la música de jazz como para
“ Sonata” para dos pianos, “ Cinco
la música seria. Aunque su tiempo
piezas para piano” y otros trabajos
para componer está estrictamente
breves para violín y piano o violonrestringido por sus actividades de
eello. Actualmente está trabajando
director, Bernstein tiene en su ha
en la partitura de un ballet inspira
ber una sinfonía, “ Jeremiah” ; dos
do en la “ Bella y la Bestia” , que
ballets, “ Fancy F ree” y “ Facsí
será coreografiado por George Bamile” ; una “ Sonata” para clari
lanchine para la Sociedad del Ba
nete y piano, canciones y piezas pa
llet, de Nueva York.
ra piano.
'
Ilarold Shapero es al mismo tiem
po el compositor mejor dotado y el
Lo más notable de la música de
más desconcertante de su genera
Bernstein es su proximidad al sen
ción. Joven bostoniano de 27 años,
tido emotivo. Melódica y armónica
posee un “ oído” fenomenal y una
mente posee una espontaneidad y
brillante inteligencia. Uno y otra
calor que comunica al auditorio. Su
fueron sometidos a metódica prepa peor música es la música de direc
ración bajo la dirección de Krenek,
tor, de estilo ecléctico e inspiración
Pistón, Hindemith y Boulanger. Es
fá c il; la mejor, es música de vibran
tos maestros dejaron su marca en
te sentido rítmico, de ímpetu irre
él: Shapero es dueño hoy de una
sistible. Ciertamente, es cosa aven
técnica absolutam ente perfecta.
turada predecir lá durabilidad de la
�P or
UANDO en las siestas calientes
C el chirriar del coyuyo comenza
ba a limar el silencio, los montañe
ses del lugar decían: “ Está madu
rando la algarroba” . Desde la tie
rra subía un vaho cadente color de
plata y sombra. Los vapores retor
ciéndose en el aire, eiran ramas de
gigantescos árboles espectrales con
azules r eñe jos violáceos de nácar y
oscuro resplandor de hierro. Todo
estaba madurando: la montaña y
el bosque, el aire y el canto de los
pájaros, en la vaina de oro de la
algarroba. La tierra hervía y se
maceraba con un calor de horno y
de caldera que subía desde la espe
sura de las lianas a la copa , más
alta de los árboles. La podredum
bre de las flores, las hojas, las ra
mas, las enredaderas, las raíces y
los tallos y los restos de animales,
iban convirtiéndose lentamente en
tierra salvaje y nueva lista para
un futuro renacer de heléchos y del
dulce madurar de la algarroba. El
valle era, así, gigantesco matraz en
que todas las esencias del mundo se
combinaban para que de la anti
gua muerte surgiese la nueva vida.
Desde el humus vegetal nacía la
savia para ram ificarse en los copo
sos cedros.
Mil escondidas raíces melódicas
se tejían en la música que necesita
toda resurrección de vida. El ru
mor del torrente, el silbido de los
chalchaleros rebotando en los pe
ñascos acústicos, el balido de las
cabras saltando en los breñales, el
cántico dolido e indolente del cam
pesino, el rumor del agua lejana
música de Bernstein, tan enorme
mente efectista cuando se escucha
por primera vez .
A propósito he dejado para el fi
nal a John Cage. En 1920, la música
experimental de percusión de E d
gar Várese y Henry Cowell hizo un
ruido enorme entre la vanguardia
musical. Cage procede de ahí para
gran sorpresa de muchos de nosotros
que creíamos definitivamente con
cluido el período de percusión en la
música. Cage comenzó en California
con una música de percusión pro
pia, bien que derivada de la de sus
maestros. Pero gradualmente puso
él de nuevo en uso el llamado piano
“ preparado” como un medio de
percusión. Se llama piano “ prepa
rado” a aquel que lleva inserto en
tre las cuerdas del instrumento ma
teriales metálicos y no metálicos, lo
que produce un tono de sordina de
fina variedad. Para apreciarlo bien
hay que escucharlo; su sonido es de
poca duración, semejante al del ar
pa. Fascinante como es, temo que
la música de Cage tenga ,más origi
nalidad de sonido que de substan
cia. Por su estilo se asemeja a la
música de Bali y a la de la India,
e incluso a la más reciente de A rnold Schoenberg.
En los Estados Unidos la música
seria está en vías de prosperidad.
Factor frecuentemente no advertido
es el de que del seno de los Conser
vatorios salen compositores sin pa
ralelo en el pasado musical del país.
Si podemos apreciar el futuro mu
sical de una nación por la actividad
de su generación más joven de com
positores, entonces Estados Unidos
puede afirmarse que progresa. Los
siete compositores de los que me lie
ocupado en este artículo se hallan
próximos a la meta, pero en muchos
aspectos son producto típico de su
generación. Son músicos bien pr&
parados y, lo que es más, prepara
dos a la norteamericana. No consti
tuyen una escuela por lo que se re
fiere al estilo, pero todos componen
música de ritmo vivaz, riqueza meló
dica y claramente concebida. Y o
creo que tomados en conjunto for
man un grupo notable capaz de re
sistir la comparación con la genera
ción más joven de cualquier otro
país. Lo que es algo nuevo para
los Estados Unidos.
(Publicación autorizada por “ The
New Yorle Times M agazine'’ ).
que es la insinuación de la brisa
en el ramaje, eran parte de aquella
vasta sinfonía que es flor del pai
saje. Y la algarroba iba madurán
dose con el vaho caliente de esa lla
marada que se blandía como espa
da de fuego. Todo este fervor de
vida parecía aquietarse cuando se
escuchaba lejano el lento percutir
de la caja a veces acompañado de
fúnebre canto:
Siempre te espero, mi vida
por verte llegar.
Tara rá tá tata
Pero nadie mi, vida
me ha visto llorar
Tara rá tá tata.
Un día los caminos se llenaron de
júbilo. Un grito de alegría partió
del valle “ ¡ La algarroba ha madu
r a d o !” ¡Tenemos que hacer! Desde
lo alto bajaron al arenoso lecho del
río caravanas de campesinos a re
coger el fruto dorado de la isla.
Cuando la creciente descendía bra
mando hasta el valle para luego as
cender amenazando tapar los cerros
con su espumosa furia, quedaba ca
si siempre libre de las aguas, en
el centro del río, un gran barran
co poblado de algarrobos. Este era
el lugar codiciado para las fiestas
con que por enero se decoraba la
cosecha. Era la algarroba de la isla
la más rica de esa reg ión : vaina an
cha, gusto a miel, de una dulzúra
sin igual. “ Ha madurado la algarro
ba, tenemos que hacer” . Y se iban
convocando de casa en casa. Ya sa
lían las muchachas con vestidos de
colores agrios, cimba’ en tiara, pa
ñuelo celeste a los hombros y al
pargatas nuevas. Y ellos los varo
nes, con su ancho tirador enmone
dado, talero de plata, bombacha
comprada en lo del turco y guar
dada en el arcén. Y así iban lle
nando con canciones el aire trans
parente del valle.
Pastor Brandan descolgó su ca
ja y acarició el acústico cuero.
Una sonrisa suavizó la fiera expre
sión de su faz. Caja para las pro
cesiones con cohetes voladores, con
banderas hechas de pañuelos en
astados en largas cañas huecas, con
el barbotar de las oraciones dichas
en tono litúrgico con el rosario en
cadenado en ambas manos y la vio
lencia de los jinetes haciendo rayar
los caballos al grito de ¡ Viva D ios!
Caja de los carnavales; ritmo de
letargo que comienza a sonar en la
madrugada lila. Tara rá tá ta ta
Palo y chalchál
palo y nogal;
pa que me has traído
pa verme llorar
Cáscara de sandía, instrumento
de agasajo destinado a ser arroja
do a la cabeza del amigo, arrobas
de harina después de baldazos de
agua para que se form e una espe
cie de engrudo sobre las ropas,
gruesas de cohetes atados a la co
la de los caballos. Alegría semibár
bara, bromas dignas de guerreros.
Carnaval brutal e ingenuo de la
montaña, acompasado por la caja
cada vez más lenta en su ritmo
cuando más copas debía agradecer
el cajero. Caja de los entierros,
tristeza guarnecida de silencio sin
llantos, sin lamentos, dolor que g o
ta a gota va horadando la piedra
del corazón. Y después la cruz tos
ca de algarrobo al borde del cami
no y un tarro para los níqueles que
la viuda irá a recoger de cuando
en cuando. Caja para los velorios
del angelito, música, canciones y
amoríos. Recóndito golpear del cue
ro en el alba morada y en la noche
verde, con pájaros dormidos en los
árboles altos, con el rezongo del
torrente en la cumbre, y un pro
testar de mar en la ribera del va
lle. Caja de bautismos de los d o
mingos claros y firmes como de
mármol y acero. Cánticos de se
tiembre con los duraznos fioridos,
claridad de julio con las tiernas
violetas, octubre florecido de la
pachos rojos y diciembre decorado
PABLO
ROJAS
PAZ
con su algarroba y su estrella fe
deral.
Pero, nunca el percutir de la ca
ja era más alegre que en enero,
cuando la algarroba comenzaba a
madurar arrullada por el coyuyo,
en que el árbol se decoraba de oro.
Cuando el paisano dice “ árbol” ,
sólo se refiere al algarrobo. Una
dicha nueva nacía en los tiernos
heléchos, las dalias silvestres, la
modesta pasionaria y la rosa pequeñita de los San Antonio. El ár
bol maduraba en el oro de sus vai
nas. El agua era más clara y más
fácil el vuelo de las aves.
¡Apúrate, que están pasando to
dos ! — gritó Pastor a Hiedra mien
tras ésta se calzaba sus alpargatas
bordadas. Cada vez iba siendo más
densa la música del valle en el cie
lo de miel y acero; el viento iba
jugando entre los mirtos hasta es
conderse en el monte; los balidoí
volvían confusos los cánticos que
llegaban desde la cima de la mon
taña y la acústica del valle era
prolífica por su resonancia innu
merable. Después de llenar las bol
sas con las vainas de algarroba, se
organizaban las fiestas. La guita
rra adquiría resonancias nuevas en
aquel valle claro y alto. Y su mú
sica fortalecida por los cantos, se
alzaba como un mar de ecos para
ir en invisibles olas a chocar con
las empinadas laderas. En lo me
jo r del baile y de los cantos se es
cuchaba ese alarido de júbilo con
que los paisanos rubrican su ale
gría. Apicarados “ gatos” , presun
tuosos “ cuandos” , cautelosos “ es
condidos” eran bailados con el in
dolente roncear de los mozos. Era
la fiesta de la algarroba, el home
naje al árbol por excelencia que da
su leña, que da su sombra, que da
su fruto. Porque cuando el paisano
de la llanura del noroeste dice “ ár
bol” , piensa solamente en el alga
rrobo blanco, que es el amigo, de
la fruta dulce, cuya madera, horcón
del rancho o cruz en los caminos,
acompaña al paisano tanto cuando
duerme una noche como cuando
duerme para siempre.
Pero, se cuenta que cierta vez
acaeció algo catastrófico. Todo era
cantos y alegrías en la isla, cuando
de pronto retumbó el trueno en la
cumbre. Era tal el alborozo que
nadie lo oyó. Y se escuchó ese sub
terráneo de la corriente que avan
za, de esa mole de agua que se
abalanza desde los cerros con una
furia desatada, arrancando los ár
boles de cuajo, llevándose pedazos
de montaña, el ganado, las casas.
Se anunciaba con un mugido ate
rrador; pero, avanzaba, fulminan
te, por el valle, sin que nadie pu
diera escapar de ella. Y aquel día
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de la fiesta de la algarroba suce
dió eso. Cuando cayeron en la
cuenta del peligro, ya no pudieron
salvarse de él. Y la mayor parte de
los campesinos pereció ahogada. La
isla fué desde ese día lugar de luto
y sombra. Y como no fué posible
encontrar los cadáveres de los aho-
gados, una gran cruz de algarrobo,
en el centro de la isla, los recorda
ba. Y el árbol amigo, queriendo aso
ciarse al dolor del hombre, cambió
sus frutos de oro por vainas peque
ñas y oscuras, sin gracia, pero de
una dulzura extraordinaria. Y así
nació la algarroba negra.
D el E sc r ito r y l a L it e r a t u r a
EN EL MUNDO ACTUAL
Por ALBERTO G1RRI
U
N A hipotética encuesta entre
lectores acerca de la literatura
y el escritor arrojaría resultados
bastantes aleccionadores y curiosos.
Para la generalidad, la literatura
sigue siendo, esencialmente, evasión
y lo que más atrae de ella es que
se trata de un producto de la ima
ginación, siempre prestigiosa. Pero
cuántos son los lectores que, conc-ientemente, se han planteado esta
cuestión: ¿cuál es mi real interés
por la literatura ?; ¿ es para mí sim
plemente una distracción confeccio
nada por inteligentes desocupados,
para desocupados no tan inteligen
tes, o es algo más serio 1; y el escri
tor, ¿qué nexo me une a él? Obser
varíamos que el escritor todavía es
un espectáculo, que aun existen con
secuentes defensores de una imagen
envuelta en galas novecientistas.
Los ingenuos defensores de la cha
lina, la melena artística, está visto
que quieren aferrarse cómodamente
a rasgos externos, mejor cuanto más
grotescos, rasgos que suponen seña
lar inequívocamente la presencia
del ciudadano escritor. Es siempre
atrayente la búsqueda y la consta
tación de un tipo humano diferente,
cual suele serlo el artista, pero des
de el punto de vista del escritor,
tanto anacronismo va más allá de
lo pintoresco y le está diciendo que
hay una especie de divorcio entre
él y quien lee. Es significativa la
complacencia que despiertan las bio
grafías a la manera de Hollywood,
donde Lamartine o Hugo o Balzac
— este último goza de preferencias
a causa de su gordura— se mueven
en actitudes de saltimbanquis de la
posteridad, al compás de frases es
trictamente geniales. Quizas a mu
chos agradará más saber que mo
dales tenía Balzac sentado a la mesa,
o si George Sand siguió usando pan
talones después de sus amores con
Musset, que las dificultades de Byron peleando por la libertad de Gre
cia. Sigue pues en circulación una
imagen del escritor que es impos
tura, y que parecería más bien un
intento de apartarlo del mundo por
una vía bastante eficaz como lo es la
del ridículo. La verdad es otra. Para
el escritor responsable ni este ni
otros fueron tiempos de bromas.
Ahora bien, ¿ que hechos negativos
son los encargados de desfigurar su
misión? Si en el orden particular
del cultivo de cualquier arte el es
tilo es la efectiva representabilidad
formal de la materia artística, en lo
universal es expresión de la natura
leza toda, de lo dado. Es unidad e
integración. Esto no se enfrenta
con el primer hecho negativo a con
siderar : nuestra época carece de es
tilo, carece de unidad. Hay, además,
una falsa premisa cuya vigencia
quiere mantenerse y que, disociando
al escritor del hombre, lo presenta
alejado, soslayando el mundo que to
dos vivimos. De ello resulta una
( Continúa en la pág. 10.)
�ca b alg ata
(l'irn r ár la primera página.)
bulo teórico, debo agregar que el
artista moderno tiene en sus manos
un instrumento que constituye a un
tiempo lo grandioso y lo peligroso
de su misión histórica; este instru
mento es la libertad absoluta de
crear, sin limitaciones ni trabas de
ninguna especie. Este extraordina
rio movimiento de liberación en ar
te, iniciado a comienzos del siglo
pasado por el romanticismo, tenía
que llegar en el transcurso de poco
más de un siglo a los resultados sor
prendentes del arte actual, en que
se refunden todas las experiencias
artísticas desde el hombre primitivo
hasta el Renacimiento, lanzándose
desde allí a explorar nuevos mun
dos con una audacia temeraria.
De todas las experiencias artísti
cas de los últimos tiempos pueden
considerarse dos de ellas como fun
damentales, por constituir la pola
ridad de manifestaciones en que se
debate el espíritu del hom bre; son
ellas el arte abstracto que repre
senta la anulación del individuo
en aras de lo universal y cuyo re
presentante más puro fue Piet Mondrian — ese verdadero asceta de la
plástica— , y en el otro polo el
arte surrealista que significa la afir
mación de la individual (podríamos
decir: una afirmación existencial),
cuyo representante más neto sería
Max Ernst. La actitud de estos ar
tistas, su tarea de creadores de ob
jetos de arte es completamente dis
tinta : Mondrian buscaba expresar
en su obra los elementos de valor
universal reducidos al más puro es
quema ; eso hacía que trabajara con
tinuamente sobre el mismo cuadro
durante afros, depurándolo incesan
temente de todo lo accesorio; el ar
tista surrealista utilizando el meca
nismo automático de la inspiración
pura, se niega al contralor de la ra
zón, de modo que su obra está ter
minada de entrada, y lo aparente
mente accesorio tiene significado y
jerarquía en la totalidad del cuadro.
Doy término a este pequeño pre
ámbulo — indispensable en el caso es
pecial de Batlle Planas ya que este
artista se debate personalmente entre
la polaridad formada por el arte abs
tracto y el arte automático puro—
para entrar ya de lleno al análisis
de la obra del artista, llamándonos
la atención, ante todo, sobre la sin
ceridad de Batlle Planas consigo
mismo: no ha tratado de solidificar
su obra en una fórmula o receta,
que es frecuente causa de éxito fá
cil, sino que su lenguaje se ha ido
modificando según se lo imponía la
necesidad interior, los distintos mo
tivos que buscaban exteriorizarse a
través de las imágenes. Por esta ra
zón no ha titubeado en abandonar
formas en las que había logrado una
perfección notable y el aplauso de
un público elegido — halago al que
el artista renuncia con dificultad—
porque en ellas encontraba agotadas
las posibilidades de expresar su vida
íntima. Una sinceridad parecida só
lo puede encontrarse en dos grandes
artistas contemporáneos: Picasso y
W olfgang Paalen.
Quiero comenzar haciendo una
breve reseña de la historia artística
de Batlle Planas. Se inicia a los 20
años en la plástica como autodidac
ta, ejecutando copias del natural.
Insatisfecho de estos ensayos descu
bre pronto el método de creación
automático, en el que hace sus pri
meras armas en el año 1935 con di
bujos, para ejecutar al temple, en
el año 1936, la serie de “ radiogra
fías paranoicas’ ’ en las que utiliza
como color además del negro, el ama
rillo y el gris plomizo. Muy intere
sante es descubrir que en estas pri
meras obras de Batlle Planas ya se
encuentran los elementos fundamen
tales que aparecerán como “ leit
m otiv” en toda su obra posterior,
como ser, por ejemplo, la figura del
hombre barbado y las imágenes de
los puntos guías, elementos que se
desarrollarán plenamente sólo en
época reciente.
A partir del año 1937 y hasta el
1939 el artista descubre las extra
ordinarias posibilidades automáticas
del color, al mismo tiempo que apa
recen en sus cuadros una gran va
riedad de imágenes que abarcan des
de elementos antropomórficos hasta
los estrictamente abstractos. En este
primer sondeo amplio que el artista
hace en sí mismo, se encuentra con
un mundo caótico e indiferenciado;
múltiples imágenes bullen por bus
car salida, pero entre ellas se van
definiendo lentamente los elementos
que van a constituir — como ya he
mos dicho— los motivos conductores
de la temática del artista: aparecen
ya entonces los fantasmas de vesti
dura poliédrica en colores fríos, azu
les y grises de sorprendentes mati
ces, y usando magistralmente la
técnica del degradado. También sur
ge entonces el personaje barbado,
que atravesará sin interrupción en
distintos momentos, a veces fugaz
mente, apenas esbozado, la obra de
nuestro artista, hasta llegar a domi
nar en los períodos más cercanos al
presente la totalidad de la tela, a
convertirse en la imagen de primer
plano exclusiva. Ya veremos más
adelante qué interpretación damos
a esta figura. Desde el año 39 al 42
y parte del 43, el artista crea su
famosa serie de cuadros fantasmales,
constituyendo un período que el pro
pio artista denomina “ tibetano” , re
firiéndose al cuadro denominado
“ Tibet’ ’, uno de los más caracte
rísticos de este período. Domina en
estos cuadros un extraño clima de
desolación. Sumergidos en una at
mósfera onírica, totalmente opuesta
a la que pudiera permitir la existen
cia de seres vivos, encontramos fi
guras fantasmales, que insinúan la
estructura general de seres huma
nos, pero que nos muestran detalles,
al estar cubiertos de la cabeza a los
pies por vestiduras poliédricas, de
las que no puede asegurarse que
sean realmente vestiduras o consti
tuyen la esencia material misma del
personaje que representan. A veces
las cabezas están constituidas por
formaciones cúbicas con aberturas
esquemáticas y geométricas, en otros
se esboza someramente un perfil hu
mano. La tonalidad de estos cuadros
resume las extremas posibilidades
de los más melancólicos ensueños de
desolación. Tonos grises y azules y
sólo de cuando en cuando una man
cha de bermellón rompe con su gri
to de alta temperatura, con su deseo
de vida, la desolación escalofriante
de este paisaje de fantasmas. Con
sidero este período uno de los más
fecundos del artista, aunque reco
nozco que su exaltación suprah mini
na lo hace poco apto para que el
pintor soporte su carga agobiante
por mucho tiempo.
Desde el año 43 — esporádicamen
te desde el 42— al 46, la temática
J. B a t l l e P l a n a s . L os m e c a n is m o s d e l n ú m e r o . 1948.
del artista cambia fundamentalmen
te. Aparece la figura humana, ba
rriendo totalmente el mundo de fan
tasmas. La atmósfera deja de ser la
atmósfera nocturna de lo irreal, pa
ra saturarse de los cálidos colores
del sol, rojos y amarillos, entremez
clados en palpitante combinación.
Los elementos humanos que apare
cen pueden reducirse a dos: un per
sonaje barbado y una mujer joven,
a veces representada desastradamen
te vestida en un paisaje en el que
parece estar de tránsito, trotamun
dos que no vienen de ninguna parte
y no van a ninguna parte, con un
báculo para ayudar al sostén de su
cuerpo cansado. En este período que
podríamos llamar de realismo auto
mático, la figura humana está re
presentada con minuciosa fidelidad,
pero se trata siempre de retratos
ideales, de la conformación plástica
de obsesionantes imágenes interio
res, que se repiten en cuadros suce
sivos casi como las variaciones de un
tema musical.
Desde el año 46 surge en el espí
ritu del artista la concepción de los
puntos vectores, o más correctamen
te: puntos iniciales. Partiendo de
estos puntos iniciales, el espíritu del
artista se lanza en busca de otros
pimíos y así sucesivamente, trazan
do las líneas vectoras, imágenes re
veladoras de las más audaces aven
turas automáticas que van desde una
nueva concepción plástica de la fi
gura humana hasta figuraciones ín
tegramente abstractas.
Aquí es oportuno mencionar que
el elemento abstracto — en su senti
do de no objetivo— aparece repe
tidamente durante la evolución ex
presiva del pintor: se lo ve como
desintegración de la figura humana
en sus elementos abstractos en ' ‘ His
toria de dos personajes automáti
cos” , cuadro al temple ejecutado en
1943 y como auténticas y totales abs
tracciones gráficas en “ Génesis”
del año 1943 y “ Génesis” del año
1946 ejecutados al pastel. Los colo
res usados son el amarillo violento
y el negro y el abstracto es el de con
tenido poético como sucede con las
grafías abstractas de Miró, de Klee
y en algunas obras de Kandinsky.
En el momento actual, el pintor
oscila entre distintos requerimientos
interiores: la técnica de los puntos
vectores lo lanza a veces hacia auda
ces aventuras a través de la figura
humana o en el terreno abstracto;
otras veces, más apaciguado, se en
trega a la ejecución de melodiosas
variaciones sobre una figura ideal
de mujer. También lo requiere el
grabado, en donde ha dado muestras
de una finura de realización excep
cional. El dibujo, especialmente en
la ilustración de textos literarios, ha
logrado de su lápiz caligrafías sa
turadas de extraña sugestión, líneas
que parecen dibujar las tortuosida
des de un pensamiento torturado.
J. B a t l l e P l a n a s .
El m a e s tr o . 1946.
Después de esta somera descrip
ción de la trayectoria histórica del
artista, quiero entrar a analizar más
detalladamente la personalidad del
mismo. A l examinar esa vasta pro
ducción para una vida tan joven
nos encontramos en primer término
en una ausencia total del elemento
denominado realidad: el artista no
sólo no copia la realidad, sino que
ni siquiera se inspira en ella. Lógi
camente, me refiero a la realidad
empírica, a la realidad aparente,
o dicho en otra forma más llana: a
la í’ealidad cotidiana. Esta fuga.de
la realidad es una cosa común en
muchos artistas contemporáneos y
tendría que decir que, aunque en
forma no tan clara, es común a los
artistas de todos los tiempos. El
motor que impulsa a determinados
hombres a alejarse de la realidad
aparente es justamente la idea de
que es tan sólo aparente, de que de
trás o más allá tiene que haber una
realidad, podríamos decir, más “ ver
dadera” , una realidad definitiva.
En busca de ella se han lanzado por
distintos caminos el artista, el hom
bre de ciencia, el filósofo, el místico.
El elemento básico con el cual el
artista se ha lanzado a la conquista
de lo desconocido es la intuición
poética y el gran mérito del surrea
lismo es haber introducido el ele
mento poético en la plástica con la
máxima libertad y desenfado. Este
hecho de la inclusión del elemento
poético en la plástica es un aconte
cimiento que ya tenía sus preceden
tes perfectos, aunque aislados, en el
pasado; baste mencionar los< nom
bres, primero del máximo e inigua
lado Jerónimo Bosch, luego de al
gunos italianos, Piero di Cosimo y
Carpaccio entre otros, de William
Blake, de Grünewald, Durero, etc.
La fuga de la realidad, aunque sin
una franca introducción del elemen
to poético, se encuentra en algunos
representantes del impresionismo:
Monet y Seurat especialmente. Las
complicadas deformaciones de los
elementos plásticos introducidas por
los cubistas y escuelas afines respon
den al mismo mecanismo. El artista
moderno se lanza en basca de esa
realidad última por dos senderos
opuestos, aunque no incompatibles
(ya que pueden aparecer conjunta
mente o sucesivamente en el mismo
artista) : el artista abstracto busca
la reducción del cuadro a las leyes
fundamentales, universales, impere
cederas, que colocan en el número,
como hicieron desde Pitágoras hasta
los logieistas de hoy muchos filóso
fos; este dominio del número se
presenta bajo forma de una geometrización implacable, reducida en
Mondrian a 1a. línea recta en dos úni
cas posiciones: la vertical y la hori
zontal, que son síntesis del sentido
de las dos grandes fuerzas de la na
turaleza, de las cuales se derivan
todas las otras, secundarias, impu
ras; los colores utilizados por Mon
drian son los tres primarios en su
forma original, el resto de los colo
res, por derivarse1de éstos, pierden,
debido a su impureza, interés para el
artista. El surrealista, en cambio,
�ca b a lga ta
TIC
)E
Planas
ir ADOLFO ESTE
J. B atlle P lanas. L os mecanismos del número. 1948
¡r
.
v.
-
!
cree en la revelación de esa realidad
última, no por un mecanismo racio
nal como el abstracto, sino por un
mecanismo intuitivo. Esta confianza
en el posible contacto con las reali
dades ocultas por mecanismos do
captación no racionales, hace que el
artista surrealista se encuentre en
íntimo parentesco con los místicos y
con los ocultistas. Aparece entonces
en el arte un elemento, extraordina
riamente similar al poético, que eS
el elemento mágico. El extraordina
rio pintor y teórico del surrealismo,
Kurt Seligmann, acaba de publicar
un hermoso lib r o : E l espejo de lo
mágico * en donde historia las ma
nifestaciones de esa capacidad con
creta de ver otra realidad. A ese li
bro remito a quienes se interesen por
este problema particular. Bretón, la
primera figura del surrealismo, ha
indicado las estrechas relaciones del
artista con la magia en un libro re
lativamente reciente publicado en
Nueva Y ork: Arcarte 17.
En resumen: el surrealismo tien
de, por natural gravitación, a aban
donar su exclusiva posición freudiada, es decir, de intérprete del in
consciente y de los fenómenos de re
presión y de frustación, para acer
carse a un antiquísimo concepto del
artista: el concepto de vate, en que
el artista, vinculado a una realidad
oculta, actuaba como revelador de
ella y su lenguaje tenía el valor de
profecía.
Volviendo al concepto de realidad,
uo hay duda que el hombre se en
frenta con muchas realidades distin
tas. El realismo ingenuo entiende
como realidad, lo aparencial; es la
filosofía del hombre de la calle y
nada ni nadie podrá moverlo de esa
posición de seguridad. Cuando algún
motivo angustioso lo hace vacilar
vuelca su inquietud en el cómodo
receptáculo de la religión oficial,
por supuesto, sin conexión con cual
quier intento de revelación directa
(es decir, lo que se llama fenómeno
místico) que pudiera apartarlo de
esa tranquilizadora realidad feno
menal. La negación de la realidad
aparencial se refugió en lo antiguo
en la filosofía, pero la ciencia mo
derna, desde Copérnico y Galileo,
y más aún con los modernos investi
gadores de la estructura de la ma
teria, se ha sumado a los enemigos de
dicha realidad ingenua.
Ahora bien ; en el artista, la fuga
de la realidad se debe no sólo a su
deseo de conocer (que comparte con
el filósofo y el hombre de ciencia),
* The Mirror o f 3lagic. (Panthcon Books,
N. Y.. 1948).
9
ellos; esa emoción sólo es comparable
a la que suelen tener frente a imá
genes de hondo contenido religioso).
Como último contenido de estos re
tratos ideales vemos en ellos la pro
yección ideal de la propia persona
lidad del artista. La autovalorización del artista, que, para usar un
término técnico, denom inarem os
narcisismo, hace que desarrolle en
todo retrato ideal un autoretrato.
El artista es continuamente, en cier
to modo, una mezcla de Pigmalión
y de Narciso: hace la obra de arte
con parte de sí mismo .y vuelca en
ella su afecto por lo que contiene de
sí mismo.
El otro personaje que cruza obse
sionante la obra de Batlle Planas en
los últimos años es una figura de
mujer joven, frecuentemente pre
sentada como vestida de harapos y
apoyándose en un báculo, absoluta
mente sola. El paisaje en que apa
rece, aunque solitario, no ofrece ya.
en esta época de la evolución del
artista, el aspecto de desolación que
caracterizaba el período fantasmal;
hay una esperanza de vida vibrando
en una cálida atmósfera de día so
leado que baña todo el cuadro. La
interpretación de esta figura tam
bién ha sido varia: los psicoanalis
tas la. consideran personificación de
la madre; no discutiremos esta in
terpretación, pero, como creemos que
el artista vuelca en una misma ima
gen un multitud de contenidos di
versos, interpretamos esta figura y
su ubicación en el paisaje habitual
en que la coloca Batlle Planas, como
una expresión del enorme desamparo
en que vive el ser humano, de la cru
da y desalentadora soledad. En otros
momentos la imagen femenina apa
rece más serena, acercándose real
mente al gran mito griego de la es
posa-madre, al' cual el psicoanálisis
ha dado vida moderna. Hay un cua
dro en el cual podemos observar la
combinación de las dos figuras: el
personaje barbado v la mujer joven
con el aspecto de una verdadera sa
grada familia, extraordinaria coin
cidencia entre la mitología personal
del pintor y la iconología religiosa.
Otro aspecto adquiere la figura
humana con la técnica de los pun
tos vectores o guías utilizada últi
mamente por el artista. Se obtiene
por este sistema una desintegración
de la forma humana que no se rela
ciona con el análisis plástico de los
volúmenes que debemos al cubismo
— aunque aparentemente lo parecie
ra— , sino que responde a una des
integración de índole angustiosa, a
una verdadera ruptura emocional de
las formas fijas, que producen como
resultado imágenes terroríficas o
angustiosas, en algunas de las cuales
he observado un vago parecido con
las máscaras de los ritos religiosos
indígenas americanos, surgidas in-
sino a que su jerarquía espiritual lo • fundamentales, verdaderos arqueti
convierte en un solitario, lo aparta
pos, modelos ideales. El personaje
del ambiente cotidiano, lo hace fu
barbado — que ya dijimos aparece
gar de la realidad de todos los días.
desde el comienzo de la obra de nues
tro artista—•, va absorbiendo gra
Este fenómeno de repulsión hacia
dualmente el interés del pintor hasta
lo cotidiano da a la obra del artista
convertirse en la figura central, en
su carácter específico, lo que podría
llamarse su “ constante emocional” , el protagonista indiscutido del cua
dro. La explicación de este perso
y la separa, netamente de la obra de
investigación científica o filosófica.
naje es bastante oscura: los psico
analistas verán en él la figura del
La obra de arte no puede ser, por lo
padre, el pintor mismo la ve como
tanto, desapasionada (no me refiero,
la evocación inconsciente de un an
por supuesto, al arte abstracto que
constituye un fenómeno muy espe tepasado (sus padres dicen que se
cial, ni al arte académico que en asemeja a algún tatarabuelo) ; sin
negar ninguna de estas dos interpre
general tiene poco que ver con el
taciones, creemos que el artista ha
arte).
volcado en esa figura otra cantidad
Hablamos de que el artista era un
de mecanismos: constituye, por lo
solitario y ahora, después de haber
pronto, un resumen de fuerzas o
dado este rodeo discutiendo el con
aspiraciones suprahumanas, de ver
cepto de realidad, la mención de la
daderos arquetipos, o imágenes idea
palabra solitario nos vuelve repen
les divinizadas (cosa que ha asom
tinamente a la obra de Batlle Pla
brado al pintor es la emoción que
nas. Dijimos que toda la obra de
ha despertado en algunas personas
nuestro artista expresaba una abso
de condición humilde el espectáculo
luta desconexión con la realidad em
de estos cuadros, pues los ha visto
pírica, pero ahora agregaremos que
quedarse largo rato en éxtasis ante
más allá de un simple problema de
realidad, la verdadera importancia
de ella estriba en que expresa la
profunda soledad del hombre a tra
vés de su propia y grave soledad
personal. Hay que aclarar que la
soledad en el artista es un fenómeno
paradojal, ya que se deriva, no de
su desinterés por el hombre, sino del
apartamiento que produce una sen
sibilidad volcada hacia motivos dis
tintos de los comunes. Este aparta
miento del resto de los hombres, no
buscado por el artista, se convierte
entonces en mecanismo de angustia,
la cual se tranquiliza sólo cuando
el artista da salida a su tensión in
terior por medio de la obra de arte,
la que se constituye, en definitiva,
en un motivo de acercamiento hacia
el resto del género humano. Batlle
Planas expresa en sus obras, pues,
su concepción solitaria del mundo:
así en el período de las pinturas tibetanas o fantasmales, los hombres
aparecen como masas que, aunque
conservan una grosera estructura
humana, carecen de detalles que los
individualicen, teniendo todos, en
cambio, uniformes contornos polié
dricos. El mundo de los hombres re
sulta un mundo de fantasmas, de
entes cubiertos, de sombras, total
mente impenetrables y todos apa
rentemente iguales. Así los ve colo
cados, en la más variadas situacio
nes, en un ambiente desolado, en una
atmósfera angustiosa de pesadilla.
En un período posterior cambia el
clima emocional y se individualizan
J. B atlle P lanas. Noica. 1946.
en su pintura dos figuras humanas
dudablemente de parecidos estados
de angustia anímica.
Ahora pasemos a analizar siquiera
brevemente la técnica utilizada por
el pintor y que se conoce desde la
aparición del surrealismo como mé
todo automático de creación artísti
ca. Cuando el artista creador subor
dina la realización de su obra a este
sistema — en realidad corresponde
al antiguo fenómeno de inspiración
poética— , sucede lo siguiente: en
primer término, si ha aprendido por
adecuado entrenamiento a escuchar
su voz interior -—la antigua musa— ,
•su obra se caracteriza por la rapi
dez, diríamos fluidez, con que se
produce, al eliminarse todas las tra
bas racionales que suspenden el pro
ceso vertiginoso de la inspiración,
el dictado interior. Este es el caso de
Batlle Planas. Su producción revela
una fecundidad y facilidad poco co
munes, resultado de una feliz cana
lización de las tensiones interiores.
Bretón ha enunciado en el primer
manifiesto del surrealismo la adop
ción del método automático, como
técnica del artista surrealista, defi
niéndolo como “ un automatismo psí
quico, que rechaza todo control de
la razón” . Este total rechazo del
control racional es la gran origina
lidad del surrealismo. Bretón, en el
mismo texto, pronosticó la gran fe
cundidad del método, cosa que ya
podía preverse por sus utilizadores
en el pasado: en pintura, J. Bosch,
cuya obra tiene las características
de fluidez, de riqueza, de magia, que
caracterizan al método automático.
La utilización del método auto
mático nos pone, entonces, en con
tacto directo con el espíritu del ar
tista, eliminando el censor que sig
nific-a la razón. Una gran conquista
del espíritu moderno es haber des
cubierto que la gran potencia crea
dora del hombre, la fuente motora,
de toda actividad positiva se en
cuentra en las fuerzas irracionales
que posee el hombre, que habitan en
el núcleo mismo de su propia esen
cia vital. Los más grandes pensa
dores modernos defienden la jerar
quía de lo irracional, cualesquiera
que sean después las diferencias que
los separen, llámense Bergson, Klages, Freud o Heidegger. Si la f i
losofía se ha lanzado a la defensa
de los factores irracionales de co
nocimiento y de expresión, es el ar
te, el que por su propia naturaleza,
debe estar a la cabeza de este movi
miento de revalorización, un movi
miento que se podría definir como
la lucha del espíritu contra la ra
zón, como lo calificara el malogrado
escritor surrealista Eené Crevel. Es
ta afirmación de la superior jerar
quía de lo irracional es la, respuesta
que debe darse al hombre de la calle
cuando detenido frente a un cua
dro moderno pregunte: “ ¿Qué sig
nifica esto?” . El cuadro moderno
se convierte en un ser independien
te y con vida propia, que no imita
ni reproduce nada. lía cumplido su
misión si determina en el especta
dor un estado de ánimo — absoluta
mente no racional— semejante al
que padeció el artista durante el
proceso de la creación. El espíritu
del espectador se enriquece enton
ces con elementos de calidad tal que
ningún razonamiento puede darle.
Los valores estéticos son vivencias,
y donde hay incapacidad orgánica
para experimentarlas, no hay ele
mento racional que pueda suplirla.
Esto no quiere decir que no sea posi
ble un análisis intelectivo de la obra
de arte, ni una interpretación, pero
son éstas siempre condiciones a posteriori que pueden hacernos inte
ligible el mensaje de un aiúista, pe
ro nunca anular su valor.
á aquí volvemos a encontrarnos
frente a los cuadros de Batlle Pla
nas como espectadores, y como es
pectadores que saben que un artista
nos envía un mensaje plástico di
rectamente a nuestra sensibilidad,
que intenta llegar a nuestra com
prensión por un camino no racio
nal. Nos habla en sus cuadros de
vagas angustias, de ensueños, de
aspiraciones indefinidas, de entes
ideales a cuya grandeza uno quisie
ra aproximarse, y todo esto en un
lenguaje de colores nunca siquiera
imaginados, de azules y grises de
una transparencia sólo posibles en
( Continúa en la pág. 15.)
�caba lga ta
10
( Viene de la pág. 7.)
*
Acaba de Aparecer
H. G. W e lls
A PROPOSITO DE DOLORES
üno de los más famosos escritores ingleses de nuestro tiempo nos hace
asistir a la experiencia atroz de trece años de matrimonio convertidos en
“ el caso de Stephen W ilbeck contra Dolores” . Porque la vida es muy
distinta del amor imaginativo, y tiene realidades imperiosas que el autor
analiza valiéndose de las múltiples facetas del matrimonio como dé un
prisma de singular luminosidad y eficacia que va enfocando a lo largo
de éste que él denomina “ un relato sobre la felicidad y la soledad del
espíritu.
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fractura y en lo social, el escritor
es visto como antes decíamos. ¿Que
queda entonces de su responsabili
dad? Para un escritor que sabe que
su misión y su tarea es aclarar y
combatir la confusión de los valores
humanos, se le crean conflictos real
mente dramáticos. El representa el
cada vez más raro tipo humano li
bre, o por lo menos liberable. Su
creación es descubrimiento y es tam
bién dominio de la realidad. Pro
voca la intensificación de esa reali
dad, y es fiel a su responsabilidad
en la medida que ayuda al hombre
a reconciliarse consigo mismo y con
los valores que le toca vivir.
En el mundo de hoy, más que
nunca, el hombre corre peligro de
ver definitivamente asesinado su es
píritu. Hondas y poderosas fuerzas
le sacuden y constriñen a ceder más
y más terreno. La persona es ata
cada por un desprecio manejado en
nombre de ideas abstractamente le
gítimas, pero concretamente muchas
veces al servicio del mal. Estado,
nacionalidad, patria, estas ideas his
tóricamente muy prestigiosas, son
los infatigables anzuelos. De tales
conceptos se hacen mitos. Se los
convierte en forma de idolatría y
entonces un escritor será, por ejem
plo, un buen patriota y un buen
ciudadano cuando asocia su inteli
gencia no a una lealtad particular
hacia su patria, con todos los de
beres morales que al mismo tiempo
se impone para con ella, sino cuan
do utiliza su espíritu para deificar
la ciegamente y al amor por su
país, une el orgullo, la vanidad, la
sospecha por otro.
Todas las épocas espiritualmente
bien estructuradas se mueven alre
dedor de un ideal humano caracte
rístico. En el Renacimiento ese ideal *
fué llamado “ hombre universal’ 7,
en el barroco el “ cortesano” , la
ilustración francesa “ le bel esprit” ,
la ilustración inglesa el “ gentleman” . Este tipo ideal del hombre
es el guía espiritual de cada época
y la fuerza de sus caracteres es tan
efectiva que es el que da la fiso
nomía de las generaciones. Es que
entonces hay un estilo de época que
todos sienten, viven y lo represen
tan en cierta manera. El escritor,
el “ elere” medieval puede moverse
cómodamente entre ideas y formas
que todos comprenden porque for
man parte de un patrimonio común.
Hoy, esa estructura unitaria no exis
te, y el escritor tiene que luchar
contra una diabólica demagogia que
explota los bienes del espíritu. Cada
vez que un fuerte movimiento re
gresivo ataca al hombre, llámese
guerras cruentas o revoluciones ex
tremas, la disolución se acentúa.
Parecería fatal que una refinada
barbarie anule momentáneamente,
cada tanto, la condición ética labo
riosamente forjada por el hombre.
Por eso es que su espíritu está cons
tantemente en peligro, a veces sin
saberlo, y lo que diferencia al ar
tista de "los demás y lo comprome
te, es que a pesar de todo, seguirá
teniendo fe en el hombre. El pue
blo olvida, y de sus muchos olvidos
han surgido las constancias histó
ricas de locura, y el escepticismo
acerca del valor de la civilización,
para algo más que los alimentos
sintéticos o el “ confort” por men
sualidades. He aquí pues el gran
deber del escritor, más que adular
ocios o proporcionar espectáculos,
a base de extravagancias sastreriles
o capilares.
Creo que la clave de la crisis
actual nos la da el siglo xix, exac
tamente su segunda mitad. La crea
ción de ciertos sistemas filosóficos,
y sus proyecciones en el campo so
cial y del arte muestran el camino.
E l petulante positivismo con la ne
gación de toda posibilidad metafísi
ca, y sobre todo con la. idea, el mito
del progreso indefinido que a todos
embaucó y dejó boquiabiertos. En
lo económico social, asistimos al na
cimiento del gran capitalismo in
dustrial, y es el comienzo de una
inimaginada transformación mate
rial de resultas de la cual todo el
arte es empujado a ser un reflejo
o eco de ese nuevo capitalismo, y
el artista a ser colocado en posición
muy diferente a la que tenía en
épocas anteriores. Se quiso hacer,
M
I
I U LITEBATURA
Jl
en
el
I I I ACTUAL
Por A LB E R TO GIRRI
y en muchos sentidos se lo consiguió*
que el artista cayera en el nuevo
impersonal carácter que empezaban
a tomar las relaciones entre los hom
bres y con la sociedad. E l mito del
progreso indefinido lanzó el cebo
igualitario que sólo traería, a cam
bio de un cosmopolitismo anónimo,
la anulación de la individualidad.
Los artistas más lúcidos escaparon
al canto de la sirena, pero tuvieron
que sacrificarlo todo. Asistimos así
a la formación de un hombre cuya
única ambición tendría que ser la
cordura y el equilibrio temeroso y
trivial. E l estado empieza a ser es
pecialmente deificado y a limitar la
responsabilidad y la individualidad
del ciudadano. Mientras tanto, los
artistas conscientes se dan cuenta
que hay que trabajar para la recu
peración del hombre. Ven que la
ilusión del progreso no era más que
ilusión y que de nada serviría para
la salvación del espíritu. Los fines
éticos se desconocieron o se quisie
ron ajustar a una mentalidad ín fi
mamente burguesa. Hay una baja
política del espíritu que lo convierte
todo en moda. Las modas literarias
que siempre significan momentos de
poca envergadura y, como modas,
cambiantes. Solo se admitió la con
fianza en el poder de la ciencia y lo
que este garantizara y nunca vió
el mundo una afirmación más escan
dalosa de un racionalismo prepara
do para masacrar la existencia de
la persona. Contra esto se levantaron
las protestas de algunos de los es
píritus más profundos del siglo. Ner
val, Baudelaire, Rimbaud. Nerval se
ahorca no por una actitud románti
ca al uso sino para realizar un acto
de fe supremo.
Nerval se ahorca pero su muerte
no es un suicidio sino un asesinato,
el instinto de defensa ante el hom
bre amenazado. Baudelaire especial
mente, tuvo el exacto sentido de su
propia época. Reconoció el peligro
cuando todos bailaban de alegría.
Se dió cuenta de lo que había de
espúreo en las nuevas tendencias,
anticipando muchos problemas en
lo estético y en lo moral. Por eso
dice al respecto E lio t: “ En la mitad
del siglo xix, una época de bullicio
sos programas, plataformas, pro
gresos científicos, humanitarios y
revoluciones que en nada enmenda
ron una época de degradación pro
gresiva, Baudelaire percibió que lo
que en realidad cuenta, es el pecado
y la Redención” .
Baudelaire se dió cuenta que en
ese mezquino igualitarismo, la sal
vación era más difícil porque el in
dividuo no tendría el vigor sufi
ciente como para aceptar la con
denación que implica toda salvación.
El caso de Rimbaud es igualmen
te patético. Escribió sus poemas an
tes de los veinte años y luego calló.
Se han conjeturado alrededor de su
silencio, historias ingeniosas o psicoanalíticas o sentimentales. Se ha
bló de neurosis y de crisis sexuales,
pero con ello no se ha dado en el
blanco. Rimbaud se aleja de París
y en la tierra del negus comercia con
marfil y esclavos, se sumerje en la
pura barbarie, en la barbarie sim
ple, natural, donde él quería ser el
dios rubio ambicioso de oro, pero
en busca siempre de la condenación
y la salvación final. En busca de
una redención por haber sido sa
cudido por las nuevas perversiones
morales del siglo. La salvación en
suma, buscada por las vías que eada
uno eligió es el sacrificio que brin
daron esos tm . hombres. Esto en
el plano ético. En lo artístico se sa
crificaron y renunciaron para se
guir siendo fieles a la gran tradi
ción de los creadores auténticos. No
obstante corresponde al siglo xix un
mérito bastante importante a raíz
de ese nuevo capitalismo industrial.
Este, destrozando las condiciones de
individualidad que hace posible el
florecimiento de un arte cualquiera,
también creo las condiciones para
el desarrollo de un arte de caracte
rísticas cosmopolitas. Por primera
vez en la historia sería posible una
literatura mundial, ya que la bur
guesía mediante la explotación de
mercados mundiales, dió a la pro
ducción y consumo de cada país un
carácter cosmopolita. Las creaciones
individuales en las naciones llega
rían a ser propiedad común.
De las numerosas literaturas na
cionales y locales podría nacer una
literatura mundial. Pero estas con
diciones sólo se cumplieron en pe
queña parte; lo que sí se produce es
la tremenda fractura entre los ar
tistas y la sociedad. Toda la llamada
en Inglaterra época victoriana, es,
desde el punto de vista de sus poe
tas más representativos, una mues
tra del desconocimiento de los gran
des problemas del hombre. En ese
momento de barbarie cuyo eufemis
mo circunstancial la llamó edad del
progreso, se procuró ocultar celosa
mente cuanto se refiriera al hom
bre. Se modifican y empobrecen has
ta un grado increíble las relaciones
entre hombre y hombre. Gran parte
de la literatura practica la evasión
hacia un pasado menos complicado
políticamente y moralmente más in
genuo, tal Walter Scott. Se vuelve
a una poesía narrativa, legendaria,
que evocó el pasado a los países le
janos rodeándolos de misterio. Poe
sía impersonal donde tanto nos en
contramos con largos poemas narra
tivos, como con baladas donde se
cantan episodios nacionales. Fué
“ La Leyenda de los Siglos” de V íc
tor Hugo, fué Tennvson saludado
como el poeta máximo de la Reina
Victoria, y que narró las leyendas
de los caballeros de la Tabla Re
donda, fué el famoso Mathew A r
nold narrando poemas de asuntos
legendarios como “ Empédocles en
el Etna” . Norma de esta época fué
que todo lo material quedara tapado
por una máscara de idealismo. Mu
chos poetas y no entre los menos
dotados, pusieron su imaginación al
servicio del engaño, de la triviali
dad y la mera efusión sentimental.
Eso dentro de un marco de pulcri
tud cortesana y abundante almidón
en los cuellos de los poetas, en la;,
enaguas de sus musas hijas de ban
queros, y almidón en todos los ce
rebros. Siguieron deliberadamente
en un mundo alejado de la reali-dad. En un mundo de ninfas y la
gos y mujeres fantasmales. Y sin
embargo, merced a esta traición ni
siquiera lograron salvar el arte que
tanto invocaron porque no hicieron
más que retórica y hoy sólo huelen
a humedad y musgo.
Afortunadamente, siempre hubo
dos clases de escritores y ante ellos
el pueblo reacciona de manera dis
tinta. Es típico el caso de Hugo y
Baudelaire. Podría admitirse de un
modo general que el grado de difu
sión que el poeta gana durante su
vida, está en relación inversa con
la profundidad de su obra. Mien
tras que Baudelaire fué en su época
escasamente valorado y su obra so
metida. a un proceso, símbolo de lo
que estaba sucediendo, vió, poéti
camente hablando y como pensador,
cuanto había de mentido sórdido y
peligroso para la salvación del hom
bre en la seudo infalibilidad de la
ciencia, y la fatalidad de un mun
do racionalizado hasta la imbecili
dad. Víctor Hugo, se erige en el
Júpiter y es condecorado y venera
do. Y o me pregunto hasta que pun
to era legítima ante la gran poesía
1a. adoración por Hugo, en el mismo
momento en que “ Las Flores del
M al” era escarnecida ante los tri
bunales franceses y se veía en Bau
delaire un empresario de endriagos,
vampiros, magia negra y otras lin
duras aplicadas a la poesía. La res
puesta no es dudosa. Hugo es el
responsable, el exponente visible de
la poesía permitida, sonoramente
accesible
( Continúa en la páS- D ' l
�cabalgata
Z M T I lv d lO
EL
“3 T
ARTE
ABSTRACTO
Por JUAN JACOBO BAJARLÍA
osé
Mimó Mena o la voluntad del
color. Así podrían empezar estas
Jlíneas.
O bien : Mimó Mena o el
impulso condicionado a la visión cro
mática. E l aliento pluralizado en los
colores. Vertebrado en los arcos de
un cielo que es su misma expresión.
Optimista como sus azules. Rígido
dios expresivos. Copiar, por tanto,
un desnudo, o un objeto cualquiera
con su dimensión de profundidad
— o sin ella— ya no plantea ningún
problema de realismo. A l contrario.
Es un asalto contra la verdad, por
que el pintor ha hecho de fotógrafo,
empleando su mano como instrumen-
i
II
Este juicio es válido para toda la
labor del artista. Sólo cabe una mo
dificación. Y es la que podría hacer
respecto de su último cuadro. Aquí,
el planismo es más dinámico. Las
tintas, completamente planas. La es
tructuración, connaturalmente ar
mónica.
Tales son, a mucha prisa, las ca
racterísticas de este pintor que un
día resuelve su destino en el cuadro
abstracto sin tener a su lado ningún
artista que le acompañe. Porque él
estaba solo en Venezuela cuando
resolvió abandonar la pintura figu
rativa para lanzarse a la concreta.
Allí, en un medio hostil, o más bien,
hostilizado por la crítica, esa crítica
que jamás entendió nada, abandonó
sus éxitos para cosechar sonrisitas.
Pero ya sabemos qué cosa absurda
es la crítica y quiénes forman su
legión. Esto jamás le preocupó a
Mimó Mena. No ignora, quizá, que
el crítico, como decía Romain Rolland en uno de los volúmenes del
Juan Cristóbal, sólo debe limitarse
a consignar el triunfo o la derrota
de los autores. Luego, nada más.
Porque algo más sería una extrali
mitación. Es por ello que aquí, en
Buenos Aires, no halló críticos por
que éstos debían consignar sus ex
celencias. Y consignar sus excelen
cias era un tanto difícil, porque en
la Argentina, a pesar de su gran
movimiento de arte abstracto, no
hay críticos que entiendan esta pin
tura. Y si los hay están comprome
tidos con la reacción estética que
ataca todos los días las manifestacio
nes revolucionarias del arte. O si no
son pintores fracasados que sólo
•pactan con aquellos que han de de
jar su nombre en la losa enternecida
de algún cementerio. Las lágrimas
se unen, así, en la vida y en ia muer
te. ¡ Curiosa anagnórlsis!
Mimó Mena es, por tanto, un hom
bre de su tiempo. Un pintor en el
dominio de sus medios expresivos.
No estará mucho entre nosotros. Pa
sará pronto a Santiago de Chile y
a otras capitales. Después regresará
a Venezuela, maravillado por nues
tra pintura. Por nuestra gran pin
tura. Luego contará. Sí. Contará.
Contará lo que vió aquí. El deslum
bramiento de los grupos vanguar
distas donde caben todos los talen
tos. Todas las inteligencias, vengan
de donde vinieren.
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Q
Mimó Mena. Composición abstracta.
( Viene de la pág. 10.)
como sus amarillos. Pero exaltado
siempre. Y algo más. Libre de toda
sujeción a la naturaleza. Apocalíp
tico con todo lo que no signifique
oponer la creación pura a la forma
que integra su esclavitud en el mo
delo. He aquí, por tanto, la dimen
sión de este artista hispano-venezolano que visita Buenos Aires.
Ante todo, fué un pintor figura
tivo y surrealista. Y antes que nada
un dibujante de calidad. Simple co
mo Picasso. Leve como Matisse. Pe
ro un día resolvió abatir su propia
ciudadela. Fué en 1944, allá en Ca
racas, cuando produjo su primera
composición abstracta. Había que
colocarse en los carriles del tiempo
y grabarse una de las máximas de
Van Gogh: o avanzar trabajando o
perecer. Desde entonces trabajó. In
tegró su dimensión en el arte abs
tracto. En este arte que todos com
baten. En este arte que no debe lla
marse abstracto, sino concreto. “ El
arte abstracto — dice Piet Mondrian
en A new realism— es concreto y,
por su determinado medio de expre
sión, aun más concreto que el arte
naturalista” . (V . American Abs
traed Artists, 1946). Es concreto,
agrego yo, porque la pintura em
pieza a valer por sí misma como tin
ta plana en una superficie plana.
La naturaleza bidimensional de la
tela exige un contenido bidimensio
nal. Y esto sólo se cumple en el arte
que debemos llamar concreto. Pre
tender otra cosa, oponer una figura
o una representación, es estar contra
la realidad. Es reaccionar contra el
realismo de los medios específicos
que caracterizan la dialéctica del
cuadro. Porque el realismo en pin
tura, digámoslo de una vez, se obje
tiva en función directa del último
proceso tendiente a mover sus me
to receptor y olvidando que hay una
máquina que reproduce la realidad
en su color y en su tercera dimen
sión. Por otra parte, al realismo se
le confunde con el naturalismo. Y
los que están por la reproducción del
objeto olvidaron también que la má
quina fotográfica acabó con la re
presentación de la naturaleza por
parte del pintor. Ahora o se es fotó
grafo o se es pintor. Si se prefiere
ser pintor, nada de copia. Hay una
superficie bidimensional cuya dia
léctica indica una pintura que tam
bién debe ser bidimensional. He aquí
el realismo. La nueva realidad.
Mimó Mena está, pues, dentro del
gran arte. Trabaja sobre planos di
vididos en zonas, e inscribe los co
lores en una estructura un tanto ex
presionista, cosa que está reñida con
el planismo. Emplea, asimismo, la
tercera dimensión, acercándose un
tanto a Werner Drewes y Alice T.
Masón, lo que también podría obje
tarse si se considera el relieve y las
hinchazones del color. Considero que
una pintura planista, concreta, sólo
debe contener tintas planas. O, en
otros términos: la materia debe par
ticipar de la naturaleza plana de la
superficie. No obstante, la pintura
de Mimó Mena es de calidad. Las
anécdotas — abstractas— se condi
cionan a una visión de sumo equili
brio en la composición. El suceso
plástico se articula, por consiguien
te, en relación con un tema cromá
tico sin figuración alguna, como no
sea la de ciertas curvas que inter
fieren la composición para suavizar,
a veces, los colores cálidos, o bien
para darle más dinamismo a los
compuestos. No es nada más que un
recurso estilístico, muy de Mimó
Mena. Le sirve para enriquecer los
hallazgos formales de la obra.
¿Quien resiste hoy los fastidiosos
y petulantes versos de “ La Leyen
da de los Siglos” , donde desde el
primer hombre hasta el juicio final
los episodios se mueven al son de
trompetas y falsa majestad hasta
llegar a sus honestas visiones del
futuro? Lo que hoy puede leerse de
Hugo es apenas parte de su obra.
Quienes sienten que la poesía, no es
entretenimiento sino conocimiento,
quienes creen que la poesía es la
búsqueda de la esencia del ser, des
angrándose, sacrificándose, quienes
saben que la poesía no es ni lenguaje
simplemente evoeador, ni falso sen
timentalismo, ni líneas iguales de
palabras para envoltorios de cara
melos, ni está al servicio de cancio
nes subsensuales, pueden ver que la
poesía, la verdadera poesía, le ha
dado la razón a Baudelaire frente a
Hugo. El escritor tiene la obliga
ción de practicar fuertes virtudes y
en primerísimo lugar ser fiel a su
arte a pesar de cualquier obstáculo
o aparente destierro. Debe ser ade
más fiel a la tradición. No me de
tengo por ahora en la cuestión de
si la tradición se hereda o se con
quista. Lo fundamental es compren
der que en cierta medida esencial
todos los grandes artistas que hubo
en el mundo, son nuestros contem
poráneos y a todos hay que conquis-.
tarlos. Además esa familiaridad de
vivir en la tradición así entendida,
es lo que prueba la salud espiritual
del escritor, pues esta tradición im
plica un sentido histórico, enlace
con el pasado porque lo que le hace
el escritor consciente de su tiempo
y de su obra, es su relación ideal
con los modelos que lo precedieron.
Mejorando el valor de su arte, en
sancha el escritor su influencia y su
autoridad en lo social. La indiferen tener de permanente para el hom
cia moral, la pérdida de la concien bre. Por eso dice Leonardo que la
gran condición del artista es saber
cia de su misión, son sus pecados
capitales. E l no puede permanecer ver. Ahora bien, de ese proceso crea
indiferente a eso que Berdiaief ha
dor participa el público, la socie
llamado vocación social, puesto que
dad, pues comprender una obra de
lo social está profundamente liga arte es algo más que un esfuerzo
do a lo espiritual. Debe luehar por
pasivo, es repetir y reconstruir el
una situación que facilite el cultivo
proceso creador que le dió vida.
de su arte y no que lo abogue. Por
Ese saber ver de que habla Leonar
su libertad en suma. Deben servir
do, el escritor lo demuestra en la
a la justicia con su pensamiento
captación de las formas y en el fino
libre. No se trata aquí de una visión
y exacto testimonio que es capaz
teórica de la situación. Demasiado
de dar de su tiempo. Cuando ter
bien hemos visto en los últimos vein minó la primera guerra mundial un
ticinco años que puede esperar el
viento de euforia, de falso optimis
escritor de sistemas sociales donde mo, y fe en la infalibilidad de la
todo parece moverse con, una ame razón del hombre, volvió a engañar
al mundo. Volvió a engañar porque
nazante pistola en la sien. Y su
importancia tan grande como insus se insistía aún en la ninguna im
tituible no se basa tan sólo en razo portancia de los elementos irracio
nales. El hombre — pensaban— se
nes ético sociales sino en otras de
orden estético. Si es función del
repone, su razón vale y domina.
arte trasmitir emociones no podrá
T. S. Eliot, contempla entonces
las ruinas de ese mundo, humeante
el artista cumplir con ese fin entre
gándose al juego de los sentimien
todavía de destrucción y meticulosa
tos. Eso será sentimentalismo, no
barbarie. Esboza una leve e irónica
arte. Trasmite la emoción de las sonrisa ante el mito del progreso y
la ciencia, que una vez más prome
cosas y de la vida del hombre, por
eso no imita sino que descubre la
ten asegurar la bondad del hombre,
realidad y esa realidad la brinda
y escribe luego los versos inolvida
bles de “ The Waste L and” . La
intensificada. Si el único punto de
tierra desierta, el páramo, eso es lo
partida con que el hombre contara
que del mundo iba quedando:
fuera el científico tendríamos una
visión del mundo incompleta, mu
¿Que ruido es ese que vibra alto en el aire,
tilada, porque la ciencia es abstrac
susurro de material lamentación?
ción o sea empobrecimiento de la
¿Que hordas encapuchadas son esas que
realidad. En el arte no existe esa
[hormiguean
por llanuras sin fin, tropezando en tierras
abstracción, es algo muy concreto
[ resquebrajadas
pues toda la materia existente pue
Sólo anilladas por el raso horizontef
¿Que ciudad es esa sobre la montañas,
de ser tratada artísticamente, por
Chasquidos y reformas y explosiones en
que la intuición artística es lo que
[el aire violeta
mejor nos revela las formas. Cual
Torres que se derrumban?
quier hecho, cualquier escena pue
den en sí no tener^ mayor interés,
Eliot, opone en su significativo
pero en cuanto interviene la intui
lenguaje, la verdad ética a la mención del artista, la vemos en su pe
culiar profundidad, en lo que puede
(Continúa en la pág. 12.)
�Una buena organización produce mejor
calidad , y no aumenta los costos por
que eli?nina los gastos improductivos.
• I M P R E N T A
L O P E Z
al servicio del libro
P E R U
666
•
B U E N O S
AIRES
Habla para C A B A L G A T A
Don JOAQUIN TORRES
U AN DO el je fe de R eda cción nos
de que don Joaquín T o
rres acababa de regresar de su ex
tensa gira p or A m érica, intuim os que
sería m uy interesante para los le c
tores de C A B A L G A T A con ocer las
im presiones recogida s p or el acredita
do lib rero m ayorista.
Porqu e, además de los candentes
problem as que afectan al lib ro ar
gentino, y de los cuales el v ia jero
nos podía hablar, existía el “ caso”
Joaquín Torres, que es tod o un caso,
o lo era, m ejor dicho, hasta hace p o
co. M ás de veinte años vendiendo li
b ros al por m ayor, más de on ce tra
bajando con las prin cipales librerías
d el Continente, y, sin em bargo, hasta
hace p oco tiem po T orres no había
efectu ado ni un solo viaje p or A m é
rica, es decir, p or los países alejad os
d e éste, pues conocía m uy bien las seis
R epúblicas vecinas. La extraordinaria
la bor desarrollada p or él desde Buenos
A ires d ice bien a las claras cóm o, ba
sándose sólo en una perfecta orga n i
zación com ercial, a través de los años
lleg ó a situarse entre los prim eros de
nuestros libreros-ed itores.
— El viaje, p royecta do desde 1940,
tenía para m í doble interés — com ien
za dicien do nuestro entrevistado— :
saludar a todos los lib reros de A m érica
y ver de cerca cóm o evolucionan los
graves problem as que afectan al lib ro
argentino. Tam bién tenía deseos de
pasear un p oco y un anhelo fervien te
de con ocer bien todas las repúblicas
herm anas de este continente. Y así lo
h ice em pren dien do viaje directo a
Ecuador, y siguiendo a C olom bia y a
todos los países centro-am ericanos, pa
ra continuar p or M éjico, Estados U n i
dos, las islas del Caribe, para term inar
en V enezuela, catorce repúblicas, en
total, con 36 ciudades visitadas. He pa
sado cuatro m eses recorrien d o catorce
países. Si me hubiese decid id o a alar
gar la gira, necesitaba el d ob le de tiem
po. Para realizar una la bor realm ente
proficu a , se necesita un año ju sto pa
ra visitar tod o el C ontinente de punta
a punta.
— ¿Q u é im presión global trae de su
v ia je?
— Si m e perm ite com enzar hablando
de Joaquín Torres, lib rero-ed itor, pues
diré que he en con trado en todas pa r
tes herm anos y am igos más que clien
tes reservados. L os prin cip ales lib reros
de los países visitados — unos qu i
nientos— han ten ido para con m igo
atenciones que nunca olvidaré. Existe
m ucha sim patía p o r nuestra firm a y
en con tré una gran corrección , sin ex
cep cion es, in clusive cuando se trató de
C in form ó
resolv er los problem as pendientes, que
no eran pocos.
— Y en cuanto al lib ro argentino,
¿vu elv e usted tan en cantado?
— ¡No, p or cierto! Persiste la in cer
tidum bre; arrastram os aún las co n
secuencias de la paralización p rod u ci
da hace dos años p or la falta de
bodegas. Las m ontañas de lib ros acu
m uladas en nuestra Aduana se des
plazaron a los países de destino; los
lib reros están inundados de paquetes
que con tien en m iles y m iles de tom os,
cantidades su periores a las dem andas
de cada m ercado.
Joaquín Torres
— Este problem a, grave, ¿se com p li
ca p or la falta de divisas?
— En efecto. Persiste, y aumenta, la
falta de m oneda extran jera en casi
to d o el continente. Cada día se p r o
ducen nuevas restriccion es y, al no
p od er liquidar las cuentas antiguas,
los lib reros cada vez ven más lejana
la posible norm alización.
— La casi total supresión de los
servicios de novedades ¿se debe única
m ente a esos dos factores?
— A ñada usted, que tam bién han
con trib u ido a e llo el abuso en que
in cu rrieron algunos editores al enviar
tal cantidad de lib ros que p rod u jeron
la asfixia de m uchos lib reros; ello p ro.
v o có crecien te antipatía p or el lib ro
argentino en general, y, desgraciada
m ente, hay quien ha llegado a criti*
carnos con saña p or tal falta de es
crúpulos. No escapan a la crítica
algunos de los agentes v ia jeros que
re corrieron el C ontinente llevando,
casi siem pre, lib ros de editoriales in
escrupulosas y hasta alguno de ellos
engañando a no p ocos libreros.
— O sea que el ansia de vender. . .
— El ansia de vender p rovocó la
avidez de m uchos libreros, que se en
candilaron ante los grandes descuen
tos y las liberalísim as facilidades de
pago que se les ofrecían. AI estacio
narse los libros en sus estantes, r e
accionaron de ese absurdo, tom aron
represalias y decidieron no pagar; he
aquí el resultado de la inconsciencia.
— D íganos abora, señor Torres, para
hablar de un problem a m enos grave,
¿qu é ha constatado en cuanto a edi
ciones clandestinas?
— ¿P roblem a m enos grave? No. h om
bre; el asunto es muy serio. En el
Continente existen varios fo co s piratas
— com o antaño— ; en materia de li
bros, M éxico es el principal. A llí se
piratea tranquilam ente edicion es ar
gentinas y españolas. Por desgracia,
las edicion es clandestinas se en cu en
tran en las m ejores librerías, que com
pran con grandes descuentos, com o
es lóg ico, lo que representa una com .
petencia ruinosa para el lib ro argen
tino.
— Según nuestros inform es, se tiende
a legislar contra ello en M éxico, ¿es
cierto?
— L o es. P ero sobre ese asunto creo
que m uy p ocos serán los resultados,
salvo que, a grandes m ales. . . No o l
vide añadir que en algunos países se
m e han qu eja d o tam bién de “ nuestra”
piratería editorial. “ L os argentinos no |
tienen derech o — dicen — de acusar
a nadie.” En Buenos A ires han ocu rri
do casos con cretos de edicion es clan
destinas que fu eron en cu biertos o si
lenciados. S ob re ese punto m e perm ito
recordar que propuse solucion es cuan
do era m iem bro de la Cámara del.
L ib ro; hasta h oy sin resultado, y bien
p oco se escu ch ó la campaña contra la
piratería que h ice en mi revista “ Nue
va Juventud” .
— Pese al panoram a som brío, ¿cree
usted en el fu tu ro del libro argentino?
— H ilvanando im presiones, llegu é a
B uenos A ires con v en cid o de que n ú es-»
tros envíos al ex terior se reducirían
en un 50 % . P ero ahora, ante los
constantes aum entos de costo, cada
vez va a ser más d ifícil coloca r lib ros
de edición argentina. No podem os o l
vidar que llegan ya norm alm ente a
todos los m ercados libros españoles,
m exicanos, franceses, suizos, italianos.
Adem ás, en los países del Caribe se
leen m uchos lib ros cien tíficos y té c
n icos en idiom a inglés. C laro que el
com p etid or más califica d o, com o siem
pre, es España, que intenta recuperar
sus posiciones.
— ¿C ree usted, en suma, que la in
dustria editora argentina va a ser des
plazada de los m ercados continentales?
— No p odem os suponer tal cosa. S e
guirá ten ien do un pie en ellos con
firm eza. P ero sólo enviarem os al ex
terior un 25 % de lo que rem itíam os
los pasados años. Las com plicacion es
serán m ayores si algún día, orientando
su política de cam bios, España logra
que el dólar se cotice a 20, 25 ó 30
pesetas, en lugar de las 10.95 a que
h oy se paga la m oneda norteam ericana.
— L os p recios del lib ro argentino,
visto su crecien te aum ento, ¿son o b
je to de q u eja ?
— Ya lo creo. L os lib reros se asustan
p or el aum ento de p recio de nuestros
lib ros. Una sana p olítica exigía editar
co leccion es económ icas, realm ente e c o
nóm icas, pues las grandes masas de
p osibles com pradores de A m érica tie
nen p rom edios de vida bien bajos,
com o es sabido; los recien tes aum entos
de la industria gráfica com plicarán
aún más las cosas en un fu tu ro no
lejan o.
Del ESCRITOR...
(Viene de la página anterior)
tira de los paños tibios de la retó
rica. Los hechos de los hombres no
se complican con la luna. En Eliot
encontramos, al hombre de nuestro
tiempo, el pobrecito animal sobrevi
viendo casi por milagro en el mun
do que él se encargó de construir y
que creyó perfecto. Parece una hu
millación, pero la actitud de Eliot
es la desesperada necesidad de que
el hombre vuelva a su centro aun
que sea por los caminos más tor
tuosos. El poeta opone a la miseria
de la ciencia, el camino de una mís
tica y una santidad nueva. Parece
complacerse en tomar al hombre por
el cuello, hacerlo hincar y restre
gar luego su cara, su hocico, con
tra el estiércol que la soberbia ra
cionalista ha sembrado y hecho ger
minar para su propia destrucción.
Eso fué después de una primera gue
rra mundial y sin embargo el ciclo
de la burla sangrienta aun no se
había cumplido. Todavía los altos
intereses del mal necesitaban más.
Primero fué la. tragedia española y
luego la última y más admirable
exhibición de locura sostenida du
rante cinco años, desde luego que
siempre en nombre de la definitiva
liberación del hombre. El escritor,
el poeta, no podían quedarse en su
casa, ya habían tenido ejemplos
agazapados o evidentes. ; Que había
sido la vida espiritual en Alemania
durante el naeismo? ¿Que sucedió
en España? El término resistencia
no tiene un significado puramente
militar, eso es lo de menas. Es que
para el escritor ya no hubo defini
tivamente, manera de seguir hablan
do de flores, como no sea con amar
ga ironía:
A yer las riñas teológicas en las tabernas
7 la cura milagrosa en la fuente
A yer el aquelarre; pero hoy, la lucha
A yer la instalación de dínamos y turbinas
La construcción de líneas férreas en el
[ desierto colonial
A yer la clásica conferencia
Sobre el origen del hombre. Pero hoy la
[lucha.
A yer la creencia-en el %alor absoluto de
[Grecia
La caída del telón sobre la muerte de un
[h éroe;
A yer la plegaria al sol cuando se pone
Y la adoración del loco. Pero hoy la lucha.
(W . H. Auden “ España” )
Salieron los escritores, los poetas,
a pelear por España y a morir en
la trinchera o manejando un ca
mión. Muchos gerentes, y golfistas
millonarios, magnates de no impor
ta que, se sorprendieron del hecho
insólito de los poetas peleando. Se
sorprendieron, si el miedo de que
salpicaran de sangre y barro las
puertas giratorias de sus casinos,
los dejó, al ver al poeta ser el ca
marada, el hombre de carne y lá
grimas verdaderas. Porque cumplían
su misión dando su vida como habi
tantes de este mundo y como re
F rente a la obturación de los m er.
presentantes de lo mejor que el hom
cados, a la falta de divisas, a la
bre
es capaz de hacer. Y ese puñado
supresión del servicio de novedades,
de individuos en los que descansa el
a la com peten cia, al aum ento de nues
porvenir cultural del mundo pelea
tros precios, en fin , a los graves p r o
blem as que in ciden en el norm al des
ron por un ideal de vida o lo que
a rrollo de la industria d el lib ro ar
aun quedaba de él. Su resistencia
gentino, el redactor casi no se atreve
fué
defender al hombre de la bar
a preguntar a don Joaquín T orres si.
razonablem ente, ve algún rem edio p o- i barie que quiso convertirlo todo en
sible para tanto mal. N o obstante, in j masa, simplificando hasta lo absur
s in u a m o s .. .
do los tipos humanos.
— ¿C ree usted que se vislum bra al
Y sin embargo, una de las acusa
guna solución que resuelva los graves
ciones que debieron soportar y aún
problem as planteados?
— ¡Está usted lo c o . . . o me hace adi
soportan los escritores es la de que
vino! — nos responde rápido— . Por aho
ellos no se acercan al pueblo. Los
ra no v eo soluciones, com o no las ve
que así piensan, quisieron resolver
nadie para los graves problem as que
la
cuestión mediante una verdadera
ensom brecen el m undo.
traición, cual es la del arte al ser
— ¿N i recu rrien do al m ercado in
tern o?
vicio de la propaganda. Se trató de
— El m ercado interno, bien trabaja
que el arte saliera de lo que tiene
do, puede resolver parcialm ente los
más
característico, o sea de sus for
problem as. Con dedicación , buena pu
mas, para convertirse en el eco de
blicidad, ayuda oficial, y un gran es
píritu grem ial, tal vez llegarem os a
cosas cuyos intereses no eran artís
coloca r en el país el 50 % de nuestra
ticos precisamente. Por otra parte,
prod u cción ; con ello, cuanto m enos,
con igual legitimidad puede soste
salvaríam os los gastos de costo.
nerse la tesis contraria o sea de que
— ¿Una últim a palabra?
— Sí. Para rendir un tributo, desde
lo que se presencia no es el aleja
las páginas am ables de C A B A L G A T A ;
miento de los escritores ante el pue
tributo de adm iración y agradecim ien
blo, sino el fracaso del pueblo ante
to a ese puñado de libreros de A m é
los escritores. La historia, de la lite
rica, verdaderos héroes, enam orados
de su oficio, que batallan sin descanso
ratura y de cualquier arte suminis
p or la causa del buen lib ro argentino,
tra excelentes argumentos para am
del cual debem os d ecir que pu ede
bas
posiciones. Quiero expresar con
ponerse, orgullosam ente, al lado de
esto que cuando se habla del pro.los m ejores produ cidos en los países
de habla hispana.
blema de la relación entre el escri
F. A.
tor y el lector, la responsabilidad
en esa relación es recíproca, es com
partida. Ambos, están implicados.
Xo me parece exagerado creer que
el encuentro en la creación literaria
del escritor y el lector, es un ver
dadero milagro. La literatura es lu
gar de reunión de dos almas dijo
alguien. Y ciertamente el escritor
está ante numerosas almas a las
que su obra quiere hacer vivir, de
modo que la pasión por la vida, por
la belleza o la verdad no sean sim
plemente palabras. Está el escritor,
ante hombres cuya historia invisi
ble, es la historia de una sed con
tinúa que no tiene donde satisfa
cerse y que puede terminar por ma
tar. ¿No es entonces un milagro,
lograr una fusión, merced a la cual
un hombre puede recrear lo creado
una vez por otro hombre?
Pero si a esto le llamamos mila
gro es por su relativa frecuencia.
Ciertos medios de civilización que
en sí serían muy útiles, se encargan
de proseguir 1a. tarea de igualar los
espíritus, barbarizándolos. Medios
tan poderosos como la cinematogra
fía y la radiotelefonía. El cinemató
grafo en lugar de estimular la ca
pacidad imaginativa, y enseñar a ver
o adivinar la virtud mágica de las
cosas está orientada para estructu
rar una mentalidad y un espíritu
“ standard” . Para darle al cinema
tógrafo, una fórmula de validez co
mercial se han menospreciado las
posibilidades de la imagen como tal,
y lo que podría haber sido un es
pectáculo milagroso, un misterio
profano, es apenas otra forma vul
gar de evasión, una forma de vida
posible, sin má.s valor moral que el
folletín novecientista, ni más eficaz
que cualquier estupefaciente. Con el
lenguaje sucede lo propio, se lo
quiere despojar de sus elementos
propiamente artísticos y creadores.
De esto se ha encargado la radiote
lefonía. Asistimos a im verdadero
empobrecimiento y anarquía del len
guaje. Se confundió el estilo fami
liar con la vulgaridad y se creyó que
la precisión, la economía y la pureza
nada tienen que hacer en la expre
sión dirigida a los grandes públicos.
Ya vemos los resultados. “ La radio
— dice Denis de Iíougemont— mo
dificó la función esencial y poderes
del lenguaje, permitiendo que las pa
labras se separaran del rostro y del
medio en que fueron pronunciadas.
Nuestra civilización está amenazada
por la más grave enfermedad social:
la charlatanería” . De esta supera
bundancia de palabras surge una
desvalorización. Pues en rigor, no
es superabundancia sino el uso cons
tante de mil o dos mil palabras que
puedan servir para la intercomuni
cación más urgente y. nada más. Las
palabras son símbolos de cosas y de
los matices y cambios de las cosas,
pero hoy no parece muy variado el
repertorio de cosas que quieren de
cirse. ITay en todo individuo un mí
nimum de apetencia estética que es
imposible anular por completo y la.
radiotelefonía, y el cinematógrafo eti
lugar de desarrollar esa posibilidad,
la entretienen y disminuyen. Si a
estos hechos agregamos otros me
nores tendremos que la responsabi
lidad de una buena relación entre
el lector y el escritor no es sólo de
éste. El lector, suele ser perezoso en
el esfuerzo, a menudo no parece com
prender que lo verdaderamente ar
tístico no siempre es fácil de captar,
que la comprensión es recreación,
retorno a la intuición que ha hecho
nacer la obra, es decir que también
requiere un esfuerzo. Por eso pre
fiere lo anecdótico y lo documental,
prefiere lo que se designa con una
palabra hoy de m oda: lo objetivo.
De como se lee podemos deducirlo
ante la manía simplemente infor
mativa aue nadece la cultura de
hoy, de la difusión increíble de las
antologías y libros de trozos elegi
dos. Los hay de todas clases, en pro
sa. en verso, por temas, etc. Y la ma
nía condensatoria v la pereza llega a
la aberración de libros condensados
en quinientas palabras. Parecería
que hay que llegar a la conclusión
desconsoladora, de que el mundo no
necesita, no quiere necesitar de los
escritores, ni de la poesía, ni de la
literatura. En todo caso, es trivial
querer seguir considerando al escri
tor como un ser desconectado de lo
�15
£ abaigata
E l C hiquillo
b l a n i; o
Cuento Por LUIS MERIKO REYES
llamaban Leonarda, aunque nadie sabía con precisión si ese nombre
era el suyo. A l mirarla inmóvil, con la faz sonriente y los ojos per
didos en su propia ensoñación, podía relacionarse su cabeza^ con la de
un león sucio y maltrecho. Cuando reía, sus mandíbulas y sus/ dientes
anchos y amarillos, presagiaban un extraño mordisco. La impresión se
desvanecía al escucharla vocear los diarios, uno generalmente, pues ca
recía de permiso municipal, con afán infantil lleno de indolencia y
capricho.
Atenida, a lo que sus amistades
cuando los dolores la encarcelaron
laboriosas querían darle, corría de
en una jaula de crueles rebanadas
y la hicieron gritar: “ ¡No puedo
trás de los transeúntes con un ejem
más, Mooocho! ¡Mátame, Moooeho!
plar del periódico en la mano iz
¡Quiero m orirm e!” Ordenes que El
quierda, alargado como una bandeja
Mocho cumplió llevándola a un hos
y regresaba, sin dejar de sonreír,
pital, donde le extrajeron un chi
al banco de piedra donde pasaba
quillo rubio, igual a ella, tan dis
el día.
tinto del padre como un huevo de
Si la pequeña hazaña se frustra
una castaña.
ba, la repetía con frívola tenacidad
Más dueña que nunca de su son
hasta que el transeúnte más impre
risa impávida, volvió con el crío
visto satisfacía su oferta.
envuelto en pañales, obsequio estos
Próximo a ella trabajaba su ma
últimos, de las señoritas católicas,
rido, E l Mocho. Le venía el apodo
a su cuartucho. La guiaba El Mo
de que no tenía orejas. Había nacido
cho solícito, dando pasos cortos, co
con ellas tapadas, carentes de lóbulo
mo si caminara sin avanzar con sus
y de pabellón, recogidas y arruga
piernas habituadas a la plenitud de
das en su cabeza.
otros esfuerzos.
Pero E l Mocho sabía leer y hasta
Escasa leche brotaba de sus pe
copiaba con lentitud las actas del
chos, prematuramente flácidos y po
sindicato de lustradores, al cual él
co berreaba el chiquillo en demanda
tampoco pertenecía, huérfano, como
de su alimento, pero tenía la piel
Leonarda, de permiso municipal.
blanca como nieve, tan blanca que
Leonarda tenía el cabello rubio,
se hacía transparente en la zona
algo oxidado, tan largo que le al
de las orejas perfectas, libres de la
canzaba los hombros. Sus ojos eran
herencia mocha de su padre, y sobre
de un intenso color añil qne hacía
su cráneo inmenso rebullía una pe
pensar en un cruzamiento no muy
lusa trigueña que Leonarda acari
distante de razas nórdicas. Mezcla
ciaba con deleite, como si pasara
que efectuada al revés, gracias a la
los dedos cargados de fluidos sen
unión de ella con E l Mocho, produjo
sibles por la superficie velluda de
la hinchazón de su vientre y el
un durazno.
hecho molesto de que caminara des
— Es lindo mi chiquillo — mur
acompasada pregonando, eso sí, con
muró
risueña sin albergar ningún
acento eufónico, como si llevara va
otro sentimiento, proyectada con
cías las entrañas.
sencillez hacia el más simple de los
Su labor anárquica, a la caza del
estados de ánimo.
dinero que no querían ganar los
E l Mocho miró ’ al niño rubio,
otros, se t^ornó más pesada. Su vien
furioso contraste a su rostro more
tre se extendió hacia adelante como
una proa sudorosa y turgente, has no y pálido; a su mechón oscuro
caído sobre la frente y sin anticipar
ta que el trabajo se hizo imposible
caricias ni melindres, salió a la
calle.
El dinero tenía que ganarse
que no sea su mundo personal. A l
con prisa después de tres días sin
menos él supo ver y vió lo que está
trabajar, preocupados del nacimien
sucediendo. Posee el sentido de la
to del famoso crío que no se le
continuidad de la tradición como
parecía como tampoco se parecía él
antes dije, es guía y busca condu
a Leonarda.
cirse como tal, pues no puede ne
Fué un buen día y las monedas
garse que a pesar de todo, su len
cayeron al 'cajón para lustrar zapa
guaje privado termina por incorpotos que le prestaba su amigo El
> rarse a todos, ni que los suicidios son
Terrible, con gozosa frecuencia;
actos de fe. Saben muy bien ellos
siempre hermanados un peso con
que el arte es una gran incógnita,
otro peso de acuerdo con la nueva
una gran aventura donde se les irá
tarifa. Además, el buen día estaba
la vida y donde nadie les puede ga
hermoso, claro, abierto y perforaba
rantizar nada.
la diáfana y fría atmósfera, el sol
Y sin embargo insiste, porque ese
de invierno que inmovilizaba en los
es su privilegio, pues en rigor
bancos de piedra a los transeúntes
¿ cuántas son las cosas por las cuales
como reptiles frente a una flauta.
un hombre estaría dispuesto a mo
Trabajó sin descanso hasta que
rir? No son muchas pues, para la
los cielos se arrebolaron y los gru
dignidad de la muerte no todas las
pos de nubecillas detuvieron sus ma
actitudes o empresas son eficientes.
tices volubles y cálidos, detrás de los
La poesía es una de las pocas ocasio
ramajes esfumados de los árboles y
nes. Si un hombre se agrega tor
de los metales de las sombrías es
mentos como hombre y como artista,
tatuas.
por algo será. La economía vital
Estaba oscuro cuando guardó en
del poeta está regida por un orden
el cajón su frasco de tinta, sus
muy distinto al del hombre vulgar,
trapos y escobillas y su caja de ne
su peligro, su jugarse a diario con
gra pasta, que él sabía gastar en
la aniquilación está en 'que su crea
forma imperceptible, dando la im
ción va más allá del placer estético.
presión de que cubría y recubría la
Es el problema del ser, es esa alta
superficie del zapato, pero sin en
indagación surgiendo mediante la
señar jamás el brillo dorado del
irremplazable experiencia llamada
fondo. A l fin todos les oficios re
poesía. ¡Que pueriles parecen las
quieren su inteligencia. . . Alzó des
acusaciones de orgullo de soledad,
pués la vista, ahita de mirar cueros
de torre de marfil y otros lugares
más o menos iguales y experimentó
comunes de los semicultos que opi
dentro de sí una sensación agri
nan ! Escribir no es una actividad
dulce, semejante a la dicha y a la
divertida ni mucho menos, sobre
pena, que podía resolverse en una
todo cuando lo que mueve es una
carcajada, en una palabrota y hasta
convicción. Si el artista es capaz
en un puñete.
de ver más y mejor que los demás,
Determinó volver al cuartucho sin
éstas no pueden ob1igarle a que ado
pasar por la cantina luminosa don
re sus dioses v se quede en lo más
de sus amigos so chanceaban sin que
inferior del mundo. Es tonto con
él lograra, muchas veces, compren
fundir lucidez con soberbia.
derlos.
Bien o mal el escritor seguirá
Meditaba en que mientras Leo
siendo un reflejo del mundo que lo
narda
no pudiera trabajar, vocean
circunda, su creación es descubrir
do
diarios
ajenos y revistas cuyos
y mostrar ese mundo y si los demás
nombres
no
sabía distinguir, nadie
se dejan arrastrar por ilusiones más
más
que
él
debería procurarles el
fáciles, la culpa no será de él.
alimento. Después ella se quedaría
AI.BESTO Q irri .
Mago ate 1948
eon el chiquillo en un banco, mien
a
L
tras él cazaría pesos en lo que fuera,
tuerto o derecho, limpio o sucio.
De ese modo organizaba sus ocupa
ciones futuras, pero, entretanto, re
cordó que Leonarda y el chiquillo
estaban en el cuartucho y que era
preciso apresurarse con el fin de
ganar la delantera a los camaradas
que dormían allí mismo y que lle
gaban a botarse en sus payasas sa
turados de fatiga y alcohol.
La noche comenzaba a enfriarse
y el viento helado le raspó la nuca.
“ La lesera de bañarse tan seguido
me está fregando ’ ’, pensó. Ansioso
de obtener dinero se bañaba en lu
gar de sus amigos notificados por
los inspectores de aseo y les vendía
en seguida el comprobante. Aquello
duraría mientras no lo sorprendie
ran o hasta el momento 'en que un
delator se vengara de cualquier co
sa, acusándolo. Aceleró la marcha y
se introdujo en un almacén de co
mestibles. Un buen día merecía fes
tejo y compró dos botellas de vino
y una caja de sardinas que, junto
con la harina tostada que Leonarda
atesoraba en el cuarto, completarían
la abundante cena.
Ella lo aguardaba tranquila, son
riendo de esa manera tan propia
que apenas recortaba las comisuras
de su boca, y caminando pausada
alrededor del fuego donde hervía
la tetera con agua.
— Se lo ha llevado llorando — dijo
Leonarda y mostró a la criatura co
mo una maquinilla que no supiera
manejar— . Y todavía no me baja
la lech e...
El Mocho observó sus labios y
las miradas se eruzaron sobre la ca
beza rubia del crío, guiados por una
fresca sencillez que los impulsaba
como niños hacia un nuevo y di
fícil juguete. Este lloraba en una
esquina del camastro, cubierto has
ta la barbilla por la frazada sebosa,
de la cual contrastaba como una
luz, con su blusita celeste donada
también por las señoritas católicas.
Un olor denso a cola recalentada
saturaba la atmósfera.
E l hombre depositó en el camas
tro la caja de sardinas, destapó una
botella y se bebió un trago largo.
— Tenía sed — dijo pronto.
Leonarda se aproximó con la ma
no estirada y murmuró entre risas:
— Pasa o ’acá, te lo vai a tomar
to o . . .
Ingurgitó el alcohol haciendo so
nar su garganta y al instante sus
grandes pupilas de añil brillaron
felices.
— El Terrible me trajo un tarro
de leche áeida — habló sin preocu
parse de que El Mocho tradujera
en sus labios— . Me he llevado dán
dole como dijo la enfermera, pero
siempre llora. . . ¡E s más mamón!
De nuevo miraron al crío que
ahora dormía con las manos empu
ñadas fuera de la frazada y con la
nariz brillante de mucosidad.
— Tan lindo mi chiquillo blanco
:—exclamó Leonarda y al momento
preguntó, como ella sabía hacerlo,
al Mocho— : ¿ Vendiste la tarjeta del
baño?
El hombre replicó con un que
jido y empinó otra vez la botella.
— ¡ Dam e! — insistió con enojo
Leonarda y antes de mascar las
sardinas, descontrapesado su cuer
po con el alcohol que regaba su
organismo, se tendió en el camastro,
bien pegada al niño blanco, dormi
do baja la inmunda frazada.
El Mocho empezó a comer en cu
clillas a la vez que bebía con muda
y rítmica frecuencia. Cuando eruc
tó y se limpió los dientes con un
palo de fósforo, Leonarda ya estaba
dormida junto al crío.
El Mocho entreabrió la puerta de
la calle, orinó largamente y borra
cho, de súbito, con el cambio de
temperatura, recorrió balanceándose
la distancia que lo separaba del ca
mastro y cayó aplomado junto al
cuerpo de su mujer. Nada pudo im
pedir que ocurriera lo de siempre,
entre las escamas pesadas del sueño,
en la intimidad sudorosa del estre
cho abrazo. Después el grupo per
maneció indiferente, seguros tal vez
de que El Terrible y los otros com
pañeros de cuarto, llegarían al ama
necer si es que regresaban. El si
lencio de la noche se replegó sobre
los tres y la luz callejera los en
volvió en su nimbo.
De improviso Leonarda despertó
APARECIO!..
É 't T O M O
de la TERCERA EDICION 1948
H ISTORIA
DEL ARTE
p o r José Pijoan
' O' .
•;
UN TOMO DE 552 PAGINAS, ILUSTRADO CON
844 FIGURAS. 25 LAM IN AS EN NEGRO Y 18
EN COLOR IN TER CA LA D A S EN EL TEXTO.
-
'
ES UNA EDICIÓN SAIVAT
y miró a su alrededor. El Mocho
magro y sudoroso roncaba con sua
vidad haciendo un ruido análogo
al hervor de la tetera;- entre los
dos estaba el crío tranquilo, pero
cambiado, sin la blancura rubia que
cimentaba el orgullo de su madre,
negro y feo como el mismo Mocho.
— Me lo han cambiado — pensó
vagamente la mujer, dolorida su ca
beza con las brumas tóxicas, sacu
dido de náuseas su estómago des
provisto.
— ¡ Mooocho! ¡ Mooocho! — gritó
El
pronto con sonriente extravío— .
Está igual a ti el chiquillo. ¡M ocho!
¡ M ocho!
Pero las orejas mochas del hom
bre se destacaban más nítidas que
nunca, im placablem ente selladas.
Leonarda lo sacudió con todas sus
fuerzas, hasta que renunciando a
despertarlo, murmuró angustiada:
— ¡Está igual a ti, Mocho, el ca
bro!— y cayó como una mole, con
los ojos nublados por las lágrimas,
sobre el crío asfixiado.
Indigenismo
y la Novela en América
( Viene de la pág. 16.)
sdlpica su oira, Jesús Lava, el
desenlace da por tierra con la no
vela y el indigenismo literario que
cae por este epílogo. Lo afirma
mos una vez más, en Bolivia las
diferencias de castas son tan mar
cadas que, así uno no se imaginare,
no son principios sociales, sino ver
daderas barreras infranqueables
las que separan una clase de otra.
Una blanca por desprecio que ten
ga de sí misma, no cometería se
gún ella este desatino. Esta es la
herencia, más palpable y defini
tiva con que nos personalizamos
como criollos y seguramente es el
resabio o sello más contundente
con que nos marcó la conquista es
pañola, definiendo nuestra perso
nalidad. Y no solamente en BoUvia, Perú, Chile y Ecuador, sino
en todo el Continente donde to
dos presumen una pretendida no
bleza y aristocracia de origen.
Pero ello no quiere decir que
la novela en América sea una uto
pía sino simplemente circunscri
biéndonos a lo que denominaría
mos corriente indigenista. Dijimos
que ésta se halla en plena ges
tación y debemos esperar nuevos
frutos. En cambio, la novela acrio
llada por el momento es la más
representativa y de la cual son fi
guras descollantes escritores de
muchos países de la América La
tina como Hámulo Gallegos, Eus
tasio Rivera, Giiiraldes, Jorge Amado, Ciro Alegría, Humberto Sal
vador, Albujar, Latorre y otros
que buscan acuciosamente nuestra
independencia intelectual.
Quiere decir entonces, que la
novela americana incide en dife
rentes fases artísticas, con influen
cias extra^continentales, pero siem
pre con tendencia a personalizarse.
Si cada pueblo o raza, de acuerdo
al principio gassetiano tiene una
f isiognómica peculiar, los indoamericanos también así lo demuestran,
persiguiendo este fin como obje
tivo primordial para fisonomizar
la novela foránea.
Esta tendencia a la que denomi
namos “ indigenismo” en libros ac
tuales como “ Sol de Justicia” de
Max Mendoza López, por ejemplo,
tienden demasiado a lo patético y
hasta la exageración, pero ello ade
más de recurso literario obedece a
razones de emotividad. Y, no son
producto precisamente de un tiem
po o de una época socializante; ha
ce un siglo encontramos esta pecu
liaridad en libros como “ Juan de
la Rosa” de Nataniel Aguirre, cu
yo origen nace en la tierra misma,
y en una época de convulsión,
captados con el vigor de libros
rusos, como los de Puskhin o Gogol. Y sin exagerar, haciendo equi
paración adecuada entre obra y
obra y entre tiempo y tiempo di
ríase, hay 'más fuerza revolucio
naria en la obra de Aguirre que
en “ La Madre” de Gorki.
En la actualidad, ha desapare
cido casi la influencia de la no
vela francesa, tan patente en obras
como “ El Hombre de H ierro” de
Fombona, libro de que se dijo era
el “ Madame Bovary” de Améri
ca, para dar paso a la avasallado
ra e indiscutible influencia de la
literatura rusa, cuyos surcos pal
pables en nuestro continente, tam
bién se imponen en Europa, don
de el máximo novelista de la dé
cada anterior, Franz Kafka, fué
como la estrella más cercana a la
gloria inmarcesible de Dostoievski.
A pesar de ello, la novela suda
mericana se peculiariza por su
fuerza descriptiva, tanto en tipos
psicológicos y raciales como en la
descripción de su paisaje. En la
gran novela “ Doña Bárbara” de
Gallegos encontramos este hálito
definitivo de personalidad, así co
mo un gran enfoque psicológico.
En “ Raza de Bronce” , “ La Vo
rágine” de Arguedas y Rivera,
respectivamente, también hay ja
lonamientos indiscutibles. Gallegos
el autor de. “ Canaima” puede ser
el novelista más representativo del
Continente.
En la actualidad Gogol, Puekhin, Korolenko, Tolstoi, Gorhi,
Bunin, Fedeiev, Kladkov, aunque
desordenadamente citados, gravi
tan inevitablemente en nuestras le
tras, su humanismo nos catequiza.
Para evidenciarlo baste citar obras
(Continúa en ta pág. 1¿.)
�cabalgata
14
EL RETORNO
Por MARIO PONTI
N O TA: Un inmerecido azar tipográfico me hace autor, en el N? 17
de CABALGATA, de “ El renegado” , relato de Mario Ponti cuya nota
final debía solamente llevar mi firma. Sigue aquí una vieja prosa _que
Ponti no hubiera publicado nunca, ya que data del período que él deno
minaba “ helenístico” — y que conservo desde los tiempos en que frecuen
tábamos la Facultad de Filosofía y Letras, hacia 1938. La publico, entre
otras razones — que la creo buena no es la menor de ellas— para dar más
peso a mis palabras y para cortar toda esperanza a las redacciones que
me abruman disputándose mi producción en mi “ dolce stil nuovo” . . . y
ajeno.
i
DANIEL DEVOTO
A Marina Biainquielle, née Rui2
Lagos.
Homero, que fué clérigo mara
villoso, y cuerdo y sapiente, es
cribió de la destrucción, del gran
sitio y de la ocasión por la que
Troya fué asolada, tanto que no
pudieron después habitarla. Pero
no dijo verdad en sus libros, no
hubiera podido hacerlo, porque
ya sabemos con certeza cabal que
nació más de cien años después
que se reunió el gran e jé r c ito .. .
Por el contrario, Pares, de quien
oiréis aquí, fué nacido y criado
en T r o y a .. .
Bénoit de Sainte-Maure, Le
román de Troie.
Menipo. Por lo menos, señála
me a Helena, porque solo no po
dría distinguirla.
Mercurio. Este cráneo es He
lena.
Menipo. j Y por esto mil naves
zarparon de toda Grecia, tantos
griegos y tantos bárbaros caye
ron, y arruinaron tantas ciudades!
Mercurio. ¡Oh, Menipo, tú no
la viste v iv a !. . .
El gallo. ¿Y cómo habría po
dido Homero saber esas cosas,
él que entonces era camello en
Bactriana! Te digo que entonces
no hubo nada de sobrenatural. . .
ni Helena era tan bella como
se cree. Y o la he visto: era blan
ca, tenía el cuello muy largo,
tanto que parecía hija de un cis
ne, pero era madurita, y casi de
la edad de H écu b a.. .
Luciano, Diálogos de los muer
tos, 18, y El sueño, o el gallo.
El ruido del combate llegaba ca
da vez más fuerte. Estaba sola. Las
mujeres habían huido: las sirvien
tas, a los barrios bajos, en busca
de los soldados; las esclavas, con lo
que habían podido alzar, quién sabe
hacia dónde. En la otra ala del pa
lacio las mujeres lloraban rodeando
al viejo rey. Por suerte no se acor
daban de ella, aunque nadie hubie
ra podido decidir si era mejor aca
bar a sus manos que ahora podían
dar sueltas a la envidia y los ren
cores de tantos años, o esperar lo
mismo (por lo menos) de un marido
burlado y azuzado por un ejército.
“ Esperar, esperar” — pensó—
“ Esperar siempre” . Por los patios
entraba ya la aurora con el resplan
dor de los incendios. La mujer fati
gada se levantó y se miró en su
último espejo (las esclavas se ha
bían llevado todos los otros, pero
éste era demasiado pesado). Se arre
gló los cabellos, se miró el cuello casi
liso de hija del cisne, pensó en la es
pada corta que podía herirlo, por de
trás, donde comienzan los hombros,
o por delante, donde empieza a na-
Advertencia
En un artículo b a jo mi firm a
“ Rim baud: el ángel y el dem on io”
aparecido en C A B A L G A T A , he in
cluido un párrafo que no me p er
ten ece y cuya proceden cia he om i
tid o sólo por una n egligencia de
m i parte. ” Su perm anente anhelo
de expresar el ser en toda su vi
vencia y la concien cia de su lim i
tación en el tiem po y en el espacio
producía en su sensibilidad un ch o
que d oloroso p or gravitación del
cual v ivió siem pre en ardorosa v i
gilia. Tres llamas tem pestuosas: la
rebeldía, la pasión y la angustia. El
sentido m oral, com o el sentido esté
tico y el sentido religioso, sólo p u e
de m anifestarse con autenticidad y
alcanzar fertilidad y plenitud en el
cam po sin lim itaciones de la lib er
tad” .
C ú m plem e d ejar establecido que
lo s párrafos no son m íos sino del
escritor César Rosales, cu yo n om
b re sólo p or olv id o he d ejad o de
citar en el referid o artículo. R indo
de este m od o h om en aje a su autor,
tratando al m ism o tiem po de repa.
var una falencia.
P ablo R ojas Paz
cer el cuerpo desde la garganta. Su
piel todavía era blanca, de hija del
cisne, y casi tan tersa como antes.
¡ Cómo espiaban las otras las arru
gas ligeras de los párpados, los cír
culos que rodean el ojo, la boca y el
mentón vulnerables! ¡ Con qué bon
dad fingida le aconsejaban leches
y ungüentos, o le reclamaban sus
secretas de belleza, los días en que
el calor o el viento o el amante le
fatigaban los miembros y la p ie l!
La mujer oyó los pasos, el ruido de
las armas, y se adelantó, con los
brazos caídos y las manos contra
los muslos: no las alzaría para de-
tener el golpe. El apartó las colga
duras y entró violentamente, pero
se detuvo en los escalones que baja
ban a la sala. ¿Pensó en su propia
entrada, tantos años atrás, a una
cámara donde la misma mujer lo
esperaba, a solas con él por la pri
mera vez? ¿La vió hilando y tejien
do, mandando a las esclavas, o sol
tándose las ropas con el mismo gesto
cuya ausencia iniciaba todas las
ausencias en sus recuerdos? Ya no
sabía si había ido a castigar o a
perdonar, y se- oyó decirle:
— Helena: ¡ qué hermosa eres, He
lena ! . . .
Y se acercó más. Ella no se movía.
Allí estaba el espejo, que decía la
verdad; y no decía lo mismo que
el hombrq: señalaba el paso del
tiempo, la obra de los días sobre
toda belleza. El le abrazaba las ro
dillas, y siendo el ofendido, le pedía
el perdón. La mujer fatigada vió
entonces todo lo que vendría: ahora
él, después el ejército, desde la ciu
dad hasta el mar, mañana los más
jóvenes; nunca la paz, siempre eso
entré el m undo'y su verdadero ros
tro ya cansado. Y mientras el mari
do celebraba dentro de sí su pudor
de mujer arrebatada del hogar a
traición, Helena de Troya, sola y
de pie, estaba llorando su propia
muerte que la sobreviviría, tantos
años.
Habla para C A B A L G A T A
Don Daniel Cosío Villegas
D RESID EN TE de la C on federación
*
Latinoam ericana de Cámaras del
L ib ro, director del F ondo de Cultura
E conóm ica de M éxico, D aniel C osío V i
llegas n o necesita ser presentado. La
extraordinaria labor realizada p or él en
los últim os años — com o editor tanto
com o principal anim ador de los con
gresos celebrados en Chile y Buenos
Aires— , es am pliam ente conocida. Q ue
dan com o testim onio de e llo las p o
nencias presentadas p or Cosío a esos
congresos p or un lado y el contenido
sustancial del catálogo de F on do de
Cultura E con óm ica de M éxico, una de
las prim eras e in discutibles editoriales
de Hispanoam érica.
La palabra de Cosío V illegas siem
pre es de sum o interés. Cualquier p r o
blem a que se relacion a con el lib ro es
en foca do p or este h om bre de excepción
con ju icio s y argum entos de real va
lor. En sus repetidas visitas a Buenos
Aires, — que él, con agudeza, solicita
que ju stifiquem os con repetidos C on
gresos del L ibro— , este v ia jero in fa
tigable siem pre tiene algo que d ecir al
periodism o.
P o r e llo hem os recu rrid o a su p ro
bada gentileza para que hablara a los
lectores de C A B A L G A T A de alguno de
los problem as relacion ados con el li
bro. Concretam ente, nos interesaba sa
ber la opinión de C osío V illegas sobre
la nueva ley de propiedad intelectual
m exicana, sobre el in tercam bio de li
b ros con España y sobre la falta de
divisas existente en casi tod o el C on ti
nente, problem as que tanto afectan al
norm al desarrollo de los editores ar
gentinos.
Y don D aniel C osío V illegas nos r e
cibe en las oficin as de la sucursal de
F on do de Cultura con esta noticia, in
esperada:
— L e presen to a usted a la nueva
directora de nuestra casa en Buenos
A ires, señorita D elia E cheverri — de
con ocida a c t u a c i ó n universitaria en
nuestro país— , la que ocupará el car
go desem peñado tan acertadam ente du
rante tres años p or el d octor A rnaldo
O rfila Reynal.
—¿?
— Y le presen to tam bién al nuevo
d irector de F on do de Cultura en M éxi
co, doctor A rn aldo O rfila Reynal, quien
se trasladará en breve a la capital az
teca para tom ar posesión de su nuevo
cargo. Y o, p or m i parte, nos aclara
C osío V illegas, seguiré en el C on sejo
D irectivo de nuestra Editorial.
— ¡Nuestra cordial felicita ción a to
dos! — añadimos.
Y entram os ya en materia.
— ¿Q ué pu ede usted decirnos, señor
C osío Villegas, de la nueva ley de p r o
piedad intelectual m exicana?
— En lo que se refiere a ese tem a, al
de la propiedad intelectual en general,
la p rotección de los intereses del e d i
tor latinoam ericano no pu ede ser lo
justa que todos deseam os a causa de
las distintas legislacion es que al res
p ecto rigen en cada país. La nueva
le y de propiedad intelectual m exicana
es, sin duda, su perior a la preced en
te; pero persisten los prin cipales fa c
tores que afectan a ese problem a: v
únicam ente serán solucion ados cuando
jo s editores — com enzando p or los prin
cipales— nos convenzam os de que los
derech os de autor sólo son realm ente
nuestros cuando se ámparan en una
probada com pra de lo s m ism os y no en
legislaciones. A sí lo convin im os en el
C on greso de Chile. D esgraciadam ente,
persisten, y persistirán, los casos de
piratería editorial; que, no lo olv ide
m os, se am para siem pre en leyes v i
gentes en los países don de se produce;
leyes en su m ayoría anticuadas y p r o
m ulgadas en m om entos en que se ten
día, realm ente, a in corporar a los pa.
trim onios nacionales obras de interés
general. L os intentos de acuerdo u ni
versal al respecto (C on ven ción de W áshington, 1946), no han contado con la
adhesión debida de todos los países
afectados p or ese problem a.
— L u ego, la única so lu c ió n . . .
— La única solución, por ahora, con
siste en que los grandes editores de
L atinoam érica sean los prim eros en dar
el ejem p lo y en recon ocer lealm ente lo
d ich o más arriba: S ólo existe una au
téntica e in discu tible posesión de de
rech os de determ inado lib ro y autor
Daniel Cosío Villegas
cuando se basa en contratos legales y
probatorios, no en leyes que, al fa v o
recer a los editores de un país, p e r ju
dican a los de otros que han adquiri
do dichos derech os no sólo con ante
rioridad, sino pagándolos com o es justo.
— Y en lo que se refiere al intercam
b io de lib ros con España, ¿cu ál es su
opin ión ?
— Persisten los problem as tantas v e
ces repetidos: gran desequ ilibrio entre
im portación y exportación a favor de
España, bloqu eo de fon d os y censura
previa para todos los textos que envia
m os a la Península. P or su innegable
im portancia com o m ercado consum idor,
los editores de H ispanoam érica n ece
sitam os del m ercado español; nuestro
acceso a él debe producirse, pues, sin
traba alguna, tal com o los editores es
pañoles lo tienen en toda A m érica. Los
intentos de solución hasta hoy reali
zados no han dado resultado práctico.
Y ya va siendo, hora de que lo den.
Cabe esperarlo, tal vez, de las gestio
nes que actualm ente realiza en Espa.
ña don Julián U rgoiti, quien lleva la
representación de la C on federación La
tinoam ericana de Cámaras del L ibro.
A sí lo m erecem os los editores de este
Continente.
— El problem a de la crecien te falta
de divisas en m uchos países de A m éri
ca, ¿cree usted que tiene solución p ró
xim a?
t u
q u í
C o u sv sU
u u
X om ka Educado
Por O. C. CARMICHAEL
Presidente de la Fundación Carnegie para
el Mejoramiento <le la Enseñanza y primer
canciller de la Universidad Vanderbilt.
educación es la actividad que
ocupa a mayor número de seres
I
humanos en todo el mundo y se ha
a
lla en un estado de expansión ja
más visto. En los Estados Unidos
ocupa la atención completa de un
cuarto de la población en forma
continua. Mientras que el total de
los trabajadores alcanza escasamen
te a 60 millones, la educación sola
abarca más de 30 millones entre
maestros y alumnos. En tanto que
antes sólo estudiaban los jóvenes,
ahora son adultos los que llenan las
aulas en busca de una mayor pre
paración. Tal ocurre debido a nues
tra irresistible fe en eso que llama
mos “ educación” .
Pero con toda nuestra fe y con
todo el énfasis que ponemos en ella,
no hay dos personas contestes en de
terminar qué es, para qué es, o có
mo se adquiere la educación. Quizá
nuestro entendimiento se aclare si
pensamos concretamente, en lugar
de hacerlo en forma abstracta; si
nos dedicamos a bosquejar “ un
hombre educado” en vez de tratar
de definir la educación. Si esto no
ilumina todos los rincones oscuros
de nuestro misterio, debe, por lo me
nos, develar algo en ese sentido.
El primer requisito del “ hombre
educado” es la adaptación, llamada
también orientación o ajuste a su
mundo. Los instrumentos de estu
dio, la lectura, escritura, aritméti
ca; la habilidad para expresar ideas,
el conocimiento del mundo y de sí
mismo, la destreza en la realización
de tareas, todo contribuye a su
adaptación. Ellos son los elementos
esenciales de su equipo. Empero el
“ hombre educado” es algo más que
un “ hombre adaptado” . No puede
constituir meramente una rueda
bien terminada en la maquinaria
social, política y económica de su
sociedad. Debe representar la inte
ligencia que define los propósitos de
la sociedad, la razón que regula sus
movimientos y la aspiración que
proporciona la potencia conductora
del progreso social. En otras pala
bras, debe ser no solamente adapta
do a su universo, con todo lo que
ello implica; sino también inteligen
te, razonable y ambicioso para el
bien común, v sensible a los valores
ya sean espirituales o sociales. Estas
consideraciones generales trazan a
grandes rasgos el perfil del “ hom
bre educado” . Si se quiere que el
retrato sea completo y convincente,
ellas deben ser analizadas y amplia
das.
El saber leer, escribir y calcular
no es más que la llave que da acceso
al tesoro del conocimiento, y consti
tuye, por consiguiente, el primer
paso en el proceso de educación. Con
esta herramienta el hombre puede
comenzar a conocerse a sí mismo, a
su mundo, a su fisiología e higiene,
a sus necesidades y a- su capacidad;
los aspectos sociales, políticos, eco
nómicos, históricos y filosóficos de
su sociedad; y los rasgos físicos, bio
lógicas y astronómicos del mundo
natural. El conocimiento de sí mis
mo, de los congéneres y del mundo
de la naturaleza es lo esencial en la
— No. El problem a es m uy com p lejo;
y afecta a los editores porqu e hasta
ahora se ha vivido, prin cipalm ente, de
los m ercados exteriores. H oy H ispano
am érica su fre más necesidades que
nunca. Existen graves problem as e c o
nóm ico-sociales, que en unos países
presentan aspectos distintos de otros.
El esfuerzo que realizan algunas r e
pú blicas para salvar su econ om ía es
extraordin ario y adm irable. P ero sólo
es posible p rever solucion es a m uy lar
go plazo.
— El Plan M arshall, ¿sería un r e
m ed io?
— Sería una solución tem poral, a pla
zo fijo , para algunos países. Para otros
el problem a no es de créditos, sino do
profu n da tran sform ación en la ex p lo
tación de las riquezas, en los m edios
de vida, en m il problem as graves que
adaptación a das complejidades de
la vida. De tal modo, constituye el
fundamento de la educación, el pri
mer requisito de un “ hombre edu
cado” .
Pero uno no debe ser “ adaptado”
para cierto momento, debe asimismo
ser “ adaptable” , ya que todo a 1
nuestro alrededor cambia. El “ hom
bre educado” debe no sólo poseer
realidades si desea conocer lo que le
rodea; debe ser capaz de deducir
nuevos hechos a medida que su me
dio ambiente varía. Esto requiere
inteligencia, razonamiento e inicia
tiva. Estas facultades solas hacen
posible el ajuste del hombre al cam
biante panorama de la vida.
Se sabe ciertamente que la escue
la y los años de colegio no propor
cionan suficiente tiempo para ad
quirir todo el conocimiento necesa
rio para un completo ajuste. Más
aún, los descubrimientos científicos
van develando constantemente he
chos ignorados hasta ahora. Las
fronteras de la erudición se en
cuentran en fu g a permanente.
Quien sepa todo lo que puede saber
se hoy será un ignorante de todo lo
que se descubra mañana, a menos
que continúe la búsqueda de la sa
biduría, La curiosidad intelectual,
que mueve a uno a profundizar los
conocimientos en busca de más y
más conocimientos, es su ingrediente
necesario para el hombre completa
mente adaptado.
Aquellos que adquieren el gusto
por la erudición durante los años
de estudios o que después continúan
al día en esta' materia, solamente
aquellos pueden ser llamados “ edu
cados” . La flexibilidad mental, na
cida de la continua búsqueda de la
sabiduría, es el signo del completa
mente educado. Pero correr tras los
conocimientos no es sr¡ficiente; ello
debe complementarse con una per
manente actividad en pos de los
principios básicos por los cuales vi
ve el hombre — principios sobre los
cuales están basadas las acciones in
dividuales, principios de conviven
cia democrática— . La adquisición
de principios, filosofía de 1a. vida, es
más importante que el acopio de
materialidades. Estas se evaporan,
mientras que los principios quedan.
Los fundamentos básicos, estéticos,
intelectuales, morales y espirituales,
forman la base del juicio y de la
discriminación y proveen de un sen
tido de estimación sin el cual no se
puede estar bien orientado. Ellos
sirven como ana. guía para el aná
lisis de declaraciones, de otros prin
cipios de conducta, de personas y
de acciones. Son básicos para el ca
rácter, talante, poder e influencia.
Permiten al hombre distinguir en
tre la pobreza y la grandeza de al
ma. Son los elementos indispensa
bles para la efectiva personalidad.
Mas el conocimiento de factores y
principios, la inteligencia y el ra
zonamiento, y creciente uso de estas
tres facultades, no completan el re
trato del “ hombre educado” , va que
el hombre no vive sólo del intelecto,
como no lo hace sólo de pan. Es un
ente social, puesto que habita entre
afectan de raíz
adentro.
la
vida
de
Am érica
— A nte esa realidad, y para no r o
ba rle a usted más tiem po ¿cu ál debe
ser la m isión del editor en la hora
presen te?
-i
— El editor debe seguir editando, cla
r o está, si piensa subsistir. D ebe cuidar
m u cho más sus edicion es; lo cual no
q u iere d ecir que por m ejores se vendan
más, naturalm ente. N o estará demás
que se p reocu p e de lanzar ediciones al
alcance de tod os lo s bolsillos — y que
conste que n o ig n oro lo disparatado de
los p recios de costo del libro— . Y no
olv id e u sted de record a r que, um ver
salm ente, el o fic io de editor sólo da
satisfacciones m uy alejadas de las es
trictam ente com erciales.
F. A.
�ca b a lg a ta
hombres; de aquí que el .entendi
miento social es necesario para su
adaptación. El patán, el individuo
antisocial, el desconsiderado y el
intolerante pertenecen a esa gran
hueste de ignorantes que retardan
el progreso de la raza. Aunque el
censo no agrupe a los socialmente
ignorantes juntos con los otros, su
presencia en la sociedad es, no obs
tante, real, y su bloqueo del pro
greso no es menos serio que el de
sus colegas que no saben leer ni es
cribir. Ser socialmente culto signi
fica, en primer término, estar adap
tado a la sociedad, la habilidad de
vivir en armonía con todos los hom
bres de buena voluntad, cualquiera
sea la raza, el credo o el color. Sig
nifica, además, el conocimiento de
las fuerzas que actúan en la sociedad
—económicas, sociales, políticas y
religiosas— y una actitud que le
permite vivir y trabajar efectiva
mente con ellas. Significa creen
cias, propósitos y convicciones cons
tructivas. Finalmente, significa, no
sólo mentalidad social, sino un sen
tido de responsabilidad social. Es
inconcebible que el hombre adecua
damente ‘ ‘ educado ’ ’ pueda mostrar
se indiferente a los problemas de su
comunidad o de su sociedad. La lealdad y la fidelidad, consideración e
interés social, y los principios por
los cuales ordena su vida son cua
lidades esenciales en el “ hombre edueado” .
Para el completamente educado
no puede pasar ignorado uno de los
más profundos instintos de la hu
manidad, más antiguo que el cien
tífico y más universal. En esta era
mater’alista se tiende a olvidar que
la ciencia y la educación nacieron
de la marcha a tientas del hombre
tras lo desconocido; que la búsque
da de la sabiduría no comenzó sinc
cuando el hombre reconoció que ha
bía en el universo fuerzas que no
podía dominar. Humillado por ese
reconocimiento, comenzó a buscar el
entendimiento por medio de la re
ligión y de la ciencia.
Oliver Wendell Ifolmes dijo una
vez que los hombres pueden dividir
se naturalmente en tres clases, a
saber: hombres de un piso, hombres
de dos pisos y hombres de tres pisos
con claraboyas. ‘ ‘ Los que reúnen
hechos, sin intereses más allá de sus
cosas, son los de un piso. Los de dos
pisos son aquellos que razonan, cal
culan, extraen conclusiones, usando
las cosas de los de un piso como
propias. L o syde tres pisos con cla
raboyas — consignó—
imaginan,
predicen, tienen sueños, su mejor
iluminación proviene de lo alto a
través de la claraboya” . Los verda
deramente educados, entonces, de
acuerdo con Mr. Ilolmes, son los
hombres de tres pisos con claraboya,
cuya imaginación es avivada y su
visión aclarada por los rayos invisi
bles de la Verdad Universal que les
llega desde arriba “ a través de la
claraboya” .
¿ Que más se necesita para contes
tar la interrogante: “ ¿ En que con
siste un hombre educado?” ¿Quizá
solamente reunir los hiles de nuestro
argumento y tejer con ellos un mo
delo en miniatura de un “ hombre
educado” . En primer lugar, debe
ser un hombre de estudio. El cono
cimiento de sí mismo, de su sociedad
y del mundo de la naturaleza, que
lo hace sentirse cómodo en su medio
ambiente, es el primer elemento de
su equipo. La habilidad en el arte
de la comunicación, que le permite
expresar sus pensamientos, es el se
gundo requisito. La expresión justa
indica un alto grado de discrimina
ción en el uso de las palabras, que
es posible solamente cuando el pro
ceso de pensamiento está aguzado
y refinado. La percepción es tam
bién necesaria. La imaginación pa
ra tratar relaciones, la inteligencia
para entender su significado y la
vperspicacia para descubrir nuevos
conocimientos son lo que caracteriza
a un hombre educado. Cuando estas
cualidades están completadas con
una insaciable curiosidad, la pintu
ra del “ hombre intelectual” está
completa. Pero es sólo una parte del
asunto.
Si los intereses intelectuales cons
tituyen la meta inmediata de una
educación efectiva, los intereses so
E l, sentido de la muerte , por José Ferrater Mora. Editorial Sudameri
cana, Buenos Aires. 1947. Rústica. $ 7.50 m/arg.
os modernos poetas y literatos, en una íntima angustia provocada quizá
por la realidad del mundo en que les ha tocado vivir, sienten la A s
piración del destino final, de la anulación del ser humano en la muerte.
Pero sólo pasajeramente intentan penetrar su sentido. Esta tarea está
reservada a los filósofos. En realidad, todo filósofo ha sentido su aguijón
como problema; a veces lo han soslayado, otras lo han enfrentado con
mayor o menor franqueza. Sin embargo,, hay momentos en que se impone
la necesidad de que un recio pensador reconsidere el problema, asimile
logros anteriores, los someta a un fino análisis y nos dé un pensamiento
maduro. Ferrater Mora, entre los pensadores de habla hispana, aspira
a desentrañar, teniendo en cuenta no sólo las reflexiones de los filósofos
sino también las conquistas de los científicos, el sentido de la muerte.
En seguida el lector adivina, no al recolector de ideas hilvanadas
con acierto, sino al hombre de pensamiento propio dispuesto a extraer
el íntimo significado de lo que puede indicar el desaparecer de este mundo.
La exposición es sistemática, en un proceso que facilita la comprensión;
la muerte en la naturaleza inorgánica, en la orgánica y, postreramente,
en el hombre. Ascenso necesario, para que podamos darnos cuenta, en
esta especie de anulamiento que es la muerte, lo que indica para el ser
racional y consciente. Si mal no recordamos, un crítico severo le impu
taba a Ferrater Mora como un defecto una demora excesiva en lo orgánico
y, especialmente, en lo inorgánico. Pero si el concepto de vida, genérica
mente, es unitario, lo es también el de muerte; y no logramos ver la
exquisitez específica del vivir en el ser racional, si antes no percibimos
sus latidos en los seres considerados inferiores* Algo análogo acontece
con la muerte. Vida y muerte en este libro se reencuentran, pues son con
ceptas que se presuponen, lo que quizá podría expresarse en esta forma,
una ontología de lo real y una ontología de la muerte podrán ser, en
cierto modo, una y la misma cosa” (p. 63). Llegamos a un pensamiento,
del que está saturado todo el libro, que la muerte no sólo es uno de los
problemas fundamentales de la filosofía, sino acaso el problema capital.
1 ara adoptar esta posición no hace falta declararse existencialista; in
cluso el vitahsta y el mas decidido optimista tropiezan, quieran o no,
con la muerte como problema. Ferrater Mora nos desarrolla, al buscar
el sentido de la muerte, toda una ontología. No se- trata de explicar el
hecho, evidente, sino el sentido; y éste no se logra, sino en el conocimiento
del ser. Cómo nos dice él mismo cobra verdadero significado una analogía
mortis, yuxtapuesta a la de analogía entis. (p. 70).
En lo orgánico el vocablo muerte adquiere pleno sentido, especial
mente en el hombre. Es el capítulo dedicado a la muerte humana, nu
trido, jugoso, el centro del libro. Se desentraña su sentido, alrededor
de lo qué es y significa la “ persona” . “ Por este motivo hemos dicho
que existe un proceso de individualización del humano morir qué alcanza
su culminación cuando la vida misma del individuo se superpone, hasta
coincidir, con la realidad de la persona. La muerte personal, y aun po
dría decir absolutamente personal, es entonces la perfección misma del
morir y con ello la misma perfección de la vida” (p. 277). Los pro
pósitos del libro pueden sintetizarse en esta conclusión, cuyo íntimo sig
nificado sólo puede ver el que haya seguido sus razonamientos: “ El sen
tido de la muerte sería, por lo tanto, éste: otorgar su humanidad a cada
hombre y, enunciado de un modo más general, hacer que cada casa, por
el hecho de su limitación, cobrara una dimensión y, por lo tanto, la
realidad que le era propia” (p. 285).
El libro de Ferrater Mora está lleno de sugerencias filosóficas y
morales. El hombre, •que ha sido enfocado desde diversos puntos de vista,
aquí es observado, y con acierto, desde su cumbre o final: su humanidad
queda estructurada en la muerte. Que sepamos, el enfoque que realiza
Ferrater Mora del problema de la muerte hasta ahora no ha provocado
polémica; esperamos que así sea, para que ciertas afirmaciones se afirmen,
afinen o aclaren. El libro, precisamente por ser meritorio, es digno de
ser polemizado.
Luis Farré.
L
“ El
m ito , la
leyen da
y
el h o m b r e ”
.
por Félix Molina-Téllez. — Editado
por Claridad. 298 páginas. Cartonó.
$ 10 m|arg.
i-1 ONOCEDOR profundo del alma popular
^ argentina, a la cual ha sondeado a través
de muchos años de viajes y convivencia, Fé
lix Molina-Téllez ofrece con este libro suyo
el mejor ejemplo para una da sus afirmacio
nes: que el verdadero folklorista no es el que
entona las canciones o cultiva las leyendas
sino aquel que utilizando su cultura personal
ahonda en esas expresiones para descubrir
su origen, intuir su filosofía y definir los
rasgos psicológicos del pueblo que las creara.
De este modo,, “ El mitot la leyenda y el
hombre” no es una mera demostración lite
raria sino que por la disciplina utilizada en
su desarrollo constituye una obra fundamental
para quienes deseen iniciarse en este terreno,
cíales le siguen de cerca. La toleran
cia, la consideración y la conducta
social son las características destacables del hombre educado. La ac
titud hacia la vida y el razonamien
to claro representan el aspecto fi
losófico y social esencial. Su flor
más fina es un sentido de responsa
bilidad social básica para la aspi
ración y el progreso humanos, y la
más alta expresión del “ hombre so
cial” .
Estas son, entonces, las califica
ciones que configuran al “ hombre
educado” : 1) erudición, inteligen
cia, razonamiento, imaginación y el
don de la expresión propia; 2) con
ciencia social y un sentido de res
ponsabilidad social, y 3) humildad
en presencia de lo Desconocido. V
sobre todo, un profundo deseo no
solamente de descubrir nuevas cosas
sino de encontrar la verdad que
hace a los hombres realmente libres.
(Publicación
“ The American
autorizada
por
M ercury’ ’ , ex
clusiva para la Argentina.)
pues no sólo explica el instrumental a em
plearse en la investigación: también sistematiza los conocimientos y descubrimientos
realizados por el autor y traza un panorama
amplio de la tradición popular en el Norte
argentino, donde en su adolescencia 6U cu
riosidad de incipiente investigador supo hallar
en la anécdota diaria los primeros elementos
para sus futuras deducciones.
El valor del trabajo de Molina-Téllez surge
a poco de iniciada la lectura, y resalta con
especial fuerza porque no obstante la moda
lidad conservadora del alma popular, que no
olvida nunca las tradiciones, a medida que
pasa el tiempo y nuevos elementos se incor
poran a la vida nacional, más se diluyen las
expresiones autóctonas haciendo penosa la ta
rea del estudioso quien debe emplear toda su
sutileza para distinguir lo real de lo falso
o deformado.
Luego de un análisis rápido de las prin-
15
cipales culturas primitivas desarrolladas en
nuestro suelo, pasa a tratar con detenimiento
la evolución del mito en el pueblo, con citas
do casos recogidos en distintos lugares de
“ héroes” , “ santos” y “ familiares” , forjados
por la imaginación del hombre de mente pri
mitiva, así como las prácticas de hechicería
de seres supuestamente dotados de poderes
sobrenaturales.
También la participación de animales y
vegetales en las expresiones populares mere
cen el interés de Molina-Téllez, que vuelca
una abundante documentación sobre ese as
pecto y contribuye con su aporte personal para
interpretarla. Igual tratamiento merecen en
capítulos aparte las coloridas fiestas del car
naval norteño, con sus diferentes etapas y
modalidades lugareñas, y con mayor profun
didad el problema do la divinidad en la civi
lización chacosantiagueña.
“ El mito, la leyenda y el hombre” señala
un jalón en los estudios folklóricos efectuados
en el país porque contribuye a desenterrar las
raíces más profundas de la mentalidad po
pular: las que corresponden al problema re
ligioso, cuyas distintas actitudes y formas
permiten reconstruir el alma argentina pri
mitiva. Esé es el punto de partida para cualquior empresa científica o literaria, porque
en él reside la esencia de la tradición popular
retransmitida hasta hoy. Molina-Téllez cons
ciente de su responsabilidad, así lo ha en
tendido.
\
«X. A. BRONENBERG ZUCCARELLI
“ V iaje
m u sical
al
p a ís
del p a sa d o ”
,
por Romain Rolland. — Editado por
Ricordi Americana. 203 páginas. Cartoné. $ 10 m|arg.
La apreciación de la música podría redu
cirse exclusivamente a un ejercicio de los
sentidos, pero con ello sólo se cumpliría UJ13
de las finalidades de su creación y quizá la
menos elevada. Pero si, en cambio, nos si
tuamos frente a la música como un producto
cultural, la nuestra será una actitud “ inteli
gente ’ en el exacto significado del término
porque nos permitirá saborear ese algo que
está más allá de la mera audición y que es
el verdadero contenido de la expresión mu
sical.
Una cantata, un cuarteto o una ópera no
son meras composiciones aisladas en el tiempo
ni han surgido en forma desordenada o an
tojadiza. Cada una en sí — y todas las que
se conocen desde que el hombre utilizó el
más rudimentario de los instrumentos para
producir una nota— es producto de una
época y responde a las tendencias espiritua
les y formales de ese momento.
Quiere decir esto que la historia debe ser
un complemento indispensable para el meló
mano culto, pues le ayudará a interpretar el
mensaje contenido en las frases armónicas
do cualquier obra.
El “ Viaje musical al país del pasado" de
Romain Rolland llena ese cometido con efi
cacia; proporciona, en efecto, abundantísimo
material de primera calidad para el mejor
conocimiento de un siglo musical por excelen
cia : el XVIII, en que se opera la crisis que
habrá de originar la música “ moderna” .
Su retrato de Handel, cuya descripción
literaria refleja con exactitud el vigor espi
ritual del sujeto; el de Metastasio, revolu
cionario del drama musical, y el de Telcmann, introductor del estilo francés en la
música alemana, se destacan entre el resto
del material por el brillo de su estilo y la
cantidad de elementos de juicio que suminis
tra a los devotos de esos maestros.
Junto a estas pinturas trazadas con mano
firmo de conocedor, Romain Rolland agrupa
otros dos artículos que ilustran con justez3
similar sobre el panorama musical en que
actuaron sus retratados y otras figuras tam
bién importantes, con especial detenimiento
acerca del origen del estilo denominado “ clási
co” en el siglo mencionado. Y como notas
pintorescas pero no desprovistas de valor, un
comentario sobre una novela cómica escrita
en el siglo XVII por el imisico alemán Kuhnau
para ridiculizar el ambiente musical de su
tiempo, y otro sobre la vida musical inglesa
bajo el reinado de Carlos II, abundante en
pinceladas de fino humorismo.
Sin duda alguna, esta reunión de artículos
de Romain Rolland servirá para robustecer la
cultura musical del aficionado inteligento.
Y nada mejor que utilizarla, como dilecta
compañía, en este viaje musical a una época
que obliga a procurarse un buen cicerone
para no perder detalle de sus estampas.
J. A. B.
vagabundo de l a s is l a s ” , por
Joseph Conrad. — Editado por Emecé.
330 páginas. Rústica. $ 5,75 m|arg.
“ Un
Quien lee un libro de aventuras de seguro
busca en él emociones que le distraigan de
sus pensamientos cotidianos o que exciten
su imaginación frenada por las circunstancias
que no le han permitido desarrollar su ideal
do andariego.
Pero quien tome en sus manos una obra
cualquiera de Joseph Conrad tendrá satisfac
ciones a granel. Tal sucede con “ Un vaga
bundo de las islas” . Dentro del especial esce
nario que le presta el archipiélago malayo,
la acción de su novela gira en torno a un
europeo a quien el destino ha puesto como
un elemento más en el enredado juego de
pasiones, codicias y ambiciones mal reprimi
das a que da lugar la riqueza de esa parte
del mundo.
LISANDRO
DE LA TORRE
por RAUL LARRA
T ercera ed ición de esta apasionan
te b iografía que trae textos co m .
plem entarios. El e jem p la r $ 6.—
E ditorial F U T U R O
JU JU Y 735
Y aquí volvemos a lo que decíamos antes.
La aventura, con todas sus victorias y reveses,
alcanza por momentos la cima de lo heroico
y también de lo patético; empero no se limita
únicamente a la acción sino que va más allá
y ahonda con prolijidad en el estudio psico
lógico de cada personaje exhibiendo sus res
pectivas reacciones.
Las arterías más infames de estos hombres
poseídos por la fiebre del dominio y el dinero
crean un clima que apasiona al lector y io
transporta al borde mismo de la lucha coavirtiéndole, sin desearlo expresamente, en un
inesperado actor. Pero la maestría de Con
rad no se detiene en lo dinámico: hay en la
novela una extraordinaria pintura de mujer
que absorbe por igual la atención del lector
y llega a desviar su interés por la trama
para fijarlo en los episodios donde su figura
femenina se destaca por encima de todo en
su rara lucha por el amor de un hombre d#
raza distinta, lucha en que ambos mezclan
ios raptos de odio más hondo con las expresia
nes más puras y sublimes de ternura.
“ Un vagabundo de las islas” es un torbe
llino de violentas pasiones en medio de una
atmósfera que enloquece a los individuos, del
cual surge la estampa de Aíssa, la muchacha
árabe, con contornos tales que muy bien
puede comparársela con alguna de las pro
tagonistas del teatro clásico. Joseph Conrad
demuestra con ello ser algo más que un sim
ple narrador de aventuras; el retrato de esta
mujer de fascinantes líneas espirituales bas
taría para consagrarlo si no lo estuviese ya
con su estilo fuerte y su cautivante inspira
ción.
J. A. B.
El Indigenismo. . .
( Viene de la pág. 13).
como “ Huaeipungo” de Icaza,
“ Cacao” de Jorge Amado, “ Los
Trabajadores” de Salvador, las
obras de Castelnouvo, Scalabrini
Ortiz, “ Los Siete Locos” de Ro
berto A rlt, novela que fu é en el año
30, una de las revelaciones más
grandes de la literatura argenti
na, demostrando así la verdadera
fuerza de la literatura americana.
E l atormentado Fapini, no tuvo
noticias al respecto, pero ello mis
mo se explica. H ay quienes piensan
como Fapini, desde una torre de
marfil y no se detienen a efectuar
un pequeño análisis, antes de lan
zar aventuradas declaraciones.
Circunscribiéndonos a Bolivia,
Perú y Ecuador, centro nuclear de
la literatura indigenista, aventura
remos juicio. La nueva fisonomía
estética para estar asentada en
bases fundamentales debe nutrirse
invariablemente en los jugos ofre
cidos por esta trilogía de nacio
nes, cuyos escritores van demos
trando su calidad en obras de re
presentación racial y cultural de
su pueblo. Ello es muy promisorio
y halagüeño. De todas maneras, el
indigenismo, como novela y tema
sociológico está latente y ofrece
grandes perspectivas. E s la mo
derna inquietud, que, se impondrá
en América y llegará a Europa
emergiendo del epicentro andino,
que ya ha demostrado en varios li
bros, médida literaria, afán de sur
gir y pasión creadora, totalmente
original y rica en perspectivas.
L a Paz, A bril 1948.
EL MENSAJE PLASTICO DE J. BATLLE PLANAS
( Viene de la pág. 9.)
la atmósfera del sueño. En otros
momentos nos presenta vibrantes
atmósferas doradas y cálidas que
nos hablan de la necesidad de vivir,
de superar la desesperanza en que
está sumido el hombre, o nos mues
tra líneas torturadas que deshacen
rostros con la marca de terroríficas
angustias que parecen retroceder a
las pesadillas infantiles o a los terro
res de razas primitivas. El color ad
quiere una calidad emotiva extraor
dinaria y con elementos simples, sin
estridencias, crea el clima emocio
nal adecuado. El dibujo no es me
nos dócil que el color al deseo de
expresión del artista y así se vuelve
rígido, directo, esquemático donde
domina la angustia, el terror, o la
melancolía y ondula hasta acabar en
la ternura de los arabescos o desa
parecer en los juegos de luces de
los claroscuros cuando por el con
trario las emociones cálidas y exaltadoras dominan el cuadro.
Finalmente una gran síntesis de
elementos polares abstractos y su-
rreales parece realizarse en el artis
ta a raíz de la adopción de la téc
nica de los puntos guías.- el pintor
busca solucionar el problema de su
soledad integrando en la figura hu
mana los elementos de organización
cósmica, es decir fusionar en una
unidad los elementos automáticos
humano-intuitivos con los principios
de una matemática suprahumana de
validez universal. En esta aspira
ción inconsciente el artista coincide
curiosamente con los grandes vi
dentes del pasado y en especial Paracelso, para quien el hombre era
el microcosmos, imagen y repetición
del macrocosmos, idea esta que a
través de Goethe, ha constituido el
fundamento del humanismo moder
no en el que todavía vivimos.
lie aquí en definitiva el mensaje
que nos envía «T. Batlle Planas, un
notable pintor contemporáneo, que
ha sabido buscar la fuente de ins
piración en sí mismo y del cual to
davía esperamos otros mensajes
plásticos, otras ^estupendas revela
ciones de ese mundo de lo maravi
lloso en el cual es explorador.
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P erú 973
B u en os A ire s
�:ahaÍgaía
16
D
F. Kierkegaard son estas pala
bras: “ La verdad radica en la
subjetividad, en la existencia del
hombre’’. He aquí prefigurada la
expresión de Ramón Gómez Cornet.
La aventura contemporánea de la
forma y del color, en sus infinitos
avatares, integran la conciencia de
este argentino, a quien, al cabo, lo
que sobremanera le importa es su
visión personal e íntima de las cria
turas que pinta. El gran combate
entre la estética de la forma y la
estética de la esencia, se decide en
él hacia un rigor que le conduce
del objeto de su pintura al sujeto
de su devoción entrañable.
Formado en años de hervor plás
tico, no le fueron ajenas las expe
riencias cubistas, futuristas y “fauves” , hasta que de regreso a su tie
rra y sentidor del drama de sus
criaturas, se repliega en un hacer
expresivo que lo comprende y lo
trasciende. Gómez Cornet es quizá
el único artista de la Argentina que
resiste un discurrir a propósito de
una expresión con raíces en la tie
rra nacional.
¿Hasta cuándo se habrá de re
petir la frase, en un momento ál
gida, de Maurice Denis: “ El cua
dro, antes de ser una mujer o un
caballo de batalla, es una superfi
cie plana recubierta de colores re
unidos ordenadamente” ? Con este
pensamiento desembocamos en un
deccrativismo peligroso del que ur
ge salir y al cual por cierto le son
extrañas las auténticas virtudes que
dan vida a una obra de arte, esa
facultad de sentir con hondura y
comunicarse con intensidad dentro
de un orden del espíritu.
¿Cómo se alcanza la verdad en
una existencia humana? ¿De qué
modo al ser fiel a sí mismo se res
ponde al propio sentimiento pro
fundo, a esa relación en aue uno
es parte de la tierra de un país e
in te g r a el universo se n sib le de
nuestras realidades y al par de
nuestros sueños?
Toda verdad mora en nuestra in
timidad, y es a esa fuerza que de
bemos acudir. Hablamos de hechos
imponderables que se agitan en
nuestro interior y se expresan por
conducto de un afinado sentimien
to que toma de la materia su parte
ideal, su fundamento esclarecedor.
Ya es el volumen que guía a Gómez
Cornet en su primera etapa, o la
línea en su funcionalidad, pero es
ta creativa lucidez de nada serviría
si el artista no entrara en un orbe
en el que la calidad y la pureza se
alian. Una sensibilidad hecha de
observación y mesura, de sobriedad
y contención, le hacen hallar el hu
mano espíritu que vive en la pe
numbra de la existencia: un tono
melancólico, una angustia macera
da, o la ternura que no ostenta
otras virtudes que su desnudez.
Baste ver las figuras que Gómez
Cornet ha pintado para poder apre
ciar hasta qué punto se identifican
con su figura física, con su propio
y humano linaje. El es como un
viejo tronco santiagueño, remozado
ahora en obras que datan de los
últimos años.
Analizada su obra a ctu a l1, surge
una coherente dignidad recorrida
por idéntica emoción que invade y
señorea en sus óleos, monocopias y
dibujos. Se trata de la unidad que
lo acerca a realidades que el pintor
siente y transfigura: retratos anó
nimos o cabezas infantiles a cuyas
fisonomías concede a veces la cla
ridad de un nombre: “ Muchacho” ,
“ Pocho” , “ T e r e s a ” , “ Mercedes” ,
“Niña” , “ Perfil” , "Cabeza” , "Niña
sentada” . De ese bucear en la tris
te humanidad de esas criaturas, Gó
mez Cornet aporta un mensaje que
se nos ofrece amorosamente some
tido al control del artista. Su pin
tura es estática, tiende a una se
renidad sostenida por un arduo o fi
cio que la vuelve expresiva adhe
sión a las cosas reales, ajustadas
armonías que se manifiestan en la
transición de los tonos, superando
el puro juego — signo moderno—
de los claroscuros. Aquí, es la vi
bración del dibujo y su justeza pic
tórica, o el candor reflexivo, un
rostro, unos ojos penetrantes, un
perfil, unas presencias que cauti
van en su natural delicadeza y de
las cuales fluye un remansado tor
mento. Su materia cromática se de
\
“ Niña” , “Maternidad” , “ Madre” ,
“ Desnudo” , “ Vecinas” o “ Chola” ,—
conducta de creador que ha elabo
rado estas sinceras presencias que
se convierten en ricas existencias.
Estas obras de plasticidad o fuerza
táctil se hacen evidentes en soste
nidas variaciones por la calidad.
Cada monocopia es una experien
cia en donde la materia se torna
hallazgo sensible, cabal compren
sión por dentro de una humanidad
que se define como substancia poé
tica. Y en esta voluntad vemos cómo
el artista diversifica su quehacer
fine a sí misma, sin recurrir a con
tornos, por el instrumento de un
hacer modulado, leal, honradamen
te, sin preciosismos, siempre equi
librado en superficies que buscan la
tercera dimensión mediante una
perspectiva que poco pide al ojo
físico y se atiene al concebir psí
quico, soltándose, por sobre los va
lores, hasta entonar el inédito can
to de un sentimiento moral, sínte
sis de la existencial subjetividad
aludida al comienzo.
Y es en estos años que Gómez Cor
net, artista sensibilísimo, después
A PROPOSITO DE
R
amón
G óm ez C o r n et
Por
ROMUALDO
R a m ó n G ó m e z C o rnet .
de hallar para sus dibujos una lí
nea plástica rigurosa y finísima,
habría de recalar en el acierto que
fundamenta la vida artística de sus
estampas o monocopias. Dijimos en
otra circunstancia que un gran ar
te es ante todo y después de todo
regional: en el grado que penetra
en la tierra de una región alcanza
categoría de universalidad2. Cuan
do el poeta Cardoza y Aragón se
refiere al arte de México y dice
de él que no debe buscarse en mo
tivos épicos y grandilocuentes y sí
en un “tono íntimo, mesurado,
grande de la sobriedad, rico en ma
tices, en pasión contenida” , y que
“ su gusto prefiere los tonos seve
ros, oscuros y graves. Su sencillez
admira y busca las formas sobrias,
delicadas y desnudas” , parece estar
definiendo el arte de nuestro ar
tista. Y nada tiene que ver en este
aspecto el color local — en cuya
exactitud veía Van Gogh una mez
quina precisión— ; estamos en un
plano que supera las sensaciones,
las líneas, las masas, los colores;
entramos subterráneamente en una
zona de nuestro ser desconocido o
recién redescubierto.
Nos enfrentamos de este modo
con las monocopias en negro y en
color de Gómez Cornet. Las prime
ras emergen después que el pintor
ha dispuesto la capa de color sobre
la cual trabaja, obteniendo de la
oscuridad — con sutiles toques —
nueva vida por la luz. En las se
gundas el color es expuesto direc
tamente pintando o, sobre una base
de sepia, viene a iluminarse la fi
gura o composición de raras trans
parencias. En estas recientes obras,
Gómez Cornet marca una buida eta
pa de artista — como puede aquila
tarse en “ La tinaja” , “ Rosa y azul” ,
BRUGHETTl
Chola. Monocopia. 1944.
formal. Si en los óleos mantiene,
necesariamente, la nobleza de la se
renidad de sus figuras, las monoco
pias participan de un vibracionismo que se aparta de efectos y ex
terioridades para v o lv e r s e p u ro
ejercicio de intimidad y confesión
existencial. Así, esas calidades ex
tremas precisan y amplifican la
voz de un artista tocado por una
genuina vivencia.
Sí, razón cabe al danés Kierke
gaard al sostener que “ la verdad
radica en la subjetividad, en la
existencia del hombre” , o en esa
ineludible adquisición de la exis
tencia verdadera cu a n d o ex iste
“ cierta relación con un ser” , según
aclara en horas recientes Guiller
mo de Torre. Ese ser, en el artista
argentino, lo constituye su tierra
de Santiago del Estero, Catamarca
o La Rioja y, hoy, años vividos en
Mendoza de los que trae una luz
que invoca acentos cálidos, nuevo
testimonio que orna el rostro del
país, alquitarada ternura hacia f i
guras de niños y niñas de su origi
nal dedicación que hallan el matiz
diferencial representativo de un su
frido existir y la estructura a un
tiempo sobria y apasionada, ope
rante en una proyección sentimen
tal plástico-pictórica, que bien po
dría definirse como aristocracia de
lo popular. Pero ¡nada de m orfo
logías folkloristas o pintorescas!
Una tierra íntima en el dramatis
m o sin desplantes de sus criaturas
elabora la razón estética que nos
hace vislumbrar un arte de incon
fundible mirar.
1. Exposición auspiciada por la Asocia
ción Amigos del Libro, Salón K raft.
2. Ver mi monografía: Ramón Gómez Cor
net, Biblioteca Argentina de Arte. Edi
torial Poseidon, 1945.
El Indigenismo
y la novela en América
P or
HUGO
BL Y M
arriba. Así, el paisaje circundante
apenas ha sido captado epidérmi
camente, par dar paso a la imagi
la novela de fondo universalista
sin sabor local o continental — re nación y al romanticismo.
Y en realidad, el indio como
calcamos— - Pero la novela indige
sujeto noveladle, es el mejor pro
nista apenas cuenta con reducido
número de simpatizantes. Eviden tagonista que pueda ofrecerse en
temente, hay marcada resistencia una obra americana, Su persona
a esta tendencia quizá por su com lidad es tan grande y definitiva
plicada accesibilidad espiritual a que, cuatro siglos de sojuzgamiento no cambiaron su rudo tempe
los extraños y porque se presiente
será algún día el filón mas i ico ramento, ni tampoco entreabrieron
a los occidentales su m undo inter
en sugerencias y sugestiones in
no o verdadera personalidad,
novadoras en las viejas escuelas
occidentales, por el momento ex
Arguedas, no obstante sus “ nehaustas en jugos creativos. Esta es
g adores” consiguió percibir alyo
la razón más valedera para quie en este escenario ‘‘ bolla” . Su li
nes vaticinamos la corriente indi bro “ Raza de B r o n c e a s í lo de
genista.
muestra, pero el tiempo por una
El criollo, indio y su paisaje cir parte y la consigna dirigida de
cundante, como motivos pictóricos
hundirlo en el fracaso por otra
o literarios, están cuasi intocados.
enmarañaron un ticmjm, tan emo
Ningún pintor, — ni el mismo Pantivo intento. De todas maneras, su
tigoso, tan acertado en sus retra
insurgencia está latente y es por
tos bollas—- podría presumir de
el momento el aliciente más gran
haber plasmado perfectamente al
de para 'quienes interpretan el
indio, tanto en lo objetivo, así co
sentir autóctono y la corriente in
mo en lo subjetivo. Tampoco no
digenista. Una revisión consciente
velista alguno, incluyendo a Ciro
del pasado, en el aspecto literario
Alegría pudo captar el verdadero
hará con seguridad que escritores
“ pathos” del autóctono. Quien
jóvenes y sin odios personales, le
haga su enfoque perfecto, deberá
vanten la antorcha del Maestro
ser un indígena con todas las ca
para seguir esta tendencia tan ori
racterísticas raciales y psicológicas
ginal, patente en Ibáñez, Alegría,
con las que se distingue el hombre
Icaza y otros indigenistas que es
del Andes.
capan a la memoria.
Esta no es una afirmación aprioPor lo general, se toma al indio
rística. De ninguna manera. No
en su aspecto denigrante; se espe
obstante la tendencia natural que
cula con sus miserias morales c
tenemos algunos religiosos de esta
materiales, con más saña que ra
emoción, hemos llegado a esta fi
zón. Se tejen a su sombra, las his
nalidad contundente: El Cosmos
torias más complejas de las que
andino requiere — diremos hablan
seguramente reiría piadosamente
do f iguradamente— también lentes el indígena, si las conociera en su
andinos. Primero por su grandio
absurda interpretación. Conservar
sidad y luego por el frío hieratis- dores por naturaleza, parecen ha
mo do sus hombres, difíciles de
ber nutrido sus principios en las j
auscultar, sobre todo con ojos que
fuentes del pensamiento chino. No
se han abierto a la cultura y al
es exageración afirmar que si fue
arte occidental, cual la tenemos
ra por ellos se amurallarían, entre
cuasi todos los hijos de la Colonia.
sus montañas, a fin de evitar ex
Quienes pretendieron interpre
trañas convivencias cual lo ponti
tar su paisaje hasta la fecha, fra fica Mencio, el conservador más
casaron en el intento. Aparente
grande de la filosofía asiática, con
mente la pampa carece de matices
quienes no solamente deben existir
pero los tiene en todas sus rugosi
nexos materiales, sino espirituales.
dades. Es que, para su enfoque■se
No ha mucho leíamos “ Surumi”
requiere esa interpretación telúri
una novela del poeta Jesús Lara,
ca, planteada por Keyserling. Es
en la que el escritor envuelve a
decir, sentir la tierra en la sangre
los aborígenes en la más sui-geney en el alma. Ya lo dijimos, será
ris de las tramas con que pu-eda
la condición indispensable para to
obsequiarnos un literato imagina
da obra americanista del futuro.
tivo. Habla de un autóctono quien
Hace tiempo, una pluma de en por méritos propios sigue algunos
jundia como la de Víctor Ibáñez,
cursos de primaria. Dice luego de
pretendió ser de las creadoras o
sus huchas cotidianas, con el medio
mejor dicho precursoras del indi
feroz que desea aplastarlo. Da a
genismo, can un libro novelado
entender del abismo inf ranqueable,
“ Chachapuma” y otro inspirado
separando a indios de blancos. Pa
también en la mitología indígena,
ra el caso pinta a la patrono del
en forma de cuentos intitulada
fundo,
como al demonio tortura
“ Aukakallu” . E l entusiasmo del
dor
de
su existencia. Estos odios
autor hace entrever en ambos li
son verídicos, pero lo raro es el
bros al indio, en contra a esa teo
final inconcebible en que concluye.
ría que decanta su inferioridad ra
cial. ^Empero, y a pesar de su bue Es decir, concibe un romance en
tre el indio sojuzgado, conocedor
na voluntad los citados libros no
exacto de su desnivel racial y la
pasan de ser recopilaciones frías
de
su verdugo, que tiene aún más
de leyendas autóctonas, carentes de
seguridad
y orgullo de su condi
ese sabor a tierra y esa emotivi
ción social. Luego desconociendo
dad, tan peculiar en obras localis
los resquemores y odios ancestra
tas en las qué, incluso se patentiza
les peculiares en los indígenas, ha
su gracia en los recovecos delicio
ce que este romance concluya en
sos del estilo; tal puede saborearse
un matrimonio feliz y normal en
en plumas como las de Ricardo
tre enemigos. El indígena, como el
Palma y Modesto Omiste, en sus
negro, gusta de la mujer blanca,
“ Tradiciones Peruanas” y “ Cró
pero no precisamente para el ma
nicas de Potosí” de tanta perso
trimonio. No así la- mujer blanca,
nalidad y originalidad en la li
quien
posee una natural e indis
teratura de América.
cutible
repulsión al indio. Segura
Es que, la obra de Ibáñez está
mente,
esta trama obedece a esa
trunca en su doble intención. Di
influencia
de los “ film s” mexi
remos: ella corresponde a un tiem
po en que el romanticismo predo canos tan poco reales, cuyo epílo
go clásico siempre es el matrimo
minante daba preferencia a libros
nio del peón con la patrono, o
sentimentales tipo “ María” de
Jorge Isaac, donde el romance pri viceversa, muy natural quiza en
México, pero alejado de la reali
ma al color y las sensaciones fo
dad en nuestra tierra.
ráneas. El autor de “ Chachapu
A pesar de las buenas figuras
ma” deriva hacia esta fuente sen
y
escenas de patetismo con que
timcntal respondiendo seguramen
te a la influencia anotada líneas
(Continúa en la pág. 13•)
novela en America tiene in
ZAnumerables
cultores. Es decir,
�
Dublin Core
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Title
A name given to the resource
Cabalgata
Date
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1946 - 1948
Rights
Information about rights held in and over the resource
Derecho público
Language
A language of the resource
Español
Description
An account of the resource
Ejemplares 1 a 21 de los años 1 a 3 de la revista Cabalgata, publicados entre 1946 y 1948.
Dublin Core
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Title
A name given to the resource
Cabalgata
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Año 3, no. 20
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Buenos Aires, junio 1948
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Derecho público
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Español
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Arciniegas, Rosa
Copland, Aaron
Este, Adolfo
Bachmann, Hellmuth N.
Saavedra, Juan
Canaz, Luciano
Bayl, Friedrich
Rojas Paz, Pablo
Girri, Alberto
Este, Adolfo
Bajarlía, Juan Jacobo
Torres, Juaquín
Merino Reyes, Luis
Ponti, Mario
Carmichael, O. C.
Cosío Villegas, Daniel
Farré, Luis
Brughetti, Romualdo
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REVI S TA
ME N S U A L
DE
L E T R AS
Y ART E S
APARECE
EL DIA
P RI ME RO
UE ME S
num era
REDACCION
Y A DMI NI S T RACI ON:
Año lll
1 (B
Perú 973 - Rueños Aires - Telóf, 34-2384
Al a y o
I
« J
Precio del número: $ 0.60 moneda argentina
S u s c r i p c i ó n a n u a l : S 6.50 m on ./arg.
19 4 8
2 a-Epoca
EN El M l f E l S O I l OE
l o i E i i i j. m n o
Por P A B L O R O JA S P A Z
Por JÜSEPH W A R R E N BEACH
transcurrido treinta años desde la
aparición de los primeros poemas de
John Uos Passos y de su primera novela,
One M an’s Initiation (La Iniciación del
'
Hombre). Desde entonces, Dos Passos ha
publicado ocho novelas, un volumen de
poemas y otro de comedias, seis volúmenes
de viajes y comentarios políticos, y cuatro
que tratan de la lucha por las institucio
nes libres en los Estados Unidos, en épocas
coloniales y en nuestros días. Más de veinte
libros escritos en un período de treinta
años por un hombre que ha cumplido ya
los cincuenta.
Tenemos ahora más de veinte años para
digerir Manhattan- Transfer, y diez años
para conocer a fondo lo que universalmente
se considera como su obra maestra, la tri
logía de V. 8. A . En libros como Journeys
Between ITurs (Viajes entre Guerras),
The Ground. W e Stand On (La Tierra en
que Vivimos), y State of the N ati mi (El
. Estado de la Nación), Dos Passos nos ha
expuesto el punto de vista con que mira
el mundo, permitiéndonos estudiar su re
presentación “ dramática” de la vida. Aho
ra podemos enfrentarnos con su figura y
preguntarnos hasta qué punto es grande
su significado para el arte literario.
Lo primero que podemos decir, sin temor
a equivocarnos, es que la obra anterior a
Manhattan Transfer carece de importancia,
que sus volúmenes de viajes y comentarios
no valen gran cosa y que, hasta ahora,
debe el lugar que ocupa en la literatura
a cuatro novelas, M anhattan Transfer y las
tres partes de U. S. A. La única importan
cia de sus poemas es la de recordarnos que
su autor es, por inclinación natural, clara
mente “ estético” ; es decir, que le atrae
lo pintoresco, lo decorativo, lo exótico y
lo romántico, en el sentido en que este tér
mino se aplican a Amy Lowell y John
Gould Fletcher.
La influencia de Cari Sandburg se sien
te con fuerza en M anhattan Transfer, so
bre todo en el lenguaje y disposición de
los poemas en prosa que preceden a cada
capítulo.-.Pero la influencia de Sandburg
no es más que un paso del simple culto a
lo exótico, a la robusta lucha con la reali
dad - de la estética como evasión a la
estética como composición significativa.
Sus primeras novelas cai-ecen de imporf tancia por las mismas razones y son igual
mente interesantes por la luz que arrojan
sobre el temperamento del autor. One
M an’s in stitu í ion y Streets of Nigth (Ca
lles de Noche) nos muestran a un joven
exigente y sensible, que aborrece la cruel
dad y la fealdad, tanto físicas como mora
les, y se da clara cuenta de la fealdad que
existe en la guerra y el sexual ismo. Threei
Soldiers (Tres Soldados) — 1929— es una
de esas novelas que siguieron a la Primera
Guerra Mundial, donde el autor demuestra
su interés por el alma del individuo que
lucha vanamente por librarse de las ata
duras de la maquinaria militar (y social).
Las tres obras nos demuestran claramente^
que el autor no es un novelista nato, en el
tradicional sentido de la palabra, porque
le preocupan más las relaciones del indi
viduo con la sociedad, que la idiosincrasia
v rasgos personales de su protagonista.
Los volúmenes de comentarios políticos
carecen de valor desde el punto de vista
literario. Poro son de gran importancia
para comprender la filosofía social de Dos
Passos y no carecen de mérito. Son buenos
reportajes, porque nos muestran lo que él
La visto —e'i Rusia, en las Estado0 Unidos
H
on
a n
Í
(Conttná-a m ¡a pág. 6.)
frecuencia los biógrafos, al hablar de
un personaje, advierten que nació cir
Ccunstancialmente
en tal ciudad. Esta conti-
J orge L argo . Torero en verde. (Oleo) 1946-47.
(Ver artículo en las páginas centrales.)
EJERCICIO
so br e
TÍHESIAS
Por ALB ERT O GIRRI
Tiresias, soy eterno. Sombra prudente
YO,y sabia,
elegida una vez para decidir que
sexo es el más vigoroso en el deleite; reve
lador de las desgracias de Edipo; amigo y
consejero de Ulises por mediación del poeta
Horacio (—Sátiras— Libro Seg. V ) ; sufri
do viejo de ubres arrugadas palpitando
entre dos vidas*, protejo a quienes buscan
cambiarse gracias al cambio de vestidos.
Todo fraude hay que pagarlo. Cada vez
que acontece, una muerte violenta lo corona
y yo, Tiresias, desaparezco hasta un nuevo
llamado. Eso sí, debemos admitir que las
anagnorisis que presido son valiosas pues
quienes las practican tiñen sus actos, heroi
cos o mezquinos o infames, de inédita inten
sidad y apasionado secreto. Mueren o pro
vocan muerte. A veces caen en misteriosas
e incurables desdichas que consumen len
tamente el alma como sutiles venenos, des-
dichas más destructoras en unas estaciones
del año que en otras. Hay ejemplos. ¿Quién
no me vió, sin reconocerme, en la figura de
hombres hermosos viviendo como mujeres,
para seducir con sus falsas faldas a nostál
gicos marineros y despojarlos, luego de la
infaltable borrachera, gracias a férreos e
imprevistos músculos? ¿Quién no supo de
mujeres puestas en evidencia como tales,
por el indiscreto y asombrado periodista
que las presenta como la mujer-hombre,
honesto y eficaz empleado, fiel cumplidor
del somnoliento deber burocrático durante
varios lustros, sin que nadie se apercibiera
del equívoco? Era yo, Tiresias. En la fili
bustera Jamaica fui el nombre apasionado
de Ana Benny, la irlandesa bastarda que
acompañó a su amante, el feroz Rackham
hasta que lo ahorcaron. Ana vistió eómoda( Continúa <n la pág. /.)
En las páginas interiores, artículos de Eduardo W esterdahl, Juan Carlos I
A l
varo Fernández Suárez, Neu ton Freitas, Rom ualdo Brughetti, Juan Carlos (,hiano,
Denis de Rougemont, Francisco de Aparicio, Miguel Graco, Juan Jacobo Bajarlía,
Murray Schumach, Braulio Sánchez - Saes, Joan Junyer, Robert Graves. Poemas de
Olga Orozco y Gustav Ilegler.
gencia o riesgo de nacer por casualidad en
un punto determinado de la Tierra, tiene
mucho de pintoresco y curioso. Creer que
todo en la vida del hombre está previamente
fijado y pensar que todo sucede de acuerdo
a un plan preestablecido, es cultivar una
excesiva vanidad humana. Pero, al contra
rio, pensar que nada está fatalmente seña
lado y que todo está entregado al azar y al
riesgo, es no aceptar que hay un destino en
la dureza de la roca o en la volubilidad de
la ola. Decir que Roberto J. Payró nació
circunstancialmente en Mercedes el 19 de
abril de 1867, es decir algo muy sencillo,
pero no muy explícito. La vanidad humana
nos lleva a aceptar que no es posible nacer
accidentalmente en ninguna parte; una se
rie de circunstancias hará que lo que fuese
mera casualidad se convierta en casi atina
da coincidencia de accidentales circunstan
cias y motivos lógicos. ¿Qué razón lleva a
los padres de Payró a refugiarse en Mer
cedes? Nosotros no tenemos una impresión
exacta de lo que son las pestes. Nosotros,
felizmente, hemos llegado en un tiempo en
que se habló de ello como de una fábula.
Las pestes que destruían la familia eran
uno de los grandes azotes de la humanidad
y fueron, junto con las guerras civiles, el
azote de Dios, el mal que aferraba a los pue
blos a una remora de terror y a una falta de
capacidad para librar combates con la vida.
Ser argentino es haber nacido con los sig
nas de la nacionalidad en una época deter
minada. A Payró nació con todas las señales
de su tiempo a que perteneció. Que Miguei
Gané, el de -Iuvenüia, nazca en Montevideo
porque sus padres iban huyendo de la ti
ranía; que Nicolás Avellaneda busque, pe
queño, junto a la madre, después de que su
padre fuera degollado, un auxilio en Bolivia, son acontecimientos afines al que Payró
haya nacido en Mercedes. Los padres de Ca
ñé, a quien Payró sobrepasa por sus cuali
dades literarias, fueron a Montevideo bus
cando un ambiente de libertad, es un sínto
ma. y es también un síndrome de la época
el que los padres de Roberto J. Payró aban
donaran la gran aldea buscando un clima
salubre a las puertas de la pampa. Payró
nació a la vida en épocas en que todavía el
suelo es el protagonista de los acontecimien
tos nacionales. Por eso su nacimiento ya
está marcado con los signa, de la naciona
lidad.
A las guerras civiles en que el fuego d"l
odio quemaba la fecundidad de los campos,
a los combates con el epílogo bárbaro de lo
degüellos, a Facundo, de pechó desnudo v
lanza triunfante que pone precio a la nonra
de las ciudades, sucedió la peste fulminante
que produce 15.000 muertes en 145 días. No
hay descanso para la suerte del país. El
hambre, la sequía, la peste se enseñorean
en las grandes ciudades, ninguna de las cua
les quiere ser menos digna en el martirio
que las otras. Y después, otro mal argenti
no, la soledad y no la extensión, como ano
taba Sarmiento. Sería de oír lo que digan
las generaciones venideras en punto a si
falta o no territorio. Pero, esta soledad no
la defiende de los males. Anotemos un daño
más tenaz, más duradero que todo eso: la
lucha con el indio. Yo creo que no hay nada
más erróneo, más equivocado que el sentido
que se ha dado a la educación nacionalista,
al estudio de la historia. Nos han hecho
creer que nuestro país era el más feliz del
mundo, el mejor regado) el más rico de to
dos ; no necesitábamos sino extender la ma
no para recoger los frutos de los árboles
(Continúa en la pág, 5.)
�cabalgata;
quien amaba en el fondo de su corazón. Hugo, ultrajado, se mega a
someterse a las nuevas “directivas” del partido, a dejarse “recuperar
por él. Miembros del partido le matan.
A pesar de su carácter de melodrama, la obra es de una gran be
lleza de expresión y sugiere un patetismo angustioso. La acción se des
arrolla en un ambiente muy Arthur Koestler, muy “Oscuridad al me
diodía” . Los últimos acontecimientos europeos vienen a darle más sigficación y más alcance.
N O I C A
(En un cuadro de Juan Batlle Planas.)
Nunca oísteis su nombre.
Sin embargo, cuando un sueño cualquiera entretejió fosforescentes
redes sobre el rastro del tiempo
Noica estuvo.
Tal vez su cabellera fuera para vosotros la marea letárgica
por donde sube al cielo la primer Navidad
—esa novia que flota con su ramo de cristal escarchado y una cinta
plateada en la garganta.
Acaso sus ropajes fueran para vosotros un ámbito en que caen
lentamente las hojas, las diademas de lianas y de lluvias,
cuando el amor golpea con sus manos el follaje encantado.
Lo cierto es que fué Noica;
la diosa de los seres subterráneos que disponen callando el esplendor
del mundo.
Reconocedla ahora.
Antes que se haya ido para ser melodía de. polvo contra el vidrio,
sombra musgosa de los muros.
Guardadla para siempre en esta misma puerta abierta en el celaje
de los siglos,
donde 6e balancea, despidiéndose,
como la luminaria en el claro final de la arboleda.
Del otro lado yace su reino alucinado.
Nunca entraréis en él.
Juntos se abismarán debajo del recuerdo y del olvido.
UN EPITAFIO PARA JAMES WAITT
(Personaje de la novela de Joseph
Conrad “ El negro del ‘Narctssus’ ” .)
Yo, James Waitt,
hijo del miedo y la impostura,
tenía un cofre con monedas y un infame secreto.
Las monedas resonarán al paso de Donkin, el astuto emisario
de mi muerte,
V el secreto me rozará la cara por los siglos como una rama 6eca.
¿Dónde está el verdadero James Waitt?
En un barco alcanzaba las riberas del ocio
simulando agonías más fastuosas que un incendio en los bosques.
Pero un día la cólera marina silbó sobre su espalda como un látigo.
¿Dónde está el verdadero James Waitt?
En un barco alcanzaba las afanosas islas
simulando un poder más obstinado que las raíces en la primavera.
Pero un día la codicia terrestre esgrimió la verdad como un relámpago.
Lo arrojaron al mar envuelto en un sudario de amenaza y terror
que llamaron plegaria.
¡Piedad para James Waitt,
que conquistó la vida con la faz engañosa de la muerte
y penetró en la muerte con el rostro ilusorio de la vida!
Nadie venga a buscarlo.
Rasguñará en el limo lo mismo que las ratas en la viscosidad
del maderamen,
hasta que el mar lo sorba como a un brebaje oscuro tras la máscara
lisa de una lona.
Nadie diga su nombre para el último día.
James Waitt no tendrá rostro.
OLGA
CARTA
0R0ZC0
DE F R A N C I A
Por
JUAN
SAAVEDR4
obra teatral de Sartre es siempre un acontecimiento literario, mu
las inquietudes de
generación que se
debate en la pasión política. En el Teatro Antoine se ha estrenado y
se representa “Les mains sales”, de Jean-Paul Sartre, que antes de
representarse había dado lugar ya a muchos comentarios, que los ha
suscitado mayores después y que está llamada a interpretaciones y con
clusiones diversas.
La acción de “Les mains sales” ocurre en una Jllyrie independiente,
pero ocupada por cinco divisiones hitlerianas, durante la guerra. E!
gobierno del Regente-reaccionario ha pactado con los alemanes. Se han
creado dos movimientos clandestinos de resistencia, el del Pentágono
burgués y el del Partido Proletario. Primeras derrotas alemanas en
Rusia; el viento cambia. La derrota final del Reich no ofrece duda. El
Regente decide hacer el doble juego. Se entiende con Karsky, el je fe
del Pentágono, y con Hoederer, el jefe del Partido Proletario. Se trata
de hacer un frente nacional de la resistencia. Hoederer está dispuesto,
bajo ciertas condiciones, a esta cooperación que permitirá a su partido
conquistar la participación en el Poder cuando se derrumbe Alemania.
Pero en el Partido Proletario hay otros jefes más intransigentes que
Hoederer. No aceptan ni siquiera provisionalmente tender la mano al
Regente, al Pentágono pequeñoburgués. Puesto que Hoederer se trans
forma en social-traidor, se le designará como secretario al joven Hugo,
hijo de banquero, ingresado en el comunismo por generosidad de alma,
y que acepta, con su fanatismo de neófito, el matar a Hoederer que está
a punto de traicionar la ideología del Partido.
Hugo se instala con su joven mujer Jessica cerca del viejo jelc
revolucionario. ¿Le matará? No, cuando Hoederer le haya explicado
las razones profundas de su aparente cambio. Sí. cuando encuentra a
Hoederer besando a Jessica.
Hugo es condenado a dos años de prisión. En su celda es objeto
de una tentativa de envenenamiento. Puesto en libertad, sabe por la
camarada Olga, a quien a ido a pedir asilo, que el Partido Proletario
quiere suprimirle. ¿Por qué? El no es un traidor. Ha cumplido su piomesa de matar a Hoederer. ¿Qué importa si lo ha hecho por celos pa
sionales? Sólo debe tenerse en cuenta1 el resultado.
Pero Olga le revela la verdad: la ejecución de Hoederer ha sido
un error. Hoederer estaba, sin que se supiera, “en la línea . Algunos
días después de su muerte, Moscú da la orden al Partido Proletario de
Illyrie de colaborar con el Regente y con el Pentágono. Por lo tanto,
Hugo ha matado por nada, estrictamente por nada, a un hombre a
na
cho más si trata de interpretar las angustias y
U
nuestra época, los problemas íntimos de la actual
• El movimiento surrealista lia conocido
constantemente escisiones, discrepancias o
separaciones de sus fieles, que casi siem
pre han ido acompañadas de escándalos
más o menos tumultuosos. Fortalecidos en
el combate contra los demás, conocían
también la técnica de disputarse entre sí.
Ahora mismo la lucha es bastante violen
ta entre los llamados “ surrealistas revo
lucionarios” y los surrealistas a secas, o
amigos de Bretón'. Ambos han expuesto
recientemente sus puntos de vista.
Noel Arnaud, el más destacado y com
bativo de los ‘ ‘ surrealistas revoluciona rios ’ ’, ha expresado así su tendencia:
“ He sido leñador en Venezuela; desde
entonces desconfío de los árboles y en
general de todo lo que permite las me
táforas de desarrollo consanguíneo; la na
riz no es siempre hija del binóculo. Por
esto el surrealismo revolucionario no es
en manera alguna “ una rama del surrea
lismo de Andró Bretón” . Ni de cerca ni
de lejos hay ninguna relación entre el
surrealismo revolucionario Y Andró Bre
tón. Este sólo se representa a sí mismo,
mientras quo el surrealismo revolucionario
define un conjunto de técnicas, un espí
ritu de descubrimiento, un rigor crítico
orientados esencialmente hacia la denun
cia y la destrucción de las superestructu
ras burguesas y hacia una conciencia de
los valores propios de nuestro tiempo. El
surrealismo revolucionario m> puede ser
una rama de un árbol muerto. Está más
bien al servicio de ideas que tienen su
origen en la realidad revolucionaria, en
la acción del proletariado por su libera
ción. Experimental, encuentra sus mate
riales en la realidad objetiva; lírico, se
impregna del movimiento que transforma
el mundo. Olvidaba decirlo: si se quiere
un árbol digamos que es el del materialis
mo dialéctico, que impulsa lejos sus raíces
y altas sus ram as.”
Por su parte, Sarane Alexandrian y
Claude Tarnaud, que publican la gran
hoja surrealista “ N eón” , han respondido
en la siguiente form a: ‘ ‘ Sin nosotros no
existirían los surrealistas revolucionarios.
Son nuestros parásitos. Además, “ surrea
lismo revolucionario” no significa nada.
Es un pleonasmo. Hay bastante revolución
en el movimiento surrealista para que se
tenga que añadir algo. Se nos reprocha
que somos un árbol muerto porque no nos
ocupamos de política. Pero sabemos bien
que someter la poesía a una forma polí
tica, es demostrar impotencia, es no poder
hacer poesía con medios propios... Nues
tra acción social es la exaltación de la
imaginación. Y nuestros medios (mitos,
analogías) son eficaces porque exaltan el
acontecimiento humano, el amor, la rebel
día y no la realización práctica del reparto
de la carne.”
O L L A
• Ya que no se llega a superar la actual
crisis del cine francés por la mejor calidad
de las obras, se trata de resolverla me
diante medidas gubernamentales, adminis
trativas. Va a establecerse una ayuda
temporal de tres años a la industria
cinematográfica, gracias a la creación de
un fondo especial alimentado por una
tasa de 5 francos sobre cada localidad.
Se va también a reducir del doce, que
es actualmente, al 3.50 % el tipo del
impuesto a pagar al Estado. Por otra
parte, se intentará, en virtud de negocia
ciones ya comenzadas, un mejoramiento
de los acuerdos cinematográficos BlirfhByrnes, que tantas protestas han suscita
do. Y eir caso contrario, parece que el
1 de julio se considerarán caducados di
chos acuerdos.
• ‘1Occupe-toi d ’Amélie ’ ’ obtiene actual
mente en el Teatro Marigny un gran éxito,
sobre todo por la magnífica interpretación
de Madeleine Renaud. La obra, que en
español fué traducida por Juan José Ca
denas con el título de “ A ver si cuidas
de Amelia’ ’, lia sido representada bajo la
dirección de Joseph-Louis Barrault, que
después de sus triunfos de ‘ ‘ Hamlet ’ ’,
‘ ‘Les Fausses Confidences ” y “ Le Proeés” se apunta un nuevo éxito con uno
de los mejores vodeviles de Feydeau.
• Los dos grandes premios literarios de
la Société des Gens de Lettres han sido
concedidos este año, el primero a Joseph
Jolinon por el conjunto de su obra y e!
segundo a Henri Clouard por su “ Histo
ria de la. literatura francesa ’ '.
• Se recordará el “ affaire’ - de la fa l
sificación de cuadros de Vermeer realiza
da por Vair Meegeren. El señor De Vries,
director de uno de los más importantes
museos de La Haya y gran especialista
de la pintura holandesa, fué uno de los
peritos que dió como auténticas las falsi
ficaciones.
En una conferencia dada recientemente
en París ha reconocido que fué un enga
ñado, y ha tratado de deducir algunas
enseñanzas de este “ a ffa ire ” . La indus
tria de la falsificación proviene 'de un
excedente entre la oferta y la demanda.
Los coleccionistas, con su avidez y algu
nas veces con su gusto por la especulación,
son los principales responsables de la
estafa de que son víctimas. El arte de la
falsificación evoluciona con el tiempo
Desde el siglo x jx la falsificación es más
frecuente que la simple copia. Por otra
parte, a medida que son más eficaces los
medios de investigación de los expertos
la técnica de los falsificadores también
se perfecciona.
El éxito de Van Meegeren se debió al
cuidado con que confeccionó su primera
P O D R I D A
In g la te rra
C I. teatro inglés ha estado particularmente activo últimamente, presentando,
en el espacio de pocos días, siete produc
ciones, en las que, aparte la reposición de
•‘Troilus y Cressida” , de Shakespeare,
descuella el creciente interés por un teatro
poético moderno. El Mercury Theatre, de
Londres, durante algunas temporadas ha
cultivado eso género, pero ahora otros tea
tros se inclinan hacia el teatro en verso,
y éstos son: el New Lindsey Theatre, que
ha dado “ W interset” , del autor norte
americano Maxwell Anderson, y el Arts
Theatre, quo presenta una obra de un
joven poeta dramático inglés, “ The La
dy ’s not for burning ’ ’, de Cliristophen
Fry. La primera, “ W interset” , dividió
a la crítica, pues, evidentemente resulta
chocante para el público londinense, es
cuchar largas tiradas de sonoros versos en
labios de gangsters y otros personajes del
hampa norteamericana. La obra de Fry,
no ha dividido menos los pareceres, aun
que ha cosechado una mayor parte de
elogios. Al autor de “ The L ady’s not
for burning ’ ’, se le reconocen dotes poé
ticas do original belleza, no carente de in
genio, pero escasamente dramático. El
asunto de la pieza enzarza una bruja con
un joven soldado, en diálogos de muy bri
llante imaginación.
• En la Gimpol Fils Gallery se han ex
hibido pinturas y dibujos del pintor ita
liano Amedeo Modigliani, fallecido en
1920, cuando sqlo contaba 36 años de edad.
• En el Cambridge Theatre se ha estre
nado la ópera en un acto del compositor
británico de 27 años, Anthony Hopkins,
‘ ‘ Lady Rohesia’ ’, ‘ 1ópera traviesa ’ ’, se
gún la clasificación del propio autor, ba’ sada en un libro de leyendas escritas en
verso y prosa, a principios del siglo xix,
por el clérigo R. H. Barham. La obra
compuesta en tono burlesco ha divertido
al auditorio, haciendo preguntarse a mu
chos si el teatro de la ópera es el lugar
apropiado para ridiculizar el género ope
rístico.
Ita lia
• En la revista “ Politécnico” , Elio Vittorini publica una carta abierta al diri
gente de su partido Togliatti, en la que
el primero parece querer dar téimino a
una situación interna llevándola al co
nocimiento público. Escribe el autor de
‘ ‘ Conversazione in Sicilia ’ ’:
“ Mi trabajo no vale más que el tuyo.
Es simplemente distinto. Si yo te reconoz
co el derecho a intervenir eir las cuestiones
de la cultura, te niego el de intervenir
con objetivos políticos, coh medios políti
cos, con argumentos políticos, por presión
o intimidación política.
“ Me niego a hablar de Hemingway co
mo de un pequeño escritor imperialista
que no merece ser conocido. Declaro que
Caldwell, Dos Passos, Richard Wrigth, J a
mes T. Farrell, tránsfugas antiguos o re
cientes del comunismo, han escrito obras
cuyo fondo guarda su importancia revo
lucionaria. Mientras que nuestros simpati
zantes Howard Fast o Robert Maetz no
son precisamente de primer orden.”
U. R . S. S.
e El profesor del Conservatorio de Mú
sica de Moscú, Yuri Shaporin, comentando
la declaración del comité central del par
tido comunista de censura para algunos
de los más eminentes compositores sovié
ticos, manifestó: “ las tradiciones de la
música clásica rusa, han sido olvidadas
en los últimos tiempos por algunos com
positores soviéticos. Desgraciadamente es
tos compositores hicieron alto en la tarea
de desarrollar las< grandes tradiciones
realistas de la ópera clásica rusa. Muradeli, Shostakovich, Prokofiev y otros, no
se preocuparon por el desarrollo de ia
melodía. ’ ’
Como era de esperar, la declaración del
comité del partido ha obrado con rapidez,
la consecuencia que se esperaba. Aram
Ghacliaturian, Vano Muradeli y Serge
Prokofiev aceptaron acto seguido las ins
trucciones del partido que son de “ com
poner música que so acerque más al pue
blo y pueda ser comprendida por é l ' ’.
Prokofiev declara que las instrucciones
referidas ‘ ‘ me están ayudando en mi bús
queda de un lenguaje musical más alle
gado a nuestro pueblo. ” Muradeli declaró
a sus colegas: “ La justa y severa crítica
de mi ópera ( “ La gran am istad” ) me
obligó a pensar en la causa de mis errores.
Reconozco quo tengo la exclusiva respon
sabilidad do ellos y trataré de corregirlos
de todo corazón.” Shostakovich, autor del
“ Poema a la P a tria ” , no se pronuncia.
Esto compositor, el más universalmente
conocido de los jóvenes músicos soviéticos
ya saboreó hace años el ostracismo en oca
falsificación, o sea “ Los peregrinos de
Emmaüs” . Sin esto cuadro, la primera v
única “ obra m aestra” de Van Meegeren.
jamás las otras falsificaciones hubieran
sido aceptadas. Además, los últimos cua
dros fueron “ descubiertos” durante la
ocupación alemana y el patriotismo de
los conservadores holandeses les empujó a
adquirirlos precipitadamente antes de que
cayeran en manos de los alemanes.
El propio señor De Vries, cuando se
descubrió “ Los Peregrinos de Emmaüs”
escribió un ensayo donde demostraba,
principalmente, gracias a este cuadro, la
influencia de Caravaggio sobre Vermeer.
El ensayo fué leído con gran placer por
el falsificador Van Meegeren, pues es
sabido que uno de los objetivos de éste era
vengarse de los críticos.
El conferenciante se vió obligado a res
ponder a la siguiente pregunta que le
formularon: ¿Cómo se explica que este
cuadro le haya agradado a usted tanto
cuando le creía de Vermeer y que después
no le encuentre interés?
A esto respondió en los siguientes tér
minos: “ Esta cuestión me ha preocupado
mucho. P ara responder estoy obligado a
decir que “ Los Peregrinos de Emmaüs”
es una obra de arte, pero que no puedo
considerarla del mismo modo. Sin embar
go, evitaré a consecuencia de esta mistifi
cación de dejarme paralizar por la des
confianza. Es necesario saber obedecer a
nuestro instinto, pero escuchar también la
voz de la razón y sobre todo, no dejarse
influenciar por otros.”
• Jean P’aulhan acaba de publicar una
Antología de la poesía francesa, en la
que figuran composiciones de una carni
cera, de un modelista mecánico, un de
pendiente de comercio, un padre misio
nero, un carpintero, un suboficial del ejér
cito, etc. Paulhan llama a éstos “ poetas
del domingo” , porque ejercen un oficie
al margen de la poesía.
• La Opera Cómica, después de haber
creado “ La Rosa ro ja ” , de Paul Auclere,
acaba de animar “ La Balada de la P ri
sión de Reading’ de Oscar Wilde.
• Veinte naciones han participado en el
Congreso Internacional de Historia Lite
raria celebrado en1 París en el Anfiteatro
Richelieq- de la Sorbona del 30 de marzo
al 2 de abril. El tema del Congreso era:
“ La literatura y los movimientos políticos
y sociales ’ ’.
• La prensa francesa sigue publicando
artículos lamentándose de la poca difu
sión que actualmente tiene el libro fran
cés en los países americanos de habla es
pañola, y sobre todo en la Argentina. Se
sugiere 1‘ una política del libro francés ’ ’
que permita una amplia difusión de éste
en todos los países americanos.
• El Tribunal del Sena ha dado sen
tencia en el pleito entablado por la Aca
demia Goneourt contra Sacha Guitry y el
editor Robert Laffont, por haber presen
tado el volumen escrito por Kleber Haedens, “ Salut au Kentucky” como premia
do por dicha Academia. Sacha Guitry y
Laffont son condenados a indemnizar a
la Academia Goneourt con 700.000 francos.
sión de la representación' de su ópera
‘ ‘ Lady Macbeth del distrito de Mzensk. ’ ’
Ese proceso hará variar criterios y ju i
cios. ¿Se rectificará Pierre Kaldor, quien
escribió en ‘ ‘ Action ’ ’, revista francesa
semanal, un largo elogio de Prokofiev,
del cual traducimos a continuación unas
líneas del párrafo final?: “ Hoy, a los
quince años, el quinto concierto de Pro
kofiev adquiere toda su importancia en
la obra musical del siglo. Es una obra
capital de la música moderna, tanto por
la forma, sólida y sin concesiones, como
por su contenido, por su movimiento y
su pasión” .
AL LECTOR
Este número de Cabalgata sa
le de las prensas a muy elevado
costo, como consecuencia del au
mento de salarios que acaba de
ser concedido a los obreros del
arte gráfica, pero llega a tus ma
nos, lector amigo, al precio habi
tual, portador de la siguiente in
evitable noticia: nuestro próxi
mo número, el que corresponderá
al mes de junio, llevará impuesto
el precio de venta de UN PESO
el ejemplar. Con ese aumento
— del que participa considerable
mente el vendedor— la Adm i
nistración mitigará en parte los
elevados gastos que ocasiona el
mantenimiento de este periódico,
reflejo, cada vez más amplio y
vario, del panorama artísticoliterario nacional.
Cabalgata se encomienda a la
comprensión del lector, median
te cuya cooperación no cejará en
la árdua, intensa y apasionante
tarea de acercar el pueblo a la
literatura y al arte del país, a la
mejor literatura y al arte más
actual del universo.
�cabalgata
vez terminada- la gran gue
rra ios ojos se vuelven hacia
esa tabla de registros que es la
pintura, indagando las últimas po
siciones. Las guerras son lagunas
y ellas por si no apresuran la mar
cha de las artes. Pero delatan un
clima especial y aun cuando los
movimientos que caracterizan la
plástica contemporánea tuvieran
nacimiento en la- edad de oro del
pasado siglo, portando ya los gér
menes del futuro y actual dolor de
las artes, nada tiene de extraño
que después del nuevo resquebra
jamiento de la Europa Central el
ojo avizor del crítico se pregunte
si algo nuevo ha surgido y si el
pulso de Europa tiende a un estado
de construcción, de fe en determi
nados valores o por el contrario el
índice picassiano de la destrucción
total de la insatisfacción y movili
dad permanentes siguen marcando
la ruta do la pintura.
Uno de los países, donde mayor
auge alcanzó el movimiento de des
integración de las formas objeti
vas, con el expresionismo, y el de
construcción de un nuevo estado
de cosas, con el movimiento abs
tracto de pintura absoluta, inicia
do por el genio de Wassily Kandinskv. ruso, pero internacional en
cuanto a las consecuciones de su
arte, fue Alemania, la Alemania
anterior a Hitler. No inútilmente
todos aquellos espíritus que tenían
depositada su fe en los medios de
construcción de que disponía la
época recuerdan aquel magnífico
edificio del “Bauhaus”, destinado
a todas las tendencias constructi
vas del mundo y en el que se da
ban cita- las más ágiles mentalida
des para trabajar en la idea co
mún de legar a las edades siguien
tes el perfil de un estilo.
Allí, en Dessau, en la revista que
publicaba el Bauhaus, orgullo de
la- arquitectura funcional, conocí
las primeras obras de W illi Baumeister, junto a las de Oskar
Sclílemer, determinadas entonces
por la concepción del cuadro como
elemento animador de la pared y
medio integrante del desenvolvi
miento total de la obra arquitec
tónica-.
A partir de esa fecha —1933
data mi amistad con Willi Baumeister, habiendo escrito en el año si
guiente una monografía sobre su
obra. Los datos estrictos sobre Wi
lli Baumeister son los siguientes:
Nace en Stuttgart en 1889. Proce
de de familias de pintores decora
dores (jue dieron excelentes maes
tros durante cinco generaciones.
Estudia pintura con Adolf Holzel.
Recibe más tarde la influencia de
la dulce Francia: Cézanne, Gauguin y Seurat, es decir, la inquie
tud de la pintura. Ya en 1922 está
en los problemas artísticos de Fran
cia. Han pasado los años de la
guerra, en la que tomó parte en la
aviación. La revista “L’Esprit Nouveau” reproduce sus pinturas mu
rales y entonces se relaciona con
Léger, con Ozenfant, con Jeanneret. En 1927 expone en París. Lue
go vuelve a exponer en 1930 y un
año antes de la guerra. Siguen di
versas exposiciones en Alemania.
Expone en el Museo de Arte Mo
derno de Nueva York y en el año
1935 hace su primera exposición en
Italia. Aparecen sobre su obra
grandes monografías y trabajos
que recogen importantes juicios
críticos de Grohmann, de M aldemar George, de Zervos, de George.
de Diissel, de Hildebraandt. de Lé
ger, de Le Corbusier, etc.
Ha sido profesor de lá Kunstschule de Frankfurt y de la Kunstakademie de Stuttgart. Ha publi
cado un libro titu la d o “ Das
Vnbekante in der Kunst
Durante la época hitleriana per
dió su puesto de profesor, sus obras
fueron expulsadas de los museos y
destruidas. Soportó todas estas hu
millaciones con una seren id ad
ejemplar. Terminada la guerra nos
llegan nuevas noticias sobre la per
manencia y el carácter mredneíible de .su producción.
A puerta cerrada pintó durante
los años despóticos. Las ircpas de
ocupación descubrieron en la Gerokstrasse. 38. el museo vivo que
U
ÍU
na
Willi Bauna-istir. Composición. 1934.
Por EDUARDO WESTERDAHL
constituía la producción tenaz, de
un artista lleno de fe, de seguri
dad en su obra-, sin pfiblico, sin
venta y sin trabajo. El hombre que
había sido una figura internacio
nal en su país. Empezó de nuevo
la venta de sus obras, la demanda
de museos y colecciones privadas,
se le invitaba- a relatar sus años
difíciles: era como el encuentro con
un hermoso ejemplar antediluviano.
Tenemos ahora a la vista los
catálogos de sus exposiciones del
pasado año en las galerías Günther
Franke, de Munich y en la de
Ilerbert Herrmann, de Stuttgart.
No ha pasado nada, parece que no
ha pasado nada. La Günther Fran
ke sigue en activo y el mismo bió
grafo, el profesor Will Grohmann.
le trae de la mano haciendo de
nuevo la presentación de su pin
tura.
Veamos ahora la obra de Willi
Baumeister. Perteneció al movi
miento constructivo alemán. Sus
temas eran la máquina y el de
porte. Su concepto del cuadro era
mural. Así acometió las obras de
decoración del gran Stadium de
Stuttgart. Oponía a la perspectiva
ilusoria del Renacimiento que se
perdía en la profundidad del cua
dro con medios de prestidigitación,
un neoobjetivismo entroncado en
los primitivos y en el cubismo: de
la pared al espectador. Todo ello
dentro de la- bidimensionalidad de
la pintura, con una gran origina
lidad técnica, dentro de medios
esencialmente pictóricos, huyendo
de la arbitrariedad y literatura
surrealista, ennobleciendo los ma
teriales. Era como un Ozenfant:
pintor y profesor como él, como él
en la certidumbre de estar pisando
los nuevos caminos de la pintura.
Guillermo de Torre, desde la ‘‘Re
vista de Occidente” sonó un clarín
de alarma: ¡No, es un Léger! Co
rrían aires internacionales en el
mundo y se trabajaba en una idea
común con múltiples repercusiones.
Los años habrían de demostrar que
no se trataba de un Léger. Aunque
como De Torre reconocía estaba
bajo su influencia.
En aquella producción elemental
de sus primeros años de éxito pu
de apreciar, por encima de la obra
lograda, la apetencia de colaborar
en una nueva ordenación: estaba
sujeto al muro, era hasta enton
ces un pintor bajo el dominio de
la arquitectura. Pero en el año
1930 ya se observan los claros sín
tomas de liberación.
Desde 1930 su pintura se va des
articulando de la imitación. El
fundamento especial, reconociendo
siempre el origen de la incitación,
es el signo. Sin embargo, atraviesa
por épocas absolutamente abstrac
tas, solventando problemas de vo
lúmenes, de formas que se com
pensan en un plano y establecen
progresiones rítmicas y sonoros
acordes. Las escenas de E i d o s
11938), de Gilgamesch (1942), ya
nos lo presentan en la ruta de sus
grandes destinos, con una neohumanización de tipo trascendentalista, que se confirma en su pro
ducción de 1946 hasta la fecha con
sus Harpías y Gigantes y su uni
verso poblado de figuras actuales,
pero en los que se acusa un poder
ancestral de hombre que trata de
dominar la violencia en torno, la
aparición maravillosa y el relato
mágico.
No es el nuevo Klee que veía
•lusti dando ál olvido “con sus ma
ravillosos juegos los años difíciles
y los horrores de la guerra”. Willi
Baumeister viene a significar la
auténtica libertad del espíritu, el
no compromiso con otros dictados
que no sean los propios e insobor
nables de la persona. “El no haber
establecido pactos —me dice en su
última carta— me ha colocado a
la cabeza de la joven pintura de
Alemania.”
Willi Baumeister es el técnico
que llena de poesía el cuadro. Den
tro de leyes que ha sabido ver en
la pintura ancestral, con temas
viejos y nuevos, llenando de furor
la pared y el lienzo, con el ímpetu
de los pintores rupestres y primi
tivos africanos, cuyas obras ha es
tudiado y de quienes ha recibido
influencia, Willi Baumeister aco
mete la obra dentro de un rigor
plástico inmutable, gozando de ma
nera sensual la materia, la rique
za desbordada del empaste, el tra
zo humano cargado de intuición, de
vivencia.
Entre los pintores que más ad
mira Baumeister figura el español
•Toan Miró. La preferencia desde
Léger a Miró se explica perfecta
mente viendo el curso evolutivo de
su producción. El canibalismo de
Miró difiere esencialmente del aneestralismo de Baumeister. Miró
parte de la figura humana, posee
humor, es violento, emplea colores
puros buscando siempre la deto-
presiva de una figura cruel. La
línea reconoce a la figura humana,
pero no se puede .detener en su
copia sino que va más allá, dentro
de un concepto inventivo, siguien
do el canto, el ritmo de un estado
de vigilia, sin abstracciones, sino
realista hasta la deformación del
objeto.
Willi Baumeister carece de hu
mor, emplea tierras y matiza con
rosas y violetas, algunos de cuyos
colores constituyen los fondos de
sus cuadros. Juega con la línea
desenvolviéndola de manera musi
cal. Existe en su obra la influencia
de Kandinsky y Klee. (Aquellas
suavidades, brillos pavonados y fi
nezas de Paul Klee, insustituibles
en la pintura, tan lejanas del con
cepto violento de Miró.) No detona.
'La línea descompone la figura hu
mana en volúmenes con vida in
dependiente y de figuras reales
que son se convierten en valores
autónomos estrictamente plásticos.
Terminada la guerra, destruida
Alemania, sin todos aquellos ele
mentos de que disponía y que cons
tituían el lujo de su sociedad y de
su burguesía, desde el museo hasta
la vivienda, careciendo los pinto
res de lienzo y óleos, de material
fotográfico para las reproduccio
nes de sus obras, de madera para
los marcos de sus cuadros, el ar
senal plástico de la Gerokstrasse
ha sido la gran revelación para el
mundo. Allí está toda la fuerza
de un pueblo de técnicos y filóso
fos que fraguaron su propia des
trucción. Allí está el horror bí
blico, la grandeza y la poesía del
hombre, auscultada desde Altamira a la1 Edad presente. Hombres
como nubes que son gigantes o gi
gantes que son nubes. Grietas que
son signos y marchas bárbaras que
parecen ejércitos en campos des
truidos si no fueran formas que
debaten sus problemas de ritmo
y substancias amorfas empapadas
de poesía y de llanto.
No hay posible huida para los
pasos del hombre de nuestro tiem
po. Pero no hay miseria ni tutela,
no hay dictado ni propaganda, pa
ra el hombre que lleno de antici
paciones, de cultura, de horror y
nuevas construcciones, trata de po
ner piedra a piedra su maravilloso
ideograma, cargado de técnica mi
lenaria, de ancestral sabiduría acu
mulada por la superposición de
capas históricas que no hurtan ese
latido permanente de Dionisos.
Así vemos la grandeza de la obra
de Willi Baumeister.
JUAN
PEDRO
,
yD I
Por JUAN CARLOS P A Z
J UAN
.4 Sir James Frazer.
primera vez que lo advirtió filé
L Acuando
tuvo aquel trabajo extra
ordinario de la oficina. Se había
quedado mirando vagamente su pla
to, y Gerónima dió el grito de alar
ma :
—i Qué asco!
Sí, la carne olía mal. Despidieron
a la cocinera, cambiaron de carni
cería. Pero otras experiencias con
vencieron a Juan de que era su mi
rada la causante del maleficio. El
mal de ojo tiene muchas formas y
poderes, y ataca de preferencia a lo
que se come y se bebe: cuando un
abisinio de calidad va a beber, un
sirviente alza una tela ante él para
preservarlo del ojo; y en Madagasear cierran las puertas y encienden
luces durante las comidas, así los ali
mentos están a cubierto de los malos
espíritus. Pero el poder de Juan era
extremadamente violento, y le bas
taba mirar de soslayo las comidas
para pudrirlas.
Cuando estuvo seguro de sus fa
cultades, Juan empezó a divertirse
mucho. Tomaba pequeñas venganzas
de los proveedores agiotistas, conse
guía a cualquier hora mesa en La
Vascongada con sólo mirar el plato
del vecino, libraba a las chicas que
vuelven de la feria de los vejetes li
bidinosos que las hubieran seguido
durante cuadras enteras, con sólo en
volverlas en un aura lejana de pes
cados antiguos.
Pero las cosas empeoraban. Pron
to los anteojos negros no bastaron.
Juan tuvo que comer a oscuras. Y
sobre los trastornos domésticos pla
neaba la amenaza del ojo maléfico
cuyo poder iba aumentando. Prime
ro fué la historia del conejito de
Julio, después la necrosis de la mu
cama al devolverle un cepillo de ro
pa. Había que acabar, sobre todo por
Gerónima. Esa noche se acostaron
temprano. No durmieron, pero Juan
cerró los ojos, defendiéndola y con
centrándose, desde que apuntó la au
rora. Cuando la mujer se levantó,
Juan calculó a tientas el ángulo de
la puerta del ropero de espejos, vol
vió a la cama, pensó fuertemente en
Gerónima y abrió los ojos. Cuando
ella salía del baño, ya los gusanos
bajaban por las patas de la cama al
suelo.
( Continúe en la pág. 4.)
Reiterados desperfecto de la máquina de imprimir han retrasado la salida
de este número. Pedimos disculpas a nuestros lectores y avisadores.
L a D irec ció n
�4_______________ cabalgata
( Viene de la página anterior.)
P E D R O
A l Rey Salomón.
Siempre le había "listado la mú
sica. De chico, Pedro se paraba jun
to a todas las persianas con piano
del barrio, y devoraba Hanones, es
calas y arpeados por el método W i
lliams (según la escuela de Chopin
y Mathias) y valses criollos:
M ujer fatal que un día en mi camino
dejó caer la piedra del d o lo r...
El oído era más fuerte que todos
los otros sentidos de Pedro: lo arras
traba literalmente. Tan literalmente
que un día que pasaba por Libertad
y Arenales y se detuvo a oír un vals
de Chopin se encontró de pronto vol
viéndole las páginas a Elvira en la
sala.
— ¡ Caballero! —gritó ella—. ¿ Có
mo entró usted aquí?
■
—No sé —dijo él. Y era verdad.
Se casaron y fueron felices. Pedro
encontró el mismo día a su mujer y
a la música todopoderosa, dos feli
cidades. Su oído hiperestésico (dice
Liebermeister, en sus Enfermedades
del sistema nervioso, página 25 de la
edición española de 1890, que son
hiperestésicos “ los estados en los
cuales la impresión producida sobre
la conciencia determina cierto estí
mulo de un nervio, mayor que de or
dinario” ) ; su oído hiperestésico le
abría las puertas —o las paredes—
de todas las salas con música del
mundo, y todo su cuidado consistía
en no caer en la tarima al lado de
Lamberto Baldi o sobre las rodillas
de Mrs. Elisabeth Sprague Coolidge
(protectora de todos los composi
tores con cuartetos, desde Arnold
Schónberg hasta Jacobo Ficher).
Pedro nadaba en música, en toda la
música de todo el mundo que su oído
podía sintonizar a voluntad, lleván
dolo, de verdad “ en alas del canto”
por todo el planeta. Su alegría no
tuvo ya límites cuando, después de
un concierto que al comienzo le pa
reció de disfraz, cayó en la cuenta
de que también podía viajar por las
músicas del tiempo.
—i Beethoven! -—gritó— . ¡ Era
Beethoven dirigiendo la novena, sin
oírla! ( ¡y qué mal la tocaban, Santo
Dios!).
Dejó la oficina. Le dieron la cáte
dra de Historia de la Música en el
Conservatorio Municipal. Sus clases
eran un éxito de público y un placer
para él. Ni siquiera necesitaba bi
bliografía, y le bastaba cerrar los
ojos y contar lo que había oído o lo
que oía, y lo que los otros sentidos
recibían del oído, controlándose pa
ra no escapar del aula ante los ojos
maravillados del auditorio. Pero una
mañana el entusiasmo pudo más que
la prudencia. Explicaba la bolilla
3 (Hebreos):
—¡ Escuchad! —exclamó— ¡ El
rey David está tocando el kinnor y
danzando alrededor del Arca! ¡ Su
mujer, Micol, lo mira desde una ven
tana y lo desprecia en su corazón!
¡ El Arca del Señor resplandece! ¡ El
Arca santa brilla como la mañana!
¡ A su alrededor están tañendo cím
balos y jalilim! ¡Miradla crecer y
llenar la mañana y el cántico! ¡Mi
radla. . . !
Se interrumpió bruscamente, con
los brazos extendidos, y gritó:
— ¡ He tocado el Arca! ¡ He tocado
el Arca de la Alianza!
Y cayó, muerto.
DI E GO
A María Rosa González.
Cuando murió uno de los melli
zos, el Angel tuvo piedad de la ma
dre.
—Joaquín debe morir —le dijo- .
Te queda Diego. Para que te con
sueles, Diego podrá ser Joaquín to
das las veces que lo desees. Así ten
drás siempre a uno de tus hijos, por
que está escrito que Diego debe so
brevivirte.
La madre aceptó. Distribuyó el
día entre los dos, fingiéndose que
mandaba a uno al colegio por la ma
ñana, y al otro por la tarde. El mis
mo Diego creía que era así, porque
ninguno de los dos chicos tenía con
ciencia de su existencia doble.
—Mamá —decía Diego— : quiero
jugar con Joaquín a las bolitas. ¡Dé
jame esperar que salga del colegio!
—No puede ser, hijo —decía la
mamá— . Conténtate con tu balero,
y déjame coser esta blusa.
—¿Para quién es la blusa? ¿Para
Joaquín o para mí?
—Es lo mismo —decía la mamá
sonriendo—. Se la pondré a los dos.
Los grandes acontecimientos se
produjeron cuando Joaquín-Diego
cumplió los quince años. Tino fué
que la madre les reveló, por turno,
la verdad; otro que a Joaquín lo
atropelló un auto y tuvieron que po
nerle una pierna de palo. El tercero
pasó a poco de eso. Joaquín y Diego
se enamoraron de María Rosa que,
con mucho olfato y mucha razón,
aceptó a Diego. Joaquín comenzó a
resentirse: su condición física de in
ferioridad, su fracaso amoroso y su
vivir de limosna lo fueron trabajan
do. La mamá sufría, pero no se re
signaba a sacarle unas horas para
tranquilidad de todos. Un día Diego
pidió un cambio de turno.
—Es para ir al cine con María
Rosa.
una azulina junto al san
C RECÍA
to hombre, en un cuenco de
roca — antigua yacija de berrueco
desprendido— como en un mace
tero. Y el éxtasis vegetal de la
flor, toda en ansias de sol y de
vuelo, se confundía con el éxtasis
del santo, cuya alma pugnaba por
desprenderse en el claro infinito
del día.
Parecía Eufrasio, en lo alto del
risco, inmóvil y tostado por el sol.
un hijo de la roca; pero su cuerpo,
lejos de tener la pesadez de la pie
dra, se había hecho tan leve que
Eufrasio lo sentía desvanecerse en
aquella atmósfera de mística sere
nidad. El aire de las cumbres era
pura luz, y los montes navegaban
en la paz y el silencio de la hora.
Sólo en edad avanzada se dió
Eufrasio a la meditación. En su
juventud vivió con el mundo apren
diendo cuánto el mundo puede dar
y negar, en el amor, en los traba
jos humanos, en las comunes mise
rias y en las ambiciones que son
colmadas o fallidas. Su madurez
fué de abnegación y servicio del
prójimo. Y sólo ahora, cuando iban
faltándole las fuerzas del cuerpo,
mientras su alma era robusta y
templada, como nunca lo fuera, se
había consagrado a las ascéticas
delicias de la soledad. Y así, la vida
del santo varón, podía ser contem
plada como un cuadro de trinitaria
armonía en el que cada cosa tenía
su lugar, su medida y su tiempo.
Sólo le faltaba morir de una bella
muerte, escena postrera que podía
ser pintada, encima de tríptico,
como coronación de aquella exis
tencia perfecta.
Sin formularse estos pensamien
tos, Eufrasio los cantaba en la se
renidad de su alma, mientras ponía
los ojos en el cielo, a la espera de
un signo que le trajese el asen
timiento de Dios. Y, de pronto,
Eufrasio se sintió flotar por enci
ma de este mundo que, desde las
alturas, con sus casitas en el fondo
del valle, cuyos humos se elevaban
rectamente en el aire encalmado,
y con el río hecho sólida cinta de
alinde, le pareció muy bello, y todo
él inocente, sin dolor y sin pecado;
y es que Eufrasio, por vez primera,
podía mirar la tierra desde muy
alto, purificada a través del cris
tal neutro y frío de una gran leja
nía.
Un instante después, el santo
varón de la1 vida perfecta estaba
bogando en el océano que hay más
allá de todos los universos posi
bles; olas de musical transparencia
le mecían, brisas fragantes le em
pujaban sin esfuerzo, y así, en un
estado de dicha ingrávida, iba el
santo hacia un resplandor que cu
bría el horizonte. Blandamente, el
océano depositó a Eufrasio en una
playa, y él comprendió que era
la playa del cielo.
Yió Eufrasio a un grupo de an
gelitos que jugaban en la arena con
bolas encendidas de unos colores
que no existen en la tierra, y fué
acercándose a ellos con palabras de
suave reclamo; pero los angelitos
huyeron de él, como hacen los niños
cuando han visto a un ser extraño.
—Nunca —dijo Joaquín a la tar
de—. Tengo una cita.
Era mentira, y todos lo sabían,
pero Diego no dijo nada. Ni siquiera
hizo notar que el tiempo era de él,
para no entristecer a la madre. Die
go intimó sus relaciones con María
Rosa; antes de comprometerse le
contó la verdad. Ella aceptó la si
tuación.
—Lo hago por mamá -—dijo Die
go—. ¡Es tan buena!
La mamá les dió quince días jun
tos para la luna de miel. Joaquín
protestó, pero en vano; y eso lo afec
tó más todavía.. La mamá, que se
había sentido muy sola en esos días,
también tenía una puntita de res
quemor contra Diego, y algo más
contra María Rosa. Así que no supo
proceder enérgicamente cuando Joa
quín se negó a vivir sólo por la no
che —lo que tampoco les hubiera re
sultado, a los recién casados— y em
pezó a hacer escenas casi todos los
días.
—Tú no te metas —le decía a su
cuñada— . Tú no eres quién para
decidir.
—Es que esto no puede seguir a sí;
vo tengo mis derechos —afirmaba
ella— y todavía hay que descontar
las horas de oficina. ¿No es verdad,
señora? —agregaba dirigiéndose a la
mamá.
La mamá se callaba, pero en el
fondo pensaba que Joaquín tenía
razón. Quien mandaba era ella. Sus
hijos obedecían, y su nuera debía
callarse y aguantar. Al fin y al cabo,
ella, la madre, zurcía ropa para dos
y cocinaba para cuatro, y era la ma
dre, al fin y al cabo. Vamos a ver,
¡ qué se había creído esa mucha
chito ?
Mientras tanto, el Angel no las te
nía todas consigo.
—¿Para qué te metiste? —le decía
el Gerente—•. ¿Ves que yo sé lo que
hago ?
Y las peleas de abajo (turno Joa
quín, porque Diego era demasiado
buen hijo, y sólo sabía callarse) re
percutían arriba:
—¡ Estaríamos buenos, si todos se
NAUFRAGIO i\
las
PLAYAS DEL CIELO
fCuento)
Por A L V A R O FERNANDEZ SUAREZ
Esta huida llenó de perplejidad a
Eufrasio, y aunque estaba en el
cielo, no pudo impedir que su alma
se entristeciera.
Poco después, avisados sin duda
por los ángeles infantiles, bajaban
a1 la playa muchos hermosos man
cebos, y Eufrasio percibió en ellos
una actitud como de sorpresa y
cautela. Los mancebos se acercaron
al santo que los acogió sonriendo,
y de pronto sintióse paralizado,
pues ligaduras invisibles sujetaban
sus miembros. Eufrasio fué condu
cido, de estai manera, preso, a una
ciudad celeste, y albergado en un
lugar de delicias que, no obstante
—él lo entendió en seguida— era
una cárcel.
Pidió Eufrasio ser llevado cuan
to antes a la presencia del Señor
para justificarse ante su infinita
misericordia. Y con gran temor y
alegría por su parte, le respondie
ron que su deseo se vería cum
plido. Instantes después, se encon
tró anegado en suma felicidad, y
era tanto el poder de su dicha que,
por un momento, creyóse aniqui
lado. Pero esta' sensación total, se
dividió a tiempo —por así decirlo—en parciales sensaciones que encan
taban la vista, el oído, el olfato, y
cada uno de los sentidos, y al divi
dirse, la beatitud de Eufrasio se hizo
humana, soportable, posible.
Hallábase ahora el santo en una
casa como terrestre, enclavada en
medio de un jardín. Le condujeron
a una sala1 llena de sol cuya luz
era, sin embargo, más dulce y más
brillante que la de todos los soles.
En medio de la sala había una
larga mesa de madera maciza, y
junto a la> mesa estaba sentado el
dueño de la mansión cuyo rostro
era la imagen misma del bien y de
la belleza, bajo los cabellos grises.
Por la estancia, loco de luz y de
alegría, volaba incesantemente un
pajarillo dorado que, de cuando en
cuando, se posaba, irreverente, en
la cabeza de su dueño. Eufrasio
se inclinó hasta el suelo pues supo
que estaba en presencia del Señor.
El Señor sonrió a Eufrasio y
había tanta bondad y tanta belleza
en su sonrisa que el santo se sintió
reconfortado, con el corazón rebo
sante de paz y de confianza enamo
rada, a pesar de la abrumadora
enormidad de su respeto. El varón
de virtudes oyó:
—Ven, acércate.
Y él se acercó. Y volvió a escu
char:
—Dime, amigo, ¿quién eres tú y
cómo has venido hasta aquí?
—Señor —respondió el anaco
reta— soy tu siervo Eufrasio y una
fuerza de amor me trajo hasta tu
presencia.
—¿Una fuerza de amor? Eso está
bien, eso está bien. Pero déjame
que haga memoria, porque creo que
no conozco a ningún Eufrasio.
El santo, estupefacto, balbuceó:
-—¿Será posible, Señor, que mis
muchos pecados te hayan hecho
olvidarte de mí?
—¿Pecados? ¿Qué son pecados,
Eufrasio? No temas. Nada hay en
mi ánimo contra ti. Lo que te pre
gunto, lo que quiero saber, es quien
eres, a qué especie de seres perte
neces, y de dónde vienes.
Eufrasio estuvo a punto de des
vanecerse de pura estupefacción:
—Señor — articuló— soy un
hombre y vengo de la Tierra.
Como el Señor parecía no haber
le entendido. Eufrasio describió la
Tierra, contó la historia de Adán
y Eva, historia de que mucho gustó
el Señor, y habló apasionadamente
del hombre, de sus padecimientos,
de sus maldades, de sus angustias,
de la sed de Dios que posee a algu
nas almas. Y el Señor, conmovido
y haciendo memoria, exclamó:
—La Tierra. ¡ Ah, ya recuerdo!
— e hizo signo a uno de sus servi
dores. diciéndole: —Ve al desván
y tráeme un universo viejo que
debe andar por allí.
Y el servidor fué y trajo en la
mano una máquina no muy grande,
parecida a esos artificios que cons
truían los antiguos relojeros, lla
mados planetarios o calendarios
astronómicos. Puso el artificio so
bre la mesa, enfrente de donde
estaba el Señor, y Eufrasio, que era
entendido en astronomía, se guió
por la Vía Láctea para descubrir,
entre el enredijo de estrellas y pla
netas, la patria terrenal que aban
donara, en aquella mañana de ve
rano. Cuando el santo hubo exami
nado de más cerca el planetario o
cosmos, vió que estaba un poco
empolvado, con señas de abandono,
aunque seguía funcionando sin per
der la admirable exactitud de sus
movimientos.
—¡ Y es esto el universo.. ! —
exclamó Eufrasio decepcionado.
El Señor, bondadosamente, tomó
del brazo al santo, le condujo al
balcón y, en una súbita noche mila
grosa. le mostró el espacio.
—¿Ves? —dijo— He creado otros
universos además del tuyo.
Y Eufrasio quedó maravillado al
ver astros que no eran esféricos, ni
describían órbitas elípticas, como
sucede a nuestros mundos; aque
llos astros tenían figuras de peces,
de medusas, de hadas, y erraban
variadamente, libres de toda circu
lar esclavitud, bailando al son de,
una música que no era música de
las esferas sino, en verdad, música
celestial. Sus colores eran múlti
ples, inimaginables, y no sólo blan
cos, rojizos o apenas amarillentos
tomaran estas libertades! ¡Mira en
qué lío lo has metido a Paz, abom
bado, que se está sin saber cómo re
solver la cosa! ¡ Esta le enseñará a
meterse a escribir un cuento sin ha
ber terminado de pensarlo! ¡Menos
mal que yo estoy acá para sacarlo
del mal paso!
Y efectivamente, el Sr. Gerente
me ha sugerido tres soluciones. La
más sencilla consiste en matar a la
madre (que se lo merece), lo que su
prime automáticamente a Joaquín al
cancelar el permiso del Angel. Otra
introduce a Crimilda Godeliva. pri
ma de María Rosa, que casa con Joa
quín, y que después de una escena
similar a la de su homónima de Los
Nibelungos con la pulsera, le da tan
mala vida al falso gemelo que el mis
mo Joaquín pide que termine el tra
to para verse libre de su cónyuge.
La tercera —1a. mejor— me exime
limpiamente de toda intervención en
la historia, y como es áemasiado bue
na para despilfarrarla como un mero
final, la reservo para el próximo nú
mero.
como nuestros cuerpos celestes. En
cuanto a la grandeza de aquel uni
verso. bastaba compararlo con el
pequeño juguete que seguía dando
vueltas encima de la mesa del salón.
—La maquinita donde tú nacis
te —diio el Señor— es matemática'mente finita, como debes saber. En,
cambio esta otra que estás viendo,
Eufrasio, no podrás limitarla con
sus matemáticas.
Luego, el Señor, de vuelta a su
asiento, dijo:
—Pero nada de esto arregla el
mal de que tú eres, ante mí, inquie
tante testimonio, Eufrasio. Escú
chame. Yo me extrañé de tu pre
sencia porque la verdad es que
vosotros, los hombres, no sois, por
así decirlo, mi creación directa y
deliberadamente voluntaiúa. He
creado las piedras y los árboles qu°
tienen una vida majestuosa y re
cóndita ; pase que haya creado i
los animales que padecen el dolor
físico, pero ignoran la muerte y el
tiempo. Todo está en la mecánica ■
general y automática que rige las
cosas. Empero, no así el hombre,
criatura híbrida que, por un lado,
está sometida a las leyes de la ma
teria, y por otro perdió su inocen
cia natural y aspira a un mundo
propio según la justicia, sabe de
muchos dolores, padece infinitas
miserias, y anhelos que no tienen
puerto. El hombre, como tú llamas
a este ser. es un accidente inespe
rado en mi obra. Pero yo sería muy
injusto si no le pusiera remedio...
Y el Señor quiso escuchar la opi
nión de sus dos ilustres consejeros:
Miguel, el jefe de las milicias celes
tiales, y Gabriel, jefe de su cancille
ría. Miguel —rostro severo y mirada
de obstinado azabache— dijo: “ Destrúvelos. Es lo mejor”. Gabriel —
arcángel de las anunciaciones —
replicó: “Sálvalos”. Pero el Señor,
sin responder a ninguno de los dos.
parecía hablar consigo mismo:
—Yo no creé a los hombres, pero
los creé; yo no contaba con ellos,
pero con ellos contaba; y aunque
los olvidé no los he olvidado. Mi
sabiduría no está sometida a< la
lógica, pues de estarlo, no sería
inextricable e infinita. Los hom
bres fueron creados para introdu
cir lo inesperado, lo arbitrario y el
absurdo, en la perfección excesiva
de mi obra. ¿Comprendes, Eufra
sio ?
—No comprendo, Señor. Sólo
comprendo que ninguno de mis
hermanos goza de tu presencia y
de tu morada. Ya que es así, ^
déjame ir con ellos porque quiero
sufrir a su lado, y consolarlos.
El Señor se conmovió al escu
char el voto de Eufrasio, y dijo a
M iguel:
—¿Ves, Miguel? Aunque no hu
biese sino un solo hombre como
éste, toda su raza merecería ser
salvada. ¿No te parece que estás
ante el más extraño de los mila
gros? — y añadió dirigiéndose a
Eufrasio: —Anda, hijo mío, ve en
paz.
Y Eufrasio volvió a la tierra, y
despertó encima de su roca, para
seguir meditando, porque aun no
había e?úendido nada.
�cabalgata
5
Dibujo de Torrallardona, de la carpeta de dibujos que de este artista pintor acaba de publicar “ Botella al ila r ’ ’.
EN EL ANIVERSARIO
DE R. J. PAYRO
(Viene de la primera página.)
ubérrimos. Con este infundio he
mos alimentado nuestra vanidad; no
' comprendiendo que esta jactancia
Je nuestra buena suerte iba a terninar produciendo en nosotros un
embotamiento de la voluntad para
las grandes empresas. Quizá haya
ido porque la historia escolar la es
cribieron los italianos. La lucha con
1indio, por ejemplo, ha sido una de
as etapas más trágicas y tremendas
le nuestra existencia. En este país,
‘anto en la época de la conquista
como en la del coloniaje, y más tar
de la organización, todo se hace en
función devla asechanza del indio,
f esta guerra dura siglos y siglos
hasta rematar en 1880 en que se los
vence con el remington, el telégrafo
y la coraza. En esa lucha había que
mechando cada vez más allá la fron
tera. No podemos nosotros, los ar
gentinos de ahora, tener una intui
ción completa y total de lo que signi
ficaba frontera para nuestros ante
pasados. Cuatro tipos humanos exis
tan en esta tierra de nadie, constan
temente retaceada, cedida, tomada,
recobrada, y de la cual Martín Fie
rro tiene una profunda emoción
cuando Cruz le dice que mire las úl
timas poblaciones. Es allí que se de
baten el indio, el gaucho, el nacional
y el milico. Cuatro instituciones son
dos exponentes de ese estado de so
ciedad: la pulpería, el fortín, el ran
cho y la toldería. La lucha con el
indio imprime características a la
VJda nacional. Los suizos que funda
ron la colonia Esperanza, en Santa
d^e, araban, sembraban y cosechaban,
s¡ podían, con el rifle al hombro. Y
da ciudad de Mercedes, cuna de Pavro, nace como una consecuencia de
da lucha con el indio. Su origen se
remonta a la época en que fuera ne
cesario organizar compañías de blanl¡. ,
( Continúa en la pág. 6.)
TimiIAIlOIA
Por
TSEWTON
FREITAS
rrr»u
nos deleita y encanta más
Nada
que esa asociación de ideas que
hace brotar en nuestra memoria
recuerdos a medias apagados del
pasado, trayendo a la superficie
emociones que nos fueron gratas.
Sólo a veces d e ta lle s insignifi
cantes, como el sonido de la brisa
de cierta tarde sobre las palmeras
de un bosque; el reflejo plateado
del agua de una cascada al sol de
una mañana, el ondular de una saya
multicolor sobre las caderas de una
mujer que camina; la risa pura y
blanca de una criatura sana; infi
nidad de espectáculos de luz, de
línea y de sombra. ¡Ah, cómo la
vida está plena de encantos! Cómo
almacenamos en el fondo de nues
tras memorias pedazos y pedazos
de instantes de vida de modo que
baste apenas un toque para des
pertar un mundo de tristezas y
alegrías, alegrías y tristezas, antí
tesis que trae en sí el sabor de vivir
en el presente las delicias o sufri
mientos del pasado. La música y la
pintura, así como todas las artes,
son un agente poderosísimo del re
cuerdo por su condición de trans
portarnos a las cosas vividas tanto
como a las por vivir. Una sinfonía,
un cuadro, una novela, un poema,
un ballet, nos arrastra de un ex
tremo a otro del tiempo-vida. In
sensiblemente trasladamos el mur
mullo del mar de una sinfonía de
Sibelius hacia la ensenada que nos
es familiar; mi bosque de la Ga
licia de Colmeiro a los matorrales
diferentes que nos vieron nacer;
tipos y costumbres de una novela
a hombres y modos de nuestra tie
rra ; y en los gestos y danzas de un
ballet descubrimos intenciones y se
mejanzas con personas amadas. En
este poder ilimitado del arte está
el verdadero arte, su clima. Si él,
algunas veces, nos sumerge en los
tenebrosos cuartos oscuros que in
útilmente procuramos olvidar, la
mayoría de las veces nos transpor
ta en un manto azul de fantasías
deliciosas. Por más genial que sea
un artista, creemos que no podrá
dirigirnos la emoción, orientándola
hacia un determinado motivo. Y en
esta libertad reside tal vez la for
ma más absoluta de perfección. La
rebeldía de quien no domina o no
admite por su parte dominio.
En la pintura, con todo, el fenó
meno se presenta con ciertas limi
taciones. El poder de orientación,
digamos de dirección de la idea y
del pensamiento es en este arte más
definido. Todas estas divagaciones
me vienen a la imaginación volvien
do a ver ahora los trabajos del
pintor a rgen tin o Torrallardona.
Sus dibujos a tinta del norte Ar
gentino, de esa región medio argen
tina y medio boliviana. Viendo nue
vamente sus obras me acuerdo de
infinidad de cosas que he visto y
posiblemente de otras que mis ojos
vieron pero que yo no supuse ha
ber guardado en mi retina. Me en
cuentro como el fotógrafo que al
revelar sus fotografías con stata
maravillado que la máquina fué
más allá, de los objetos percibidos
y recogió detalles que sus ojos no
captaron al primer golpe de vista.
En los dibujos de Torrallardona,
las figuras, el paisaje, los trajes,
y, sobre todo, el clima, el ambiente
argentino del norte, está íntegro.
Se nota en sus trabajos su vibra
ción emocional y el deseo de con
seguir expresivamente el motivo en
su verdadero fondo. Su trazo es
meditado y por eso mismo signifi
cativo en su contenido, demostran
do su carácter artístico y su ho
nestidad. La experiencia cotidiana
que ya acumulando, regulando de
esa manera su honesta evolución
artística. Ahí están una serie de
obras de carácter documental (la
serie maternidad, donde la dispo
sición de las figuras —madre e hi
jo— presenta un equilibrio perfec
to; y la de costumbres, donde se
juntan el movimiento y la gracia),
representando una cierta región,
con sus tipos y costumbres, sin em
bargo el exterior emotivo, como ya
dije antes, es apenas pretexto para
la interpretación más delicada, fi
na y poética.
Existe un subjetivismo en estas
líneas, en estos espacios compac
tos, a veces tan cerrados, dentro
de las tres clásicas dimensiones,
que se llega a lamentar que estos
dibujos no estén corporizados en
el mármol, en la arcilla o en el ba
rro. Con todo, este deseo, no per
judica y tampoco disminuye el va
lor de estas obras, donde la tarea
interpretativa y la técnica al trans
poner estas escenas, no las empo
brece, sino al contrario, se enri
quecen pues la capacidad de To
rrallardona de componer y ampliar
el espacio es enorme. Sus dibujos
cuyo tratamiento espacioso y sutil
se revela en cada trozo, abusan de
una técnica difícil y demuestran un
apurado gusto en el juego del blan
co y del negro.
Pongo de relieve en esta nota el
objetivismo del artista porque a
pesar del sintetismo lineal de sus
dibujos, de la forma concisa con
que ellos están expresados, hay una
riqueza de sugerencias que nos con
mueve. Quien viajó por esas regio
nes que sirven de motivo a los
trabajos de Torrallardona, encon
trará aquí en un trazo esquemático,
allí en una curva de montaña, más
allá en el rostro de una chola, todo
el clima de una región. ¡ Cuánto se
tendría que decir o escribir para
dar una idea aproximada de todo
lo que el artista vió o sintió! Para
mí, especialmente, el gran secreto
de Torrallardona se revela en esta
maravillosa síntesis que sus dibu
jos sugieren. Pero también, queri
dos amigos, para quien nunca pisó
esas regiones hay dentro de la ele
gancia caprichosa de sus líneas be
llezas incomparables. Es que Torra
llardona es un artista que vive y
siente la realidad presente, próxi
ma, pasada o remota. El sentimien
to, la sinceridad, está por dentro,
por encima y por debajo de todas
las cosas expresadas en estas líneas
donde la verdad y la poesía no se
divorcian jamás.
Tal fué la impresión que me que
dó del primer contacto con los tra
bajos de Torrallardona, que hoy,
muchos años más tarde, volviendo
a verlos, comienzo a descubrirles
nuevas y más bellas facetas como
si ellos fuesen un diamante en bru
to en el cual la parte que se va
labrando nos presenta fulguracio
nes y tonalidades diferentes. Es co
mo las aguas del m a r ... y como
las nubes del c ie lo ... y como to
das las cosas eternas que cuanto
más vistas más nuevas y atrayen
tes nos parecen.
�I
cabalgata
HABLA
Los
Gr a n d e s N o v e l i s t a s
C O N TEM POR AN EO S
¡£V . - '
en' ' la colección
.
1
L a Ro s a d e l o s Vie n t o s
E N R IQ U E A M O R IN
E l p a isa n o A g u i l a r ..................
81
SC IIA L O M A SC H
L a v id a de M oisés M eln ik . . ,,,
E l re g re so de J a im L e d e re r „
C ondenado a m u e rte ............. ,,,
V IC H I B A UM
V id a 3 sin m iste rio ...............
„
H e le n a W ilfiic r ...............................
L a a g u ja r o j a ...........................
,,
S e n te n c ia s e c re ta ............ \ . ,,,
E l ú ltim o d ía ...........................
„
R eto rn o a l am a n ec e r . . . .
,,
E l g ra n in te rv a lo ..................
,,
P I E R R E B E N O IT
L a A tlá n tid a ..................................
D A V ID B E R G U E L S O N
E l rig o r de la ley .................. , ,
LE O N B LO Y
E l d e se sp e ra d o .......................
„
C a rta s a V e ró n ic a .................. ,,
C a rta s a su n o v i a ........................ .
JO H A N B O JE R
L os e m ig ra n te s ...............................
F R A N C IS B R E T H A R T E
E n la v ie ja C a lifo rn ia
...
„
JE A N C A SSO U
L a llavo do los sueños . .
,
L O U IS F . C E L IN E
E l v ia je al fin de la n oche . . ,,
J O S E P H CONRAD
T ifó n .............................................
„
IL Y A E H R E N B U R G
L a c o n sp ira c ió n de los ig u a le s ..
J u lio J u r e n ito .y su s d iscípu-
L a a p a ric ió n de C uentos p a ra u n a
in g le s a d e se s p e ra d a señ a la ro n en su
a u to r, E d u a rd o M allea, a u n fu tu ro
v a lo r de la s le tra s a rg e n tin a s, m é
rito que se e n ca rg a ro n de c o n firm ar
H is to ria de u n a p a sió n a rg e n tin a ,
L a c iu d a d ju n to a l río inm óvil, L a
b a h ia de silencio, N octurno europeo,
e n tre o tra s p iezas lite ra ria s de su
c reación.
3.50
4.—
4.—
3.80
4.—
4.50
3.50
5.—
3.50
3.50
5.—
P u e d e a firm a rse , sin el m enor rie s
go, que es uno de los n o v e listas a r
g e n tin o s que m ás lecto res c u e n ta en
e sto s m om entos.
4—
MZON V SENTIDO DE LOS PERSONAJES
DE SUS NOVELAS PROXIMAS
5.—
6.—
4.—
4.—
5.—
• Temas y otras cosas.
3.50
• Traducido al portugués
e italiano.
4.—
7.—
3.50
• Su sistema de trabajo.
4.—
JE trajín continuado que desarrolla des_ de su puesto de jefe de las páginas
literarias del diario " L a Nación” nos
impide charlar ininterrumpidamente con
Callea, como hubiera sido nuestro común
deseo.1Empero, el exitoso ensayista de El
sayal y la púrpura se prodiga en su afán
de satisfacer la curiosidad de los lectores
de C a b a l g a t a , y , mientras despide afable
mente a un poeta, o echa un vistazo a los
originales prontos a marchar a los talleres
de la imprenta, nos sonríe, al par que se
dispone a responder cordialmente.
5.—
L IO N F E U C H T W A N G E R
E l ju d ío S ü ss ............................
„ 7.—
LEO N HA RD FRANK
S a g ra d o y p r o f a n o ......................... 4.—
FE D O R G LA D K O V
E n e rg ía (2 to m o s) ...............
„ 8.—
N IC O M E D E S G U ?M A N
L a san g re v la e sp e ra n z a . . „ 7.—
D A S H IE L L H A M M E T T
E l h a lc ó n m a lté s ............................ 4.50
JA R O S L A V H A S E K
E l b u e n soldado S chw eik .
,, 7.—
J O S E P H H E R G E S H E IM E B
„ 5.50T am pico .....................................
IL Y A IL F y E . P E T R O V
L a a v e n tu ra de la s 12 s illa s ,, 6.—
E l b e ce rro d^ o ro ..................
„ 6.—
E R IC H K A S T N E R
F a b iá n - H is to ria d e un mo
r a lis ta ............................................ . 4.—
G IN A K A U S
T ra n s a tlá n tic o .........................
„ 6.—
LE O K IA C H E L I
U n ald ean o de G eo rg ia . . . .
„ 4^50
JA C Q U E S D E L A C R E T E L L E
S ilb erm an n ................................
,, 3.50
O L IV E R LA FA R G E
M uchacho R isu eñ o ...............
,, 4.—
L E O N ID A S LEONOV
E d ific a c ió n ................................
,, 6 —
S IN C L A IR L E W IS
D o d sw o rth
. . ............................ „ 7.50
A nn V ic k e rs ...........................
„ 11.—
V IC T O R IA L IN C O L N
L a c o lin a F e b r u a r y ...............
„ 5.—
JA C K LONDON
J o h n B a r l e y c o r n ............................. . 4.50
U n a h ija de la s n iev es
...
„ 5.—
Colmillo B lanco ......................
„ 4 .—
M a rtín E d é n ...........................
„
7.50
L a d a m lta de la casa g ra n d e „ 5.50
El v alle de la lu n a ...............
„ 9.—
E l m exicano ..............................
„ 4.—
E l m o tín del “ E lsin o re ” . . „ 7,— .
P IE R R E MAC ORLAN
E1 m uelle de la s b ru m a s . . ,, 3.50
A N D R E M ALR A U X
E l tiem p o del d esp recio . . ,, 3.50
L a v ía r e a l ........................................ 4.—
H E IN E IC H M AN
E l A ngel A zul .........................
„ 4.—
L a s d io sas . D ia n a ............
„ 5.—
L a s d io sas - M in erv a . . . .
,, 5.—
L a s d io sas - V en u s ............
,, 5.—
TH O M A S M ANN
L a m u e rte en V en ecia . . . .
„ 4.—
Tonio K ro g e r ...........................
„ 3.50
M ario y el h ip n o tiz a d o r . . .
,, 3.50
C onfesiones d el a v e n tu re ro
„ 3.80
F é lix K ru ll ...........................
R E N E M ARAN
B a tu a la ........................................
„ 3.50
P IE R R E y P H I L I P P E TH O B Y
M A R C E L IN
C an ap é V erd e ...........................
,, 4.—
M A R K T W A IN
U n y a n q u i en la c o rte del
re y A rtu ro ...........................
„ 5.—FR A N C O IS M A U RIA C
,, 3.50
E l d e sie rto d el am or ..........
E l río de fuego ......................
„ 3.50
A N D R E M A U R O IS
L a lib e ra c ió n . .......................... „ 4.—
R O B E R T N A TH A N
R e tra to de J e n n i o ........................ . 3.50
L a m u je r del obispo
4.—
P A U L N IZA N
L a c o n sp irac ió n ....................
,, 4.—
L IA M O’F L A H E R T Y
E l d e ls to r ................................. ,, 4.50
0. HENRY
L e s c u a tro m illo n es ............
,, 4.—
B O R IS P IL N IA K
E l año d esnudo ......................
„ 4.—
RAYM OND R A D IG U E T
E l d iab lo en ol c u e r p o ............... 4.—
G U STA V R E G L E R
L a p a ió n de J c s s F r itz . . ,, 4.—
G R A C IL IA N O RAMOS
In f a n c ia ......................................
,, 4.50
M A U R IC E R O STA N D
E l h o m b re que yo m até . . „ 3.50
J O S E P H R O T II
L o s cien d ía s ...........................
,, 4.—
A R T H U R S C H N IT Z L E R
E L re to rn o de C asanova
. ,, 3.50
RAM ON J . S E N D E R
L a e sfe ra ...................................
„ 7.—
FR A N Z E M IL SIL L A N P A A
S a n ta M ise ria ................................. 4 —
JO H N S T E IN B E C K
L a s p ra d e ra s d el c i e l o .............. . 4.50
E l p o n y co lorado .................. ,, 3.50
W A N D A W A S S IL E V S K A
L a p a tr ia ....................................... . 4.50
FR A N Z W E R F E L
P rim a v e ra en otoño ............
„ 3.50
M. C O N STA .N TIN -W EY ER
U n h o m b re se aso m a a su
p a sa d o ............................................ . 4.—
B E N A M ES W IL L IA M S
U n a m u je r e x tra ñ a ............. „ 10.—
M IG U E L ZO SCH EN K O
L o s d ía s d e n u e s tr a v id a . .
4 .—
JOHN DOS
y
en
I
EDICIONES
SI GLO V E I N T E
Soc. Resp. L tda. - Cap. $ 100.000 1
JUNCAL 1131 — T. A. 42 - 8011
Buenos A ires
Solicite catálogo general.
pa sso s
( Viene de la primera página.)
o
En todas las buenas lib rerías
EDUARDO
M AL L EA
i
\
durante la segunda guerra, en Es
paña, en el Pacífico— con un míni
mo de interferencia por parte del
autor. Dos Passos es paciente y hu
milde ante los hechos. Nunca toma
un partí pris. Su ideología se es
fuerza siempre por ser comprensiva.
Creo que es socialista; lo que quiere
decir que aborrece las tiranías y
crueldades impersonales de nuestra
maquinaria industrial.
El pasar de estos libros políticos
a Manhattan Transfer o V.S.A. es
como pasar de Edgar Bergen a
Charley MeCarthy ( ,un popular
ventrílocuo norteamericano y su mu
ñeco), porque la criatura es mucho
más viva y llena de color que su
creador. Pero hay que hacer una
distinción entre Manhattan Trans
fer y las obras posteriores. En Man
hattan Transfer hay mayor propor
ción de descripciones y se ha dado
rienda suelta al elemento “ estéti
co” . Aunque en vez de figuras pin
torescas y paisajes españoles (como
en Rosinante the Road Again, Bo
cinante vuelve al camino), en vez
de una belleza convencional, lo que
se nos ofrece aquí son sensaciones
que, por su fealdad o violencia, ha
cen retroceder al esteta. O, si el
conjunto del escenario urbano es
“ bello” , las cosas que lo constitu
yen son repelentes o vulgares. El
artista comprende que el mundo es
áspero y crudo y compone su sinfo
nía con tonos crudos y ásperos. Ve
que el mundo se ha convertido en
algo mecánico y, con formas mecáni
cas, construye su significativa com
posición.
Y lo hace igualmente al describir
la vida como su marco material. La
vida le parece caótica y, por eso,
compone su “ melodía del caos” . La
encuentra fragmentaria, discontinua
c inconclusa y, así, su “ abstracción”
está hecha de fragmentos y estimula
la imaginación con el patetismo de
lo inconcluso. El corazón declara que
el refinamiento de los sentimientos
es condición de la vida del espíritu,
y el artista responde colérico, pin
tándonos almas vulgares e insensi
bles.-El sentido moral exige que los
hombres se unan entre sí por lazos
sociales; pero la ironía del artista
nos los muestra unidos por los ne
gocios, el cuerpo de bomberos y la
limpieza de la ciudad. La mente an
hela una dirección en el proceso so
cial ; el escritor nos describirá una
gran ciudad donde las multitudes
no obedecen otras directrices que
(Continúa en la página S)
Es lógico que nuestra avidez de asuntos
literarios se encaminen hacia la pregunta
inicial obligatoria a todo escritor, inqui
riéndolo sobre su obra futura, o en prepa
ración, y a ello nos responde Mallea, al
par que su cigarrillo obra a la manera de
barrera transitoria entre nosotros.
—Espero —nos dice— que aparezca este
año, y en los meses inmediatamente veni
deros, el producto de tres años de labor.
Si no todo él, por lo menos gran parte.
—¿Con qué comenzará?
—Con una novela que publicará dentro
de poco la Editorial Sudamericana. Se
tra ta de un volumen perteneciente a un ci
clo o breve sistema de novelas que comenzó
en Las Aguilas y que trata el desarrollo
conjunto no solamente de una familia de
terminada, sino —en una especie de cir
cuito, órbita o descripción anular— de al
gunos personajes laterales o caracteres tímás que un aspecto de cierto ciclo y este
picamento vinculados a esa familia.
ciclo una mera porción de cierto cuadro
—jCoordinadas o autónomas?
do obra¿. sin cuyo completamiento no me
—Será, en suma, un juego de novelas^? sentiré tranquilo.
autónomas que, si bien íntimamente coor—¿Trabaja en forma regular?
dinadas, pueden ser leídas independiente-)
—El trabajo principal do un escritor no
mente en sus distintas unidades.
reside, naturalmente, en el acto material
—¿Alguna otra novedad?
de redactar, sino en la operación, infinita
—En seguida de esa novela principal del
mente más delicada, de ordenar los aspec
sistema —a aparecer, como digo, dentro
tos concatenados en que se extiende el sen
de unos meses— pienso publicar otra no
tido general o intimo de esa obra de con
vela, esta vez breve, do asunto e inspira
junto a cuya composición concurren, con
ción propia, que nada tiene que ver con la
sus notas no siempre visiblemente traba
serie anterior, pero que también está ya
das, muchos libros diferentes. Yo dedico
terminada y lista para ir a la imprenta.
gran parte de mi tiempo —aparte de las
—¿Podría adelantarnos algo de lo que
cinco horas de trabajo cotidiano en el libro
contiene esa novela que va a salir en pri
que me ocupa— a la preparación y estudio
mer término?
de esas líneas generales. Y así van nacien
—Es un libro ya escrito y que pronto
do, con su diferente suerte y su diferente
estará err manos de los lectores. ¿ Qué quie
tono, los libros que se insertarán gradual
re que le anticipe yo si ya la obra saldrá
mente en el conjunto, y que en realidad
a explicarse o a naufragar sin explicación
no reservan su verdadera y tal vez más
que valga por su propia cuenta?
patento voz sino para el concierto o ajuste
—Pero, descartado esto, algo puede sa
del todo.
berse de su argumento. . .
—¿Qué sistema de trabajo tiene?
—El libro tiene tres partes y resume
—Por las mañanas escribo desde muy
el combate de un personaje por alcanzar
temprano. Por las noches leo, preparando
en términos espirituales, a construir una
materiales para el día siguiente. O bien
obra equiparable a la que construyó su
tomo notas.
abuelo en términos materiales. Pero toda
—¿Qué obras suyas se están traduciendo
la construcción se realiza en el dominio in
en estos momentos?
terior —no en la vida práctica y concreta—
y significa, por consiguiente, el intento de
—José Lings do Regó ha prologado y
dar valor a cierto desposeimiento, por par
traducido Todo verdor perecerá para la
te del protagonista, que se incorpora atri
colección Nobel de la editorial brasileña
butos aparentemente pobres, por que son
O Globo, y la casa Bompiani, de Roma
en realidad lo contrario de tal.
ha contratado, para su versión italiana, lo
misma obra, después de haberme pedido
—Le manera que es la historia. . .
la opción para todos mis libros.
—En cierto sentido, de la vuelta de un
hombre a ciertas obligaciones relevantes
Ha terminado nuestra cordial misión, y
después de los extravíos o decadencias
mientras Mallea hojea despaciosamente
operados en su casa familiar. La vieja ca
las páginas de C a b a l g a t a que hemos pues
sona de Las Aguilas, ya asaltada, devora
to en sus manos, las campanadas de un
da por el campo, es un protagonista más
reloj cercano nos indica que le restamos
de este libro, en el que se desarrollan pe
más tiempo del propuesto. Apretones de
ripecias colaterales donde participan un
manos, sonrisas, y Mallea vuelve al silen
cúmulo de personajes e ideas en cuya macio de su despacho de la calle San Martín
tización he puesto el máximo de esfuerzo.
donde proseguirá infatigablemente su la
—¿Queda así terminada esta serie?
bor al servicio de las letras.
—Aunque consagré a este libro un tra
bajo por momentos agobiador, no es nada
O. B .
i
EN EL ANIVERSARIO DE R. J. PAYRO
( Viene de la página anterior.)
dengues para defender la frontera
de Buenos Aires de las incursiones
del infiel. De las tres compañías que
se crearon en 1752, la llamada “ Va
lerosa” fué destinada al paraje co
nocido por “ Laguna Brava”, más
allá del pago de Lujan. Cuando Pay-
ró nació en Mercedes hacía apenas
dos años que había sido declarada
ciudad . En otras épocas, cuando na
cía un ser humano se buscaban en el
cielo las señales de su destino; pero
sería más lógico pensar en un desti
no telúrico, en la existencia de una
escritura garabateada por los vientos
¡ l i l i II A I R A IBS HBRIS
E n su nú m ero 0, volum en e x tra , la C olección C risol, de M anuel A guilar, E d ito r,
p u b licó , b a jo el títu lo de A m or e h is to ria en el lib ro , dos de las o b ra s m ás s ig n ific a
tiv a s, de to d a s las épocas, a cerca de los lib ro s. T rá ta s e del F ilo b ib lio n (m u y herm oso
tra ta d o so b re el am or a los lib r o s ), p o r R ic ard o de B u ry , y N egro sobre b lanco (b rev e
h is to ria de la e s c ritu ra y el lib r o ), p o r M. Ilin .
D e e sta edición, b ellísim a, im p resa so b re p a p el b ib lia , ene. en p ie l y d o ra d a a
fuego, ta m a ñ o 6,5 x 8,5, con n u m e ro sas ilu stra c io n e s, nos es g ra to hoy re p ro d u c ir un
fra g m e n to que dice do la b elleza que e n c ie rra n la s p á g in a s, im p e re c ed e ra s, de R icard o
de B u ry :
Be cómo los libros deben ser ‘preferidos
a las riquezas y a los placeres.
p u e s la m e d ita c ió n m om en
d a n p o r d e b ajo de la v e r
O I se ju z g a a c e rc a d el vatá n e a so b re la s v e rd a d es
^
lo r de u n a cosa según d a d . P e ro los lib ro s sa g ra
dos c o n tie n en y co n serv an ex am in ad a s, c o n tin u a d a poi
el g ra d o en que es am ada,
la v e rd a d ; es m á s: ellos u n acto de la in te lig e n c ia, no
el p re s e n te c ap ítu lo dem os
s u fre in te rr u p c ió n a lg u n a
t r a r á que el v a lo r de los m ism os son la v e rd a d es
lib ro s es in e fa b le ; pero ello c rita (p resc in d ie n d o de su P o r esto los lib ro s parecen
de n a d a s e r v irá a l le c to r e s tr u c tu ra m a te ria l, que es s e r los m ás In m ed iato s ins
tru n ie n to s de la fe lic id a d es
in d e p e n d ie n te de su co n ten í
p a ra s a c a r u n a con clu sió n
p e cu lajiv a . A ristó te le s, v e r
p ues n o so tro s no nos s e r d o ). P o r todo ello, la s r i
vim os do d e m o stra cio n e s/ en quezas, do c u a lq u ie r especie d a d ero sol de la v e rd a d f í
que sean, e stá n p o r d eb aje sica, concluye en su elección
c u estio n e s m orales, aco rd án
de los lib ro s, incluso la cla do m étodos que es p re fe rí
donos de que A ris tó te le s,
en su E tic a 1 y en su M e se de riq u e z a m ás e stim ab le : b le filo so fa r que e n riq u e
la fo rm a d a por los am igos cerse. A unque en el lib re
ta fís ic a 2 , p ro c la m a el he
cho de que el ho m b re busca como lo c o n firm a Boecio en te rc e ro de su T ópicos conce
el segundo lib ro de su De d a que la ne ce sid a d puede
la c e rte z a según le p id a la
n a tu ra le z a de la cosa que co n so latio n e p h ilosophiae. A o b lig a r a l in d ig e n te , según
la s c irc u n sta n c ia s, a p re fe
h a y a reconocido. N i CicerÓD p e s a r de ello, A ris tó te le s
r i r la fo rtu n a a la filo so fía
p re fie re la v e rd a d de los li
a rg u m e n ta apoyado en E u
Si se re c u e rd a , como pro
b ro s , so b re todo c o n sid e
elides, n i este últim o basa
su a u to rid a d en el sabio
ra n d o que la s riq u e z a s no bam os en el c ap itu lo p rece
dente, que los lib ro s c o n sti
p a re ce n te n e r o tro objeto
rom ano. C ie rta m en te, nos
o tro s nos esforzam os en
que el s e rv ir de su ste n to a? tu y e n el m ás cóm odo de lot
c o n v en cer de que y a sea por cuerpo. Se p uede d e cir con m a e stro s, se c o n v en d rá sin
c
e rte z a que la v e rd a d de los g ra n d e s esfu erzo s que m ere
la lógica, y a p o r la re tó
lib ro s es la p e rfe c ció n dv cen el am or y la c o n sid e ra
ric a , en u n a n a tu ra le z a in
ción d e b id a a los profeso
m a te ria l, en la que el e sp í la ra z ó n , la c u al es, h a b la n
r itu — que es el am or— nc do con p ro p ie d a d , “ el bien re s . P o r fin , como tod o s los
hom bres, p o r in s tin to , de
d
el
h
o
m
b
re
”
.
E
s
p
o
r
dem
ás
puede e n g e n d ra r m ás que e?
sean a p re n d e r y g ra c ia s r
am or, los lib ro s d eben ser ev id e n te que p a ra el hom
los lib ro s podem os a d q u irir
e stim ad o s sobre to d a s las b re que se sirv e do su r a
zón
los
lib
ro
s
d
e
b
en
serle
la
cien cia de la v e rd a d ,
riq u e -a s
y los p la c eres
m ás e stim ab le s que la fo r
c ie n cia p re fe rib le a to d a s
c u a le sq u ie ra que ésto s sean
Y esto, en p rim e r lu g a r, tu n a , p ues lo que p ro te ja la s riq u e z a s, ¿ q u ié n es e1
p o rq u e los lib ro s e n c ie rra n la fe con m ás firm eza, lo ho m b re que, obedeciendo í
m ás s a b id u ría de la que los quo s irv a p a ra p ro p a g a rla u n a ley n a tu ra l, no e s tá ob
m o rtale s p u e d an coñcebir. Y m ás y p a ra a n u n c ia rla con sesionado p o r la p a sió n de
la s a b id u ría m e n o sp rec ia las m ás c la rid a d , es lo que m ás los lib ro s ? A unque veam os
am ado debe s e r p o r el ere
que los p u e rc o s d e sd e ñ a n
riq u e z a s, como se dem ues
y e n te . E v id e n te m e n te que la s p e rla s, el sen tim ie n tc
t r a en el p re s e n te capítulo
A ris tó te le s, al p la n te a rse en N u e stro Señor, con el de del sab io no so debe a lte ra r
p o r ello y debe re c o g er las
el lib ro I I I “ A cerca de los signio de h a c e r n o ta r la
v e rd a d e sc rita en los lib ro s
p e rla s que se le ofrecen.
p ro b le m a s” (P ro b le m a déci
m o) la sig u ie n te c u estió n : resp o n d e a l te n ta d o r p a ra U n a b ib lio te c a re p le ta de sa
“ ¿ P o r qué los a n tig u o s que d e sh a c e r su a rg u m e n ta c ió n : b id u ría es m ás p re c io sa que
en la s academ ias y juegos “ E s tá e sc rito ” 4. E n fin , n a
to d a s la s riq u e z a s, y n a d a
p ú b lic o s o to rg a b a n recom dio d u d a que la d ic h a está p o r m uy a p ete c ib le que sea
c o m p a rá rse le .
A sí
p e n sa s a los m ás capaces p o r encim a do la s riq u e z a s; puedo
no to m a b a n en c u e n ta la pero p re c isa m e n te la dicha q u ie n q u ie ra que s ie n ta en s '
c
o
n
siste
en
la
c
o
ntem
plación
s a b id u r ía ? ” , la re su elv e a^í:
u n a a r d i e n t e p re d ile c ció n
do la s v e rd a d es de la sab i
“ E n los e je rc icio s g im n ás
p o r la fe lic id a d , la s a b id u
tico s el p rim e r prem io es d u ría p o r m edio de la in te
ría , la c ie n c ia e incluso la
s u p e rio r a la h a z a ñ a re a li
lig en cia, o p e ra ció n de la fa
fe, debe s e n tirs e ir r e s is ti
zada. Y como en to n ces se c u ita d m ás noble y elevada b le m e n te a tra íd o p o r los
co n cu erd a, en d e c ir que la quo poseem os y que es, se lib ro s.
s a b id u ría e stá p o r encim a gú n el p rín c ip e de los filó
do la s riq u e z a s y los p la sofos, A ris tó te le s, en el l i 1 A R IS T O T E L E S : E t i c a
c e re s .”
I, 8.
b ro IV de su E tica , a Nicó
E l Ig n o ra n te n e g a rá que maco, la m ás de le cta b le d r 2 A R IS T O T E L E S : M eta físi
la a m is ta d sea p re fe rib le r to d a s la s o b ra s d esp u és de
ca, I I , 3.
la fo rtu n a , au n q u e el sabio la v ir tu d ; y a ñ ad e que, por 3 Z o ro b ab e l: J u s to del An
lo a te stig ü e así. S in em bar
su p u re z a y solidez, la filo
tiguo te sta m e n to , que re s
go, el filó so fo v e n e ra la so fia es la fu e n te de adm i
ta b le c ió el tem plo de J e
v e rd a d p o r encim a de la ra b ie s p la c eres. L a contem
ru sa ló n (L ib ro de E s d ra s
a m istad , y el Justo Zoroba- p la c ió n de la v e rd a d no es
III).
b e l 3, la v a lo ra so b re todas p e rfe c ta m ás que cuando se 4 E van g elio de S a n M ateo
la s cosas. Los p la c eres que
h a ce a tra v é s de los lib ro s
c ap ítu lo IV , 4.
en los pastos. Y Payró fué un escri
tor argentino que nació con todos los
signos auténticos de su tierra. Y si
Hernández escuchó el violento reme
són de la indiada y de la derramada
soledad del desierto, Payró habría de
escuchar el rumor del crisol de las
pasiones, en la política p u e b l e r i n a ,
en la lucha por el pan, en la ávida
conversación de los personajes que
la vida echa por los caminos.
De Payró puede decirse lo que
Chesterton dijo de Dickens: “ tenía
la llave de la calle” . ”Tuvo la llave
de la calle desde muy pequeño ’’. Te
nía siete años de edad cuando hizo
el descubrimiento de la ciudad. Vea
mos cuál es ese Buenos Aires que
Payró puede conocer en 1874. Es
indudable que los hechos y circuns
tancias del ambiente y de la época
actúan por osmosis en la formación
espiritual de los seres. Los episodios
de más intensa dramaticidad impri
men un sello indeleble en la memoria
de los niños'. Con lo visto y oído
cuando tenía siete años, Defoe, el
autor de Robinson Crusoe, escribiría
más tarde, el Diario de la Peste en
Londres, uno de los libros más inten
samente trágicos que tiene la litera
tura europea.
Desde pequeño, el Giotto dibuja
la forma de las nubes en las piedras
y Benvenuto Cellini veía formas hu
manas en los bloques de Carrara aun
no tallados. Era niña Harriet Beecher Stowe cuando vió cómo eran
flagelados y castigados los negros en
las plantaciones, y con esos detalles
habría de escribir, andando el tiem
po, La Cabaña del Tío Tom, uno de
los libros más famosos de la litera
tura norteamericana. En su afán de
instruirse y formarse una cultura,
Sarmiento sufre en carne propia,
desde muy pequeño, todas las falen
cias que la instrucción primaria te
nía en su época; ello le llevaría a
ser apóstol, el más apasionado de la
educación y de la enseñanza en nues
tro país.
Roberto J. Payró llegó a Buenos
Aires en 1874, a los siete años de
edad, y estaba al cuidado de su tía ;
había quedado huérfano de madre
hacía poco. Las escapadas del peque
ño Roberto formarían las experien
cias de vida del futuro escritor. El
pequeño mercedino, llegado de los
aledaños de la vastedad, de junto a
la tierra de nadie de la frontera,
siente asombro por la gran aldea con
sus trescientos mil habitantes. El ce
der la acera a las señoras, modalidad
netamente porteña, era una conse
cuencia del estado de la vereda y el
1
-j
|
¡
.
�cabalgata
riesgo que había de irse abajo hacia
la calle honda. Para andar por las
veredas había que practicar un ver
dadero alpinismo. Setenta años atrás
Buenos Aires era una ciudad tan fea
como Londres con sus calles largas,
encajonadas; sus desagües, se decía
con mucha gracia, en esa época, e s
taban a cargo de dos ingenieros bra
sileños: el viento y el sol. Las aceras
altas: la calle allá abajo con verda
deros precipicios. Todavía de esos
años son los viajeros ingleses los que
nos hablan mejor de nuestro país,
por lo menos, con mayor veracidad.
Es pintoresca la descripción que del
Buenos Aires del 70 nos hace Ri
chard Burton, que llegó a Buenos
Aires a bordo del “ Y i” . Las aceras
desniveladas, viscosas después de un
aguacero, con laderas de precipicios,
terminaban en las «¿quinas con tres o
cuatro rudos escalones que ofrecían
como apoyo un viejo cañón. Para
cruzar las calles había puentes. Tria
de las calles más hondas era la inter
sección de las calles Florida y Co
rrientes, en donde más de un tran
seúnte se rompió algún hueso al caer
al fondo. El pequeño Roberto, al lle
gar a la ciudad, fué acuciado por la
misma curiosidad que Richard Bur
ton; pero no tiene edad ni condicio
nes para comparar como el inglés.
Escenas y tipos callejeros impresio
naron para siempre la sensibilidad
del muchacho. Los carros de dos rue
das pasaban a Barracas al Norte con
lana, cuero seco, caña, madera, leña
y otros renglones de corralón. Los
tranvías, en la Avenida Santa Lucía,
eran arrastrados por dos cuarteado
res. Y después los tipos humanos.
Las cuarteadores compadrones y di
characheros, ídolos de las chinas, de
gorra requintada, de visera para
atrás y clavel a la oreja. El pescador
italiano recién llegado que baritoneaba su mercancía; los pajueranos que
se desparramaban por la ciudad en
ocasión de las fiestas patrias. Y aquí
el aguatero, el tipo más popular de
los suburbios, y las gloriosas reli
quias de la independencia, y los
grandes patricios que a veces apa
recían por las calles seguidos de la
admiración de los transeúntes. Es
así cómo el padre mostraría al pe
queño Roberto al General Mitre. El
recuerdo de la gran ciudad aldeana
tiene el color del resplandor de los
picas de gas, el rumor del bordoneo
de las guitarras de los cuarteadores,
un suave aroma a espinillo, el único
perfume que usaban las criollas pa
ra aromar la ropa blanca guardada
en las cómodas profundas. Pero los
vientos del odio corrían por las inse
guras calles de la ciudad. Todo es
taba confundido en esa tromba de
violencia y de lucha; los hechos más
contradictorios y antitéticos forma
ban la vida de la nación en esos mo
mentos : la lucha con los indios, el
fraude que llevaba a los hombres a
los campos de batalla, provincianos
y porteños que habían substituido a
unitarios y federales. Payró había
oído hablar desde chico del fraude
electoral, de las mulidores en polí
tica. de las patrañas electorales, de
los infundios de los comicios, que
formarían más tarde los elementos
esenciales del espíritu y de la men
talidad de ese exitista que fuera el
protagonista de Divertidas Aventu
ras del nieto de Juan Moreira.
FIX
E .1E R C IC I 0 S O R R E
T I R E S I A S
( Viene de la //finiera página.)
mente el pantalón y las botas des
preciando a último momento a
Rackham. Si hubiera combatido
como un hombre —así lo acusó—
no se vería colgado como un perro.
Fui Mary Read, otra irlandesa que
integró una tripulación pirata pro
vocando y venciendo como buena en
más de nna riña marinera de ma
chete y pistola. Fui también Porcia
y Absalón, juglar y mago.
Puedo multiplicar los ejemplos
basta el tedio, pero me detendré en
el último porque es una de las po
cas ocasiones en que la calamidad
(la muerte) final que mi sino bus
ca, es un justo castigo.
Para Catalina, hermosa mucha
cha que vivió en un pueblito de la
Baja Sajonia, el amor fué una pa
sión furiosa que no conoció límites
ni reflexiones. Mintió y calumnió
para conseguir el objeto amado.
Tampoco le importó condenarse y
morir sin confesión, pero fué en
vano. Seductora y sobre todo muy
sensible al placer de agradar a los
hombres, soñaba con ser una espe
cie de Semiramis. Se libraba en
sü imaginación a incontables impu
rezas donde los que habían servido
a su lujuria eran degollados y se
pultados luego en magníficas tum
bas construidas con ese fin. No
sintió ni la virtud ni la inocencia
y comenzó ejercitando su perver
sidad sobre el vicario del pueblo
a quien atrajo simulando éxtasis
durante los cuales se expresaba en
un latín corrompido, y acordán
dole luego gracias excesivas y aun
las pruebas últimas- del amor.
Los talentos del vicario habían
descubierto en Catalina serias con
diciones para el amor místico pero
como se sintió atraído, decidió veri
ficar de una manera bastante par
ticular tan raras aptitudes. Mien
tras se bailaba entregada a sus
oraciones, deslizaba el vicario su
mano por la nuca de la muchacha.
Si esta reaccionaba o exhibía el
calculado pudor, la acusaba de
escaso fervor religioso y excesivo
apego a las cosas mundanas, pues
nada bueno es el estar tan atento
a las sensaciones del cuerpo. La
pertinacia del vicario fué premia
da. Logró su propósito y Catalina
j a no se dió cuenta de sus disfra
zadas caricias.
Un día yo, Tiresias, llegué al
pueblo bajo la forma de un atra
yente personaje. Ale presenté como
un volatinero pero mezclando a las
habituales pruebas con pájaros y
flores cosas dignas de mis privi
legiados dones. Ale llamé Absalón
y en verdad merecía tal nombre
pues como las del hijo de David,
mi rubia cabellera' y mi barba riza
da y hendida pesaban seguramente
más de ocho onzas. Ale gustó el
pueblo y deseé quedarme largo
tiem po inventando distracciones
para sus buenas gentes. Practicaba
la aquitomaneia o sea la adivina
ción del porvenir por medio de
agujas, colocando doce de ellas en
un plato sobre el que derramaba
desde cierta altura clarísima agua.
C aballo
omo
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por ALFRED EINSTEIN
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p L U C K d is fru tó del p ri
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v íleg io cA8i ú u iro de
”
in flu ir d ire c ta m e n te , al
mismo tiem po, so b re la s tre s
g ra n d e s escu elas m u sicales
de E u ro p a — Ita lia n a , F ran cesa, A lem ana— y d e ja rle s
im p re sa s sus h u ellas,
P o r su ed u cació n , p o r su
vida, r e p a rtid a e n tre todos
los p a ire - del c o n tin e n te.
G luck e ra el llam ado a des
e m p eñ ar ese g ra n p ap el de
m aestro europeo, e l p rim ero
que im puso a E u ro p a — di
ce B om aín R o lla n d — p o r Xa
do m in ació n de su genio, u n a
especie de u n id a d m usical.
s
Precio del ejemplar * 10.-
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I
1
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i Editorial S C H A P 1RE
• Knaiht'iii 1285
■
Buenos Aires
7
de fuec . o
fenómeno <le conjunto, la poesía
C chilena es un acontecimiento artístico
que sólo puede ser comparado en Améri
ca. a la generación de pintores murales
mexicanos. No solamente los nombres de
Crucliaga Santa María, Huidobro, Neruda, Rosainel del Valle, Pablo de Rokha,
Díaz-Casanueva, Juvencio Valle, Antonio
de Undurraga, circundados por la aureola
do los aportes originales y definitivos ?
la poesía, sino que aun las numerosas
obras de verdadera importaneia para un
panorama cultural que brinda constante
mente la poesía chilera, hacen pensar en
un ‘ ‘ Renacimiento ’ ’ en las artes poéticas
Por lo tanto, no puede maravillarnos algo
que debía ser consecuencia lógica del he
cho anotado: que de Chile partiera el más
serio e interesante intento por abrir una
tribuna a la poesía de este continente, "i
esta tribuna es “ Caballo de Fuego . fun
dada por Antonio de Undurraga en San
tiago de Chile, y cuyo tercer número acu
ha de aparecer en Buenos Aires, donde su
director reside actualmente. Al aparecer la
Era también capaz ele ver y adivi
nar los espectros que circulan por
los aires y hacer con clips raros
presagios. Podía descubrir objetos
perdidos pronunciando dos veces
la palabra AGLA. de la cabala, y
podía asombrar con la grantomancia o sea la adivinación por medio
de las cosas que se presentan de
improviso, como el encuentro de
un halcón que cruza el cielo o de
una liebre asustada ante la presen
cia humana. Afaravillé, y como ade
más componía e interpretaba inge
niosas comedias todos me distin
guían. Las mujeres, especialmente,
me consultaban y desde luego des
perté más de una secreta pasión.
Catalina fué una de ellas. Al fin y
al cabo sus amores con el vicario
no pasaron más allá de la sorpresa
que a toda virgen inspira el proce
der del hombre en tales meneste
res. Yo no presté atención a sus
insinuaciones. A n tes bien, para
darle a entender que conocía sus
culpas y su perversidad, le conté
la historia de Abrahel, el demonio
súcubo que adoptando la forma de
una hermosa joven hacía concebir
malas pasiones en hombres que por
estar entregados a algún ministe
rio sagrado, si pecaban, pecaban
doblemente. Después de seducirlos,
Abrahel les entregaba una man
zana y les exigía el sacrificio de
alguna persona amada.
Aunque comprendió que yo había
descubierto su intriga, su espíritu
y su instinto singularmente modi
ficados por el embarazo, no ceja
ron. En lugar_ de resignarse me
escribió una carta donde entre
otras cosas que mostraban un la
mentable y alarmado corazón, de
bía : “Señor, esta carta le sorpren
derá pero ya se habrá imaginado
usted las razones de mi proceder.
Proceder que aunque sea yo una
niña, está justificado... ¡Cielos,
como le odiaría a usted si no lo
amara hasta el furor! Yo lo amo
señor Absalón y le suplico que no
se exponga a vanos arrepentimien
tos e in ú tile s remordimientos”.
Terminaba la carta con la amenaza
de rigor: “Tiene usted tres días
para contestarme”. Ciertamente a
mí, a Tiresias le causó infinita pena
esa invitación que, además, ponía
en peligro mi apacible actividad de
mago lugareño. No contesté la
carta y en la cabecera de mi cama
encontré un trozo de pergamino en
el que estaban escritos los siguien
tes nombres: Aliguel, Gabriel, Ra
fael y por último el mío, Absalón.
¡Pobre Catalina! ¿Qué podría ha
cer contra mí tan ridicula fórmula
amatoria ?.
Pasados los tres días del plazo
fijado, se presentó ante el magis
trado y me acusó. Juró y juró que
yo era culpable de su desgracia y
me enviaron a 1a. cárcel. De acuer
do con la costumbre establecida
para esos casos, fui condenado a
muerte. No temía por mí sino pol
la joven de modo que me limité a
decir que prefería la condena antes
que verme unido a tan miserable
criatura. Catalina, pensaba yo.
REVÍSTA HE
REVISTAS
revista por primera vez, su editorial moti
vaba claramente la empresa : ‘ ‘ Levanta
mos esta casa no para vivir en ella como
esclavos de sus ardientes espejos, sino que
para hospedarla y a d o r a r la ...’’, agre
gando más adelante que estaba “ .. . dig
namente puesta al servicio de la poesía
Y por estarlo sólo pretende un compromi
so: evitarle toda llaga y todo contraban
do que la perjudique’ ’.
Arduos son los problemas que sobre
lleva el arte en América. Y no entre los
menores se encuentra la falta de publica
ciones orientadas a encarar los mejores
frutos. Además, la carencia casi absoluta
de críticos y ensayistas provoca un auge
% justificación tal de puerilidad, que las
páginas de algunas entidades tradiciona
les, no 1‘ descubren ’ ’ otra poesía que aquí -
CIVILIZACIONES DE OCCIDENTE
por E. McNall Burns
L as re a liz ac io n e s h u m a n a s de acuerdo con el
nuevo concepto de la h is to ria . U na p e rsp e c tiv a
ín te g ra de la s lu ch as, h a za ñ a s y e rro re s de la
hum an id ad , desde sus com ienzos h a s ta el m o
m ento a ctu al.
U n volum en e sm e ra d a m e n te im preso, de
900 p á g in a s, p ro fu sa m e n te ilu s tra d o y
e n cu a d e rn a d o en tela
$ 40.—
DANZAS ARGENTINAS
por Aurora De Pietro
y C. González Castillo
U na e x q u isita p in to ra y u n s e n tim e n ta l poeta
im p rim en en este lib ro u n nuevo e n ca n to a la
belleza y el colorido de los b a ile s tra d ic io n a le s.
L u jo sa e dición en p a p e l p e rgam ino, con
26 ilu s tra c io n e s a todo color y n u m e ro
sas en negro, m a g n ífic a m e n te e n c u a
d e rn a d o
S 4 0 .—
LEON FALLIERE 1856.1866
(Diario de Viaje
por la América del Sud)
O bra de g ra n v a lo r a rtís tic o e h is tó ric o p re
s e n ta d a en u n a c u id a d a ed ició n , que im p o rta un
e x tra o rd in a rio a la rd e de p e rfe c ció n té c n ica . I lu s
tra d a con 207 rep ro d u c c io n e s d ire c ta s d e los
o rig in a le s en hu eco -o ffset a 2, 3 y 8 colores.
E d ició n n u m e ra d a en a rá b ig o s del 1 al
2.900, lu jo sa m e n te e n c u a d e rn a d a en te la $ 70.—
E d ició n lim itad a , n u m e ra d a en rom anos
del I a l C, en c u a d e rn illo s colocados en
c ajas.
$ 1 0 0 .—
FILOSOFIA DEL ARTE
por Hipólito Taine
H e rm o sa e dición de la fa m o sa o b ra que s in te
tiz a la e sté tic a d el p e n sa d o r fra n c é s. T a in e con
s id e ra que el a r tis ta p ro d u c e c o n d icionado a
tre s in flu jo s: la ra z a, el m edio a m b ie n te y el
m om ento h is tó ric o . S obre e sta b a se a n a liz a la
p in tu r a del re n a cim ien to ita lia n o y de los P a í
ses B ajo s. A dem ás d e e s tu d ia r la e sc u ltu ra de
G recia, re a liz a el im p o rta n te ensayo sobre el
id e a l en el A rte.
E n un volum en d e e sm e ra d a p re s e n ta
ción, ilu s tra d o con 30 lá m in a s a 6
colores, 98 en negro y m ás de 120 g ra
bados y lito g ra fía s , m a g n ífic a m e n te e n
c u ad e rn a d o
$ 2 0 .—
SAN MARTIN 200
FLORIDA 205, FLORIDA 750 y SUCURSALES
habrá intuido que no soy un ser
vulgar. Comprenderá que quien es
dueño de tales poderes no puede
asustarse ante la perspectiva de la
hoguera o la horeá. Tal vez com
prenda que para mí esa muerte
judicial no tiene sentido. Se arre
pentirá y retirará la acusación.
Como nada de eso sucedió, llamé
al juez y le dije: “Me envían uste
des a la muerte y vuestra concien
cia no os hace ningún reproche.
Puesto que se me condena por la
palabra de una mujer sin pudor
demostraré mi inocencia pero lo
haré delante de ella.”. Cuando la
hicieron llamar, Catalina creyó que
yo había mudado de parecer y
accedía a casarme con ella para
salvarme de la' muerte y limpiar
mi culpa. Una vez que los hube
reunido a todos, me despojé len
tamente de las ropas. Vióse enton
ces como yo, Tiresias, era mujer.
Ale perdonaron pero- hube de salir
inmediatamente del pueblo.
Catalina fué, como estaba pre
visto, castigada. Al día siguiente
de mi inequívoca revelación tuvo
un falso parto y murió.
i
Lo que sigue es, en pobrísima
y aproximada versión, la palabra
de Ovidio acerca de mi natura
leza :
“Se cuenta que un día Júpiter
alegre por el néctar, abandonó sus
graves ocupaciones dedicándose a
bromear con Juno. — Sin duda —
le habría dicho Júpiter — la vo
luptuosidad que ustedes pueden
experimentar es más grande que
la que siente el hombre. — Ella lo
negó. Resolvieron atenerse a la
decisión del sabio Tiresias. Este
había gozado de los placeres de
Venus en uno y otro sexo. En
efecto, habiendo encontrado una
vez en un bosque dos grandes ser
pientes acopladas, las golpeó con
su báculo y ¡ olí prodigio!, de hom
bre vióse transformado en mujer.
Así pasó siete años. Al octavo año
encontró de nuevo a las mismas
serpientes y dijo: — Si es tan
grande el poder de un golpe que
cambia en lo contrario la suerte
de quien os lo da, os golpearé
ahora.— Al golpearlas recobró bu
Ha cuyo significado es una nulidad en to
forma primera y la figura que
dos los aspectos de la creación. Viene “ Ca
tenía
desde su nacimiento. Tomado
ballo de Fuego’’ entonces, a llenar un
como juez en tan divertido debate,
claro e iniciar una época err que lo alcan
zado y lo por alcanzar en la poesía ame
corroboró lo que sostenía Júpiter.
ricana, están condicionados para su publi
“ La hija de Saturno despechada
cación por modalidades tan necesarias co
más de lo justo, condenó los ojos
mo pueden serlo lina clara comprensión
<le su juez a la noche eterna. Pero
del lugar americano en la Poesía, y una
encauzada selección crítica. La revisión
el padre todopoderoso — puesto
que en números anteriores lia hecho “ Ca
ballo de Fuego” de la obra de los poe que no está permitido a ningún
dios destruir lo que otro (líos
tas chilenos Antonio Borquez Solar y Te
hizo— . en compensación por la pér
resa Wilms Montt, como el panorama de
poetas que ofrece en el número que acaba
dida (le la vista, le dió la facultad
de aparecer, son índice elocuente de lo que
de
conocer el porvenir endulzando
afirmamos, como también muestra del pa
con tal favor el castigo.” (Meta
pel que esta revista ha de jugar. No será
morfosis — Lib. TIL)
una escuela literaria determinada la que
cimente la juventud cultural de nuestro
continente, sino que los aportes califica
dos de innumerables corrientes conforma
rán el panorama de nuestras arte*. Y este
es también lo que vemos reflejado en el
número 3 de “ Caballo de Fuego *. Comovi
das las premisas, no es poco decir.
(Continúa en la pág. 10.)'
• Es la opinión de otro poeta:
tiro
[Uves
Obi man uitli wrinkled f e m ó le breast
/
Tiresias, though
b h n d , th rnbbing
T. S. Eliot, “ The Waste L an d ’ ' )
A b r i l de 194H
�cabalgata
8
J O H N
nos passos
194 7
(Viene de la página 6.)
las que tienen por fin la común co
modidad y seguridad. Ese será el
modelo de su composición.
De las dos ciencias que presiden
el moderno paraíso literario, Dos
Passos ha elegido como guía a la so
ciología, y no a la psicología. El in
dividuo' le interesa, pero principal
mente como miembro de un cuerpo
social, y siempre aspira a mostrar
nos una sección transversal de ese
cuerpo, para que apreciemos mejor
,1a estructura de sus tejidos. En Man
hattan Transfer nos muestra el cen
tro urbano; en U.S.A.. la nación.
En ambos casos abarca el período
que va de la Guerra de los Boers al
gran “ boom” que siguió a la Pri
mera Guerra Mundial. En Manhat
tan Transfer nos presenta un gran
número de personas de los grupos
más representativos, pero en instan
táneas, sin transición, cada una por
su lado; algunas no aparecen más
que una vez, otras varias a través de
los años y otras aún con la frecuen
cia necesaria para producirnos la
impresión de protagonistas, sobre
todo cuando sus vidas se unen por
el matrimonio, los negocios o cual
quier otra relación social.
De modo más o menos remoto se
afectan entre sí; pero los personajes
no parecen darse clara cuenta de ello^
y, cuando se unen más estrechamen
te. su imión no puede llamarse un
argumento, con su tema, sus escenas
críticas y su resolución dramática.
El elemento del tiempo sirve sim
plemente como una medida del des
arrollo del cuerpo social. Lo que ha
cen y dicen los personajes es una
ilustración de sus principios socio
lógicos.
En U.S.A. existe aún menos argu
mento, en el sentido convencional de
la frase, aunque tiene menos perso
najes y el curso de sus vidas se des
cribe más detalladamente, con menos
interrupciones. Cada caso se docu
menta enteramente. Pero no son más
que los casos sacados del archivo de
un trabajador social.
La parte pública del libro la cons
tituyen Noticiosos, biografías de
hombres famosos y lo que se llama
el Ojo Cinematográfico. Los noticio
sos son un conjunto de fragmentos
inconexos, como los recuerdos de un
lector de diarios. Y precisamente esa
falta de conexión entre los distintos
ítems —escándalos, catástrofes, fi
nanzas, trabajo, política, guerras—
es lo que pone de manifiesto su in
terrelación en la trama de Iqs asun
tos públicos. En la vida pública, co
mo en la privada, no existe un ver
dadero argumento; pero sí una ten
dencia general, hacia la guerra, la
inflación o la agravación de los con
flictos sociales. Pocos son los perso
najes de la obra que se dan cuenta
de esa tendencia, o se preocupan por
ella, por lo que significa el proceso
en que se encuentran implicados.
Muchos lectores se quejan de la
falta de convencionalismos del mé
todo narrativo de Dos Passos. Su ob
jeto no es la reproducción completa
y literal de una escena presente al
ojo corporal según las leyes de la
óptica, sino más bien el reunirse den
tro del marco de un cuadro, partes
representativas de muchas escenas
relacionadas entre sí, no por su pre
sencia simultánea en el mismo lugar,
sino por una asociación mental, a
las que se da significado y efectivi
dad estética por su arreglo en la nue
va pauta visual. No hay motivo para
suponer que este principio de la com
posición abstracta va a desplazar a
la tradición establecida ya en la no
vela —que tiene la ventaja de seguir
un camino más normal al arreglar
imaginativamente las vidas huma
nas. Basta con recordar a los lecto
res que Dos Passos escribe de un mo
do nuevo y distinto, y sugerirles que
busquen sus efectos en la misma di
rección que él los buscó.
Los mismos lectores que se quejan
de su técnica, narrativa, se sentirán
repelidos por lo inconcluso de sus
historias y por el escaso valor y sig
nificado de las -vidas que en ellas se
presentan. Bueno, pero es que ése es
precisamente el tema de Dos Passos.
Si no nos ofrece ejemplos de almas
generosas en busca de nobles fines
' es porque la vida contemporánea le
da la impresión general de gentes
ordinarias, presas en el mecanismo
de una sociedad sin alma, y los ca
sos excepcionales carecen para él de
interés.
Pero en las biografías y noticiosos
hay sutilezas de intención que resul
tan más agradables. Las incoheren
cias del Ojo Cinematográfico son
una expresión perfecta de la inge
nuidad de la niñez, de los anhelos
confusos de la madurez consciente.
Quizá el triunfo mayor del arte de
Dos Passos es la completa sumersión
de su estilo personal en el de sus per
sonajes. El vocabulario y el idioma,
la retórica y la gramática son dis
tintos en cada uno de ellos; y, sobre
todo, lo que podríamos llamar el to
no moral, es siempre el de las perso
nas que viven en la obra sus vulgares
vidas. Aquí reconocemos con deleite
el don del artista objetivo de entre
garse por completo a su tema que,
en los volúmenes de comentarios per
sonales, nos produce cierta decep
ción.
Dos Passos nos ha dado una de las
pinturas más extensas y convincen
tes de la vida americana, en algunas
de sus fases más características. Si
busca deliberadamente sus respues
tas y soluciones, pero pasivo a los
impulsos más comunes del instinto.
Aquellos a quienes interese la poesía
y la metafísica, y nada más, negarán
a Dos Passos todo su atractivo y le
calificarán de inferior.
Pero los que tengan inclinaciones
católicas, considerarán al menos la
naturaleza de su intención artística.
Dos Passos no ama las almas chatas;
pero el tema de sus obras lo consti
tuyen almas achatadas por el com
plejo de la cultura que las ha crea
do. Quejarse de que su representa
ción no posee más que dos —o todo
lo más tres— dimensiones es simple
mente quejarse del método y medio
más apropiado para su intención ar
tística. Lo que debemos apreciar es
el virtuosismo brillante con que se
aplica ese método y la innegable
grandiosidad de su efecto.
Pero se dice también que su es
tudio no es “ religioso”, que carece
de esos valores, de ese sentido moral
sin el cual el alma humana se con
vierte en un tema poco edificante.
Pues bien, esa es la cuestión más dis
cutida de nuestra época, y no puede
decidirse por el testimonio de una
horda de poetas y críticos, muchos
de ellos desconocedores deliberados
de la cultura intelectual de nuestra
edad. Cuando la psicología y la an
tropología han reconocido unánime
mente que el sentido moral y la re
ligión misma tienen su origen natu
ral en las experiencias normales del
hombre, en sus relaciones sociales, no
debemos tomar muy en serio la nos
tálgica insistencia con que el poeta
trata de buscar sus orígenes en algo
más allá de las normales experien
cias humanas. Y si bien el sentido
de la obligación es casi universal en
el hombre, no es aventurado suponer
que el sentido de culpabilidad (tan
claro en Joyce y í^afka) ha de ser
particularmente agudo en aquellos
lugares donde el complejo de la cul
tura favorece su implantación. Des
pués de todo, Dos Passos no es un
irlandés educado en un colegio je
suítico, que lucha desesperadamente
por librarse de las ideas teológicas
que le han sido inculcadas, ni un ju
dío austríaco que se golpea la cabe
za contra los barrotes de la exclusión
y el desprecio.
Mas se dirá que el sentimiento re
ligioso está muy difundido entre los
hombres y que su exclusión es la ex
clusión de un elemento muy impor
tante de la naturaleza humana. Eso
es evidente; pero al tratarse de una
obra de imaginación hay que pre
guntarse qué partes de la naturaleza
humana quedan forzosamente fuera
de ella. El artista tiene siempre que
elegir el plano sobre qué piensa ac
tuar; y la mayoría de los novelistas
han reconocido la prudencia de limi
tarse a un plano determinado. Dos
Passos ha elegido el del hombre social-económico.
J orge L arco. La pirca (Córdoba). 1947. (Acuarela.)
retrocedemos ante el brillo helado de
la exposición, debemos rendirnos a
la fascinación que ejerce sobre nos
otros como una obra de arte imagi
nativo. Nos atrae su fértil inventiva,
su atrevida originalidad y la impre
sionante estructura de su composi
ción.
Pero esto nos lleva a la más radi
cal de las objeciones que se han he
cho a Dos Passos. Se dirá que su re- j
presentación de la naturaleza huma-1
na es puramente externa y superfi- j
cial, que su filosofía adolece del mis- j
mo objetivismo de que son víctimas
sus personajes, que no concibe al
hombre más que como un ser polí
tico y económico. El que desee pre
sentarnos el alma del hombre, dirán,debe presentarnos personajes con al
ma. Pero a Dos Passos no le atraen
las honduras psicológicas y carece
de la fascinación de un Joyce o un
Proust, No trata de exponernos las
complejidades dialécticas de la cul
tura europea y, con él, no nos inter
namos en las deslumbradoras selvas
de La Montaña Mágica y José en
Egipto. No posee el amor poético de
las correspondencias simbólicas que
da tal altura imaginativa a las aven
turas de K. y Earwicker, convirtién
doles en tipos humanos universales.
Lo único que le interesa es la rela
ción del individuo con el grupo his
tórico de su tiempo. Y, sobre todo,
ha elegido al hombre moderno que
JORGE L
Por RO M U ALD O BRU G H ETT1
críticamente ostensi
UNbledualismo
señala la aventura pictórica
de Jorge Larco. Lo lírico emboscado
y, lo dramático no previsto se diver
sifican, trazan caminos diferentes,
aunque convergentes: el primero,
hacia lo espontáneo, temperamental,
del pintor de sensibles acuarelas, y
el segundo, se fortifica especialmen
te en óleos que buscan la densidad
y la construcción e idéntico clima
moral en su devoción hacia gentes
del humano mundo.
¿Partir de la obra del artista pa
ra ir al hombre? ¿Situarse en con
traposición a lo que aquí se hizo du
rante nuestra prehistoria artística?
Una pintura clara, limpia, de toques
rápidos emerge con aquietado ardor,
anima colores fluidos y etéreos. La
línea trazada en años de frecuenta
ción del oficio, de técnica expeditiva
y fresca, con su esplendor ordenado,
afinan su decir, pero hay siempre
como una hora solitaria que parece
surgir del olvido del propio ser ínti
mo en esos jugosos frisos, un no sé
qué que en Larco neutraliza el re
bosar del pintor. Se lo ve, afinado,
dentro de una zona que le es pro
picia. Un largo y paciente estudio
de obras clásicas y modernas lo agu
dizan, lo hacen crítico buido, gozador y esteta en la maciza compren
sión de Piero della Francesca, en la
lúcida interpretación plástica del
Greco, Goya o Picasso, o la locura
vuelta orden y medida creadora en
los alucinados arabescos de Van
Gogh. Estas devociones de Larco,
viven en su razonar lógico, pulido.
Pero existe una singular distancia
entre la ideal inteligencia que sueña
y la mano que realiza respondiendo
al pensamiento de belleza y verdad
ansiosamente buscado.
Por años se vivió en la Argentina
un clima que no era el nuestro. Na
cimos como país cultor de lo artístico
hace apenas cuestión de décadas, y
se comenzó imitando no creando. Tu
vimos que entregarnos a un apren
dizaje lento, a formalidades caducas
muchas veces; andar y desandar ru
tas difíciles fue lo propio del pintor
argentino, al punto que resulta exae-
Existe un concepto casi religioso
del que Dos Passos tiene plena con
ciencia. Lo que Kenneth Burke lla
ma “ piedad” . Es, nos dice, el deseo ’
el impulso de todo ser humano a
identificarse con el grupo. Y esto no
es más que el desarrollo humano del
sentido gregario de los animales. Los
personajes de Dos Passos, razonable
mente gregarios siempre, carecen de
ese tipo de piedad que Jesús llama
“ amor” . Pero no olvidemos que ése
es su tem a; que nos está pintando
una sociedad que desconoce sus com
ponentes. Y el desamor atómico de
sus personajes es una señal de lo que
él considera el gran desiderátum. Si
el lector no lo reconoce así es porque
se le ofrece un realismo objetivo
cuando él esperaba un tono de fran
ca sátira.
Pero a estos personajes les falta
algo para convertirse en seres de
carne y hueso, y es la concepción y
prosecución voluntarias de fines que
se consideren valiosos. Aquí, de nue
vo, debemos conceder a Dos Passos
el beneficio de la duda y asumir que
precisamente eso era lo que deseaba.
Que aspira a pintarnos una sociedad
que va pasivamente a la deriva, sin
el beneficio de un control interno.
Sus personajes son, en su mayor par
te, simpáticos y fáciles de compren
der, pero rara vez dignos de amor o
admiración y, por esa razón, carecen',
de importancia individual para el
lector. Y ese es el principio y fin de
sus faltas. Sus personajes no tienen
la “ simpatía” de los de Tolstoi, Dickens, Henry James o André Malraux. No poseen el interés psicológi
co de los de Dostoievski o Proust, ni
el interés poético de los de Kafka.
Su visión del hombre no es religiosa,
sino racionalista. Y la mayoría de
los lectores modernos prefieren la i
psicología y la visión religiosa, ade
más de unos personajes razonable
mente simpáticos.
Como siempre, el'lector tendrá que
consultar su gusto. Pero los gustos
cambian y se ensanchan. Dos Passos
es ahora un autor consagrado, aun
que no popular. Es un artista de
atrevida originalidad, ingenio y va
lor. Ha abarcado el escenario norte
americano de modo más adecuado
que otros novelistas. Sus comentarios
sociales son mordaces y vivos. Ha
sobrevivido a veinte años de crítica.
Dentro de veinte años más no tendrá
necesidad de apologías. Nuestros hi
jas verán en él a uno de los clásicos
americanos.
ta la palabra de André Malraux: J
“ La primera materia del artista i
no es nunca la vida, es siempre^
otra obra de arte. ’ ’ ¡ Qué iba a
aprender Larco, de Romero de To
rres, si no era, por lógico contragol
pe y al cabo de los días, el repudio 1
a toda pintura convencional, hecha
de manera académica! Pero, natu- ■
raímente, del comenzar a ver al ha
cer se cruza un trecho erizado de di
ficultades, aventurado o desventura
do, y es necesario templarse, soltar
amarras, recomenzar. Es así cómo,
Larco, después de sus diversos que
haceres de decorador y de dibujante
de culta inventiva, endereza su brú
jula de inquietudes hacia una pin
tura de tonos oscuros, graves, de
construcción austera. Entonces, lo i
dramático asoma; es, cuando, en
1931, pinta el retrato de la madre, j
Su paleta, obvio es remarcarlo, de- |
bió hallar con anterioridad las defi- i
iliciones del color, un color pastoso
hecho tono, con el cual el cuadro está |
inscripto, fluyente materia cromáti- j
ca nada seca, nada árida e incluso
de sabor táctil, en Los santos de pa
lo, 1930.
El artista se- agita: su riguroso
control crítico acrecienta su posición
ante la vida del arte. Sin embargo,;
existe un gran peligro que es propio
de una civilizada observación en
aprecio de las cosas, o, si se quien,■
de la índole propia de cómo se vive:
surge el peligro entre la forma y la
fórmula, advertencia que en instan- j
tes se posesiona de Larco, lo mantie-1
nen fuera de sí, lo acosan, hasta que,
liberado, airoso ya en la luz de su
pintura, obtiene Muchachos de circo,
en 1934. Esos cuatro años —1930-
�cabalgata
no pasa en las ciudades
E La tiempo
donde me llevaron, en casas
J orge Largo. Gonzalito. 1947-48. (Oleo.)
1934= son decisivos en su expresión,
lo libran de los inquietantes fantas
mas de un hacer diversificado que
dice de un temperamento zahori. Se
observa de qué modo Larco comienza
a dejarse ir, a no temerle al propio
demonio o ángel que en él pide ex
pansiva adhesión a las cosas de la
naturaleza, paisajes gustados en ca
lles y rincones de Buenos Aires, o
asomándose al campo, o en el Tigre,
internándose en los canales del Del
ta, o yendo a instalarse en la costa
atlántica de Mar del Plata. Vendría
pronto e.sa soltura elegante de quien
se sabe seguro esgrimidor de su ins
trumento y, en los momentos alegres
o tristes, aunque los sentimientos no
se diversifiquen ni se aclaren en este
pintor, una galana sinceridad se
vuelca hacia una canción o una me
lodía sutil que vive dentro de los ob
jetos sensibles y naturales: la luz del
sol, una pradera, un bosquecillo o
monte criollo, las aguas, las vivien
das del hombre, el hombre mismo. Y
a esta altura, Larco, que ya ha pin
tado bodegones excelentes y cultiva
do, en acción de investigador y es
tudioso, una naturaleza de la que la
vida ha huido, emprende la cons
trucción de retratos —acuarelas y
óleos, simultáneamente— donde se
le aparece una faceta de problemas
reales bajo los cuales apunta el ca
rácter. Aquí, es cuando vuelve aquel
sentido doloroso, hasta trágico, de
la figuración de su madre española.
Gentes de existencia modesta, gentes
del pueblo (leñadores, campesinos)
entran en sus telas mayores, le per
miten atender a lo corpóreo y ale
jarse de un refinado gusto —visi
ble en tantas acuarelas— que le
ofrepen la necesidad ineludible, en
su aparente facilidad, para tentar
otra vez, al igual que en el Delta,
mas con mayor alcance expresivo, la
serie de paisajes del Brasil, una na
turaleza suntuosa que enriquece su
eolor. que realza sus valores, y lo in
ducen a la aventura de una espon
taneidad pródiga y viviente. Empe
ro, debemos aguardar aún, y, lo dra
mático, iría insinuándose con deco
rosa presencia en momentos en que
Larco vuelve a la España de sus
añas juveniles, a una España a la
cual regresa después del desgarra
miento de la guerra civil. TTna Es
paña, que, para él. nacido en tierra
de llanura, se le habría de agolpar
por conducto de toreros y monjes,
como una obsesión espiritual que lo
muestra igual a sí mismo y diferen
te, buscando esa nota honda y pe
netrante que alentaba secretamente
en su arte.
Grises ardientes atormentaban su
mirar en las acuarelas españolas ac
tuales y, a la par, en los óleos se
siente a Larco inquisidor del volu
men, un volumen no marcado en sus
aristas, al contrario, de tonos suel
tos y libres. El retrato, fuerte cabe
za hispana, de Almazán, el Torero
en rojo, su hermana Sarah, Gonza
lito Losada, sueltan sus corrientes
expresivas, lo afirman en rigores
formales y tonales, lo constriñen al
cultivo de una naturaleza vuelta
fundamento del alma. Larco respira
tocado ya por una intuición de ma
durez de espíritu que sube en el pai
saje de oros llameantes del cielo ma
drileño.
Ahora, el fervor lírico —que entra
ña substancia dramática—, brota co
mo fuente clarísima en sus acuarelas
—feliz contraparte— de la Córdoba
argentina. Siempre sintió Larco el
paisaje, los cielos, los árboles, los es
pacios no abstractos sino reales, y
aquí, su visión cordobesa, recuerda
a ciertos fondas que hemos visto en
renacentistas italianos, españoles o
flamencos, esos fondos que son las
venas de la pintura, complementadores de una composición, una figu
ra o un retrato.
Manchas esenciales forman el
equilibrio armonioso, estructuran un
friso de sutilezas no preciosistas. Los
colores se han hecho intensos, soste
nidos en aires de serranías, árboles
y nubes. Hay una diversidad de vi
sión en esas nubes caídas sobre la
montaña azulosa, y la lluvia ha de
jado en la atmósfera su sueño de
frescor. Una vida dulce, calmosa, de
verdes praderas, dinámicos cielos
—como desflecados, muy ricos en
coloraciones y líneas entrecortadas
y vibratorias— vienen a desembocar
en su temperamento y crean un es
tilo inconfundible, su estilo. Así, pa
ra crear un clima de íntimo drama
tismo, le bastan follajes de árboles
coposos, una peña, o un tajo gris ha
cia arriba, cortando el cielo, a con
traluz. Las sierras claras o cubiertas
de leves sombras, un valle o un ca
serío de rojas techumbres de ajusta
dos ritmos —La Cumbre, Calamuehita, Cruz Grande, Cruz Chica,
Allende— , y los azules transparentes
del río de los Reartes, izan su nostal
gia o incitan a una alegría de ar
mónicos verdores.
iguales, entre hombres iguales. Siem
pre tuve miedo por lo que iba a su
ceder; una vez sucedido, no podía
cambiar la situación: así desde la
infancia, en el pueblo. Por eso
necesito explicarlo. Fué por un pe
rro. El perro es un animal domés
tico; lo sé. Se tiende al costado, se
queda horas en silencio, única cer
canía el calor de su cuerpo junto a
nuestros pies; se lo hace guardián
de la casa, rondar las noches, jugar
con los niños. Es el perro de la casa,
que se puede alejar con un puntapié,
sin que siguiera gruña. Por las no
ches no, un perro en la calle: es
pera en los baldíos, apresurando los
pasos; a veces huele los botines y el
borde- del pantalón, sin lamer, sin
gruñir, pero se siente su presencia;
nuestros pasos se alargan, sin deci
dirnos a correr, sin dar vuelta la ca
beza. El perro puede seguir cuadras
y cuadras.
En los viernes del pueblo un pe
rro puede ser el séptimo hijo de
cualquier familia conocida, que esas
noches sale a penar por los pecados
de todos los suyos, el lobezno que no
se debe matar porque se convierte
en el hombre o la mujer de todos
los días, con ojos cansados y fieles,
de perro que va a morir. Los sába
dos los séptimos hijos tienen el can
sancio de esa noche en que, inteli
gentes y con memoria, siguieron, co
mo perros, nuestros pasos.
Fué un sábado, después de una no
che horizontal de burdel. Habían
pasado muchas cuadras desde el su
burbio hasta la plaza, poco antes
de llegar a mi familia. En la roton
da, único lugar iluminado, tuve la
sensación de su presencia; no me
di vuelta, no vi su sombra, pero sentí
con todo el cuerpo su respiración.
Miré si estaba abierto algún café,
ninguno; la policía cerrada y a os
curas; faltaba una cuadra y media
para mi casa; los edificios cerraban
sus sombras, haciendo intransitables
las veredas, la calle con la agudeza
de adoquines sin gastar; no podía
huir, con el cuerpo frío V duro
cansado de aquella noche. El perro
había acomodado sus pasos a los
míos; sin embargo, estúpidamente,
en la medial cuadra final, después
de doblar la esquina, corrí. Al llegar
a la puerta de casa, demoré en en
contrar la llave, en abrir la puerta,
torpe como nunca; por fin, adentro;
cerré la puerta con el temor de que
la llave sé me cayese y quedara del
lado de afuera, en donde la alcan bamos por la rotonda de la plaza
zara el hocico del animal. Me re me decidí: darme vuelta brusca
mente para conocer su color y con
costé unos minutas, escuchando; el
zaguán apenas iluminado por la luz firmar si su tamaño coincidía con el
de la calle que atravesaba los cris que yo le había calculado en la ca
tales de la puerta; la respiración se ma ; lo hice junto a la luz de la co
me había multiplicado en las mu lumna; el perro había desaparecido.
ñecas y la garganta. Pude, a oscu Corrí hasta casa y me acosté sin
ras, llegar a mi dormitorio; prendí prender la luz; fué imposible tenerlo
el velador, me desnudé con prisa, a mi lado; aunque no podía dormir,
me tapé rápido. Estaba tranquilo: no me daba vuelta en la cama, casi
no respiraba, esperando que apare
el animal no había entrado en la
ciera. A las cuatro de la mañana no
casa.
En la cama, con las sábanas en aguanté más; salí a buscarlo. El cie
tibiándose, todo tapado, comencé a lo brumoso comenzaba a verse en
temer que el perro hubiera podido colores como luz, los focos eléctricos
entrar conmigo, que estuviese en palidecidos bruscamente; algunas
esa habitación, tendido junto a la esquinas ya tenían su forma, corría
cama, su hocico cerca de mi mano. aire fresco. Hice el camino desde mi
No me atrevía a sacar el brazo para casa hasta el centro de la rotonda,
apagar la luz; mi mano podía ser cuatro veces, en cuatro posibilidades
lamida por una lengua pegajosa, de recorrido: iba hasta el centro de
que se iba a adherir hasta que por la plaza, caminando con lentitud, sin
esa mano me fuera consumiendo to mirar a los lados; cambiaba de ve
do el cuerpo. Tenía sed; para alcan redas, unas veces por la orilla, otras
zar el botellón de agua, corrí el bra pegado a la pared; no aparecía. En
zo lentamente, la mano junto a mi tonces recorrí las otras calles; pri
cuerpo, lentamente hasta el borde mero las del centro, todavía silen
de las sábanas; después, con rapi ciosas ; después los suburbios, donde
las casas se pierden entre enreda
dez, la dirigí al botellón, me serví
el agua, bebí un sorbo largo, frío deras y árboles: nada. Llegué hasta
como escarcha; con la misma mano los vaciaderos de basura, entre vi
apagué la luz. Me di vuelta hacia drio y latas, huesos y trapos, mate
la izquierda, sobre el corazón, como ria pudriéndose, caminé entre los
montones sin color; fui a¡ las carni
lo hacía antes. Entonces lo sentí:
su bulto caliente en la cama, pega cerías que se inaguraban con sus
do a mí, su hocico húmedo, sus pa reses chorreantes; recorrí los merca
tas ásperas. Al principio me fué im dos. Anduve hasta las ocho, la hora
posible conciliar el sueño; quería de ir al trabajo.
No sé cómo pude aguantar la ofi
levantarme y llamar a mis herma
nos, echarlo de la casa; no me atre cina aquella mañana. La impresión
ví. Paulatinamente el sueño me in \ d e cansancio me impedía trabajar;
vadía, sin quererlo me acercaba a sentía algo extraño, sin que pudiese
aquel bulto caliente, lo confundía concretarlo. A las doce volví a mi
con mi cuerpo; me dormí hasta el casa; reconocí la molestia : el costado
alba. A la mañana, cuando desper izquierdo del cuerpo se me había
insensibilizado, como bañado en
té, había desaparecido.
Durmió conmigo quince noches. éter; me encerré en el dormitorio
A poco, acorté las salidas nocturnas y lo palpé desesperadamente, lo gol
para acostarme cuanto antes, seguro peé ; todo el costado izquierdo de ce
de que lo iba a encontrar. No sé mento insensible. La tarde la pasé
qué hacía por las mañanas y las acostado, acariciando ese frío pedazo
tardes; en la casa no lo vieron nun de mi cuerpo; casi me había olvida
ca. Salía temprano, antes de que me do del perro. A las diez de la noche,
despertara, andaba afuera durante siempre en la cama y a ascuras, no
el día, me esperaba por las calles té su ausencia; sal! a buscarlo. A
nocturnas, siempre dos cuadras an medida que caminaba el calor re
tes de llegar a casa. Traté de en gresaba al pedazo izquierdo del
contrarlo en los perros que se me cuerpo, como si la sangre, antes
cruzaban de día; los miraba para coagulada, volviese a circular libre
reconocer su volumen y su fideli mente. Anduve hasta el alba, en.
dad, pero era inútil.
vano.
La noche siguiente, después de un
La noche del décimoquinto día lo
sentí más cerca que nunca, su res día peor que el anterior, compren
piración se iba haciendo con mis dí que debía esperarlo en la cama,
pasos, su olor, el mío. Cuando pasá
' (
(Continúa en la página 13)
A ti, instantánea rosa sumergida,
alivio de la sed de los colores,
diría, seguramente pensando en Lar
co, a quien envía inédito su soneto
“ A la Acuarela”, el poeta Rafael
Alberti:
A ti, río hacia el mar de la pintura.
J orge
Larco.
Ruinas (Madrid). 1946. (Acuarela.)
�cabalgata
10
H A B L A
PEDRO PERR0TTA
Socio Gerente de la IMPRENTA LOPEZ
Los v e in tic in c o años de acción in
in te rru m p id a que don P e d ro P e r r o tta
llev a re c o rrid o s en las a rte s g rá fic a s
h a b la n bien a las c la ra s do su c a
p a c id a d en el grem io, re fre n d a d a s por
su a ctu ac ió n como Socio-G erente de
la Im p re n ta López. Ello nos p riv a de
m ayores com entarios sobre sus m é ri
tos, y a revelados en estas lín e a s p r e
cedentes.
Acaba de Aparecer
H. G. Wells
DE ESTA CRISIS RESURGIRA LA IIMDUSTRIA EDITORIAL
FORTALECIDA
A PROPOSITO DE DOLORES
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Uno de los más famosos escritores ingleses de nuestro tiempo nos hace
asistir a la experiencia atroz de trece años de matrimonio convertidos en
“ el caso de Steplien Wilbeck contra Dolores”. Porque la vida es muy
distinta del amor imaginativo, y tiene realidades imperiosas que el autor
analiza valiéndose de las múltiples facetas del matrimonio como de un
prisma de singular luminosidad y eficacia que va enfocando a lo largo
de éste que él denomina “ un relato sobre la felicidad y la soledad del
espíritu.. . ”
De Publicación Inmediata
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por André Gide
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EDITORIAL POSEIDON
ESE
REVISTA DE REVISTAS
( Viene de la página 7)
V ic e n t e H uidobro
En el ejemplar 271-272 de “ Aterrea* \
revista "mensual de la Universidad de Con
cepción (Chile), Julio Molina publica un
estudio panorámico de la personalidad y
obra de Vicente Huidobro. No se trata
del ensayo definitivo que la poesía de Iluidobro exige, pero apenas desaparecido e)
extraordinario poeta, esta recordación que
hace Julio Molina no puede ser más opor
tuna, si tenemos en* cuenta además, como
lo señala él mismo, que “ A la impresión
nacional causada por su muerte, no aque
lla del periodismo corriente, el que casi no
se dignó registrar esta pérdida defini
tiva . . . **
_______
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E ra A tó m ic a .) P o r el d o c to r H e n ry
S. L u c a s (p ro fe s o r d e la U n iv e rs id a d
de W a s h in g to n ) . E s ta o b ra es un
v e rd a d e ro y a so m b ro so esquem a de la
H u m a n id a d a tra v é s d el tiem p o y el
espacio, so b re todo de sus c o n q u istas
té c n ic a s y e sp iritu a le s . U n volum en
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de P u e rto R ico y New Y o rk ). El m ás
eficaz, rá p id o y com pleto m étodo p o r
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c o n sa g ra d o s a la e n se ñ a n z a del id io
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Buenos Aíres
Después de ubicar el estado de las le
tras chilenas en el momento en que Hui
dobro adviene, explica Molina lo que el
poeta significó por el aliento nuevo que
traía, aunque aun no era el Huidobro a
quien más tarde Madrid recibiría con el
entusiasmo que otrora lo despertara Da
río. Porque Huidobro comienza a entregar
su mensaje, el que perdurará, a partir de
“ A dán” , publicado en 1917, poema del
que él mismo dice: “ Mi Adán, no es el
Adán bíblico, aquel mono de barro al cual
infunden vida soplándole la nariz: es el
Adán científico. Es el primero de los seres
quo comprende la Naturaleza, el primero
en el cual se despierta la inteligencia y
florece la admiración” . Claro que esto no
podía ser bien recibido en Chile en 1917
y, tal cual anota Julio Molina, “ la polé
mica no se encendió aquí, debido al viaje
que Huidobro emprendió por Europa por
ese entonces” .
Y desde este ‘ ‘ Adán’ ’ hasta el legado
inédito de las ‘ ‘ Historias diminutas ’
hay treinta años en la vida de uno de los
poetas más peculiares de la lengua caste
llana del siglo XX, creador de escuelas,
teorías, y de esos hermosos libros “ Ver y
palpar” y “ El ciudadano del olvido” ,
en donde todos esos pensamientos se resu
men. Esos pensamientos que se encuentran
en sus “ M anifiestos” , de los cuales Julio
Molina cita los siguientes: “ La verdad
del arte termina allí donde empieza la ver
dad do la vida” , y “ Mientras el sueño
perteneco a todo el mundo, el delirio no
jjertenece sino a los poetas” , que también
se hallan expresados en las respuestas que
Huidobro entregara a Anguita y Volodia
Teitelboim en contestación a una encuesta
sobro estética, y que Molina recoge en su
nota de “ A tenea” :
“ La poesía es un desafío a lo
razón, pues ella es la superrazón.
“ La poesía es la revelación de sí
mismo. Esta revelación nace del
contacto de un hombre especial
(el poeta) con la naturaleza
La poesía es la ohispa que bro
ta de ese contacto.
“ Es preciso creer en el arte co
mo en un acto mágico, el más
puro “ tótem ’ ’. E s el gran mis
terio. E s el secreto inexpli
cable.”
M. G.
>
• Saneamiento del mercado.
• Dificultades exteriores e internas.
• Los precios de los libros.
LVIDANDO por un momento la adustez
de su ceño, y mientras nos invita »
compartir sus cigarrillos, don Pedro P e
rrotta va hilvanando sus pensamientos p a
ra responder a nuestra “ interview” sobre
los problemas de su gremio.
—Este año —comienza diciéndonos—
los editores aún confrontan la dura prue
ba a que las dificultades por todos cono
cidas han sometido a la industria, a pesar
de cuanto pueda significar la ayuda otor
gada por el Gobierno, pues no hair des
aparecido las causas que motivaron la
crisis porque atraviesa la misma.
—¿Tenderá a normalizarse la situación?
—Este mismo año han de notarse se
guramente tales síntomas, a poco que pue
dan concretarse las promesas de la des
aparición de algunas, si no todas, de las
causas que han afectado en distintos sen
tidos la industria editorial argentina, en
la que debemos seguir manteniendo la
misma fe que la hizo posible.
—¿Cree que de esta crisis saldrá for
talecida la industria?
—Y también consolidada, toda vez que
la experiencia recogida en esta emergen
cia rendirá buenos frutos en el futuro.
—¿A qué razón adjudica usted la cri
sis actual ?
—No sólo son imputables a dificultades
del comercio exterior sino también, y en
muy buena parte, a razones que podríamos
decir, de orden1 interno. En el orden ex
terno tenemos, en primer término, yr como
factor preponderante, las dificultades de
divisas que han llegado a paralizar la
exportación de libros a varios países, ex
celentes m e r c a d o s anteriormente para
nuestros libros.
—¿Y en el orden interno?
—Debemos referirnos, mal que nos pese,
a la improvisación con1 que ha sido en
carado por parte de muchos el negocio edi
torial ; al deseo de tener en el menor
tiempo la mayor cantidad de títulos pu
blicados, la que hizo que no siempre fue
ra acertada la elección de los mismos, y,
alterándose por otra parte y por esta ra
zón el normal desarrollo do una industria
de esta índole, donde —y contrariamente
a lo que aconteció y acontece eir otros ra
mos—, la oferta superó en mucho a la
demanda, e inclusive a las posibilidades
de lector.
—¿Acerca del costo de los libros al
público?
—Los precios actuales, eu virtud de los
constantes aumentos ?n materiales y ma
no de obra, han contribuido a agravar
la situación, pues es sabido que el libro
es uno de los pocos artículos cuya venta
dispiinuyó por esta circunstancia.
—A pesar de estas causas, ¿se man
tiene el mercado?
—Existe siempre buen mercado ]>¡ira to
do aquel libro cuya publicación lleva una
evidente necesidad o cuyo contenido des
pierta en el lector la inquietud. Hoy, a
pesar de la crisis, hay libros que se ago
tan rápidamente, y no me refiero sólo
a los libros que pudieran clasificarse de
novedad, sino también a otros ya reedita
dos. El conocimiento de estas razones ha
inducido a los editores a rever y unificar
sus planes adaptándose a estas razones, y
muchos de ellos están sorteando las difi
cultades, pesando y pulsando las posibili
dades de cada título antes de decidir su
publicación.
—Veamos su opinión acerca del apoyo
oficial.
-El aprobar una ley de ayuda a los
editores tendrá sin duda beneficiosos re
sultados, pero, una verdadera solución al
problema que enfrenta la industria seria
la de lograr —por los medios oficiales que
fuere preciso— la regularizacióir de los
pagos en el exterior, que indudablemente
tendrían la virtud de tonificar en forma
rápida y real a la misma, pues hoy no
sólo hay crisis de venta, sino que también,
¿qué distribuidor o editor se atreve a ser
vir pedidos o mantener servicios de nove
dades con libreros de países cuyo cobro
sabe difícil y largo, sino imposible en las
actuales circunstancias? Auir cuando esos
editores se acojan a la ayuda oficial, di
fícilmente —y creo que con buen senti
do— han de modificar tal criterio.
—Pero este inconveniente puede tener
solución. . .
—Espero que ello sea posible, pues exis
te la mejor disposición para ello y así debe
hacerse si se quieren mantener como hasta
ahora los mercados de América para el
libro argentino, a los que en estos momen
tos llegan en cantidades reducidas.
—¿Sobre el libro español?...
—Es de preveer, también, que esta cir
cunstancia permita a otros países procurar
suplantarnos, y la inquietud de tales con
quistas alienta no sólo en España y Mé
xico, sino también en Chile, y, si bien es
cierto que en circunstancias normales po
dríamos luchar con ellos con ventaja, no
es menos cierto que las razones actuales
permiten a los mismos la introducción de
sus libros, precisamente en aquellos países
donde los nuestros no son enviados o lle
gan en pequeñas cifras.
—¿Sobre el problema de las divisas?
—A pesar de las amplias facilidades que
los editores españoles tienen para la colo
cación de sus ediciones, diversas circuns
tancias han hecho que su influencia no se
haya hecho sentir en forma decisiva, pero
lo que no ha sucedido hasta hoy puede
producirse mañana; esta es una de las
razones fundamentales para que se procure
hallar la solución deseada al problema de
las divisas, pues es esta una industria
creada con sentido y para servir al mundo
do habla española. Ella, naturalmente, no
se hubiera desarrollado —de manera al
guna— hasta adquirir la magnitud ac
tual si hubiera debido mantenerse dentro
de los límites nacionales; de lo contrario
corremos el riesgo de vernos suplantados
en el mercado americano.
—¿Cree que el stock de libros existen
tes aminorará las impresiones?
—No lo creo; no afectará los nuevos
títulos ni la reimpresión de aquellos cuya
demanda es siempre permanente, pues el
del libro no es un negoeio de ofertas de
existencias, sino de permanente ofreci
miento de nuevas obras de interés.
-—Habrá nuevas ediciones y nuevos edi.
to res.. .
— ¡Claro!. . . ; pero este es un fenómeno
que no debe alarmarnos porque el mismo
ha sido sufrido en distintas épocas por
todos los países que pueden enorgullecerse
de tener hoy una importante industria
editorial.
—Más aún; esa misma circunstancia
hará que se sanee poco a poco y paulati
namente el mercado y se obtenga así una
nivelación entro lo/ publicado y la capaci
dad de absorción del mercado, permitiendo
así, a la venta y exhibición de cada título
el tiempo, el lugar y cariño que el libro
merece.
Una amplia sonrisa ilumina las últimas
palabras de este gran amigo del libro, don
Pedro Perrotta, que gentilmente accedió a
brindar estas opiniones suyas acerca del
problema editorial, en mérito a la inquie
tud que Cabalgata está despertando en el
ambiento sobre tan debatido asunto 'con
singular eficacia.
O. E.
—
LES CIÑO LIVRES DE
F. R A B E L A I S
Pida a la
LIBRERIA POSTAL
(Comentario bibliográfico a la manera de algunos diarios)
P OR
los
u n e x p lic ab le re tra s o , a trib u íb le a
re c ie n te s a co n tec im ie n to s que son del
dom inio p ú blico y a la s to rm e n ta s m a rítim as
que h a n hecho e n c a lla r el b a rc o que nos tra ía
la s ú ltim a s n o v ed ad es eu ro p eas, acabam os de
re c ib ir de F ra n c ia , L es cinq liv res do F.
R ab e la is, o b ra que se h a lla in te g ra d a por
u n a P r im e ra P a rte , a p a re c id a y a en 1532
b a jo el títu lo de L es h o rrib le s e t espoventa b le a fa ic tz e t p ro u e sse s du tresren o m m é
P a n ta g ru e l, ro y des D ipsodes, file d u g ra n t
g e a n t G a rg a n tu a , y cuyo a u to r se ocu ltab a
b a jo el seudónim o a n ag ram átic o de Alcofib ra s N a sie r. E n 1535 a p arec ió la S egunda
P a rte , L a vie tre s h o rrific q u e du G ran G a r
g a n tu a , p é re de P a n ta g ru e l, ja d is com posée
p a r M. A lco frib as, a b s tr a e te u r d e q u in te
essence, que p o r u n a de la s ta n ta s a r b itr a
rie d a d e s d el a u to r c o n stitu y e en e sta edición
quo com entam os la P r im e ra ; p a sa n d o a ser
a q u ella la S eg u n d a. Y a p e rd id a to ta lm e n te la
v e rg ü e n za , p u b lic a b a jo su v e rd a d ero nom
b re , en 1546, L e tie rs liv re des fa ic tz et
d ictz h e ro iq u e s du noble P a n ta g ru e l; en
1552, L e q u a rt liv re de P a n ta g ru e l; los 16
c ap ítu lo s in ic ia le s de la Q u in ta, y últim a
p a rte , b a jo el in o c e n te y engañoso no m b re de
Le isle so n an te , c o m pletándose en fo rm a póstu m a en 1564 como Le cinquiesm e e t d e rn ic r
liv re de P a n ta g ru e l. Todos esto s e ngendros
de u n e s p íritu d e sc a rria d o y p e rv e rso recién
a h o ra h a n sido re u n id o s en u n solo volum en
C reem os in n e c esa rio te n e r que in s is tir so
b re el hecho — re p u d ia b le en todo sentido—
de h a b e r u tiliz a d o p a ra ta n b a jo s fin e s una
ta n sublim o y c ris tia n a in v e n c ió n como le
es la im p re n ta , p a ra d a r a luz lib ro s que
como el p re s e n te no sólo h a n sido m u y ju s
ta m e n te c e n su ra d o s p o r la S orbona, m uy r e s
p o n sab le m e n te co n d en ad o s p o r el P a r lam en
to , y m uy s a b ia m e n te in c lu id o s en el In d ex ,
p o r re so lu c ió n de la S a g ra d a C ongregación, *
sino que c o n trib u y e n de m a n e ra visib le a la
d iso lu c ió n de la s c o stu m b re s, a to n ta n co n tra
la s sa g ra d a s in s titu c io n e s del E sta d o , la
Ig le s ia , rid ic u liz a n el m atrim o n io , la c a s ti
d a d , y re la ja n el re sp e to que debe te n e rse a
la s a u to rid a d e s civiles y re lig io sa s.
No es pre c iso s e r m uy p e rsp ic a z p a r a a d
v e r tir la s d e sv e rg o n z a d as alu sio n es que c o n
tie n e y s a b e r que los p e rso n a je s tod o s de es
t a a b r a son u n a c o n tin u a y cín ic a a le g o ría :
*
Y e r los c o rre s p o n d ie n te s c ab leg ram a s de
la U . P . que en su o p o rtu n id a d p u b lic á
ram os.
---- 1
G a rg a n tu a es F ran c isco I ; G ran d G ousier,
L u is X I I ; P a n ta g ru e l, E n riq u e I I ; P icrochole,
M axim iliano S foroe; G argam elle, A na de
B re ta ñ a ; B adebec, la R ein a C la u d ia; el G ran
Ju m en to , D ia n a de P o itie r s ; P a n u rg o , el
C ard e n a l de L o rra in e , etc.
N os ocupam os de e ste libro, haciéndolo
m e re c ed o r de u n c o m entario b ib lio g ráfico
m ás ex ten so que los h a b itu a le s, a ú n sabiendo
a c ie n cia c ie rta que n a d ie lo re c o rd a rá d e n
tr o de u n p a r de años, p o r se r u n síntom a
do los tiem p o s que co rre n . L a s re p u g n a n te s
e irre s p e tu o s a s a v e n tu ra s de lo s p e rso n aje s
do e ste lib ro — cuyo a u to r h a e stu d iad o m e
d ic in a en la im pía U n iv e rs id a d de M ontp e llie r, lo que y a es sin to m á tic o — deshou
ra d o p o r la s c o n tin u a s im p ie d a d es y obsce
n id a d e s p u e sta s en boca de los m ism os, lo
p ru e b a n . Son c e n te n a re s de p á g in a s re p le ta s
de d e sh o n e stas s á tira s , lo c u ra s, e x tra v a g a n
cias y p u lla s p e sa d a s y a tre v id a s, en la s que
so p re te n d e a b o rd a r g ra v e s p roblem as filo
sóficos, re ligiosos y p o lític o s en m edio de
tru h a n o ría s y b u fo n a d a s re a lm e n te in s o
le n te s.
Su e stilo es a b su rd o , h a cién d o se a ra to s
in co m p ren sib le. C rea, con c ritic a b le audacia,
neogolism os con p a la b ra s s ac a d as y m a ltra
ta d a s d el la tín , griego, e spañol, hebreo, p e r
sa, alem án, y m uchas o tra s do su p ro p ia in
v e n ció n ; todo lo c u a l re d u n d a p e rju d ic ia l
m ente p a ra la c o n se rv a c ió n de la p u re z a de)
id io m a en el c u al p re te n d o h a b e r sido os
c rito . R e c u rre a la s m ás b a ja s y g ro se ra s
ex p re sio n e s, la s co m p aracio n es m ás re p e le n
te s y los g iro s m ás soeces.
E stim a m o s quo d e b en e x tre m a rs e la 3 m e
d id a s y la v ig ila n c ia p a ra re p rim ir nuevos
in te n to s como é ste de a lte r a r el o rdon exis
te n te , p u e sto que e n tre g a a la b u r la de la
p le b e n a d a m enos que la s a u to rid a d e s constitu íd a s , poniendo en te la de ju ic io el v alor
de la e n se ñ a n za im p a rtid a o ficialm en te, se
e n sa ñ a c o n tra la Ig le s ia , g u a rd ia n a dé la
m o ra l y la s b u e n a s co stu m b res.
Insistimos en nuestra prédica: libros que
aborden directa o indirectamente temas de
tanta gravedad sólo debieran aparecer eu
latín y con las debidas licencias, puesto que
no puede entregarse al escarnio del vulgo los
fundamentos eternos de la sociedad cristiana
y occidental.
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�cabalgata
11
J ijeas F r a n c e s a s
UBO un tiempo en que todas las
ideas eran francesas,
sin que hubiera necesidad de decir
lo, porque Francia lo era todo en
Europa y Europa era casi todo el
mundo. Francia era entonces uni
versal por el simple hecho de que
ella sola producía las ideas que el
universo adoptaba, y no la preocu
paba el “pensar en francés” — esa
doble falta de pensamiento y de
francés.
El funesto “nacionalismo”, na
cido en Prusia por culpa de un
corso jacobino que Labia conquis| tado ya Francia, ha cambiado todo
esto desde hace un siglo. Hoy ve
mos que las especialidades nacio
nales triunfan en todas partes en
los dominios de la cultura y hasta
en los de la cocina. La filosofía es
alemana, las novelas y los films
norteamericanos, la poesía inglesa,
la doctrina política, soviética. Y la
elocuencia ha pasado de moda y la
ciencia es internacional. .. ¿Qué le
queda pues a Francia? ¿Qué es lo’
que el mundo espera de una Fran
cia que, de hecho, no es ya univer
sal, que no es una potencia de pri
mer plano y cuya lengua retrocede
ante el inglés? ¿Por qué razón, y
a pesar de todo, Francia goza hoy
en el mundo entero de un crédito
de amistad que no se concede a
ninguna otra nación, de un presti
gio de cultura incomparable?
Bello misterio al que hay que
aproximarse con cierta delicadeza,
desde lejos y como un extranjero.
Porque los franceses viven así, sin
sospecharlo, conscientes de todo
excepto de que son las personas
más conscientes del mundo, del
mismo modo que tienen su clima
templado por el clima normal del
hombre, olvidándose de que es una
I sorprendente excepción y no menos
anormal que el orden en la liber
tad, la razón en el amor, el equili
brio... ¿De qué está hecho el equi
librio humano? ¿Cuál es esa medi
da del espíritu cuyo único modelo
en el mundo es Francia, aunque
afortunadamente ella se obstine en
tenerlo por universal?
La importancia de las ideas por
íí mismas: he ahí sin duda la idea
francesa por excelencia,
Interrogad a las demás naciones
modernas o, mejor aún, vedlas en
sus obras. ¿Cuáles son los princi
Por DENIS DE ROUGEMOIST
H grandes
pios que alegan para justificar su
política, cuál es el fin que persi
guen realmente ? Os contestarán:
el poder, la riqueza, el bienestar,
la justicia económica, el orden cívi
co. Pero Francia os responderá con
ideas. Ahí está el peligro: de esas
ideas extrae su verdadera gran
deza y sus debilidades más noto
rias. Por eso, tan pronto ofrece a
Europa los Derechos del Hombre,
las mayúsculas, Descartes y Robespierre; tan pronto el estilo de
sus grandes moralistas, como las
querellas de partido que se exacer
ban sobre puntos de “doctrina”, en
vez de nutrir al pueblo y recons
truir el Estado. Esta primacía prác
tica del'espíritu, ya sea el genera
dor del orden y la Paz, o simple
mente de argucias de partido, esta
voluntad constante de razonarse
las acciones que emprende, y de
no perder la conciencia ni aun en
el desastre, en fin, esta vigilancia
del intelecto que no se cansa nunca
de dar forma a lo real y de buscar
un “sentido” a' los acontecimientos,
mientras otros pueblos se conten
tan con soportarlos con embriaguez
o disciplina, he ahí lo que asombra
y seduce al extranjero que con
templa por primera vez a Francia.
Pero esta primera mirada puede
ser también engañosa. Existe una
Francia de fachada, de pabellones
de exposición, que decepciona
pronto a los que deslumbra. El
bigote picaro de Menjou, la eneantandora sonrisa de Boyer, los nom
bres de los grandes cosecheros,
perfumistas y modistos, componen
una Francia de “cliché”, de fácil
exportación, pero que deja al ex
tranjero en la ignorancia del ver
dadero pueblo de la verdadera
Francia — ese pueblo vestido de
negro, el más serio que he cono
cido. Del mismo modo, la idea de
que es una nación que se entrega a
justas ideológicas, descuidando sus
intereses, podría hacernos olvidar
que la verdadera Francia es, ante
todo, el país que prefiere las ra
zones de vivir a la vida brutal, y
que da más importancia a los va
lores que a los hechos: la Resis
tencia lo ha probado así contra
Viehy.
Me gustaría decir a los amigos de
Francia: todo esos “clichés”, ma
yúsculas, etiquetas, crisis políti
cas y * retóricas nacionalistas, que
hablan demasiado, o en voz dema
siado alta de Francia, no la repre
sentan; reducen a una especialidad,
a una turbulencia pintoresca, un
país de mediano tamaño y que,
después de todo, no representa más
que a 40 millones de habitantes.
Yo encuentro la verdadera Francia
en los que hablan poco, en los que
no hacen de todo un caso, un tré
molo, un asunto exclusivamente
suyo del que excluyen al resto de
los hombres. Y cuando hablan, no
lo hacen como franceses, —nos
otros, los franceses, llevándose la
mano al corazón, como esos ameri
canos que nos ofrecen ante todo
su “american way of life”, esos
alemanes con sus problemas ale
manes o esos rusos con sus solu
ciones decretadas por Stalin—, sino
simplemente como hombres. He ahí
laj única especialidad que cultivan,
en el mundo de hoy: la de ser hu
manos antes que nada.
Esos hombres me dan una idea
del pudor, del pudor de las ideas
que, sin que ellos lo sepan, es tam
bién una idea francesa, porque
ignoran que es válida para todos
los hombres. Por ese pudor, y no
por vanidad, se esfuerzan por
hablar bien, por dar una forma a
lo que dicen, como para asegurarse
que no han dicho ni más ni menos
de lo que querían, en los términos
precisos que convienen para dar a
conocer su pensamiento a los de
más, sin hacerles a la ve? confesio
nes importunas. Por eso, el sentido
de la forma es su pudor, su escrú
pulo, su seriedad aun en medio de
la alegría, de la palabra ingeniosa
o de la moda. De ahí procede su
idea del estilo o, por mejor decir:
del estilo de las ideas, que es su
secreto más precioso. Yo les escu
cho con placer. Y cuando, delante
de una de sus frases, me olvido de
pensar: ¡qué idea tan francesa! —
cuando exclamo: ¡ qué buena idea!,
¡ qué idea tan hermosa!, comprendo
que han alcanzado su perfección.
Me han hecho olvidarme de la na
ción para ver mejor al hombre. Son
la Francia.
Traducido por M. L. M AR TIN E Z
ARQUITECTURA
P E R U A N A *
Por FRANCISCO DE A P A R I C I O
los buenos libros editados
en la colección “ T ierra F irm e ”
—colección de valores tan dispares
como los de la misma tierra cuyos
caracteres se propone reflejar— me
rece destacarse por su calidad y la
eficacia con que ha sido logrado, el
ensayo de Héctor Velarde acerca de
la arquitectura de su país.
Divídese el volumen en tres par
tes: arquitectura prehispánica, ar
quitectura colonial y, luego, la ararquitectura de la época indepen
diente. El tema es, de suyo, apa
sionante e implica grave responsa
bilidad para el que lo aborda. Den
tro de la Tierra Firme — con la sola
excepción de México y regiones ve
cinas— el Perú es el único país
cuyos pobladores prehispánicos crea
ron una arquitectura de alta jerar
quía, y en tiempos coloniales fué
el centro de la cultura hispánica,
la cual, frente a las magníficas ci
vilizaciones que se proponía despla
zar, dió nacimiento a una admirable
cultura mestiza cuyas manifestacio®es más notables florecieron en el
campo de la arquitectura. Tan rica
tradición, finalmente, ha inducido
a los arquitectos peruanos de hoy a
emprender la ambiciosa tarea de
renovar los viejos cánones con el
C
n tr e
« V ilte c tu r a peruana, por H é c to r V e la rá
Xlerra F irm e. Fondo de C u ltu ia E con óm ica,
H í* ico. 1S4 p ágin as y 07 lá m in a s, a is
E stica . S 1 0 .6 0 m /e r f.
LA
propósito de crear una arquitectura
propia, adaptada a las necesidades
de la época.
A nuestro entender, la parte más
importante y novedosa del libro es
la primera. La arquitectura, así co
mo todas las manifestaciones del
arte de los antiguos peruanos, han
sido estudiadas, casi exclusivamente,
por arqueólogos, viajeros o simples
aficionados. Y aun cuando en sus
obras suele emplearse con harta fre
cuencia —a veces desde el título—
las expresiones “ arte” y “ arqui
tectura”, no 6e excede de los límites
de la arqueología, más q menos cien
tíficamente considerada según los
casos.
Velarde, en cambio, ha ido dere
chamente al asunto. Desgraciada
mente, está en el polo opuesto: su
erudición arqueológica es muy li
mitada. Si la limitación no estuvie
ra confesada en la pobreza de las
“ obras consultadas” , sería evidente
en la superficialidad de las descrip
ciones y en la aceptación, un tanto
ingenua, de teorías e hipótesis de
escaso fundamento. Y se la advierte
aún en el análisis de las técnicas,
especialmente en las relativas a las
construcciones de tierra cruda: omi
te la mención de la tapia, muy em
pleada por los antiguos peruanos,
la más difundida en el espacio y la
más perdurable. Es a ella a la que
corresponde realmente esta observa
ción del autor: “ Es notable la per
duración de estas remotísimas y va
riadas técnicas de construcción pre
incaica de tierra cruda, pues conti
nuaron durante la Colonia, y hoy
mismo siguen empleándose y viéndo
se en cercos y paredes de toda la
costa, como si estuvieran reciente
mente levantadas por los mismos
Yungas.” En cambio, cuando Velarde arquitecto, ahonda la crítica
e interpreta y estima la obra arqui(Continúa en la pág. 13.)
LLAVE
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T odas las voces de todos los verbos castellanos
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Cuatro años a bordo de mi mismo (Diario de los cinco sentidos), por Eduardo
Zalamea Borda. Max Nieto, editor. Buenos Aires. 291 págs. a la rústica. $ 7. ni. arg.
N América Hispánica afrontamos aún la circunstancia de que cada obra literaria
Elo significativa
desde el punto de vista de su calidad, promueva una renovación, o por
menos una revisión, de lo que Pedro Henríquez Ureña llamara ‘ ‘ Seis ensayos en
busca de una expresión” . Y sin lugar a dudas, el libro del colombiano Zalamea Borda
promueve la discusión.
Entre los extremos del naturalismo por un lado ,y de los ‘ ‘ ismos ” formales por
el otro, los novelistas americanos han sucumbido infinidad de veces ante el desencuentro con el tema o con la expresión. Faltos aún de una ‘ ‘historia literaria” que
permita la orientación o ubicación de las generaciones de artistas con una precisión
un poco mayor a la que se efectúa actualmente, en América el presente tiene que
cumplir asimismo el rango de tradición. De ahí que nada pueda lograrse bajo la capa
de Faulkner, Joyce, Kafka, Proust, etc., o bajo el mito del tema americano tal
cual lo encaran nuestros rezagados naturalistas o social-folkloristas. Si la novela,
en general, marcha hacia el encuentro con el realismo conceptual —Héctor P. Agosíi
lo explica claramente en su ‘ ‘Defensa del Realismo” —, y marcha por medio de la
evolución tanto do las literaturas como de los pueblos, en América las posibilidades de
ese encuentro existen ya por las características especiales del problema. Y es aquí
donde el significado de Cuatro años a bordo de mí mismo se hace más patente:
una novela que responde a esa exigencia. A esa exigencia de madurez que significa
crear una cultura propia y no, como piensa Albert Camus cuando afirm a que nuestra
niñez ha desaparecido en la medida que somos capaces de comprender sus conferencias
con la misma claridad y conciencia de la actualidad literaria francesa con que lo
hace su público habitual.
Zalamea Borda nos lleva a través de cuatro años de vida en la Guajira, lugar
geográfico colombiano, pero lo hace como si fueran cuatro años de vida sensorial
do un hombro en cualquiera de los lugares donde el hombre habita. 8i América le da
el clima, el ambiente, la forma, la verdad americana en una palabra, el autor dbl
libro lleva esta verdad hasta la totalidad humana. Por eso será que entre el mar
colombiano y el del Cementerio Marino envontramos tantas analogías; y entre la
naturaleza colombiana —con sus negros, indios, mulatos y blancos— y la naturaleza
de las aldeas ancestrales de Jean Giono, encontramos la misma intensidad y anhelo
de peculiares verdades.
Pero donde Zalamea Borda asombra por lo inesperado, es en bu lenguaje. Un
lenguaje completamente nuevo en la novela americana, aunque pueda tener un ligero
antecedente en El Caballero de la Esperanza, de Jorge Amado, y que tiene los poderes
esenciales que encontramos en un Neruda, un Vallejo o un Ramponi. El estudio de
esta obra escapa a las posibilidades de un comentario bibliográfico, pero no queremos
terminar éste sin transcribir un pequeño pasaje de Cuatro años a bordo de mí mismo:
‘ ‘ Bahíahonda está ahora llena de molicie y de amor. Dos seres se aman con furia, ago
tando los días en minutos y devorando las horas que saltan, escapan do sus manos que
quieren hacerlas eternas. Sus bocas se tienden hacia la vida, hacia el mordisco que hace
carne y sangre del amor. Que lo objetiviza, lo concreta. El ojo, el gusto, la nariz,
el tacto y los oídos, son 5 contactos que la vida coloca sobre el pecho de la muerte.
Saben que cada mirada, cada perfume íntimo, cada uno de esos perfumes que
tienen tantos matices como el día, cada gusto de un beso, hará que su amor se acer
que al fin: el hijo o la muerte. En todo caso, la muerte. Y so van hacia la muerte,
ciegos, mudos, sordos, sin olfato y sin gusto, porque el amor ha comprendido y com
pendiado todos los sentidos en el deseo único y dominador de poseerse.
‘ ‘Sobre sus cuerpos jóvenes está el cielo, abierto como sus bocas tenaces. El mar
acompasa su música a sus incomprensibles palabras, y bajo ellos está, eterna y firmo,
como un miembro inmóvil, la tierra seca y larga para que sobre ella se amen todos
los hombres .. ”
Miguel Graco.
R etorno del amante , por Gregorio San
tos Hernando. Ediciones “ A ngel” , Bue
nos Aires, 57 págs. a la rústica.
L ig ad a a la o b ra de G regorio S a n to s H e r
n a ndo se h a lla "A n g e l” , h o ja de p o esía que
en su s c u a tro nú m ero s in ic ia le s vien e s ig n i
fic a n d o el sitio de re u n ió n y a ce rc a m ie n to de
u n g ru p o d e n u e stro s m ás jó v e n e s p o e ta s. En
e ste p a ís donde el p ro b le m a m ás u rg e n te del
e s c rito r jo v e n se re d u c e a la d ific u lta d de
d a rse a conocer, ese h u m ild e suceso q u e es
"A n g e l" no p u e d e q u e d a r olvidado al m arg en
d« su a u to r
B e to rn o d el a m a n te h a titu la d o G reg o rio
S a n to s H e rn a n d o su ú ltim o lib ro d e verso s.
E n c o n tra m o s en él m ucho d e su s a n te rio re s
J o v e n m elodía y E leg ía , pero ta m b ié n tr a n s ita
p o r él un m e n sa je p u rific a d o de q u ie n no ha
cesado de b u s c a rs e a sí m ism o leve y p a
c ie n tem e n te . T odo ves que re p a sa m o s u n p o e
m a de H e rn a n d o nos ale jam o s con lo c erte z a
de h a b e r p re se n c ia d o la b elleza d e u n v e g etal
c u b ie rto de m acollas, zum os re c ie n te s y tie rn o
c irc u la c ió n . E l tono de ele g ía ta n c a ra c te rís tic o
en el a u to r no de ca e u n a sola vez en el lib ro ,
(Continúa en la pdg. 14.)
�cabalgata
12
•geeié n
apargeido
K. S im o n o v
CUADERNOS
YU G O ESLAV O S
U n a a p a s io n a n te h is to r ia re v e la
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EL DRAMA
DE LO S H U M IL D E S
UN POETA ALEMAN DE HOY
GUSTAV REGLEH
en México, caminando por la avenida Letrán. Hay que atravesar
una m ultitud bullente. en la que lo humano tiene sólo un- valor deco
rativo. Para llegar al café fíetis hay que sortear buhoneros que extienden
su mercadería a los id es de los transeúntes, saltabancos, tragadorm de
fuego, músicos ciegos con la más extraña variedad de instrumentos, men
digos con la más extraña variedad de lacras, vendedores de tortas d< maíz
y de toda clase de bebidas y alimentos. Ahora ya dentro del café, hay que
atravesar el humo espeso de las conversaciones de los “ gachupines” * has
ta llegar al fondo. Allí, en un rincón, con la mesa cubierta de cuartillas,
está Gustav Regler. Cuando me aproximo, lo encuentro brindando una
sonrisa de sátiro refinado y moderno a la hermosa mesera que le sirve. En
esa sonrisa resume Regler su profundo amor a la vida, amor que parecería
imposible en un hombre que, a pesar de encontrarse en la mitad de su
recorrido vital (tiene aproximadamente la edad de este siglo), se ha mez
clado a todos los acontecimientos que conmovieron a la Europa actual desde
los albores del siglo y ha vivido apasionadamente sus convulsiones ideoló
gicas. En Regler el amor a la vida• significa ardiente deseo de creación
desplegado en todos los campos, ansia de una plenitud no coartarles por
trabas. Así, frente a la mujer, vuelca en su amor un contenido cósmico,
un soplo metafísica, una 'Weltanschauung, que no involucra, en modo al
guno, mengua de la pura y directa acción física, sino la plenitud del amor
que se satura de todos los contenidos humanos posibles. Así concibe también
la revolución social, una revolución en la cual el hombre no perdiera su
carácter humano.
“ Siempre he sido un rebelde” , me decía. Y como tal empezó su carrera
en la vida, rebelándose contra, la religión y abandonando el seminario del
convento de Trenes. Estudió luego filosofía en Heildelberg y Munich, escnbiendo una tesis sobre “ La ironía. de Goethe y de la escuela romántica
alemana”. Estuvo en la guerra del 14, y combatió con el valor y la pasión
con que hacía todo; sufrió un grave envenenamiento por gases en Chemin
des Dames y fué condecorado. Salió de la guerra con su espíritu de rebelde
vigorizado y con profundo asco hacia una organización social que creaba
tales absurdos. Intervino en la revuelta de Munich, donde vió fusilar a sus
camaradas estudiantes y escapó milagrosamente a la misma suerte. De
allí se lanzó de lleno a la experiencia vital, atravesando una m ultitud de
profesiones ■.comerciante, agente viajero, traductor, bailarín, fabricante de
P
stamos
* Nombre que se les da a los españoles en México.
P OE MA
A Alice Paalen.
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EDITORIAL
ARÜQNAUTA
Brasil 1766
T. A. 23-7432
Una {pan organización de
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de los lectores exigentes.
Cuando tus ojos se abrieron
al nacer
recorriendo los arrecifes distantes llegaron al horizonte
pronto comprendieron que hay una frontera inevitable
el infinito
Tus manos lograron la longitud anhelada
cuando acariciaron el mar
¿Pero no se retiraba siempre el mar de Britania?
Tus pies andan a tientas con la suavidad de la arena
con la ternura de la arena que intenta
hacer que la tierra sea blanda para las olas .
porque la tierra es dura y egoísta.
Y de nuevo los ojos, ahora ya iniciados
y oscuros como esponjas de las profundidades marinas
que sólo quieren absorber luz
También oigo ahora tu voz que habla a la márejada
que habla y habla incesantemente.
Pero en los ojos
las manos
los pies
hay algo que escucha
pues cada día el viento puede traer
lo esperadoel clamor del náufrago
quien finalmente será oído
(
un color con hambre eterna
V un sonido
el de un buho
que suena en los vientos
de un campanario
(de LA nO E A 13.)
Pida cualquier libro
LA G A T A - S I R E N A
de Editorial argen
Sirena, era como la idea de un sueño
en que tú recordabas tu otra vida
donde estabas al sol largamente
y donde intentabas imaginarte
que no tenías sexo
y podías nadar
en todas las aguas
y no sufrir nunca ante la idea
de que tus ^brazos no daban
lo que querías dar pródigamente
y que tus besos no tomaban
lo que estaba tan cerca de ellos en los labios del otro
tina y se le remitirá
con trarreem bolso,
franco de porte.
Quedan disponibles al
gunos puestos del in
terior del país para
agentes activos y de
moral solvente.
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BUENOS AIRES
Ahora, estás en la orilla
un poco avergonzada
arrastrando tu cola inquieta
—tan obstinadamente unida—
detrás de ti en la amarilla arena
Pero tu piel ya crepita y arde
en el cantante sol del desierto
y cuantos ojos líquidos pueda haber en ti
observan en tu mansión interior
codiciosamente inquisitivos
en tu afelpada cabeza ronronea
el canto satisfecho de la arena caliente
que prepara la eclosión de nuevos abrazos
Y retirada la zarpa
temerosa de que las garras
puedan herir tu sueño
velado por el ámbar de tu rubia piel
pieles, periodista, crítico de arte. En 1928 publica su primera novela. Aban
donó Alemania en 1933, cuando el hedor totalitario emponzoñaba el aire.
Su entusiasmo de rebelde lo llevó a Rusia en 1934, donde presumía el ideal
de un mundo nuevo. E n 1936 la volvió a visitar, y por incapacidad para
ocultar su desilusión, estuvo a punto ele ser fusilado. ‘‘Huí de esa tristeza
totalitaria”, dice, resumiendo en esa frase el mayor alegato contra un
régimen ¿Acaso podemos creer en un régimen que combate la alegría de
vivir, que destruye la felicidad con el veneno de tan espantosa tristeza? Se
refugió entonces en París, hasta el estallido de la guerra civil en España.
E l poeta, palpitando siempre con el pulso del mundor fué uno de los \mimeros en acudir al llamado de los hombres libres. En España formó y ca
pitaneó brigadas internacionales, y al lado de los garibaldinos, derrotó a
los italianos de Mussolini. Fué herido gravemente en Huesca. Después de
la derrota republicana logró atravesar los Pirineos.
E n Francia sufrió los horrores del campo de concentración de Vernet
durante 7 meses. A llí estuvo con Koestler y Gkdiani. Cuando los amigos lo
graron liberarlo, partió para México, en 1940, en plena catástrofe euro
pea. El último adiós desesperado del viejo continente se lo dió Malraux,
que le dijo al despedirlo: “ Vivimos en un mundo poblado de cadáveres”.
En viaje hacia México jura no mezclarse nunca más cotí esa “ humanidad
enferma”. Pero al encontrarle en México he visto al mismo rebelde de
siempre: “ Es una energía que me viene desde ¡os espacios interestelares”,
me explica. Y, esa energía hace de él, a pesar de todo lo sufrido, un opti
mista.
He aquí la historia de un poeta moderno, de un poeta que entregó pri
mero toda su energía a la vida y que ahora vive intensamente en estos poe
mas de emoción extraña y contenida.
Obras publicadas por G. Regler:
La marcha de los pastores (Novela). Luebeck 1928
El agua y el pan (Novela). Berlín 1930
El hijo pródigo (Novela). Ámsterdam 1934
La siembra (Novela). Amsterdam 1935.
La gran cruzada\(Novela). Nueva York 1940
El pozo sin fondo (Poemas). México 1943
La hora trece (Poemas). México 1944
La cabaña de la jungla (Poema). México 1945
Wolfang Paalen (Biografía crítica). Nueva York, 1946.
Están por aparecer en Alemania, en la zona oeste:
Las estrellas del crepúsculo (Novela). Stuttgart
Tierra volcánica (Diario de México). Saarbruecken
Amimitl (Novela histórica). Saarbruecken
Nuevas Poesías. Saarbruecken
así reposas en la nueva playa
y mientras late suavemente el corazón
—que golpea en el límite
entre lo escamoso del pez
y el terciopelo felino—
contemplas el paisaje enmarañado
mirando en la arena hospitalaria
las pisadas
de los millarefe de amados
(de LA HOLA 1S.)
I C A R O
Hasta que no estuvo cayendo no vió lo que frívolamente había dejado
larga serie de ciudades y pirámides
que semejando diademas
reposan en los Aralles de la noche
Mientras se precipita a través del túnel de los vientos
y la música de la muerte va llenando sus oídos
vuelve de nuevo a engañarse a sí mismo
y a querer tomar la tierra
como un minuto antes el sol
Todavía ilusionado por sus alas de cera semiderretidas
ya comienza a acunarlo la tortura de la furiosa impotencia
¿No es despreciable ese sol?
Amarillo como la envidia
saturado de inconstancia
semeja la perrera del universo
y pese a todo, existe el día.
Las estrellas ofrecen su ayuda
La luna cinco fases
Icaro sacude la cabeza
Tcaro rechaza toda ayuda
Aún ahora desprecia las cosas a medias
Al precipitarse oye el lamento de los alcaudones decapitados
sin aliento se lanza a través de la espesura de relámpagos
El mar le sonríe
se prepara amorosamente a recibirlo
un sol azul entre continentes fríos
Antes que la estrella viviente se sumerja
como un meteoro de carne y sangre
se sumerja y vuelva a flotar como espuma
él ve ahajo en la playa
forma nítida en la niebla de lejanas centurias
el gigantesco animal
listo para volar
traidor a la tierra
alas deslumbrante de acero
agitándose frenéticamente
cuatro corazones de acero palpitando
¡ Icaro!
El mira y sonríe y se estrella
La venganza es más dulce que la muerte. . .
(de LA HOPA 1S.)
EL
N I L O
(Sobre un cuadro de Altee Paalen.)
Sueño de las fuentes en las montañas abisinias
sueno que se precipita hacia el mar como hacia un despertar
escuchando el canto pardo del desierto
atónito ante el verde vigor de las orillas
que se nutren de tu paso impaciente
tu nostalgia tiene velas —tus gritos son grúas—
tus ondas son delfines —los tambores de tus fiestas
despiertan al corazón de las pirámides—
Como un joven faraón tu boca viene a tu encuentro
no existe la muerte mientras hables al desierto
y el sol de la arena permanece atónito
ante la danza de las raíces y los barcos que cantan.
(Inédito.)
(Kola y versiones de Adolfo Este.)
�(Viene de la pág. 9.)
.yiene de ta pág. 11.)
Lávica de l°s I» cas y sus antecesores,
liia una labor justamente admirable,
mejor, ¡W nuestro juicio, que se ha
fizado hasta ahora.
g¡ ei autor se resignara a descender al
0o de la arqueología y retomara el
I b» después de un conocimiento directo
r caijal de los principales monumentos
i: ¿jijonas de su país, realizaría sin duda
. a obra magistral y perdurable; obra
; vendría a satisfacer una necesidad
tensamente sentida por todos los que
•locura» ahondar en el estudio de las re0,.IS culturas de América.
Todo lector no arqueólogo ha de opi„ y con razón, que la parte más enr odiosa de la obra de Yelarde es la que
, refiere a la arquitectura colonial. No
amos destacado la primera por pasión de
rqueólogos sino por lo que representa eoo aporte para el conocimiento de un
,«na. aparentemente trillado y siempre
‘ -iudido.
Dentro de la arquitectura colonial, ve
ndo está realmente en su campo. El
^cimiento del tema es total. L a desripción de cada edificio, breve y ceñida.
s ¿e una claridad meridiana y parece
mda con una facilidad extrema. Todo
.(Incurre a este feliz resultado: el doánio del asunto, la prosa flilida y el
ocabulario rico y preciso. (Esto último
' aCaS0 lo más sorprendente para nos
jjos porque entre los profesionales que
¡ se afanan por empobrecer y estro¿u el idioma acaso los arquitectos mar■ten a la vanguardia.)
i Yelarde dedica sendos capítulos a los
vatros donde la arquitectura alcanzó
aracteres peculiares durante la Colonia y
Los 50 L IM O S mejor
editados en 1047
L Jurado e n c a rg a d o p o r la C á m a ra A r
d e l L ib ro de s e le c c io n a r “ L o s
50 libros m ejo r e d ita d o s en 1 9 4 7 ” , comsoesto por los s e ñ o re s F ra n c is c o L u is
■; Bernárdez. J u lio E . P a y ró y A le ja n d ro S i
i ri0 después de p ro c e d e r a l e x a m e n de los
<>67 libros p re s e n ta d o s , c o n sa g ró , p o r u n aulmidad, los U bros de la s s ig u ie n te s E d itoriales:
EDITORIAL A B R IL : A n d e rse n . L a Sirenita: R oberto V a le n ti, F o n c h é , e l M i
nistro diabólico.
EDITORIAL A T L A N T ID A : C o n sta n c io C.
Yigil, V id a s q u e P a s a n ; C. C ó rd o v a
Iturburu, D ic cio n ario d e la A c tu a lid a d
Mnndial; C o n sta n c io C. V ig il, ¡ U p a ! ;
Baltasar M iró. T re s O b ra s d e S h a k e
speare: “ C olección O ro ” .
EDITORIAL C O D E X :
H é c to r S án ch ez
Puyol, Nido d e P á ja r o s : J o s é S a n to s
Gollán. P á ja ro s s u d a m e ric a n o s .
EMECE E D IT O R E S : O. W . de L u b ic z Milosz,Miguel de M a ñ a ra ; C arm en R . L. de
Gándara. L a H a b ita d a : T h o m as M an a ,
El Problem a de la L i b e r ta d : L ia m O’F la hertv, S k e r r e tt: L e ó n B e n a ró s . P á j a
ros C riollos: M. M en én d ez y P e la y o ,
La Ciencia E s p a ñ o la : H a m ilto n B ailey ,
Los Signos F ís ic o s ; C olección "S é p tim o
i Círculo” .
LIBRERIA-ED ITO RIAL “ E L A T E N E O " :
Vicpnte N adal M ora, L a A rq u ite c tu ra
Tradicional de B u en o s A ire s : W o o ste r
Bard Field, In tr o d u c c ió n a l D ib u jo A r
quitectónico: A g u irre y J ó rg , T r a ta d o
de R adiología C lín ica.
ESPASA-CALPE A R G E N T IN A : G re g o rio
ifarafión. A n to n io P é re z .
EDITORIAL F U T U R O : L e o n a rd o E s t a n
co. La P in t u r a en I t a l i a : D ic cio n ario
Enciclopédico de la s A m é ric a s: L eón
j Kilechov. T r a ta d o d e la R e a liz a c ió n Ci
nem atográfica.
EDITORIAL H U A R P E S : G u ille rm o F u rlong S. J ., O ríg en es d e l A rte T ip o g rá
fico en A m é ric a ; J a v ie r V illa fa fie , E l
Gallo P in to .
EDITORIAL IS R A E L : I . L . P e re tz . A dán
7 E va: D é b o ra P e s s in . A v e n tu ra s de
Alef, B et y su s c a m a ra d a s .
EDICIONES IM A N : W ilh em S te k e l, E s
tados n e rv io so s d e a n g u s tia y su t r a
tamiento.
GUILLERMO K R A F T : D a n ie l G ra n a d a ,
Supersticiones d el R ío de la P l a t a : R i
cardo Sáenz H a y es, R e m in isc e n c ia s.
EDITORIAL L O S A D A : F ra n c is c o A vala,
Tratado de S o c io lo g ía : C olección “ P s ic o
logía. P s iq u ia tría y P s ic o a n á lis is ” .
EDITORIAL L A B O R : E d m u n d o V a sc o n
celos, M étodo s M o d ern o s de A m p u ta
ción.
EDITORIAL N O V A : M an u e l V ille e a s L 6nez. E l C ine F r a n c é s : A n to n io S e rran o .
Dos A b o ríg en es a rg e n tin o s .
EDICIONES P E U S E R : B a ró n J o sé V an
Dsr E lst. E l U ltim o flo re c im ie n to de la
Edad M e d ia : L a R e c o n q u is ta y D e fe n
ea de B u en o s A ire s : V íc to r H a g e n y
Qnail H a w k in s, E l M ito d el Q u etzal.
EDITORIAL P L E A M A R : L e ó n F e lip e . A n
tología R o ta .
EDITORIAL S T E L L A : J o rg e V id a l, B o
tánica.
EDITORIAL S U D A M E R IC A N A : J o sé L ó
pez R ev, G oya y el M u n d o a sn a lre d e
dor: H . A. L. F isch 'er, H is to r ia de
Europa; V e it V a le n tín , H is to r ia de A le
mania: F ilis b e rto H e rn á n d e z . N a d ie en
cendía la s lá m p a ra s : A ldous H u x le y .
Ciencia. L ib e r ta d y P a z ; J o s e p h W ood
Hnitch, S am uel J o h n s o n : A n th o n y S ta n den. Los in s e c to s in v a s o r e s ; “ C olección
l Lgentina
Horizonte” .
L IC IO N E S T IT O : L u c re c ia S. O. de
Sáenz, S a n ta T e re s ita d e l N iño J e s ú s .
El sefio r p a y r 5 Re a b stu v o de v o ta r el
toro La p in tu r a en I t a l i a p o r p e rte n e c e r
* una colección q u e él d irig e , y la E d ir j 1*! Poseidon no h a p a rtic ip a d o en el
ncurso p o r se r su D ire c to r m iem b ro de
comisión o rg a n iz a d o ra .
libros d is tin g u id o s p o r el acu e rd o
D,. reforido J u ra d o , e stá n e x p u esto s al
tin 1C° 6n
local d e la C ám ara A rger.a **el E ibro. S a rm ie n to 528. h a s ta e
Ule
c o rr*entp E l 27 del p a sa d o
r a i d 6 a^ r ^ tuvo lu g a r el a cto in au g u j0 ® exposición de los “ 50 lib ro s ine«atados en 1 9 4 7 ” , en el cu al hizo
íírí/: *
pa^al)ra pl m iem b ro de la Coiad °
^ H u r a de la e n tid a d p a tro c ic^ a ^el certam en, d o c to r P a b lo T a rn i,
¡e Ua destacó que pese a la c ris is q u e
2b Lu* *en<*° n u e stra in d u s tria e d ito ria l,
del p aís h an re a liz a d o el en!
6
de re u n ir un elevado
cali? a
^ r o s <lue 86 d e sta c *n p o r
!
1 ad y p re sen ta c ió n tip o g rá fic a .
DE LAS MEMORIAS DE MARTIN REPEZ
a oscuras, intentando dormir. Lo
hice gracias a unas píldoras. Cuan
do desperté, una nueva sensación
me invadía: el costado izquierdo de
mi cuerpo estaba desapareciendo; el
piyama levantado, como si el bulto
persistiese, pero por dentro se me
estaba borrando con lentitud segu
ra. Inmóvil, boca arriba, sentí pri
mero la pérdida de la piel, un ves
tido frío que dejaba de cubrirme;
!-------- --------------------- !-------- --puntualiza, con notable acierto los factores
ecológicos y sociales determ inantes: Cuzco
la ciudad sin par donde la arquitectura
“ simbolizó la victoria de los conquista
dores sobre el mismo corazón del Imperio
Incaico’’. Lima, ciudad do arquitectura
“ cortesana, fácil y lujosa” . Arequipa
cuya arquitectura “ fué la del maridaje
entre el conquistador y el conquistado, la
de la fusión verdadera, la arquitectura
colonial perfecta, quizá la más completa
de las arquitecturas mestizas americanas” .
Si aumenta el mérito de la primera
parte de este libro la circunstancia de
tra ta r un tema prácticamente virgen, acre
cienta el de la segunda la de haber logra
do una admirable síntesis en materia muy
tratada y, a menudo, m altratada. Carece
mos do autoridad, en este caso, para situar
a nuestro autor, en orden de mérito, entre
los que le lian1 precedido en tarea análoga
pero tenemos el convencimiento de que,
si alguien pudiera hacerlo, la posición que
le correspondería sería harto favorable.
La tercera parte, brevísima, encara pre
ferentemente el eneomiable esfuerzo de los
arquitectos peruanos de nuestros días para
dotar a su país de una arquitectura pro
pia, inspirada en su incomparable riqueza
tradicional.
L a Arquitectura peruana es un breve
libro de síntesis, tan apretada que llega
a menudo a lo esquemático. Está, eviden
temente, escrito a vuela pluma con una
falta absoluta de pulimento. Estamos acos
tumbrados a gustar la prosa fácil y chis
peante de Velarde, en la que campea un
desaliño que, por sabroso, parece con
frecuencia intencional. En esta oportuni
dad el desaliño es fran-camente excesivo
y muy de lamentar, pues si la prosa man
tiene, a pesar de todo, su alta calidad,
se desmerece la estructura misma del libro.
El descuido es evidente sobre todo en
la parte ilustrativa, complemento de gran
importancia en una obra de este género.
El volumen trae, al final, cerca de cien
láminas de excelentes fotografías que pa
recen agregadas más o menos al azar.
E ara vez se alude a ellas eiv el texto. El
autor habla como si descontara que el
lector conoce los monumentos de que se
ocupa. Sucede así que la lectura es fácil
(Continúa en la pág. 14.)
después la carne, arrancada en gol
pes violentos, luego los huesos tor
pes. Desaparecían, se iban sin san
gre, sin nervios; lancé un grito y
me desmayé. Volví a ‘dormir, con
pesadillas visitadas por perros os
curos que me lamían el corazón al
aire, calentándolo, impulsando con
su lengua la sangre. Al despertar, la
pérdida se había completado. No
quería tocar aquello, trataba de res
pirar lentamente; una inspiración
profunda podía hacer estallar el
músculo a flor de cuerpo. Aquel día
no me levanté; tampoco al siguien
te; lo hice cuando mi madre habló
de llamar un médico. Lo probé por
la noche, de a poco; me vestí sin
mirarme en el espejo.
Durante cinco días me levantaba
al alba y no iba a la oficina; anduve
por las calles. Me cuidaba más que
antes; tenía miedo de enfermarme
y verme obligado a mostrar esa falta
de mi cuerpo; sin embargo, bajo la
ropa no se notaba. A los veinte días
me había acostumbrado a mi nuevo
volumen, sin atreverme a tocarlo;
por fin lo hice, de noche: introduje
la mano derecha debajo del piyama:
una concavidad lisa, de piel tirante
y fría ; comenzaba en el borde de la
axila; se profundizaba sobre el co
razón, concluía en el hueso de la
cadera.
No pude sufrir más y se lo dije a
mi hermano mayor, callando lo del
perro; se rió sin hacerme caso.
Empecé a comprender que aque
lla pérdida tenía que ver con la des
aparición del perro; dejé de dor
mir, salía todas las noches: desde
las (Jiez basta casi el alba; lo bus
qué por los lugares de la primera
noche; a veces, en la oscuridad, to
paba con perros, que llamaba casta
ñeteando los dedos; ninguno me si
guió.
Mi hermano quiso llevarme a otra
ciudad; era imposible. No compren
día que si me alejaban del pueblo
iba a perder para siempre el cos
tado izquierdo de mi cuerpo. Dejé
de hablar del asunto, y creí que se
había olvidado. Una madrugada, ya
en la cama, con el cansancio de la
búsqueda nocturna, me ataron los
brazos y los pies; así me llevaron a
la primera ciudad que conocí.
Conozco dos ciudades, mal vistas,
en casas blancas con muros verti
cales y ventanas estrechas; en la
primera no me dejaron conocer las
calles; en la segunda hay una sola
calle. La primera ciudad estaba po
blada por hombres que me miraban
largamente. No me dejaron con
versar con ellos; quizás alguno me
hubiese ayudado a buscar el perro;
después comprendí que yo solo, sin
ayuda de nadie, debo encontrarlo.
Todas las semanas llegaban cartas
de mi casa; aceptaba las imposicio
nes para que fuesen a buscarme,
para que me dejaran volver al pue
blo; le escribí a mi hermano, cinco
o seis veces.
Un día encontraba muchos hom
bres; otros, ninguno, ¿a dónde van
los muertos de esa ciudad? Si yo
lo supiese, habría hallado a mi pe
rro : estarían sentados junto al muro
en el sol, mi perro echado a sus
pies. De pronto volvería a tener mi
cuerpo. Todas las mañanas escribía
una carta, que dejaba en la sala, an
tes del comedor. Tampoco me con
testaron.
Comenzaba a acostumbrarme a esa
ciudad silenciosa; pensaba en el pe
rro, en los muertos que no sé a
dónde van. Un día, sin saber por
qué, me llevaron a la segunda ciu
dad, en la que ahora vivo. Yi sus
alrededores en el viaje: extensión
de arena blanca que no se puede
cruzar sino en tren; los árboles se
secan carcomidos desde la raíz, has
ta el follaje desaparece en ceniza.
La ciudad, rodeada por un alto mu
ro blanco, tiene una puerta rectan
gular, con un círculo en la parte
alta; cerca de la puerta, junto al
muro, había un hombre de traje
verdusco y bastón rojo; lo vi varias
veces.
Las primeras noches, después de
mirar el cielo, me acostaba en la
cama angosta y esperaba sin cansan
cio. Después, salí a buscarlo: llegaba
basta la puerta de la muralla y no
me atrevía a seguir; hablé al hom
bre de verde, sin conseguir que me
entendiera. En la ciudad no hay
ningún perro: lo supe pronto.
La casa, la muralla, hay otro lu
gar en la ciudad: lugar fresco, al
otro extremo de la única calle, lo
más lejos posible del arenal: un ca
fé. Entre estos tres'lugares la co
nocí; no sé cómo se llama, tampoco
entendió mi idioma. Fué a la salida
del Ctjfé: capelina azul que le cubría
casi toda la cara, vestido del mismo
color, zapatos y medias blancas, bra
zos finos y fríos, manos color de
lino nuevo. Caminé con ella basta
una cuadra antes de la casa; allí
me dejó, sin despedirse. Volví a en
contrarla, otras noches, sin que tu
viese que ir en su búsqueda, sin que
ella me esperase; en noches interme
dias, cuando miraba el cielo, sentía
su perfume de almendra amarga. Lo
más hermoso que hay en esta ciu
dad son moscas azules; una vez le
llevé cuatro, en una caja de fósforos.
El último día que caminamos, me
dejó en el lugar de siempre; seguí
solo hasta la casa, subí la torre y
me asomé al ventanillo. La vi ca
minar hacia el hombre sentado junto
a la muralla; él se levantó, como
grito de gaviota llenó la noehe; se
tomaron de las manos —uno frente
al otro— y se alejaron por las are
nas caldeadas, que ni las noches en
frían.
Comprendí: son hechos que me
ponen para que olvide a mi perro;
por eso lloré, boca abajo, apretán
dome sobre la almohada.
Tanto hace que no duermo. Mi
cuerpo se enfría; no puedo dormir;
no me van a llevar más al pueblo,
quieren que me quede aquí hasta
que me muera. Noches silenciosas y
solas, esperando a mi perro,
r in
¡El Más Hermoso Museo del Mundo!
HISTORIA GENERAL DEL ARTE
EDICION
1947
TEXTO
CASTELLANO
O FRANCES
Realizada bajo la dirección de GEORGES HUISMAN, director general de Bellas Artes de Francia, ha sido
redactada por los competentes especialistas LUC BENOIST, agregado a los Museos Nacionales; LOUIS BREHIER, miembro del Instituto y profesor de la Univers idad de Clermont-Ferrand; ELIE LAMBERT, director
de la Biblioteca de Arte y Arqueología de la Universidad de París; señora LION-GOLDSCHMIDT, agregada
al Museo del Louvre; ROBERT REY, inspector general de Bellas Artes y de los Museos de Francia, profe
sor de la Escuela del Louvre de París; CHARLES TERRASSE, conservador adjunto al Museo de Fontainebleau y otros.
L a o b ra com p le ta c o n sta de 4 m a g n ífic o s v o lúm enes g ra n fo rm a to , lu jo s a m e n te e n c u a d e rn a d o s, con
m ás de 1.800 p á g in a s, 30 fa c sím iles, 61 g ra b a d o s en co lo res, 2.329 h e lio g ra b a d o s, 34 m a p a s e x p li
c ativ o s, 6 c u a d ro s s in ó p tic o s.
TOMO I - Desde los
orígenes hasta la Edad
Media: El arte de los
tiempos prehistóricos
en Occidente. El arte
Antiguo del Cercano
Oriente y del Medite
rráneo. El arte en Asia
hasta el siglo xiv. Desde
el Arte Antiguo hasta
el Arte Medioeval.
TOMO III - El arte
clásico de los s ig lo s
XVI y XVII: El Arte
del siglo XV en Italia.
EL Renacimiento en la
Europa del siglo XV.
El Arte en la Europa
del siglo XVII. El Arte
en el Extremo Orien
te desde el siglo XV
basta n u e str o s días.
TOMO II - El Arte
Medioeval: E l A rte
Musulmán. El Arte en
Occidente desde el si
glo V al XI. El Arte
R om ánico. E l A rte
Gótico. Las Artes de
■la América precolom
bina, del Africa negra
y Oceanía.
SE ENTREGA LA OBRA COMPLETA. ADQUIERAI A EN COMODAS CUOTAS MENSUALES.
■ ■
■
TOMO IV - S ig lo s
XVIII, X IX y X X : El
Arte en Europa du
rante el siglo XVIII.
El Arte en Francia en
los siglos X IX y XX.
Impresión general so
bre la técnica de la
pintura.
RESERVE SU EJEMPLAR CON TIEMPO, PUES
SE RECIBIRA UNA CANTIDAD LIMITADA DE
COLECCIONES.
SOLICITE FOLLETO ILUSTRADO Y CONDICIONES DE PAGO, SIN COMPROMISO, A-.
a r g e n t
I
CORRIENTES 1650
n a
ARISTIDES QUILLET
T. A. 35-6679
BUENOS AIRES
ARGENTINA
S r. G e re n te
E d ito r ia l A rg e n tin a A R IS T ID E S Q U IL L E T
C o rrie n te s 1 6 5 0 - B u e n o s A ire s .
E s tim a ré m e e n v íe n F o lle to I lu s tr a d o de l a H I S T O R I A D H L A R T E .
N o m b re
D om icilio
L o c a lid a d
.
�nj
cabalgata
14
MIRADOR
• E n ol X X V S a ló n A n u al de P in tu ra ,
E s c u ltu ra , D ib u jo y G rabado de S an ta
T e . h a n sido o to rg ad o s los p rim ero s p re
m ios de la s secciones del en u n ciad o eh la
fo rm a que sig u e: S ección p in tu ra : prem io
a d q u isició n M a rtin R o d ríg u ez G allsteo , con
3.000 pesos, a “ O b re ra d e sc a n sa n d o " , óleo
de E u g en io D an eri. Sección e sc u ltu ra : p re
mio a d q u isició n M a rtín R o d ríg u ez G alle
teo , con 4.000 pesos, a N icolás A ntonio
de S an L u ís, p o r su b ro n c e “ San J u a n
B a u tis ta " . Sección D ib u jo y G ra b a d o :
prem io a d q u isició n C om isión de B ellas A r
te s. p o r m ita d , a J u a n C arlos P in to s y
J o rg e G necco. O tro s prem io s, en la s d is
tin ta s c ateg o rías, fu e ro n o to rg a d o s a Jo sé
P a ría s , E n riq u e P o llc a stro , C. E. U ria rte ,
J o sé A lonso, R. P. V iola, O restes A ssali,
Jo sé P la n a s C asas, S a lv a d o r C aputo, etc.
• T e n d rá lu g a r en B u en o s A ires, en el
cu rso d el p ró x im o m es de o ctu b re, el XV
C ongreso O rd in a rio de la C o n fed eració n
In te rn a c io n a l de S ociedades de A u to res y
C o m positores, p or in ic ia tiv a de A rg e n to re s
y Sadaic. A los efecto s de la o rg a n iz a ció n
h a q u ed ad o c o n stitu id a u n a com isión com
p u e s ta en la sig u ie n te fo rm a: P re s id e n te ,
el se c re ta rio de ed u cació n , do cto r O scar
Iv a n is se v ic h ; v ic e p re sid e n te , el subsecre
ta rio de c u ltu ra , señ o r A n to n io P . C as
t r o ; el p re s id e n te de A rg e n to re s, señ o r
A le ja n d ro E . B e r ru tti, y e l p re s id e n te de
Sad aic, señ o r F ra n c is c o C an aro ; vocales:
los señ o res Ivo P elay , H om ero M anzl, C a
m ilo P . D a rth é s, C átulo G. C astillo, M arcos
B ro n e n b erg , E n riq u e P . M aro n i. A c tu ará
como s e c re ta rio g e n eral, el señ o r M ario
B én a rd , que d esem p eñ a ig u al cargo en el
C onsejo P a n a m e ric a n o de A u to res.
• E l go b iern o d e V en ezu ela, con muy
b u e n a cierto , p o r m edio de su M in isterio
de H a c ie n d a h a a co rd ad o lib r a r de gabe
la s a ra n c e la ria s a “ b io g ra fía s , no v elas, n a
rra c io n e s y dem ás lib ro s que con c rite rio
am plio d eb en c o n sid e ra rs e como o b ra s de
a rte lite ra rio ” . A sí lo com unica la Cámar a A rg e n tin a del L ib ro , al d a r c u e n ta de
u n a de la s g e stio n es que h a re a liz ad o en
p ro de la d ifu sió n d el lib ro n a cio n al f r e n
te a la s tra b a s de todo o rd e n que se le
e s tá n ap lic an d o en d iv e rso s p a íse s del
c o n tin e n te.
e L a s d ific u lta d e s que v ien e su frie n d o el
lib ro a rg e n tin o p a ra su in te rn a c ió n en a l
g u n o s p a íse s h erm an o s, cu lm in a con la re
c ie n te d isp o sic ió n del G obierno del B ra
sil. seg ú n la c u a l q u ed a in c lu id o e l lib ro
y la re v is ta e n tre los a rtíc u lo s q u e n e ce
s ita n p re v ia lic e n c ia de im p o rtac ió n .
• E n lo s d ia s in ic ia le s del p asad o mes
de a b ril se in a u g u ró a l público en la plaza
A dolfo A lsin a, o rg a n iz a d a p o r la A so cia
ción G ente de A rte A vellaneda, u n a in
te re s a n te m u e stra de tra b a jo s al óleo,
a cu a re la , x ilo g ra fía , etc., la c u al se ofrece
al b a rrio o b re ro de la v ecin a lo calid ad ,
con el m uy elevado p ro p ó sito de p o n e r en
c o n ta cto el a r te con u n p ú b lico que no
d isp o n e d e tiem p o p a r a v is ita r los m useos
y g a le ría s de la c a p ita l. L a ex h ib ició n ,
d ig n a de to d o elogio, h a sido m uy v is ita d a .
• L a A rg e n tin a , p o r m edio de la d eleg a
ció n que la re p re s e n ta en la C o n feren cia
In te rn a c io n a l p a ra la L ib e rta d de In f o r
m ación, la c u a l p re s id e el S u b se creta rio
de In fo rm a cio n es y P re n s a , señ o r E m ilio
D . C ip o lle tti, p re s e n tó la p ro p o sic ió n si
g u ie n te :
19 In c lu ir en su le g islac ió n disposicion e s e x p líc ita s g a ra n tiz a n d o la lib e rta d de
p re n s a sin re s tric c ió n de n in g u n a índole,
p a ra que la s a ctu a le s p u b licacio n es que
re p re s e n ta n to d a s las id eo lo g ías y co n cep
to s políticos, sociales y económ icos sin d is
tin c ió n de ra z a n i re lig ió n , p u e d an a p a
re c e r y c irc u la r lib rem e n te .
29 A d o p ta r m ed id as le g isla tiv a s p a ra
p re s e rv a r y d e fe n d e r la m isió n esen cial de
lo s ó rg a n o s de p re n sa , la que c o n siste en
re u n ir, tr a n s m itir y d ifu n d ir lib rem e n te
n o tic ia s e in fo rm acio n es, te n ie n d o como
p rin c ip io in v a ria b le r e la ta r so lam en te la
v e rd a d .
39 P o n e r en m a rc h a todos los m edios le
g ales e x iste n te s o que p o d rá n s e r cread o s
en to d o s los p a íse s p a r a p re s e rv a r a la
p re n s a de to d a in flu e n c ia b e lico sa y p a ra
e v ita r to d a d efo rm ació n de la v e rd a d , to d a
p u b lic a ció n de n o tic ia s fa ls a s o to d a d ifa
m ación.
s E l P re s id e n te de la C om isión P r o te c
to ra de B ib lio tecas P o p u la re s, d o c to r C ar
lo s O bligado, p ro sig u ie n d o su la b o r de
p ro p u lsió n de la s b ib lio te c a s d isem in ad a s
p o r to d o el p aís, e x tie n d e su serv icio a
algunos esta b le c im ie n to s h o s p ita la rio s, a
lo s c u ales h a hecho u n a p rim e r d o n ació n
de cien volúm enes a c a d a uno.
• L a Sociedad A rg e n tin a de E s c rito re s h »
hecho e n tre g a de la m ed alla de oro d el
G ran P rem io de H o n o r 1946 al e sc rito r
E d u a rd o M allea.
« P e rs is te la s itu a c ió n q u e c re a a la in
d u s tria a rg e n tin a del lib ro la f a lta de d i
v is a s que s ie n te n p a ise s como C hile, Boliv ia . P e rú y C olom bia, y las tra b a s a r a n
c e la ria s o de im p o rta c ió n que en alg u n o s
p a ise s se le ap lic a a l lib ro . H a s ta a h o ra
c u a n ta s g e stio n es h a re a liz ad o el grem io
n a cio n al de e d ito re s, p o r m edio de sus
re s p e c tiv a s so cied ad es, se h a n e stre lla d o
c o n tra la v aga prom esa, la in c o m p re n sió n
o la n e g ativ a. E l lib ro , v eh íc u lo ta n c a
c a re a d o de c u ltu ra , de ace rc a m ie n to e n tre
p u e b lo s, e s tá sien d o d ific u lta d o s is te m á ti
ca y p e rs iste n te m e n te en alg u n o s p a ise s,
en la m a y o ría d e lo s cu ales, n i s iq n ie ra
p o d ría n In v o c a r ra z o n es, acaso a te n d ib le s,
de co m p eten cia in d u s tria l.
e> H a in ic ia d o la p u b lic a ció n de un cua
d e rn o m e n su a l de a rte el p ro fe s o r J o rg e
R om ero B re st. titu la d o “ V e r y E s tim a r" ,
al c u al dam os la b ie n v e n id a.
o E n la so cied ad “ Im p u lso ” de la Boca,
J . B atlle - P la n a s c ele b ra u n a ex h ib ició n
de d ib u jo s a c n a re la d o s in é d ito s, llam ad o s
a te n e r c o n sid e ra b le e in d e fin ib le g ra v i
ta c ió n en n u e stro m edio a rtís tic o p o r su
o rig in a lid a d . E n la ta rd e del sáb ad o 8, el
d o c to r A ldo P e lle g rin i p ro n u n c ió u n a co n
fe re n c ia so b re “E l m e n sa je p lá stico de J.
B aó lle-P Ia n a s” .
o L a s g a le ría s V an R iel, e x h ib e n u n a se
le c ció n re tro s p e c tiv a de o b ra s de B u tle r,
B asa ld ú a , B ig a tti, B a tlle -P Ia n a s, C astag n ino. C e n tu rió n . D a n e ri, R aq u e l F o rn o r. V icto
ric a , L arco , D el P r e te , Soldi, B ern i, P e tto ru ti, S ib ellin o . I r u r tla , A lonso, e tc E n el
a cto ln a n g u ra l d is e rtó el p ro fe s o r Jo rg e
R om ero B re st.
• A rn o ld W a lte r L a w re n c e, arq u eó lo g o in
glés, p ro fe s o r en la U n iv e rs id a d de C am
b rid g e , in v ita d o p o r la re v is ta “ S u r” ha
d ic ta d o tr e s c o n fe re n c ia s en el I n s titu to
F ra n c é s d e E s tu d io s S u p e rio re s , a s a b e r:
“ L a fo rm ac ió n d el a r te e u ro p e o ” , “ L a
cu lm in a ció n y la d e c a d e n c ia d el a r te g rie
go , y “ E l a rte d e l Im p e rio R om ano y
su le g a d o ".
• D on J u liá n U rg o iti, g e re n te d e la E d i
to r i a l S u d a m e ric a n a , in v e stid o con la r e
p re s e n ta c ió n de la C o n fe d erac ió n L a tin o
a m e ric a n a de C ám aras del L ib ro , em p re n d e
u n v ia je a E s p a ñ a , en el cu rso d e l c u al
y p o r e sp a c io de u n o s dos m eses, se a b o
c a r á a l e stu d io d el p ro b le m a que al lib ro
a rg e n tin o le c re a en la p e n ín su la la c e n s u ra
e sp a ñ o la p o r u n la d o y la d is c o n tin u id a d
d e lo s p a g o s q u e h a ce q u e el ré g im e n de re
c ip ro c id a d v ig e n te e n tre am b o s p a íse s sea
o b s e rv a d a s e s tr ic ta m e n te sólo p o r la A r
g e n tin a .
T¡ l letrismo no es una escuela poéL j tica sino una actitud solitaria. Y
algo más. En este momento: el le
fio smo = Isidore Isou. Así escribe
el mismo Isou en el manifiesto de
la poesía letrista que puede consul
tarse en su Introduction a une nouvelle musique (1947). Las frases no
pueden ser más exactas. A tal pun
to que desde ya proclamo su in
superable originalidad y paso direc
tamente a enjuiciar una actitud que
sólo p u e d e ser comparada —en
cuanto a la notoriedad y a su pre
tensión— con el incendio del tem
plo de Diana en Efeso. Porque el
letrismo lia querido ser la tea que
incendiara uno de los templos de
la poesía: la palabra. Pero Isou
no tuvo la fortuna de ver el humo
ni las llamas. Eróstrato, el ansioso
pastor de Efeso, le precedió en más
de dos mil años. La historia, que
es movimiento progresivo, no se re
pite, aunque Isou crea lo contrario
en aquella novela — ¡, por qué no
vivolat— que intituló L ’agrégation
d ’un nom et un messie (1947).
Pero si Isou lia. sido original en
las frases del exordio, no lo ha sido
en cambio en la argumentación ten
diente a demostrar que si el letris
mo no es poesía, que el letrismo pue
da-crear, por esto mismo, conceptos
poéticos. Ya dije en cierta ocasión,
esbozando muy al pasar mi teoría
dialéctica de la estética, que en la
revolución dadaísta se habían dado
las imágenes que habrían de verte
brarse, por virtud de un salto cuan
titativo (acumulación de procesos
inventivos iguales) en una calidad
cuyos rótulos serían el surrealismo
y el letrismo. Para demostrar esto
último ( s a l t o de reacción, hacia
atrás) transcribía un trozo de La
premiére aventure celeste de monsieur Antipyrine (1916) :
Los trópodos, Marga, los trópodos. \
.
.
[rapa punec
Doto numen polonco serona tu ti...
[parada.
■ 'en tl,'ope al conque me tulven s<
.
, ,
[mipas de lecio
, Me tulven las lacias, si artepes atip
su brin?
n
JJLill
Por JUAN JACOBO BAJA RIA A
bil del dadaísmo, llevando su actitud
hacia las últimas consecuencias. Xo
advirtió que el salto cuantitativo
también sé daba hacia atrás objeti
vándose en una esterilidad que ya
tenía, en sus comienzos, todos ios
gérmenes de la muerte puesto que
no dejaría sucesión como en el caso
del surrealismo y lo que le superó
en la gran poesía de nuestro tiem
po. Los letristas, usurpadores por
otra parte de M. Iliazd, el creador
del verso zaum u orquestal, fueron
conscientes de este retroceso al de
clarar en la susodicha Introdnctio n ... que Tzara había mezclado
los vocablos deseando dar “ el úl
timo paso” . ‘‘El dadaísmo” —agre
ga— “ ha sido la cualidad y el de
fecto de Tzara” . . . “ Tzara es la
irradiación de la tradición de los
vocablos en su límite. Si ha tenido
la osadía del Mucho no ha tenido
el coraje del Todo” . Y a renglón
seguido la confesión: Tzara, toda
vía una curiosidad lírica, será jus
tificado por los letristas. Isou, la
justificación de Tzara. Esta confe
sión que he subrayado, la repite,
asimismo, en su Rilan lettriste 1947
(Fontaine N* 62). Luego, pues, no
bav empacho en decir (V. Introductio n ...) que “ no se trata de des
truir vocablos por otros vocablos...
sino de resucitar lo confuso en un
orden más denso” . Y para esto,
Henri Pichette —otro letrista— da
como solución al hombre-mujer, ya
que es la única manera de “ man
tenerse en el estado poético desde
oua aah oua aah oua aah
el primer paso lúcido o arterial del
U U t ti i H I t t
padre-madre”. (Lettrc-rouge, loe.
cit.)
al que puedo agregar, del mismo
Desde el punto de vista estricta
Tzara, este diálogo de La deuxiém-e
aventure celeste de monsieur A n ti mente teórico, el letrismo desarrolla
una vieja idea que cree haber des
pyrine (1917):
cubierto por usar una denominación
M. Saturno:
nueva —aunque teológica— de la
tiene Vd ranas en los zapatos
materia poética en su unión —hiOreja:
póstasis— con lo d e s c r i p t i v o
l>. b. b. b. b. b. b. b. b. b. b. b. b.
— hipostase ampliqv.c— y con lo lí
El letrismo volcó sus tintas, por rico —hipostase ciselante—, en cu
consiguiente, sobre la parte más dé- yas categorías coloca la poesía anti
gua y la poesía moderna. Esto se
corresponde con una frase del ma
E1 Tiempo y sus Libros nifiesto en la que Isou dice lo si
guiente : ‘ ‘ Isou creará emociones
(Viene de la pág. 11.)
contra el lenguaje por el placer de
ni cu an do d ic e : " E s ella la d esead a, — la i n
d ife re n te que d e sp re c ia y huye — y d eja
la
lengua”. Quien abra el Premier
un g ris y a lg u n a in te n s a b ru m a — donde el
manifesté du surrealismo (1924),
h o m b re e n tris te c e .” O tra s veces hace su e n tra d a
en las p á g in a s d el joven e s c rito r la poesía
se hallará con que el concepto ya fué
p u ra , p ro p ic ia d a p o r e scuelas ya h is tó ric a s
p a ra la lite r a tu r a : "Q ué herm oso e ste tr a n s
desarrollado por Bretón. Helo aquí
curso — de las p a la b ra s fie le s — y este
en el sabor del idioma original:
e n c o n tra r de nuevo — tu c o razó n que q u ie re .”
E n la s e rie de poem as “ con á n g ííe s ” ha
“ ecrivez vite san sujet précompi...
lo g rad o el a u to r im p o n e r u n ritm o y u n con
Le premiére phrase viendra toute
te n id o m ás nuevo, y los m ism os re p re s e n ta n
u n m om ento de esa p u rific a c ió n in te rio r que
s e ' a p re cia en G. S. H . Se d e sta c a n p o r su
ju s te z a E l A ngel con una fech a en o c tu b re
y E l A ngel con la ta r d e olvidada .
H a y u n m om ento en la v id a del e sc rito r
joven en que todo es du d a, in flu en c ia y t a n
teo. E n el v e rd a d e ro e sc rito r la solución está
en la b ú sq u ed a de la p ro p ia p e rso n alid ad ,
y es allí donde se salva p a ra sí y p a ra los
d em ás. Si en e ste libro de G. S. II. hay algún
m é rito s o b re sa lie n te , es ése p re c isa m e n te .
Lo q ue im p o rta, tra tá n d o s e de u n a u to r
novel so b re todo, es s e ñ a la r la p re sen c ia de
un v e rd a d e ro p o e ta al que se le p re s e n ta rá n
m ú ltip les cam inos n s e g u ir y al que se le
im pone un poderoso llam ado de belleza, un
poco d ra m á tic o eso sí d ada la hora que es
tam o s a tra v e sa n d o . E s re g o c ija n te poder escri
bu* que en e sto s d ía s el p a ís e stá oyendo
a lg u n a s m uchachas v m uchachos de voz pode
ios:, y clara.
F e rm ín C hávez.
Arquitectura Peruana
( Viene de la pág. 1S.)
y placentera para los que tenemos la suer
te de conocerlos, mas sospechamos que hn
de resultar difícil y hasta penosa en el
caso contrario. Aun cuando las fotografías
estuvieran colocadas en el lugar corres
pondiente (dificultad editorial que no se
nos escapa) y fueran1 escrupulosamente
citadas, serían insuficientes. En buen gol
pe de casos se echa de menos el dibujo
complementario indispensable. Es de no
conformarse que Velarde, cuya pluma en
hebra una bella frase con la misma fa
cilidad con que traza un buen croquis
los haya ahorrado a puivto tal de utilizar
los sólo para aclarar dos detalles y éstos
desconectados con el texto. La única fi
gura que tuvo la precaución de citar —sa
brosa ironía— ha de haberse traspapelado.
Dios sabe donde, porque no aparece im
presa.
El público lia sabido apreciar la alta
calidad de esta obra de Velarde. Estamos
seguros de que una segunda edición ha
de hacerse en breve y es por esta cir
cunstancia que puntualizamos los defectos
que la desmerecen, fácilmente subsanables
rix
seule, tant il est vrai qu‘a chaqué
seeonde il est une phrase étrangere
á notre pensée consciente qui ne de
mande qu‘á s‘ extérioriser” ,
En cuanto a que el letrismo des
truye las palabras y crea orquesta
ciones onomatopéyicas mediante sí
labas inventadas sin apoyadura se
mántica, es bien cierto en algunos
casos. Es lo que acontece cuando la
construcción de un concepto sonoro
se objetiva con miras a una descarga
del inconsciente:
Vli zlideline
VH zlideline
Djilee, djilce, djilce, djilce, djilce
Jalee, jalee, jalee, jalee, jalee
dulce; julce; julee
Dolce-Dolce ;
Toase folce. ..
Dolee. . .Dolee
Dolee
(F. Dnfréne)
Pero sucede —y esto le sucedió
a Isou en sus 10 Pnemes graves—
que muchas veces, por remedar cli
mas sonoros con retruécanos y otras
delicias para reírse de las cosas, in
curre en el empleo de palabras quo
contradicen su teoría. Yeámoslo, for
zando la traducción, impedida un
tanto por el calembour:
Yosoycrist
Tesus Christ
Christ
JouaU - chich - baou - jaiva
gall - fovl - hrall!
A y! grolgolal! jarch
gólgota, gólgota... mareh. . . march. ..
vó lvo ta ... vó lvo ta ...
Oi! Ayer, piedra, pa-velle, pablo,
plegarrria, yui gol
O bien este verso entero en he
breo :
chema israéllc barouh adonai
(oye Israel bendito adonai)
Y también estos, de sus 10 Poémes yoyeux :
Oh, mi Dios la vida está allá
cuicudul galin calá
Xo obstante, sin contradicción o
con ella, el letrismo no plantea nin
gún problema poético. Las jitanjáforas americanas ya le habían pre
cedido muchísimos años en la estruc
turación de poemas a base de soni
dos. Recordaré algunas sin transcri
birlas enteramente;
Chucuchúcuchu
chas - chas
Tracatrácata, chuchi
Tracatrácata, chuschú
(M. A. Ferveiro)
ELIA K A Z A N
EL “ HOMBRE DEL AiÑO” EN EL CINE Y EL TEATRO
DE ESTADOS UNIDOS
O ox dos de las mejores películas del año
^ en su haber, el nombre más relevante
en el mundillo del espectáculo estadouni
dense es Elia Kazan, cuya obra se carac
teriza por combinarse poderosamente en
ella la imaginación y el buen gusto.
Su planteo científico del teatro ha hecho
de él el único director regularmente uti
lizado hoy tanto por Broadway como por
Hollywood. No bien había concluido la
película Acuerdo entre Caballeros, cuando
comenzó los ensayos de la obra teatral A
Streetcar Xamed Derive. La infatigable
energía y elasticidad de Kazan son ya
archieonocidas, pese a no contar más de
38 años.
Como director, el estilo de Kazan es
puramente cerebral, pero su objetivo pue
de llamarse visceral. Arthur Miller, autor
do Todos son mis hijos, dice que el pro
pósito de aquél es el de “ golpear al audi
torio en el vientre, pues le consta que
todo el mundo lo tiene igual, no importa
su condición social o su educación ’ ’. AI
hacerlo, Kazan observa un método senci
llo para juzgar al auditorio. Lo considera
tan capaz como él; lo que él puede com
prender y sentir, también lo comprenderá
el auditorio; si él no puede hacerlo, tam
poco lo podrá ningún espectador.
Lo primero, pues, estriba en fijar c¡
espíritu de la obra. Esto resuelto, todo
debe cooperar al realce del tema central.
Todos son mis hijos es un buen ejemplo
de cómo trabaja Kazan en esta fase pre-
(X)
De mis observaciones r e s u l t a . I
pues, que el letrismo es una actitud
antipoética descolocada en el tiem ‘
po. Xo son ellos los continuadores d“
la última etapa en la dialéctica de
los medios específicos relacionado
con la poesía. El último movimiento
de vanguardia, el que sigue inme
diatamente al surrealismo, se dió en
Buenos Aires. Apareció en 1943 \
se expresó por medio de la revista
Arturo (1944), en cuyo único ejem
plar se echaban los lincamientos pa
ra una superación de todas las ar
tes, basada especialmente en la norepresentación con relación a la in
vención pura. Algunos de sus com
ponentes inauguraron luego distin
tas exposiciones con la denominación
común do A rt Concret - Invention.
Pero a fines de 1945 el grupo quedó
escindido en Asociación de Arte
Concreto - Invención, por un lado, y
Madí, por el otro. La primera pu
blicó su revista Invención-Arte Con
creto en 1946. y Madí distintos ma
nifiestos, uno de los cuales fué re
producido en la revista Arte Madí
(1947), perteneciente a un desgajamiento que ahora actúa con la deno
minación de Madí - Nemsor.
Estos grupos con sus caracterís
ticas propias, pero unidos en el afán
común del invencionismo, etapa ac
tual de las artes, constituyen la
avanzada vanguardista. Saben, comí
sabe el Rene Char de Seids demeu
rent (1945), como sabe el Tzara de
las teorías de Le Point, y como sa
ben otros, que para hacer poesía es
imprescindible crear la imagen poé
tica como experiencia vivida^ Es de
cir, la vivencia, el hecho inventado:
To nombraré tu boca y tus mano.
tai final
Tu boca eco destruido tus manos
[moneda de ploma
(Paul Eluard)
B e tomado sin ruido et puño del
[equinoccio
(René Char)
Casi a babor del agua, en et umbral
[de un lirio
se me incendiaron los ojos
(Antonio de üiidurraga)
ya puede ver el sentimiento de su forma
el espejo atrae su equilibrio
(Ardén Quin)
Fiene del nudo incoado al silencio
del silencio instantáneo que oxida los
[milagros
(Edgar Bavley)
con el pulmón deshecho en el impulse
[amontonado
y el ojo argonauta surcando latitudes
[de fuego
con cenizas violadas de colores enhiestos
[de plumas hilarantes
de rugidos que ahuecan el deseo y afilan
[la mirada
(J. J. B.)
Inventar un hecho, es crear ur
concepto
poético que no pueda se.
Por M URR AY SCHUMACH
substituido ni circunscripto a una
realidad descriptiva, sino adseript.
liminar. El motivo principal, convenido
u objetivado en el conocimiento
por Miller y él, era el de que el hombre
es responsable de sus actos no solamente
emocional. Tal es lo que dije en cier
ante su familia, sino también anto la so
to ensayo y que repito ahora a pro
ciedad. Después de eso, ambos invirtieron
pósito del letrismo, ya que Isou y
tres agotadoras semanas en los últimos
los suyos no hacen otra cosa que caer
toques de la obra antes de dar principio
a los ensayos. Cada línea de diálogo fué
en el elemento fotográfico y en i
puesta bajo el microscopio. Cada tipo fue
sugerencia de que hablaba Mallar
analizado no sólo en relación con su papel,
mé. Isou describe, imita los objetosino también cor.1 su carácter. De todo esto
y los sucesos de la naturaleza. Incu
resultó, naturalmente, una serie de prove
chosas modificaciones. Más recientemente,
rre, inclusive, en la misma descrip
Tennessee Williams, al preparar A Street
ción cuando se vale de retruécanos
car Xamed Desire, dijo que en las sesio
o de sílabas inventadas con relación
nes de pre-ensayo con Kazan había intro
a ciertos estados del alma que se
ducido muchos cambios en el libreto ori
ginal.
tratan de objetivar onomatopéyics
En la tarea de fijar quién hace cada
mente. Sigue siendo simbolista, sim
papel, Kazan es impermeable a la fama de
bolista a su modo. Xeosimbolisti
los artistas. Quisiera él no tener en su
para un mejor apellido. Y este es e¡
conjunto “ primeras damas” . Tampoco e«
error que le destruyó en el mism 1
de ios que exige mucho a la belleza per
sonal, a menos que ello sea importante
día de su nacimiento. Porque el pot
para la representación. Lo que él quiere,
ma debe estructurarse a base d
además del talento, es inteligencia. La es
vivencias que creen la imagen con
cuela “ instintiva” de representar le in
eeptual. Fué el sueño que abortó ei
comoda. Un actor o una actriz —piensa
Kazan— debe ser capaz de comprender no
Bandelaire y Mallarmé, que se frus
sólo su papel, sino también los demás dr to en Valéry y que anunció su dia
ía obra. Está convencido de que si un ac
léctica en Rinrbaud, en Lautréamont
tor se identifica plenamente con el carác
y en Apollinaire. Este es el sueno
ter de su papel, no le será posible echar
éste en el olvido. Puede olvidar exactaque ahora se está haciendo realu a
( Continúa en la pág. 15,)
concreta.
�cabalgata
M£dK#>,att’jrxuu
(Viene d « la pág. i i . )
MAX
DI CKMANN
15
precisamente cuando más debía pre
ocupar a los escritores brasileños.
Max Dickmann puede representar
un modelo admirable para servir de
inspiración en sus líneas más carac
terísticas, tan necesarias de seguir
en nuestro continente. Exactamen
te : Madre América, es y debe ser el
modelo insustituible para una con
cepción novelística dentro de lo que
necesariamente exige América.
Podemos considerar las cuatro no
velas de Dickmann como unidas por
ol mismo interés del problema hu
mano. En todas ellas se debate el
grave conflicto del hombre con el
medio que quiere aprisionarlo en un
círculo extraño a su voluntad crea
dora. Son, como es lógico suponerlo,
novelas sociales, si bien este término
ya no tenga la fuerza que poseía
hace veinticinco años, en tiempos de
Máximo Gorki y de Max Nordau,
que tanta influencia tuvieron en la
generación formada al iniciarse la
primera guerra mundial. Son socia
les porque penetran hasta lo más ín
timo de la sociedad contemporánea,
examinándola profundamente y de
terminando su función orgánica en
las ideas de nuestro tiempo. Dick
mann no es ni con mucho novelista
de crear simpatía fácil. No lisonjea
vanidades, no tolera falsos conceptos,
no se presta a sustentar en manera
alguna confusos principios, y ni si
quiera se vale de recetas al uso. Son
dea, analiza, señala con entera li
bertad y con la máxima elevación
moral. Moral, según y cómo la moral
se entiende. Es decir, colocando los
puntos sobre las íes, sea donde fuese
que estén colocados los falsos prin
cipios.
Algunos podrían pensar que este
novelista, por las ideas que contie
nen sus obras, sea un socializante
o algo más todavía. A las personas
conservadoras les asustan las pala
bras que definen ideas. Sin embar
go, no por eso pueden evitarlas,
cuando estas tendencias caen sobre
las civilizaciones con fuerza demole
dora. Entendemos también que un
hombre de ideas es el que expresa
principios ideológicos. Un novelista
que se precie de hombre de su tiem
po, no podría —salvo que se enga
ñara a sí mismo— pasar por alto los
problemas de su tiempo. Esquivar
los, darlos por no existentes, sería lo
mismo que pretender tapar el cielo
con una mano. Así Dickmann no ha
ce otra cosa que auscultar su época,
vivir la existencia torturada de su
mundo y captar en él todo eso que
nos presenta en sus obras sutiles y
penetrantes hasta lo más intimo,
donde hay una mirada de verdadero
vidente. Tal como si tuviese ante él,
en su mesa de operaciones, el cora
zón del mundo al descubierto.
Entre1sus obras, una de ellas, me
refiero a Esta Generación Perdida,
me ha dejado con mucho de confu
sión y tristeza. Confuso porque en
ella he visto el trágico panorama deí
mente las palabras, pero el eoirocimiento
i, su idiosincrasia le proporcionará las
palabras adecuadas para comunicar y
transmitir lo que significa.
Durante la tarea del ensayo, Kazan delica la primera semana —aproximada
Por BRAULIO SANCHEZ ■SAES
mente una tercera parte del tiempo que
r,quiere la representación de una obra—
conversar con los actores, sentados alren t r e la nueva generación de novelistas argentinos se destaca desde un
i ¡dor del escenario; lee las partes de unos
tiempo a esta parte la personalidad de Max Dickmann. No precisamente
otros, hace preguntas y responde a las
por la abundancia de su obra, pero sí por la calidad que hay en toda ella.
ie le son hechas. Obligar a un actor a
tar sentado tanto tiempo es casi inhu
Es un novelista que trató desde su iniciación, de focalizar diversas ideas
mano, porque lo que éste quiere es movi
y sentimientos que se plasmaban en la civilización ríoplatense con evidente
miento escénico, mímica, gesticulación.
intensidad. Problemas, que, por otra parte, tenían necesidad de ser expues
A veces Kazan charla sobre un deter
tos como único medio para no dejar sin respuesta muchos interrogantes
minado papel con él actor correspondiente
mientras descansa del ensayo. Frecuente
que surgían de la polémica o de las propias inquietudes de la juventud de
mente lleva al actor a un lado para una
nuestro tiempo, no conformadas con palabras únicamente.
conversación íntima. En lugar de ofenderse
La ficha bibliográfica de Max Dickmann es la siguiente: Europa.
por estos cambios privados de impresiones,
cuentos. Madre América, novela. Gente, novela. Los Frutos Amargos, no
ol actor hace lo que agrada a Kazan, ge
■indo por la humildad del director hacia
vela, y su última producción, Esta Generación Perdida, novela publicada
su arte y por utr calor humano en parte
en 1945.
creado y en parte sincero. Al fin de la
Queriendo sintetizar las opiniones vertidas en torno a este escritor,
semana,'los actores llevan bien infundido
podríamos comprobar cómo las palabras más autorizadas de críticos de
ei deseo de adelantar la obra y el ansia
¿e mostrar a Kazan cuán bien se han iden
América y Europa están acordes en determinar que Max Dickmann trajo
tificado con sus papeles. Es entonces cuan
a la novela un tema nuevo, un modo diferente de focalizar los problemas
do se les permite abandonar las sillas. Peque centralizan las ideas actuales tan unidas en su fondo tanto en ésta
r0 va lia quedado claramente establecido
como en cualquier parte del mundo.
pie Kazan es el jefe absoluto, cosa fun,Amental. No es inaccesible a la sugestión,
Ante todo, este novelista no quie tos últimos tiempos degenerando la
„,>ro una vez que ha resuelto una cosa, no
jav quien pueda hacerle cambiar.
re ser considerado un escritor de fic conciencia del lector, en virtud de
Kazan siempre habla suavemente; cuanción. según el concepto que ha sub la supina ignorancia y la mala fe de
> alza la voz m> es porque esté colérico,
sistido por mucho tiempo para con los editores sólo interesados en ga
ero sí un poco excitado. Cuando ensaya
siderar a los novelistas. El novelista
nar dinero. Así llegó la novela a ser,
•ea entre los actores un fuerte sentimieni de cooperación. Se debe esto en parte
actual tiene que enterarse de mu tanto en el Brasil como en otras par
que como antiguo actor que fué con
chos problemas, resumir conceptos,
tes del continente, sencillamente una
diida reputación, impone respeto a todos
definir
posiciones
y
crearse
una
pla
aventura
de incapaces.
;os que trabajan a sus órdenes, y también
taforma ideológica. Es por esto que
que comprende sus problemas mucho me
jor que otros directores carentes de esa
so obra es diferente. Es posible qui
experiencia. Por ejemplo, Kazan no dirá
la novelística de Dickmann, siga más
i un actor cómo ha de señalar con el dedo
la modalidad europea que la im
,dií>e o cómo ha de dar un paso. Juzga
plantada en América por la genera
ue un actor que ha entendido perfectaente su papel, ejecutará esos movimien
ción anterior a la nuestra. Y hay
tos con naturalidad, y cree que la parte
algo que me sugiere la expresión
ás importante do su labor queda reali
profunda de Virginia Woolf, esa su
za antes de que los actores abandonen
perposición de dos planos que se
is sillas.
Dirigiendo pelíéulas, Kazan se ajusta
combaten entre sí, en lucha constan
, ,si a la misma técnica empleada en el
te. fuerzas de choque que, antagóni
teatro aunque su autoridad no sea tan
cas, rechazándose, analizándose, ter
grande a causa de las características del
minan por comprenderse al último;
regocio cinematográfico. Pero sin esta li
lucha entrañable, que, al fin de
citación él so hace valer. Durante la fil
iación de una película Kazan dispone cacuentas, conduce a examinar ínti
i página del libreto en tres columnas. En
mamente las inquietudes que rodean
i primera, anota lo que hace el actor; en
e intimidan al individuo. Lucha no
.segunda, lo que debieraihacer, y en la
solamente de pasiones, sino también
■rcera la posición adoptada en la escena
a ei momento de la acción. Debido a esta
Max Dickmann
de encontrados sentimientos sobre
icción sistemática, no es Kazan un director
los graves problemas sociales de la
.presurado. El promedio de lo que un di
Si se tradujesen novelas como las
actualidad.
rector puede filmar cada día no^ va más
de
Max Dickmann, y con él otros
Entre las obras de este escritor
allá de tves páginas del libreto. Kazan no
autores de su tipo, podríamos con
Urna más de dos páginas. Pero los actores
bien vale examinar Madre América.
fiar en una eficaz evolución del gé
gustan de su ritmo. Gregory Peck, primera
qué no comprendo cómo no está ya
igura de Acuerdo entre Caballeros, por
nero
de ficción, aunque fuese imitraducida a no menos de media do•jemplo, afirma que Kazan crea una com
lando,
pero imitando buenos mode
posición de lugar espiritual mejor que I cena de idiomas; especialmente al
los.
Con
esto no se quiere decir que
k
portugués,
porque
con
ella
podrían
ualesquiera de los directores con los que ¡
orientarse muchos novelistas brasi el Brasil no haya tenido sus impor
na trabajado.
Representan una gran molestia para
leños en el arte de “ hacerse a la tantes ciclos novelísticos: el norte
Kazan las personas que le piden especifi
con José Américo de Almeida y Jo
mar’’, dejando de una vez la estulta
que las diferencias existentes entre dirigir
sé
Lins do Regó y otros de tendencia
novela,
manida
y
cursi,
de
imitación
ana película y una obra teatral. Sin emOargo, en uno de sus libros de notas se
de unos y otros autores, donde el individual como Jorge Amado, Oc
ha ocupado de la cuestión y sus conclusio
factor creador es negativo. Al par, tavio de Faría y Gracilianos Ramos,
nes abarcan considerablemente más que el
la novela cinematográfica fué en es para dar algunos ejemplos. Que los
rumiar experiencias con tono grave. En
hay también en el acervo de un Ma
tiende que tanto en el teatro como en el
Grupo Teatral, organización con sólo dos
chado de Assis, un Aluizio de Azecine debe ser evitado el diálogo, siempre
años de vida. A las cinco semanas le di
vedo,
un Lima Barreto, un Julio
qne la acción sirva a ese propósito. 11 En
jeron que no poseía dotes de actor y le
Ribeiro
y un Raúl Pompéia. Los
¡as películas —escribe— mucho mas que
ordenaron abandonar el Grupo. El se ne
en la escena se manejan no ya palabras \
malos modelos que han servido de
gó. Persistió durante dos años, realizando
acciones, sino lo que bulle en el corazóntareas como la de pintar los decorados y
inspiración han traído las malas
en los sentimientos de los protagonistas.
pegar recortes. Se le miraba con no disi
concepciones
y, por resultado, la deLa cámara puede fotografiar los p e g a
mulado menosprecio por parte de algunos
cadet-.JÁt
del
género, que es ahora
mentos y los sentimientos” . Y hace noactores del Grupo. En un esfuerzo por
ar: “ Primero se ve, luego se oye. En la
conquistar su camaradería y aliviar así si
escena, el sentimiento de emoción no lle
dolorosa soledad, llegó hasta aprender su
gará al auditorio a menos que se esté alerlenguaje suelto y su vestir descuidado. Y
a con la acción que surge de aquel sentifué lo suficientemente orgulloso para no
niento. En las películas puede fotografiar
pedir a su padre en ninguna ocasión di
ía la emoción estática. La esencia del teanero, ropas ni cosa alguna.
ro es concentración y penetración; la de
Harold Clurman que, coir Lee Strasa pantalla; acción, movimiento, ampliburg, dirigió el Grupo Teatral, fué de los
Corrientes 1135. 2? B
T. A. 35-0878 ■Buenos Aires
•ud” .
pocos que mostraron alguna consideración
Contrariamente al pensamiento que preAGENCIA AUTORIZADA
hacia el joven de ojos encendidos. Tam
iomina en Broadway, Kazan dice que e.
bién entre ¡os que fueron objeto de burla
eatro es ilusión y ei cine realidad. “ La
cabe citar al joven Clifford Odets. Kazan
gente no gusta demostrar sus sentimieny Odets se convirtieron en íntimos ami
’os. Los actores, sí. Esto es perfecto en el
gos, envueltos en la desgracia y fracaso
'scenario debido a que se tiene allí un mecomunes. Fué merced a las obras de Odets
,lio artificial. Solamente en los films se
— Waiting for L efty, Paradisc Lots, Golíotografía la experiencia real’’.
cien Boy y Xight Music— como Kazan
logró renombre de excelente actor. Su du
Desde que Kazan llegó de Turquía,
ro semblante, ágiles movimientos y su ac
uando contaba 4 años de edad, todo io
REVISTA MENSUAL DE LETRAS Y ARTES
titud antisocial hicieron de él el tipo per
que le ha ocurrido hasta los últimos años
fecto para los papeles de “ gángster’’.
sirvió para robustecer su convicción de
P erú 973 - B uenos A ires
Pero Kazan estaba resuelto a llegar a ser
ue la sociedad le era adversa. Sus padres,
director. Durante los últimos años del Gru
,uo son griegos, se mudaron desde Nueva
po sus esfuerzos en tal sentido viéronse
Desde el num ero 20;
York al suburbio de New Bochelle. Aquí
l'rustados y juzgó que debía alejarse del
cursó el bachillerato, sin tener amigos. Su
correspondiente
al mes de Ju n io próxim o
mismo.
padre, dueño de un próspero negocio de
Cuando
en
1941
se
disolvió
el
Grupo
venta de alfombras, se quejaba de que
Precio del e jem pla r : UN PESO
presentóseie una oportunidad. Su dirección
Elia gastaba casi todos sus ratos de ocio
de
Café
Corona
llamó
la
atención
de
en leer. Se graduó con altas notas, parti
Suscripción anual: $ 10.— moneda argentina
Thornton Wilder y de Mayerberg y firmó
cularmente en matemáticas y ciencias.
contrato
para
poner
en
escena
Skin
of
Our
En el Williams Collego, donde ingreso
Teeth. Fué esta la mejor ocasión, en la que
en 1926 sólo tuvo Kazan tres amigos; nlu.
Pedidos Interior y Extranjero :
volcó todo el vigor de su talento.
donde él lavaba platos en una residen
Lo que Kazan ha hecho hasta ahora es
D istribuidora T riunfo , Rosario 201, Buenos Aires
cia estudiantil, se le desarrolló un -rondo
nada en comparación con lo que se propo
resentimiento contra la vida social. Se giane hacer. Su escuela de arte dramático fue
4uó cuto laude y, contra los deseos ue su
eclipsada por sus grandiosas ideas de lo
padre, ingresó en el Cuadro Dramático
que proyecta llevar a cabo en el terreno
Yále. Allí se encontró con un teatro con
O
cinematográfico. Sueña con hacer películas
FR A N Q U E O PA G A D O
«
o 2
decorados, bambalinas y luces. Todo es j
R E G IS T R O D E P R O P IE D A D
épicas que retraten a Estados Unidos y a
C oncesión N ? 3205
hh
era una invitación para sus manos cuadra
IN T E L E C T U A L N ? 2 5 4 4 2 8
*3
su pueblo; películas que serán filmadas no
V«u
das de mecánico. Kazan era un mediano
OO
en estudios, sino en los campos, las minas
a
T
A
R
IF
A
R
E
D
U
C
ID
A
I
M P R E N T A
C H I L E
V cá
actor y motivo do befa. De ahí brotó su
ü
v las fábricas.
C oncesión N9 3799
P e r ú 5 65
B u e n o s A ire s
3
antagonismo al ambiente que ¡c vodca a.
P u b licació n a u to riz a d a por
“The Xew Y o r¿ T im es M ogazine” .
En 1933 se incorporó com í aprendiz a.
UN NOVELISTA DISTINTO
E
Avisos en CABALGATA
OFICINA TECNICA DEL LIBRO
mundo y el triste fruto heredado
por esta pobre generación, perdida
en absoluto, cuya decadencia y cu
ya destrucción está en la propia ma
triz familiar. Triste, porque es ver
dad lo que en esta novela se dice y
se presiente. Fruto trágico de un
mundo equivocado que no supo lu
char porque nació vencido, comple
tamente vencido...
Pese a todo, es una obra construc
tiva y, dentro de su exposición rea
lista, fuerte y dura, enteramente
verdadera. No hay que hacerse ilu
siones : es esta una generación per
dida, absolutamente perdida, porque
no supo mostrar su integridad y,
ya adulta, fué dominada, como si
fuese una indefensa criatura.
Max Dickmann no suele gustar de
eufemismos engañadores, no cubre
las apariencias con sinónimos que
diciendo las mismas cosas pueden
prestarse a suposiciones erróneas. Y
hace muy bien. Inútil sería buscar
subterfugios para cosas tan eviden
tes y tan claras. Ciertamente, le es
inoficioso cubrirlas con un falso
manto para que no séa tan real su
desnudez. Y lo curioso, es que, así
y todo, esa. verdad nos muestra en
forma consoladora, nuestra propia
miseria para que podamos tener lás
tima de nuestra propia desnudez de
alma, tan escondida siempre en fal
sas vestimentas, que poco disimu
lan la pobreza moral de nuestros
cuerpos.
Magnífica obra Esta Generación
Perdida.
Entre los escritores que estudia
ron la obra de este novelista, deben
destacarse, a la par de otros, Mau
ricio Magdaleno, que compara a Ma
dre América a La Vorágine, de Eus
tasio Rivera y a Facundo, de Sar
miento. También el profundo lírico
Gilberto González y Contreras, cali
fica esta misma obra como: epopeya
burguesa donde se centralizan pro
blemas de un denso e inconfundible
realismo. Erico Verissimo, el nove
lista riograndense, dice que Madre
América es uno de los mejores libros
surgidos en la América Latina. Luc
Durtain, el novelista francés, indica
que es un libro que quisiera ver tra
ducido al francés. Jorge Icaza con
fiesa que la lectura de Madre A m é
rica le dejó un recuerdo imborrable.
Alberto Lasplaces, el crítico urugua
yo, realiza un substancioso estudio
diciendo que esa novela, tiene pági
nas maestras, por su intención y por
su estilo. Fernando Díaz de Medina,
el escritor boliviano, afirma que
Gente es una obra “ donde se retrata
el choque entre el inmigrante y el
nativo americano, como nunca otro
escritor supo describirlo con tanta
naturalidad y evidencia’’. El crítico
norteamericano Maurice R. Sennett,
elogia diversas obras del autor, de
teniéndose con preferencia en algu
nas de sus novelas, proponiéndolas
como verdaderos modelos dignos
de ser imitados y difundidos en los
Estados Unidos. Miguel Alfredo
D ‘Elía, el fino poeta argentino, en
un reciente estudio de la obra total
de Max Dickmann, lo coloca a la ca
beza de los mayores novelistas de la
hora presente. Lo mismo hace el pu
blicista Orígenes Lessa, que últim a
mente, en un artículo publicado en el
suplemento literario de “ 0 ‘ Jornal’’,
califica a Dickmann de novelista
distinto. Muchos otros nombres po
drían citarse, que destacan el valor
de la obra de este original novelista.
Max Dickmann, escritor conscien
te, sin complicaciones, realiza su tra
bajo sin precipitación. Sabe que an
da sobre buen camino y que su lle
gada a la meta es segura. Su obra
representa, en la actual generación,
el esfuerzo más serio, más honesto
y mejor realizado de toda la novelís
tica de nuestro continente america
no.
Ya su nombre se impone en los
cuatro puntos cardinales de la Amé
rica española. Sus obras han sido
leídas en diferentes idiomas, porque
su nombre marcha a universalizarse.
Veremos como cuando la Companhia
Editora Nacional — editora de E sta
Generación P erdida— que tiene pro
gramadas las obras de Max Dick
mann, las publique en portugués,
conquistarán la atención de los lec
tores brasileños, que descubrirán en
él al novelista de nuestro tiempo.
( T r a d u c c ió n d e l p o r tu g u é s p o r R a ú l N a v a r r o )
�cabalgata
16
anticipa las realidades que
más tarde. Muchas
Ede selasartedescubren
funciones de la vida tienen
l
límites, pero el arte es ilimitado.
Posee un gran poder de investiga
ción y renovación, una infinidad
de medios de expresión y una vas
ta influencia externa. Pero esa’ in
fluencia ha sido muy a menudo in
consciente e irresponsable. En lu
gar de anticiparse a los tiempos y
las realidades, tanto abstractos co
mo concretos, algunos pintores sólo
saben girar en torno a sí mismos.
Por eso, han pasado a ocupar una
posición secundaria, intelectual y
socialmente, porque, aunque la ex
presión de nuestro yo interior es
necesaria, no lo es nunca como una
finalidad exclusiva’. Cuando el in
terés fundamental de un artista se
sintetiza en su persona, se perderá
fácilmente en divagaciones arbi
trarias, perderá su intención y re-
J oan J unyer. Proyecto de escenografía, realizado para la Sección de
Arte Dramático del Museo de Arte Moderno de Nueva York, 194&
LA PINTURA
J oan J u n y e r . Hombre y mujer. (Tempera.)
huirá la conciencia y la respon
sabilidad.
Hoy día, el campo de la’ pintura
se ensancha y el pintor debe salir
de su marco.
Creo que la pintura de caballete
es el centro dinámico, la célula bá
sica, el punto de partida de la pin
tura. Como tal, es limitada en sí
misma, pero infinita en sus realiza
ciones. Por ejemplo, hoy no se pue
de sacar un cuadro del caballete y
Colección Dr. W. O'D. Pierce, Nueva York.
- I ir
a
danza es una de las primeras
manifestaciones del arte. No es
Ldifícil
imaginarnos que el arte se
expresara con los pies, antes (pie
con las manos o la voz. La verda
dera esencia de la danza, como ar
te, se encuentra en la necesidad de
expresar nuestras penas o alegrías
por medio de movimientos ceremo
niales. Y como tal, la danza crece
y se desarrolla a la par que nues
tras necesidades. Con excepción de
algunas regresiones, avanza firme
mente hacia la perfección de sus
leyes y la libertad de su expresión.
El ballet y la pintura son un ejem
plo notable de la colaboración be
neficiosa de dos artes. Cada una de
ellas ha hecho mucho por la otra.
Pero, en los actuales momentos, es
necesario poner al día la pintura
de ballet. El arte escénico, conce
bido como fondo o marco, se en
cuentra ahora en la última fase de
un período glorioso.
Hubo un tiempo en que los bai
larines románticos, colocados fren
te a un fondo romántico, bailaban
a los acordes de una música ro
mántica y para un público román
tico. Iloy es raro encontrar esa
unidad. Los casos de antagonismo
entre las tres artes, son frecuentes.
A veces, la pintura es un obstáculo
para la coreografía, y en otras,
ésta la obscurece o suprime por
completo. Mas, sin embargo, un
ballet con un telón negro y trajes
borrosos, es igual que un ballet sin
música.
La integración perfecta de las
tres artes, el que ninguna de ellas
juegue un papel subordinado, au
menta el valor de la coreografía y,
gracias a ella, el ballet adquiero
una fuerza de universalidad. Claro
está que una colaboración tan ar
mónica depende de una común uni
dad de propósitos, de que el co
reógrafo-compositor-pintor traba
jen siempre como tales. Pero esa
unidad no debe convertirse nunca
en un cálculo excesivo, que coarte
la sensibilidad y no permita el li
bre funcionamiento de las emocio
nes.
La danza, como la escultura, de
bería verse desde todos los lados y
no desde una sola dirección, como
ocurre ahora. Encuentro más na
tural que el público se disponga
en un círculo, y no en una fila.
Pero como, por el momento, no se
puede disponer de un teatro redon
do para el ballet, tenemos que ajus
tar nuestro trabajo a la visión
frontal. Esto es más restringido y
difícil de lo que parece, ya que en
la “visión frontal”, se hallan in
cluidos los asientos de los costados
y las localidades de los pisos al
tos, tanto como las de la octava
fila, al centro.
El centro visual esencial de la
danza es el eje del movimiento.
El pintor debe dar vida, no al
marco ni al fondo, ni siquiera al
centro visual del movimiento co
reográfico, pero sí asimilar y orga
nizar la esencia de cada danza.
Gracias al ambiente estético, crea
do por él, debe producir en el es
pectador una identificación activa
y absoluta con los bailarines.
í
Joan J unyer. Cossiers, en el baile típico de la Isla
de Mallorca. 1928. Colección Me. Greewv, Dublin.
i
„ f <¡f
1 /’
w r i ¡m r
1
CIARES II
Por R O B E R T ORA VES
T a isla de Mallorca, donde Joan Junyer solía pintar todo los veranos,
-*-1 antes de la guerra civil española, forma parte de España, pero su at
mósfera difiere totalmente de la atmósfera turbulenta de la península. Los
isleños se enorgullecen de su calma y les gusta el saber que en la isla han
ocurrido pocos hechos de importancia histórica, desde que fu é conquistada
a los moros, en 1229. Los ingleses y franceses no han ocupado jamás Ma
llorca y, excepción hecha de una rebelión contra los señores feudales, ocu
rrida en 1521, no ha habido en ella una sola rebelión. J jo s mallorquines no
conocen las “ vendettas”, los crímenes de pasión o violencia, y consideran
la embriaguez una vergüenza.
Este espíritu conservador ha mantenido vivas las danzas populares,
relacionadas con los distintos festivales del año agrícola, festivales ante
riores a las ocupaciones mora, bizantina, vándala y romana., y que datan
de la edad neolítica. Las danzas pueden compararse con las danzas populares británicas, tan antiguas como ellas, pero que, en su mayor parte, han
desaparecido a finales del siglo pasado. Los cornudos “ Cossiers” de Montuiri recuerdan a los bailarines del Yeovü; los “ Caballets” de Pollensaa los jinetes de Woodstock. E l industrialismo, los alimentos baratos e im
portados y las capillas, acabaron con las danzas británicas. Esas fuerzas
no pueden operar en Mallorca, cuya principal riqueza la constituyen los
higos, el aceite, las almendras, los cerdos, las frutas cítricas y los cereales,
y donde las danzas están tan estrechamente unidas con la religión que, en
el pueblo de Alará, famoso por sus bailarines, la danza profesional comienza
dentro de la iglesia.
Las danzas populares se bailan con gran energía, pero sin el abandono
y el ardor de las fiestas populares andaluzas o gitanas. En los pueblos de
la montaña, el fondo lo constituyen casas de granito gris y olivares; en la
llanura, casas de piedra caliza, almendros y palmeras. Son danzas rituales,
que se bailaban originariamente en honor de la íbera Diosa Luna, patrono
de las frutas y cereales, que mantuvo su influencia en la isla hasta los
tiempos del cristianismo y cuyo poder matriarcal se siente aún oscuramente
en los pueblos. Los cuernos de toro y los caballitos de madera son reliquias
de los clanes totémicos que dominaban, y en una de las danzas de Valldemosa está representada por dos mujeres que describen círculos en torno a
un solo bailarín, con los brazos curvados sobre la cabeza, imitando la luna.
E l bailarín se arrodilla, deslumbrado, y extiende la mano suplicante, hasta
que una de las mujeres le indica con el gesto que se ponga de pie y baile
con ella. Los vestidos son tradicionales; los colores ricos, pero no chillones.
Los hombres llevan unos chalecos cortos y amplios calzones; las mujeres
faldas acampanadas, ceñidos corpinos negros, adornados en los codos con
botones de oro, y un “ volant”, o especie de halo lunar de encaje, rodeán
dolas él rostro. Los instrumentos tradicionales son la gaita, el tamboril y
el flaviol.
La sordera de Junyer le ha impedido oírlos; pero, como Goya, sordo
también y con la misma y demoníaca intensidad de espíritu, ha sabido
cultivar un sentido supra-visual de la relación entre el movimiento y el
color, que l i e n s u s cuadros con todo el ruido de la fiesta.
llevarlo directamente al teatro, s'n
detrimento de la acción teatral. Ni
tampoco se puede hacer un mural,
ampliando dicho cuadro e impo
niéndolo a la arquitectura contem
poránea, sin detrimento de la in
tegración visual de toda la cons
trucción. En otras palabras, no
—
1
¡
POR
J O A N
J U N Y E R *
basta trasplantar un cuadro para
darle un lugar pertinente en la
unidad constructiva.
La organización de la vida ac
tual crea necesidades y obligacio
nes nuevas.
Del mismo modo que el edificio
va surgiendo de los planos, la rea
lidad interior de la ima'gen pictó
rica debe asumir su debido cuerpy
su propia presencia física. Entor
ces, la independencia y utilidad de
la p i n t u r a alcanzan una .'ealiztción concreta que sobrepasa los li
mites de la pintura de caballeé.
Tina pintura fija y estática no
es el equivalente apropiado de
nuestra época.
Yo trato de realizar cuadros qu:
tengan no sólo uno, sino mucho;
aspectos: no una sola visión, qa
pueda convertirse en hábito rígid<
y mecánico, sino visiones diversa
que estimulen, por caminos dife
rentes, ese sentido de la receptiv.
dad y esa curiosidad inquisitiv¡
que residen en el fondo de todo
nosotros. '
Un cuadro que sepa hacer us
de accidentes e incidentes tales ce
mo el cambio de las luces (la di
sol tanto como la artificial). 1<
forma plástica y las diversas pos
ciones del ojo del espectador, ins
tará a ese proceso de constan! ■
adaptación y transformación qnr‘
constituye la esencia misma de
vida. De ese modo, el cuadro po
drá ser asimilado libremente, en
vez de imponerse al espectador
con su presión frontal.
Yo lucho por conseguir un luga
constructivo para la pintura, aso
ciada o, mejor dicho, integrada cM
las otras artes, por la ciencia y
técnica modernas.
La intervención directa del pii
tor, en el mismo nivel que sus d ■
más colaboradores, significaría noa
cooperación consciente y responsa
ble. No debe juzgarse erróneamej
te como “un retorno al Renac
miento” (ya que el pintor de h<
día tiene que hacer muchas uu
cosas que pintar), ni al colectivo
mo (es decir, al trabajo de un equ
po de artistas para la confección
de una misma pintura mural). Nin
guna de esas soluciones me parec
apropiada para' nuestra época. Creí
que ambas serían tan dañinas, cfmo si se aislara el artista en '■
centro del mundo, o fuera de él.
Joan Junyer, p in to r c atálán naciáo ^
B a rc e lo n a en 1904. re s id e n te en los Estada
U n id o s d e sd e el año 1942. Tiene obras en J
p rin c ip a le s M useos de E uropa. En la Pr,,n
v e ra de 1947, la B a lle t Society presentó
b a lle t d ra m á tic o en dos p a rte s titulado
M in o ta u r” , con m ú sic a de E llio t Cárter. WJ1,
Index, que d irig e n u e s tro conocido -bjn aJ|
K ir s te i» con P a u l M agriel, ha dedicado •
n u m e ro a J o a n J u n y e r , a su arte, a sU
y a los d e c o ra d o s y v estidos creados P°. ^
Do la re fe rid a p u b lic a ció n nos c(-mp
p ro d u c ir la s n o ta s que honran es.a P
�
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Cabalgata
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Buenos Aires, mayo 1948
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Rojas Paz, Pablo
Girri, Alberto
Orozco, Olga
Saavedra, Juan
Westerdhal, Eduardo
Paz, Juan Carlos
Fernández Suárez, Álvaro
Freitas, Newton
Mallea, Eduardo
Brughetti, Romualdo
Ghiano, Juan Carlos
Perrota, Pedro
Rougemont, Denis de
Aparicio, Francisco de
Bajarlía, Juan Jacobo
Schumach, Murray
Sánchez Saes, Braulio
Junyer, Joan
Graves, Robert
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18
19 4 8
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DI A
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BE
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S u s c r i p c i ó n a n u a l : $ 6.50 m on ./arg.
EL ESPIRITU
L A T I N O
Por PABLO ROJAS PAZ
Por ANDRÉ SIEGFRIED
l poema gauchesco Martín Fierro, al ser una
rancia se dice latina y goza en el mundo de
conversación de punta a cabo, se alza en paya
las simpatías de la latinidad, ¡p ero qué hay
da sostenida en el momento de opinar. Y por ma
que entender — exactamente— por este término?
yor gala, o por intencionada actitud del poeta, es
Si ajustamos la pregunta a cierta precisión, nos
adrede el más humilde de los hombres — un ne
percatamos fácilmente que no se trata de una
gro— el que habrá de hacer de Edipo ante las
raza, sino de una comunidad de lenguas y de
preguntas de la Esfinge, el que habrá de en
civilización.
frentarse a los enigmas que se le van planteando.
Se ve al mismo tiempo que el Mediterráneo,
Y en las preguntas y respuestas hay una aérea
cuna de esta civilización, puso en ella una marea
ductilidad. Las palabras dicen lo que deben de
indeleble: la de Roma, en el doble sentido romano
cir y se van. E l acento lírico adquiere acá su
y católico, la de Grecia, por mediación romana,
máxima intensidad. La voz humana, hecha con
la de Oriente y la de los Arabes por innumerable
certada reflexión, decorada por el cauteloso ras
infiltración visible u. oculta. Cuando la latinidad
gueo de la guitarra, dice la experiencia del mun
se
extendió a. Centro Am érica y a la Am érica
Dibujo inédito, con lápices de colores, de F ederico G arcía L orca.
do. E l verso desatado es andante deeoroso al
del Sur, estas influencias atravesaron el A tlá n
tico c o n e lla .
'
:r~
expresar los grandes temas. Y así surge el mila
gro total de lo que está grabado para siempre
Entre los factores quer contribuyeron a formar
—no en el bronce ni en el mármol— sino en la
la psicología de los. latinos, creo que es. preciso
situar, en primer término, el clima del M edite
nada que es lo único eterno, porque es, en de
rráneo, desértied por su luz, continental por sus
finitiva, lo único existente, de esa nada de donde
ofensivas de frío, catastrófico po.r sus lluvias,
vienen y hacia donde regresan todas las .cosas.
sus crecientes, b u s inundaciones. E l vien to'; ‘ m a
El pensamiento, nada más que el pensamiento,
sólo el pensamiento; porque.es lo único que se
rino “ .deprime; el mistral excita. B a jo semejantes
.citaos,, -las horizontes son nítidos, los caracteres
salva d é la destrucción "total. Mientras quéde el
pensamiento estaremos siempre a punto de re
vivos,7pero lá a. tm d a d corre "riesgo cté ser errátil.
PRESENTADOS POR GUILLERMO DE TORRE
crear la cosa de ése pensamiento.
La propia naturaleza, con pequeñas
Desde el momento que sabemos que
llanuras aisladas, con costas articu
E v o c a n d o mis indelebles recuerdos de jubilosos, ingrávidos días vividos en camaradería con Federico
ignoramos ya nos echamos a andar
ladas — contraste constante del mar
García Lorca, cierta vez advertí cómo la dirección postal que el poeta, cuando se ausentaba de M a
por el camino de la sabiduría. E l
y de la montaña— se presta a una
drid a Granada, solía darnos a los amigos era casi inútil, pues “ rara vez respondía a las cartas” . En
ignorante perfecto es aquel que igno
geografía de piratas necesitando p a
mi memoria habían quedado perdidamente traspapeladas varias cartas que Federico me dirigió, hasta
ra que ignora; ‘ ‘ desde que aprendí a
ra la defensa el establecimiento de
el punto de que proyectando en cierta ocasión recopilar su escaso e “ improbable” epistolario tracé
ignorar de ningún saber me asom
pequeñas ciudades fo rtifica d a s; es
una lista de antiguos amigos comunes de quienes recabar lo que conservaran, pero *olvidé incluirme a
bro” dice el gaucho. Goethe hubiera
ta articulación, generadora de com
mí mismo.
querido para sí este pensamiento de
partimentos y de individualidad,
Calcúlese, p or con sigu ien te, la
textura clásica, de tectónica greco
contradice la masa y la standardiza
enorme y fulgurante sorpresa que
rromana. Tengo para mí más alto que
ción de las civilizaciones de grandes
experimenté hace un año al recibir
también hay una perpetua resurrec
todo dentro del poema esa definición
espacios; el latino inicial es un hor
en Buenos Aires gran parte de mi
ción basada en una asombrosa apti
de tiempo que con frecuencia me
ticultor más que un campesino, un
biblioteca y archivos, que hasta en
tud prolífiea. Y as igual en las
gusta comentar: ‘ ‘ E l tiempo es sólo
artesano más que un ob rero ; la ciu
tonces me fué imposible rescatar de
ideas. Y más aún; de esos senos
tardanza de lo que está por venir.”
dad, bajo su form a estrecha, p ro
Madrid, y encontrarme, entre nu
sombríos de las profundas abisales
Esta definición soporta la compa
picia al clan, es su marco natural.
merosas carpetas de corresponden
surge una vida maravillosa con cu
ración con otras de muy alto origen.
Se trata, además, de un medio en
cia, diversas cartas ilustradas con
yas creaciones ha sido sobrepasada
Aristóteles nos dice que el tiempo
donde se holla los siglos, en donde
dibujos y tarjetas postales de F e
es la imagen móvil de la eternidad,
toda fantasía. Y todavía la super
( Continúa en la pág. 9 .)
derico García Lorca.
ficie del mar con sus refulgentes
en tanto que Einstein establece que
Los hechos desmentían así una
noctilucas, sus aguavivas y ese chis
el tiempo es función de movimiento.
viciosa propensión que todos padece
porroteo de luz y fuego en el atar
Y después el origen del amor y el
mos a desfigurar o hiperbolizar per
canto de la noche, el concepto de
decer. S í ; no hay nada más parecido
sonas y sucesos, viéndolas más que
la medida, todo lo demás de este
a la inteligencia y a la imaginación
como fueron en realidad, como la
interrogatorio en el cual Picardía
que el mar. E l espíritu tiene un
rápida leyenda quiere que hayan
ejerce de San Sebastián de las pre
origen marino. E n el antro de las
sido.
Tanto se habló, tanto se escri
guntas.
aguas y en el seno de los pensa
bió
y
exageró sobre las cualidades
Advirtamos, pues, que la payada
mientos es donde más mortandad
de graciosa informalidad, infantil
es una pesca milagrosa, una embos
hay. Las ideas salen vivas y res
negligencia y burlón antiprotocolacada sutil, como toda aventura de
plandecientes de la mano de la pa
Por JUAN CARLOS P A Z
risrao de García Lorca en su vida
la palabra en la cual se corre el
labra al igual que un pez en un
privada que en un momento dado
asta fines del período com pren
riesgo de volver sin nada. Porque
anzuelo. Pero, hay otras especies que
— influido subconscientemente yo
dido entre las dos guerras m u n
debemos llegar a la palabra sólo
viven en el fondo sin que el hombre
mismo por esa corriente ‘ ‘ popu
diales, no existía una escuela tan.
cuando no nos queda más remedio.
haya podido capturarlas jamás.
la r ” — me dejé vencer por ella, ol
representativa, com pacta como a g r u
Porque expresarse es perecer; es en
E n esta payada filosófica con que
vidando que el inolvidable escritor
pación, segura en la constitución de
tregar algo de nuestro mundo inte
epiloga el poema gauchesco hay un
también “ condescendía” al deber
un ideal básico y poseedora de un
rior, darle forma. Y al darle forma,
chisporroteo de ideas e imágenes co
urbano de escribir y contestar cartas.
buen número de reales valores, co
ya le conferimos su riesgo hacia la
mo cuando salta resplandeciente un
La docena de ellas que he reen
mo la moderna escuela de com posi
muerte. Las ideas mueren en cuanto
contrado — que he vuelto a recibir,
cardumen de peces voladores sobre
tores de Checoeslovaquia. Si los
ven la luz como los peces en el aire.
mejor dicho, pues tan nuevas me
la piel del mar. Ningún gran relato
ideales de la m úsica checa han de
Porque el mundo del pensar y. del
parecieron— tienen, no obstante, ca
ha sido diehd a viva voz; sabían es
morado en realizarse, si a través de
imaginar es igual al universo mari
racterísticas algo singulares. A n te
to los griegos tanto como los he
varios siglos la m úsica de ese país,
no con su fauna y su flora. Hay
todo, por regla general, no están
breos,
directas
hijos
espirituales
de
artísticam ente privilegiado, ha a van
especies que viven en los profundos
fechadas, y, en el m ejor de los casos,
zado lentam ente en la conquista de
los egipcios. Siempre un raconto ha
antros y que el hombre jamás ve.
sólo indican el año. Pero esta ausen
su propia expresión, no es m enos
necesitado de una urdimbre meló
Hay peces voladores que brincan en
cia de calendarios y relojes en la
cierto que los esfuerzos constantes
dica
en
que
encaramarse
y
difundir
resplandecientes cardúmenes sobre
vida de nuestro poeta es consabida
de sus compositores en la aspiración
se
al
igual
que
amorosa
enredadera.
el agua; otros son de apariencia te
y aun común al gremio. Después
de una realidad nacional, se han
Todo lo grande debe ser dicho a son
rrible y parecen engendrados -por
mezclan lo puramente amistoso y los
visto
logrados, en el período a que
de música. Los hebreos relataron,
una pesadilla; hay peces ciegos, lu
proyectos literarios, en que entonces
nos hemos referid o, con la presen
arpa
en
mano,
la
creación
del
mun
minosos, de todos los colores. Y así
nos hallábamos embarcados, sin n in
cia de una auténtica escuela n acio
do y el paso del Mar Pojo. Los
también las ideas en el seno pro
guna transición. Y por último — de
nal, desligada de in flu en cias ca p i
griegos relataron las proezas homé
fundo del pensar, las imágenes en
talle no adjetivo, sino capital ar
tales extraterritoriales y m ostrando
ricas al compás de la lira y Débora
los valles abisales de la imagina
tísticamente—
ostentan deliciosos
un compacto gru p o de com positores
profetizaba
al
rítmico
acento
de
la
ción. Los peces están continuamente
dibujos con lapices de colores, a mo
de prim er orden, en p arte a g ru p a
cítara. Todo lo grande debe ser dicho
atacándose, devorándose, aniquilán
do de cabeceras y colofones. Sabido
E. D ía z T e p e s . Forma de mujer.
dos en torno a la m áxim a person a
acompañado de una música de fondo
dose entre ellos. Ilay un perecimien
lidad de A lo is H á b a.
(V
er
artículo
de
J.
Torres
García
(Continúa en la pág. 9.)
to perpetuo en el mundo de las ideas
( Continúa tn la pág. 7 .)
eu
las
páginas
centrales.)
(Continúa
en
la
pág.
1S.)
y en el seno de los mares. Pero.
E
F
c art as
INEDITOS,
y Dibujos
POEMAS REENCONTRADOS DE
FEDERICO (¡AOCIA 10RCA
MUS HABA.
COMPOSITOR
H
�cabalgata
2
11
l i A I j.
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J
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\\¡
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HAY SANGRE EN LAS ESTRELLAS
SIA
¡Oh estrellas! ¡O jos de órdenes!
¡Bocas de la Voluntad del M ar!
Vosotras conocéis los itinerarios de la sangre
y los mapas que cumplen nuestros pies.
En vuestros libros estamos
escritos como en los miembros de una Ley.
Alrededor del cuello van vuestros hilos.
En las sonrisas, vuestro llanto.
Como un pájaro privado de libertad
la espuma del azar que se desvía,
estuvo antes en vuestra fiesta original.
Vosotros conocéis nuestros nombres.
Pero ellos son impronunciables.
Vosotras conocéis los caminos.
Pero no pueden ser apresados.
Madres de nuestra obediencia,
enteradas del paso antes que nuestros pies,
dibujos de nuestros sufrimientos,
música de nuestro silencio,
urnas de las fechas que esperan caer en el Tiempo,
también vosotras sois esclavas en secreto
de nuestras venas húmedas,
de las calientes lianas animales de nuestro corazón.
De nuestras frentes parten ejércitos de orden
y miradas de alambre eléctrico.
En los oídos vibran atentamente vuestros pasos
y nuestras vidas saben ciegamente quiénes sois
porque en la sangre caen uno a uno,
— ruido a surco,— los ecos de vuestro misterio.
Nuestros labios tienen noticias
de la hierba que crece en vuestras piedras.
Nuestros ojos, pastores de luz,
sufren primero vuestras órbitas
y la virginidad de cada lugar que pisáis,
porque nuestros ojos están acostados en el mundo
y abrazan, como un amigo, a los errantes pedazos.
ORFILA BARDESIO
CANCION PARA PEDIR TUS QUINCE AÑOS
¡Qué hermosa edad la tuya cuando hilabas
quince años de carne transparente!
¡Qué alegre edad la tuya cuando el aire
iba quedando virgen en tu frente!
Cuando mis lentos ojos discurrían
en busca de tu ausencia o tu figura.
Cuando solías invadir la noche
para velar celeste agricultura.
Eras el linde de los sueños y eras
el corazón del tiempo que latia.
Y o te llamaba Niña desde el verso
y estabas en tu nombre todavía.
¡Qué clara edad la tuya cuando no eras
más que una nube firm e y jubilosa!
¡Qué terca sencillez la que cumplía
tu visita rural de mariposa!
H oy lo recuerdo así: hubo una niña
en un país lejano y sin em p eñ os...
En un país donde la luna abierta
guarecía el despojo de los sueños.
Después tuve veinte años, tres ciudades,
un ñandubay en flores, una brizna,
y una pena que anduvo por mis ojos
llenándolos de tizne y de llovizna.
H oy pido la ternura recordada,
tu mano fiel, tan cálida y abierta.
Pido esa edad y pido que transites
mi comarca de pena descubierta.
FERMIN CHAVES
E N
C O M U N
j a quién responder?
i a qué lienzo entre las gentes amigas encomendar tu tierra?
mirad sus ojos la batalla empezada
los labios la línea recta de la siesta
los colores abiertos y el espacio
apenas teníamos la lentitud interna de los frutos
para ascender la niñez la memoria
el dejo del vidrio y la madera extrema del rechazo
pero yo conocía su vigilia
de un párpado a otro párpado
en las manos juntas
nuestra amistad fortalecida
en el viento contrario
fortalecida entre otros amigos
nombrada enunciada
en el desprecio en la raiz de los otros
nuestra amistad como una línea lejana
como el bosque de ojos desconocidos
que asalta a diario el nudo de nuestros ecos
nuestra amistad renacida
nuestra amistad suave
como las ojeras de las viñas
ardiente colérica vuelta a encontrar
en el rumor de tu mano
nuestra amistad larga penetrable esparcida
iluminando la falda despierta
la marcha de los insectos y la semilla aguda
nuestra amistad de tarde
envuelta henchida
compuesta de rostros seguros
0 de noche
cristalina profunda buena levantada
nuestra amistad es diferente
como la rama y la cólera
como el orgullo desaprensivo
1qué no enseñarás tú mi amiga?
i en qué hojas no convertirás nuestros pájaros vecinos?
tu tiempo hará más rápido nuestro juego
con razón sin m otivo
EDGAR BAYLEY
C E acentúa y se extiende la interven^ ción de los escritores franceses en la
política activa, al mismo tiempo que se
observa una crisis bastante seria en lo que
se refiere a la producción literaria. Los
editores se lamentan amargamente de que
se les ofrece muy pocos manuscritos de in
terés; pero los partidos politicos se enri
quecen con la aportación dinámica de los
escritores. Actualmente los más activos
en el campo político son André Malraux
y Jean-Paul Sartre, aunque cada uno des
de sitios diferentes de la barricada.
En la Sala Pleyel ha pronunciado una
conferencia Malraux, conferencia dedica
da esencialmente a los intelectuales, para
tratar de los problemas de la Cultura. Con
pasión1 enardecida, el autor de la Condi
ción Humana no ha hecho más que repetir
sus más recientes ideas, basadas esencial
mente en creer que la libertad de pensa
miento está en peligro, que “ la civiliza
ción atlántica está amenazada por la tira
nía asiática’ ’ . En realidad, fué un llama
miento a los intelectuales para combatir el
comunismo, en nombre de “ los más altos
valores de la cultura” . El combatiente de
China, de España y del “ maquis” fran
cés ha evolucionado mucho. Ha cambiado
radicalmente de clientela y se convierte en
el exponente teórico de los medios más
tradicionalistas y conservadores de la po
lítica y de la sociedad francesa. Sus crí
ticos señalan en Malraux un agotamiento
completo como escritor, a pesar de qne
acaba de aparecer El Museo imaginario,
el primero de los tres volúmenes de su
“ Psicología del arte ” .
En una reciente reunión del “ A golpa
miento democrático y revolucionario” ,
Jean-Paul Sartre ha sido el encargado de
hacer una exposición sobre política inter
nacional. Su idea central es la que viene
propagando desde hace meses: no se debe
hacer creer que la guerra es ya tur hecho
inevitable, porque de esta forma se labora
efectivamente a favor de ella. Sartre bus
ca, desde hace tiempo, una salida a la ac
tual situación del mundo y de cada país.
La nueva agrupación, que se ampara en
su prestigio, está integrada por escritores
y personalidades socialistas de izquierda,
que tratan de crear un tercer frente, in
tegrado por la3 fuerzas socialistas inde
pendientes.
♦ “ El 13 de febrero de 1948, en diez mi
nutos y sin debate, la Asamblea Nacional
francesa ha despojado al pueblo soberano
del derecho de propiedad literaria que po
see sobre todas las obras del dominio pú
blico. Más aún, le hará pagar mañana lo
que poseía ayer, y le hará pagar en bene
ficio de una corporación que, aunque re
conocida de utilidad pública, representa
también intereses particulares” .
De esta manera se ha expresado Etienne
Gilson, de la Academia francesa, en un
artículo publicado en “ Le Monde” , y que
ha producido sensación, porque, efectiva
mente, casi nadie se había dado cuenta
que la ley estableciendo el pago para las
obras de dominio público había sido apro
bada por la Asamblea Nacional.
La importancia de esta ley es extraor
dinaria y ello explica los abundantes co
mentarios y polémicas a .que da lugar to
davía. Hasta ahora, según la antigua ley,
sesenta y cuatro años después de la muer
te de los escritores, sus obras “ caían en
el dominio público” y los editores no te
nían que retribuir a sus herederos ni pa
gar derechos; los editores podían reimpri
mir y vulgarizar democráticamente las
obras maestras. En virtud de la reciente
ley, los editores deben pagar por las obras
del dominio público un derecho del 6 % ,
que será percibido por la Caja Nacional
de Letras y por la Sociedad de Gentes de
Letras, con destino a socorrer a los escri
tores necesitados. Del mismo Gilson es el
siguiente argumento contra la ley: “ Es
extremadamente ingeniosa. La Caja Na
cional de Letras debiera ser alimentada
por las cotizaciones de los escritores vivos.
Pero es más fácil hacer cotizar a los muer
tos. Ciertamente, si se inscribe a Moisés,
al rey David v a Mahoma en la Sociedad
de Gentes de Letras sus derechos de autor
serán enriadas seguras. Shakespeare será
un asociado, y cuando se sabe que todo
ejemplar del Danto importado en Francia
pagará en lo sucesivo el 6 % a dicha so
ciedad, se concibe que nuestras gentes de
letras deseen asociarse” .
Dicha ley establece un mal precedente.
En virtud de ella, todos los libros extran1jeros importados en Francia, deberán pa
gar un 6 % también para la caja de los
escritores franceses. Con el mismo dere
cho y para idéntico fin, los escritores ar
gentinos pueden obtener de su Gobierno
una ley que, con destino a su caja de aho
rros, haga payar a todas las obras fran
cesas importadas en Argentina un 6 % .
Son tantas las protestas suscitadas, que
es de esperar aue dicha ley se modifique
en su aspecto primitivo.
♦ Poco tiempo ha pasado desde su última
sensacional aparición en la radio y la
mue"to de An+onin Artaud. a la edad de
cincuenta v dos años, la edad media de
los surrealistas. Su nombre está fuerte
mente vinculado a toda la historia del
surrealismo.
Su vida fué un drama, y casi podría decirso que un martirio. Tuvo que sufrir
largos internamientos en asilos de aliena
dos. internamientos contra los cuales no
dejó nunca de protestar. Combatió sin
descanso a los psiquiatras que querían
convencerle de su locura. A este respecto,
la “ Carta a los médicos-jefes de los asi
los do locos” , aparecida en la “ Révolution surréaliste” , y que firmó con sus ca
maradas, tiene algo de profecía.
Antonin Artaud so esforzó por renovar
el teatro por la visión surrealista. Su obra
Le Théatre et son double, es de una im
portancia capital y está llamada a realiza-
C
A
R
T
A
DE
FRANCIA
Por
JUAN
SAAVEDRA
ciones futuras. Hace algunos meses ob
tuvo el premio Sainte-Beuve por su obra
Van Gogh, le suicidé de la Societé.
♦ Los amigos más afines han celebrado
estos días los ochenta años de edad de
Alain, del que se puede decir que es el úl
timo de los moralistas.
♦ La excelente revista “ Poésie 48 ” , de
la que ha sido fundador y animador Pierrp Seyhers, ha dejado de núMicarq». TTna
víctima más de la actual crisis editorial.
En su comunicado de desnedida Seo-hers
dice: “ Es absolutamente imposible hacer
aparecer en Francia una revista cuando
los castos de fabricación aumentan cons
tantemente, y sería necesario aumentar en
cada número el precio de la revista” .
♦ Es sabido que los ocho miembros de la
Academia Goncourt han llevado ante los
Tribunales del Sena a los dos “ disiden
tes” , René Benjamín y Sacha Guitry, que,
usurpando el título de la Academia, se
permitieron conceder “ un premio Gon
court” .
Como estos dos últimos no se resignan
a su postergación de la Academia, su abo
gado ha presentado una petición al tribu
nal negando competencia a los actuales
académicos para proseguir la acción em
prendida, por entender que la elección del
señor Billy carece de validez.
Seguramente, Sacha Guitry no pretendo
más que la Prensa no le olvide y se ocupe
de él.
trv, Léon Blum, Rodin, Sarah Bernhardt
Ciando Monet, Paul Valéry, André Gide’
la Otero, la Oleo Merode, Chcvalier en el
comienzo do su carrera, etc., etc.
♦ Este año, que es el dol centenario de
su nacimiento, so celebrará en Francia el
cuarenta aniversario do la muerte de Paul
Gauguin.
♦ “ La humanidad se encuentra hoy ante
un destino sin precedentes” , afirma Jules
Romains, el autor de Los hombres de bue
na voluntad. No se puede permanecer cie
go ante este destino. Es necesario,‘ a toda
costa, que la humanidad adquiera concien
cia. La gravedad de la situación es tan
extraordinaria, en el sentido justo del tér
mino, que el remedio no puede ser ordi
nario. Las soluciones habituales, las .que
so han utilizado desde 1915 (Santa Alian
za, S. D. N., O. N. U.) son insuficientes.
Es necesario una angustia creadora. Nin
guno de los medios actuales es suficiente.
Una propaganda en la calma no conducirá
a nada. Es necesario crear una emoción
colectiva, como fué el caso de las Cru
zadas.”
Otro escritor más que quiere lanzarse a
la acción política, aunque de una manera
imprecisa.
♦ “ Les Lettres Francaises” ha publicado
una página especial de su número del 8 de
marzo en “ Homenaje a Pablo Neruda” .
Se reproducen en ella poesías de Louis
Aragón, Paul Eluard, Gilbert Ancian y
Claude Sernet, escritas especialmente co
mo testimonio de simpatía hacia el gran
poeta chileno.
♦ En la Galería Roux-Hentschel expone
actualmente algunas de sus composiciones
pictóricas el joven pintor chileno Grego
rio de la Fuente.
C E N S U R A
♦ Durante este año se celebrarán en
Francia los actos conmemorativos del cen
tenario de la muerte de Chateaubriand, el
autor de Bené y de Memorias de ultra
tumba.
Sobre el actualísimo tema de la
censura, consideramos de interés
publicar algunos párrafos de una
carta que nos envía días pasados
un lector. ,
♦ TJn nuevo film francés se presenta en
los cines de París, “ La bataille de l ’eau
lourdo” , quo es un relato de la dramática
lucha durante la guerra por poseer este
secreto.
No puede decirse que dicho film sea
excelente. Si bien hay en él ejemplos de
buena técnica y momentos en que la emo
ción se ha logrado intensamente, en gene
ral m> es lo que mejor ha producido la
pantalla francesa. Si el cinema francés
sigue tan mediocre, el público seguirá pre
firiendo las películas americanas por mu
cha propaganda política o no política quo
se realice contra ellas.
“Se habla erróneamente de la
censura, — dice— . Puesto que se
procede al secuestro de ediciones
de libros sobre los que previamen
te no se ha publicado edicto pro
hibiéndolas o sometiéndolas a lui
d o , no puede hablarse de censu
ra. Censurar es enjuiciar; una
obra sometida a censura puede
escapar a la prohibición. Secues
trar es condenar; una obra secues
trada es irremisiblemente perdi
da.”
♦ La Compañía de arte dramático de
Jean Daveante representa actualmente Le
Materiel humain, de Paul Raynal. La pie
za es, de hecho, una exaltación de la fr a
ternidad de los hombres en la guerra. El
pretexto de la obra es un hecho de la vida
corriente. Un acto de indisciplina, más
bien un acto de incorrección en primera
línea, condena a un hombre a la muerte.
A la luz de este incidente y de sus reper
cusiones en los diferentes grados de la .je
rarquía militar, Paul Raynal destaca una
moral del material humano.
La obra tiene una gran fuerza, y a eso
debe su evidente éxito.
“Si yo fuera editor — prosigue
el corresponsal aludido— , me pre
ocuparía más el secuestro que la
censura. Ya sé que ningún editor
pedirá someter su producción a
una previa censura; ya descuento
que los escritores, lejos de pedirla,
1la rehusarían. Cuánto peor no re
sulta, no obstante, el secuestro de
\la edición realizada, con su consiguiente quebranto material y,
! ¿por qué no?, moral también.
j ¿Por ventura no pensará simplis•tamente mucha gente que el edi
tor merece el castigo impuesto,
cuando en realidad este castigo
obedece a medidas que aquél des
conoce y que por desconocerlas no
ha podido de ninguna manera in
fringir?”
“Me permito opinar — sigue más
adelante—- que si la autoridad lo
cal — que seguramente no deja de
distinguir la obra literaria de pres
tigio universal, del libro porno
gráfico francamente pernicioso— ,
recomendara que determinados lij bros no se distribuyan dentro de
j la zona de su jurisdicción, no ha
bría ningún editor responsable que
no acatara esa recomendación. La
adopción de ese temperamento
contemplaría por igual el criterio
de la autoridad en materia litera
ria y los muy respetables intereses
de los editores y autores. Porque
¿es que puede desconocerse que el
editor ha corrido con todos los
gastos de confección del libro, in
cluso derechos de autor, y que es
injusto por demás que todo esto
pueda serle imprevistamente arre
batado? ¿Puede desconocerse que
los editores argentinos exportan
no menos de un setenticinco por
ciento de su producción, y que in*cluso algunos de ellos poseen su
cursal en los países vecinos? ¿Por
qué, entonces, la implacable medi
da impide que los libros que aquí
se condenan se exporten en buena
moneda argentina donde no aleani za la prohibición bonaerense?”
Razonamientos muy atendibles
\nos parecen estos de nuestro ama
ble corresponsal espontáneo.
♦ “ París 1900” es un magnífico monta
je cinematográfico. A base de viejas pelí
culas y fotos, excelentemente montadas, se
nos da en dicha película una imagen muy
artística del París de dicha época. Todo
cuanto hubo de célebre o popular lo ve
mos desfilar por la pantalla: Lucien Gui-
LE A
L
I B
R
O
S
DE
E DI CI ON
A R G E N T I N A
PIDA a
cualquier libro de
editorial argentina
o
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M
■t.3
—
H
<11
o
FRANQUEO PAGADO
Concesión N? 3205
TARIFA REDUCIDA
Concesión N? 3799
REGISTRO DE PROPIEDAD
INTELECTUAL N° 254426
IMPRENTA CHILE
Perú 565 - Buenos Aires
�5
ca b a lg a ta
u
LA SIRENA Y EL CARABINERO
(Fragmento)
A Guillermo de Torre
El paisaje escaleno de espumas y de olivos
recorta sus perfiles en el celeste duro.
Honda luz sin un pliegue de niebla se atiranta,
como una espalda rosa de bañista desnudo.
Alas de pluma y lino, barcos y gallos abren
Delfines en hilera juegan a puentes rotos.
La luna de la tarde se despega redonda
y la casta colina de rumores y bálsamos.
En la orilla del agua cantan los marineros,
canciones de bambú y estribillos de nieve.
Mapas equivocados relucen en sus ojos,
un Ecuador sin lumbre y una China sin aire.
Cornetines de cobre clavan sus agujetas
en la manzana rosa del cielo más le ja n o ...
Cornetines de cobre que los carabineros
tocan en la batalla contra el mar y sus gentes.
L a noche disfrazada con una piel de mulo,
llega dando empujones a las barcas latinas.
El talle de la gracia queda lleno de sombra
y el mar pierde vergüenzas y virtudes doradas.
Oh musas bailarinas, de tiernos pies rosados,
en bellas trinidades sobre el jugoso césped.
A coged mis ofrendas dando al aire de altura
nueve cantos distintos y una sola palabra.
Facsímil de una carta de Federico García to rca
a Guillermo de Torre.
FEDERICO
Facsímil de una carta de Federico García to r c a
a Guillermo de Torre.
G ARCIA LORCA
presentarlos por
GUILLERMO
es también, por lo demás, que el
autor del Romancero (titano dibujó
siempre, y trazar una historia de las
diversas fases de su estilo dibujís
tico sería tarea para otra vez. Diré
ahora simplemente que en los dibu
jos de sus años primerizos predomi
na lo decorativo, mientras que des
pués, bajo la influencia próxima de
Dalí, su lápiz se aventura al ara
besco superrealista.
Sobre una hoja de papel azul hay
una salutación de año nuevo para
1927. Me felicita por La Gaceta LÁteraria, cuyo primer número acababa
de ver la luz. Y luego agrega: “ Es
pero que tendré algunas noticias
tuyas en esta deliciosa zarzuela
oriental de Granada. Falla y yo pro
yectamos tina nueva salida del Tea
tro de Cachiporra que pudiera tener
importancia.” Y termina: “ Adiós,
querido Guillermo, recibe el mejor
abrazo de tu camarada y compañero
de “ Tribuna” Federico” . Esta fra
se alude al hecho de que el año an
terior, en abril de 1926, habíamos
Degollación de los Inocentes
o
Tris tras. Ziz zag, rrig, rag, milg mlag. La piel era tan tierna que salla in
tegra. Niños y nueces recién cuajados.
Los guerreros tenían raíces milenarias, y el cielo cabelleras mecidas por el
aliento de los anfibios. Era preciso cerrar las puertas. Pepito, Manolito. Enriquito.
Eduardito. Jaimito. Emilito.
Cuando se vuelvan locas las madres, querrán construir una fábrica de som
breros de pórfido, pero no podrán nunca atenuar con esta crueldad la ternura
de sus pechos derramados.
Se arrollaban las alfombras. E l aguijón de la abeja hacía posible el manejo
de la espada.
Era necesario el crujir de huesos y el romper las presas de los ríos. Una
jofaina y basta. Pero una jofain a que no se asuste del chorro interminable, que
ha de sonar durante tres días.
Subían a las torres y descendían hasta las caracolas. Una luz de clínica
venció al fin a la luz untosa del hospital. Ya era posible operar con todas ga
rantías Yodoform o y violeta, algodón y plata de otro mundo. ¡Vayan entrando!
Hay personas que se arrojan desde las torres a los patios y otras desesperadas
que se clavan tachuelas en las rodillas. La luz de la mañana era cortante y el
viento aceitoso hacía posible la herida menos esperada.
hecho juntos un viaje a Valladolid,
invitados por el Ateneo de aquella
ciudad y ocupamos, en días conse
cutivos, la tribuna de ese centro.
A l comienzo de la carta hay un di
bujo — un frutero— con las líneas
“ Felicidad a Norah Borges” , y al
final otro — una alegoría musical—
con esta dedicatoria: “ Felicidad a
Guillermo de Torre” .
La carta más extensa es una, tam
bién de primeros de 1927 — e ilus
trada con otros dos dibujos en co
lores— . Como al parecer yo le había
solicitado alguna colaboración con
cierta insistencia — tan premioso era
para aventar los poemas de sus car
petas escolares, atadas con baldu
que— me replica: “ No me digas
mala personiya y atiende mis ra
zones. Corrijo pruebas de mis libros
y paso horas enteras sobre una can
ción hasta dejarla como ella Quiere
e s ta r .. . Además no sabía qué man
darte. Todo lo que hago ahora es
largo, pero estoy copiando varios
diálogos en prosa: diálogo de Buster Keaton, diálogo fotografiado,
etc. Prefiero publicar prosas. A la
Revista de Occidente voy a enviar
unos ensayos en prosa y en la Ga
ceta quiero debutar así. ¿Te parece
bien? ¿O deseas al v a te V 7
En otra carta, sin duda posterior,
aunque no está fechada, me escribe:
“ Mi querido Guillermo: A h í van
los poemas. Si puede ser, publícalos
todos. Si no, suprime el que gustes
de los pequeños. Pero son distintas
regalarle unos dibujos de toros que
estoy haciendo. Adiós, Guillermito.
Recibe un abrazo muy fuerte de tu
amigo F ederico.”
Y luego, a modo de post-scriptum:
“ Los muchachos de Granada (entre
los que hay varias sorpresas) van
a hacer un suplemento literario del
periódico E l Defensor de Granada,
titulado E l Gallo del Defensor. Creo
que estará muy bien. Y a decorado
por Dalí de una manera atrevidí
sima y su formato es en forma de
Federico García Lorca
biombo y papel amarillo intenso.
Falla publica cosas muy interesan
tes de música y todos los demás.
¡V en g a en seguida una cosa tu ya !
¡ E n seguida! Lo que quieras. Cuan
to más epatante y alegre, mejor. Te
esperamos. E n nombre de todos es
tos jóvenes te envío otro abrazo.”
Otra carta, de pocos días después
probablemente, insiste en la misma
petición y trae un dibujo.
Jorgito Alvarito. Guillermito. Leopoldito. Julito. Joseito. Luisito. Inocentes.
El acero necesita calores para crear las nebulosas y ¡vamos a la hoja incansable!
Es mejor ser medusa y flotar que ser niño. ¡Alegrísima degollación! Función
lógica de la sangre sin luz que sangra sus paredes.
Venían por las calles más alejadas. Cada perro llevaba un piececito en la
boca. E l pianista loco recogía uñas rosadas para construir un piano sin emoción
y los rebaños balaban con los cuellos partidos.
Es necesario tener doscientos hijos y entregarlos a la degollación. Solamente
de esta manera sería posible la autonomía del lirio silvestre.
¡Venid! ¡Venid! Aquí está mi hijo tiem isim o, mi hijo de cuello fácil. En
el rellano de la escalera lo degollarás fácilmente.
Dicen que se está inventando la navaja eléctrica para reanimar la operación.
¿Os acordáis del ruiseñor con las dos patitas rotas? Estaba entre los insectos,
creadores de los estremecimientos y de las salivillas. Puntas de aguja. Y rayas
de araña sobre las constelaciones. Da verdadera risa pensar en lo fría que está
ei agua Agua fría por las arenas, cielos fríos y lomos de caimanes. Aquí en las
calles corre lo más escondido, lo más gustoso, lo que tiñe los dientes y pone
pálidas las uñas. Sangre. Con toda la fuerza de su g.
Si meditamos y somos llenos de piedad verdadera daremos la degollación
como una de las grandes obras de misericordia. M isericordia de la sangre ciega
que quiere siguiendo la ley de su Naturaleza, desembocar en el mar. No hubo
siquiera ni una voz. El jefe de los hebreos atravesó la plaza para calmar a la
multitud.
A las seis de la tarde ya no quedaban más que seis niños por degollar. Los
relojes de arena seguían sangrando, pero ya estaban secas todas las heridas.
Toda la sangre estaba ya cristalizada cuando comenzaron a surgir los faroles.
Nunca será en el mundo otta noche igual. Noche de vidrios y m aneotas heladas.
Los senos se llenaban de leche inútil.
La leche maternal y la luna sostuvieron la batalla contra la sangre triu nfa
dora Pero la sangre ya se había adueñado de los mármoles y allí clavaba sus
últimas raíces enloquecidas.
FEDERICO G ARCIA LORCA
D ibujo de Federico García Lorca
muestras de mi lira. Creo que en
un mapa andaluz es difícil saber
cuál de ellas ha de ser suprimido.
Haz lo que gustes. Te dedico uno.
Estoy en deuda contigo y me com
plazco en poner tu nombre tan que
rido junto a mis versos, i Es verdad
que Norah Borges está corfigo?
Dímelo en seguida, porque quiero
Ahora unas acotaciones. L a revis
ta que Federico planeaba con los
amigas de “ E l Rinconcillo” del café
Alameda, salió, aunque varios meses
después, y con un título más sim
plificado: se llamaba sencillamente
(jallo — con minúscula inicial—
y,
aunque de apariencia y colorido sin
DE
TORRE
gulares, el anunciado formato “ en
forma de biombo” se quedó en pro
yecto : debió de parecer demasiado
irrealizable a los impresores grana
dinos. De (jallo aparecieron solamen
te dos números, hoy inencontrables
— yo no he podido recobrar los que
poseía— al menos en estas latitudes,
donde cierta biblioteca — la del cen
tro particular más importante y lu
joso de Buenos Aires— tiraba al
canasto colecciones de revistas, como
la Nouvelle R evu e Frangaise de P a
rís, estimando quizá sus honorables
bibliotecarios que e s o s fascículos
eran superfluos una vez transcurri
do el mes de la f echa. . .
De los diversos poemas que F ed e
rico García Lorca menciona en uno
de los párrafos antes transcritos sólo
he podido reencontrar d os: los titu
lados “ Degollación de los inocentes”
y “ La sirena y el carabinero” . E l
segundo, como indica el subtítulo,
es fragmento de un poema más ex
tenso, de una Oda que habría de
emparejar con la Oda a Salvador
Dalí, ya que tiene el mismo m etro
y análoga estructura. Dada la ca
rencia de una Hemeroteca pública
especializada y el menguado espíritu
coleccionista de los bibliófilos, en lo
que atañe a revistas contemporá
neas, no pude reencontrar esos poe
mas al reunir las Obras Com pletas
de García Lorca — aunque serán in
cluidos en alguna reimpresión pró
xima— y sólo hace poco me fu é
dable obtener las correspondientes
copias al repasar una colección de
La Gaceta Literaria, merced a la
buena amistad de Luis A lfo n so .
A los cinco dibujos mencionados
en las cartas parcialmente transcri
tas, uno en estas páginas la repro
ducción de otros dos no inéditos
como los anteriores, pero sí m uy es
casamente conocidos u olvidados.
Son dos marineros y form an parte
de las ilustraciones que el poeta y
dibujante hizo para un libro de
Salvador N ovo, titulado, si mal no
recuerdo, Seam en R liytm s. Es uno
de los tres libros que ilustró, ju n to
con E l Tabernáculo de Ricardo E .
Molinari y su propio P oeta en N u e
va York. Incluyo finalm ente otro
dibujo, no ya ilustración, sino con
cebido autónomamente, pertenecien
te a la señorita M aría Clem encia
López-Pombo.
Con vistas a la compilación total
en un futuro más o menos inm edia
to de todas las cartas y dibujos lorquianos — ya que de estos últim os
fu é generosamente pródigo— i que
rrán ahora quienes conserven tan
preciosos documentos, tanto en A m é
rica como en E spaña, darse por no
tificados de tal proyecto y enviarme
transcripciones o fotocopias que, an
tes de pasar al libro, las p ágin as
de C abalgata se honrarán en re
producir ?
�j
4 ___________________________________
DEL HORRIBLE PELIGRO
DE L A L E C T U R A
Por VOLTAÍRE
(.Advertencia, traducción y notas de Gregorio Weinberg)
nuestra devota frecuentación de las
inmortales páginas do Voltaire, liemos
tropezado siempre, y con una frecuencia
harto sugestiva, con pensamientos, ideas,
observaciones y críticas de una ca6i in
verosímil actualidad.
Belevendo recientemente los libelos vol
terianos, dispersos por sus Obras Com
pletas, volvimos a gustar con renovado
entusiasmo do éste, que publicado originariamente en 1765, ofrecemos ahora tra
ducido a nuestro idioma en el cual apa
rece creemos que por primera vez.
Franqois Marie Arouet, universalmente
conocido por Voltaire (1694-1778), ocioso
es decirlo, fue uno do los pensadores que
más honda y valiosa influencia han ejer
cido sobre el pensamiento del siglo xvm .
El Patriarca de Ferney alcanzó a ser
una verdadera institución europea, y su
voz tuvo merecida repercusión; por la
profunda simpatía con que era acogida
su palabra, el interés con que eran aguar
dadas sus opiniones sobre hechos y cosas
contemporáneas tiene una evidente seme
janza con el Bernard Shaw de nuestros
días, y también con 1a- aureola que rodeó
■ea sus últimos años a León Tolstoi, aun
que la influencia de Voltaire — y hasta
donde pueden apreciarse influencias de or
den intelectual— , fué más profunda dado
el ascendiente que tuvo sobx-e muchos g o
bernantes de aquel siglo de “ despotismo
ilustrado’ ’, y sigue siendo duradera g ra
cias a la renovada frescura de sus ensayos
históricos y filosóficos, sus novelas, cuen
tos, críticas, polémicas, y su todavía no
justamente valorada correspondencia, ma
terial todo do una riqueza ideológica y
estilística insospechable.
Las notas sobresalientes, y las que más
n
E
nos interesan en el presente caso, de la
obra del autor del Diccionario Filosófico
podemos definirlas sumariamente como
una muy consecuente lucha contra toda
suerte de prejuicios, intolerancias, fana
tismos, sectarismos y absolutismos.
Y hoy, cuando vuelven a exacerbarse
las pasiones y encenderse los instintos bé
licos a través de una furiosa prédica lla
mada a tener funestas consecuencias, V ol
taire vuelve a recobrar la actualidad a
que hacíamos referencia al principio.
Como ilustración veamos algunos hechos
que ocurren en pleno siglo xx, y más pre
cisamente en 1948, a pocos años de la
victoria sobre el nazismo, y frescas aún
las heridas y huellas que éste dejó. El
reciente “ levantamiento’ ’ de los goberna
dores del Sur de los EE. UU. frente al
proyecto de ley del presidente Truman
prohibiendo los linchamientos es, fuera
do toda duda y posible atenuante, un
síntoma evidente de barbarie política; se
defienden descaradamente tesis racistas, se
niegan, desvirtúan u ocultan las conclu
siones científicas a que arriba la bio
logía y la antropología; se prohíbe la
lectura de Darwin, Morgan y se ataca
furiosamente a Boas (con su titánica
mansedumbre ha expresado Spiiroza: Na/m
sciunt, quod, sublata ignorantia, stupor,
hoc est unicum argumentandi tuendaeque
suae auctoritatis médium, quod habent,
tollitur. Ethica, Apéndice de la Parte I,
pag. 43 de la ed. con texto latino a cargo
de G. Gentile, G. Laterza & Figli, Bari,
1933) ; y al atribuir a Dios la desigualdad
expresan exactamente lo que ridiculiza
Voltaire en este libelo en su sexto punto,
cuando hace decir al supuesto autor de
la proclama que la vacuna, por igualar
. ca b a lg a ta
a los hombres al inmunizarlos, atonta con
tra los inescrutables designios de la Divi
na Providencia, pues haría escapar a los
castigos a los condenados, igualando jus
tos y pecadores; y otro tanto parecen
decir nuestros gobern adores negreros
(¡cu án a punto viene aquí el térm ino!):
“ si igualamos en óercchos a todos los
hombres podemos provocar la cólera di
vina al tratar de suprimir un hecho in
evitable,® cual es el de la superioridad de
los blancos sobre los negros” .
La intolerancia religiosa ha ocasionado,
y sigue ocasionando, millares de víctimas
en la India (no queremos recordar siquie
ra la horrible pesadilla de los campos de
concentración); la discriminación en ma
teria política que recientemente ha llevado
a separar de sus cargos a quienes no
tienen ideas absolutamente, coincidentes
con las de los elencos dirigentes; la di
visión del mundo en áreas, bloques, zonas,
o culturas pretendidamente irreconcilia
bles. La miope concepción de quienes re
quisan libros de alto, reconocido e in
discutible valor literario, en nombre de
una moral hipócrita; el perceptible re
troceso en materia educativa a que esta
mos asistiendo, cuando se ataca la ense
ñanza cientificista y liberal, para subs
tituirla por otra escolástica y beatona.
Los obstáculos, insalvables las más de las
veces, que se oponen, a la difusión de una
cultura elemental entre centenares de mi
llones de hombres quo la ignorancia y las
enfermedades condenan a una fatal ex
plotación (las trabas que se levantan ante
la labor de la UNESCO lo prueba dia
riamente) .
(IM AGENES T O M A D A S PO R H O R A C IO COPEO LA)
Por ARTURO SERRANO PLAJA
MISTEN NOBODY
Cada uno de éstos, y muchos otros he
chos que podrían traerse a colación, son
otros tantos argumentos que demuestran
que la lucha por la “ Ilustración” — por
usar uno de los términos más gratos al
espíritu de Voltaire— y por el mejora
miento de las condiciones de vida, contra
toda suerte de discriminaciones raciales,
políticas y religiosas, sigue siendo una
tarea necesaria e impostergable. Y en la
defensa de esos principios, que toda una
brillante generación liberal creyó que se
impondría naturalmente por la educación,
tenemos magníficos aliados que, como V ol
taire, nos están recordando siempre la
exigencia primordial de la hora: dignifi
cación del hombro en un mundo de paz.
Es el dibujo de un niño
(?x una pared de Londres.
w
ho is Mister Nobody?
¿Quién es el señor Nadie?
Is Mister Nobody somebody
or is he nobody?
¿Este Don Nadie es alguien
o nadie, sólo nadie?
Don Nadie vive solo.
Londres. Solo.
Don Nadie tiene un ojo
solo, solo.
De la mano de un niño viene volando
solo.
¿Viene o no viene? Vive y está llorando
solo.
DEL HORRIBLE PELIGRO DE LA LECTURA
O S, Y u su f Keribi, por la gracia
de Dios M u fti del Santo Imperio
Otomano, luz de las luces, elegido
entre los elegidos, a todos los fieles
que las presentes vieren, Necedad y
Bendición.
N
Puesto que S a id -E ffe n d i1, antaño
embajador de la Sublime Puerta
-ante un pequeño estado ll amado
Frankrom , situado entre España e
I t a lia 2, ha introducido entre nos
otros el pernicioso uso de la impren
ta, y habiendo consultado sobre esta
novedad nuestros venerables herma
nos los kadis e imanes de la V illa
FE Y
Im perial de Estambul, y especial
mente los fakires conocidos por su
celo contra el espíritu, plugo a M ahoma y a Nos condenar, proscribir,
anatemizar la antedicha infernal in
vención de la imprenta, por las cau
sas a continuación enunciadas:
l 9 Esta facilidad de comunicar sus
pensamientos tiende evidentemente
a disipar la ignorancia, que es la
guardiana y salvaguardia de los E s
tados civilizados.
29 E s de temer que entre los libros
traídos de Occidente puedan encon
trarse algunos sobre agricultura y
OBSCENIDAD DE JA M E S JOYCE
Por E. L. REVOL
*
IJE que he perdido la
D
fe — contestó Stephen—
pero no quo haya, perdi
do el respeto así mismo.
¿Qué clase $e liberación
sería la de abandonar un
absurdo que es lógico y
coherente para abrazar otro que es ilógico e incohe
rente?” . Al final de ‘ A
Portrait” *, de este modo
expresaba Joyce su opinión
sobre los méritos relativos
del catolicismo y el protes
tantismo.
Muy religioso al princi
pio de su adolescencia, edu
cado por los más persuasi
vos maestros católicos, en
un hogar donde no se ad
mitían bromas sobre temas
de fe, cuando sobrevino la in
credulidad en su mente * * f
Joyce no quedó — sin em
bargo—
tan desamparado
como muchos otros pensa
dores y artistas. El aban
donaba la crisálida que ya
resultaba estrecha para su
mente que maduraba, pero
siempre tendría presente lo
bien guarecido que estuvo
en ella y siempre trataría
de conservarla en cuanto
juzgó conveniente.
Lógico y coherente estima
ba al absurdo que compar
tiera; obra, pues, de bue
nos arquitectos, capaces has
ta do construir un duradero
edificio sobre los más débi
les cimientos. Y jamás po
dría desdeñar los lúcidos
procedimientos con que. San
to Tomás convencía, ningu
no de los argumentos suti
les, y a veces impenetrables,
que escuchara en los ser
mones de Clongowes Wood
y Belvedere College.
Mediante el catolicismo
Joyce no sólo adquirió cohe
rencia. Así conoció, también,
la parte más luminosa de
la mentalidad latina y. ya
antes de viajar por Fran
cia e Italia, estaba ávido
de su contacto, que contri
buiría a disipar las brumas
que inevitablemente le con
tagiaran los escritores del
“ Crepúsculo celta” . Como
católico, asimismo, Joyce aprendió a no eludir los he
chos sino a afrontarlos va
lientemente, buscando sus
explicaciones
aunque
le
preocuparan poco sus co serva la visión del hombre
rrecciones.
que es común en un medio
En cuanto a las creen social determinado,
pero
cias que reemplazaron la fe nunca ha de surgir cuando
perdida, quizás lo más apro a ese aumento en el aná
piado sería llamarlas agnós lisis del sexo corresponden
ticas. Aunque, en realidad, otros en los restantes aspec
pareciera tratarse tan sólo tos de la naturaleza huma
de una versión más moder na, es decir, cuando se
na y refinada del mismo ca posee una diferente concep
tolicismo que abandonara ción del hombre, cual es
(excluyendo a Dios, por su el caso con Joyce.
puesto), con una atractiva
En vez de pornógrafo, bus
elaboración intelectual en la cando un calificativo extrasuperficie y con las mismas literario para Joyce, más
concesiones finales a los bien lo correspondería, qui
sentimentos; con un “ sí” zás, el de moralista, asquea
dicho a la vida, algo iró do por la corrupción de la
nicamente, y con el mismo carne en el mundo moder
temor a la muerte, no exen no, tanto comparable a los
to de esperanza.
grandes teólogos como a su
Acusado de obscenidad, la ilustre compatriota Swift.
difusión de “ Ulysses“ fué Sería necesario advertir, sin
prohibida en Inglaterra. Ir embargo, que esta repug
landa y Estados Unidos, ex nancia de Joyce no emana
citando de inmediato la do ninguna adhesión a es
atención do un vasto pú trictos códigos morales sino
blico que de otro modo nun do su misma experiencia ju
ca hubiera intentado leer venil de prostitutas y bursemejante producción “ van deles, opuesta a su ideal,
guardista” . Así, un cargo realmente poético, de una
que era completamente in casta sensualidad.
fundado contribuyó a la
venta y renombre de una
* “ A Portrait of the Arobra capital en la literatu tist as a Young Man” (P ri
ra reciente.
mera edición; New York,
Pues acusar como escri 1916). Kxiste una versión
tor pornográfico a Joyce no castellana muy satisfactoria,
tiene más sentido que ha atribuida a Dámaso Alonso.
cerlo con Fray Luis de Gra
** Un minucioso análisis
nada o tantos otros escri do la crisis religiosa en
tores religiosos que se han Joyce so encontrará en su
referido con deslumbradora “ Stephen Ilero” (A Part of
claridad a las tentaciones y tho First Draft of A Port
pecados carnales ***. Crude rait), especialmente en el
za evidentemente hay en capítulo XQI (Pág. 122 y
“ Ulysses” , pero si es cierto ss., en la edición de “ New
el cálculo de un amigo ma Directions” ).
* * * A este respecto es in
temático do Mr. Charles
Duff, y que éste nos trans teresante recordar lo que
mite * * * * , sólo unas diez pá W. B. Yeats escribía en
ginas entre las setecientas su Diario de 1930: “ Jamos
del volumen so refieren ex Joyce d ifie re de A rnold
plícitamente a cuestiones Bennet y Glasworthy, por
sexuales y — lo que es más ejemplo,, porque puede ais
importante— nunca pueden lar al alma humana y sus
ser calificadas de provoca vicios como _si estuviera en
tivas, pues más bien causan la eternidad” (C fr.: “ Pagos
of Diary written in Ninerepulsión.
Es que — como ya el mis teen Hundred and Thirty by
mo autor do estas líneas lo W . B. Yeats", pág. 50. The
señaló, refiriéndose a la Guala Press. Dublin, 1944).
* * * * Cfr. Charles Duff:
obra de D. H. Lawrence—
la obscenidad puede apare “ Ulises y otros trabajos de
cer cuando se habla cruda James Joyce” , en “ Sur” , nú
mente de lo relativo al sexo mero 5, Bs. As., 1932.
mientras en lo demás se con- Véase la nota de la pág.
118
.
medios de perfeccionar las artes me
cánicas, las cuales obras podrían, a
la larga — lo que Dios no permita—
despertar el genio de nuestros culti
vadores y de nuestros manufacture
ros, excitar su industria, aumentar
sus riquezas, e inspirarles algún día
cierta elevación espiritual, algún
amor por el bien público, sentimien
tos éstos, como se sabe, absolutamen
te opuestos a la sana doctrina.
39 Podría ocurrir, en fin, que tu
viésemos libros de historia carentes
de las maravillas que mantienen a
la nación en una feliz estupidez. Se
tendrá en esos libros la imprudencia
de hacer justicia a las buenas y ma
las acciones, como así también reco
mendar la equidad y el amor a la
patria, lo que es, evidentemente, con
trario a los derechos de nuestra dig
nidad.
49 Podría ocurrir, con el correr
del tiempo, que miserables filósofos,
bajo el pretexto especioso, mas pu
nible, de ilustrar a los hombres, y
de hacerlos mejores, vinieran a en
señarnos virtudes peligrosas que el
pueblo nunca debe llegar a conocer.
59 Podrían — aumentando el res
peto que tienen por Dios, e impri
miendo escandalosamente que É l es
omnipresente— , disminuir el núme
ro de los peregrinos de la Meca, con
gran detrimento de la salvación de
sus almas.
69 Ocurriría, sin duda, que a fuer
za de leer autores occidentales que
han tratado acerca de las enferme
dades contagiosas, y de la manera de
prevenirlas3, seríamos tan desgra
ciados que evitando las pestes, come
teríamos un imperdonable atentado
contra las órdenes de la Providencia.
Por estas razones y otras, por la
edificación de los fieles, y por el
bienestar de sus almas, Nos les pro
hibimos para siempre jamás leer li
bro alguno, bajo pena de condena
ción eterna. Y , para evitar que la
tentación diabólica de instruirse los
alcance, prohibimos a los padres y a
las-madres enseñar a leer a sus hi
jos. Y , para prevenir toda contra
vención a nuestra ordenanza, Nos les
prohibimos expresam ente pensar,
bajo las mismas penas; intimamos a
todos los verdaderos creyentes de
nunciar a nuestra oficialidad a cual
quiera que haya pronunciado cuatro
frases relacionadas entre ellas, de las
cuales pudiera inferirse un sentido
claro y evidente. Ordenamos que en
todas las conversaciones se recurra
¿Vive o no vive? Sueña y está fumando
solo.
Don Nadie nos espera junto a la puerta
de una casa de nadie, que no está abierta,
de una pared de sombra, de una desierta
estela o apariencia de vida muerta:
en Londres.
Don
solo.
Don
solo.
Don
solo.
Don
solo?
Nadie nos contempla con su serpiente
Nadie, narizotas, diente por diente
Nadie, laberinto, mano inocente
Nadie es nuestro miedo. ¿Quién es Don Nadie
Don Nadie tiene abuelos, Don Nadie es nieto
de Ser y de No-Ser: that is the question.
Por su rama paterna, Don Nadio es alguien,
por su tronco materno, Nobody es nadie.
(Una familia inglesa
de mal antecedente.
Una cuenta pendiente
de duda y de sorpresa.)
Don Nadie es una inglesa cuenta pendiente
solo.
Don Nadie nos engaña, Don Nadio miente
solo.
Don Nadie nos perdona y es indulgente
solo.
Who is Mister Nobody?
¿Este Don Nadie es alguien
o nadie, sólo nadie?
De la mano de un niño viene volando
solo.
¿Viene o no viene? ¡Apura, que está esperando
solo!
¡Pobre Don Nadio!
¡Solo, solo, solo!
Buenos Aires, febrero, 1948.
a palabras que nada signifiquen, se
gún la antigua costumbre de la Su
blime Puerta.
Y para impedir que penetre de
contrabando pensamiento alguno en
la sagrada Villa Imperial, confiamos
especialmente en el primer médico
de Su Alteza 4, nacido en un panta
no del Occidente Septentrional, el
cual médico, habiendo ya dado muer
te a cuatro augustas personas de la
familia otomana, está más interesado
que nadie en evitar toda introduc1
2
Efectivamente, fué embajador en 1741.
Nótese el recurso empleado por Voltaire
al decir muy imprecisamente “ un peque
ño estado” (sobro todo el artículo in
definido un) que no hace sino destacar
el nombre do Francia, escrito do manera
exótica, por un hermoso contraste grato
al amor propio do los franceses del sido
Luis XVI.
3
Refiérese aquí Voltaire a la inoculación
de la vacuna antivariólica cuyo uso pre
conizara desde sus célebres Lettres Philosophiques (en especial en la XI) que
aparecieron por primera vez eu 1734 .
ción de conocimientos al país.
Otorgárnosle poder, por las pre
sentes, para hacer coger toda idea
que se presentase por escrito o ver
balmente ante las puertas de la ciu
dad, y llevarnos a la dicha idea
atada de pies y manos, para que
le inflijamos el castigo que a Nos
plazca.
Dada en nuestro Palacio de la Es
tupidez, el 7 de la luna de Multarem,
el año 1143 de la Urgirá. 3
V oltaire .
4
5
Alude a Gerard Van Swieten, célebre
médico nacido en Leyde, Holanda, “un
pantano del Occidente Septentrional”. 7
muerto en Schoenbrün en 1772, “enemi
go de los filósofos y de la inoculación” ,
quo llegó a ser médico personal de María
Teresa do Austria. Su obra principal:
Comentaría in H. Boberhaave aphorismos de cognoscendis et curaudis morbis,
apareció en París, en 5 vol. in 4?, entre
los años 1771-1773.
Ubica \ oltaire en el Santo Imperio Oto
mano al autor de esta proclama, por ser
entonces este país sinónimo de atraso,
barbarie o intolerancia.
�taria aventura personal, trayendo a cola
ción los ejemplos de Sarmiento, Moirtalvo
y Martí. Indudablemente, las condiciones
históricas, han cambiado en forma fun
damental.
Pero, a pesar de esto que decimos, de
estas contradicciones, vemos en el autor
del ensayo una clara comprensión del pro
blema de la nueva generación, como tam
bién del momento literario en general. Mo
mento literario en que “ . . . el ejercicio
de las letras es concebido en un plano de
estricta seriedad. El concepto del juego
— cuando aparece— se hace trascendente.
Si bien no se comparto en ningún caso
— entre los jóvenes— el criterio del arte
aplicado a algo, tampoco se le podría apli
car — o imputar— la noción del arte por
el arte en su sentido más corriente. Creo
que los habita una intima convicción que
los hace sentirse ocasionalmente deposi
tarios de una responsabilidad que atañe
al cumplimiento o a la realización del
hombre en cuanto a Hombre” .
PO ESIA Y PA IS A JE
BRAS COMPLETAS
“ RICARDO
ROJ AS
CERVANTES .............................................
RETABLO ESPAÑOL................................
ARCHI P IE L A G O ........................................
$
„
„
1 1 .1 1 .9 .-
Con estos volúmenes se inicia la publicación sistemáticade las"Obras Completa*"
de Ricardo Rojas, según ordenación del propio autor.
*
U N A N U E VA BIBLIO TECA
“ PSICOLOGIA, PSICO ANALISIS Y P S IQ U IA T R IA ’ *
JEL MISTERIO DEL VASO DE ABUA
Donde se inculpa y una
mujer hundida en un vaso
de agua, por sospechosa de
andar flotando entre dos
luces, a la sombra de dos
mundos.
No son sueños.
N
enúfar de la noche, primavera
del equinoccio azul o de la muerte,
tu lenta sombra, lenta delibera
en el silencio lento de la suerte.
Y en ese agua de olvido, reclinada
con gesto de indolente peonía,
tu sueño ¿es un adiós de malpenada
que flota en la quietud de la manía ?
Tu
que
je s
del
brazo ensimismado ya en el plazo
marca tu reloj en tu pulsera
de tu amor el último aletazo
vuelo, del temblor y de la espera?
Bill peso ya ¿tu mano se abandona,
reniega entre dos aguas su alianza
de esposa prometida, y se corona
do amante funeral sin esperanza?
El
es
la
tu
vaso que te encierra, en la penumbra
ostra de cristal en que se muestra
enferma libertad con que se alumbra
oriente de suicida, perla nuestra.
Perla pura, culpable
de ser indescifrable
vida o muerte palpable
; Oh pálido pecado, enigma tierno
hermoso como un sueño inconcebible!
¡Oh pétalo de amor inconfundible
caído en tu nostalgia o en tu invierno!
Culpable, eres culpable.
Flotando en ese vaso, criatura
sutil como la pena ¿eres amago
de vida que se bebe trago a trago,
o sombra solamente, calentura?
Culpable. . .
¿E res culpable?
¿A caso eres el sorbo silencioso,
el dulce llamamiento clandestino,
el Ya no poder más de tu destino
y el ofrecer tu zumo pernicioso?
¿Culpable? ¿E res culpable
de ser el llamamiento inapelable?
Esposa de dos mundos o siniestra
amante de la muerte estando en vida,
adúltera ilusión para el suicida,
culpable, eres culpable, Culpa Nuestra.
¡Oh culpa inolvidable!
¡O h perla, tentación, imperdonable!
Buenos Aires, marzo, 1948.
REVISTA
DE
REVISTAS
P or MIGUEL GRACO
LA LIT E R A T U R A
EN EL RIO D E L A P E A T A
C N el número 2 de la revista Escritura, publicación uruguaya a cargo de
Julio iiavce y Carlos M aggi, leemos una
‘ Indagación a la literatura” , exacta, oscura y militante, que no es poco decir, y
que firma José Pedro Diaz. Y si nos atre'emos a una calificación de esta natura™ a> es porque junto a una lúcida ubica
ción do los problemas literarios que en
frenta la nueva generación rioplatense, eircontramos la desdibujada contradicción que
frente a los mismos problemas y destinos,
8ignifiea el enfoque de la labor individual
que emprende el autor.
Porque si bien, nada tan verdadero co®o su afirmación de que ‘ ‘ una de las más
^Portantes características do este mundo
literario es acaso la empecinada voluntad
de lucidez que lo domina” , esta lucidez,
so nos ocurre, sólo puede tener su desa
rrollo en la'comprensión por parte de los
intelectuales del sentido trascendente con
que sus obras deben ser encaradas. Por lo
contrario, José Pedro Díaz sostiene más
que observa, que la literatura ‘ ‘ ...tie n d e
a ser devoción personal para no se sabe
qué cauce” . Y , al mismo tiempo que trata
constantemente de una generación que ha
encontrado con toda altura y seriedad el
camino de su desarrollo y no de su esca
pe — ‘ ‘ No conozco a nadie que se diga
existencialista; conozco quienes discuten y
aprueban algunas páginas de Sartre” .
‘ ‘ . . . l a desconfianza por la moda litera
ria creo que es general entre los jóvenes”
— atribuye a dicha generación casi como
única posibilidad de subsistencia, la soli
Cuando a Paul Yaléry, viajero por
Hungría en ese entonces, le señalaron des
de una colina la magnificencia del valle
del Danubio, su único comentario no fué
otro que: ‘ ‘ . . . me muestran en todas par
tes el mismo paisaje” . No es necesario
tratar de imaginar en qué medida está im
plícito en esta afirmación el peculiar ex
tremismo de Valéry, pero de todos modos
y en principio, marca una lógica limita
ción al paisaje como fuente inspiradora de
determinado lirismo, limitado ya de por si.
Y recordamos esto ante uir ensayo de
Juan L. Ortiz, ‘ ‘ El paisaje en los últimos
poetas entrerrianos ’ ’, que aparece en las
páginas de Davar correspondientes a 1948,
publicación que edita en Buenos Aires
la Sociedad Hebraica Argentina.
En dicho ensayo, el poeta Ortiz describe
el paisaje de su provincia como premisa
suficiente para ubicar, justificar iros pa
recería más exacto, la lírica constante
mente repetida de los poetas entrerrianos.
Probablemente, con la sola excepción de
‘ ‘ Luz de Provincia ’ ’ de Carlos Mastronardi, y de algunos poemas de Juan José
Manauta, no los citados por el autor del
ensayo ciertamente, sería difícil encontrar
en la pléyade de ‘ ‘ líricos” entrerrianos
algo plausible de ser llamado creación
poética.
^
Pero aunque este hecho no se débe á ¡US
características de un paisaje, la trascen
dencia que al mismo han otorgado los
poetas de esa provincia, con rara unifor
midad, ha esterilizado, en gran medida,
sus posibilidades sensibles. Trascendencia,
y endiosamiento, que permiten a Ortiz
crear su teoría ‘ ‘ paisajista” y, diciendo
que ‘ ‘ El paisaje de Entre Ríos es claro
y armonioso” , llegar a la conclusión que
‘ ‘ la poesía de nuestra provincia ha tenido
y tiene en general caracteres parecidos:
ha sido y es armoniosa y clara” .
No es ésta, seguramente, la trayectoria
que el paisaje chileno cumpliera en el
‘ ‘ Canto General ’ ’ de Pablo Neruda, o la
forma en que el simbolismo cordillerano
aparece en ‘ ‘ Piedra In fin ita” de Jorge
Enrique Bamponi.
Porque, y ya para finalizar, es dubita
tivo que ‘ ‘ . . . cierta tensión entre lo que
huye y lo que queda” que Ortiz encuen
tra en los poemas de Carlos Alberto Alvarez, se deba esencialmente, como afirma
luego, a que ‘ ‘ hay tanta agua que corre”
en la ciudad de Paraná. En fin, y por si
acaso, transcribimos unos versos de este
poeta:
El río corre en la noche
y no se ve su pasar,
pero la estrella se queda
sobre el agua que se va.
Y como estoy tan solo,
la eternidad
se lo pasa mirando
mi soledad.
EL IN TE LECTU AL
Y LA H UM ANIDAD
Jesús Silva Herzog, director de Cua
dernos Americanos, publica en el nú
mero 6-VI de esa revista, la conferencia
que dictara en la Universidad Autónoma
de México con motivo del centenario de
la guerra de 1847. El tema, de candente
actualidad, se refiere a los deberes del in
telectual mexicano contemporáneo. Y de
cimos de candente actualidad, porque ve
mos que día a día América Hispánica en
cara nuevos y urgentes problemas de in
dependencia y de cultura. No pueden los
intelectuales permanecer al margeir de la
contienda.
Así lo entiende Silva Herzog en su con
ferencia cuando afirm a: ‘ ‘ En lo que yo
oreo es en el arte y en la ciencia al ser
vicio del hombre, o en otras palabras, al
servicio y para el bien de la colectividad” .
Y en México, en toda nuestra América, al
servicio del hombre significa, tal cual
Herzog lo puntualiza más adelante, la lu
cha por el desarrollo de una economía
agraria adelantada, de una industria na
cional e independiente, la lucha por desa
rraigar el analfabetismo y la lucha por
la paz, tan esencial a México como a Amé
rica y a todo el mundo.
Esta ubicación de los deberes del inte
lectual lleva a Herzog, por lo tanto, y
con toda lógica, a decir que: ‘ ‘ Este debe
tener como móvil substantivo de sus actos
servir los intereses del pueblo” , agregan
do luego que es necesario ‘ ‘ . . . trabajar
para que la mayoría de los pobladores del
territorio gocen de los mayores bienes y
sufran el menor número posible de males,
aquí, en la tierra” .
Pero lo que conviene recalcar, es la
preocupación de Herzog por la paz mun
dial, a la que considera imprescindible e
( Continúa en la pág. 7.)
Helene Deutsch: PSICOLOGÍA DE LA MUJER
Inaugura esta obra capital la nueva Biblioteca de Psicología, Psiquiatría y Psico
análisis. En sus páginas se estudia de modo rigurosamente científico el desarrollo
psicológico de la mujer desde la infancia a la adolescencia...................
$ 22.—
Luis Jiménez de Asúa: PSICOANÁLISIS CRIMINAL
% 25.—
U N A GRAN N O VE LA D EL EXIETENCIALISM O
Jean-Paul Sartre: LA NÁUSEA
Una novela originalísima do poderoso interés humano y filosófico. Respondiendo
a la enorme curiosidad que en todo eTmundo han despertado las doctrinas del
cxistencialismo y entendiendo, según sus mismos expositores, que éstas quedan
mejor expresadas en las obras de ficción que en las filosóficas, la Editorial
Losada ha contratado con derechos exclusivos para su versión española los cuatro
libros novelescos de Jean-Paul Sartre.........................................................
% 6.—
POETAS AM ERICAN OS
Julio J. Casal: CUADERNO DE OTOÑO
Un libro de plenitud de uno de los más prestigiosos poetas uruguayos.
$
4.—
Francisco Luis Bernárdez: LAS ES TRELLAS
Los poemas más recientes de este gran poeta argentino.....................
$
N O VELISTAS AM ERICAN OS
Arturo Uslar Pietri: EL CAMINO DE EL DORADO
Centrada en torno a la figura tremenda y legendaria del tirano Lope de Aguirre,
este libro mezcla lo novelesco y lo histórico, constituyendo un deslumbrante cuadro
do la conquista americana................................................................................. $ 8.—
E. L. Castro: DESDE EL FONDO DE LA TIERRA
Vivo todavía el éxito logrado por su anterior novela "Los Isleros", actualmente
en filmación, Ernesto L. Castro nos da una nueva ficción de escenarios y per
sonajes netamente argentinos............................................................................ $ 8.—
EDITORIAL LOSADAS.a
ALSINA 1131 Montevideo
Lima
IiüENOS AIRES
Santiago de uiiiie
EL E S P I R I T U LATI IV II
(Viene de la primera página.)
jano y, si posee habilidad pob'tica, no
tiene esa cosa anglosajona y protestante
que es el sentido del ‘ ‘ servicio social” .
Como productor es ingenioso, como co
merciante es fértil en expedientes, como
•consumidor es rudo, y eventualmente pru
dente en la gestión de sus intereses pri
vados, en tanto que dilapida sin escrú
pulo los dineros del Estado; la fabrica
ción industrial de serie y de masa no es
su resorte. Los grandes financieros o
especuladores mediterráneos serían más
bien griegos que latinos, descendientes
de Ulises o de J acobo más bien que de
Mario.
las civilizaciones sucesivas amontonan
sus depósitos como hace la geología. Allí
no se encuentran pueblos jóvenes, sino
una humanidad adulta, evolucionada, en
vejecida eventualmente y que no da nun
ca signo de puerilidad — como a veces
entre anglosajones. El latino es escép
tico, no es crédulo. Hasta cuando es su
persticioso sal>e hacer sin hipocresía la
distinción entre los principios y su apli
cación; desde luego, no cree que el hom
bre es bueno, y, con su cinismo, se des
cansa de la hipocresía de otras humani
dades: se convendrá que son condiciones
Estos rasgos son muy incompletos, pe
excelentes para una bella cultura inte
ro, en suma, no es por el análisis que se
lectual.
conoce o se reconoce la latinidad: allí
Aquí es donde encontramos lo que la
donde existe, se revela como una pre
latinidad le debe a Roma: cierta con
sencia, por algo indefinible quo no en
cepción de la familia, del clan, de la
gaña. En Europa, cuando se pasa de In
clientela partidaria, a lo que, en el fondo,
glaterra a Francia, de Suiza alemana a
se le da mayor importancia que el Es
Suiza francesa, del Danubio al Adriáti
tado; una concepción del derecho escrito,
co, se comienza a respirar la atmósfera:
con duras divisorias, fundada en la pro
el Mediterráneo Occideutal le perteneoe,
piedad, el contrato formal, las garan
pero el Mediterráneo oriental, griego u
tías tomadas contra la maldad do los
ortodoxo, escapa a su dominio aunque re
hombres; una concepción de la potencia
ciba todavía su influencia. En América,
del Estado, considerado como exterior y
desdo que so ha salido de la Florida para
superior al individuo. En los países la
Cuba, o Texas para México, a través del
tinos, los beneficios se amparan del Es
Río Grande, se está en tierra latina, portado como de un instrumento de domi
quo el propio Indio ha sentido la marca
nación y nadie se asombra ni se indig
de la civilización española. H ay ahi un
na de que los dueños del poder usen o
abusen de él. •Qué contraste con las so- ■ género de vida, una concepción del ocio,
del agrado do existir, una indulgencia pa
ciedades anglosajonas en donde el gobier
ra las infracciones de la fantasía indi
no no aparece sino como la expresión
vidual que distinguen profundamente la
del servidor do la comunidad! Todo esto
latinidad del anglosajonismo, así como en
es clarísimo, fruto de una extraordina
Europa el individualismo mediterráneo
ria capacidad de análisis y de generali
hace contrasto con la organización de
zación que permite a cada ciudadano
los nórdicos.
(principalmente en Francia) ver — por
decirlo así— en una cuestión el prin
En las reuniones internacionales, los
cipio implicado y las consecuencias le
latinos se reconocen entre ellos por cier
janas de la solución. Pero esta psicolo
to temperamento, cierto ángulo de vi
gía es inseparable de la lengua en que
sión, cierta reivindicación del individuo
uno so sirve, trátese del francés, del es
y de su humanidad que les pertenecen en
pañol, del italiano, del portugués, del
común. Los pueblos que no son latinos
rumano: esta lengua — cualquiera que
se sienten atraídos sin embargo por esta
sea— necesita la precisión del pensamien
manera do ver y de sentir las cosas; asi
to pero su sonoridad provoca grave ten
es como en las conferencias, se ve que
tación: la de contentarse con su música
los eslavos do Europa oriental, los egip
y creer que, por haber hablado, se ha
cios, los libaneses, los griegos, los hindús,
obrado.
los chinos simpatizan, si no políticamen
Me parece que el carácter latino se
te, por lo menos culturalmente, con Fran
desprendo de lo que procede. El latino es
cia más bien que con los Estados Unidos
esencialmente un sujeto que trata de afir
o Inglaterra. Para los franceses hay allí
marse, de brillar como individuo; su pa
la base de una acción mundial cuyos fun
labra le sirve — eventualmente— de pen
damentos afectivos son muy sólidos. Ger
samiento, pero se presta a la expresión
manos y celtas por la raza tanto como
del pensamiento e incluso aparece a me
meridionales por nuestra posición y nues
nudo como creador de pensamiento; es
tro destino, somos sin embargo auténti
icalista, artista, despabilado en las si
cos latinos por la formación del espíritu
tuaciones difíciles. Pero luego no se eleva
y, en tales condiciones, es muy natural
sino en las formas elementales y limi
que los latinos del mundo se agrupen en
tadas del grupo: el Estado le parece le
torno de nosotros.
�0
ca b a lg a ta
E ha repetido hasta el cansancio, que
el ARTE es indivisible y único. Que
goza do privilegiados derechos, tales como
los do ignorar la existencia de la fealdad,
do la miseria, de la injusticia. Que vive
apuntalado en el milimétrico margen del
pedestal de la gloria, al cual no llegan los
vulgares rumores de la vida y sus mi
núsculos problemas. 1 todo es aseverado
por los cerebros cumbres 4o1 arte J' de las
letras académicas, con el aire de suficien
cia que esas alturas concede a los felices
mortales que las habitan.
Y nosotros, hemos pensado siempre, en
cuán fuerte es el egoísmo humano, cuando
se puede traicionar el espíritu, doblegar la
razón, al desfigurar la verdad para inten
tar la defensa de la comodidad ególatra.
Porque esto significa mantener la posi
ción, a todas luces falsa, del arte puro,
frento a la ya reconocida victoria del hu
manismo artístico, que presupone en el ar
tista, sea ésto plástico, intelectual o lo que
fuese, la dualidad indisoluble de “ hom
bre-artista ” , que sufre con el hombre,
con él triunfa o es derrotado, por él lu
cha. Utilizando la comprensión y la soli
daridad como fin, y su pluma o su pincel
como armas.
Da pena comprobar que existen aún, a
pesar de todo lo que el mundo está deve
lando en la actualidad, entes capaces de
olvidar lo 'sucedido, olvidar su puesto en
el mundo, en aras de esa pasión fría y es
tatuaria que significa el arte puro, tal co
mo lo quisieron Joyce, Proust, Kafka o
Kierkegaard. Para quienes puede ser po
sible -—y debe serlo— el desdoblamiento
de la personalidad humana, pensando que
“ donde concluye el artista, recién comien
za el hombre” , o sino, esta otra varia
ción : “ el artista no puede nunca ser po
lítico o hacer política, porque ésta es in
famante, mientras que él es etéreo, abs
tracto, puro, artífice de la belleza” . . .
Tan abstracto y tan etéreo, que Bikini no
llegará a desintegrar sus moléculas físicas
cuando se utilice su energía en abatir las
últimas reservas moleculares de dignidad
cívica. O, como lo dijo cierta vez un po
deroso intelectual sudamericano, ‘ ‘ el po
lítico tiene que ir cabalgando sobre la opi
nión pública porque depende de ella para
ascender en su carrera pública, mientras
que el artista, debe ir navegando en con
tra do la marejada, porque sólo piensa en
la verdad y en la belleza, y no necesita de
los favores del pueblo” . Estas palabras,
que no son las textuales, pero que tradu
cen su verdadero significado, constituyen
una ofensa y una injuria para el político,
para el intelectual y para el pueblo, al
tiempo que representan una falsía inusi
S
' 1
-<
111
Por S. HOROVITZ
tada a la realidad social y artística. Por
que ni el político debe ser el mercader de
los favores del pueblo, sino la persona que
dedique su vida a conseguir para el pue
blo el gobierno que sea su representación
integral y su fiel apoderado, ni el intelec
tual debe ser el anodino artífice de la be
lleza, alejado del ‘ ‘ mundanal ruido de la
humanidad ’ ’, sino el activo colaborador
del pueblo, en cuanto traduzca y refleje
toda la resonancia política, social, econó
mica y artística, en sus medios específicos
de producción. A lo que se refiere el su
sodicho ‘ ‘ purista ” es al falso político, al
demagogo, que es la negación de la polí
tica, y al falso intelectual, al “ torre de
m a rfil” que es el demagogo de la belleza,
el reaccionario de las letras y de las artes.
Ellos, los puristas, en sus parapetos
marfileños, lanzan sus catapultas contra
los “ hombres vulgares” y los políticos
infamantes (no conocen la política, sino
la espúrea), mientras volatilizan (y este
rilizan) el tiempo en divagaciones especu
lativas, en donde puedan demostrar sus
intelectos privilegiados, como esas doctri
nas filosóficas, tan en boga, que son va
cuas y oscuras, cuando no disfrazan en
sus paragrafeos, voluntariamente oscuros,
la urdimbre netamente reaccionaria de su
fundamento básico.
Ellos son los que hacen de la novela un
género muerto, apto para descifrar jero
glíficos, escritos, al parecer, siguiendo la
norma dadaísta: elegir en la oscuridad
del sombrero párrafos escritos al azar, y
unidos en igual forma.
Ellos son los que inventan novelas geo
métricas, ajenas a la realidad ambiente,
porque son incapaces de recrear lo verí
dico, de ubicarse en el venero nacional del
lugar en que se encuentran, puesto que de
él no tienen ni siquiera el concepto. Y lle
nan páginas de innecesarios vocablos — de
lugares, de nombres— extranjeros. Inne
cesarios, porque no reflejan ninguna rea
lidad ambiental, ni estudian n in g ú n p S¡.
eología de lugares y persoj::.
cosmo
politismo no es ni:
.. . la necesidad ca
Rafael Alberti nació en el sur an
daluza Puerto de Santa María (Cá
diz), en 1902. Su primera vocación
fué la pictórica, que abandonó de
finitivamente en 1924, año en que
por su primer libro de poesías — Ma
rinero en tierra—• recibe el premio
nacional de literatura de un jurado
en el que figuraban Ramón Menéndez
Pidal. Antonio Machado y Gabriel
Miró. Desde entonces ha publicado
muchos libros de versos — entre los
principales: Cal y canto. Sobre los
ángeles. De un momento a otro. En
tre el clavel y la espada. Pleamar— :
algunos de prosa —Da arboleda per
dida. Imagen primera d e........ — v
varias obras de teatro, dos de ollas
estrenadas en España — El hombre
deshabitado y Fermín Galán— v una
en Buenos Aires — El adefesio— .
Desde 1940 reside en la Argentina.
H
A
B
L
A
RAFAEL
ALBERTI
TRABAJO MAS QUT NUNCA
HAGO MI OBRA Y ESPERO
• Su amor a la pintura.
• Sobre letras argentinas.
• Sobre poesía española.
ONRIENTE, afable, y conciso en sus
respuestas, Rafael Alberti facilita nues
tra labor periodística contestando con ex
trema amabilidad a nuestro interrogatorio,
del cual son mudos testigos aquellas pa
redes de su casona de Palermo.
— Veamos — comenzamos diciéndole— .
¿Qué obras tiene en preparación, Alberti?
— En estos momentos estoy corrigiendo
las pruebas do mi libro A la Pintura (poe
ma del color y la línea) que saldrá en mayo
editado por Losada. Se trata de un ho
menaje a mi primera vocación: la pintura.
— ¿A que obedece este homenaje?
— Mis nostalgias pictóricas se me fue
ron acumulando en estos tres últimos años
hasta concretárseme en estos poemas de
dicados a mis pintores favoritos, esos que
aun sobre mi poesía han ejercido una gran
influencia, y a los procedimientos, útiles
de trabajo, partes, estilos, etc., del arte
de la pintura.
— ¿Que intención orienta a estos poe
mas?
No encierra este libro, como habrán
visto los que hayan leído algunos de estos
poemas aparecidos en diarios y revistas,
intención didáctica, al estilo de ciertas
obras renacentistas escritas en verso. ¡ Dios
me libre!
S
ampoco de semblanzas poéticas de
los grandes maestros y menos de exalta
V
lili
ciones líricas de los cuadros famosos, cosa
que ya algunos poetas han hecho. En mi
libro, rehuyendo todo lo descriptivo, anec
dótico, se pretendo elevar a la categoría
poética la esencia de cada pintor, el sen
tido de su visión plástica, la entraña pro
fundamente lírica que por medio de lí
neas y colores, bajairdo do los ojos, queda
expresado por la mano en el papel, la tela
o el muro.
— Obra do indudable riesgo.
— Sin duda, pues ni la historia ni la va
lorización crítica pueden estar ausentes
de estos poemas. Pero el poeta, acostum
brado hoy más que nunca a dejar caminar
flojamente la pluma sobre la cuartilla,
debe ir nuevamente a lo difícil, a enfren
tarse con situaciones desconocidas, de las
que salga airoso o derrotado, que es pre
ferible el descalabro antes que la autoTrepetición o el hastío de ropetir lo de los
demás. Si en esta obra me lio roto o no
la cabeza ya me lo dirán cuando el libro
esté en la calle.
— ¿Prepara alguna otra cosa?
— Una obra de teatro, de amor y fiereza
•españoles, centrada en un suceso terreno
con un desenlace mitológico, titulada La
Gallarda (tragedia do vaqueros y toros
bravos). Pero como so trata de una pieza
escénica, es mejor no contar el argumento.
— ¿Creo en la influencia del público so
bre su producción?
— Cuando estaba en España, creía más
quo en la influencia del público sobre mi
obra, en la del pueblo sobre ella. Entonces,
sí. Yo vivía una vida de poeta en la calle.
Escribía para el pueblo, recitaba mis poe
mas — y no sólo los míos, sino los de los
lenturienta de la ficción a toda prueba,
de la fantasía inteleetualista sin objeto.
Y no es nacionalismo lo que defendemos,
sino a la realidad. Y a la comprensión so
lidaria del hombre por el hombre y por la
sociedad.
Son los que han tejido el cañamazo de
los surrealismos, suprerrealismos (todo,
menos realismo) cubismos, dadaísmos, dalismos, existencialismos, para ocultar su
mezquindad social. Y su reaecionarismo
humano. Que existe siempre en su fondo.
Ellos son los que, bajando a la palestra
crítica, minorizan a los escritores que ha
cen de la vida su escenario, conceptuán
dolos de panfletistas, de propagandistas,
o, en el mejor de los casos, de “ cronis
tas” , como si el entrelazar la literatura
con los hechos móviles y transformantes
quo a diario acontecen en las latitudes del
mundo, fuera un denigrante infundio. Pa
ra ellos, un Upton Sinclair carece de toda
trascendencia, ya que desciende a recoger
el viento en el mundo: es solo un docu
mento pasajero, que no ha de perdurar en
el tiempo y en el espacio. Y el John'
Steinbeck de Finas de Ira y de En lucha
incierta un planfetista proletario y pseudo-obrerista, posiblemente a sueldo de po
tencias extranjeras, de subido tono rojizo.
Y Erskine Caldwell, un calumniador, por
que descubrió que en la bella y rica re
gión del sur de su país existe una realidad
espantosa, que se había mantenido oculta
por poderosos intereses creados.
Pero, en cambio, el Ulisses es la joya
magna de la literatura. Y se dedican es
tudios interminables para explicar lo que
probablemente haya querido decir su au
tor. Sin descubrir, que nada intentó decir.
Porque nada más tenía para decir el re
presentante de una literatura seca, mus
tia, agostada a fuerza de es; ; ;! iza <■iones
repetidas, como la clase a ía que Jovce
pertenecía
Por todo esto, es quo es una necesidad
vital ubicar en su invalorable sitial a la
legión insigne de escritores de fibra que,
no olvidan la visión del momento, en lo
clásicos españoles— al pueblo; mi voca
ción, quo es mi vida, le pertenecía ente
ramente. Ahora, como tantos escritores ar
gentinos, vivo más bien aislado. Trabajo
más que nunca. Hago mi obra. Y espero.
— ¿Con que criterio cree Ud. que debe
enfocarse la creación: realista o abstracta?
— Oscilo entre los dos. Y creo en los dos,
pues los dos van al hombre. Lo importan
te es ser pleno en ambos.
— Mucho nos interesarían algunas opi
niones suyas sobre las letras argentinas.
— Hoy, mejor que desde España, como
es natural, conozco la literatura argenti
na, la sigo y creo tener muy buenos ami
gos en ella. Aunque observo más de cerca
el movimiento poético, no se me escapa
que el novelístico más reciente puede al
canzar verdadera importancia. En estos
momentos del mundo, hay mucho que con
tar, quizá más que cantar.
— ¿Puede citarnos algunos poetas de su
preferencia?
— Gusto de los más dispares. ¿Nombres?
Oliverio Girondo, Ricardo Molinari, Juan
L. Ortiz con los tres González: González
Tuñón, González Lanuza, González Carballio.
— ¿Y entre los más jovenes?
— Silvina Ocampo, J. R. Wilcock, En
rique Molina (h.) y Alberto Girri. Sé que
hay nuevos grupos con sus revistas y edi
toriales, — Osvaldo Svanascini y H. J.
Beeco— entre los que se encuentra el
grupo “ M adí” cuyos intentos literarios
por una serie de circunstancias no he po
dido conocer aún.
— ¿Sobre la presente generación litera
ria de su tierra natal, España?
— ¿Sobre la de fuera o la de dentro?
De la de dentro. . . Allí, en España, sólo
queda un poeta, un verdadero poeta, enfer
mo desde hace más de 20 años: Vicente
Aleixandre. De otros, más jóvenes, nues
tros, de quienes de cuando en cuando me
viene alguna cosa, decir su n-ombre sería
imprudencia.
— ¿De los demás de allí?
— Mucho conformismo, mucha poesía de
lectura, demasiado eco, ninguna audacia.
En cambio, sabido es y demostrable, que
lo mejor de la presente literatura espa
ñola — y me limitaré sólo a la poesía—
se halla fuera de nuestra patria.
— Ahí tienpn ustedes en Norte América
a Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas,
Jorge Guillén, y últimamente a Luis Cor
nuda. Y por estas orillas, venido no hace
mucho, a León Felipe.
— ¿Nombres nuevos?
— Los hay, y desarrollados, en algunos
casos, contra viento y marea, en medio
do las enormes dificultades de crecimiento
que se le crea a una juventud arrancada
do pronto de su tierra. Es una gran des
gracia. Pero así y todo, van alzándose
nombres, perfilándose.
— ¿ Por ejem plo. . . ?
— No quiero nombrar los que hay en
México, Venezuela, Chile o París. Le diré,
terminando nuestra charla, dos que están
aquí en la Argentina: Arturo Serrano
Plaja y Lorenzo Varela.
O. H.
que tiene de trascendente, en el enfoque
de sus obras, sirr perderse en el laberinto
de la “ complejidad psicológica-filosófieainteleetual” del diletante purista, si
guiendo imperturbables su labor construc
tiva, edificando cada uno en su plano, los
pilares sustentadores de una civilización
que se vislumbra, en medio de la bruma
atomizante que asfixia actualmente a la
humanidad, en los dos aspectos fundamen
tales de la verdadera literatura: negación
de lo falso y afirmación de lo verdadero.
Sin importar que esa verdad sea “ fe a ”
0 que esa falsedad sea “ bella” . Lo cual
puede suceder.
Y, dentro del plano universal, es la
línea que comienza a intuirse en nuestra
literatura, tan huérfana de realidades
tangibles. Esta intuición se afirma en
la mayoría de los escritores de reciente
promoción, muchos de los cuales hair vi
vido en medio de la ráfaga borrascosa
do estos años del siglo, vientos cuyos
ecos no sólo llegan, sino que castigan
estas playas, que antes eran insulares
pero que ahora pertenecen al macizo con
tinental. Muchos de los cuales se han
educado en la escuela viva del periodis
mo, que enseña a leer entre líneas los
telegramas que las agencias noticiosas
venden como legítimas. Muchos de los
cuales no han tenido oportunidad ni me
dios para formarse en academias puris
tas, sino que han tenido que luchar por
el pan diario, elevándose por sí solos,
movidos por la pasión de vida que en
ellos palpita. Y todos viendo que inuti
lizábase, en el agua no potable de la
puridad, las personalidades m ej— •$
pacitadas por condii^an - áe eftüüio j
de ingf-r.i .'
Es la línea tendida por nombres que
comienza a nombrarse con respeto y ad
miración, al lado de otros, ya renombra
dos. Alfredo Varela, con El Río Obscuro,
en aplaudida «ogunda edición-. Bernardo
1 erbitsky, agrandando sus preocupacio
nes colectivas hasta la ya no lejana Eu
ropa en En esos años de recientísima apa
rición. Atahualpa Yupanqui, condensan
do el folklore legítimo en collar de rela
tos vivientes, en Cerro Bayo. Carlos^
Ruiz Daudet, sumando inquietudes lau
dables en sucesivos avances, desde sus
primeros cuentos, hasta su novela El
Caudillo y la que esperamos dentro do
breves meses. Raúl Larra, bosquejando
aspectos múltiples del Chaco, con ra
pidez de cinematógrafo. Alvaro Yunque,
aprisionando en la biografía de un hom
bre — Leandro N. Alem—; ciento tres
años de vida argentina. Y toda la lite
ratura social rioplatense. Y la historia
vivida. Enrique Amorim, estudiando el
campo abierto de la Naturaleza y del
hombre, y el campo prieto de las luchas
cívicas. Gerardo Pissarello, despertando
conciencias y evocando el pasado con vis
tas al futuro, en Che Retó. Gudiño Kramer, en labor propia Aquerenciada so
ledad y en labor editorial, unificando el
interior y estimulando a los escritores
noveles.
Y con ellos, muchos más, cuya nómina
escapa a esta ocasión, cuyos méritos
— excluyendo los intrínsecos, que son mu
chos— radican también en ser los pro
pulsores de un despertar de la concien
cia humanística en el hombre argentino,
y acrecentar en los escritores el afán de
escribir por algo y para alguien. Y no
sólo para apagar la sed de vanidad in
telectual. De escribir en nombre de todo
el pueblo argentino — y con él de todos
los pueblos— y dirigidos a todos los hom
bres, sobre la totalidad de los problemas
que a ellos incumbe resolver, sobre la
complejidad simplista de la vida, en sus
más variados aspectos, para que de esa
labor surja el fruto anhelado por todos:
el conocimiento integral de nuestra rea
lidad, de nuestros problemas, de nuestras
insuficiencias y de nuestras esperanzas,
de nuestros defectos y de nuestras vir
tudes. Para que lleguemos a compren
dernos y a amarnos, y con ello desapa
rezcan las diferencias regionales que el
desconocimiento origina. Para que con
ello surja la educación de claso y de fra
ternidad. Para que desaparezca la “ ca
beza de medusa” porteña, ese gigante
monstruoso en cuerpo raquítico, nivelan
uo la savia en donde falte, para consti
tuir el cuerpo orgánico que aún no existe,
y robustecer el summum de la Nación.
A ellos debemos estimular y animar,
porque de ellos depende el futuro de
nuestra literatura, y como la literatura
es el reflejo de la cultura, se desprende
que también es la cultura argentina la
que depende de que todos los escritores
comprendan esta verdad, y la sigan.
HUIS lili
COMPOSITOR
( Viene de la primera página.)
En efecto. Desde la dispersión del grupo
de Schoenberg, en Viena, que tanta in
fluencia ejerciera sobre la música de Cen
tro Europa, y más tarde sobre la de casi
toda Europa y parte de América, nin
guna escuela puede presentar un grupo
tan lógico y orgánico en su directiva,
como el actual de compositores checoes
lovacos. Esta continuidad arranca de la
tradición, lazo que une a los composi
tores checoeslovacos más modernos, de
importancia europea, con los maestros de
la generación anterior: Foerster, Novák.
Suk, ~Janácek, Ostrcil, quienes a su vez
avanzaron notablemente sobre la prece
dente de Smetana, Dvorak y Fibich.
La evolución de la música de Checoes
lovaquia nos muestra figuras y persona
lidades, tanto en los teóricos como en
los compositores, de importancia europea,
es decir, mundial, y que en nada ceden
a los del resto de Europa, ya se trate
de los más grandes. Hubo, en efecto, gran
des teóricos de no menor importancia que
un Busoni o un Schoenberg; pero si bien
se busca entre los músicos checoeslovacos
continuamente la propia expresión, no
se desdeña en modo alguno lo que pro
viene de fuerá en materia de evolución
lógica, asimilando principios y nuevos
hallazgos, aunque sin perder de vista el
problema de la propia individualidad.
La música checa parte de lo popular,
del cultivo del folklore, para remontarse
hasta la teoría especulativa en el reino
de los sonidos organizados, de la expresión
espacial de contenido autóctono, casi in
consciente en su forma de manifestarse,
hasta el examen consciente, la álgida pre
gunta que muchos músicos jamás se han
planteado a sí mismos: ¿qué entendemos
por música, para qué la hacemos, cómo
la hacemos o cómo debemos hacerla? En
este sentido, las respuestas dadas al tre
mendo problema por el teórico Vladimir
Helfert al rechazar el viejo criterio ro
mántico de forma y contenido, y estable
cer en su lugar ‘ ‘ la unidad del pensa
miento musical y de la fuerza do repre
sentación musical” , parece ser definiti
va para la marcha ulterior de la música
checoeslovaca.
Sin embargo, Rudolf Steiner parece ser
el verdadero y más completo orientador
do las modernas tendencias de su país,
cuya influencia teórico-mística actúa so
bro el propio Alois Hába en cuanto a
la faz espiritual del arte y la consiguien
te respuesta a la tremenda pregunta ya
enunciada. La música, según Steiner, res
ponde a lo más íntimo de la naturaleza
del hombre, ya sea como necesidad de
expresión retrospectiva y espacial o in
trospectiva y temporal. Es lógico que la
evolución musical se realice siempre en
tre ambas particularidades: del arte fol
klórico basado en el gesto, (rítmico o
sonoro, según los casos) al arte abstracto, i
expresión temporal, liberada del espacio, i
media toda la evolución posible de un
un arte; del arte imitativo al arte como
expresión creaeional, desligado de la rea
lidad inmediata y con miras a una edu
cación superior del espíritu.
Para Steiner, las funciones psíquicas
y espirituales del hombre — pensamiento,
sentimiento, voluntad— tienen su plena
correspondencia en las funciones primor
diales de la música — melodía, armonía,
ritmo— . De esta manera queda la música
reconocida como un factor de relaciones i
del hombre con la vida y el universo to
do, a la vez que como expresión — mani
festación— de lo más íntimo de la na
turaleza humana, desde el aspecto físico
primitivo hasta la expresión temporal. !
Pero en cualquier forma, un arte emi- j
nentemento vital, donde no tienen cabida
el diletantismo ni el saber técnico en sí,
mera pedantería escolástica. Un ideal cós- i
mico de libertad colectiva, trasunto de ;
la libertad individual; el arto cobra así
un aspecto religioso, no en un sentido
cristiano a la manera de Tolstoi, sino
de verdadera hermandad humana, en cuya
realización están empeñados millones de
seres. La Novena Sinfonía de Beethoven
toma al respecto el valor de documento |
profético y de luminoso e inasequible faro,
primera y aún no superada etapa en la
marcha hacia el nuevo ideal.
La música, quizá más que ningún otro
arte, depende para poder realizar su desa
rrollo, del desarrollo de la técnica. Una
nueva concepción musical es difícilmente '
imaginable sin profundos cambios en la
técnica musical; basta recordar los ejem
plos ilustrativos de Monteverdi, Beetho
ven, Liszt, Skriabin, Debussy o Schoen
berg. Y así, para la realización de ec
ideal de arte educador, redentor, com
propicia Alois Hába a través de Rudolf
Steiner, fue necesario un cambio radical
do miras en la técnica de la música che
coeslovaca. De esto modo, la respuesta da
da a la pregunta, ¿para qué hacemos
música? fué seguida de otra conferida
al ¿cómo la hacemos o debemos hacerlaI. ¡
Es indudable para nosotros, que el sistema de cuartos, sextos y doceavos de j
tonos, definitivamente asentado por Alois i
Hába, responde a razones de desenvol
vimiento histórico. Hába considera ago-,
tado el sistema semitonal de uso en la!
�ca b a lg a ta
Por EDUARDO JOUBIN COLOMBRES
I indagamos los móviles determinantes
de los impulsos demoníacos de Charles
Baudelairo encontraremos que todo su ser
estaba condicionado a variaciones alter
nadas y constantes de apetencias sódicas y
masoquistas como en el caso de Artliur
Bimbaud.
El espíritu del poeta participaba de la
lucidez trascendente del poseso y de la
inspiración sobrenatural del genio. Eran<jois Porchó. con su reconocida sagacidad,
en un estudio reciente ha dado a conocer
algunos detalles desconocidos acerca de la
vida íntima del poeta. F1 complejo de Ed:po había creado en ól una naturaleza vo
luble y libertina, cínica y pertinaz en sus
manifestaciones amorosas.
El proceso de la destrucción de todo el
mecanismo normal de su vida radica ex
clusivamente en su ternura filial, intensa
y vivaz. Sin lugar a dudas, Baudelaire
amaba a su madre con egoísmo pasional.
Siempro recordaba sus salidas con ella, sus
paseos por el jardín de Luxemburgo, y,
cuando niño, ese placer de frotarse contra
su falda de seda y abrochar su collar de
turquesas.
Estos actos representativos de su instin
to sexual constituyen la raíz esencial de
su neurosis. Psicoanalíticamente, estas ma
nifestaciones coinciden en un todo con los
estudios acerca del complejo de Edipo, el
cual, al decir de Freud, es el “ nódulo de
las neurosis y representa la parte esencial
del contenido de las mismas” .
Si evidentemente, los amores de Baude
laire fueron múltiples y ridículos, como
en el caso de Juana Duval, llamada la Ve
nus negra, el apasionamiento, el amor por
Aglaé Sabatier, conocida en los salones de
París con el nombre de la ‘ ‘ Presidenta” ,
gracias al ingenio de Gauthier, lo lleva a
hacer de ella un culto, a endiosarla tal co
mo si fuese una nueva Friné de los poe
tas,. 'Eotet iiguva, i/e mujer, que fué expues
ta en el Louvre en 1847, bajo el titula
Xa mujer picada por una serpiente, por el
célebre escultor Clésinger, era un tipo de
mujer ‘ ‘ con ánimo trivial, bajo, popula
chero, un poco canalla” , según el testi
monio de los Goncourt. Sin embargo, Bau
delaire crea alrededor do ella un culto y
le dedica muchos de sus mejores poemas,
como Ré-versibilité y Confession.
Los amores de Baudelaire con la Presi
denta adquieren dos aspectos complemen
tarios y a la vez diferenciados, cuyas esen
cias son, indiscutiblemente, unitarias, pues
el centro originario de todo el proceso
amoroso so origina a todas luces en la in
clinación ya primigenia en el poeta hacia
su propia madre. De ahí es que la ternura
hacia Madame Sabatier no sea más que
una prolongación del amor materno y un
contraste lógico de la resultante dialéctica
del espíritu. La apetencia sexual del poeta
estaba lejos de ser normal. Porche estima
que el amor del poeta hacia Madame Sa
batier es un caso de mitología amorosa
deformada, rectificada, embellecida y su
blimada por una curiosa sustitución repre
sentativa, y en cuanto a los demás amores
—transitorios y fugaces, como el de la Ma-
S
rvx y el de Juana Duval— , la ternura ín
tima'y la modalidad del ‘ ‘ dandy” era una
prolongación evidente del hecho psicoanalítico ya estudiado, porque Baudelaire, des
de sus primeros años, lo único que quiso y
que amó por arriba de todo fué a su pro
pia madre Muchos de los biógrafos del
poeta coinciden en afirmar que toda su
maldad, su angustia y su vida depravada
tuvo como único origen el secundo matri
monio de su madre, pues siendo una mu
jer hermosa enviudó precisamente cuando
sus encantos alcanzaban el mavor esplen
dor. Si bien es cierto oue el poeta, cuando
apenas contaba seis años, experimentó pla
cer con la muerte de su padre, pues el amor
instintivo hacia su madre degeneraba ya
en terribles celos, mucho mayor fué luego
el placer que le produjo la muerte de su
padrastro, a quien muchas veces intentó
asesinarlo. Esta exaltación sentimental del
niño por la ternura materna nos explica
mucho del contenido de varios poemas de
este genial espíritu, como aquel que dice:
Angel lleno de bondad, ¿ conocéis el odio.
Los puños que se crispan en la sombra y
[las lágrimas de hiel
Cuando la venganza bate su infernal lla[mada
y de nuestras facultades se convierte en
[ capitana ?
A ngel lleno de bondad, ¡conocéis el odio?
Las relaciones del poeta con la ‘ ‘ Presi
denta” no impidió que éste siguiera vién
dose con las otras mujeres corruptas, pro
fesionales en el arte del vicio y del amor.
La ‘ ‘ Presidenta” se complacía en recibir
al poeta en su casa de la calle Frochot,
amueblada por su amante Mosselmann y
cuyas relaciones íntimas Baudelaire no .las
desconocía. Allí el poeta cristalizó su ado
ración y creó el *‘ mito de la diosa blan
c a ” , mito qüe más tarde se derrumbaría
'iva Va violencia y el «stertor de un des
garramiento atroz. A llí el poeta tuvo am
plia acogida para gozar del ambiente bo
hemio en que estaba acostumbrado a vivir,
máxime si se tiene en cuenta que en esas
reuniones se abusaba de los estupefacien
tes. En el fondo, Baudelaire era tímido y
débil do carácter; tenía la sensibilidad de
un niño, y era, sin lugar a dudas, un ‘ ‘ ni
ño grande” , como diría Goethe, pues esa
es la condición preliminar de todo gran
poeta.
El culto a la ‘ ‘ Presidenta” , a la vez
que constituye una exaltación pasional <le
los complejos sentimentales de un hombre,
es un canto a la indecencia y a las depra
vaciones de esta mujer que a los diez y
siete años había comenzado a convivir con
pintores como Clésinger y otros persona
jes ilustres de la época.
Charles Baudelaire, llamado el ‘ ‘ genio
del m al” , el ‘ ‘ poeta maldito” , como Verlaine y Rimbaud, es, sin embargo, la per
sonificación de la honestidad y de la ter
nura; su corazón era tierno como el que
más, porque era un soñador víctima de sus
propios sueños. Su ideal imposible colin
daba con la tragedia y si esas mujeres
— malditas y depravadas, como se quiera—
no hubieran existido en su vida quizás no
hubiera escrito tan hermosos poemas y se
guramente la desesperación lo hubiera con
ducido a la locura y a la muerte prema
turas.
En el poema Confession, dedicado a la
‘ ‘ Presidenta” el 9 de mayo de 1853, el
poeta evoca la felicidad que le otorga esa
mujer do ensueño sobro el recuerdo triste
que hiere sus carnes; por eso encuentra
que ya todo sea tarde, aunque piensa que
la solemnidad de la noche, como un río,
sobre París se extendía, porque su alma
‘ ‘ como un niño raquítico, horrible, som
brío, inmundo, que a la familia deshonra
ría, vivió lejos del mundo en una cueva
mísera y secreta” . En este mismo poema,
Baudelaire expresa que la esencia de lo
humano es el egoísmo, que ‘ ‘ esculpir so
bre los corazones es una cosa tonta, que
todo acaba, amor y belleza” .
Todas las cartas enviadas por el poeta
a la ‘ ‘ Presidenta” fueron anónimas, y
así en una de ellas le decía: ‘ ‘ En verdad,
señora, lo pido perdón por esta coplería
anónima e imbécil que se resiente enor
memente de infantilismo. ¿Pero, qué ha
cer? Soy egoísta como los niños y los en
fermos. Pienso en las personas queridas
cuando sufro. Generalmente pienso en us
ted en versos y, cuando los versos están
hechos, no puedo resistir al antojo de ha
cerlos ver a la persona que es objete de
e llo s .. . Al mismo tiempo, me escondo co
mo alguien que experimenta un temor an
te el ridículo.” Y terminaba con esta ex
presión: ‘ ‘ Por absurdo que todo eso pue
da parecerle, imagínese que existe un co
razón del cual no podrá mofarse usted sin
crueldad y en donde su imagen vive siem
p re” . En las cartas sucesivas, en las últi
mas, el poeta destruye el mito creado. La
‘ ‘ Presidenta ’ ’ se desmorona conío un cas
tillo de naipes y entonces él expresa: ‘ ‘ Y o
he de sor tu ataúd, amable pestilencia;
veneno que 'le« ángeles prepararon; bebida
que me abrasa. '¡Obi tni vida! ¡Oh muer
te de mi V id a !” Luego añád"V ‘ ‘ Vivir
es un mal. ¡Calla, ignorante! ¡Calla, al
ma siempre aturdida! ¡Boca que infantil
mente ríe! Deja, deja mi corazón de men
tira embriagante. Más que la vida, la
muerte sabe atarnos en sus redes sutiles” .
El romance del poeta con la ‘ ‘ Presiden
t a ” acaba mancillando el culto, apuña
lándolo. La ‘ ‘ Presidenta’ ’ ha dejado de ser
suave, se mueve dentro de un ‘ ‘ libertina
je sanguinario” y, con violencia, le grita:
‘ ‘ Para castigar tu carne alegre, para mar
tirizar tu seno perdonado, y hacer en tu
vientre sorprendido una herida ancha y
cruel, te echaré mi veneno” . Evidente
mente, el poeta de Las Flores del Mal,
para destruir ese culto, tenía que reencon
trarse con la esencia de su amor; fué en
busca de su madre, con quien vivió desde
entonces en Honfleur, y después de algu
nos viajes inesperados, la enfermedad lo
abatió en Namur para morir poco tiempo
después en la casa de Salud del doctor
Duval, en la calle del Dome, en Neuilly,
el 31 de agosto de 1867.
EL Ú L T IM O FL O R E C IM IE N T O
DE LA E D A D M E D IA ,
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por José Manuel Moneta
(Obra Premiada por la Comisión Nacional de Cultura)
El extraordinario relato de un integrante de cuatro expediciones argentinas de las que
anualmente son enviadas a las Oreadas Australes, describiendo, con pluma ágil, heroicas
v vigorosas anécdotas sobre la dureza de la vida polar que, en el Antártico, debe afrontar
un reducido núceo
argentinos.
(En prensa la nueva edición.)
Avisos en C ABALG ATA
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música do Occidente, y por ese solo mo
tivo tiene ya derecho a buscar los me
dios que considera adecuados para con
tinuar la evolución de su música.
Estos nuevos elementos, jasados en Ia
división del semitono, los halló Hába por
primera vez en la música popular típica
del país, y luego en las músicas de Orien
te, y le sirvieron de punto de partida
para la evolución que realizaría poste
riormente.
Mientras continuaba en sus análisis,
deducciones y probaturas a base de in
tervalos más diferenciados que nuestros
semitonos, so enteró que en 1917, en ple
na guerra, W illi Móllendorf daba a co
nocer en Alemania y Austria su propio
sistema do cuartos do tono valiéndose de
un armónium, también de su invención.
Esto lo hizo perseverar en sus trabajos,
ya más afirmado en su idea, a lo que
contribuyó el contacto con las teorías de
Busoni, decisivas en cuanto a la renova
ción microtonal. Si en realidad el cono
cimiento de los cuartos de tono data de
la Edad Media, su aplicación práctica
pertenece a nuestro siglo. Era necesario
el agotamiento del sistema cromático tem
perado, a cuyo uso so habían acostum
brado los oídos luego de un transcurso
de siglos, para que el cuarto de tono
apareciera como lógica consecuencia del
sistema semitonal.
Es sabido que Schoenberg liquidó los
procesos diatonales y pulverizó la tona
lidad clásica; para substituirla creó un
sistema de escritura basado en la auto
nomía de las doce notas do la escala tem
perada, anuló los conceptos de consonan
cia y disonancia y busca actualmente nue
vas formas adecuadas para encauzar las
. corrientes pantonales. Alois Hába, luego
de haber llegado conscientemente a los
doco tonos, concibe el estilo atemático
como lógica continuidad de las libertades
armónicas derivadas de Schoenberg, y
que no habían logrado aún la correspon
diente libertad de forma, según su cri
terio.
Decíamos que liaba, al considerar con
cluido el ciclo do la música basada en
los doce sonidos de la escala, estaba en
perfecto derecho de buscar el camino que
respondiera a su evolución natural. Sin
embargo, como siente y concibe la música
como algo unido indisolublemente a los
hechos y al significado del desenvolvi
miento de la humanidad, no parte de un
principio individualista o edénico, como
hicieron los compositores franceses de co
mienzos de nuestro siglo, ni de la am
bición faústica al modo de los germanos,
sino que busca una aplicación de la mú
sica-melodía, armonía-ritmo, equivalentes
a pensamiento - sentimiento - voluntad en
un sentido absoluto, capaz de acercarnos
al conocimiento de la esencia del hombre
y aún de guiarle espiritualmente en me
dio de la actual crisis mundial de la so
ciedad. Llevado de estas ideas, Hába
plantea y realiza su famoso estilo ate
mático, .a l que siempre con miras a Rudolf Steiner que como se ve ha ejercido
una influencia decisiva sobre el gran mú
sico checo, explica como la expresión de
la libertad humana y de la libre colabora
ción, frente al estilo temático que tanta
importancia ha tenido hasta hoy, y qué
considera por sujeción a un principio
establecido — el tema— como reflejo de la
conducción divina y espiritual de la hu
manidad.
Volvemos, pues, a encontrar un porqué
ideológico en las renovaciones realizadas
por Hába. Nos enseña que lo verdadero
de un estilo en música — y en arte en
general—, no es un asunto arbitrario o
REVISTA
DE
( Viene de la pág. 5.)
inevitable. Y esto hay que puntualizarlo
muy bien y muy claro —yo lo ha hecho
también Juan Marinello en su ‘ ‘ Discurso
a los escritores venezolanos ’ ’— porque la
confusión so acentúa cuando vemos que
existen intelectuales, T. S. Eliot y Bertranvl Bussell entre ellos, que postulan
como única solución a los problemas que
afligen a la humanidad, el inmediato em
pleo de la bomba atómica por parte de
E. E. U. U.
imposición a acatamiento ciego a una
técnica de la composición, sino la con
secuencia externa de nna revolución in
terna. Esto está de acuerdo, como se ve,
con los principios comunes a todas las
grandes renovaciones artísticas, que son
de dentro hacia afuera, al contrario de
los períodos de perfeccionamiento o con
servación de un estilo, que son de fuera
hacia adentro.
AGENCIA
LA CIUDAD
El estilo atemático, cuya primera ins
piración fué dada a Hába por el canto
popular eslovaco, conduce a la máxima
libertad individual en él artista. El pen
samiento — melodía— , el sentimiento — ar
monía— , el ritmo — voluntad— , obedecen
aquí a la propia lógica impuesta po t la
individualidad del músico. De nada sirve
la retórica tradicional para el caso; el
atematismo es un crisol demasiado im
placable para toda valorización; y si es
verdad que conduce a la máxima libertad
del que lo emplea, no es menos cierto que
lo obliga a una responsabilidad más d ifí
cil y mayor. Supone el estilo atemático,
según Hába, la contribución individual,
basada en una máxima libertad de expiesión de procedimento, y destinada a
crear nuevas relaciones de vida en una
colectividad espiritual. Esto es, de acuerdo
a su concepción, lo universal y lo humano
en música; el estilo atemátieo, entonces,
deviene del hecho de que cada individuo
creador tiene su propio ciclo vital de acuer( Continúa en la pág. 8.)
LA COLINA
(H istoria del V aticano )
Con 32 páginas ilustradas
fuera de texto
Libro de interés extraordinario,
obra de James A. van der Veldt,
sabio y filósofo, crítico agudo en
temas de arte y arquitectura, hom
bre de talento e ingenio ampiisimos.
Con singular acierto se tratan en
este libro temas tan sugestivos
como: la vida íntima del Papa;
la Corte Pontificia; los cuatro
ejércitos papales; el archivo más grande del mundo; la colección máa^ antigua
do manuscritos griegos, siríacos, coptos, romanos; los tesoros paleográficos del
Vaticano: palimpsestos, incunables, códices; Hospitales para obras de arte, gobelinos, mosaicos, libros, manuscritos; los “ negocios” del Vaticano; vida anec
dótica de Miguel Angel, Pra Angélico, Rafael, etc.; los grandes genios del arte
y sus obras maestras; el arte del tejido; famosísimos gobelinos flamencos; el
templo más grande del mundo; Mussolini y la Santa Sedo; Austen Chamberlain
y Pío X ; el genio moderno de Pío X Í; la intuición diplomática de Pío X I I ,
la belicosidad de Sixto V y Julio XX; la vida actual del Vaticano y del Jefe
de la Iglesia. . en síntesis, todas las maravillas que encierra ese lugar extra
ordinario, esa minúscula y grandiosa nación que es el Vaticano, residencia secular
de los Jefes de la Cristiandad.
REVISTAS
Es doloroso comprobar que la postgue
rra de la más trágica hecatombe cuenta
con estas mentalidades, pero, tal como di
ce Herzog, y tal como lo creen la mayoría
de los intelectuales americanos: ‘ ‘ Hay
otros, los amigos de la paz, que creen que
es posible con buena voluntad y altura
de miras, tomando en cuenta supremos in
tereses humanos, encontrar fórmulas de
coexistencia entre las potencias en pugna” .
LTna pugna fomentada artificialmente,
agregamos nosotros.
AUTORIZADA
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*
i a ““
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S.A E D I T O R I A L
Campichuelo 553
T. A. 43-151Í0
RELL
Buenos Airee
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ca b alg ata
LA POESI A
CONTEMPORANEA DEL
PERU
Por SEBASTIAN SALAZAR R O M )Y
A
L cabo del romanticismo, iniciado a principios de 1841 y concluido efectivamente
hacia 1015 con la aparición de Josó Mana Escuren, la poesía peruana encuentra un
cauco propio, igualmente ajeno al tributo de los modelos europeos — arribados siempre
«on lamentable retraso— como al folklorismo nacido bajo el signo de un nacionalismo
literario más pintoresco que esencial. En el lapso transcurrido entre ambas fechas, el
nombre de José Santos Chocano, modernista de incuestionable filiación romántica,
usufructúa una popularidad excluyente que opaca sin justificación la obra de otros
más sinceros. Chocano se fabricó y so ocupó en propagar una aureola que sus versos
proclamaron empapados en las aguas de Espronceda y Salvador Rueda, y recogió, en
desordenadóYfearreo, del Parnaso la predilección marmórea y de Darío la musicalidad
resonante que él multiplicó hasta hacerla detonante. Vista desde lejos su obra es
fácil comprobar que continúa una corriente retórica presente en Olmedo y viva’ en
sus descendientes.
La reacción antirromántica, antichocareñidas con lo tradicional en las cuales se
nespa, se inaugura con González Prada,
entremezclaban aquello que era conquista
cuya poesía se expresa en ritmos exóticos
del sobrerrealismo y las escuelas de van
y formas que van de la villanela al rubay
guardia y un ánimo ardido, informe, que
y a la que preside cierta recatada melan
sin duda veníale como herencia indígena.
colía, cierto gesto intimista y recogido.
Dolor humano, hondísimo, vibraba dentro
Sin embargo, González Prada era sola
de su expresión:
mente un panfletario y su labor literaria
se vió mellada por el ejercicio político — H e almorzado solo ahora, y no he tenido
la intolerante prevaricación social. José
madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua,
ni padre que, en el fecundo ofertorio
María Eguren, en cambio, trabajó en una
de los choclos, pregunte para su tardanza
obra definitiva cuyas consecuencias ha
de imagen, por los broches mayores del
brían de ser de notable provecho. Es el
grupo encabezado por Abraham Valdelo[sonido.
mar que publica la revista Colónida el que
lo acoge y lo defiende. Más tarde lo con
Sí, melancolía de raíz india como se
sagraría Amauta, la revista que funda y
ha dicho, pero también y principalmente
dirige José Carlos Mariátegui. Por vir
angustia de hombre de cualquier latitud.
tud de ambas publicaciones, Eguren sin
Por ella poco costaría asimilarlo a la
gularmente angelical y puro, dió vida al
estirpe existencialista, pero lo sabemos
nuevo espíritu de la poesía peruana.
creyente, ahito de una fe contradictoria
que pugna en el hondón llena de afir
Eguren o la celestía
maciones y negaciones.
España, aparta de mí este cáliz y Poe
“ A mí me gusta la belleza, la celesmas humanos nos muestran al poeta en
tía ” , afirmaba y era justo. Es difícil
su más ceñido momento, truncado fatal
precisar si es en la vida o en la obra de
mente por la muerte prematura. En el exi
Eguren donde hay más fantasía. A fortu
lio voluntario desapareció Vallejo, joven
nadamente una y otra so confunden en
aún. La poesía peruana recibió de él una
una hermosa aventura por mundos de
beneficiosa influencia que se concretó en
irrealidad desasidos de toda referencia di
la liberación de las últimas ataduras ro
recta o anecdótica. Su existencia soledosa
mánticas.
transcurrió sin peripecia en una monacal
dedicación a la música, la pintura, la foto
Indigenismo y Universalismo
grafía microscópica, a la poesía en fin.
En el pequeño tomo do Poesía reunió toda
A partir de 1926 se destacan en la
su creación. Allí miríficos personajes de
poesía peruana dos corrientes. La prime
mitología infantil (Juan Volantín, el Du
ra denominada indigenismo intentó incor
que Nuez, Perengrín Cazador de Figuras)
porar al poema temas autóctonos y pcaparecen confundidos con las seña-; del
fctbrá? <íg iXfif.':" ouecha „ ainiara con
amor o ni utm ~l%..
o-en o dol mal.
el fin tic obtener, por errado camino, una
La ironía anima secretamente la poesía
expresión nacional. Los indigenistas se re
egureniana y cada uno de esos muñecos
belaban contra lo europeo, pero aprendían
prefigura una verdad convertida, por
del ultraísmo la técnica, el mecanismo ex
suerte de misterioso quehacer, en símbolo
terior. La mayoría cayó en un prosaísmo
cuajado de sencillez y pureza. Nos basta
insustancial:
cualquier ejemplo:
Plomizo, carminado
y con la barba verde,
el ritmo pierde
el dios cansado.
Eguren mostró por vez primera el poder
de la poesía. La magia prístina o velada
de sus versos había de desenmascarar fá
cilmente el embuste de Chocano y así fue
por fortuna. El reino del autor do Alma
América, cuando el simbolista peruano fué
conocido, tocaba su fin.
César Vallejo, el hombre
Amauta acogió entre otros a un poeta
extraño que desde las sierras del norte
había llegado a Lima con un hermoso
libro do poemas titulado Los Heraldos
Negros, al que seguiría otro no monos
bello y personal denominado Trilce. Con
éstos dos libros se abrió un nuevo perío
do para la poesía peruana. Vallejo, que
así se apellidaba el autor de ellos, ma
nifestó desde el primer verso una perso
nalidad peculiar. Había en su poesía una
manera dolorida, atormentada, de ver los
problemas del hombre y se reconocía en
ella el crispado acento de quien ha nacido
bajo una cifra aciaga. Mariátegui, tan
zahori para lo nuevo, en su ensayo sobre
el proceso de la literatura peruana re
conoció hábilmente que V allejo traía con
sigo una técnica distinta y que creaba
un lenguaje cargado de materias propias
y rebeldes. No so trataba de ideas o pa
labras originales. Se trataba de formas
Llamarada lujuriosa,
eharankara tutatuta,
las callejas
ven pasar a remolque tus polleras.
mente para salvarlos de la peligrosa bo.hemia en la que vive su autor. Aparte de
su poderosa inclinación a las formas poé
ticas tradicionales y a algunos temas pre
feridos por la poesía española, su poesía
está colmada de una intensa pasión que
con temblor angustioso fluctúa entre la
duda y la fe, entre la razón y la sinrazón.
Los últimos sonetos publicados — Travesía
de Extramares— lo muestran sorteando
los arrequives de un gongorismo 'de nuevo
cuño que no traiciona err ningún punto el
curso de lo que esencialmente determina
el agonismo de su creación':
Y es el írrito dios, pata y quebranto, ■'
y es la voz tan humana que demuda;
peligro y alegría, y muerte y muda;
panspermia de tu proco y de tu planto.
Y es, por cima y a sombra del acanto,
entre ofidio y ninfeácea, Ella, nuda,
el cuerpo donde tu alma ya te acuda,
forma, gozo, caricia, tiento, llanto.
Las Insulas Extrañas y Abolición de
la Muerte son los libros publicados por
Westphalen. En ellos ha cumplido el poe
ta una parábola sin titubeos en la inicia
ción o el término. Una cabal madurez,
una hondura cada vez más esencial y au
téntica ha ido conquistando poema tras
poema, no sin evidente esfuerzo. De ahí
la expresión hesitante, creciente y henchi
da que do sus versos llega como gran in
terrogante :
Había tantos nidos de dulzura y silencio
en nuestras bocas
Entre nuestras manos tanto afán de arrai
garse en una
Se veía en tus ojos mejor el mundo
Más grande y más pesado de lirios
Tendida como un sueño o una nube
Las ostras prendidas de las paredes de tu
sueño
Las perlas cayendo de tus manos como
palabras
Así te veo siempre abandonado en un li
toral de risas
Entre escarpas bañadas de nuestras mo
nedas vacilantes
Más frágil niña más frágil que tu retrato
en el agua
O que tú misma remontaba a las nubes
O que tú misma tendida en mis ojos
Las perlas del amor contadas por tus ma
nos crecían como palabras
O flores de tu árbol de risa
O silencios de tus manes •mundo pesado d.c Trios.
Abril aparece públicamente en París en
1927, en una exposición de poemas y di
bujos, acompañado del pintor Juan Devéscovi. Difícil Trabajo y Descubrimiento
del Alba, editados en Madrid y Lima, res
pectivamente, son sus libros de poesía. La
trayectoria de Abril revela un largo viaje
desde el sobrerrealismo hasta una a modo
de redención del fondo y la forma en fres
ca belleza pura. El caos se define arri
bando a un orden superior en el cual los
elementos poéticos adoptan una forma me
nos retorcida en un curso más delicado y
perenne.
do a su fisonomía y a los acontecimientos
que le son propios *.
El aporte de Alois Hába a la música
de Occidente es enorme, ya que abarca la
síntesis de ésta y el planteamiento de
nuevas realidades y nuevos problemas que
abren un mundo de posibilidades jamás
sospechado. En última instancia, supone
el punto de partida hacia derroteros ab
solutamente inéditos; a este respecto cabe
consignar que la síntesis que él realiza
a base de los elementos occidentales — rit
mo, sonoridad, forma, libre individuali
dad— y los intervalos microtonales de la
música de Oriente, significan un nuevo
aporto de lo oriental a la cultura de Oc* I,as únicas obras en estilo ateraático
oídas en Buenos Aires fueron ejecutadas en
los Conciertos de Nueva Música. Ellas son la
Toccata Op. 38, de Alois Hába, la Sonata
para saxofón y piano, de Slavko Osterc y el
Trío para instrumentos a viento, do Demetrio
Zóvre.
D I A Z
Y E P E S
ESCULTOR HISPANO
Por J. TORRES GARCIA
ólo a pocas semanas
S
manera
o días, antes de morir, Valéry escribió algo a
de profecía o testamento, y quizá ya presintiendo que
sería lo postrero que escribiría. Y en ese escrito, manifestaba su des
esperanza por el resurgimiento de Europa; ya que América debía
su cultura a ella, sólo de América debía esperarse la salvación del
Derivado del indigenismo fué el óholismo que cultivaba el romance y la se
rranilla de tema campesino y popular, y
cuya suerte fué la misma que la de aquél.
La otra corriente, que llamaremos uni
versalista, fué la que prevaleció. Recogió
ésta sus materiales de las últimas flora
ciones europeas y se nutrió, no de la imi
tación, sino del dictado personal e íntimo
de cada cultor. Pronto se destacaron X a
vier Abril y Emilio A dolfo Westphalen,
que cultivaron con propia contribución la
manera sobrerrealista, y Martín Adán, que,
apegado a las formas castellanas, las oreó
en los mejores vientos de la nueva lite
ratura. Carlos Oquendo de Amat, Enrique
y Ricardo Peña Barrenechea y Vicente
Azar son algunos nombres menores de este
grupo.
Adán, Westphalen, Abril
Martín Adán (seudónimo de Rafael de
la Fuente Benavides) sólo ha publicado
dos libros: La Casa de Cartón, novela poé
tica escrita casi en la adolescencia, que
constituye la mejor prosa escrita en el Pe
rú, y un pequeño cuaderno de décimas
titulado La Eosa de la Espinela. Su obra
principal se halla dispersa en publicacio
nes eventuales y principalmente en manus
critos que sus amigos guardan celosa
La última promoción
Hasta 1940, la poesía peruana sólo dió
algunos nombres cuya obra nada nuevo ni
singular añadió a lo ya conquistado. En
ese año aparecen Jorge Eduardo Eielson,
Javier Sologuren, Carlos Alfonso Ríos y
Raúl Deústua. El primero escribe, siendo
colegial, un bello poema titulado Canción
y Muerte de Rolando, al que sigue Reinos,
pequeña colección do poemas, con la que
obtiene el Premio Nacional de 1945. Eielson sorprende por su voz novísima y per
sonal, en la que reúne, en un- solo haz,
una fantasía extraña y luminosa y un len
guaje poblado de sorpresas. Sologuren tra
baja, en cambio, con meticuloso acecho,
a la caza de una forma depurada y lim
pia, y la logra, al modo de la poética mallarmeana, en el pulimento amoroso de las
formas en las cuales encauza un fervor
intenso ceñido a poderoso rigor. Sus libros
son El Morador y Detenimientos. Ríos (T e
ma y Manera de lo Ausente y Estación
para florecer) y Deústua ( Nueva York de
canto y Retom o a la Im agen), junto a
los anteriores, componen, con diferentes
logros, la promoción dentro de la cual la
poesía peruana se encamina libre y reno
vada. Francisco Bendezú, Blanca Varela
y el autor de esta nota integran también,
con diferente voz, este mismo grupo.
AL OI S H A B A , COMPOSITOR
(V iene de la pág. 7.)
E duardo D íaz Y epes. Retrato de Bernard .Dorri
cidente. Y a Debussy, Ravel, Roussel, IIonegger, Milhaud, Stravinsky, habían lla
mado y no en vano a las puertas de
Oriente. También Egon Wellesz, enamora
do del bizantismo, hizo lo propio. Ello
daría razón a Hába al considerar agotados
nuestros sistemas tonales, que deben re
currir, para subsistir, al exotismo negro,
rojo o amarillo.
Si como fundador de la nueva escuela,
ha planteado Ilába sus descubrimientos
desdo el punto de vista teórico, científico
y antropológico, como músico creador es
una do las máximas figuras de nuestra
época. Una musicalidad potente y variada,
si bien extraña a lo bello musical general
mente admitido, convierte en realidades
artísticas los productos elaborados con
elementos casi absolutamente desconocidos:
los cuartos, sextos y doceavos de tonos,
y la composición en estilo atemático.
Casi todas las obras do Alois Hába
están escritas en el sistema microtonal;
las menos en nuestro sistema temperado.
Dice Karel Reiner que sus Cinco Suites
y sus Diez Fantasías para piano en cuar
tos do tonos, son un digno paralelo al
Clave bien temperado, de Bach. Ha es
crito además Fantasías en cuartos de tono
para violín solo, violoncello solo, tres Tríos
para violín, viola y cello y una Suite para
clarinete, en cuartos de tono; Coros in
fantiles, coros mixtos, coros de hombres;
Día de trabajo, ciclo de diez coros mascu
linos, de carácter social; tres Cuartetos
en cuartos de tonos y un Sexteto en sextos
de tono; un Noneto diatónico, otro cro
mático ; Fantasía para flauta; Toccata
para piano; Fantasía para orquesta; El
camino de la vida; La madre, y Los des
ocupados, dos óperas en cuartos de tono,
ambas de carácter social; y por último,
La tierra nueva, su nueva ópera en estilo
atemático cuyo asunto es la organización
colectiva de la agricultura en la U R.8.S.
Entre nosotros se ignora a un creador
tan considerable; sea pues Ja única uti
lidad do estas líneas, puramente informa
tivas, despertar alguna curiosidad en torno
de tal personalidad y de su obra.
mundo. Y claro que no hablaba de un resurgimiento material, sino
de los valores humanos más elevados. Y de tal esperanza — decía—
recibía mucho consuelo. ¡Bendito hombre que tal decía y pensaba!
Tal visión de Valéry, recibe, día a día y puede decirse en progresión
geométrica, la más plena confirmación. Así están las cosas, y aún
sería suerte que no pasasen de ahí, pero, desgraciadamente, hay mu
chos signos que nos revelan futuros males infinitamente mayores. Por
tal motivo, ya parece cuestión vana el tratar de analizar la situación
actual con respecto a los más altos problemas de la cultura, cuando
pensamos que todo al fin será barrido: estamos en un declive que con
duce al abismo. Mas, ¿qué ceguera aflige a^los hombres todos, qué
no permite ya a nadie anteponer a la concupiscencia y el odio un
poco de cordura? ¡O es qué se creen, ilusos, que aquel que al fin se
imponga, traerá al mundo la paz ? Pero, ya sería mucho creer tal cosa.
Se está simulando, y detrás de las bellas palabras hay — yo creo— las
más aviesas intenciones. Y es que se está para la guerra y la conquista,
y no para la paz.
No señalo aquí a nadie, ni a pueblos ni a personas, me fijo sólo
en el ritmo que lleva el mundo, en la actual mentalidad humana, en
sus costumbres, podría decirse, en el juego en que todos están empe
ñados y no dispuestos a abandonar la partida. ¿ Y quién, de tales pre
misas, no ha de predecir un descomunal desastre final? Tiene esto
que terminarse por un total descalabro que haga imposible el moverse
más. Sólo así vendrá la paz. La paz casi podrá decirse, de la muerte.
E l hombre del momento, y con tal pensar, ¿podrá honestamente
entrar en menudas cuestiones de arte? Menudas, es un decir, pues no
lo son; y si en ello gasta el último minuto de su vida, hará lo mejo¡r
que podría hacer; es decir, afii’mar en su conciencia lo que verdadera
mente es digno del hombre.
Y a antes de esta última gran guerra, me .decía un marchand en
París: “ Y o creo que el arte ya resulta un anacronismo.” E s claro,
no vendía, y de ahí deducía que nadie se interesaba por él. Pero la
cosa está en que, se venda o no, surgen artistas. ¿ Y entonces?
Aun muriendo, éstos se ocuparán de cosas de arte. Parecería que
quisieran justificarse, como tales, ante una conciencia universal: “ tal
cosa no está resuelta, tal otra es errónea” y cosas así. Aun muriendo,
si pueden, tomarán el pincel para poner a tono un color. Porque,
para ellos, el tal presente no lo es, sino ese otro, que| es eternidad.
Y en el presente ése de ellos, está también su realidad, que nada tiene
que ver con la de todo el mundo. Por esto, Valéry, al pensar en Amé
rica tomando el tesoro de la cultura europea, recibe consolación pa
ra irse.
�9
cabalgata
A
No es vano, pues, el tratar de casas de arte. Justamente, eso será
la piedra de toque para conocer a los verdaderos artistas. Pues, si lo
son de verdad, y lo quieran o no, ¿no lo tienen que ser hasta el fin?
PR O P O S I T
íijv m v
i
TI
i1
ni
i
a la vida.
La mentira cae ahora; la falsa obra y el falso artista cae. Y si el
juego de esos sostenido por el interés material, se mantuvo y se man
hacen algo, lo suficiente para darse cuenta de que son seres vivos,
puede proporcionarles aún un mermado rendimiento material. Y así,
aparecen como fantasmas, enloquecidos y caídos, sin norte ni guía
alguna: a la deriva, para hundirse en la niebla.
Así están, donde más vivaz era el movimiento de arte; así están,
los que daban normas para el mundo entero, blandos, caídos, sin co
lumna vertebral. Por tal razón, nada hay que esperar de allí como
justamente y dolorosamente lo declaró Yaléry.
No es vano el tratar, pues, de estas cosas, y, dentro de ellas, de
problemas de arte que trae la evolución. Porque éste, y pese a todo,
cumple — así como la naturaleza, que imperturbable sigue en su ritmo
sempiterno— con las leyes de su desarrollo; y hoy ya no estamos como
¡y e r : cosas que se las llevó el viento; otras que serán siempre bases.
Y cosas que se desecharon, hoy hay que reivindicarlas. Es decir: estar
de vuelta de lo que fué lucha a brazo partido para escapar de la tiranía
de lo aparente, de la falsa realidad, y, al mismo tiempo, del empeño
de mostrar la teoría al desnudo que, si estuvo bien en aquel momento y
como acto de afirmación, ahora ya no cuadran. Recuperación del sen
tido hondo de lo real; de la objetividad, barrido lo monstruoso y de’
forme; vuelta al aspecto normal y al equilibrio. Pero, estando de vuelta
de tanto ensayo, de la exégesis más rigurosa que jamás se hiciera, este
nuevo equilibrio y aspecto natural, ¡ qué otra profundidad y firmeza
puede tener ahora! Y si aquí en estas tierras esto pudiera aún realizarse,
el Arte podría dar testimonio de su existencia. Hay, pues, que trabajar
seriamente, con fe y esperanza, y sin esperar la socorrida ayuda de
Europa.
Hombres que no han perdido esa fe, vienen aquí de todas partes
del mundo para continuar la tradición del arte. Vienen después de ha
ber purificado su alma en el crisol del terror, el dolor y la miseria,
pero resistentes y fuertes. Y aquí, penetrados del secreto de lo que
debe hacerse, ya sin vanas ilusiones, creo que nos encuentran en el mis
mo tono, con la misma experiencia de arte y saber, dispuestos a reci
birles fraternalmente. Y uno de estos es el escultor hispano, Eduardo
Díaz Yepes; o más corto: Yepes solamente.
Viene en la forma que he dicho, de vuelta de muchas cosas; es *
decir, bien templado en cualquier sentido. Trae obra, no muy abundante
(y puede comprenderse) pero de óptima calidad. Obras construidas
E
n r
i
\
))
Por ANDREA MARIANI
tuvo dentro de una apariencia de elevada categoría, ahora, faltos de
ese soporte que era un nivel, se han dado abiertamente al disparate
ar
I)
L L i l i l í L LJi L
jli
DE ANTONIO G R A M S C I
Tendrán que estar en su ley, pues así nacieron y para eso vinieron
y la locura sensacionalista, que si les mantiene en la ilusión de que
0
uando
en el éxito de una obra literaria influyen factores políticos circunstanciales.
su valoración no puede ser ni libre ni ponderada. Toda ingerencia política en el
Ccampo
cultural es dañina para la labor de la crítica. Y un escritor impuesto a ella
por los vaivenes de la política o el conjuro de ambiciones pasajeras representa por lo
general también una intrusión prepotente que momentáneamente se soporta pero que
no so tiene por qué estimar ni tolerar más allá de lo que la cotidianidad exige.
Es por eso que al aparecer en la prensa
italiana y mundial la noticia de que el
último premio Viareggio, máxima recom
pensa literaria en Italia, había sido otor
gado nada menos que a Lettere del Carcere de Antonio Gramsci, tuvimos la sen
sación de que eran exactamente ésas
influencias nocivas, de las que hemos
hablado nnte9, las que se habían movido
en el certamen. Antonio Gramsci no era
famoso como escritor. Toda su fama de
rivaba de su militancia política. Sabía
mos que era el fundador del más extre
mista partido político de Italia y que
fuó una de las víctimas del régimen
veinteñal, muerto en la cárcel, tras al
rededor de diez años de cautiverio, con
sumido por la tisis y nada más. Como
se constatará era lo suficiente para pre
constituirnos en contra de las condi
ciones en que se había resuelto acordar
el premio. Además sabíamos que el ju
rado estaba compuesto por autores de
tendencia marcadamente favorable a las
ideas que Gramsci profesara en vida.
En síntesis, lo suficiente para conven
cernos de que no se trataba de un
premio literario concedido a un político
sino de un premio político aplicado a la
literatura. De allí que nuestra predis
posición hacia las “ L e t t e r e ...” fuese
de recelosa prevención sino de animo
sidad.
Lettere del Carcere es una recopila
ción de cartas, doscientas quince para
ser exactos, que van del noviembre de
1926 a mediados del 1937. Tal como el
título lo indica son cartas escritas desde
la cárcel. Desde todas aquellas en que
el prisionero moró hasta morir, por ex
traña coincidencia, el último día mismo
de su pena. El contenido de la obra per
mitía suponer las más insoportables cha
bacanerías, un folletín romántico y chi
llón, trillado por el paso de abundantes
predecesores, de calibre demasiado po
tente como para hacer tolerable su re
petición: Pellico, Orsini, Settembrini,
por lo que a Italia se refiere. Pero la
impresión que recibimos fué diametral
mente opuesta.
Efectivam ente, la nota predominante
de esas cartas es la de su profunda se
renidad, su sorprendente serenidad. Na
da de imprecaciones al destino, nada de
quejas; nada de baratas actitudes he
roicas. Los diez años del cautiverio res
tañan ante nosotros como las vacaciones
de un hombre do estudios. Ninguna exa
cerbación. Una ausencia fría y completa
hacia el drama por el que cruza y una ob
servación constante y científica de sí y
de los acontecimientos vecinos con la
minuciosidad que podría poner en ello
un v iejo ornitólogo inglés de explora
ción al trópico. La política m> asoma ni
de rebote. Lo único que en las cartas
so observa y con estupor creciente es
el monólogo de un intelectual, culto, in
teligente, que divaga y charla sobre lo
que se le ocurre pensar. Raramente al
guna consideración de carácter parti
cular, personal. Y todas ellas encuadra
das en un marco conceptual superior;
expresadas siempre como conceptos y no
por imágenes. En pocas palabras, todo
lo que nos llega desde el cautiverio tie
ne atinencia exclusiva con el cerebro
del cautivo y no con sus sentimientos.
He sentido a menudo ganas de pregun
tarme: ¿pero donde está la cárcel? No
la he visto. Por las palabras de Gramsci
lo único que asomaban eran silogismos
y conceptos suficientes para dictar cá
tedra de literatura por una larga sarta
de años. Es admirable la penetración y
agudeza con que desmenuza a personajes
y obras: dice por ejemplo de Chesterton:
“ .........Chesterton ha sido más el autor
de una delicadísima tomadura de pelo
de las novelas policiales que no el autor
de novelas policiales propiamente dichas.
Padre Brown es un católico que se mofa
del mecánico pensar de los protestantes
y la obra representa, fundamentalmente,
una apología de la Iglesia Romana fren
te a la Anglicana. Sherlock Holmes es
el típico ‘ ‘ pesquisa ’ ’ protestante que
desembrolla la madeja de crímenes par
tiendo del mundo exterior, basándose en
la ciencia, en el método experimental, en
la inducción. Padre Brown es en cambio
el sacerdote católico que, por su expe
riencia psicológica y por la larga casuís
tica moral, sin dejar de lado a la ciencia
y a la experiencia, pero firm e esencial
mente en la deducción e introspección,
derrota ampliamente a Sherlock Holmes,
revelándonoslo bajo la figura de un chi
quillo presumido, probándonos su mez
quindad y estrechez” .
Es a “ e s o ” que se reduce el resultado
literario de casi diez años de cautive
rio . . . ¡ Pero es que no existe para el
el prisionero una vida hecha de carne
y de h u e s o ...? ¿P ero es que no ve a
sus carceleros, a sus enemigos, a las pa
redes del penal? Aparentemente no. Siem
pre la misma serenidad de todos los
momentos, insuperable. ‘ ‘ He leído ochen
ta y dos libros la semana pasada ” ,
“ Estoy tratando de estudiar las len
guas neolatinas” . “ Necesito otro dic
cionario alem án” . Interminables polémi
cas epistolares sobre m otivos siempre
trascendentales: que si la raza blanca,
que si el fo lk lo r e ... Sólo en una carta
escrita el día 15 de diciem bre de 1930
a su madre, asoma algo de esa entrega
psicólogica que tanto esperábamos. Diez
días antes de Navidad. El escritor trata
de conservar su actitud agnóstica de
siempre, pero el control de su voluntad,
no llega en ese momento a sofocar el
sentimentalismo que lo embarga.
“ Evidentemente, las condiciones de •
mi cautiverio en la N avidad de 1926 en
Ustica, fueron casi un paraíso de li
bertad personal comparadas a las que
me rigen hoy. Pero no creas que mi se
renidad haya flaqueado. He envejecido
de cinco años; estoy canoso; he perdido
la dentadura: no sé reírme más como
antaño, con ganas, pero creo haber in
corporado a m i ser sabiduría y haber
enriquecido mi experiencia de las cosas.
P or lo demás no he perdido el placer
de vivir. Todo sigue interesándome. No
estoy v ie jo : ¿verdad? Uno se vuelve
viejo, cuando comienza a temor la muer
te, y cuando sufre eir ver hacer a los
demás lo que a él le es ya im posible. . . ”
H ay en estos renglones sobre todo en
los primeros, una nostalgia, una triste
za, que brotan directamente del corazón.
Después entra a relucir la dialéctica;
después el peso m ecánico y macizo de
la lógica, engrana de nuevo como siem
pre su congruente y lubricado sistema
de silogismos.
Hacia el final las cartas se hacen irre
gulares, nerviosas. Estamos seguros de
que la selección habilísima hecha por los
recopiladores nos ha escondido muchos
detalles susceptibles de hacernos conocer
m ejor al prisionero de C a ’ de Turi. Pero
con las que se incluyen basta para com
prender que el autor presentía el desen
lace de su drama. Se nos evidencia que
la conciencia de su enfermedad lo exas
pera; se intuye en cada una de las úl
tim a cartas que el autor hace verdade
ros esfuerzos de voluntad, para no de( Continúa en la pág. 1S.)
internamente, tal como debemos exigirlas hoy, que amablemente pue
dan alternar con la vida circundante. Sin duda en un ciclo nuevo
que comienza.
Para decir estas pocas palabras, tuve que escribir lo que se ha
leído, pues sólo así podían tener sentido. Ahora, de las esculturas,
¿para qué hablar si eso no puede explicarse? No quiero caer, pues, en
hacer literatura sobre ellas y menos en teorizar; y menos aún en bus
carles filiación (pues comienzan en él, en Yepes) como suele acostum
CUENTO POR ALBERTO GIRRI
brarse. Que, por otra parte, mayor elocuencia que la de, ellas, no será
la mía.
M
Eduardo D íaz Y epes. Retrato de Pierrette Carvallo.
E llamo Osmar Gruma. Ruego que
la necesaria perspicacia, atención y desin
no confundan mi timidez con sober
terés. En el momento idealmente adecua
bia y que comprendan que ese tono de do, leí el ‘ ‘ Angel Azul ’ ’ . Todos conocen
seguridad con que hablo, es falso. Qui
las desgracias y las dimensiones morales
del viejo profesor Basura, enamorado de
zás son también falsos los mismos hechos
la linda Rosa Froelieh. A l leer compren
pasados, su realidad material. En na
dí que me hallaba ante una perspectiva
turalezas como la mía, la verdad tiene
que debía aprovechar. Un adecuado dis
un valor relativo pues es más importante
fraz bastaría, pues disfrazarse es una de
para mí un rostro cordial y simpático,
un apretón de manos espontáneo, que
las trampas más efectivas para burlar
al tiempo. Y a se sabe, cada vez que
ciertas formas de respeto. Por cierto que
deseamos algo que el tiempo oportuna
soy muy sensible, y las almas sensibles
mente nos dará, ese mismo deseo tor
si no encuentran urr cauce adecuado se
cerá constantemente el objetivo propues
asfixian y mueren. No olvidadas como
to. Nunca habrá correspondencia entre
algunos creen, sino con rabia y entre un
lo deseado y sus resultados. Reconocemos
fuerte olor a podrido. Hombre de cabe
al tiempo por sus efectos exteriores y las
llos peinados al medio con una raya es
variantes que en cada caso introduce. Si
crupulosa, descubrí desde muy joven
somos capaces de copiar bien esos as
gracias a un retraimiento parecido a la
pectos, la realidad elegida estará a nues
imbecilidad, que el fraude sería el único
tra disposición. Otra cosa importante y
camino para andar impune — indemne—
desconsoladora era la intuición que des
entre los hombres. Los resultados no im
de muy lejos soportaba, de que nada es
portarían demasiado. La alegría de la
verdaderamente digno de ser salvado,
empresa será de por sí, honroso premio.
pues pocas veces saben nuestros pensa
Además, tales ideas mejoraron el con
mientos lo que buscan, y nunca nos sir
cepto que tenía sobre mi persona y juz
ven para ver más allá de las narices. En
gando imparcialmeirte puedo decir que he
vez de dejarse vivir en un continuo y
sido y soy bueno sin afectación.
muy aburrido juego de causas y efectos;
Los comienzos suelen ser torpes y mo
en un determinismo de edades, de fisio
ralmente objetables. La sociedad, que
logías, de respetabilidad, de taras respe
acostumbra a confundir los medios con
tables y de eonfusos sueños de niños, lo
los fines, registra esos comienzos y los
más sensato es tomar, elegir una vida ya
admite. Si la empresa tiene éxito los
hecha, inventada o no, y repetirla con el
recuerda para cobrarse de algún modo.
placer inigualado de saber de antemano
Pero yo no me avergüenzo de pequeños
todo lo que sucederá. Contra la opinión
latrocinios iniciales,' pues fueron una ten
corriente entre los que fingen oráculos
tativa de mirarme francamente a la cara.
y fantasías, hay que tratar de que lo
De ser capaz de apasionarme por lo
imprevisto parezea natural. Por otra par
prohibido y arribar al convencimiento de
te, en lo que a mí se refiere, entre un
que se trata de lo más humano.
suceder que se está realizando, con sus
Mi primer triunfo sobre la vacilación
inútiles idas y venidas, y una vida ya
y la duda inculcadas (en lugar del buen
realizada, la elección no era dudosa. En
consejo de Aristipo de que a los mucha
cuanto al hecho de tomar para mi ac
chos ingenuos hay que enseñarles lo que
ción futura la historia del profesor Ba
les haya de ser útil cuando hombres),
sura y no otra, es obvio que tiene im
fué el robo de las pobres joyas de mi
portancia secundaria.
madre. Hay que aclarar y dominar la
conciencia, pero un robo o diez robos,
Sin esperar obedecí y me puse a la
obra. El principio director, consistiría eir
es algo limitado. Debía exigirme más ri
gor y trascendencia. Algo que signifi
que imitar los móviles de los actos y
luego los actos mismos, equivale a te
cara para mí y mis víctimas posibles un
nerlos. Coloqué sobre la mesa de noche
compromiso total. Como soy ocioso y tien
las fotografías de los actores que habían
do por temperamento a conformarme con
mimado el “ Angel A zu l” para el cine
mis imperfecciones, creo en las decisio
matógrafo. Eran dos alemanes llamados
nes de lo inesperado, si uno actúa con
Emil Jannings y Marlene Dietrich.
Mirando constante y empecinadamente
esas dos caras irreales, envejecidas y ama
rillas empecé a gustar la existencia que
trataría de repetir. Flotaba en la fo to
grafía del profesor el perfume de alguna
rara bebida. No se veía más que la ca
beza grande y fo fa , y parte del busto,
pero so adivinaba el brazo extendido,
apoyada la mano sobre una meBa, con
un vaso a medio beber y un álbum de
postales pornográficas. En la otra fo t o
grafía, Rosa Froelieh miraba desde ojos
profundos y brillantes. Burlona, sin tris
teza se dejaba rodear por los brazos in
visibles que la homenajeaban. Días y
noches con las caras hasta el cansancio
3’ la impaciencia, me permitieron pene
trar en la segunda parte del método.
Antes de entrar en acción propiamente
dicha, decidí que sería conveniente pre
parar la conciencia, convenciéndola gra
dualmente de la importancia dudosa ds
la dignidad usual. Esta es absurda e
incomprensible para mí, y lo será mien
tras haya tíos que deseen bajamente a
sus sobrinas y hombres qué “ creen vivir,
trocando su varonía por una metódica
exposición de sus sueños a mujeres que
distinguen entre amantes románticos y
hombres consecuentes.
Leí entonces obras cuya significación
artística y alcance moral, fueran tan
grandes que me conmovieran y obraran
tan fuertemente que no tendría más re
medio que sentirme avergonzado del es
camoteo que iba a realizar. Avergonzar
me ante la historia. Después de la recon
fortante lectura se sucedían aprendidos
remordimientos. Tendría que suprimir el
tiempo y el pecado. Cuesta mucho creer
que esas malignas nociones hayan sido
inventadas por los hombres y ahora que
esos males están hechos, a nadie le in
teresa las refutaciones que se intentan
periódicamente. Acaso mi usurpación de
la figura del profesor Basura también
fuera un intento de refutación. Acaso,
íntimamente mi alma deseaba tan solo
arengar a los edificios de la ciudad, ins
tándoles a que B e despojen de sus puer
tas y ventanas, o caer ficticiam ente
( Continúa •» la pág. 1S.)
�1
ca b alg ata
10
TRISTAN
V II
C O N C EPTO
TZARA
ACTUAL OE
TA P O E S IA
Por JUAN JACOBO BAJARLÍA
últimas antologías de Tristan Tzara,
publicadas en Francia, nos estún ha
blando (le la vitalidad de aquel que en
1916 escandalizó a Europa eorr la publi
cación de La premiére aventure célente
de monsiéur Antipyrine. Fué el comienzo
del dadaísmo con toda su secuela de sexualismo, automatismo y letras en disper
sión, que luego, a despecho de sus jefes,
habrían do vertebrarse, por virtud de un
salto cuantitativo, en una calidad cuyos
rótulos serían el surrealismo y el letrismo.
Es decir que en la revolución dadaísta
ya se estaban dando las imágenes nega
tivas que después servirían para resque
brajar la estructura que les dió nacimien
to por otra estructura cuyo estilo sería
el resultado de la acumulación de estas
imágenes negativas. La dialéctica se cum
plía implacablemente. Y para comprobarlo
en el caso del letrismo, una de las tantas
costillas del dadaísmo, nos basta con re
currir al poema La parabole:
El sol salvaje,
comparable a la decisiva zarpa de un tigre
desgarra la oscuridad maciza
(Borges)
ha mirado tanto el sol que su rostro se
aplastó
/
ova aah oua aah oua aah
En todos estos ejemplos se cumplen las
leyes de la imitación. Las imágenes son
discursivas. No tienen vigencia por sí
mismas. Trasladan la realidad circundante
sin crear un solo concepto poético. No
hay vivencia. Para que haya poesía, y
al mismo tiempo vivencia, las imágenes
a estructurar en el poema, deben, vincu
larse con la invención. El poeta, pues, está
en la obligación de inventar un hecho.
E inventar un hecho, que es inventar una
imagen, significa crear de tal manera
un concepto poético que no pueda éste
ser substituido ni quedar referido a un-a
realidad descriptiva o fotográfica, sino
adscripto u objetivado en el conocimiento
emocional. A la traslación aristotélica, la
autonomía de la invención. A la poestría
— si se me permite el término— , la poesía.
Veamos:
L
R G A N IZ A C IO N
U n a buena organización produce mejor
c a lid a d , y no aumenta los costos por
que elim ina los gastos improductivos.
J tA
consúltenos:
IMPRENTA
LOPEZ
al servicio del libro
P E R U
666
•
B U E N O S
AIRES
as
t i t u t
l t
i i t
t t
el idealista ha mirado tanto el Sol que
su rostro se aplastó
laratatatatatatata
Para el surrealismo podemos echar ma
no a La deuxiéme aventure céleste de
monsieur Antipyrine (1917) y a los Vingtcinq poémes (1918) en cuyo automatismo
ya están las matrices del primer manifies
to de Bretón (1924), modificado un tanto
pero siempre igual en sus conceptos, por
los Prolégoménnes a, un troisiéme mani
festé du surréalisme ou non (1942). Cuan
do Tzara dice, prácticamente, lo que sigue:
qué importa el ternero lo bello el diario
hace frío espero hablo más alto
corazones y ojos ruedan en mi boca
en marcha
Bretón nos apabulla con esta teoría:
«■
Haced abstracción de vuestro genio. . .
Escribid rápido sin sujeto preconcebido,
bastante rápido para no retener tii estar
tentado de releer lo escrito.
M I R A D O R
• Venezuela acaba de poner en vigor una
ley do aranceles mediante la cual los libros
y publicaciones de procedencia extranjera
sufrirán un gravamen de 0,50 de bolívar
por kilogramo, lo que representa alrededor
do $ 0,65 de nuestra moneda. La Cámara
Argentina del Libro, por cuanto esa medida
afecta de manera notable la exportación que
nuestra industria efectúa a aquel país, se
ha dirigido en documentada y cordial nota
a! nuevo Presidente de Venezuela, el insigne
escritor Eómulo Gallegos, en la que, apelan
do r. su condición de intelectual que ha vis
to sus obras publicadas fuera de su país,
y por lo tanto ahora sometidas al expresado
gravamen, se le pide que derogue la dis
posición que sienta un peligroso precedente
en las relaciones culturales y económicas en
tro les pueblos argentino y venezolano.
• A poco de darse a conocer el Reglamento
que regulará la ley de préstamos a la in
dustria del libro, el Poder Ejecutivo ha
dictado una resolución por la que otorga
créditos de hasta el 70 o/o del valor costo
a los productores de films, con el propó
sito de favorecer financieramente el des
arrollo de la industria cinematográfica na
cional.
• El Jurado encargado de premiar la me
jor traducción castellana del cuento de R.
L. Stevenson, “ Markheim” , en un con
curso convocado por la revista “ Sur” , ha
declarado ganador a Benjamín R. Hopenhaym. el cual envió su trabajo bajo el lema
de “Ella” .
• La Argentina ha sido oficialmente invi
t a a concurrir a la Feria Nacional del
Libro Español que se inaugurará en Sevilla
el día 14 del mes de abril actual, estando
?. cargo de la organización del aporte edi
torial de nuestro país el Departamento de
Cultura del Ministerio de Relaciones Exte
riores y Culto, al frente del cual está el
señor Embajador Plenipotenciario, Don Attilio García Mellid. El libro argentino sin dudr. estará bien representado en la interesanti muestra.
9 En París, a la edad de 73 años, falleció
el día 24 de ma^zo, el conocido escritor y
filósofo ruso Nicolás Berdiaeff. autor de
obras que han alcanzado gran difusión, tales
como: “ Problemas de la vida” , “ La revo
lución rusa” . “ El significado de la histo
ria , “ Orígenes del comunismo ruso” , y “ Es
clavitud y libertad” , su obra más reciente.
• Ha visitado Buenos Aires, en cuya capital
ha permanecido escasamente dos días deJ
transcurrido mes de marzo, el señor H. P
Guggenheim, director de la fundación de su
mismo nombre y miembro del Consejo Interamericano de Seguridad y del Instituto de
Ciencias Aeronáuticas. Su excursión obedece
a estudios de interés cultural relacionados
con las becas que su fundación otorga anual
mente a estudiantes latinoamericanos.
• Y n Viforine de la U. N. referente a la
producción y consumo do papel para dia
rios, revela que la situación es crítica v
croará dificultades en un futuro inmediato
5 P3*13^ do gran consumo que están lejos
do los mercados de producción.
•
Cámara Argentina del Libro v la So
ciedad Argentinr, de Editores, por separado,
han dirigido sendas notas al Ministro de
Relaciones Exteriores, expresándole su de
seo quo en la conferencia de Bogotá la de
legación de nuestro país tome la iniciativa
do propugnar a que los países que tomarán
parto en ella otorguen al libro garantías de
libre circulación, sin trabas arancelarias, ni
retáceos de divisas, con el fin de que el libro
realice su misión como “ vehículo de cono
cimiento espiritual entre los pueblos” >
• El Museo Nacional de Bellas Artes ha sido
de nuevo abierto al público, después de cele
brad?. la Exposición de Arte Español. En
su nueva instalación los aficionados a lo
buena pintura podrán admirar en el con
junto de Gutiérrez-Solana las obras adqui
ridas por el Musco en la expresada expo
sición.
• El día 20 de marzo tuvo lugar la reapertu
ra de la Biblioteca Pública Mariano Moreno
y la inauguración del Museo de Bellas Artes
de San Rafael (Mendoza). En esa fecha y
días sucesivos, la entidad propietaria del edi
ficio. e! Centro Argentino, desarrolló un inte
resante programa de conferencias y concier
tos a cargo de las autoridades directivas y
do elevadas figuras intelectuales. El doctor
Luis Ernesto O. Keil. actual Presidente del
Centro Argentino, abrió el acto inaugural
siguiéndolo en el uso de la palabra el señor
ministro do Economía. Presidente de la
Junta de Estudios Históricos de Mendoza,
don Jorge I. Segura, y el señor Rafael Mauleón Castillo, distinguido eccritor, director
del Museo. El Museo de Bellas Artes de San
Rafael — entidad benemérita— , que hoy está
abierto al público en buenas condiciones de
instalación, sí bien no cuenta con un acervo
do obras muy numeroso, exhibe cuadros de
notable calidad de algunos de nuestros pri
meros pintores, tales como: Badi. Berni.
Horacio Butler, Raquel Forner. Jorge Larco.
Raúl Soldi. Lucía Capdepont de Butler, etc
• La industria argentina del libro está
amenazada por una nueva crisis. A la falta
actual do mercados por saturación de éstos:
porquo los países consumidores carecen de
divisas; porque la competencia del libro
español que llega con rapidez a los países
d^ Sudamérica ya se deja sentir; porque se
levantan algunas industrias editoriales en
países que hasta hace poco sólo eran consu
midores; ahora estamos a punto de ver agre
gárselo un nuevo aumento en los costos de
producción, un aumento que se sospecha
muy elevado, quq posiblemente resultaría
insoportablo para un elemento como el li
bro. del cual, por desgracia, todavía el pú
blico no ha sabido hacer su pan espiritual
de cada día.
• Damos la bienvenida a la “ Nueva Re
vista de Filología Hispánica” , editada por
el Colegio de México, cuyo primer número,
correspondiente a los meses de julio-setiem
bre, acabamos de recibir. La distribuye en
nuestra país Fondo de Cultura Económica.
• La Policía Municipal ha secuestrado úl
timamente la edición de Losada, en la bella
colección “ La Pajarita de Papel” , de “El
Muro” , del discutido escritor existencialista
francés Jean-Paul Sartre. El lector recor
dará que, en el último número de CABALGA
TA, se reprodujo el prólogo que Guillermo
do Torre puso a la expresada edición.
• La Editorial Poseidon anuncia “ La Escue
la de las Mujeres” , a la que seguirán en
un tomo “ Roberto” y “ Genoveva” , de Andró
Gide, en la colección “ La Carabela en el
Río” , en la quo acaba de lanzar el éxito
extraordinario de “ La Sinfonía Pastoral” ,
de la que en poco más de dos meses se lian
agotado tres ediciones, y “La Puerta Es
trecha” , ambos libros del mismo autor.
Lo que fué un método aislado en el
dadaísmo de la primera época, se convierte
en canon permanente con el surrealismo.
No obstante hay que reconocer que Bre
tón y todos los surrealistas nos han dejado
una experiencia magnífica que podemos
extraer de los poemas para superar sus
balbuceos en una estructura mentalmente
organizada con relación a lo estrictamente
poético. Es el caso de René Char en Seuls
demeurent (1945), de Paul Eluard en
Le lit la table (1944) y Pocsie ininterrompue (1946), y del Tzara de los últimos
tiempos cuya etapa comienza a objetivarse
en L ’homme approximatif (1931) y Abrégé de la nuit (1934) para culminar en
las teorías desperdigadas en Le Point, en
ún número del cual expresa que la “ ima
gen poética, en tanto que experiencia, no
es únicamente un producto de la razón
o do la imaginación; ella no es valorable
en tanto no haya sido vivida” . Este es,
pues, uno de los principales fundamentos
de la poesía actual. La imagen debe vi
virse, debe ser una vivencia. Y para con
seguir esto habrá que huir, en primer
lugar, de todo procedimiento que sólo sig
nifique la traslación o sugerencia del ob
jeto. De no ser así, estaríamos en la eterna
mimesis aristotélica, según la cual la me
táfora es la trasposición de un nombre
a una cosa distinta de la que tal nombre
significa (v. Poética, X X I ) . Ejemplos:
Fué el hambre de los asnos que cargaban
los muros
mi balanza de astros se sepulta en las
aguas
y eficaces claveles se asoman a mis manos
(Undurraga)
Que un silencio sin fin sea tu escudo
Y al mismo tiempo tu perfecta espada
(Bernárdez)
Luz de otros días, aurora despierta,
exactitud y fábula asomada
al deseo, a las sombras y a la nada
(Molinari)
Sonido de hombre, color de hombre,
; arraiguemos ese poder en el día!
El día nuevo tiene la forma de un vaso:
pide colmarse de nuestro color.
,
(Marechal)
Pero del fondo de la tierra
ya subía el milagro
(Pedroni)
recortar el recuerdo en formas verdes
la colina velluda se ata a la pena
el silencio no ha alcanzado todavía la es
tructura íntima de la sombra de cristal
los faldones de peñasco encías melenas
de agua pálida
(Tzara)
Diez dedos de iinágenes vacilantes
velados de tiernas sortijas blancas
(Eluard)
El chasquido se echó sobre tu sufrimiento
(Michaux)
Las orejas rojas — las orejas— lejos tie
nen la fatiga veloz
tam-tam bajo
(Césaire)
La tierra expele sus paréntesis iletrados
(Char)
Esta tarde vuelve el recuerdo sin pantalla
mi oficio comporta hasta las venas de
enfrente
los límites de mi impulso' o de mi ascenso
absoluto
o de mis manos agitadas como medidas
contrarias
(Bayley)
Pegaso como hierba en el caos
(Ardén Quin)
entre los aros de que enviudemos
margen de espejo habrá
donde traspasaré mi propio frente
(César Vallejo)
A babor de la llama luce el llanto su
arbusto
Las imágenes son claras. Son poéticas.
No son representativas. Crean el hecho
conceptual, estrictamente poético. Tienen
vida propia y no un juicio sobre la vida,
que sería lo antipoético, según se expresa
muy bien Banda en Du poétique (1946)
a pesar de no ser éste de los estetieistas
más avanzados. Porque si la poesía se de
dicara a enjuiciar los hechos del hombre,
invadiría el campo do otras disciplinas.
Y hay invasión cada vez que el poeta
coloca las palabras al servicio de una
logicidad policíaca que consiste en1 relatar
algo o describir una pasión. Y esta logi
cidad — hay que repetirlo siempre— es el
elemento discursivo, puramente literario,
que se opone a lo poético en tanto lo
poético es una fórmula o una vivencia
que crea una condición emocional. Es
importante recalcar en este aspecto, por
que el poeta a la antigua se vale del
poema para transmitir su emoción-, mien
tras el poeta de nuestro tiempo, prescin
diendo de su emoción, crea emoción para
los demás. En el primer caso, el poema
es un medio catártico, una receta para el
paciento que es el mismo poeta. En el
segundo, es una finalidad transformadora,
revolucionaria, en la que las palabras .va
len por su relación con las otras y no
por su servidumbre al objeto imitado,
trasladado por metáforas o sugerido sim
bólicamente.
Y a en Baudelaire hallamos la tentativa
de dar cpn una lógica del absurdo, si usá
ramos su expresión. Y esta lógica del
absurdo no era otra cosa que restituir a la
poesía su materia específica, decantándola
de toda lógica que por gramatical debía
ser lo absurdo por antonomasia. El mismo
Mallarme intentó llevar a la práctica la
idea de aquél. Pero ya vimos el resultado.
Las palabras ganaron en precisión y a
pesar de elló quedaron- esclavas del objeto.
Sugerían únicamente. Mas no creaban el
hecho poético, la vivencia inventada en
cuyo légamo las palabras fuesen ellas
mismas y no la envoltura de conceptos
discursivos. Mucho se habló, entonces, do
poesía pura, sin obtener nada valedero.
A l contrario. Valéry, discípulo de Mallarmé y epígono talentoso del simbolismo,
enturbió las ideas con una teoría divor
ciada de la poesía o en contraposición
con los poemas del propio Valéry, que
no pasaron de ser simbolistas y completa
mente envejecidos para el momento en
que los dió a publicidad. Ni aun sus teo
rías fueron correctas. Basta echar un vis
tazo a los volúmenes de Variété (1924)
para observar de qué manera se contra
dice respecto del intelectualismo que debe
privar en la producción del poeta. Tan
pronto asegura que la poesía es un juego
como que se trata de una operación lú
cida y vigilada del creador. No hay, en
verdad, un juicio crítico estable.
Mas no han de ser los simbolistas quie
nes nos resuelvan estos problemas. Dieron,
sí, uir gran paso. Pero nada más que un
gran paso. El camino a recorrer está en
Tzara, en Eluard, en René Char, en Aimé
Césaire, en Edgar Bayley, en Antonio de
Undurraga, en Ardén Quin y en muchos
otros Tale decir que hay que entroncar
cok las huellas perdidas de un Rimbaud,
de un Lautreamont, de un Apollinaire,
para superarlas en un esfuerzo total por
dar la poesía de nuestro tiempo. La batalla
está empeñada, por tanto, entre la ana
logía y la autonomía. Entre la imitación
y la invención. Entre la poestría y la
poesía.
EL SENTIDO TRAGICO de O'NEILL
Por JOSEPH WOOD KRUTCH
N el otoño de 1916 presenció Nueva
York la primera representación de una
obra do Eugenio O ’Neill, cuando el Cua
dro Dramático de Provincetown recien
temente organizado puso en escena su
melodrama en un acto Bound East for
Cardiff ( “ Rumbo Este hacia C a rd iff” ).
Treinta años más tardo se representó en
Broadway The Ice Man Cometh ( “ Ha
venido el Repartidor de H ielo” ) e imnediatamentg convirtióse en motivo de po
lémicas apasionadas. Durante el intervalo
de esos años a ningún otro dramaturgo
norteamericano le fué aplicado con tanta
frecuencia el calificativo de “ grande”
con tanta propiedad, póro tanto el público
como la crítica estuvieron- lejos de llegar
a un acuerdo sobre la realidad e impor
tancia de su talento. Y resultaría cierta
mente difícil encontrar algún otro escri
tor estadounidense de igual relieve sobre
quien se haya opinado en formas tan diametralmento opuestas.
E
Nadie ha llamado a O ’Neill un drama
turgo “ bastante bueno” o ha afirmado
que fuera el segundo o tercero de los
mejores escritores con que ha contado la
escena norteaméricana. Con respecto a
O ’Neill el público se divide entre los que
creen que es el primero y los que creen
que es el vigésimo quinto. Este misterio
puede ser explicado, y debe serlo, partiendo, a juicio mío, de dos hechos Uno es
que sus propósitos han sido tan diferen
tes de los perseguidos por los dramatur
gos contemporáneos, que sus detractores
o no los han comprendido o, comprendién
dolos, han disentido de sus admiradores
en lo referente a la importancia o la le
gitimidad de lo que él había tratado de
hacer. El otro hecho, todavía más claro,
es que O ’Neill muestra hasta un grado'
nada habitual valores y limitaciones dolorosamente obvias en escritores de menor
fuste. Por lo tanto panegiristas y detrac
tores coinciden en sus comen-tarios, ya
que tanto unos como otros hablan de cua
lidades que realmente existen.
Examinando las mejores obras de O ’Neill
se ve que desde el principio sus temas no
fueron aquellos que más p-eoeupaban a
los escritores jóvenes de su época. Super
ficialmente estudiadas, The Hairy Ape
( “ El Mono Velludo” ) (1922) parecería
ser una protesta sociológica contra el em
brutecimiento del proletariado; All God’s
Chillun ( “ Todos los hijos de Dios tienen
alas” ) (1924), una protesta contra el
prejuicio racial; y Desire Under the Elms
( “ Deseo B ajo los Olmos” ) (1924), una
contribución a la diversión entonces muy
difundida de decir verdades amargas so
bre los antepasados. Más tarde, Etrange
Interlude ( “ Extraño Interludio” ) (1928)
pudo parecer una incursión en el freu
dismo a fin de sacar partido del interés
despertado por esa corriente.
Mas, para el propio autor, si no para
su público, fué cada vez más claro que
su interés no era de tipo sociológico, por
una parte, ni consistía, por otra, en un
acercamiento a los problmas morales mo
dernos, sino que se cifraba en el problema
eterno de la naturaleza paradójica del
hombre y su desconcierto en un- mundo
que le parece extraño, pero con el cual
desea sin embargo hallarse ligado. Los
personajes de Eugenio O ’Neill pueden
clasificarse en dos grupos: los quo tienen
la sensación de estar bien encasillados en
el mundo y los quo no la tienen. Es decir,
los que sienten que no “ pertenecen” . Co
mo el mismo O ’Neill dice, los únicos pro
blemas que le interesan son aquellos que
surgen no sólo de las relaciones entre los
�ca b a lg a ta
11
Don Francisco de Amorrortn tiene ga
nadas envidiables posiciones en la
industria gráfica del país; en efecto,
recordemos que es en la actualidad
socio gerente de la firma Sebastián
de Amorrortu e Hijos S.E.L., socio ge
rente de los Talleres Gráficos Didot
S.R.L., y presidente de la Asociación
Industriales Gráficos de la Argentina.
Hombre surgido de las filas univer
sitarias, pues egresó de la Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales de
Buenos Aires con el título de escri
bano en 1933, une a ello sus rele
vantes méritos como hombre de la
industria, por lo que sus declara
ciones para CABALGATA acerca de
los problemas de su gremio adquieren
real interés.
ti A B L A
FRANCISCO
RE AMORRORTU
ES NECESARIO CREAR UN MAYOR
VIEREAItO DEL LIRRO
* Promover la lectura del libro.
* El problema de la distribución.
* Una mayor especialización.
por un instante los con
O LVIDANDO
flictos gremiales, las innumerables re
uniones que sus múltiples actividades le im
ponen, y, postergando por algunos minutos
los repetidos reclamos que la marcha de
las imprentas por él regenteadas le urgen,
Don Francisco do Amorrortu nos concede
una entrevista para los lectores de estas
páginas.
_Hasta el año 1937 — comienza dicién<j0nos— la industria editorial estaba redu
cida a los límites internos, y, a partir de
esta fecha, ya se puede hablar de una ver
dadera industria editorial argentina que,
aprovechando los factores que imponía la
guerra civil española, y, posteriormente, el
conflicto mundial, evolucionó en forma sor
prendente. Este rápido desenvolvimiento
hizo necesario improvisar; la industria de
bió adaptarse y prepararse en forma pre
caria para satisfacer la enorme demanda
de libros.
t —¿Ocasionó ello algunos trastornos?
—Surgieron editores inexpertos que so
lamente conocían el libro como lectores y
con el criterio — a mi juicio equivocado—
de que el negocio editorial es muy sencillo
y por supuesto rendidor; para muchos, el
problema se reducía a comprar los dere
chos de autor, mandar imprimir el libro
y, luego, entregarlo al distribuidor para
su venta sin posibilidades de riesgo ni
equivocaciones. Tenían la idea de que todo
se vendía. ..
—Fruto de un exceso de optimismo,
¿quizá?
—Así es como se logró crear un estado
de euforia editorial del cual, digámoslo de
una vez, somos todos un poco culpables.
La puja se limitaba a imprimir o editar
el mayor número de libros, según se fuera
impresor o editor. El editor capaz debía
aceptar el desafío del improvisado y lu
char en la adquisición de derechos y man
tener un ‘ ‘ fondo editorial ’ ’ más numeroso.
—Y, ¿en lo que respecta a los impreso
res?
i— La situación se repetía. El taller or
ganizado para la producción inteligente del
libro debia luchar para producir más y
más. Hasta el momento de la crisis nadie
meditó sobro las verdaderas necesidades
del mercado ni en una posible sobrepro
ducción. En realidad, estaba ocurriendo
que un excesivo liberalismo en los créditos
estaba debilitando la industria, pues ello
facilitaba la intromisión del mayor núme
ro de improvisados en todas las etapas del
negocio del libro.
_ .
i
t .........1
— Los impresores pusimos al servicio de
los editores todos nuestros conocimientos,
organización, técnica y nuestro dinero,
así como el crédito que habíamos ganado
en largos años de trabajo. Esto facilitó
el nacimiento de editoriales; por su parte
hombres, sino de las relaciones del hom
bre con Dios.
Así, “ El Mono Velludo” es un hom
bre que. aunque embrutecido, permanece
siendo hombre hasta que pierde el senti
do de * ‘ pertenencia ” e inevitablemente
se trueca en animal; el viejo Efraín, en
“ Deseo Bajo los Olm os” , es un hombre
que paga la pena de los que se identifican
a sí mismo con Dios; Nina, en “ Extraño
Interludio” , es una mujer que sufre el
castigo opuesto y se contrae hasta una
vana insignificancia porque (como le ocu
rre tanto al hombre moderno) no puede
hallar a quién pertenecer, nada que justi
fique en ella el elemento irracional en la
vida humana, excepto esa última excusa
ante Dios que ahora se conoce por “ com
plejo ’ ’.
Al igual que los grandes escritores trá
gicos del pasado, O 'Neiil está interesado
en las “ aflicciones de nuestro soberbio y
airado barro” que “ es eterno y no se
desvanece ’ ’. Los más modernos drama
turgos así como los más modernos soció
logos y moralistas, entiende él, suponen,
el editor también ofreció todo su capital,
crédito, y esfuerzos, para beneficio de li
breros y distribuidores, empujando la ins
talación de nuevas librerías tanto en el
país como en el exterior. Las librerías ya
instaladas vieron crecer sus ‘ ‘ stocks ’ ’ en
forma impresionante.
— ¿Y en lo que respecta al lector?
— Se lo descuidó, olvidándose que es el
factor más importante; poco es lo que se
hizo para aumentar el público-lector y pro
pagar la costumbre de -leer libros. Es ver
dad que se cuidó la elegante presentación
tipográfica, el precio económico, los títulos
seleccionados y las traducciones cuidadas,
pero. . . faltó el espíritu de unidad de to
da la industria librera, tan necesario para
sobrellevar con éxito una campaña siste
mática a fin de aumentar los lectores.
— Acerca de la crisis actual, ¿que puede
decirnos ?
— La industria se halla abocada a ella
con una serie de factores coincidentes que
agravan su situación y que me parece con
veniente enumerar: I? Elevado aumento en
el costo de impresión; 29 Exceso de
“ stoks” ; 39 El problema de las divisas,
y por último, la restricción de los créditos.
— ¿Quiere analizar, señor Amorrortu,
estas causas por usted señaladas?
— Bien. A los elevados aumentos produ
cidos en los jornales de la industria gráfi
ca, que desde el l 9 de diciembre de 1943
a la fecha representan el 135 % , deben
agregarse el nuevo aumento que en estos
momentos están discutiendo industriales
y obreros gráficos. En un estudio hecho
por la entidad que presido — conjuntamen
te con la Cámara de la Industria Gráfica
de la Union Industrial Argentina— arri
bamos a la conclusión de que un jornal de
de $ 1, en el año 1943, teniendo en cuenta
las mejoras de salarios y los porcentajes
que corresponden por leyes sociales, y, con
siderando la merma de la producción de
cada obrero, representa actualmente un va
lor de $ 5,482 la hora para el costo del
industrial, sin incluir el aumento que está
en discusión.
— ¿Acerca de los excesos de “ stoks” ?
— También es de suma gravedad, pues
ello hará restringir las nuevas compras por
parte de los libreros.
— ¿Sobro el problema de las divisas?
— Es actualmente el más angustioso y
debe considerarse conjuntamente coir la
restricción de créditos; ambos plantean
una situación de suma gravedad en razón
del estado de inseguridad financiera en
que se había colocado a la industria edi
tora por el exceso de liberalismo en el cré
dito. Uno de los iireonvenientes que crea
la divisa es la falta de pagos en que in
curren algunos clientes del exterior.. .
— ¿Que soluciones señalaría, señor Am o
rrortu?
— Para resolver el problema financiero
ya se ha obtenido el préstamo de los
25.000.000 que otorgarán los Bancos o fi
ciales a los editores. Pero esta solución será
incompleta si no va acompañada de una
consciente o inconscientemente, que no
existen otros problemas que los represen
tados por las relaciones entro (os hombres,
ni otros pesares que los que pueden ser
remediados radicalmente. Ellos, para de
cirlo de otra manera, están interesados
por problemas propiamente dichos, mien
tras que O ’Neill, como los más grandes
dramaturgos trágicos, está interesado úni
camente por dilemas.
Esto ha dado lugar al hecho de que
muchos lectores y espectadores no le com
prendan o, comprendiéndole, no lo en
cuentren interesante o importante. Se ima
ginan que un dramaturgo contemporáneo
debe por necesidad haber dejado atrás
todo interés por los temas genuinamente
trágicos, y se quejan de que O ’ Neill no
presenta temas sociológicos políticos in
teligibles. Sus argumentos les parecen de
simples melodramas y su tendencia a tra
tar temas tales como el incesto, el asesi
nato y la rebelión íntima del hijo contra
el padre les ha parecido simplemente gro
tesca. Semejantes temas, arguyen, se ha
llan fuera de la sensibilidad práctica del
HISTORIA
Con todo el interés de las
obras históricas de valor esen
cial, este breviario, posee la
agilidad que la prosa de Pijo a n sabe imprimir a sus tra
bajos, y su preocupación por el
logro de. un compendio ameno,
lim o
fá cil y sustancial, útil, tanto
para el investigador y el doc
to, como para el público g e
neral, amante de la buena lec
tura.
Hechos, hombres e ideas, en
la Historia, en una visión calidoscópica y respetuosa, veraz
por José Pijoan
y rápida, hasta nuestros días
de postguerra.
D os to m o s en c u a r to , co n 14 1 6 p á g in a s, 1155
g r a b a d o s en el te x to y 2 lá m in a s en tr ic ro m ía
Distribuidor: ANTONIO MUÑOZ
P id a fo lle t o exp lica tivo
LAVALLE 371
solución al problema de las divisas, que
día a día se torna más grave y que de
continuar poco tiempo más anulará todo
esfuerzo. Todos sabemos que la industria
editorial debe ser industria de exportación,
pues las necesidades del país son mínimas
y no permiten continuidad.
— Eso en lo que concierne a la ayuda
o fic ia l.. .
— En efecto. Además, y esto debe ser
realizado por lo3 integrantes de la indus
tria gráfica editorial uniendo esfuerzos y
voluntades, luchar por conseguir los si
guientes puntos: l 9 Crear un mayor mer
cado del libro, mediante una persuasiva la
bor de promover el hábito de lectura del
libro, conferencias, exposiciones, ferias,
propaganda colectiva, creación de biblio
tecas, etc.; 2q Resolver el problema de la
distribución creando un organismo colec
tivo que, respetando los legítimos intereses
de la actual organización haga factible
una mejor y más segura distribución del
libro en el exterior; 39 La propia selec
ción y eliminación de los aficionados e
improvisados, y por último, una mayor es
pecialización en todos que permita traba
jar un poco más en profundidad, sin abar
car tantos temas que diluye la labor del
editor e impresor.
— Para terminar, ¿ quiere agregar alguna
otra consideración al problema?
— Solamente diré que, mediante una len
ta recuperación de nuestros capitales que
permita solidificar nuestras finanzas, y,
continuando con el espíritu de trabajo co
mo hasta el presente, ya iremos preparan
do el terreno para estabilizar y asegurar
el progreso de la industria nuestra.
— Que saldrá, esperémoslo, de estas prue
bas con mayor experiencia. . . .
— Es evidente. Y con menor impaciencia
de realizar en 10 años lo que España no
había hecho en 50.
O. H.
mundo moderno cuyos ciudadanos están
interesados tan sólo en problemas racio
nales como los representados por el pre
juicio racial, el poder político o la pre
ponderancia del divorcio.
Pero la hipótesis central de las obras
de O ’Neill ha sido siempre que la manse
dumbre V racionalidad de la vida moderna
son una ilusión, que el hombre está inte
resado, como lo estuvo siempre, en sus
relaciones cor.1 Dios, y que sigue siendo
víctima de las más tenebrosas y violentas
pasiones.
Por cierto que la incapacidad del hom
bre y de su filosofía racional y consciente
para reconocer estos hechos hace que la
carga de los pesares producidos por su
barro altivo y airado se vuelva insopor
table, más insoportable de lo que lo fué
jamás. Y esa incapacidad hace más ne
cesaria la expresión trágica, en tanto que
la vuelve más difícil.
O ’Neill no es un per.-sador político o
social importante. Pero con la excepción
de Maxwell Anderson cuyos métodos fue
ron muy diferentes y cuyas virtudes y
limitaciones características son singular
mente opuestas a las de O ’Neill, es el
único dramaturgo norteamericano que ha
pretendido insistentemente hacer que la
tragedia salve el puente entre lo que co
nocemos sobre nosotros mismos y el mundo
de los sentimientos que viven una existen
cia subterránea.
No es posible ninguna discusión sobre
lo hecho por O ’Neill sin llegar previa
mente a un acuerdo acerca de la legiti
midad de su intención. Si el drama mo
derno hubiese de limitarse a la racional
consideración de los problemas racionales,
si sus premisas han de ser las conocidas
del vivir cotidiano y sus temas casos tí
picos de la vida social corriente, entonces
O ’Neill no es otra cosa que un anacronis
mo fracasado. Pero si se acepta la validez
de su intención, todavía queda la cues
tión de sus elementos y el grado de acierto
con que los ha empleado. Ningún drama
turgo acometió nunca tarea de más grandes
aspiraciones. Y si ha tenido pleno éxito,
bien pudiera desafiar la comparación, no
con Ibsen o Shaw, pero sí con Esquilo y
Shakespeare. Y puesto que los más en
tusiastas de sus admiradores no suponen
quo ‘ ‘ Extraño Interludio ” o “ Bien le
está el luto a Electra” están a la altura
de la trilogía de Agamenón o del Rey
Lear, nadie puede calificar de éxito ca
bal a esas obras. Pero si ellas han alcan
zado pleno éxito en el teatro moderno,
son un caso único por la sencilla razón
de que trataron de realizar algo a que
los dramaturgos contemporáneos han re
nunciado al profesar la convicción de
Ibsen según la cual el “ abismo” abierto
en cierto momento del siglo pasado entre
el hombre moderno y el antiguo destruía
en el moderno todo interés real por los
objetivos y temas de la vieja literatura
dramática.
Cabe admitir francamente que a O ’Neill
no sólo le falta el don poético para la
expresión magnífica, sino que está tan
lejos de ella que la prosa de su diálogo
adolece con frecuencia de desmaño y redun
dancia. Sostienen algunos que admitir es
to es admitirlo todo. La poesía — dicen—
es la condición ‘ ‘ sine qua non ” de la
tragedia; siir ella nada es posible excepto
el melodrama. Pero eso no es verdad, pues
si no hubiere entre ambas una relación
integral, la tragedia no pasaría de ser
simple melodrama adornado con bellas pa
labras, y la afirmación de Aristóteles de
que la fábula es el alma del drama care
cería de sentido. Una tragedia es, antes
que nada, un drama en el curso de cuyo
relato cabe con toda propiedad la ex
presión poética más elevada, y la falta
de esta expresión en las mejores obras de
O ’Neill se echa tanto de menos precisamen
te porque la poesía no estaría en ellas fuera
de lugar. La mayor parte del drama mo
derno se halla en prosa, no simplemente
porque sus creadores carecieran del don
de la expresión poética, sino porque su
concepción es prosaica. Decir que O ’Neill
fracasa como poeta no es ni mucho menos
BUENOS AIRES
decir lo más importante; lo más im por
tante, por el contrario, está en que entre
casi todos los dramaturgos modernos sólo
él ha concebido dramas aptos para la
poesía.
En más de una ocasión O ’Neill ha se
ñalado especialmente a Strindberg como
el escritor moderno que más ha influido
sobre él. Es una cuestión discutible si tal
influencia le ha sido siempre beneficiosa
o iro. El nihilismo strindbergiano con su
porfía de que la existencia es sencilla
mente dolorosa, que de la vida humana
no es posible obtener otra conclusión que
la de que ‘ ‘ los hombres son criaturas las
timosas” , es en algunos aspectos la ver
dadera antítesis del espíritu trágico. Pues
el espíritu trágico está siempre mantenido
por el convencimiento de que ser hombre
es un terrible privilegio; pero privilegio
al fia y al cabo. O ’ Neill siempre ha pro
pendido a vacilar entre ambas conviccio
nes, o para decirlo con más exactitud, siem
pre ha propendido a escribir obras en las
cuales la tensión interior es engendrada
por el esfuerzo de mantener una fe trá
gica a despecho de la tentación a caer en
el nihilismo. Tanto 11 Ha venido el R e
partidor de Hielo ’ ’ como las inform acio
nes publicadas acerca de una nueva obra
suya que Nueva York todavía no ha visto,
parecen sugerir que la tensión ha cedido
algo y que estas obras se aproximan peli
grosamente no ya a la misantropía sino
a la simple desesperanza. Algunos espec
tadores se quejan de que suceden muy
pocas cosas en “ Ha veirido el Repartidor
de H ielo” . Pero lo que la queja sign ifi
ca en verdad no es tanto que no se pro
duzcan hechos, como que la tensión dra
mática se halle algo ausente de este cuento
que al ser contado ofrece muy poca resis
tencia contra la anticipada conclusión de
que la vida carece de sentido.
Coir todo, no cabe pasar por alto el
hecho de que también en esta obra la fuer
za sombría de O ’Neill continúa hacién
dose sentir y que no puede ser descar
tada. Lo que distingue al autor no es la
destreza ni la inteligencia primaria, sino
una hondura *de sinceridad apasionada,
una inmensidad de convencimiento emotivo
con imponencia casi de monumento. De
los dramaturgos que hoy viven ninguno
excepto Bernard Shaw se atrevería a pe
dirle al espectador que venga al teatro
a las cinco do la tarde y se siente para
escuchar durante cuatro horas un som
brío dialogo. Sin embargo, hasta los que
rezongan acuden a los llenos porque O ’Neill
ha logrado imponerse.
La excentricidad y la pretenciosidad a
menudo logran este tipo do éxitos por
poco tiempo. Pero mantenerlo por espa
cio de tres décadas es elevarse por encima
del punto donde la simple opinión puede
ejercer mayor fuerza. Sin duda la repu
tación de O ’Neill continuará siendo tema
de discusión, pero ciertamente no puede
negársele que es el dramaturgo más im
portante de Amériea.
(De "The American Scholar” . Exclusivo
para CABALGATA en la Argentina.)
�12
ca b a lg a ta
LA
A I R E
V O C E S
Queremos incluir en esta columna a
aquellos autores — casi siempre jó
venes— que nos envían sus libros,
escogiendo de su obra los fragmentos
quo mejor alcanzan a situarla. Si no
es posible reseñar como quisiéramos
todo libro interesante que aparece,
creemos que a sus autores les agra
dará este cordial estímulo; y que
los lectores a quienes los fragmentos
atraigan, buscarán pasar de ellos al
libro que los guarda y continúa.
LENTA ESPERA
Por el camino largo, interminable,
que separa mi vida de la tuya,
ha dejado crecer la pena mía.
He querido olvidar y no he podido.
En esta soledad que hoy me circunda
sólo me queda la palabra fácil
el verso inútil
y la lenta espera.
ESMERALDA RADAELLI,
Isla de soledad.
Ediciones Conducta, Bs. As
•»*
Tras las huellas de fuego del corcel de
Atila corrí, como una furia, por Oriente y
Occidente, derramando sangre, sembrando
muerte, miseria y desolación. Y no es men
tira nue la hierba dejara de nacer por donde
transitaba el caballo del Azote de D io s ...
Poseo autoridad suficiente para atestiguarlo,
porque lo vi con estos ojos que se ha comido
y se volverá a comer la tierra. Pero aún hay
más: no fué condición exclusiva del caballo
de Atila esterilizar el suelo a su paso de
equino invasor. Me arriesgo a afirmarlo por
que mi experiencia data desde la infancia de
ls humauídad. como datan las inclinaciones be
licosas de quien se vanagloria de haber sido
creado a imagen y semeinnza de Dios. Sobre
las huellas de la conquista sólo germina la
simiente del odio, que tarde o temprano cuaia
en amargo y venenosos frutos de desquite. Y
así todo conquistador, que persigue v destru
ye. siempre resulta a
la postre perseguido
v destruido fatalmente, como nos sucedió a
nosotros, que después de vencer a los romanos
y someterlos a tributo, fuimos aplastados por
ellos en los Pampos Cataláunicos. cuando tres
bravos caudillos coaligados por el estímulo del
rencor, por el anhelo de libertad y por el
ansia de venganza se unieron para darnos
batalla.
CIRILO DUDAMEL,
Las vidas del Gato,
Buenos Aires. 1947.
•
LLOVIZNA
Me dueles en la hora iluminada
que se desangra por tu gris fisura.
Llora en ti la mañana malograda.
Creces en torno de su luz madura.
Te filtras en la tierra que te apura
urgida por su entraña desvelada,
y eres para la noche d-e su hondura
la misma luz que dejas apagada.
Por ti desciende, y por instantes sube,
la densidad de un cielo que es la nube
más la sombra en su sombra recogida.
En tu continuidad, todo se puebla
de una brumosa soledad de niebla
que desciende a morir sobre la vida.
CLARA LIFSICHTZ.
S a v ia ,
Ediciones Conducta. Bs. As.
SONETO
OH, catedral de lirios desvelada,
viento de sangre en el clarín ceñido
donde convoca al corazón caído
sólo por ver la luz amortajada!
En la garganta de magnolia ajada
compadeciendo su marfil herido,
alza 6U voz marítima de olvido sobre una selva virgen retratada.
En latitud de gritos y de llanto
sube el amor como la espiga tierna
de las colinas donde nace el canto;
Y en la bahía rota, desatada,
busca el diamante do la luz fraterna
junto a la noche de jazmín poblada.
EDUARDO JOUBIN COLOMBRES,
Albamarina, Ediciones El Mar y la
Pirámide, Bs. As.
•
LA INEXTINGUIBLE
No digas que la flor muere, que la tarde expira,
que hay peces muertos a la orilla
de todos los océanos,
que la noche agoniza como una doncella
herida por los rayos de la luna,
y que en mi corazón yacen inertes
los despojos de la primavera. . .
No digas, no, que las sombras devoran los
y los serafines;
[ángeles
que el gran viento del sur ya no hace crecer
bailando entre los trigos;
[la aurora
no digas que el Silencio existe, quo los besos
caen a la tierra como las hojas muertas,
y que desde la raíz sonora de los árboles
sube un lamento que ennegrece el cielo.
Ella está en ti como en la voz oculta
de las piedras,
como en el astro que te besa con su luz
cayendo de los siglos.
Ella es la Inextinguible porque tú
la sientes un instante
y luego te incorporas a su rueda infinita
y te vas con los ríos a revestir corales
* a repoblar de mariposas los ardientes ra[majes
JUAN CARLOS BERNAL,
La Realidad y el Milagro,
Ed. El Ateneo, Bs. As.
PESCA
MI LA GROSA
La
( Viene de la primera página.)
que sirve de comentario; así la música pa
rece la mímica del relato. El rasgueo es
un secreto entre el cordaje y el intérprete;
algo íntimo dicho al oído, un suavizar
de destinos que endulza y que apacigua
el acorde al igual que un orvallo que re
frescara la aridez de una vida. Estamos,
pues, en la línea de lo grandioso, de lo
clásico, de lo bíblico, de lo épico. Todo
pueblo, toda región del mundo con alma,
ha tenido siempre su instrumento musical
para rubricar con sus acentos sus glorias
y sus penas. Tal la gaita gallega, buena
para calmar rudezas y atemperar sau
dades; tal la quena estremecida en el
aire embalsamado de las quebradas; tal
el cuerno de los pastores sonando en las
hondonadas, los herques de los indios que
convocaban a la guerra. Y las trompetas
del pueblo del Señor cuyos clangores de
rrumbaban los muros de las ciudades si
tiadas.
Esto ocurría en el atardecer, a la hora
en que el día cesaba de combatir y rendía
sus espléndidas espadas gigantescas; el
sol en aquel véspero, era una hostia en
cendida elevándose sobro el tabernáculo
de los montes. Y en esa misa cantada de
fin de día, con la magnífica montaña por
altar, el coro estaba a cargo de la musical
greguería de todos los pájaros del bosque.
Cumplidos los últimos trabajos cotidianos:
abiertas las compuertas del regadío, echa
da la ambulante oveja al redil, aseguradas
las tranqueras, aquel anciano setentón, rico
en años y en fortaleza, se quitaba el som
brero por rendida pleitesía a la oración.
No vaya a ser cosa que el Serafín de la
tarde lo estuviera mirando. Tomaba su
guitarra para entregarse a un punteo in
terminable. Le pronto, so creía escuchar
los compases de una zamba, ya el nervioso
repiqueteo de uu malambo; ya parecía
pisparse el ceremonioso andante de la Con-
faltaban, asimismo — ¿por qué iban a
faltar?— los temas del Himno irguiéndose
en el imperativo inicial. Pero, nada sur
gía nítido y concreto de aquel estremecer
de cuerdas. Y don Tomás Argañaraz — que
así se llamaba esto campesino— orgullo
de mi sangre y mi familia— se abismaba
escuchando una secreta voz lejana. Hasta
que me atreví a preguntarle:
— ¿Qué música es la que tocas?
— No es música la que toco — me res
pondió sin abandonar el roce del corda
je— . No hago más que recordar — agregó.
—-Y ¿qué recuerdas? — inquirí insis
tiendo.
— Recuerdo todo — respondió — cada
acorde florece en la memoria y veo todo
de nuevo, el arenal, las salinas, las pestes,
las revoluciones, los malones, la lucha con
el indio; los peligros de la vida de uno,
siempre lejos de las casas, luchando en
el norte y eir el sur. Y la guitarra es bue
na compañera porque suaviza los recuerdos
malos; ella me habla secretamente. Y es
así el Martín Fierro, un poema conversado
al son de la guitarra en el cual se re
cuerdan y comentan las penas y desdichas
de un hombre que se llamó Martín Fierro.
Cuando está de regreso de todo, de revo
luciones, de levas, de malones, de odios,
de encuentros con la partida, el atardecer,
el gaucho, como el ave solitaria, con su
cantar se consuela. Porque el poeta es el
único ser del mundo que puede hacer del
infierno de su vida el paraíso de su poesia.
Y así vemos como todo se decora al con
tacto de la palabra concertada. Porque el
canto es la sangre y sólo no tiene voz el
ser que no tiene sangre. Porque desde la
oscura raíz de una pena sube por el árbol
do la vida la esencia necesaria para que
nazca allá arriba una cristalina flor de
poesía. Porque, después de todo, lo único
que queda es el canto en este valle de
estrellas moribundas.
A PROPOSITO DE
DE
AJSTONI O
GRAMSCI
(Ftene de la pág. 9.)
cirnos que no quiere morirse, que no
quiere envejecer, consumiéndose así en
la nada. Sin lucha. Se intuyen sus an
sias de libertad comprimidas y silen
ciadas, se siente que no era ese el des
tino al que hubiese aspirado; el de mo
rir, tísico, escribiendo cartas a hijos que
apenas conoce y de los que sólo conoce
por fotografías, de elefantes y leones,
de jardines zoológicos y de aventuras.
La última de las cartas da la pauta
de lo que afirmamos. Está dirigida a
su hijo Lelio. Un chico de doce años.
Dice así:
“ Querido D elio: Me siento algo can
sado y no puedo escribirte mucho. Es
críbeme tú y siempre, y de todo lo que
te interesa en la escuela. Y o pienso que
la historia ha de gustarte tanto como
me gustaba a mí, al tener tus años, por
que trata de hombres vivientes, y todo
lo que se refiere a los hombres, a cuan
tos más hombres posibles, a hombres que
viven en sociedad, que luchan, que tra
bajan, que progresan, no puede dejar de
gustarte por sobre todas las cosas. ¿ Pero
es a s í? ”
Con esta extraña pregunta se cierra
Lettere del Carcere. Una interrogación
incontestada, que abre dudas como toda
pregunta del género, y quo baña en una
luz nueva todos los rincones obscuros
del libro. “ ¿Pero es a s í? ’ ’ .
II
En una obra literaria es dable consta
tar a menudo la coexistencia de dos
motivos, de dos fines por los cuales lia
sido creada y por los que vive. El uno
es el acto de voluntad de su artífice,
la m anifestación de lo que intenta ex
presarnos. El otro es, en cambio, el sig
n ificado espontáneo y autónomo que esa
misma obra termina por adquirir freute
a los demás. En ello la voluntad de su
creador no entra para nada. Su creación
escapa a las determinaciones que queria
imponerle, trasciende por sobre su v o
luntad, y se convierte en un fin inde
pendiente y propio que se identifica con
el real valor que esa misma obra va a
representar ante sus lectores. Habló mu
cho Pirandello y supo demostrarlo tam
bién con 9us “ Seis p e r s o n a je s ...” , de
la a veces invencible incomunicatividad
entre el artista y su público. A veces
ese fenómeno no so produce. Ambos f i
nes coinciden en forma perfecta; la per
sonalidad que quiso darle el autor a su
obra es también aquella que conocen y
admiran los terceros. En otros sí, y en
tonces la obra vive por m otivos que, o
no fueron imaginados siquiera por su
autor o divergen completamente de su
pensamiento. Hacemos estas considera
ciones porque la obra de Gramsci tiene
mucho de ello. No es, claro está, un
libro que cob ije mensajes trascenden
tales o misticismos recónditos, pero el
interés que reviste actualmente para
nosotros es completamente inverso al
que Gramsci imaginara. Porque, por lo
que a nuestra interprotacióu se refiere,
ÍSIISL
nin'guna de las doscientas quince cartas
contempla un estado de ánimo libre y
puro. Todas han sido escritas por Gramsei con un fin preconcebido; todas, en
la mente de su autor existían para de
cirnos algo, para enseñarnos algo. Son
cartas, como lo hemos ya dicho antes,
frías, descarnadas. No son de las co
munes, con los propósitos habituales de
inform ación o de afectividad. Son car
tas construidas intelectualmente y ela
boradas en base a un plano orgánico
racional; son cartas que el autor escri
bió en pos de un constante m otivo inte
rior predominante. Para ju stificarlo con
sideremos el contenido do la carta
Lxxxvii de la recopilación. Se queja de
no recibir noticias; deriva de ello con
clusiones implacables:
“ . . . Si no se escribe a un preso es
por dos razones: o por indiferencia, o por
falta de im aginación” . Desarrolla ese
concepto y llega después a la conside
ración para nosotros vital: ‘ ‘ . . .yo no
hablo nunca del aspecto negativo de mi
vida, ante todo, porque no me gusta ser
com padecido; he sido un combatiente
desafortunado en las circunstancias in
mediatas y los combatientes, si han com
batido sin ser constreñidos a ello, sólo
porque lo han querido así, y consciente
mente, no pueden ni deben ser compa
decidos” . P or eso sus cartas deben dar
nos una tipificación neta de lo que debe
ser un perfecto racionalista ante las
adversidades. Como ha de pasar a la
posteridad sin una flaqueza, sin una
incoherencia. Su misión en la cárcel es
la de servir de ejemplo de entereza para
sus correligionarios. Su persona en la
cárcel no interesa ni debe interesar.
¿Dónde están, manes literarios, los
prisioneros de antaño? ¡Dostoievski es
cribiéndonos en su Casa de los muertos
sin vergüenza, sin falsos rubores, sus
miserias cotidianas, porque ellas eran
su vida, su verdad! Hoy hasta los presos,
dentro de sus celdas, deben olvidarse do
sí y los pensamientos que los dominen
no pueden ser más la expresión de un
humano sentir sino manifestaciones ló
gicas de un movimiento dialéctico hegeliano.
H ay algo extraño en esta idolatría
hacia lo intelectual que ha hecho gritar
a tantos grandes intelectuales. El hom
bre que ha arrasado los mitos para ser
libre, termina sepultado bajo la capa
de plomo de los dogmatismos raciona
listas que no saben de arrepentimien
tos, ni de piedades, ni de desviaciones.
E l que cree en ellos so funcionaliza. Y
olvida de que las ideas a las que sirve
han salido ellas también de cabezas,
de mentes humanas, y no de un recóndito
dios cerebral, inmanente aúnque laico.
Todo el mundo está enfermo hoy de esa
enfermedad. Gramsci es una ruedilla más
del carro. Pero no ha podido huir de sí
mismo, pertenece a su esencia; es hom
bre, no concepto. Por eso hemos hablado
a propósito de Lettere del Carcere de
fines queridos o no. El fin que tuvo A n
tonio Gramsci al escribir Lettere del
Carcere fuó el de darnos un ejemplo do
la homogeneidad integral, de la cohe-
puerta estrecha ,
por Andró Gidc. Traducción de Francisco Madrid. Editorial
Poseidon, Buenos Aires. 248 pgs. a la rústica. $ 8.— m/arg.
REO que Albert Thibaudet fuó el primero en mostrar La puerta estrecha como la
contraparte de El Inmoralista-, resulta simbólico que a la reciente edición en
español do la historia de Michel se suceda, a corto plazo, el relato del renunciamiento
de Alissa. Así tendrán .los lectores de Gide — a quien el premio Nobel habrá dado
esa legión de repentinos interesados por su obra, lectores a quienes Sartre abruma
con sus sospechas en un reciente ensayo, pero entre los cuales habrá una buena cuota
de hombres de buena fe— , una visión más dialéctica del espíritu gidiano, balanceándose
en los extremos ( “ los extremos me tocan’ ’ ) de dos experiencias vitales: la aceptación
y el rechazo. Es de desear que a esa visión dialéctica se suceda el conocimiento de la
síntesis, que creo está en Los monederos falsos; por cierto que se hace sentir la nece
sidad de su nueva versión castellana, libre de giros vigentes en España pero que aquí
malograrían parcialmente la aprehensión del original — sin que esto sea un reproche
al fino trabajo que entonces cumpliera Julio Gómez de la Sema.
No me creo autorizado para exceder la mera alusión a La puerta estrecha, en la
que nunca he querido (o podido) ver una obra afirmativa, apoyada por la creencia
personal del autor; me sigue pareciendo — en su forma más sutil y corrosiva— una
crítica al renunciamiento, su denuncia y rechazo. Prefiero entonces limitarme a su
valor como construcción estética, señalar la severa victoria de Gide sobre sí mismo
(repetida en La sinfonía pastoral), el logro de una unidad formal, una arquitectura
narrativa que falta en su obra anterior y en mucho de la posterior, donde se la ve
reemplazada voluntariamente por un juego sucesivo y hasta anárquico de los elementos
del relato. Ere El inmoralista, un tono oral deliberado con lo que supone de vaguedad
y aliñado desaliño; en Las cuevas del Vaticano un falso orden desmentido por la
lección de su corrosivo personaje; Los monederos fa ls o s ... pero aquí es mejor re
mitirse a Jean Hytier, que ha disecado como nadie ese libro en su estudio sobre Gide,
y que lo define como “ una obra que avanza hacia la novela’ ’. Nada de todo eso es
La puerta estrecha; simplísima en la estructura novelesca, su construcción la carga
de otras dificultades más sutiles — no diré más profundas— : entender de veras a
Alissa, a Jéróme, a Juliette, pasar más allá de sus actos (tan pocos), de sus palabras
(tan clásicas, es decir con tanta tendencia a lo universal), de sus destinos (tal vez
tan contrapuestos en el deseo más personal de Gide).
En el diario de Los monederos falsos, Gide afirmó que “ el mal novelista cons
truye sus personajes, los dirige y los hace hablar; el novelista verdadero los escucha,
los mira actuar’ ’. Nox sé si la historia de Alissa prueba la profunda fidelidad del
novelista Gide; en la sombra — la primera persona del relato es una máscara— él
eseuclia y ve actuar a los seres de su libro; quedará al buen lector (que también sabe
escuchar y ver) preguntarse si el novelista ha sido fiel a su visión, o si la sombra
irónica y despiadada de Lafcadio — tal vez do Menalcas— no estaba allí con él, guián
dole la pluma.
Julio Cortázar.
C
embargo J u a n vivía , por Alberto
Vanasco. Edición del H.I.G.O. Club,
Buenos Aires. 128 pgs. a la rústica.
S in
Hay reparos que hacer a este libro, pero
me adelanto a presumir que sus deficiencias
son en gran medida las que Alberto Vanasco
superará en su obra sucesiva; no por la raa'nida secuencia del “progreso” literario, sino
porque su no ordinaria inteligencia rechazará
los elementos impuros, intrusos, inútiles, que
impiden al presente libro ser ya un logro to
tal. El mejor elogio que cabe hacer al novelis
ta es imaginarlo plenamente consciente de
tales rémoras una vez que el libro se desgaja
de él y asume su temporalidad privada. Va
nasco ha de advertir ya los frecuentes desali
ños verbales que enturbian la construcción no
verbal de su novela; las recaídas en el falso
humor, que se oponen a ese humor profundo
que circula bajo el relato y sostiene su traba
zón dramática; el a veces reprochable desin
terés con que cumple su tarea creadora, en
una situación que acaso exigía mayor compro
miso personal de su parte y menos compla
cencia bedónica.
Por sobre todo esto — a lo que sumo el
prólogo, mucho menos maduro y necesario que
la novela— Sin embargo Juan vivía se ofrece
como una prueba de que en la Argentina em
pezamos a salir del pozo romántico-realistanaturalista-verista, etc. (No hay varios pozos,
es uno solo y negro). A la labor solitaria de
Borges, de Macedonio Fernández, de Juan Filloy, principia a sumarse — desde sus ángulos
personales— la creación de novelistas y cuen
tistas jóvenes que, como Vanasco, “ no creen
que algo pueda darse, o ser o hacerse” , pero
parten de esa no creencia para probar sus
fuerzas. Si algunos ven en el surrealismo la
ruta necesaria, Vanasco se planta en un sin
cretismo donde Ramón, Lewis Carroll. Kafka y
la rué de Grenelle no le impiden jamás ser
él mismo en la síntesis del libro. Una sola
cosa falta en su ebra, y es carga poética; ¿pe
ro no será un progreso novelesco, no tendrá
rencia y consecuencia implacable que
puede mantener contra todo un hombre
convencido de sus principios, una per
sona lógica. Lo único que ha conseguido
es aguzar el ingenio de sus lectores has
ta descubir esa falla, esa debilidad en
su compacta masa, reveladora; de que
ningún barniz puede llegar a modificar
la esencia de lo que recubre. Una sola
frase, su última “ ¿Pero es a s í? ” es
suficiente para revelarnos su íntima de
bilidad humana frente a todo lo hecho,
tan amarga para su víctima, tan conso
ladora para nosotros. Y las conclusiones
que de ello podemos derivar son las de
siempre. Que la inteligencia sola no
basta, que una. verdad sola no basta, que
cuando el autor estaba triste no había
principio lógico al mundo que pudiera
alegrarlo, de que ningún hombre por in
telectual que sea su desarrollo puedo
equivaler a un concepto viviente, y que
detrás de todo silogismo o posición ra
cional so esconde un acto de fe que
es de un valor esencialmente subjetivo.
No nos preocupemos de los fenómenos
inmediatos que derivan de todo ello.
De las muertes, de los estragos que ideas
creídas han impuesto a los hombres;
más graves que las matanzas de an
taño, porque éstas se cumplen y segui
rán cumpliendo fríamente, orgullosamente y sin reconocer más límites que los
que ellos mismos comprenden. Y pen
semos que lo esencial en la vida no es
seguir ideas blancas, verdes o amarillas
como las de Gramsci, sino que lo esen
cial de la vida es vivir. Y que para
vivir en su sentido profundo en todas
las ideas hay verdades; y que el fin de
ellas no es de conducir a la muerte a
nadie, sino que son una ayuda, un medio
para la tan cacareada pero esperemos
alcanzable felicidad humana.
III.
¿Lettere del Carcere es un libro que
vale literariamente? La contestación os
dudosa. Según. Como obra de estilo, co
mo libro rico de creaciones im aginati
vas, como arte, no. ¿Es un libro inte-
razón el autor al preferir el humor y el puro
juego dialéctico a la incitación sentimental y
lírica? Incluso recuerdo momentos — como el
entero capítulo IX, que me parece perfecto—
donde una poesía de la Inteligencia determina
las situaciones y las conduce con ciega cla
rividencia (sic).
Sin embargo Juan vivía pone a Vanasco
frente a la exigencia de una obra superior, y
le prueba desde ya que es capaz de dárnosla.
A la inversa de tanto escritor argentino, que
se inicia con su mejor libro para continuar
luego copiándolo con letra cada vez peor, el
contenido virtual de esta novela reclamará de
su autor actualización y desarrollo. V ya que
a Vanasco le agrada sentirse en la línea de
TJlysses, me place decirle que este libro suyo
es también — por analogía—• su retrato del
artista adolescente; lo demás viene después, y
lo está esperando.
J. O.
POESIA INGLESA CONTEMPORANEA, Con los
textos originales, selección y traducción
de William Shand y Alberto Girri. Di
bujos de Luis Seoane. Nova, Buenos
Aires. 102 pgs. encuadernadas. $. 8.—
m/arg.
La noción de lo contemporáneo se ha visto
tan parcelada en lo que va del siglo ( “ atomi
zada", diría un contemporáneo bien al día),
que repentinamente se descubren distancias
vertiginosas entro períodos literarios que ape
nas separa una generación. En esta antología
de poetas ingleses, los cuatro primeros nom
bres — Owen, Sassoon, Lawrence y Eliot—
parecen pertenecer a una realidad en todo des
vinculada de la que conviven las obras de los
restantes — Read, Day Lewis, Auden, Spender y MacNeice—-. Así lo han acentuado los
compiladores, guiándose por la cronología y el
doble hito de ambas guerras mundiales; y
aunque la filiación poétictr" (incluso temática)
acerca a todos los incluidos en este libro, no
resante? Sí y de muy grande interés. En
la competición de Viareggio dos libros
centralizaron la atención del jurado. El
uno era la Romana, de Moravia. El
otro el premiado. El libro de Moravia
a pesar de sus méritos, iro representa
para nosotros, aquí en América, ninguna
novedad. Su tema y su contenido son
los de la literatura realista norteameri
cana, de la que todos tenemos aquí am
plios conocimientos. La obra de Gram
sci no. Es documento. Y Am érica necesi
ta hoy muchos documentos sobre la
psicología y hechos del v iejo mundo.
P or eso, no obstante de que la obra no
pase de ser intrínsicamente un ensayo,
irregular, con muchos aciertos y algunas
ingenuidades, el libro por premiado ha
salido a la popularidad, y sólo gracias
a ella nosotros hemos podido conocerlo.
Y constatar de “ v is u ” , por primera
vez, la formación p s ico ló g ic a de un
•coherente miembro de las teorías que
bullen tras de la cortina de hierro. Com
prendemos que en Italia se haya pole
mizado mucho sobre el particular; es
muy probable que sin la situación ac
tual do la península ese libro hubiese
quedado limitado a un estrecho círculo
de conocedores. Pero la política lo ha
impuesto y nuestro descarado interés in
telectual se felicita por ello. Porque nos
permitió reconfirm ar de que no hay nada
de esencialmente nuevo, de que las reac
ciones humanas disfrazadas bajo cual
quier color son siempre humanas y que
los esfuerzos volitivos que quieran esca
par a esa determinación, son estériles,
son vanos, son inútiles.
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EDITORIAL
J. E. URlBliRU 1225
T A 44 -4114
es difícil establecer diferencia entre ambos
grupos, diferencia extratemporal y por ello do
blemente significativa. Es como si los jóvenes
de la segunda guerra fuesen un poco los mis.
mos “ viejos” do 1914, confrontados con una
reiteración de la catástrofe, y reaccionando
ante ella de distinto modo que la primera vez-;
excediendo la mera repulsión, el asco y el can
sancio. Si Owen, Sassoon o Eliot ven el horror,
la futilidad y la liquidación del mundo 1914-18
(The Hollow Men es su mejor resumen), estos
avalares suyos que se llaman MacNeice o
Read dan un paso adelante, paso que me pare
ce definitivo para el destino último del hom
bre; detrás de la vorágine atisban y proponen
la realidad de otro camino que es o puedt
ser salvación. El mundo, para T. S. Eliot, no
termina con un estruendo sino con un plañi
do; el mundo, para Stephen Spender, puede
estar naciendo y el plañido es ya su veri
ficación de vida. Así, esta antología empren
dida inteligentemente por Shand y Girri, es
labona y articula una continuidad por encima
de las conclusiones individuales de cada poeta,
y aún históricamente vale como permanencia
de valores por sobre las alharacas. Si ambos
grupos se dan la espalda desde un puente de
veinte años, su poesía los excede y los reúne,
alcanza unidad final más allá del hiato de las
generaciones.
Las versiones de esta antología responden a
un exigente deseo de fidelidad. Como ocurre
paradójicamente en tales casos, no siempre
la versión conserva el sentido lato del poema
original, y só que en algún momento estas
obras desconcertarán al lector que no frecuen
cia o los poetas ingleses. Con todo, es prefe
rible la severidad un poco seca y a trechos
con^ errores de buena fe, a las versiones donde
la “ personalidad” del traductor cumple la mis
ma nefasta tarea que el "virtuoso” en la in
terpretación de la música. Al fin y al cabo,
lo que un libro como éste pretende del lector
es que use las versiones españolas como tram
polín para sumirse en los textos originales,
que lo esperan fióles en la página de enfrente!
J. C.
El
cam in o
de
E l D orado , por Arturo
Uslar Pietri. Losada, Buenos Aires. 320
Pgs. a la rústica. $ 8.— m /arg.
Si la conquista española de América fue una
gesta donde la acción improvisada por las cir
cunstancias determinó las hazañas y las catás
trofes. entonces Arturo Uslar Pietri'acierta con
el tono directo y siempre objetivo de su na
rración. Con todo, un sumario examen de los
móviles y los individuos, de los imponderables
que subyacen en todo acaecer histórico, tien
do a probar lo falso do esa concepción y lo
riesgoso do su empleo on el orden literario.
No soy el primero en afirmar que el mag
nífico fracaso que en su momento representó
Salambo se explica por este voluntario sacri
ficio de lo oculto a lo superficial, de la razón
al acto. Uslar Pietri sigue (tal vez lo escan
dalizara la comparación) el método flaubertiano en esta crónica de las andanzas del
tirano Lope de Aguirre. Los hombres se mué'en, luchan, sucumben, traicionan, sin que en
ningún momento se dé al lector la posibilidad
do ahondar en esas corazas y esos petos cas
tellanos. Una hazaña como la de Aguirre no
se sostiene ni explica con las solas razones
de la codicia y la crueldad. La sublevación del
tirano contra Felipe II, su famosa carta de
desafío, su entrada en el espanto de la selva
y su lóbrego final, exceden los cuadros en
que Uslar Pietri, obstinadamente, ha querido
limitarlos.
Por eso, el escamoteo de lo subjetivo en un
episodio que debió estar tan lleno de sutiles
gradaciones psicológicas, lleva al autor a cier
tas fijaciones que amenazan con el lugar co
mún, a frecuentes recetas novelescas que en
rigor son ya insalvablemente anacrónicas. Ci
taré un caso: casi todos los asesinados (que
jalonan la marcha de Lope de Aguirre) su
cumben pidiendo confesión a gritos. Si tal co
sa era reacción natural en la época, Uslar
Pietri se excede al atribuir con tanta regula
ridad ese deseo final a los moribundos, sobre
todo a aquellos que reciben un cuchillo en la
espalda y el Amazonas sobre la cabeza; pien
so que ya sabemos algo más sobre lo que
puede esperarse en tal caso do un agonizante.
Estos reparos merecen consignarse, preci
samente porque El Camino de El Dorado es
una excelente novela en cuanto el talento na
rrativo do Uslar Pietri logra el difícil equi
librio entre una tensión que somete irresis
tiblemente al lector y la reiteración de episo
dios no muy variados. Es difícil navegar el
entero curso del Marañón sin una fluvial mo
notonía; el novelista triunfa en base a una
cuidada reconstrucción de ambientes que mu
chas veces ocupan el lugar que corresponde
ría a los hombres mismos. Más feliz con el
paisaje que con las almas, Uslar Pietri alza a
primer plano los ríos, las barcas, las sabanas
y las islas; toda la obra está impregnada dq
esa convivencia con lo telúrico que signa la
mejor novelística americana. Y la hazaña es
pañola — aún monstruosa, como en este caso—
alcanza así una realidad y un relieve que el
tratado histórico le escamotea casi siempre,
cuando no nace de la pluma de un Salvador
de Madariaga o do un Germán Arciniegas.
J. C.
El
h om bre
m as
dinám ico
del
m undo ,
por Damon Runyon. Traducción de Héc
tor J. Argibay. Ocesa, Buenos Aires.
200 pgs. a la rústica. $ 3.50 m/arg.
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Francisco Arno
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Harta razón tiene el traductor de estos re
latos al sorprenderse de que no hayan sido
“ descubiertos” antes por nuestros editores; por
mi parte sostengo desde hace años que los cuen
tos de Damon Runyon constituyen una obra
maestra del género — género perfectamente de
limitado por su tema, desarrollo y tratamien
to, do un rigor poco frecuente en literatura
“ popular” — , y celebro que el lector argenti
no pueda por fin asomarse a su mundo fasci
nante, aún con las penosas limitaciones do una
versión casi imposible por los problemas que
planteaba el cspecialísimo lenguaje, la atmós
fera verbal que nace del sabio empleo del
“ slang” neoyorquino y un super-slaug priva
tivo de las criaturas do Runyon. El mismo tra
ductor lo advierte así, con una lealtad que ha
bla de su meritorio esfuerzo.
So agrupan aquí los mejores cuentos del
autor, y entre ellos Madame La Gimp (de
donde nació aquella película que se llamó
“ Dama por un día” ), “ Caballeros, ¡el R ey!”
(que se malogró en el cine como “ Soldado
profesional” ), LUy, la de Saint Pierre __ que
yo incluiría en cualquier colección de gran
des cuentos— , y “ Los sabuesos de Broadway” , "Presión arterial” y “ El Cerebro se va
a casa” , que Runyon no sobrepasó jamás. Allí
la delincación do personajes — tan típicos y
diferenciados, tan ellos mismos dentro de la
semejanza que los reúne y explica—, se alía
a un lenguaje d e * na frescura expresiva como
sólo puede darle el habla popular cuando quien
la usa sabe someterla a sus más sutiles fle
xiones. Si los episodios son ingeniosos como
construcción, no es por ellos que Runyon re
sulta un gran cuentista: la forma, la resolu
ción verbal de las situaciones, dan a esos epi
sodios su eficacia extraordinaria. Los “ tipos”
y las “ pibas” — Princess 0 ‘llara, Harry the
Ilorse, Little Isadore, Big Jule— se fijan en
el recuerdo porque han sido plantados allí con
la misma agresividad y el mismo humor con
que circulan por Broadway y viven sus casi
siempre breves vidas.
De E. C. Bentley. en su prólogo a una an
tología de Damon Runyon publicada en 1940.
son estas frases: “ No puede usted impedir
que le gusten estos tipos y estas pibas. No
quiero decir que resultara agradable conocer
los — sobre todo a los tipos— . y menos aún
seguro. Si de mí dependiera, antes preferiría
ir a bañarme en un banco de tiburones, y aún
más rápido que antes (lo siento, pero es im
posible no caer en el idioma de Runyon cuan,
do so escribe sobre las criaturas de su mon
te). No quiero decir que usted derramará lá
grimas cuando Angie the Ox sea enfriado por
Lance McGowan, o cuando Joey Perhaps re
ciba lo que le está llegando de parte de
Ollie Ortega — que es un cuchillo en la
garganta— . Simplemente señalo que todos
ellos tienen una inquieta, valerosa vitalidad
que le hace agradable tener noticias suyas,
esto es, si usted pertenece al tipo humano
normal, que siempre se ha complacido oyendo
cosas do los desesperados...” Habría que
citar el entero prólogo, verdadera introducción
sistemática al conocimiento de Damon Runyon.
Baste con ello para mostrar al lector que en
esos relatos le espera una realidad a la vez
auténtica e irreal — los términos no se recha
zan— . poblada por seres dignos de conoci
miento; sin mencionar la riqueza de humor
que Runyon deja en cada frase, en cada epi
sodio, en cada presentación de uno de sus ti
pos, “ que no están en la cárcel simplemente
porque acaban de salir de ella” .
J. C.
L a raíz
M óbili.
por Jorge Enrique
Aires. 92 pgs. a la
verdadera ,
Buenos
rústica.
Con razones, con estados, con climas nega
tivos y dolientes, Jorge Enrique Móbili cum
ple obra de poeta al remontarlos a una condi
ción donde sus limitaciones dan a la luz lo ili
mitado, donde su pequeñez individual se re
suelve en infinitud creada y creadora. Todo
es en su libro vastedad gris anochecida
— título de un poema clave— , pero el sostén
poético cumple de nuevo la maravillosa parado
ja de exigir el dolor para desmentirlo y tras
cenderlo. Panegírico para un escéptico (que
oreo el mejor poema de este libro) no somete
la visión del hombre que, pasando
con su triste hombría y sn fulgor,
monótonamente so incendia en histórica any pesadamente se espanta y acaece.
[gustia
Eso es existir, pero no es la existencia. En
ol difícil salto do la derrota personal a la
victoria poética — negarse a una poesía do
sola nostalgia— , Móbili entrevé más allá de
esa
criatura que se quema en el tiempo
buscando desnuda un eco que sobreviva a su
[llanto. . .
Existencia
entro el camino de la muerte
sostenida por un rumor, por raíces eternas,
por nos de sangre, por ruidos de metales he[lados,
que so pegan al alma en sus horas de largo
•o
..
.
[extravío.
.rara afirmar, hermosamente:
Valo más este aroma que pasa, esta criatura
sin voz, este rumor de sueño pegado a la tierra
en su impotencia y su larga congoja,
que destrozar el pensamiento esperando la
quo la metafísica buscando lo justo, Refrío*
lo desnutridamente exacto entre la historia’.
La Raíz Verdadera, modestamente subtitu
lada “ cantos de la adolescencia” , está mucho
más adentro en la edad poética de Jorge En
rique Móbili. Se advierte en este libro una
voluntad de rigor que a veces enfría el verso,
la elección do materias sin turbio prestigio
estético, la constante vigilancia sobre la ruta;
todo esto es signo do pronta madurez formal;
y si Móbili ha ceñido con demasiada severi
dad su elocución, cabe decirle que lo creemos
a salvo de todo desfallecimiento futuro: suya
es una poesía que parece esperar viento alto
para henchirse. El se define allí como
una enhiesta soledad, habitando la música.
Tal vez su camino sea ahora el de dejar que
la música habite su soledad enhiesta, darse
a ella sin el temor a lo efusivo — ya no temi
ble en un cabal poeta como él .—- J. C.
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Estas páginas exaltan el valor, el sa
crificio y el ingenio de los heroicos
gauchos de GUemes, que defendieron
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tos y conjuraciones. Batallas, combates
y refriegas. De la introducción: Son
de todos conocidas las gestas de nues
tros grandes jefes militares; también
las empresas de aquellos civiles, cuyo
patriotismo, con enaltecerlos, glorificó
a la nación entera. Recordarlas es de
cir la historia de nuestra tierra, pues
nada más cierto que toda figura prócer
es de suyo artífice de un pueblo. Este
pequeño volumen sacará de apuro al
que conozca algo de historia patria.
Ayudará, con suma modestia, asi de
claro, a quien la haya estudiado con
empeño; y, finalmente, dejará una im
presión más o menos clara en el ánimo
del ayuno de todo conocimiento.
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Leopoldo Lugones ........... $ 6.—
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BUENOS AIRES
Rep. Argentina
un brasileño, una serie de estampas y “ man
chas” vivas, cálidas, ágiles, expuestas con
cariño, comprensión y gran simpatía huma
na. Sus desconocidos lectores le pidieron en
innumerables recados: “ Vaya, vea y cuente.
Pero describa las ciudades y cosas de tal
manera quo nos deje la impresión de haber
viajado también” .
El reclamo fuó satisfecho con singular ame
nidad.
Gracioso copista de la realidad, Verissimo
no elude el claroscuro quo puede ofrecer lo
sórdido y desmañado junto a lo limpio y
bueno. De ahí que hablando del suburbio
do una gran ciudad confiese: "Los que aman
la vida aceptando lo que ella tiene de bueno
y do malo encontrarán en este barrio de
Los Angeles los más entretenidos y sugesti
vos paisajes humanos” . Palpa así, enterne
cido, estas dos realidades y si bien, no las
capta con hondura logra apresar en cada
caso el dato, la circunstancia o la informa
ción quo más importa. Do ahí que no sea
necesario en ningún instante apelar a la
voluntad por haberse agotado la atención.
Buen bergsoniano, Verissimo cree en la teo
ría del cambio incesante entendiendo el tiempo
como algo vivo, lo que significa invención,
creación, de formas, observación continua, ela
boración. Estamos de acuerdo que todo eso
se halla en Un gato preso en la nieve.
Al promediar las páginas sentimos nostalgia
de reposo. Pero este contemporáneo Simbod
de tierras y mares, ama los renovados ho
rizontes, las maletas prontas, el continuo va
gar, el ajetreo por estaciones, aeropuertos,
caminos. Y nosotros, sus insospechados com
pañeros, lo vamos a la zaga rumbo al capítulo
o nota que se inicia.
Libro de síntesis y urgencia, como los días
quo vivimos, con habituales frases de viaje
y palabras cotidianas. Pero, por eso mismo,
espontáneo, sin tiempo para apelar a pre
conceptos, de una sinceridad fotográfica y un
humorismo retozón, este Gato preso en la
nievo no es un convite al viaje, sino el viaje
mismo.
De ahí que, con la postrera línea vivamos,
cabal, la sensación de llegar. Nos sacudimos
el polvo del camino, rehacemos nuestra toilette
y no nos sorprendemos cuando el oficial de
inmigración reclama, perentorio, los pasaportes.
Por eso abandono el libro y creo sentir que
me pregunta:
— i Su nombro ?
Maquinalmente respondo:
—NOEMI VERGARA.
gato preso en la nieve , por Erico
A erissimo. Santiago Rueda, Buenos A i
res. a la rústica. $ 8.— m/arg.
Un
de gentes y cosas, Erico Verissimo, el
brasileño de "Caminos cruzados’
-lusica a lo lejos” , llega ahora a noso
con
Un gato preso en la nieve", agita
en multicolor y brillante caleidoscopio
vida americana.
Figuras o instituciones, hechos y lugares
observaciones profundas y encantadoras na
derías; una obra que pervive y un almuerzo
o un cocK tail; Thomr.s Mann, Aldoun Huxley
Pearl Buck, Orson Welles o Joan Fontaine’
pero también el Smith o el Thompson d¿
la guía telefónica; ,el ascensorista y el
lustrabotas; o Tommy, el "boy” que cursa
el ' school” y quiere ser inventor; la cele
bridad y el alma anónima; la tradición y el
presente; ya trópico, ya nieve; Boston Chi
cago o California; Washington o Nueva York;
ora campo, ora camino, enjambre de mon
tanas y espejo de mar; lie aquí la esencia
de las notas que integran este libro.
Tri* el "camouflage" de las superficialidad
como para que no amedentren al lector
las 500 páginas— Verissimo. acuciado e in
fatigable observador, trata de . explicarse y
explicarnos el milagro que cumple y vive
el pueblo norteamericano. Milagro y expe
riencia que se singularizan por el proverbial
respeto a las instituciones democráticas, el
amor a las 4 libertades; el afán por la prensa
sin trabas, la escuela sin dogmas, la inicia
tiva privada sin límites, la gran perfección
técnica, la recia capacidad do trabajo, la
fina sensibilidad, la ingenua y retozona ale
gría y un desconocimiento absoluto del ri
dículo, al modo latino-americano. Esté últi
mo aspecto, digno de ser destacado pues que
tanto gravita aún sobre muchas fases de
nuestra vida, en buena parte de los países
sudamericanos, bien se refleja en el pasaje
qu« reproducimos:
Estoy en Chicago — dice Verissimo— .
que en el momento do su relato, atraviesa
una de las céntricas calles nevadas. — Un
chiquillo de cara resplandeciente pasa junto
a nosotros, jinete en su bicicleta.
7— ¡Hey, boy!— grito. — Quiero filmar este
chiquillo que parece una tricromía de tapa
de revista. Imagino la escena dentro de dos
meses en mi casa. Mis hijos, sentados sobre
mis rodillas contemplando la proyección del
film sobre la tela. Y me parece oír:
— '¡Ah! A este niñito lo encontré una
tarde muy fría en C hicago... — El chiquillo
desconocido traba la bicicleta y se acerca;
salto del coche y voy a su encuentro.
Y de súbito — traiciones del hielo del
camino— me resbalo y caigo. Miro al niño
esperando su carcajada. Pero se apresura a
llegar ansioso y me dice.
— Qué pena, sir: i Se ha lastimado!
— No ha sido nada.—
—Me llamo Tommy. Mucho placer en co
nocerlo . . ”
Este episodio al parecer intrascendente y
menudo muestra Norteamérica de cuerpo en
tero: y con ella uno de los secretos simples
del porqué de su grandeza.
El estilo netamente periodístico y moderno
del libro le imprime un pulso agitado, (a
veces como de avión a chorro) ; por momen
tos sentimos que el autor no haya viajado
en la lenta carreta de Azorín por las rutas,
esta vez, de Washington, Longfelow Roosevelt o Whitman; menos anchos, más hondos
los vagares.
Pero, negación o bondad, eso mismo hace
de estas impresiones do América vistas por
POR
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ha trasladado su despacho de pedidos a
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�14
ca b a lg a ta
PERSONAJES
Cristina ,
E duardo, .oí marido.
S ebastian, amigo de ambos.
SO años,
más o
menos.
ACCION
JTacc dos o tres meses.
LUGAR
Una isla desierta. Estamos en el pico
más alto, coronado por un palo que sirve
de asta a algunas camisas de colores chi
llones, que hacen de banderas. El pico da
al mar, un mar muy luminoso en ese claro
mediodía que derrama su luz total sobre
una naturaleza risueña. Unos escalones na
turales, irregulares pero útiles, permiten
ascender al pico.
a d v e r t e n c ia
Como no es una obra de clima, la di
rección podrá resolver los problemas es
cénicos que se le planteen sobre la base
de que lo esencial del ambiente físico es
su incomunicación con el mundo civilizado.
En otras palabras, puede ser una isla tro
pical, o una isla del Mar Artico.
La indicación de tiempo es puramente
escénica y quiere evitar la ligadura de las
frases que separa. Por silencio <
st enten
derá una pausa más o menos breve.
Al levantarse el telón Sebastian
está recostado contra el palo, de
perfil al teatro. E duardo, tirado
en el suelo de cara al cielo, una
pierna sobre la otra, mastica una
hierba, y se dirige a Sebastian
al cabo de un instante, sin ad
vertir que éste se halla muy re
concentrado en sí mismo.
algo afiebrada.
Cristina. — Estoy bien, querido (Transi
ción) ¡Qué decías de Sebastián?
E duardo. — Lo encuentro muy mal. ¿ Te
has dado cuenta?
Cristina. — Sí, está mal.
E duardo. — (Le ha tomado las manos en
contrando algo en ellas) ¿Y esto?
Cristina. — M ira ... encontré estas cuen
tas cerca del avión. ¿Las recuerdas?
(Se las muestra)
E duardo. .— ¡Qué curioso! Terminaré por
creer que tenemos demasiada suerte.
Me apenó mucho haberlas perdido.
Cristina . — Hay que enhebrarlas.
E duardo. — Toma. (Le da la hierba que
masticaba)
Cristina. — (Se sienta al pie del pico.
Empieza a enhebrarlas. Un silencio,
durante el cual E duardo la mira, lle
no de amor) Una pregunta, querido.
E duardo.— (Yendo vivamente hacia ella, a
cuyo lado se sienta) ¿Tú me haces
una pregunta? Soy feliz. Di, ¿qué
quieres saber?
Cristina. — (Después de un silencio) ¿Po
dremos salvarnos?
E duardo. — (Algo en juego, casi a pesar
suyo) ¡Nuestro amor nos condena!
(Intenta abrazarla)
Cristina. — (Lo rechaza suavemente, sin
prestarse al juego) ¿Crees que podre
mos salir de aquí alguna vez? (Muy
cariñosa, pero seria) Y no vuelvas a
repetirme que estamos en la ruta de
los vapores.
E duardo. — Es la verdad.
Cristina, — No puede ser. No hay ningu
na ruta de vapores que no dé señales
de vida durante cinco meses.
E duardo. — Te aseguro...
Cristina. — (Lo interrumpe) Ya vas a
mentir, querido. Se te ha movido un
na do tus quince años do amistad fe
liz? ¿No podremos encontrar una
solución? .
E duardo. — (Después de un silencio. Con
movido.) Perdóname.
Cristina . — Salgamos de aquí cuanto an
tes, Eduardo. ¿Por qué le tendremos
más miedo al mar que a nosotros mis
mos? Esa balsa. . .
Eduardo. — (La interrumpe.) Sí, la bal
s a ... Cuanto antes... (Transición.)
Mo has dicho cada cosa ... Tú, Sebas
tián, y o ... Te quiero tanto, ¿com
prendes?... Te quiero tanto que to
do mo hiere si te hiere. (Va hacia ella
y la abraza apasionadamente.) Gra
cias, mi amor. Tú me llenas de com
prensión, de paz, y yo nazco cada día
de tus manos. (Tiempo.) Anoche lo
pensé. Vine aquí mismo, subí al pico
y me quedé mirando el mar. Había
una luna muy grande, ¡recuerdas?
El íflindo tenía un aire de fantasma.
Y yo pensaba que del otro lado del
mar, en alguna parte, había gente que
vivía de alguna manera, la misma gen
te con la cual seguramente nos ha
bremos encontrado y conversado más
do una vez. Pero yo tengo lo que to
dos buscan. Un puro amor. Podía pen
sar que estábamos perdidos en un ex
tremo del mundo, que nos envolvía una
alta noche lunar, y que detrás de ella
sólo existía la nada. ¡Pero tú eres un
acto de gracia y destruyes la nada,
creas mi razón de vivir, la alegría de
mis pasos, el júbilo feroz de saber que
estoy vivo para siempre! ¿Me quieres?
Cristina . — Sí.
E duardo. — (Jubiloso, casi incrédulo, ba
jo.) ¿Me quieres?
Cristina . — Sí.
E duardo. — No termino do creerlo. Vuelve
a decirlo, mi amor. Nunca creí que
una sola palabra pudiera ser tan im
portante. Tú dices “ sí” , pero yo es
cucho otra cosa.
E duardo. — Mira esa nube. . . tiene la
forma de una cara de nariz ganchu
da. . . Y ahora se parece a uir mapa
de Portugal. Basta un poco do viento
a mil metros de altura para trans
formar una cara en un mapa.. .
( Tiempo) ¿Has notado qué raro es
hoy el azul del cielo 1 Así, con esas
nubes transparentes que corren y se
deforman, y con un sol tan fuerte
e inmóvil, parece un cielo de esceno
grafía. ( Tiempo. Se levanta repenti
namente) ¡ Mira, mira qué gaviota!
(La sigue ansiosamente con la mi
rada y hace un gesto de disparar.)
|Ah, si tuviera un f u s i l ! . .. (V a ha
cia Sebastian .) ¿Te gustaría una
pata de gaviota con ensalada de
algas?
Sebastian. — ¿Si hablaras menos y fue
ras a encender esa hoguera, que no
funciona? (Un señalado con la cabeza
hacia dentro).
E duardo. — Robinson no me lo perdonará
nunca. (Vuelve a tirarse en el suelo.)
Se me ha ocurrido que si desde algún
barco llegan a ver este palo de mala
muerte con las camisas, y el humo de
la hoguera, pensarán que son signos
propios de una isla habitada, y no el
llamado angustioso de unos náufragos
inexpertos... Deberíamos inventar al
go más dramático y menos usado. (Un
silencio) Sebastián... (Levanta la
cabeza y la voz, extrañado por el si
lencio de su amigo) Sebastián. . .
Sebastian. — (A lgo sobresaltado) ¿Qué?
E duardo. — Mediodía. Tengo hambre.
S ebastian. — (Se despereza un poco; de
pronto, algo llama su atención) Se
diría. . . (Se yergue y mira fijamente
hacia un punto lejano del horizonte.
E duardo ha dado dos saltos hacia él,
pues ha notado algo raro en su voz,
y comprende)
E duardo. — ¿Ves algo? (Un silencio ex
pectante)
Sebastian. — Creo que es una columna
de humo. (Silencio)
E duardo. —- No veo nada.
Sebastian . — Hay bastante bruma del
otro lado. (Silencio) No... no es nada.
(Desalentado) De cualquier modo de
be servirnos de lección. La hoguera
estaba apagada. (Transición brusca)
¡Cualquiera creería que te gusta estar
perdido en esta isla infame! (Baja
hacia E duardo) ¡ Seis meses sin ver un
barco!
E duardo. — Cinco, no seis.
S ebastian . — ¿Te parece poco? Cinco me
ses comiendo conservas y frutas, dur
miendo entre los restos de un avión
destruido, esperando todos los días un
barco que no llega.
E duardo. — Juraría que estamos en la ru
ta de los vapores.
Sebastian. — Será una vieja ruta pirata,
y ya no hay piratas, maldita sea In
glaterra. .. (Tiem po) Pudimos haber
capotado en otros mares. (Pausa. En
un estallido) ¡Y lo peor es tener que
estarse aquí de brazos cruzados, sin
poder hacer nada, esperando y espe
rando que el buen Dios se acuerde de
nosotros, o que algún capitán borracho
piérda la ruta y pase por estas aguas!
(Pausa)
E duardo. — ¿Vamos a comer?
S ebastian. — ¡No tengo ganas do comer!
E duardo. — ¿ Mal humor ?
Sebastian . — Vuelvo a insistir en la cues
tión de la hoguera, Eduardo. Esta es
la segunda vez que lo olvidas. Debe
estar encendida día y noche, ¿com
prendes? (Sonríe, con cierta ironía)
¿No es nuestro lema “ Tres para uno
y uno para tres?” (Con un matiz
amargo y desesperanzado, para si) Y
cada cual para sí.
E duardo, -r- (Que no ha escuchado esto úl
timo) Admito que no hay muchos mo
tivos para estar contentos, pero las
cosas pudieron haber salido peor. Pu
dimos habernos matado en la caída, o
poquito el labio superior. (Tiempo)
Es absolutamente necesario que me
digas la verdad, Eduardo.
E duardo. — (S orpren d id o) ¿A bsolutamente?
Cristina . — Sí. ¿ Qué posibilidades tene
mos de salir de aquí?
E duardo. — (Se levanta. Fastidiado, des
pués de cierta vacilación) Sé tanto
como tú. No vale la pena mentir.
(Transición) ¿Por qué tan preocu
pada?
Cristina . — ¿No podemos intentar nada?
E duardo. — ¿Qué?
Cristina. — La balsa.
E duardo. — ¿Tú también? Hace un ins
tante me lo volvió a proponer Sebas
tián. ¿No comprendes que es una aven
tura sin sentido? ¿Hacer una balsa
con un cuchillo y los dientes para per
dernos en medio del mar y terminar
comiéndonos unos a otros, o en boca
de algún tiburón? (Silencio.)
Cristina . — ¿No hay nada que hacer?
E duardo. — Esperar. Es lo más sensato.
(Transición) ¿Por qué has querido
saber absolutamente la verdad?
'
Cristina. — Por Sebastián.
E duardo. — (Sorprendido) ¿Por él y no
por nosotros?
Cristina . — P or él, y por nosotros,
Eduardo.
E duardo. — Lo dices de un modo. . .
(Transición) Te comprendo. ¿Crees
que no quisiera estar ya en nuestra
casa, tranquilos, lejos de este lugar
incierto? A veces me siento suspendi
do sobre el agua, caminando a ciegas,
descorazonado, con ganas de caerme
y terminar de una vez. Entonces, me
sucede que pienso en ti, y siento que
mis piernas se apoyan de nuevo so
bre la buena tierra y que tú y yo
Cristina. — Sí. (E duardo la abraza.) Yo
también nazco de ti; nazco de tu be
so de la mañana, de tu fuerte abrazo
nocturno, del amor que me das. (Se
miran muy tiernamente.)
E duardo. — Gracias. Nunca dejes que me
pierda. (Transición.) Voy hasta el
avión. Veré con qué contamos. (Sale.
Ella permanece un instante en silen
cio, mirando cómo se aleja. Luego,
sube al pico. Advierte las cuentas y
las recoge. Mientras las enhebra can
ta la 'misma canción, con un tono
preocupado y casi inaudible. Entra Se
bastian con una red primitiva en la
mano. Camina rápidamente, pero se
detiene al escuchar la voz de Cristi
na, pues no la ha visto. Un instante
así. Breve lucha en él. Quiere seguir
de largo, pero ya no puede. Lenta
mente se acerca hacia ella, que no lo
advierte, pues se halla de espaldas al
teatro.)
Sebastian. — (Habla desde abajo; está
■en la base del pico.) Cristina... (Ya
su tono la requiere.)
Cristina. — (Sorprendida.) Mo asustaste.
Sebastian. — ¿Dónde está Eduardo?
Cristina. — Fué hasta el avión.
Sebastian. — ¿Para qué?
Cristina. — Piensa que podría intentarse
la aventura de la balsa, y quiere ver..
Sebastian. — (La interrumpe.)¿Te lo ha
dicho?
Cristina. — Hace un instante.
Sebastian. — Antes de que tú llegaras mo
había dicho lo contrario.
Cristina. — Ha cambiado de opinión.
Sebastian. — ¿Lo convenciste tú? (Ella
calla.) ¡L o convenciste tú?
Cristina. — Sí.
Sebastian. — ¡ Por qué? (Ella calla.)
¿Juegas a hacerte repetir las pre
guntas, Cristina?
Cristina. — Cuando son tontas, sí. (Baja
hacia él, pero Sebastian se vuelve.
Ella lo advierte y se detiene.) Con
Pablo Palant
ESTA MUJER,
M IA
TRAGEDIA EN UN ACTO
a SIMON W ENCELBLAT
un poco de suerte podremos salir de
aquí. ¿-No quieres ver de nuevo a tu
Isabel? Y o la extraño.
Sebastian. — ¿La encontraré?
Cristina . — ¿Qué dices?
Sebastian. — Cinco meses.. .
Cristina . — Cinco días, Sebastián.
Sebastian. — ¡No, cinco meses! Pueden
cansar, desesperar, crear olvido. ¡Qué
se puede saber? Cinco meses hasta
hoy. ¿Y desde hoy? La balsa no es una
alfombra mágica, Cristina. Apenas un
poco de madera sobre un mar de tor
menta. Demasiado poco para una ola
caprichosa.
Cristina . —-¿Prefieres quedarte aquí?
Sebastian. — (Rápido) ¡No, no! (F ila s e
sienta sobre uno de los escalones, y
reanuda su labor. Un tiempo.) ¿Qué
haces?
Cristina. — Enhebro las cuentas que me
regaló Eduardo el día de mi cumple
años, ¡te acuerdas? Creía haberlas
perdido, pero las encontró esta maña
na al lado del avión. (Un silencio.)
Sebastian. — Fué una linda fiesta.
Cristina . — Esa noche me puse un traje
rojo.
Sebastian. — Isabel también. Me acuerdo,
s í . . . Bailamos mucho. D espués...
(Un silencio. Bajo, con intención.)
¡Verdad que fué una linda noche pa
ra todos, Cristina? Eramos dos her
mosas y fuertes parejas que se ama
ban.
Cristina. — Tú con tu Isabel. Pronto la
tendrás de nuevo.
Sebastian. — ¿Qué quiere decir pronto?
No es lo mismo para todos. Para mí,
cada minuto es un día, y en una se
mana envejezco un año. No quiero
envejecer así, no me gusta. (Silen
cio.) ¿Qué quiere decir pronto, Cris
tina? (Tiempo.) ¿Callas ¡ (Tiempo.)
¡ La palabra pronto es una trampa as
querosa inventada por los que no tie
nen apuro! Y y o . . . (Calla. Ella se da
quedarnos sin provisiones, o enfermar
nos de cualquier c o s a ... Después de
todo, hemos tenido mucha suerte. Sal
varnos precisamente los tres. Este pe
llejo que nos aprieta respira por mi
lagro. ¿ Y si hubiéramos caído en una
isla llena de caníbales?
Sebastian. — (Irritado) ¡Y a no hay caní
bales! (Desde adentro se oye la voz
de Cristina , quien canta “ Mi desola
do corazón’ ', de Tschaikowsky. La voz
se acerca) Cristina parece contenta.
(H ay un ligero, casi imperceptible es
tremecimiento en su voz. Cristina ca
lla)
E duardo. — Habrá encontrado lindas fru
tas. ¿No la notas algo desmejorada?
(Tiem po) ¿No?
Sebastian . — (A lgo turbado) No. (Tran
sición) Pienso que si no nos encuen
tran pronto la pasaremos muy mal.
Esto se pone muy feo, Eduardo. Por
mi parte, no tengo ninguna vocación
de Robinson Crusoe...
E duardo. — Yo tampoco. (Tiem po) Ano
che soñé,con la ciudad. Y o me perdía
en una calle, y luego tú y yo estába
mos solos eir un coche. Tú guiabas
y me llevabas a unos lugares maravi
llosos, y y o . ..
S ebastian. — (Lo interrumpe, fastidiado)
¡Y o no sueño nunca!
E duardo. — Yo sueño mucho, pero casi
siempre me olvido (Pausa)
S ebastian. — He vuelto a pensar en la
balsa, Eduardo.
E duardo. — (Con cierta irritación, levan
tándose) ¿Otra vez? ¡N i que fuésemos
personajes de Salgari! ¿Te sientes al
mirante de mares de tormenta? ¿Lar
garnos por unas aguas más o memos
llenas de tiburones como si fuera el
lago del parque? ¡N i siquiera sabe
mos remar! (Tiem po) Lo mejor es
esperar aquí, Sebastián. Al menos esta
mos seguros, y nada nos amenaza.
(Silencio. S ebastian vuelve a subir
al pico. Se oye la voz de Cristina .
S ebastian se acuesta, mientras E duar
do se dirige a un costado y escucha
enamorado la voz de su mujer. Cuan
do ésta cesa, se vuelve hacia S ebas
tian . Repentinamente, recuerda algo)
¿Sabes que hoy es quince de enero?
Sebastian
¿Quince d e ... (Sorprendi
do) ¿Ya?
E duardo.
Quince años que nos conoce
mos. Recuerdo mucho ese día. Esta ma
ñana pensé que es casi milagroso que
hayamos podido ser amigos durante
tanto tiempo. Se lo dije a Cristina, y
a ella también le parece casi impo
sible.
S ebastian. — ¿Te dijo eso?
E duardo. — ¿Verdad que las cosas que du
ran dan un poco de miedo? (Tiempo)
A veces, pienso que Cristina tiene ce
los de nuestra amistad. ¿No le pasaba
lo mismo a Isabel?
S ebastian. — Has dicho pasaba. (Un si
lencio)
E duardo. — La echas do menos. (Tiempo)
Pobre Isabel. .. Pensará que has
muerto. (S ebastian se pone de pie y
se toma del palo. E duardo intenta un
gesto hacia él, pero se detiene. Vuelve
a oírse la voz de Cristina , que se
acerca. Cuando E duardo se vuelve se
encuentra con ella, que entra)
Cristina . — (Con unas frutas en las ma
nos) ¡Mira qué lindas frutas, Eduar
do! (A l escuchar la voz de Cristina ,
Sebastian baja rápidamente. Ella le
ofrece una fruta) ¿Quieres?
S ebastian.— (La toma.) Gracias. (A
E duardo.) Voy a encender la ho
guera. (Sale.)
E duardo. — (Después de un instante, du
rante el cual ambos miran hacia Se
bastian ) Le hablé de Isabel. Se ha
puesto muy triste (Tiempo. Fastidia¡»
do) ¡Está cada día de peor humor!
(Transición) ¿Cómo estás, criatura?
(L a abraza) A v e r ... (L e toma la
cabeza entre las manos) ¿Cómo te sien• tes? Anoche me pareció que estabas
estamos juntos, vivos, y que todo es
posible, puesto que nos queremos. (A l
advertir que Cristina se ha quedado
ensimismada) ¿Qué tienes, mi amor?
Te encuentro tan.. . tan preocupada.
(H a vuelto a sentarse al lado de ella
y parece querer protegerla entre sus
brazos).
Cristina . — Estoy muy preocupada. (Si
lencio.) Estoy muy preocupada a cau
sa de Sebastián.
E duardo. — (Sorprendido) ¿Otra vez, Se
bastián? (Silencio.)
Cristina . — (Decidida.) ¿Por qué crees
que está así?
E duardo. — (A lgo
desconcertado.)
Me
parece natural. ¿Acaso n osotros?...
Cristina . — (L o interrumpe.) ¿Te parece
natural que me huya y que encuentre
cien pretextos para alejarse cada vez
más de nuestro lado?
E duardo. — (Idem .) No entiendo.
Cristina . — ¿N o? (Un silencio.) Es muy
seneillo, querido. Hace ciueo meses
que estamos solos en esta isla. Y él
está más solo que tú y yo. (Un silen
cio.) No tiene mujer.
E duardo. — (Idem .) Claro. . . (Silencio.
Repentinamente.) ¿V te h u y e ... (Ca
lla y se levanta, muy preocupado.
Cristina advierte su desconcierto y
se levanta hacia su marido a tiempo
que éste la enfrenta secamente.) ¿Te
ha dicho algo?
Cristina . — No
E duardo. —•¿ Cómo puedes estar segura,
entonces?
Cristina . —•Lo adivino. Me mira, y adi
vino cómo me mira detrás de sus ojos;
comprendo cómo se domina para no
traicionarse; siento que yo soy el ori
gen de su deseo y de su daño, porque
soy la mujer que necesita, pero mo le
pertenezco. Y a cada instante temo
que no pueda dominarse y me diga
lo que no quisiera escucharle jamás.
E duardo. — (Se pasea nervioso e inquie
to. Después de un silencio.) ¿Cuánto
hace que lo sabes?
Cristina . — Hará diez días.
E duardo. — No me dijiste nada.
Cristina . — No era fácil. (Tiempo.) Pe
ro ayer comprendí que esto no puede
continuar. Sebastián me dio pena.
E duardo. — ¿Sólo pena?
Cristina . — ¿Qué más? (Silencio.) ¿Qué
piensas, Eduardo?
E duardo. — Que sólo te dió pena. Yo sien
to como si su deseo ya te hubiera al
canzado.
Cristina . — ¿Ya?
E duardo. — No puedo soportar que piense
en ti. (Tiem po.) ¿Qué has pensado
tú?
Cristina . — Tenemos que salir inmediata
mente de aquí, Eduardo.
E duardo. — ¿ Cómo ?
Cristina . — De cualquier modo.
E duardo. — ¿ Tienes miedo ?
Cristina . — No, pero. ..
E duardo. — (L a interrumpe.) Sebastián
no será capaz de nada.
Cristina . — ¿Te basta con eso? (Tiempo.)
¿Podremos soportar su soledad y sa
ber que sufre a causa del amor que
nos tiene y del deseo que lo destruye?
¿N o le daremos un poco de paz, no
lo intentaremos, al menos? '
E duardo. — Sí, c la r o ... (Silencio.)
Cristina . — (Tierna, persuasiva.) Hace
diez días que sufro mucho, mi amor.
Hace diez días que quiero creer que
es un error, pero no he podido. Ayú
dame, estamos a tiempo de salvarlo
todo. ¿N o es Sebastián tu amigo del
alma? ¿N o me hablabas esta maña
vuelta. Transición, bajo) Perdóname.
Pero tú sa b es... Y o sé que sabes.
(Ella se pone de pie y se aleja) Y
me hace bien hablar.
Cristina . — Será mejor callar, Sebastián.
(Se vuelve hacia él.) Quisiera que pu
diéramos mirarnos siempre de frente.
Sebastian . — Oh, mirarnos de fr e n te ...
He olvidado bastante todas esas co
sas . . .
Cristina . -— Yo no.
S ebastian. — Ayer vi cómo te besaba
Eduardo. (Silencio.) A veces, pienso
que no he besado nunca a una mujer,
pero una extraña sabiduría me dice
cómo es, y hasta creo recordarlo. El
corazón tiene dos labios, Cristina, y
yo tengo corazón y espero. ¿Qué mila
gro espero? ¿No tienes para mí el
mismo rostro de Isabel? (Tiem po.)
¿No tendrás también su sabor?
Cristina . — (Ha palidecido.) ¡N o quiero
escucharte más, Sebastián! (Tiem po.)
S ebastian. — (Urocura dominarse.) Y yo
no quiero volver a hablar. (Silencio.)
Quiero mucho a Eduardo. Es mi me
jor amigo, y yo lo quiero. Una vez le
salvó la vida. Entonces éramos mu
chachos, y yo sentía un secreto orgullo
por haberlo hecho, y hasta me conside
raba su acreedor. (Tiempo, amargo.)
Claro, no soy su acreedor.
Cristina . — Ve a ayudarlo. Cuanto antes
salgamos do aquí, mejor. Piensa en
la alegría de Isabel.
Sebastian . — No tengo alegría. No puedo
pensar en la alegría de nadie.
Cristina . — Yo recuerdo a un Sebastián
que se reía mucho.
Sebastian . — So le murió la risa en un
accidente do aviación. Ahora está en
una isla desierta con Eduardo y Cris
tina, y le pasan cosas extrañas. ¿Cris
tina o Isabel? Las conoce muy bien,
pero ya no puede distinguirlas. Las
dos se han vuelto una sola para él.
(Tiem po.) Ayer, cuando Eduardo te
besaba, sentí que el mundo se detenía
y que los tres rodábamos a través de
un espacio interminable. Cerré los ojos.
Pero no podía dejar de ver su boca y
la tuya, ni cómo te rodeaban sus bra
zos, ni cómo te entregabas. (Silencio.)
No quiero humillarte, Cristina. . . pero
es necesario que yo también te bese.
Cristina . — Tú sabes que quiero a Eduar
do.
Sebastian . — Lo sé. Por eso te digo que
no quiero humillarte. Pero todo mi ser
mo lleva hacia ti. (Comienza a subir
hacia ella.) El aire de tus palabras
mo inflama, Cristina. Y a no hay paz
que no nazca de ti. Es demasiado tar
de. Pero no daré un paso atrás. Ca
mino, pero retrocederé. (Se detie
ne.) ¿Ves? Me lio detenido. (Transi
ción.) Ahora veo tu rostro, y sé que
eres Cristina, la mujer de Eduardo, y
él es mi amigo y yo lo quiero y res
peto. Todavía no daré un paso. Quizá
no sea necesario. (Verdaderamente
desesperado.) ¡E s necesario que no
sea necesario! (Tiem po.) Está ma
que to diga estas cosas, Cristina. Pe
ro tú tienes una boca que besa, y yo|
también. (Tiempo. Avanza.) A uelvOj
a buscarte, ¿ves?
Cristina . — No sigas, Sebastián.
S ebastian . — ¡D ices que me esperas? (Ea
otro paso.)
Cristina . — Digo que te detengas.
S ebastian . — ¿Quieres que me apresuro!
Cristina .— Estoy dispuesta a defenderme
Sebastián; y a ti también. Lo qu<
haces es muy cruel.
Sebastian . — No sabría hacer otra cosa
¿ Crees que he perdido la cabeza ? Nun
ca estuve tan lúcido como ahora. Tam
bién mi cabeza me ordena que dé otn
paso. ¿Ves? (L o ha dado.) Antes fui
mi gran enemiga, ahora es mi gruí
aliada.
Cristina , —•¡T e engaña!
�ca b a lg a ta
Sebastian. —'M e da órdenes que me gus
tan.
Cristina-----¡Te destruye!
Sebastian. — Prefiero terminar de una
vez.. (En un estallido de desespera
ción.) ¡Ah, ei yo pudiera ver tu rostro
verdadero! (Ha acercado a ella su
boca ávida.) ¡Si yo pudiera no de
searte!
Cristina. — (Ha permanecido inmóvil, a
pesar suvo, dominada por vn instante
a causa del fervor e intensidad del
deseo de S ebastian , pero no más de
un instante. Ha jo . reflexiva, casi como
un comentario.) Si yo pudiera no com
prenderte. . . (P ero cuando (l la va
a besar, ella huye y grita en vos ba ja,
espantada, incapaz de dar ese beso, cu
ya necesidad comprende, pero oue todo
su ser de amor rechaza.) ¡Eduardo!
(P ero él ha alcanzado a poner su ma
no sobre ella y le ha desgarrado un
poco la ropa, y también le ha roto el
collar, cuyas cuentas se dispersan.)
S ebastian . — (La sigue y la toma violen
tamente entre sus brazos.) No juegues
conmigo, Cristina. .
E di' ardo. — ( Desde adentro, gozoso.) Cris
t in a ... (Un grito largo, prolongado,
que contrasta con el seco nombre de
Cristina que acaba de pronunciar Se
bastian . Este se detiene al oír la voz
de su amigo y suelta a Cristina , estu
pefacto al comprobar qué ha hecho.
Sube al pico lentamente, mientras ella
intenta poner un poco de orden en sus
ropas. En ese momento entra E duar
do, corriendo.) C ristin a... (Pero pa
lidece y calla súbitamente. Capta todo
en el acto. En un gesto de violencia
instintiva se lleva la mano al corto
puñal que le pende del cinto y da dos
pasos hacia S ebastian , que no lo ve,
pues le da la espalda. Pero Cristina
le cierra el paso y forcejea con él,
breve, pero intensamente. E duardo de
siste. Ve un botón en e l •suelo y lo
recoge.) So te ha caído un botón, Cris-
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tro cuando me ves, cómo te abrazo y
cómo me estrechas, cómo desaparezco
y cómo te mueres, y qué juntos, ju n
tos estamos! (L a abraza breve y es
trechamente y de pronto se da vuelta
hacia él.) ¡Ladrón! (Pausa larga.)
Cristina. — (B a jo.) No te ha robado
nada, Eduardo.
Eduardo. — Como si lo hubiera hecho. No
es capaz do mirarme.
Cristina. — Tuvo un momento de extra
vío. Lo lamenta más que nosotros.
Eduardo. — ¿Basta con eso? ¿Debo sopor
tar que to haya ofendido?
Cristina. — No a mí, Eduardo; no es a
mí a quien quiere, ¿comprendes?
Eduardo. — ¿ Por qué he de comprenderlo ?
(Transición. A S ebastian .) ¿Tienes
algo que decir, Sebastián? ¿Nada?
Sebastian. — (D espués de un corto silenlencio, se vuelve hacia él.) ¿Eres capaz
de escuchar?
Eduardo. — ¡H abla!
Sebastian. — Cristina. . .
Eduardo. — (L o interrumpe.) ¡T u deseo
es infame!
Sebastian. — Mi deseo es inocente.
Eduardo. — ¡ Con inocentes como tú al
muerza el diablo todos los días!
Sebastian. — (B a ja .) Eduardo, he queri
do evitar esto con todo mi corazón.
No he podido, no puedo.
Eduardo-----No me importa, Sebastián.
Sebastian. — ¿Es todo lo que tienes que
decir? ¿Que no te importa?
Eduardo. — ¿Debo
alegrarme?
¿Debo
aceptarlo? ¿Debo cruzarme do brazos
y esperar a que vengas a tomar a mi
mujer? (Un silencio.)
Sebastian. — ¿N o tengo ningún derecho?
Eduardo. — (E stu pefacto.) ¿Dices?
Sebastian. — Te pregunto si no tengo nin
gún derecho, Eduardo.
padre y mi madre, mi corazón nupcial?
¿No sabes aún que yo he nacido para
escuchar la voz más secreta de su
alma, y que puedo adivinar hasta el
► peso de una mirada sobre su cuerpo?
¿No comprendes que hemos fundado
un amor, y que ella y yo somos un
solo ser, un solo designio? (Tiem po.)
¿De qué justicia hablas, Sebastián?
(Pero éste se ha alejado, y calla.)
Cristina . — (Que se lia ido acercando a
él y lo ha tomado amorosamente de
i un brazo mientras habla. Después de
un corto silencio, muy tierna.) ¿No
habíamos hablado de una balsa?
Sebastian. — (S e vuelve hacia ellos, irri
tado.) ¡N os llevará un millón de años
hacerla!
Eduardo. — (Lleno de desprecio.) ¿Una
balsa con nosotros tres? ¡A llí donde
yo esté me seguirá el deseo asqueroso
du mi am igo!
Cristina. — (Desesperada al advertir la
resolución de los dos hombres.) ¿E n
tonces? (Silencio. Espera una respues
ta imposible.) ¿Qué haremos? (Silen
cio. Incrédula.) ¿Debo decidirlo yo?
Eduardo. — (Sorprendido.) ¿T ú ? ¿Decidir qué?
‘■ bastían. — ¿Y a lo has decidido?
tina. (Se lo da con un gesto rápido.
Ella lo toma lentamente. El habla con
rapidez y en voz baja, contenida.) Mi
r a . . . y aquí hay más cuentas para
tu collar. (Las toma del suelo y se
las da. Pero las deja caer antes de
que Cristina haga ademán de reco
gerlas.) Cualquiera diría que te han
roto el co lla r.. . (L o ha dicho en vos
alta, hacia Sebastian .)
Cristina . — (B a jo) Ven, Eduardo. .. sal
gamos de aquí. (Intenta alejarlo.)
E duardo. — (La rechaza.)¿P or qué? Este
lugar es hermoso. (Habla con ella,
pero siempre hacia Sebastian .) ¡Mira
qué sol, huele qué aire! (A lto.) Un
mundo de fiesta para la fiesta de dos
amigos del alma! ¡Eh, Sebastián!
(Sube hacia él.) ¿Vamos a bebemos
una buena botella de licor?
S ebastian . — (Sin volverse.) No tengo
ganas de beber.
E duardo. — ¿Cómo? ¿No estás contento?
¡Quince años de vemos nuestras lin
das caras! ¿O prefieres champaña?
¿Recuerdas la botella que gané en la
kermesse? La compartimos. No sé si
te lo dije, Cristina. Siempre nos gustó
compartir las cosas. Cigarrillos, hojas
do afeitar, libros, y hasta el ropero
y el canasto de la ropa sucia en el
club. Dos hermanos, claro. . . Quien
hablaba de Eduardo hablaba de Se
bastián. Dos a m ig os... Alguno me
hizo una broma tonta cuando supo
que tú y yo nos queríamos, Cristina,
y me costó trabajo explicarle que
hasta la amistad tiene un límite.
(Tiem po.) ¿Verdad que así son las
cosas, Sebastián?
S ebastian . — Así son.
E duardo. — (En un grito.) ¿Lo has olvi
dado?
Cristina . — ¡ Basta, Eduardo!
E duardo. — (Id em .)¡L o bas olvidado?
(U n silencio. Transición.) De cual
quier modo, no tenemos licor. No te
nemos bien alguno en este rincón del
paraíso. ¿O lo tenemos? ¿Tienes tú
alguno, Sebastián? (Casi en el rostro.)
¿Algún noble pensamiento escondido
en lo hondo del cráneo? (Silencio.)
¿Nada? ¡Entonces soy más rico que
tú! ¿Verdad que soy más rico que
él, Cristina? ¿N o eres tú mi bien?
Cristina . — (Lo abraza.) Te lo ruego,
E du a rdo... No sigas. E s tá s...
E duardo. — (La interrumpe.) ¡Contesta!
¿No eres tú todo mi bien?
Cristina . — Sí, mi a m o r... P e r o ...
E duardo. — (En un grito.) ¿Lo oyes?
Cristina . — (Imperativa, cansada.) ¡D é
jalo tranquilo, Eduardo!
E duardo. — ¿Has oído, Sebastián? (Tran
sición.) C ristin a... ¿por qué no repi
tes lo que me d ices.. . (Calla.)
Cristina . —-(Sin comprender.) ¿Que re
pita qué?
E duardo. — (Con intención.) Tú sabes
q u é ...
Cristina . — (Pálida, con un hilo de voz.)
¿Te has vuelto loco?
E duardo. — ¿Te has quedado sin voz?
¡Anda, grita para que él te oiga! ¿No
puedes? ¿Tienes pudor? (A S ebas
tian , en un grito.) ¡M e dice que soy
su dueño y se le escapa el alma en
cada grito, Sebastián! (Ella se ha
tapado los oídos, horrorizada. El conti
núa, cada vez más herido e incapaz
de dominarse.) \Ella es el eco de mi
propio corazón, y cada uno de sus
gestos es mío, porque yo la he creado,
porque yo he creado todo lo que res
pira en ella, porque ella vive de mi
amor y me quiere solamente a mí!
¿Qué quieres tú, enano sin fortuna,
actor sin teatro, ladrón sin botín 1
¿Quieres apoderarte de mi bien? ¡No
le interesas, no le interesas! ¡Anda,
Cristina, grítale que sólo bailas con
migo, que yo tengo la llave de oro
que te enciende! ¡Grítale, mi amor,
grítale para que no lo olvide nunca,
grítale cómo se me encienden los ojos
cuando te miro, cómo te arde el ros-
E duardo. — ¿Cuál? ¿Quién te lo ha dado?
Sebastian . — Ha nacido aquí.
E duardo. — (Con desprecio.) ¡T ú estás
loco!
Sebastian . — ¿Debo decirte que no puedo
continuar así, explicarte por qué?
E duardo. — No quiero escucharte.
S ebastian . — ¿ Tienes miedo ?
E duardo. — ¿Atacas mi amor?
S ebastian . — ¿Es tan frágil?
E duardo. — Es tan entero. (Tiem po.)
Quieres ser persuasivo, Sebastián, pe
ro te veo. Te hinchas de deseo y de
malos pensamientos. Pierdes el tiempo.
Busca otra mujer. Haz tu dichosa
balsa y sal a buscarla. Mi mujer es
mía. (Tiem po.)
S ebastian . — ¿Ella no tiene nada que
decir?
E duardo. — ¡ Sólo pensarlo es un escán
dalo contra el amor! ¡N o pongas es
cándalo, Sebastián!
S ebastian . — (Estalla.) ¡E lijo el escán
dalo! ¡N o quiero nada de Cristina,
fuera de un poco de paz! ¡N o quiero
su amor, no quiero atacar el tu yo;
no quiero que me grite que soy su
dueño, ni que muera entre mis brazos!
¡Pero soy un hombre, y ahora vivo
humillado, temeroso de verte y de mi
rarla, acusándome sin motivo! (A
C ristina .) ¿N o tienes nada que de
cir, Cristina? (Tiem po.) ¿Temes por
tu virtud? (U n silencio.) ¡Contesta!
E duardo. — ¡N o le des órdenes!
S ebastian . ; Contesta! (U n silencio. Cris
tina se vuelve hacia él y lo mira, llena
de angustia y desconcierto. S ebastian
cree percibir algo en sus ojos. Anhe
lante.) ¿Dices? (Casi en un ruego.)
¿Dices que no admites una virtud a
ese precio? ¿Dices que no soy un fan
tasma, y que no me basta el fantasma
de Isabel? ¿Dices que tu deber es de
volverme la paz que me quitas? (Tiem
po.) ¿Vuelves a comprenderme? ¡Haz
ahora que ól te comprenda, Cristina!
(A E duardo, en un grito repentino.)
¡T e digo que ella quiere, Eduardo!
Cristina . — ¡ Mientes!
E duardo. — ¡ Tú quieres!
Sebastian . — ¡ Es más justa que tú! ¡Dile
que hable!
E duardo. —-¡E lla hablará si quiere!
E duardo. — ¡ Debería matarte por esas pa
labras, Sebastián!
Sebastian . — ¡Díselo, Cristina!
Cristina . — (A E duardo.) ¿Hasta cuándo
seguiremos así, mi amor? Sebastián. . .
E duardo. — (L a interrumpe, asombrado.)
¿Todavía hablas de él?
S ebastian . — ¡Cómo te duele! Tú y Cris
tina juntos, y lo demás. . .
E duardo. — (L o interrumpe.) ¡Calla, ca
lla!
S ebastian . — (Im placable.) ¿ Y qué si
callo? ¿Verdad que no podemos seguir
así? ¡E lla misma acaba de decirlo,
Eduardo! No hay silencio contra este
acuerdo. (Tiem po. Muy fríam ente.)
Dos hombres y una mujer quiere decir
una mujer para dos hombres. (Pausa.)
E duardo. — (M uy pálido, bajo. Mientras
ha hablado S ebastian , se ha llevado
la mano inconscientemente al puñal.)
Estás perdido, Sebastián.
Cristina . — (Se precipita hacia él.) ¡N o !
¡N o ! ¡T ú no harás algo tan horrible!
E duardo. — (Sorprendido.) ¿Qué? (V e
que los ojos de Cristina miran su ma
no sobre el puñal, y hace entonces ade
mán de sacarlo.)
Cristina . — ( Con la mano apoyada fu er
temente sobre la mano de él, para im
pedirle su designio.) ¡N o dejaré que
te pierdas, Eduardo!
S ebastian . — ¡N o temas, Cristina! ¡N o
se atreverá! (L o cree.)
E duardo. — ¿Tú crees? (Silencio.)
S ebastian . — (S e adelanta decididamen
te.) ¡E lla es mía también!
E duardo. — (Con un grito brutal.) ¿T u
ya? ( Y antes de darle tiempo, ya está
encima de S ebastian , quien intenta
detener el golpe, pero no puede. C ris
tina ha gritado: “ ¡N o, no. Eduar
d o . . . esto es un crimeir! ’ ’, y se ha
lanzado tras de su marido, pero
E duardo la rechaza a tiempo que hie
re mortalmcnte a S ebastian . Todo ha
sido rapidísimo. A l ser rechazada,
Cristina ha caído y sólo se oye el
golpe del cuerpo de S ebastian al caer.
Una pausa larga.)
Cristina . — ¿Qué hemos hecho, mi amor?
(Silencio.)
E duardo. — ¿ Quién podrá decir que no
me he defendido? (Silencio.)
Cristina . — ¿Está muerto? (Silencio. Por
primera vez, E duardo mira el cuerpo
de su amigo. A l verlo muerto, se lle
va las manos a la cabeza en un gesto
de total desesperación. Ella comprende
el silencio de él y queda desolada. Un
tiem po.) E s t á muerto. (Silencio.
E duardo deja caer el puñal que aun
tiene en la mano y baja hacia Cris
tina .) ¿ Y ahora? (Am bos están fren
te a fren te y se miran, igualmente
atónitos.)
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S ebastian . — (A Cristina , con un grito
ansioso.) ¿Hablarás? (Un silencio.)
E duardo. — (Ansioso.) ¡H abla! (Pausa.)
Cristina . — (B a jo.) Razonemos un poco,
Eduardo. (Un tiempo.)
E duardo. — (Con un hilo de voz.) ¿Has
dicho ?
Sebastian . — (Triunfal.) “ Razonemos un
p oco” ¡Eso mismo ha dicho, Eduar
do!
E duardo. — ¿He oído bien? ¿Hablabas
de razonar? Y o hablo de amor. ¿Ra
zonar qué? (Un silencio.) Cristin-a. . .
C ris tin a ... dime que no he oído bien.
Sebastian . — (Cruel.) ¡T e lo ha dicho
con todas las letras!
Cristina . — Será mejor que calles, Se
bastián.
S ebastian . — ¿Has perdido el valor?
¡Grita ahora para que él te escuche!
¡Grita que eres más justa que él, y
entiendes! ¡Grita que no vengo a po
ner escándalo, sino justicia!
E duardo. — ¿Justicia? (Tiem po.) ¿Justi
cia contra el amor? (Tiem po.) Cris
tina nació de mi corazón- profundo,
y esto es justo. (Tiempo. A S ebas
tian , acusador.) ¿N o sabes que la
quiero con toda mi alma? ¿N o sabes
aún que ella es mi bien, mi amor, mi
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E duardo.
A h o r a ... (Mira hacia donde
yace su amigo muerto.) él es nuestro
dueño. (D e pronto, instintivamente,
ambos buscan el refugio el uno en
brazos del otro, pero ya no pueden
tocarse.)
TELON LEN TO
n
o
t
i
c
i
a
ACABAN DE APARECER
TEATRO DE NIÑOS, por Leticia Cossettlni * 5.—
PSICOGENESIS DEL RAZONAMIENTO MATEMA
TICO, por Francisco Vera ....................... $ g.__
CONSTRUCTORES DE LA AMERICA LATINA,
por Watt Stewart y Harold F. Peterson S 7.__
G. K. CHESTERTON, por Matate Ward
$ 16.__
-A GAYA CIENCIA, por Friedrich Nietxsche t 7.__
Esta obra parte de la misma
situación que El amor muerto,
drama del mismo autor, estrega
do en 1942.
Con lo dirección del autor, E s
m u je r , m ía fu e estrenada en
la Casa del Teatro de Buenos
Aires el 20 de octubre de 1947
por Adriana V ern é, Eeynaldo
D ’ Amore y Roberto Durán, quien
creó también la escenografía.
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�a b a lg a ta
16
(V iene de la páff. 9.)
muerta en un banquete do bodas. Pero
era cobarde y preferí el fraude.
A los primeros libros leídos, seguían
otros cuyo valor probable dentro do una
escala no demasiado arbitraria era me
nor. Pasaba por ejemplo de Homero a
Tucídides, y de esto al Antiguo Testa
mento y luego a Dante y a Goethe o al
Marqués de Sade o al Candide. Seleccio
nando así la grandeza aceptada y m ejo
rando otros juicios, el nivel do respon
sabilidad moral iba descendiendo sensi
blemente y de pronto me sentía com
prendido en textos que me identificaban
oon alguna vileza.
Por el momento, no iría más allá del
aspecto literario. No podía decir qué.
pero esperaba confusamente que algo su
cediera, un indicio, una señal. La barba
del viejo profesor temblaba musitando
•osas que en vano traté de entender pe
gando mi oído al retrato. Por fin llegó
el aviso. Una noche al volver a mi cuar
to, presentí que algo había sucedido. An
sioso, encendí la luz y vi sobre la cama
la fotografía del profesor. Su mirada no
era la que ya conocía: simplemente per
versa y resentida. Era una mirada alu
cinada, vidriosa. Instintivamente recorrí
el cuarto buscando el retrato de Rosa
Proelich. Estaba en el piso, en un rineón. Parecía haber sido arrojado con
violencia después de una lueha. A l que
brarse, el vidrio había raspado con una
de sus puntas la cartulina. Rosa estaba
igual. Tal vez su sonrisa era especial
mente burlona y provocativa. No esperó
más. Me encajé un sombrero de copa des
teñido y sucio y pegué a mi rostro una
barba parecida a la del profesor Basura.
Así compuesto, me paseé agitado por el
cuarto entablando con la mujer del re
trato un diálogo largo de humillación,
amor, odio, resentimiento. Y nuevamente
amor, odio, resentimiento. Un verdadero
delirio cuyas transiciones marcaba desde
su retrato, el profesor. Sólo cuando me
eallé volvió a él la expresión primitiva.
Una cara inteligente sin duda, pero abs
traída en la imposibilidad de ver la apli
cación del amor para otra cosa que para
la lucha y la destrucción sórdida. [Ah,
imbécil! Había terminado mi aprendi
zaje. Y a podía salir en busca de Rosa
Proelich.
Ustedes convendrán en que es muy di
fícil encontrar una mujer fatal. Los hom
bres abandonados, disponibles, sin ilu
siones, que buscan aire fresco en los
bares abanicándose mientras beben cer
veza, piensan que la mujer fatal es ape
nas una figura literaria, y que el hom
bre que so respete, debe dedicarse a bus
car la llamada mujer importante, especie
aun más rara*. ¿Donde buscar entonces?
Por un momento pensé orientarme hacia
esa infinita castidad cuyo secreto resido
en la minuciosidad descabellada, de la
famosa princesa rusa de nuestra ator
mentada adolescencia. Este nombre, to
dos lo hemos oído alguna vez. Y son im
borrables ciertos episodios como el del
oficial del ejército o el campesino fuerte
nacidos para satisfacer la poderosa, in
terminable lujuria de la apócrifa prinv
cesa. El oficial o el campesino fuerte,
se aprovechan del momento en que, fa
talmente, el poder cede a la naturaleza
y piden recompensas en oro. No me con
venia. Descansaba mi objeción en la
idea de que la vida no es ni tan trágica
ni tan patética, ni es simplemente pla
cer sino más desagradable y divertida
que lo previsto. Me decidí por los teatruchos portuarios.
Una explicable contradicción hace que
las llamadas mujeres perdidas tengan un
sentido del orden moral muy particular
y estricto. No me refiero ni me interesan,
las minucias profesionales que sin nin
gún sentido del matiz, ni de la realidad,
relataron comisarios de policía jubila
dos. Lo que quiero decir, es que con mi
sucia galera y mi barbita, era yo quien
podría despertar la posibilidad redento
ra que yo mismo buscaba. Cada una
querrá ser redimida y buena, y querrá
ayudarme a rehacer la vida. Teniendo
en cuenta la admitida venalidad de mi
campo de operaciones, y las continuas
invocaciones a Dios que se oyen a diario
en boca de cualquiera, se justifica que
tratara de hallar la mujer fatal por vías
del escarnio, la humillación y, si la em
presa fuera exitosa, el agradecimiento
final.
En el pequeño escenario, un grupo de
jóvenes infelices se movían, cantaban y
gesticulaban alrededor del piano. Desde
mi mesa, podía contemplar sus borrosas
y tristísimas caras de fetos, recreando
al mismo tiempo la mitología de la si
rena auténtica, anunciada en la puerta
para atraer clientes. Esa mitología había
sido asesinada por las ordenanzas muni
cipales, que exigen para tales casos do
cumentación en regla. A medida que can
taban o decían monólogos, me convencí
de que la rubia internacional, cabeza de
esa magia pretenciosa y bárbara con que
la naturaleza se dejaba dominar, era la
necesaria y buscada Rosa Froelich. Amo
los telones sembrados de pavos reales fos
forescentes. Las damas de largas boqui
llas y largos vestidos blancos. Las damas
que dos minutos después se presentarán
a escena vestidas de apache y con in
genua vileza, agitan puñales y sueltan
obscenidades. A l cabo de una hora de
mirar, me paré, hice un gesto imponien
do silencio y le dije a la rubia: — “ Se
nota que todo lo hace usted con dignidad
y con el fatalismo de los saloncitos no• I.a denominación pertenece al escritor
Manuel Pacaiin, autor asi mismo de dos
frases célebres; la primera dice así: “ K1
mal es una fuerza pero no es sólo la destruc
ción del gusano” , y la segunda: “ Caballo
•uncido puede pisotear la libertad” .
A; S cordía. Retrato del Dr. Larrauri. 1947.
A . Scordía. Desnudo. 1947.
EL PINTOR ANTONIO SCORDIA
Por ROMUALDO BRUGHETTI
A . Scordía. El Tíber en Roma.
1947.
aventura contemporánea tem
pla corazones adiestrados para
librar batallas artísticas. ¡ Qué im
porta todo el anecdotismo ramplón
y pasajero, todo el naturalismo o
realismo poblado más de minuciosos
detalles insustanciales que de arte!
A un costado, delirante de arabescos
y de colores vivientes hasta el paro
xismo, se s i t ú a el hombre Van
Gogh, poeta de la locura controlada;
en otro costado, traza su ruta el
obstinado Cézanne, en un penetrar
en el color tocado por la forma y
la nostalgia de un arte metafísico
universal. De ambos caminos, en los
tiempos modernos, una de las rutas
conduce al expresionismo y la otra
al cubismo. Pero, ¡qué han de re
presentar para Italia esas simples
y escuetas denominaciones, qué han
de significar para un país cuya
grandeza pide ajustas y equilibrios,
esas formalidades! Después de la rá
pida embestida futurista, habrían de
surgir las experiencias de Chirico y
Carrá, en el grado que la pintura
superando el plano físico y polémico
entra en el gran mundo de la su
gestión y del encantamiento del es
pacio, del misterio y de la soledad
que va a traducirse en valores for
males, en valores plásticos. ITn avan
ce más y se obtiene una pura ex
presión nacida del color, el mo\ imiento tonal que, en Morandi, y des
pués en Mafai, Capogrossi, Pirandello y otros artistas de la Escuela
Romana, hallaría el dominio de esen
cias, subterráneos ardores del alma.
Antonio Scordía sabe hasta oue
punto son válidas esas experiencias
vividas, hasta que punto la abstrac
ción puede volverse realidad. Des
pués de una rápida inctfrsión im
a
L
A . Scordía . La calle Maipú,
Buenos Aires, 1947.
presionista, es atraído por la pintura
de íntimo cromatismo de Bonnard, y
la violenta articulación expresiva de
Kokoschka, o Rouault. Mas, pintor
extremadamente apasionado y culto,
buzo intelectual a la par que domi
nador de la materia pictórica, por
razones temperamentales logra un
color qiie respira a todo viento y
qub funda sus contrapuntos y acor
des hondos y estáticos en la entona
ción afinada del cuadro.
Scordía comprende que la pintura
es antes que nada síntesis de la
forma y del color, transposición de
elementos en el cual ese color debe
mantener sus particularidades de
sabor, brillo, poesía, que debe al
canzar una vida propia, una vivencia
que sin caer en lo local y por sobre
la abstracción del objeto, se ha de
ver integrado en la densidad emo
cional, la pasión, la calidad del sen
timiento del artista que lo quiso
cálido y envolvente.
Por este proceso natural de com
prensión y realización, nace en el
pintor el sentido de ciertas defor
maciones, de ciertas rupturas. Pero
él, muy humano — e italiano, aun
que nacido en la Argentina, en San
ta Fe, en 1918— en ningún momento
se deja dominar ni por las fantasías
esquemáticas superreales ni por las
abstracciones dogmáticas; su violen
cia es contenida y las formas se
concentran en la unidad y en la
tonalidad de su pintura. Su obra,
de este modo, comprende paisajes
romanos en que todo vibra bajo
una cálida luz dorada de atardece
res detenidos en su pura esplendidez,
prontos a descolgarse hacia la noche;
algún desnudo, de pincelar armo
nioso y finísimo, compuesto reflexi
vamente ; y figuras o retratos. Scor
día se encuentra con felicidad a sí
mismo en esas figuras o retratos
— baste observar la serie dedicada
a Valentina, su mujer— puesto que
aquí la presencia del personaje, de
una humanidad real y verdadera, le
hacen obtener el tono necesario a
su arte fuerte, que, como decía Toti
Scialoja, se vuelve estüo, pues sus
rigores humanos, expresivos, figura
tivos, instalados frente a aconteci
mientos agradables o desdichados
de los hombres, se tornan cromatis
mo exaltado y depurados ritmos.
Así el intenso dualismo de con
trastes y delicadezas, de violencias
y sutiles gamas intermedias, y la
agudeza y libertad del dibujo, un
sentido instintivo de la composición,
las grandes líneas funcionales, los
volúmenes serenos y equilibrados,
aclaran y ubican su expresión.
Ignoro qué puede depararle nues
tro país a Antonio Scordía. Por de
pronto, una escasa comprensión ha
cia su obra (sólo gustada por unos
pocos), luego mucha angustia y mu
cho dolor — que es el pan nuestro
de cada día— , un sentirse aislado
y casi solo en sus siete meses de
Buenos Aires. Mas también — y esto
es ya lo afirmativo— una necesidad
de examinarse
introspectivamente,
un atender a su naturaleza profun
da y
la
naturaleza
exterior
que
acaba de descubrir, esa otra luz y
ese otro cielo de estirpe criolla, más
cruda, más fría que aquella de Ro
ma pintada entre 1945 y 1947, y
que se manifiesta en el sintetismo
arquitectural del paisaje de la calle
“ M aipú” .
vecientistas. Y a aparecerá usted mor
diendo una rosa roja, y un hombre se
arrodillará con una copa de vino en la
mann. Usted será la elegida, la Rosa
Froelich del nuevo profesor Basura. Yo
me arrodillaré’ ’.
Sin comentarios, los del escenario hi
cieron una reverencia. La rubia volvióse
hacia sus camaradas, un joven acordeo
nista, una pianista muy gorda y dos mu
chachas que no parecían tener otra
misión que aplaudir y bostezar sistemá
ticamente, habló algo y se adelantó.
— “ Parece usted preocupado Señor —
me dijo.
— ;‘ Oh sí, mucho —- contesté. Mien
tras repasaba mentalmente los diálogo»
que probablemente se sucederían, traté
de ganar tiempo. Quise esnerar pero mi
impaciencia y mi excitación no me de
jaron y proseguí: -r-“ Aunque le pa
rezca imperfecto y satisfecho de mí mis
mo, soy una de las pocas personas que
no se han acostumbrado todavía al uso
de lo maravilloso. Mi única razón, mi
único gas, mi único instrumento, es la
imaginación. Deseo con mi ejemplo in
citar a enriquecer el mundo real, vivir
muchas vidas. Toda vida está llena de cosas
inútiles. Ron roedores a veces muy agra
dables y dulzones, pero se suele caer b a jo
su peso. Quiero despojar las vidas de las
cosas inútiles. Ser benéfico. Un riesgo,
un cambio, una diaria aventura he aquí
lo que hay que seguir. Soy capaz de
apreciar en su justo valor lo que cada
cual hace y entender que todo lo que
so hace es corruptible, pero debe cum
plirse por necesidad y armonía. Todo ve
y todo oye pero no todo respira” .
Nunca se habían escuchado en aquel
lugar palabras tan caóticas y quizás proféticas. Cuando proseguí lo hice intro
duciendo un elemento un tanto miste
rioso que sin duda me favorecería: el
crimen.
— “ Esta barba y esta galera se deben
a que en mi destino está mareado y cum
plido un doble asesinato, cometido en
circunstancias curiosas. Y o era granjero
en una lejana provincia. Una noche, a
raíz de la denuncia de mi madre, sor
prendí a un hombre cuando entraba en
el cuarto que compartía con mi esposa.
No tuve más remedio que matarlos a los
dos, pero descubrí espantado que mi pre
sunto rival, no era sino mi madre disfra
zada, que así pagó con su vida, el odio.
La justicia perdonó el equívoco pero yome sentí muy desanimado. Pasó el'tiem
po y como mi espíritu seguía enfermo
opté por tratar de encaminarme, culti
vando la vanidad de ser profundamente
infeliz, esencia de todo engaño. Héme
ahora, con la vida del profesor Basura
entre mis manos. Esta barba y esta su
ciedad son símbolos de un gran acto
heroico. Estoy dispuesto a salvarme y
a salvar a otros. Con tales proyectos hoy
vivo esta vida, luego viviré otra. Por eso
y para completar al profesor Basura re
construido, usted es la pieza que falta.
Usted es la mujer fatal. Rosa Froelich” .
Rosarito Saeromonte, — su nombre ar
tístico— no me contestó pero mirándome
fijamente, sacó del seno un pañueíito de
encajo, se disculpó por el resfriado quele afectaba desde el día anterior, agitó
el pañuelo delicadamente, y entonó en
mi honor, una canción donde se habla
del corazón olvidado
Me sentí feliz. La atmósfera irreal,
una iconografía confusa de muertos cu
biertos do lentejuelas, decorando las pa
redes me envolvieron hasta el delirio.
Sin embargo, el tiempo existe. Como
si de pronto se hubiera dado cuenta que
estaba arrinconado, y que sus ataques
habían sido hasta ahora negativos, el
tiempo despertó y ordenó las cosas para
que la ruina y la desolación reinaran.
Trato de salir de la confusión que aún
me domina y contar el final de estas
desgracias.
Cuando terminó su tierna canción, Ro
sarito descendió por una escalera que
había a un costado y echándose sobre los
hombros desnudos — aunque no núbiles.
hermosos— un chal multicolor, so arri
mó a la máquina de hacer cafó exprese
y empezó a servir. Manejaba las canillas
con sumisión y temor. Una vez llenas
le alcanzaba las tazas al camarero entre
gritos.
Todo murió. Perdióse de mi cuerpo y
alma, la galera, la vida soñada y com
plida a medias, la canción y nuestro diá
logo sobrenatural. La realidad se había
librado de las manos de la magia y la
gracia. El tiempo había retomado sus
derechos. Su agente, lo que nos vencía
a todos, a mí, al profesor Basura, era
esa máquina infernal. Satisfecha, escu
pía y resoplaba como un animal celoso
Nada fué respetado. El techo y las pa
redes se convirtieron en un inmenso gong
que al sonar despertaría a los soñadores.
Sí, vi que no me hallaba solo, que tam
poco había estado solo antes. Otros ha
blaban, o miraban silenciosos. Recordó
mi discurso. ¿Era sólo mío, sólo yo lo
había dicho? Sospeché y vi en los demás
la misma angustiosa interrogación. Fue
terriblo. Cada uno de esos hombres había
vivido y soñado lo mismo que yo. Cada
uno creía haber hablado, tan solo él,
con Rosarito. Incluso, descubrí vario
con galera y barba. La tortura llegó a
ser intolerable. Pensé, pensamos todos los
pobrecitos que mirábamos hacia la ma
quina, y lo deseamos intensamente, que
estábamos en Londres; que un nuevo
fuehrer acudía del cielo con sus aviones:
que tal vez el mal podría salvar nuestros
sueños. Pensamos y deseamos, y lo qu
deseamos sucedió. Una explosión atrom*
el espacio. Fuimos lanzados por un s
cudimiento mortal, pero sin quejas. Cc*f
alivio, con pena.
A bajo, muy abajo, en un pozo neg ó
y cónico un chal multicolor so abrazal ¿
a la maquina humeante.
V 1X
�
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Cabalgata
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1946 - 1948
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Language
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Español
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Ejemplares 1 a 21 de los años 1 a 3 de la revista Cabalgata, publicados entre 1946 y 1948.
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Cabalgata
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Año 3, no. 18
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Buenos Aires, abril 1948
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Rojas Paz, Pablo
Siegfired, André
Torre, Guillermo de
Paz, Juan Carlos
Saavedra, Juan
García Lorca, Federico
Voltaire
Serrano Plaja, Arturo
Revol, E. L.
Graco, Miguel
Horovitz, S.
Alberi, Rafael
Joubin Colombres, Eduardo
Salazar Bondy, Sebastián
Torres García, Joaquín
Mariani, Andrea
Girri, Alberto
Bajarlía, Juan Jacobo
Wood Krutch, Joseph
Gramsci, Antonio
Vergara, Noemí
Brughetti, Romualdo
Bardesio, Orfila
Chaves, Fermín
Bayley, Edgar
-
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9b6dd1f15f5f921c575e805576ceeadc
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0b7086593711bf208033df128039a769
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núm ero
ficDACClON
Y ADMI NI S TRACI ON:
Año III
Marzo
Perú 973 - Buenos Aires - Teléf. 34-2384
I "7
1 /
19 4 8
2“ Epoca
Precio del número: S 0.60 moneda argentina
S u s c r i p c i ó n a n u a l : $ 6.50 mo n . / a r g
CERVANTES,
Y EL
RUBEN DARIO
EXISTENCIALISMO
y el
EN LA
HOMRRE ESPAÑOL
11T E R A T UJR A
Por JEAN CASSOU
Por GUILLERMO DE TORRE
on
i el existencialismo en cuanto cosmovisión
filosófica, y empero contar ya con una lar
ga historia —puesto que sus raíces se hunden
en Kierkegaard y las próximas lindan con Heidegger—, no había rebasado el ámbito de lo
profesional o profesoral, ha bastado que fuera
exhibido sobre la plataforma espectacular pro
pia de las doctrinas literarias —como novedad
presunta de la actual trasguerra— para captar
las atenciones más distantes, transformándose
de la noche a la mañana en un suceso perio
dístico, en un tema del día, suscitador de mil
comentarios ininterrumpidos, sobre el que cada
cual consideraría deshonroso dejar de pronun
ciarse. Reprueben otros, si gustan, este montaje
escénico, este apoderamiento multitudinario.
Por mi parte, aun valorizando debidamente
la moda —como signo profundo, ineludible,
adscrito a ciertas expresiones típicas de una
época—, mas sin confundir la esent'a con el
accidente, prefiero buscar otras interpretacio
nes. Prefiero considerar tan clamorosa reper
cusión como un nuevo testimonio afirmativo
de la valía y la perennidad de las escuelas
literarias, en cuanto son órganos de generacio
nes diferenciadas.
Porque si la segunda parte, el concepto de
generación, es reciente como método histórico,
la primera, la agrupación de individuos me
diante afinidades mutuas —desdobladas pa
rejamente en discrepancias con tos demás—
es muy antigua e ilustre en precedentes. Re
cuérdese sencillamente que en la literatura de
tradición más unida, menos sujeta a disconti
nuidades y desniveles, en la literatura francesa,
los espíritus y las tendencias capitales siempre
se manifestaron así, agrupados en escuelas y
movimientos. Desde los días de la Pléyade con
Malherbe, desde las pugnas entre preciosos y
burlescos, hasta los nuestros. Desde los román
ticos a los simbolistas en el siglo pasado. Se
diría que frente al irreductible individualismo
de las literaturas hispánicas (por algo, y hasta
en la época que pudo ser más coherente, en
el siglo xvn, Lope de Vega hablaba, en La
Dorotea, con intención desdeñosa, de "los poe
tas en cuadrilla’’), productores y consumidores
en las letras francesas sólo sostienen y aceptan
lo nuevo cuando surge en formación de parada,
bajo una bandera espectacular.
S
Pero la novedad o, más exactamente, la legi
timidad de buscar otros contenidos y distintas
fórmulas de expresión, ya no es punto de liti
gio, ni se presta al menor comentario polémico
en abstracto, aunque la literatura existencialista particularmente no deje de suse tarlos.
Dicha escuela aporta en primer término otro
cambio que hasta ahora no fué señalado, mas
que por tratarse de algo genérico merece ante
ponerse a cualquier consideración específica.
Es cabalmente la muda de género dominante
que lleva aneja: el salto de la poesía a la no
vela, de la efusión subjetiva al reflejo plural
del mundo.
La alternancia y sucesión de los géneros
—puesto que éstos, contra aquellas añejas teo
rías de Croce, y frente a la mezcolanza y ato
mización de sus elementos propios que hayan
podido sufrir, continúan existiendo— es una
ley literaria y artística tan digna de atención
cuanto escasa o nulamente estudiada.
Recuérdese someramente: hubo un momento
de pStp siglo en que la pintura adelantó el paso
sobre las demás artes y logró influjo en las
letras. Le tocó luego la vez a la poesía; bajo
(Continúa en la página .?)
Quijote es prodigiosamente humano, de
D una humanidad española.
Attií.ío Rossi. Las granadas.
(Véase el articulo de Arturo Serrano P laja en la página 16.)
UN ITALIANO BUSC A A SU HIJO
DE AU TO R A N O MIMO
l
fin parto para Roma. La carta circular que Argan nos ha enviado a mí,
a Podestá y a Giulia, decía: "Se nos ha informado por teléfono de que
A
Giorgio está gravemente enfermo: la presencia de su padre es urgente. ’ ’
En cuanto recibimos la noticia telefoneamos desde Lavagna a los Argan,
para tener detalles de la ‘‘enfermedad’’, pero, como era de esperar, nos han
dicho que la llamada telefónica era anónima y que, una vez terminada la
comunicación, habían colgado el receptor.
He partido para Génova a medio
día y llego a Pissa a las 22 horas. Etapa.
( Continúa en. las páginas centrales.)
Las relaciones que existen entre Don Qui
jote y Sancho Panza son las relaciones exis
tentes entre dos españoles. Apelo a los que
leen Don Quijote y hacen de esta lectura un
ejercicio familiar: algunos de los trozos más
conmovedores y logrados son los numerosos ca
pítulos, que constituyen la trama corporal y
sanguínea del libro, donde aparecen los diá
logos vivos y sabrosos entre Don Quijote y
Sancho Panza. Son dos voces humanas, per
tenecientes a dos españoles. Diálogos: no hay
nada más conmovedor que los diálogos. Me
diante el diálogo se expresa más plena y total
mente el genio cervantino, que es a la vez un
genio dramático y cómico, un genio que habla
consigo mismo, que se interroga a sí mismo
y que se ríe de sí mismo. En Cervantes siem
pre se encuentra la pregunta y la respuesta en
tre dos españoles, y sus relaciones implican una
cortesía y riña moral social basada en la fra
ternidad. Hay entre estos hombres, señor y es
cudero, relaciones de verdadera nobleza, y por
consecuencia relaciones democráticas. Son igua
les en la desgracia y en la aventura, en la
locura y en la prudencia. Entre estos dos hom
bres hay un entendimiento, una mutua acep
tación, todo ello logrado gracias a la cortesía
y a la fraternidad: la sabiduría del uno se deja
convertir en locura y la locura del otro per
mite que se la transforme en sabiduría. Entre
estas dos personas, hay un intercambio de per
sonalidades, de verdades, de las dos verdades
que encarnan cada uno de ellos; hay un inter
cambio entre estos dos mundos que se m anifies
ta en todas las ocasiones. Don Quijote le re
prende a Sancho su manía de abusar de los
proverbios. Porque Sancho habla mediante pro
verbios, el pueblo habla en proverbios, y la
sabiduría popular se expresa en los dichos y
proverbios de Sancho. Pues bien, hay momen
tos en que Don Quijote se expresa con el len
guaje popular de Sancho. Y entonces es Sancho
(C ontinúa en la págin a i i
La Vida Musical
en CHILE
Por
FRANCISCO CURT LANGE
o se exagera al decir que ha sido Chile el
país latinoamericano que obtuvo los resul
N
tados más sorprendentes después de veinte años,
' J u a n G ris . H o m b r e a l la d o d e una ventana. 1921.
(Véase el artículo de Ramón Gómez de la Sem a en las páginas centrales.)
de una reforma musical inteligente y obstinada.
Esta evolución está condicionada íntimamente
a una serie de factores dignos de ser tenidos
en cuenta. No obstante fundarse el Conserva
torio Nacional de Música en 1849 y de haber
sido siempre muy músico el pueblo chileno, la
posición geográfica de ese país, al igual que
la del Perú, llegó a perjudicarle enormemente
hasta producirse la apertura del Canal de Pa
namá. Por consiguiente, el ritmo de esa insti
tución musical no pudo ser el de otras, sim ila
res, ubicadas en capitales más favorecidas por
las rutas marítimas que unen este continente,
a Europa. Alrededor de 1900, por ejem plo, la
influencia y el dominio total de la música ita
liana tenía que ser la nota descollante en a q u e l
( C ontinúa en la p á g in a S )
�cabalgata
2
Tenemos ya un “ B alzae’s D igest” y uir
“ Rabelais D igest” . Y poco a poco ve
remos ir apareciendo en “ comprimidos”
a casi todos los autores modernos,- que
ofrezcan interés para el gran público.
S
TKES POEMAS DE TR1STAN TZAIVA *
PARA ANTONIO MAOHADO
velada de los mares coa frente de manantiales
en la palma de tu presencia Collioure
he acariciado la eternidad he creído en ella
y en el vivo silencio de tu viña
he enterrado el recuerdo de la amargura
humo de otoño negro pedregoso,
minuto a minuto coloca su ladrillo
en torno a la mansión del solitario
el viento afila el cuchillo en la montaña
y el invierno le ofroce ya su pecho
que importa en el corazón de la melancolía
se inscribe una rápida vida de lagarto
que importa bajo la sal de la luz
que una sonrisa cual un látigo ilumine los dientes
en las mismas comisuras de la vida serena
toda la tierra de las tierras de Castilla
reposa en tu tierra de graves secretos do amistades
y de olivo tardío hasta el mar siempre joven
se junta la voz de la tierra al orgullo jamás vencido de Castilla
ni siquiera por la misma muerte de la sangre poderosa de una brizna de
[hierba en primavera
EXILIO
el camino ha sacado a la luz la coniza de las miseiias
y los días que he visto y las palabras pasadas
y el sol y yo tiritando de frió en la inconstancia
la jtena más apremiante el amor más oscuro
a la orilla del mundo soy raíz que se extravía
la angustia ha superado el término del viaje
en la "soledad de los pueblos nosotros los de la muerte
emparentados por los hilos visibles e invisibles de la memoria
abrimos sin temor las esclusas en nosotros mismos
v ausentes remontamos^ la corriente asqueada de las grandes praderas
abandonos en el majestuoso silencio de vuestros jergones
es donde yo he aprendido el lenguaje de la sangre fraternal
la sorda indiferencia ha entornado para siempre las puertas deseadas
y los leves vislumbres a cuyas ramas se adherían
ia fe en la propia vida viviendo apenas al borde del camino
y el pudor de nuevo encuentra' su paja maternal
los árboles y las hojas bastan para la ternura
V ninguna palabra es suficientemente pura para la luz
para recortar el diam ante,de su belleza en torno a. nosotros
LA MANO NEGRA
■• ei verano blandía su risa de cabalgata.
las rutas se torcian con. chasquido de fuga
y las abejas cosidas con minúsculas llamas
hogares cantantes de labios
era el tiempo ligero de las horas o desnudez
en que la alegría descubierta en el linde de los colores
coronaba la infancia desmesurada v fina
de la gloria del día con su cristal eterno
mas yo he aprendido el silenció en .su misma fuente
y vo he visto la muerte andando a ciegas
ebrio de muros de lluvia, ebrio de ramas
. que reían a vuelo desplegado
desde entonces una voz siempre la misma roza el árbol de hielo
que soy yo: en medio del opaco aposento
inmóvil soledad grave de los planetas
y .de violenta memoria alzada a flor de fuego
tristeza cuya frente do sombra nacarada
ya es hora de que el grano derrumbe nuestra mansión de olvido
antes de que la noche venga a cubrir la raíz de la tierra
con la furtiva ceniza de las cumbres
árbol de aurora
'
veo despuntar el aire súbito a la paciencia de las fresas
ventanas abiertas sobre el alma entera
«el viento levanta la cábeza
entonces una mano negra se vino a posar delante de mis ojos
me quedé esperando hasta la transparencia de las parábolas
o la caída de los gritos embrujados
el sauce de la tarde y luego nadie
ni siquiera la noche para abrirme la puerta
ni siquiera la duda pequeña risueña
Traducción de A. Serrano Naja
*
Pertenece al libro “ El Signo de .V id a ” .
a j
Cf í
3
o
X
. *■
H
Z
«4
UU
3
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G5
cc
«4
«1
El Comité de Redacción de C a b a l g a t a
agradece el envió espontaneo de originales y
estima el aporte de escritores inéditos. A los
que formulan exigencias de publicación in
mediata y de devolución del original en el
caso de no publicarse; a los que solicitan el
juicio crítico de la revista, el referido Comi
té advierte que en ningún caso mantiene co
rrespondencia con los autores de los trabajos
no solicitados; que no emite juicio público
sobre los trabajos no insertos en estas páginas;
y, por último, que no devuelve los originales
que no han sido expresamente pedidos.
E explica que ante la actual crisis que
sufro el libro francés, crisis que tiende
n acentuarse, se trate por parte de todos
de encontrar una explicación a los motivos
principales que la originan. Por ello, al
gunos periodistas literarios se han dedi
cado a interrogar a los editores, que son
los más indicados para expresar una opi
nión competente. Pero, naturalmente, el
juicio de los editores se basa en su propia
experiencia, comercial, y ésta generalmente
ií¡> comprende todos los factores.
Hay dos cuestiones esenciales sobre las
que el criterio de los editores no está siem
pre de acuerdo: la influencia que la crí
tica literaria puede tener sobre la venta
do ias obras y la importancia de venta
de uña novela, cuando se representa una
ridicula sacada de ella. Sobre estas dos
cuestiones, Jean Blanzat, director litera
rio do Bernard Grasset, ha expuesto re
cientemente su criterio:
“ No exageremos la importancia de la
crítica. Por lo menos en lo que se refiere
a la venta eu librería. Desde Souday, na
die de nosotros puede pretender haber
hecho él sólo el éxito de un libro. Pér
dida de prestigio. Pérdida de autoridad.
1 ia crítica tiene que dar cuenta de de
masiadas obras que no lo merecen. Ade
más, es raro que hoy día un crítico per
manezca durante años en uir mismo peíiódico o revista, como Souday en “ Le
Temps” o Edinond Jaloux en “ Les Nou\elles Littéraires ’ ’. Cor otra parte, la
multiplicidad de revistas y periódicos res
tringí) considerablemente la influencia, el
campo de acción do los críticos. Su elientila se encuentra muy parcelada.
‘ 1El cinema es un maravilloso medio de
propaganda, indudablemente. Desde la pre-,
sentación de la obra de Gande AutantLara hemos vendido 30.000 ejemplares del
“ Diablo au corps” , que no es precisa
mente, lo quo en librería se llama una
novedad. ’ ’
Por el contrario, hay otros editores que
estiman que nada influye tanto sobre la
venta de un libro como una buena crítica,'
y quo, [>or el contrario, la película no
tiene una influencia sensible sobre el éxito
del libro, porque son públicos completa
mente diferentes. Como en toda encuesta,
a! final de ella cada uno conserva sus
propios puntos de vista.
* La desvalorización del franco influirá
en lo sucesivo sobre el negocio de librería
francés. Resultando en el extranjero más
barato el libro de producción francesa,
su posibilidad de venta será también ma
yor y podrá concurrir ventajosamente con
los libros en francés impresos en Bélgica,
Suiza y Canadá. Pero al r -opio tiempo,
Como el precio de costo"'de? libro es cada
día mayor (hay editor que acaba de ele
var en un 100 % él precie de sus obras)
Ja ventaja creada por la desvalorización
quedará neutValizadá’ 'en -reve, indepen
dientemente de que la falta ,de papel im
pida las grandes tiradas y, por consiguien
te, la exportación.
En cambio, el libro de importación ha
sufrido un duro golpe que se manifestará
en una gran baja de su difusión. El libro
extranjero ha experimentado o experimen
tará un alza del 80 % , o sea la misma
proporción en que el franco ha sido des
valorizado. Las ediciones argentinas que
últimamente habían logrado una impor
tante venta en Francia, verán sensible
mente disminuida su difusión, por lo me
nos hasta una adaptación de los lectores
a los nuevos precios.
Los (jue de una manera más inmediata
gozarán los efectos de la desvaloriza
ción serán los autores que firmen con
tratos de traducción a otros idiomas. Para
los derechos de autor establecidos en dó
lares (y de ahora en lo sucesivo los
editores tendrán gran interés en que la
moneda de todos los acuerdos sea el dólar),
se ha autorizado que el importe se ne
gocie en el mercado libre. O sea, que'
mientras antes, á través de la Oficina
de Cambios el editor y el autor recibían
aproximadamente 118 francos por el dó
lar, ahora perciben más de 300 francos
por cada dólar.
« 11ace unos meses, y publicada por la
editorial “ Le Scorpion” , se lanzó al mer
cado librero una novela que llevaba por
título “ J ’irai cracher sur vos tombes”
(“ Iré a escupir a vuestras tumbas’ ’), que
se decía escrita por un negro americano
llamado Vernon Sullivan. La obra, por
su carácter i sádico, mereció el desprecio
y la censura de una parte de la crítica.
Se descubrió poco después que el verda
dero ‘ ‘ Vernon Sullivan ’ ’ no era otro que
el joven escritor Boris \ ian, del que C
BALOATA ha publicado un cuento en su
número del 1 de enero.
Ahora la misma editorial ‘ 1Le Scor
pion’ ’ ha publicado una novela, “ inédita
en la casta Irlanda ’ según dice la banda
de reclamo, titulada ‘ ‘ On est toujours trop
l)on avee les femínea’’ y cuya autora se
dico es la señorita Sally Mura. Pero se
ha sabido también que el verdadero autor
de esta nueva farsa es nada menos que
Raymond Queneau, que tiene cierta per
sonalidad en las letras francesas.
o Con un gran éxito de crítica y de pú
blico, Pierro Valde y su “ Théfitre du
Temps’ ’ presentan en la Gaíté de Montparnasse ‘ ‘ L a Dama del A lba” ; de Ale
jandro Casona.
La traducción de la obra es excelente
v la interpretación también. La obra de
Casona ha venido a fortalecer extraordina
riamente el interés e incluso el prestigio
que la literatura española moderna co
mienza a tener en Francia. Después de
1‘ La Casa de Bernarda Alba ” y de “ D i
vinas Palabras’’, la “ La Dama del A lba’ ’
quedará como obra del repertorio teatral
francés.
En la colonia de emigrados españoles,
este éxito -de Casona entre el público fran-
Por JUAN SAAVEDRA
eés ha venido a aumentar la gran simpatía
de que ya gozaba entre todos.
• El Comité Nacional de Escritores Fran
ceses ha excluido de sus filas a Framjois
Mauriae, que habia sido su presidente de
honor. Esta medida ha sido motivada por
la actitud de dicho escritor favorable ha
cia ciertos escritores colaboracionistas.
® En la “ Comedie des Ohamps-Elysées’ ’
so lia vuelto a poner on escena “ Le pro'
eés d ’Oscar W ilde” , de Maurice Rostand,
que se había estrenado en 1935.
No puede decirse que djeha obra sea
digna de figurar en una antología y mu
cho menos err un tratado de moral. Pero
es una manera literaria de intentar jus
tificar cierto vicio y de que todas las
noches se so den cita en la sala en que
se representa los cultivadores del mismo.
® Las dos exposiciones de pintura que
han ofrecido más interés este mes han ( * En el Museo de Arte Moderno se ha
inaugurado una exposición de las obras
sido las de Jaeques Villon, en la Galería
do Paul Klee, que es apenas conocido en
Carré, y la de Léon Gisehia, en la Ga
Francia, a pesar de ser uno de los gTairlería Billiet-Caputo.
des artistas de nuestra época. Esta ex
Villon expone cuadros recientes, en los
posición. juntamente con la de los Mu
quo se manifiesta de manera concreta una
seos de Viena, son las dos más interesantes
labor de cincuenta años. Hablando de ella,
que se nos han presentado esta temporada
uno de los mejores críticos franceses ha
en París.
dicho: “ La primera época del cubismo
aparece eu sus formas. Todas las obras
• Como vivimos on una época en que los
expuestas constituyen un conjunto de una
escritores manifiestan con frecuencia sus
graciosa belleza, de un refinamiento muy
preferencias políticas, debemos dar cuenta
trabajado y de una probidad absoluta.
de la declaración que han hecho pública
Una pintura que debe ser saboreada poco
- laude Aveline, Jean Cassou, Georges
a poco, a fin do que el espíritu participe
Friedmann, Andró Chamson y Louis Mardo ella tanto como el sentimiento de nues
.tin-Giauffier, en* la que, manifestándose
tra delectación.’ ’
en principio contra los dos bloques anta
Las obras que ofrece Gisehia han sido
gónicos (URSS y anglo-amerieanos), to
pintadas entre 1918 y 1939. Se manifiesta
man posición on el fondo a- favor de la
en ellas una gran fuerza de colorido y
URSS. Se trata del equipo que actual
confirman la influencia que ha tenido el
mente dirige el Comité Nacional ‘ de Es
artista en la pintura moderna francesa.
critores.
®En el Teatro Hébertot se ha estrenado
“ Le Maitre de Santiago” , de Montherlant. La acción de la obra se desarrolla
en Castilla, a principios del siglo xvr. Don
Alvaro es caballero de la Orden de San
tiago. Si se le llama “ le Maitre” es de
bido a que casi es el único que ha con
servado en el seno de la Orden las vir
tudes y la firmeza de corazón que un
cuarto de siglo antes era la característica
de los caballeros. Pero la Orden está a
punto de desaparecer; los caballeros a b a l
donan España y van a tomar parte en
la conquista de Perú, de Méjico. Lo que
les anima a la aventura es mucho menos
la esperanza y la necesidad de “ superar
se ’ ’ quo la ambición de enriquecerse. Claro
está, que esto lo disimulan con el hipó
crita deseo de llevar, la verdadera fe a los
infieles.
Antes de representarse, la obra había
aparecido en volumen. La representación
en ■la escena no hace más que confirmar
el alto valor de la obra y el deleite que
su lectura produce. Mucho más porque
en el teatro es magníficamente repre
sentada.
• Colette, la autora de las “ Claudinas”
ha cumplido setenta y cinco años de edad.
Con este motivo no ha habido periódico
que no le haya dedicado un artículo de
simpatía, recordando, sobre todo, como se
ha desarrollado su carrera literaria. Ac
tualmente, cuando eir Francia los juicios
literarios se emiten generalmente teniendo'
en cuenta más las posiciones políticas que
las calidades artísticas, ha sido una excep
ción el caso de Colette, donde no ha habido
ninguna nota discordante, ni de derecha
ni de izquierda, en el tributo que se' la
ha dispensado.
• La crisis, del cine francés sigue ha
ciendo correr mucha. tinta y es tema de
multitud de artículos y de sugestiones pa
ra tratar de resolverla. Como .reacción
contra esta crisis, algunos, inspirados más
por deseos políticos que por verdadero in
terés artístico, creen que no hay otra
táctica que combatir las películas ameri
canas. De ahí una cierta campaña para
boicotear toda película americana que se
presente en las salas francesas.
Pero para que esta campaña tuviera
una, verdadera eficacia sería necesario dar
al público una producción cinematográfica
francesa que le permitiera prescindir de
la americana. Y como esto no sucede, el
público sigue llenando las salas donde
se representan producciones americanas.
Así sucede ahora con dos películas que
por primera vez se dan en Francia:
“ Dunibo” y “ Monsieur Verdoux” . Y
toda la crítica lia tenido que rendirse a
la evidencia y reconocer que para salvar
el cinema francés y acabar con la in
vasión del cinema americano no hay otro
procedimiento que superar la calidad de
las cintas. Mientras tanto, el público se
guiia acudiendo allí donde se le ofrezcan
las mejores obras, sin tener en cuenta
para nada su procedencia nacional.
• También continúa la campaña contra la
llamada literatura ‘ ‘ eondensada ’ Al prin
cipio se trataba de revistas o publicacio
nes americanas. Pero cada vez aparecen
mas publicadas por editores franceses.
® Fran^ois Mauriae, del que se lia venido
diciendo últimamente que estaba agotado
como novelista, anuncia en el “ Fígaro
Xiittérairo,” que va a comenzar a escribir
una novela, Pero añade que no se preci
pitará a publicarla. “ ¿Por qué precipi
tarse en estos, tiempos en que se inventa
un impuesto sobre la creación? ¿Es quo
los novelistas tienen ganas todavía de ga
nar dinero para verlo desaparecer en se
guida en tasas e impuestos?”
Mauriae, con estas palabras, no hace
nías que expresar el verdadero sentimien
to de todos los literatos franceses, que
ven como el Estado les arrebata una
gran parte de su trabajo en forma de
impuestos.
• Para conmemorar el centenario del na
cimiento do Joris Karl Huysmans, la
Biblioteca Nacional ha organizado una
exposición en recuerdo del autor, de “ A
rebours ’ ’.
* El Jurado del premio literario de la
“ Guilde du Livre ” , ha declarado que da
do que se encuentra en la imposibilidad
de designar un manuscrito digno de ob
tener el premio, deja el concurso abierto
hasta el 1 de septiembre de 1948.
H e aquí el motivo, verdadero de, la cri
sis del libro francés.
e f i c f a. z
C abalgata establece contactos.
Es el vehículo de enlace de escri
tores, artistas, editores, libreros
con un público multinacional, he
terogéneo, culto. Lo confirman las
cartas que a diario llegan a nues
tra mesa de Redacción desde to
dos los lugares del país y del exI tranjero. De muy remotos lugares,
i donde estar en contacto con la caí pital es quimera, nos solicitan el
envío de Catálogos, nos encomien
dan la remisión de libros - pedi
dos ambos que al instante cuida
mos de transferir a la “Librería
Postal Mercurius”— y nos anun
cian la formación de grupos de
“Amigos de C abalgata ” . Gracias
a nuestra campaña confirmamos
temores y esperanzas. Suponíamos
que el servicio de librería estaba
mal atendido en el interior de
nuestro pais y los pedidos de los
lectores amigos atestiguan que en
millares de lugares carecemos de
representación librera.
Ocurre esto mismo en todos los
\ países del continente. Se cumple
J lina de nuestras esperanzas: el
país despierta y el lector reclama
libros. Estos lectores exigirán que
no quede localidad, grande o pe
queña, desprovista de la biblio
grafía más elemental y corriente.
Hay que librar la batalla —cru
zada cultural-— por el libro v pa
ra el libro.
Los “Amigos de C abalgata ” ha
rán obra benemérita donde sea
que trabajen en pro de la difu
sión del libro; por la apertura
de negocios de librería; por la
venta domiciliaria de libros; por
i l<l formación de bibliotecas pú
blicas y privadas; por el acervo
bibliográfico en escuelas, fábricas.
\ hospitales, balnearios, ministerios,
j clubes; en cuanto lugar de con| centración humana exista.
�T
c a b a lg a ta
antelación al cuadre suele existir
una idea, un motivo o una imagen,
pero aparto de estos propósitos, no liay
nada
concreto que pueda ser punto de
arranque para su ejecución. El artista todo
]o tiene que crear, o bien, materializar.
En el collage sucede lo contrario: una
“ cosa móntale” propiamente plástica sólo
puedo hacerse presente en modo nebuloso,
dándose, en cambio, tos puntos de partida
como heolios consumados en los elementos
materiales: ellos mismos sugieren una ex^
presión y el pintor se guía por sus calida
des que, incluso, encierran sugerencias que
escapan a su dominio ordenador. Eir esta
sencilla inversión del proceso creador re
side, quizás, 16 substancial del tema y,
a s i m i s m o , la atracción que los objetos pe
gados ejercen sobre algunos pintores con
temporáneos.
No cabe, duda que un collage, antes de
ser una ‘‘ obra de arte” , es un acto ex
perimental. Con esta reducción de sus f i
nís, sin embargo, abre algunas puertas
Por HANS PLATSCHEK
que no siempre deben resultar necesaria
mente puertas falsas. Much ■ pintor hay,
ultramoderno en sus obras, que lie se atre
ve a perder un poco de Ja rutina de las
manchas, las superposiciones, las (remen
tinas y los filetes, para tocar elementos
que do pur sí propenden más al riesgo y
a! fracaso que a la conclusión lógica. Si
oo so pierdo de vista la etern-a diferencia
entre una obra y un gesto, señalada de
nuevo por el arto moderno, puede atri
buirse al collage la condición de ser uno
de los más intensos y temibles — o más
que temibles, temidos— medios de purifi
K u rt SchwUters. “ Collage” . 1919.
cación. Hasta cabo decir que el collage es
el vehículo más propicio para el gesto,
carezca de poesía pictórica. Su valor plás
collage es, sin duda, el nirnos apropiado
vertirse en virtudes. Si la entonación pro
por su total ausencia de técnica y su ca
tico es, sin duda, diferente del de la pin
para exteriorizar una primacía de inten
gresiva está vedada, todo “ pintor” de
rencia de aquella continuidad del proceso
tura, pero no menos auténtico cuando se
clones, y no resulta extraño, por consiguien
collages busca con más escrupulosidad el
pictórico que desenvuelve la obra gradual
tienen en cuenta sus particularidades. Esto
te, quo aquel tipo de collage haya pasado
relacionamiento de las cantidades cromá
no siempre se ha entendido de modo cabal.
mente. La elocuencia del gesto depende
al campo del “ foto-m ontaje” .
ticas y de las formas lisas en sus elemen
Todas las composiciones con elementos y
en gran parte de la elaboración precisa
La condición más primordal del collage
tos' dados. En tal sentido pueden origi
figuras pegadas que han tenido su origen
„ inmediata; cuanto más propio es el me
es su esencia de calidades extrapictóricas,
narse problemas de composición y de yux
en
aquella
ala
del
Dadaísmo
quo
nunca
que pueden ser organizadas en modo es
dio que conduce a fijarlo, menos peligro
taposición, de contrastes y de acordes, que
disimuló su designio moralizador, pronto
pecíficamente plástico. Eso es todo. Lo
exigen mucha más sensibilidad y sabidu
hay de que su espiritualidad se extravío
tuvieron que notar su insuficiencia ex
extrapictórico se fundamenta precisamente
ría que en otros procesos de la pintura.
o que se estanque en una realización tra
presiva en lo que a los valores plásticos
en lo negativo de los medios, en primer
Ahí es, en realidad, donde puede llegarse
bajosa cuyo colofón viene a ser el cuadro
se refiere, y no por la novedad del medio,
lugar, la total imposibilidad de matizar
a la vibración del conjunto mediante dos
acabado, en este caso completamente in
sino, más bien, por haber querido inter
los conjuntos, acompañado, naturalmente,
planos y un arabesco sencillo. Ante todo
oportuno.
ferir el gesto con intenciones de repercu
por la no menos absoluta imposibilidad
con elementos sencillos, pues toda forma
La ausencia del mecanismo técnico na
sión ética, por así decirlo. En la expresión
do graduar tonos en la superficie. Pero
de cierta elaboración y complicación m i
significa, por otra parte, que el collage
artística, creada por los modernismos el
dichas cualidades negativas pueden con
tiga la calidad esencial del material .
ont
C
ESTETICA
MINIMA
DEL
COLLAGE
JEAN-PARL SARTRE v
»
(Viene de la primera página)
el signo do la lírica, cou infiltraciones de
este género incluso en los más lejanos
a su esencia, ha vivido gran parte de la
literatura europea de los pasados años,
hasta la guerra. Señaló el caso hace tiem
po. rspecto a lá literatura española' Pe¡ Uro S alin as; lo ha comprobado también,
en un balance más reciente, Frangois Mauriae por lo que concierne a las letras fran
cesas; y en cuanto a las inglesas, aunque
el caso fuera menos acusado en profun
didad, si bien más general en extensión,
no requiere ningún testimonio explícito.
Pues bien, la rosa de los vientos gira y
nos encontramos con que la novela cobra
primacía y dominio. La novela o, si se
prefiere, lo novelesco en un sentido muy
amplio, ya que a sus límites violados se
incorporan otros elementos también dúc
tiles, de líneas estiradas ahora más que
nunca; ensayismo, filosofism o. Lo fdosófico, por lo demás, deja de ser coto ce
rrado, se vitaliza; lo problemático del
pensamiento entra a raudales en nuestras
vidas complejas; al centrar en la prime
ra persona del singular las cuestiones v i
tales, humanas, permanentes, éstas se colo
rean de un patetismo metafísieo. Se ha re
emplazado, por ejemplo, el problema de
“ la muerte” por el de “ yo muero” — se
gún frase de Uroethuysen, con reminiscen
cia urrariiuuesca— y, por consiguiente, ya
no admite la escapatoria de lo impersonal
e intemporal. Parejamente, en la ciencia,
ei “ principio de incertidumbre” de Heizenborg parece ser la única realidad a tono
con la atmósfera convulsionada. Y cual
quier libro que no retiejo este contrapunto,
la interacción do vida e intelectuaiismo,
corre el riesgo de dejariras fríos. De ahí
quo las novelas de Mairaux — no obstante
sus imperfecciones, cierta calígine, la borrosidad psicológica de sus personajes—
hayan marcado tan honda impronta en las
últimas generaciones; de ahí la resonancia
múltiple suscitada por libros — asimismo
técnicamente nada excepcionales— como
los de Arthur Koestler y las polémicas
cu torno a JJarkness at noon donde se
afrontan y ventilan problemas de con
Ciencia sobro un tema tan contradictorio
como los procesos soviéticos.
Aun rehuyendo cautelosamente cualquier
*®ago de profetismo, creo no incurrir en
ningún desafuero al pronosticar desde
ahora que en la literatura do la próxima
década lo novelesco problemático será ine
luctablemente el género donde se manifies
ten las obras más representativas.
Ahora bien, lo grave es que el módico
equilibrio auterior de fuerzas conjugadas,
de vida e intelectuaiismo, so ha roto, que
ú alud irracionalista amenaza con arrasar
lodo y que so pretende “ un honor metafísico en sostener la absurdidad, del mun
do” , según escribe Albert Camus, quien
wga pertenecer a) clan existeuvial, no obs
tunto sus patentes similitudes de concepto
—a través de su libro teórico Le mythe
'le Sixyphc y su novela I.'étrangcr— con
las obras y teorías del portavoz oficial
Joan Paul ¡Sartre.
I
Cuando en el curso del dramático 1937
•parecieron en La Souvelle E true Franlas priinoras novelas cortas de Jeanl'aul Sartre —“ Le mur” , “ Iatim itó” —
fuimos ya algunos quienes sentimos u¡
el
leerlas (confesarlo por mi parte no es in
currir en profetismo a posteriori, ya que
entonces comuniqué a otros esa impresión)
cierto choque singular, la presencia incues
tionable do algo cínico, turbador, pode
roso. Ciertamente no era su nota dominante
EXISTENCIAIISMO m
una crudeza temática sin restricciones, ni
su atmósfera amoral aquello que podía
asombrarnos. No era tampoco su expresión
impúdica, sin veladuras, lo que resultaba
nuevo. Precedentes múltiples en ambas di
recciones había ya depositado en nuestras
El Humorismo I N V O L U N T A R I O
i)t B A L Z A í*
Por CHARLES MOULIN
P
A U L E L U A R D b a c ía en
u n a o c asió n el p a ra le lo
e n tre la p o e sía in v o lu n
ta r ia y la p o e sía in te n c io
n a l y, e n tre los ejem plos
quo no s p ro p o n ía , el de
P im p a n ic a ille , p e rd id a en
u n lib ro do M ad ain e de
S e g u r, no s im p re s io n a con
m a y o r p ro fu n d id a d y s u ti
le z a quo -c u a lq u ie r s e rie de
a le ja n d r in o s m a g is tra le s , r e
c o n o cid o s y a d m ira d o s p o r
to d o s.
L e y e n d o re c ie n te m e n te a
B alza c , me b a im p resio n a d o
la re s o n a n c ia q ue a d q u ie re n
h o y a lg u n a s d e su s fra s e s ,
g ra v e s fó rm u la s v e s tid a s
con el re d in g o te b u rg u é s,
o im p e rtin e n c ia s a r is to c r á ti
c as. A p rio r i, n a d ie nos p a
re c e ta n a le ja d o como él d el
d e sp eg o iió n ic o , ^ d e esos
ju e g o s d e fr a s e s m a lig n o s y
a c e ra d o s en lo s que n a y un
fo n d o d e v e rd a d , que ju z
g a n a lo s h o m b re s con u n a
b u rla y quo p e ite n e c e n m ás
b ie n a l a n a lis ta frió q u e a l
g en io a p a s io n a d o y c re a d o r.
P o r lo ta n to , un o d u d a u n
poco a n te s d e tr a n s í o rm a r
a B alza c en u n ém ulo de
C h e ¿ te ito n , do u n ir “ L a H is
to r ia d e lo s tre c e ” a l “ C lub
d e lo s o ficio s e x tra ñ o s " , o
de c o n f r o n ta r a l d o c to r
B la n cb o n con el h o n o ra b le
m ís te r B ro w n .
S in em b arg o , a lg u n a s de
su s p a la b ra s , de su s p e n
sam ien to s, el to n o m ism o do
a lg u n a s do su s d e sc rip c io
n e s, a u n q u e e sté n de a c u e r
do c o n su s is te m a novelesco,
con su v is ió n p o lític a , c o a
su s c o n ce p to s b u m a u o s y so
c ia les, se im p re g n a n , a pe
s a r suyo, do u n a fu e iz a
h u m o rís tic a y s a tí r ic a i n
n e g ab le, a l o p o n e r s u Hipo
c re s ía o su e x tra v a g a n c ia ,
a la h ip o c re s ía y e x tra v a
g a n c ia d e h o y en d ía . P o r
su m ism a s e rie d a d , se v u e l
v e n c o n tra q u ie n e s la s p ro
n u n c ia n y c o n tra su s sem e
ja n te s .
P e ro B alzac, a l p a re c e r,
no to m a p a rto en e l ju e g o ;
se m a n tie n e f u e ra d e el;
d e ja q u e su s p e rs o n a je s v i
v a n p o r sí solos y no in
t e n ta n u n c a ju g a r con ellos,
y a se t r a t e d e u n viejo
chocho como el “ p é re R o u
g e t” a l quo ta n b ie n d e s
p lu m a su E a b o u ille u se , un
tip o g ro te sc o como e l Schum u cko d e l “ P rim o P o n s ” , o
u n o d e eso s h e ro e s d e l v i
cio, d e la p o lític a o de la s
fin a n z a s como V a u trin , do
M a rsa y y N n c in g en . S in
e m b a rg o , y com o de p a se ,
p ro v o c a c i e r t a s re la c io n e s
e n tre la3 p a la b ra s y e l pens a m ic n t
q u e se d e sta c a n
No, yo p ie n so so b re todo
en a lg u n a s fr a s e s en la s que
se d e fin e to d a u n a p o lític a
d el p e rs o n a je de B alza c , c u
y a ló g ic a p r e s e n ta a n u e s
tr o s o jo s n o ta b le s c o n tra
d ic c io n es, y u n h u m a n ism o
p e rfe c ta m e n te in h u m a n o , he
cho d e m e z q u in d a d y c ru e l
d a d ; fr a s e s c a r ic a tu r e s c a s
y, a la vez, c o m p le ta m e n te
sin c e ra s , d e cuyo exceso a b
su rd o n a co la s o n ris a a m a r
g a d e l h u m o rism o .
Honoré de Balzac
p a r a n o s o tro s d el re s to de
la o b ra , c o n v irtié n d o s e en
u n a s á tira , en u n a b u rla
c ru e l de la v id a o d e c ie r
to s h o m b re s ; no m e re fie ro
a e s ta t a r t a de cr^m a, d ig
n a de P e ro g r u llo : “ E l hom
b ro es n n b u fó n que b a ila
s o b re u n p re c ip ic io ” , n i de
su s c o n s ta n te s p e ro g ru lla
d a s , c o m e n ta d a s p o r el
a m o r: “ Sed d e v u e stro p a r
tid o . S o b re to d o , a g re g ó e lla
rie n d o , c u an d o tr iu n fe . A
m í m e im p re s io n a ro n p r o
fu n d a m e n te e sa s p a la b ra s ,
cuya
“ p ro fu n d id a d
p o líti
c a ” se o c u lta b a b a jo e l c a
lo r d el a fe c to .” (E l L irio
en e l v a lle .) •
No h a b lo tam p o co d e ese
h u m o rism o v e rb a l £ im p e
tu o so d e l e n a m o ra d o que,
“ b e b ía en in fu s ió n la s flo
re s que E L L A le h a b la lle
v a d o ” (o tro e stu d io de m u
j e r ) , n i d e l c u ra que ae
n ie g a a a c o m p a ñ a r h a s ta ol
c a d a lso a u n jo v e n d e su
p a r r o q u i a , e x c la m a n d o :
“ ¡ E so no se le p o d ría e x i
g ir n i s iq u ie ra a u n a m a d re
y p e n s a d b ie n , s eñ o r, que
h a n a cid o en e l seno de m i
p o b re ig le s ia ! ” (E l C u ra
do a ld e a ) , n i d e l fu n c io n a
rio quo, c u a n d o tie u e que
d e c la r a r so b re la s ig u ie n te
d e m a n d a : “ E l s u p lic a n te so
lic ita la in c in e ra c ió n d e sn
e sp o sa ” , e x c la m a :
“ ¡P e ro
e s a bs u n a c u e s tió n m uy
g ra v e ! M i in fo rm e no puede
e s ta r lis to h a s ta d e n tro de
ocho d ia a l” ( F e r r a g u s ) .
T a s c h e ro n h ijo h a com e- ^
tid o u n c rim e n y h a sido
p o r é l c o n d e n a d o ; to d a la
fa m ilia , fie l a lo s v ie jo s
p rin c ip io s , v a a d e ja r el
p u e b lo ; per® eso es u n a n a
c ro n ism o p o rq u e : “ s eg ú n la
n u e v a le y el p a d re no es
y a re s p o n s a b le d el h ijo y el
c rim e n d el p a d re no m a n
c h a a la fa m ilia . E n a rm o
n ía con la s d ife re n te s e m a n
c ip a c io n e s que h a n d e b ilita
do do t a l m odo la p o te s ta d
p a te rn a , ese s iste m a b a lo
g ra d o el triu n f o d e l in d i
v id u a lism o que d e v o ra la
so cie d a d m o d e rn a ” . ( E l C u
r a de a ld e a .)
E l p o lité c n ic o G e ra rd se
e n c u e n tr a en P a r í s d u ra n te
la s tr e s jo rn a d a s g lo rio s a s ;
a l s e r in te rr o g a d o a c e rc a de
los a c o n te c im ie n to s , re s p o n
d e : “ H e sac a d o u n a s c o n
c lu sio n e s “ m uy tr is te s . —¿ E l
q u é ? - Y a no e x iste el p a
trio tism o m ás que d e b ajo
de la s c am isa s s u c ia s . . .
E so es la p é rd id a de F r a n
c ia .” (E l C u ra d e a ld e a .)
C oncedem os la p a l a b r a
f in a l a u n ju r i s ta . L a jo
ven U rs u la M iro u e t, h ija le
g ítim a de u n h ijo n a tu r a l,
h a sid o e d u c a d a p o r u n tío
m uy ric o ; los h e re d e ro s d el
tío , in q u ie to s , c o n s u lta n a
su n o ta rio . D e sp u é s de h a
b e rle s ex p lic ad o la s re fe
re n c ia s d e i có d ig o , e l n o ta
rio le s d ic e : “ E l rig o r de
la le y f r a n c e s a p a r a con los
h ijo s n a jú ra le s , s e r á e je r c i
do con e sp e c ia l s e v e rid a d
p o rq u e
n o s h a lla m o s en
U N A E P O C A D O N D E SE
H O N R A A L A R E L IG IO N .”
( U r s u la M iro u e t.) L a c a r i
d a d c r is tia n a a p o y a n d o el
r ig o r d e la s le y e s b á r b a iq s
es p a r a m í u n a d e la s m e
jo re s im á g e n e s de ese h u
m o rism o ta c itu r n o , con el
quo B alzac, d e u n m odo inc o n rc ie n te , re a liz a a veces
la s fr a s e s d e sn3 p e rs o n a je s .
N o m e p ro p o n g o o tr a co
sa q u e s e ñ a la r e s ta c u rio
s id a d de B a lz a c : no d u d o
do q u e el le c to r, en e l c u r
so d e su s le c tu ra s , d e sc u
b r i r á o tro s eje m p lo s, q u iz á
m áa p 2r ti n e n te s . .
la
V esto nos lleva directamente a las ca
lidades. Convinimos que en un collage no
es posible; matizar, es decir, buscar peque
ñas diferencias de tono, de tinta, de ap li
cación de ambos, de tratamiento de la su
perficie, que es precisamente lo que marca
,,i diferencia entre un cromo y un cua
dro. Sin embargo, como señalé arriba, todo
collage depende de las riquezas quo ofrece
la diversidad Je sus elementos. S i bien no
se puedo quebrar una tinta por eso míni
mo qnc confiere diferencia al plano, cu
el collage hay un cambio do materias que
producen este plano. Dicho en forma más
gráfica, en el collage no se habla de Illan
co, gris o pardo, sino óe papel de diario,
de trapo da piso, o de tabaco. Del mismo
modo pueden establecerse los tonos: no
bav claro ni oscuro, sino estos mismos
hechos err correlación.
Concluyendo, vuelvo a insistir en la faz
i,i Lamente experimental de los objetos ar
monizados, en su peculiaridad de gesto.
No obstante esto, el collage tiene, por
estas mismas razones, una singularísim a
necesidad de existencia, pues el pintor ver
dadero — y perdóneseme el lugar común,
tan insustituible como todos los lugares co
munes—- nunca deja de serlo pegando pa
líeles, recortes de tela o tabaco sobre una
su p erficie.. . A esta altura del desarrollo
de la expresión figurativa actual, ya vuel
ven a abundar los hacedores de presunta*
chef d 'ocurres-, mas, por mucho que ras
treemos, escasamente hallamos une ocurre
d'un chef, a no ser de tal o cuál chef Xe
cmsine. Frecuentemente, el gesto cede a
ia obra de salón, carente de generosidad
y espíritu .En inteligente pintor y escul
tor, Alexander Calder, escribió no hace
mucho, ante las imágenes de los habitantes
de las islas oceánicas, algunas frases que
liacomos nuestras pensando en el collage:
“ Yo pienso quo esto es hermoso. Una
muestra como la presente anima a todo
artista. Si se siente tentado a ensayar
algo experimental, pero teme que íro pueda
llevarlo adelante, esto puede darle estímu
lo ” . De hecho, todos los pintores primi
tivos fueron pintores de, gestos. ¡R enun
ciaremos nosotros de experimentar con
nuestros recursos expresivos para seguir
formando fila en la antesala de una pe
tulante eternidad?
LITERATURA
Por GUILLERMO DE TORRE
riberas la resaca de la anterior trasguerra.
Bastará recordar las novelas de Louis-Ferdinand Céline en Francia, de Ericb Kaestner en Alemania, de Alberto Moravia en
Italia como demostración: do que nuestro
paladar estaba acostumbrado ya a “ deli
cadezas” semejantes. Y en punto a vio
lencia de situaciones, a amoralidad de at
mósfera y ‘ ‘ directismo ’5 expresivo, la ex
tensión todavía más vasta y el influjo
creciente logrado por el nuevo realismo
de algunos norteamericanos penúltimos
—-Faulkner, Steinbeck, Caldwell, Cain...—
es suficiente ejemplo. Luego la sacudida
del cinismo tenía ya un epicentro lejano,
y esa ola turbia, emproada a mostrar la
vida como “ sound and fu ry ” — como un
cuento absurdo contado por un niño idiota,
parafraseando las palabras de Shakes
peare—■ se había extendido sin trabas a la
novelística de otros países en años más
recientes. La guerra, en vez de anular con
su violencia real esta corriente, al supe
rarla cou los hechos, no hizo sino reforzar
paradójicamente sus batientes, inclusive en
la antes innocua literatura inglesa, según
muestra la difusión alcanzada allí durante
los años de la “ blitzkrieg” por las im a
ginaciones a lo K afka, de Rex Warner y,
particularmente, por cierta novela sádica,
Miss Blandish.
Hasta en la secuestrada España las dos
únicas novelas que alcanzaron renombre
— aludo a irada, de Carmen Laforet y a
La fam ilia de Pascual Duarte, por Camilo
José Cela— , quo la gente de allí ha leído
y celebrado (quizá no tanto por su puro
valor literario, muy relativo en los dos ca
sos, sino por la protesta subterránea que
marcan contra el oscurantismo y el confor
mismo teocrático-castrense) trasuntan se
mejante visión cínica e implacable de la
vida. Una mención más subrayada, tanto
por su valía infinitam ente superior, como
por tocarnos más de cerca en todos senti
dos, merecen las obras de dos poderosos
novelistas españoles revelados en el des
tierro. Aludo a Max Aub, cuyos libros
Campo de sangre y Campo cerrado mere
cían mayores atenciones quo las logradas;
y a Arturo Barea — español en Londres,
desconocido por casi todos sus compatrio
tas, pero cuya trilogía antobiográfica-novelesea The forgin g o f a rebel ya ha con
quistado el espaldarazo de varias traduc
ciones.
Todo ello revela que la guerra y la tras
guerra podrán haber exacerbado esa ten
dencia cínica, tremenda, malhablada, pero
queda probado que no sólo en potencia,
sino en actos y obras múltiples, existía ya
desde antes. Cierto es que particularmente
en Francia, ya hace años veníase hablando
de uir.i corriente “ m iserabiiista” ---el
apelativo corresponde a Jean Schlumbergeir— introducida quizá antes que nadie
por los libros ya aludidos, crudos, mal
hablados do Céline, autor hoy relegado a
la zona de lo innombrable, merced a su
conducta colaboracionista, ya que aquel
cantor de negruras, aquel maniático anti
semita lógicamente había de sentirse so
lidario con el antiespíritu nazi. Pero ni
por su contenido ni por su técnica el autor
del Voyagc au bout de la nuil marcaba
otra cosa que una reanudación del realismo
naturalista, llevado a su dislocación cari.-
caturesea y en sus aspectos más sombríos.
Con la aparición de las novelas sartrianas las cosas toman un iruevo sesgo: la
técnica cambia y la intención también. E l
incriminado “ miserabilismo ” no está ta n
to en el tema o en los detalles episódicos,
como en el meollo do sus personajes y en
la atmósfera que los baña. De otra parte
el procedimiento zolesco, las construcciones
macizas, son sustituidas por el fragm entarisrno y las visiones superpuestas, cuyo
ejemplo más expresivo puede encontrarse
en la composición de E l aplazam iento.
Mas la crudeza allí mostrada era de ca
rácter diverso: más sutil y especiosa, co
mo respondiendo a un preconeepto intelec
tual, como ejemplos de una eosmovisión
peculiar muy elaborada y meditada. Sin
ser meramente externa, puesto que iba uni
da al fondo, aquella crudeza tampoco po
día considerarse esencial: era una resul
tante mas no un fin. La pareja enclaus
trada de “ La cám ara” , el personaje en
tro grandioso, cómico y salaz, ávido de
asombrar al mundo, de “ E róstrato” , el
proceso de corrupción de una falsa per
sonalidad que describe “ La infancia de
un j e f e ” - — entre otras novelas cortas de
E l muro— impresionan' e interesañ por sn
intención subyacente antes que por su des
caro verbal.
Su personalidad incipiente quedó ya más
definida cuando en 1938 dió a luz su pri
mera novelá La náusea. Decir que Antoine
Roquentin, su protagonista, y casi el único
personaje de esta novela tan despoblada
y fantasm al, tan deliberadamente escasa
de peripecias externas como rica en alusio
nes significantes, es una suerte de esqui
zofrénico, no explica gran cosa. L a náusea
que experimenta ante el mundo mediocre
quo le rodea no es física, sino m etafísica.
E s el sentimiento de la existencia como
un vacio donde lo vital se aniquila, y don
de contrariamente las form as inorgánicas
de la materia asumen, al ser contempladas
con frialdad y desprendimiento, una pre
sencia fascinante. Según explica el mismo
personajo en una página de sus soliloquios,
lo esencial es la contingencia; por d e fin i
ción, la existencia no es la necesidad; ex is
tir es estar ahí simplemente ( D ascin : la
fórmula clave de H oidegger) ; los existen
tes aparecen, se dejan encontrar, pero
su m a puede uno deducirlos. Y agrega R o
quentin' — portavoz noveloseo de Sartre—
que ningún ser necesario puede explicar •
la existencia: la contingencia no es una
apariencia que pueda disiparse; es lo ab
soluto. Y, por consiguiente, la gratuidad
perfecta. Gratuidad que equivale a lo A b
surdo. “ Yo comprendía que había encon
trado la clave de la existencia, la clave de
mis náuseas, de mi propia vida. De hecho,
todo lo quo pude captar después se con
centra err esta absurdidad fun d am en tal.”
H acia la apología sistem ática de lo ab
surdo, hecha no con ánimo paradójico sino
con meditado vigor, se encamina parale
lam ente el libro ya aludido, L e m yth e de
Sisyphe, de Albert Camus. ¿Y acaso Heidegger al centrar en la nada el tem a de
sus reflexioues, y pretender que en ella se
hace patento la angustia, no había y a a n
ticipado desde 1931 — en su discurso ¿Qué
{C ontinúa en la página J )
1
�cabalgata
4
JEAN PAUL SARTRE
(Tiene de la página 3)
es M etafísica?— los elementos esenciales
de esta conclusión?
Contra lo que parecen creer y afirmar
tantos gacetilleros confusionistas, ni el
existencialismo se produce como una con
secuencia directa de la güe ra, ni ha sur
gido súbitamente armado, cual una nueva
Minerva, de la cabeza del Júpiter Sartre.
Su importancia además — sobre todo desdo
nuestro punto de vista— no radica tanto
en su filosofía como en la incorporación,
por vez primera, do ciertos conceptos filo
sóficos a la novefa y al teatro. Claro es
que, lamentablemente, no son tales ideas
las que han removido tan plurales curiosi
dades, sino la envoltura, mejor dicho, la
aludida desenvoltura verbal con que so
presentan, y, sobre todo, el relente peculiar
que desprenden ciertas páginas sartrianas.
Pero cualquier epíteto censorio, al cabo,
no corresponde a Sartre: su destinatario
es el mundo real de donde toma sus mode
los. Por lo demás, errarán totalmente el
camino quienes se acerquen a sus libros
buscando únicamente páginas libidinosas,
tanto como quienes pretenden identificar
las con la literatura licenciosa; su entraña
estético-filosófica los sitúa en un plano
muy superior, rigurosamente aparte de las
procacidades vulgares.
En 1940, poco meses antes de la caída
de París, Sartre da L'Im aginaire con el
subtítulo do Psicología fenomenológica de,
la imaginación, tratado donso de aire ri
gurosamente filosófico, y cuya aridez ex
positiva le aleja de quienes hubieran acu
dido a él seducidos por la c.olindancia es
tética del tema. Y en 1943, bajo la ocupa
ción alemana, su libro teórico más capital
hasta la fecha, L ’étre et le néant, ensayo
de ontología fenomenológica, libro abrup
to,rigurosamente técnico, compuesto de 722
páginas, a gran tamaño, deL que todos ha
blan “ pero que mo han leído cabalmente
una docena de personas ni han compren
dido más de seis” , según dice un especia
lista y no cualquier le g o ; lo que se ex
plica, ya que su fraseología nos ofrece, en
cualquier página donde aisladamente hun
damos la mirada, la impresión de una tra
ducción germánica err crudo, dicho esto
con todo respeto.
Aun habiendo militado en las filas de
la resistencia intelectual francesa, Sartre
— primero movilizado, luego prisionero, al
final evadido— fué uno de los no muchos
autores que, por habilidad propia o con
descendencia ajena, gozó de ciertas fran
quicias para publicar sus libros y estrenar
sus obras dramáticas durante la ocupación1
nnri Efectivamente, en 1943, dió a la es
cena su drama en tres actos b es mouches,
vivificación mitológica de Orestes, llena
de alusiones algo sibilinas a la actualidad
de aquel entonces, en su condenación del
tirano criminal; y en 1944 otro, en un
acto, Huís dos. A puerta cerrada es, a mi
ver, la realización escénica de Sartre más
lograda hasta la fecha. El infierno que
nos pinta, una simple habitación de hotel
—donde están condenados a vivir toda la
eternidad los tres únicos personajes— es
más empavoreeedor que pudieron serlo err
la Edad Media las alegorías llameantes.
El infierno real es el de la eternidad sin
puertas, el de la incomunicación absoluta
que padecen esos tres seres —tres escorias
humanas— destinados ‘ ‘ per in aeternum ’ ’
a vomitarse sus recuerdos.
Sobrevenida la liberación su actividad
se multiplica: lanza los dos primeros vo
lúmenes de una tetralogía novelesca, cuyo
título general es Les chemins de la liberté,
y cuyos dos primeros tomos, únicos apa
recidos hasta la fecha, se denominan L 'age
de raison y Le sursis, libros removedores,
suscitadores de epítetos negros —amora
lidad, putrefacción, etc.— que sirven a su
propaganda, a cierta aureola de escándalo
y publicidad, pero que en nada definen
sus intenciones últimas ni revelan su ver
dadero carácter. La edad de la razón es
una verdadera obra maestra en punto a
crudeza, cinismo, desolación, y deprimente
como ella sola. No por el tema — escabro
so, pero nada excepcional— , no por la ca
tadura de algunos personajes y el cariz de
ciertas escenas, sino por la atmósfera ge
neral envolvente. La crudeza, pues, no está
en los hechos mismos, tampoco en la ma
nera — bastante objetiva— con que se nos
narran, sino en algo indefinible y deletéreo
que atraviesa todas las páginas. En el mo
do como aquellos seres reaccionan ante los
acontecimientos, modo visceral pudié.amos
decir, por oposición a todo estilo anímico.
Aparentemento buscan definirse por su li
bertad do acción1, por su 1‘ disponibilidad ’ ’,
mas en realidad parecen simples esclavos
de sus impulsos más elementales. Pero
cualquier juicio definitivo sobre esta obra,
lo mismo que sobre E l aplazamiento —en
mareada en la época de Munich— resul
taría prematuro, ya que no está acabada,
y el autor promete que en el tomo cuarto
y último quedará pa.ente su sentido. Es
trena otras dos obras dramáticas, Morts
sans sepulture — drama de la resistencia—
y La putain respectueuse — quizá su única
pieza moral, pese al titulo descarado—
que renuevan idénticas marejadas con pa
recida innocuidad, puesto que se trata de
creaciones cuya intención, y cuyos valores
pertenecen a un plano más al.o. Y lanza
la revista mensual L,es iemps mudemes,
publicación que editorialmenio viene a ser
una continuación de la famosa A’ouvelle
Rcvue Frangaise —ya que aparece respal
dada por el mismo euitor, Uailimara, y
que cu su primer consejo directivo figuran
nombres como el de deán Paulnan, ü.rec
tor üo aquélla, quien por cierto no quiso
resucitaría en modo alguno eon el mismo
titulo, pues entendía que había quedado
piostituída para siempre merced al direc
to) quo se incautó de ella, durante la ocu-
CERVANTES, RUBEÑf DARIO
y EL
HOMBKE
ES
P A Ñ
O L
Por JEAN CASSOV
-
/
( Viene de la primera página)
el que reprende. Al final del libro, en ese
momento melancólico en que los dos com
pañeros regresan a su aldea, una vez ter
minadas sus aventuras, Don Quijote se
siente invadido por la tristeza de la des
ilusión; le abruman una especie de debilidadt una inmensa tristeza; ya no es el
caballero heroico de su partida. Y a la en
trada de la aldea cree ver diversos presa
gios. Dos muchachos se disputan una jaula
de grillos, y uno de ellos le dice al otro:
“ No la has de ver en todos los días de tu
vida” . Unos lebreles y unos cazadores
persiguen a una liebre. Entonces Don Qui
jote se pone a meditar y a hablar al estilo
de Sancho. A ver presagios en todos aque
líos hechos. Se pone a pensar según la con
ciencia y la mentalidad del pueblo e incli
na la cabeza. “ Malum signu-m, malum
signum, liebre huye, galgos la siguen, Dul
cinea no parece ’ ’ Sancho le reprende con
energía: “ ¿Qué mala señal es ésta, ni qué
mal agüero se puede tomar de ah í?” En
estos momentos, descubrimos un intercam
bio completo y una completa fraternidad
entre dos seres humanos. Es imposible con
cebir nada mas poético, conmovedor y puro
que esta fraternidad, que nos lleva a un
reconocimiento sentimental y humano. To
dos los fundamentos de la moral humana
se resumen en tales momentos. La moral
cristiana y la moral antigua se confunden
en el genio de Cervantes como se confun
den también el humanismo cristiano y el
humanismo moderno. Todo lo que ha sido
en su época sabiduría, alto ideal, y expe
riencia, se expresan en la humanidad de
Cervantes.
Esta humanidad aparece de nuevo, y
bajo una forma sublime, en el gesto d?
Maritornes cuando acerca su cántaro de
agua a Sancho que acaba de ser manteado
por los arrieros y que ha caído en un rin
cón del patio, agotado y sudoroso. Mari
tornes era una moza de posada que, como
María Magdalena, hacía comercio de sus
encantos, pero conservando a pesar de ello
ciegos rasgos cristianos. Unamuno dice
que Maritornes amó mucho a su manera y
que por eso le serían perdonados sus amo
res con los arrieros, puesto que. ello sólo
so debía a la ternura de su co"azón. Ter
nura evangélica, ternura franciscana hay'
en el gesto de esta pecadora que va a bus
car agua a la fuente y tiende su cántaro a
Sancho. Y la caridad de Cervantes y su
sed de justicia se ponen de manifiesto en
el episodio de los galeotes: — ¿Quienes son
esos hombres que pasan cargados de cade
nas? — Forzados del rey, le responden.
— Cómo, ¿es posible que el rey haga fuerza
a ninguna gente?
Jamás pillaremos en falta a Cervantes.
Es generoso, pero lúcido. Siempre ve el re
verso de las cosas. Pues Don Quijote, una
vez que ha liberado a los galeotes, les reune y les dirige un bello discurso reco
mendándoles que vayan a buscar a Dul
cinea y le lleven sus cadenas; inmediata
mente los galeotes se ponen a apedrear a.
Don Quijote. Lo que ha guiado a Don Qui
jote ha sido solamente un amor puro y
desinteresado por la justicia. Y, sin duda,
Cervantes, que conocía muy bien los bajos
fondos de Sevilla y todas las atrocidades
de la vida social, sabía que Don Quijote
era un loco iluso. La realidad se impone
en forma terrible y bufonesca. Sin embar
go, Cervantes conserva su fe. Esta digni
dad, esta fe candorosa, es la forma subli
me de la justicia.
E l amor a la libertad es expresado en
páginas no menos admirables. Al comien-
pación, Drieu la Rochelle— , mas que lite
rariamente acusa otras características.
Desde entonces el nombre de Sartre —en
cuya vida externa no hay ningún dato lla
mativo que apuntar: nacido en París, en
1905, normalista brillante, profesor de f i
losofía primero en Lo Havre y luego en el
Lycéo Condocet de París, hombre de ter
tulia y pandilla en los cafés próximos a
Saint-Germain-des Prés— conoce una boga
publicitaria clamorosa e ininterrumpida.
Es leído, discutido, admirado, o improperiado como pocos. En manos de gacetille
ros y aficionados el existencialismo corre
el riesgo de trocarse en una moneda des
lucida. Despectivamente, quienes se jactan
do estar de vuelta de todo, aseguran cada
seis meses que Sartre es un “ b lu ff” , el
existencialismo una moda pasajera y que
dentro de otros seis meses ya nadie se
acordará de ellos. ¿Será c ie r to ... al cabo
do una sesena algo más elástica? Recorde
mos quo de enterradores espontáneos y
pompiers de corazón están llenas las ciu
dades literarias. Agreguemos que si en
Sartro sólo hubiera esa crudeza expresiva
tan vituperada ya hace mucho tiempo que
habría sido eclipsado por otros.
Si fuéramos a fijarnos únicamente en
este aspecto del existencialismo —el más
sensacionalista y adjetivo— en el de su
escatología, y aun en el de su cropología,
y como a todo hay quien gane, resultaría
quo la marca sartriana fué superada poco
después al conocerse en francés —pues el
puritanismo yanqui tiene prohibida la cir
culación de las ediciones originales— las
obras de cierto novelista norteamericano.
I
zo de la “ Gitanilla ” , en un lenguaje vir
giliano, homérico, de una elocuencia des
lumbradora, Cervantes nos pinta la vida
do los gitanos, que llevan sus canciones,
sus danzas y sus guita-ras a través de los
campos Esto amor a la libertad aparece
también en ‘ ‘ La Ilustre Fregona ’ ’, donde
Cervantes nos muestra dos jóvenes que su
preceptor lleva a la Universidad de Sala
manca. En cuanto el preceptor da media
vuelta, después de haberles hecho sus re
comendaciones, los jóvenes huyen a Tole
do donde se colocan en una posada, que
se encuentra aún a espaldas de Zocodover,
y que no ha cambiado nada desde la época
de Cervantes. Y allí esos jóvenes disfrutan
plenamente de la libertad, de la alegría
de vivir en una noche cervantina animada
por las seguidillas. Encuentran la plenitud
de la libertad, el amor producto del azar
o de la suerte. Pero esta suerte y este
azar ya no son cosas de los magos: la
fortuna es humana y el hombre tiene qne
conquistarla en la tierra. El homb-e tiene
ouo ser “ el artesano de su aventura” y
al heroísmo caballeresco sucede otra forma
de heroísmo, que es el heroísmo estoico, el
heroísmo del hombre que se enfrenta con
la realidad. Esta moral es una moral es
pañola, la moral de Séneca, y Séneca fué
el primero de los españoles. Cervantes, pa
ra enfrentarse con esa realidad, sin la
ayuda de los dioses ni de los magos, de las
hadas ni de los encantadores que aparecen
en las novelas caballerescas, nos presenta
un nuevo tipo de héroe que es el hombre españorl, el Homo Hispánicas. Por lo tanto,
encarna el hombre moderno en1 un hombre
español y le ofrece como un ejemplo a la
humanidad. Este hombre español anuncia
do por el Evangelio, según Don Quijote,
es noble y cortés, ingenuo y heroico, im
buido de una sabiduría melancólica y
fuerte; conoce e imagina; sueña y sonríe;
Páginas de
L U I S R E IIV A II1) I
Por, OSIRIS TROIAM
estas páginas está
todo él, vivo, caliente.
Y está todo su tiempo.
Su tiempo, que en reali
dad f u é una década.
(Antes de ella era un
muchacho y ahora sólo
es recuerdo.) Década de
pasión. Década de 1ago
nía. De 1936 a 194J: do
Madrid a Stalingrado.
Cada contraste venía a
alimentar nuestra firme
za. Eramos siempre los
derrotados. Ese fué nues
tro orgullo. Dias som
bríos se precipitaban so
bre nuestro país y sobre
el mundo. La libertad es
taba acorralada, pero se
refugiaba en algunos es
píritus señeros, militan
tes. Comó el dé Luis Rev
naudi.
la de cerca se marchó al vados del olvido por la
otro mundo.
devoción de su admirable
compañera— nos lo mues
tran tal como era: sen
“ L u is R einaudi, un sato y valeroso. Habla
periodista que creía en el de la literatura francesa
hombre” , proclam a la o de los ranchos de San
carátula de su único li tiago del Estero, de nues
bro. Definición precisa. tras tradiciones históri
Su rasgo eminente era la cas o de la aterradora
inocencia. Inocencia, no confusión contemporánea,
ingenuidad. Ingenuos son sin: dejarse tentar un ins
los maliciosos y, como él tante por “ snobismo” al
solía decir despectivamen guno, por ningún alarde
te, los realistas La in estético o político Hon
genuidad es pasiva, la radamente. Y siempre to
inocencia desafiante. Te ma partido. Con esto, que
merario, enfrentaba a la es -diáfano, noble, senci
mentira organizada, al c i llo; contra aquello, que
nismo, a la ignorancia, a es turbio, hipócrita, per
la provocación, con sólo verso. Se daba entero.
su fo en el hombre. Com Mientras oyera el canto
batía, sobre todo, por su rítmico de la rotativa, pa
derecho a seguir creyen recía un poseído. Al cie
do — contra toda eviden rre de la quinta edición
* * 4*
cia— en la buena madera volvía a su mundo, a la
del ser humano.
charla cordial, al ocio
La libertad estaba aco
fructuoso.
■» *
*
rralada, pero ardía en el
» * *
pecho de cada uno de los
derrotados. Intacta y pu
Más de una vez le ho
ra. Estas páginas, que rnos reprochado aquella
El libro que mos de
fueron escritas en pre superstición por la letra vuelve momentáneamente
sente —vertiginoso pre impresa, tan inusitada en su presencia cumple un
sente— y ahora leemos un periodista. Se resistía fin útil. Convoca a sus
en p retérito , entonces a admitir que el mundo amigos —y todos sus lec
concitaban la esperanza, rueda sin ayuda de las tores eran también sus
hoy nos colman de nos prensas. 1‘ Frente a la amigos— y distribuye en
talgia. Nostalgia de la metralla sólo vale la me tre e l l o s palabras de
lucha. Nostalgia de la de t r a l la ” , le decíam os. aliento y de esperanza.
rrota, que no nes impe “ Alinear palabras contra Desde que él se ha ido,
dia, por lo menos, ese los hechos es predicar en se han multiplicado las
tenaz ejercicio del ensue el desierto. ’ ’ Pero él con dudas, las deserciones, las
ño, en que teníamos a fió hasta su último dia debilidades. “ ¡No des
Luis Reinaudi por guía en la eficacia de la pa mayéis ! ’ ’, viene a decir
y maestro. E l ensueño labra. Y sólo ahora nos nos. Reconocemos esa voz.
murió con: la victoria. Te es dado comprender que, Es la voz de un mucha
nemos ante nosotros una si la fuerza otorga la vic cho grande y alegre que
victoria desea, nada, car toria, la calidad de la amó la liberiad y amó a
comida por los virus que victoria depende del es su patria Y que, absor
contrajo en la pelea. El píritu.
bido por un oficio que
fué para él una pasión,
apenas si alcanzó a verla
* * *
en el horizonte, alta y
quemó su vida como se
Estos artículos —sa l quema un cigarrillo.
luminosa. Y para no ver-
E
n
Aludo, como se sospechará, a Ilenry Mi11er y a su3 novelas Tropic of Cáncer y
Tropic of Capricorn Lo cropológico, no
sólo lo irracional y lo . visceral — sustitu
yendo a la mente y a los sentidos como
instrumentos para captar el mundo—-, al
canzan aquí sus límites más desaforados.
Con la diferencia de que en Miller no hay
más que una obsesión libidinosa y un caos
aterrador, mientras que en Sartre —como
en sus colegas, afines o disc pulos: Simone
de Beauvoir, Georges Bataille, Michel Leiris, etc., hay un concepto peculiar del
mundo y un arte muy refinado, aun cuan
do en ciertos casos intente disfrazarse de
balbuceo o tosquedad.
Resultaría fuera de lugar e inevitable
mente extenso intentar siquiera exponer
someramente las teorías del existencialismo en el plano filosófico. En el que más
cercanamente nos toca, en el literario, és
tas se condensan y aclaran cuando sus de
fensores nos dicen cómo su propósito es
reproducir fielmente el flujo y reflujo de
la vida interior (¿acaso Dostoievski, acaso
Joyce, acaso Kafka, los mismos super ealistas, so habían propuesto otra cosa?)
antes de que el espíritu intervenga para
introducir una lógica que no existía. O
bien cuando afirman que este pensamiento
es como una reacción1 de la filosofía del
hombro contra los excesos de la filosofía
de las ideas y la filosofía de las cosas.
Porque ‘ ‘ mientras el pensamiento abstrac
to — escribía Kierkegaard— se propone
comp-ender abstractamente lo concreto, el
pensador subjetivo (leamos hoy existencial) tiende, por el contrario, a compren
der concretamente lo abstracto” . Cierto
es que lo anterior sólo constituye levísima
insinuación de un sistema que se presenta
tan trabado y coherente, pero ello nos ex
plica por qué, en definitiva, quizá el pen
samiento existencial se exprese mejor que
en las obras doctrinales en la novela y en
el teatro. “ Si la descripción de la esencia
— corrobora Simone de Beauvoir— perte
nece a la filosofía propiamente dicha, úni
camente la novela permitirá evocar, refle
jar, en su realidad completa, singular,
temporal, el flujo original de la existen
cia. ’ ’ Luego, en definitiva, quien desee
captar vividamente las tesis existencialistas, antes que a las exposiciones doctri
nales deberá acudir a las novelas y dramas
do Sartre ya mencionados, lo mismo que
a las de Simone de Beauvoir —L ’invitée,
Le sang des autres, Toas les hommes sont
mortels, más la pieza Les bouches inúti
les— ya que cada una de ellas viene a
ser la ilustración y corporación de tales
teorías.
(P ró lo g o
a
la
e d ic ió n
de
“ E l m u ro ” ,
da J e a n -P a u l S a rtro , p u b lic a d o p o r la Edi.
torial Losada.)
se burla, pero en sus burlas se incluye a
sí mismo; y esto es une de los indicios más
perfectos de esa inteligencia suprema: la
ironía, el don de burlarse de uno misma
El indicio más perfecto de la perfecta ele
gancia moral del hombre español y de su
superioridad.
El poeta ibérieo, Rubén Darío, ha can
tado la Letanía de Nuestro Señor Don
Quijote. Sabéis que Rubén Darío, el gran
poeta americano, aunque de sangre india,
fué un gran poeta español, y una de las
figuras del imperialismo espiritual ibéri
co, que los españoles llaman ‘ ‘ raza ’ ’, que
no es una unión basada en la sangre, pre
sunción de superioridad absolutamente ab
surda y terrible, sino una unidad basada
en un consentimiento espiritual que une a
homb’es tan diferentes como los catalanes
de Barcelona, los vascos de Bilbao, los
portugueses de Lisboa y todas las clases
de hombres que pueblan la América des
cubierta y conquistada por los héroes de
la época de Cervantes. Así Rubén Darío,
español de sangre india, es el profeta de
la América latina, y el profeta de la lati
nidad.
Rubén Darío vivió en París, al final del
Simbolismo, y quedó profundamente in
fluenciado por la poesía de Verlaine, y los
simbolistas franceses, y su poesía ha pro
ducido en la historia de la lengua espa
ñola, la misma transformación que ha
producido en la poética francesa Verlaine
y los simbolistas. Y Rubén Darío estaba
enamorado de Francia y de su poesía. Este
poeta de sangre latina no podía menos de
enamorarse de Francia. Uno de sus poe
mas más conmovedores para nosot-os es el
poema que, con su genio de profeta, en
vísperas de su muerte, en vísperas de 1914,
nos presenta el drama que iba a padecer
Francia, y del cual nos avisa angustiado:
¡Los bárbaros, Francia! ¡Los bárbaros,
cara Lutccia! Pero escuchemos su letanía
de Nuestro Señor Don Quijote:
¡Ruega por nosotros, hambrientos de vida,
Con el alma a tientas, con la fe per dula.
Llenos de congojas y faltos de sol,
Por advenedizas, almas de manga anqlia
Que ridiculizan al ser de la Mancha,
El ser generoso y el ser español!
Ve tantas tristezas, de dolores tantos,
Ve los superhombres de Nietzsche, de
[cantos
Afonos, recetas que firm a un doctor,
Ve las epidemias, de horribles blasfemias,
de las Academias, líbranos Señor.
Los superhombres de Nietzsehe que de
nuncia el gran profeta latino, los hemos
conocido, los hemos visto actuar. A los
excesos sádicos y pedantes, Rubén Darío
opone el heroísmo cervantino, ese heroís
mo español que nosotros, los vecinos más
cercanos a España por la geografía y por
el corazón, reconocemos como ideal nues
tro. Y para terminar, voy a revelaros un
gran secreto y a explicaros un1 misterio
profundo. En este momento, Don Quijote
está desterrado de España, y en su lugar
se encuentra su enemigo, denunciado por
el profeta Rubén Darío. En el lugar del
Don Quijote desterrado se halla el superhomb e de Nietzsche. ¿Sino, por qué des
de hace diez años todas las potencias se
han unido contra España? Os lo diré. El
mundo tiene miedo de Don Quijote. Tiene
miedo de ver que se realiza la Buena Nue
va de Cervantes y el Evangelio según Don
Quijote. Tiene miedo de que la especie
humana tome modelo al hombre español,
y de este modo dé un gran paso hacia de
lante. Tiene miedo de ver que, bajo la
inspiración del hombre esoañol, la especio
humana realice un progreso demasiado te
rrible. Hay momentos en la historia en
que gracias a una nación, a un pueblo, la
humanidad lleva a cabo una revolución,
impone un elevado ideal moral, se coloca
en un régimen nuevo, avanza hacia la ci
vilización. Grecia y Francia han sido pa
ra la humanidad los ejemplos típicos de
los progresos de ese género. El pueblo es
pañol puede a su vez ser para la humani
dad la ocasión y el instrumento de un
nuevo salto hacia delante, y esto es lo que
se teme. Porque el pueblo español, inspi
rado y expresado por Don Quijote, cons
tituyo una aristocracia entre las nacionesEl pueblo español es de sangre generosa y
noblemente apasionado, capaz de g: andes
hazañas, y poseedor do excepcionales vir
tudes. Tiene la pasióu, y al mismo tiempo
la inteligencia, la energía y la lucidez, el
sarcasmo y la caridad cálida y fraternal.
La potente dialéctica de Cervantes, se pono de manifiesto en el temperamento del
pueblo español como so pone de manifies
to en su historia. De suerte que, recorrien
do toda la gama de las posibilidades hu
manas, sus divergencias, sus contradiccio
nes, puedo realizar del modo más completo
y pe.fecto una nueva imagen del hombre.
En un momento de la historia humana no
menos trágico que el actual, hace cuatro
cientos años, Miguel Je Cervantes fué el
6ublime anunciador de esta imagen.
(T ra d u c id o p o r M. L. M artín ez)
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LA VIDA ARTISTICA EN PARIS
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ambiente, contrariamente a Buenos Aires,
donde ya asomaba un criterio ecléctico,
gracias a la afluencia de compañías lí
ricas de diversa procedencia y de muclios
virtuosos. Ese estado de cosas se prolongó
en Chile hasta 1920, aproximadamente,
porque traspasar los Andes no fué en ese
entonces muy común en los artistas que
tomaban a Buenos Aires como punto final
de su trayecto. Uno de los músicos de más
talento, que tuvo en sus manes el cetro de
la creación y enseñan-z.a de Chile, ha sido
Enrique Soro (1884). Realizó sus estudioen Milán y a su regreso u Santiago, en
■005, -m influencia i >. el Conservatorio,
como profesor de armonía y contrapunto,
fué muy grande, creciendo aún más cuan
do se le nombró director del establecimien
to en 1919.
En ese entonces comenzó en Chile una
especio de reacción musical que torminó
en un renacimiento. Un grupo de profesio
nales y aficionados cultos, que no podía
comulgar con el ritmo y la organización
musical de ese entonces, formaron el nú
cleo de la oposición. Conocían perfecta
mente los nuevos vientos que corrían en
Europa y lamentaban el notorio atraso en
que se encontraba la música de su propio
país. Eran estos hombres en su mayoría
universitarios que contaban con un solo
compositor que podía servirles de mode
lo, por haberse emancipado de los precep
tos de la escuela de Soro: Humberto
Allendo (1885), que se formó en el Con
servatorio en 1908. Allende se orientó ha
cia el nacionalismo musical y se interesó,
por la índole misma de sus especulaciones,
por las corrientes contemporáneas, espe
cialmente por las francesas. Compositor
muy fecundo hasta hoy, creó las Escena#
campesinas chilenas y La voz de las calles,
empleando material folklórico en la pri
mera y popular (pregones callejeros), en
ia segunda. Sus famosas Tonadas, para
piano, posteriormente vertidas en formas
más amplias (orquesta; coro; solistas vo
cales y orquesta), han permitido el em
pleo más libre de elementos locales. La
presencia de Allende en Chile, y más tarde
en el Conservatorio tenía que ser estimu
lante para el grupo de inquietos a que me
he referido más arriba. Este grupo estaba
compuesto por universitarios que emprenóie.on otra Carrera por no poder realizar
estudios satisfactorios en música, su voca
ción: Domingo Santa Cruz (18S9), abo
gado y diplomático; Próspero Bisquertt
(1881), ingeniero m ilitar; Carlos Isamitt
(1885), pintor; Samuel Negrete (1893),
arquitecto; Héctor Meló G o r i g o y t í a
(1899), ingeniero de minas; Alfonso Leng
(1884), odontólogo, hoy una notabilidad
mundial. Estos profesionales, en su ham
bre por saber, viajaron por Europa, asi
milando las nuevas corrientes. Cuando vol
vieron a Chile, encontrándose ante el mis
mo panorama do academismo y estanca
miento, crearon una entidad que fué la
célula revolucionaria: la Sociedad Bach.
Esta institución coral, que agrupaba a
los mejores elementos de la cultura chi
lena, era el campo enemigo que se en
dentaba al Conservatorio. Su labor orien
tada por San Cruz, comenzaba en la calle:
salía a dar audiciones públicas, con pro
gramas de madrigales y corales de Bach,
luchando incesantemente por la renovación
musical que se buscaba además en el mis
mo pueblo. Su órgano de publicidad era
una revista muy buena, Marsyas (1927118). l a en 1928, la fuerza de este grujió
nabia crecido de tal manera que se ob
tuvo la renuncia de Soro del Conservatorio
acional de Música y desde esa fecha en
adelante, Chile tomó el camino de la con
temporaneidad, no sin grandes dificulta
des. En ese mismo año de 1928 se creó
la Orquesta Sinfónica Nacional, cuya di
rección fué confiada a Armando Carvajal
(1893), haciéndose cargo de las clases de
imposición Humberto Allende y de H is
teria de la Música y Análisis musical
Domingo Santa Cruz. La época no fue
muy propicia, porque la vida política de
Chile acusaba una gran inestabilidad, pe
ro lo que más animaba a Santa Cruz y
aus amigos era la fuerza viva que los
acompañaba, el sentido generoso de la re
forma que bascaba beneíiciar a todos y
ÍUe procuraba, como paso fundamental,
slejar do la institución toda influencia
tehusterial, es decir, ia nefasta política,
alocándola al amparo de la Unive.sidad
Autónoma. Universitarios la mayoría de
‘os compositores, tenían el afán de equi
parar su arte a las llamadas profesiones
(“Dorales y remunerativas, ya que sus re
presentantes miraban de sosiayo hasta ese
entonces a músicos y compositores.
En fu33, se creó la iu cu liad de Bellas
•ytcs, nombrándose a Domingo Santa
/■ uu su primer decano. La primera grau
"Olalla había sido ganada. ¡Sucesivamen
te, so impusieron a un ambiente de resis
tencia, las reformas del Conservatorio, la
oreaciun de los cursos de la Bacultad,
* equiparación de los estudiantes de mú£lca a la enseñanza secundaria y la con
quista del territorio nacional para lograr
*• expansión de la música y la f.scalización
•obre los frecuentes horrores de una enheñanza privada convencional y comercia
lizada. La Orquesta ¡Sinfónica Nacional
eomenzó en aquellos años us primeras
Eramies giras por el sur y el nor'e de
®ñle, junto a sus actividades veraniegas
en Viña del Mar. Hubo, por fin, posibi
lidades para que los compositores cono
cieran sus obras orquestales, para que
los solistas jóvenes hicieran sus primeras
armas, coir apariciones jreriódicas. En esos
años de intensa lucha, una segunda re
vista musical, Aulos (1932-34), vino a
ser el reflejo de las inquietudes y de lo
ya realizado. En ese mismo tiempo se
instituyó entre otras cosas el Premio anual
de Composición, otro estímulo para los
compositores nacionales.
Afortunadamente, en los períodos su
cesivos al primer decanato. Santa Cruz
lia sido siempre reelecto y ha jtodido pro
seguir su gran obra, estructurando las ba
ses do urr.i vida musical chilena con
temporánea. Surge entonces una nueva
publicación, la Revista de A rte (1934-39),
órgano que acompaña coilio documentarlo
la evolución de aquel organismo, al que
pertenecen también las artes plásticas. Lo
que preocupaba en aquel entonces a Santa
Cruz era la extensión de los servicios mu
sicales y su financiación adecuada. E l peso
chileno es moneda muy désvalorizada y
la co n tra ta ció n de artistas extranjeros
conduce rápidamente a cifras abultadas.
En 1940 logró la creación del Instituto
de Extensión Musical, cuya presidencia
lo fué conferida. Esta entidad proporcio
naba mejores recursos a la Orquesta Sin
fónica Nacional, permitía la organización
de conciertos de cámara y una mayor
movilidad a través del país. No descansó
Santa Cruz hasta que no vió incorporada
también esta nueva institución al claustro
universitario. Una considerable mejora en
los sueldos, la institución de premios, la
organización permanente de conciertos po
pulares, fueron los primeros resultados.
En 1941 organizó el Concurso para com
positores nacionales, presidido por un ju
rado internacional, y en 1942 se realizó
un festival de obras chilenas, en el que
se estrenaron las obras premiadas un año
antes. Una nueva creación, el Instituto
de Investigaciones del Folklore Musical,
incorporado a la Facultad, ba venido a
completar las conquistas de la misma, or
ganizando no sólo recopilaciones, sino
a la vez actos públicos de trascendencia,
do los cuales citamos el más reciente, la
Semana del Folklore, con motivo del Cen
tenario del Folklore. También recibió im
pulsos especiales el cuerpo de baile y su
correspondiente Escuela. En la actualidad
se está reformando definitivamente la en
señanza musical en el ciclo secundario y
otro tanto se proyecta realizar) en la en
señanza primaria. Todos los conservatorios
particulares de Chile son rigurosamente
inspeccionados por la Facultad de Bellas
Artes, con lo cual se garantiza amplia
mente el establecimiento de una enseñanza
uniforme.
La nota descollante más reciente que
dió Domingo Santa Cruz, fué la creación
del Instituto de Musicología, dependiente
de la Facultad de Bellas Artes, en la cual
tendrá lugar una sección dedicada al Folk
lore, o sea, el Instituto de Investigaciones
del Folklore Musical. Debe agregarse que
este notable organizador procura obtener
en breve plazo la independización de las
actividades musicales de la Facultad de
Bellas Artes, de las que comprenden las
artes plásticas y las artes aplicadas. Con
la creación de dos Facultades independien
tes, la Facultad de Música sería no sola
mente la primera de la América latina
sino la culminación1 lógica de un largo
esfuerzo durante el cual no pocas veces
las artes plásticas representaban un las
tre para las actividades musicales de la
-Facultad y daban lugar a inconvenientes
de índole varia. Fué designado director
del Instituto de Musicología el musicó
logo español Salas Viu y secretario del
mismo el compositor Orrego Salas.
La Facultad de Bellas Artes ha logrado
imponer en la opinión universitaria, el
público do Chile y los profesionales del
exterior, un profundo respeto por su la
bor. Representa una fuerza viva, un con
trol severo para bien de la música en'
Chile y la defensa de los intereses de sus
representantes. Los directores extranjeros
que han actuado en ese pais, contratados
por su institución oficial, /han tenido que
resignarse ante la imposición categórica
de incluir en sus programas obras de
autores cliilenos, no pocas veces contra su
voluntad.
He aqui, en resumen, lo que ha podido
lograr la voluntad de un hombre como
Santa Cruz, acompañado por una serie
do profesionales sumamente capacitados.
El movimiento logrado se caracteriza por
una pujanza constante y su generoso es
parcimiento, para beneficio de todos. Su
vocero actual es la Revista Musical Chi
lena, de aparición mensual (1945), que
ya se encuentra en 18 números editados.
Pasemos ahora revista suscinta a al
gunos aspectos fundamentales de la vid a.
musical do Chile. En el terreno del folk
lore el investigador más concienzudo de
la música de los indios araucanos ha sido
Carlos Isamitt. Sus estudios se encuentran
en las revistas ya mencionadas y cn eel
Boletín Latinoamericano do Música. Hum
berto Allende y Carlos Lavin (1883),
compositor que vivió muchos años en Pa
rís realizaron incursiones esporádicas que
carecen de sistematización. La Historia
de la Música en Chile fué escrita por
Eugenio Pereira Salas y publicada por
( Continúa en ia columna ó )
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Por M A R G A R IT A N E L K E N
V I UCHAs exposiciones. Incluso, demasía
1*1 das. No jiarece sino que, después de
los “ años negros” , de ese vacío terrible
del corte con el resto del mundo, Parir
anhela resarcirse y procura, a toda costa
-—aún a costa- del mínimo de interés, de
originalidad indispensable en cada mani
festación artística— dar, de nuevo, la
sensación de ser faro y crisol, y aquila
tamiento supremo de "valores.
Sir.- embargo, entre tanta y tanta expo
sición. individual y colectiva: tanto nom
sin tener ninguno en firme, y sin querer
afincarse en ninguno, porque ha de re
servar lo definitivo de su existencia para
expresar lo que le bulle en la mente, en
la retina y en el corazón. Por fin, Barce
lona, puerto y trampolín.
El ex alfarero logra entrar en la E s
cuela de Bellas Artes, lia logrado esca
lar la meta cuya ascensión, desde años,
constituía su esperanza y su pesadilla.
Pero, seria demasiado fácil, el poder, así,
le uu brinco, situarse en la cima: Blasco-
Fleutcrio Blasco Ferrer. “ ('aballo” y “ Cabeza de mujer” (Esculturas en hierro).
bre nuevo y tauto y tanto nombre resu
citado, cuando ya se le creía por siempre
desvanecido, unos cuantos nombres que me
recen la atención, y hasta la admiración.
En suma, un balance bastante “ recon
fortante” , para quienes temían un nau
fragio total. París sigue siendo París, y
la vida artística de París sigue siendo, en
su intensidad fA>ril, la más prometedora,
y la que más ejemplares realizaciones ofre
ce. A diario, y a granel.
En el cúmulo de exhibiciones que seña
lan estas primeras semanas del año, des
taca, muy en primer lugar entre las más
notables, la que presenta, en la coquetoua
Galerie Bosc, Blasco-Ferrer. Pinturas y
esculturas.
Eleuterio Blasco Ferrer es español. Ara
gonés de pura cepa: natural de Foz Ca-
Ferrer ha do tardar muy poco en com
prender que “ aquello” no es lo que él
busca. Sus maestros han tardado todavía
menos en advertir que ese alumno es el
garbanzo negro de la olla. Está visto:
Blasco-Ferrer no será nunca un alumno
aprovechado de las fórmulas, trucos y
tradiciones de la sapiencia académica. E s
capa de la Escuela, con el mismo respiro
con que había escapado de su pueblo para
llegar a entrar en ella. Vuelta a trabajar
en lo que sea y como sea; ahora, ya para
poder, sin trabas materiales infranquea
bles (hay que- dormir bajo techado; y el
comer todos los días no admite demora)
dedicar lo mejor de su tiempo a dibujar,
a pintar, a modelar, y a doblegar el hie
rro según le plazca.
Primeras exjvosiciones, en Barcelona y
en Madrid. La guerra. Blasco-Ferrer es
Miliciano de la Cultura. E l exilio. El cam
po de concentración. Aquí, o se muere uno,
do privaciones o de hastio, o se hace algo
que valga la pena. Blasco-Ferrer, en el
campo de concentración, se hace — defini
tivamente— dueño de su oficio de pintor
y eseultor.
*
Flcutcrio Blasco Ferrer.
“ El mártir” (H ierro).
lauda, ese pueblo que, a orillas del Guadalopillo, endurecido entro los peñascos del
temple de su puñado de vecinos, produce,
desde tiempos inmemoriales, aceite, vino
y* cántaros y botijos. La ciudad, la “ ca
p ita l” , allí es Teruel. Zaragoza ya es
algo fabuloso. Barcelona, la tierra de pro
misión, para el hijo de Foz (¡alamln deci
dido — es decir, empecinado, a lo arago
nés— a sobrepasar las lindes ancestrales.
Desde chiquillo, Eleuterio, el de los Blas
co y los Ferrer alfareros, decidió elevar
el oficio del padre, de los tíos, abuelos, y
bisabuelos, y tatarabuelos, a una categoría
que él sólo sabía cuál había de ser. V
como los demás no tenían por qué en
tender lo que a él le trotaba en ti magín,
ni tenian j>or qué pensar que esas figuri
tas que él se entretenía en recortar en
hoja de lata, o en moldear con el barro
de los caminos, pudierair ser algo más que
ganas de perder el tiempo y de no traba
.jar cual le cumplía, tan jrronto creció lo
suficiente jiara que la Guardia Civil no
le devolviera a su casa y a sus botijos,
echó carretera adelante.
Primero, ¡>or todo Aragón, a lo largo
V a lo ancho; luego, por toda Cataluña,
vivió de todos los milagros de que puede
llegar a vivir el que hace todos los oficios
*
*
Su primera exposición en París, durante
la “ Ocupación” , celebróse “ en ausen
c ia ” : el artista, huelga decirlo, no pudo
asistir a ella. A esta, asisten, él, y toda
la crítica “ que cuenta” , y que, desde el
primer momento, se ha dado cuenta de
que se halla frente a una obra que, real
mente, tiene algo que decir, y sabe cómo
decirlo.
Pinturas y esculturas. Más de las pri
meras; pero las segundas son las que se
imponen ante todo. Salvo dos o tres bron
ces, esculturas en hierro. Desarrollo lógico
de aquellas figuras recortadas en hoja de
lata, con las tijeras robadas a la madre.
¿Estilización? ¿Modernismo? Póngaseles el
marchamo que se quiera: no son sino la
expresión del drama que su autor lleva
dentro. El de todo artista de su raza y
su hora: el de tomar la vida, la que le
ba tocado vivir, dramáticamente.
Algunas de estas figuras son, en ver
dad, un alarido. Otras, nn1lamento. Incluso
las que, por su intención aparente, podrían
independizarse de la tragedia, retuercen su
alegría hasta la congoja — las Bailaoras
flamencas, tema al cual el artista vuelve
de continuo, como para lavarlo de las fri
volidades de pandereta de la españolada—
o so encabritan con la energía de una
afirm ación: el Caballo.
Y todas, sin1 excepción, tienen su plena
densidad. Parece imposible que una lá
mina. forma sin tercera dimensión, esti
rada, y doblada, y domeñada, para cons
truir una presencia sin fondo, ofrezca esta
sensación de bulto que, no ya de lejos,
sino de cerca, permita equipararla a cual
quier forma modelada. Blasco-Ferrer, siem
pre que puede, deja intacta (nos gustaría
decir: virgen) la totalidad de su plancha
de hierro. La recorta, la conduce por los
sei/deros de antemano trazados, con líneas
seguras, en el papel, y, con anterioridad,
y con lincas no menos certeras, en su vo
luntad; pero conformándola al proyecto
inicial de ‘ ‘ figura de una sola pieza ’
Asemejándola, por esta ciencia sin falla
jiara esto indispensable, a las figuras ta
lladas directamente en granito, por los
artífices de las épocas que no admitían
trampa en el oficio de creador de arte.
Esta necesidad de sinceridad en la rea
lización material de su obra, en sus pin
turas se traduce por un afán incontenible
de despojar las figuras de cuanto no sea
estrictamente esencial a la interpretación
de las mismas. Pudiéramos decir (y valga
la definición también para las esculturas)
que a su peso específico.
Al principio hubo, en esta interpreta
ción pictórica del drama ancestral e idio
sincrásico de Blasco-Ferrer, la obediencia
a ciertas sugestiones por demás naturales:
Goya. o, más próximo, Gutiérrez-Solana.
Eso pasó en seguida, y el pintor aprendió,
casi en seguida, a despojarse de cuanto
no era de él, al tiempo que despojaba sus
temas de cuanto sobraba a lo que, aquí,
en el París intoxicado de exietencialismo,
califícase de expresividad .
Unos rasgos negros, que cortan como
heridas las tonalidades más sutiles; unas
figuras voluntariamente integradas al mar
co del paisaje, y éste, casi siempre, una
obsesión de ramas desnudas, que no hair
de distraer la emoción con su pequeña
emoción primaveral; en las figuras, unos
ojos inmensos, abiertos sobre un abismo
patente, y unos gestos elementales, que
ajirietan contra las figuras, como para no
dejar escapar nada de él, el sentido de
las mismas. Y, de pronto, en medio del
drama, el goce de los colores que ‘ ‘ can
tan ” : un rosa, un gris de una delicadeza
refinadísima, unos azules casi mórbidos:
todo ello, dentro de la línea dura, inexo
rable, del contorno, frontera, que ni el
pintor, ni el espectador, podrían traspasar.
¿Pintura literaria? Quizá: al modo en
que lo son las de la “ manera negra” de
Goya, o un Van Gogh, o un Picasso. Para
justificar la referencia a Van Gogh, nos
muestra aquí Blasco-Ferrer unos giraso
les, cuyo esplendor nadie hubiera osado
esperar después de los de aquél; y en
cuanto a Picasso, él ha sido precisamente,
en esto París que puede serle, al artista
novato y extranjero, tan hostil como hos
pitalario, quien más alientos le ha brinda
do al artista llegado, a través de su cam
po de concentración, de su alfarería de nn
pueblecito de Teruel.
Grpn éxito, este de la Exposición actual
de Blasco-Ferrer. Sin duda alguna, el más
notable en las exhibiciones individuales
de estos comienzos de año parisinos, que
proclaman, por la abundancia de sus ma
nifestaciones artísticas, el retorno de Fran
cia a sí misma. Y que sea precisamente
un español, un artista “ de afu era” , el
que de tal suerte se imponga, es lo que
mejor dice que París ha vuelto a ser cri
sol y hogar vivo para el arte de esta vieja
Europa, deshecha, maltrecha, sangrante
por innúmeras heridas sin restañar, pero
todavía, inequivocamente, madre y trans
misora do inspiraciones para el mundo
todo.
París, febrero.
( Viene de la 2* columna)
la Universidad de Chile en 1941. Obra
importante, abarca la primera etapa. La
segunda, que conduce hasta la era con
temporánea, se encuentra en elaboración.
Manuel Abascal Brunet publicó un libro
sobre la Zarzuela Grande, género español
muy cultivado en Chile. La Universidad
de Chile realizó una serie de ediciones
musicales, un decenio atrás, que hoy es
tán agotadas, al igual que los suplementos
musicales de las revistas que menciona
mos. Diversas obras fueron publicadas
por la Editorial Cooperativa Interamericana de Compositores y en los Suplementos
Musicales del Boletín Latino-Americano
de Música. La Facultad de Bellas Artes
realizó grabaciones de música culta, en
un álbum especial, y otras de folklore
chileno, en igual forma.
En el arte pianístico, Chile tiene gran
des valoreB, de renombre universal: Clau
dio Arrau, Rosita Renard, Armando P a
lacios y Juan Reyes (este último fallecido
en Buenos A ires). Una generación nueva
ha surgido en los últimos años: Hugo
Fernández, Herminia Raccagni, Elena
W eiss, Tapia Caballero y otros. En el
arte lírico, Blanca Hauser, esposa de Ar
mando Carvajal, ha tenido actuaciones
internacionales de gran significación y re
cientemente, Teresa Orrego Salas, que
está estudiando en Estados U nidos de
Norte América. En el arte coral a capella existo un conjunto de verdadera per
fección, el Coro de Concepción, que fundó
y dirige Arturo Medina. Formado por a f i
cionados, de composición mixta, posee un
repertorio mayor a 110 obras polifónicas
y ha realizado recientemente una gira por
la Argentina y el Uruguay, causando la
admiración do los auditorios. La actividad
coral en Chile es de grandes proporciones.
Además de Armando Ca vajal, que tuvo
a su cargo la formación de la Orquesta
Sinfónica N acional y estrenó la casi to
talidad do la producción sinfónica chi
lena de los últimos años, ha surgido un
nuevo director, de notables condiciones,
Víctor Tevah, violín spalla de ese con
junto. La dirección del Conservatorio N a
cional de Música, que estuviera en manos
de Carvajal desde 1928, pasó más tarde
a Samuel N egrete (1 8 9 3 ), autor de dos
cua tetos y música sinfónica, y de éste,
recientemente, a Reno Amcngual (1 9 1 1 ),
pianista y compositor, alumno de ALcnde,
que demostró poseer también grandes con
diciones de organizador.
En la creación musical chilena se des
taca, en primer término, una orientación
francamente contemporánea, y en segundo
lugar, una diversidad de expresión tal,
que por sí sola habla elocuentemente de
la libe.tad de actuación que ba tenidp
en ese país cada uno de los compositores.
Además del decano de los músicos actuales
de Chile, Humberto Allende (que sigue
trabajando activam ente), debemos nom
brar a algunos que iro figuraron en el
( Continúa en la págin a 14)
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Por MARIANO LATORRE
A L hablar do lanchas del Maulé es preciso remontarse a los tiempos coloniales
evocar ;l 080 le-ÍaQ0 ,río Maule- el Maulelfu (río de las nieblas) de los
mdios que habitaron sus orillas y los campos vecinos de la cordillera de la costa.
Ni^ los promaucaes del valle ni los indios pescadores de la costa misma,
ni siquiera los quechuas que los dominaron, tienen mucho que ver con la nave
gación fluvial.
A lo sumo emplearon, para trasladarse de una margen a otra y aprovechando
las corrientes arremansadas, largos e inseguros troncos de roble que ahuecaban,
mediante piedras puntiagudas, calentadas al rojo.
Centenarios robles, de complicada ramazón, alineaban a ambas orillas del
Maule. sus siluetas verdeoscuras, trepaban por las escarpas de los cerros, do
minaban las cumbres y descendían, con su cohorte de renuevos, a la ver
tiente opuesta.
Madera nobilísima, de vigorosa textutiago hacia las playas del mar.
va y rojo corazón, arraigada profunda
Fué, durante medio siglo, la única vía
mente en el subsuelo pedregoso y por lo
entro el valle central y la costa. La activi
mismo de fibra más resistente y menos
dad disminuyó al tenderse los rieles del
húmeda que la de los robles d e'los bosferrocarril de Talca a Constitución, pero
núes del sur.
subsisten aún algunas de estas lanchas
para llevar, en pipas veteranas, el vino
canoas, llamadas también bongos,
ribereño. Para los guanayes fué un golpe
de una voz antillana, traída, tal vez, pol
mortal. Entonces se hicieron marineros.
los españoles, eran sólo fluviales, pues la
Erarf, en su mayoría, campesinos que ba
barra del río Maulé, como otras de la
jaban al río desde las hijuelas de los ce
costa de Chile, impetuosa lucha de las
rros y que no retornaron a sus bravios
corrientes cordilleranas y de las mareas
rincones.
del océano, no podían flanquearla em
Algunos se quedaban entre los pesca
barcaciones tan débiles y fluctuantes.
dores; otros, se contrataban en las gole
Hubo astilleros desde el siglo xvu en
tas o vapores. La mayoría tripuló las
las cercanías dol mar y al abrigo de la
lanchas que zarpaban continuamente ha
ría y de los cerros costeños. Debieron
cia los puertos del norte de Chile y Sur
construirse carabelas y galeras y más ade
del Perú.
lante bergantines y fragatas con el rico
La lancha maulina es hija del río y del
venero de sus selvas aledañas. Nueva B il
mar. La madera para su construcción vie
bao, hoy Constitución, nació precisamente
ne de los cerros; la carga (rodelas de
de estos astilleros que en el siglo xvm
restauraron los jesuítas.
leña, carbón de espino o de talhuén, eochayuyo o pescado seco) era, también, do
No había caminos desde el valle cen
tral a la costa, pero el Maule y su afluen
la tierra y los patrones y marineros, en
ganchados de entre guanayes y monta
te el Loueomilla, de abundante caudhl en
ñeses en el momento oportuno.
esos tiempos constituía una vía natural
que los jesuítas, grandes agricultores, ex
Aprovechaban para salir, los instantes
plotaron con hábil intuición terrígena y
de bonanza de la barra. E l práctico había
hecho los sonda jes en el canal. Ya una
conocimiento del hombre que trabajaba
para ellos.
eseuadra de lanchas y lanchones, carga
dos más arriba de sus bordas, aceitadas
Fué uu comercio lento, pero constante,
las roldanas de sus drizas y escotas, lle
sobre todo en el verano, al cosecharse los
naban la sabana plateada de la ría, desde
trigos del valle y cuando en las huertas
la Isla hasta la Poza. Espectáculo pri
maduraban las sandías y melones o en el
mitivo vigorizante.
arenoso terreno se doblaban los tostados
tallos de la lenteja.
Eecuerdo una de estas salidas inespe
radas, en un mediodía del mes de setiem
En la ría esperaban las goletas, ber
bre. ju lio y agosto pusieron un muro de
gantines y lanchas para llevarlas a V al
lluvia y arena en la barra alborotada. El
paraíso, al Perú y al Ecuador.
vigía anunció esa mañana barra buena.
Como es lógico, en los comienzos de la
colonización jesuítica, fueron las maderas
Frente al astillero de mi abuelo habia
las que se explotaron. Incansables hache
diez lanchas, fondeadas en el río, pero a
una do ellas, según el código marítimo, le
ros derribaban árboles a lo largo del rio
y cuarteaban tablones y postes. Bajaban
faltaba un tripulante.
Yeo aun a mi abuelo, un francés ner
en balsas primitivas hacia la boca del río.
vioso y malhumorado, pasearse por la
Los ribereños manejaban hábilmente
acera de la casa del astillero. Se detiene,
esas almadías y con sus frágiles espadillas
de pronto. En el fondo de la calle, un
las hacían cruzar corrientes y remansos.
carbonero maulino vacía la carga de su
Mucho se ha dicho del origen de esos
pequeña carreta serrana. Mi abuelo atra
hombres del río, que Barroa Arana llama
viesa la calle y le dispara al campesino
huanahues, considerándolos como una tri
bu local. Debieron ser mestizos de indios
esta pregunta:
— ¿Quieres embarcarte en una lancha
y españoles y son los antecesores de los
actuales guanayes. Las dos palabras, co
para el norte?
E l montañés lo mira asombrado.
mo se ve, tienen una evidente afinidad
— Pero, patrón, yo soy de Quivolgo, pa
fonética.
En mi concepto, la palabra es de origen
entro, y no he navegado nunca.
quechua y fué traída por los propios je
,—Éso no importa.
— ¿Y mi carreta, patrón, y mis bueyesuítas, junto con sus esclavos negros.
Guanay o huanay es el nombro de ese
citos?
cormorán o pato del huano, que vive en
— Te los compro.
las costas y los ríos del Perú y de Chile,
Ignoro qué decidió al carbonero a em
cuya especie más típica tiene el pecho
barcarse, pero es el caso que no volvió a
blanco y las alas negras. El huanay emi
sus cerros y fué uno de los más expertos
gra a veces de las islas del huano, siguien
pilotos de la costa.
do los cardúmenes de anchoas y sardinas
Es primitiva la lancha maulina, pero
que, por fenómenos del mar, se desplazan
conserva su contorno tradicional de navio.
hacia el sur.
No es un balandro ni una goleta. Es algo
Al volar es característico el contraste
regional y único. La compararía con la
de sus alas negras y su pechuga blanca.
carreta de los cerros, su hermana de tierra.
E l guanay del Maule, balsero o remador
Ella es al bergantín de complicada arbo
de lanchas del río, usó siempre una camisa
ladura, lo que la carreta al coche de re
de tocuyo que resaltaba sobre su piel oscu
sortes, tirado por un tronco de caballos.
ra, quemada, por el agua, el viento y el
Y a fin de cuentas, es la evolución ma
rina de las lanchas planas del río.
sol.
Tiene su misma resistencia y su cons
Les recordaba a los ribereños el huanay,
trucción es muy semejante. Aquéllas pe
pariente cercano del yeco y del pato lile.
lean con las correntadas pedregosas; és
Desaparece la balsa al agotarse la ma
tas, con las incansables mareas del Paci
dera err las orillas del río y la reemplaza
ficó. Ambas son anónimas y su plantilla
una embarcación más estable, la lancha
no está en un bello plano de ingeniero
plana que es, en el fondo, una especie de
naval sino en la memoria de veinte ge
balsa evolucionada, con su armazón de cua
neraciones de calafates y patrones. Y li
dernas, su alta popa, su minúscula proa,
gada a los robles de gigantescos brazos.
sus grandes remos, su flexible espadilla
Sus rodas, sus codastes, su quilla y su
y el retorcido mástil donde se iza la vela
sobrequilla, sus cuadernas, en fin, bajan
cuadrada, si llega la oportunidad.
desde los bosques al río, a lomo de las
Durante años, su chata conformación,
pequeñas carretas de macizas ruedas. Se
que recuerda el cuerpo do las palmípedas
manas y meses, pacientes hachadores las
o la mitad de una sandía sin pulpa, dió
labraron a filo de hacha y dientes de
al río Maule su característica fisonomía.
sierra. Clavos y martillos, estopa para las
En su ancha caviddd se amontonaban
junturas do la tablazón, espesas capas de
sandías, sacos de trigo y harina o pipas,
alquitrán, unos ensebados polines, empa
olientes al mosto de los cerros.
nadas y mosto y la lancha rueda hasta el
En los instantes propicios, izada la vela,
agua del río y rodará, luego, sobre las
navegaba la lancha calmadamente. La lo
olas del océano.
na, curvada de viento, era redonda como
Hace medio siglo, en los desmantelados
el pecho de una campesina que, en lugar
puertos del salitre y en la costa del Perú
de leche, hubiera cuajado aire del sur.
estas lanchas servían do pontones, para
Si el viento no se extraviaba entre los
recibir la carga de vapores y veleros y
cerros, los lancheros o guanayes movían
llevar el salitre y el cobre a las bodegas
los romos. Sus pies desnudos se apoyaban
de los barcos, fondeados mar afuera.
en los bancales, los brazos distendían1 sus
Al construirse molos y dársenas en los
músculos de bronce y en un ángulo acom
puertos del norte, las lanchas no fueron
pasado, adelante y atrás, la lancha nave
ya tan necesarias. Las substituyeron los
gaba deshaciendo el borbotón de la co
faluchos, menos marinos y menos criollos.
rriente. Drapeaban un instante en el aire
Se acercaban más a una bodega flotante
sus mojadas camisas.
que a un verdadero barco, pero tanto los
Pero si una correntada detenía la lan
unos como los otros eran solicitados y
cha, los guanayes desembarcaban y con
pagados a precio de oro, porque al eonsun pesado cable al hombro la conducían
t.uirse sus rodas y codastes, de una sola
desde la orilla. Un extraño aullido, casi
pieza, en el tronco de un roble serrano,
animal, regularizaba el esfuerzo, tan he
estructuraban un casco de rara solidez,
roico como el de los bateleros del Volga,
que resistía los choques con el maderamen
En los veranos, las lanchas planas tras
de los muelles o con los costados de los
ladaban veraneantes de Talca y de San
buques o remolcadores, en el vaivén de
las mareas.
No son muy abundantes hoy día estas
lanchas en Constitución. Ahora, se tien
den quillas de vapores y veleros de alta
mar, pero persiste el recuerdo do sus ha
zañas marineras y creo que no se borrará
de la historia maritima del Maule.
Las dos manchas blancas, la de vela
cuadra y la del baticulo para el manejo
del timón, es algo que está grabado en
e! mar, aunque las nieblas lo oculten y las
arenas obstruyan la barra.
Y los quo somos del Maule, tampoco
podemos olvidar la fogata de palos de
hualles o de espino, hecha en medio de
la lancha, como en un rincón de la mon
taña, donde los primitivos navegantes asan
su charqui o preparan las pancutras tra
dicionales del campesino, del guanay y de!
marinero.
Meses demoraban estas lanchas que
salían hacia el norte para no volver al
puerto donde nacieron. Su destino era na
vegar y fondearse hasta que una tormenta
las desarmase, arrojándolas a la playa. Y
entonces, sus viejas tablas servían para
levantar ranchos o para alimentar, con
vertidas en leña, la cocina de un pescador
o de un fletero de cualquier puerto de
la costa del Pacífico.
Numerosas son ‘ las hazañas de estos
navegantes, hermanos de los chiiotes y
tan sufridos como ellos. Muchas veces pa
saron interminables temporadas en el mar,
arrastrados por vientos contrarios, lejos
de su puerto de destino. Se les consideró
perdidos, pero llegaban, como buques fan
tasmas, deshecha su vela, rotas sus falcas
y con su casco blanqueado de sal.
Se liabian hecho parte del mismo mar,
que debió tomarlos por albacoras o ba
llenas, aburriéndose do golpearlas con el
látigo de sus espumas.
Sólo que a alguna, en una noche negra,
apagadas por el viento sus luces de po
sición, la partió la proa do un trans
atlántico y entonces a sus dispersadas ma
deras y a sus tripulantes muertos se los
tragó el océano, guardando celosamente
el secreto de la catástrofe.
U RENEGADO
Por DANIEL*DEVOTO
hora
soy obrero en una fábrica de alpargatas, que todas las mañanas encuentro
en el arrabal de siempre. He dejado de usar corbata y el “ overol” me libera de
A
las inútiles solapas, del apretón fastidioso de la ropa. Ya estoy acostumbrado al cal
zado elemental, sin tacos, y lo hallo más cómodo para mis largas caminatas, para
trepar al ómnibus.
ferencias, a las charlas interminables so
Hace un año vendí todos mis libros a
bre mis materias y preferencias, a las
Helman, sin conservar uno siquiera; ni
ridiculas comunicaciones ante un público
los dedicados perdoné en esta liquidación
de amigos y de obligados colegas, lo
de una larga etapa de la vida. Supuse
entrego ahora al café, donde ablando la
que era el gesto más heroico y difícil
pero finalmente no costó mucho. Ahora
vida jugando al billar o mirando la llu
via de los atardeceres. Las mujeres tam
casi no leo otra cosa que no sea el diario,
bién dejaron de ser un problema. Ya
las leyendas en el cine y los aburridos
no necesito ese largo prolegómeno, ese
carteles de propaganda de los subterrá
neos. Tampoco tengo necesidad de aguar
arrimar disimulado, que esconde una an
dar pacientemente un tranvía vacio — sen
siedad, creyendo o haciendo creer en su
tirme dueño de 'él— para ganar una hora
eternidad. Ahora sé dónde buscarlas, lla
de lectura o ir pensando y buscando fra
namente, sin subterfugios; les adhiero
ses. Sin darme cuenta todo lo que pensaba
mi deseo, sin temor de lastimar sobre
lo hacía en función de la frase y su
estimaciones, sin ofender, con las indis
presunta publicación. Ahora viajo en co
pensables palabras. Es cierto que causa
lectivo o en los Omnibus repletos, y
un poco de tristeza la acogida de esos
cuartos mercenarios, pero la carne urgida
cuando voy arracimado con otros de los
pronto acaba con ella. Procuro no reinci
estribos me resulta más fácil porque toda
dir olvidando cualidades, lo suficiente
la vida se concentra en el cuidado de
como para no contraer hábitos. Y todo
evitar un golpe Conozco, por fin, lo que
se olvida cuando usted se introduce en
es no tener la preoeupac'
constante del
la noche, solo, caminando con la perezosa
especialista que debe estar al tanto de
indolencia de un felino.
la bibliografía, conocer los nuevos estu
dios, las tantas majaderías publicadas en
En el grupo cuya vida pretendo com
partir se hacen posibles los sinónimos y
revistas y en ediciones del autor. Un
la primera persona del plural: somos. No
libro traía otro libro y la codicia, la
los quiero idealizar, pero la verdad es
urgencia de leerlos todos me había ganado.
que siento la ausencia de algo que me
Y todo eso suponia, además, el compro
ahogaba en el círculo de antes: los tilin
miso, la obligación de vivir, de expresarse
gos. Hay ignorantes, pero esa no es con
de acuerdo con su condición de lector, de
dición que hace imposible la felicidad; al
universitario, do catedrático, de hombre
contrario, tal vez la facilite.
“ culto” y sensible. S i la verba de la
niñez me recuperaba repentinamente y sol
Peleo en la calle o donde sea; el dar
taba un “ viejo ” refiriéndome a mi padre
y recibir unos buenos puñetazos ya no
o si decía que algo estaba “ cachuzo” ,
me. causa la vergüenza que antes duraba
recordando el vocabulario de la bolita,
varios días. Sin ir más lejos, hoy al
recibía alguna reprimenda o miradas de
mediodía he castigado a un napolitano,
una escandalizada sorpresa que me per
algo bebido, que me insultó en un al
mitían adivinar el comentario en cuanto
macén de la calle Gaona. Le di fuerte
me diera vuelta. Dije una vez en una
hasta dejarlo quieto; algunos comedidos
académica sala de profesores que había
le echaron agua y hasta vino en la cara.
presenciado un partido de fútbol y mis
Y'o me quedó impasible hasta que des
estimados colegas se quedaron contem
pertó. Ya recobrado me miró largamente,
plándome como si tuvieran delante a un
sin decir palabra, pero adivino que me
monstruo prehistórico. Y esto me hace
prometió el desquite, de otro modo. Estoy
acordar que Julio Cortázar tenía que
casi seguro que lo hará, no sé dónde ni
tolerar admiraciones semejantes cuando
cuándo, pero lo aguadlo con la extraña
cándidamente manifestaba su gusto por el
convicción de que tal vez no alcance a
mate y el boxeo.
verlo. Lo que escribo ahora, en este cuar
Aho:a ya no leo. Sé que es inútil. Lo
to del inquilinato ya dormido, abierta la
he comprobado a los treinta y dos años
puerta a la tranquilidad del patio, tiene
de mi vida, luego de veintiséis de lec
en cierto modo ol carácter de un testa
turas. Siento que los libros me dieron eru
mento. Releo y me doy cuenta que com
diciones, figuras, referencias y que me
parto mis ideas, mis palabras, con muchos
abrieron el camino a muchos problemas.
hombres quo han escrito, pero paciencia,
Antes era uu placer leer un libro bien
esta es mi vida y no estará de más el
escrito y demora; se en un adjetivo pre
repique de ot a campana. No lo enviaré
ciso como los de Borges. Ya poseo el
a ninguna revista literaria; lo guardaré
convencimiento de que todo éso es inútil;
entre las hojas de mi libreta de enrola
que es inútil buscarse por las novelas y
miento y si algo me ocurre es posible que
no sentirse único. Por otros caminos hu
lo encuentren o que lo quemen ceremonial
biera llegado a ese mismo resultado, sin
mente en el patio de los Tribunales.
amarguras, sin sensibilizarme para que
luego me hiera e l . paso de una mosca.
M ario P onti.
Buscamos adhesiones, simplemente; el de
fecto compartido, ya pensado —vivido—
N ota: El 28 de febrero de 1946, a las
por otro. Resulta cómodo ser otro del
21 horas, José Imbellota, italiano, apu
montón.
ñaleó por la espalda a Mario Pouti. Mi
Dejé, naturalmente, la cátedra en el
amigo el juez del crimen......... me hizo
Colegio. Era un fastidio oír a los mucha
llegar estos papeles del investigador des
chos de primer año repetir las tonteras
aparecido. Aun cuando lo escrito no está
que uno puede decirles hablando de esto
muy de acuerdo coir las ideas que habi
o de aquello, colaborando en el proceso
tualmente manifestaba, me decido a en
do domesticación que la sociedad exige.
viarlo a. . ., considerándolo como un claro
No podía fomentar la rebeldía sino sola
ejemplo de reniego cultural, como un tes
padamente. ¡Oh, mis antiguos temores
timonio de nuestra época La fuga de
cuando malvadamente les desprestigiaba
Ponti, bueno es aclararlo, sólo fué ima
algún héroe o me sonreía del .Aconcagua,
ginaria, porque hasta el momento de su
la montaña más alta del mundo! Con
muerte seguía investigando prolijamente
temores, sin insistir mucho, llegué a de
sus materias y profesando en el Colegio.
cirles que la historia es un cuento, una
Helman, que lo conocía bien, no recuerda
de sus formas, y que nunca podremos co
haberle comprado libros en cantidad apre
nocer la última explicación de la con
ciable. Tengo para mí que esta fuga, de
ducta de un hombre, contemporáneo —ve
haberse realizado, hubiera resultado un
cino, hermano—■ o histórico, aunque nos
i^acaso, un imposible, tal como lo re
deje una autobiografía con ribetes por
conoce Lawrence, gran admiración de
nográficos. Escondido en esta ropa, si
Ponti. En cuanto a la intuición de la
acaso hallo a alguno de mis ex discípulos
nacionalidad de su asesino desaparece to
por la calle los engaño y creen que no soy
do misterio al considerar que el 'homicida
yo, sino algún sosias, algún pa iénte que
dió como cierto el conflicto del almacén'
no hace honor a la familia, y no me
— que Ponti sitúa en Gaona— y que ac
molestan con preguntas.
tuó, como su tierra lo exige, procurando
E l lugar que antes concedía a las con
su venganza.
MIRADOR
• E n L im a te n d rá lu g a r en fechas del
m es de m arzo un C ongreso de E ditores y
u n a E x p o sic ió n do L ib ro s sobre Pedagogía
A m e ric a n a y D id á c tic a , b a jo la presidencia
de la C ám ara P e ru a n a d el L ibro, Se es
p e ra que en e s a ocasió n los cougresales
se a b o c a rá n a re s o lv e r a n te la s autorida
d es d el G obierno d e l P e rú la s dificultades
con quo tro p ie z a el lib ro argentino en el
p a ís h erm a n o d e bido a la re stric c ió n de
d iv isa s a que es som etido el comercio de
lib re ría . E s e v id e n te que si no se allanan
esa s d ific u lta d e s, el re fe rid o Congreso, que
h a d e a b o g a r en p ro de la s relaciones cul
tu ra le s e n tre p a íse s am igos y hermanos,
p e rd e rá su e fic a cia y, agregaríam os, su
ra z ó n d e ser. H u e lg a n C ongresos y ’ Re
uniones g re m ia le s si no se h a de ir de
recho a e lim in a r la s tr a b a s que de todo
g énero se le im ponen a l libro.
• U n a R eu n ió n de e sc rito re s que h a de
c e le b ra rse en C hile h a sido tra sla d ad a
do fe c h a. L os con cep to s que expresan la
n o ta que an te ce d e p u e d en rep etirso lite
ra lm e n te a l re fe rirn o s a C hile, país que,
como el P e rú , h a im p u e sto tam b ién a los
lib re ro s el p e rm iso p re v io p a ra la im
p o rta c ió n , que no siem p re les es concedido,
c ulm inando u n a serie de re s tric c io n e s que
se vienen su cediendo de dos a tre s anos
a e sta p a rte . S ab id o es q u e la s c u en tas
que los e d ito re s a rg e n tin o s m a n tie n e n con
le s lib re ro s c h ilenos e stá n sin c a n c e la r ha/co m as de u n año p o r c a re n c ia de d iv isa s.
E s de e s p e ra r que los e sc rito re s c h ilenos
y a rg e n tin o s que se re u n irá n íra te rn a lm e n te u n idos p o r lazos de a m is ta d y de a n h e
los com unes, a p o y a rá n la s g e stio n e s quo
haco tiem po, in iru c tu o s a m e n te , viene re a li
zando la u á m a ra A rg e n tin a d el L ib ro y el
grem io chileno de H o rero s, a n te los pode
re s p ú b lic o s d el p a ís h erm an o .
• E n M ar d el P la ta , en los salo n e s del
C asino, e stá a b ie rta a l p ú b h c o la “ T e rc e ra
E x p o sic ió n y F e ria de o b ra s de a u to re s
a rg e n tin o s ” , c uya o rg a n iz a c ió n asum e la
A sociación de E s c rito re s A rgén _inos. E sa
e x p o sic ió n m erece u n doble encom io, p ues
re ú n e la p a rtic u la rid a d de que los ’liD ro3
se v e n d en a l p ublico, cosa que p o r lo
g e n e ra l no a tie n d e n la s com isiones que
o rg a n iz a n ese tip o de m a n n e sta c io n /js,
c o n stitu y e n d o , en consecuencia, u n a carga
e n g o rro sa p o r c u an to sig n ific a que los
p a rtic ip a n te s , sea n e sto s e d ito re s o au ore s , p ie rd e n el im p o rte de su s envíos. E l
ejem plo d e la A D EA m erece se r im itado.
• E l ilu s tre e s c rito r R óm ulo G allegos difu n d id o a u to r de “D o n a B á r b a r a ” , “ Can a ir n a ', “ .roDre n e g r o " . . . , aca b a de a su
m ir la P re s id e n c ia de la R ep ú b lica de
V enezuela, a b rie n d o su g e stiv a s in te rro g a n ,
te s el caso, in só lito , de que u n in te le c tu a l,
en A m érica, sea llevado p o r el im pulso
del su fra g io p o p u la r a re g ir los d e stin o s
de su p a ís. CA BA LGA TA en v ía su re s p e
tu oso saludo a l in sig n e n o v e lista y al
m a n d a ta rio d el g ra n p u eblo venezolano.
• E1 a ctivo p in to r a rg e n tin o G ustavo Coc h e t h a c eleb rad o ú ltim a m e n te u n a expo
sició n de óleos en el saló n de la su c u rsa l
quo el d ia rio b o n a e re n se “ E l Mundo* tien e
en M a r d e l P la ta . D iez vigorosos cuadros
con te m a s h a b itu a le s en e ste m a e stro n a
tu ra le z a s m u e rta s y flo res, h a n a firm ad o ,
a n te un m edio poco p ro p ic io p a ra una
m a n ife s ta c ió n a rtís tic a , la s elev ad as d otes
que a d o rn a n esa d e sta c a d a p e rso n alid ad .
• E n el saló n blanco de la In te n d e n c ia
M u n icip al de la c a p ita l fe d e ra l, fu e ro n
p u e sto s en po sesió n d el cargo de con
s e je ro s en el estu d io d e u n a n te p ro y e cto
de re g u la c ió n u rb a n a de la ciudad, los
a rq u ite c to s J o rg e A. F e r r a r i H a rd o y ,’ J o r
ge V ivanco, A n tonio B o n et y M iguel C.
R oca. A n te e sto s co n sejero s, elegidos con
in c u e stio n a b le a cierto , y en p re s e n c ia de
a u to rid a d e s, hab ló el In te n d e n te d o c to r
E m ilio R. S iri, a cuyo d iscu rso c o n te stó
en no m b re de los re fe rid o s c o n sejero s el
a rq u ite c to F e r r a r i H a rd o y .
M erece a p la u so el no m b ra m ie n to d el jo
ven p la n te l de in te lig e n te s a rq u ite c to s,
a c re d ita d o s to d o s ellos p o r o b ra s de no
ta b le e n v e rg a d u ra y de ra c io n a l m o d e rn i
dad. E s de en co m iar que el doctor S iri
h a y a p u e sto a l serv icio de los a ltos in
te re s e s u rb a n ís tic o s de la c a p ita l, m édula
de la R ep ú b lica , el consejo de e sp e c ia lista s
que su rg e n de los e stu d io s que el m undo
a c tu a l re a liz a de c a r a a l fu tu ro desarrollo
de los com pactos n úcleos c iudadanos.
• J o rg e L arco , el n o ta b le p in to r a rg e n ti
no, p re p a ra u n a im p o rta n te exposición de
com posiciones de in s p ira c ió n española, fr u
to y re su m en de su re c ie n te viaje a la
p e n ín su la .
e E co de la c am p añ a que CABALGATA
re a liz a p ro d ifu s ió n d el lib ro a rg e n tin o .
U n d is tin g u id e e sc rito r, b u e n am igo de
e sta s p á g in a s, nos e sc rib e a su regreso
de u n a g ira p o r el p a ís tra s a n d in o :
.E n C hile, u n p a ís ta n cercano en lo
que a n o so tro s re sp e c ta , m ás c e rc a de lo
que m uchos p ie n sa n , e sp iritu a lm e n te , he
o b serv ad o algo estrem ec e d o r. R e c o rrí la s
lib r e r ía s de V a lp a ra íso , de S a n tia g o , y de
V iña d el M ar. S i a q u í en el in fe rio r d el
p a ís, ta n poco se conoce a n u e s tro s es
c rito re s , ¿q u é p o d ré d e cirle s de a llá ? A llá
n o sólo en la s H b re ría s se c arece de
U bros a rg e n tin o s , pese a que la s s u rte n
la s p rin c ip a le s e d ito ria le s a rg e n tin a s, sino
que en u n a m uy im p o rta n te b ibU oteca no
tie n e n , e n tre su s s e te n ta m il U bros, n u e s
tro “M a r tín F ie rr o ” ! ! ”
• E l c o la b o ra d o r d e CA BA LGA TA . J o sé
M o ra G u a rn id o d a a c tu a lm e n te en el M u
seo P e d a g ó g ic o d e M ontevideo, p o r in i
c ia tiv a d el C onsejo de E n s e ñ a n z a S ecun
d a ria d el U ru g u a y , u n cu rso de ocho
c o n fe re n c ia s so b re o tro s ta n to s e sc rito re s:
B alzac, Zola, P r o u s t, D a v id H . L aw rence,
E m erso n , G io v an n i V erga, A ngel G anivet
y B en ito P é re z G ald ó s. L a s ocho con
fe re n c ia s a p a re c e rá n p ró x im a m e n te b a jo el
sello de u n a e d ito ria l u ru g u a y a y con el
p a tro c in io de la e n tid a d c u ltu ra l que las
h a p re s tig ia d o .
• E n S a n tia g o de C hile te n d rá lu g a r, en
el cu rso d el m es de m arzo a ctu al, la Fe
r ia d el L ib ro , en la c u al el lib ro argentino
o c u p a rá , p e se a la s d ific u lta d e s im peran
te s , u n lu g a r d e sta c a d o .
• P r e s id id a p o r el s u b se c re ta rio de In
fo rm ac io n e s de la P r e s id e n c ia de la Na
ció n , se ñ o r E m ilio C ip o lle tti, h a partido
p a ra G in e b ra , d o nde te n d rá lu g a r la Con
fe re n c ia In te rn a c io n a l so b re Liberta-d de
In fo rm a c ió n c o n v o ca d a p o r la A sam blea
de la U .N ., la d e le g ac ió n a rg e n tin a a la
m ism a, c o m p u e sta a d em ás p o r el m inis.ro
p le n ip o te n c ia rio señ o r R ic ard o J . S iri, en
c a r á c te r do v i c e p r e s i d e n t e consejero
do la d e le g ac ió n p e rm a n e n te a n te la U.N.,
se ñ o r R odolfo M u ñ o z; e l d ire c to r general
d e p re n s a , señ o r R a ú l de Orom í, y el di
re c to r g e n e ra l de e sp e c tá cu lo s públicos,
s e ñ o r C laudio M a rtín e z P a iv a . Actuará
como s e c re ta rio g e n e ra l el consejero do
e m b a ja d a s e ñ o r E n riq u e F e r r e r V ieyra, y
com o a se s o re s e l d o c to r J o rg e H éctor
V a le y los se ñ o re s J u lio M arcos Reth,
C arlo s V íc to r A n d ré s D o b a rro , Ju lio Cé
s a r A m ad o r! y A lfred o F ra n c is c o Mercuri.
• E n B u en o s A ires h a fallecido el pintor
R a ú l M a iz a . de n o ta b le in flu en c ia a rtís
tic a .
�c a b a lg a t a :
7
El M e n s a j
del
Por DOMINGO PRONSA TO
ENDIDOS en las arenas cálidas de la
playa del Monte Hermoso, frente a la
masa planea del mar austral, escuchamos
el lenguaje sonoro de las rompientes pre
tendiendo interpretarlo. Son acentos que
podrían revelarnos lo que fué de uir pai
saje» cuyos rastros visibles descubrimos
en los elementos do un mundo desapare
cido o que sentimos, vibrantes, dando
sueltas al pensamiento.
T
¡Qué singulares galas ofrecen las on
da- do este océano de cambiantes tonos!
Pon cambios veloces; son luces reflejas
y quebradas en vastos planos de lucientes
ocres, o de nobles y sedosas tierras ver
des. Estamos creando aquí, un nuevo sec
tor de la escala espectroscópica.
Son aguas la de este mar que, sólo
por un raro evento, reflejan los azules
del éter. Hemos contemplado el paisaje
marino en muchas y distintas latitudes; el
mar latino siempre cerúleo y sombrío co
mo lo cantan los rapsodas de la Egeida
o el romano poeta, el vasto desierto at
lántico de cobalto espeso y profundo, las
aguas que cubren la tectónica fosa pací
fica, enorme cicatriz del parto lunar, aguas
que diluyen el humor de los corales, e
imaginamos las frígidas masas oceánicas
de Ross, de Wc-dell y de Draque, panas
de iridescencias deslumbradoras, pero, en
ningún mar hemos observado las tremulantes fulgencias de este bravio océano
costero que nos enternece y nos invita
a meditar. Son fulgencias que semejan las
de la esmeralda, engranadas con las del
heliotropo, polarizadas, a veces, como las
del espato y en repetidas ocasiones ve
lándose en las tenuidades de un ópalo
santacruceño.
*
Meditemos pues.
Los paisajes yacentes en los fondos
abismales do los grandes océanos están
mudos, como si el peso de la tremenda
masa líquida, mantuviera ahogados los
acentos de un lenguaje que, con todo, ha
brá de escucharse desde las puertas del
caliginoso Tártaro. Aquí, frente a nos
otros, se extiende un fondo marino de
cmacterísticas muy distintas: estamos en
presencia de una tierra sumersa; plata
forma continental submarina ** que fuera
parte otrora de la Patagonia mesozoica.
Tierra sumersa con todo su paisaje intac
to, con sus terrazas y con sus valles,
sus montañas y sus pampas, poblado el
todo de selvas petrificadas. Allí están im
ponderables tesoros, que el ondear incesan
te y las corrientes marinas arrancan de
las rocas madres, para transportarlas y
depositarlas como arenas de hierro mag
nético, o, en las sircas fueguinqg cual
sedimento de gualdas pepitas.
Podemos imaginar, sin pecar de fan
tasiosos, que el paisaje submarino que
ahoga el Mar Nereis, iro ha perdido uno
solo de los aspectos que lo hacen igual
al paisaje patagónico, o, a las silentes
Cuando
la
lu n a
se
d e sp re n d ió
de
LA GUERRA GAUCHA
por Leopoldo Lugones
E s te lib ro , h a dich o su a u to r, n o es u n a
h is to ria , a u n q u e sea n h is tó ric o s su s co n cep
to s y su fo n d o . L o s e p iso d io s q u e lo fo rm an
d e sc rib e n de m a n e ra m a g is tra l la lu c h a so s
te n id a p o r los g a u ch o s de G üem es c o n tra
los e jé rc ito s e sp a ñ o le s en el n o rte a rg e n tin o .
E d ic ió n p a ra re g a lo en p a p e l crem ado con ilu s tra c io n e s de A lfre
do G uido .................................................#
$ 20.__
Demetrio Vrruchú-a. “ Estudio para un fresco7’. (Monocopia en color.)
LA P A M P A . SU H IS T O R IA .
SU GEOGRAFIA, SU REALIDAD,
SU PORVENIR
por Enrique Stieben
Por ROMUALDO BRUGHETT1
D EMETRIO
pintor de
URRUCHUA es
la calidad
humana del hombre. Tien
de a “ simbolizar, cantar
y enaltecer la lucha por
la cnal los hombres bus
can una nueva vid a ” . El
artista aspira a ser ‘ ‘ in
térprete de la realidad
mundial” ; un tema se
desprende de otro: la
guerra y la revolución,
el heroísmo y el sacrifi
cio, la mujer y la fra
ternidad, la esperanza y
la fe. Un patetismo do
m ina. S eg ú n L incoln
tono hasta obtener de él ri
gores de sensibilidad y de
funcional correlación den
tro del cuadro. Las fuer
tes cabezas, las manos
cerradas y voluminosas,
las faldas y las blusas
de las mujeres talladas
en amplios planos, se
acentúan y esclarecen' en
los rostros de fino mo
delado, en la espirituali
zación de la pasta cro
mática y en la humani
zación del dibujo.
Urruchúa no se limita
a esquemas prefijados.
béseos, pueblan el espa
cio de las telas y las
rinden deliberadamente a
puros valores formales.
Ultimamente, ha utiliza
do tonos amarillos de do
rados y violentos medio
días y tonos aurórales
que asumen valor simbó
lico : son preanuncio de
v islu m b rad as auroras.
Aprecia hasta que punto
un tema encarnado en
una fe, una religión — re
ligar: unir el hombre a
la naturaleza, a la vida,
al todo— , adquiere ca-
S ín te s is a d m ira b le m e n te lo g ra d a , que reu n e en u n solo vo lu m en el m a te ria l d is p e rso
en m u ltitu d do lib ro s y de fo lle to s. E s te
lib ro m ereció u n a d is tin c ió n h o n o rífic a que
p ro c la m a la c a lid a d d e dich o tra b a jo .
E n c u a d e rn a d o en c a rto n é , con 324
p á g in a s, y n u m e ro s a s ilu s tra c io n e s $ 20.—
BIOGRAFIA DE UNA CATEDRAL
por Robert Gordon Anderson
L a h is to ria v iv ie n te d e la m ás h e rm o s a evo
c ac ió n d el h o m b re , con d e ste llo s , a tra v é s
d e sig lo s, d e la p ro c e sió n que lle g ó h a s ta
N o tre D am e.
TJn e le g a n te vo lu m en d e 5 36 p á g s. S 15.—
EL CABALLERO DEL DESIERTO
por Maxine Shore y M. M. Oblinger
E s te lib ro r e la ta la v id a d e l n iñ o M ac k e n zie
y su s e m p re sa s de h o m b re . L a d ra m a tlc id a d
do los h e ch o s se a c e n tú a con e l c o n o cim ien to
d ire c to de la s b e lla s re g io n e s q u e re c o rrió
aq u el v a le ro so e x p lo ra d o r.
U n v olum en e n c u a d e rn a d o en c a r
to n é, de 33 2 p á g in a s .......................
$ 10.—
ORGULLO DE ESTIRPE
por Alice Tisdale Hobart
U n a o b ra p le n a d e h u m a n id a d y d ra m a tis m o
so b re la v id a en M éxico y la s lu c h a s e n tre
te r r a te n ie n te s y c a p ita lis ta s e x tr a n je r o s co n
t r a la s re fo rm a s lib e ra le s d e l G o b ie rn o .
U n vo lu m en de 5 6 2 p á g in a s . . . .
$ 12 .—
EL PRISIONERO
por Ernst Lothar
E s la h is to r ia d e u n e s p ir ltu d e fra u d a d o de
su s m á s p u ro s y s in c e ro s id e a le s ; p e rs e g u id o
p o r la G e sta p o , se d e b a te e n u n a lu c h a p a
té tic a en d e fe n sa d e la ju s tic ia .
U n v o lu m e n d e 3 78 p á g in a s .
$ 9.—
lu
d<? e8t° hftce u n o s dos miI billones
U.000 m illones) d e años, d e jó un hueco p ro
fundo que m ucho m ás ta rd e re lle n a ro n las
aguas del P acífico . P o r efe cto de e ste te rrib le
Parto, la endeb le c o rte z a p rim itiv a te r r e s tr e
configuró u n ún ico c o n tin e n te p rim o rd ia l que,
«>n embargo e ra un com plejo d e b lo q u es d é b il
mente soldados cuyos c o n to rn o s d ib u ja b a n los
tre s í
COntinente8’ h °y* 100 d is ta n te s enII Apro'Jiraadftm ente, h ace u n o s c in c u e n ta miones de años, el co m p licad o siste m a rom peezas c o n tin e n tal, s ac u d ió su in e rc ia y los
►oques de los a c tu a le s c o n tin e n te s co m e n za
ron a V lajar a lft d e riv a Y fu é así. que la
del S u r- c° n su a d h e rid o a p én d ice
A ntártida, se d e sp e g ó del b loque a fric a n o
Para d e riv a r h a c ia el p o n ie n te . Al ig u a l de
o** la p la ta fo rm a s u b m a rin a p a ta g ó n ic a y do
as veleras nav es fe a cias, sin v ig ía y sin ti°n, a p untó su a fila d a n ro a p a ta g ó n ic a h a cia
uk nuevos d e stin o s. E m p ero ,
A m érica del
• 'Ir y A frica m a n tu v ie ro n un c o n ta c to p ó stu m o
asta el p ro m e d ia r d e los tiem p o s te rc ia rio s :
os puentes e s ta b a n te n d id o s ; A rq u e le n is al
norte y A rq u in o tis al S ur.
Este com pren d ía la s tie rr a s a n tá r tic a s y
3®** te n ía su s e strib o s en la s s ie r ra s de
uenos A ires, y en la s m o n ta ñ a s del C abo
® Buena E sp e ra n za . E n el in te rio r de este
antiguo com plejo c o n tin e n ta l se c o n fig u ra b a
*' Océano N ereis. Con el h u n d im ie n to fin a l
e A rquelenis (i s e r ía acaso la A tlá n tid a de
latón?) el O céano N e re is se u n ió con el
f hetys, m a r b o re a l, y de esa u n ió n se orifinó el Océano A tlá n tic o m erid io n a l. A conte*ttnientos todos q u e fo rm a b a n p a rte de la
" tima y g ra n d io s a re v o lu c ió n o ro g é n ic a que.
Por duodécim a vez en la en o rm e e sc a la de
08 tiempos tra n s fo rm a ra el ro s tro de la tie rr a
* P reparara con el a d v en im ien to del hom bre,
los más herm osos v e rg e le s d el m undo.
** El zócalo c o n tin e n ta l s u b m arin o p a ta fónico tien e un an ch o a p ro x im a d o de cien
•rguas y ge e x tie n d e d e sd e el Cabo C o rrien ***• alcanzando la p u n ta e x tre m a su d am e rica hasta co n ec ta rse con la p u n ta n o rte a n tá ruca siendo su s obeliscos v isib le s la s Mal*
las O rondas y S e e tla n d . E s tá fu e ra
sistem a la isla D ecep ció n q u e es el c rá te r
*je un volcán que p e rte n e c e a la g ra n lín e a
frac tu ra del g eo siclin al andino. De lu me"ota sum ersa fo rm ad a p o r m ú ltip las te rra z a s
^Ue ascienden cad a vez m ás jia c ia el o e ste
Para d a r lu g a r luego al esc a lo n a m ien to p a
tagónico em erso nos h a b la n los e stu d io s de
^ordensjiold y W in d h a u se n . E líseo R eclus
P°r ^otra p a r t », re c u erd
•as islas M alvinas son u n a c u lm in a ció n de la
alta m eseta s u b m arin a que la s u n e a la P a
tagonia, y en ciclo p ed istas ¡n eleses y el m ism o
Delavand en su g ra n E n c ic lo p e d ia d e sc rib e
•a» c ara c te rístic a s del p eld añ o su b m arin o , de
ta tru c tu ra s e d im en ta ria , a n álo g a a la s ro c a s
del aur a rg e n tin o .
Oem cirio Urruchúa. “ El sueño y la bestia” . (Oleo.)
Kirstein, el salvajismo re
presentado en sus cua
dros ha superado por pri
mera vez las caricaturas
que hasta la fecha se
han h e c h o de H itle r
(1943). Los monotipos de
Urruchúa son acogidos
en los Estados Unidos
con evidente efusión.
Su crítica social, su
anhelo reivindicador, sus
convicciones le obligan a
esta a se v e r a c ió n : Soy
— dice el pintor— un
convencido que llegará el
día —jno está lejano—
que reinará un sentido
universal en la vida de
los pueblos siir razas ni
nacionalidades. El artista
ama y trabaja. La suya
es ‘ ‘ fe en la vida y en
el hombre” . Asi ciencia
y artesanía se unen en
el combate de) arte.
Se ha insistido en f i
liar a este pintor como
muralista, dada la sim
plificación y elementalidad de sus formas. Em
pero, realiza hoy valora
ciones en la tela y en la
tabla que indican de que
modo ha penetrado err la
materia expresiva, con
que rigor efectúa gra
daciones de grises y to
nos delicados (grises, ro
sados pálidos.) Establece
suaves claroscuros, intro
duce arabescos, modula un
Incorpora a sus telas un
apasionado sentimiento:
parte de la naturaleza y
de la vida haciendo in
tervenir p osteriorm en te
sobre la realidad la ima
ginacióir. He visto junto
a sus telas dilatadas, pe
queños óleos y la serie
de los estudios y bocetos
para los Obispos de Es
paña. En estas pinturas,
el artista escucha la voz.
de una materia valorada
en tonos que abarcan los
rojos, los amarillos, los
grises, los blancos y los
negros. Pinte el dolor o
la alegría, el horror o
la expectación, la liber
tad o la opresión, la tra
gedia o el renacer, aforra
el climax apropiado a sus
trabajos que emergen en
tre picudos h orizon tes.
Mediante reglas composi
tivas estrictas obtiene la
tereera dimensión en es
pacios que establecen la
hondura de las telas. El
color se vuelve tono y el
tono nace de una potente
ley no óptica, claro es,
sino pictórica, exclusiva
del esgrimir de una pa
leta capaz de combinacio
nes eolorísticas y toques
de entonados claroscuros,
nada pesados y sí diná
m icam en te dram áticos.
Plasma en sus cielos f i
guras y elementos plás
ticos que, a modo de ara-
racteres que han de pre
dominar en un Mundo
Nuevo. Ve la armonía
universal futura, y actúa
bajo el impulso de un
fervor que el oficio dies
tro y la fineza aguzada
en el drama aproximan
airosamente. Pintor na
da localista, cultiva vas
tos espacios y pinta ho
rizontes b a jo s que n'o
pueden ser, sin embargo,
sino los espacios y los
h o rizo n tes de n uestra
pampa. Modo indirecto,
si se quiere, de la medi
en >»mo ei paisaje se
adentró f.t. íl alma del
artista y se manifiesta
en los niareados rasgos
tipificadores. Sus figuras
y símbolos son universa
les, pero emergen de la
tierra, bajo los cielos de
un país libre. ¿Es el
nuestro este país, esta
patria que nosotros soña
mos sin fronteras? Lo
indudable es que telas y
tablas testimonian el ori
gen americano de este
artista nacido en los cam
pos del Oeste. E l mo
vimiento de las figuras
por él concebidas antici
pan enormes multitudes
avanzando sobre una tie
rra liberada.
(F ra g m e n to de u n a m ono
g r a f ía d e l a r t i s t a en p re n s a
en
la
E d ito r ia l
P o s e id o n .)
landas de la soledad antartica. Es que en
épocas remotamente pretéritas, Patagonia,
meseta submarina y Antártida formaban
nn solo bloque continental sólidamente
unido al Gondwana esplendoroso. Tierras
hermarras, desde el altiplano has'a el hiper
bóreo Erebos, tierras unidas por una v i
gorosa dorsal Gondwanida, cuyas culmi
naciones aparecen hoy en la montaña-isla
de Ventana, en el “ horst” de Malvinas
y en el estupendo arco insular que une
las tierras polares con las del Fuego.
El destino ha resuelto que todas estas
costas de continentes-islas y archipiélagos
permanezcan bañadas por un mar carac
terístico diferente de todos y que ese re
siduo del Océano Nereis, mar playo, es
meraldino, al que nosotros, no sin orgullo,
quisiéramos denominar Mar Argentino.
Hemos detenido por un instante el vue
lo de la fantasía, para fija r un concepto
que explica, en la ciencia, la destrucción
y construcción de los bloques continentales
y de las cuencas oceánicas.
¡Cuán lejanos están los tiempos en que
los rayos solares y las luces de todos los
astros del cielo austral alumb_aban las
“ decumanas” ondas del Mar N ereis!
Mar Nereis, cuyos rastros visibles es
tán hoy etí” las ajjuas que enfrentamos,
en las que bañan todas las senosidades
de la Patagonia y se extienden más allá
del estrecho de Le Maire, hasta alcanzar
la frígida tierra de Sobral. N os place
denominar así, a la tierra que no fuera
inhóspita, durante dos largos inviernos,
al valiente marino argentino que acompa
ñó a Otto Nordensjiold.
E n los pliegues de las montañas que
resguardan la bahía de Esperanza, Sobral
y los sabios de la fam osa expedición d es
cubrieron los restos fósiles del ‘ ‘ glosopter is ” , el mismo helécho gondwánieo que
se presenta en los pliegues mesozoicos
de la preeordillera, en la P atagon ia y
en las islas gem elas. . . ¡E ste es el m ensaje
que flota en las saladas aguas de este
antiguo mar y que rubrica, cual sello in
discutible, las hijuelas de propiedad de
estas tierras, hermanas!
Bien claro lo dice la impronta fósil
del helécho característico.
Cuenta la antigua tragedia que, enr vue
lo, llegaron hasta la cumbre del monte
Cáucaso, las hijas de Océano Llevaban
un mensaje de amor al ilustre Encadenado
que enseñara a los hombres todas las
artes y a los mortales develara el secreto
del fuego.
Todos los mares de la Tierra tienen
sus oceánidas y éstas son siempre las por
tadoras de un m ensaje.
Hemos soñado en la soledad de la playa
Montehermosense y remontado que hubi
mos por alturas in fin itas, quisimos en
contrar la zona en donde el ensueño y
la últim a realidad se confunden, para
explicar al hombre dentro de lo in te lig i
ble, los arcanos m isterios qne encierran
los paisajes.
Depdo la proa del mundo, firm es en
( ’j j truiOvd v¡ uí) vnuituoQ )
�8
i
ca b a lg a ta
c a b a lg a ta
de virtud que se contradicen en la
obra de arte y se nota ese debate en
sus cuadros.
¿Pecaba? ¿Hacía el bien? En la
penitencia del trabajo, del dar vuel
ta a las tablas, de clavetearlas me
jor, de hacer tiralineados planos pa
ra el hogar del ansia artística, bus
caba la penitencia contra la duda.
Quería anclar la seguridad de vi
vir ante la certeza de lo contempla
do y no escatimó ningún procedi
miento para llegar a la saciedad de
lo real visto en el centro mismo de
su hospedaje, la casa de huéspedes
de la calle de la Madera aunque es
tuviese situada en París.
Formó en el grupo de los que no
querían el servilismo de la pintura,
sino la altivez de la pintura. ¡ Pelu
queros, no!
*
H ACE algún tiempo escribí sobre
* Juan Gris, pero ahora voy a
completar mi estudio para fijar su
figura, que es un mito pictórico que
cobra actualidad constantemente.
Español de origen —madrileñopasaba por las calles de mi adoles
cencia y le vi desmelenado y febril
intentar el triunfo artístico en un
medio oscuro, negado, de lento
marchar.
Pero Juan Gris desapareció un
día de sus cafés habituales. ¿Qué
había pasado?
La guerra de Marruecos, cruenta,
sorpresiva, con su cubismo de des
cuartizam ientos y mutilaciones
—unos miembros metidos dondp no
debían estar— se llevó en realidad
a París a aquel joven con ideales de
arte.
Deja al gran tapete de flores bor
dadas de su comedor madrileño y
se desgarra de ese mimo de one go
zaba. en su casa y en las tertulias.
Siemnre se notaba en el este des
garrón del Madrid querido y nativo.
Nada le curará de ese abandono y
por eso toda la obra de Juan Gris
está hecha con melancolía derretida
no pudiendo triunfar de eso ni sus
mavores nrovectismos ni sus atrevi
mientos de color.
Al lado de lo que va a encontrar
en París eran ino-prmas sus andan
zas por aouel Madríd —sol y som
bra— en nue no le llamaban artista
al pasar sino poeta.
A todo: al llegar a salir en la
portarla de una revista o al recibir
mención honorífica había que po
nerle un siglo de tregua, ¡pero se
contaba con ese siglo para vivir esneranzado y sin acabar de perder la
inocencia!
Los enamorados de Esnaña sólo
* salen de ella ñor huida, buida de sus
levas para la guerra, huida de lo
que han hecho, huida del hambre,
pero su tragedia es oue les queda
todo el enamoramiento dentro.
Picasso, ya muy hecho al estar
fuera v con suerte en el extraniero,
es el gran consolador y le consuela a
Juan Gris, en auien recuerda los
amigos de su juventud, llenos de
ilusiones españolas, que son las de
más tamaño.
Están equivocando la idea de este
pintor oue tiene algo de esos prín
cipes herederos de Esnaña en los
que se ahogaba un latente Hamlet.
Los franceses acentaban su pintu
ra. acontaron al mnehaohote que se
alegraba y se entristecía con todo
—mitad v mitad— v los esnañoles
oue le habían abandonado en la Tnclnsa de París, sólo alguna vez le
veían y le reconocían entusiastas.
W
J u a n G ris . E l c u c h illo .
viendo en él un triunfo snobístico
y raro.
Yo sabía de qué Madrid y de qué
momento de Madrid había salido y
admiraba su titánico denuedo, su
escabrosa meditación, su querer ser
por otro camino diametralmente
opuesto lo que podría haber sido
por el camino velazqueño.
Por eso se hace necesario fijar de
finitivamente sus contornos antes
que se pierda su morena figura.
Ultimamente leí que atribuían a
Diego Rivera unas opiniones sobre
Gris que no puedo creer que las ha
ya dicho el gran pintor mejicano,
pues llega a afirmar que era negroi
de y que se pintaba las uñas para
que no se lo notasen.
Español verdadero, pintado al car
bón pero blahco, era como un Julio
Antonio prometedor de madureces
y vejeces recias y fecundas.
Quería mostrar en la superficie
plana y sin engañosas perspectivas
todos los lados y planos en que ha
bía que descomponer lo visible para
que se integrase en la concepción
del espectador.
Despiezar, psicoanalizar las cosas
1926.
para que se recompusiesen en una
geometría del espacio que las aña
diese las líneas de puntos de su re
verso y de los lados insuponibles,
dotando al todo con el tesoro lla
mado “ pintura” .
Juan Gris es ya una entelequia
indescifrable, pues la muerte ha he
cho algo trascendental con el arte
que menos ha contado con ella, que
aún vivía en la inocencia de igno
rarla.
No diré que sus cuadros se hayan
enlutado, pero sí hay sombras aoresponadas en su extravagante conjun
to que por la magia de la muerte ya
es menos extravagante, ya es otra
cosa, ya es vidriera de color en la
catedral del tiempo.
El osezno de Madrid lanzó hondos
suspiros en su hora de artífice con
insomnios de reformador.
Esos suspiros están en el empeño
de otra cosa qué hay en estos cua
dros que ya estarán contados y ca
talogados para la venta calificada a
través del tiempo, con sus alzas y
bajas hasta la estabilización final.
No he visto a nadie tan pasmado
y serio como Juan Gris, con el labo-
UN I T A L I A N O
( Viene de la primera página)
pero no podrá contestarme hasta el lunes,
es decir, pasado mañana.
í de marzo.
Partí de PÍBa a las 5 y 20. He llegado
a Florencia al mediodía. Voy al hotel Excelsior: hav un lugar libre en uir coche que
sale para Roma mañana, a las 8 Duermo
on el hotel del Sol, donde hemos pasado
la Navidad de 1941 con Giorgio.
S de marzo.
5 da marzo.
Entrevista con Jesi. Está muy preocu
pado por Giorgio y por otros amigos suyos
de los que no sabe nada; pero no logro
sacarle nada positivo. Si está detenido en
V ia Tasso ** me dice, como lo suponemos,
hay que renunciar a saber nada. Telefo
neo a don Toaiari: en el fuerte Boceen
no hay noticias de él.
Convencido de que hago algo inútil,
pero para calmar mi angustia, llego a ad
mitir la hipótesis de que tal vez se encuen
tro realmente enfermo y recorro todos los
hospitales, S. Spirito, el Policlínico; pero
sin resultado.
Partimos a las 9. Desayunamos en Perusa. Voy a casa de Bertini Calosso; me
da una carta para Salvatorelli, quien tal
vez pueda serme útil. Llego a Roma a las
cinco. Telefoneo a los Argan, desde la pla
za Flaminio. Esperan ansiosamente mi lle
gada: en su casa hay siempre un sitio para
mí. Pasamos toda la velada haciendo con
G1de marzo.
jeturas y planes para el día siguiente.
Voy al Vaticano, a ver al señor Baradel, hermano del contable. Me recibe afec
4 de marzo.
tuosamente, ordena que se hagan averigua
Voy en seguida al “ Ordinariato ” * mi
ciones y me repite lo que me había dicho
litar, a ver al señor Romersi, para el que el señor Romersi. Rara vez se saben noti
llevo una carta de presentación de Baradel. cias do los prisioneros do los alemanes.
Después de haber escuchado mi historia, Busco a C. Va a decirle a su esposa que
me dice: “ Si está en manos de los italia le pida noticias al prefecto de policía de
nos, podremos saber qué ha sido de él, y Roma. La única persona que puede decir
hasta hacer algo por salvarle. Pero si le algo en la Via Tasso es el intérprete Wie
tienen preso los alemanes, no se puede ha
der.
cer nada” . Luego me da una recomenilación del obispo de los limosneros para 7 de marzo.
don Toaiari, capellán del fuerte Boceea
Jesi me dirige al abogado Angcjucci, que
donde están detenidos muchos presos po
líticos, y para M. B., capellán de Regina eouoco a fondo la polítiA y que debe sa
OoelL He ido ante todo a ver a don Toaia ber algo do la detención de Giorgio y do
ri, quien hará averiguaciones mañana pol su posición. Está dispuesto a encargarse
la mañana. Por la tarde busqué a M. B. de su defensa y el partido comunista le ha
y acabó por encontrarle en S. María degli encargado de ella. Voy a verle. Evidente
Angelí, donde predica. Él va a hacer tam mente, sabe algo, pero no me dice casi
bién ave: iguaciones, y si es posible tratará nada, aparte de que Giorgio está compro
(le obtener informes en la “ tercera sec metido, aunque no irremediablemente. Los
ción ” administrada por el mando alemán, abogados pueden defender a los detenidos,
pero sólo por medio de una memoria es
crita. De todos modos, no puede hacer n a d a
sík autorización expresa de la fa m ilia que,
como es natural, yo le concedo
Telefoneo a C .; en la prefectura no se
sabe nada de Giorgio. Por la noche voy
a ver a B. No ha podido averiguar nada,
porque durante el día ha tenido que asis
tir a seis condenados a muerte.
8 de marzo.
Voy al Viminale ***, en busca de un vie
jo ujier que aprecia mucho a Travaglio.
E l ujier consigue ponerme en relación con
su sucesor, subjefe de la policía. lia m i
rado en los archivos del ministerio del In
terior, pero hasta ahora sin resultado.
Pruebo todos los medios. lie buscado a
Santangelo, pero él tampoco sabe nada o
to me dice lo que sabe. Por la noche voy
a ver a B , quien me asegura, con satisfac
ción, quo Giorgio 110 está en Regina Coeli.
Más tarde recibo una llamada telefónica
de Lavagna. Les digo la verdad: que to
davía no sé nada.
,9 de marzo.
Hoy, en los diarios del mediodía, he
visto la noticia que buscaba. Diez presos
han sido fusilados en Roma por un acto
de violencia. Otros diez terroristas fusi
lados. Es el tercero: Labo, Giorgio, siu
domicilio fijo. Trato de irqaginarme que es
un homónimo, pero no lo consigo. Falta
el acento sobre la “ o ” , pero sé que es
él. Mo hallaba en la Piazza Termini y
tengo quo agarrarme a una farola para
no caer al suelo. Estupefacto y mortifi
cado, me doy cuenta do que no estaba
en absoluto preparado para esta even
tualidad. Doy la vuelta a la plaza como
un idiota. Después, mi primera reacción
* Sedo de los c a p e lla n e s m ilita ro s.
** Sede do la d e s ta p o en Roma.
* ** M in iste rio del In te rio r.
J CAN
ratorio siempre alrededor, con el
cuaderno abierto y el lápiz pronto
y presto a dibujar almas de cristal,
primero el alma cristalina que ya
vendría después el ponerla cuerpo
de color, la opacidad abrumadora
con la que tanto luchó.
Primero el esquema como el apun
te y recuerdo de un niño muerto
y después la transformación inaudi
ta, la superposición con biombos que
encubriesen la fragilidad del apun
te del niño muerto que estaba de
bajo de sus cosas.
Sus “ mesas revueltas” no denun
ciaban la futilidad de sus compo
nentes de antaño, una hoja de alma
naque, una caja de cerillas, un nai
pe, todo con aire de día de santo,
pues generalm ente se regalaban
aprovechando un onomástico. Sus
“ mesas revueltas” se sublimaban y
hasta perdían su aire decorativo,
venciendo lo espectral a lo ramplón.
Picasso es el cubista malagueño
pasado por Madrid y pasado por
Barcelona, con su mezcla italiana
en el alma.
Juan Gris va a ser una especie
nueva: el puro madrileño cubista,
dramático al entrar en esa defor
mación, como si sufriese tormento
en medio de todo.
Se le ve sufrir enormemente en
la operación — ¡ Cloroformo! ¡ Clo
roformo!—, pero se presta a ella
abnegadamente porque se dice para
sus adentros: “ ¡Es lo que hay que
hacer!”
Ya ve la gloria pictórica más cer
ca —desde luego, mucho menos de
un siglo— y en la callo y en los ca
fés en vez de “ el poeta” ven dis
tintamente en él al “ artista” , pero
aquella luz clara de Madrid, en la
que hay inmortalidad desinteresada >
y en polvo, ¡ a y !, aquello sólo está
allá lejos.
Lo velazqueño que hay en él se va
a medir con el cubismo, va a ver lo
que saca de él honradamente, le va
a buscar las vueltas caseras, amoro
sas, de reintegramiento en la desin
tegración.
La cirugía estética del cubismo
va a tener sus gritos patéticos, su
sombrío arrepentimiento, el profun
do deseo de quedarse bien con Dios.
Juan Gris es el que se plantea el
caso de que no vaya a ser una cosa
lueiferiana lo que están haciendo y
procura que el deterioro de labora
torio, las operaciones rejuvenecedoras en su taller de Fausto no sean
tan aberradas y conmuevan de no
vedad sin desfigurar demasiado a
la víctima.
Ese es el conflicto que trata de
resolver Juan Gris con tembloroso
espíritu, viendo de lograr que se vea
el alma de los seres y de las cosas
bajo la máscara de la nueva ontología.
Tomó tan gravemente como un
confesor la idea de pecado y la idea
delos y sus carotas descompuestas,
pero como aun quedaba en él el hon
rado madrileño, en el desbaraten de
la mujer retratada dejaba para que
se reconociese su sexo un pendiente
colgando de la oreja.
Fijó esa cosa de libro abierto que
tienen los rostros y pintó a sus per
sonajes en la sobremesa —el mantel
medio levantado—, esa sobremesa
que en París se graba tanto en la
mente.
Pero, sobre todo, le interesa el calaverario de la naturaleza muerta,
movida en trapajundia sonriente, ti
tulándola de pronto “ Celos” —una
persiana, la sombra de una pierna y
no se sabe por qué, un número de
“ Le Socialiste des Pyrénees Orien
tales”— desenvolviendo el sifón con
perfil de polichinela, pintando flo
res más allá de su apariencia super
ficial flotando en distintos planos,
dedicándose al eompotero libre vién
dose lo que de recién nacido tiene la
fruta en la cuna del frutero, procu
rando colocar un vaso en el centro
del cuadro como el vértice eoníferocubista, como un agujero en el aire
y en calidad de definitivo marcha
mo el cerillero francés que era lo
que más chocaba en el París de en
tonces, siempre puesto sobre los ve
ladores y las mesas de los cafés,
pronto a dar cerillas gratis —¡qué
magnanimidad!—, un cono de por
celana cubierto de raspador para los
fósforos amorfos que olían a azufre
y la peana luciente de blancura porcelanesca.
¡ Cuántos días grises en que Gris
vivía entre bastidores pintando da
meros como un entretenim iento
afro-parisién, mientras esperaba
que los árboles completamente ne
gras echasen hojas completamente
verdes al llegar la primavera! ¡El
renovado milagro de París!
Ya prueba Juan Gris —primer
aparecido cubista atravesando las
paredes del otro mundo— cómo va
a quedar ese arte en los desvanes
del tiempo.
Se ve con cierto pánico el trasie
go, la vida tránsfuga de los cuadras
de Gris que guardan sus poseedores
como oro en paño.
Vuelven ya del más allá, acusan
y proclaman, quedan como radio
grafías de una época, están traspa
sados por rayos X que les entran
por detrás.
Picasso los mira tembloroso, pues
son ya las imágenes que se llevó al
fondo del mar el primer náufrago
y que son devueltas a la playa.
— ¡Gris! ¡Grijs! ¿Qué hiciste,
Gris?
—Hice lo que me mandó mi pa
dre en la terraza del castillo.
Al que quería sólo lo identificaIble, le daba el jeroglífico y los co
lores cruzados como palabras cru-adas.
P icasso se dejaba llevar por lo fe
nomenal y por el color. Gris por la
estructura y pintaba la manta que
está debajo de la colcha.
Gris quiere siete espacios y una
baraja de cosas para representarlos,
proyectándose las sombras de las co
sas como en un recuerdo trigonomé
trico. (6 comidas en las restauran
tes: un cuadro).
Por eso sus paisajes superpuestos,
sus estampas mezcladas al conjun|to,-y-subre todo sus papeles revelan
do otras vanos entre el más acá y el
más allá, el papel imitando madera,
el papel imitando mármol o .senci
llamente el papel de flores, rollos y
Por RAMON GOMEZ DE LA SERNA
J u a n G ris . E n U »esa, 1925.
rollos que daban a su estudio-come
dor el aire de la casa del papelista
llena de papirus.
En Madrid nadie se interesaba
por sus obras y aquí ya hay extran
jeros que se acercan a él y mujeres
de no mal ver —elegantes con boi
na— que se muestran apasionadas
por lo que hace.
El grandullón se deja querer, se
ruboriza, ataca el trabajo con ím
petu, pero en cuanto se pierde la
luz de las cinco de la tarde piensa
que en esas admiraciones que le ro
dean puede estar ya la venta de su
alma al diablo.
Esa dualidad es lo que tuerce el
árbol interior de Gris, la que da su
tono único a su obra dramática más
que especulativa.
— ¡ Déjame algo de mi humanidad
en el trastueque fatal del arte
nuevo!
—Asomará tu ojo en medio de lo
que sea sentencia y gloria de tu mo
nótona humanidad.
Era como un cantador de flamen
co — ¡qué buenos cuadros de esper
pento y guitarra hubiese pintado si
hubiese continuado en España!—
que quería cantar cante jondo en
París y que al tenerlo que hacer a
la manera cubista no dejaba de em
plear el Cante Grande como fondo
de su pintura.
El gitano —el gitanazo— pintaba
sus buzos del arte nuevo como si tu
viesen algo de encapuchados de pro
cesión y los objetos tenían un mani
festarse y acoplarse como de objetos
del culto en un cuarto trastero de
sacristía.
Sí, sí, su procedimiento era cubis
ta, pero ahí estaba todo haciendo
penitencia, simbolizando como en
los cuadros en que se pintan los sím
bolos de la pasión, los peces del mi
lagro, los objetos de las postrime
rías.
Juan Gris tenía piedad de los se
res y las cosas y al mismo tiempo
cumplía su obligación de pintor de
los seresvnuevas.
Se compraban y se buscaban sus
cuadros porque el Eeee Homo esta
ba visible, hacía su mueca de dolor
en el sacrificio, se le oían unas últi
mas palabras antes de ascender a
los cíelas del arte.
—Ese es un Juan Gris— se oía
decir en las exposiciones, y el espec
tador se ponía serio porque se veía
el forcejeo, el no querer ceder del
pintor de raza y de escuela española
y al mismo tiempo se le veía encon
trando una fórmula que compagina
ba la conciencia y la renovación del
arte.
La cortina negra estaba corrida,
pero hacia su onda agarrada por el
alzapaños, sin querer desaparecer,
como una honestidad presente aun
en su plegadura.
Cuando llega a esa transforma
ción, él sabe explicarla.
G ris . G u ita r r a
y
d ia r io .
1925.
'' El espíritu comienza siempre
por una descripción, es decir, por
un análisis, una clasificación —es
cribía, en 1925, en el “ Bulletin de la
Vie artistique”—. Antes de que
existiera la física como ciencia, los
fenómenos físicos han sido descritos
y clasificados. Y, al principio, el cu
bismo era un análisis, que no fue
pintura, tal como la descripción de
los fenómenos físicos no era física.
El cubismo, en sus comienzos no fué
sino un nuevo modo de representa
ción del mundo. Justamente por re
acción contra los elementos fugiti
vos empleados por los impresionis
tas en sus representaciones, se quiso
buscar en los objetos destinados a
ser representados elementos menos
inestables. Y se eligió esa categoría
de elementos que queden en el es
píritu por el conocimiento y que no
se modifican a todas horas. A la ilu
minación momentánea de los obje
tos se sustituyó, por ejemplo, lo que
se supuso ser su color local. A la
apariencia visual de una forma, se
sustituyó lo que se consideró la ca
lidad misma de esta forma. Pero eso
conducía a una representación pu
ramente descriptiva y analítica,
pues sólo existían ya relaciones de
comprensión del pintor con los ob
jetos, pero nunca relaciones entre
los objetos mismos.”
Su insistencia de gitano supersti
cioso le hizo pintar muchas veces
guitarristas, más bien guitarreros.
La guitarra que en Picasso se ha
bía elementizado como una guitarra
de niño, vuelve a recobrar su gran
deza en Gris, aunque pesa en las fi
guras y se vuelve féretro de sus
almas.
Vive en prisión de guitarra —las
cuerdas son su reja— y marca sus
hombros y sus caderas, el depósito
de arriba para las notas ligeras, el
de abajo para las profundas.
Es guitarrista, “ guitarrero” , y
por eso del violín sólo le quedan las
f f sueltas.
Como oscila entre lo cuadrado y
lo redondo —pipa redonda; pipa
cuadrada—, la guitarra sufre la
misma alternativa y a veces es gui
tarra cuadrada con agujero cuadra
do y otras veces de curvas pulidas
y el agujero como un O que canta.
Ve los bocios invisibles de los mo
BUSCA
3 ir a ver a B., en Regina Coeli. En
cuanto le veo no puedo menos de gritar:
“ Monseñor, era uto de los diez y usted
no ha hecho nada para asegurarse. No le
ha llevado el saludo de su padre. ’ ’■Él se
aterra y no sabe qué hacer para servir■me. Me dirige entonces a don Antonio
Soranno, en el Ospizio dei Cento Preti,
que está al lado. Don Antonio es el ca
pellán que asiste a las ejecuciones. Cuan
do lo explico quién soy, saca una libreta
de su bolsillo y me hace leer:
“ Labo Giorgio, de Mario, nacido en M6dena, el 29 de mayo de 1919. Estudiante
de arquitectura. Ir a ver al profesor Argan, via Giacinto Carini 66, Mont.cverde.
Trolleybus 129.
R o g a le que anuncie la muerte a la.
familia, con la mayor serenidad.’ ’
Así era como él quería que nos lo di
jeran.
Después, don Antonio me cuenta lo
siguiente: “ Anteayer, por la tarde, vino
a buscarme un coche para conducirme al
fuerte Bravetta. El caso era sorprendente
norrme las ejecuciones tienen siempre lu
gar por la mañana. Aquello significaba
que había habido una decisión urgente e
imprevista, (el diario de hoy dice que el
día 5, tres soldados alemanes han sido
muertos en la plaza dei M irti). Mien
tras quo yo bajaba de mi coche, en el
fuerte, llegó el camión qne conducía a
los diez jóvenes, preparados ya, con las
mantos atadas a la espalda, y al mismo
tiempo, el furgón con los diez ataúdes.
Otro hecho insólito: el pelotón estaba
compuesto de S8 alemanes, en vez de
soldados italianos, do policías o de ca
misas negras, como de costumbre. Me
acerqué enseguida a los jóvenes, mientras,
el oficial quo mandaba el pelotón me pe
día quo me diera prisa, porque no dis
ponía de mucho tiempo. Yo le dije a su
ASU HIJO
hijo: “ En buen lío te has metido, hijo
mío, sin pensar en lo que van a sufrir
tus padres*’. El me respondió, sonrien
do: “ Ahora, padre mío, ya no se puede
cambiar nada. Haga el favor de escribir
me una cosa” , y me dictó la nota que
le he mostrado. Todos ellos han muerto
valerosamente y su hijo estaba aún más
tranquilo que los demás. Sé que procedía
de • la Via Tasso y que los llevaron al
Verano ’ ’.
Ha muerto con una gran serenidad. El
era así. Sin lloriqueos. Pero su conduc
ta es también una advertencia. La pre
cisión con que ha dado los menores de
talles de la dirección de Argan, quiere
decir: “ Yo he cumplido ya con mi pa
pel; ahora os toca a vosotros cumplir con
el vuestro” .
Desde el Ospizio telefoneo a los Argan.
Anna María me contesta y me pide que
vaya a su casa. Cario quiere verme en
seguida y, sin saber porqué, le cito delanto de Regina Coeli. . . Cuando llega,
no me canso de repetirles: “ ¡ Qué lás
tima! ¡Qué lástim a!” Es mi obsesión.
La lástima que me causa la destrucción
de un organismo joven, su actividad in
terrumpida, domina hasta la angustia del
desgarramiento.
Pero, luego, como estaba decidido a
hacer averiguaciones en Via Tasso, cuan
do todos me suplicaban quo renunciara
a ellas, me digo que que ahora ya puedo
ir allí. La casa (que tiene los números
135 y 147, aunque el primero está com
donado) es un inmueble banal. Las ven
tanas de los pisos superiores están ta
piadas. Para entrar en conversación me
sirvo del informe que me ha dado C. y
pregunta por Wieder. El centinela, cu
bierto do galones y cartuchos, me dice
que no está. El despliegue de fuerzas, de
autos, do camiones, de autobuses y de
máquinas guerreras, con las iniciales de
las SS, me intimida un poco. Toda la
calle es un cuerpo de guardia, una base.
Insisto, pero nadie quiere recibirme; na
die quiere perder el tiempo conmigo.
En compañía de Cario, que me espera
ba al término de la calle, vuelvo al ce
menterio del Verano. Al menos quiero
saber dónde y cómo ha sido enterrado.
Me asusta la fosa común, con los cadá
veres amontonados los unns sobre Iob otros.
Pero el director del cementerio ha salido
y no volverá ya. Finalmente, volvemos a
casa, tomando en la plaza Sonnino el tro
lleybús 129, según sus indicaciones.
10 de marzo.
Vuelvo a Via Tasso. Pregunto otra vez
por Wieder, quien por lo visto, se ha
mudado. Un mecánico del garage se acer
ca humanamente a mí y, después de ha
berme escuchado, trata de introducirme.
Me confía a un joven alemán que sube
y vuelve, diciendo: “ No tienen tiempo.
Vuelva mañana” .
Voy al Verano. El director viene y me
dico que el 7 de marzo llegaron diez
ataúdes, procedentes del fuerte Bravetta,
y que los ataúdes llevaban la inscripción
de costumbre: “ Desconocidos fusilados” .
Antes de enterrarlos, el buen hombre ha
hecho redactar un proceso verbal, en el
que figura una descripción sucinta, pero
exacta, de los cadáveres. Cuando me habla
de un sobretodo oscuro, de un pull-over
verde y de unos zapatos con suela de go
ma, comprendo que se trata de él. (Le
había oído hablar ya de ese sobretodo:
Lattuada se lo regaló.) Pero la descripción
habla también de unos bigotes castaños.
En uira ocasión se había querido dejar el
bigote pero, descontento, se lo había vuelto
a afeitar. jS e habría decidido por fin a
( Continúa en la página 1S)
�cnha tüata
10
i
C E A DE O C Q D E N IE
M E S N ím
PRESENTA
JOSE ORTEGA Y GASSET
OBRAS COMPLETAS
L a p rim e r a e d ic ió n de toda la obro do O rtega.
D esd e el p rim e r a rtíc u lo que d a a la p re n sa
en 19 0 2 , a lo s d ie c in u ev e años, se incluyen
m u ltitu d d e a rtíc u lo s y e n sa y o s, in s e rto s en
p e rió d ic o s y r e v is ta s y no pu b lic a d o s h a s ta
a h o ra en lib ro s , pró lo g o s, b rin d is y o tra s
p ro d u c c io n e s q u e n u n c a se h a b ía n reco g id o , a d em ás de la to ta lid a d de sus lib ro s.
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A u to r d e p ie z a s d ra m á tic a s de re s o n a n te é x ito y de n u m e ro so s re la to s y cuentos,
c o n sig u e L o rd D u n sa n y en e sto s C u en to s d e u n s o ñ a d o r u n a e n c a n ta d o ra l i
S 2.80
te r a t u r a ................................................ ...................................................................
Franz Kafka: LA METAMORFOSIS, UN ARTISTA
DEL HAMBRE Y UN ARTISTA DEL TRAPECIO
I.p. r a r a f a n ta s ía de K a fk a . ge<n?n a lg u n o s c a rg a d a de a le g o ría , p ro d u c irá en el
le c to r u n a u te n tic o e stre m e c im ie n to ....................................................................
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Karel Capek: GUERRA CON LAS SALAMANDRAS
C ap e k es a u to r d e v a ria s n o v e la s y co m ed ias d e te m a s in g en io so s. N in g u n a como
G u e rra con la s S a la m a n d ra s, q u e es u n a fa n tá s tic a s á ti r a o u n a s a tíric a f a n
$ 4.20
ta s ía d e la tr á g ic a c iv iliz a c ió n m o d e rn a . V o lu m e n e x tr a .........................
U L T I M A S
N O V E D A D E S
ABREVIATURA DE PRINCIPIOS DE
SOCIOLOGIA, de H. Spencer. Por Fernando Vela
U n a o b ra b á s ic a de p e n sa m ie n to sociológico m o d erno, a d a p ta d a a la s n e ce sid a d es
d e l le c to r a c tu a l. D os to m o s ...................................................................................
$ 28 .__
ABREVIATURA DEL ESPIRITU DEL DERECHO
ROMANO, de R. von Ihering. Por Fernando Vela
L a o b ra q u e d ió m o v im ien to y v id a a la in v e te ra d a m om ia que d u ra n te siglos
fu é el d e re ch o ro m a n o ...................................................................................................
§ 2 2 __
EL HOMBRE PREHISTORICO
Y LOS ORIGENES DE LA HUMANIDAD
Por H. Obermaier y A. García Bellido
C u a rta e d ic ió n . C on 32 lá m in a s y 76 g ra b a d o s ...............................................
s 20.__
En todas las librerías y en
UGARTECHE 2898 - T. A. 72-7401 - BUENOS AIRES
i
Algunas Consideraciones Sobre
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fí A P U T T"
de Curzio Malaparte
Por ANDREA MARI A NI
Malaparte o Curzio Malaparte
Schuckert es un personaje ya bien
conocido en el mundo de las letras Su
fama, cimentada en la tan discutida ‘ ‘ Téc
nica del Golpe de Estado ’ ’ nace en las
postrimerías inmediatas de 1918. Autor
novel, Malaparte, supo, entonces, desper
tar en el continente europeo el interés y
la curiosidad por lo que los golpes de
estado en su esencia eran, y cual era,
expresada en forma, diríamos casi des
caradamente didáctica, el modo más prác
tico para adueñarse del control de una
entera nación con el solo empleo de una
fuerza minoritaria pero organizada. Nadie
comprendió, ^entonces el valor que ese
libro adquiría ante la situación que se
iba produciendo en el mundo. En efecto,
al exponer Malaparte, con nítida clari
videncia, lo sencillo de la técnica de los
golpes do estado y su facilidad para con
trolar los resortes del poder en naciones
pacíficas y democráticas, presagiaba para
las mismas un' dramático y mortal destino.
Hoy, Malaparte, en una nueva post
guerra. trae ante la opinión pública otra
obra, do carácter igualmente sensacional
y que tiene como la anterior el alcance
de un dramático pronóstico y de un diag
nosis profundo. Se trata de “ K aputt” .
Ese libro ha tenido amplisima resonancia
eu Italia y en el exterior. Y es un men
saje para el mundo, sea desde c-1 punto
de vista artístico como el histórico, que
nos permito saber mucho de lo reciente
mente sucedido, y que nos ofrece una de
las claves de los infinitos imponderables
que gravitan hoy sobre la política eu
ropea.
‘ ‘ Kaputt ’ ’ es una descripción a través
do visiones episódicas de lo que fué Eu
ropa bajo la ocupación alemana, para
el que escribe, en el espacio limitado por
la tan mentada ‘ ‘ Fortaleza Europea ’ ’.
Estilísticamente presenta el aspecto de uu
conjunto de vivencias autobiográficas, lle
vadas a la pluma con habilidad poco co
mún y con una riqueza de colorido que
por instantes nos evoca a D ’Annunzio
de los tiempos mejores. Como en toda post
guerra so han escrito en ésta, sobre los
acontecimientos pasados libros do toda
índole. A veces exageradamente lejanos
de la realidad cotidiana que quisiera co
C
urzio
nocer el lector, a veces exageradamente
e inútilmente mezoninos m r su intimidad.
Malaxarte es — en cambio— ñora este
fin lo nue los ioa-leses definen “ the right
man for the rio-ht place” . Re trata en
pfppto de un hombre de posición lo su
ficientemente encumbrada como o a-a sa
ber la médula de muchos acontecimiputes.
y lo bastante modesta como ñora haber
sufrido “ de cornore” los efectos reales
oue pueblos e individuos sufren a menu
do por los actos de sus iluminados ít0bernantes. Por ello ha suscitado en Italia
las más violentas polémicas v detracciones.
Ru personalidad de ciudadano se confunde
demasiado con la del artista y p o c o s le
perdonan de haber dado a la luz de la
opinión pública circunstan-cias p o r las nue
había pasado todo un mundo. Malaparte
inclusive, y no indiferentemente. Pues a
pesar de que hoy. como muchos intelec
tuales democratizados por las armas alia
das trate de desmentir actuaciones, los
hechos tienen siempre una realidad más
tangible que las palabras, y para los
demás, ha sido corresponsal de guerra
adscripto al eiército alemán, ha es'ado
con la Wehrmacht contra la' TTR S R., has
ta que. coincidiendo con Rtalingrado v
otras favorables contingencias, se referió
en- Suecia de la que volvió a Italia,
derribado el régimen fascista.
Por su carácter de libro autobiográfico
“ K ap u tt’ ’ es un libro cruel. Con todo el
mundo, sin distinción de amigos ni de
enemigos, encarando las cosas en el modo
que al autor le parecen más sinceras.
Es crueldad y sinceridad, no perdonando
a nadie. N i a él mismo. Y por el modo
de autocalificarse que el autor tiene en
ciertos párrafos rayanos en su crudeza
hasta la grosería, la obra presenta carac
teres de un interminable ‘ ‘ Mea Culpa ’ ’.
Ese ‘ ‘ Mea Culpa ’ ’ dé alguien que fué ac
tor de lo relatado no cr.-isa indudablemente
buena impresión. El lector, eompletamen
te ajeno a lo acaecido encuentra dificul
tades para discernir entre los móviles del
libro, los que son sentimientos dictados
por las circunstancias y los que son de
beres de arte y de verdad.
Pero la moralidad del libro no nos in
teresa. Evidentemen'te ‘ ‘ Kaputt ’ ’ es un
libro cínico. Del mismo modo que las
memorias de Galeazzo Ciano, y de otros
vencidos, este tipo de obra, trata única
mente de demostrarnos como el autor, que
durante el día comía y bebía y partici
paba de un conjunto dp situaciones que
en su alma aborrecía, sabia, al acostarse,
en la íntima soledad de sus habitaciones
expresar su rebeldía, su sed de justicia,
su indignación, en el secreto de inviolables
páginas, celosamente custodiadas. Son las
miserias que la historia impone a muchos
de los que so creen sus artífices. Pero eso
no nos interesa ahora. Estudiamos “ Ka
p u tt’’ porque es un libro bien logrado
y porque la atmósfera en que sabe ha
cernos vivir es interesante, si no como
documento histórico, por lo menos como
instrumento interpretativo de una época.
Y alejados ya un poco del plano inmediato
de nuestros días es una confirmación más
para los que quieran saber al modo de
Foscolo; de cuánta sang-e y lágrimas
están manchados los laureles de los pro
hombres de la historia y, según el decir
de aquel príncipe germano “ quam parva
sapientia regitur mundus’ ’. Con que poca
seriedad, sabiduría y rectitud es regido
el mundo por aquellos que por ser sus
rectores debieran ser también los mejores.
II
Toda Europa desfila ante nuestros ojos
en “ K aputt’ ’. Hay que recurrir a las
artes plásticas, al cinematógrafo en par
ticular, para hallar un elemento con el
que medir la vivacidad y variedad de esa
descripción. Frente a nosotros pasan, vi
vientes, inmediatos, casi palpables hombres
de todas las naciones. Principes moldavos
vestidos impecablemente según las rígidas
estilizaciones de la vieja corte hasbúrgica,
arrogantes y sublimemente indiferentes a
la miseria que los rodea, añorando tiempos
idos Conquistadores germanos, oue rigen
desde los palacios de los vencidos a in
finitos pueblos ocupados, entre los fastos
de una pompa, con una discrecionalidad
tan total y conscientemente honesta en
su razón de ser, que son evocadores de
panoramas históricos que dábamos ya por
desaparecidos: Y tras de todo ese con
junto, otros personajes, nunca citados pe
ro cuya presencia flota y llena todo el
libro desde la primera hasta la última
página. El ansia de vivir, la Vida, y el
Miedo. Detrás del miedo la muerte.
En las heladas llanuras de Finlandia,
en los prados verdes de Rumania, en Varsovia, en la misma cara fria y bonachona
del Poglavniclc Ante Pavelitch, la muerte
incumbe, constantemente, despiadadamente.
Los hombres acuciados por la muerte se
achican; el Miedo domina a todos sus
actos. La vida se reduce a cosas siempre
más pequeñas, más reducidas, más escasas
pero por eso más imprescindibles. Pocos
escritores en ocasiones parecidas han sabi
do interpretar artísticamente, con tanta
vivacidad la vida de un conglomerado
humano arrollado por una de esas épocas
que, desgraciadamente para nosotros, son
“ históricas” . Los seres que se agitan en
este escenario son extraños. Casi todos
pueden englobarse bajo un mismo deno
minador: cobardía, hipocresía y hedonis
mo. Dan por momentos una falsa impre
sión de valentía por el riesgo constante
entre el cual desenvuelven su existencia,
pero en su esencia son coba-des, porque
la arriesgan para seguir viviendo; porque
le tienen menos miedo a la muerte que
les pueda sobrevenir por manos enemigas
que no a la que pueda derivarles de su
deserción. En todos ellos puede observarse
algo así como una general deshumaniza
ción. En el fondo es una inmensa huma
nidad de fantoches que se mueve, impul
sada por un motor extraño e inaccesible,
lejano, en forma de pirámide, sobre cuya
cúspide un imp nativo sistemático coordina
y dirige todos los movimientos: mata si
es necesario pero vive.
Malaparte es, como todos, en ese mundo,
un adaptado. En el palacio real de \ arsovia, en un banquete celebrado por el
Gobernador Franck, el escritor, colocado
en un ambiente de alegría ficticia, mien
tras afuera un mundo siempre más hosco
rodea a los conquistadores germanos, siem
pre más desconfiados y trágicos, bebe con
ellos dulce Tokay, come exquisitos vena
dos, disimula toda reacción, pensando só
lo en ser el más obsecuente de los cor
tesanos.
Europa está enferma. Según Malaparte
el odio y el miedo se han enseñoreado
de todo el continente. Brillan por todas
las miradas. Todo lo que ha hecho Mala
parte en su vida se ha desarrollado bajo
el signo del “ tempismo” , expresión ita
liana típica en la vida del periodismo y
que tiene el alcance de “ vivir en su de
bido tiem po” . Nada más tempista que
“ K aputt” . El valor de esa palabra re
basa los limites de su simple significación.
No quiere decir sólo “ R oto” , “ Destruí
d o ” . “ El Acabóse” de ur mundo Quiere
significar también la ruina de las con
ciencias Es el poema de una muchedum
bre humana, aterrorizada por el miedo,
que es. por ello mismo, canez de renun
ciarlo todo. El espíritu individualista, al
tivo, heroico de los europeos ha muerto.
Aho-a no son nada más que una masa
humana, oue salvo el caso de excepciones,
soporta el drama de las dos inmensas
moles de acero que en las estepas de
Rusia, aplastan y destrozan sin contem
placiones, la pequeña y despreciable vida
de los homb-es. Malaparte nos reíala a ese
propósito un episodio de su peregrinación
periodística en Finlandia. Está en Petsamo. Cérea del círculo ártico. Dos ejér
citos, aislados casi del mundo, entre in
mensos bosques y alces, acampan y com
baten. Guiados por una brújula raleadas
hileras de blancos combatientes se espar
cen para buscar a otras hileras de otros
hombres y matarlos. De noche, finlandeses
y germanos, aliados, se reúnen en sus
acantonamientos y se emborrachan. Debido
a una vioja tradición finlandesa el rechazo
HABLA el poeta
- GOIMIEM
1
H ijo de padre español y m adre p o r
tuguesa, el po eta argentino González
C arbalho re p re sen ta , en las últim as
generaciones lite ra ria s n u estras, a
uno d e los m ás prolíficos escritores
a l p a r que in d iscutido valor c u y \
o b ra y3 h a sido avalada más allá
de n u e s tra s fro n te ra s.
D esdo la a p aric ió n de su prim er li
broi de verso s en 1922 — “ Cam panas
en la ta r d e ” — h a sta el últim o —
“C anciones de la p rim era noche” ,
e ditado en 1947 p o r L osada— una
in te n sa y m e rito ria labor jalonan &
su v id a de c re ad o r al servicio de la
poesía.
LL
EMPIEZO A SENTIR LA NECESIDAD DE
SER. LEIDO Y CREO EN I.A POPULARIDAD
Sobre sus poesías y cuentos de la
infancia.
Seleccionado por Alberti. prolo
gado por Neruda.
Eo necesario ser más humanos.
oeta
de fuste, periodista ágil, cuyas
crónicas son realmente justipreciadas
P
en las páginas de nuestra prensa, comen
tarista bibliográfico, camarada incondi
cional de las grandes voces líricas uni
versales como León Felipe, Pablo Neruda,
Nicolás Guillen, etc., González Carbalho
desarrolla una actividad intensa como es
critor, y es con tales motivos que le abor
damos para Cabalgata, a fin de adelantar
a nuestros lectores sus próximas tareas.
— ¿Qué está preparando actualmente?
—le interrogamos.
— Entre los poetas de mi generación,
creo que soy, sino de los que han escrito
mejor, al menos uno de los que han es
crito más. Diez nutridos volúmenes de
poemas, aparto de otros en prosa, kin
embargo, persisto, proyecto, preparo. Por
lo pronto, una antología. Saldrá después
de cumplir mi cuarto de siglo de publi
cista. Los poetas soñamos con la antolo
gía propia, tal como el modesto funcio
nario con la casa propia. En' mi caso, sale
eu sociedad con Rafael Alberti; yo pongo
los versos y él hace la selección.
—Confiemos en la selección.
—Confieso que, elegidos por el grande
y querido poeta español, mis versos me
parecieron excelentes. La antología irá
prologada por Pablo Neruda y la editará
“ Continental” .
— Teníamos entendido que prepara algo
err prosa, González Carbalho.
— Es cierto. Esperan forma de libro
algunos libros de cuentos. El primero se
caracteriza por la diversidad de temas y
la uniformidad de atmósfera lírica.
— ¿Y los restantes ?
— Están dedicados a revelar el mundo
do la infancia. Ya objetivos o poéticos,
ya reflejando la realidad o irrealidad del
niño, el clima que lo rodea o la intimidad
por él creada, su evasión o su afán de
arraigar en un ámbito tierno u hostil a
su naturaleza; siempre, en todos ellos,
está presente el alma asombrada, su solodad o curiosidad, su desazón- o su alegría.
—-¿En qué ambiente desarrolla usted
estos cuentos?
— En estas breves historias se anota con
especial preferencia el medio — la casa o
el barrio— por lo cual la infancia quo
presento es siempre una infancia porteña.
No ocurría así en los cuentos anteriores
de ‘ ‘ Historias de niños” y “ La ventana
entreabierta” , en que la fuerza del relato
gravitaba exclusivamente en la cerrada in
timidad del niño.
— ¿Siente la necesidad de ser leído por
nuestro público ?
— Antes me enorgullecía de ser uno de
los autores menos leídos de mi país. Entre
los errores de mi generación, ocupaba un
primer término el vanagloriamos de ser
desconocidos. Necesitábamos de la incom
prensión como acicate. Empiezo a sentir
la necesidad de ser leído y creo en la
popularidad.
— ¿Le interesaría conquistarla?
de una copa de licor es signo de violenta
enemistad. “ Cuidado, beba —le dice a
Malaparte poco dispuesto a ingerirlo otro
pintoresco personaje latino— . ¡Beba, que
si no son capaces de matarlo! ’ ’ Eviden
temente Malaparte bebe. Todo en ese
mundo es posible y concebible. El perio
dista mira a los puñales que '11061! los
finlandeses en rus cinturones y bebe. Bebe
y se emborracha como los otros, n asta
que todo pase.
Un gigantesco poema de muerte flota
en el libro. Muerte de hombres, de cosas,
de animales; la espléndida descripción
de los caballos muertos en el lago Ladoga,
a quienes la muerte llegada del norte
so-prendió cristalizándolos en blancas es
tatuas de nieve; los caballos muertos de
Jassy incendiada que llenan de su hedor
dulzón las narices del más remoto de sus
lectores. A veces el cuadro parece salido
do la fantasía y sin asidero en la realidad.
Pero todo nos confirma hoy que bajo el
fervor artístico de Malaparte vive una
triste verdad. ¿Es posible, entonces, extra
ñarse por lo demás? ¿Es posible valorar
los actos de los sobrevivientes, fríamente,
cerebralmente? ¿Se les puede achacar su
cinismo, su indiferencia hacia el prójimo,
— No me propongo escribir para con
quistarla, ni renunciaré jamás a princi
pios estéticos que son una voluntad indominable; peto sí reconozco que es necesa
rio ser, a tiempo que más puros cada vez,
cada vez más claros. Y, por sobre todo,
más humanos. En los cuentos de niños a
que me refiero, quizás haya conseguido
en parte una mayor comunicabilidad con
el lector. Los temas y el medio en que
están situados, son un campo fecundo, en
donde la labor del escritor se vuelve fluida
y de aparente sencillez.
— ¿Y en lo que respecta a su labor
poética?
— Así lo querría también en el verso.
Siempre he dado cabida en- ellos a una
corriente humana, que es posiblemente lo
más profundo que contienen. No es una
vulgaridad, como muchas veces se consi
dera, el pretender que la literatura dé
la medida del hombre. Primeramente se
busca que el lector se reconozca en cada
trabajo, después que reconozca el mundo.
Y lo que está fuera del mundo.
— ¿Postula por una actitud humanista,
en verdad?
—-Seguiré pensando que un arte que no
hunde su raíz en el corazón no deja de
ser un arte mezquino y transitorio. La
verdad es que si volvemos la mirada a la
historia de la literatura, vemos que las
obras que perduran lo consiguen por esa
razón tan sencilla de ser como el hombre.
Claro que ser como el hombre, no signi
fica lo que para el pintor ‘ 'fotografiar”
un paisaje.
— ¿Es más bien desentrañarlo, no?
— Sí. Llegar a su secreto, y componerlo
con esos materiales conquistadas a su mis
terio. Y eso no es todo aún, porque se
requiere relacionarlo a su origen y devol
verlo a su destino.
— ¿Lo ha logrado en su producción li
teraria?
—Nada de esto es lo que he conseguido
hacer; es más bien lo que hubiera que
rido y lo que seguiré intentando. Claro
que si lo consiguiera, no faltará algún
comentarista voluntario, que nos diga:
— Muy bonitos sus versos. Qué musica
le s ...
- i- ..*
—En todo escritor que escribe como
llevado por una voluntad mística, existirá
sin duda este descorazonamiento ante la
falta de comprensión y el constante des
apercibimiento de la verdad esencial de
su obra, esa que nada tiene que ver con
las escuelas y que las palabras, las imá
genes, los sueños —todo lo que es carne
y sangre de la poesía— trata en vano de
mostrar nítidamente.
— Pero. . .
— . . . se oye el río y no se mira hacia
las aguas, hacia su hondura. Y el poeta
sufre esa desazón que ahonda su soledad.
Y, sin embargo, signe escribiendo, dice
que para sí mismo, en un rasgo de amor
propio herido; pero es para los demás,
aunque no se le comprenda.
Nuestra conversación ha terminado y
el poeta vuelve a su mesa de trabajo, ga
nado por sus cuentos, poemas, notas pe
riodísticas y comentarios bibliográficos
que debe entregar a la voracidad de nues
tro público, ávido por gustar la produc
ción de uno de nuestros más firmes valores
líricos del momento.
o. n.
su bestial egoísmo? ¿Es posible que en
Roma se siga jugando al “ g o lf” mientras
en Zagreb, Ante Pavelitch recibe de sus
fieles ustachis cestas de ojos humanos
arrancados a los servios y que, dice Malaparte, parecen “ ostras” ? Sí, todo eso es
posible y dadas las premisas, aceptable
y veridico Cuando la muerte se vuelve
algo tair fácil y rutinario no es posible
exigir a los hombres que piensen en algo
más que en la vida. La vida s; reduce
a cosas pequeñas, a aspiraciones pequeñas.
Es la cuenta corriente en Suiza, la intriga
para desplazar a otro, para ser más, para
poder más. Es el puesto en el extranjero
que hay que conseguir cueste lo que cueste.
Es el instinto de conservación, llevado a
sus últimas consecuencias que no perdona
nada ni nadie.
III
Acabada la obra y leídas sus seiscientas
páginas se prueba un gran cansancio.
Repulsión y amargura. Por la existencia
de hechos tan tristes en algo que creíamos
era la ‘ ‘ humanidad ’ ’ ; por la existencia
(Continúa en la página 12)
�f
cab algata
técnicos de todos los paí
ses.
La sección polaca com
prendía datos generales
sobre la habitación en
Polonia, y la presenta
ción do l o s diferentes
planteamientos.
Suecia, con sus casas
prefabricadas, exponía el
tipo de viviendas que do
nó a Normandía, y que
tuvieron el mayor éxito
en el Calvados, que las
recibió, así como en el
interior de la exposición.
Una sección documental
las completaba.
A pesar del muy corto
plazo que se le habla da
do, Suiza no dejó de ofre
cer una participación in
teresante con la presen
tación de diversos tipos
de habitación construidos
recientemente, y do un
departamento para fami
lia modesta, equipado con
muebles de setie. Este
mobiliario, con el de las
casas suecas, constituia
A maneto Williams y Delfina G. de Williams. Viviendas en el espacio,
una perfecta demostra
cada una con su jardín, para Buenos Aires.
ción de calidad y de
gusto.
Bestaquemos todavía la
presencia de Checoeslo
vaquia, cuyo esfuerzo
consistía en la exposición
de un plan general de dis
posición nacional desti
nado a elevar el nivel de
vida de la población, y
la de la Unión Sudafri
cana, son una maquette
de la Ciudad de El Cabo,
Por ANDRÉ BLOC cuyo proyecto de urbani
zación pone en valor los
tiF-tJ
terrenos expuestos al
mar.
Finalmente, damos un
da. Entre las grandes ciu Pero ocurre aún que di
n el centro mismo de
París, en el Grand dades a reconstruirse, el ficultades actuales de or lugar aparte a la sección
Palais incendiado por los sitio más importante se den material han estorba argentina, que fué muv
alemanes y ya restaurado, había dado a E l Havre, do el impulso de la cons notada gracias a un im
y alrededor de este pala Tolón, Brest, Maubeuge, trucción en sí misma, y portante envío del arqui
cio, acaba de tener lugar Orléans. Al lado de es que proyectos que testi tecto Amancio Williams,
una exposición de gran tos planes de urbanismo moniaban comprensión de cuyas audaces búsquedas
alcance. Esta manifesta se habían realizado en las tan complejas necesi se conocen. Williams pre
ción no interesaba a Eu volumen, y equipado com dades de la vida comunal sentaba especialmente su
ropa y a los países de pletamente, departamen han debido sufrir modi notable estudio para un
vastados solamente, por tos-tipo que respondían ficaciones.
aeropuerto situado sobre
Para instalar estos alo el río. La idea esbozada
que el mundo entero su a las especificaciones del
fre una crisis aguda de Ministerio de la Recons jamientos se llamó a los por Le Corbusier ha sido
mejores técnicos de cada vuelta a tomar y desarro
la vivienda. Los proble trucción.
La famosa Unidad de categoría, y los conjuntos llada. El proyecto no es
mas de urbanismo, liga
dos a los del alojamiento, Habitación de Le Corbu- presentan una nota de co utópico. Se presenta, al
se plantean en todos los sier para Marsella, cuya modidad con un inmenso contrario, como una so
construcción está por fin progreso sobre el estado lución razonable y prác
países.
L a A rgentina se pre decidida, se hallaba re actual de la habitación, tica digna de ser retenida
por las autoridades.
Junto con este proyec
to se veía una casa para
un compositor de música.
Esta casa que acaba de
construirse es una curio
sa habitación. Plantada
perpendicular a un arro
jo , lo franquea por me
dio de un puente de hor
migón armado de un sólo
arco. La realización téc
nica es perfecta. Cada
detalle de equipamiento
ha sido minuciosamente
estudiado.
Chjle envió algunas
obras muy interesantes
del arquitecto MarchantLyon.
Una gran parte de la
Exposición estaba reser
vada a la prefabricación.
Amancio Williams. “ Sala de Conciertos” . Proyecto basado en los estudios Francia participaba con
acústicos realizados por el arquitecto argentino en 1942-43 y que han resuelto técnicos que ya antes de
el problema del máximum de equilibrio del sonido en un ambiente cerrado. la guerra tenian en su
activo realizaciones, co
mo el industrial Joan
ocupa particularmente de presentada por una exce especialmente en las ca Prouvé cuyas series están
estas cu estion es. Bebe lente maquette. La belle pas modestas de la p o volviendo a aparecer. La
descongestionar su capi za plástica de esta obra blación.
casa de Pingusson cuya
Las secciones extranje distinción y agrado inte
tal y sus grandes ciuda le valió un gran éxito de
des, crear habitaciones admiración, a pesar de ras manifestaban la mis rior pueden verse aquí,
para sus trabajadores, y todas las controversias ma preocupación de po los trabajos de Novello,
favorecer el desarrollo de suscitadas en Francia en ner al alcance de la po de Eries, y de numero
construcciones destinadas el medio arquitectónico blación viviendas sanas y sas casas especializadas.
a todas las clases sociales. por esta solución audaz adaptadas a las condicio
Un grupo especial es
del problema de la ha nes de la vida moderna. taba consagrado a la in
Numerosos países res
Bélgica centralizó su es- formación y a*la organi
pondie.on al llamado de bitación.
Una habitación mínima fue zo sobre el difícil es zación del intercambio
Prancia, cuyo fin1 era es
timular el celo de los téc tipo, de un sistema muy tudio de la disminución internacional concernien
nicos, interesar al públi económico estudiado por del costo por medio de te a las cuestiones de
co en estos asuntos de los Paul Nelson en colabora técnicas apropiadas.
Urbanismo y de Habi
Binamarca aportó en tación.
que los que demasiado a ción con Gilbert y Sébil
menudo se encuentra ale lote, evidenciaba un se este sentido el testimonio
En efecto, es de desear
jado, y, en fin, a poner rio esfuerzo para conse de sus constructores con que puedan tener lugar
ejemplos
do
edificios
de
en común el resultado de guir utilizar el espacio
comunicaciones seguidas
años enteros do trabajo en la mejor forma: ven habitación subvenciona entre todos aquellos que
preciso y fructuoso. Sin tanas que abren al exte dos por el Estado, da concurren a resolver los
embargo, hubo que la rior, chimenea central sin tando de estos últimos innumerables problemas
mentar la ausencia de desperdicio de calorías, años. Se puede observar de la construcción en
g r a n d e s p a ís e s : lo s ninguna superficie perdi que el 83 % de las vi nuestra época.
EE. UU., Inglaterra y la da en circulaciones. El viendas construidas entre
La documentación im
L'.KS.S. Por el contra equipo mobiliario estu 1930 y 1940 para un al presa y filmada que se
rio, Italia, Bélgica, Sui diado por Charlotte Per- quiler correspondiente al puso a la disposición de
za, hicieron un considera riand realiza en forma 12 ó 15 % del salario los especialistas trataba
ble esfuerzo. En cuanto elegante y económica un obrero, ofrecen instala de dar un vistazo de lo
a Prancia, que debía ha marco de vida práctico ciones de calefacción cen que podría ser una co
cer honor a sus huéspe para una fa m ilia mo tral, de agua caliente, a ordinación de los esfuer
más de las comodidades zos de diferentes países
des, creó para acogerlos desta.
un marco de espíritu mo
en esta materia Coordi
Para cada una de las ya usuales. Caños de ba
derno en el que ocupaba grandes ciudades que be jada de evacuación, Invá nación que formaba el
evidentemente un amplio mos citado, pianes - tipo delos mecánicos y balco primordial centro de in
lugar.
demostraron la posibili nes bien construidos están terés de esta Exposición,
El principal interés de dad de crear, en las su generalmente comprendi y que F ran cia (cuyas
la participación france perficies mínimas adjudi dos en este precio do ruinas no han sido aún
sa residía en la presen cadas a los arquitectos costo.
relevadas), ha ereido de
tación1dedos grandes pla por el Ministerio de la
Italia quiso acentuar be:- ofrecer, en las horas
nes de urbanismo para las Reconstrucción, espacios la documentación técnica críticas que atravesamos,
ciudades destruidas, y en en los que puede inserí
económica, social y jurí a todas las naciones que
el avanzado estudio du birse, coir todas sus acti dica, que crea un punto desean vivir en la paz
los problemas de vivien vidades, la vida familiar. de encuentro entre loa duramente ganada.
11
La E xp o sició n In tern acion al
DEL URBANISMO Y LA
HABITACION EN PARIS
E
EL
MENSAJE DEL
OCEANO NEREIS
( Viene de la
página 7)
la cofa del pino maestro, queremos atia
bar más allá de los horizontes, de donde
vienen los vientos d e l, sur, cual es la
tierra que guarda el nuevo encadenado
que espera su redención.
En los espesos sedimentos que aprisio
nan las energías en poteneia de las selvas
jurásicas, el fuego del sol se hizo lepidodendro; en la larga escala del tiempo,
éste se convi. tió en combustible fósil y,
finalmente, este novel Prometeo aguarda
la hora para entregar nuevamente el fue
go a los mortales.
En los pliegues escondidos de los Antartandes o en las cuencas sinclinales está
ese fuego potencial encadenado, y, desde
allí, el Gigante milenario, que aguarda
su liberación, nos envía todos los años
mensajes do esperanza. Son 6us portado
ras las modernas oceánidas, las avutardas
de disciplinado vuelo y abigarrado plu
maje.
Las formaciones de estas aves marinas
diseñan en el éter la “ V ” . Cuando dos
escuadrillas se aproximan la letra que
aparece es la uncial del nombre de las
islas que nos esperan.
I l a C a r a b e la en e l n io
Volúmenes publicados:
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LA SINFONIA PASTORAL es tal vez, dentro de la maravillosa producción de
André Gide, el mejor ejemplo de su excepcional facultad de decir, sugerir y ha
cer sentir m á s cosas con las menos palabras posibles. Es un poema engrandecido
por la emoción, la poesía y el humanismo.
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LA PUERTA ESTUEÜHA
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LA PUERTA ESTRECHA es la historia de una mujer que destruye su felicidad y
su vida y la dicha del hombre que am a con su inmoderada virtud; de un alma
a¡Htsionada de “gloria celestial” que alcanza el gozo místico por el renun
ciamiento supremo.
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la
9 7 3
AIRES
�ca b alga ta
12
H A C E veinticinco años
murió T
Por A L E X A N D R A PECKER
exactamente un cuarto de siplo, el
9 de enero de 1923, Katliorine Mansfield se extinguía en Fontainebleau, dea
pués do una larga y torturadora enfer
medad.
Por su personalidad doloroso y atrae
tiva, por su obra clara y sincera, fu i una
de las literatas más apasionantes y origi
nales de la literatura inglesa, lo que no es
poco decir, porque dicha literatura, enca
bezada por Ernily Bronte, es una de las
más brillantes del mundo.
Empleo a propósito la palabra “ litera
t a ” . en vez de “ novelista” , cuando hablo
de Katliorine Mansfield.
No era precisamente una novelista. Se
había especializado en el arte particular de
la novela corta y lo había renqvado por
completo, lo que constituye uira de sus ori
ginalidades
Se ha pensado muchas veces —aunque
sin razón— que los cuentos y las novelas
cortas eran los parientes pobres de la no
vela. TJn gran editor me decía un d ía :
— Después do Maupassant, yo no conozco
un solo casa donde una colección1 de cuen
tos —por buenos que sean— haya tenido
el mismo éxito de venta que una novelo
-—aunque sea peor— del mismo autor. Sí,
quizá haya un caso: el de Henri Duvernois. . . pero tampoco estoy muy seguro
de ello.
K: therine Mansfield ha hecho toda su
carrera, carrera magnífica, ha adquirido
reputaci >, una reputación excepcional, sin
haber publ'cado nada más que novelas
cortas.
a.c e
H
Katherine Man.,1 eld nació en Nueva Ze
landa, en Wellingtou, el 14 de octubre
de 18S8.
Eso origen lejano y el recuerdo del her
moso país donde pasó las horas adorables
de su infancia y adolescencia, ejercieron
una gran influencia sobre su personalidad
v, por lo tanto, sobre su obra. Muchas de
las cosas que escribió cuando estaba en
Europa, particularmente en Londres, acu
san esa nostalgia, su ardiente deseo de
volver a ver Nueva Zelanda. Katherine
Mansfield se sentía perdida en la inmensa
metrópolis, húmeda y brumosa.
Pero, sin embargo, cuando a los dieci
ocho años volvió a Wellington, después
de haber terminado sus estudios en el
“ Queon’s College” de Londres, no tuvo
otra ilusión ni otro deseo que el de volver
a la capital lejana. Londres era el centro
intelectual y artístico que atraía a todos
los jóvenes que tenían algo que decir, que
se sentían capaces de dejar huellas do su
paso por la tierra. Allí era donde la aguar
daba su carrera. Era allí donde debía vivir.
Y fuó allí donde vivió.
¡Mas con cuánta modestia! Hija de una
fam ilia que tenía cinco hijos y no mucho
dinero, tuvo que contentarse con una mi
núscula pensión que le dieron sus padres.
Pero, en aquella época, la vida era rela
tivamente cara en Londres. Katherine
Mansfield (cuyo verdadero nombre era
Katherine Beauchamp) conoció la vida in
cierta y con frecuencia penosa de los mú
sicos y escritores que empiezan, de los ac
tores que hacen papeles pequeños eu com
pañías ambulantes. En van-o proponía sus
manuscritos a los editores.
Al fin, el director de “ New A g e ” re-
conoció la calidad y las cualidades de K a
therine Mansfield. Desde 1909 a 1911 cola
boro en “ New A g e ” . Por aquella época
reunió en un volumen todas las novelas
cortas aparecidas en la revista. El libro
tuvo bastante éxito, poro la desgracia se
encarnizaba con ella: el editor quebró y la
escritora tuvo que empezar de nuevo.
En el mes de diciembre de aquel año, la
dicha la sonrió: un día quo se encontraba
do visita en casa del novelista W. L. George, conoció en ella a un estudiante de Ox
ford, John Middleton Murry, que dirigía
con Michael Sadler una nueva revista li
t.eraria, ‘ ‘ Rythm ’ ’.
A John Middleton Murry le entusiasma
ron la mujer y la escritora. Editó las obras
y se casó con su autora.
De 1911 a 1913. Katherine Mansfield
escribió regularmente para “ Bvthm ” , pi
ro cuando desapareció la revista no en
contró otro lugar donde publicar sus no
velas cortas. Su silencio forzado la deses
peraba, pero continuó escribiendo valero
samente, como si sus obras se fueran a
publicar al día siguiente. En 1918 logró,
por fin — o mejor dicho, lo logró su ma
rido— , publicar “ The Hogartli P ress” y,
en el mismo año, “ No hablo francés” ,
publicado por su esposo y su cuñado. En
1919 publicó tres novelas cortas: “ F eli
citó” , “ Cuadros” y “ El hombre sin tem
peramento ’ ’.
Los enfermos que no aman la vida son
los mejores colaboradores de la muerte.
Los que no tienen voluntad de curar son
siempre enfermos incurables. Cardíaca y
tísica, Katherine Mansfield, pensó siem
pre que moriría de un ataque al corazón.
Finalmente murió de una crisis de tos
que la provocó una violenta hemoptisis.
Su muerte tuvo lugar el 9 de enero
de 1923, en Fontainebleau, adonde había
ido para curarse, de Suiza, cuya altura
no podía soportar.
Conservó su lucidez hasta el último mo
mento. Como se sabia perdida, llamó jun
to a ella a su marido. Por última vez,
él se apresuró a reunirse con su esposa
y llegó a Fontainebleau en las primeras
horas de la tarde. A las diez y media de
la noche, Katherine Mansfield murió.
Lo que más nos llama la atención enesta Vida de enferma, que fué un largo
calvario, es el valor con que Katherine
Mansfield soportaba sus sufrimientos.
Describía los lugares extraños adonde
la conducía su enfermedad: “ Hay que
escribir una historia acerca de la sala de
espera de un médico” ; y nos transcribe
la siguiente conversación:
— ¿Entonces, usted no cree que mi caso
es desesperado í
— ¿Quiere saber realmente la verdad?
— Sí, desde luego. ¡Oh, puede hablarme
con toda franqueza!
— Entonces, sí, es desesperado.
Como otros escritores, al hacer sus re
portajes sobre temas diversos, visitan pri
siones, manicomios, prostíbulos, los lugares
donde la miseria y la degradación huma
na se ponen más de manifiesto, Katherine
Mansfield hacía el reportaje de su propio
dolor, de su enfermedad, de su muerte.
Se veía sufrir, se veía morir y nos des
cribía su propia miseria.
Un Prólogo a la
“NOVELA
DE L A E T E R N A ”
Por MACEDOTSIO VEliíSATSDEZ
A IX) S CRITICOS
El suicidio ha hecho escritores y glorio
sos a muchos insignificantes; no he de ne
cesitarlo yo para llegar a una segunda
edición. Pero más precauciones he tomado
contra el verdadero suicidio que es el vivir
dospués de fracasar. Seré el autor de una
carta a los críticos, en lugar de la carta
al comisario.
CARTA A LOS CRITICOS '
Soy el uno que os comprendió, el primero
quo aferró vuestra definición esencial: Sois
los eternos esperadores de la Perfección,
y los cotidianamente reducidos a elogiadores de la encuadernación, obligados por
la frustación uno tras otro, dia a día,
del poema, la novela, el libro; sois los
únicos que amáis y concebís la Perfección;
los escritores nada de esto, publicadores
de borradores, libros do apuro, de oportu
nismo, do rumbeo; la Perfección vendrá
algún día en un libro, tal como con razón
la esperabais y concebíais: hasta ahora
no se ha visto perfección sino en la gracia
y poder moral de algunos hombres y mu
jeres que todos llegamos a conocer alguna
ves y que nunca arribarán a la publicidad
histórica ni cotidiana.
Pero estáis bien en esperar y estoy
seguro de que el día que aparezca en
Libro la aplaudiréis todos unánimes, in
mensamente agradecidos.
Los escritores, los que no acabamos de
entender que ha tiempo debiéramos ha
bernos acogido a la actitud de críticos
sabiendo qué terrible fatiga es construir
un libro en estrictez de arte y qué mínima
la probabilidad de acertar, no sólo sufri
mos, sino que nos marchitamos, pues no
hacemos el Libro y eu espera de hacerlo
perdemos totalmente la simpatía de es
perar encontrarla en las tentativas de
otros.
Yo n-o logré una ejecución hábil de mi
teoría artística. Mi novela es fallida, pero
quisiera que se me reconociera que soy
el primero que ha usado el prodigioso
instrumento de conmoción conciencial que
es el personaje de novela en su verdadera
eficiencia y virtud, que es ésa, la de con
moción total de la conciencia, y no la de
la ocupación trivial de la conciencia eu
un tópico particular, efímero, precario de
ella, y que con ello y algunos otros pen
samientos que van formulados en el con
junto del libro, encamino, hago más Re
gadora a esa Perfección que vosotros es
peráis, purificando, y ejemplificando algo
también, una severa doctrina del arte
literario.
Si me equivoco, no seré el primero ni
el último. Podéis sentenciarlo con todo
rigor.
Yo bien comprendo que mi obra os de
jará esperando la Perfección, quizá más
agudamente.. Si más agudamente, mi libro
sirvió.
Soy el alguno que adivinó que sabéis
lo que no es la Perfección.
Busca a su Hijo
A 1‘ II T T"
( Viene de la página 10)
(Viene de la página 9)
de una tan íntima debilidad de carácter
en los hombres quo más presumen de arro
gancia y fuerza con los débiles. Cuando
u» día y con paciencia exenta de las
¿rasiones del momento se analice el dra
ma de la ocupación europea por los ejér
citos alemanes, se dudará si lodo fué
fuerza de la ambiciosa y wagneriana Ale
inania o si gran parte de ello fué debi
lidad eongénita de Europa. Lo más inme
diatamente tangible en la lucha librada
por los dos colosos en la estepa es la
ausencia de los europeos. “ Finis Polonia ”
dijo un día Kosciusko. ‘ ‘ Finís animarEuropae” parece querer decirnos Malaparte. Pero el libro no es sólo una cons
tatación. Es un legado a los demás pue
blos del mundo. A fin de que comprendan
a qué 'grado de relajamiento y anulamiento pueden conducirnos el miedo a la lucha
y el pacifismo extemporáneo. Los hombres
buenos y rectos deben ser valientes. Si
no, ¡guay de ellos! El “ Vae victis” de
la historia incumbe a todos por igual.
E l libro de Malaparte ha evocado en
mí dos recuerdos literarios. Muy lejanos
entro sí, sea por su cronología como por
el contenido. El uno es “ L ’Úomo é for
t e ” , de Corrado Alvaro. Existe en “ Kap u tt” , como en el “ L ’Uomo é forte” , la
misma sensación de encierro, de sofoca
miento del individuo por un poderío ex
terior agobiador e irresistible que Alvaro
supo tan bien: describir en su obra. El
otro, no se extrañe el lector, es el- de
una obra ¿terdida en los siglos pero que
muchos indirectamente conocen por el uso
que do ella hizo Sienckiewicz con su
“ Quo vadis” . Es la primera novela, qui
zá con el “ Asno de Oro” , de Apuleyo,
de la antigüedad romana. El ‘ ‘ Satyricon ’ ‘
de Petronio. No por su tragicidad. El
¿laralelismo entre las dos obras hay que
buscarlo en la descripción sarcástica y
cruel que tanto Petronio como Malaparte
supieron hacer de una época y del servi
lismo de sus hombres. Sólo en Petronio
pueden hallarse personajes que sean tan
poco hombres, tan viciosos, tan inconsis
tentes. Como en “ K aputt” . . . Y en ello
está la raíz de todos los males, la mora
leja final de la obra. El drama de Euro
pa es el do su ruina espiritual. Es el
de la catástrofe de un conglomerado hu
mano, civilizado, educado, culto, que arro
llado súbitamente por un torbellino de
violencia mecanizada, se transforma en un
mundo de arribistas, de cansados, de ven
cidos. Y con ese propósito nos da Malaparte la razón de ser de su obra. Hay que
arrancar — dice— del corazón de los hom
bres el miedo, hay quo sacarles de la
dejárselo? Hago una petición, aunque sin
esperar que me la concedan: quiero verle.
Mas no insisto: el director me ruega que
espere al domiugo, por si acaso alguna
otra familia expresa también el mismo de
seo. Voy a ver dónde les han enterrado:
en el campo 147, avenida 9. Las tumbas
están- recién abiertas y no se diferencian
cutre sí, porque no hay ningún signo que
las distinga.
MANIAS, MIEDOS
y SUPERSTICIONES
H A K E S P E A R E h u b ie ra p re fe rid o m o
r i r a n te s que te n e r un g a to en su casa.
R ousseau creyó siem pre que u n fa n ta sm a
lo p erseg u ía.
A le ja n d ro D am as no poilín e s c rib ir u n a
n ovela m ás que en p a p el azul, u n a poesía
en p a p el am arillo y un a rtíc u lo en pupel
rosa.
C h arlie C haplin c onserva como m ascota
su 8 p rim ero s zapatos, y no h a y p elícu la
en que no se los p o nga p o r lo m enos úna
vez, po rq u e e3tirna quo le dan buena
su erte.
E l M arq u és D ’A ntonelle, e sc rito r p o líti
co del siglo X IX , cuando e sc rib ía te n ía a
su lado u n a p ila de p la to s. Los colocaba
su ce siv am en te en su cuello desn u d o y los
c am b iab a a m edida que se c a le n ta b a n p o r
que c re ía a sí re fr e s c a r “ los v a p o re s hirv ie n te s de su c ereb ro ” .
C o rn eliu s V a n d e rb llt, p rim e r m illonario
de la d in a stía , p o n ía cad a noche c u a tro
p la to s llenos de sal a l lado de los pies
de bu cam a, c o n el f i n de a le ja r los m alos
e sp íritu s .
S
mirada el espanto. Sólo así reconstruiréDios el alma de Europa, madre, cerebro
y corazón del mundo.
Nada puede mantener enhiestos espi
ritualmente a aquellos cuya carne es tan
duramente probada. Flaqueada la carne,
cede el espíritu. E l mundo no está for
mado generalmente por héroes ni por
candidatos al heroísmo, sino por gente,
que en su gran mayoría, es sencilla, quiere
vivir, y por vivir puede sacrificar lo mucho,
lo que queda. Hay que borrar pues del
mundo el espíritu de la violencia. Porque
si este influjo maligno se desata, pocos
hombres, pocas minorías arrastran al res
to. Los decididos triunfan de los débiles
y éstos no harán más que ceder y obede
cer. Y los resultados de todo ello los
vivimos.
Si la historia es fundamentalmente una
gran ejem plificados, de causas y efectos,
“ K aputt” , para nosotros, es un gran
trozo de historia vivida.
LA MEDIDA
DEL H O M B R E
E
L B ra s il no se p a re c e a
n in g ú n o tro p a ís y, p a
r a ju z g a rlo , h a y que clv id a r n u e s tro s p u n to s de
v is ta e uropeos. L a im p re
s ió n d o m in a n te es que la s
re la c io n e s d el h o m b re con
la N a tu ra le z a
(pongam os
u n a m a y ú sc u la ) son com
p le ta m e n te d is tin ta s que en
n u e s tro s p a í s e s d e clim a
te m p la d o , en n u e s tr a v ie ja
E u ro p a , e x p lo ta d a y c iv ili
z a d a d e s d e h a c e s ig lo s .
C uando el sofisma P ro tág o r a s d e cía que “ el h o m b re es
la m e d id a de la s c o sa s” , ex
p re s a b a u n a v e rd a d m e d ite
r r á n e a , p e ro e s ta v e rd a d se
c o n v ie rto en el N uevo M un
do en n n e r ro r m a n ifie sto ,
so b re to d o en la A m érica
d e l S u r, en d o nde el ho m
b re p ie rd e to d o sen tid o de
p ro p o rc ió n con u n C o n ti
n e n te dem asiad o g ra n d e p a
r a él. L a s m e d id a s b r a s i
le ñ a s d e sa lie n ta n in clu so la
im a g in a c ió n d e l N o rte a l
S u r, o b ie n , d el E s te al
O este. E l B ra s il tie n e c u a tro
m il k iló m e tro s ; su s u p e r fi
cie a lc a n z a c a s i n u e v e m i
llo n e s de k iló m e tro s c u a
d ra d o s ; F r a n c ia o c u p a ría
t r e s veces uno de los E s
ta d o s, p o r ejem plo, e l de
P a r a o el A m azonas, quo
en sum a no son sino dos
d e los v e in tiú n E s ta d o s del
B ra sil.
E s ta n a tu ra le z a — no con
c e b id a p a ra n u e s tr a e sc a
la — , a p la s ta a l h o m b re por
su p o te n c ia : h a b la n d o p ro
p ia m e n te , es in h u m a n a . Se
lo a d m ira , p e ro el s e n ti
m ien to in s tin tiv o es de te
m or, y no se tie n e con ella
a fin id a d e s. E l clim a de los
tró p ic o s te rm in a p o r d e s
c o n c e rta r a l europeo, que
que no reconoce el ritm o
de la s e sta c io n e s, p orque,
en re a lid a d , no la s h a y :
a lo m ás u n a e sta c ió n sec a
y u n a de llu v ia s que se
su ced en c a s i sin tra n s ic ió n .
C uando el sol b r illa todos
los d ía s con u n a zu l g a
ra n tiz a d o , o b ie n cuando el
cielo d e ja c a e r u n aguacero
d ilu v ia n o , se p ie rd e e l sen
tid o d el tie m p o bajo itun
cielo que no se re n u e v a.
M ás fu e rte to d a v ía es osa
se n s a c ió n de p o te n c ia p e li
grosa, de la n a tu ra le z a c u a n
do uno se e n c u e n tra con
la selva. L a selva, e n tre
n o so tro s, se h a vuelto u n
s e r débil, que h a y que p ro
te g e r, p o rq u e d e s a p a re c e ría
se g u ra m e n te si no fu e ra ob
je to d e u n a a te n c ió n de to
dos los in s ta n te s , c o n fia d a
a u n c uerpo de fu n c io n a rio s
esp e c ia liza d o s. L a v a lo ra
c ió n d e l suelo, es d e cir, en
POR
ANDRÉ
SIEGFRED
su m a la c iv iliz a ció n , e s tá p e lig ro es el exceso de f a
h e c h a a sus e x p en sa s. A quí, cilid a d .
al c o n tra rio , no e s tá sino
P e ro , en sen tid o opuesto,
a p e n a s c o n q u ista d a ; a la
se tro p ie z a con u n p elig ro
m en o r in a d v e rte n c ia se v e c o n tra rio : es de u n a m asa
r ía q u e g a n ó s o b r e e lla . de n a tu ra le z a im p e n e tra b le ,
E s te c a lo r húm edo y co n s im po sib le de v e n ce r. L a i n
ta n te , g e n e ra d o r de u n a v i m e n sid ad , que p ro p o rc io n a
d a b u lle n te e in v a so ra , no b a u n a b a se m a g n ific a a la
es b en év o la p a ra el hom bre. c o n fia n z a, se vuelve e n to n
P o r lo m ism o, la s riq u e z a s ces u n a fu e n te de d e sa lie n
in m e n sa s n a tu ra le s d e l C on to . Y de u u lado como del
tin e n te ib e ro a m e ric an o d e o tro , a n te la s fu e rz a s n a tu
ja n u n a doble y c o n tra d ic ra le s, le fa lta al h o m b re ese
to ria im p re s ió n : en p rim e r sen tid o d e la p ro p o rció n ,
lu g a r, la ju s tific a d a con g e n e ra d o r de d is c ip lin a que,
fia n z a que e sta s riq u e z a s m ás que c u a lq u ie r o tro r a s
son ilim ita d a s , in a g o ta b le s : go, c a ra c te riz a in d u d a b le
y luego, a l m ism o tie m p o , m e n te el esfu erzo económ i
la c o n cien c ia que, a d e sp e co se c u la r de E u ro p a.
cho d e la s a p a rie n c ia s , su
A sí, el su d am e rica n o es
e x p lo ta c ió n e s d i f í c i l , y p o r m om entos u n v encedor,
que, en d e fin itiv a , su con y en o tro s u n vencido, p e
q u i s t a p e r m a n e c e s ie n d o ro m ás ra ra m e n te u n co
p re c a ria .
la b o ra d o r re g u la r de la n a
tu ra le z a . L a v id a e conóm i
R e s u lta b a n ú tile s e sta s ca a p arec e en to n c es como
o b serv ac io n e s p o rq u e ilu s u n a su ce sió n de te n ta tiv a s ,
t r a n la s c o ndiciones de la a lg u n a s de la s cuales o b
v id a económ ica, s u b ra y a n d o tie n e n u n triu n fo b rilla n te ,
la n e ce sid a d de ra z o n a r en y o tra s u n d e sc a la b ro d es
fo rm a d is tin ta que en los p u é s de u n b re v e é x ito :
v ie jo s p a íse s e u ro p e o s. . . to d a s n e ce sita n , a l cabo de
E l c am pesino fra n c é s co la c ie rto tiem po, a lg u n a reno
b o ra con la n a tu ra le z a , con v a c ió n — y a sea porq u e el
la s e sta c io n e s y, de e sta co suelo se h a agotado tem p o
la b o ra c ió n nació u n vínculo ra lm e n te , y a sea porq u e los
com plejo que es como la su g rá fic o s de e x p o rta c ió n d is
m a d el in te ré s , d el s e n ti m in u y e n y f a lta el b u e n
m iento, c a si de la a tra c c ió n m ercado re m u n e ra d o r.
físic a . L o s p ro d u c to s d*I
D e a h í, sin d u d a , e sto s
suelo no son d ad o s, pero, choques, su b id a s y b a ja d a s
d e sp u é s de todo, el r e s u lta en la v id a de los negocios:
do e s tá re la c io n ad o con el c ris is c a ta s tró f ic a s que se
tra b a jo p ro p o rcio n ad o , de suceden a l o s
v io le n to s
t a l m a n e ra que el c u ltiv a b o o m s : de a h í ta m b ié n la
d o r lle g a a a m a r su e s fu e r n e ce sid a d de c a m b ia r de
zo, lo que es el fu n d a m e n to cuando eu c u an d o el p ro d u c
de u n a m o ra lid a d , la fu e n te to que s irv e de b a se f u n d a
y o rig e n d e u n a n o rm a do m e n ta l a la p ro s p e rid a d . E l
c o n d u cta.
a z ú c a r, e l oro, el caucho, el
E l suelo d el B raM l — ca- café fu e ro n su ce siv am en te
si v irg e n — no exige d el los a c ic a te s d e la p ro s p e ri
p la n ta d o r u n a la b o r a n á d a d económ ica b ra s ile ñ a ;
loga.
a h o ra es el alg o d ó n y, n u e
V a rio s c u ltiv o s, so b re to v a m e n te, el que se a p a ra el
do en el N o rte, se asem ejan e q u ilib rio n e ce sario que ella
a la re c o le cc ió n de los f r u supone, no m odifica en su
to s, C uando la tie r r a d a m a la p ro fu n d a e s tr u c tu ra
sig n o s de cansancio, no hay do ese ex cep cio n al com plejo.
m ás que c a m b ia r de sitio,
A n o so tro s el c o m p re n d e r
y so v a u n poco m ás lejos, que ese d e sa rro llo en cohe
p o rq u e el espacio es in fin i te s sucesivos, con fa s e s a l
to . E n la s e x p lo ta cio n e s de te rn a d a s de e x a lta c ió n e s
im p o rta n c ia c a s i fa b u lo sa, p lé n d id a y de d e p re sió n ,
como lo son a lg u n a s fazen- re sp o n d e a c o ndiciones n a
d a s, se e n c u e n tra n a m e n u tu ra le s , que c o n stitu y e n ju s
do, a l lado de la s p la n ta ta m e n te la p ro fu n d a p e rso
ciones a c tu a le s la s a n tig u a s n a lid a d de u n C o n tin e n te y
p la n ta c io n e s a b a n d o n a d a s y n e c e s ita n , p a ra su poblac ad u c a s. L a c o lonización se m í'n :o y su v a lo ra c ió n , u n a
h a ce en p a rte p o r e sa t r a s ■política e sp e c ia l que con
la c ió n y m u d an za, d eja n d o c e r n e ría la co lo n izació n si,
d e trá s d e e lla m enos t ie p o r u n a s u e rte p a rtic u la r,
r r a s c o n q u ista d a s, so b re las el B ra s il no p roced e ra a
c u ales so a p o y a u n nuevo e s ta c o n q u ista en su p ropio
avance, que esp a c io s te m te rrito rio en donde la n a
p o ra lm e n te u sad o s, v o lv ie n tu ra le z a , i n d e f i n i d a m e n t e
do h a s ta n u e v a o rd e n a l p ró d ig a , no se c a n s a n u n c a
b a rb e ch o . E n e ste caso el de a b a s te c e r.
Ahora, como es natural, nadie se niega
a hablar, .iesi me lo cuenta todo. Cuando
nos sc¿mramos en Poggio Mirteto, en el
mes de octubre, Giorgio se unió a loa pa
triotas italianos, ingleses y norteamerica
nos y vivió con: ellos en pleno campo, en
las casas de los campesinos. Pero aquello
no le bastaba, no le interesaba. Do cuan
do en cuando iba a Poggio, donde tenía
varios amigos. (Ya lo sabíamos, uno de
ellos era E . . . ) . Estas idas y venidas aca
baron por inquietar a sus compañeros quie
nes tal vez no le ocultaron su inquietud.
Por eso es por lo que vino a Roma, para
buscar documentos, la garantía de que al
guien respondería por él. Jesi le presentó
a quien podía dársela. Pero algunos días
más tarde le volvió a encontrar en Roma.
„Ya no me marcho, le dijo, he encontrado
un empleo aquí.” Había empezado a tra
bajar con e! “ G A P” *. Se había encon
trado con Gian Franco Mattei, ayudante
de Natta, profesor de química industrial
en el Politécnico de Milán. El profesor.de
química y el sargento de minadores se
completaban el uno al otro. Su nombre de
guerra era Lamberto.
Cuando ocurrió el atentado del hotel
Plora (el 18 de diciembre), y se ofreció
una prima de 300.000 liras (los carteles
están aún pegados en las paredes y yo
mismo los he leído) Giorgio le dijo a la
señora Jesi:
“ 300.000 liras son mucho dinero; al
guien nos venderá” . Ese alguien fué uir
tal Amidei, o al menos un tipo que se ha
cía llamar asi y que desapareció en segui
da. Como consecuencia de su denuncia, dos
compañeros de Giorgio fueron detenidos:
uno de ellos habló en cuanto le pegaron
y les dió la dirección del laboratorio. Gian
Franco y Giorgio fueron detenidos en él
y llevados desde allí a la Yia Tasso. Gian
Franco que temía no poder resistir ql
interrogatorio’’, se suicidó, colgándose
con los tirantes.
Giorgio resistió valerosamente y no
abrió la boca. Su mejor amigo y jefe di
recto, Antonello Trombadori, se dejó de
tener por lo mucho que le quería. Inquieto
por su ausencia, fué al laboratorio, le
llamó silbándole y entonces lo detuvieron.
Pero pilló la sarna cuando le llevaban a
Tasso y tuvieron que llevarle a la enfer
mería de Regina Coeli. Esperan que se
salvará, porque es muy hábil y muy inte
ligente. Su prometida, la intrépida Fulvia,
me ha hablado también. La señora Jesi
me cuenta que Giorgio le decía a Fulvia:
“ Tú crees que he nacido para esta vida,
pero en realidad no pienso más que en la
arquitectura. Y, sin embargo, hoy hago
lo que debo hacer” . Los periódicos de es
ta noche anuncian que se han lanzado
bombas de mano sobre un cortejo repu
blicano en memoria de Nazzini: Es la res
puesta a las ejecuciones del fuerte Bravetta.
Vuelvo por tercera vez a la via Tasso.
Un jorobadito me precede y entra antes
que yo. El italiano del garage, me confía
a un soldado que sale con dos cubos, des
pués de explicarle mi situación. El soldado
me hace seña de que espere y me muestra
un ángulo del descansillo, del que no debo
moverme; luego repite las órdenes que me
ha dado al centinela, para que me vigile.
Al fin me acompaña ai primer piso y me
confía al triste muchacho del día antes.
Este me hace seguirle a lo largo de un
corredor, entra en un despacho y vuelve i
salir, diciendo, “ que tienen que hacer”
To le pregunto si les ha dicho que he
venido ya dos veces. E l me asegura que
sí, me dice que vuelva el lunes o martes
y me deja. Espero a que se aleje y entro
en la habitación. Un civil está sentado
detrás de un “ bureau” y, cerca de él, un
soldado escribe a máquina Enfrente hay
uir oficial sentado ante otro “ bureau” :
el jorobadito, que también está allí, debe
de haber terminado su “ servicio” . Mez
clando el italiano y el alemán dice que
aquella es la tercera vez que voy y que
“ ich kann niclit mehr hier bleiben” . En
seguida, el civil que habla muy bien el
italiano, me pregunta:
“ ¿De dónde viene, si no vive en Ro
m a?’ ’
A mí me da la sensación de haber caído
en urea trampa, pero le contesto:
“ Vengo de Poggio Mirteto.”
“ ¿Cuándo llegó?”
“ E l viernes por la noche.”
“ ¿Cómo se llam a?”
“ Labo.”
E l civil se vuelve hacia el oficial: “ Er
ist der vater des ersehossenen Labo.”
Despiden al jorobadito y me hacen sentar
en su sitio, cerca del oficial. Después, el
intérprete me dice: “ Buen pillo le salió
el h ijo.” A mi me entran inmediatamente
tentaciones de contestarle que cómo le sa
lieron1 los hijos a su padre; pero pienso
en Enrica y le contesto solamente: “ No
he venido aquí para oír apreciaciones de
la conducta de mi hijo.” Se vuelve hacia
el oficial y comenta: “ Er will nicht davon reden.”
Y yo prosigo: ‘ ‘ Sino solamente para
retirar un recuerdo suyo, si es posible ”
Consulta al oficial y luego le habla
a un soldado, que sale: yo saco en con
clusión que han decidido darme urea satis
facción y que han ido a buscar lo que
pido.
Yo lo digo:
“ Por otra parte, si quiere darme deta
lles de lo que hacía, le quedaré muy agra
decido, porque yo no sé nada.”
“ ¿Quiere saber lo que hacía? Era un
SA-BC-TBA-DOR. Fabricaba máquinas mortí
feras, bombas explosivas.”
“ ¿Pero estáu seguros de que era él
quien las fabricaba!”
“ Completamente seguios, porque le he*
G ru p o s do a cc ió n p a trió tic a .
�ca b alga ta
H AB LA
ANI1H1D HllSlIZ
REPRESENTANTE DE
SAL VA T EDITORES S. A.
Jo v en , dinám ico y eficaz p ro p u lso r
do la in d u s tria e d ito ria l, A ntonio
M uñoz — de o rig en español— es el
r e p r e s e n ta r te y d is trib u id o r ge n eral
p a ra A m érica de la firm a S a lv a t
E d ito re s S. A., con sede en la c iudad
d e B u en cs A ires.
Su so lv en cia com ercial y su dom inio
del p ro b lem a do la c ita d a in d u s tria
nos h a llevado a e n tre v is ta rle a fin
de o fre c e r a n u e stro s lecto res su
a u to riz a d a p a la b ra .
SOLO SUFRE QUEBRANTO EN SU VENTA
AQUEL LIBRO DE VIDA EFIMERA
Inconveniente en Colombia.
Un comienzo poco auspicioso.
• Acerca de la ley de ayuda.
U
N cúmulo de facturas, correspondencia
a contestar, empleados que solicitan ór
denes, obreros que traen y llevan paque| tes. forman el marco ordinario en que
Antonio Muñoz desarrolla sus actividades
diarias en la sede de Salvat Editores S. A.
Pero cuando su secretaria le anuncia que
e! cronista de Cabalgata desea inquirirle
acerca del momento editorial, suelta su
cigarrillo y, tras eludir escritorios y mam
paras que obstaculizan nuestro encuentro,
pronto sella con un rudo apretón de manos
mía naciente amistad.
Nervioso, sólo atina a decirnos — con
indudable modestia,— que poco pueden in
teresar sus palabras; pero, a poco que
hurgueteamos, nuestra tarea se torna fácil.
—¿Cuál es su opinión sobre el momento
editorial, señor Muñoz? — inquirimos.
— Un pesimismo me domina al intentar
responderle, amigo cronista.
—¿A qué obedece ello?
—Es que la situación del mercado exte
rior —me refiero, claro está, a Sudamérica— tiende a empeorar. Veamos, en Chile,
para comenzar: allí los libreros no reciben
nuevos cupos, que sólo se les oto-gan por
cuentagotas; en Colombia, se nos piden
requisitos muy difíciles de llenar, por cuan
to ellos requieren grandes desembolsos para
cada factura; en los demás países, la si
tuación és idéntica a la del año anterior.. .
En £in, el tiempo dirá; yo sólo les pinto
el momento a la entrada del añ o. . .
—Quiere decir, en resumen. ..
—Que no comienza mejor que 1947, sino
peor, pues ahí tienen1 ustedes como ejem
plo el inconveniente que surge en Colom
bia, para citarla sólo como ejemplo. Pero,
entre tanto, resulta simpático señalar
a Venezuela, país que cumple con una re
gularidad ejemplar.
—¿Acerca de esa ayuda oficial ?. . .
—Ella no deja de ser una ayuda, y en
medio do la crítica situación de las edito| ríales, entiendo que en algo las aliviará.
—¿Cree usted que el libro español es un
competidor del nuestro?
—No, no lo es. En períodos anteriores,
existía una concurrencia mayor de libros
peninsulares en estos mercados. Ocurre que
algún editor local creerá que al venderse
un libro español, la venta de sus propios
libros disminuirá. Si son buenos, se ven
derán los dos libros. Quien se preocupa de
brindar buenos temas, esmerada presenta
ción, autores seleccionados, nada debe te
mer, pues, nuestro público responde a la
calidad.
—¿Tiene alguna experiencia que rela
tarnos acerca del ambiente local?
—En él se está sufriendo un descenso
de la venta; ello repercute en el librero
' exportado.- y en el que no lo es, pues éste
encuentra que el mercado no le responde
(Viene de la página 12)
toos detenido en el mismo local donde las
bacía. ’’
“ ¿Y saben si esas bombas han sido
™>pleailas? ’ ’
"Desde luego. Nos han costado la pérdida de muchísimos coches blindados de
bis fuerzas armadas alem anas.”
Mientras habla, ha sacado un1paquete de
fotografías y se las ha ent egado al o fi
cial, quién me las va dando, una a una.
Son unas fo t03 perfectas, a la alemana.
Una pequeña caja rectangular, de la
loe salen dos clavitos, en forma de ba
cila. Una cubierta de un grueso libro
•otiguo, que recubre una caja de cigarribos Una clavija de palastro y otros ob
jetos de diversas formas. Al fin1, una gran
®esa, cubierta de bombas grandes y pe
ceñas, colocadas las unas junto a las
0,1as. Mientras las contemplo y digo que
tan perfectas que cualquiera las creer*a fabricadas por un obrero muy hábil,
®o dice?
‘ Usted mismo comprenderá que no po
“ amos dejar vivo a sem ejante individuo.”
Euego, dejando las fotos, continúa el
•aterrogatorio:
íPor qué no se ha presentado cuando
* detuvieron?”
“ Porque iro sabía nada.”
¿Cuándo se enteró?”
El mié coles pasado. ‘ *
"¿Cómo?”
Por una llamada telefónica de un des
nocido oue se decía amigo suyo, y don
an me decía que estaba muy enferm o.”
como acontecía dos años atrás. Ello no se
debe a la disminución de la capacidad lec
tora del pueblo, pues se lee tanto o más
que antes, sino que ha sufrido un que
branto la capacidad adquisitiva.
—i Algunas razones de ella ?. . .
—La enormidad de problemas diarios
que acucian al hombre, y que parecen ha
berse agudizado en nuestra era moderna,
la inquietud del ser que vive atento a la
hora política o económica o social, que le
obliga a la lectu -a repetida del periódico,
la prisa del siglo, e tc .. . .
— Pero. ..
— Déjeme terminar. . . Recalquemos que
en esta baja de venta, quien más sufre es
el libro de vida efímera, y ahórreseme se
ñalarlos, amigo cronista,
— Entendido.
— Lo he podido observar en la vida co
tidiana de Buenos Aires, especialmente en
mis viajes ciudadanos; hasta hace poco
tiempo, el lector común portaba bajo el
brazo algún libro que distrajera su ocio
cotidiano, rasgo característico que hoy se
torna más difícil de observar. Y ello nos
dice, seguramente, que quien no sufre ma
yores altibajos en la venta es el libro que
responde a consultas, los tratados, o en
sayos medulares. . .
— ¿Qué novedades tiene para el año en
curso la firma que usted representa?
— En primer término, aparte de las con
sabidas novedades de importancia médica
que constituyen nuestro fuerte, lanzaremos
el ‘ ‘ Breviario de la Historia del Mundo
y do la Humanidad” , debido a la autori
zada pluma del escritor José Pijoan, en
dos volúmenes. Esta obra, por su ameni
dad y la entidad reconocida del autor, lle
gará a constituir un éxito editorial poco
común.
— ¿Otros títu lo s ? ...
— En nuestra conocida colección ‘ ‘ Sur
co ’ ’, lanzaremos tres tomos más, que irán
a agregarse a los 16 ya editados; titúlanse
‘ ‘ La Locura” , ‘ ‘ La Vida en los Mares”
e ‘ ‘ Historia de Oceanía” . Por último,
puede poner también que, dentro de dos
meses a más tardar, estará en venta el
segundo tomo de la tercera edición de la
‘ ‘ Historia del Arte ’ ’, la ya conocida obra
de José Pijoan.
Pocos minutos más y nuestra entrevista
cordial ha terminado, pues Muñoz -—con
su sonrisa nerviosa, pero framcachona—
debe reintegrarse al ritmo de su editorial,
donde se oye el agitar continuado de pa
quetes de libros.
Millares de obras prestas a iniciar el
viaje para el anhelado encuentro con el
lector, nos dicen de la actividad desplegada
por Muñoz en aquella iluminada oficina
de la calle Lavalle y Reconquista.
O. 11.
(Espero con terror a que me pregunte
donde he recibido esa llamada telefónica,
pero él no me pregunta nada.)
‘ ‘ ¿Cuándo ha llegado a Roma?”
‘ ‘ El miércoles pasado. ’ ’
‘ ‘ ¿Y desconocía la hermosa labor que
su hijo estaba realizando en Roma?”
‘ ‘ Nos había dicho que se había inscrito
eir la Universidad para preparar sus exá
menes y que había conseguido la docu
mentación necesaria.” (Veo que el oficial
debe comprender el italiano, porque él y
el otro cambian una mirada de aproba
ción.)
‘ ‘ ¿No sostenía correspondencia con é l? ”
‘ ‘ Muy irregularmente, porque el correo
entre Roma y Génova funciona muy m al.”
Me doy cuenta de que acabo de cometer
una torpeza, porque él me pregunta:
‘ ‘ ¿Gómo? ¿Génova?”
‘ ‘ Sí, Génova, Milán, Bolonia, toda la
Italia del Norte. Nosotros dirigíamos nues
tras cartas a la lista de Correos (pero no
estoy muy seguro de que la corresponden
cia de esa clase está perm itida); le es
cribía cuando encontraba medio de ha
cerlo.” El soldado ha vuelto con un
saquito que coloca delante del intérprete,
en el ‘‘ bureau” . Me levanto y me acerco
a él. El saco lleva los nombres de Mattei
Labo y otro nombre que no logro leer.
El intérprete lo abre y saca de él su cor
bata verde con rayas rojas; después dos
estilográficas, dos pares de anteojos. Y o .
|t voy reconociendo y separando las cosas de
mi hijo. Después pido una bufanda roja
que llevaba siempre. (M afai la quiere co
mo recuerdo.) E l intérprete me dice:
‘ ‘Aquí no hay más que lo que llevaba,
porque le hemos detenido en la calle y
no hemos conseguido averiguar donde vi
v ía .” Lo dice con rencor y yo le con
testo: ‘ ‘ N i yo tampoco.”
Me muestran su tarjeta de identidad
para la lista de Correos, su carnet de abo
no de los tranvías y ferrocarriles. Es una
identidad sucinta. No se menciona en ella
ni a su madre ni a Génova. Tomo las dos
tarjetas, pero el soldado me las quita y
el intérprete me dice: ‘ ‘ No devolvemos
los documentos.”
‘ ‘ Al menos, deme las fotografías. ’ ’
Las despegan con cierta habilidad y me
las entregan. Son diferentes. Yo conozco
una de ellas; en la otra aparece coir el
bigotito recortado que se ha dejado por
fin. El oficial tiende la mano, pidiéndo
melas Yo le doy la prime"a y él me mira,
esbozando una sonrisa de simpatía. Casi
diría que está conmovido, si eso fuera
posible.
Luego aparece la tarjeta de abono de
Gian Franco. Yo miro la foto por curio
sidad. El intérprete me dice: ‘ ‘ Ese es
el hombre que ha perdido a su hijo ’ ’, y,
al cabo de una pausa: ‘ ‘ Se ahorcó en la
cárcel, poco después de qué lo detuvieran. ’ ’
Finalmente, sale la cartera que llevaba
con é l: mi famosa cantera de imitación1
de cocodrilo. El soldado ha sacado el
dinero y cuando encuentra en ella un bi
llete de mil liras, exclama asombrado, casi
indignado: ‘ ‘Ach, tausend lire.”
Mientras cuenta el dinero, yo vuelvo a
mirar en la cartera y no encuentro más
quo nuestras dos fotografías. Se las mues
tro, sobre todo la mía, como prueba de
mi identidad (hasta ahora no me había
dado cuen-ta de que no me había pedido
ningún papel), pero el oficial y el civil
me dan a entender que no necesitan prue
ba alguna.
Todos deseamos ahora terminar cuanto
antes El soldado ha anotado en una hoja
de papel la lista de los objetos reunidos
en la mesa y me pide una dirección. Yo
lo respondo para desviar su atención cons
tante sobre Génova: ‘‘ Bolonia, via Independenza, 125.”
Añade la dirección a su lista y me
hace firmar un recibo. Reúno las cosas y,
después de un saludo rápido, salgo mucho
más aliviado.
En seguida voy al Verano, donde el
director me da inst-ueciones para que me
entienda con Sallustri, mañana por la
mañana.
I
12 de marzo.
Cario me acompaña al Verano. Me han
hablado tanto de los cadáveres desfigura
dos por las balas, que le digo que mire
él primero. Después me dirá si yo también
puedo mirar. Cuando el funcionario abre
el ataúd, viene y me toma del brazo: ‘ ‘ Tú
también puedes iui-ar. ” Le miro. E3tá
muy bello. La serenidad que tenía antes
de morir no ha desaparecido aún de su
rostro. Duerme, con los ojos semicerrados,
pero con un sueño grave, lleno de calma
y de pensamientos. Y no tiene solamente
bigote sino también una barba espesa,
sombría, en forma de collar. Seguramente
tuvo que dejársela porque le prohibían
afeita'se. No tiene más que una herida:
en el pómulo derecho hay un pequeño ori
ficio de donde han salido sangre y pus
que, cuando le extendieron sobre el ataúd,
hair corrido sobre la mejilla, dejando una
pequeña huella.
El ataúd está hecho de cajones. Las ta
blas están tan mal unidas, sobre todo las
do la tapa, que la tierra ha entrado dentro
de él y cubre parcialmente el cuerpo. Se
ve claramente que al bajarle al ataúd, su
zapato derecho, falto de co'dones, se ha
caído: es uno de los famosos ‘ ‘ Alexanders ’ ’ de Folglino, que tanto le gustaban.
Alguien, impacientado, lo ha tirado den
tro del ataúd, y el zapato ha caído sobre
el pecho de Giorgio Ahora, volvemos a
colocárselo, estirando el calcetín violeta,
muy gastado, por-euya punta asoman1 los
dedos del pie.
Por la noche, vuelven a telefonear de
Lavagna: y yo contesto de nuevo que
sigo con mis averiguaciones.
13 de marzo.
Quiero que los demás puedan verle tam
bién tal y cómo ha quedado. He con
seguido que Santangelo me p estara una
máquina fotográfica y le he rogado a Mafa i que venga conmigo para hacer un
dibujo. La señora Antonietta, Jesi y su
mujer, vienen con nosotros. Volvemos a
descubrirle, bajo un sol claro y limpio.
La máquina es excelente (pero de meca
nismo nuevo para mí y yo no me siento
con ánimos de estudiarlo). ¡ Si hubiera
podido encontrar a Lattuadal Mas nin
guno sabe decirme donde vive. Muchos
alemanes pasan continuamente hacia su
cementerio, que está cerca de aquí, pero
afortunadamente, ninguno de ellos mira
hacia nuestro lado.
He citado también al plomero, al que
he encargado un ataúd de plomo. Cuando
ve el ataúd abierto, dice: ‘‘ Cualquiera
diría que es un mártir” , y, espontánea
mente, me hace una rebaja del precio con
venido. La señora Jesi, que se ha apartado
un poco para llorar, me cuenta que un
día, preocupada por los peligros a que
se exponía Gkrgio, le ha dicho: ‘‘ Haz lo
que quieras, pero piensa en tu madre.”
Y él la contestó, poniéndole la mano en
el brazo: ‘ ‘ Señora, no me hable de mi
madre, no toque nunca esa cuerda.”
14 de marzo.
En un pequeño café de la plaza Flaminio, Jesi me ha presentado a un amigo
do Giorgio que, desde el mes de noviembre,
compartía su habitación con otro camara
da. Nosotros habíamos creído que, verda
deramente, es.aba ‘ ‘ sin domicilio fijo ’ ’,
porque nos daba siempre direcciones dis
tintas de casas de sus amigos, y nos es
15
LAS NOVELAS
DEL E X i S T E N C I A L I S M O
Según los propios cultivadores de esta tendencia filo
sófica, el existencialismo, en cuanto a concepto del
m undo, adquiere su más viva plasmación en la novela,
al personificarse en series y situaciones concretas, mejor
que en ningún otro género.
La Editorial Losada ha contratado con derechos e x
clusivos la traducción castellana de toda la obra litera
ria. novela, teatro, ensayos de J ean -P aul Sartre.
ACARAN D E
PU B L IC A R S E
LA NAUSEA .................................................. § 6-~
E1 libro que reveló a Sartre y que condensa novelesca
mente una experiencia literario-metafísica del más su
bido interés.
EL MURO ...................................................... $ 9 Cinco novelas cortas, rebosantes de fuerza y novedad.
Prólogo por Guillermo de Torre. Ilustraciones y vi
ñetas de Luis Seoane. Un volumen encuadernado de
“La Pajarita de Papel’’.
EN
P R E N S A :
Los C aminos de la L ibertad
I. LA EDAD DE LA RAZON
II. EL APLAZAMIENTO
T eatro : LAS MOSCAS. A PUERTA CERRADA.
MUERTOS SIN SEPULTURA. LA PR O STITU
TA RESPETUOSA, (un volumen).
EDITOHIAL LOSADA s . a .
ALSINA 1131
Montevideo1
Lima
cribía con tanta prudencia y precaución
oue, muchas veces, le hemos acusado de
hacerse el misterioso con la vanidad pro
pia de un conspirador principiante. No
lo hacía por vanidad, sino porque pensaba
en nosotros, porque no quería unirnos a
su destino. Pero tenía una casa, una casa
decente. La noticia me consuela. Su amigo,
un hombre muy alto, se nos presenta bajo
el nombre de ‘‘ Colas” , excusándose por
no poder darnos su nombre verdadero.
Me habla coir respeto, como a un padre
y un padre en mi estado. Me dice que
Giorgio era el centro de la actividad de
todo su grupo. Recuerda que dos veces,
Giorgio le hizo leer o le leyó varios pa
sajes de nuestras cartas, para que apren
diera a conocemos. Una de ellas, de
Enrica, le decía: ‘ ‘Haz lo que quieras,
pero piensa en tu madre.” (La misma ad
vertencia que le hacía la señora Jesi.)
La otra era mía y le decía en ella: ‘ ‘ Ha
gas lo que hagas en Roma, tú sabes muy
bien que si volvieras, no te impediríamos
que lo siguieras habiendo aquí; y po
drías hacerlo mejor y con mucha más
libe'tad” (son las palabras de un in
sensato o, al menos, de lo que yo era,
de un ignorante).
Colas, querido Colas, espero con toda
mi alma que algún día volveremos a
vemos.
Esta noche vuelven a telefonear desde
Lavagna. Después de asegurarme de quo
Gigi está sólo al otro extremo del hilo,
le digo, cruda, brutalmente, la verdad.
Me ha parecido que le veía palidecer Me
recomienda que vuelva cuanto1antes, por
que Enrica no puede más. Me he acos
tumbrado a hablarle todos los días, pero
esta vez le dejo eir seguida. Mañana iré
al Continental, a pedir un billete para
Florencia.
15 de marzo.
Esta mañana hemos vuelto a llevarle al
depósito de cadáveres, para que el plomero
pueda colocarle en el ataúd de plomo.
Le hemos sacado, hemos vaciado la tura
ba. Le he lavado, le he peinado y, horro
rizado, he descubierto un gran hematoma
que tenía detrás del oído derecho. Le he
ajustado bien el sobretodo, dándole en lo
posible ese aspecto o. denado que tanto le
gustaba, y le he besado por última vez.
Todo esto bajo un intenso bombardeo, en
medio de loeas corridas hacia el abrigo
BUENOS AIRES
Santiago de Chile
de las catacumbas franciscanas. No he
podido encontrar al plomero en la tienda,
en su casa ni en el cementerio. Pienso
que voy a dejar a Jesi encargado de los
últimos cuidados Desayuno con Santan
gelo en el ‘ ‘ B uco” , donde los dos solían
ir juntos. El restaurante está lleno de
alemanes, como siempre. Hábilmente, easi en sus mismas narices, le devuelvo el
aparato fotográfico prohibido.
Para demostrarme lo prudente que ha
bitualmente era Giorgio, Antonio me cuen
ta que un día, él, Jesi y otros más Ínter
vinieron en una disputa entre desconocidos,
provocada por un oficial italiano; y que.
cuando al fin salieron del restaurante,
Giorgio protestó y dijo que ‘ ‘cuando no
so tiene razón, al menos hay que saber
callar.” (Yo recuerdo las veces que me
ha dicho que si quería comprometerme,
lo hiciera por algo serio, no por el gusto
de contar chistes en el autobús.) Me ha
bla de las discusiones acerca de la arqni
tectura moderna, quo solían mantener, y
de cómo había querido mostrarle a Gior
gio los peligros de esa clase de arquiteo
tura. 1 ero Giorgio la defendía, se mos
traba intransigente eir ese punto y llegaba
muchas veces a embarazarle. Para él, la
arquitectura activa no podía ser más que
simple arquitectura, es decir, arquitectura
moderna. Me cuenta que una vez lo llamó
Giorgetto, para distinguirlo de un amigo
del mismo nombre. Aquello no lo gustó,
se lo dijo a Jesi y tuvieron una explica
ción. Pero yo le digo que, ni aún de niño,
Giorgio no consintió minea que le llamaran
Giorgetto.
Vuelvo al pequeño café de ln -daza Fiaminio, para encontrarme con Jesi. Guttuso
le acompaña. Me pregunta, en nombre de
sus camaradas, ciertos detalles biográficos,
y me pide unas fotografías, para sacar
de ellas unos dibujos. Yo le digo que
hemos sentido mucho que no nos acom
pañara el otro día.
Vamos luego a casa de Jesi, donde me
esperan sus papeles y efectos, ordenados
con1 todo amor por Colas y Fulvia y lle
vados allí por su casera. La señora María
me haco dos confidencias: habían decidido
que, en cuanto los aliados llegaran a
Roma, Giorgio se pondría de acuerdo con
ellos y les pediría lo necesario para caer
con paracaídas detrás de las nuevas líneas
( Termina en la página 1 8 )
�c a ü ia lg a ía
14
Dice el autor de
“L A
PUERTA
Q
Ñ usted le in t e re s a ur
íanizar para el nuevo año
editorial una activísima cam
paña de propaganda en el
interior del país. Para lograr
la máxima eficacia, le ofre
remos los servicios de núes
tro acreditado Departamento
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VEN TA
CATALOGOS - FOLLETOS
CIR CU LAR ES - VO LAN TES
OFICINA TECNICA
BEL EURO
Director: Francisco Arnñ
CORRIENTES J135, 2°. B
3 5 -0 8 7 8
Buenos Aires
UÉ es L a P u e rta G ra n d e ? ¿N ovela? ¿R e
tr a to de u n a g ra n c iu d a d ? ¿ E sc e n a s e n g a r
z ad a s p e r un secreto hilo c o n d u cto r? ¿Q ué es?
T o d as e sta s p re g u n ta s, d ire c ta s o s o sla y a
d as, la s he escuchado a tra v é s d e a lg u n a s
n o ta s so b re e ste d iscu tid o l i b r o . . . e sc rito por
mí. A cabo de d e cir esto y sien to que debo
re c tific a rm e . U n lib ro m u ltitu d in a rio como La
P u e r ta G ra n d e , p a rece m ás b ie n e sc rito por
la g e n te , p o r la m u ltitu d que p o r a u to r alguno.
A h o n d a r la o b je tiv id a d en el re la to , p e n e tra r
a! p e rso n a je sin d e ja rse a r r a s tr a r p o r él, con
s e rv a r esa p e rs p e c tiv a que nos g u a rd a de to d a
in te rfe re n c ia d a ñ in a , to d o eso c o n trib u y e a
d e ja r flu ir, en e sp o n tá n e a n a tu ra lid a d , la vida
de u n a c iu d a d m o n stru o sa y d e sp a re ja como
es B u en o s A ire s. C iudad en fo rm ació n , con
algo de m ercado y algo de cárcel, d o nde los
h o m b res d eb en fre c u e n te m e n te m á ta r a l F r a n
cisco do A sís que pueden lle v a r encim a p a ra
a b r ir p aso a l A l C apone que ta m b ié n se e s
conde en c u a lq u ie ra de n o so tro s; c iudad fe s
tiv a , ciu d a d c allad a , B uenos A ires, que por
m o m en to s nos d a la s e n sa ció n de c o n s titu ir
Ir. a rg a m a sa defo rm e de c in c u e n ta o cien a l
d e as s u p e rp u e s ta s, no puedo a d m itir sino u n
lib ro tu m u ltu o so y e x tra ñ o , p a ra s e r re p re sen
ta d a . ¿ L a T é c n ic a? Yo no sé n a d a de eso:
u n a n o v ela me h ie rv e a d e n tro y debo e s c rib ir
la . Y a sa le con su té c n ic a y sus p a la b ra s,
como u n polluelo que ig n o ra el proceso de su
fo rm ac ió n . S e n tía y siento a ú n a B uenos
A ire s, como u n te rrib le peso d el c u al debo li
b e ra rm e . P a r a esto no me q u e d a o tro rem edio
q u e o b serv arlo , e sc u d riñ a rlo y d e sc rib irlo . Si
no me m o riría , como u n toxicóm ano a «quien
so le p riv a de su a lcaloide o u n ho m b re ro
b u sto q u e no p u edo c u m p lir con fu n c io n e s f i
sio ló g icas elem en tales. Y a los “ p o rq u é ” y ios
“ cóm o” , en c u an to a la e s tr ic ta vocación de
e sc rib ir, creo h a b e rlo s su p e ra d o en u n v asto
y p ro fu n d o “ p a ra q u ié n e sc rib o ” , que es p r e
c isa m e n te lo que a h o ra me p re o c u p a. L a Ar
g e n tin a v ive m om entos de s in g u la r s ig n ific a
c ió n social, con el ad v en im ien to de la m a sa
en el e sc e n ario d el p a ís, y no creo que yo,
como n o v e lis ta d e b a d e d ic arm e a la a s tro n o
m ía en vez de a b r ir b ie n los ojos so b re e sta
re a lid a d n u e stra , ta n ric a , ta n fe rv o ro sa , ta n
d e sm e s u ra d a y c a ó tic a . E s to y en el com ienzo
de u n la rg o — qu izás la rg u ísim o v ia je : u n ciclo.
V oy p o r la seg u n d a e ta p a , con el segundo
v o lu m en de la s erie — debo a c o stu m b ra rm e a
e s ta p a la b ra odiosa que tr a e re m in isc en c ia s
n e g a tiv a s .
Yo s ien to a m i p a ís en fu n c ió n de h u m a n i
d ad , como u n cu erp o y u n e sp íritu , y a sí
deseo e x p re sa rlo . H a ce ra to que d e b í d e s
e m b a ra za rm e d el p ru r ito a u to b io g rá fic o que
ta n to d añ o h a p ro d u c id o a m uchos e sc rito re s
le ta le n to .
E s to y a tiem p o p a ra salv a rm e d el pelig ro .
Pues ¿ q u é im p o rta n c ia tie n e la n o v e la — me
jre g u n to — , s i su a m p litu d de h o riz o n te s s i
;us e sc e n a rio s m óviles, si su fle x ib ilid a d his;ó riea no e s tá n a l serv icio d e la b ú s q u e d a
¡sp e ra n za d a y lú c id a de la re a lid a d ? Se me
)c u rre q u e u n h o m b re que lle g u e a s e n tirs e
¡enm ovido p o r c u a lq u ie r suceso que no sea
,1 s o cia l: la a n éc d o ta , el c o n flic to d ra m á tic o
¡te. p u e d e lu c ir su c a p a c id a d d e n tro de los
im ite s e s tric to s d e l te a tro o d e c u a lq u ie r o tro
Género. No c o m prendo a la n o v e la sino '»>mo
ín m éto d o a rtís tic o in ig u a la b le p a r a m o s tra r
il d e sn u d o la s lla g a s y p u ru le n c ia s d e u n a
¡ociedad q u e se p re c ip ita h a c ia su abism o y
.as n u e v a s fu e rz a s p o s itiv a s lla m a d as a s u
p e ra rla . E n e ste sen tid o , es obvio que no puedo
■reer en el “ a p o litic ism o ” d e l e s c rito r; es un
sngaño como el p ro p io in d iv id u a lism o que lo
alim en ta o u n a f a r s a In g e n u a que a n a d ie y a
puede e m b a u c a r. Sólo la s c o sa s in a n im a d a s
pueden e sc a p a r a la in flu e n c ia de lo p o lítico,
pero los h o m b re s — a u n c uando e s c rib a n o ta l
irez p o r eso p re c isa m e n te — , e s tá n in m e rso s,
an u n m u ndo que go lp e a c o n sta n te m e n te sus
a arn es y su e s p íritu , p a ra e x ig irle s u n a posi- í A ti
nnn.
rP sn ilP R t.a.
M e in te re s a p ro fu n d a m e n te la c rític a . Con
e sto no q u ie ro d e c ir que sólo p u edo e s ta r de
acu e rd o con q u ie n m e a la b e ; eso s e r ía d e m a
siad o in g e n u o . Q uiero d e cir que, seg ú n m i
p a re c e r, lo s m ovim ien to s de la lite r a tu r a como
c o rrie n te s c a m b ia n te s d e n tro d e la e s tr u c tu ra
so cia l su p o n en fe n ó m e n o s c o n ju n to s y com ple
jo s. A te d a c re a c ió n c o rre s p o n d e siem p re u n a
GRANDE
c rític a . Y u n a y o tra se c o rre sp o n d en re c íp ro
cam ente en u n juego de in te ra c c ió n continuo.
H e oído, m ás de u n a voz, e s ta p re g u n ta s u
p e rfic ia l: “ ¿ P o r qué hay ta n to s sin v erg ú en
zas en La P u e rta G ra n d e ? ” No es ocioso re
p e tir que porque se tr a ta de u n a novela r ig u
ro sa m en te o b je tiv a . L a fa scin a c ió n y el rechazo
de B uenos A ires, con su juego diabólico de
asp ecto s opuestos, me tu v ie ro n p reso d u ra n te
m uchos años. Me s e n tía u n hom bre de B uenos
A ires, como tod o s los que h a b ita n esta ciu d a d
org u lío sa m e n te re p rim id a ; y viv í su vida como
u n enam orado la de su m u je r am ada. Todo
lo que h a c ía v ib ra r su s e n tra ñ a s lleg ab a ta m
bién a sacu d irm e con p a re jo te m b lo r; re c o rrí
to d o s los a m b ie n tes, a lg u n a s veces con m i
lib r e ta de en ro la m ie n to o el c a r n e t del in tru so
en la m ano; o tra s, h a s ta cam biando el nom
bre, d isfra z án d o m e, po rq u e especialm ente me
in te re s a b a el subsuelo de e s ta ciu d a d con
cielo y suelo ta n inclem entes.
B uenos A ire s es u n g ra n e sc a p a ra te lu jo
s o . . . , con un s ó tan o de c o n tra b a n d is ta d o n
de la s m e rc a d e ría s se fa ls ific a n y se roban.
P e ro h a y o tro B uenos A ires — p o r que hay
m il— , que es el que tr a b a ja y su fre . A ese
re c ié n esto y llegando. N e ce sita b a p rim ero d e s
in fe c ta r m is n a ric e s y lim p ia r m i g a rg a n ta ,
p a ra no lle v a r h a s ta é l la s em anaciones pú
trid a s d el B uenos A ire s llam ativ o . D ebajo
de e sa a p a re n te d e sp reo c u p a ció n y fr iv o lid a d :
fú tb o l, c a rre ra s , t r a j e s . . . se esconde, como
los carb o n ero s en la s c ald eras de un buque.
Miguel Angel Speroni
el vig o r y la p u ja n z a de u n pueblo o p tim is ta
y re b e ld e que sab e tr a b a ja r . A ése e sto y lie
gando. Y sin él m e s e n tir ía f r u s tr a d o en m i
v o c ac ió n d e e sc rito r, au n q u e ya p u d ie se q u e d a r
sa tisfe c h a , con L a P tie rta G ran d e, a lg u n a
in é d ita a fic ió n m ía de entom ólogo o do co
le c cio n ista .
J u a n J a c o b o B a ja rlía , u no do los pocos c r í
tic o s lú c id o s con que contam os, vió, según
m i o p in ió n , ese p e rs o n a je m o n stru o so y a b s
tra c to , B u en o s A ires, que se n u tr e como u n
g ig a n te e in s a c ia b le M oloch de to d a s sus v íc
tim a s . B a ja r lía p u n tu a liz ó eso que él lla m a
“ in v e n c io n ism o ” y que no m e d e sa g ra d a r e
p e tirlo , p o rq u e la in v e n c ió n , en el co n te n id o
— c u an d o se t r a t a d e n ovela social— , es el
em b u sto y la tra ic ió n , p e ro en c u an to a la
fo rm a, q u iz á s e a u n a de la s m ás v a le d e ra s
c u a lid a d e s de u n a o b ra . Y so b re todo, desde
H om ero acá, la ley siem p re es la m ism a: a
c a d a e sc rito r, me p a re ce , se nos te n d rá que
ju z g a r y m e d ir c o n fo rm e a l co efic ien te de
re n o v a ció n , de “ in v e n c ió n ” que h ay am o s a p o r
ta d o a l p ro g reso a sc e n d e n te d el a rte y a la
le a lta d y fid e lid a d en c u an to a l c o ntenido.
L a s fo rm as c a m b ia n y los c o n te n id o s ta m
b ié n , p o rq u e si no. ¿ q u é nos q u e d a ría p o r
h a c e r a n o so tro s, d e sp u é s d e la s p irá m id e s
y c o rd ille ra s d e l g ordo B alzac?
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BUENOS AIRES
(Viene de la página 5)
grupo citado más arriba y otros que for
man la segunda generación. Otra, más re
cíente, escapa a nuestro comentario, pero
ya apunta hacia una nueva e importante
etapa. María Luisa Sepúlveda (1893), ha
orientado gran parte de su producción
hacia el folklore; Acario Cotapos (1889),
vivió muchos años fuera del país, estudió
con Bloch en Estados Unidos y dió a
conocer sus obras eir Madrid, Barcelona
y París. Durante la guerra civil combatió
en las trincheras de la capital de España.
Sus Cuatro Preludios para orquesta y
sus Voces de Gesta, para voces solistas,
coro y orquesta, se distinguen por su
audacia en la estructuración armónica.
Jorge Urrutia Bloudel (1905) como otros
do su generación, comenzó a escribir tarde
para orquesta, por no existir en Chile
oportunidades para ol estreno de esta cla
se do obras. Posee un fino humor, una
tendencia poética y ciertos recursos ravelianos. Sus Estam pas de Chile, su Jlo-mcnaje a Eavel y su ballet, Ea guitarra del
Diablo, hablan de su gran talento. Alfonso Leng (1884), músico de expresión dra
mática, un neorromántico, muy desviado
do la creacióu por sus actividades profe
sionales (actualmente es Decano de la
l'acultad de Odontología), es muy apre
ciado por su Fantasía para piano y or
questa, ohra bastante-rocíente. Bisquertt
(1881) ha cultivado una tendencia emi
nentemente francesa, con ribetes italianos,
Bené Ameugual, pianista muy hábil y com
positor muy fino, dedicó gran parte de
su producción al piairo. Sus obras mas
recientos están representadas por un Pre
ludio para orquesta, un Concierto para
piano y orquesta, y Vaso, para voz y
orquesta. Su Sonatina (1935), acaba de
ser publicada por la Editorial Cooperati
va In teram orican a do C om positores
(E C IC ). Alfonso Lotelier Liona (1912),
es otro temperamento fino, si bien más
dramático que Amengual. Ha escrito una
Fantasía para piano y orquesta sobre te
mas nacionales, Cuatro canciones de cuna
para voz de m ujer y orquesta de cámara
(publicadas en la ECIC), Sonetos de la
Muerte (texto de Gabriela M istral), para
voz y orquesta y ha orquestado reciente
mente su Suite grotesca, obra de juventud
originalmente escrita para piano. En la
actualidad está en España, gozando de
una beca.
Juan Orrego Salas, el más joven de
los creadores chilenas, acaba de regresar
de los Estados Unidos, donde estrenó re
cientemente su Cantata de Navidad IIoward Hanson, el director de la Eastman
Scliool en Kochester. Carlos Isam itt.
(1885), escribe en un lenguaje sumamente
original, quo incluye la rítmica y meló
dica araucanos y que procura, en otros
momentos, lo abstracto, coir incursiones
a la técnica en los 12 tonos. Muy pro
ductivo, es autor de las siguientes crea
ciones recientes: E l Pozo de Oro, ballet
sobre asunto araucano, Suite; Siete m oti
vos poéticos; Jardín, zoológico, todos para
orquesta y do un Concierto para violín
y orquesta. Por último, debemos citar aquí
al máximo exponente do la música con
temporánea en Chile, Domingo Santa
Cruz. No obstante sus actividades extra
ordinarias en el campo de la educación
y Organización, ha tenido tiempo para es
cribir obras de enorme significación. Co
nocedor profundo de la polifonía, es un
neoclasicista de lincamientos muy puros
quo iro ha ineursionado en el folklore na
cional. Citamos sus Cinco movimientos pa
ra orquesta de cuerdas; de lenguaje dra
mático y humano; su Cantata de los Eíos
de Chile, ciclópea obra para coros y gran
orquesta; sus Variaciones para piano y
orquesta, la Sinfonía, la Sinfonía con
certante para flauta y orquesta de. cá
mara y los Preludios dramáticos. Con ello
hemos dado una visión aproximada de
la vida musical chilena. En lo que res
pecta a la ereacióir, propiamente, debemos
dejar constancia de la producción de cuar
tetos por todos los citados, así como de
obras vocales y corales, muy numerosas.
La actividad pública del Instituto de
Extensión Musical acusa en el primer
quinquenio las siguientes cifras; 3S3 con
ciertos sinfónicos y 186 de cámara. De
éstos, sólo 141 conciertos fueron corrien
tes, con entradas habituales. El resto ha
sido destinado a conciertos populares. El
"EN E8I18 AÑOS”, n libm;
ARGENTINO M A S EUROPEO
Por S. HOROVITZ
para reflejar en las páginas de mv libro las preocupaciones (le la vida y sus
problemas, revela en su autor una sensibilidad exquisita, una inquietud social
plausible y no frecuente en nuestro medio literario. Porque es una modalidad europea
—y norteamericana— la de estudiar el mundo en que se vive, al compás del reloj diario.
Es esto lo que primero se piensa al leer “ En esos años’ *, de Bernardo Verbitsky.
Llegando a la conclusión de que, en todos los sentidos, es la obra argentina más
europea que se ha escrito. Primera objeción que se nos presenta, al ir enjuiciando sus
páginas. Se fundamenta tal objeción en que, el reflejo de vida que pasa como hálito
fundamental en casi todo su transcurso, es el de los acontecimientos europeos, vistos,
sentidos y pensados con ojos, oídos y cerebro europeos. Es un* error capital, pues de
esta manera se ignora la realidad en que se vive —que es la nuestra— para exclusivizarse en el eco del huracán continental.
E
scribir
U n e sc rito r consciente, no puede c e r ra r los
ojos a lo que ve con su s pro p io s sentidos,
p a ra p re o c u p arse do aco n tecim ien to s e x te rio
re s, fu n d a m e n ta les, g ra v ita n te s, y do los c u a
les n o so tro s vam os a rem olque, p e ro que no
son los únicos que nos preocupan. L a lite r a
tu r a no puede ni d eb e se r n a cio n alista , en su
concepción e stre c h a y poten cialm en te a g re
siva, pero h a de to c a r a Anteo, p a ra que s u b
s is ta con v alo res reales. E stam os do acuerdo
en que lo fu n d a m e n ta l p a ra el c urso d e la
civ iliz a ció n — ¿o b a rb a rie ? — europea y m u n
d ia l fu é la su ce sió n do e n tre g a s y apacigua
m ie n to s <pio p re c e d ie ro n a la explosión de la
ú ltim a g u e rra . M as, lo n acional, que tuvo
que m a rc h a r con el ritm o im puesto p o r esa
re a lid a d y ese tra s c e n d e r, tie n e tam bién vida
a u tó c to n a y g ra v ita c ió n re a l. T an re a l que
la podem os- p a lp a r y s e n tir en c arn e pro p ia.
A unque e sta re a lid a d , con e l onfoque propio
a u n a id io s in c ra sia especial, av an za al u n i
sono (a veces pensam os que a paso re ta rd a d o )
con los p ro b le m a s g e n erales, son n u e stro s
p ro b le m a s, y p a ra los que vivim os en el c en tro
de e ste volcán ru g ie n te , los acontecim iento»
que tem em os, juzgam os o esperam os, nos fco
tuc a á y nos quem an m ás de cerca. No podem os
a c e p ta r, pues, de b u en g rad o , quo en u n a ob ra
que in te n ta to m a r el p u lso a e sto s años g r á
vid o s de fu n d a m e n ta le s d ecisiones, se nos deje
ta n d e lado.
Im p o n e r v o lu n ta ria m e n te u n a - fecha de con
c lu sió n a la obra, que es y a p re té rita p a ra
u n m undo que g ira con ritm o de n o tic ia rio
c in e m ato g ráfic o — 1942— con d icio n a n u e s tra
seg u n d a o b jeción. P o rq u e n i lo que tra n s c u
r r ía en E u ro p a tuvo conclusión, n i n a d a en
el m undo so d etuvo, y tam poco aquí, n o s
otro s, tu vim os p á g in a s en blanco. Y lo s u
cedido desp u és de esto ai*bitrario h ito, com
p le m e n ta y fu n d a m e n ta lo a n te rio r. E s d e ja r
tru n c a u n a la b o r im p e rd o n a b le m e n te sin ló
gica, s e a n cu ales fu e sen la s ra z o n es p a ra este
c erce n a m ie n to .
Y la te rc e ra o b jeción, y a no tr a ta c u es
tio n e s de fondo, sino de c a lific ac ió n g e n é ric a :
en p u rid a d no es u n a novela, como in d ic a su
a u to r, sino u n ensayo, o m ás bien, u n re la to
de situ a c io n e s in d ividuales,, u n id a s con un
nexo a p a re n te . E s en re a lid a d d ifíc il d is tin
g u ir qué es lo que debe c a ra c te riz a r a una
o b ra p a ra e n c u a d ra rs e en ta l género, y no
es lo m ás im p o rta n te , p u e s sea o no ex ac ta
su den o m in ació n , a p o rta a l le c to r u ñ a serie
c u a n tio sa de conocim ientos, de elem entos c u l
tú ra le s y h um anos quo s o b re p a s a todo lo que
p u e d e e sp e ra rs e de u n a o b ra lite ra ria .
—fundam enA p a rte d « e sta s objeciones
ta le s pero que de n in g u n a m a n e ra in v a lid a n
la c a lid a d y su p e n sa m ie n to g e n e ra d o r y co n
d u c to r— co n cep tu am o s a ‘‘E n esos a ños co
m o a u n a o b ra d e e x tra o rd in a rio s m é rito s,
al h a b e r sab id o d a r v id a a u té n tic a a p e r s o
n a je s, que son sím bolos de in d iv id u a lid a d e s
que a b a rc a n u n g ra n se c to r del p e n sa m ie n to .
D ijo su a u to r en CA BA LGA TA que in t
ta b a h a c e r la c ró n ic a <le e sta d o s de finimos in
d iv id u a le s y colectivos. E ste p ro p o sito so ha
lo g ra d o co m p letam en te. E n ellos nos re c o n o
cem os todos los que hem os e sta d o v iviendo
esos años. “ V iv ien d o ” , no v e g etan d o . E sto es,
p e n sa n d o , ra z o n an d o , am ando, o diando los
a co n tec im ie n to s u n iv e rs a le s . E ste es el obje
tivo c e n tra l del lib ro : tra s la d a r , en b a se a
u n g ru p o h e te ro g é n eo de p e rs o n a s , e l co n ju n to
d e re accio n es p e rso n a le s, in d iv id u a le s, a n te e
su ce d e r del m undo. L a m a y o ría do ellos son
p e rio d is ta s, y tie n e n su ra z ó n de preem m en
c ia en c a lid a d de s e r re c e p to re s inm ediato»
de todo c u an to sucede. L len a n su m undo con
a u te n tic id a d y ve ro s im il it ud. D escom ponién
dose en to d o la gam a de m a tic es y to n a lid a
d es de que e stá co m p u esta la h u m a n id a u :
d e m o c rá tico s unos, re a cc io n a rio s, to ta lita rio s
o tro s, v d e n tro de ellos, en sus m as am plios
asp e c to s, c a d a uno es in te g ra l y veraz.
T om ando c a d a uno do su s p e rs o n a je s , que
y a d ijim o s e ra n sim bólicos, vem os eje m p lares
In te re s a n te s . P o r ejem plo, E n riq u e G oldberg.
p ro to tip o de la ju v e n tu d ju d ía , a le ja d a de
la m ís tic a re lig io sa y d el tra d ic io n a lism o a n ti
cuado, es la p e rso n a in q u ie ta «ante su sino,
ra z o n a d o r y co n sc ie n te de su d e b e r de hom
b re y do in te g ra n te do la sociedad, quo vive
on d e sc o n c ie rto a n te sus c u o tid ia n a s reaccio
lies como hom bre, como ideólogo y como judío,
n n te los a co n tec im ie n to s u n iv e rsales, en los
cu ales los suyos h a n d e bido p a g a r un precio
enorm e p a ra c o n se g u ir el derecho siq u ie ra ,
a la m u e rto le n ta y h o rre n d a . Y toda su a c
tu a c ió n no es m ás que la tra d u c c ió n de ese
de sc o n c ie rto , d el que lo salv a u n a sola c o s a .
la fe in d e stru c tib le en la c o n stru cc ió n de un
m undo nuevo, que él h a de ver. y en el que
ese “ d e sc o n c ie rto ” no te n d rá lu g a r para
e x is tir.
S a lin a s, es e l esp añ o l re p u b lic a n o , m ú ltip le
y honesto consigo m ism o, con su p a tr ia y con
la sociedad, que o fre n d a su tiem po, su com o
d id a d y su d in e ro , on la a y u d a, a re ta g u a r
dia, de su s id e a les que son los d e su p a tria .
P ie z a m onolítica, do u n solo m atiz, p ues sólo
p a ra esa id e a v iv e y e sp e ra . E s p e ra n z a qui
no m uere, pese a todo el e n g ra n a je d isp u esto
p a ra que no se cum pla, p o rq u e la e sp e ra n /.i
es la ese n c ia d e la vida.
M anlio es u n p ro d u c to típ ic o d e Bueno*
A ires. E s el re a cc io n a rio , p e ro p o r so b re toda la s cosas, el “ a r r ib i s ta ” que, com enzando a
a c tu a r en m edios a fin e s con su s “ id e a s” es
llevado, p o r c irc u n s ta n c ia s ló g icas, a ú n c ontra,
su v o lu n ta d , a l.as n a p a s m ás v e rg o n z an tes
d el re a cc io n a rism o , p o rq u e e stá y a e n c a d e n a
do a los in te re s e s , c re ad o s p o r él. Y tie n e
que d e ja rso lle v a r p o r la c o rrie n te .
• P e d ro L ascano, el p ro ta g o n is ta v e rd a d ero ,
e n ca rg a d o do a g lu tin a r la s re a cc io n e s in d i
v id u a le s d is p e rsa s a lo la rg o del libro, es
ta m b ié n u n p ro d u c to lógico y conocido de
B uenos A ire^ y de tod o s los c e n tro s in te le c
tu a le s. L a sca n o es el “ in te le c tu a l” p o r ex ce
lencia, que si b ie n reconoce, en te o ría , la n e
c esid a d de la fu s ió n d el h o m b re con el a r tis ta
y do v e r en el h o m b re a l c o m b a tie n te social,
vive en la p rá c tic a , a d o rm ila d o p o r la “ dudi.
filo só fica e in te le c tu a l” e n tre c u y a s brum a*
no a lc a n z a a d is tin g u ir la v e rd a d de la men
tira , lo fu n d a m e n ta l de lo in tra s c e n d e n te . E s tu
d u d a in te le ctu al, le im pide a c tu a r con la n a
tu ra lid a d del hom bre lib re, lo a ta a prejuicio
d e pequeño b u rg u é s, que lo m a ntienen cir
c u n sc rip to a la ó rb ita del in te le cto pu ro y le
im piden te n e r esa “ fe ” en el hom bre, que es
la quo ,1o salv a a G oldberg. In su fic ie n c ia de
la cual el m ism o a u to r se d a cuenta, pues lo
m enciona re p e tid a m en te, m as no e n cu en tra
solución. P ues ella ra d ic a en e ch a r p o r lu
b o rd a todas la s a ta d u ra s esp ecu lativ as, par.i
la n z arse en la c o rrie n te filosófica de la vida\ ida y de los hom bres-hom bres, sin com pli
caciones in ú tile s. L ascano am a la v id a y quiere
v iv irla in te n sam e n te , p e ro el resto de indin ¡dualism o excesivo que aún p e rsiste en su
e sp íritu , Vio le p e rm ito o te a r el co n ju n to d •
«árboles vitales, como aquel que situ ad o en la
copa de los árboles; ve el c onjunto y con
él a ctú a.
T p o r últim o, o tro de los p e rso n aje s m ás
c a ra c te riz a d o s es Diego F id an za, m a g is tra l
m e n te estu d iad o . E s el espécim en de h is to
ria d o r de g a b in e te, sabio de h o ja ra sc a s y a n ti
g u allas, pleno de c u ltu ra m a rc h ita , porque se
h allaH enam orado de la, Ar
h is to ria ,fosilizada,
vi
..........
”
•
¿ ( c u j a larga
noche conoce cad a in s ta n te y cada hecho. °v
que sólo e n c u e n tra explicación p a ra los hechos
a ctu ale s, en la re p e tic ió n de lo sucedido en
aquel entonces. In te re s a n te ejem plo este, p ara
d e m o stra r el g ra d o de a p erg am in am ien to del
e s p ír itu a que conduce a le ja rse de la vida,
p a ra v iv irla a tra v é s de los p a p iro s enm ohe
cidos en las b ib lio te c a s y m useos. E m pequeñe
c im iento de la c la rid a d d el enten d im ien to , que
lleva «a la form ación de cereb ro s m ecanizados
que no d istin g u e n la d ife re n c ia del to ta lita
rism o a la v e rd a d e ra dem ocracia social, porquo en la E dad M edia no e x istía n . Y a n te la ,
a p a ric ió n de u n a fu e rz a re n o v a d o ra , que en
n a d a tien e p re c ed e n te s p ues m ira h a cia a d e
la n te . b a rrie n d o con lo re tró g ra d o , se a su sta
ta n to , se ofusca de ta l m anera, que ex p resa
“ do dos m ales p re fie ro el m e n o r” y se zam
bulle de cabeza en el nazism o.
D e sfilan m uchos o tro s p e rso n aje s, todos in
te re sa n te s . M artín , el que se in c o rp o ra a las
R ea le s F u e rz a s A éreas, po rq u e no q uiere ser
e sp e c ta d o r sino a cto r. V itale, el etern o b u r
lón, que a todo s a tiriz a . L as sem p itern as f i
g u ra s m ediocres, in e lu d ib le s en todos los am
bien tes, que sólo viven p a ra v eg etar. Y aún
h a lla c ab id a la figur.a de D enis de Rougem ont, explicando u n a posición que c o n fig u ra
en su te o ría , todo el e r ro r en que viven la
m a y o ría de los in te le ctu ale s.
D e n tro de todos estos personaje*; y de la
línea de p re o c u p ac ió n c e n tra l, m uchos són los
p roblem as so b re los cu ales V e rb its k y hace
lla m a r la a te n ció n .
Uno de los m ás categ ó rico s e im p o rtan te s
(ju icio p e rs o n a l) es el de la u b ic a ció n del
in te le c tu a l, te m a viejo, m as siem p re p re sen te
en -toda d iscu sió n a ce rc a del H om bre, del
A rtis ta , del A rte y del M undo, y a l que se
ha q u e rid o d e s te r r a r de p rim e ra lín e a por
aquellos que viv en e n ca stilla d o s en to rre s de
m a rfil. El in te le c tu a l debe a c tu a r como y con
el hom bre, en po,s de la vida, y n u n c a por
encim a de ella, en p e d e s ta l m arfileño. E l in te
le c tu al es re sp o n sa b le a n te el m undo de su
o b ra p o rq u e d eb e s e r el re fle c to r de su c ul
tu ra , y no el a rte sa n o de la belleza fr ía y sin
alm a. E sto s ú ltim o s son unos de los irre s p o n
s ab le s que d en u n cia A rc h ib a ld M cL eish. El in
te le c tu a l debe s e r un e n g ra n a je d e n tro del ba
ta lló n de d e fe n sa de la c u ltu ra , porque form a
p a r te de su a v an z a d a . No es un s e r p riv ile g ia
do, un in tocable, sino la e n ca rn a c ió n d el hom
b re consciente, lúcido y co m b atien te. Com ba
tie n te de u n ideal. Q ue es el de la J u stic ia
y de la V erd ad .
E s ta p osición, que es la a u té n tica , está
d e ta llu d a y a n a liz a d a a la luz de la sum a y
re s ta de conceptos, a c e rta d o s unos, erró n eo s
o tro s, de m ala fe m uchos, que tr a ta n de riv a
liz a r con lo s. v e rd a d ero s, y que re ú n e n a la
in te le c tu a lid a d a rg e n tin a y europea, en una
m a g is tra l p re te n d id a T a b la R edonda, ro d e a n
do a D e n is de R ou g em o n t so b re el tem a “ Los
I r re s p o n s a b le s ” de A rc h ib a ld M cL eish.
M uchos o tro s p ro b le m a s h a lla n su reflejo
en el libro, a lg u n o s do los cu ales ya h a n sido
*exam inados, au n q u e m ás no se a s u m aria m en te
en n u e stro co m en tario , ta le s com o: el dolor
do los ju d ío s d e stru id o s, sap o n ific ad o s, en
no m b re do un con cep to de a ria n ism o 'inhu
m ano y a n tic ie n tífic o , y en re a lid a d víctim a»
p ro p ic ia to ria s p o r s e r los m ás fá c ile s de tocal(y que en re a lid a d tu v ie ro n s u cu lp a p o r in c li
n a rs e a n te ellos y q u e re r c a p e a r t i tem p o ral
p e n sa n d o en que el vecino de la o tra calle
s e r ía la v íc tim a y no n in g u n o d e los h a b i
ta n te s d e e sa c u a d ra ) ; el p ro b lem a in so lu b le
de la E s p a ñ a e te rn a , la E s p a ñ a del pueblo,
que vive su d o lo r la c e ra n te y oculto, a n te la
c o m p re n sió n y a lie n to del m undo, in c a p a c i
tado como ellos do a c u d ir en su a y u d a ; el
m undo in te rn o del perio d ism o . Y la tra g e d ia
de los e s c rito re s noveles, que no h a lla n p u e r
ta s a b ie rta s p a ra su s o b ra s p rim ig en ia s.
E n re su m en , " E n esos a ñ o s ” , tra s p a s a la
c a lid a d de la n o v e la o “ n iv o la ” unaanuneses.
L s ei docum ento de u n a p a sió n s a n g ra n te en
u n m undo co n v u lsio n ad o . E s lu re s p u e s ta im
p líc ita a tod o s los in te le c tu a le s que h a n ocul
ta d o la cab e z a en la a re n a d e los m useos de
a n tig ü e d a d e s , p a r a no e n te ra rs e de la re a li
d a d ta n g ib le , o a los que no les ha in teresad o
i en a b so lu to . E s el m e n tís ro tu n d o u los que
nos tild u n d e in s e n s ib le s a l do lo r hum ano.
E s to d o esto, y m ucho m ás. P e ro queda d i
cho — y lo m a n te n em o s en pie— ei defecto
c a p ita l quo hem os e n c o n tra d o : su e x tr a te r r i
to ria lid a d a b so lu ta . L a a u se n c ia del enfoque
n acional, en todo aquello que bulle, y se agiia
b a jo la s u p e rfic ie d e u n lago de ace ite sobie
u n m a r te m p e stu o so .
E s ta es la im p re sió n re c o g id a al le e r “ En
esos a ñ o s ” y que hem os q u e rid o comunica»
con p le n a s in c e rid a d , p a ra que sea la opinzon
in te g ra l, a b so lu ta , como se m erece un libr®
que a b u rc a la p u ls a c ió n de u n m om ento tras
c e u d e n te en la c u ltu ra y en la civilización
m u n d ia l, la m e n tan d o ú n ic a m e n te que en ese
m om ento, nos hallem os n o so tro s fu e ra del
c u a d ro .
E n el lib ro , m as no en la vida.
Ballet del Instituto sólo en 1945 tuvo
18 funciones con teatro vendido con una
semana de anticipación.
Esta breve exposición do hechos bas
tará para hacer ver al lector la tras
cendencia quo tuvo para Chile y América
entera el movimiento que inició la So
ciedad Barh y quo culminó, gracias a la
habilidad y el talento excepcionales de
un hombre, en la formación de un gran
movimiento de creación y en una orga
nización musical que puede sor tildada
do modelo entre las instituciones de este
hemisferio.
.
�c a b a lg a ta
,os de Seldwyla, por Gottfried Keller. Traducción de Pedro Von llaselberg. Ocesa,
Bvtvos Aires. 224 púgg. u la rústica. $ 4 m/arg.
a versión de estas historias de gentes — sn título original es “ La Gente de Seld*
u wyla’
viene :t Henar entre nosotros un sensible hiato en la apreciación de la
literatura alemana del siglo pasado. De Gottfried Keller no conocemos aún Der Griint
'{rinrich (Enrique el "Verde) ni las bichen J.cgenden (Siete Leyendas), obras que
señalan aspectos significativos del romanticismo de 1850, así como el libro que' nos
cupa se coloca entre los más altos exponentes de la literatura regional europea. En
j.ueblecito, cuya fisonomía esboza incomparablemente el prólogo, donde “ todos viven
alegremente y de buen humor, considerando a la holganza como su arte particular” ,
rs la patria de estos dramas menudos, concebidos y trabajados con la misma delicadeza
ie los relojes que llevan* por el mundo el nombre de la tierra de Keller. Entre sus
rentes —el artesano, la burguesa, los soñadores, los grotescos— ocurren los mínimos
incidentes, las inmensas desgracias ignoradas, las ejemplares imágenes de libro añejo.
No nos interesa ya el relato inicial, falsamente romántico y apenas feliz en la
descripción de la infancia del héroe. De los siguientes, Doña R /gula de Amrain y sn
I
is
esa e n c a m a c ió n de lo h um ano en su m o m en
to m ás a lto , y d el que u no de ellos d ir á ;
“ No h ace m ás que la n z a m o s y se va sin que
n a d ie Re dé c u e n ta .” Y c u an d o el v ig ila n te
ve s o b re s a lte a n te ta n e x tr a ñ a concepción de
la je f a tu r a , h a b rá n d e e x p lic a rle : “ No es ta re a
fá c il la do d irig ir h o m b re s. E m p u ja rlo s, y a es
o tr a c o sa .”
*
Como en E l c a r te ro d el R ey — que ta m b ié n
a so c ia en n u e stro re c u e rd o su p o e sía a la de
su s g ra n d e s tra d u c to re s — . T a g o re lo g ra en
e ste Ciclo d e la P r im a v e r a u n lirism o ve
h e m e n te con la m áxim a econom ía d e re c u rso s.
S u é n fa sis es n a tu r a l p o rq u e es e l d e los
n iñ o s y no el d e los d e c la m a d o re s : su g ra c ia
n ace d e u n c o n ta c to s n til con los a sp e c to s
m enos a te n d ib le s (y a te n d id o s) de las cosas
y la s im ág en es. Como lo dicen los m uchachos
f r e n te al ju g la r ciego, “ p a re c e que le golpean
la f r e n te no sé qué m e n sa je s. P a re c e q u e su
c u erp o d iv is a a a lg u n o que vien e de m uy le
jos. P a re c e que tie n e ojos e n la s p u n ta s de
los d e d o s.” — J . C.
XII PUEBLO EN LA IIORA ALEMANA, por JoíinLouis Bory. Traducción do Joan Oliver.
E ditorial Sudamericana-, Buenos Aires.
416 págs. a la rústica. $ 6 m/arg.
L a tra d u c c ió n a n u e stro idiom a d e la novela
de B ory, a ju s ta d o sím bolo en su m om ento del
clim a d e la re s is te n c ia ru r a l fra n c e sa , me
in d u c e a r e p e tir c asi te x tu a lm e n te lo que es
c rib ie ra en o tra s c olum nas &1 p r e s e n ta r er
194f> la e d ic ió n o rig in a l. Con u n a sim p le n o ta
p r e lim in a r: creo que la c rític a fra n c e s a ha
caído en g ra v o in ju s tic ia ( p o r ra z o n es b i
z a n tin a s , s iem p re la s p e o re s) a l s u b e s tim a r
como lo h a hecho fre c u e n te m e n te el m é rito
d e M on V illa g e á 1‘H e u re A lle m a n d e; creo»
que, en g ra n m edida, u n lib ro ta n coñm ove«loram ento le a l al e s p ír itu d e su te m a es el
que m e jo r re p re s e n ta la so rd a p a lp ita c ió n de
I* ra n c ia so m etid a p e ro in su m isa, a g o ta d a pero
in a g o ta b le.
L a s p rim e ra s p á g in a s de e s ta no v e la de
s u frim ie n to y re b e lió n — d ije en to n c es— , com
p o rta n u n a s o rp re s a que el tu le n to n a rra tiv o
do B o ry c o n v ie rte p ro n to en p la c e r in te le c tu a l.
R e n u n c ia n d o a l e n fo q u e c o n tin u o d e p e rs o
n a je s y sucosos, a la u n ila te ra lid a d d el que
n i:ra de fr e n te el cu ad ro , y re ite ra n d o la té c
n ic a qne V irg in ia VVoolf h ic ie ra fa m o sa en
T he W aw es, el n o v e lis ta cede la p a la b ra , en
rá p id o m onólogo, a los h a b ita n te s d el pueblecito d e J u m a in v ille ; q u ie re que conozcam os
d ire c ta m e n te , d e sd e el f lu ir d el p e n sa m ie n to ,
su s s e n tire s a n te la o c u p ac ió n n azi, la t r a i
ción, la e sp e ra n z a y el d e rro tism o . Y no sólo
los hom b res, p o rq u e ta m b ié n h a b la n la s co
sas, los elem entos, la ra íz m ism a de la tie rr a .
C ada ta n ta s p á g in a s es el m ism o Ju m a in v ille
q u ie n to m a la p a la b ra p a ra d e s c rib ir sus s e n
s ac io n e s de u n a noche, la r a r a com ezón que
lia v e nido s in tie n d o h a cia el lado de su p a
n a d e ría , o cóm o e x tra ñ a en la p ie l d e su s
c alles el a n tig u o roce de los n e u m á tico s, ta n
esc a so s en el p u e b lo y que sólo l06 a u to s de
la G e sta p o e ch a n y a a r o d a r . . .
D u ro , á sp e ro , sin co n cesio n es c n an d o se
t r a ta do m a ld e c ir o de a c u s a r, B o ry h a c re ad o
en e s ta h e rm o sa n ovela c a r a c te re s como el
d<* G ó rm am e la c a n tin e r a — in v e n to ra d e in
v ia je ro s fu e ra del tie m p o ; su itin e ra rio p ru e b a
su lto s fa b u lo so s que h a b rá n sido la to r tu r a
la o jic a c ia d e u n m ir a r sag a z a p lic á n d o se a lo
del tra d u c to r— . y M lle. V rin, la v ie ja s e ñ o rita
a m e ric an o , el v a lo r de u n le n g u a je sin retó que e sp ía p o r la s noches. Nó p o d rá n o lv id a rs e
r i c a - v q u e p re fie re d e s c rib ir a com poner. — ,■ e p iso d io s como el del c astig o de un c o la b o ra
J . C.
—
c io n ista , el c o n c ie rto d el te n ie n te S ie g frie d
B ach m an n , el serm ó n del m a l a b a te V arém es.
Muriu como una dama, por Cárter DickJ u m a in v ille , tro c ito d e F ra n c ia , lia sab id o d e
volver m al p o r b ie n ; su “ h o ra a le m a n a ” e n tró
son. Traducción de Eva liábame. Espacomo la llam a en un o de su s h ijo s m a r tir iz a
sa-Calpe Argentina. Buenos Aires. 224
dos, p a ra h a c e r del h o m b re J e a n -L o u is B ory
págs. a la rústica. $ 3.50 m/arg.
u n g ra n d e , u n conm ovedor n o v e lis ta dol p u e
blo. — J . C.
E n T h e P e a c o c k F e a th e r M u rd e rs, diez ta z a s
d e té a g u a rd a b a n a la p o lic ía como m udos te s
E l e s p í r i t u d e l a f il o s o f í a m o d e r n a ,
tim o n io s d e u n a s e s in a to im p o sib le : en The
J u d a s W indow , el c a d á v e r de A vory H urne se
por Josiali Royce. Traducción do V i
o frec ió a la tro n a n te esp e c u la ció n d e s ir H e n ry
cente Quintero. E ditorial Nova, Buenos
M e rriv a le en la sim p lic id a d do u n c u a rto d o n
Aires, 1947.
de n a d ie p o d ía h a b e r com etido el crim en, salvo
u n h o m b re q u e e ra in o c e n te ; la e n d ia b la d a
p e rv e rs id a d do la s cosas (se g ú n d ile c ta e x p re
A lgunos c o n sid e ra n a R oyce como al m ás
s ió n de H . M .) p u so en N ine a n d D c a th m akes
e m in e n te o al único filó so fo que h a p ro d u c id o
T en la s o m b ría im a g e n de un asesin o im p a l
E s ta d o s U nid o s. E s u n elogio y, a la vez, un
p a b le . d e u n n o m b re in c o rp ó re o . A h o ra viene
de sm e d ro p a ra o tro s p e n sa d o re s e s ta d o u n id e n
e ste nuevo re la to del n o v e lis ta in g lé s — inglés
ses que han p re te n d id o h a c e r filo so fía. El
p o r d erech o d e e stilo — a m o s tra rn o s un doble
p a ra n g ó n d e siste m a s y la e x p re sió n de d e te r
s u icid io en el q u e s ú b ita m e n te sé re c ela un
m in a d a s p re fe re n c ia s in d ic a n , en la m a y o ría
doble a s e s in a to ; m as h e aq u í que el a se s in a to
do los casos, m ás que c o nocim iento p ro fu n d o
p a re c e a b su rd o y p o r eso. oh T e rtu lia n o , d o
del té rm in o a d v e rso en la co m p a ra ció n , sim
b le m e n te p o sib le . S ir H e n ry M erriv a le d is tr i
p a tía s y c o n fo rm id ad con el p e n sa m ie n to e s
b u ir á im p a rc ia lin e n te las m a ldiciones, los g r u
tu d ia d o . P e ro R oyce, en to d o caso, o c u p a un
ñ idos, la s im p rec a cio n e s y la s qu ejas, a tie m
lu g a r señ e ro en la e v o lución - filo só fic a de
po q u e su v io le n ta in te lig e n c ia d e sm o n ta la
E s ta d o s U nid o s. E s tá en la lín e a de la t r a
m á q u in a del e n g añ o p a ra re p o n e r c ad a p ie z a
d ic ió n id e a lista , m uy a n tig u a en el p a ís, que
en <»1 ju s to lu g a r — ese lu g a r que e s ta b a a n te
él re c tific a , m o d e rn iz a y e n riq u e c e con la
lo s ojo s del le c to r p a r a su co n fu sió n y r e s e n
fa m ilia rid a d qne h a b ía lo grado, en la m e d i
tim ie n to .
ta c ió n y c o n ta c to d o c trin a l, con los g ra n d e s
Ya que em pleo la p a la b ra , y aludo al in
p e n sa d o re s a le m an e s e in g le ses del siglo X IX ,
n eg ab le, d e licio so re s e n tim ie n to q u e nos de ja
p re fe re n te m e n te los que p re e n u n c ia n su p r o
to d a b u e n a n o v e la p olicial, esp ejo p a r a to n to s
p io pe n sa m ie n to .
d o n d e no s asomamos* re in c id e n te s u n a vez p o r
P e ro R oyce no s e ría filó so fo s i' se lim ita ra
sem ana, m u rm u ra ré aq u í que C á r te r D ickson
a r e f le ja r lo leído. Como nos dic e él m ism o,
co n d u ce sin fa lla a lg u n a su bien p la n e ad o
to d a filo so fía es la s in c e ra e x p re sió n , c o ti
m is te rio , p e ro que a la té c n ic a d e slu m b ra n te
d ia n a m e n te a q u ila ta d a en el e stu d io y en la
d e u n V a n D iñ e, am igo de p o n e rn o s a n te las
re fle x ió n , de n u e s tr a v isió n del m undo y los
n a ric e s al c u lp a b le, p a sa rlo y re p a sa rlo d e
p ro b le m a s que e sta v isió n nos provoca. Y a sí
la n te n u e stro en c ad a c ap ítu lo , el a u to r de
so n los lib ro s d e e ste p e n s a d o r: ad m iram o s
M u rió como u n a d a m a o p ta p o r u n a esfum a
la a m p litu d y p ro fu n d id a d de conocim ientos.
d u ra ta l vez re p re n s ib le ; no p o r ra z o n es de
F iló so fo a lo griego, c u rio se a en tod o s los
lógica, q u e en eso n a d ie h a rá bla n c o en él,
cam pos d el s a b e r: c ien cias n a tu ra le s , h is to ria ,
sin o q u iz á p o r ra z o n e s d e . . . ética.
d is c ip lin a s del e s p íritu . No p re te n d e s e r e s
H . M., m a je stu o so como en su s m e jo re s días,
p e c ia lis ta en to d a s, sin o c a p ta r aquellos p r in
p a se a p o r e ste b u en lib ro su im agen n e ro n ia n a
c ip io s o leyes que le fa c ilite n la a sc e n sió n a
y su s fra s e s d ig n a s de la m e jo r tra d ic ió n de
los g ra v e s p ro b le m a s m etafÍ8Ícos. A sí bien
la n o v e lís tic a in g le s a ; escojo é s ta en su h o
p e rtre c h a d o , p u e d e la rg a rs e a la a v e n tu ra del
m e n a je : “ Amo a los a n im a les como S an F r a n
a n á lis is y c rític a d e los siste m n s que le p r e
cisco, m a ld ito s s e a n .” — J . C.
c ed iero n . Y luego, q u in tie s e n c ia d a , ex p o n er su
v isió n d el m undo.
C ic l o d e l a p r i m a v e r a , por Rabindranath
E n el lib m que re c a b a a h o ra n u e stro co
Tagore. Traducción de Zenobia Camm e n ta rio notam os, en fo rm a p a rtic u la rm e n te
prubí de Jiménez. E ditorial Losad-a S.
n o ta b le , la s c u a lid a d e s c ita d a s . C o n serv a to d a
la fr e s c u ra y la fo rm a d e c o n fe re n c ia s ; pero
A ., Buenos Aires. 112 págs. a la rústica.
re p o sa d a s, re le íd a s y a te n ta m e n te c o rre g id a s.
$ 2.50 m /arg.
Su p e n sa m ie n to flo reco m a d u ro , d e sp u é s d e
— No, R e y ; lo s p o e ta s no esc rib im o s p a ra
h a b e r seguido, en u n e stu d io a n a lític o , el p ro
ceso de s is te m a s . a n te rio re s . L a c o n fe re n cia
q u e se no s e n tie n d a .
p rim e ra tie n e el c a r á c te r de in tro d u c to ria . E s
— E n to n c e s, ¿ p a r a q u é?
el filó so fo que q u ie re ju s tif ic a r el cam ino qne
— Sólo p o r la m elodía.
Y T a g o re p o n e en boca de su p o e ta el g rito
v a a e m p re n d e r, y d a rn o s , en rá p id o s a n tic i
m ism o do la e x iste n c ia , el s a lto de la ro s a
pos, su s p re te n sio n e s . Luego sig u e u n a e x te n sa
p rim e ra p a rte . M ás que e x p o sic ió n d e siste m a s,
v iv a q u e se re c o n o ce y se c e le b r a ; p ues e sta
vem os el b u c e a r de u n e n te n d im ie n to v ig ila n te
fé e rie de e n c a n ta d o ra g ra c ia no tie n e o tro
signo, no b u sca o tra cosa, no alc an z a o tro fin.
que q u ie re e x tr a e r la s jo y a s que co n tien en ,
A sí es q u e u n b an d o de m u ch ach o s sale
p a ra e n g a rz a rla s en el c o lla r d e su p ro p ia re
a d a r caza al V iejo , y ese V iejo es la im agen
fle x ió n in d e p e n d ie n te . Se m ueve en la h o n
in a sib le do todo lo que su ju v e n tu d re c h a z a
d u ra de la v id a in te rio r, de sd e S p in o za a
K a n t; y luego, F ic h te , H egel. S ch o p e n h au e r.
in s tin tiv a m e n te , con el gesto del á rb o l re c h a
zan d o el vacío p a ra a b rig a r su v e rd e in te rio r
No le in te re s a n m a y o rm e n te la s o posiciones de
d e c au to s. Y la a le g re c ac e ría , e n ca b e z ad a por
los siste m a s, sin o los hallazg o s. Y luego el fin a l,
o seg u n d a p a rte . A hí R oyce, y a en riq u e c id o ,
u n D io n iso s a te za d o que se Huma C h a n d ra y
feliz h e re d ero d e p re v ia s y p ro fu n d a s r e fle
b rin c a con el im pulso de su lib e rta d e je rc i
xiones, p ro ced e a e x p o n e r su v isió n del u n i
tá n d o se , llev a a los m uchachos de ris a en risa ,
verso. Nos re s e rv a su d o c trin a . E s tam b ién
d e diálo g o en diálogo, h a s ta el fin a l d o n d e los
id e a lista , a d u n a n d o el Ix>gos a b so lu to om nicaz a d o re s se a tra p a n a sí m ism os en la g ra n
c o m prensivo d e H e g e l con la V o lu n ta d S u
re v e la c ió n d e su e x istir, de su p re s e n c ia en
p e rio r de S ch o p e n h au e r. A dem ás, al fin y al
lo re a l.
H e rm o sa fig u ra la del J e f e de los jó venes.
cabo n o rte a m e ric a n o , no p o d ía p re s c in d ir del
elem en to relig io so . E l yo a b so lu to es u n a
p e rs o n a lid a d co n sc ie n te y v o litiv a : de ella
p a rtic ip a m o s n o so tro s, en la m e d id a en que
som os s eres e sp iritu a le s , c u an d o pe n sa m o s y
querem os. Y todo e sto llev a a re fle x io n e s de
o rd e n m oral y e sp iritu a l.
En c u a n to a iojf m é rito s <V1 lib ro en sí.
d iríam o s que su le c tu ra p u e d e s e r a lta m e n te
pro v e c h o sa p a ra aquellos que se in ic ia n en
la re fle x ió n filo só fica . R oyce eu to d o s su s
lib ro s, pero p a rtic u la rm e n te e n éste, e v ita los
tecn icism o s d ifíc ile s ; p ro c u ra a n te to d o la
c la rid a d , no o b s ta n te la n e c e s a ria o s c u rid ad
de los tóp ico s. Si el m om ento lo re q u ie re ,
p u e s expone u n a d o c trin a que es ru c o n
vicción, se d e ja a r r e b a ta r p o r un e n tu siasm o
que tie n e m ucho d e m ístico . L a v e rs ió n es
b u e n a, p o r h a b e r sido re a liz a d a p o r un joven
e in te lig e n te e sc rito r, y a fa m ilia riz a d o con
la s o b ra s de e s te filó so fo n o rte a m e ric a n o .
)ijo menor tiene la eficacia directa y áspera de una talla donde los caracteres se
,icusan con nudoso vigor. Es. a su manera, la historia de una educación sentimental
v moral; es también el espejo
un matriarcado que suena ya inconcebiblemente dis
ta n te . Mucho más inmediata nos l l e g a la tragicomedia de Los tres peineros ju stos,
relato sorprendente por la ironía y el humor negro, con esa acida presencia de lo gro
tesco eu lo conmovedor que es privilegio de los novelistas germanos. La lucha de los
tres peineros por el corazón* de la estupenda Susi Bunzlin, la carrera que deberá decidir
,4 premio, y los interiores de Seldwyla (con la maravillosa descripción del contenido
leí cajoncito de laca de Susi), muestran en Keller una artesanía plástica que salta
,0bre el tiempo y sobre esta traducción —demasiado dura a vecos, sobre todo en los
Iiálogoa-- . donde el “ vos” y el “ usted” se mezclan culpablemente.
Dejo de lado E l g a tito E spejo — un fino capricho, trastienda, burlona de lo demo
níaco— para volver al relato que supera el entero volumen, se levanta solo e impar
?omo uno do los momeirtos más altos de la narrativa moderna: Horneo y Julieta en la
*¡dea. Sé de pocos cuentos donde la belleza dé lo trágico se alcance con tan soberana
oerfección; habría qye pensar en La muerte en V< necia, o L a suerte de lioaring Caín ;
habría que acercarse al Long Island do Lino Novás Calvo. Alzándola a la música, Fre
leric.k Delius hizo de la desgarradora historia de Sali y Verónica una ópera cuyos
.ntermedios pueden quizá sugerir la atmósfera de pura poesía del relato. Pero hay
I que dejarse llevar por Keller, ir por esa primera mitad agreste y despiadada, -con los
kÜos de fam ilia ascendiendo en su sorda savia oculta, y entrar después como en un
anco —porque él exige y logra eso, arrancar de sí mismo al lector, ponerlo en Seld
jrvla, volverlo Seldwyla— , entrar como en urr trance en las páginas finales, la marcha
j j¿ los amantes hacia la final posesión que incluye a la. muerte como rescate. Y qué
I itroz hermosura de poesía la coincidencia del destino de Sali y Verónica con. la gracia
I ildeana, do la romería, el violín diabólico del Jardín del Pai^uso y las rondas de puiI anos en la noche. . .
Geneviéve Bianquis se adelantó a decirlo: Gottfried Keller está muy por encima
leí Jíevmatluvst banal, y a través de un profundo instinto lírico se alza y se avecina
la p re s e n c ia d el p a sa d o en los re d u c to s fin a le s
más
grandes
tiempo.
1Mlos
OCION
ARIO
DE LA. escritores
MITOLOGIA,dep osu
r M
. R ll
de la tie r r a y el h o m b reJulio
. S us Cortázar
fin a s p á g in a s
bio Egusquiza. Librería del Colegio, Bue
aco g en o tr a vez la p re s e n c ia m e la n có lica del
nos Aires. 220 págs. a la rústica. $ 8
indio, “ q u izá la p ie d ra c o n v e rtid a en c a rn e ” .
A sí los ve el a u to r d e e sta p e q u e ñ a g u ía p a ra
m/arg.
La m itología g re c o la tin a m o ra ta n hondam enen la m em oria c o le ctiv a de O ccid en te, q u e el
•cuento de su s a v a ta r e 8 s e r ía te m a p a r a u n a
onografía al m odo e ru d ito . A p a rte de la s r a
ines p ro fu n d as d e su p e rs is te n c ia ( “ au com
encement é ta it la fa b le ” , h a dich o lú cid aente V a l é T y ) y la s d e sim p lific a c ió n y tip icación que h a n e stu d ia d o el m ism o V a lé ry y
arguerite Y o u rc e n a r, el m ero h echo lite ra rio
• su sup erv iv en cia y u tiliz a c ió n c o n s ta n te baspara in c ita r a la re fle x ió n . E n e ste p lan o
¿elusivamente e sté tic o , m e re c e ría a n a liz a rs e
i fisonomía en e l p e río d o re n a c e n tis ta y en
neoclásico, el re p lie g u e de la m ito lo g ía raeterránea a n te la e sc a n d in a v a q u e se p re c ip ita
•n ímpetu de v ík in g d e sd e la s s a g a s d e O ssian' acpherson a la tu rb a m u lta ro m á n tic a , y su
‘aparición (s e re n a , m a rm ó re a y a b u rrid a ) en
Parnaso de L e c o n te de L isie y Ile re d ia .
3ra ceñirse luego a u n a s p o cas im ág en es esen.ales y e n ra re c id a s con la p o é tic a d e M allarné y los s im b o listas. S u b rin c o a A m érica y
* etapas p a ra le la s — el c u lte ra n ism o , la re tó ica dieciochesca, R u b én el m itó fo ro , Ja m e s
reyre, L ugones— s e ría n itin e ra rio a sistem azar algún día. P a r a c o n c lu ir con la p re s e n c ia
e lo m itológico en el v o c a b u la rio e sté tic o de
ajil V aléry, el te a tr a l de J e a n G ira u d o u x . el
ientífico de S ieg m u n d F r e u d ; cu lm in a n d o , de
oererlo así, con la m ito lo g ía en el ex isten ialismo — L es M ouches de J e a n -P a u l S a rtr e .
Por eso, si es c ie rto q u e en n u e s tro s d ía s
n lector no p re c isa , como el e sc o la r del s i
lo X V III, s a b e r in fa lib le m e n te qué le p a só a
•oda con el cisn e, a q u é ju g a b a N a u sic a a en la
•laya, y por q u é se la s tom ó T u rn o con P a
ute, toda e x cu rsió n lite r a r ia de a lg u n a la titu d
tantea dudas m ito ló g ica s q u e u n lib ro como
l de M. R ubio E g u sq u iz a c o n trib u ir á a dospear Sin esfuerzo. E l a u to r se a p re s u r a a a d v e r
tir que su. tra b a jo no es u n a m ito lo g ía sin o un
'imple diccionario, un esbozo d e o rd e n en el
uegro caos teo g ó n ico . D e u n a o b ra ta n e sc u e
ta en su p ro p ó sito , no se p u e d e e s p e r a r la d e
licia que to d av ía p ro p o rcio n a n , lib ro s como la
vetusta m itología de B u lfin c h ; es sólo un in s
trumento de c o n su lta in m e d ia ta , ceñ id o al p r o
pósito de e n se ñ a rn o s r á p id a y o b je tiv a m e n te
que Eufeme e ra la n o d riz a de la s m u sas, que
Argentino p u e d e ta m b ié n s e r u n h ijo de Esculano. que la d io sa de lo s h e c h ic e ro s se lla
maba G ratéis, y q u e Z eus en co m en d ó la e d u c a
ción de D ionisos — con re s u lta d o s d e p lo ra b le s
de que da c u en ta la re fe re n c ia c o rre s p o n d ie n
te— a la n in fa C oronis.
Por todo eso; -y p o r ' el b u en c rite rio de su
trabajo. M. R ubio E g u sq u iz a m e re c erá la a la
banza de ese le c to r q u e no a d m ite e n ig m as en
los autores qu e lee, y q u e se p la n ta como el
hijo de Layo (v e r a rtíc u lo E d ip o ) a n te la es
finge provocadora. — J . C.
Miscélanka a n t ig u a , por José Alfredo
Hernández. Ediciones “ Revista 3 ” , L i
ma. 104 págs. a la rústica.
Para los am e ric an o s a u stra le s , el P e rú p r e
colombino y la h a za ñ a c o n q u ista d o ra s e ián
ñompre el c e n tro y el fa n a l de esa h is to ria
fpicn que u n a c u ltu ra lle v a consigo como u n i
dad de m edida, como á p ic e p a ra la im a g in a ció n
de l'j gesta. Al m odo que la a n tig ü e d a d m e
dite rránea a c e rc a b a sus h é ro e s n la ta b la h o
mérica — v a lie n te cpmq e l.P e li d a . m ás su til
que Ulises, m enos, fe ro z -qué D ium ede*— p a ra
*irar luego en, el d e slu m b ra m ie n to de A le ja n
dro o Julio C ésar, a s í no s es dado e sta b le c e r
Pianos de g e sta p a rtie n d o de la lín e a q u e en
arenaR de la isla d el G allo tr a z a r a el p u
ntal do F ran cisco P iz a rro en el in s ta n te m em o
rable de ju g a rse su d e stin o . Cómo no re c o r
dar por siem p re — y so b re to d o si la liemos
bido al sa lir d e la in fa n c ia , con m a ra v illa d a
avidez— la n a rra c ió n de P ro sc o tt. y aq u ella
*u exclam ación: “l Qué se p o d rá e n c o n tra r en
,a* leyendas de la c a b a lle ría que s o b re p u je a
esto?” Más que el A m adís p a ra rur tiem pos, el
espectáculo de la c iv iliz a ció n in c a ic a y su c aíd a
frecen al sureño ese p e rm a n e n te aso m b ro que
ermina el pa.RO d e la h is to ria a la m itolo•. del hecho a la o b ra e s té tic a in d eleb le.
José A lfredo H e rn á n d e z es a te n to le c to r
de cronistas, v a n d a d o r d e ru in a s y a ltip la n o s.
s u breve m iscelán ea nos a ce rc a al tra to y la
‘‘«ntemploción de los In c a s, “ con su c o ro n a
*n 1» cabeza y a l cuello u n c o lla r de e sm e ra l
da* grandes” como loa vió E ste te . la o rg a n i
zación y el ritm o — a la vez g ra v e y liv ian o —
de la vida p e ru a n a. Se in te re s a luego p o r la
deinonología. y en el cap ítu lo m ás in te re s a n te
ds la obra catalo g a a m u ltitu d de lim eñ as e l
Partas en ensalm os, filtro s y falsos é x ta s is : su
retrato de A ngela C arra n za y la o la de lo cu ra
^ fe rn a l que d e s a ta ra aq u ella m o n ja a g u stin a
dada al diablo, ilu m in a asp ecto s re v e la d o re s
(por eso ta n bien o cu lto s) del tiem po colonial.
Por los valles, el alto espejo del T itic a c a y
*•* ferias indias, v a H e rn á n d ez eco tu n d o el de*slle sutil, el ritm o de los poema.- p o p u lares.
L u is
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al c rític o y a l a fic io n a d o , sin o tu m b ié n al
sabio, al h o m b re d e le tra s y a l le c to r com ún,
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9 73
BUENOS AIRES
�’
c a b a lg a ta
16
{V iene de to página 1S)
y proseguir allí su trabajo. Recuerda que
una vez, olla lo dijo: “ Un buen día vol
veremos a encontrarnos en G énova'’, y él
la con'tosté: “ Usted, sí, pero no es muy
fácil que yo vuolva a verme en Génova. ’ ’
Mo llevo sus papeles: hacemos con ellos
dos grandes paquetes, que sus mismos ami
gos me llevaran al Continental. T nos
separamos. Entre los papeles que acom
pañan a dos de nuestras cartas encuentro
otras dos fotografías suyas, con los bi
gotes que nosotros no lo conocíamos. (H a
bía tres, pero Mariotta me ha pedido una
y yo no he podido negársela.) Parece una
persona distinta, envejecido, con una gra
vedad nueva, cargado de nuevas preocupa
ciones y responsabilidades. Encuentro no
tas cortas, pero de valor. Pasamos la ve
lada con Cario y Anna Maria, leyéndolas
y comentándolas.
76' de marzo.
El auto me espera a las ocho, frente
a la casa de los Argan. Me entristece el
separarme de esta casa fraternal. Ahora,
por primera voz, mo parece que mo separo
verdaderamente de él. Cario baja conmigo y mo acompaña. Desayunamos en
Oa8tiglione del Lago; no puedo soportar
el desgarramiento quo me produce el pen
sar en él, en Enrica, en nuestro Galeazzo
Vlessi. Llegamos a Florencia a eso de las
cinco de la tarde.
En la ostación de Rifredi, do donde sa
len1 los trenes, deshago los paquetes, y
arreglo las cosas en dos sacos montañeros,
el mío y el sayo, de cuando era soldado,
y que me han entregado con su ropa in
terior.
Hemos viajado toda la noche. A las cua
tro de la tarde, con mis dos sacos a la es
palda, llamo a la puerta de la casa de mi
hermana, en Lavagna, donde me espera
Knrica.
r i»
e
las últimas exposiciones de
Rossi en Buenos Aires me queda
D
un recuerdo de diversas telas con
parques porteños, quintas, mejor, de
tupido boscaje y ventanas con corti
nas voladas por el viento; de tal
cual paisaje urbano y bonaerense;
de playas de este lado de acá del
Atlántico. Recuerdo, en suma, que
si de alguna manera puedo calificar
sería diciendo que toda esa pintura
estaba como teñida de cierto roman
ticismo que por entonces caracteriza
ba lo más general y acusado en la
pintura de Rossi. No ignoro que ha
bía ya en ella otros matices y aun
que tales matices podrían llevar a
contradecir en parte lo anotado. Pe
ro globalmente, por el tema y, más
aún, por cierta como nostalgia en la
manera de realizar sus temas, por
cierto como viso o deje de abandono
que latía en aquella pintura, si de al
guna manera, repito, pudiera carac
terizarse, sería, creo, encuadrándola
dentro de un cierto romanticismo
que vive y palpita en nuestros días.
Hoy, Rossi, vuelto a Buenos Ai
res tras una estancia de casi dos
años en su país, siendo el mismo
pintor que salió de aquí y a juzgar
por lo poco que aun conocemos de
su nueva labor, ha recorrido etapa
grande en su pintura.
Fijémonos primero en Las Grana
das. En este tema de naturaleza
muerta, que ya había tocado Rossi
antes con bastante fortuna —re
cuerdo particularmente unas man
zanas sobre un paño, pintadas aca
so el año 45—, el elemento que sirve
de mejor puente entre el Rossi de
hace tres años y el de ahora, acaso
sea ese otro paño sobre el cual apare
cen las granadas y la jarra; pero en
todo el lienzo se manifiesta como un
deseo de mayor severidad el cual
se expresa no sólo en su mayor con
creción formal, sino en una como
sobriedad ceñida del dibujo y en esa
especie de concentración de sus di
versos elementos y calidades pictó
ricas. Si en los jardines que Rossi
pintaba anteriormente quedaba al
gún elemento impresionista, sus
pinceles ahora buscan no sólo la luz
de los objetos, no sólo su color, sino
su plástico volumen, su maciza si
tuación en el espacio bien delimita
do que cada objeto ocupa.
Esa tendencia hacia una mayor
recuperación de su geometría parti
cular, aparece ya manifiesta y ex
plícita en otra tela del año 47, por
que aquí la lección geométrica que
el pintor se da a sí mismo, apareee
hasta en su temática formal. Do
decaedro amarillo se titu la este
lienzo y tanto por el título, por los
elementos que contiene, como por
las principales líneas de su compo
sición —líneas que casi son una geo
métrica triangulación del espacio
que el pintor ha llenado con su pin
tura—, sirven de expresión a esa
geometría aludida. A primera vista
más de apariencia que otra cosa, ya
A t t il io R o s s i .
R
O
S
Mujeres en la playa.
S
I
DE NUEVO EN BUENOS AIRES
Por ARTURO SERRANO PLAJA
pareciera, efectivam ente, que el
pintor corre con frenesí en busca de
una disciplina y de un rigor que
castiguen y contengan todo impulso
y todo vuelo. Pero a primera vista
nada más. Porque el encanto poéti
co que este cuadro respira no podía
caber en el único espacio delimitado
y hasta recortado por las rígidas
formas geométricas. Un solo ele
mento de otra naturaleza hay junto
a esa pirámide, junto a ese dodecae
dro, junto a esos como bastones, ce
tros o cilindros que se sitúan ante
un rectángulo oscuro, pero ese ele
mento, esa palmatoria con el cabo
de vela a punto de agotarse, viene
a subrayar muy particularmente la
R E G IS T R O T>E
IN T E L E C T U A L
I M P R E N T A
P « rú 565
•
PROPIEDAD
N*
25 4 4 2 6
CH IL E
B a n o i A lrti
intención pictórica que a primera
vista, decíamos, sorprende en este
lienzo. Parece como si el espacio,
tan austeramente definido, quedase
descarnado y como irreal sin ese
otro elemento que subraya en el
lienzo su relación con el espectador:
el tiempo al que ese cabo de vela, a
punto de consumirse, alude miste
riosa y poéticamente dando al con
junto su jugosidad de instante de
terminado y concreto: aquél, preci
samente, en que el artista ha sentido
la eternidad de un momento, de uno
cualquiera de los tantos que trans
curren incesantemente y a los que el
hombre trata siempre de eternizar.
Por la fecha que lleva este lienzo, el
año 47, me hace recordar, (por más
que en su manera o peculiar estilo
poca o ninguna relación tengan con
la pintura que ahora comento) cier
tos cuadros de Picasso en los que
también hay palmatorias y cabos de
vela; pero en los que recuerdo no es
tán junto a formas geométricas es
pecíficas, sino —en uno muy pecu
liar, sobre todo— junto a un espejo.
Acaso por encima de la mera coin
cidencia de forma haya algo más y
más importante como podría ser la
búsqueda, en la actual expresión es
tética, de una mayor manifestación
temporal en la pintura. Que la pa
radoja que eso encierra acaso sea
A t t il io R o s si . Dodecaedro amarillo.
FRANQUEO
FAOA
C o n c e s iv a N i 3 2 0 5
U F A
REDUCIDA
o n ocslón N i 3799
que verdadera intemporalidad d
las artes plásticas acaso sólo la h
habido en la pintura que, por m-J
chas y muy hondas razones, ha cr
batido estos últimos años en un
y cerrado frente de abstracción m.
o menos absoluta.
Abandonando las reflexiones a qe
«se tema pudiera llevar, con el liei
zo de Rossi que lleva el título (
Mujeres en la playa, vemos qel pintor, si ha sentido la angust
de la forma y la del tiempo en i
momento dado de su pintura, de el
ha salido, quizá empalmando con
pintor anterior, el de su época i
Buenas Aires, pero robustecido
afirmado en todas sus calidades. Ii
vitado a la xxiv expasición que r
brica el prestigioso título de B
nale d i 1 enezia, Rossi con cu n
a ella con esta obra entre ot:-a
Hecho, en sí mismo — me refiere ;
de figurar en tal exposición— q ,
ja constituye todo un comentar
halagüeño para un pintor, pero <p
me complazco en subrayar aquí ■
notar el reposado vigor, la invisib
energía que sin manifestarse de u
modo espectacular, palpita en cs<
lienzo sosegado y pleno.
La composición de las figuras qu
integran este cuadro, el ritmo de s
movimiento flúido y suave —nóte?
sobre todo la figura en pie con 1
sábana al hombro— la delicaoa m
ñera de aludir, sin describir iem
siado; sugiriendo, sobre todo, fo>
mas, volúmenes y luces, que hace
de los escorzos de mujer aquí trati
dos una de las obras más acabad?
de Rossi y en la cual aparece ?a .
plena posesión de sus mejores* dote
Como se ve, en ninguno de 1c
tres cuadros de Rossi que se come*
tan queda ya vestigio de abstracció
propiamente tal. Por el contrario, i
estos tres lienzos son representat
vos del pintor —falta por ver un
exposición general de la obra qu
Rossi haya realizado en estos año
pasados en Italia, bajo la influei
cia de Cario Carrá— más parece
acusar una tendencia hacia una coi
ereción plástica. Concreción, por 1
demás, que ni ignora ni desdeña ’
aportación que ha significado pai
la pintura todo el continuado an
liSis de abstracción de estos últime
años en su persecución de forma
más o menos puras; en busca df
color o de la composición en sí mií
ma. Claro está que al decir “ análi
sis” ni pretendo ni creo que ñadí
pensará que quiero inducir a alg
así como reducir a una experienci
de laboratorio todo lo hechu po
Juan Gris, Braque o Picasso, po
ejemplo. Pero dejando de ado t
valor profundo que esos tres non
bres —por no citar otros— ene;
rran, también creo evidente que
su pintura, y esto lejos de ser u
defecto es también una virtud ha
mucho de experiencia, de exponer
cia grande, la propia y cabal del ai
tista grande, que no por ser exp.
rienda y análisis desvirtúa su últ
mo contenido. Hecha esa aclarado!
repito que Rossi ha sabido muy bie
sacar ya ciertas consecuencias de t;
análisis. En primer lugar porque i
mismo no ha sido ajeno a ella; en s<
gundo, porque la mejor maneja d
recoger experiencia de los dei ás e
conquistarla, merecerla, y e.i etDodecaedro amarillo hay, aunqi
ya en concreto, hay, repito, mi
cho de lo bueno que el cubismo suj
ver y hasta inventar. Pero aquí i
diferencia es que ya no está, ni aca
so fuera necesario, aparente, con ui
sentido escolar y de disciplina ;
dogma, sino realizado el cuadro cc
mo “ a partir de” . . .
Para terminar estas líneas q
más que un comentario crítico so
un saludo amistoso, un gest' de r<
encuentro con el artista que firm
esos cuadros, creo que cuanto aqv
se apunta necesita y espera una c
rroboración en la misma piráura (
Rossi, pero vista más en g-siide
más directa; es decir, media. “
exposición en la que el público
Buenas Aires pueda apreciar e
conjunto cuanto hay de cambio
superación en Rossi. Las anterior
líneas podrán entonces tener la cor’'
firmación de lo que se ha apuntad
hasta aquí como característica má
acusada a través de sólo tres obra
Esperamos que dicha exposición n
se haga esperar demasiado.
�
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The Dublin Core metadata element set is common to all Omeka records, including items, files, and collections. For more information see, http://dublincore.org/documents/dces/.
Title
A name given to the resource
Cabalgata
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
1946 - 1948
Rights
Information about rights held in and over the resource
Derecho público
Language
A language of the resource
Español
Description
An account of the resource
Ejemplares 1 a 21 de los años 1 a 3 de la revista Cabalgata, publicados entre 1946 y 1948.
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Cabalgata
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Año 3, no. 17
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
Buenos Aires, marzo 1948
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Derecho público
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Español
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Torre, Guillermo de
Cassou, Jean
Curt Lange, Francisco
Saavedra, Juan
Platschek, Hans
Moulin, Charles
Troiani, Osiris
Nelken, Margarita
Latorre, Mariano
Devoto, Daniel
Pronsato, Domingo
Brughetti, Romualdo
Gómez de la Serna, Ramón
González Carbalho
Mariani, Andrea
Bloc, André
Pecker, Alexandra
Siegfred, André
Fernández, Macedonio
Horovitz, S.
Serrano Plaja, Arturo
-
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5fae3d8a2a61d9376c924303cf763646
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REV
numero
R E D A C C I ON
Y
A I) M I N I S T R A C I O N:
Afín III
Febrero
Perú 973 - Buenos Aires - Telef. 34-2384
1 0
J1
10 4 8
2a-Epoca
Precio del número: ¡5 Ü.6U moneda argentina
S u se r i p c i ó n a ii u a I: $ (i.50 m o n. /a r <*
=
P
I
C
A
S
S
O
Por ANTONIO DE UNDURRAGA
" U n a idea nueva es sólo ri
dicula para los im béciles.’ ’
( Continúa en la página 1C
k
gran creación poética de Vicente Huidobro responde a un apasionado goticis
mo intelectual, que se genera en el caótico
mundo de la primera postguerra mundial,
con motivo de la quiebra del arquetipo men
tado “ hombre clásico” y la desaparición de
un orbe que tenía, aparentemente, sólidos
atributos de estabilidad.
En efecto, el hombre prim itivo (salvaje,
bárbaro, nóm ade), pretende sohrejTonerse a
la caprichosidad del mundo externo que le
infunde pavor, por un arte a base de sím
bolos, figuras geométricas y abstractas, por
excelencia. Para ello, utiliza fórmulas mági
cas, santos y señas, etc. El arte es un con
ju ro y, además, como medida protectora hace,
tabú su cuerpo jjor medio del tatuaje. Para
él hay un dualismo, una separación absoluta
entre el hombre y el mundo, siendo la d ivi
nidad una potencia oscura, hostil, que mora
tras las cosas, a la cual — identificada con
el rayo u otros fenómenos físicos— hay que
conjurar, a fin de protegerse de sus hoscos
designios.
Para el hombre clásico (Fidias, Aristóte
les, Sandro Boticelli. M iguel A ngel, Goethe,
' Ingres) el arte ya no es, de ningún modo,
con ju ro; por el contrario, es jocunda repre
sentación ideal de la vida, es sublimación
de la misma. Esta, se bace más hermosa y
alegre, pero pierde en profundidad, gran
deza y angustia. El hombre, en su creciente
sabiduría, se proclama la medida de todas
las cosas y asimila el mundo a su mezquina
individu alidad; desaparece el mencionado
dualismo. De idéntico modo, la divinidad se
torna mundana, se incorpora al universo de
nuestra tierra. Lo divino ya no es una re
presentación trascendental, sino que está en
carnado en el mundo mismo. L a religión,
sustituida por la ciencia, se convierte en un
lujo del alma, sin carácter utilitario inme
diato. El arte, en idéntica form a — insisti
mos en ello— pierde su calidad de con juro,
de tabú, su calidad trascendental y supra
sensible y — como en el mundo de los dioses
griegos— se convierte en naturalidad idea
lizada.
Pero hay otro arquetipo humano, menos
com plejo que el hombre gótico y es el hom
bre oriental. E n éste, la cultura se basa en
un conocimiento, en un saber instintivo so
bre el mundo externo. Y si ante el velo de
la Maya, el hombre prim itivo permanecía
aterrado, el oriental, p or el contrario, ha
penetrado tras ese velo y sus ojos han p er
cibido el inflexible dualismo de todo ser.
Su sabiduría arraigada en el instinto — sub
rayamos— conoce la incertidum bre de todo
fenómeno y el insondable enigma de toda
realidad. P or ello, en su ánima, no hay
hueco para una ingenua fe en los valores
humanos y mundanos, que tanta ventura
dispensa al hombre clásico, llámese renacen
tista o burgués contem poráneo. Pero este
dualismo, que consta de la percepción sen
sible, imagen cósmica, de un lado, y del
otro los conocimientos esjúrituales que su
giere esta percepción en cuanto a saber:
¿ qué somos?, ¿de dónde venim os?, ¿adonde
vamos?, no tortura ni angustia el ánimo de
Oriente, por cuanto el reino de las almas
orientales ha permanecido aislado de todo
contacto con el progreso del conocim iento
espiritual (la filosofía de K ant, verbigracia ).
lie aquí la analogía del hombre oriental
eon el jirimitivo y su consecuencia: el arte
oriental, como el prim itivo, es rigurosam en
te abstracto, atenido a la imagen, la fábula, el
mito, el símbolo en literatura; y a la línea rí
gida y su correlativo, el plano, en pintura y
arquitectura, pero supera con mucho el arte
primitivo por la riqueza de sus form aciones
y tonalidades. La creación elemental, para
a
L
D euussy .
\ la serie de compositores estadounidenses
nacidas a comienzos del siglo, que apa
recen después de George Antheil, Ruth
Crawford, Marc Blitztein y Aaron Copland,
y que en atención a razones estéticas y téc
nicas más que a una mera cronología, deben
ser agrupados en sitio aparte, pertenecen
los nombres de Nicolai Berezowsky, Ernest
Brooks, Colin Me Pee, H unter Johnson,
Ross Lee Finey, Norman Lockwood, Paul
Crestón, E lliot Cárter, Rav Green, Gerald
Strang, John Brown, W illiam Schuman,
Ilenry Brant, V ivían Fine, George Tremblav, Norman Cazden, Spencer Norton, John
Becker. J. M. Beyer, Robert Me Bride, Paul
F. Bowles, Conlon Nancarrow, A. Lehman
Engel, W illiam Russell, H arold G. Davidson y otros más.
De entre todos ellos destacan G erald
Strang, Paul Crestón, Ray Green. Ilen ry
Brant, Ross Lee Finey, W illiam Schuman y
George Tremblay. Su posicióii estética los
aleja de los compositores del grujió aun lla
mado radical por algunos comentaristas po
co enteradas o de, ju icio ligero y yue cuL
Tii i na -en R oy I larris, R oger Sessu.vi . Hjenry
Cowell. herederos directos de las escuelas eu
ropeas, así como W allin gford Riegger. W a lter Pistón, A aron Copland o V irgil Thom
son, ya que todos ellos son producto de
conservatorios y de maestros del viejo con
tinente — a excepción de H . Cowell— , ha
biéndose form ado la casi totalidad de los
que les siguen en los Estados Unidos. De ahí
una diferencia, si no precisamente una ori
ginalidad — salvo en algunos de los “ nuevos
jóvenes” — en el enfoque de los problemas
y en la manera de resolverlos, partiendo de
actitudes concretas y de ideas claras y de
terminantes, tanto en el plano estético, como
en el de la ética y de la especulación.
En los compositores que form an el vértice
agudo de las generaciones estadounidenses
precedentes, el problema cajútal fué siemjire
—excepción hecha del caso experimental ab
soluto encarnado en E dgar Várese— , la ex
presión obtenida a través de procedimientos
nuevos en cuanto ello fuera posible, pero
siempre dirigidos hacia esa finalidad exclusi
va. ya se tratase de Charles Ivés, Cari R u g
id es Uarrison K err, Richard Donovan, W a ll
ingford Riegger. En el nuevo grupo a que nos
referimos, cuya producción comienza alrede
dor de 1930. el enfoque inicial parece ser. an
tes que otra cosa, una notoria disconform idad
con el estado de realidad musical logrado
luego de sumados esfuerzos y de la confluen
cia y contribución de tantas y tan diversas
personalidades creadoras: y ese estado de
descontento se manifiesta en una producción
específicamente experimental en la mayoría
de los casos, con la persecución de tina me
lódica áspera y angulosa, fragmentaria a
veces, v de violentas oposiciones dinámicas
o desplazamientos hacia los registros de so
noridad más opuestos — que rompe decidi
damente con el criterio rom ántico y discur
sivo. de contenido expiatorio o confesional,
a lo Copland, H arris o Sessions— , o una
rítmica incisiva, a cuyo imperio suelen do
blegarse los elementos restantes. ITay que
tener en cuenta que estos nuevos com posito
res se form aron en el período difícil, dis
conforme y angustioso de la primera pos
guerra. en cuya iniciación, y al día siguiente
de 7. ’ TTistoire du Soldat y del Rag-timr strawinskianos, se llegó a admitir y a practicar
el ritmo como elemento dominante, asignán
dosele una im portancia secundaria a la ar
monía o a la temística como vehículos de ex
presión. El extremo a que llegó esa actitud es
tética fué en parte la confección de obras es
critas para percusión sola. R ay Green, Thrcr
Inventions o f Casen J on es: Ilarold G. David-
POETA GOTICO
SlllEN MAESTRO IIE LA LIBERTAD
Por JUAN CARLOS PAZ
aquí,
PicAsso,
nombro.
yo te veo y te
Conozco tu rostro hace ya mu
cho tiempo, le veo rápidamente y
con lentitud.
Tu rostro pertenece a mi fami
lia, a la gran familia compuesta
de mis mejores amigos, amigos fiel
día y de la noche, todos ellos bue
nos, pero diferentes entre sí.
Son buenas gentes, amigos ver
daderos, siempre prestos a hacer
amistad, como el oso está dispuesto
a extender su pata hacia el panal
de miel.
Pero eres tú, Picasso, a quien se
dirigen primero, pues te buscan co
mo norma de su comportamiento.
( Continúa en los páginas centrales)
Por CURZIO MAL APARTE
x el invierno de 1941, para huir de la guerra y los hombres, para curarme de ese
mal innoble que la guerra hace nacer en el corazón de los hombres, me refugié en
Pisa, en una casa muerta al final de una de las calles más bellas y muertas de aque
lla hermosa villa muerta. Tenía conmigo a Febo, a mi perro Febo, que había reco
gido muerto de hambre en la jdaya de M arina Corta, en la isla de Lípari, que había
cuidado, educado, y nutrido en mi callada casa de Lípari, y que había sido mi único
compañero en los solitarios años de mi destierro en aquella isla tan triste y tan que
rida de mi corazón.
Nunca he amado a una mujer, a un hermano o a un amigo tanto como a Febo.
Era un perro como yo. Para él he escrito las páginas afectuosas de Un perro como yo.
Era un ser noble, la criatura más noble que he encontrado en mi vida. Pertenecía aesa rara y delicada raza de lebreles llegados de Asia con las primeras migraciones
jónicas y que los pastores de Lípari llam an cerneghi. Son los perros que los esculto
res griegas esculpían en sus estelas funerarias. “ Ahuyentan la m uerte” , dicen los pas
tores de Lípari. Tenía un manto de color de luna, rosa
y dorado, del color de la luna sobre el mar, del color de ( Continúa en las páginas centrales)
E
( Continúa <n la página 4)
/
�-----------
cabalgata
A L A B A N Z A DOBLE
DEL CA B A L L O Y LA BÜS A
Ya en tu marfil, nocturna,
C om o e l Caballo, hermosa
está la Rosa.
crece en alta marea
taciturna
C om o e l fin o Caballo
adolescente,
definitivam ente
prim orosa.
Graciosa,
más q u e la pura Rosa,
la alta fren te.
E n los juegos d el aire
contenida,9
la Rosa,
malherida
d el o jo d el Caballo,
d u lcem en te
en sí se mira ardida . . .
ya en la mirada ardiente
consumida.
tu recogida som bra
desvelada.
¡O h Rosa apaciguada!,
cierra tu dulce casa
recatada,
y en tu lenguaje oscuro,
um bral d el acto puro,
i
e l pétalo r e co jo
„
ya maduro.
P o r tu acendrado logro,
m i sapiencia
seca su mucha lágrima
P or la gem ela rosa
voluptuosa,
q u e copia e l b reve tiem po
d e la oreja,
cautelosa
la Rosa
levanta en dos su queja,
ya berm eja
y en dos cum plido el cielo
d e su abeja.
!
en los p od eres dulces
;
de la ausencia.
í
A rdida en tu decencia,
le nace al alma un habla
d e inocencia.
D e puro esperanzada,
la Esperanza
m uere en tus barandales.
Tu delicada guerra
d e cristales
levanta su alabanza
A labad a la Rosa
varona y delicada.
A labad a la Rosa
inmaculada.
a nuestro d ob le anhelo
¡O h Señora y M ay ora
y Pescadora!
¡O h Rosa O rdenadora!
B a jo tu red d e olvido
inolvidado
sobre e l záfiro frío
d e este p resen te mío
ensimismado,
ju n to a M artín d el A ire
sube Martín d el R ío
enam orado.
La con d ición d el vu elo
encadenada:
T ú p or siem pre sin Tierra.
Y o sin C ielo.
traicionada.
T iem pos d e mal con tento
y de pavura.
M i sangre en ti depura
su en derezado aliento.
Un m adruguero viento
de amargura
b ajo mi sien despliega
tu estandarte,
A labad a la Rosa
prim orosa,
com o el Caballo hermosa.
Y alabad al Caballo
p o r la Rosa.
q u e a fuerza d e negarte,
m e m ueve a amarte, Rosa,
e l adm irarte. . .
t
T u caracola herida,
¡o h Rosa fabulosa!,
b ajo la ley del aire
anochecida,
trocando M u erte en Vida
m i soledad reposa . . .
y a adorable batalla
m e convida.
V encida y victoriosa,
alabad a la Form a
prim orosa . . .
H erm osa,
herm osa,
hermosa.
C om o e l Caballo, herm osa
está la Rosa.
• Una gran parto de los escritores fran
ceses han iniciado la guerra a la llamada
"literatura condensada’ campaña en la
quo son secundados por la prensa litera
ria. Aparte do lo que pueda haber en
esta cuestión de aspecto político (la ‘‘‘ li
teratura condensada ’ ’ viene do los Es
tados Unidos, y todo lo americano es
nefasto para algunos), existe un sano
propósito de reservar las normas do la
pureza artística.
Sin embargo, este tipo de ediciones
realiza progresos en Francia y en len
gua francesa. Han comenzado a publi
carse dos nuevas colecciones de libros
" condensados ” a la manera americana:
Succés, que ha insertado novelas de Marcel Sauvage, Marie Le Hardouin, Mauriee
Tosca, y el Omnibook frangais, que pu
blica sólo novelas anglo-sajonas, pero en
lengua francesa. En los dos casos se trata
de autores contemporáneos que han dado
su autorización. Debido a haber concedi
do esta autorización se dice que Marie
Le Hardouiir no ha obtenido ni el pre
mio Goneourt, ni el Renaudot por su
novela " L ’ Etoile Absinthe” , do la cual
ha dado permiso para publicar un " con
densarlo’ ’ de treinta páginas.
Poro otro caso ha impresionado aún
más a ciertos escritores. El editor Arthéme Fayard ha publicado un " conden
ando’ ’ de "M a n on Leseaut” , prologado
por H e n r i T r o y a t , y otro de los
"C houairs” , prologado por Miomandre.
Ante ello, Gérard Bauer, presidente de
la Société des Gens de Lettres ha pu
blicado un artículo en " L e s Nouvclles
Littéraires ’ ’ en el que plantea el pro
blema en estos términos:
" E s t a práctica es un abuso y esta de
formación es condenable dado quo el au
tor no la ha autorizado mediante una
aceptación o un escrito. . . 4Es que vamos,
por ejemplo, en el futuro, a dejar que
Hugo sea sometido a todas las conden
saciones? La Société des Gens do Lettres
plantea da cuestión a todos los escritores.
Está decidida la Société a hacer que so
precise este derecho, aunque sea en un
proceso, que aunque se pierda o se gane
tendrá el mérito por lo menos de fija r por
un acto oficial los deberes del Estado
hacia las obras del e s p ír it u ...’ ’
• La intervención de los escritores e in
telectuales franceses en el dominio polí
tico se desarrolla más cada día. La últi
ma manifestación de este género es el
manifiesto que un grupo de ellos acaba
de dirigir a "t o d a s las fuerzas demo
cráticas y sociales del mundo’ ’ para pe
dirles el "reagruparse y recoger, por en
cima de sus divisiones y de esos nacio
nalismos exasperados que disimulan mal
la acción oculta de las potencias extran
jeras, la tradición internacional que debe
ser inseparable del Socialismo y que es
el único medio de asegurar la paz ’ ’ .
Firman este manifiesto, que está inspi
rado por Sartre, todo ei( equipo do
"T e m p s M odeníes’ ’ , con Sonono Beauvoir y M erleau-Ponty; el equipo de la
revista " E s p r it ” , con Emmanuel Mounier a la cabeza; Claude Bourdet, director
del diario ‘ ‘ Combat ’ ’, Albert Camus,
George Altman, director de "F ra n c-T ireur ’ ’, David Rousset y otros varios es
critores e intelectuales conocidos.
• El Premio Goneourt de 1947 le ha
sido atribuido, en tercera votación, lo
que quiere decir que ha sido muy discu
tido, a Jean-Louis Curtis. Este obtuvo
seis votos, contra dos a favor de Jacques Perret. En las dos primeras vota
ciones obtuvieren también votos Daniéle
Roland, Roger Peyrefitte y Marcel Sau
vage.
Curtis ha obtenido el premio por su
tercer novela, ‘ ‘ Les Foréts de la nuit ’ ’ .
Anteriormente había publicado " L e s Jeunes hommes ” y " Siegfried ’ ’ . Curtis, cu
yo verdadero nombre es L affite, es pro
fesor de lengua inglesa en un Liceo de
París.
• El Premio Renaudot ha sido adjudi
cado este año a Jean Cayrol, que es esen
cialmente un jjo e ta . Deportado en Alema
nia, escribió al regreso sus admirables
"P oém es de la nuit et du brouillard’ ’ .
Debutó en la novela con una obra en tres
volúmenes. El Jurado Renaudot ha pre
miado los dos primeros tomos, ‘ ‘ On vous
parle’ ’ y " L e s Premieres jou rs’ ’, que
acaban de aparecer.
• En la Biblioteca Nacional se ha cele
brado una Exposición Marcel Proust, en
la que se presentaban manuscritos del
célebre escritor y documentos biográficos
emocionantes. Vale la pena de reproducir
las siguientes respuestas del joven Marcel
a un cuestionario psicológico de un ál
bum de salón:
‘ ‘ El principal rasgo de mi carácter:
la necesidad de ser amado, y, para preci
sar, más bien la necesidad de ser acari
ciado y mimado que la necesidad de ser
admirado.
Por JUAN SAAVEDRA
" L a cualidad que yo prefiero en los
hombres: encantos femeninos.
" L a cualidad que yo prefiero en las
mujeres: virtudes do hombre.
‘ ‘ Mi principal defecto: no saber, no
poder querer.
" M i ocupación preferida: amar.
" L o que quisiera ser: y o .’ ’
Nada mejor que estas respuestas re
velan el verdadero carácter de Marcel
Proust.
e " E s al día siguiente de los crímenes
cuando uno se siente m ejor. . . Así ocurre
con los pueblos” Con estas palabras lan
za Jean Paullian una nueva revista inter
nacional, "O ccid e n t” , que, con sus tres
ediciones francesa, inglesa y española,
quiere mostrar al mundo el valor de esta
civilización " m o r t a l” . Lujosamente pre
sentada, ornada con tres buenas ilustra
ciones y fotografías, el primer número
reúne las firmas de V. Garcia Calderón,
Montherlant, Nijinski, Eliz-Bow en, etc.
La elección de artículos sobre el ‘ ‘ ballet ’ ’
ruso, el Hotel Ritz, Cocteau, la isla de
Balí, el pintor Balthus, etc., marcan, a
la vez, el eclecticismo y la calidad de
esta revista internacional.
Y hablando de Jean Paulhan diremos que
desde la Liberación de Francia el sema
nario literario y comunista " L e s Lettres
Francaises ’ ’ publicaba en su cabecera la
siguiente línea: "Fundadores Jacques Decour y Jean Paulhan” . En el último nú
mero, ha desaparecido el nombre de Jean
Paulhan.
• La prensa francesa se ha emocionado
con la noticia llegada de Buenos Aires,
según la cual el alcalde de la ciudad,
doctor Emilio Siri, ha ordenado el se
cuestro de todos los ejemplares de la
obra de Honoro de Balzac, **La physiologie du m ariage” , debido al carácter in
moral de esta obra.
• B ajo la presidencia del hispanista Georges Pillement acaba de constituirse en
París la "A sociación Profesional de Tra
ductores literarios y científicos” , que tie
ne por objeto "d efen d er los intereses mo
rales y materiales de los traductores e
intensificar los contactos literarios en el
dominio literario” .
e Con motivo del 150 aniversario del
nacimiento de Alfred de Vigny, la B i
blioteca Nacional nos ofrece una expo
sición de las mejores ediciones de la épo
ca, de manuscritos de obras, de autógra
fos, de cartas diversas. Entre estas últimas
hay una curiosa carta de De V igny a un
obrero, Fran§ois D . . . , 37 años, rué de
Cléry, en la que dice:
" T r o s jóvenes obteroe han pasado a ó
lado. Uno de ellos ha dicho en alta vo
" E s o es Alfred de V ign y” . Me he vuelto
en seguida. El iba deprisa y no he podido
verle. Si se hubiera parado, le hubiera
dado las gracias por esa exclamación y le
hubiera estrechado la m ano. . . ”
e También se ha celebrado recientemente
el 50 aniversario de la muerte de Alfonso
Daudet.
• Con motivo del último Premio Goncourt so ventila actualmente un pleito,
no sólo literario, sino también judicial.
Es sabido que entre los miembros de la
Academia Goneourt figuraban Sacha Guitrv y Penó Benjamín, con los cuales sus
camaradas de Academia han roto, desde
la Liberación, todo contacto.
Pero Guitry y Benjamin no se resignan
a su postergación. Al día siguiente de
hacerse pública la designación del Pre
mio Goneourt a Curtis, una nota en los
periódicos hacía saber que Guitry y Ben
jam ín habían acordado, por su cuenta,
adjudicar el Premio Goneourt a Kleber
Haedens por su oüfa " S a u t au Kentueky” . El editor de esta obra, Robert
L affon t, se aprovechó de ello para re
dactar una banda del libro, en la que
se decía: " E l Goneourt de Sacha Guitry
y René Benjam in.”
Estimando que en esto existe una ma
niobra de concurrencia desleal, la A ca
demia Goncouít lia decidido llevar a los
tribunales a " M . Robert L affon t y sus
co-responsables” . Un proceso, "m u y pa
risién” en perspectiva.
• Después de " E l Proceso’ ’ , de Kafka,
otro gran éxito puede apuntarse JeanLouis Barrault con la presentación del
"A m p h itry on ” de Moliere. En primer lu
gar, Barrault ha tenido el acierto do ele
gir el compositor quo mejor convenía a
la obra: Francis Poulenc. Además, ha
sabido colocar la música en los lugares
adecuados de la obra. Toda la represen
tación y realización es una muestra más
Carlos Rodríguez - Pintos
Dibujo de A M A L IA N IETO
( Viene de la página S)
acuerdo que en la época en que se discutía
en París el valor artístico de la estatua
que Rodiu había hecho de Balzac, yo pen
saba que sólo un inmenso bloque de gra
nito natural podía evocar al autor de " L a
Comedia Humana ’ ’ .
Zweig no es un vencido, sino un com
batiente que renuncia a la lucha, asqueado
por los adversarios que debe com batir:
la época en que vive. Decido irse después
de hab«T comprobado que en este mundo
ya no hay un lugar para un soñador
como él y que el ideal que se había fo r
ja do de la Humanidad no encuadraba con
esa misma humanidad.
Para definirme el mal que lo roía mo
d ijo que experimentaba como un desplome
moral. Otra vez mo d ijo : " H e llegado
D O S P R O C E S O S L IT E R A R IO S E N F R A N C I A
al límite; la más pequeña gota hará des
bordar el vaso ’ ’ . Pero la calma con que
me dijo estas fatídicas palabras les quitó,
de momento, todo lo que tenían de alar
mantes. Para él, la muerte no era un
accidente, sino la secuela lógica de toda
existencia. Un día, ante mí, lo dijo a su
m ujer:
— Entramos en la vida a pesar nues
tro, gritando y llorando, y sólo mediante
la dignidad de nuestra salida podemos
neutralizar el ridículo de nuestra entrada.
El motivo que impulsó a Zweig al sui
cidio no reside en un hecho preciso, sino
en gran número do pequeños motivos que
su sensibilidad desquiciada am plifica y
multiplica hasta el punto de privarle de
la fuerza de vivir, después de haberle
privado do la alegría de vivir.
EL SEUDO SUICIDIO DE BAUDELAIBE y l o s
AMOBES ESCABBOSÜS d e l a CONDESA LOU
su momento informamos a los lec
tores de CABALGATA del “ affaire”
¡Eouaujt. Este gran artista francés
hace dos años persiguió ante los tribu
nales a los herederos de la Galería Cu
rró, que pretendían lanzar al mercado to
las que el pintor había renegado de ellas
y que había dejado en casa del comerciante
de cuadros sólo por amistad. Eouault ga
nó el-pleito.
Actualmente dos asuntos análogos apa
sionan los medios literarios francesos. Se
trata, como en el caso de Eouault, de
determinar si las gentes de pluma tienen
también el derecho de prevalerse de la
N
E
propiedad artística opuesta a la propiedad
jurídica.
El primer asunto afecta a Baudelaite,
Sartre, Paulhan, etc. Como el “ affaire”
Eouault, la cuestión quedará ventilada an
te los tribunales. El objeto del delito es
una carta testamentaria de Baudelaire di
rigida hace unos cien años a su notario.
Esta carta, secreta hasta ahora, ha sido
divulgada por Sartre el año pasado en
un ensayo consagrado al padre prestigioso
do “ Las flores del mal” .
La revelación de la carta estalló como
una bomba en los medios literarios. Es
( Continúa en la página 13)
del formidable talento artístico de este
gran actor.
• Resuelto el pleito que le impedía trabajar en la Opera, escenario de sus grandes éxitos pasados, presentes y futuros,
fóergo Lifar ha debutado con " L e s mirages , obra magnífica que ha merecido
los elogios más entusiastas de la crítica
y del público.
• Nunca han figurado en los carteles de
los espectáculos de París tantos artistas
españoles e hispanoamericanos como eir
la actualidad. Pero no sólo en los musiclialls, sino también en un arte más elevado.
José Iturbi ha dado un magnífico re
cital, principalmente a base de obras de
Liszt y Ravel. Rafael Arroyo ha dado
otro de composiciones de Albéniz.
• Ha empezado a representarse la pelicula
de Jean-Paul Sartre, " L e s jeux sont
fa its” . Amigos y enemigos del maestro
del existencialismo están de acuerdo en
decir que no es una película lograda.
• El talento artístico de Matisse es in
agotable. Esto se pone a prueba una
vez más con las ilustraciones hechas por
él para " J a z z ” , un libro prodigioso edi
tado por Teriade y que se expone actual
mente en una exposición de arte.
Después de haber recubierto con tonos
puros y violentos hojas de papel, Matisse
ha cortado diversas formas que en se
guida ha pegado sobre un soporte de
papel, para componer así una obra ar
tística auténtica. Es decir, ha dibujado
con tijeras y pintado con pedazos de pa
pel, tallando en vivo en el color de un
modo quo recuerda la talla directa do
los escultores. Esto da la aparente es
pontaneidad, la libertad, la frescura cre
ciente de sus imágenes, que él llama
"improvisaciones eromátieps! y rima
das ’ ’ .
• El Premio Literario del Ayunta
miento de París le ha sido concedido a
André Suarés, que tiene actualmente
ochenta años de edad.
• El semanario "C a rre fo u r” , ha pu
blicado una estadística de las obras, por
orden, más vendidas durante el año 1947:
La obra que se ha vendido más ha
sido, indudablemente, " J ’ai choisi la
libertó” , de Kravchenko, que ha tenido
muchas ediciones y que frecuentemente
está agotada en librería. Siguen a ésta,
en las obras que no son novelas, “ Les
secrets de la guerre” , de Cartier, las
obras de Remy, "Souvenirs d ’une Ambassade” , de Poncet, "Stendhal romancier ’ ’, de Bardeche y ‘ ‘ Existentialisme
ehrétien” , de Marcel. Entre las novelas
figura en primer lugar " L a Peste” , de
Camus, y después las obras de Cronin,
" L e Caporal Epingle” , de Perret, " F a mille Boussardel” , de Hériat y " L e
Troisieme Jou r” , de La Varende.
Pero se trata de una encuesta parti
cular de los redactores de "C a rrefou r” ,
sobre cuya exactitud hay bastantes mo;vos para dudar. La recojo sólo a tíulo de referencia.
.
v
MI S I ON
En el en trevero de los meses
más difíciles para la vida librera
l y editorial de nuestro país — sa
bido es que el trim estre inicial del
año, verano continental, es poco
p rop icio para la lectura y el re
cogim iento, siéndolo más para el
viaje, la playa y el sport— Ca
b a l g a t a , con la presencia de sus
páginas — toda presencia es una
\afirm ación— recoge un casi unáj nim e sentir. Las cartas que a diaj rio llegan a nuestra Redacción, la
m ayor parte y, también, diríamos,
la más calurosa, de pueblos del
interior del país, confirma la ver
dad d el presentim iento que nos
indujo a reaparecer y a perseve
rar en el esfuerzo. Existe un pú
blico que estaba a mitad de ca
m in o; de ahí que C aba lga ta , va
le d ecir sus colaboradores, y ese
público, el pueblo, se hayan en
contrado con suma facilidad. Exis
te en efe cto una legión de lectores
adentrados en nuestro vastísimo
país q u e esperan que se escriba
y se pu b liq u e para ellos: que de
sean que e l escritor y el artista
pongan su obra en comunicación
con ellos.
C a b a l g a t a es, y no ahorrará es
fuerzos para serlo cada día mas
cabalm ente, un papel intelectualizante popular, una hoja difusora
de letras y artes, un periódico ar
gentino d e resonancia universal
de amplias y generosas proyeccio
nes. C a b a l g a t a es un periódica
mensual de letras y artes, objetiv
cualitativo, ecléctico y hateros
neo, en e l que escriben much'
para que lean todos.
Llám ese a ese enunciado, si se
quiere, una divisa. Con esa divisa,
\ofrecida a los escritores y artistas
d el país, de todas las tendencias
y prom ociones, este periódico, C a
b a l g a t a , con el apoyo popular y
profesional, proseguirá su misión
de enlace en ios meses del ano
que acaba de em pezar.
|
:
t
1
*
�cabalgata
5
EMCflM
El, VENDEDOR DE CABALLOS
L
digo .como voy a decir que “ Michael
S iKohlhas
” ,*la novela de Heinrich von
Kleist que trata de un tratante de caba
llos. es más la novela de la tumultuosa
sangre do Heinrich von Kleist que'de los
dos caballos negros y sobreestimados de
Michael Kohlhas, me será en seguida muy
difícil, lo sé, trasmitir algo de esos gol
pes de sangre de genio obscuro y marti
lleante que no cesé de escuchar durante
EL SALTO
toda la lectura de la novela.
Puedo contar el argumento, eficaz co
El niño estaba empinado sobre uno de
mo eí rayo, la fulgurante epopeya del ven
los ladrillos que bordeaban- el cantero del
dedor de caballos pero casi nada respecto
claro y sencillo jardín. “ Miren — exclamó
a ese otro galope ciego, denso, frío y crehaciendo que todos nos callásemos y mi
.ciente, perseguido y perseguidor que latía
rásemos hacia él— . Miren qué hermoso
página tras página.
salto voy a dar” . Y se bajó dei ladrillo.
Escasamente sabemos del escritor en sí.
“ Tuvo amigos — se nos advierte— que
JOYCE Y V IR G IN IA WOOLF
siempre.se interesaron por él, que le ayu
daron y admiraron pero él los abandonó
Impera aún en nosotros, y aunque últi
i y los dejó preocupados” . Sólo una her
mamente el pensar en ella, en su reitera
mana, Ulrike von Kleist le comprendía
ción novelística — El cuarto de Jacobo, Los
| y sabía escuchar el recorrido de su sanAños, Entreacto— nos sume en ciertas ca¡ gro imparable pero amortiguada, como si
vilaciorres, siempre acabamos por volver con
f siempre fueso de noche en las venas del
profunda admiración a esta gran mujer
L pobre hermano poeta.
“ intelectual, deliberadamente snob, y sin
I A lo: veinticuatro años Heinrich von
Kleist quería escribir mejor que Goethe ¿hipocresía” como dice su reciente biógrafo,
David Daiches, en uno de esos libritos quo
y que Schiller, así tenia que quemar casi’
disemina ‘ ‘ Poetrv ’ ’ de Londres, que eotodo lo que escribía y si de sus manos
manda un indio, Tambimuttu, fluctuante
de incendiario alguna vez se escapaba
y misterioso como un ópalo.
una obra de teatro, no se representaba
nunca o su representación resultaba un
Hubo en el primer mun-do ensimismado
fracaso y cuando Heine en su “ Primera
de Virginia W oolf esos elementos fantas
Carta de Berlín” en los “ Cuadros de
males ♦-primera esposa del padre, marido
Viaje” hace como que se mete en un
anterior de la madre— que ya no atañen
café, el Café Boyal, para recoger la ac
al matrimonio vivo, pero que suelen ser
tualidad pimpante que comunica a su
vistos (de pie, tras una de las sillas a la
destinatario, los sucesos y las reposiciones
hora de levantarse de la mesa, o en-re las
teatrales y los estrenos de esa semana
dunas, durante la caminata playera) por
berlinesa de Enero do 1822, y dice: “ Julio
el hijo que, a la luz de la lámpara, se re
de Voss ha escrito una obra que se llama
trasa en el corredor embalsamando bichos
E Mercado Nuevo. Su comedia Quintín
o sellos de correo o por la bija que va y
lletsys se pondrá en escena la semana pró
viene a orillas del mar, cerca de la casa
jima. No se dará El Príncipe de Hamdon-de toda la familia, remendada como
iurgo de Heinrich von K leist” se siente
una barca pasa las vacaciones.
que es esta última noticia y no otra la
Su madre, la riente Julia Princep Jackque da la naturalidad necesaria al fin
son Duckworth, tenía hijos de su anterior
gido Café, vida a sus mesas, respiración
matrimonio cuando se casó con el padre,
a los que entran y salen del espléndido
sir Leslie Stephen, viudo a su vez, de una
lugar.
primera esposa, de la que le quedó una
Vivió poco, fué durante algún tiempo
niña, y que era nada menos que hija de
esa alma contrita y en contradicción que
Thackeray, el ídolo gordo, y maliciosamen
es un alemán en París. Estuvo en la
te mirón, de Charlotte Bron-té.
cárcel por patriota y fué librero o estuvo
Magnetizaba la mezcla de hermanos y
en una librería en Dresde, y como Dosmedio hermanos y hermanastros, cada uno
toievski fué el quo se prepara para morir
con sus fantasías y sus nerviosismos, la
al alba y recibe, a la salida del sol, la
figura del padre, crítico y lector, imbuido
noticia del indulto.
de clasicismo y lo que es más decisivo, de
Había nacido en Francfort en 1777 y
nodadamente agnóstico. Así hasta la hora
va en 1808 cuando escribe Michael Kohldo su muerte en que el hete"ogéneo grupo
li<w había perdido la partida, poeta dis
se dispersa, y Virginia y su hermana Vafrazado de vendedor de caballos que corre
nessa se van a vivir a Bloomsbury con- sus
desalado, incendiando castillos y establos
dos hermanos y comienzan una selección
—fábricas de sus manuscritos.
aún mayor, de sus silencios, de amigos,
“ El hombre — decía— no debe soportar
o de sensaciones, de las visitas.
todos los embates; el que Dios señala, de
be hundirse. ’ ’
Vanessa se casa y pinta “ panneaux” y
Todavía esperó hasta 1811 y ese año
cuadros con alargamientos de azucena. Vir
lecide quitarse la vida junto con Enriqueginia también se casa y comienza a escri
iVogel, una mujer que le amaba, fijando
bir novelas que son como las novelas que
jn suicidio romántico tan contagioso, quo
se escribían antes de (no todavía, no anoace pocos años hasta pensó en él Stefan
Zweig cuando preparó el suyo con su
esposa de manos afectuosas y a las que el
cianuro pálido respetó el último gesto, do
méstico y tierno.
Un simple suceso, el mal trato que el
señor del Castillo, Wenzel von Tronke hace
dar a dos caballos negros de Michael Kohlbas, que hubo de dejarle en prenda para
que le fuese permitido atravesar sus tie
rras, desencadena el alma del vendedor de
caballos.
leinte días después él debía recuperar
sus dos hermosos animales. Veinte días desraés ve regresar al criado que dejó al
uidado de ellos. En el Castillo sólo quedan
Leopoldo Stcrn tuvo el triste privile
ros sombras de caballos envilecidas por las
gio de hallarse entre los últimos que
tarcas agrícolas a que fueron sometidos
vieron con vida a Stefan Zweig y el
y por el miserable lugar donde se les dió
primero en verlo muerto. En el pre
1 eobijo.
sente artículo relata los motivos que
Michael Kohlhas cura a su criado y se
impulsaron a Zweig a la muerte.
encamina al Castillo en busca de sus dos
caballos negros, los que dejó, pero vuelve
e telefonean que Stefan Zweig y su
solo. Al recibirle y mirarle a los ojos, su
esposa so han suicidado y cubro de un
mujer decide prosternarse ante el Soberasalto la distancia que media entre mi casa
uo> repartidor de justicia en la ciudad con
y la del autor de Amóle.
verjas y lanzas: atropellada y herida, re
Me aproximo a la ventana que da al
pesa y muere. Entonces Michael Kohlhas
gabinete de trabajo de Zweig: dos camas
paga ricas exequias, manda a los hijos más
gemelas, pero Zweig y su esposa ocupan
allá de las fronteras, allí donde no pueda
una sola. Él está apenas un poco más
alcanzarles la Justicia que a él se le ladea,
pálido que de costumbre; yace boca arriba
ycude sus tierras y posesiones y se hunde
y parece dormir. El cuerpo de su esposa
en el abismo de la venganza” .
se halla estrechamente enlazado al suyo.
Corre, saquea, mata, incendia. A sus
Sobre la mesita de luz de cada uno de
Cancos se alistan gentes electrizadas que
ellos se encuentra una botella de agua
barruntan lo pavorosamente diferente que
mineral y un vaso vacío. En esos vasos
i es lo justo de lo injusto, y Michael Kohlbebieron la muerte, pues el diagnóstico es
“as vuela detrás de Wenzel von Tronke y
claro: veneno.
nenzcl von Tronke, pueblo tras pueblo,
En el escritorio, pegado a la ventana,
abadía tras convento, granja tras cobertihay un paquete de cartas. Al lado, una
®°> buve do Michael Kohlhas en tanto que
hoja de papel de gran formato cubierto
I snbe la pila de documentos del Proceso
por la escritura de Zweig, que el magis
que por vía legal sigue el vendedor de ca
trado, llegado mientras tanto, me pide le
ballos al señor del Castillo.
traduzca:
El número do legajos llega a ser inHe aquí su contenido:
vcrosímil y el de asesinatos también.
Un día, a la hora de las sombras, el doeDeclaración:
jur Martín Lutero manda llamar a Michael
“ Antes de quitarme la vida por mi
Kohlhas e intenta plantearle el problema
propia voluntad y en posesión de mis
®°bro quién es el que ha de manipular la
facultades mentales, me siento impul
Justicia aquí abajo, pero el tratante do
sado a cumplir un último deber: agra
ruballos no quiere oír. El sólo pide sus dos
decer profundamente a este admirable
laballos, los que dejó eir el Castillo, sanos
país, el Brasil, el que nos haya dado
y tensos, no escuálidos y esclavos. Cuando
a mí y a mi trabajo una hospitalidad
final, entre resplandecientes villorrios en
tan amable y acogedora.
,Jnas y montañas de papel de oficio se le
“ Cada día he aprendido a amar más
justicia y Michael Kohlhas sube, tran
y más a este país y en parte alguna
c o , al cadalso donde ha de pagar todos
me hubiera gustado más reconstruir
crímenes, so le ve sonreír a sus dos
radicalmente mi existencia, desde que
jabalíos negros y reivindicados, a esas enel mundo de mi propia lengua ha nau
telequias en yunta satinada y vibrante que
fragado para mí y que mí patria es
*uelta y ya legenc¡aria, corría por ¡os campiritual, Europa, se destruye a sí
P°s atónitos de Sajonia.
misma.
Creo que el último que en nuestros íiem“ Pero, pasada la sesentena, hubiera
P°s los volvió a ver, uebulíticos, vertigi
precisado nuevas er ergios para reco
nosos. partiendo siempre y nunca rayando
menzar v\\ vida enteramente. T mis
horizontes, fué el literato Franz Kafka.
E
D
A
Por LU ISA S O F O V IC H
Virginia W oolf
tes de Virginia W oolf, sino antes de Mar
cel Proust y de James Joyce).
Las fechas son terminantes. Desde 1912
hasta 1919 la gran escritora había publi
cado dos novelas: El Viaje de Ida y No
che y Día. En 1919 la “ Little Review”
inicia la publicación en folletín de la no
vela TJlises del irlandés James Joyce. i Co
incide la aparición de TJlises con su sen
timiento de rebeldía hacia las formas nove
lescas que ella misma había acatado hasta
entonces, o es ülises el que prende en ella
esa rebeldía! Los críticos ya lo han di
lucidado.
Se ha escrito mucho y bieir sutilmente
sobre Virginia W oolf y para nosotros ella
será siempre la inmortal autora de Las
Olas (y la que elaboró la biografía perfec
ta que es Flush), la única mujer con pei
nado siempre de mujer, la que supo escu
char como gime el mar de las ideas, la
sensible, la inmolada por la inteligencia.
Pero unas palabras dichas precisamente
por ella misma son las que nos han per
turbado, las que nos hacen mirar más
repetidamente sus retratos y descubrir que
sus ojos no corresponden a su boca. Sus
ojos amaban la muerte, la verdad; su boca
es indescifrable.
Se trata de que cuando apareció su, di
rectamente influida por TJlises, Mrs. DaXloway (1925) que, como se sabe, es la
descripción de nn día de la vida de una
mujer a lo largo de un día de Londres,
“ ülises — d ijo Virginia W oolf— fué una
catástrofe memorable, audacia de gigante,
terrible desastre. Mrs. Dalloway, libro no
menos osado, fué una victoria. ’
¿Cuánto de alarde de autor o cuánto
de en-gullimiento — un saturnismo al re
vés— del creador primero hubo en esta
frase !
Todo, naturalmente, en Mrs. Dalloway,
infinitamente menos audaz que TJlises, es
taba organizado — dentro de las consabi
das reacciones, en literatura, a cualquier
innovación— para el triu nfo: la mujer in
glesa de pelo declinante y al mismo tiem
po siempre un poco fina muchacha de pecho
aplastado y que compra flores para la re
unión que va a dar esa misma noche y
que piensa en el pasado y en los refrescos
de su fiesta, y su pasado es bastante
“ bien ” aun con sus indecisiones, borrosas
como mujeres desnudas que pasan al fondo
de una habitación poco iluminada.
James Joyce
Hay también mucha talle de Londres
(que no es el limitado y punzante Dublin) y mucho parque, gentes que van y
vienen y se paran y siguen andando y hay
mucho Big Ben y alguno que snfre y
quiere quitarse la vida y se la quita, pero
ES EL VI ANIVERSARIO
EN T O R N O
AL SUICIDIO DE STEFAN ZWEIG
M
P or
fuerzas, como consecuencia de largos
años de peregrinación sin patria, se
han agotado
“ Estimo, pues, que vale más con
cluir a tiempo, y en pie, una vida para
la que el trabajo espiritual ha sido
siempre la máxima alegría, y la li
bertad personal el mayor de los bienes
sobre la tierra.
“ Digo adiós a todos mis amigos.
Que les sea dado el ver la aurora tras
la interminable noche. Yo, más impa
ciente, tomo la delantera.
STEFAN ZW EIG
Petrópolis 22-2-1942” .
(
Stefan Zweig
La conciencia de ser un refugiado co
mo los demás, él, a quien Jules Romains
había llamado ‘ ‘ gran •europeo ’ ’ y que se
sentía por su espíritu un ciudadano del
LEOPOLDO
STER1S
Universo, le resultaba particularmente
insoportable:
— Ni siquiera soy un refugiado — me
decía— , pues por mi débil resistencia f í
sica soy a lo sumo un aprendiz de refugia
do y siento que lo seguiré siendo siempre.
¿N o tiene usted la impresión de que la
palabra “ refugiado” tiene algo de her
mético que evoca las palabras de Nietzsche: ‘ ‘ Todo está vacío, todo es lo mismo,
todo ha pasado” !
Stefan Zweig tenia sesenta años y es
taba convencido de ser muy viejo. A me
nudo tuve la impresión de que la vejez
le daba miedo.
— ¿Qué puedo esperar ya de la vida?—
me preguntó muchas veces— . A los sesenta
años se puede esperar vivir hasta los se
tenta y cinco o los ochenta, pero ¿para
qué, desde el momento en que se está
ya demasiado fatigado para hacer cosas
útiles y que, las más de las veces, m> se
hace sino neutralizar las buenas que ha
yan podido hacerse antaño?
No obstante, procuraba adaptarse al
nuevo ambiente que la guerra ha creado
en el mundo, pero cada lina de sus ten
tativas 8ÓJo lograba convencerle de que
era demasiado tarde para volver a em
pezar. Cuanto más se empeña en recons
truir un futuro más se pierde eir el pa
sado que, sin embargo, se ha desprendido
de él. Cada vez más, la idea de vivir sin
patria y sin fam ilia se le hace insopor
table. El mundo nuevo que la guerra
estaba formando — o mejor deformando—
le inspira terror.
— Desde haee muchos años — me confe
saba— por donde quiera que voy soy nada
más que un extranjero. Sin embargo son
infinitamente buenos para conmigo, pero
esa bondad no consigue recomponer lo
que hay en mí de irremediablemente roto.
Como el hombre que ha perdido su som
bra, yo soy el hombre que ha perdido su
pasado, y su ausencia me impide respirar.
Lo mismo ocurre con mi literatura; soy
por todas partes un autor extranjero del
cual se aprecia, a veces, el talento, pero
que no enriquece con su nombre el patri
monio nacional.
■
con discreción. Esto es, a la ligera, la
trama — pradera do la imaginación y al
fombrilla para delante de la chimenea—
urdida por Virginia W oolf con los hilos
del Tiempo, el Estilo, el Fluir del Pen
samiento, la Luz, y un poco de rosa san
guíneo de mejilla humana, pero descarna
da. Por el contrario el ülises es presen
tación de los sesos de nn cerebro. Es una
gran sesada que, extendida sobre el helado
mostrador de mármol de una carnicería,
lograría asustar hasta al propio hombre
del cuchillo con mango de madera.
Joyce se sacrificó por ülises y en cierto
extremado sentido sacrificó también al
Arte.
Joyce cantaba ba jo la lluvia como un
cartero loco; pero no estaba loco.
Los hombres impasibles le asaetaron y
todo el triunfo de después no pudo res
tañarle de las ofensas que sufrió.
Hablemos del capítulo llamado “ Valpurgis ’
Sobrepasa todos los cánones, todas las
suposiciones de lo imaginativo parlante,
balbuceante. Es como esas sumas (que no
acabo de saber si existen) en que unos
escasos granos de trigo ascienden rápida
mente, se multiplican q cientos de miles,
a millones, a billones, pudiendo llegarse,
si no se detiene a tiempo la operación, a
inundar el terráqueo, pero mayor catás
trofe sería si cada grano de trigo se trans
formase, a su vez, en una paloma, dura,
glotona; tiesa paloma de madera gris, re
pugnante, odiosa, sensual.
Es una literatura fetal, prenatal, de
óvulo literario mal colocado en el claus
tro materno y que se lo pasa enhebrando
metáforas en la oscuridad líquida y espe
rando un resquicio de luz amarilla por
donde algún día, tal vez, quien sabe, se
liberará.
Se lo ve a Joyce artista adulto y civi
lizado que se encoge, disminuye, loco de
realidad circundante, hasta volver a in
troducirse en su cavidad de no existente,
y quo desde allí vomita la bella venganza
de la vida.
Mrs. Dalloway es la señora a la que
observamos como se abrocha el botón per
la de uno de sus guantes, mientras estamos
bajando en el ascensor de una tienda cén
trica e importante. Creemos conocerla y'*
casi la conocemos, ülises es todo el lado
de la carne y del tenebroso espíritu del
hombre que desconocemos y que se des
conoce a sí mismo y también de la mujer,
de la propia Mrs. Dalloway, que nunca
quiso errfrentar Virginia W oolf. Pero bas
ta ya, porque no quisiéramos rozarla ni
con una palabra más.
Que no se agite, que no oscile su úl
tima forma, la blanca corola quo cierto
día quedó flotante en el río, cerca de su
casa de campo, y que únicamente ella hu
biera sabido rescatar, palpar levemente,
examinarla, jugar con ella y con la cam
biante luz hasta reintegrarla y devolverle
su condición: primera de una demudada
dama que aquel día, por su voluntad, so
cavó al agua, y que se llamaba Virginia
W oolf.
Una cosa que le resultaba particular
mente dolorosa: era el no poder hablar
el alemán vienés, la única lengua que
poseía a fondo.
— Desde siempre he escrito y hablado
mi lengua; sólo ella expresa exactamente
los matices de mi pensamiento y para
un escritor, la posibilidad de entregar
eir palabras su vida interior es la cosa
más necesaria, la más cara de todas, pero
desde que empezó la guerra está prohi
bido hablar el alemán; por lo demá9, aquí
nadie lo habla.
‘ ‘ Me ocurre a menudo, cuando hablo
una lengua extranjera, que no encuentro
la palabra exacta para expresar mi pen
samiento, y entonces mi tortura es inde
cible. Mientras me hablan, yo, en vez de
escuchar, busco afanosamente las pala
bras de mi respuesta lo que, con frecuen
cia, me haee perder el hilo do la conver
sación. Desde hace muchos años, esto in
menso recurso de hablar sin esfuerzo me
está prohibido. Las lenguas que hablo no
son mías, y el esfuerzo de tener que tra
ducir continuamente mi pensamiento me
fatigan, y el temor de expresarme mal me
absorbe hasta el punto do obligarme a
desnaturalizar mi pensamiento y decir lo
que puedo decir en lugar de lo, que quiero
decir.
“ ¿Guardar el propio pensamiento pri
sionero y no poderlo comunicar a los otros
normalmente no es una anticipación de
la muerte!
En una carta, dirigida a uno de sus
amigos, decía:
‘ ‘ Bien sabe usted cuan agotado me
hallaba por la duración de mi tortura,
de mi vida nómade. Cuando sonó mi se
sentena de años, fué como una llam ada:
Descansa, ya que no puedes concluir lo
que fué tu verdadera tarea, el gran
Balzac.
‘ ‘ Es típico el que todos aquellos quo
quisieron tomar la medida de ese gigante
tuvieran que retroceder en sus trabajos
relativos a este héroe del trabajo. Después
de adoptar mi decisión fin al me siente
muy dichoso, por primera vez desde es¡
jornada de setiembre quo ha destruido m
universo. ¡V alor! Usted es joven y todavií
verá retirarse la ola ’
Stefan Zweig se va sin una queja, sin
un reproche. Un solo pesar, el de no haber
podido terminar su libro sobre Balzac,
que dejó en el estado de “ esqueleto” .
— Balzac siempre me ha impresionado—
me d ijo un dia— . Mucho antes de «onooer
su vida ya admiraba al hombre a través
de su obra, y cuanto más lo leía, más me
daba cuenta hasta qué puirto había aepirado, asimilado y sentido la vida. Me
( Continúa en la página 3)
�cabalgata
4
VICENTE 1 l i l i l í
(V iene ile la primera página)
el indostánico, birmano, japonés, árabe
o chino, so torna conjunto complejo y cui
dadísimo.
En consecuencia, dondequiera quo la
línea abstracta, el símbolo, la metáfora,
la fábula, es elemento osemúal de la vo
luntad de forma, allí el arte es trascen
dental y está condicionado por exigencias
de salvación. Elemento de salvación que
para el primitivo — ya lo analizamos—
so traduce en conjuro, tabú que le salva
del capricho de los fenómenos físicos y
de los dioses ocultos tras esos fenómenos.
Para el oriental, esa salvación reside eir
su instintivo quietismo, su estática fe de
identificarse con la divinidad. Mas, ¡onns
tatad, cómo el fabulista, ofrece soluciones
de salvación, ora trascendentales —que
dicen relación con la divinidad, con el
hermético misterio de nuestra existencia—
o simplemente, claves, normas para eludir
los males, las meras malas acechanzas de
los hombres en un orden social, humano!
Para el hombre gótico, la voluntad
creadora expresada en la obra de arte,
también es abstracta, porque el funda
mento psíquico sobre el que se asienta el
fenómeno del arte gótico, es la necesidad
de salvación, y ésta consiste en una vida
eterna, según los cánones cristianos. Pero
es distinta de la necesidad de la misma
índole que experimentan el primitivo y el
oriental, porque mientras éstos llegan a
límites extremos de la expresión artística
en su afán de salvación, y para librarse
de la torturante eapriehosidad en que flo
ta el mundo vivo de los fenómenos, se
entregan a la contemplación de valores
muertos e inexpresivos, la obra de arte
gótica, a la inversa, está rebosando ex
presión y vida. Frente al fatalismo y
quietismo orientales, aparece aquí una
movilidad afanosa, una tortura, un as
censo sin descanso.
He aquí el hombre gótico que hay en
este poeta, poeta abstracto por excelencia
que acumula imágenes sobre imágenes, in
fatigablemente. Hombre gótico surgido
— volvemos a insistir en ello— con moti
vo de la postguerra de 1914 y como una
consecuencia de la quiebra del hombre
clásico, del alegre y despreocupado buen
burgués de la preguerra. T en el caso
de Huidobro, este arquetipo gótico se da
aún con mayor intensidad, por ser un
ex católico surgido de familias fuerte
mente feudales, de un feudalismo cris
tiano que ha sido en ellas una tradición
viva.
Eir tal virtud, constata el poeta en su
espíritu un dualismo que es como una res
quebrajadura que le parte el ser en dos
mitades:
Tíay que sallar del corazón- al mundo
Tíay que crear un poro de infinito
[para el hombre 1
expresa. En su gran poema “ Canción de
la Muervida” , t'tulo andrógino hecho a
base de “ muerte” y de “ vida” , hay
un testimonio más de esa dualidad g ó
tica suya: de un lado está el misterio de
lo cósmico, su acendrado espiritualismo
sustentado por infinitas y creadoras imá
genes; y del otro, la tierra que tam
bién le ata con todas sus voluptuosidades
y transitorios halagos. Por ello, simbóli
camente — utilizando medios de expresión
abstractos— en este poema nos dice con
tanta propiedad: mi mano derecha es
una golondrina, mi mano izquierda es un
ciprés. En Huidobro se da el gótico seirtido de la fe y espera en un mundo más
alto, más espiritual, que consistirá, ora
en la posesión de la eternidad:
Pasan los días
La eternidad no llega ni el milagro 2
Cerremos nuestros ojos por un minu[1o de eternidad 3
i
ora en la posesión de la justicia social,
en el predicamento de suprimir las ser
vidumbres que envilecen la condición hu
mana :
Trescientos sesenta y cinco pájaros
[tiene el cielo
Estos pájaros serán banderas el día
[del gran triunfo
Cuando *los hombres oigan cantar la
[hora del hombre
Cuando nadie viva del esfuerzo na[cido en otros pechos
Cuando nadie se nutra de la carne
[ajena
N i respire por pulmones extraños
N i se ate los pantalones con las tri
pas esclavas. 4
En el artista gótico también existió
esta actitud y el inundo a que aspiraba
era de confraternidad humana en esta vi
da terrestre, y eir la ultraterrena, de bea
titud eterna. En consecuencia, aunque
Huidobro no tenga fe en un perdurable
más allá, en ambos hay desgarramiento,
tortura por el sentido del tiempo, como
eternidad o mero curso, producida por
esta esliera, por esta actitud entrañable
mente salvadora y espiritual.
Finalmente, escuchad cómo se expresa
en Huidobro, ante la vida y lo cósmico,
el hombre gótico que hay en él, que por
gótico tiene algo de hombre oriental y
primitivo:
La vida es misterio que sorprende
Soy vuestro ciego amargo
La vida se descifra por su terror de
[antaño
Y su gran canto de futuro lleno de
signos luminosos ó
(Damos término en el presente
número, a esta interesante entre
vista, repitiendo el último párrafo
de la primera parte publicada en
el número anterior.)
Le digo que para él va a ser doloroso
ver a Francia en las condiciones actuales
y comparar con los años anteriores a la
guerra.
— Y a lo sé y me preocupa mucho. Voy
a pasar dos meses infernales. Vamos a
vivir en un hotelito muy cerca de mi villa
en la Riviera. La villa está destruida. Eos
árboles quemados, los muebles los roba
ron, pero confío en restaurarla pronto.
Haré llevar árboles ya crecidos. No quiero
nada joven que yo no pueda ver crecer
del todo. Después, unos meses a Eondres,
y luego, vuelta a la Riviera. Acaso en la
primavera próxima vuelva a Nueva York.
He mandado mis libros y papeles en va
rios baúles a Eondres a lo que resta de mi
piso, también destruido por una bomba
incendiaria. Mi automóvil en la Villa se
lo llevó un General italiano. No sé cómo
me las arreglaré para ir de una parto a
otra. Me llevo allá el mínimo de equipaje.
Ropa tropical. El resto do trajes de ves
tir y de noche a Londres. . .
Habla volublemente, y le enciende la
cara un fuego de excitación más ardiente
que el propio sol que nos baña la cabeza.
Ee examino mientras habla. La cara es
de facciones talladas con limpidez, fina
mente cinceladas. Tiene un encaje de arru
gas eir toda la faz que llegan a formar
una puntilla junto a los ojos. La marca
del monóculo en la carne es cruel y ro
tunda. La cara tiene una sutil veladura de
oro o de cobre, a veces un resplandor
oliváceo. Los ojos fueron un día azules,
ahora son de un color que ya no es tal,
sino solamente un recuerdo del color, con
una gasa blanquecina sobre ellos. Los la
bios resecos le tiemblan levemente con el
tartamudeo constante que acompaña sus
palabras. El labio superior está adornado
por uno de esos bigotes británicos que son
como la etapa final en la vida de un
cepillo do dientes. Las manos que reposan
en sus rodillas, pues no las usa para ha
blar —solamente para escribir—-, son pe
queñas, fuertes, bien cuidadas, con una
discretísima manicura.
— Por supuesto — prosigue— que no
culpo a nadie de los estragos hechos en
mi Villa. Se habla mucho hoy de la mala
conducta del soldado americano en Fran
cia y Alemania. Es lo mismo con cada
soldado en cada país y eir cada guerra.
Se le enseña al hombre a obedecer y a
destruir y se quiere que solamente lo haga
cuando se le ordena. Además — agrega a
una observación mía— , tiene usted razón.
Esa conducta del soldado es, probablemen
te, la liberación psicológica de sus comple
jos de obediencia, y representa la salida
de ese fondo instintivo y destructor del
hombre en todas las épocas.
El taxi, dejando atrás Columbus Circle
y Central Park South, eirfila Broadivay
y después abandona la chabacanería diurna
de la Gran Vía Blanca, que en las horas
de sol es como una artista vieja y pinta
rrajeada que durante el día no puede ocul
tar sus ojeras ni su artificialidad, y se
lanza por la honrada suciedad de la Oc
tava Avenida, donde la vida es tan natural
que no hacen falta los sueños de purpurina
de Broadway.
— Usted vivirá para ver la guerra ató
mica; yo ya habré muerto y me alegro de
ello — me dice— . Se habla hoy de la nueva
guerra biológica. Ello representa eliminar
toda norma de humanidad hasta para con
las poblaciones civiles.
Le explico mi creencia de en lo que con
siste el arma biológica y me pregunta
sobre mis recuerdos de la guerra de Es
paña. La explicación que le doy, interrum
pida por sus hábiles preguntas, nos ocupa
hasta Abingdon Square y la esquina de
Bank y Bleecker, donde se halla el JaiAlai. Somerset Maugham es un oyente
magnífico. Jamás interrumpe más que para
una pregunta aclaratoria o formular un
acertado comentario. Jamás hace repetir
una sola palabra y su cara refleja un es
tado de excepcional atención mental. Me
pregunto qué cantidad de resortes aními
cos está disparando mi relato, qué de
evocaciones o ideas le sugieren mis pala
bras. De conversaciones al azar han salido
los mejores cuentos del maestro, reprodu
cidos luego fotográficamente por su pluma,
pero con una profundidad radiográfica
que no tuvieron cuando se le contaron por
vez primera.
V I .-U n Almuerzo Literario
Tras la vieja fachada, con una vejez
muy Greenwich Village, donde la melan
colía se tiñe de jovialidad, el interior
penumbroso del Jai-Alai. El bar ruidoso
con un pajarera y la sala de delante, si
lenciosa como si hasta las conversaciones
estuvieran bajo el influjo de la siesta.
Pasamos a la sala de atrás. A pesar de
que me llevó quince minutos dar instruc
ciones por teléfono ( “ ... L a mesa del
En suma, Vicente Huidobro es uno de
los primeros grandes poetas chilenos que
vive la atmósfera mundial de postguerra
de 1914, y que inicia una profunda re
volución estética en la poesía hispana,
Una Paella
c «11
en Nueva
SO M E R S E T
York
M A U G H A M
Por FELIX MARTÍ IB4ÑEZ
rincón junto a la ventana en la sala de
a trá s... que nadie se acerque a saludar
l e . . . que el arroz esté para la una cua
renta y cinco en p u n t o ...” ), nadie se
arrima a enseñarnos el camino hacia la
mesa. En la sala la habitual concurrencia
parlanchína y glotona, ante la mirada so
bria y despectiva de los tremendos vascos
pintados en los muros, que desde hace
veinticinco o cincuenta años están levan
tando la misma piedra, cortando el mismo
tronco o conduciendo los bueyes solemnes,
en el marco todo verdores húmedos de sus
montañas. Unos camareros, desgreñados,
desaliñados y desangelados, atienden a
los clientes tardíos. Se huele a cocido y
a tabaco habano y las espirales azuladas
de los cigarros se mezclan con el humillo
blanco de los restos de los platos recién
salidos del horno.
— i Manzanilla1? — le ofrezco.
— ¡Oh, manzanilla!— . Su calma britá
nica se inyecta de alegría mediterránea.
— Magnífico. Hace años que ando buscan
do. sin encontrarla, manzanilla en Londres
y en Nueva York. Cuando viví en Sevilla
bebía mucha y muy buena, con camaroives. Bonita imagen — dice, aludiendo al
símbolo que le recuerdo de la trinidad vi
nícola de los jereces: “ El jerez caballero,
el amontillado filósofo y la manzanilla. . .
esa mocita bailarina y sandunguera. . . ”
— Parece manzanilla de veras— y levanta
la copa donde se cayó un bloque de oro
solar.
— / Cheerio! — dice.
Nos traen una fuente de jamóir serrano,
con aceitunas aliñadas. Lo pincha con el
tenedor y después lo deja, se pone el mo
nóculo, lo mira, sonríe, deja caer el mo
nóculo y coge el jamón con los dedos. Yo,
¡jara no ser menos, dejo el tenedor tam
bién.
En España so puede comer muy bierr v
muy mal — sigue diciéndose— . Y a sé que
usted, en un artículo, criticó duramente
mis comentarios en mi Don Fernando so
bro la mala cocina española. Pero es que
hay que diferenciar. En las capitales yo
he comido muy bien. En las provincias
muy mal. Hay que saber la especialidad
de cada capital y dedicarse a ella sin mie
do. Mi buen estómago me ha permitido
hacerlo hasta con la comida mexicana. En
Vigo comí maravillosamente. El marisco
es magnífico. En Barcelona y Valencia
comí suculentamente, pero sin grandes
alardes culinarios. En Madrid he comido
unos 1echones asados que mataban ¡a los
91 días de nacidos!—\ Se ríe y pica otra
aceituna con sus dedos ágiles. Nada más
incongruente que el “ gentleman” britá
nico con el monóculo bamboleándose como
una campana al extremo de la cinta de
seda negra, que está comiendo aceitunas y
jamón serrano y discutiiredo la cocina es
pañola. — Los vinos — prosigue— son ex
celentes, incomparables. No, no pida Riscal
— replica— ; sigamos con la manzanilla
toda la comida. Por cierto que en la finca
de mis editores, Doubleday, en South Ca
rolina, tuve la idea de organizar una pae
lla. El cocinero negro se encargó. Le
compré todos los ingredientes. Todos ab
solutamente. Hasta el azafrán. Pero el
resultado fué un desastre. Le llevó casi
media hora hacerla y nadie pudo probar la
pasta resultante.
Le explico algo de los secretos culinarios
de la paella, de la lírica poesía de la pae
lla al aire libre, del ritual que representa,
de la Valcucia lejana y querida y me es
cucha atentamente sin dejar de devorar el
jamón y beber manzanilla.
— Simpático este lugar — me dice, ha
ciendo una pausa melancólica al acabarse
( Continúa en la pág. siguiente)
Por N. MOLINS I FÁBREGA
Víctor Scrge, poco antes de su fallecimiento.
pasado mes de noviembre murió en
México el conocido escritor francoruso Víctor Serge.
Es un eslabón más de la generación de
escritores avanzados europeos que desapa
rece, como si un hado quisiera que hom
bres que tanto hicieron para el alumbra
miento de una nueva etapa de la civili
zación humana, ahora que el mundo se
halla en una encrucijada de la que puede
surgir la sociedad por la cual lucharon,
pocos de ellos pudieran verlo. El inevitable
dolor del parto de nuevas formas de orga
nización social en que se debate la hu
manidad, uo podía dejar de herir de
muerte a los que contribuyeron' a darle
forma con su pensamiento y su acción.
Víctor Serge era uno de ellos y muere
cuando la batalla es más dura, pero tam
bién, por serlo, es más prometedora.
Serge nació en Bruselas de la familia
Kibalchiclie, comprometida en el atentado
que costó la vida al Zar Alejandro II.
Uño de sus tíos, Nikolai Ivanovicli Kibalchiehe, murió en la horca junto con los
Hombres del Primero de Marzo. La po
licía lo arrestó en la casa del abuelo del
compositor Shostakovieh donde se hallaba
escondido. El padre de Serge, condenado
a trabajos forzados, pudo pasar a Oc
cidente.
Los años de su primera juventud los
jiasó en París, en donde era considerado
como uno de los mejores jóvenes intelec
tuales del movimiento libertario. Deteni
do, con motivo del mundialmente conocido
asunto Bomrot, fué condenado a cinco
años de trabajos forzados como inspira
dor intelectual de los actos de terrorismo
anarquista de la época en Francia. Al
cumplir la condena pasó a España, en
donde encontró un clima favorable a sus
ideales de entonces. Al lado de los sindi
calistas catalanes, entre ellos Salvador
Seguí — conocido por el “ Noi del Su
cre” — participa en las jornadas de la
semana revolucionaria de 1917 en Bar
celona. Vuelve a Francia, en donde, de
bido a la revolución rusa que acaba de
estallar, es puesto en un campo de con
centración con otros emigrados rusos de
distintas ideologías revolucionarias. En el
año 1918, con otros de los prisioneros, es
canjeado por los generales y coroneles de
la misión militar francesa, retenidos en
Rusja. Formaba parte de la ola de revo
lucionarios esparcidos por la Tierra que
llegaban a Rusia con la ilusión de parti
cipar en la formación de un mundo nuevo.
Pocos son los supervivientes de aquel
éxodo hacia una Patria que se había des
embarazado del zarismo.
Víctor Serge, como muchos do ellos,
aunque no era bolchevique, se unió a los
dirigentes de la revolución. Eran momen
tos en que las miradas de los obreros de
todas partes se hallaban fijas en la epo
peya que realizaban hombres proscritos
de la víspera que tomaron en sus manos
el más vasto imperio de Europa.
E
l
Tai muerte de Leniír y, más tarde el des
tierro de Trotsky, produjo un cambio to
tal en el nuevo régimen ruso. Hombres
como Víctor Serge, para quienes la re
volución significaba la dignificación del
hombre, en vez de su sometimiento, no po
dían por menos que pagar su tributo. En
1928, era detenido por primera vez por
la policía política de Stalin. Libertado,
era encarcelado nuevamente en 1929, más
tarde en 1931 y, finalmente, en 1932, des
terrado al Turkestán ruso.
En 1936, un viraje político de los diri
gentes soviéticos, que querían captarse las
simpatías del movimiento intelectual libe
ral de occidente, hizo que, debido a la
presión de intelectuales de fama mundial
como Gide, Malraux, Wells y centenares
más de otros países, el gobierno de Moscú
permitiera a Víctor Serge volver del des
tierro y salir de Rusia para el Occidente.
Al estallar la guerra, Víctor Serge se
hallaba en París, en plena actividad de
escritor, incorporado de nuevo a la lite
ratura occidental, ya coir una gran madu
rez intelectual. Seguía los rumbos que
inició en 1928 con ‘ ‘ Los hombres en la
cárcel” , y la publicación en 1931 del
“ Nacimiento de Nuestra Fuerza” — obra
er: la que nos da una visión íntima de las
jornadas del 17 en Barcelona— y “ El
Primer Año ’ ’, en el que expone la epo
peya do la Revolución rusa, y que le
incorporaron a la literatura europea. Otras
obras de su pluma, elaboradas en el dolor
de tantas ilusiones perdidas y con la vida
y la libertad en peligro, quedaron en los
archivos do la GPU, repletos de libros de
todo género de escritores y pensadores.
Los principales de que tenemos conoci
miento son: “ El Año II de la Revolu
ción Rusa” y “ Los Hombres Perdidos” .
Una de sus primeras obras extensas en
Francia es “ De Lenin a Stalin’ ’, seguido
por “ El Asunto Tulaief ” , inédito, a punto
de aparecer en el Canadá en lengua fran
cesa en la cual expone — con el conoci
miento de quien sabe de los métodos del
sistema— los móviles y la forma de pro
ducirse de perseguidores y de persegui
dos en los célebres procesos de Moscú,
que acabaron con la muerte de los prin
cipales colaboradores de Lenin.
Le siguen la novela “ La Media Noche
del S iglo” , “ Retrato de Stalin” y de
Hitler a Stalin ' y, antes de la derrota
francesa, sus poemas Eesistance. La mis
ma derrota francesa y el terrible éxodo
que le lleva a través de Francia, en huida
ante las hordas de Hitler, — en aquel en
tonces aliado de Stalin— le da tema para
su novela “ Los Ultimos Tiem pos” , pu
blicada en francés en el Canadá, más tarde
en inglés, en Estados Unidos, y proirta
a aparecer en castellano en la Argentina.
Al morir en México, — a donde llegó des
pués del largo peregrinaje a través de
Francia, los campos de concentración de
la Martinica, y Triscornia de Cuba— deja
*
t -,
también inédita su novela “ Los-Añosvsin
Perdón” , sus memorias e infinidad de
notas para nuevas obras, entre las que des
collaba, por la preferencia que sentía por
ella, una novela que, con el entusiasmo
y el optimismo que le eran característicos,
pensaba llamar ‘ ‘ Liberación ’ ’ .
Pocas semanas antes de su muerte, ter
minaba la biografía de León Trotsky, en
colaboración con la viuda de éste, Na
talia Sedov.
La evolución literaria de Víctor Serge
ha sido la de todos los escritores que en
el tiempo fueron primero luchadores que
literatos. De la actividad política y la
producción de literatura casi estrictamente
ideológica, de una manera casi impercep
tible, pasa al campo de la producción más
estrictamente literaria, que se manifiesta
ya en “ El Nacimiento de Nuestra Fuer
z a ” y toma más solidez en el “ Primer
A ñ o ” . Sin embargo — y esta es la carac-'
terístiea principal que le distingue de
otros autores que no saben mostrarse in
conformes con los hombres y sus proce
dimientos sin renegar de los ideales que
antes los unieron a ellos— Víctor Serge,
aun en sus novelas, muestra gran firmeza
en sus ideas y solidez de pensador. No
crea para divertir sino para exponer.
Esta ha sido la principal causa de su
condenación al silencio durante los últi
mos años, hasta el final de la guerra.
Francia, el elemento natural de su obra,
sojuzgada por los alemanes, le estaba ce
rrada. El resto del mundo, en especial
Norte América y también el Canadá, le
estuvieron cerrados por ser hombre no
grato al aliado soviético. En momentos
en que millonarios como Davies podían
producir obras como el ‘ ‘ Proceso de Mos
c ú ” , pasada después a la pantalla, y li
bro y película difundidos por el mundo
gracias a los millones de la propaganda
norteamericana, no hubo lugar para es
critores como Víctor Serge, que nunca es
cribió para agradar a los fuertes de turno.
Su muerte es una clara condenación de
los métodos de nuestra época. La guerra,
lo tuvo alejado del único lugar del mundo
que quedaba libre, que era un marco ade
cuado a sus actividades literarias y el
que más convenía a su salud: Norte Amé
rica. La paz no le fué más favorable, y
su corazón enfermo no pudo resistir por
más tiempo la gran altitud de México;
el país que le abrió generoso sus puertas
cuando las de todo el mundo se cerraban
para este eterno proscripto.
Víctor Serge, ha dado su vida por la
fidelidad a un pensamiento y su g>'an
ideal de servir a una humanidad que bus
ca un camino. Nunca dudó de que Ios
hombres acabarían encontrando esta vía
para un futuro mejor, este futuro mejor
que parece cerrarse a cada paso.
Con la muerte de Víctor Serge el mun
do ha perdido un magnífico, denso y so
lido escritor.
�5
cabalgata
el jamón—. Hasta coir música — aludiendo
il chorrito do armonía que gotea sobre
nuestras cabezas desde un altavoz.
__Muy española, como puedo usted ver
_]c digo refiriéndome al “ Oh, Susana” ,
;» mús castiza música del viejo Oeste ame
ricano, que es lo que tocan.
Enciende un cigarrillo que extrae de una
pitillera negra, grande, de cuero con su
eterno, monograma contra el mal de ojo
bordado en escarlata que ilustra todas las
cubiertas de sus libros, sus pañuelos, sus
cartapacios y carteras. Fuma “ Virginia
Jiounds” porque todo el tabaco nortéame
ricano le sabe igual y éste por lo menos
es suave, aunque en España fumaba el
tabaco amargo y fuerte de los cigarros
puros y le agradaba mucho.
Saca unos papeles del bolsillo que pone
sobre la mesa, mientras el camarero que
la suerte nos deparó y que es el más zafio
del restaurante, nos sacude las migajas
del mantel sobre los pantalones.
— Tengo aquí — me dice— las notas que
usted me ha mandado sobro mi novela
Catalina. Ha sido usted gentilísimo con
migo. Se ha tomado un trabajo y un in
terés extraordinarios. Sus notas son valio
sísimas. Las ho aceptado casi todas, pero
¡deseo que ahora las discutamos una por
una juntos.
Hojea nerviosamente mis notas — cinco
páginas a máquina— , y va posando un
dedo menudo y ágil, dorado por la nico
tina, sobre las cuartillas,
í — Mucho me agradaría poder, como us
ted indica, agregar algo más sobre el as
pecto de las calles en la España de Felipe
ni, pero no sé lo bastante sobre ellas, y,
además, por su colorido, distraerían del
tema principal de la novela. Por la misma
razón, apenas si puedo mencionar a Lope
de Vega, Teresa de Jesús y al teatro de
Lope de Rueda sin describir los escenarios
t las funciones. Todo eso es muy intere
sante, pero uro es mi novela. He escrito un
libro para contar un cuento y debo evitar
que el fondo excesivamente rico en deta
lles ahogue la historia. Por la misma ra
zón. no puedo usar palabras en español,
que hubiera que explicar al lector, ni tam
poco detenerme en describir lugares o re
cargar arquitectónicamente la novela. Us
ted —contiirúa— es un hombre de ciencia
y como tal, amigo del detalle preciso; pero
fíjese bien lo que voy a recomendarle si
vale la presunción de este consejo de un
novelista profesional.
Dejo a medio camino la aceituna que iba
a comerme y la devuelvo al plato. William
Somerset Maugham va a aconsejarme a
mí, personalmente, aquí en este rincón de
un restaurancito español, aislados de los
siete millones de personas de Nueva York,
algo que puede tener gran valor para me
jorar mi formación literaria.
—1 besecch you — comienza diciendo, co
mo podría hacerlo un personaje de una
de sus novelas, pero sus palabras mueren
en la nube olorosa de dos cazuelas llenas
de mariscos hervidos que acaban de traer
a la mesa.
Vil. - Consejos y la Paella
Somerset Maugham so interrumpe, se
pone el monóculo, mira con aire de apro
bación la cazuela envuelta en un delicado
vapor verdoso, se quita el monóculo y co
mienza a devorar almejas y a comer la
salsa a cucharadas grandes. Le recomiendo
hacerlo al estilo de mi tierra, usando la
almeja vacía como cuchara, y muy grave
mente se lanza a hacerlo, relamiéndose de
gusto. El monóculo pende de su negro cor
dón como una campana dormida. Cuando
ya las almejas han casi desaparecido y el
tufillo de marisco y ajo flota como un halo
en tomo a su cabeza gris, reanuda la con
versación.
—Le estaba recomendando — continúa—
que cuando escriba algo no deje que el
hombre de ciencia domine al novelista.
Pienso siempre en que el lector, al verse
snto la página impresa, tiene una tenden
cia natural a escaparse mentalmente del
tema del libro. El hilo de la narración
debe ser lo más tenso y directo posible,
ííada de explicarle al lector las cosas, n ay
que sugerirlas o mencionarlas y nada más.
bada de intercalar palabras o tipos que
requieran explicación. La explicación de
be ir contenida en el mismo texto de la
uovela y no debe dársele como incisos
aparto al lector. Ello no haría sino desviar
!u atención, lanzarle por otros senderos
lejanos a la página impresa. Lo que se
explique deben decirlo los personajes o
ser sugerido por la misma acción, pero si
<%«, refiriéndome a una corrida de toros
un lonco y agrego, that is lo say, a pass,
destruyo toda la atmósfera de la página.
Si al citar a Lope de Vega aludo a su vida
Pintoresca, dejo al lector curioso y dis
traído con ella por varias páginas. ¡No,
. ®o. Es muy difícil cautivar al lector y
B0 podemos nosotros mismos distraerlo con
Uoda que lo lleve fuera de la página im
presa. Pero sus sugestiones son excelentes,
bracias a usted sé que en Alcalá de Henat*® no se estudiaba Derecho, sino solamen
o una asignatura de leyes civiles, y tamlen be corregido mis errores en nombres,
tugares, personajes, escenas de la Inquisi¡ uión, rituales religiosos, costumbres y psi
cología española. En donde yt> indicaba
!u° la madre está de noche “ preparando
*°pa de zanahorias” , mo olvidé de
T*c, como usted me ha indicado, no se
nacían de noche entonces comidas calientes
c-spaña, pero como lo que yo quería dar
•■tender era quo la madre seguía con
*areas si" atender a la historia de la
"■•a, lo que haré será indicar que habipt®**®ento cenaban, como usted lia dicho
sus notas, pair, queso y cebollas o ajos,
<lUe aquella noche, por haber estado
°<lo el día cn ¡a procesión, esta! an cenan0 la primera comida caliente del día.
‘ •a charla sobre las notas a su libro siM®® enhebrada cn copas de manzanilla,
t
Recuerde siempre — mo dice, mirándo( Continúa en lo pág. 7)
Por JUA!S JACOBO B4JARL1A
C
tTAXno se hable de la invención de es
te nuevo período en que vive la hu
manidad, el arte abstracto — y especial
mente la pintura que se canaliza en sus
vértebras — ocupará un lugar preponde
rante. Y este nuevo período, este nuevo
reverdecer de las artes hará posibles los
anticipos teóricos que durante el Renaci
miento formularon artistas como Leonardo
da Vinci y Miguel Angel. Del primero,
cuyo Tratado de la pintura y otros códi
ces, han llegado a nuestros días, sabemos
cuáles eran sus ideas respecto de este duro
oficio de pintar. “ La pintura” — decía
y desde entonces se ha repetido mucho,—
“ es cosa mental” . Algo similar, incluyen
do la cerebración, afirmaba Miguel Angel.
Mas no pasaron de anticipos teóricos,
aunque el mismo Da Vinci hubiera practi
cado una especie de expresionismo en al
gunos casos, o el propio Rafael reaccio
nara contra lo imitativo eir sus arabescos
de las Loggias. (D e Goya, andando el
tiempo, se podrá decir otro tanto).
Existía, pues, la genialidad premonito
ria. Pero faltaba el impulso y la voluntad
de abrir un nuevo cauce a esas ideas por
las quo el arte mental y cerebral, lejos
do perderse en una inspiración ciega, sin
norte, refluyera por caminos objetivos, lim
pios de todo azar y de toda anécdota
representativa. Y esta lucha del Renaci
miento caracterizadá por el desacuerdo
entre la teoría y la práctica, resurge en
épocas posteriores. Pintores y poetas ha
blan ya de un arte puro. Ruskin enseña
en Inglaterra que una cosa es la natura
leza y otra el motivo de la tela. Sin em
bargo cae en el juego de palabras. Lo
quo afirma no está eir relación con los
ejemplos que da. Lo mismo acontece con
Rhelley en poesía. Por una parte el llo
riqueo. Por otra, la virilidad. So lamenta
cuando poetiza. Pretendo enseñar cuando
teoriza. Es el caso de Holdcrlin, Milozs,
Elliot y otros poetas metafísicos de nuestro
tiempo en cuya poesía discursiva no hay
imágenes ni conceptos inventados con rela
ción1a lo estrictamente poético porque giran
en derredor del objeto o del símbolo como
forma sensible de una cosa ya dada pre
viamente, no creada por el mismo poeta.
Y podrían seguir los ejemplos. Pero lo
interesante es que este divorcio entre teo
Manuel O. Espinosa, “ Pintura” .
ría y práctica va preparando — en la pin
tura— la ruta de Oézarme y el adveni
miento do los cubistas. Y el concepto de
arte mental se va corporizando en bene
ficio de un nuevo realismo: la bidimensionalidad. Es decir: la integración de los
valores plásticos en la estructura natural
do una superficie que si tiene dos dimen
siones no puede menospreciarse con una
tercera creando cierta ilusión de profun
didad quo no existe. Esta tercera dimen
sión vendría a ser, en el estado actual de
la pintura, el elemento discursivo, litera
rio, ajeno a las relaciones de color y al
campo en que ellas se manifiestan. O en
otros términos: la tridimeirsionalidad se
ría la retórica en pintura. Lo antiartís
tico.
Las ‘ ‘ formas aparienciales ’ ’, decía
Paul Klee ( Über die modera Kunst.
Berna, 1945) no tienen nada que ver con
el proceso creador en la pintura moderna.
Están en oposición.
Pero sigamos historiando. Larionov, en
1910, disuelve las cosas en rayos lumino
sos. Malevitch, en 1913, adopta ya el planismo y apunta hacia una estricta bidimensionalidad. Aparece, entonces, el suprematismo y se polifurca la línea del
arte abstracto con figuras procéricas co
mo Rodchenko, Lissitzky, Tatlin, Mondrian, Van Doesburg, Walter Gropius y
Moholy Nagy. Y todo esto coronado en
1921 con la Baubaus. Ahora ya puede
hablarse, por consiguiente, de una rea
lidad pictórica en perfecto acuerdo con su
teoría. No obstante, el arte abstracto tie
ne todavía sus detractores. Contra éstos,
León Degand intentó, no hace mucho, una
defensa ( Les Lettres Frangaises, .V? 119)
que vamos a transcribir casi literalmente
sin comentario alguno:
“ Argum ento: El arte abstracto es in
comprensible. Respuesta: ¿Es preciso ar
gumentar por la existencia de los ciegos
la inexistencia de la luz?
“ Argumento: El arte abstracto no es
humano; es puramente cerebral. Respues
ta: ¿Lo que es cerebral no es humano?
“ Argum ento: Todas las obras abstrac
tas so parecen. Respuesta: Es lo que yo
pensaba de los negros cuando era niño.
“ Argumento: La pintura y la escul
tura son realistas por destino. Respuesta:
Son realistas por costumbre” .
En la Argentina la pintura y la escul
tura abstractas están representadas por
Juan del Pretc, Eugenia Crenovich (Y en
te ), Tomás Maldonado, Carmelo Ardén
Quin, Martín Blasko, Alfredo Hlito, Jorge
Souza, Manuel O. Espinosa, Juan Mele,
Gregorio Vardánega y otros. Y en todos
ellos hay un tremendo esfuerzo de estruc
turación en el que se cumple el imperati
vo del nuevo realismo. La superficie del
cuadro mantiene en las obras su dimen
sión estética, y se integra, a su vez, eir
esa totalidad que debe surgir de la con
junción o síntesis de esta misma superfi
cie con las zonas cromáticas inscriptas en
ella.
Del Prete, uno de los mejores pintores
de la Argentina, formó parte con Hans
Arp y otros del movimiento europeo de
Abstraetion Création A rt Non Figuratif,
allá por el año de 1931. No era tan con
creto como ahora porque estructuraba
con cierta dejadez intuitiva. Y hasta era
un poquito expresionista. Mas toda esta
etapa quedó maravillosamente superada
en la exposición de K raft (1947) y en
las últimas pinturas en las cuales el planismo se objetiva en composiciones donde
las formas y los colores hallan su máximo
equilibrio. Estas estructuras soir paradig
ma, por otra parte, de los conceptos que
hemos desarrollado en cuanto a ese an
helo cerebral que previeron los renacen
tistas pero que no pudieron aislar, decan
tar, por falta de un enfoque integral,
imposible de existir porque no se habían
dado todavía las condiciones históricas pa
ra que las nuevas formas — ya anticipa
das— so desarrollaran con exclusión de
los materiales discursivos.
Con Del Prete cabe mencionar a Tente
cuya última exposición, entre nosotros, da
ta de 1946. Es una pintora original con
cierta calidad primitivista que nos recuer
da la época de los totems, esa época en
que la figuración participaba de lo fan
tástico y del terror metafísieo resueltos
en objetos en los cuales la naturaleza
so mezclaba con la abstracción1. Sin em
bargo, no es esta pintura, la del año 46,
la última etapa do Tente. Su nueva mo
dalidad ha penetrado ya en la objetiva-
Tomás Maldonado, “ Construcción 122” .
eión de formas estrictamente abstractas.
sin reminiscencias simbólicas. Ha concre
tado su estilo.
Y en esta linea de abstracción — de
abstracción de las formas imitativas
que es come, decir de concreción de los
valores plásticos, debemos continuar con
Maldonado, Ardén Quin y Martín Blasko.
El primero organiza el color cn estrecha
correspondencia con el campo. Estructu
ra las zonas teniendo en cuenta que la su
perficie — el campo— es también una
parte del suceso plástico desarrollado en
la totalidad de la obra. Y aprovecha para
dio experiencias suprematistas y neoplasticistas que podrían1 enriquecer una ori
ginalidad en relación con la pintura, de
nuestro siglo. En Arden Quin, en cambio,
el campo y la zona cromática no van se
parados. Están integrados. Forman un
todo dispuesto en elementos que se orga
nizan para estructurar un tema lúdico,
huizinguiano, do calidad abstracta y as
pecto sagital en cuya composición no fal
ta ni la áureo proportio ni la sección de
Fibonacci. Lo mismo acontece, en cuanto
a zona y campo, con Martín Blasko. Obje
tiva el suceso plástico yuxtaponiendo los
planos, y obtiene síntesis plásticas con pre
dominio do colores binarios. Constituye
con Ardén Quin uno de los fuertes valo
res de Madí y tiene en su favor la cir-'
cunstancia de haber reaccionado positiva
mente contra la pintura de Marc Chagall
de quien fué discípulo en París allá por
1939.
Igual ponderación merecen otros artis
tas abstractos de los que hablaré cn su
momento. Ahora agregaré solamente que
en materia de escultura Jorge Souza está
canalizando su estilo en objetos donde se
combinan los ritmos direceionales y las
masas, huyendo de esta manera de toda
figuración naturalista.
lie aquí, pura, por qué podemos hablar
de un arte abstracto en la Argentina. De
un arte abstracto original, comprometido,
jubiloso, capaz de enfrentarse con los
maestros de Europa y hasta de rivalizar
en la invención de formas atrevidas que
sólo es posible cuando el cerebro sabe
organizarse en fuertes estructuras men
tales. Porque en este arte, en este arte
concreto, irada permanece en la viscosidad
de la inspiración. A mayor organización
mental mayor estructuración en la compo
sición. Y a mayor composición mayor in
vención. De donde se infiere que todos
aquellos postulados del Renacimiento, es
tán hallando, en nuestro siglo, las condi
ciones imprescindibles de invención para
poder objetivarse en formas cuya riqueza
sobrepasa las ya puestas por la natura
leza. Por otra parte, esta nueva etapa
del arte, esto nuevo Renacimiento, procla
ma de una vez por todas que es la auto
nomía y no la mimesis aristotélica la que
debe privar en las manifestaciones esté
ticas del individuo. Porque sólo así se
llega a la liberación. A la creación. Y lo
quo decimos para la pintura también que
da dicho para la poesía que ya etimoló
gicamente significa inventar.
LA
PEQUEÑA ANECDOTA
as
humoradas de Bernard Shaw tie
nen un ritmo aproximado de una por
Lsemana.
Algunas son algo más que
humoradas. He aquí la última:
“ El valor consjste en no ceder al
propio miedo, la razón en saber reco
nocer su locura y la sabiduría en no
admirar las propias estupideces” .
• A su retorno a Europa, Maurice
Maeterlinck no ocultaba su escepticis
mo respecto al destino de la humani
dad. Su huésped, el escritor belga Eugéne Bale, le d ijo:
— Si tanto desespera usted del fu
turo, ¿por qué en sus obras últimas
no habla más que del porvenir?
— Chitón — dijo Maeterlinck son
riendo— ; espero vivir tranquilo el resto
de mis días.
• Un pseudo-literato no muy inteli
gente insinuó a Alfonso Reyes, el
gran escritor mexicano, algo así como
falta de patriotismo.
— No hay que confundir — dijo
Reyes indulgente— ; el patriotismo mal
entendido es más ridículo que una cor
bata verde y amarilla.
• Jacques de Lacretelle hablaba un
día del tacto del escritor. Y como se
le pidiera una definición, declaró:
- El tacto es la habilidad consistente
en describir a las gentes como ellas se
creen que son.
• Marcel Schwob tenía la singular
costumbre de usar plumas despuntadas.
Jules Renard, que lo sabía, le pre
guntó por qué.
Porque — respondióle— una pluma
estropeada obliga a pensar antes de
escribir. 1
• En París conseguir no ya un de
partamento sino una habitación es un
verdadero problema. No es por tanto
imposiblo que haya sucedido que una
pareja de jovenes enamorados ocupe
todas las noches dos butacones de pri
mera fila de a 300 francos, y quo
aproveche la penumbra y el recogi
miento ambiente para arrullarse con
efusiva pasión. A l cabo de una larga
tanda de esas veladas amorosas, el pri
mer actor suspendió la escena y sa
cando el cuerpo sobre la luz de la
candileja, pregunta muy finamente a
los absortos amantes:
— Perdón. . . ¡es para saber lo que
la señora y el señor quieren mañana
para desayunarse!
s
�cabalgata
6
HABLA
HABLA
JESUA LD0
ENRIQUE LARRETA
Su afición
ciencias.
por
las
La experiencia de
su vida en su obra.
a
amplia mansión señorial del barrio
L de Belgrano donde reside lmbitualnien
te el escritor Enrique barreta constituye
el obligado escenario de sus actividades
literarias, y es allí, en medio de una pro
fusión de piezas patinadas por el tiempo
— como viejos cascos militares, raídas ban
deras que fueron testimonios de rudos y
pasados combates, y avejentados perga
minos de hondo sabor tradicional— , don
de, protegido por la soberbia arquitee
tura de la casona colonial de la calle
Juramento, él produce temporalmente sus
originales donde recoge algo del palpitar
de nuestra tierra, o, como en el caso de
La Gloria de I)on Ramiro, el aliento de
la madre patria.
Mientras, displicente, barreta nos va
exhibiendo las variadas ediciones de lujo
y aun populares que se han hecho de sus
libros, le interrogamos.
— ¿Por qué no hay aún una literatura?
Sus ojillos se cierran interrogadores, y
con su característico gesto señorial, que
deja entrever un dejo de ironía, nos dice:
— Creo que corresponde preguntar como
hay todavía gente que escribe.
— Compadezco a los que escriben', en un
ambiente donde todo es adverso, donde
todo se troca en envidia.
— ¿ Ha recogido Ud. alguna experiencia
de su obra?
— No, por ei contrario es mi experien
cia de la vida la que ha sido reflejada
en mi obra.
Al pronunciar Larreta estas palabras
vuelven a nuestra mente las páginas de
su última pieza literaria, La Xaranja,
donde puede corroborarse la verdad de
esta respuesta del celebrado autor de Zogoibi; cada una do esas páginas cons
tituyen viejas o recientes reminiscencias
de aeonteceres diarios, a través de los
cuales él deja escapar una concepción pro
pia de índole filosófica o revisiones de
.nuestro pasado histórico, como la que
aventurara con el gaucho.
Nada extrañe al lector la devoción de
Larreta por nuestro pasado, pues, des
cendiente él mismo de Oribe, el discutido
personaje de la historia uruguaya y ehn
parentado a otras familias de abolengo
del Río de la Plata, las alternativas de
su vida han estado ligadas espiritualmente
al recuerdo de sus mayores, de recia, estir
pe criolla.
De ese ambiente de refinada educación,
heredó Larreta su pasión por las letras y
las bellas artes, pues es necesario divulgar cuan profundamente siente la plás
tica ; de ello son buenos testimonios su
amistad con los grandes de la escultura
y la pintura de principios de siglo, soste
nida durante su estancia en París como
ministro argentino, y, últimamente, su
adiestramiento en la pintura. Mientras
despaciosamente su índice nos lleva a ob
servar una tela, barreta apunta:
— Ese óleo que ve ahí lo he pintado,
hace poco, durante mis vacaciones en Cór
doba. Es que no puedo escribir a vuela
pluma, no tengo facilidad para producir
mis obras. . . anhelo escribir con pureza
de len gu aje... y, en estos momentos es
toy como la naran ja.. . sólo cuando tengo
el tema me siento a escribir y entonces
me exijo mucho.
El reguste de cada palabra, el modelar
de los párrafos constituye la preocupación
de barreta, de ahí que pueda confesar:
*‘ Cuatro, cinco, seis siglos, ¡ que se yo 1
se han necesitado para que pudiera for
marse uno de estos árboles magníficos... ’ ’
al referirse a los algarrobos; es decir,
decantación, decantación y decantación.
ITe ahí el secreto de la gloria literaria
de Larreta: *el pulido de sus obras, a tra
vés do horas meditadas en las sierras cor
dobesas, en las largas jornadas invernales
de París, o el silencio colonial que rodea
su casona de Belgrano.
— Mi afición1por la Ciencia — nos dice—
fué profesada con antelación a las letras.
Ya de niño me deslumbró la Natura
leza, por lo que no debe sorprenderle,
amigo, que eir buena parte de mi obra
cobre vigor este estado primario y tras
luzca mi producción mi antiguo amor por
nuestra tierra. . .
— Y he servido a mi patria en todo
momento. La he servido a mi manera, tra
bajando a veces como un condenado, sin
necesidad ni obligación.
Las frías y espesas paredes de la caso
na recogen las palabras do Larreta y las
devuelven con un eco sonoro que presta
aún más interés a sus tajantes afirm a
ciones; unos segundos más tarde V *.a
nuestros pasos ligeros nos han devuelto a
la marea de la Avenida Cabildo interrum
piendo nuestras disquisiciones mantenidas
‘ ‘ in mente ’ ’ con uno de los más cotizados
literatos argentinos de nuestro tiempo.
O. H.
Descendiente del
discutido Oribe.
Pocas figuras contemporáneas de la
literatura argentina han alcanzado el
prestigio universal que tiene conquis
tado, hace de ello ya buen tiempo,
el escritor nacional Enrique Larrot >
con sus novelas y ensayos estéticos.
Citar los nombres de sus obras. La
Gloria de Don Ramiro, Zogoihi, Las
Dos Fundaciones de Buenos Aires, y
últimamente, La Naranja, es traer a
la memoria libros que en el instante
de su aparición venían a constituir
hitos definitivos de la producción de
un auténtico escritor.
Y el éxito reciente de La Naranja
así lo termina de refirmar a través
de sus varias ediciones a poco de
aparecer.
S
L U C IIEEN
O
Nacido en la tierra que fué cuna de
figuras de relieve en las bellas artes
y las letras, la actitud creadora de
.Josualdo en la poesía, el ensayo his
tórico, la pedagogía o el relato no
velado con aristas sociales, viene a
sumarse a la que realizaran aquellos
valores que, en su hora, otorgaran
jerarquía al espíritu do un pueblo
joven y pujante como lo es el uru
guayo.
Sinfonía de la Danzarina, pieza poé
tica premiada, Vida de un Maestro y
Fuera de la Escuela, así como su
continuada labor pedagógica realiza
da en su tierra natal o en México,
y sus tareas en el Ministerio de Ins
trucción Pública del Uruguay, van ja
lonando la trayectoria creadora de Jo
sualdo, uno de los valores intelectua
les más jóvenes y promisorios de
América
B
R
• El momento litera
rio del Uruguay.
• La expresión
creadora del niño.
° Poemas de tipo
volcánico.
E
LEVY- BRUHL
Por GREGORIO WEI1SBERG
Lévy - Bruhl, una (le las figuras
más representativas de los movimientos
filosóficos y sociológicos contemporáneos,
nació en París en 1857; falleció en 1939.
Profesor de filosofía a los 22 años, en
1879 egresa de la Escuela Normal, perte
neciendo a la generación de Jaurés, Berg
soi?, Lanson y Reinacli. En 1884 se doctoró
en letras con una tesis sobresaliente sobre
La idea de responsabilidad y otra latina,
Quid de Deo Seneca senscrit. Casi inme
diatamente fué designado profesor en el
liceo Louis le Grand; eir 1895 ‘ *maitre
de conferences” en la Escuela Normal
de que egresara, y cuatro años más tarde
ya lo es en la Sorbona. Reemplaza a Boutroux en la cátedra de historia de la f i
losofía moderna, de la que es designado
titular en 1908. A esta escueta y harto
significativa enumeración, restaría agregar
otros dos hechos sobresalientes: sucede a
V. Delbos en el Instituto, y a T. Ribot
en la dirección de la universalmente pres
tigiosa ltevue Philosophique.
La vasta obra de este insigne represen
tante del espíritu francés, equilibrada y
profunda, era hasta la edición de La Men
talidad Primitiva, casi desconocida para
el gran público de habla castellana, a
pesar de haberse divulgado a través de
expositores, no siempre autorizados, mu
chos de los aspectos sobresalientes de sus
doctrinas. Ha dicho Essertier, y con so
brada razón, que, “ si la importancia de
una teoría se mide por el movimiento
de ideas que provoca, las teorías de LévyBruhl ocupan un lugar de primer plano
en el pensamiento contemporáneo” .
Orientado en sus comienzos hacia los
estudios de historia de la filosofía, bajo
la influencia de Durkheim, y a través de
éste la de Comte, se inclina hacia la vigo
rosa corriente conocida como la Escuela
Sociológica Francesa, de la que fuera uno
do sus más ilustres maestros, alcanzando
un extraordinario éxito coir la publicación
de La morale et la science des moeurs
en 1903 que merece apasionados y erudi
tos debates, aun no acallados. Su tesis,
puede resumirse diciendo que: “ no hay
ni puede haber una moral teórica; las di
versas morales teóricas no son más que
sistematizaciones, más o menos felices, de
las prácticas morales existentes y la in
vestigación científica consistiría, no en
fundar la moral, sino en analizar la reali
dad moral implicada en esas prácticas” .
Critica a su vez a “ ciertos filósofos, y en
particular a Wundt, quienes lian propuesto
colocar la moral en el número de las
‘ ‘ ciencias normativas ’ Pero la cuestión
es saber si estos dos términos son compa
tibles entre sí, y si existeir realmente cien
cias normativas. . . ” Poco más adelante
agrega: “ Mientras que la concepción con
fusa de una moral “ teórica” está desti
nada a desaparecer, otra concepción, clara
y positiva, comienza a formarse. Esta
consiste en considerar las reglas morales,
obligaciones, derechos, y en general el
contenido de la conciencia moral, como
una realidad dada, como un conjunto do
hechos, en una palabra, como un objeto
de ciencia, que es necesario estudiar con
el mismo espíritu y mediante el mismo
método quo el resto de los hechos so
ciales ’ ’ .
En pocas palabras, Lévy - Bruhl consi
dera a 1p moral como relativa, y variando
do acuerdo a las diversas situaciones his
tóricas y a las fuerzas que actúan en cada
una de ellas. No puede hablarse, pues,
do valores éticos intemporales, ya que éstos
corresponden a una realidad concreta en
un momento dado; su conocimiento y fundamentación corresponden a una rama
determinada de la sociología y no a la
metafísica.
Ahora bien, quizá el estudio compara
tivo de sociedades do muy diverso grado
de desarrollo ilustre y aclare muchos as
pectos oscuros y no del todo dilucidados
do los hábitos mentales. En efecto, esta es
u c i e .v
L
• Para satisfacer el amable requerimiento
de la dirección de CABALGATA, hemos extraí
do algunos de los pasajes más importantes de
nuestro prólogo a la edición castellana de
La Mentalidad Primitiva, los que, ligeramente
modificados, constituyen la presente nota.
Luden Lévy-Bruhl
la ímproba tarea que se propuso LévyBruhl y le insumió 30 años de su vida
fecunda, no cejando nunca en sus esfuer
zos por determinar, mediante un método
rigurosamente científico, las diferencias
esenciales que, según él, separan los há
bitos de muestras sociedades de las que
en forma genérica ha dado en llamarse
‘ ‘ primitivas ’
Era preciso, como tarea preliminar,
abordar, con habilidad y sagacidad poco
comunes, las crónicas de los primeros via
jeros, misioneros y exploradores que se
acercaron a los indígenas, bajo las más
diversas circunstancias y guiados por los
intereses más encontrados; era necesario
cotejar la enorme y dispersa documenta
ción recogida en todos los tiempos y lu
gares, desechar lo circunstancial, los erro
res interpretativos con que están impreg
nados hasta los estudios aparentemente
más objetivos, separar los prejuicios con
que se contempla y describen sus costum
bres, y a veces, la malevolencia o piedad,
ya que ambas, aunque en distinto grado
y diversa forma, desnaturalizan la reali
dad.
El primer fruto de esta ciclópea labor
apareció en 1910: Les fonctions mentales
dans les sociétés inférieures ; insiste aquí
sobre “ la ley de la participación, consi
derada en sus relaciones con el principio
de identidad, y sobre el hecho de que el
espíritu de los primitivos es poco sensible
a la contradicción ” , En 1922, como com
plemento y superación del anterior aparece
La mentalité primitive, que significó en
su hora un verdadero acontecimiento, y
como para desmentir la aseveración de
que toda obra maestra pasa inadvertida
al principio, fué calurosamente acogida,
mereciendo una reunión especial de la
Sociedad Francesa do Filosofía, la que
tuvo lugar en febrero de 1923, disanto
la cual Mauss y Weber formularon in
teresantes objeciones. En este nuevo libro
aborda, entre otros, los problemas de la
causalidad, tiempo, espacio, y orientación
de esta mentalidad.
No satisfecho aún, prosigue Lévy-Bruhl
insistiendo en la búsqueda de nuevos datos
que confirmen o rectifiquen, total o par
cialmente, su posición frente al problema
planteado; así aparecen sucesivamente:
en 1927, L'ám e primitive-, en 1931, Le
suma turel et la naturc dans la pensée
primitive-, y en 1938, L ’ expérience mystique et les symboles diez les primitifs;
esto, sin tomar en cuenta numerosos tra
bajos menores, publicados sobre otros as
pectos del mismo tema, eir las más presti
giosas publicaciones especializadas.
Considera Lévy - Bruhl, que la “ men
talidad primitiva” difiere de la nuestra,
no simplemente por un mayor o menor
grado do desarrollo, sino porque es cua
litativamente distinta, y está orientada
en forma diametralmente opuesta. Con
trapone a la nuestra, lógica, la de los
“ primitivos” , como prelógica-, si nos
otros buscamos las causas mediatas de
los sucesos, ellos se d a » por satisfechos
atribuyéndolas de inmediato y directa
abordar :i Jesualdo - - a 'fin de co
nocer sus futuras inquietudes— nada
mejor que buscarlo en las improvisadas
tertulias literarias del tradicional cafó
montevideano “ Tupí Xambá” , donde
hueíga algunos instantes, ¡os pocos que
lo permite su intensa labor literaria, para
compartir discusiones y comentarios con
sus amigos. Es allí donde, rodeado de pin
tores, escultores, novelistas, interrumpi
mos a Jesualdo para interrogarlo acerca 1
de la actualidad intelectual del Uruguay.
—-En verdad, — nos dice— es pobre. El
Uruguay, eulturalmeiite, paga alto tribu
to a su cercanía con Buenos Ai:es. Prensa,
literatura, etc. argentinas, a ia par que nos
acercan fuentes que dp otro modo las des
conoceríamos, inhiben (no se si ese es
el término exacto) la producción nuestra,
quo tampoco es fecunda. Los intelectua
les uruguayos eu general producen poco...
— No es ose su easo.
— Es también un poco. ¿ Por qué se me
dice siempre que soy un gran trabajador?
¿Es quo acaso, aun el más trabajador de
los intelectuales de nuestra época, se pue
de comparar con un Balzac, por ejemplo?
Y no nombro una excepción. Revisemos
un poco nuestra producción intelectual.
Novelas, ¿cuántas se producen al año? ¿de
que calidad, donde están nuestros nove
listas en el cabal sentido de la palabra?
Ensayos, ¿qué producción verdaderamente
seria, con cierto ritmo existe? Poesía mis
ma, ¿dónde está ia que se produce si es
que se produce? ¿En dónde hay un poe
ta como en Europa que publica su libro o
su par de libros al año? El fenómeuo de
la poesía eu el Uruguay da que pensar.
A menudo brotan, como los volcanes en
México, expresiones poéticas estremeeedoras en el Uruguay. Son así, exactamente,
de tipo volcánico: por la conmoción que
producen, por la sorpresa, a menudo has
ta por los estragos. Sale un libro, a veces
dos, y ¿después? Se van apagando, repi
tiendo, mediocrizando, exhaustos.
—Pero no olvide que de vez eu cuando
aparece un Rodó, una Delmira, un Floren
cio Sánchez, y barren con toda una genera
ción en América entera — le interrogamos.
— Exacto, convengamos que estos pre
ludios, estas pausas, estos largos y dolo
rosos reposos, estas intermitencias ■celes
tiales, nos deben preparar para mejores
destinos.
— ¿Es ésta una explicación racional?
— No lo creo. Pienso sin embargo quo
las razones más hondas — las de orden ma
terial, político, social, etc., que son las
que debemos utilizar para explicar el fe
nómeuo— uo lian sido debidamente va
lorizadas. No dudo de que hay una ex
presión de calidad indudable, de origina
lidad y tuerza creadora que define el per
fil intelectual do nuestro país. Pero tam
poco dudo que pasamos por uua etapa
sino do decadencia en cuanto a valores
culturales (eu poesía y literatura, funda
mentalmente) de franco descenso en rela
ción con generaciones pasadas. O esto es
cierto, o somos mucho más exigentes de
lo que fueron nuestros antecesores.. .
— En cuanto a eso de ‘ ‘ descenso ’ ’ pro
ductivo, ¿hay algún índice serio?
— Cito un solo dato. En las remunera
ciones literarias de 1947, por ejemplo,
hubo de declararse desierto el primer pre
mio do literatura por ausencia de un valor
estimable. ¿N o le parece demasiado reve
lador este detalle?
— ...fa lta r ía saber si entre los presen
tes estaban las consideradas primeras f i
guras. . .
— Había gente seria. Por otra parte, las
“ primeras figuras” cuando producen so
piesentan. Ei no hacerlo es índice de
•‘ año ’ ’ sino ‘ ‘ en blanco ’ ’, de prepara
ción larga. . .
ara
mente a las potencias místicas; si la ex
periencia sirve en nuestras sociedades, a
veces, para modificar un procedimiento
o una conducta, en cambio los indígenas
parecen permanecer impermeables a la
experiencia. Sus espíritus no se represen
tan, como los nuestros, el espacio como
un quantum uniforme e indiferente; por
el contrario, se les aparece cargado de
cualidades, teniendo cada una de sus re
giones virtudes propias. Otro tanto ocurre
con el tiempo, que sólo aparece como nn
quantum homogéneo en un momento avan
zado del desarrollo social, cuando ya ha
comenzado a prestarse la suficiente aten
ción a las relaciones de las causas me
diatas, y se debilitan las prerrelaciones
místicas que ya tienden a disociarse.
En 1929, con motivo de la aparición
de L ’áme primitive, tuvo lugar una re
unión en la ¡áociedad Francesa de Filosolía, (.similar a la ya mencionada en
1923) ia que glosamos sumariamente,
tanto por la importancia de las tesis sos
tenidas, como por la significación de las
personalidades que intervinieron durante
ia misma.’ ~ .uuegu ue uauer expuesto Eévy*
Bruñí, sucinta y o rulante menee, ios puntos
que consideraba más importantes de su
doctrina, hizo uso de la palacra Frauz
Boas, eminente antropólogo de la Univer
sidad de Goiumuia, caya orna con la sola
excepción de una — Cuestiones Pundamentales de Antropología cultural—- es casi
por completo meuita en nuestro idioma. En
diversas oportunidades, en conversaciones
privadas e intercambio epistolar, Boas ya
üabia señalado a Bevy - Bruñí algunas
discrepancias que reiteró públicamente duíante la mencionada sesión. Sostiene que
la mentalidad llamada primitiva no es
cualitativamente distinta, y quo tampoco
es la expresión de un psiquismo especi
fico, ya que podemos comprobarlo nos
otros mismos cada vez que nos ahoga una
emoción intensa; “ . . . en los momentos
de emoción intensa la disposición a acep
tar la tradición se halla enormemente
acrecentada” . (Ub. cit., pag. 1 1 3 )— “ Si
Bévy - Bruhl ha llegado a la tesis que
deiiende es por haber seguido el método
equivocado de derivar una psicología del
simple estudio de las creencias tradicio
nales. Esas creencias tienen en gran parte
origen histórico, y no deben ser conside
radas como un producto directo de las
mentalidades primitivas.” El planteo es
correcto, pero, a nuestro parecer, Boas
yerra cuando en vez de recomendar una
proíunuización en el estudio de los fa c
tores sociales determinantes, cree ver la
solución en ei conocimiento de la psicolo
gía individual de los indígenas. ‘ •Farece
entonces necesario estudiar ia reacción dei
hombre primitivo desde este punto de vista.
Puesto quo, cuando se dedican a ocupa
ciones ordinarias, cotidianas, persiguiendo
un fin práctico, vemos al hombre primi
tivo pensar tan lógicamente como nos
otros. Guando, no obstante, su vida emo
tiva entra en juego, la tradición, aceptada
sin crítica, determina sus pensamientos. ’ ’
( Ibid., pág. 113)— Y un puco más adelan
te agrega que no estamos trente a un “ fe
nómeno simple, sino que una gran diver
sidad de condiciones pueden concurrir a
explicar ios pasos, y que la fuente de esos
pasos es necesario buscarla en un cierto
rasgo general de la naturaleza humana:
el hombre está hecho de manera que, en
los momentos de emoción intensa, el pen
samiento lógico zozobra, y son las formas
tradicionales del pensamiento las que ocu
pan su lugar.” (Ibid., págs. 1 1 4 -1 1 5 ).
El Dr. Rivet observó la falta de dis
tinción entre lo natural y lo sobrenatural,
mencionando el caso de una tribu indígena
que fabrica dos clases de objetos, unos
sencillos para el uso diario, y otros deco
rados que son los que se colocan en las
tumbas de los muertos, lo que aparente
mente contradice lo que afirma el autor
de La Mentalidad Primitiva de que este
( Continúa en la página 14)
** BuUetin de la Société Tranfalso do
Philosophie, Compto Rendn des Séances (Se
sión del 1 de junio de 1929).
— \ olvainos a usted y sus trabaj os.
Es más fácil hablar de los demás.
Yo creo que los intelectuales de mi país
sufren los mismos efectos que nuestro
puoblo entero. Por cierta tranquilidad
económica, pequeña pero segurita, para
vivir que hace el secreto de sus vidas, por
ese burocratismo condescendieuto quo les
lleva al presupuesto a menudo obligada y
fácilmente y ahí quedarse sometidos al
engrauaje ue eua seguridad futura (la
previsión tan bien organizada del Uru
guay a través de sus jubilaciones, segu
ios, etc) ; por todo eso nuestro íntelectualismo, lo m ism o,que nuestro pueblo en
general, ha perdido un poco el sentido
del riesgo, el riesgo de la aventura, esa
posible peripecia que hace un destino (o
lo deshace) pero no acepta medianías. Nos
estamos engordando, buroeratizando, mu
riendo de un bienestar cilio (que no es '1
verdadero bienestar) engañándonos con
lo superfluo y malviviendo lo esencial¿Hacemos eso eu nombre de la libertad
individual? Mo gustarla alcanzar a des
cifrar estos secretos psicológicos; tal vez I
algún día lo haga. . .
— ¿Tiene algo eu prensa o preparación?,
Jesualdo, volviendo a sus cosas. . .
— Sí, tengo. Termina de aparecer en
Buenos Aires la tercera edición de nú
1 ida de un Maestro, aquel libro del es
cándalo y mi definitiva orientación. Lo
editó “ Losada” , con algunos agregados
que no pudieron salir en el texto primi
tivo. Es uu libro q u e , siempre tiene lee-
�cabalgata
tores. así por lo menos me engañan geserosa mente los libreros.
— ¿Otras n o v e d a d e s .
— El libro cn el que confío, en el que
he trabajado muchos años con pasión, es
en
expresión creadora del niño. un
libro sobre la teoría (le mi experiencia
con los materiales infantiles, que verá la
luz este año bajo el sello de la editorial
“ Po8eidonMi libro de exposición doctri
naria es al mismo tiempo de polémica.
Sé que efc original en muchos aspectos,
estando respaldado por muchos años de
experiencia, la que — día a día— se ve
mejor ratificada por las novedades de la
escuela uruguaya. La expresión infantil,
que como tal no ha sido considerada más
que muy limitadamente (y siempre en
función de algo) en la pedagogía del
mundo, ya tiene un sitio en los programas
normales de mi país.
— Sabemos que tiene preparado un tra
bajo histórico. . .
— En efecto, es el primer tomo de mi
Historia de la Escuela en* la Conquista
y en la Colonia, los Precursores en Amé
rica, que es la primera parto del último
(17 educadores, Los Constructores, y Los
¡Reformadores) ya aparecida en Monte
video.
• — ¿Está usted conformo con su labor?
— No señor. En absoluto. Eso del bu
rocratismo que le decía, a mí también
me pesa. Los intelectuales, en esta socie
dad por lo menos, todavía no podemos
vivir de lo que producimos. Y debemos
caer en la trampa del empleo público o la
docencia, quo como no se la puede hacer
función creadora (y si no que lo diga el
autor do Vida de un Maestro) es tan
dolorosa y pesada como un empleo pú
blico. De manera que vaya viendo usted
un poco el secreto aquel de la decaden
cia que le decía. Si he trabajado honra-
ODO resumen implica una injusticia por
omisión. De un año, unos centenares de pe
lículas y unos cuantos problemas, hay que
tomar su línea esencial y trazar con ella el
escorzo vivo. Todo lo demá- queda en la nada:
ho aquí el inevitable e ilícito sacrificio.
Consumado éste.el año 1947 tiene una de
finición precisa: el año del cinema italiano,
como el 1946 fué el del cine inglés. Se anun
cia dignamente con El bandido, de Alberto
Latinada, melodrama con una primera parte
de espléndido realismo, y Un yanqui en Italia,
de Luigi Zampa, -comedia blanca, fina, digna
de las mejores. Luego, la gran revelación:
Roma, ciudad abierto, de Roberto Rossellini.
Hecha en 1945, con toda clase de penurias,
qne llegan hasta el sacrificio económico del
director, obtiene en el mundo entero un in
menso triunfo de crítica y público. Trae dos
poderosos soplos mágicos, capaz de animar la
dura estatua del éxito: veracidad y pasión.
En un cine falso y aséptico, conservado en
fórmulas y moralina. esta vida auténtica, su
cia, triste, angustiada, trágica y cómica, mi
núscula y poética, vulgar y heroica, que se
abalanza hacia el espectador desde la panta
lla de Roma, ciudad mbierta es, sencillamente,
el redescubrimiento del mundo. Un público
pt*so, desde hace más de diez años, en un
ñoño cinema engañador, consolador y angélico
-según la fórmula del puritano Will H. Hays.
ei-zar del cine— , se encuentra de pronto en
la calle, en una calle de verdad, donde pasa
la vida de verdad. Por eso, porque trae la
verdad de la vida y su pasión, el cine italiano
trae también realismo, violencia, y poesía
a la temática cinematográfica. Y a la forma
incorpora el gusto y la fragancia del aire
libre, del bello paisaje auténtico, y la calle
desolada donde el viento acumula las hojas
y los papeles errabundos; y la. sencillez de
L". imagen fílmica, sin traición arla, sin per
derla en el diálogo imVñl del teatro fotogra
fiado, sino dándole todo el realeo de ese
asalto al camión de presos, de esa tortura
do la “ Gestapo” germana, de ese fusilamiento
del cura sobre el fondo lejano de la Roma
eterna, y sobre todo, de ese registro en la
ca«a de vecindad v Ta muerte, eu voltereta
trágica sobre el asfalto, de la mujer embara
zada, derribada de un tiro, aislado y lejano,
desde el camión que parte. . . Sin la significión que entonces tuvo aquella — el hombre
social, el montaje como lenguaje del cine— ,
esta película tiene la misma fuerza temática
y maestría artística que El acorazado Potemkin. de S. M. Eisenstein.
El ctro gran éxito italiano del año en la
Argentina.. Vivir en paz, de Luigi Zamoa.
(1946). trae eso mismo, pero sobre un pneblecito perdido en el gran paisaje maravilloso
de cualquier montaña de Itolia. Y la tragedia
va siendo lentamente absorbida ñor la man
sedumbre sin fondo de la naturaleza en paz.
Todo adquiere inevitablemente un aire risue
ño. y hasta la muerte de un hombre, por nn
lado, y de nn amor, por otro, cierran el film
cor. 1?. sencillez de la gran absolución cósmica.
Üua bella película.
Eneramos ver Paisa, de Rosellini, y Sciuseia.
do Vittorio de Sica, elogiadas por la crítica
internacional como obras maestras.
El cine británico se reafirma con unos cuan
tos films magistrales. Lo que no fué, de David
hcan, en primer lugar, porque está hecho con
pada. para conseguirlo todo; la sencillez, la
insinuación, lo no visto sino sugerido, ganan
mú su batalla cinematográfica. Al caer la
noche, película de cuentos sobrenaturales; Larm es ]n noche, film extenso, denso, pictórico,
sobre la persecución de un terrorista irlandés
durante una noche; Lns grandes ilusiones, bella
reconstrucción de Dickens en melodrama. . .
Erancia ha traído a la Argentina unas po^ de las grandes películas que tiene. La de
^ alta jerarquía artística es, sin duda. La
Eufonía pastoral, de Delannoy. sobre la breve
J ®agistr?l novela de André Gide. El fuerte
oel cine francés sigue siendo la creación del
clima” , ese imponderable en que radica el
tt&yor misterio de toda obra de arte: ¿cómo
y con qué está hecho? — Miguel Angel, el
coloso, rompía los croquis de sus obras para
Do revelar su esfuerzo y su secreto— . Y esta
ohra maestra del cine e'ríá hecha con “ clima” ,
onde el drama crece lento, callado, oscuro.
Per° si nna obra maestra está “ construida”
c°n la maestría de todo*» sus elementos, este
“ lm es la prueba. Del mismo director. El etern° retomo, sobre argumento de Coctean, con
Qna primera mitad magnífica. De Rcné CléLa batalla del riel, sobre la resistencia
°e tos ferroviarios franceses a la ocupación
Jtonana; Papá Martín (Le p*re tranquille).
tombién sobre la resistencia. Dos films exce
ptos que consagran al nuevo director, hasta
cotonees dedicado a. documentales. Repique de
gloria (Boule de suif), sobre cuentos de Man^cssant. de Jaque; Traie de novia (Falbalas),
.Tacques Becker. Y falta ver aquí. . . todo:
«esde Los chicos del paraíso, do Carné, hasta
P"ertaK de la noche, del mismo realiza!*0r¡ Farrebrique: La bella y la bestia, de
Coctean: El silencio es oro, de René
Lir; El diablo en el cuerpo, de C. AntantUra: Muelle de los orfebres, de G. Clonzot. .
ctoe ruso: Ivan el Terrible, colosal obra
Maestra de eso hombre genial que es Sergio
. • Eisenstein. La Leyenda y el Héroe hechos
quizás las más formidables imágenes
cinema hasta hoy. Plástica ante todo. El
*hm fué hecho para rehabilitar la figura de
tirano loco que fué Ivan IV, y debía
de tres películas como esta; pero por
sumar el gobierno soviético qne en la separte no se conseguía esta rehabilita
damente, si he dado lo mejor de mí mis
mo para la lucha por la dignificación
de! hombre en todos sus aspectos, si he
estado y estoy cn primera fila en todas
las trincheras que defienden a una siem
pre amenazada cultura, no estoy ni me
dianamente conforme con mi labor.
— ¿Su producción e s c r ita ...?
— Conceptúo mi obra frustrada en general, en relación con mis ansias, y qui
zás con mis posibilidades. Muy pocos de
los varios libros que he publicado han
respondido totalmente a mis preocupa
ciones y traducen mi alegría o ar.-gustia
creadora. Lo demás que he hecho es de
‘ ‘ encargo ’ que si bien no dejan de res
ponder a algún principio que defiendo,
no han servido para decir en ellos todo
lo que de creador pueda existir en mí.
— ¿Cuál es su preocupación actual?
— Morirme de pronto, sin haber podido
escribir dos o tres cosas que tengo pía
Tiradas y soñadas, eir esas muy pequeñas
pausas que me quedan en este zarandeado
vivir que me ha tocado. N o culpo a na
die. más que a la Historia misma. Pertenezco a una generación de sacrificados;
tal vez los grandes cantores o los orfe
bres vendrán detrás. Por momentos, ape
nas si me parece que somos la generación
que tiene que realizar los trabajos de
Ilércule?, a menudo iri siquiera más que
algunos de ellos, como por ejemplo la
limpieza de los establos de Augías.
La discusión sobre un poema neo-rea
lista, sostenida encarnizadamente en una
mesa vecina a la nuestra, cobra el milagro
de hacer desaparecer de nuestra vera a
Jesualdo, quien lleva a ella el calor y ve
hemencia característicos de su recio tem
peramento varonil, mientras nuestra libre
ta recoge y anota sus últimas palabras.
O. 71.
Montevideo, enero de 1948.
ELIO VITTORINI
UN N O V E L I S T A I T A L I A N O
er o s fenómenos en verdad, socialmente
P hablando, parecen hoy tair significativos
— y aun demostrativos— como el de la
Italia actual. Tras un prolongado silencio
— de veintidós años— tras un silencio que
sólo conseguían romper ciertas voces con
formadas con anterioridad al mutismo que
pesó sobre Italia cn tan largo período, ta
les como las de ('roes, Chirico o Silone, la
Italia <le hoy, con cuantas limitaciones se
quiera, por medio de tanteos, invocando ar
gumentos a veees discutibles en su mo
tivación, vuelve a entrar en diálogo con
todo el mundo.
Han bastado apenas dos años de li
bertad para que se deshaga el equívoco
originado en un régimen — el fascismo—
que había llegado a gravitar sobre un
pueblo: el italiano. Porque hoy, en Italia,
no es que haya una o varias figuras in
dividuales de gran prestigio, lo cual siem
pre es posible y bajo cualquier régimen,
a titulo excepcional, sino que Italia se
hace presente en todos los dominios del
pensamiento y de la creación mediante
una actividad general cuya manifestación
más aparento y visual — nunca m ejor em
pleada la expresión— sería ese cine ita
liano el cual, sin tradición — ya se puede
hablar de una tradición cinematográfi
ca— , sin ostentosos medios de produe-
T
i
__o no— ciiando.se dice el “ eslilo
En Vittorini elVestilo me parece ser la
resultante d e d o s pioeediinientos emplea
dos no sólo alternativamente *n o que
casi pedí);* decirse simultáneamente: la
sugerencia poética, por mqinéirtos casi
abstracta, para significar reflexión, pen
samiento!; vuelo, y junto a ella, la reitera
ción. la muy reiterada reiteración de un
procedimiento (♦ialogal que siendo de ori
gen extremadamente realista
lo cual
PorARTURO
SERRANO
no quiere'
decir grosería en* el. lenguaje,
como parece que se ha llegado a no en
9
tender tal vocablo— por esa reiteraron*
ción, ha logrado colocarse, si no en pri
aludida concluye por ser un elemento que
mer lugar, cuando menos en primera fila
casi^se podría decir poético pijf'o. Para
en el orden de esa actividad. Lo mismo
que m ejor se comprenda, voy a dar un
podría decirse, globalmente hablando, de
ejemplo de foian se concreta, por repe
otras manifestaciones espirituales en las
tición alternada de la misma frase inte
que si acaso es prematuro abrir juicio
rrogativa y afirmativamente, esa manera
acerca del valor absoluto de sus represen
en Vittorini. Cualquier personaje, en una
tantes más destacados, relativamente, en
determinada situación se manifiesta pro
cambio, esos comq índices resultan (le un
nunciando una frase cualquiera, una fra- ^
interés extraordinario. Tal es el caso de
se que puede denotar la realización de
Elio Vittorini con relación a la novela.
En primer término — aunque sea co
un hecho usual, cotidiano, sin im portan
menzar por el final— deseo referirme a
cia ninguna, pero el cual subrayado de
la declaración con que Vittorini epiloga
esa manera que digo y reiteradlo a tra
una (1o sus novelas *, acaso la más in
vés de todo el libro, haee que cualquier
teresante, por lo mismo que en dichas
hecho enunciado asi, adquiera un* perfil
manifestaciones se produce este novelista
no solo no usual, no corriente ni vulgar
con gran sinceridad dentro (le un con
sino que la misma vulgaridad se torne
flicto que actualmente tiene vigeneia muy
m isteriosa:
acusada para muchos escritores.
“ X, (un personaje) d ijo :
Alude Vittorini a la divergencia o,
— Vamos a salir.
al menos paralelismo, entre sus convic
— ¿Vam os a salir?
ciones políticas que, como él declara, co
— Sí. Vamos a sa lir’ ’.
noce todo el que a Vittoriqi conozca, y
Y así con cualquier alusión a cual
el mundo de su novela. Paralelismo ese
quier hecho: “ Ayer no pude verla en
que quizá parezca trivial a muchos, quie
el parque. — ¿N o pudiste? — X o. X o
nes vean en la política, mera acción de
pu de” .
oportunidad, hecho circunstancial, corti
Esbozado :isí, de un modo mecánico y
cal, con respecto a la conciencia profun
ajeno a la situación creada previamente
da del hombre, pero que deja de ser tal
por el novelista, bien puede parecer- re
si por política se entiende la última con
curso pobre, mecánico y, sobre todo, re
secuencia, la más externa de toda una
curso. Pero eu relación con todo el pro
concepción de la vida: o dicho de otra
ceso novelístico, en relación con la prosa,
manera si por política se entiende la
por momentos muy levantada y aérea que
actividad externa de una actitud interna,
emplea Vittorini, el recurso deja de ser
con raíz y fundamento en la conciencia
tal y “ d a ” , como Jir a un pintor, toda
misma del hombre.
una profundidad plástica, toda una se
Vittorini, consciente de ese conflicto,
rie de puntos de apoyo y aplicación pa
no le elude sino que planteándole con
ra el elástico lesorte que permite la v i
toda claridad y evidencia se declara, mo
bración poética.
mentáneamente al menos, incapaz de re
X o sé yo que permanencia ni siquiera
solver la contradicción, y así. su novela,
que importancia conseguirá tener la obra
no es la que acaso hubiese querido es
do Vittorini en un futuro próximo. Par
cribir sino la que ha podido componer.
de pronto, como hecho actual, su nombre
Lo cual, por la sinceridad que manifiesta,
en París suena mucho y suena sobre todo
por la lealtad que para consigo mismo
pronunciado por escritores de gran auto
significa, no deja de resultar dramá
ridad. Lo cual si puede ser hecho se
tico y emocionante como actitud humana.
cundario eou relación al valor últim o
Por lo demás, en la novela misma, de
de un escritor, para su verdadera im por
jando de lado la temática — ¿hay un te
tancia en el tiempo, en principio tiene
ma propiamente dicho en la gran novela?
cierta significación, al menos, con res
¿hay un tema en Don Q uijote?— lo
pecto a su prestigio. Y por otra parte,
mas acusado en Vittorini es ia técnica
en tanto que novelista, aun cuando no
de su libro — ; Quiéu (lijo que... conocer
fuera más que por la innovación inten
la técnica de una cosa es conocer ia cosa
tada — y a la cual se alude aquí sólo
misma?— la manera de producirse, el
en sus elementos más aparentes— en la
modo de lograr sus efectos, la form a de
form a de la novela, V ittorin i aparece,
sugerirnos su mundo poético y, en una
creo quo indudablemente, com o uno de
palabra, a eso que se suele entender
los escritores actuales de verdadero in
terés. A los editores de Buenos Aires
Que yo sepa Vittorini, ha publicado tres
— pese a la crisis del libro-—- les brin do la
novelas. Conversaciones en Sicilia. Uomini
e no (Hombres y no hombres) y II Sempione
sugerencia convencido de que no habrían
Strizza l’ Occhio al Frejus.
de faltar lectores para sus libros.
UNA PAELLA EN NUEVA YORK
Una de las más emotivas escenas de La Sinfonía Pastoral, film francés con
Miehelle Morgan y Pierre Blancliar, basado en la novela del mismo título
de André Gide.
CINE 1947
Por MANUEL VILLEGAS LOPEZ
ción, fué prohibida., y con ello se pierde una
obra maestra del cinema.
Norteamérica acentúa su decadencia, que
señaló en los primeros números de CABALGA
TA. Sus dos grandes éxitos de es^e año son
dos films deleznables, dedicados a “ estimular”
a los que han vuelto mutilados de la guerra.
En toda obra de Capra había un conjunto gra
cioso, logrado, y trozos ramplones: en ¡Qué
bello es vivir! la proporción se invierte.. Todo
es sencillamente infantil. Los mejores años de
nuestra vida, de William Wyler, tiene más
categoría. El film ha sido prohibido última
mente en los Estados Unidos, porque en él
un banquero niega un crédito monetario al
mutilado de la guerra que brata de capitalizar
su tragedia. Lo mismo da que se lo conce
diese. Tan irreverente para el hombre es el
ofrecer una heladera, cnando se vuelva de la
guerra, como el ir a reclamarla cuando se
vuelvo sin las dos manos. Se lucha y muere
por ideas, por ideales, o no se lucha. Y entre
los centenares de otros films, de toda clase,
uno “ independiente” : El espectro de la rosa,
do Ben Hecht, film modesto y excelente, ins
pirado en la vida de Nijinsky.
P a r e c e ser que Suecia. Checoeslovaquia.
Hungría, Austria. Dinamarca, hacen algunas
obras interesantes. El film danés Dies Trae.
(1940), devuelve al cine al gran realizador,
perdido en años de olvido y locura. Cari T.
Dreyer, el director do La pasión de Juana d«>
Arco y La extraña aventura de David Gray.
El cine español hace muchos films, pero los
aquí llegados son antieruos y modestos. España
pudo hacer, debió hacer, el cine que ahora
inicia Italia; sin embargo, allí está, soterrado
como tantas otras cosas.
El cine argentino resurge vigorosamente,
después de la artificial crisis provocada por
la falta de película virgen. Resurge con una
fnerto tendencia hacia la comercialización,
salvo brillantes excepciones: Como fú lo so
ñaste. de Lucas Demare. por ejemplo.
México. De aquella -barabúnda de películas
mediocres, que en un momento se tomó por el
negocio cinematográfico ideal, no queda nada:
unas cincuenta películas sin poderse siquiera
estrenar, por falta de calidad, y una gran
industria paralizada. Y, naturalmente, el arte
que salvará el negocio: los magníficos films
de Emilio Fernández, cinematografiados por
Gabriel Figueroa, María Candelaria, La Perla,
laureados en certámenes internacionales y acla
mados en todos los países.
Y de estas películas capitales del año. se
deducen las líneas más generales de aporta
ciones y problemas: el panorama esencial del
momento.
Surgen una serie de cuestiones adyacentes,
de menor cuantía, pero de actualidad operante.
La vuelta de los “ exteriores” , de la natura
leza auténtica y fragante; hay que acabar
con el industrial paisaje pintado o proyectado,
con el árbol de cartón y la niebla de pulve
rizador; es la contribución inmediata del cine
italiano, y los norteamericanos, creadores de
esas falsificaciones, lo adoptan ya. La muerte
de la fórmula comercial: la película con es
trellas famosas, decorados enormes, vestuario
lujoso, música y canciones agradables, argu
mento banal, ambiente elegante, publicidad
estrepitosa. . . todo lo que crea la fácil noción
del gran espectáculo. Los films ingleses, ita
lianos y franceses han logrado triunfos enor
mes sin nada de esto; con todo lo contrario.
Y de la estereotipada fórmula del “ éxito co
mercial” , el año que viene no quedará nada.
Tendencia a la veracidad, al realismo, al con
tenido; la vida tal como es también tiene
interés. Etc. Pero éstos y muchos más pro
blemas se deducen de otros capitales, que a
partir de este año tienden
a configurar el
cine.
Er. primer lugar, la forma cinematográfica
está variando: hay un cambio de ritmo en
el cinema. Ritmo, como juego entre la dura
ción de la escena — y por tanto su metraje— ,
el sonido, el silencio y la imagen, incluyendo
er. esta última el trabajo de los actores. El
cine so ha hecho pausado. Que no es la len
titud: falta de velocidad en lo que debe te
nerlo, prolongación inútil de lo breve, insis
tencia en lo sabido, etc. Es reposo: justa
proporción de los elementos artísticos del film,
parr. obtener una descripción detenida, una
expresión profunda y alquitarada de los hom
brea y do las situaciones. Sutileza, elipsis.
No más tipos y situaciones elementales, pin
tados en dos rasgos gruesos y resueltos con
con SOMERSET M AU G H AM
(V iene de la página 4)
mo con su o jo penetrante y alerta— que
en la novela histórica (y yo leo muy pocas
porque mo aburren; ni siquiera Captain
from Castille he leído) al lector no le in
teresa quo usted le aburra, como hacen
tantos autores, con hechos, hechos, hechos,
datos, fechas. Si usted investiga el fondo
histórico de su novela, y yo lo he hecho
para mi Catalina con toda minuciosidad,
el lector debe ignorar esa investigación.
Debo tener la impresión de que usted está
inventando, y sólo la minoría culta o crí
tica debe poder descubrir que detrás de
la trama está el cañamazo de una sólida
investigación? histórica sobre la que se bor
dó el argumento. La mayoría de las nove
las históricas de hoy son tomos enormes y
fastidiosos, porque el autor exhibe su ri
queza de investigación. Los alemanes son
maestros en ello (y hace un comentario
irónico sobre Thonias M ann) y por eso sus
novelas cansan, porque leerlas es un es
fuerzo. En cambio, Dumas supo escribir
otros dos; no más la insistencia burda y
estertórea de decir siete veces lo que no es
preciso decir ninguna. Indicar, sugerir, abrir
perspectivas a lo inexpresable, en cada hecho
y en cada situación: Lo que no fué es. sobre
todo, esto. Qne es el instrumento para abordar
y presentar cuestiones más hondas y acendra
das en la pantalla. Porque es que el cine ha
ganado en profundidad artística.
Y este es el segundo problema capital de
fondo. Hace años, el productor francés Louis
Aubert, decía: “ El cinema es muy sencillo;
veréis. Dos cajones, uno para los ingresos y
otro para los gastos; y una pequeña, caja mis
teriosa donde clasifico las fichas de los films,
con lo que cada nna ha costado y con lo que
da. Soy un comerciante y he aquí todo” . Pero
hoy, Joseph Arthur Bank, el magnate del cine
inglés, que llega a crear en su país una in
dustria cinematográfica capaz de hacer tem
blar a Hollywood, cnando los productores nor
teamericanos le preguntan el secreto de su
éxito, dice: “ Dar en cada film la mayor inter
vención posible al autor, al director. . . ” Di
gámoslo con la palabra, que quizás Ranck no
se atreva a emplear: al artista.
El cine es nn arte, tras el que está una
industria; nnnea al revés. Y un arte lo crean
los artistas: el argumentista, el director, el
actor. . . Las películas de más éxito de este
año, en el mnndo, son obras de arte. Y con
una dimensión en profundidad que las distin
gue — salvo la eterna excepción— de las de
antes de la guerra.
Es decir, queda establecido un nuevo ritmo
cinematográfico, en la forma. Se logra un su
perior estado artístico, de profundidad y su
tileza, en los temas. Un paso más hacia el
gran arte de la pantalla. Buen balance.
Y Europa qne, hoy, marca el rumbo.
tremendas mentiras históricas sin investi
gación alguna, pero sus novelas son inm or
tales por su gracia y lo bien contadas.
En la duda, prefiero lo segundo, aunque
mi ideal es aprender lo más que pueda
sobro el escenario y época de mi novela y
no dejar quo el lector se entere de ello.
M ira m elancólicamente la últim a a l
m eja en su plato y sorbo un so la jito de
oro de su copa.
Con la llegada de la paella, polícrom a
y olorosa, toda esmaltes y porcelana, j o
yería ineustrada de los pim ientos y m aris
cos sobre el alm ohadón de arroz am ari
llento, M augham suspira y sin protestar
por la sobreabundancia do su ración, ataca
la pirám ide arom ática que le depositan eir
su plato.
La conversación sigue m ariposeando en
torno a su Catalina. Le explico m i crítica
de que haga aparecer cn ella la fig u ra de
Don Q uijote do la M ancha, al fin a l de la
novela, cuya aparición distrae sin a g reg a r
nada a la narración.
— Acaso tenga usted razón, pero ten ga
en cuenta que se trata de un fa ir y ta le,
donde todo está perm itido. Sí, ya he leíd o
su objeción y es la de que al aparecer el
Q uijote el lector cree que tod o lo an terior
era una brom a giga n tesca y que nada h ay
de serio ni de exacto en m i in vestigación
histórica. A caso tenga razón, pero creí que
sería una nota original. Adem ás, discrepo
de su idea de que el lector a n g losa jón va
a m ofarse de la fig u r a del Q u ijote. A ca s o
muchos hay que ignoran aún tod o el patho.s
y la grandeza del Q u ijote, pero c o n fio que
los lectores inteligentes lo apreciarán en
su valor. De todos m odos, voy a c o lo ca r
com o subtítulo a mi lib ro A F a ir y T ale
en vez de A N ov el com o puse al com ienzo.
¡A h ! ¡ Y su idea de usar pa ra la p orta d a
el cuadro “ L a Virgen M a r ía ” , del G reco,
es excelente! Y a he escrito a mis editores
sobre ello. E l lib ro no aparecerá hasta
dentro de uiro o dos años, probablem ente.
Antes publicaré un tom o de cuentos. P ero
Catalina es mi últim o lib ro y cierra m i
ciclo literario en 1947 o 1948.
L e explico mis preferen cias sobre c ie r
tos libros suyos. Tlie N arrow C órner — le
d ig o — , tiene para mí un encanto m ed ite
rráneo y está lleno de arom as salinos y de
claridades de sol y de azul de mar. P ero
com o técnica y argum ento, m i fa v o r ita es
Calces and A le. Me responde que aunque la
( Continúa tn la página 1 1 )
i
�cabalgata
8
—
NO TIC IA SOBRE
FELI SBERTO
H E R N A N D E Z
P or
JOSE
MORA
(Viene de la primera página)
G U A R N ID O
!ú les haces que se sientan huí
esta esfera de llagas y corcovas, dotit
hombres.
7 ú les enseñas que es bueno ,i
sueños infantiles de asuetos sin fin, (
comprenderlo y verlo todo, el valor A
a las apariencias mortales.
Un buen día reirán de haber tet
con cuanta frecuencia se han nutrida
Picasso, tu rostro refleja sus pre&
refleja el rostro de la mujer amada.
l
En sus dos obras primerizas, que sin
embargo ofrecen una sorprendente ter
minación de madurez, Felisberto Hernán
dez se sumerge en su recuerdo y de él
va extrayendo, como a brazadas, los epi
sodios de un naufragado pretérito. X o es
extraño que eir cada brazada se abarquen
las cosas en cierta forma incongruente,
entremezcladas, confusas, con las tintas
corridas y los perfiles desdibujados, o cho
rreando un agua enturbiada con lechada
grumosa y un leve toque de añil.
En este rescato tan intencionalmente al
descuido de los recuerdos, se advierte
siempre una media türta, una bruma de
ensueño, quo lo distingue — en substancia
y en intención— de la aventura obstina
da, integralmente recuperadora, de Mar
cel Proust. Hernández no trata de re
hacer y dar nueva vida a sus recuerdos,
corriendo el riesgo de convertirlos en una
forma disecada y enteriza bajo la protec
ción de vidrio do una vitrina. Trata sen
cillamente de volverlos a contemplar, sin
extraerlos del todo, a través de todas
las capas de variable transparencia con
que el tiempo los ha cubierto y que no
quiere atravesar ni desgarrar. Más bien
construye con esos recuerdos, sin despla
zarlos, como un mundo de sueño, al que,
si hemos de buscarle parecido, por tener
algo con que contrastarlo, podremos com
parar solamente con el mundo de sueños
de Franz Kafka (al que Hernández con
fiesa no ha leído) y con menos seguridad
con el mundo do sueños del propio Supervielle — La niña de alta mar, La descono
cida del Sena— , que Hernández ya c o
nocía y que tiene con sus relatos muy
poca semejanza.
Por los tiempos de Clemente Colling, c
la evocación del viejo maestro de música
de Hernández, un gran organista francés,
ciego y miserable, que terminó en Monte
video una vida llena de altos y bajos,
liquidada al fin entro sufrimientos y ve
jaciones. El caballo perdido. es otra evo
cación, la do la señorita Celina, su pri
mera maestra de solfeo y piano, que
tenía “ la cara muy blanca, los ojos muy
negros, la frente muy blanca y el pelo
muy negro, formando un peinado redondo
como el do una reina quo había visto en
unas monedas y que parecía un gran
budín quemado’ ’. Los dos relatos estáir
por tanto llenos de sutiles sugestiones
musicales. Pero son también los dos una
evocación emocionada y condolida del
Montevideo viejo, señorial, ceremonioso,
el de las grandes quintas con palacetes
7 glorietas, que había llegado a tener
cierta pátina de ciudad antigua v procer
especialmente en sus barrios apartados y
lujosos, acometidos de pronto por un ma
niático progresismo edilicio. Cuando el
niño estudiante do solfeo o el adolescente
que ya aprendía composición y contra
punto, seguía el camino de las casas de
sus maestros, se distraía en un fantástico
dialogo con los accidentes, las cosas y
las gentes que encontraba. Todo ello fo r
maba las imágenes recuperadas de sus
relatos de ahora: “ A una grair quinta
señorial un remate le ha dado un caprichoso mordisco, un pequeño tarascón cuadrado en uno de sus lados y la ha dejado
dolorosamente incomprensible. El nuevo
dueño se ha encargado de que aquel pe
queño cuadrado parezca un remiendo chi<
( Continúa en la página 15)
l
C Al
llegar Julio Supervielle a París, de
regreso do una larga y obligada re
sidencia — da guerra— en Montevideo,
una de las primeras cosas que ha hecho
ha sido la entusiasta presentación en aquel
medio literario del cuentista uruguayo
Felisbern» Hernández. Es éste un escritor
joven, de personalidad original y curiosa.
formada muy lentamente. En sus pr¡.... ros
tiempos, y hasta hace muy poco, se le
conocía y estimaba más bien como músico
(rara afinidad voeacional con García Loi
ca) y hasta ha actuado mucho tiempo,
arrastrando una lánguida vida do modesto
concertista de piano, en Montevideo y ea
pítales del interior del Uruguay, en al
ganas provincias argentinas y acaso cn
Buenos Aires mismo. Después, empezó a
escribir unos breves relatos que leía pri
vadameuto a sus amigos, entre ellos a su
primer y más fervoroso animador el pro
fesor Carlos Vaz Ferreira. Con la ayuda
de aquellos amigos, imprimía sus relatos
en cuadernillos do diminuto formato y
los regalaba. Con el tiempo, los relatos
fueron creciendo eir extensión y profun
didad.
El hasta ahora más conocido de ellos,
Por los tiempos de Clemente Colling
(1942), llenaba ya un folleto de corea
da cien páginas. Se imprimió por sus
cripción do un grupo de amigos que so
cotizaron para ello, según reza la adver
tencia preliminar del libro, “ en recono
cimiento por la labor que este alto es
píritu ha realizado en nuestro país coi?
su obra fecunda y de calidad como com
positor. concertista y escritor’ ’ . Poco des
pués de su aparición. Julio Superviollo
escribía espontáneamente a Hernández
comunicándole su placer en “ llegar a
conocer a un escritor realmente nuevo,
que alcanza la belleza y aun la grandeza
a fuerza do humildad ante el asunto’ ’.
Al año siguiente, aparecía un segundo
relato, aproximadamente de la misma ex
tensión: El caballo perdido.
A
—
' 2 ¡
Tú vives para tu trabajo. Jone#
ojos al desnudo, y en dar vida a lo qni
De este modo estás armado conii
de la carne, contra la negligencia y
3
Que se diga de ti que eres un fj
pintor mediocre— un pintor, como
bre, sin tener en cuenta su oficio.
Que se diga de ti que has trabei
reza, tu trabajo será un honor.
P ic a s s o . C e n ta u r o y b a c a n te .
por CURZIO MALAPARTE
( Viene de la primera página)
la luna sobre las hojas sombrías de los
limoneros y los naranjos, o sobre las es
camas de esos peces muertos que el mar,
después de las tempestades, dejaba en la
orilla, frente a la puerta de mi casa. Te
nía el color de la luna sobre el mar griego
de Lípari, do ia luna en los versos de
la Odisea, de la luna sobre ese mar sal
vaje por el que bogó Ülises para llegar
a las solitarias riberas de Lípari. Del co
lor de luna moribunda, poco antes del
alba. Y o le llamaba el “ Perro-Luna’ ’.
X'unca se alejaba de mí ni un solo
paso. Me seguía como un perro. Sí, digo
bien, me seguía como un perro. Su pre
sencia en mi pobre casa de Lípari, azo
tada sin cesar por el viento y el mar,
era una presencia maravillosa. Por la
noche, la tibia claridad de sus ojos lu
nares iluminaba mi desnuda habitación.
Tenía los ojos de un azul pálido que re
cordaba el color del mar al ponerse la
luna. Y o sentía su presencia como la
presencia de uira sombra, de mi sombra.
Era el reflejo de mi espíritu. Su sola
presencia me ayudaba a recuperar ese
desprecio de los hombres que es la pri
mera condición de la serenidad y la sa
biduría. Me daba cuenta de que se parecía
a mí, de que no era otra cosa que la
imagen do mi conciencia, de mi vida se
creta. El retrato de mí mismo, de lo qui
hay de más profundo, de más íntimo, de
más particular en m í: mi subconsciente,
mi espectro, por decirlo así.
Él, más que los hombres, que su cul
tura y su vanidad, me enseñó que la mo
ral es gratuita, que ni siquiera se pro
pone salvar al mumlo (¡ oh, iio, ni siquie
ra salvar al m undo!), sino simplemente
crear nuevos pretextos para su desin
terés, para su libre juego. El encuentro
de un hombre y un perro es siempre el
encuentro de dos espíritus libres, de dos
formas de dignidad, de dos morales gra
tuitas. El más romántico y libre de los
encuentros, iluminado por el pálido es
plendor de la muerte, semejante al color
de la luna muerta sobre el mar, bajo el
cielo verde del alba.
Y o reconocía en Febo mis movimientos
más misteriosos, mis instintos más in
ciertos, mis dudas, mis espantos, mis es
peranzas. Su dignidad frente a los hom
bres era la mía, lo mismo que su valor
y su orgullo frente a la vida y su des
precio de los sentimientos fáciles. Pero
era más sensible que yo a los oscuros
presagios de la Naturaleza, a la presen
cia invisible de la muerte que ronda
constantemente en torno a los hombres,
taciturna y desconfiada. Sentía venir des
de lejos, en el aire nocturno, las tristes
larvas de los sueños, parecidas a esos
insectos muertos que el viento trae Dios
P ic a s s o . D os d e s n u d o s .
sabe de donde. Algunas noches, acostado
a mis pies en mi desnudo dormitorio de
Lípari, seguía con los ojos una presencia
invisible quo se acercaba, se alejaba y
me vigilaba durante largas horas detrás
de los vidrios de la ventana. De cuando
en cuando, si la misteriosa presencia so
me acercaba, me rozaba la frente, Febo
lanzaba un gruñido amenazador, se le
erizaban los pelos del lomo y yo oía un
grito doloroso que se alejaba e iba a
morir en la noche.
Era ‘ el más querido de mis hermanos,
mi verdadero hermano, el que no traicio
na ná humilla. El hermano que ama, que
ayuda, que comprende y que perdona. Sólo
el que lia sufrido largos años de exilio
en una isla salvaje y que al volver de
nuevo entre los hombres se ve tratado co
mo un leproso por todos aquellos que,
una vez muerto el tirano, se convertirán
en héroes de la libertad, sólo esa per
sona sabe lo que un perro puede signi
ficar para un ser humano. En la afec
tuosa mirada de Febo había a veces uir
reprocho noble y triste. Yo experimenta
ba entonces una vergüenza extraña, algo
así como un remordimiento de mi triste
za, una especie de pudor de su presencia.
Comprendía que, en aquellos momentos,
Febo me despreciaba. Con dolor, con
afecto tierno, pero de todos modos, había
en su mirada una sombra de piedad y,
también, de desprecio. X'o era solamente mi
Escribo para tus amigos. So
ellos.
Por lo tanto yo escribo al borde l
sólo me aparta el trabajo. Escribo con
con un arado y una antorcha encendí
ración. Yo te escribo desde un lecho\
Tú has sabido triunfar de la pf
casa, encender el fuego, partir el pej
hijos, servir a tus amigos - y no has J
que los hombres son rivales.
5
Tú te niegas a entrar en el refu¡
pre el contorno abrumador de las fo
mientos precipitados, de las razones
del corazón y del cerebro. El cuerj.
centro y por sus alas.
Tú te niegas a entrar en el ju<
antemano. Esos se han parado para
y están cansados y son cobardes. Se
ausentes y absurdos.
Pero tú vas por la calle, lleno d
se amalgama con la idea que recibe di
sorrjos fieles y numerosos.
Fuera de las prisiones, en la
mejantes.
O semejante mío o adversario n\
y se reúne.
6
¿Somos amigos modelos? Sí, si
amigos.
7
Tus ojos son como yunques, y t
tus manos, en los umbrales del conoch
mojado en vino.
}' tus ojos son la forja, y tu man
Justa como un hacha que divioi
luz, del otro el tiempo. Un hacha qut\
y eso no significa un desierto de dia\
y el presente.
En la ventana de enfrente una nii
recién nacido. Como tú, tiene con ehíl
8
Tú no les dejas paso a las sombren
vida de tus manos y tus ojos.
Tu bandera ondea a impulsos <l|
tiendo.
Yo conozco tu combate, pero no t
y sin embargo tú eres accesible, i(i
dable. Hasta el momento en que la si\
fundos, creyendo tener derechos sol*
buen amigo.
El porvenir depende de que tu P
gos y de su causa. Su causa es justa
y tú eres justo.
9 ’J
Tu obra es el cántaro lleno de <\
la cabeza. La muchacha se afirma c¡ i\
y desarrolla sus movimientos, su in i
afina los tobillos, alza sus senos.
A la luz de tu obra se exaltan la*,
de los trigales.
T u deseo de saber te arrastra le]t(
En este mundo monótono eres c(\
cada día. Cada día juegas en un can\
qué hombre te convertirás?
Porque tú has dejado atrás las
tros, i ’ en su memoria de esclavos se^
dolores moribundos.
]
�cabalgata
im
s s O
y
¡\
/)
V tffe ff
Por P .4 1L EL UA RD
,tildes u orgullosos en medio de
lt los hombres se rozan con los
l aceptar la utopia dichosa, los
t>ero también les das el ansia de
otidiano de no querer someterse
ádo hambre y sed, reirán al ver
i de ellos mismos.
rupaciones y sus penas, como las
o viejo te afanas en poner tus
tellos ven.
t la muerte, contra la amargura
[ arrepentimiento.
ntor —no un gran pintor, ni un
próximamente se dirá, un hora
do. Un día, junto a la santa pe>K
Iegión y yo escribo para todos
P ic a s s o . L a c e n ta u r r s a .
n un abismo sin fondo, del cual
ladrillos, y armazones de hierro,
ü, con la energía de la desespehollado por la muerte,
ia. Yo te he visto construir tu
t, amar a una mujer, engendrar
nunca el juego infame en
o idiota. Tú vas siguiendo siemm vagas, el cordón de los nacinprevistas, la corona del cuerpo,
t humano se te impone por su
p de los que están vencidos de
¡ntemplar un paisaje pasado ya,
ieen sublimes, cuando sólo son
confianza. Sabes que el hombre
los otros. Y que sólo al aire libre
Imósfera ligera de nuestros se0, a lo lejos el mundo se divide
que los hombres deben ser
uista igual que el horizonte. Y
1. ento, es igual que un bizcocho
o una madre. Es justa,
t al mundo; de un lado está la
no abate el árbol sino el bosque,
mtes, sino un hormiguero vivo
«jer tiene en sus brazos un niño
¡la otra mitad del mundo.
hermano, sino mi juez. Era el guardián
do mi dignidad y, al mismo tiempo, mi
doruphorcma, para emplear la antigua
palabra griega.
Era un perro triste, de ojos graves.
Todas las noches pasábamos largas horas
en el alto umbral de la casa, batido por
los vientos, contemplando el mar. ¡Oh,
el mar griego de Sicilia! ¡ Oh, el rojo
escollo de Escila frente a Caribdis, la ne
vada cima del Aspromonte y el hombro
blanco del Etna, el Olimpo siciliano!
Realmente, como canta Teócrito, no hay
en el mundo nada más bello que con
templar el mar de Sicilia desde lo alto
de un ribazo. Las hogueras de los pas
tores se encendían en la montaña, las
barcas salían al encuentro de la luna y
el son plañidero de las caracolas marinas
con que los pescadores se llaman entre
sí, se perdía en la plateada niebla lunar.
La luna se levantaba sobro el escollo
de Escila y el Stromboli, el volcán alto
a inaccesible que surge en medio del mar,
flameaba como una hoguera solitaria
en el profundo bosque azul de la noche.
Mirábamos el mar, respirábamos el olor
amargo de la sal, el perfume fuerte y
embriagador de los bosques de naran
jos, el aroma de la leche de cabra, de
las ramas de enebro que ardían eir las
hogueras, y ese olor cálido y profundo
como de mujer, que es el olor de la no
che siciliana cuando las primeras estre
llas, pálidas aún, aparecen en el hori
zonte.
Después, un día, me condujeron con
las manos esposadas a otra isla y de
allí, luego de largos meses, a la Toseana.
Febo me seguía de lejos, ocultándose en
tro los barriles de anchoas y los rollos
de cuerdas sobre el puente de la Santa
Marina, el vaporcito que va de Lípari a
Nápoles, y más tarde entre los cestos
de pescado y los cajones de tomates de
la lancha a motor que hace el servicio en
tre Nápoles, Ischia y Ponza. Con ese
valor de los cobardes, único título a la
libertad que tienen los siervos, las gentes
se detenían para mirarme con ojos llenos
de reprocho y desprecio, mascullando in
jurias entre dientes. Sólo los “ lazzaroiri” , tumbados al sol en el puerto de
Nápoles, mo sonrieron a escondidas y
>,tú no deseas limitar la vida - la
escupieron entre los zapatos de los cara
bineros. De cuando en cuando, yo me
volvía para mirar si Febo me seguía, y
le veía pegado a la pared, con el rabo
entre piernas, seguirme a través de las
calles de Nápoles, con una maravillosa
tristeza en sus ojos claros.
Cnando, con" las manos esposadas, pa
saba entre dos carabineros por la calle
I’artonope, dos damas se acercaron a mí,
sonriendo. Eran la señora de Iíenedetto
Croce y Minnie, la esposa de mi querido
Gasard Casella. Me saludaron eon la
gentileza maternal de las mujeres ita
lianas, colocaron unas flores en mis es
posas y la señora de Croce rogó a los
carabineros que me dieran algo de co
mer. Hacía dos días que no había comi
do nada. ‘ ‘ Por lo menos, háganle marchar
por la sombra ’ ’, les pidió. Era el mes de
junio y el sol me hería en la cabeza con
la fuerza de un martillo. “ Gracias, la
dije, no necesito nada, pero querría que
le diera de beber a mi perro ’ ’ .
Febo se -había detenido a unos cuantos
pasos de distancia y fija b a en- el rostro
de la señora Croce una mirada de una
intensidad casi dolorosa. Era la primera
vez que veía el rostro de la bondad hu
mana, de la piedad y la cortesía feme
ninas. Antes de beber, olfateó largo ra
to el agua.
Varios meses después me trasladaron a
L u cca; me encerraron en la cárcel y
allí permanecí mucho tiempo. Cuando
salí entre dos policías para ser conduci
do a un nuevo lugar de deportación,
Febo me aguardaba a la puerta de la
cárcel, delgado y cubierto de barro. Sus
ojos claros brillaban con una horrible
dulzura.
Mi destierro duró aún dos años más
y durante esos dos años vivimos en una
casita situada en el fondo de un bosque.
Febo y yo habitábamos una de las piezas
y la otra los carabineros que me vigi
laban. Al fin recobré la libertad, o lo
que se entendía por libertad en esos
tiempos; para mí fué como salir de una
pieza sin ventanas para entrar en una
habitación sin muros. Nos fuimos a vi
vir a Roma ; pero Febo estaba triste. Se
habría dicho que el espectáculo de mi
libertad le humillaba. Sabía que la li
P ic a s s o . Desnudo sentado.
el viento. Y tú avanzas combaonozco tu fatiga.
'aeno y respetuoso, dulce y agrawibra desciende de los ojos proTe ti, mi salvaje orgulloso, mi
■denlas responsable de tus ami-
que una muchacha lleva en
n centro de gravedad, contiene
llMdad le alarga el cuello, le
tempestad y el estremecimiento
31 de ti y nunca te repites.
un niño que crece, y cambia
distinto. Niño querido, ¿en
bertad no es humana, que los hombres no
pueden, quizá no, saben ser libres, y que
la libertad, en Italia y en Europa, hiede
como la esclavitud.
Durante todo el tiempo que estuvimos
en Pisa, casi no salimos de la casa; so
lamente al mediodía, íbamos a pasearnos
a lo largo del hermoso río pisano, el Arno
de color de plata, por sus muelles, claros
y fríos; luego, íbamos a la plaza de las
Maravillas, donde se encuentra la torre
inclinada. Subíamos a la torre y contem
plábamos la llanura pisana hasta Livorna,
hasta Massa, los bosques y la mar lejana
y brillante, y los Alpes Apuanos, blancos
de nieve y mármol. Era mi país, mi país
toscano, mis bosques y mi mar, erair mis
villas, era mi río.
Por la noche, solíamos sentarnos en
el parapeto del Arno, ese estrecho para
peto de piedra sobre el que, durante su
exilio pisano, galopaba lord Byron todas
las mañanas, entro los gritos de susto de
los pacíficos h abita n tes... y mirábamos
cómo corría el río arrastrando en su
clara corriente las hojas quemadas por
el invierno y las nubes de plata del cielo
de Pisa.
Febo pasaba largas horas acostado a
mis pies. De cuando err cuando se le
vantaba, se acercaba a la puerta y me
miraba. Y o iba y le abría la puerta.
Febo salía y volvía al cabo de una o dos
horas, jadeante, con el pelo alisado por
e! viento y los ojos brillantes por el frío
del invierno. Por la noche, levantaba la
cabeza para escuchar la voz del río, la
voz de la lluvia sobre e! río. Y yo, al
despertarme, sentía su mirada tibia y
ligera posada sobre mí, su presencia a fec
tuosa y viva en mi habitación oscura, y
íu
tristeza, su frío presentimiento de la
muerte.
Un día salió para no volver más. Le
esperé hasta el anochecer y, cuando se
hizo de noche, recorrí las calles llamán
dole por su nombre. Volví a casa bien
entrada la noche y me tiré en la cama,
con la cara vuelta hacia la puerta entre
abierta. De cuando en cuando, me aso
maba a la ventana y le llamaba a gran
des gritos, (hmirdo comenzó a alborear,
recorrí de nuevo las calles desiertas, en
tre las fachadas mudas de las casas que,
ba ¡o el ciclo lívido, parecían hechas de
papel sucio.
En cuanto se hizo de día corrí a la
¡terrera municipal. Entré en una pieza
gris donde cien perros gemían en fétidas
jaulas, marcadas aún sus gargantas por
la señal del lazo que les había atrapado.
El guardián me d ijo quo mi perro debía
haber sido atropellado por un automó
vil, que me lo habrían robado o que una
banda de pilludos me lo habría tirado al
río. Me aconsejó que recorriera bien las
perreras; ¡quién sabe si Febo no se
encontraba en la tienda de un vendedor
de perros! Toda la mañana corri d e-p o
rrera en perrera, hasta que al -fin, eai
una tiendecita de la plaza de los Cavalieri, un esquilador de perros me pregun
tó si no había ido a la clínica veterina
ria de la Universidad, donde los ladro
nes de perros venden por unos cuantos
centavos los animales destinados a ex
perimentos clínicos. Corrí a la Universi
dad, pero eran ya más de las doce y la
clínica veterinaria estaba cerrada. Volví
a casa: sentía cn las cuencas de los ojos
un no sé qué duro, frío y liso, que me
daba la impresión de tener los ojos de
vidrio.
Ror la tarde, volví a la Universidad
r entré en la clínica veterinaria. Mi co
razón latía locamente; casi no podía
andar porque mi debilidad era mucha
y la angustia me agobiaba. Pregunté por
el médico do guardia, dando mi nom
bre. El médico, uir joven rubio, miope,
de sonrisa cansada, me recibió cort(«men
te, me miró largo rato y respondió que
haría lo posible por ayudarme.
Entramos en una gran pieza brillante,
resplandeciente, con el ‘ ‘ parquet ’ ’ cu
bierto por un linóleo verde. Alineados a
lo largo de los muros, como las camas do
una clínica de niños, se veían unus ex
trañas cunas en forma de violoncelos y,
cn cada una de ellas había un perro ten
dido boca arriba, con el vientre abierto,
el cráneo hendido o el pecho desgarrado.
Unos delgados hilos de acero, enrollados
en torno a unas clavijas como las qne
tensan la6 cuerdas de los instrumentos
musicales, mantenían abiertos los labios
de esas horribles heridas: se veía latir
el corazón, los pulmones — con las veni
llas de los bronquios que parecen las ra
mas de un árbol— se hinchaban igual
que el folla je al soplo del viento, el hí
gado rojo y brillante se contraía lenta
mente, ligeros estremecimientos corrían
como sobre un espejo, sobre la pulpa
blanca y rosa del cerebro, los intestinos
so desenroscaban perezosamente, como
un montón de serpientes que salen de
su letargo. Pero ni un gemido se e sca p a !»
de los labios entreabiertos de esos pe
rros crucificados.
A nuestra entrada, todos los perros ha
bían vuelto sus o jos hacia nosotros, con
una mirada a la vez implorante y llena
de un terror atroz; seguían con los ojos
todos nuestros gestos, espiando nuestros
labios, temblorosos. Inmóvil, en medio
do la pieza, yo sentía subir a mis miem
bros una sangre helada, que me iba con
virtiendo en piedra. N o podía abrir la
boca, no podía dar un paso. E l médico
me puso la mano en el brazo y me d ijo :
“ ¡V a lo r !” La palabra fundió el hiolo
de mis huesos, me incliné sobre la p ri
mera cuna, la sangre acudió a m i rostro
y recuperé la esperanza. Entonces, de re
líente, vi a Febo.
Estaba tendido boca arriba, con el
vientre abierto y una sonda metida en
el hígado. Me miraba fijam ente y tenía
los ojos llenos de lágrimas. Su mirada
tenía una dulzura maravillosa. N o ex
halaba ni una queja, pero respiraba li
geramente, con la boca entreabierta, sa
cudido por uir terrible temblor. “ F e b o ” ,
le llamé en voz baja. Y Febo me miró
tiernamente a los ojos. Y o vi en él a
Cristo, vi a Cristo en mi perro cru cifica
do, a Cristo que me miraba con ojos lle
nos de una maravillosa dulzura. ‘ ‘ Febo ’ ’ ,
lo llamé en voz baja, inclinándome sobre
él y acariciándole la frente; y Febo me
besó la mano sin lanzar ni un gemido.
El médico se acercó a mí y me tocó
err el b razo:
Nos está prohibido interrumpir un
experimento — mo d ijo— , pero por us
t e d .. . voy a ponerle una inyección. N o
sufrirá más. ^
Tomé en las mías la mano del m édico
y le dije, con la cara inundada de lágri mas:
— Júreme que no sufrirá.
— Se dormirá para siempre — me d ijo
el médico— ; yo querría tener una muer
te tan dulce como la suya.
^— v oy a cerrar los ojos, — le dije__ .
No quiero verle morir. ¡P ero dése prisa,
dése prisa!
— íío os más que un instante, — mo
d ijo el médico.
Se alejó sinr ruido, como deslizándose
sobre el flexible linóleo. Fué al fon do
de la pieza y abrió un armario.
Y o permanecí en pió ju n to a Febo,
temblando de un modo horrible, con la
cara surcada por las lágrimas. Febo me
miraba fijam en te: ni un gem ido salía
do su boca: me m iraba fijam en te, con
una maravillosa dulzura en los ojos. Los
otros perros, extendidos sobre las cunas,
me miraban también. Todos tenían oí!
los o jos una dulzura maravillosa y ni un
gemido salía de sus bocas.
De repente, un grito de espanto se
escapó de mi pecho:
— ¡P o r qué ese silen cio!, — grité__
¡Q ué sign ifica ese silen ciof
Era un silencio horrible. Un silencio
inmenso, glacial, muerto, un silencio de
nieve.
El médico se acercó a mí, llevando
en la mano una jeringa.
— Antes de operurlos — me d ijo — lee
cortamos las cuerdas vocales.
J
ris
'npiternas promesas de los maes°Je el llanto de todos los viejos
Traducido por
lj> :—
Sí. L.
M A R T IN E Z
c . ii-•>->>•
■
�cabalgata
10
musica
m u iiin
he v a m m i i m
Por JUAN CARLOS PAZ
(V ien e de la primera página)
son. Auto A acide n t; Doris Humphrey.
Dance Rhythms; William Russell, Fugue
for Eight Pereussion Instruments; J. M.
Rover. “ I V ” ; Gerald Strang, Percus.tio-it M usic; John Cage, Consiruccions;
sin olvidar a Edgar, Jonisation; han con
tribuido en forma notable con curiosas y
eficaces tentativas que por ahora deberán
ser consideradas, quizás, como aisladas ex
perieneias, al modo de los primeros apor
tes microtonales de comienzos de siglo,
pero que pueden significar, al igual que
ellos, y del punto de vista de la posibili
dad, un capital acumulado que aguarda su
oportunidad para producir un máximo in
terés.
Pero volviendo, aun, al plano de los
sonidos de nuestra escala temperada, es
fácil hallar en estos compositores forma
dos en su país, y algunos de ellos de ma
nera autodidáctica, como Paul Crestón,
un sentido musical distinto, no conformis
ta. y más dirigido por la reflexión cons
ciente, aun a riesgo de resultar frío, ás
pero y hasta antipático e impersonal mu
chas veces, a consecuencia de la búsqueda
de fórmulas o de procedimientos escuetos,
descarnados, limpios de toda sensiblería
postromántica así como de nuances im
presionistas, o do otras trampas o lazos
para cazar al oyente habitual, desintere
sado o ingenuo.
De todo ese grupo, Paul Crestón, Ross
Lee Finey, William Schuman y George
Tremblay, responden a una concepción
menos arriesgada en sus métodos y propó-
Hitos, y por lo mismo, de menor aleanve
y significación, al menos en el aspecto
experimental y de posibles proyecciones,
quo Gerald Strang, ITenry Brant, Ray
Green o John Cage; pero en rigor ni unos
ni otros aparecen como ascriptos a los vie
jos moldes, convencionales a fuerza de
gastados o de repetidos, y poseen una
técnica que aparte lo áspera o forzada
que pueda parecer a las almas sensibles,
muestra un deseo de l ( hacer distinto” ,
circunstancia que en algunos casos involu
cra toda una estética o al menos un im
pulso que conduce hacia el logro de es
tructuras desprovistas de todo morbo sen
timental y divagatorio, aspirando a una
música como arte del sonido, con valor
autónomo y desnuda de intenciones ex
tramusicales; concepción purista, cuyo
máximo compromiso en lo que respecta
a colaboración con otras artes, no pasa
de préstamos a la danza en forma de
esquemas a cargo do conjuntos para per
cusión sola, como los de William Russell
en sus Three Dance Movem-ents, o los de
la danzarina Doris Humphrey, con sus
Dance Rhythms, anotados por Wallingford Riegger.
La proyección de los compositores de
este grupo hacia una música de concep
ción distinta a la de sus antecesores in
mediatos, se desliza con una considerable
ventaja en los que como Gerald Strang,
IíenTy Brant o John Cage — así como
sucede con Ruth Crawford, de la misma
generación— no se encuentran trabados
por los conflictos de técnica y expresión
Dice el autor de
IOS
ROBINSONES
que a menudo son demasiado evidentes
incluso en algunos maestros, que exhiben
en sus obras una forzada aleación entre
ambos términos, o mejor dicho, una cons
tante lucha, y ésta en primor plano, en
tro una sensibilidad arraigada en la tra
dición — Se8sions, ilarris, Pistón, Co
pland— , y un lenguaje técnico penosa
mente elaborado y de. apariencia avanza
da, pero en realidad más de acuerdo con
las influencias directas de las estéticas
y las técnicas europeas — como :1 polito
nalismo, los retornos a pe iodos conclu
sos y remotos, etc.— que portadoras de un
mensaje de amplias proyecciones, expresa
do en un verbo consecuente.
En una palabra, la nueva falange de
compositores rechaza, en las obras de sus
mejores exponentes, el tono patético, lite
rario, sentimental y verboso, y reafirma
su renuncia a los famosos climax obtenidos
luego de agudas tensiones de infalible
efecto emocional. Esto trae aparejados un
virtual abandono del desarrollo temático
y de todo proceso modulante. De hecho,
nos hallamos en el campo de las posibi
lidades desarrolladas a raíz de las con
D ia r io
de
quistas del atonalismo, si no como apli
cación directa o estricta de sus principios
armónicos, al menos como concepción apro
ximada de los valores que él preconiza
en el orden estructural y formal, así como
en la interpretación espacial de la música.
Esto afecta en general a los c.omposito.res estadounidenses más avanzados de los
que ya alcanzan la cuarta década. George
Tremblay, con sus Sonatas op. 8, parece
situarse en el centro de la cuestión: mú
sica atonal y música espacial; y por ende,
cultora brillante de un estilo que podría
mos calificar de magnífico. Paul Cres
tón-, con sus Seven Theses y los ensayos
de contrapunto y métrica progresiva que
las constituyen, adopta una actitud, no
precisamente similar, aunque si correspon
diente. Las piezas para percusión sola de
Gerald Strang y de Ray Green, o las
anotaciones rítmicas de Doris Humphrey,
aportan a tales enfoques diversos y des
usados, ensayos de unidad rítmica e ins
trumental a base de repetición, incondi
cional o condicionada, según los casos,
de principios o de proposiciones rítmicas
cristalizadas, que indudablemente respon
den más a un concepto de espacio sonoro
que de desenvolvimiento en el tiempo.
John Cage parece pronunciar la última
palabra sobre el particular, con su ‘ 'piano
acondicionado” y sus instrumentos eléc
tricos.
De esta manera penetramos en los do
minios de las tendencias que conforman
la actual música estadounidense. La téc
nica utilizada por los nuevos jóvenes es,
por regla general, más firme, más depu
rada, más determinada; los valores esté
ticos son mejor dirigidos y organizados;
las influencias extraterritoriales dismi
nuidas al punto de ser irreconocibles casi
siempre, y el acierto de no vaciar en los
moldes seculares los múltiples aspectos de
la sensibilidad actual puede ser eviden
ciado a través de muchos y eficaces
ejemplos.
Los nombres de Ben Weber, George
Ferie, Merton Brown, Lou Harrison, Mi
riam Gideon, John Cage, Alan- Hovaness
forman el ángulo más avanzado de la
joven música estadounidense; pero ellos
merecen ser tratados con amplitud, y por
lo tanto, en capítulo aparte.
A l in a R e y e s
12 d e e n e r o .
Anoche fué otra vez, yo tan- cansada
do pulseras y farándulas, de pink cham
pagne y la cara de Renato Viñes, oh
esa cara de foca balbuceante, de retra
to de Dorian Gray a lo último — . Me acos
té con gusto a bombón de menta, al Boogie del Banco Rojo, a mamá bostezada
y cenicienta (como queda ella a la vuelta
de las fiestas, cenicienta y durmiéndo
se, pescado enormísimo y tan no ella — ) .
Nora que dice dormirse con- luz, con
bulla, entre las urgidas crónicas de su
hermana a medio desvestir. Qué felices
son, yo apago las luces y las manos, me
desnudo a gritos de lo diurno y movien
te, quiero dormir y soy una horrible cam
pana resonando, una ola, la cadena qne
Rex arrastra toda la noche contra los
ligustros. Now I lay me doten to sleep ..
Tengo que repetir versos, o el sistema de
buscar palabras con a, después coiv a y e,
con las cinco vocales, con cuatro. Con
nuestros escritores actuales, confieso qne po
seo la originalidad de que no me interesa
Borges, aunque me llene de asombro su Ima
ginación y sn talento intelectual. Leer su
obra me produce la terrorífica impresión de
estar asistiendo a la degollación de los ino
centes: los inocentes son en este caso los
elementos realmente serios de su personalidad.
mt.ro los que podría haber surgido el Mesías.
Ciertamente, este hombre sacrifica el genio
en nombro del ingenio. También confieso que
me he pasado la vida necesitando admirar a
alguien que viva, en mi tierra y en mi época,
admitiendo que la admiración no es sólo
reconocimiento del talento aieno sino además
un modo de la gratitud. En este sentido, soy
culpable de haber postergado esta satisfac
I último Jibro. Los Robinsones, es en
ción ñor negligencia, pues sólo hace tres me
realidad el primero. Es cierno qne be
ses he leído Radiografía de la Pampa, oue
'’ scHto una serie de monografías y tex
me parece, después de Fae-nde — aj ene
tos de divulgación sobre pintura, pero debo
supera en belleza v profundidad— el libro
confesar que c.r.mo critico sov un critico do
más imnortaute nnblicado en nuestra tierra.
minguero. v que esta, adyacente afición ron
Creo (me este libro, ene resiste basta lo°
>■** pnrmití^o también parar K olla con el
disentimientos
más radíalos, nnede ser el
encargo editorial o el periodismo eventual.
f n n d a m o - t e de una cosible literatura, nacien-l
Cosa que me parece rauv respetable ñero de
de envergadura. Para elle, su parte concep
la que roe habría abstenido s* fuera millona
tual deberá sufrir la. crítica V el análisis V
rio. ñor la única ra^ón de 07^ el día. tieno
las.
parciales impugnaciones que le s-r-n roveintiuna tro horas. Y la lig a t u r a necesitaría
so-vada.s. con lo Cual leios de d e b ilit a s e s
veinticinco.
dolará más a.l. desnndo sn parte inconmovible
Por supuesto, la literatura de cad.a. cual.
de perdurabilidad. Todo lo contraríe por eiemEn este caso la. raía, aun es I« novela, aun
nio. do Jo one ocurrirá con Mall-a, que me
que he hecho alguna pieza de teatro o^e rae
interesa,
profundamente como nn hombre nue
ha. gustado roncho.
creo croe la -novóla sea
acaba, de escribir sn primer lib-o. pero abso
un género aírotado. sino al n'vés: incirden^e.
lutamente nada come nn hombre o” e cree
Oreo que sov nn realista clásioo
Pj fondo,
estar escribiendo el. último. A p a r t e de este,
r-i ñor <»sto
entiende ene lo ú^ico rátere^aneren que bav actualmente un movimiento in
to de la novoi -5 es la novela micma. las cosa';
teresante de escritores nueves que irrumpen
fino ocM,*rpr» dentro v fuera de los nersonaics
en la literatura.
— r»e>. d e " * r o rr *“iiq r " . d
au*O r. T )e a n u í oo
Creo que el problema de nuestra cultura
deduce oue no rae preoenna roncho la. originali.dad u «■'•sonal en la, ara ni tintura del tema
resnonde a las dos líneas tradicionales de
nuestra historia, la reaceionoria clerical y fi
sino lnc. tánicos eternos oue se encierran en
el sirat)l« hecho de perTr>p*ipCer sobre la tie
lipina, mnv amiga hoy de Prance qne orevó
matar Sarmiento v a quien nuede decírsele
rra. motivo ñor e> cú»l el estilo no es ot’-a
eos?, oue
-r«nde de da1* sensaciones de r e a l
aquello de los muertos one ves matásteis. v
dad. tr*rcrnitjendo la vibración p articular de
la otra, progresista v democrática, entronca
las cosas v Jas personas en su a«tn de nreda lmv de muchos modos a la irrnnción del
seucia vivo De donde nuede d‘Uncirse o^s
socialismo en la escena de las luchas histé
ricas. Creo que sí algo podría bou unir real
formalmente soy absolutamente moderno, núes
1-, o.^op-Ar» d« este PstUn no termina n n "^
mente a los escritores sin trampas ni eenív registra siempre el último minuto, y aun
vocos a Pesar de toda, diferencia ideológica
r tros nn« petán desnués. Paro edm4t.o oue
es cada uno de estos dos frentes, cada, uno
por sn lado, entendiendo bien ene ambos son
/-< exageración de este pronósito es neligrosa.
L a captación obstinada, de presencia<; viv^s
inconciliables y qne soslayarlos va. indica. Je
lntP*d« en la nivela afretar el acelerador de
por sí una ambigüedad sospechosa. Por mi
Ja acción v \o, lectura se hace entonces lerta.
parte estoy con la corriente progresista v
Y al revés.
acción ac°lerads. irnuide d°r
democrática, v me parece qne la caracteri
rrofnnrfidad vital a las n^concia? vivas, oue
zación de todos los problemas de nuestra,
rcoiid-d vi-cnlades a. e-te asnnci-o es de suma
es lo qne ocurre en los folletines. Lo primero,
sin onibargo. rae ocurrió en Los Rohiusmnrgencía.. En este sentido, afirme ene nues
tra realidad ofrece temas intelectuales o lí*eese libro qne me parece importante ñero oue
rae habría gustado más corto v de nna acción
ra.—
lee de una compleüdad y una. riqueza dra
más apasionante. Pasa como cnando se va en
mática capaces de conferirles ciertamente un
tren. A mayor velocidad, menor nitidez en. las
interés humano universal, v que en ellos radica,n motives une. captados en nrofundidad.
cosas cine se ven desde la venta,rrJIa. v al
colmarían sobradamente los apetites de aque
revés. Pareciera que la cosa es dilemática
llos oue anhelarían para sus novelas o sus
v que no hay más alternativa que elegir.
V pin embargo, no es así. Hav nn instante
ensavos la comniaíidad del alma francesa o
en que ambas cosas se concillan y este ins
de la Rusia dostoíevsHana. Creo, en suma,
tante no es más qne un problema de estilo.
one vivimos algo semeiante a la etapa de
Conseguirlo, es parte importante de mi ideal
Estados Unidos en el último tercio del siglo
pasado, y que cuanto antes nos demes plena
artístico.
mente cuenta de ello será raeior. Ue donde
En lo que respecta al problema de la reali
puede deducirse qne creo posible el une pe
dad nacional, cieo que, como muchos, me he
dos y una consonante (ala, ola ), con
damos ya aspirar a la gloría v a ganar el
rasado muchos añes pensando absolutamente
tres consonantes y una vocal (tras, gris)
suficiente
dinero
como
para,
podes
decir
‘
'sov
t>i vano. El hecho de que somos un país con
y otra vez versos, la luna bajó a la fra
escritor” , sin tapadnos fugazmente la cara
denado por su estructura, etc., a una se
y mirar para otro lado.
gua con su polisón de nardos, el niño
cunda,riedad fatal, confieso que me pareció
siempre una excusa de mal perdedor. Pero
En cuanto a la literatura extranjera. creo
la mira mira, el niño la está mirando.
también confieso qne he tenido mis tiradas
qne no hav hov n®da. realmente importante.
Con tres y tres alternadas, cábala, lagu
de bronca y mis naturales indignaciones pe
■ffiiTlev está agotado. Fautkner es una avis
na, animal; Ülises, ráfaga, reposo.
riódicas contra el hecho de que la Argentina
pa encerrada en el hueco de nna mano. Sartre
no exceño otros niveles de su país que son
ro haya tenido nunca, un Balzac o un Stendhal
Así paso horas: de cuatro, de tres y
v no tenga hoy un Faulkner. Hoy he adver
tan. importantes como él (v los de le, gene-a
dos, y más tardo palíndromas. Los fá
ción pasada le son snne-íores). Rusia (a urotido quo es preciso arriesgarse, aunque hava
ciles, salta Leniir el atlas; amigo, no g i
pósito de la cual nadie, desde Andró Gide
oue entablar una desigual batalla- Hace mucho
m a; les más difíciles y hermosos, átale,
a Hugo Wast. ha logrado convencerme de
tiempo dije o escribí que la literatura — y
0 ” e no sea cierto que está construyendo el
el arte— e« nn tute al que hay que tirarse
demoníaco Caín, o me delata; Anas usó
socialismo) vive una noste-gaclán motivada,
a más. Rectificaría ahora esto en el sentido
tu auto, Susana. O los preciosos ana
en urgencias inmediatas, y España. Is, pobre,
de que hay que tirarse honradamente a más
gramas: Salvador Dalí, Avida Dollars;
está secuest-ada por nn carcelero que pone
o a menos — en ambos casos se gana.— en
Alina Reyes, es la reina y . . . Tan hermo
presos o expulsa a todos los Larras nue po
relación rigurosa con el juego que se tenga.
drían darle la conciencia de sn realidad:
X»o qne llevaría implícito el reconocimiento,
so, éste, porque abre un camino, porque
Enrona, en suma, por razones notorias, está
tan necesario en nuestro medio, del valor
no concluye. Porque la reina y . . .
inválida. Y llama a América, e- su reemplazo
positivo del escritor de segundo orden, cuan
No, horrible. Horrible porque abre ca
ahora, en colaboración de Igual a Igual, des
do lo es auténticamente y a conciencia.
pués. ¿Y cómo podrán los e-c-itc-es de Amé
mino a ésta que no es la reina, y que
Por mi parto, confieso inmodestamente que
rica asumir la resnonsahilidad de continuar
otra vez odio do noche. A ésa que es A li
tengo buen juego y quo me estoy tirando a
este, cultora magnifica en el ulano universal
más. Y que Los Robinsones es una buena
na Reyes pero no la reina del anagrama:
y
en
la
auténtica
fnersa
one
la
nut-e.
si
no
carta, aunque me parece que no lo han leído
que será cualquier cosa, mendiga en Bu
es permaneciendo implacablemente fieles, co
más que algunos escritores, para los cuales
mo supieron hacerle aquellos hombres, a sn
dapest, pupila de mala casa en Jujuy o
precisamente no fué escrito, pues cándida
propio
idealartístico,
a
la,
conciencia
pro
mente debo decir que dirijo mi obra al lector,
sirvienta en Quetzaltenango, cualquier
funda
y
obstinada
de
su
propia
verdad?
Sin
a quien por otra parte (con permiso de
lado lejos y no reina. Pero sí Alina Reyes
esto,
no
hav
nada.
Y
esto,
qne
debe
estar
Stendhal, a quien creo que robo la, frase)
antes que ninguna ot-a cosa extraJiteraría
y por eso anoche fuú otra vez, sentirla v
ro me interesa seducir con medios facticios.
—lo interesado, por dinero o cargos, o lo
el odio.
Porque sé que conseguirlo con medios auténdesinteresado, por políticas circunstanciales,
riona es una seducción más profunda y du
20 d e e n e r o .
lo mismo da— debemos confesarlo, es le qne
radera, aunque más lenta. Medios facticios le
ocurre entre nosotros de modo demasiado es
A veces sé que tiene frío, que sufre,
llamo ye. por ejemplo, a lo que hace Borges
caso. Esto es lo qne nos hace falta.. Fidelidad
c*>n los temas de arrabal o de cualquiera o':ra
que le pegan. Puedo solamente odiarla tan
al propio ideal artístico, y más aún, su des
clase en el plano del talento literario, y los
arrollo en profundidad.
to, aborrecer las manos que la tiran al sue
saineteros y los escritores de radio en el de
lo y también a ella, a ella todavía más
EOGER PLA
la literatura barata. En lo que respecta a
Por JULIO CORTAZAR
D ib u jo s d e J. B A T L L E - P L A N A S
j J U Í VJVAU
ax-
J-
--J
J
-a-
X
gan. Ah, no me desespera tanto cuando es
toy durmiendo o corto un vestido o son
las horas de recibo de mamá y yo sirvo
ci té a la señora de Regules o al chico
ue los Rivas. Entonces me importa menos,
es un poco cosa personal, yo conm igo; la
siento más dueña de su infortunio, lejos
y sola pero dueña. Que sufra, que se hiele;
lejana, no la quieren. Es la parte que no
quieren y cómo no me va a desgarrar por
dentro sentir que me pegan o la nieve me
entra por los zapatos cuando Luis María
baila conmigo y su mano en la cintura
me va subiendo como un calor a mediodía,
uir sabor a naranjas fuertes o tacuaras
chicoteadas, y a ella le pegan y es impo
sible resistir y entonces tengo que decirle
a Luis María que no estoy bien, qué es
la humedad, humedad entre esa nieve que
no siento, que no siento y me está entran
do por los zapatos.
25 de enero.
Claro, vino Nora a verme y fué la es
cena. ‘ ‘ M ’hijita, la última vez que te
pido que me acompañes al piano. Hicimos
un papelón” . Qué sabía yo de papelones,
la acompañé como pude, mo acuerdo que
la oía con sordina. Votre ame est un paysage choisi. . . pero me veía ¡as manos
entre las teclas y parecía que tocaban
bien, que acompañaban honestamente a
Nora. Luis María también me miró las
manos, el pobrecito, yo creo que era por
que no se animaba a mirarme la cara. De
bo ponerme tan rara.
Pobre Norita, que la acompañe otra.
(Esto parece cada vez más un castigo,
ahora sólo me conozco allá cuando voy a
ser feliz, cuando soy feliz, cuando Nora
canta Fauré me conozco allá y no queda
más que el o d io — ).
M
N och e.
A veee3 es ternura, una súbita y nece
saria ternura hacia la que no es reina y
anda por ahí. Me gustaría mandarle nn
telegrama, encomiendas, saber que sus
hijos están bien o que no tiene hijos
— porque yo creo que allá no tengo hi
jos— y necesita confortación, lástima,
caramelos. Anoche me dormí confabulan
do mensajes, puntos de reunión. Estaré
jueves stop espérame puente. ¿Qué puen
te? Idea que vuelve como vuelve Buda
pest, creer cn la mendiga de Budapest
donde habrá tanto puente y nieve que
rezuma. Entonces me enderecé rígida en
la cama y casi aúllo, casi corro a des
pertar a mamá, a morderla para que se
despertara. Nada más que. por pensar —
Todavía no es fácil decirlo. Nada más
que por pensar que yo podría irme ahora
mismo a Budapest, si realmente se me an
tojara. O a Jujuy, o a Quetzaltenango.
(Volví a buscar estos nombres páginas
atrás. No valen, igual sería decir Tres
Arroyos, Kobe, Florida al cuatrocientos.
Sólo queda Budapest porque allí es el
frío, allí me pegan y me ultrajan. Allí
(lo he soñado, no es más que un sueño
pero cómo adhiere y se insinúa hacia la
vigilia) hay alguien que se llama Rod
— o Erod, o Rodo— y él me pega y yo lo
amo, no sé si lo amo pero me dejo pegar,
eso vuelvo de día en dia, entonces es se
guro que allá lo amo.
yo aguanto desde aquí, y creo que entonces
la ayudo un poco. Como hacer vendas para
un soldado que todavía no ha sido herido
y sentir eso de grato, que se lo está ali
viando desde antes, previsoramente.
Que sufra. Le doy un beso a la señora
de Regules, el té al chico de los Rivas,
y me reservo para resistir por dentro. Me
digo: ‘ ‘ Ahora estoy cruzando un puente
helado, ahora la nieve me entra por los
zapatos rotos” . No es que sienta nada.
Se solamente que es así, que en algún
lado cruzo un puente en el instante mismo
(pero no sé si es cn el instante mismo)
en que el chico de los Rivas me acepta
el té y pone su mejor cara da tarado.. Y
aguanto bien porque estoy sola entre eS)s
gentes sin sentido, y no me desespera tan
to. Nora se quedó anoche como tonta, di
jo : ‘ ‘ ¿Pe o qué te p a sa?” Le pasaba a
aquélla, a mi tan lejos. Algo horrible de
bió pasarle, le pegaban o se sentía en
ferma y justamente cuando Nora iba a
cantar Fauró y yo en el piano, mirándolo
tan feliz a Luis María acodado en la cola
que le hacía como un marco, él mirándome
contento con cara de perrito, esperando
oír los arpegios, los dos tan cerca y tan
queriéndonos. Así es peor, cuando conozco
algo nuevo sobre ella y justo estoy bailan
do con? Luis María, besándolo o solamente
cerca de Luis María. Porque a mí, a la
Más tarde.
Mentira. Soñé a Rod o lo hice con una
imagen cualquiera de sueño, ya usada y
a tiro., No hay Rod, a mí me han de cas
tigar allá pero quién sabe si es un hom
bre, una madre furiosa, una soledad.
Ir a buscarme. Decirle a Luis María:
‘ ‘ Casémonos y me llevas a Budapest, a un
puente donde hay nieve y alguien” . Y o
d ig o: ¿y si estoy? (Porque todo lo pienso
con la secreta ventaja de no querer creer
lo a fondo. ¿ Y si estoy?) Bueno, si es
t o y — Pero solamente loca, solam ente...
¡ Qué luna de miel 1
28 d e en ero.
Pensé una cosa curiosa. Hace tres días
que no me viene nada de la lejana. Tal
vez ahora no le pegan, o pudo conseguir
abrigo. Mandarle un telegrama, unas me
dias. . . Pensé una cosa curiosa. Llega
ba a la terrible ciudad y era de tarde,
tarde verdosa y ácuea como no son nunca
las tardes si no se las ayuda pensándolas.
Por el lado do la Dobrina Stana, en la
perspectiva Skorda, caballos erizados de
estalagmitas y polizontes rígidos, hogazas
y flecos de viento ensoberbeciendo las
ventanas. Andar por la Dobrina con paso
de turista, el mapa en el bolsillo de mi
�cabalgata
Una Paella en Nueva \ ork
con SOMERSET MAUGHAM
(Viene de la página 7)
gcnto prefiere Of Human Bondage, su no
vela favorita es y ha sido siempre Calces
and Ale. Para él es una sorpresa placen
tera saber que un español prefiere esa obra
suya tan típicamente inglesa.
VIII - Filosofía y Postres
La conversación sigue saltando de uno s
otro tema. Y, naturalmente, surge el que
hoy obsesioira al maestro: la inmortalidad
y el sentido de la vida.
— Me pregunto, amigo mío — dice, sor
hiendo el café español, negro como la tin
sastre azul (con ese frío y dejarme el
abrigo en el Burglos), hasta una plaza
contra el río, casi encima del río tronante
de hielos rotos y barcazas y algún martín
pescador que allá se llamará sbunáia tjéno
o algo peor.
Después de la plaza supuse que venía
el puente. Lo pensé y no quise seguir. Era
la tarde del concierto de Elsa Piaggio de
Tarelli en el Odeón, me vestí siir ganas
sospechando que después me esperaría el
insomnio. Este pensar de noche, tan de no
che. . . Quién sabe si no me perdería. Una
inventa nombres al viajar pensando, los
recuerda en el momento: Dobriira Stana,
sbunáia tjéno, Burglos. Pero no sé el
nombre de la plaza, es un poco como si
de veras hubiese llegado a una plaza de
Budapest y estuviera perdida por no sa
ber su nombre; ahí donde un nombre es
nna plaza.
Ya voy, mamá. Llegaremos bien a tu
Bach y a tu Brahms. Es un camino tan
simple. Sin plaza, siir Burglos. Aquí nos
otras, allá Elsa Piaggio. Qué triste ha
berme interrumpido, saber que estoy en
una plaza (pero esto ya no es cierto, so
lamente lo pienso y eso es menos que nada).
Y que al final de la plaza empieza el
puente.
ta, y cuyo aroma se mezcla armoniosamen
te con el de los cigarrillos— , cuál es el
sentido de la vida, de la evolución del in
dividuo, y la Humanidad. Y, francamente,
no le encuentro sentido alguno. íP'ara qué,
para qué — tartamudea como siempre que
se excita por algo— todo esto, la com
pleja maquinaria de la evolución biológica,
del progreso humano? ¡N o hay sentido, no
hay finalidad aparente! Por eso me he
acercado estos años a las filosofías indias,
que, a mi juicio, se acercan más que el
Cristianismo a las filosofías humanitarias.
Pero ni aún ahí encuentro el sentido de
la vida, mi preocupación actual. Acaso me
obsesiona tanto por mi edad. ¡ Me queda
conmigo. No sabe lo que se echa encima.
O debajo, como dice Nora que posa de
emancipada intelectual.
31 de enero.
Iremos allá. Estuvo tan de acuerdo que
casi grito. Sentí miedo, me pareció que
él entra demasiado fácilmente en este jue
go. Y no sabe nada, es como el peoncito
de dama que remata la partida sin sos
pecharlo. Peoncito Luis María, al lado
de su reina. De la reina y —
7 de febrero.
A curarse. No escribiré el final de lo
que había pensado eir el concierto. Ano
che la sentí sufrir otra vez. Sé que allá
me estarán pegando de nuevo. No puedo
evitar saberlo, pero basta de crónica.
Si me hubiese limitado a dejar constancia
de eso por gusto, por desahogo.. . Era
peor, un deseo de conocer al ir releyendo;
de encontrar claves en cada palabra ti
rada al papel después de esas noches. Co
mo cuando pensé la plaza, el río roto
tan poco va que recorrer! ; V la soledad
que he pasado en Nueva York! Esta es la
ciudad más solitaria de! mundo. En mis
primeros diez años de escritor profesional
gané ."On dólares solamente. Hoy dicen que
soy rico, y no obstante todo lo que tengo,
ahora es un cuarto en un hotel y el ali
ciente de cuatro he-as diarias de trabajo.
¡Este no es mi ambiente! ¡F r a n c ia ...
España!... ¡Cuánto daría por volver a Es
paña y escribir un ensayo sobre Zurbarán!
Las colillas van amontonándose en el
cenicero. lia mente de Maugham es ágil y
cambiante como nn cuadro de “ ballet” .
La voz cascada con leve tartamudeo con
tinúa:
— Pero estábamos hablando del sentido
de la vida. No lo he penetrado aún. Re
cuerdo un fin de semana que pasé en la
casa de los .lames, después de morir el
maestro. La viuda y el cuñado aguarda
ban ansiosos el milagro, la comunicación
espiritista que no llegó. Eso no es, aunque
hubiera pasado algo, la explicación. {Para
qué existimos? Se me cree un cínico, cuan
—era rápida y curiosa— anduvo por
veinte lad >s buscando vagamente algo,
pero siir proponérselo demasiado, dejando
que el deseo escogiera y se expresara con
bruscos arranques que la llevaban de una
vidriera a otra, cambiando aceras y es
caparates.
^
Llegó al puente y lo cruzó hasta el
centro, andando ahora con trabajo porque
la nieve se oponía y del Danubio crece un
viento de abajo, difícil, que engancha y
driblea. Mentía cómo la pollera se le pe
gaba a los muslos (no estaba bieir abriga
da) y de pronto un deseo de dar vuelta,
de volverse a la ciudad conocida. En el
centro del puente desolado la harapienta
mujer de pelo negro y lacio esperaba con
algo fijo y necesario en la cara sinuosa,
en el pliegue de las manos un. poco cerra
das pero ya tendiéndose. Alina estuvo
junto a ella repitiendo, ahora lo sabía,
gestos y distancias como después de un
ensayo general. Sin temor, liberándose al
fin —lo creía con un salto terrible de
júbilo y frío— estuvo junto a ella y
IX - L ’Envoi
Mo despedí de Somerset Maugham a las
tres y media de la tarde en el Hotel Plaza.
Eu el taxi, de vuelta, le agradecí que por
mí hubiera renunciado a esa siesta que ha
dormido desde hace cincuenta años en bar
eos, trenes y aviones con regularidad bri
tánica.
— Le escribiré desde la Costa Azul — me
promete.
Estrecho la mano que tair brillantes pá
ginas escribió en una obra que abarca
cincuenta años de labor, veintidós novelas,
veinticuatro obras teatrales, noventa cuen
tos, seis tomos de ensayos y viajes, una
autobiografía filosófica.
Dos días después, el mismo día de su
salida para Francia, recibí una cajita de
Cartier ’s con unos preciosos gemelos de oro
y zafiros. Con la cajita, una tarjeta en
inglés, de puño y letra del maestro: “ Al
Doctor Martí Ibáñez, con la gratitud y
simpatía del autor de Catalina y en re
cuerdo de una memorable comida españo!a ” , y la firma y rúbrica ya inmortales:
W. Somerset Maugham.
Somerset Maugham, en su mesa de trabajo.
m an
Habla para CAB AL GA T A
RAFAEL MAIJLEON
CASTILLO
Director de los cuadernos de América
“ Brigadas Líricas*\ Director de la
Biblioteca Pública y Museo de Bellas
Artes de San B a fa elt M endoza.
L poder, como escritor de tierra adentro,
decir unas palabras, y esta vez por nn
conducto tan digno como CABALGATA,
es cosa que no podía desaprovechar. Apresado
en estas lejanías andinas, poco se nos oye,
poco se nos recuerda, y para que decir, que
casi nada se nos publica. Sin embargo, mu
chos saben — en lo que a mí respecta— con
que pasión, entusiasmo y emoción, trato de
que se conozcan todos aquellos valores jó
venes, a los que a veces se los regatea unas
líneas para su obra, casi siempre desapercibida
para el escritor y el crítico, que se ha hecho
una posición y un nombre, olvidándose que él
también comenzó como éstos.
Este año pasado de 1947, desde las mo
destas columnas de “ El Comercio” , he co
mentado más de cien libros de escritores ame
ricanos — preferentemente argentinos— . En
mi correspondencia con ca¿i un centenar de
escritores de América, trato de que se vincu
len, se conozcan y se canjeen sus libros y
formemos este círculo magnífico que a la
postre está resultando, “ Brigadas Líricas” .
Felizmente, esta obra deja grandes satis
facciones, y una de las más honrosas es la
que acaba de ofrecerme la SADE, al hacerme
llegar palabras do solidaridad y afecto de su
presidente, don Leónidas Barletta.
No obstante carecer de medios, en virtud
do tener un grupo de adictos que financian
los cuadernos, podremos intensificar la apa
rición de ellos, y así es que en 19-18, ofre
ceré a los amigos de “ Brigadas Líricas” , Pre
sencia do la rosa (poemas) del poeta Franklin Miesfes Burgos, de Santo Domingo, y
un cuaderno de la poetisa panameña María
Esther Oses de Aranda.
E
Noche.
Empieza, sigue. Entre el final del con
cierto y el primer bis hallé su nombre y
el camino. La plaza Viadas, el puente de
los Mercados. Por la plaza Viudas seguí
hasta el nacimiento del puente, un poco
andando y queriendo a veces quedarme en
casas o vitrinas, en chicos abrigadísimos
y fuentes con altos héroes de emblanque
cidas pelerinas, Tadeo Alanko y Vladislas
Nérov, bebedores de tokay y cimbalistasS
Yo veía saludar a Elsa Piaggio entre un
Chopin y otro Chopin, pobrecita, y de mi
platea se salía abiertamente a la plaza,
con la entrada del puente entre vastísi
mas columnas. Pero esto yo lo pensaba,
• ojo, lo mismo que anagramar es la reina
V' ■■ en vez de Alina Reyes, o imaginarme ¡
a mamá en casa do los Suárez y no a mi
lado. Es bueno no caer en la zoncera: eso
era cosa mía, nada más que dárseme la
gana, la real gana. Real porque Alina,
vamos— No lo otro, no el sentirla tener
frío o que la maltratan. Esto se me anto
ja y lo sigo por gusto, por saber adonde
va, para entrenarme si Luis María me lle
va a Budapest, si nos casamos y le pido
que me lleve a Budapest. Más fácil salir
a buscar ese puente, salir en busca mía
y encontrarme como ahora, porque ya he
andado la mitad del puente entre gritos y
aplausos, entre “ ¡Albéniz! ” y más aplau8os y “ ¡La polonesa!” , como si esto
tuviera sentido entre la niéve arriscada
que me empuja con el viento por la es
palda, manos de toalla de esponja lle
vándome por la cintura hacia el medio del
puente.
(Es más cómodo hablar en presente.
Esto era a las ocho, cuando Elsa Piaggio
tocaba el tercer bis, creo que Julián Aguiwo o ('arlos Guastavino, algo con pasto y
Pajaritos). Pero me lie vuelto canalla con
d tiempo, ya no le tengo respeto. Me
acuerdo que un día pensé: ‘ 1Allá me pe
gan, allá la nieve me entra por los za
patos y esto lo sé en el momento, cuando
tte está ocurriendo allá yo lo sé al mismo
tiempo. 4Pero por qué al mismo tiempo?
A lo mejor me llega tarde, a lo mejor
Bo ha ocurrido todavía. A lo mejor le
y los ruidos, y después.. . Pero no lo
Pegaran dentro de catorce años, o va es
ana cruz y una cifra en el cementerio de
escribo, no lo escribiré ya nunca.
*|*nta 1 rsula ’ ’ . Y me parecía bonito, poIr allá y convencerme de que la solte
*|ble, tan idiota. Porque detrás de eso una
ría me dañaba, nada más que eso, tener
sempro cae en el tiempo parejo. Si real
veintisiete años y sin hombre. Ahora es
mente ella estuviera ahora entrando en el
tara mi cachorro, mi bobo, basta de pen
Puente, sé que lo sentiría ya mismo y
sar y a ser. a ser al fin y para bien.
desde aquí. Me acuerdo que me paré a
Y’ sin embargo, ya que cerraré este dia
mirar el río que estaba como mayonesa
rio, porque una o se casa o escribe un dia
rio, las dos cosas iro marchan juntas — Y;
batiendo contra los pilares, enfuahora no me gusta salirme de él sin decir
recidisimo y sonando y chicoteando. (Esto
esto con alegría de esperanv.n, con espe
Jo lo pensaba). Valía asomarse al pararanza de alegría. Abamos allá pero no
P®to del puente y sentir en las orejas la
ha de ser como lo pensé la noche del con
rotura del hielo allí aliajo. Valía quedarse
cierto. (L o escribo, y basta de diario
~ poco por la vista, un poco por el mie
para bien m ío). En el puente la hallaré y
do que me venía de adentro — o era el
nos miraremos. La noche del concierto yo
desabrigo, la nevisca deshecha y mi tapa
sentía en las orejas la rotura del hielo
do en el hotel— . Y' después que yo soy
ahí abajo. Y será la victoria de la reina
modesta, sov un» chica sin humos, pero
sobro esa adherencia maligna, esa usurpa
Tongan a decirme de otra que le haya
ción indebida y sorda. Se doblegará si
Pasado lo mismo, que viaje a Hungría
realmente soy yo, se sumará a mi zona
*®. pleno Odeón. Eso le da frío a cualiluminada, más bella y cierta; con sólo
fluiera, ché, aquí o en Francia.
ir a su lado y apoyarle una mano en el
Pero mamá me tironeaba la manga, ya
hombro.
***i no había gente en la platea. Escribo
hasta ahí, sin ganas de seguir aeordánAlina Reyes de Aráoz y su esposo lle
ome lo quo pensé. Me va a hacer mal si
garon a Budapest el 6 de abril y se alo
acordándome. Pero es cierto, cierto;
jaron en el Ritz. Esto era dos meses antes
Ponsé una cosa curiosa.
de su divorcio. En la tarde del segundo
30 de enero.
día Alina salió a conocer la ciudad y el
deshielo. Como le gustaba caminar sola
Pobre Lu
María, qué idiota casarse
do sólo soy un realista. Si escribiera de
estas cosas se me criticaría. Y me obse
siona- saber. La vida es fría si se llega a
mi edad sin tener respondida esta pregun
ta. No se comprende que un inglés “ fr ío ”
esté preocupado por esto. Mas yo lo estoy.
He cumplido mi ciclo literario. Y al final
de él quedo yo con la gran pregunta:
{para qué? Y nadie me la contesta. .
R E V I S T A
a
seducción
avasallante
DE
que
sobre
hombres de letras ejerce la
Lpoesíanuestros
lírica, hoy atendida por innumera
alargó también las manos, negándose a
pensar, y la mujer del puente se apretó
contra su pecho y las dos se abrazaron
rígidas y calladas en el puente, con el
río t ' izado golpeando en los pilares.
A Alina le dolió el cierre de la cartera
que la fuerza del abrazo le clavaba entre
los senos con una laceración dulce, sostenible. Ceñía :: la mujer delgadísima,
sintiéndola entera y absoluta dentro do
su abrazo, con un crecer de felicidad igual
a un himno, a un soltarse de palomas, al
río cantando. Cerró los ojos en la fusión
total, rehuyendo las sensaciones de fue~a,
I:. lar, crepuscular; repentinamente tan
cun ada, pero segura de su victoria, sin
celebrarlo por tan suyo y por fin.
Le pajeció que dulcemente una de las
dos lloraba. Debía ser ella porque sintió
mojadas las mejillas, y el pómulo mismo
doliéndole como si tuviera allí un golpe.
También el cuello, V de pronto los hombros,
agobiados por fatigas incontables. Al
abrir los ojos (tal vez gritaba ya) rió
qne se habían separado. Ahora sí gritó.
I)o frío, porque la nieve ¡e estaba entran
do por los zapatos rotos, porque yéndose
camino de la plaza iba Alina Reyes lindí
sima en su sastre gris, el pelo un poeo
suelto contra el viento, sin dar vuelta la
cara y vendóse.
Fi x
bles adeptos engendra cuantiosos y temi
bles regalos” . Con estas palabras, con
formadas exhaustivamente a la realidad
de las letras argentinas, comienza ‘ ‘ L i
rismo y facilidad” , ensayo que en “ Clinamen” , N1? 3, de Montevideo, firma
Carlos Mastronardi, líiieo que permanece
en la actualidad poética unido a Lugones
y Enrique Banchs, a despecho de las cons
tantes ediciones de los Fernández More
no, Luis Cañé y tantos otros que tiene
presentes, ahora, nuestro afán periodístico
más que literario.
Analiza Mastronardi, con singular y
definitiva síntesis, los elementos que de
terminan la proliferación de estos poetas,
el proceso anímico que los mueve y el
pensamiento rector en que persisten: “ Un
estremecimiento vale más que una idea;
el más trivial de los sonetos, si confiesa
una perturbación del ánimo, reduce y des
morona a Samuel Johnson, a Sainte-Beuve,
a Groussac, y otros gélidos prosistas” .
Es la estética de la “ sobreestimación
de las potencias sentimentales” , de la ca
rencia “ de problemática y fervores enno
blecidos por la espera” , mientras que
‘ ‘ todo se resuelve en acción, en intensi
dad aplicada, en rendimientos” .
Más que páginas escritas contra los que
incurran en tanta mediocridad, son éstas
verdadera clave para una actitud hacia la
poesía. Clave que evitaría la ‘ ‘ abundan
cia de libros que no son malos, sino previ
sibles. Las más veces alcanzan cierto ni
vel, pero sus milagros son accesibles y co
tidianos. Ni gravitan sobre la evolución
ue la cultura, ni trasuntan la intención de
i ebasar las formas hechas ’
Observaciones tan decisivas sobre la fa
cilidad y la falta de responsabilidad se
complementan, necesariamente, con aque
Mientras tanto, voy realizando mi obra v
escribo versos, cuentos, novelas.
Otra manera de no asfixiarse en la vida
cafeteril, es ésta de organizar conferencias,
exposiciones, recitales, conciertos de los que
no siempre queda satisfecho el respetable.
Por ejemplo, hace unos días logré la visita
do Pablo de Rocka, quien ofreció una mag
nífica conferencia. Sin embargo, ahora resulta
quo muchos de los oyentes, podrían haber
dicho lo mismo que este extraordinario poeta
chileno. ¡Haberlo dicho antes!
Pero, como la monotonía es una zarzamora
muy espesa para mí, me ocupo ahora de te
ner listo para el mes de febrero próximo el
nuevo edificio de la Biblioteca Pública y el
Museo de Bellas Artes de San Rafael, y creo
que esto puede ser más importante, intere
sante y valedero que lo que yo escribo y los
libros que preparo. Reincidiré con Raíz y ala
(poemas) al decir de mis familiares y ami
gos — algo oscuros— . Una luna para los dos
(novela). Claro que trato de que aparezcan
en 1948 y espero que se difundan más que
mis libros anteriores.
Y para aprovechar el pequeño espacio de
papel que me queda, diré lo que hace mucho
vengo pregonando: Si cada escritor que llega*
so ocupara de los otros escritores como se
ocupa de sí mismo, habríamos ido muy lejos
dentro de un área idiomática que es la se
gunda o tercera del mundo y que debe contar
con millones de lectores.
R E V I S T A S
llos conceptos sobre la labor del creador
que vertiera- Y’ aléry a propósito de Mallarmé, y que volvemos a encontrar en el
fervor necesario de Mastronardi, cuando
manifiesta que dicha labor o artesanía
“ se la consubstancia con la busca de pre
ciosas rimas y demás encantos exteriores.
Hay una artesanía profunda que define
las proyecciones más íntimas del poeta y
que replantea todo el problema de la ex
presión. Sólo ella supera el modo de las
aproximaciones, elimina lo superfluo, so
mete los medios a los fin es” .
Re haee necesario, dada la cantidad de
poetas que nada dicen, dejar especial cons
tancia del corolario que el ensayo de Mas
tronardi ostenta: “ ¿Cómo admirar la
aventura sin riesgo, el prodigio hecho cos
tumbre, ia hazaña in dolora?” .
La cuestión del idioma americano, o d©
los idiomas americanos, ha sido más de
una vez motivo de polémica entre los es
critores de este continente. Y, si bien, aún
no se ha ubicado con precisión las proyec
ciones que tienen, como tampoco el mo
mento en que se independizan del idioma
madre, ya no es posible negar su exis
tencia.
Encarando este tema con imaginación
y pasión, Germán Arciniegas nos presenta
una vivida semblanza del ‘ ‘ Destino do las
palabras’ ’, título del discurso que pro
nunciara como recipiendario en la Aca
demia Colombiana de la Lengua, y que
reproduce “ Revista de Am érica” , publi
cación de’ “ El Tiem po” do Bogotá, en el
número correspondiente a septiembre de
1947.
Destaca el escritor colombiano la magia
fundamental de las palabras desde que
tienen nacimiento — “ Nació como un ha( Continúa en la página lg )
�cabalgata
12
A
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PREMIO NOIIEL DE LITERATURA 1047
GRAN ÉXITO DE LIBRERIA
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LA SIN FO N IA P A S T O R A L es tul vez,
dentro de la maravillosa producción de
A n dré Gide, el m ejor ejem p lo de su ex
cepcional facultad d e d ecir, sugerir y ha
cer sentir más cosas con las menos palabras
posibles. Es un poem a engrandecido por
la em oción, la poesía y e l humanismo.
LA
el autor algunas palabras del mismo Novás
Calvo al respecto, en carta que lo enviara:
‘ ‘ Me falta una misión; la misión que da
el estar identificado con algún sector hu
mano en marcha, con un propósito y contra
algún estorb o... Esto no es, ni mucho
menos, todo lo que importa, pero es im
portante ’ ’ .
Es en este momento’ con toda seguri
dad, que adquiere relieve la importancia
de Lino Novás Calvo en la literatura ame
ricana. Superando la crisis de la misma
a través de la unidad de los elementos
utilizables do las dos corrientes, señala
el camino a seguir a partir de esta etapa.
Claro que, el camino es arduo. Más aúir
si, como el mismo cuentista confiesa, nos
falta nna tradición. Pero ya Henríquez
TTreña al explicar este problema, cita
Portuondo, decía: ‘ ‘ Los inquietos de aho
ra se quejan ce que los antepasados hayan
vivido atentos a Enro ja, nutriéndose de
imitación, sin ojos para el mundo que
los rodeaba: olvidan que en- cada gene
ración se renuevan, desde hace cien años,
el descontento y la promesa ’ Y agregaba
a continuación que frente a este problema
“ el ansia de perfección es la única norma.
Contentándonos coir usar el ajeno hallaz
go, del extranjero o del compatriota, nunca
comunicaremos la revelación íntima: con
tentándonos con la tibia y confusa enun-
EN TORNO A UNA
J O V E N
G ENERA CION
P o r M IG U E L G R A C O
LA P U E R T A E ST R E C H A es la historia
d e una m u jer q u e destruye su felicid ad y
su vida y la dicha d el h om bre que ama
con su inm oderada virtu d ; d e un alma
apasionada de “ gloria celestiaV' q u e al
canza e l gozo m ístico p or e l renunciam ien
to suprem o.
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R E V I S T A
DE
( Viene de la página 11)
llazgo cuando se quiso nombrar una cosa
nueva que en el mundo estaba como si
dijéramos sin bautismo.” — , hasta su mul
tiplicación en distintas lenguas, en dife
rentes emociones, hasta en diversos sig
nificados.
“ Acercarse a una palabra — manifiesta
Arciniegas— para saber por qué ha sobre
vivido y aún conservado su frescura, como
si fuera invento de ayer y no de siglos
ha, es aventura emocionante” ; y ofrece la
pauta de esa aventura cuando agrega:
“ Así el escritor o el hablador se encuen
tra en medio de este mundo de palabras
que cambian de sonido — quizás por eso
Be las llama voces— de rostro — y se les
dice “ expresiones” — , que se apagan1 por
siglos, que renacen, qne se cubren y des
cubren. Se apasionan los curiosos siguien
do sus rastros, averiguando sus historias
y leyendas, mirando cómo juegan en las
frases, en las canciones, en el recuerdo
de los viejos, en el atrevimiento de los
jóvenes. Cómo pasan del aire al libro y
del libro al aire. Cómo las llevan los sol
dados a manera de pólvora o metralla en
sus morrales. Cómo en la picaresca le
doblan el sentido. Cómo en la mística se
lo arrebatan y elevan” .
Y , lógicamente, de esta comprensión del
nacimiento constante de las palabras, un
americano no puede memos que dejar cons
tancia — cosa que hace Arciniegas— de
las aventuras que conformaron el caste
llano conocido por nuestros colonizadores,
su heterogeneidad complementatoria, para
dar fe de un nuevo nacimiento: “ Creo
que, en lo general, eir América la fonética
tiende a restarle cierta teatralidad que
imprimió el español a su idioma en tiem
pos relativamente modernos” ; y termina
diciendo: “ la deuda antigua con el grie
go, el latín, el púnico, el hebreo, o el árabe,
que deuda se dice, pero que es conquista
ahora se multiplica con lo azteca y lo
maya y lo chibeha y lo quechua y lo
ajanará y lo guaraní, para ostentar una
variedad de matices que ningún: otro idio
ma de Europa puede ofrecer ’ ’.
Pero en la actualidad el destino de las
palabras, en uno de sus tantos órdenes, es
el de las idejs. La unidad entre unas y
otras es tan indiscutible que cuando Ger
mán Arciniegas afirma que: “ El tema
de nuestro tiempo es la libertad ’ ’ , debo
necesariamente terminar su exposición,
mientras se dirige a sus colegas de la
Academia Colombiana de la Lengua, con
estas palabras, fervientemente destinadas:
<4Lo menos que se os puede pedir es emo
ción, pasión, amor sin límites, para que
esas palabras nunca pierdan la fortaleza
do sus alas, porque jamás en nuestra
tierra, carezcan do aire libre para el vue
l o ” . Palabras rebeldes en una Academia.
Bueno**
A ir e s
R E V I S T A S
En el número correspondiente a Sep
tiembre-Octubre de “ Cuadernas America
nos” , publicación mexicana cuyo secreta
riado ejerce Juan Larrea, aparece un in
teresante ensayo del crítico cuban» José
Antonio Portuondo sobre su compatriota,
el cuentista Lino Novás Calvo y las rela
ciones de éste con el cuento hispanoame
ricano.
Según Portuondo, el cueirto en América
Latina ha seguido dos corrientes a partir
do Horacio Quiroga, quien ha dado fun
damento a ambas. La eriollista o impresio
nista, y la psicológica o expresionista.
Señala Portuondo en dicho ensayo las in
fluencias europeas y norteamericanas que
intervinieron en la conformación de estas
dos escuelas, su desarrollo y los hombres
que las representan. En este pasaje rápido,
ubica también el autor las exageraciones
y extremismos en que ambas corrientes
incurrieron, y que motivó la crisis poste
rior, actual, del cuento hispanoamericano.
Según el ensayista, la corriente criollista so transformó muchas veces en panfletaria o cn descripción pura, mientras que
la psicológica “ en el soliloquio más o me
nos filosófico — como sucede con frecuen
cia en narraciones de Eduardo Mallea y
de Jorge Luis Borges— ” , o en el poema
lírico en prosa. De esta crisis surgió el
cuento policial, como una forma de solu
ción, que más bien parece de evasión.
Pero Lino Novás Calvo buceó más hondo,
ya que fué “ su empeño aprovechar los
aportes válidos do las dos corrientes antes
mencionadas, tomando en la eriollista el
realismo que se apoya en la propia cir
cunstancia — paisaje, hombres, lengua po
pular— , y de la expresionista el propósito
de desnudar, en el personaje local, la más
honda esencia humana, universal. De este
modo, sus cuentos son característicamente
cubanos por su fidelidad a la propia cir
cunstancia, y universales por su feliz ahon
damiento en la común entraña humana ’ .
Misión ésta que, en la Argentina, cumple
Roberto Arlt.
Pero aunque Lino Novás Calvo elaboró
magníficos cuentos uniendo a la realidad
americana angustiados personajes, desecperados y solos, quo hasta ese momento
parecían girar en un círculo vicioso y gra
tuito, Portuondo agrega que “ es imposiblo persistir en esta visión del mundo — el
individuo aislado, acechado por la angus
tia y por la muerte— sin caer en la mo
notonía del acento moirocorde, en la re
petición, hasta 'el cansancio, de una misma
nota ejecutada por diversos instrumentos.
Y es que, además, dicha visión del mundo
no es sino la carencia y el anhelo de una
concepción del mismo quo sea, a la vez,
razón y acicate, clavo de su sentido y
estímulo para la acción ’ ’. Cita entonces
S ya nn lugar común en el ambiente
literario argentino señalar que éste se
encuentra abocado a una profunda
crisis de valores y de generaciones, para
agregar de inmediato que a partir del mo
vimiento llamado “ Martín Fierro” , y de
la existencia de sus contemporáneos no
enrolados en el mismo, nada digno de
mención ha sucedido en la Argentina.
Otro lugar común es afirmar la in
existencia de grupo alguno de jóvenes
valores literarios, y la adjudicación a les
mismos de la culpabilidad de este hecho.
Decimos esto a raíz de las palabras re
ferentes al mismo tema que pronunciara
Vicente Barbieri en el homenaje que se
le tributó por la distinción adjudicada a
su libro “Anillo de Sal” . Palabras que
constituyen una verdadera manifestación
de fe en los jóvenes. Fe ubicada en su
justo lugar.
Decía Barbieri:
. .Y dura época es
esta para el poeta, tal y como lo es para
todos los hombres del mundo. Por eso
vemos (algunos con sorpresa, otros con
temerosa desconfianza, y los demás, que
no son pocos, con esperanzado anhelo),
vemos — decía— como se levantan voces im
pacientes para decir cosas hasta hace po
co incomprensibles. Parece haber en el
mundo una urgencia, una ardiente urgen
cia que viene quizá de la raíz de la san
gre. Y así, vemos una juventud que ha
comenzado a cantar, y que canta serios
sortilegios, tan tempranamente como cua
dra a la época que vivimos. Es muy posi
ble que muchos no comprendan esa urgen
cia, tal vez no adviertan signos terribles
en ese ardor, en esa sabiduría apresura
da de los jóvenes, y es porque esos sig
nos y esa urgencia no son precisamente
amables como una fiesta de declamación,
sino dramáticos, como si estas generacio
nes trajeran en la frente el signo trá
gico de realizaciones futuras que no se
alcanzan a presentir aún” .
Es en esta forma que también creemos
en la juventud. No por nacimiento es
pontáneo aparecen los valores, como quie
ren creer los que se desentienden por
completo de todo lo que es joven. Y, si
bien en la crisis actual intervienen fac
tores tanto de orden nacional como uni
versal, no es menos cierto que ya en la
misma “ Martín Fierro” , elevada siempre
como fantasma ejemplificador, se fueron
creando elementos que contribuirían a es
ta crisis. Porque, si no es posible ni ne
cesario negar el valor de la actitud asu
mida por los artistas de esa época, ni el
valor individual de gran parte de los mis
mos, no fueron ellos, en ningún momento,
promotores de bases fundamentales dentro
de la cultura nacional. No establecieron,
en los comienzos de sn actuación ni en
la actividad posterior que desarrollaron,
orientaciones definitivas, ni crearon con
diciones para, eu la medida de lo posi
ble, evitar la repetición de una situación
que ellos quisieron superar. No crearon
dichos artistas, que ocupan ahora todo el
panorama intelectual del país, los funda
mentos de una crítica literaria nacional,
ni órganos de expresión que cumplieran
una misión rectora y no la misión de
satisfacer anímicamente a grupos escogidos
con fervor claustral.
Actualmente los jóvenes escritores no
pueden partir desdo ninguno de los he
chos que la “ Martín Fierro” o sus con
temporáneos creyeron establecer en for
ma definitiva. Más bien, la relación entre
los que llegan y sus predecesores no ha
variado en absoluto, existiendo únicamen
te el peligro de ver establecerse la lucha
por conquistar posiciones, y no la coraplementación dentro de muchos problemas
que son comunes. Es el discutido camino
do la salvación personal, de la búsqueda
del tema original que aparentemente tien
da a eso, en un país que aún no cuenta
con una tradición cultural que lo permita
en la forma que se practica.
Es así que los jóvenes escritores se
encuentran, como so encontraron a su vez
los que ahora los desconocen, con la au
sencia de quienes en cambio de exigir
soluciones, permitan el desarrollo de las
preguntas urgentes que formula toda ge
neración que adviene, y que suponen im
prescindible el choque de las generacio
nes. Esto no sería otra cosa que girar
en un círculo vicioso. Son los mismos,
por último, quo en su relación con los
jóvenes crean el vacío y el resentimiento,
y añoran los tiempos de “ Martín Fierro”
como lo único valioso en la vida nacio
nal, recordando de la misma* su liturgia
más que la labor creadora estipulada en
sus manifiestos.
Volvemos a repetir entonces, como sín
tesis de estas observaciones cn torno a
las trascendentes palabras de Vicente Bar
bieri, observaciones quo no abarcan ni
agotan el problema, que no es una obra
cumplida lo que debe exigirse a una jo
ven generación, ni una banal y ridicula
pleitesía, sino una calidad renovadora en
las preguntas que formula.
Y no dudamos que el apoyo crítico y
polémico quo los jóvenes reclaman con su
sola presencia, seria uno de los pasos más
eficaces y saludables a esto respecto.
dación <lc nuestras intuiciones, las des
virtuaremos ante el oyente y le parecerán
cosa vulgar. Pero cuando se lia alcanzado
la expresión firme de una intuición artís
tica, va en ella, no sólo el sentido uni
versal, sino la esencia del espíritu que la
poseyó y el sabox de la tierra de que Be
lia nutrido” .
“ Qne es cabalmente lo que ocurre con
Novás Calvo ’
termina afirmando José
Antonio Portuondo en su estudio.
M. G.
E l TIEM PO Y SUS LIBROS
de la espera , por Alberto Girri. Ediciones “ Botella al Mar’ ’, Buenos
Aires. 32 pgs. a la rústica. Portada de Luis Seoane,
CORONACION
A esta altura de su obra — aludo a Playa Sola y Crónica del Héroe— , Alberto
Girri ha de medir sin engaño lo duro de su camino, la escasa aptitud para el eco
que caracteriza su voz. Pienso — creo que con él— que tanta áspera soledad es el
precio de un rigor casi sin parangón en nuestra poesía, el comprensible hiato entre
una corriente de literatura que tiene por lo común los atributos de lo vegetal (verdor,
fragancia, susurro) y esta obra creciendo al borde del huerto con rasgos minerales—
fijos, ceñidos, despiadados.
Tal diferencia, que tiene como imagen el valor y la limitación de lo analógico, se
ahinca y perfecciona en estos poemas que prosiguen la excavación del túnel iniciada
en Playa Sola, e ingresan sin rodeos retóricos en la central donde se opera la toma
poética de realidad. Muchos son los túneles para un solo contacto esencial, y Girri
está horadando el suyo por el lado más rebelde de la montaña; cabe preguntarse
ante
la belleza sobrecogedora de muchos poemas de Coronación de la Espera— si la em
presa total de la poesía no está condicionada por la forma de descenso; si, en esta
realidad de suspensas certidumbres, el camino de piedra es el que lleva más abajo
o más arriba, como en las montañas místicas de las iluminaciones medievales.
Una lectura insistente vencerá el pudor que hace a Alberto Girri avaro de efu
siones y siempro pronto al perfil o la mano cerrada. Quisiera tener espacio para aludir
desde la suya a una poesía gnómica, una poesía que se propone siempre como ansiedad de
fijación óntica — términos ambos que reclamo libres de literatura— , y que surge tan
cerca ya de la meta propuesta que Girri no puede sino formularla con un verbo
esencial, etimológico casi, que sólo nuestro vicio metafórico ha de considerar oscuro.
Probaría allí que la aseveración continua de los poemas de Playa Sola y Corona
ción de la Espera, la presencia inusitada del juicio en un momento en que se pre
fiere la enumeración sin otro compromiso que el estético, encubre y manifiesta el
acceso a un conocimiento apenas entrevisto y cuyas etapas de autorrevelaeión cons
tituyen la labor presente del poeta; encubriéndolo, en cuanto el juicio como tal no
tiene validez poética alguna, lo que desconcertará a quienes todavía buscan “ verdades”
en los versos; y manifestándolo como presencia analógica de un rico, incesante fluir de
intuiciones que el atento abandonarse a los poemas irá cediendo lentamente, como
si viéramos a Girri abrir poco a poco el puño, girar al fin la cabeza para dejarse
mirar.
En Sazones de Pereza, un poema revelador en muchos sentidos, Girri aseguró que
el orden, orden de lo que sea
¡a y !, me está vedada.
Tal vez por eso, Coronación de la Espera renuncia a toda ordenación, salta temática
y verbalmente con bruscas embestidas y repliegues, presumiendo una cárcel en la mera
sombra del árbol en el suelo. Pero tras de la resistencia al orden que persiste en el
poeta, la poesía de Alberto Girri parece estar urdiendo despaciosa la ordenación de
un mundo lleno de sobresaltadas hermosuras, acercando su presencia a un sistema de
la realidad donde se continúe siendo libre y creciendo en ser.
No te rindas a las sombras,
Que sean otros los que mueran y perezcan,
es casi órficamente el resumen de un mensaje que habrá de ser oído porque el tiempo
requiere a este poeta a veces cruel y siempre duro, a este poeta necesario.
Julio Cortázar.
KIERKEGAARD Y LA FILOSOFIA EXISTENCIAL,
por León Chestov. Traducción de José
Ferrater Mora. Editorial Sudamericana,
Buenos Aires. 332 págs. a la rústica.
$ 7.50 m/arg.
Para quien avance en este libro aferrándose
obstinado al esquema que el promedio de la
cultura occidental propone y cimenta como
explicación de la realidad y del puesto que
el hombro ocupa en ella, la lectura del es
tudio de Chestov tendrá esa consistencia in
decible de las pesadillas en las qne toda
relación, toda jerarquía, todo canon acepta
do en la vigilia, se deshacen o alteran mons
truosamente (y sin embargo nada es mons
truoso en una pesadilla, la calificación la
ponemos al despertar). De modo que será
inútil defender una actitud de vigilia —pro
longo la comparación— si se quiere asumir,
aún cuando sólo desde lejos y precariamente,
el salto teológico de Soren Kierkegaard. Apli
cado a mostramos los avances, las irrupcio
nes y los aterrados retrocesos de esa intui
ción rebelde a toda categoría, a toda razón
especulativa, León Chestov proporciona a
nuestra urgencia de aprehensión existencial
un itinerario paciente y reiterado por el ca
mino solitario del danés quo “ clamaba y cla
mará en el desierto” .' Sólo la vanidad o la
cobardía pueden negar que la voz de Kier
kegaard está sola porque casi nadie es capaz
de creer en ella y con ella. Nos ata la adhe
sión milenaria a lo mediterráneo, a los pres
tigios de una filosofía, un conocimiento orde
nado por esas virtudes que alcanzan su filó
sofo en Aristóteles y su poeta en Valéry.
Nadie oye sin horror a Kierkegaard procla
mando el pecado del conocimiento, la mentira
de la razón; nadie aceptará sin desmayo que
la nada nos agobie precisamente porque he
mos elegido el árbol de la ciencia, y porque
la libertad ha muerto con el amanecer de la
razón.
A nuestra necesidad do lucidez, Kierke
gaard responde con el grito irracional de la
fe. con la demanda de la suspensión de todo
orden. El creo porque es absurdo se levanta en
tre clamores (con Job, que exige la repe
tición y la restitución de lo perdido; con
Abraham que alza el cuchillo sobre Isaac,
porque la ética — otra máscara de la nada—
está abolida en él y por él). Y a las es
tructuras que la razón defiende y la filosofía
jerarquiza, se contesta con las deducciones
de la pasión, “ las únicas seguras, las únicas
convincentes” .
Que esta imperfecta y vana caracteriza
ción del pensamiento ( ? ) de Kierkegaard no
lleve a suponerlo conectado con la mística;
Chestov, siempre alerta para recortar a sn
“ caballero de la fe” de todo malentendido,
ilustra su encono contra el místico, que so
refugia siempre en un conocimiento, por inefa
ble quo sea, y está por ello tan en error como
el filósofo, desde que todo conocer es caer. . .
Huelga aquí el elogio de la tenaz, ahincada
labor de León Chestov frente a esa nube
cambiante, esa sombra que se agita en todas
direcciones, ese razonar incesante contra la
razón. El problema para el lector de Kier
kegaard es y será siempre abrirse paso en
su ramaje dialéctico para intuir la intuición
que esconde. Bien se mide allí la agonía de
ese hombre tratando de precisar iluminacio
nes que su propio espanto rechazaba. Ches
tov libra a su lado la batalla, y nos entrega
de la realidad kierkegaardiana una visión
donde
lo anecdótico ha sido aplazado y lo
esencial puesto en primer plano; el que ten
ga su valor, que allí se adentre. — J. C.
ucranios , por Nicolás Gogol.
Traducción de León Mirlas. EspasaCalpe Argentina, S. A., Buenos Aires.
176 págs. a la rústica. $ 2.25 m/arg.
Cuentos
En su biografía de Alejandro Pushkin,
Henrí Troyat describe la fascinada atención
y el silencioso fervor con que el joven Nicolás
Gogol — feo, magro, tímido— se acercaba al
poeta de Borls Godunov para beber sus en
señanzas en una silenciosa actitud discipular.
Pero la bala de Jorge d’Anthés aguardaba
ya a Pushkin, y habría de ser Gogol quien
alzara de entre la nieve y la sangré del duelo
trágico su imperiosa consigna de seguir ade
lante. Pushkin le legaba una magnífica y ar
dua herencia: su creación de la lengua lite
raria nacional. Dado a lo narrativo. Gogol
habría de perfeccionar una técnica que, ex
presándolo con infinita sutileza, lles’ó a con
vertirlo en el padre de la novela rusa moderna.
Estos cuentos ucranios, de los cuales el
más célebre es La. feria de Sorochin. re
presentan la alianza no siempre cumplida
del realismo clásico y el romanticismo hiper
bólico que el genio eslavo había producido
en Pushkin. Gogol parece ir a las leyendas
oue motivan los cuentos con un marcado de
leite romántico al modo alemán, pero su tra
tamiento no cede a los prestigios de magia y
ensueño de los temas, busca reducirlos a un
relato donde el equilibrio entre la luz y las
brumas deje al lector la impresión profunda
del claroscuro. Así La noche de mayo, o la
ahogada, muestra la alternación del uintoresouismo bullicioso y socarrón de la fiesta
popular rusa, con el misterio de lo sobre
natural que corre por las baladas d*1 Lenau,
Ubland. y los relatos de Charles Nodier.
Terrible venganza es quizá el cuento más
desigual e inalcanzable de esta serie, ñero la
grandeza del talento de Gogol. su adhesión
a los balbuceos del alma pormiar, su sentido
del color narrativo oue hace inmortal a Tarás
Bulba, convierten el relato en espejo donde
se resume el eco de los demás, la multitud
de los héroes anónimos con sus batallas v
sus travesuras, la luz de ese pueblo donde
cada upo lleva un mundo en sí mismo —para
decirlo con Rainer María Rilke. — J. C.
dfl paraíso , por Vicente Aleixandre. Edil oriol Losada, é». A . Buenos
Aires. 192 págs. a la rústien. $ 6 m/arg:
S ombra
De vuelta está Aleixandre, de vuelta con
poemas que inclinan aquella primera balanza
— “ La Destrucción o el Amor”— hacia el
puro adorar fluyente y fresco. Aleixandre,
i y los poemas de antes. Noche sinfónica. Ma
ñana no viviré. Tristeza o pájaro, Soy el
destino? Aleixandre, ¿ v la violencia surrealis
ta ? Nada, la balanza se ha inclinado, y a la
enumeración de las ruinas sucede el salto
cenital. De su anterior, inolvidable libro, per
duran los poemas de la angustia y el com
bate; éste de ahora tendrá para el recuerdo
la imagen de la mujer amada ardiendo blan
damente en la arena del sol.
Hace años, Pedro Salinas mostró en un
fino estudio el romanticismo perceptible en
Aleixandre, su aptitud lírica para la geo
grafía poética, el paisaje, la enumeración
siempre inédita. Si esa clara inclinación a la
delicia se cortaba furiosamente a cada verso,
si a la maravilla de Triunfo del amor sucedía
una mano del tamaño del c ñ o
un continente donde circulan venas,
donde aún quedaron, huellas de 'unos
(dientes,
la necesidad imperiosa de elogiar excedía ya
en Aleixandre los números de la ira o ue
la angustia. Ahora las puertas del paraíso
están abiertas, y su poesía parece inclinarse
en la actitud agradecida luego de tan dulce
recompensa:
Oh río que como luz hoy veo,
que como brazo hoy veo de amor que a
(mí me llama!
Su obra busca así “ encerrar en sus pá
ginas un destello de sol” , y tal vez por eso
se inicia aconsejando al lector lo que el poeta
de Les Nourritures Terrestres aconsejaba a
Nathanael: tirar el libro, irse a mirar la ln*
cara a cara. Consejo falaz, que brinda el de
leite do no seguirlo, de mirar la mejor lur
en muchas de sus páginas.
Pero, y ésto es un precio a pagar en la
poesía, la gracia acrecida y exaltada de Som
bra del Paraíso se alcanza con la perceptible
pérdida do la hondura nocturna que había
en Vicente Aleixandre solo frente a un amor
atormentado, a una precaria posesión. No sé
que en este volumen haya un poema compara-
( Continúa en la página 1$)
�cabalgata
ble al mundo infinito de El Escarabajo. Hn.v
en cambio un perceptible, aljro insólito soplo
una permanente maestría eloeutira. y el resumen gozoso de un edén de poem que él y nosotros contemplamos
SOBRE EL CANDENTE PROBLEMA
eernudiano,
DE LA IN D U S T R IA E D IT O R IA L
HABLA
como se contempla la tarde que colmada-
(mente termina.
JOAN
MERLI
Los papeles de A spekn , por Henry James.
Traducción de María Antonia Oyuela.
Emecé Editores, S. A.f Buenos Aires.
176 pú¿s. a la rústica. $ 3.75 m/arg.
En un breve ensayo sobre Henrv James,
relata un encuentro cn
j Boston con el novelista, y la agitación casi
' frené tica de éste ante las posibilidades de
I muerte, mutilación o aplastamiento que podía
¡ correr su visitante en el acto de ascender al
j ¿mnibus de vuelta. “ Le aseguré que estaba
perfectamente habituado a subir ni ómnibus”
cuenta Somerset Maugham, “ a lo que me re
plicó que no era ése el caso tratándose d.un ómnibus americano; a éstos los distinguía
un salvajismo, una inhumanidad, una violen
cia que excedía lo concebible. Me sentí tan
’ contagiado por su ansiedad, que cuando el
coche se detuvo y salté a él, tuve casi la
¡ sensación de que había escapado milagrosa, mente de una horrible m u e rte...”
Si la anécdota muestra a un James tenso
| y azorado ante una situación cotidiana como
| la, narrada, vale simbólicamente para record »r
hasta qué punto la tensión interna de su
| labor creadora se propaga y contagia del mis
mo modo ni lector menos dispuesto, le trans
fiere con implacable insistencia las valoracio
nes especialísimas del narrador, la presencia
en primer plano do elementos en apariencia
menores, la esfumadura de las lineas capita
les, la creación o descubrimiento de cierta
realidad donde las cosas y las instancias
echan a valer de nuevo, de otra manera,
siempre con una calidad propia y escondida
que la mayéutica de James busca y expon»*.
i Si Los papeles de Aspera carecen de la
corrosiva desintegración de lo real — palabra
más que nunca provisoria— que hace de
Tho Tura of the Screw una experiencia poro
igualada en la literatura, su acción discurre
en cambio paralela al perfil de ciertos hechos,
ciertas cosas y actitudes que están ya corroí
das y desintegradas, sin necesidad de que el
novelista vaya más allá de la contemplación
y la crónica. En una Venecia con color de
pergamino y olores marchitos, la triste y trá
gica persecución de las cartas de amor del
poeta Aspera será, alegóricamente, la triste
y trágica obstinación en un ideal que sucum• bió con un momento de cultura, con un ago
tado estilo de vida cuya última llama fué el
talento y la obra de Ilenry James,
í Por eso Tina, la indefensa, conmovedora
heroína casi burlesca a fuerza de ternura mal
«locada y ansiedad anacrónica, aparece en el
relato con los atributos más sutiles de su
creador: ella es Henry James como Madame
Bovary fué Flaubert. En el ensayo antes ci
tado. Somerset Maugham sentencia que James
“no llegó a ser un gran escritor porque su
experiencia era inadecuada y sus simpatías
imperfectas” . Así, exactamente así, es Tina cn
sn profunda casa de Venecia; de esas sim
patías y experiencias incompletas nace siem
pre lo mejor de la literatura — que es an
siedad infinita por completarlas y volverlas
perfectas. — J. C.
Somerset Maugham
Miguel de M an a r a , Misterio en seis cua[ dros, por O. \Y. de Lubicz Milosz. Tra
ducción de Lisandro Z. T). Galtier.'Pró
logo de Ramón Gómez de la Serna.
Ilustraciones de Raúl Veroni. Emecé
[ Editores, S. A ., Buenos Aires. 118 págs.
[ encuadernado. $ 9 m/arg. .
Justo es iniciar esta reseña de tina obra
de Mijosz con el elogio de Lisandro Z. D.
Galtier, que desde hace años cumple entre
nosotros la tarea generosa de acercarnos a un
gran poeta, acaso el último de los poetas ro
mánticos. Milosz, sensitivo y misterioso, no
quedará entre los hombres por sus estudios
de lingüística ni sus revelaciones teosóficas;
un puñado de poemas lo sostiene fuera del
tiempo, un poco como él cuando vivía, en
incesante exilio físico y espiritual, poeta d.^
paso en un existir precario, de una intensidad
‘interior que toda su obra testimonia.
Armand Godoy ha señalado las circunstan
cias quo llevaron a Milosz a recoger la his
toria de don Miguel de Mañara, ese “ Don
Juan posible” como le llama Ramón Gómez
de la Serna. Ahincando en el proceso moral
de Mañara su propia concepción del Amor.
)í|b»sz entrevio que ‘ ‘el donjuanismo ideal
tí un modo erróneo y frenético de satisfacer
«na necesidad primordial de Ser” . Así el se
ductor busca de mujer en mujer el huvente
tantasma, “ el amor inmenso, tenebroso y dul
ce". En su sombrío pero encendido desarrollo,
íl “misterio” va siguiendo los momentos crí
ticos de la vida de Miguel de Mañara, al
«nodo que los pintores primitivos desarrollan
l»s vidas de santos. Las imágenes se fijan cn
oda cuadro con una tan clara belleza, que
el lector deberá hacer un esfuerzo para arran
carse de una situación e ingresar en la si
miente. Al magnífico proemio blasfematorio
-con el monólogo de don Miguel donde alien
ta ya el entero desarrollo de su destino— ,
•cguirán las imágenes de la pasión de Masu renuncia y su ingreso a la vida mottí*tica. donde el prior habrá de decirle:
“Aquí, la vida es algo más que una sonrisa
mtre afeites o una lágrima de mujer, caída so
be el vidrio, aquí las piedras están llenas de
una paciencia que espera y de una espera que
•wucha." Tumultuoso y ardiente, el quinto cua
dro tiene más que los otros el tono medieval
me Milosz debió buscar al margen del tiemhistórico, para concluir en la paz del
berto monacal, donde la muerte viene a don
Miguel con la voz del corazón de la Tierra,
la paz para su cansado caminar.
Este >oema, que precede en Milosz al salto
¡mtafísioo de donde nacerían el Cantique de
ta Connaissanco y La Confession de Lemuel,
n°s llega en una edición digna de su texto,
’ m una versión de Galtier que revela, como
m todas las ya conocidas, su filial adhesión
4 D&a poesía que sólo por convivencia alcanza
4 d&rse y a florecer. — J. C.
^
esia
brasileña
contem poránea ,
por
bastón Figueira. Instituto de Culturo
r y Aguayo - Brasileño. Montevideo. 144
Paginas.
Del infatigable escritor uruguayo gustamos
*a cuidada entrega de los poetas brasileContemporáneos (1920-1946) efectuada con
fíente sentido de su ubicación y merced
una paciente tarea de traducción. Ya en
ES®tas de América habíamos leído a los poeque Pigueira acercaba en su plan de sana
Jiii *ac'<)n’ y 9ue “ hora en forma amplia y
Klf*2n‘ na,l » amplifican el eco del presente
•ile^* rl*
Va*orMC*” n de la poesía brai ®4 contemporánea ubica sobriamente el
i 4» l<*°
una Puesta que se desplaza dentro
cía Qn cl4n»a que juzga excelente para la crea¡ ^ n' . 4 opulencia del folklore, el sentido de
ión, el nativismo. la inconfundible
U^DaÜzacion de la brasilidad. el americaIflq P» 1® universalidad, y el movimiento mod«l pv*’ *’ &uran en el análisis introductivo
.. r° y 8011 utilizados como fundamentos
B L .** construcción que ofrece el panorama
r,r° '• la poesía
La poesía contemporánea del Brasil, ya
( Continúa en la página 14)
•
9
•
Sus iniciativas.
Sus proyectos.
A cerca clel libro extranjero.
ITN'A vigorosa tela de Juan del Prete,
i -1 innumerables volúmenes eir francés,
italiano, inglés y alemán, sobre temas es
téticos, reproducciones de telas o grabados
ya famosos, conforman el marco donde
Merli rinde a la cultura artística del país
de América, su diario grano de arena
Interrumpiendo su labor de Director Ge
rente de la Editorial Poseidon, nos res
ponde rápidamente al ineludible interro
gatorio periodístico sobre la industria edi
torial,
¿Qué puede decirnos acerca de la ac
tual situación?
fot-muía una pregunta aparente
mente fácil de contestar, pero en reali
dad muv compleja. En primer lugar, ¿qué
se entiende por “ actual situación” cuan
do nos referimos a la crisis que viene
sufriendo la industria argentina del li
bro? Esa situación comprende: A. La ma
yoría de países de Sudamérica, clientes
del libro de producción argentina, carecen
de divisas para pagar nuestras cuentas,
bablo eu términos generales. Algunos han
establecido cuotas restrictivas de impor
tación, y solicitud de permisos previos de
importación que en la mayoría de casos
no son concedidos. En síntesis, han adop
tado fórmulas desde restrictivas hasta
prohibitivas, pasando por otros varios pe
ríodos conducentes todos a originar pro
blemas. México acaba de imponer dere
chos aduaneros a la entrada de libros.
Iodo el mundo habla de franquicias, de
abolición de fronteras para el libro, ve
hículo de cultura y de amistad, ¿no? La
i éplica a estos unánimes deseos son aduaEL SEUUO SUICIDIO
UE BAUDELAIHE...
( Viene de la página 2)
que en dicha misiva Eaudelaire anunciar
ba a su notario que iba a suicidarse. Ha
ce algunos meses se supo que el libro de
Sartre, “ Ecrits intimes de Baud elaire’ ’ ,
había sido recogido por la policía y pro
hibido por el juzgado. La acción se había
llevado a cabo a consecuencia de una que
rella presentada por un Sr. Ancelle, que
afirma que le habían “ robado” la carta.
Y el Sr. Ancelle pide trescientos mil fran
cos de daños e intereses al editor ( “ Editions du Poiut du Jour” ).
Ancelle. nieto del notario de Baudelaire, mostró cierto dia la carta fatal a uno
de sus amigos, el escritor Ives Le Dantec,
baudeleriano apasionado. Le Dantec con
siguió quo la prestaran la carta, se la
llevó a Paulhan, que la transmitió a Sar
tre. Esto la publicó eu su libro.
— Nunca he autorizado a Sartre a pu
blicar esta carta, — alega el Sr. Ancelle.
Es el propio derecho de propiedad lo que
está eu litigio.
Al hablar el Sr. Ancelle de propiedad
jurídica, la ‘ literatura” replica:
— Hay en la obra de todo genio crea
dor una parte que no puede ser objeto
de la propiedad jurídica. . . La corres
pondencia de Baudelaire forma parte in
tegrante de su obra, y a este título la
“ carta del suicidio” no le pertenece a us
ted, Sr. Ancelle. Pertenece a la litera
tura. Usted no tiene derecho a frustrar
esta obra maestra.
Lo que hay todavía de más divertido
en el “ affaire” Ancelle es que el “ sui
cidio de Baudelaire” parece ,que fué en su
época una alegre farsa. Se hace obser
var, en efecto, que las cartas que Bau
delaire escribió en la misma época reve
lan un gran optimismo. Se trata de fran
cachelas y no de funestos deseos. Para
desentenderse de una favorita demasiado
impertinente, el poeta tuvo necesidad de
hacer creer en el suicidio durante cerca
de una semana. . . Ka pasado un siglo y
todavía se cree en ello, lo que debe asom
brar en su tumba a Baudelaire, que es
cribió en dicha famosa carta:
— “ Me mato porque sé que soy inmor
tal” .
El otro acontecimiento literario en que
so pone de manifiesto un litigio análo
go, es la publicacién de la corresponden
cia amorosa de Apollinaire. Son unas se
tenta cartas-poemas guardadas hasta aho
ra secretas por su destinataria, la con
desa Louise de Coligny.
Sumas importantes le ofrecieron a la
Sra. condesa Louise de Coligny, más co
nocida entre los íntimos de Apollinaire ba
jo el diminutivo de Lou. Pero hasta este
año, la condesa, que tiene actualmente
sesenta años y que todavía so pasea por
las playas de moda vestida de manera muy
deportiva, cerró la puerta a todos los
solicitantes.
El editor a quien la condesa acaba de
conceder ahora el derecho de imprimirlas,
es un suizo amigo suyo. Todo se expli
ca: los excesos líricos han sido púdica
mente substituidos por puntos suspensi
vos. Lo que ha desencadenado el furor de
los cenáculos de París.
La cuestión de la propiedad artística
se había planteado ya hace mucho tiem
po a propósito de esta poesía clandestina.
Un joven, que pasaba la noche en casa
de la condesa, se levantó cuando la casa
estaba a oscuras, fué al “ secretaire” que
contenía las cartas y copió hasta ¡a ma
drugada los setenta poemas.
Este joven audaz fracasó en su deseo
de hacer fortuna. La señora viuda de
Apollinaire. heredera de su marido, auto
rizó la publicación de las cartas. Pero
la condesa hizo que todo fracasase. Hizo
valer ei derecho de propiedad y el mundo
esta vez no logró saber nada de los
gritos de amor que Apollinaire habla lan
zado desde el fondo de las trincheras
en otoño de 10?4.
u
Escritor, periodista y editor, Joan
Merli condiciona en su joven per
sonalidad los requisitos indispensa
bles para que una editorial marche
hacia el camino de los grandes éxi
tos.
Como un fehaciente testimonio de
esta verdad, la culta ciudad de Bue
nos Aires cuenta desd.e hace pocos
años con una empresa editora que
ha ganado millares de lectores para
los temas artísticos; nos referimos
a la Editorial Pooeidon, cuyo sellq.
ya es una garantía cultural y co
mercial.
Español de origen, autor de medula
res estudios sobre Picasso, cuya re
edición ampliada está próxima a apa
recer. y sobre Juan del Prete. Joan
Merli —que fuera Secretario General
de la Junta de Exposiciones do Arte
de Cataluña- - posee, por encima de
estas cualidades, un fino espíritu de
artista.
na, cuota restrictiva, permiso previo, falta
de divisas. B. La industria argentina del
libro en la actualidad carece de morcados.
El país, la Argentina, consume un por
centaje insignificante de la producción.
Hay quo crear un consumo interno, pero
para esto es necesario que antes se abran
librerías en el interior y que contemos
con un ejército de vendedores de libros.
Besumon: carecemos de consumo exterior
y no existe, casi, consumo interior. C. La
producción, la distribución, la venta, etc.
ha de sistematizarse, complejo problema
éste.
¿Qué opina usted que debería ha
cerse?
— En primer lugar publicar menos, mu
chísimo menos, ¿entiende?, porque uno
de los males que sufrimos es también el
de saturación. En segundo lugar, es ne
cesario seleccionar. Seleccionar o perecer.
Es un error creer que todo libro impreso
se vende. Sólo se venden, y a veces in
justamente menos de lo que merecen, los
buenos libros, los libros que son un real
aporte, los libros literarios, técnicos o
científicos que el lector y el estudioso
necesitan. El editor ha de satisfacer la
necesidad de capacitación o de deleite
del público, con espíritu selectivo y ele
vado; el editor no es, no ha de ser,
un mero fabricante de entregas de papel
impreso.
— ¿ Y la competencia del libro extran
jero?
El libro extranjero no es la causa
de nuestra actual situación. Naturalmen
te que los libros franceses e italiarros
constituyen en estos momentos una ten
tadora novedad. El libro español es un
contrincante de consideración, pero no
lo podemos culpar de que un libro salido
de Buenos Aires tarde a llegar a México
dos meses más que el libro embarcado en
Barcelona. La Argén-tina sufre un pro
blema de transporte que hace dos años
empezó a trastornar a nuestra industria:
este problema lo ha de resolver el Es
tado. Si España y la Argentina compran
derechos para todos los países de lengua
castellana, no existiría otra situación de
competencia que las que surjan de la
calidad tipográfica,' del cuidado de las
traducciones, de los precios de costo. ..
competencia perfectamente lícita.
— ¿El libro argentino es más económi
co que el libro español?
— Ligeramente. Corremos el riesgo de
que pronto quedemos en inferioridad. La
mano de obra argentina se eleva a la
par que se nos cierran los mercados con
sumidores. España, que ha sido desplaza
da por la Argentina en el mercado librero
de Sudamérica, está protegiendo a la ex
portación, al instante mismo eir que al
editor argentino so le están creando a
diario nuevas trabas y dificultades.
— ¿Se habla con insistencia de una pro
bable ayuda del Estade a la industria
del libro?
— En efecto, se viene gestionando una
colaboración económica. La última legis
latura ha votado una Ley, no de sub
sidio, no de protección, no de subvención,
como ha resuelto hacerlo el Gobierno es
pañol para reconquistar mercados para su
prestigio editorial, como lo ha hecho el
Gobierno francés entregando a sus edi
tores papel a bajo precio para vitalizar
su industria del lib r o .. . La ley argentina
autoriza al Banco Central a prestar di
nero a los editores, con pago de intereses
y obligación do devolverlo. . . No tengo
noticia do que esté en ejecución esa ley
que mereció unánime aplauso, con la cual
y gracias a la comprensión de un agudo
problema por parte de los legisladores de
ambas cámaras y la del Poder Ejecutivo,
puede aliviarse una situación que pronto
ha de afectar a los obreros gráficos.
— ¿Qué opina usted de la ayuda del
Estado a la economía privada?
— Esta es la pregunta más difícil que
usted me ha hecho. C.eo que la mayoría
de los ciudadanos que trabajan, especial
mente los creadores, no esperan nada de
de la ayuda estatal. Pero, entiendo, el
Estado tiene el deber de acudir en ayuda,
apoyo o auxilio, de quien lo necesita. El
listado no debe dejar perecer una in
dustria, un bien común, que honra al
país y que lo acredita en el extranjero.
En los airaqueles y vidrieras de las libre
rías de Sudamérica el nombre de Buenos
Aires y Argentina está permanentemente
expuesto al público, a un público que ad
quiere y lleva a su casa como elemento
de trabajo, de estudio o de placer esa
bandera intelectual argentina. Esto, que
a usted como buen ciudadano argentino
le emocionaría, está a punto de sucumbir
bajo el peso de ingentes dificultades.
— ¿Para incrementar la venta cn el
interior del país propondría algún medio?
— Ningún pueblo, rri aun el inás ale
jado y pequeño del país, debe carecer de
Ricardo Rojas: A RCH IPIÉLAG O
(T IE R R A DEL FUEGO)
Con este volumen se inicia la publicación sistemática de las Obras Completas
de Ricardo Rojas, según ordenación del propio autor.
En Archipiélago, cuya primera edición estaba agotada hace tiempo, el autor
destruye la ‘ leyenda negra” de Tierra del Fuego..................................... $ 9.—
León Felipe: A N T O L O G ÍA R O T A
Los mejores poemas, las páginas más vibrantes y expresivas de este lírico
cuya voz resuena con acento patético y vindicativo. Epílogo por Guillermo
de Torre. Ilustraciones de doce artistas españoles y americanos. Un volumen
$ 12.—
de la Colección Mirto, encuadernado en tela blanca .......................
Arturo Capdevila: A D V EN IM IEN TO
“ Todo en la novela interesa, sugiere, deleita. Las descripciones sobrias y de
rara plasticidad, la estilización de un folklore sabroso, los retratos físicos y psico
lógicos, las inquisiciones filosóficas, la acción viva y sabiamente r e c o r t a d a ....”
De La Prensa, 21 de diciembre de 1947...................................................... $ 7.—
Helene Deustch: PSICOLOGÍA DE LA MUJER
El primer estudio profundo de psicología de la prepubertad y de la psicología
femenina en general, hecho por una gran especialista, sobre bases psicoanalíticas.
Un volumen encuadernado en tela ..............................................................
$ 22.—
Ernesto L. Castro: DESDE EL FONDO
DE LA T IE R R A
Vivo todavía el éxito logrado por su anterior novela “ Los Isleros” , actualmente
en filmación, Ernesto L. Castro nos da una nueva ficción de escenarios y de
personajes netamente argentinos.........................................................................
$ 8.—
Arturo Uslar Pietri: EL C AM IN O DE EL D O R A D O
Centrada en torno a la figura tremenda y legendaria del tirano Lope de Aguirre,
este libro mezcla lo novelesco y lo histórico constituyendo un deslumbrante
cuadro de la conquista americana..................................................................... $ 8.—
Vicente Aleixandre: SOMBRA DEL PARAÍSO
Un libro ya famoso merced a su primera edición española, rápidamente agotada,
que consagra a un poeta de extraordinaria novedad y perfección........... $ 6.—
Jules Romains: LOS HOMBRES
DE BUENA V O L U N T A D
Tomo VIII. PROVINCIA .............................................................................
% 7.—
Tomo
IX. MAREA DE PELIGROS ..........................................................
$ 8.—
En estos dos nuevos volúmenes de la gran novela cíclica de Jules Romains, el
lector restablecerá su contacto con personajes y medios ya conocidos en los
anteriores tomos, entrando en relación asimismo con otros nuevos no menos
interesantes
EDITOIIIAL LOSADAsa.
BUENOS AIRES
Montevideo_____________ Lima
Santiago de Chile
un negocio, modesto o grande, que tenga
en existencia lo esencial de la producción
argentina. Y o sugerí en una ocasión un
bibliobús, con vivienda acoplada, que re
correría todo el país, que celebraría ferias
relámpagos y establecería pequeños de
pósitos, representaciones, conexiones per
manentes. . . En los hoteles, balnearios,
cuarteles, grandes fábricas, estaciones,
confiterías, deben ponerse puestos de
venta de libros. En los Estados Unidos,
usted puede comprar un libro en la fa r
macia, en el bazar, en la ferretería, en
todas partes y en todo el país. Esto habla
de un grado de cultura.
— ¿Qué prepara su editorial para la
temporada que empieza ?
— Tenemos en prensa la Historia del
arte contemporáneo (ó tom os), dirigida
por Kené Huyghe, en colaboración con
destacados críticos de fama mundial, con
un capítulo final de arte americano que
ha escrito Julio E. Payró. Además, E sté
tica de las proporciones en la naturaleza
y en las artes, de Matila C. Ghyka, del
cual también editaremos, en dos tomos,
El número de oro.
— ¿Otras novedades dé interés?
— De Eugéne Chevreul ofreceremos Ley
del contraste simultáneo de los colores;
de A. Philip Me Mahon Arte de gozar
riel arte, y de Lionello Venturi Historia
de la crítica de arte.
EXPRESIONES DE
TRISTAN BERNARD
De Tristón Bernard, cuyo fallecimienfo ha ocurrido hace ])oco,
damos a continuación una breve
muestra de su agudo humor.
• Un actor casado, muy conocido co
mo cornudo, hablaba entusiasmado del
niño que había tenido su mujer.
— Dice ya papá — agregó el actor.
— Es joven y no sabe lo que se dice
— comentó Tristón.
• De una actriz que se vanagloriaba
de hacer “ hablar las tablas” , dijo
Tristón:
— Debiera hacer hablar su cam a; se
ria más interesante.
• En cierta ocasión se expresó en es
tos términos:
— ¿Sobre artistas nacionales?
— Prosiguiendo nuestra ya muy com
pleta Biblioteca Argentina de Arte ediIaremos, entre otras, las m onografías:
Baquel Forner, por C. Córdova Iturburu;
Demetrio Urruchua, por E. Brughetti, y
Victorica, por Julio Binaldini, además
de un libro de ensayos de Dardo Cúneo.
— ¿Qué tendremos en materia literaria?
— Proseguiremos ofreciendo novedades
en la colección “ La Carabela en el B ío ” ,
las primeras de las cuales serán La escue
la de las mujeres y Los monederos falsos,
de André Gide; A propósito de Dolores,
de H. G. W ells; Los últimos tiempos, de
Víctor Serge; y ahora agregue dos etc.,etc.
— ¿Alguna otra novedad?
— Iniciaremos una colección sobre urbairismo, con dos volúmenes: el primero
de ellos, debido a la pluma del arquitecto
francés Le Corbusier, con el título de
Cuando las catedrales eran blancas, y, el
otro 1.a ciudad, del cual es autor Eliel
Saarinen.
Mientras un cúmulo de originales, des
parramados sobre su mesa de trabajo,
esperan el visto bueno, Joan Merli — g lo
sador medular del arte moderno v reve
rente difusor editorial del arte de todos
los tiempos— sella con un cordial apretón
do manos el optimismo quo él anhela y
desea para el próximo año editorial.
O. II.
— No estoy conforme conque se im
pongan multas tan fuertes a los tra
ficantes del mercado negro. Me he
dado cuenta de que cada vez quo im
ponen una multa a mi sastre, éste au
menta el precio de los trajes.
• So le reprochaba que fumara tan
tos pitillos.
— Es verdad; pero los cigarros son
muy caros.
• A propósito de los demagogos ex
clamaba:
— Pobre pueblo; sin sus amigos hace
tiempo que sería ya feliz.
• Fiándose sólo de su desinterés apa
rente, malas lenguas comenzaron a ha
blar de la pereza de Tristón Bernard.
E irónicamente, éste respondió:
— ¿Qué es un perezoso? Un hombre
que no da muestras de trabajar.
�cabalgata
14
MI RADOR
• “ Esta generación perdida” , difundida
novela del escritor argentino Max Dickman, ha sido traducida y publicada cn
portugués y considerada el mejor libro del
mes por el Club del Libro del Brasil. La
misma obra ha sido publicada por una
prominente editora sueca y del propio
autor editará el Book Club checoslovaco
su novela anterior a la citada, “ Madre
América” .
• La SADE insta a sus asociados que
se nieguen a publicar critica literaria sin
firmar, en diarios y revistas. La Cámara
Argentina del Libro se ha dirigido en va
rias ocasiones a los principales rotativos
pidiendo que las notas sobre libros se pu
bliquen amparadas por una firma respon
sable. En el reciente Congreso de Editores
celebrado en nuestra capital, la Cámara
referida logró la aprobación de un acuerdo
informado con el mismo espíritu. Hasta
el momento poco o uada se ha logrado en
favor de tan plausible propósito. La nota
firmada cumple un fin de doble mérito:
jerarquiza el juicio que su autor expresa
y evita la banalidad y la dulzona bene
volencia que con frecuencia ampara a la
nota que ve la luz en forma anónima.
• La censura literaria fué tema del
Congreso de Editores, el cual se pronunció
a favor de la supresión, y es tema obli
gado en los países en que ese medio de
cercenamiento de la libertad de expresarse
por medio de la letra impresa se utiliza
discrecionalmente. El uso de la censura es
una manera más que se utiliza para pro
hibir y prohíben los que tienen el usu
fructo de la facultad de ejercer cualquier
prohibición. Esa facultad debería quitársele
a todo ser pensante, por lo que tiene de
enemiga del pensamiento, por lo que tiene
de humillante, por lo que tiene de castra
dora, por lo abusiva que es generalmente.
¿Cuál será el primer gobernante que pro
hibirá en su país, como ejemplo para los
demás, todo ejercicio de censura, procla
mando que el derecho de expresarse por
medio de la letra impresa es inalienable?
La patria de ese gobernante ganaría en
poder de creación y el propio gobernante
eludiría una grave preocupación; porque el
uso de la censura indudablemente acarrea
muchas preocupaciones a quien la ejerce.
• El cable ha transmitido, muy lacónica
mente, la noticia. Ha fallecido en Barce
lona, a los 65 años de edad, el escultor
catalán Enrique Casanovas. Su obra, poco
abundante, es prácticamente desconocida
en nuestro continente. No era ur» artista
esnect^cnlar. Su arte, muy contenido, arte
del mediterráneo, se afirma silenciosamen
te, a lo largo de una existencia a ratos
heroica, en obras que su cincel talló so
bre bloques de marmol. Casanovas traba
jaba directamente sobre la dura materia
y ésta se lo agradecía. Las cabezas de mu
jer, y los desnudos de muchachas, adqui
rían transparencias carnales de un difícil,
lírico realismo; los pómulos de esas cabe
zas sonríen, con sonrisa vital. Enrique Ca
sanovas. fué un gran artista. Su obra le
sobrevivirá.
• Se rumorea que la temporada artística
del presente año se inaugurará con menos
galerías que las que hubo hasta ahora.
Buenos Aires, gran capital, que ya inex
plicablemente carece de “ marchands” , no
responde a inquietud artística alguna. No
más que una sola de las galerías que fun
cionaron el último año se mantenga cerrada
esta temporada, y se hará un grave daño al
arte y a la cultura del país. Es hora de
que alguien se dé cuenta que los artistas
nacionales necesitan espacios donde poder
ofrecer al público su obra; que se ha de
recoger la inquietud de la hora artística
universal, trayendo la plástica de otros
países y enviando la nacional a los gran
des mercados del arte. Es lamentable ver
cómo muchos esfuerzos se malogran, cómo
muchas esperanzas se desvanecen... y
cómo esta gran capital desaprovecha la
oportunidad de figurar en el tablero de
los centros artísticamente neurálgicos.
• La censura literaria está muy activa.
¿Se está cumpliendo un acuerdo del Con
greso de editores de América latina, Es
paña y Portugal, celebrado en Bnenos
Aires el año pasado? No. En el referido
Gongreso, con el solo voto de España en
contra, se pronunció por la abolición de la
censura a la literatura. ¿Los acuerdos congresales no tienen entonces ningún valor?
No, no lo tienen. Se propugna la represión
do la piratería editorial, es decir, de las
ediciones que se hPc°r« robándoselas a los
autores o a los propietarios legítimos, y
los editores piratas multiplican su activi
dad. Se vota por la supresión de la censura
y entre nosotros se secuestra la luíosa edt.
ción de “Memorias de una doncella” , de
Mirbeau, y el meritorio e j e r z o de Rueda,
su edición del “ Ülises” , de James Joyce.
España censura un libro tras otro; se en
saña con la edición argentina. La noticia
más reciente es que han prohibido la venta
de “ Prisionera” , de Alian Seager, que aca
ba de ver la luz en francés; “ Psicogénesis
del Razonamiento matemático” , del profe
sor Francisco Vera; “ Solitario* del Arte” ,
de Hellmuth Bachmann y “ Memorias de
una doncella” . El inventarío llenaría co
lumnas y m*s columnas. ¿Censura moral,
censura política? Aquí, al parecer, priva
la trímera calificación; en España más que
política, diríamos que la censura es de
orden comercial, porque los libros que se
editan en la Argentina y que España pro
híbe, en su mayoría no tienen carácter po
lítico, y, cuando lo tienen, por lo general
no se ocupan del caso peninsular. Es cen
sura económica, en una palabra. Donde se
publica el “ Jéróme” . de Bedel. “ Las am
biciones defraudadas” , de Moraría, la “ ¡Re
beca!” , do Ramón Gómez de la Serna, se
debo poder leer “ Prisionera” o “ Ülises” .
Ninguno de estos libros es inmoral, ninguno
do ellos es demasiado fuerte; ¿por qué,
entonces, los quo se imprimen en España
so pueden leer allá y aquí, y los que
salen do prensas argentinas son puestos en
el Indice aquí y allá?
• De regreso de Francia, está entre nos
otros el escritor y poeta español Arturo
Serrano Plaja, colaborador de estas páginas.
• Acaba de llegar, con el propósito de
reintegrarse a la actividad editorial de
nuestro país, el artista pintor italiano
Attilio Rossi, vinculado con la Editorial
Losada y la Imprenta López. Rossi ha re
sidido dos años en su patria, estos dos
años últimos de recuperación difícil del
pueblo italiano, pintando al lado de su
gran amigo Cario Carrá.
• Ha fallecido en Suiza, don Gilberto
Knaak Peuser, causando su prematura des
aparición un general pesar. En el número
anterior dábamos cuenta del homenaje que
se le había rendido a su destacada figura,
vigorosamente joven, con motivo de haber
asumido la Presidencia de la gran empresa
impresora y editora Peuser. La industria
gráfica argentina ha perdido a una perso
nalidad de singular relieve.
• Gilíes de La Tourette, escritor francés
do arte, bien conocido aquí donde residió
un tiempo y pronunció ciclos de conferen
cias sobre la pintura contemporánea, ha
fallecido en París en el mes de noviembre.
EL TIEMPO Y SUS LIBROS
(Viene de la página 13)
refleje el colorido jugoso de su Naturaleza,
ya nos lleve a zonas de fino emotivismo, ya
evoque mitos y leyendas o avizore la lumi
nosidad de un porvenir mejor, se caracteriza
por su acento humano, observa el autor, que
agrega: Es, en muchos casos, una poesía de
carácter nacionalista. Pero ese nacionalismo
no se encierra en fronteras sino que busca
sendas de fraternidad continental y universal.
Cincuanta y tres poetas forman la antolo
gía, reunidos a través de poemas traducidos
con serena preocupación. La obra de cada
uno de ellos está señalada en una reseña ini
cial, así también como el sentido de su poesía.
Surgen así las voces do M. Bandeira y Ma
rio de Andrade reaccionando contra la lírica
imperante en su tiempo; el intenso sabor de
Jorge de Lima; O. de Andrade: la amplia
voz de F. d’Oliveira; la expresión sutil de
C. Drummond de Andrade; el personal Murilo
Mendez; el poderoso acento de Angusto F.
Schmidt a quien conocimos especialmente por
sus poemas aparecidos en revistas de poesía
argentinas; Cecilia Meireles de quien el mis
mo Figueira brindara una antología (otoño
de 1947); el lirismo de Ribeiro Couto; G.
de Almeida; Mario Quitana; G. Machado; A.
Nerv; R. Bopp; Murillo Araujo; el denso Vinicius de Moraes; el moderno R. Mora; J.
C. de Meló Neto; el joven Ledo Ivo; R. Camargo Guarnieri; H. Nicolussi; y muchos
otros.
Con la presente antología propende el autor
a un conocimiento inteligente de la poesía
brasileña actual, pues partiendo de poetas
quo han realizado una obra considerable, llega
hasta las voces que perfilan una intención
definida aportando nuevas savias al movi
miento. En este sentido el libro que nos ocupa
puedo señalarse como uno de los más felices
que han aparecido entre los lectores de habla
castellana.
Osvaldo Svanascini.
de l a filosofía , por Emilio
Gouiran. Editorial Centurión, Buenos
Aires, 728 páginas, encuadernado en
tela. $ 50 m/arg.
H istoria
En un tomo denso analiza E. Gouiran, a
través de los pensadores de occidente y de
sus escuelas, la trayectoria fundamental de la
filosofía. Planteado con claridad, el libro se
para los filósofos para tratarlos objetivamen
te, amplificando de esa manera la consistencia
panorámica del tema pues les infunde una
práctica solución ubicativa. No hay Humani
dades sin cultura, — observa en la introduc
ción— pero puede haber culturas sin humamanidades. Solamente la Metafísica será capaz
de elevar las culturas hasta las Humanidades.
Y más adelante: Una vez más alcanzamos
esa exigencia clara que define a las Huma
nidades: lo humano y lo divino mezclados en
una trama Indescifrable. Penetra l” e~o en la
filosofía clásica griega desde Tales hasta
Aristóteles con un desembocar en las ciencias
prácticas y teoréticas. Después el sentido de
la filosofía helenística y romana con estudios
sobre Plotino, el estoicismo, Santo Tomás, Bacón, y otros. De la Filosofía moderna incide
el autor en los que dieron a las escuelas una
independencia de pensamiento a la manera
de Descartes a quien estudia con especial sig
nificación, dando a la sabiduría cartesiana un
especial lugar dentro del desarrollo de la obra.
Continúa la exposición del pensamiento de
Spinoza, Locke, Leibniz, Berkeley, Vico. Hu
me, Rousseau, el amplio y severo estudio de
Kant, todo el idealismo alemán, Hegel, Schopenhauer y su problema de la muerte desem
bocando al final de la primera parte en la
filosofía contemporánea, que termina con su
estudio del discutido Heidegger.
Es más bien en la segunda parte en la que
el autor trasciende la función histórica para
establecer las relaciones analíticas y los fun
damentos básicos de las escuelas. Las posicio
nes del pensamiento con los problemas plan
teados por el dualismo, el idealismo, proble
mas de inducción, la actitud del entendimien
to racional, la concepción del ser, su multi
plicidad, la naturaleza de la encarnación, rea
lidad de la sustancia, etc., van amplificando
esta significativa valoración de modos del ra
zonamiento, antecedentes filosóficos y corres
pondencias entre la inteligencia y la lógica.
En la parte final del libro, Fracaso necesa
rio de la filosofía, el autor insiste en la pre
gunta de todos los tiempos y supera su tema
no sin detenerse en la teología. Es un libro
de gran utilidad, pues los problemas surgen
en limpia disposición y con amplio sentido
didáctico. Un apéndice final con el detalle
de las obras correspondientes a los principales
autores y bibliografía sobre los mismos, de
más de 150 páginas, completan esta cuidada
edición.
O S.
P o em as del origen , por Ernesto B. R o
dríguez. Ediciones Cosmorama, Buenos
A ires . 96 páginas.
En esta búsqueda decisiva por trascender
todo un interior poblado por indetenidas ma
reas poéticas, el libro que nos ocupa cumple
la tarea de intensificar el vínculo entre el
misterio de la poesía y su profunda perma
nencia. El poeta observa su meditada soledad,
pues de la pregunta primera, parte eu conti
nuo sumergimiento, y procede a tamizar con
sus dedos la sustancia que nutre su respuesta.
En su poesía existe el soplo de esta nueva
experiencia poética con acento propio, que se
desplaza aprisionada por aquella realidad de
su afirmación dentro de la magia de lo exis
tente en el mundo de la vivencia. Es el sen
tido do una continuidad corporizada rnetafísicamente y fija en la distancia del poema.
Así El Origen (primer poema), queda atra
vesado por un destino preocupado por la per
manencia de un enlace con el futuro: Porque
era Igual a la noche que viene de la muer;e.
Similar intención rodea a su poema IV : luego
el sutil encanto que nace en el recuerdo de
la cercanía, la frase que busca madurar el
sentido de una ausencia, en los poemas XII
y XIII, en donde se advierte un crecimiento
de la piel, siempre en pugna por diseñar los
años que fueron desplazando un dolor celoso
del tiempo.
En los poemas de Ernesto B. Rodríguez se
advierte un sumergimiento espacial, una fi
jación indeterminante, que se busca a si misma
para lograr finalmente una huida hacia la
reminiscencia. Pero esta reminiscencia goza
con su dolor sofocado, con su necesidad de
profundizar la facultad de la vida. Yo estoy
aquí como la sombra suelta del que suena:
encendido por la angustia de una solución
que le corre por las manos. Pero la fuerza
del equilibrio hace que su tensión se nutra
por símbolos temporales en los que se aúna
la intención del aliento poético y el sentido
del que madura pacientemente su vigilia.
Desprendidos de límites, dentro de una sa
piente sobriedad, los poemas mueven su infe
rencia mágica, preocupados por la transición
da un devenir urgente. Es la formulación de
un» distancia poética en la que se alza un
estmeio de medida unidad por el que navegan
imágenes de hermoso contenido: En t^r^o del
sueño está el Origen como un aire pensando.
Lento como fantasma entreteje en las almas
—las ficciones que borra despacio.
O. S.
P aisan o
Becco.
por Horacio Jorge
Editorial Sed, Buenos Aires.
en el tie m p o ,
Difícil oa el mundo dei poeta quo ama la
intensidad de su tierra con una nueva dimen-
SOBRE LUCIEN L E V Y - B R U H L
(V iene de la página 6)
o menos, en tal grupo o en tal individuo’ '.
(Ibid., pág. 130).
mundo y el otro no son para los primitivos
Para Ch. Blondel, ‘ ‘ la mentalidad que
más quo uno solo. (Ibid , pág. 11G).
llamamos ‘ ‘ primitiva” aunque sólo lo sea
La más importante de las interveirciones
relativamente, no se opone tanto como
fué, a nuestro juicio, la del conocido so
parece a nuestro pensamiento ‘ ‘ lóg ico”
ciólogo M. Mauss, quien señaló amable
o ‘ ‘ positivo” : encierra los elementos per
mente a Lévy-Bruhl que no debió ‘ ‘ dete
manentes y esenciales, aún aquellos que
nerse únicamente en la descripción de los
parecen desconocer el conocimiento exclu
mitos; hay quo buscar además cuáles son
sivamente nocional ’ ’ .
sus fundamentos sociales; no sólo la le
Lévy-Bruhl podría ser caracterizado co
yenda del alma, sino también la causa
mo un neopositivista, con marcadas inclido la leyenda.” Y al abordar el espinoso
iraciones sociológicas, las que evidencia al
problema del alma y el nombre, dice:
abordar tanto problemas filosóficos como
‘ ‘ Pretendemos encontrar el fundamento
gnoseológicos; se opone tenazmente a todo
real de ese mito de la identidad del alma
intento metafísico de fundamentar la mo
y del nombre de la o'ganización social.”
ral, y considera los hábitos mentales con
(Ibid., pág. 124). Lévy-Brulil reconoce la
dicionados históricamente (salva así las
legitimidad del reproche, y agrega citando
dificultades del relativismo). La moderna
oportunamente a Hume: ‘ ‘ mi sonda no es
tendencia que se orienta hacia la socio
lo suficientemente larga como para alcan
logía del conocimiento, rama novísima y
zar esas profundidades.” (Ibid., pág.
127).
prometedora, le debe inapreciables aportes.
Es uno de los pensadores que se opu
El historiador Raymond Lcnoir conside
sieron con fervor y conciencia a las co
ra que ‘ ‘ las dos orientaciones del espíritu
rrientes que sostienen el irracionalismo,
se dan al mismo tiempo en todas las
el intuitivismo, o el ingenuo realismo me
épocas, y se reparten el dominio del pen
tafísico. Ante el evidente fracaso de estas
samiento en proporción desigual según el
últimas, reivindicar su figura implica ya
momento de la historia. (Ibid., pág. 129).
una definición, y una vez salvadas ciertas
A lo quo responde Lévy-Bruhl: ‘ ‘ Es el
limitaciones, una posible y fecunda orien
conjunto de condiciones sociales lo que
tación.
_________
hace que ésta o aquélla predomine más
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GRAN PREMIO HE LA CAM ARA A R G . R EI IIR R O
PROPOSITOS
Y
CARACTERISTICAS
En su deseo de que las obras de escri
tores argentinos, principalmente noveles,
sean cada vez mejor conocidas y aprecia
das por el público y la crítica, la Cámara
Argentina del Libro ha resuelto celebrar
un concurso anual según se detalla a con
tinuación.
Sumándose a la labor de sus socios edi
tores, y dando a este concurso lincamien
tos tales que en forma alguna constituya
una competencia con la actividad editorial
argentina, la Cámara aspira a cumplir una
alta finalidad de cultura, abriendo hori
zontes a los jóvenes escritores nacionales,
estimulando las vocaciones y ofreciendo a
la masa lectora de habla española la pro
ducción del espíritu argert’no en sus for
mas más nuevas y promisoras.
Para llevar a la práctica j-ales intencio
nes, la Cámara declara abierto este Con
curso, del que podrán participar todos los
escritores que se ajusten al Reglamento que
se da a conocer más adelante.
Un Jurado, constituido por representan
tes de altas entidades culturales y la Cá
mara patrocinante, premiará hasta veinte
obras anuales, dentro de los cuatro géne
ros que establece el Reglamento.
El premio, en todos los casos, consisti
rá. en La edición de la obra, el pago de
los derechos de autor correspondientes, y
la distribución de la obra en y fuera del
país.
Una vez agotada la edición, el autor que
dará en libertad de contratar con el editor
quo estime más convenienia las sucesivas
ediciones de su obra.
FINANCIACION DEL PLAN
Con el aporte voluntario de sus socios,
la Cámara Argentina del Libro creará un
fondo anual destinado a la financiación
do las ediciones de aquellas obras que re
sultaran agraciadas por el fallo del Jurado.
Desde el momento que la Cámara no
persigue en absoluto un fin de lucro, la
utilidad quo puedan arrojar las ediciones
so destinará en primer término a la de*
volución del fondo constituido por los
aportes voluntarios, y luego a la repo
sición y aumento indefinido del fondo ini
cial
Estas ediciones serán distribuidas por
Distribuidores, entendiéndose por tale3 a
los que hagan de. esta función específica
su actividad principal.
REGLAMENTO
1?) Se establecen cuatro categorías de
obras a editarse, a saber: a) Poe
sía; b) Novela; c) Cuentos; d)
Ensayos; crítica literaria, social v
de costumbres; pudiendo editar
se hasta un máximo de cinco obras
anuales por categoría.
29) Sólo se aceptarán originales en
idioma castellano.
39) Pueden presentarse obras en co
laboración siempre que cada uno
de los autores se encuentre dentro
de las condiciones exigidas por
el presente Reglamento.
49) Cuando ninguna de las obras pre
sentadas a una de las categorías
alcance, a criterio del Jurado, la
calidad suficiente para ser elegi
da, el concurso podrá ser decla
rado desierto en esa categoría.
59) Todo autor de una obra editada
por la Cámara de acuerdo al pre
sente Plan no podrá ser elegido
en futuros concursos de la Cá
mara con obras que pertenezcan
a la misma categoría de la pre
miada.
69) El autor presentará dos copias de
su obra, escritas a máquina de
un solo lado de la hoja y a do
ble espacio, así como el compro
bante de haber efectuado el depósito en el Rprist o Nacional de
la Propiedad Intelectual en ca
rácter de “Obra inédita en cus
todia” .
79) Los concurrentes deberán ser ar
gentinos nativos o nacionalizados.
8?) Sólo podrán presentarse los au
tores que no tengan publicados con
anterioridad más de dos (2) li
bros del mismo género de la cate
goría correspondiente, editados y
financiados por empresas edito
ras, sea en el país o en el ex
tranjero. No se computarán, por
consiguiente, las obras que el au
sión poética. Así Horacio J. B-ecco mueve su
destino luchando contra todas aquellas for
mas que dieron cuerpo a un pesado canto del
campo en el que se advertía la completa falta
do un caudal poético. Pai'ano en el tiempo
enfrenta la densidad abierta do una tierra
con hombres enlazados en músculos tempora
les y gravitando dentro de un paisaje viril
y continuante. Es el hombre silencioso que
envejece en la foto pampeana, amplio y libre,
cobijado por el viento incnlculado de la lla
nura abierta. Es su silencio y su destino en
el que se mueven las formas de una l’ chu
desigual y angustiada: A él nunca lo entendie
ron su búsqueda de pájaros.
De esa manera la búsqueda de B^cco tiende
a promover una distinta visión del hombre
de la tierra, con amplia saturación poética,
en clara visión de una estética moderna por
la que viajan elementos integrados mágica
mente por un interior poblado de palomas y
charcos detenidos. Marea de imágenes volca
das en la formación de nn paisaje que parece
fotografiado por Man Ray o diseñado por
Miró. Es el intento de una dimensión nueva.
99)
109)
119)
129)
139)
149)
159)
169)
179)
189)
199)
209)
219)
tor ha editado por su cuenta o
mediante premios que hayan con
sistido en la edición de la obra
premiada. Tampoco se computarán
los libros en colaboración y las
selecciones o antologías.
Los originales no deberán constar
de más de 100.000 palabras, con
un margen prudencial de tole
rancia que quedará a juicio del
Jurado.
El Jurado estará integrado por
dos representantes designados por
cada una de las siguientes enti
dades: Sociedad Argentina de Es
critores, Comisión Nacional de
Cultura, Círculo de la Prensa y
Cámara Argentina del Libro. Di
chas entidades nombrarán simul
táneamente
representantes
suplentes para el caso de cualqúier
impedimento que haga imposible
la actuación de los titulares.
Los miembros del Jurado serán
renovados anualmente en sus fun
ciones y no podrán ser recusados
por los participantes en el con
curso.
Los votos do los miembros del
Jurado se computarán individual
mente y no por entidades. Las
obras serán elegidas por simple
mayoría de votos.
Los jurados fundarán sus votos
por escritos y firmados.
El Jurado podrá declarar desierta
cualquier categoría si las obras
a ella presentadas no fueran, a su
juicio, acreedoras al premio.
El Jurado deberá expedirse den
tro de los 90 días de cerrada la
inscripción.
El Jurado será presidido por el
Presidente de la Cámara Argenti
na del Libro o por el miembro
del C. D. que éste designe, y
con voto en caso de empate.
Los concurrentes cuyas obras re
sulten elegidas, recibirán un di
ploma otorgado por la Cámara Ar
gentina del Libro en el que cons
te la distinción alcanzada. Dichos
diplomas se entregarán en acto
público, al que serán invitados
los miembros del Jurado y las
entidades que estos representen,
así ccmo las instituciones y per
sonas vinculadas a las activida
des culturales del país.
Las condiciones de edición de las
obras elegidas serán las que fi
guran en el contrato-tipo apro
bado por convenio de fecha 13
de agosto de 1947 entre la So
ciedad Argentina de Escritores y
la Cámara Argentina del Libro.
La presentación al Concurso se
hará ante la Secretaría de la
Cámara Argentina del Libro, Sar
miento 528, Buenos Aires, cuyas
oficinas estarán abiertas de 8 a 12.
La inscripción se realizará entre
el 19 de enero y el 28 de febrero
de 1948.
Los originales no premiados se
rán devueltos hasta dos meses des
pués de producido el fallo dél
Jurado, debiendo reclamarse en la
sede de la Cámara Argentina tlel
Libro.
INFORMACION PARA CONCURSANTES
DEL INTERIOR
La Cámara Argentina del Libro no ad
mitirá obras que no vengan acompañadas
de la boleta que certifique su inscripción,
como “ Obra Inédita en Custodia” , en el
Registro Nacional de la Propiedad Inte
lectual.
El Registro (Talcahuano, 612, Buenos
Aires) y la Cámara, enviarán a quienes
las pidan una solicitud para inscribir la
obra en dicho Registro.
Llenada la solicitud, y certificada la
firma por la autoridad policial corres
pondiente, se la remitirá al Registro, jun
to con un ejemplar de la obra en sobce
cerrado, y un bono postal por la suma
de DOS PESOS m|n.
El Registro contestará enviando la bo
leta de inscripción de Obra Inédita en
Custodia, y ésta deberá ser adjuntada
a los dos ejemplares que fija el Regla
mento, y remitida a la Secretaría de la
Cámara, quien procederá a inscribir la
obra en el Concurso.
tendiente a percibir lo básico de la tierra
dentro de una clara visión poética: Recorre
la zona con el polvo de una leyenda; — no
puedo explicarla. La memoria de una cruz —
la borraría. O el despertar de una imagen
que crece a la vera da los caminos: Charcos
inmensos, recortados y limpios — donde se
pasan películas de cielos. . .
Lo fundamental de este libro, es su preocu
pación por definir sutilmente una moderna lí
rica, un tiempo sin descanso y un campo des
nudo, dentro de las ilimitadas conquistas de
una estética personal. Así los poemas surgen
dibujados, tocados por una fuerza viva y como
por una sustancia evocativa que los envuelve.
Existo un campo invadido por la soledad,
otro perfilado por un color opaco; el que nos
adelanta este poeta es un campo en el que
cada objeto, figura o personaje cobran vida
independiente. Subo entonces un rumor de
lejanías y de mjn'eas vegetales anudadas a
un interior que viye también la extensión de
su permanencia: Te ven mis paisanos y yo
te veo — con el campo que guardo dentro.
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DEL LIBRO
Director: Francisco Arno
CORRIENTES 1135, 2°. B
33-0878
Rúenos Aires
I A dignidad del almuerzo se
^ realizaba ante el decorativo
mural coloreado, de Gori Muñoz.
La gracia del pintor volcada en
ese mapa gastronómico era co
mo la sal de esa comida que
ellos hacían. El comer no era un
acto grosero, era un modo de
saborear la vida y los dibujos
aludían al refinamiento del gus
to regional, a la sabiduría del
pueblo para alimentarse.
El oso cocinero abriendo nn
gran caldero — “ el cocí” decía la
leyenda— ubicaba a Madrid. Unos
pescados, que saltaban, dando un
coletazo, a la lata de conservas
señalaban Galicia.
— Pero este mapa dice entre
otras cosas que no hay un plato
nacional. Es la diversidad en
la pequeña superficie. Aquí no
sería posible añorar un plato de
Rosario, por ejemplo.
— Este mapa me recuerda—
dijo Salinas— esa descripción
de Alfonso el Sabio, en la Pri
mera Crónica General. ¿La co
noces?
— No.
— ¿No la conoces? Escucha,
que es primorosa.
“ España es ahondada de mieses, deleitosa de fructas, viciosa
de pescados, sabrosa de leche et
de todas las cosas que se della
facen; lena de venados et de
caza, cubierta de ganados, loza
na de caballos, provechosa de
mulos, segura et bastida de castielos, alegre por buenos vinos,
folgada de ahondamiento de pan;
rica do m eta les;... dulce de
miel et de azúcar, alumbrada de
cera, complida de olio, alegre de
azafrán.”
Pedro repetía acentuando los
adjetivos: ahondada de mieses,
deleitosas de fructas, lozana de
caballos, provechosa de mulos,
bastida de castielos. . . Y los sa
boreaba, los paladeaba estreme
cido por tanta castellana belleza
de idioma. Pero después de un
silencio sólo dijo:
—Me imagino que no sabrás
de memoria las Partidas.
—No, hombre, no embromes.
¿No te gusta esa descripción?
El examen de la lista orienta
ba la conversación. Pedro des
pués de vacilar buen rato se de
cidió por el arroz, y Salinas lo
aprobó:
— Es en cierto modo la espe
cialidad de la casa. Afrontémosla.
En Buenos Aires existen apenas
casas de comida especializadas
en determinados platos, aunque en
todas se prepara bien la carne
asada. En España, el regionalis
mo culinario hace inteligente pe
dir arroz en Valencia, o bacalao
en Bilbao, o corderito en Segovia,
— ¿De ese que se corta con el
plato, de puro tierno, como me
has contado?
— Do ése. En Madrid podían
traerse platos típicos. Servicios
especiales, envíos por tren desde
cada parte. Y en la ciudad mis
ma abundaban los lugares con
una especialidad determinada.
Recordó un lugar de Valencia
donde había estado: el Palacio
des Fesols. No era el caso de
pedir allí carne o pescado. Poro
tos como esos, no los volvió a
probar iguales en parte alguna.
Pedro le pasó la lista. Incluía
el arroz pero bajo media docena
de designaciones. La paella te
nía una diversidad insospechada.
Salinas se decidió por un arroz
a la marinera, que iban a traer
les, como previno el mozo, quince
o veinte minutos más tarde pues
era especialmente preparado pa
ra cada pedido. Decidieron comer
antes otra cosa.
— Es día de calor. ¿Qué te pa
rece si probamos el gazpacho?
Mira. Vamos a hacer un día de
estos una pequeña cena para la
que prepararé gazpacho especial
mente.
— ¿Sabes hacerlo?
—Y muy bien.
—Me gustaría verte de coci
nero. ¿Da mucho trabajo?
— No, nada. ¿Quieres las indi
caciones?
— ¿Por qué no? Así mi mujer
te lo prepara cuando me visites
en la nueva casa. Aunque voy
a olvidarlas.
— Pues será un gazpacho argen
tino. Pero no importa. Mira: lo
primero, necesitas un dormillo.
— ¿Un dormillo? ¿Y qué es
eso?
— ¿No lo sabes? Un dormillo,
un cuenco de madera. Un morte
ro. Con su madera ya curada al
aceite. Claro, cuanto más usado
mejor está. Bueno, pero antes de
hacerlo, esto requiere una expli
cación más general.
—¿Vas a exponerme la teoría
del gazpacho?
— O cosa así. El gazpacho tie
ne unos elementos básicos y otros
accesorios. Los elementos bási
cos son: ajo, cebollas, tomates,
pimiento, aceite, sal, vinagre y
agua. Los accesorios son cominos,
almendras, yema de huevo, pan
y yerba buena. Estos últimos son
los que contribuyen a dar densi
dad al caldo, sin agregar sabores
fuertes, simplemente afinando los
primeros. Bien. Pues tomas el
dormillo o el mortero si lo pre
fieres . . .
— No, si me parece bien lo
del dormillo. Tiene sabor la pa
labrita, y ha de comunicarlo al
gazpacho.
— Pones en el fondo una pe
queña cantidad de cominos y uno
o dos ajos — ello depende de que
se desee que el ajo sobresalga o
no— so deshace suavemente en
las paredes dei dormillo, agre
gando sal, y una cantidad de al
mendras peladas, suavizan y es
pesan el caldo; su sabor no es
fuerte y pueden ponerse en ma
yor o menor cantidad. Se cortan
un pimiento y una cebolla en
trozos y se machacan lo más po
sible. Con la misma finalidad que
las almendras puede agregarse
una yema cocida de huevo. Se
pisan también uno o dos toma
tes, maduros y pelados. Se agre
ga una miga de pan, que debe
humedecerse previamente. Es pre
ferible pan duro y de miga abun
dante; se echa en agua y laego
se escurre y se rocía con vinagre.
Machacado todo y mezclado bien,
va poniéndose e. aceite, sin ce
sar de machacar y batir. Toda la
ciencia del gazpacho consiste en
que esa masa trague el aceite, de
forma que luego no se vea. Lo
grado esto se agrega el agua
deshaciéndolo todo en ella. Si la
has enfriado antes, no necesita
rás luego refrescar el gazpacho
con hielo, que al disolverse, al
tera el punto. Se prueba y se
agrega la sal y el vinagre nece
sarios para dejarlo justo. Enton
ces, se espolvorea con yerba bue
na seca y pulverizada. Se com
pleta echando en el caldo pepino
muy picado, tomate igualmente
picado y, si se desea, pimiento
y cebolla, a los que se agregan
trozos de pan.
Pero al servirles el gazpacho
les trajeron aparte, en platitos,
tomates, pepino, cebolla y pan,
cortados en trocitos.
— Ya ves; se hace de distinto
modo en las diferentes partes de
España. También así. Agregas el
caldo todo, y lo mezclas, si te
gusta así, o pones únicamente lo
quo to agrada.
Pedro escuchaba con interés y
no sin tristeza a Salinas cuya
nostalgia de España vestía ahora
gorro de cocinero.
Luego les trajeron una fuente
con el arroz del color de la salsa
del tomate que lo impregnaba,
adornado de filetes rojos de mo
rrones, trozos pequeños de pes
cado, camarones que salvaban, ba
jo la salsa más fuerte, su tinte
rosado, almejas, berberechos. Sa
linas llenó los pla;os. Raspó lue
go la tostadura pegada al fondo.
—Los valencianos —dijo— lo
llaman socarrad. Es muy sabroso.
Comían despacio, sintiéndose
ambos dispuestos a charlas. Pe
dro tomó la lista y después de
examinarla, preguntó:
— ¿Qué es este arroz a lo
pobre?
— Sencillamente con verduras,
como una paella puramente ve
getal. De ahí el nombre. Cuesta
poco, claro está.
— Pues ¿cómo es el arroz po
bre, a lo rico?
— Igual que el otro en la apa
riencia, pero el arroz se ha her
vido en un caldo que lleva un
buen trozo de jamón, por ejem
plo. Es el mismo plato pero dis
frazado, enriquecido. ¿Sabes có
mo se prepara el arroz pobre en
Valencia? Se hierve y se sirve
con una cabeza entera de ajo,
con todos sus dientes. Se hierve
así con la cáscara; claro, sería
de otro modo demasiado fuerte.
Pues, a esa cabeza la llaman “ la
perdiz” .
Salinas le precisó después la
diferencia entre el puchero por
teño y el cocido madrileño, dos
platos distintos, en realidad, aun
que comúnmente se les asimila. Su
madre lo preparaba muy bien.
En una mesa próxima trajeron
una fuente de barro cocido y Pe
dro comentó el “ carácter” que
tenía esa vajilla, que parecía es
timular el apetito.
Le gustaban los cacharros—
buscó alguno con la vista en el
mapa de Gori Muñoz— que le
sugestionaban con su arcilla tos
ca como un símbolo de artesanía,
de vida rústica y sana. La con
versación de Salinas tenía para
él ese mismo encanio; conjugaba
en sus evocaciones lo doméstico
y lo poético aunque sólo se ha
blara de comidas.
—Había en Madrid — dijo Sa
linas— nn restaurante Botín, don
de se conservaba renovándola,
claro está, una vajilla que tenía
no años, sino siglos. El local te
nía un aire de vetustez auténtica,
prolongado desde el año lejaní
simo de su fundación. Los platos
eran todos al horno, servidos en
esa vajilla característica. Besugo
al horno, sopa al horno, tostón.
Y luego, frutas de sartén: bar
tolillos y auroras.
Salinas hizo unr. disgresión:
. . —No la vejez, sino la madu
rez es lo que distingue Europa
de América. Me expongo a que
no me entiendas, pero lo que yo
noto acá, en la Argentina, y en
toda América, es la precipitación,
lo no sedimentado. Algo que no
termina de madurar porque no se
le da tiempo, so improvisa en me
dio del apuro. Puedo darte un
ejemplo. Cuando Ardau, precisa
mente, publicó su primer libro,
sus amigos resolvimos agasajarle.
Se planeó una comida en la que,
además, íbamos a entregarle un
ejemplar de su obra, muy bien
encuadernado. Fui yo a un tallercito que conocía y pedí cuero
de Rusia y otros refinamientos
en la materia. Era un pequeño
taller en un sotanillo de la calis
Mayor. Me atendió un vejete de
lentes, el encuadernador, patrón
y artesano; pidió doscier+*>- ^4r>cuenta pesetas, que ya está bien,
y quedó en que estaría nato cn
veinte días. Para entonces fija
mos la fiesta. Pero ocurrió que
Ardau debió salir para Valencia
unos días antes y pensamos ade
lantarla. Yo fui a ver al encua
dernador, pidiéndole que antici
para la entrega del volumen. Vie
ras la mirada de desprecio del
vejete por mi pretensión: ¿Pero
usted creo que esto puede cum
plirse en menos tiempo del que
le he dicho? Esta tapa tiene que
caer como una puerta, así de
exacta y ajustada. Fíjate bien:
caer ccmo una puerta. Y esto sólo
se consigue con tiempo, siguió el
viejo. La encuadernación lo exi
ge para secarse lo justo y pre
ciso. Me fui admirado del ve
jete y de su artesanía cumplida
a tanta conciencia. Esa lentitud,
es lo que no tenéis vosotros. Hi
cimos la fiesta antes pero el li
bro se lo enviamos a Valencia.
No había guerra en el mundo.
Y un Madrid sin ruinas ni es
combros en el que milagrosamente
se inmovilizaba una realidad gra
ta a su corazón, había sido res
catado en medio de esa charla
y de esos recuerdos. Pero todo
había pasado y ya ni quedaban
esperanzas.
Salinas habló luego de lugares
típicos de Madrid. El Arco de los
Cuchilleros. Encantaba ese nom
bre espléndido, de una de las en
tradas a esa Plaza Mayor que
Salinas le describía con palabras
y hasta con dibujos para que
Lascano concibiera mejor ese re
cinto singular. El Rastro, lugar ex
traordinario, cambalache de cam
balaches, esencia y apoteosis de
montepíos, donde se encontraban
las cosas más raras e inhallables.
— ¿Concibes que en alguna
parte se encuentre un único za
pato, uno de un par? ¡Allí está!
Un solo gemelo. Trenzas de mu
jer muerta. Libros, mil curiosi
dades diversas, insospechables, in
creíbles.
— ¿Pero tú no comes por ha
blar? — dijo Pedro, españolizando
conscientemente el habla. Siempre
era así: Salinas comía muy poco
a pesar de su vocación aparente
de Brillat Savarin español; si
guió :
— Por allí cerca, recuerdo, íba
mos a tomar un vaso de recuelo
con una bola de diez centímetros.
—Pero ¿qué es el recuelo?
— ¿El recuelo? ¿No lo sabes?
Pues café ya usado en los cafés
grandes, la borra, quo se vuelve
a cocer hasta extraerle el último
jugo. La bola es una pasta con
grasa. Todo por diez céntimos. En
España el café es caro, artículo de
lujo, al contrarío de lo que pasa
entre vosotros. Puos el recuelo
tiene al menos nna reminiscencia
del café. Es lo que queda en el
colador, vuelto a usar. A la gente
pobre no le sienta mal, aunque
yo decía que el que trasegaba
ese líquido y esa bola, mostraba
resistencia invencible, capaz de
afrontar cualquier prueba. Lo in
teresante era ver esos cafetuch03,
que nos descubría por lo común
Sánchez Alonso.
— Bueno, ¿y cuánto valia el ca
fé, nuestro “ express” , en Madrid?
— Allí se toma un vaso de cafó
con leche. Vale una peseta. ¿Oye,
quieres cognac, con el café? Pero
no, tomaremos anís. Ayer he be
bido uno que debes probarlo. Me
había acostumbrado a tomar acá
ese de los “ ocho hermanos” y
sostenía que estaba bien y que
era pura tontería recordar los de
España, y hacer cuestión de pa
triotismo en materia de anís. Pero
ayer pasé por acá, y Barrachina
quo tenía una botella recién lle
gada, me propuso gustarlo. Pues
chico, cuando destapó, del solo
perfumo casi me echo a llorar.
Llamaron a Barrachina, quien
se acercó a la mesa luciendo su
vago parecido a Rafael Alberti.
Llevaba una im pecable blusa
blanca y negligentemente sobre
los hombros un estupendo sobre
todo marrón de una gruesa tela
afelpada. Así andaba de entre
ca^a el hombre, con ese aire de
médico y tenor de ópera. Les
hizo traer el anís y lo paladea
ron y lo comentaron. Habló Sa
linas:
— Esos pueblos de Sierra Mo
rona y de Sierra Nevada, alto3,
como colgados de la montaña, de
clima seco. La fabricación es
sencilla, pero allí tienen sus plan
tas de anís y el agua de nieves
de la sierra. Toda esta combina
ción de elementos impersonales
al parecer, clima, tierra, agua,
logra una calidad única. Es como
te he dicho: algunos productos se
dan de modo incomparable en de
terminados lugares. No tenemos
un vino que pueda competir con
el Borgoña, y aún en general
con los vinos de Francia, salvo
alguno que otro. O en otro orden,
con los quesos de Italia. Lo dis
cutí?. hace poco con alguien que
mo dijo que la preferencia por
los vinos franceses se debía a la
preeminente situación de Francia
en el mundo con respecto a Es
paña. Pues yo le contesté que no
se n<~taba la influencia de la pre
eminencia internacional sobre el
prestigio del Jerez.
Lascano so rió.
— Es como discutir la calidad
del asado en Buenos Aires—agre
gó Salinas.
Este habló luego de postres,
do las especialidades de Andalu
cía. Dijo a Pedro que había des
cubierto un chocolate a la espa
ñola en un negocio, cuya direc
ción tenía anotada. Sostenía que
el chocolate argentino tenía un
gusto menos personal, como todos
sus productos de confitería en
los que predominaba lo dulce so
bre cualquier otro matiz. Atribuía
toda la finura y el sabor de la
confitería española a la heren
cia árabe y judía. Ese refina
miento era oriental, decía.
— He visto — siguió— que un
compatriota está fabricando aquí
mantecados de Antequera, al mo
do do Antequera, por supuesto.
Todo depende del molido de la
harina. ¿No los has probado? Los
buscaremos un día de estos. Es
ur. polvorón más fino.
— ¿Mantecados de Anteqnera?
— Así se llama el lugar. Muy
bonito pueblo, precioso pueblo.
¿No te acuerdas del romaneo de
los pelegrinitos, popularizado por
Lorca?:
Le ha preguntado el Papa
do dóndo eran.
Ella dico de Cabra
él de Antequera.
Luego, aun hizo un comentario
cuando vió que Lascano tomaba
el cafó sin azúcar:
—Está muy bien así. Ya sabes
que el café hay que tomarlo con
sus cuatro letras.
— ¿Cómo es eso?
— Caliente, amargo, fuerte y
escaso.
Pedro celebró la ingeniosa fór
mula.
Hablaron de los cafés madri
leños. Salinas — asiduo de La
Granja— enumeró o.tos , todos
raá3 lujosos y espectaculares que
los porteños, lugares de estar có
modos por muchas horas. Se refi
rió al público común, a ciertas
peñas de artistas, y no pasó por
alto el espíritu de la concurren
cia y su forma de aglomeración,
distintos en Madrid y Buenos
Aires.
— ¿Y las terrazas? — dijo in
terrogativamente Salinas— . Porquo las terrazas de los cafés de
Madrid —siguió— son un mundo.
— ¿A quó llamas terraza?
— Pues llamamos terraza a la
vereda ocupada por las mesas y
los parroquianos. Al modo de la
Avenida aquí, la más española de
vuestras calles. Pues aquello to
ma un aire de feria, de zoco, un
mercado orienta.. Vendedores de
todas clases ofreciendo mojamas,
Acaba de Aparecer
VERBITSKY
billetes de lotería, camarones. Hay
ciegos que te cantan la canción
o el último cnplé de moda.Tam
bién cantan las ciegas y allí es
tán, con el vientre hasta la bar
billa — todas están embaraza
das— , dale que dale al último
cuplé picaresco. Horrorosas, con
la barriga en punta: “ Yo soy la
maja moderna de Goya” . ¿Qué te
parece? El abigarramiento, y exu
berancia de esa masa, tiene mu
cho de africano, de morisco.
Pedro se distrajo imaginando
el vivo cuadro que le describía.
Oyó decir a Salinas:
— La muchacha que en “ Mala
yerba” , de Baroja, quiere bailar,
es la Chelito.
— ¿La Chelito? Vas a perdonar
mi ignorancia ¿pero quién es?
No preguntó a cuenta de qué
la citaba para no confesar que se
había distraído.
— Pues es, o ha sido la ve
dette más famosa del género pi
caresco en España. Picaresco y
pornográfico también, que hacia
con mucho salero. Tenia una lin
dísima cara y un tipo de inge
nua. Yo la he visto ya vieja.
Pues, a los cincuenta años, tenia
unos pechos de niña de quince
“ caídos” hacia arriba. “ Sácave la
izquierda” , berreaban desde el pa
raíso. “ Ahora la derecha” . Luego
gritaban: “ las dos” . Y ella los
mostraba y con delicada gracia, si
quieres. Era el número. Se hizo
rica. Era suyo el teatro en que
trabajaba, y la parte de airás,
donde había un frontón. Y tenía
casas. Estará en Madrid. Seguro
que se habrá hecho falangista,
y habrá ingresado en nna co
fradía.
Recayó la conversación sobre
los romances de ciegos, llevándo
lo esto a referirse a Valle Inclán, una de cuyas obras se es
taba representando en Buenos
Aires.
— Este Valle Inclán — dijo Lascano— es el que me gusta; no
el de las sonatas, sino el de los
esperpentos, el del teatro. Tiene
la genialidad do un Shakespeare
extravagante, y muy español. Es
fantástico, practica un realismo
de realidad y de esencias. Me
parece que a través de la defor
mación o exageración de figuras
populares logra en la literatura
algo parecido quizá a lo que el
Greco hizo en pintura con sus
alargados caballeros, aunque en
conjunto, es más Goya que Greco.
Sus mendigas, sus idiotas, sus
titiriteros, y toda esa laya de
golfantes que como él los llama
son un negativo de España que
a pesar de todo nos da el cáracter del país. ¿No te parece? Es
una nueva picaresca, llena de
fuerza, alucinada. En el fondo,
eso ha de ser on el futuro un
documento de protesta.
Salinas lo miró, aprobando.
— Tal vez tengas razón. Me
gusta en Valle Inclán lo que di
ces, y creo que su verdadera im
portancia no está bien apreciada.
Se presta mayor atención a sus
anécdotas. Hemos convivido con
él y aún no está lo bastante le
jos. ¿Por qué no escribes algo
sobro él?
Hubo un silencio.
— ¿Sabes en lo que estoy pen
sando? — dijo Salinas— . Has
nombrado al Greco. Siempre he
creído interesante el hecho de
que un pintor tan fuera de lo
común, discutible si se quiere,
y que aún necesita de explicacio
nes — ya sabes todo eso de su
supuesto astigmatismo y demás
historias— fuera apreciado am
pliamente por sus contemporá
neos. ¿No habla eso del nivel ar
tístico de la época? No era un
incomprendido y esto también
justifica aquello del Siglo de
Oro: ¿no lo crees así?
— Es una observación acertada,
me parece. No se me había ocu
rrido. ¿Y cuál es tu opinión so
bro el Greco?
— Es un pintor que aturde.
Cuando alguna vez viajes a Es
paña verás sus cuadros. De na
die da menos idea una reproduc
ción.
Muchas veces aludía Salinas
a esa posibilidad de trasladarse a
Europa, y esto siempre le parecía
remoto a Lascano. Pero el hecho:
en España estaban los cuadros de
Greco y allí podían verse, por
irreal que eso pareciese.
— A propósito del Greco — di
jo Salinas, complacido con un re
cuerdo— verás lo que me ocurrió
leyendo a Gautier. A medida que
avanzaba en la lectura de su libro
sobre España, se me hacía mayor
mi ansiedad. Por lo que te conta
ré. Fue un verdadero sufrimiento,
en torno a las andanzas de Gau
tier. Esto es, en cierto modo,
un descubridor del Greco, se
pultado en el olvido en aquellos
años del siglo XIX. Gautier lle
ga a Toledo y ve los cuadros.
Comprende que se encuentra ante
un pintor genial y aunque le
desconcierta y le confunde, y no
se atreve a decir que hay allí
un gran maestro — sobre nuestros
juicios influye mucho la fama.—
lo admira con gran instinto. Pues
mi sufrimiento nacía del hecho
de que nadie llevara a Gau.ier
a ver el Entierro del Conde de
Orgaz. Pero en aquel tiempo no
hubo quien lo condujera a la
Iglesia de Santo Tomé, iglesia
que ningún valor tiene aparte de
servir de marco del tremendo cua
dro, ante el cual yo había sen
tido una emoción, admirada y
agobiante que no llegó a desper
tarme cuadro alguno. El Entie
rro del Conde de Orgaz es el
cuadro mejor o más terrible del
mundo, el más imponente, el más
genial. Pero su fama es un redescubrimiento de nuestros días
y Gautier se va de Toledo sin
conocer el lienzo. A medida quo
iba leyendo comprendía que esto
iba a ser así, y aún sabiéndolo
inevitable — la cosa no deja de
tener gracia— me causaba una
angustia creciente. ¿Qué te pa
rece?
Pedro sólo atinó a sonreírse
en medio de la emoción que le
dejaban sus palabras. ¿Quó le pa
recía? Que Salinas era admira
ble, un español completo, una
especio de Antonio Machado de la
vida, un hombre que por todos
sus poros manaba España.
LA
GAYA CIEN CIA
Y POESI AS
$ 7.—
Volumen V de las Obras Completas
de
F R IE D R IC H
N IE T Z S C H E
Anteriormente publicados:
VI.
ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA
$
IX.
6.—
LA VOLUNTAD DE PODER
$ 7.—
En prensa:
I.
el
o r ig e n
de
la
TRAGEDIA
Y OTROS TEXTOS
En todas las librerías
o contrarrecmbolso a la
Editorial P0SEID0N
P E RÚ 973
BUENOS AIRES
NO TICIA SOBRE
FELISBERTO HERNANDEZ
( Viene de la página S)
llón, con una casita moderna que despida
a los ojos desproporciones antipáticas,
pesadas y pretensiosas” . . . No abundan
estas lamentaciones evocadoras en la lite
ratura americana. En la prosa uruguaya
no hay otro precedente: el Uruguay ‘ ‘ qui
za, en este continente, el país que posee
una más densa y continua tradición poé
tica ” — Guillermo de Torre— , no ha te
nido prosistas en la misma densidad, y
Montevideo, una capital ya madura, está
completamente huérfana de narradores,
glosadores, novelistas. Sus calles, su pai
saje, la vida compleja, interesante, varia
e intensa de sus habitantes no ha in
rado aún ninguna gran novela. Los
listas uruguayos — excepción de M
de Castro con su Pequeño Función
han buscado sus temas en el eampi
las ciudades del interior, desdeñan
justamente la rica vena que la .
les ofrece. Sin que sea, desde lúe,
principal preocupación de sus cut
Hernández la interpreta, la siente a
vés de su campo visual infantil, o de
primeras meditaciones — con pretens
trascendente— de adulto, y siguiendo si
natu ales preferencias hacia lo ya lograde
asimilado y sin resalte, prefiere aquel
Montevideo de comien-zos de siglo, con sus
casas de una sola planta y terraza, sus
quintas de revoque gris, envueltas en cor
pulentos magnolios, y delante una escali
nata de mármol blanco que ‘ ‘ se abría
como cola de novia” .
Sin duda, después de los dos relatos
aparecidos con rigor cronológico (194243), Felisberto Hernández no ha dejado
de escribir y aunque su producción siga
siendo lenta y poco abundante, ha de
tener nuevas ob 'as, siempre en la misma
modalidad de enfoque retrospectivo y buceador, quo Supervielle conoce y que han
confirmado su catalogación de Hernán
dez como gran escritor. Sería muy intere
sante conocer esa obra inédita y faeilit, *
su publicación antes de que — como es
intención de Supervielle— nos llegue de
Francia traducida y calificada. No está
tan abundante el ambiente de valores ori
ginales eomo para que se mire con indi
ferencia el albur de que uno de ellos
emigre eir forma inédita (com o si dijé
semos nonata), después de ser aquilatado,
garantía suficiente de su calidad, por un
tan cauto cazador de novedades como el
poeta de Dcbarcadéres.
Que la obra de Felisberto Hernández
llegase al Río de la Plata envuelta en el
brillante disfraz de un idioma extranjero,
alcanzaría proporciones de inaceptable
pa adoja.
COM O H A T E R M I N A D O ...
( Viene de la página 16)
Conjuntamente con el aspecto artístico fio
la cuestión, la justicia ha tenido que ocuparse
también del lado financiero. Los Vermeer y
los Pieter de Hooch han costado a los com
pradores 7.164.000 florines, o sean 322 mi
llones de francos a la cotización oficial. Re
clamaban la devolución. 5.180.000 fueron re
cibidos por "Van Meegeren, y el resto, cerca
do 90 millones de francos, por intermediarios.
Estos han declarado ante el tribunal. Nada
permite dudar de su buena fe, y según su
abogado no se les puede obligar a devolver
su comisión. Uno de ellos la ha restituido
voluntariamente: el señor Hoogendijk, uno
de los principales comerciantes de cuadros de
Amsterdam (650.000 florines). Otro, el señor
Kok, ex funcionario de las Indias Orientales
y amigo de Van Meegeren, y el único que
desconfió, no había recibido de su comisión
(168.000 florines) más que 10.000 y había
dejado el resto a la señora Van Meegere7i.
Y como final de todo este “ affaire” , el fisco
ha intervenido para reclamar su participa
ción, que será considerable.
Van Meegeren no asistirá a la terminación
de este sensacional asunto. El cable ha trans
mitido la noticia de su muerte, ocurrida en
los días últimos del año 1947.
�16
cabalgata
'j
‘La silla barroca”
L
F
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U C l O
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A
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A
O
LA VISION INFLAMADA Y DINAMICA
DEL O D J E T O
Por JULIO RINALDINI
la- atención, en primer tér
mino, en el arte de Lucio Fonana, la soltura con que la obra es
dada. Surge de la materia sin es
fuerzo aparente, como presencia
viva a la que nada estorba. La últi
ma vez’ que expuso tuvo que aclarar,
ante las “ razones” que uno de los
miembros del jurado le dió para
ju stificar la negativa del premio
que obviamente le correspondía a su
Aqidles, que él no hace nada ju
gando. Pese a su experiencia p ro
fesional. aquel jurado no supo ver
que la obra de nuestro escultor tie
ne la soltura que le confieren una
conciencia artística lúcida y un
dominio bien conquistado de los
medios. Sea que ciña la form a en
la pura tensión de la línea y en la
fluidez de planos y volúmenes, o
quiebre los perfiles y las superficies
y en las bruscas transiciones del
modelado busque una visión pictó
rica, inflamada y dinámica del ob
jeto, el suyo es un arte sin vaci' lociones. Y en uno y otro caso actúa
con la misma obediencia de las le
yes de la escultura. Fontana no im
provisa. l i a llegado por etapas y a
través de una educación cultural y
técnica minuciosas al dominio de su
expresión. Aun en aquellas escultu
ras en que la form a se abre en la
impetuosidad del gesto y en la si
nuosidad contrastada de los perfiles
y los planos, la obra conserva el
equilibrio estático de la arquitectu
ra inscripta en ella. E jem plo carac
terístico de esta manera es La silla
barroca. E l título define la tenden
cia estilística de la obra, pero el ba
rroco tiene en Fontana la particu
laridad de no salirse de la noción
clásica de proporción. E l efecto es
pictórico, los rasgos entrecortados
del dibujo rom pen la tensión del
contorno, pero las form as no se ex
tienden, como en el barroco histó
rico, en desarrollos prácticamente
ilimitados. Una dimensión espacial
definúla las circunscribe y un con
cepto de masa se desprende aun de
aquellas de d ib u jo más agitado. En
Fontana lo barroco es un modo de
lam a
intensidad, de vibración que afecta
a los caracteres de las form as pero
no altera el rigor de las estructuras.
Uno de los aspectos más sutiles de
la obra de este artista de muchas
finezas es la manera en que en ella
se concilian el dinamismo de la ex
presión y la necesidad de medida,
de ord en ; el m odo en que sus fo r
mas “ deshechas” se equilibran. Más
que una noción concreta su arqui
tectura parece que fuera una rela
ción que trasciende del gesto que de
fine a las figuras, del movimiento
que confiere fisonom ía a los objetos.
La m ujer de Lot, tiene, en este sen
tido, el valor de un símbolo. Como
en la leyenda, la imagen ha sido
detenida en el acto que le otorga
form a, vibrante todavía del tránsi
to y definitiva en la naturaleza del
cambio. La acuidad de la visión, la
intuición sensible del rasgo sign ifi
cativo, permiten a Fontana esta
cristalización del acto en forma, la
captación del punto activo en que
la obra se cumple. Puede m anejar
con libertad la materia porque sabe
en qué momento adquiere realidad
de imagen y valor de hecho artís
tico.
Tres condiciones sirven de funda
mento a su o b r a : la intuición vocacional, el conocim iento y la respon
sabilidad. De ellas deriva su liber
tad de acción. Entre nosotros, esa
libertad le ha traído inconvenientes.
Para obviarlos, fué, probablemente,
que Fontana realizó obras como el
H om bre del B ella. E n ella ha de
mostrado hasta qué punto es capaz
de poner en valor el contenido fo r
mal de las estructuras anatómica
mente fieles; pero su sensibilidad
exige algo más. Y a en Muchacho
del Paraná, otra figu ra tomada del
natural de esa singular población
anfibia del litoral santafesino, la
sensibilidad que antes sirvió para
fija r rasgos típicos, se mueve en
procura de una expresión más vital
e intensa. L a pura definición fo r
mal no le basta; necesita emplear
las form as como materia activa, re
crearlas com o lenguaje. Tam poco astá en su temperamento atarse a una
consigna, ni está en él pensar que
sea función del arte la demostración
de proposiciones teóricas. Frente a
la variedad de estéticas que in for
man el arte contemporáneo, o que
le sirven directamente de tema, F on
tana va al encuentro de su propia
ley o de las soluciones que se dan
como sustancia cuando la obra de
arte llega a ser tal. Regida por una
noción de orden, el punto de equili
brio de su obra es, sin embargo, eje
flexible que le permite una gran
amplitud de movimientos. Del mis
mo modo ocurre que en los estados
de dinamismo más expansivo su es
cultura tiene gravedad, peso, mo
dalidad estática. El equilibrio se
cumple siempre. Se cumple como en
los hechos naturales. E l placer es
tético que proporciona la obra de
Fontana proviene, en gran parte,
de la felicidad de su nacimiento, de
su condición de hecho vivo, anima
do, en sus cualidades, por puras
intuiciones sensibles. Los conceptos
no son extraños a la cultura del ar
tista, pero Fontana prefiere librarse
a uná intuición enriquecida por la
experiencia y fortalecida por el es
tudio, que lo lleva cada vez más ha
cia las raíces del hecho artístico, que
lo libra al poder expansivo de las
formas. P or eso lo vemos viajar en
el tiempo hacia los prim itivos perío
dos de creación, traernos reminis
cencias de Creta y de Mieenas, de
los h ititas; acudir al policrom ado,
descubrir un elemento expresivo
más en las superficies rugosas de
los bronces arqueológicos, o entre
garse a la expansión vibrátil de un
barroco esencial. Elementos ni oca
sionales ni extrínsecos, sino fuerzas
primordiales que encuentran su re
lación de sentido en las raíces u ni
versales del arte. Inútilm ente bus
caremos en este rosarino ningún lo
calismo o cualquier designación in
telectual histórica. Fontana es un
artista puro que necesita, para ma
nifestarse, una total libertad de ini
ciativa, controlado únicamente por
su profu nda intuición estética y por
el sentido de responsabilidad de la
tarea que tiene por delante. Todo
esto es lo que probablemente ha des
concertado a sus compatriotas, y
lo ha puesto a él en la necesidad de
tom ar otra vez contacto con las
COMO HA TERMINADO EL MAS
SENSACIONAL 1AFFAIRE" DE
FALSIFICACION DE CUADROS
Hace dos años surgió el más sensacional
de los “ affaires” de falsificación de cuadros
de los grandes maestros de la pintura. En
1937 se había “ descubierto" el cuadro Los
peregrinos de Emmaüs. de Vermeer, que fué
adquirido por el Museo Boymans, de Rotterdaim, donde entró con toda clase de honores.
De 1940 a 1943 aparecieron otros cinco Vermeers, cuya autenticidad nadie puso en duda.
En 1945, dos museos (el Rijksmuseum, de
Amsterdam, y el Boymans, de Rotterdam) y
dos grandes mecenas poseían los cinco pri
meros cuadros. El sexto, que había sido com
prado por Goering, y secuestrado al final de
la guerra, pertenecía al Estado holandés.
Ex 1945, en el mes de agosto, van Meege
ren se declaró autor de estos cuadros. Pintor
mediocre de figuras y de retratos, se reveló
a los cincuenta y seis años, como un notable
falsificador. Cuando estaba a punto de ter
minar su carrera, logró adquirir renombre me
diante el escándalo. Fué detenido y procesado.
El asunto parecía muy simple. El falsifica
dor había declarado todo. Explicó con una
refinada complacencia como había engañado
hasta a los más expertos. Se había asimilado
el estilo de Vermeer, había reconstituido sus
colores, imitado su factura; había pintado so
bre cuadros antiguos para utilizar los fon
dos; había mezclado a la pintura una resina
que la hacía muy resistente. El tribunal, ante
semejantes pruebas, no tenía más que con
denarle.
Sin embargo, el proceso ha durado dos
años. Los jueces invitaron al procesado a
que probara su culpabilidad; le pidieron que
ejecutara, bajo la vigilancia de peritos, Los
peregrinos de Emmaüs. Para deslumbrarles,
Meegeren propuso realizar en el plazo de dos
meses un tema nuevo. De esta manera surgió
el séptimo Vermeer, Jesús entre los doctores.
Se entregó al pintor un cuadro anónimo del
siglo XVII (150 x 200), sobre el cual debía
operar. Se le proveyó de los productos nece
sarios, entre ellos lapislázuli, que entra en
los azules extraños de Vermeer. Al padecer,
la ilusión producida por la tela era perfecta
en cuanto a los tonos y a la materia. Sin
embargo, evidenciaba una decadencia que *e
tesis. A medida que las sim plifica,
advertimos que sus form as se enri
quecen con n u evos a p o rte s, ga
nan en intensidad, en poder de mo
dulación, son más d ire cta m e n te
sensibles. E l don natural de Fonta
na, visible en todo momento en la
soltura con que su obra es dada,
se manifiesta en sus creaciones más
personales con una firmeza que tie
ne toda la apariencia de un proceso
espontáneo. Es una manera de abre
viación, de reducción de la expre
sión a términos que únicamente
pueden darse, no sólo por el d o
minio de los medios, sino por el
rigor de la visión artística. La
obra de Fontana define a un ar
tista de poderes o rig in a le s que
gradualmente son ejercidos sobre
la materia por una manera de pre
sión para que rinda la intención
concreta del creador. Si com para
mos sus primeras creaciones abs
tractas, de construcción cerrada y
de planos escuetos, con sus obras
más recientes de form as sueltas, ve
cuadromanÍfeStad0 ^
3 P3r,Ír dcl soSundo
Esto no tenía nada de extraño. El artista
hab.a consagrado siete meses a Los per'g rl
nos de Emmaüs; siete meses de t „ i • ■
tenso en ia soledad y el , “creta
solamente de encontrar la manera de Ve”r°
meer, sino también el impregnarse de su es’
píritu. Según el. durante una semana había
estudiado con sus manos, ante un espejo d
gesto de Cristo rompiendo el pan, para alian
zar la “ devoción" necesaria. Impulsado por
Cl éxito, su aplicación disminuyó en seguida
y aumentó, en cambio, su audacia. Llegó con
su Jesús entre los doctores a una verdadera
apuesta. Agrupó, sin la ayuda de un proto
tipo. siete personajes; se concedió un plazo
demasiado corto, durante el cual él estuvo "en
escena” , porque seis delegados de la justicia
le rodeaban y recibía las visitas autorizadascríticos, reporteros, fotógra fos... Los defec
tos, latentes en Los peregrinos de Emmaüs
y que aumentan a cada nueva tela, se acusan
en el séptimo Vermeer; la nulidad de la com
posición, la debilidad del dibujo, el vacío de
la inspiración.
Los expertos nombrados por la justicia, tros
técnicos de alta competencia, comprobaron que,
a pesar de sus diferencias de calidad, los
siete Vermeer formaban una cadena indisolu
ble. Jvo demostraron ante el tribunal el 29
de octubre, con ayuda de proyecciones. El
Jurado respondió unánimemente sobre las dos
preguntas formuladas: 1 ) Estos nueve cua
dros (había también dos falsificaciones de
Pieter de Hooch) no son del siglo XVII;
2) son de Van Meegeren.
De la manera minuciosa como se han llenJl(io a cabo todas las investigaciones puede
deducirse que había una cierta- resistencia a
admitir que los cuadros fueran falsos. Hubie
ra sido una gran tranquilidad, para todos si
Van Meegeren hubiera mentido. De esta raa
ñera el crédito y la autoridad de los eru
ditos, el crédito de los negociantes de cu
dros hubiera quedado intacto; de esta forma
las enormes sumas pagadas por los cuadros
no se hubieran perdido.
( Continúa en la página 13)
remos que una misma vibración sen
sible trasciende de unas y otras. V i
bración que en su intensidad lleva
como im plícita una medida, un rit
mo, una necesidad de armonía, de
línea melódica que conduzca ,el can
to que va tomando ánimo en el ar
tista. Este aliento interior es el que
gobierna el movimiento y la econo
mía de sus formas. Fontana es un
intérprete libre de los métodos de
la escultura porque necesita que las
formas sean reguladas por su vo
luntad de expresión, por la acción
vital que las va elaborando. Antes
qne un intérprete caprichoso es un
creador libre. Y es posible que el
proceso que lo ha conducido gra
dualmente a e.sta libertad no defina
únicamente la personalidad de Pan
t a n a ; es p ro b a b le que despu és
de estar sometida a uná disciplina
en la que quiso recobrar la noción
de ciertas normas, la escultura vuel
va a ser un arte flexible y un me
dio a disposición de la intuición
creadora del artista.
‘‘La mujer de L ot’ ’
“ Aquiles”
tierras en que se educó, pobladas
por el espíritu y las obras de los
grandes creadores.
Habría sido tarea relativamente
sencilla reconocer el valor del arte
de Fontana si se hubiese juzgado su
obra en sí, en virtu d de lo que tie
ne de creación original. La relación
entre el propósito y las formas que
lo ilustran es perfectamente clara.
Fontana va en procura de una ex
presión personal, que un sentimien
to lírico alienta, pero de n ingún
modo lo aparta del sentimiento
de la form a, más riguroso en él de
lo que deja suponer su libertad de
tratamiento. Donde se ha querido
ver una desarticulación difusa obra
una voluntad de concreción, de sin
PKAKQUEO PAGADO
CoiicsiUa SI S20A
ERCiSTRO DE PROPIEDAD
. STELECTUAL Nú 33AA26
I A K I - A ¡ SE DUC I DA
CoactUdu N* 3799
I MPRENT A
Perú i t i •
CHI LE
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1946 - 1948
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Español
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Cabalgata
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Año 3, no. 16
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Buenos Aires, febrero 1948
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Eluard, Paul
Undurraga, Antonio de
Malaparte, Curzio
Saavedra, Juan
Sofovich, Luisa
Stern, Leopoldo
Martí Ibañez, Félix
Mólins i Fábrega, M.
Bajarlía, Juan Jacobo
Larreta, Enrique
Jesualdo
Weinberg, Gregorio
Serrano Plaja, Arturo
Villegas López, Manuel
Maugham, Somerset
Mora Guarnido, José
Malaparte, Curzio
Eluard, Paul
Paz, Juan Carlos
Batlle Planas, Juan
Cortázar, Julio
Mauleon Castillo, Rafael
Graco, Miguel
Merli, Joan
Svanascini, Osvaldo
Verbitsky, Bernardo
Rinaldini, Julio
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Exprese sus Augurios de Felicidad para el Año 1948 Regalando Libros
REDACCION
Y
ADMINISTRACION:
Perú 973 - Buenos Aires - Telet. 34-2384
Año III
1 í) 4 a
E n ero
2“ Epoca
Precio del número: $ O.bl) moneda argentina
S u s c r i p c i ó n a n u a l : S b.5U mo n . / a r g
nmim
Una novela corta
de BORIS VIAN
US M IG A S
de
NOVELA
á x im o
llegado esta mañana y no n o«
han recibido bien, ya que no Labia
nadie sobre la playa, excepto montones
do tipos muertos o montones de pedazos
de tipos, tanques y camiones destrozados.
Venían balas de todas partes y no me
gusta ese desorden porque si. Saltamos
al agua, pero estaba más hondo de lo
que parecía y resbalé sobre una lata de
conservas. El tipo que estaba detrás de
mí so le llevó los t r e í cuartos de la cara
un pepino que llegó en aquel momento y
yo me he guardado la lata de conservas
como recuerdo. He metido los pedazos d«
su cara en mi casco y se los he dado;
el tipo fué a hacerse curar, pero tengo
la impresión de que ha seguido un mal
camino porque ha marchado hacia aden
tro hasta ser cubierto por las aguas y n o
creo que vea lo suficiente en el fondo
como para no perderse.
En seguida corrí eir la buena dirección y
llegué a tiempo para recibir una pierna
en plena cara. Me dispuse a insultar al
tipo, pero la mina, al estallar, no Labia
dejado de él más que unos pedazos nada
prácticos do manipular; entonces, he ig
norado su gesto .y he continuado.
Diez metros más allá, me ,he reunido'
con otros tres muchachos que 'estaban de
trás de un bloque de cemento y qup tiraban
sobre un. rincón del muro, más arriba.
Eslabón andamio y empapados de agua y
yo debía estar como ellos; entonces me
arrodillé y tiré también. Volvió el teniente,
tenía la cabeza entre las manos y una
cosa roja le corría de su boca. No tenía
el aire de estar satisfecho y pronto quedó
tendido sobre la arena con la boca abierta
y jos brazos hacia adelante. Ha debido
ensuciar bastante la arena. Era uno de
los pocos rincones que estaban limpios.
Desdo allí, nuestro buque naufragado
presentaba un aspecto completamente idio
ta; luego no tuvo ni siquiera el aspecto
de un barco cuando le cayeron encima los
dos proyectiles. No me alegré porque había
todavia en el bareo dos amigos, heridos
antes, que iban: a lanzarse al agua. He
golpeado la espalda de tres que disparaban
conmigo y les he dicho: ‘ ‘ ] Vamos! ’ ’ Por
supuesto, les he hecho pasar delante, lo
cual ha sido una buena idea porque el
primero y el segundo fueron inmediata
mente abatidos por los dos sujetos que
nos daban caza, y sólo quedó un tipo
ante mí. El pobre tampoco ha tenido suerte
porque apenas se había desembarazado de
uno de los tipos de enfrente, el otro lo
ha derribado, antes de que yo me lo car
gara a él también.
Los dos puercos de detrás del muro, te
nían una ametralladora y montones de
cartuchos. He dado vuelta a la máquina,
( Continúa en la pág. 12)
em os
p o r D A R D O CUNEO
Arango acababa de decirles:
—Cada uno de nosotros tiene algo
M
propio que, sin embargo, nos pertenece
a todos. Es el bien de nuestra comuni
dad de desilusionados. Es lo que nos
hace sentirnos apenas fraternales. Se
llama nuestro fracaso. Ellos y nosotros
somos fracasados porque el país no nos
deja ser, y algo peor aún, no nos deja
esperanzarnos, no nos permite sostener
nos con una gran ilusión, que es como
decir que nos lo niega todo. Nuestro
bien común es la enorme cuenta a co
brar que no cobramos. Es nuestro dé
ficit.
Julio se empeñó en comprender todo
el amargo significado de esas palabras.
“ Nos une la desesperanza” , pensó. “ Por
lo menos, algo nos une. Mucho peor
seria, acaso, que anduviéramos codicián
donos un lote de júbilo. Tal vez la an
gustia tenga mayor fuerza organizadora
que la alegría. Nos sentimos más her
manos en el desamparo que en la fiesta,
más en la derrota que en el reparto.
Ganamos en sentimiento solidario, en
capacidad para vivir en común lo que
S a l v a d o r D a l í . D estete d e l m u e b le a lim en ticio . 1934. Colección Jocelyn W alker.
hemos perdido en esperanza” . Sintió
una inquietud temerosa. ‘‘Perder en es
peranza, ganar en solidaridad” . Siempre
J-iUara creído —y en verdad era lo
it»' s/guiría creyendo— que la espe'rs'B'm, <
era e l' más enérgico .motivo de enteS-Oimiento, que solamente alrededor de
las grandes ilusiones se podrían consti
tuir las grandes asociaciones de los
por R AM O N GOMEZ DE LA SERNA
hombres. Que la comunidad era obra de
esperanzados, que la historia era la
cruzada del que espera, del que ansia,
del que se siente conmovido por una
papeles unido como por un cordón umbilical, que salía
a r a mí el artista perfectamente renovador y el que
gran ilusión. ‘ ‘Una gran ilusión” , se
de
entre sus flores y arabescos metidos en el cristal,
señala
con
plenitud
la
nueva
hora
es
Dalí,
el
de
dijo para sí.
a un pájaro extraño y flaco que no se sabe si recibía
tractor de las espinacas que se pegan a los dientes.
Máximo Arango seguía hablando. Sus
ralabras estaban empañadas de regular
o daba vida a esa flora inextrincable del pisapapeles,
Sólo encuentro mal que entre las letras de Dalí
margura. Máximo Arango descreía de
cuando al día siguiente vi en las vitrinas del Banco
no
haya
una
hache.
todo o de casi todo a fuer de querer
Municipal de Préstamos un pisapapeles con un hongo
Claro
que
él
me
replicaría:
creer. A veces, solía recordar a Lamas,
hundido en el macizo cristal que se relacionaba de
—La hache la llevo en el corazón.
el poeta suicida, diciendo: ‘ ‘Todas sus
incidencias, todas sus negaciones estaban
He creído en Dalí desde el primer momento en que algún modo con mi sueño y yo que nunca había visto
hechas de ardientes deseos de amar, de
apareció y para mí fué un niño que comenzaba a ju pisapapeles en esa subasta ni nunca había hecho pro
imar a sus compatriotas, de amar a
gar con las mismas cosas que yo había jugado; mu posiciones bajo sobre utilicé esa opción y hoy está
su país. Todas sus inconsecuencias en
en mi poder ese talismán que me está dando suerte.
ñecas
de cera, material plástico pedagógico, jaulas
política no formaron sino la ruta zig
zagueante de su búsqueda del amor.
Comprendo sus enigmas ya dados a la publicidad,
vacías, etc., etc., añadiendo nuevos y prodigiosos ju
Lamas se suicidó por haber fracasado
las insistentes mesillas de noche —mesitas de luz—
guetes que él ha inventado, como mitos sin mito.
d esa búsqueda ’ ’. Arango era rotundo
de sus cuadros, y yo bien sé que son los confesionarios
Siempre le defiendo y por eso cuando últimamente
cuando afirmaba que el país no se de
más importantes de la vida española, lo que alcanza
oí que decían que se había mercantilizado respondí:
jaba amar, que los argentinos no están
a tocar por último la mano agonizante.
constituidos para el amor, sino para
—No es verdad... Lo que ha pasado es que los
el odio. ‘‘Váyase en procura de los
A mí me han obsesionado en las posadas españolas
mercaderes
y
los
mercachifles
se
han
dalificado.
testimonios de nuestra literatura. Ahí
como
la renovación del crimen gracias al retazo de
Estamos
en
tan
pareja
actitud
frente
a
la
vida
que
zainos a encontrar riñas v asesinatos.
tenemos las mismas ideas políticas y religiosas acep diario que forra su cajón y aun recuerdo una noche
( Continúa en la pág. 4)
LOS ENIGMAS DE SALVADOR DALÍ
P
i¡|pÍE
■
. -
mm
<yr'
R a í l S oldi. M u je r b a ñ a n d o a su h ijo .
tadas por el mismo camino en Yecla cuando me encon
tré un revólver olvidado en
le independencia.
Por todo eso cuando él ha sus adentros y en la madru
aceptado desde Nueva York gada oí insistentes golpes en
que hagamos un libro en co la puerta y cuando creí que
laboración para lo que irá iba a tener que ejercer el
enviando a nuestro editor los arma oí que me la exigían
dibujos más arbitrarios que porque el que la había extra
se le ocurran, yo bauticé ese viado la reclamaba en un
libro con el único título que telegrama que se acababa de
recibir.
le corresponde: Enigmas.
Comprendo los grandes
Comprendo y amo los enig
mas dalinianos y sé como de horquillones que sostienen las
be saber él que las galletas narices o las excrecencias de
de agua que nos comimos de sus personajes y que él por
niños son otras tantas almas ironía dice que las pone en
de que nos alimentamos, pues sus cuadros como “ sostenes
las galletas son más ese acon de la aristocracia” , pero en
tecimiento que galletas; que las que yo veo una fantasía
el contacto con la mano fría a la manera de Callot o un
de la muerte; que hay ob sostén para las largas espa
jetos crepusculares como los das como aquellas de que ha
elefantes hechos en ébano y bla Scarron y de las que no
que todo es misterio menos se hubiera podido servir dies
las hojas secas que caen en tramente el espadachín sin
esa horquilla, aunque en de
el otoño.
Yo también creo como él finitiva yo creo que sirven
para apositar las grandes or
en los talismanes.
Ahora tengo uno impor quitis de la vida.
Como Dalí supera a los
tantísimo.
Resulta que hace poco yo pintores con su “ imagen dohabía soñado con un pisa- _ j
(Continúa en la pág. 3)
J uan
del
P rete . Cabeza en amarillo.
�cabalgata
2
Canto a la Eternidad Insaciable
Cuando a uno le crecen bajo la piel sudorosas lámpara»
y el tiempo es una clámide que solloza eir la luz
i Cómo evitar que los ángeles no se devoren el musgo r el polvo,
que no aúllen y clamen sin medida ante el incendio,
ante el gusano que les plasma y muerde las alasl
Yo voy con ini sombra gritando y enlutando los más sabios número»,
izando en mi cuerpo desnudo a los pelícanos más puros,
voy lanzando cuerdas y flechas en las llagas,
voy rehaciendo mis labios despedazados por las hormigas y el viento,
voy tallando mi sed en una tierra púber e infinita,
hasta salvar la uña y el ojo que en las puertas
ensangrentadas ilumina y llora.
Yo sé que a vuestras tibias de oro y estiércol,
yo sé que a la lenta espuma de vuestros muerto*
sepultados en medio de sabias alas de mármol
e inundados por la sinfonía de las falenas victoriosas,
debéis añadir el llanto, las plumas y la dieta do las águila».
En mi sangre hay luces y en ella flotan majestuoso»
rostros argonautas;
he aventado y he puesto noche en las espigas que repudiaron sus flecha»,
y las tinieblas y los alados dientes de una eternidad insaciablo,
ardida de primavera, ya para siempre, amanece en mi máscara.
Duro es el sol en la mejilla de los dioses y de las amapolas
y mi rostro, cubierto de avispas y de banderas sagradas
canta, llora y sangra por su jirón de clámide,
por su estatua de plumas peregrinas,
por su cuenco de arenas enlutadas y sedientas.
•
Andró Gide no ha podido a sistir a la
cerem onia oficial en que los prem ios Nobel
de cada año son consagrados por la Academia
sueca, con la asisten cia de las más altas y
reales personalidades del país. Los m édicos,
sus fam iliares y am igos han estim ado que su
estado de salud actual no le perm itía este
desplazam iento. Gide tiene seten ta y ocho años
y estos últim os días su salud inspiraba algún
cuidado. Se encuentra ahora en Suiza en casa
de su hija.
U n periódico ha publicado la noticia de
que Jean Lambert, joven n ovelista, yerno
de Andró Gide, había hecho gestiones para
conocer que parte recogería el fisco del im
porte del Prem io N obel. Gide debe percibir
140.000 coronas suecas, que al cambio oficial
equivalen a más de 4 .6 0 0 .0 0 0 francos fran
ceses. Al parecer, de esta suma corresponden
ai fisco, “como aum ento de b en eficio” , cerca
de 2.50 0 .0 0 0 francos.
La n oticia ha producido una gran im presión
en los m edios literarios y cultos. A lgunos in s
pectores de contribuciones letrados se lian
dirigido a los periódicos aduciendo textos le
gales dem ostrativos de que un ingreso do esa
naturaleza está exento de todo im puesto. D e s
pués de esto se estim a que Gide será excep
tuado de dicho gravam en.
Y en relación con Gide, recogerem os el
rumor de que algunos m iem bros do la A cade
m ia Francesa realizan gestion es para hacerle
entrar en e l Olimpo de la Coupole. Sería la
form a de tratar de consagrar nacionalm ente
al autor de “La Sin fonía pastoral” después de
haber
sido consagrado
internacionalm ente.
iG ide académico I
•
E l p resid en te del gobierno francés, señor
Schuman, ha prohibido indefinidam ente las
charlas radiotelefón icas sem anales de “Temps
m odernes”, que dirigía y organizaba J. P. Sarfcre. D esdo la prim era em isión, todas ellas
habían dado ocasión a violentas protestas de
uno u otro do los sectores y de lo» periódicos
p olíticos. La independencia política do Sartre
le perm itía atacar ind istintam en te a todos
sin pronunciarse particularm ente por ninguno.
La prim era desató los ataques enfurecidos de
los partidarios de D e G aulle; la segunda,
las iras de los com unistas.
E n medio de la agitación social de todo
el país en que iba a tener lugar su cuarta
em isión, el señor Schuman ha considerado
que los^ ju icios o críticas sartrianas podían
ser un incentivo para increm entar el m alestar.
i Cómo destruir tantas lámparas creadas para mi rostro argonauta,
cómo azotar mi cuerpo y mi sangre con sólo muñones negros,
con sólo herrumbrosas y ortopédicas alas de ángeles?
•
La prensa en general ha tributado un
cariñoso recuerdo a la memoria de Y ictor
Serge, recientem en te fallecido en M éxico. Con
e ste m otivo se ha hecho destacar que en
breve se publicará su últim a obra. “Los ú lti
m os tiem p os”, que hasta ahora se había pu
blicad o en francés sólo en Canadá, debido
a lo cual no ha podido difund irse en Francia.
B ernard G rasset se dispone a editar todas las
obras de V íctor Serge.
No he de ser la torre, ni la avispa desvanecida por las nubes;
mo he de ser el reloj cuya sangre fué evaporada por el tiempo;
ni besadora de liuacos, ni veleta que se alimenta de lluvias;
ni aguja miope, ni estatua que suda y
crece;
ni barco con la veste de las suplicantes, ni jirafa que dialoga
con la más alta rama del sicomoro;
he de agitar el incendio de mi sangre y de mi clámide,
ha de lanzar al viento la ceniza de los dioses.
•
R efiriéndose a la crisis actual de la edi
ción francesa, el editor R oger Julliard ha
dicho lo sig u ien te en el diario “Combat” :
“Todo m archará m ejor seguram ente cuando
los editores que sobran hayan abandonado la
p artid a.” Y a contin uación citaba la célebre
fr a se del general F och : “La victoria será
del que se m antenga un cuarto de hora m ás.”
A lo que se le puede responder que lo peor
del caso es que todos los editores franceses
nu evos (unos m il seisc ie n to s) esperan lo m is
mo tam bién desde hace cuatro año».
Antonio de llndurrar!"
Rosa Buenos Aires
(Fragmento)
Ylerou al aire ávido y a la planicie virgen de relinchos y domas
qne descendía las barrancas rápidas para rogar al río:
una nave del mar,
una voz musical de la montaña,
una tenaz paciencia de la nieve. . .
Vieron, aquellos hombres místicos y hambrunos,
cómo era bueno el mundo con sus árboles lacios inclinados de espera,
cómo era manso el ojo de la tierra yemada.
Rodó el yelmo de plata y el ademán de cera de la mano servil. ..
Dijo su prez asceta el amor a la sombra
y entre bravos rumores de cueros y ballestas,
de voces sagitarias con recuerdos de horcas,
los guturales gritos de conquista iniciaron un ámbito infinito,
¿Para quién,
para cuándo. . . ?
Rosa que abrió sus vientos de esperanza indomable,
eran tuyos los páramos del Sur,
en él fueron dispersos como polvo maldito
el nombre alucinante y los delirios de la avidez Cruzada;
de la crueldad cetrina ungida con herrajes de liturgias,
presa y mortal
sobre la gran llanura.
9 H ablando de eó ores T díhos que la edi
tor;"’ Pío»» ha
o
. centenario. Pión
fu á ©í editor de V íctor H ugo, Caran d ’Ache,
E X P O S IC IO N E S DE
A R T E EN M E X IC O
p o r R . M olías i Fábrega
C
ON m otivo de la reunión de la UNESCO
en M éxico se han celebrado gran número
de m an ifestacion es a rtísticas.
Los llam ados tres grandes de la pintura
m exican a: J osé C lem ente Orozco, D iego R ivera
y D avid A lfaro Siqueiros, aprovecharon la ocasió n para presentar sus obras a las d elega
ciones extranjeras.
E l In stitu to N acional do B ellas A rtes p re
sen tó una exp osición com pleta de la obra de
Orozco, en la que pudo observarse que este
p in tor es, de los tres, el m ás genuinam ente
artista. Sim ultáneam ente, el Colegio N acional
exp u so un conjunto de telas del m ism o pintor,
en el cual se paten tizó que no es el m ismo
Orozco genial de los m urales.
D iego R ivera p resentó sus cuadros en las
G alerías M exican as; y el fresco que term ina de
realizar en los salones del nuevo H o tel Prado.
P arece un signo fatal de los m u ralistas m exi
can os: tam bién R ivera es de una calidad in
ferior en sus telas que en sus frescos. En el
fresco del H otel Prado vem os un retorno al
e sp íritu y calidad de sus prim eras realizacio
nes m urales de Chapingo y de la E scuela S e
cundaria, que no so refleja en modo alguno
en los frescos que desde hace unos tres años
está realizando en el P alacio N acional, que
tien en m ás de ilu stración h istórica — exp resa
dos con su m anera peculiar de interpretar la
h istoria— que no de verdadera obra de arte.
E l tercero, Siqueiros, tam bién ha querido
presentar su s telas — valga la palabra— por-
Ensayo de Gauguin
a Juan del Prete.
Los corales soñaban con tu polo
y las canoas
tostaban sus edades a la luz de la luna,
cuando la luna
era tu isla hallada entre los fuegos bostezantes
de los días samoas;
cuando tu primer nieve deliraba entre playas finales
(lánguido gris apuñaleando al amarillo
ante un circo de perlas y de naipes.)
Todo fué indigno y celestial entre veloces negativas
del alcohol desolado,
lejos de tu agonía.
Aquel día sin muros recibiste inmutable
tu grillete do gloria.
La ilusión,
—verdosa muerte tuya informe y multiforme—,
tendió su imán de cobras sobre todo color
y dijo para el mundo: “ He perdido el respeto por tu sombra.’’
(a pesar de que el mundo cabía en tu locura)
Se digitaron estallantes islas
junto al tam-tam bretón de los recuerdos
y el cristal desafiante vertebrador de sueños,
descendió sus pelucas para dioses
sobre el sexo frutal de las n ativas... Todo era así
para que la inocencia lustrara sus rodillas espectrales;
para que los malditos
mataran sus opacas semejanzas
al pie de tu abstracta arboladura,
de tu mancha vital y matemática sobre un sol que envenena,
desalmado y perfecto.
Pero hoy,
van y gogh te esperaría.
Juan Carlos A. de La Madrid
“ El Conquistador’’, por Vlady.
que realiza sus obras de caballete con los
m ism os procedim ientos con que hace sus m u
rales y sobre m asonite. La prim era im presión
es de em otividad, pero al prestar m ayor a ten
ción a su s obras, esta prim era im presión d e s
aparece h asta convertirse en un cierto m al
estar. Quizá tenga la culpa de ello las m aterias
que u tiliz a : piroxilin a, con exclu sión com pleta
del óleo, gouache y demás m ateriales de uso
corriente. E sto form a parte de la teoría de
Siq ueiros. El d ice que el m aterial es lo de
m enos, pero estudiando a fondo tanto su ca
rácter como su obra, se llega a la conclusión
que se trata sólo de com odidad. Siqueiros
gu sta de los efectos teatrales y no quiere
su jetarse a la discip lin a de la pintura al óleo
que ex ig e al a rtista m ayor cuidado, grandes
conocim ientos y una labor pecientísim a. Para
obten er la profundidad y gruesos — a los que
es tan aficionado— prefiere usar la piroxi-
encuentra en la literatura extranjera lo que
no encuentra en la francesa.
por JU A N SA AVE D R A
B arrés, Clem enceau y tan tos otros.
A ctualm ente son tres las ed itoriales fran
cesas cen tenarias: L arousse, H ach ette y Pión.
•
N adie tanto como L éon-Paul Fargue, que
acaba de morir, merecía el título de “poeta
de P a rís” , como se le conocía en los m edios
literarios de la capital. N ingún secreto de la
vida literaria y bohem ia de París le era des
conocido y había intervenido en todos los
acontecim ientos literarios y a rtísticos parisinos
de e ste siglo. D esde hacía años no podía aban
donar sh hogar a consecuencia de una cruel
y dolorosa enferm edad. Pu blicó sus primeros
escritos en el “M ercure de France" e in ter
vino tam bién en la fu ndación de la “N ouvelle
R evue F ran caise” .
•
T res volúm enes de J. P. Sartre son anun
ciados por la NRF, los tres bajo el título g e
neral de S ltu ation s. E l prim ero comprenderá
estudios sobre ciertos escritores, de J. Renard
a F au lkner; el segundo, será político, y el
tercero con sistirá del estudio “¿Qué es la li
teratura?” , que ya se ha publicado en varios
núm eros de “Tem ps m odernes” .
•
En el P e tit P alais de P arís sigue abierta
la E xposición de los tesoros de los M useos
de V iena. H eredero de los duques de Burgoña,
señor feudal de Flandes, de Lombardía. de
V enecia, la Casa do A ustria ha reinado sobre
casi toda la Europa central y oriental. Esto
explica la riqueza artística de estos museos.
En esta E xposición pueden contem plarse los
prim itivos flam encos de m ás alta calidad: Van
E yck, Van der W eiden, Hugo Van der Goes,
Juan de Flandes, y algunos prim itivos fra n
ceses. Se exhibe tam bién un bello conjunto
do pintura alem ana del siglo X V I: Durero,
H olbein, Cranach, A ltdorfer, Schongauer, ju n
tam ente con obras de R ubens. Rembrandt.
R uysdael, P ieter de Hooch, V erm eer. Figurjj
igualm ente Caravaggio con sus discípulos. La
escuela italiana está bien representada con Antonello da M esina, Lotto, Sebastiano del Piombo. Palma. V eronés, T iziano, T intoretto. Bassano y otros. E n una sala especial está
V elázquez.
•
Por otra parte, señalem os que la “litera
tura en com prim idos” , a la manera norte
am ericana, se desarrolla rápidam ente en Fran
cia. E s lo que se llama “el imperialismo
cultural yanqui” . No hablem os ya de la gran
cantidad do "R eaderis” de todas clases y co
lores, que inundan los quioscos de París.
Tengo encim a de mi m esa una nueva publi
cación titu lad a “Omnibook” , que se vende
a cuarenta francos, o sea menos que un carnet
de " tick ets” del M etro. Se insertan, en com
prim idos, tres grandes novelas: “El Pabellón
de M ujeres” , de Pearl B u c k ;“Cass Timberlan e”, do Sin clair L ew is y “Arco de Triunfo”
do Remarque.
•
La obra del poeta H enri Piehette, “Les
E piph anies”, que se ha estrenado en el Théátre des N octam bules, ha de dar ocasión a nu
m erosos ju icios contradictorios, a controversias
A ntes de rep resen tarse ya se había comentado
bastante. H abían comenzado los ensayos en el
T héátre Edouard V II , cuando repentinamente
el em presario descubrió que la obra era “in
m oral” y quiso que se representara otra en
su lugar. M aría Casares y Gérard Philipe se
negaron a ello, y han encontrado la sala de
los N octam bules, donde Georges V italy ha
presentado la obra.
Se trata de una pieza de las llam adas de
“vanguardia”, pero al propio tiempo extra
ordinariam ente teatral y de una belleza mag
nífica.
•
Con m otivo de la pu blicación de un nuevo
libro de Francis Careo, “M ontm aríre vécu par
U trillo ”, ilustrado con vein titrés litografías
originales en color, las G alerías P étrid és ha
organizado una exp osición de treinta y siete
cuadros del m aestro, el más antiguo fechado
en 1905 y el más recien te de 1936. Esta
exhibición de uno de los más grandes paisa
jista s de la escuela moderna, ofrece un con
junto verdaderam ente notable para poder e stu
diar mejor su arte y su evolución.
•
El Prem io Fem ina ha sido adjudicado este
año a la novelista canadiense Gabrielle Roy,
por su obra “B onheur d ’occasion” . Aspiraba
tam bién a este honor Jean-L ouis Curtís, con
su novela “Les F orets de la N uit” .
•
La exposición de obras de la niña Baya,
pintora árabe de quince años de edad, es
una verdadera revelación. Como ha escrito
André B retón en el prólogo del • catálogo.
“ Boceto de composición mural” , por Korlerto Perdía. Este destacado artista
uruguayo, que pasara una larga temporada en México, obtuvo recientemente, por
concurso, en Montevideo, la decoración de la Facultad de Arquitectura muro de
13 metros por 5, cuyo proyecto se reproduce. Este pintor expondrá el año próximo
sus obras en Buenos Aires.
P uede decirse que desde hace muchos años
no 6e ha presentado en P arís un conjunto,
al m ism o tiem po tan completo y variado, de
todos los grandes m aestros de la pintura.
•
X/a crisis actual de la novela francesa sigue
preocupando a la crítica. D espu és de los ar
tícu los escritos sobre el tema por críticos
literarios de la autoridad de Robert. Kemp,
Jean B lanzat, M aurice Nadeau, Armand Hoog,
L ouis Parrot, el profesor R ené Lalou ha an ali
zado tam bién la llam ada “crisis de la novela” .
Según él, esta crisis tiene su explicación
en que hay un gran desin terés del público
por las novelas francesas y, por reacción na
tural, un m ayor interés por las traducciones.
E sto se explica por el hecho de que el lector
lin a que se seca rápidam ente y que perm ite
m ezclar la pintura con virutas de celotex e
incluso trapos. A sí obtien e gruesos tanto en
sus cuadros como en sus muros que no alcan
zaría jam ás con el óleo. Pero la mala im pre
sión que a la larga causan sus pinturas no
proviene propiam ente de la materia, sino del
esp íritu del artista que amando mucho la dram atización no puede evitar caer en el sim ple
melodrama.
V isto s así, a corta d istan cia en el tiempo
y en el espacio, los “tres grandes” pueden
ser clasificad os del sigu ien te m odo: Orozco,
quizá el m enos dotado, tiene realm ente genio.
D iego R ivera no tiene nada de genial, pero
es el más pin tor de los tres. Y D avid Alfaro
Siqueiros, por lo menos actualm ente, resulta
ser un gran com ediante.
E sta s d iferencias se expresan tam bién en
la vid a pública de los tres artistas que gozan
de una in flu en cia y autoridad ind iscutibles,
nublando toda la vida artística de M éxico.
Orozco es un hom bre que trabaja y produce
y no es nada amante de los escándalos p ú bli
cos a que se entregan diariam ente los otros
dos. D iego R ivera afirm a que un artista debe
hacer hablar de él, sen como sea, en bien o
en m al: todo es publicidad. P o r esto, con m o
tivo de un accidente que tuvo en estos días
con un chófer de óm nibus, en que se afirm a
que el pin tor le enjarretó un tiro de p istola
porque le cerraba el tránsito, está corriendo
e l riesgo de ir a la cárcel y se ha paseado
por las calles de M éxico con un letrero en
el que proclam a su inocencia. Tam bién usa sus
cursos de conferencias sobre arte como propa
ganda. E sta vez añadió un m itin en plena Plaza
de la R epública, frente al P alacio P residencial,
en el que habló largo y tendido sobre la in
trom isión de los E stados U nidos en M éxico
con datos proporcionados por el Partido Co
m unista. que después se ha comprobado eran
falsos. En sus conferencias habla do todo m e
nos de arte. A nte un público ya acostum brado
a sus exabruptos y alguno que otro extran
jero ingenuo, hace propaganda p olítica y la
suya personal.
Siqueiros tam poco podía dejar pasar su ex
p osición sin el consabido escándalo. E sta vez
se lo ha servido en bandeja el artista fo tó
grafo colom biano Leo M artíz, que le ha pre
sen tado una querella por plagio. Leo ha p u
blicado fotografías realizad as por él, junto con
reproducciones de cuadros de Siqueiros y, en
honor a la verdad, hay que reconocer que
unos son copias de las otras, en el detalle y en
el espíritu.
Siqueiros se defiend e diciendo que el pin tor
tien e derecho a u sar de las fotografías. Matiz
replica que hizo las fotos por encargo de 8iqueiros para ayudarle a hacer el boceto de
un mural, pero no para hacer cuadros que
fu eran la reproducción fie l de so s fotos.
M uchas otras han sido las exp osicion es que
se han presentado con m otivo de las sesiones
de la UNESCO. M erece m ención esp ecial la
del pin tor catalán Joan Junyer. Presentada
por el In stitu to de B ellas A rtes, bajo el pntrenato de la A sociación de Arte M oderno de
N ueva York, Jun yer exhibe proyectos esceno
gráficos que son una revelación. Ha logrado
introducir un dinam ism o en la decoración de
la obra escenográfica que dtrdo otros h a
yan logrado antes. En otros m edios menos
acaparados por el nacionalism o artístico, la
obra de Joan Ju n yer hubiera sido de conse-
(Continúa en la pág. 4)
‘m antiene y reanima el ramo de oro. cuya
m isión consiste en recargar de sentido las
bellas palabras n ostálgicas: Arabia fe liz ” Sus
acuarelas y esculturas ofrecen una abundancia
en la invención de las líneas y de las
am plitud lírica, un formato que V*stán
por encim a de las habituales posibilida
des in fan tiles.
Según juicio de un crítico, “su arte nos
anuncia una nueva era en que el hombre,
reconciliado con sus sueños, podrá vivir am is
tosam ente con la naturaleza, consigo m ismo”.
•
Se celebra actualm ente, en el Pabellón
M arsan, e l V II I Salón de la Estam pería, pre
sentado este año bajo el patronato de la Unión
C entral de A rtes D ecorativas. La Sala de E s
tam pería atestigua, desgraciadam ente, de una
gran falta de personalidad en la mayor parte
do los expositores, influenciados unos por Coutaud, otros por Lur^at, M alclés o Hétreau.
LIBROS
Hemos puesto el presente núme
ro bajo el amparo de una divisa
que es la expresión de deseos de
muchos, diríamos de un país que,
como la Argentina, está en franca
evolución y desarrollo cultural,
que cuenta hoy día con una muy
capacitada industria del libro, que
! le honran autores nacionales de
ya reconocido prestigio y que abas
tece un mercado de gran área que
a todo trance ha de defender. Esa
divisa es: Compre libros: compre
más libros: regale libros a sus fa
miliares y amigos.
El libro ha de dejar de ser el
objeto avaramente poseído y re
tenido por el lector vocacional y
apasionado, o mirado con desdén
y hasta ignorado por un muy ele
vado número de ciudadanos cul
tos (sic). El libro además de ser
el insustituible instrum ento de
educación científica y literaria, y
el medio más eficaz de recrear el
espíritu, ha de ser tenido como
objeto de alta distinción, para pre
mios y regalos: como una noble
y generosa ofrenda.
La bibliografía argentina es rica
en matices y temas, en autores y
materias: ninguna disciplina lite
raria estética o científica le es ex
traña. En la actualidad, en los
anaqueles de nuestras librerías y
en los catálogos de nuestras casas
editoras, existe un tan vasto y se
lecto programa de lectura y estu
dio que pocas culturas superan.
Lector am igo: regala libros: lee
más. Haz tuya la divisa de Ca
balgata .
�cabalgata
(Viene de la primera página)
b l e ” ee p u e d e n s u p o n e r p o r lo m e n o s d o s
cosas a n te c a d a u n o d e s u s c u a d r o s y s u s
h o r m ig a s so n e l p la c e r en a b u n d a n c ia qu e
hace p e rd er la s a lu d , e l h o r m ig u e r o s u e lto
de lo c er e b r a l e x c e d id o y s i s e la s a p lic a
a lo s q u e s ig n if i c a n e n s u e ñ o s q u ie r e n
d ecir q u e h a y q u e c u id a r la s a r tic u la c io n e s .
E l a r te e s u n a n u e v a m a n e r a d e d is
p a r a ta r v e n c ie n d o la m o n o to n ía s e a co m o
sea p ero e n fo r m a o r ig in a l y lo g r a d a .
Som os p r o d u c to r e s d e d iv e r s ió n p a r a
los d e m á s p o r q u e n o le s b a s t a n la s q u e
g a tis fa c ie r o n a s u s a n te p a s a d o s .
L a b r o m a d e l a r to s ie m p r e r e c o m ie n z a .
E n te r a o s d e c u a l e s la n u e v a b r o m a d el
a r te y a d o p ta d la , p o r q u e s i n o o s q u e
daréis d e tr á s .
Contra el A rte moder
no africano.
Contra la F ilosofía.
Contra la M edicina.
Contra la s M ontañas.
Contra los Fantasm as.
Contra las M ujeres.
Contra los Hom bres.
Contra el Tiempo.
Contra
mo.
el
Por el A rte del R ena
cim iento.
Por la R eligión.
Por la Magia.
P or la Costa.
Por los E spectros.
Por Gala.
P or Mi.
P or los R elojes blandoB.
E scep ticis Por la Fe.
Dalí encuentra con más conciencia que
nadie ese mundo marginal que necesitaba
nacer como para que pudiésemos despo
jarnos de todo lo monstruoso vehiculado
gracias al espejismo de montañas y per
sonas. ¡Fuera los objetos malos!
BES •
Salvador Dalí. “ Los placeres iluminados9
Colección Sidney Janis, Nueva York.
El arte no es ver como uno hace una
granujada mayor que otro.
Es muy fácil involucrar las cosas, pero
el artista tiene que saberlas involucrar
y desinTolucrar. Eso es tomar el pulso
a lo absurdo y darle realidad.
Todo parece posiblemente igual en el
absurdismo y sin embargo no es así y si
erramos nos amenaza con la decapitación
el ángel fulgente de lo inadmisible.
Hay que lograr el acuerdo de la verdad
con la irrealidad.
El que está preparado para el dalinismo
tiene que saber hacer preguntas como ésta:
—¿El radar servirá para subir directa
mente al Paraíso?
Las asociaciones del daliísta deben ser
explicadas en último término porque son
algo más que la “ adiásíora” que no tiene
más significado que el que se le asigne
ya que carece de sentido.
Así si se nos plantea la asociación de
regadera y reloj tenemos que pensar que
por la regadera salen los minutos del agua,
en vez de rechazar la explicación aplican-*,
ño ál arto la grosería y la ordinariez de
la incomprensión agresiva.
Ya esa ambición de materializar las
imágenes de la irracionalidad concreta de
manera que puedan ser tan objetivamente
evidentes como los mismos fenómenos
reales del mundo exterior, estaba en el
barroco, cuando no era dragón cardo o
voluta lo que se materializaba en sus rocas
trepadoras.
Dalí quiero ser entre muchas otras co
sas —un superbarroco y un superchurriguero, sobrepasando el rococó con más
complicación, sacando liqúenes y agujeros
inquietantes de la gruta del inconsciente
irracional y escupiendo frente al monstruo
alegórico el león freudiano.
Prepara ventanas asimétricas, huevos
duros y liornacinas con camafeos que van
más allá que los signos heráldicos de los
monótonos escudos nobiliarios.
Hay que problematizarlo y desproblematizarlo todo, ver como se transforman unas
cosas en otras, como cambia y se forma
la forma. Morfar morfología.
Eso que hace Dalí no debe asombrar a
nadie porque es la fantasía, pero la fan
tasía genial y germinal, pues Dios nos
libre de la fantasía de los que no tienen
fantasía.
Hay que saber ver los mundos de los
otros y más cuando son pacíficos aunque
diferentes. Comprendo que se reaccione
contra los mundos que amenazan violen
cia y deshollamiemto; pero no contra es
tos mundos supuestos o suponibles que
añaden cultura vital.
El credo de Salvador Dalí está sinteti
zado en esta letanía que él encabeza con
la frase batalladora de:
M I LUCHA.
Contra
Contra
dad.
Contra
mo.
Contra
Contra
Contra
Contra
Contra
Contra
Contra
Contra
Contra
mo.
■>ntra
ntra
jntra
la Sim plicidad Por la Complejidad.
la Uniíormi- Por la D iv ersifica ció n .
el Igualitaris- Por la Jerarquización.
Por lo Individual.
Por la M etafísica.
Por la Arquitectura.
Por la E stética.
Por la Perennidad.
Por el Sueño.
Por lo Concreto.
Por la M adurez.
Por el Fanatism o Ma
quiavélico.
la Espinaca,
Por los Caracoles.
el Cine.
Por el Teatro.
Por el M arqués de
Buda.
Sade.
Contra el Oriente.
Por el O ccidente.
Contra el Sol.
P or la Luna.
Contra la R evolución. Por la T radición.
Contra Miguel Angel. Por R afael.
Contra Rembrandt.
Por V erm eer.
Contra los Objetos sa l Por los ultracivilizavajes.
dos. Objetos 1900.
lo Colectivo,
la Política,
la Música,
la Naturaleza,
el Progreso,
el Maquinismo.
la Abstracción,
la Juventud,
el Oportunis-
1929.
Es por eso el hombre más limpio y desembarazado que existe, pues expulsó to
das las aberraciones y todas las cosas de
difícil memoria y puede pasearse refres
cado y ligero ante sus cuadros.
Comprender mejor las cosas no nos
traerá más que bien pues hostigando a
muchas cosas que podríamos comprender
se crea el alimañismo.
Es absurdo que cuando no se entiende
un cuadro se le achaque falta de sentido
sin que pase por la cabeza del espectador
que él puedo ser el que carezca de enten
dimiento.
5
LOS E N IG M A S
DE SALVADOR DALI
Ya sé que es fuerte el arte de Dalí,
pero también es fuerte el psicoanálisis y
sin embargo ya nadie puede dejar de tener
en cuenta sus descaradas tesis y antítesis.
Dalí anatomiza la realidad y fué el
primero que ante el arte parado de P i
casso hizo efectivos todos los complejos y
todos los deseos insatisfechos.
Por eso Freud le recibió con gusto
y después de encontrar en Dalí un gran
fanático español, dijo:
—En la pintura clásica busco lo sub
consciente ; en la pintura surrealista lo
consciente.
El arte es uno contra todos si todos
no lo ven y a lo heeho pecho.
El arte siempre está más arriba en lo
alto o en lo bajo.
El arto es la mentira que es superior
a la verdad y la verdad que es superior
a la mentira.
Dalí cuando no hace mucho, en Nueva
York, rompió la vidriera del escaparate
de la exhibición de sus cosas —por lo
mal que estaban colocadas— y fué a la
cárcel, escribió un manifiesto titulado:
‘ ‘ Declaración do la independencia de la
imaginación y los derechos del hombre a
la locura” .
Sus últimas y definitivas ideas básicas
están en estos párrafos que aparecen en
su maravillosa autobiografía:
‘‘No puede haber grandeza intelectual
fuera del sentimiento trágico y trascen
dental de la vida: la religión. Karl Marx
escribió: ‘ ‘La religión es el opio del
pueblo” . Pero la historia iba a demostrar
que su materialismo sería el veneno del
‘ ‘ odio concentrado ’ ’ con el que el pueblo
reventaría realmente, sofocado en las sór
didas, hediondas y bombardeadas vías sub
terráneas de la vida moderna. ¡Mientras
que ‘‘la ilusión religiosa” había heeho
estremecerse a los contemporáneos de
Leonardo, de Rafael y de Mozart, bajo
la perfección de las arquitectónicas y di
vinas cúpulas del alma humana! ”
‘‘El mío no era un caso de la periódica,
imitativa y desalentada “ vuelta a la tra
dición” —el neoclasicismo, el neotomismo
de que so oía hablar en todas partes, y
que surgía sintomáticamente de la fatiga
y de la náusea causada por los ‘ ‘ ismos ’ ’.
Por el contrario, era la combativa afir
mación de toda mi experiencia con el es
píritu de síntesis de la “ conquista de
M A R CEL
lo irracional” .
Valiente como él solo, defiende nada
menos que desde Norteamérica la idea
de la categoría sobre la arrasación, porquo su Cosmogonía “ no es reacción ni
revolución sino Renacimiento jerarquizado
i
:'
■
.•
'N
*//
,
m
y exclusivo conocimiento de todo” .
“ La Europa de postguerra nabía estado
comiendo constantemente “ ismos” y re
volución. Sus excrementos serían en ade
lante guerra y muerte. Los sufrimientos
colectivos de la guerra de 1914 habían
conducido a la pueril ilusión del “ bien
estar colectivo” basado en-la abolición re
volucionaria de toda restricción. Lo que
se había olvidado era la verdad morfo-
PHOUST
Por R o g er S tep h a n e
sario de la muerte de Mareel Proust
la misma semana en que Andró Gide
ha obtenido el Premio Nobel. Andró
Gide no se ha perdonado nunca el primer
juicio que formuló sobre “ Du cóté de
chez Swan” . Mientras que Mareel Proust
había descubierto la calidad del joven
equipo de la “ Nouvelle Revue Fran§aise” y deseaba ser apreciado por él,
el autor de las “ Caves du V atiean” ,
impresionado por la procedencia social
de Mareel Proust, por su colaboración
en el periódico conformista que era
“ Le Fígaro” , no se había tomado el
trabajo de leer la novela de este “ cro
nista mundano” . Pero es sabido también
con qué honradez y apresuramiento se
arrepintió, solicitó de Mareel Proust el
honor de publicar la continuación de
su obra e hizo negociar por Jaeques
Riviére la compra de los derechos de
“ Du eótó de chez Swan” , publicado
por Grasset y que no había obtenido
éxito alguno.
La rectificación me parece haber jus
tificado plenamente las dos actitudes de
Andró Gide. Sí, la obra de Proust es
una obra mundana. El medio de los Guer
reantes y de los Verdurin es irrisorio,
no ofrece ningún interés. Si Proust ha
sabido perfectamente descubrir lo ri
dículo, la sequedad de corazón y la
tontería profunda de la mayor parte de
sus modelos, no cabe duda que ha sido
parcialmente engañado.
Este universo constituye el marco de
1¡^ mayor parte de las obras de Paul
Bourget. Es aquí donde el genio inter
viene. Apasionadamente adherido a los
CARTA
DE
La L ibrería A lbert Skira, de Ginebra,
acaba de lanzar una edición de 500
ejem plares con cuatro cartas de Marcel P ro u st a s u s porteros. E stas
cartas agradarán a los adm iradores
del escritor y perm itirá a los otros
com probar que no abandonaba fá c il
m ente el fam oso estilo de "A la b u s
ca del tiem po perdido” .
R eproducim os algunos párrafos:
Antoine: Por consejo de M. V .......
he hecho pedir a M. H .. . . si no se
podría aguardar al mes de julio para
hacer las obras.
Siento decirle que he experimentado
estupefacción e indignación cuando he
sabido que me hacía decir por O. . .
que usted estaba “ furioso” porque yo
hubiera hecho una gestión tan naturaL
No ha habido nunca trabajos en la casa
sin que yo haya pedido si no podían
aplazarse hasta julio. Para éstos, como
eran breves, me he resignado. Pero'
habiéndome dicho M. V .. .. “ ¿Por qué
se fatiga usted por el ruido, cuando se
puede hacer cuando usted no esté aquí?”
ritos, ha sabido percibir como una jus
tificación: la explicación humana. Creo
que sólo son grandes escritores los ena
morados del hombre. Los personajes de
Mareel Proust no presentarían ningún
interés si nos los hubiera transfigurado.
Pero el personaje principal de la obra
de Proust es el Tiempo. Por primera
Mareel Proust
PROUST
A
SU
y habiéndome ofrecido ir a buscar al
gerente, he aceptado. Ciertamente, si
habia una persona a quien yo no podía
creer que esto le molestaría era u sted .. .
Yo hubiera temido molestar a mi tía
no hablándola o a M. C. . . Pero yo es
taba enfermo, eran las dos de la mañana,
M. V .. . . tenia que tomar el, tren y yo
no tenía otro medio. Estaba tan cansado
que ni siquiera he escrito a M. H .. . .
para no fatigarme y le he dado el en
cargo de viva voz. Evidentemente, si
yo hubiera supuesto que usted me for
zaría a escribirle ocho páginas, esto me
fatiga todavía más. En todo caso, si
usted no cree que yo tengo los mismos
derechos que M. X .. . . o M. I> .... de
hablar al gerente, y si usted está furioso
de que yo me permita, estando enfermo,
pedir si se pueden aplazar para julio
las obras, usted hubiera podido tener la
amabilidad de escribírmelo (que usted
estaba furioso) o pedir verme sin hacér
melo decir por O ... . Aunque usted no
esté enfermo, yo he tenido más distin
m
'
Salvador Dalí. “ Figura con gavetas” . 1937.
Colección Alfonso González. Nueva York.
MURIO HACE VEINTICINCO ANOS
bastante significativo que se haya
E sconmemorado
el veinticinco aniver
lógica que es la condición misma del bien
estar el cual sólo puede ser ultraindividualista y construido sobro el rigor de leyes
y restricciones biperindividualistas, capa
ces de producir una “ forma de reacción”
original y peculiar a cada espíritu. ¡Oh,
vez un escritor profundamente influen
ciado por la noción' bergsoniana del
Tiempo ha heeho entrar en su obra
literaria una profunda reflexión sobre
un motivo que hasta entonces parecía
reservado a los filósofos de profesión.
El otro personaje esencial es el pro
pio Proust. Aparece en todas sus crea
ciones, en todas sus criaturas.
Esta enorme novela es también una
reflexión sobre la obra de arte y su
significación. Está compuesta a pesar
del buen sentido: como “ Don Quijote” ,
como las “ Memorias” de Saint-Simon,
como “ Lucien Leuwen” y “ La Guerra
y la P a z” .
Parece, de creer una reciente encues
ta, que los jóvenes no le leen ya. En
tonces, J qué leen? Es eierto que J'eanPaul Sartre pretende que sólo es vale
dera “ la literatura de grandes circuns
tancias” , y que la guerra de 1914 y el
“ Affairo Dreyfus” no tuvieron más que
un papel secundario en la “ Busca del
tiempo perdido” . Porque para Proust
el objeto principal, ya lo hemos dicho,
es lo que es eterno: el hombre y el arte.
Y el hombre no percibe esta eternidad
más que por mediación de la obra de
arte. Se revela al artista gracias a esos
“ momentos privilegiados” que jalonan
toda la obra.
Es justo que Moliére haya muerto
en escena; Rezt a dos pasos de la Bas
tilla; Tolstoi en una pobre granja; es
justo, del mismo modo, que Proust
haya muerto agotado por sus crisis de
asma, por sus faltas de respiración, en
un cuarto donde se ahogaba y donde
los medicamentos inempleados mancha
ban los manuscritos apenas terminados.
PORTERO
ciones para usted, y cuando he estado
furioso contra usted no se lo he dicho
a través de otro; yo mismo se lo he
escrito o dicho. Además, la mañana en
que M. V ___ ha ido, he pedido a D . . .
que le rogara subir. Pero usted no ha
bía entrado todavía; mi reloj se ade
lantaba un poco y estas noches yo he
llamado sólo a las doce, a excepción de
la noche en que yo he pedido a O. . .
que le buscara. Pero usted estaba acos
tado (10 y media). Por otra parte, no
creo que usted haya supuesto que yo
quería ocultarle esta gestión cerca de
M. H . . . y que usted haya visto en
esto una falta de confianza por una
tontería semejante como estas obras,
cuando sobre cuestiones más serias yo
le he dado pruebas de confianza todavía
no hace un mes. Lo lamento hoy porque
veo que usted responde con los más
malos procedimientos, mostrando falta de
confianza en mí, no permitiendo utilizar
el más simple derecho de inquilino. . .
Mareel Proust
pobreza espiritual de la era de postguerra,
pobreza de lo amorfo individual tragado
por lo amorfo de las masas! ¡Pobreza
de una civilización que, destruyendo de
claradamente toda clase de restricciones,
se convierte en esclavo del escepticismo
de su nueva libertad, obligada a las ne
cesidades más prácticas y bajas, las de
tipo mecánico e industrial! ¡Pobreza de un
período que substituye el divino lujo de
la arquitectura, la más alta cristalización
de la libertad material de la inteligencia,
por la ‘ ‘ ingeniería ’ ’, el más degradante
producto do la necesidad! ¡Pobreza de un
período que reemplazó la libertad de la
fe por la tiranía de las utopías moneta
rias! . . . La responsabilidad de la guerra
que iba a estallar estribaría solamente
en la pobreza ideológica, el hambre espi
ritual de este período de postguerra, que
había hipotecado toda s,. esperanza en
ruinosas especulaciones materialistas y
mecánicas. ’ ’
En el futuro se buscará un Dalí como
so busca uir Patinir entre cuadros de
más o menos renombre.
Porque sólo un seráfico pudo pintar co
mo él y escribir:
“ Y 4qué es el cielo? í Dónde se en
cuentra? ¡El cielo se encuentra, ni arriba
ni abajo, ni a la derecha ni a la izquierda,
el cielo so halla exactamente en el centro
del pecho del hombre que tiene f e ! ”
Mientras, él triunfa en “ la tierra pro
metida” que es Norteamérica, vende ca
da cuadro por urr mínimum de 15.000 dó
lares y así como Picasso se divorcia de
su mujer por no comprarle un automóvil
Hispano-Suiza, Dalí regala a Gala sin
previo aviso un Cadillac y mantiene con
ella eso idilio en que a veces exclama:
“ ¡Dios mío, que suerte que no seamos
Rodin ni tú ni y o ! ”
t
r
• . . .no se te ocurra pintar jama»
si quieres vivir tranquilo. Corot.
• Hay dos cosas que nos ensaña la
experiencia: la primera, que es necesa
rio corregir mucho; la segunda, que
no conviene corregir demasiado. Delacroix.
• La obra vale más que el hombre.
Delacroix.
• Un éxito prematuro es general
mente causa de decadencia para *n
poeta, para cualquier artista. Apollinaire.
• La exactitud no es la verdad.
Henri Matisse.
• Siempre que comienzo un cuadro
siento que hay alguien que trabaja
conmigo. Hacia el final tengo la im
presión de que he trabajado Bolo, sin
colaborador. Picasso.
• El mundo es el abismo del alma.
M anifiesto Surrealista.
• No se pintan los cuadros sola
mente con doctrinas. Claude Monet.
• Yo soy el pintor de vuestra gene
ración más bien que de la mía. Cíe
zanne.
• 4Qué es dibujar? 4Cómo se consi
gue esto? Van Gogh.
• La opinión de los viejos en ma
teria de Arte no tiene ningún mérito.
Oscar Wilde.
�cabalgata
( Viene de la primera página)
Regale
LOS
PRIMEROS
PINGÜINOS
CIENCIA GRIEGA, Benja
mín Farrington . . . . $ 2.—
FISIOLOGIA DEL SEXO,
Kenneth Walker . . . . $ 2.—
LA DESIGUALDAD DEL
HOMBRE. J. Haldane 5 3.—
LAS BASES FISICAS DE
LA PERSONALIDAD, V. H.
Mottram .................... $ 2.50
EL HOMBRE, LOS MICRO
BIOS Y LAS ENFERMEDA
DES, John Drew . . . . $ 3.—
¿POR QUE SE DESINTE
GRAN LOS ATOMOS?, A. K.
Solomon ...................... $ 3.—
OPERA. Edward Dent $ 3.—
ARTE PRIMITIVO, Leonhard Adam ................ 5 3.—
BALLET, A. Haskell $ 3.—
URBANISMO. T. Sharp $ 3,.—
PLASTICOS, V. E. Yarsley
y E. G. Couzens . . . . ? 3.—
LOS METALES AL SERVI
CIO D EL HOM BRE. A.
Street y W. Alexander S 3.—
EXPLOSIVOS. J. Read $ 3.—
BREVE HISTORIA DE LA
LITERATURA IN G L E SA ,
B. Ifor Evans .......... $ 2.50
FRANKENSTEIN. Mary W.
Shelley ......................... § 2.50
DAISY MILLER Y LOS PA
PELES DE ASPERN, Henry James .................. $ 2.50
N O V E L IST A S ANTERIO
RES A CERVANTES, Auto
res Varios ................ S 3.—
N O V E L IS T A S INMEDIA
TOS A CERVANTES, Auto
res Varios ................ $ 2.50
SIR W A L T E R RALEG H,
PIRATA Y CABALLERO,
Eric Ecclestone . . . . $ 2.—
CUENTOS DE LA SELVA
(para los niños), Horacio
Quiroga ...................... S 3.—
E D I T O R I A L
LAUTARO
J.
E.
URIBURU
B U E N O S
1225
A I R E S
1*1
en el próximo número de
c a b a lg a ta
LEJANA,
cuento de Julio Cortázar.
MUSICA ESTADOUNIDENSE
DE VANGUARDIA,
por Juan Carlos Paz.
entre otros muchos trabajos
de gran interés.
José
E. Rodó
Una edición digna de este
gran libro arm onioso y
espiritual, dedicado a la
juventud de América. Pró
logo de Juan C. Gómez
Haedo. Ilustraciones de
Antonio Pena, impresas a
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JOSESERIÜyCM.
Soc. Resp. Ltda.
Cap. 8 400.000
EDICIONES HISPANO AMERICANAS 7
il
{Qué nos lefiere el Martín Fierro! De
tengámonos a contar las muertes y riñas
que hay en el poema. {Qué nos ha refe, rido Hudson cuando deja a nuestros
animales para decir de nuestros hom
bres! Muertes de cuchillos. Nosotros
no fuimos hechos para el amor’ ’. Todas
sus reflexiones contenían ese dolor que
le asaltaba y lo turbaba al hablar de
nuestras cosas. No en vano recordaba
a Lamas, por cuya obra no se scntia,
en verdad, ya atraído. Le preocupaba,
en cambio, su ejemplo como la mejor
definición de lo que llamaba el fracaso
argentino. En Lamas, en su desesperar
y en su muerte misma, estaba un poco
él. Pero, Lamas había ofrecido el es
pectáculo de una copiosa energía, que
buscaba, constantemente, lugar donde
acampar y donde librar, inmediatamente,
batalla. Por eso, desde las actitudes
más extremistas de su socialismo juve
nil había recorrido un itinerario de vio
lentas y ct ntradictorias estaciones. Dan
do la impresión de un inadaptado, nin
gún campamento lo conformaba y nin
guna batalla terminaba para él, pues
antes de su término ya había ido en
busca de campamento diferente donde
esperar nueva batalla. No se podía
decir que fuera un desertor, porque, sin
duda, era sincero. No era posible supo
nerlo un excursionista, porque en cada
batalla dejaba las señas de su sangre
derramada. Era combatiente íntegro. Des
de cualquier frente que combatiera, siem
pre lo hacía arriesgándose en la van
guardia. Pero, ningún frente lo retenía.
Ni la izquierda, ni la derecha. El centro
le repugnaba. Máximo Arango, en cam
bio, había penetrado con mayor deci
sión en el examen de las cosas argen
tinas, pero se había restado a toda lucha,
a toda aventura colectiva. No estaba
conformado para combatiente, no des
plegaba en forma alguna la energía exu
berante de Lamas. Arango no gastaba
vida. Tenía con respecto a Lamas una
ventaja. Lamas había gustado ser es
pectacular, como había gustado en serlo
su generación. Arango, por su parte, no
hubiera conseguido nunca estudiarse un
discurso. Sus discursos eran completas
experiencias de espontaneidad. En la
tribuna era un espectáculo, precisamente,
porque no se lo había propuesto ser.
De habérselo propuesto, no hubiera des
empeñado correctamente el papel como
Lamas y los de su generación lo habían
desempeñado. Estos habían resultado
excelentes actores. La anécdota dannunziana los había conmovido al punto de
procurarle réplica colonial. {Quien de
ellos no había acudido a algún recurso
artificioso para componer sus vidas y
sus siluetas! La vida para ellos era
una aventura en escena. Nunca se no
ticiaban de que el telón podía haberse
corrido. Lamas había sido, posiblemente,
el menos teatral de ellos. En los últimos
tiempos había renunciado a la prosa
espesa de sus antiguos éxitos y al versó
modernista con que se inició. Era, acaso,
el más sensible y, ciertamente, el más
dramático. Sin embargo, no confesó fra
caso. Máximo Arango, en cambio, era
confesor voluntario. Ahora les estaba
diciendo: “ Somos poco, muy poco. No
servimos para m ás” . Las causas de la
incapacidad radicaban en la incapacidad
dol país. “ Los que pensamos — decía,—,
los que sentimos en profundidad, 103
que nos hemos hecho cargo de un ideal
estético, somos extranjeros en nuestro
propio país” . Arango desesperaba en
el curso de sus reflexiones y reflejaba
en sus palabras la desazón de una gran
y común impotencia que nos compren
día a todos los argentinos. Se sentía,
por haber sido el que más lejos había
llegado en el análisis de nuestra reali
dad, algo así como el barómetro de la
imposibilidad argentina. Su deseo de
creer resultaba vencido a cada hora por
su comprobación pesimista do todas las
circunstancias. “ Me fastidia” , se dijo
Julio mientras Arango hacía ejercicio
de pesimismo. “ Terminaré por despre
ciarle, por odiarle” . Pero, en Arango
había un muro, un muro frágil como
su fe, frágil' como su mismo físico, que
impedía llegar hasta él con sentimientos
adversarios, con el más mínimo encono.
Dalberg los sorprendió con su voz
apasionada. El profesor había perma
necido silencioso, siguiendo las palabras
de sus amigos hasta en el movimiento
do sus labios. Cuando comenzó a hablar
se acomodó como para dar paso a sen
timientos que se guardan mucho y no se
dicen siempre.
—Yo me fui a Europa —comenzó di
ciendo— con el propósito de hacerme
un europeo, un buen europeo. Ese era
el ideal de vida que ambicionaba. De
mi país no creía poder esperar ni recibir
nada. Europa me haría a su medida, a
su antigua imagen universal. Siendo
europeo estaría más cerca de todo, en
traría en posesión de todas las claves,
me adueñaría de todos los secretos de
la civilización, me alcanzarían todas las
sensaciones* de la cultura. Europa era
la gran escena y el aprendiz debía, ne
cesariamente, acercarse a ella para mirar
con ojos de vigilia constante, con ojos
de sorpresa bárbara, el milagro cons
truido por todos los tiempos. Yo tenía
17 años cuando viajé a Europa. Viví
en las ciudades universitarias y viejos
maestros me ganaron el cariño ense
ñándome toda su ciencia, mostrándome
el milagro. ¡Qué preciso, qué exacto,
qué perfecto el milagro de las lecciones
de los ilustres maestros de Viena y
do París! ¡Qué milagro ordenado, fun
cional! Las leyes del milagro se nos
aparecían perfectamente claras, necesa
riamente justas. Habrían de cumplirse
con creadora regularidad. Tenían fuerza
determinádora. No podían errar. El error
estaba fuera de las zonas de aquelia
UNA
PAELLA
EN NUEVA YORK
con
SOMERSEMAUGHAM
por F E L IX
t - Preludio en el Salón del Hotel Plaza
— Helio! ¿Mr. Somerset Maugham?
—Helio! Yes, Dr. Marti Ibáñez? I will be
riglit doten,
A la una menos cinco de la tarde
telefoneé a Somerset Maugham desde el
“ lobby” del Hotel Plaza. El Plaza, en el
cruce do la Quinta Avenida y Calle 59, es
un Nueva York deshidratado. Sentarse en
uiro de los divanes dulcemente anacrónicos
de las anchurosas naves de espera, a la
hora del almuerzo, es seguir estando en
la Quinta Avenida, pero con la gente sen
tada. En los diez minutos de espera —pa
ra ser más británico que él en la puntua
lidad— repasé mentalmente los incidentes
de nuestro primer encuentro, cuando por
una confusión de lugares le tuve aguar
dando una hora en el mismo salón de
espera donde ahora me hallaba, y pagué
después mi descortesía teniendo que —para
no descubrir mi involuntaria incorrección—ingerir en su compañía un segundo al
muerzo, “ cocktails” y todo, después del
que yo acababa de tomar en soledad.
Del Oak Boom Bar llegaba un suave
murmullo de conversaciones. La oleada de
perfume que dejaban las damas floridas
y primaverales al entrar se mezclaba con
el suave vaho a ginebra y ron que dejaban
en el aire los caballeros al salir del bar.
En los escaparates del “ hall” del hotel
corbatas más ricas en color que las flores
de mayo. Diríase que esperaría uno olerías
al hacerso el nudo coir ellas. Camareros y
mozos de uniforme atareados como solda
dos en una recepción de gala, y el inevi
table tránsito de elegancias en todas di
recciones. Nada de maletas ni de indicios
de gente que llega o se va. Nadie viene
ni nadie se va del Plaza. De dónde sale
la muchedumbre que lo llena a todas horas
y que come, bebe, baila, espera, lee, discute
negocios y ama en sus salones y cuartos,
es un misterio impenetrable. El Plaza es
grande, pomposo y eterno como una vieja
catedral, y como ella tiene un aire de eter
nidad que impide la temporalidad de via
jeros o transeúntes. Mientras espero, uso
estos minutos para recordar...
Pacífico, Malasia, India y China, escenario
de muchos do sus más famosos cuentos.
Eit la presento guerra, escapó de la
Riviera y, abandonando su fastuoso pala
ció, vino a Nueva York con otras 500 per
sonas en un barco de cabida sólo para 38.
Al desembarcar en tierra norteamericana
tenía en el bolsillo 35 centavos solamente.
Sin vacilar, so fué a un bar y pidió un
“ cocktail” bien frío: uir “ Oíd Fashioned ’ ’.
I I I - "Calces, Ale, Percebes y Manzanilla"
Tengo ciertos motivos para recordar mi
primer encuentro con el nombre de Somer
set Maugham. En la tarde del 10 de mayo
de 1938, y en un lugar de Levante, de
cuyo nombre no quiero acordarme, una
bala perdida me explotó en el brazo dere
cho y la cabeza. En el bolsillo de mi gue
rrera llevaba un tomito manoseado y gra-
Somerset Maugham
Somerset Maugham nació en París el 25
de enero de 1874, y aprendió a hablar el
francés antes que el inglés. Su familia
tenía una gloriosa tradición en el campo
do la abogacía, y su hermano mayor es
hoy Par en Inglaterra. A los ocho años
de edad perdió a su encantadora madre,
que murió do tuberculosis, y dos años más
tardo falleció su padre. Fuó a vivir con
un tío suyo, clérigo en Inglaterra. De su
rígido e hipócrita tío y de su época es
colar en Canterbury, atormentada por su
timidez y la tartamudez que aún le aqueja,
brotaría años más tarde su obra autobio
gráfica cumbre Of Human Bondage, cuyo
manuscrito —valorado en 50.000 dólares
regaló recientemente a la Biblioteca del
Congreso de los Estados Unidos. Al enfer
marse de los pulmones, retornó a curarse
a Francia, pasando después dos años en
Inglaterra y en Heidelberg y comenzando
luego a estudiar en la Facultad de Medi
cina del Hospital St. Thomas en Londres,
de donde salió a los seis años hecho mé
dico y con bastante conocimiento del dolor
humano para escribir a los 24 años su
novela Liza o f Lambetli, que fué un fra
caso económico pero le inició en la carrera
literaria. En los 18 años siguientes viajó
por España, escribiendo dos libros de im
presiones y un puñado de obras teatrales,
alcanzando por fin el triunfo con su Lady
Frederick y llegando a tener cuatro obras
a la vez en los teatros de Londres. Su The
Circle está considerado hoy como una obra
do técnica perfecta, un modelo digno de
estudiarse por todo comediógrafo.
En 1915 publicó —ya como escritor pro
fesional— su Of Human Bondage, y en la
guerra estuvo en una ambulancia quirúr
gica, y como agente secreto británico en
Suiza y Rusia, vía Japón. Fracasada su
misión y enfermo de tuberculosis pulmo
nar, pasó dos años en un sanatorio de
Escocia. Ya curado, viajó por todo el
siento que hallé en el jardín de una finca
abandonada, allá en las afueras de Torre
del Español, un pueblecito que cambió de
ocupantes varias veces en la campaña dol
Sur Ebro. Guardé como recuerdo el uni
forme ensangrentado y el libro —impreso
en Sudamérica— con una pésima traduc
ción, que sólo ojeé, de cuentos de un autor
inglés. Un tal Somerset Maugham.
Él exilio me deparó la oportunidad de
zambullirme en las aguas límpidas de la
literatura inglesa. El español literario es
un estanque cubierto de flores, lirios y
anémonas. El inglés es una alberca de
aguas cristalinas y fondo visible. A veces,
como en Stevenson, Chesterton o Huxley,
la prosa inglesa adquiere claras tonalida
des de cristal inmaculado. Cuando comen
cé a leer a fondo la obra de Maugham,
me absorbió en primer lugar la vividez
de la anécdota y el fino humorismo que
calaba la prosa parca y enjuta. Solamente
después de releer las obras varias veces,
me di cuenta de que lo admirable no era
solamente el edificio, sino las herramientas
y la técnica del arquitecto. El saber contar
con algo con esa ‘ ‘ difícil sencillez ’ ’ de
que hablaba Cervantes.
En Calces and Ale, Maugham diseca el
ambiente literario del Londres ochocentis
ta, todo tertulias intelectuales, tazas de
té, 11cricket ’ ’ y miriñaques, con la robusta
silueta del patriarca literario al fondo,
fumando su pipa y pellizcando a las ru
bias camareras en las tabernas de un pue
blecito marinero en la costa inglesa. The
Narrow Comer lleva la nave literaria de
Maugham a los mares del Sur, entre nubes
do opio, aroma do sales y yodos, donde el
brillo de la luna sobre viejas ruinas ho
landesas ilumina una tragedia de pasión
y odios. En The Painted Veil asoma el
Oriente amenazador y milenario de una
princesa asiática. Según los críticos, Of
Human Bondage, la autobiografía de un
muchacho pálido y soñador, con un pie
zambo, que estudia medicina y es la víc
tima del terrorismo sensual de una moza
londinense, es la obra maestra del autor,
ciencia de preguerra, de principio do
siglo veinte. Mientras ponía en mi es
píritu aquella certidumbre científica,
aquella seguridad de la ciencia y su
ley, me llegaban cartas de mi madre.
“ Vieras —me decía— cómo ha flore
cido la quinta, qué generosidad la de
las plantas que tú cuidabas. Este año
han querido recordar al ausente bro
tando con prisa y violencia. La quinta
se ha llenado de colores” . Qué extrañas,
pensarán ustedes, habrían de resultar
aquellas noticias del lejano jardín al
estudiante de las universidades euro
peas. Acaso, la primer noticia de mis
plantas me pareció extraña. Pero debí
acostumbrarme a ellas. En las cartas de
mi madre nunca faltarían aquellos re
cuerdos. “ Acabamos de venir de la
estancia” , me escribía. “ Si supiera de
cirte cómo oscureció sobre el campo,
cómo se incendiaron por un momento
los pastos y cómo quedaron quietos y
olvidados cuando desapareció, por fin,
el sol. Todo Jo vi desde la ventana
del viejo comedor. Matilde, la hija de
don Isidro, cantaba una tonadita que
aprendió en la fiesta del domingo” .
Entre las lecciones de mi maestro Bru-
hen, los recuerdos que me traían las
cartas me volvían al país. Los recuerdos
me tomaban todos los sentidos. La quin
ta con sus flores lejanas. La estancia
y sus campos sembrados o desiertos,
mi madre en la ventana y ¡a chica Ma
tilde cantando en la galería. Un día,
regresando de una clase, caminando con
mis recuerdos, olí algo extraño. La sor
presa no me desorientó. Yo supe lo que
olía. Estaba oliendo los pastos de mi
patria. Y todos mis días do estudiante
europeo, de aprendiz de sabio, pensé en
esta Argentina de la espera, de la es
peranza. Con todos los sentidos me la
fui recreando y me fui advirtiendo do
sus posibles milagros. En Europa apren
dí a ser argentino.
La confesión de Dalberg conmovió
suficientemente. Dalberg sabía contar
y en sus palabras ponía afirmaciones.
—Cuando regresé después de cinco
años de residencia europea —agregó—,
mi madre me recibió en el puerto con
estas palabras: “ {Qué deseas hacer,
ahora, h ijo !” Y yo le contesté: “ Llé
vame al campo” . Quería encontrarme
con el olor de los pastos que había ido
a buscarme a París.
I I - Un Minuto de Biografía
M A R T Í IBAÑEZ
en lo que no coucuerdo. París y Haití
unidos en la vida atormentada de Gauguin
forman el escenario tan policromo de The
Moon and Sicrpence-, y París, Norteamérica y la India son los tapices donde se
borda la fibra sutil de su obra The Eazor's
Edge. A éstas agrega el autor unas cinco
o seis novelas más de teatro, espionaje
guerra y amor, un centenar de cuentos y’
novelitas cortas, con el planeta entero como
escenario y el alma humana incandescente
en sus pasiones como protagonista. ¡Ah
y unos libros estupendos de viajes por eí
Asia y por España! ¡Andalucía: donde
este inglés seco y cínico, callado y burlón
se sienta en una taberna de la calle de las
Sierpes, a sorber su manzanilla y comer
sus percebes, calentito de sol andaluz, co
mo un castizo más!
Después de realizar una peregrinación
por la frondosa selva literaria de la que es
jardinero Maugham, debo decir que si tu
viera que coronar al príncipe de los nove
listas modernos, ceñiría la corona sin va
cilar sobre las sienes de este inglés univer
sal, de los ojos entornados y la sonrisa
cínica. {Por qué razón! No hay en Somer
set Maugham argumentos apasionantes,
porque no tiene imaginación suficiente pa
ra inventarlos; no hay imágenes o símbo
los brillantes que eluden, como el frío las
rosas, su mente de un suave gris nórdico;
no hay retórica variopinta; ni ritmo poé
tico en su prosa; ni sorpresas en sus des
enlaces. Pero este inglés del bigote en
cepillo de dientes y la cara de “ poker”
sabe contar una historia. Nada más y nada
menos. Toda la gracia de los viejos narra
dores árabes, de los juglares castellanos,
do los rapsodas aragoneses y catalanes de
la corte de Juan II, de los “ paroleiros”
gallegos y los contadores de fábulas anda
luces, la posee el atildado “ gentleman”
británico de la mueca irónica y el pensar
escéptico.
Y no es baldío usar estos símiles para
su técnica de contar un cuento. Que en
tierra española se contó la más grande
historia de todos los tiempos, con una rica
sencillez de lenguaje y una sobriedad de
relato que sólo agrandaron la figura del
Ingenioso Hidalgo. Y hoy, en otro género
literario, reaparece en las obras de Maugham, idéntica economía de lenguaje, sim
plicidad de frase y claridad de concepto
que antaño hicieron grandes ciertas obras
maestras de lo novelesco.
IV - Somerset Maugham en un Mesón Se
villano
Hace muchos años que Somerset Mau
gham habitó en España. Ha descrito su
visita en dos libros, uno de los cuales,
Don Fernando, está repleto de errores de
liciosos. Gustaba Maugham de ir a Sevilla
a la taberna de Don Fernando en la calle
Guzmán el Bueno. Atrás quedaba el bu
llicio de la calle las Sierpes. En la taber
na, entre chatitos de manzanilla, el atil
dado y pulcro “ gentleman” británico,
sentado entre barriles de amontillado y
bajo guirnaldas de ajos, cebollas, chorizos
y jamones, descubrió un tomito encuader
nado en pergamino, impreso en Madrid en
1856 que compró junto con una talla de
San Antonio del siglo x v i i por unas pese
tas. En aquel libro —los “ Ejercicios Es
pirituales de San Ignacio do Loyola” —
comenzó a comprender el alma atormen
tada de la España medioeval.
Después sus peregrinaciones le llevan
en pos de la huella del capitán de los
jesuítas, a Pamplona con la “ iglesia más
fea que vió jamás” . De allí va a Azpei( Continúa en la pág. 5)
(Viene de la pág. 3)
secuencias b enefactoras para los artistas del
país.
En estos m ism os días se ha presentado un
joven pin tor que hizo su prim era exposición
pública en el In stitu to F rancés de América
Latina, que — caso extraordinario— . ha con
seguido que toda la crítica se ocupara de él
o incluso, sin buscarlo, tam bién ha producido
su pequeño escándalo. Se trata del joven pin
tor franco-ruso Y lady.
En los medios artísticos de M éxico, donde
se conceptúa el dibujo como un arte menor y
algo ajeno a la pintura, V lady era considerado
como uno de los m ejores dibujantes del mo
mento en el país. T odos ignoraban, y algunos
querían ignorar, que Y lady es tam bién pintor;
uno do los jóvenes pintores que, de seguir su
camino sin graves tropiezos, lia de dar mucho
que hablar en el futuro.
_
E nrique F. Gual, en “U ltim as N oticias',
entre otras m uchas cosas, al hablar de él, dice:
“Por lo visto este muchacho ha esperado sen
tirse firm e para presentarse en público.: sen
tir arraigar en su esp íritu la absoluta segu
ridad de! éxito. S i en lo que a técnica se re
fiere es notable, su obra no lo es menos^ en
cuanto a su contenido esp iritual, y de ahí la
tan referida sorpresa’’.
En “E xcelsior” , Jorge Crespo de la Serna,
acaba su artículo d icien d o : “Se trata de un
hombre do sen sib ilidad , de una mano diestra,
de un ojo que sab e captar bien el ambiente
— esta vez de nu estra tierra— del cual se
puede esperar obra original y de mucho gusto
si so decido a ser fie l a su propio yo” .
Pero todos estos elogios, a los que podríamos
unir los de ocho o nueve críticos más, no van
sin reservas ni reparos. Es lo interesante para
e ste joven artista. En un ambiente artístico
que no se conm ueve m ás que por los tres
grandes, y más aun por los escándalos y la
batahola “p atriótica” do Diego Rivera y Siqueiros, Y lady ha logrado lo que desde hace
m uchos años no logró ningún pintor joven, T
monos siendo extranjero. Conmover, hacer ha
blar a todos los críticos y, lo que es más signi
ficativo, p elearse entre sí a las juventudes
a rtísticas del país, entre las cuales unos le
niegan toda capacidad do pintor — jamás do
dibujante— y otros,* por oposición, lo exaltan
sin mesura y lo ponen en las nubes. Las dis
cusiones llegaron al extrem o que en el co
nocido cafó P arís, en donde se reúnen grupos
do artistas y escritores, los dos bandos vi
nieron casi a las manos.
M éxico, D. F. diciembre 1947.
-
�cabalgata
8
S OMERS ET MA U G H A M
(Viene de la pág. 4)
tia, Loyola y Manresa, se extasía ante la
catedral de Santiago de Compostela, "de
piedra gris. . . amarillenta de liquen” ,
"amenazadora contra las nubes oscuras y
de un color de miel contra el cielo azul' ’.
Vacila si escribir sobre Ponce de León,
trazar una vida de Agustín de Rojas, el
actor-autor de El Viaje Entretenido, o
elegir como héroe a un joven católico es
cocés en la corte de Felipe ni, cuando Lope
de Vega era ídolo del teatro español, un
tal Cervantes escribía el Quijote y en To
ledo, empapando sus pinceles en el zumo
de su alma apasionada, pintaba el Greco.
Finalmente, Maugham renuncia a tales
proyectos y escribe el libro que comenta
mos con un espíritu encantadorameirte
británico.
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En Avila —la gema amurallada, cuyos
huertecitos perfumados y piedras doradas
contemplaron el paso de Teresa—- se hiela
de frío, quejándose de que en el desayuno
le dan leche de cabra y manteca rancia.
Ello le conduce a enjuiciar las comidas
españolas, cuya frugalidad histórica elo
gia. (Una comida española digna de un
rey es "pan- moreno, olivas, anchoas y
queso do cabra” ) Califica de "basta,
dura e insípida” a la merluza española
( ! ) , estimando que el mejor plato español
es la sopa de "tres cuartos de hora”
(que confieso desconocer). De Alicante
dice que es "una ciudad donde no hay
nada que ver ” ( !) y de Valencia, que es
"aburrida y ruidosa” ( ! ) , la tierra del
arroz a la valenciana "que en Andalucía
llaman paella” (1). Por fortuna, en Ta
rragona (que describe con uir realismo ma
gistral) le sirvieron un buen arroz, en
Madrid un excelente leehoncito, en Sevilla
jamón serrano con aceitunas de la tierra,
pescadilla frita y amontillado, y en Vigo
el "mejor marisco” de Europa. ¡Vamos,
"oíd boy” , éso ya es algo! Más animado,
ajusta su monóculo mental y recorre el
resto de España, dejándonos un cuadro
soberbio de Lope de Vega y Santa Teresa,
del Quijote y Don Juan. Y aunque hace
afirmaciones como la de que España "no
ha aportado casi nada al pensamiento
mundial” , que nuestra poesía "es de ori
gen italiano” , y " la mística es germá
nica” , finaliza su obra diciendo que "en
sus hombres está el secreto de la grandeza
de España” . Ellos son su filosofía, su
pintura y poesía. Los españoles de la Edad
de Oro —dice— "sintieron e hicieron” ,
no pensaron. Buscaron y hallaron la vida.
Sembraron pasión y la cosecharon en flo
res. España —afirma— agotó toda su
energía en crear lo que es más grande que
el arte: hombres.
sobre psicología. Me replicó en cartas de
puño y letra, elogiándolos inmerecidamen
te y criticando sagazmente algunas opinio
nes. Se entabló una amistad por corres
pondencia entre nosotros. Me hizo el honor
do enviarme, el manuscrito inédito de la
que será su última novela (posterior a la
recientemente publicada: Then and Note,
un tablean a lo Bocaccio sobre las andan
zas amorosas de Maquiavelo) para que
yo " lo corrigiese y asesorase” (I ), pues
la novela es un cuento de milagros en la
España de los Felipes. Al venir a Nueva
York, me telefoneó para invitarme a al
morzar. La muchacha que recibió la llama
da casi se desmayó de la emoción, pues
Maugham es el autor más popular en esta
nación entre la clase media. Acordé verle
en el Hotel Plaza para almorzar juntos
y conversar sobre su libro, y mis divaga
ciones y recuerdos terminan aquí porque
ya era la hora de la cita.
A la una en punto, Somerset Maugham
sale del ascensor y viene a mi encuentro
con uira pálida sonrisa en sus labios pá
lidos. Viste de azul marino, con una ca
misa mal planchada, azul a ravitas blancas
y una corbata azul y blanca, que lleva en
cada línea el sello barato de Broadway.
Me da una mano todavía enérgica y en
dereza su menuda estatura. Del cuello
pende de una cinta negra el monóculo y
alrededor del ojo derecho se ve un surco
profundo como si fuera el molde donde
se fabricó el monóculo. Le digo que si
le parece bien ir a almorzar en un restau
rante español, el Jai-Alai. Me escucha
gravemente y me dice que le parece muy
bien, aunque sé que el nombre del restau
rante le es tan ajeno como a mí el color
de sus tirantes. A mi lado, pequeño y
arrogante, echa a andar hacia la primavera
que restalla en sol al otro lado de las
puertas del Hotel. Frente a nosotros, Cen
tral Park es una promesa de verdores ama
bles, pájaros y música de radios portátiles.
El cielo parece arrancado de una cubierta
do revista de viajes. Montamos en un taxi
con techo descubierto. Por su claraboya
una barra de oro solar bruñe su cabello
fino y gris.
León Chestov. — KIERKEGAARD Y LA FILOSOFIA
EXISTENCIA!.. El gran escritor ruso que supo producir
el análisis más penetrante de la obra de Dostoievski en
su libro "Las revelaciones de la muerte”, nos ofrece ahora
un revelador estudio de la filosofía de Kierkegaard* deno»
minada por su autor —en oposición a la filosofía especu
lativa— filosofía existencial, es decir, la que proporciona
al hombre, no la "comprensión”, sino la vida. Un volumen
de 332 páginas .............................................................
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Jean-Louis Bory, — MI PUEBLO EN LA HORA ALE
MANA. Con esta novela originalísima por su técnica, JeanLouis Bory conquistó en 1945 el Premio Goneourt y se
aseguró un puesto de primera fila entre los grandes nove
listas contemporáneos. Obra singular que ha de perdurar
como expresión acabada de arte que traduce de. modo
inimitable el drama vivido por un país en los tremendos
días de la ocupación por su enemigo tradicional. Un volu
men de la “Colección Horizonte” de 416 páginas .. $ 6.—
Harold Lam . — NUR MAHAL. El autor de “La marcha
de los bárbaros” y de la hermosa biografía de Omar
Khayyam, traza en esta novela el retrato de una mujer
singular que hace tres siglos gobernó a la India desde el
aposento íntimo de uno de los herederos de Genghis Khan,
basando su relato en documentos auténticos que ha tenido
en sus manos. Un volumen encuadernado, de 312 pági
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millones de ejemplares. Un volumen de 336 páginas (14*
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—Ando estos días atareadísimo —me
dice—. Ya no escribo nada. No sabía lo
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difícil que era salir de este país; mucho
más difícil que entrar en él. Visitas a la
Distribuidas por la Editorial Sudamericana
emigración, a la aduana, entrevistas con
los agentes del Income Tax, y mil detalles
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\
secretario, Mr. Searle, y yo, el jueves pró
Vicki B aum . — VIDA HIPOTECADA. De dinámico relato
ximo en el Dixie Lee. Unos diez días de
al estilo orsonwellesiano, esta nueva novela —cuya trama
travesía hasta Marsella. Hemos tenido la
gira alrededor de un interesantísimo caso de transferencia
suerte de conseguir una diminuta cabina
de personalidad, con problemas colaterales de distinta inten
para los dos. Es pequeña, pero al menos
sidad y colorido— está llamada a constituir un éxito más
tendremos soledad. No será algo tan ates
en la serie jalonada por “Uli, el enano”, “Hotel Berlín”,
Mas observad lo notable del caso, Sotado como cuando hace cuatro años vine
“Marión” y “El Bosque 'que llora”. Un volumen de 280
merset Maugham quedó influenciado en
a Nueva York.
páginas..........•.................... ............................................... $ g.__
toda su vida y en su estilo por este viaje
Le digo que para él va a ser doloroso
a España. Le tocó el corazón la sobriedad
en el decir, la magia en el contar, la pro- . ver a Francia en las condiciones actuales
y comparar con los años anteriores a la
De venta en todas las buenas librerías
fundidad en el sufrir y la ironía en el
guerra.
juzgar de los españoles. En la letra y el
alma do España fraguó, sin Saberlo Mau
(E l exceso de original n os im pide
gham, su futura técnica novelística. A
dar com pleta en el presente número
quien desee aprender a contar algo, le
A L S I N A 5 00
esta in teresan te conversación, que
B U E N O S AIRES
recomiendo que estudie las primeras veinte
contiene tan preciosos rasgos bio
páginas de Calces and Ale, que son- un mo
gráficos, la cual term inará en la
delo de realismo, ironía y técnica literaria.
próxim a e n treg a ).
No es lo que se cuenta, sino cómo se cuen
ta. Se nos antoja verle sentado en una
tertulia de Pombo, ante un ‘ ‘ café con
inedia” y prestar la magia de su toque
humorístico a cuanto dice. Maugham es
médico y aunque no llegó a ejercer, le ha
quedado dentro la visión- radiográfica del
alma humana, de lo que anima el manojo
Los lectores que conocen la
no os m ováis. (C ierra la puerta
cionado otras dos solu cion es . . . una segu rid ad m ayor. Como no
de nervios y músculos, huesos y órganos
versión castellana del libro de
con llave y v u elve al lado de
T IT O R E L L I. — Son las ú n icas tie n e nada m ás que h acer, pido
K afka que hace algún tiem po p u
que forman la marioneta que baila en el
José K .) M il perdones. E sta s n i
de que puede t r a t a r s e . .. ¿P ero p erm iso al tr ib u n a l y qu ed a on
blicó la E ditorial Losada, nos
retablo teatral de la vida. Este inglés se
no quiere q u itarse la chaqueta lib ertad .
ñ as tam bién pertenecen a la ju s
agradecerán esa breve escena do
ticia.
a n tes do que abordem os la c u e s
JO SE K . — ¿ Y qu ed a «n l i
electrizó en España, durante los años mo
la adaptación dram ática que han
JO SE K. — ¿Cómo?
tió n ?
b ertad ?
presentado al público francés dos
zos en que se embriagó de la luz del cielo
T IT O R E LL I. — No h ay nada
JO SE K . — Con m ucho gu sto .
T IT O R E L L I. — S í, pero e n tié n
figuras preem inentes: el escritor
que releve de la j u s t i c i a . .. U s
andaluz, y comunica electricidad a cuanto
(S e le v a n ta ). Y a que me in v ita d ase que só lo e n a p a rien cia , o s i
André Gide y el actor Jean-L ouis
ted
no
parece
conocerla
aun.
Pero
a
e
llo
.
.
.
(S
e
qu
ita
la
c
h
a
q
u
eta
).
lo
d esea, p r o v isio n a lm en te . P u e s
toca. Sus dedos huesudos, prestan una
B arrault.
no tien e n ecesidad de ello, pues,
L A S N IÑ A S . — ¡Oh! ¡S e está tod os e sto s ju ec e s de que lo h a
eléctrica vibración a un militar, una ca
El que sigu e es un fragm ento
por lo que dice, es inocente. S al
desnudan do! (S e em pujan para b lo, ju ec e s su b a lter n o s, no tie n e n
de la obra, en el m om ento en
drá del paso sin que nadie le
marera anciana, un plantador holandés,
v e r ).
e l d erech o de p ro n u n cia r la a b
que José K. ha ido a pedir ayuda
ayude.
JO SE K . — ¿Cómo llam a a las so lu c ió n d e fin itiv a ; e s e derech o
un tendero cuarentón, una peripatética
ni pintor T itorelli, esp ecia lista en
JO SE K . — Pero, en su opinión,
otras dos solu cio n es?
corresp on d e a l tr ib u n a l su p rem o,
retratos de ju eces.
descolorida o un artista fracasado. Sus
¿qué es lo que se debe hacer?
T IT O R E L L I. — A b solu ción apa al cu al no p u ed e lle g a r n i u ste d
¿Qué procedim iento puede segu ir
ren te y aplazam ien to ilim ita d o . Yo n i n a d ie. S ó lo la a b s o lu c ió n d e
personajes están manejados con la técnica
JO SE K. — Escuche, M onsieur
se? Por lo que me acaba de de
puedo ayudarlo en am bos casos. fin itiv a acab a con to d o e l m a
elemental de un Cervantes o un MaupasT itorelli; seguram ente usted co
cir, deduzco que la ju sticia no
U ste d es qu ien tie n e que elegir. te r ia l d e l p r o c eso ; n i v is to , n i
sant —seres reales en situaciones noveles
noce la ju sticia m ejor que yo;
adm ite ni reconoce las pruebas.
L a a b solu ción ap aren te requiere en te n d id o ; no qu ed a nad a.
yo sólo la conozco de oídas. Pero
T IT O R E LL I. — ( L e v a n t a n d o
un esfuerzo v iolen to, pero m om en
cas— y tienen algo en su vivir de la línea
JO S E K . — M ie n tr a s que oon
todo el mundo está de acuerdo
el ín d ic e ). C ierto que no pueden
tá n eo ; el aplazam ien to ilim itad o la a b so lu c ió n a p a r e n te . . .
de un Lope de Vega o de un Chejov, o
en que una acusación jam ás se
p resen tarse pruebas ante el tr i
un pequeño esfu erzo crón ico. Sin
T IT O R E L L I. — N o se p ierd o
sea el aparecer y desaparecer, sin un
hace a la ligera, y que una vez
bunal; pero, m ediante interm edia
em bargo, hab lem os de la p rim e n ad a y la ju s tic ia n o o lv id a ja
lanzada la acusación el tribunal
rios, se envían pruebas o cosas
ra; si es eso lo que d e s e a . .
m ás. E l a c ta de acusación , n o h a
principio ni un fin en sus acciones. La
perm anece firm em ente convencido
quo hacen las veces de ello.
JO SE K . — (q u e tra ta de s e p erd id o vig o r y cu a lq u ie r juea
carencia de tesis moral y la ausencia de
de la culpabilidad del acusado. Me
JO SE K. — E nton ces, ¿qué me
g u ir le ). ¿L a ab so lu ció n aparente? p u ed e saca rla a r elu cir en e l m o
Dios, prestan a la obra de Maugham un
han dicho que es m uy d ifíc il que
aconseja?
T IT O R E L L I. — (c o n tin u a n d o ). m ento que quiera.
brantar esa convicción.
T IT O R E LL I. — E so depende de
. . .y o v o y a e scrib irle, en debid a
JO S E K . — ¿Y e n to n c e s?
gigantesco sentido demoníaco muy espa
TITO R ELLI. — ¿ D i f í c i l ? . . .
la clase de absolución que desee.
form
a, una d eclaración de in o c e n
T IT O R E L L I.
— E n to n c e s
se
ñol. Como en el Quijote o en la obra de
M ejor sería decir qne im posible.
H a y tres cla ses: absolución real,
cia. In atacab le. P r o v isto de esta p ro ced e a u n a n u ev a d e te n c ió n . E l
Coya, Dios está ausente de las páginas de
Y si yo p in tase aquí a todos los
absolución aparente p aplazam ien
d eclaración , y o v is ita r é a tod os p roceso se rean u d a. H a y que v o l
ju eces y usted se defen d iese ante
to ilim itado.
lo s ju eces que conozco para que ver a reu n ir la s h u e s te s p ara
Maugham. Amor fati. Cada personaje es
la tela, seguram ente tend ría más
JO SE K. — ¡A h!
mo la firm en ; em pezaré por p re procurar un a n u ev a a b so lu c ió n
como un español fiel a su sino de sima o
T IT O R E L L I. — L a absolución
probabilidades de é xito que en el
sen ta rle esta noche a l ju ez que a p a ren te. N o se d e b e r en u n c ia r
empíreo y el autor, con una sonrisa cáus
tribunal.
e sto y retratan d o, salien d o fiad or nu nca. (S ile n c io . J o s é K . b aja la
real, pura y sim ple, es in co n tes
tab
lem
en
te
lo
m
ejor:
pero
me
de
sn in ocen cia. E so m e atrae, c a b e z a ). ¿ L a a b s o lu c ió n a p a ren te
CORO
DE
N
IÑ
A
S
,
(d
etrás
de
tica, pero llena de comprensión humanista,
apresuro a añadir, que yo no
con ta l quo el ju ez m e c r e a . . . no le agrad a? Q u izás p r e fie r a el
la puerta) T i t o . . . ¿ e s que no
les acompaña hasta su triunfo o su ani
a p la z a m ien to ilim ita d o . ¿ Q u iere
ten go nin guna in flu en cia en lo
va a irse pronto?
JO SE K . — C reerle, s í; pero,
quilamiento. Esta actitud es muy españo
que concierne a esta solu ción ; y
de tod as m aneras, ¿no m e a b so l que le e x p liq u e en qué c o n s is te ?
TIT O R E LL I. — ¡C allad! ¿No
JO S E K . — S i no es a b u sa r de
por lo que yo sé, nadie. D iré m ás:
verá r ea lm e n te ? . . .
v e is que estam os hablando?
la, muy quijotesca y fatalista.
desde mi in fa n cia he asistid o a
U N A N IÑ A . — ¿V as a hacer su
T IT O R E L L I. — E s lo que yo su am ab alid ad . . .
T IT O R E L L I. — E l a p la z a m ien
tod
as
la
s
grandes
sesion
es
del
tr
i
retrato?.
.
.
No
lo
hagas.
E
s
muy
le
decía.
U
n
a
vez
que
la
declara
Somerset Maugham es, a mi juicio, el
bunal, y he seguido un número
c ió n te n g a un núm ero su fic ie n te to ilim ita d o , com o su n om b re «In
feo.
mejor novelista "puro” (¡el arte por el
dica,
m a n tie n e in d e fin id a m e n te e l
in
fin
ito
de
procesos,
sin
encon
de
firm
as,
el
a
su
n
to
p
u
ed
e
m
ar
(E l pintor va a la pu erta y la
arte, sin tesis moral alguna!) del siglo
trar nnnea una absolución real.
char con b a sta n te rap id ez; p u es p roceso en su p rim era fa s e . E x ig e
en tr e a b r e).
nn
c
o
n
ta c to c o n s ta n te con la ju s
llegad o a e ste pu nto no su elen
JO SE K. — E nton ces, es in ú til
TITO R ELLI. — Si no os que
XX: Un Stendhal por su sobriedad es
encon trarse o b stácu los. E s e l p e tic ia .
quo hablem os de ella. D ejem os la
dáis quietas, os hecho escaleras
tilística, un Balzac por su visión amplia
ríodo donde el acusado m a n ifie sta
absolución real. U sted ha m en
abajo. Sentaos en los escalones y
de la Comedia Humana, con algo de ese
humorismo burlón de Cervantes. Un inglés
universal, que con su caña de Montilla en la
L E A
mano, miró en una tarde de mocedad
pasar a las mocitas toreras de tobillo fir
en e l p r ó x im o n ú m e r o d e
mo y olor a nardos por las calles sevilla
nas. Y que hubiera dado todo el imperio
C A B A L G A T A
británico por saber decirles un piropo
“ E l e t e r n o f a n a t is m o ” ,
flamenco, ¡sin acento de Oxford! y _s¡n
p or J u le s R o m a in s
que lo llamaran "patoso” y "ésaborío” .
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llywood. Me replicó cariñosamente y, alen
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» 33 -—
» 3S ~
» 38 •—
EDITORIAL POSEIDOS
PERU 9 7 5
BUENOS AIRES
�cabalgata
IJE SSE es casi tan pintor como
Í I poeta. Hay en algunos de
sus tomos de poesía reproduc
ciones de acuarelas, complemen
tos plásticos del sentido de los
versos. Estas ilustraciones cer
tifican una adaptabilidad casi
infantil. Pero el conjunto —poe
sía y estampa— está saturado
do los hálitos de la naturaleza
y revela una comunión tan ín
tima, tan completa con el mun
do v is ite , que ninguna per
turbación anímica hallaría asi
dero en este puro unísono. En
fin, la creación de un artista.
Andró Gide.
e entre los poemas que Hermann Hesse
D
me enviara como saludo para comienzos
de este año, ho extraído el siguiente, fe
Pacioli:LA DIVINA PROPORCIÓN
Lúea
chado en febrero de 1946:
W t t W n ® U ha tenido5 sob rT el arte r e : n a c e n t í : “ bre
d u lc e n
en esp ecial. Traducido directam ente de U e d W ó n ° ” f X cción de R icardo B eata,
facsim ilar de loa grabados. P rólogo de Aldo M icU.
a d u ch o
Juan Carlos
Soneto de E a fa e l A lberti. R ev isió n de la parte m aterna»
en Jo u t e .
Entra, mistral, la noche pálida.
La lima hacia el follaje riela.
¿Qué miedo, entonces, en la cálida
noche me impulsa a estar en vela?
“
o
tG r i “
Durmiendo estuve y he soñado.
¿Qué me llamó en la noche y me
causó tal miedo que pensé
que algo importante hube olvidado?
H uir de casa me será
mejor, y del país entero,
hacia el llamado, el hechicero,
lejos, al mundo, y más allá.
I otograbados
Arga
SOC. RESP. LTDA.
Cap. mSn. 60.000:-
MEXI CO
449
T. A. 33-4218 34-3555
B u e n o s Ai res
¡m il
A [LEGAR!
p
t
d
r
B
e
c
u
y Raim undo Inda y dirigid a
% r r3 i r T 40g inEa03: Sgran form ato, Idiosam ente encuadernado^ « U U
blan ca .........................................................................................................
Leonardo da Vinci: IRATADO DE LA PINTURA
HERM ANN H ESSE,
Por
EL P E R E G R IN O
WERNER
ROCK
( Dibujos originales de Hermann Hesse)
(T ra d u cció n de C arlos T . G rieben.)
F
V
Nuestro poeta, que el 2 de julio de 1947
entró en los setenta años, se evidencia en
estos versos como un peregrino eterno
a lo largo de toda su vida. Su continua
peregrinación lo llevó hasta la India, el
país natal de su madre. Retorna conven
cido de quo todos los caminos tienen una
sola meta: el propio corazón. Y ahora,
¿adonde quiero ir el anciano Hesse, ahora
quo el camino de su vida llena de alter
nativas ya toca a su fin? “ Lejos, al
mundo, y más allá” . Esta última confe
sión conmueve hondamente. No se ha can
sado aún de peregrinar. No obstante haber
medido la tierra en todos los sentidos,
este anheloso quiero todavía ir “ más allá
del mundo” , tras un sendero marcado por
las estrellas.
‘ ‘ Ninguna meta alcanzada fué urra meta.
Todo camino fué un rodeo, y todo des
canso creó nuevos ardores” . Así concluye
Hesse su libro: Peregrinación, publicado
en el año 1920. De él me escribió hace
poco: Peregrinación ha sido uno de mis
libros favoritos. Ya hace años que no
existe. Ha pasado mucho tiempo desde
que fueron destruidos los clisés y la com
posición de éste y de todos mis libros
editados en Berlín, conjuntamente con la
casa editora. Ya no espero ver una nueva
edición en vida” .
Por fortuna, poseo uno de los ejem
plares que se han hecho más raros, y
agradezco la amabilidad de Hesse al poder
presentar a los lectores dos dibujos con
quo el autor, que también es un extra
ordinario pintor y dibujante, ha adornado
sus notas.
¿Qué impulsa a Hesse a viajar? Ante
todo el deseo de superar las fronteras.
ser mejor de lo que es. Sabe, como poeta
y pintor, que en la imagen del verdadero
hombre so mezclan la luz y las sombras.
Se siente “ vagabundo y artista” , y debe
convenir honradamente en que no se puede
ser además de esto un “ burgués armó
nico” , y en que es preciso aceptar con
un sí intenso la sordidez de esta tierra,
incluso la suciedad y el asco. *‘ Quien se
niega a sí mismo no puede afirmar a
Dios” . Esto no se logra siempre. Se dan
de tanto en tanto olas de pesadumbre que
sin embargo son necesarias para el hombre
creador, casi tanto como las de exuberan
cia y exaltación. Todo le parece bien a
Hesse, excepto aquel “ estado intermedio
entre el bien y el mal, tibio y soportable.
No, es preferible exagerar una vez más
la curva, aumentar la tortura y en re
compensa enriquecer aún más el esplendor
de los instantes felices” .
¿Encuentra Hesse, el peregrino, aquellos
instantes felices, aun en la comunidad con
un alma amada, de la que en la juventud
no hubiera creído poder prescindir? No;
ha superado esa situación, ya no necesita
un compañero de viaje. Cuando encuentra
una amada, ésta no lo ata por mucho
tiempo. El peregrino desconoce lo seden
tario en el amor. “ Una novia en cada
pueblo” , dice una canción alemana. El
verdadero peregrino disuelve el erotismo
y lo transforma. Lo reparte entre la aldea
y la montaña, el mar y el valle, entre
los niños y los mendigos al borde del ca
mino, los animales en los prados y en el
aire. ‘ ‘ Desprendemos el amor del objeto.
El amor nos basta por sí mismo, así como
al peregrinar viajamos sin meta, por el
simple placer de viajar, de estar en ca
mino” .
Prim era edición integra en idiom a « 'P ^ o l, QU« co>nprende los
sombra, de la lar. y de la perspectiva, cuidadosam ente revisada y .cow jaa
tod as la s ediciones publicadas h asta la fecha, ilu strad a con \? o rjianchas fu era
dib ujos geom étricos, tom ados da los m a n u m it e s o r igin ales y " p ” a^ r0 La
do texto en negro y en colores, de las princip ales obras de £
com pletan una advertencia b ib liográfica, la b iografía de Leonardo e sc r ita P
V asar!, nn estudio do P au l V aléry y uu apéndice ^ « reproduce por prim era v e s
91 fragm entos de lo s m anuscritos de L eonardo, h a sta ahora perdidos en
códices, que com pletan sus estu d io s sobre la s proporciones del cue p
& n t vo3lum?na 9 dee l5l 8 atp ^ n a s encuadernado en brln blanco con aplicaciones
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OTRAS O B R A S
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L L E G A D A S:
L’HISTOIRE GENERALE
DES RELIGIONS
T anto por su m a ra v illo sa p r e
sen ta ció n como por su elevado
valor in te le c tu a l y m oral, e ste
m onum ento del p en sam ien to h u
m ano debe te n e r su lu g a r en la
b ib lio teca de todo hom bre cu lto.
DICTIONNAIRE QUILLET
DE LA LANGUE FRANCATSE
“El arte de escr ib ir y de red actar
co rrectam en te.” T res volú m en es
encuadernados
esm eradam en te.
2.2 0 0 p ágin as.
DICTIONNAIRE
ENCYCLOPEDIQUE
QUILLET
E l m ás ex tra o rd in a rio d iccio n a rio
de n u estro tiem p o. Su pera todas
las dem ás obras de su género
conocidas h a sta hoy.
ATLAS UNIVERSEL
QUILLET
“ El desprecio por las fronteras, propio
de la gente de mi especie, las convierte
en los hitos del futuro. Si existieran mu
chos hombres en los que este desprecio
viviera como en mí, no existirían las gue
rras ni los bloqueos. No hay nada más
odioso ni nada más estúpido que las fron
teras” . Hesse escribió estas líneas en Sui
za, el clásico país de la hermandad de los
pueblos, y en el que conviven apacible
mente dentro de los mismos límites cuatro
pueblos separados por sus lenguas.
En todos sus viajes este ciudadano del
mundo lleva conscientemente consigo un
trozo de su patria. “ El hombre perfecto
tal como lo concibo, el peregrino puro,
no debería reconocer la nostalgia por su
tierra. Yo la siento, yo no soy perfecto,
ni quisiera serlo. Quiero libar mi nostalgia
como libo mis alegrías.” Esta confesión
retrata enteramente a Hesse. No desea
El eros del paisaje flecha al poeta en
medio del corazón. La así llamada “ reali
dad” nada le dice, olvida el trajín de
la torturada humanidad, uncido, como es
tá, al mundo propio de su imaginación.
Huye de la realidad como todos los gran
des solitarios, como Beethoven, Nietzsche,
y se vuelve a los árboles soledosos. 1 ‘ Ellos
son más sabios que los hombres, no pre
tenden ser sino lo que son” . Tienen un
solo deber: ‘' configurar y mostrar lo eter
no con lo que fuera expresado en ellos
por una sola vez” .
El eterno anhelo, el anhelo por lo eterno,
llevan al poeta y al peregrino Hermann
Hesse de un año a otro, de un lugar a
otro, sin hallar nunca una satisfacción,
ni aun en la riqueza de su propia alma.
Y así, el septuagenario anhela todavía
otros milagros, anhela ir “ lejos, al mun
do, y más allá” .
E conom ique. P o litiq u e. P h v siq u e.
“L ’A tla s du M onde pour T o u t
le M onde.”
La gu ía p ráctica m ás com pleta
de la activ id a d fra n cesa . Com
p leta m en te p u esta al día.
SO LICITE FO LLETO S ILÜ STEADOS, S I N COMPEOMISO.
E IIIT ülim ARGENTINA
A. U U ILLET S .A .
Corrientes 1650
T . A. 35-6679
Grasset, el editor que hace
cuarenta años montara en París lo
que los franceses llaman “ fábrica de
glorias literarias” retorna a la existencia
después de un largo proceso de “ depu
ración” , retorna a la literatura. Esta vez
como literato. El Director de Dominio?
ha dado la autorización para que “ lTs
Ediciones Bernard Grasset publiquen, con
B
ernard
tiraje limitado, un ensayo de Bernard
Grasset: “ Amenagement de la solitude”
(Organización de la soledad) con un
prefacio de Frangois Mauriac.
La editorial Grasset está por el mo
mento bajo secuestro, pero no se cree
imposible quo le sea devuelta a su pro
pietario. Las autoridades declaran que
de
7—
lujo.
U n volum en de 270 p ágin as, encuadernación dé lujo.
CARLOS VEGA: Panorama de la música popular argen
tina .............................................................................................. $ I®U n volum en de 361 págin as, con 150 m elodías, 8 lám inas y 6 m apas.
Ilu stra cio n es de A urora de P ietro.
M ontevideo
R e a liza d a bajo la a lta d irecció n ,
de G eorges H u ism a n , directo r g e
n eral de B ella s A rtes de F ra n cia .
A barca to d o s lo s tiem p o s, todos
los p u eb lo s, to d a s la s edades.
encuadernación
AARON COPLAND : Música y músicos conteniporáneos $ 12.—
Editorial LOSADA
HI S TCRI A
GENERAL
DE L A R T E
_
V
Lima
Bernard Grasset no es culpable del delito
de traición; que no ha colaborado con
los alemanes.
Ante esto, algunos diarios y revistas
protestan enérgicamente. Algunos llegan
incluso a decir 11 absuelto o uo, Bernard
Grasset seguirá siendo una de las figuras
más repugnantes de la traición. Estuvo
al servicio de Alemania de una manera
total; sus cartas, sus artículos, sus ac
tividades do editor proporcionan abun
dantes pruebas” . Algunas de estas prue
bas las ofrece al público lector la revista
“ Les Lettres Franqaises” .
Otras publicaciones, en cambio, se li
mitan a trazar la biografía retrospectiva
de Bernard Grasset, el autor-editor. Re
cuerdan al hombre de acción que puso
en marcha la editorial más importante
de toda Francia. Y al autor de “ Remar
ques sur l ’aetion” , “ La chose literaire” ,
“ Psicologie de l ’immortalité” , “ Les Chemins de l ’ecriture” . ..
“ Samedi-Soir” dice al respecto: “ Ber
nard Grasset está a punto de operar
en la literatura un retorno con tiraje
limitado lo que, en lenguaje editorial
quiere decir “ a pasos contados” . Los
caminos de la escritura, que sirvieron de
título a uno de sus más célebres ensayos,
son todavía inciertos. Grasset está pro
visto de un pasaporte en regla que le
entrega el Comité Nacional de Depuración
y avanza prudentemente. Su paso de re
greso se llama “ Amenagement de la so
litude” , con prefacio de Fran^ois Mauriac.
Pero Mauriac no empece la soledad; no
es un compañero; es un ángel guardián.
Por supuesto, no so sabe cuál de ellos
tiene más que perdonar al otro, si el
ángel o el penitente. Bernard Grasset to
davía no ha llegado a la calle de SaintsPéres, en donde su casa —una verdadera
fábrica de glorias literarias— sigue fun
cionando desde hace tres años por persona
interpósita, bajo el velo del secuestro.
Ha hecho escala en su domicilio privado
do escritor en donde escribe febrilmente.
Pero, de pronto, algo desvanece la im
presión de serenidad de su rostro. Bernard
Grasset se levanta: este gigante de la
erudición es pequeño. Y se adivina detrás
del eremita al hombre de acción que di
fícilmente logra contenerse. Grasset puede
hacer el elogio de la soledad, pero jamás
ha estado sedo” .
0
i.
b, A .
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Santiago de Chile
L IB R O S
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las Ideas y del Periodismo).
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�G iorgio
de
C hirico . N a tu r a le z a m u e rta .
REVISION DE LA
P I N T U R A DE CHIRICO
p o r E D U A RD O W E ST E R D H A L
reacción1 de algunas importantes f i
20 de febrero de 1909—, ya había esta
guras, que han desempeñado un papel
llado el movimiento futurista en el propio
L principal
en territorios del espíritu, deser París, donde se venía a decir: “ Museos:
a
tando en estos momentos críticos de los
esenciales principios de su obra, negándola
o estableciendo retornos, debe obligarnos
a una sólida actitud de defensa, después
de todq^ aquel sistema lógico y normativo,
que, iniciado a fines del siglo XIX, trata
de expresar los fenómeiros de nuestra
época, proyectando en una labor construc
tiva los auténticos cimientos, o la tierra
estable, para el normal desenvolvimiento
del hombre.
Nos r e f e r i m o s concretamente a los
“ neos” o “ renacimientos” y, con más
claridad aún, a la figura de un pintor que
hoy se encuentra en el patíbulo de las
artes: Giorgio de Chirico.
Primeramente es necesario hablar del
movimiento o clima, dentro de cuyas teo
rías estéticas produjo Chirico su obra prin
cipal, o sea, la que se estimó como repre
sentativa de su personalidad, y que ha
merecido una de las más extensas biblio
grafías de la pintura moderna. NTo hay
que olvidar que ya en 19H marcha a París,
y que dos años antes Picasso exponía sus
casas de Iíortn. Es decir, Chirico se in
corpora a una poderosa inquietud, y a
partir de 1912 empezamos a conocer su
“ Meditación matinal” , con los elementos
que más tarde habría de desarrollar: ar
quitectura, sombra y silencio: sus princi
pios metafísicos.
Nacía el cubismo. Picasso era el porta
voz de un poderoso estado de descompo
sición. La naturaleza visible sólo le servía
en sus partes para una labor de construc
ción, dondo se reconocía, en principio, los
límites del cuadro, en sus dos reales di
mensiones. Negación de la perspectiva re
nacentista, llamada a la invención, al
lirismo: reconocimiento del hombre. “ El
cubismo —ha escrito Guillermo de Torre—
es una de las pocas escuelas de pintura
que han elaborado todo un cuerpo de
doctrina propio. No se trataba solamente
de una modalidad plástica, sino de un
sistema de conocimento, con aplicación ex
tensiva a otras artes y, en primer término,
a la poesía. Era, oír suma, toda una es
tética que proponía un nuevo medio de
mirar, de conocer el mundo sensible” .
Pero Chirico no ve estos problemas y
toma el camino contrario. Continuó reali
zando la fuga lineal valiéndose de la ar
quitectura. Así insistió nuevamente en el
superado iiusionismo del Renacimiento.
Llenó el cuadro de misterio a base de
claroscuro. Pero carecía de los valores de
Jíembraudt. So valió de elementos geomé
tricos de orden, y su mitología culminó
en el bélico “ II Trionfatore” con sus
célebres guerreros y caballos.
Dos años antes de marchar a París —el
cementerios... Museos: dormitorios públi
cos. . . ” Picasso y sus casas do Horta no
eran un punto de arranque, no era cuestión
de genialidad y personalismo este cuerpo
a cuerpo con la realidad. Picasso sería el
portavoz extraordinario, pero la verdad era
que nos encontrábamos en ese borde fes
toneado de aurora que tiene toda crisis.
Como consecuencia del movimiento futu
rista, en 1916 estalla en Zurich el dadaís
mo. Entre los dadaístas estaban Arp,
Ernst y Man Ray. Chirico y Klee fueron
importaciones, bienes adquiridos. Como lo
fuó Picasso. El movimiento dadaísta era
contra esto y aquello, licencioso, desprecia
tivo de todo valor convenido. Era, como
se ha dicho, un modo de vida. Ya hemos
visto en qué grado el cubismo era un sis
tema de conocimiento. El arte trabajaba
sobre un hombre reversible para darnos
una mueva humanidad.
Chirico y Carra gestaban en esta época
la tendencia de su pintura metafísica. “ La
Musa inquietante” , “ Interior metafísico”
y su célebre “ Naturaleza muerta evangé
lica” , son producciones de 1916. En esta
última obra, en una construcción de los
más puros valores geométricos, de sobrio
fondo en el tendido do sus rectas, coloca,
con el habitual cinismo dadaísta, sus co
nocidas galletas, logrando el sabido trompe
l ’oeil de la Gioconda-Dadá. Había, pues,
en estos cuadros mucha técnica cubista,
en los años de las postrimerías cubistas.
Picasso preparaba el retrato de su mujer,
anunciado después por la crítica como la
vuelta a Ingres de la pintura.
Y ahora, en esta encrucijada y descon
cierto, es cuando Chirico trata de salvar
los valores de orden del cubismo unidos
a la tradición de los pintores italianos. La
pintura metafísica fue una aventura his
tórica. Se trataba do conciliar a Dadá con
el Giotto. Por todo ello sabemos hoy que
el cubismo fuó en grado extraordinario
un movimiento pictórico. De lo que ha
venido a ser la pintura metafísica ya nos
lo dicen críticos chauvinistas como Cario
Belli, exaltador de la italianidad: ‘ ‘ En un
cuadro de Gris —dice Belli— hay siempre
pintura, pero en los cuadros metafísicos
la pintura como pintura falta. E l hombre,
la naturaleza es puesta en duda, en verdad;
pero para crear un nuevo mundo fenornenológieo, supernaturalista o naturalista,
sut generis.” “ La emoción ante un cua
dro metafísico —continúa Belli— no es,
en efecto, de orden pictórico: se atiende
al significado do una extraña narración:
la pintura no importa lo que sea. Parece
que el objetivo de este arto sea sólo pro
vocar el estupor, pero un estupor literario
antes que pictórico” .
Recordemos que todos estos cables que
se lanzaban al pasado, de retorno al clasi
cismo, por parte de la pintura metafísica
fueron bautizados como “ italianismo ar
tístico” y “ principio italiano” . Las admi
raciones de Chirico ya nos la dice Cario
Belli: Giotto, Masolino, Masaccio, Orcagna, Gozzoli, Da Fabriano. Y uno de sus
grandes panegiristas actuales, el crítico*
italiano Lo Duca, para justificar su po
sición, nos habla de posibles influencias ,
do Masaccio (en su arquitectura), de Boc- .
klin (en su fantasía), de Ucello o Della 1
Francesca (en el volumen del primer pe
ríodo), do von Marees (sustitución de la
relación sentimental en el segundo perio
do) y de su admirado Courbet (cu sus
luchadores). “ Así ha llegado —dice Lo
Duca, comentando su última obra—, iro
a la madurez viciada de un Itubens, sino
a la madurez vigilante de un Lorenzo Lot
to. El cree hoy —continúa—, después de
tanto pensar, quo la pintura no puede ser
en su baso más que una obra honesta: un
acto de fe unido a uir acto de conocimien
to. El ha añadido que el primer factor que
da a la obra el mínimo de requisitos para
permanecer sobro el tiempo es una reali
zación pictórica do primor orden” . Cito
hasta aquí las palabras de uno de sus
exaltados biógrafos. De todo lo expuesto
so desprende claramente que a Chirico no
lo ha interesado ni lo interesa trabajar
por la captación de la luz viva del fenó
meno, al servicio del hombre de su tiempo,
siiro en honor del Museo y de su historia
cadavérica, en lo que tiene de pasado y
futuro.
Chirico no ha sido nunca un pintor de
nuestro tiempo, un contemporáneo nues
tro, un hombre que expresara por su cuen
ta el espíritu do la época. Para Marco
F rancesco M e ssin a . Muchacho marinero. Bronce.
Valsecchi, otro de sus críticos, era un
Colección Roque Freire, Buenos Aires.
precursor, un resucitador de antiguos mi
tos. Su ansia es una nostalgia cultural.
“ Esta protesta —dice— es más de natu
de la italianidad en la pintura metafísica
do todo lo expuesto, que Chirico, en su
raleza ética que artística” . Cocteau, escri y al del más vulgar sentido bélico en su
actitud actual no puede constituir sorpresa
obra reciente.
tor de su ejército, nos lo ha dicho con
para nadie que viera y meditara su obra
En lo artístico ya todos parecen ponerse
anterioridad en su “ Ensayo de crítica in
de conjunto. Es el constante neoclásico
de acuerdo. Desde Belli a Valsecchi. Pero
directa ” : “ Uno de los méritos de Chirico
retardatario que padecen todas las cultu
la cuestión no queda aquí. Existen las de
es haber tenido en cuenta, en pleno período
ras. Es el hombre “ camuflado” , el que
rivaciones de su labor. Otros dos movimien
plástico, más la moral que los problemas
lleva la bomba a las mejores construccio
tos en los que ha visto comprometida su
visuales que desembocan fatalmente en la
nes del espíritu de cualquier tiempo. Su
pintura. El surrealismo y la tendencia de
preciosidad” . Bien, emplacemos su obra
actitud, como la do Salvador Dalí, que
en estos términos. En lo ético su mito los “ Valori Plastici” . El primero, el gran
en justicia hay que revisar como la del
movimiento antiplástico y el segundo, el
logía ha venido a la exaltación del belicis
movimiento surrealista, sólo nos delata lo
mo con sus guerreros y caballos espanta negador de todo valor esencialmente espi
que junto a la vigilia constructiva del
ritual. Pero ya esto es tema de mayor
dos. Sus cuadros son siempre las variantes
hombre
de nuestro tiempo existe de mise
amplitud que no se presta a las dimen
de una “ Heroica” . La reacción moral de
ria, de arribismo, de reacción, de im
siones de este trabajo.
Dadá, disolvente y negativa de todo pa
potencia y de Museo.
trimonio ético, ha venido a la exaltación
Solamente queremos destacar, resumien-
por RO M U ALD O B R U G H E T T I
objeto pintado
UNmodelo
como, un
debe parecerse al
avión se parece a
un pájaro.” Sí, Joaquín Torres-García, la
aventura de la edad contemporánea so
concreta en esta forma inventada, pero
¡ cuántos peligros!
Todo gran artista parte en busca de una
forma, forma capaz de construir un mun
do, un universo artístico; apunta hacia
altas directivas, hacia el redescubrimiento
expresivo o abstracto de esa forma en
tendida como culminación de un acontecer
histórico. Una inmensidad de caminos
abren las esclusas a la inspiración de los
tiempos nuevos, y el artista penetra en
las culturas primitivas y en las concre
ciones donde el sentimiento plástico pri
mordial impera.
Pero, ¿alguien supone que el pensamien
to pictórico moderno ha fracasado? Resulta
harto grave que pintores de nuestros días
puedan creer que el arte viviente ha su
cumbido. Quienes han caído en el olvido
son las tendencias imitadoras de la faci
lidad, técnicas que llevan en sí lo pere
cedero sin raíz humana ni imaginativa,
sin fundamento arraigado en el corazón
del hombre. Quienes piensan en la vuelta
al pasado a secas, olvidan que la expre
sión y el arte de la contemporaneidad des
cansan, al menos teóricamente, en la lec
ción más austera y digna de todos los
tiempos. Hemos aludido a las épocas pri
mitivas, y podemos recalcar que, sobre la
base que conduce al clasicismo, la sabia
geometría, el plañó, el volumen, y la am
plia bandera del color o la gama de I03
sentimientos y las emociones desde lo na
tural a lo metafísico, son líneas esenciales
incorporadas definitivamente al movimien
to actual de la pintura. Si con estos
elementos se construyo la obra, partiendo
del ejemplo do los maestros y no de la
copia o repetición de sus hallazgos, la obra
ha do venir.
Esto joven pintor sabe hasta qué punto su
oficio vanguardista se hace, en la justeza
de la forma, expresivo y denso.
II
Portinari irrumpe en- Buenos Aires a
todo viento. La diversidad de sus proce
dimientos y valores lo señalan ásperamen
te, pero el despedazamiento de la forma
o el fragmentarismo polémico infieren a
su pintura serias heridas. Fiel a una ex
presión de alcance social, su arte fuerte
deberá buscar los naturales equilibrios de
su sangre de pintor.
Por los caminos del nuevo realismo, Berni va en busca de una pintura de sólido
dibujo, de proyección representativa. El
esfuerzo del artista halla compensaciones
felices en pequeñas cabezas y figuras jó
venes. Otro pintor, Enrique Policastro,
temperamento dramático en el desborde
contenido de su alma sincera, lo asisto el
vigor de un patetismo que establece la
humana condición desoladora de criaturas
do la campaña y barriadas porteñas. ¿Dra
matismo? Sí, legítimo dramatismo. Y un
gran pintor de España —Gutiérrez Sola
na— en algunas de sus obras halla la raíz
de una devoción tensa hacia una pura lo
cura ensimismada. Así lo maravilloso
poético prueba que las formas conceptua
les hallan su función vitalizadora cuando
fluye en el artista una ahincada potencia
interior, la cual hace del hombre un fan
tasma y un ser vivo a un tiempo mismo,
el delirio enciende la paleta y una inteli
gencia controlada por un espíritu no me
ramente teórico se adentra en las tinieblas
lúcidas. La pintura de este español es por
excelencia anti-verbal, anti-discursiva, (lo
verbal y lo discursivo son males que des
fervorizan el arte para tentar justificacio
nes mediante ideas o ideologías que poco
o nada deben a la pintura). Pues la forma
debe nacer de la vida y no ya, superada
la polémica, de la fórmula desesperada
—digamos— del paraguas, la máquina de
coser y la mesa de disección del sombrío
Conde de Lautréamont. El sentir del ins
tante y la múltiple experiencia, bajo la
presencia de sucesivas revoluciones, han de
dar unidad a la persona humana desam
parada y por tanto agita la posibilidad de
un arte necesario dentro do un cabal re
nacimiento por la libertad. De este modo,
puesto que nuestra época no dispone aún
do un estilo, este estilo surgirá de la suma
do las expresiones diferentes de cada gru
po de artistas de toda comunidad nacional,
yendo de lo regional a lo universal.
III
En esta encrucijada salvadora, pintores
de la hondura de Raquel Forner, Spilimbergo, Giambiagi, Daneri, Castagnino,
Pronsato, Norah Borges, Moreau, Paeen-
I
¿Giorgio de Chirico vuelca ahora sus
ojos hacia temas románticos y setecientistas, y naturalezas muertas o bodegones
de este italiano no excluyen el lugar co
mún? Esto hecho es sólo uno de los cono
cidos fenómenos que permite ensayar ex
presiones do la personalidad caótica de los
tiempos que corren. Bien supo elegir Cario
Carrá, al atenerse a valores profundamente
plásticos, o Campigli, en su juicioso ar
caísmo, Casorati, o De Pisis, músculo de
la pintura. Y no se equivoca el escultor
Messina cuando trae a la Argentina bron
ces que resumen el espíritu tradicional de
Italia en formas precisas y no obstante
cálidas y humanas. ¿Y Antonio Scordía?
E nriq ue P olicastro . N o c tu r n o ,
�cabalgata
C ésar L ópez Claro . E s tu d io p a ra fa m ilia
C arlos U riarte . L a roca n eg ra .
M ario D arío G randi . Mujeres.
¿Por qué el premio Palanza fué puesto
en manos de R. Forner y no de Victorica
o Pettoruti? A mi entender, Raquel ha
sabido avanzar sobre cuchillos, y al puro
instinto cromático o a las puras búsquedas
en superficies planas afinadas, incorpora
una dimensión que participa del signo de
la tragedia, y, tanto en literatura como en
pintura, pintar dramas humanos siempre
será tentativa mayor que encerrarse en el
taller concluso de un razonar o un soltarse
hacia los gozos de la sensibilidad o de la
inteligencia. El camino surge al comienzo
de la aventura y la llama debe ser libre
y poética, mas los resultados conducen a
la plasmación de un arte en el cual si
» . Miraglia, Uñarte, Fariña, López Claro,
I Azzoni, Carybé, comprendidos el veterano
F. Brugliotti y el novel M. D. Grandi, sa
ben de la aventura de la tierra nacional.
Conocen el drama de la pintura, drama
que al articularse por conducto de la foru¡a y del color, funda la entidad plástica
espiritual. Y el profundo avance está seña
lado —en la Argentina— por esta inequí¡ TOca comprensión. Sea el desastre de la
i guerra o el caos, la selva misionera o el
] pdramo, la serenidad de las quintas o la
tensa convocación do las tintas, la calidad
¿el trazo o las leves manchas de color, el
arte emerge de una realidad visible para
alcanzar las alturas de la creación.
al hombre le es permitido soñar, a la vez
cabe verlo sentir la angustia, el tormento,
o, en la fatalidad, la esperanza de los
trigos maduros y los cielos azules. Natu
ralmente, compartimos el milagro de las
sencillas formas y colores, participamos
de la esotérica búsqueda de lo superrreal,
de las masas que se organizan en el
volumen, o la gracia que convoca líricas
emociones (Del Prete, Batlle Planas, Urrucliúa, Soldi). Entendemos, esto sí, en otro
plano, que el hombre Cézanne, que ha pin
tado figuras, paisajes, flores y frutas en
Aix, tiende a un sentido menor de la gran
deza al situarse airte el hombre Giotto o
Miguel Angel. . . La contemporaneidad se
depura y se afirma, y el gran complejo
universal del arte y de la vida, del mundo
físico y del orbe sobrenatural, se estructu
ran invariablemente dentro de la diversi
dad, en la implacable convocación de mano
y de espíritu, de visión y realización, pues
detrás de la pintura hemos de estar tú
y yo, lector, no sólo ante un cuadro bien
pintado, sino, más certeramente y por
extensión, ante una nueva concepción del
mundo.
IV
¿Nuestro año artístico de 1947? Un mu
cho penar y discutir, y otro tanto esperar
y entusiasmarse y, por momentos, creer.
El arte do un pais so hace en el curso de
los años, de los siglos. Nosotros comenta
mos a reflexionar sobre nuestras virtudes
y limitaciones, desesperanzas y fervores.
El artista argentino no ignora el entre
visto orden del espíritu. He aquí la evi
dencia.
V . notas en CABALGATA (N os. 13 y 1 4 ) y
"Pintura argentina joven", E ditorial Ollantay.
Los nombres de los creadores citados en esta
artículo corresponden a artistas e x p o sito re s
dol presente año.
T
, 17 g PO SIBLE cantar al amor cuando
C ¡0do ha pasado, cuando la desdicha
y el.tiempo han trocado el color de los
lechos? ¿Es posible ser veraz en los re
cuerdos? ¡Oh!
' Hueve en el campo. Desde m i casa, en
t\ fin del suburbio, veo cómo se acerca la
tormenta. Se sobrecoge mi corazón presin
tiendo un peligro o una pena.
¡Es posible cantar al amor desde este
triste refugio que nunca supo recoger ale
grías?
¡Qué arrogantes eran los rosales de la
quinta! ¡Que buena eras, M argarita querí¿a! ¡Qué buenos tus besos, qué tiernas
tw manos!
los tres hombres se detuvieron arrie el
zanjón de desagüe y estudiaron la manera
de sortear el barro. Las negras ropas do
los forasteros se agitaban con el viento
acentuando la magra tiesura de sus cuer
pos. Aquellos hombres parecían tres esta
cas mal hundidas en la tierra y tenían una
sospechosa inquietud, urr aire de felonía.
Descubrieron un carcomido tablón que
hacía las veces de puente y allí se diri
gieron.
—De uno en fondo —dijo el primero
gravemente—. Conservemos el clásico or
den prescripto por la fatalidad.
Sonó una extraña risotada. El tercero de
los forasteros dió tres palmadas.
—¡Bah! ¡Aunque alteres el orden do
los hechos, aunque deformes o silencies los
sucesos, en su corazón, siempre darán tres
campanadas!
Nuevamente soltó la risotada.
Uno tras otro cruzaron el tablón. Se
, detuvieron ante la puerta de la casa.
—¡Extraño caserón!
—¡Maldita ruina!
—Tiene ese color abandonado que dan
los desastres sucesivos.
El primero dió con el puño en la puerta,
7 como nadie respondió, tocó la gastada
falleba y empujó cautelosamente. Hizo un
gesto imperativo y se internó en el corre
dor. Los zapatones enlodados de los fo
rasteros dejaron su sello inmundo en el
umbral.
Eu el amplio y sombrío despacho, un
hombro escribía exageradamente caído so
bre la mesa, como si su labor fuera tan
dolorosa que lo llevara a descansar el
«¡razón.
Los intrusos so colaron sigilosamente y
UN CUENTO DE ENRIQUE WERNICKE
C A N T O
i
-
permanecieron contra la pared, inmóviles,
las manos en los bolsillos y los sombreros
encasquetados. En la quietud, al amparo
del viento, sus negras ropas colgaron blan
damente y los tres hombres cobraron una
apariencia de fantasmas.
El dueño de casa llevó la pluma al tin
tero y recitó tristemente:
D E
A M O R
— ¡Ha elegido usted una residencia bien
alejada del mundo, señor mío! ¿Es de in
tento o es casualidad?
—En esta casa nacieron mis padres.
—¿Y es usted feliz en este páramo? —
preguntó de pronto el segundo, que hasta
entonces no había hablado. Y abandonan
do la cortesía almibarada de sus primeras
palabras, comenzó a recitar burlonamente:
— Los trenes huyen despavoridos por la
— ¿Es posible cantar al amor en la des
dicha? ¿Es permitido alabar la belleza, la
gracia, cuando uno se sabe destrozado?
llanura. Llueve en el campo.
Mi más dulce sueño anda perdido en la
tormenta.
¡Corre! ¡Corre!
¡Aquí estoy de pie, llamándote!
Llueve, el tren huye pitando.
Sonó una risotada.
El que escribía se volvió con brusquedad
y, al ver a los intrusos, se incorporó alar
mado. Con la mano derecha, sin quitar la
vista de aquellas figuras, reunió torpe
mente los papeles dispersos. Cayó la lapi
cera al suelo. El hombre movía los labios
sin articular palabra.
—Sentémonos, caballeros —dijo el pri
mero—. Con su permiso. . .
Ruidosamente ahora, como si gozaran
interrumpiendo el bondadoso silencio del
recinto, los intrusos buscaron asiento y se
acomodaron en fila. El dueño de casa se
alisaba los cabellos y resguardaba su fra
gilidad tras el alto respaldo del sillón.
—¡ Federico Efraín Barasof 1 —exclamé
declamatoriamente el tercero, el de las ri
sotadas.
— ¡El mismo, señores, para servirlos!
¡Qué humilde, qué honda, qué santa era
su voz!
— ¡E l mismo! —remedó groseramente el
que hubo hablado. —¿El mismo? ¡Ja!
¡Ja!
—Soy el dueño de casa, señor.
Los intrusos se miran entre si guardando
una estudiada y maligna reserva. Se puede
escuchar el viento en la palmera del patio.
Al cabo de unos segundos, el tercero se in
clina ceremoniosamente y dice en tono con
vencional :
El dueño de casa se llevó la mano al
corazón y dió un paso hacia sus visitas.
Ahora se veía cuán joven era: no debía
pasar de los treinta años. Pero había en
su rostro un tiempo de dolor, una añeja
desesperanza que no se desvanecía al mirar
sus ojos infantiles y asombrados.
— Llueve en el campo —repitió idiota
mente el intruso. Tuvo como un espasmo y
continuó luego paladeando sus palabras.
— ¡Llueve en la fosa abierta que espera
a Margarita! ¡Lloverá sobre su traje
blanco!
El dueño de casa no demostró haber
oído. Al cabo de unos segundos cerró len
tamente los ojos y permaneció inmóvil.
Los intrusos aguardaron impacientes, es
peraron su queja, su llanto. Pero el hom
bre se negó a mirarlos.
—E lla ... —comenzó a decir el de las
risotadas— ¡ tenía amores con Pedro! ¡ Era
una ramera!
El primero lo detuvo con un gesto y ha
ciendo un guiño malévolo, exclamó:
—El señor conoce do sobra esos detalles.
Pero, en cambio, ignora los pormenores de
su muerte, de su horrorosa muertq.
El dueño de casa abrió los ojos.
—¿Verdad?— El primero se acariciaba
las manos. —¿Sabe usted?... ¡Nadie quiso
acompañarla! ¡Exhalaba una fetidez im
posible. ..!
La tierra argentina, p or PABLO
CURATELLA M.ANES
PABLO CURATELLA MANES,
E scultor y D iplom ático
A b a n d o n a P arís
El dueño do casa movió los labios. Todos
callaban.
■
—¿Lloraba? —preguntó.
—S í. . . lloraba —respondió el verdugo.
— ¡Y también lloraban los rufianes que
pecaron con ella! —agregó el segundo,
enardecido. — ¡Lloraban por su carne po
drida!
Otra vez el dueño de casa se amparó en
el silencio. Conservaba todo el cuerpo er
guido y dominaba las lágrimas que pug
naban por llenarle los ojos. Su voz, cuando
habló, sonó lejana, como dicha por otro.
— ¡Qué hermosa era su juventud! ¡Qué
dulces las tardes do la quinta! ¡Sus rosas
el r ío ...!
Y los intrusos se estremecieron.
•— ¡En la quinta so amó con Pedro! —
dijo el primero.
— ¡Mientras usted aguardaba! —dijo el
segundo.
— ¡Y escribía sus versos! —dijo el ter
cero soltando la risotada.
El dueño de casa dió unos pasos hacia
ellos.
— ¡Fuera! —gritó con una voz terri
ble—. ¡ Fuera! ¡ Fuera!
Los intrusos retrocedieron hacia la puer
ta y abandonaron el salón. Quedó el aire
lleno de gritos. Los papeles habían caído
al suelo y daban tumbos descompuestos ba
jo los muebles.
Una vez solo, el hombre abrió la venta
na. Allí, en la calle, estaban los intrusos.
Lo observaban y el viento les sacudía las
ropas con chasquidos de látigo.
— ¡Ella viene hacia ti! —gritó el pri
mero.
— ¡Ella viene hacia ti en el tren de la
tarde! —agregó el segundo.
— ¡Ella viene muerta! ¡Viene podrida!
—terminó el tercero y soltó una risotada
El dueño de casa se llevó la mano ai
corazón. Pareció que iba a caer. Sus ojos
so aferraron a la lejanía. Se apaciguó su
rostro. Y, do lo más hondo del pecho brotó
su voz angustiada:
. . — Se alegra mi corazón recordando tus
rosales, Margarita, mientras tú vienes ha
cia mí en la triste pero dulce fatiga de la
ta rd e ...
Los intrusos quedaron absortos y luego,
con pasos descalabrados, cruzaron’ de uno'
en fondo aquel tablón que servía de puente.
D el libro "El señor cisn e” , publicado en
la colección de Lautaro “El viento en el
mundo”, que dirige Enrique Amorim. 168 páginas. $ 5.— .
Con e ste m ism o títu lo , el gran critico
fran cés de arte, L éon D egand, ha
publicado el sigu ien te a r tíc u lo :
N 1920, un joven argentino — que había
recorrido Europa en todos los sentidos
buscando grandes valores a rtístico s— se esta
blecía d efin itivam en te en P arís. Trabajó con
B ourdelle. “Yo no soy feliz en presencia del
m odelo, lo dijo al m aestro. No me gustan los
d e ta lle s” . B ourdelle le respon dió: ‘‘En lugar
de considerar el m odelo como una mujer, con
sid érelo usted como un puente, bajo el ángulo
de la construcción , de la arquitectura. Los
d eta lles desaparecerán” .
H acia 1924, nuestro joven estab leció una
gran am istad con Juan Gris y M aurice R aynal.
G ris edificab a en ese mom ento, en cartón, f i
guras que se expresaban por planos rigurosos.
El tam bién estaba enam orado de la construc
ción y sen tía horror por los detalles.
A lentado .p or estas dos lecciones, nuestro
héroe se entregó al trabajo, consciente de
bu ruta. E xpuso en los Independien tes de 1924
un G uitarrista, de esp íritu sin tético, que fué
notable. Pero enton ces la A rgen tina le llam ó,
i Cómo segu ir en P arís? B ourdelle, siem pre
entregado a su discípulo, obtuvo para él, del
p resid en te A lvear, del que precisam ente hacía
el busto, el pu esto de canciller en la Embajada
argen tina de P arís. Y es a sí cóm o Pablo O.
M anes, escultor do vocación, entró en la d ip lo
m acia para contin uar en la capital de las artes
p lásticas.
M anes quería cum plir sus nuevas o b lig a
cion es con escrúpulo. A prendió su o ficio im
provisto. No escatim aba su tiem po; hizo ca
rrera. Todavía hace algunos días era secretario
E
(Continua en ki pág. 14)
M ariette L yd is . P in tu r a .
C l em en t M oreau . Carnaval en Humahuaca.
j
�1 0 ___________
cabalgata
____________
— —
LOS CUADERNOS
H abla p a ra C A B A L G A T A
LEONIDAS
DE
BARLETTA1
GEORGES RRAQUE
p o r CLAUDE RO G ER[M ARX
odos
los grandes artistas son modernos
los alienados están desorientados
Ten(sólo
el tiempo). Pero hay innumerables gra
dos en la cualidad moderna de una obra
plástica... T, ante todo, el placer que da
una obra moderna no tiene relación con
el placer que dan las obras de la moda.
La moda sorprende primero; después tien
de a crear la costumbre. Pero una obra
moderna añade yo no só qué extrañeza
a la certidumbre propia de nuestra orien
tación, y produce un efecto complejo de
sorpresa y de evidencia. Menos que des
cubrir nuestro tiempo, experimentamos esta
clase de conocimiento y esta clase de asom
bro que son los de una excursión eir el
pasado y en el porvenir. Dar la sensación
de lo moderno es precisamente sobrepasar
el porvenir. Es la razón por la cual nos
otros tomamos también a ‘ 1Braque por
patrón” , adhiriéndonos plenamente a la
opinión de Jean Paulhan para el cual
Braque es el que “ da de la pintura la
idea más aguda a la vez que la más nu
tritiva ’ ’.
Por otra parte, si el gran pintor es tam
bién el artista que, llegado a la madurez,
so renueva sin engaño, hay que convenir
que Georges Braque es el más extraordina
rio creador plástico de su generación.
En su taller de la calle Douanier, Bra
que, grande, de hombros caídos, con la
espalda encorvada, trabaja con la pacieircia de un obrero que ama su oficio, vuelvo
a coger un cuadro, lo retoca. Su único
descanso es anotar las observaciones que
le inspira su arte... y quizá también las
obras de algunos de sus colegas. Estas
observaciones las reúne actualmente en un
libro que él mismo publicará y que adorna
con dibujos sobrios y poderosos. Constitui
rán los “ Cuadernos Georges Braque” .
Hemos tenido la suerte de leerlos y la
George Braque, “ Naturaleza muerta”
autorización de anotar algunas que so
metemos a las reflexiones de nuestros
lectores:
El espacio
El espacio
E l espacio
entre sí.
El espacio
objetos.
e je m pl o
visual.
táctil.
visual separa
los objetos
táctil nossepara
de los
el turista mira la
v isu a l :
perspectiva.
e j e m p l o t a c t i l : el artillero hace blan
co {la trayectoria es la prolongación del
brazo).
Unidades de medida táctiles: el pie, el
codo, el dedo.
*
Una naturaleza muerta deja de ser una
naturaleza muerta cuando no está ya al
alcance de la mano.
*
Construir, es ensamblar elementos homo
géneos.
Edificar, es ensamblar elementos hete
rogéneos.
*
Un limón al lado de una naranja deja
de ser un limón y la naranja una naranja
para ser un fruto. Los matemáticos siguen
esta ley. Nosotros también.
*
La verdad existe.
Se inventa la mentira.
*
El pintor piensa en formas y en colores.
El objeto es la poética.
Fundador del T eatro del Pueblo, y la
revista literaria “Conducta” , cuen
tis ta recientem ente agraciado con una
alta d istin ción extranjera por uno do
sus rolatos, ensayista m edular de te
mas filo só fico s, la figu ra literaria de
L eónidas B arletta ha alcanzado su
m ayor d istin ción honoraria al ser de
signado por sus com pañeros de letras
presid en te de la Sociedad A rgentina
de E scritores.
E S C R IB O POR N E C E S ID A D DE
C O M U N I C A R ’M E CON EL P R O J I M O
• El eterno problema de la mujer.
• Crear una pasión literaria.
• Su método de trabajo de escritor.
NO de los primeros libros que he de
U
publicar es “ Historia de perros” —
nos dice Barletta.
Empero, el insistente murmullo del pú
blico que aún comenta en el hall del teatro
las duras polémicas que terminan de ser
ventiladas bajo la guía del comentado
autor, impide que recojamos claramente
sus palabras, y Barletta insiste en sus
declaraciones.
—He dicho “ Historia de perros” . .. Es
una obra en la que creo haber dado con
la fórmula expresiva que he buscado des
esperadamente durante muchos años. . .
Sencillez, ficción acabada de la naturali
dad, profundidad, en adecuada propor
ción. ..
—¿Logra usted con desenvoltura sus
obras?
‘— El esfuerzo por desenmarañar el pen
samiento, haciéndolo accesible a los más,
la emotividad literaria —que por distintas
vías lleva a las mismas conclusiones que
la razón— me permiten actualmente una
más directa comunicación de mis ideales
y angustias.
—¿Quó lo mueve a Ud. a escribir?
—Tengo algo que decir y lo voy di
ciendo en sucesivas obras que alcanzan ya
a veintitantos volúmenes, algunos agota
dos, que me gustaría conociesen las nue
vas generaciones, como la novela “ Vidas
perdidas ’ ’.
—¿Eg usted el crítico de su misma obra?
—El ritmo de trabajo que me he im
puesto me impide volver, con la frecuencia
necesaria, los ojos hacia atrás. Cuando
alguna vez releo algunas páginas de mis
primeros libros, lo hago con renovada sor
presa, como si yo no los hubiese escrito.
—¿Qué método utiliza Ud. para su tra
bajo literario?
—Trabajo con método particular que no
puedo recomendar a nadie. Cada escritor
tiene el suyo. Primero llevo largo tiempo
el asunto en la cabeza y voy resumiendo
datos y haciendo desordenadas y hasta dis
paratadas notas. Después, algún día me de
cido y empiezo a escribir, a veces con gran
celeridad.
—¿Trabaja en una o varias obras a la
vez?
.—En varias. Es para mí una forma de
descanso. De pronto, al seguir el desarrollo
de una novela, me atasco, acaso porque mi
experiencia de un conflicto al que me ha
conducido la lógica del relato, no es sufi
ciente. Entonces no insisto. Dejo ese asunto
y tomo otro, de muy distinto carácter.
—¿En qué obra le ha ocurrido tal pro
blema?
—En “ Los destinos humildes” , por
ejemplo. Esto me sirvió para descansar
me de “ La ciudad de un hombre” y quizá
para ahondar más en el espíritu de Bue
nos Aires.
—¿Qué problemas afronta en su obra,
actualmente?
—Estoy escribiendo varias a la vez. Tra
bajo en mi novela “ La miljer humillada”
que he madurado largos años por la res
ponsabilidad que el tema comporta. Quiero
analizar en ella el problema de la mujer
frente al mundo abstracto, el que para
ellas mismas han creado los poetas, y, el
mundo real que deben afrontar.
—¿Qué surge, Barletta, de esta con
frontación de realidades?
—De este permanente conflicto surge
una suerte de humillación irremediable. Y
*
No soy un pintor revolucionario. No
busco la exaltación. El fervor me es su
ficiente.
*
Amo la regla que corrige la emoción.
*
Algunos, como el naturalista, empajan
creyendo hacerla inmortal.
*
Es lo precario de la obra lo que coloca
al artista en postura heroica,
*
La naturaleza no da el gusto de la per
fección. No se la concibe ni mejor ni peor.
*
No pudiendo adaptar un vocabulario ca
ducado, la critica condena.
*
E l pintor conoce las cosas de vista',
el escritor, que las conoce de nombre, goza
el beneficio de un prejuicio favorable.
*
El vocabulario es un testigo seguro de
una época.
El razonamiento es un camino para el
espíritu y un tumulto para el alma.
*
Con la edad, el arte y la vida son
todo uno.
#
La libertad no es accesible a todo el
mundo. Para muchos se coloca entre la
prohibición y el permiso.
*
Descubrir una cosa es ponerla a lo vivo.
*
No tendremos nunca descanso. El pre
sente es perpetuo.
Todas estas verdades, Braque las ha ex
presado en sus cuadros. Pero está bien
que sean reunidas e impresas para uso de
los jóvenes pintores, a los cuales permiti
rán el encontrar, o volver a encontrar, su
personalidad, sometida actualmente a las
influencias de la moda. ..
al mismo tiempo, cada vez que me encuen
tro frente a una encrucijada, dejo ese
tema y retoco “ Historia de perros” .
— ¿Cómo trabaja habitualmente?
—Frente a una gran ventana, en un 6?
piso. Levanto los ojos y veo un gran re
tazo de cielo y la techumbre de las casas
vecinas donde agitan sus pasiones parte
de aquéllos a quienes desearía tener por
interlocutores. Se oyen atenuadas pitadas
de trenes y vapores trayendo y llevando
seres que aman, sufren, viven o duran.
—¿Qué método de lectura sigue?
—Leo casi siempre de noche, casi siem
pre en la cama. Necesito mucha abstrac
el
Co m o
TIEMPO
q u ie n
ción y paciencia para la lectura pesada
i que ahora necesito. Leo, además de los
( libros en que estudio, a los novelistas,
' cuentistas y poetas que quiero. Los leo
y releo. Leo todos los libros que me envían
y a muchos sin esperar que me lleguen,
i, —¿Practica Ud. la poesía?
—Sí, pero no publico mis versos sino
excepcionalmente. No soy poeta. Soy no
velista, cuentista. . . , me gusta el ensayo...
De todos modos cumplo con sencillez mi
profesión de escritor... No quiero ser un
especialista. . . Sino un hombre que es
cribe. ..
—¿Qué otra producción lo inquieta, ac
tualmente?
—Preparo una “ Vida de Moliére” , un
‘ ‘ Manual de teatro ’ y me he quedado sin
poder resolver una apasionada y humana
novela policial. De un momento a otro
publicaré “ Hombres sin ruta” , novela en
la que el problema social y político de
nuestro tiempo cobra un primer plano.
■
—¿Podría dejar de escribir, Barletta?
—Escribo por necesidad de comunicarme
con el prójimo. No podría dejar de ha
cerlo aunque mi obra no interesase. Claro
está que en este caso escribiría pero no
me publicarían.
—Vemos que el público lo reclama, pero
antes conteste nuestra última pregunta.
—De acuerdo.
—¿Qué debe hacer el escritor para de
fender su obra del olvido y proyectarla
en el orden social?
—Crear en el pueblo una pasión lite
raria.
Unos minutos más y el ágil autor de
“ Vidas perdidas” retorna al bullicio de
ese pedazo de vida suya que es el “ Teatro
del Pueblo” , donde debe atender el mo
vimiento de partiquines, electricistas, de
coradores, actores. . . y al mismo público
asistente.
O. H.
esper a
el
alba,
por
Cernuda. Editorial Losada, Buenos A i
res. 112 pgs. a la rústica. $ 4.>— m/arg.
Haca ya años, Luis Cernuda admitió en
un poema que no sabía otra cosa que su
llanto, ajeno tal vez a que en eso estaba
el simple secreto de su obra; la exacta
conciencia del llanto era también su va
leroso sostén, su rechazo de todo consuelo
ortodoxo, su continuación por un camino
de insalvable soledad.
A los siete libros de La Bealidad y el
Deseo se agrega hoy esta octava parte,
en la que el poeta busca cerrar un prolon
gado itinerario con poemas que resumen
en gran medida las instancias precedentes
y acercan a Cernuda a ese silencio que
parece siempre la meta última del lírico,
y que el don poético burla hasta el final
con sus iteraciones necesarias. Creo justo
decir aquí que Como quien espera el alba
continúa —sin superarla— la desnuda
grandeza de Donde habite el olvido e In
vocaciones a las gracias del mundo; y
que también aquí se dan en ocasiones esas
bruscas (para mí inexplicables) caídas en
lo falso, en el traspié rítmico, en el hiato
que rompe un perfil purísimo, un vuelo
de ala, un dibujo de viento. Aludo a poe
mas como “ Góngora” , en un todo in
digno de integrar un volumen donde figu
ran otros como “ Apología pro vita sua”
y “ A un poeta futuro” . Este altibajar
de Cernuda prueba quizá en él la honesta
decisión de ofrecer sin retaceo todo verso
que le nazca con una igual autenticidad.
Creo por mi parte que él es el poeta de
la rememoración y del pasado, contra la
línea de presente y futuro que signan Alberti, Salinas y Aleixandre; creo que es
el poeta de la pasión y del fracaso —de
una pasión que es siempre un fracaso— ;
por eso los poemas que exceden o caen
por debajo do su triste y admirable tarea
de eternizar las ruinas del tiempo y los
amores, son los menos suyos, los ínsita
mente falsos. Como algún otro —pienso
en “ Aplauso humano” — en que Cernuda
condesciende a replicar a los ataques y
las excomuniones. Para qué, poeta, si lo
tuyo está ya a salvo del tiempo, como la
obra entera de tu filiación, con Virgilio,
Garcilaso, Holderlin, John Keats, y ahora
Gil-Albert y quizá otros.
En la poesía española de este tiempo,
Guillén me parece el único poeta cercano
a Cernuda en cuanto ambición de fijar lo
instantáneo sin quitarle el temblor, el alen
tar y las luces. Más diomsíaco, más rebelde
a los prestigios de la palabra, Cernuda
corporiza la realidad en cada poema, por
sobre el puente del verso nos precipita una
marea de cuerpos, tulipanes amarillos, do
lidos andares, regustos y estatuas. Si Pe
dro Salinas es el poeta del deseo colmado,
Cernuda es el deseo en un mundo que le
negará la saciedad, el puro desear que se
resuelvo y renueva en la oscura sustitución
del poema. Y es aquí que el poeta define
su grandeza, en la hora en' que las imá
genes reclaman satisfacción; es aquí que,
rehusándose amargamente a la facilidad
lírica, los cantos de Cernuda se van dando
desnudos y lisos, a veces como estatuas
mutiladas, ápteras, ciegas; sólo el oído
fiel podrá completar las músicas, sólo el
mirar hermano advertirá la presencia ca
liente del músculo bajo el duro torso.
Así se resume una obra movida desde
su principio por la negación fáustica del
tiempo,
el sufrir por lo bello que envejece.
Jardín cerrado al cual se retorna con
delicia, los poemas de Como quien espera
el alba prolongan hoy el ardiente y con
tenido recinto da su antiguo templo, el
sacrificio de guirnaldas y libaciones. In
clinado sobre su imagen —siempre fiel
y restante cuando la vida se lleva lo de
más— Cernuda es hoy como ayer el poeta
•
SU
•
SU L U JO
CO N TEN ID O
•
S U EC O N O M ÍA
•
S U COMODIDAD
OBRAS ETERNAS
L a obra total de los genios
literarios de la Humanidad
(cerca de 50 volúm enes de
unas 2.0 0 0 páginas tamaño
14 x 18)
L as obras excepcion ales de
autores contem poráneos y clá
sicos (m ás de 50 volúm enes
de nnas 1.000 págs. tamaño
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C R ISO L
Las m ejores obras de los me
jores autores de todos los
tiem pos y p aíses (m ás de 200
volúm enes de unas 600 págs.
tam año 8,5 x 12,5)
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M A DR ID - BU ENOS AIRES
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te, de un amor que en él osa decir su
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V uelta a la tierra , por Mary Webb.
Traducción de Théo Verbrughe de Villeneuve. Editorial Sudamericana, Buenos
Aires. 392 pgs. a la rústica. $ 6.— m/arg.
editor
Charcas 1566 44-9111
B uenos A ires
E l sombrío, rem oto, trasm undo del alm a c é l
tica puebla^ las noches y los sueños donde halla
su su stan cia im ponderable lo mejor de V uelta
a la tierra. Aquí, como en toda novela de aura
poética, lo m ucho que no se dice, que se so s
laya e insinúa, da a la prosa de Mary W ebb un
contenido casi inform ulable, donde los valores
dram áticos nacen de sesgos sutiles, de no re
huir jam ás la solicitación del m isterio.
A sí logra esta n ovelista com unicar la atm ós
fera encendida y trágica en que se m ueve la
silv estre soledad de H azel. el hosco acom eter
de R eddin, la estéril abnegación del pastor
Jjidward. Como sus criaturas, M arv W ebb ad
hiere a la tierra con violencia pánica, y las
descripcion es de los bosques y los días galenses, la in extricab le fu sión del m ito y el fenóuneno en las conciencias lugareñas, resulta en
ella particip ación directa, que nos es alcanzada
; ecu/® ? 8 ^ terarios de sobria belleza. SorT “ í.e' p o r , ejem plo, la dialogante
n S t 6 de bu? our y lirism o que sostiene
m.rn Xf
de 18 ° bra: 18 m ás bella V
^ ebb resu elve «sí» choque de sus*a ®
d isím iles con gradaciones narrativas de
"" ™ “ stism o adm irable, h asta que su tempe(m uchas ,v eces digno de «na Charlotte
B ron té) supera el equilibrio estético v lanza
Sírvase rem itirm e gratis los catálogos
de las C olecciones OBRAS ETER
N A S, JOYA y CRISOL.
NOMBRE
PROFESION
M I R A D O R
•
E l día 17 de diciem bre fu e agasajado
con una concurrida com ida de homenaje
en el P laza H otel, el señor Gilberto Knaak
Peuser, con m otivo de su elevación a la
P residencia del D irectorio de la Casa
P euser. E l acto, al cual se hicieron pre
sen tes las más b rillan tes figuras de nuestro
mundo literario, artístico y científico, al
que concurrieron asim ism o autoridades y
personalidades rectoras de las artes grá
fica s y de la ind ustria del libro, revistió
caracteres do solem nidad dados los motivos
que inspiraron a los organizadores de la
dem ostración a un director de tan elevado
relieve.
áueU h a h ? ínÁe
° br£ P° r Ia P o d ie n te 'tr á g ic a
íin a lh b * de despeñar a H «zel en la página
c„e°r7‘0SA meon,te; el« pri nc¡pio de esta novela re.
®n ®rda L a S in fon ía P a storal de Gide, en la
m edida en que enfrenta a H azel. salvaje y
E d ^ : J í0V
am0r esp iritualizado del pastor
? dT ard-, N.° “ en es curiosam ente, el fin al para
frasea el de L a mujer vu elta zorra, de D avid
G arnett. Con tan ilu stres resonan cias — que
hahi„Par? -fIoglar y no en procura de impro.
bables in flu en cia s— , V u elta a la tierra es
originalísim a por su ansiedad casi onírica de
m ovim iento vuelo, contacto con las cosaspuestn en la m ejor lín ea del realism o inglés
realidndS1St. en deí ar al lector <iue escoja una
al
m uchas otras posibles, nos llega
a ! vrP,1fi 1 l a m e n t e traducida por V erbrughe
fas d! e -,euve' fid elísim o en las im ágenes, en
las d ifíc iles secuencias d escriptivas.
J. C.
•
D esp u és de una ausencia que se ha pro
longado por espacio de medio año, durante
cuyo transcurso han visitad o los países
europeos devastados por la guerra, han re
gresado a B uenos A ires los poetas Oliverio
Girondo y N orah Lange.
•
•
A m ediados del m es de diciem bre ha
m uerto en P arís el prolífico autor fe s
tivo francés T ristan Bernard, conocido universalm ente de m anera esp ecial por sn
traducida, adaptada y etc., etc., comedia
“Petit-C afó” . D urante m uchos años alternó
su vocación literaria con la D irección del
“V er d’H iver” , en el cual fu era visitado
e inm ortalizado en efig ie por ToulouseL autrec.
M orir es nacer , por Werner Bock. Edi
torial Américalee, Buenos Aires 120 pgs
a la rústica. $ 6.— m/arg.
p8netrí nta sen tim iento de pasado llena
oL ? n
f/ agDl entos y confesiones do este
libro. Con todo, si la búsqueda y fijación del
pasado es en gran m edida la razón m isma de
'a p p e s ía , y l«s “letras", sólo alcanzan real
grandeza las obras donde esa cacería se cums ió n
en
1U“ P r r f
•
Causa fundada alarm a el propósito que
se atribuye a ciertos editores de países
extranjeros de habla no castellana, de
editar en e l curso del año próxim o ciertos
lib ros en nuestro idiom a, y de difundirlos
en el m ercado sudam ericano. A e ste res
pecto cabe recordar que la A rgen tina en
m ateria ed itorial ha defendido siem pre el
libro intercam bio entre los p aíses de nues
tra área idiom ática; que no aplica impuesto
aduanero n i pone traba alguna a la en
trada al país de lib ros de cualquier pro
ced en cia; . . . q u e ha m anifestado en ante
riores ocasion es su d isgu sto por las trabas
quo algunos p aíses ponen a la adm isión del
libro argentino, así como por el intento
de editar en castellan o para el consumo
de los p a íses de hab la h ispan a en países
de idiom a d istin to . L a A rgentina en la
ocasión presente, s i se confirm a la suposi
ción referid a, reclam ará de nuevo recipro
cidad y respeto.
8' e n h o n d n y « a b a l ¡m u e r-
Par» 1
,
ldad Sue el escritor convive.
un M a r L r r? C aí ° : 81 f.1 pasad° que recobró
un M arcel P roust era fin isecu lar, su actitud
“
V ' - r r 16 defin ida por las lín eas e s
p iritu ales de la segu nda década del siglo de
? ° " d oJ f a recuperación se hacía lúcidam ente
c?n i i u - i uera’ desde otro punt0' mirando
c a z 'a d 6 b ,d a p e r sp ec tiv a ). Mucho m enos efiftern F
tanto. ,a Postura del poeta que p re
fiere el anacronism o esp iritual al sen tim iento
W a / ° ,d6 8 ? osta's>» 1 Que se queda deliberadam ente en el pasado, y lo celebra con una
voz desucortie al sen tido y al estilo de su tiem
po físico de vida. No es un secreto que numeestán en° 1 8 9 0 8 v ab!“n hoy de 1890 por<lue
t a le fc a fo s 18!9^ ? ^ C° m° resu lta in evitab le en
a execrar8*
®S Parece una m onstruosidad
S in que esta extrem a p osición sea la de
W erner Bock, M orir es nacer refleja en todas
sus páginas la conciencia de un profundo di-
•
D esde N enchátel, donde está tratando
de reponer su quebrantada salud, a los
(Continua en la ‘p ágina 11)
ALBERTI - FELIPE
POETAS
<
n>
ÍL
- GUILLEN
LIBRES
D E LA
E S P A Ñ A
EN
O
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02
- JIMENEZ - SALINAS
P E R E G R I N A
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(A N TO LO G IA ) POR
HORACIO J. BECCO y OSVALDO SVANASCINI
Palabras de RAFAEL ALBERTI
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o
02
�cabalgata
II
H a b la p a r a ,C A B A L G A T A
JORGE LUIS BORGES
A rgentino de origen, porteño para
ser más categórico, Jorge L uis Borges v ió la luz en la C apital F ederal
en 1899. Em parentado por lazos fa
m iliares con apellidos tradicion ales
en el Río de la Plata como los H aedo
y M elián L afinur en el U ruguay,
continuó la tradición hogareña a fic io
nándose desde m uy joven por las
letras. D e ahí su prim er libro a los
24 años de edad: Fervor de Buenos
A ires, donde dió a conocer su vo
cación poética que se contin uaría l i
terariam ente hasta su próxim o E n
sayos sobre L iteratura y F ilosofía,
a aparecer el año próxim o.
LEYENDAS GUARANIES
por Ernesto Morales.
H erm oso libro quo recrea las
m ejores ley en d a s, ilu stra d a s con
x ilo g r a fía s do Ana M aría Moacalvo. P or prim era vez en la
A rgen tina se im prim e a cuatro
colores un libro con los tacos
o r ig in a les de la a rtista , trabajo
que se realizó en los talleres
del m aestro Gino F ogli. E dición
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X V II al X IX ....................... $ 8 . —
LA P IN T U R A E N E SP A Ñ A I I, por
Jorge L arco. S ig lo s X IX al X X .
<£ g __
LA P IN T U R A E N IT A L IA IV , por
Leonardo E sta n c o . D el B arroco al
Im presionism o. S ig lo s
X V II al
X IX ............................................ $ 8 . —
SOBRE EL MUNDO DE LO FANTASTICO
Y LO G A U C H E S C O
e
Una labor crítica.
Una tarea creadora.
Tres opiniones.
j^SCRIBIEi'íDO desde su juventud, por
que para él no existe otro destino, Jor
ge Luis Borges desarrolla en la joven cul
tura argentina una intensa y responsable
labor, quo va, desde el ejercicio medular
do la crítica, hasta la ejecución de sus ya
populares cuentos fantásticos que lo ele
van a la categoría de cultor número uno
de este género en el Río de la Plata, de su
puesto eir la redacción de la revista Sur
5 .—
a la dirección de colecciones en la Edi
torial Emecé.
Ello no obsta para que, mientras hojea
la última novela aparecida en nuestro mer
cado editorial, en la pequeña salita de Sur,
responda a nuestro requerimiento.
—¿Qué prepara, Borges, en estos mo
mentos ?
—Aun tengo sin título un volumeir do
cuentos fantásticos, que publicará la Edi
torial Losada,donde abordo el tema de lo
fantástico, pero no irresponsable. . . no
superrealista. . .
‘ ‘ En cada uno de estos cuentos hay una
sola idea fantástica, tratada con el má
ximo rigor sin limitar por ello la creación.
i— Mientras estos cuentos suyos van a
la imprenta, su labor crítica. . .
En todas las librerías
—Sin prisa; vayamos por partes. . . He
recopilado mi labor de estos últimos diez
años, donde abordo la literatura y filoso
fía nuestra, así como la europea, en un
libro que aparecerá con el sello de la
;
■
.• . ' ' • • : Í;V / •
Editorial Sudamericana, ordenando así
tanto material disperso por numerosas pu
blicaciones locales.
JU JU Y 731/35
T . A . 4 6-1330
—Recordamos su labor conjunta con
B U E N OS
A I R E S
Adolfo Bioy Casares en más de una oca
sión. ¿Continúa, Borges, esa colaboración
literaria?
—Fruto de ello serán las novedades que
78 años. Andró Gide, ha enviado a l diario
sueco “Svenska D a g b la d et” , una n ota titu
lo citaré: un libreto cinematográfico, una
lada “R econocim iento” , en la cual e l autor
antología del cielo y del infierno y una
de “La puerta estrech a ” , dice:
historia y antología de la poesía gauchesca.
i! “Jamás he buscado lo s hom en ajes; y sin
—En verdad, vuestra comprensión es
embargo, desde m i m ás tiern a edad, he
EDITORIAL FUTURO
tenido una a lta preocu p ación por la gloria.
Mis libros, durante m ucho tiem po, no tuj vieron éxito alguno y ello no me afectab a
gran cosa, pu es no dudaba, m e d ije, que
merecerían ser l e í d o s . . . años d espués. La
gloria que yo soñaba era la de K eats, Baudelaire, N ietzsche, K ierk eg a a rd y tan tos
j otros cuya voz fu é escuchada, a mayor
o menor distan cia de su m uerte. L a emi¡ nente distin ción que me acaba de conceder
I Suecia me da a entend er que yo había
j contado mal; y tam bién que tam poco im a
ginaba v iv ir tan to.
Acepto el prem io N obel con em oción,
a la manera de un niño que recibe una
recompensa; su a legría no sería ta n grande
si no pensara hab erla m erecido. ¿E s de
mostrar mucho orgullo? S en cilla m en te lo
( creo así, como que e l jurado m e lo ha
concedido teniendo en cu en ta m i labor li
teraria y tam bién el esp íritu que la anim a
al igual que quien me nom bró doctor en
! Oxford. Era muy joven aún cuando escrib í:
“Vivimos para rep resen tar” . S i verd ad era
mente he representado algun a cosa, creo
í Quo es el esp íritu del lib re exam en, de
independencia e inclu so de insu b ord in ación ,
de protesta contra lo que e l corazón y la
razón me niegan que apruebe. Creo firm e| mente que e ste esp íritu de exam en es el
origen de nuestra cultura. E s e ste esp íritu
j Que intentan reducir y am ordazar lo s re
gímenes llam ados to ta lita rio s y como sus
doctrinas se van h aciendo am enazadoras,
a la derecha y a la izquierda, como re
curren sin escrúpulo a tod os lo s m edios,
fuerza brutal y pérfida, para im ponerse,
considero que nu estra cultu ra que llena
nuestro corazón y por lo cual v ivim os y
Que todo cuanto daba valor a la vida, está
cu el grave peligro de desaparecer.
No se trata aquí de c u estio n es g eo
gráficas o p olíticas de razas n i de patrias.
Suecia, en el balcón de E uropa, no tie n e
cuenta de eso y, la s co n cesio n es d el p re
mio no oel me tranq uilizan; lo que im porto
^ u í, es la protección, la salvagu ard ia de
este espíritu “sa l de la tie r r a ” que aún
puede salvar al mundo; la elecció n de a l
gunos que han luchado lo m ejor que han
sabido por su triun fo y para que esta
lucha se convierta propiam ente en la razón
ue ser; lucha m ás áspera, m ás d ifíc il quo
nunca y más d ecisiv a tam bién, me im a
gino. Es la de un reducido núm ero contra
ja masa; 7tÁ-' de la lib erta d contra toda
forma de dictadura; de lo s derechos del
hombre y del in d ivid u o, contra la am e
nazadora opresión, la s con sign as, lo s ju i
cios dictados y la s opin iones im p u esta s;
lucha de la cultu ra contra la b a rb a rie.”
• Don Gonzalo Losada, P r esid en te de la
I ®~J*>ora
su mismo nom bre, y a ctu al P r e
mente de la Cámara A rg en tin a del Libro,
fia Pasado una breve tem porada en Lim a
j J Santiago de C hile, atraído por asuntos
¡ ?? las sucursales de su casa, y por lo s proI
4UC» relacionados con la carencia de
. J[r8as y la fija ció n de cupos de im porración de libros, afectan la s relacion es que
í * fudustria argen tina del libro m antiene
«on Chile y Perú.
• ‘‘Prisionera” , titu lo de la ed ició n que
m Editorial Poscidon h iciera de “E q u in o s” ,
| e . aut°r norteam ericano A lian Seager,
kii siendo traducido al francés y será
Publicado en brove. U n libro m ás entre
s muchos que causan la preocupación de
utores y editores fra n ceses que en otro
ugar de e ste número se refiere.
Magnífica selección de arle presentada por Editorial
Amaltea, S. A., con distribución exclusiva de Editoria
les Reunidas, S. A. Argentina.
EL
amplia, pues comprende géneros dispares;
pero, comience por decirnos qué aborda ese
guión cinematográfico de que nos hablara
recién.
—Hemos tomado un cuento mío titulado
“ Hombre de la esquina rosada” (Cuento
de malevos) para realizar dicho libreto,
quo pondrá en el celuloide la Cinematogra
fía “ A lfar” .
—Sugestivo el nombre, Borges...
—En ella habrá guitarras, malevos, pu
ñales y hasta truco. La acción se desarrolla
en nuestro Buenos Aires de fines del siglo
pasado; puntualizando: en 1895.
— ¿Y, eso del cielo y del infierno?...
— Tomando textos, meras citas, poesías,
relatos, referentes al cielo y al infierno,
desdo la primitiva mitología hasta las mor
daces alusiones del irlandés Bernard Shaw,
recopilamos en- un volumen cuanto se ha
escrito sobre el tema. Desfilarán por estas
páginas trozos do libros sagrados, musul
manes, poemas, alusiones de León Bloy,
Kafka, etc., con el pie editorial de Cla
ridad.
—A lo que sumarán la antología de la
poesía gauchesca...
—Sí. Comenzando por Bartolomé Hi
dalgo, incluyendo a Hernández, Ascasubi,
etc., entregaremos para Fondo de Cultura
Económica de México esta antología e
historia de la poesía gauchesca que pre
paro en estos momentos con Bioy Ca
sares.
Eludiendo su labor creadora, abordamos
rápidamente a Borges como crítico y le
soltamos tres preguntas difíciles que él
no elude.
—En las generaciones nuevas apareci
das en el campo literario, ¿qué valores
señalaría en nuestra poesía?
—Silvina Ocampo.
—¿Entre los cuentistas?...
—Marcel Peyrou.
—¿En los cultores de la novela?
—Ulises Petit de Murat.
Con el filo de su albo cortapapel, Jorge
Luis Borges termina de abrir las últimas
hojas de aquella novela, cuya lectura in-
T I E M P O
( Viene de la página 10)
vorcio con nu estro m undo. Sólo el paisaje
— en las b ella s págin as cordobesas del fin a l—
lo alcanza ucrónicam ente, como p resen cia ete r
na de la gracia. P or ese paisaje discurre un
hom bre bueno, sen sitivo, traum atizado por m e
dio sig lo de am argas exp erien cias, y en el que
c ierta in a d a p ta ción estru ctural lleva a perpe
tu ar m odalidades — inclu so e stética s— que po
co se adecúan a e ste duro y batallado tiem po
que nos inclu ye.
E l lo d ice en E ncuentro y despedida, po
n ién d o se en un ángu lo ventajoso, pero que
denu ncia igualm ente el p asatism o: “Me cuento
entre los excén tricos para los que las seten ta
y ta n ta s p u lsa cio n es del corazón de ese m ilagro
que so llam a hom bre, inspiran un respeto m u
cho m ás profundo que los m illares y m illares
de revolu cion es del m otor.” Aquí y allá, conde
naciones in ap elab les — como la del jazz, que
era ca si de esperar— delin ean en W erner B ock
un hum anism o al modo neoclásico, que sus fr e
c u en tes y fin a s rem isiones a G oethe y los
ilu m in ista s alem anes m uestran en su cabal
filia ció n . Y b ien pudo G oethe ser el autor de
esta herm osa verdad, quo era tam bién la de
llilk e y que no todos su s n ecrofílicos d iscíp u
lo s a c e p ta n : “L a m uerte propia que boy m u
chos con sid eran como el más elevado ideal hu
mano, só lo la podrá su frir aquel que en cada
in sta n te v iv a una vid a realm ente propia.”
A sí, al m argen de una esen cial discrepancia
con la postura “tem poral” de B ock, y su in
ju stifica d o abuso del autorretrato, adhiero en
m uchos in sta n tes de su obra a la ansiedad tan
hum ana do perm anencia que trasunta, a su
so ste n id a fe en la p reservación fin a l de
valores por los cuales el hom bre se reconoce
y sobrevive.
J . C.
Cadáver en el viento , por R. Portner
Koehler. Traducción de A. P. Rosende.
Espasa-Calpe Argentina, Buenas Aires.
224 pgs. a la rústica. $ 3.50 m/arg.
P a ra que el lector no se fa tig u e con la
in c e sa n te presencia de un d etectiv e desm ade
jando un asesin ato, se requiere de aquél una
p erso n a lid a d capaz de superar el creciente te
dio de las v isita s, los interrogatorios y las
d ecep cio n es de un m isterio m ediocre. P or d e s
gracia, L es Iv ey no alcanza a interesarnos co
mo lo logran el doctor G ideon F ell, P e te r Duluth o N ick Charles. H ace cuanto puede por
parecerse a e ste últim o, rep itiend o la cín ica
y despreocup ada actitu d de los héroes de Dash ie ll H am m ett, pero la verdad es que n i
siquiera alcanza a beber en cantid ad parecida
a la de N ick de T he T hin M an. Lo cual lo
d e sca lific a seriam ente en e ste rankin g riguroso
que ex ig e la escu ela am ericana de la novela
p o licia l.
.
Cadáver en el vien to tien e un m e n tó in d i
recto : nos paga dos horas de turism o en un
pueblo californian o que — ¡c la r o !— se llam a
Cartago. No es poco conocer el ritm o de vida,
la s gen tes, los h orizontes de u n am ericano del
o este, y si a ratos cedo en el lector la ansiedad
del epílogo, del “¿quién fu e ” ?, las figu ras de
lo s in d u stria les, las m uchachas, los policías de
ese lejano m undo vecino, proporcionan atisb os
p in torescos, en treten im ien to fin isem an al.
J . O.
Y
SUS
T ÍT U L O S PU B L IC A D O S:
A. CLRLCI PELLICER: La Pintura Francesa
del Siglo XIX .............. ............. mSn. 5 .—
— El renacimiento de Francia................... ^ •
— El Barroquismo. .. ................................... **•
— La Pintura Inglesa. R............... .............. 5.
— Pintura y Escultura Edad Antigua. R. 5.
J. F. RÁFOLS: Arquitectura de la Edad An
tigua. R...................................... ................
— Arquitectura de las Edades Moderna y Con
temporánea. ..............................................
— Arquitectura de la Edad M ed ia .......... 5.
JOSE SELVA: El Arte en España Durante los
Borbones. .. ...............................................
— El Arte Español en Tiempos de los Reyes
Católicos. ................................................. 8.‘"—
— El Arte en España Durante los Austrias.
..............................................................; . • • • • • 5 —
— Artes Aplicadas de la Edad Antigua. R.
— Artes Aplicadas de la Edad Media. R.
— La Pintura Holandesa............................
— La Pintura Alemana del Siglo XIX . . .
— El Renacimiento en Alemania ..........
EDITORIALES REUNIDAS
S O C IE D A D A N O N IM A A R G E N T IN A
COCELXBAMBA 158 - T. A. 33 - 5393 - BUENOS AIRES
terrumpiera nuestro afán de entrevistarlo
para CABALGATA. Absorto ya en su
contenido, el escritor no alcanza a percibir
nuestro gesto de despedida que lo reinte
gra al mundo de lo fantástico. . .
O. H.
L I B R O S
n a u s e a , por Jean-Paul Sartre. Tra
ducción de Aurora Bernárdez. Editorial
Losada, Buenos Aires. 264 pgs. a la
rústica. $ 6.— m/arg.
La
H oy que sólo las form as aberrantes de la
reacción y la cobardía pueden continuar sub
estim ando la trem enda presen tación del ex ie
tencialism o en la escen a de esta postguerra,
y su influ en cia sobre la generación en plena
activid ad creadora, la v ersión al español de la
prim era novela de Sartre mostrará a m u ltitud
de d escon certados y ansiosos lectores la in i
ciación hacia lo que el autor llam ó p osterior
m ente “los cam inos de la lib ertad ” ; cam inos
que liquidan vertigin osam en te todas las form as
provisorias de la libertad, y que ponen al hom
bre com prom etido existen cialm en te en la dura
y esp lén dida tarea de renacer, si es capaz,
GIRE
5.
5.
5.
55.
sobre la cen iza de su yo histórico, su yo con
form ado, su yo conform ista.
L im itándose a lo que La N áu sea ofrece como
novela (aunque esta e scisión es fa lsa y sólo
acep table en una rápida r ese ñ a ), no se tardará
en advertir la m aestría de Jean-P aul Sartre
en el manejo de una narración que comporta
incesan tem ente las más su tile s intuiciones, los
d escensos más abisales al centro de esa rev e
lación que con stitu ye el m artirio y la ex a l
tación de A ntoine R oquentin: el hallazgo del
e x istir como pura contigencia, como absurdo al
cual se debe dar — si se puede— un sen tido.
Las página^ en que R oquentin se sien te ex ce
dido por la náusea, signo objetivo de la des
trucción de las form as hasta enton ces acep ta
das y vivid as, y avanza de vértigo en vértigo
hasta la escena terrible del jardín botánico
(d onde la revelación tiene ese mismo balbuceo
que vu elve inconfund ible el lenguaje de los
SE
m ís tic o s ), entran ya en la literatu ra como uno
de los m ás adm irables esfu erzos del hom bre.
La e x isten cia no es algo que se deja pensar
de le jo s: es preciso que n os in v a d a b ru sca
m ente, que se d eten ga sobre n osotros, que p ese
sobre n u estro corazón como una gran b e s tia
in m ó v il. . ., murmura R oquentin. Y ante ese
existir que no se d eja pensar, m ide uno la
eficacia de un verbo como e l de Sartre, capas
de crear paralelam ente en el lector la p e
n etran te sospecha de una revelación p erson al,
de un hallazgo que se adentre en é l como en
el torturado pelirrojo de la novela.
Y si “todo lo que e x iste nace sin razón, se
prolonga por debilidad y m uere por c a su a li
dad”, si R oquentin am bula con su náu sea por
la ciudad de B ouville, y va hu ndiénd ose en sí
m ism o al descu brir la in c o n siste n c ia del “or
den” que c o n vivía — pero a la voz salién d ose
en un am argo esfuerzo por reh uir el solip sism o,
el suicidio, la piedad— , los ú ltim os in sta n te s
de la obra lo m ostrarán interrogando la p o s i
bilidad de trascend er el m ero e x istir para in
gresar en el ser; libre, solo, angu stiado, pero
a salvo del absurdo, y en algún sen tid o de la
contin gen cia y la arbitrariedad. La pu blicación
de las obras p o steriores de Sartre perm itirá
segu ir entre nosotros el itin erario que tan
dolorosam ente pero con tanto valor inicia
en La N áusea, esta im agen del hom bro en
pleno siglo, en plen a incertidu m bre fren te a
la renovada c u estió n do su destino.
A urora B ernárdez vertió el d ifíc il len gu aje
de la obra con una exacta noción del ritm o
sartrian o; en cada p ágin a hay pruebas de su
esfuerzo y su eficacia.
j. c.
( Continúa en la página 13)
EXPLICA
p o r C LAU D E J . M A H I A S
A ndré Gide me recibe en su
b ib lioteca, sentado ante una mes ita que hay junto a una ventana,
que da sobre los jardin es del ho
te l M atignon. E l gran escritorio
que hay al otro extrem o de la
h ab itación parece abandonado. En
esto rincón, entre un piano y
unas estan terías llen as de libros,
trabaja e l M aestro.
— ¿U sted querría quo yo le h a
b lase de m is N ourritures? — me
dice— . No sé qué podría decirle
aparte de la im p acien cia que me
producen las rep etid as ten tativas
de encerrarm e en ese libro. E s
como si p reten d iese juzgar a Barrés por su L’IIomm e L ibre. Se
habla del narcisism o de Gide, del
culto de m í m ism o. ¿Qué se diría
de B arrés si se le ju zgase por sus
prim eros lib ros?
— ¿A dm ite como ciertas algunas
fr a ses que se le atribu yen ? D u
rante una d iscu sión en la cual
algu ien d ecía que su in flu en cia
podía ir al encuentro de la de
B arrés, y fin alm en te oponerse a
ella, se afirm a que u sted dijo:
“E spero que él haya term inado
para em pezar y o ” .
— P osiblem en te. En a q u e l l a
época yo era aun m uy joven.
— No puede im pedir — insinú o
y o — que en sus N ourritures se
descubra una esp ecie de clave de
so l sobro la cual parece descansar
tod a su obra.
— No lo niego. Pero hab ría que
entend er bien. A lgunos no saben
ver en ese libro m ás que la
g lorificación del deseo y de los
in stin to s. Para mí, lo confieso, es
m ás bien una ap ología del d es
en volvim ien to que yo encuentro en
e lla y por lo tan to estim o que mi
contribu ción ha sido esp ecialm en
te una d efen sa de la cultura, del
pensam iento lib re y del esp íritu
crítico. D e tod as form as se puede
com enzar por ese sen sualism o que
se me reprocha, con la condición
do sublim arlo. Yo creo haber se
guid o,el primero, el consejo que
doy a m is lectores: Que m i libro
te enseñe a in teresarte por ti m is
mo an tes que por él, y por los
dem ás antes que por ti.
— L os jóven es, s i se tom an en
cuenta los testim on ios publicados
por la “G azette des L ettres” con
ocasión del quincuagésim o aniver
sario do las N ourritures, parecen
m enos sen sib les que sus m ayores.
— L as cartas que yo recibo no
m e lo dem uestran. Pero quizás
aquellos jó v en es no tu viesen ne
cesidad de un m aestro de eva
sión ; al m enos, ellos lo creen.
¿Son realm ente “evadidos” ? De
tod as form as, yo estaría m enos
inq uieto s i esos jóven es dijesen:
“Yo no entiendo a “P alu d ets” .
Tome por ejem plo e l extranjero,
los E stad os U nid os, A lem ania:
para esos países, yo soy el autor
de La Puerta E strecha, de Las
C uevas del V aticano, y, esp ec ia l
m ente, de Los M onederos F alsos.
L as N ourritures es e l m enos tra
ducido de m is lib ros; el haber
sido declarado “in c la sific a b le ” ha
hecho que lo rechacen los ed ito
res. Pero yo no creo que en ese
libro sea m ejor com prendido (A n
dró Gide, s o n r íe ): al m enos en
Inglaterra, el país civilizado don
de he estado últim am ente. Me han
dicho que en una r ev ista in g lesa
va a publicarso un artículo titu
lado “L a vejez de A ndré G ide” . adm iración literaria. P ero en efe c
E stá bien, pero como yo no he to, su ética me es totalm en te ex
estado en Londres n i en la ju ven traña. Por ello me he guardado
tud n i en la madurez, uno se do atraerlo, esforzánd om e en per
pregunta qué es lo que lo s in g le m anecería fie l. Sin duda ahí he
ses pueden pensar de m i “v ejez” . ido m ás allá de lo que esperaba,
— F recuentem ente se h a dicho pues h ay m uchos que n i siquiera
que las N ourritures no eran tó n i reconocen mi contribu ción. Y ade
cas m ás que para los fu ertes, que m ás me asom bra e l que h aya ca
sólo forta lecía n a los tr iu n fa tó lico s a qu ien es le s g u sta un
dores..
proceso en el cual la ju sticia d i
— Quizás eso tam poco sea ju sto. vin a se descu id a de tal modo.
Cuando yo escrib ía ese libro v a Pero, ind udab lem en te, ven los
cilaba
ya. H e recibido m uchas desastrosos e fecto s quo el pecado
cartas de enferm os graves que me original tien e sobre un alm a que
daban
las gracias por hab erles no ha sido lavad a por el bau
in vitad o a vivir plenam ente lo tism o.
— ¿P u ed o preguntarlo en qué
quo le s restab a de vida, y a com
trabaja?
prender la im p ortancia de ello.
(A ndré Gide me m u estra las
— A ntes de abandonar el tem a
do las N ourritures T errestres yo hojas que tie n e esp arcid as ante
querría hacerle una nu eva pre é l) .
E s un p rólogo que he prom e
gunta:
al escribir las N ouvelles
N ourritures ¿quería com plem entar tid o a la r ev ista “P résen ce A fricain
e”
, de A lioun e D iop. Y e de
o corregir las prim eras?
seo vivam en te que esta p u b lica
— No me g u sta mucho hablar
ción, quo perm itirá que se m an i
de ese libro. A ndré M alraux, en
fie s te n los escritores negros, nos
el tiem po en que aun ten ía un traiga lo que esperam os de ella:
pió en M oscú, me d ecía acerca de es decir, mucho.
m is dos lib ros sobre la U .R .S .S .:
— U n a últim a pregu n ta: ¿qué
“Mo explico el prim ero; pero los proyectos tien e?
R etouches es la obra de un hom
(A ndré Gide sonríe* ir ó n ic a
bre en colerizado” . Sin duda ten ia m e n te).
razón. No h ay que retocar lo que
— M is p royectos: irm e de P a rís,
se ha hecho, aun no estando en
trabajar. T engo necesid ad de c al
colerizado: uno se fu erza siem pre
ma.
U sted me com placería m ucho
un poco.
s i y a me con sid erase au sen te.
— S i en Londres es ca si desco
Comprendo la in d irecta y me
nocido, en P a rís muchos le con despido. A ndró Gide me acom
sideran como e l autor del P rocés. paña h asta la pu erta.
N adie se extraña que h aya e le g i
— U sted no me h a dicho lo que
do para adaptar a la escena un p ien sa do m is N ourritures — m e
autor cuya filo so fía es tan contra d ice, y los ojos l e b rillan m alicio
ria a la suya.
sam ente— . Claro es que esta vez
— Yo tengo por K afk a un a gran e s u sted el que interviu a.
�A*
c o 'v
■ts la >
cuerda
floja
B IB L IO T E C A D E L f Y ^ v i ' R T m O S
dos
autores
mas
d iv e r t id o s
LA S OBR A S MAS ALEG R ES
C arlos V . W arnes: EL
TO V IV O D E C ESAR BR UTO.
Ilu stra cio n es do OskL
E l disloqu e m áxim o en u n libro
donde el disparate cam pea desde
la prim era h a sta la últim a página.
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L ocal C 15
B uenos A ires
LO S PROBLEMAS
DEL LIBRO
EN
LENGUA FRANCESA*
C L rasgo más destacado de la actual crisis
del libro editado en F rancia es la dism in u
ció n de su exportación, com parada ésta entre
1 9 3 9 y 19 46.
Según las cifras oficia les de la estad ística
de A duanas (ex clu id o s los paquetes p o sta le s),
en 1939 las e x p o r t a c i o n e s representaron
3 4 .0 9 8 q u in tales de lib ros en lengua francesa.
1.8 7 8 en lenguas extranjeras o m uertas, 294
de cartas g eográficas y 553 de ediciones m u si
cales, o sea un total de 36.82.3 quintales. En
1946, la s exportaciones se elevaron solo a
2 8 .3 2 0 qu intales en lengua francesa, 76 en
lenguas extranjeras o m uertas, 209 de cartas
g eográficas y 813 ediciones m usicales, o sean
3 0 .0 6 8 qu intales. La baja es, por tanto, del
18 por 100, lo que supone una dism inución
sen sib le de la exp a n sió n del libro francés en
el extranjero.
D el exam en de la situ ación llevado a cabo
por lo s rep resen tan tes de los P od eres públicos
y de la ind ustria editorial francesa, se deduce
que en esta baja se acum ulan causas acciden
ta les y perm anentes. Las causas accidentales
está n en su conjunto relacionadas con las
consecuencias de la g u e r r a : el agotam iento do
los fon dos de ed ición francesa, producción
in su ficien te, usura del m aterial, precio de pro
du cción dem asiado elevado, perturbación de
la s corrientes com erciales tradicion ales, d ifi
cu lta d es del transporte, com plicaciones adua
neras y m onetarias. A estos m ales evidentes
ex isten p o sib les rem edios, a condición de que
el G obierno coopere eficazm ente en los e s
fu erzos de los profesionales.
L as causas duraderas son mucho más graves
porque en parte escap an a una acción directa
y están basadas en una evolución general del
m undo más que en un a p o lític a particular.
E sta s son la baja del p restig io de Francia en
el mundo, la reducción del em pleo de la le n
gua francesa, la aparición de una concurrencia
organizada en los p a íses extranjeros, la in ter
vención en el terreno cultural de p aíses más
poderosos, como los E stados U nidos, In g la te
rra y R usia, h asta ahora in d iferen tes a esta
c la se de im perialism o.
La prim era necesidad para contrarrestar esta
situ a ció n es la reconstrucción de los fondos
de com ercio y la producción de nuevos libros,
es decir, que los editores puedan fabricar en
condicion es de rapidez, de calidad, de ren tab i
lidad y de precios que perm itan el acceso a
lo s m ercados extranjeros. P ara ello se precisa
que el Gobierno ayude al entretenim ien to y
ren ovación de las im prentas e ind ustrias grá
fica s, a la o b ten ción de m aterial de im presión
y de clichés, a una buena p olítica de pap el y,
fin alm en te, a una p olítica de obten ción de
créditos a m edio y largo plazo.
La guerra ha revolucionado el m apa del
mundo, en perjuicio de F rancia. H e aquí al
gun as cifras sobre las exportaciones del libro
francés, p a ís por p aís y en qu intales m étricos:
Gran B retañ a . . . .
I ta lia .............................
P a íse s B ajos .............
S u iz a .......................... . .
B élg ica ......................... . . .
Canadá ..........................___
U . S. A ....................... . . .
Indochin a ...................
A rgelia ......................... . . .
M a r r u e c o s ..................
S i r i a ..............................
1946
889
318
846
8. 974
873
2.097
153
2. 753
857
1939
956
955
1. 140
4. 741
1 3 .1 7 4
503
3 .8 0 1
422
2. 230
5 18
534
D e esta s cifras se desprenden tres nuevas
ten d en cia s: 1) ciertos países, arruinados o
em pobrecidos, han restrin gid o su s cam bios;
2 ) otros se han equipado por su cuenta para
producir (S u iz a y C an ad á); 3 ) otros p resen
tan m ejores p ersp ectivas (A frica del N orte y
S ir ia ). P or otra parte, conviene señ alar que
só lo en 6eis m eses han entrado en Francia
lib ros norteam ericanos por valor de 600 m i
llon es de francos
E sta situ a ción plan tea a los editores fra n
ceses la necesid ad de luchar contra la invasión
de la cultura extranjera, lo que es el problem a
m ás delicado, y en cuyo dom inio es im posible
o bten er resultados m uy p ositivos. U n editor
francés h a escrito recientem en te lo sigu ien te:
"D e una parte, m uchos p a íses de lengua
francesa, tradicion alm ente im portadores, se han
equipado y se esfuerzan ahora por concurrir
con nosotros en todos los m ercados de lengua
francesa. A nte e ste p eligroso hecho nuevo, el
G obierno no está d esp rovisto de m edios. Es
conveniente saber que todo estos p aíses — S u i
za, B élgica, Canadá— son incapaces, reducidos
a su mercado interior, de llegar a cifras rem uneradoras de tirada. L es es n ecesario buscar
en F rancia el com plem ento de ven tas in d is
p en sa b les a su eq u ilib rio; problem a de contig e n te s a resolver, en la m edida de lo p osible
sobre la b ase de las relacion es anteriores a
la guerra. Se debe, sobre todo, proscribir toda
m edida que favorezca el paso hacia esos países
concurrentes de las a ctivid ad es m onopolizadas
h a sta ahora por F rancia. P or ésto, la in s titu
ció n del dom inio pú blico m ediante pago te n
dría por efecto inm ediato rep rim ir toda re
im p resión de obras clásicas en F rancia y fa
vorecer, en cambio, a los ed itores extranjeros
en lengua francesa. P or el contrario, h ay in
terés en fom en tar toda te n ta tiv a de los fra n
ceses por crear en el extranjero filia le s que
se propongan traraucir en len gu as extranjeras
la s grandes obras fran cesas, y así extender
la in flu en cia cultu ral fran cesa ni m ism o tie m
po que se rem uneran los c ap itales y los ser v i
cios franceses.
” En segundo lugar, la in vasión cultu ral e x
tranjera 8e ha m an ifestado por la creación de
am plios organism os para pú blicos ta les como
el U. S. I. B . A. en los E stados U nid os y
el B ritish Council en Gran B retaña, que se
esfuerzan por colonizar sistem áticam en te los
prin cip ales p aíses extranjeros. V arias resp u es
tas son p osibles a esta ofen siva. No creem os
mucho en la efic a c ia del “dum ping" com er
cial. E stim am os que sería m ás conveniente
com binar, segú n los p aíses, los m edios sig u ie n
te s : Para lo s p a íses cuya salud económ ica es
buena, alentar las e x p osicion es colectivas o
privadas de lib ros fran ceses y crear casas fra n
cesa s de lib rería bien surtidas y bien situadas
que se comprom etan a vender libros franceses
a un precio m uy m oderado rf cam bio, en caso
n ecesario, de una su b ven ción destinad a a re
ducir sus gastos. P ara los p a íses econ óm ica
m ente déb iles, renovar la p olítica inaugurada
por la ley del 18 de agosto de 1936 y que el
G obierno francés ofrezca gratuitam ente obras
do alto valor cie n tífico o literario a in s titu
ciones de enseñ anza o b ib liotecas p ú b licas.”
E sta s m edidas son, prácticam ente, nada más
que p a lia tiv os, que no resolverán el grave
problem a del libro francés, que p ierde cada
d ía m ayor terreno en el mundo, como conse
cuencia de la d ism in ución de la in fluencia
de la p o lítica fran cesa y de su poder.
* D am os cabida a esta inform ación del e s
tado actual de la ind ustria y el com ercio del
libro fran cés, porque los problem as que p re
sen ta guardan tan ta sim ilitud con los que
v ien e sufriendo la in d u stria argentina del libro,
que m erece la pena sean considerados tanto
por las autorid ades grem iales como por las
del E stado.
Un cuento de BORIS VIAN
LAS
H0 R M I G A S
cemos patrulla sobre patrulla. Oreo que
hemos avanzado demasiado rápidamente y
tenemos dificultad eir mantener contacto
con el abastecimiento. Nos han reventado
por lo menos nueve tanques esta mañana
y ha ocurrido una cosa curiosa: la bazooka de un tipo ha salido disparada
con el proyectil y él siguió detrás, en
ganchado al arma por el tirante. Esperó
estar a cuarenta metros para descender
sin paracaídas. Creo que vamos a tener
que pedir refuerzos porque acabo do oír
como un gran ruido de podadera; nos han
debido de cortar la retirada...
( Viene de la primera página)
orientándola en sentido inverso y comencé
a tirar; pero me paré pronto porque el
ruido me rompía los oídos y además porque
se encasquilló. Estas ametralladoras deben
estar arregladas para no disparar en la
mala dirección.
Allí yo estaba casi tranquilo. De lo alto
de la playa se podía gozar de las vistas.
Sobre el mar humeaba por todas partes
y el agua saltaba muy alto. Se veía tam
bién los relámpagos de las salvas de los
grandes acorazados y sus obuses pasaban
por encima de la cabeza con un curioso
ruido sordo.
Llegó el capitán. Quedábamos once exac
tamente. Dijo que no era mucho pero que
nos arreglaríamos así. Más tarde se nos
completó. Por el momento nos hizo cavar
unos agujeros, para dormir, pensé yo, pero
no, hubo que meterse en ellos y seguir
tirando.
Por suerte, la cosa se aclaraba. Ahora
desembarcaban1 grandes hornadas de los
barcos, pero los peces se les escurrían
entre las piernas para vengarse de tanto
remolino y la mayor parto caían al agua,
levantándose dando gritos de agonía como
unos perdidos. Algunos no se levantaban
más y se iban flotando sobre las aguas
y el capitán nos dijo en seguida que neu
tralizásemos el nido de ametralladoras que
acababa de recomenzar, progresando de
trás del tanque.
Nos pusimos detrás del tanque. Yo el
último, no me fío mucho de los frenos de
estas máquinas. De todos modos es más
cómodo marchar detrás de un tanque por
que no hay necesidad de enredarse con los
alambres de púa y las estacas caen solas.
Pero no me gustaba la forma en que
espachurraba los cadáveres con una especie
do ruido del que no ma acuerdo con exac
titud, pero que es bastante característico.
Al cabo do tres minutos saltó sobre una
mina y so puso a arder. Dos de los tipos
no pudieron salir, el tercero pudo pero
so dejó un pie en el tanque y no sé si se
dió cuenta de eso antes de morir. En fin,
dos obuses cayeron sobre el nido de ame
tralladoras reventando a los buenazos que
la servían. Los que desembarcaban han
encontrado una mejora, pero entonces
una batería antitanque se ha puesto a
escupir a su vez y por lo menos otros vein
te han caído en el agua. Yo me he tum
bado boca abajo. Desde mi lugar los veía
tirar incorporándome un poco. El esque
leto del tanque, todavía ardiendo me pro
tegía un poco y he apuntado cuidadosa
mente. El apuntador ha caído retorcién
dose desmesuradamente; hubiera debido
apuntar un poco más abajo, pero no he
podido rematarlo. Además, primero tenía
que liquidar a los otros tres. He pasado
un mal rato. Felizmente el ruido del tanque
me ha impedido oírlos aullar, pues al
tercero también lo dejé mal herido. Por
lo demás la cosa comenzaba a arder y a
saltar por todas partes. Me he frotado
los ojos un poco para ver mejor, porque
el sudor me nublaba la vista y el capitán
ha vuelto. Sólo se servía del brazo iz
quierdo: “ ¿Puede Ud. vendarme el brazo
derecho muy apretado al cuerpo?” Dije
que sí y comeneé a empaquetarlo con las
vendas y en seguida se ha levantado por
los aires y ha caído sobre mí porque le
ha estallado una granada a su espalda.
Se ha quedado rígido en seguida; parece
que esto sucede cuando se muere muy
fatigado. En todo caso era más cómodo
para quitármelo de encima. Luego, he de
bido dormirme y, cuando me he desper
tado, el ruido venía de más lejos y uno
de esos tipos con cruces rojas sobre el
casco me daba una taza de café.
Ya lo creo que se preparaba algo. Cua
tro tanques enemigos han llegado casi has
ta aquí. He visto al primero al salir;
se ha parado en seguida. Una granada
había roto una de sus cadenas, que se
ha desplomado de golpe con un espantoso
ruido de chatarra, pero el cañón del tan
que no se ha preocupado por tan poca
cosa. Hemos tomado un lanzallamas, lo
cual es molesto, pues con este sistema
hay que partir la cúpula del tanque antes
de servirse del lanzallamas, pues sin hacer
eso estalla (como las castañas al fuego)
y los tipos del interior quedan mal asados.
Hemos partido la torreta entre tres con
una sierra para metales, pero como llega
ban otros dos tanques hemos tenido que
volar éste sin abrirlo. Un segundo tanque
ha saltado igualmente y el tercero ha dado
media vuelta; pero era una finta porque
había llegado marcha atrás. Como regalo
de aniversario nos ha enviado doce proyec
tiles del 88; tendremos que reconstruir
la casa si queremos servirnos de ella, pero
será más práctico ocupar otra. Hemos
terminado por desembarazarnos de ese ter
cer carro cargando una bazooka con pól
vora de estornudar y los del interior se
han dado tales cabezazos contra el blin
daje que sólo hemos sacado cadáveres.
Solamente el conductor vivía aún, pero
tenía la cabeza enganchada en el volante
de tal manera que no se lo podía sacar.
Entonces, antes de estropear el tanque,
que estaba intacto, hemos cortado la cabeza
del tipo. Detrás del carro unos motoijiclistas con fusiles ametralladoras se las
arreglaron para armar un lío de todos los
diablos pero hemos logrado concluir el
asunto gracias a una vieja segadora. Du
rante este tiempo nos caían también sobre
la cabeza algunas bombas e incluso un
avión que nuestra DCA derribó sin querer,
pues en principio estaba tirando sobre
los tanques. Hemos perdido en la com
pañía a Simón, Morton, Buck y P. C.
y nos quedan los otros y un brazo de
Slim.
II
V
Luego, hemos partido hacia el interior
y so ha tratado de poner en práctica los
consejos de los instructores y las cosas
aprendidas en las maniobras. El “ jeep’ ’
do Mike ha vuelto en seguida. Conducía
Fred y Mike estaba en dos pedazos; con
Miko habían encontrado un hilo do alam
bre tendido sobre la carretera. Se va a
equipar a los coches con una cuchilla de
acero delante para que corte los hilos
de alambre, pues hace mucho calor y se
viaja con los parabrisas bajados.
Se escupe fuego por todas partes y ha-
Seguimos cercados. Llueve sin inte
rrupción desde hace dos días. El techo
no tiene más que nna teja de cada dos
pero las gotas caen donde deben y no
estamos realmente mojados. No sabemos
en absoluto cuánto tiempo va a durar
esto. Siempre patrullando, pero es bastante
difícil mirar en un periscopio sin entre
namiento y es fatigoso estar con el lodo
por encima de la coronilla más de un
cuarto de hora. Ayer nos hemos encon
trado con otra patrulla. No sabemos si
eran los nuestros o los de enfrente, pero
bajo el lodo no se corre ningún peligro
en tirar porque es imposible herirse; los
fusiles estallan en seguida. Se ha intentado
todo para desembarazarnos de este lodo:
hemos derramado esencia encima, al arder,
seca, pero después nos cocíamos los pies
al pasar por encima. La verdadera solu
ción consiste en cavar hasta la tierra
firme, pero es todavía más difícil patrullar
en la tierra firme que en el lodo. Termi
naremos por adaptarnos como sea. Lo ma
lo es que hay tanta que Se producen ma
reas de barro. Actualmente, está bien, el
lodo está contenido por las barreras, pero
pronto ascenderá de nivel y esto es des
agradable.
ORIS V ían tie n e 30 años. E s ingeniero y
toca la trom peta, interpretand o m úsica de
ja z z . . . Pero no es lo prim ero ni, m enos aún,
lo segnndo lo que conviene evocar para atraer
la aten ción de los lectores sobre e l cuento
que ofrecem os en e ste número.
So deben a la plum a do E oris V ian, escri
tor, num erosas obras, entro ellas “Lo V ercoquin” y “L e P lan cton ” con las que se ha
b ía puesto de r elieve el talento origlnalísim o
do V ían. M as, súbitam ente, su fam a alcanzó
proporciones fab u losas merced a la adaptación
do la escand alosa novela norteam ericana de
V ernon S u llivan, “Iré a escup ir sobre v u es
tr a s tu m bas” . Fam a que espera confirm ar con
la adap tación de nna nueva obra del m ismo
autor.
E ste tip o de literatu ra — curiosa secreción
de la recien te guerra— es apenas conocida
en nuestro país. Do ah í que el cuento que
publicam os de B o r is V ia n esté destinado
a causar sorp resa a algunos, repugnar a
otros y a estim ular reflexion es p esim istas
en los de m ás allá. H ay algo sucio, brutal,
violento y h a sta repugnante en é l; exac
tam en te como sucede en la vid a m isma.
Sobra, pues, decir, que se tra ta do un cuento
do n eto corto e x isten cia lista . E sta corriente
literaria (y filo só fic a ) podrá ser aceptada o
no. Podrá ser acogida entre alaridos de entu
siasm o como la autén tica R evelación , com bati
da como nna exp resión del m al gusto en el
arte o desechada como una exp resión in eq u í
voca de lo inm oral. D e cualquier forma, sólo
nna cosa no puedo hacerse: ignorarla. La lite
ratura e x isten cia lista e x iste, es, y no h a y mo
do de negarla y tod avía es prem aturo aven
turar s i se tra ta de nna sim ple m oda pasajera,
destin ad a dentro de unos años al olvido y a
la sonrisa in d u lgen te o si es la expresión
angu stiada del e sp íritu de una época que
parece navegar entre la N áusea y *la Nada.
B
III
...E sto me recuerda hace seis meses
cuando nos habían cortado la retirada.
Ahora debemos estar completamente cerca
dos, pero ya ha pasado el verano. Feliz
mente tenemos qué comer y hay municio
nes. Es preciso relevarse cada dos horas
para montar la guardia, lo cual es fati
gante. Los de enfrente toman los uniformes
de los tipos nuestros que hacen prisioneros
y se visten como nosotros, así que hay que
desconfiar. Con todo esto no hay ninguna
luz eléctrica y so reciben los obuses en
plena cara por los cuatro costados. Por
el momento, tratamos de tomar contacto
con la retaguardia; es preciso que nos
manden aviones y comenzamos a carecer
de cigarrillos. Hay ruido afuera, debe pre
pararse algo; no le dejan1 a uno ni el
tiempo de quitarse el casco.
/
IV
LA ULTIMA
O B R A DE
WERNER
¡MORIR
ES NACER
premiado por Ricardo Baeza. A. J.
B attistessa, Jorge L uis Borges. V i
cente Fatone, E. M artínez Estrada
y Enrique Amorim, como “EL LIBRO
DEL M ES” , obtiene un gran éxito
literario. H an opinado sobre el libro:
ENRIQUE LA RRETA: “ ...h e r m o s ís im o
libro de gran pensador, gran pintor,
gran poeta.”
JOSE L U IS ROMERO: “Admiro la in
tensidad de la emoción y la form a
poem ática.”
L U IS EMILIO SOTO: “ Morir es nacer
seduce por la unidad del tono evocativo y de la experien cia vivid a que
colorea tan rico m osaico.”
LA NACION: “H e aquí un libro, escrito
en prosa, en el que un poeta nos tran s
mite el hondo m ensaje de su sen sib i
lidad.
L a PR E N SA : “ W erner Bock es dueño
de una personalidad d efin ida y en todo
cuanto ve y dice deja una íntim a v i
bración esp iritu al.”
LA RAZON: “Un libro de trascendente
poesía, de fin ísim as sign ificacion es en
que refléjase la sugestión de un esp í
ritu atento a la más alta belleza.”
CRITICA: “P alp ita en estas páginas nna
juventud m aravillosa y m aravillada, la
única, la im perecedera: la juventud
esp iritual que W erner Bock posee en
alto grado.”
EL MUNDO: “En “Morir e3 nacer” hay
la suma de una sen sib ilidad que en
cuentra en el paisaje, en recuerdos, en
descripciones y en m otivos estéticos
y m orales, form as de m an ifestarse con
penetrante gracia.”
Precio: Pesos 6 .— m/n.
Encuadernado y numerado, con la fir
ma del autor: Pesos 10.— m/n.
En venta en todas las librerías
EIII T II li I A L
AMERICALEE
T ucum án 3 5 3
LIBROS
pe "se veintén setos"
CURSO RACIONAL DE ING LES B A
SICO. P or el P rof. L eo Glimnor Rause.
(5^ edición corregida y aum entada.) El
éxito de esta obra, que perm ite el apren
dizaje de la lengua inglesa, sin profesor,
en el térm ino de tres m eses, se evidencia
por el hecho de haberse vendido desde
su aparición, en 1945, vmás de veinte
m il ejem plares ................................. $ 8 . —
D E LA FA U N A PORTEÑA. Por Rodolfo
M. Taboada. Un d esfile ameno y re
gocijante de los más pin torescos “tip os”
que dan color a B s. A ires. D esopilantes
caricaturas de D ivito y Seguí. . . $ 4.—
H IPO T E C N IA . M ejora y E xplotación do
las princip ales razas caballares. Por
E m ilio Solanet. (2^ edición, profusam en
te ilu strad a.) El tratado más práctico y
com pleto sobre la m ateria. En tela $ 15.—
En rústica ........................................... $ 12.—
GUERRA EN EL E ST E . Por Grigore Gafencu. Un libro inquietante, que aporta
revelaciones asom brosas sobre los pre
lim inares de la últim a guerra . . $ 10.—
D escu en tos de práctica
a lo s señores libreros.
f. mim CODES. E d ito r
HDD. DE MAYO 862
*
BUENOS AIRES
L i b r e r í a
CONCENTRA
Viamonte 641
¿V . j Entrada a lo R aim a Pacífica)
h
-
VI
Esta mañana me ha sucedido una cochina
aventura. Estaba bajo el hangar, detrás
de la barraca, preparándole una buena
broma a los dos tipos que se ven perfec
tamente con los gemelos intentando loca
lizarnos. Yo tenía un morterito del 81
y lo colocaba en un cochecito de niño y
Johnny debía disfrazarse do campesina
para empujarlo, pero antes el mortero
me lia caído sobre un pie; esto no es sino
una do las cosas que me suceden a. cada
momento en estos tiempos, y en seguida,
el tiro ha salido mientras que yo retiraba
mi pie y el proyectil lia ido a estallar
(Continúa en pág. 14)
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Vinmonte 641 - Buenos Aires
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Habla para C A B A LG A T A
F^ r ^ r = ir ^ r ^ r ^ r ^ r ^ i^ i^ r ^ r = J ? = Jr==Jr=Jr=Jr=ir==ir==
ARTURO CANCELA
al r f g a l a r u n l
Periodista, cu en tista, n ovelista y au
tor teatral, Arturo Cancela alcanzó
sus prim eros éx ito s literarios con
T res relatos porteños, en cuyas p á
ginas algún crítico hubo de hallar
la ironía y su tileza de E$a de Queiroz encerrada en la idiosin crasia del
profesor H errlin, o, Julio N arciso
D ilon el satirizado personaje de U na
sem ana de holgorio.
E nsayista de filo so fía en libros p os
teriores, n ovelista encontrado en H is
toria funam bulesca del profesor Landormy, su m ás reciento producción
es la pieza teatral A londra que — en
colaboración con P ilar de Lusarreta—
estrenara en el Teatro N acional Cer
vantes de esta capital.
bro
PR E O C Ú PE SE T A M B IÉ N
DEL C O N T E N ID O :
EL FONDO DE CULTURA
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C ontinente: seleccio n e entre los
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m osam ente p r e s e n t a d o s , c o n
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roes, la política, de cada uno
de los p a íses de A m érica.
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Fondo de Cultura
Económica
Independencia
802 Bs.
A s.
V
EDICIONES
DEL AUTOR
DIRECCION GRAFICA
IM I’.R E S I O N E S
P U B L I C I D A D
A D M IN IS T R A C IO N
CAMPAÑAS DE PRENSA
- BOLETINES
CATALOGOS - FOLLETOS
CIRCULARES - VOLANTES
OFICINA TECNICA
DEL L IBRO
Director: Francisco Arnó
C í) R R I E N T E S
35 - 0878
--
3 5 , 2»
® Próximos estrenos teatrales.
• Acerca de I^a E.S.C.O.B.A.
• La literatura en función social.
, í j x sorbo más de café, a m ig o ...?
¿ El —Como mo, Cancela.
E! leve ruido do pasos fugitivos por las
habitaciones vecinas hace que el autor de
Tres relatos porteños acelere las pipadas,
mientras una ráfaga de aire fresco inunda
la amplia biblioteca que sirve de escenario
a nuestra conversación.
Fuó en 1925 —contiirúa su interrum
pida charla—, cuando realicé los primeros
bocetos de esta novela que ven aquí, La
Estatua de Sal, pronta para marchar a
la imprenta en 1948 bajo el pie de EspasaCalpe Argentina S. A.
— ¿Cuál es su tra m a ...?
—Transcurre en Palestina, allá por el
año 1989, con la aventura inicial de un
angloargentiiro en la guerra anterior, an
danzas que continuará su nieto, también
en Palestina, en una nueva civilización en
la cuenca del Mar Negro totalmente dese
cado, donde han sido reconstruidas las
ciudades bíblicas.
—¿Sodoma. . . ?
—Sí, es una de ellas, donde todos los
habitantes son abogados, lo que no quiere
decir que todos los abogados sean sodo
mitas . . . la narración termina con la des
trucción de las cinco ciudades al par que
el Mar Muerto ve llenar sus cuencas de
nuevo.
—Los legendarios lugares utilizados y
el tiempo futuro que Ud. utiliza, Cancela,
nos permiten augurar una obra de inte
rés, como Historia funambulesca. ¿Ver
d a d ...?
—Guíese, si prefiere, por el subtitulo
que le he puesto a la novela. Ella dice
así: “ Novela apocalíptica, a la vez que
eugenésiea, biotipológica y de medicina
social” .
—Toda una definición. ¿Siente usted la
necesidad de escribir estas historias o
novelas propiamente d ich as...?
-—Claro que sí. Si me halagara el éxito
literario fácil, me hubiera acogido a los
laureles recogidos con Tres relatos por
teños; insistiendo en este módulo, pero
—haciendo una autocrítica seria a mi
labor escrita— entiendo que sólo en la
novela es posible estructurar problemas de
ambientes, psicologías, costumbres, etc.,
llegando a desarrollarlos en toda su exten
sión; en tanto que el cuento o el relato
corto sólo permite la pincelada.
—E igual correspondencia debe hallar
en el teatro. . .
—Ya quo Ud. ha tocado este tópico, le
B
Buenos A IR E S
adelantaré dos de las piezas que, en co
laboración con Pilar de Lusarreta, espero
estrenar en el próximo año. Sobre una
irovela picaresca del siglo de oro denomi
nada La niña de los embustes hemos con
feccionado una comedia que tendría como
intérpretes a Malisa Zini y Picrina Dealessi en el Teatro Municipal.
—¿En cuanto a la otra pieza?
—Es, también, una comedia pero satí
rica, como se lo sugerirá su título: La
E.S.C.O.B.A.
—Como sugestivo, es evidente que lo
es. . . ¿Con esta escoba, barrerá con todos
los éxitos teatrales habidos y por haber,
Cancela ?
—¿Qué ha dicho, escoba? Si sólo so
trata de la sigla de Empresa Subterránea
Colonia Buenos Aires, donde se narra la
la historia de un noble hispanoargentino
que financia la construcción de un subte
entre estas dos ciudades.
—¿Busca Ud. la crítica popular a su
obra?
—Sí. El público le enseña a uno cuando
se equivoca; dándole el diapasón al autor
para el tono de la obra. Cuando más po
pular es el público que asiste a las re
presentaciones, y ello lo lie aquilatado con
Alondra en el Nacional Cervantes, con
mayor intensidad capta los matices más
finos de la pieza, cosa que no han logrado
los críticos. Si no se tratara de una co
media puesta en una entidad oficial, me
refiero claro está a Alondra, con motivo
del centenar de representaciones hubiera
dado una charla acerca de “ Crítica de
críticas ’
—¿Cree que la literatura no tiene más
función que la meramente literaria?
—No. Entiendo que ella, y con ella to
das las artes creadoras, tienen una im
portante función social a cumplir que
día a día se acrecienta y que toca límites
nacionales. Recordemos que los creadores
de la tradición son los escritores y si
París nos llega trovada por los poetas,
también Buenos Aires puede tener una
tradición a menos que nos lo propongamos.
Como una prueba al canto, ahí está la
obra creada por Arturo Cancela que, en
cada ocasión en que da a luz una pieza
literaria, recoge en ella algo del Buenos
Aires mordiente, irónico, inquieto, en pá
ginas que, como Tres relatos porteños,
dicen de nuestro espíritu multiciudadano,
o, en La E.S.C.O.B.A., trasuntan episodios
reales de nuestra ciudad no exentos de
esa mordacidad que alguien parangonara
con la de E<$a de Queiroz.
e l á § k ® § d e Eai t o ñ s t o i r ñ a
e m edü<£5©ini©§ auráprnsuuiíai
Por su cuidadosa presentación: volúmenes elegantemente en
cuadernados en tela, en papel obra, con artística sobrecubierta
protectora.
Por constituir una verdadera historia universal realizada por
los historiadores más destacados en cada tema.
• Jaeques de Morgan: LA
H U M A N ID A D PREHIS
TORICA.
Con num erosos grabados en e l texto.
L a obra más im portante sobre el
tem a realizada por el m ás em inente
de los arqueólogos franceses. $ 10.—
• Máspero: HISTORIA DE
LOS ANTIG UO S PUE
BLOS DE ORIENTE.
A barca: h istoria de E gipto, Caldea,
A siria, P ersia, India, China. $ 16.—
• E. Renán: HISTORIA DEL
PUEBLO DE ISRAEL.
Obra con la cual el ge n ia l h istoria
dor francés revolucionó el estudio
de la historia. Se com pleta con la
sig u ie n te ........................................ 8 15.—
E. Renán: HISTORIA DE
LOS O RIGENES DEL
CRISTIANISMO.
Comprende las sigu ien tes partes:
V ida de Jesú s, los A p óstoles, San
Pablo, E l A n ticristo, L os E vangelios,
La I g le s ia C ristiana, M arco A urelio.
2 tom os ...................................... $ 26 .—
• V. Duruy: HISTORIA DE
GRECIA.
•••
E sta fam osa h isto r ia abarca desde
los tiem p os prim itivos de la H ólade
h a sta la dom inación rom ana. $ 17.—
• J. Michelet y V. Duruy:
HISTORIA DE ROMA.
A M ich elet corresponde la historia
del período corresp ondiente a la R e
pú b lica y a D uruy e l corresp ondien
te al Im p erio............................ $ 12.—
• William H. Prescott: H IS
TORIA D E L R E IN A D O
DE LOS REYES CATO
LICOS.
Comprendo tod os lo s acontecim ien
tos de ese período cum bre de la
h isto r ia de E sp aña: Guerras de Gra
nada, V iajes de Colón, E xp u lsió n
de lo s Judíos de E spaña, C reación
del T ribunal de la In q u isición , Gue
rras de Ita lia . Con num erosas anota
cion es fuera de te x to . 2 grandes
tom os ......................................... $ s 2 ‘—
• J. Michelet: H IST O R IA
DE LA REVO LU CIO N
FRANCESA.
L a h isto r ia m ás ser la y docum entada
sobre ese período cru cial de la h is
to r ia de la hum anidad. 3 grandes
tom os ........................................... í 45 .—
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EDITORIAL!ARGONAUTA S.R .L.
BRASIL 1766
•
T. A. 23- 7432
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BUENOS AIRES
i ^ í = J f = j f = ^ r = ^ p = j r = J f = J r = J r = i f = i P = = J P = J r = » r = = J t= ir = ir = = if = I i
/
I mpr e nt a
LOPEZ
O. II.
El a r t e y la té c n ic a de la
EL
TIEMPO
Y
( Viene de la página 11)
L a habitada, por Carmen R. L. de Gán
dara. Emecé Editores, B'ucnos Aires. 60
pgs. a la rústica. $ 2.— m/arg.
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EDITORIAL
REVISTAS
EL PUBLICO ENSENA AL AUTOR CUANDO
EL SE EQUIVOCA EN SU OBRA
a la
E sta es la h isto r ia .de u n retorno a la tie
rra, del descu b rim ien to de una vocación , b
e l tem a asom a frecu en tem en te en nuestro tiemno si es la razón de obras tan resonan tes
como D oña B árbara, M a laisie y The Plum ed
Serpent, no h ay que ind agar dem asiado p a ia
descu brir tra s de su in siste n c ia una de las
m uchas v a ria cio n es que la n o sta lg ia de la A
ca d ia asum e en nuestra saturada literatu ra de
ciudad y ciudad anos. E l eco p astoril alcanza
aún a escu ch arse en la saga del San tos Luzardo do G allegos o el R olain de Fauconm er.
y ahora v ien e e ste bello relato de Carmen K.
L de G ándara a probar su p resen cia en el
e stilo de vida de un argen tino de ciudad, do
m inado técn icam en te por los
¿u r¿ “¡
nos pero en quien su b yace la aptitud dU
esta n ciero , del criollo atenid o a su pam pa. U na
fá b u la p ercep tib lem en te r o m á n tic a — e l mensa
jo póstum o de un a abuela, que F elip e R eyna
lee en una tarde de la e s t a n c a — exp lica el
d esa ta rse de esa aptitud y el reconocim iento
de un deber v un d estin o m ás legítim os que la
ciega su m isió n a la “cu ltu ra cromad^ donde
F e lip e hab ía querido ordenar su existen cia
El relato ex ced e felizm en te la lim ita ció n do
e sta anécdota (alu do a la lim ita ció n de su
a p lica b ilid a d en nu estro m edio, de su resonanc ;a d o cen te) y tien d e un fin o ram aje poético
drmdo quedan apresad os lo s valores m ás s u ti
le s de la h isto ria , los in sta n te s y los sonidos,
la s arboledas y la s lagun as. E s por esa f.jación do va lo res que Carmen R . L. de Gándara
da a e ste cuento un horizonte que no e n cu en tio
en la situ a c ió n en sí — válid a a lo sum o como
reso lu ció n person al de una conducta ar„en
tin a — , v agrega un perdurable exam en de
n u estro ¿ a isa jo físic o y moral. I-as PÓK'nas de
la abuela son un bello poem a de so st-m d a
gracia, que la autora nos alcanza para d esm en
tir con lo s hechos, la dura afirm ación de su
p r o ta g o n ista : “Cuando un p aís no tien e lite
ratura que refle je su vid a no es un país, sino
un conju nto do m ojones hum anos. I Cómo 'O y
a saber yo qué g e n te vive en e sa s casas si
no mo lo ha dicho nin guna n o v e l a . . . !
Para d ecirn o s esto han creado su obra Guira ld es Arlt. E duardo M allea y Juan Goyan a rte; la autora de La H ab itad a prueba boy
sus títu lo s para sum arse a ellos.
J. C.
SUS
LIBROS
I M P R E N T A
en c o n ju n c ió n m a r a v illo s a
por Leopoldo Lugones.
Con treinta dibujos de Amilcar Mendo
za. Ediciones Centurión, Buenos Aires.
304 pgs. a la rústica. $ 4.50 m/arg.
L a guerra g a u c h a ,
H acía falta una edición a bajo precio del
libro do L ugones, para llevar a m ú ltiples m a
nos una obra que tan plenam en te refleja una
época de nu estra literatu ra, con lo m ejor de
su am bición y tal vez de su lím ite. Los relatos
quo se agolpan precipitad os y ardientes para
co n stitu ir la h istoria y la m itología de la
m ontonera de G üem es en lucha con los rea
lista s. nacen en su m ayoría del clim a e sp iri
tual quo determ inara las obras m enos durade
ras de L ugones: saturación, exceso, confu sión ,
caos form al a veces insalvable. Pero el talento
del poeta inclu ía esas tend en cias como parte
m otora de su creación, y asom bra advertir la
b elleza con que en muchos relatos se saca par
tido de ellos, se los exacerba y extrem a h asta
lograr del idiom a un sinfon ism o que trasciende
su tem a: cierto que perjudicándolo por contra
golpes, creando un sen sib le d eseq uilib rio entro
la seca, casi ascética guerra gaucha, y el ab i
garram iento desm esurado del lenguaje que la
cuenta.
M ucho do esto libro ha envejecido, porque
careco de la econom ía y la verdad interior que
sostien en , por ejem plo, la herm osura livian a
de E l libro de lo s p aisajes. E sp ecie de an tolo
gía de lo peor y lo mejor de Leopoldo L ugo
nes. digam os de lo últim o que relatos como
Al rastro. Jarana, B a ile y V ivac sign ifica n , en
el m om ento en que se escribieron, postulación
do lo que podría ser una literatu ra sudam eri
cana, seco toque de atención después de los
alertas de Facundo y M artín Fierro. Que ese
toque ha sido escuchado, lo prueba el cam ino
que viene desde 1 9 0 5 ; y tam bién, en gran
medida, quo L ugones no se asim iló ni fu é a s i
m ilado dentro de la corriente esp iritual que
parece ya d efin irse en la A rgentina. T odavía
lo vem os como un enorme árbol aislado en
plena llanura, do donde salen alternadam ente
los pájaros y los huracanes. La Guerra Gaucha
tiene, como todo lo suyo, ese confu so resonar
de cosa cósm ica, de aguas aún no sep arad as;
y es al mismo tiem po — con otra paradoja
lugon iana— esfuerzo de artesano por henchir
el idioma, qu itarle la tend en cia a la pérdida
do voces y giros, agregar nuevos tubos al ó r
gano de los him nos.
U na loable tarea editorial nos alcanza este
nunca olvidado libro, en un volum en de pulcra
y cuidadosa p resen tación .
J. 0 .
L O P E Z
r e a liz a n el m ila g ro d e p r o d u
c ir las m ás b e llas y c u id a d a s
ed icio n es, t a n t o d e lu jo com o
p o p u la re s , a p recio s c o n v e
n ie n te s , p u e s su e sp e c ia liz a ció n le p e rm ite d a r c a lid a d
sin a u m e n ta r el costo.
IMPRENTA LOPEZ
A l Ser v i c i o del L i b r o
P E R U
6 6 6
B U E N O S A IR E S
�cabalgata
14
M.
Buenos Aires tiene
un público l ect or
que sigue al autor
A rturo C apdevila es u n hom bre que
y a tie n e ganado en nu estras letras
n acion ales un pu esto de jerarquía
m erced a su veteran a labor, que abar
ca desd e la poesía, e l ensayo, la
novela, h a sta su activid ad como rector
de esp íritu s ju ven iles en e l p rofeso
rado y como integrante de la A ca
dem ia de la L engua. “M elpóm ene” ,
"Sim bad”, “Córdoba del recuerdo” ,
y su reciente novela “A rbaces, m aes
tro de amor” , se cuentan entre sus
producciones de enjundia, a los que
agrega “A dvenim ien to” .
• Recomenzando su labor literaria.
• La vida de San Martín para los
niños.
H abla p ara C A B A LG A T A
ARTURO
CAPDEVILA
José Enrique Rodó en “ Motivos
de Proteo” —nos va narrando Arturo
CCapdevila,
en su silenciosa residencia de
uenta
la calle Juncal y Canning— que la incli
nación del ser humano so asemeja a bar
cas que, raudas, pueden desaparecer de
nuestra vista y tocar innumerables puer
tos; pero, tarde o temprano, volveríin a
aparecer ante nuestros ojos atraídos por al
guna ola movediza. Eso se da en mi vida.
Inquietos por conocer el porqué de la
parábola traída a cuento, interrogamos al
conocido poeta acerca de la cita.
—Es que estoy viviendo una renovación
en mi obra. Casi niño, a los catorce años
de edad, liabia escrito una novela, e ima
gínese la burla de mis mayores al cono
cer el hecho, lo que motivó su posterior
destrucción, al par que durante años no leí
una novela, a causa de un verdadero trau
ma moral.
— Tal vez debió ser usted novelista, Cap
devila.
—En realidad, sí. Al retornar en mi ser
aquella primitiva inclinación de novelista,
he recomenzado mi labor literaria entusias
mado con la creación de novelas, siendo así
como en 1946 publiqué “ Arbaces, maestro
de amor ’ ’ y ahora doy mi segunda novela,
editada por Losada, titulada “ Adveni
miento ’ ’.
—¿Puede decirnos algo sobre ella?
—Lleva como subtítulo “ Novela de teó
sofos, de iluminados, de amigos de Dios” ,
desarrollándose en Chile, en los tiempos
actuales, y evidenciando la inquietud re
ligiosa de nuestros tiempos. Todo el asunto
está estructurado en base a apuntes toma
dos durante un viaje al país hermano, don
de comienza la acción, para luego finalizar
en Buenos Aires en oportunidad del último
Congreso Eucarístico.
—¿Qué experiencias ha recogido en esta
nueva etapa novelística?
—En primer término, entiendo que la
novela debe abarcar un gran asunto, como
el amor —no tomado como una simple
historia— o una inquietud espiritual, como
la inquietud religiosa que abordo en “ Ad
venimiento ’ ’.
—¿Qué otras actividades ensaya actual
mente ?
—La novela para los niños. Creo que no
se ha escrito la novela dedicada al niño, y
por ello he redactado la vida del Gran
Capitán, comenzando con la de Remedios
EL GRECO
“ San Jerónimo” . (35 x 31 cm.) $ 35.—
de Escalada, su compañera, a los que
agregaré “ La infanta mendocina” , “ El
niño poeta ” , y “ El abuelo inmortal ’ ’. Mi
fervor por el prócer me ha empujado a
divulgar su vida —él, que fué maestro de
su hija—, pues aspiro a que haya tantas
infantas como sea posible. ..
— ¿Acerca de su labor poética?, pues
creemos que no la abandonará ahora que
es novelista...
— En absoluto. La editorial Kraft edi
tará, entrado el año 1948, un volumen mío
titulado “ El libro del bosque” (versos de
meditación), ilustrado por el artista Alfre
do Guido.
— ¿Tiene usted alguna experiencia del
contacto de su obra con el lector?
—Cómo no. Al publicarse mi primera
novela, “ Arbaces, maestro de amor” , mu
chas lectoras creyeron que yo debía ser un
nuevo Arbaces y me planteaban en nume
rosa correspondencia sus ilimitados proble
mas de amor para que yo les diera solu
ción. Ello significa que hay un público
lector que se nutre de nuestras obras y une
en su mente a los personajes por nosotros
imaginados, con el autor mismo.. .
—¿Entonces, usted cree que Buenos Ai
res ya cuenta con un público lector?
—No hay duda. Y aun más. Puedo afir
marle que, a más de contar nuestra ciudad
con un público lector firme, existe un pú
blico que lee y sigue toda la producción
creadora de un escritor.
— ¿Busca usted sus temas en la realidad
0 en la ficción?
—Indiferentemente, según lo exija mi
labor, aun cuando gusto del apunte direc
to. Como una prueba al canto, le he ha
blado ya de “ Arbaces, maestro de amor ’ ’,
cuyos motivos los he captado directamente
en Chile.
— ¿Puede usted referirnos alguna otra
novedad de su actividad literaria?
— Si le parece, puede usted ir anotando
esta novedad editorial. Estoy ante el hecho
de que, simultáneamente, dos editoriales
argentinas ponen a la venta una obra mía.
Una de ellas es Losada, y la otra, el
1‘ Círculo Literario ’ ’, siendo el primer en
sayo de este tipo que se realiza en Buenos
Aires.
—Efectivamente; no teníamos noticias
de algún precedente en el género.
—Asi es. Pero en los Estados Unidos
de Norte América es corriente, aun cuando
les aclaro que el “ Circulo Literario” sólo
venderá a los suscritores, en tanto la
FRANCISCO DE GOTA
“ Don, Manuel Osorio de Zuñiga” . (35x31) $ 35.—
venta de Losada será en librerías.
Mientras esta última novedad pone fin
a nuestra misión, que nos llevara a rom
per la intimidad del poeta de “ Córdoba
del recuerdo” , ñus levanta el ánimo el
hecho feliz de que un escritor argentino
logrado, como lo es Arturo Capdevila, recomienco su carrera buscando hallarse en
otro aspecto técnico: en este caso particu
lar, la novela, constituyéndose en un ali
ciente para la juventud dedicada a la
creación.
O. II.
( Viene de la pág. 12)
en el segundo piso, justamente en el piano
del capitán que estaba interpretando “ Ja
da” . Ha sido un ruido de infierno. El
piano destruido, pero, lo más desagradable
es que el capitán no tenía nada, en todo
caso, nada suficiente para impedirle gol
pear de firme. Por fortuna, en seguida
ha llegado un 88 a la misma habitación.
El capitán no ha pensado que el enemigo
se orientó por el humo y me ha dado las
gracias dieiéndome que le había salvado
la vida al obligarlo a bajar; para mí, el
asunto no tenía el menor interés después
de haberme roto dos dientes; además por
que todas sus botellas estaban sobre el
piano.
Estamos cada vez más cercados, nos caen
cosas encima sin parar. Felizmente el
tiempo comienza a despejar: no llueve
más que nueve horas de cada doce y de
aquí a un mes podemos contar con refuer
zos por avión. Nos quedan tres días de
víveres.
V II
Los aviones comienzan a lanzarnos bul
tos con paracaídas. He sufrido una decep
ción al abrir el primero; había adentro
un montón de medicamentos. Se los he
cambiado al doctor por dos barras de
chocolate con nuez, del bueno, no de esa
porquería de raciones, y una media botella
de coñac, pero se ha cobrado arreglán
dome el pie reventado. He tenido que de
volverle el coñac porque sino a la hora
actual sólo tendria un pie. Nuevamente
roncan por ahí arriba; hay una pequeña
escampada y envían más paracaídas, pero
esta vez parece que son tipos.
VIII
Eran tipos, sin duda. Hay dos de ellos
muy divertidos. Parece que han ocupado
GIOVANNI BATTISTA TIEPOLO
“ La Madona del jilguero” . (36 x 31 cm.) $ 35.—
todo el trayecto en hacerse llaves de juc
darse sopapos y a darse patadas. Saltar
del aparató al mismo tiempo e inclu. •
intentaron cortarse las cuerdas de sus
paracaídas con cuchillos. Desgraciadamente
el viento los ha separado y entonces se
han visto obligados a continuar la disputa
( Continúa en la pág. ló)
PABLO CURATELLA MANES,
escultor y diplom ático, aban
d o n a París
( Viene de la pág. 9)
de em bajada en P arís. Y he aquí que acaba
de ser nom brado cón su l general de la Argén
tina en Oslo.
En el m om ento en que Pablo C. Mane3
abandona P a rís por N oruega, tengo que olvi
dar los servicios que ha rendido a las reía
ciones cultu rales entre argen tinos y franceses
y la sólid a y sincera am istad que e ste hombre
encantador, fin o y culto, ha sabido inspirar.
Quiero ocuparm e sólo de su obra esculpida
que desde su establecim iento en P arís no ha
dejado de p rosegu ir como un a rtista auténtico
La obra de Pablo C. M anes se divide entre
dos tend en cias fundam entales que se desarro
llan paralelam ente: de una parte, los efectoi
de m asa pesada y recogida: por otra parte,
una esp ecie de conquieta del espacio aéreo
En la prim era, las- form as se apoyan con todo
su peso sobre el suelo. En. la segunda, se ele
van y juegan con los vacíos, que ellas circuns
criben y a las cuales confieren significaciónplásticas.
M anes se abstiene de m ezclar estas dconcepciones de la escultura. R esponden a d a
polos esen ciales de su tem peram ento. Se agr.i
pan, sin embargo, en las obras por carácter *
com unes: una m usculatura, vigorosa sin ev
ceso y siem pre monum ental, una potenQia cc
cisa pero d esp rovista de ascetism o, una ci
lidad desdeñosa de las soluciones fáciles.
En la gran querella de la abstracción y
la figu ración , M anes no ha tomado ningu •.«
p osición exclusiva. Su escultura “aérea” le
d ispon e a la abstracción . Su escultura “pesa
da” a la figu ración pero una figu ración tra
tada como un medio de m anifestar, con to-ia
la lib ertad deseada, el juego soberano de las
fu erzas p lásticas.
E xcesivam ente m odesto, y no teniendo otra
am bición artística que perfeccionar su ob.s,
M anes no ha querido nunca m ás que exponer
en algunos salones y, en últim o lugar, en los
Independien tes. H á llegado el momento de que
una exp osición p articular le conceda el puesto
a que tiene derecho y que tod avía no se sos
pecha. Será una revelación.
AMEDEO MODIGLIANI
“ Busto de mujer joven” . (35 x 32 cm.) $ 35.—
SU ME J OR REGALO
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envía, libres de porte, contrarreembolso, a cualquier lugar
del país, las láminas que aquí se reproducen, con sus respec
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le remitirá a vuelta de correo, contrarreembolso, libres de
porte, los libros anunciados en este número de C abalgata,
o pertenecientes al Catálogo de las respectivas casas editoras.
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e l marco de fin a m oldura, de
acuerdo con las reproducciones.
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buen
libro
Buenos Aires
PABLO PICASSO
VINCENT VAN GOGH
�cabalgata
rico en contenid o y en in cita cio n es fecund as
o in sp ira d a s; D ilth ey es una v ie ja adm iración
m ía y creo hab er sido de los prim eros en
d ifu n d irlo en n u estro idiom a, pu es lo he ex
p u esto d esd e 1 9 2 8 en cu rsos, con feren cias y
a rtícu lo s. Otros e n sa yos del libro estu d ian a
T heodor L essin g como crítico del O ccidente,
y a Som bart, e l in sig n e h istoriad or del capi
ta lism o , en un aspecto suyo m uy desconocido,
com o autor do una in terp retación com pleta y
s istem á tic a del hom bre, obra pu blicada poco
a n tes de su m uerte. E l ensayo “H ip ó te sis so
bro la s cu ltu ra s” en tra en e l marco de la
faen a que ahora me ocupa más, y que espero
dé pronto como resultado un lib ro sobre la
ín d o le de la cu ltu ra occid en tal, sus rasgos d i
fe r en cia les fr en te a las dem ás cultu ras, su
a ctu a l trastorno y su p revisib le d estin o. Los
San
F r a n c is c o d e Asís
PALMAS
las más bellas palabras del
Poverello, reunidas en una
primorosa edición por Ro
mán Viñoly Bárrelo. Ilus
traciones a todo color de
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Dice el autor de
‘El S e ñ o r C i s n e ’
A esta altu ra de la vida, como d iría el
"P adre Orozco” , nno ya no cree en los elogios
de lo s am igos. Pero en cam bio, cree en los
lectores. “E l Señor C isne” tie n e un os cuantos
lectores, esos lectores anónim os, desconocidos,
con los que sueñan los verdaderos escritores.
Y con fieso que para mí, no h a y prem io, ni
fa ja de N eruda, que me brinde m ayor sa tis
facción .
¿M e gu stan lo s cuentos de “E l Señor Cis
ne"? Alguno que otro: “La C abalgata” , por
ejem plo. O “ Canto de Amor” . L os demás p o
drían hab erse mejorado b astan te. E n la pró
xim a encarn ación serem os m ás cuidadosos.
/;
Distribuye
O lí t ll l
( Viene d-e la pág. 14)
a tiros. Rara vez he visto tan buenos ti
radores. En este momento vamos a ente
rrarlos porque han caído de un poco alto.
IX
Ya no estamos cercados. Nuestros tan
ques han vuelto y los otros no han aguan
tado la tarascada. Yo no he podido batirme
seriamente a eausa de mi pie pero he
animado a los compañeros. Era muy exci
tante. Desde la ventana lo veía todo muy
bien y los paracaidistas llegados ayer se
desenvolvían como diablos. Ahora tengo
un echarpe de seda de paracaídas, amarillo
y verde sobre fondo marrón que hace
juego con el color de mi barba pero, ma
ñana, voy a afeitarme por el permiso de
convalecencia. Estaba tan excitado que
le he tirado un ladrillo a la cabeza a
.Tohnny porque erró el tiro contra un tipo
y actualmente tengo dos dientes de menos.
Esta guerra es catastrófica para los dien
tes.
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EL A U T O R
frente a su obra
Dice el autor de
Filósofos y Problemas’
Sin ponermo a ello de in ten to , e l volum en
Filósofos y problem as ha r esu lta d o u n a esp ecie
le muestrario o ín d ice de m is p reo cu p a cio n es
¡éntrales, aunque no to d a s. E l tra b a jo sobre
Farona,.notable filó so fo de Ib ero a m érica y uno
le los patriarcas de n u e str a com ún cultu ra,
econoce como in cen tiv o m i a p a sio n a d a curioidad por el p en sa m ien to am ericano, uno de
nyos fundadores fué ese ilu str e hijo de Cuba.
, 3n las páginas co n sa g ra d a s a D ilth e y hago la
ecapitulacíón de a lg u n o s de lo s p u n to s de v is1 a esenciales de un filó s o fo que e s para mí,
ntre todos lo s con tem p orán eos, a caso e l m ás
dos tra b a jo s fin a le s encaran cu estio n es a tin en
te s al problem a — in excu sab le en n u estros
d ía s— de la s r ela cion es entre e l pensam iento
filo só fic o y la vid a.
A unque d irijo la “B ib lio tec a F ilo só fic a ” de
la E d ito ria l L osad a, he preferido que e ste libro
no v a y a en ella , sino — como otro anterior,
F ilo so fía de la person a— en la “ C olección
C ontem poránea” , d estin a d a a m ás ancho círcu
lo do le y e n te s. H a sido a sí porque creo que
h a y un va sto , un p a lp ita n te in ter é s por la
filo so fía , y con vien e acercarle m aterial para la
in fo rm a ció n y la m ed itación , pu blicando en las
se r ie s que fr e cu en ta todo lector culto y quo
so encuentran en to d a s partes, y no sólo en
la s co leccio n es cuyo títu lo parece de antem ano
en d ereza rla s a lo s e sp e c ia lista s y a lo s lectores
do form ación e stric ta o de vocación m uy p ola
rizada. L os e n sa y o s recogid os en e ste volum en
p reten d en ser a c ce sib le s a to d a p erson a con
g u sto por la s id e a s y a todo e l que se sien ta
atraíd o por aqu ellos problem as contem poráneos
quo, aunque p lan tead os en e l terreno filo só fico ,
su elen desem bocar en la v id a, porque atañen
m uchas v eces a la com prensión d e l hom bre y
a la d isc u sió n de un a cu ltu ra cu ya actu al con
m oción n o s preocupa a tod os. P recisam en te el
punto de p a rtid a para la s d elib eracion es en
u n a r eu n ió n de filó so fo s convocada hace poco
por la TJnesco, y a la que tu ve el honor de
ser in v ita d o , era la com probación de que en
e sta c r isis, m ucho m ás que en cualqu iera otra
a nterior, son m uchos lo s que con scien tem en te
la abarcan, r eflex io n an sobre ella y se in terro
gan con a n g u stia por e l porvenir. E n esta con
v ic c ió n se in serta n y articu lan la s m ed itacio
n e s sobre la c o n ex ió n entre e l pensam iento
te ó r ic o y la v id a e fe c tiv a que exam inan dos
tra b a jo s del libro, el uno en térm in os m uy gen e
ra les, el otro analizan do las r elacion es entre
la teo ría filo s ó fic a y c ie n tífic a y el program a
p o lític o del nazism o, d esd e un punto de v ista
que me parece m an tener su actualidad.
FR A N C ISC O ROMERO
S í, señor. S í, señora. S eguiré escribiendo
cu en tos tod a m i v id a. C uentos fa n tá stic o s, en
cierto modo. Con fan tasm as, por supuesto. Con
jardin eros, con perros peludos que hablan y
sen ten cian sobre la vida.
H e term inado un nu evo lib ro. M ás raro que
é ste tod avía. P en sab a publicarlo en seguida.
Lo p ostergo para el año que vien e. ¡O h! ¡No
es de cu en tos! E s un solo cuento disparatado.
L as m áxim as am biciones de m i vid a: vivir
sin trabajar; pu blicar cuentos en EE. U U . y
que me paguen 100 dólares por colaboración.
T en er un invernáculo con 100 p lan tas de or
qu ídeas. T ener una casa a 2 00 k ilóm etros de
B uenos A ires. Y que Lautaro sig a publicando
m is lib ros. T odas esta s am biciones han flore
cido con “E l Señor C isne” .
E l peor enem igo de m is lib ros: m i hum oris
mo. No puedo escrib ir sin hacerm e ch istes. No
puedo tom arm e m i literatu ra en serio. ¿M i li
teratura? ¡M i vid a! ¡N o puedo tom ar nada de
m asiado en serio!
M e g u sta la alegría. Y me g u sta la tr iste z a
do la gen te alegre. Q uisiera escrib ir cuentos
a legres que hagan llorar. E s d if íc il. . .
A yer el vien to volteó un aromo de m i jar
dín. E scrib i un cuento. M añana vendrá un
com pañero para hablar de las cosas de m i
partid o. E scrib iré otro cuento. P asado m añana
me acordaré de una an tigu a novia. Y escribiré
otro cuento. E n d e fin itiv a : vivo en fu n ción de
cuento. Y a no es un p lacer n i una postura. E s
un a m an era de vivir.
U na cosa que extrañ o: la s cartas de los le c
to r e s. ¿P or qué, en e ste país, no escriben los
le c to r es? ¡S er ía tan lin do publicar un libro y
recib ir cien c artas! U no podría, enton ces, in
ven tarse un estilo ep istolar. Y ten er corres
p on dencia fichad a.
N o se m e ocurre nada m ás, nin gún ch iste,
n in gu n a frase. M e v o y a pasear en m i m oto
cic leta . ¡P u m , pum , ratapum ! ¡P U M , PU M !
E N R IQ U E W E R N IC K E
La costumbre embota las emociones. He
dicho esto a Iluguette —ellas tienen nom
bres así— bailando en el Centro de la
Cruz Roja, y ella ha respondido: “ Vd. es
un héroe” , pero no he tenido el tiempo
de buscar una respuesta fina porque Mae
me ha dado un golpecito en la espalda y
entonces he debido dejar a mi pareja.
Las otras hablaban mal y esta orquesta
tocaba muy deprisa. Mi pie me molesta
todavía un poco, pero en quince días se
acabó, vuelvo a marchar al frente. He caí
do sobre una chica compatriota; pero la
tela del uniforme es muy gruesa y «so
embota también las emociones. Hay mu
chas chicas aquí, ellas comprenden de to
dos modos lo que uno les dice; eso me
ha hecho ponerme colorado; pero no hay
mucho que hacer con ellas. He salido y
me he relacionado con otras, no del mismo
género, más comprensivas, pero son qui
nientos francos como mínimo, y eso porque
soy un herido. Es curioso, éstas tienen
el acento alemán.
Después he perdido a Mae y he bebido
mucho coñac. Esta mañana tengo un horri
ble dolor de cabeza en el lugar en donde
me ha golpeado el M. P.* No tengo ya
un centavo porque al final he comprado
cigarrillos franceses a un oficial in glés...
Acabo de tirarlos, os un caso repugnante,
el oficial ha hecho bien en deshacerse de
ellos.
XI
Cuando uno sale de los almacenes de
la Cruz Roja con un cartón para meter
los cigarrillos, el jabón, los dulces y los
diarios hay ojos que os siguen en las ca
lles y no comprendo por qué, ya que ellos
venden sin duda su coñac bastante caro
como para poder comprar también estas
coses y sus mujeres no son regaladas tam
* P o licía
ricano.
M ilitar
del
ejército
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poco. Mi pie está casi curado. No creo
que permanezca mucho tiempo aquí. He
vendido los cigarrillos para poder salir un
poco y en seguida he tratado de mangar
a Mac, pero Mac no suelta nada así como
así. Comienzo a aburrirme. Esta tarde voy
al oine 'con Jacqueline, con la que me en
contró ayer en el club, pero creo que no
es inteligente porque me quita la mano
cada vez y no se mueve nada al bailar.
Estos soldados de aquí me horripilan, son
excesivamente desaliñados y no hay do*
que lleven el mismo uniforme. En fin, no
hay nada que hacer sino esperar a esta
noche.
X II
De nuevo aquí. De cualquier forma uno
se aburría menos en la ciudad. Se avanza
muy lentamente. Cada vez que se ha ter
minado la preparación de artillería, se en
vía una patrulla, y cada vez, uno de los
tipos de la patrulla vuelve estropeado por
algún tirador aislado. Entonces vuelve a
comenzar la preparación de artillería, ss
envía a los aviones, lo arrasan todo, y dos
minutos después los tiradores aislados
vuelven a tirar. En este momento regresan
(Continúa en pág. 16)
k
Cuatro Obras Geniales de Leopoldo Lugones
e>
publicadas por ED ICIO N ES C E N TU R IO N
LA G U E R R A
GAUCHA
Estas páginas exaltan el valor, el sa
crificio y el ingenio de los heroicos
gauchos de Giiemes, que defendieron
con ardimiento las fronteras de Salta,
en un momento sombrío de nuestra
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asuntos y la nobleza del estilo, son
bellos e instructivos. Su lectura de
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Ya está visto Lugones como talento
polígrafo: historiador, poeta y edu
cador. Descuella en todas esas disci
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conjunto de sentencias que definen,
una vez más, al genio creador.
Fundamentación crítica del valor li
terario y representativo del M artín
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LAS MONTAÑAS
DEL ORO
ps la primera obra de Lugones. Extra
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Fué una obra que abrió horizontes
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�16
cabalgata
(Viene de la pág. 15)
los aviones; cuento setenta y dos. No »ott
aviones muy p-andes, pero el poblado ei
pequeño. Desdo aquí se ve caer a las bom
bas en espiral lo que provoca un ruido algo
sordo con hermosas columnas de polvo. Se
va a reanudar el ataque, pero antes hay
que enviar una patrulla. Estoy de vena, me
toca ir. Hay, aproximadamente, un kiló
metro y medio a recorrer y a mi no me
gusta caminar tanto, pero ere esta guerra
jamás se nos deja elegir nada. Nos ocul
tamos detrás de los cascajos de las pri
meras casas y creo que de un extremo al
otro del pueblo no ha quedado una sola
en pie. Tampoco parece que hayan que
dado muchos habitantes y los que vemos
presentan un oxtrafio rostro, aquellos que
han logrado conservarlo. Pero deberían
comprender que no podemos arriesgar el
perder nuestros hombres por salvarles sus
casas. La mayor parte soir casas viejas
sin ningún interós. Y además, es el único
medio para ellos de deshacerse de los
otros. Esto, por supuesto, ellos lo com
prenden en general, aunque algunos pien
san quo no es el único procedimiento.
Despuós de todo, esto es cosa suya y ellos
sentían quizá apego por sus casas, pero
ahora sentirán menc-s apego hacia ellas
visto el estado en que se encuentran.
Continúo mi patrulla. Sigo siendo el
último, es más prudente, y el primero
acaba de caer en el agujero de una bomba
lleno de agua. Ha salido con el casco
choüeando agua y también con un pez
gordo, un tipo todo aturdido. En el ca
mino de regreso Mac le ha errseñado a
ser amable; no le gusta al tipo el chewing
gum.
X III
Siempre los mi„ . a pueblos completamente
destruirlos, lo . ;al desanima. Hemos en
contrado una r ;ío completamente nueva
Están probándola, pero no sé realmente
si so puede sub:-n¡ >ir una lámpara por un
pedazo do bujía ' -reo quo s í: oigo toc„
el “ Chattanoog
bailé con Jacqu.
bne un poco antes •!.
riir de allí. Piense
quo voy a contesta: ;; ;. o tiempo. Aho
ra, tocan 1¡ S o
J enes ’ También me
gusta esta inésh-: y quisió
biese terminado para jifaie
corbata civil a :'nvas azul® y nariüas
XIV
En marcha otra vez. Nuevamente esta
mos muy cerca del frente y los proyecti
les de artillería caen de nuevo. Llueve, pero
no hace mucho frío. Vamos a bajar par',
continuar a pie.
Parece que se comienza a presentir el
final. Yo no sé los demás qué piensan pero
yo quisiera intentar librarme con la ma
yor comodidad posible. Hay todavía riu
cones en donde se pegan duro. Es imposi
ble prever como va a ser la cuestión ests
que comenzamos ahora. Dentro de quine,
días tendré otro permiso y le he dicho
Jacqueline que me espere. Tal vez m
equivoque al hacer esto, no hay que d
jarse atrapar.
XV
Sigo de pie sobro la mina. Habíamepartido esta mañana en patrulla y yo
marchaba el último, como de costumbre;
han pasado todos por el lado, pero yo ho
sentido el clic de la mina bajo mi pie y
me he parado en seco. He arrojado a los
otros lo que tenía en los bolsillos y les lu
dicho que continúen. Estoy solo. Debería
esperar a que vuelvan, pero les he dichoque no vuelvan, y podría intentar echarme
boca abajo, pero me horroriza la idea de
vivir sin piernas. No me he quedado más
que con el carnet y el lápiz. Voy a echarlos
antes de cambiar de pierna, y es absolu
tamente necesario que lo haga porque ya
estoy harto de guerra y porque me sube-,
hormigas por la pierna.
\ abe de recibir una carta de Jacque
line; eha ha debido confiarla a otro tipo
para echarla al correo, pues estaba metida
en uno de nuestros sobres. Verdaderamen
te, es una chica rara; pero probablemente
todas las muchachas tienen ideas poco or
dinarias. Hemos retrocedido un poco desde
ayer, pero mañana avanzaremos de nuevo.
N orah B orges. E l concierto (Homenaje a BachL Óleo, 1944.
ya no pocos años —hablo de
1930— escribí algo así como un
ensayo acerca de la pintura de Norali Borges de Torre. Traté de ex
plicar entonces las razones de mi
devoción por su obra. La artista,
desde aquella época, lia trabajado
largamente y casi me atrevería a
decir que es mucho lo que se ha
enriquecido su arte en lo que po
dríamos llamar sus aspectos técni
cos, los recursos de su instrumental
expresivo. Sus últimas exposiciones
D de este año de 1947 sobra
i
- permiten advertir la presen
cia de un proceso regular de su ca
pacidad plástica comunicativa. La
gracia de su linea se hace cada vez
más dúctil, más eneantadoramentc
reveladora de las formas, su com
posición acentúa ese sentido suyo
innato de la armonía musical con
que agrupa los elementos de sus
cuadros, su color adquiere mayor
intensidad, su empaste camina ha
cia suntuosidades en que no claudi
ca esa delicadeza que está en la
substancia de su espiritualidad.
Pero, haciendo abstracción de estas
particularidades cuya importancia,
no desconozco, la verdad es que
poco podría agregar a lo que en
aquella oportunidad afirmé. La obra
actual de Norah Borges de Torre
nada agrega, substancialmente, al
mensaje que está empeñada en co
municarnos la artista desde enton
ces. Y sea dicho esto no a título de
reproche sino en son de elogio suyo.
Cuando abrió los ojos a la realidad
del arte lo hizo, evidentemente, bajo
la premiosa urgencia de decirnos
algo, un algo que balbuceó en sus
primeros dibujos, en sus grabados
iniciales y que no ha terminado
aún de contarnos. Como el sereno
pulso de una sangre que late sin
sobresaltos bajo la piel transparente
de su pintura, ese algo fluye sin
intermitencias ni prisas comunicán
dole ese encanto poético que deter
mina- el puro perfil artístico y hu
mano de sus realizaciones.
Yo confieso de manera categórica
que la pintura de Norah Borges de
Torre me conmueve. Necesitado de
utilizar símiles comunicativos de
claro que la miro como quien escu
cha un poema de tono menor o una
música leve de ámbito recoleto. Y
si considero mis reacciones frente
a sus cuadras y las contrasto con
la realidad artística que las suscita,
advierto, sin dificultades, la causa
de esas reacciones. Las formas y los
colores no son, en esta pintura, sino
el vocabulario de una realidad poé
tica subyacente que pugna por ex
teriorizarse. La simplicidad de sus
medios, una pura síntesis alusiva,
casi metafórica, de líneas, de formas
y de modelados sumarios, no es la
expresión de una precariedad exprea.c e
H
EL MUNDO POETICO
DE LA P E N T E R A
NORAH BORGES
de
DE
TORRE
Por C O RD O VA IT U R B U R V
siva sino el único idioma susceptible
de levantar hasta el mundo de una
realidad plástica la inasible realidad
de su particular mundo poético.
Hay una pintura cuyo sentido no
se advierte s i ' no se piensa en el
espíritu que anima la gracia y la
fuerza de las cosas. Hay una pin
tara cuyo destino liberador reside
en la capacidad creadora, inventora,
del espíritu del hombre. Hay una
pintura que nombra los seres y las
cosas para crear con esas alusiones
sutiles el mundo donde el espíritu
descansa de sus búsquedas de la
paz, de la dicha y de la placidez
armoniosas. A esta pintura perte
nece esta trartquila música que es
la obra de Norah Borges de Torre.
Desde que por primera vez su lápiz
se movió sobre el papel no ha hecho
otra cosa, en realidad, que dibujar
sus sueños. Hay algo de mediumnidad en estos dibujos, estos temples,
estas acuarelas, estos óleos. Se siente,
detrás de ellos, la presencia de una
inspirada de ojos transparentes
encerrada dentro de la torre de cris
tales de sus inquietudes inexpresa
bles para el idioma de todos los
días, de sus difusos anhelos de be
lleza, de su armoniosa necesidad de
dicha.
Cuando se contempla las tablas
de ciertos prerrenacentistas italianos
o flamencos —una anunciación del
Beato Angélico o los ángeles o los
músicos cantores de Van Eyck— no
es posible eludir la emoción que
fluye de esa placidez de dichoso
ámbito sobrenatural, infinitamente
pacífico, que los envuelve. Hay una
pintura, evidentemente, que tras
ciende de manera irresistible la su
gestión de los sueños que la animan.
N orah B orges. El cuarto de música. Óleo, 1947.
REGISTRO d e
INTELECTUAL
p r o p ie d a d
N°
254426
I M P R E N T A
C HI L E
Pertí 565
Buenos Aires
i
Nadie pensará, espero, que cometo
la irreverencia de establecer analo
gías con esos deliciosos maestros si
afirmo que el sentimiento de una
paz de expresión difícil, la paz de
un mundo plácido de atardecer, me
domina cuando miro estas serenan
estampas de Norah Borges de Torre.
Si he citado a esos maestros ha sido,
sólo, para aclarar la índole de mis
impresiones mediante una referencia
a impresiones que seguramente todo
el mundo ha experimentado.
Cierta vez, en una conversación
privada, Norah Borges de Torre
afirmó que ella no puede pintar
sino lo que ve. Es posible que este
afirmación parezca desconcertante
a más de una persona. Y desvincu
lada de la verdad. Para mí es esclarecedora. Los ojos de los artistas no
son, afortunadamente, los ojos del
común de las gentes. Un artista no
es, como podrían muchos suponer,
el espejo de la realidad del mundo
sino exactamente lo contrario. En
trance de formular definiciones yo
aseguraría que, en rigor de verdad
el mundo exterior es el espejo de
la realidad del artista. El artista no
ve fuera de sí mismo sino su propia
realidad y a esto obedece la multi
plicidad infinita que el mundo ofre
ce a través de la infinita variedad
del arte. El artista, no es un pene
trador v un descubridor de lo ex
terno sino un descubridor y ni
penetrador de sí mismo. Y esto no
es poco decir. Sócrates hacía residir
la máxima sabiduría en el conoci
miento de uno mismo. Cuando No
rah Borges de Torre pinta un pai
saje de infinita paz, de recogida,
íntima y comunicativa placidez, no
pinta sino el mundo de sus sueños,
esto es, su propio mundo. “ Estamos
hechos —exclama ITamlet— de la
madera de nuestros propios sue
ños” . Y con esa madera, habría
que agregar, es con la que cons
truimos nuestras obras.
El mundo de Norah Borges de
Torre es plácido, feliz y puro. Sus
ámbitos son transparentes y felices,
sus personajes son claros e inocen
tes como niños o como adolescente'
desprevenidos. En su territorio e'
aire no se mueve. Una defensa d
pureza impenetrable defiende a esas
criaturas suyas en cuyos ojos y en
cuyas actitudes se advierte la dicha
de vivir en la suave nostalgia de la
patria celeste. Ese mundo, esa pía
cidez, esa pureza, esa dichosa y me
lancólica nostalgia, es, en suma, el
mundo de sus sueños, el transpa
rente mundo al que quiere condu
eirnos con la palabra de colores y
formas de su mensaje.
O
oS «
*3
®
o
franqueo
pagado
Conces-5n N? 3205
tarifa
reducida
Coao«BÍ6n N» 3799
�
Dublin Core
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Cabalgata
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1946 - 1948
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Español
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Ejemplares 1 a 21 de los años 1 a 3 de la revista Cabalgata, publicados entre 1946 y 1948.
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Cabalgata
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Año 3, no. 15
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Buenos Aires, enero 1948
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Cuneo, Dardo
Gómez de la Serna, Ramón
Saavedra, Juan
Molins i Fábrega, R.
Stephane, Roger
Martí Ibañez, Félix
Romero Brest, Jorge
Bock, Werner
Westerdhal, Eduado
Brughetti, Romualdo
Wernicke, Enrique
Rogermarx, Claude
Barletta, Leónidas
Borges, Jorge Luis
Mahías, Claude J.
Cancela, Arturo
Capdevila, Arturo
Córdova Iturburu, Cayetano
-
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2bcdfa003657c2db9515f8b94073b6ff
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RED A CC I ON
V
A 1) M I N I S T R A C 1 O N:
Año II
Diciembre
Perú 97:3 - Rueños Aires - Teléf. .84-2:384
TEORIA DEL ZAPATO
y OTRAS C O S A S
Prerio del número: $ 0.60 moneda argentina
S u s c r i p c i ó n a n u a l : $ 6.50 m o n./ar j|.
19 4 7
2a- Epoca
UNA
SUPERCHERIA
ICONOGRAFICA:
de
Por R A M O N GOMEZ DE LA SERNA
LOS
RETRATOS
CERVANTES
Por GUILLERMO DE TORRE
habido interpretadores del zapato pero sin acabar de dar en los
alrededores de la escatología con la fórmula que es sencillísima
y que yo resumo a sí:
H
a
Z
apato
=
m u je r
La zapatofolía o la zapatofilia sólo fué vengada por aquel criminal
de París al que perdió conservar los zapatos de las víctimas, sus sín
tesis supremas.
Para que se vea que m i teoría no brota de lo burroeonsciente ni
revela una manía fetichista con un oscuro sentido pornográfico, sino
una representación surrealista, voy a dar dos imágenes dibujadas tosca
mente por mí que han de aclarar mi hallazgo.
A sí se verá también que no he dicho una cosa despectiva como sería
el suponer que la m ujer es una chancleta.
E n el zapato mujer descubro un secreto atractivo y
además el secreto del porqué las mujeres compran para re
novarse, para multiplicarse y para narcisizarse tantos zapa
tos y. cuando presentan los últimos al hombre, éste los mira
sonriente como comprobando el parecido con ellas como si
fuesen su nueva imagen virginizada como una miniatura
de ellas mismas.
Veamos el esquema de una zapato (figura 1) y nos da
remos cuenta que es como el tronco cercenado de una mujer
— cercen que no le importa al deseo porque fácilmente su
pone el resto— pero si no acabamos de ver esa sugerencia
observemos la figura 2, quedará todo aclarado y emdente
y ya no se nos despintará, esa silueta mórbida apoyada e n .
brazo acoiíauo en el diván • uptut ¿0? dándonos cuenta
que la M a ja de Goya se podría titular “ zapato desnudo” .
Años de espera me ha costado esa imagen, pero ya
* ahí.
Ahora que los surrealistas me la admitan en las futuras
ñones de sus diccionarios.
Y o en realidad puedo ofrecerles muchas definiciones
lapeletas de académico vagabundo— pero ellos son muy
dos en la aceptación.
Como muestra fuera de concurso ahí van unas euantas
oíbles:
coral — esponja de sangre muerta
sombrilla — redondel de tela sostenido por un palillo
clavado en el corazón
apuntador — el eco antes de la palabra
•ciervo — hijo del árbol y del
rayo
catálogo — recuerdo de lo 'que
se olvidará
olivo — espejo del alba
esternón — camafeo del esque
leto
violeta — actriz retirada
ajos — dientes de bruja
monóculo — llavero de las mi
radas
botella — sarcófago del vino
córnea — esfera del reloj del ojo
termos — bala pacífica
gong — platillo viudo
m o s q u it e r o — h ad a de los
sueños
plom ada — ra ta muerta sus
pendida por el rabo
ancla — inicial del pañuelo del
mar
nata — mejilla de la leche
musgo — peluquín de las pie'
dras
errata — herrata
beso — hambre y sed de in
mortalidad
o m b lig o — h u ella d el botón
perdido
nido de hornero — calavera de
un solo ojo
Es un vocabulario en otra di
mensión, en otro espacio.
El surrealismo se escapa a sí mis® ° y en vez de una doctrina es
ya una realidad que marcha hacia
adelante como el conquistador en
as tierras apenas descubiertas, sin
saber lo que hay delante de sus pa808 y sin embargo avanzando y to
mando notas de lo que conquista.
( Continúa en la pág. 5)
posteridad iconográfica de Cervantes, las vicisitudes de sus su
puestos retratos, revelan quizá mejor que ningún otro aspecto
de su vida, lo que ésta fué en puridad: es decir cuán oscura y
sigilosa impronta marcaron sus pasos materiales sobre nuestro planeta,
en contraste con la clamorosa repercusión que habría de alcanzar su
obra. Cervantes, — “ un tal Cervantes” , id est: un “ pobre diablo” —
fué un desconocido en vida. Y esto, aparte de los datos raleados y los
escuetos documentos que, al cabo de buscas y de años, han podido
sacar a luz pacientes investigadores, nos lo revela plenamente la ausen
cia absoluta de un cuadro o grabado, el cual, en forma inequívoca y
concluyente, pueda considerarse como su verídico retrato.
¿ C ó m o . . . ? ¿ Y el famoso cuadro de Jáuregui, del que pululan
miles de reproducciones -— aumentadas todavía más en este año centurial— con la alta frente, la nariz corva, los largos bigotes
caídos sobre la barba cenicienta y aquella espléndida gola
escarolada que le ciñe estatuariamente el cuello?— preguntará
el lector desprevenido. ¿Acaso tal cuadro no condice pare
jamente con el retrato que el autor de las Novelas ejemplares
trazó de sí mismo en el prólogo de aquéllas, en 1613, sólo
tres años antes de morir, y que empieza: E ste que veis aquí,
de rostro aguileno, de cabello castaño, de frente lisa y desem
barazada, de alegres ojos y de nariz c o r v a ..., terminando:
E ste, digo, que es el rostro del autor de ” Galatea” y “ Don Qui
jote de la Mancha” , y del que hizo el “ Viaje al Parnaso” . . .
Llámase comúnmente Miguel d e-C ervan tes Saavedra.
S íh cmhargo, la eedad resuda muy distinta, ese parecido
entre los rasgos* literarios y les pictóricos pudiera haberse
encontrado asimismo en otros retratos de la época, y el cuadro
de Jáuregui no pasa de ser una superchería iconográfica,
amañada sin gran firmeza y a la cual se ha dejado prosperar
por convencionalismo académico de los unos y vaga supers
tición popular de los más. Pero la historia de tal usurpación
es sabrosa y merece ser contada con algún detalle, conforme
L
a
( Continúa en la pág. S)
DOS P R O L O G O í> DE L A
N O V E L A DE L A E T E R N A "
Por MACEDONÍO FERNANDEZ
GULA A LOS PROLOGOS. (Prólogo Indicador.)
E l “ último” Cervantes, descubierto en 1943.
“La tertulia de P om bo” , famoso cuadro de José G utiórrez S olana , donado por Ramón Gómez de la
Serna (en pie, centro de la tertulia) al Museo de Arte Moderno, de Madrid.
habilitando comodidades y
un nuevo capítulo para esce
nas y personas sobrevenidas, a las
que debo improvisar acomodo, pá
ginas, hechos y redacción. Pues mis
personajes son todos ligerísimos:
en el instante en que dejo de escri
bir dejan ellos de hacer; como no
trabaje yo, queda todo parado; ahí
está Juancito “ en el aire sin piso
del espacio” — es una lírica que
surge en mí como un respiro libe
rador en la gravedad de los pró
logos que aún me faltan a medio
caer de un balcón, porque yo paré
ayer de escribir, como escritor a
conciencia, para desocupar el suelo
(y preparar su descripción) que
ocuparía su porrazo; no le cuesta
nada seguir la acción de la grave
dad ¡ pues no lo hace! Otra vez me
buscaron a lo largo de la Novela
porque había dejado a don Luciano
metiendo un brazo en la manga del
sobretodo y ya no resistía los ca
lambres de esta postura. Mas no se
quejó el Presidente, pues interrum
pí redactarlo cuando iba a soplar el
fósforo con que acababa de encen
der su cigarrillo y ha pasado la
tarde sin fumar y quemándose. Esto
parece mentira. E n toda hora hay
en mi novela alguien con sólo un
botín puesto, un joven con una sola
novia o los novios que iban a que
dar solos y yo no acabé de retirar
a la mamá o hacer cabecear a la
tía. También don Luciano fué de
jado por mí de escribir en mo
mentos en que se calzaba una nue
va Moral y se me encontró lejos
E
stoy
(Continúa en la pág. J )
�cabalgata
2
Carta de Francia
Por JUAN SAAVEDRA
SU LLANTO POR LAS COSAS
H ijo Pródigo:
¿Quién escucha tu canto, quién oye tu alabanza
cuando el fuego del mar quema tus labios
y lloras en el viento bajo las furias de tu
corazón?
¡Oh lejanías! Más puros que la muerte
se levantan los altos sofismas de la noche,
el lánguido y solemne conjuro do la luna
temblando, susurrando eir oídos de aguas.
Pero tu alma es un coro de ambición y violencia,
el sueño de una roja alameda en otoño, que despliega
en el fondo,
entro la lejanía de sus hojas, el tierno adiós
materno:
esa tela que ondea y sonríe llorairdo,
esa bandera muerta, ese éxtasis de polvo,
y la memoria, el brillo de la lumbre de antaño,
mientras tiñes tu alma con una llama impura
y abandonas tus días al amparo de una pluma de
pájaro.
Ahora canta en la niebla
la celeste serpiente de la noche:
roza el opio lechoso de la lámpara,
las casas aferradas a la costa,
la calva de unos hombres melancólicos
saboreando sus sopas,
miserables placeres y codicias
entre las telarañas del hastío.
¡Oh vagabundo coronado de harapos! Nada te
pertenece.
Sólo los labios crueles del amor,
sólo la profecía de las olas en el tatuado maderamen
de un puerto.
¡Pródigo! Infiel como el deseo,
más allá de las losas grasicntas del asilo
en donde la paciencia arde en silencio
como un fuego infestado,
encima de unos muertos en altos taburetes,
y sobre las techumbres, con trapos, humos,
alientos de cubiles que remontan
desde las ultrajadas callejuelas.
DE
OLAS
Las nubes amarillas en el viento,
y estas casas viciosas, estos gritos
de una playa de hembras
•i grasicntos peinados ante el mar,
con obscenas plegarias encima de las tumbas
cuyos muertos sonríen y repican
■i- blao
'Cecilios y s is ríe.'-—».
¡Un canto de lujurias! (Esos brazos
untados de canela te reclaman
al pie de estos altares labrados por el ocio.)
Deidades codiciosas, con sus redes de plata
tendidas en sonrisas y lascivias,
damas pintarrajeadas ñor el sueño,
perras del mar. ¡Oh diosas de carne
tentadora! Celestes criaturas cuyas flautas
exaltan el desprecio y el ;.-gullo.
¡Príncipes vagabundos!
He aquí unaq fogatas al abrigo del grito de la
muerte.
He aquí, caballeros, como un ángel hambriento
latiendo en los baldíos espacios de la tierra,
una reunión de llamas y mujeres
cantando, sollozando
bajo las grandes hojas de un país.
ENRIQUE
cabalgata
EL PR Ó X IM O N Ú M ER O DE
será
ESPECIAL
y
APA REC ERÁ
el día 23 de diciembre
con el fin de
iue los lectores que decidan
REGALAR LIBROS
a sus
FAMILIARES
y
AMIGOS
en las próximas fiestas de
NAVIDAD,
PRIMERO DE ANO
y REYES,
conozcan los avisos extra¡ ordinarios de la producción
bibliográfica argentina que
insertarán estas páginas y
puedan elegir este año un
buen regalo:
UN LIBRO,
MUCHOS LIBROS
MOLI NA
Es necesario destacar que la prensa francesa, y no segura
mente sólo por razones de patriotismo, se ha congratulado casi
unánimemente de esta elección de la Academia sueca. Unica
mente algunos católicos han discrepado y también “ L ’Humanité ’ ', que no puede perdonar a Andró Gide sus dos libros
sobre la U.R.S.S. El órgano del partido comunista ha calificado
la designación de “ Premio Nobel de la servidumbre” . Aunque
no se comprende muy bien lo que esto quiere decir, se deduce
que alude a que Gide es “ un agente de los trusts americanos” .
• En la Sala Pleyel, hace unas noches
dió Sacha Guitry una conferencia dedicada
a sus admiradores, y también, aprovechando
el ambiente político, para tratar do justi
ficar sus veleidades durante la ocupación
alemana. En realidad, más que un público
literario el que asistió era un público intetegrado por todos los antiguos colabora
dores. Así se explica la gran ovación con
que fué saludada la primera frase de su
charla: ‘ ‘ Cuando entré en la cárcel ” . . .
No se ha producido gran cambio en
Sacha. Su presunción aumenta con los
años. Tratando de justificar su familia
ridad con Goering y Abetz, aludió al pre
cedente histórico de Goethe acogiendo a
Napoleón en Erfurt.
• Con arreglo a la última ley de am
nistía promulgada en Francia, el proceso
intentado contra el escritor norteamericano
Henry Miller, por pornografía literaria,
ha sido sobreseído. Esto ha sido debido a
las protestas que en la casi totalidad de
los escritores había dado lugar semejante
acción judicial. Pero ahora se ha hecho
público que en Suiza va a abrirse el pro
ceso contra las ‘ ‘ Editions du Chéne ’ ’,
culpables de haber difundido los ‘ ‘ Trópi
cos” en el territorio federal.
• El Premio Stendhal, por un valor de
cien mil francos, ha sido concedido a
Miehel Bataille, por su obra “ Patriek” .
El presidente del Jurado es Jean Schlumberger y los jueces tuvieron que elegir
entre la obra premiada y “ Martha du
prisonnier” , de Alain Gual.
• La Unión Nacional de Intelectuales ha contribuido con in
terés a celebrar el centenario de Cervantes. El día 14 de
noviembre se ha inaugurado la exposición organizada principal
mente por Julien Cain, Jaujard y Jean Cassou. Figuran en ella
ediciones raras de carácter cervantino y obras de arte inspiradas
por los escritos de Cervantes.
El día 15 se ha celebrado en el Teatro Francés una función
poética consagrada a Cervantes, y cuyo programa ha sido re
transmitido por la Radiodifusión nacional. El 24, Jean Cassou
ha pronunciado una importante conferencia en el Teatro des
Mathurins sobre la obra inmortal del autor de “ Don Q uijote” .
Otros actos hay previstos, principalmente el 7 de diciembre, en
que se celebrará una gran fiesta popular en el palacio de Chaillot.
Del Comité de Iniciativa Cervantes forman parte un número
importante de personalidades francesas y españolas, entre ellas:
Madeleine Renaud, Nacgelen, Pierre Bourd»’', Julien Caín Pau
Casals, Aragón, G. Pillement. Mati- e, Corbusier, Bataillon,
Louis Parrot, Picasso, P-nrano Híaja, J. L. Barrault y Paul
Eluard.
Dos emisiones radiofónicas, el 8 y el 22 de diciembre, per
m itía n oír a los franceses páginas de Cervantes y un concierto
du ooras inspiradas por sus libros a Richard Strauss y a Maurice Ravel.
y’~
Ahí estalla tn súplica.
¡ Oh melodía!
Sentencias, fulgores sin piedad,
llanto inmortal y verde del mar, oye ese llanto,
como una tentadora melopea,
como un tierno gemido, profundo y redentor
que corona el relámpago.
TEMA
• Como me permití anunciar en mi anterior ‘ ‘ Carta ’ ’ , el
Premio Nobel de Literatura de este año ha sido concedido al
gran maestro de las letras francesas Andró Gide. Con este ga
lardón internacional concedido a un francés, Francia supera
la marca de todos los premios Nobel concedidos a otras naciones
desdo principios del siglo.
En efecto, Gide es el séptimo laureado francés coronado por
la Academia sueca. Sus predecesores fueron: Sully Prudhomme
(1901), el primero que obtuvo el nuevo premio: Fredcric Mistral
(1904), Eomain Rollamd (1915), Anatole France (1921), Henri
Bergson (1927) y Roger Martin du Gard (1937). En cambio,
Inglaterra cuenta sólo con cuatro laureados: Kipling, Bcrnard
Shaw, Galsworthy y Yeats. Los americanos han obtenido sólo
tres premios Nobel: Sinclair Lewis, Eugen O ’Neill y Pearl
S. Buck.
No pretenderé yo dar a conocer la gran significación de
Andró Gide, lo que no habrá ya dejado de hacer la prensa
diaria argentina. Andró Gide, a los setenta y ocho años sigue
siendo considerado por todos como la principal personalidad
literaria francesa, aunque nadie en el pasado, e incluso en el
presente, ha sido más discutido que él. Para marcar su evolución,
nada mejor que copiar estas líneas que le ha consagrado, con
motivo del Premio, el eminente crítico literario Robert Kemp:
“ L ’ enfant prodigue ha errado mucho. Frecuentemente ha
sido herido. No ha vuelto a la casa paterna porque se ahogaba.
Pero ha terminado por construirse una casa tranquila; hay
orden e incluso decencia. Ha saboreado, después de una vida
de tempestades, su bello crepúsculo, y va a sonreír a su gloria,
con un poco do escepticismo, naturalmente. .. La obra es sólida.
Puede estar orgulloso de no haber escrito — es el elogio que
prefiere— una línea insignificante.”
se disponia a cambiar el programa, cuando
súbitamente la obra conoció un gran éxito.
El triunfo fué tan total que llegó a las
cuatrocientas representaciones, y en 1936
la Comedio Frar.vjaise inscribió “ Canción
de Cuna ” en su repertorio.
(li)
• Un nuevo pleito literario de interés ha merecido el comen
tario de la prensa francesa. Podría titularse este pleito “ Los
herederos abusivos” .
Hace seis meses las “ Editions du Point du J o u t ” publicaron
un volumen con una selección de cartas de Baudelaire, entre
las que figuraban las más significativas. Una sola de estas
cartas no había sido publicada en volumen integramente. Cinco
líneas escogidas por el señor Crepet habían aparecido hace mu
cho tiempo. (Aclaremos que el señor Crepet se dedica desde
hace cuarenta años al estudio exclusivo de Baudelaire.)
Esta carta, dirigida por el autor de “ Las flores del m al”
al señor Ancelle, su consejero judicial de entonces, es nada me
nos que su testamento (el único que se conoce), puesto que
establece sus disposiciones a favor de Jeanme Lemer, al mismo
tiempo que declara su intención de suicidarse. Suplica al señor
Ancelle que comprenda y haga respetar sus últimas voluntades.
Dicho documento tiene una importancia excepcional para co
nocer a Baudelaire, porque no llevó a cabo sus intenciones de
suicidio, pero tampoco renegó de sus disposiciones con respecto
a Jeanne Lemer.
Pero he aquí que el biznieto del señor Ancelle, actual poseedor
de esta carta, se ha manifestado contra su publicación, ha hecho
recoger todos los volúmenes donde ella figura y ha llevado al
editor a los tribunales, reclamando 250.000 francos de daños
y perjuicios. Pretexto de esta actitud: la carta es de su propiedad
y se opone a su publicación “ porque la
juzga ofensiva para la memoria de Bau
delaire ’ ’ .
• No es frecuente que un nuevo aca
démico reúna el asentimiento de todo el
mundo. Sin embargo, puede decirse que
la entrada de Henri Mondor en la Coupole
ha tenido la mejor prensa que haya podido
tener en muchos años un nuevo académico.
Gran cirujano, profesor de la Facultad
de Medicina, Henri Mondor es también
un extraordinario historiador literario. Su
obra, centrada principalmente sobre Mallarmé, comprendo obras sobre Dupuytren
y sobre Pasteur, asi como también un
“ Verlaine” y un “ V aléry” . Un verda
dero humanista-médico. Su presentación
ante la Academia fué hecha por Georges
Duhamel, médico-humanista a su vez.
En cambio, los elogios lio han sido tan1
unánimes para otro académico reciente
mente elegido: Maurice Genevoix. Es un
escritor rural, que sucede en la Coupolei
a otro escritor rural, Joseph de Pesquidoux.
• Sobre la muerte de Saint-Exupéry
siempre se han emitido diversas versiones
y juicios. Ultimamente, Mareel Sauvage,
autor de “ Les Solitudes” y “ Gardiens
de la parole ’ ’, da una nueva versión, que
tiene gran importancia porque era íntimo
amigo del gran escritor piloto.
Según Sauvage, tres días antes de par
tir para su último vuelo, Saint-Exupéry se
expresó en estos términos con él:
“ Estoy decepcionado por todo lo que
veo y o ig o . .. Una vez más es la gran
ilusión y el mundo está perdido. .. En to
do caso, las gentes de nuestra clase no
tienen irada que hacer aquí. . . Vengo a
despedirme de t i . . . Preveo que es la úl
tima vez que te veo; sé que no te volveré
a ver.”
• Según expresión de Roland Dorgelés,
los Jurados de los grandes premios lite
rarios franceses están condenados de aquí
a primeros de diciembre a “ lecturas
forzadas” . Efectivamente, así es porque
nada menos que ochenta candidatos se
disputan los premios que serán adjudicados
a fines de año. El hecho so complica por
que entre los aspirantes hay autores de
novelas de ochocientas páginas.
Para el Premio Goncourt se habla de
“ Plannéte sans visa” , de Jean Malaquais, que ha obtenido un gran éxito de
crítica, y que es la obra que yo eligiría.
Pero, sin embargo, parece que las obras
quo tienen más posibilidades son ‘ ‘ Caporal
épinglé” , de Jacques Perret, y “ Les Soli
tudes” , de Mareel Sauvage.
Para el Premio Reuaudot, el gran fa
vorito es Georges Govy, por su novela
“ Les jours maigres” , seguido muy de
cerca de Maria Le Hardouin ( “ Les Foréts de la n uit” ). Se habla también de
“ On vous parle” , de Jean Cayrol, y de
“ Pomme verte” , de Paul Vincent.
Para el Femina la pugna está entablada
entro la novelista canadiense Gabrielle
Roy ( “ Bonheur d ’oceasion” ), Maurice
Tocsca ( “ Les Scorpionnes” ) y Luc Estaug ( “ Ternps d ’amour” ).
e Con motivo de la muerte de Martínez
Sierra, un semanario francés ha recordado
que su obra “ Canción de cuna” se re
presentó por primera vez en París en una
pequeña sala que acababa de construirse:
el Studio des Champs Elvsées. Algunas
noches después del estreno apenas había
una docena de espectadores. El director
Micho! Bataille, interrogado por los
periodistas al conocerse la decisión del
Jurado, ha dicho: “ No, yo no amo a
Stendhal. No, yo no sé por qué. No, yo
no sé lo que amo. No, yo no soy escritor
yo soy arquitecto ’ ’ .
o A través de la Radio, se lia celebrado
el cincuentenario do la publicación de
“ Nourritures Terrestres” , de Andró Gide
Esta emisión literaria corrió a cargo de
Maro Bcrnard, Roger Grenier y Andouard
El propio André Gide leyó párrafos de
su obra.
• Con el título de “ La América degrada
el espiritu ” , el diario comunista “ L ’Humanitó” ha publicado una página espe
cial dedicada exclusivamente a combatir la
literatura norteamericana.
En dicha página se decía, entre muchas
otras cosas, las siguientes:
“ No compréis los enterradores ameri
canos de la cultura. No compréis las revis
tas americanas. Difundid la literatura
sana. En el país de Rabelais, de Montaig
ne, de Voltaire, de Moliére, de Rimbaud,
de Eluard y de Aragón, una propaganda
de rebajamiento del espíritu no debe en
contrar apoyo.”
• El Jurado del “ Premio de los Lec
tores” (mil lectores que han pagado 500
francos para poder votar su obra preferida
entre las publicadas en el año) ha demos
trado un cierto buen criterio en su elec
ción.
El premio ha sido concedido a la señora
Framjoise d ’Eaubonne por su novela ‘ ‘ Comme un vol de gerfauts” y a Gilbert Cesbron por su “ Tradition Forrtquernie” . La
primera ha percibido 400.000 francos y el
segundo 100.000.
Picasso, Bey
próximo 15 de diciembre, Pierre
Blanchar representará en el teatro
de los Campos Elíseos de París
“ Edipo R ey ” . Y los decorados corren
a cargo de Picasso. Por cierto que al
principio la interesante asociación estuvo
a punto de romperse: Picasso presentó
un pequeño telón con una diminuta barca
pintada en el centro: “ Este debía ser el
único decorado de la obra” , le dijo a
Blanchar. Pero el actor no estuvo de
acuerdo.
“ Estos actores no saben nada de nada
— comentó más tarde Picasso— . La barca
simboliza el Destino y el Destino es el
único decorado que necesita esta maravi
llosa tragedia. ’ ’
No obstante, Blanchar no quiso ceder,
quizás porque la nueva traducción del
“ Edipo R ey” se deba a la pluma de un
profesor de la Sorbona, P. Mazón.
“ Edipo R ey ” — explica Blanchar a
sus amigos — es la quintaesencia de la
tragedia universal; es, simultáneamente,
el más hermoso drama policíaco y el
drama de la fatalidad más angustiante
de todos los tiempos. Es admirable su
construcción sinfónica, el ritmo de la obra,
matizado por el movimiento del coro, esos
andantes y esos allegros, ritos religiosos
olvidados sobre un ritmo humano eterno. ’ ’
Por supuesto, Pierre Blanchar ha re
chazado la versión de Edipo hecha por
Delacroix por considerar quo falsea el
drama de Sófocles.
“ La obra griega — añade— está frus
trada por el romanticismo de la época.
Se precisaba toda la estatura y la voz
de Moiuret-Sully, el máximo trágico mo
derno, para disimular el “ pompierismo” .
Hoy, nadie podría representar esa Adap
tación. ’ ’
Desde luego, la obra promete ser una
recreación. En ella, unas veces Apolo y
Diana parecen personajes ficticios y otras
Artemisa y Febo parecen dioses reales,
personajes potentes y familiares. Tanto
que durante los ensayos los maquinistas
y tramoyistas del teatro han quedado sus
pensos de emoción.
‘ ‘ Evidentemente — precisa Blanchar—
no podemos recrear a Sófocles, ni la re
ligión, el teatro y la música griegas. No
aspiramos a eso. El mejor medio de con
mover a nuestros contemporáneos es res
petar en gran medida la pureza de la
vieja tragedia helénica v a través de sus
intenciones religiosas devolverle su con
tenido humano .más íntimo. El propio
texto incita a un decorado geométrico,
lineal que, do creer a los eruditos, no se
aleja mucho de la “ mise en scéne ’ ’
griega. ’ ’
En cuanto al decorado, Blanchar ma
nifiesta :
“ Los que no conocen a Picasso más
que a través de una falsa publicidad se
quedarán muy sorprendidos. Bien docu
E
l
mentado sobre temas antiguos, Jicasso
ha respetado en un todo el arcaí no co
rrespondiente a los comienzos d
siglo
v antes de Cristo en Atenas. Er. uanto
a los colores no me atrevo a d• -r que
serán neutros; pero me limitaré a cordar
la observación de una joven cret e que
desembarcó en Provenza: “ ¡Oh jamás
había advertido en mi tierra que 1
olivos
fueran verdes! ’ ’
lin/VCIA!
No es en cumplimiento a
’tna
rutina que estampamos aquí
tra palabra de agradecimiento a
cuantos nos han hecho llegc sus
plácemes. Dicta esa humilde fra
se la fe puesta en estas páginas,
correspondida, con adhesión que
nos emociona, por nuestros lecto
res, por nuestros antiguos y nue
vos colaboradores, por nuestros
avisadores. . . Tan pronto como
nuestro número anterior hubo to
mado contacto con la calle, sen
timos a nuestro alrededor la pre
sencia del público que queremos
como amigo. A este público le
decimos hoy que aspiramos a ha
cer de C abalgata el periódico de
letras y artes que él desea.
C ab alg ata es un periód ico
ecléctico y heterogéneo: aspira a
ser un órgano selecto de gran di
fusión. Colaborarán en estas pá
ginas — están invitados a hacer
lo— los escritores, poetas, artis
tas, críticos del país de todas las
tendencias y p r o m o c io n e s . Es
nuestro propósito ofrecer al lec
tor la más amplia panorámica del
arte y la literatura nacionales.
Con idéntico espíritu recogerán
estas columnas las manifestacio
nes plásticas y literarias de los
países hermanos y de los de ha
bla distinta a la nuestra.
E l número anterior, con el que
i hemos iniciado la segunda época
; de C abalgata , se agotó rápida
mente, privándonos de atender los
pedidos que llegaron con poste
rioridad al día de salida. Roga
mos disculpas a cuantos no hemos
podido atender por este motivo.
�cabalgata
5
UNA SUPERCHERIA
ICONOGRAFICA:
LOS I1ETIIAT0S
DE
Primera imagen de Cervantes
recibiendo la inspiración.
(Yicpe de la primera página)
de hacerlo muy amena y docu
mentalmente * un cervantista emérito y un
excelente prosador.
Ya la primera anomalía que siempre ha
bía suscitado nuestro asombro es que el
mencionado retrato hubiera sido descu
bierto e impuesto oficialmente en fecha
reciente, descartándose el que hasta enton
ces se tenia por auténtico. Pero he aquí
que un buen día, en junio de 1911, apa
rece — el verbo de aire mágico no puede
ser aquí más exacto, ya que nunca se
supo claramente su verdadero origen—
cierta pintura sobre tabla en cuya parte
superior leíase esa inscripción: D. Mi
guel de Cervantes Saavedra, y en la in
ferior, esta otra: leían de laurigm . Pinnf. Año 1600. El cuadro pasó inmedia
tamente — por donación de un profesor
le dibujo y restaurador de cuadros anui
mos, último poseedor de él, quien nunca
aplicó satisfactoriamente cómo había llo
rado a sus manos— a la entonces Peal
Academia Española. Esta, sin mayores
iveriguaeiones técnicas, fiada solamente
■n la convicción difusa de sus honorables
niembros, y resolviendo expeditivamente
malquier perplejidad, decretó que dicha
abla era el retrato auténtico del creador
leí Qnijote, y como tal se apresuró a pro
palarlo e imponerlo, multiplicando sus re
producciones. Que aquellos acartonados y
pxtraa-rtísticos varones no advirtieran, co
no podía advertir cualquier aficionado picórico — aun sin llegar al grado d© histoiador..diserto, de chamarilero sabio o de
‘ pes o en Bellas A rtes” *--, la esca°'\
ralájodel lienzo en cuanto obra <le arte,
m¡añac"repararan en el denso tu fo.d e cosa
tabla ala que trasciende — al ca.bo, una
de la t nfigua algo repintada, con la frente
dejar’ ’igura ensanchada hacia arriba, para
las ina “ lisa y desembarazada” , y con
tas— seripciones recientemente superpue
sto l nada tiene de extraño. . . puesto que
obrer o ve cualquiera, sobre todo cuando
del ,-a la reproducción con los colores
original. Mas que los eminentes vesi del idioma, entre los cuales se conn a la sazón gentes muy duchas en
•histórico y minucias cronológicas, no
tieran que si la tabla fué pintada,
:eza la inscripción, en 1600, Cervantes
entonces cincuenta y tres años — y
iarsonaje del retrato parece bastante
más viejo— , ni tampoco que Jáuregui
sólo contaba entonces diez y seis; que no
les isombrara ese Pon pegadizo que nunca
osó Miguel de Cervantes, con el cual no
lo ¡ratificó ningún contemporáneo suyo
y tampoco figura en documento alguno
de los siglos xvi y xvrr; ni que fin al
mente repararan cómo el modo potencial
y dubitativo con que Cervantes se refiere
en las primeras líneas de su prólogo al
retrato de Jáuregui quedaba así convertido
en tiempo presente y hasta profético, ya
er Sosa más extraña.
acaban
Ahora bien, la sospecha, y aun la cer
tidumbre del error de la Academia de la
Lengua, cometido por ligereza o soberbia,
adquiere aún mayor base cuándo repasando
lis páginas del mentado e ilustrativo vo
lumen, advertimos que no es éste el primer
díñate perpetrado sobre tal materia por
la “ docta corporación*” . (¡E s a inefable
A'ademia Española que ha mucho perdió
basta la sombra de prestigio, si es que
dguna vez lo tuvo cabal; que ni siquiera
ajorce ya la influencia social de “ buen
tono” lograda en los días de Valera y
Menéndez Pelayo; esa Academia de la
Lengua, engendradora de hispanófobos
lingüísticos en la América española, pues
«ólo aquí, en este continente, se le atribuye
con credulidad un monopolio regulador y
despótico -sobre el idioma común que en
España misma nunca felizmente alcanzó
y que de hecho pertenece a los buenos
osentores y a las gentes cultas; esa
Academia que con im p a g a b le “ celo
histórico” mantuvo secuestradas durante
decenios las cartas reveladoras de Lope
jl® Vega al Duque de Sessa, estimando
8ensatamente” que el conocimiento de
ian extraordinaria fuente documental me
noscabaría la memoria del F én ix; esa
Academia, en suma, con la cual sería el
cuento de nunca acabar, si fuésemos a
historiar todos sus desaciertos y medroedades, pues ella misma no acaba jamás
o® acrecer sus deudas en tal punto, según
•onfirma cierta hoja servil antepuesta a
última edición de su Diccionario. . . ! )
¡A Historia gráfica de Cervantes y del Quie, por Juan Givanel Más y Gaziel. Editorial
Ultra, Madrid, 19-16.
Dos años después, en una edición de
1707, Cervantes utiliza sin dificultad
su mano estropeada.
En efecto, ya algunos años antes, en
1870, se habia equivocado con la misma
desenvoltura al considerar como auténtico
cierto supuesto retrato de Cervantes atribui
do a Alonso del Arco, y que fué durante
más de un siglo el primer ‘ ‘ Cervantes o fi
cial o de la Real Academia ’ ’ . Lo más grave
es que en la lámina que sobre él se di
bujó — incluyéndola como frontispicio en
Versión señorial: Un “ Cervantes”
dibujado por Kent y grabado por
Vertue para urna edición inglesa
de 1738.
UNIDA»
la famosa edición de Ibarra— ni siquiera
so buscaba o se respetaba ya el menor
parecido con el autorretrato literario de
Cervantes; venía 3 ser así, del modo más
ingenuo, una imagen perfectamente aca
démica — por convencional y sin base
efectiva— , enmarcada lapidariamente en
un medallón barroco por su recargamiento,
pero qgoclásieo en la factura. Se trataba,
en suma, de una interpretación más, de
una variante libre sobre el retrato com
pletamente imaginario, dibujado por Kent
y grabado por Vertue, quo acompañaba
a una magnífica edición inglesa del Qui
jote, en su texto español, publicada en
Londres, en 1738, y precedida del primer
estudio biográfico, el de don Gregorio
Mayans y Sisear. Representa aquélla, sin
sombra de verosimilitud, sin el menor es
crúpulo histórico, al hombre azacaneado
y pobretón que fué Miguel de Cervantes,
nada menos que instalado en un palacio
y, al fondo, un gran salón de ventanas
ojivales por donde cruza un caballero, su
puesto don Quijote, completamente embu
tido en una armadura de museo cual nunca
la poseyó el hidalgo m anehego...
Pero estas representaciones convenciona
les y engrandecedoras — todas ellas imagi
narias, puesto que nunca, insistimos, se
ha encontrado el menor trazo o bosquejo
do ningún verdadero retrato cervantino—
arrancan de más atrás, se remontan* ori
ginariamente a la edición que en 1705
publicó un librero de Amsterdam con la
traducción francesa de las Novelas ejem
plares. Aparece allí un grabado con cierto
caballero, vestido a usanza del siglo xvm ,
y no del siglo de Cervantes, sentado ante
una mesa y en* trance de recibir la ins
piración. Esta asume las formas de un
genio alado, sobre mullida nube, entregán
dole una pluma, que el supuesto Cervantes
recibe con la mano derecha abierta. Lo
curioso es que dos años después, en otro
grabado — también do una edición hecha
en Amsterdam— la imagen aparece vuelta
del otro lado, y Cervantes ase ahora la
pluma, que el angelote le tiende, con su
mano izquierda, perfectamente hábil, ol
vidando cuán estropeada le quedó por el
Versión caprichosa del “ Manco de
Lepanto’ ’ en su primer fase.
arcabuzazo que recibiera “ en la más alta
ocasión que vieron los siglos ’ ’. Mas este
asunto del “ manco de Lepanto” ha lo
grado aún, a lo largo de su accidentada
iconografía, imágenes más chuscas. En
ocasiones se le dió una representación*
discreta, atenuada, según muestra un gra
bado de Kent - Vertue, publicado en La
Haya, en 1739. En otras, cierto dibujante
también inglés, un tal Hulett, calcó el
antedicho retrato y le cercenó la mano
izquierda, de un ta jo ; con* razón dicen los.
Versión académica: el supuesto re
trato de Cervantes atribuido a Juan
Je Jáuregui.
id e
Supondría demasiado espacio ir siguien
do paso tras paso, retrato a retrato, las
vicisitudes sufridas por la representación
artística de Cervantes a lo largo de tres
siglos. El curioso lector podrá encontrar
un historial bastante completo en el libro
de Givanel Más y Gaziel, tan curioso, que
venimos parafraseando. La conclusión in
mediata derivada del cotejo ante el desfile
de tan caprichosas y contradictorias imá
genes cervantinas es ésta: cada siglo, cada
época, do la cultura y de los estilos artís
ticos ha tenido “ su ” Cervantes: tendió
a representarse al humilde y genial alfialaíno siguiendo más que las características
propias del tiempo cervantino, las caracte
rísticas y gustos peculiares de la época
vital de cada intérprete g rá fico; y lo
mismo acontece con los múltiples ilus
tradores del Quijote.
Repasando esas páginas se advierte así
como hubo un Cervantes al gusto neo
clásico, un Cervantes romántico de per
geño francés 1840, un Cervantes britanizado y puritano, otro shakespeariano, un
Cervantes aburguesado, culto, liberal, de
tipo español 1800 — cual es el de Madrazo
- -, un Cervantes español, romántico ima
ginado ba jo la influencia del Don Alvaro,
de Rivas, y del Don J.uan Zórrilleseo, un
Cervantes eonstitueionalista de 1876. Lue
go, a fines del siglo xlx, enasdo se empieza
a entrever que no todo es jácara en Han
Quijote, cuando se insinúa la ‘ ‘ melanco
lía ” del gran libro, brota un Cervantes
ensimismado.
1
i
» DAN
1
jL
1
las plantas que le hacen dudar
protesta a menudo contra
de
la inteligencia de Maeterlinck;
los que pretenden encerrarlo
y ese Gide, espectador violenta
en alguno de sus libros, y de que
mente imparcial del mundo, que
Les nourritures terrestres sea la
apunta las faltas gramaticales de
prisión preferida por tales simplisus colegas, colecciona recortes de
ficadores apresurados. Frecuente
periódicos, toma notas sobre mé
mente vuelven en su Diario afir
trica y prosodia y transcribe lo
maciones como ésta: “ Si yo mu
que dicen los chicos del jardinero
riera ahora, sólo dejaría de mí
es el mismo Gide que, con una
un rostro tuerto, o sin ojos” y
técnica
netamente folletinesca, ela
quejas contra la dura fatalidad de
bora
las
más portentosas novelas
la composición, que impone un or
contemporáneas y nos presenta la
den sucesivo a obras de génesis y
teoría del acto gratuito al mismo
necesidad contemporáneas.
Andró Gide
tiempo
que emprende la revisión
E s curioso apuntar cómo en dos
Premio Nobel de Literatura, 1947
de ciertos procesos judiciales o
de las más magníficas cabezas de
políticos.
la literatura francesa contemporá
Gide
realiza
la
paradoja
de una conducta única,
nea, Gide y Benda, se da el mismo fenómeno en dos
literaria y humana, unida al respeto por el adversa
sentidos distintos. Benda, orden, lógica, claridad des
rio: paradoja tanto más paradójica porque su ad
piadada, que marcha de la novela a la filosofía y
versario
se encarna en él mismo y es su inteligencia
busca cada vez más su propia integración, conoce su
sin par la que le hace ver todos los lados de una cues
dualidad fundam ental: bien puede remontarse en ar
tión al mismo tiempo y bajo una misma luz. Su tra
gumentaciones implacables, negarse a ciertas músicas,
yectoria
— en la que no ha sido difícil ver contra
abrazarse a la razón desnuda. La poesía lo reclamará
dicciones que sólo lo son en apariencia— es rectilínea;
siempre desde su propio pecho; para nuestra radian
y su conducta y la continua progresión de su pensa
te maravilla, tendrá que penar sobre cada línea hasta
miento no han podido menos que conquistarle ene
que las palabras respondan a la armonía — y no al
mistades e ininteligencias, tales
que no se puede
puro sentido— de la idea. Aunque abandone su pro
dejar de estar con él cuando se ve quiénes lo atacan” ,
pia imagen y pretenda escribir con una pluma del
como escribió Montherlant hace ya veinte años. Un
ala de Uriel, Benda — y es su grandeza mejor— no
hombre que ha sacrificado constantemente su tran
dejará de ser un hombre: no una pura mente sino
quilidad exterior a su imprescindible necesidad de
un hombre, a la vez luminoso y ciego, como todos
ser veraz hasta con él mismo, para quien elegir es
los hombres.
sacrificar el resto — o sea no ser ya el mismo— V que
Gide, en cambio, recobra su figura por la suma
puede decir al cabo de una larga carrera que “ su
de todos sus rostros diferentes. E l cantor del agua
arte es la cosa que considera más importante para
de los jardines africanos es el mismo viajero que re
é l” , merece las nobles palabras que le dirige uno
torna de Tchad con su valija llena de protestas; el
de sus opositores, Franqois M auriae: ‘ ‘ Quiero decirle
sutil comentador de Dostoievski es el sutil traductor
que si continuamos queriéndolo mucho y a pesar de
de W illiam Blake, su propio pastor y su inmoralista,
nuestras diferencias, es porque toda su vida ha sido
y los demonios que se agitan alrededor de su Saúl
alguien que se ha ofrecido. Nos ha servido a todos
son el mismo ángel con que lucha, como Jacob, uno
para conocernos m ejor.” Y el alto premio que acaba
de sus personajes. Gide es el mismo — y eso es lo
de recibir no es sólo la máxima distinción otorgada
asombroso— desde los tiempos en que el simbolismo
a un artista sino la señal visible, universal, casi co
pretendía guardarlo del contacto de la realidad has
lectiva y tan necesaria hoy, de la confianza de to
ta hoy en que el color de unos ojos es para él un
dos en el ser humano y sus potencias espirituales.
rasgo sagrado e intocable. Es el Gide propietario
E l triunfo de Andró Gide es una de las victorias
rural el que dicta a Gide su sagaz refutación de
del hombre.
Barres y sus observaciones sobre la inteligencia de
G
autores Jel libro citado que “ el grabador
Hulett era más temible que los arcabu
ceros turcos” . . .
Y a última hora, en 1943, dentro de
esa misma corriente, ha surgido un nuevo
Cervantes, seguramente también apócrifo,
sobre el cual ya nadie se atreve a dar
ninguna garantía de autenticidad -—ni
siquiera la Academ ia— , pero que en* re
sumidas cuentas es el que más se le parece
espiritualmente. Nos referimos a cierto
lienzo, también vagamente atribuido a
Jáuregui — pues ahora nadie osó pintar
unas letras encima, ni simular una firm a— ,
pero superior, en cuanto obra artística,
a todos los conocidos. Representa a un
caballero anciano, de unos sesenta y cinco
años, cuyas características faciales coin
ciden también con el autorretrato literario
de las Novelas ejemplares. Es un rostro
quo trasciende inteligencia, bondadosa iro
nía, recatada dign idad: en suma, aquellas
cualidades con que a través de la dedi
catoria del Persiles vemos espiritualmente
a Cervantes en sus días postreros.
Dejando a un lado m ofas y sátiras con
tra las Academias ( “ ¡de las Academ ias
— y de laa blasfemias— , líbranos, Se
ñor! ” ), contra los embaucadores ingenuos
o maliciosos, llevando la cuestión a un
plano más alto y general ¿qué otra cosa
demuestran estas peripecias infligidas a
un escritor glorioso en busca de su retrato
sino la necesidad que sienten las gentes
de concretar siempre e » una imagen m ate
rial el sujeto de su devoción? No se re
signan a imaginárselo por su cu en ta;
quieren ver una figura real detrás de la
obra. Quieren — queremos, pues, en este*
afán todos comulgamos— resarcirle con
esta reencarnación g rá fica de lo invisible
que pasó entre sus coetáneos.
Porque el hecho categórico resultante
es que ninguno de los artistas que convi
vió con Cervantes le otorgó jerarquía o
consideración como para preocuparse de
fija r sus rasgos mortales. Cervantes p ro
bablemente hubo de amistar con Pacheco,
cuando residió en Sevilla, y sin em bargo
su efigie no aparece en El libro de retratos,
que grabó el suegro de Velázquez, y donde
figuran otros ingenios del tiempo, más
famosos entonces y hoy olvidados. Cer
vantes no tuvo la fortuna icon og ráfica
do un Erasmo al ser retratado triplemente
por Holbein, Durero y Quintín M atsys;
no halló en su camino a un Velázquez
como Góngora, ni a un G iotto como Dante,
ni a un R afael como Castiglione, ni a un
Tiziano como ArioBto y Aretin*o, ni a un
Lucos Cranach como Melanchton, ni a
un Greco como Paravieino, ni a un Murillo como Quevedo, ni a un Frana Hale
como Descartes, ni a un Philippe de Ohampaigne como Pascal, etc., etc., en esa
serie de grandes correspondencias icon o
g rá fico! iterarías que fuera muy largo ha
cer medianamente completa, pues reque
riría agrupar decenas y decenas de nom
bres perdurables.
�cabalgata
4
escritor auténtico crea su propio
mundo, y, a pesar del excelente adagio
“ Escribe sólo acerca de lo que conoces” ,
el mundo que crea no es siempre exactatamente parecido al que tiene cada día
ante sus ojos. Porque el realismo (como
verdadero realismo artístico) sólo así pue
de llegar lejos De otra manera, el escritor
no pasa de agregar novela tras novela,
como si se tratara de coleccionar auto
móviles Ford. A veces son libros admira
bles. ricos en asuntos candentes; pero su
vitalidad es sólo pasajera: tratan, por lo
general, a plena luz del día. de los pro
blemas del casamiento y del divorcio o
enuncian, por ejemplo, los de la industria
del pescado seco, hasta agotar el tema;
hacen esto y otras cosas más, pero no
interesan a nadie unos años después. Mas
parece que ello no tuviera importancia, por
que siempre se publican1 nuevas novelas del
mismo género. Mientras tanto, sólo conta
das creaciones de la imaginación logran
vivir perdurablemente.
Quizá la mejor prueba de la calidad
artística de Robert Xatlian consiste en que
las novelas que publicó hace va mucho más
de una década conservan toda la frescura
del primer día. ¡D e cuántos novelistas
contemporáneos se puede decir algo pa
recido? Y cuando se dice, muchas veces
resulta impropio. Lo cierto es oue. en este
caso, mientras el campo literario de Esta
dos Unidos se ve cada semana inundado,
devastado, por novelas que avanzan a paso
firme — guiños de anuncios luminosos y
voz de radiodifusoras— hacia el olvido
inevitable, los personajes creados por Ro
bert Xathan — el señor Aristóteles y el
Papa Jonás, la señora Heavenstreet v el
perrillo Musket, la adolescente Jennie v
Eben, el pintor— siguen siendo lo que
fueron al nacer: criaturas vivientes que
respiran y se agitan. Estas criaturas no
pretendieron jamás otra cosa, y la vida que
las anima sigue intacta. Las calles que
rodean la plaza han cambiado de aspecto,
en cierta forma, pero la luz del crespúsculo
sigue proyectándose en forma de barras
amarillentas, empolvadas, y la tragedia
del señor Aristóteles sigue siendo una tra
gedia, aunque esté representada por un
muñeco. La gran pelea del gallo Barto
lomé contra el mestizo malaycVsigue siendo
tan emocionante como antes, y la estación
primaveral en Barlv no ha cambiado. Esto
es lo que interesa, ante todo, en una no
vela. Así es como una obra resulta dura
dera y se anima de nueva vida.
Es muy ilustrativo volver la vista hacia
los comienzos. Los modelos que seguían los
jóvenes novelistas de principios de este
siglo formaban una especie de “ novela
colegial” y cambiaban dé una generación
a otra. Los había en gran número y pro
venían de las universidades de Yale, Har
vard, Princetoir, Chicago y otras de la
misma importancia. En todo caso, el héroe,
un poco desilusionado de la vida, tomaba
su camino armándose de ironía y de pie
dad. Entre estos héroes hubo uno que
apareció con el nombre de P eter Kindred.
X o fué un libro de éxito, a pesar de que
tenía dos cosas excepcionales: grave so
briedad de estilo y notable ausencia de
adjetivos sonoros. Pero, en lo que se re
fiere al conjunto, en general seguía ex
hibiendo las tres características del modelo
establecido: adolescencia, vida estudiantil
y amores primerizos. A simple vista, esta
obra daba la clave de la dirección que
debía tomar el autor.
Como Xathan nació en Xueva York, era
natural que su segunda obra fuera un
estudio sesudo sobre Manhattan y su nueva
generación; un estudio que podría permi
tirse hasta ligeras excursiones a Long
Island, por ejemplo ...P e r o no fué así.
El libro esperado fué una pastoral llamada
Otoño. Giraba alrededor del tema de un
maestro de aldea y estaba relacionado
T
Oscar Domínguez. “ Composición” .
Problemas de la Pintura Contemporánea
OSCAR
DOMI NGUEZ
Por EDUARDO WESTERDAHL
unos diez años, con motivo de una
exposición de objetos superrealistas en
la Galería Charles Ratton, de París, yo
escribía sobre el pintor Domínguez estas
breves palabras, trazando un puente entre
su figura y la de Hans Arp, como cargas
polares del movimiento superrealista.
“ Oscar Domínguez — decía— entra en
la vida plástica del superrealismo insu
flado de academia, de literatura y de
los valores poéticos que representa Sal
vador Dalí. Arp representa la polaridad
del movimiento en tiempo y tendencia
concreta. Domínguez polariza también en
el movimiento el tiempo y la tendencia
propia de realidades que pertenecen al
mundo onírico. Sus últimas obras se se
paran de la academia que amenaza a
Dalí, afiliándose a la aventura de un pro
cedimiento más directo, en su relación,
con su mundo subconsciente y con las
revelaciones de su persona. En Domínguez
puede descansar el necesario despertar
constructivo. Sus últimos objetos atesti
guan que aún la realidad ofrece un vasto
campo experimental, partiendo, desde lue
go, de una introversión del sistema sepu’i do: que lor objetos no son lo que
-. n -'-,-’' ,n, sino cosa distinta deson ’ ’ .
Este desdoblamiento morfológico, pre
visto entonces en su obra plástica, se ha
acentuado en los últimos años, especial
mente en sus llamadas esculturas móviles,
que adquieren un peculiar desdoblamiento.
Das esculturas móviles de Domínguez, pe
queñas piezas talladas en caoba, se com
ponen de cuerpos grávidos e independien
tes que forman una suma plástica de
expresiones variables. Las piezas se en
samblan y cambian sus valores creando
cuerpos que son derivaciones de objetos
sin clara representación, pero que al fin
concretan unas realidades tan inteligibles
como los personajes de Joan Miró.
Oscar Domínguez establece así una co
nexión con el 900 y aparece como un
heredero de la tradición poéticoutilitaria
que difundió en occidente el neobarroquismo denominado “ Jugend mistyl” . Ahora
bien, esta herencia es mecanicista, pero
nada tiene que ver con la morfología de
este estilo, tan grata por otra parte a
Salvador Dalí, quien la impuso al mo
vimiento superrealista influyendo en Bre
tón, hasta el punto de poder yo atestiguar
la impresión que a este je fe de grupo le
causó ver una torpe reproducción1 en yeso
policromado de estos “ bibelots” comer
ciales, calificado como m agnífico ejem
plar de escultura delirante.
El “ Biedermeier” fué un movimiento
expansivo del objeto que vino a parar,
por su dinámica lineal y el campo vegetal
donde desarrollaba preferentemente sus
operaciones, en un movimiento ornamental
o decorativo. El objeto poéticoutilitario
o la doble finalidad del objeto artístico
tuvo caracteres de creacióir. X o necesi
tamos detenernos en la descripción de bra
zos o cabellos de tal forma enlazados que
formaban búcaros, de tallos estilizados
cuyas flores eran perchas o de ingentes
H
ace
troncos o montañas floréales que eran
casas (G audí).
Pero desde Arcimboldo a Dalí, pasando
por el Boseo, por Huys, por Larmessin
y Grandville, sin olvidar a Leonardo, ni
a los contemporáneos como Picasso y
Ernst, el arte ha tenido un sentido de
catacresis, mediante el cual la obra trata
de vibrar orgánicamente. Esta preocupa
ción entró en el arte con el Barroco, con su
dinámica, en la que ya se puede apreciar
la doble intención reflejada en la genial
receta de W olfflin : “ en distinto sentido
que de los retratos clásicos hay que decir
de los retratos barrocos: su contenido es,
no los labios, sino el lenguaje; no los
ojos, sino la mirada’ ’ .
En un plano objetivo el impresionismo,
lo mismo que años más tarde el futuris
mo, trata de captar la vibración, la re
verberación, el movimiento del objeto grá
vido al ser disuelto por la luz, por el
aire, por la atmósfera o por el movimiento.
El expresionismo, más dentro de los mó
viles espirituales del Barroco, centrado
en la persona y su vacilación, en su an
gustia, capta los valores demoníacos y
las líneas de contención de la figura; y
1«= representaciones del color tenidas por
'radnional. o científicas son abandona
das por cielos amarillos y rostros azules;
o como en la pintura absoluta de Kandinskv por líneas o colores que lleven en sí
autonomía, que se comporten de manera
universal como individualidades de deter
minadas radiaciones emocionales.
Quiere decir todo ello que la doble
intención, catacresis, imagen o represen
tación, es una cualidad ingénita del arte,
y que una manzana nada tiene que hacer
en el cuadro si su intención es la de
ser simplemente una manzana.
Así vemos estos objetos de Osear Do
mínguez, cuyo polimorfismo tiene algún
parentesco con las esculturas del inglés
Henri Moore. Pero este parentesco lo ob
servamos también en Pablo Picasso con
sus ajustes, ensambles y sincronismos, con
sus metamorfosis, como una línea general
de conducta a la que parece adaptarse
parte del arte contemporáneo.
De la crisis en que parece sumido el
movimiento superrealista, pintores como
Piccaso, Dalí y Domínguez tienden a re
valorizar el cuadro, a hacer un inventario
de sus buscas o encuentros. Así para
Picasso será una suma de destrucciones,
para Dalí, la vuelta a Rafael, (véase su
Vida Secreta,) para O. Domínguez la ne
gación del tema y el trabajo dentro de
los límites del cuadro: materia, color, lí
nea, etc.
La obra de Oscar Domínguez posee una
riqueza y variedad extraordinarias. De
jando atrás la obra de los años anteriores
a la última guerra, la producción de los
últimos años tiende hacia un sintetismo
dramático sirr huir de la preocupación nor
mal picassiana: la persona y su drama.
De 1937 a 1941 Domínguez trabaja sus
cuadros cósmicos, paisajes de una lujosa
trabazón corpórea, de celestial anatomía,
a la que parecía destinado por muestras
de su obra anterior. Estos lienzos son
Oscar Domínguez. “ Escultura móvil en caoba” .
odo
extraordinariamente vitales, con formas
inventadas, concretas y dramáticas.
En ese mismo año 1941 hace sus incur
siones en el cuadro “ vitral” con sus
óleos “ Minotauro” , “ Alio Cleopatra” ,
“ Crepúsculo” y “ Composición” , algunos
de los cnales anticipan sus esculturas
móviles del siguiente año y sus cuadros
Tadiales jlel 1944.
En 1943, logra su célebre “ El revólver
y el teléfono” , expuesto con gran éxito
en Bruselas; de técnica radial, y sus ba
ñistas, figuras lineales y “ fauvistas” .
En 1944 entra de lleno en su obra
radial o vitralista, de gran trabazón1 ló
gica, donde trata de sincronizar todos
los valores plásticos de objeto y fondo,
estableciendo una unidad de construcción
V creando el cuadro orgánico, dotado de
las mejores adquisiciones logradas por la
pintura, es decir, composición o arquitec
tura, color, formas exactas, conclusas, ce
rradas en sí mismas, pero móviles, gráciles
y dinámicas, cierto humor dramático, pla
nificación y concreción humana.
Sus últimas obras presentan problemas
bidimensionales, sintéticos, por los que
su pintura parece buscar una salida hacia
el reposo de la arquitectura.
De él ha dicho Georges Hugnet: “ sus
invenciones llevan una inquietud y un
tormento fuera de toda medida. Uno se
pregunta si este canario, embovedado, des
tilando oscuros recuerdos, no sería el de
positario de los secretos de un universo
desaparecido, y si él no nos propone un
mundo de autómatas con funcionamiento
perdido, a la manera olvidada, un mundo
de héroes sin nombres, travémlonos a las
orillas de una leyenda fantasm a” .
con las tendencias y modas literarias de
su tiempo, en la misma forma que los
Songs o f Inocence (Canciones de Inocen
cia ), de Blake, lo estaban1 con el suyo.
En este caso se podría observar que
muchos novelistas habrían sido capaces de
escribir cualquiera de las novelas de se
gundo orden que abundan entre nosotros;
pero sólo Robert Xathan podía — mejor
dicho, pudo— escribir Otoño.
Y lo cierto es que se trata de una obra,
con algo que ninguna otra de su tiempo
posee: un estilo a la vez delicado, austero
e inquebrantable, lo bastante afilado para
cortar, pero sin rencor; un estilo claro
como el agua o el aire. Y junto con esto,
la ironía graciosa y la imaginación deli
cada, además de una sensibilidad amorosa
de la vida y un odio profundo contra todo
lo que puede mutilar o desnaturalizar, con
cualquier fin, este amor, y que quizá no
ha sido suficientemente observado por los
críticos de Xathan. Pues este autor escribe
bien, claro está, pero sin acaramelamientos. Y el horror de Metabei en la iglesia
es un horror auténtico.
Por otro lado, hay también melancolía
— que no tiene nada del manto negro, sino
de la sombra de una nube de verano— y
humor que ilumina sin destruir. El ángel,
en La mujer del obispo vive tiempos di-
jamás mi salvación a costa de tener que
escupir sobre mi propio pueblo. {Cree
usted que amo demasiado a los judíos?
{Cómo podría decírselo cuando yo soy uno
de ellos? Pero, en todo caso, le confieso
oue estoy harto de los que odian a los
judíos, porque estoy harto de odio. Lo que
ahora necesita el mundo es un poco más
de cordialidad, y que las gentes se estre
chen las manos y se saluden cariñosa
mente. {Cree usted, acaso, que es agradable
permanecer al margen de t o d o ? . .. ”
Estas palabras fueron escritas en 1928.
La permanente actualidad de la obra de
Robert Xathan hace ane sea posible apli
carlas también en estos momentos. {Cuál
es la virtud aue le da esta característica
de permanencia? Y o desearía conocerla.
De los libros a oue. hago referencia en
este artículo, dos desarrollan su argumento
en una aldea, dos en la ciudad de Xueva
York y una en el cielo. Los principales
personajes son: un perrillo, un ángel, una
actriz famosa, un obispo, un artista pintor,
un gallo de pelea, utr hombrecillo verde y un
leñador. En ellos hay amores felices y
amores desgraciados: grandes y pequeños
dolores del cuerno y del espíritu: juventud,
vejez y decepciones de la edad. Son. por
otra parte, libros que sólo tratan de la
naturaleza humana, y no son ni presun
tuosos ni oscuros. Además, están- escritos
con dulzura.
Pero, a pesar de estos “ defectos” , uno
los lee y los recuerda, y vuelve a releerlos.
Veamos, por ejemplo, al violinista de
Barlv cuando acaba de ser despedido a
•causa de su ociosidad, por el reverendo y
sonriente presbítero Flood:
;
j
j
-
“ Cuando se quedó solo, el violinista
contempló la figura del doctor Flood, que
se retiraba sonriente.
Bobert Fatlian
fíciles en este mundo, y el señor LewisLevy, en Hay otro cielo también tiene sus
dificultades en el paraíso protestante al
que lo han enviado. El mismo Musket, el
perrillo inteligente, no encuentra todas las
cosas arregladas a su gusto, a pesar de
su reputación artística. Sin embargo, todos
viven con un entusiasmo mezclado dé sor
presa. Y pueden sufrir caídas, pero poseen
la aptitud de levantarse. V oy a hacer una
cita para dar idea de la calidad:
El
amor del hombre y la mujer es una cosa
muy diferente; está lleno de pena y de
sed humana; es un infinito desierto deternidad, es una ilusión de coinoó.ues un miraje de consuelo. Además, el
amor es también un impulso irresistible
de naturaleza puramente animal. Y o no sé
nada de esto por experiencia propia; pero
he estudiado bastante a los poetas ” .
Así habla Jorge Germán Wutheridge,
profesor de lenguas semíticas, uno de los
personajes de La mujer del obispo. Todo
esto es muy fácil de leer; pero es muy
difícil de escribir en su mismo tono de
humildad. Porque el lector no espera re
cibir exactamente lo que pensaba, y, en
virtud de la última sentencia, uno se ve
obligado a dar imprevistamente un paso
atrás. Esto constituye una parte del mé
todo de Robert Xathan, si es que el arte
de escribir bien puede llamarse método.
Esta mezcla de imaginación y de rea
lidad (de realidad contemplada en la
im aginaciónjconcede a este autor un pues
to excepcional en nuestras letras. Porque,
a pesar de que sus historias son casi siem
pre fábulas, jamás pierden su nexo con
la humanidad. Observad la extraordinaria
descripción de los niños, desde Amy May
n olly en La muñeca maestra y la prota
gonista de Eetrato de Jennie, hasta los
dos muchachos llamados simplemente Potter y Johnson, en La mujer del obispo.
Todos ellos son niños reales, con la pe
queña barbarie y la gracia emocionante
de la infancia; son crueles, absorbentes
y al mismo tiempo encantadores. Viven en
su propio mundo y, parcialmente, también
en el nuestro. Xadie ha podido hacerlos
mejores de lo que son, en nuestro tiempo.
He aquí un ligero incidente en una fiesta
de Xavidad:
“ El rostro de Julieta se puso a temblar.
Aproximándose con la cabeza inclinada,
abrazó a su madre por las rodillas y
exclamó con voz lastimosa: — X o tengo
ningún payaso. Y o quiero un payaso. Tú
le diste el mío a Potter. Este árbol de
Xavidad me pertenece. Tú le diste mi lindo
payaso. . . ”
“ Y eehando a llorar prosiguió: — X o
tengo ningún vestido de fie s ta .. X o tengo
ningún vestidito nuevo de fiesta. . . ”
“ Potter no le prestaba atención, y, lan
zando un muñeco al aire, exclamaba a su
vez: — Aquí estoy saltando. . . Y caigo de
n u evo.. . ;B u m !. . . ”
Estas sólo son algunas frases, pero en
sus palabras so levanta el espíritu de mil
criaturas. Xathan tampoco es menos acu
cioso cuando afronta problemas más pro
fundos. Leamos lo que hace decir, por
ejemplo, al millonario Cohén, cuando se
encuentra anto Miguel, el arcángel diá
cono, y le da sus razones personales para
seguir siendo judío;
“ — X o, amigo m ío; si no me he hecho
cristiano, como muchos otros, no es por
las prácticas religiosas, sino porque no
quiero que mis nietos odien a los judíos.
En el mundo actual existe demasiado odio,
y en nuestro país crece como la cizaña.
Aquí, hasta los poetas se odian entre sí.
Y o sigo siendo ju d ío; no quiero ir a fo r
mar parte do los que odian. X o compraré
“ Ven — se dijo a sí mismo— , siempre
habrá un dueño de casa v un huésped,
dondequiera que vavas. Algunas perso
nas no quieren ser huéspedes; sólo son
felices cuando son dueños de casa. Les
gusta permanecer en su hogar, y con ese
objeto hacen allí toda clase de arreglos.
Bien. bien, mi querido compañero, ven
conmigo. Aquí tenemos una lira y público
para escuchar. Cuando estabas lleno de
vida, '■más me diste ninguna preocupa
ción. A r ra me toca atenderte como es
debido _
no hay vino, y las mtiéres
lucen alas en vez de piernas. X o tienes
que esforzarle para ser feliz y " r de
manera inteligente” .
mbíín
i5artes de
lea:
‘ 1 brió los ojos una vez má
ue
aquello era más viril. Pero lo
que e: ontró su mirada fueron sv
pit
armados de brillantes
pee .p as v agudas, curvadas o
tar; s— Esto es la muerte, no
— o -usó— , y levantó las pata:
puéotra, para mirarlas.’
Pero ya se trate de una u ot
jóvenes amantes perdidos entre
bas de una pradera veraniega <el encantador Petrato de Jeun hombre perplejo en las oJordán, de un perro o un grili
ángel o de criaturas menos divina
más nos impresiona es su vitalidí
vitalidad coloreada de bella fantr
gei a como el contacto de una h o j, y,
mismo tiempo, inolvidable. Hemos tenide
a nuestro lado un alegre y sabio obser
vador. Es verdad que no sabe el w n ejo
de todos los instrumentos de una orp.esta;
pero la nota que da es auténtica, natural
e inquieta — bastante rara, ciertai irte—
y permanece en nuestro recuerdo.
¡Quiénes fueron los maestros ¿e Xa
than ? Quizá Anatole France, al con ’eirzo;
pero posteriormente se le nota la i.-l'uencia de Hans Cristian Andersen, r^- un
lado, y de Xathaniel Hawthorne, por otro.
El puritano horror de este últii o está
ausente en su obra, y su espíritu es más
gentil: sobre todo, más amablemente irónico. Pero fuera de los Twice Told Tales,
de Hawthorne, es difícil encontrar otra
obra norteamericana equiparable a ia de
Xathan. 1 repito que no conozco nii guna
obra contemporánea que se- parezca a la
suya.
Lo cierto es que esta obra integór ma
ha logrado conquistar un amplio pu ico,
sin recurrir a complacencias de guste nís
o menos vulgar, sólo eir virtud de que el
novelista escribe, con maestría y comj ensión, exclusivamente de las cosas que íás
le agradan.
i
1
]
\
1
II
I
i
j
]
Pero, mejor que hablar de los buenos
libros es leerlos. Hace ya un- buen nú- í
mero de años que encontré por primera
vez a Jane Demonstration y escuché a
Amy May Ilolly decir: “ ¡Defiende tu
verdad! ” A lo largo de este período han
ocurrido muchas cosas y han pasado mu- j
chas modas, pero esto no afecta a los
personajes de Xathan. El violinista sigue
tocando en Barlv, la señora Sebold conti- 1
núa prodigando su amabilidad, Metabei
consuma su sacrificio y el señor LcwisLevy cruza las frías aguas del Jordán.
Y estoy seguro de encontrarlos en la mis- j
ma forma, de aquí a muchos años. Dudo
de que el paso del tiempo les haga daño.
Y envidio a quienes van a conocerlos por
primera vez.*
* De Robert Xathan se ha publicado en
careliano Retrata de Jennie. Próximamente
aparecerán La mujer del obispo, La orquídea,
El violinista de Barly, Hay otro cielo y Fas
cinación de altura, en la colección "La_ Rosa
de los Vientos" de Ediciones Siglo Veinte,
traducidas por Armando Bazán.
�“Novela de la Eterna”
(V iene de la primera página.)
su análisis sereno de la vida y de las cosas.
Vuelve a ser el paisajista de Buenos-Aires
en la luz distinta de “ El paso a nivel”
o ‘ ‘ La terraza ’ ’ . Cada pincelada lleva
en sí una carga emocional. En ‘ ‘ La lec
ción ’ ’ controla sus contenidos desbordes
anímicos, y en “ La costura” halla su
estilo. Un leve claroscuro lo aparta de
cuando me buscaron para devolverle cierta
Virtud. Otra peor, pero de provechosa
consecuencia: todo un público de inaugu
ración del nombre nuevo de una calle, que
contaba dormirse tan pronto se levantara
el Ministro a aburrir oratoria. Dejé a éste
erguirse y en el momento en que iba yo
a redactar dormido al público, me llama
ron por un rulo no acallado de redondear
o un solo lado afeitado de una cara; como
el público era el personaje de mi novela
y el Ministro no, éste dijo todos sus indis
pensables conceptos y el publico escuchó
tobo, lo que jamás ha principiado a ocu
rrir en ninguna inauguración, aniversario,
día de premios del colegio o de estatua
que estrenan. Los públicos de mi novela
no volverán a abrir la boca por apellidos
de calles. En fin, los editores me previenen
que si ceso de redactar al comprador de
mi novela en el delicado instante de la
instable decisión de empezar a comprar la
proximidad de un ejemplar, seré indigno
de los mil pesos gastados en pegar en las
paredes seguridades sobre la “ M ejor no
vela del mundo desde su principio y el
de ella” .
se va, y en este prólogo se
despide de la novela, de ella.
Más triste que malhumorada, Nicolasa
y su corpulento volumen se aleja de la
novela, dunisionante, eomo ya se sabe, y
pasa frente al vigilantecito que, como buen
amigo, la interroga sorprendido:
— ¿Cómo le parece que marchará la
novela f
— Ic o nada sé. Pero usted, que es hombre
de buen apetito, se figurara que podrá
resultar una novela sin cocinera: una no
vela de ayunadores.
La novela la siente mucho y tiene que
añadir de ella que cuando todas las mue
blerías de Buenos Aires supieron que es
taba vacante Nicolasa, se disputaron em
plearla, por sus l i d kilos, en probar de
resistencia las sillas y las camas. La silla
o cama que la hubiera resistido quedaba
como sellada por la aplicación de aquella
parte del cuerpo de Nicolasa, y este sello
importaba una garantía por diez años.
Le esta ocupación, que le dió mucho
dinero, se cansó pronto, quizá por nostalgia
de su puesto en la novela; y vino a esta
blecer una Empanadena próxima a la
estación ferroviaria que lindaba con ‘ ‘ La
N ovela” . E l caso es que el aroma de las
deliciosas empanadas era de tan poderoso
encanto que no sólo estuvo a punto de
dejar sin lectores a la novela, porque
todos los que acudían eran desviados del
camino hacia la Empanadería, sino que en
la estación se detenían las locomotoras,
como hechizadas. Esto le valió una distin
ción de la Municipalidad, beneficiada por
que ya no había trenes de pasar de largo,
lo que era de muchas ventajas para el
público viajero del pueblo.
Aunque voluminosa, muy sensible, N i
colasa mortificaba viendo que podía privar
de lectores a la novela, abandonó toda
esta situación envidiable y trabajó única
mente en invierno, en las grandes avenidas
de Buenos Aires, para atajar el viento y
el frío a los transeúntes, que se refugia
ban al amparo de su persona hasta agotar
las localidades.
Todavía puede añadirse que las imágenes
(gustativo-olfativo-visuales) de la última
empanada que comimos, nos hacían inca
paces de atender a lo que se nos conver
sara y era universal en el mundo-aldea de
Verónica el membrete de “ estar pensando
en empanadas” lanzado al distraído oyen
te, o el dicho “ quien piensa en empanadas
no es malo en lo que piensa ’ ’. Por eso las
citas a tratar negocios, o por labores
exigentes, eran fijadas “ para cualquier
hora antes de empanadas” , y el trato
concluido, como también el apostar em
panadas, se celebra en la empanadería.
Lo “ empanada y media” , una unidad
gastronómica de invención de doña N ico
lasa, era frecuente premio de apuesta:
apostar una docena de “ empanadas y
media” era a menudo el apacible final
de disputas y pronósticos. Un antiguo
veroniquense era reconocible en el modo
hábil, sin destrozos, de descorrer una
“ empanada y media” ; se las “ desco
rría ” ; las palabras trozar, cortar, no se
usaban con ellas.
La empanada y media fué unidad que
tuvo momentos de moneda local; no era
raro leer u oír en estipulaciones escritas
o verbales, esta cláusula: “ Contra reem
bolso en dinero o empanadas y media” .
Otras veces se escuchaba: — Qué temporal
se ve venir, amigo. — Sí, no lo paran ni
empanadas.
Pero en resolución, ya dijimos que N i
colasa, que quería tanto a esta novela, se
mudó a otra parte para no quitarle a ella
icolasa
N
H éctor Basaldúa. “ Naturaleza muerta’
Itinerarios Pictóricos
*
M. ANGELES 0RTIZ Y HECTOR BASALDUA
Por ROMUALDO BRUGHETTI
a
aventura quiere ser una cabal aventu
ra, y siendo el aventurero audacia y
Lmedida,
esta audacia y esta medida es
reivindicada por el creador, por el pintor
poeta.
¡Vedlo a Manuel Angeles Ortiz! La
sombra negra de España lo trae al nuevo
mundo, y la estrella del Plata lo vuelve
pura luz redescubierta, ensimismado hur
gador do las sutiles formas de nuestra
tierra. Son sus “ construcciones” del Sui7
e\ sueño de las maderas y las piedras de
los lagos patagónicos en sus estructuras
abstractas, alisadas -y penetrantes, que nos
traen el mensaje de los bosques y de las
cumbres nevadas. Y, sus litografías, que
vienen también del Sur, de una zona de
abruptos silencios, de ásperos y hondos
murmullos aquietados. Toda la remansada
quietud de las sierras de Córdoba llega
después en sus “ lápices” , sin que falte
en la convocación el Río de la Plata y sus
costas y la extraña floración de sus bos
ques y de sus aguas, sus barrancas de
Mar de Solís y sus anilladas plantas, ju n
cos y hierbas, renacidas en la pureza del
dibujo. ¿Y sus óleos? Con un linaje per
sonalismo hecho de realidad y abstrac
ción, de espacios vigilados, de tiempos mu
sicales, Manolo Angeles controla la apa
rente discontinuidad de sus experiencias
estéticas.
Vedlo ahora regresar a la dulzura me
lancólica de su España, acogerse a esa
presencia fantasmal de claveles, abanicos,
frutas, paños, en finos contrapuntos de
grises, o el verde cantando en oposición
al rojo, y las modulaciones de la riqueza
de sus tonos y la línea que apura ara
bescos. Ortiz, en la serie “ Naturaleza
muerta española” y otros óleos similares
de “ naturaleza argentina” , gradúa el
motivo de sus “ botellas” — etapa cum
plida— y desemboca airosamente en estas
suevas armonías filigranadas. Y el espacio
nve en, la realidad de las cosas, en la
densidad envolvente que prefigura el en
cantamiento de los espejos. Otro sector
de su obra abarca un finísimo retrato;
luego penetra la forma y la destruye,
0 la geonietrización se reconcentra en el
«olor puro do sus recientes investigaciones
«•mistas, y hay un momento en que se
allega al límite de la pintura para res
catar su misterio. Es cuando aborda “ Ja
rra de vidrio en la cima de una montaña
y flores sobre el cielo” .
¿Queréis una definición más poética?
Mas, dibujante agudísimo, Manuel Ange
les Ortiz aporta a la par la belleza de
sus trazos ea dos diseños magistrales.
Pertenecen a una villa de nuestros con
tornos, hacia la costa norte del Río, y la
pluma tocada por el color elabora una
naturaleza de exquisitos matices, linajuda
condición que Arturo Serrano P laja de
nominaría “ fatalidad de los sentidos” .
De esta “ fatalidad de los sentidos” y
“ no sensualidad de la vista” , que nutre
el arte de este español dulcificado en
tierra de América.
Héctor Basaldúa se atiene a la gran
aventura pictórica de nuestro siglo. En
París integra el núcleo de los artistas
argentinos que van a hacer su aprendizaje
fundamental. Son sus amigos de la pri
mera hora y de siempre, Aquiles Badi y
Horacio Butler, mas él habría pronto de
hallar su tema inspirador en cierto raro
clima espiritual de la Argentina, grato
a las expresiones de antiguas luces repe
tidas y nostálgicas pasiones de distancias
u olvido. Con un espíritu zahori tocado
por libres invenciones, se yergue más tar
de, único, renovador de la escenografía
en nuestro país La maciza o etérea di
námica poética teatral en Basaldúa logra
depurada existencia y viviente presencia
plástica.
¿En tanto? El pintor crece en una ex
presión do tonos frescos y sólidos, en una
región de suaves penumbras, en un intimismo en que la sola forma y el color,
preferentemente el color, adquiere confe
siones de una intensidad grata al alma
de quien sueña con tonos grises y azulados,
acentuadamente nocturnales, que permiten,
empero, elevarse la sinfónica llamarada de
los rojos. Basaldúa aprehende calidades en
contrastes, actuando casi a la sordina.
Toda la pintura de este argentino posee
de esta manera la dimensión constructiva
de una voz sostenida por la vivencia de
sus tonos y volúmenes, una factura ri-
Manuel Angeles Ortiz. “ Naturaleza muerta española. 1947.
gurosa y vigorosa que busca la vida co
tidiana, sin desplantes, apoyada en se
cretas armonías interiores.
¿Lo hubiéramos preferido más fuerte,
o audaz? Héctor Basaldúa se rinde a los
valores de su órbita cerrada, a su mundo
concluso, mas a su expresión defiéndela
esa sutil visión do mirar afinado, de im
ponderable energía pictórica, lógica y
coherente y no obstante plena de proyec
ciones sentimentales.
¿Acaso el pintor no ha escuchado en
los lentos atardeceres porteños la canción
de las primeras estrellas soltadas hacia
el nocturno cielo?
A U R O R A D I PIETR O y
C A TU LO G. D E L C A S T IL L O :
Danzas Argentinas
Los autores estudian veintiuna danzas en
su origen, en su evolución rítmica y en su
valor por medio de un comentario poético.
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F L O R ID A 205, F L O R ID A 750 y SU CU RSALES
lectores que pasaban para “ La N ovela” .
Es un ejemplo nunca mentado de adhesión
a algo.
Deseamos que ella sepa que este recuerdo
le dedica la novela.
Pero de persona tan simpática no nos
despidamos tan pronto, digamos cualquier
cosa más. Por ejemplo, la teoría meta
física de Nicolasa.
So centraba su doctrina en este princi
p io : dos son los poderes máximos de la
realidad; el Tizne y la Electricidad; pero
la Variedad en el mundo es tal que a estas
potencias máximas las detiene: al Tizne
una endeble hoja de papel, y a la Luz y
al Bayo un lámina de vidrio, de madera,
de goma. Así que hay que llevar nuestra
conducta entre el temor a esas potencias
y el constante recordar que el mundo da
ilimitados modos de frustrarlas.
Pero aparte de su doctrina metafísica,
Nicolasa tenía también de antiguo cierta
tirria a los geómetras, por algún episodio
de su vida. Lo seguro es que les cumplió
venganza invitándolos melosamente a un
banquete por ella preparado. Hizo los
manjares tan perfectamente esféricos en
su presentación, particularmente el prime
ro, que no sabiendo los geómetras en su
escrúpulo por dónde empezarlo (hallándose
ante un infinito sin comienzo, que debían
respetar), no probaron de aquél, y no ha
biendo empezado el banquete por el prin
cipio, se abstuvieron de empezarlo por lo
demás, lo que dobló su mortificación,
pues los manjares siguientes no revestían
impedimentos geométricos a su muy de
seable gustación.
/
Y ahora ya si es hora de dejar a N i
colasa en su paz.
Teoría del Zapato
y
Otras Cosas ...
(V ien e ae la primera página.)
¡ Qué hermoso leer lo que no se sabe
qué es! ¡Qué descanso y qué gloria en
el otro mundo, en el mundo de lo absoluta
mente descabalado!
¡Qué tensión y gran conducta moral
y espiritual se necesita para encontrar
estas cosas con el desinterés religioso y
en el desinterés de los premios literarios!
Erío de abandono, de estar perdido, de
no ver ni poderse entender más que con
muy pocos, con nadie quizá, es la sen
sación que produce el estar dedicado al
encuentro puro ¡pero su estado de fra n
queza inefable enriquece la vida como
ninguna otra riqueza im aginable!
Es estar echado de todas las cárceles,
de todos los asilos, de todas las institu
ciones, de todos los manicom ios y de todos
los cementerios. ¡E stado perfecto!
Rico en puntos de partida el surrealis
mo nos deja en libertad de acción, roto
el cerco do la razón, sin mucha estética
ni muchas advertencias.
Soluciona la necesidad de luz interior
como la solucionó el autor del rompiente
de la catedral de Toledo, abriendo una
brecha a un costado en la nave parca
en ventanales.
No hay que hacer caso del rótulo sino
darse cuenta do que es un más allá con
nuevos permisos en el concentrisnio del
tiempo.
En la insinceridad de la pretensa sin(Continúa en la página C)
�T
cabalgata
6
( L A UDEL
ULTIMAS NOVEDADES
DE NUESTRA SECCION
CONTRA
BELLAS ARTES
Andró Gide
Pero esta rebeldía es un aspecto cris
tiano. Todo eso iro tiene nada de inaudito.
Es perfectamente claro. Lo inaudito es
que él lleva de un golpe a la perfección
su sistema verbal; instaura un canon nue
vo de la prosa. Es lo que le distingue de
sus imitadores, que no tienen ni sintaxis
ni oído. Sus búsquedas están desprovistas
de todo valor.
— El subconsciente...
— El subconsciente, el subconsciente.
Primero deja de serlo si es conquistado.
Conquistado. . . Salgamos de esos zar
zales.
— ¿Si usted no aprecia el esfuerzo de
los herederos de Rimbaud quizás se in
terese usted por otros jóvenes escritores?
Principalmente cual es vuestra actitud
ante aquellos que en un universo privado
de esperanzas reconstruyen sobre el hom
bre sólo un sistema de valores morales?
— Los valores morales son los manda
mientos de Dios y de la Iglesia. Fuera
de esto no hay nir _ún valor moral ui
espiritual. Lo que vuestros escritores des
cubren me pa rece irrisorio.
— Su tragedia y su lealtad a. . .
-—Eso no me importa. Que se las arre
glen como puedan.
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saber d ó n d e ...
Surgjdo de mi estupor más que de mi
memoria, un verso gira en mi espíritu
un verso simple, solemne, resplandeciente’
un verso de Paul Claudel, obstinado tomo una explicación:
Habito de un viejo imperio el escombro
principal.
(V iene de la 1 ’ página)
L A M Ú SIC A DE. A M É R IC A L A T IN A
CÓMO RECO N OCER E L E STILO
U N A OBRA M U SIC A L
— Pero eso es inexacto. Tiene tantas
p á g in a s ... ¿Y “ Si le grain ne meurt” ?
¿Pero es que entiende el que no quiere
entender?
— Yo combato esta influencia con todas
las armas que tengo. Qué queréis, se es
“ s í” o “ n o ” .
— ¿ Y cuándo se es “ s í” y “ n o ” ?
— No comprendo.
i
R I M B A UD:
El ANGEL
y el DE
(V iene de la 1» página)
virse. Había caminado hasta entonces guia
do por una secreta luz encendida en su
alma, como un vidente; ahora iba a re
correr por la vida de todos, por el mundo
que él palpaba para sí como una fruta
madura, casi a tientas, cansado, a ciegas,
ebrio, con la fatiga de haber creado y
perdido una vida y la violenta ansiedad
angustiada de visiones y a la vez enloque
cida de integrarse, de reintegrarse otra
vez a todo, a ser y desaparecer en todas
las cosas. Su poesía “ El Barco E b rio’ ’
es aplaudida y negada: pero hasta los
grandes talentos conocen ya su ext aña
existencia. Verlaine le llama el Shakes
peare niño. Paris le aburre; mientras es
cribe, parte hacia Bretaña, Londres, Bru
selas; quiere escapar de sí mismo. Por
M i aspecto asombrado le incita a la
dulzura.
— Soy como un pavo que no comprende
nada do un pato. Comprender no es mi
papel de viejo buen hombre. La incom
prensión forma parte de mis atributos.
— Sin embargo, esta busca de una moral
que no vaya más allá del hombre es
también el objetivo de uno de vuestros
contemporáneos, de André Gide.
— ¡Oh! Me horroriza ése.
—
???
— No le reconozco ningún talento.
— ¿Qué decir?
— Su inquietud, o más bien, como usted
diría, su in-quietud. . .
— ¿No cree usted que todo eso es men
tira?
“ ¡!
.
,
— Lo incomprensible para mi es su in
fluencia. Desde el punto de vista artístico,
desde el punto de vista intelectual, Gide
no es nada. Su influencia es uno de los
misterios que me rodean.
— Usted ha dicho con motivo ide é l: “ El
mal no compone” . E l confiesa en su
“ D iario” que no comprende muy bien
el sentido de esta “ proforation” .
— Pero según la teología, el mal no
existe. Es un elemento destructivo que es
sólo negación. El mal es sólo interesante
por medio del sufrimiento. Desde este
punto de vista es un indudable elemento
creador. Gide se abandona a las tentacio
nes fáciles, a necesidades llamadas natu
rales, en lugar de crear un medio viviente
para su alma. El cristianismo es una es
cuela de energía que nos enseña el he
roísmo.
— Si Gide no se ha convertido. ..
— Es que no tenía guía. Gide da un
espantoso ejemplo de cobardía, de debi
lidad.
* — El tendría horror que se le defienda...
Sin embargo, ¿ignora usted el valor de
sus adhesiones contradictorias, su probi
dad?
Ríe. Una risa de calmoso desprecio.
— Bueno; os dejo la “ probidad-1’ para
contentaros.
Me considera con indulgencia.
— No creáis que hay mala voluntad por
mi parte. Pero usted me hace preguntas
inesperadas. No he tenido tiempo de re
flexionar.
-—Es posible.
— No quiero polemizar. He frecuentado
mucho a Gide cuando le creía profunda
mente cristiano, y cuando yo ignoraba su
defecto abominable-. .
Se vuelve púdicamente.
— Sí, hasta el momento en que he co
nocido esta. . . falla. Hay una policía ne
cesaria contra los envenenadores. Es un
envenenador; no lo diso por decir. ¿Cuán
tas cartas no he recibido de jóvenes des
carriados? A la partida de su camino ha
cia el mal, hay siempre Gide.
— ¿Terminan siempre en usted?
— Al cabo de cierto tiempo se dan cuen
ta de que el mal no compone. Entonces
se dirigen a mí.
— Gide nos ha enseñado, a todos, el
valor do la probidad hacia sí y de la
lucidez en cuanto a las causas de nuestros
actos.
— ¿Usted cree que él dice verdadera
mente las causas de sus actos? Gide está
fascinado por los espejos. Su “ D iario”
es sólo una serio de posturas ante él
mismo. Desde luego, cuando uno se mira
se adopta siempre una postura. Su “ D ia
r io ” , es desde este punto de vista un
monumento de insinceridad.
— Algunas páginas traducen esta in
quietud. Recuerdo una frase, o aproxi
madamente: “ Si he dejado durante al
gún tiempo de escribir este “ D iario”
es porque el hecho do escribirlo le hacia
menos sincero” . Era ya una advertencia
literaria.
— Se limr>ia el polvo con una pluma
de colibrí. Del drama cardinal de su exis
tencia, no habla ya.
Bastante para que el lector sepa que
este drama es cardinal.
En cuanto a su defecto más grave,
el más. . . natural, apenas le roza.
Arthur Rimbaud
bares y por docks, en una bohemia de
ajenjo, Rimbaud tiene que ir más lejos
todavía; más lejos de sí mismo; no sabe
adonde. Verlaine desesperado le dispara
dos balazos hiriéndolo. Pero él renuncia
a la literatura; hace un auto de fe — como
Platón— con sus últimos poemas hechos
con la substancia del genio. Tiene 18 años;
es descargador en Milán, vendedor am
bulante en Hamburgo, mendigo en Amberes; se ilustra mientras tanto en cien
cias; estudia italiano, ruso, griego, ho
landés. Para estudiar sin molestias lo
hace encerrado en un armario. Más tarde
encerrado elJ*
se engancha en el ejército holandés; lle
ga a Java; una vez allí deserta. Y des
pués, el hombre de las suelas de viento
— como le llamó Verlaine— fue je fe de
canteras en Chipre; vivió entre merce
narios árabes, malteses. sirios. Recorre los
puertos del Mar R o jo ; llega a Aden;
se instala en Harrar con una factoría en
donde cambia baratijas por marfil, oro,
perfume, incienso, pieles; tiene el mal del
trópico; la fiebre de llegar más allá.
Y mientras trafica y explora envía sus
informes a la Sociedad Geográfica que
los echa al canasto. Lleva veinte años
do anda? y luchar con sed de riquezas.
A lgo como un impulso maldito lo arrastra.
Decide vender fusiles a Menelik. el futuro
rey de Abisina. Cincuenta dias de marcha
por desiertos encendidos, sorteando be
duinos, tribus nómades y guerreras. Llega
por fin al campamento del monarca y lo
entusiasma con los juguetes mecánicos,
con las sedas, los brocados, las sombrillas.
Pero no se salvó. Explorador de imá
genes y mundos volvió vencido él también.
“ Procuré inventar nuevas flores — dice— ,
nuevos astros, nuevas lenguas. Creí poseer
poderes sobrenaturales... Ahora debo en
terrar mi imaginación y mi recuerdo.
Una bella gloria de artista y de narrador
me lia sido arrebatada, puedo decir tanto
tanto al irme como al regresar; me han
devuelto a la tierra. ¡A mi! A mí que me
soñé mago o ángel.”
La vida de Rimbaud es un problema
del ser y su tiempo, del tiempo lacerado,
del ser desgarrado, del drama de vivir,
de comprender. Fué su infinito anhelo
de expresar todas sus vivencias que le
llevó a su tragedia. La conciencia de la
limitación 1 en el tiempo y en el espacio
producía en su ser un choque doloroso, por
gravitación del cual vivió siempre en ar
dorosa vigilia. Esta tragedia interior hizo
dimanar do él precozmente tres llamas
que trabajaron el barro de su espíritu
modelándolo al igual que un vaso de
cerámica. Esas tres llamas inexorablemen
te unidas fueron la pasión, la angustia y
Ia rebeldía. ¿Por qué dejó de escribir
Rimbaud? Él dejó de escribir por una
sencilla razóir. Él, como Kierkegaard y
Pascal, al encontrarse de pronto ante el
abismo, se preguntó ¿para qué? Y esta
pregunta obsédante lo eurariza para la
expresión, pero no para la vivencia. Como
Pascal. Rimbaud sobrepasa el fin te-restTe
y trasciende su ser absorto al plana de
lo intemporal, de lo externo. Trascendido
allí, formula la extrema y dramática pre
gunta sirr respuesta posible. La tragedia
de Rimbaud estaba constituida de dos
elementos esenciales, soledad y limitación.
El tiempo es la tardanza de lo que está
por venir, dice Martín Fierro. Rimbaud
no puede esperar la limitación ni la tar
danza; tiene una dimensión sideral, es
téticamente estructurada; el ser allí puede
adquirir virtudes sorprendentes de comu
nicabilidad, de perennidad. Pero como en
el retrato de Fantin-Latour: ¡Verlaine
mira su vaso y Rimbaud mira a lo lejos!
¡Soledad y limitación! ¡Dios nos libre
de sentir alguna vez la angustia de la
soledad y la limitación que experimentó
Rimbaud! Porque entonces uno es capaz
de ir a vender armas a Menelik, de em
plearse de fogonero en un barco qne Ta
a Punta A g u ja s; de sentir la embriaguez
de las olas atraídas por la luna y des
esperarse porque nos sentimos de pronto
como un árbol prisionero en el atardecer.
Él vivió como nadie su tiempo y su ser.
“ Soy de la raza que cantaba en el su
plicio — dice— . No comprendo las leyes;
no tengo sentido moral. S í; tengo los ojos
cerrados a vuestra luz. ’ ’ Dentro de las
leyes hallábase exento de sentido moral
El sentido moral, como el sentido esté
tico, como el sentido religioso sólo pueden
manifestarse con autenticidad y alcanzar
plenitud y fertilidad en un campo sin
limitaciones de la libertad. Él sintió la
libertad como una llama que fuera por
encima del mar, de los bosquqs. de las
montañas, por encima de los templos, que
se detuviera sobre la cabeza de los após
toles, que anduviera, como los fuegos
fatuos sobre la soledad desolada de bu
noches eternas. ¿Por qué dejó de eseflíit
Rimbaud? M i vida está terminada — dice—
ya volveremos a ella. ¿Podrá volver? Lle
va casi dos años de andar y de luchar
con sed de riquezas; algo como un im
pulso maldito lo arrastra. Decide venderle
fusiles a Menelik. Su factoría de Harrar
ha prosperado. Pero uir tumor a la ro
dilla lo mantiene atado, en angustia cons
tante. Hizo trescientos kilómetros en anga
rillas ba jo soles y lluvias infernales; llegó
a Zeilah, partió para Aden, cruzó el mar
R ojo en una inmunda nave. En Marsella
sufrió un horrible mal a los huesos que
lo imposibilita en nna cama de hospital.
Quiso partir al trópico. Pero murió pen
sando en una mujer de bronce que le
esperaba — según él— impasible frente s
la tienda de Harrar. Murió el 10 de no
viembre de 1S91. Tenía 37 años y apenas
1S de permanencia en la poesía. Pero en
ese poco tiempo ya está para siempre en
sus poemas de bronce y oro. He aquí que
un niño nos ha revelado lo inconsciente.
A él no le importó la razón, al contrario,
1g atrajeron la sombra y la penumbra que
flotan alrededor de la razón. ¿Y cómo e»
posible que encontremos razón a su silen
cio? El incoercible aburrimiento no es
más — según él— que una respuesta >1
racionalismo que jamás pudo dar razón
de nada. ¿P or qué dejó de escribir M®baud ? Él en la poesía tenía uu mensaje
y no un oficio. Cumplió con su deber ?
pasó de largo. Eso fué todo.
B A L G A T A , cumpliendo
ipósito, que inicia en este
ro, de asomar el lector a
etividades e inquietudes
t llora presente crea a ed¡escritores e intelectuales
lestro país, publicará en
ros sucesivos breves entrecon
ARA M.AGLIONE DE JORGE,
¡rectora-gerente
orial Lautaro.
orce
de Edi*
Luis B orges. escri-
□r, poeta, publicista.
uan
O scar
P onfe * eADA’
scritor, dramaturgo.
.EÓMDAS BARLETTA, DO'Cista, hombre de teatro.
rILBERTO KNAAK P£ l" _
erente de la Casa P ® .
Arturo C apdevila, es
or, poeta, ensayistaEnrique Larreta, e
[ramaturgo.
oe.
«*•- « “ . t a i
ente general de L
�cabalgata
7
El Autor Frente
A S I O
B R A*
Dice el autor de
"GRAN C H A C O ”
El plan primitivo de Gran Chaco era dis
tinto del que resultó. El gringo Valenti debía
ser el personaje principal, pero creo que el
paisano Villalba gana con su presencia un
lugar más predominante.
Elegí Gran Chaco como titulo porque me
I pareció lindo y además porque, se me ocurre,
atrae al lector. En la sugerencia del título
¡ tuvieron que ver el director de cine Navarro
y Pablo Palant.
Claro que este título ha confundido a algunos
comentaristas inclinados a rotular, a poner
casilleros, qyienes objetaron que no doy todo
el Chace. Jamás tuve esa pretensión. Y me
causan gracia los que andan pidiendo la no
vel? de Buenos Aires, la novela del frigorífico,
i la novela de Tucumán, etc. Sólo por comodi
dad se puede definir así. Todos los temas
admiten infinitas novelas, desde el momento
! quc incluso una misma anécdota se ve dis
tinta según el creador que la narre.
Mo alegra, no obstante, haber acercado a
mis compatriotas una imagen del lejano te
rritorio. Y me siento compensado en mi tra
bajo cuando recibo cartas de lectores anóni
mos que me cuentan sus impresiones. Muchos
me dicen que me he quedado corto, lo cual
par?, mí significa que la novela se deja leer.
No fui al tema chaqueño deliberadamente,
sino que el tema vino hacia mí. Pero muchas
peripecia'- cruzaron antes de que legrara com
ponerlo. De intento dejé de lado 1<Tfolklórico
cuy? abundancia da material para rellenar to
das las novelas que se quieran escribir sobre
. «i Chaco. Ninguno de los personajes de mi
novela tiene trascendencia histórica, supuesto
que son ficticios.
Acostumbrado a la autocrítica, sé bien los
méritos y cojeras de mi novela. Pero prefiero
que me señalen más los primeros. Un libro
es como un hijo. ¿Y a qué padre le halaga
hablar de los defectos y vicios de su prole?
Pero 1?. autocrítica sirve a veces para algo.
Y trataré de aplicarla cuando termine de es
cribir mi nueva novela cuyo título provisional
e? La infancia recobrada, pero que también
podrii ser Vigilia en el calabozo.
L os R ojos R fdmayne , por Edén Phillpotts. Traducción de Marta Acosta Van
Praet. Emecé Editores, Buenos Aires.
348 pgs. a la rústica. $ 6.— m/arg.
En alguna medida, esta novela policial
señala un curioso acontecimiento dentro
del género, puesto que entraña implaca
blemente la derrota de un detective a quien
acompañaba la simpatía y la esperanza
del lector a lo largo de una serie de tene
brosos crímenes. No porque en la parte
final intervenga un segundo investigador
— concesión necesaria para detener en úl
tima instancia la hábil progresión criminal
de los culpables— deja de sorprendernos
el tono tan distinto de que se ha valido
Phillpotts en procura de una novedad pro
vechosa.
Este libro gustará a los que, rechazan
do la novela policial confinada en las di
mensiones de una habitación y un diálogo,
prefieren que la investigación se cumpla
paralela a los sucesos, para adelantarse
luego y dominar el terreno en el epílogo.
Phillpotts nos lleva de Dartmoor a la
costa de Dartmouth, y de allí — por el
puente de un tercer asesinato—- a los lagos
italianos; este turismo y paisajismo lite
rario, que repite felizmente los ya admi
rados en obras como La Torre y la Muerte
(Innes) y La Maldición de los Dain
(Ham mett), quita sequedad a las situa
ciones del enigma, sin privarlas del rigor
que continúa siendo condición ineludible
del género. Tal vez Phillpotts se excede
en el encubrimiento de uno de los culpa
bles, y cae en alguna deslealtad; se hace
perdonar en cuanto todo lector avisado
advertirá prontamente que es capaz de
leer entre líneas (tal vez fué ésa la cordial
intención del autor) y burlarse de su tram
pa o su descuido.
Ei., los últimos años, la novela policial
ha llegado a una perfección formal que,
de sufrir, por ejemplo, obsesiones sexuales,
vivan predominantemente un sencillo amor y
un afán de solidaridad — los problemas inte
lectuales y estéticos que se dilucidan en mi
novela no son sino formas de ese afán— no
reduco lo novelesco ni lo humano de “ En
esos años” .
BERNARDO VERBITSKY
Dice el autor de
"DICCIONARIO
DE LA ACTUALIDAD
MUNDIAL”
!
,
BAUL
LARRA
Dice el autor de
"EN E S O S A Ñ O S ”
Si el autor no es el más indicado para opinar
sobre los méritos de realización de su obra,
es lógicamente quien mejor puede aclarar sus
Propósitos, que conviene conocer si se desean
medir los resultados que ha obtenido.
Loe personajes de ‘‘En esos años” aman
a vida y desean cumplir la propia armoniosa,ent®- en Ia Plenitud de su sensibilidad, en
orden individual, y en la plenitud de sus
piracionce fraternales en un sentido social.
*v"° y Mariana — la pareja protagónica—
tra^a*1 & v?vir- simplemente, y parte de su
v? .rcsi(*e en su mayor conocimiento de
enr 0"si'acnl°8* próximos o remotos, que se
mn 1>fn ? *a realización de su anhelo. El que
nerita*
*0s Personajes de mi novela sean
_ . lstas- explica también la amplitud del
gistro de sus preocupaciones. Por lo demás,
Cftm-mentalidad “ Periodística” es cada vez más
om»U1f' «1 desarrollo de los medios mecánicos
. Iacilitan las comunicaciones — diarios,
* o. noticiosos— incorporan al horizonte
rp!>ua
hombre de hoy un mayor sector de
Dar»0 a mun^ ^ - Lo que estaba lejos es hoy
te de su emoción. Su conciencia abarca
v°r número de hechos y sabe y siente que
tamo *S°n ajenos- no que su vida está direcQn ntft conectada a ellos. Si los fenómenos en
0T se ®anifiesta lo social y lo político — cuya
P eslon más llamativa y terrible ec la guc
pos
Pedieron confundirse en pasados tiemson if** COn *os fenómenos de la Naturaleza,
comprendidos en sus causas y sus
sona°Sv
indudable que infinidad de perviv ° •n vivido y padecido desde 1936 como
velaPt* sufr.en algunos personajes de mi no
el t> • soc?al y 1° político se confunde con
lnnineRtÍn°' *>ero si éste siempre se aparecía
y enigmático en la tragedia griega.
cargfas
8Us apariencias pueden hoy explid ' ’ y a eso se encaminó parte de mi esfuerzo
genH°Ve^Sta' some'iéndome. por cierto a exie as de los mismos personajes, adelantados
extert COnocimiento de la trama de la realidad
erón< ’
<lue cn **®n esos años” no hay
lca 0 simPle mención de acontecimientos,
lio* Crónica de estados de ánimo que aque
ta" ?rovocaron. de los temores y las anguscitar 148 <*ePresi°nes y las esperanzas que susQüp ° f ^ °r CS0 me Pern>it0 creer también
** c el hecho de que sus personajes en lugar
^ltimnmente aparecidos: Gran Chaco, por
Raúl Larra. (Editorial Futuro) $ 4: En
esos años, por Bernardo Verbitsky (Edi
torial Futuro) $ 1 0 : Diccionario de la
actualidad mundial. por Córdova Iturburu
(Editorial Atlántida) $ 20 .
No me asombra que mi “ Diccionario de la
Actualidad Mundial” , salido de las prensas
hace menos de un mes, se esté vendiendo en
forma satisfactoria. Me ha costado mucho
trabajo ponerlo al día, organizar su material
—tan vasto y complicado— y escribirlo. Pero
creo que, finalmente, ha resultado un libro
útil. No sé si está bien o mal escrito.. Ni qué
pensarán de él muchos colegas míos de la
República de las Letras. Pero no creo que
so me niegue su utilidad positiva. Ni su ob
jetividad. Como no se trata de un libro polémi
co ni de batalla, como no se trata de un libro
que aspire a demostrar esto o aquello, como
se trata — en suma— de un libro que sólo
tiende a proporcionar un máximo de informa
ción sobre la realidad de nuestro tiempo, en
un mínimo de espacio, he hecho lo indecible
— y creo haberlo logrado— por mantenerme
al escribirlo en un plano de la mayor im
parcialidad. Se convendrá conmigo que la
tarea no era fácil y estaba erizada de graves
dificultades. Es muy difícil mirar con sereni
dad. el espectáculo actual del mundo, lo que
ocurro en las naciones, sus corrientes polí
ticas, sociales y económicas, los sucesos, las
instituciones y los personajes actuantes. Es
muy difícil contemplar todo eso sin ceder a
las inclinaciones del propio espíritu, a las
sugestiones de la convicción, a las incitaciones
premiosas de la pasión ineludible del bien
público que anima en todo corazón que no
es indiferente. Pero yo, al emprender esta tarea
compleja y ardua, comprendí qne la excelencia
de mi libro, que su mérito como tal, estaría
en razón directa de la imparcialidad, de la
serenidad y la objetividad con que lo hiciera.
Me metí en el bolsillo, por eso, mis puntos
de vista personales apenas me senté frente
a mi máquina y pensé en el lector a quien
estaba destinada la obra, esto es, en el señor
desprevenido y confiado que apremiado por
la curiosidad acudiría a mi “Diccionario” en
busca de datos, de nociones, de información,
en una palabra, acerca del tema o la cuestión
que le interesa. ¿En qué consistía mi deber?
Lo vi claro desde el primer instante. En no
defraudarlo, esto es, en proporcionarle, sólo,
información a fin de que las conclusiones no
fueran mías sino suyas, exclusivamente suyas.
Considero, por otra parte — como lo dicen
los editores en el Prólogo generoso con que
lo han encabezado— que mi libro es una es
pecie de historia del mundo en estos últimos
cincuenta años, ordenada en un vocabulario.
Creo quo nada importante ocurrido en los
órdenes político, social y económico en lo que
va de! siglo está fuera de sus páginas. ¿Qué
no está todo, absolutamente todo? Desde luego.
Para quo lo estuviera hubiera sido necesario
licuar no un volumen de cuatrocientas y pico
do páginas sino varios; muchos, mejor. Pero,
do todas maneras, a pesar de sus limitaciones,
do alguno que otro error — que seguramente
los tiene y que agradecería a los lectores
que me los señalaran— pienso que es un libro
útil para quienes desean orientarse
sobre
la marcha de los acontecimientos— en la
realidad política, social y económica de nues
tro tiempo.
CORDOVA ITURBURU
paradójicamente, la amenaza seriamente;
lo que constituía lectura sedativa V de
fin de semana, se torna difícil y com
prometida tarea cuando se acude a autores
de la talla de Dickson Carr, Black, Ham
mett (éste, además, por sutiles razones
casi patológicas), Quentin, Innes y Agatha Christie. De ahí un claro deslinde
entre la nivela detectivesea de corte tra
dicional (Stanley Gardner, por ejem plo),
y las de los autores citados, donde im
plicaciones de alta cultura, retóricas muy
finas y ambientes nada accesibles las re
ducen a un círculo decreciente de lectores.
Los Rojos Redmayne puede ser incluida
en el primer grupo; no señala ninguna
fecha capital err el género, pero tiene
la claridad de todas las obras de Phill
potts, su continuado interés, su final co
herente y satisfactorio. — J. C.
S pinola, el de l a s l a n z a s ( y otros
retratos históricos), por la Condesa de
Yebcs. Esposa - Culpe, Buenos Aires,
160 pgs. a la rústica. $ 2.25 m / arg.
La condesa de Yebes es un curioso caso
de anacronismo literario. Esta excelente
escritora se expresa (como idea y como
form a) en pleno siglo xix, con un roman
ticismo más atemperado del que fué común
en la España romántica. Y, como corres
ponde a tal actitud, se orienta hacia la re
surrección de un pasado que su perceptible
conocimiento histórico le vuelve claro, tran
sitable y hasta (por ahí es de veras ro
mántica) apetecible.
Pinta, pues, — diríamos casi: ilumina—
imágenes que tienen como ella la discre
ción del segundo plano y la penumbra.
Spinola, un guerrero; Ana de Austria, una
pobre reina; Luisa Sigea, una bas - bleu
renacentista. Todo eso es simple, casi como
crónica de m onja; pero hacia el final nos
trae la condesa a Rosmithal de Blatna,
aquel noble de Bohemia que en píen» siglo
xv se animó a inventar el turismo hacia
el oeste y vino a España con una escolta,
una inagotable ingenuidad y un valor
digno de recuerdo épico. El barón que
pasea (espada atenta) y el secretario y
el canónigo que van hilando la viva crónica
del paseo, satisfacen en la autora el deseo
de mostrar una visión extranjera (y, por
ende, escrutadora y directa) de la realidad
medieval española. Llena de encantadores
detalles, episodios dramáticos y costum
bristas, la ruta del barón de Rosmithal lo
lleva por fin a Santiago — meta de todo
buen caballero, fin de este bonito libro
sin enjpaque. — J. C.
Yo, e l B e y , por Hermamv Kesten Tra
ducción de María Inés Rivera. Editorial
Poseidon, Buenos Aires. 548 pgs. a la
rústica. $ 10 m /arg.
Extraña y fascinante novela ésta, donde
la figura del rey Felipe I I — Yo y el
tiempo— ha sido exhumada con infinita
paciencia y dificultad, puesta en el centro
do un mundo tan1 múltiple, abigarrado,
espléndido y miserable como el mundo de
la Contrarreforma, encarnada aqui en el
sigpo despótico del soberano español.
Kesten, para quien la novela histórica
vale antes como sucesión de imágenes
plásticas quo como relato ordenado y con
tinuo, ha encontrado en Felipe el mirador
desde donde atalayar el panorama europeo
del siglo xvi. Con rápidas mutaciones,
montajes y enfoques ingeniosos — a veces
demasiado ingeniosos, o no bien afirmados
en la comprobación, pero invariablemente
fieles a la realidad psicológica de la
obra— , Yo, el Rey es un gigantesco diario
de tiranía, una seca y amarga crónica de
decadencia, donde un Felipe nada conven
cional, lleiio de vida desdichada y ansiosa,
mira su mundo y sus marionetas: María
Tudor, Antonio Pérez, la de Eboli, Gui
llermo de Orange, los inquisidores, Egmont
el ajusticiado, Carlos el infante loco. . .
Novela extraña y fascinante, como ese
tiempo del que estamos tan lejos, en plena
cercanía. — J. C.
L a danza , por Sergio Lifar. Traducción
de Juan Carlos Foix. Ediciones Siglo
Veinte, Buenos Aires. 296 pgs., encua
dernadas. $ 16.— m /arg.
“ El sueño de Icaro, tan propio de la
naturaleza del hombre, en parte alguna
se resuelve tan bien como en el arte al
cual sirvo ’ ’, dice Sergio L ifar en el texto
de su célebre conferencia de 1937 en la
Sorbona, cuando el bailarín ascendió a la
cátedra para fundamentar estéticamente
su brillante lección: plástica en la Opera
de París y defender, en páginas memora
bles, al coreautor, al hombre que crea la
danza y la echa a girar por el mundo.
Lifar conoce como ninguno el exacto
territorio del ballet moderno, y lia que
rido concluir con los incesantes malenten
didos que dividen al público frente a la
daiiv.a en dos sectores sin término m edio:
los apasionados y los indiferentes. A los
primeros les recuerda el error de conectar
inexactamente el ballet con la música,
con el gesto expresivo ( “ mímica de semá
fo r o ” ), con la poesía y la pintura; a los
segundos les enseña que en el comienzo
era el Ritmo. Ordenado, prudente, el coreautor de Icaro pone a cada arte en su
justa dependencia (que es entonces in
dependencia bien entendida), y aunque se
excede en profecías — la muerte del ‘ 1 arte
de la palabra” , por ejemplo, que sólo ve
con ojos de amateur— deslinda finamente
la función de la pintura y sobre todo de
la música con relación a la danza, y re
clama para el coreautor la libertad de
crear sin deformante sujeción a textos y
partituras que en nada se conectan con
la esencia rítmica y anímica del ballet.
( Conitnúa en la pág. 10)
JEAN - PAUL SARTRE : La
náusea
S
' 6. -
Respondiendo a la enorme curiosidad que en todo el mundo
han despertado las doctrinas del existeneialismo y enten
diendo, según sus mismos expositores, que éstas qtiedan mejor
expresadas en las obras de ficción que en las filosóficas, la
Editorial Losada ha contratado con derechos exclusivos para
su versión española toda la obra literaria — novelas y tea
tro— de Jean - Paul Sartre. Acaba de aparecer La náusea,
novela -originalísima de poderoso interés humano y filosófico.
PRIM ER PREM IO N A CIO N AL
EN CIENCIAS SOCIALES, PO LITICA S Y JU RID ICAS
CARLOS COSSIO:
La teoría egolágica del de
recho y el concepto jurídico de libertad
$ 12.—
EDICIONES U LTIM AS DE ESCRITORES ARGENTINO S
FRANCISCO ROMERO: Filósofos y
problemas .................................................
EDUARDO MALLEA: El sayal y la
pú rp u ra ................................................... .
FRANCISCO LUIS BERNARDEZ: La
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VICENTE ALEIXANDRE: Sombra del
paraíso . ...................................................... $ 6. —
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el alba
4 .A L S 1 H A 113
BUENOS AIRES
Santiago de Chile
Editorial L O S A D A S. A. Montevideo
UN
Lima
PINTOR
JOAQUIN
DE
AMERICA
TORRES
( Viene de la página 16)
al artista. Luego, la razón sublevada por
ese torbellino, reaccionó manifestándose en
simplificaciones y estructuraciones más rí
gidas y pronunciadas; a su vez reehazazaban los sentidos el dictado racionalista
y se expresaban en violencias de color,
de empaste y de factura. A esa altura
de su evolución, Torres García fué a P a
rís, donde se decidió el destino de su arte.
Contra el nuevo instinfivismo desenfrena
do de la post-guerra, hacia 1925 se alza
ban ya consejos y ejemplos de mesura.
Ozenfant, Yan Doesburg, Mondrian, los
hombres de L ’Esprit Nouveau y de Abstraction-Création realizaban esfuerzos co
incidentes con los de Torres García, en
quien de nuevo resonaba — después del
paréntesis neoyorquino— la sabia voz que
diez años atrás le decía: ‘ ‘ Queremos
que la obra sea universal, grande, eterna,
y esto no es posible sino cuando en el
arte domina la idea a lo sensual, la es
tructura a la apariencia” .
En París, el pintor uruguayo realizó,
combinando la hermosa disciplina de la
sección áurea con la independencia cromá
tica y técnica de la “ pintura-pintura ’ ’,
obras que preanuncian su Constructivismo
americano. América, por otra parte, lo
llamaba y a ; y la lección preeolombiana
empezaba a inspirarlo. Su nuevo estilo
se elaboró y definió cuando por fin re
gresó a su patria, en 1934, e instalado
en Montevideo fundó la escuela de Arte
Constructivo de la cual brotó el próspero
Taller Torres García, integrado en la
actualidad por un centenar de discípulos
suyos.
En 1938 consagró noblemente el artista
su doctrina en el monumento de piedra
del Parque Rodó en que, como en nume
rosas pinturas realizadas hasta la fecha,
muestra cómo es posible restablecer el
contaeto con el arte de la América no
conquistada sin eludir — rasgo esencial—
la condición del hombre del siglo xx. Su
teoría del Constructivismo se prestaba,
por otra parte, a una feliz renovación de
las artes menores: el reloj, el aparato de
radio, el mueble, el cacharro contemporá
neo pueden adornarse bellamente según1
los mismos principios que rigen la creación
de una pintura constructivista. Y la re
sonancia americana se escucha, sobre todo,
en bordados y tejidos realizados en el
Taller Torres García que, sin falsificar
lo calchaquí o lo incaico, abrazan1 más
estrechamente la tradición precolombiana
que cualquier otra pieza decorativa pro
ducida hasta hoy en América. Conservan,
a la vez, un pronunciado acento moderno,
lo cual demuestra su vigencia.
En cierto momento, el arte constructivo
GARCIA
de Torres Garcia aceptó el predominio de
la línea, mientras el color ocupaba un:
lugar subalterno, reducido a gamas fin í
simas y variadas del orden de los grises.
Más adelante, el maestro compensó la po
tente estructuración lineal mediante el co
lorido fuerte y — movido por una de sus
intensas reacciones extremistas— substitu
yó bruscamente la paleta neutra por el
sonoro quinteto de los colores puros: rojo,
azul, amarillo, blanco y negro. Una pin
tura mural de espíritu y proporciones mo
numentales fué el resultado de esa sín
tesis: hizo sus pruebas, originalísimas y
cargadas de promesas, en el Pabellón Mar- •
tirené, del Hospital Saint-Bois, cerca de
Montevideo, cuya decoración constituye sin
duda alguna — con sus muchas virtudes
y sus pequeños defectos— la más sensa
cional realización del modernismo en1 todo
el continente americano. Para decorar esas
paredes en que trazaron 27 composiciones
sobre los más diversos temas, Torres Gar
cía y sus colaboradores del Taller que
lleva su nombre no s e ‘ encerraron en ese
simbolismo acumulativo que presidió du
rante largo tiempo las realizaciones del
Arte Constructivo *** sino tque supieron 1
alcanzar la meta superior de describir
vividamente, dentro de un estilo muy plás
tico y disciplinado, una amplia realidad
terrestre. Allí, b a jo un cielo cuajado de
signos trascendentes, una activa humani
dad deseripta en rasgos sintéticos que la
unlversalizan, vive y trab aja en paisajes
urbanos que nos son familiares.
No ha concluido por esto, ni con esto,
la evolución creadora de Joaquín Torres
García, inventor incomparablemente des
pierto e impaciente, que jamás ha podido
someterse a fórmulas sin elasticidad ni
obstinarse en la repetición autom ática de
un procedimiento. L a reciente (¡trig é s im a
q u in ta !) exposición 1 de su Taller revelaba
ya facetas inéditas de su enseñanza. Si en
su pintura, siempre pura, siempre honesta
y sincera, se producen periódicas altera
ciones, es porque su propia condición de
ser viviente lo lleva a dudar, corregir,
cambiar, perfeccionar, transform ar la “ en
v oltu ra” externa de su obra, como si su
pensamiento estético describiera una di
námica espiral constante en torno del eje
invariable de una certeza que es el fu n
damento mismo de su arte. E l 11 v ie jito ’ r
Don Joaquín, con sus setenta y dos años;
sigue siendo el más juvenil de los pin
tores americanos.
* * * El cuadro constructivo se compone, a
grandes rasgos, de un trazado alveolar geo
métrico, estructurado, con ricas variaciones,
según la “ divina proporción11, y animado por
signos individuales yuxtapuestos ----el pe 2, el
sol, el reloj, el ancla, etc.— cuya suma formu
la la alegoría total.
�i—
—
9
cabía ninguna pena de vivir. El supo de ese
tránsito de honradez que le establece a uno
un cielo propio y sintió lástima y tuvo ges
tos de protección para los actores de la hon
radez falsificada. Por eso los hace bailar, les
extiende escobas, les pone máscaras, los si
gue en sus falsedades, en su prostitución, en
sus blasfemias, y los ve como se retuercen v
ruegan haciéndolos vivir en un infierno don
de incluso no falta la mesa servida.
Entró en las obscuras capas de la existen
cia, supo de los fenómenos que se establecen
en el juego de la vida y consiguió sobrepo
nerse a la muerte cumpliendo con el real
dictado de su pensamiento.
Ojalá no desaparezcan nunca, que nunca
se pierdan los pasos, los gritos, el alma toda,
de este atormentado en las salas del Museo
Nacional de Bellas Artes.
Que de este misterioso se incrusten los
signos, en las salas y en los cuadros, en las
ventanas, en los marcos, en el traje de los
asistentes, en las casas y en la vida toda de
las gentes, que no se pierdan los dramas que
él sublimó y convirtió en obra de arte, que
como un fantasma recorra largo y tendido
el cerebro y el corazón de los espectadores,
los fertilice con sus gritos, los oprima y los
ubique en el justo lugar y los enfrente a ese
desierto que solamente se puebla con uno
mismo, con las voces y los crímenes de uno
mismo.
Así este feriante del Dolor, salta de la es
coba a la bruja, del perdón al milagro, de la
hoguera a la plácida atmósfera de ocres y
negros; del infierno menos pestilente, pero
más lógico, de sus obscuridades, al infierno
rojo de los beatos pueriles. Salta y gira, se
reconcentra y se anuncia en una procesión,
G utiérrez Solana . Proctn de Semana Santa.
en un esqueleto, en un atormen
tado Cristo conducido, en más
caras y en ornamentos, en vie
jos que intentaron un día me
jorar a la sociedad con sus obras,
con su conducta y con sus con
ceptos; pero que todas esas vir
tudes, eran la savia de las enfer
medades que no curarían nunca
por ser específicas.
Hay una única razón y ella
ha de entrar fuerte y sin perdón.
No se determina el fenómeno
artístico en el hombre, por las
razones o la justificación de un
oficio o experiencia conseguido
en los años fuertes, sino que el
arte es, ante todo, la defensa de
cortantes instrumentos que han
de señalar el real estado del
pensamiento. Porque ese impe
rativo que nace en determinado
momento en la vida de un su
jeto escapa a todos los límites
de las experiencias. Gutiérrez
Solana supo de esa verdad y la
vivió.
“La misma ley para el león
y el buey es opresión” — ha di
cho William Blake. Por eso es
extraña la ley de este león, de
este rey de comarcas, del ocre
y negro pintor embrujador de
colores, que destierra la gran
paleta-muleta de los oficiales de
la pintura. Porque éstos nunca
supieron nada del hombre y por
lo tanto nada del artista y se
arrastraron en lo fatuo y en el
G utiérrez S olana . “ El Lechuga" . Colección Roque Freire, Buenos Aires
G utiérrez S olana . L os caídos. Pertenece al Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires.
en la obra de este maestro, que
El supo como pocos sorpren
es precisamente entrar en una de las der a los ciudadanos en su cama
Esangres
más frías de la pintura contemporá
ntrar
nea. no es fácil. En Gutiérrez Solana hay
que entrar sabiendo no solamente que las
puertas están cerradas, sino que éstas se
cierran tras uno. La habitación donde se
lo encuentra no es la cómoda vivienda don
de un especulador o malabarista se entrega
a espectáculos de formas y colores. Su ha
bitación es un cuerpo geométrico en donde
lo dramático cobra una intensidad de una
naturaleza tal, que la geometría pasa a ser
la mágica estructura de un alma. Es en esa
habitación donde un día este artista pintó
Los Caídos. Este cuadro (y no tratamos de
establecer por qué razón) es para nosotros
como un resumen de la simbología de to
das sus obsesionantes imágenes. ¿Qué juego
nos entrega ese cinco de oros, ese dos de
bastos, ese tres de espadas o ese tres de bas
tos, al lado de esas cuatro mujeres, de esos
dos sujetos, de esa cortina, de ese mechero,
de esa guitarra, de esos vasos y de esa bote
lla? sino el juego de la muerte. De una muer
te que solamente será salvada por un gato
(siete vidas) y por una cama refugio de los
“ Caídos’’ o por un hombre: Gutiérrez So
lana. Porqué esa diagonal obedecía precisa
mente a lo que él era. El maestro fué eso:
un gato y una cama. Una cama refugio de
los sueños que él leía y sublimaba de las llu
vias, de los perezosos, de los disfrazados, de
las rameras, de los busca coches, de los asóla
pados retorcidos que estiran la mano de la
avaricia (la amistad), de los rezagados, de
las brujas, de las escobas, de la muerte, de
los íncubos, de los profanadores, de los negadores del mismo infierno, de los bobos Velázquez, de los puros, resucitados por el per
dón de Dios, de Dios mismo crucificado,
perseguido incluso por los que lo llevan en
falsas procesiones. (Pocos pintores han ex
presado tan patéticamente la imagen de Cris
to llevado y observado por los hombres en
procesión y que con más crueldad haya sepa
rado la figura de Cristo de los humanos) .
y revelar su comportamiento
mediante la valorización del
verdadero sueño, él pintó la ca
ma común, autoritaria y verda
dera en la que viven y resumen
sus tormentos los ciudadanos.
El convirtió en obra de arte su
confesión castigando a los glotones de sue
ños, que se baten despiadadamente en com
bates para las glorias de sus guarda-muebles,
(el cerebro) falsificando su comportamiento
para no revelar la justa y veraz historia de
su vida, esos que empuñando la Rama Do
rada, se abaten entre sí frecuentando ideo
logías, religiones, hogares o estúpidas colec
ciones de estampillas. El los vió acogotados,
vivientes, en la doble cama, la del comporta
miento común y la del falso comportamien
to. Pero supo como pocos, dictarse la real
posición y la auténtica desgracia. Sus sabias
medicinas lo curaron y optó por esa diago
nal que, enfrentando la cama, lo convirtió
en un gato; solamente así, le fueron permiti
dos tantos ojos, tantas pupilas, tanto poder
ver en la obscuridad. Era en las tinieblas que
ese gato pintor se acurrucaba hasta tocarse
con los dedos de sus manos extra pictóricas,
los dedos de sus pies extra caminantes, pro
porcionándose el líquido aceitoso que le
permitiría después de largas caminatas por
el misterio, fijar en la tela las heridas colo
readas de su alma.
Así encontró, Dios sabe por qué lo destinó,
la técnica pupila que se agranda en la obs
curidad, procedimiento por medio del cual,
le iba a caber en suerte mostrarnos la noche
que él era. No titubeó en su confesión y usó
para ello la única verdad: enceguecer la
pintura, y dar vida al Tema.
Vestido con las mejores galas de sus tor
mentos, no penó de vivir en la tierra, entre
cuatro paredes, señalando el destino a relo
jes, a muñecos, a fantasmas, a la sangre.
¡Qué alegría saberse tan fríamente represen
tado!, tan especulado y demostrar que no le
J¡ IATLIE T I M A S
G utiérrez S olana . La peinadoi Colección A lfred o G on zález
Garaño, But os Aires.
G utiérrez Solana. t l¡n ¡Li munj 0
juego de las preferencias. Pero
mientras él es, los otros corren.
El es, de negros colores a ne
gros perdones, él se muestra y
gira, y aquí está el alma, el pen
samiento, el espíritu y la cara
del hombre que no tiene una
misma ley: Gutiérrez Solana.
Están escritos los favores de
su bondad en esta expiación personal que
él vivió y penó de los humanos. Acaso a
pesar de arrastrar los evidentes pecados co
metidos por otros supo depurar las falsas
conductas (los penitentes observando espec
táculos) y sorprender a los cómodos que
identificados con las trágicas leyes no les
hubiera costado nada tomar las posturas, los
gestos o las anécdotas de sus obras. El usó
un apartamiento, un terror, una calle, para
separar a los que eran tan iguales, tan uno
mismo, tan parecidos a ciertos sueños, ami
gos, cosas que se escucharon en la casa, o
aquello que algunas veces le pasa a uno. . .
Nació en una de las partes de la tierra,
donde el genio y la arrogancia han adquiri
do siempre estados sublimes. Es que preci
samente en esa parte de la tierra todavía se
lucha en extraños designios, en extraños
misterios y en extraños destierros. En esa
tierra el debate es la muerte, expedida co
mo tal, hidalga, sin humor, la muerte he
cha imperio.
Por eso un día, un hombre, un griego, un
pintor, un alma, obscureció el cielo de los
santos con sus Santos. Allí se lucha trágica
mente por la solución de la vida, la muerte
y sus secretos evidenciados por el alcance
logrado en sus sueños y terrores y por la
existencia de hombres de un destino trági
co y alucinado que buscan en la historia su
condición de individuo creando héroes po
sesos, que le permitirán la total recobración
del espíritu.
Allí han nacido, por ventura, cuatro de
los más grandes trágicos que ha dado la pin
tura contemporánea: Salvador Dalí, José
Gutiérrez Solana, Joan Miró, Pablo Picasso,
humbres puros que no han temido mostrar
se tal como son, confesando a cada instante
el dictado de sus psiquis. Ellos han dado al
arte la presencia de una dignidad y de una
solvencia como pocas veces se han dado en
el arte, enfrentándose a esta época, subli
mando sus tormentos, que, en suma, son
las únicas verdades que nos dejara la histo
ria por encima de todos los contratos sociales
que los hombres establezcan en la voluntad
de gobernarse. Es de estos confesos el equi
librio alcanzado entre la inteligencia y la
vida.
Estos hermetistas elevándose por encima
de los diablos, investigando en el auto
matismo, atentos a los dictados de la noche,
han escrito la nueva historia de la pintura.
Iluminados enfrentan a las fuerzas del mal
en el momento en que éstas enseñoreadas se
pasean con sus banderas negras. Ellos han
dado vida a un Tema, a un color y a una
forma que nace en lo más misterioso del
hombre. “El arte —ha escrito el conde de
Lautreamont— es el encuentro fortuito de
una máquina de coser y de un paraguas so
bre una mesa de disección.” Hay que entrar
en esa caja, no importa estas imágenes, no
importa este delirio, de la sublimación de
los objetos se llegará al verdadero idioma.
Estos hombres lo hablan. Así Gutiérrez So
lana lo vivió y sublimó.
Así iluminó con su luz los obscuros re
sortes del alma. No fué el temor del tiempo
el que lo lleva a su matrimonio con las ho
ras, los relojes, los péndulos. Fué la fiereza
de los temas y las conductas que él quería
fijar y por eso sus horas, sus minutos y se
gundos son la vida de la historia. Son los
hombres y los mitos, los brazos descamados
donde el juego de músculos, venas y nervios
son un imperativo; donde un torero es his
toria de un país, y una procesión es un jue
go, y un hombre látigo, y una mujer sueño,
y un señor, un artista, es una cama, es un
gato, es Gutiérrez Solana.
�cahaígaia
10
EL TIEMPO
Habla para
Y SUS LIBROS
CABALGATA
(V iene de la pág. 7)
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A D M IN IS T R A C IO N
OFICINA TECNICA
DEL LIBRO
Director: Francisco Amó
C O R R I E N T E S 1 1 3 5 , 2» B
T . A . 3 3 - 0 8 7 8 - Bs. AIRES
LIBROS
DE
Novedades
E L A L M A DE HUM AHUACA,
por Evaristo L. González Arena.
La segunda parte de la obra — en la
que hay excelentes fotografías de Lifar,
Nijinsky, von Swaine e Isadora Duncan—
tiene el alto interés de un estudio de la
evolución del ballet vista por un bailarín
que es al mismo tiempo investigador y
analista de primer orden. La violenta re
belión de L ifar contra las tendencias des
naturalizantes de la danza, y sus audaces
innovaciones en Jcaro, Alejandro Magno
y El Cantar de los Cantares, son reseña
das coir sincera voluntad de proselitismo
y una enorme confianza en un futuro más
libro para el ballet, un tiempo a venir
en el que la danza brote íntegra y original
del impulso del eoreautor y el bailarín,
en vez de mantenerse en la mera réplica
a incitaciones exteriores que la condicionan
y la humillan. — J. C.
T emor y temblor, por Sóren Kicrkegaard.
Traducción de Jaime Grinberg. Edito
rial Losada, S. A., Buenos Aires. 160
pgs. a la rústica, $ 4.— m /arg.
La extraña historia de Abraham, que
alzó el cuchillo sobre su hijo para cumplir
con un mandato de Jehovah, es el símbolo
en torno al cual se mueve, densa y enmara
ñada, la sustancia de esta obra del pen
sador danés que se agrega valiosamente
a la bibliografía filosófica en español.
“ Comprender a Hegel debe ser muy
difícil ’
observa con ironía el autor.
“ ¡Pero qué bagatela comprender a Abvaham ! Superar a Hegel es un prodigio;
; pero qué cosa fácil es superar a Abra
ham! ” Y porque no sabemos mirar, y
porque pasamos de largo ante los espec
táculos más significativos, entre los cuales
se halla este episodio de incalculable sa
crificio — junto al cual palidecen los de
Ifigenia y Bruto— , Kierkegaard alza una
a una las cortiiras de un meditar pro
gresivo, donde el acto de Abraham vale
por “ la prueba del hombre’ ’ en su más
hondo sentido, donde la trascendencia de
los valores allí jugados plantean (tal vez
resuelven) la pregunta del hombre por sí
mismo.
“ Lo que falta a nuestra época no es
la reflexión sino la pasión” , dice dura
mente Kierkegaard. Así, apasionado, in>daga él las implicaciones y explicaciones
del símbolo de Abraham e Isaac; creo
que las páginas finales del “ segundo
problema ’ ’ — Si hay un deber absoluto
hacia Dios— , en las que se distingue
entre el héroe trágico y el “ caballero de
la f e ” , son de las más reveladoras que
haya escrito. “ El héroe trágico exprésalo
general y se sacrifica a ello” , enseña
Kierkegaard. “ Por el contrario, el caba
llero de la fe es la paradoja, es el In
dividuo, absoluta y únicamente el indivi
duo . .. E ií la soledad del universo, jamás
oye una voz humana; va solo, con su terri
ble responsabilidad.”
Obra difícil, con frecuencia desconcer
tante por la multitud de sentidos que sub
yacen en el aparato expositivo, “ Temor
y Tem blor” es otra etapa capital para
medir el mensaje de Sóren K ierkegaard:
Jaime Grinberg da de ella una versión
de clara eficacia discursiva, que alienta
al lector en tan sinuoso y despojado ca
mino. — J. C.
R ú s t ic a ...................................... $ 2.50
El autor de esta serie de cuentos
cortos penetra en las fibras íntimas
del indígena del pasado para dar
nos los paisajes espirituales y ob
jetivos que sorprendió en las áspe
ras altiplanicies.
DE
GINEBRA A L A
DEFENSA
CONTINENTAL, por F. Iturraide
Chinel. Rústica ..................... $ 8.—
Importante análisis de los aconteci
mientos y negociaciones diplomáti
cas que en el intervalo de dos
grandes guerras tuvieron como fin
asegurar la paz entre las naciones.
E L COMPLOT COLONIAL,
por Exequiel César Ortega.
Rústica
...................................
$ 8.—
El pintoresco Buenos Aires de fines
del siglo XVIII, tanto en lo espiri
tual como en lo físico, a la luz de
sus paisajes y ambientes humanos.
Reedi c i ones
CIUDAD EN L A M ONTANA,
por Upton Sinclair.
Rústica c/sobrecubierta
. . . $ 6.—
Un joven de la más ínfima clase so
cial que, conducido por su audacia
y su carencia de escrúpulos, escala
las más altas cimas de la riqueza
y la sociedad, da tema a esta obra
del gran novelista americano.
LJL Y
SHANE,
por Louis Brorn-
field. Rústica c/sobrecubierta $ 6.Argumento y estilo, personajes y
medio, lo social y lo individual, se
en tre la za n admirablemente para
brindar un conjunto de interés fun
damental, revelativo de una etapa
de la vida americana y dando al
libro un valor perdurable, como to
do lo qué surge de la pluma de este
genial escritor.
EDI TORI AL
AYACUGHO
SANTA FE 2224
s. r l.
BUENOS AIRES
E l laberinto, por Martín Alberto Boneo.
El Ateneo, Buenos Aires. 64 pgs. a la
rústica.
Todo libro de sonetos se presenta de
algúir modo plásticamente, supone una ar
quitectura poética donde el rigor y la
libertad empeñan la fraternal y continua
batalla del ve:so. En un período en el
que el soneto se ha transformado en una
de las formas más fáciles y andadas,
parece como si esta supervivencia de
pendiera ya más de una retirada al buen
hermetismo que de una simplificación cre
ciente de sus tópicos.
No ha de creerlo así Martin Alberto
Boneo, porque sus sonetos se resuelven en
claras, continuas imágenes (muchas veces
la imagen es el soneto íntegro, y entre
estos encuentro los más bellos), partiendo
de una perceptible eliminación de pres
tigios formales para buscar — al modo
de Garcilaso— el discurso coherente y sirfricción dentro de la severa vía que le
va fijando el código del verso. Así llega
Boneo a un soneto contrapuesto a la co
rriente más favorecida — la lírica isabelina y gongorista, el soneto del simbolismo,
el de Ricardo Molinari— y escoge una
sencillez humilde para decir del amor y
de la muerte, sesgando el compromiso tras
cendente para darnos, con' fidelidad, su
imagen de hombre que adora, vacila, teme
— en sombra leve y esperanza poca— , sin
renunciar a la secreta seguridad de que
todo eso se está recobrando y salvando
p or, su poesia. — J. C.
L a piiosofia perenne, por Aldous IIuxley. Traducción de C. A. Jordana. Edi
torial Sudamericana, Buenos Aires. 432
págs. a la rústica. $ 7 50 m/arg.
El joven Huxley prefería referir su
asombroso acopio de información a las
opii.iones, teorías y conductas de per
sonajes que vicai iamente lo representaban
en sus novelas; nos dió así obras que
— combatidas furiosamente, pero como
combate el viento las banderas— señalan
los ápices intelectuales de nuestras cuatro
primeras décadas: Contrapunto, Un Mun
do Feliz, Con los Esclavos en la Noria.
Ei.' plena madurez, la inteligencia de
Huxley parece preferir la manifestación
directa, el ingreso a los órdenes funda
mentales del conocimiento del hombre por
vía de intuición y meditación. Todo su
ROBERTO
C ASTR O M AN
® Sobre el problema de los
autores nacionales
• Incremento de la crítica
periodística.
• Relaciones
y editor.
entre
autor
!Y! 5 ¡1 A n n it
Gerente general de la Edi
torial “ Hobby", Presidente
de la Sociedad Argentina de
Editores, Roberto Castromán
es un hombre fogueado en
las lides del ramo al que
viene dedicando su diaria ac
tividad desde hace ya 25 años.
Como una prueba do ello, ca
be señalar que es fundador
de la casa citada, constituida
en una de las principales fir
mas dedicadas a especialida
des técnicas en nuestro país.
La Ley 13.049 No Es Una Dádiva
Ni Subsidio a las Editoriales
n
el cordial ambiente que ofrece la
sede de la editorial de la cual es
E
gerente, don Roberto Castromán nos dice
cuán interesante es la tarea en que se
halla ocupada CABALGATA al recoger
en sus páginas opiniones sobre los pro
blemas editoriales provenientes de los sec
tores más diversos. Por ello, su palabra
no espera mayores requerimientos, y, al
pun'to nos dice:
— Nuestro panorama editorial puede ser
apreciado desde diversos puntos de vista,
y respecto a cada uno de ellos podremos
concretar opiniones. En el aspecto de la
irradiación cultural a nadie escapa que
es mucho lo realizado, cualesquiera fueran
las circunstancias que lo favorecieron. El
hecho de que hoy se observe retraimiento,
como fenómeno general en la compra de
libros, íro nos debe alarmar.
Argentina posee jerarquía honrosa como
país productor y sus libros han penetrado
en América, que le brindó la mejor acogida.
Esta adhesión, que no debemos permitir
decline, en lo que a nosotros compete,
obliga a corresponder con realizaciones que
afiancen este prestigio.
— ¿Qué pudo oponerse al desenvolvi
miento editorial argentino?
— A nadie escapa la gravitación con
que incidieron los trastornos referentes a
la irregularidad de transportes y los cada
día más graves que emergen de la res
tricción de divisas, en la mayoría de los
países americanos. Felizmente los despa
chos al exterior — localmente— por vía
postal, ya han- dejado de ser un obstáculo;
por el contrario, se agudiza el problema
de las divisas que traba la libre remesa
de fondos.
— ¿ Qué proyecciones económicas tiene la
reciente Ley de ayuda y fomento ?
— Debo dejar aclarado, en primer tér
mino — la Ley lo dice sin lugar a dudas— ,
que no se trata de un subsidio o dádiva
otorgado a las editoriales, sino que de
fínese, claramente, como un fondo per
manente para préstamos y que, quienes
usen de él, por aplicación de ese ins
trumento legal oblarán el interés esta
blecido, que es del 5 por ciento. Debe pues
desvirtuarse cierta atmósfera que hace
aparecer a las editoriales como beneficia
rías de una gracia, cuando en realidad
sólo existe un préstamo que lo diferencia
de los corrientes, por hacer extensivo su
plazo a 5 años, en cuyo lapso debe ser
amortizado.
t— En otro ordeiv, ¿qué puede decirnos
acerca de la estimación de autores nues
tros?
— Involucra otro de los aspectos no me
nos complejos. Lo es por la diversidad de
factores que podrían quedar al margen
en su consideración y que influyen como
imponderables para tachar Me parcialidad
saber busca comunicarse sin rodeos ni
máscaras, en un mensaje donde la espe
ranza combate y se apoya err la angustia:
así se lia generado esta su nueva obra,
La Filosofía Perenne, itinerario de despojamiento espiritual, de ascenso severo
y claro al mismo tiempo, nueva ruta dan
tesca a un paraíso de lucidez interior y
posesión del ser.
Esta vasta antología de fragmentos me
morables — que van desde los textos hin
dúes y chinos a la metafísica y ética
modernas, pasando por místicos y santos
medievales— se articula y fusiona en las
distintas partes de la obra mediante en
laces escritos por el mismo Huxley. En la
medida en que citar es citarse, el autor ha
expuesto su actual concepción del hombre
y sus ideales (también de sus logros) a
través de textos de una hondura y una
belleza que exceden la calificación. Artis
ta siempre, el filósofo Aldous Huxley se
propuso evitar lo más conocido para ofre
cer imágenes, modos de pensamiento, rit
mos de culturas arcaicas y modernas que
hacen de esta obra un nuevo espejo donde
el hombre verá su propia imagen bajo
una luz distinta, y donde acaso descubra
que también la imagen es otra y más
cierta. — J. C.
E l H ombre P erdido, por Ramón Gómez
do la Serna. Editorial Póseidon, Bue
nos Aires. 332 páginas. $ 7.— m/arg.
No se puedo decir, en casos como el de
Ramón Gómez de la Serna, que éste inicie
un?, aventura, sino que continúa su aveirtura y que continuándola se mete en un
ámbito distinto. Ese ámbito forma parte
desde luego y como siempre del gran
mundo de la “ greguería” . Ramón es Ta
greguería, más ancha, más estrecha, más
alargada, más corta, más impalpable o
más plástica. . . siempre la greguería. Pero
lo maravilloso es estar andando siempre
por eso campo sin tropezarse con los fan
tasmas, en constante acecho, del agota
miento o de la repetición y esto es lo
a las conclusiones a que se pueda arribar.
— Veamos sus razones, Castrom án...
— Sí. Todos ' los editores, por lógica,
deben presentar libros de éxito; dan brillo
al sello editorial y producen utilidades.
Ese éxito es una consecuencia de la bondad
de la obra y de la acogida que le da el
lector. Entonces, el editor juega un papel
ciertamente cómodo; así, también, en todos
los casos en que el autor aporta el pres
tigio de su nombradla, P ero. . .
— t Cuando se trata de autores noveles?
— A eso iba a arribar. Entonces, sobre
el concepto de los editores se cierne una
nube de ira tras el descontento de algunos
autores que se sobreestiman y -desconocen
la experiencia (que alguna tienen los edi
tores) sobre los gustos y modalidades del
público. Ejemplos en contrario de lo que
digo, lo hay y habrá.
-—¿Puedo adelantarnos algunas solucio
nes que TJd. estime lógicas?
— Como solución parcial, creo que, indu
dablemente, mucho pueden hacer en be
neficio de los autores noveles las mismas
instituciones que los reúne a fin de im
pulsar las obras inéditas, procurando ma
yor contacto entre ellos y los editores.
— ¿Alguna medida concreta que Ud.
vería factible. . . ?
— Deberían los escritores mantener a
las editoriales al tanto de su producción,
mediante gacetillas informativas, que se
cristalizaría en oferta y demanda, cosa
que hasta el presente no se ha hecho.
— Esto en lo que se refiere a obras li
terarias o imaginativas, ¿en cuanto a las
de carácter técnico?
— Aqui el problema varía fundamental
mente. Quizá se desconozca que el 90 o|o
de las obras de medicina editadas en el
país pertenecen a firmas nacionales, en
derecho el 80 o|o, en textos escolares el
100 o|o, en la enseñanza inedia el SO ojo,
y en manuales técnicos, artesanía y di
vulgación, el 90 o lo.
— Las cifras que nos proporciona son
halagadoras, Castromán.
— Si libros de autores noveles perma
necen en los anaqueles de librerías aquie
tados (y esta circunstancia hace cautos
a los editores que no ignoran lo que in
sumo el centímetro publicitario) esta si
tuación cambiaría si la crónica bibliográ
fica, firmada, por los críticos consagrados
a quienes les está encomendada, ocupase
el lugar que merece en los grandes diarios
lo que despertaría el interés del público.
Poniendo fin a sus opiniones sobre el
problema editorial, Castromán nos despide
recordándonos que éste y muchos otros
tópicos contemplará la Ley de fondo de
la producción del ramo, a cuya considera
ción se abocará el Honorable Congreso
Nacional próximamente. — O. H.
quo consigue Ramón perfectamente y hace
de él el escritor de imaginación de posi
bilidades más incalculables que hay ac
tualmente no sólo en lengua castellana.
E l Hombre Perdido es el normal creci
miento de una greguería — célula, como
el hombro fisiológico es el crecimiento
de una célula fisiológica. Y de la misma
manera que no hay en la fisiología nada
que no pueda ser, tampoco lo hay en el
campo imaginado de la greguería crecida
y crecida hasta convertirse en la aven
tura de un hombre en, los aledaños de lo
real, de lo superreal, de lo extrarreal, pero
no imposible. El que sepa leer a Ramón, lo
puede seguir sin temor de perderse; el
que no lo sepa, es inútil que busque una
guí?, o itinerario. Ramón es una de esas
selvas en las que hay que meterse y andar
sin guía y saber mirar y ver y no temer
al extravío. ¡ Adelante! . . . Y el que sea
de ésos que quieren saber cómo se llama
ese pájaro, cuál es la característica botá
nica de esa planta, en qué forma se re
produce esa mariposa o dónde deja sus
huevos ese pez, que no se meta en la
selva, pues no andará por ella dos pascY.
Hay que entrar y seguir y seguir escu
chando su murmullo y ver sus cosas sin
explicación ni clasificación.
¿Hasta dónde? Sin prisa ni destino fijo,
esa lectura no lleva a ninguna parte, ni
tiene su por qué, ni su para qué, sino
muy hondo y muy en el misterio de las
puras satisfacciones estéticas. Nadie puede
limitar hasta dónde lleva contemplar los
Caprichos de Goya, o escuchar una sinfo
nía. Hasta dónde se quiere ir, y-cada cual
puede alzar la expiyisión de su propio
espíritu.
Ramón es inagotable y tiene en su caja
de sorpresas una constante provisión de
cosas nuevas, no vistas antes o vistas coir
una proyección original. De estas cosas
nuevas está lleno su nuevo libro, en el
quo se anuncia el ciclo de las Novelas de
la Nebulosa, con una prolongada órbita
de incalculables maravillas poéticas en
giro perpetuo. — Mora Guarnido
• Con su reciente exposición en los salo
nes do los Amigos del Arte, en Monte
video, J. Baclle-Planas, el prolífico, activo
y vario pintor, reedita el cúmulo de difi
cultades, dilaciones, expedienteos y cien
cosas más, con que tropieza el artista ar
gentino que llevando y trayendo su obra
do una orilla a la otra del Río de la Plata
trata de contribuir al acercamiento de los
dos países hermanos, y de hacer el bien
que los buenos artistas pueden hacer y
hacen ofreciendo generosamente al público
el espectáculo de su obra de creación.
Sería deseable que las entidades plás
ticas recabaran el apoyo y la comprensión
de las autoridades competentes para que
de una vez cesaran las trabas que en la
actualidad se oponen a los artistas plás
ticos do uno y otro país que van o vienen
a exhibir su propia producción, con lo
cual se lograría más, mucho más que con
la “ naturaleza muerta” de ampulosos con
venios de buena vecindad.
• Julio E. Payró ha traducido para la
Editorial Poseidon, el libro de Le Corbusier “ Cuando eran blancas las catedra
les” , agotadísimo. y esperado, libro del
gran arquitecto francés que junto con
“ La Ciudad (Su nacimiento. Su decadencia.
Su futuro) de Eliel Saarinen, (trad. Ro
berto A. Champión). iniciará una colec
ción do urbanismo y arquitectura a cargo
de la Editorial aludida.
9 Gustavo Cochet, a pocas fechas de su
exposición de pinturas celebrada con no
table éxito en el Salón Peuser, entre otras
exposiciones foráneas y una excursión a
las sierras cordobesas do donde ha traído
unn provisión de paisajes, ha tenido en
exhibición en las Galerías Argentinas, de
nuestra capital, un conjunto de grabados,
especialidad en la que el artista rosarino
es notable maestro.
En edición de autor, realizada en las
prensas de la Editorial Castellví de Santa
Fe, Cochet, distinguido escritor v trata
dista — su monografía sobre Daumier y
su historia y técnica de “ El grabado” __
acaba de publicar “ Entre el llano y la
sierra” , un suculento libro de breves pro
sas, ilustradas con magníficos grabados
tallados en madera.
• Luis Seoane, acto seguido de su cele
brada exposición de óleos en la Hebraica
Argentina, ha ofrecido al público que visitr, el salón de la Librería Viau* una
colección de acuarelas de fuerte colorido
pertenecientes a la serie “ Amadís de Gau1?. , completada con dos paisajes urbanos
expresados con un notable dramatismo
formal.
Paralelamente, en vitrina, presentó para
lectores exigentes y coleccionistas de li
bros en edición limitada, una serie de
cuadernos impresos en la Imprenta López,
bajo el signo un tanto nostálgico de “ La
Botella en el Mar” , Se destacaban “El
perro andaluz” , de Buñuel y Dalí, con
dibujes de Dalí; “ La voz humana” , de
Jean Cocteau, con dibujos del autor; y
“ Anfión” , de Paul Valéry; “ Catalina’ de
Houlihan” . de Yeats. y “ El ceñidor de
Venus desceñido” , de Rafael Albcrti, ilus
trados por el expositor.
• Dentro de la Colección El Hilo de
Ariadna que para Editorial Futuro dirige
Julio E. Payró, el distinguido pintor ar
gentino Jorge Larco — quien hace algún
tiempo nos diera un magnífico estudio so
bro Piero Della Francesca— acaba de
publicar una breve reseña de la histórica
pintura española de los siglos XIX y XX.
Las lagunas que en este fervoroso estudio
puedan observarse no afectan el notable
esfuerzo del comentarista, quien en su mue
vo trabajo literario alcanza momentos de
expresiva forma.
• En la calle Nazca 2546, ha quedado
abierta al público “ Trastienda” muestra
de arte, generosamente instituida, que ofre
ce en su presentación al público grabados
de Adolfo Bellocq, esculturas de Horacio
Juárez y pinturas de Antonio Berni, Ro
drigo Bonome, Juan C. Castagnino y Ma
nuel Eichelbaum.
• La Exposición de Arte Español Con
temporáneo, que ha ocupado totalmente el
edificio del Museo Nacional de Bellas Ar
tes de nuestra capital durante los dos
últimos meses, ha cosechado una bien es
casa crítica periodística. No analizaremos
aquí la causa, una de las cuales, vale la
pena subrayarla, podría ser la falta de
espacio, de publicaciones por decir mejor,
en las que entre nosotros se cultiva la
crítica artística. Se le han hecho reproches
a la organización, algunos de los cuales
omitimos citarlos por razones obvias. Se
le reprocha que en ella falten nombres
ilustres, entre otros el más descollante,
Picasso. Y Miró. Y tantísimos oíros. Que
esté tan mal representado Dalí y el otro
catalán insigne. Joaquín Sunyer. Pero por
qué buscarle explicación a lo que habla
por sí mismo. Estos dos últimos, pre
sumiblemente no han sido consultados; se
les ha hecho figurar simplemente. Otros
no fueron invitados. Otros no hubieran
ido do todas maneras. Esta exposición es
parcial y parcial, pues. Le sobran nombres,
esto so nota. Hay grandes nuevos valores,
afirmados últimamente: Sisquella, Serra,
Prieto, Palencia. No faltan los jóvenes,
de aquella juventud, que se han perdido
por completo: Pedro de Valencia. Genaro
Lahuerta. ¡ Descollante, rotundo. Gutiérrez
Solana!
• Merece aplauso la iniciativa hecha pú
blica por la Editorial Kapelusz, en adhe
sión. a la “ Semana del Libro Infantil” que
acaba do celebrarse con brillantes actos,
Ir. cual consiste en un Concurso de Cuentos
para niños, dotado de la respetable suma
de 10.000 pesos. Respaldan el Concurso
tres nobles divisas, una de las cuales sub
rayamos: “ Dotar a la infancia de más y
mejores libros que coadyuven a su for
mación moral y a su elevación espiritual ’
o
No nos lo comunica el cable, dema
siado atareado en transmitir noticias por
siempre jamás perecederas. Es la- carta de
un amigo la que, con un retraso de unos
pocos días, nos trae la noticia. En México,
abatido por un ataque cardiaco, como tan
tos otros intelectuales exilados, ha muerto
el ciudadano Víctor Kibalchiche. vale de
cir el escritor de larga obra Víctor Serge.
de quien dijo Panait Istrati, que vinculó
“ su destino individual al destino de todos” .
Víctor Serge será recordado en la litera
tura de los tiempos presentes, de “Los
últimos tiempos” por decirlo con las pa
labras literales de su última novela conoci
da en francés e inglés, pronta a aparecer
en castellano.
• La Escuela Nacional Industrial de Ce
rámica tiene abierta en la Galería Müller.
su séptimo salón, en el cual, como lo han
venido haciendo todos los años, exhibe la
producción de sus aventajados discípulos.
Fernando Arranz, director de la Insti
tución aludida, demuestra con esta comple
tísima muestra, cuantas y cuan elevadas
son las posibilidades que el arte ceramístico tieno en nuestro país. Existe primera
materia: la ha sabido encontrar el escla
recido técnico. Existe entusiasmo y voca
ción de artesanía. La escuela-taller está
en funcionamiento. Quien sabe si le falta
algo, no obstante. Quizá le falta al mag
nífico hallazgo, lo que sólo el Estado pue
de darle; una más amplia dotación para
que los anhelos de quien está al frente
de la Escuela y de cuantos lo secundan,
puedan cumplirse para honor del país en
más colmada medida.
�LADY MACBETH
d el
DISTRITO
NOVELA DE NICOLAS LESCOV
( Continuación del número 1S de
Cabalgata ).
ULTIMOS TITULOS
IX
COLECCION
PINGÜINO
S IR W A L T E R R A L E I G H .
PIRATA Y CABALLERO,
por Eric Ecclestone . .
$ 2.—
BALLET,
por Arnold Haskell . .
f r a n k e n s t e in
$ 3.—
,
por Mary Shclley .,.. .
$ 2.50
¿POR QUE SE DESINTE.OKAN LOS A T O M O S?,
por A . K. Solomon . . .
$ 3.—
NOVELISTAS A N T E R IO R E S
A. C E R V AN TES,
por Autores Varios . .
n o v e l is t a s
$ 3.—
in m e d ia t o s
A CER V AN TES,
por Autores Varios . .
$ 2.50
¡en v e n t a e n to d as
LAS BUENAS L IB R E R IA S!
E D I T O R I A L
LAUTARO
J J .
U R I B Ü R U
B U E N O S
12 2 5
A I R E S
Serguey tenía el cuello envuelto en una
bufanda colorada y se quejaba de mal
do garganta. Mientras, antes de que las
marcas dejadas en la garganta por los
dientes de Zinoviy Borissitch estuviesen
curadas, se advirtió la desaparición del
marido de Katherina Lvovna. El propio
Serguey habló a menudo de esto con los
demás. A veces, cuando anochecía, se sen
taba con los muchachos sobre el banco,
ante la empalizada y repetía: “ De todas
maneras es incomprensible que el patrón
no baya regresado todavía7’ .
Los empleados se asombraban también
de ello.
Tin día llegó del molino la noticia de
que el patrón había alquilado unos caba
llos y había partido hacia ¿asa hacía
mucho tiempo. El postillón que lo llevó
d ijo que Zinoviy Borissitch estaba depri
mido y que le había ordenado regresar
de una manera rara: unos tres kilómetros
antes de llegar a la población descendió
do la carreta, cerca del convento, cogió
un saco de viaje y se marchó a pie. Ante
esto, todo el mundo se extrañó aún más.
Zinoviy Borissitch había desaparecido.
Se iniciaron las investigaciones, pero
no llevaron a conclusión alguna. Según
los informes del postillón lo único que
estaba claro es que sobre el río, a la al
tura del convento, el comerciante había
seguido el viaje a pie. El asunto no se
esclarecía y entre tanto, Katherina Lvov
na, aprovechándose de su situación de
viuda, vivía con Serguey en plena li
bertad. Se inventaba que Zinoviy BorisBitch aparecía hoy aquí y mañana “ allá,
poro el comerciante seguía sin regresar
y Katherina Lvovna sabía mejor que nadie
que no volvería.
Así pasó un mes, otro y un tercero.
Katherina Lvovna se sintió embarazada.
T-a fortuna será para nosotros, Serojetcha; tengo un heredero — le dijo a
Serguey, y fué a pedir al consejo comu
nal que, sintiéndose encinta y estando los
negocios de la casa en pleno marasmo, se
la autorizase a ocuparse de todo.
De cualquier forma no era necesario
que la empresa comercial se derrumbara.
Katherina Lvovna era la esposa legítima;
no había deuda alguna.... En consecuen
cia se la podía autorizar. Y se la autorizó.
Katherina Lvovna vivía a su guisa, rei
nando sobre todos y, a causa de ella, todo
el mundo buscaba la amistad de Serguey.
Pero era demasiado fá cil: una nueva ca
lamidad sobrevino. El alcalde recibió de
la ciudad de Livni una carta comuni
TERMINAN ASÍ
• El potente grito de la locomotora
vibró en la noche. El tren abandonaba
h el Territorio. Un cartel agobiado por
¡
3°nibras, mantenía su pregón: CO
LONICE EL CHACO. . . (Oran Chaco,
de Raúl Larra. F u t u r o .)
• Ina abierta y alegre sonrisa se
mujo en los labios de su compañera,
I J’ rec°giendo levemente su falda con
s mano izquierda, Gradiva Rediviva
,0c ®ertSang, envuelta por las mira|
as soñadoras de Ilanold, atravesó la
I
e, a pleno sol, por la vereda de
I iT \ .COn su Paso flexible y sereno.
I L ra ' V a ’
Wilhelm Jensen. P o s e i -
*. ' a través del oriente de
soma que bañaba todavía su i
«
en e* éxtasis de su dii
<m pastoral sentada al bo
■meses futuras, y más allá
la 1 US ven'deras >’ a pesar de
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DIBUJOS DE J. BATLLE - PLANAS
sociedad mercantil. Insistía una y otra
vez diciendo que si ella diera a "luz un
hijo en los nueve meses siguientes a la
muerte de su marido, toda la fortuna les
pertenecería, y entonces la felicidad de
ambos no tendría fin.
X
Luego, repentinamente, Serguey dejó
de hablar del heredero. Y desde que cesa
ron los discursos eir los labios de Serguey,
Fedia Liamine se implantó en los pensa
mientos y el corazón de Katherina Lvovna.
Se tornó pensativa e incluso menos tierna
para con Serguey. Duerma, salga para dar
órdenes o se disponga a rezar, siempre
es la misma cosa la que danza en su
espíritu:
¿Cómo es esto? ¡P o r qué, en efecto,
me va a privar de mi fortuna? He sufrido
ta n t o ... he arrojado tantos pecados so
bre mi alma y él sin tomarse la menor mo
lestia, llega y me d esp oja .. . Todavía paso
si fuera un hombre, pero no, un mucha
cho, un niño. . . ”
Afuera habían comenzado las primeras
heladas. Como es lógico no se recibía nin
guna noticia de Zinoviy Borissitch. Kathe
rina Lvovna aumentaba de talle y no de
jaba de estar pensativa. En el pueblo la
murmuración trataba de saber cómo era
eso que la joven Ismailova, que siempre
había sido estéril y no hacía sino adel
gazar y languidecer, engordaba tan re
pentinamente. Durante este tiempo, el j o
ven coheredero, Fedia Liamine, se paseaba
por el patio, vestido con un liviano casaquín, y rompía el hielo de los charcos.
— ¡Vamos, Fedor Ignatitch! ¡Vamos,
— Porque, por amor hacia ti, Katherina
Lvovna, yo hubiera querido verte conver
tida en una verdadera dama y no en lo
que has sido hasta hoy — replicó Serguey
Filipitch— . Pero ahora se hace evidente
que en comparación con los medios anti
guos tendremos que vivir todavía más
modestamente que antes.
— ¿Y qué puede importarnos eso?
— Es cierto, Katherina Lvovna, que tú
ni siquiera te preocupas, pero en cuanto
a mí, que te honro y frente a las miradas
cobardes y envidiosas; esto resultará muy
penoso. Para ti, será como tú le inter
pretas, pero yo comprendo que así, en
estas condiciones, jamás seré feliz.
Y siguió machacando sobre Katherina
Lvovna que por culpa de Fedia Liamine
él so había convertido en el hombre más
desdichado del mundo, privado de la po
sibilidad de realzarla a ella y de cubrirla
de opulencia ante las narices de toda la
M A R Y
VUELTA
E
camino, furtivamente, como ladrones
en la noche. (Ladrones en la noche;
de Arthur Koestler. A bril.)
» El vehículo siguió un trecho por
la avenida Wagram y dobló en la plaza
do L ’Etoile. En parte alguna se veía
luz. La plaza era todo obscuridad. Es
taba tan obscuro que no se podía dis
tinguir siquiera el Arco de Triunfo.
(A rco de Triunfo, de Erich María
Remarque. Castelar .)
• Habría yo querido llorar, pero me
sentía el corazón más árido que el
desierto. (L a Sinfonía Pastoral de
André Gide. P oseidon).
un cargo discreto pero bien remunerado
en el ministerio de Dominios pero es dejado
cesante como consecuencia de la publica
ción de su primera obra: ‘ ‘ Hechos me
nudos en la vida de los obispos” . Hasta
los treinta años no ha escrito una sola
línea. Y en el alborear de su carrera li
teraria un artículo mal interpretado le
vale la más tenaz hostilidad de la iz
quierda literaria. E 11 aquel entonces las
posiciones políticas están ya fijadas: hay
que ser conservador, religioso y eslavófilo
o liberal, curopeísta y materialista. Leskov
parece no definirse y vacilar entre ambos
extremos. Tolstoi le hará justicia un día
escribiendo de él: “ Leskov ha sido el
primero que haya mostrado en la novela
el peligro que amenaza a la libertad y al
ideal, el primero que se haya desviado
del progreso estrictamente materialista” .
En verdad no hay contradicción alguna
en la actitud de Leskov. Mielielson hace
notar justamente: ‘ ‘ Por sus orígenes, Les
kov pertenecía a un medio militante or
tod oxo.. . Religión y equidad son las dos
ideas motoras que dan cuenta de su iti
nerario intelectual. . . Para satisfacer una
exigencia ética Leskov fué un abolicionista
ferviente, se acogió, en sus comienzos a
la bandera liberal y se hizo amigo del
revolucionario Arthur Benni; que más se
interese en los tentativas de evaneelización de lord Redstock y que sea seducido
por el tolstoianismo, es muy natural. Pero
como ante todo y sobre todo era un or
todoxo convencido y conservador por tem
peramento. hizo su carrera bajo la ésrida
de los partidos de derecha, se unió a Sersre
Aksakov y sufrió, hacia el fin de su vida,
la influencia de Soloviev” .
En verdad, si se le juzga por su obra
es un hombre con menos prejuicios que
instinto,- un instinto profundo, y tiene
menos gusto por los debates doctrinales
que por una determinada actitud religiosa
ante la vida. Es más sensible y atento que
razonador; creo más en su experiencia
íntima que en las teorías políticas e inte
lectuales. Más que un soñador es un
hombre con fe.
Y como es sólo su- obra lo que verdade
ra mentó interesa, puede afirmarse de Les
kov que no hay ningún escritor ruso en
el que lo irreal y el sueño, lo cotidiano
y lo maravilloso, el acontecimiento y lo
irracional estén más íntimamente confun
didos. Sencillez, veracidad y ausencia
completa de todo ornamento retórico son
sus calidades esenciales. Imposible expre
sar mayor elogio.
W E B B
A
JUAN
LA
FIERRA
PABLO
ECHAGOE
PARADOJAS MORALES E INMORALES
En estos diálogos vivaces y amenos, el fino escritor y crítico, miembro
de la Academia Argentina de Letras, persigue algo de esa intención moralizadora que impulsó al escritor y al poeta satírico a practicar el exa
men de conciencia de la sociedad de su tiempo. Un volumen de la
“ Colección Ensayos Breves” , de 176 páginas ........... ................. $ 3.00
JOSE
0 EL ARTE POR LA SENCILLEZ
el recio panorama de la literatura
rusa falta destacar en sus justas
proporciones a un hombre naeido en
1831. Es Nicolás Leskov, cuyo nombre
merece figurar junto a los grandes nove
listas de Rusia y que es punto menos
que desconocido; a tal extremo que en
muestro país la primera traducción que
de él se ofrece es la presentada por CA
B A L G A T A : “ Lady Macbeth del distrito
de M’zensk” .
Debo decirse, sin embargo, que el ta
lento de Leskov no alcanza la profundidad
apasionada del genio de Dostoievski ni
la pujanza soberana del de Tolstoi. Pero
su obra está caracterizada por una especie
de serenidad y una sencillez aclaratoria
que nos revela a Rusia quizás mejor que
cualquier análisis angustiado de uno o
diversos tipos excepcionales. Los perso
najes de Leskov son seres sencillos, sea
cual fuere el rango en que los haya situado
el Destino. No son intelectuales ni teóri
cos, sino gentes semejantes a otros mi
llones de gentes.
La biografía de Nicolás Leskov no tiene
nada de extraordinario Nace en Gorokh off, provincia de Orel, en 1831. Tiene
13 años menos que Turguenev, 10 menos
que Dostoievski y tres menos que Tolstoi.
Su padre es un clérigo y la familia de
su madre es noble; sin embargo, su edu
cación deja bastante que desear: su fa
milia no so ocupa a penas más que de
enseñarle a leer y escribir. A los 16 años
entra en la administración judicial local.
Dos años más tarde va a Kiev en donde
completa su ilustración durante sus horas
libres; se apasiona por la literatura. Fun
cionario del gobierno consigue efectuar
diversos viajes a través de Europa. Ocupa
n
hijo de comerciante! le gritaba a veces la
cocinera Axinia al atravesar el patio apre
suradamente. ¡E s adecuado que un hijo
de comerciantes chapotee en los charcos?
Pero el coheredero que perturbaba a
Katherina Lvovna trotaba como un cabritillo despreocupado y dormía más des
preocupadamente, sin comprender que se
había cruzado en el camino de alguien y
que había disminuido la felicidad de quien
fuese.
Finalmente, Fedia atrapó una viruela,
complicada con un enfriamiento del pecho,
y el niño hubo de guardar cama. Se le
cuidó primero con infusiones y hierbas;
después se mandó por el médico.
El doctor hizo algunas visitas, prescri
bió unas pociones y se las hicieron tomar
al muchacho cada hora. Unas veces era su
vieja abuela la que se las suministraba,
otras, ésta rogaba a Katherina Lvovna que
lo hiciera.
— Tómate esa molestia — le decía—
Katerinuchka; tú misma estás encinta y
esperas también el juicio de D ios; tómate
esa molestia.
Katherina Lvovna no se negaba. Sea
que la vieja fuese a las vísperas a rogar
‘ ‘ por el adolescente acostado en su lecho
de dolor” , sea porque iba a la misa ma
tutina a conseguirle una partícula de la
hostia sagrada, Katherina se sentaba fre
cuentemente a la cabecera del enfermito
y le daba de beber cuando tenía sed y le
hacía tomar los medicamentos a su hora.
Así, la vieja partió para asistir a las
vísperas de la Presentación err el Templo
(Pasa a la página 12)
De la autora de “ Siete para un secreto” , cuyas obras son de un
7igor y una reciedumbre tales como difícilmente se encontrará paran
gón, es esta coyela cuya acción tiene por fondo el paisaje galés de
montañas y valles, tan íértúl en vegetación natural como en bellas y
conmovedoras leyendas. Un volumen de la “ Colección Horizonte”
de 392 páginas ............... ................................ ..................................
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NICOLASLESCOV
• Resuelto y grave, afinaba cuida
doso un venablo de madera de plátano.
(Radmiento de la Odisea, de Jean
Giono. Argos.)
• Ciñó su talle con los brazos y la
atrajo hacia sí; ella le puso las ma
los como unas algas alrededor de su
cara, a la que aproximó la suya. Así
3e compenetraron sus miradas, pro
funda y dichosamente; así se tocaron
sus cuerpos en caricia perfecta. Clau
dia bajó los párpados y los labios se
anieron en un beso. ( Claudia, de Arnold Zweig. A r g o n a u t a .)
cándole que Boris Timofeyévitch no co
merciaba sólo con su propio capital, sino
también con el de su sobrino, menor de
edad, Fedor Zaharovitch Liamine y que
era preciso arreglar el caso y no confiar
el negocio solamente a Katherina Lvovna.
A l recibir la noticia el alcalde se en
trevistó con Katherina Lvovna y una se
mana después llegó de Livni una viejecita
con un muchacho.
— Soy — explicó— la prima del difunto
Boris Timoféyevitch y éste es mi niete
cito Fedor Liamine.
Katherina Lvovna los recibió.
Contemplando desde el patio esta visita
y la acogida dispensada a los recién lle
gados por Katherina Lvovna, Serguey se
puso blanco como la pared.
— ¡CJué to ocurre? — le preguntó la
patrona al apercibirse de su mortal pa
lidez, cuando entró detrás de los recién
llegados y se detuvo en el vestíbulo a exa
minarlos.
— Nada — replicó, girando sobre sus
talones para irse. Pienso solamente que
Livni es una ciudad muy curiosa, — con
cluyó, con un suspiro, antes de cerrar la
puerta tras de sí.
— Bueno, ¡ y ahora qué haremos? —pre
guntó Serguey Filipitch a Katherina
Lvovna, sentados durante la noche ante
un samovar— . Al presente, todo nuestro
negocio ha quedado reducido a polvo.
— ¿Por qué, Sereja?
— Porque a partir de este momento todo
irá a medias. Y estaremos al frente de
un negocio insignificante.
— ¿Te resulta poco?
— No se trata de mí, pero la felicidad
ya no será la misma.
— ¡Cómo! ¿ Y por qué, Sereja, no he
mos de ser dichosos?
MZENSK
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EL SENTIDO DE LA MUERTE
Magnífico ensayo del autor de “ Variaciones sobre el espíritu” que com
prende una ontología general de la realidad, una metafísica de lo orgá
nico y una filosofía de la persona —bases sin las cuales el problema
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fondo del problema de la inmortalidad y la supervivencia. Un volumen
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pequeño tratado de entomología aplicada. Su lectura, tan atractiva, basta
para demostrar que no es preciso ser amigo de los insectos para bailar
interesante su estudio, ni aún para hacer a los demás participes de ese
interés. Un volumen de la “ Colección Ciencia y Cultura” , de 256 pági
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y donde principia la ficción en su propia existencia. Un volumen de
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Ensayo del eminente polígrafo español, dividido en dos series de estu
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Quijote y los libros de caballerías; en la segunda se aclara de modo
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BUENOS AIRES
�cabalgata
12
LADY
EL A T E N E O
(Tiene de la pág. anterior)
Presenta sus
de la Santa Virgen y rogó a Katherinuchka que cuidara a Fediuchka. En ese
momento el niño comenzaba a restable
cerse.
Khaterina Lvovna entró en la habitación
do Eedia. Estaba sentado en la cama,
con su casaquín de petit-gris sobre los
hombros, leyendo la Vida de los santos.
-—¿Qué estás leyendo, Fedia? — le pre
guntó Khaterina Lvovna, sentándose en
el sillón.
— Estoy leyendo la Vida de los San
tos, tía.
— ¿Interesante?
— Muy interesante, tía.
Katherina Lvovna apoyó el mentón en
la palma de la mano y observó a Fedia
que movía los labios al leer y, súbitamente,
fué como si una horda de demonios se
hubiera desencadenado en ella, viéndose
invadida por los pensamientos de costum
bre acerca del daño que le hacia este niño
y cómo todo hubiera marchado bien si
él no existiese.
“ Después de todo — pensaba Kathe
rina Lvovna, — después de todo está en
fermo . . . se le dan medicamentos. . ■ na
die sabe nunca en qué para una enferme
dad. . . Todo lo que puede decirse es que
el médico no ha recetado las medicinas
adecuadas ’ ’.
— ¿Es la hora de tu medicamento,
Fedia?
— Sí, tía . . Es muy divertido lo que
cuentan los santos varones, — dijo des
pués de haberse tomado la cucharada.
— Bueno, sigue leyendo — dijo Kathe
rina Lvovna, y tras recorrer con mirada
fría toda la habitación, sus ojos se detu
vieron sobre la ventana congelada— . Hay
que cerrar los postigos — d ijo ; salió al
salón, de ahí a la escalera y penetró en
su habitación. Se sentó.
Cinco minutos más tarde Serguey se
reunía con ella, en silencio, vestido con
una casaca con cuello de castor.
— ¿Cerremos los postigos? — le pre
guntó Katherina Lvovna.
— Sí — respondió Serguey, con voz
brusca. Despabiló la bujía y se colocó
cerca de la estufa.
Se hizo el silencio.
— ¿Las vísperas de hoy son largas? —
preguntó Katherina Lvovna.
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LIBRERIA El Ateneo
M A CBET H
Habla para CABALGATA
SARA MAGLI0NE
DE J O R G E
SOBRE PROBLEMAS EDITORIALES
Argentina de origen, iniciada en la
labo* editorial hace cinco años, la se
ñora Sara Maglione de Jorge — con
su labor responsable como DirectoraGerente de la Editorial Lautaro—
viene bregando por la difusión de
obras de real calidad, propulsando
así la obra de cultura efectuada por
los libros nacionales en el continente.
Actualmente es consejera titular de
la Cámara Argentina del Libro.
£lu™ A<3rí?
•
•
•
Crear un mercado interno.
Incrementar la obra de autor nacional.
Perspectivas de ediciones para 1948.
prueba
U na
alcanzado
del alto grado de desarrollo
por la industria editorial
argentina lo constituye el hecho simpático
do que una de las empresas populares como
la Editorial Lautaro tenga como guía a
una mujer, la señora Sara Maglione de
Jorge, circunstancia que evidencia las enor
mes posibilidades que ofrece el campo edi
torial, no sólo para el hombre — cotidiano
monopolizador de las tareas ciudadanas—
sino también para la mujer, conquista
dora constante de nuevos derechos Preo
cupada, al igual que el hombre, por los
problemas que acucian a la industria, la
señora de Jorge gira constantemente en
torno a su escritorio mientras repasa men
talmente las respuestas a nuestro interro
gatorio.
Por primera v e z en el país, una gran
organización de librería postal al ser
vicio de los lectores exigentes.
— ¿Cómo ve, señora, el momento edito
rial?
— Saldremos del paso. Hemos estado, y
estamos, pasando por una situación seria
para nuestra industria, pero debemos reco
nocer que la actual crisis nos deja como
saldo favorable una serie de enseñanzas
que repercutirán en beneficio de las edi
toriales.
Los libros de las editoriales
PEUSER, K A P E L U S Z , L O S A D A , A Y A C U C H O .
L A U T A R O , S U D A M E R IC A N A , EL A T E N E O ,
A B R IL , IB E R O -A M E R IC A N A . A L B A T R O S , A R
G O N A U T A , P E R L A D O y PO SE ID O N anunciado?
en este número de C abalgata que a usted le inte
resen, los remitimos a vuelta de correo, contrarreembolso, libres de porte. Solicítelos boy mismo.
50, 10 0, 200 . . . ¿Con cuántos libros de
sea comenzar a form ar su biblioteca?
Escríbanos y le indicaremos gustosos cuáles son
las grandes obras del pensamiento universal que
no deben faltar en ningún bogar.
MERCORIUS. Librería Postal
al serv icio del buen libro
Independencia 360
Buenos Aires
— Sí. Mañana es una gran fiesta; los
oficios son largos — replicó Serguey.
Otra pausa.
— Debo ir a la habitación de F edia:
está solo — dijo, levantándose.
— ¿Solo? — preguntó Serguey con una
mirada huidiza.
— Solo — le contestó ella con un susu
rro— . ¿Por qué?
Y la idea pasó de uno a otro a través
de sus miradas como un fluido magné
tico; pero ninguno de ambos dijo nada.
Katherina Lvovna volvió a bajar y dió
una vuelta por las habitaciones desiertas:
todo estaba en silencio. Las lamparillas,
ante los iconos, alumbraban tenuemente;
sobre los muros corría la sombra que
ella misma proyectaba; las ventanas con
los postigos cerrados comenzaron a des
helarse y se pusieron a lagrimear. Fedia
estaba sentado, leyendo. A l ver a Khate
rina se limitó a decir:
— Tía, coloca, por favor, este libro en
el estante y pásame el que está bajo los
iconos.
v
Katherina Lvovna ejecutó el ruego del
sobrino y le dió el libro pedido.
— Debías dormir un poco, Fedia.
— No, tía; voy a esperar a la abuelita.
■
— ¿Qué necesidad tienes de esperarla?
— Me ha prometido traer pan bendito
do las vísperas.
Katherina Lvovna palideció súbitamen
te: su propio hijo acababa de dar seña
les de vida por primera vez bajo su
corazón y le hizo experimentar una sen
sación de frío en el pecho. Permaneció
un momento en la habitación y salió, res
tregándose las manos, que se le enfriaban.
— ¡Vam os! — musitó al llegar a su dor
mitorio y erreontrar a Serguey en la misma
posición en que lo dejara, cerca de la
estufa.
--‘-¿Qué 1 — inquirió Serguey, con voz
confusa, atragantado de saliva.
— Está solo.
Serguey frunció el entrecejo y respiró
penosamente.
— ¡A nda! — exclamó Katherina Lvovna
volviéndose hacia la puerta con un movi
miento brusco.
Serguey se quitó las botas rápidamente
y preguntó:
— ¿Qué debo llevar?
— Nada — contestó ella coir un suspiro,
y lo condujo de la mano silenciosamente.
1
— ¿A cuál de ellas puede referirse?
— Vivíamos confiados en nuestra labor
comercial con el Continente; pero, la contigencia de la última guerra, con sus pro
blemas posteriores, nos puso ante una
realidad que debimos afrontar sin estar
preparados para ello. Una de las enseñan
zas fundamentales que esta crisis nos pone
a la vista es la necesidad de crear un mer
cado argentino, capaz de absorber por sí
mismo buena parto de nuestra producción.
— ¿Qué medidas adoptaría Ud. para ir
salvando estos escollos?...
— Y a las hemos a d op ta d o... Viajamos
a menudo al interior del país, desde la
Dirección de la Editorial hasta el más mo
desto do los corredores, a fin de profun
dizar en la realidad argentina, bregando
por la descentralización do Buenos Aires,
con miras a que cada localidad impor
tante del interior posea librerías donde el
habitual lector nuestro encuentre en el
mostrador la última novedad sin necesidad
do molestarse en correspondencias con las
Editoriales.
— Corresponde sondear las necesidades
espirituales del lector del interior. ..
— A eso íbamos; en el grado en que se
incremente el poder adquisitivo del inte
rior, surge la evidencia de acentuar la
producción de autores nacionales, y de ahí
quo nos hallamos frente a otra de las en
señanzas auspiciosas que nos deja esta
crisis editorial: el auge del libro de autor
argentino, en un futuro próximo.
— Su optimismo es alentador, señ ora ...
— Naturalmente. Normalizada la situa
ción, miraremos a América; pero, no ya
como un gigante con pies de barro, sino
asentados sobre bases firmes. Como prue
ba de esa confianza puedo adelantarle algo
do nuestra labor próxima.
— ¿Algunas colecciones nuevas del sello
Lautaro ?
— Usted lo ha dicho. Dirigido por ex
pertos, bajo el rubro de Colección “ Bealidades Argentinas” , publicaremos volúme
nes donde se analizan problemas locales
(sociales, económicos, etc., por regiones),
problemas generales atingentes a nuestro
país, y, finalmente, problemas específicos
como la tierra, el agua, la educación, la
langosta, siempre en relación a esta reali
dad argentina.
■
— ¿Otras producciones?
— Conjuntamente con la ya difundida
colección “ Viento en el M undo” , irán
apareciendo otras obras como los 1 ‘ Docu
mentos y estudios para la historia de la
cultura de la Argentina” , bajo la guía
do Gregorio Weinberg, ‘ ‘ Historia de la
diplomacia” , de Potemkin (obra en seis
tomos, que comprendo hasta la diplomacia
del año 1939), los tomos de la colección
Pingüino, los “ Tratados Fundamenta
les” , “ El pensamiento argentino” , etc.
Un llamado telefónico pone fin a nues
tra entrevista. La primera mujer editora
con responsabilidades directrices, nos tien
do su mano, y, con gesto femenino, nos
devuelve al trajín monótono do la calle,
donde montones de libros, apilados tras
los escaparates, nos recordarán a cada
trecho su labor en pro de nuestra cultura
O. H.
XI
El niño enfermo se sobresaltó y dejó
caer el libro sobre las rodillas cuando
entró Katherina Lvovna por tercera vez
— ¿Quó te pasa, Fedia?
— ¡Oh, tía, tengo miedo de no sé qué!__
contestó sonriendo con ansiedad y arre
bujándose en el rinvón de la cama.
— ¿De quó tienes miedo?
— ¿Quién estaba contigo, tía?
— ¿Conmigo? Nadie, querido.
El muchachito se inclinó hacia los pie*
do su cama y, entrecerrando los ojos
miró hacia la puerta por la que acababa
de entrar su tía, y se tranquilizó.
— Debe ser idea mia — dijo.
Katherina Lvovna se acodó en la cabe
cera de su sobrino. Fedia la miró y ¡o
hizo notar quo estaba muy pálida. Como
respuesta, Katherina Lvovna tosió expre
samente y miró, atenta, hacia la puerta
del salón. Se escuchó crujir una tabla
del piso.
— Estoy leyendo la vida de mi santo
patrón, el bienaventurado Fedor Stratilato, tía. Ese sí que sabía complacer a
Dios.
Katherina Lvovna seguía silenciosa.
— Si quieres, tía, siéntate y te leeré
algo — dijo el niño cariñosamente.
-—Espera, vuelvo en seguida; voy a des
pabilar las lamparillas del salón — con
testó Katherina Lvovna, saliendo con1 paso
apresurado.
En el salón se percibió un cuchicheo
apenas perceptible, pero que, en el silen
cio general, no dejó de llegar a oídos del
niño.
— Pero tía ¿qué sucede? ¿Con quién
estás hablando? — gritó el muchacho, cod
lágrimas en la voz—». Ven, tengo miedo—
llamó con una voz más llorosa todavía
y le pareció oír que Kathe ina Lvovna
decía “ ¡V a m os!” en la pieza contigua.
— ¿Do qué tienes miedo? — le preguntó
Katherina Lvovna con una voz algo ronca,
al tiempo que entraba con paso decidido
y se detenía junto al lecho de maner?
que la puerta del salón quedaba oculta
por su cuerpo— . Acuéstate en seguida.
— No quiero, tía.
— Pero, Fedia, tienes que obedecer.
A cuéstate.. . ya es h o ra ... acuéstate.. . —
repitió Katherina Lvovna.
— ¡A y tía, pero si no tengo sueño!
— ¡Anda, acuéstate! — dijo de nuevo
Khaterina Lvovna con la voz alterada,
aunque sin firmeza y, cogiendo al niño
por las axilas, lo acostó sobre la almo
hada.
En ese instante Fedia emitió nn grito
’ c- -ocabab de ver a Serguey que
entraba, pálido, con los pies desnudos •..
Katherina Lvovna cubrió con su mano
la boca del niño, abierta de espanto, y
d ijo:
— ¡Vamos, rápido; sujétalo bien para
que no se debata!
Serguey sujetó a Fedia por los pies y
las manos, mientras que con un solo mo
vimiento Katherina Lvovna cubría, con
una gran almohada, el rostro del niño
mártir, arrojándose sobre ella con todo
el peso de su pecho opulento.
Por espacio de unos cuatro minutos
reinó en la habitación un silencio se
pulcral.
__Y a está — murmuró Katherina Lvovna— . Pero apenas se había reincorporado
para ponerlo todo en orden, cuando las
paredes de la casa silenciosa que tantos
crímenes ocultaba, se vieron sacudidas
por golpes atronadores: los vidrios tem
blaban, las planchas crujían, las cadeni
llas de las lámparas encendidas ante los
iconos temblaban y sobre los muros co
rrían sombras fantásticas.
Serguey se estremeció de pies a cabeza
y se lanzó hacia afuera a todo correr;
Katherina Lvovna se precipitó en su per
secución. Fueron seguidos por los ruidos
y los gritos. Parecía que fuerzas que no
eran de este mundo sacudían hasta los
cimientos la casa del pecado.
Katherina Lvovna temía que Serguey,
acosado por el miedo, saliese al patio y
se traicionase en su terror. Pero él se fué
derecho haeia la torrecilla. Llegado a lo
alto de la escalera, se acurrucó en la obs
curidad, con la frente contra la puerta
entreabierta, y se desplomó, con un ge
mido, enloquecido por un terror supers
ticioso.
— Zinoviy Borissitcli, Zinoviy Borissitch — farfullaba arrastrando hacia la
habitación a Katherina Lvovna.
— ¿Dónde? — lo preguntó ella.
— Aquí está otra vez, encima de nos
otros; acaba de pasar con una hoja da
hierro blanco. Y a está aquí de nuevo...
¡A y ! ¡A y ! — gritaba Serguey. — ¡Ya
ruge, ya ruge nuevamente!
En ese momento estaba más que claro
que una multitud de manos golpeaba en
todas las ventanas que daban a la calle
y quo alguien intentaba derribar la puer
ta de entrada.
— ¡Im bécil, levántate! ¡Im bécil! — gritó
Katherina Lvovna y, con estas palabras,
saltó hacia el cuarto de Fedia, colocó su
muerta cabeza en posición de durmiente,
de las más naturales, y con mano firme
abrió la puerta en la que golpeaba una
muchedumbre.
»
El espectáculo era pavoroso. Kathe
rina Lvovna miró por encima de los hom
bres que estaban en primera fila y rió
una multitud de desconocidos que salta
ban al patio por encima del alto muro,
mientras que la calle se hallaba inundada
por los gemidos de una masa innume
rable.
Antes de quo Katherina Lvovna pu
diera comprender nada, fué barrida y re
chazada hacia el interior de la casa.
( Continúa en la página 1S)
�CIENGM
DIVULGARA
LA CU LTU R A
ARGENTINA
EN LO N D RES
E l INSTITUTO
Novedades
Margarct Mead
SEXO Y TEMPERAMENTO
Erich Fromm
l, monótono mirlo de los transeúnte» al
desfilar por la rumorosa palle "Flo
rida oblig-a a nuestro interlocutor a elevar
su fin o timbre de voz de tintes enanos,
ñero — dominando la situación— el pro
fesor Coulthard nos afirm a:
— L a obra trae enmnlirá el Instituto
“ Guillermo Enrique H udson” en Gran
Bretaña ha de significar nna mavor comnrensión de vuestra literatura, historia v
bellas artes, por cuanto — es preciso se
ñalarlo con precisión1—- vuestra condición
espiritual es poco conocida en Londres,
donde admiramos en mayor escala vuestra
potencialidad económica, sin que ello sea
obstáculo para que el Martín Fierra y
El Ombú. circulen en versiones inglesas.
Claro está que en proporciones reducidas,
que este Instituto tiende a ampliar en lo
posible.
(U n golpeteo a sus dedos y el profesor
ba tirado la colilla sobre el asfalto mien
tras sus ojos van devorando las vitrina»
do las librerías, ahitas de volúmenes oue
él anhela para la lejana biblioteca lon
dinense. . . )
-—Sabíamos que el buen amigo nuestro,
el Dr. M illington D ra k e .. .
— Sí. Ha sido el Dr. Eugenio M illing
ton Drake, ya conocido vuest-o ñor su
actividad como diplomático en el Uruguav
y en el Consejo Británico de Buenos Ai
res quien, entendiendo la urgente necesidad
•de_éstrechar relaciones espirituales .entre
el Río de la Plata v Gran Bretaña, tomó
la iniciativa de fundar este Instituto pues
to b a jo la tutela de uno de los nombres
más altos de la lengua castellana, don
Guillermo E. Hudson, también vinculado
a las letras inglesas en que vieran la luz
sus obras.
(Las inolvidables páginas de El Ombú
ponen un paréntesis a nuestro diálogo,
con el recuerdo de la pampa árida, el
gorgojeo de nuestros pájaros en El Go
rrión. el panteísmo de nuestro suelo en
La Tierra Purpúrea, cantados en millares
de ejemplares de lengua inglesa que tu
vieron la virtud de acercar, por primera
vez, la idiosincrasia del criollo a la ne
blinosa ciudad lo n d in e n s e ...)
— Y bien, veamos, ¿qué piensan realizar,
concretamente, amigo Coulthard?
— Como primer paso, reunir en Lon
dres a los amigos del Río de la Plata;
don Eugenio Millington Drake adquirió
para ello de su peculio una mansión —
situada en 8 Montagu Square— destinada
a ser el hogar común de argentinos e
ingleses; el edificio cuenta con dos salas
destinadas a bibliotecas, dormitorios para
socios, nna sala de conferencias donde ya
so llevan; realizados varios ciclos a cargo
de hispanistas de Gran Bretaña y presti
giosas figuras argentinas.
— Suponemos que la función del Insti
tuto no se limitará a estos tóp icos. ..
— Por supuesto que no. Tenemos en pro
yecto auspiciar ante las Universidades de
Gran Bretaña una firm e colaboración con
nuestro Instituto a fin de ampliar los
conocimientos del estudiante sobre la vida
del Río de la Plata, el idioma castellano,
la historia, literatura y bellas artes rioplatenses.
¿QUE ES "CIEN CIA
Y SOCIEDAD"?
El análisis, desde el punto
de vista sociológico y filo
sófico, del significado de
nuestros tiempos y de la
profunda crisis del hombre
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i.
“ GUILLERMO E. HUDSON
E
EL MIEDO A LA LIBERTAD
Ven t u d
Egresado de la Universidad de Ox
ford como profesor de castellano y
francés, ejerciendo en la Universidad
d e . Cambridge, autor de numerosos
ensayos sobre nuestra literatura, Di
rector cultural y Bibliotecario del
Instituto “ Guillermo E. Hudson” ,
George Robert Coulthard es el en
viado especial que Gran Bretaña nos
manda con fines de acercamiento
espiritual.
y s o c ie d a d
He aquí cómo se produjo la alerta;
En las vísperas de una gran fiesta cele
brada en las iglesias de la población don
de vivía Katherina Lvovna :— pueblo que
sin ser cabeza de partido no por eso de
ja ba de ser importante y comercial — el
número de fieles era siempre considera
ble. Y todavía lo es más durante la fiesta
de la patrona del lugar, pues en tal oca
sión si se deja caer una aguja desde el
techo no llegaría al suelo, y no sólo en
la misma iglesia sino incluso en el recinto
exterior. Habitualmento canta una masa
coral integrada por aficionados, reclu
tados entre la juventud mercantil y diri
gida por un maestro de capilla, elegido
igualmente entre los amantes del arte
vocal.
Nuestro pueblo es piadoso; está anima
do por un hermoso celo hacia la iglesia
do Dios y además posee un sentimiento
artístico en su género: los ritos suntuo
sos y los cantos armoniosos y plenos
constituyen para él uno de los goces más
elevados' y puros. Allá donde hay un
chantre se concentra casi la mitad del
pueblo, especialmente la juventud mercan
til: empleados, muchachos, obreros de f á
brica e incluso los propios patronos con
sus mitades. Y todo el mundo se agolpa
en una misma iglesia: cada cual quiere
estar aunque sea en el atrio o sobre una
ventana, haga un calor tórrido o un frío
do helarse, para escuchar al octavo hacer
fiorituras de órgano y al tenor perderse
en sabios fiatos.
En la iglesia parroquial de la casa do
los Ismailov, iglesia consagrada a la Pre
sentación de la Santísima Virgen, era al
— ¿Existe alguna medida concreta en
este plan de colaboración?
— Hemos puesto a disposición de las
citadas casas de estudios la biblioteca en
formación del Instituto, salvando de esta
forma la escasez bibliográfica en vuestro
idioma así como la falta de buenas y
numerosas traducciones.
— Nos alegra enormemente, Coulthard,
ej interés que — a través de sus palabras
evidencian en Gran Bretaña por nues
tra actividad espiritual.
— A ello obedece mi viaje, amigo cro
nista, pues el Dr. Millington Drake .me
ha enviado con el propósito de obtener
bibliografía sobre los tópicos menciona
dos, habiendo logrado ya la colaboración
de editoriales, escritores, etc. que me han
concedido generosamente numerosos volú
menes, estando en plan de ejecución una
donación importante del Gobierno nacional,
y la Cámara Argentina del Libro.
— La labor está cumplida, pues, pro
fesor.
— A úir no. Es idea del Dr. Millington
Drake enviar periódicamente a la Argen
tina grupos de estudiantes que palpen,
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,
-rt
dibujo. Profusamente ilustrada. E n -
Sir E. Millington Drake
mano a mano, esta realidad que dice de
la grandeza de estos países jóvenes y pu
jantes, para indagar de raíz todo aquello
que la falta de traductores, la ausencia
de material de consulta, aleja cruelmente
de nuestra ansia de fra tern iza r...
(D ejando resbalar raudamente sus me
ticulosas y meditadas palabras pronun
ciadas en un correcto castellano nos dice
cuán profundo es el afecto que por la
Argentina sienten los ingleses en estos
momentos. Su paso, a instantes apresura
do, se ha ido reduciendo, y, cuando sus
ojos trasparentes descubren nuestra tu
multuosa Avenida de Mayo, una honda
alegría surge de sus labios al tener —
palpitando en sus manos— , esa realidad
argentina que tantos compatriotas suyos
añoran conocer. . . )
Como dato de interés agregamos que
integran el Comité Directivo del Instituto
“ Hudson” , T. S. Elliot, Charles Morgan,
Stephen Spender, y el Comité de la B i
blioteca, Sir Henry Tilomas, del Museo
de Arte Británico, y Robín Humphreys,
junto a otras personalidades de no menor
relieve. 0 . H.
día siguiente la fiesta de la Patrona. Así
la noche previa, momentos antes de los
hechos que acabamos de describir, la ju
ventud de todo el pueblo se hallaba en
esta iglesia y se dispersaba bulliciosa, co
mentando los méritos del tenor, localmen
te célebre y los verros accidentales del
no menos célebre bajo.
Pero no todo el mundo estaba preocu
pado con estas cuestiones vocales: había
en la muchedumbre gente que se intere
saba también por otros temas.
— Digan", muchachos, es bastante cu
rioso lo que se cuenta de la joven Israailova — dijo aproximándose a la casa
de los Ismailov un joven maquinista que
un comerciante del lugar había traído do
San Petersburgo para su molino a vapor.
Se pretende que tiene de amante a un
empleado. . .
— Todo el mundo lo sabe — replicó una
pelliza do piel de carnero, recubierta de
mahón azul— . Esta noche no lia venido
a la iglesia.
— ¿A la iglesia? Esa sucia hembra se
ha encanallado hasta tal punto que ya
no teme a Dios, a su conciencia ni a la
vista y paciencia de todo el mundo.
— ¡ M ira! Hay luz en sus ventanas
— d ijo el maquinista designando una ra
ya de luz entre los postigos de la casa.
— F íjate un poco por la rendija para
ver lo que ocurre — dijeron simultánea
mente varias voces.
El maquinista se elevó apoyándose en
los hombros de dos camaradas y apenas
hubo pegado el ojo a la hendidura de
los postigos, aulló:
— ¡Compañeros! ¡A m igos! ¡Están es
trangulando a alguien!
Y el maquinista golpeó desesperadamen( Continúa en la pág. 14)
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HRAS1L 1766
T. A. 25 - 7452
te con los puños en la ventana. Una de
cena de hombres siguieron su ejemplo y
saltando sobre las ventanas dieron tra
ba jo a sus puños. La multitud se arre
molinó en torno a la casa y así se pro
dujo el asedio que ya conocemos.
— ¡L o he visto con mis propios ojos!
— testimoniaba el maquinista, junto al ca
dáver de Tedia— . El niño estaba acos
tado, derribado sobre la cama, y ellos dos
lo estrangulaban.
La misma noche fué llevado Serguey
a la comisaría y se encerró a Katherina
Lvovna err su habitación, colocando ante
la puerta dos centinelas.
En la casa de los Ismailov, el frío era
insoportable: no habían encendido las es
tufas y la puerta estaba abierta: una
muchedumbre do curiosos cedía su lugar
a otra. Todo el mundo venía para ver
a Fedia en su ataúd, así como otro gran
ataúd, cubierto por un lienzo. En la frente
do Fedia habían puesto una corona de
moiré que ocultaba la huella dejada por
la autopsia del cráneo, por la cual se
había establecido que Fedia había muerto
estrangulado. Serguev fué conducido ante
el cadáver y desde las primeras palabras
del sacerdote respecto al Juicio Final y
al castigo de los “impenitentes, se deshizo
en lágrimas y contó con absoluta sinceri
dad no sólo el asesinato de Fedia sino
que rogó también que desenterrasen a
Zinoviy Borissiteh. al que le había dado
tierra sin sacramentos El cadáver del
marido de Katherina Lvovna, enterrado
entre arena seca, no se había descompuesto
totalmente: se le sacó y encerró en un
ataúd. Para mayor horror de todos, Serguey designó como cómplice de todos sus
crímenes a su ioven patrona. A todas
las preguntas, Katherina Lvovna respon
día: “ No sé nada de todo esto y no me
he enterado hasta ahora” . Se obligó a
Serguey a confundirla con un careo. Desnués do haber escuchado su confesión,
Katherina Lvovna lo contempló con mudo
asombro, pero sin cólera, y dijo con in
diferencia :
— Desde el momento que él tiene deseos
de decirlo, no tengo por qué recusarme:
sí, he matado.
.— Pero ¿por qué? — le preguntaron.
— Por él — contestó ella, designando a
Serguev, que dejó caer la cabeza sobre
el pecho.
El terrible suceso que había suscitado
la atención y la indignación generales tu
vo una conclusión rápida. A finales del
mes de febrero se anunció en la audiencia
a Serguey y a la viuda del negociante
de tercera clase Katherina Lvovna que
se les condenaba a ser azotados en la
plaza del mercado del pueblo y en seguida
serían enviados a sufrir trabajos forza
dos a perpetuidad. A comienzos de marzo,
una fría mañana helada, el verdugo contó
el número previsto de cicatrices azulpúrpura sobre la desnuda espalda blanca
de Katherina Lvovna, y en seguida contó
la ración correspondiente paTa Serguey y
mareó tres veces con uir hierro candente
su hermoso rostro.
Durante todo este tiempo, no se sabe
por qué, Serguey había provocado mucha
más compasión que Katherina Lvovna.
Maculado y sangrante, cayó al descender
del catafalco negro, mientras que Katherina Lvovna b a jó dulcemente evitando sólo
que la rugosa camisa y el grosero sobre
todo de presidiaría no martirizasen' su
espalda desollada.
Incluso en la enfermería de la cárcel
cuando le presentaron a su h ijo se con
form ó con decir: “ |Para qné lo quiero
a h ora !” y, volviéndose contra la pared,
sin emitir ningún gemido, se abatió sobre
el pecho la dura colchoneta carcelaria.
X III
E l convoy de presidiarios en'ruta hacia
Siberia, del que formaron parte Serguey
y Katherina Lvovna, partió cuando la
primavera estaba en puerta, pero sólo se
gún el calendario, mientras que para ser
fieles a la verdad, diremos que hacía un
sol bastante claro pero que apenas ca
lentaba.
Habían confiado el h ijo de Katherina
Lvovna a la vieja hermana de Boris Timofeyévitch, pues considerado como hijo le
gítimo del difunto esposo de la criminal,
el niño se convertía en el único heredero
de toda la fortuna de los Ismailov. Kathe
rina Lvovna estaba muy satisfecha y re
nunció al niño con indiferencia. Como
ocurre a la mayoría de las mujeres apa
sionadas, su amor por el padre no englo
baba en parte alguna al hijo.
Desde luego, para ella no existían ni
luz, ni obscuridad, ni mal, ni bien, ni
aburrimiento ni alegrías. Ella no compren
día nada, no amaba a nadie y no se
quería a sí misma tampoco. Unicamente
aguardaba con impaciencia el momento
de la partida del convoy porque así es
peraba ver durante el trayecto a su Seroietchka. Un cuanto al hijo se olvidó de
pensar en él.
Las esperanzas de Katherina Lvovna
no la engañaron: fuertemente encadenado,
Serguey abandonó la prisión en el mismo
grupo que ella. El hombre se habitúa a
toda situación innoble y, en la medida
do lo posible, igualmente, conserva en
cualquier situación la facultad de prose
guir sus miserables regocijos. Pero Kathe
rina Lvovna ni siquiera tenía necesidad
de adaptarse a nada: veía de nuevo a
Serguey y junto a él la ruta del presidio
florecía de dicha.
Era bien poca cosa lo que Katherina
Lvovna se llevó consigo en lo que a ob
jetos de valor se refiere y menos aún en
cuanto a dinero líquido. Pero todo eso,
mucho antes de llegar a Nijni-Novgorod,
lo distribuyó entre los suboficiales de
etapa a cambio de la posibilidad de mar
char junto a Serguey y de permanecer
enlazada a él durante una hora de negra
noche en un rincón estrecho del corredor
de la prisión de etapa.
Pero el marcado amigo de Katherina
Lvovna so había tornado bastante poco
amablo para con ella; todo lo que lo
decía era semejante a una coz. Ni siquiera
apreciaba ya las citas secretas para asis
tir a las cuales ella, negándose a comer
y a beber, daba los últimos centavos de
su bolsa, que tanto necesitaba. Más do
una vez él le d ijo :
— En lugar de venir a pegarte a mí
en los rincones del corredor mejor hubiera
sido que me hubieses permitido disponer
del dinero que has dado al suboficial.
— No le he dado más que veinticinco
kopecks, Serojetehka — se justificaba K a
therina Lvovna,
— ¿Acaso veinticinco kopecks no es
también dinero? ¿Durante el cambio te
has encontrado por el suelo muchas piezas
do esas? Y sin embargo, las has ido des
pilfarrando por ahí.
— Pero gracias a eso hemos podido vernos, Sereja.
— ¡Qué gran dicha el vernos después
do estas torturas! Se desea maldecir la
existencia y no ir de citas.
— Para mí, Sereja, todo es lo mismo
con tal de verte.
— ¡Estupideces! — respondía Serguey.
Había días en que Katherina Lvovna
so mordía los labios hasta hacérselos san
grar ante respuestas semejantes; otros,
en sus ojos poco inclinados al llanto, sur
gían lágrimas de cólera y despecho al
amparo de la obscuridad de las citas
nocturnas. Pero ella lo soportaba todo,
se callaba y quería engañarse a sí misma.
Así, con estas relaciones tan distintas,
se aproximaron a Nijni-Novgorod, en don
de su convoy se fusionó con otro de pre
sos que venían por la ruta de Moscú.
En ese gran convoy, entre una infinidad
de gentes de todas clases, en la sección
de mujeres se hallaban dos personas muy
interesantes. Una, la mujer de un sol
dado de Yaroslav, Fiona, mujer maravi
llosa, espléndida, de gran estatura, espesa
cabellera negra y negrosi ojos lánguidos
sombreados por espesas pestañas. La otra
era una rubiecita de diecisiete años, de
rostro vivaracho, la piel de un color rosa
tierno, minúscula la boca, con hoyuelo^
sobre las mejillas y los cabellos de un
rojo áureo, que se escapaban caprichosa
mente del pañuelo reglamentario atado a
la cabeza. Esta muchachita so la conocía
en el convoy por el nombre de Sonetka.
La hermosa Fiona era de carácter dulce
y perezoso. En su convoy la conocían to
dos y ningún hombre se jactaba de ob
tener sus favores exclusivamente.
— La tía Fiona es una gran m ujer; no
humilla a nadie — decían los presidiarios
bromeando.
Pero Sonetka era de una especie muy
distinta. Se decía de ella:
— Es una peonza: gira al alcance de
la mano pero no se deja atrapar.
Sonetka tenía gusto y sabía elegir, in
cluso tal vez tuviera un gusto muy severo.
Ella quería que se le entregara pasión,
pero no con la vehemencia corriente sino
con una salsa sazonada de sufrimientos
y sacrificios. Fiona era de uira simplici
dad específicamente rusa y demasiado pe
rezosa para decirle a nadie: “ V ete” y
sólo sabía una cosa: que era una hembra.
Mujeres semejantes son muy estimadas
entre las bandas de malhechores, los con
voyes de presidiarios y en las comunas
social-democráticas de San Petersburgo.
L a aparición de estas dos mujeres en
el convoy fusionado del que formaban
parte Serguey y Katherina Lvovna tuvo
para esta última una significación trágica.
X IY
Desde los primeros días de la marcha
de las columnas unificadas, de NijniNovgorod a Kazán, Serguey comenzó a
buscar visiblemente los favores de Fiona
y no sufrió en vano. La lánguida belleza
no lo dejó penar, pues en su bondad no
dejaba-su frir a nadie. En la tercera o
cuarta etapa Katherina Lvovna se las
arregló, por medio de algunos vasos de
vino, para entrevistarse con Serojetehka.
Permaneció en su celda sin dormir. Aguar
da que de un momento a otro venga el
suboficial do servicio, que la empuje sua
vemente y le diga al oído: “ Corre. ¡De
p r is a !” Se abrió la puerta y una mujer
se deslizó por el corredor; se abrió una
segunda puerta y otra prisionera se es
currió por entre las colchonetas super
puestas y desapareció igualmente tras el
guía.
Katherina Lvovna se levantó rápida
mente de su camastro de madera, pulida
por las costillas de muchas gentes, arrojó
sobre sus hombros el sobretodo y siguió
al guardián.
Cuando Katherina Lvovna pasaba por
el corredor iluminado débilmente sólo en
un punto, tropezó con dos o tres parejas
que era imposible distinguir de antemano.
Al paso de Katherina Lvovna por la sala
de los hombres, creyó escuchar a través
de la mirilla una carcajada ahogada.
— Se divierten — gruñó el guía de K a
therina Lvovna y, deteniéndola por los
hombros, la impulsó hacia un rincón y se
alejó.
Katherina Lvovna, a palpas, percibió
un sobretodo de presidiario y una barba;
con la otra mano tropezó con un rostro
de mujer que ardía.
— ¿Quién está ahí? -—preguntó a media
voz Serguey.
— ¿Qué haces aquí? ¿Con quién estás?
Katherina Lvovna arrancó, en plena
obscuridad, el pañuelo que su rival llevaba
en la cabeza. La otra se deslizó de cos
tado, echó a correr y tropezando con
alguien tendido en el suelo del corredor,
se desplomó. En la sala de los detenidos
estalló una risotada general.
— ¡P illo! — murmuró Katherina Lvov
na azotando el rostro de Serguey con el
pañuelo recién arrancado de la cabeza
de su nueva amiga.
Serguey levantó la mano amenazante,
pero Katherina Lvovna se escurrió rápi
damente por el corredor y penetró en la
sala. Las risas en la habitación vecina
se repitieron con tal fuerza que el cen
tinela, que montaba la guardia apática
mente frente a una luz anémica, escupió
sobre la punta de sus botas, levantó la
cabeza y rugió:
— ¡Peste!
Katherina Lvovna se acostó en silencio
y permaneció inmóvil hasta el alba. De
seaba decirse “ ya no lo quiero” , pero
se daba cuenta de que lo amaba con más
fuerza, con mayor calor todavía. Y ante
sus ojos se dibujaba la mano de su amigo,
trémula bajo la cabeza de la otra, mien
tras que con la otra mano enlazaba sus
espaldas cálidas.
La pobre mujer lloró y añoró a su pe
sar que esa misma mano no estuviera en
aquel momento bajo su cabeza y que la
otra no rodease sus hombros, presos ahora
de convulsiones histéricas.
— Por lo menos devuélveme el pañuelo
— le dijo por la mañana Fiona.
— ¡ Ah! , ¿entonces eres tú?
— Devuélvemelo, por favor.
— ¿ Y por qué nos separas?
— ¿Pero en qué os separo? ¿Es acaso
amor esto, para enojarse así?
Katherina Lvovna reflexionó un segun
do. En seguida sacó de la almohada e
pañuelo y arrojándoselo a Fiona se volví
cara a la pared.
Se sentía aliviada.
“ Uf, se dijo, ¿voy realmente a pe,
nertne celosa do esa marmota pintam
jeada? Incluso me daría vergüenza com
pararme con ella. ’ ’
— Oyeme bien, Katherina Lvovna, lo
quo voy a decirte — le dijo Serguey al
día siguiente, ya de camino— ; métete
en la cabeza que, ante todo, yo no soy .
un Zinoviy Borissiteh y que, en segundo
término, hoy día no eres una gran dama.
Entonces hazme el favor de no inflarte.
Los cuernos de cabra no son entre nos
otros objeto de comercio.
Katherina Lvovna no contestó nada y
siguió marchando durante una semana
junto a Serguey sin decir ni una palabra.
Ofendida, se mantenía firme y no quería
dar el primer paso para reconciliarse des
pues de su primer disgusto con Serguey
Entre tanto, mientras Katherina Lvovna seguía reñida con Serguey, este co
menzaba a cortejar a la pequeña Sonetka,
la de la piel blanca. Unas veces la salu
daba de pasada, otras le sonreía o bien,
al tropezarse con ella trataba de estre
charla contra su pecho. Katherina Lvovna
veía todo eso y sólo conseguía hacer arder
su corazón más aún.
— ¿No sería mejor que me reconciliase?
—se interrogaba Katherina Lvovna titu- •
beando, casi sin ver el suedo bajo sus pie-,
Pero acercarse v reconciliarse a inicia
tiva de ella era imposible y hoy menos
que nunca. Su orgullo se lo im oedía. . .
Y sin embargo, Serguey estrechaba el
cerco en torno a Sonetka y todo el mundo;
comenzaba a percibir que la. inaccesible
Sonetka, que sólo giraba sin dejarse atra
par, iba a ser atrapada.
— Ves. te enoiaste conmino una vez
—dijo un día Fiona a Katherina Lvov
na— . ¿Y qué te había vo hecho? Tuve
mi día. pero eso ya pasó. Harías mejor
en vigilar a Sonetka.
“ Aunque muera mi orgullo, hoy voy
a reconciliarme” , decidió Katherina Lvov
na, no pensando ya más que en la forma
de buscar la reconciliación hábilmente.
Pero fué el propio Serguey el que la
sacó de esta dificultad:
__¡Eh. Lvovna! — llamó él, durante un
alto en la marcha— Ven a verme esta
noche. Tengo que hablarte.
Katherina Lvovna no contestó.
— ¿Qué pasa? ¿Estás todavía enfadada?
¿No vendrás?
Ella mantuvo silencio.
Pero en cuanto Serguey y todos los
demás detenidos yieron nróxima la pri
sión de etapa, Katherina Lvovna comenzóa rondar en torno al suboficial, al que
le deslizó diecisiete kopecks, producto de
la caridad ajena.
~
— Cuando recoja algo más agregaré
otros dos kopecks.
El suboficial dejó caer el dinero en
el revés de su manga y d ijo:
— Está bien.
Hacia el fin de la entrevista. Serguey
rrodujo un chasquido con la lengua y le
miñó un ojo a Sorretka.
’ — ¡Ah, mi Katherina Lvovna! —diio
lerguev pasando el brazo por el talle de
a mujer, al entrar en la prisión de
,ta m — En comparación con esta mujer,
.migos, no hay otra igual en el mundo
Katherina Lvovna enrojeció, asfixiánlose de felicidad. Por la noche, apenas
io entreabrió la puerta, saltó para ir a
¡n encuentro. Con mano temblorosa bus:ó a Serguey en el negro corredor.
— ¡M i K atia! — exclamó Serguey tonándola entre sus brazos.
— ¡Ah, mi granuja querido! — responh a
T V - , 1 - i T-vovua cutre lágrimas.
escupía, se detenía y reanudaba la mar
cha. Detrás de la puerta, los detenidos,
cansados, roncaban; una rata roía una
pluma; los gritos se comunicaban entre
sí. Katherina Lvovna estaba sumida en
la beatitud.
Pero los transportes se apaciguaron y
la prosa inevitable se dejó escuchar.
— Es horrible lo que esto duele; desde
el tobillo hasta la rodilla los huesos me
duelen terriblemente — se quejaba Serguey sentado sobre el suelo con Kathe
rina Lvovna en un rincón del corredor.
— ¿ Y qué podríamos hacer, Serojetchka? — preguntó ella arrebujándose.
— A no ser que pida entrar en el hos
pital de Kazán.
— ¡Pero, Seroja!
— ¿ Y qué otra cosa puedo hacer si no
quiero morir?
— Pero entonces tú te quedarías y a
mí me llevarían lejos de ti.
— Qué le vamos a hacer. Esto me due'
tanto que te aseguro tengo la impresió
de que las cadenas están sobre el hueso.
¡S i tuviera unas medias de lana! — ex
clamó Serguey unos minutos más tarde
— ¿Medias? Todavía tengo, Sereja. Ten
go un par completamente nuevo, el último.
Sin decir urna palabra, Katherina L v o
na entró en la sala, deshizo su mochi n
y reapareció junto a Serguey con t
par de gruesos calcetines de lana, con
unas fleehitas de color claro a los costado
— Así ya no sentiré el dolor — d jo
Serguey, separándose de Katherina Lv,
na y aceptando el último par de medí",
de la mujer.
Feliz, Katherina Lvovna regresó a ’-u
camastro y se durmió profundamente. Xo
oyó que minutos después Sonetka salía
al corredor y no regresaba hasta el
amanecer.
Esto ocurrió a sólo dos etapas de Kazán.
XV
Un día frío, de viento borrascoso I
lluvia mezclada con nieve, la colun ->a
emergió de la sofocante cárcel de tránsito.
Katherina Lvo#na salió bastante alegre
mente pero, apenas se había colocado en
�cabalgata
—¡ . . . y cincuenta! — contó una voz que
0 era duicil reconocer como la de Serguey.
1 ios visitantes nocturnos desaparecieron
as la puerta.
Katlierma Lvovna se libertó de las ro
tas y se puso en pie de un salto. l ra
¿o había nadie. Sólo, unos camastros
¡as allá, una presa se ahogaba de risa
¡«rversa. Katherina Lvovna reconoció la
•¡sa de Sonetka.
La ofensa sobrepasaba toda medida y
¡impoco había medida para ei sentimiento
.o cólera que hervía en el alma de Kateriiia Lvovna. En pleno desvarío se
anzó hacia adelante, y cayó en los braos de Piona.
Sobro el pecho opulento que tan recia
mente había colmado la voluptuosidad del
idúltero, infiel amante de Katherina Lvova, lloró ahora su pena incontenible,
¡aechándose contra su rival tonta y
blanda, como un niño se aprieta contra
seno de su madre. En la actualidad
daban en un pie de igualdad: las dos
redaban reducidas a lo mismo e igualJ ente abandonadas.
IEran; iguales! ¡ Fiona sumisa desde el
rimer momento y Katherina Lvovna sairdotisa dei drama del amor!
I
Desde luego, nada podía ya herir a
latlierina Lvovna. Después de haber 11oodo todas sus lágrimas se quedó petricada: y con una calma de madera se
¡spuso a salir para reanudar la marcha.
Eedobla el tambor: plan, rataplán, pilan;
i el patio se desparraman detenidos con
sin cadenas, y .Serguey, y Eiona, y Sofia, y Katherina Lvovna, y el disidente
j ticadenado junto a un ju d ío ; y un po, veo encadenado con un tártaro. Todo
mundo se apelotona, después se alinea
mo puede y la columna se forma.
Es un cuadro sin alegría: un puñado
¡'i hombres arrancados a la vida y pri
mos de toda sombra de esperanza en
i porvenir mejor, chapotea sobre el lodo
io de un camino inclemente. En su de. edor, todo es feo hasta el espanto: lodo
barro sin fin, un cielo gris, árboles
a hojas chorreando agua y, en una rama,
grazna un cuervo. El viento unas veces gime, otras se enfada, en ocasiones aúlla, a
omentos se transforma en colérico torellhio.
Entre estos sones de infierno que, des
mando el alma, completan todo el cua'0, resuenan los consejos de la mujer
-o Job: “ Maldice el día de tu nacimien’v y muere’ ’.
Quien no quiere prestar oídos a estas
'labras, el que no afronta la idea de
la muerte ni siquiera en este triste esdo, sino que le espanta morir, ése debe
• aliar esas voces ululantes por medio de
go más inmundo todavía. El hombre
vplo lo comprende perfectamente: deja
doñees en libertad toda su simplicidad
ftial, comienza a sentirse animal, a bur' se de sí mismo, de las gentes y de todo
que le rodea. Y a no muy tierno por
; luraleza, se torna doblemente malvado.
—¿Qué tal, comerciante? ¿Está su graen buena salud? — preguntó con in' encia Serguey en cuanto la columna
¡ 'Uo perdido de vista, tras un montículo
medo, el pueblo en donde había per’ !lrtado.
. l es*as Pulabras, se dirigió hacia So' *ta, la cubrió con la punta de su cae y cantó con voz de falsete:
~n
sombra de Ja ventana aparece
[una cabeza rubia.
Tu no duermes, mi tormento, tú no
'•
[duermes, pícam ela!
o te cubriré con mi capa y nadie te
[verá.
Y Serguey tomó a Sonetka entro sus
'tazos y ia besó ardientemente ante to1,1 el convoy.
katherina Lvovna veía y no veía todo
"O: avanzaba ya sin vida. I.e daban con
. c°do para que observase cómo Serguey
P'gaba coi? Sonetka. Se convirtió en blan150 de todas las burlas.
Í
— ¡N o seáis así — intercedía Piona,
cuando trataban de burlarse de Katheri
na Lvovna, que a cada paso parecía per
der el equilibrio y caer— . ¿N o veis, banda
de diablos, que la pobre mujer está en
ferm a!
— Seguramente se habrá mojado los piececitos — ironizó un joven presidiario.
— Se explica, es de familia de comer
ciantes, de educación delicada — apostilla
ba Serguey.
— Evidentemente, si llevase unas medias
abrigadas, sería menos duro — agregó.
Katherina Lvovna pareció despertar:
— ¡V íbora asquerosa! ¡— le dijo, sin po
derse contener más— . ¡Búrlate! ¡B úr
late!
— Pero no, comercianta. No es que me
burle. Lo que digo es que precisamente
Sonetka tiene para vender un excelente
par de medias de lana. Entonces yo me
no preguntado si nuestra comercianta no
las compraría.
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Risotadas. Katherina Lvovna marchaba
como un autómata.
E l tiempo empeoraba cada vez más.
Las nubes grises que cubrían el cielo co
menzaban a verter nieve en copos hú
medos que se fundían al tocar tierra y
aumentaban el lodo inextricable, Fmalmente apareció una ancha banda de plomo
cuya otra orilla no se alcanzaba a divisar.
Esa banda era el Volga. Por encima del
Volga soplaba un viento violento que le
vantaba en todas direcciones olas som
brías de rostro disforme.
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tD IC IO N completa en cuatro grandes tomos, con más de 3 .0 0 0
La columna de detenidos — mojados y
transidos— se aproximó leutamente hacia
el lugar de cruce y esperó al lanchón.
Chorreando agua por todas partes, llegó
la barcaza sombría. Los barqueros co
menzaron a distribuir a los detenidos.
páginas.
Textos
latinos y
griegos traducidos, índices, notas e
inclusión de valiosos documentos al cuidado del profesor Félix F.
Corso.
— Se dice que en la barca alguien vende
vodka — dijo uno de los deten-idos cuando
largó amarras el lanchón y comenzó a
danzar sobre las olas del agitado río.
Obra de valor extraordinario jubilosamente recibida por
el público y la crítica.
PRECIO D E L A O B R A M A G N IF IC A M E N T E E N C U A D E R N A D A
— Sería realmente bueno meterse unas
gotas tras la corbata — d ijo Serguey, y
persiguiendo a Katherina Lvovna, para
que se divirtiera Sonetka, agregó: Dime,
comercianta, por nuestra vieja amistad,
¿no me ofrecerías un vasito de vodka?
¡N o seas avara! Acuérdate, so descari
ñada, de nuestro viejo amor, cuando nos
abrazábamos eir las largas noches de oto
ño, despachando a tu fam ilia hacia el
reposo eterno sin necesidad de popes ni
diáconos.
5^
O U » “
PUEDE ADQUIRIRSE
A PLAZOS Y A SOLA FIRMA
* 1-
la fila, se puso verde y comcuzó a tem
blar. Sus ojos ¡je velaron; todas sus ar
ticulaciones le dolieron y desfallecieron,
¿jite Katherina Lvovna estaba Sonetka
-on sus medias áe lana con flechitas
•laras que ella conocía demasiado bien.
Katherina Lvovna se puso en camino
a As muerta que viva. Solamente sus ojos
■ontemplaban con mirada terrible a Ser,rUey, sin parpadear.
En el primer alto, se aproximó tranjuilamente hasta Serguey, murmuró “ caíalla” y, repentinamente, le escupió en
los ojos.
Serguey quiso lanzarse contra ella, pero
lo sujetaron.
__¡Aguarda un pocoj -—amenazó él.
t _l)e cualquier forma no le falta valor
la muchacha — decían los detenidos bur¡ándoso de Serguey. Y más alegremente
ue todos reía Sonetka, con su risa so
nora. La intriga a la que ella se había
orestado, so desarrollaba absolutamente
, ogún sus gustos.
— ¡Esto no quedará así! — amenazaba
■erguey.
Agotada por el mal tiempo y la ca
lina ta, Katherina Lvovna dormía ansioamente sobre un camastro de la cárcel
o etapa y no oyó que dos hombres en
caban en la sala do mujeres. Entonces
lOnt-tka se levantó e indicó en silencio
.•1 lugar on que dorada Katherina Lvovna
y se volvió a acostar.
Ea seguida, Katherina Lvovna quedó
-ajeta por su sobretodo, y por su espalda,
¿lo cuoierta por una áspera camisa, se
¡,aseó con toda su fuerza una mano
masculina, armada de una cuerda trenzada.
Katherina Lvovna lanzó un grito, pero
su voz se ahogó bajo la gruesa capa que
s cubría la cabeza. Hizo uu movimiento
ñolento, pero sin éx ito: un recio pre
sidiario, sentado aobre ella, le sujetaba
las manos.
15
Librería PERLADO
Katherina Lvovna tembló de frío. Y
además del frío que la transía hasta los
huesos ba jo sus ropas empapadas, su cuer
po hervía. La cabeza le quemaba como si
fuese fu ego; sus pupilas estaban dilatadas
y animadas por un brillo errante y agudo,
pero como fija s en las olas.
E
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RIVADAVIA 1731
38 4321
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S
-CORRIENTES 1545
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35
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4314
— Por lo que respecta al vodka yo
también lo bebería; no puedo más — ex
clamó Sonetka.
— ¡ E h !, comercianta.
— insistió Serguey.
1Obsequíanos!
— ¡Qué hombre! — dijo Piona, movien
do la cabeza con reproche.
-— No te haces mucho honor con todo
esto — manifestó el pequeño detenido Gorduchka.
— Si no por ella, al menos contente
por un poco de respeto hacia los den^s.
— ¡Dime, botella al alcance de todos!
— gritó Serguey a Piona— . ¿De qué ten
go que contenerme? ¡Quién te dice que
yo la haya amado jamás! En todo caso
en la actualidad. . . mira, la sandalia des
trozada de Sonetka me es más querida
que esa jeta de gata arañada. ¿Qué me
dices a eso ? Que se enamore de Gorduelika, el de la boca torcida, o bien (se volvió
hacia un individuo que pasaba a caballo
con kepis militar y capote-impermeable
y agregó) o bien, que se restregué con
ése: al menos estará seca bajo el capote.
— Y todo el mundo la llamaría la mu
jer del oficial — añadió Sonetka.
— Y de esa manera podría comprarse
unas buenas medias -—concluyó Serguey.
Katherina Lvovna no se defendía: mi
raba más y más atentamente las olas del
río y movía los labios. A través de los
discursos innobles de Serguey seguía es
cuchando los gemidos y el murmullo del
oleaje. Y he aquí que de repente, tras la
cresta de una ola vió la cabeza azulada
de Boris Tim ofeyévitch; detrás de otra
apareció su marido, balanceándose. Tenía
en sus brazos a Pedia cuya cabeza pendía
sobre un costado. Katherina Lvovna quie
re acordarse do las palabras de la oración
y mueve sus labios, pero sus labios mur
muran: “ Como pasábamos los dos las
largas noches de otoño enviando a las
gentes al otro mundo en medio de un-a
muerte cruel,’ ’
Katherina Lvovna temblaba. Su mirada
se concentraba y se convertía en mirar
do demente. Sus brazos se tendieron dos
veces hacia el espacio y volvieron a aba
tirse a lo largo de su cuerpo. Un minuto
después, osciló, sin quitar la vista de
una ola sombría, se agachó, agarró a
Sonetka por las piernas y de un solo im
pulso so dejó caer con ella al río.
Todos se quedaron petrificados por la
sorpresa.
Katherina Lvovna apareció en la cum
bre do una ola. Otra hizo surgir a Sonetka.
— ¡Un bichero! — dijo alguien— ¡A lar
gadles un bichero!
Un bichero pesado, atado por su ex
tremo a una larga cuerda, hendió el aire.
Nuevamente dejó de verse a Sonetka. Dos
segundos después, arrastrada por la co
rriente, Sonetka levantó los brazos; pero
en el mismo instante otra ola hizo emer
ger hasta la cintura el cuerpo de Kathe
rina Lvovna. Esta, como un lucio rapaz,
se lanzó contra Sonetka y las dos des
aparecieron definitivamente.
P IN
LA
—
=
r—
SIN FO N IA
P A ST O R A L
T '! SINFONIA PASTOS A L es tal vez, dentro de la maravillosa producción de André Gide,
el mejor ejemplo de su excepcional facultad de decir, sugerir y hacer sentir más cosas
con las menos palabras posibles.
==
EN PRENSA, DEL MISMO AUTOR;
==
LA
PU E STA
ESTSECHA
LA ESCUELA DE LAS MUJESES
LOS MONEDEEOS FALSOS
por KLAUS MANN
Ene. en tela: $ 13.—
El libro de Klaus Mann es desde ahora indispensable para el conocimiento de André Gide. Esta historia íntima de
Gide hombre y escritor, en estrecha fusión, es una acabada prueba de que el ensayo crítico puede ser una obra
de arte cuando lo realiza un hombre de la fina sensibilidad de Klaus Mann
André Gide
Friedrich Nietzsche
TROZOS ESCOGIDOS
ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA
$ 7.—
$
La lúcida inteligencia de André Gide encuentra en este
volumen antológico, que incluye fragmentos de ensayos
y largos trozos de algunas de sus novelas más famosas,
la expresión más completa de su monumental obra.
Maisie Ward
GILBERT KEITH CHESTERTON
$ 15 —
Maisie TTard nos ofrece en una síntesis magistral, la
ciclópea personalidad de Chesterton y la historia viviente
de la cultura de nuestro siglo.
6 .—
Una nueva versión del más popular de los libros del
genial escritor germano, en el que comprobamos lo que
hay de perenne en la prédica de aquel filósofo.
LA VOLUNTAD DE PODER
$
7
—
Este libro contiene una exposición sistemática de la doc
trina filosófica nietzscheana, según se fu e manifestando
a través de sus libros, ensayos, etc., siendo ésta su
obra cumbre.
l’ ida estos libros a las buenas librerías o contrareembolso a la
Editorial
POSEIDOS
II 7 3
BUENOS AI RES
I1 E II U
�N
asirías, sumerjas, escitas, griegas arcaicas, etruscas, y
o es, ciertamente, Joaquín Torres García pintor
bucearon en la prehistoria de Francia y ilspaña en
que pinte “ como el pajarillo canta” , según el
el arte d( los africanos, los polinesios, los khmers y
concepto instintivista tan abundantemente ejemplifi
cado en el arte del siglo x ix y, en particular, de los
— aunque en reducida escala— los aborígenes ameri
canos, en busca de principios fundamentales y eternos
impresionistas. 8u pintura — huyendo de esa ameni
que pudieran aplicarse a una expresión de la*fase em
dad que muchos reclaman al cuadro como si éste de
brionaria de este “ mundo mecánico” en formación
biera proporcionar obligatoriamente algo así como el
rato de esparcimiento que se busca en un teatro de
Joaquín Torres García, de ascendencia catalana, mar
revistas— , es y ha sido siempre conceptual y se halla
cadamente “ mediterráneo” , instalado en Cataluña
dominada por una razón que se expresa en términos
donde hizo sus estudios y redondeó el primer período de
de rigor matemático ,y responde a una teoría estética
su carrera, percibía sin esfuerzo los antiguos secretos
personal, elaborada por el artista en largos años de
murmurados por los vientos que recorren las costas
estudio, meditación y experimento, y volcada en abun
del mar que fué cuna de civilizaciones. Pero es ameri
dantes publicaciones en libros * y en gran número
cano : con relación a los europeos gozaba del privilegio
de artículos, guiones y manifiestos de diversas épocas.
inapreciable de una gran independencia de todo pre
Difícilmente se encontraría en América a otro pintor
juicio académico y, por instinto, escuchaba las voces
(sobre todo capaz de practicar con maestría lo que
de las viejas culturas de América. En su personalidad
enuncia teóricamente) que haya dedicado tantos y tan
misma, como bien puede juzgarse ante cualquiera de
serios afanes a la teoría de su ai-te y difundido su
sus obras, pero más aún si se toma contacto directo
pensamiento, en similar profusión, mediante la im
con él, juega con vigor poco común el eterno conflicto
prenta. Más difícilmente aún se encontraría en Am é
de la razón y del instinto, que en última instancia
rica a un artista que, como este maestro uruguayo,
determina el contraste entre lo panteísta americano
haya hurgado tan a fondo en las tradiciones prey lo racionalista mediterráneo. Equilibrar lo sensual
colombianas del continente para extraer de ellas una
con lo intelectual fué, desde sus comienzos, el objetivo
doctrina estética: no arqueológica y difunta, sino ac
estético (y moral) de Torres García. “ Para el artista
tual o viviente, o por lo menos viable en nuestro mundo
— decía ya en 1917— la realidad es un caos; a él,
del siglo x x y ajustada a las características de la
más que a otro, toca ordenarlo. E l arte también es
sociedad moderna a la vez que a los principios en
lógica” : “ lo bello que un artista encuentra en la
que se fundó el arte admirable de los aborígenes.
naturaleza es pura coincidencia del espíritu con la
Lo que hasta hojr se ha entendido generalmente por
realidad” . Tal propósito determinó la línea general H
la “ vuelta a la tradición americana” ha sido una abe
de su arte, que siempre fué antirrealista — si se ex
rración productora de monstruosos híbridos artísticos,
ceptúan sus primeros y excelentes trabajos de estu
tan artificiales como inertes: con los pretextos de la
diante, del 1890— tanto cuando tomó el rumbo figu
escuela limeña, cuzqueña o lo que fuere (que en re
rativo como cuando practicó los diversos grados de la
sumidas cuentas no dieron mucho más que degenera
abstracción, pero siempre estuvo también sólidamente
ciones de lo español importado) se fomentó un retorno
apoyado en la realidad **.
al barroquismo hispano; con los pretextos de lo incaico,
A l principio, no estuvo tan marcado en Torres Gar
lo calchaquí y demás, se favoreció una exhumación
cía como en estos últimos tiempos el vínculo con lo
de motivos decorativos con que se pretendía poner
americano. Sus primeras obras importantes responden
como un reguero de salsita americana a muy ordi
a una orientación helénica que, según propia admisión
narios cocidos europeos. Sin embargo, la tradición
del artista, se debió a la influencia de Puvis de Chaartística de América, potente, gran
vannes. Pero su helenismo difería
J. T o r r es G a r c ía , Retrato de Don Miguel de Unamuno.
diosa, merece producir algo distinto,
del practicado por el decorador
Colección Garmendia, Buenos Aires.
más enjundioso y más auténtico.
francés, por tres aspectos principa
Puede ser; fecunda, debe serlo. E l
les: hay en el uruguayo una mayor
arte americano precolombiano ex
sencillez de ejecución, un mayor ri
presaba cierta organización social,
gor geométrico ( “ Pensar — dice—
cierto sistema político, cierta cien
es geometrizar” ) y, simultáneamen
cia, cierta fe, cierta concepción del
te, una vibración íntima, un calor,
mundo que eran sui generis y que,
una vitalidad nunca alcanzados por
téngase bien en cuenta, no pudieron
el pintor de Santa Genoveva.
convivir ni un siglo, ni un decenio,
A l cabo de unos años, Torres Gar
ni un lustro siquiera con la organi
cía empezó a desentenderse de evo
zación, el sistema, la ciencia, la fe
caciones de una Antigüedad más o
y la concepción que del Viejo M un
menos adaptada a la verdad con
do trajeron los conquistadores, y
temporánea de la vida campesina
que a su vez habían configurado
catalana, para interesarse por una
allí un arte europeo: el del Renaci
realidad más actual: la del esfuerzo
miento. Tratar de aprovechar los
técnico del hombre moderno. Vino
materiales derivados de las reliquias
entonces un período de transición
del arte americano para embutirlos
en que el artista intentó aplicar las
en una concepción europeizante y
formas de su helenismo a la repre
renacentista de la pintura (o la es
sentación de la actividad humana en
cultura o la arquitectura) era inten
la fábrica, la oficina, el riel, el puer
tar a cuatro o más siglos de distan
to. Sin embargo, la vida tumultuosa
cia una reconciliación que había si
del presente sólo puso su sello deci
do imposible desde la primera hora.
sivo en la obra del uruguayo desde
Cuánto puede dar de sí el arte pre
el momento en que de la relativa
colombiano no será nunca el ejemplo
mente bucólica España se trasladó
de una realización total (como, ver
a Nueva York. Esta ciudad “ tentabigracia, la obra de un Miguel A n
cular” , como decía Yerhaeren, lo
gel, cúspide de una pirámide de len
puso de golpe al diapasón del siglo
tos esfuerzos y perfeccionamientos)
x x . Su pintura se tornó agitada,
sino una ley básica: el principio in
inquieta, vehemente: describía la vo
volucrado en él. Pero ese principio
rágine de un mundo exterior que
no podía servir a quienes llegaban
producía alucinaciones vertiginosas
(Continúa en la pág. 7)
ya provistos de su propio principio,
ni a quienes siguieron aplicando éste
durante unas cuantas centurias.
* Tales como Notes sobre art (1918),
Diálegs (1915). El descubrimiento de sí mis
E l principio americano puede, en
mo (1917), Estructura (1935), La tradición
del hombre abstracto (1938), Metafísica de
cambio, ser poderoso guía par a. . .
H oracio T orres (del Taller Torres G arcía). Pintura mural del Pabellón Martirene. M ontevideo, 1944
la prehistoria sudamericana (1939) y Uni
•principiantes. No usamos la palabra
versalismo Constructivo (1942).
con su habitual sugestión despecti
** Aun en las producciones más puritana*
que le dictó su propia experiencia:
tal comodidad o tal deleite que con
readores, de los inventores admíra
de su período constructivista encontramos la
va : todo artista realmente moderno
“
volver
al
caballito
de
madera
de
quien abrió el camino a la posibili
referencia clara al hombre, al animal, al ve
les cuyas creaciones y cuyos inven
es hoy principiante de una nueva
getal, a la máquina, o bien una alusión muy
la infancia” , Simbólicamente, en el
dad de realización de lo cómodo o
directa a creaciones humanas representada*
ís
—
acaso
imperfectos—
luego
perera del arte, en el mismo sentido en
terreno artístico, ese caballito re
en fragmento o en totalidad: un mecanismo,
deleitable: cierto es que aplaude más
eccionan maestros que jamás inuna estructura arquitectónica, etc. El placer
que Giotto fué el magnífico prin
presenta las artes primitivas. Y ,
a Stevenson que a Papin, más a Ra
mayor
o menor del espectador (placer mental
entan y pocas veces crean, pero ad
cipiante de la pintura del Renaci
y físico) ante las más abstractas de sus obras
efectivamente, desde fines del siglo
fael que a Duccio di Buoninsegna.
depende
únicamente de la sensibilidad y la
orablemente saben pulir y adapmiento. Son precisamente tales prin
pasado y durante los brillantes pri
Lo cual no impide que los precurso
imaginación más o menos grandes de ese esir.
Cierto
es»
que
el
público
se
enectador: tal como ocurre con la música de
cipiantes quienes cobran en la his
meros decenios del actual, los artis
res siempre merezcan el sitial más
ach' que, según quien la escuche puede no
indila más con aquel que le brindó
toria la alta estatura de los grandes
despertar sensación alguna o exalta como
tas creadores estudiaron con apasio
alto. Característica del artista inven-
Un Pintor de América
JOAGUIIM TORRES GARCIA
m a c nilP llí).rl;i. Pll
J. T orres G arcía. Puerto de Barcelona. 1918.
otros inventores que, como él, bus
caron lo esencial en el-punto de par
tida. Joaquín Torres García, pintor
principiante del siglo x x , no escapa
a esa ley general: de ahí que haya
tenido éxito donde otros no lo al
canzaron, en la aplicación de princi
pios precolombianos.
Cuando Cézanne, renovador de la
pintura occidental, confiesa “ Soy el
primitivo de la senda que he descu
bierto” no pronuncia la mera excusa
de un tímido y un modesto, sino que
habla con genial intuición de lo
que vendrá. Cuando Gauguin dice:
“ Vuestra civilización es vuestra en
fermedad; mi barbarie es mi resta
blecimiento” , formula una adver
tencia que ningún artista contempo
ráneo debiera ignorar- Y el pintor
de Bretaña y Tahití ofrece al mis
mo tiempo el medio eficaz para re
juvenecer el arte y abrirle nuevas
perspectivas, cuando recomienda lo
nado entusiasmo las obras egipcias,
la contemplación de un universo perfecto e*
movimiento.
■i
i
J. T orres G arcía . Infinito. 1943.
O
REGISTRO DE PROPIEDAD
INTELECTUAL N° 254-Í26
IMPRENTA
CHILE
Perú 565
Buenos Aires
Wf*
C3W
«
CS
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+»
O
O
FRANQUEO PAGA
Concesión N? 3799
DO
TARIFA REDUCID
Concesión N? 3205
A
�
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1946 - 1948
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Ejemplares 1 a 21 de los años 1 a 3 de la revista Cabalgata, publicados entre 1946 y 1948.
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Cabalgata
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Año 2, no. 14
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Buenos Aires, diciembre 1947
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Español
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Gómez de la Serna, Ramón
Torre, Guillermo de
Fernández, Macedonio
Saavedra, Juan
Devoto, Daniel
Benét, Stephen Vincent
Westerdahl, Eduardo
Brughetti, Romualdo
Batlle Planas, Juan
Leskov, Nicolás
Maglione de Jorge, Sara
Payró, Julio E.
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REDACCION
V
Año II
Noviembre
A D M I N I S T R A C I 0 N:
Perú 973 - Buenos Aires - Telé!. 34-2384
19 47
2a Epoca
RIMBAUD:
EL ANGEL
v el
Precio del número: S 0.60 moneda argentina
S u s c r i p c i ó n a n u a 1: $ 6.50 m o n. /a r g.
CLA UDEL,
CONTRA A N D R E GIDE
DEMONIO
Por PABLO ROJAS PAZ
la expresión directa de la experiencia íntima — dice
el autor de Das Erlebnis und die Dichlung— que los
virtuosos de la misma, los grandes poetas y religiosos, han
encontrado, podemos agotar el contenido total de la vivencia.
¡Cuán pobre sería nuestro conocimiento psicológico de1 los
sentimientos sin los graneles poetas que han expresado toda
la diversidad de afectos y con frecuencia.han hecho resaltar
de manera sorprendente las relaciones estructurales en el
universo de los sentim ientos!” ¿Hacia qué plano del enten
dimiento debemos dirigir nuestras observaciones en el' caso
de Rimbaud ? Llamamos comprender al proceso mediante el
cual conocemos lo psíquico a través de signos sensibles dados :
que constituyen su exteriorizacióji. E n la vida anímica, la
vivencia y la comprensión se engranan mutuamente; pues
sólo la comprensión abarca el horizonte entero de lo psíquico
y sólo la vivencia ilumina profundidades que únicamente
de este modo son accesibles luego a la comprensión. Esta
historia de un alma que trata de entenderse y de expresarse
después de haber vuelto de las profundidades de las viven
cias, de las intuiciones, se llama poesía. Porque si la natura
leza tiene ciencia, el hombre tiene historia. Y el arte es una
forma de esa historia. ¡Q ué lejos estamos de K ant quien en
su Crítica del Juicio nos dice que arte bello es arte en cuanto
al mismo tiempo parece ser naturaleza. Existen, pues, tres
estados (vivencia, expresión, comprensión) que forman el
mundo ontológico. H a y gente que “ vive” una cosa; y esto
hasta para existir. .Y o puedo vivir una "nube, un día, una
¿tatúa, una bandera, "un atardecer, u., azpor: puedo vivir
una rosa,un perfum e,-un odio, un rencor; puedo disolverme *
en la esencia misma de una cosa y regresar de *ella. Esto
basta para vivir; para existir. Pero no basta para expresarse,
para ser artista. E l arte comienza en el beso, en el' incendio
de una ciudad, en el ángelus matinal y divino que disuelven
ingenuas campanas provincianas, o en ese conversar del agua
con el viento o en el alarido de fuego que hay en un relám
pago. Porque esta poesía de Rilke, como la de Rimbaud, se
entronca en el existencialismo como la de Mallarmé se en
tronca en el intuicionismo de Bergson. ¡ Dichosa de aquella
poesía que encuentra su filó sofo ! Para escribir un solo verso
— dice— es necesario haber visto las señas que hacen las florecillas por la mañana y la sonrisa de despedida que hay en
un moribundo. Es decir, echarse sobre el mundo, medirlo con
nuestros pasos. Pero falta aún la aptitud en los demás de
comprender a los que viven y se expresan. Es difícil com
prender a Rim baud; no lo entiende nadie; ni Thibaudet,
quien ante la imposibilidad de escribir L ’A prés midi d ’un
faune por segunda vez, se dedicó a clasificar, como los sabios
fracasados que se convierten en coleccionistas. Les es muy
fácil a los intelectuales, es de
cir, a los que 'creen en el impe
rio de la razón por encima de
todas las cosas del espíritu, decir
que Verlaine fué el fauno, M a
llarmé el místico, Rimbaud el
uiño, Corbiére el primitivo,
Lautréamont el loco. Son como
los médicos que creen que cu
ran cuando han encontrado un
nombre a una enfermedad. Pe
ro, la naturaleza engendra cien
cia y la humanidad historia; y
nadie tiene historia vivida y ex
presada para ser comprendida
como los poetas.
E
Por DOMINIOUE ARBAN
n
“ Mi jornada ya está hecha;
me voy de Europa. E l aire ma
rino me quemará los pulm ones;
los climas perdidos me curti
rán. . . volveré con los músculos
de hierro, la piel mate, la mi
rada furiosa; por mi cara me
juzgarán de una raza fuerte.
Tendré oro. Me hallaré mez
clado a los negocios políticos;
r-e. habré salvado” . Pero al fin
de la proeza observa: ‘ ‘ Yo es
peraba baños de so l; paseos iufi•núos, reposos, viajes, aventu
ras. ¡Nada! ¡ Nada! E s la mucrte ’• El poeta es un ladrón de
fuego; él quemó toda su vida
en ese fuego que se robó a sí
mmmo. A los veinte años el
gran poeta comenzó a sobrevi
(Confínlía en la pág. 6)
habitación verde pastel. Vanos de cielo y de tul. Bellas
lámparas translúcidas. Privilegio de paz.
Paul Claudel acerca dos sillas, se sienta y escucha. Decan
tado por los años, ya no tiene el aspecto de un “ martillopilón” , ni de un “ ciclón congelado” . Menos sangre, menos
pasión; escun viejo canoso, repleto y vivo.
Algunas réplicas corteses y ya estamos dentro de nuestro
propósito.
U
— ¡-Rimbaud! Deseo mejor no hablar de ello. ¡S e le ha
maltratado tanto! Estoy descorazonado de cómo se le ha
utilizado. Es triste ver pisotear una obra tal. Es como un
bello lugar turístico descubierto: se encuentran en seguida
detritus, latas 'de sardinas. Y deja de ser freeuentable.
— i Sardinas ? Comprendo: los surrealistas.
— Se ’ han publicado las obras completas de Rimbaud.
Pero las cuatro quintas partes de esta obra no debieran
haberse publicado.. Lo que se ha descubierto no añade nada
ni a su gloria, ni a su conocimiento. Merecía haber quedado
donde estaba, en la nada.
— ¿E n un caso tan oscuro que excita a psicólogos, fisió
logos, patólogos, no es todo indispensable a . . . ?
— No encuentro oscuro el caso de Rimbaud. Para un
católico este caso no tiene nada de extraordinario. Rimbaud
sólo tiene de extraordinario su juventud, su frescura y su
belleza.
( Continúa en la páfi.
Y
DEL
(Pintura de
D a u n iie r )
DISTRITO
DE
M ZENSK
Novela de NICOLAS LESKOV
a veces que entre nosotros se tropieza uno con tales
caracteres que, sea cual fuere el número de años trans
curridos desde que los conocisteis, no se los puede evocar sin
un estremecimiento del alma. A este tipo pertenece la esposa
del comerciante, Katherina Lvovna Izmailova, que fué otrora
actriz de un drama terrible, después del cual nuestra socie
dad la llamó, haciéndose eco de una frase feliz, la Lady
Macbeth del distrito de Mzensk.
O
“ E l m a n to ele p i e d r a (1947). ó le o d e R a q u e l
F o r n e r , del conjunto presentado al P r e m io Pa-
lanza, otorgado a la notable pintora argentina.
Por la manchega llanura
.
na
se vuelve a ver
de Don Quijote pasar...
curre
Katherina Lvovna no era de belleza extraordinaria, pero
resultaba una mujer de aspecto muy agradable. Tenía vein
ticuatro años. No era muy alta, pero sí esbelta; su garganta
parecía tallada en mármol, los
hombros eran redondeados, el
pecho firme, la nariz derecha y
fina, los ojos negros y vivos, la
frente blanca y despejada y los
cabellos negros, de un negro
azulado. La habían casado con
un c o m e r c ia n te d e l pueblo,
Ismailov, originario de Tuskari,
en la provincia de Kursk, no
por amor u otro motivo cual
quiera, sino porque Ismailov
había hecho pedir su mano y
ella era una muchacha pobre
que no estaba en condiciones de
desdeñar pretendientes.
La casa de los Ismailov no
era de las últimas del pueblo:
los Ismailov comerciaban con
cereales y emendaban en el distrito u n gran molino, poseían
una huerta floreciente en las
afueras de la población y, en el
pueblo, una hermosa casa. En
una palabra: eran negociantes
acomodados. Además, la familia
no era numerosa: el suegro, Boris Timofeyevitch Ismailov, que
frisaba ya los ochenta, viudo
desde hacía tiem po; su hijo Zinoviy B o r is s itc h , mazado de
Katherina Lvovna, ya de unos
cincuenta años, y la propia K a
la figura
therina. Eso era todo. Ezz los
cinco años de matrimonio ezztre
Katherina
Lvovna y Zizzoviy
L e ó n F e l ip e
( Continúa en la pág. 12)
�cabalgata
2
Car ta de
Francia
por
Juan
Saayedra
• La temporada literaria pasada terminó
eon varias exposiciones relacionadas con
el libro: exposición del libro en lengua
inglesa, del libro suizo, del libro de arte,
etc.. Esta comienza tambión con una
exhibición similar, la que acaba de inau
gurarse en la Galería Mazarine de la
Biblioteca Nacional y que se titula ‘ ‘ Cien
años de edición francesa” .
En realidad, es una exposición de la
evolución del arte del libro francós. Se
exponen obras de lujo, libros raros, ma
nuscritos preciosos, anuncios, retratos,
autógrafos. Los organizadores han reco
gido documentos oue reflejan exacta
mente el carácter de cada autor, anun
cios que evocan toda una época, tipogra
fías cuya técnica armoniza admirable
mente con el sentido de la obra. Figuran
también cuartillas de la propia mano do
los autores más célebres, a través de las
cuales hasta podemos averiguar su tem
peramento y sus manías.
Sin embargo, esta Exposición ha dado
lugar también a algunas críticas sobre
la concepción de lo oue debiera ser una
exposición de la edición francesa. ‘ ‘ Carrefou r” resume acertadamente el punto
de vista Justo:
‘ ‘ El libro es la culminación del tra
ba jo del editor. ¿Pero cómo lo ha llevado
éste a cabo? -Todo libro tiene su historia
de edición. Y o no he visto j*ue el lado
humaren del papel del editor haya sido
intensamente presentado en la Galería
Mazarine. Se hubiera debido, con la pre
sentación de fotografías, demostrar que
los más importantes de nuestros editores
de hoy día comenzaron en un cuarto
bajo, en el fondo de un patio de un
barrio obrero. Se hubiera debido dar a
conocer, con cartas en la mano como
pruebas, los fenomenales errores en que
incurrieron algunos editores de los más
importantes. ¡Oh, si se hubiera expuesto
la carta de negativa de tres editores a
Margarett Mitchel que proponía la pu
blicación de ‘ ‘ Lo que el viento se lle
v ó ” ! No se han expuesto las de un
Grasset o un Artheme Fayard, que han
renovado la profesión introduciendo fó r
mulas audaces para su época. Y estoy
*o de que debe haber una do Gastón
’ ■—‘lirondo o™ —té Al ha mnn-
K afka, falta en ella, indiscutiblemente,
lo que es lo mejor de la novela: la fiebre,
la angustia, el temblor del misterio. Para
explicar esto algunos críticos han aduci-,
do que Gide es un gran artista literario,
pero no lo que generalmente se entiende
por un novelista y menos un dramaturgo.
La obra, pues, según estos críticos ado
lece de la falta de cualidades escénicas.
v Sin embargo, y para contradecir este
juicio, nosotros podemos decir que la ver
sión es ‘ ‘ muy teatral” , que el interés
no decae y que. el espectador se siente
en todo momento arrastrado por la suce
sión de lo que ocurre en el escenario.
Pero el éxito de ■‘ El Proceso ’ ’ es sobre
todo un triunfo personal de Barrault, co
mo actor, autor y director de escena.
• Con gran pompa y reclame se ha
inaugurado en París la ‘ ‘ Casa del Pen
samiento francés” hogar de la Unión Na
cional de Intelectuales, del Comité de Es
critores y de otros organismos artísticos
más o menos influenciados por una co
rriente política. A l acto inaugural asis
tieron el presidente de la República, el
ministro do Juventud, Artes y Letras y el
ministro de Hacienda.
Se trata de un bello hotel, situado en
trices franceses se encargaron de la venta
de las obras y las bailarinas de la Opera
Cómica sirvieron el restaurante.
• Dos grandes exposiciones retrospecti
vas se han inaugurado esta semana ep
P arís: la retrospectiva Pierre Bonnara,
organizada por la dirección de los Museos
Nacionales en la Orangerie de las Tullerías: la retrospectiva K. X. Roussel, orga
nizada en la Galerie Cliarpentier ba jo el
patronato del ministro de la Juventud,
Letras y Artes, y bajo la égida de un
comité de honor que le da el carácter
de una manifestación oficial.
Esta coincidencia de las dos exposi
ciones no parece fortuita. Bonnard y.
Roussel fueron dos excelentes amigos.
Durante mucho tiempo no se citaba al
uno sin nombrar al otro.
• Para tratar de neutralizar en parte
la emoción y sorpresa producida en los
medios artísticos y literarios por los
recientes y reiterados ataques de la pren
sa rusa contra Picasso, Matisse y su arte,
Louis Aragón se ha creído obligado a
insertar un reciente artículo publicado
por Ilya Ehreirbourg en ‘ ‘ Litteratour-
siglo X I X ha sido el fin del apoca
lipsis revolucionario, la aparición de
una nueva ideología, que es la ideología
liberal; los derechos políticos para todos,
la existencia de una élite basada en el
trabajo, el progreso y el ahorro. En ese
momento, en lugar de estar de acuerdo
eon una clase que sube y que liquida la
ideología de los viejos opresores, el escri
tor está en desacuerdo con la clase que
lo produce; está en oposición con esa ideo
logía; al mismo tiempo se halla sin rela
ción alguna con el proletariado, que lo
ignora y, no pudiendo suministrar ideas
a una clase que es la suya y que tiene
una ideología estable y constituida, se
ve rechazado a la contemplación de los
valores puros, es decir, precisamente a un
llamamiento estéril a la libertad.
Acudir a la libertad sin que ello sea
por cambiar, simplemente porque la li
bertad goce un momento de sí misma en
presencia de una bella obra, eso se llama
hacer el arte por el arte. Esa manera de
recurrir a la libertad creadora contra lo
útil, contra el progreso de lás máquinas,
contra la clase, es una forma de estar, a
la vez, contra la burguesía y ligado a
ella.
Así el arte por el arte resulta de la
verificación del escritor de que no estando
de acuerdo ni con su clase ni con ninguna
otra, no puede ayudar a nadie.
H oy la situación es por completo d ife
rente porque hay, ante todo, el hundi
miento de la irresponsabilidad del arte
por el arte. La ocupación, por ejemplo,
lia demostrado a muchas gentes que hoy
día la literatura está ligada a la demo
cracia. Si el escritor no puede escribir
libremente dirigiéndose a hombres libres,
no puede escribir, simplemente. L a acti
tud de escritor exige una determinada
sociedad humana. El escritor no puede
existir en determinadas sociedades; en
una sociedad de opresión, de dictadura,
la literatura no existe. No es una casua
lidad que la literatura alemana nazi o
Ja literatura fascista italiana fueran tan
jjl
‘ ‘ La redacción encuentra injusto que
el camarada Ehrenbourg haya silenciado
1?. cuestión del formalismo decadente que
se afirma en las obras de Picasso y
Matisse” .
• Con motivo del centenario de Cer
vantes no ha habido periódico francés
que haya dejado de consagrar un ar
tículo al autor de ‘ ‘ El Q uijote” y su
obra. Esto ha servido para poner de re
lieve que el número de hispanistas fran
ceses compenetrados con la literatura
clásica española es cada día mayor.
‘ ‘ Les Nouvelles Littéraires” , nos han
recordado en esta ocasión dos hechos re
lacionados eon Cervantes. Primero, qne
el último descendiente conocido de Cer
vantes, por lo menos en línea directa, era
don Pedro de Cervantes y de los Ríos,
oue vivía en Cannes hace una quincena
de años y escribía al mismo tiempo ver
sos franceses y sabios tratados de tau
romaquia. Segundo, que en 1929 un eru
dito fascista quiso apropiarse para Italia
al autor del ‘ ‘ Q uijote” . Según él, Cer
vantes se llamó, en realidad, Cervantini
y había nacido en Romagna, como Mussolini. Como premio por su ‘ ‘ descubri
miento ’ ’ recibió veinte mil liras del
propio Duce.
• Noticias de Estocolmo dejan vis
lumbrar la posibilidad de que el Premio
Nobel de Literatura de este año le sea
concedido a André Gide.
• En su obra ‘ ‘ Defensa del Trópico
dé Cáncer ’ ’, que acaba de aparecer, Micliel Fraenkel nos da a conocer aspectos
de la biografía de Henry Miller, que has
ta ahora ignorábamos. Generalmente, po
cos saben que fué en Montparnasse, en
1931, donde Miller escribió su ‘ ‘ Trópico
de Cáncer” . Tenía entonces cuarenta
años, dormía en los asilos de noche, en
las puertas-cocheras o bajo los puentes
del Sena. Después de haber tenido una
existencia desordenada en los Estados
Unidos haciendo de criado de granja, do
atleta, de periodista, de enterrador, de
vagabundo, vino a París a probar su
suerte. Fué aquí donde escribió su obra
actualmente famosa.
rodea_
itelamau!,
íoquecide ppr el é,
jado rápi.o de*‘ ‘ Sin novedad i
nte” , que
estuvo a punió de hacer quebrar la casa
Stock.”
• La empresa llevada a cabo por JeanLouis Barrault en el Teatro Marigny,
eon la representación de la versión de
‘ ‘ El Proceso” de Kafka, revela en este
gran aetor francés condiciones artísticas
completas y un gran talento. El propósito
no era fácil de conseguir, y a pesar de
las críticas que los espíritus más exigen
tes puedan formular, la obra que Ba
rrault ha teatralizado con el concurso de
André Gide, expresa la propia esencia
de la obra original eon una rigurosa f i
delidad.
Evidentemente, por mucho escrúpulo
que en la versión teatral han puesto Gide
y Barrault en respetar las intenciones de
gran libertad de expresión en el domi
nio literario y artístico. Pero ‘ ‘ L ’Intran1sigeant’.’ le ha demostrado, aportando el
número de la revista, que%l ex-surrealista había omitido que al final del ar
tículo había la siguiente ‘ ‘ nota de re
dacción ’ ’ :
‘ ‘ El g a llo” , uno de los notables •uadros que el
ha expuesto últimamente en las
uno de los sitios más elegantes de París,
26 avenue Gabriel, que ha sido adquirido
para dicho fin y por una impértante su
ma, por Louis Aragón. Se había hecho
coincidir la inauguración con la venta
anual de libros dedicados por los propios
autores, fiesta que desde 1945 organiza
todos los años el Comité Nacional de Es
critores. Los más conocidos actores y ac-
t español José Palmeiro
. ias Müller.
naia Gnzeta” , de Moscú. En él, el es
critor soviético manifiesta que Matisse
y Picasso no son artistas podridos; f i
guran entre los amigos de la U.R.S.S.:
‘ * é o que muere, no es la cultura bur
guesa, es la clase que deja de producir
valores literarios” .
Con la inserción de este artículo, Ara
gón deducía que en la U.R.S.S. hay una
EL E S C R I T O R
Y EL P U B L I C O
Por JEAN PAUL SARTRE
El escritor existencialista Jcan Paul Sartre en medio de dos festivos interlocutores.
pésimas, o mejor dicho, no fueran. Y to
davía hay otros ejemplos.
El escritor de hoy ha salido de la clase
burguesa o, en todo caso, es leído por la
clase burguesa. Si las palabras ‘ ‘ clase
burguesa” importunan porque tienen un
acento político, digamos, si gustáis: por
las capas sociales dirigentes, por los hom
bres que ejercen profesiones liberales, por
lo que se llama élite ilustrada. Habla de
médicos, de abogados, de maestros, de ar
quitectos, de funcionarios. .. Pero estas
capas sociales asisten hoy justamente a la
liquidación de su ideología. Y nos las te
nemos que haber con una situación para
dójica.
En el siglo X V I I I el escritor hablaba
para la clase que subía, que, por sí misma,
criticaba los abusos y los prejuicios. En
el siglo X I X el escritor so encuentra ex
cluido a la vez de un proletariado que
ignoraba y de una clase burguesa que
tenía una ideología muy firme y que no
le pedía nada sino belleza.
Hoy, los que van al escritor, los que
escriben todos los días a todos los escri
tores del mundo para pedirles consejo,
ayuda, una ideología, siguen siendo bur
gueses do buena voluntad, intelectuales,
gentes de profesiones liberales que asisten
a la liquidación de la ideología burguesa,
que saben que el liberalismo ha caducado,
que ven la doctrina del laissez-faire, laissez passer reemplazada totalmente por el
planificacionismo, y el individualismo por
la intervención de estado, que ya no tienen
la misma tranquilidad en lo que concierne
a sus propiedades y que, por supuesto, la
mayor parte de ellos han perdido también
1:, mayor parte de sus bienes.
\
• Después de haber visto estos días
‘ ‘ Paisa” , y de recordar que el director
de esta película es el mismo de ‘ ‘ Roma,
ciudad abierta” no se puede por menos
de llegar a la conclusión que el director
de ambas, Roselliiri, aporta una nueva
concepción al cine y que se coloca en el
primer plano de los cineastas de todos los
países. A pesar de que no se desarrolla
un argumento único, sino que la película
está integrada por seis episodios dife
rentes, en los que las preferencias son
admisibles, pero sobre los cuales yo no
podría establecer cuál es el mejor, la obra
tiene fuerza de interés, urr verismo y una
humanidad de que generalmente están
exentas las demás producciones. El pú
blico, que últimamente da muestras de
demasiado cansancio por tantas películas
sobre la guerra y la lucha contra el in
vasor, descubre en ésta aspectos nuevos
de un sentido más trágico, pero también
más amoroso de la vida.
• ‘ ‘ Quai des Orfevres” , el film de
Georges Clouzot, está eir pleno éxito. Es
una buena obra. Digamos para los leeEstas gentes, que son de buena volun
tad, aeuden a los escritores, pero siguen
siendo burgueses. Forman el público y co
locan al escritor, quiéralo o no, en la
obligación de rehacer una ideología para
tina clase todavía dirigente, pero que está
en trance de liquidar la suya.
Por otra parte, no alcanza — hoy me
nos que nunca— la parte más importante
do las comunidades nacionales, campesinos
y obreros. No la alcanza por las mismas
razones que no lograba alcanzar la bur
guesía en el siglo X I X ; no los alcanza
porque ’ os más activos, los más ilustra
dos de vntre ellos tienen una ideología
de combate: determinismo, materialismo.
El escritor, en la medida en que, por
su función, postula y exige la libertad,
no puede proporcionar ideología a la clase
dirigente o a cualquier otra clase, salvo
la ideología que exige la libertad de las
gentes que todavía están oprimidas. Y,
por otro lado, no puede dirigirse a aqué
llos cuya libertad anhela, a menos que
no entre en un partido y actúe a título
do miembro de ese partido, transformán
dose en propagandista y aceptando que
su arte se convierta en propaganda; sea
reclamando la muerte de la literatura y
dejando de ser escritor.
De cualquier forma, no es posible que
el escritor acepte hablar sólo a la burgue
sía. Tiene que hablar a los demás; es
preciso que hable ‘ ‘ por ellos” y que se
dirija ‘ ‘ a ellos” . Pero no puede hacerlo.
Es responsable en tanto que escritor pues
tiene que reclamar la liberación de ellos;
se siente culpable en tanto que miembro
salido o ligado a las clases dirigentes y,
no obtsante, no tiene otro auditorio que
los hombres de buena voluntad en la clase
que va a desaparecer, que todavía dirige y
que tiene conciencia de ser clase opresora.
Pero a los que desearía hablar ante todo,
no lo escuchan.
{Fragm ento de una conferencia dada
por J. P, Sartre en la Sorbona de
París.)
tores argentinos, que el quai des orfevres
es el sitio donde están instalados en
París los locales de la policía judicial.
Con esto se comprenderá que se trata de
una obra policíaca, pero de las buenas
y con notas del ambiente popular en quo
son maestros los directores franceses. Es
también un' éxito do interpretación, por
que en esta película se superan, si esto
es posible, en relación con sus anteriores
Louis Jouvet y Suzy Delair.
• Y hablando de cinema diremos que
Racha Guitry ha comenzado a filmar, el
16 de octubre, una producción consagra
da a su padre, ‘ ‘ Lucien Guitry” .
Siguiendo el ejemplo de Barrault que
ha llevado al teatro ‘ ‘ El Proceso” je
Kafka, el gran director Marcel Carné se
propone adaptar a la pantalla ‘ ‘ El
Castillo” , también de Kafka. Pero toda
vía no es segura que pueda llevarlo a
cabo. No habiendo podido establecer con
tacto 'con Max Brod, actualmente blo
queado en Palestina, y que dispone de
los derechos de autor de Kafka, Carné
va a partir para Italia para examinar
eon los productores italianos si debe re
nunciar a este proyecto.
• Marc Chagall acaba de regresar a
Francia, e inmediatamente ha inaugura
do en el Museo de Arte Moderno una
Exposición de sus obras. El cuadro de
más interés que expone es ‘ ‘ Le coq rouge
dans la nuit ’ ’, pintado en 1944.
• En el Parque de Exposiciones de la
Puerta de Versalles se celebra actual
mente la 14» Exposición de los Superindependientes. Las características princi
pales de este Salón son: ausencia de
Jurado, adhesión1 a esta única manifes"fación colectiva (exceptuados los gru
pos) y liberalismo total, es decir acceso
libre a toda tendencia. Puede decirse que
dicha Exposición constituye un éxito,
por el número de cuadros expuestos y po.
la exteriorización de tendencias tan di
versas, que dan una verdadera impresión
de conjunto de la riqueza de las actuales
escuelas pictóricas francesas.
Dominan, naturalmente, los cuadros
surrealistas, algunos de cuyos autores han
llevado a la máxima extravagancia los
títulos de los mismos. He aquí varios
ejemplos ‘ ‘ Objeo homo-heterosexual po
sado en el césped ” , " Huevo pasado por
agua asistiendo a una tragedia de Ha
cine” , El matrimonio definitivo del alto
con el b a jo ” , ‘ ‘ En la ca m a ... por la
noche” , ‘ ‘ La germinación de la nada” ,
‘ ‘ El senador púber” , y así otres muchos.
• El ‘ ‘ affaire Serge L ifa r ” sigue sin
resolverse, y la Opera sigue privada de
ballets. Considerado como colaborador de
los alemanes durante la guerra y residen
ciado por haber trabajado en festivales
organizados por éstos, los obreros de te
lares de la Opera se declararon en huega
para impedir que Lifar volviera a apa
recer en escena. A su vez, los componentes
del cuerpo de baile se han negado a tra
bajar si no son' dirigidos por él, por es
timar que es el único capaz de dirigir
artísticamente el cuerpo de baile. Como
no se ha encontrado todavía una solución
al conflicto, en" la Opera no se presentan
más que espectáculos que no tienen co
reografía.
NOTICIA
C a b a l g a t a reaparece, o, si se
quiere, renace. Lo cierto es que
vuelve a la vida. El tiempo co
rrido desde su primera — y hasta
ahora única— desaparición, ha
ilustrado a los editores de estas
páginas. Sin esa suspensión, que
siempre se creyó y se quiso fuese
tem poral, no habríase podido
mensurar el grado de interés que
una tan breve existencia supo
inspirar en un sector considera
ble de lectores de nuestro país
y de los pueblos de nuestra ha
bla. C a b a l g a t a regresa, a peti
ción — valga el símil tan caro a
las carteleras de teatro— , o peti
ción de muchos, muchísimos lec
tores, y de no pocos escritores y
artistas.
Estas palabras, que de ninguna
manera quieren ser una declara
ción ni un compromiso, se las
debía C a b a l g a t a a sus fieles ami
gos. A éstos, les ofrecemos, a ma
nera de homenaje, nuestro nuevo
esfuerzo. C a b a l g a t a aspira a la
popularidad; quiere, en alas de
sus páginas, difundir, de uno a
otro extrem o del continente, las
letras que imprimen prensas ar
gentinas y la plástica que confi
guran pinceles nacionales. C abal
g a t a reflejará la actualidad artístico-literaria mundial, en rápi
das ojeadas, o en ensayos avalados
por conocidas firmas.
C a b a l g a t a sale de nuevo al en
cuentro del lector, del estudioso,
del artista. Formula, a la luz de
su segunda primavera, vehementes
votos para que el encuentro, en
palabras de compenetración, sea
recíproco.
�cabalgata
Palabras de Monelle
Por
NEIJ-e me encontró en la llanura, por
donde yo andaba errante, y me tomó
de la mano:
—No te sorprendas — d ijo— , soy yo y
no soy yo. Me volverás a encontrar y me
perderás.
Una vez más volveré entre vosotros;
pues pocos hombres me han visto y nin
guno me ha comprendido.
Y me olvidarás y me reconocerás y me
volverás a olvidar.
Y añadió Monelle: Y o te hablaré de
las pequeñas rameras, y tú sabrás el co
mienzo.
Cuando Bonaparte el asesino tenía dieci
ocho años, halló ba jo las puertas de hie
rro del Palacio Real a una pequeña pros
tituta. Tema la tez pálida y tiritaba de
frío. Pero “ era necesario vivir’ ’, le dijo
ella. N i tú ni yo sabemos el nombre de
esa pequeña a quien Bonaparte llevó, una
noche do noviembre, a su cuarto del hotel
de Cherburgo. Era de Nantes, en Bretaña.
Estaba débil y cansada, y su amante
acababa do abandonarla. Era sencilla y
buena: su voz sonaba muy dulcemente.
Bonaparte recordó todo esto. Y creo que,
más tarde, el recuerdo del sonido de su
voz lo emocionó hasta las lágrimas y la
buscó largo tiempo, durante las noches de
'•nvierno, sin volverla a encontrar nunca
nás.
M
Has de saber quo ellap lanzan un grito
de compasión por vosotros y os acarician
la mano con la suya descarnada. No os
comprenden sino cuando sois desgraciados;
lloran con vosotros y os consuelan. La
pequeña Nelly salió de su infame casa
para ir a ver al forzado Dostoievsky y,
agonizando de fiebre, lo miró largamente
con sus grandes y temblorosos ojos ne
gros. La pequeña Sonia (ella existió, como
todas las demás) abrazó al asesino Rodión
después de confesarle éste su crimen.
“ ¡Está usted p e r d id o !’ ’ , le dijo con
acento desesperado. Y levantándose súbi
tamente, se arrojó a su cuello y lo abra
zó... “ ¡N o, en este momento no hay
sobre la tierra un hombre más desdichado
que t ú !” , exclamó en un impulso de pie
dad; y de pronto estalló en sollozos.
Como Ana y como aquella muchacha sin
nombre que encontró el joven y triste
Bonaparte, la pequeña Nelly se sumergió
en la bruma. Dostoievsky no d ijo qué fué
de la pequeña Sonia, pálida y demacrada.
Ni tú ni yo sabemos si pudo ayudar a
Raskolnikof hasta el término de su ex
piación. No lo creo. Se apagó suavemente
en sus brazos, después de haber sufrido
y amado en exceso.
Callóse Monelle y me lairzó una mirada:
He salido de la noche — dijo— y vol
veré a la noche. Pues yo también soy una
pequeña ramera.
Y Monelle dijo después:
—Tengo piedad de ti, tengo piedad de
ti, mi amado.
Sin embargo, volveré al seno de la no
che; pues es necesario que me pierdas,
antes de volverme a encontrar. Y si me
meuentras, huiré de ti nuevamente.
Pues yo soy la que está sola.
Y dijo luego M onelle:
—Porque estoy sola tú me darás el nome de Monelle. Pero no olvidarás que
sigo todos los otros nombres.
Y yo soy ésta y aquélla y la que no
;eue nombre.
Y te conduciré entre mis hermanas, que
sen yo misma, y semejantes a rameras
sin inteligencia.
Y tú las verás atormentadas por el
egoísmo, la voluptuosidad, la crueldad, el
orgullo, la paciencia y la piedad, sin ha
berse encontrado todavía a sí mismas.
Y las verás irse a lo lejos, para bus
carse a sí mismas.
Y tú mismo me encontrarás y yo yne
encontraré a mí misma; y me perderás
7 yo te perderé.
Porque soy la que se pierde tan pronto
como se la encuentra.
Y añadió Monelle:
—Ese día, una mujercita tocará tu
mano y huirá.
Porque todas las cosas son fu gaces; pero
Monelle es la más fugaz.
Y, antes quo me encuentres nuevamente,
t® instruiré en esta llanura y tú escribirás
el libro de Monelle.
Y Monelle dijo luego: Te hablaré de
'a destrucción.
He aquí la palabra: Destruye, destruye.
Destruye en ti mismo, destruye a tu al
rededor. Haz lugar para tu alma y para
tes otras almas.
Destruyo todo bien y todo mal. Los
escombros son similares.
Destruyo las antiguas moradas de los
hombres y las antiguas moradas de las
simas; las cosas muertas son espejos que
deforman.
^ Destruye, pues toda creación proviene
e la destrucción.
Para lograr la bondad superior hay
1Ue aniquilar la bondad inferior. Y así
el nuevo bien parece saturado de mal.
Para imaginar un nuevo arte hay que
estrozar el arto viejo. Y así el nuevo
arte parece una especio de iconoclasia.
^ues toda construcción está hecha de
hnnas y nada hay nuevo en este mundo
srno las formas. Pero hay que destruir
formas.
Y agregó Monelle: Te hablaré de la
formación.
MARCEL
SCHWOB
E l mismo deseo de lo nuevo no es más
quo la apetencia del alma que desea fo r
marse.
Y las almas desechan las formas an
tiguas, así como las serpientes sus viejas
pieles.
Y los pacientes coleccionistas de viejas
pieles de serpiente entristecen a las ser
pientes jóvenes porque tienen sobre ellas
un poder mágico.
Pues aquél que posee las viejas pieles
de serpiente impide la transformación de
las serpientes jóvenes.
He aquí por qué las serpientes des
nudan su cuerpo en el verde sendero de
una espesura profunda; y una vez al año,
las jóvenes se reúnen en círculo para que
mar las viejas pieles.
Sé, pues, semejante a las estaciones
destructoras y formadoras.
Construye tu propia casa y quémala
con tus manos.
No arrojes escombros detrás de ti; que
cada uno se sirva de sus propias ruinas.
No construyas en la noche pasada. Deja
que tus obras huyan a la deriva.
Piensa en levantar construcciones nue
vas a los menores impulsos de tu alma.
Para todo deseo nuevo, crea dioses nue
vos.
Y siguió diciendo Monelle: Te hablaré
de los dioses.
Deja que mueran los antiguos dioses;
no te quedes sentado, junto a sus tumbas,
semejante a una plañidera;
Pues los antiguos dioses escapan de
sus sepulcros;
Y no protejas a los dioses jóvenes ro
deándolos de ligaduras;
Que todo dios vuele, tan pronto como
se lo haya creado;
Que toda creación perezca, tan pronto
como se la haya concebido;
Que el antiguo dios ofrezca su creación
al joven dios, a fin de que éste la reduzca
a p olv o;
Que todo dios sea dios del momento.
Y dijo luego Monelle: Te hablaré de
las cosas muertas.
Quema cuidadosamente a los muertos y
expando sus cenizas a los cuatro vientos
del cielo.
Quema cuidadosamente las acciones pa
sadas y aplasta las cenizas: pues el fénix
que renacería de ellas sería el mismo.
No juegues con los muertos ni acaricies
su rostro. No te rías ni llores sobre ellos;
olvídalos.
No confíes en las cosas pasadas No te
ocupes de construir bellos ataúdes para
los momentos pasados: piensa en matar
los momentos que vendrán.
Desconfía de todos los cadáveres.
No abraces a los muertos; porque ellos
ahogan a los vivos.
Ten hacia las cosas muertas el respeto
que se debe a las piedras destinadas a
construir.
No ensucies tus manos en los cauces
gastados. Purifica tus dedos en las aguas
nuevas. Aspira tu propio, soplo y no los
hálitos muertos.
No contemples las vidas pasadas más
que tu propia vida pasada. No coleccio
nes sobres vacíos.
No lleves en ti el cementerio. Los muer
tos producen pestilencia.
Y Monelle siguió diciendo: Te hablaré
de tus acciones.
Que toda copa do arcilla transmitida
se pulverice en tus manos. Quiebra toda
cepa en la que hayas bebido.
Sopla la lámpara de vida que te tiende
el trotamundos. — Pues toda lámpara an
tigua desprende humo.
No le logues nada a ti mismo: ni placer
ni dolor.
No seas esclavo de ropaje alguno: ni
del alma ni del cuerpo.
Nunca golpees con el mismo lado de la
mano.
No te contemples en la muerte; deja
que tu imagen sea llevada por las aguas
que corren.
Huye de las ruinas y no llores entre
ellas.
Cuando dejes tus ropas por la noche,
despójate de tu alma diurna; desnúdate
en todos los momentos.
Toda satisfacción te parecerá mortal.
Fustígate de antemano.
No digieras los días pasados. Nútrete
de las cosas futuras.
No confieses las cosas pasadas, pues
están muertas; confiesa ante ti mismo
las cosas futuras.
No bajes a recoger las flores que cre
cen a lo largo del camino.
“ Naturaleza muerta” , óleo de Lino E. Spilimbergo, notable pintor argentino, quien, invitado por el Rey Faruk, pasará
una larga temporada en Egipto.
Los "Porqué" de la Influencia
de la Literatura Anglosajona
. JJS beneficiosa o es nefasta la influencia de la literatura norteamericana
en el mundo latino!
Pregunta frecuentemente planteada que
en sí no ofrece interés alguno, pues fer
tilizante o nociva, esta influencia existe
y ahí reside la importancia de la cuestión.
Es una influencia real y profunda que
quizá no sea tan brusca ni tan reciente
como so cree. Y ba jo su aspecto actual
constituye uno do los caracteres impor
tantes de la vida intelectual del Occidente.
Como tal, merece un atento examen.
Entro las causas que han favorecido
esta influencia las hay exteriores, de so
bra conocidas. La opinión general es que
las grandes corrientes literarias determi
nan las revoluciones políticas y sociales
(aquí, inevitablemente se cita a Voltaire
y a Rousseau como motores de la Revolu
ción Francesa de 1779). En realidad su
cede al contrario. Las perturbaciones, el
malestar o la esperanza de los pueblos
se expresan mediante las grandes voces
que les dan form a y las expanden. Y así,
como a pesar de todos los esfuerzos, la
literatura y el cine ruso de hoy día no
han logrado prender en los pueblos occi
dentales (porque todo lo que ha lanzado
la URSS en los últimos años no aporta
nada nuevo, participa de una estética an
ticuada y débil y que por ir acompañado
de una propaganda pueril resultaba, desde
el punto do vista artístico, una cosa muer
ta ), el aporto norteamericano ha resulta
do distinto. Auxiliada por circunstancias
extra-literarias, su éxito proviene esencial
mente de que responde a necesidades lite
rarias profundas. La literatura norte
americana, o mejor dicho la-- literatura
anglosajona, no es más que el reflejo,
el más verdadero, el más completo, el más
diverso de la vida. O, más aún, es la
multiplicidad de esos reflejos a través de
un juego de espejos. La distancia entre
los espejos, la luz, cambian, siendo unos
más brillantes, más verdaderos que los
otros. Pero es la posición del espejo lo
quo constituye la aportación- del autor,
es decir, el arte. La cosa reflejada, la vi
da es la misma en todos ellos. No puede
ser diferente porque sencillamente es. Pa
ra algunos, entre ellos Albert Camus, es
una literatura elemental, una literatura
de repórter. Literatura de repórter si el
espejo está dispuesto de forma que re-y foje una cierta realidad: la realidad del
repórter; entonces tendremos a Bromfield.
Pero al lado de los Bromfield están Faulkner, Caldwell y Dos Passos; los espejos
ya no están inclinados siguiendo el mismo
ángulo, la luz cambia y, a veces, des
lumbra.
No se trata de plantear un problema
y tratar de resolverlo. ¿Qué problema pue
de plantearse aún al espíritu humano que
los acontecimientos no lo superen y aplas
ten? Se trata, simplemente, de aferrar
nos al único bien que nos ha sido acor
dado provisionalmente y que es tanto más
precioso porque está amenazado: La vida.
La vida, rica, amarga, cruel que no se
debe juzgar “ desde arriba” , sino mez
clándose en ella. Estamos, pues, lejos de
la literatura de gabinete, de la creación
desde la torre de marfil. Extrae los
elementos de las fuentes mismas de la
vida, en lo cotidiano como en lo raro y
lo extremo y constituye, con todos sus
defectos, algo realmente nuevo con res
pecto a lo que somos y a lo que hacemos.
No es que sea siempre superior, -ni mucho
menos. Es que es, en- todo caso, otra cosa.
Y es probable que se gane conociendo lo
que no se nos semeja.
Hay un género en el que la influencia
norteamericana es a la vez muy pronun
ciada y muy explicable: la novela. Quizá
porque es de todos los géneros el1que, por
sus contornos más indefiiridos, se aproxi
ma más a la vida misma, tal y como ad
quirimos conciencia de ella: algo enorme,
temible, desconocido que siempre y por
doquier desborda al individuo. Pero, sin
duda también, porque es precisamente en
este género donde los norteamericanos han
hecho descubrimientos sorprendentes y,
valga la redundancia, nuevos.
So cometo un error al hablar exclusiva
mente de Estados Unidos cuando se trata
este tema. Así como Dostoievski decía
que “ todos hemos nacido de G ogol” , casi
toda la literatura contemporánea norte
americana, al menos en sus elementos más
originales, ha nacido del “ Ulises” . En
la propia Inglaterra, Virginia W oolf y
algunos otros, han mostrado, por la concordan-cia de sus búsquedas con las de
los norteamericanos, que serta más justo
hablar de una literatura anglosajona que
de “ las letras norteamericanas” .
Pero estas cuestiones de fuente y cro
nología sólo tienen importancia limitada.
¿N o so pretende incluso que Joyce, ho
jeando en París un libro de un autor
francés olvidado vió la prefiguración- del
monólogo interior? ¿Quién se ocupa de
ello? La realidad es que ese francés
naufragó en el olvido, mientras que las
doscientas últimas páginas del Ulises
siguen siendo como un faro de la litera
tura moderna. ¡ Qué importa en donde
so haya inspirado! ¡ Qué más da si pro
cede del ejemplo de ese olvidado francés
o de los amargos monólogos de Segis
mundo, en La vida es sueño del españolísimo Calderón!
Lo que importa es no equivocarse en
lo esencial. Y esencial es afirmar que
no se trata de una sencilla cuestión de
modas, de un deslumbramiento pasajero
ni de un truco del oficio. A medida que
lo que se tiene que decir cambia, cambia
también la forma de decirlo. Proust lo
ha comprendido y se ha forjado una len
gua personal, porque no podía expresarse
con otra. El monólogo interior, por su
extraordinaria riqueza, el sondeo a que
puede llegar en los más profundos abis
mos del ser, la ductilidad y la verdad de
su juego, era necesario para quienes no
se conforman con describir a los humanos
en su mero comportamiento social ( ¡ J a
más escribiré: “ La marquesa salió a las
cinco! ’ ’ — decía Valéry) sino en su terri
ble desn-udez confusa y solitaria de la
semiconciencia. La escritura simultánea,
por su ubicuidad, su rapidez y su pre
cisión es un arma tan segura y eficaz
como peligrosa para aquellos que la ma
nejan sin precaución. La pintura del es
tado de ánimo por el paisaje y la atmós
fera, en substitución del fastidioso “ pensó
que” , “ consideró que” de la literatura
tradicional, medianto anotaciones exterio
res, pujantes y nuevas, ha permitido tor
nar perceptibles para el lector muchas
cosas que hasta ahora no lo eran porque
precisamente escapan al pensamiento y al
juicio. Esos ya son por sí mismos des
cubrimientos importantes; un enriqueci
miento profundo que ningún novelista de
nuestros días puede descon-ocer ni des
deñar.
Sin duda este enriquecimiento versa
sobre todo lo que escapa a la conciencia,
a la vida organizada del espíritu o del
corazón. Como tal se halla bastante ale
jado de esto que se ha dado en llamar
‘ ‘ genio latino ’ ’, con su claridad, su or
den y sü amor por construir. Pero la lite
ratura actual busca hoy su camino por
otros parajes. Y debe buscarlo porque esas
construcciones armoniosas, ese orden y esa
claridad ya no se encuentran ni en nososotros ni en nuestro derredor. El im
presionismo literario de Mrs. Dalloway, la
crueldad de Santuario y de Luz de agosto
Conténtate con toda apariencia. Pero
abandona la apariencia y no te des vuelta.
No te vuelvas jam ás: detrás de ti acu
den jadeantes las llamas de Sodoma, y
podrías convertirte en estatua de lágrimas
petrificadas.
No mires detrás de ti. No mires dema
siado delante de ti. Si miras en tu inte
rior, que todo sea blanco.
No te asombres de nada por la compa
ración del recuerdo; asómbrate de todo
por la novedad de la ignorancia.
Asómbrate de todas las cosas; pues
todas las cosas son diferentes en la vida
y semejantes en la muerte.
Construyo en las diferencias; destruye
en las similitudes.
No te dirijas a las permanencias; no
están n-i sobre la tierra ni en el cielo.
La razón era permanente; ahora tú la
destruirás y dejarás cambiar tu sensibi
lidad.
No temas contradecirte; no hay con
tradicción en el momento.
No ames tu dolor, puesto que no ha
de durar.
Reflexiona acerca de tus uñas que cre
cen y de las pequeñas escamas que se
desprenden de tu piel.
Sé olvidadizo de todas las cosas.
Con un punzón acerado ocúpate de ma
tar pacientemente tus recuerdos, así como
el antiguo emperador mataba las moscas.
No hagas durar la dicha del recuerdo
hasta el porvenir.
No recuerdes ni preveas.
No digas: Trabajo para adquirir; tra
ba jo para olvidar. Sé olvidadizo de la
adquisición y del trabajo.
Rebélate contra todo trab ajo; contra
toda actividad quo trascienda el momento,
rebélate.
Quo tu marcha no se dirija de un ex
tremo a otro, pues no hay tal cosa; pero
que cada uno de tus pasos sea' una pro
yección rectificada.
Borrarás con el pie izquierdo la huella
de tu pie derecho.
La mano derecha debe ignorar lo que
acaba de hacer la mano derecha.
No te conozcas a ti mismo.
No te preocupes de tu libertad: olví
date de ti mismo.
Y Monelle añadió: te hablaré de mis
palabras.
Las palabras son tales mientras se las
pronuncia.
Las palabras conservadas están muer
tas y engendran la pestilencia.
Escucha mis palabras habladas y no
actúes según mis palabras escritas.
Habiendo hablado así en la llanura, M o
nelle quedó callada y triste; pues debía
regresar al seno de la noche.
Y me d ijo desde lejos:
Olvídame y te seré devuelta.
Y al mirar a través de la llanura, *
levantarse a las hqrmanas de MonelJr
TILDES
EN ROJO
• La historia ha ca m b ia d o... Y
el crimen y el odio han crecido en el
mundo. León Felipe.
• No hay truco ni artificio, arte ni
reoeta mediante el cual uno pueda
poner en su labor escrita lo que no
lleva en sí. W alt Whitman.
• Soñar, es dormir con láminas in
tercaladas en el texto. Eugenio d ’Ors.
• La excesiva movilidad estorba a
la suprema dignidad. L o primero que
hay que hacer para presidir, es estar
sentado. Eugenio d ’ Ors.
• La gran masa de los hombres
lleva una vida de desesperación ca
llada. Henry David Thoreau.
• Alimentamos nuestro rico cuerpo
a expensas de nuestra pobre alma,
hasta que aquél haya devorado toda
la sustancia de ésta. Henri David
Thoreau.
• Todo esfuerzo destinado a ser
coronado por el éxito debe basarse en
la fuerza copulativa y engendradora
del amor. Henry David Thoreau.
• Sólo al beber agua sabemos algo
de la verdad de lo que miramos. R a
món Gómez de la Serna.
• No comprendo, no puedo com
prender por qué los fabricantes de
asientos de retrete no colocan bombas
secretas en el compartimiento del agua
para que estallen en el momento en
que ciertos políticos tiren de la ca
dena. Salvador Dalí.
• En cada alma que alienta sobre la
tierra se entraña un vacío de desespe
ranza, una sed de inmortalidad que
a todos nos aqueja. Arthur Koestler.
• La tristeza es una complicación
André Gide.
nos penetran profundamente tanto por
lo que expresan como por su manera de
expresarlo. La sensibilidad de los hombres
no es estática, sino dinámica, puede a fir
marse o retrogradarse y, sencillamente,
puede convertirse en algo nuevo, evolu
cionar. ¿Quién piensa hoy en escribir mú
sica como Beethoven o Bach? Cuando se
quiero conservar demasiado se pierde de
masiado. En la medida en que el empleo
de técnicas nuevas responde en un escritor,
sea cual fuere su formación, a una ne
cesidad interior profunda, es útil y re
comendable. Y los escritores anglosajones
contemporáneos, aunque sólo sea a este
título, habrán demostrado una vez más
que las grandes corrientes del pensamien
to no pueden detenerse en las fronteras.
�cabalgata
LA P I N T U R A
en la Dimensión
Imaginativa *
por
R om ualdo
B rughetti
La aventura pictórica
Acaba
de
Aparecer
Pintar recreando: la gran lección' de
las vanguardias. El recreador puede lla
marse Cézanne, Renoir, Van Gogh, o
Picasso, cifra y linaje de la humana
aventura pictórica en el siglo X X . Mas
siempre un problema y otro, y otros cien,
a la salida del ancho mar, de! abigarrado
bosque, de la tumultuosa ciudad.
Arriba, el cielo invariable, áspero o
alegre; abajo la mano del hombre, ha
cedora del viaje imposible.
‘ ‘ Fauves ’ ’ , cubistas, expresionistas,
stiperrealistas. ¡Qué importa la cotidiana
realidad, qué importa este mundo duro,
de tremendas heridas, lacerado v colé
rico! Hay que vivir más, más alto, os
cura búsqueda, hacia el otro lado de la
estrella.
Y comienza el peregrinar por los ca
minos de los hombres, medio camino de
P íos; eterno imaginar viviendo, soñar
dudando— , canción de la agónica espera.
¿Se desgajan nuevos abismos, o surge
la partida integradora?
Un cuadro se compone y descompone,
se forma y deforma; la imaginación v
el quehacer lúcido le traen y le llevan.
Pero él vuelve a nacer, ¡ rescatada vida!
La mancha' de color se agita y sorbe
un vaso de agua fresca para que el pulso
no le tiemble El dibujo se torna linea,
arabesco, dimensión orgánica, elemento
estático y dinámico, presencia y figura
de la secreta geometría que funda espa
cios y abro heroicamente la avanzada
para el canto. Y el color empina su acen
to y afirma la calidad en la paleta, mis
teriosamente, con el fuerte tono de la
fiesta o el requiebro de la danza; y la
simplificación alcanza la figura y el pai
saje, y e s ‘París 9 puede ser Galicia, y
es un vaso de cristal, una flor o una
fruta que la luz define, señala y aplaca
al objeto y lo exalta. Esencia, lógica
pura, plástica viviente, reconstruida idea
lidad musical de la pintura.
¿Lo adivináis? Recreador de perdidas
y reencontradas unidades, español uni
versal, asi es José Palmeiro.
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Y es el mar y la gran playa echada,
y el movimiento de la luz y el ademán
del viento, y, una roca, nubes, gentes,
clarores de la tarde, íntima, afinada, aro
mada soledad.
Ved cómo la quietud es dulce en la
penumbra, entona ¡pifen con el nostálgico
reposo, en el alma serena de esa honda
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“ Mujer frente al mar’ ’, óleo del pintor gallego Luis Seoane, que figuró en su
exposición de la Sociedad Hebraica Argentina.
retratada que sabe del arduo mundo de
la poesía. El pintor ensaya la síntesis,
pintando una calle o un arroyo, y no
se evade de la delicadeza de su oficio,
de sus tonos rosados, azules, violetas,
verdes, grises y perlas. Su intimismo es
sano y austero, sabe vibrar y armonizar
sus graves contrapuntos. Y le viene una
limpia claridad que desborda, una pas
tosa plasticidad envolvente, una presen
cia de sierras y arenas, de orillas y es
pumas, y sus toques se ajustan a valores.
El viento, el gran viento de la costa del
Este, mueve las olas de la poesía en el
espacio inmemorial, bajo el eterno fluir
del cielo.
Constructor de afinados acordes, lo
local es dimensión de la controlada emo
tividad, es altura esclarecedora: En la
batalla estética del hombre, el espíritu
lo depura, vive junto al mar del Uru
guay, y acaso en hermandad con el
insondable, único mar. . . ¿Y Carmelo de
Arzadun? Su intrépido dominador do
minado.
La sensible humanidad
Y ahora la sensible humanidad anima
entidades pictóricas totales. Son esos
densos matices que elevan la puntería, y
el granHsileneio se enciende en el diálogo
que nace entre rocas y muchachas, del
lado del mar y de las peñas. La luz del
día vibra en su voluntad de dulzura
aquietada en redondeces, en emotivas
efusiones de una lírica ansiedad que, en
el color de ancho respiro, invariablemente
fresco y sonoro, eorporiza existencias y
aclara la delicadeza de un rostro o la
áspera nobleza de una figura de la tierra
gallega.
Es la pura presencia de lo carnal ya
trocado en cadencia ardiente, ' ere expre
sión de ritmos lentos, plenos de vibra
ciones, de una naturaleza humana que
parte de la realidad del recuerdo, o sea,
de la realidad que 110 muere y- se libra
do oropeles o desmayos. Esa realidad
imaginativa respira, tiene boca y manos,
corazón y ojos. ¿Lo pintoresco? Huye,
huye expulsado por esa medida mítica;
esconde la cabeza y desaparece.
Y la nostalgia ya es acontecer que se
sostiene V afina en el artista, en el mo
rador ensimismado de la Torre de Hér
cules, de donde extrae su viviente llama,
su bien salvada aspereza, un mirar lim
pio en los elementos natuiales-.de la geuuina pintura que luz terrena y resplan
dor sobrenatural es y a la par latido
imperecedero de grandeza.
El pintor ha convocado en un clima do
leyenda y no obstante real, a esos seres
carnales, a esas cosas que tienen acento
vitalísimo: el mar y el hombre, la roca
y el árbol, el color y el trazo certero.
Y la vida, sí, la espaciosa vida clama en
la directa poesía pictural de Luis Seoane.
* De las Exposiciones del mes: José
Palmeiro (Galería Müller), Carmelo de Ar
zadun (Salón Peuser) y Luis Seoane (So
ciedad Hebraica Argentina), señalan aspectos
reales de esta teoría.
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3
3
B
pero no se ha hecho oficial. Mauricio
Dekobra piensa efectuar un viaje por la
América del Sur y permanecer algunos
días en Buenos Aires. Pocos, por supuesto,
pues el autor de La madona de los coches-cama es incapaz de arraigar en parte
alguna.
Hace apenas cuatro meses oue llegó a
París procedente de Estados Unidos des
pués de haber legado mediante testamento
sus bienes más preciosos (libros que no
ba escrito él) a la ciudad de Pápeete
(T a b ití). De su larga permanencia en
los Estados Unidos ha extraído un libro
pintoresco, y a momentos serio, que titu
la : Siete años entre los hombres libres.
Es, en realidad un diario que va de
1939 a 1946 y- que habla de casi todo:
del amor y de la guerra, de los huelguistas
y de las estrellas de Hollvwood. del pre
sidente Roosevelt y del Club de las D a
mas Azotadas, de Sioux City, en Dakotn
del Sur, eomo puede suponerse. A través
del diario se sigue viendo al Maurice de
siempre, al hombre que no -puede detenerse
y cuya llecada a cualquier luear no es
sino el prefacio de un nuevo viaje.
Alguien ha dicho que para entrevistar
a Dekobra hay que consultar el Fahrplan alemán, el “ indieateur” francés, el
A.B.C. inglés, la guía de los “ ferrovieri”
italiana y la de los Coches-Cama espa
ñoles. Se" deduce la hora de los grandes
expresos del cuarto menguante de la luna,
se multiplica por tres y se obtiene una
posibilidad contra sieto de encontrarlo.
El gusto por los viajes de Mauricio
Dekobra es tan intenso que su departa
mento de Paris, en el que a lo sumo pasa
algunos día s-por año, parece totalmente
concebido para inspirar el deseo de par
tir. Esto departamento está compuesto por
una cabina de submarino, un vagón Pull
man. un templo hindú y un* bar.
Su correspondencia cotidiana basta y
sobra para agotar, desde el comienzo has
ta la jubilación a una docena de carteros
maratonistas. Todas las mañanas llegan
racimos de cartas selladas ere Bar-le-Duc,
Sydney, Viena, Chicago o Arequipa, con
tiernas fotografías. Estos millares de car
tas duermen en un mueble bautizado por
Dekobra con el nombre de “ la tumba de
la mujer desconocida ’ ’ .
Dekobra, célibe solitario, sin familia y
sin puerto de llegada, ha dado tres veces
la vuelta al mundo (aunque sin ese “ ter
cer o j o ’ ’ de que hablaba Nietzsche). De
todos los continentes visitados por él es
Asia el lugar de sus recuerdos más pro
fundos. Ha recorrido el Oriente desde el
Canal do Suez hasta los últimos confines
del Japón. Su pasión por Oriente despertó
en él durante la guerra del 14 cuando fué
oficial de enlace en el ejército de las
Indias.
¿Mauricio Dekobra
en Buenos A ires?
Vivió un año entero en el Palacio del
Maharajá de Patiala. Luego abandonó la
lujosa residencia para vivir como un fa
kir, rodeado de ascetas y de yoguis con
taparrabos, sobre la ruta de Radjpura. Es
uno de los pocos europeos admitidos en
el reino de Nepal, en donde vivió recluido
en un monasterio budista; salía a pasear
en una vieja carroza tirada por seis ca
ballos. Dos lacayos — brazos cruzados so
bre el pecho— se mantenían: de pie en la
trasera de la carroza y un corredor mar
chaba delante gritando: ¡A brid paso al
coche!
Las tribus rebeldes lo aeogierou amis
tosamente, le mostraron una granja en
donde se fabricaban armas de contrabando
y le ofrecieron un té hecho con el agua
.de un pantareo en donde se descomponían
todos los bueyes muertos de la región.
En el instante de partir, un príncipe
hindú le regaló un cocodrilo vivo. Dekobra
contestó con un sentido telegrama:
“ Querido príncipe: Conmovido magní
fico regalo, pero cocodrilo indeseable Cam
pos Elíseos. Conservaré solamente ure dien
ta como mascota’ ’ .
Se llevó, además del diente algunas lá
grimas de cocodrilo y unas botellitas llenas
de agua del río Ganges, el Indo y el YangTsé. Lo cual le provocó una complicidad
con los aduaneros que pensáron se trataba
del contrabando de algún alcohol miste
rioso.
Entre dos guerras mundiales el nove
lista-vagabundo recorrió incansablemente
Asia, Africa, Suiza, Noruega e Inglaterra.
Era la época en que sus personajes, tan
nómadas como él, descubrían el amor en
el corazón de los palacios internacionales
y perseguían sus deseos en las noches de
los casinos. Es la época de la aventura
‘ ‘ moderna ’
llena de lujo, de exotismo
y de fulgurantes encuentros. Lbs libros
de esta época repanden para una consi
derable masa de público un perfume vene
noso y ofrecen una imagen superficial
de la “ gran vida’ ’ en los expresos con
tinentales.
Hoy, sin embargo, Dekobra se siente
triste y nostálgico. El porvenir de la li
teratura le inquieta ( ¡ a é l!). Hace poco
confiaba a un amigo suyo lo siguiente:
“ Los escritores de 1980 escribirán en
serie para una sociedad standardizada en
la que tanto los cerebros como los cuerpos
estarán vestidos con el overall igualitario.
Profecía inquietante formulada en un
momento en que el stajanovismo literario
parece querer abrirse paso.
�cabalgata
Miller, ‘ ‘ al renunciar a todo, salvo a ser
61 mismo” , renuncia también1, en parte
a ser “ él mismo” , sin dejar de ser autén
tico.
LITERATURA DE LA
( ‘ Figura ' 7
( Naturaleza muerta”
Dos de las notables obras de Jo$c Palmeiro que figuraron en su exposición de la
Galería Müller
HENRY
EL ESCRITOR PROHIBIDO
Por ANGEL LABRE
m i l l e r es u n escritor corteamericp.no. Sus libros están prohibidos en
Estados Unidos e Inglaterra; en nume
rosos países no hay quien se atreva a
editarlos, sencillamente. Incluso en1 la pro
pia Francia, en donde la libertad de ex
presión es incontestable (bastaría con re
cordar a Celine) so ha prolongado la
persecución de este escritor. El Sr. Da
niel Parker, portavoz de un cartel de
acción moral y social, ha denunciado los
libros de Henry Miller como pornográficos
“ y atentatorios contra las buenas cos
tumbres ’ ’ .
La denuncia de Daniel Parker ha te
nido como resultado (aparte de multipli
car la venta de las obras de M iller) una
enérgica reacción de los escritores fran
ceses. Bajo la iniciativa de dos grandes
críticos, la señora Claude-Edmonde Magny
y del Sr. Maurice Nadeau, se constituyó
un comité de defensa de Miller, al que
se adhirieron nombres tan prestigiosos
como los de Andró Gide y Jean Cassou,
sin faltar católicos eminentes como Albert
Béguin, autor do La plegaria, Emmanuel
llounier, director de Espíritu e incluso
el propio Francois Mauriac.
iCuál es la realidad del caso Miller I
tjen ry
MILLER
RE N U N CIA
A
TODO
SALVO
A
SER
EL M IS M O
En Francia se editaron recientemente,
casi en forma simultánea, tres obras de
Miller; Trópico de Cáncer, Trópico de
Capricornio y Primavera Negra. Poco des
pués apareció Max y los fagocitos. Los
dos primeros constituyen ya que no dos
novelas, sí dos relatos de un solo tenor,
el tercero es algo así como una recolección
de pequeñas novelas; el cuarto una serie
do fragmentos autobiográficos Y a en el
prefacio de uno de ellos se dice que el
destino de la obra de Miller “ es el de
ser comprendida por algunos y de fasti
diar a todos los demás” .
Los que afirman comprenderlo llegan
incluso a afirmar, como Henry Fluchére,
que Miller ‘ 1es dócil al análisis como
Proust, vigoroso como un Joyce que hu
biera olvidado su erudición, amplio como
un Balzac y brutal como un Shakespeare” .
Y el editor de Trópico de Capricornio no
so muerde la lengua para decir: 11 No se
11ata de literatura, sino de una revelación
comparable a la de la B iblia” .
Para muchos otros, Miller es simple
mente un escritor pornográfico, estridente,
descarnado coir una excelente dosis de
grosería y mal gusto.
Desde luego, hay obscenidad en los li
bros do Miller. La crudeza de los existeneialistas no es nada comparada con Tró
pico de Cáncer y Trópico de Capricornio.
La crudeza de Miller y sus incursiones
obscenas dejan pálidos a los más audaces;
Mirabeau y Celine se quedan cortos a su
lado.
Es que Miller ha descubierto la pre
tendida obligación de decirlo' todo; todo
cuanto pertenece al hombre procede de
la expresión y para él el mayor de todos
los males consiste en abdicar — aunque
sea una parte mínima— de sí mismo. De
ahí que esta resolución de abandonarlo
todo a su naturaleza no sea concebible
más que en el repudio de toda moral, lo
que conduce, en fin de cuentas, a la des
esperación pascaliana del hombre sin Dios.
f
f
'■ - \ V *
/ -
i
‘ La ola blanca” y “ R eflejos” , óleos del pintor uruguayo Carmelo de Arzadun,
exhibidos últimamente en el Salón Peuser
DESESPERACIÓN
Miller, que ha ejercido veinte profesio
nes en América y Europa relata sus ex
periencias en los dos continentes en los
dos “ trópicos” , y también en Primavera
Negra. De dar fe a su testimonio sería
obligado concluir que América está po
blada exclusivamente de frenéticos sin
seso, mientras que Europa, Francia es
pecialmente, viene a ser como un inmenso
bosque de rameras. Nada espera de este
mundo — y nadie debe esperar nada— ,
abocado a la demencia total y destructora,
A momentos parece que la labor de M il
ler consiste en despojar a los hombres
do sus últimas ilusiones.
Quien se sitúe objetivamente entre los
dos bandos (milleristas y antimilleristas)
y enfoque el “ caso M iller” serenamente,
quizás pudiera llegar a esta conclusión:
Henry Miller no es un ,escritor de gran
clase ni tampoco un brillante artista de
las letras. Sus libros son terriblemente
desiguales, a veces aburridos, en ocasiones
indigestos, en casi cualquier momento in
formes, sin pies ni cabeza. Ni el arte ni
la literatura tienen nada que ver con Mil
ler, quien quizás figuro un día en la
Historia de la Literatura como también
figuran otros lejanamente emparentados
con este arte.
¿Entonces, se preguntará el lector, a
qué viene todo este estrépito en torno a
Miller?
La explicación sólo puede ser una: lo
que cuenta, a través de estos libros des
ordenados, inclasificables, abrumadores,
versa sobre la vida misma, sobre un mundo
absurdo y sobre el hombre que es cada
uno de nosotros (sobre el hombre que ha
hecho de nosotros una civilización mons
truosa) y aporta el testimonio que todos
esperaban, un testimonio sin reservas, sin
precauciones oratorias, sin pretensiones de
estilo. Así, Miller, de una manera ni eleganto ni atractiva dice lo que todos lle
vábamos sobre el corazón, nuestros pen
samientos más intimos, nuestro asco, nues
tras esperanzas decepcionadas, incluso
nuestra misma alegría, con una sinceridad
y una pasión desusadas.
‘ ‘ Confusión es la palabra que hemos
inventado para designar el orden cuando
m> lo comprendemos” , dice en Trópico
de Capricornio.
“ Sólo hay en el mundo una sola aven
tura: la marcha hacia sí mismo, hacia
adentro, en donde el espacio, el tiempo
y los actos pierden toda importancia” .
Junto a esta angustia, la obscenidad de
Miller se transforma en otra cosa. ‘ ‘ ¿ Obs
cenidad? — dice uno de sus admiradores— .
Sea Ud. honesto consigo mismo y hágase
el censo de sus recuerdos, de sus deseos,
de sus actos. . . Busque eir su memoria
la larga teoría de pensamientos obscenos
que han cruzado por e lla ” .
El rasgo dominante de Miller es una
pasión ardiente por la vida, una pasión
que engloba y acepta la desesperación y
la revuelta destructora, la inutilidad, el
absurdo mismo de la existencia, sin bus
carle vanos justificativos pseudometafísicos. Miller dice siempre “ s í” a la vida
y acepta también la muerte, el supremo
absurdo; es que “ la muerte es también
una cosa maravillosa después que se ha
dejado de vivir” . Todo lo que odia Mil
ler, por todo cuanto siente náuseas es la
muerte en vida. “ El androide que regula
el mundo de la actividad” , la muerte»
‘ ‘ que aisla a los hombres, que los torna
amargos, miedosos y solitarios, que les
imprime una energía estéril y los llena de
una voluntad que no sabe decir “ n o” .
La muerte, que inventa por impotencia
de vivir, las doctrinas filosóficas, mo
rales y políticas. ‘ ‘ Ser, simplemente, es
maravilloso porque no tiene fin y porque
nc exige ninguna demostración. Ser es
una música, una profanación del silencio
para el mayor provecho del silencio; ser
es algo que se sitúa por encima del bien
y del m al” .
Ahí está, pues, precisamente, el men
saje de Miller y la lección que ofrece
su vida tal y como la cuenta, en pleno
“ desorden” . Sus libros están, como la
vida misma ‘ ‘ llena de ruido y de furor .
Por lógica, el conjunto de la obra do
Miller resulta de un nihilismo capaz de
confundir a cualquiera y se explica la
reacción de muchos al arremeter contra
é1. En su desborde verbal, en su incohe
rencia frecuente, amasa los recuerdos de
su vida aventurera, sus reflexiones sobre
la existencia, su anticonformismo ingénito,
con reminiscencias de Joyce, de Dadá, de
los su realistas y hasta un breve estudio
sobre Matisse, jalonado todo ello por in
numerables aventuras sexuales, mezclado
con un lenguaje brutal De allí que en
diversas oportunidades Miller solo de la
impresión do ser un desesperado frenético
(tipo Celine) que se revuelen entre las
inmundicias de su desesperación, como un
poderoso fuera do ley que, no obstante,
conservará su lugar en el infierno de las
bibliotecas.
Poro a través de su frenesí se tiene
una impresión aparentemente real: parece
que nuestro mundo haya adquirido una
lucidez inquieta y estéril de viejo, ador
meciéndose con remedios estúpidos, en un
intento de retardar la operación, quizás
fatal, que los médicos ensayaron p:imero
en Bikini.
Miller siente eso. Lo ha presentido desde
hace tiempo. Y a esta bancarrota de nues
tro mundo Miller opone su carcajada pil
ante do hombre que se niega a entrar
en el juego, quo se desolidariza, de una
vez por todas. . . Probablemente do un
hombre libre. Quizas sea la risotada —
equilibrada o demente, imposible decirlo—
del último de los hombres libres.
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Cañedo, Espronceda, Fernán Caballero,
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ga, Machado, Pascual Madoz, Maragall,
Martínez Sierra, Menéndez Pelayo, Me
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�cabalgata
6
CLA UDEL
ULTIMAS IVOVEUADES
CONTRA
DE NUESTRA SECCION
André Gide
BELLAS ABTES
Pero esta rebeldía es un aspecto cris
tiano. Todo eso m> tiene nada de inaudito.
Es perfectamente claro. Lo inaudito es
que él lleva de un golpe a la perfección
su sistema verbal; instaura un canon nue
vo de la prosa. Es lo que le distingue de
sus imitadores, que no tienen ni sintaxis
ni oído. Sus búsquedas están desprovistas
de todo valor.
— El subconsciente. •.
— El subconsciente, el subconsciente.
Primero deja de serlo si es conquistado.
Conquistado. . . Salgamos de esos zar
zales.
— ¿ Si usted no aprecia el esfuerzo de
los herederos de Rimbaud quizás se in
terese usted por otros jóvenes escritores?
Principalmente cual es vuestra actitud
ante aquellos que en un universo privado
de esperanzas reconstruyen sobre el hom
bre sólo un sistema de valores morales?
— Los valores morales son los manda
mientos de Dios y de la Iglesia. Fuera
do esto no hay nir ;ún valor moral ui
espiritual. Lo que vuestros escritores des
cubren me pa teco irrisorio.
— Su tragedia y su lealtad a . . .
— Eso no me importa. Que se las arre
glen como puedan.
La expresión musical de América Central y del Sur.
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Surgido de mi estupor más que de nr
memoria, un verso gira en mi espíritu1
un verso simple, solemne, resplandeciente’
un verso de Paul Claudel, obstinado co
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Habito de un viejo imperio el escombro
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— Pero eso es inexacto. Tiene tan-tas
p á g in a s... ¿Y “ Si le grain ne meurt” ?
¿Pero es que entiende el que no quiere
entender?
— Y o combato esta influencia con todas
las armas que tengo. Qué queréis, se es
“ s í” o “ n o ” .
— ¿ Y cuándo so es “ s í” y “ n o” ?
— No comprendo.
Mi aspecto asombrado le incita a la
dulzura.
— Soy como un pavo que no comprende
nada do un pato. Comprender no es mi
papel de viejo buen hombre. La incom
prensión forma parte de mis atributos.
— Sin embargo, esta busca de una moral
que no vaya más allá del hombre es
también el objetivo de uno de vuestros
contemporáneos, de André Gide.
— ¡Oh! Me horroriza ése.
—
???
— No le reconozco ningún talento.
— ¿Qué decir?
— Su inquietud, o más bien, como usted
diría, su in qu ietud. ..
— ¿No cree usted que todo eso es men
tira?
— |!
— Lo incomprensible para mí es su in
fluencia. Desde el punto de vista artístico,
desde el punto de vista intelectual, Gide
no es nada. Su influencia es uno de los
misterios que me rodean.
— Usted ha dicho con motivo (de é l: “ El
mal no compone” . E l confiesa en su
“ D iario” que no comprende muy bien
el sentido de esta “ proforation ” .
— Pero según la teología, el mal no
existe. Es un elemento destructivo que es
sólo negación. El mal es sólo interesante
por medio del sufrimiento. Desde este
punto de vista es un indudable elemento
creador. Gido se abandona a las tentacio
nes fáciles, a necesidades llamadas natu
rales, en lugar de crear un medio viviente
para su alma. E l cristianismo es una es
cuela de energía que nos enseña el he
roísmo.
— Si Gide no se ha convertido. . .
— Es que no tenía guía. Gide da un
espantoso ejemplo de cobardía, de debi
lidad.
* — El tendría horror que se le defienda...
Sin embargo, ¿ignora usted el valor de
sus adhesiones contradictorias, su probi
dad?
Ríe. Una risa de calmoso desprecio.
— Bueno; os dejo la “ probidad-*’ para
contentaros.
Me considera con indulgencia.
— No creáis que hay mala voluntad por
mi parte. Pero usted me hace preguntas
inesperadas. No he tenido tiempo de re
flexionar.
— Es posible.
— No quiero polemizar. He frecuentado
mucho a Gide cuando le creía profunda
mente cristiano, y cuando yo ignoraba su
defecto abom inable.. .
Se vuelve púdicamente.
— Sí, hasta el momento en que he co
nocido e s ta .. . falla. Hay una policía ne
cesaria contra los envenenadores. Es un
envenenador; no lo digojpor decir. ¿Cuán
tas cartas n'O he recibido de jóvenes des
carriados? A la partida do su camino ha
cia el mal, hay siempre Gide.
— ¿Terminan siempre en usted?
— Al cabo de cierto tiempo se dan cuen
ta de que el mal no compone. Entonces
se dirigen a mí.
— Gido nos ha enseñado, a. todos, el
valor do la probidad hacia sí y de la
lucidez ea cuanto a las causas de nuestros
actos.
— ¿Usted creo que él dice verdadera
mente las causas de sus actos? Gide está
fascinado por los espejos. Su “ D iario”
es sólo una serie de posturas ante él
mismo. Desdo luego, cuando uno se mira
se adopta siempre una postura. Su “ Dia
r io ” , es desde este punto de vista un
monumento de insinceridad.
— Algunas páginas traducen esta in
quietud. Recuerdo una frase, o aproxi
madamente: “ Si he dejado duran-te al
gún tiempo de escribir este “ D iario”
es porque el hecho de escribirlo le hacía
menos sincero” . Era ya una advertencia
literaria.
— Se limnia el polvo con una pluma
de colibrí. Del drama cardinal de su exis
tencia, no habla ya.
R I M B A U D:
El ANGEL y el DEMONIO
( Viene de la 1* página)
virso. Había caminado hasta entonces guia
do por una secreta luz encendida en su
alma, como un vidente; ahora iba a re
correr por la vida de todos, por el mundo
que él palpaba para sí como una fruta
madura, casi a tientas, cansado, a ciegas,
ebrio, con- la fatiga de haber creado y
perdido una vida y la violenta ansiedad
angustiada de visiones y a la vez enloque
cida de integrarse, de reintegrarse otra
vez a todo, a ser y desaparecer en todas
las cosas. Su poesía " E l Barco Ebrio’ ’
es aplaudida y negada; pero hasta los
grandes talentos conocen ya su ext aña
existencia. Verlaine le llama el Shakes
peare niño. París le aburre; mientras es
cribe, parte hacia Bretaña, Londres, Bru
selas; quiere escapar de sí mismo. Por
i
— Bastante para que el lector sepa que
este drama es cardinal.
— En cuanto a su defecto más grave,
el m á s ... natural, apenas le roza.
Arthur Rimbaud
bares y por docks, en una bohemia de
ajenjo, Rimbaud tiene que ir más lejos
todavía; más lejos de sí mismo; no sabe
adonde. Verlaine desesperado le dispara
dos balazos hiriéndolo. Pero él renuncia
a la literatura; hace un auto de fe — como
Platón— qon sus últimos poemas hechos
con la substancia del genio. Tiene 18 años;
es descargador en Milán-, vendedor am
bulante en Hamburgo, mendigo en Amberes; se ilustra mientras tanto en cien
cias; estudia italiano, ruso, griego, ho
landés. Para estudiar sin molestias lo
hace encerrado en un armario. Más tarde
encerrado elJ?
se engancha en- el ejército holandés; lle
ga a Java; una vez allí deserta. Y des
pués, el hombre de las suelas de viento
— como le llamó Verlaine— fné je fe de
canteras en Chipre; vivió entre merce
narios árabes, malteses, sirios. Recorre los
puertos del Mar R o jo ; llega a Aden;
se instala en Harrar con una factoría en
donde cambia baratijas por marfil, oro,
perfume, incienso, pieles; tien-e el mal del
trópico; la fiebre de llegar más allá.
Y mientras trafica y explora envía sus
informes a la Sociedad Geográfica que
los echa al canasto. Lleva veinte años
do andar y luchar con sed de riquezas.
Algo como un impulso maldito lo arrastra.
Decide vender fusiles a Menelilt, el futuro
rey de Abisina. Cincuenta días de marcha
por desiertos encendidos, sorteando be
duinos, tribus nómades y guerreras. Llega
por fin al campamento del monarca y lo
entusiasma con los juguetes mecánicos,
con las sedas, los brocados, las sombrillas.
Poro no so salvó. Explorador de imá
genes y mundos volvió vencido él también.
“ Procuré inventar nuevas flores — dice— ,
nuevos astros, nuevas lenguas. Creí poseer
poderes sobrenaturales. . . Ahora debo en
terrar mi imaginación y mi recuerdo.
Una bella gloria de artista y de narrador
me ha sido arrebatada, puedo decir tanto
tanto al irme como al regresar; me han
devuelto a la tierra. ¡A mí! A mí que me
soñé mago o ángel.”
La vida de Rimbaud es un problema
del ser y su tiempo, del tiempo lacerado,
del ser desgarrado, del drama de vivir,
de comprender. Fué su infinito anhelo
do expresar todas sus vivencias que le
llevó a su tragedia. La conciencia de la
limitación en el tiempo y en el espacio
producía en su ser un choque doloroso, por
gravitación del cual vivió siempre en ar
dorosa vigilia. Esta tragedia interior hizo
dimanar do él precozmente tres llamas
que trabajaron el barro de su espíritu
modelándolo al igual que un vaso do
cerámica. Esas tres llamas inexorablemen
te unidas fueron la pasión, la angustia y
la rebeldía. ¿Por qué dejó de escribir
Rimbaud? Él dejó de escribir por una
sencilla razón. Él, como Kierkegaard y
Pascal, al encontrarse de pronto ante el
abismo, se preguntó ¿para qué? Y esta
pregunta obsédante lo curariza para la
expresión, pero no para la vivencia. Como
rasca], Rimbaud sobrepasa el fin te-restre
y trasciende su ser absorto al plano de
lo intemporal, de lo externo. Trascendido
allí, formula la extrema y dramática pre
gunta sin respuesta posible. La tragedia
de Rimbaud estaba constituida de dos
elementos esenciales, soledad y limitación.
El tiempo es la tardanza de lo que está
por venir, dice Martín Fierro. Rimbaud
no puede esperar la limitación ni la tar
danza; tiene una dimensión sideral, es
téticamente estructurada; el ser allí puedo
adquirir virtudes sorprendentes de comu
nicabilidad, de perennidad. Pero como en
el retrato do Fantin-Latour: ¡Verlaine
mira su vaso y Rimbaud mira a lo lejos!
¡ Soledad y limitación 1 ¡ Dios nos libre
do sentir alguna vez la angustia de la
soledad y la limitación que experimentó
Rimbaud! Porque entonces uno es capaz
de ir a vender armas a Menelik, de em
plearse de fogonero en un barco que va
a Punta Agujas; de sentir la embriaguez
de las olas atraídas por la luna y des
esperarse porque nos sentimos de pronto
como un árbol prisionero en el atardecer.
Él vivió como nadie su tiempo y su ser.
“ Soy de la raza que cantaba en el su
plicio — dice— . No comprendo las leyes;
no tengo sentido moral. S í; tengo los ojos
cerrados a vuestra luz.” Dentro de las
leves hallábase exento de sentido moral.
El sentido moral, como el sentido esté
tico, como el sentido religioso sólo pueden
manifestarse con autenticidad y alcanzar
plenitud y fertilidad en un campo sin
limitaciones de la libertad. Él sintió la
libertad como una llama que fuera por
encima del mar, de los bosques, de las
montañas, por encima de los templos, que
se detuviera sobro la cabeza de los após
toles, que anduviera, como los fuegos
fatuos sobre la soledad desolada de las
noches eternas. ¿Por qué dejó de escribir
Rimbaud? Mi vida está terminada — dice—
ya volveremos a ella. ¿Podrá volver? Lle
va casi dos años de andar y de luchar
con sed de riquezas; algo como un im
pulso maldito lo arrastra. Decide venderle
fusiles a Menelik. Su factoría de Harrar
ha prosperado. Pero un- tumor a la ro
dilla lo mantiene atado, en angustia cons
tante. Hizo trescientos kilómetros en anga
rillas bajo soles y lluvias infernales; llegó
a Zeilah, partió para Aden, cruzó el mar
R ojo en una inmunda nave. En Marsella
sufrió un horrible mal a los huesos que
lo imposibilita en una cama de hospital.
Quiso partir al trópico. Pero murió pen
sando en una mujer de bronce que lo
esperaba — según él— impasible frente a
la tienda de Harrar. Murió el 10 de no
viembre de 1891. Tenía 37 años y apenas
18 de permanencia en la poesía. Pero en
ese poco tiempo ya está para siempre en
sus poemas de bron-ce y oro. He aquí que
un niño nos ha revelado lo inconsciente.
A él no le importó la razón, al contrario,
lo atrajeron la sombra y la penumbra que
flotan alrededor de la razón. ¿Y cómo es
posible que encontremos razón a su silen
cio? El incoercible aburrimiento no es
más — según él—- que una respuesta al
racionalismo quo jamás pudo dar razón
de nada. ¿Por qué dejó de escribir Rim
baud? Él en la poesía tenía un mensaje
y no un oficio. Cumplió con su deber y
pasó de largo. Eso fué todo.
C A B A L G A T A , cumpliendo
el pi’opósito, que inicia en este
número, de asomar el lector a
las actividades e inquietudes
que la llora presente crea a edi
tores, escritores e intelectuales
de nuestro país, publicará en
números sucesivos breves entre
vistas con
Sara M aguóme de J orge,
directora-gerente de Edi
torial Lautaro.
Jorge L uis B orges, escri
tor, poeta, publicista.
Juan Oscar P onferrada,
escritor, dramaturgo.
L eónidas B arletta, nove
lista, hombre de teatro.
G ilberto K naak P euser,
gerente de la Casa Peuser.
A rturo Capdevila, escri
tor, poeta, ensayista.
E nrique L arreta, escritor,
dramaturgo.
Joan Merli, director y ge‘
rente general de Editorial
Poseidon.
�cabalgata
7
OPINIONES DE
SOBRE LA ACTUALIDAD
EDITORIAL
• Sus planes de trabajo.
• Sus comentarios sobre ¡a crisis
<f A responsabilidad que su sello editorial
tiene panada en el Continente, otorgan
singular importancia a las declaraciones
que, sobre el actual problema que afecta
a toda la industria, nos ha formulado el
señor Gonzalo Losada.
Mientras medita en su sobrio escritorio
de la calle Alsina acerca del plan a des
arrollar en el próximo año, un evidente
optimismo surge de su sonrisa cordial y
significativa, al par que, con un gesto
amable, nos invita a tomar asiento en un
confortable sillón.
Ello indica que nuestra, intención de re
portearlo ha tenido éxito y la pregunta
brota de inmediato.
— ¿Cómo ve la actual situación edito
rial ?
— Difícil, por los varios elementos ad
versos que conspiran contra la edición y
la distribución del libro.
—¿Puede señalarnos algunos?
—Estos factores son tan conocidos que
resulta inútil enumerarlos; pero, los voy
a detallar para que una vez más queden
fijados en letras’ de molde.
Tiene usted la palabra, señor Losada.
— Son ellos: la carestía del papel, telas
y demás materiales que dan vida física al
libro. . .
¿Existen también otros factores, no
es a s í? .. .
— Agreguémosle: la lentitud en los
trasportes maritimos, todavía no normali
zados, a pesar del tiempo que hace que
terminó la guerra; la crisis económica en
casi todos los países americanos de nues
tro idioma y en España, que son los mer
cados naturales de nuestros libros. Por
último, la falta trágica de divisas — eon-
“ E1 pastor” , uno de los óleos más logrados del conjunto presentado
por Luis Seoane en La Hebraica.
— Gracias, señor Losada, por sus pa
labras de aliento.
La repentina aparición de su secretaria,
quo deposita sobre la mesa de trabajo un
cúmulo de correspondencia, nos advierte
que hemos restado a don Gonzalo Losada
buena parte del tiempo de sus actividades
diarias, y, con sus palabras en nuestras
cuartillas, nos despedimos seguros de que
ellas reflejan gran parte de la verdad
sobre el actual momento editorial.
O. H.
ir.WSHIIÍMACION DE la novela policial
INDUSTRIA
novela policial, como pedía Tilomas
Narcejac, deja de ser una simple adi
vinanza para convertí se en verdadera
“tocia. Sólo asi escapa el género a una
muerto cieria y a un modesto enlierro.
Hasta ahora, en tanto se presentaba
nomo una suerte de cuento mágico o bajo
b apariencia de un jeroglífico, la novela
Policial se asemejaba a un juego y. c"
consecuencia, contaba con una base de par“ <ia- inatacable: el que acepta el juego
accpla ipso fació las reglas del juego y
Ilor ende el valor (la significación) ab
solutamente convencional de los elementos
tjl,e componen el juego.
Eutonces el lector no se asombraba al
verse transpo lado bruscamente a un uni
verso coherente en donde todo parece esr para favorecer el lento e implacable
isarrollo do un mecanismo siniestro, de
j* trampa en que el asesino, finalmente
como exige el juego— queda atrapado.
SR DICE
gu staban
‘ ‘ ME
las
G U ST A N '” ,
novelas
SIN O
‘ ‘ ME
p o l ic ia l e s ”
bo que parecía legítimo, lo que era
j ®dido con naturalidad, ofreció blanco
y ,as críticas, o al menos al examen,
a monotonía casi tranquilizadora que
a t0das las obras policiales algo asi
0 un aire de familia, provocó ya el
vansancio entre los lectores.
audc-Edmonde Magny declaraba, sin
L Un*® He “ humour” aunque si con mclicial la’ t*UC < ^ustar He las novelas po03 es un verbo que se conjuga casi
cuam*1c'"fCn Pasa^ ° ” (y a veces en pius
SE
C ONV I E RT E
L a situación de la novela policial es
peligrosa; eir esta encrucijada en que se
halla es posible preguntar si seguirá plan
teando inevitablemente un problema con
una sequedad y una seguridad absoluta
mente matemáticas o se decidirá — para
merecer con justicia el título de novela —
a valer no tanto por su iirt iga, por su
estructura específicamente policial, cuan
to por la calidad de los elementos extra
ños, superpuestos, tales como el humor,
la sátira social o la psicología. ¿Podrá
superar esta crisis del crecimiento? Y en
tal caso, ¿cuál será su destino?
EL GENERO LITERARIO DEL PORVENIR
Para Claude-Edmonde Magny, la cosa
está clara:
‘ ‘ Pienso que la novela policial será el
góne-o literario del futuro. Pero a con
dición de experimentar profundas trans
formaciones. Algunos libros de Graham
(¡recree (E l A gente secreto; Asesino a
sueldo, etc.) permiten entrever algunas
de estas transformaciones. Igualmente Dorolby Saycrs, con fíaudy Niglh y Pas
man’ s Honcymoon, prueba lo que podría
ser la novela policial psicológica, y bien
escrita, en la que la int iga policial, aun
que muy bien estudiada y resuelta, se
encuentra relegada a un segundo plarro
precisamente por la excelencia de los ele
mentos no policíacos.
Por el momento hay que convenir en
que los logros de este tipo son escasos.
Tal perspectiva quizá provoque entre los
amantes del género “ clásico” vivo des
contento. “ Dejarán de ser novelas poli
ciales para transformarse en mera lite
El porvenir de cada uno - su
felicidad - depende de que rea
lice su vocación , es decir, que
trabaje en lo que m ejor convie
ne a sus particularidades físicas
y espirituales.
D iagnosticar vocaciones - a ve
ces insospechadas por el m ism o
in teresa d o- es h oy una ciencia
perfectam ente constituida, cuyos fundamentos, técnica y apli
caciones sft exponen en el ‘ ‘ M a
nual de Orientación Profesional” escrito pjor el profesor E m ilio
Mira y López, autoridad de prestigio mundial en la materia.
cretamente, dólares— en todas partes, sal
vo muv contadas excepciones.
— ¿Está a consideración de los indus
triales algún plan para paliar este duro
momento editorial?
— Sólo una estimación muy severa de la
situación y de la política editorial que las
circunstancias aconsejan seguir, la unión
inteligente y cordial de los editores y el
apoyo serio y generoso de las autoridades
nacionales, podrán salvarnos o aminorar
los graves perjuicios representados por la
conjunción de los factores adversos que he
detallado.
— ¿Qué está preparando para la próxi
ma temporada editorial de su firma?
— Nuestro plan se mantiene invariable
en cuanto al carácter do los libros, su encuadramiento en colecciones, etc., si bien
atemperado a la realidad de las circuns
tancias presentes.
— ¿Puedo adelantarnos algo de este
plan ?
— Entre los libros más destacados do
próxima aparición, creo que vale la pena
señalar: España en su historia (cristianos,
moros y judíos), por Américo Castro, las
obras completas del poeta chileno Pablo
Neruda, y, tres obras que iniciarán una
nueva colección de nuestro catálogo. Esta
se titula ‘ ‘ Psicología, psicoanálisis y psiquiatría” , donde verán la luz: Psicología
de la mujer, de ITelen Deutsch; Psico
análisis criminal, do Luis Jiménez de
Asúa, y Pascando la salud mental, de
Andrew Shirra Gibb.
— ¿Qué novedades tendrá en materia
literaria propiamente dicha?
— Jean-Paul Sortre, con sus novelas
completas.
— Tendremos existencialismo, y nos ima
ginamos el interés que despertarán' estas
piezas que ya revolucionaran París. ¿ Pue
de darnos algunos de estos títulos?
— Comenzaremos con La Náusea, prose
guiremos con El muro, y, luego, la serie
de Los caminós de la libertad.
— Son éstas, tres obras esperadas por
nuestro público, señor Losada.
— En efecto, amigo. Y a h o r a deseo
aprovechar esta oportunidad que me brin
da la Dirección de CABALG ATA para
expresar mi satisfacción por su reapari
ción, porque considero que nuestra ciudad
necesita una revista donde puedan expre
sar su pensamiento nuestros hombres de
letras y con la que pueden contar los
editores y libreros para dar a conocer con
dignidad y gracia, a todo el mundo, los
libros que van publicando, así como sus
planes próximos do trabajo. Sea bienveni
da, pues, CABALGATA, y que logre la
vida próspera y larga que su noble misión
merece.
UNA
¿QUE
CAMINO
ELEGIR?
Director de una de las firmas edi
toriales más acreditadas en plaza,
don Gonzalo Losada tiene conquista
do ya, en el terreno de la cultura,
un puesto de primera fila.
Dosde so labor responsable de pula
de la Editorial Losada, su visién
de hombre de nepocios ha elevado
a un rnnpo de primer plano la ci
tada firma, acción que se ve com
pletada por la honda misión espiri
tual que sus libros desarrollan en
América, abarcando obras ya eonsapradas como La divina proporción, de
Loca Paeeioli, y volúmenes de neto
corto polémico, como Guía política de
nuestro tiempo, de Bernard Shaw.
D. GONZALO LOSADA
EN
ARTE
ratura” dirán desdeñosamente entre gri
tos do “ ¡Traición! ¡T ra ició n !” Y no
seria sorprendente que algunos afirmaran
que los precursores de la novela policial
evolucionada son Crimen y Castigo e in
cluso la obra de Kafka, de la que sólo
recordarán la atmósfera angustiante
Una exageración tan manifiesta tendrá
por lo menos la ventaja de demostrar cla
ramente lo difícil que le resultará a ía
novela policial mantenerse, con seguridad
y elasticidad, sobre esta línea de equili
brio sin la cual perdería sus caracterís
ticas esenciales. Porque tan grave es ver
vacilar ni género como advertir que se
lanza a todo galope po- campos ajep.os
sembrados de obstáculos, y que para es
capar a un peligro caiga en otro. Que
renuncie a ser un*a obra esquemática, una
fastidiosa enumeración de los hechos, un
conjunto arbitrario de coincidencias, de
deducciones que se despliegan en abanico
para que la imagen, voluntariamente difu
sa al comienzo se nos aparezca clara
y distinta al final, es cosa que desean
ardientemente gran número de lectores.
Pe o que esto no sea para llegar a un
tipo novelístico en el que la intriga poli
cíaca quede escamoteada.
EN
POS
DE
LA
AVENTURA
Por lo demás, los autores no parecen
decididos a detenerse. En su conjunto es
tán decididos a emprender la aventura,
impulsados por numerosas razones
Por otra pa te, algunos de entre ellos
ya han demostrado que poseen un estilo,
una vena cómica o satírica y una penetra
ción psicológica que, desdichadamente, no
SÍNTESIS
DEL C O N T E N I D O : I.¿Q u é es la orientación profesional? — II. ¿Quién ha de realizarla? — III. Los problemas de la orientación
profesional. — IV. Factores que precisa, integrar en toda orientación pro
fesional. — V. Datos imprescindibles para formular el consejo orientador.
— VI. Fases o ciclos del proceso orientador. — VII. Nociones de análisis
profesioprráfico. — VIII. Características psicofisiotécnicas de los trabajos
profesionales principales entre los analizados por el Instituto Psicotécnico
de Cataluña. — IX. Normas para la clasificación de los trabajos profesio
nales según sus requerimientos y aptitudes. — X. Nociones generales de
estadística aplicada a la orientación profesional. — XI. Teoría general de
los "tests” psicoorientadores. — XII. Datos deducibles del examen médico
(fisiopatológico). — XIII. Exploración de las aptitudes sensitivas. — XIV.
Exploración de la afectividad y del temperamento. — XV. Exploración de
las aptitudes conativas y psicomotrices (carácter). — XVI. Exploración
del rendimiento intelectual. — XVII. Exploración de aptitudes especiales.
— XVIII. La profesión a elegir. — XIX. El problema de la "personali
dad". — XX. Interpretación de los datos obtenidos. — XXI. La orien»tación profesional todavía es más necesaria en el mundo de postguerra.
Encuadernado en cuerina. con sobrecubierta en colores, 478 pá
ginas con ilustraciones y gráficos .................................... S 25.—
k
★
★
Esta obra es el tom o I de la
BIBLIOTECA DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
dirigida por el Dr. A lfredo D. Calcagno
Esta Biblioteca - dice su director - aspira a ser una biblio
teca americana de orientación pedagógica. Al crearla,
pretendem os servir al m ism o tiem po los intereses de la
educación nacional y cum plir una obra de irradiación
continental, trabajando, en cuando nos sea dado, por el
m ejoram iento de la educación de los pueblos del Nuevo
M undo.
TÍTULOS
I. — MANUAL DE ORIENTACIÓN PROFESIONAL, por Emilio Mira
y López ........................ .............................................................. $ 25.—
II. — PSICOLOGÍA DE LA ADOLESCENCIA, por Fowler D. Brooks,
(en prensa).
III. — LOS TESTS. Manual de pruebas psicométricas de inteligencia y
aptitudes, por Belal.Szé}cely[................................................. S 28.—
EN PREPARACIÓN
ENSEÑANZA DE LA FÍSICA,
por Enrique Loedel Palumbo.
ENSEÑANZA DE LA QUIMICA.
por Eutimio D’Ovidio.
i
sonamos
ENSEÑANZA DE LAS MATEMA
TICAS. por Fausto I. Toranzos.
EL INSTINTO Y LA EDUCA
CIÓN, por Raúl Osegueda P.
en las buenas librerías
EDITORIAL KAPELUSZ
L
EL
:"
A. ■ :
■'
& CÍA.
v
MORENO 372 - BUENOS AIRES
TIEMPO
E l se Sor cisn e , por Enrique Wernicke.
Lautaro, Pucnos Aires. 168 págs. a la
rústica. $ 5 m/arg.
Un escritor capaz de lograr un relato
como ‘ ‘ Canto de A m or” es ya un cuen
tista cabal. Saludo a ese esc itor, con el
júbilo de quien cree en el porvenir de uir
genero aúu tan joven y disponible como
el cuento, y lo ve esgrimido aquí por una
mano repetidamente certera.
Algunos relatos de palpable intención
alegórica (aunque sea una alegoría gra
tuita y liviana), y otros reducidos sin res
cate a una condición entre el poema en
prosa y el apólogo, no alcanzan a entur
biar la claridad de este libro cuyos logros
más altos sou acaso — con el ya nombra
do—- ‘ ‘ Maravillas ” , “ Los jardines de
Diácido” , ‘ ‘ En la tormenta” , ‘ ‘ Gracias a
Dios” y ‘ ‘ La Mudanza” . En una fina
presentación niarginal, Pablo Neruda alude
a la juventud de Enrique Wernicke; y
eso, que en tantos libros reclama una
siempre pueden emplear. Esos, en con
secuencia, se sienten encerrados en una
jaula herrumbrosa, ya que el rigor mate
mático de la intriga les parece una des
preciable compensación. Un caso flagrante
es el do Vera Caspary que, después de ha
ber obtenido un éxito resonante con Laura,
renuncia resueltamente al género policial
er. el que, afirma, ‘ ‘ no se siente a sus
anchas” . Quizá le sucede eso porque el
genero, tal como está codificado por la
tradición, no ofrece efectivamente a los
escritores más que un campo de acción
demasiado estrecho y estéril.
Lo cual permite a Berkeley agregar,
concretando así los puntos de vista de
críticos y ensayistas: ‘ ‘ La novela policial
está en camino de convertirse en novela
do interés policial o criminal, reteniendo
al lector menos por medio de lazos ma
temáticos quo por los psicológicos” . El
elemento enigma, precisa el autor de El
caso de los bombones envenenados, obra
maestra de la intriga policial, persistirá
sin duda, pero se convertirá en un enig
ma del carácter más que un enigma del
tiempo, lugar, motivo y oportunidad.
y
sus
LIBROS
indulgencia cordial, se propone aquí co
mo un desafío lleno de belleza, que con
cluyo casi en cada página con una vic
to lia. — J. C.
N uevo asedio a D on J u a n , por Gui
llermo Díaz-Plaja. Editorial Sudamerica
na, Puenos Aires. 144 págs. a la rústica.
$ 3 m/arg.
Elogiar en D íaz-Plaja la extensión y
seguridad do sus criterios literarios, o la
sagacidad intuitiva que le permite ubi
car y ubicarse con tan certero pulso,
sería reiterar conceptos que su larga la
bor erudita y docente ha merecido a la
más alta crítica. Mas parece importante
poner el acento eir un aspecto poco ma
nifiesto en la obra de los investigadores
españoles: la liviandad y la gracia sos
teniendo la hondura y la verdad. Esto,
que se advertía ya en un libro tan ‘ ‘ es
colar” como La poesía lírica española,
brota a plena luz en Nuevo asedio a
Don Juan, donde los cáteos de Tirso,
Moliere, Zorrilla y Unamuno son ope
rados sin aparente esfuerzo, luego que
Díaz-Plaja nos dispensa cordialmente de
muchas notas y fichas (que se adivinan
con admiración) para dejarnos, en una
lápida prosa, la sustancia misma de su
búsqueda
Así, el Don Juan español — ‘ ‘ cruce
donde se encuentran el mundo espectral
céltico y el mundo sensual del Medite
rráneo” — , y el de Moliere — cartesiano
y racionalista— , se completan con el
Tenorio romántico y el angustiado Don
Juan unamunesco: cuatro avatares de una
arcaica encarnación mítica, que DíazPlaja rastrea en el último capítulo de su
breve libro para fija r sus varios oríge
nes y sus persistentes andanzas. — J. C.
E l alba del a l h e l í , por Kafael Alberti. Losada S. A., Puenos Aires. 128
págs. a la rústica. $ 2.50 m/arg.
Ahora que Alberti está en el filo pen
sativo desde donde ve llegarle la madurez
como un gran viento sosegado, la edición
argentina do esta Alba de sus veinte
(Continúa en la pág. 10)
�9
8
=
todo ello no es más que un punto de
nada que valga en arte se improvisa.
Y la noción de que siempre hay algo
partida y la misma energía de su ex
más que alcanzar basta para que su
posición no justifica que el artista se
desentienda de otros cuidados. Puestos
obra adquiera una relación de unidad.
a juzgar la pintura de Berni por los
Quiero suponer que la selección que
ejemplos expuestos ahora y en la ocasión
se impone de hecho para optar al Pre
recordada, sus cualidades de color y de
mio Palanza es también una manera de
forma, sus soluciones de los problemas
recapitulación, donde las condiciones en
de perspectiva y
que se lleva el trabajo de creación se
necesarios a su “ doctrina” — , poco nos
presentan por sí solos al análisis del
queda por donde podamos sacar algún
artista. En todo caso es lo que vamos
mérito que responda a la promesa que
buscando instintivamente en el cotejo
de los conjuntos expuestos en este pri
tuvimos siempre presente en él. No po
mer concurso. Los diez artistas admiti
demos, por cierto, reprocharle a Berni
continuidad, unidad de propósito, pero
dos este año son, por orden alfabético,
sí nos preguntamos si la dirección que
Héctor Basaldúa, Antonio Berni, Italo
lleva no expone demasiado las cualida
Botti, Juan Carlos Castagnino, Eugenio
des que haríamos mal en regatearle.
Daneri, Raquel Forner, Emilio Petto-
Basaldúa y Berni son los dos artistas
ruti, Domingo Pronsato, Raúl Soldi y
H éctor B asaldúa. La guitarra. Oleo.
en quienes — por muy diferentes razo
Miguel C. Yictorica.
nes—
grado. Yictorica pudo, por cierto, pre
una labor que los define en su perso
sentar un conjunto ampliamente más
su talento.
Si no ;¡on de
homogéneo, pero el pintor que hay en
méritos equivalentes podríamos conside
él está de tal modo presente en cual
rarlos, para el caso, de la misma im
quiera de las obras enviadas que la ob
portancia. Y siendo así lo que queda
jeción tendríamos que dirigirla al ca
por ver es el paso que llevan. A unos
rácter
el cotejo los favorece; a otros, por lo
realizada
tenido el arte de Basaldúa nos autoriza
obras expuestas, su pintura ha perdido,
bía la duda. La duda ha existido y la
decisión del jurado debemos aceptarla
una pintura fiada a las finezas del color.
como una definición del carácter par
Sería impropio decir que Basaldúa es
ticular de este premio. Y es difícil ob
que otros de los con
jetar la decisión del jurado. Los méri
R aquel F orner. Aunecer. Oleo.
conducida y la progresión ascendente de
complicada. Y a su exposición individual
su obra de los últimos años. Así como
realizada últimamente en esas mismas
se ha definido su personalidad, han ad
salas de Witcomb, invitaba a revisar el
quirido categoría y firmeza las formas
juicio que teníamos hecho de su talento.
U
ha venido a poner en juego la atención
lo. artistas plásticos. No sabemos si a
estimularlos en su espíritu de vigilancia;
espíritu; pero ahora estamos a la vista
ejemplar que nos han ofrecido en el arte
de un artista imbuido de una doctrina
aunque quizá sea en este aspecto donde el
contemporáneo algunas personalidades en
nuevo premio instituido tenga alguna con
aparente estado de cambio, no debe confun
Frente a la obra de Daneri, de Soldi,
de Castagnino,
dirnos. Aquí también la diversidad de las
formales de su obra o de las valoracio
nes plásticas de toda obra. E l tema,
cinco obras elegidas de su producción de los
condición del espíritu, de una visión o un
Llegados a este punto sólo podemos con
así como la doctrina que informa su
últimos diez años. Se supone, de este modo,
concepto, de un estilo o de formas de inter
criterio
que cada cual ofrece la medida de su labor
pretación particulares. E l sentimiento de la
más en él. La calidad de los valores for
de
la
representación
obra podemos advertirlo en la continuidad
males, la categoría de la obra como crea
mente largo como para seguirla en su con
de ciertos caracteres dominantes. O en la
ción plástica parece importarle menos.
línea de tensión que crea el esfuerzo por al
Sería torpe negarle talento, ni tampoco
creación del artista puede variar de aspec
canzar el dominio de las diferentes realiza
conocimientos. Sería igualmente un error
to, de intención y de manera, sin que por esto
ciones. Las dificultades de los problemas de
desestimar el sentido de su orientación.
pierda unidad de sentido, sin que sus dife
la representación son de por sí suficientes
Lo que no podemos admitir e.^que sea de
por sí suficiente. En buenos términos
siderar' categorías de valor de la per
tenderse como tal el enrolamiento en una
estado siempre “ en lo m ism o” . Reduzcamos
sonalidad y
determinada forma
la objeción a su intención inmediata.
el talento de cada uno.
Condición que no puede de ningún mo
pueden
durante un período de tiempo suficiente
de Pronsato, la obra
de Raquel Forner no les cede en firmez -
de la atención de los valores puramente
expresiones concurre a la definición de una
para crear en el artista el sentido de qué
han ido ajustando con rigor de método.
respecto del arte que lo va apartando
curso, los artistas admitidos deben presentar
rentes formas dejen de encontrarse en algún
bujo, el régimen de su composición se
tada hacia un realismo de forma y de
secuencia. De acuerdo a las bases del con
tinuidad, sino en su voluntad orgánica. La
de su expresión. Su coloración, su di
Hace tiempo que su pintura está orien
de la verdad de las realizaciones se pierda
el sentimiento de “ la obra” . E l espectáculo
tos de Raquel Forner son evidentes. Son
evidentes la disciplina con que ha sido
En cuanto a Berni su situación es más
punto. En otras palabras, sin que a través
podido
conjunto de los trabajos presentados ca
sión ; condiciones sobre todo exigibles en
nuevo concurso, el Premio Palanza,
habría
Abierto el juicio sobre .1a bondad del
en los últimos tiempos, fuerza y preci
n
difícilmente
disputársele el premio de este concurso.
a decir que, por el testimonio de las
currentes; su poca vigilancia lo ha co
locado por debajo de otros competidores.
la
por la categoría de méritos de la obra
cia. La estima en que siempre hemos
“ menos pintor”
antes que a los poderes y
disciplina del artista. Puestos a juzgar
menos espero que les sirva de adverten
Oleo.
se advierte una disminución de
Todos ellos tienen el antecedente de
nalidad y
Juan Carlos Castágnino. Naturaleza muerta.
de atmósfera — tan
E milio P ettoruti Postre. Oleo
COTEJO
No
puede
decirse
generalizada
que
de
arte.
es “ cubista”
pe
lo olvidarse, aunque tampoco sirva para
se a la manera de presentar sus imágenes;
Lo obsesión de la tendencia o el aspecto fo r
hacer la elección más sencilla.
la suya no es una pintura “ abstracta” , aun
mal de su pintura no deja ver su variedad,
No he nombrado a Pettoruti. No es
que construya con superficies planas. En
la riqueza, precisamente, de ideas pictóricas
olvido. No participo de ningún modo
ciertos aspectos es realista y figurativo; en
que hay en ella. Si Pettoruti tiene un método
de la ya deliberada actitud de los jura
otros — pero a que seguir; en todos es, sim
de creación es porque, además de necesario,
dos respecto de este artista. Lo pongo
plemente, un pintor frente a su problema.
responde a una intuición personal o a una
al final para considerar su situación
Esto último nadie se atreve a negárselo.
necesidad imperativa de su temperamento.
con más
es el
Nadie le niega la honradez, ni la calidad de
Tiene algo m ás: rigor de método. D e ahí la
más homogéneo y el de mayor unidad
su pintura; pero si se le niega el derecho de
solidez de su pintura, y la importancia que
de méritos. A simple vista es el más
pintar como pinta. Se le niega en razón de
sólido. Pero, también a simple vista,
esa supuesta tendencia que al principio no
surge la objeción previa. Esa objeción
le aceptaron por la carga subversiva que
previa es la “ tendencia” de Pettoruti.
traía; que ahora no le aceptan porque está. . .
cuidado. Su conjunto
asume en nuestro medio su obra de sentido
tan particular.
Si el Premio Palanza ha de traer algo
más que un nuevo motivo de agrias compe
No puede ser otra la razón que se opone
fuera de tiempo. Si se consigue persuadirles
para regatearle sistemáticamente acceso
que no hay tal tendencia, entonces sucede
a este artista a las recompensas tan ge
que Pettoruti “ siempre está en lo mismo” .
nerosamente
nuestros
Prescindamos del valor general del argumen
arrollar el sentido de disciplina y de método
certámenes. Lo curioso es que en Pet
to y pasemos por alto el hecho notorio de
en los artistas nacionales, tan inclinados a
toruti no hay tendencia, si ha de en
que no hubo artista que valga que no haya
la improvisación.
distribuidas
en
tencias en la ya frondosa lista de recompen
sas para los artistas, será porque puede des
ARTIiTI
IHEZ PH TORES
Argentinos Concurren
al Pr emi P a l a n z a
P1
E ugenio D aneri. Naturaleza muerta. Oleo.
M iguel C. Y ictorica. La modelo mirándose.
Oleo.
JULI O l O U n i N I
Lo
que quiere decirse es que Pettoruti se repite.
D omingo P ronsato. Valle encantado.
Oleo.
I talo B otti. Mañana luminosa.
Oleo.
�cabalgata
10
SOBRE LA ACTUALIDAD EDITORIAL
Habla para 66CABALGATA99
Don Antonio López Llausás, hijo
nieto de editores y libreros espafioles, nctúa como Director-Gerente dé
la Editorial Sudamericana desde el
instante en que pisara tierra argen
tina hace cerca de diez años.
Siente hondo amor por su profesión
al par que conoce do raiz todos
los problemas que giran en torno al
libro. Su labor al frente do la Sud
americana, cuyo prestigio y prospe
ridad económica soti unánimemente
reconocidas, constituye un elocuente
testimonio de ello.
A. LOPEZ I I A I S A S
• Sobreproducción de libros.
• Acerca de la ayuda oficial.
• Movilización de créditos bloqueados.
LOS VIAJES DE
MARCO POLO
APARTANDO despaciosamente de delan
te suyo el cúmulo de papeles que llenan
su mesa de trabajo en la gerencia de la
Sudamericana, don Antonio López Llausás
— este español ganado definitivamente pa
ra la Argentina, que nos interroga con sus
ojillos penetrantes ante el anuncio de un
reportaje para CABALGATA— contesta
pausada pero seguramente a nuestras pre
guntas sobre la actualidad editorial.
— ¿Cómo ve usted el panorama editorial
argentino?
La interesantísima descripción de los viajes de
Marco Polo por el Asia ejerció una innegable
atracción durante la Edad Media y fue fuente
de inspiración para los grandes viajeros como
Cristóbal Colón. Es un libro clásico de la lite
ratura narrativa ...................................
8 8
LA MUJER QUE HUYÓ
DE SODOMA
por José Geraldo Vicira
Vividos cuadros de la vida en las fazendas, de
lugares Henos de belleza natural; de una gran
ciudad, como Río, con sus miserias enormes, fren
te a los fulgores de poderosas fortunas S 12 .
— No tengo por qué negarle que el pró
ximo lo veo algo sombrío. El público lec
tor, no sólo aquí, sino en toda América,
está retraído.
EL HOMBRE QUE CONOCIÓ
A COOLIDGE P °r Sinclair Lewis
Con chispeantes monólogos se caracteriza a un
hombre charlatán que dice haber conocido al
Presidente Coolidge, aunque verdaderamente
coa quien conversó fue con el Secretario de
a*«él ........................................................
3 8' - '
EL VOLO A ^
AL YUKON por Daniel Henderson
desde
He aquí un libro que, en forma amena, nos
describe los titánicos esfuerzos realizados por
los rusos en el siglo XIX hasta ocupar, momen
táneamente, Alaska y California . . . .
S 1 0 .—
LA VIDA DEL POETA
H. CH. ANDER5EN
por Frederick Book
Andersen, e! poeta que más bellamente supo
idealizar la vida y recrear con emocionado re
gocijo las mentes infantiles, llevó en su misma
existencia el fundamento filosófico de los encan
$ 10—
tados castillos de sus cuentos ..........
ANDANZA PCRTEÑA
DE SIMÓN BADAJO
— ¿A qué causas obedece este retrai
miento?
— Una es la sobreproducción de libros,
que alcanza límites insospechados. No sólo
se lia producido en demasía en nuestro
país, sino en México y en España. Ade
más, se produce en menor escala que en
los países mencionados, pero en mayor
cantidad que antes en Chile, Colombia,
Perú, Cuba y Uruguay. Hay que tener en
cuenta que hace 10 años era sólo España
la que editaba en lengua castellana; en
la actualidad, son 10 ó 12 países, y,
algunos, como los dos citados en primer
término, con alto nivel de producción.
— ¿Mientras tanto, la reacción del pú
blico?. . .
— Las causas citadas son las que afectan
en sus cimientos, por así ¿decirlo, la crisis
que pasa la industria editora. Pero hay
otras, llamémoslas circunstanciales — aun
cuando puedan ser circunstancialmente
muy largas y difíciles de resolver— como
la falta de divisas en los países tributarios
de la Argentina en materia editorial. El
dilema actual es el siguiente: continuar
remilnendo libros a Chile, Perú, Bolivia,
etc., con pocas esperanzas de cobrarlos, o,
ir abandonando mercados que, con relati
vamente poco esfuerzo, pudieron conquis
tarse.
— Esta avalancha de libros el público no
la resiste y los editores no la resistirán
tampoco. Prueba de ello son los avisos de
ventas con descuentos del 40 y 50 % ,
hecho que va en desprestigio del editor y
el libro.
— Pero sabemos que el Gobierno de la
Nación contribuirá con su ayuda econó
mica a paliar estos males .
— Dándose cuenta, amigo cronista, de
la gran importancia que tiene para la
Argentina el mantenimiento de la industria
E L
( Viene de la pág. 7)
por Martín A . Noel
años nos lo afirma en esa juventud in
cesante contra la cual nada pueden las
cronologías. Voz más alta, más de fiesta
y marimorena, la de estos versos no es
menos la voz que poco más tarde nos
daría el puro milagro de Sobre los án
geles y la sorda profecía de Sermones
y moradas.
Así este canto que retorna hoy desde
el fondo de un alto destino lírico, es
alegre y liviano amanecer a una vida to
davía no marcada por el fuego que la
esperaba para acerarla. Voz de poeta a
pleno sol, a plena luna, que se gasta en
moneda y su verso para regalarlos
en cosas que son del viento:
un peine, una redecilla
y un moño de terciopelo.
J. C.
Un buceo del Buenos Aires contemporáneo y
de su hombre realizado con pasión americana.
Uaa crítica valiente, leal y profunda de aspectos
político sociales de nuestro ambiente
$ 8.—
D on Q uijote be la M an c h a . Reduc
ción de Ramón Gómez de la Serna. Edi
torial Mermes, México. 440 págs. a la
rústica. $ 8 m/arg.
Todo epítome, florilegio o “ versión
abreviada” suele poner en guardia al
lector adulto — si no lo es sólo en años— ,
y reducirse a las conveniencias del niño
y el estudiante. Nada de eso ocurre aquí
por la simple razón de que Gómez de la
Serna es quien ha tomado entre tijeras
la labor de acercarnos el Quijote a la
intimidad de una lectura continua y re
petida.
“ Sin variar una palabra de su texto” ,
advierte el subtítulo a lo que agrega
Ramón: “ No me atrevería a decir que
sobrase nada en la gloriosa obra, pero
había la necesidad perentoria de con
vertirla en una asequible novela de cua
trocientas páginas. Probablemente su in; mortal autor me perdonará porque ahora
\ van a poder leer su Quijote muchos que
: no tenían ni tiempo ni paciencia para trasj poner sus mil y pico de páginas.” Y
3 luego: ‘ ‘ He suprimido las disgresiones,
é las repeticiones, el insistente ofrecimiento
; de nuevas aventuras, los discursos exce: sivos a Sancho, las erudiciones sobre los
libros do caballerías, las remanserías de
. lo eglógico y lo pastoril, los solos de
5 flauta, las novelitas añadidas a una no, vela ya de por sí larga. . . ”
Esto, que el reductor nos dice con li
viana modestia, significa una difícil y
1 comprometida tarea, que sólo podia tener
< buen éxito en manos tan españolas, tan
i convincentes con la realidad cervantina.
< Para sosiego de escrupulosos, la obra
incluye un sistema de referencias que
permiten precisar los fragmentos desglo
sados y los puentes que facilitan la
■ fluencia del relato. Una edición de sen
cilla dignidad gráfica — tan adecuada a
la dignidad sin empaque de quien cabal. ga por sus páginas— se agrega a este
esfuerzo de acercamiento cordial para
ayudar al lector y seguir la ruta del
manchego siempre en marcha. — J. C.
▲ M ORRORTU
LUCA 2 2 3 7, BUENOS AIRES
— ¿Qué otros factores inciden en el
lecto r?...
— Otra de las causas que, a mi en
tender, influyen en el retraimiento de los
compradores, es el alto precio de venta a
quo tiene que entregarse el libro al pú
blico.
— Aceptemos que el libro es una nece
sidad hondamente espiritual........
— En efecto; pero se torna indispensa
ble cuando se trata de libros de enseñanza,
técnicos y científicos. Es un lujo, en
cierto modo, en las obras de ficción, lite
rarias, biográficas, etc., cuando debe abo
narse $ 8 ó 10 para gustar una novela de
400 páginas... El aficionado a la lectura
medita la adquisición varias veces a me
nos que sea un potentado. ..
— Pero, no sólo estos factores afectan la
problema editorial.
T. A. 61-2041, 8446 y 8534
L a sin fo n ía pastoral , por André
Gide. Editorial Poseidón, Buenos Aires.
156 págs. a la rústica. $ 5 m/arg.
Agotado — si puede hablarse de ago
tamiento en este Anteo siempre pronto a
tocar tierra y a alzarse con nueva sa
via— el período “ artista” de su obra
{Paludos, Les Nourritures Terrestres,
T I E M P O
Y
SUS
L I B R O S
L ’Immoraliste, Les Caves dn Yatican),
quiso Gide prolongar la severa, ascética
resonancia de La Porte Etroite con esta
Sinfonía Pastoral que estudia almas pa
recidas, frustraciones análogas, y acaso
salvaciones por el camino del renuncia
miento. Alissa había escogido “ la puer
ta estrecha” , en un gesto en apariencia
tan poco gidiano que el eco de su deci
sión resuena todavía en la crítica fran
cesa; diez años después, Gertrudis esco
gerá la muerte para abolir en la nada
una sorda confusión de sentimientos y
realidades. El relato de su pasión, na
rrado con una admirable prosa de severo
rigor formal, contiene esa virtud que
Gide, en todos los momentos y los te
rrenos de su obra (aludo también a Les
Faux Monnayeurs) ha fundido con la
belleza hasta hacer de ambas una sola
razón de vida: la valentía moral.
Arturo Serrano Plaja, de cuya inteli
gencia y sensibilidad dan sobrada mues
tra sus obras personales, salva la muy
difícil prueba de esta versión con una
pulcritud incesante, con un ejemplar res
peto. — J. C.
N ueve
dramas
de
E ugene
O ’ N eill .
Editorial Sudamericana, Buenos Aires.
2 vols. en rústica de 548 y 624 págs.
$ 20 m/arg.
Hacia 1934, el teatro de Eugene
O ’Neill conoció un período de marcada
popularidad en nuestro medio más por
la versión impresa de algunos de sus dra
mas que por las aisladas y meritorias re
presentaciones que se intentaron. El cine
(ese mal intérprete de O ’ Neill) vino
luego a afirmar su nombre, pero faltaba
en todo momento una edición castellana
donde el no fácil lenguaje del dramatur
go hallara correspondencia formal y aní
mica. León Mirlas llena ese hiato con
su experiencia de traductor teatral, y un
magnífico esfuerzo de los editores con
densa, en 2 volúmenes y más de 1000
páginas, las obras capitales del “ Esquilo
moderno ’
Están ahí — mostrando cronológica
mente la evolución del genio de O ’Neill—
El Emperador Jones, El mono velludo,
Todos los hijos de Dios tienen alas, El
deseo bajo los olmos, Los millones de
Marco Polo, El gran dios Brown, Lá
zaro reía, Extraño Interludio y Electro.
Su lectura sucesiva es la experiencia trá
gica más alta que pueda alcanzar un
hombre después de conocer a los griegos
y los isabelinos. Como probando en el
hombre contemporáneo la permanencia de
las fuerzas madres que lo gobiernan y lo
desgobiernan pese a la razón y a la téc
nica, el teatro de Eugene O ’ Neill ter
mina por exceder la estética y la litera
tura, irrumpe — con Lázaro reía y Elec
tro— en la dimensión más abismal y
mas auténtica del hombre que se angus
editorial, el Gobierno ha sido extremada
mente — excesivamente, me atrevería a de
cir— generoso con su contribución para
salvar' la industria. Los $ 25.000.000 para
auxiliar a nuestra industria, votados por
las Cámaras, es un gesto de agradecer y
no creo ofrezca parangón en otros países.
— ¿Salvará esto a la industria editorial?
— Con sinceridad, debo decirle que no lo
creo. Es más; según1 cómo se administre
esta ayuda, contribuirá no a su mante
nimiento, sino a la de algunos editores
que no son precisamente los que mayor
honor hacen a nuestra profesión. ¡Ojalá
me equivoque, pero así lo pienso y así ten
go que decirlo!
— ¿Ve Ud. la factibilidad de otras me
didas que alivien el panorama?
— La supresión de impuestos a las ven
tas, el descuento y la movilización de los
créditos bloqueados en los países faltos de
divisas, y, otras en ese sentido. No hablo
de tomar medida alguna para rebajar el
costo de la producción, porque no se me
escapa que sería difícil; pero temo mucho
que la buena disposición hacia la industria
editorial que ha demostrado el Gobierno
y las Cámaras no consiga aliviar la angus
tia de los editores, que no son únicamente
la falta de capital para hacer libros si
luego tienen que ofrecerlos a mitad de
precio. El futuro está ya condicionado por
factores que no pueden preveerse.
Un cordial apretón de manos tiene el
don de reintegrar al señor López Llausás a
sus tareas en la gerencia de la Editorial
Sudamericana, do donde transitoriamente
lo habíamos alejado para poder brindar
a los lectores de CABALGATA esta visión
panorámica del momento editorial a través
de su medular análisis.
O. H.
tia por no ser más y no ser menos que
un hombre. Bien lo ha visto Joseph Wood
Krutch cuando dice en la introducción
a las tragedias: “ Nuevamente tenemos
aquí un gran drama que no pretende
“ decir algo” , en el sentido en que se
lo proponían usualmente los dramas de
Ibsen o de Shaw o Galsworthy, sino que
pretende decir, por el contrario, lo mis
mo que “ Edipo” y “ Hamlet” y “ Aíacbeth” : esto es, que los seres humanos
son criaturas grandes y ,terribles apresa
das por poderosas pasiones, y que su es
pectáculo no sólo es apasionante, simo
también, y a un tiempo, horrible y purificador. ” — J. C.
E l incongruente , por Ramón Gómez
de la Serna. Losada, S. A., Buenos Ai
res. 196 págs. a la rústica. $ 3 m/arg.
Bien hace Ramón, al prologar este
libro, en recordarnos que es un “ primer
grito de evasión en la literatura novelesca
al uso” . Escrito en 1922, El Incongruen
te conserva con redonda juventud sus va
lores de creación pura, de demiurgia ju
bilosa y sin fronteras, en un clima que el
surrealismo llenaría pronto de consignas y
duros espejos. Esta indefinible novela,
donde capítulos cerrados y abiertos a la
vez como caracoles participan del cuento,
el poema y la biografía, admite ser leída
en cualquier punto de su t anscurso, no
termina jamás y está empezando a cada
página, saltando de un mundo a otro
mundo, de un tiempo a otro tiempo, mien
tras el liviano y algo triste Gustavo—
dolido de incongruencia mágica— con
funde cuadros con espejos (y sospecha es
pejos en los cuadros), descubre playas
llenas de pisapapeles y mujeres enamo
radas, y vive una vida de involuntario
poeta para quien la poesia irrumpe en
las cosas antes que en los versos. — J. C.
S istem a de las artes (Arquitectura,
Escultura, Pintura y Música), por G. E.
Hegel. Espasa-Culpe Argentina, S. A.
176 págs. a la rústica. $ 2,25 m/arg.
Este volumen continúa el titulado “ De
lo bello y sus formas” y resume, en
selección de su traductor Manuel Granell, el pensamiento fundamental de llegel
aplicado a las artes, las formas particu
lares en que lo bello se realiza a través
del hombre.
Como los elementos que componen un
vitral, cada instancia de lo bello se orde
na en torno del eje donde reposa el gi
gantesco sistema del idealismo hegeliauo.
Si el sistema en sí es hoy un ilustre tú
mulo (junto con tantos otros), y la filo
sofía se adscribo a la problematicidad
localizada antes que a las síntesis tota
les, el genio del pensador de Stuttgart
brilla sostenido en sus intuiciones (¡tan
tas veces henchidas de pura poesía!)
acerca de la escultura, la música, la pin
tura, afirmando esa concepción estética
de hondo sentido humano con el anda
miaje dialéctico de una de las mayores
inteligencias de la humanidad. — JP oesía . Ezequiel Martínez Estrada.
Argos, Buenos Aires. 334 págs. a i»
rústica. $ 9 m/arg.
Hoy, en que nadie que no sea nadie
�gj
cabalgata
duda do que Ezequiel Martínez Estrada
eg uno de los más altos, continuos y ne
cesarios maestros do la esencia argentina,
la aparición en un volumen del total de
su obra poética será saludada jubilosa
mente por una esparcida, inquieta y es
peranzada legión de discípulos y camaradas.
En los últimos años, la presencia su
cesiva de obras como La cabeza de Goliat
t Sarmiento, perfiló para muchos (sobre
todo los más jóvenes) la figura de un
Martínez Estrada solamente sociólogo,
inclinado sobre la raiz del hecho iraeional, denunciando sin sosiego la casi con
tinua falsedad de sus “ verdades” y la
falsificación que las fué instaurando y
sosteniendo. D ifícil era rescatar de bi
bliotecas y librerías los volúmenes de una
continua y paralela marcha poética —
Oro y Piedra, Nefelibal, Motivos del
Cielo, Argentina, Títeres de Pies Ligeros,
Humoresca— en la que este hombre de
tan lúcida inteligencia se deja cantar
como si reposara; pero sin reposo, que
tal podria ser la divisa de -su obra entera.
Al acoger este espléndido volumen que
lo resuma como artista, se comprende
hasta qué punto su obra poética reivin
dica entro nosotros la insultada noción
de clasicismo, y la propone al modo de
Goethe como ese lado de la columna domlc
sobre un mismo mármol se posa el júbilo
del sol.. — J. C.
El Autor de “La Carreta”
Habla para CABALGATA
Coterráneo del gran Horacio Quiroga,
es decir, oriundo del Salto uruguayo
que ha dado más de un artista a
dicho país, Knrique Amorim se cuen
ta entro los escritores sudamericanos
que más ha sido traducido a diferen
tes idiomas. Desde La Carreta, ver
tida al alemán hasta El caballo y
su sombra, traducido al italiano, sus
novelas tienen lectores en todas las
latitudes.
• Imágenes, novelas, poemas, cuen
tos policiales, a través de las
actividades de Enrique Amorim.
Cervantes , por Jean Babelon. I-osada
S. A., Buenos Aires. 256 págs. a la rús
tica. $ 7 m/arg.
No en vano se sostiene que un alto
mérito del investigador francés consiste
en comunicar su erudición sin que la
misma se adelante, invada el tema y agote
al lector que no es precisamente un es
pecialista. Mérito en el que está conte
nido un duro sacrificio: la renuncia a la
satisfacción de volcar el fárrago de da
tos, pormenores, y su ardua sintesis con
una prosa donde cada elemento se torne
vivo, so inserte en la corriente del tema,
y en alguna medida se desplace do lo
científico a lo poético. Es precisamente
lo que alcanza Jean Babelon en su Cer
rantes, donde el discurso — de liviana
hondura— busca yuxtaponer el tiempo,
el hombre y la obra en una situación
total, un ambiente histórico y literario
que Cervantes conoció y padeció, pero
que raras veces se anima para nosotros
con tan inmediata verdad.
La juventud, la guerra, el cautiverio,
las prisiones — donde la de Sevilla está
evocada en una página maestra— , las
obras incontables, la m u erte... Y fijanones tan lúcidas como ésta: “ Pocos
escritores han experimentado como Cer
vantes el agudo sentimiento del camino,
I de esa escapada hacia un porvenir múl
tiple. .. al gran azar de los vientos del
cielo y las nubes que se acumulan.”
Libro para hombres, este Cervantes es
también el libro que un maestro o un pa
dre, deseosos de crear una conciencia
cervantina, habrán de poner en las manos
aún dubitativas del adolescente y el es
tudiante. — J. C.
El Crim en y el Castigo , por Fedor
Dostoievsky. Traducción de Pedro Pedra
da y Páez. Editoriales Reunidas, S. A.,
Hítenos Aires. 304 páginas. $ 6.50 m/arg.
Según confesión de los editores, la “ Co
lección de obras selectas” a las que acaba
de agregarse el famosísimo título de Dos
toievsky se propone publicar, especial
mente para la Argentina, los textos que
más éxito de público alcanzaron en la
‘ Biblioteca de Grandes Novelas” que la
Editorial Bamón Sopeña diera a luz, en
Barcelona, en el primer cuarto del pre
sente siglo.
Eué característica de esos libros espa
ñoles, como se recordará, la fidelidad de
bs traducciones y el cuidado de la impre
sión, dentro de las exigencias propias de
b edición económica. Ahora se hace una
selección en la copiosa lista de novelas
entonces publicadas y se reproducen con
mayor esmero tipográfico y más categoría
en la presentación. Obras todas ellas que,
Por encima de las escuelas literarias y
de las modas fugaces, se mantienen in
conmovibles en la estimación popular, su
selección ha sido hecha prácticamente por
el mismo público lector, que es quien dió
en fallo, a lo largo de varios lustros y
en un área geográfica que abarca todos
08 Pa*ses de habla castellana, sobre la
Pre ercnc-ia que le merecieron determína
les producciones.
Por mUy divulgada que haya sido la
ove a de Dostoievsky — incluso mediante
entro y la pantalla— siempre conserva
• 'oleres apasionante, para nuevos y viej 8 eetores, que admiran no sólo la honra psicológica del estudio del alma de
^ olrrikov en su doble faz de precrit_ ,. 7 He
expiación por el dolor, sino
Den t°n
v*£or épico con que el autor
T ,' ra y descubre, a través de miserias
j <? í’ra.e*as> (le místicos fervores y calladi. ter.o!sm°s,
temple singular, mezcla
j j ” O'eismo y de ardorosa fe, del alma
ael Pueblo ruso. — R. E.
Filosofía del Siglo X X , por Guido
Bo va^10r°' Producción de Adriana T.
v á n ;„lt°rial Abrü’ Buenos Aires. 296
$ 9 m/arg.
¿o
Guido de Ruggiero dió a luz
'Ó mi]0,° ia contemPoránea. que le coloespíriti' ^r°.nt0 entve los filósofos y los
Menino *1 Cntícos mí*s ilustres de nuestro
B¡¡oío« 4 1 ra alcanzó varias ediciones,
el Drpef"1*•^
X X , publicada por
y qu„ , 10S0 Profesor italiano en 1933
Ulioma U-•1ra **a 8' 1*0 Tert¡da a nuestro
aqUei , J len“ a sor la continuación de
Pnlcs p„»r° C° n c* cuadro de las prineirientes filosóficas aparecidas en
algún ilustre hombre de letras o
artista de relieve se allega a nuestras
tierras, fácil tarea resulta descubrirlo en
su traginar diario por nuestra metrópolis
por cuanto es inevitable que Amorim se
convierta en grato introductor del mismo
erc nuestro ambiente cultural. Haciendo un
alto en sus múltiples tareas de novelista,
poeta, ensayista, crítico plástico, hombre
de negocios, y amable “ causeur” , cúpole a
Enrique Amorim la grata tarea de acer
carnos a Federico Garcia I.orca, Nicolás
Guillen, Cándido Portinari, Pablo Neruda>
Sherwood Anderson, etc., hasta rasgar lo
más recóndito de sus respectivas intimi
dades. De ahí el secreto de su simpatía,
de su contagiosa simpatía, que no halla
reparos en brindar a CABALGATA la
primicia de toda su actividad: la actual
y la futura, pues Amorim es hombre abier
to a todos los mares, de insospechada pro
ducción y firme éxito editorial.
— ¿Qué nos anticipa de sus trabajos li
terarios?. . .
— Tengo listo un libro de cuentos, cuyo
título le anticipo: Después del Temporal.
El primer cuento se titula: “ Después del
temporal, la explicación” . Le siguen una
serie de grotescos; se trata de historias
brevísimas, que tienen por escenario un
pueblo fuera del m apa: Colinas. Pienso
dar un libro de cuentos inéditos.
— ¿Insistiendo sobre el tema?
— Efectivamente; entiendo que si el
gran público lo da un tanto la espalda a
este género literario tan maravilloso, se
debe exclusivamente a que los libros de
cuentos son — por lo general— recopila
ciones, vieja cosecha. . .
— Lo que correspondería, entonces, es
interesar al lector, Am orim .. .
— Por eso es que nos preocupa, eonjuirtamente con A dolfo Bioy Casares, Jorge
Luis Borges, Mujiea Láinez, Eandi, y
otros cuentistas, la idea de fundar el
“ Club de los cuentistas” y alentamos la
esperanza de lanzar a la circulación una
avalancha de cuentos.
ruando
el mundo desde los comienzos de la pri
mera guerra mundial. Si el citado en
primer término tenía una estructura más
sistemática y un acentuado tono polémi
co, el que ahora comentamos consta de
un conjunto de ensayos, en cierto modo
independientes entre si y de carácter am
pliamente expositivo. El autor explica así
esa diferencia: “ Uno corresponde — es
cribe— a la primera fase del resurgi
miento idealista y expresa no sólo el fer
vor y la exuberancia, sino también no
pocas de las ingenuidades propias de ta
les períodos de despertar. El otro, nacido
en una época de revisión crítica del
idealismo, tiene el tono mesurado y a
un tiempo vigilante y atento a las voces
del mundo, que es el más adecuado para
tal trabajo.”
En exposiciones de gran claridad es
peculativa Guido de Buggiero describe
los sistemas de los principales filósofos
de los mencionados veinte años, hace una
lúcida crítica de los mismos y analiza
sus puntos de contacto y de divergencia
con las teorías anteriores del pensamien
to. Desde el realismo inglés de Alexander
y Whitehead al historicismo y pseudohistoricismo alemán, desde la crítica del
darwinismo a la filosofía del existencialismo, encontraron en estas páginas un
panorama luminoso, metódico y honesto,
do la evolución filosófica en la riquísima
y a menudo contradictoria variedad pro
pia de nuestro tiempo. — R. E.
R icardo W agner y su obra , por P.
Walter Jacob. Traducción de Gabriela
Moner. Ediciones Peuser, Buenos Aires.
636 págs. y un anexo de 400 ejemplos
musicales. $ 15 m/arg.
El “ caso” Wagner, para usar de la
conocida expresión nietzscheana, ha mo
tivado una de las bibliografías más ex
tensas del mundo en todos los idiomas
de cultura; forma verdaderas montañas
da papel escrito y de pentagramas mu
sicales. El coloso de Bayreuth, ensalzado
y combatido, dentro y fuera de su país,
con igual encarnizamiento, pero muy mal
comprendido en general, sólo conoció en
vida — como sucede casi siempre a los
genios innovadores— una mínima parte
de la gloria que le reservaba la posteri
— Yernos que Ud. deposita enorme fe en
nuestros cuentistas. . .
— Estoy seguro que en el idioma español
no existe nada superior al cuento ríoplatense. La España actual — que tan poco da
a la literatura— no tiene un solo cuen
tista do categoría. En cambio, en América
Latina es el género que se cultiva con más
seguridad.
— Falta el éxito editorial, tal vez— _
.— El “ Club do los cuentistas” va a
intentarlo. Veremos si nos ayudan las du
ras circunstancias actuales.
— ¿Y su labor como novelista?
— Preparo con lentitud una novela cuyo
marco es la pampa del salitre, esa región
áspera, ruda, tan llena de dolor y espe
ranza que atravesé el año pasado.
— ¿Qué desarrollará en ella?
— Sigue el curso natural de una obra de
tal naturaleza. Espero no defraudar a
aquellos que me vieron en1 la pampa con
el ojo atento, el oído purísimo y la curio
sidad ardiente, en meses de inolvidable
recuerdo. Nunca viví tan intensamente
como al lado de esos seres que me acom
pañan en la realización de mi trabajo.
— Recordamos que Horacio Quiroga afir
maba cierta vez que........
— A propósito del gran Horacio Quiro
ga, deseamos que no se pierda la urna que
para sus cenizas tallara Estephan Erzia.
Erzia se va a Europa. La urna, su urna,
reposa en un humilde panteón en mi pue
blo — el Salto oriental— , donde lucho para
que esa joya del arte de Erzia vaya a un
“ Museo Horacio Quiroga” , donde se le
venero como merece. Quiroga no mereció
el apoyo oficial y no es justo que ahora se
especule con sus cenizas. Quiroga es nues
tro, es del pueblo y al pueblo tiene que
volver, él y cuanto atañe a su gloria.
-—Nos había hablado de otros proyec
tos . . .
Sí. Preparo un film casi mudo — 3 ó 4
escenas habladas, nada más— sobre la
base de mi novela El caballo y su sombra.
Es la lucha entre uno y otro medio de
explotar la tierra. Un film cuyo único
antecedente es “ Extasis” . Creo que este
film supera a cuanto se lia hecho para
revolucionar el cine.
— ¿Nos habló de un cine mudo?. . .
— . . .se ha olvidado la imagen para dar
lugar a la palabra. Y . . . yo creo que ese
olvido está matando al cine auténtico. Una
imagen expresa más que un discurso, aun
que esté en boca del más grande a c to r .. .
Imágenes, poemas, novelas, cuentos poli
ciales; lio aquí, en apretada síntesis, la
actividad diaria de Enrique Amorim, con
secuente amigo de viajeros, y, a la vez, in
fatigable viajero hacia “ Las nubes” , la
pampa del salitre, Paris o Zurieh, en pos
de una nueva amistad, un congreso litera
rio o una conferencia sobre don Pedro
Figari.
O. H.
11
T s
de
U
U
M
T
iT
O
T S
n
-I W O
CERVANTES
Una gran biografía
• JEAN BABELON:
C e r v a n t e s .............. $ 7.—
Ni caprichosamente novelesca, ni seca
mente documental, esta nueva biografía
de Cervantes se recomienda por su serie
dad histórica, por el acierto con que el
autor traza un cuadro completo de la
vida y la obra del Príncipe de los In
genios. Además, hace claros para el lec
tor en general los puntos de vista que
ha impuesto en los últimos años la crí
tica cervantina especializada. Con ilus
traciones.
OTROS
LI BROS
I MP O R T A N T E S
• GEORGE V E R N A D SK Y : Historia de Rusia ................................... $ 12.—
Desde los orígenes del pueblo ruso en la época de los escitas hasta la segunda
guerra mundial. Tal es el vastísimo contenido de esta gran historia nutrida de datos
precisos y escrita con absoluta objetividad.
• SOREN K IE R K E G A A R D : Temor y te m b lo r ................................... $
4.—
“ Nuestra época organiza una verdadera liquidación en el orden de las ideas” escribe, al
comenzar el prólogo, el famoso filósofo danés, verdadero precursor del existencialismo.
• PABLO NERU D A: Tercera residencia ...........................................
$
5.—
El esperado tercer volumen de Residencia en la tierra. Contiene íntegramente España
en el corazón y poemas inéditos.
• ESTEBAN SA LA ZA R CH A PELA: Perico en Londres ..............
$
7.—
La vida pintoresca y nostálgica de los españoles exilados en la capital inglesa,
tras la guerra española, con agudas reflexiones sobre los choques y afinidades de
psicologías, se refleja magistralmente en esta novela de firme interés argumental
y escrita con amenidad e ingenio.
• M AXIM TLIAN BECK: Psicología (Esencia y realidad del alma) $ 10.—
Procedente de las más nuevas corrientes filosóficas, el autor ha sabido trasladar
sus preocupaciones al campo psicológico, trazando así el más actual tratado
de la materia.
• RODOLFO MONDOLFO: Tres filósofos del Renacimiento (Bru
no, Galileo, Campanella) ............................................................................. 3
5.—
La visión do los tres mayores filósofos del Renacimiento, renovada por el mejor
conocedor actual de la materia.
• RAMON GOMEZ DE L A SERNA: El incongruente. Bca. Con
temporánea N<? 195 ....................................................................................... 3
3.—
Una de las novelas más curiosas, extrañas y personales del inventor de las greguerías.
• R A F A E L A LB E R TI: El alba del alhelí. Bca. Contemporánea
N? 196 .............................................................................................................. 3
2.50
Perteneciente a la primera época de Alberti, es éste uno de sus libros más puros
y fragantes. Agotado hace años se reimprime ahora por vez primera en la Bi
blioteca Contemporánea.
• FRANCISCO ROMERO: Filósofos y problemas. Bca. Contem
poránea N p 197 ............................................................................................. 3
3.—
Una nueva colección de ensayos críticos y estudios cuya diversidad de temas
— Varona, Sombart, Lessing, Dilthey, etc.— muestra la unidad esencial del pen
samiento filosófico del autor.
Editorial L O S A D A S. A. - Siire!
Montevideo
Lima
Santiago de Chile
I m p r e n t a
LOPEZ
dad. El siglo X X ha sido el de la ver
dadera difusión de la obra wagneriana
fuera do las fronteras de Alemania y
el de la valoración comprensiva de la
misma.
El libro de P. Walter Jacob no es uno
más que se añade a la inmensa mole
bibliográfica de Wagner. Viene a cum
plir — quizás con más amplitud, con cri
terio más equilibrado y con mejor mé
todo que ninguno de los textos conoci
dos— , la misión de guiar al lector, y en
especial al oyente de las obras dramá
tico-musicales de Wagner, a través de
todos los elementos expresivos de que se
valió este verdadero mago del teatro
moderno (poesía, música, mímica, deco
rado, indumento, luces, armonías y contras
tes supremos) para la realización de sus
concepciones. El autor logra eficazmente su
objetivo de hacernos penetrar así hasta
la raíz de aquellas creaciones que colo
can a Wagner — cerrado ya el ciclo des
concertante de la polémica y dicha la
última palabra— en la cúspide de la
época romántica, como su encarnación
máxima que lanza solitariamente, deste
llos inmortales.
Cerca de quinientas páginas del libro
están dedicadas al análisis minucioso—
dramático-musical— de las obras teatrales
de W agner: labor didáctica y de síntesis,
realmente insuperable. Presenta la edi
ción, con atinadas palabras, el Mtro.
Fritz Busch. — R. E.
A urelien , por Louis Aragón. Traduc
ción de Arturo Serrano P'laja. 2 tomos,
312/312 págs. Editorial Lautaro, Buenos
Aires. $ 12 los 2 tomos m/arg.
Louis Aragón es uno de los grandes
escritores “ de guerra” que ha producido
la Francia de la Resistencia y de los
maquis. Puso su numen de poeta y su
pluma de cronista al servicio de la pa
tria y de la libertad. Y su verbo, siempre
inflamado y noble, consiguió convencer
y conmover a sus compatriotas. Aurelien
es su primera novela de postguerra que
se da a conocer vertida a nuestro idioma.
La traducción de Serrano Plaja revela
con magnificencia el ubérrimo colorido
del original. — R. E.
C
El
arte
y
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A
�■
i
1cabalgata
12
LADY
NOVELA
MACBETH
D E N I C O L A S LES COV
(Viene de la 1* página)
Borissiteh, no habían tenido hijos. Zinoviy Borissiteh no los tuvo tampoco de su
primera mujer con la que había vivido
una veintena de años antes do enviudar
y casarse con Katherina Lvovna. El ha
bía pensado y esperado que Dios 1- daría
de su segundo matrimonio por lo menos
un heredero de su nombre y de su capital,
pero una vez más no tuvo suerte con
Kat herí ira Lvovna.
Esta esterilidad afligía mucho a Zinoviv Borissiteh así como al viejo Bo is
Timofeyevitch y a Katlierina Lvovna. El
aburrimiento era desmesurado en esta casa
de comerciantes de alta empalizada y pe
n es feroces vagando por el patio, y su
mía a la joven en una amargura que
llegaba a veces hasta el embrutecimiento;
sólo Dios sabe en qué medida hubiera sido
dichosa de alumbrar un hijo. Sin contar
que los reproches la abrumaban. “ ¡Para
qué te has casado! ¿Por qué has trabado
el destino de urr hombre, mujer estéril ? ’ ’
Como si ella hubiera efectivamente come
tido un crimen tanto a los ojos de su
esposo como a los de su suegro y también
de toda la raza mercantil.
Pese a la holgura de la casa, la exis
tencia de Katherina Lvovna era cada vez
más fastidiosa. Hacía pocas visitas y, en
cima, cuando salía no era sino para acom
pañar al marido en sus visitas de negocios,
lo auo no tenía irada de distraído. El
círculo era severo: se la observaba al
sentarse, al andar, al levantarse. Mas
ocurría que el carácter de Katlierina
Lvovna era ardiente y, habiendo conocido
de joven la miseria, estaba habituada a
la sencillez y la libertad: correr hacia
el río con los cubos, bañarse en camisa
en el desembarcadero o arrojar a la cabe
za de un transeúnte cortezas de semilla
de girasol. Aquí todo era distinto. El
suegro y el marido se levantaban tem
prano, bebían su té a las seis de la ma
ñana y se iban a sus quehaceres, y a ella
no le quedaba sino vagar de habitación
en habitación. Todo estaba limpio, si
lencioso, vacío. Las lamparillas parpadea
ban ante los iconos y en ningún1 lugar
de la casa se escuchaba ni sonido viviente
ni voz humana.
Caminaba un poco a través de las ha
bitaciones desiertas, comenzaba a bostezar
a fuerza do aburrimiento y trepaba, por
une escalera pina, hasta su dormitorio,
instalado en un pequeño entresuelo en
forma de torrecilla. También allí — se
sentaba a observar a los obreros que se
afanaban en torno a los cobertizos sus
pendiendo el cáñamo o almacenando el
trigo—• volvía a bostezar de nuevo. Ella
no pedía otra cosa; dormiría durante
una o dos horas y, al despertar, sentiría
nuevamente el mismo tedio, el tedio ruso,
el tedio de la casa de comerciante de la
cual se escapa con alegría, según dicen,
ahorcándose. Katherina Lvovna no gus
taba de la lectura y por lo demás no ha
bía en la casa otro libro que el salterio
de Kiev.
Era una existencia aburrida la que lle
vaba Katherina Lvovna desde hacía cinco
años en la rica vivienda de su suegro,
con un marido sin ternura; pero, según
la costumbre, ella no prestaba la menor
atención a su aburrimiento.
II
En la sexta primavera del casamiento
de Katherina Lvovna se produjo una bre
cha en el dique del molino de los Ismailov
Como de propósito, pues no faltaba tra
bajo en el molino, pero la brecha era gran
de y resultaba imposible taparla suma
riamente. Zinoviy Borossicht reunió en el
molino a todos los hombres del distrito
y se quedó allí permanentemente. Sólo el
viejo dirigía los asuntos en la población,
mientras Katherina Lvovna languidecía
sólita jornadas enteras. Al principio, con
la ausencia del marido, se aburría más
aún, pero al fin se adaptó y descubrió
incluso que era mejor así: gozaba de ma
yor libertad. Jamás estuvo su corazón ex
cesivamente inclinado hacia su esposo y,
él ausente, era de cualquier forma un hom
bre menos a mandar sobre ella.
Un día, Katherina Lvovna estaba sen
tada frente a la ventana de su habitación
del entresuelo bostezando a las cornejas,
sin pensar en nada de particular, cuando,
finalmente, sintió vergüenza de sus bos
tezos. Ahora bien, hacía un tiempo es
pléndido, un dulce día claro y alegre y
a través de la empalizada del jardín, pin
tada de verde, veía volar ágilmente de
rama en rama a los pájaros.
“ ¿A qué tanto bostezar?’ ’ so dijo Katheriira Lvovna. “ Si al menos me levan
tase y diera una vuelta por el patio o el
ja rd ín . . . ”
Katherina Lvovna se puso sobre los
hombros una vieja pelliza y salió.
Afuera todo era luminoso y se respi
raba alegremente. Sobre la galería que
rodeaba los cobertizos restallaban risas
jubilosas.
— ¿De qué os reís así? — preguntó K a
therina Lvovna al empleado de su suegro.
— Acabamos de colgar, señora, a una
cerda viviente — le replicó un viejo em
pleado.
— ¿Qué c e r d a ? ..........................................
— La cerda Axinia, que ha traído al
mundo un hijo, Vassiliy y omitió el in
vitarnos al bautizo — respondió con ale
4
DEL DISTRITO DE MZENSK
D I B U J O S D E J. B A T L L E - P L A N A S
gre desenfado un mocetón joven, de rostro
insolente y hermoso, encuadrado por rizos
negros como la brea y de una barba in
cipiente.
Do un barril do harina, suspendido de
la balanza colgante, emergió la gruesa
cara de la cocinera Axinia, la de las me
jillas siempre encarnadas.
— ¡Satanás del diablo! — juraba la co
cinera tratando de alcanzar la palanca de
hierro y salir de la barrica que se balan
ceaba en el aire.
— Pesa alrededor do ochenta kilos antes
de comer, pero si se tragase su comedero
lleno de heno, no habría medida en la
balanza para pesarla — agregó el hermoso
Katherina Lvovna, elevando sus codos de
licados.
Serguey abrazó a la joven patrona y
estrechó sus pechos rollizos contra su ca
misa roja. Katherina Lvovna apenas tuvo
tiempo de encogerse de hombros y ya Ser
guey la levantaba del suelo; la tuvo un
momento en el aire, la volvió a estrechar
contra sí y la depositó dulcemente sobre
un montón de trigo.
Katherina Lvovna no tuvo ni siquiera
tiempo de hacer uso de su tan cacareada
fuerza. Encarnada como una amapola, se
volvió a poner la pelliza que se había des
lizado de los hombros y salió lentamente
del cobertizo.
mozo y, volcando el barril, dejó caer a
la cocinera sobre los sacos amontonados
en el rincón.
Jurando de buen humor, la mujer se
puso a arreglar su tocado deshecho.
— ¿ Y cuánto peso yo? — exclamó bro
meando Katherina Lvovna que empuñó
los cordajes y se izó sobre el platillo.
— Cuarenta y ocho kilos -—replicó el mo
zalbete lindo de antes, llamado Serguey —
¡E s asombroso!
— ¿Qué te sorprende tanto?
— E l quo peséis solo cuarentiocho kilos,
Katherina Lvovna. Pienso que se os debe
ría llevar todo el día en brazos, sin fa ti
garse, sólo por propio placer.
— ¿Acaso no soy un ser humano? No
vayas a creerte, también te fatigarías
— contestó, enrojeciendo un poco, Kaherina
Lvovna que no estaba ya acostumbrada a
semejantes discursos y que experimentaba
un brusco deseo de charlar y emborrachar
se de palabras amables y alegres.
— ¡N o, por Dios! Y o os llevaría cómoda
mente hasta la Arabia Feliz — dijo Ser
guey en respuesta a su observación.
— Razonas mal, compañero — dijo uno
de los hombres que estaba derramando el
grano. — ¿De dónde viene nuestro peso?
¿Tú crees que es nuestro cuerpo el que
pesa? Nuestro cuerpo, mi amigo, no in
fluye nada en la balanza. ¡Es nuestra
fuerza, y solamente ella, la que pesa y no
el cuerpo!
,— Cuando yo era jovencita, es terrible lo
fuerte que era — dijo Katherina Lvovna
sin poder contenerse nuevamente.— In
cluso eran pocos los hombres que fueran
capaces de vencerme en la lucha.
— Demo su mano, a ver si es cierto. —
Katherina Lvovna so turbó, pero extendió
el brazo.
— ¡A y, suéltame, que me lastimas! —
gritó Katherina Lvovna cuando Serguey le
apretó la mano, y con su mano libre le
dió un empellón en el pecho.
El mocetón soltó la mano de la patrona
y retrocedió dos pasos a consecuencia del
empujón do ella.
— ¡Vaya una mujer! — so asombró el
hombre del granero.
— No, permítame probar a brazo parti
do — insistió Serguey sacudiendo los rizos
de su cabellera.
— Está bien, anda — replicó satisfecha
¡Qué granuja ese maldito Serejka! —
contaba la cocinera Axinia caminando de
trás de Katherina Lvovna.— Lo tiene to
do, el muy pillo: estatura, rostro, hermo
sura. Es capaz de seducir a cualquier mu
jer y de empujarla al pecado. ¡Y además
e3 inconstante, el muy canalla!
— ¿ Y tú, A x in ia ... qué t a l ? ... — co
menzó la joven patrona.— ¿Tu niño si
gue bien?
— ¡Y cómo, madreeita! ¿Qué puede ocurrirle? Allá donde no son necesarios estáir
bien.
— ¿ Y de quién lo has tenido?
— De un locuelo, señora, de un locuelo.
¡Una vive entre las gentes y qué sabe
una!
— ¿Hace mucho que ese buen mozo tra
baja aquí?
— ¿Quién, Serguey?
— Sí.
— Va a hacer un mes. Trabajaba antes
en casa de los Kontchonov, pero el pa
trón lo echó— . Axinia bajó la voz y con
cluyó: — se dice que sedujo a la propia
p a tron a ... ¡Es muy audaz; tres veces
anatema para su alma!
III
Un dulce crepúsculo lechoso se extendía
sobre el pueblo. Zinoviy Borissiteh toda
vía no había regresado del molino. El
suegro, Boris Timofeyevitch tampoco es
taba en la casa: se hallaba en casa de
un viejo amigo para festejar su aniver
sario y había recomendado quo no lo es
perasen a cenar. Sin nada que hacer, K a
therina Lvovna cenó temprano, abrió la
ventana de su torrecilla y, apoyada en la
barandilla, se entretenía comiendo semillas
do girasol. El personal acababa de cenar
en la cocina y se dispersaba por el patio
para ir a dormir: unos en las cocheras,
otros en los cobertizos, los restantes en el
henil. Serguey salió el último. Paseó por
el patio, soltó a los perros, se puso a silbar
y, al pasar bajo la ventana de Katheriña
Lvovna, la miró, saludándola profunda
mente.
— Buenos noches — le dijo en voz baja
Katherina Lvovna desde lo alto de la to
rrecilla. El patio estaba silencioso como
un desierto.
— ¡Señora! — dijo alguien dos minutos
después junto a la puerta del dormitorio
do Katherina Lvovna.
-—¿Quién es? — preguntó, estremecida,
Katherina Lvovna.
— No temáis: soy yo, Serguey. -—dijo
la voz.
— ¿ Qué quieres, Serguey ?
— Tengo algo que deciros, Katherina
Lvovna; deseo pediros un favor. Permi
tidme entrar un minuto.
Katherina Lvovna hizo girar la llave
y dió paso a Serguey.
— ¿Qué necesitas? — inquirió ella retro
cediendo hacia la ventana.
— He venido a preguntaros si no ten
dríais un libro para leer. No puedo más,
de aburrido que estoy.
— No tengo libros, Serguey; yo no leo
— contestó Katherina Lvovna.
— ¡Es terrible lo que uno se aburre! —
so qpejó Serguey.
— ¿Cómo es posible que tú te aburras?
— Pero cómo no aburrirse; soy joven, vi
vimos como en un convento y me veo lan
guidecer así en la soledad hasta la hora
de mi muerte. Hay días en que me deses
pero.
— Pero, ¿por qué no te casas?
— Eso es fácil de decir. ¿Con quién po
dría casarme por aquí? Soy un hombre
sin posición: una hija do patronos no se
casaría conmigo. Por otra paite, entre los
pobres, usted lo sabe bien, Katherina
Lvovna, no hay más que gentes incultas.
¿ Y pueden ellas comprender el amor como
es debido? Desde luego, ya ve usted mismo
el entendimiento de muchos ricos. Por
ejemplo, el caso de usted; se podría decir
que hubieráis sido un consuelo para cual
quier otro hombre que se respetase, sin
embargo, os tienen como un canario en
jaulado.
— Sí, me aburro— dejó escapar Kathe
rina Lvovna.
— ¡Como para no aburrirse con una vida
así, señora! Incluso suponiendo que Ud.
tuviera una cosita al lado, como es el caso
de todas las demás, no podría tampoco
dejar de aburrirse.
— En eso te equivocas. Si yo pudiera
tener un niño me parece que sería dichosa.
t— Está en un error. . . Permitame que
la haga notar que los hijos nacen de algo
y no vienen por si solos. ¿Creéis que a
fuerza de vivir en casa de patronos dife
rentes y observar la vida de, los negocian
tes, no me doy cuenta de las cosas? Y a
dice la canción que “ sin un amante ver
dadero la melancolía me ha invadido’ ’ ;
y esa melancolía, permitidme que os lo diga,
Katherina Lvovna, también la siente mi
corazón hasta el punto de que me siento
tentado de empuñar una navaja, abrirme
el pecho, arrancarme el corazón y arrojar
lo a vuestros pies. Así me sentiría cien
veces aliviado.
La voz de Serguey temblaba.
— ¿Qué me estás contando de tu cora
zón? No necesito saber todas esas cosa s.. .
Yete a d o rm ir...
— No. Permitidme, señ ora ... -—dijo
Serguey, con un estremecimiento de todo
su cuerpo y dando un paso hacia Kathe
rina Lvovna.—1 Yo sé, yo veo y yo com
prendo muy bien que vuestra vida no es
más alegre que la mia. Sólo que en estos
instantes — hablaba con un soplo de voz—
en estos instantes todo está en vuestras
manos y de usted depende todo.
— ¿Qué te pasa? ¿Por qué has venido
a mi habitación? Voy a saltar por la ven
tana — decía Katherina Lvovna, sintiéndo
se presa de un miedo indescriptible y afe
rrándose a la barandilla del ventanal.
— ¡ Mi vida incomparable! ¿ Por qué
arrojarte por la ventana? — susurró Ser
guey con desenfado y, arrancando a la
joven patrona del ventanal, la estrechó con
fuerza entre sus brazos.
— ¡O h!, déjame — gemía dulcemente K a
therina Lvovna, debilitándose bajo los be
sos quemantes de Serguey y eiñéndose, a
pesar suyo, contra el cuerpo recio dol
mozo.
Serguey alzó del suelo a la patrona co
mo a un niño y la llevó hasta un obscuro
rincón.
En la habitación se hizo un silencio
sólo interrumpido por el tic-tac regular
del reloj de bolsillo de su marido, que
pendía sobre la cabecera de la cama: pero
ese tic-tac no impedía nada.
-Vete — decía Katherina Lvovna me
dia hora más tarde, sin mirar cara a cara
a Serguey y arreglándose los cabellos des
ordenados, frente a un pequeño espejo.
¿Por qué voy a irme ahora de aqui?
le replicó Serguey con una voz dichosa.
Mi suegro va a cerrar la puerta con
llave.
— ¡A y , alma mía, alma mía! ¿Con qué
clase do hombres has tratado hasta ahora
que no conocen1 más entrada para la ha
bitación do una mujer que la puerta? En
cuanto a mí, tanto para entrar como para
salir de aquí, tengo puertas de sobra —
dijo Se.guey mostrándole las columnas
quo sostenían la galería.
IV
Zinoviy Borissiteh siguió ausente otra
semana más y cada noche su mujer so
solazaba con Serguey hasta la madrugada.
En el transcurso de esas noches, en la
habitación de Zinoviy Borissiteh se vacia
ron muchas botellas de vino de la bodega
del suegro, se comieron muchos dulces^y
hubo muchos besos sobre los labios azu
carados do la patrona y mucho jugueteo
con los negros rizos sobre la blanda al
mohada. Pero el camino no siempre es
tan baño como una mesa; se tropieza a
veces con un pedrusco.
Boris Timofeyevitch sufría de insom
nio : el viejo vagaba en camisa de sarga
a lunares a través de la casona silenciosa
Se aproxima a una ventana; se asoma a
otra. Mira, y he aquí que vé descender
silenciosamente por la columna de la ven
tana de su nuera la camisa roja de Ser
guey. ¡Vaya una noticia! Boris Timofe
yevitch sale afuera y atrapa al mocetón,
sujetándolo por las piernas. El otro le
vanta la mano para derribar do un puñe
tazo al patrón, pero se detiene ante la
idea del escándalo que provocaria.
— ¡Dime dónde has estado, ladrón! —
dice Boris Timofeyevitch.
— Adonde he estado ya no estoy — con
testa Serguey.
— ¿Has pasado la noche con mi nuera?
— Sé muy bien donde he pasado la no
che, patrón. Y escucha un poco lo que
voy a decirte: lo hecho, hecho está y es
imposible borrarlo; por lo menos, no ha
gas caer la deshonra sobre su casa. Aho
ra, dime lo que quieres. ¿Qué satisfac
ción deseas?
— Quiero, ¡víbora!, darte quinientos la
tigazos — replicó Boris Timofeyevitch.
— Me entrego a ti, pues soy culpable —
accedió el mocetón.— Dime adonde debo
seguirte y diviértete, bebe mi sangre.
Boris Timofeyevitch condujo a Serguey
a la bodega y le azotó con1 un látigo has
ta quo quedó sin fuerzas para golpear.
Serguey no emitió un gemido, aun cuan
do desgarró a dentelladas la manga de
su camisa.
Boris Timofeyevitch abandonó a Ser
guey en la bodega hasta que su espalda
martirizada cicatrizase. Le dejó un pote
con agua, puso un grueso candado sobre
la puerta y envió a buscar a su hijo.
Pero en la actualidad todavía no se re
corren rápidamente cien kilómetros a tra
vés de los caminos vecinales. Y Katherina
Lvovna no sabía pasar una hora sin su
Serguey. Desplegó súbitamente las ener
gías de su naturaleza, ahora despierta, y
so tornó tan decidida que fué imposible
domarla ya jamás. Se enteró del lugar en
que se encontraba Serguey, le habló a
través de la puerta bardada de hierro, y
so lanzó a la busca de las llaves.
— Padre, suelta a Serguey. —le dijo a
su suegro.
El viejo se puso verde. No esperaba en
modo alguno una insolencia tan cínica
por parte de la pecadora que había sido
hasta ahora una nuera sumisa.
— ¿N o íienes vergüenza, arrastrada?...
— comenzó a decir.
— Suéltalo. Te juro por mi honor que
hasta ahora no ha pasado entre nosotros
nada grave.
— ¡Que no ha pasado nada grave! —
respondió el viejo rechinando los dientes.
¿Y en qué os entreteníais por las noches!
¿Cardábais la lana de las almohadas di
tu esposo?
Pero la otra no cedía: suéltalo, suél
talo.
— Pues bien, ya que así lo quieres —con
cluyó Boris Timofeyevitch— escucha esto:
cuando vuelva tu marido, te azotaremos
en la cuadra y a ese canalla lo enviaré a
la cárcel mañana mismo.
Así lo decidió Boris Timofeyevitch, pero
su decisión no llegó a ejecutarse.
V
Antes de acostarse, Boris Timofeyevitch
cenó unas setas con alforfón y comenzó a
sentir acidez. En seguida experimentó um
calambre en el estómago, siguieron unos
vómitos y hacia la madrugada moría exac
tamente como mueren en los cobertizos
las ratas para las cuales Katherina Lvovna
tenía la costumbre de preparar una pas
ta, mezclada con unos polvos blancos es
peciales confiados a su custodia.
Katherina Lvovna libertó a Serguey de
la bodega de su suegro y, sin preocuparse
del qué dirán, lo acostó en la cama de
su esposo para curarlo de los azotes re
cibidos. Sin que nadie recelara nada, se
enterró al abuelo según1 las normas cris
tianas; había muerto, sin más, después
de haber comido unas setas, exactamente
como les ocurre a otros muchos. Se le
enterró apresuradamente sin esperar si
quiera el retorno del hijo porque el tiem
po era caluroso y el mensajero enviado
a buscarlo no lo había hallado en el mo
lino. Cayó en el momento en que el patrón
había ido cien kilómet os más allá a com
prar unas maderas a buen precio; y había
partido sin comunicar a nadie el lugar
exacto adonde iba.
Después del entierro, Katherina Lvovna
83 creció en forma inconcebible. Jamas
había sido una mujer miedosa, pero ahora
nadie podía comprender qué pasaba por
su espí itu: circulaba como una reina, di
rigía todo en la casa y no dejaba alejarse
a Serguey más de un palmo Hubo sor
presa en el patio, pero Katherina Lvovna
supo concillarse a cada cual gracias a su
mano generosa y todos estos asombros
desaparecieron como por encanto. “ La pa
trona tieno un capricho con Serguey —ra
zonaban las gentes.— Después de to o,
es cosa suya, como cosa suya se a respon
der de eso cuando llegue el caso .
�cabalgata
Mientras, Sergucy curó, volvió a disten
der sus espaldas, resucitó el mocetón de
siempre, se puso a revolotear como un
halcón en torno a Katherina Lvovna y la
vida siguió su curso. Pero el tiempo no
pasaba para ellos solos: tras una larga
ausencia, el marido ultrajado se apresu
raba a volver.
VI
— ¿E l qué, madrecita?
— He visto a un gato que se restregaba
contra mí. Y no era un sueño; habría ju
rado que se trataba de una realidad.
— ¡Vam os!
— Sí, de veras.
Katherina Lvovna le contó lo ocurrido.
— Pero, ¿qué necesidad tenías de aca
riciarlo?
— Ahí tienes; yo misma no me lo ex
plico.
— ¡Es verdaderamente curioso! — excla
mó la cocinera.
— Yo misma no salgo del asombro.
— Eso no puede significar más que al
guien caerá sobre tí o que va a pasar algo.
— Pero, ¿qué va a pasar exactamente?
— Nadie podrá d e c i r t e lo q u e será
E X A C TA M E N TE , amiga, pero algo suce
derá.
— Hace días que sueño con una luna en
cuarto creciente y ahora aparece ese gato
— prosiguió Katherina Lvovna.
— La creciente significa un hijo.
Katherina Lvovna enrojeció.
— ¿N o sería conveniente traer aquí a
Serguey? — preguntó Axinia, que quería
imponerse como confidente.
— Después de todo, ¿por qué no? Envía
melo, le daré una taza de té.
— Es lo que yo digo — concluyó Axinia
y se fué hacia la entrada del jardín con
toneándose.
Katherina Lvovna habló también del
gato a Serguey.
— Eso no son más que fantasías — dijo
éste.
— Entonces, Sereja, ¿por qué no he te
nido esas fantasías hasta ahora?
— Esa no es una razón; antes también
sucedía que yo apenas osaba mirarte de
reojo, y ahora. . . poseo tu cuerpo entero.
Serguey tomó a Katherina Lvovna en
tre sus brazos y la arrojó, jugando, sobre
la blanda alfombra.
— ¡U f! La cabeza me da vueltas — dijo
Katherina Lvovna,— Sereja, acércate,
siéntate ahí, a mi lado — le dijo ella con
zalamería, estirándose en forma volup
tuosa.
El hombre se agachó, entró por debajo
de las ramas del manzano y se sentó sobre
la alfombra a los pies de Katherina Lovona.
— ¿Has languidecido por mí, Sereja?
— ¡Y de qué manera!
— ¿Cómo me deseabas? Dímelo.
-—¿En qué forma se podría decir tal
cosa? ¿Es que se puede explicar cómo se
desea? Sentía una profunda melancolía.
— Pero, Sereja, ¿por qué yo no he no
tado que tú penabas por mí? Se dice que
eso es algo que la mujer adivina.
Serguey no respondió.
— ¿L por qué cantabas si sufrías por
__
Afuera, después de la comida, el día
era tórrido y las moscas insoportables.
Katherina Lvovna cerró los postigos de la
habitación, colgó sobre la vcntaira un chal
de lana y se acostó con Serguey en la
cama alta. Katherina Lvovna duerme y no
duerme, pero tiene tanto calor que su ros
tro se inunda de sudor y su respiración
es cálida y penosa. Katherina Lvovna sien
te que va es tiempo de despertar, que
sería el momento de ir a tomar el té al
jardín, pero le faltan fuerzas para levan
tarse. Finalmente la cocinera se aproxi
ma a la puerta y llama: “ El samovar se
apaga ba jo el manzano” , advierte. K a
therina Lvovna se arranca del sueño penosamento y se pone a acariciar a un gato.
£1 gato se restriega entre ella y Serguey.
Es hermoso, gris, grande y graso, graso. . .
v sus bigotes son como los de un burgo
maestre de pueblo. Katherina Lvovna huirde su mano en su pelaje sedoso y el gato
restriega su hocico contra los senos duros,
canturreando dulcemente una- canción, co
mo si le contara su amor. “ ¿Cómo se ha
introducido aquí este g a to ? ” , piensa K a
therina Lvovna. “ He puesto crema en la
ventana y el muy canalla no dejará de
comérmela; hay que echarlo” , decidió y
quiso coger al gato y arrojarlo fuera, pero
se le escurrió entre los dedos como si fuera
un jirón de niebla. “ Desde cuándo tene
mos un gato en la ca sa ?” , reflexionó K a
therina Lvovna. Una aprehensión la in
vadió repentinamente y disipó el sueño.
Katherina Lvovna miró la Habitación: no
había gato alguno. Sólo el hermoso Ser
guey estaba acostado junto a ella y con
su mano poderosa estrechaba un seno de
la joven contra su rostro encendido.
Katherina Lvovna se levantó, sentóse
luego sobre la cama, cubrió de besos y
caricias a su amigo, arregló el edredón
y fué a beber té al jardín. El sol ya es
taba por ocultarse y un atardecer maravi
lloso, encantador, descendía sobre la tie
rra caliginosa.
—He dormido demasiado — d ijo Kathe
rina Lvovna a Axinia, sentándose sobre
una alfombra, b a jo -el manzano en flor,
para tomar el té.— ¿Qué podría signi
ficar eso, Axiniuchka? -—preguntó a la
cocinera que limpiaba una taza con un
repasador.
15
mi causa, eh? Porque yo oía muy bien
cómo cantabas en la galería — siguió in
terrogando Katherina Lvovna, tornándose
más lasciva.
— ¿Y qué tiene? El mosquito can-ta toda
su vida y no precisamente porque esté
alegre — contestó Serguey secamente.
Hubo una pausa. Katherina Lvovna se
hallaba transportada hasta las cumbres
del éxtasis ante estas confesiones de Ser
guey.
Ella tenía deseos de hablar, pero Ser
guey se ponía ceñudo y callaba.
— ¡Mira, Sereja, qué paraíso! — exclamó
Katherina Lvovna mirando, a través de
las ramas espesas del manzano, el cielo
puro y azul en el que navegaba la luna
llena.
El claro de luna, abriéndose paso a tra
vés do las hojas y las flores del manzano
se derramaba en manchas caprichosas y
claras sobre el rostro y el cuerpo de K a
therina Lvovna, tendida boca arriba. El
aire estaba calmo. Solamente un oculto
viento tibio agitaba ligeramente las ho
jas dormidas y repartía el aroma fino
do las hierbas y los árboles en flor. Se
respiraba algo lánguido, que disponía al
abandono, a la ternura y a los deseos obs
curos.
Al no recibir respuesta, Katherina Lvovn.-. se calló de nuevo; no dejaba de com
templar el cielo a través de las flores
rosa-pálido del manzano. Serguey, con
las rodillas sujetas entre los brazos, con
templaba fijamente la punta de sus botas.
¡Noche de oro! Silencio, luz, perfume
y tibieza bienhechora, vivificante. Lejos,
más allá del barranco, detrás del jardín,
alguien cantaba. Sobre la empalizada, en
tro los groselleros, un ruiseñor lanzó un
trino que se repandió en la noche. En una
jaula, en la punta de una alta percha,
una codorniz enorme se hizo oír y un
grueso caballo suspiró lánguidamente de
trás del muro de la cuadra. Tras la cerca
del jardín cruzó un alboroto de perros
alegres quo desapareció entre los sombras
negras y deformes de los viejos almace-'
nes de sal, medio derruidos.
Katherina Lvovna se incorporó sobro el
codo y miró las hierbas altas del jardín;
las hierbas que jugaban con los reflejos
de la luna, que se tornaban gris sobre
las flores y las hojas de los árboles K a
therina Lvovna aparecía dorada bajo el
beso de las manchitas lunares, caprichosas
y claras, que se estremecían sobre ella eonto vivas mariposas de fuego o como si
toda las hierba de debajo los árboles se
hallara prisionera en una red lunar y
fuera y viniera en todas direcciones.
— ¡ Oh, querido, qué encanto! — mani
festó Katherina Lvovna mirando a su al
rededor.
Serguey miró con indiferencia.
— ¿Por qué eres tan poco alegre. Sere
ja ? ¿O es que también te fatiga mi amor?
— ¿Por qué dices tonterías — replicó,
seco, Serguey; e inclinándose, besó pere
zosamente a Katherina Lvovna.
— ¡Qué infiel eres! — prosiguió ella.—
¡Qué inconstante!
— No me doy por aludido — replicó él
calmosamente.
— Entonces, ¿por qué me besas así?
Serguey no contestó.
— Unicamente so besan así marido y
mujer — continuó Katherina Lvovira ju
gando con los rizos de su amante.— Bé
same de 'tal forma que caigan sobre nos
otros las flores del manzano que nos ocul
ta. ¡Así, así! — murmuraba Katherina
Lvovna enlazando a su amante con todo
su cuerpo y besándolo en un arrebato pa.sicn-al.
— Oyeme, Sereja, lo que voy a decirte
— comenzó Katherina Lvovna después de
unos instantes.— ¿Por qué todo el mundo
dice de tí, como un solo hombre, que eres
inconstante.
— ; Quién necesita chismorrear a mis
expensas?
— La gente lo dice.
— Bien puede ocurrir qué yo haya trai
cionado a aquellas que nada valían.
— Pero, ¿por qué, imbécil, te habías lia
do antes con' ellas? No hay que entregar
el amor a aquellas que no valen la pena.
— Hablar es fácil. ¡P ero es que en estas
cuestiones se razona? Sólo impulsa la ten
tación Basta que tú te pases de raya, con
toda sencillez, sin ninguna intención, pa
ra que en seguida se te cuelguen al cue
llo. ¡Y ya está el amor!
— Escucha, entonces, Sereja. Por lo que
a las otras se refiere nada .sé ni nada
quiero saber. Pero por lo que toca a nues
tro amor actual, en el que yo he sido
seducida por tí y que tú muy bien sabes
que he aceptado tanto por mi voluntad
como por tu astucia, te advierto, Sereja,
que si me engañas y me reemplazas por
otra, sea la que fuere, que no me separa
ré de tí con vida.
Serguey so irguió.
— Pero, veamos, Katherina Lvovna, ¡luz
de mis ojos! Tú misma puedes ver cuál
es nuestra situación. Adviertes que hoy
estoy pensativo; pero no comprendes que
no puedo dejar de estarlo. Mi corazón se
inunda de sangre.
-—Cuéntame tus penas, Sereja.
-—No hay mucho que hablar. Primero,
con la gracia de Dios, llegará tu marido,
y entonces, mi buen Serguey Filippiteh,
vete al patio de los comunes, entre los
músicos, y contempla desde abajo cómo
en la habitación de Katherina Lvovna
arde la bujía, cómo ella ablanda el edre-
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Borissitch.
— Eso no ocurrirá — dijo alegremente
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¡Cómo quieres que no ocurra! Y lo
comprendo, tú no podrás evitarlo. Pero,
Katherina Lvovna, yo también tengo un
corazón y puedo prever mi tormento.
— Bueno, no hablemos de eso.
Esta manifestación de los celos de Serguey resultaba grata a Katherina Lvovna
y, tras una serie de carcajadas, reanudó
sus besuqueos.
— En segundo lugar, — prosiguió Serguey, desprendiendo suavemente su cabeza
do los brazos de Katherina Lvovna, des
nudos hasta los hombros— , en segundo lu
gar hay que decir que mi situación in
significante me obliga a reflexionar no
una, sino diez veces. Si yo fuera, supon
gamos, un igual a tí, si yo fuera un señor
cualquiera, jamás en la vida, Katherina
Lvovna, me separaría de tí. Pero, razó
nalo tú misma. ¿Qué hombre soy frente
a tí? A l ver cómo tu marido te agarra
por tus blancos brazos y te arrastra hacia
su habitación, yo tendré que soportarlo
todo en mi corazón y, quizás, convertirme
por ello en un hombre despreciable ante
mis propios ojos para el resto de mis días.
¡Katherina Lvovna! Yo no soy como los
otros que sólo esperan placer de una mu
jer. Yo siento el amor, tal como es, que
muerdo en mi corazón como una serpiente
negra. . .
— ¿Por qué me dices todo eso? — inte
rrumpió Katherina Lvovna.
Sintió piedad por Serguey.
— ¡Katherina Lvovna! ¿Cómo no ha
blarte de esto? ¿Cómo no decírtelo? Cuan
ocultaba tras el techo puntiagudo de los
grandes cobertizos y contemplaba a la
tierra de soslayo, de una manera tierna.
Sobre el tejado de la cocina se escuchaba
un estridente dúo- de gatos, un maullido
furioso después, tras lo cual dos o tres
felinos se escurrieron por las perchas apo
yadas contra el techo.
— Vámonos a dormir -—dijo Katherina
Lvovna, levantándose lentamente de la al
fombra, como si se sintiera quebrantada,
y tal como estaba tendida, eir camisa y
refajo blancos, atravesó el patio silencio
so, como muerta. Serguey la siguió con la
alfombra y la blusa que se había quitado
jugando.
V II
Apenas Katherina Lvovna apagó la bu
jía y se hubo tendido, completamente
desnuda sobre el mullido cubrecama, el
sueño nubló su cabeza. Katherina Lvovna
so durmió después de haber jugado y
gozado, y se durmió tan intensamente que
todo en ella dormía, hasta sus brazos
y sus piernas. Pero, de mievo, ella oye
a través del sueño quo la puerta se ha
entreabierto y que el gato de antes cae
sobre el lecho como un pesado paquete.
“ — Al final resulta un castigo este
gato! — razona Katherina Lvovna fati
gada—■. Esta vez yo he cerrado expresa
mente la puerta con mis manos, y hélo
ahí otra vez. Voy a echarlo afuera” .
Katherina Lvovna se dispone a levan
tarse, pero sus brazos y sus piernas dor
midos no la obedecen. Y el gato se pa
sea por todo su cuerpo y ronronea de una
manera tan curiosa que parece pronunciar
palabras humanas. Katherina Lvovna sin
a la galería, y rodeó con sus piernas la
columna que ya le había servido otras
veces para descender de la habitación de
sus am os.. .
— ¡No, no te vayas. Tiéndete ahí y no
te alejes — murmuró Katherina Lvovna,
y le arrojó los vestidos y las botas. Tras
lo cual ella se acostó bajo el embozo y
esperó.
Serguey obedeció a Katherina Lvovna:
no so deslizó a la largo de la columna,
sino que se acurrucó en la galería.
Mientras, Katherina Lvovna oye que suj
marido se aproxima a la puerta y que,
reteniendo el aliento, escucha. Incluso oye
batir con latidos precipitados su corazón
celoso; sin embargo, no es la piedad, sino
una risa malvada la que agita a Kathe
rina Lvovna.
“ — Puedes buscar el día de ayer” , se
dice ella suspirando y riendo como un niño
inocente.
Esto duró unos diez minutos; finalmente
Zinoviy Borissiteh se cansa de estar detrás
de la puerta escuchando dormir a su
mujer: llama.
— ¿Quién es? — inquirió Katherina
Lvovna, al cabo de un tiempo y con la
voz dormida.
— ¡Alguien de la casa! — dijo Zinoviy
Borissitch.
— ¡Ah, eres tú, Zinoviy Borissitch!
— ¡Claro! Parece que estuvieras sorda.
Katherina Lvovna salió de la cama, tal
como se había acostado, en camisa, dejó
entrar a su marido en el dormitorio y se
volvió a acostar.
— Al amanecer hace fresco — exclamó,
tapándose bien.
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do, ¡quién sabe!, tal vez se lo hayan ya
contado todo detalladamente; cuando pue
de que él esté no a gran distancia de aquí,
sino que desde mañana no quede ni un
soplo de Serguey en este patio.
— No, no hables más, Sereja. No puede
suceder, por nada del mundo, que yo me
quede sin tí — lo> tranquilizaba Katherina
Lvovna prosiguiendo sus caricias— . Lle
gado ese trance, o él o yo dejaremos de
vivir; pero tú seguirás conmigo.
-—Eso es imposible, Katherina Lvovna
— replicó Serguey, moviendo la cabeza con
desaliento— . He llegado a detestar mi
vida a causa de este amor ¡S i pudiese
amar y satisfacerme con lo que no vale
más que yo! ¿Eres tú la que yo podría
conservar junto a mí en un amor cons
tante? ¿Es un honor para tí ser mi aman
te? Y o hubiese querido ser tu esposo ante
el altar sagrado de la eternidad: entonces,
aunque más joven que tú, al menos hubiera
podido manifestar públicamente el méri
to do mi respeto hacia mi m u je r ...
Katherina Lvovna se sintió transportada
por estas palabras de Serguey, por estos
celos, por este deseo de casarse con ella,
deseo siempre agradable para una mujer,
sea cual fuere el grado de su intimidad
con el hombre antes del matrimonio. A c
tualmente, Katherina Lvovna estaba dis
puesta a soportar el fuego, el agua, la
cárcel y la cruz por Serguey. La enamoró
a tal punto que ya no había medida posi
ble para estimar su amor hacia él. Estaba
loca do dicha; su sangre hervía y no pudo
escuchar más. Cerró rápidamente con su
mano la boca de Serguey y estrechando
la cabeza del amante contra su pecho
exclamó:
— ¡Vamos, no te preocupes! Y o sé có
mo hacer de tí un comerciante y cómo
vivir contigo como Dios manda. Sólo que
no debes entristecerte por nada antes de
quo llegue el momento.
Y nuevamente fueron los besos y las
caricias.
El viejo empleado quo dormía en la co
chera escuchó a través de su profundo
sueño tantos susurros, cortados por risas
ahogadas, como si unos niños traviesos
estuvieran celebrando consejo sobre la ma
nera de burlarse con la mayor maldad po
sible de la vejez débil; a veces eran risas
sonoras, como si dos ninfas licenciosas se
persiguiesen. Es que, al claro de luna, K a
therina Lvovna se divertía con el joven
empleado do su esposo. Las flores del man
zano caían sobre ellos. Entre tanto, la
breve noche estival, pasaba, la luna se
tió como si millares de hormigas corrieran
sobre su piel.
“ — No, se dijo, no hay nada que hacer;
desde mañana habrá que rociar el lecho
con agua bendita, porque es un gato ex
traño el que ha tomado la costumbre de
venir a esta habitación” .
Y he aquí que, ronrón-marramau, el
gato se inclina sobre su oreja y le dice:
‘"‘ ¿Qué gato soy? ¿ Y por qué motivo?
Tú razonas muy bien, Katherina Lvovna,
ya que rro soy de ningún modo un gato,
sino el reputado comerciante Boris Tirnofeyevitch. No soy un gato mimado, por
que todas mis tripas se han agrietado a
causa del regalo de mi nuera. Por eso,
ronrón-marramiau, me he empequeñecido
y aparezco bajo el aspeeto de un gato
a todo aquel que no comprende lo que
soy en realidad. Bueno, ¿y cómo estás
ahora, Katherina Lvovna? ¿Cómo observas
tu ley? Vengo expresamente del cemen
terio para ver cómo calentáis tú y Serguey
Filippitch la cama de tu marido. De to
das formas, ronrón-marramiau, yo no he
visto nada. No me temas: tu regalo hizo
saltar mis ojos de sus órbitas. ¡Mírame
en los ojos, amiga, no tem as!”
Katherina Lvovna miró y gritó desafo
radamente. Entro ella y Serguey se ha
llaba acostada, no el gato, sino la cabeza
de Boris Timofeyevitch, del mismo ta
maño que tenía al morir y en el lugar
de los ojos, dos círculos de fuego giraban
en todas direcciones.
Serguey so despertó, tranquilizó a K a
therina Lvovna y se durmió de nuevo;
pero ella había perdido el sueño.. • y
para bien suyo.
Permanece acostada con los grandes
ojos abiertos y oye que alguien en el
patio salta por encima de la puerta co
chera. Los perros se lanzan contra al
guien, pero se calman; sin duda se han
hecho amigos. Pasa otro minuto y el pes
tillo do hierro de la puerta se mueve y
la puerta se abre. “ O bien estoy soñando
o bien Zinoviy Borissitch ha regresado,
pues sólo él tieire llave” , pensó Katherina
Lvovna, apresurándose a despertar a
Serguey.
— ¡Escucha, Seroja! — exclamó, incor
porándose sobre un codo y aguzando el
oído.
Lentamente, levantando un pie y luego
otro, alguien ascendía efectivamente y so
aproximaba a la puerta de la habitación.
Katherina Lvovna se echó de la cama
rápidamente y abrió la ventana. En el
mismo instante Serguey saltó, descalzo,
rededor, oró ante los iconos, encendió la
bujía y volvió a mirar.
— ¿Cómo estás? — le preguntó a su
esposa.
— Bien — contestó Katherina Lvovna
. que, incorporándose, comenzó a ponerse
la blusa. ¿Sin duda habrá que poner a
calentar el samovar? — preguntó.
— Llama a Aixinia y que lo haga ella.
Katherina Lvovna metió los pies des
nudos en las sandalias y salió. Estuvo
ausente casi media hora. En todo este
tiempo encendió el samovar y se deslizó
hasta la galería para hablar con Serguey.
— Quédate aquí — le susurró.
— ¿Hasta cuándo? — preguntó Seroja
también en voz baja.
— ¡N o seas estúpido! Quédate aquí
hasta que yo te diga.
Y Katherina Lvovna lo volvió a sentar
donde estaba.
Desde su escondrijo, Seguey oye todo
lo que ocurre en la- habitación. Oye que
alguien llama a la puerta y que entra
Katherina. Oye cada palabra.
— ¿Qué has hecho durante todo este
tiempo? — pregunta Zinoviy Borissitch a
su mujer.
— He estado encendiendo el samovar —
contesta ella con calma.
Una pausa. Serguey oye como Zinoviy
Borissitch cuelga su abrigo en el perchero.
So lava, bufa y salpica de agua todo.
Pide algo para secarse. Otra vez las
voces.
— ¿Y cómo habéis enterrado a papá?
inquiere el marido.
— ¡Ah, sí! — dice la mujer— ; murió y
lo enterramos.
— ¡Cosa sorprendente!
— Dios lo sabe — dijo Katherina Lvovna
haciendo tintinear las tazas.
Zinoviy Borissitch, triste, se pasea por
la habitación.
— ¿ Y con qué has entretenido tu tiem
po? — volvió a preguntar.
— Nuestras diversiones todo el mundo
las conoce: no vamos a los bailes ni tam
poco a los teatros.
— Pero cualquiera diría que no experi
mentas mucha alegría al ver a tu esposo—
dijo Zinoviy Borissitch con una mirada
oblicua.
— Es que tampoco somos jóvenes para
perder la cabeza al volvernos a reunir.
¿ Y cómo quieres que me regocije? Y a lo
ves, me afano y corro para tu satisfacción.
Katherina Lvovna corrió nuevamente
para traer el samovar y volvió a pasar
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ante Serguey, diciéndole: ‘ ‘ Estate atento,
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Serguey no sabía de qué se trataba
exactamente pero se mantuvo alerta.
Katherina Lvovna regresó, mientras que
Zinoviy Borissitch, arrodillado en la ca
ma, colgaba de la pared su reloj de plata.
— ¿Por qué, Katherina lvovna, estando
sola, habías preparado la cama para dos?—
preguntó bruscamente a su mujer con una
voz extraña.
— Te esperaba — replicó Katherina
Lvovna, mirándolo con calma.
— Gracias, aunque sólo sea por eso. . .
¿ Y cómo ha venido esto a parar aquí?
Zinoviy Borissitch sacó de entre el em
bozo el cinturón de lana de Serguey y
lo mantuvo en alto ante los ojos de su
mujer.
Katherina Lvovna no se turbó en ab
soluto :
— Lo lio encontrado en el jardín y me
até con él el refajo.
— ¡S í! — exclamó Zinoviy Borissitch con
un acento particular; — yo también he
sabido algo acerca de tus refajos.
— ¿Qué has sabido?
— Todas tus acciones, las buenas.
-— No recuerdo ninguna de mis acciones.
— Y a veremos eso; ya lo veremos to
do — dijo Zinoviy Borissitch tendiéndole
a su mujer la taza vacía.
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Katherina Lvovna no contestó.
' Pondremos en claro todas sus acciones,
Katherina Lvovna — declaró Zinoviy B o
rissitch, enarcando las cejas.
— No es muy miedosa tu Katherina
Lvovna. En realidad no teme nada —rrespomlió ella.
¡Cómo! ¡C óm o! —exclamó iZnoviy
Borissitch levantando la voz.
— Nada — contestó la mujer.
— ¡Ten cuidado! Se diría que ea mi
ausencia te has vuelto demasiado char
latana.
¿^ por qué he de callarme?
— M ejor sería que te cuidaras un poco
más.
— No tengo nada de qué cuidarme. N a
voy a soportar que me insultes porque
algún lengua larga me haya cargado co
sas a mi cuenta. ¡V aya una cosa!
— No se trata de lenguas largas sino
de tus amorios aquí, que se conocen.
— ¿Qué amoríos? — gritó Katheriira
Lvovna, enrojeciendo.
— Y o bien lo sé.
— Si lo sabes, entonces habla con cla
ridad.
Zinoviy Borissitch no contestó y pre
sentó nuevamente su taza vacía.
~ S e ve que no tienes nada que decir —
dijo Katherina Lvovna desdeñosamente,
arrojando, colérica, la cuchara sobre la
taza de su marido— . Entonces, dime, para
que se vea que te lo han contado todo,
¿quién es mi amante?
‘
sabrás, no tengas tanta prisa.
— Te han chismorreado a propósito de
Serguey ?
— Y a se sabrá, ya se Habrá, Katherina
Lvovna. Nadie ha abrogado mi autoridad
sobre tí y nadie podrá quitármela. . . Tú
misma h ablarás...
(Jij .ib ji, j ü No puedo soportarlo—
exclamó Katherina Lvovna rechinando los
dientes. Y pálida como un muerto, saltó
súbitamente hacia la puerta.
Bueno, aquí lo tienes -—d ijo uiros
segundos más tarde introduciendo a Ser
guey de una mano— . Interrógale así
como a mí sobre lo que sabes. ¡Quizás te
enteres de cosas de lo que deseas saber!
Zinoviy Borissitch quedó desconcertado.
Miraba alternativamente a Serguey, que
se mantenía apoyado contra el marco de
la puerta y a ella, que estaba sentada
tranquilamente, cruzados los brazos, en
el borde de la cama, y mo podía compreirder adonde quería ir a parar su
mujer.
— ¿Qué haces, víbora? — dijo reuniendo
con dificultad todas sus fuerzas para ha
blar, pero sin moverse del sillón.
— Interroga sobre eso que sabes tan
bien — replicó Katherina lvovna con in
solencia. — Has querido asustarme con la
amenaza de malos tratos — prosiguió en
trecerrando los ojo s ; — pero sepas que
eso no ocurrirá jamás, An-tes ae que me
amenazaras ya s a b ía lo lo que'debía hacer ,
contigo, y lo haré.
— ¡Pero qué es esto! ¡ Fuera de aquí!—
gritó Zinoviy Borissitch dirigiéndose a
Serguey.
— ¡De ningún modo! — le dijo burlo
namente Katherina Lvovna, que cerró rá
pida la puerta, se metió la llave en el
bolsillo y volvió a sentarse en la cama— .
Vamos Serojetcha — prosiguió, — acércate,
querido mío.
Serguey sacudió su cabellera y se senté
audazmente al lado de su patrona.
— ¡Dios de los Cielos! ¿Qué se puede
decir a esto? ¿Qué estáis haciendo, bár
baros? — exclamó Zinoviy Borissitch, arre
bolado, levantándose de su sillón.
— ¿Cómo? ¿N o te agrada esto? ¡F íjate
en mi hermoso halcón, que bello es!
Katherina Lvovna estalló en risas y besó
apasionadamente a Serguey en presencia
de su marido.
En ese instante una sonora bofetada
inflamó su m ejilla y Zinoviy Borissitch
se lanzó hacia la ventana abierta.
V III
— ¡Con que esas tememos! Entonces,
querido amigo, muchas gracias; no espe
raba otra cosa — exclamó Katherina Lvov
na—-. En este caso no será según tú ni
Begún yo.
Con un movimiento brusco rechazó a
Serguey, se lanzó sobre su marido y antes
de que Zinoviy Borissitch llegase a la
ventana, lo alcanzó por atrás, clavó sus
dedos finos en la garganta del fugitivo
y lo arrojó a tierra como un haz de hierba
húmedo.
Derrumbándose pesadamente y con la
nuca contra el piso, Zinoviy Borissitch
perdió completamente la razón. No se es
peraba un desenlace tan rápido. La pri
mera violencia a que había recurrido su
mujer le demostró que estaba deeicida a
todo para desembarazarse de él y que su
situación presente era extremadamente
critica. Comprendió todo esto en un abrir
y cerrar de ojos en el momento de su
caída y no lanzó un grito, sabiendo que
su voz no llegaría a ningún oído y no
haria sino precipitar el desenlace. En si
lencio, detuvo su mirada con una expre
sión de cólera, de reproche y de sufri
miento en su mujer, cuyos finos dedos
seguían apretando fuertemente su gar
ganta.
Zinoviy Borissitch no se defendía, sus
brazos, con los puños cerrados, yacían a
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lo largo del cuerpo, temblando convulsiva
mente. Un brazo estaba completamente li
bre, el otro se hallaba aprisionado bajo
la rodilla de Katherina Lvovna.
— Sujétalo un poco — le d ijo con indi
ferencia a Serguey, mientras seguía mi
rando a su marido.
Serguey se sentó sobre el patrón, aplas
tó sus dos manos con las rodillas y quiso,
a su vez, ponerle las manos en la gar
ganta, pero en ese instante,‘ lanzó un grito.
A la vista de su ofensor, un deseo san
guinario do venganza estimuló las últimas
fuerzas de Zinoviy Borissitch, hizo un
movimiento violento, arrancó Míe debajo
de las rodillas de Serguey sus manos
aplastadas y agarrando los negros rizos
del mocetón, lo mordió en la garganta
como una fiera. Pero no por mucho tiem
po: Zinoviy Borissitch gimió, doblándose
su cabeza.
Katherina Lvovna, pálida, apenas res
piraba, en pie junto a su amante y su
esposo. Tenía en la mano derecha un
pesado candelabro do hierro fundido. Lo
sujetaba por el extremo más liviano, con
la parte más pesada hacia abajo. Por la
sien y el codo de Zinoviy Borissitch se des
lizaba un hilillo de sangre.
— Un pastor. . . — gimió sordamente Zi
noviy Borissitch, apartándose con esfuer
zo, en la medida de lo posible de Serguey,
quo seguía sentado sobre él— . Confe
s ió n ... — dijo con voz todavía más in
distinta, poniéndose a temblar y mirando
de reojo la sangre cálida que comenzaba
a coagularse en sus cabellos.
— Serás bastante bueno tal cual, para
ir al Cielo — dijo Katherina Lvovna,
sibilante— . Hay que terminar con él —
dijo dirigiéndose a Serguey; — apriétale
bien la garganta.
Zinoviy Borissitch se debatió angus
tiado.
Katherina Lvovna se agachó, estrechó
con sus manos las de Serguey que tenían
la garganta de su marido y pegó su oído
al pecho del agonizante. Tras cinco minu
tos de silencio, se levantó y d ijo : “ Y a
tiene bastante” .
Serguey se incorporó igualmente y re
sopló. Zinoviy Borissitch yacía muerto,
con la garganta magullada y la sien frac
turada. B ajo su cabeza, del lado izquierdo,
se extendía una manehita de sangre, que
ya no fluía de la pequeña herida a la
que se habían pegado los cabellos.
Serguey se llevó a Zinoviy Borissitch
a la bodega, donde hacía poco lo había
encerrado el difunto Boris Timofeyevitch
y regresó a la torrecilla. En ese momento
Katherina Lvovna, con las mangas de su
blusa remangadas, lavaba con un trapo
y jabón la sangre dejada por su marido
sobre el piso de la habitación. Todavía
estaba caliente el agua en el samovar
con el que Zinoviy Borissitch había ca
lentado su alma de patrón. La mancha
de sangre desapareció sin dejar rastro.
Katherina Lvovna tomó la jofa in a de
cobre y el trapo enjabonado:
— Ven y alúmbrame — dijo dirigiéndose
hacia la puerta— . Más bajo, más bajo, —
decía examinando el piso atentamente, por
allá donde Serguey pasó con el cadáver
al llevarlo a la bodega.
Sólo en dos sitios encontró dos minúscu
las manchas de sangre del tamaño de una
cereza. Katherina Lvovna las frotó con el
trapo, haciéndolas desaparecer.
-—Esto te enseñará a deslizarte en casa
de tu mujer como un ladrón y a espiar—
exclamó ella al levantarse y mirando ha
cia el lado de la bodega.
-—Por el momento, basta — dijo Ser
guey, estremeciéndose al escuchar su pro
pia voz.
Cuando regresaron a la habitación, una
fina banda rosada anunciaba el alba por
Levante que, dorando los manzanos ves
tidos de flores, miraba a través de las
zarzas del jardín en el dormitorio de
Katherina Lvovna.
Atrevesando el patio, con un casaquin
al hombro, el viejo empleado caminaba
del cobertizo a la cocina.
Katherina Lvovna cerró nuevamente el
postigo y miró atentamente a Serguey
como si quisiera leer en su alma.
— Y a eres comerciante — le d ijo ella,
colocando sus blancas manos sobre las
espaldas del mozo.
Serguey no respondió. Sus labios tem
blaban y parecía tener fiebre. Katherina
Lvovna sólo tenía los labios fríos.
Dos días más tarde Serguey tenía en
las manos dos grandes llagas provocadas
por la pala y el pico. Por el contrario,
Zinoviy Borissitch estaba tan bien ins
talado en su bodega que sin la ayuda
de su viuda o de su amante, nadie hu
biera podido descubrirlo hasta el Juicio
Final.
L E A en el próxim o número
de
el final de
L A D Y M A C B E T H del D IS
T R IT O de MZBJVSK.
cabalgata
U
na
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de
A
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ducido de lectores” .
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Editorial
ARGONAUTA
BRASIL 1766
T. A. 23-7432
�cabalgata
UCHO se habla de pintura me
xicana. Demasiado. Casi siem
pre, confundiendo la expresión idio
sincrásica con su difraz de pinto
resquismo. (Exactamente igual que
la España de pandereta hacía las
veces, ‘ ‘ de fronteras afuera” , de
la verdadera España).
M
Con demasiada frecuencia, la ad
hesión resulta, en su superficialidad
turística, ofensa: cual si fuese la
s'gnificación real de México la re
producción de figuras con traje chi
llonamente típico. Es inevitable.
Como lo es el que el desdibujo tor
pe se tome por intencionada habili
dad ; lo que no llega, por lo que
sobrepasa. Y lie aquí la fuerza de
la obra de Rodríguez Lozano: el
haberse remontado por encima de
lo inevitable. Algunas de sus figu
ra;:, casi monocromas a fuer de so
brias, casi inmóviles en su deliberaüo propósito de no gesticular, y cu
yo rostro apenas se adivina, se pre
servan como la más elocuente expre
só
v-i m .' ; q ,1<j ]os mexicanos,
cual se halla jus+r> r'' M* antb '
. ( las del de los tunar
.¿p
los que sienten al pu
^ m eji
cano, no en «us aspectos transito
rios, sino en la avanzada de las des
esperanzas y las rebeldías. '
Estas pinturas de Rodríguez Lo
zano, podrían llevar, por título ge
nérico: ‘ ‘ Dolor” . Dolor de siglos.
Dolor del silencio que, a fuerza de
ser impuesto, se ha convertido en
hábito de dignidad, y en complacen
cia de orgullo. Silencio en las voces
y en los gestos.
Unas figuras: nada más. y na
da menos. Y , cuidado: figuras no
quiere decir rostros. Ya hemos apun
tado que, en algunas, para mayor
expresión, la apariencia de la ex
presión queda esbozada; cuando no
oculta. Desde luego, entre todas, las
figuras de Rodríguez Lozano, de
rostro cubierto, son las más elocuen
tes. No porque se las adivine: por
que se las vé. Porque se las siente.
Como son, desde aquel pozo de si
glos en que se han ido modelando
las actitudes, de los indios. Puede
e 1 espectador ‘ ‘ rellenarlas ” c o n
cuanto él mismo les aporte de com
prensión, de capacidad de identifi
carse con ellas: desgarro por ausen
cias definitivas; congoja del vacío
total. Figuras sueltas o agrupadas.
Trenzadas, pudiérase decir. /.Lite
ratura ? No lo creáis: para lograr
esta complejidad (y otra vez aten
ción: no decimos complicación, sino
complejidad) en la sencillez, v has
ta nos gustaría decir en la desnu
dez, el pintor tiene, ante todo, que
ser pintor. Dueño de su oficio, has
ta el extremo de aparentar despo
jarse de el. Que, añadir, lo mismo
al escribir que al pintar, es fácil.
y nada lo es tanto como la insisten
cia. Mas, para suprimir, es preciso
conocer lo esencial, y valorarlo. A
lo largo de toda su obra, Rodríguez
Lozano no ha hecho sino suprimir.
/ C u á n t o s a ñ o s d e empeñado
aprendizaje han sido necesarios pa-
I M P R E N T A
C H I L E
Perú 565 - Buenos Aires
R odríguez L ozano. Piedad.
R odríguez L ozano . Dolor
LA P I N T U R A M E X I C A N A
DE- R O D R I G U E Z
LOZANO
P or M A R G A R I T A N E L K E H
ra lograr esta desnudez? Todos los
quo llevan del ingenuo escamoteo
de una dificultad, disfrazado de
modernismo, a esta seguridad en el
dibujo de unos pies; en las propor
ciones de una silueta; en el aleja
miento de una perspectiva. E l he
cho es, cual diría un francés, con
giro intraducibie, que “ ca y est” .
Los años de primer aprendizaje, en
talleres más o menos académicos de
M éxico; los años siguientes, de libre
aprendizaje en un París todavía
neoimpresionista, y hechizado por
intentos cubistas, y un ambiente
— mareli antes y esnobismo— que
creía descubrir Picassos y Aduane
ros Rousseau en cada “ fa presto”
R odríguez Lozano . Incendio.
de bohemio; los años del regreso,
con la embriaguez de lo traído ‘ ‘ de
allá” , y la tentación de utilizarlo
sin mayo resfuerzo: Rodríguez Lo
zano los fue soltando como lastre.
Y en este voluntario, empecinado y
arduo despojarse, fué penetrando
en los aspectos externos, pintoresca
mente seductores, de su pueblo, tras
pasándolos con esa visión “ y-a de
vuelta” , y, como lastre también, y
éste, el más difícil de soltar de to
dos, apartándolos, para alcanzar su
cima.
/S erá por ello tan humana, tan
fraterna con la naturaleza, y con
los hombres, esta obra de Rodrigue/
Lozano? Sus figuras parecen decir
así sufrimos, así nos doblamos sob^e
nuestras hambres, nuestras muen
nuestras soledades. Así cubrir to
nuestros rostros, para guardar nos
otras nuestras angustias, que no son
“ MexicSn curious” para turistas.
Si no temiéramos torcidas inter
pretaciones, diríamos que se trata
aquí de una obra religiosa. En los
años inmediatamente posteriores a
la otra guerra, inicióse, en el París
de los snobismos desenfrenados, una
resurrección de arte religioso. Era
como un afán de equilibrio, frente
a las producciones — ojeras de los
retratos de Van Dongen, y estili
zaciones excesivamente fáciles de un
Domergue— que reflejaban con de
masiada fidelidad los desequilibrios,
estela de los cuatro años de ••anor
malidad en la vida del país. *
Un hecho se hizo patente: la
emoción religiosa, en arte, ni es pro
ducida por el tema, ni se circuns
cribe a éste. Y ahí tenemos la “ Pietá ” de Rodríguez Lozano.
¿ Le llama siquiera así, a su fresco
de la Penitenciaría de México?
Quizá, ni se haya detenido en ello.
Pero, lo cierto es que, al igual que
el “ Cristo” de Carriére, del que se
ha podido decir que, siendo obra de
un ateo, era la única obra realmente
cristiana de su tiempo, ésta se nos
presenta como una de las creaciones
artísticas más profundamente reli
giosas que nos haya sido dado ver
en mucho tiempo. Infinitamente
más religiosa, en la más rigurosa
acepción del término, que las adoce
nadas imágenes que, en los “ Talle
res para las Indias” , de la Sevilla
del s. X V I I , fabricábanse al por ma
yor, según modelos establecidos por
grandes artistas, mas que, a fuerza
de repetirse, acababan por no abri
gar ni un ápice de la llama de ins
piración de sus primeros creadores,
y que pueblan las iglesias y conven
tos del Nuevo Mundo.
Lo cierto es que no creemos exis
ta, ni en el México de hoy, vanguar
dia en el movimiento artístico ame
ricano, ni en país alguno suscepti
ble de desarrollar una Escuela con
características nacionales, obra tan
"hondamente religiosa, y, a la vez,
tan profundamente humana, y tan
lograda desde el punto de vista téc
nico, como este fresco y, amplifi
cándolo, como las figuras que le
acompañan en la producción de su
autor. Rodríguez Lozano, que, de
sus largos años de formación euro
pea, ha sabido traerse el acuciamien
to de una creación genuinamente
mexicana, tenía, por fuerza, en las
obras de su madurez, que sentirse
sumido en esa tristeza, en ese pozo
de tragedia, anterior y superior a
todas las transformaciones externa
REGISTRO DE PROPIEDAD
INTELECTUAL N° 216894
�
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The Dublin Core metadata element set is common to all Omeka records, including items, files, and collections. For more information see, http://dublincore.org/documents/dces/.
Title
A name given to the resource
Cabalgata
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
1946 - 1948
Rights
Information about rights held in and over the resource
Derecho público
Language
A language of the resource
Español
Description
An account of the resource
Ejemplares 1 a 21 de los años 1 a 3 de la revista Cabalgata, publicados entre 1946 y 1948.
Dublin Core
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Title
A name given to the resource
Cabalgata
Description
An account of the resource
Año 2, no. 13
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
Buenos Aires, noviembre 1947
Rights
Information about rights held in and over the resource
Derecho público
Language
A language of the resource
Español
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Rojas Paz, Pablo
Arban, Dominique
Leskov, Nicolás
Saavedra, Juan
Satre, Jean Paul
Schwob, Marcel
Brughetti, Romualdo
Fabre, Ángel
Rinaldini, Julio
Batlle Planas, Juan
Nelken, Margarita
-
http://revistasdeartelatinoamericano.org/files/original/99a57c08ed8ade1782a826cd0a70bbd2.jpg
339656cc42aa9fa6ed70f7399c0bba8b
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70c10f7ae980d275721273c63fad8d4b
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CABALGATA
QUINC ENARIO
P O P U L A R DE
L E TRAS, A R T E S
C I E N C I A S
ESPECTACULOS
LAUTRÉA M O N T Y
LEÓN BLOY, por María
Teresa León.
1N T I M O ,
VALERY,
por Ki ku Y o m a t a .
;ID A LA RUBIA
(Cuanto policial),
por Charlas A d t m t .
C O ME N T A R I O SOBRE
SPILIMBERGO,
por Julio Ri nal di ni .
LA CRISIS DEL FILM
FRANCÉS, por Gas t en
Deforge.
J. BATLLE PLANAS Y
EL A U T O M A T I S M O ,
por Romualdo Brughetti.
VITALIDAD DELTEATRO
N ORT E A ME R I C A NO ,
po r L e ó n M i r l a s .
CRITICA L I T E R A R I A ,
por Gomóles Carbalho.
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UNA PROHIBICION, SEGUIDA POR CONSIDERABLE EXPECTATIVA, REVELA UNA NUEVA ESTRELLA
EN LA CONSTELACION DEL SEPTIMO ARTE. HE AQUI A JAN E R U SSELL EN UNA YA FAMOSA
ESCENA DE "EL PROSCRITO". (Foto Artistas Unidos).
�(ABAIGATA -2
'
PíH i un O H I del TIEMPO
VDIE sabe qu é es e l tiem po,
pero todo el m undo sabe que
el tiem po d eja sos huellas. T o
d o lo d e nuestro m undo, pasado y
presente, tod o lo q u e abarca el c o n o
cim ien to hum ano, está m arcado por
las huellas del tiem po. Nada escapa
a esta revisión in exora b le con que
algo tan im palpable y volátil co m o
es el tiem po se com p lace en señalar
con su sello fe t a l. . . Hasta las obras
d e m ás acabada belleza — de la na
turaleza o del arte— , las qu e des
pertaron el entusiasm o y estim ularon
la ilusión d e los hom bres, llevan el
signo im borrable d e una fech a o de
una época que las v u elve m architas
o caducas para sus contem poráneos
y qu e las archiva y cataloga para la
posteridad.
¿C óm o podría escapar a esta ley
N
d e l o rb e el eterno fem enino, siempre
cam biante y renovado, siem pre re
naciente, cada vez m ás herm oso y
seductor, d e entre sus cenizas?
A q u í tenem os dos estampas que
con cretan dos specimen de belleza
fem enina y qu e resumen dos épocas:
un pasado inm ediato a nosotros y
un presente que, en estos preludios
otoñales, ya puede considerarse pa
sado.
En te m u jer elegante las huellas
d el tiem po se destacan, aún más que
en su físico, en la evolu ción d e las
m odas. Se d ice q u e la m u jer es es
cla v a d e la m oda, qu e es una manera
d e d e cir que es victim a de tes hue
llas d e l tiem po.
M ackm oiselle Falconetti, recien te
mente fallecida, ataviada co n tes ga
las prim averales propias de la ter
cera década de este siglo,
es e l em blem a de la mu
je r artista, que con oce el
v a lo r d el atavío y sabe
auxiliar co n los secretos
d el arte los dones de que
la d otó espléndidam ente
la naturaleza. La otra es
tampa es el últim o grito
de la m oda playera. Es
la a p r o x i m a c i ó n más
perfecta posible a la pu
ra linea fem enina, tal
com o la esculpió el su
p rem o artista que creó
las montañas, las flores
y tos p á ja r o s . . . P e r o
tam bién ella pasa, pasa,
corno otra huella del
tiem po, d eján don os la
esperanza de su reapari
ción , con nuevos e in
sospechados e n c a n t o s ,
c u a n d o florezca una
nueva prim avera.
AJbert Camus ha respondido a '* «ascuesta abierta per el diario “C o m b a t" sobre
la literatura am ericana. Su Juicio ha sido
bastante severo sobre ésta. •'Los americanos
— ha dicho Camus— están asombrados de!
éxito de sus autores en Europa. (Caldwell
se vende dlex veces más en París que en
N ueva Y ork .) Esto no m e asombra. La téc
nica novelesca americana es una técnica
de tacUldad; per0 si se compara un Steín beck a un lfe v ille . se da uno cuenta de que
a literatura americana del siglo X I X , cuya
grandeza es universal, ha sido sustituida
per u n » literatura de “ m agazine"
A la pregunta que se le íorm ula de cómo
explicar la influencia que esta literatura
americana ejerce sobre el lector francés,
Camus contestó: “ Veo dos explicaciones,
¡a una evidente, 1* otra más p e rs o n a l.. . La
primera es el gusto por la eficacia y la
velocidad, gusto m u y general, que y c no
desprecio, pero que se introduce ahora en
las técnicas de narración. El relato silencia
todo aquello que constituía hasta ahora el
m otivo propio de la literatura, es decir, la
vida Interior. El hombre es descrito, pero
nunca explicado ni interpretado. El resul
tado es que hoy se puede escribir im a no
vela recurriendo únicamente a la memoria
y a ios píos. L o demás, experiencia interior,
m editación, conocimiento del hombre y del
m undo, no es necesario. La novela está asi
al a canee de todos. Si usted sabe ver usted
sabe escribir; y como todo el mundo sabe
ver, todo el m undo sabe escribir, etc.
“En cuanto a la segunda explicación, la
doy sólo con prudencia. Es la siguiente:
nos engallamos sobre las novelas am erica
nas cuando las leemos en francés, porque
nosotros tenemos 1 . tradición (y e l gusto)
del resumen, de: sobreentendido, de la alltote, y prestamos a esta técnica, que no
dice jam ás nada Importante, la Intención
de decir una porción de cosos que quizá
nunca ha querido decir. Leem os " O f mice
and m e n " con el m ism o espíritu con que
leemos “ La princesse de Cíe v e s " Pero los
hombres de la novela americana al contra
rio del principe de Cleves, son realmente
seres elem entales. S i el prln d p e de Cleves
no dice na da, es que su do or es tan agudo
que acabará por morir. SI el George de
Steinbeck no dice nada, es que n o tiene
nada que decir, sino m eramente un gran
sentimiento confuso,
poderoso, que no en
c o n t r a r á n u n c a la
verdad del lenguaje “
fin a lm e n te , emite
un juicio m ás severo
sobre la última no
vela de Hem ingway.
"P o r quién d o b l a n
las cam panas", que
o tííe n e en Francia
un gran éxito, y que
al propio tiem po da
lugar a juicios diver.
‘ o s: "S u libro sobre
España (el de He
m ingw ay) es tm li
bro de niño al lado
de • 'L 'E s p o i r ” , de
M a lr a u x . N a d a m e
parece m á» engañoso que esa
amor al estilo de Metro-Goldwyn-líayer.
Introducida en la prodigiosa aventura e pañola. Hollywood y Guemica no pueden
Ir ju n tos."
• El “Prem io A rcadiu*" es u»
«erario de un nuevo tipo. Ha sido estable
cido por los cronistas literarios, y consúu
en la designación por éstos del peor
literario del año. En la segunda varita oe
la votación recayó el acuerdo de deslgnsr
como el peor jurado literario de fVancja
al del Premio Goncourt. El acuerdo *
adoptó por siete votos contra
manifestaron a favor del Jurado Femlna
Terminada la votación, se organizó
dlatamente una suscripción para recompsv
sar .1 fe iz laureado, lo que permitió r*»;
ger la cantidad de trece t r a n c o s , at
enviaron por giro postal al Presídeme « j
Jurado premiado. Los cronistas U**™1
han demostrado asi su buen juicio y
buen humor.
• El Diccionario de la Academá francesa
avanza lentamente. La primera eíhaonap*
re d ó en 1® *, la séptima en 1*78. la o c ts «
en 1S3S Los inmortales francesestrabaj
actualmente en la novena edincc. o*
aguarda para su edición cincuenta y
años, periodo que transcurrió entre l» r
tima y a octava, la próxima edición no
publicará hasta 1992.
• Itargueritte Audoux, pastora de Sotog*
y Prem io Femlna de 1910, murió en
o sea hace diez años. Se ha celebrado'
recuerdo una exposición de libros, autofr*
fos y fotografías de la autora de “
C laire" Entre los recuerdos reunido» nao»
un cuadro de Charles-Louls phihp*,rRl,bu
paisaje de Sologne que el autor de “Bu
de M ontp am asse" había ofr^dMo a s»
amiga— un dibujo de Alain Foumier y
carnets de modista de Marguerttte.
• Ha Sido lanzada por algunos e * * 1* ? ^
a idea de construir u» monu™?l¿0w snm .m o ria de Saint-Exupery, que &r* * “ *¡u
tado frente al mar, en la costa *fr*®“ ~ <.
donde él partió para su último vni~ ,
Societé <jes Gens de Lettres ha
poner el imperte de uno de s“ * JPt t "
premios U t B * r U * ‘
disposición d e l C ^
mlté que ha toms^
comenzar
e
cxtpción n »< *® r ¿
Internacional P»ra
monumento.
• Obtiene un
éxito de p u N g „
incluso d e ct™ » ^
actúa: expohri®®^
obras d c Grcmalri
Phüippe Scupa^ ^
dicho
pintor «Ufreu p0^
(C on ti*****.
�3- CABALGATA
LAUTREAMOJÍT
y LEON ELOY
Por
MARIA
TERESA
LEON
.
OR qué la lectura del gran “ alabador” León B loy nos recuerda las páginas del inmenri \-* so blasfem o Lantréam ont? El ángel y el d iablo buscan en el lenguaje de la ira lo qne
pneda asom brar a aquellos que los leyeren. L es dos se saben con destino d e flagelad o
res, los dos tienen el puñal de la miseria asesinándoles.
¿Hasta qué punto hoy las páginas de León B loy pueden con m ov er? ¿Hasta que hondura
nos llegan las del conde de Lantréam ont? Después de la h orrible peripecia atravesada, ¿qu é
gritos o qué blasfem ias son capaces ya de conm overnos? ¡Cuánto d o lo r d e buen energúm eno
en Lantréam ont! ¡Cuánta bilis de santo rebelde y de hom bre ham briento en L eón Blo y ! ¿N o
recordáis cóm o resuelven ambos la m uerte de la in ocen cia? En el canto prim ero, e l estupen
do conde nos hace asistir a la injusticia divina. Un h ijo m uere. “ Un grito inm enso de ironía
se levanta en el aire” . Lanza Lantréam ont sus pelladas de barro hacia el cielo. L eón B loy, en
una de sus Historias Descorteses, tam bién nos lleva de la casa h orrible donde muere el h ijo.
Tam bién a llí un poder extraño, una presencia sin nom bre achicharra de presentim ientos. Se
espera lo abom inable y sucede. P ero no sucede p or voluntad de Dios, sino p or abandono de los
hom bres que han dejado en las entrañas de una casa h orrible a una fam ilia m iserable. A qu í
se bifurcan las inculpaciones: Lantréamont a Dios, B loy a la sociedad descristianizada.
P ero estos dos seres padecen la persecución de lo invisible. Luchan cada uno con sus armas,
tienen diferentes ironías. El u no quiere quemar parisienses porque no van a misa, y el otro
que durante toda la eternidad Dios pida perdón al hom bre. La Incha de estos dos terribles
V»
ángeles es incruenta. Sus cuentas pendientes se resuelven en palabras
atroces. Son dos reaccionarios en el sentido d irecto de la palabra, dos
negadores, des inadaptados. Siendo p rodu ctos sensibles de la sociedad
burguesa son antiburgueses, pues qu e nacieron en una sociedad que
los devoró. L os atenazó de miseria. ¿Q u é hubiera sido de L eón B loy
sin la pobreza “ lustral” sobre sus hom bres? ¿Q ué de Lautréam ont
con el dinero del m arqués de Sade? L es d o s son creyentes. “ Rechazad
la incredulidad, venís me fértz plaisir", suplica el desconcertante conde.
Eso que ha .venido a descom pon er el
cuadro tranquilo d e su ép oca: “ Y o
hice un pacto co n la prostitución a
fin de sem brar el desorden en las
familias” . Ese pacto tam bién lo ha
hecho León B loy, pero con la D ivin i
dad. Siem bra el desorden a b ra zo y
a voleo, echa agua bendita a los o jo s
de los qu e v iv en del agua bendita
para que les escueza, em pleando pa
ra tratar a las feligresas el d iccion a
rio de los carreteros. Unicam ente la
miseria lo enternece — se enternece
ante su p ropio destino— ; lo demás,
con su religión de con fitería y c o m
promiso, le da náuseas. ¡Q ué actual
resulta todo esto! ¡C óm o se regocija
Bloy el día d el castigo cuando el fu e
go consum e «1 Bazar d e la Caridad,
de París, d on de blasfem aban de la
pobreza con sus galas mundanas las
señeras d e la B eneficencia! Toda la
pasión adolescente d e Isidore Ducasse, conde de Lautréamont, p o r sem
brar la con fu sión entre las fam ilias
orgullosas — ¡oh, Rim baud, niño p ro
digioso, tú supiste a lgo de esto!— ;
todo su orgu llo — “ N o lloréis en pú
blico”— se le va *n llantos y cru ji
dos 'i León Bloy. Y ataca a la gran
familia católica, descatolizada co n el
inmenso am or de un insensato. Pare
cer. una fuente de dos caras, de dos
bocas, que la una vom itase al cielo
y la otra a la tierra.
León B k y con su mucha fe y Lau
tréamont con el signo cam biado de
su fe — “ Y o no achnito a nadie, ni si
quiera a Elohim, el dudar de m i sin
ceridad” — nos d icen dem asiado de
la perplejidad del hom bre sob re la
tierra. En ambos casos, ¡qué despre
cio hacia el d en de la vida! ¡Y qué
amor! León B loy es el pebre con un
palo que pega, pega fuerte en los nu
dillos. Hace pensar que eq u ivocó la
fecha de su nacim iento, pues hubie
se podido situarse entre los santos
vociferadcres. Pero llegaba en un si
glo triste Sus patadas a la sociedad
horrible estaban docum entadas por
escritores que habian encontrado to
PAUL VALERY
rios las vueltas d el ataque. Se había
descubierto a los falsos cristianos, a
los burgueses gordos, a los ven deNCONTRE a V aléry por prim era vez en París, en 1923, en
patries, a les vendedioses, a las da
el salón de ana dama co y a única ocupación eran sus remas c:ritativas sin caridad. El ju icio
cepcicnes. L os dom ingos, la rean ión era brillante, mundana
de la sociedad burguesa estaba he
y más o m enos cerrada. L os días de semana — pues ella recibía
cho, las teorías para reemplazarla
todos los dias a partir de las seis de la tarde— , la reanión era
habían o parecido. Era el tiem po del
más intima V aléry, qne vivía a un paso de .allí, acudía todos
Naturalismo despiadado. Del socia
los días y encontraba en aquella casa un m edio consagrado a
lismo. León B lcy , “ h ijo de la ira” ,
sn gloria- “ Buen día, el prim ero entre sos pares” , lo saludaba
no hacía más que m achacar -sn la
Anua de Noailles.
llaga con un nueve m artillo. LauEn ana de aquellas tardes de semana, Paul V aléry me sor
tréament con su m artillo golpea
prendió en casa de madama Lucien M nhlfetd (rin d a del nove
más alto.
lista M nhlfeld y cañada de Paul A d a m ), cuando estaba com p o
— ¡Oh, si hubieran podido encon
niendo un ram illete de crisantem os según la escnela de Entrarse frente a frente! El gran D e
shuryu. Se interesó en m i trabajo y m e d ijo : “ Usted debiera
fensor se hubiera lanzado a los pies
escribir nn lib ro sobre este arte de los ram os e ilastrarlo con
del gran D etractor para suplicarle:
estampas” . C onservé diez años en mi corazón aqnel consejo.
V aléry m urió antes de ver m i m anuscrito. P ero en 1924 leyó
(Continúa en la página i)
mis traducciones de t a n k a s japonesas y a propósito de
VALERY
E
IN T IM O
Por K 1 K U
YA M A T A
ellas m e envió una carta, -de la que
extraigo estas frases:
“ Las civilizaciones que se refinan
se producen en form as poéticas m uy
breves. A pren dieron q u e los largos
poemas se quiebran y se d ilu yen es
pontáneamente en sus f r a g m e n t o s
más p reciosos. Un largo poem a con
tiene siem pre algo más qu e poesía.
“ Las pequeñas com posicion es que
usted nos ofrece son d e l tamaño de
un pensamiento. A veces el pensa
m iento se reduce tan graciosam ente
a una expresión d e una sen cillez ab
soluta, qu e puede confundirse con
cierto estrem ecim iento, co n un m u r
m ullo, co n el paso de un perfu m e en
el viento. L os poetas d e l E xtrem o
Oriente parecen haberse graduado en
el arte d e redu cir a su esencia el
placer infinito d e sentirse e m ocio
nado. Les basta una palabra para
arrojar el alma al éxtasis. C onfiése
le qu e ignoraba (entre tantas cosas)
que ya en el sig lo V IH estaban en
condiciones d e hacer gustar estos fru
tos deliciosos. En tiem pos d e K ojik i y d e aquella tierna con fesión d e
am or que la em peratriz Y akam i ha
ce al em perador Sukuna, nosotros
estábamos, si no m e eq u ivoco, b a jo
P epin o y m u y lejos d e la delica
deza.”
A partir de aquel día, V aléry se
con virtió en m i padrino literario.
L e y ó cada uno de m is libros y m e
d ió su parecer. D edicóm e los suyos,
a veces con la hum orada un tanto
grotesca que le gustaba: “ El padri
no se hace e l h arakiri ante K ik u .”
C ontinué vién d olo co n frecuencia
en les salones, en donde ciertas da
mas francesas favorecen e l encuen
tro de las personalidades más d iv er
sas. V aléry se declaraba harto de
aquellas reuniones, p ero llam ado,
solicitado para q u e com pareciese,
com o u m estrella cu ya ausencia hu
biese p ro v o ca d o las tinieblas, ter
minaba p o r acudir. V e s t i d o e l e
gantemente y ju gan d o con su m o
n óculo, le gustaba entonces eje r
cer sobre sus oyentes el m ecanism o
de su p rep io espíritu. Enunciaba una
idea, recogía la objeción , la lanzaba
al aire y terminaba p or n o m irar a
los interlocutores, p ero seguía el ju e
go <k su pensam iento, haciendo sal
tar chispas d el yunque a cada golpe.
Solía servirle yo una taza d e té o,
le que prefería, da ch ocolate.
D ejábase robar su tiem po, sus
fuerzas y su resplandor, p ero quizá
necesitaba de aquella atm ósfera d e
(Continúa en te gágina 23)
�(ABáLWIA -4
E arreglé la chaqueta y el
som brero, estiré la corbata y
entré. Era un cabaret de
a m bien te tu rbio y estaba repleto. Es
p e ré hasta enfrentar la «lira d a del
ca m a rero p rin cipal. Se ap rox im ó y
m e co n d u jo a una m esa c o n e l cartel
“ R eservada” .
T odas las noches, p er casi una se
mana, había dado una propina al ca
m arero. Esta n oche la redoblé. M e
d ió las gracias discretam ente y dis
cretam ente se a lejó.
U n m o ro se a cercó a recib ir ó r
denes. C uando se retiró dirigí una
lenta m irada alred ed or del salón.
H abía allí m uchas m uchachas, y al
gunas d e ella s eran rubias. P ero la
rubia que y o aguardaba aun n o ha
bía llegado. P ero tenía un presenti
m iento seguro d e qu e iba a aparecer.
P o r lo tanto, no estaba preocupado.
R im ini estaba a llí y no m e sor
p ren dió v e r lo . . . ya había estado la
n och e anterior. Esta noche estaba
otra v ez solo, en una mesa d el rin
cón . Una v ez nuestras miradas se
cruzaron y la de él p a reció inqui
riente. Desde ese m em ento n o v o lv í
a m ira r su cara blanda y gorda.
M iré la pista d e baile. Una orques
ta tocaba jazz estrepitosam ente y al
gunas lindas m uchachas danzaban y
cantaban rápidam ente.
Era el m e jo r espectáculo d e la ciu
dad. P e ro y o n o p odía prestarle
atención. P o r lo m en os, n o esta no
ch e. . .
A l term inar el n úm ero apareció la
rubia. Estaba s o la . . . ; nunca llevaba
escolta. H izo su entrada acostum bra
da, entre inclinaciones d e los m ozos
y m iradas d e todo el p ú b lico , m ien
tras e l du eñ o del cabaret la acom
pañaba hasta' la -m ejor mesa.
Esta ru bia era una m uchacha m uy
notable. N o podía tener más d e veinticin oo años: era una belleza m od er
na. Esta n o ch e sus labios estaban
M
Un diálogo frecuente con un final
que muy pocos conocen.
—El libro argentino es caro. La no
vela que años atrás podía comprarse
por un peso o dos ahora no cuesta me
nos de cinco a siete pesos.
—Eso es cierto.
— A ese paso pronto no podremos leer.
—Esto no ocurrirá. Usted hoy tiene
un poder adquisitivo muy superior al
que tenia en :os tiempos de que está
hablando. Usted hoy no puede prescin
dir de la lectura.
— Pero loe precios...
—Usted no quiere tener en cuenta que
en la época a que se refiere la industria
del libro no se habla desarrollado; que
no existía respeto por lo6 derechos del
autor y, por tanto, por regla general,
si éste era extranjero no percibía re
galía ninguna, y si era nacional... tam
poco. Muchas traducciones eran toma
das de ediciones españoles. . . Para qué
voy a seguir enumerándole. . . Sepa que
hoy día el autor percibe la parte que
le corresponde; que la edición argen
tina cada vez es más cuidada, porque
la honestidad de los editores profesio
nales y el refinamiento del público así
lo exige. El papel ha subido astronómi
camente, los sueldos usted no ignora que
también han suBldo. En una palabra,
el libro argentino no es caro y está bien
hecho.
—No obstante...
—No me interrumpa, por favor. Lea.
Si es buen lector, lea más. Regale libros.
Contribuya al esfuerzo que están reali
zando nuestros editores propagando el
nombre de la Argentina en toda Amé
rica, de punta a punta. Los anaqueles
y vidrieras de todas las librerías de Sud
América proclaman millones de veces el
nombre de Buenos Aires Impreso en las
tapas de cada ejemplar editado en nues
tro país. Procure, esto sí, que el libro
S E G U ID
a
CUENTO POLICIAL
la
R U B IA
Por C H A R L E S A D A M S
cargados d e ro jo , y sus o jo s parecían
más verdes qu e nunca. L levaba un
vestido q u e y o no le había visto aún:
un traje apretado, de gran deseóte,
de seda roja. A l sentarse relam pa
gu earon los anilles de sus dedos, el
co lla r qu e siem pre llevaba se m ovió
en su c u e llo . . . ; parecía un herm oso
cuadro, y todos la m iraron.
El collar era d e platino y diam an
tes. Era precioso. M inski calculaba
que debí-a costar unos treinta m il d ó
lares, y M inski entendía d e estas co
sas.
Jamás había visto q u e la rubia
miraría a nadie. Esta noche tam po
co lo hizo. C om ía lenta y pulcra
m ente. P id ió cham paña, pero no be
b ió m ucho. Cuando finalm ente se
retiró d el cabaret y o consulté mi
reloj. Eran las d oce y cuarto.
R im ini se levantó y salió- Y o es
peré un m inuto o dos. Entonces p e
gué mi cuenta, recog í m i sobretodo
y m i som brero y rápidam ente salí
a la acera.
La rubia no estaba a la vista.
R u ffo m anejaba. M inski ocupaba
el asiento trasero. M e senté ju n to a
M inski.
— ¿T od o bien? — pregunté.
— T od o bien — d ijo M inski— . A l
fin . . .
Partim os.
R u ffo sabía lo qu e esperábamos
de él. T odos habíam os hecho pla
nes: sabíam os m uy bien lo qu e de
bíam os hacer aquella noche. Había
m ucho trá fico y R u ffo n o se arries
gaba.
— Apresúrate — dije.
— ¿ Y las l u c e s r o j a s ? — d ijo
R uffo.
— O lvídate de ellas. Adelante.
R u ffo se apresuró. C orríam os ha
cia el Este. N os deslizam os entre el
tráfico co m o si no existiera. A tra
vesamos la Quinta A venida. Dim os
la vuelta y m archam os hacia el
N orte. Una vez un p o licía nos gritó.
No le prestam os ninguna atención.
Ibam os a la casa de departam en
tos donde vivía ia rubia y n o qu e
ríam os tener ninguna interrupción
esta noche.
La rubia vivía a llí sola. Y todas
las coch es, durante una semana,
había exh ib id o el co lla r en e l caba
r e t . . . Y todas las noches y o había
estado a ll í. . . mientras M inski y
R u ffo esperaban afuera.
A l pasar la calle D ieciséis v o la
m os p o r la avenida. En la calle Die
cin u eve volv im os hacia el Este. Nos
detuvim os frente a la casa de la
rubia.
— Dobla en la esquina y espera
— d ije.
— Está bien, patrón — contestó
R uffo.
M inski y y o descendim os. Entra
m os en la casa de departam entos.
El vestíbulo estaba vacío. La puer
ta del ascensor estaba cerrada. T o
qué el tim bre para llam arlo. M ien
tras esperábamos, la cara dura de
M inski parecía más som bría que
nunca, y sus o jo s fríos y oscuros pa
recían dos tajos. Estaba nervioso y
y o también lo estaba.
El ascensor descendió y se detu
v o. Se abrió la puerta. M inski y yo
“G r it a m ás. Voy a
mostrarles a los ca
tólicos su falta de fe.
SI vives, si no has
sido lapidado ya, si
no ha s a lid o nadie
en defensa de Dios,
es que nadie merece
(Viene de la
ese Dios en quien yo
creo, porque permite
con tu vida la prueba de su existencia” .
Y muchas « * a s m á s... Lautréamont,
como “ el principio de los cultos es el
orgullo”, lo hubiese ignorado como a un
pobre hombre. "¿Por qué te asombro?
'Las palabras que nombran el mal es
tán destinadas a tomar significaciones
útiles”. Y se hubiesen callado las voces
de los dos testlmoniadores, las voces de
los que están más allá de la ponderación.
Hace unos años se juraba por el nom
bre de Lautréamont. Sus permanentes
valores poéticos, la revelación de su es
tilo, su impulso apo
calíptico, la crisis to
tal que re p re se n ta
con lo antes conoci
LEON BLOY,
do hicieron de Isi
doro Ducasse el Jefe
de la escuela poética
más avanzada. Creo
que toda esta aterra
dora rebeldía se ha
i visto relegada por la
gran c a t á s t r o fe a
que íué sometido el
Hombre. El caos del
pensamiento univer
sal se asienta sobre
bases demasiado deso rd e n a d a s para no
Intentar un remien
do de buena volun
tad. A lg u ie n (Malraux) piensa que en
esta almoneda brutal
no6 queda únicamen
te el H om bre. ¿No
estarla pensando en
L a u t r é a m o n t: "El
hombre no es menos
Inmortal que el al
ma"? Da miedo pen
sar que el Hombre
no sea más que un
lugar común legado
por los siglos. ¿Qué
página 3)
h a ría m os rodeados
de explosiones retar
dadas como estamos? Pax huic domui
et ómnibus habitantibus en ea. ¿Cuán
do habrá paz en la casa del hombre?
¿Quién será capaz de exorcizar a los
fantasm as? ¿Seguirá n e c e s ita n d o el
hombre que lo flagelen y lo escupan
para darse cuenta de que es el Hombre?
¿Seremos únicamente la trabazón soña
da de nuestro orgullo? Parece como si
voces más fuertes nos dijesen que la
literatura de la agonía y la desespera
ción es incompatible con la esperanza.
Y estamos hambrientos de esperanza.
Parece que nos han
vaciado el corazón y
necesitásemos comer
Para v iv ir. ¿Queda
por Rouault.
a lg o que co m e r en
estos dos escritores
Ilustres? Depende de
los dientes. £3 alma
en los dientes puede
llorar mucho ante el
mundo de León Bloy
y ante el trasmundo
del co n d e de Lau
tréamont. Pero ¿no es
momento de estar —
en Dios o en el Hom
bre— con otro signo
de afirmación? ¿Dón
de hallarem os esta
nueva flor de la ma
ravilla? No6 Importa
mucho la con testa
ción, porque tenemos
miedo de no habernos
p o d id o aún libertar
de todas las tinieblas.
LAITREAMOXT
yLEONBLOY
nos deslizam os dentro. Ambos vatíam os traje de etiqueta. El asarso rista no hizo ninguna pregunta.
— Quinto piso — dije.
El a s c e n s o r subió, se detuvo
M inski y y e salimos. Caminamos
hasta el departamento C. Saqué no
llavero d e mi bolsillo, encontré li
llave que c o r r e s p o n d ía y abrí la
puerta. Entramos en el departa
mento. No encontramos a nadie.
— N o tendremos que esperar mu
ch o ; ella llagará pronto —dije.
Minski agregó:
— A com odém onos.
Era un lindo departamento de tres
habitaciones, amueblado cen el tipo
d e m u ebles que pueden gustar a um
m uchacha rica. Atravesamos la safe
y llegam os al dormitorio. Allí ha
bía un cuarto de baño, detrás dé
dorm itorio. Minski y yo entramos
allí y cerram os la puerta.
El cuarto estaba a oscuras ya
llí
aguardam os, en la oscuridad.
D espués de un rato creí que alguien se m ovía en la sale. Después
un zum bido. Minski me tocó en el
hom bro. Y o tanteé baje el brazo y
m e preparé. Comprendí que Minsk:
tam bién se preparaba.
N o hicim os el menor movimfento
hasta que la muchacha gritó. Enton
ces salim os rápidamente.
Encontram os lo que esperábamos
R im ini estaba a llí. . . había seguí*
a la rubia. Acababa de apoderar»
d el colla r cuando aparecimos nos
otros, con los revólveres.
Cuando nos vió quedó petrificado
su inexpresiva y pálida cara no in
d icaba nada; no dijo una palabra.
— Som os policías — dijo Minski—.
dos endiablados policías.
— Y le muchacha — añadí y o - «
la señorita G oldie Gleason. Una po
licía m uy hábil. ¿Entiende, señor
R im ini?
,
Y m e parece que lo entendió.
noticia
Jules Romains acaba de ptaier P®*
final a una tarea literaria que M „
vado a c a b o valerosamente
quince años: acaba de publicar las
timas páginas de su * * » * * » ,
“Les hotnmes de bonne volOBt*
tualmente en curso de publicad
_
la Editorial Losada). Este libro
cular, donde se agitan más de mu ,
sonajes, comenzó a aparecer
voló'
mavera’ de 1932. Los tres últimos
menes, que acaban de aparec^ i UMt
llevan por título: "Francisca”,
^^
mágico” y “El 7 de octubre".
octubre es el de 1933. Ehtre el P
y el último volumen transcurren
tícinco años, es decir, veinticinco
de historia contemporánea.
no se encarezca. Existe la
^
evitarlo. Que no se le creen du
a la Industria, que se la Prote'L _gfl»,
arriba, como hace actualmente
que trata muy activamente d* ^
quístar el lugar que en.el1
^
ocupa la Argentina. ¿6e da va.
�L
O qu e p revalece en el espíritu
del brasileño, al m orir el Car
naval, es siem pre el rem ord i
miento. R em ordim iento por haber
bebida dem asiado. R em ordim iento
por haber gastado demasiado. R em ordim iento p or no haberse diverti
do demasiado. El carnavalero — tipo
eminentem ente nacional— , es una
espacie de perpetuo reprim ido en
busca de expansión. Quiere navegar
en la alta mar de la alegría^ y. no
tsnier.do, a veces, un centavo en el
bolsillo, se pone unas ropas viejas,
arranca la seda de un im perm eable,
se ata al pulso un despertador y sale
m
que ni bola de Navidad, hasta el
v ie jo más v ie jo , que apenas si se
sostiene sobre las piernas, pero que
se em briaga con prudencia a la puer
ta de su casa d e zinc, que se está
ca yen d o a pedazos. La lavandera
usa los restos d e los disfraces de
las niñas para las cuates lava du
rante el año; el m arinero sube, más
em briagado que d e costum bre, la
falda del “ m o rro " en busca d e su
com pañera de fiestas, inclinándosele
el cu erpo co m o si estuviera a punto
ds ca er, y alzando el rostro en busca
d e amor. El" ladrón tiene más acen
tuada la alegría en los ojos, pues
irá, sin máscara, a forza r las fá ci
les ventanas y saltará c o n toda ca l
ma las cercas, sin tener que rasgar
los pantalones; las casas y las quin
tas están absolutam ente desiertas.
Pero sn los barrios más ricos el
disfraz se manifiesta de manera más
elegante. Un “ niño b ien ” se viste,
modestamente, de cargador, d e por
tugués d e grandes b ig o te s,. tirando
de un carrito y llam ándose, h um il
demente, “ b u rrito-sin -rabo". O t r o
se enfunda en ton pijam a de seda
blanca que sólo se quita cuando los
calurosos dias d e feb rero y marzo
term inan definitivam ente. La moza
más jo v e n de la casa aprovecha la
distracción general para estar días y
noches enteros en los brazos del
enam orado; las arenas de las plaen realidad, la única m anifestación
colectiva, d e alegría que él co n oció
en el m undo entero. T o d o el p u eblo
baila, canta y se em briaga de per
fum es de éter durante tres días.
Nada h a y que pueda ser com parado
a este danzar y cantar qu e no tiene
fin. Sin ser político, su contenido es
más profundo que el de cualquier
m jn ifesta ción de masas q u e se p u e
da presenciar. Y sin ser agresivo ni
guerrero, tiene algo de p rim itivo y
de guste a sangre. Puede decirse
q u e es la fiesta de las turbas, de la
masa, del p u eb lo; del gran pueblo,
del subpueblo, d el p u eb lo m inúscu
lo e indiviso de los días com unes.
¿C óm o se reúne tanto gentío? Nadie
sabe. ¿C óm o despiertan sus almas?
Nadie sabe tam poco. L o que se ve
y lo que se siente es que el carnaval
es s u ocasión, su única ocasión. El
a las c a lle s .. . Cuando no puede
Comprar el brillante satín para un
“ pierrot” , rom pe los calzones d el an
terior y coloca un cóm ico fon d illo de
percal en los pantalones de otro dis
fraz c#si nuevo. P refiere el rem iendo
a la repetición.
La “ comparsa” que llena las pen
siones del Catete, en R ío, es más
paciente, más m etódico; se prepara
durante el año, econom iza, proyecta
y ensaya con los compararos los v e r
ses que ha de cantar y los disfraces
que ha de vestir en los días de car
naval. Hay m uchachos em pleados de
comercio que gastan en un disfraz
la paga de diez meses. El satén tiene
que ser el más caro, las lentejuelas,
qus cuestan una fortuna, son usadas
abundantemente. El lamé (¡ah, el
lamé!), se usa profusamente en tes
modestas pensiones de la calle del
Catete. Es un disfraz de riqueza bri
llante, de pompa real, lo que obliga
a esta m ortificación de la carne d u
rante meses para lograr ese efím ero
esplendor de los tres días grandes.
En los cerros, el carnaval toma
los aspectos más diversos: recorre
todos los matices de la fácil em o
tividad. Va desde el perro vagabun
do, que en estos días lleva el rabo
tan adornado con papeles de oolor
yas, p or la mañana, tienen la huella
que deja el peso de los cuerpos, gra
cias a la libertad relativa que da la
indiferencia policial en los tres días
de diversión.
La dueña de casa tam bién ap ro
vecha la gritería general para o lv i
darse d e los m uebles. P or las venta
nas abandonadas se ven las escale
ras polvorientas, alfom bras oscilan
do, toallas manchadas y un m ontón
de ropa sucia. L a dueña de casa dice
que sólo aprovecha las noches, los
días están consagrados a la lim
pieza.
En el mismo corazón de C opacabana, las filas insistentes d e los auto
m óviles indican, con sus maletas,
que “ la gran sociedad” abandona
paulatinamente el carnaval en bus
ca de un clim a m ejor. Y es lógico,
porque el “ gran m undo” tiene todo
el año libre para expansionarse, y
no necesita Estos míseros y breves
días grandes para hacer ostensibles
sus miserias y sus grandezas. El po
bre clama p or un carnaval más lar
go, y el rico abandona las fiestas
populares en busca de un p oco de
paz, que le dura exactam ente 72
horas.
Oí decir a un grave hom bre de
ciencia que si carnaval carioca es,
p u eblo se aferra a su alegría co m o
sn las guerras les soldados se ate
rran a sus jefes. La única consigna
es divertirse, divertirse hasta m orir,
•brío de colores, de canciones y de
alegrías.
Drcen los cronistas experim en ta
dos qu e el carnaval de R ío está des
apareciendo. D icen tam bién que, f i
nalmente, la civilización matará el
carnaval. Es cierto que d icen tod o
esto. P ero el cronista hace su c r ó
nica m etid o en un d om in ó sin anti
faz, y el h om bre civilizad o, m ientras
observa la m uerte d e la civilización ,
pinta su cu erp o pacientem ente, de
“ u ru oú ” rojo, se p on e piedritas de
indio en la cintura y co rre a la ave
nida c o n pulseras y brazaletes a fri
canos . . .
DE CUARESMA EN
m
m
Por NEWTON FREITAS
�CABALGATA -6
im
portan
V te n o
vedad acaba
de aparecer
e d it a d a par
C o lo m b ia
n a cio n a l:
" L o s p in o s
de Roma" de
R e sp lg b i,
grabada par
la Orquesta Sinfónica de Pilad elfia ba
jo la dirección de Eugenio Ormaody
(un álbum de tres discos, 6 faces de
30 centímetros, C-196).
Desde los tiempos algo heroicos de
las grabaciones de Molajoll al frente de
la Orquesta Sinfónica de Milán, conta
minada por la luminosidad y trascen
dencia de los cielos Italianos, viejas gra
baciones que nos dieron a conocer al
gunas de las producciones más signifi
cativas de la música europea, esta obra
no habla sido registrada sino por Plero
Cóppola, otro director meritorio, apa
cible y musical, con la tan europea or
questa del Conservatorio de París.
A pesar de ellas, “Los pinos de Rama”
exigía una grabación moderna que acer
tara tanto por la calidad de la repro
ducción, cuanto por la excelencia de
la orquesta, a registrar la magia sono
ra. a veces intrincada y siempre difi
cultosa, que es uno de los verdaderos
encantos de la obra de Resplgbi. Ormandy y la-Sinfónica de Püadelíia, en
algún .estudio de América del Norte,
bien preparado para evitar ruidos de
bocinas y gritos agitados, han llevado
al disco con cuidadosa expresión la an
churosa y Urica modalidad del lengua
je del maestro italiano sin abogar en
momento alguna la minucia y el de
talle, la calidad de miniaturista orques
tal que caracterisa las mejores produc
ciones del autor.
En efecto, pocos directores en la ac
tualidad poseen tan desarrollado c o c o
Ormandy, ese doble sentido de la pro
porción que admite la unión del frag
mento en la línea general de la obra
con Inusitada desenvoltura, sin perder
ni disminuir su Importancia ni aún su
relevante Intención. Ese eterno y minu
cioso problema de ajuste y articulación
entre lo menudo y pequeño y lo prin
cipal o definido, que es una de las ma
yores dificultades de todos loo intérpre
tes y muy en especial del director de
orquesta, se nos muestra solucionado
con lógica y hasta sorpresiva naturali
dad en esta versión. Entre los pinos
de Villa Borghese, de la Via Appla o
del Monte Janiculo, wihiKtw y carga
dos de nobleza, magistralmente trazados
por Respighl, a veces hay un destello
de luz o de sombra que los personaliza
y define. Esos fragmentos de luz, Or
mandy nos lo muestra con exactitud
admirable.
La, grabación es buena y los técnicos
de Columbia, con perspicacia notoria,
han preferido disminuir el brillo para,
ganar luminosidad y hondura.
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y LAYA1Ü 371 Distribuido*: Antonio MuA#i |S.UBÜ
;¡rransí remitirme un íolleto explicativo 4a
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Domicilio
Localidad
t*r Escribe” , CABALGATA |Mbllemrá las «Artas | » reciba
Ae las Iceteles j ,a e . a ja ld e
Ae U D ireed én . seaa Ae la
tería j i a t r s l .
Buenos Aires, 2S de fe
brero de 1947. — Señor
director de CABALGATA,
Capital, estimado señor:
Siendo un asiduo lector
de su interesante revista
es que me perm ito, en
condición de tal, hacerle
llegar una observación,
mejor dicho, una rectifi
cación al contenido de un
articulo aparecido en su
publicación —N* 19, del 25
de febrero de 1947, pági
na 7— que Ueva por ti
tulo “Los seten ta años
heroicos de Pablo Cosáis
escrito por Mario Aguilas.
Dicho articulo me pare
ce, en su conjunto, muy
acertado, ya que rinde
justiciero homenaje a uno
de los más grandes artis
tas de nuestra época. Te
niendo el alto honor de
conocer a Cosáis perso
nalmente y habiendo pa
sado unos cuantos años
de mi existencia en Sui
za, me creo calificado pa
ra hacer ¡a observación
que va a continuación.
En un párrafo de dicho
articulo leo lo siguiente:
" „ t /n día lo llamaron des
de Suiza pa
ra dar unos
c o n d e rtos
que podían
s a lv a r su
eco n o m i a,
pero bu autoridades hel
véticas le exigieron el pa
saporte oficial, el de Fran
co, y él se negó a cumplir
agüella formalidad apa
rentemente administrati
va, en tí toado ac&tamienmiento & una autoridad
usurpadora, y no fué a
Suiza”. Aparte del hecho
sabido que Suiza es un
país cuya democracia es
un ejemplo para el mundo
donde dicho acatamiento
a una autoridad usurpa
dora no existe —por lo
meaos moralmente — ya
que odiaron tanto a los
nazis como a los fascistas,
cosa que me consta per
sonalmente, —en lo que a
Cosáis se refiere, trátase
de un error grave. Cosáis
es muy querido y admira
do en Suiza —tal vez más
que en ningún pait del
mundo — tanto por sus
condiciones de genial mú
sico, como por su credo
tan limpiamente democrá
tico, por lo que fué ano
de los pocos países donde
ha actuado casi cada año,
aun durante la guerra
(años 1940. 41. 43) y re
cién otra vez en 1946-47.
Según sus propias m a
nifestaciones, Suiza es uno
de sus preferidos lugares
de actuación por múlti
ples razones. AHÍ posee
una propiedad, pasa a
menudo los veranos, y
cuando más joven salía a
hacer alpinismo regular
mente. Cosáis manifestó
en diversas oportunidades
que Suiza era una isla, un
oasis en este mundo con
vulsionado y consideraba
su forma de gobierno co
mo de lo más perfecto.
Para mayores detalles so
bre su actuación (de Co
sáis) en Suiza, le reco
miendo tí siguiente libro
aparecido en Zurich (Sui
za) en tí año 1945: “Pa
blo Cosáis", de Rudolf
von Toliel (es un violon
celista suizo aficionado
que recopiló ideas, senten
cias, pensamientos musi
cales y filosóficos, mani
festados por Cosáis du
rante tres veranos que es
te admirador tuvo tí alto
placer de pasar junto al
gran maestro). El libro
susodicho está escrito en
alemán, pero por las fo
tografías que contiene —
donde figuran las fechas
y tugares de actuación—
usted podrá cerciorarse de
la exactitud de mis ma
nifestaciones. El resto lo
sé por propia experiencia,
y por comunicaciones de
amistades que poseo en
Suiza.
Esperando haber mo
destamente contribuido a
adorar un error que con
sideré una injusticia tan
to para Cosáis como para
tí “gran" país que es Sui
za, ruégela se sirva Hacer
*
*
*
Víctor publicó este mes nnn de i*s
mejores grabaciones de piano de los úl
timos tiempos, en la que tanto el aspec
to de fidelidad como la perfección del
registro concurren por igual para seña
larla como modelo de técnica. Es la
Oran Polonesa en mi bemol op. 33 pre
cedida por el Andante splanato, de Cho-
la adoración correspon
diente en la forma que le
parezca más adecuada.
Agradeciéndole de an
ptn, en una versión de Wladlmir Homwitz. (Dos discos N9 9043 y 44, tres faces
de 30 centímetros. La cuarta faz conde
ne el “Vals mi la menor*’ op. 34 N” 1).
Es muy posible que la primera audi
ción de este disco sorprenda al aficio
nada No concuerda la interpretadóo de
Horowitz con lo aceptado como autén
tico en esta obra, o por lo menos como
tradicional. El enfoque se aparta de kz
cánones para señalar, con perceptible
evidencia, el carácter de alto virtuosis
mo de esta Gran Polonesa.
Con un ajuste rítmico de escasas di
laciones, la obra se desarrolla como m
torbellino de precisión en el que Hotowitz, gracias al mágico mecanismo téc
nico que posee, luce esa particularidad
suya que hace pensar con mucha fre
cuencia en lo que se tiene historiado
de la interpretación de Paganini &
efecto, algo de diabólico encierra su aposición, tan precisa y ajena a convendónales o legítimos efectos de respal
dón. Aquí la linea melódica se define,
más que por la ondulación del trato J
el claroscuro del dibujo, por la obsti
nada y aguda decisión con que la obra
toda ha sido comprendida.
Federico Chopin
El “Andante splanato” es, a mi Juj*
do, mucho menos feliz como interpre
tación y el vals que complementé »
cuarta faz, uno de los más
por Chapín, ha sido traducido sin m*i
res virtudes a señalar. El regtétroD*®
deda más arriba, es de Períec~ ~ l1_
fidelidad admirables, muy ^
por derto, de la calidad corriente en
discos de edldón nacional.
Por último, como acontecimiento meo
sual, cabe destacar la publicación
obertura de Rosslnl “H signor BxW“
no” y el "Passo a sie”, danza «
ópera del mismo autor “Guillermo
•
Estos discos fueron originariAmen»
zados al mercado por 1* Víctor
álbum de oberturas de Rossll?í:
sas sobre el nuevo material
alta fidelidad. Las verdones corroí p»
cuenta de Arturo Toscaninl 7
questa de la N.B.C., y el P^m^o
de estas dirás, aparentemente m _ _
verdaderos prodigios de g**®* ^ «-¡dddad (un disco, dos faces de » ^
metros, N9 9069). En la
^
es dable advertir el famoso eí
^
grado por la percusión de las
^
lo6 violines que ocasionó a Rossim. ^
oportunidad de su estreno. U£L®1.
memorables y más excitantes
de las muchas que glorificaron vt
rrera. El registro es de buena
temano su gentileza, y si»
otro particular, me per
mito saludarlo coa mi
mayor consideración. —
�ramBARES
NTES de la guerra se había
hecho un lugar com ún — que
venía m uy pintiparado -para
los burgueses caseros— el declarar
que París era un com puesto de vein
te provincias — sus respectivos dis
tritos— y que cualquier vecin o de
una circunscripción se sentía vaga
mente desarraigado cuando traspo
nía las fronteras de su barrio. Indu
dablemente, era m uy raro que un
vecino del barrio latino se aventu
rase p or parajes para él tan excén
tricos com o Ménilmontant o C ourbeveie. Pero los -parisienses que ha
cen París — escritores, pintores, ac
tores, gente mundana— , aunque
confesaban gustosamente sus prefe
rencias p or tal o cual rincón d el
viejo o del nuevo París, ponían, sin
embargo, su puntillo de honra en
reunirse, para el aperitivo, el té o
la cena en algún punto cualquiera
de la ciudad. El barrio de los ma
taderos, por ejem plo, tenía en varios
de sus restaurantes algunas de las
cocinas más refinadas de París; pe
A
se dice: C octeau -es el PaJais-Royal;
Jouvet, el ca fé Francis; Picasso, el
Catalán; Sartre, el F iore; Van Caulaert, M arguerite M oreno y Charpini, e l Tonton; Mac Orlan, la Mere
L ooise; Roubé-Jansky, Les Cloches
de Pétrograd; Joseph Kessel, el Nov y ; Kisling sigue fiel a la Conpole;
Dekofera se queda en el b a r subma
rino de su casa de Passy. Y es así
com e se va esbozando todo un nue
v o itinerario d el verdadero París,
del que está dom inado p o r otros va
lores que no son los del dinero.
JEAN COCTEAU EN
EL P A L A IS -R O Y A L
Ya dije que Jean C octeau es el
Palais-Royal. Com parte le gloria de
aquella m orada con Oclette y Mireille. Estableció su cuartel general
simplemente en su casa, pues no le
gustan m ucho el desorden y el rui
d o de los bares. Su departamento,
situado en el entresuelo de una de
las casas del Palais-Royal, es uno
7 - M \m \
ENTRAN EN LA
HISTORIA
nom bre, en el barrio d e la M adeleine, en donde cena con frecuencia a
la salida d el teatro. Este Athénée,
que está frente a la sede parisiense
del “ New Y ork Tim s” y d e la “ Intem a tk n a l News Service” , es un
v iejo ca fé del 1900, pintado p o r fu e
ra d e gris y adornado en su interior
con grandes espejes de gastada luna.
L o frecuentan periodistas n o r t e americanos y algunos actores. L os
m ozos son corteses — v iejo estilo— ,
com placientes y rápidos. C om o al
café no is interesan las apariencias,
se va libre de los m ercaderes, los
cuales prefieren los bares cubiertos
d : dorados blasones de la calle Caumartin. Y de esta manera, también,
Jouvet escapa a la curiosidad que
nunca deja de despertar en un lugar
pú blico y que le inspira mem orables
y pintorescas cóleras.
PICASSO EN EL CATALAN
En la orilla izquierda, en un res
taurante llamado Le Catalan, podre
m os sorprender a Picasso. El local
MENUDA DE
entonces la hora de retirarse, pues
sus despertares son a veces terrib les.
K I S L I N G , EL ULTIMO
F IE L A MONTPARNASSE
K islicg, que acaba d e regresar de
A m érica, tras una ausencia de seis
años, encontró ya su cuartel general:
M ontpam asse, y, en M ontpam asse,
La Coupole. Es el ú nico pintor d el
antiguo equipo d e aquel barrio que
le sigue siendo fie l (quizá porque
después d e tanto tiem po lo que allí
busca sobre tod o son recu erdos). Su
espigada silueta y su sonrisa reani
man, sin qu e lo sepa, la fascinación
un tanto m archite de aquella C oup ols en la que algunos burgueses han
reem plazado la afiebrada bohem ia
del período qu e va entre una y otra
guerra. El rum or de su regreso se
extendió p or París com o un regue
ro de p ólvora, y en cuanto entra en
el ca fé hay am igos que se p recip i
tan en sus brazos. Actualm ente es
tá viviendo un p eríod o d e funciones
de bienvenida: espectáculos q u e p or
veces nc carecen de fantasía. Es un
p oco del París perdido q u e resucita.
JEAN-PAUL SARTRE EN
EL C A F E DE F L O R E
Jean-Paul Sartre, un recién lle
gado a la gloria de esta ciudad, h i
zo d el Café de Flore el prim er café
literario de París. A p o co qu e uno
sea o esté vinculado una pizca con
“ gente d e la plum a” , sobre todo si
es principiante, no d ebe tom ar el
aperitivo en otro sitio qu e no sea
aquel ca fé, convertid© h oy en el
tem plo d el existencialism o. H oy es
el F lore el lugar de reunión de les
intelectuales de todos los matices,
cuya gloria com en zó a flo re ce r des
pués d e la liberación.
ro los mism os com ensales que se
daban cita en aquellas liturgias del
paladar, habían tom ado el té cerca
de la Cité, el aperitivo en los Cam
pos Elíseos y terminaban la noche
en Montmartre. El mapa m undano
de París ofrecía cien puntos en d on
de ere costum bre qu e toda la gente
que no tenia com prom iso se diese
cita. La historia menuda de París
se iba form ando así en torno de al
gunos sitios privilegiados — en ver
dad bastante num erosos— que po
dían enorgullecerse de haber alla
nado el cam ino a tal “ flir t” p rin ci
pesco (el Florence, por e je m p lo ),
de haber visto el nacim iento de tal
escuela de pintura (el La pin á G ilí),
o d e h a b e r a l b e r g a d o en sus
discretos salones más de una con
versación diplom ática (m e refiero,
desde luego, al Lapérouse de la
Tercera R epública).
NUEVOS ITINERARIOS
Hoy, la escasez de coches parti
culares y la incom odidad d e los te
xis y la insolencia de 'los nuevos
ricos, con sus caras todavía no lim
pias del p olv o de sus tiendas, ter
minaron por expulsar a los parisien
ses de buena calidad d e los sitios
consagrados antes de la guerra, y
de esta suerte se va perfilando un
nuevo mapa de París. Ahora ya no
se dice: “ Podem os ir a Montparnasse, de seis a echo, con la seguridad
de que encontrarem os a alguien” , o
“ No vale la pena llegar antes de las
dos de la mañana a M ontmartre” ,
ni tampoco “ Nos citarem os antes
del almuerzo en la Opera” . Ahora
d e los más pequeños d e París, p ero
todo París desfila por él. El visi
tante espera q u e lo reciban en una
antecám ara-biblioteca, en la qu e en
vano se buscaría lugar para d ispo
ner una silla. Su despacho y su
cuarto están llenos de fotos, de d i
b u jos, de “bibetots” , de m anuscri
tos. Rincones encantadores y pre
ciosos, que preside con llaneza, lo
cuaz, brillante, atareado, vivaz co
m o la pólvora y portador de un
mundo m aravilloso de m onstruos,
de hadas y de leyendas.
Nos contará la historia d e su qu e
rido Palais-Royal, del que con oce
todos sus vecinos y todos sus secre
tos. En pleno París, nos sentirem os
huéspedes de una com arca que, por
la gracia d el poete que la habita,
participa de los encantamientos ge
neralmente reservados a los países
imaginarios. El cuartel general de
C octeau es un punto d e París, el
Palais-Royal, pero es tam bién una
creación de su espíritu que nos con
vida a visitar.
está decorado en estilo catalán. A llí
encontró Picasso un aparador de
madera obscura, el cual le llam ó
tanto la atención que lo tom ó ccm o
punto de partida para una d e sus
telas, pintadas a fines de la oculta
ción , y que tituló Le Buffet Catalan.
C usndo Picasso se halla en París,
podem os estar casi seguros de en
contrarlo allí; a la hora d e la com i
da, admiradoras y curiosos se apre
tujan en la pequeña sala de man
teles d e colores. Con mirada terri
ble, P i c a s s o pasa, desdeñoso d e
aquella gloria en la cual — lo sabe
m u y bien— entra tan p o co el am or
p or la pintura.
JOSEPH KESSEL ROMPE VASOS
Si ustedes qu ieren saber có m o
J o s e p h K e s s e l rcm pe los vasos
— después de beberlos— y mastica
los trozos, hay que hacer desde el
cen tro d e París un v ia je bastante
largo hasta Passy, a eso de las once
d e la noche. Entonces verán uste
des a aquel H ércules d e cabellos
ensortijados en el oentro de una
LOUIS JOUVET, DE LA P L A Z A
“ beite” rusa llamada N ovy, rodeado
DE A L M A A L A M A G D A LEN A
d e una corte a veces p o co firm e y
vacilante, alternando el champaña
De regreso a París, Jouvet vaciló
con e l vodka y, finalmente, pidien
entre dos bares: el Francis, en la
d o a los gitanos d e la orquesta sus
plaza de ‘A lma, qu e fué antes de la
melodías más salvajes. Soñando en
guerra su sitio de reunión con Jean
tonces con nuevos
Giraudoux y q u e
libretos y n u e v a s
fué uno de los inol
novelas, le s u e l e
Por
vidables decorados
ocurrir al querido
de La Folie de ChaiG E O R G E S IN C L A IR
Joseph Kessel que
Uot, y él b a r de
se eche a dorm itar
L ’Athénée, cerca del
(A . T. ?.)
suavemente. L l e g ó
teatro del m i s m o
DEKOBRA ENTRE LOS RUSOS
Dekobra, qu e tam bién está d e re
greso en París, no ha tenido aún
tiem po d e elegir — dejando d e lado
su casa co n su céleb re bar subm a
rino— un lugar p ú b lico personal
para sus citas. P ero uno de sus am i
gos, la escritora A lexan dra R oubejansky, se encargó p o r é l d e tal c o
sa. Y com o A lexandra n o concibe
una buena velada sin am biente ra
se, lo arrastró a Les Cloches de Pé
trograd, entre la Estrella y el P ar
que M cnceau, una "b o ite ” específi
camente rusa q u e adoptó para sí el
d ó cil y encantador au tor d e La Madona des Sleepings. C om o D ekobra
apenas bebe, puede vérselo obser
vando co n mirada bastante sorpren
dida las evoluciones de los clientes
de aquella “ b oite” , los qu e, p or re
gla general, no sienten ninguna in
clin ación p or la sobriedad. Sonríe
con indulgencia. R ecordando que
perten eció al C onservatorio d e M os
cú, A lexandra R oubejansk y canta.
Eva Bush, otra parroquiana de las
C loches, se riega a canter, p ero se
pene a p racticar el raso, la últim a
de I e s siete lenguas que aprendió.
Nacen en París nuevos lu gares de
moda, qu e algún día quizá serán lu
gares históricos. T odos aquellos sitios
fueron descubiertos, lanzados y seña
lados p o r parisienses célebres. Y el
prim ero q u e haya sido llam ado a
recibir la con sagración de una fam a
qu e desborda el círcu lo de los am i
gos y adm iradores del h om b re que
lo encontró, es, cosa curiosa, e l más
m odesto de los bares y cafetines: el
Café du Cadran, en la esquina de la
avenida d e la Opera y de la calle
Daunou, que fué apeadero del llo
rado P ierre Bénard, el fam oso je fe
de redacción d e Le Canard Enchainé. A llí va a rodarse una p elícu la
qu e se llam ará — insigne h o n o r—
Le Café da Cadran.
�(ABALÍATA -6
muerto
Sir H ALFO RD M A C K I M
la edad de ochenta y seis años aca
ba de morir en Inglaterra este sa
bio geógrafo que tanto dió que ha
blar en estos últimos años a los teori
zantes geopollticos. Su obra fundamen
tal, un librito de trescientas páginas es
casas, ilustrado con unos esquemas tan
faltos de pretensiones que ni asomo de
mapas parecen, vió la luz por primera
vez en 1919, recién salido el mundo de
una terrible conflagración, y lleva por
t i t u lo Democratic Ideáis and Reality.
Por unos años permaneció en el olvido
hasta que Karl Haushofer, el creador
del término geopolítica, se declaró dis
cípulo de Macldnder y dedicó grandes
elogios al libro en cuestión y a otros
escritos suyos. “Nunca he visto nada más
grande que estas pocas páginas de una
obra maestra de geopolítica”, ha decla
rado Haushofer refiriéndose a una con
ferencia del geógrafo sajón. Si nos in
teresara en este momento establecer un
contraste entre los sabios a la teutona
y los sabios ,a la sajona, hubiera sido
relativamente fácil partiendo de estas
dos figuras, la del Her General Profesor
Karl Haushofer, creador y sumo sacer
dote de la geopolítica, quien puso la geo
grafía, con sus infinitos recursos, al ser
vicio de la vesania expansionista de los
nazis y de su propaganda del lebengraurn, y este sir Halíord Macldnder, en
un tiempo lector —nada más— de geo
grafía en la Universidad de Oxford y
por muchos años c o n s e je r o de varias
empresas navieras y de otra Índole. Has
ta que Haushofer, con los bombos y
platillos de su revista Geopolitik levantó
la voz tanto o más que por sincera ad
miración, por achacar a los demás el
origen de sus excesos ideológicos, muy
pocos tenían idea de quién Macldnder
pudiera ser. Ya comenzada la guerra, los
norteamericanos reeditaron el librito que
tanta admiración había despertado en
Alemania, y ahora los lectores que de
seen echarle un vistazo pueden valerse
de una edición económica de la colec
ción Penguin, recién llegada a las li
brerías bonaerenses.
No pretendemos en esta breve noticia
resumir las ideas de Macldnder, pero sí
diremos que, para quien haya leído sus
libros, y en especial Democratic Ideáis
and Reality, la actual conferencia de
Cancilleres que se celebra en Moscú, y
donde, entre otras cosas, se va a discutir
el futuro de Alemania y de otros países
de la Europa oriental, cobrará una nue
va luz. Y es que uno de los dichos de
Macldnder que más se han cementado
es el siguiente: "Quien domine la Euro
pa oriental domina el corazón continen
tal o Heartland —palabra cre a d a por
Macldnder como las dos que siguen— quien domine el Heartland, domina la
isla mundial, World Island, y, finalmen
te, quien domine la World Island, do
mina el mundo”.
A
EL
L
OJO
DE
LAS
LECHUZAS
AS lechuzas son aves crepusculares y nocturnas que prestan
grandes servicios por el número de roedores, grillos, langostas y
otros animales dañinos que devoran. Pero, ¿cómo se las arreglan para
ver durante la noche y poder capturar sus presas favoritas?
Este problema ha preocupado desde hace tiempo a los ornitólogos y
fisiólogos. Se ha creído que la retina del ojo contiene un pigmento
especial, sensible a ciertos rayos, que la retina humana no acusa por
carecer de éL Sin embargo, esta hipótesis parece hoy desechada. Es
tudios recientes ponen de manifiesto en primer lugar el desarrollo dél
ojo de las lechuzas. Una de las más corrientes, la Strix aluco sylvatica
de los bosques europeos, tiene el globo del ojo de tamaño igual (si no
mayor) al de un hombre. Como consecuencia de este desarrollo, el
globo del ojo apenas cabe en la órbita y se halla de tal modo compri
mido contra los huesos del cráneo, que carece de movilidad en abso
luto. Este sería un inconveniente muy grave, sobre todo en un animal
de presa, pero queda compensado con la extraordinaria movilidad de
la cabeza. Esta puede girar, tanto hacia la derecha como hacia la iz
quierda, un ángulo de tres cuartos de círculo, o sea 270 grados.
Esta movilidad de la cabeza permite a la lechuza explorar todo el
horizonte desde la horquilla de un árbol o desde cualquier otro apos
tadero, y sobre todo mantener enfocado un objeto cualquiera mientras
éste se desplaza. Además, para este fin, de fundamental importancia
en las aves de presa en general, cuenta la lechuza con un músculo
tortísimo, el músculo de Crampton, que le permite aplastar la córnea
todo lo necesario para acomodar la curvatura del glóbulo ocular y sus
lentes a la distancia de la presa, con lo cual la imagen de ésta se forma
siempre sobre la retina, y no delante ni detrás. Y para que la presión
de este músculo no llegue a desgarrar los tejidos, el glóbulo lleva una
protección de placas óseas, los llamados huesecillos esclerales. Así, por
muy rápidamente que el músculo actúe, su presión se distribuye sobre
una superficie mayor y no daña la esclerótica en que se inserta.
Muchas otras particularidades ofrece el ojo de estas aves, pero son
impropias de una revista de índole popular.
Por Heartland o n ú cle o continental
entiende Macldnder una vasta zon »eu roasiática que desde la cuenca del Da
nubio (poco más o menos) en el oeste,
y los mares Negro, Caspio y de Aral por
el sur, se extiende por el este hasta los
desiertos del Asia central y por el norte
hasta los hielos siberianos. De esta re
gión partió siempre el hombre estepario,
el hombre del caballo, para destrozar las
estructuras político-culturales erigidas
en las zonas periféricas y al mismo tiem
po renovar sus posibilidades creadoras
Ya en 1919 Macldnder consideró como
uno de los hechos más importantes de
los tiempos actuales la colonización y
explotación agrícola e industrial de las
regiones situadas en tomo al Caspio y
al Aral, y lindantes con la India por el
oriente, con Persia y Afganistán por el
sur. Provista de ferrocarriles y de avio
nes (en vez del antiguo caballo y del
camello) y con un potencial humano en
constante cre cim ie n to , estas regiones
constituyen la base para la creación de
un poderío terrestre capaz de amenazar
el precario poderío marítimo de Ingla
terra, apoyado, como es notorio, sobre
las regiones periféricas y posibilitado per
la debilidad política de los núcleos in
teriores.
Es la Isla Mundial de Mackinder, la
World Island, la suma de los dos con
tinentes que constituyen el mundo an
tiguo: Eurasia y Africa, a los que apenas
separa la escotadura del mar Rojo y del
Mediterráneo. El sueño del estado mayor
alemán en estos últimos tiempos ha sido
la unión de la Europa central, por él
ro¿<¡ o menos controlada, con el este
africano, emplazamiento de sus antiguas
colonias y el corte consiguiente del cor
dón umbilical —el de Suez— del poderlo
marítimo inglés. Los primeros en trata:
de gninrar estas dos zonas fueron los
árabes primero y los turcos después. Pe
ro a la sazón esta empresa era imposible
por la carencia de medios de transporte
y lo exiguo de la población esteparia en
contraste con la de las tierras periféricas.
A todas luces el Heartland constituye
Uno de los esquemas del libro i* Mockinder, "Democratic ideáis and ReoJity <
donde aparece la ISLA MUNDIAL dW*da en seis regiones natoroles. (Proyeeen*
en "áreas ¡guoles" ) •
hoy una amenaza para el poderío ma
rítimo al que sir Halíord Macldnder tra
tó de aleccionar durante su larga rída.
Sus temores estuvieron referidos hasta
hace poco, muy poco, al poderío terrestre alemán, pero al fin de sus dias pud
ver la aparición de un poderío todavía
m&s fuerte, más centrado en el HMr'
latid, tan consciente de si mismo como
el anterior, si no más, y puesto a prue
ba en la contienda más terrible que la
historia registra. ¿Cuáles habrán sido
sus últimas meditaciones sobre este
hecho?
Hoy tenemos frente a frente en Moscu
los dos poderes antagónicos de ls bis»
ria, tal como Macldnder la interpre
el poder terrestre, representado por B®
sia y’-los pueblos de la Europa orien
y el poder marítimo de Inglaterra y
tados Unidos. Cuando, terminada la P
mera guerra mundial, se reunieron
hombres de estado para indicar las con
diciones de paz a los vencidos, M a c s ®
der dijo que ojalá un querubín susurra
se en sus oidos: "Quien domine la
ropa oriental dominará el Heartla ■
quien dominare el Heartland, domin
la World Island, y quien domine
World Island dominará el mundo . ®
estas palabras son archiconocidas de
asesores de Mr. Bevin y del geo
Marshall; el querubín sobra, pues. Y
Halíord Mackinder, fiel servidor del po
der marítimo de su patria, acaso embar
gado de presagios nada consoladores,
cierra los ojos mientras sobre el tapeto
de Moscú se echan las cartas para Ju
gar una de las partidas del poder, bue
bien puede ser una de las más imP°r
tantes de la Historia -permítase la
mayúscula
�9- (ABAMTA
H om ilías K U R IL E S
E
N en llamado Jardín d e Los D io
ses (C olorado, EE. U U .), vive
una especie de horm iga, con varias
subesp>ecies y variedades en o t r o s
puntos del continente norteam erica
no, que bien m erece le dediquem os
unas líneas, aunque sólo sea para
ver hasta dónde se com plica la tra
ma de la vida. Esta especie denom í
nase Myrmecocystus horti - de orom ,
es noctivaga y hace sus horm igueros
entre las rocas y asperezas del Jar
dín de los Dioses. (Y conste que na
da más lejos de nuestro ánimo que
abusar de la paradoja).
Durante el verano, en
tiernos de una especie d e
orna el Jardín — por más
roble Quercns ondúlala—
Repletes
de
hwti deorum
la
especie
los tallos
rob le que
detalles el
se form an
“ M yrm ecocystus
e s y s s el s ^ to s w ls y o oec—
►«americano W i l l i a m
M orton
W heefer.
unas agallas a manera de boton ciUos cónicos o esféricos producidas
por la picadura d e un cín ife co n o
cido en el cam po de la entom ología
con la denom inación Holcaspis per
niciosos. Estas agallas ofrecen la par
ticularidad de s e g r e g a r desde la
puesta del sol en adelante — o sea
desde el m om ento en que el Jardín
de los Dioses empieza a ser soporta
ble para los m ortales— unas gotículas de jugos azucarados. Nuestras
hormigas, en cuanto el día está a
punto de expirar, salen en sigilosas
hileras de sus hormigueros, trepan
por los robles y con avidez rellenan
sus buches del ju g o d e las agallas,
y por el mismo cam ino vuelven a
sus hormigueros, cuyas entradas cus
todian con sus robustas mandíbulas
otras obreras de la misma colonia,
para evitar intrusos.
— Pero, ¿y ahora? — se habrán
preguntado hace tal vez m illones de
años las primeras hormigas que tu
vieron la ocurrencia d e reunir el
mencionado alimento— . Porque la
secreción sólo se presenta durante
V
REPLETES
el verano y las necesidades alimen
ticias de las colonias, aunque redu
cidas al m ínim o en el invierno, son
continuas. La solución hubiera sido
que a una de las horm igas más inte
ligentes se le ocurriese la id ee de
fabricar un panal donde alm acenar
esta especie d e m iel; aunque al c o
m ienzo fuese rudimentario, tiempo
habría de perfeccionarlo hasta co n
vertirlo en un verdadero prim or con
el correr de los m ilenios. C laro está;
es más fá cil decirlo que hacerlo. Un
panal es un invento m uy com plicado
com o para que se le ocurra a cual
quiera, aunque «e trate de una h or
miga, que es el insecto más inteli
gente a ju icio d e la m ayoría de los
entom ólogos. Pero el caso tam poco
sería único, pues otras horm igas hay
que, en efecto, inventaron el panal.
Las Myrmecocystus horti-deorum,
acaso ante la terrible alternativa de
ser o no ser — “ to be o r no to be,
that is the question” — , adoptaron
una solución heroica, algo q u e de
sólo pensarlo, pone lo s pelos de pun
ta: con vertir a un cierto núm ero de
obreras en tinajas, barriles o reple
tes. Toda hormiga qu e llega al h or
m iguero con el b u che atiborrado de
esa especie d e ‘li c o r celestial” , que
diría, regocijado, Baltasar de A lcá
zar, lo desem bucha en el de una de
esas tinajas vivientes, qu e en ciertos
horm igueros llegan a trescientos. Y
la operación se repite tantas veces
que la pobre replete “ se hincha y se
trabaja” co m o la rana d e la fábula,
hasta m ultiplicar una y otra vez el
volum en de las obreras normales.
Antes de llegar a explotar, sin em
bargo, ayudada p o r sus compañeras,
trepa p oco a p oco p or las paredes
de la galería y con patas y m andí
bulas se sujeta en la bóveda de la
misma, donde permanece inm óvil o
casi inm óvil todo el invierno.
A la Memoria de Mr. Herbert G. Pontiug
(Autor de un hermoso libro, titulado “The Great White South)
1VT O sabemos si Mr. Ponting vive o no a estas alturas. Pero viva o
' no viva, nos es grato rendir aquí un mínimo homenaje a su me
moria. Acompañó a Scott en su segunda expedición a la Antártida
(1910-13) como fotógrafo, e hizo honor en todo momento^en sus escritos
al héroe caído —juntamente con Wilson, Evans, Bowers y Oates— al
regreso del Polo. Sus fotografías, hechas con una cámara y irnos ac
cesorios que harían reír hoy a cualquier aficionado al cine, no han
sido superadas hasta la fecha y han contribuido mucho a dar a conocer
al mundo los portentos del continente antártico. Suya es esta fotogra
fía. Mientras papá pingüino sale a llenar el buche de crustáceos con
que saciarles el apetito, la mamá se desvive por hacerles la espera
más llevadera a los dos vástagos: con sus remos extendidos —sería
impropio llamarles alas— trata de librarlos de las inclemencias del sol
de medianoche. Allí donde la lucha por la vida es más patética, el
sacrificio por la prole parece exacerbarse a veces hasta lo inverosímil
Cuando una d e las dem ás h orm i
gas se siente desfallecer de hambre,
trepa al techo de la m orada, da unos
golpeertos afectuosos a una cual
quiera de las tinajas com o para que
vuelva en si y la reconozca, y es
pera a que le regurgite unas gotitas
de ambrosía, cosa que no tarda en
suceder.
¿Qué pensar, lector, de todo esto?
Si es un sacrificio, ¿a nom bre de
qué se hace? Peno aun dejan do de
lado toda proclividad metafísica, te
nemos ante nosotros un caso de in
terdependencia e x tr a o r d in a r io . Un
roble, un cín ife y una especie d e
hormigas, de los cuales sólo el p ri
m ero es el sacrificado; e l cín ife depende d el ro
ble, y la espe
Entft lo* hielos de la Antártida el
cie mirmecina
volcán Erebo alza su penacho de hu
de roble y c í
mo, indiferente a soles y huracanes.
n ife , aparte
Es el único volcán activo conocido en
dicho continente, y fue descubierto
del sa crificio ,
por la expodición do John Roas,
o lo que sea,
quien penetró por primera vez en el
de un c i e r t o
mar que lleva su nombre en 1840,
núm ero de in
y exploró las tierras contiguas. El
d i v i d u o s por
nombre del volcán es el mismo de
horm iguero.
uno do los barcos ol mondo de Ron.
�to del Comité—. Por añadidura,
el pequeño productor tendrá que
pagar tanto como antes por las
facilidades que en lo sucesivo se
le suministren”.
La única medida que allí se
aprobaba, entre las varias adop
tadas por el gobierno, era la del
encarecimiento de las localidades
en los salones de proyección de
películas.
LA FRUSTRACION
DEL GRAN MERCADO
Me trasladé también hasta el
piso en que vive el vicepresidente
de Gaumont.
M. Comiglien-Molinier, hombre
joven aún y que hasta hace poco
fué general de las fuerzas aéreas,
se expresó así: “Hay algunos as
pectos que deben ser puntualiza
dos. Se dice que el cinema fran
cés se halla en situación desven
tajosa frente al que se produce en
lengua inglesa a causa de las in
mensas posibilidades del mercado
de que este último dispone
‘T ero no debe olvidarse que las
posibilidades del cinema francés
en Francia no han sido totalmen
te explotadas. Los 4.800 salones
de cine franceses representan so
lamente un promedio de una bu
taca por cada 20 personas en
M¡chele M ergo» y Fierre Bloncherd en “ Le Sintonía Portera!".
C1NEM \ EUROPEO: I
LA CRISIS
P
ARIS. — La industria cine
matográfica fra n ce sa debe
tomar sin tardanza una de
cisión acerca del rumbo que ha
brá de seguir de inmediato. En
frentada con la creciente y ya
abrumadora competencia extran
jera, ha de pronunciarse urgen
temente sobre su destino.
Nadie sabe esto mejor que M.
Fourré-Conneray, director gene
ral del cine en el Ministerio Fran
cés de Información. Me hizo el
honor de recibirme en su oficina,
a sólo un tiro de piedra de los
Campos Elíseos, y que, sin embar
go, parece como perdida en el re
moto sosiego de una ciudad pro
vinciana.
—Como usted sabe —me dijo—,
|el cinema francés se inició como
! industria en pequeña escalada y
i ha quedado relegado en tal posií ción. D e ahí la eterna frescura y
! la originalidad que caracterizan
¡sus producciones.
’T o r consiguiente, nuestro proIblema no consiste en tener que re! huir la uniformidad de la produc>ción en serie que, como ocurre en
Hollywood, es el riesgo propio de
la concentración en gran escala de
la industria, sino más bien en lo
Icontrario: en suministrar al pro1ductor independiente las ventajas
m a teria les inherentes a la gran
concentración industrial sin des
pojarlo de su autonomía artística
DEL FILM FRANCES
APORTACION DEL GOBIERNO
"Francia —según siguió expli
cándome M. Fourré-Cormeray—
lanza de 80 a 90 films por año y,
sin embargo, el número de los
productores independientes y re
gistrados como tales llega a 110.
Los más de ellos no filman más
que una película cada dos o tres
años. En la actualidad es muy di
fícil conseguir créditos para una
realización de este tipo. Para cada
una de sus obras el productor se
ve precisado a alquilar estudios y
laboratorios y a contratar los téc
nicos que necesite. El enorme en
carecimiento que esto significa —
y cuando tales estudios y labora
torios pueden ser a lq u ila d o s—
amenaza determinar la desapari
ción del productor privado. Esto
significaría, en definitiva, la des
aparición del buen cine francés.
’T o r eso el gobierno ha resuelto
proveer a los productores de es
tudios y equipos que fecu n d en
con su concurso material las ini
ciativas de aquéllos. Estos estu
dios y equipos proceden en parte
de antiguas casas alemanas (Tobis y UFA) y en parte son pro
piedad de Gaumont, con cuya fir
ma se ha llegado a un acuerdo.
"Esperamos asimismo —conclu
yó el director general— que un
espíritu de cooperación entre los
productores mismos venga a ayu
f-
damos a salvar la industria cine
matográfica francesa.
PERO EN EL C O M ITE DE
ORGANIZACION DEL C IN E ...
Mas eran bien diferentes de es
tas ideas las que sustentaban en
las oficinas cercanas del Comité
de Organización del Cine, institu
ción que acaba de ser disuelta por
el gobierno. Allí no se creía en la
eficacia de los proyectos guberna
mentales.
“ Una tentativa de nacionaliza
ción y nada más —fué eí veredic-
Francia. El promedio en Norte
América es de una butaca por ca
da once potenciales espectadores,
y, en Gran Bretaña, una butaca
por cada nueve”.
Dicho de otro modo, dos terce
ras partes de la población ^ranc^
sa permanecen aún inmunes
hábito del cine. No obstante, K»
400.000. 000 de localidades vendi
das anualmente rinden cerca e
8.000.
000.000 de francos. El Estado,
por supuesto, se lleva su buen cin
cuenta por ciento de estas u
dades en bruto. Y llegan a '*'•
las personas que han de ganar
-Jim ™
fe
'?>£% -vi»- ■•••
�Jean Marais, tras la móscaro, en su per
sonificación de "La Befe", en el film d*
Jean Cocteau "L a Bdle et la Befe".
El gran Fernandel en "L a Hijo del Pocero", discutido film,' en el que también in
terviene el recientemente fallecido ftaimu
Jeon-Loois Barrouft con Renée St. Cyr,
em un momento del film "La Sinfonía
Fantástica".
vidas con cargo al remanente, con
el cual también deben ser paga
dos los gastos que irroga la pro
ducción.
“Con la excepción del período
1941-1942 (temporada que trans
currió bajo la ocupación alemana)
el cinema francés ha perdido di
nero crónicamente. En 1938 las
pérdidas se elevaron a 60.000.000
de francos y en 1945 a 380.000.000.
“De consiguiente, existe el pe
ligro de que la producción caiga
en un punto muerto. Todos los
requerimientos de renovación de
materiales se han e n c a r e c id o
en orm em en te. Los salarios del
personal técnico se han multipli
cado por 4,75; los de los artistas,
por 3,55; los alquileres de los es
tudios, por 4,50, y así sucesiva
mente. Y, además, a causa de lo
gastado y deteriorado del equipo
no renovado y de las dificultades
existentes para conseguir mano de
obra, se ha doblado el tiempo que
se necesitaba normalmente antes
para rematar un film.
MONTAJES Y ESTRELLAS
“ Se ha calculado que las 80 pe
lículas filmadas durante el año
en curso (1946) vendrán a costar
2.000 millones de francos. Sus ex
portaciones ren d irá n 500.000.000
de francos y las utilidades a obte-
¿LUCRO
BELLEZA?
nerse e n Francia ascenderán a
540.000.000; es decir, que produ
cirán una suma total aproximada
al 50 % de lo que costaron.
—¿Y cuál es el posible remedio
que ve usted para esta situación?
—En mi opinión, el mero au
mento del precio de las localida
des ix> pasa de ser un paliativo.
Los remedios reales estribarían en
la inauguración de más cinemas,
la renovación del equipo, la pro
ducción de 180 films por año y,
sobre todo, la constitución de una
sociedad nacional de coproduc
ción destinada a la provisión de
los necesarios acuerdos financie
ros.
Explicando cómo habría de
operar tal sociedad, M. Comiglien-M olinier p ro s ig u ió : “ Un
montaje en la Costa Azul, por
ejemplo, puede costar 4.000.000 de
francos. Pero quizá con sólo algu
nas modificaciones pudiera utili
zarse para im p resion a r cuatro
films distintos. Un técnico que no
trabaja más que esporádicamente
cobra en proporción casi el doble
que su colega empleado con regu
laridad. Lanzar una estrella cues
ta un sentido; ¿por qué no utili
zar esta estrella para diversas
producciones de distintas casas?
"Además, cabría hacer las pe
lículas casi simultáneamente en
francés e inglés, con lo que ven
drían a resultar inmediatamente
exportables, sin necesidad de ul
terior montaje” .
¿ARTE O COMERCIO?
Tal es el aspecto técnico y eco
nómico del grave problema que se
le plantea al cine francés. Pero,
a pesar de todas las alarmas, de
los déficits, del equipo cuyas pie
zas han de mantenerse u n id a s
mediante alambres, Francia sigue
haciendo películas.
Entre los directores, apenas si
han cambiado los nombres que
nos son conocidos. Carné, cuyo
“Enfants du Paradis” va a darse
en doblaje en Gran Bretaña, está
terminando ahora “Les Portes de
la Nuit” ; Jean Cocteau, el poeta
que vino a corroborar la fama de
su nombre en el plano de la pan
talla con “ L’Etemel Retour” , ha
concluido y estrenado “La Belle
y la Béte” , con Jean Marais; Jacques Feyder, con su esposa Fran£oise Rosay, está dándonos “Ma
cadam” ; Calef acaba de lanzar
“ Jericho” , que versa so b re los
bombardeos británicos en tierra
francesa; Renée Clair trabaja en
un film acerca de los días inicia
les dek cinema, con Maurice Chevalier. Su título será “Le Silence
est d’Or” .
Aun cuando no puede hablarse
de una escuela francesa, es indu
dable que existe una definida ten
dencia francesa en cinematogra
fía. “Matie in Paris” es una frase
que significa Arte, así, con A
mayúscula.
Se ha admitido en diversas es
feras que, en cine, o se hace arte
o se hace dinero: pero nunca ar
te y dinero simultáneamente. Sin
embargo, “ L ’Etemel Retour” , o
“ Les Visiteurs du Soir” , o “La Be
lle y la Béte” , descollantes ejem
plos de films artísticos y de los
que se creían que estaban por en
cima del nivel medio de compren
sión del público, se han estado
proyectando con llenos manteni
dos. Bien es verdad que se des
plegó para ellos una propaganda
inteligente y sagaz y se excitó el
snobismo; pero estos factores no
alcanzan a explicar exhaustiva
mente el fenómeno.
Para resumir: en tanto que en
Gran Bretaña y en Norteamérica
son dirección e interpretación los
factores que contribuyen a deter
minar la calidad de un film, en
Francia ha de subrayarse, además,
el factor imponderable que lla
mamos Arte o Poesía. Es cierto
que éste se resuelve a veces en
fa stid ioso a b u r rim ie n to ; pero
otras veces escala la belleza.
LEA EX EL P R O X I M O NUMER O : SUECIA, PLANTEL DE ESTRELLAS
�CABALGATA -12
LINO E. SPILIMBERGO. -
Revelación.
ORRESPONDE en primer término hablar de su personalidadTrasciende, en lo principal, de su apellido, del físico del artista
—alto, rubio y de ojos claros— y de ciertos rasgos estilísticos
inequívocos de su pintura. Por la línea paterna Spilimbergo desden*
de de italianos, del veneto, de donde podemos suponerle remotas raí
ces longobardas. Ya en sus primeras obras es dado reconocer la fu
sión de dos modos estilísticos distintos: la rígida precisión del ar
de los pueblos germanos y la sintética plasticidad italiana. Rasgos
C
antiguos los dos. Es característica de la pintura de Spilimbergo 13
reminiscencia de los siglos renacentistas, acento peculiar que no n^
cubierto las inflexiones impuestas a su dibujo p or una experiencia
visual tan distante de lugar y de tiempo, su nacimiento argentino y
su formación en contacto con el suburbio porteño. Este pintor que eü
sus maneras y en las cadencias de su lenguaje c0.nse'e
LINO E. s p il im v a t ^ n v í a dejos de muchachón de barrio, cuando
bergo . Cabezo
manifiesta en la plenitud de su espíritu da a enten
de mujer.
que pertenece a determinada generación europea e
�13- (ABAIUTA
siglo XV. Se diría que su con
ciencia artística arranca de aquel
momento y aquel lugar del norte
de Italia,sitio de encrucijada de
vastas migraciones de pueblos que
vió nacer las formas prolijas y
plenas a la vez del arte de un
Mantegna. Allí tuvo también sus
fronteras el imperio de Justiniano
y por ese conducto la austeridad
del genio local fué penetrado con
matices de la fantasía imaginativa
de los pueblos de Oriente.
Cómo estos resabios aparecen
en la obra de un pintor argentino
de nuestro tiempo es uno de los
tantos interrogantes que la idio
sincrasia del país propone a la hi
potética meditación de los diogmáticos del nacionalismo. Nos
otros nos limitaremos a compro
bar, por el momento, que surgen
inevitablemente a la superficie
del espíritu inquieto de un pintor
nativo y que amalgaman con el
reflejo de sentimientos que tie
nen su origen en una experiencia
eminentemente local y contempo
ránea. Cuando más apura su ex
presión más evidentes aparecen
en Spilimbergo su concepción
formal ingénita y los rasgos anti
guos que confieren carácter a la
línea de su dibujo. La moderni
dad de su acento, la inspiración
del hecho nuevo calzan sin re
medio dentro de un régimen; for
mal predeterminado. Antes que
la acción del asunto otorga carác
ter a su pintura la visión particu
lar de las formas. O, para ser más
exactos, el tema es siempre en él
un planteo formal en el que se
funden, por necesidad, los elemen
tos originales de observación. Spi
limbergo no podría ser nunca un
pintor descriptivo. No podría ser
lo, en todo caso, sin riesgo de la
autenticidad de su obra. Necesita
definir cada forma como tal y ais
larla, por lo tanto, de lo contin
gente. En su obra las formas ce
ñidas se presentan como elemen
tos individuales conclusos y con
certados entre sí por la dimensión
espacial y el movimiento. Por eso
Spilimbergo está imbuido de me
didas, ordenamientos y proporcio
nes, y cultiva la sección dorada.
11
AJI
Por
R
J
u l i o
i n a l d i n i
LINO
E. SPILIMBERGO
Composición.
�(ABAIGATA - Vi
en su esquema formal incluye al
gún elemento adventicio de ob
servación, o cuando quiere darle
al color otro empleo que la deno
minación o exaltación del objeto.
Su personalidad manda
Esta dependencia no es de nin
gún modo una limitación; es una
condición distintiva, una idiosin
crasia que tiene su radio de ac
ción propio en el arte de la pintu
ra. Es una tendencia típica ya
inscripta dentro de los modernos
sistemas de clasificación de la
“ ciencia del arte” . Corresponde a
lo “lineal” en oposición a lo “pic
tórico”, a lo “ táctil” en oposición
a lo “ óptico” , a las formas cerra
das en oposición a las formas
abiertas. Woelfflin ha pretendido
otorgarle a esta clasificación cate
goría de hecho sistemático que
vendría a ordenar la historia del
arte en ciclos regulares en evolu
ción. La teoría es harto discutible,
pero la presencia de estas tenden
cias individualizadas es una rea
lidad comprobable en todo mo
mento. Aun en la hora actual en
que los pintores se esfuerzan en
ceñirse a modos de expresión co
rrespondientes al espíritu difuso
de la época, en que se empeñan
en desmentir a Woelfflin con la
constante distorsión de los méto
dos y las formas, son discernióles,
entre irnos y otros, los signos de
estas inclinaciones temperamen
tales divisorias. Por lo mismo no
podemos dejar de tenerlas en
LINO
UNO t
SPILIMBERGO. -
No creo que haya que atribuirle
a la sección dorada virtudes má
gicas ni conferirle poder especial
sobre la originalidad o la solidez
de la obra de nuestro artista, p e
ro el empleo de esta ecuación es
un testimonio más de sus afinida
des remotas. Spilimbergo es un
pintor de formas que pudo ser lo
que hoy llamamos un pintor abs
tracto. No lo ha sido —no lo es,
q n irá s— por los sentimientos que
gobiernan su espíritu, por la car
ga de humanidad que hay en él,
porque necesita de imágenes vi
vas que expresen su visión del
Lo ¡tono*
( 1 9 3 1 ) . Col. Lacio Copdopoot 3o BoHor.
mundo o de los conflictos huma
nos. Aquí es donde reside el do
ble carácter de su obra y donde
está el riesgo de una falsa in
terpretación de su personalidad
a r t ís t ic a Esta n o c ió n de la
r e a lid a d viva , la interpreta
ción de hechos reales de trascen
dencia moral o la liquidación de
aspectos del medio ambiente, son
dependientes, y no pueden dejar
de serlo sin riesgo del rigor for
mal y del método de representa
ción que gobierna su obra Den-*
tro de su régimen pueden ser
acento, tensión espiritual que im
prime carácter a las formas, pe
ro no elementos determinantes.
Spilimbergo no es un pintor abs
tracto según el uso que hoy le da
mos al término, pero sí es un pin
tor de formas abstractas, de sín
tesis formales libremente concebi
das y concertadas. En él los temas
reales tienden a resolverse espon
táneamente en alegorías o en sím
bolos, es decir, a situarse siempre
en un campo de libre determina
ción de las formas. Cuando quiere
limitarse a la exposición de un
hecho su obra pierde claridad y
poder. Lo mismo ocurre cuando
E.
SPILIMBERGO.
�i5 -
cuenta. En primer término para
evitamos el método comparativo,
seguramente el más impertinente
de los métodos críticos. Ya se ha
visto, frente a la exposición si
multánea de la obra de Spilimbergo y de Victorica, realizada a
fines del año pasado en la galería
Peuser, los resultados que puede
dar. Esas condiciones no determi
nan categorías de valor. Distin
guen personalidades y no catego
rías. Tan artista puede ser en su
campo el que se distingue por el
sentido de lo táctil como el de
temperamento pictórico. La dis
tinción también interesa al artis
ta. Las condiciones típicas que
ilustran el esquema de Woelfflin
no son irreconciliables y bien pue
de coincidir en una misma perso
nalidad la percepción de valores
de las dos especies; pero sí son
preponderantes y como tales im
ponen orientaciones distintas, di
ferentes regímenes, diferentes tér
minos de expresión y desarrollo.
Así como el artista no puede des
prenderse de su p erson a lid a d ,
tampoco puede renunciar a la
“tendencia” que la ilustra. En
ella ha de encontrarse y por ella
ha de manifestarse en lo que le
es propio y lo que pertenece al
mundo de su experiencia, es. de
cir, al mundo actual, al “ espíritu
de la época”. Esto es lo que im
porta considerar, por sobre las
consignas, tanto a la crítica como
al propio artista.
Ha reabierto sus puertas el Museo Nacional de Bellas
Artes. El visitante podrá admirar ricas coleccion es de
obras de pintura y escultura. La Sala Renacentista, de
reciente form ación, ostenta telas valiosas, originales o
de escuela: Ribera, G iorgio Vasari, Salvator Rosa, una
tabla anónima florentina. La Sala Italiana posee pintu
ras de Mancini, Carrá, M odigliani, Casorati. M odernos,
de otras nacionalidades, telas de Kisling, Seiler, G regoriev, L eo Putz. Las Salas Románticas y Post-rom ánticas,
M
INEOMmm de BELLASARTES
LUCIO FONTANA
Italia el prestigioso
escultor a r g e n t i n o L ucio
Fentana. ¿Es que un artista de calidad no puede vivir
en nuestro país? L o cierto es que «1 cam ino de Europa,
una y otra vez, es etapa obligada para tod o auténtico
creador. ¿ P a r t e Fontana
en busca de su “tiem po
perdido” ? Artista innova
dor, p r o fu n d a m e n te in
quieto a la p a r qu e cons
tructor, vuelve a Europa
a centros vivientes — Pa
rís, M ilán— en donde su
arte es valorado en un
alto grado.
m
m
\
obras de C crot, M illet, Charles Cottet, D elacroix, R ibct, Fentin-Latour, Carriére. La Sala Im presionista es
d e las más valiosas: Manet, Monet, S isley, Re no ir,
Pisarro, Toulouse-Lautrec, Gauguin. L a Sala Española:
G reco, G oya, G utiérrez-Solana, J. Mir, Zuloaga, A n glada y otros. Notable, el salón d e tapices y pintura
d el siglo X V m , en la planta alta. L os artistas argen
tinos se hallan representados desde los orígenes hasta
nuestros dias; abarcan los nom bres más prom inentes.
Puede verse, también, una Sala d e A utorretratos y de
Pintura Sudam ericana (Pcrtinari, T orres-G arcía, D iego
R ivera). En la m agnífica Sala d e Escultura: Rodin,
B ourdelle, M. Rosso, aparecen ju n to a nuestros plásti
cos calificados. Una novedad interesante constituye la
habilitación del depósito d el Museo, donde se hallan
en exh ibición todas las telas restantes, q u e son patri
m onio de nuestra primera pinacoteca y pueden ser
visitadas por los profesores de arte, críticos y estudiosos
en general. La ordenación d e las salas es obra de)
actual director, D. Juan Zocch i.
viaAa a
P AI F R IA
Lr A U L K 1 A
HoH de entrado ai 6* Salón de Arte d* Mor U Mata,
cuya antelación esteva a corso óei pintar Emilio Pittenrti.
M Í TI I F R
T llL L L K
Importante galería de arte inaugura su temporada de
exposiciones en la segunda quincena de abril, en Florida 946.
Siete salas podrán disponer nuestros artistas. Se activarán
los trabajo6 de habilitación de las mismas para evitar cualquier inconveniente imprevisto.
PRIMERAS
EXPOSICIONES
f1
Jf siguientes a ris
tas: Salas I y II, el pintor palestino Rico
Blass; sala m , el escultor y dibujante colom
biano Guillermo Botero; en la sala IV se exhiben trabajos de varios pintores de Tucuznár
LEA EN EL PROXIMO NUMERO DE (ABAldATA
QUE
LUCIO FONTANA,
"L * majar de La»".
lT
B R E V E S
OTIC IAS
DE
ARTE
S A L D R A
EL
M A R T E S
S
DE
A B R I L :
LUCIO FONTANA, por Julio RinaUtíni
UN PINTOR DE AMERICA: J. TORRES-GARCIA,
por Julio E. Paryró.
ENTREVISTA CON ANTONIO BERNI, por
Romualdo BrughettL
[
�CABALGATA -16
J. BATLLE PLANAS. El Apóstol. 1946. (Oleo1.
I. CONTRA EL DETERMINISMO
Y LO SIMBOLICO
J. BATLLE PLANAS. Imagen persistente de un antepasado. 1946.
'Oleo)
J. SITUE PLIViS
Y EL AUTOMATISMO
A critica dispone de la presencia viva de la obra de nuestros creadores plás
ticos: pro y contra surgen en el nítido juego de los valores. Ahora, nos ha
sido dada la palabra de un pintor apto para vislumbrar mundos del arte e
itinerarios del pensamiento. Queremos que se comprenda claramente el significado
de esta colaboración integrada, este testimonio de especificas virtudes.
L
¿J. Batlle Planas? Hombre joven, de probada inquietud dentro de la gran co
rriente abstracta, se ciñe a una dimensión misteriosa y envolvente, de raíz poética.
La situación trágica del artista de nuestros dias en nada le es ajena. Una bús
queda permanente de la imagen en su forma plástica y expresiva y también al
plano de lo espiritual, se ajusta a una vibración de contenido fantástico, lírico y
dramático, en quien la imaginación halla su contrapartida en un oficio sensible
y delicdo. Desde.su lucha con la materia vital de "Radiografías paranoicas" hasta
“ El Destino" o "La Hermanita de los Pobres” , en que lo humano siempre acude
en intensa y nocturnal presencia, Batlle Planas esgrime su calidad de artista en
quien masas y volúmenes, planos de color, blancos y negros, y la fina esencialidad
de sus temples o la densidad de sus pequeños óleos de hondo acento telúrico, de
marcado tono superreal. lo señalan agudamente. La realidad entra por momentos
en su pintura (Exposición MüUer, 1946), mas la raíz infinita e inquisidora de lo abs
tracto, con sus aristas geométricas y sus planos de color atormentados, irrumpen
y lo atenazan.
Las expresiones escritas, resumen fidelidad a experiencias vividas. Son distintos
problemas en cuyo desarrollo no necesita el lector del interrogante para una or
denada y cabal captación. J. Batlle Planas expone sus devociones. Fijamos, po •
tanto, su itinerario complementador en un compás reflexivo y respetuoso.
R. BRUGHETTI
En la introducción que Sir A. S.
Eddington hace en su libro “ La
naturaleza del m u n d o f í s i c o ” ,
enumera la existencia de dos me
sas: sustancial una y exenta de
sustancia la otra. Creemos que no
se puede dar una definición de
posición más exacta que ésta. La
primera mesa, es decir, la sustan
cial, es la mesa de todos, es la
mesa de la inconducta, es la mesa
de la costumbre, es la mesa de la
historia. La segunda es la insus
tancial, es la mesa de la conduc
ta, que está fuera de la costum
bre, es la mesa antihistórica, es
la mesa en la que el estudioso, en
J. BATLLE PLANAS. La hermanita de ios pobres. 1945. ‘ Oleo)
�17- CABALGATA
|
plena libertad de cosas, se entre
gará a sus investigaciones.
Queda, entonces, para lo sus
tancial el juego de la sentimien
tos, de las pasiones, de las sectas,
de la historia y el desenfreno del
individuo en la conquista de la
Rama Dorada.
Fijamos, pu es, decididamente
nuestra voluntad hacia lo insus
tancial, hacia la investigación. . .
Respetuosos de la historia como
cosa sucedida, antihistóricos por
los mecanismos de su sociedad, de
su moral y de su creación, den
tro de la visión real o de delirio
con que la fijaron sus hombres.
Nuestra actitud, repetimos, está
llena de respeto, de un respeto
analítico. F u e r o n sus hombres
jueces jerárquicos de esas obras,
enceguecidos de enseñanza, vivi
ficadores de infiernos, buscado
res desesperados de la historia de
sus padres.
Lentamente se entregaron al
determinismo. Nosotros, identifi
cados con el hombre y su ventu
ra, sostenemos el antideterminismo. Nos interesa la búsqueda del
equilibrio entre la presencia del
ser y su relación con lo existen
te. El determinismo ha llevado al
hombre hacia la regresión. El hizo
que no comprendiera el valor de
la materia de que estamos cons
tituidos. Estiró los brazos al atra
so y, regresivo, minó las más hu
manas actitudes, las más avanza
das conquistas d e l espíritu, las
más evolucionadas ideologías. Con
esa actitud fijó una historia.
Investigadores d el automatis
mo, hemos optado per lo insus
tancial. Contra el determinismo,
por la verdad a conocer; contra
la costumbre, por el privilegio del
razonamiento.
Seguros de la intimidad de con
ciencia, nos apartamos de todo lo
simbólico. Nuestra posición de ar
tista ha quedado de lado. De la
obra anterior nos interesa su aná
lisis y su estudio. Ella abrió el
camino. Fuimos respetuosos cuan
do anduvimos por él. Esa es la in
timidad de nuestra conciencia.
¿Se podría dudar de esta nueva
lucha, de esta nueva intimidad?
IL NUEVO R E N A C I M I E N T O :
EL AUTOMATISMO
Al automatismo, de a c u e r d o
al psiquis del actor, a los medios
de expresión que le son conse
cuentes, a la evolución de ellos, a
la riqueza que se le establece en
tre el orden de su automatismo
y un orden universal, le cabe el
enorme distingo entre una época
ida y este nuevo renacimiento.
J : B A T LLE PLAN AS. El Destino. 1 346.
Las características de este mo
mento, tan señaladas c o m o de
transición, las desvirtuamos con
esta posición: un Nuevo Renaci
miento. El grado de lucha de la
ciencia, de la investigación, del
arte, de la moral alcanzados por
algunos de sus representantes, son
evidentemente análogos a la men
talidad del Renacimiento. Los me
dios r e g r e s i v o s manifestados en
común y por muchos, son la men
talidad política del Renacimiento.
lOleo'
III. EXPERIENCIA AUTOMA
TICA:
‘ RADIOGRAFIAS
PARANOICAS”
Fué en el año 1935 que inicia
mos abiertamente nuestra expe
riencia automática. Muy jóvenes
habíamos conocido el automatis
mo físico. Nuestros primeros en
sayos culminaron en la serie de
Radiografías Paranoicas del año
1936. Lo anedóetico tenía un pa
pel fundamental propio de nues
tra psiquis. Los medios de ex
presión eran ya agresivos, con
quista de grafismo o de color, ya
tranquilos, búsquedas de objetos
y formas humanas. Esa dualidad
fué manteniéndose a lo largo de
nuestra labor. Contestando a la
agresión de formas y colores, su
blimadas en abstracción, nacían
imágenes tenues, puras, sencillas:
“La hermanita de los pobres”,
por ejemplo. Estos dos campos
evidentes hicieron q u e un día
nuestra razón los diferenciara.
*
�CABALGATA -18
i . BATLLE PLANAS. Rodiofrafío paranoica. 1936. (Tompie)
Fueron los aparatos fijos o mó
viles y la orientación de figuras
y composiciones mediante puntos
iniciales lo que nos llevó decidi
damente al análisis, al raciocinio
y a la definición.
IV. CONTENIDO T E M A T IC O
P O R L A A N G U S T I A : “ EL
DESTINO”
Había un p a r a l e l o entre la
anécdota, los medios de expre
sión, la técnica y el color. Una an
gustia señalaba el contenido te
mático. “ El Destino”, como títu
lo, se alargaba de continuo. Eran
figuras que se enfrentaban con
la soled a d . Hombres barbados,
solemnes, chicos o chicas solos en
medio de vegetaciones tristes, fi
guras de mujer en tránsito, todos
ellos envueltos en atmósferas os
curas donde aparecían, eso sí,
fragmentos de tierras o cielos lu
minosos, esperanzados. Era el fa
talismo sublimado en un mundo
donde las figuras vivían en la re
dención. Eramos nosotros mismos
colocados en un inconsciente co
lectivo, en una voluntad por una
moral, p o r una ideología, por
nuestros sentimientos, por la ra
zón y el privilegio de nuestra
bondad. Nos fué difícil el per
der. .. nos ha sido difícil.. Los
sentimientos lucharon contra las
razones de esta situación pero nos
debíamos a la investigación. Es
taba demasiado señalada en nues
tra labor esa dualidad que un día
nos dispusimos a definir.
V. EL CUBISMO PRODUCTO
AUTOMATISMO: PICASSO
DEL
>
Es de los surrealistas que es
peramos la c o n s i d e r a c i ó n de
nuestra experiencia. La obra de
ellos está llena de elementos que
nos hacen más fija nuestra ac
titud.
Fué Pablo Picasso quien, me
diante el automatismo, encontró
un mecanismo de labor, falsa
mente llamado “ cubismo” ; en las
sucesivas etapas ele la obra de
este maestro, hemos visto cómo
ese grafismo evolucionado le ha
servido para la sublimación de su
imaginería, llevándolo a crear la
más solvente estética de nuestros
días. El ha continuado en ese gra
fismo la evolución lógica de su
automatismo iniciaL Picasso, te
naz en su investigación, se ha en
riquecido en medios de expresión
como ningún otro pintor en la
historia. Su color, consecuente de •
la dinámica gráfica, ha llegado a
lo insospechable y su imaginería
es la superación de la inteligen
cia creadora con relación a la in
teligencia determinada. El cubis
mo le fué a él un medio de ex
presión producido por el automa
tismo.
1 BATLLE PLANAS. Las Hermanas. 1944. (Cero en colorí
J. BATLLE PLANAS. D CompUjo da Edipo. 1941. (Tompia)
Ya se ha visto a los que psíqui
camente dominados por la crea
ción de este maestro, no compren
diendo los mecanismos de su
obra, ignorantes de su provenien
cia automática, a los resultados
que han llegado. Se debaten en
un mundo insalvable, pues su psiquis no ha tenido la liberación
por cuanto esos medios les eran
desconocidos y corren simulado
res y desesperados.
VL NACIMIENTOS DE PUNTOS
INICIALES. “ PUNTOS-FUEGO”
Con el nacimiento de puntos
iniciales comienza un nuevo con
cepto general de cosas. El ritmo
y la voluntad de ritmo con que
el grafismo se enriquece, la rela
ción que tienen esos puntos cen
trales hacia los puntos más ale
jados, las imágenes que de ellos
resultan, causaron en nosotros
asombro. Esta trama inicial pa
recía la previa construcción de
un orden cósmico en relación 8
la imagen de surgir.
E s cu rio so qu e un reciente ar
tíc u lo p u b lica d o precisam ente por
la rev ista C A B A L G A T A el P“ j*
to r su rrealista Jacques He^o .
q u e titu la “ P un tos-fu ego” , dice
e n d esb ord a n te poesía: “ Siendo
crista l u na fo rm a del porvenir
la fo rm a y d e la materia, la P
tu ra d e b e alcanzar la cnstailT "
c ió n d e l o b je to . Principalmente,
el cu e rp o hum ano, es una co
tela ción d e puntos-fuego de 0
d e irra d ia n los cristales.
p r o c la m a : “ Es preciso ser v
te, hacerse vidente.”
En el mismo número y
Mabille, para nosotros uno de
más claros cerebros de nu
�19- CABALGATA
Nuevo Renacimiento, dice refi
riéndose a Jacques Herold: “Veo
en estas formas, aparecidas en la
tela del pintor, las de los polie
dros que, antaño, preocuparon a
Durero, Leonardo y numerosos
otros hermetistas p r o f u n d o s y
que, debajo de la piel, sostienen
los flexibles movimientos de cur
vas por los cuales la vida exte
rior se afianza en una fiel dialéc
tica con el empuje interno.”
Aquí en la Argentina, en este
clima £nérgicc, eléctrico, inicia
mos nuestras experiencias. Ama
mos todas las latitudes y todos los
climas. En uno estamos. En él
trabajamos por la confianza en
los hembres, en el arte y en la
ventura.
VIL ABTE NACIONAL. SAR
MIENTO. “ CLIMA ENERGICO,
ELECTRICO”
Debemos al automatismo el
favor de esta experiencia. Es a
él, a la fidelidad para con él, que
debemos esa entrada en lo insus
tancial Paso a paso, identificados
con su mecanismo, confesándo
nos, actuando en la creación por
reflejo, hemos llegado a la crea
ción por naturaleza. Es la libera
ción psíquica, y, más aún, es la
liberación de relación a la mate
ria con que estamos constituidos.
Nuestra identificación con lo in
terior y nuestra relación con lo
exterior han encontrado su cau
ce. Estamos en un medio. La so
lución será el resultado de estas
dos verdades: el interior y el ex
terior. No aceptando la matemá
tica de los hombres de que dos
y dos son cuatro sino precisa
mente entrando en la ley para la
cual el dos y dos son cuatro es la
sublimación de heridas.
Estamos en esta experiencia.
La seguridad de los saltos da
dos desde el año 1935 a 1946 nos
ha otorgado la firmeza necesaria:
no nos asusta la cuerda floja.
Constantemente el automatismo
nos ha acercado a la verdad.
V I I I. S A L V A C I O N P O R EL
AU TO M ATISM O . ETAPA
1935 1946
Es S a r m i e n t o quien nos ha
dado, precisamente, la espléndida
visión de un arte nacional. To
mamos sus palabras con algunas
reservas. Pero hay tal seguridad
de cl ima, tal identificación de
medios, que son, en definitiva,
profundas y b el las . Es en su
“Facundo” donde las hallamos.
Citamos algunas de ellas: “ Exis
te, pues, un fondo de poesía que
nace de los accidentes naturales
del país y de las costumbres ex
cepcionales q u e e ngendr a. La
p o e s í a para d e s p e r t a r s e ,
porque la poesía es, como el sen
timiento religioso, una facultad
del espíritu humano, necesita el
espectáculo de lo bello, del pdder
terrible, de la inmensidad de la
extensión, de lo vago, de lo in
comprensible, porque sólo donde
acaba lo palpable y vulgar em
piezan las mentiras de la imagi
nación, el mundo ideaL” “ Añáda
se que, si es cierto que el flúido
eléctrico entra en la economía de
J. l A T U i PLANAS. Hiitoria de dos personajes automáticos. 1943. (Temple)
i . BATI.LE PIAÑAS. Gcoeerá. 1943.
J. BATLLE PLANAS. Génesis. 1946. (Temple)
(Templa)
la vida humana y es el mismo que
llaman flúido nervioso, el cual
excitado subleva las pasiones y
encieníde el entusiasmo, muchas
disposiciones debe tener para los
trabajos de la imaginación el pue
blo que habita bajo una atmósfe
ra recargada de electricidad has
ta el punto que la ropa frotada
chisporrotea como el pelo contra
riado del gato.”
¿Qué agregar en cuanto a una
definición? Sus palabras nos han
llegado y repercutido. Nos lo di
ce Sarmiento: “ ¿Qué impresiones
ha de dejar en el habitante de
la República Argentina el simple
acto de clavar los ojos y ver. . .
no ver nada?”
¿Cuántas p i n t u r a s nuestras
han comenzado así? En ese ver...
no ver nada. Colocados en medio
de una pampa, un hombre, una
mujer o un chico fijos o en trán
sito hacia el destino, peligrosos
para los que dudan de la bondad,
venganza en la conciencia de los
inmorales. . .
�a
(ABMATA -20
VITALIDAD
E
N plena temporada 1947, el
teatro norteamericano cobra
nuevos bríos y toma aliento para
librar una nueva batalla por el
predominio en el plano de la es
cena universal. Cada año, sus
aportes crecen en significación y
acusan, por lo demás, un singular
equilibrio entre lo artístico y lo
comercial y una bien meditada
estructuración en los planes de
sus compañías.
El núcleo de autores que afir
man la vitalidad del teatro norte
americano es de los que presti
giarían a cualquier d r a m át ic a:
Eugene O’Neill, Maxwell Ander
son, Robert E. Sherwood, Sidney
Kingsley, Clifford Odets, S. H.
Behrman, William Saroyan, Irving Shaw, Thornton V’ ilder, Lillian Hellman, Philip Barry. Co
mo puede verse, van de la mano
aquí el número y la calidad. Ade
más, se codean todos los géneros
teatrales y estilos l i t e r a r i o s : el
sentimiento trágico de la vida de
O’Neill y Anderson con el acen
drado amor por la libertad de
Sherwood, el tono gorkiano de
Kingsley y el cbejoviano de Odets
con el “ h u m o u r ” británico de
Behrman, la melancólica sonrisa
de Saroyan y la diatriba de Irving Shaw con los métodos revo
lucionarios de Thornton Wilder,
el áspero realismo de Lillian Hell
man con la delicadeza de Barry.
Por otra parte, no olvidemos las
incursiones al terreno dramático
de hombres de la significación de
Erskine Caldwell con “ El camino
del tabaco”, de John Steinbeck
con “ De los ratones y los hom
bres” y “ Tortilla Fiat” , y de Sin
clair Lewis con “No puede suce
der aquí” .
Por lo demás, la riqueza del
teatro norteamericano se justifica
ampliamente por la suma de ele
mentos que han concurrido a su
formación, que le han dado im
pulso, dinamismo, brillo. Un gran
número de teatros experimenta
les, muchos de ellos de auténtica
jerarquía, han lanzado a autores,
actores, escenógrafos. Recuérdese
que de uno de ellos, el de los Provincetown Players, surgió nada
menos que O’Neill. Un organismo
importante y antaño poderoso co
mo lo fué el Teatro Federal, contribuyó también a renovar el pa
DEL
TEATRO
norama teatral, presentando en
tre otras cosas el periódico o no
ticiario teatral, documento vivo y
caleidoscopio de la época. Luego,
la creación del Teatro Guild dió
impulso definitivo a la dramática
n a c i on a l con una s uces ió n de
grandes obras y espectáculos ex-
NORTEAMERICANO
tual del teatro norteamericano,
que, a tono con la exuberante po
tencialidad del país en todos los
órdenes, es un reflejo fiel de la
U. S. A., tanto en sus apretadas
vivencias urbanas como en los
múltiples problemas del agro, que
sus autores reflejan con cruda e
implacable sinceridad. En punto a
mise-en-scéne, a directores, a acto
res y escenógrafos, el teatro nor
teamericano nada tiene que envi
diarles a los mejores del mundo y
la madurez de sus concepciones
encuentra una realización perfec
ta m erced a la madurez de su
LA MARCHA DEL
En el teatro L uxiembourg
de P a r í s
se d i ó a
conocer, con escaso éxito, la pieza
"T ou rb illon ", de B em ard Zimmer,
autor de prestigio que ha vuelto a
estrenar después de diez años de
silencio.
TEATRO
E elenco del Estudio des ChampsElysées ha dado por terminadas sus
representaciones de “La casa de
Bernarda A lb a” , de Lorca, y se ha
trasladado a Praga para estrenar
alli la pieza de Steve Passeur “ El
vino del recuerdo” .
Laurence Olivier, obligado ñor
sus compromisos en Hollywood, ha
abandonado a la compañía del Oíd
Víc. que integraba en el doble ca
rácter de primer actor y director.
¿Podrá llenar tan sensib e vacio
el clásico y reputado elenco, fam o
so por la homogeneidad de sus
componentes?
•
“ Les nuits de la colere”. el drama
de Arm and Salacrou que acaba de
dar a conocerle' teatro Marigny de
París que dirige Jean-Louis Barrault ha suscitado grandes elogios
por su vigor y perfección teatral
siendo considerado por la critica
parisiense en general un documen
to vivo de la resistencia, un tes
timonio auténtico de ese momento
de la vida de Francia
Ingrid Bergmon en "Juana de Loreno",
a
de Maxwell Anderson.
El conocido comediógrafo fran
cés Michel Duran, autor de muchas
comedias de género boulevardier
de éxito, ha estrenado "Bonne
chance, D enis".
traordinarios, en su mayoría Pre
mios Pulitzer. Numerosos produc
tores aislados, dotados de audacia
y clara visión teatral, abordaron
montajes difíciles y costosos con
gran éxito, acrecentando los ya
vastos sectores de público. En este
sentido, el camino fué trazado por
Belasco, gran productor, director
de escena y maestro de actores
quien tanto debió el teatro norte
americano en sus orígenes, a pe
sar de haber trabajado en gran
parte con adaptaciones de obras
extranjeras. Y la obra fué com
pletada por la abundante flora
ción de teatros universitarios, que
provocaron la formación de nue
vos elementos, estimularon voca
ciones y señalaron rutas, y por las
cátedras universitarias de arte es
cénico, algunas del prestigio del
famoso Taller Dramático 47 del
profesor Baker, donde estudió y
dió sus primeros pasos O’Neill.
Todo esto, naturalmente, justi
fica con amplitud la situación ac
Eva Le Golliene, la gloria mot puto
teatro
norteamericano,
en
«1 P«P**
EUc RenHieim, del "Juan Gabriel Borkm oa", de Ibten, presentada par d Ame
rican Repertory Theatre.
“Lo que toda m ujer cabe”, la
amable comedia de Barrie. ha sido
bien acogida por el público neoyorkino al ser representada por el
American Repertory Theatre.
por el príncipe regente en noviem
bre de 1945, prepara “ El barbero
de Sevilla” , “ Otelo” y “ Ondina”
de Giraudoux. y asimismo se prol
pone extender su ación a las zonas
rurales, aldehuelas y escue'as le
janas, en cuyo plan se incluirán
obras de Moliere, Musset, Chéjov
y otros autores.
•
_ El prestigioso escritor ¡nglés J
B. Prlestley, con-iderado por m u
chos el sucesor de Dickens a causa
de su libro "T h e Good Companicns
acaba de estrenar con la
compañía del Oíd Vic su nueva
comedia “ Un inspector calis” (Un
inspector hace su visita).
Anita Loos ha escrito con “Fe
cumpleaños" una comedia super
cial pero entretenida, cuyo éxi
en Brcadway se debe en gran pa
te a a labor de Helen Hay es.
•
En Bruselas se estrenó la pie
I^ s Mouches", del profeta d
b ^ ten ria lism o Jean-Paul Sarti
lu,?ar. a Us mismas acal
radas polémicas que provocan t
das sus obras.
evocan i
Se estrenó en París la con
m i des í ,eiger • ol?ra Pósí
del malogrado autor Robert B<
pieza interesante con ciertos
9 U“ Ue fantasía y una evlc
influencia de Anoullh.
técnica.
Este año, decimos, se dispone a
librar una nueva batalla para re
afirmar su vitalidad. Y la batalla
comienza bien y las líneas están
tendidas promisoriamente. Por lo
pronto, la temporada comienza
con tres impactos de primera
magnitud: “The Iceman Cometh
de O’Neill, del cual nos ocupare
mos detenidamente en el próximo
número; “Juana de Lorena’ de
Maxwell Anderson, en que Ingrid
Bergman se acerca al público de
Broadway ostentando una fasci
nación triunfal, y “Otro lugar del
bosque”, de Lillian Hellman, con
tinuación de “Los Zorritos”, o me
jor dicho su prólogo, ya que Pre_
senta a los misjnos personajes ^0
años antes.
Además, agreguem os que la or
gan ización nueva bautizada con
el n om bre de Am erican Reperto
ry Theatre, dirigida por tres mu-
�21- CABALGATA
jeres famosas: Margaret Webster,
Eva Le Galliene y Cheryl Crawford, ha iniciado una serie de
grandes espectáculos con “Juan
Gabriel Borkman” , “ Androcles y
el León” y “ Enrique VIH” , y que
el Theatre Incorporated ha pre
sentado “El Bufón del Mundo Oc
cidental” (The Playboy of the
Western World” ), la b e l lí s im a
tragicomedia de Synge, de tantos
valores y tan poco representada.
“La debilidad fatal” de George
Kelly, un triunfo personal de Ina
Claire, y “Feliz cumpleaños” , otro
vehículo de lucimiento para la
veterana actriz Helen Hayes, co
mo también el fastuoso y alegre
espectáculo m us i ca l de I r v i n g
Berlín “Annie Get Your Gun” , en
que se destaca con gracia irresis
tible la popular vedette Ethel
Merman, y el nuevo gran éxito extranjero, la pieza francesa de
P
Por L E O N
R O S C E N IO
M IR L A S
HUR GA NDO EN
LOS CAMARINES
DE LA
HISTORIA
Curiosa caricatura de las tres mujeres que
orientan los destinos de la flamante orga
nización teatral norteamericana, American
Reportory Theatre: Margaret Webster, Eva
La Galliene y Cheryl Crawford, tales como
ios ha visto el lápiz del dibujante norte
americano Dan Sattler.
con la actuación del excelente ac
tor Burgess Meredith, de Mildred
Natwick y de una nueva y deli
ciosa actriz i rl andesa, Eithne
Dunne. Tampoco faltó un produc
tor independiente que presentó la
“Lisistrata” de Aristófanes, pues
ta en escena por el reputado di
rector de escena James Light e
interpretada por negros, y hasta
se ha representado el célebre me
lodrama isabe lino de Webster “ La
duquesa de Amalfi”. Eso, para no
mencionar la r e e l a b o r a c i ó n del
drama de Elmer Rice “La calle”
(Street Scenes), en una nueva
versión con versos de Langston
Hughes y música de Kurt Weill;
“Casousel” , una adaptación musi
cal del “Liliom” de Molnar; “Na
cido ayer” de Garson Kanin, de
prolongado éxito, y comedias li
geras de gran aceptación como
L A OPUL E N C IA
DE SH A W
Bern a r d
.Shaw, en respuesta a una carta en
que su amigo Frank Harris le pe
día 500 libras en 1923. hubo de
contestarle negativamente y agregó
este sabroso comentario ilustrativo:
"P o r lo demás, soy multimillo
nario. En Viena, mi cuenta ban
cada (y no he retirado un cuarto
de penique desde la guerra) ascien
de a 30.090.000 coronas. En Berlín,
tengo montones de marcos que no
valen nada. En Moscú, tengo un
par de millones de rublos, aunque
no pueden mandármelos porque no
alcanzan para pagar un giro. En
Londres, mis obras producen en
tradas que nadie, habría previsto
antes de la guerra’, ni siquiera tra
tándose de una obra popular: pero
los gastos de' teatro han subido al
doble, dejándome sin más ganan
cias que las que me producen las
compañías que van en jira a las
provincias. El resultado es que.
desde la guerra, cada vez que he
tenido que pagar mis impuestos a
fin de semestre, me he visto obli
gado a estrujarme un poco para
evitar el embargo. Hasta he tenido
que escribir más de una vez en los
periódicos de Hearst para salvar la
situación. En suma, soy un ser
afortunado: m e siento seguro y uso
dos automóviles. Pero no me sobra
un solo penique.”
Arribo: Escenario principal, o la luz de la luna, de la comedia de Elmer Rice "Street
Scenes", estrenada aquí con el nombre de "La Calle", que lleva ahora versos de
way en una nueva versión musical, con decorados de Jo Mielziner, versos de Langston
Hughes y partitura de Kurt Weill. Abajo: Interesante esquema preparado por el reputado
escenógrafo norteamericano Jo Mielziner, pora uso del director de escena Charles
Friedmon, de la nueva versión música! 1947 de la comedia de Elmer Rice "Street
Scenes", estrenada aquí co nel nombre de "L a CaRe", que lleva ahora versos de
Langston Hughes y partitura de Kurt Weill.
GOGOL Y L A CENSURA
El famoso autor de "E l inspector"
emprendió en la última etapa de
su vida una comedia satírica lamada "E l Vladim íro de tercera
clase", que debía ser una acabada
autopsia de la burocracia zarista.
Pero, apenas iniciada, comprendió
que jam ás le permitirían estrenará,
y abandonó el proyecto para siem
pre. Así fué como la existencia de
la censura del Zar malogró una
nueva obra de Gógol, que prome
tía ser una joya digna de su admi
rable talento satírico.
U N A E X C U S A O PO RTUNA
Cuando Moliére presentó a su
compañía, recién llegada de pro
vincias, ante el rey, para optar a
una pensión, representó una tra
gedia cuyo protagonista encam ó él
mismo, ya que se creía nacido para
el género trágico. Naturalmente, la
representación, la labor de Moliére
y la de todos sus camaradas resultó
un fracaso. A l advertirlo, el come
diógrafo se presentó en el proscenio
apenas terminada la representación
y le pidió licencia al rey para re
presentar de inmediato una farsa
ligera de que era autor, llamada
"L e médecin volant” , que su com
pañía había representado con m u
cho éxito en provincias. Aunque
se trataba de una comedia algo ele
menta: en sug recursos, "L e m é
decin vo lan t" tenía ya la típica
gracia molieresca e hizo reír de
buena gana al rey, salvando la si
tuación de la compañía con este
oportuno viraje, ya que el rey le
concedió la pensión y un teatro
donde trabajar en forma estable.
Jean-Paul Sartre, “ H uís Clos”,
dada a conocer en Nueva York
triunfalmente con el título de “No
Exit” (Sin salida).
Como puede verse, el teatro
norteamericano r i v a l i z a con el
francés, que está en pleno resur
gimiento, en punto a cantidad y
calidad. Se abordan todos los gé
neros, y, lo que es más importan
te aún, existe un público para to
dos los géneros. El éxito de las
obras populares no impide el éx to de una obra de O’Neill que du
ra cuatro horas y media y que
tiene escaso movimiento escénico.
Este panorama es altamente pro
misorio y habla bien a las claras
de la vitalidad de un teatro que
apenas si cuenta tres décadas de
edad y ya ha alcanzado la ma
dure?.
L E O N
M I R L A S
IN O L V ID A B L E S 1
SQUIER. — Lo malo es que yo per
tenezco a una rata que desaparece.
Soy un intelectual.
GABBY. — Eso significa que usted
tiene sesos. Bien veo que si.
SQUIER. — Sí . . Sesos sin finali
dad. Ruido sin sonido. Forma sin subs
tancia. ¿Ha leído usted "E l hombre
vacío"? No lo lea. Es algo desalen
tador. Se refiere a los intelectuales
que creyeron dominar a la naturaleza.
La encerraron en represas y usaron
sus aguas para regar sus eriales.
Constituyeron monstruos aerodinámi
cos para perforar sus resistencias. La
envolvieron en celofán y la vendie
ron a las farmacias. Estaban tan se
guros de haberla dominado... ¿Y
a h o ra ?... ¿Sabe cuál es la causa del
caos mundial? Ss la réplica de la na
turaleza. No con las armas de anatño,
las inundamlones, las plagas, las he
catombes. La naturaleza replica con
unos extraños instrumentos llamados
neurosis. Está acongojando delibera
damente a la humanidad con desaso
siego. Nos prueba que no puede ser
vencida. . . al menos por seres como
nosotros. Les está arrebatando el mun
do a los Intelectuales para dárselo
a los gorilas. ..
EOBERT E. ftHERWOOD
(El bosque petrificado)
—Sí Alguien dijo que en nuestra
juventud reunimos materiales para
construir un puente a la luna; pero
que en nuestra vejez usamos esos ma
teriales para contrulr una cabaña.
dJF F O S D ODETS
(Un cohete a *a tona)
�(ABAK.ATA -2 2
fRITIH Limillll
Por GO \ ZA L -EZ-C \B B 1 L H0
M U E R T E DEL ADOLESCENTE,
po «
OBRA
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POR
Waldo Frank: YA VIENE EL
EL C L U B
"EL
LIBRO
DEL
MES"
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Pocos libros ofrecen com o éste tan rica m ateria novelesca por el fuerte trazo
de sus personajes y los problem as capitales que en ¿1 se debaten. Esta obra
recuerda a los lectores de habla hispana que W ald 0 Frank, adem ás de ensayista
em inente, es un gran novelista de pujante personalidad.
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Gabriela Mistral: TALA ......... ................................................................
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político-social de Cuba desde la guerra de .'a independencia hasta cumplirse
los treinta primeros años de vida republicana.
M a« ía G ramata . - E ditorial
w
Desentrañar lo esencial, iluminar líricamente lo humano,
es el destino de esta poesía. María Granata muestra un«
hermandad secreta con las cosas, atenta siempre a la
hermosura del instante y las hechos, transformados en duradera emoción estética.
Parecería intensificar esa clara emoción basta un grado en que resplandece y duele
Dijimos que apresa lo esencial, desempeñándose con seguridad tan espontánea que
en ocasiones resulta clarividencia. Es el don poético de saber ver —instintivo— pu-a
el solo advertir propósitos de radiografiar el mundo que la rodea, restarla a sus
estrofas, a la sobria condición de su canto, su innata frescura relacionada a co
rrientes subterráneas. Acerquemos el oido a su verso y escucharemos un rumor es
condido de marea, trasmitido de la vena física del poeta a la vena ideal de las
palabras. La hondura de esta poesía tiene también calor fecundo de tierra abierta;
a veces se piensa en el terrón grávido, porque invariablemente, lo que'florece y lo
que vuela, es en el verso de Muda Granata una vinculación a ese ñondar destinado
a fermento de vida y reintegración de muerte. Como ideas obsesivas anotamos en
ella las del nacer y el morir; pero de una a otra, fugas parábola del tránsito, su
mirada alcanza a vislumbrar lo eterno, en sucesión de dias y renacer constante de
estaciones. Asi, su canto se configura dentro de un jubiloso y desgarrador adivinar
del milagro, que, igualmente, señada en la me teórica pupila del caballo, en la
alucinada tonalidad del crepúsculo o en el patético signo del hombre, en su ansie
dad de existir, o en su palpar sombras de muerte, fijada ya en lo invisible su
invariable actitud. Hablar de madurez en un poeta de la edad de María Granata
resultaría quizás inadecuado. Cabría, si, reconocerlo comparativamente, considerando
el plano general de nuestra producción lírica. Hoy, en esta hora suya, su individua
lidad madura en relación a los otros escritores de su tisrnpo, preséntasenos en etapa
de evolución positiva, caudalosa en cuanto a realidad poética. Madurez se nos ocu
rre ya el estacionamiento del modo expresivo y la inspiración. Creemos que en
María Granata todo nace recién; su voz representa las cosas y el «ima de las cosas,
y despierta inesperada a cada acontecer, elevándose de pronto en el impulso del
pájaro o inclinándose, también en movimiento insospechado y como impuesta de
inexorable silencio, al constatar la inmovilidad, la desintegración, lo inerte.
Es ya un argumento crítico la espectativa que nos causa su preferencia por temas
de elocuente grandeza natural, vistos desde el ángulo de la simple contemplación
cotidiana; y asimismo, la trascendente sencillez substancial con que canta su
recogida vocación del mundo. La palabra obedece cAti/ia y justa, con sugestiones
de prisma, tanto en la emoción sutilizada, casi inaprensible, como en el patetismo
de ciertos motivos que requieren riguroso contenido plástico. En ambas, opuestas
formas, consigue trasmitimos la embriaguez lírica, sin recurrir a otros re
cursos que los de una recia honradez, graves, sin más audacia que la verdad mira
da cara a cara, aun la aparentemente invisible.
Si la generación a que pertenece la autora de ‘Muerte de un adolescente" se
ha caractrizado por su eficiencia expresiva y el dominio de una técnica —here
dada— que define el momento da su aparición, ella se ai Ría en su propia voz;
y el caudal intensivo que sostiene su verso, en nada se eanDomina de corrientes
literarias, sino que es necesario cavar irír hondo, llegar a una conciencia ele
mental de la tierra, piara dar con su origen, piara encontramos con la límpida
fuente de su canto.
EL HOMBRE QUE SABIA DEMASIADO, roa Gnantl KmB
CHXSTKKTOir - EDITOftIAL NOVA (CoLECCIÓH ESPEJO DEL MüKDOh
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sociedad argentina, y constituye adem ás una fuente de información sobre el
desarrollo de los estudios sociológicos en el país. N otas de A niba: Ponce.
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visión
interesantísim a
de
lo
que
debe
ser el
futuro
de
la
metafísica.
| José María Ots Capdequi: EL REGIMEN DE LA TIERRA EN LA
AMERICA ESPAÑOLA DURANTE EL PERIODO COLONIAL . . . .
Un
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del Derecho Español en indias.
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Historia
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ABOGACIA .............................................................................................. $
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Huancavefica 288
Lima
'
354
PÁGINAS.
En la literatura inglesa de nuestros dias, se destaca, per
virtud de influencia y por fuerza d.i personalidad, el espíritu
y perfil netamente Inglés del autor de “El candor del Padre
Brown”, por no citar sino uno de su centenar de libree, quizas
el más difundido en castellano. Este ceñudo ensayista católico
(a pesar de su sonrisa), enamorado de la novela policial, pre
senta el espectáculo intelectual quizás más complicado y hasta difícilmente com
prensible para el latino, por su extraordinaria amplitud y su lógica Un clara que
parece arbitraria; si bien la lectura de sus obras, facilitada por su inteligente
“humour", conquista de inmediato, resulta en todo sentido amable, entren, nc
aunque perturba en lo intimo— y puede contarse entre el núcleo de escritores
amenos que dejan un sedimento singular. “El hombre que sabia demasiado' es un»
de los grandes libros de Chesterton por presentar las características de su estiló
halla aquí el pensador en plan de organizar un mundo paradójico, en el 4°*
desenvuelve, con la responsabilidad de quien debe infundir soplo perdurable d®
vida a la farsa, su inacabable ingenio, burlón pero no tanto como para que se
resienta la puntual estructura de ese mundo. Nada se adivina y todo se preve,
sin embargo. Se prevé la paradoja, se espera la sorpresa; pero tan minuciosa 1
sólida es la composición que ignoramos dónde y cuándo la sorpresa se produce
Compréndese que sin el Chesterton adiestrado en las especulaciones filosóficas, do
existiría, al menos en su totalidad de creador, este Chesterton de la amenidadtransparente y engorrosa a la vez, de sus novelas policiales. ¿Pero —nos pre
guntamos— “El hombre que sabia demasiado’’ es una novela policial o es un
trabajo de medida filosófica encarado dentro de un género fácil al lector? ¿No
es una forma descreída, la suya, de Imponemos sus dudas pese a su fe y * &
catolicismo?
se
Estas y otras preguntas surgen al enfrentar el relato fundamental de este libro,
onde, organizando con mecánica precisión un mundo vivo, se deduce la hopoencía de llegar a descifrar el enigmo dei mundo, el avance regresivo de este ^áb®1
demasiado” , en que el autor desemboca en la conclusión de que nada se conoce.
Emoción de anécdota y pasión de escritor trascienden de la calculada intriga,
cuyos resortes de atención han sido estudiados fríamente para interesar y « * '
sionar El misterio, preocupación del escritor, habituado a debatir problemas in
sondables en un ámbito de claridad meridiana, es el nudo de su relato, cuyo hilo
t f C^ 1í f n® ** acaba nunca <1® desenredar. Su invención Fisher, héroe verdadero
rít, 21 ,^°“ bre 5*ue sabía demasiado”, acaso materialización de la inquietud filo
sófica de Chesterton, E8 uno de sus per
sonajes de más vasta sugestión y, casi
(Continúa en la página H l
�I
VALERY
INTIMO
LIBROS DE RECIENTE PUBLICACION
Por Kiku Yamata
_________________________(Viene de la página 3) -----------------------------------------Invernadero, él, que, despierto desde el
alba y solitario, dejaba primiro germi
nar en él su simiente.
Me parece también que Valéry, pe
queño burgués por su nacimiento, pero
principe por su espíritu y aristócrata
por su personalidad, no detestaba aque
llos salones atestados de hermosas mu
jeres, de personajes influyentes, de seres
originales por su talento.
La señora de Paul Valéry —m adame
Teste— sorprendía por su aire apacible,
su lenguaje muy lento y su modestia
caá temerosa. Habla ádo la compañera
fiel, indispensable, de los años oscuros
del poeta. Con dignidad, pero eclipsán
dose voluntariamente, participaba en su
gloria. Lo acompañaba en ocasiones a
aquellos brillantes salones y ella recibía
también en su casa a una sociedad ín
tima. En ella se servia té, golosinas y
se charlaba. Pero Valéry no se hacía
presente.
La señorita G o b illa rd , hermana de
madame Valéry, vivía con ellos. Tenía
talento de pintor, de la casta de Manet
y de Berthe Morisot, según hemos de
ver. Era delgada, con una cabeza pe
queña y fea, pero original, de ojos bri
llantes. Ella era la pintura y madame
Valéry la música. Ambas, sobrinas de
Berthe Morisot, parten tas de Manet.
prolongaban en tom o de Valéry aquella
atmósfera de burguesía inteligente y ori
ginal, favorable a la ecloáón del talento.
El departamento en que vivían estaba
cerca de la avenida del Benque de Bo
lonia, en donde Paul Valéry se paseaba
a menudo. La boiserie era blanca. Ha
bía algunos cuadros y muchos recuer
dos de familia.
Una vez que su mujer estaba enferma,
me dijo: ,rVaya a verla, que bien se lo
merece” . Obedecí y llevé a la convale
ciente un kimono violeta que le serviría
de bata.
En una sala de conferencias encontré
un dia muy preocupado a Valéry. Habla
perdido a madame Teste. Le costaba vi
vir sin ella.
Valéry, buen marido a pesar de 106 di
chos picantes que le gustaba lanzar, era
también buen padre. Su hija Agata lo
adoraba. Linda, sosegada, fina, de tanto
en tanto venia a un salón para escu
charlo ella también, para verlo. Era ba
jita y tenía unos hermosos ojos azules,
claros y pensativos. Se casó con un jo
ven. "Estos muchachos —me dijo Valé
ry— se aman desde los veinte años; no
se puede prohibirles que se casen”.
Fila tuvo una nena, una criatura es
tupenda. Abuelo, V a lé ry a d m i r ó los
miembros m futíras y regordetes de la
niña, su rostro grave, un poco obstinado,
de ojos inmensos y azules. Le llamaba
la bestia, pues para él su nieta era la
personificación del ser humano suites del
despertar del espíritu. Encontraba con
movedor el espectáculo de aquel abuelo,
el de las estrofas de espíritu puro, fren
te sil hermoso fruto de la carne de su
carne.
Valéry renta también dos hijos. Uno
de ellos, de sobrenombre Cloclo, gus
taba de la literatura, pero levantaba los
brazos al cielo diciendo: "¿Qué hacer
cuando uno Deva el apellido Valéry? A
mi me hubiera gustado escribir” , t e
interesaban los negocios de Bolsa y se
casó con u n a linda mujer de origen ruso.
El hijo menor era pelirrojo y muy es
teta. Alto, blanco, un' poco lento como
su madre. Se htm músico. No sé qué hizo
la guerra de aquella familia criada a la
sombra de la gloria paterna.
Un admirador apasionado compartía
la intimidad intelectual de Valéry: el
señor Moaod, que merodeaba a su alre
dedor, como la rata merodea en el gra
nero. Manod recogía las palabras, ios
trozos de papel, las fotos instantáneas,
todo aquello que el gran hombre deja
ba caer al cesto. Le servia de secretario,
de hombre de negocios, de intermediario.
Km un pedigüeño del recuerdo más in
significante de su Ídolo, por ejemplo,
aquella fotografía que en un 1* de mayo
mi marido le tomó a Valéry en el andén
de una estación y en la que el poeta
aparecía teniendo entre sus dedos el
muguete que yo le habla traído; tanto
se dejó estar entre los suyos que tuvo
que tomar el tren en marcha.
En vida de Valéry, Monod había crea
do el Museo Valéry, en el que estoy se
guro que deben faltar, muy a su pesar
todas las traducciones que en el Japón
se hicieron del poeta y todos los artícu
los de sus admiradores Japoneses.
Valéry tuvo admiradores en el mundo
entero, pero ninguno tan fervoroso como
el profesor Grenier de Bagnéres-de-Blgorres, en los Pirineos. Este bibliófilo
poseía en su modesta biblioteca todas las
obras de Valéry y aquellas raras edicio
nes del poeta que hoy son tan buscadas.
Las tenia todas dedicadas, pues viajó
expresamente a París con su mujer —su
madame Teste— para encontrarse con
el poeta. Se cambiaron sus impresiones
de intelectuales puros y sus opiniones
domésticas durante un almuerzo mara
villoso en un restaurante de París. El
señor Grenier, gran ábarita, desde en
tonces nunca dejó de mandar todos los
años a Valéry, desde su provincia, una
pavita jara Navidad, con castañas de
Blgorre.
Recuerdan todavía los parisienses las
creaciones de Valéry en la Opera. En
ella, y ante una sala deslúmbrente, se
dió su ballet Amptiion. La múáca de Honegger sostenía el tona, como el mar (el
que el poeta hablaba como un nacido
en el Mediterráneo) las olas. Ida Rublnstein personificaba a Amphion. Era
bello aquel llamado a la materia, a la
organización de los elementos, a la for
ma. Jamás olvidaré, después del sordo
preludio que asemejaba al ruido de los
insectos andando por el bosque, el largo
y melodioso llamado de Amphion, el
creador.
Es una de las visiones cuyo sortilegio
renueva mi memoria. Cuando quiáera
volver a escuchar también la voz a ve
ces sorda, otras precipitada y como a
trompicones de Valéry, no tendría más
aue poner el disco en que Valéry regis
tró su palabra en una faz y Anna de
NoaiUes en la otra.
Sólo una vez me regañó, pero íué vio
lentamente y por teléfono. Se habla que
jado delante de mi de que le faltaban
sus propios libros; compré tres o cua
tro ejemplares y se los llevé a -u casa.
Cuando Valéry los encontró, montó en
cólera y me llamó pea: teléfono. ¡Com
prar sus libros para regalárselos!... Yo
lo había humillado.
No k> dijo aá, pero al punto compren
d í Entonces, fingiendo asombro, le res
pondí sencillamente: “Como usted decía
que eran Inhallables. . . Me sentí orgullosa de haberlos conseguido” . El rezon
gó: “ En fin, bueno; el editor va a creer
que esto se vende como el pan” .
A Valéry también le gustaba dibujar
o grabar. En el castillo de Montmlrail,
que íué de Louvois, mientras conversa
ba, Valéry dibujaba a la dueña de casa.
Amaba a las duquesas, como habría
amado a las damas del Renacimiento,
lo mismo que Dante. Poeta y demasiado
intelectual, como éste, temía a la selva
y a sus grandes árboles, favorables para
una senábilidad más Ingenua. Su anhelo
de paisaje se satisfacía con contemplar
desde el gran salón que visitó Luis n v
el espejo de agua dibujado par Le Nótre.
Aquel estanque redondo, sencillo y puro
captaba la luz como la luna. Derramaba
por el parque un reflejo de misterio y el
frío de un agua tranquila. Aquel estan
que simboliza en mi recuerdo el alma
de Paul Valéry. Y el canto del surtidor
que se eleva de aquella forma esencial,
es la poesía de aquel ser, solitario por
el genio, delicado por el corazón.
(Szav ic io w A. F. P.)
.
. . .. ...
...
'
.
<YMGGINS: VIDA Y TIEMPO, por
Eugenio Orrego Vicnúa. Editorial Losa
da, Buenos Aires. 4M páginas, t 12 mo
neda argentina. — La biografía de una
figura gigantesca hecha con aliento de
escritor épico y con espíritu de investiga
ción histórica. Eugenio Orrego Vicuña
ocupa un lugar de excepción en las le
tras chilenas como historiador y drama
turgo. Sus dramas más im p o r t a n t e s :
“San Martin", “Carrera", "O ’Híggíns” ,
"El reino sin término” , no son sino la
teatralización sincera de vibrantes pá
ginas de la historia. La personalidad del
héroe más grande de su patria había de
atraer forzosamente las dotes del pre
claro estudioso, quien las puso a contri
bución en una labor tenaz, de documen
tación y exégesis, que le llevó más de
tres años, aparte de los muchos que de
dicara anteriormente al estudio de as
pectos diversos del Libertador para las
obras parciales que sobre él escribió.
Vicuña Mackenna —como nos recuer
da el doctor Arturo Alessandrt en el
prólogo de la obra que comentamos—
fué quien mejor conoció y estudió a
O’Higgins en el siglo pasado. Debemos
ahora a su nieto la obra definitiva sobre
el Director Supremo del Estado. Eii un
estilo vigoroso, preciso, elegante, no sólo
hace revivir la figura del general y del
gobernante en toda su grandeza moral,
sino que nos muestra la génesis de la
epopeya de la liberación chilena, el am
biente poli tico-social en que se desarro
lló la vida del fundador de la nación
libre de Chile y su contribución ines
timable a la emancipación de los pue
blos sudamericanos en la gesta inmor
tal, al lado de lord Cochrane, San Mar
tín y Bolívar.
lib ro verídico, hondo, humano, que
acierta a pintarnos simultáneamente
una gran época y un gran hombre, que
en el ostracismo pudo escribir sin jac
tancia: “Conservo sólo mi honra, la me
moria del bien que alcancé a hacer, y
no me agita pasión alguna; antes de
vencer a mis enemigos aprendí a ven
cerme a mi miaño”. — Ftaurix A u n i
CUMBRES Y LAMAS, por Marco PaUis. Traducción de Mariano de Alarcón.
Editorial Sudamericana, Buenos Aires.
5SS páginas, t 16 m/arg. — Esta obra es
mucho más que el relato de dos nota
bles expediciones al Himalaya realizadas,
en 1933 y 1936, por el escalador de mon
tañas Marco Pal lis. En ia abundante li
teratura tibetana florecida en las últi
mas décadas esta obra constituye un
aporte de inapreciable valor. No se li
mita a la descripción de los paisajes
maravíUcsos, de las dificultades de una
ascensión que llegó a la cumbre del
Central Satopantli, a 22900 pies de al
titud. de la fauna, la vegetación y el
clima, de los pobladas, hábitos y modo
de vivir en aquellas misteriosas regiones;
el autor penetra profundamente en el
alma de los moradores del Tibet y, con
perseverancia y amor dignos de un neó
fito, concreta una admirable sintesis del
budismo tibe taño, a la luz de las doc
trinas que le inculcaron cuatro lamas
—el abad ermitaño de Lachhen, el lama
Dawa, tesorero de Spltuk; el lama pin
tor Korichhog Gyaltsan, de P'Hlyang, y
el lama Wangyal, de Drepung (Lhasa) —
al enseñarle los tesoros espirituales de
aquella Tradición, que es el camino per
el cual los peregrinos marchan a las
cumbres de la Sabiduría.
Unos capítulos dedicados al arte tíbetano y a sus relaciones con la doctrina
budista ayudan a comprender la reali
dad y el simbolismo de unos pueblos
cuyas vidas, influidas rarlaimente por
el sentimiento religioso, ejercen atrac
ción irresistible. Sobre el filósofo occi
dental.
Marco PalHs nos presenta asi un pa
norama integral, aprehendido luminosa
mente en el trato cotidiano con los la
mas, del Tibet y sus pobladores. Nume
rosas fotografías fuera de texto com
pletan de una manera plástica el fruta
.:
de tan interesante narración. — J. A_
N iv rn o
SUEVA HISTORIA DE SOLIVIA, por
Enrique Finot. Ediciones de ¡a “ Funda
ción Universitaria Patitio". Imprenta
López, Buenos Aires. 364 páginas. — Po
cas veces podrá decirse con mayor ver
dad que este libro del ilustre historiador,
parlamentarlo y diplomático boliviano
doctor Enrique Finot viene a llenar un
vacio. "Al publicar este libro —dice el
autor— realizamos una aspiración ali
mentada largo tiempo: la de ofrecer al
público una Historia de Bolivia breve
pero completa, que, abarcando todo el
proceso de la vida nacional, desde sus
orígenes, en un volumen manejable, per
mita formar una idea sintética y racio
nal del pasado de nuestro pueblo” . Asi,
esta "Nueva Historia de Bolivia (Ensayo
de interpretación sociológica) ” contri
buirá eficazmente al conocimiento “de
un país mal conocido y mal apreciado,
aun por sus propios hijos, a causa de ¡a
forma en que se ha escrito su historia”.
El trabajo de Enrique Finot no sólo
tiende á sistematizar lo escrito ante
riormente sobre la materia, esclarecién
dolo a la luz de testimonios fehacientes,
sino que, yendo más allá de la enun(Continúa en la página 24)
PROXIMAS
PUBLICACIONES
VICKI BAUM
ULI, EL ENANO
La u t o n i a a o f f i r u i a
CHRISTINE WESTON
INDIGO
C U f t i a n o s ea Sa b á l * .
Bota narria a i c s t n « l j i » p i i a
laa a i s h i t e r m * l « i a a te e e ie a tas de las em fU rtM rarfid as
« a al aatfcral i a la imiapen-
ROBERT WILDER
ESCRITO EN
EL V I E N T O
i l i e r t s i e ana ie e a i e n Ua
fam iliar Berna i a eplsaiftas aaiaaaa. Ea esto m t « U WiMer ra
peta cBplW sdw qaa la s it i a s en
prim era fila entre las esertu tes
n f it e e a e ili ansí
V. S. PRITCHETT
NADA COMO
EL C U E R O
b te U g a a te • b i e s s e , el Baetre
«eeabar aas i a «si «ata narria
s s traaa p>Ipil s ata i a r ié a sa«ial fasstaaa.
EDITORIAL
HERMES
D IstrftB M a ra e z r b i> v « < f u »
* » P » t t v , C h ite y C n i u j r :
EDITORIAL
SU D A M ER IC A N A
A L S O ÍA M
-
i A lie s
�r"
L IB R O S DE R E C IE N T E PUBLICACION
(Viene de la página 23)
LA IM PRENTA LOPEZ
\
es la primera organización creada en HispanoAm énca dedicada exclusivamente a la impresión
de libros. Su participación en la creación de la indu stria editorial argentina ha sido decisiva. Su nombre
como impresores, unido al de los editores, marca una
etapa culminante en la historia del libro argentino.
E l arte y la técnica de la I M P R E M I A LO PE Z
en conjunción maravillosa realizan el milagro de
producir las más bellas y cuidadas edicio
nes, tanto de lujo como populares,
a
precios
convenientes, pues
su especialización le per
m ite dar ca lid a d
sin aumentar
el costo.
IMPRENTA LOPEZ
A l servicio del libro
P E R U 666
Crítica
•
Literaria
(Viene de la página 22)
podría asegurarse— su filiación detectivesca
le sitúa entre los grandes obsedidos que
interrogan al misterio.
L a senda c a u d a , por Nyda Cuniberti,
Cuadernos de Saeta. Bs. Aires, 46 pági
nas. — Com o en su anterior presentación
— "L u n a b reve"— . Nyda Cuniberti aparece
en "L a senda c á 'id a " en decidida condición
de promesa. Inclinada hacia as formas clá
sicas del verso, su expresión es sencilla y
grave, y su tone acentuadamente meditativo.
En esta poesia sin artificio, su naturalidad
es ya un com prom iso de ajustamiento, de
vibración, de vuelo, para que el poeta m e
rezca el nombre de tal en su trascendente
sentido. Nyda Cuniberti es un poeta en
fcrm ación. Tcdo apunta en ella como para
prs fijar le un lugar d estacado en nuestra
literatura femenina. Pero su aparente sol
tura en el soneto está aún lejos de la forma
impecable. N o basta el respeto a la pre.
B U E N O S AIRES
ceptiva. -a propiedad de las ofice silabas y
la rima inobjetable: es necesario, además y
por sobre todo, trasvasar a la forma creada
esencias que le infundan vida.
Poique creemos estar ante un tempera
mento estimable, ante una vocación artís
tica capacitada para la obra pura, es que
nos detenemos a siñalar las características
de su momento actual, eligiendo especial
mente, como base efectiva para su elogio,
su actitud de poeta. Actitud que denuncia
el honrado fervor de quien encara sagrada
mente la existencia. Asi su voz. apagada en
la in'inuación confidencia, prefiere la frase
simple con depuraciones convenientes al
verso. Sus temas se atienen a idéntica mo
dalidad. reflejando la zona intima del indi
viduo, su dimensión relacionada a lo eter
no: aunque no siempre, de este propósito
e tético encomlable. se produzca la obra
lograda en confluencia de precisión y alien,
to. Tal, en síntesis, nuestra impresión sobre
"L a senda cá.ida" y su autora, promesa
aun, repetimos, con pruebas evidente: de
la integridad futura, su trascendencia que
alcanzará a corto plazo — deseamos no equi
vocam os— e limite ¡d ial en que se hará
visible su destino.
elación de los hechos, “es una manera
de ver y de comprender” la historia del
país hermano, es decir, “una interpre
tación, un propósito de análisis como
medio de enjuiciamiento".
La obra comprende desde la prehisto
ria boliviana, con los primeros habitan
tes del altiplano, hasta la reciente gue
rra del Chaco. Imposible destacar en
una breve nota los altísimos méritos del
investigador y del escritor, el enorme
acopio de documentación auténtica, la
serenidad de juicio, las galas de una
prosa siem pre fluida e interesante.
Cuantos quieran profundizar en el es
tudio de esta porción de Hispanoamé
rica cuya evolución tanto ha tenido que
luchar con un destino adverso, tendrán
que recurrir a este libro en que palpita
el alma de un verdadero sabio, a la ves
literato y patriota. — J . A . N avarro
LA TRAMPA HUMA
NA, por Sinclair Lewis. Traducción de Pe
dro de Olazábal. Edi
torial Castelar, Buenos
Aires. 2S0 páginas.
$ 6S0 m/argentina.
— Una nueva novela
de Sinclair Lewis es siempre, a la vez,
un deleite literario y para la imagina
ción. El reputado escritor. Premio Nóbel, dirige la linterna de su observación
a los ambientes más dispares y se com
place en situar allí a sus personajes
para expiar sus reacciones y contárnos
las con aquel fino espíritu, tan peculiar,
que es a un tiempo satírico y emotivo.
Ahora nos pinta las peripecias de un
abogado neoyorquino que tiene aficiones
de explorador y, provisto de un flaman
te y formidable equipo para la caza, la
pesca y la vida selvática, se lanza en
una canoa en busca de los rápidos del
Mantrap (Trampa humana), una espe
cie de carretera real, la gran carretera
de los bosques del alto Canadá.
Hay un fondo de satisfacción inge
nua, casi infantil, en esta nueva vida
que se impone Ralph Prescott a través
de los ríos y bosques, en la compañía
de los lnfaltables indios, conocedores de
aquellas regiones vírgenes o apenas fre
cuentadas. Y a cada memento, en las
inesperadas escenas que surgen en esa
zona terrestre —y, sobre todo, espiritual
— que está en las fronteras de la civi
lización y de la selva, asoma el humo
rismo burlón y humanísimo de fflneioi.Lewis para acusar los perfiles de los in
dividuos y de las almas. Y esta oscila
ción entre dos mundos presta punzante
interés al relato. — F er m ín A lenza
LA ULTIMA TENTATIVA, por Birger
Dahlerus. Traducción de Pedro de Ibarzábal. Editorial Sudamericana, Buenos
Aires. 164 páginas. $ 4 m/n. — Birger
Dahlerus no es un político, ni un diplo
mático. ni un periodista, ni un escritor
profesional. Es un ingeniero sueco, cuya
descollante posición económica al frente
de importantes compañías le vinculó a
hombres de negocios, políticos y gober
nantes de su país, Inglaterra, Alemania,
Francia, Holanda y otras naciones dé
Europa. Ante la inminencia de la segun
da guerra mundial, ya inevitable, surgió
el deseo, en un núcleo de personalidades
del medio industrial europeo, de intentar
una última tentativa para detener la ca
tástrofe. Birger Dahlerus íué el principal
instigador y actor de este conato al
truista y pacifista, destinado al fracaso.
Las páginas sobrias y sencillas de este
Ubro —verdadero documento histórico,
insospechado hasta el presente— descri
ben las febriles idas y venidas, entre
vistas y conferencias de Birger Dahlerus
,v de sus auxiliares en los días que pre
cedieron al estallido de la guerra. Goenng\ Hitler, Chamberlaín, Henderson,
Ríbbentrop, Halifax, Cadogan y otros
personajes que desempeñaron papeles de
importancia en el drama que tenia lugar
entre bastidores antes de iniciarse ls
tragedia de la conflagración mundial,
desfilan con sus palabras y can sus ges
tos, retratados con minuciosa realidad.
Goering y Hitler, principalmente, apa
recen en el desempeño de su triste ;
fatal misión, en escenas de un rigor
verídico extraordinario que ayudan a
esclarecer aquellos acontecimientos, gra
vísimos para la historia humana, que se
desarrollaron en Berlín y Londres en los
últimos días de agosto y primeros de
septiembre del año 1939.
— Ramón Escama
CABALGA CONMIGO, por Thomas B.
Costain. Traducción de María Luisa
Martínez Almorí. Ediciones Peuser, Bue
nos Aires. 643 páginas. 1 12 m/arg. —Un
nuevo friso de la campaña napoleónica,
todavía cautivadora y alucinante. Pero
esta vez no para destacar los rasgos épi
cos de la historia, sino para labrar mi
nuciosamente la vida de dos valientes
que, a pesar de su anónima modestia,
revelan el temple de los verdaderos
héroes.
Una amistad indestructible, forjada en
la camaradería de las batallas y en la
pasión por la libertad y por la patria,
une a Robert Thomas Wilson, el sóida-^
do que tuvo que combatir a Bonaparte'
en Francia y Bélgica, en Austria y Prusia, en Rusia y Portugal, y a Francis
Ellery, el periodista que recorre incan
sable los campos de combate tras la es
trella de Wellington, como corresponsal
del mejor diario de Londres. Uno y otro
pdfeeen la energía indomable de la res
ponsabilidad en el cumplimiento de su
deber y una generosa comprensión para
las debilidades ajenas. Uno y otro llegan
a la madurez y al primer declive hada
la AnHftniHaH con la satisfacción moral
de las almas nobles, exentas de baja
ambición, y con un irónico desdén hada
la falta de memoria de los poderosos.
Thomas B. Costain ha trazado un re
lato lleno de sugestión humana, cuyos
personajes ficticios, pero empapados de
realismo, entonan admirablemente con
el ambiente histórico, por cuyo fondo
desfilan las figuras inmortales de We
llington, Dumouriez, Home Tooke, Kutuzov, Walter Scott, los Lavalettes, Michael Bruce, etc.
Ramón Escairí
PAUL ET VIRGINIE, por Bemarii*
de Samt-Pierre. Texto francis. Veinte
ilustraciones de Ñorah Borges. Editorial
Poseidón, Buenos Aires. 224 páginas
S 25 m/arg. — La Colección Aurea, que,
en los pocos volúmenes apsirecidos hasta
ahora, ha reunido méritos suficientes
para acreditarse entre los bibliófilos, b3
exornado el Ingenuo y sugestivo relato
de Bemardin de Saint-Plerre, manantial
primario de todo un caudaloso afluente
del romanticismo, con ilustraciones he
chas ex profeso por Norah Borges. la
notable pintora argentina En esa vein
tena de interpretaciones plásticas de
momentos de la difundida novela —unas
en suave grisado y otras a varias tin
tas— la artista ha realizado una primérosa obra de adaptación, de simplicidad
y de belleza plástica. Con esa sencillez
de lineas y dulzura de tonalidades que
a menudo tiene el encanto de los Pri‘
mitivos italianos y que da singular Va '
sonalidad a Norah Borges en las moder
nas tendencias del arte nacional, ha sa
bido presentar los principales pasajes de
“Paul et Virginle” en una forma llena
de espiritualidad y de gracia que no des
deña el simbolismo y conserva la emo
ción de las tiernas figuras del relato.
Todos los detalles de presentación
volumen, papel, caracteres de imprenta
grabado, encuademación, acusan el buen
gusto y la cuidada prolijidad con que ls
Editorial Poseidón ofrece los libros de
la colección ya citada, impresos en los
Talleres Gráficos de Sebastián de Amorrortu e Hijos, que son un regalo par*
los ojos y un honor para las artes grá
ficas de nuestra patria. — Jorge A. Cas
tellanos
i
�25- CABALGATA
ASABAN de APARECER
,
LAS
FOGATAS
y del de todos los niños d el mundo
nacidos en situación sem ejante a la
suya y que pueden lleg a r a co n v e r
tirse en gente siem pre disconform e.
Aquella con ocida frase' de Strind
berg — “ una naturaleza q u e vegeta
en 1a timidez y el ham bre” — resu
me su dram a. . . y e l de m uchos.
Varias obras d el autor sacudieron
a la sociedad de la época. Strindberg
conm ovió a Suecia tanto co m o R ous
seau a Francia. Siguió los principios
de este otro niño sufriente, y, com o
él, preconizó el retom o a la natura
leza para m ejorar al hom bre. El
h o m b r e nace fundam entalm ente
bueno y sólo lo con vierten en m alo
■
-
•• -
D E SAN J U A N
¡ EN UNA P E L I C U L A A R G E N T I N A
i
por LUCINDA DE AGRAMONTE
las desigualdades sociales. Esta p o
sición ideológica fu é una etapa d e su
fluctuants vida. De h om bre de sen
tim ientos prim arios se transform ó
luego en un aristócrata de la inteli
gencia, hasta llegar después al m isti
cism o, pues de sus dram as históricos
se desprende la idea d e que el m u n
do está gobernado p or fuerzas supra
sensibles. Y al iniciar esta tercera
etapa escribió, en 1888, “ La señori
ta Julia” . Y a no sentía, entonces, el
doler candente d e su con d ición ori
ginaria y la obra fu é co m o una su
peración de sus años infantiles. P ero
al idearla in virtió el orden de los
factores y en “ La señorita Julia” es
un inferior, el sirviente, quien sedu
ce a la dama d e buena posición. Q ui
zás esta pieza sea el resultado d e una
elaboración subconsciente de los
sueños d e superioridad d el p ropio
Strindberg, pues el autor no alcan
zó nunca esa paz espiritual que es
necesaria para ser m edianam ente
feliz. Nletzscheano en su con cep ción
del m atrim onio, buscó tranquilidad
en la unión co n una m u je r. . . p ero
se casó tres veces y otras tantas re
solvió separarse. Y m u rió en angus
tiosa soledad el 14 de m ayo d e 1912.
*
Amalia Banca y Altarte Clota», an mi
interpretación i t "L a «añofita Julia".
.
8
*
»
‘
Este es el com p le jo autor cuya
obra dramática más con ocida será
llevada al celu loid e en nuestro país.
L os directores-adaptadores han re
estructurado un lib ro de los llam a
dos “ d ifíciles” , ya qu e se v ieron en
el riesgo d e m anejar todos los ele
mentos que constituyen el proceso
p sicológico de “ La señorita Julia” . Y
ante la máquina m ueven a los perso
najes, unas veces en interiores, otras
en exteriores d e m u y com plicada
disposición. Tam bién han m ateriali
zado los sueños d e la protagonista.
Y el descenso psíquico de Julia — la
dame seducida p o r el sirviente— se
desarrolla en un pantano: allí, sobre
el agua cenagosa, bailan las hadas de
la leyenda sueca y a llí se sumerge
Julia hasta m o rir. . .
La acción ha sido localizada en
un pu eblo del norte d e Suecia, d on
de la aurora boreal llega una vez al
año. Y llega, casualmente, el día de
San Juan, día sin noche. Y el pueblo,
para celebrar al santo y a la na
turaleza, rodea las fogatas y lo s m ú
sicos tocan sus instrum entos y la
gente aplaude acom pasadam ente y
las parejas más entusiastas bailan
alrededor de un palo que luce cintas
m ulticolores.
L os directores han dispuesto de un
escenario de dos manzanas d e te
rreno, d on de se reconstruye el pue
blo. En prim er plano, y a la derecha
de la cámara, están las casas del lu
gar, en cuyas puertas y ventanas se
agolpen lo s m oradores. A la izquier
da, un grupo num eroso d e aldeanos
aguarda la llegada de los m úsicos,
que se instalarán en un tablado. Una
empalizada, co n portón d e acceso,
separa al p u eb lo de una gran plaza.
A llí, al fon d o, está reunida la m u
chedum bre. Chicos, grandes y v ie jos
bailan tom ados d e la m ano, alrede
d or de tres fogatas. Estas son atiza
das p or los aldeanos, que en su ale
gría infantil quieren más ca lo r y
más luz. L os m úsicos recorren la
plaza tooando sus instrum entos y se
guidos p o r la gente más entusiasta.
A traviesan el portón y mientras se *
instalan en la tarima, se sum an a la
m ultitud los aldeanos que esperaban
im pacientes la llegada d e los m úsi
cos. Entonces las parejas se organ i
zan para danzar al son de aires p o
pulares suecos.
M over trescientos extras en pla
nos de tan am plia perspectiva, no es
tarea fácil. A las dificu ltades p ro
pias d e esta clase de obras se agrega
el variado en foqu e d e las hogueras,
de llam as tan caprichosas q u e en un
instante podían am ortecerse. Pero
los directores han sabido preparar
bien la escena y ensayar sin descan
so a les extras inexpertos y m o v e r la
lente cuantas veces ha sido necesa
rio para que ningún detalle plásti
co se pierda. Después de dos horas
d e trabajo p re v io , a las 24 d e una
cálida noche de fe b re ro realizaron*
la prim era tom a. Y entonces el cro-^
nista pudo advertir qu e les d irecto
res habían trabajado co n un equipo
consciente y 'bien disciplinado, he
ch o a cu m p lir estrictam ente las ór
denes recibidas.
¿C uál será el resultado final que
se logre con “ El p eca d o d e Ju lia?”
Nadie, ni los p rop ios directores, p o
drían adelantarlo. T odavía falta el
encuadre últim o, qu e dará ritm o a
la p elícula en con ju n to. P ero ju sto
es consignar que no se ha om itid o
ni esfuerzo ni gasto y q u e los reali
zadores han puesto su talento y su
energía al serv icio de la obra de un
gran escritor escandinavo. C om o que
de los escandinavos, ex clu id o Ibsen,
nadie aventajó a Strindberg en la
atención que el p ú b lico cu lto le dis
pensó, tanto en E uropa c o m o en
A m érica, a fines d el siglo pasado.
LEONARDO
DA
V l N C I
Por ANTONIO R. ROMERA
Encuadernado: $ 10.—
Se concreta en este libro ana
silueta vigorosísima del porten
toso Leonardo, en lo espiritual
y en lo plástico. Su alma pri
vilegiada es e v o c a d a en la
inaudita variedad de sus activi
dades, como físico, matemáti
co, h u m a n is ta , director de
construcciones militares, y co
mo pintor que dió arrollador
impulso al arte de su época. Y
en una nítida sucesión de lá
minas en negro y ?. todo color
r e p r o d ú c e n s e fielmente los
principales ó l e o s , dibajos y
pintaras murales que van se
ñalando la trayectoria del ar
tista. Con 57 g r a b a d o s en
negro y 4 en color.
P A P A Y DESCEN
DIENTE GLORIOSO
Por PARDEE LOWE
* 7.—
Ejemplar interesante del sin
gular humorismo de Pardee
Lowe. Es la novela de un nor
teamericano oriundo de C h in a
y educado en su infancia en
este país, pero que desarrolló
su madurez y sus negocios en
la tierra del dólar. DESCEN
DIENTE G L O R I O S O es el
nombre del hijo mayor, a la
usanza china. El contraste de
la doble formación espiritual
de esa familia da lugar a un
análisis «psicológico de cauti
vante atractivo, expuesto con
delicada finura, no exenta de
ironía, y que nos permite pe
netrar en las costumbres de
las multitudes chinas radicadas
en Norteamérica.
Pertenece a la Colección "L A
C A R A B E L A EN EL RIO” ,
en la que últimamente apa
recieron:
EL P A V O R E A L
BLANCO, por D. H.
Lawrence .................... $
EN LUCHA INCIER
TA, por John Steinb«<* ................................ „
EL NOVELISTA, por
Ramón Gómez de la
Serna .............................. „
PAN Y VINO, por Ignazio Silone ................ „
EL HOMBRE PERDI
DO, por Ramón Gó
mez de la S e m a ............ .
8.—
6—
6.—
7.—
7.—
P ID A E ST O S L IB R O S A LA S
B U EN A S L IB R E R IA S O A LA
EDITORIAL
P O SE ID O N
PERU 973
Buenos Aires
%
wm w m u w m m
ARIO S offici y T ulio D em ichelle están -film an d o “ L a seño
rita Julia” , de Strindberg, en
Estudios San M iguel. L os directores
han preparado la adaptación de la
obra más celebrada y m ás discutida
del autor sueco. Ciertam ente, es ta
rea difícil urdir una película con tan
amargo asunto y d e un autor, adem á s , dolorosam ente atorm entado,
pero S offici y D ítnichelle son d e los
directores más- indicados para reali
zarla, ya que en “ C elos” dem ostra
ron su pericia en e l desarrollo cihematográfico de un tema pasional.
El asunto de la nueva película,
cuyo tiulo será “ El pecado d e Ju
lia” , se puede sintetizar en pocas,
poquísimas palabras: se trata de una
muchacha de cierta posición social
que se enamora de su m u c a m o . . .
Dicho así, todo p arece m uy sencillo
y casi sin hondo interés hum ano.
Pero si pensamos que el autor de la
obra fué Strindberg, no podem os m e
nos de recordar que nació d e la
unión de una m edre, sirvienta, con
un padre, arm ador d é barcos.
Strindberg, niño, d ebió v iv ir y su
frir en una sociedad profundam en
te dividida en clases. Ese am biente
le fué hostil y de ahí q u e él resul
tara un inadaptado. En esa pena ín
tima se inspirarán varias d e sus
obras. De 1886, en efecto, data una
novela autobiográfica: “ El h ijo de
la sirvienta” , expresión d e su d o lo r
M
�(ABAMTA -26
Burladero
Por El Hondero Irónico
AJEDREZ
CO M BINACIONES T
ERRORES
INM ORTALES
S A N REM O (1330)
“Un adulto —ha dicho alguien— es un
hombre que ha dejado de crecer por los
extremos y ha comenzado a crecer por
el centro.”
*
*
*
*
*
Súbitamente, el campesino que tomaba
el fresco a la puerta de su casa se vió
interrogado por un corpulento mozaneón que se cubría la cabeza con una
gorra galoneada:
—Soy uno de los celadores del cercano
manicomio y voy en persecución de un
loco que se ha escapado. ¿ le ha visto
por aquí?
El interrogado, tras un corto instante
de reflexión, preguntó:
— ¿Qué aspecto tiene?
—Es muy bajito —expresó el celador—,
muy delgado y pesa unos ciento veinte
kilos.
El labriego abrió lo6 ojos de par en
par y exclamó:
—¿Cómo puede ser tan bajito y delga
do y pesar ciento veinte kilos?
— ¡No sé a qué viene ese asombro! —
replicó furioso el celador—, ¡Ya le dije
que está loco!
su Dama. Para qué un tugar tan lejano
se verá.
R7T
Si 1 . . . RSC se gana en seguida la Gama
negra con 2 .A 3 C j .
Negras: Monitcelll
2.
3.
4.
*
C u a n d o —hace ya de esto m u ch os
años— don Mariano de Vedia dirigía el
árgano oficial “ Tribuna”, se veía conti
nuamente asaltado por incansables pe
ticionarios, que acudían como moscas en
procura de un puesto tan poco trabajoso
como bien rentado. Pese a todas las ór
denes del bueno de don Mariano, siem
pre se colaba alguno de los amansados,
capaces de cazar a la espera al mismí
simo Job, cuya paciencia superaban y
con cuya p a c i e n c i a eran capaces de
acabar.
Cierto día que el director bajaba ya
las escaleras, con dirección a la calle,
vió llegársele un desconocido, que, des
pués de saludarle cumplidamente, le pre
guntó con la mayor amabilidad:
— ¿Está el sefior don M a ria n o de
Vedia?
—Va bajando —contestó f i l o s ó f i c a
mente el aludido.
—¿Bajando? —inquirió el recién lle
gado, quien descendió lo subido volvién
dose hasta la puerta de la calle, donde,
al no ver a nadie, preguntó de nuevo al
informante:
—¿Dónde está?...
— ¡Se fué! —terminó don Mariano,
yéndose...
Por
Francisco BenkÓ
D7T j .
D6CR J .ü
A8CÜ
R mueve
R mueve
.........
Esta es la clave. La Dama no tiene más
que una jugada:
4 .........
5 . ASA1I
D2R
¡Mate a la dama!
i
* * *
—Fijaos —le señaló un adulador a
Cromwell —cuán grande es la multitud
que ha acudido a gozarse en vuestro
triunfo.
—La misma —replicó el austero pro
tector— que hubiera venido a verme
ahorcar.
( Viene de la página 2)
es difícil situarle. "Y o estimo —ha dichoque la pintura de Grcmaire exige que se
la mire dos veces. Y con esto es un elogio
lo que hago de Gromaire."
a Inaugurada sedentemente, la Galerie Di
na V ie m y se ha apuntado ya un gran éxito
con su exposición de cbras de Mailol La
antigua modelo del gran maestro ha reuni
do obras de gran ínteres.
a El semanario "L a Batailie” ha organizado
una exposición de cuadros y dibujos de
su- caricaturistas e ilustradores. Entie los
expositores han
figurado Don, Aldebert, Dubout,
Peynet. Sennep,
Sen. Touchgues.
etcétera.
Un final tan difícil como instructivo y
bonito.
a "Editions des
Portes de Fnnce"
acaba de publicar
'•Polyoephale“, d:
Ramón Gómez de
la Sema.
PROBLEM AS T FIN ALES
PROBLEM A NV 16
H. Johner
Blancas: E. Bogoljubov
SCH W EIZER ILXUSTRIERTE (1941)
B l a n c a s : R3TD, T5TR, A2AD, A8TR,
P4CD (3).
JU EG AN L A S N EGRAS
En esta posición, en la cual el ataque de
las Negras parece detenerse por el rechazo
de un Caballo, las Negral encontraron una
form a m uy bonita para rematar la partida.
i...
2TxC
3,R x T
« R IA
C7R J .ü
T8AJ.H
DST j .
CSC m a te »
¡M A T E A L A D A M A !
Presentamos hoy un bonito fina: del com
positor d t finales H. W lekowlak, quien con
un poco de injusticia es poco conocido, a
pesar de varias obras de arte que ha com
puesto. Veamos el final siguiente:
B . Wlekowlak
DEN KEN UND R ATEN (1334)
F IN A L N» 8
A . A . Trottzky
SC H AC H M AT N Y LISTO K (1923)
Blancas: R1AR. C3D, P6AD (3).
Juegan las Blancas y ranas
El único camino para ganar parece ser, a
primera vista .dar mate a su Majestad, el
R ey Negro Sin embargo, todas las tenta
tivas serán infructuosas. Hay que ganar
primero la dama: pero, ¿cómo?
1.D4RÜ
.........
Esta jugada es incomprensible, si uno no
la entiende en su conjunto. Las Blancas
buscan ganar con jaque la casilla 8CR para
Ramón Gómez de la
Serna
libro de Leopold S tem
fan Z w e ig " y la última
lista. “ El Br ai l. tierra
a Con motivo
del aniversario de
la muerte de Stefan Zweig, el es
critor L*o Poldes
ha presentado en
el 'Taubourg" el
‘X a muerte de Stecbra del gran novedel porvenir".
a Fundado por "France-Soir” y las Edi- ¡
tions de la jeune Parque, en recuerdo del
gran reportero Claude Blanchard el premio
Ciaude B anchard será atribuido este ano el
miércoles 30 de abril. Este premio, de un
valor de 80.000 francos, es concedido a un
joven novelista francés por una encuesta o
un reportaje publicado en la preñ a (pero
nc en librería) o todavía en manuscrito.
* * *
Visto y oido en el Casino de Mar del
Plata, sección “ recreos” .
Un obstinado caballero, de largo mos
tacho blanco y pulquérrimo atuendo, se
empeña en apostar a punto frente a una
bella Jovendta que no hace más que dar
banca tras banca. Al décimo pase, el
anciano cabañero, agotados los cuarenta
mil pesos que constituían su resto del
día, se incorporó con una graciosa son
risa pora su bella contrincante e inició
la retirada, cuando una dama, testigo
de todo tí lance, no pudo menos que
decirle:
—Cuántas emociones™, ¿no es verdad?
—Señora —sonrió tí hidalgo—, a los
ochenta y tres años de edad ya no se
sienten emociones, ni de éstas ni de las
otras...
— ¡Pero perder tanto din ero!...
—Plata ajena, señora..,
—¿A jen a?...
—Sí, de mis herederos...
CARTA de FRANCIA
Negras: R6TR, CID. P6TD. P5AR, P7TR (5).
Juegan las Blancas y hacen tablas
a Puede decirse que actualmente en Fran
cia el partidismo político lo invade todo un
poco, incluso los dominios del arte. Un nue
ve caso lo ha confirmado asi con ocasión
de ‘a adjudicación del Premio Louis Delluc.
de cinematografía, que es considerado aquí
como el "Goncourt del Cinema”.
E 'te premio s» diferencia de los literarios
en que las deliberaciones son públicas y
pueden asistir los periodistas a ellas. La
reunión de este año comenzó ya mal, abo
feteándose do- periodistas: Henri Jeamon,
miembro del jurado y uno de los principa
les animadores
del cine francés,
Jean Queval. A
juicio del jurado
se sometían prin
cipalmente las si
guientes obras:
"L a Bella et 1*
Bete", "Le*
tes de la nurt .
"Farrebique ,
"U n revenaBt",
"Le pere tranquiIle". l e
pay*
sans étoBes”
Pero la P«na
quedó en seguid*
reducida a L*
Bolle et la Bete_,
Jean Cocteau
de Jean Cortean .
y "Les portes de
la nufi” - de Carné, siendo fina mente ele
gida la primera por once votos contra neje
Pero las opiniones se dividieron más bim
de acuerdo con las opiniones polltWs dei
jurado, que sobre el verdadero valor cine
matográfico y artístico de la obra. Los B¡®‘
derados votaron por Cocteau, los radicales
por Carné.
,
. . _
"L es porte; de la nuit" habla dado y*
lugar a algunas manifestaciones hostiles
rante su exhibición en una sala de os Lam
pos Elíseos. Carné ha exagerado un P°<®
la interpretación del tema. E¡ una pehcuj
de un cierto carácter social donde se
renta con la más viv» simpatía a toaosi **
trabajadores, al mismo tiempo que a tolo»
los otros per onajes se les muestra bajo
aspectos más siniestros. Es esto lo que
influido sobre algunos Para pronunetane
en contra de "Les portes de t nina,
pesar de su verdadero valor artístico.
a En Toulouse, organizado por el M. UC N. T ., se ha celebrado una esposio»
de arte español. En realidad, no ba
’
en muy buen lugar éste rj se exceptúan
cuadros de Picasso y Juan Gris. Casi too
los demás expositores no entraban en
cualidad de pintores, sino de aficionan
Sin embargo, estaban ausentes artistas
pañoles de la categoría de D o m ín g u e z . *
res, Rebull y a gunos m is que tienen J
una gran personalidad.
a Han -ido, finalmente declarados
tes el dieciséis sillón de la Academia
cesa, que ocupaba Charles Usurrss. T
dieciocho que ocupaba el mariscal r e
Es todavía prematuro opinar sobre qui
ocuparán eso: puestos.
■
• Les Editions Universítaire* d« J i m *
oreparan un "Panorama general
Francaises” (Anuario 1947-1948). <Pj* des
publicado bajo el patronato de Societe
Gens de Lettre*.
É
�27 - (ABARATA
Por El Hondero Irónico
•
__ . . . . . __________ ____
Cierto día, un músico joven recién in
gresado en la BBC se sorprendió al com
probar que Toscanini era casi comple
tamente ciego.
—¿Cómo es posible que djrtja asi, sien
do
corto de vista? —le preguntó a
un compañero, viejo músico harto de
ver glorias y soportarlas.
__Eso es, amigo —le contestó el inter
pelado—, porque hay dos clases de di
rectores: los que tienen la partitura en
la Qtthpgg y los que tienen la cabeza en
la partitura... Toscanini es de loe pri
meros.
1
*
j
— . . . Y (hora, muchacho*, ao4a de charin y o trobojor, qu el señor mieitfro píen** llevarte *g ú « recuerdito de tu visita.
iK kiio per Oski.)
f
í
I
*
*
En el vestíbulo del Egypüan Theater
de Hollywood hay un famoso pozo en
cantado al que puede confiarse cualquier
clase de anhelos. Todo aquel que quiere
usar de sus mágicas virtudes no tiene
mág que arrojar un centavito en su in
terior y expresar en voz alta o baja —
eso depende, como es natural, de la ín
dole de lo que se va a decir— su deseo.
No hace mucho, uno de los espectado
res, al salir del teatro, se acercó al bro
cal del mágico pozo y, tras de arrojar
su óbolo, expresó en- el tono más fer
voroso:
— ¡ Desearía. . . no haber visto esta
película 1
*
*
*
Y, tratándose de cines en los que se
ve, no lo que se quiere, sino lo que le
dan a uno, recordemos aquel anuncio
de un sincero empresario neoyorquino,
quien puso sobre la boletería el siguien
te aviso: “Como siempre, dos películas:
una interesante y la otra para dormirse".
*
*
*
y, como Índice de lo que es una ca
rrera cinematográfica, aquí tenemos es
ta confesión de Bob Hope: “Me parece
que no voy demasiado bien, pues los
productores, cada vez que me felicitan
golpeándome en el hombro, desde hace
algún tiempo a esta parte lo hacen más
fuerte y más abajo.. . ”
*
*
*
“ Un propagandista —dijo un filóso
fo— es una persona dotada de un gran
sentido del ru m or...”
*
*
*
El visitante al viejo mayordomo:
—Parker, ¿hace mucho que sirve a la
familia?...
—Si, milord. . . En este momento me
hallo al servicio de la tercera degene
ración...
* * *
El arte de vender puede alcanzar los
más exquisitos matices. Véase lbs sutiles
consejos de un comerciante de óptica
neoyorquino a su aun ingenuo vástago:
—Hijo —silabeó el astuto papá—, en
cuanto hayas preparado las gafas y sa
tisfecho los deseos del cliente y éste te
pregunte el precio, le dirás: “El precio
son diez p esos...” , haciendo una ligera
pausa para ver si parpadea. Si no par
padea, añades: “Por la armadura. Las
lentes valen diez pesos...” . Aquí harás
otra brevísima pausa y, si tampoco par
padea, añades ya firmemente: “Cada
una” .. .
★ * *
Whisüer, el famoso pintor norteame
ricano, se despachaba cierto día con la
más terrible sañq contra el no menos
famoso crítico John Ruskin, por quien
sentía una animosidad tan grande que
lindaba con lo patológico. Uno de los
presentes no pudo menos que interrum
pir al maldiciente con las siguí en ta» pa
labras:
— ¿Por qué ensañarse asi con un po
bre anciano que tiene un pie en la se
pultura?
— ¡No es ese pie el que me molesta! —
contestó el Implacable fusügador.
��29- (ABARATA
Balendaga: Corto bolero y
falda drapeada a un costado
en lana celeste humo, acom
pañadas de blusa de crepé moa
ré negro.
laumcmdreu: "Tailleur" d© corte sencillo en "lainage", con gran bolsillo y "paño manchón" en
"renard" negro. Sombrero de topé negro con
plumas hacia un costado.
Martin: Modelo de traje de tarde en crepé azul
Francia, con recortes que forman capa y ter
minan en "c o r s a g e ”. Una banda que cae y
ciñe la cintura se desliza en caídas plegadas
hacia el costado.
Puños y "basque’' plegada de astra
cán negro en un dos piezas de lana verde.
B ru y ére:
Chaumont: Original corte simulando
"écharpe" y continuándose sobre las
anchas m an gas en un m o d e lo para
'cocktail" en crepé gris rosado.
Worth: Lanilla beige y marrón en este mo
delo de cortes oblicuos en el "corsage" y
sobre la cadera; botones dorados.
Madeleine Decié: T a p a d o de e le g a n te
corte en vicuña beige, con botones de
pana marrón,
Agnés Drecoll: "Tailleur" de gabardina de
lana azul; tapas dobles en los bolsillos; m *
botones plateados y blusa roja.
�ARNEGIE H all” es una
película d e extraordina rio v a lo r m usical que
Artistas U nidos ofrecerá en bre
ve, en Buenos A ires, com o prim i
cia m undial. Será estrenada, si
m ultáneam ente qu e en nuestra
ciudad, en París, Londres y otras
4 4
I
desfile d e u n conjunto
deslumbrante de celebri
dades del mundo de lo!
sonidos en la hora actual,
tales com o Leopoldo Stokowski, Walter DamroschBruno W a lter, Charla
Previa, Arturo RodzlusB.
el co ro del Vaticano, Jascha Heifetz, Lily P»»
A rturo Rubinstein, J 8B
Peerce, Ezio Pinza, Gngor Piatigorski, Rise Sfevens, el quinteto de Jo*1®
Corigliano, la orquesta de
Vaughn Monroe y °toa£'
CARNEGIE
grandes capitales.
El film , qu e ha sido d irigido
p or E dgar G . U lm er, presenta, a
través d el relato d e une m ujer
hum ilde, encargada d e la lim pie
za d el “ C arnegie H all” , la histo
ria artísiea de esta fam osa sala
Brasa Walter, dirigiendo al Preiedio da
"Lee M m h N Castores", de W agsar.
Presta más interés al
film el hecho de haber ®
do rodado en*la P1^
sala “ Carnegie Hall J
mediante un sistema de
sonido esterofónico,
retransmite perfecta®en-e
la incomparable acústica
de dicha sala.
�1 2 3 4
5 6 7 8
9 10 11
PALABRAS M D A S : Problema N; 12
UBAMTl -31
v e r t ic a l e s :
l. — Pez acant o p t e r i g i o co
mestible de 3
m. de la rgo.
E q u i p o . 2. —
Diosa fenicia. 6?.
3. — C o n t r a c
ción de preposi
ción y artículo.
Emperador ro
mano. Naciones
Unidas. 4. —
C onsonante. 1.
Real Fuerza Aé
rea. 100. Nada.
5. — Cien. Pre
posición. Punto
fijo desde el que
se inicia el cóm
puto de los años.
Cinco. 8. — In
dividuo de raza
persa asentado
en la India. In
clinar la proa
hacia la parte
de donde viene
el viento. 7. —
U ltim a letra.
P r im e r a letra.
Guisó. 50. 8. —
Consonante. In
cógnita. Olfatee.
V000. 100. 9.—
L a t i e r r a del
Pairo López Lagar
mago. Conjunto de partículas de piedra. Contracción de prepo
sición y artículo. 10. — Dios de la guerra. Mes. U. — Airea.
Limpje.. HORIZONTALES: I. — Enlazar una cosa con otra.
Consonante. Frasquito. II. — Uno, impersonal. Huella del rio.
Emperador, m . — Uno. 1. Consonante. 10. Nota musical IV. —
Famoso pianista Para agarrar. Amarra. V. — Rio de
Cataluña. 1. Rece. VI. — Desgasta. Adelante. VH. — Estado de euforia y equllifario mental entre los griegos. VIH. — Primera parte de una ezpresión familiar
que denota tiento y contemporización. IX . — Dejo de ser. Cien Postrer signo del
alfabeto. MU. Asi. X . — Atolón del Pacifico. Valle. Labre. X I. - Simio. Erre. El
amor de Daínls.
(ABALÍATA
Registro de Propiedad Intelectual N9 218.894
Secretoria d a Hadaedóor-Garaata: JQAJf MSBU
Redacción. Dirección.
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REPUBLICA A R G E N T IN A
u ék m ctU m de C A B A L G A T A na se Lace
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san en las colaboraciones firmadas- No de
vuelve os o r i g i n a l e s no solicitados, ni
JKnntieB* correspondencia con los colabora
dores espontáneos.
Se publica el segundo y cuarto martes
de cada me?.
Precio del ejem plar: S 0.40 m /arg.
S U S C R I P C I O N
Argentina: Un afio .............. $ 8.20 m /arg.
Seis meses ........ 4.30 m /arg.
Extranjero: Un afio . . . . Dólares U.S-A. 3-50
e n m u u . <B)
CORREO
ARGENTINO
D I S T R I B U I D O R E S
Capital: Silvano Machi, Independencia 2877
Interior y exterior:
Distribuidora Triunfo S. R. L.
Rosario 201
FRANQUEO
PAGADO¡
CONCESION H* 3799
TARIFA
REDUCIDA^
C O -C E « C *
1Z0S
BOLETIN DE S U S C R IP C IO N
Selariél al Colearse:
“ Ojo, cabalgateños”
N! 10
La composición gráfica estaba com
puesta con recortes de las láminas su
plementarias en color: “San Jerónimo”,
de El Greco, y “Danzarinas” , de Edgar
Degas, Incluidas en los números 5 y 6
de CABALGATA, respectivamente. De
este concurso hemos recibido gran nú
mero de soluciones, que denotan la
buena memoria de nuestros lectores. El
primer premio, de $ 20.— m /n , corres
pondió a la señorita M. Cristina Carre
ras, Necochea 1790, Avellaneda, P. C. S.
Los seis segundos premios, que consis
ten en una suscripción a cada uno a
C abalgata por seis meses, corresponden
a Juana Elida Anea, Independencia 2788,
Capital; Leonor Garay Castro, 61 N? 387,
dto. A., La Plata, P. C. S.; Ida A. de
Albertazzi, Av. Julio María Sosa 2337,
Montevideo (Uruguay); Beatriz C. de
Morando, Pasco 221, T> C., Capital; María
del Carmen Larralde, Bdo. de Irigoyen 1556, Capital, y Adela P. de Coni,
Salta 1188, Capital
PALABRAS C R U Z A D A S
S o lu ci ó n al p r o bl e m a
1
2 3 4 5 4 7 8 9 1 0
11
II
8 te n o r ............................................
(EN LETRA
DE
IM PR EN TA)
Dirección ..........................................
se inscribe o CABALGATA por el
periodo de un año * seis meses y
ai efecto acompaña el importe de
* *#>, * 4JO. Dólares 3Ó0 O. S. A.
■j¡
cheque, bono postal a su orden.
• Tachar la condición qu e no Be utilíce.
¿Cómic» e trófico?. . . ¿Actor teatral o cmemetogrófice?,. .
U «otadéa m i **>H <f>t
�*
■
OLIVIA DE HA Vi LLANO., ponedero dol premio Oseor por w «fcrt t " U t r m o s do
(Foto
-¡■-i f
J. 8ATLLE PLANAS, RedioproKe porteo ico.
^
v- -
*■
(Témpero)
nrni i •
'-*■*£
1936.
rmoK
-
-
■ «
LIZABETH SCOTT, gron reveloción en el film
Panmosnt "El extraño amor de Martho Iver»
LINO E. SPILIMBERGO.
Cein (Temple) 1931
LECTOR:
Reclame con este número la lámina su¡dementaría en color Huerto florido” , de Van Gogh.
. ¿e?.. •,.»
�
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Title
A name given to the resource
Cabalgata
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1946 - 1948
Rights
Information about rights held in and over the resource
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Language
A language of the resource
Español
Description
An account of the resource
Ejemplares 1 a 21 de los años 1 a 3 de la revista Cabalgata, publicados entre 1946 y 1948.
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A name given to the resource
Cabalgata
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Año 2, no. 12
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Buenos Aires, 25 marzo 1947
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Español
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Saavedra, Juan
León, María Teresa
Yamata, Kiku
Adams, Charles
Freitas, Newton
D'Urbano, Jorge
Sinclair, George
Mackinder, Halford
Otero Espasandín, José
De Farge, Gastón
Rinaldini, Julio
Brughetti, Romualdo
Mirlas, León
González Carbalho
Yamata, Kiku
Agramonte, Lucinda de
-
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774d078688374ef862e4937e88f0aaea
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8de90aee6539fa3304208d99ca9a2920
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�2
creído, de 1940 a 1944, “ au-dessus
de la m elée” .
C on el título da “ No habrá m,
“ affaire” R om ain R o l l a n d” , i0s
m iem bros del Com ité Nacional de
Escritores, m ejor dicho, su Comité
D irector, han publicado un comuni
cado en defensa de la memoria de
Rom ain R olland y protestando por
los con ceptos vertidos por J e a n
Paulhan. El docum ento está suscri
to por Cassou, Martir.-Chauffier
V ildrac, Fum et, Queneau, Aragcn,
Jean-R ichard B loch, Ivonne Desvig-
El viento de lo libertod soplo también en Indochino. Le República de Vietnom, bajo la dirección del doctor Ho Chin Mmh, lucha
por hacerse independiente de Francia. He oqui d mercado de Klongkong, la antiguo ciudad rea!, donde puede admirarse la
interesante mujer vietnamesa.
N unas declaraciones
hechas al sem anario
"L e L itteraire” , con
m otiv o d e su separación
d el C om ité N acional de
Escritores, Jean P a u l h a n
h abría d ich o lo siguiente:
“ R om ain R ollan d tra icio
nó, en 1914, la causa de
Francia, de la m ism a m a
nera qu e su am igo y dis
cíp u lo, C hateaubriand iba
a h acerlo en 1940: h u y ó a
Suiza” .
Esta d ecla ra ción p r o
d u jo asom b ro e indigna
ció n al p ro p io tiem po, en
tre los num erosos escri
tores fran ceses am igos de
R om ain R ollan d. L a v iu
da del gran escritor se
en cargó de con testar a estas a firm a
cion es, en e l m ism o "L e L itteraire” :
“ R om ain R olla n d no h u y ó a Suiza en
1914. C uan do la guerra estalló se en
con traba y a allí, a d on d e su salud
le ob lig a b a cada año a trasladarse.
Iba a cu m p lir los cuarenta y nueve
años y n o era m ov iliza b le. N o hay
nada en “ A u-dessus d e la m elée”
qu e haya p od id o traicion ar la causa
d e F rancia, s i n o al c o n tr a r io . . .
Chateauibriant no era el “ d iscíp u lo”
d e R om ain R ollan d ; é l m ism o lo d i
ce en su lib r o “ L es Pas on t ch anté” ,
en e l ca p ítu lo q u e con sagra a sus
recu erd os sobre R om ain R ollan d y
q u e termina h ab la n d o d el abism o
qu e le separa d e su a m ig o . . . ”
D e n u evo desd e las colum nas de
“ L e L itteraire” v o lv ió Jean Paulhan
a e x p o n e r su ju icio , que, aunque
NO " a f f a i r e
rom ain
r o lla n d
rectificaba en parte, en el fon d o v e
nía a ser una ratificación de lo que
prim eram ente había d ich o a través
d e un cronista literario: “ A l p rin ci
p io de esta guerra de treinta años,
en qu e m és de una v ez hem os esta
do a punto de p erd er la libertad y
la vida, R om ain R olland nos ha sig
n ificado m uy claram ente, d e s d e
Suiza, que entre Francia y su agre
sor él se negaba a escoger. Añadía,
además, que “ todos” los jefes de
Estado eran en aquellas circunstan
cias igualm ente c r im in a les. . . No
me parece injusto escribir qu e R o
ma in R ollan d traicionaba, haciendo
esto, la causa d e Francia, co m o la ha
traicionado cualquiera que se haya
nes, Eluard, Mme. Lahy-Hollelxcque, Henri M alherbe, Claude Mor
gan, M oussinac, Edith Thomas, Elsa
T riolet y V ercors. El escrito termi
na así: “ Es a causa de la misma es
tima' que han tenido siempre por
Jean Paulhan, por lo que los miem
bros del Com ité D irector del C. N. E.
le adjuran a m edir la gravedad de
una acusación tan p oco fundada, lan
zada sobre la m em oria de un hom
bre que encarnó durante una gene
ración los más altos valores de la
conciencia y del am or d e los hom
bres. Calum nia tanto m enos tolera
ble cu arto que tiene p or ob jeto sem
brar en los espíritus la confusión, en
ben eficio de otros hom bres a los que
reprocham os su cobardía o su in
fam ia” .
La falta de p eriód icos a conse
cuencia de la huelga ha impedido
que esta polém ica se prosiga. Pero
es de suponer qu e no ha terminado.
Mohotma Ghandi — hablando con tu tecretorio, an al Comité del Congreso P a n h in d ú , de Bornbay- — y junto o ellos el Pandit
Jawahrlol Nehru. El apóstol y el diplomático de este enorme movimiento de independencia de le India, que, como todas lar
grandes causas, tiene sus místicos y sus ejecutores.
�3 -CABALGATA
EMPRESA y AVENTURA l a
JUVENTUD
Y EL CABALLETE DE PI NTOR
P or P A B L O
ROJAS
PAZ
OMO los creyentes de ciertas religiones, que antes de entrar en el templo se
purifican, nosotros, querido lector, antes de ponernos a discurrir acerca de
empresa y aventura, debemos purificar las palabras, quitarle todo el lodo que
el vulgo le ha arrojado a través de los siglos. Chocará la palabra aventurero, pero
yo tengo un alto sentido de la misma. Parecerá demasiado tremenda la palabra
empresa, pero ya se verá cómo puede organizarse una perspectiva de comprensión.
Hay dos sentidos —uno curvilíneo y otro rectilíneo— para los términos: uno, que
va derecho, como una flecha, al corazón del concepto, y otro, que proyecta una tra
yectoria de bumerang que vuelve hacia quien lo arroja. Hay dos maneras de refe
rirse a las cosas, aludiéndolas o nombrándolas. El que no sabe hablar o, para mejor
decir, el que no tiene la palabra precisa para denominar una cosa o determinar un
concepto, gesticula, mueve las manos,
hace figuras retóricas, formula símiles,
compara; se queda con todo. Pero ya
Emerson decía que la riqueza permite
elegir de lo mucho lo mejor, es decir.
Que el que tiene la palabra precisa des
deña todo lo demás, lo que es aproximativo Porque el único ser de la tierra que.
no tiene derecho a ser literato, a ser retó
rico, es el escritor, quien, en vez de vestir,
debe desnudar de palabras a las ideas.
EAN-PAUL Sartre es el escritor
Veamos si por los meandros de la tidel momento en ese París que
mología podemos llegar hasta las am
vuelve a ser ya —a pesar de
plias avenidas del entendimiento. Inter
sus semitinieblas— el cerebro del
nemos nuestro discurrir en los conceptos
mundo. Con tres obras de teatro
de empresa y aventura. Empresa es todo
acaba de triunfar en los escenarios
intento o designio de acción ardua y di
del bulevar. Un triunfo erizado de
fícil que valerosamente se realiza. Lle
polémicas, panegíricos y diatribas,
vado a algo más concreto, es la asocia
claro está. Los traductores se dispu
ción de varios individuos para la ejecu
tan sus piezas, con todas las difi
ción de obras materiales. Y más aún, en
cultades que supone vertir del fran
un sentido más cabal, era, en otras épo
cés el diálogo de Sartre. El primer
cas, el signo exterior que el caballero
escollo hay que sortearlo ya en cier
llevaba hasta cumplir el compromiso que
to título ruidoso: “La putain reshabía hecho por juramento; constituía
pectueuse” . . . ¿Cómo eludir el es
un emblema que el caballero hacia pin
cabroso vocablo? Los traductores
tar en su escudo, bordar en su vestón o
esquivan el bajo fondo y apelan al
grabar en la armadura. Todo esto iba
lenguaje castizo, al clásico arqueo
acompañado, casi siempre, de una sim
lógico, al neologismo, a cualquier
bólica divisa de sentido cabalístico que
tabla de salvación. ¿Será mejor me
la dama y su caballero la entendían. Por
retriz, ramera, horizontal, cortesana,
eso, en el "Don Quijote” se lee en el
buscona, prostituta, bagasa, mun
capítulo 31 de la segunda parte: “A buen
dana, trotona, o habrá que expri
seguro que la hallaste ensartando perlas
mir nuevos eufemismos adecuados
o bordando alguna empresa de oro con
a n u estra época supercivilizada?
canutillo para este su cautivo caballero” .
Inmeditamente que nos refiramos a em
presa, brinca la palabra valor, que quie
re decir lo que se estima, la conciencia
— ¡El libro argentino es carísimo!
del peligro, la conciencia del peligro que
¡Pronto no podremos leer! Esta no
encierra lo que se quiere hacer. El valor
vela, que en otro tiempo no valía
es el sacrificio, el riesgo consciente. De
modo tal que la más alta forma del va
lor humano es indudablemente la inte
ligencia, porque, envuelta en su propia
claridad, avanza hacia un abismo o ha-
C
Coló* dctombeicando en los Indias.
cia una estrella. Pero en cuanto hable
mos de aventura debemos referimos a
coraje, que etimológicamente quiere de
cir valentía del corazón, el improntu, el
volunto. Porque aventura —de advenir—
está equiparado a suceso, lance extraño,
contingencia, peligro inopinado. Esta
mos, pues, en que la aventura es aquello
que se hace a la buena de Dios, a lo que
salga, tentando la suerte, a ver qué pasa.
Podemos ejemplicar con algo que com
prende la evolución de todo un conti
nente, con todo lo que significa el pro
ceso formaüvo de las naciones de Amé
rica. El nacimiento y evolución de los
Estados Unidos del Norte, como país li
bre, es el resultado de una empresa; en
tanto que la del resto de los países libres
de América de origen hispano es el re
sultado de una aventura. Es una aven
tura Colón; lo es Magallanes, Solís, Cor
tés, el descubrimiento y la conquista. Y
en esto se ve al genio latino; cada vez
que se lanza hacia lo desconocido, debía
exclamar con el César: Alea Jacta est.
Pero la fundación de los Estados Uni
dos —en su origen primigenio de colonia
inglesa— es ya una empresa con desig
nios precisos. Los hombres que la aco
meten son los primeros inmigrantes, los
que fundan Nueva Inglaterra, que llegan
a América buscando en estos nuevos cie
los un aire de libertad que no hay en el
P or
ENID
ZEITLYN
AS exposiciones de pinturas de niños despiertan vivo interés en todo el mundo.
Durante la guerra española, el profesor Iso Brante llevó a Copenhague una
selección de no menos de trescientos dibujos ejecutados por niños de los gru
pos escolares de Barcelona, Quizá fuera una de las primeras la “ Escola de Mar' de
la capital catalana en dar impulso a la facultad innata del niño a dibujar o pintar
lo gue ve, lo que intuye p lo que sueña. Son notables los trabajos de Aldous Huxley
y Herbert Read sobre el “arte’’ de los niños. Es conocida entre nosotros la labor
educadora de Olga Ccssettini y de Jesualdo, argentina y uruguayo, respectivamente,
cuya docencia está por entero consagrada a estudiar y alentar el sentido plástico
que posee el niño. En tan alto grado interesa aquí el “arte infantil” —recordamos
las exposiciones de la Galería Witcomb y de Harrod’s, los libros del fino poeta Vi
llafafie ilustrados por niños— que no du
damos que el articulo que sigue, debido
a la escritora y comentarista británica
Enid Zeitlyn, será leído con gusto por
nuestros lectores y celebradas las ilus
traciones que lo acompañan. (N. de la R.)
L
de cuatro pesos, ahora me ha
costado siete.
—Oye. Este traje, que antes valia
ciento veinte pesos, ahora me ha
costado doscientos cincuenta.
— ¡No me lo digas! Estos zapatos,
que antes valían dieciocho, ahora
los pagué a cuarenta.
—¿Y estos otros libros que traes?
—Uno está editado en Francia y
el otro en España.
—¿Son muy baratos?
—Verás: el francés me costó doce
pesos y el español quince.
—Verdaderamente, tienes razón:
¡es muy caro el libro argentino!
Presentación.
—El señor Irigoitaberrijauregulormachea.
—Tanto gusto, señor Irigoitaberrijaureguiormachea.
—El señor As.
—Lo mismo digo.
—Pero le cuesta a usted menos.
otro lado del océano. Será ardua la vida,
pero todos aquellos hombres tienen un
designio, como lo tendrían más tarde,
cuando se reunieron en el Congreso de
Filadelíia y proclamaron a la faz del
mundo el advenimiento de un nuevo
pueblo nacido para la historia.
Lo que acaece en la América Austral
es bien distinto a aquéllos. Santiago, Ca
racas, Quito y Buenos Aires tienen la
miaña manera de proceder en busca de
la libertad. Se tiran un lance, para de
cirlo con una frase vulgar. No se creen
estos pueblos lo suficientemente pode
rosos como para emprender una lucha
de frente; deben ocuicar sus verdaderos
designios; hablan de autonomía transi
toria en vez de libertad. No se enfren
tan con la realidad sino que la eluden;
no se sienten lo suficientemnte fuertes
para combatir con los obstáculos y tra
tan de colarse subrepticiamente en la
historia de los pueblos libres. Pero es
que este sentido de la empresa y la
aventura ya aparece en el umbral de la
vida de estos pueblos. En Estados Unidos
todo comienza como una empresa. No
de otra manera se d e n o m in ó cuando
Walter Raleigh envió dos barcos para
apoderarse de Carolina del Norte. Pero,
como no se habían hecho las cosas con
(Continúa en la página 25)
El arte infantil cuenta con un público
internacional en que no solamente ve
mos a m a n tes del arte, sino también
maestros de escuelas interesados en la
educación de los niños, y psicólogos que
estudian el d e s e n v o lv im ie n to de las
mentes jóvenes. Más allá del descubri
miento del arte infantil se aprecia una
revolución en la enseñanza del arte. Los
nuevos métodos de enseñanza puestos en
práctica en la Gran Bretaña e inspira
dos en las teorías del profesor de arte
austríaco Cizek, se deben en gran parte
a la labor realizada por Marión Richardson, antiguamente inspector de arte del
London County Council y uno de los
primeros en dedicarse a estas activida
des hace veinte años. Éstos nuevos pro
cedimientos han sido aplicados y des
arrollados desde entonces en toda clase
de centros docentes, comprendiendo por
igual famosos colegios británicos como el
Eton, Charterhouse y Etowe, y las es
cuelas primarías situadas en las zonas
industríales más pobres.
AYUDA A LOS MAESTROS
La Society of Education in Art se fun
dó en el año 1940 con objeto de ayudar
a los maestros consagrados a la tarea
de enseñar el arte a través de los mo
dernos conceptos, y también insistir en
la participación del arte en el sistema
docente.
Como fundamento del nuevo método
de enseñanza del arte y formas de con
siderar el arte infantil, se encuentra el
principio de que todos los niños, incluso
los más pequeños, tienen una personali
dad y ven y aprecian con arreglo a su
edad, sentido de percepción y el am
biente que les rodea. El famoso críti
co de arte inglés, Herbert Read, ha es( Continúa en la página siguiente)
Un viajo minare y su perro, per Malcora
Duxaay. 15 años.
�(ABAU.ATA - 4
fViene de la página anterior)
oríto sobre el particular: “El niño tiende
por naturaleza a expresar su propia per
sonalidad, la personalidad del ser que ve
y percibe, pero no la del que piensa y
concibe ideas... Los defectos de los mé
todos antiguos residían en este falso
concepto. Se pedia al niño que usara
facultades de observación y análisis ex
trañas por completo al grado de des
arrollo mental propio de su edad”.
En cuanto a los métodos antiguos, Ma
rión Richardson los ha descrito de la
siguiente manera: “Nosotros acostum
brábamos a enseñar a los niños la forma
de copiar objetos colocados a su vista:
botellas, cajas, palmatorias con la vela
y, a veces, flores y ramas de árboles. El
concepto que presidía este sistema era
que el arte consistía en gran parte en
conseguir un parecido con el objeto real,
y que los niños debían comenzar por
observar y reproducir artículos sencillos
y avanzar paulatinamente hacia otros
más complicados” . O, lo que es lo miaño,
el criterio de aquellos días era obtener
dibujos exactos.
EL IMPULSO CREADOR
Catadas uivajc*, por A. Boy. 8 año*.
La diferencia de los nuevos métodos
se observan en las pinturas de los niños.
Es cierto que hay cuadros de naturaleza
muerta, pero los motivos han sido ele
gidos por los ñiños mismos. Podemos ver
una abundancia de pinturas que repre
sentan escenas de la calle, grupos de
familia y retratos. El nino puede elegir
libremente el asunto que quiera para di
bujar o pintar. Esto nos conduce a otro
principio fundamental del moderno con
cepto de la enseñanza del arte, y es que
todos los niños son artistas, es decir, que
todos ellos poseen, en un grado mayor o
menor, un impulso de creación, y que a
fin de que éste se desarrolle al máximo,
debemos dejar a los niños en completa
libertad para expresarse por si mismos.
Asi vemos que la enseñanza de la pers
pectiva no figura en ningún programa,
y únicamente se facilita cuando el niño
pide consejo sobre el particular. Algunos
artistas reúnen condiciones innatas de
realismo y visualidad. Otros, en cam
bio, se concentran en el color y en el
modelo, sin que las reglas de la perspec
tiva surjan con la misma espontaneidad
y propiedad que en aquéllos.
El profesor de arte del colegio Oharterhouse, A. Barclay Russell, al expresar
su opinión sobre la enseñanza de la
perspectiva, dice: ‘Torzar el concepto de
las tres dimensiones en aquellos cuya
expresión natural será siempre de dos
dimensiones, es un delito, y jamás me
atrevería yo a enseñarles la perspectiva
de dos dimensiones". El arte oriental,
señala el profesor, es de dos dimensio
nes. ¿Por qué debe asumirse que todos
los europeos lo conciban en tres dimen
siones?
Los niños son criaturas dadas a la
imitación y pronto asimilan las carac
terísticas de sus profesores. El profesor
moderno tiende a borrar su propia per
sonalidad de pintor, a fin de que el niñn
pueda crear algo como resultado de sus
propias ideas y percepción, en lugar de
limitarse a reproducir el estilo, los gus
tos y las aversiones de su maestro. Esto
no quiere decir que no se deba ayudar
al niño en la ejecución de un cuadro,
enseñándole a adquirir el sentido de
modelos en general, y a observar los
efectos de la luz y de la sombra, como
tampoco excluye la apreciación e inter
pretación, entre niños mayores, de las
obras de los grandes maestros de la
pintura.
PINTURA DE CARTELES
Hoy en día se facilita a los niños
aquellos materiales que están más en ar
monía con su capacidad y que, por tan
to, les proporciona un mayor placel y
diversión en su trabajo. Los niños pe
queños tienden a hacer trazos y carac-
�s - (ABARATA
1Arriba, izquierda) : El cedro, per WhitHo. 17 año».
Músico*, por John Roper. 14 años.
Arboles de Navidad, Lluvia y Nieve, per Patricia Gery. 4 año».
Naturaleza muerta con limones, por Nigei Copping. 11 años.
■
teres grandes y se desenvuelven mejor
con hojas grandes de papel. Un espacio
reducido requiere una habilidad mayor,
que, por regla general, no tiene el niño
más pequeño. Se ha demostrado que los
carteles y pinturas en polvo —ambos
económicas— son mucho mejor para los
niños que los materiales requeridos pa
ra acuarelas y pinturas al óleo, difíciles
éstos de manejar y utilizar. Asi vemos
que los niños disfrutan siempre con los
colores brillantes de las pinturas de car
teles, con pliegos grandes y con pinceles
grandes.
Está teniendo lugar en estos días en
Londres, una exposición de pinturas rea
lizadas por pinceles infantiles, que ofre
ce un gran interés como una manifes
tación de actividades terapéuticas y co
mo una guía para los psicólogos con re
lación a la mentalidad de los niños. Los
cuadros han sido hechos al pincel y al
lápiz por niños de una escuela de Surrey, y en ellos vemos diferentes moti
vos tal y como han sido concebidos
por sus autores. El diablo, escenas en
que se dan azotes, muertes en la horca,
caras de malvados, etc., son entre otros
los asuntos elegidos. Estos cuadros cons
tituyen en realidad un catártico y un
mapa de la mente.
El arte, tal y como se enseña hoy, es
un magnifico campo para el desarrollo
de los poderes de la imaginación hacia
la madurez. Los profesores de arte en
la Gran Bretaña, al estimular los impul
sos artísticos de cada niño, intentan ha
cer del arte, la práctica y el placer de
todos y no el de una minoría selecta
�(ABALGATA - 6
El Instrumental de la Abeja
la misma reina son hijas de padre y
madre, como las convenciones exigen,
los zánganos, símbolo del desmaño, de
la pereza, de la desidia, con unos ojos
rorros entomólogos minuciosos han
llegado a discutir hasta veintidós
instrumentos distintos en las seis
patas de la abeja doméstica, con los
cuales, al parecer sin equivocarse, sin
armarse esos líos que las personas sole
mos armarnos en cuanto nos vemos con
dos o tres cosas distintas en las manos,
realizan múltiples operaciones. He aquí
el inventario de dicho instrumental con
venientemente enumerado y, por sim
plicidad, reducido a un solo lado:
I. Rastrillo para reunir el polen dise
minado en las anteras de las flores; n .
ü n primoroso cepillito para limpiarse los
ojos cuando el polen o cualquier otra
cosa molesta se le mete en ellos; III.
Cepillo para sacudir y reunir el polen
adherido a las cerdas del propio cuerpo;
IV. Un peinecillo para atusarse las an
tenas; V. Una especie de corvejón para
apretar la antena contra el peine y asi
asegurar el éxito de la operación pre
cedente; VI. Cepillo para limpiar el pe
len de las restantes patas; v n . Espolón
para despegar las escamillas de cera de
las placas donde se forman a medida
que son segregadas; VIII. Un peine po
línico cuya función es eliminar el polen
del tórax y de las patas; IX. Un peclen
—otro género de peine— para sacudir
el polen del peine precedente; X. Una
especie de prensa para comprimir el po
len y forman con él una esferilla, y,
XI. Un canastillo en el cual transporta
la esferilla de polen desde la flor a la
colmena.
A S T A hace muy p oco tiem po
constituía uno d e l o s m u
chos enigm as d e la ciencia el
por qué el lem m ing escandinavo, un
roedor de la misma fam ilia Muridae
a que pertenecen ratones, ratas, m u
sarañas, etc., desciende d e pronto
de las montañas y de la tundra en
incontable núm ero y avanza en m a
sas compactas, b ien hacia las costas
del Mar del Norte o del g olfo de
Botnia, atropellándose unos indivi-
H
Esta espléndida ilustración da un libra
publicado en 1625 y titulado "Apiarum"
es, que se sepa, el primer dibuja de un
insecto — la abeja doméstico— hecho
con el auxilie de uno lente de aumento.
grandísimos para localizar en la copa
azul de los cielos primaverales la curva
arrebatada de una reina virgen y poder
conquistarla en buena lid, carecen de
padre. Cuando los gérmenes masculinos
de la espermateca de la reina se agotan,
ésta empieza a poner huevos sin fecun
dar, de los cuales, como por una (diocante ironía, nacen los proveedores de
espermatozoos, los insociales zánganos.
Tan insociables, tan zánganos, que, ter
minada su eventual tarea —no todos
tienen la fortuna de conquistar prin
cesa— hay que liquidarlos de cualquier
manera: la más socorrida, arrojándolos
a la intemperie a morir de frío.
HUOS SIN PADRE
Todos estamos acostumbrados a pen
sar que a cada hijo corresponde un par
de progenitores: un padre y una madre.
Pero para todo hay excepciones. Y si no
que lo diga el zángano de la colmena,
sin ir más lejos. Mientras las obreras y
La
M ás
C
pw
Gr ande
i e
n
c
J .O m O
de
i a
las
Harlow Shapley, director del observatorio
de la Universidad de Harvard desde 1921,
presidente de la “ American Assocration for
the Advoncemenf of Science" y uno de los
astrónomos más notables del mundo, cuyo
libro "Galaxias" acaba de ser publicado
en lengua castellana.
FLORES
N
o siempre el tamaño está de
acuerdo con la excelencia de las
cosas. Y esto sucede también con
la más grande de las flores. La planta
que la produce, la Rafflesia Arnoldi,
natural de las selvas de 'Java, Suma
tra y demás islas vecinas, es parásita
de otras plantas y se desarrolla en el
interior de sus tejidos. Las flores, ge
neralmente solitarias, emergen de las
raíces al descubierto de la planta paraitiza da u hostera, y dan la impre
sión de pertenecer a ella. El diámetro
de estas flores puede alcanzar y hasta
superar el metro. Tienen un color de
un rojo sanguíneo, con trozos amari
llentos y desprenden im olor a carro
ña. No sabemos si los javaneses tie
nen alguna leyenda que explique esta
última particularidad, pero si aciertan
a ser los antiguos griegos los habi
tantes de las islas —y a conservar, no
obstante, sus cualidades imaginativas,
cosa bastante aventurada— es seguro
que en su rico repertorio de cuen
tos chinos habría uno que rezaría así:
Hubo un tiempo en que la flor de la Rafflesia
olía como ninguna otra flor, y a su lado acudían las
ninfas en tropel para danzar en tom o suyo mien
tras lentamente giraban las puertas de la Aurora
para dejar paso a los caballos piafantes de Apolo.
Tantos elogios le dispensaban, dioses y poetas que
un día, engreida de su hermosura, osó desafiar a la
misma Afrodita a ver cuál de las dos era más her
mosa. Vencida por la diosa, convocó Zeuz a los in
mortales, quienes acordaron, para vengar tal inso
lencia, transformar sus entrañas, hasta entonces ¡
fragantes, en vil carroña que ni los buitres quieren. I
ducs a los otros, desplomándose rv,
los precipicios, cruzando rios
,
gos y llegados a la orilla del m
precipitándose en él hasta ahogad
Materialmente, estas criaturas, cua
do abandonan en masa sus guaH
das, convierten el suelo por donde
pasan en una alfombra palpitan^
fugitiva. Su solo afán parece ser co
rrer más y más, como si huyeran
del fuego, com o si en pos suyo vi
nieran jaurías de zorros y aves de
rapiña; nada de cuanto puedan en
contrar por delante les amedrenta
les hace retroceder, ni siquiera cam
biar el rumbo de un modo sensible
No importa el morir, pues de hecho
mueren a millones y por encima de
sus cadáveres pasan los que vienen
detrás sin intimidarse. Un día y otro
día, mes tras mes avanzan los lemming en dirección oeste o este, impelides por un extraño Ímpetu, sobre un frente de unos treinta y tan
tos kilóm etros a veces, hasta que
al fin, se ahogan en los ríos, lagos'
ciénagas y rápidos y cascadas, se
m ueren agotados o por otra causa
o son devorados por sus enemigos
naturales: zorros, gulos, armiños,
martas, aves de presa, etc.
Tienen de largo unos doce o tre
ce centím etros, apenas se puede de
cir qu e tengan cola; las orejas son
cortas y redondas y su piel es de
un color amarillo-marrón, con una
lista más oscura por encima, de ca
beza a cola. Naturalmente, trátase de
seres inofensivos que excavan gale
rías en las que viven aletargados
mientras las nieves árticas amortajan los liqúenes y musgos de que
se alimentan. Pero cuando de tarde
en tarde se apodera de ellos el furor
m igratorio — más propio sería de
cir la locura suicida— nadie se atre
ve a interferir con ellos, pues aco
meten con denuedo a todo el mun
do que se les ponga por delante.
Claro está; si con frecuencia se
sintiesen acometidos por esta manía,
la especie hubiera desaparecido ha
ce mucho. P or fortuna para ella, sd-
La Gran Nube Mogoltónico,
cercana al Polo Sur y visible sin neces»00
de instrumentos ópticos cuondo tos' c0*
dkiones son favorables, fotografío®0
la esfación de Arequipa del °h»,r '
torio de lo Universidad de Hervor
�- CABALGATA
*
¿Influye la Luna en los Seres Vivos?
EL CASO DEL PALOLO
le de unos doce en doce años los in
vade este frenesí y, por tratarse de
una raza prolífica, se salvan siempre
bastantes individuos para restaurar
el equilibrio de la balanza.
P ero ¿por qué abandonan de este
m odo su habitat y se encaminan a
su propia ruina?
Para contestar a esta pregunta se
acudió desde hace tiem po a varias
hipótesis, todas ellas, com o siempre,
con sus pro y sus contra, y todas in
suficientes, si no descabelladas. Mas,
por fin, parece que los biólogos en
contraron el hilo del misterio. ¿R a
yos cósm icos? ¿A uroras boreales?
¿ V ir u s ? ... Nada de eso: ¡V itam i
nas! . . . ¿C ó m o ? . . . Sí, señor. Las
otros horizontes m á s am plios —
Es seguro que al lector le bullirán
en la cabeza m uchas preguntas d ic
tadas per una buena lógica. ¿P or
qué la dirección este-oeste o v ice
versa de la m archa? ¿P or qué esa
coincidencia de m illones de seres en
la fecha de partida? ¿P or qué no
acontece lo m ism o con el reno, que
tamfbién se alimenta de liqúenes? . . .
Pero dejem os el tema, p or el m o
mento, en espora de m ayores acla
raciones o de que, en vez de nues
tros presentes m isterios, nos pongan
misterios nuevos, pues tal parece ser
el trajín cie n tífico . . . Y que no nos
falten m isterios, pues sin ellos ¿qué
íbam os a hacer con la cabeza?
aquí un tema delicado. ¿Influye
la luna en las plantas y animales
como creen los campesinos de mu
chos lugares del mundo? No vamos a
tratar el asunto pea- extenso. Sólo vamos
a referimos a un caso curioso que pare-
H
e
He aquí un dibujo del "p ololo" (Eunice
viridis!, gusano m arino, lu n á t ic o y
basto apetitoso para los sa m oa n o*.
vitaminas que se encuentran en los
liqúenes qu e sirven al lem m ing de
alimento producen un efecto cum ulativo en ciertas glándulas del ani
mal, y, llegado un m om ento, las h o r
monas segregadas en la sangre p or
dichas glándulas hacen sentir sus
efectos en form a de superabundante
ímpetu sexual. A su vez, esta incre
mentada sexualidad d el roedor aca
ba por elim inar el instinto de co n
servación y por em pu jarlo hacia
Dibujo del primitivo observatorio do la
Universidad de Harvard fundado o me
diados del pe sodo siglo por suscripción
de los ciudadanos de Boston, Salem, New
Bedford y Nontucket, y boy una institu
ción científica mundial de primer orden.
Colaboraciones!
' ESPONTANEAS!
U Y señor m ío : R eleyen do
hace unos días un ensayo
de Unamuno — uno d e los
m á s extraordinarios españoles y
hom bres universales que ha p ro
du cido la Península— m e en con-
M
ce dar una respuesta afirmativa al asun
to. Trátase del pololo (Eunice viridis),
un gusano marino de las islas de coral
del Pacífico, entre ellas Samos (con es
pecies afines en Florida, estrecho de
Malaca, etc.)
Estos gusanos viven en madrigueras
de coral de las que asoma la cabeza en
circunstancias ordinarias. Pero unos días
antes o después de la primera luna lle
na de octubre o noviembre —según los
lugares— el pololo, que es el nombre
que los samoanos y los habitantes de
otras islas dan al nereido en cuestión,
cambia de postura: introduce la cabeza
en la madriguera y asoma la cola hacia
afuera. Estas dos partes, cabeza y cola,
que se distinguen en su cuerpo (com
puesto por centenares de anillos) son
muy distintas en apariencia; la primera
quince años, el susodicho teorem a.
E m pecé p o r record a r el enuncia
d o: Cuadrado de lado igual a la hi
potenusa de un triángulo rectángu
lo, equivalente suma de los cuadra
dos de lados respectivamente igua
B
He aquí lo primera nebulosa espiral des
cubierta por el conde Ross, en ! 845, con
un reflector de seis pies instalado en su
castillo de Parsonstown, en el norte de
Irlanda. Esta nebulosa, conocida como
Messier 51, se baila cerco de lo conste
lación "Perros de Caso", y fue fotogra
fiado can el reflector de 100 pulgadas
da! observatorio del M on te W ils o n .
tré c o n aquel pesaje d on de dice,
p o co m ás c m enos, qu e “ d e nada
aprovecha saber el teorem a d e Pitágoras al que valiéndose d e él no
acierta a construir, pon gam os por
caso, un cuadrado triple de o tro ” .
P icado d e la curiosidad saqué ei
lápiz d el b olsillo y m e puse, en el
margen de la página, a ver si e fe c
tivam ente me aprovechaba aún el
haber estudiado, hatee de esto unos
les a los catetos de dicho triángulo.
O b ervé entonces qu e si el trián
g u lo rectángulo en cuestión es isós
celes o d e catetos iguales, el cua
drado d e la hipotenusa es equ iva
lente al doble del con stru ido sobre
un cateto. Pero entonces surgió la
d ificu ltad unam unesca:
¿C óm o con stru ir el cuadrado tri
ple, cád ru p le, quíntuple, etc. de
u n o dado?
está formada por anillas más gruesos,
más robustos y de color rojizo, que es
color normal del pololo durante el res
to del año; la segunda, o sea la llamada
convencionalmente cola, está formada
de anillos más angostos y de color azu
lenco, y con unos puntos-ojos a los la
dos, además su longitud es alrededor da
las dos terceras partes del total.
No bien cambia cada palolo de postu
ra, la cabeza se sujeta al coral y la cola
empieza a agitarse con furia y a frag
mentarse, como si se tratara de cola de
lagartijas apresadas por la parte delan
tera. Estos fragmentos, compuestos de
anillos que contienen huevos listos para
ser fecundados o espermatozoos fecun
dantes, según pertenezcan a un gusano
macho o hembra, salen a la superficie
de las aguas en cantidades tan fantás
ticas que dan la impresión de una sopa
de fideos, y desprenden huevos o esper
matozoos en una orgía erótica de pro
porciones dantescas.
Los samoanos esperan este aconteci
miento con una impaciencia única en
el año, porque, aunque parezca menti
ra. el palolo constituye una exquisitez,
una golosina para ellos, y se dan enton
ces unos banquetes memorables. Con sus
piraguas echándose al mar en el justo
momento en que el cuarto correspon
diente a la luna llena toca a su fin y
llenan sus canastillas de hojas una y
otra vez de anillos o grupos de anillos
de Eunice viridis. Muchos de estos ca
nastos rebosantes son enviados al inte
rior de las islas como presentes a pa
rientes y personajes de categoría y tam
bién los habitantes de tierra adentro
acuden en dicha ocasión a la costa, por
que a lo largo del año no volverá a pre
sentarse. Además, asegurada la repro
ducción y consiguiente perpetuación de
la especie, los anillos reproductores mue
ren y desaparecen en el fondo del mar.
Esta coincidencia entre las fases de la
luna y la emergencia y dispersión del
palolo ha dado que pensar a los natu
ralistas. ¿No puede suceder que los ci
clos de la luna influyan en el ciclo vi
tal de los seres vivos, como creen cam
pesinos y marineros de muchos países,
y que esas burlas jactanciosas de los sa
bios a medias no hayan sido más que
necedades y hasta irreverencias para con
el más auténtico espíritu científico?
El tiempo dirá. Desde luego para cier
tas tribus de Micronesia el año empie
za con el cuarto menguante de la luna,
en coincidencia con la aparición de esta
especie de maná en torno a los atolones.
M odestia aparte, n o tarde en dar
co n el q u id , cosa que, sin envane
cerm e, m e satisfizo, p orqu e la v ic
toria, si la h ay, n c m e corresp on
de a m í solo, sino tam bién a un
ja rd ire ro que, siendo y o m ucha
ch o, m e enseñó co n su cu erda y
unas estacas m u ch o m ás que tod os
los p ro fe so re s d e m atem áticas en
cuyas m anes di.
D ado qu e a U nam uno lo leen m u
cho — aunque no tod os los que de
bieran — sobre to d o desde q u e sus
libros andan p or ahí en ed iciones
econ óm icas y n c d el tod o desagra
dables — aunque sí, ¡ay!, plagadas
de erratas— , se m e ocu rrió, com o
le cto r asiduo d e C A B A L G A T A ,
m andarle a V . la solución p o r si
pudiera serle últil, sobre tod o alen
tán dolos a h acer lo qu e y o en ca
sos sem ejantes, a d ich os lectores.
El cuadrado d e la izquierda, de
lad o A B , con stituye el d e partida;
los lados A C , CD, DE, EF, d e los
sucesivos triángulos rectángulos en
A , en C, en D, en E, son iguales al
A B , y las hipotenusas A C , BD, BE,
BF, son los lados d e lo s cuadrados
de área d oble, triple, cu ádruple,
quíntuple, del cuadrado p rim itivo.
A . C O U R T IE R
�CABALGATA - »
EL PRIMER
ESPAÑOL
QUE ESCRI BI O
UN L I BRO DE
CI E N C I A
Por FRANCISCO VERA
p r im e r tratadista español de
quien se tienen noticias es Cayo
Julio Hygino, liberto de Augusto y
discípulo del gramático griego Comelio
Alejandrino.
Por las notas biográficas de Suetonlo:
De ülustribus Grarrimaticis, X X , p. 352
del ejemplar de la Biblioteca Nacional
de Madrid, Colección Usoz, N* 10303,
sin portada ni colofón, se sabe, además,
que fue prefecto de la Biblioteca pala
tina, y se dedicó a la enseñanza, que
tuvo gran amistad con Ovidio y que
Julio Modesto fué liberto suyo; pero
nada puede conjeturarse acerca de la
fecha de su nacimiento, ni de su muer
te, ni del lugar en que acaecieron estos
accidentes.
En el Chronicon de Eusebio de Cesá
rea, traducido y comentado por San Je
rónimo, xonsta qye Hygino floreció en el
año IV He la olimpíada CXCII, X X X V
del Imperio de Augusto, comenzando a
«Hitar desde el DCCXI de Roma, es
decir; el DCCXLVI de esta época, que
coincide con el VIH antes de J. C., y
con un año de diferencia lo cita Vasaeo
en su Chronicon, cap. XII, p. 612, in
serto en el t. I de H is p a n if illvstrate,
pp. 572-727, Franfort, Mamius y Aubrii, 163.
Respecto dq^feu muerte sólo se sabe
que murió pobre, cosa que no es de ex
trañar en un erudito, “gente por lo co
mún más empleada en adquirir caudal
de noticias que de dineros”, como dicen
los PP. Mohedanos en su Historia lite
raria de España, t. V, p. 74, Madrid,
IbfUTa, debiendo el sustento durante sus
últimos dias a la liberalidad del cónsul
Cayo Licinio.
Por lo que toca al punto de su naci
miento, el único autor que, según los
PP.-Mohedanos, asegura que no fué es
pañol, sino de Alejandría, es Juan Al
berto Pabricio, contra la opinión de
Suetonio, que desmiente tal creencia.
La autoridad del escritor latino debe
diputarse fidedigna porque 6e trata de
un historiador veraz que vivió en la
época de Trajano, próxima a la de Au
gusto, cuando todavía se conservaban]
muchos escritos que después desapare
cieron con la invasión de los bárbaros.
Además, si Hygino hubiera nacido en
Grecia, parece Inverosímil que hubiese
despreciado su lengua materna hasta el
punto de escribir todas sus obras en la
tín y ninguna en griego.
Apoyan esta opinión, entre otros, Am
brosio de Morales: Crónica General de
España, t. I, lib. III, cap. LX, Alcalá,
Lequerica, 1574; el antes citado Juan
Vasaeo; Alfonso García Matamoros; De
asserenda Hispanorum eruditone, p. 16,
Madrid, Diez Nabarro, 1736; Bernardo
Alderete: Del origen y principio de la
lengva castellana, fol. 24 v„ Madrid,
Sánchez, 1674, y Nicolás Antonio; Vetus,
lib. V, cap. núm. 4, llegando algunos
biógrafos no sólo a afirmar la nacio
nalidad española de Hygino, sino a se
ñalar taxativamente el punto de su na
cimiento, como Vives, cuyas son estas
palabras: Caius Iulius Higínus coterraneus meus commentaria in eum (Virgilium) scripsi qui fuit elus pene aequalis” , Opera: Praelectio in Geogica
Virgílii, t. I, p. 680, Basilea, Episcopio,
1555, frase- que comenta Xlm eno: Escri
tores del Reyno de Valencia, t. I, p. 4,
Valencia, Dolz, 1747, diciendo que “la
E
l
| ENTREVISTA
CON
GUILLERMO le TORRE
Por E S T E L A CAJSTO
» l ver a Guillermo de Torre, una
A de las personalidades más múl*■ tiples y tal vez la más atenta
a las nuevas corrientes literarias y
filosóficas, siento su inmediata cola
boración espontánea. Mucho se pue
de hablar con el autor de “La aven
tura y el orden” : la fina percepción
de Guillermo de Torre y su agudo
instinto moderno pueden decimos
cosas muy concretas, porque el inte
rés y la erudición de este escritor no
se han limitado jamás a un solo sec
tor. Para iniciar la conversación le
pido que me diga cuál es, en su opi
nión, la función del crítico. Sin el
menos esfuerzo, como siguiendo el
hilo de sus pensamientos íntimos, de
Torre me dice:
—Para mí el crítico es el zapador,
el descubridor. Ve más lejos no qui
zá porque tenga mejor vista, sino
porque está delante de los demás.
Su misión es valorar lo actual, anti
ciparse a la posteridad, redescubrir
el pasado, que también viene a ser
una forma de crear el futuro. ¿No
es esto una obra de creación? Lo
digo para quienes siguen creyendo
que la crítica es accesoria o ancilar.
No importan las excepciones histó
ricas en contra, ni tampoco las bro
mas que entre ellos mismos se gasten
los del gremio critico. Son divertidas,
por ejemplo, las de Jean Paulhan en
sus Fleurs de Torbes, con referencia
únicamente a la critica francesa, y
mostrando en un capítulo de ese originalísimo libro, como Nlsard arre
metió contra Víctor Hugo, SainteBeuve contra Balzac y Baudelaire,
Brunetlére contra Sthendal y Flaubert; son divertidos esos ejemplos,
pero no convincentes. Mayor fuerza
probatoria en contra, sin ir más le
jos, tiene acaso el mismo Paulhan,
quien en realidad ha dirigido —des
de una coterie si se quiere, pero ¿por
qué no han de existir las capillas,
cuando en ellas vienen a comulgar
gran parte de los mejores?— la li
teratura francesa de estos últimos
años. Y eso que Paulhan practica
una crítica alusiva, por no decir tan
gencial. Por mi parte yo prefiero un
sistema más directo. Porque la críti
ca no es inhibición o soslayamiento,
sino compromiso integro “engagement” , por decirlo con la palabra del
momento existencialista. . .
Al escuchar esto recuerdo las di
ficultades que he tenido en otras en
trevistas para enterarme qué es el
zarandeado existencia lismo. Pienso
que por fin mi curiosidad quedará
satisfecha, y de la mejor manera,
puesto que de Torre ha sido agudo
intérprete de los movimientos de la
otra postguerra. Recordando esto y
para quedar enterada de una vez, le
pregunto cuáles son, aparte del existencialismo, las demás escuelas nue
vas que ha producido esta guerra.
—Ninguna —« « t e s ta rápidamen
te—. Ya existían desde antes. Ha pa
sado lo mismo que en 1918. La gue
rra no produce nunca nada intelec
tualmente. Hay que desinflar ese ton
to lugar común. Las guerras y sus
matrices, las dictaduras, detienen,
retrasan, desvían, pero no engendran.
“No nacen las ideas de los puños” ,
escribió Antonio Machado con refe
rencia a la primera guerra mundial
de este siglo. Vea usted: el cubismo
ya existía desde 1908; públicamente
hizo su primera parada en 1911. Ca
si tan lej06 se remonta al dadaísmo,
aunque sólo se manifieste en 1916,
en Zurich, y precisamente como re
acción contra la atmósfera aniquila
dora de la guerra. El superrealismo
—incluso con el nombre— estaba ya
implícito en Apollinaire desde 1918.
¿Qué vemos ahora? ¿Algo radical
mente nuevo? No; en las artes plás
ticas, prolongaciones del cubismo y
de la pintura abstracta, picassismo
al alcance de todas las fortunas;
en poesía, por un lado, de culmi
nación de los rataplans marcia
les, y, por otro lado, la incoherencia
( Continúa en la página 14)
palabra conterráneos, aunque latamente
puede entenderse por español, como l0
era Vives, parece que explica más y
que atendida la propiedad con que Vi
ves hablaba el Idioma latino, quiso decir
paisano”, es decir: que según Vives y
Ximeno, Hygino era valenciano, mien
tras que Ruano: Historia general de
Córdoba, p. 383, Córdoba, Villalón, 1758
lo hace cordobés, de modo que lo'únicó
que puede afirmarse es que era es
pañol.
Las obras de Hygino han sido objeto
de largas e intrincadas controversias
especialmente por lo que se refiere a la’
autenticidad de algunas de ellas, pero
compulsando los autores citados, pueden
atribuírsele las siguientes: Commentaria
ir Virgilium; Cincinae Ptoperticum
Grammaticis líber, De limitibus, Fabu'.
lorum, Exempla, De vita rebusque illustrium Virorum, Historiae, De Urbibus
De Urbibus Italicis, De situ Urbium Italiccium, De Familiis Troianis, De Penatibus, De Propietatubus Deorum, De
Agricultura, De Apibus, De animaíibus,
De re Militan y Poeticum Astronomieum, las cinco primeras de las cuales
podemos clasificar como literarias, las
seis siguientes son históricas, las otras
dos tienen carácter filosófico y las cinco
últimas son científicas.
Esta lista demuestra que Hygino fué
un escritor enciclopédico, lo que le valió
el calificativo de polyhstor con que lo
distingue Suetonio, y en todas ellas la
te el ideal pitagórico en la forma gnósttca que tanto había de influir en al
gunos antiguos ingenios españoles, co
mo Moderato de Cádiz, que establece
tres unidades: el ser, la Idea y el alma;
Pomponio M ela, que acepta íntegra
mente la cosmología del filósofo de Sa
naos; Severo, que distingue tres natu
ralezas: la de Dios, la de los espíritus
y la d e l o s
cuerpos seme
jantes a Dios;
Oslo, que man
da traducir a
C a l c l d i o el
Timeo de Pla
tó n , y Otros
varios, p a r e
ciendo Justifi
ca r s e el su
p u e s to viaje
de A p o lo n io
de Tyana a la
Península ibé
rica, en la que
enseñó una fi
lo s o f ía pita
*-y
g ó r ic a m ez
c l a n d o las
ideas orienta
Cifras usadas por los
les con las de
tr a d u c to r e s de las
P la tó n , y si
obras matemáticas en
aquél e stu v o
la Escuela de Toledo.
en Andalucía,
como cree Menéndez y Pelayo, a principios del siglo I,
tal viaje pudo ser provechoso para Hy
gino.
Amador de los R íos: Historia critica
de la literatura española, 1.1, p. 39, Ma
drid, Rodríguez, 1861, sólo cita entre las
obras científicas de Hygino el tratado
De Agricultura, del que se valieron: Pllnio para su Naturalis Historia y Columela para su De re Rustica; y Menéndez y Pelayo incluye en el inventario
bibliográfico de la ciencia española el
Poeticum Astronomicum, intitulado De
Astronomía y De ratione Sphaerae, to
mado principalmente de Eratóstenes y
de Arato.
El Poeticum Astronomicum, que es la
única obra que interesa a este artículo,
está dividida en cuatro libros: I. De
mundi et sphaerae ae utriusque partium
declaratione; TI. De signorum coelestium historie; III. De descriptionibus
formarum coelestium, y IV. De quinqué
eirculorum ínter corpora coelestia notatlone et Planetis.
Esta división no es la de los mss.
originales como advierten Schefíer y
Muncker en las notas a la edición Staveren y el mismo Hygino en el prefado
y en el lib. IV, cap. X X I, en donde a»
(Continúe en la página 14)
�9 - (ABALO,\TA
Y EL
E
N las postrimerías del ochocientos, la hlpersensibilidad musical emanada del Ro
manticismo llega a la disolución de su
propio estilo en los países germanos, a la vez
que en Francia se inicia una renovación cuyo
máxkno representante es Debussy. La concep
ción del universo sonoro que aporta este artista
exquisito y sorprendente es el Impresionismo.
Debussy y Skríabin marchan paralelamente
por la nueva senda, y sólo un cuarto de siglo
más tarde de la iniciación de este movimiento
transmutador de los valores musicales —hacia
1915— los factores técnicos y sensibles pe
netran en un nuevo campo de investigación,
aue íué definido con el vocablo impreciso de
A-tonalidad. La estética de Debussy, que tuvo
origen en la literatura simbolista y en la pin
tura impresionista y prerraíaelista, según es
sabido se revela en una actitud bifronte: re
acción contra el naturalismo, a la vez que 11miidación total del romanticismo. La base del
S i o n i s m o es la negación del objeto, de la
materia como realidad, y su fuente de luz há
llase fuera de la percepción de los sentidos,
tendiendo hacia un plano metafísico. Los con
tornos de los objetos se disuelven, las concep
ciones estatales respecto de la forma, el des
arrollo y la sonoridad desaparecen, y la lógica
y la estructuración sufren una aguda e inten
sa metamorfosis.
En su lugar surgen nuevas relaciones inter
nas La vaguedad, lo inmaterial se toma en
esencia; desaparece la plasticidad de los con
tornos determinados. El concepto de la melo
día ampliamente desarrollada y de la armonía
básica ceden ante la fragmentación
temática y la sonoridad evocativa. La
música tiende a lo abstracto. El Im
presionismo de Debussy es una má
xima pasividad, una concepción orien
tal del mundo, explayada en el tempo
lento en que el maestro del Impresio
nismo obtiene sus más legítimos triun
fos: Prélude á l’aprés midi d’un /auné,
Nuages, Sirénes, La demoiselle élue.
E 8 DE
Asi como el Impresionismo nace en
año
Francia, el Expresionismo surge en
6 0 3,
Austria y Alemania. Y asi como De
en que Lubussy se sentía inspirado por los pin
d o v lc o Viatores impresionistas, Arnold Schondana utilizó
berg, creador de las obras decisivas
por primera
del Expresionismo musical, entra en
vez la pala
contacto directo con la pintura ex
bra concertó
presionista. Gran admirador de Kopara d e sig
koscbka, Schonberg d e d ic ó v a rios
nar una múaños de su vida a una actividad pu
sica compuesta para voces y órgano y
ramente pictórica, que desenvolvió
con lo cual, posiblemente, deseaba ex
dentro de una concepción expresio
presar la necesidad de armonía entre las
nista realizada con elementos abs
partes para que juntas formaran un to
tractos. Asimismo, al encaminarse de
do, hasta 1947, el concierto ha pasado
nuevo hacia la música, dióse de lleno
por muchas etapas y sufrido evoluciones
a la búsqueda de idéntico estilo, tras
y revoluciones. En el sentido moderno,
plantado ahora al plano de los sonidos.
un concierto es una partitura musical
El Expresionismo pretende expri
escrita para un instrumento y un con
mir la verdad subjetiva de los senti
junto instrumental, estableciéndose en
mientos, aun a costa de los antiguos
tre ellos una s im p á tic a corriente de
ideales estéticos; considera el sonido
compañerismo que los lleva a establecer
en función de su potencialidad emo
dilatados diálogos, en los que, unas ve
cional, y acondiciona todos los valo
ces, es la orquesta la que ofrece el tema
res al clima poético de una composi
a discutir y el instrumento el que co
ción; destruye la oposición entre con
menta; otras, en que ambos, orquesta e
sonancia y disonancia, estableciendo
instrumento, participan en forma desen
una tesis dinámica, una tensión con
vuelta en la consideración de un tema,
tinua, sin puntos de apoyo casi y sin
y por fin, y esto es lo común, la orquesta
resolución posible. Es la fuga de la
sirve de marco majestuoso y de compla
realidad —sonido, idea— hacia lo suciente auditorio para las disquisiciones
praterrestre, lo fantástico y lo remo
(variaciones) del in stru m en to solista,
to. El ángulo de tensión aguda y.
que muestra asi, y gracias a la mayor o
constante en que se apoya la diná
menor habilidad del compositor, los re
mica expresionista, encama la nega
cursos y limitaciones que le son propios.
ción de lo estatal, del reposo y de la
La forma concierto adquirió solidez y
consonancia; parecería ser la conse
desenvoltura con Mozart y especialmen
cuencia de inquietudes espirituales
te con Beethoven. Todos los composito
sin posibles etapas de conformidad y
res románticos usaron con particular in
de solución, con su realismo subjeti
terés del c o n c ie r to , y es el siglo xix
vo, o mejor dicho, deformado por la
cuando la literatura de esta forma ad
visión interior, que tiende a lo eso
quiere extensión y prodigalidad. Nada
térico. Esa visión es la del hombre
sorprendente resulta esta predisposición
. solo en el mundo: observador, Juez e
por el concierto en el siglo que vió nacer
intérprete sensorial y mental del uni
al virtuoso y al que erigió en supremo
verso. En oposición al Impresionismo,
hacedor de la música. En la actualidad
con sus contornos inciertos y su ac
puede afirmarse que el concierto es, de
titud de pasividad espiritual y esté
todas las formas musicales, la más po
tica, el compositor expresionista pro
pularizada, y a esto, como a muchos
cura organizar los fragmentos melóotros accidentes, debe buscarse la expli-
D ■
E x p r e s io n is m o S o n o r o
Por JUAN CARLOS PAZ
dlcos o armónicos, asi como los motivos con
trastantes, partiendo de una voluntad estruc
turad ora. Dp esa tarea ha resultado una total
transformación del material sonoro, con valo
rización extremada de cada detalle, concen
tración o dislocación de la melodía, y anulación
de los conceptos tradicionales de tonalidad,
forma, armonía, desenvolvimiento y sonoridad.
Asimismo, Schonberg declara la relatividad
de la escala llamada natural, torna indepen
diente cada uno de los doce sonidos conce
diéndoles valor autónomo, y aboliendo los con
ceptos tradicionales de consonancia-disonancia,
sienta sobre esa base el lenguaje sonoro lla
mado a-tonal. El Expresionismo musical, que es
su lógica expresión y consecuencia, está repre
sentado en primer lugar por la Escuela vienesa,
cuyo nder espiritual fué Schonberg, y que es
tuvo integrada por el p rim e r grupo de sus
alumnos: Aiban Berg, Antón Webem, Egon
Wellesz, Erwin Stein, Paul Pisk, y luego Emst
Krenek, Hermán Heiss, Arthur Schnabel. Los
estadounidenses Walllngíord Riegger, Adolph
Weiss, Ben Weber, G e o rg e Perle, H arrison
Kerr, Max Brand, se sumaron al A-tonallsmo,
asi como H. J Koellreutter, Claudio Santoro y
C. Guerra Peixe en el Brasil, Esteban Eitler y
el que suscribe, en la Argentina, y Domingo
Santa Cruz en Chile.
Schonberg significa decadencia y
reconstrucción. Es el legítimo gran
revolucionario de la música de nues
tra época; destruyó cuanto era con
siderado como el fundamento de la
música tonal, creando luego un nue
vo lenguaje sonoro y nuevos princi
pios formales. Su música tiene sus
orígenes en el neorromanticismo, en
cación en el cine, que es el medio de
el verbo wagneriano, que planea so
difusión más estimulante y peligroso de
bre sus primeras obras. En ellas,
la edad contemporánea.
Schonberg trabaja con el material
La edición fonográfica de conciertos
expresivo de sus maestros y antece
(especialmente para piano y orquesta)
sores, si bien pueden ahora rastrearse
está pasando por un momento de des
diversos aspectos de su evolución pos
lumbrante actividad. Todos los meses,
terior en el éxtasis de su línea meló
uno o varios conciertos para piano y
dica —Noche transfigurada—, en las
orquesta son entregados al ansia de m:
nuevas formaciones rítmicas y en la
público favorablemente predispuesto por
técnica diferente en la conducción de
las últimas películas del género. Y ya
las voces —Pelléas y Mélisande, Cuar
muchas personas, demostrando su vasta
teto en Re. Dentro de estas obras, y
ilustración en la materia, hablan de''el
también en la gigantesca totalidad
concierto para piano y orquesta de Bee
de los Gurre lieder, respiramos toda
thoven”, como hace unos meses, y a raíz
vía un clima de tradición. La expre
de una película sangrienta, se hablaba
sión musical neorromántica llevada
de ‘la polonesa de Chopin”, olvidando
al límite extremo, en la obra inicial
en uno y otro caso que Beethoven escri
de Schonberg, y en la propia Historia
bió cinco conciertos para piano y Cho
de la Música, culmina en los Gurrepin dieciséis polonesas. (Haga usted la
lieder, composición apocalíptica, su
experiencia de solicitar en una casa do
pe rfónica, con cinco cantantes solis
discos “la polonesa". Cien veces conira
tas, speaker, tres coros masculinos a
ninguna, el vendedor, hombre habituado
cuatro voces, coro mixto a ocho voces
a la psicología colectiva, le alcanzará la
y una orquesta monumental. Con es
op. 53 en la bemol mayor.)
ta obra concluye la expresión román
Esta alentadora introducción me llevo
tica y con ella las posibilidades del
a comentar la novedad que Víctor nacio
lenguaje tonal.
nal ha publicado últimamente: el con
cierto N’ 1 op. 15 en do mayor para
El segundo periodo de la produc
piano y orquesta, de Beethoven, grabado
ción de Schonberg culmina en las
Cinco piezas orquestales, el monodrapor Arturo Toscanini, dirigiendo la sin
fónica de la NBC, y Ania Dorímann
ma Espera y el melodrama Pierrot
como solista (D.M. 1036, 4 faces de 30
lunaire, para canto hablado —o reci
centímetros). La primera consideración
tación cantada— y pequeño conjunto
que se impone al oyente de esta versión
instrumental mixto. Todo cuanto era
es la típica concepción que Toscanini
considerado básico en la música en
aporta con señalada energfa, a la inter
tró entonces en decadencia, comple
pretación de cualquier concierto. Hace
tando Schonberg definitivamente lo
de ellos (con muy buen criterio en la
que Debussy había anunciado: la di
mayoría de los casos) "conciertos para
solución de las funciones armónicas,
un instrumento y orouesta”. v no como
da
la cadencia y del antiguo concepto
ínuchos directores, conciértdS pahTTin
eiflhícTúral.
instrumento acompañado de orquesta.
Así como el Impresionismo tiende
Vale decir, que aquí la orquesta toma
al colorido puro, a la esencia del so
un papel activo y principal. No es me
nido, el Expresionismo de Schonberg
ramente un adorno que sirva de luci
miento al solista, sino elemento de igual
remarca los contornos y tiende a la
nivel e importancia. (Recuérdese su ver
melódica pura. Como Debussy, que se
sión del concierto para violín y orquesta
o rie n ta hacia una nueva armonía
N? 2, de Beethoven, con Jascha Heifetz.)
elemental, Schonberg se encamina
/Continúa en la página 14/
(Continúa en la página 14)
�(ABALGATA - 1 0
y
L S a ¿ ¡z & < < z S .
—Habéis perdido gran parte de vues
tra vida.
Sobrevino en esto un accidente a la
lanchita y el barquero le preguntó al
sabio:
—Señor, ¿sabéis nadar? —y, al con
testarle el sabio que no, el barquero co
mentó, tirándose al agua— : Habéis per
dido vuestra v id a ...
El señor Wells quiso prevenirse de la
ingenuidad del sabio del cuento y lanzó
esta adivinanza: “ Si desde un barco
vierais ahogándose a un sabio y a un
poeta y no tuvierais más que un salva
vidas, ¿a cuál de ellos se lo arrojaríais
y a cuál sacrificaríais?” . Un critico tea
tral, Alfred Kerr, tuvo la respuesta que
más había de satisfacer al ilustre no
velista:
—Siendo Wells uno de los náufragos,
la elección sería muy sencilla, porque él
es al mismo tiempo sabio y poeta.
(Descontado, por otra parte, que el
autor de “La guerra de los mundos” era
con toda seguridad un excelente na
dador.)
EL “ ENCANTO” DE LAS ACADEMIAS
Hablar con desprecio de la Academia
es una de las enfermedades caracterís-
Jeon Cossou
Por J . Mora Guarnido
EL PELIGRO DE LAS ENCUESTAS
r y i O hay nada que parezca más in|\^ ofensivo y que dé mayores faci' ” lidades para salir del paso a los
Interesados activos y pasivos de su reali
zación. Teniendo el suficiente ingenio y
la suficiente simpatía, se puede organi
zar una encuesta sobre cualquier cosa,
con la seguridad de que la persona a la
que se acuda contestará sin mayor pre
ocupación cualquier co s a ... Pero ¡cui
dado! Las encuestas, una vez publica
das, son un pecado o un pecadillo que
se podrá borrar de la conciencia del que
lo cometió, pero que cuando menos se
espera puede ser recordado, y aun pu
blicado de nuevo, p o r ' el lector desco
nocido e insidioso.
Por ejemplo, en 1926, dos periodistas
franceses hicieron una encuesta sobre la
juventud literaria ante la política. Todos
los jóvenes de entonces, viejos o muer
tos de hoy, desfilaron y dijeron su cual
quier cosa con la irresponsabilidad y el
tan largo me lo fiáis con que Don Juan
Tenorio cometía sus feohorias sin temor
ni al Dios ni sil Diablo de la conciencia
pública. Se desentierra ahora aquella
encuesta, ¡y en qué aprietos han sido
puestos no pocos de los opinantes!
Entre otros, Jean Cassou, que dijo:
“Insisto en que el escritor no tiene por
qué mezclarse con su época. Y, sobre
todo, no debe pedir Jamás socorro al
Estado. Si el Estado se ocupa de arte,
es espantoso. Si, lo que no quiera Dios,
yo fuera algún dia dictador, empezaría
por prenderle fuego a la Escuela de
Bellas A r te s ..." Lo malo es que en la
actualidad Jean Cassou es conservador
del Museo de Arte Moderno, y hay que
imaginarse la cara de indignación que
pondría si ahora nos acercáramos a su
despacho y muy amablemente la rega
lásemos una lata de petróleo y una
caja de fósforos...
EL SEÑOR WELLS PRECAVIDO
Hay un cuentecillo, muy conocido, del
sabio y el barquero que atraviesan un
lago en una lanchita y, mientras el bar
quero rem a , el
s a b i o le p r e
gunta:
—B a rq u ero,
¿sabéis m e ta fí
s ic a ? ... ¿Sabéis
matemáticas?...
¿ S a b é is esto o
lo otro?
E ba rq u ero
H. G. Wells
contestaba a to
do que no, y el
sabio comentaba con una conmisera
ción desdeñosa cada vez:
ticas de la infancia literaria, como el
sarampión o como la muela del juicio.
Pero los Jóvenes escritores se curan en
la madurez de esta dolencia y lo más
frecuente es que les entre en la conva
lecencia de su academofobia juvenil una
academiofilia álgida irresistible. Recor
demos, sin Ir más lejos, los desplantes
de nuestro implacable malhumorado don
Pió Baroja contra la Academia y Jos
académicos y su satisfecha entrada cre
puscular... en la Academia.
Se podría escribir una preciosa antolo
gía de academismos y antiacademismos.
A la cabeza podría colocarse la satisfe
cha frase de Fontenelle el día de su
recepción en la Academia Francesa, la
que, como es sabido, tiene exactamente
cuarenta miembros: “Ya no hay en el
mundo sino treinta y nueve personas
con más talento que yo” , O estos versos
del mismo Fontenelle, que reflejan la
posición espiritual de los escritores an
tes y después de la elección para llenar
una vacante:
Sommes-nous trente-neuf, on est a nos
' [genoux.
Et sommes-nous quarante, on se moque
[de nous!
Lo que quiere decir, traducido a la
diable: “Cuando somos treinta y nueve,
todos de rodillas implorándonos: cuan
do somos cuarenta, todos burlándose de
nosotros. . .
No está mal determinado
el límite preciso de la supuesta inde
pendencia de los escritores.
LA DECADENCIA DE LA INVENCION
Una caricatura de una revista presen
ta el salonciHo de una gran empresa
filmad ora. Las paredes están llenas de
c a r t e le s a n u n c ia n d o obras literarias
adaptadas a películas. Alrededor de una
mesa, directores, empresarios, producto
res, actores y actrices discuten qué obra
adaptar. Uno de ellos dice: “Todas las
obras están tomadas. Ya sólo quedan
libres el “Discurso del Método" y los
“ Pensamientos” de Pascal.
¿Es que ha llegado a ese extremo la
crisis de la invención en los ingenios
tan ardorosamente dedicados al cine y
tan generosamente retribuidos por el
cine q u e no se vea a n u e s tr o al
rededor grandes amores auténticos, para
aue sea necesario falsificar fotogénica
mente los amores de George Sand con
Ctaopin o Musset?
Ese medio extraordinario de expresión
artística que es la pantalla pasa, sin du
da, por un período en que la red dq las
consideraciones comerciales y financie
ras traba constantemente la libre inven
tiva y la origi
nalidad. Pero no
h ay que asu s
tarse: de cuan
do en cuando se
filtra entre esos
obstáculos el fe
n óm en o mara
v illo s o de una
c r e a c ió n origiGeorge Scnd
nal y afortuna
da. Y entonces
detrás de ella se precipita una larga cola
de aprovechadas imitaciones.
MAS SOBRE LA ACADEMIA
Hace poco murió el escritor belga
Georges Virrés, cuya obra está casi se
puede decir desconocida entre nosotros
v que, además de buen escritor, era un
hombre de conducta enterisima y de
frases llenas de dignidad y gallardía,
pues en nuestros tiempos y en esa pobre
Europa tan martirizada por sus ilustres
dirigentes y gobernantes, el escritor ha
debido soportar pruebas como hombre,
de las que no siempre, por desgracia, ha
sabido salir con honor y decencia de
hombre. Tanto en la guerra de 1914 co
mo en la última, Virrés conoció la de
portación, los campos de concentración,
etcétera, y se portó admirablemente.
Siempre llevaba calado su monóculo,
hasta el punto de qúe sus carceleros ale
manes le pusieron de apodo Monoclo. Un
día, un oficial, con perfecta gracia de
Franz de viñeta, le preguntó:
—¿Para qué se pone usted el monóculo?
—Para leer mejor en vuestra alma —
le contestó sencillamente Virrés.
Y este escritor de tan magnífica con
ducta ante la vida entró a la Academia
real belga y cuando alguien le preguntó
si se sentía gratamente en la docta ins
titución, contestó:
—Pertenecer a la Academia no es una
tara, siempre que no se convierta uno
en académ ico...
EL DESTINO DE LOS RETRATOS
¿No ha pensado alguien en lo triste
que resulta encontrar de pronto un re
trato querido ec
algún sitio in
noble? La belle
za irresistible de
la actriz famoss
reproducida en
un periódico y
mancillada tor
pem ente en el
paquete del mer
Mollormé, por Picasso cado que envuel
ve unas aromá
ticas pescadíllas, se presta a las medita
ciones más decepción suites y melancólicas
La respetable señora Gérard dHouville, presidenta de la Academia Mallarmé de París, ha pasado recientemente
por una prueba que sin duda le ha su
gerido pensamientos aproximadamente
iguales a los que anteceden. Dicha seño
ra viajaba por una provincia francesa;
entró de visita en una granja y se ma
ravilló al encontrarse colgado en el lu
gar de honor de la sala un hermoso re
trato de Mallarmé. No hay que decir
que la excelente dama se sintió en su
elemento. Con la mejor y más com
prensiva de sus sonrisas, felicitó al gran
jero por su buen gusto, y el granjero le
contestó halagado, pero modesto:
—¡Ah, señora! ¡Es usted muy amable!
¡Encontré ese retrato en un baratillo de
Cambra i y lo compré porque se parece a
papá de un modo tan extraordinario!..•
L ' :J
£ ;
�ii-CABALGATA
En Lucha Incierta
nos Mvenms
ilel sello PEISEK
Por JOHN STEINBECK
(F ragmento del libro
DEL MISMO TITULO)
E
L sendero desembocaba en un an
cho claro, alumbrado por las lla
mas fluctuantes de una pequeña
hoguera. Al otro lado de ésta había tres
sucias tiendas blancas, y en una de ellas
ardía una luz, y (normes figuras negras
se movían sobre la lona. En el claro ha
bía quizá unos cincuenta hombres, al
gunos durmiendo en el suelo arrollados
en sus mantas, mientras otros se halla
ban sentados alredidor de la hoguera
en el espacio Hano y despejado. Al salir
Jim y Mac de la maleza, oyeron una
exclamación breve, aguda, reprimida al
punto, qu: salía de la tienda alumbrada.
Inmediatamente las grandes sombras se
movieron nerviosamente en la lona.
—Alguien está enfermo —dijo Mac sn
voz baja—. Aun no oímos nada. Con
viene no parecer entrometido.
Avanzaron hacia el fuego, a cuyo al
rededor un círculo ds hombres abrazaba
sus rodillas.
—¿Se puede entrar en este club? —
\ ¡k ik i
Un aspieto de las cam
: a m ig >
pañas napoleónicas v is
to a través de la actua
ción de dos valientes:
un soldado y un perio
dista, que luchan sólo
porque aman de verdad
a su patria. UNA H IS
C
A
B
A
L
C
O
N
M
G
A
I G
O
T O R IA DE A M O R
DE HEROISM O.
Y
Por TH OM AS B. COSTAIN
Jñwtpa
John Steinbeck, por Stjornttrom.
EDICIONES
C A ST E L A R
L a nueva obra de Sin
preguntó Mac—. ¿O hay que ponerlo a
votación?
Los rostros se alzaron hacia él, rostros
sin afeitar, con ojos en que brillaba la
luz del fuego. Uno de los hombres se
movió hacia un lado para dejar sitio.
—La tierra se da de balde, buen hom
bre.
Mac soltó una breve risa.
—No en el lugar de donde vengo.
Un rostro delgado, iluminado, hablo
desde el otro lado de la hoguera.
—A buen sitio vienes, compañero. To
do se da de balde aquí: comida, bebida,
automóviles, casas. Entra no más y sién
tate a comer pavo.
Mac se agazapó e invitó a Jim a sen
tarse a su lado. Sacó su bolsa de tabaco
e hizo con gran atención un excelente
cigarrillo; luego, como si se le ocurriese
de pronto:
—¿Alguno de esos capitalistas querría
fumar?
Se alargaron varias manos. La beIsa
pasó de una en otra.
—¿Recién venido? —pr:guntó el del
rostro delgado.
—Ahora mismo. Pienso coger unas
manzanitas y retirarme a vivir de renta.
El del rostro delgado estalló airada
mente.
—¿Sab:s lo que pagan, compañero?
iQuince centavos, quince cochinos cen
tavos!
—Pues ¿qué q u ie re s ? —p r e g u n tó
Mac—. ¡Por Dios, hombre! ¡No me ven
gas a decir que tien:s la pretensión de
/'Continúa en la página 14)
clair L e w i s , P r e m i o
Nobel de L it e r a t u r a ,
satírico burlón de los
hom bres de su país, d e
leita y em ociona con las
a v e n t u r a s d e R a lp b
EDITORIAL CASTELAR
Prescott, un serio abo
gado n eoyorquin o.
LA T R A M P A
H
U
M
A
N
A
Por SINCLAIR LE W IS
$ 6.50
“ N apoleón III es el úni
co dirigente p olítico del
siglo X I X cu y o pensa
m iento aún podría ser
v ir com o guia en la
actualidad", afirm a A lbert G uérard, historia
d or y crítico fran coam ericano, p rofesor de
literatura de la Stanford U niversity y caba
llero de la L egión de
H onor, al con clu ir este
libro, en el cual ha tm pledo treinta años.
5 9—
H um phrey B o g a r t y
Laureen Bacall llev a
rán a la pantalla los
personajes de esta recia
novela. L arry, un in ves
tigador de bacterias, y
Flease, la jo v e n de pan
talones ajustados, sien
ten una entraña atrac
ción que los aleja por
m i e d o de sí mismos.
Hasta que la m uerte les
trae la revelación del
subconsciente c a r i ñ o
que se regaron a re
con ocer.
Por
$ 8.50
L O N G S T R E E T
LOS RIVALES
S T E P H E N
�CABALGATA-12
L
GRECIA: La Acrópolis
Por CONRADO P SONDEREGUER
GRECIA:
O hum ano es inmanente de la
arquitectura, y no sólo, como
en toda obra humana por ser
ella su creación (dentro de le rela
tivo de nuestra creación) sino por"
que, además de ser hecha por el
hom bre, es — lo que resulta mucho
más im portante— hecha para el
hom bre. A plicación, goce y utiliza
ción que puede no interesar a otras
artes. Poesía, por ejem plo. Al poeta
no le interesa o puede no interesarle
com o creador, un tercer elementó
qu e use o goce su creación. Su obra
no es, forzosam ente, transitiva. La
arquitectura, en cam bio, debe serlo
siem pre, no es posible para ella ol
vid ar al usuario, el uso no es, como
en todas las artes, una cosa exterior
un m ero goce sin posesión, sino qué
se la usa, se la gusta en la más ma
terial d e las acepciones.
C ualquier ctra obra puede desen
tenderse d el h om bre com o tercera
persona. Basta para su existencia el
h om bre co m o creador. La arquitec
tura, m ientras no existe éste como
ocupante, co m o tercer elemento, no
tiene c no adquiere verdadero valor,
no está cerra d o el ciclo. Será, qui
zás, apenas escultura. El hombre,
co m o tercera persona, debe estar
presente durante la concepción, y
después, m ientras exista lo creado
y para qu e exista.
P ero e l hacer por y para el hom
bre no basta. Es fundamental que
la obra debe hacerse también con
el h om bre, teniendo en cuenta su
vida y su m ovim iento. Y aunque
El estadio
de Ddfos.
algo d e esto se refiere al con cep to arqu itectónico de escala humans.
supuesto que tode obra debe ser con ceb id a y ejecutada con esa escala,
no es suficiente q u e las cosas todas sean pensadas contando con el
h om bre co m o elem ento p asivo, sin m ovim ien to, casi diría sin vida.
C om o si esas cosas pudieran existir, tener razón d e ser con o sin él.
T en er en cuenta su vida r*c quiere d ecir sólo satisfacer necesidades
inm ediatas, lo p rim a rio d e l fu n cion alism o.
N o se trata ¡tampoco d el h om bre com o espectador, condición co
m ú n a todas las artes o d e l aspecto c con cep to musical de su movi
m iento cu a n d o a n te un con ju n to dem asiado grande (la Acrópolis,
p or e je m p lo ), se m ueve e x p e rim e r ta rd o em ociones sucesivas. Se tra
ta de él m ism o. El m ov im ien to q u e interesa es el d e su vida, el suyo
co m o actor, de tal m od o que h om b re y obra form en un todo armó
n ico susceptibe d e ser observado por otro hombre
co m o espectador.
Es p reciso h acer arquitectura usando al ser humanc no co m o punto d e referencia, si no considerándofk an cla : Un castillo
i0 co m o elem ento activo, bu scan do una coordinación
íb Sulty - s u r - L oira.
en tre sus m ovim ien tos y e l espacio creado. La que
�i 3 - CABALGATA
existía entre Luis X IV , su corte y Versalles, o entre un señor m edieval
y su castillo, o entre la multitud, ios jugadores y un estadio, y que no
existe entre una de nuestras casas “ estilo exposición de París 1937” y
sus habitantes.
La arquitectura debe ser humana. D ebe ser arquitectura Humana, que
es algo más que una arquitectura de taller, aunque se haga a escala hu
mana. O quizás una escala humana de acuerdo con la dim ensión interior
del hombre, d e acuerdo no sólo co n el lar
go de sus brazos, el ancho de su cuerpo
o la altura de sus ojos, sino, vuelta la m i
rada hacia adentro, con la Escala Interior
del Hombre. Llám ese esto, si se quiere,
costumbres, creencias, filosofía, tradición,
etcétera.
La arquitectura debe unirse a la tie
rra a través del hom bre, y para nosotros
a esta tierra.
Es preciso contar con el hom bre com o
elemento plástico, com o ocupante y ade
más com o actor. (Cuya psicología se debe
tener en cuenta y aceptar). La obra debe
concebirse en razón de sus m ovim ientos
dentro de ella, de tal manera que se adap
te a su vida, que viva en él, que se den
vida recíprocam ente.
Descartado y superado lo funcional, d e
be lograrse, entre ocupante y arquitectu
ra, ese ju egb que existe o debe existir
entre actor y escenario. Sólo que aquí el
juego es la vida, su argum ento el m odo
de es3 vida, su fon d o la concepción del
mundo en el mom ento histórico en que se
realiza. La arquitectura debe refleja r esa
concepción y la relación que existe entre
el hom bre y ella.
Se trata de encarar el papel del hom bre
no sólo com o usuario, com o determinante
de la función, sino también com o parte
de la com posición al m overse, al actuar.
Es preciso considerar su aspecto exterior,
su espíritu y su m ovim iento al crear. Es
preciso com poner con el hom bre.
BUENOS AIRES: El tttid io d* R ¡* « Píate. Arquitecto» Aslen y Escurra.
Bibiío eca Municipal de Vilpurí. Arquitecto Alvar Aolto. En a t e abra, cumplida» toda»
las exigencias de su función, se ha logrado, ademó» de belleza en su exterior, en escala
con el paisaje (plástica de masas), y una verdadera escala humana en su interior
(plástica de especio).
�(A B A R A T A -i*
ARNOLD SCHONBERG Y EL EXPRESIONISM O...
(Viene de la página 9)
retrógrada, inversa, bifurcada en varias
vocee, en canon, segmentada en acor
h a c ia una n u e v a melodía elemental,
des. etcétera— la unidad y las relacio
hada una polifonía absoluta de contor
nes formales.
nos netos y característicos. El material
Con este último período de la crea
sonraro tómase cada vez más fragmen
ción schonbeigiana, que abarca desde
tario; la tonalidad, el prindpio de las
las Piezas para piano, op. 23, hasta su
secuencias, repeticiones, corresponden
reciente Concierto para piano y orques
cias y desenvolvimiento desaparecen; la
ta, op. 42, iniciase una nueva fase evo
música tómase atonal y las cadencias
lutiva en la expresión musical. Ella tien
son anuladas. En ese instante de deca
de a una virtual codificación que con
dencia extrema de la construcción y la
dense, desde el ángulo de los valores
forma musicales, la actuación de Schon
permanentes, una multitud de proble
berg toma contornos históricos al crear
mas enfocados hasta hoy desde criterios
una nueva concepción estructural lla
netamente individuales. Las conclusiones
mada técnica de los doce sonidos. Con
y las prácticas a que se ha arribado re
ella Schonberg establece un nuevo or
basan ya, en parte, la concepción es
den armónico y formal, dando estruc
tricta del docetonalismo schonbergnlatura y organización al nuevo verbo mu
no; pero ellas demuestran, de rechazo,
sical que es el A-tonallsmo. La antigua
la sorprendente vitalidad de esos prin
escala es sustituida por una serie de do- - cipios establecidos, sustentados y des
ce sonidos cromáticos independientes,
arrollados por el Maestro, desde el co
creada por el autor para cada obra. Esta
mienzo de la era A-tonal hasta hoy, en
serie, empleada horizontal o verticalque es ya imprescindible la ampliación
mente como base de una composición,
y, a la vez, el abandono del criterio
doce tonal ortodoxo.
garantiza con sus variantes —en forma
EL PRIMER ESPAÑOL...
(Viene de la página 8)
a entender que constaba de un solo vo
lumen.
En el 11b. I admite expresamente los
antípodos (cap. IV) y el movimiento
del Sol (cap. X H I ), sin mencionar el de
la Tierra, pues no encuentra solución a
este dilema: o el Sol tiene movimiento
propio o se mueve con el general de la
esfera, “lo cual —dice— es imposible,
porque entonces el Sol saldría y se pon
dría por el mismo punto, resultando per
fectamente iguales los días y las noches”.
La obra está, desde luego, incompleta,
bien porque no la acabó Hygino, bien
porque no se ha transcrito entera de los
mss. originales, pues todas las ediciones
impresas terminan con estas palabras:
“Quod ad quinqué stellas attinet, huc
usque satis arbitramur, nunc autem demonstrabimus quibus de causis menses
intercalentur.. . ” , y, como se ve, corres
ponde al estado científico de la época,
teniendo, sobre todo, el interés histórico
de ser la primera obra escrita por un
español.
_____ j
2 M & CGÓDO'. pOtfCfC X Vfifi-ZHO
(Viene de la pág, 9)
Y el in stru m en to
solista debe aportar
todas sus p osib ili
dades para no desaparecer ante el coloso
que le sirve de compañía. Esta concep
ción, por otra parte, es el lógico corolario
del enfoque lúcido que Toscanini tiene
del arte, un arte que es antivirtuoso y
antiexhibicionista y en el que no tienen
cabida las expresiones de interpretacio
nes caprichosas.
Ania Dorímann, de la que carecemos
de noticias en Buenos Aires, tiene, desde
luego, el prestigio que le otorga la elec
ción de Toscanini, pero, de acuerdo con
la audición de estos discos, ese prestigio
es el mayor. En ningún momento se
advierten las razones musicales que pue
dan haber impulsado al genial director
a grabar este concierto con ella. El des
equilibrio entre la interpretación de uno
y otro es tan evidente como desconcer
tante. Por supuesto, Ania Dorímann tie
ne muy buenos dedos, excelentes se po
dría decir, y conoce a la perfección el
aspecto mecánico de la obra. Sin em
bargo, se le escapan los relieves. Su eje
cución es irla, brillante sin convicción,
carente de estilo y de personalidad. El
fraseo no tiene profundidad ni intención,
y aparenta confundir ritmo con rigidez.
Ella tenia predecesores ilustres en la
ÜN E D I T O R
QU E NO
R E C T IF IC A SUS DECISIONES
(D ibujo de B a te m a n .
del "London Opinión” )
grabación de esta obra: Schnabel (Víc
tor) y Gieseking (Columbia), ambos im
pecables y que ofrecen dos profundas y
maduradas concep
ciones de este con
cierto. Su v e r sió n
no a g re g a nada,
pues, a la calidad
de la d is c o g r a íia
b e e th o v e n ia n a .
Queda T o sca n in i,
que por cierto no es
poco decir, pero es
te es un concierto
para p ia n o y or
questa y, a pesar de
su d e se m p e ñ o , la
obra no está logra
da por r e s is tir s e
uno de los términos de la ecuación.
Desde el punto de vista fonográfico, la
reproducción es buena, aunque por mo
mentos el exceso de sonoridad ahogue si
timbre de algunos instrumentos. He es
cuchado la grabación de origen y es sen
siblemente superior.
E ile e n Joyce ha
grabado para Colum bia (C. 17T708,
dos fa c e s de 30
cm .), que la ha re
editado en edición
nacional, la Toccata de Debussy y el
vals op. 34, N? 1 de
M oszk ow sk i. Las
versiones son bue
nas, pero no se al
canza a compren
der qué misteriosa
c ir c u n s ta n cia ha
enlazado estas dos obras en un disco,
porque el vals de MoszkowsJrí es de una
vulgaridad y ram plonería manifiestas.
CONVERSANDO CON GU IL L ER M O DE TORRE
( v ie n e ae ia pagin a S)
ingenua; en materia de
novela, la reviviscencia de
cierto realismo, aunque
adobado con nuevas espe
cias e intenciones trascen
dentes. Y respecto al existenclallsmo. . . Hasta los
más legos no ignoran
que tiene sus ralees en
Kierkegaard —dentro de
pocos años se cumplirá ¿1
centenario de su muerte—
y su desarrollo en Jaspers
y en Heidegger, cuyo ser
y tiempo •¡s de 1917. En Francia men
cionan, además, los antecesores inme
diatos de Sartre: Jean Wahl y Gabriel
Marcel. Pero lo que hasta ahora no se
ha dicho es que a un lector de nuestro
idioma las teorías del exis* enclalismo
no le suenan a nada fundamentalmen
te nuevo: yo encuentro en ellas más
d un eco —directo o indirecto— de
Unamuno; su “hombre de carne y hue
so” ¿no anticipa ya el predominio de
la existencia sobre la esencia? Del mis
mo modo pueden advertirse conecciones con teorías de Ortega y Gasset.
El hombre “preso en el mundo”, el
hombre “que no es más que lo que él
se hace" —según escribe Sartre— , re
cuerda muy cercanamente al ortegula no “hombre y su circunstancia” y ai
sentido de la vida como proyecto y
quehacer...
—Luego ¿cree usted que las aporta
ciones del exisfenciallsmo son de :scaso valor?
—Me guardaría muoho de anticipar
tal conclusión Tendía únicamente a
señalar que esa escuela no puede con
siderarse como una nove
dad de postguerra o m gendrada por la guerra.
Aunque muy curiosamente
haya sido durante la ocu
pación nazi cuando se
desarrollaron en Francia
los gérmenes de la filoso
fía del absurdo, de la an
gustia y del desamparo,
tan llena de reflejos ger
mánicos. Hay que anotar
lo: el enemigo muere, pqro antes deja clavado el aguijón con
su veneno. Que me perdonen los pro
fesionales de la filosofía si me excedo
al señalar esa relación del existencialismo con «1 nazismo. ¿No es signi
ficativo que, tendiendo a levantarse
este sambenito flotante en el aire, ya
en uno de los primeros números de
Temps Stodem.es, Sartre y los suyos
hayan trabado de rehabilitar a Hei
degger insinuando que este filósofo fué
sólo nazi bajo las circunstancias? Piro
esto, al cabo, resulta secundarlo. Pues
la importancia de Sartre y sus afines,
no radica en su filosofía, sino en la
incorporación de ciertos conceptos fi
losóficos a la novela y al teatro. Indi
ca finalmente —y el fenómeno se ad
vierte no sólo en Francia, sino en to
da la más reciente literatura europea—
que en el movimiento d ; rotación de
los géneros la poesía retrocede y la no
vela, con el ensayismo, pasa a primer
plano. Muchos temas se insinúan, p:ro
la entrevista toca a su fin. Lamentán
dolo, nos separamos de Guillermo de
Torre, hasta una próxima entrevista.
(Viene de la página 1 1 )
. „ ,
----- “ J“ . n-unuas man
zanas I —Endurecióse su ton o-, Sunor
gamos que no se cogen.
El del rostro dlgado exclamó—No tenemos más remedio que coger
las. Para llegar aqui gastamos el úitLñ
centavo.
Mac repitió en voz baja:
— ¡Tan lindas manzanas! Si no las co
gemos, se pudrirán.
—Si no las cogemos nosotros, otro las
cogerá.
—Y, ¿si no le dejamos? —dijo Mac
Creció la tensión entre los hombres
que rodeaban la hoguera.
—¿Quieres d ecir... huelga? —pregun
tó el del rostro delgado.
Mac se echó a reír.
—No quiero decir nada.
Un hombre bajo, que apoyaba su bar
billa entre sus rodillas, dijo:
—Cuando London supo lo que paga
ban, poco faltó para que le diese un
ataque. —Se volvió hacia el que estaba
a su lado—. Tú le viste, Joe. ¿No estuvo
a punto de que le diese?
—Se puso verde —dijo Joe—, Allí es
taba, y se puso verde. Cogió un palo y
lo hizo añicos entre sus manos.
La bolsa de tabaco volvió a su punto
de partida, pero poco quedaba en ella
Mac la palpó y se la metió en el bolsillo
— ¿Quién es London? —pr:guntó.
Contestó el del rostro delgado.
—London es un buen tipo..., un gran
tipo. Viajamos con él. Es un gran tipo.
—El Jefe, ¿no?
—No, nada de Jefe; pero es un buen
tipo. Viajamos con él. Tendrías que oírte
hablar a un poli. É l...
Volvió a sonar el grito, más largo esta
vez. Les hambres volvieron el rostro ha
d a la tienda; luego, volvieron a mirar
apáticamente el fuego.
—¿Alguien enfermo? —preguntó Mac
EN LUCHA INCIERTA
—La nuera de London. Está de parto.
Mac dijo:
—Mal sitio éste para parir. ¿Tienen
médico?
— ¡Qué diablos! ¿De dónde quieres que
lo saquen?
— ¿Por qué no la llevan al hospital
del condado?
ET delgado rostro expresó burla.
—No quieren obreros ambulantes en
el hospital del condado. ¿No lo sabias?
No hay cama. Todas ocupadas siempre.
—Ya lo sé —dijo Mac—. Quería saber
si le sabias.
Jim se estremeció, y tomando un ñon
qui to de mimbre introdujo entre las as
cuas su extremo, que se abrasó en lla
mas. La ma.no de Mac surgió de la os
curidad y oprimió su brazo.
Mac preguntó:
— ¿Tlen;n ahi a alguien que sepa algo
de esto?
—Hay una vieja —dijo el del rostro
delgado. Bajo el Interrogatorio, asomó
la suspicacia en sus ojos—. Oye, ¿qué
te importa a ti?
—Tengo cierta práctica —explicó Mac
con indiferencia—. Entiendo algo de es
to. Pensé que quizá pudiera ayudarles.
—Diselo a London. —El del rostro del
gado rehuyó la responsabilidad—. No es
asunto nuestro el responder a preguntas
sobre él.
Mac fingió no haber advertido ningu
na sospecha.
—Esto voy a hacer. —Se puso en pie—.
Ven, Jim. ¿Está London en esa tienda
iluminada?
—Sí. Esa es la suya.
Un círculo de rostros iluminados miró
como Mac y Jim se alejaban, y luego
las cabezas volviéronse de nuevo hacia
el fuego. Los dos hombres cruzaron cui
dadosamente el claro, evifando los far
dos de ropa que eran hombres que dor
mían.
Mac murmuró:
— ¡Qué oportunidad! Si salgo bien de
esto, estamos en marcha.
—¿Qué quieres decir? Mac, no sabía
que tuvieses práctica médica.
('Continúa en la página 26)
�15 —
Autorretrato. _ 1 888.
CABALGATA
Aldeano. - 1888.
EXPOSICION
de
EN
VAN GOGH
PARIS
En París, en el Museo de l’Orangerie, se inauguró recien
temente una importante exposición de obras de Van Gogji.
En el semanario “ Arts” , el conocido crítico Raymond Cogniat,
evocando el drama de la arrebatada existencia del gran artis
ta holandés, escribe:
“La importancia de Van Gogh en los tiempos presentes está
ampliamente justificada. Su vida tiene el valor de un símbolo.
”Van Gogh es una de las más puras expresiones del hom
bre; pero su vida demuestra que nuestra sociedad, cuya base
debe ser el individuo, es incapaz de ayudar y hasta de prote
ger a éste, y se ve tanto más desarmada cuanto más excepcio
nal es la personalidad del individuo; llega, en esos casos, a
Lo Artesiana. - 1888.
El Director del A*ilo de Soint-Rémy. - 1889.
crear r e b e ld e s involuntarios
por el sólo hecho de que éstos
se empeñan en vivir conforme
a su propia naturaleza.
"Extraña lección y mal ejem
plo: Van Gogh toma aspecto
de personaje insociable cuando
no h a bía en él m ás que be
lleza y generosidad. Parece un
inadaptado en su tiempo por
que no se le puede clasificar
en una categoría prevista. Ese
mundo que preconiza las cua
lidades individuales, que se en
vanece con las palabras liber
tad y\ fraternidad, es impotente
para ayudarle, no por mala vo
luntad ni por desprecio, sino
porque el caso individual es el
más difícil de prever en los re
glamentos administrativos.”
t
�(ABALGATA -1 6
/
�-m y O acepto la muerte, no la comprende, pero me
_ |Xj obsesiona... Por eso la pinto.
-1- ' “ El drama” —diez años de existencia pictó
rica— fulge sobre lo perecible. ¿No es ésta, acaso, la
historia de un a ma que vive per la pintura y convoca
figuras abruptas gentes desmesuradas en la tragedia,
aiooi;s desollados, p edras y también el mar, la pampa
o el cielo que integran la vida del universo en su fiso
nomía trágica, y no obstante fija en la linea de un des
tino tremendo?
—Los temas de mis cuadros no los pienso, los siento.
M:- atengo a formas y colores y los ordeno según las
necesidades expresivas. Entiendo crear así una realidad
plástica independiente de la realidad de la naturaleza
en su estructure cien y leyes propias.
Mas la realidad y la naturaleza intervienen y la acu
cian. “ S o le d a d ” , de 1928, es presencia de mujer de
suburbio, clamante y dolorida, o aquella escena que
evcca la pintura en un cuadro destruido en el que se
' reia, en el claro de un bosque de piernas humanas,
desfilando indiferentemente, hacia el fondo, una men
diga Vienen luego los años de Europa, los tiempos de
las influencias y del mirar y ver por tierras de Francia,
de España, de Italia, y la lección de las vanguardias
asimilada (figuras mitológicas y marinas, de encendidos
teños, de intensa expresión formal). Y la estación de la
tragedia desatada sobre el mundo se acerca, y el cose
char de terribles espantos y profundas tempestades que
sublevan a las conciencias, y la pintura trocada en fuer
za conceptual, en expresión-testimonio.
Cruzan momentos en que la libre imaginación des
pierta en contacto con los objetos y las criaturas; otros,
en que procede de una razón de raza —ancestral, cós
mica—, no mero folklore. Raquel Fom er tiene raíces en
1
«
�CABALGATA -
ib
�19—(ABALCATA
España —la España trágica del
Greco, de Valdés Leal, de Goya,
de Gu tiérrez-Solana—, y son esas
raíces que la llevan a ser lo que
ella actualmente es. Viene la gue
rra, y la pintora se pone a pintar
le el rostro a la muerte.
__¿Cómo concebir esta negación
de vida? Una rebeldía interior la
hacen en mí incomprensible.
Troncos y ramas vueltas, for
mas vivas, serpientes y mons
truos, blancas estatuas y alima
ñas que cercan mutiladas figuras
y quiebran el paisaje, y claman.
Los troncos secos arrancan desde
la tierra rocosa, estéril. ¿Y aque
lla niña con el pájaro muerto? ¿Y
la misma muerte descolgada en
tre ruinas? Paredes derruidas,
manos fantasmales que se alzan,
o una flor roja en estado eruptivo
emergiendo violentamente entre
dedos incorruptos. “ Exodo”, “Ni
ver ni oír” , “Retablo de dolor"
(moderna Verónica), “ El manto
rojo” , “ Desolación”, “ El puente
roto”, “La lucha”, “Amanecer” ;
amargura volcada en óleos de fi
dedigno pavor. Mas también la
mujer de las mieses y las espigas,
brotando de miembros humanos
sobre campos fértiles al trabajo
del hombre. Hay en Raquel Forner fragmentos de belleza plás
tica potente, aspectos de paisajes
(formas, planos, color), figuras y
mantos, y nubes ccn sus veteados
inconfundibles, alargadas, hacia
espacios abiertos dentro de la
complejidad de la composición y,
en contraposición, con' los salien
tes y descriptivos primeros pelda
ños del cuadro. La mujer, arro
dillada, del “Exodo” cabe en un
expresionismo denso de calidades
pictóricas: el dibujo, por debajo,
urge a una materia fluyente y la
luz fila el contraste de los cla
roscuros.
i
—De la irrealidad monstruosa
que es para mí la guerra estoy
tratando de crear una realidad
plástica. Es mi protesta.
Junto a esa irrealidad, la natu
raleza vuelve a transfigurarse en
los cuadros recientes de la pin
tora; los de la costa atlántica de
Miramar. Antes, troncos típicos y
ramas de los bosques y lagos del
sur patagónico; ahora, otra natu
raleza, que confluye en el caudal
artístico de “El juicio” . Los moti
vos se enlazan en una serie de te
mas, conectándose en el amplio
friso de los óleos. Aquí los estu
dios aducen persistencia en una
pintura que se libera un tanto de
la forma representativa —su pe
ligro— y se afina creativamente
(“El hambre” ). La emoción pic
tórica rebosa en lo que ella tiene
de camino hallado, en una sínte
sis de forma-color, y se eleva por
encima de su clima dominante.
En esta evolución “ El juicio” se
liga a “Excdo”, y ambas telas
acogen el planteo clásico de Ra
quel Forner, que no olvida la es
tructuración cubista ni la narra
ción episódica de los primitivos
plasmadores de im ágen es plás
ticas.
RAQUEL FORNER. - El Pumt* Roto. - (Oleo) 1946.
—Para el artista, crear es reali
zarse. Y no debe limitarse su ex
presión con teorías preconcebidas:
tener la valentía de ser sincero
consigo mismo. La sed de infinito
que todo artista lleva en sí lo
guía subconcientemnte.
¿Su forma? Ajustados volúme
nes y planos de color que se tra
ducen en ritmos. El barroquismo
entra en la compcsición y ostenta
la multiplicidad de sus elemen
tos, mas un soplo de hirviente
vitalidad — ¿ r o m a n t i c i s m o ? —
irrumpe con su estallante rigor.
¿Su color? Gamas ricas en vi
braciones emocionales c, dentro
de lo conceptual de la representa
ción, aplicadas en aguda elabo
ración, insistentes.
¿Composición? Los planos se
agolpan y líneas secretas (eje
central y diagonales) sustentan
el clima irreal en sus formas y
figuraciones.
¿Peligros? Que lo ilustrativo
predomine sobre lo plástico, y el
color pierda sus vibraciones sen
sibles, y la composición quiebre
los espacios necesarics.
Alerta, vigila y denuncia la pin
tora su visión real e imaginaria:
—Contra la muerte, contra la
opresión y la tiranía, contra el
dominio de la fuerza, que signi
fican la muerte del espíritu. Con
tra la desesperanza lucha el artis
ta al crear su obha consciente
o inconscientemente, p o r q u e el
arte es belleza y es eternidad.
Raquel Forner permanece leal
a su canto. Y el grande ojo surreal suelto en una de sus telas
donde la alegoría de la muerte,
de frente huesosa y de l aure l
adornada, asume imperiosa exis
tencia, centra el drama —y, del
mundo, los dramas.
�(ABALOATA - 2 0
NTONIO CUNILL Cábanellas es
un hombre harto prestigioso pa
ra necesitar presentación. A tra
vés de la inolvidable temporada del
Odeón en que montó comedias como
“Mirandolina” y "Carina" y de sus cin
co años en la dirección del Teatro Na
cional de Comedlas, ha acreditado ya
sobradamente sus cualidades de metteur
de categoría universal, de excepcional
cultura, finísima sensibilidad y sentido
plástico, con una comprensión cabal del
ritmo y del ensamble general de todos
los elementos capaces de hacer armonio
sa y perfecta una mise-en-scéne. Pero
con ser tan importantes estas virtudes
de Cunill, lo es más aún su capacidad
de asimilarse a fondo el espíritu d: una
obra y de interpretarlo con la máxima
fuerza de convicción, sean cuales fue
ren la tesitura y el acsnto de aquélla.
Esta capacidad de captación, que sólo
puede poseer una inteligencia muy cul
tivada, le ha permitido montar come
dias tan dispares como “En familia”
de Sánchez y “Cyrano de Bergerac" de
Rostand, “Locos de verano” de Laferrere y “Carina” de Crommelynck, con la
misma compenetración y el mismo bri
llo. Además —y esta no es la menor
da sus dotes— Cunill es un notable
maestro de actores, de quienes logra el
máximo aprovechamiento en punto a
voz, plástica y expresividad en general.
La autoridad de su palabra en materia
teatral es evidente.
A
Hablan los Directores
LO CLASICO Y LO NUEVO
—¿Qué tipos o tendencias del Vatro
le interesan más?
—Me gustan Shakespeare, Calderón
Esquilo. Y además, el último autor J e
ha aparecido: en estos momentos, por
ejemplo, me interesa Jean-Paul Sartre
Por la simple razón de que el último au
tor aparecido, cuando vale algo es una
nueva esperanza, la posibilidad de una
renovación, del surgimiento de algo irédito en el terreno del arte.
—¿Hay algo que lo apasione particu
larmente :n estos momentos?
—Ser maestro de actores. Desde mi
puesto de vicedirector del Conservatorio
Nacional d: Música y Declamación, y
director de la sección de Arte Escéni
co, me dedico en estos momentos, con
verdadero entusiasmo, a esa labor díormar intérpretes, que espero serán los
grandes actores de mañana en :ste tan
querido teatro nuestro, al que todos
aportamos nuestras energías en la me
dida de lo posible.
EL TRONCO Y LA RAMA
—¿Qué opina, Cunill, frente al inci
dente Stanislawsky-Meyírhold? ¿Cuál es
su posición como director frente la di
ferencia de principios que.motivó la se
paración de ambos?
—En realidad no hubo tal incidente.
Creo que la separación de ambos íué
causada más que nada por el deseo de
Meyerhold de independizarse y montar
obras por su cuenta y a su gusto. A
Stanislawsky lo movía sobre todo el desso de formar actores extraordinarios,
a semejanza de Salvini, a quien admi
raba. Quería tener una compañía de
Salvinis. Era un naturalista y en cier
to modo un representante de la tradi
ción teatral. Meyerhold, por el contra
rio, representaba el punto de confluen
cia de diversas tendencias y corrientes
estéticas de la época, del simbolismo, di
las concepciones escenográficas de Bakst
y -d e las coreográficas de Diaghilev y
tantas otras. Era, pues, una resultante.
Y, al mismo tiempo, una rama. Una ra
ma del poderoso tronco que era S tan is
la wsky. Una rama solicitada por los
fuertes vientos de la época. Y, simple
mente, se desgajó.
— ¿De modo que no hubo en el fondo
una cuestión de disparidad de prin
cipios?
—Entiendo que no. Es cierto que, por
lo general, se considera que Meyerhold
se separó de Stanislawsky porque no
concordaban las posiciones de ambos,
el respeto de Stanislawsky por el actor
y la obra, con la voluntad de Meyerhold
de imponer su personalidad de director
transformando la obra a su paladar.
Pero considero que esta cuestión de
principie* surgió a posterior!, a raíz de
la separación, que obligó en cierto mo
do a Meyerhold a crear una teoría pro
pia. Concorde, naturalmente, con su
temperamento renovador.
IMPORTANCIA DEL ACTOR
—¿Y usted, como director?.. .
—Estoy con Stanislawsky. Stanislaws
ky, al mismo tiempo que punto de par
tida fundamental y maestro de direc
tores, representa a mi entender la po
sición más sana y lógica que puede adop
tar un hombre de teatro: respeto por el
autor, voluntad de perfeccionar al má
ximo ,los recursos expresivos del co
mediante, ánimo de montar la obra con
todos los recursos qué brinda la ilusión
escénica sin necesidad de apelar a exa
geraciones. Además, para Stanislawsky
el actor es la esencia misma del esce
nario. Como para Gordon Cralg.
ur la personalidad del IntéroretT »
que lo hace, es un mal director p L ®
el actor nunca rendirá el máximo T *
da de si lo que lleva dentro A l °
bien: lo que si puede suceder
0T
director quiera imprimir determiJA
tonalidad a tal o cual pieza, p ^ J *
derar que así subraya su sentido v T
tonces todos los actores quedan de
cho afectados por esa tonalidad
aquí el director no se ha propuesto J
poner su personalidad a nadie, y sí u
sólo acentuar ciertos valores o
de la obra.
^ em sa s
HURGANDO EN
LOS CAMARINES
DE LA HISTORIA
OPINA
que
el
A C T O R
es la REALIDAD ESENCIAL del TEATRO
—Un gran renovador a veces mal in
terpretado. ..
—Efectivamente. Se habla de la “su
pe rmarioneta profetizada por Craig, co
mo si se tratara de un autómata. Nada
de eso. Al predecir que el futuro intér
prete del drama será la supermarioneta, Cralg no se refirió a un autómata,
sino al superactor, al actor extraordina
rio del mañana. Asi como Eleonora Duse había dicho paradojalmente reaccio
nando contra el ambiente mediocre en
que se movía y donde no hallaba com
pañeros de trabajo de su talla, “El tea
tro nacerá con la muerte del último ac
tor", asi Gordon Craig, colocándose en
la antípoda, declaró aproximadamente:
“El teatro nacerá con la aparición de
la primera supermarioneta”, refiriéndose
al primer superactor.
—Creo que la base del teatro es la
formación continua de grandes intér
pretes, capaces de destacar los valo
res eternos del drama, el sentido de
las grandes obras.
¿EL DIRECTOR, ENEMIGO
DEL ACTOR?
—¿No cree usted que el director-actor,
esto es, el que le marca el papel al
actor interpretándolo él mismo, pue
de deformar a veces la personalidad del
actor al imponerle la suya?
—Jamás. Desde luego, el director-ac
tor, si queremos llamarlo así, es el úni
co director auténtico posible. El intelec
tual o esteta puro está demás en el es
cenario, por r:spetable que pueda ser su
opinión desde la platea. El director mar
ca los papeles señalándole al actor el
modo de usar la voz, de mover el cuer
po, ds accionar los músculos del rostro,
FALLO
DE F I N I T I V O
La silbatina más rotunda que
se conoce fué probablemente la
que acogió el estreno de una co
media de un autor cuyo nombre
no se conserva, a mediados del
siglo XVIII en un escenario de
París. El autor tuvo el disgusto
de ver entre los que silbaban en
tre el público... ¡a su propio
padre! Después de esto retiró la
comedia del cartel y se retiró él
del teatro... y cabe suponer que
todos salieron ganando.
AMOE POR EL REALISMO
Bellecourt, un actor francés de
la primera mitad del siglo XVHI
que intentaron en vano oponer
al gran Lekain, ya que nunca
pasó de un segundo plano, sintió
gran entusiasmo por el teatro
desde su juventud, resistiéndose
a estudiar pintura como lo pre
tendía su padre, conocido retra
tista. Cuando abandonó la paleta
para presentarse con una com
pañía de Besan?on, sólo tenia
una levita negra y unes calzones
de terciopelo que le había rega
lado la actriz Mil:. Clalron. No
teniendo otra ropa, trabajó con
ésta en el drama “Zaire”, y en
plena representación se arrodilló
con tanto apasionamiento y rea
lismo ante otro personaje, que
les calzones no resistieron a es
ta prueba de respeto y se abrie
ron hasta la cintura.
En esta oportunidad, Belle
court no le mostró solamente
su talento al público.
�21-
JEAN ANOUILH,
el Heredero de Sarment
estas horas Jean Anouilh debe haber
estrenado ya, en París, su nueva comedia “ R om éo et Jeannette” , que los
que la conocen consideran un sólido testi
monio de madurez intelectual.
La labor de este autor francés es real
mente sorprendente. En plena juventud, en
los pocos años de su parábola teatral, ha
estrenado ya numerosas comedias, y todas
de iprimer orden, todas de tal éxito, qus se
pe sean gallardamente por las carteleras del
mundo, tedas de un lirismo suave y tran
sido de preocupación por la suerte del alma
humana, por la necesidad de elevar el es
píritu por sobre la materialidad de lo coti
diano.
“ Mandarine” , “ El viajero sin equipaje” ,
“ La salvaje” , “ Había un prisionero” , “ El
baile de los ladrones” , “ La cita de Senlis” ,
“ Eurídice” , “ Antígona” , jalonan una tra
yectoria ascendente, pero exhiben todas la
misma tónica. Lo que más le interesa a
Anouilh es la creación de atmósferas poéti
cas, es encontrar belleza en las cosas más
menudas y en la intimidad de las relacio
nes aparentemente más absurdas e ideoló
gicas. En este sentido su sensibilidad y don
de adivinación son exquisitos, de verdadero
poeta.
Anouilh puede considerarse el heredero
de Sarment, del m ejor Sarment, el de “ El
pescador de sombras” y “ Las bodas de
Hamlet” . Pero lo supera en densidad, en
finura, sino en elegancia. Sarment había
creado una tradición en el teatro francés
moderno, dejado un legado, y ese legado no
había «podido recogerlo Marcel Achard a
pesar de la deliciosa levedad de “ D om inó”
y “ Jean de la Lune” , porque ello le estaba
reservado p or razones temperamentales a
Anouilh, vigoroso y sutil a un tiempo, más
variado y profundo en la elección de temas,
más significativo en el conjunto de su labor.
Nosotros conocim os dos de sus m ejores
piezas: ‘íLeCcadia” y “La salvaje” . La pri
mera, sobre todo, en una brillante puesta
en escena de Luis Mottura y co n un fino
trabajo de Mecha Ortiz, fu é una revelación
para los que no conocían aún- a Anouilh.
A pesar de la evidente influencia de “ El
pescador de som bras” , de Sarment, había
allí una personalidad de dramaturgo y una
sensibilidad d e peeta capaces de recrear la
áspera y desolada realidad, de obtener ma
teria lírica de cualquier cosa, de extraer
esccrzos funambulescos d e la aparente con
gruencia cotidiana. P róxim o, por m om en
tos, a Giraudoux en su construcción de un
mundo «propio y en la concisión quintaesen
ciada de la frase, Anouilh era, sin embargo,
personal y distinto d e todos sus com pañe
ros de generación.
Y es esta diferenciación, quizás, la que les
permite complementarse a los m iem bros de
la brillante pléyade de dramaturgos fran-
PBOSfE\I0
por L E O N
MIRLAS
.
\
Sir Cedric Hardwickc y Katharine Cornel! en lo
versión norteamericano de ''A n tig on i'' de Anouilh.
“El gusano es el único rey en mate
ria de comida: nosotros cebamos a
todos los demás animales para engor
damos con su carne y nos :ngordamos .
para cebar a los gusanos. El obeso rey
y el escuálido mendigo son sencilla
mente servicios distintos, dos platos de
una misma mesa: en esto es en lo que
se viene a parar".
<Shakespeare (Hamlet)
* * *
“ ¡Nada! ¡Sentir nuestra vida apaga
da como la llama de un fósforo bara
to !... ¡Quedamos dormidos y saber
que nunca, nunca, volverán a llamar
nos para desempeñar el oficio de vivir” .
O'NeiU (ES gran Dios Brown)
ceses que se alternan- ahora en las cartele
ras de París: Salacrou, Aricuilh, A chard,
Cocteau, Sartre, Puget, Peyret-Chspuis. Es
la nueva generación que ha proseguido la
obr3 de Lenorm and, Gantillcn, Jean-Jacques Bernard, Sarment, Pellarin, V ildrac,
Natanson. Ceda uno de los nuevos tiene
su acertó personal. A nouilh su densidad
poética; Salacrou su vez descam ada y casi
brutal; Achard sus deliciosas piruetas a la
Musset; C octel u su am or p or las pasiones
desenfrenadas, al g a lop e; Sartre su m or
bosidad casi granguiñolesca; Puget su se
ducción ju ven il llena de sol; Peyret-Chapuis
su amargo cinism o. En conjunto, form an un
panorama lleno d e matices qu e preserva la
vitalidad del teatro francés con el estím ulo
de animadores com o Dullin, Baty, JeanLouis Barrault.
Cabe esperar ahora, de Jean Anouilh,
una obra definitiva, ya qu e ha madurado
plenamente «para ello. Tiene toda la pres
ciencia del poeta y todas las virtudes del
hom bre d e teatro armoniosamente fu n d i
das. L o más p robable es que, para el crí
tico de mañana, sea el portaestandarte de
su generación.
LA M A R C H A
DEL T E A T R O
I
A esta altura debe haberse estrenado
ya en París el tan esperado drama de
Armand Salacrou “Nuits de la colére”,
anunciado en el Narigny bajo la direc
ción de Jean-Louis Barrault.
*
Vivicn Leigh, en la protagonista de la obra da Thornton
Wildar “ La piel da nuestras dientas” , repuesta en Londres.
PA L A B R A S
INOLVIDABLES
(ABALOATA
Escenario de Olivar Smitli para la nueva
versión de ''La ópera de las mendigos''.
*
•
Obtiene gran éxito el “Rey Lear” del
notable actor inglés Laurence Olivier,
al frente del elenco del OMVic Theatre,
de visita en París.
• • «
Se estrenó en Broadway “Juana de
Lorena”, la nueva versión del mito de
Juana de Arco, del reputado dramatur
go Maxwell Anderson,, obteniendo un
brillante triunfo en el rol protagónico
la actriz Ingrid Bergman.
* • •
Se anuncia una nueva versión mu
sical, este vez con escenografía de Jo
Mielziner, versos de Langston Hugh:s
y partitura de Kurt Weill, del drama de
Elmer Rice “Street Seenes” , estrenado
hace años en Buenos Aires con el nom
bre de “La calle” .
• * *
S ; ha repuesto en París una obra de
los tiempos heroicos del teatro moder
no: el “LTbu Rol”, del poeta surrealis
ta Alfred Jarry. Las grandes dificulta
des de montaje d: sus veintidós cua
dros no parecen haber sido superadas
victoriosamente y la lentitud de la re
presentación y chatura d= la música
de acompañamiento conspiraron contra
el éxito.
* • •
En su nuevo drama “Otra parte del
bosque”, la laureada escritora Lillian
Helbnan, muestra a los personaj.s de
su pieza “Los zorrítos” veinte años antes.
• • •
Se ha montado en Broadway una
nueva versión de la famosa “Opera de
los mendigos” de John Gay, reelabora
da por Berthold Brecht-Kurt Weill con
el nombre de “Opera de los tres cen
tavos” . Esta vez, Duke Ellington ha
aportado la música y John Latouche el
libreto y los versos.
• * •
Ha obtenido éxito en Londres la ver
sión inglesa ds “El águila bicéfala” de
Jean Cocteau, siendo muy elogiada la
interpretación de la joven actriz Eileen
Herlle, anunciándose la misma obra en
Broadway con Tallulah Bankhead.
•
•
*
Ha sido repuesta con muy buena aco
gida del público londinense la original
pieza de Thornton Wilder “La piel d:
nuestros dientes”, montada por Lauren
ce Olivier.
�(ABARATA - 2 2
CRITIO LITERARIA
Por GONZ A L E Z C A R B A L H O
escocidas , por Jorge Carrera Andrade. Ediciones
Suma. Caracas ( Venezuela).
P oesías
sus trabajos particular filiación, en que
la inquietud y el ímpetu participan ac
tivamente. En el planteo analítico de
And rson Imbert, que entiende ser se
reno de razonamiento por apego a la
verdad, irrumpe de pronto ese brío hu
mano de que hablábamos, tomándolo
verazmente errón: o —como en su opi
nión sobre Oscar Wllde— y es allí cuan
do apunta paradójicamente y con ma
yor fuerza, la promesa de una persona
lidad crítica, imponiéndose, para com
batir la cómoda aceptación d :l lugar
común. Queremos aclarar, en este pun
to, por si las líneas anteriores parecie-
En es*a selección de la obra poética de Carrera Andrade,
se respira una ciencia: vivir. Clara avidez de paisajís, de
descubrimientos, caracteriza su peesia límpida, viviente, como puede llegar a serlo
el latido y la sangre. Pero en su grávida
sencillez alienta siempre lo maravilloso.
El poeta ecuatoriano ha sabido trasva
sar su asombro ante el mundo y las co
sas. a una poesía que tiene también su
virtud de asombrar metafóricam:nte.
Las presentes fotografías nos dan una idea de la reciente exposición,
Per ella su verso adquiere perfil persorealizada en Lisboa, de libros escritos por mujeres, sn diversos países. En- 1
nalísimo, estableciendo, inesperadamen
tre los retratos que decoraban la exposición, vemos los de Gabriela Mistral,
te, v rtiginosa medida de altura dentro
Victoria Ocampo, Juana de Ibarbourou y O:cilla Meireles. Asi, la mujer
de un mismo poema. Esta elevación re
de América, está representada por sus más prestigiosos valares literarios.
pentina la experlmen*a el lector, trans
El aporte de la mujer, en todos los tiempos, a la cultura, ha sido desta
portado en el vuelo lírico, sorprendente,
cado n la hermosa exposición portuguesa. (Inter-Prensa).
desde una planicie de esencia sentimen
tal a ¡a cumbre misma del aire, p>or
obra de la mitáfora, que no es en él
un juego de creador, sino arrebatada y
sostenida embriaguez lírica.
Voz grave, profunda, irremediable
mente humana, que com í' nza cantando
al medio familiar y pueblerino, para ir
- V ^ j j
ampliando su radio de acción hacia una
totalidad de mundo. Señalamos un ver
so de Carrera Andrade, alrededor d:l
cual gira una poesía: “Nací en el siglo
Gfmfielt*C^/0 mo
/.n
’i
Cítemeí£mt<cde la defunción de la r o s a ...”
------------ 1
•
S
T
"’
‘
;
Su desencanto, que es en verdad el
umbral de una realidad inédita, parece
FRANCA
proporcionarnos el punto en que se apo
ya su personalidad poética. El hubiera
amado, amaba sin duda, el ti rapo lla
mado a desaparecer, cuyas exequias es
cribirá al correr de su tiempo de hom
.* •
bre, atento a la drama ticidad de los
sueños nacientes. Por ello descubrimos
en sus páginas melancolía y júbilo en
tremezclados. Por eso su voz despierta
en nosotros una sensación amarga y na
¿a
tural, certidumbre de que estamos oyen
do a un hombre que ama lo terreno, su
misteriosa y cotidiana belleza.
Preséntense en "Poesías escogidas”
composiciones de siete libros, que for
man la obra integra de Carrera Andra
de. Podemos seguir1. en su evolución,
en su perfeccionamiento, sin que en nin
gún instante desmienta la linea esti
pulada en su libro d: adolescencia. Se
amplia, robusteciéndose y afinándose,
en volumen de voz y ajuste expresivo.
Llega a ideales síntesis, como el poe
ma “ OctUore” , de factura precisa y re
cia y delicada a la vez, que denotan su
magistral ejercicio .n la palabra. Inten
so siempre, tiene la honradez y la cor
dialidad del diálogo de hermano a her
mano. Se huele tierra y fruto .n su poe
sía. Establece con el lector una fami
liaridad confiada, induciéndole a pensar
que su verso es también un aconteci
miento t:rreno.
Posta no tan difundido come a la im
portancia de su obra correspondería, Ca
rrera And:ade está entre los primeros
—entre los tres o cuatro primeros—
p o e t a s contemporáneos de América.
P
ir
E n sayos , per Enrique Anderson Imbert.
Tucumán, 126 páginas.
La brevedad de estos ensayos define
una característica clara en ellos: ur
gencia de 1 ctor —o espectador— por
■llevar al terreno polémico sus deduccio
nes, ya frente a las ideas o les hechos.
Anderson Imbert vive probándose n ese
sentido. Hay en él una lucidez actuan
te, erguida de cara a lo Intelectual y lo
humano. Vérnosle Inducido, tocado cons
tan tement. en su escepticismo o en sus
entusiasmos: con traste evidenciado en
la aparente incomprensión del héroe
—renglones iniciales d : su ensayo sobre
Marti— que en el epilogo se transforma
en admiración, considerando la obra li
teraria del personaje cubano. Tal apa
sionamiento, dominado ;n párte por la
especulación intelectual, proporciona a
m
ran negativas —que no lo son— el tn
terés creciente con que se lee esta obra
de modesta envoltura editorial no ta
sólo en las páginas citada», ’sin0
otras, como las que dedica a Amérlco A
Cas* ro, por ejemplo, de una rívacirteí
de estilo qu: pudiera ser —perdón ív»
el lugar común— calificadas de anta
gónicas. Anderson Imbert es un escriS'
en formación. Entendamos: hay enA
aparte de su expresión legrada Jf'
aport s de oportuna ironía, corrienuü
aparentemente irreconciliables que ^
peran su fusión, para que el Juicio^
reconozca, uno, a través de todas
intervenciones, medida de mentalid^
madura. Señalamos, además tal o , ,
intromisión de Upo didáctico, que
traria la condición literaria del Ubr '
nos afirma en el concepto de que ° 1
“Ensayos’ son un trance en la
clon de Anderson I m b e r t escrito
todos los olvidos, por Blanca
Prado. Córdoba. 76 páginas.
En
He aquí un minucioso, íntimo monó.
logo. Crece en él, transparente el ¡¡lien
ció pl no de sonidos, de recuerdos v
sueños. Soledad de un alma segura con
forme, atenta. Sorprende en Blanca d¿
Prado su vocación de escuchar y mirar
de agudizar —diríamos— sus sentidos
para percibir hasta -1 más leve runw
Así se confunden, en su ámbito de ta
mizada claridad, voces de la naturaleza
y de su alma, cuidadosa del pasado Se
explica. La escritora nació en Perú en
una ciudad de paredes encaladas, de
dichosa existencia. Vive ahora entre nos
otros, en Córdoba. La nos*algia d= su
niñez alienta su insaciable deseo de pureza. Y en la luz de sus días, en el
curso de la primavera y del agua mi
rando al air =, simplemente, vive revi
ve aquella edad veloz que dejó en su
espíritu una insatisfacción que la lleva
a renovarla, minuto a minuto, en sus
visiones. P r o s a recatada, silenciosa,
monjil. Blanca drí Prado adelgaza su
palabra hasta infundirle la consistencia
del suspiro. Es necesario poseer oido fi
no para descubrir en la remansada mú
sica de sus frases esa secreta elocuen
cia del alma que las sustenta. “En todos
los olvidos” podría ser el conjunto de
páginas de un diario, donde se registran
P asamientos fugaces, rememoraciones,
anhelos. Es, acaso —para buscar una
sensación objetiva— como el cabrilleo
del agua que crea, instantáneamente,
contrastes de verdes profundos y azuks
aéreos, según copie la fronda o el cielo.
Aun cuando sus temas lleguen a refe
rirse a la angustia, consigue superar su
congoja, vencer la crisis de su sensibi
lidad, para mantener ese ademán tran
quilo de su prosa, en su voluntad de
ser cortés y amable.
En la literatura femenina, Blanca del
Prado, aislada" en su refugio de Córdo
b a deja de tanto en tanto oír su voz
lenta y leve de pájaro. Está al margen
de todo movimiento, de toda militancia,
distraída de publicidades y arrebatos. Y
sin embargo, qué actuante y efectivo
nos resulta su mensaje, que nos Invita
a los caminos de su corazón para mos
trarnos árboles y fuentes que son suyos;
porque -n Blanca del Prado se produce
una primavera propia y nos demuestra
que ella está allí, divagando entre sus
colores, recogiendo en su latir y en su
palpitar los hechos y las cosas d:l mun.
do. Voz, de intento, menor, que nos de
nuncia la existencia de un alma encen
dida en el duro y enamorado oficio de
s ntir místicamente.
Bajo la fábrica de CRITICA
LITERARIA' a cargo del escritor
y porta González CarbaBte, • á
LIBROS DE RECIENTE PUBLICA
CION, en la qne colaboran distin
guido i scritores y comentaristas,
se recensu narán, a medida de lo
p isible, de acuerdo con el espacio
y con el criterio de los encartados
de las steci nes, con independen
cia y probidad absolutas los libros
que se reciban en la Redacción
dz CABALGATA
�—B
23— CABALGATA
ESS
III11II11 II1IM III11 II11T T B
LIBROS DE RECIENTE PUBLICACION
A rtes
y
EUROPA
artistas de
Y
AM ERICA,
por Julio E. Payró.
358 páginas, 19
ilustraciones, $ 9.-.
Editorial Fut uro,
S. R. L. Bs. Aires.
Las páginas de este libro señalan la
trayectoria de uno de los espíritus más
nobles, cultivados y finos que haya pro
ducido en la América Latina la crítica
de arte. Cctn:ntartos, biografías, ensa
yos y polémicas sobre las artes plásti
cas, que salieron de la pluma bien tem
plada de Julio E, Payró entre 1924 y
1944, se han recogido en ;ste libro, que
es una prueba contundente de lo que ya
sospechaban todos los admiradores de
la labor literaria de Payró: que sus cró
nicas y críticas d: arte son vencedoras
del momento, la actualidad y el tema
ocasional que las inspiraron, y se elevan
con frecuencia a la categoría de ense
ñanza perdurable, de doctrina estética
expuesta con la profundidad de concep
to y la sencillez de forma que revelan
al verdadero maestro.
La solida formación intelectual del
autor le convierte en guia admirable, a
través de exposiciones, certámenes y
personalidades relevantes del arte plás
tico, histórico y contemporáneo, en Fran
cia Bélgica, Holanda, Gran Bretaña,
España, Argentina, Chile, Uruguay y
Estados Unidos, y si de todos los ca
pítulos rebosan juicios fundamentados
ron serenidad y altura, la personalidad
s ñera del autor revélase sobre todo en
eses amplios frisos de sus ideas estéti
cas y de su gran experiencia de historia
dor de arte, en las treinta páginas del
acápite “D.rrotero estético”, donde agru
pa tres magníficos ensayos fechados en
1928, 1933 y 1939.
Para todo amante de las inquietudes
artísticas, el libro de Julic E. Payró re
sulta un confidente sagaz y docum enta
do qu:, lejos de abrum am os con su eru
dición, nos muestra bellamente las pers
pectivas que ofrece el arte m undial en
el pasado y el pres.nte.
Ramón Escarrá.
El
grax desafio,
por Louis Fisher. 480
páginas, $ 8.—. Editorial
Méjico.
Hermes.
La democracia hállase en grave pe
ligro por falta de dinam ism o, p o r haber
perdido de vista los altos ideales de an
taño y no procurar una vida estable, un
alto nivel de vida, unas garantías econ ó
micas y otras ventajas similares a i m a
yor número de personas. Sus enemigos
d; derecha y de izquierda la acosan
constantemente y a duras penas ha p o
dido sobrevivir a sus ataques. P ara h a
cer frente al gran desafio de las fuerzas
de derecha y d i izquierda, la dem ocra
cia o las dem ocracias deben afrontar
con valentía los problem as que h oy tie
nen planteados el m u n do: la libertad de
las colonias, 1 ham bre, la enferm edad,
la incertidumbre, la inicua explotación
de la inmensa m ayoría de la población
mundial, etc. Sólo asi podrá estabili
zarse, cobrar alientos nuevos y rechazar
a cuantos de un lado o del opuesto le
echan en cara su ineptitud, su innata
incapacidad para hacer frente a un fu
turo lleno de riesgos.
Tal parece ser y tal pretende ser la
consecuencia de este libro. M u chos d a
tos, unos im portantes y otros triviales,
abundantes elem entos de ju icio, gran
el s arranques de sinceridad e im perdo
nables concesiones o cegueras, llenan las
páginas de este libro, siempre anim ado,
movido, interesante, a pesar d : tedo.
Otro mérito tiene, y es e l d e estar tra
ducido —por M iguel Ulía— con rigor,
con elegancia.
„ .
M.
o.
A.
Lawrekce, por Vyvyan Richards. 164 pá
ginas. Precio t 3.—. Editorial Nova,
Buenos Aires.
Acaso, retrospecüvando en busca de
una figura que resuma la em oción de la
aventura a través de contornos artísti
cos, surja la pe sonalidad de T. E. Lawrence, con su singularísimo contenido
humane. Es Vysyan Richards ahora,
quien en forma sintética analiza obje
tivamente aquella figura. Su brillantez
en el relato, y más bi:n trazando un
panorama que ofrece una ubicación for
mal, el libro ipersigue el criterio de es
tablecer aqu lia personalidad, conten
tándose con señalar su vida y sus lu
chas, que dan por si mismas propor
ción a un libro.
De las anticipaciones literarias de
Lawrence que conociéramos gracias a
“Sur” , V. Richards se limita a conden
sar el sabor, .1 eco, la critica y la fac
tura tipográfica. Es interesante señalar
este estudio, sin embargo, como proposi
ción de una colección destinada a brin
dar a les lectores una Imagen gsneval de
las vidas que sobresalieron universalmente. De esa manera la existencia de
Lawr nce es detallada desde su infan
cia, y a través de sus estudios, su pa
sión por los árabes, su constitución es
pecial para la lucha en el desierto, las
conquistas dentro de un territorio ex
traño, su inclinación artística, y prin
cipalmente aqu :11a camaradería que lo
convertía en un hombre muy admirado.
Anotamos, como principal acierto del
autor, una veracidad en las citas y en
el contenido de la existencia de Lawrence, que individualizan un sentido de
probidad narrativa.
El libro, que pertenece a la colección
“Grandes Vidas”, íué traducido al cas
tellano directamente de su versión in
glesa, por Teba Bronstein y Alberto
Horovitz.
Osvaldo Svanascini.
Ft
Edtcin Walter K em m erer — ORO Y PATRON ORO.
Un magistral tratado sobre el oro y el patrón oro en el vasto
campo de las experiencias monetarias. Positivo aporte a la
empresa de los estadistas, ios expertos monetarios y, sobre
todo, los pueblos han de consumar para dar fin a la confu
sión reinante y afianzar la paz y la prosperidad en la^ comu
nidad de las naciones del mundo. Un volumon de la Biblio
teca de Orientación Económica” , encuadernado en tela, de
264 páginas— ..........*................................................... $ f.OO
Evelyn Waugh — j . . . MAS BANDERAS! El humor acre
de Evelyn Waugh, servido como siempre por una aguda in
teligencia, se explaya en esta nueva novela de ta Colección
“ Horizonte” . En episodios muy divertidos, la acción se des
arrolla en Inglaterra durante ese período inicial del último
conflicto que los franceses denominaban “ dróh; de guerre .
Un volumen de 356 páginas...................................... $ 3.00
Joseph Wood K rutrh — SAMUEL JOHNSON. Este
comfeotísimo estudio de la vida del gran “ dictador literario”
de la Inglaterra del siglo XVIII ha cle\¿ido a su autor a la
categoría de los grandes biógrafos. !>a figura de Johnson,
con su rudeza, su sinceridad y su inteligente “ sentido co
mún” , resalta poderosamente en un cuadro históri«x> extra
ordinariamente interesante. Un volumen de la Cole<xáón
“ Biografías” , encuadernado en lela, de 7(M) páginas. $ 13.00
REEDICIONES
supremo dictados
Nina FcH orom — LA E A MI 1, 1A. I^i vida accidentada de
(Biografía de José
Gaspar de Fran
cia), por Julio Cé
sar Chaves. 432 pá
ginas, 1 ilustración,
t 6.-. Edit. Ayacucho. Buenos Aires.
La segunda edición de este libro —
que vió la luz originalmente en 1942—,
es testimonio del éxito alcanzado por la
primera. Su autor figura con bien acre
ditados títulos entre los historiadores
más preclaros, no sólo de su patria, Pa
raguay, sino de América entera. Porque
su visión se eleva siempre por encima
de las fronteras terrestres y hasta por
encima de los mares, y sabe escudriñar
las causas de los grandes acontecimien
tos y las leyes que van ligando los des
tinos de distintos países, como facetas
de la marcha progresiva de la humani
dad. José Gaspar de Francia, llamado
Supremo Dictador Perpetuo de la Repú
blica del Paraguay, es una de aquellas
figuras, tocadas de indiscutible grande
za, que pasan por la historia envueltas en
el doble halo de la veneración y del
odio de sus connacional :s. Como dice
su magistral biógrafo: “El juicio sobre
su vida y su obra separó a la naciona
lidad paraguaya en dos bandos irreduc
tibles”. Y esto durante muchas décadas
después del fallecimiento del dictador
(1840).
Era por demás difidl hacer la bio
grafía auténtica d: un hombre de quien
se ha dicho con verdad: "Nadie como él
apasionó ni apasiona tanto ’. Pero Julio
César Chaves posee excepcionales dotes
para emprender la tarea y la nevó a
cabo con admirable competencia e im
parcialidad. En ella trabajó durante tres
años. Puso a contribución, además de los
documentes oficíales qu:, por la índole
de la dictadura, anulaban casi por com
pleto las otras fuentes de información,
todos los testimonios susceptibles de es
tudio. Y el resultado ha ¿d o una “vi
da” palpitante d: humanidad, en que el
hombre y el estadista surgen en su pro
pio ambiente, sin paliativos y sin tin
tas sobrecargadas per el partidismo.
Ramón Escarrá.
)u autora le lia proporcionado el inati'rwl [M ir a esta encanta
dora novela en que las guerras y revoluciones convierten en
“ refugiados” a millones de seres que se del mi ten entre la
nudaneolía del recuerdo y la ¡ncertidiimhre de la lucha por
la vida. Un volumen de la Colección “ Horizonte” de 409 pá
ginas. (3“ edición).......... \ .............................................. % 5.00
Afargare! K ennetly — LA NINKA CONSTANTE. Rena
ce en este libro la Itoheniia de Murgcr, mediante un relato
tan vivaz y de tanto interés, que ha merecido ser llevado a
la pantalla en dos oportunidades, conquistando en amlras ei
más consagrador éxito de público y crítica. Un volumen de
la Colección “ Horizonte;” de 408 páginas. (6* edición). $ 5.00
U n Yutan/e — ENTRE LAGRIMAS Y RISAS. Apoya
do en Confucio y l-aotsé, el autor pide el retorno a la espi
ritualidad como única fórmula capaz de salvar el mundo
de la catástrofe definitiva. Un volumen de 348 páginas.
(6* edición).................................................................... $ 5.00
U n Yutang — CON LANZAS POR ALMOHADA, A LA
ESPERA DEL ALBA. El famoso escritor chino, nos da, en
la víspera de la victoria, este libro revelador de la actual
realidad interior de su patria. Su título sugiere la inquietud
y la esperanza que preceden a la batalla lina!. La llegada
del alba hace todavía más interesante la velada de medita
ción con lanzas por almohada. Un volumen de 420 pgs. %
EDITORIAL “ HERMES”
Distribuida
por la
Editorial
Sudamericana
«
N O V E D A D E S
Fierre Mnilland — LA MANERA INGLESA. Libro es
crito por un francés que ha vivido más de catorce años en
Inglaterra. Sus sagaces observaciones constituyen un admira
ble análisis del modo de ser de aquel gran pueblo, en el que
la critica más severa alterna con la viva simpatía nacida del
conocimiento. Un volumen de 384 p á g in a s....----- $ 7.00
Margaret Carpenter — EXPERIMENTO PELIGROSO.
Del mundo infrahumano de las enfermedades psicológicas
“ por carencia” surge esta novela intensa, humana, apasio
nante: una de las más vigorosas que sobre tan delicado tema
se hayan escrito últimamente. Un volumen de 324 pgs. $ 5.50
*<
»
De vento en todas fas buenas fíbnrías y en fa:
EDITORIAL SUDAMERICANA
ALSINA
500
BUENOS
AI RES
B z m z z z z z r
«
�CABALGATA -
24
— — --------------------------------- -— >—
LIBROS DE RELIENTE APARICION
Fortamara, por Ignazio Silone; traduc
ción de Guido Saveüi. Editorial Poseidón, Buenos Aires. 176 páginas.
S 2.— m/arg.
Es esta la novela que, instantánea
mente, dio celebridad a Ignazio Silone,
cuyo verdadero nom
bre es S e c u n d in o
Tranquilli. Era estu
diante cuando Mussoüni impuso su dic
tadura-ai puebla ita
liano; de inmediato
formó en las filas de
la juventud socialis
ta y arriesgó diaria
mente las iras de los fascistas hasta que,
por el estado de su salud, vióse obligado
á ^ iv ir en Suiza. Radicado en Zurich,
escribió “Pontamara” en el año 1930,
cuando contaba treinta años de edad. El
titulo y el seudónimo del autor pronto
dieron la vuelta al mundo.
“Fontamara", nombre de un caserío
de Marsica, al norte del lago desecado
del Fucino, es el cuadro viviente de los
miserables “cafoni”, 106 explotados cam
pesinos pobres del mediodía de Italia.
No basta decir que es una novela rea
lista: es la verdad brutal, arrancada a
girones de unas vidas sumidas en el
oprobio y la desesperación.
Es un libro que tiene el valor de un
documento social sin que ofrezca nada
parecido a alegatos o disquisiciones so
ciológicas. En él todo es directo, vivo,
palpitante, admirable de sobriedad, re
vestido de un estilo propio, inimitable,
que en su rudeza y en sus reiteraciones
pinta magistralmente un medio rural
batido ignominiosamente por las últimas
y más alejadas olas del régimen que se
entronizó en Roma durante un cuarto
de siglo.
Si los históricos momentos de un pue
blo —en la grandeza o en la abyec
ción— tienen su escritor, Ignazio Silone
es el intérprete por antonomasia del
drama del pueblo italiano en los mo
mentos más tristes de su existencia.
•'Fontamara’’ —como “Pan y vino’’, es
crito posteriormente—, es un relato que
no sólo impresiona y conmueve profun
damente, sino que hace meditar a cuan
tos sienten los lazos de la solidaridad
humana.
Heriberto Laríbal
( V i e n e de la
pág. anterior)
robles, magnolias, limoneros y plátanos,
como invitando a un viaje di ensueño.
Sucesivas crisis económicas amenazan
con el derrumbe del trabajo y la rique
za de varias generaciones, pero el temple
moral de los principales personajes, que
se aferran tenazmente al hogar de sus
mayores, legra triunfar de tanta adver
sidad a través de la codicia de los ines
crupulosos, de las intrigas políticas y de
algunos romances sentimentales que
completan el interés humanísimo de la
narración.
Esta presenta un vigor y colorido tan
acusados que revelan el minucioso cui
dado de la autora en el reflejo de la
vida cotidiana. Las costumbres de esas
residencias de agricultores,- las fiestas
familiares, los detalles del cultivo y de
la recolección de la caña, la elaboración
del azúcar, los hábitos de los negros de
la plantación, sus canciones y spirituals
del mediodía, las historias y leyendas
propias de la región y la evolución que
las estancias y quintas van experimen
tando a lo largo del tiempo, están des
critos con veracidad y exquisito arte.
Heriberto Laribal
por Rodolfo Mo
reno. Editorial Sudamericana, Buenos
Aires. 312 páginas, t 6.— m/arg.
M ás allá del O rie nte ,
“Más allá del Ortente” es un espejo
fiel del Japón de nuestro tiempo, espe
jo manejado con sa
gacidad y sencillez
para ofrecemos las
imágenes más cauti
vadoras y significa
tivas da un pueblo
que siempre consti
tuirá algo enigmático
para los occidentales.
El doctor Rodolfo
Moreno tuvo dos largas permanencias
en ;1 Japón, la segunda en calidad de
embajador de la República Argentina.
Nos presenta en este libro el fruto de su
observación directa, acotada con las
indispensables nociones sobre las bases
humanas, religiosas, morales, políticas y
sociales de la civilización nipona, sin las
cuales el relato sería ininteligible.
El autor destaca principalmente —va
liosísima contribución al estudio del te
rrible momento histórico que atraviesa
el Imperio del Sol— la evolución expe
rimentada por el país al influjo siniestro
C amino del río , p or Francés Parkinson
del militarismo nazi. La dualidad entre
K eyes; traducción de Josefina Martí
aquel pueblo, delicado y sencillo, pacien
nez Alinari. Ediciones Peuser, Buenos
te y resignado, amable y acogedor, lleno
Aires. 948 páginas, t 1S.— m/arg.
de atrayentes y poéticas tradiciones, y
:1 virus belicoso, xenófobo y brutal que
Es la historia de una familia de plan
le inyectó la casta aristocrática y mili
tadores de Luisiana, con todas las ale
tar para lanzarlo a la guerra contra
grías y adversidades que experimenta
China y después —ya constituido el
en el periodo calamitoso que comprende
Eje— a la agresión contra Estados Uni
las dos guerras mundial; s. La acción
dos, es una buena lección para todos los
principal transcurre en la heredad de
gobernantes y todas las naciones.
Belle Heloise, una de las centenares de
El .Japón ha despertado de su sueño
plantación :s de azúcar que extienden
de dominación asiática y mundial en
sus campos de esmeralda y sus elegantes
una quiebra catastrófica que sa cu d e
residencias a ambas orillas del Mississihasta los cimientos de sus costumbres
pi, entre Baton Rouge y Nueva Orleans.
milenarias. El futuro del imperio sigue
Paralelo al curso de agua, y a poca dis
siendo un inigma. No hay que fiarse
tancia de él, se tiende la blanca cinta
mucho de la sinceridad de sus muta
del “The River Road’’, el ‘‘Camino del
ciones. Este libro ayuda eficazmente a
Río’ , entre la verds ribera y los incon
meditar y a precaverse ante el pro
tables setos de jardines y praderas, vi
blema nipón.
llas y quintas, cultivos de caña de azú
Fermín Alema
car y algodón» salpicados de grupos de
¿Nos encontraremos en los comienzos de una nueva cien
cia: la “Poéticoterapia"? Lucie Guillet, profesora de la
escuela de psicología, acaba de publicar una obra titulada
“ Poeticotherapie". En ella expone sus investigaciones y
nos explica cómo ha curado enfermos, no por infusiones,
pero si por transfusiones de poesía. Naturalmente, no se trata de curar por este sistema
las heridas, sino meramente los males del alma, las depresiones nerviosas, las melancolías
y las hipersensibilidades.
L u c ís Guillet ha podido estudiar la cuestión de cerca. Ha partido del principio de que
el fluido poético puede considerarse como la sintesis de tres poderes: el ritmo, el sonido
y el pensamiento, y re co rd a »^
hacia, ya de-la música el auxiliar de la
medicina, se ha esforzado por determinar las ruaffdades sónorav que «sW n-«n eoncordancia con las leyes armónicas del organismo a curar.
Noticia
A
J E
D
R
E
Z 1
Por Francisco B e n k o I
Un G ran L ib ro de
RAMON GOMEZ
r\ r-«
r
i
f i n n tvt *
i
P
RESENTAMOS hoy una partida i u??da
por correspondencia en los Estados Um
dos. El interés especial de la partida
reside en el hecho de que t i conductor de
,as Negra'. A. J. Bradley. no habla perdido
ni una partida por correspondencia en
ocho años de juego y rólo en esta partida
sucumbe a un juego extraordinario de su
adversario.
Partida N* 12
LIGA DE AJEDREZ POR CORRESPON
DENCIA DE AMERICA
FINAL DE LA CATEGORIA “ A "
B lancas:
N. RUSS
—
Negras:
A. J. BRADLEY
RUY LOPEZ
P4R
1.F4R
C3AD
2.C3AR
P3TD
3.A5C
C3A
4.A4T
CxP
5.0-0
P4CD
6.P4D
P4D
7.A3C
A3R
8.PxP
A2R
9.P3A
0 —0
10.CD2D
P4A
11.A2A
CxP (3A)
12.PxP a p
13.C5C
Hasta ahora todo es familiar. Aquí indi
ca Modem Chess Openings- que 13.CSC
A5CR! es más débil oue I3.C3C para las
Blancas. El Caballo en 5C está probablemen
te mal colocado y conducirá a dificultades.
13........
A5CR
14.P3A
AlA
15.
T1R
-----
POSICION DESPUES DE LA JUGADA 15
DE LAS BLANCAS
Alekhine sugirió 15.D1R D3D 16.P4AR en
sus comentarios a la partida Yates-Thomas,
Hastings 1922 (partida que continuó con
15.C3C P3T 16.D3D?).
Inmediatamente 1 5 .... D3D (para preve
nir C6R) perece preferible. Una buena con
tinuación para las Blancas en este caso no
es visible, por ejemplo: 16.D2R T1R! 17.D3D
C4R! 18.TxC!? DxT 19.CxP A4ARÜ 20.DxA
A4A j. con mate en pocas jugadas: o tam
bién 18.D4D P3T I9.C3T (TxC DxT! 20.DxD
A4A j . ) y las Negras tienen mejores pers
pectivas.
15.............
A4A j."
16.
R1T
D3D
17.
C3C
La amenaza CxA seguido por C6R asegu
rándose los dos Alfiles contra dos Caballos
gana un tiempo.
1 7 ...
A3C
18.
C4D
AxC
Después de esta jugada, el juego de las
N.gTas es cada vez más inferior. 18... CxC
es mejor, por ejemplo, 19.PxC P3T 20.C3T
AxC 21 .PxA Las Blancas tienen buenas
chances de ataque, pero la de truída for
mación de los Peones de las Blancas les da
a las Negras contrachances, si alcanza el
final.
19.
PxA
P3T
20.
C3T
C4TR
Ahora 20. . AxC es arriesgado Para el
medio ju-go, mientras en el final la fuerza
d '■ lo- dos Alfiles contra les dos Caballos
en una posición abierta equilibra los Peo
nes débiles.
21.P4CR
22.C1C
23. AxC
24.D3D
25.T8R j.
26.TD1R
D3A
C5A
DxA
T3A
R2A
P3c
Las Negras se reíi .oden bien, pero las
B’ ancas han jugado excelentemente para
cjeroer gran presión Si 2 6 ... A2C 27.D2R
gana fácilmente.
27.A3C
A2C
(Continúa en la página 26.)
EL HOMBRE PERDIDO
Han pasado los años en que Ramón
Gómez de la Seras disertaba ante el i
"tcut-Paris” desde un trapecio del cir
co Medí-ano, o se presentaba al público <
de Buenos Aires portador de una ma- i
leta de prestidigitador, de la cual emer
gían, en desconcertante magia, objetos
de pesadilla y objetos de ensueño. En
efecto, ya se han marchitado para él
como para el mundo, los tiempos de la
extravagancia f á c i l , pero permanece
siempre lozana, siempre pujante, la
esencia del "ramonismo". que es la ex
presión más original del genio de la
España contemporánea, acaso porque la
alimenta secretamente una pizca de la
picaresca de la España inmortal.
Y he aqui que esa substancia anima
dora, vertida a través de los lustros en
el cuentagotas de las "greguerías-, vuélcase abora con fecundidad portentosa
en la más portentosa ncvela que verosí
milmente pueda escribirse Los sesudos
tratadistas acuerdan al género una “ex.
tensión” que no admite ningún otr0 dé
la literatura, pero el brujo de la poesía
que es “Ramón” , ri inconfundible y
retunde "Ramón", lo renueva ahora, lo
remoza, lo recrea —hasta el doble sen
tido del verbo—, asignándole una "in
tención" desconocida, todo fanta-la y
un poco de capricho. Es muy difícil ca
lificar por es0 a “El hombre perdido",
pues no hay canon que pueda encerrar
tan pródigo desborde imaginativo: pero
puestos en el trance de hacerlo, diria
mos que es la "greguería” elevada a la
condición de epopeya.
¿Argumento? ¿Lo tiene acaso el mis
terio onírico? ¿Personales? ¿Qué pue
den contar ante la potencialidad ¡rrefra- i
gable ck'l talento que leí dió vida? "Ramón", sólo "Ramón” es lo que importa. '
es lo que impera en esta sinfonía deli- I
rante y delicada, hermosísima y mons- j
truosa Visión ecuménica enfocada con
agudeza zahori, es deslumbrante hasta
lo enceguecedor; pero contiene a la vez.
pa'ado el ofuscamiento inicial centena
res y cent: naies de sugestiones sobre i
este mundo y el otro sebre la carne y
el alma, sobre la materia y el milagro. .
que pueden darnos un nuevo sentido de ,
la realidad, un “ existencia]ismo" Urico j
que ilumina la conciencia y enriquece
el corazón.
E; la obra maestra de un renovador
de la estética, o, cuando menos, su obra ■
dé más aliento. El gran Improvisador,
desperdigado en la cotidiana slmbra
de la frase ingeniosa, brinda aqui su
máxima cosecha Poco adicto, por au- I
tenticldad de talento vital a la defini
ción preceptista, no pu-de menos de
enunciarla ahora, pues lo asiste la sa
tisfacción de ver concretada en el libro
magnifico la concepción artística audaz.
¿Qué persigue? Busca "lo subconsciente
de la vida, que no es lo subconsd'nte
del hombre” , o sea "la quinta dimen
sión. que es lo que quedó por presentir
y per d e c ir ...” : o bien “ una realidad
que no e- surrealidad ni realidad sub
real, sino una realidad lateral...".
Su arto tendió siempre a eso. De él
dijo un escritor hispano que "ha creado
la máxima tentación, la de substituir
este mundo pcP uno x' mediante que *1
tiene construido y d a d o ...” : de él sen
tenció n u e s t r o Macedcnio Frmández
que- "es el mayor realista del mundo
como no e ' . . . ” . Vale esto por el creador
de una “ realidad” personal y única: vale
est0 P®r 1 creador de un “mundo"
nueve Se ha dicho más de una vez que
cada gran porta que nace trae un mun
do que comienza, y hasta la etimología
del vocablo acude en sostén del aserto.
; "Remón" lo corfi-ma cfino peeos, y su
“hombro perdido” pedria asi llamarse
también el "hombre encontrado”.
V
s-rZ “ La .Nación” , Buenos Aires.)
(De
�z s - CABALGATA
esta obra colaboran también Duhamel,
Eluard, Maritata, Cassou, Paulhan, Avelin, Vercors, etcétera.
Empresa y Aventura
( Viene de la página 3)
verdadera sensatez, en época de Jaco
bo x debieron tomarse los asuntos muy
en serio, organizando dos compañías de
explotación para los nuevos territorios.
Estas empresas fueron las de London y
la de Plymouth, que se adjudicaron Vir
ginia y Nueva In g la te r r a respectiva
mente. Después todo se desarrolló de
acuerdo con principios axiales. La de
claración de la independencia —fenó
meno económico— es el resultado de la
falencia de una empresa.
Pero ahondemos más en las raíces de
los conceptos. España ha sido siempre
la aventura e Inglaterra ha sido siem
pre la empresa. España ha vivido la
contingencia, el riesgo, el peligro. Y por
eso ha sido siempre primero España.
Primera para defender a Dios, primera
para defender la libertad del hombre,
primera para descubrir un continente,
primera para pelear contra los moros.
Porque el descubrimiento de América,
como ya lo dijimos, fué una aventura
y fué una aventura la lucha contra la
dominación árabe desde el 711 a 1492.
Es una aventura la lucha contra Na
poleón. En un momento determinado
el espíritu de aventura que hay en lo
español, se encrespa en la palabra de
Pelipe II cuando exclama: “Yo mandé
a mi escuadra a luchar contra los hom
bres y no contra los elementos” . Y el
“Don Quijote" —el libro máximo— es
la historia de aventuras acometidas por
un caballero enloquecido de tanta lec
tura. En un momento determinado, el
espíritu de empresa choca violentamen(Continúa en la página 28)
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Interior y exterior:
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Rosario 201
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CONCESION
N9 379«
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i TARIFA REDUCIDA í
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j B O L E T IN
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CONCESION Ift M0S
DE
• En el Tribunal Civil del Sena se ha
visto un nuevo pleito en relación con lo
que pudiéramos llamar los limites del
derecho de crítica. El litigante era el
propietario de una conocida galería de
arte parisina, LouLs Carré, que se habla
querellado contra Michel Florisoone,
profesor de la escuela del Louvrs.
Con motivo del Salón de mayo de
1945, Michel Florisoone había ístigmati
zado, en un artículo del semanario
“Arts”, los procedimientos de ciertos
“marchannds de tableaux”, que, habien
do tratado con pintores comprándoles el
conjunto de su producción artística, les
"secuestran" y les prohíben toda parti
cipación en las exposiciones particulares.
Especialista de los pintores de van
guardia tales como Esteve, Bazaine y
Lapicque, a ios cutíes se refería el ar
ticulo de Florisoone, Louis Carré se
querelló solicitando 100.000 francos de
daños y perjuicios, alegando que en este
caso el critico habla tratado de deni
grarle comercialmente. Por otra parte,
Florisoone, apoyado por el Sindicato de
la Prensa artística, ha alegado que los
derechos de libre discusión no hablan
íidc sobrepasados en su artículo,
• Desde la liberación de Francia, la
Academia Goncourt cuenta sólo con sie
te miembros qus asisten a las reuniones.
Sacha Guitry, René Benjamín y Jean
AJtíbert, repudiados como colaboradores
del enemigo, no asistían a las reunio
nes, pero conservaban su cualidad de
miembros. La compañía de los Diez no
puede, según su reglamento, excluir a
ninguno de sus miembros más que en
virtud de una mayoría de ocho votos.
Recientemente fallecido Jean Ajalbert,
se va a proceder a la elección del oc
tavo miembro, indicándose como candi
dato a Alexandre Araoux. Entonces la
Academia Goncourt estará ya en condi
ciones reglamentarías para pronunciar
se sobre el caso de sus miembros cola
boradores del enemigo.
• Ha sido emprendido un proceso con
tra Jean d’HaUuin, director de la edi
torial Le Scorpion por haber publicado
la novela americana titulada “ Iré a es
cupir vuestras tumbas", de la que es
autor Vemon Sullivan. La denuncia ha
sido presentada también, como en el caso
de Henry Miller, por el “Cartel de ac
ción social y moral”, que considera que
dicha obra tiene un carácter pornográ
fico, que es un ultraje a las buenas
costumbres y que puede conducir a los
adolesorntes a actos de libertinaje y de
sadismo. Para su defensa, el editor dice
que sólo ha querido poner de manifiesto
los peligros de la persecución contra los
negros :n los Estados Unidos.
• También ha pasado de nuevo ante
el Tribunal otro interesante pleito:
“L'Affaire Rouault-Vollard" El asun
to había sido Juzgado hace ya siete me
ses en primera
instancia. El ar
tista había re
clamado la dev o l u c i ó n de
ochocientos die
cinueve cuadros
inacabados que
le habla co m
prado Ambroiae
Vollard. La sen
tencia dei Tri
bunal fué ter
minante: el ar
tista es dueño
Doa m u jeres, por
soberano de su
George* Rouault.
obra y el único
competente para Juzgarla o no termi
nada. Mientras no haya firmado sus
telas, puede todavía disponer de ellas,
incluso si las ha vendido. La jurispru
dencia confirma esta sentencia de acuer
do con casos ya resueltos en los que
fueron parte Rodin, Camota y Whitsler.
Los abogados de los herederos de Vo
llard han sostenido la tesis ds que, si
bien el artista es dueño de su obra, pier
de todo derecho moral sobre ella en el
memento en que acepta el entregarla;
no existe una moral especial para los
artistas. Los abogados de Rouault han
sostenido que la propiedad artística es
diferente de la propiedad material, que
es relativa tí derecho de la persona.
• “Es casi siempre a los escritores a
los qus se felicita por el valor que han
demostrado colaborando en la Prensa
y en las ediciones clandestinas... Sin
embargo, todo el peligro ha sido para
los impresores, patronos y obreros.”
Con estas palabras comienza su ar
tículo Francois Mauriac en una obra
titulada "Pruebas en la sombra” , edita
da a la memoria de los impresores pari
sienses fusilados, muertos en los campos
de concentración o desaparecidos. En
j
El señor ............................................
i
(EN LETRA DE IMPRENTA)
,
| se suscribe a CABALGATA por el
período de un año * seis meses y
? al efecto acompaña el importe de
| f *20, t 4JO. Dólares 3JO ü. S. A. }
en cheque, bono postal a su orden, i
t • Tachar la condición que no se utilice.
• Cuadros del Ecuador, de Haití y del
Perú qu: no habían llegado a tiempo
paja figurar en el Museo Nacional de
Arte Moderno, son expuestos actualmen
te en la casa de la UNESCO de la ave
nida Kléber, -.n París.
• Es sabido que Beethoven, que era
sordo, corespondía con sus visitas por
medio de cuadernos en los que anotaba
las preguntas y las respuestas. Estos
“ cuad:mos de conversación” acaban de
publicarse en francés. Son de un gran
interés histórico, porque reconstruyen
detalladamente toda la vida del gran
compositor alemán, desde 1819 hasta su
muerte, en 1827.
• En la Galería de Francia, André
Lhote ha presentado una Exposición
llamada "Influencia de Cézanne”, que
agrupa obras de B raqu e, D a la u n a y , D e r a in ,
Duíy, G leizes,
Juan Gris, H :rbln. La Fresnaye, Léger, Marquet, M a tisse ,
M e tzin g e r, Pi
casso, Vlamtack,
ejecutados, res
p ectiv a m en te,
entre los años
Calvinoc, por André
1900 y 1911.
Lhote.
• Se han producido nuevas protestas
en la Comedia Francesa contra la ma
nera como es representada la "Bereníce", de Racine. Gastón Baty, director
de la representación escénica, ha justi
ficado en entrevistas de Prensa el por
qué ha estimado necesario modernizar
la realización de esta obra.
• Se anuncia ya que H-snry de Montherland va a reaparecer en librería con
una Obra titulada “Le Maitre de San
tiago”, cuya aceito se desarrolla en
Castilla en el siglo XVT. Esta s;rá la
primera obra suya que aparece en Fran
cia después de la Liberación; pero en
Suiza se han editado otras.
Jules Superviene ha dado lectura, en
la sala del Museo del Hombre, a sus
últimas obras. Son poemas escritos du
rante los cinco años de guerra, pasados
en el Uruguay, pensando en Francia y
en sus h ija s
Franqolse y Denise.
• En io s . me
dios teatrales se
cre e g e n e r a l
mente que será
d e s ig n a d o co
mo director de
la C o m e d i a
F ra n ce s a el
gran actor JeanJean-Louis Barrault,
Louis Barrault,
•n "Las enfants du
que hace algu
parodia"
nos meses ha
bía dejado de pertenecer a ella por dis
crepancias con la dirección.
j
S U S C R IP C IO N
1 Dirección ..........................................
!
e Teda la prensa literaria francesa ha
señalado, con gran simpatía, la presen
cia en París del escritor mejicano Al
fonso Reyes, que no había visitado la
capital francesa desde 1926, en que era
embajador. Actualmente es jefe de la
delegación mejicana en la UNESCO.
• Algunos críticos musicales han des
tacado el hecho de que el cumplido
veinticinco aniversario de la muerte del
gran compositor francés Saint-Saens ha
ya pasado casi totalmente desapercibido.
Todo se ha reducido a una manifesta
ción local en Dieppe.
1
‘or favor, quieta un momento.
• Andre Gide ha terminado un libro
sobre Paul Vtíéry, que aparecerá en
breve en las Editions Demat, acompa
ñado de varias cartas inéditas.
�(ABALGATA - 26
Empresa y Aventura
( Viene de la página 25)
te contra el espíritu de aventura: y es
cuando están frente a frente Inglaterra
y España. Porque para la primera de
estas naciones todo es empresa, aun
aquello que pareciese aventura como la
de los corsarios que asolaron los mares
ñor cuenta de la reina Isaoel. Para los
anglosajones hasta ser hombre de bien
se convierte en una empresa material;
porque tal es el caso del ilustre Franklln, que hacía entrenamiento de moral
llevando anotadas sus fallas cotidianas
para corregírselas, al igual que los re
meros y los rugbiers.
• La historia de las empresas no tiene
ninguna magia; es algo arduo que se
cumple valerosamente: nada más. Al
contrario, los arrestos individuales, las
bellas a c t it u d e s , los relampagueantes
sacrificios, más que decorarla, indica
rían únicamente una falla de organiza
ción. Hacer el canal del Panamá fué,
sin duda, un esfuerzo titánico. Pero to
do había sido sopesado antes de que se
hubiese dado el primer golpe de pala
en la tierra-Pero haber buscado un pa
so que uniese ei Atlántico con el Pací-
2
UNA CANCION
ENTRADAS
los seres nuníanos. Es que muchas cosas
maravillosas, altas, que el hombre ha
sabido cumplir, la creación de religio
nes, los grandes poemas, han quedado
fuera de la historia, la que se ha en
quistado en algo políticomilitar, el as
pecto menos importante de la vida de
la humanidad. Según Drieu La Rccheile —la historia es un delicado equili
brio entre la barbarie y la civilización.
Pero se equivocó; la historia en sí no
es el sute del pasado ni el arte de su
reconstrucción. Los cronistas de todas
las edades y tiempos, de todas las na
ciones y eras han experimentado una
infinita delectación en exaltar esa bar
barie con virtiéndola en el núcleo axial
de la historia de la humanidad. Y por
eso la aventura humana se ha conver
tido para el historiador en algo catas
trófico al exaltar el poder como base de
la sociedad humana. Debemos, pues, al
hacer un ensayo sobre la aventura, de
tenemos de primera intención en la
aventura guerrera, que es la más fre
cuente, la más usada, la más abusada
por el hombre. Los anglosajones, con
un acendrado espíritu de empresa, no
pueden acercarse a los sueños sin tener
en cuenta el poder. Por eso de Disraeli,
que creó el Imperio Británico, se dice
A N E C D O T A S
QUE
DA
BUENAS
Un dia del año 1836, tres jóvenes se
presentaron ep casa de un editor de
música. Señalando a sus compañeros
uno de eUcs d ijo:
—Venimos a proponerle la venta de
una canción de la cual este señor ha
hecho los versos, este otro la música
y que yo cantaré porque soy el único
de los tres que tengo un poco de voz.
—Veamos —d ijo el editor.
El joven cantó.
—No está mal, no está mal —d ijQ el
editor— Mañana, justamente, necesito
una canción para un café-concert que
se inaugura. Les doy quince francos
por vuestra canción.
— lAceptado! —dijeron al unísono los
tres amigos que no esperaban sacar
tanto.
El cantor se llamaba Duprez, el músi
co Monpon y el poeta Alfred de Musset.
En cuanto a la canción, se llamaba
" L ’Andalouse", y comienza, com o sabéis,
con estos dos versos:
fleo, durante un siglo, hasta que se die
ra con el golfo de Darien, ya es ilusión
de aventurero que dice la frase que pue
den hacer suya todos los que se enfren
tan con algo desconocido o inesperado:
“Gracias sean dadas, Señor, por haber
me permitido contemplar algo nuevo” .
Porque en esto se concreta el ansia del
aventurero: en lo que deviene, en lo
que puede suceder, en lo que puede
traerle el dia. El emprendedor, muy al
contrario, no quiera sorpresas que no es
tén de acuerdo con su conducta, que
modifiquen sus planes. Toda empresa
está desprovista de lo inesperado; ca
rece de lo pintoresco; no es como la
aventura, que puede ofrecemos episo
dios como el del Cid ganando batallas
después de muerto; Guzmán el Bueno
arrojando el cuchillo por encima del cer
co para que los enemigos sacrifiquen
al hijo en rehén. Es Cortés quemando
las naves y es la reina Isabel dando sus
joyas. El aventurero —quitemos al tér
mino la máscara degenerativa que le
ha puesto el mal hablar— piensa y ha
bla con el corazón; es el hijo del coraje.
Cuando el aventurero se echa a anear
nadie lo detiene ya. Está por encima
del mundo; camina mirando una estre
lla. Todo esto es el sentido de la aven
tura en la realidad del tiempo y del es
pacio, escenarios exiguos en que se des
arrollan las obras de los hombres cuan
do no tienen otros incentivos que los
bienes materiales. Y esto es lo que da
emoción y valor a la historia como obra
literaria, como novela, al narrar el in
finito trabajo de la humanidad en su
lucha por el oro, por el trigo, por el
suelo, por el mar, por un río, por
ciudad; a veces por el honor y en otras
tan sólo para satisfacer el odio sangui
nario que late en el seno profundo de
¿Connaissez-vous dans Barcelone
une andalouse au sein bruni?
(¿Conoce usted en Barcelona
a una andaluza de pecho moreno?)
La canción produjo 40.000 francos al
editor. 40.000 francos oro, naturalmente.
EL “ SINGE
LEVERT
ROUGE”
DE
JACQUES
*
Jacquei Levert acaba de obtener el
Prrmio du Quai des Orfevres (otorgado
a la m ejor novela policiaca) por su obra
intitulada el “ Singe Rouge".
Interrogado per un periodista. Jacques
Levert contesta con su amplia y simpá
tica sonrisa
—¿Le gustan a usted las novelas po
liciacas?
—¿Que si me gustan? Desde luego.
Su lectura me descansa un poco de mi
trabajo d ia rio ... y es tan diferente.
—¿Qué oficio tiene usted?
—Comisario de policía en una gran
ciudad del sude"te —contesta amable
mente Jacques Levert.
que amó el poder y los sueños. La crea
ción de la más grande entidad imperial
es el resultado de una empresa; en nin
gún momento de un conjunto de aven- turas. Muy al contrario, la formación
del Imperio Español es el resultado de
una aventura esencial: el descubrimien
to de América. Inglaterra, pobre, pe
queña, limitada a la inviolada isla de la
libertad (the inviolatíd island o f te lí
ber ty) como dice Byron, no ve su sal
vación en otra cosa que el mar. Chesterton decía de Dickens que su ambi
ción de chico fué siempre tener la llave
de la calle; no la llave de la puerta de
casa, sino la llave de la calle. Ingla
terra no quiere las puertas de la tierra;
quiere lo que está más allá de las puer
tas, lo que es tránsito, lo que es calle,
quiere ser dueña de las calles de! mun
do, es decir, de las rutas del mar. Esas
llaves se llaman Singapur, Glbraltar,
Canal de Suez, Malvinas.
Debe ser terrible tener plena concien
cia de lo que se sueña; para ello es ne
cesario ambicionar algo concreto y ma
terial. Don Quijote sueña en Dulcinea;
es decir, primero la cr:a y después la
sueña. El ambicioso, el soñador que une
el poder a los sueños, tienes sueños de
posesión. Es decir, hay gente que tiene
sueños, que acaricia los sueños por los
sueños mismos; en tanto que hay otros
que sueñan porque los sueños no son
otra cosa que el resplandor de la volun
tad, el halo de la ambición. Podemos
decir que hay sueños impuros. ¿Qué di
ferencia hay entre soñar con una casa
propia o con algo delicioso e inalcan
zable? La misma cosa que soñar o creer
en Dios o en una estatuita de coral.
Shakespeare ha dicho que estamos he
cho de la madera de nuestros propios
sueños.
ajedrez
Vieiu de 1%
página 24.)
Tac Negras dejan el P ión , porque no
pued° sír defendido de ninguna man:ra
Si 27
D3D 28.D4R y ganan, porque i
2 8 ... A3R 29.TxA ! PxD (o TxT 30.DxP)
ÓO.TxD j . . mientra? a 2 8 ... T3R 29.AxP
RxT 30-AxT
28. T(8)4R
Pero ;as Blancas ni quieren el Peón: a
pesar d: que 28 A xP j . R2C 29.TxT AxT
30 D3A mantiene la presión con un Pión
más. las Blancas buscan sacar todavía mas
partida de la posición.
28 ..
D3D
29. T5R!
CID!
30. P5C
PxP
31. C3T
R2C
32. CXP
C2A
33. CxC
----No siempre la im pliíicación significa sal
vrción 3C.T7R ;s más complicado, pero no
tan fuerte
33.. .
RxC
34. D4R
........
Amenazando en apariencia a! Peón Da
ma, pero en r.alidad es una maniobra para
un ataque decisivo contra el flanco Rey.
La amenaza es D4T.
34.. .
T1T
Previniéndose de dicha amenaza Pero
ahora las Blancas presionan sutilmente.
35. D4C
P3A
36. A2A
A1A
Ya n0 hay defensa. Si 3 8 ... T1CR (para
jugar 3 7 ... A1A) 37.D4T tB decisivo. Con
una fina com binación coronan las Blancas
ahora su juego magistral.
P5T
47.P6T
37.T7R j .
DxT
A2T
48.P3T
TxA
A4A
49.R2C
R3A
A2T
RxT
50.R3C
A7A
51.R4C
A3R
TZh
52.D5R
P4T
42. DxT
A2T
53.D2T
43. P4TI T3A
T2A
54.R5C
44. D7C j . T2A
T2A
55 .D3T j R3D
45. DSC j . R2D
56.D8A
Abandonan
A4A
46. P5T
(Comentarlos de B. Seidman en
“ The Chess Corréspondent” )
PROBLEMA NV 15
G. Heatheote
EAST CENTRAL TIMES (1889)
Primer premio
B l a n c a s : R2AR. D1TR, T6CR. A1AD.
A7TR. C7AR. P4AD. P3CR (8).
En L u c h a Incierta
/Viene di la página 14)
-H a y un lote de gente qUe no lo sal»
—dijo Mac.
Acercáronse a la tierda, donde las a.
gras figuras s movían en la loca
llegó a la tienda y llamó;
**
—London.
Casi instantáneamente se hinchó 1
lona de la portezuela, y apareció nn
hombre corpulento. Sus hombros era
inmensos. Su rígido :ab lio negro crM»
en torno a una tonsura, dejando la Vn
ronilla completamente calva Tenía i
rostro encordado de arrugas mus’ular»,
y sus ojos oscuras eran fieros y ro¡ í
como los de un gorila. La fu rza de 1
autoridad desprendíase de aquel hombn?
Podíase sentir que acaudillaba conT ’
misma natu alidad con que respiraba
Con una gruesa mano mantenía c rrt
da tras de sí la abertura de la tieirt,"
—¿Qué queréis?
“ nds—Acábames de llegar —explicó Mac
u cos tipos de esos que están Junto a ¡a
hogu ra dicen que hay aquí una chica
que va de parto.
—Bueno; ¿y qué?
— Pensé que podría ayudaros, no te
Hiendo m édico.
London separó la lona y un haz de luz
cayó en el rostro de Mac.
—¿Cómo piensas poder ayudarnos?
—H: trabajado en hospitales - d j j 0
Mac— , He hecho esto antes. No es pru
dente arriesgarse, London.
La voz del hombre corpulento bajó de
tono.
Entra —dijo—. Ten mos aquí a una
vieja, pero me parece que está chiflada
Entra a dar un vistazo.
Dentro, estaba atestado y hacia mu
cho calor. Ardía una vela en un plato
( Continúa en la página 27)
Sabe usted...
N e g r a s : R4AR, C7CR.
P7TR (5).
Mate eñ 2 jugadas.
P6AD.
P2CR
SOLUCIONES DEL NV 8 DE “ CABALG ATA”
(Por un error de imprenta' los diagramas
co corresponden a los respectivos proble
mas. Los lectores nos disculparán)
PROBLEMA N9 11
C. Manifield
THE OBSERVER (1936 (Versión)
Blancas: R1TD. D8CR, T5TD, T4D, A2TD
A8TR, P2CD, P3AD (8)
Negras: R4AR. T2AR, T3AR, C4R, P4CR '5).
Mate en 2 jugadas.
1.P4C
PROBLEMA N9 12
F. Palatz
NEUE HAMBURGER ZETTUNG (1915)
Blancas: R7CR. D2R. T8TR, P4R, P4TR.
P7TR (6).
Negras: R6TR (1).
Mate en 3 jugadas.
1.T8T! R5C 2.P8D R5A 3.D8CD mate.
FINAL NO 6
H. M Lommer
L'ITALIA SCACCHISTICA (1932)
(Dedicado a Rosselli del Turco)
B'ancas: R7TD, T8TD, A8AD (3).
Negras: R7TD. T8TR, P7R (3)
Juegan las Blancas y hac n tabla1.R8C j . ! R7C 2.T7T1! P8R (D ) 3.T7CD j.
R6A 4.T7AD j . R5D 5.T7D j. y tablas por
jaque perpetuo, ya que las Negras no pue
den cruzar la columna Rey: tampoco por
3R de las Negras, por jaque descubierto
en 1AD, ganando la Dama negra y tablas,
porque la Torre negra no puede ganar con
tra el Alfil blanco.
A pesar de la dificultad que representaba
el cambio de diagramas, nes llegó la "elu
ción del señor Rogelio Fernández (Bánfield), a quien felicitamos.
.. .que el último libro de Vcronoíf, titulado “Del cretino al ge
nio” , (Editorial Poseidon), en la
edición francesa tiene un prólogo
de Maurice Maiterhnck, que no
puede ser más conciso. Consta só
lo de seis lineas, pero es de un
entusiasmo desbordante. Dice el
autor d ? la “Vida de las abejas”:
“ Con libros así se forman las nue
vas b ib lia s de la humanidad”.
Algunos han señalado que este
entusiasmo es quizá el tributo de
un c lie n t e r conocido, porque
Maeterlinck está actualmente más
joven que nunca.
...q u e Arthur K oestler que
* ccn su obra “Zero et llnílni” ha
conocido en F ra n cia el mayor
éxito de venta desde la libera
ción, ha comenzado a publicar en
la revista “La Neí” , dirigida o
bajo la inspiración de André Gide, otra novela titulada “Cruzada
sin cruz”. Se anuncia también
para muy en breve la idición en
francés de su obra “Yogui y el
Comisario” y una nueva edición
de “Testamento español".
...q u e la prensa literaria ele
va prct stas indignadas por la
adaptación cinematográfica que
9e realiza en los Estados Unidos
de algunas obras maestras de la
literatura francesa. Hace ya unos
meses estas protestas se nfirieron principalmente a novelas de
Balzac adaptadas de una macera
caprichosa en H ollyw ood. La
campaña se ha reanudado ahora
con motivo de que se anuncian
nuevas adaptaciones, en're ellas:
“La Cartuja de Parma” y “Roí0
y negro”, de Stendhal, “Los Chuanes” , de Balzac, “Manón Lescaut” y hasta “Le Grand Meaulnes”, de Foumier.
�2 7 - CABALGATA
En Lucha In cierta
( Viene de la página 26)
En medio d: la tienda había una estufa
hecha con una lata de kerosene, y junto
a «-'la sentada, una amigada vieja. Un
muchacho, muy pálido, se hallaba de pie
en un rincón de la tl.nda. En la parte
posterior había un viejo colchón tendido
en el suelo, y en él estaba acostada una
joven, pálido y manchado de polvo el
rostro, pegado :1 cabello. Los ojos de los
tres se volvieron hacia Mac y Jim. La
vieja alzó un momento los ojos, luego
bajó la mirada a la ardiente estufa. Se
rascaba el dorso de una mano con las
uñas de la otra.
London se ac:rcó al colchón y se arro
dilló. La niña arrancó de Mac los asus
tados ojos y miró a London. Éste dijo:
—Ahora tenemos aquí a un médico.
Ya no has de asustarte.
Mac la miró y le hizo un guiño. El
rostro de la muchacha estaba rígido de
miedo. El muchacho salió de su rincón
para acercarse a Mac y sobarle el hom
bro.
—¿Va a salir bien, doctor?
—Claro, está muy bien.
Mac se dirigió a la vieja.
—¿Es usted comadrona?
La vieja se rascó las arrugadas manos
y le miró sin expresión, pero no con
testó.
—Le pregunto si es usted comadrona
—gritó Mac.
—N o..., pero he sacado más de un
niño en mi vida.
Mac alargó la mano, tomó una de las
de la vieja y acercó la vela. Las uñas
eran largas y quebradas, y las manos
tenían un color azul grisáceo.
—Pues sacó algunos muertos —dijo—.
¿Qué paños iba a usar?
La vieja señaló un mentón de perió
dicos.
—Lisa no tuvo más que dos dolores
—gimoteó—. Tenemos diarios para reco
ger la porquería.
London se inclinaba adelante, leve
mente abierta la boca en su atención,
buscando sus ojos les de Mac. La ton
sura brillaba a la luz de la vela. Corro
boró lo dicho por la vieja.
—Lisa ha tenido dos dolores. Ahora
mismo terminó el segundo.
Mac hizo un pequeño gesto hacia el
exterior con la cabeza. Salió, y London
y -Tic1, le siguieron,
—Oye —dijo a London—, ya viste esas
manos. El crío quizá viva si le cogen
con esas manos, pero la chica no ten
dría remedio. Mejor echas a la vieja.
Amella Bence
Dos brillantes escenas, en los que en dis
tintos "estodos" descuella el gran actor
inglés Laurence Olivier, "Advenfure for
tw o", que aquí veremos con el titulo de
"Casi un paraíso".
Uno escena de "Flores de Piedra ', realizada por Putchko, en
deslumbrante tecnicolor, de cuyas excelencias en estas páginas se
dió una primicia en cálido comentario.
Anthony _ AsqiKth. h ijo de un e s primer
minrstr<r~de Gran* Bretaña, reátiíadar'det
film de grato recuerdo "Pigmalion", ha
dirigido la producción inglesa a la cual
pertenecen las escenas de arriba.
PAM PA
F IL M i
PRESEN TA
E P E
A
A R I A S
Zufly Moreno, en uno expresión emotivo de inteligente expresión
anímica, en su mos reciente creación, "Nunca te diré adiós",
en cuya parte estelar la acompoña el galán Angel Magaña.
en
M
U
J
E
R
HONESTA
M U N D O "
Dirección: Leopoldo Torree R íos
—¿Tú te encargas de ello, pues? —
preguntó London.
Mac permaneció callado un momento.
—Claro que me encargo. Jim me ayu
dará un poco; pero necesito más ayuda,
mucha más.
—Yo te ayudaré —dijo London.
—No hay bastante. ¿Querrá ayudar
nos alguno de esos tipos?
London lanzó una risa breve.
—Pardiez, tendrán que querer si yo
se lo digo.
—Pues díselo —dijo Mac—. D is e lo
ahora.
Abrió la marcha hacia la pequeña ho
guera, a cuyo alrededor se hallaba to
davía el círculo de hombres sentados. Al
isaron la vista al acercarse los tres hom¡bres.
—Hola, London —dijo el del rostro
delgado.
London habló con voz fuerte:
—Quiero que atiendan a lo que ¡es
diga el doctor.
Otros hombres se habían acercado, y
aguardaban. Parecían indiferentes; pero
acudían a la voz de la autoridad.
Mac se limpió la garganta.
—La nuera de London está de parto.
Quiso llevarla al hospital del condado,
pero no la admitieron. Todas las camas
están ocupadas, y además nosotros so
mos una pandilla de cochinos obreros.
Bueno, pues. No quieren ayudamos. Te
nemos que hacerlo nosotros mismos.
Pareció que los hombres se ponían
más tiesos, se agrupaban. La apatía em(Continúa en la página 30.)
Mirtha Legrond, ía otrora ingenua, la bosta su último película
afortunada picaresco, troto de completarse, presentándose en es
cenas de gran dramaticidad en "Como tú lo soñaste".
�(ABALCATA - 2 8
m m rn m G E S T O sm
u MODA m imiiut
EL DETALLE EN LA FALDA. — Robert Piquet: Falda envolvente y de corte recto
detallada con botones. Lucien Lelong:
Falda también envolvente y drapeándose
desde un costado al centro de la cadera.
HOMBROS CUBIERTOS. — Charles Montaigne.
HOMBROS "TOMBANTES". — En tapados y tailleurs. Molineux y Lelong son los autores de estas
dos novedades.
DOS LINEAS DE SÓEREE. — Para muje
res muy altas la línea "tigev, que se
amplía de las rodillas hacia abajo. - La
muy juvenil línea corola, siempre en bo
ga. - El modelo Calenina, en que la falda,
a mp l ís i ma , llega hasta los tobillos.
H e aquí lo que se ha notado en las colecciones: Entes que
nada, gastos nuevos, gestos de m ujeres, que abandonan, ccn
sus vestidos de hijitas falsas, el género travieso o cándido.
Las m ujeres han visto todo, nada puede extrañarlas. Y pasan
lentamente en la vida, alejadas, hastiadas, un algo desdeñosas.,
m uy atractivas.
La espalda un tanto redonda y el busto ahondado, muestran
las espaldas caídas que las aberturas de los vestidos, muy an
chas, parecen colocarlas aún más bajas. Como si se tratara de
una capa. M ajestuosam ente se envuelven en mar.tos cuya al
tura. m uy amplia, va dism inuyendo hacia abajo para llegar a
cerrar estrechamente las rodillas: y a menudo, con un gesto de
enfade o fastidio, rechazan hacia trás sus pesados cuellos de
pieles, mostrando un cu ello delgadito y altivo que el vestido
colgadizo y subido las cu bre m uy por arriba. Las mujeres eli
gen para vestido de la mañana telas del mismo tejido que su
manto, de grueso twieed o jerseys gruesos con botonaduras muy
aparentes, y prefieren los colores discretos o sutilizados, como
el verde alm endra pasado, el m alva, f l gris, el beige.
Después del m ediodía, son vestidos negros elevándose hasta
al m ism o cu ello, co n talles aplanados y flexibles, con manchas
largas y apretadas hacia el puño, faldas hasta media rodilla
delgadas y colgantes que se extienden a menudo sobre una ca
dera. Estos vestidos se llevan bajo boleros, paletots, flexibles
y arreglados con el m ism o tejido, o con pieles. Las pieles que
parecen estar más en voga son la marmota y la pantera.
Rere la m ayor novedad para después de comer al mediodía
consiste en recubrir un vestido negro de buen talle con un
manto de c o lo r m uy viv o. Y es con aplom o y audacia que las
m ujeres irán a tom ar e l té o jugar al bridge, en amarillo ca
nario, en verde vivo, en azul real, o en rojo deslumbrante...
Hay también para la mañana, com e para después del mediodía,
trajas sastres abotonados hasta el talle y cuyos faldón de levita
redondeado, más cortos que en el invierno pasado, sumergen
en la espalda. Trajes m uy strict. Estos faldones largos y es
trechos les obligan a andar a pequeñas pasos y los mantos sin
abotonadura Les obligan a abandonar la idea de llevar ellas
mismas sus m últiples paquetes. Esto no es práctico. . . pero
es m uy elegante. Todas las m ujeres quieren olvidar que hubo
un tiem po en qu e — pobres locas— se apretujaren en los subtes
y con d u jeron bicicletas, cuando verdaderam ente lo más senci
llo es utilizar el p ropio coche.
En las sastrerías alaban estos m aravillosos coches que les
perm iten no s ó k hacer grandes vestidos de tarde, para presti
gio d e la clase fem enina y propia, sino que también se ha
hecho ur.a necesidad.
P or la tarde, las m u jeres serán excesivas: cubiertas dramá
ticam ente o espléndidam ente descubiertas, talle esbelto y esti
lizado o corolas volum inosas. Y son pesados satins, telas de
seda cru jid o ras que cubren talles y se extienden y abren en
amplias faldas con colas, desplegando toda una gama de co
lores "suaves: verdes pálidos, malva, rosados y mucho gris.
Y más aún, terciopelos profundos y sombríos, que ajustan
sobre el cu erpo d e alto abajo y hacen de la m ujer una miste
riosa sirena, un ju n co delgadito y flexible.
M uy a menudo bordados de paja, e l guarnecido de pieles como
los grandes vestidos dejan casi siem pre las espaldas completam ent: al descubierto. P ero para las que se consideran muy
prudentes hay m uchos vestidos com pletos y para ios caprichos
' del cu ello descubierto asim étricam ente no dejando aparecer
sino ur.a sola espalda.
En fin, para las m ujeres m u y jóven es y m uy frágiles, la más
bonita sorpresa para el invierno: el
vestido a hebillas o clavijas, hecho
m uy a m enudo de tul vaporoso, he
cho verdaderam ente para el baile.
Y puesto que se trata de salir a
la calle y no quedar en su casa, to
dos estos vestidos serán recubiertos
para franquear el espacio de una
puerta de coch e o una escalera de
honor, de grandiosos mantos am
plios o capas teatrales.
Para coronar sus pequeñas alti
vas cabezas, las mujeres eligiráentre los sombreros ccn grandes
bordes y cu y o casquete aprieta bien
la form a del cráneo, y los múltiples
bonets o boinas en jersy o fieltro
m uy suave que toman olas de cas
quetes de paño, o aún los gorros
adornados con plumas inmensas y
extravagantes.
P or la tarde, las mujeres volve
rán a encontrar los grandes som
breros de terciopelo guarnecidos de
avestruz, los tocados hechos de un
per.acho enrolado sobre un moño o
d irigid : m uy hacia arribe con im
pertinencia.
'FRANCISCO
J A U U AN DR£V
�29-
HOMBROS DESNUDOS Y HOMBROS SEMICUBIERTOS
Molineux y Jacques Fath.
Las m ujeres son adm irablem ente
servidas por las coleccion es nue
vas. Las tendencias otoñales son
m uy variadas para satisfacer a to
das las siluetas y a cada persona
lidad, sin, p or eso, alejarse de los
cánones de la moda actual y de los
detalles qu e van a regir la “ saisor.” .
ITna m u jer alta y jo v e n gustará
SACONES DE COLORES
Sobre faldas rectas y to
da clase de vestidos. Es
ta creación pertenece
a Jean B a i l l i e .
(ABAKATA
para sí, mucho, el
modelo de Germaine
Leconte, u na muy
bonita robe de ves
tir realizada en sa
tín negro rayada, en
pailletté brillante. Y
es que están presen
tes, en esta creación,
l a s principales ca
racterísticas de la
moda actual: drapeados sobre la cad e r a , cayendo en
gracioso “ poní” a un
costado, c o r s a g e
simple y gran es
cote.
La casaca creada
p o r Charles Mon
taigne, larga, pinzada, adaptándose al
talle, es el tipio mis
mo de la vestimenta
práctica y fácil de
llevar. La idea de
abotonadura en bies,
el cuello alto y an
cho en piel de rata
americana, constitu
yen, asimismo, de
talles n u e v o s . El
“ paletot” , un poco
largo, bien cerrado
hasta abajo, ha sido
en cambio maravi
llosamente t r a t a d o
pior Jean Patón. Es
p a r a realizarse en
lanilla negra, con un
enorm e cuello
écharpie y p u ñ o s
e n o r m e s , com o
m a n c h ó n en “ re
nard” argenteé.
�CABALGATA-so
EN
LUCHA
INCIERTA
(Viene de la págijia 27)
pezó a abandonarlos. Se acercaron „
fuego. Mac continuó:
“
— ...y
este Gumevong »óto regresa cuando tiene respuesta paga.
—Mi padre y mi madre son primos
hermanos —explicaba el niño sábelotodo— y esa es la causa de que yo me
parezca tanto a ellos...
pítales, de modo que puedo ayudar a°l'
partera, pero necesito que me
ustedís. ¡Qué diablo! No podemos abaT
donar a los nuestros. Nadie los ayudar*
si no lo hacemos nosotros.
El del rostro delgado se puso en m
—Está bien, compañero —dijo— .¿¡7
hay que hacer?
' *v‘at
A la luz del fu:go, el rostro de Ma
naostró una sonrisa de placer y triunt'
—¡Espléndido! —dijo—. Veo qUe y
béls trabajar juntos. Primero se necedu
agua hirviente. Cuando hierva, nos he
mos de procurar paños blancos y hac--‘
que hiervan. No me importa de dónde
saquen el lienzo ni cómo lo consigan
Señaló a tres hombres.
—Tú y tú y tú: prepárense a hacer
un buen fuego. Y tú trienos un r*.
de cazuelas grandes. Habrá por aquí
algunas latas de cinco galones Loe ae.
más que busquen ropa blanca; lo nUe
sea, pañuelos, camisas viejas, cualqmer
cosa mientras sea blanco. Cuando hier.
va el agua metan los paños dentro y
manténganla hirviendo durante media
hora. Necesito un pequeño tarro de agua
caliénte tan pronto como sea podóle
Los hombres empezaban a inquietar,
se. Mac dijo:
—Esperen. Otra cosa. Necesito una
lámpara. Una que sea buena. A ver ¡¡
(Dibujo de Oski)
me traen una. Si nadie se la da, hfiitenia. Necesito luz.
El ambiente cambiaba. Ya no habla
apatía en aquellas hombres. Se despertó a los que dormían y, una vez infor—Pese a todo, soy completamente op
mados, se añadieron al grupo. Una co
timista respecto al porvenir.. .
rriente de excitación llenó el bosque,
—Si nosotros —suspiró Warburg— tu
pero la excitación era gozosa. Formóviéramos una marina y un ejército como
ronse hogueras. Cuatro grandes latas de
el de ustedes, seriamos optimistas res
agua pusiéronse a hervir; y luego em.
pecto al presente.
pezaron a aparecer los pañes. Todos pa
recían tener algo que agregar a la püa
Volvía el viejo juez, ya entrada la noche, de regreso
Uno se sacó la camiseta y la echó en á
a su casa, cuando advirtió sorprendido a un soldado
agua, y volvió a ponerse la camisa. Los
que se arrastraba lentamente ante los escalones de
hombres parecían sentirse súbitamente
la entrada:
felices. Reian a coro mientras quebraban
—¿Que hace ahí, soldado?
ramas muertas de álamo para la ho
—Busco un dólar que se me ha perdido.
guera.
—¿Aqui?
Jim estaba al lado de Mac, observan
—No, dos cuadras más abajo. . . Pero como aquí hay
do aquella actividad.
mejor lu z...
— ¿Qué voy a hacer yo? —preguntó.
—Ven conmigo. Puedes ayudarme en
Llegó Alfredo de Musset a la portería de la Acade
la tienda.
mia Francesa y preguntó:
En aquel momento sonó un grito en
—¿Está Victor Hugo?
ella. Mac dijo rápidamente.
—No señor, pero si quiere pasar están ...
Tráeme una lata de agua caliente
—Es inútil, —respondió el autor de Fantasio—, si no
en cuanto puedas, Jim.
está Victor Hugo,'no hay nadie.
—Toma —dijo pasándole un írasquito— . Pon cuatro tabletas de éstas en
Decía Henry James:
cada una de las latas grandes. Tréeme
“El hombre que quiere comprender a las mujeres es
el frasco cuando vengas con el agua.
un mal educado... Y el que las comprende, un
Se íué apresuradamente a la tienda.
inm oral.. . ”
Jim echó las tabletas en las latas j
luego llenó un tarro grande en una de
Años ha, hallándose al frente de la gobernación de
ellas y siguió a Mac a la tienda La vie
Santiago del Estero, el doctor Dámaso E. Palacios,
ja estaba agazapada en un rincón donde
nombró para el Ministerio de Hacienda al doctor Ma
no estorbase. Se rascaba las manos j
nuel Argañarás, uno de cuyos hermanos, Uladislao de
miraba suspicazmente, mientras Mac
nombre, era un conocido estanciero. Al enterarse éste
echaba dos tabletas en el agua caliente
del nombramiento de su hermano, no pudo menos de
y sumergía las manos en ella.
exclamar, contrariado ante las injusticias de este
—Mejor andar con manos limpias mundo:
dijo.
— ¡Lo que hay que v:r! ¡Nombrar para ese puesto
— ¿Qué ss el frasco?
a mi hermano, que no sabe más que de leyes, sin
—Bicloruro de mercurio. Siempre lo
acordarse que el único que sabe de “hacienda” , de
llevo conmigo. Lávate las manos, Jim,
toda la familia, soy y o !. . .
y luego trae agua limpia.
Era tan parco el peculio, atuendo y ajuar de Mark
Fuera de la tienda, una voz dijo:
—Aquí están sus lámparas, doctor.
Twain en sus años mozos, que cierto día que cruzaba
Mac se acercó a la abertura y volvió
una calle con una caja d i cigarros debajo del brazo
con las luces: una lámpara Rochester
y alguien le reprochara que fumaba demasiado, el
de redonda mecha y una potents lin
humorista le contestó, medio en Serio medio en
broma:
terna de gasolina.
— A lg ú n pobre diablo tendré que or
—No crea, no fumo ta n to ... Es que estoy de mu
deñar a oscuras —dijo a Jim.
danza...
Accionó e' pistón para aumentó:
presión en la lámpara de gasolina j— ¡Maestro! —conminó a Apeles Mestres un poetazo
cuando la encendió, el manguito cun
tronitonante conocido por sus vociferaciones y fe
tió una dura luz blanca y el silbido «
cundidad en toda Barcelona— . ¡Maestro, dadme un
la linterna llenó la ti:nda. De aijets
nombre para mi último volum:n de poemas! ¡Poemas
venia un crepitar de leña y un rui
fuertes, vigorosos, terribles! Nada de suspiríllos líricos
de voces.
ni rimas nebulosas... ¡Fuerza, vigor, energía!
Mac colocó le linterna en el suelo, jun
—Puedes titularle —le aconsejó el gran dibujante y
to al colchón.
poeta— “Aullidos y bramidos", “ Rebuznos y relinchos” ,
—Todo irá bien. Lisa —dijo.
“ Rugidos y mugidos” , algo afín con tu manera de ser...
Burladero
Por El Hondero Irónico
No siempre las páginas de álbum son
de una amable insulsez. Véase estas li
neas escritas por Enrique Heine en el álbum de su tio, el opulento
banquero y Júpiter de la familia, Salomón Heine de Düsseldorí:
“Querido tío Salomón. Préstame 100.000 taleros y olvídate para
siempre de tu sobrino que te quiere
Enrique.’
Visitaba el desaparecido Félix Warburg, hace algunos años, la hoy
rebelde Palestina. Entre las muchas entrevistas que celebró, mantuvo
una prolongada conversación con el alto comisionado, quien le afirmó:
— ¡Por favor, no juego» con lo merca derío!
(D ibujo de D ick W ingert)
�s i - (ABAK.ATA
Intentó «íy-ar suavemente el simio co
bertor que cubría a la niña. London y
el muchacho pálido le observaban. Li
sa se asía al cobertor en su asustadi
zo recato .
_Vamos, Lisa, tengo que prepararte
—dijo Mac p:rsuasivamente. Pero ella
no saltaba el cobertor.
London se acercó a la cama.
_T.i<m —dijo— haz lo que te dicen.
Los asustados ojos miraron a London,
y luego, a pesar suyo, la joven soltó
el cobertor. Mac lo dobló sobre el pe
dio de la muchacha y desabrochó su
ropa interior.
—Jim —dijo—, tráeme unos paños y
un poco de jabón. Cuando Jim volvió
con un paño humeante y un trozo de
jabón, delgado y duro, Mac limpió las
piernas, muslos y vientre. Lo hizo con
tal suavidad que una parte del temor
dejó el rostro de Lisa.
Los hombres traían los escaldados pa
ños. Los dolores venían más rápido.
Era el alba cuando se Inició el parto.
Una vez la tienda sufrió una sacudida
violenta. Mac miró por encima del hom
bro.
—London, se desmayó tu niño —di
jo—. Mejor lo sacas al aire libre.
Con un aire de turbación profunda,
London se echó al hombro al delicado
muchacho y lo Hevó afuera.
Apareció la cabeza de la criatura.
Mac la sostenía con las manos y, en
tre débiles gemidos de Lisa, se comple
tó el nacimiento. Mac cortó el cordón
con un cortaplumas desinfectado.
El sol brillaba en la lona, y la linter
na continuaba silbando. Jim escurría
los paños calientes y los pasaba a Mac,
mientras éste limpiaba al encogido niñlto. Y Jim lavó y restregó las manos
de la vieja, antes de que Mac le dejase
tomar al niño. Una hora más tarde sa
lió la placenta, y Mac volvió a lavar
cuidadosamente a Lisa.
—Ahora echa fuera toda esa porque
ría —dijo a London—. Quema todos
los trapos.
London preguntó:
—¿También los paños que no usaste?
—Si. Quémalo todo. No sirven. —di
jo Mac—. Su fatiga se mostraba en sus
ojos. Echó una última ojeada a la tien
da. La vieja sostenía a. la envuelta cria
tura en sus brazos. Lisa tenía cerrados
los ojos y inspiraba tranquilamente en
su colchón. —Ven, Jim. Vamos a dor
mir un poco.
En el claro del bosque dormían de
nuevo los hombres. El sol brillaba en
lo alto de las mimbreras. Mac y Jim
ge deslizaron en un pequeño hueco, en
tre ia maleza, y se acostaron uno al
lado de otro.
_ Jim dijo:
—Parece que tengo arena en los ojos.
Estoy cansado. No sabia que hubieses
trabajado en un hospital, Mac.
Mac cruzó sus manos bajo su cabeza.
—No hice nunca tal cosa.
—¿Dónde te doctoraste en partos?
—Esta noche. No habla presenciado
ninguno. Lo único que sabia era que
no dañaba ia limpieza. ¡Qué suerte la
mía en que todo marchase bien! Si hu
biese ocurrido algo, me habría hundido.
Esa vieja sabia mucho más que yo. Y
creo que se daba cuenta.
—Lo has hecho con gran seguridad —
dije Jim..
—¡Santo Dios, qué remedio! Tene
mos que echar mano de lo que se pre
senta. Fué una buena oportunidad. Te
níamos que asirla. Claro que fué bueno
eso de ayudar a la muchacha, pero, ¡qué
diablos!, aunque hubiera muerto... he
mos de aprovechar todas las ocasiones.
Se colocó de lado y apoyó la cabeza
en el almohadón de su brazo. Estoy ren
dido, pero me siento bien. Trabajando
una noche hemos ganado la confianza
de esos hombres y la de London. Y
aun más, hemos hecho que esos hom
bres trabajasen para si mismos, en su
propia defensa, colectivamente. Para es
to estamos aquí, para enseñarlos a lu
char en grupo. Un alza de salarios no
es todo lo que buscamos. Ya sabes tú
eso,
(Copyright by Editorial Poseidon,
Buenos Aires, 1946)
1
2
3
4
PALABRAS
5
6
DE
8
9
10
CRUZADAS:
VERTICALES: 1. Tela de seda
lustrosa; Concavidad semicircu
lar que se hace en un palo para
ajustar o empalmar otro cilin
drico. 2, Consonante; Postula
ción; 50. 3. inquirir con curiosi
dad lo que hacen otros; Viento;
Espuerta grande, y generalmente
sin asas. 4, Géner0 de canción
coral gallega; Blanquecinos. 5,
Lemosín; Aires; Río de Italia.
6, Nota musical; Lista o catálo
go; Creencia basada en el tes
timonio ajeno. 7, Quiá; Pesares;
Dios egipcio que simboliza el sol.
8. Reverencia; Lugares subterrá
neos profundos y oscuros. 9. Es
único en su especie; 5; Acción
y efecto de reír. 10, Nada; Paí
ses que caen a la parte oriental
del Mediterráneo; Ultima letra.
11. Ensenada pequefia; Poeta an
tiguo del Norte.
SOLUCION
7
11
11
HORIZONTALES: I# Hueco que
hay entre las moléculas de los
cuerpos; Ocasión; II, Consonan
te; Aprovechado; 100. III. Sos
tiene provisionalmente; C o n s o
nante; Vasija redonda de barro o
metal y boca ancha. IV. Insensi
ble a los ruegos, consejos o avi
sos; Parte de la embarcación más
cercana a Ja proa. V, Dativo y
acusativo del pronombre de se
gunda persona en género mascu
lino o femenino y número plu
ral; Atavío; Se dirige. VT, In
fusión aremática; En el gnosti
cismo. cada una de las inteligen
cias eternas; Regala. VII. Nomi
nativo del pronombre personal
de segunda persona; O c u l t a s ;
Contracción de nada. VIH, Nom
bres femeninos, plural; Bajío de
arena. IX, Provincia de Espafia;
Consonante; Canción p b p u l a r
alemana; X
Alteza; Personas
que venden ropa hecha; cero.
XI. Desfallecido; Muy.
DEL
“C A B A L G A T A ”
CONCURSO
NUMERO
P A L A B R A S
CRUZADAS: 10
S O L U C I O N
9
¿POR QUE ES FAM OSO ESTE SEÑOR?
Incendiarlo del templo de Diana, en Efeso; Autor del célebre ma
drigal: "O jos claros, seren os..."; Descubridor del oro en California;
Pedro El Ermitaño (Primera Cruzada); Su famosa carrera a través
de Estados Unidos; Por su oración cuando fué fusilado por los es
pañoles; Por su acto heroico junto al Libertador; Por su cometa;
Por la Ley Seca; Por su arrojo el 2 de mayo de 1808; Por asesinar
al presidente Sad¡ Carnot; por las islas que llevan su nombre, que
dieron origen a la leyenda de Robínsón Crusoe; por matar a Marat;
Por efímero auge político en la Francia del siglo X IX ; Por su fa
moso "afíaire"; Por el asesinato del archiduque Femando, que dió
origen a la primera guerra mundial; Por haber gritado " ¡TierraF*
en el primer viaje de Colón; Por su carrera para anunciar la victoria
de Maratón; por su traición en las Termópilas; Por su declaración
de guerra a Napoleón I en 1808; Por su búsqueda del explorador
Livingstone. primera expedición cuyo reportaje tuvo repercusión
mundial; Por su vuelo sin final; Por haber asesinado a Enrique IV
de Francia; For ser el jefe de los Comuneros de Segovia; Por ase
sinar a Cánovas del Castillo; Por ser, por su estancia solitaria en
las Islas de Juan Fernández, el modelo de Robín són Crusoe.
Los premios de este concurso de CABALGATA han correspondido:
IV; S 20.—, a Rubén Cetrángolo, Entre Ríos 2025, Capital; 2 segundas
premios, de subscripciones a CABALGATA, por seis meses a: Esther
Schvctz, 12 de Octubre 500, Avellaneda; Ramón Martin, Argerich 3044,
Capital Los demás concursantes no han alcanzado el porcentaje m í
nimo exigido para hacerse acreedor a premio.
C O N C U R S O
“H A C I A
EL
L E N G U A J E 1N T E R N A C I O N A L ”
Aqui tienen, amigos lectores, un ramillete de palabras incorporadas,
por diversas causas, al acervo común universal. Pertenecen a los
más diversos idiomas y han surgido espontáneamente debidas a múl
tiples causas. Aquel de los lectores que señale el mayor número de
aquéllos o de éstas y de su equivalente en castellano, se hará acree
dor al premio en las condiciones acostumbradas de este concurso;
Coventryzar; Requeté; Heimatlos; Bushido; Wamp; Sofrosine; Ra
dar; Tovarich; Bazooka; Dum-dum; Gudari; Soviet; Estaj anovista;
Fermata; Anchluss; Cachet; Tótem; Flic; Gang; Junker; Breecbes;
Robot; Pogrom; Jondo; Quintacolumnista; Maqui; Samurai; S.S.;
Gestapo; Geisha; Tarbush; Gángster; Chetnik; Nargilee; Ukase; Gla
mour; Mikado; Caogulard; Falange; Knikerboker; Tabú.
(Dibujo ile Steinberg)
�s?
EL JUICIO, pintura al óleo por Raquel Forner
Acompaña al presente número una lámina
suplementaria en colores de R E M B R A N D T
LEA
EN EL PROXIMO NUMERO
el PRIMER artículo de
una S E R IE sobre el
CIN E EUROPEO
NÚM. 11 - 11 MARZO 1 9 4 7 - PRECIO 0 . 4 0
en la que se estudia
el cine de
FRAN CIA - SUECIA - ESPAÑA
IT A L IA - AUSTRIA
A L E M A N I A - INGLATERRA
�
Dublin Core
The Dublin Core metadata element set is common to all Omeka records, including items, files, and collections. For more information see, http://dublincore.org/documents/dces/.
Title
A name given to the resource
Cabalgata
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
1946 - 1948
Rights
Information about rights held in and over the resource
Derecho público
Language
A language of the resource
Español
Description
An account of the resource
Ejemplares 1 a 21 de los años 1 a 3 de la revista Cabalgata, publicados entre 1946 y 1948.
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Title
A name given to the resource
Cabalgata
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An account of the resource
Año 2, no. 11
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
Buenos Aires, marzo 1947
Rights
Information about rights held in and over the resource
Derecho público
Language
A language of the resource
Español
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Rojas Paz, Pablo
Zeitlyn, Enid
Vera, Francisco
Canto, Estela
Paz, Juan Carlos
Sonderéguer, Conrado P.
Torre, Guillermo de
Brughetti, Romualdo
Saavedra, Juan
Jaumandreu, Francisco
-
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00cd34d88d78771040427ab041a7097b
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PDF Text
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Buenos Aires, 25 Febrero 1947
Año n - N* 10 - Precio $ 0.40
Colaboraciones
esp eciales de:
S ir
R I CHA RD
G R E G O R Y
JUAN DE LA ENCINA
R. GONZALEZ TUÑON
k
ALBERT DUNN
FERNANDO DIEZ DE
MEDINA
MARIO AGUILAS
L U IS MARI O
JEAN TEDESCO
JULIO RINALDINI
WELUAM C. FORD
etcétera.
libros, cine, teatro, ajedre», modas, n o t ic ia s ,
ciencias,
e n t r e v is t a s ,
humor.
NATIVOS DE CUZCO - PERU
rote V IC T O R CHASiBI
QUINCENARIO POPULAR
DE L E T R A S ,
ARTES,
CIENCIAS, ESPECTACULOS
�¡cab alg ata
Ludmila Tcherino, bailarina y "vedette" de " U n revenont", film en que reaparece
Jouvet. Las crónicas «ficen que Is bailarina es "ado rab le" y que el gran actor completa
en el cine el relam o Triunfal a Francia, iniciado con una exitosa temporada teatral.
Una de los últimas fotografías de Paco Aguilar, el extraordinario laudista esp*ñ«l
recientemente fallecido en Córdoba. En homenaje a su memoria se preparan diver
sos actos. C A B A L G A T A reflejará en sus páginas el sentimiento causado por sa muerte.
"L o s ojos artificiales de material plástico son más livianos, menos rompibles y más durables que los de vidrio". Este escalofriante párrafo que se sustento en varios
consumados, nos hace pensar en un ser imperfecto ideal que, al acostarse, guardara en estuches prefabricados una pierna, un ojo un brazo la dentaduro y lo peluca; » »
*e»lo sólidamente confeccionado en el moderno y tan conveniente material plástico, ton en boga en estos últimos tiempos, "m ás liviano, menos rompible y más durobw ■
P A R A UN A L B U M DEL T I E M P O
-
�3
H. G. WELLS, FI GURA CUMBRE DE LA L I T E R A T U R A
I N GL E S A C O N T E M P O R A N E A Por sir r i c h a r d g r e g o r y
AS ideas creadoras, y la influencia
ejercida por su expresión, constituyen la medida del progreso ma
terial e intelectual reflejado en las obras
de la ciencia y de la literatura. Hoy se
considera generalmente a la Ciencia co
mo una filosofía natural sistematizada
y formulada. Pero ligadas con los ade
lantos logrados en estas formas del en
tendimiento humano se hallan fuerzas
morales y sociales que, aunque no re
vistan carácter físico, pueden observarse
en sus efectos y son susceptibles de ser
analizadas y juzgadas racionalmente.
Tal es el dominio de lo que H. G.
Wells, el gran escritor inglés reciente
mente fallecido, llamaba la ecología hu
mana; y todas sus obras —novelas, fan
tasías y libros sobre problemas sociales,
religiosos o políticos— se refieren, di
recta o indirectamente, a factores indi
viduales y sociales que integran un todo
biológico. Como filosofía de la materia,
de la vida y de la inteligencia, y de sus
relaciones recíprocas, puede decirse que
Wells expresó independientemente prin
cipios evolucionistas muy similares, en
muchos de sus aspectos, a los enunciados
por el general Smuts en su “ Religión y
evolución”, publicado en 1926. Valores no
sólo materiales, sino también morales
integran su nuevo humanismo, y su
adaptación a condiciones de vida dignas
crea de continuo nuevos problemas que
las sociedades civilizadas deben afrontar
y resolver, dentro de una complejidad
cada vez mayor, que aumenta constan
temente la dificultad de los reajustes.
Era esta la actitud que siempre adop
taba Wells hacia el pensamiento y la
acción humanos. En una conferencia que
pronunciara en 1902 ante una entidad
científica sobre el “Descubrimiento del
futuro”, defendió la tesis de que “la hu
manidad se halla en los albores de una
gran transición, entre el principio de
que la vida debe ser considerada como
una serie de consecuencias, y la teoría
de que la vida debe ser resultado del
esfuerzo constructivo... Debemos sentir
nos cada vez menos atados por los com
promisos del pasado, y tener un sentido
cada vez mayor de responsabilidad por
el efecto creativo de nuestros propios
actos”. No afirmó que pudiera predecirse
el futuro, pero sí que podían anticiparse
las condiciones que reinarían en el fu
turo.
Treinta y cuatro años más tarde, en
una nueva conferencia ante la misma
institución (la Royal Institution), Wells
expresó n u e v a m e n te un pensamiento
que siempre ejerció sobre él una in
fluencia dominante: relacionar los efec
tos y las causas como elemento de ge
neralización y de síntesis. Su tempera
mento y su esfuerzo fueron siempre los
de un investigador científico de las ex
periencias individuales y de sus relacio
nes colectivas; y en esta segunda con
ferencia Wells trató, con su acostumbra
da autoridad e independencia, el tema
de "Una enciclopedia mundial” que fue
ra compendio de todos los conocimientos
humanos.
l a idea de una empresa tan vasta se
halla ya en germen en su "Esquema de
la historia”, en “La ciencia de la vida”
—escrita en colaboración con su hijo,
mayor G. P. Wells, y Julián Huxley— y
en “El trabajo, la riqueza y la felicidad
de la humanidad", obras aparecidas su
cesivamente entre 1920 y 1932. El “Es
quema” relata la historia de la tierra
como residencia del hombre desde su
primera aparición sobre el planeta has
ta la paz de Versátiles; la “ Ciencia de
la Vida” estudia las estructuras biológi
cas y sociales; y en la tercera de las
obras mencionadas se estudian las formas en que la humanidad se asegura el
sustento.
Su primer fantasía científica del tipo
mencionado fué "La Máquina del Tiem
po", cuya versión primitiva apareció en
I
la “ Revista de la Escuela de Ciencias”
criando Wells contaba sólo 21 años. H a
bía adquirido ya los conocimientos de
astronomía necesarios para describir con
seguridad las cambiantes fases de la bó
veda celeste que se presentaban ante el
viajero a través del tiempo. l a luna pa
sa en un instante a través de todas sus
fases, el sol se transformaba en una
franja ígnea, y se balanceaba de arriba
hacia abajo, de solsticio a solsticio, en
menos de un minuto, y la primavera y
el invierno se amalgamaban como por
arte de magia, y en esta obra tenemos
ya en síntesis las admirables cualidades
narrativas y de apreciación científica
que distinguen a la totalidad de su vas
ta producción literaria.
Luego vino la “ Guerra de los mun
dos", precursora de toda una serle de
fantasías imaginativas en las cuales los
factores físicos y biológicos eran apro
vechados con gran habilidad e inteligen
cia. El libro de Lowell sobre Marte, y
sus afirmaciones de que los llamados
canales habían sido construidos por se
res dotados de inteligencia había apa
recido sólo tres años antes, de manera
que Wells contaba con una buena base
científica para su novela. Con “Los pri
meros hombres en la Luna", publicado
en 1901, comprobamos una vez más su
genial habilidad para ofrecer mía na
rración plena de interés humano sin por
ello herir las sensibilidades del espíritu
crítico de las mentalidades científicas.
Esta obra constituye, sin duda, un gran
adelanto sobre la similar de Julio Verne, que se hallaba plagada de errores
científicos. Por otra parte, los viajeros
de Vente no llegaron a la Luna, mien
tras los de Wells descendieron en ella
y encontraron allí seres con pensamien
tos y sentimientos capaces de estable
cer contacto con los corazones humanos.
En "El Mundo de Libertad” el autor
nos describe las transformaciones efec
tuadas en el mundo por una guerra
mundial, y aún cuando apareció en 1914,
en vísperas de la primera guerra, su ba
se espiritual y material se halla más
cercana a la reciente conflagración uni
versal. El libro fué dedicado a la obra
del profesor Soddy “ Interpretación del
Radium” , que vió la luz en 1909, y su
trama se base en la desintegración del
átomo y en el empleo de bombas ató
micas y de millares de aviones en la
guerra moderna. Al describir el descu
brimiento y el empleo de la energía na
tural como complemento de la fuerza
animal del hombre, el primer capítulo
nos ofrece una explicación científica de
claridad realmente extraordinaria, bos
quejando la conquista de la energía ex
terior a través de la aplicación indus
trial del fuego, del vapor, la electricidad,
y nuevos elementos químicos, hasta lle
gar al radium y a la liberación de la
energía encerrada en los átomos, desti
nada a ser utilizada primeramente, con
efectos catastróficos, en lo que el autor
llamaba “ La última guerra” , y luego a
partir de 1956, para liberar a la huma
nidad de las obsesiones y complicacio
nes que impiden su progreso moral y
material.
Otras obras en las cuales Wells pre
decía el futuro de la humanidad fueron
“El Durmiente Despierta”, “Anticipacio
nes” (publicadas en 1899 y 1901 respec
tivamente) , “ El Alimento de los Dioses”
(1904) y “Una Utopía Moderna” (1905).
"Anticipaciones” , sobre todo, mereció el
elogio no sólo de muchos críticos lite
rarios, sino de figuras destacadas de la
política, la ciencia y la sociología. Wells
se inició en la vida como estudiante de
ciencias, y al ingresar en la literatura
debió abandonar una carrera para la
cual había demostrado poseer grandes
condiciones, pero pese a ello siguió sien
do considerado un gran educador cien
tífico, y su espíritu inquieto y empren
dedor lo mantenían en constante con
tacto con todos los adelantos y nuevas
teorías científicas.
En "Anticipaciones” Wells proyectó el
presente en el futuro desde el puesto
de observación de la ciencia moderna.
Atacaba a muchas costumbres y pre
juicios, predecía importantes cambios
sociales, y describía adelantos científi
cos y mecánicos con una visión del fu
turo realmente proíética. Los automó
viles y las autovías, los tanques, los
trenes blindados, los paracaídas, todo
desfila por esta obra como si al autor
le hubiese sido dado presenciar los acon
tecimientos que habrían de tener lugar
cuarenta años más tarde.
Su fe en una biología social racional
es traducida con ingenio y espíritu pro
fundamente humanos en “Una Utopía
Moderna” , que nos presenta a una so
ciedad con reminiscencias de la Repú
blica de Platón, pero dando preeminen
cia a las libertades individuales y a la
tolerancia. Un espíritu parecido, pro
fundamente comprensivo y lleno de fe
en el porvenir de la humanidad, es el
que trasciende de “ Hombres como Dio
ses” (1923), en que Wells nos habla del
nacimiento de una nueva raza, dotada
de grandes cualidades físicas y de gran
nobleza de pensamiento y 'd e corazón.
Al proyectarse en el futuro del hom
bre y de la sociedad, Wells no se limita
a hacer sátira como Swiít en “ Los via
jes de Gulliver", ni a ofrecer a sus lec
tores parodias científicas, tan comunes
dentro de la literatura de nuestros tiem
pos, sino que se adentra dentro de lo
más profundo del espíritu humano para
estudiar las vastas posibilidades del pro
greso a través de su mentalidad estu
diosa y científica. Siguiendo métodos
científicos, Wells (¿servaba la vida que
lo rodeaba, deduciendo de sus observa
ciones los principios básicos que sirven
de tema a sus obras. “ El Amor y Mr.
Lewisham", “Kipps” . “Mr. Polly” y “ Las
Ruedas de la Fortuna” son todos tra
suntos de su propia vida, y muchos fue
ron los críticos que lamentaron que se
dedicara luego por un tiempo a la fan
tasía científica, pese a su indudable
maestría dentro de dicho estilo. Pero
Wells no abandonó en ninguna época
de su vida el estudio y la expresión de
las cualidades y flaquezas humanas, sea
en el individuo o en la sociedad, y así,
fuera de las obras ya citadas, nos fué
dando “El Mundo de William Clissold”
(Tres tomos, aparecido en 1926), “El
Camino del Mundo” (1928), “ La Cons
piración” (1930), “ Después de la De
mocracia” (1933), “A n a t o m ía de la
Frustración” (1936), “El Nacimiento de
una Estrella” (1937), en la cual se es
tudia la posibilidad de que los rayos
cósmicos dirigidos hacia la tierra pue
dan producir la mutación de los núcleos
humanos, “El Porvenir de Homo Sa
piens” (1939), “El Nuevo Orden Mun
dial” (1940), “La Conquista del Tiem po”
y “Fénix” (1942), “ 1942, 1943 y 1944” ,
suplemento de su famosa autobiografía,
obras todas en las cuales se sintetiza el
concepto del autor de que el mundo debe
evolucionar hacia una sociedad donde
reine la buena voluntad y el espíritu
de cooperación, libre de prejuicios y sec
tarismos, para que asi el hombre pueda
avanzar hacia formas más avanzadas y
más puras de la existencia humana,
aprovechando plenamente los recursos
que la naturaleza le ofrece.
�c a lta Itídta
□
E N L O S I N I C I O S DEL
ARTE AMERICANO...
I ’o
r
J
U
A
N
DE
L A
POEMAS
Por R A U L G O N Z A L E Z T U ÑON
E N C I N A
(E S P E C IA L P A R A “ CA B A LG A TA .” )
(E S P E C IA L P A R A “ C A B A L G A T A ”)
otear hoy y desde aquí, des
de esta bulliciosa y heteróclita
ciudad de México, el panorama
artístico, no ya universal, sino mera
mente americano? Nunca íué el mun
do más discorde y nunca ha estado m a
terialmente más unido. Las distancias
se han acortado monstruosamente. La
velocidad, la rapidez, la vertiginosidad,
imperan. ¿Cómo sentar nada sobre na
da en este imperio fantásticamente mu
dable de lo veloz, de lo vertiginoso?
¿Padece el arte también de la gran
dolencia del mundo? Es seguro, si el
arte, como se ha dicho, es el mejor
manómetro que marca la presión de la
atmósfera espiritual, el m ejor termóme
tro que marca la temperatura, el índice
más seguro del estado espiritual de un
momento o de una época históricos? La
distancia material se reduce, se estre
cha, parece casi a punto de aniquilarse
en la velocidad. ¿Sucederá lo mismo
con la distancia, o distancias, espiritua
les?
Si atendemos al arte, entran gran
dísimas dudas. Por un lado, parece que
el arte europeo ha dominado desde ha
ce algunas décadas el planeta en su
parte civilizada y culta. Quien dice ar
te europeo moderno, dice particular
mente arte francés. Sin embargo, asis
timos en ese campo a un fenómeno
parecido al del Renacimiento. El R e
nacimiento es genuin amente Renaci
miento italiano. Italia impera en el ar
te al compás que se desmorona y abate
políticamente. Mas toda Europa, y una
parte fce América, en virtud de la obra
española, conocen y practican concien
rudamente el espíritu general que al
arte dió el Renacimiento Italiano. ¿Re
medaba, imitaba, repetía Europa el arte
renacentista italiano? Sí y no a la par.
Dentro de una área común, el arte re
nacentista se descomponía en facetas
nacionales. El nacionalismo, el senti
miento de la comunidad nacional, to
mó también vuelo en aquellas horas,
que no dejan ds tener algún parecido
doloroso con las nuestras, aunque de
muy distinta y más profunda magia.
Se ha dicho, v. g r„ —y se ha dicho
bien a la ligera, con precipitación e in
comprensión— que España no tuvo Re
nacimiento. Cerrados debió tener los
ojos, los de la carne desde luego, y aca
so en parte también los del entendi
miento, quien tal dijo. Lo que hay es
que el Renacimiento español, aunque en
parte basado en él, es distinto del ita
liano, que sirve de arquetipo. Pero lo
mismo acontece con el Renacimiento
en Francia, en Alemania, en los Países
Bajos, en Austria, etc. El Renacimiento
es vario, m u lt if o r m e , nacional. Cada
nacionalidad, en la época, tiene el suyo.
¿En qué fo rm a o en qué formas, pues,
el arte moderno, producto arquetípico
en gran parte francés, y más que fran
ójco
cés, parisiense, se manifiesta fuera de
Francia? ¿Ha podido alcanzar en otros
lugares tantos quilates como consiguió
durante el siglo X I X y lo que va corrido
del X X en la ciudad de Santa Geno
veva? N o parece que asi sea. Pocas ve
ces se pueden alegar, en arte moderno,
fuera de Francia p e r s o n a lid a d e s tan
señeras como las de Francia misma. El
tono del arte moderno, el tono y la más
aPa calidad, su más alta significación,
son franceses, o mejor dicho, han sido
hasta aquí franceses, porque del por
venir nada sabemos: duerme en las ro
dillas de los dioses.
Como un gran río que se sale de ma
dre, en imponente y hermosa avenida,
así el arte moderno francés se ha ex
tendido por el mundo. H a tomado —in
dudablemente— la coloración de los di
versos cielos, de los diversos climas, de
las diversas sociedades y gentes. De ahí
su variedad. Pero este arte, tal vez por
producirse en una época en que el sen
timiento de las artes del dibujo y del
color ha venido de una manera tan
alarmante a menos, dejando de ser una
poderosa faceta de la vida social, no ha
tenido aquella fuerza portentosa de
creación que tuvo el del Renacimiento
en Italia y, en cierto modo, no menos,
fuera de ella.
De esta manera, resulta que si se
contempla un poco a vista de pájaro
el panorama general de ese arte, te
niendo en cuenta sus diversos avatares
desda el Romanticismo al Suprarrealis
mo, hallamos en ocasiones, fuera de
éstas o las otras eminencias que apa
recen de raro en raro en muy diversos
lugares, una monotonía de pampa ar
gentina o de llanura castellana que no
deja de producir en los espíritus ávidos
y exigentes algún fastidio, cuando no
alguna desolación. Los viajes y sobre
todo las revistas han llevado los ava
lares del arte producido principalmen
te en París a los rincones más aparta
dos, y en ocasiones inhóspitos, del pla
neta. Todo el mundo se puso a hacer
arte a la manera de Francia. Mas lo
curioso es que ese arte, si bien se m ira
es producto de lo que pudiérase llamar
en justicia una decadencia, es decir, del
término de un largo proceso histórico
en su punto de descomposición, ha sido
adoptado muy gentilmente por los ar
tistas de muchos y diversos p u e b lo s
harto lejanos en carácter, cultura y sa
biduría del francés, produciéndose así
una especie de esperanto artístico. Pro
ductos de una cultura archirrefinada, en
vías, ya que no de aniquilamiento, como
creen muchos, al menos, en momentos
de crisis tremenda y de transformación
radical, fueron y son adoptados con
entusiasmo, que tantas veces es ficticio
y de autosugestión, por gentes, o mejor
dicho, por artistas, que pertenecen a
otros mundos espirituales y .a otros es
tados de cultura. De ahí que tantas ve
ces sintamos que, fuera de su crisol, ese
arte asume caracteres y tonos que se
nos antojan excesivamente artificiosos,
enteramente falsos.
Y o no sé a ciencia cierta si éste es
uno de los problemas del arte ameri
cano, considerado sin distinción de na
cionalidades, aunque tengo alguna sos
pecha de que algo de esto debe acon
tecer dentro de su recinto de Un as
vagas, muy fluctuantes. Se puede desde
luego hacer una pregunta, y más de
una vez me la han hecho: ¿Existe en
realidad un arte americano? Nadie ig
nora que existen —principalmente en
Méjico, la Argentina y Brasil— artistas
de relevantes méritos. T al vez el arte
de estos artistas — el de algunos de los
mejores— no deje de sorprender extra
ñamente al ojo y al gusto europeos, no
CANTO DE L A TRACCION A SANGRE
J
tuno al río de barcos callados
han muerto ios Grandes Caballos.
, Junto a los silos blanqueados
han muerto los Grandes Caballee
Hombres, venid, vale la pena
ver esa muerte por la arena.
A l estirar las largas patas
espantaron fugaces ratas.
Junto a los vagones pintados
han muerto ¡os Grandes Caballos.
Junto a las tumbas de los carros
han muerto los Grandes Caballos.
El relincho de la agonía
rompió los ríeles del tranvía.
N i rebenque ni pasto, ¡Nada!
se pudre la Gran Caballada.
Junto al carbón del fuego helado
han muerto los Grandes Caballos.
Sus enormes cabezas negras
s: clavaron en la honda tierra.
Venid, dorados cargadores,
a ver la sangre colorada
que han derramado en la alborada
les Caballos Trabajadores.
VISITA A L A FREIDURIA DEL PUERTO
en la sartén la sardina de plata,
el vino de la Costa desborda en anchas pipas.
C rujir de leña joven, sabor de aceite en lata.
Fugaces mariposas mueren en las tulipas.
E
stalla
Ranas de los pantanos, anguilas de las charcas,
pejerreyes de oro del Paraná fecundo;
un rumor de acordeones que viene de las barcas
y el viento en la plazuela del arrabal fecundo.
Fuera la enredadera trepa el antiguo muro.
Un marinero cose su camiseta rota.
Suena el piano automático en el mesón oscuro.
De súbito entra el río, vestido de gaviota.
CANTO DEL NACIMIENTO DEL PUENTE
A
la ciudad que corta el R ío
un puente nuevo le ha nacido.
Su nacimiento ha iluminado
la Luna de Cemento Armado.
Canto los puentes, los Grandes Puentes,
macizos, alados y fuertes.
A la ciudad del pez y el trigo
un puente nuevo le ha nacido.
Canto los Puentes Sonoros
faltando acaso alguna que otra ocasión
en que lle g u e n a escandalizarlo. Es
cu-stión de gusto, de sensibilidad. Pero
a pesar de todo esto, y de esas distin
guidas personalidades en particular, es
probable que sea por el momento cosa
que postula no pocas reservas el afirmar
que positivamente existe un arte ame
ricano con inequivoco carácter de tal.
Que pueda existir en un tiempo no le
jano, es ya otra cuestión. A los que lo
sientan así, no ha de faltarles segura
mente buena copia de argumentos. Es
toy entre ellos.
La producción de un arte genuino es
cosa tan extraña y misteriosa, tan ar
cana, como cuanto nos rodea en la vida
y lo es la nuestra propia, por humilde
que sea. Todas las explicaciones, más
o menos históricas y sociológicas, que se
han dado al fenómeno del arte, por in
geniosas y profundas que fueren, valen
poco, pues poco o nada explican con
certidumbre cabalmente. Aquellas razo
nes de clima, de raza, de geografía, de
circunstancias históricas, de momento,
de costumbres, etc., de las que usó y
abusó con tanta elocuencia y lógica de
h ierro... que nada prueba, H ip ó lit o
Talne, y con él toda la segunda mitad
del siglo décimonono, si, efectivamente,
no dejan de tener su influjo en el fe
nómeno artístico, no por eso son sufi
cientes, nimucho menos, para explicarlo.
Son indudablemente factores en la pro
ducción artística; pero en qué forma y
tendidos en el alba de oro.
Los grandes pusntes ciudadanos,
desam ables como mecanos.
A la ciudad del Toro Herido
un puente nuevo le ha nacido.
Canto a los puentes cuyas raíces
soliviantan aceras grises.
Los grandes, los Inmensos Puentes,
que cruean las pálidas gentes.
en qué medida actúan, cómo se teje to
do ello, es lo misterioso, lo que está por
aclarar y acaso nunca se aclare. No se
tiene, por otro lado, arte porque sí,
porque a un grupo de hombres bien in
tencionados y admirables se les antoje
tenerlo, porque crean que su país lo ne
cesita. No creemos que en la historia
se haya producido nunca un arte de
esta manera, por pina volición, o puro
capricho bien intencionado, o por mero
entusiasmo de un grupo. No. El arte,
ya lo dijo mi buen amigo Perogrullo, es,
en primer lugar, producto del genio, y
lu ego..., luego, acaso de las circunstan
cias y coyunturas históricas y sociales.
Aunque tanto se haya perorado y es
crito en nuestra época sobre materia
artística —en muchos casos todo ello no
pasa de ser mediocres ejercicios de mala
retórica o negocios “ marchante"—, para
un espíritu exigente y bien formado de
nuestros días es faena ardua encontrar
en nuestra época bárbara y calamitosa,
con sus horizontes tenebrosos, pura an
gustia, hombres de genio en las artes.
Talentos hay muchos, algunos origina
les, encantadores, rara vez profundos.
De ahí, triste es decirio, aunque lo que
hay no sea grano de anis, no se pasa,
mal que pese a los estentóreos prego
neros de la mercancía.
El arte americano, tomado en bloque,
sufre en modo aún mucho más intenso
de la dolencia general. Su origen es
(Continúa en la página Z I )
�^
-inclusive los domingos, a fin de te
ner el panel terminado para la fe
cha indicada.
En la obra de marquetería hay
varios procesos complicados. Dicho
o explicado en forma breve, primero
se toma un calco del dibujo y se
marca cuidadosamente con una agu
ja fina a fin de tener un diseño lla
ve. Esto es luego trabajado de ma
nera de poder disponer de un diseñe
sobre el cual realizar la obra; ha
cen falta docenas de dibujos para
que cada pieza pueda ser cortada
separadamente y adaptada a la ma
dera adecuada, la cual es luego cor
tada y teñida.
El panel de Chaucer cuenta con
miles de piezas. Sería difícil afir
mar a qué cantidad alcanzan; pero
puedo decir que en el dibujo se ven
veintisiete caballos y jinetes, y los
caballos m á s pequeños contienen
doscientas cincuenta piezas. Cada
pieza de madera tiene el espesor de
más o menos 16 avo de pulgada.
Este no fué mi único trabajo pa
ra el Queen Elizabeth; también pre
paré otros ocho paneles para el
“ lounge” , aunque mucho más pe
queños en tamaño. Estos son llama
dos los paneles de la “ baraja” , por
que representan las cabezas de los
reyes y las reinas de los cuatro pa
los de un mazo de cartas.
Actualmente cuento más de sesen
ta años de edad. Cuando salí de la
escuela entré como aprendiz en una
casa de fabricantes de sillas; pero la
vez que vi un trabajo de marquete
ría me sentí tan fascinado, tan en
..'.Ty'.'iKi
tusiasmado, que manifesté a mi pa
dre el deseo de aprender ese arte.
El me dijo entonces que me enca
minase ai Londres. A llí entré en una
empresa de marqueteros pertene
ciente a un francés, hombre habili
doso que m6 enseñó mucho del arte.
A l final de ocho años establecí mi
propio negocio y tomé un local en
Londres, donde instalé el taller. Con
el pasar de los años me di cuenta
de que era uno de los pocos hom
bres que quedaban en Gran Bre
taña, capaces de practicar el arte
de la marquetería tal como fué
practicado por los grandes artífices
de otros tiempos. Adquirí reputa
ción; pero cuando vino la segunda
guerra mundial, lo mismo que mu
chos otros ingleses, dejé mi arte y
me fui a una fábrica de aeroplanos,
donde fabriqué herramientas. Ahora
me siento feliz de poder decir que
ha reasumido nuevamente las tareas
propias de mi oficio; pero en la ac
tualidad e s t o y concentrando mi
atención en una rama especial del
mismo: el de la restauración. Se me
envían actualmente raras y magnífi
cas muestras de marquetería antigua
a fin de que yo les “ devuelva la sa
lud” , es decir, que las restaure, de
bido a que sufrieron mucho durante
los ataques aéreos enemigos duran
te la guerra.
Como no dispongo de taller he
convertido una habitación de los fon
dos de mi casa en taller temporario;
allí, mi hijo y yo, estamos atarea
dos, esforzándonos por devolver la
perdida belleza a piezas antiguas que
han sufrido deterioros.
El hermoso ponel que represento una eseeno de los famosos "Cuentos de Canterbury ,
instola do en lo pared principal del "Icu n g e" del nuevo horco británico Queen Elixobeth.
VII A R T E DE LA
VI A R O U E T E R I A
Por A L B E R T
L día en que e l nuevo barco de
pasajeros de G ran Bretaña, el
Queen Elizabeth, partió en su
viaje inaugural a través del A tlá n
tico, rumbo a N u eva Y o r k , y o m e
sentí lleno de gran orgu llo. M i tra
bajo de toda la vid a com o fab rican
te de decoraciones y m uebles de
marquetería (hace más de m ed io si
glo que me inicié en ese arte, com o
aprendiz), había sido coronado. Un
ejem plo de m i trb a jo estaba en el
“ lounge” del Queen Elizbeth, para
que pudiese v e rlo todo e l mundo.
Se trata d el panel de la pared
principal, de vein te pies de altura
y dieciocho de anche, que he presen
ta una escena de uno d e los fam osos
“ Cuentes de C an terbu ry’’, d e l poeta
inglés Chaucer. E l señor G ecrge
Ramón, el artista que diseñó e l pa
nel, realizó 400 bocetos antes de en
tregarm e tsl diseño d efin itiv o .
Y o me trasladé inm ediatam ente a
un taller tem porario, en Lon dres
— pues había abandonado m i taller
E
DUNN
cuando estalló la segunda guerra
m undial— , y em pecé a reu n ir las
m aderas necesrias para la obra. N e
cesitaba ob ten er alrededor de 70 es
pecies distintas, abarcando desde el
alm endro hasta el p alo áloe. H abía
m adera da un plátano de Londres,
m eple de Canadá, alm endro de A u s
tralia, teca de la India, lig n ito de
encina d e Irlan da y un pedazo de
enredadera de V irg in ia , d e unos 120
añcs de edad, proven ien te d e Ham ptom Court. Estas fueron tan sólo
unas pocas d e las innum erables m a
deras usadas; algunas de las m ejo
res que u tilizam os en la m arquete
ría de época vien en de O rien te y
de las Indias Occidentales.
MILES DE PIEZAS
H abiendo ocleccionado mis m ade
ras m e puse a trabajar, con la ayu
da de m i h ijo (q u ien sigue los pasos
del padre en m ateria de m arquete
ría ) y dos ayudantes. Durante ocho
meses trabajé trece horas p o r día,
El hermoso ponei de los “ Cuento, de Canterbury", instalodo en el "lo u n g e "
de! Queen El.xobeth, esto hecho sobre dibujo de George Ramón, por Albert Dunn.
�UN N O V E L I S T A
KOLLA
RAUL B O T E L H O GOSALVEZ Y SU NOVELA
“ ALTIPLANO” , V I G O R O S A E X P R E S I O N
D E LA M E S E T A A N D I N A Y SU P O B L A D O R
Per FERNANDO DIEZ DE MEDINA
L indio es una esfinge. Habita un
orfce hermético, inaccesible al blan
co y al mestizo. No comprendemos
sus formas de vida ni su mecanismo
mental. El sociólogo y el narrador no
alcanzan a modelar la materia viva:
divagan. El indio tal como lo entiende
Tam ayo —por ejemplo— es un indio
ideal: no existe. T al como lo ve A rguedas en “ Raza de bronce" es puro
cromatismo: pintura sin volúmenes. H a
blamos del indio como factor-masa de
la nacionalidad; en verdad le ignoramos
por desconocer su psique individual y
su drama colectivo. El indio vive. El in
dio actúa y produce. El indio no se deja
entender, no desea comunicación Hos
co. silencioso, in m u ta b le , habita un
mundo cerrado. El indio es un enigma.
Pero quien lea “ Altiplano”, vigorosa
novela de Raúl Botelho Gosálvez, pen
sará en forma distinta. No hay tal enig
ma ni esfinge tan adusta. El indio es
un ser humano, tal vez un tanto ele
mental en sus reacciones emotivas, tal
vez algo retrasado, primitivo en sus há
bitos; ser humano al fin, susceptible de
m ejora o empeoramiento según le tra
ten los demás. Su apego a la tierra, su
estoicismo en el infortunio, su callar
ante el blanco, su sometimiento al mes
tizo, su sentimiento de solidaridad so
cial en la lucha por la vida, dicen a
gritos lo que no queremos entender: el
drama indio requiere una siembra de
«m or y una pedagogía agraria. Dadle
afecto, dadle tierra, aseguradle una vida
pacifica de dueño y señor de su par
E
cela, y el indio no tardará —dos, tres
generaciones— en incorporarse a la grao
masa civil. Cuando el indio sea propie
tario real e indespojable de su suelo, el
día que ni el gamonal ni el tinterillo
puedan arrebatarle su heredad o sus
animales, estará ganada la primera ba
talla por su redención económica y so
cial. La sociedad moderna descansa en
el principio de propiedad; y el indio
sólo será ciudadano si le dejamos ser
propietario efectivo de lo suyo. Bien leí
do. este libro no es sólo un recio alega
to social, sino un clarinazo de verdad:
enseña.
Sobrepasando los anteriores bocetos
narrativos del autor, “ Altiplano” tiene
va la anchura de la novela; una estruc
tura sólida, un revestimiento armonioso,
un equilibrio justo de tema y expresión.
Botelho ha leído mucho, supo asimilar,
más no se hundió en la poza de las in
fluencias. Rivera, Gallegos, Gülraldes,
Rey les. Azuela, Lynch, le son familiares.
Conoce las escuelas insurreccionales del
Perú y del Ecuador. Admira a Méjico y
a Rusia. Venera a Dostolewski. Acaso
sueña componer un ciclo gigantesco al
modo de “ Los campesinos” , de Reymont.
Lee Conrad, Lawrence, Klpling. Pero
éstos son simples hitos de formación
literaria. En el fondo sólo le interesan
sus gentes y paisajes nativos: lo boli
viano. Descubrir, interpretar la realidad
ambiente, con esa tercera vista estética
que, más a llí de la sociología y de la
historia, poema tiza el relato de las v i
das y la descripción de las cosas. No sé
por qué, hablando de Botelho he re
cordado a D'Orbigny, insigne geógrafo
y naturalista francés, que nos enseñó
a conocer a Solivia montaña por mon
taña, rio por rio, aldea por aldea, en
un periplo de amor y de Investigación
que io captaba y lo encendía todo con
su emoción viajera. Botelho es un an
sioso explorador de nuestro territorio
físico y humano, que recorrió y estudió
coa pasión de sabio, con fervor de poeta,
con intiudón de artista. “ Altiplano" es,
pues, un doble regalo literario; por su
valor documental y por su jerarquía ar
tística. Enseña, deleita, eleva. Y a quien
objetare que “El mundo es ancho y aje
no” , la famosa novela del peruano Ciro
Alegría, es más novela en extensión y
técnica narrativa, podemos replicarle:
pero el Indio de “ Altiplano” es mác f i
dedigno, y el paisaje está sentido con
mavor potencia lírioa.
Botelho nos transmite la dramática
hondura del problema indígena su vir
tud radica en que, alejándonos del plan
teamiento político, económico, o simple
mente estético, nos sitúa en el núcleo
mismo del asunto: el hecho humano, que
nos hiere a todos y a todos nos obliga.
“ Altiplano” es el drama indio en toda
su hondura y su pavura. Su valor ético,
testimonial, no tiene precio. Es la verdad
significante de lo real, captada con be
lleza y precisión. Es el indio vivo, con
su miseria y su estoicismo, con su fo r
taleza y su misterio, con su ancestralia
mágica y telúrica, con su esperanza mu
da. Inquebrantable. Y por ese realismo
intrépido que le da vida y movimiento,
el ayOn de Jatun-Kolla -Adonde trans
curre la novela— pertenece ya a la geo
grafía literaria de América.
El libro está sólidamente construido.
Tiene unidad de fondo y forma. El rema
entrañable; la vida indígena. Técnica
ráDida y certera en la distribución de
masas, en la trama bien llevada, en el
juego vivaz de los contrastes. Botelho
aplica — consciente o inconscientemen
te— el mecanismo intem o del buen na
rrador; comenzar con vigor, dejar caer
el relato, volver a suspenderlo a la m i
tad, dejarlo caer otra vez y terminar
con un remonte final Es la “ W ” que
todo autor persigue. El estilo sobrio, sin
tético, denota la zarpa koüa; fluye con
facilidad en las descripciones, dialoga
con soltura y veracidad. Desde un pun
to de apreciación estilística, “Raza de
bronce” es la loma chata y desigual.
“Altiplano" tiene la energía y la belleza
de una pirámide de nieve. El sentimien
to estético del paisaje en este joven no
velista es de linaje esquQiano: concep
ción brusca y fuerte de las líneas esen
ciales, vuelo atrevido en las metáforas,
exaltación pauteísta de la naturaleza El
Ande alienta con toda su grandeza y
pesadumbre en esta prosa m ¡L^i:inPi
eléctrica, que lleva andar de puma. ¿Los
defectos? Se pierden en la multitud de
excelencias del libro, de este libro ma
tinal que anuncia un escritor de garra.
Botelho conoce y ama Solivia con pa
sión devota. Su intrépida juventud dis
currió en la selva virgen, en los anchos
ríos, en el yunga tropical, en los valles
templados, en la meseta andina. Tiene
un concepto geográfico, realista, territo
rial y humano de la nación. Su visión de
la comunidad de Jatun-Kolla es, pues,
visión directa, como lo son los brochazos
magistrales con que describe la aldea
mestiza, el trópico yungueño, la vida en
las altas minas; cuadros cálidos, vibran
tes, captados de la sustancia nacional
He aquí un libro típicamente boliviano,
de contenido y continente hondamente
nuestro, que todo boliviano debe conocer
para reconocerse en su mensaje de fe;
porque es mensaje de fe el que traen
sus páginas estremecidas de emoción na
tiva, de pasión terruñera, enraizadas en
el subsuelo del ancestro y de la autoc
tonía, que claman por la superación del
caos geográfico y del desorden social en
que vivimos. Este joven maestro de la
percepción folklórica relata las faenas
agrícolas, las bodas, fiestas y danzas na
tivas, las costumbres todas del indígena,
con el primor y el fervor de un visio
nario del Milquinientos. El éxodo deter
minado por la sequía, aunque no se mo
vilicen grandes multitudes como en “La
buena tierra", de Pearl Buck. tiene un
patetismo trágico que desafía los mejo
res modelos en el género. La expulsión
de los perros es un pasaje imborrable.
Y el capítulo de la sequía de una tal
fuerza plástica que aterra. Novela des
criptiva, costumbrista y Urica a un tiem
po mismo, “ Altiplano” es un friso vio
lento donde alternan figuras dinámicas
y formas e s t á t ic a s del viejo mundo
andino.
¿Qué decir de los personajes? Aquí es
donde se estrellan exégetas y denosta
dores de lo indio. Pero aqui es, justa
mente, donde se impone la verdad del
novelista. Con mirada zahori, Botelho
penetra y adivina la casi impersonal
psicología del indigena. El capitulo “El
signo escalonado” vale por un tratado
de sociología india. Los orgullosos Villca,
el Drudente Paulo Huaraca, el infortu
nado Condori, expresan con admirable
fidelidad los tipos sociales de la comu
nidad de Jatun-K olla; sus rasgos y sus
actos podrían retratar a los comuneros
de cualquier caserío andino. Son la ma
teria humana, la materia viva de 1*
América india. Y estos indios fueron
calados con tal veracidad por el narra
dor que a través de su hermetismo y su
hurañía sopla un aire de ternura co
municativa, hablan para todos los hom
bres libres del mundo con la voz honda
y doliente de la verdad, de la humildad,
de la desdicha. Si no hay un gran pers o n a je -c la v e . acaso es porque JatunKolla no lo tiene. El artista se sometió
a su tema y, en vez de inventar, retra
tó can m a n o experta. Botelho ve 1**
clases medias con pupila Irónica y des( Continúa en la página 30.)
i
i
�LOS SETENTA ANOS HEROICOS DE
PABLO CASALS
ESPECIAL
U
PARA
C A B A LG A TA
Por M A R I O
NA casita que lleva el nombre
de “Villa Colette” , en el pue
blo de Prades, pueblo del Rosellón, tierra catalana de Francia,
el día 29 de diciembre se llenó de
flores y de cartas y de telegramas,
firmados por los nombres más ruti
lantes del mundo y por los más hu
mildes Pablo Pau Casals cumplía
setenta añcs y les cumplía en esa
casita, donde ha pasado los siete
años_ angustiosos de la emigración
española y de la guerra. Cuar.do la
República sea restablecida en Espa
ña, esa villa tendrá que ser declara
da monumento nacional, demandan
do al gobierno francés, para ella y
gl:ria de Casals, una espiritual ex
traterriterialidad.
Cuando en febrero de 1939, el to
sente humano, penetró en Francia,
Por las colladas de los Pirineos ca
talanes, Pablo Casals dió a sus ami
gos fugitivos, a dieciocho amigos,
su hospitalidad, y mientras en Es
paña le eran secuestrados sus bieoos, él enviaba a los campos de con
centración franceses, que oprimían a
trescientos mil españoles, sus reser
vas metálicas, hasta agotarlas, y co
mo las cartas seguían llegándole y
ya no podía concretar su fraternidad
fo un donativo, escribía a un amigo:
situación es lamentable y tengo
que hacer equilibrios para vivir y
AGUILAR
que vivan les que me acompaña». Ei
alma se me rompe, recibiendo las
cartas d i los campos, a las que ya no
puedo atender. ¿A quién puedo ayu
dar yo, si ya no puedo ayudarme a
mí mismo?” . Si da conciertos, son
de beneficencia para socorrer a los
prisioneros franceses y a la Cruz
Roja. Agotados los tres millones de
francos que tenía en la Banca de
Prades, tuvo que vivir con 1.500
francos mensuales y fué cuando un
día se le presentó un fraile tentador,
que venía a ofrecerle, si reconocía
a Franco y entraba en España, la
devolución de sus bienes y el retor
no a todas las preeminencias. Pablo
Casals se negó y el fraile le pregun
tó asombrado:
— Pero, ¿qué hace usted aquí?
— Hago de cristiano — respondióle.
Des años más tarde, al visitar la
Gestapo, su casa, le preguntaron, se
ñe lando al viclencelo:
— ¿Y quiere hacernos creer que
con esto vive usted?
— Con esto vivo yo y han vivido
muchos, y seguiré viviendo y haré
vivir.
El alemán no comprendió, como
no había comprendido el fraile, co
mo no han comprendido muchos,
quizá porque no han querido enten
der desda los alcantarillados políti
cos, que en Pablo Casals se ha hecho
carne la dignidad humana y que el
alma de Beethoven ha transmigrado
a su alma.
Si se hiciera un paralelo entre
Beethoven y Casals, hallaríamos la
misma obsesión para la verdad —
porque también existe una mentira
musical— , idéntica integridad moral,
análogo apasionamiento por la liber
tad. Beethoven era toda la pasión
enfe cad a en el pentágrama y Ca
sals es todo arco. Con lo que Beetho
ven despreciaba podrían nutrirse
cien músicos, y con lo que deja Ca
sals en las rectificaciones, durante
el estudio, cien violoncelistas. A ser
contemporáneos, se hubiera presen
ciado la milagrosa unidad de la
música, por el exacto acoplamiento
del creador y del intérprete, creador
también. Beethoven sería Casals y
Gasals Beethoven, que en cada ye
ma de los dedos de Beethoven habla
un alma, como la hay en las de Ca
sals. Por eso, oyéndole las “ Sona
tas” y la “ Novena Sinfonía” , uno
tiene la certeza de que Beethoven lo
llama y Casals sale a su encuentro.
Son hermanos, y la predestinación
de su hermandad tan completa, que
el hercismo los ensambla en el arte
y en la vida.
La pasión de Casals, aplicada a
la vida, no tiene la dramática exhuberancia de la de Beethoven. Pa
sión honda que odia lo espectacu
lar, algo así como un San Francisco,
con indignación íntima. ¡Pero qué
pasión! Pablo Casals es, nada me
nos, que el primer resistente de
Europa. Cuando Hitler persiguió a
los judíos, Casals decidió no volver
a tocar en Alemania, y no volvió.
Cuando Mussolini expatrió a Toscanini, antifascista, Casals se Impuso
no volver a Italia, y no ha vuelto.
Siente que una grave desarmonía
se extiende por el mundo, y la nota
falsa irrita su conciencia como Árrita
sus oidos. Pierde dinero, amigos,
tierras donde su presencia produci
ría siempre resonancias de fama y
de utilidad. No imperta. Dios, es de
cir, su conciencia, lo manda. Beetho
ven hubiera hecho lo mismo.
Todas las águilas, la prusiana, la
de Roma, la bicéfala, grabada en los
palacios espñoles de la época aus
tríaca, se echaron sobre España, y
Casals dijo entonces: “ La vida se ha
parado y todo se há vuelto lúgubre” .
Todo menos él. En medio de la san
gre y del fraticidio su arte nos ofre
ció un remanso. Mientras los jóve
nes, aquel verano de llamas y de
sangre de 1936, iban a la batalla,
Casals, con sus sesenta añcs, abría
el Liceo, el teatro de la Opera, pa
ra sus conciertos orquestales, y los
atbría entre alertas. Se hizo republi
cano, carne y alma republicana. El,
católico, repetía con Severine, una
cristiana al revés: “ Con el pueblo
siempre ,a pesar de sus errores, a
N
O
T
I
U N A O FIC IN A IO NO SFERICA
Un decreto publicado en el “Diario
Oficial” acaba de dotar a Francia de
un nuevo organismo, denominado “ O fi
cina Ionoesférica Francssa", dependien
te del MinisVrio de Correos y Telégra
fos. Los estudios sobre la popagación de
las ondas radioeléctricas demostraron
que ldá transmisiones a grandes distan
cias eran tributarias del estado de cier
tas regiones de la alta atmósfera, en
globadas bajo el nombre de ionoesíera,
porque los gases rarificados que se en
cumbran allí están ionizados.
La atmósfera desempeña, para las on
das radioteléctricas, el papel de varios
espejos superpestos en altitudes que va
rían de 100 a 400 kilómetros. Son las
r: flexiones sucesivas entre el suelo y
esos diversos espejos los que permiten
la comunicación por radio alrededor de
la tierra.
Las propiedades reflexivas de esos es
pejos están lejos de ser constantes; pe-
pesar de sus faltas, a pesar de sus
desmanes” . El hombre rico no pre
fería el patrimonio a la patria, y
decía: “El pleito de la guerra es
también Cataluña, y la república es
la libertad de Cataluña” .
Resisten-te -por óbediencia a su
espíritu, frente a H itler y frente a
Mussolini. Resistente, también, y
hace siete años, en el destierro, fren
te a Franco. Recogido en el puebleciUo de Prades, hemos dicho que de
él no salía más que para dar con
ciertes de beneficencia a pesar de
cercarle la penuria. Un día lo lla
maron desde Suiza para dar unos
conciertos que podían salvar su eco
nomía, pero las autoridades helvéti
cas le exigieron el pasaporte oficial,
el de Franco, y él se negó a cumplir
aquella formalidad aparentemente
administrativa, en el fondo acata
miento a una autoridad usurpadora.
Y no fué a Suiza: Pero llegada la
liberación, fué a Londres, a Buckingham Palace, en el que se reunió
la médula de Inglaterra, incluso sus
majestades británicas, y c u a n d o ,
después de Londres, renevaron las
pretéritas ovaciones Oxford y Birmingham y Manchester, Pablo Ca
sals, con una sencilla firmeza anun
ció: “ Y o no volveré a dar ningún
cor cierto a Inglaterra mientras In
glaterra mantenga su apoyo a Fran
co” . Y no ha vuelto a Inglaterra. Le
ofrecieron después contratos en los
Estados Unidos, y otra vez, con ab
negada terquedad, c o n d ic io n ó la
aceptación: “ Dejen de a p o y a r a
Franco y aceptaré tedas sus propo
siciones” . Y no ha ido a los Estados
Uridos. Ahora mismo, hace irnos
días, la U.NJ5.S.C.O lo llamó para
dar unos conciertos en París, y Ca
sals, nuevamente, ha respondido:
“ Hegan ustedes, previamente, una
declaración antifranquista” .
— Así — he dicho a Pablo Casals—
va cerrándose el mundo para dar
ccnciertos.
— No importa. Tocaré ante uste
des, los- emigrantes españoles que,
como yo, amen a Beethoven.
No se piense en un hombre duro,
o fatuo, o intolerante. Pablo Casals
toma estas decisiones y dice estas
cosas con una vez tenue, fregándose
las macos abaciales, sin perder nun
ca su dulzura ni su aire monacal. No
ha querido nunca, tampoco, seguir
les caminos de un Paderewski, con
singularizaciones políticas. Su vio
loncelo y su conciencia, su arte y su
cristianismo. Todo el.resto puede ser
simulación o vanidad, y lo aparta.
Cuando Pablo.Casals muera y los
dieses alarguen su vida, lo enterra
remos en el monasterio de Pcblet,
el Escorial de Cataluña, donde están
los cenotafios de los antiguos reyes
catalanes, en medio de las solem
nes soledades de los campes tarra
conenses, cerca de Vendrell, donde
C
I
A
S
ro se conocen actualmente, en forma
suficiente, las leyes de evolución, para
poder calcular de antemano cuáles serán
las posibilidades de tráfico de un punto
a otro de la tierra, en una estación, fe
cha y hora determinadas.
La Oficina Ionesíérica francesa se ha
creado, precisamente, para elaborar esas
previsiones y comunicarlas a los direc
tores de las estaciones de radio.
UNA T E LA DE VOUET (1590-1649)
ALCANZO LA SUM A DE 400.000 F R A N
COS EN EL H O TEL D R O U O T DE
P A R IS
En una venta de cuadros antiguos, en
el hotel Drouot, ‘un aficicmado pagó
400.000 francos por una tela de Vouet:
“L a Sagrada Fam ilia".
Una pintura de Reynolds, “Hércules
Niño” , alcanzó los 100.000 francos. El
retrato de Lady Poel, atribuido a Lawrence, llegó a 152 000 francos.
�Mas con ser tan extraño y tan asom
brosamente real el picaflor, un Impetu
tan coherente y a la vez tan diferen
ciado, tan rico en facetas, hay algo que
produce aún más asombro, si cabe; algo
que conmueve y perturba y m aravilla el
ánimo en medida mayor o, por lo menos,
igual, y es el nido del picaflor. H e tenido
ocasión de descubrir uno hace dias. Es
tábamos sentados bajo un gran cedro,
en una isla del tigre; mi m ujer y yo
leíamos; nuestra hija seguía los pasos
acompasados y un tanto solemnes de un
hornero a la busca de caracoles y otras
presas sobre el césped. Súbitamente,
sentimos encima de nosotros, por entre
las ramas del árbol que nos daba som
bra, las alas del picaflor y, al levantar
la vista, lo vimos zigzaguear en la pe
numbra de la copa. A l cabo de unos
segundos, se posó y desde el punto en
que yo me hallaba sólo se advertía su
pico rojo. Extrañado de la duración de
su descanso, dejé el libro; con mucho
sigilo me moví unos pasos a un lado y,
fijándom e mucho, pude ver pico y cola
sobresalir por lados opuestos de un nido
increíblemente chico y parecido por su
aspecto extem o a una mancha de liqúe
nes de los mismos que cubren tronco y
MANCHAS
-j N cable de W ellington (Nueva ZeI landia) nos inform a de que, seV- 7 gún observaciones del observatorio
Cárter, gran cantidad de manchas sola
res cubren la mayor parte del disco
solar, lo que suele tomarse como anti
cipo de serios trastornos en las comu
nicaciones inalámbricas. Alrededor de
estas manchas obsérvanse además, se
gún el mismo cable, colosales prominen
cias o surtidores de hidrógeno y helio
incandescentes.
Desde su descubrimiento por Galileo
en 1610 —los chinos las conocían desde
mucho antes— , no se dió un paso en el
estudio de las manchas hasta que, en
1843, un boticario alemán, astrónomo de
afición, llamado Schwabe, tras pacientes
observaciones, anunció la recurrencia cí
clica de dichas manchas, siendo el pe
ríodo de irnos once años. Así, pues, du
rante ellos el número de manchas au
menta gradualmente a partir de un cier
to nivel o mínimo hasta alcanzar un
determinado máximo, y torna a decrecer
otra vez. Desde entonces acá, con los
métodos modernos de observación y de
medida, el estudio de las manchas ha
t
G rabado en m adera de un picaflor hecho por el artista inglés C. F. Tunnycliffe,
para el libro " A book of birds", de M ory Priestley. Víctor Goiloncz Ltd. London, 1937.
OBSERVANDO AL PICAFLOR
“ ...a s í, al com prender que es m ila
groso c u a n t o nos s u ce d e , se nos
muestran, a su luz más clara, los en
especial llamados milagros."
M ig u e l
de
U n amono
N el acto de observar a un pájaro
—y acaso a toda criatura particu
larm ente esquiva— hay una emo
ción particularísima, a la vez tensa, go
zosa y, sobre todo, penetrada de un acu
sado tem or de que el ser observado des
aparezca en un abrir y cerrar de ojos.
Es este gozo un tanto áspero y primario
el que lleva a los niños a destruir nidos
y a m atar pájaros. Sin ese dominio de
si mismos de las personas mayores, se
lanzan por el atajo dando muerte al
pájaro, si es posible, para contemplarlo,
siquiera sea muerto, a sus anchas. Los
niños no pueden cortar la respiración
por un esfuerzo de voluntad y perma
necer inmóviles mientras el pájaro o
pájaros, ignorando su presencia, incuban
sus huevos, construyen sus nidos, se h a
cen la corte, picotean las bayas o el
légamo. Aun para una persona mayor
no avezada, resulta d ifícil esta casi to
tal inhibición.
Ningún pájaro de cuantos he tenido
ocasión de observar m e ha m aravillado
tanto como el picaflor (1 ). Los primeros
que pasaron ante m i me dejaron per
plejo por no saber de qué se trataba;
su rapidez, la brusquedad de su vuelo
—lo único que pude advertir a medias
mientras dejaba errar la mirada— y esa
trayectoria que parece burlar el impe
rativo de la inercia, pues se curva, como
el vuelo del moscardón, al parecer con
una docilidad total, pese a la mucho
E
(1 ) M e r t fis r o a m n a d e las especies
más comunes d el T ig r e o delta d e l R io
de la Plata
mayor rapidez del pájaro que la traza,
eran cosas que no podía asimilar a nada
conocido. Su voz, el restallar de sus alas
en ciertos momentos, sus reflejos m etá
licos y su total opacidad en ciertos casos,
el torbellino de sus alas mientras el pá
jaro gira como un cohete en tom o a una
flor, o mientras, inmóvil, su pico cachea
can una delicadeza suma los menores
repliegues de los pétalos y los sépalos de
las flores de enredadera; ese don de vo
lar hacia atrás, de lado, de frente; un
levísimo despegue de sus patitas y su
rápido recogimiento cuando la explora
ción de una flo r se prolonga más de la
cuenta; ese al parecer ciego albedrío que
lo impele con la rapidez de un proyectil
y lo frena casi instantáneamente, es al
go que nadie podrá olvidar jamás.
A l picaflor es vano tratar de seguirlo
con la mirada por entre los chopos, las
enredaderas, los sauces llorones, los fru
tales. Lo m ejor es colocarse cómodo e
inmóvil al lado de las flores y, con todos
los sentidos alertas, esperar con la m a
yor serenidad. De pronto, aparece y des
aparece como una centella con un chas
quido que no sé si lo produce con la
garganta o con un especial movimiento
de sus alas; pero no tarda en hacer
acto de presencia de nuevo frente a un
m anojo de flores, a lo m ejor a un me
tro escaso de vuestra cabeza. Si perma
necéis inmóviles, es muy probable que
podáis observarlo durante unos largos
segundos, seguir las hábiles maniobras
de su pico de lezna, oír el sordo zumbido
de sus alas, ver espejear el verde esme
ralda de su lomo y hasta sus ojillos d i
minutos. Pero, sin daros tiempo a pen
sarlo, aquel inm óvil o casi inm óvil tor
bellino de vida y luz parte en la direc
ción menos pensada, y el más leve con
traste de luz y sombra parece borrarlo,
diluirlo por completo.
ramas añejas del cedro. De un salto me
encaramé al árbol y empecé a seguir la
ram a asido a otra paralela situada en
cima; al cabo de unos metros a partir
del tronco, apoyado en una horquilla di
minuta, tenía el nido ante mis ojos, con
un hueveclto color verde pálido y alar
gado en el fondo. La esterilla del nido
parecía haber sido cortada por un plano
un tanto por encima del centro. La
oquedad o cuenco estaba rodeado por un
anillo perfectamente circular y era hon
do, esférico, suave como un vellón. Me
quedé contemplando aquella maravilla
por un breve instante con la sensación
de tener ante mi algo sagrado, algo que
no tenía derecho a ver y menos a tocar.
Para ver aquel nido, para sorprender
aquella intimidad, aquella absoluta ino
cencia y penetrar aquel misterio, me
pareció que se necesitaba la total ino
cencia de los ángeles o del mismo pi
caflor. Poco a poco, como arrepentido,
salté del árbol. Y si entonces la espada
de Jehová resplandeciese airada sobre
mi cabeza y me arrojara de allí, como,
según el Génesis, arrojó a Adán y a Eva
del Paraíso, no me hubiera extrañado.
J. O. E.
SOLARES
hecho grandes progresos. Pero, por el
momento al menos, no podemos entrar
a fondo en el tema. Gracias a la pila
termoeléctrica, por ejemplo, sabemos qu^
la parte más oscura de una mancha es
tá form ada por gases a la temperatura
de irnos 4000 grados centígrados, supe
rior a la de fusión del tungsteno —que
es de 3400 grados— , metal de que esté
hecho el filam ento de las lámparas de
incandescencia. ¿A qué, pues, se debe la
oscuridad? A un mero contraste entre
la temperatura de la umbra o parte más
oscura de dicha mancha y la de la fo
tosfera circundante, 2000 grados centí
grados más elevada. Si, en vez de ser de
6000 grados, la temperatura de la super
ficie que la rodea fuese de 3000 ó 2000
grados solamente, la mancha se conver
tiría en la parte más brillante y el resto
del disco sería la mancha. Este enfria
miento de partes de la superficie solar,
a veces de un tamaño igual al 1 % de
la superficie del sol — en una sola man
cha pueden caber varias Tierras—, dé
bese a la formación de grandes remo
linos de gases (de que el astro que nos
alumbra está por entero constituido),
Fotogrofio del disco soler tomada el l 2 de agosto de 1917 con el telescopio de 40 pulgodos del observatorio Y erkes i E. U U . ) . En el án gulo inferior derecho aparece el taasono relativo de la Tierra representado por un c ¡r e t ir o blanca pora poder ¡asger al
tamaño de los m onchas solares.
�con la consiguiente dilatación de éstos.
En esta dilatación se consume una asom
brosa cantidad de energía térmica, y
este consumo se acusa en el descenso
de la temperatura de la umbra.
Cuando en el centro del disco solar
aparecen manchas de grandes propor
ciones se p re s e n ta n las tempestades
magnéticas, que hacen oscilar la brújula
a uno y otro lado de su posición nor
mal hasta dos grados y más, hacen sus
despliegues fantasmales las auroras y,
como consecuencia de súbitos cambios
en la ionosfera, las ondas herzianas ex
perimentan imprevistas anomalías en su
propagación.
EDISON, CON QUI S TADO R
DEL M L N D O
Tomos
Alvo
Edison
(1 8 4 7
1931 ).
E cumplen hoy cien años del naci
miento de Tomás Alva Edison (n. el
11 de febrero de 1847, m. el 18 de
octubre de 1931), sin duda el más fiel
representante del gran pueblo norte
americano. Las gentes sencillas, en el
fondo más admiradoras de la magia que
de la ciencia, le han llamado el Mago
de Menlo Park, y la inmensa mayoría
de los periodistas emplea con esta oca
sión una versión más pretenciosa y ac
tual de la misma palabra: genio. Si en
tendemos por mago el ser para quien las
leyes naturales no cuentan, el que por
un acto de su voluntad hace que las pie
dras se eleven o permanezcan en el es
pacio en vez de caer a tierra, que se
yergan castillos de la nada en cualquier
parte, que las materias se transmuten
en un abrir y cerrar de ojos, etcétera, es
patente el absurdo que la palabra en
cierra con respecto a Edison; si enten
demos por genio el hombre con el don
de intuir de un modo inmediato rela
ciones más o menos insospechadas entre
hechos, sonidos, palabras, colores, etcé
tera, y de hacerlas patentes a los demás,
tampoco el término conviene a Tomás
Alva y acaso no convenga a mortal al
guno. En cambio, si como grado excep
cional ciertas dotes p a r t ic u la r e s y a
quien las circunstancias de toda índole
permiten en mayor o menor medida
ejercitarlas para que den frutos, Edison
fue un genio con todas las de la ley.
¿Qué dotes se dieron en él en medida
sobresaliente? La respuesta no es fácil,
porque el hombre no es una yuxtaposi
ción de cualidades separables, de ele
mentos físicos o psíquicos, sino una to
talidad, un individuo o indivisible; pero
no cabe duda de que la imaginación
~~~csa cualidad en virtud de la cual las
cosas más corrientes, más familiares, se
nos aparecen como nuevas, como recién
nacidas cada vez que posamos en ellas
nuestros ojos y prontas a entrar en re
lación con las demás, a servirlas y a
®elJ lrSe de ellas para engendrar reali
dades nuevas— ha sido uno de sus dones
niás sobresalientes. Era esta imaginación
que no daba punto de reposo a sus
manos, la que le arrancaba del lado de
su esposa el mismo día de la boda — si
i ii ^ exageración en la anécdota— y
llevaba a su taller; la que, al oír n n »
S
simple palabra, trocaba el rumbo total
sus acciones y pensamientos y le lan
zaba a la exploración de nuevas posi
bilidades y coyunturas. Pero, aun asi,
seria necio suponer que la imaginación
es algo dado de una vez, algo con que
el hombre nace o puede nacer en estado
de plenitud. No; la imaginación, como
la inteligencia y otras dotes humanas,
adquiere plenitud con el ejercicio y es
estimulada por el éxito y acaso también,
en ocasiones excepcionales, por el fra
caso; si bien no todos los mortales na
cen iguales a este respecto, sino que ca
da uno viene al mundo con posibilidades
propias, depende de las ocasiones que se
le ofrezcan y de su oportuno aprove
chamiento que la medida de dichas po
sibilidades sea colmada o no lo sea.
Edison tuvo la inmensa ventaja de
nacer en un momento histórico y en un
país ideales para dar cauce a su im agi
nación y a sus dotes de hombre de
ciencia. Pues, aun con ser tantas sus
dotes imaginativas, sus inventos no le
salieron de las manos como Atenea de
la cabeza de Zeus; por el contrario, su
imaginación hubiera pasado desaperci
bida para el mundo si no fuese secun
dada por ese tesón, por esa fe en las
cosas que lleva al hombre de ciencia a
repetir una y m il veces el mismo ex
perimento, a corregirse una vez tras
otra y hasta en ocasiones a bucear en
el abismo sin una clara noción de lo que
pueda aparecer. Otro tanto le hubiera
ocurrido si naciera en una época o en
un país muy distintos. El pueblo norte
americano empezaba a hacerse cargo de
sus inmensos recursos naturales y de las
necesidades de todo orden que se le pre
sentaban. Para domeñar el inmenso ám
bito geográfico, que se extiende del A t
lántico al Pacífico y desde el golfo de
M éjico al San Lorenzo, se requerían
telégrafos, teléfonos, ferrocarriles, vapo
res, generadores eléctricos cada vez más
perfectos y poderosos, es decir, talentos,
hombres, fuese cual fuere su extracción
social; lo que importaba era que, bien
por ambición o por satisfacer exigencias
imaginativas o vocaciones, tuviesen la
audacia necesaria para abrirse paso a
través de los mayores obstáculos. Con
Edison nacieron las grandes fortunas, la
aristocracia del dólar, esas ambiciones
que obraron el prodigio de la unidad
norteamericana y cimentaron su pre
sente grandeza. Por ello hemos dicho al
comienzo que Tomás Alva Edison es uno
de los más fieles representantes del pue
blo norteamericano. Nació en un país
en período de febril crecimiento, y en
tanta o mayor medida que contribuyó a
secundar este desarrollo, fué llevado a
la cumbre de sus posibilidades por la
corriente, por la presión de los aconte
cimientos globales de su país y de su
época. Nadie como él simboliza la epo
peya del engrandecimiento del país ami
go, el tesón, la capacidad de trabajo, la
entrega total a un propósito y hasta ese
golpe de imaginación audaz que lleva a
hombres y pueblos a superarse, a antlparse al presente, a desentrañar las ocul
tas posibilidades del momento y conver
tirlas en hechos.
¿Ha llegado a su cénit la estrella de
Estados Unidos al cumplirse el primer
centenario de Edison, o sigue ascendien
do todavía? No nos cabe duda: hombres
como Edison nace ntodos los dias. dentro
y fuera de Estados Unidos, sin que tra
temos de eclipsar sus glorias bien gana
das y merecidas. Si estos hombres en
cuentran en tom o suyo el sano afán
creador que él encontró, el mismo deseo
de superación, el mismo amor al trabajo
pacífico, la misma disposición para re
compensar al que vale y al que crea, es
tos genios en potencia saldrán a relucir
y beneficiarán a la humanidad entera,
como lo hizo Edison. En caso contrarío,
para mal de todos, la estrella de Esta
dos Unidos, sea cual fuere el oro acu-
CIENCIAS: a cargo de
José
Ot er o
Espasa ndín
mulado en sus bancos y su potencia m i
litar — que tanto adulan sus falsos am i
gos, los que tratan de amparar con ella
sus particulares intereses— iniciará su
descenso. Edison conquistó el mundo en
tero sin armas y sin oro, y sus conquis
tas hicieron posible un grado de felici
dad desconocido hasta entonces y echa
ron tag bases de una felicidad todavía
mayor para todos si sabemos aprovechar
sus enseñanzas y ni armas ni oro nos
deslumbran.
Modestamente, sin el menor asomo de
petulancia, C A B A L G A T A rinde tributo
a la memoria del ciudadano del mundo
Tomás A lva Edison y al pueblo que le
brindó ludias y triunfos.
ACLARACION
Por falta de espacio en nuestro
número precedente no pudimos pore r unas someras apostillas si tra
bajo de nuestro colaborador Sixto
Pórtela titulado “ ¿La bacteria del
petróleo?” , cosa que, pese a la inte
rrogante que lo encabeza, nos cree
mos obligados a h a c e r h o y p o r
honestidad informativa.
En primer término, la bacteria en
cuestión fué descubierta en 1943 por
el oceanógrafo doctor Claude E. ZoBell; su denominación es d e s u lfo v ib ric h a lo h id ro c a rb o n o c lá s tic o (lig e
ramente romarceada), y su acción
no consiste en p ro d u c ir petróleo,
sino en d e s a lo ja rlo de las rocas y
tierras porosas que lo embeben. Por
multiplicación de su número y por
la presión del anhídrido carbónico
resultante de sus procesos vitales
principalmente, el petrólo que im
pregna rocas calizas porosas y cier
tas tierras contiguas a los depósitos
petrolíferos se aglutina en gotas de
creciente tamaño que se depositan
en lugares de donde puede ser re
cuperado. La esperanza puesta en
este descubrimiento por los propie
tarios de pozos d e p e t r ó l e o ya
exhaustos o a punto de estarlo, se
fundan en la posibilidad de reju ve
necerlos mediante una infección en
gran escala de los estratos con esta
bacteria, y así aprovechar ur.os re
siduos valiosísimos que, de otra ma
nera, acaso se pierdan para siempre.
A q u . te n e m o s o p o rtu n id a d de o p r e s o r un d ,b u ,o de lo p rim e ro planta de energio Eléctrico construido por Tornbs A lb o Edil
los "och en tos" del siglo posado para alumbrar los colles de lo ciudad de Nuevo York. ( Propiedad del N e w York Edison Co
�MITO Y EXPERIENCIA
Por R O M U A L D O B R U G H U T T I
. I -i N artista nueve! No es el insI tinto, la pasión o el desborde
I
que le guían a trazar pincela
das, a cubrir superficies con líneas,
planos de color, volúmenes, ciñen
do el signo plástico que va a con
vertirse en símbolo representativo
y quizá a suscitar emoción en el
espectador afinado de la entidad
pictórica creada. Este nuevo artista
cuya cifra de intensidad tiende a
dominar el “ espacio” es sometido a
infinitos planteos; aun la geometría
de los valores táctiles y naturalistas
se ve substituida por otra menos
experimental y más lógica, surgida
de atenazadas investigaciones con
temporáneas; e irrumpen, en etapas
previamente delimitadas, problemas
de estructura, y se coordinan los ele
mentos bajo la presencia de un es
píritu ordenante, al punto que esta
ordenación descompone a aquellas
unidades apuntadas de modo está
tico, en potencias vivientes y diná
micas. Atiende razonadamente nues
tro artista multiplicados estudios:
de color (vibración, calidad, estruc
tura, perspectiva), de forma, acordes
de planos, de líneas, de volúmenes,
de luces y, sobre un trazado lineal,
configura poliedros e incorpora sa
lientes en donde son inscriptas figu
ras y paisajes: el “ hecho plástico”
construido emerge tajante.
No es exhaustivo, empero, este
minucioso pensar y repensar las le
yes del oficio. Escribió Lao Tsé, el
filósofo chino (una existencia que
rememora treinta y cinco siglos):
“ Paredes, puertas y ventanas consti
tuyen la casa, pero es lo inaprehensible quien contiene su construcción.
Así, en general: da lo inmaterial de
penden las formas; de lo inmaterial
que se produzcan” .
En convocada circunstancia, se ar
ticula el nombre reverenté y agu
zado de Ideal Sánchez. Ideal conci
be la pintura como problema filo
sófico o de concepción del mundo
y, simultáneamente, cuanto atañe a
los valores mensurables.
PR ESEN CIA DE UN P IN T O R
Un paisaje de clima dramático,
una figura desnuda, un ambiente
criollo (grupo orión, 1940); el óleo
“ La nube” y grabados, naturalezas
y búsquedas abstractas (1947). El
misterio vive y se yergue, y el pintor
observa y es visto: Salón Nacional,
Acuarelistas, Mar del Plata. Y pare
des surgen, y las pinturas murales
del Club Hurucán — dos paneles— :
“ El origen del foot-ball” y “ Epcca
de sus primeras leyes” . (Ahora lo
aguarda la aventura de una pared
de 10,46 mts., por 3,80: “ La simbo
lización del triunfo” ).
Nos ha sido d 2 do en la Argentina
— tierra de imprevistos fenómenos
culturales— la facultad de asistir al
nacimiento de un arte decorativo de
proyección colectiva: La Cúpula de
las Galerías Pacífico ( “ Cabalgata”,
N? 1). Sánchez, pausado adalid, pro
yecta sus avanzadas. En “ El origen
del foot-ball” lo abstracto concebido
preside la composición y planos de
color, hacia el fondo, crean atmós
fera movida y viviente. El color lo
cal, dentro de lo figurativo, en las
figuras de los muchachos criollos,
absorbe actitudes e indumentarias.
La escena es inscripta en luz cálida,
el espacio poblado con minuciosos
detalles, más si peligro ilustrativo
desentona los afanes del pintor.
De cómo es aprendizaje en el ofi
cio y en la expresión, podría defi
nirse el primer panel; en el segun
do, las búsquedas se ?centúan y el
color local desaparece, y el coordi
nador de espacios incluye su exce
lente consistencia. El dinamismo de
los personajes, volúmenes sólidos y
lina as funcionales, acucian superfi
cies planas. Un rincón del panel alu
de a la medida sindicadora de la pin
tura decorativa de Ideal Sánchez, en
el grado necesario a la expresión for
mal y al carácter de lo representa
do: La simplificación se adelanta y
se individualizan hombres y muje
res jóvenes (éstas hacia los extre
mos) en la compensadora acción de
fuerza del movimiento y de los volú
menes estáticos. El color (de las mu
jeres: una, dominante en verde, y
otras des en rojo y azul) ahondado,
y siempre el espacio que acosa y le
vanta los fantasmas de lo real en
atendidas plasticidades. Buen aporte:
la columna real del edificio y la co
lumna m óvil — f i g u r a— pintada
(costado derecho que divide el pa
nel)..
IN V E N C IO N Y LIBERTAD
He visto en el taller de Ldeal
Sánchez —^Sánchez: discípulo de Li
no Spilimbsrgo en 1936, tres años
previos de Academia Nacional— la
pintura de dos o tres óleos y no es
casas monccopias que intuyen di
mensiones espirituales. La entidad
plástica estalla y nada huye al con
trolado mirar. Este equilibrio inno
vador lo desearíamos como antece
dente predominante en su trabajo
mayar futuro del Club Huracán. To
da la invención en libertad q u ele
sea acordada a este riguroso soñad o r ; no limitaciones figurativas.
(Buen síntoma: las autoridades del
Club auspician pinturas murales de
un artista joven; signo fecundo ha
de s.r acordarle independencia en
la concepción y realización de las
ebras). Invención y libertad: volver
el símbelo del “ triunfo” en izado
símbolo de victoria artística. Mito y
experiencia, convergentes, pues:
“ de lo material dependen las formas;
de lo inmaterial que se produzcan .
EXPOSICION DE 650 MEDALLAS QUE EVOCAN
LA R E V O L U C I O N F R A N C E S A DE 1879
P A R IS . — El señor Schuman inau
guró en el hotel de Monedas, de ésta,
una exposición retrospectiva de m eda
llas y monedas de oro, plata y papel,
emitidas o acuñadas durante la R evo
lución P r a n c e s a . Se encuentran re
unidas en ocho vitrinas 650 medallas y
monedas, también numerosos billetes de
Banco y asignados, fastos de la historia
de Francia.
El artista, con una mano hábil, trazó
en algunos centímetros de bronce o es
taño, los remolinos gigantescos que
acompañaron a la reunión de los Esta
dos Generales en 1789. Los menores de
talles aparecen grabados con un realis
mo sorprendente. L a toma de la Basti
lla está evocada en medallas de inspi
ración popular. Unas quince de ellas
ilustran los combates y la destrucción
de 1su fortaleza
U na de esas medallas fué grabada en
un cerrojo de la prisión y su autor, el
ciudadano Palots, sacó una impresión en
metal. Otra medalla muestra la cabeza
de Bcilly, primer alcalde de P arís, otra
m agnífica medalla evoca la n och e d
4 de agosto.
Vemos también, rodeado de una nu
merosa escolta, al rey Luis XVT, ha
riendo su entrada en París. D an ton . e
el momento de ser guillotinado, Cabria
dicho al verdugo: " M o s t r a r á s mi cabeza
al pueblo” , un grabador se Inspiró en
esta leyenda para realizar una plaque
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A jL ' / t o í-VtffT“Vv«A-' ^ i x X u - A j U - ^ ,
A lm afuerte. En el dorso de la fo tografía, lo siguiente dedicatoria: " A mi gran amigo
Elíseo Csigena, su om igo, Pedro B. Palacios. M ercedes. Enero 5 de 1880.
A utógrafo de A lm afu erte que aparece publicado en
el libro " A p o s t r o fe ", en la edición de H. A . Tommasi.
A L M A F U E R T E , el ge
de la m a l t i t u d
EL PO ETA
Y EL HOMBRE
día de este m iañ o mes de fe
brero, el último, y hace treinta
años, se apagó en La Plata la voz
más resonante — sin olvidam os de W alt
W hitm an— que poeta alguno haya le
vantado en Am érica: la voz de Alm afuerte.
* Este recuerdo periodístico no significa,
en m odo alguno, un hom enaje a esa fe
cha y a su memoria. Porque el mejor
hom enaje que la vida y la muerte del
gran poeta nos reclama es la profunda,
extensa, acendrada, minuciosa y altísi
m a penetración de su obra, lo que no
podría lograrse, por mucho que se de
seara y condensara, dentro del espacio
reducido de las cinco o seis cuartillas
periodísticas reglamentarias.
Es vasta, extraña y notablemente va
liosa la obra de Pedro B. Palacios, del
cual tanto se ignora que hasta sus pro
pios biógrafos disienten sobre el conte
nido de esa misteriosa inicial intermedia
de su nombre, pues para unos precede a
B onifacio y para otros Benjamín.
Ü
N
Don Antonio Herrero, su más devoto
panegirista, opta por lo primero, y sus
razones tendrá, pues sin duda es el suyo
el más ardiente y empecinado tránsito
a lo largo y a lo alto de la vida y la
obra de Alm afuerte.
Tropezando desde el comienzo en aquel
equívoco escalón de esa inicial, hemos
hallado tantos subsiguientes equívocos
que no consideramos osado afirm ar que
todo está por hacerse aún en tom o a la
personalidad originalísima del gran pa
yador profético-, que todo está por re
correrse siguiendo el itinerario de su
gigantesco y atormentado vivir.
Desde genio me ta i isleo hasta versifi
cador iletrado, desde la exaltación más
laudatoria hasta la negación más oscu
ra y más sórdida, todo es noble deseo o
bajo recurso en la d ifícil valorización
del poeta. ¿D ifícil? Sí, puesto que el ju i
cio, favorable o adverso, no ha sido
aceotado, y no lo será durante mucho
tiempo, como definitivo.
Sergio Bagú, en sus notas prelim ina
res a los "Discursos com plete»” supone
que “ la improvisación y la violencia de
la controversia han conducido a lapidar
su vida y su obra con el veredicto de
lo d efin itivo” .
P ero no. nada hay defin itivo respecto
de Alm afuerte, fuera de su propia obra.
Y esa obra se ignora en Argentina, en
América, en España, en el mundo en
tero, pese a que, dentro de los ámbitos
P
o
r
a ns
L
U
regionales, merecieron los cantos, los
apostrofes y las rebeldías rítmicas y en
cendidas del poeta justa y exitosa po
pularidad. Porque conocer a Alm afuerte
fragmentariátnente, como se lo conoce,
es desconocerlo para la valorización in
tegral.
Hace unos años, mediante un proyecto
del concejal municipal, sin duda almafuertista, el Concejo Deliberante de la
ciudad de La Plata dictó y sancionó una
ordenanza para convertir una manzana
de tierra de Berisso en plaza pública y
levantar allí una estatua del poeta. Al
año siguiente, como contribución para
la obra monumental, se editaban en los
talleres oficiales diez m il ejemplares de
“ El misionero".
P ero la obra plena, la obra minuciosa,
la recopilación estricta y total de sus
discursos, artículos, cartas y poemas no
está hecha. Don Antonio Herrero, que
ha puesto toda su energía y su fervor
para realizar ese trabajo de recopila
ción, se sumerge en profundas m edita
ciones cuando se le interroga por qué
no se ha podido llevar adelante la edi
ción completa de las obras de Alm afuerte. Y no responde con palabras ha
cia el exterior, pero sin duda se da
reflexiones precisas y concretas para
sí mismo.
I
S
M
A
R
I
O
Nosotros no vamos a callar lo que
don Antonio calla: nosotros vamos a
establecer, al paso, pero sin
ce^!
teramente, las razones porque vivlm
ignorando, en su más perfecta homoge
neidad, la obra y la vida de nuestro
arquetipo pampeano y racial. Para e
respuesta nos ayuda el propio Almaíuerte. Nos ayuda todo lo que de su obra
conoce, y que se puede espigar, al azar,
sin elecciones expresas.
Y o repudié al feliz, al potentado,
al honesto, al armónico y al fuerte...
¡P orqu e pensé que les toco la suerte
com o a cualquier tahúr afortunado!
Repudia al feliz y levanta el
de su gran milonga clásica P^ra __ .
tarle a su “ chusmaje querido c
.
flúida y refrescada voz de una
pam peana:
Aquí me pongo a cantar
con cualquiera que se ponga,
la m ejor, la gran milonga
que se habrá de perpetuar.
Y voy a cantarte a ti,
¡oh, mi chusmaje querido!
�porque lo vil y caído
me llena de amor a mi.
“Sólo el que siente en si mismo una
cosa se explica sobre de ella con elo
cuencia. y la entrega, tal como es, a la
expectación de los demás’’. Lo dice así
en un versículo de su evangélica cuarta.
Lo dice, lo siente y lo saca de sus pro
pias entrañas:
Yo miro al Universo pasar adelante,
como a pelusa tonta, sin que me
[ asombre;
soy profeta, soy alma, soy como el Dante,
¡yo no siento más vida que la del
[H om bre!
Por eso voy perdiendo todo m i jugo
y al estómago ajeno voy por momento»,
sin querer de ella adulaciones. La inci
taba a la custodia de las mejores tra
diciones morales. La llamaba a la acción
y al repudio del caudillaje y del caudillo
concupiscente y ambicioso. En el año
1910, un g r u í» de admiradores y amigos
de Almaíuerte, estudiantes todos, ha
bían presentado a la Cámara de Dipu
tados una solicitud para que las “ La
mentaciones" fuesen adquiridas, en una
cantidad importante de ejemplares, en
forma oficial.
Iba a ser aceptada la sugestión cuan
do un cura, politiquero y cazurro, se
opuso, pretendiendo que las mentes in
fantiles serían envenenadas por aquellas
beregías si la edición llegaba a difun
dirse en las escuelas. La sesión camaral
terminó en ruidoso escándalo y los es
tudiantes organizaron un homenaje en
tusiasta que tendió sus ecos más allá de
nuestras fronteras, para repercutir en
toda América.
¡mientras pasan el plato de la colecta!...
En aquella oportunidad, Almaíuerte
pronunció uno de sus grandes discursos,
tremante y fogoso, no de virutas orato
rias, sino de pasión patriótica y humana.
“ Seremos indispensables como nación —
dijo a los jóvenes— , no solamente a las
necesidades materiales de la vida civi
lizada universal, sino también a los an
helos y tentativas, a los esfuerzos y a
la evolución incesante del espíritu del
hombre, evolución que no sabremos nun
ca, en seco, en qué instante de la eter
nidad hará su punto final, abrirá su flor
augusta y cuajará su último fruto".
[Por eso tengo arranques desesperados
EL A N T IC R IS T O
corto el agua de tod o s , como un
[mendrugo
que cayese en el patio de los
[hambrientos.
Por eso los que ordeñan mi chusma
[amiga
llamándola la virgen y la perfecta,
le dicen ai oido que me maldiga,
que me llenan de sombras y cicatrices!..
¡Por eso me repudian los potentados
y me besan las manos los infelices!
¿De dónde saca ese acento bravio?
¿De dónde le sale ese flamígero aletear
de verdades que tanto repele al esteticista, como al demagogo, al reaccionario
y al falso profeta?
De su bondad, que le desborda; de su
sentido austero de la vida, de su amor
a la justicia, de su probidad, de su in
menso y extraordinario humanismo.
ALM AFU ERTE Y LA JU V E N TU D
Nunca fué espectador, sino actor de su
propio drama y del vasto drama univer
sal que percibía, no como las vibraciones
de un necio ruido, sino como un gemir
de gemidos que le traspaba las carnes
como una espada.
Amaba a la juventud, sin adularla y
Lo que en lenguaje corriente se ha da
do en llamar oligarquía repudia, en ver
dad, al gran poeta nacional y universal
que es Almaíuerte.
El dogma religioso hace de él el más
cristianó de los seres, un satánico anti
cristo. Y las manos de los abates.
Dibujo de época, por Hofmana.
Portado dé uno dé lo* primera» ediciones.
¿v:
llenas de donaire,
de tez cándida y pulida
O B R A S DE
que no hicieron en la vida
más que cruces en el a ire ...
se alzan anatematizantes contra aquel
Prometeo trágico y viril que arrastra y
levanta en sus hombros todos los dolo
res del mundo, ante Dios y más allá
de Dios todavía;
f ALMAFUERTE
T ^ I O
Yo te soñé la Madre y el Abuelo,
£L üliS im g »
yo te soñé más próvido que el sol;
yo te pensé m e jo r... ¡Vete a tu cielo!
¡N o mereces ser Dios!
Aquí está mi pecado más funesto;
aquí está de mis lacras, la peor;
aquí estoy ante t i . . . ¡N i un solo gesto!
¡Págame mi dolor!
M U E R T E C IV IL
Hace treinta años, en tarde de febrero
como ésta, Almaíuerte lloró su última
lágrima y penetró para siempre en “la
nada de las nadas” .
Fachada de lo casa de A lm o fu e rte .
Tenía cincuenta y siete años. Quizás
los contara por siglos.
¡M ucho barro hay que batir
en la via del sepulcro:
no hay oficio menos pulcro
que el oficio de vivir!
Sereno, como un dios del Olimpo, con
fió al más íntimo de sus amigos sus de
cisiones p o s tr e r a s , después le dijo:
“ Ahora déjame solo, que voy a morir” .
Donde
escribió
sus
últimas
versos.
Y murió así, como había vivido, solo,
viril y cuerdamente solo, el gran soli
tario que tuvo y tendrá por los siglos
de los siglos, las más grandes muche
dumbres en tomo suyo, en tom o de su
voz proíética y resonante.
^
_
— lISíw-
H. A . TOMMAS1
BUENOS AIRES
s
■‘ * í
'*-/<&* ** '
�der algo distinto en el teatro? Seria ab
surdo. ..
—¿Cree usted que la misión del direc
tor puede equipararse a la del actor co
mo medios de expresión del autor?
—No. La diferencia estriba en que el
actor se dirige solamente a un público:
el director se dirige a un pueblo. Por
lo tanto, debe tener en cuenta cuestio
nes de idiosincrasia, de modalidad pe
cuniaria. Asi, su obra será sólida y arrai
gará mejor. Pero, naturalmente, cuidan
do de ser fiel a la obra. Su mayor honor
será ser tan perfecto, en su carácter de
medio expresivo, como lo es el creador
en sus dominios. Tomemos, por ejemplo,
a un Picasso. Dibuja admirablemente y
pinta mejor. P ero... ¿por qué causan
admiración muchas de sus creaciones?
Porque las realiza él: porque Picasso
realiza a Picasso. Si no poseyera ese
instrumento expresivo extraordinario...
Cuando ocurre ésto se dan esas imita
ciones que andan por ahí, en que está
el mensaje desvirtuado: Picasso sin P i
casso. Pues bien; la aspiración del diiector debe ser esa: equipararse en per-
fecdón al autor, pero dentro de su es
fera de acción.
—¿Cree usted en la obra de los tea
tros experimentales?
—Sí. Sobre todo, me parecen impor
tantes porque aportan nuevos contin
gentes de público al teatro, porque ex
tienden y acrecientan el fervor por el
teatro. En suma, van ganando adeptos
para la labor en que todos estamos em
peñados. Pero creo, en cambio, que algu
nos de ellos se equivocan al elegir para
su repertorio obras oscuras y de un tin
te acentuadamente intelectual y anti
teatral, lo cual les hace suponer a los
espectadores que el teatro de arte debe
ser forzosamente aburrido. Cuando la
verdad es todo lo contrario...
—¿Qué proyectos tiene para este año,
Discépolo?
—Nada concreto. Pero no tengo prisa.
Hago una pausa para mirar el camino
andado, que no es escaso, y miro con
serenidad el futuro, con absoluta con
fianza en la vitalidad de nuestro teatro
y en la capacidad de los hombres que
en él trabajan por su grandeza.
El Regreso de LUDMILA
TTDMiLiA Pitoefí ha vuelto a París.
Esta escueta noticia implica un
- * aporte vitalizador en momentos en
que el teatro francés parece cobrar nue
vos bríos con las obras de Anouilh, de Salacrou, de Jean-Paul Sartre, de Achard
Ludmila Pitoeff vuelve al escenario
de sus grandes triunfos. Es la misma de
siempre. A pesar de sus cincuenta años,
de sus numerosos hijos, de la muerte de
su inolvidable Georges, que la abandonó
en 1939, su figura menuda y sus ojos
brillantes y vivaces traen los mismos
bríos de antaño, de ayer, de siempre.
Porque Ludmila es un mensaje lírico,
una llama que se consume a sí misma,
I
Escena de "L a nueva colonia", de Pirondello, en la que intervienen Rosa Cató,
CáHos Perelli y Eduardo Cuitiño, uno de los mejores trabajos de Armando Discépolo.
la pasión misma del teatro. Es la actriz
de los grandes papeles y de las grandes
obras. Al hablar de ella, se evoca in
mediatamente a Nora, a la Doncella de
Orléans, a Fedra, se recuerda “El anun
cio hecho a María”, “El pan duro”,
“ Oríeo” .
Ludmila ha pasado por trances duros
y angustiosos y no lo oculta. En el exi
lio, sin el camarada cuya labor parecía
un complemento natural de la suya, tra
bajando ante públicos fríos, incompren
sivos y difíciles, los años se alargaron
de una manera penosa e interminable.
Estaba desarraigada, lejos de su medio
natural, de su público de París, de w
HABLAN LOS DIRECTORES
Para ARMANDO DISCEPOLO, lo único
que cuenta en el teatro es el creador
Discépolo es ya, a través de
sus treinta y seis años de teatro,
una figura incorporada con relieves
personales y con una obra maciza, he
cha sin tregua y con amorosa ternura
de artista, a la historia de nuestro tea
tro. Como autor, con sus grotescos “Ma
teo” , “ Mustafá” y “Babilonia” , abrió
picadas vírgenes. Como director, a tra
vés de numerosas temporadas de sin
gular jerarquía, dió a conocer grandes
comedias, formó intérpretes, trazó rutas
de superación. Muchos de los mejores
actores y aún directores que actúan en
nuestro medio salieron de sus manos.
El hombre que ha puesto en escena
“ Esta noche se recita impiovisando” y
“ La nueva colonia" de Pirandello, “ In
vitación al viaje” , de Jean Jaoques Bernard; “La fierecilla domada” , de Sha
kespeare; “Fábrica de Juventud”, de
Alexis Tolstoi, y en el acervo de lo
nuestro, "Un guapo del 900” , de Eichelbaum; “Mientraiga”, de Payró; "Altoalegre” , de Zavala Muñiz, tiene sobrada
autoridad para hablar de teatro.
—¿Cuál es su posición como director
A
K it ando
frente a la obra?
—l a única que me parece posible: el
respeto total al creador. En teatro, co
mo en todas las latitudes del arte, lo que
cuenta es el creador. El director y el
actor colaboran con él y son quienes
se encargan de que su mensaje llegue
con claridad al espectador. Pero cuando
el director pretende dominar en la obra,
la desvirtúa. Su actitud es un abuso.
Podrá montar un espectáculo, hasta un
espectáculo bello, pero esto no será ya
la obra montada. Será... simplemente,
otra cosa.
—¿Cree usted que una misma obra
puede ser interpretada de diversas ma
neras?
—No. Una pieza realista debe tener
una entonación realista en todos los as
pectos de la mise-en-scéne. ¿Acaso po
dría concebirse una comedia de Niccodemi con decorados cubistas? El clima
es fundamental y cada pieza tiene su
clima. Alterar éste, es alterar el pensa
miento mismo de la obra. Además, pen
semos un poco en lo ocurre en la mú
sica. Una obra de Liszt, por ejemplo, es
algo claro, nítido, que tiene un cauce
definido. No puede ni debe ser inter
pretada sino de una sola manera, la
única concebible. ¿Por qué ha de suce
La presente nota gráfica muestra uno escena de conjunto de "L o
nuevo colonio
�Embao de "Fófcrico de juventud", de Alexis Tob:oi, ta lo que aparecen' Berta Sin germen, Foust Rocha, Amilano, Caviglio, Enrique Discépoio,
Inolvidable productor Jacques Hébertot,
aliado cordial y sagaz de gran parte de
sus triunfos. Después de Suiza, Vinieron
Sitados Unidos, donde su arte no inte
resó, y Canadá, donde pretendieron pro
hibir “Casa de muñecas”, alegando que
con semejante ejemplo “las esposas de
Montreal se marcharían de sus casas
si no se ponían de acuerdo con sus
maridos” .
El m aterialism o norteamericano le
arranca risueños gemidos. ¡Ah, el vér
tigo del hombre que quiere hacer dinero!
Y Ludmila asegura que, en una broadr
castlng de Hollywood oyó una síntesis
de "Madame Bovary” en media hora,
donde todo el patetismo de Flaubert se
reducía a esta confesión de su heroína:
,!¡Yo quiero ir a París!” .
Y ahora vuelve. Vuelve a arraigar en
París, donde llevó siempre una vida tan
ejemplar dividida entre el arte y el ho
gar que pareció increíble que una mujer
tan burguesa en su vida privada pudie
ra encamar a heroínas tan trepidantes
de ritmo interior. París la ha recuperado
v acogido con júbilo, con los brazos
abiertos. No la olvida y la necesita más
que nunca. En estos momentos hay
bien pocas actrices de su jerarquía en
los escenarios parisienses. Quizá sola
mente Marguerite Jamois. Y los auto
res de la nueva generación reclaman
intérpretes de su sutileza, de su fer
vor, de su sensibilidad.
Ludmila Pitoefí es un modelo de lí
nea artística inflexible. Jamás ha cedi
do a las solicitaciones del éxito fácil ni
menoscabado la dignidad de su reper
torio ni descendido hasta el público,
nrocurando, por el contrarío, elevarlo
hasta el nivel de las grandes creaciones
del teatro. Es en París lo que Eva Le
Galliene en Nueva York, lo que Marga
rita Xirgu en todas partes: una vestal
del teatro que mantiene siempre encen
dida la llama.
Se ha presentado con “ L ’Echange” , de
Claudel, alternando seguramente esta
pieza con una de sus creaciones, la “No
va”, de Tbsen. Singular cotejo de uno
de los autores modernos más audaces
con el padre del teatro psicológico y de
Ideas. Una vez más, Ludmila probará la
dúctil flexibilidad de su temperamento,
Que vuelve a enriquecer al teatro fran
cés, en pleno reverdecer de energías
después de un breve marasmo.
HURGANDO EN LOS
CAMARINES DE
LA HISTORIA
LOS SALTIM BANQ UIS
VERSUS
LA COMEDIA FRANCESA
A principios del siglo xvn, en la fa
mosa feria de Saint Germain florecie
ron los teatros de saltimbanquis, lle
gando a funcionar hasta siete simultá
neamente. Los saltimbanquis no sólo
trabajaban p e rs o n a lm e n te , sino que
también presentaban títeres y animales
salvajes. El mono que más se distinguió,
Fagotin, fué muerto de una estocada,
según es fama, por Cyrano de Bergerac,
que se creyó insultado por él.
Más tarde, los saltimbanquis empeza
ron a representar comedias elementales
y luego, al ser suprimido el elenco de
cómicos italianos del hotel de Bourgogne
por orden real, aquéllos mejoraron su
repertorio y sus actores y la competen
cia empezó a inquietar a la Comedia
Francesa. Esta inició un proceso y con
siguió en 1707 que a los teatros de las
ferias les prohibieran el uso del diálogo.
Pero los actores de la feria no se die
ron por vencidos y adoptaron lo que
llamaron “El arte de hablar solo, in
ventado por la Comedia Francesa” . T a
que no podían dialogar, monologaron.
Una comedia era una sucesión de mo
nólogos y, por lo general, cuando apa
recía un actor, el otro volvía a ocultar
se entre bastidores.
Hubo nuevas quejas de la compañía
privilegiada de la Comedia Francesa. La
justicia hizo demoler los teatros de la
feria y quemar sus decorados. Pero a
los ocho días los teatros estaban recons
truidos lo mejor posible y se habían
vuelto a pintar los decorados.
Entonces, el rey prohibió, a pedido de
la Comedla Francesa, que los actores de
las ferias pudieran hablar en escena.
Pero los intrépidos saltimbanquis qúe
querían ser actores apelaron a un nue
vo recurso: cada actor llevaba en el bol
sillo derecho su papel escrito con gran
des letras en rollos de papel que le mos
traba al público cuando lo exigía la si
tuación y que volvía a guardarse en el
bolsillo izquierdo cuando lo habla usado.
El público alentó a estos actores con su
aplauso en la desigual lucha.
La Marcha del Teatro
En el teatro Montpamasse de París
se estrenará en la versión francesa la
trilogía de O’Neill "Electra” . Marguerite
Jamois encarnará a la protagonista
Lavinia.
*
*
*
Joseph Squinquel interpretará en Pa
rís “ El mercader de Venecia” .
*
*
*
ESn Hollywood se prepara una película
de grandes proporciones sobre la vida
de Sarah Bernhardt. No se sabe con se
guridad quién hará el papel. Bette Davis,
comprometida para hacerlo, no puede
por la poderosa razón de que espera un
bebé. Las candidatas son Greta Garbo,
Ingrid Bergman y Greer Garson. Eba
cualquiera de los casos, puede esperarse
una creación excepcional. De todos mo
dos, Lysiane Bernhardt, nieta de la cé
lebre actriz trágica, ha declarado que
si el libro cinematográfico del reputado
dramaturgo y cineasta Ben Hecht, cuyo
talento reconoce, se aparta demasiado
de la vida de la inmortal Sarah, ella y
su hermana harán todo lo posible por
evitar que se filme una biografía extra
vagante de la diva.
Sección de
Teatro a cargo de León Mirlas
Pirovono y
otros.
El destacado escritor Pierre Emmanuel, cuyo drama claudeliano “ El lepro
so” provocó hace poco encontrados co
mentarios en París, acaba de dar térmi
no a una nueva obra, que se considera
muy superior a la anterior.
¡Que viene el vapor!
Se le atribuye por lo general a Thomas
D. Rice la creación de los minstrels, o
sean los actores cómicos de Estados Uni
dos que se pintan la caira fingiendo ser
negros. Según una versión, Rice empezó
a hacer ésto en Cincinnati, donde le to
mó en préstamo a un cochero negro su
indumentaria y su canción y salió a
escena cantando:
Doy vuelta por aquí y por allá y siempre
[que lo hago
me encuentro con Jim Crow.
Como el público festejaba ruidosa
mente la canción, el actor no oyó que
el negro casi desnudo, entre bastidores,
le reclamaba su ropa porque iba a llegar
el vapor. Y , finalmente, el cochero llegó
a tal grado de excitación que salió a
escena tal 'como estaba, gritando:
— ¡Señorito Rice, señorito Rice! ¡De
vuélvame el sombrero del n egro..., la
levita del n egro..., los zapatos del ne
gro! ¡Que viene el vapor, señorito Rice!
PALABRAS
INOLVIDABLES
— ¡Basta! ¡Que me van a quitar los
deseos de tener marido!
—No hay peligro. Esos deseos sólo se
quitan con el matrimonio.
L u ig g i C h ía s e l l i
("L a máscara y el rostro”)
•
PROSCENIO:
llde
*
*
*
—No me gusta nada el romanticismo.
& la tristeza organizada como espec
táculo p ú b lic o : llantos desmelenados,
venenos, adulterios y músicos tubercu
losos. No me gusta.
A lk jaw d k o Ca so » a
( “Nuestra N atochar)
0
��LOS J I N E T E S DE L PARTENON
Por
JULIO
R 1 N A L D 1 JSI
ACE aproximadamente dos mil
cuatrocientos años que vienen
galopando los jinetes de la ca
balgata inmortal. Rompieron oficial
ícente la marcha el mes de Hecatombeón (julio para nosotros) del
año 438 anterior a Cristo. El día 28
la procesión ritual de las celebracio***’ de las Grandes Panateneas as
cendió, como lo hacía cada cuatro
años, la colina del Acrópolis de Atenas, para ofrendar a la diosa tutelar
ñe la ciudad el peplo tejido por las
doncellas y la corona de oro de las
victorias. Pero esta vez la ceremonia
revestía doble solemnidad. Atenas
es*aba alojada en su nueva casa,
mandada levantar por la devoción
ciudadana, y que Ictino y Fidias ha
ll dado forma. Sobre la colina
recosa el Partenón erguía su silue• La teoría llegó hasta los pórticos
y seguramente debió sorprenderle
que en lo alto de los muros interio
res del recinto del nuevo templo es
tuviera grabada en relieve su imagen. Fidias había tenido la ocurren
H
cia inusitada de representar a lo v i
vo, en aquel friso, el espectáculo de
la procesión en marcha. Como los
veía desfilar el pueblo por las ca
lles de la ciudad, allí estaban los
magistrados que ehcabezaban la co
lumna, las doncellas que llevaban
los vasos sagrados, los oficiantes que
llevaban las víctimas destinadas al
sacrificio, los carros que habían to
mado parte en los juegos atléticos
y, en filas apretadas, los jinetes.
Siglos después, los arqueólogos
discutirían sobre esta transgresión a
los cánones de la arquitectura doria
y a las figuraciones rituales de la
decoración de los templos. Aquel
friso ccn relieves en un ordenamien
to dorio, y aquellas figuras huma
nas junto a la asamblea de los dioses
inmortales, han dado mucho que de
cir a las plumas eruditas. ¿Cómo y
por qué se permitió Fidias semejan
te libertad? Las soluciones propues
tas son varias, pero, probablemente,
sea la más sensata la que supone que
en la mente del artista el friso de
Especial para "‘Cabalga!a"
las Panateneas fué, también, una
ofrenda en la que debía quedar fija
da para siempre la devoción del
pueblo ateniense para su diosa. Si
así fué, no se equivocó. En el curso
de los siglos el Partenón debía pa
sar toda suerte de vicisitudes: sa
queos, cambios de destino y destruc
ción final por la mano del hombre.
Iglesia cristiana durante un tiempo,
mezquita otomana después, plaza
fuerte y polvorín más tarde; lo que
no pudo el tiempo, lo realizó en 1687
una granada de ls tropas de Venecia en guerra contra el infiel. La
magnífica fábrica quedó desintegra
da para siempre. Las losas del friso,
que resistieron a la catástrofe, poco
más de un siglo después fueren
arrancadas de su sitio; pero la teo
ría sigue desfilando por las calles
imaginarias de una Atenas perdida
en la historia, y la cabalgata inmor
tal mantiene el ritmo cadencioso de
un galope corto. Como lo quiso Fi
dias, el testimonio de la devoción
del pueblo ateniense perdura. En tie
rra extranjera les jinetes que retrató
tan a lo vivo mantienen el garbo
marcial o la soltura de sus gestos de
caballeros bien sentados. De todas
las figuras se diría que fué en estas
donde Fidias se detuvo con más so
licitud. No omitió detalle de la ac
ción o aspecto de los personajes que
pudiera valerle para infundirles no
bleza y gracia. Como su compatriota
Jenofonte, también él a d m ira b a
seguramente el ¡espectáculo de una
tropa de caballería, “cuando no se
oye más que un paso cadencioso, un
soplo y un relincho colectivo” . Com
partía seguramente el gusto de la
gente de su país por la figura del
hombre a caballo, documentado una
y otra vez en la obra de los cera
mistas.
Pero Fidias iba a darle al tema
su máxima amplitud. A l lado suyo,
sus antecesores asirios son tímidos
realizadores y todos los creadores
de figuras ecuestres que habrían de
sucederle en el tiempo, no han su
perado la riqueza y el sabio ordena-
�miento de sus composiciones. De
composiciones se trata, en efecto.
Composición de conjunto en el des
arrollo de los grupos y composición
siempre variada por la acción del
caballo y el movimiento del caba
llero en las figuras singulares. El
detalle die las vestiduras usuales
también es puesto a contribución: el
petaso y la chalina del viajero, el
casco empenachado y la coraza del
soldado, el bonete tracio de piel de
zorro, la clámide echada al viento
sobre el cuerpo desnudo. Ordena los
diferentes elementos en un reperto
rio de figuras ecuestres donde todas
l 2 s posibilidades del tema parecen
haber sido consideradas. Los grie
gos montaban sin silla ni estribos,
y “en pelo” la caballería de los ejér
citos entraba en combate. En el
ejercicio de los efebos, en los cam
pos de adiestramiento, Fidias podía
controlar las relaciones de los cuer
pos atléticos semidesnudos, con la
silueta fina, de pescuezo ancho y ca
beza nerviosa del caballo de guerra:
la figura ecuestre pura, sin adita
mentos de monturas y jaeces. Mien
tras ss mantuvo la continuidad de
la cultura helénica y durante el pe
ríodo helenístico, estos jinetes del
Partenón sirvieron sin d u d a de
ejtemplo. Con las variantes impues
tas por el episodio, el grupo de A le
jandro cazando, que exorna el gran
sarcófago de Sidón, parece arran
cado de una de las losas del friso
de las Panateneas. Y tampoco es ex
traño a este antecedente la estatua
Ecuestre, también de Alejandro, de
época muy posterior, del Museo de
Nápoles.
La tradición se cortó con el correr
del tiempo. El Renacimiento no co
noció la obra de Fidias, como no
conoció ningún original del arte he
lénico. Habían cambiado, el espíritu
de los tiempos y los elementos de
uso. El caballo de guerra que cono
cieron Donatello y Vterrccchio era
de formas más pesdas y voluminosas
que el de la caballería griega, que
Jenofonte describe y Fidias reprodu
ce. Armaduras, sillas y jaeces com
plicados cambiaban el aspecto del
jinete y la cabalgadura. La figura
ecuestre adquirió otra fisonomía,
curiosamente más próxima de las fi
guraciones asirías que de la tradi
ción griega. Sólo Leonardo ensayó,
en sus dibujos y bocetos (te la esta
tua de Francisco Sforza, la asocia
ción de los cuerpos libres de arreos.
Los jinetes del Partenón no volve
rían a imponer su prestancia a la
atención pública hasta principios
del siglo X IX , cuando Lord Elgin
devastó en lo que pudo los restos del
Partenón y llevó a Londres cincuen
ta y seis losas del friso del recinto.
En 1816 estos caballeros, que siglos
atrás habían partido al galope ocrto
del Cerámico exterior de la Atenas
de Pericles, recibieron alojamiento
en el Museo Británico. Otros fueron
a dar al Louvre, al Museo del Acró
polis. A llí permanecen, jinetes ejem
plares y primicia indudable, en las
representaciones del artse, del trata
miento genial de la figura ecuestre.
•
li
�“Plumas y Palabras”
Po r J.
MORA
Sin embargo, hay que reconocer que
las cosas han cambiado, no diremos si
para bien o para mal. Antes, no sola
mente no se le temía al cagot, sino que
se le provocaba gallardamente; ahora,
aduciendo respetables razonamientos le
guleyos, se le evita. Los escritores libres
van poniéndose r a z o n a b le s ... ¡Malo,
m a lo !...
Feto reciente de Jean Jacques Gcutier,
premie Concourt 1946. En hi misma apa
rece firmando ejemplares de su últi
mo libro, "Asesinos de agua dulce".
A Acadm ia francesa tenía desde
hace más de año y medio dos si
llones vacantes. Cuando se sepa
quiénes habían dejado tales vacantes, se
comprenderá por qué d u r a n te tanto
tiempo no se ha prestado nadie a lle
narlos. Uno de esos sillones lo ocupaba
(ararles Maurras; el otro, el mariscal
Petain...
Por lo general, nadie ha abandonado
Jamás su sillón académico, sino por la
ancha puerta de la muerte. Allá por los
albores de la Academia hubo un caso
de académico expulsado por estafa, cuya
mención u omisión dio mucho que pen
sar al abate d’Olivet, académico y autor
de la primera “Historia de la Academia
y de los académicos". Pero desde enton
ces tenemos la idea de que la cosa no
había vuelto a suceder. La “ evolución”
académica tenía sus etapas previstas:
s:r inmortal, dormitar en les cómodos
sillones, intrigar subterráneamente para
proveer las nuevas vacantes con los ami
gos. morirse camalmente y oír desde la
gloria el retórico elogio d ; su sucesor.
No estaba, al parecer, previsto qué se
hace cuando el inmortal sale de la Aca
demia sin el bell enterrement del caso
y se dirige por sus propios pies a la
cárcel.
¿Y qué hace el que llena su vacante?
¿Qué “elogio de su antecesor” se larga
en el discurso de recepción?
Esto es lo que ha motivado que du
rante más de año y medio los sillones
de Maurras y de Petain hayan sido
considerados “tabú". Por último, el es
critor Jean Rivain (un valiente) se ha
presentado solicitando el sillón de Mau
rras. El de Petain continúa “ tabú’..
L
AUTOCENSURA
Hasta ahora, cuando en un libro, en
un periódico o en una revista nos en
contrábamos con algunos claros en blan
co, nuestro pensamiento iba siempre a
una oficina misteriosa, a Jin atrabiliario
funcionario ignorante y solemne, a un
fatídico lápiz rojo, en una palabra, a
toda la escenografía melodramática de
la censura gubernativa, sin la cual no
nos explicábamos ese claro, y a la que
creíamos capaz de todas las barraba
sadas posibles.
Pero el último libro de Raymond Guérin, “Apprenti”, nos ha dado la sorpresa
de un caso único hasta ahora en que
el censor y el censurado se unen en la
misma persona. Guérin escribió su libro,
lo presentó a un editor, el editor lo
aceptó, se siguió toda la laboriosa ma
nufactura —corrección de pruebas, pa
ginación, foliación, etc.— y cuando el
libro estaba ya para Imprimirse hubo
cierto miedo, se pidió consejo a un abo
gado y de acuerdo con el crjterio del
abogado el editor pidió y el autor con
cedió les cortes correspondientes.
Los “cagots” (la palabra es tan bonita
que no podemos resistirnos el deseo de
dejarla en su idioma original), los nun
ca bien alabados y servidos cagots, se
han quedado en esta ocasión sin su pre
sa. No se podrán dar el gusto de escan
dalizarse y escandalizar a su piara.
LA M A N IA DE S IS T E M A T IZ A R
Hay hombres en los que la manía de
sistematizar y reducir a cifras previsi
bles y aleccionadoras los más delicados
actos de la vida los lleva a convertirse
en perfectos personajes de ese grari Mo
liere del siglo x x que tanta falta nos
está haciendo y que no aparece por nin
guna parte.
El profesor Emest Burgen, de la Uni
versidad de Chicago, es uno de esos
hombres. Durante si; te años ha exami
nado metódicamente el comportamiento
de 526 matrimonios (no sabemos nada
de los instrumentos ad hoc que haya
empleado en su interesantísima p;squisa), y al final ha reunido sus conclu
siones en un hermoso volumen apare
cido con el título d; “ Código del per
fecto amor conyugal".
A la única persona a la que este libro
podrá ser de alguna utilidad es a su
propio autor, el honorable profesor de
la Universidad de Chicago, Mr. Emest
Burgen, pu;s aunque su obra no alcance
gran venta, le ha servido al menos co
mo personal experiencia y se ha queda
do soltero —de modo que entre sus “ fi
chas” operatorias la única que no ha
llenado es la propia.
Por lo demás, tal vez esté recibiendo
infinidad de felicitaciones de solterones
y solteronas de todas las latitudes, con
lo cual, dentro de otros siete años de
sesudos estudios y con la ayuda de otro
fichero automático, confeccionará otro
libro “ Código del perfecto solterón”, y
se casará (para pagarlas todas juntas)
con alguna de sus admiradoras.
EL LA B E R IN T O G EO G RAFIC O
CO NTEM PO RANEO
Ser profesor o estudiante de geografía
en nuestros tiempos es un verdadero su
plicio. Resulta que de todo el continente
europeo, s o la m e n te España, Portugal,
Suiza, Suecia, Noruega y, con ciertas re
servas, olanda han conservado sus fron
teras invariables. En los demás países
del anciano continente (que a pesar de
su ancianidad no ha llegado todavía a
sentar la cabeza) las fronteras han cam
biado nada menos que ciento cincuenta
veces sn un periodo de veintioho años.
Lo malo es que generalmente los lími
tes geográficos de las distintas naciones
se aprenden en la geografía elemental
y en la infancia por un fatal proceso
mnemotécnico del que muy difícilmente
se desprende la mente madura. Y cada
vez que se habla, se piensa o se escribe
sobre cuestiones que afretan a una a
otra región, el espectro del tembladeral
geográfico, de la incertiumbre jurisdic
cional, contiene y obliga a innumerables
consultas. Antes se resolvía esto muy
fácilmente acudiendo al párrafo de la
geografía elemental, fijado en la memo
ria con sello indeleble. Ahora se pierde
cualquiera entre anuarios, tratados in
ternacionales, publicaciones de la difun
ta sociedad de G inebra..., y muchas
veces concluye per no saber ni siquiera
en qué país ni bajo qué jurisdicción vive.
Y a que se hacen tantos libritos sin
téticos sobre disciplinas que no son sus
ceptibles de síntesis, ¿por qué no hay
una “ guia breve de las fronteras de los
diversos países” para uso de las escuelas
públicas y de los comentaristas de suce
sos internacionales?
Muy difícil debe ser hacer esa guía
cuando no ha habido ningún genio de
la iniciativa que se atreva a lanzarla.
O tal vez se esté esperando tener cierta
seguridad en las fronteras actualmente
G UA R N I D 0
existentes, o se tiene miedo de que haya
un nuevo cambio el mismo día que la
“ guia” aparezca.
TODO ES SEG UN EL C O L O R ...
Como ahora se habla con tanta fre
cuencia de la carestía de los libros, y es
te articulo d; primera necesidad espiri
tual se está poniendo por las nubes en
casi todas partes, a un periodista se le
ha ocurrido preguntarle a Roland Dorgelés:
— ¿Qué opina usted de la carestía de
los libres?
El autor de “ Cruces de palo” ha con
testado con la solemnidad que le carac
teriza;
—Un buen libro no tieEe precio; sola
mente los malos libros cuestan d masiado caros.
La frase es muy buena. Pero quisié
ramos saber lo que el señor Dorgelés
J
cree de sus propias libros. ¿Caros? ¿Ba
ratos?... Pues quién sabe si una obra
d; Rabelais se puede tener por unos
pocos francos y en cambio un libro del
señor Dorgelés cuesta el sueldo de tm
mes de un funcionario de ministerio.
EL FAMOSO "D IA R IO "
Todo el mundo conoce, aunque sea de
oídas, el famoso “ Diario” de los Goncourt; algunos han leído I06 nueve volú
menes da la edición Charpentler, en los
que es’á la parte de “verdad agradable”
que Edmond d i Goncourt juzgó se po
dría publicar estando él vivo. El resto,
esto es, lo que Goncourt el superviviente
considera “verdad desagradable” (esto
es, la que tal vez los demás considera
ríamos la más “ agradable” ) permanece
inédito y en les anaqueles de la Biblio
teca Nacional francesa.
De cuando en cuando se halda de pu
blicar es; resto del “Diario” y se hacen
cálculos acerca de su extensión. Por lo
general se ha considerado hasta hace
poco que la obra quedaría completa
agregándole unos tres vclúmen:* más.
Un editor “ de la casa” J.-H. Rosny conf Continúa en la página 30.)
»
-
LA IMPRENTA LOPEZ
es la primera organización creada en Hispano-"
Am érica dedicada exclusivamente a la impresión
de libros. Su participación en la creación de la indus
tria editorial argentina ha sido decisiva. Su nombre
como impresores, unido a l de los editores, marca una
etapa culminante en la historia del libro argentino.
El
arte y la técnica de la I M P R E M I ' A L O P E Z
en conjunción maravillosa realizan el milagro de
producir las más bellas y cuidadas edicio
nes, tanto de lujo como populares,
a
precios
convenientes,
pues
su especialización le per
mite dar c a lid a d
sin aumentar
el
costo.
IMPRENTA LOPEZ
A l servicio de l libro
PERU 666
•
B U E N O S AIRES
�'
CRITICA
Por
LITERARIA
G O N Z A L E Z
P a h u a del c a m p o , por Horacio
C A R B A L H O
Rega M olina; Editorial GuiU.rmo Graft Ltda.;
Buenos Aires; 130 páginas.
Pueblo patriarcal; solar envuelto en luces esenciales donde el labradaro, su bí
blica presencia, se as me ja a un símbolo. Acontecimientos y cosas responden á
un ritmo remansado y aparecen en el verso con su condición de estampas de
melancólico recuerdo. Esta “ Patria del campo” tim e su clara ubicación en la
nostalgia. Es un aferrarse al t í mpo apresurado; es un querer aminorar la distan
cia, corroborada a ratcs con el presente, sin que :1 cnto desnaturalice su aliento
rememorativo. El paso de las estaciones — a veces un soio día y su claridad deter
minada— avivan en el corazón d ;l hambre esos ríos secretos, su agua vegetal,
inacabable. Nace así ese conjunto de poemas evocativo6 en que la realidad me
claramente animada por savias sin edad. R g a Molina desenvuelve límpidamente
su inspiración, tocada de un tenue soplo virgüiano que la infunde tonalidad ar
caica. Su verso, superado en pureza, prolonga la estética conocida. Tanto el lenguaje
como los recursos de su técnica, están demasiado afianzados en él como para que
admitan discusión. Ayer, en sus libros primeros, pudieron anotarse influencias.
Hoy, en su madurez, le son tan propias esas influencias, que muestran la natura
lidad del movimiento, del gesto. Acaso algunos de sus procedimientos estéticos
induzcan al reparo desde el punto de vista teórico, pero en la afinada música del
poema la fraternidad de espíritu y forma es tan cabal y fluida, que el lector
siente la necesidad de abandonarse a su música. Piel a metros y rimas, Rega
Medina logra independizarse d : toda ley o sujeción, y se deslizan sus estrofas
en una felicidad o fatalidad de expresarse frisca y espontánea. He aquí, estipulado,
el ajustamiento ideal d ; un oficio.
En decidida madurez, dominando sus elementos, el poeta aparece emanando el
agua de su canto.
D. H. Law rence
E L P A V O R E A L BLANCO
Una joven de notable cultura y fina sensibilidad, se niega a
afrontar abiertamente los impulsos del sexo y con eüo causa
ruina-de su propia existencia y desquicia la de los suyos.
R am ón G óm ez de la Serna
E L H O M B R E P E R D ID O
$ 7.—
D ice el autor: “Quiero que aparezca en esta novela todo lo
que la aprensión cree encontrar en la vida actual y sus alre
dedores. Asi puíde resultar de este libro la compensación del
inccmpensado, del hombre perdido” .
'\M
John Steinbeck
E N L U C H A IN C IE R T A
S «—
Poema de unas almas muy distintas, impelidas por una causa
común buscando los alicientes de una existencia más tranqui
la e iluminada por el lenitivo de la esperanza.
Ram ón G óm ez de la Serna
EL NOV ELISTA
* 6 .J jos ambientes más dispares, los conflictos más originales
rodean a los innúmeros personajes de ese inagotable retablo
humano, compuesto con prim or de maestro por uno i e los
escritores que más entienden de vidas y de novelas.
Ignazio S ilone
P A N Y V IN O
$ 7—
Un relato pleno de realismo rural, perenne, de Italia, en el
que describe el autor de “ Fontamara”, con intensidad dra
mática, la evolución operada en la educación de las masas
populares después de la primera guerra mundial
Pida
estos libros a
las b u e n a s l i b r e r í a s
La imagen alcanza :n este libro un destino funcional. Ella equilibra, arquitec
tura más bien, en su sencillez de viñetas distribuidas eficazmente por las estrofas,
el orden d;l poema. Y cada imagen decide matices, infunde sugestiones, acelera,
con su pulsación, la vital corriente poética.
Hallamos en “ Patria del campo" la encumbración de un lirismo impulsado pan
la nostalgia del lugar donde se nació y vivió. Savia de recuerdo, tradición de la
auténtica poesía, transportada luego por la voz de todo aquello por donde el
poeta difunde la mirada. Mundo mínimo, pero de tan rezumante emoción, que
se tom a amplio y numeroso, como que basta el árbol y la corriente menor para la
henchida grandeza del paisaje y la abismante entonación del agua. Cualesquiera
sean los metros que afronte, o los motivos que le inducen, Rega Molina acredita
la vena sensible y humana de su inspiración.
M a s t ín F ie r r o , por José Hernández; edición critica de Carlos Alberto Leumann;
Estrada, editores; Buenos Aires; 606 páginas.
No estamos ante un investigador más. Leumann es, entre tantos que se aven
turaron por la inmortalidad del “ Martín Pirro” , uno de los capacitados para la
noble y difícil tarea. En esta edición critica que comentamos, utiliza el difundido
método de Lachmann, peligrosa herramienta en manos irresponsables, no asi en
las suyas de hombre familiarizado, en largas experiencias, con el lenguaje de
Hernández y su inspiración, tanto ilimitada como particular. Traiconado *1 texto
orginal, primero por distracción o desconocimiento del oficio de corrector de
pruebas en el autor; segundo por la irreverencia d i ediciones hechas a la ligera,
dentro del marco primario de nuestras publicsiciones baratas, urgía, como dice
Leumann, "hallar el arquetipo d : nuestro poema nacional”, correspondiendo para
ello la investigación filológica, realizada no solamente con paciencia y devoción,
sino con conocimiento del medio y del Individuo en su verdad profunda. L=umann aplica a su trabajo crítico normas de rigor probado, estudiando la múltiple
documentación existente acerca del poema, su criador y su época, efectuando
enmiendas, a veces con la única medida de la lógica; otras, después de pene
traciones minuciosas, en idioma y estilo gauchos e interpretando el criterio artís
tico de José Hernández.
Por lo expuesto, abarcamos en parte las dificultades y trascendencia de la
labor, que determina de por sí una etapa fundamental hacia la recuperación
y total conocimiento de esta obra, columna impar de nuestra literatura clásica,
que esperaba, como ocurrió con “ El cantar de M ío Cid” , el “Poema de los Nibelungos”, la "Canción de Rolando” y otros que se citan en las páginas prológales del
libro, ser salvada de versiones anárquicas que restaban pureza a la espléndida
verdad poética. Lcumman expone y discrimina lealmente, a la vista del lector
—presentándole uno por uno los períodos que nos devuelven a la prístina forma
de los cantos— descubriendo las razones que, a su juicio, motivaron su desna
turalización. Transcribe luego, independientemente, las notas, el poema ya “restituído a su verdad arquetípica” ; para concluir con una «numeración metódica
de los versos enmendados. Ilustran el volumen diversas pruebas facsimilares ael
manuscrito, convenientes para fundar las correcciones. Libra Leumann sus capí
tulos de oscuridades técnicas, enigmáticas a menudo para el lector profano en
este género de disciplinas, por lo cual la comprsnsión es absoluta. Sus referencias
a la gramática hemandiana, la ubicación del poema en el terreno de la pnta
i creación estética y sus convincentes dsducciones acerca de la americanización
del castellano, demuestran su ejemplar desempeño en el tema, la profundidad
dr sus consideraciones y la alta significación de su trabajo, tendiente a clarificar,
frente al tiempo qus lo reclamaba, la monumental obra de Hernández.
L
I
B
R
O
S
L a p a z por m e d io del D erecho , p e r Hans
Kelsen
Costorda.
Editorial
Losada,
Buenos Aires, 1946. 238 páginas.
El Instituto Argentino de Filosofía
Jurídica y Social, consecuente con su
modalidad kelsenista y sus afanes de
difusión de la misma, ha hecho tradu
cir una colección de artículos publica
dos por Kelsen y que éste presenta en
garzados en un libro bajo el título q
encabeza estas lineas.
En su nuEva publicación, Kelsen af
ma que tarea mucho más importante
que la de decidir entre la democracia
y la autocracia o el capitalismo y e
socialismo, es la de asegurar la P“"
mundial, lo qe se ha da lograr esenel mente con la creación de una or®an',
zación internacional mediante la cu
�se evitará-, efectivamente, la guerra en
tre las naciones de la tierra. Dicha tesis
no sólo revela una vez más el form a
lismo jurídico de Kelsen, derivado de un
positivismo jurídico, sino también que
aquél considera los problemas de la paz
como algo exclusivamente jurídico, con
Independencia de ciertos presupuestos
fundamentales para la misma. Ahora
bi:n, el problema de la paz no reside
la existencia de una organización, en
el mantenimiento de una entidad inter
nacional aseguradora de aquélla, sino
en lo que, previam nte a esa organiza
ción, exis'a como consecuencia de una
nueva estructura del mundo. Si éste no
cambia, y esto no se logrará mientras
no se resuvivan, de una u otra manera,
¡as cuestiones que Kelsen viene a conáderar como accesorias y que para nos
otros son principales, de nada servirá
crear, como una simplv superposición,
una flamante organización mundial que
no satemos tampoco en dónde podrá
hallar su fuerza jurídica piara resolver
las cuestiones que un constante anta
gonismo entre los factores señalados,
le presentará constantemente. No en
vano algunos de los teólogos españoles
señaló ya el a ror de crear organizacio
nes polínicas mientras la naturaleza
humana, ypor tanto las condiciones pre
vias de vida, no hayan sido modiifcadas. (P. de V itoria).
ii
!
ii
i
}
1
í
i
i
I
i
j
\
Con lo dicho no nos oponemos a la
existencia de organizaciones como la
desaparecida S. de N. o las actuales
Naciones Unidas, pero si creemos que
ninguna de ellas podrá cumplir debida
mente con su misión si previamente no
se resuelven esas cuestiones extra jurí
dicas a las que tan escasa atención de
dica Kvisen, consecuente en esto a su
famosa, y para nosotros rechazable,
teoría pura del Derechc.
Por JEAN JAURES
I. La Asamblea Cons
tituyente.
II. La obra de la Asam
blea Constituyente.
III. La Asamblea Legis
lativa.
IV. La República.
Dentro ya de esa concepción kelsenista, el libro representa un apr: dable
apere para una posible estructura in
ternacional, la cual sólo es posible tras
una evolución de los conceptos de sobe
ranía, nacionalismo, etc. Señala Kelsen
la imposibilidad actual de un estado fe
deral mundial, que él estima Irrealiza
ble, y nosotros también. A n u e s tro
parecer, lo que interesa hoy día no es
postular esa imposibilidad, sino, más
prácticamente, aquellas transformacio
nes predas, muchas de índole nacional,
que son necesarias para llegar a crear
otra nueva mentalidad, la única que
puede permitir en su dia llegar, no a
ese estado federal, sino a una organi
zación mundial que tenga la autoridad
y capacidad de Imposición que actual
mente no se puede lograr en ninguna
forma. Para nosotros, las cuestiones ju
rídicas de esa organizacón dependen de
esas otras extrajurídicas, ya que, en su
ma, aquéllas son simple manifestación
de un ordenamiento de vida. Conse
cuentemente, en tanto no reformemos
ésta, nada o muy peco hemos dé lograr
con estructuras que descansan en con
cepción :s formalistas que, p»r otra par
te y dentro de una estricta filosofía
Jurídica, son más que discutidas.
Trata también Kelsen de algunas
cuestiones atinentes a la criminalidad
de guerra, todo ello d=ntro de ese su
formalismo jurídico que no responde a
ias exigencias de la obra actual. Su
afirmación de que la disciplina es posi
ble únicamente en bas3 a la obedien
cia incondicional, la estimamos dema
siado absoluta y ello, pese a que la
“ dsma no excluye la responsabilidad en
que puede incurrir el superior que dió
la orden.
En suma, el libro contiene una ser
de aportación s interesantes dentro c
es: formalismo jurídico que estimami
debe ser superado. Sinceramen*e, creí
mos que el “descubrimento” e Íntegrí
ción d:l kelsenismo, que en alguni
países de América ha logrado gra
acePtación, lejos de ser beneficioso pai
una evolución de la filosofía jurídica e
cuando menos, retardatario de aquéll
Nadie pued: dudar de la gran obra qi
se halla realizando el Instituto Argenrii
e Filosofía Jurídica, pero bueno ser
Historia Socialista de la
R evolución F rancesa
V. La R e v o l u c i ó n en
Europa.
VI. La Gironda.
V IL La Montaña.
Vin. El Gobierno Revolu
cionario.
PRECIO DE LOS OCHO V O LU M E N E S
$ 70.----
H IST O R IA D E LO S E ST A D O S U N ID O S
Por JAMES TRUSLOW ADAMS
I. S u r g i m i e n t o de la
U n ió n .
_
II. De la guerra civil a
potencia mundial.
PRECIO DE LOS DOS V O LU M E N E S $ 22.___
Hi s t or i a de la
' América Latina
Por DAVID R. MOORE
ENC.
I
I
EN
CARTONE
$ 2 5 .-
E1 autor pone de relieve los
acontecimientos más importan
tes, desde su descubrim iento
hasta la segunda guerra man
dial, de los países im ericanos
de origen ibérico} moldeados
en los postulados de la R evo
lución Francesa.
i
Pida estos libros a las buenas librerías.
E d it o r ia l P oseídos
P E R U
9 7 3
BUENOS AIRES
�EORGIA O’ Keefe se encuen
tra entre los más notables ex
ponentes del arte moderno en
los Estados Unidos. La crítica la ca
lifica de panteísta, oculista, perfec
cionista, mística y purista; pero to
dos recon-ccen en sus obras una ori
ginalidad completa, una limpidez
gráfica, un espíritu lírico y gran eco
nomía y pureza de ejecución. Su la
bor artística se ha extendido desde
sus primeras acuarelas y dibujos ai
carboncillo, expresiones abstractas
compuestas de líneas, masas y espa
cios, a través de los gigantescos pe
ro exquisitos óleos de flores que han
sido tan imitados y que han traído a
esta artista su mayor fama; hasta la
época presente en que reproduce el
sudoeste de los Estados Unidos en
términos de montes azules, iglesias
de 2 dobe, huesos blanqueados por el
sol y dunas que se extienden hasta
el horizonte.
La señora O’Keefe nació hace 59
años en Sun Premie, en el estado de
Wisconsin, región agrícola que infun
dió en ella el amor al cempo que
ha retenido toda su vida. A la edad
de diez años, mientras dibujaba ro
ses y pensamientos, confió seriamen
te a una amiga el propósito de dedi
car su vida al arte. En el convento
donde recibió su primera lección de
dibujo la sentaron a copiar el yeso
de una mano de niña. Hizo un dibu
jo tan minucioso y minúsculo que la
maestre al verlo la regañó por ha
berlo hecho tan pequeño. Entonces
decidió nunca más dibujar rada en
escala menor.
Sus primeros estudios formales los
cursó en el Instituto de Arte de
Chicago. De allí fué a la Liga de Es
tudiantes de A rte en Nueva York.
Después de pasar todo un invierno
G
GEORGIA O ' K E E F E
Por D E N I S CADOGAN
pintando con la técnica tradicional
llegó a creer que nunca llegaría a
ser -una verdadera artista. Se dedicó
entonces brevemente al arte comer
cial. Pasó a estudiar diseño en la
Universidad de Virginia, y por fin
regresó a Nueva York a estudiar en
la Universidad de Columbia bajo el
profesor Arthur Dow. Fué éste quien
la enseñó a experimentar con su ar
te, a “ buscar formas nuevas para
Tres
exp resa r la b elleza d e una id ea ” .
“ E l arte lle g a a la d ecaden cia” , le d i
jo , “ cuando diseñadores y pintores
pierden e l poder in ven tivo y se con
fo rm a n con m eram en te im ita r la na
tu raleza y las . creaciones de los
dem ás” .
“ E l diseño abstracto” , continuó el
p ro feso r D ow , “ es la c a rtilla de los
pintores. E l p rim er paso en la p in
tu ra es e l d ib u jo de las líneas aue
I nangu rac iones
P arís . — Se realizó en la galería Van
Riele, Boulevard Malesherbes, la inaugu
ración privada de las obras recientes del
pintor F. Maíllaud.
Nacido en Mouhet (Indre) en 1863,
Maillaud, a la edad de 83 años, con
serva una seguridad en su mano, un ca
lor en el colorido y, sobre todo, una fe
en su arte, que admiran. No se dice de
un paisaje del maestro: "H e aquí todo
lo que pintaba en su buena época” . No
podría decirse, en realidad, pues ningún
artista ha sido y continúa siendo más
igual a sí mismo que Fem and Maillaud.
El conjunto que presenta no hace más
que confirmar las cualidades que ya se
le conocían: un trabajo realizado al ser
vicio de una sensibilidad refinada.
Conjuntamente con el pintor Carzou,
Privadas
cuyas obras se exponen en privado en
la Galería Drouant-David, entramos ple
namente en el sobrerrealismo. Un so
brerrealismo que no tiene nada de agre
sivo. Nada de escuelas, ni capillas. Garzou "trabaja” el azul verde con una rara
intensidad de expresión.
Sus flores, especialmente, no son del
todo flores .sino lo que la imaginación
y el talento del artista han querido que
fueran.
Finalmente, en la Galería Bruno, ca
lle del Sena, se realizó la inauguración,
en privado, de las obras de Baboulet,
joven pintor de Toulouse, de gran por
venir. Sus paisajes del Sud-Oeste, y de
Provenza, en particular, han sido trata
dos en la más pura tradición clásica
crinan e l contorno de los objetos,
in la creación de estas líneas e
irtista tiene, una oportunidad fo m lable para capturar la belleza
as proporciones y establecer un
iue fu erte y v iv o ” . También le
licó que en e l arte oriental -i I“
ne tem a es utilizado una y_ ®
'ez, pero siem pre con nueva bel** •
:on d iferen tes cualidades y acomp
lam ientos com p lejos” .
En 1916, bajo el influencia de
Dow, G eo rgia O ’K e e fe decidió P
ar en e l futuro solamente a gusw
tropio. Desde e l oeste del Pal^
le estaba trabajando en esa epo .
lan d o un núm ero de dibujos a
im igo en N ueva Y ork , con la
lición de que “ nc se 1°®.ens®
i nadie” . El am igo inmediat?ment
e los enseñó a A lfre d o StiegldL
¡ran m aestro de la fotografía
,.
lerna, quien al verlos ex.cIan\,
¡P o r fin , una m u jer que Pinl f
rerd a d !” . P oco después presento e
u fam osa G alería 291 )jn?.
g¡a
lición d e los cuadros de tj?c
D'Keefe, y más todavía, logro co
rencerla que debía dedicarse ‘ .
Untura al óleo. Ocho anos despu«
sta amistad culm inó en lss
le estos dos grandes artistas.
El arte de G eorgia O K e; fe des
lierta em ociones intensas
las en form as de cristalina P . ’
In todas sus obras se refleja, P
am ente expresado, su amor P
lo a la naturaleza que ella un*
lefinió com o algo “ brillante,
Q
c y apacible todo a una v e •
1 curso de los últim os ve *nt® • Jes_
o años, \z señora O ’K e e fe b
te
rro lla d o más y más com pl-t;
u personalidad artística. Sus
e m antisnen a un tiem po sensual»
ascéticas, em otivas, limpi
�0
G
RIMLOCK: era sólo espectador del
proceso. Habla venido únicamente
por placer; porque odiaba a Be
doff. Además, deseaba saber qué le ocu
rriría a Menlis, a quien se sospechaba
asesino. Más bien simpatizaba con Men—
lis, limitadamente, claro está, porque
Menlis era una persona limitada. Cum
plía órdenes y por esta razón lo había
utilizado Grimlock, y también porque
Menlis no tenia escrúpulos. Pero Menlis
no tenía condiciones de jeíe. Grimlock
lo había utilizado, como a los otros, lo
menos posible. Creía que no era conve
niente que demasiadas personas cono
cieran intimamente sus asuntos.
En el gran salón, el viejo juez, senta
do en el banco, con sus ropas flotantes,
parecía una figura muy decorativa. En
estos procesos se ponía mucha pompa,
y esto impresionaba al público. Como si
no existieran todas aquellas complica
ciones detrás. Grimlock podía complicar
las cosas como los mejores. Este era su
fuerte, o uno de sus fuertes. Por eso es
taba aquí
el médico descansando y hablando tráíia¡lilamente— es un tumor, del tamaño
de una nuez, que se presenta en el so
baco. Esto es lo primero que debe aten
derse. Se percibe al tacto. Se desarrolla
ocho días después del contagio. Después
de su desarrollo nada puede salvar al
paciente.
— Adelante, doctor —animó eí acu
sador.
—Poco después de la aparición del tu
mor —siguió diciendo el testigo— , sur
gen náuseas, con sudor, fiebre y opresión
en la garganta.
—Adelante, doctor —d ijo el acusador
otra vez.
— En pocas horas hay un agudo dolor
en el vientre, acompañado de hinchazón
en la cara y en el cuello. Las facciones
se desfiguran, como por estrangulación.
Poco después sobrevienen un síncope y
la muerte.
— ¿Cree usted posible —preguntó el
acusador, y hablaba ahora muy lenta
mente y miraba al magistrado— que el
muerto haya c o n t r a íd o la peste en
Egipto?
—No sólo creo que es posible, sino que
estoy seguro — dijo el médico— . Todos
los síntomas eran los de la peste. Supi
mos que el barco se detuve? una hora en
El Cairo. Habría necesitado Solamente
tocar con las manos descubiertas la piel
de un enfermo y la peste habría sido
transmitida. El contacto personal, jun
to coa atraer el rostro a suficiente dis
tancia como para recibir su aliento, bas
tan para contagiar.
El acusador hablaba lentamente.
— ¿Ha tomado usted, naturalmente,
todas las precauciones para evitar el
contagio al público? .
El médico añadió:
— Claro está que tomamos todas las
precauciones. Todo fué desinfectado y
la cabina cerrada. Por tratarse de la
temperada de turismo no lo hemos he
cho público aún, puesto que todo peligro
ha pasado ya. Esto fué por orden del
gobierno. Han transcurrido ocho días
desde la muerte. Si alguien hubiera con
traído la enfermedad, los sintomas apa
recerían ahora. Sin embargo, creemos
que nadie estuvo en contacto con el
muerto. No creemos esos cuentos sobre
una persona dejando la cabina...
— ¿ Y cuál es su conclusión, d o cto r? __
preguntó sonriendo el acusador.
—Que murió por la peste, y que nadie
debe ser acusado de su muerte —dijo el
testigo enfáticamente.
Nada demasiado malo podía suceder
al joven Menlis. Grimlock tenía esto
previsto. Ya se encargarían de alguna
manera del asunto. Pero cómo, Grimlock
lo ignoraba aún. Generalmente dejaba
detalles de esta índole en manos de sus
bien pagados secuaces. Se divertía escu
chando el proceso.
Bedoff había muerto súbitamente. Es
taba a bordo. En el gran “Balkania” , que
había anclado en la zona este del puerto,
donde Grimlock era poderoso. Tantas
cosas ocurrieron mientras aquel gran
barco ancló. Guerra o paz. Iba a de
cidirse.
Tal vez Bedoff se habría inclinado por
la paz, pero la paz no era exactamente
lo que deseaba Grimlock en aquel mo
mento. Por lo menos, no hasta que se
vendieran aquellos armamentos. Y Grim
lock detestaba a Bedoff. Todos sabían
ésto. Y todos sabían también que nada
detenía a Grimlock cuando estaba enadado. ¿Por qué aquel idiota de Bedoff
> se había mantenido aparte, en lugar
e parapetarse con su dinero? Bueno;
caro le había costado. Y ahora Bedoff
estaba muerto. Asesinado, decían. Y
murmuraban unas y otras cosas de los
agentes de Grimlock. Sospechaban. No
mucho, pero había murmuraciones por
doquier. Y apretaban al joven Menlis
más que a nadie. Esto era, probablemen
te, porque se trataba de uno de los alle
gados a Grimlock, y también porque la
descripción del hombre que salió de la
habitación de Bedoff coincidía con Men
lis. como coincidía coa las sillas de aquel
salón. Menlis estaba allí sentado, calmo,
tranquilo, confiado.
Las pruebas prosiguieron, digna, len
tamente. Habían encontrado a Bedoff
muerto en su buque, después de atracar.
Tenía marcas en el cuello, como si hu
biera sido estrangulado.
l a descripción del hombre que dejó
la cabina de Bedoff era tan indefinida
que podía aplicarse a cualquiera. Este
era un punto a favor de Grimlock. Pro
seguía el testimonio.
El joven Menlis tenia cosas en su con
tra. Grimlock bien lo sabía. Su coartada.
Por ejemplo. Parecía un punto descui
dado, muy descuidado, y tenia fallas.
Hubiera sido tan fácil preverlo todo por
anticipado. Grimlock frunció el ceño y,
cuando lo hizo, la Honorable Corte, y el
acusador, el médico y todos se sintieron
incómodos.
El testimonio aumentaba. El médico
legal ocupó el banquillo. Había, exami
nado el cadáver, sí. Sí, había hecho la
autopsia. Sí, el cuello estaba hinchado...
y la cara. Sí, era una muerte violenta.
Sí, por estrangulación. Perfecto.
Grimlock frunció el ceño otra vez. El
médico prosiguió :
—Pero1—dijo— todos estos síntomas
significan otra cosa.
Grimlock se tranquilizó. Sus mucha
chos se habían encargado del asunto.
Fuera lo que fuese, ya Iba a enterarse.
—Prosiga —dijo el juez.
c a b a lg a t a
—Puede usted retirarse —dijo el acu
sador, y se inclinó ante la Corte.
En. justicia, no debo interrogar más
—dijo.
CUENTO
POLI CI AL
SOSPECHA DE ASESINATO
Por
WILLIAM
El testigo continuó, en forma pausada:
—C o m ú n m e n te — dijo— , habríamos
supuesto que se trataba de un asesinato
por estrangulación.
Miró a Menlis y lanzó una mirada de
reojo a Grimlock. Comenzaba a diver
tirse con su papel.
—Pero —repitió— no llegamos a esa
conclusión. Habíamos recibido un comu
nicado muy inquietante de El Cairo —
prosiguió— exactamente antes de ir a
la cabina. Como se trataba de plena
temporada de turismo, las noticias se
callaron. Pero como el barco habla salido
de El Cairo sólo ocho dias antes y a
causa de un gran peligro..., nos habían
informado a nosotros... confidencial
mente, claro está.
C
FORD
— Adelante —dijo el acusador. Y tam
bién dirigió una mirada a Grimlock.
Muy hábil, pensó. Y verdadero también,
lo que lo volvía aun más hábil. Tal vez
aquí lo atraparan. Se inclinó para res
ponder.
El médico se irguió y se compuso el
pecho.
—La peste habla estallado en El Cai
ro —dijo— ; exactamente el período de
inoculación de ocho días había trans
currido desde la partida del “Balkania” .
Esto hizo cambiar nuestra opinión...
Grimlock se Inclinó de nuevo.
— ¿Cómo se desarrolla esa peste —in
terrogó el acusador.
—La primera indicación del mal —dijo
Grimlock estaba libre. Nadie en con
tacto con éL nadie, ni remotamente, po
día ser acusado ahora. Se habla termi
nado con Bedoff.
La guerra se acercaba. Es cierto que
Bedoff hubiera muerto de cualquier ma
nera, y terriblemente. Pero todo estaba
en paz, pensó Grimlock, encogiéndose de
hombros.
Nada. Nunca la cara de Grimlock ha
bía mostrado sus sentimientos, nunca
en su vida. Nunca mostraría nada.
Nada. Asi. Apenas vió la inclinación
del médico y el digno saludo del juez.
ADenas sintió que devolvía el saludo.
Nada. No mostrar nada. Había gana
do ahora, como siem pre... Se apresuró
empujando a la multitud. ¿Se sorpren
dían acaso de su prisa? Lentamente,
Marchó hacia la puerta sonriente...,
con una sonrisa rígida en la cara.
Y . una vez en el corredor, rápidamen
te. deslizó la mano debajo de la cha
queta para tocar el sobaco.
El tumor estaba alli.
�P A R T ID A
N i 11
Torneo Internacional del Círculo de A jed rez
(Buenos Aires, 1939)
BLANCAS
F. B E NK O
N E G RA S
R. G R AU
Defensa Caro - Kann
Variante Panov
1.
2.
3.
4.
5.
6.
P4R
P4D
PxP
P4AD
C3AD
A5C
P3AD
P4D
PxP
C3AR
C3A
Esta jugada, que em pleó Botw innik en su
match contra Flohr. es considerada la llave
d el sistema. Las Blancas amenazan ganar
un Peón. Hay varias defensas, pero en casi
todas ellas las Blancas quedan con m ejor
ju ego Veam os:
a ) 6. . . . P x P ; 7. P5D, C4TD (si 7. ...
C4R; 8. D4D); 8. C3A, P3R; 9. C5R!. P x P :
10. D 4 T j„ C3A: 11. O— O— O, con gran su
perioridad de desarrollo.
b ) 6. . .. P3R; 7. C3A, A2R (7. . .. P x P
es menos peligroso); 8. T IA , O— O; 9. P5A!.
C5R; 10. A x A , D x A ; 11. A2R. A2D; 12.
P3TD, P 4A ; 13. A5 C ! con m ejor juego para
las Blancas (B otw in nik - Konstantin<^olski.
Svendlovsk, 1943)
c ) 6. . . . A3R; J C3A. D2D (no 7. . . .
P xP ; 8. AxC, P R x A ; 9. P 5D ); 8. P5A, con
m e jo r juego para las Blancas.
d ) 6. . . . D3C; 7. P xP , D xPC (si 7. ...
C D xP; 8. C R 2R !); 8. T IA , y las Blancas
están muy superior. (Botwinnik-Spielm ann.
Moscú, 1935).
e) 6. . .. D 4T!; 7. D2D! P x P (m ejor, 7. . . .
A 4 A !); 8. A x P , P4R; 9. PSD, C5D; 10.
P4A !. con m e jo r juego para las Blancas
(K eres-C zem iak , Buenos Aires, 1939. Torneo
Internacional del Círculo de A je d rez)
f ) 6. . . . A5C, aplicada en la presente
partida.
6.............
A5C
Esta jugada, d el argentino Damián Reca.
ha sido tratada con inexplicable indiferen
cia p or los teóricos internacionales.
7.
P3A
.........
Otras posibilidades:
a ) 7. D2D. P x P ; 8. P5D, C4TD; 9. D4D.
D3C!; 10. AxC, P C x A : m ejor las Negras
Si 11. D x A D x P
b ) 7. D4T. C2D!; 8. P x P (si 8. C xP, C3C:
9.
D5C, A2D; o si 8. P5A, P3CR. e t c ':
8.
. .. C3C; 9. D5C, P3TD; 10. D5A. C2T;
11. P6D D xP; 12. DxD. con juego igual
c ) 7. A2 R I (en mi opinión, la m ejor res
puesta): 7 . . . A x A ; 8. CR xA, P x P ; 9.
P5D, C4R; 10. 0-0, y el desarrollo de las
Blancas es muy superior.
Otra interesante continuación es 8. P5A;
por ejem p lo: 8 . . . P3CR; 9. A5C. A2C;
10.
CR2R, 0-0; 11. D2D, con buen juego
para las Blancas.
8.........
9.C4A
P xP
N c 9. A xC , P R x A ; 10. P SD a causa de
10.
. .. C5C!; 11. C4A (si 11. P x A ? se p er
dería la D am a); 11. . . . A4AR, etc.
9. . . .
10-CxA
11.A x P !
CxP
CxC
Benkó explota la debilidad d el flanco
Dama enemigo, para crear amenazas de
mate. E l A lf il blanco de 5CR disfrutará
por algún tiem po de protección ''in visi
ble".
11.........
AJEDREZ
la? Blancas fácilmente re c u p e r a r ía n su
Peón, quedando con mucho m ejor juego.
La única defensa consiste en jugar 12. ...
CID ; por ejem plo: 13. C5C. T IA . etc.
12........
13.R2A
La solución empieza con
Por FRANCISCO B E N KÓ
muestra una vez más los peligros que en
cara un R ey "sin aire” .
C A M P E O N A T O A U S T R A L IA N O
Negras: LO U G H R A N
Tam poco ahora se podía capturar el A l
fil: 13. ... C xA?; 14. A5C j.. C2D: 15. TxC.
T x T : 16. T1D.
DxD
CxD
Y, completando el encierro de la Dama,
se juega
4. P7C!
DxP
Unica y tablas por ahogo del Flanco.
Un final precioso.
A.
C ID
P3R
R2R
C2D
Y
F I N A L E S
P R O B L E M A
NO
14
G. TH O RÉN ( “ Svenska Dagbladet”,
1927).
Blancas: R7TR, D4CR, T3AR. P2TR (4).
Si 18- . .. P3CD; 19. C5C. C3A. 20. C x P !;
CxC; 21. A x P C y ganan.
^
C3AD
C(2)4R
P4A
19. A x P T
20. A3R
21. A2R
22. P3TD
L o m ejor. Pasando un P eón lib re en el
flanco Dama, las Blancas se aseguran el
triunfo.
C2D
C ID
22........
23.A4AD
24.P4CD
Tam bién 24. A 5 C j., C3A; 25 CxP, CxC:
26. T1R, era suficiente.
P3T
P4CR
24........
25.P4TD
26.A4D
¿Para qué? M ejo r
26. P5T, etc.
26. . .
27.A3A
28.P5T
seguir
con
el • plan:
P4R
C3AD
En lugar de ésta. 28- A6R ganaba en el
acto.
2 8 ....
29.P5C
30.A4C J.
31.P6T
32.C5D j.
33. A x C
34. A x P
35.A x A
36.T1CD
37. T6C j .
38.A5D
39.A6R
40.R2R
41.
A5A
42.
A3D
Blancas: H AR R IS O N
Juegan las Blancas
Las blancas jugaron
1. D8TR
a lo que siguió
P4T??
Esta >ugada natural y aparentemente sa
tisfactoria, es un error, después del cual
el final está irrem isiblem ente perdido para
las Negras. Cierto que en la partida, las
Blancas fallaron en encontrar el camino de
la victoria —sumamente profundo e intrin
cado— . y por eso perdieron el juego, pero
análisis posteriores mo-traron una manio
bra en extrem o interesante y peculiar pa
ra ganar:
2.
A2C
C5D
R3A
C3C
C xc
CxPC
A1A
TxA
C2T
R2C
T1D
P5A
T5D
T5T
abandonan.
(Com entarios de M iguel Czem iak
de su libro "T o rn eo Internacional
del Círculo de A je d rez", Buenos
Aires, octubre le 1939).
C O M B IN A C IO N E S Y ERRORES
IN | M O R T A L E S
K A R L O V E V A R Y (Karlsbad, 1*11)
Negras: E COHN
D6A!
La misma maniobra en la partida viva,
como en el final de K. A . L. KubbeL de
nuestro concurso de soluciones (C A B A L
G A T A N? 3); esto demuestra una v e z más
la importancia de ocuparse también de los
finales compuestos, porque ellos tratan en
potencia de todas las estratagemas y suti
lezas que pueden producirse en cada mo
mento en la partida viva.
D6T
Evidentemente, las Negras no pueden ju
gar DxD, n i p erm itir que las Blancas le
cambien la Dama en la casilla 4AR de las
Nsgras. P o r eso la alternativa sería: 2........
D5A. con una variante m uy interesante:
3. R2C, P5D; 4. D xP. P5C: 5. D6A j.. D4C;
6. P4A!, D xD; 7. PxD , P6D; 8 P7A
P7D; 9. P 8 A (D ), P 8 D (D ): 10. D6A, mate.
3. D7A1!
P5D
Las Negras no tienen m ejor jugada.
4.
D8AÜ
Si esto fuera Un estudio compuesto, el
compositor podría estar orgulloso de cada
jugada.
P6D
Después le 4. . . . D4A, 5. DxD. P x D co
rona el Peón blanco mientras el Peón ne
gro sería detenido por el R ey blanco.
5 . D4CJ.
6 . D7R
P5C
malte.
(Notas parcialmente de J. Míeses
de ;u libro "Instructive Positions
írom Master Ches;",.
D xD j.
V E N T A J A DE D A M A Y DOS C A B A LLO S ;
R E S U LT A D O : T A B L A S !!
A. O. Herbstmann, el famoso compositor
de finales ruso, es uno de los magos del
tablero, que sabe m anejar los trebejos a su
gusto y producir las ideas más inverosí
miles. A continuación publicamos una de
sus joyas, que por cierto provoca en nos
otros el deseo dé conocer más obras de su
cosecha-
12,TxD
A. O. H E R B S T M A N N (¿Fu ente?)
Juegan las Blancas
En esta posición ganaron las Blancas con
un brillante sacrificio de las dos Torres.
1. T x P j . ü
2. D7R j .
3.78CR j .
4 .T xC j . !!
La posición de las N egras no es. por
cierto m u y atractiva. N o pueden seguir 12.
.. C ÍA por 13. CSC. N i 12. . . . C x A (o 12.
. .. C 4A) por 13. A5C. j. Tam poco pueden
p erm itir el cambio en 6R pues en tal caso.
P 8 T (D )!!
T7TDÜ
(Se publicarán los nombres de los solucio
nista que manden soluciones correctas
dentro de los primeros quince días después
de la aparición de este número).
Ahora el ala de la Dama, desguarnecida
quedara a merced del adversario. P ero ya
no había nada mejor. Si 14. . .. C xA?; 15.
T xT . y si 14. . . . T3A, 15. A (4 )x C , pero
no 15. A5C, CxA, etc.
15. T x T
16.C5C
17.C7A j.
18.A3R
2.
3.
P R O B L E M A S
TxT
A 11. . . . C x A habría seguido 12. D 4 T j„
C2D: 13. 0-0-0, P3TD ; 14. TxC , D x T ; 15A5C.
Pcsiclón después de la Jugada 12 de las
Blancas
1916
T1D?
T3D
14.TR1R
1. T x P j !
DXT
Si 1. ... R xT; 2. P8T(D )j., y son las
Negras, quienes tienen que buscar ias ta
blas.
R xT
R3C
R4A
Este sacrificio de la calidad demuestra
el objeto del sacrificio precedente. Ahora
las Blancas ganan la Dama, pues después
de 4. . .. P x T sigue 5 .D 7 D j., y después
de 4. . .. R x T ; 5. D7CR j., R4T; 6. D7TR j
Abandonan.
El ejem plo que sigue es un fin al de
Damas sumamente instructivo, porque nos
Negras: B8CR, A7CR (2).
M ate en 3 jugadas.
...............F I N A L N 9 7
K U R T EUCKEN (Original).
Blancas: R1CR, A7AR, C2D. C5AR, P ®
P4TR (6 ).
m
ii S
m m 1
SS3
B
ma ■L,
m >r”■ ?>I
m B mm m
■ m B it
a mm □
i
■
Negras: R1TD, T4R. A1AR. C8AR. ClTB
(5 ).
Juegan las Blancas y hacen tablas.
SOLUCIONES DEL N» 6 DE CABALGATA
P R O B L E M A NO 9:
A. E LLE R M A N N (Original).
Blancas: R1TR. D1AR, T7TD, T8D, AID.
A8TR. C8AD, C8AR (8).
Negras: R2AR. T7CD. T2TR. A2CD. C8AB,
O C R ; P4CD. P3TR, P7TR (9).
M ate en 2 jugadas:
1. D2C
P R O B LE M A NO 10:
A.
K R A E M E R ("Deutsche Schachzeitun* .
1936).
Blancas: R IA D , D3AR, T7CD, A3D. P4AR.
P7TR (6 ).
Negras: R1TR (1).
Mate en 3 jugadas:
1. T IC !, R2C; 2. D7C J.
N A L NO 5:
J. V A N C U R A (1917, ¿dónde?)
Blancas: R7TR, T6CR. C6CD (3 )•
Negras: R6R. C1CD. C7H. P2AD^5>.
Juegan las Blancas y hacen t*0135
1. TIC , C8C; 2. T4C!.
‘ t x CJ-T IC tablas); 3. T4TD!. C6T. 4. 7
xT; 5. C4A j . tablas.
Soluciones correctas roandaron PRoeeü<>
oblemas 9 y 10 y para el fin a l,
irnández. Bánfield, T ''Puefnes<pablo Ca
para los problemas 9 y 1®- , puuer
era, Montevideo, y Bruno Lu
asnos A ires.
#inai. jorg«
PaTa el problema N? 10 y el fi
Galtié, Ituzaingó.
�Orquestas Sinfónicas Rurales en los EE. LE.
Por J.
E
x
los Estados Unidos hay muchos
pueblos y ciudades que carecen de
los recursos necesarios para soste
ner una orquesta sinfónica. Sin embar
go, de la unión de los talentos musica
les que se encuentran en varios pueblos
y aldeas vecinas, se pueden obtener a
veces resultados sorprendentes. El des
envolvimiento de-orquestas de esta ín
dole ha sido muySiatural y no se debe
juzgar como fenómeno aislado propio
solamente de una región, excepcionalmente favorecida. Es un desarrollo que
se ha repetido, una y otra vez, en di
versos puntos de la nación. El resultado
ha sido que las orquestas sinfónicas, in
tegradas por aficionados, que se han
desarrollado en grandes centros indus
triales, tales como la ciudad de Detroit,
tienen como rivales conjuntos similares
en muchos pueblos del país.
Creo que este desarrollo se puede
ilustrar mejor citando un ejemplo par
ticular, y por eso relataré el progreso
musical habido en el condado de Tus
carawas, en el sureste del estado de Ohio.
Como casi toda comunidad en esta
época intranquila, Tuscarawas ha te
nido que lidlár con el problema de la
delincuencia de menores, y ha tomado
medidas positivas para remediar esa si
tuación. Al mismo tiempo, el provecho
que ha sabido sacar a los centros de
conservación de recursos naturales, crea
dos por el gobierno durante los años de
la depresión, ha servido de ejemplo a
otras localidades en circunstancias se
mejantes.
En los pueblos y aldeas se inició, hace
afios, la industrialización del condado.
Debido a la proximidad de yacimientos
de arcilla refractaria y de carbón, la in
dustrialización se extendió a la manu
factura de cañerías para cloacas. Una
vía férrea principal que atraviesa el
condado ha atraído a muchos jóvenes
de la región; asimismo, la industria si-
DORSEY
CALLAGHAN
denirgicá se difundió aprovechándose de
la abundancia de yacimientos de car
bón que se encuentran en los alrede
dores. Pero, en cuanto a la música, fue
ra de la radio y de los pianos en una que
otra casa, sólo existían los órganos de
las iglesias que en este condado, por lo
general, están situadas en los cruces de
caminos.
Esta era la situación hasta que llegó
al condado, hace diez años, un músico
joven, Gilbert Roehm de nombre, quien
había cursado estudios musicales en el
Conservatorio de Cincinnati. Llegó a
Tuscarawas con una idea fija, y anima
do del entusiasmo necesario para lle
varla a término. Quería, simplemente,
organizar una orquesta sinfónica en la
que se aprovechasen los conocimientos
adquiridos en los excelentes cursos mu
sicales de las escuelas públicas del con
dado, a fin de que la juventud de Tus
carawas, al concluir sus estudios, no se
viese obligada, por razones económicas,
a abandonar su interés en la música.
Encontró unes cuantos simpatizantes
que no sólo aprobaron sus aspiraciones,
sino que se convirtieron en partidarios
activos de su labor. Con ese apoyo se
fundó la Sociedad Filarmónica del Con
dado de Tuscarawas. Basándose en la
creencia de que en todo pueblo y aldea
existen almas amantes de la música, los
organizadores se dedicaron a propagar
sus intenciones por todo el condado, y
en corto tiempo pudieron reunir un nú
mero suficiente de aficionados para or
ganizar una orquesta de setenta músicos,
dirigida por el señor Roehm.
La idea tuvo un desarrollo sorpren
dente. Cada villa y cada aldea empezó
a enorgullecerse de sus artistas locales.
Por ejemplo, cuando se corrió la voz en
la estación de ferrocarril del pueblo de
Dennison que “ Janst Lacey y Floyd
Stine iban a tocar con la orquesta sin
fónica el próximo sábado” , sus compa
ñeros de trabajo acudieron en masa pa
ra averiguar qué era eso de “sinfonía”.
Lo mismo sucedió e nlos otros pueblos,
y de esta manera se fué creando pú
blico hasta llegar al punto en que el
auditorio de la escuela superior de la
sede del condado, en donde se celebra
ban los conciertos, no tuvo cabida para
alojar al público que deseaba oírlos.
Después, la orquesta emprendió una
gira por el condado, presentando, casi
en cada pueblo, a un solista nativo del
lugar. Y la calidad de la música fué
mejorando a la par que el interés del
público.
Hoy día, la orquesta puede recurrir a
un máximo de quinientos músicos, entre
los que se encuentran desde adolescentes
hasta septuagenarios de barba blanca.
CALENDARIO RETROSPECTIVO
FEBRE
11 1893. Se estrena en el Teatro Regio
de Turín la ópera de Puecini Mancm
Lesean.t. La obra del Abate Prévost
fué puesta en música varias veces;
1*1 ballet en 3 actos, de Halévy, en
la Opera, 3 de mayo de 1830 ; 2“ )
una Opsra-comique de Auber, con li
breto de Eugenio Scribe, Opéra-
RO
Comique, febrero 23 de 1856 ; 3*) la
ópera de Massenet, libreto de M eilhao y Gille, enero 19 de 1884. OpéraComiqüe; 4*) esta de Puccini, sobre
libreto anónimo.
2) 1843. Federico Augusto de Sajonia
nombra, por real decreto, segundo
director de la orquesta de la Opera
de D r e s d e n a Ricardo Wagner.
3) 1904. Nace, en Pisa, el compositor
-Luigi Dallapiccola.
4) 1728. Se estrena en el Teatro Sant’
Angelo de Venecia, como última
ópera del carnaval, G l'odj delusi dal
sangre. Baldassare Galuppi compu
so el primer y tercer actos; Giovanni Battista Pescetti el segundo.
5) 1887. Estreno del Otello de Verdi
en la Scalá de Milán. "¿Todavía
Otello en la S cala?!!! Después de
la masacre que hicieron con él la
última vez, esperaba que no se ha
blara de Otello en la Scala por lo
menos por un decenio— Repito;
Otello ha sido mal presentado en la
Scala, y ahora darán una audición
de duetos, arias, etc., para consuelo
de los adeptos de la música del por
venir, que continuarán gritando qüe
el drama musical, el gran drama, el
verdadero drama, sólo se encuen
tra en Alemania y en Francia, ¡A le
grémonos, a le g r é m o n o s ! Amén.”
(Carta de Verdi al editor Ricordi,
sin fecha; anterior a la reposición
a la cual esta carta se refiere y que
tuvo lugar el 15 de febrero de 1882).
6) 1600. Fecha de la dedicatoria de la
Euridice de Perl, p r im e r a ópera
conservada, a María de Médicis. La
obra fué compuesta para los feste
jos de las bodas de María de M é
dicis con Enrique IV, de Francia.
7) 1533. Muere, en Nuremberg, el polifonista K a s p a r Othmayr, autor
del Epithaphium D. M a rtin Lu theri, a cuatro voces.
8) 1934. Estreno de la ópera Four
Saints in Three Acts (Cuatro santos
en tres actos) de Virgil Thomson,
en la Sociedad de amigos y enemi
gos de la músico moderna, de Hart
ford, Connecticut.
9) 1337. “De Nos Don Pedro (IV , el
Ceremonioso), por la gracia de Dios
Rey de Aragón, etc., al fiel suo Jus
ticia de Exativa salut et gracia. Co
mo nos hayamos menester á Halezigua, moro juglar tocador de rabén,
por esto vos enbiamos de?ir et man
dar que vistas las presentes nos lo
alarguedes por alguna manera. D a
da en Valencia Jus nuestro tertio
nonas febroarii a n n o quo supra
(1337).”
10) 1127. Muere Guillermo, séptimo con
de de Poitiers, noveno duque de
Aquitania, primero de los trobadores provenzales. “ .. .et saup ben trobar e cantar; et anet lonc tems per
lo mon per enganar las domnas”
( “supo trovar y cantar bien, y an
duvo mucho tiempo por el mundo
engañando mujeres” : biografía anó
nima, siglo X III.)
11) 1741. Nace, en Lieja, André-EmestModeste Grétry. Su maestro roma
no, Casal!, lo recomendó a un co
lega de Ginebra con estas palabras:
“ Le mando uno de mis alumnos,
que en música es un verdadero bu
rro y no sabe nada de nada, pero
es un excelente muchacho y de bue
nas costumbres.”
12) 1924. Estreno de la Rhapsody in '
blue de Gershwin, por Paul W hlte
man, con el autor al piano, en el
Aeolian Hall, Nueva York.
13) 1933. Muere, en Mont de Marsan,
Suiza, el compositor Henri Duparc,
al que una enfermedad nerviosa im
pidió trabajar desde 1885, cuando
tenía treinta y siete años. “ Sallamos
de una reunión en casa del editor
Baudox, en el Bulevar Haussman.
Teníamos que atravesar el bulevar
para llegar a la Rué Taltbout. De
pronto se aferró a mi brazo: «Por
favor, ayúdeme a bajar de la ace
ra. Tengo miedo, no puedo dar ese
paso». Su voz tem blaba...’' (Gustave Doret, Temps et contretemps.)
14) 1867. John Strauss (el Joven) estre
na su Danubio azul, naturalmente,
en Viena.
15. 1637. Asciende al trono el emperador
Fem ando III, y Johann Jakob Froberger es nombrado organista de la
corte de Viena
�P
A
L
A
B
R
A
S
C
R
U
Z
A
D
A
S
J. 4
5
*
t
*
V tí (I
VERTICALES
1.
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11.
SU U U / &
— Raspa. Parte de un rio que sufre el
in flu jo d e las mareas.
— Especie de aguardiente. Divide pira
vender.
— Enferm edad incipiente o poco deter
minada. Consonante. Cerda de jabalr
— Composición poética de gran elevación
y arrebato. Hacerse cargo de lo a.ue
hablan. Locución adverbial
— Dom ingo. Gancho para pescar. Sur
— N om b re genérico de ciertos animales
de plumas cuya m ayor parte vuelan.
N om bre femenino, griego.
— Abas. Espantas la caza. 100.
—Cada una de las ondas o prominencias
que forman la superficie agriada de
las aguas- A rte. Nave.
— Cuidado, vigilancia. Primero. Coloca.
— P ied ra dura y transparente Sufri
mientos.
— M etal precioso y pesado, el más dúctil
de todos los que se conocen. Voz ex
presiva d el sonido de un golpe o del
golp e mismo.
HORIZONTALES
¿cuál de los dos es Lord Derby? (D ibu jo de Sieimbcrg, exclusivo poro C A B A L G A T A ).
BURLADERO
Siendo Presidente don Faustino Do
mingo Sarmiento, vio un día invadido su
despacho por una nutrida comisión de
matronas porteñas que, en nombre de
las “ Damas de qué-sé-yo” , pretendía al
go de la comprensión de Su Excelencia.
Una vez hecha la presentación de las
directivas por el secretario, se hizo un
silencio que decía bien a las claras que
no se había tratado de antenano quién
de las susodichas era la que debía llevar
la voz cantante.
El propio Sarmiento rompió el inusi
tado silencio diciendo:
— ¿De qué se tra ta ? ... Que hable la
m a y o r...
Y , ante el gélido silencio que siguió a
semejante insinuación, el cazurro de don
Faustino terminó versallescamente:
—-Es la costumbre en todas partes,
aunque yo, como innovador en tantas
cosas, le cedo el uso de la palabra a la
m en o r...
L a algarabía que estalló íué, como
pueden suponerse, formidable.
Tulie Mazarino, el gran cardenal ita
liano y político francés, de quien esta
mos tan bien informados gracias a los
buenos oficios de Alejandro Dumas, El
Grande, era, según dicen, hombre de
gran ingenio. Cierto día, refiriéndose a
nn juez extremadamente severo, dijo:
— Es tjari grande su afán de castigar
que lo que siente es no poder condenar
a las dos partes.
Furiosísimo el Gran Mariscal de Aya-
Por EL HONDERO IRONICO
cucho, don Antonio José de Srucre, sor
prendió a uno de sus más estimados
oficiales en posesión de una monumental
borrachera.
— ¡Borracho! — le gritó el vencedor de
Pichincha— . ¿Sabes la pena que tienes?
— ¿P en a ?... ¡Ninguna, mi general! ¡Si
lo que tengo es una alegría grandísima!
Es casi un apólogo, casi una ingenua
leyenda arrancada de las páginas de un
misal ilum inado... Era allá, en una re
catada aldea, al pie de una montaña,
junto a un río rumoroso. La moza más
bella de todas las mozas apacentaba sus
ovejuelas por riscos y laderas, entre can
dorosos balidos y místicas esquilas. Y un
d ía ... Una mañana, m ejor dicho, por
haberse alejado demasiado del reparo
familiar, se encontró de pronto frente a
un viejo, viejísimo de destrozado sayal
y luengas barbas, tan blancas como la
lana de las euearísticas ovejuelas de la
pastorcilla:
— ¿Quién sois? —preguntó la mozuela
al anciano.
—Soy un ermitaño que sabe que se
aproxima el fin de su vida.
— ¿ Y habéis v i v i d o aquí s ie m p re ?
¿Nunca habéis sentido deseos de nada?
— T e diré la verd ad ... Aunque te pa
rezca locura, y para que veas que no soy
tan ajeno a las cosas del mundo, como
pareciera... Antes de morirme, querría
ver dos cosas...
— ¿Qué cosas?...
—Querría ver una locomotora y una
mujer desnuda...
Huyó la pastora, roja ante la preten
sión del anciano, acompañada por un
clamoreo e s q u ilo n e o desexorcizador...
¿Sería el diablo?... Pero n o ... Y pare
cía tan anciano... Y si iba a m orirse:..
¿No serla una obra de caridad?... Y,
para cumplirla, despojóse de sus ropas
y se mostró, bella y castísima, ante el
anciano, quien, todo regocijado, escuchó
las palabras de la moza: '
—Aquí me tenéis, buen erm itaño...
De los dos desees vuestros, uno se ha
cumplido.
Y el ermitaño gritó con su voz casca
da, entre un aleluya de balidos m ila
greros:
— ¡Gracias, gracias y m il veces gra
c ia s !... ¡Ahora no me queda por ver
más que una mujer desnuda!
1.
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—Provecho. Ansar.
— Crecida. Cito—A lergia. P r e fijo negativo. Percha para
cazar perdices.
— R epetición del sonido. Sufijo que ca
racteriza las fracciones de unidadN om bre alemán.
—Nada. T ern illa que el animal tiene en
ambos lalos de la cabeza y le sirve
para que se introduzca por ella el so
n ido que percibe por e l oído- Alteza.
—-Descanse en paz. Bupto fijo desde
donde em pieza el cóSptito de los aáos.
— 50. Gastas. Consonante.
— Cubrecabezas m ilitar. Pronombre P&’
sonal N om bre de la última clase de
vertebrados.
—Se usa para hacer distinción de ar
tículos o capítulos. Este. La9 ires ^e
la tarde para los romanos.
— Poetas antiguos. Ciudad de Apulia— R io de Suiza. Conjunto de una clase
de vocales.
Sción. del Problema. N. 9
1
Y , ya en las fronteras de la hagiogra
fía, oigan este juicio de un capitán de
industria estadounidense, que resumía
asi su lectura de las “ Confesiones” , de
San Agustín:
— Cuando comencé a leer, Dios se me
apareció como un anciano de venerables
barbas e infinitamente sabio, bueno y
poderoso, cuya esencia le hacia estar
presente con sus tres virtudes en todas,
partes donde hacia falta o era requerida
su presencia... Luego, cuando avancé
en la lectura, fueron desapareciendo,
primero la barba, luego el enciano—
¡L o que quedó, eso es D io s !...
Aquel literato que empeñó sus escasos
ahorros en un negocio de comercio, en
todo ajeno a cualquiera de sus dotes e
i i 4' « < i
*» i r í o .j p _aa _
—
inclinaciones, colgó, el último óia ^
cierre definitivo, este letrero a la Pue“ “ ;
t.nn pocas veces pisada: “ Abierto
equivocación” .
— Mamá —preguntó la niña de ojos
�— ¡S i! ¡Creo que esto me va a servir
de lección para el resto de mi vida!
*
*
*
Bontempelli y Ceseri se encuentran en
las calles de Roma. Ceseri, antes de ini
ciar el saludo, ordena autoritario:
— ¡Máximo, dame un cigarrillo!
— ¡Hugo, lo sie n to !... ¡He decidido no
comprar más cigarrillos!
— ¿No com prar?... ¿Por qu é?...
—Para quitarte del vicio, H u g o ...
*
*
*
Hace ya algunos años, cuando H olly
wood era Hollywood, el entonces famoso
novelista Louis Bromfield vióse fabulo
samente contratado por Samuel G oldwyn, de la M. G. M. M agnífico despacho,
bellísima s e c re ta ria , salario impresio
nante y . .. nada que hacer. Pasaron m e
ses y meses, y nuestro novelista comenzó
a cansarse de aquella mantenértela, has
ta el punto de que un buen día entró
en el despacho del gran Mr. Samuel y
le espetó terminantemente:
— ¡Mr. GoMwyn! ¡Vengo a romper el
contrato! Me paga muy bien, pero yo no
hago nada por ganarme ese salario...
Y para m í es imposible seguir aqu i...
— ¡N o diga eso! —exclamó conciliador
el bueno del jefe— . Usted nos ha pagado
concreces... Si nosotros lo que contra
tamos fué su nombre, Mr. B ro m fk ld ...
*
grandes, acostumbrada a oír historias de
maravilla— , ¿todos los cuentos fantás
ticos empiezan siempre “ Erase una
vez...” ?
—No, h ija ... —murmuró la mamá
escépticamente— . Hay otros cuentos mu
cho más fa n t á s t ic o s que empiezan:
“ Queridita, hoy no llegaré hasta tarde,
porque hay mucho trabajo atrasado en
la o ficin a .. . ” .
*
*
*
— ¿Tenéis algo que decir? —preguntó
el verdugo al reo que iba a decapitar.
*
S O L U C IO N AL C O N C U R S O
“U N A L I S T A C U R I O S A ”
*
— ¿Ha vivido usted aqui toda su vida?
—preguntó cierto curioso viajero a un
viejo montañés que se hallaba plácida
mente sentado, fumándose una pipa, an
te una humilde cabaña perdida en las
fragosidades de no recuerdo qué cor
dillera.
—Todavía n o ... — fué la respuesta del
anciano, que prosiguió lanzando sosega
das bocanadas de azulado humo.
CONCURS O ¡OJO, C A B A L G A T E N O S !
Aquí tienen un baturrillo al que hay que ordenar, conforme a ciertos ejemplos que deben serles gran
demente familiares. ¿Es a sí? ... No es demasiado complicado el acertijo y creemos que lo resolverán
rápidamente. El premio grande y los demás, en las condiciones de rigor... ¿Más sencillo?
Poé, Ib sen. Lessing. Balzac, A zorín . M aeterlink. Lessing. Tolstoy, Valera, Gálvez.
Musset, Vertí i. Gamma rano, Schiller. Julien
Green. Los Goncourt, V a le ry Larbaud. G o r
fei, Donizzetti, W a lter Scott, ZoLa. Dickens,
Galdós. Fóscolo, Pushkin, Galdós Soler.
Pereda, Deledda, D 'Annunzio, G arcía Gu
tiérrez. Ibsen. M arryatt, M a n y a tt, H er
nández, M erim ée, Stem e, Puccini. Forzano,
Dante. Unamuno, Gogol, Ibsen, G arcía G u
tiérrez. Rostand, A n d reiev. A zorín , Turguenev. M oliére, S c o tt Dumas, Elliot.
Los prem ios de este concurso de C A
B A L G A T A . han correspondido: 1? $ 20.— a
Elsa Coni Paz, Salta 1188, 29 B. Capital:
6 segundos premios, de suscripciones a C A
B A L G A T A por seis meses, a : H. Catalá Z Vicuña M ackenna 239, Santiago de Chile;
Eduardo Hugo. Lacar 3907, Capital: H ugo
R. T ap ia Gómez, conesa 2035, Capital; D elfina L. d e Chaneton, G u tiérrez 3915, Ca
p ital: Paula Maresca, San M artin 219, San
Martín, F C C A ; Dolores A . d e Lu qu e L e grand. Piedras 264, 6c C. Capital.
En los I n i c i o s del
Arte A m e r i c a n o - - .
(Viene de la página 4.)
europeo en su mayor parte. América ha
seguido a la letra, aún harto más que en
espíritu, el proceso del arte m o d e r n o
europeo —sin acertar del todo a aco
modarlo a sí misma— , y en las últimas
décadas se ha contagiado como nunca
de las Inquietudes azarosas de una evi
dente decadencia que no es suya. Arte
en fárfara, en víais de formación, sin
germinas e inequivocas tradiciones, quie
ro decir, tradiciones que le sean verda
deramente propias, hijas legitimas del
terruño y la sociedad americana, sin
que el aliento popular y nacional combee vigorosamente sus velas, se entrega,
o mejor dicho, se entregaba totalmente
hasta hace poco, a todos los vientos de
todos los cuadrantes. En esa form a no
podía nacer un arte americano: s ó lo
reflejos de reflejos. Pero quien atenta
mente ausculte estos fenómenos artís
ticos de la América española ll e g a r á
acaso a la conclusión de que las cosas
están variando rápida y considerable
mente. Hay en todas partes un pode
roso anhelo de afirmación artística na
cional, un vehemente deseo de realizar
un arte propio, que no tenga sus raíces
más o menos febles allá en París, sino
que eche otras vigorosas en la misma
sociedad y en les problemas espirituales
de América. América quiere tener un
arte que la represente, que la retrate,
que la exprese en lo más señero y
único de si misma.
Que lo haya realizado, o lo esté rea
lizando, es otro asunto, que la falta de
espacio nos veda tocar en este articulo.
Por el memento, basta con señalar el
síntoma, síntoma halagüeño y esperan
zados El cumplimiento cabal de lo que
él denuncia vendrá o no vendrá. En el
estado actual del mundo, en cualquiera
de sus partes, nadie puede siquiera vis
lumbrar de la manera más vaga y equí
voca el porvenir del arte. Pueda quedar
como planta petrificada, por la que ya
no corre la savia; puede convertirse en
producto de otras culturas, extemporá
neo en la que está a punto por venir;
puede, en fin es difícil matar este deseo,
aunque los nuncios sean atroces, que
qua sufra un nuevo y nunca visto flore
cimiento. Sea como fuere, los artistas
americanos están en el deber de hacer
un arte tal. No con palabras, como tan
tas veces es uso — las palabras, dice el
pueblo español, se las lleva el viento—
sino con obras originales y genuinas. La
tarea es ardua. Pero lo que cuesta es lo
que vale.
�PARA ESTAR EN CASA
1 > B lu sa b la n ca rib etead a en negro, a ncho cin tu ró n drapeado en satín
verde co o rra , y p an taló n de la n illa n egra, ha elegido Evelyn Keyes.
2 ) L iz a b e th S co tt se decide por un deshab illé de grueso crepe tiza con
bordados en oro y p la ta y largo fle co de seda en el tono del vestido.
3 ) Con blusa c o n f e c c io n a d a en v iy e lla beige, la e x q u i s i t a Adele
Jerg en s com bino p an taló n gris a z u la d o y ch a leco color verde fuerte.
MODAS
JAUMANDREt
�pttllfflFflB
1
A N T I C I P O S I)E LA
MODA I N V E R N A L
ARIS, a pesar de las dificultades de
todo ord:n que le paralizan, hace
un inmenso esfuerzo por reencon
trar 5u razón de ser: su vida deslum
brante, su lujo.
P
L’C^era ha inaugurado sus "soirées
habillées”, las cenas elegantes se mul
tiplican; París se moviliza en favor de
ese “sprit” y gusto que asombraron siem
pre al mundo entero. Y aunque parez
ca paradojal, el lujo de las fiestas, el
brillo de los atavíos, es fuerza recono
cer que toda esa cabalgata de belleza
es para los franceses tan necesaria co
mo un deber nacional. Según eHos, los
extranjeros no deben encontrar nada
más bello que su subyugante “ciudad
luz". Sobre este punto no podsmos te
ner más que una política: la de la
grandiosidad. Y debemos decir que la
costura francesa la ha comprendido.
Si en ciertas colecciones enontramos
todavía el estilo juvenil y deportivo, es
bien cierto que se ha pasado ya la fron
tera del género “ petite filie” , y que
reinan ahora las deslumbrantes toilettes
de lineas envolventes y rebuscadas, y
los personallsimos peinados de gala. Es
tamos ante una feria de belleza que
no podemos copiar, como no podríamos
copiar una calle de París; pero a pesar
de ello quizás podamos resumir en cier
tas frases las tendencias que nos traerá
la meda para este año:
—EUa nos impone alargar las fal
das; adornar los cabellos.
—Nos tienta con los tapados orlados
de pieles: de astrakán, de zorros azude “renards argentées” .
—Nos aconseja guantes dr&peados y
bordados; pequeños abrigos en rasos y
aatines brillantes, para acompañar soirées espectaculares.
—Nos trae sombreros para todas las
boras: gorros de pieles, boinas de pa
tio, tocas de “pellletes’’, tocados de “ aigrettes” .
La moda, en fin, va hacia su destino,
?Ue es sorprender al mundo, aprove
chando el brillo de una lentejuela o la
profunda belleza d: un terciopelo.
Molineux se vuelve hacía su línea de
1927, linea estrecha y simple, paletots,
sacone- cortos bois de rose o rosa ama
rillento, sobrs vestidos simples en gris
oscuro. En su colección actual, la rique
za de bordados, sobre todo en los tapa
dos de vestir; sus modelos para la no
che, de faldas amplias de tipo bailarí
na, nos recuerdan la otra guerra.
PARA LOS PRIMEROS DIAS FRESCOS
Soco bes cuartos en gabardina de lana gris, de corte modernísimo y del»Hado
I)
con un gran bolsillo de línea sumamente original; es una creación de mucho prccticidad
21
acompañar
cualquier
vestido
sencillo
y
en
cualquier
hora
y
ocasión.
Dos piezas de lineo muy moderna, para la tarde; ha sido confeccionado en la
nilla
3)
pora
de
color
celeste
pastel
y
se
puede
llevar sobre
b lu s a
de
cre p e
n e gro .
Vemos aquí este modelo en gros de color gris rosado paro un conjento de gran
vestir,
can
blusa
de
encaje
y
puños
con
ademos
plegados
de
este
material.
Gres pone su atención en el corte de
los hombros y el talle; femeninas y ar
moniosas. sus robes son cortadas mis
teriosamente en lanillas de telas de co
lores neutros: grises, azul-s, baiges pa
ra sport.
4)
Jacqv.es Heím no ha olvidado el en
canto del cuadrillé y de los escoceses en
los vestidos para todo momento, y sus
“ robes de soir” son d= faldas amplísi
mas, en tules y taíettas de colores pastel.
está hecho en el mismo material en rojo, y la falda tubular en crepe de lona, negro.
Jeanne Lafunrie ha compuesto una
muy eilegante colección: tailleurs lar
gos, da cadera aumentada con pliegues
y recortes, faldas alargadas y estrechas.
Sus robes de tarde y de cena nos traen,
generalmente en géneros negros, drap ados raímente imprevistos.
Madeleine Vramant ha tomado para si
un estilo único y muy femenino: las
túnicas amplias sobre las faldas tubu
lares. Ella no emplea casi nada el ne
gro, pero los beiges, los lilas, los rosas,
gozan de sus preferencias.
Jacqves Costet presenta redingotes de
tonos vivos, bordeados de loutre y am
plios tapados de manga kimono En su
colección, la paqueña robe y el tailleur
son de linea estrecha. El lanza los gran
des sombreros para la noche, acompa
ñando los tapados de paño.
Para Gastón, a la mañana los ta'pados claros, rectos, forrados en telas chi
llonas o pieles chatas; a la tarde, las
líneas finas y que envolviéndose alrede
dor del cuerpo, se amplían en las ca
deras. El elige también grises y beiges,
colores que, decididamente, reinarán so
bre los otros, este año.
Aquí tenemos un bonito bolera y falda confeccionados en cuadrillé rojo, blanco
y gris que forma un bonito conjunto con lo blusa de jersey de lana en gris cloro.
51 Juvenil blusa confeccionada en jersey blanco, el cinturón, con bolsillo colgante,
�V,
(VIENE DE LA PÁGINA 6)
pectiva. Curas, alcaldes, subprefectos,
mayordomos, tinterillos, cruzan la no
vela fustigados por un látigo satírico.
Duele reconocer que tamaña miseria
subsista. Un risueño humorismo esmalta
estos brotes de sátira social, que a ve
ces pecan de ingenuidad, pero casi
siempre aciertan en el asunto.
Allpacamasca — tierra animada— lla
ma el indio al ser humano. Y es este
concepto de pura teluricidad, en esta
mística relación del suelo con su pobla
dor, donde el novelista ha proyectado su
relato. No comprende al habitante quien
no capta el sentido de su tierra. No en
tenderá la tierra quien no capte al po
blador. Por eso en "Altiplano", a des
pecho de los -personajes fidedignos, los
dos grandes protagonistas dominantes
del relato, los que se fijan en la mente
del lector con personería trascendente,
son en realidad la tierra madre, la tie
rra antigua y sabia, la Pachamama del
ancestro, encamada en la alta y rojiza
peñería de Ja tu n -K olla ; y la comunidad
indígena, el ayllu milenario, el centro
nuclear y protector que agrupa la vida
social del indio, y de cuyo funciona
miento depende la existencia de cada
uno de sus componentes.
“Altiplano” : sí, Bolivia. O una mitad
de Bolivia que debe hacer pensar a la
otra mitad. Mientras legisladores ilusos
devanean la doctorización del autóctono,
un hombre joven, un hombre de fe, un
artista intuitivo, nos dice: “ He aquí el
indio; he aquí su vida; he aquí el nudo
intacto de nuestro drama nacional".
La mayor virtud de este novelista kolla
es su entusiasmo, su capacidad de ar
der por el objeto que contempla. Ese
fervor místico sacude sus mejores pá
ginas. Su mayor defecto, el peligro del
que debe cuidarse, es la facilidad. Al
escritor de talento, de pronta y rica ins
piración, lo traiciona inadvertidamente
su propia rapidez constructiva. Una ima
ginación potente, una plenitud eufórica
de dotes narrativas, deben desconfiar de
un* marcha muy pronta en la elabora
ción artística. No hay que olvidar que
el pulimento, los toques finales, consti
tuyen buena parte en el secreto de es
cribir bien.
Raúl Botelho Gos&lvez, que hasta ayer
fuera el benjamín de nuestras letras, es
hov un escritor de jerarquía, seguro de
su vocación y de su técnica juvenil. El
nos dará la visión de la selva indómita,
la vida chola, el proceso de la urbe. Y
acaso un día, cuando su genio novelís
tico madure hasta la magnitud del te
ma, la gran novela andina que América
esriera todavía: la soledad del hombre
en la quieta majestad de las montañas.
Que los manes del ancestro levanten
el vuelo de esta pluma kolla. Ella es
digna de las más altas victorias.
Es posible que suscite discrepancias la
apreciación de la descarga cósmica y
humana de “ Altiplano” . Es posible. Nun
ca las buenas novelas fueron mensaje
ras de unanimidad. Pero quien lea, entre
nosotros, las páginas de este libro her
moso y fuerte, sentirá con hondura en
trañable el dolor y el orgullo de lla
marse boliviano.
SHAKESPEARE EN CINE
os productores norteamericanos de
películas han mostrado siempre especial respeto hacia las obras de
Shakespeare; las versiones cinematográ
ficas hechas de algunas de ellas, se han
ajustado con toda fidelidad al texto, ca
racterización de los personajes y am
bientes originales, utilizando los mejores
artistas, diseñadores, técnicos, etc., como
lo prueban “ El sueño de una noche de
verano” , "Rom eo y Julieta” y “ Enri
que Y H I ” .
Una de las más recientes y valiosas
aportaciones a la cinematograíría shakesperiana es la realizada con la film a
ción de "Macbeth” por un grupo de ar
tistas “ amateur” , en Winnetka, suburbio
de Chicago, Illinois. Estimulados por la
crítica favorable, el ex sargento del ejér
cito estadounidense D a v id Bradley y
unos cuantos jóvenes compañeros suyos
tienen el propósito de llevar a la panta
lla obras como “ Ham let” y “Julio César” .
"Macbeth” es una película sonora de
16 milímetros, de no menos de 900 me
tros de longitud, que dura 73 minutos.
No es un film comercial, habiendo sido
en principio bosquejado para ser exhi-
Í
PLUM AS Y PALABRAS
( Viene de la página 19.)
sideraba seriamente que la publicación
quedaría completa agregándole un vo
lumen más.
Pero ahora risulta, según el dictamen
de un archivero paleógrafo, M. Pognon,
que la agregación del texto suprimido
solamente al primer volumen de la edi
ción Oharpentler haría doce grandis vo
lúmenes y el total de la publicación (al
rededor de 16.000 páginas) daría nada
menos que cincuenta volúmenes.
De est: dictamen paleográíico surgen
dos conclusiones; primero, que es muy
probable que la Academia Goncourt no
se resuelva nunca a la edición completa;
segundo, que el ilustre escritor y goncourtiano entusiasta J.-H. Rosny, que
consideraba la parte inédita del “ Dia
rio” susceptible de ser contenida en un
volumen más, no había leído siquiera el
“ D iario” . ..
bido en centros escolares, pero debido a
su excelente dirección y nítida fotogra
fía artística, sus directores e intérpretes
han sido objeto de ofertas varias para
film ar una película comercial.
El productor Bradley posee gran ex
periencia en películas no comerciales.
Sus estudios en el Todd School y en la
Universidad del Noroeste, en Illinois, se
encauzaron siempre hacia el teatro y
el cine. Durante la pasada guerra y sir
viendo en el ejército en Alemania, Aus
tria, Bélgica e Inglaterra, Bradley man
tuvo latente su sueño más querido: fil
mar “Macbeth” . Llevado de esta inspi
ración investigó en museos y bibliotecas
europeas, trabó conocimiento con miem
bros de la Oíd Vic Company de Lon
dres y efectuó en París trabajos al res
pecto.
A l ser licenciado, en abril de 1946, se
lanzó de lleno a su empresa de produc
tor. Compró cámaras, proyectores y re
flectores; formó una compañía de Jó
venes que alegremente reunieron sus
ahorros y frecuentaron lugares de ven
tas, en busca de gangas, mientras en el
sótano de la casa de Bradley, conver
tido en taller, se confeccionaban vesti
dos, escenarios, armas y todo género de
aditamentos teatrales.
La filmación de la película tuvo lugar
entre el 15 de junio y el 15 de septiem
bre de 1946. Winnetks y sus pintorescos
alrEOfedores sirvieron de escenario ¡jara
muchas escenas de la gran obra. La fa
mosa batalla de Bim am Wodd fué des
arrollada en Crow Island, al oeste de
Winnetka. Unos 100 extras — estudian
tes de escuelas vecinas— llevando yel
mos, lanzas, espadas y hachas de com
bate, libraron una feroz batalla (super
visada cuidadosamente por un universi
tario experto en historia m edieval). Se
contó con un foso para proporcionar
fondo adecuado a las escenas del so
námbulo que camino daga en mano. Una
cantera de piedra cerca de Racine sirvió
para las escenas de brujas, e incluso
hubo hasta un castillo ) moderno, pero
ajustado a la vieja arquitectura euro
pea) donde se filmaron las escenas del
banquete, la coronación y las habita
ciones de Lady Macbeth.
Froncsise Rosoy en "M acodam ”
CRONICA CINEMATOGRAFICA
-> n t r e los “ films” franceses que triun
h
fan en el periodo de fiestas para
J tender el puente entre 1946 y 1947,
dos obras de calidad retienen la aten
ción: "L e visiteur” y “ Martin Roumagnac”. El primero, realizado por Jean
Dréville, de un escenario de Jean-Bernard Luc, está interpretado por Fierre
Fresnay; el segundo, realizado por Georges Lacombe, sobre una novela de Pie-
rre René Wolí, reúne a Jean
Marlene Dietrich. Ni el uno ni
maestib
ciertamente, demuestran gran
en la realización y, desde este punto ^
vista, "Le visiteur" es seguramente •
más débil.
irtnrií
“Le visiteur” nos cuento una “ tsw
bien simple, limitada a una < 3 ™ ^ .
antecedentes no son más que evocan
Un abogado de negocios poco limp**
UMAG
Jeon Gobin en "M artin Roumognac".
�tamente. Le bista una mirada en un
espejo, mientras borra las manchas de
su sangre de sus puños, para hacemos
penetrar en los abismos de una concien
cia turbia e inquieta. Le basta una son
risa para comunicamos su emoción en
ternecida por la confianza y la admira
ción que le prodigan los niños. No se
puede más que deplorar que el noble
temperamento de Pierre Fresnay sea
traicionado por los papeles que le repar
ten. En “Filie du Diable” tiene también
un rol de bandido, simpático por evolu
ción: los “malos muchachos” no se des
cartan de su carrera cinematográfica.
¿Para cuándo el bello y justo papel pa
ra el cual le llama su noble carácter?
“Martin Roumagnac” es una novela
provinciana que pone en escena a un
buen muchacho, una aventurera, un di
plomático enamorado, un petardista sin
escrúpulos y algunos personajes episó
dicos mucho menos convencionales. La
aventurera es, naturalmente, Marlene
Diettich, aunque su prestigio internacio
nal sobrepasa un poco un papel conce
bido para una personalidad más modes
ta. La variedad de sus “ toilettes'’ mag
nificas desentonan visiblemente en el
cuadro de una acción que se desarrolla
en una pequeña ciudad francesa, entre
las canciones de un albañil y la partida
de billar en el café. Se ha querido jus
tificar su acento de Europa Central y
no han encontrado nada mejor que ha
cerla nacer en Australia, sin duda espe
rando que su estada en América deno
taría su acento. El buen muchacho es
Jean Gabin. Siempre realista en los pa
peles populares y excelente artista; si
no un perfecto albañil, en cambio se
muestra un amante sincero. El “ film ”
nos cuenta cómo él se entrega a esta
aventura con una chica que le atrae
sobremanera y que llena sus deseos; sus
antecedentes no le inquietan en manera
alguna y, sordo a las habladurías, le
destrozado por sus ráfagas de celos y
advertido, al fin, por el rumor público,
desencadenará su pasión estrangulán
dola La desdichada no tendrá tiempo
para ponerle en conocimiento de su ge
nerosa decisión y ;1 asesino, al compa
recer ante el tribunal, se enterará, de
masiado tarde, que su rival iba a ser
detenido. Sobre esta trama un poco bur
da, el adaptador, Pierre Véry, y el direc
tor, han sabido crear situaciones por en
cima del tema; les roles secundarios son
reales y bien representados, en particular
por Marcel André y por Daniel Gélin,
joven debutante destinado con esperan
za a interpretar tímidos atormentados.
El amor de M artin Roumagnac por la
bella aventurera es esencialmente car
nal; Jean Gabin nos traduce su deseo,
cuando ve desvestir a su amiga ;n la
habitación de un hotel, con una m i
rada salvaje que no puede equivocamos.
La atracción física que esos dos seres
experimentan por igual está con fuerza
y decoro tal, que hace honor a la maes
tría de los actores y a Georges Lacombe.
Jean Gabin se muestra en todos los mo
mentos con gran naturalidad; sus vul
garidades de hombre de pueblo, sus im
pulsos amorosos, sus dificultades, sus ce
los y el fatal estallido de su brutalidad,
son tratados con una gran sinceridad.
Como Pierre Fresnay, del cual se dife
rencia por su formación pinamente ci
nematográfica, Jean Gabin puede ser él
mismo en todos los papeles que se le
confíen. No tiene necesidad de compo
ner un personaje: le basta la seguridad
íntima de serlo al representarlo inten
samente en la escena.
Registro de Propiedad Intelectual W 216.894
Redacción. Dirección.
Administración, P u b licid ad :
IN D E P E N D E N C IA 360, BU ENO S A IR E S
R E P U B L IC A
Marlene Dietrich en "Martin Roumagnac".
E l r it m o de la poesíK de N ic o l á s G u i
l l e n ANDA SUELTO POR CUBA, por JeSUaldO.
C a n c ió n de los hombres perdidos , por
Nicolás Guillen. L a fuga de E ddxe M a r
t i n , por Maurice Grashin. P asteur , por
el profesor doctor Henri Mondar. P ierre
B onnard , por Raymond Cogniat. L a p e
n ic il in a DE AYER Y DE HOY, pOT José LUÍS
M. Anthonisen. E l ho rm ig ó n armado y
LA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA, pOT
Conrado P. Sonderéguer. F o u j it a 1947.
U n pin to r puede hacer p in t u r a de guerra
por patrio tism o , pero nada t ie n e que ver
eso con sus deseos , por Kikou Yamata.
Baleen H er lie , la no ve l actriz trágica
británica , por Frank Lambe. C o n v e r san
do con L eónidas B arletta , por Estela
Canto. P lu m a s y palabras , por José
Mora Guarnido. L a trágica m uerte de
don D io n ig i E rba , por Daniel Devoto.
H am let , el personaje in f i n i t o , por León
Mirlas. C ie n c ia s , a cargo de José Otero
Espansandin. Dos pág in as de modas , por
Jaumandreu. A jedrez, por el profesor
Francisco Benko. E x po sic io n e s y notas
de arte , por Romualdo Brughetti. C r ít ic a
literaria , por González Carbalho. Discos,
por Jorge D ’Urbano. C orrespondencia de
F r an c ia . M ú s ic a , T eatro , C r ó nicas , H u
mor , C aricaturas , N otas , N o t ic ia s , etc .
Este número incluye, impresa aparte, la
lá m in a n ° 9, que representa el cuadro
de Amedeo M o d i g l i a n i “ B u s to de
m ujer
JOVEN",
N o se devuelven los originales no lolicitados.
La Dirección de C A B A L G A T A no se hace
responsabe de las opinicnes que se expre
san en las colaboraciones firmadas.
Se publica el segundo y cuarto martes
de cada mes.
Precio del ejem plar: S 0.40 m/arg.
S U S C R I P C I O N
Argentina: Un año ............ $8.20 m/arg.
Seis meses ......... 4.30 m/arg.
E xtranjero: Un a ñ o ---- Dólares U S A 3.50
D I S T R I B U I D O R E S
Capital: Silvano Machi, independencia 2877
In terior y exterior:
Distribuidora T riu n fo S. R. L.
Rosario 201
| CENTRAL (B) |
SU M A R IO DEL flí° 9
tas por los niños que ven en su Ídolo
el personaje que se les ha descrito, un
célebre abogado de grandes causas. Ese
héroe involuntario se muestra bastante
nervioso y más bien dispuesto a utilizar
a los niños entregados a su custodia pa
ra despistar a la policía. Se los lleva a
París y aprovecha este paseo — en el
cual es el vigilante vigilado— para po
nerse en relación con una mujer que
puede ayudarle a tomar el tren de Bru
selas. Pero el proyecto de fuga se con
vierte pronto en enredo y, traicionado
por esa falsa amiga, el “visitante” se
encuentra muy pronto acorralado. Los
niños pudieran darle el medio de esca
parse, pero al enterarse de que ellos de
berían pagar esa complicidad en una
correcional para menores, el criminal
prefiere entregarse obteniendo del fun
cionario que simule un error judicial y
deje a los generosos niños la ilusión de
la leyenda con la cual le habían au
reolado.
Se concibe que este escenario, fácil
de realizar y que no comporta más que
una interpretación de niños y de algu
nos comparsas, haya tentado a los pro
ductores, permitiéndoles el lujo de una
primera figura sensacional. Por su lado,
Pierre Fresnay, muy absorbido por el
teatro, encuentra en “ Le visiteur” una
ocasión de entregarse un poco al cine
ma sin demasiadas fatigas. Ha cumplido
su papel con su infinita conciencia pro
fesional, aportando toda su ciencia y,
sobre todo, esa extraordinaria presencia
real que es el sello de los grandes acto
res. No se puede decir que su personaje
de abogado de negocios turbios esté ama
nerado, pues nada modifica en la silueta
del papel el aspecto habitual ds Fres
nay. Asi sucede en todos los papeles de
Mr. Fresnay en el cinema: si el actor
ha juzgado que conviene ante todo pen
sar el personaje para imponerlo al pú
blico, lo consigue, una vez más, perfec
ARGENTINO
CORREO
ha cometido un crimen: busca un refu
gio en la escuela donde estuvo interna
do y cuyo director ha conservado por él
un ferviente recuerdo y una admiración
ciega, que ha sabido comunicar a todos
sus pequeños pensionistas. “La visita”
del asesino fugitivo es recibida con fies-
A R G E N T IN A
L a Dirección de C A B A L G A T A no mantiene
correspondencia con los colaboradores es
pontáneos, excepto en aquellos casos en que
acuerde publicar los originales.
FRANQUEO
PAGADO
CONCESION N« 3799
TARIFA
REDUCIDA
CONCESION N« 3205
B O L E T IN
DE
S U S C R IP C IO N
El señor ....................................i . . .
(E N
LETRA
DE IM P R E N T A )
Dirección ........................... ............
Pepe Arias en "La mujer más honesta del
mundo", coproducción Pampa Film - A.
Z. Wilson, que se estrenará en breve.
construye una pequeña y hermosa casa
donde abrigar sus amores. Pero la her
mosa está explotada por un falso padre,
que la destina a un diplomático gene
roso y cínico, que Marcel. Herrand en
cama con una indiferencia olímpica.
Cuando Marlene se decide a optar por
el simpático albañil que le gusta, éste,
se suscribe a C A B A LG A TA por el
periodo de un año * seis meses y
al efecto acompaña el im porte de
$ 8¿0, $ 4¿Q. Dólares 3¿0 U. S. A.
en cheque, bono postal a su orden.
• Tachar la condición q'je no se utilice.
�-
Exija con este ejemplar la lámina corresr,' pendiente:
“ La Madona del
Jilguera” ,
por Tiepolo.
balgafa
FEBREKO DE 1947 — Precio: $ 0.40
“GATO EN LA VENTANA”
Acaso el menos doméstico de los ani
males domésticos, y, ciertamente, el de
m is independencia, el m i i solitario, va (abundo y rebelde, el (ato ha sido óblete
de cuantos mimos puede hacer b einsanJHitamente porque en esta loto s o en
contramos la duhtonerla ten que «telen
tratar el tema los aficionados, encontramos
en ella, con sn miñosa ventana de .‘onde,
la belleza que suele falcar & ios “ retratos
de cates de cajas dt bembones” .
Esta hermosa fotefrafia linea la firma
de tieorfes bcBeffer.
B B B Em m
�
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The Dublin Core metadata element set is common to all Omeka records, including items, files, and collections. For more information see, http://dublincore.org/documents/dces/.
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A name given to the resource
Cabalgata
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1946 - 1948
Rights
Information about rights held in and over the resource
Derecho público
Language
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Español
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An account of the resource
Ejemplares 1 a 21 de los años 1 a 3 de la revista Cabalgata, publicados entre 1946 y 1948.
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Title
A name given to the resource
Cabalgata
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Año 2, no. 10
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A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
Buenos Aires, 25 febrero 1947
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Español
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Gregory, Richard
De La Encina, Juan
González Tuñón, Raúl
Dunn, Alberto
Diez de Medina, Fernando
Aguilar, Mario
Otero Espasandín, José
Brughetti, Romualdo
Mario, Luis
Mirlas, León
Rinaldini, Julio
Mora Guarnido, José
González Carbalho
Cadogan, Denis
Ford, William C.
Callaghan, Dorsey
Jaumandreu, Francisco
Tedesco, Jean
-
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86b017de885574f1ddf000ba7d98ebdb
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34ed624e77fb1226a1cd3058b59fafdd
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reportaje eq las
18, 17 y 18)
Colaboraciones
especiales de:
N IC O LA S
G U IL L E N
JESU A LD O
JOEGE DTTRBANO
L E O N M IR L A S
D A N IE L D E VOTO
K IK O U Y A M A T E
HENRY MONDOR
C O G N IA T
M O R A G U A R N ID O
ESTELA C A N T O
OTERO E S P A S A N D IN
MAURICE G R A S H IN
*, cine, te a tro , ajemodas, noticias, cienhum or, entrevistas.
v ' -■'I-
I QUINCENARIO P O P U L A R
| de l e t r a s , a r t e s ,
A IE N T IA S
F s p jr j: v f T T T r> c. ,
FOUJITA.
(Foro
femada
dorante >u v¡«it* a M é jic o ).
�M U SIC A Y CINE. — Desde los tiempos del cine modo — ya remotos y sin embarga ton entro noblemente vires en nuestra a m e n o — la músico be formado parte del repiten
ert*. Esclava, como el guión, o lo fotografía, o el octor, d d sentido total g oe la dirección da el film, osomo, sin emborge, cor» personelidod dommonte cuando la interpreta,
« » * orpneste y un director de calidad excepcionales. En U presente sota gráfico, Leopoldo Stokowski dirigiendo uno orgueste sinfón.ce en un estudio cnemotogrofit».
[ ( X PITOCFF. — Una ¿«milis q * e em todo una mstftocióo. Un «peludo eue está
mdiasluli‘ i ■ n t r unido « la historio del teatro contemporáneo. En la (oto, Ludmilo
Pftoeft, em el centro, con su* hijo» Sacha y Bárbaro, es ose de tos piei.es de Claudei.
PRIMER PREMIO. — En el fr o a festival cinemoloprofico de Conne» obtuvo al P " » “
premio e¡ film "L a sinfonía postoral". Prototonisfa: M khefe Morgan. Ea esta M»
apetece lo o r in a duraste U Filmación de m e escena de le mesetesad» pehcáa.
PARA UN ALBUM DEL TIEMPO
j
�O cabalgata
C A N C I O N DE LOS
HO MB R E S P E R D I D O S
I’or NICOLAS GUILLEN
ON las ojeras excavadas,
rojos les ojos como rábanos,
vamos por las calles calladas.
C
La tripa impertinente hipa,
puntual lo mismo que un casero,
pero nada hay para la tripa.
No hay aguardiente ni tabaco,
ni un mal trozo de carne dura:
sólo las pulgas bajo el saco.
Así andamos por la ciudad,
como fierros abandonados
en medio de una tempestad.
Eí Ritmo de la Poesía de NICOLAS
GUILLEN Anda Suelto por Cuba
Por
J ES U A L D O
a Nicolás Guillén en su pro
pia salsa, como quien dice, allá en
la Cuba del negro y del son, del
calor y del ron. Allá en donde la rumba
y la conga andan sueltas por el aire de
la ciudad, mezcladas con el pregón que
muerde las esquinas con el desenfado
de su tono alegre y campanero. Nicolás,
que por sobre sus muchas virtudes, des
de luego sin excluir esa de su particula
rísima y entrañable poética tan moder
na, es un extraordinario amigo cuya
compañía ennoblece al compañero, lle
va de paseo una ancha cara asen
sual y una sonrisa abierta, amplia, pi
caresca y sabrosa. Todo nuestro intento
de ser agradables a su lado fué desbor
dado de inmediato por su simpatía. T o
mados del brazo, como su poesía nos
toma en seguida del corazón, al paso,
oliendo las penetrantes sales yodadas y
los mariscos del Caribe, que expanden
su vaho isla adentro, a menudo ama
necíamos en los malecones, las avenidas
arboladas, los puertos tan llenos de trá
fago de trasmundo, los bodegones, los
muelles de pescadores en donde divagá
bamos, entre chanzas, frente a los vive
ros que del mar traían los pirisioneros
vivos para el exigente ictiófago; y, so
bre todo, por aquella alta barriada ama
necida, blanca y tamborilera, Casablanca.
en alguna de cuyas tabernas con mesas
y mostradores de estaño ■—allí todavía
el estaño tendría su tango— , apurába
mos la penúltima copa de un "matusa
lén” insobornable entre cantos y sones
de músicos populares. La presencia del
“chévere del navajazo, que se vuelve
navaja él mismo” ; o de algún Papá
Montero, “bebedor de largo trago, gar
guero de hoja de lata” , que por enton
ces, un poco escéptico de como anda el
mundo era Chacumbele, el “que mis
mito se mató", impregnaba de vivencia
y autoridad la Cuba trasíonda. Esa
Cuba en la que los habaneros, como
"mobila” parecían no "drumi” nunca
en ‘su ’trasnochismo cálido como de
felpa. .
Por entre las venas de estas noches
calientes, venas de rápido latido, íba
mos a menudo con Nicoljs Guillén, de
cu;rpo fuerte y piernas firmes, como
enraizadas en su suelo tropical, y por
las que parecen correr azúcares extra
ños, concentradas nicotinas y toda clase
de jugos vitales. Yo. abismado, oía ho
onocí
C
ras enteras la mezcla de la realidad de
sus poemas, dichos sin alarde, y ese
ritmo que en Cuba vive suspenso en el
aire mezclado con el olor y el color. A
veces me detenia la audacia de sus
maceracíones acústicas, ya como de ma
dera que se lamenta en tono menor:
“repique, repique, pique;
repique, repique, p ol” ;
otras como ahuecadas voces, salidas de
bóvedas enormes:
“mama tamba, serembe, cuserembá...
Congo, solongo del Songo. ",
que quedaban en el aire como flotantes
truenos que sonaran lejanamente; y
muchas, creadoras de la imagen estre
mecida de los grandes lotos, las aguas
con caimanes y las lunas rojas emer
giendo entre la maraña del trópico.
Porque el ritmo de la poesía de Nico
lás Guillén, recogido en esencia, subli
mado de la canela más sabrosa de su
pueblo, y no como la recolección de ma
zorcas de los hermanos Grimm, dije al
guna otra vez sobre este mismo tema;
ti ritmo de su poesía está derramado
en bruto, en Cuba entera. Se palpa casi
su “ sóngoro cosongo” , especie de latido
o voz, de sordo tambor que llama y
canta, que canta y sufre y llora y ríe
con grandes mandíbulas de viento blan
co, rojo o nsgro Ese ritmo “sóngoro co
songo” —que algún aficionado de nues
tro Uruguay tamborilero quiso traducir
de las maderas y lonjas templadas por
boracotó, borccotó, chas chas— , salta
luego a las cuerdas de las guitarras o
se mete debajo de la piel de los chivos
qus despiertan alucinados y “rompen
tambor". Pero cernido el ritmo, quedan
como pimientas las grandes angustias
de un pueblo que viene triturando su
afán de liberación por decena de años,
desdi los reinos negros de la Africa de
infamantes cacerías, hasta las rebelio
nes de los ingenios o las recientes huel
gas de las minas de cobre de Matahambre.
Mi encuentro con Cuba no se hubiera
realizado totalmente, si no lo hubiera
side, al mismo tiempo, con Nicolás Gui
llén. Y o le vi en mi llegada, cuando
sentí la fraternidad de sus brazos ceñi
dos, como a un antiguo "compañero y
señor mió” , como le llamó el hosco Unamuno Vi que hacia mi venía, como
El sol nos tuesta en su candela,
pero por la noche la luna
de un escupitajo nos hiela.
Somos asmáticos, diabéticos,,
herpéticos y sifilíticos,
mas sin regímenes dietéticos.
Nos come el hambre día a día,
y van cavándonos los dientes
charcos bermejos en la encía.
Así andamos por la ciudad,
como perros abandonados
en medio de una tempestad.
¿Quién es quien sabe nuestros
.
[nombres?
Nadie los sabe ni ios mienta.
“ Caimán” , “ El M a c h o ” , “ Perro
[V iudo” ,
son nuestros nombres en la vida,
y cada nombre es un escudo.
Así andamos por la ciudad,
como perros abandonados
en medio de una tempestad.
¿Qué más da ser ladrón o Papa?
El caldero siempre es el mismo:
lo que le cambia es la tapa.
Y hay quien podrido está en k>
[hondo;
cuanto el pellejo más perfuma
más el espíritu es hediondo.
Nosotros vamos descubiertos;
el pus al sol, la mugre al aire
y con los ojos bien despiertos.
Así andamos por la ciudad,
como perros abandonados
en medio de una tempestad.
Secos estamos como piedra.
Largos y flacos como cañas.
Mano-pezuña, barba-hiedra.
Mas no tembléis si crece el ham[bre:
presto el gorila maromero
se estrellará desde su alambre.
Somos las sombras de otros hom[bres.
¡Animo, amigos! ¡Piernas sueltas,
diente afilado, hocico duro,
y no marearse con dar vueltas!
Y si es que* hablar necesitamos
unos con otros, ya sabemos
de qué manera nos llamamos.
¡Saltemos sobre la ciudad,
como perros abandonados
en medio de una tempestad!
siempre llegaba, llega, con “ el fuego so
bre la noche... y el cinturón del tró
pico y espíritu limpio” . De lejos oí su
grito: "¡Eh, compañeros, aquí estamos!” ,
y desperté. Su risa, en verdad, era la
de quien había madrugado sobre los ríos
y los pájaros.
Allí, mi oído sobre su voz, comprendí
totalmente el concepto de Antonio M a
chado sobre el más exacto sentido del
folklore: barro santo, "cultura viva y
creadora de un pueblo de quien habla
mucho que aprendsr.. . ” . De ese “ saber
vivo” —tal vez también peces vivos fue
ra del agua, como quería el gran espa
ñol escarnecido— , de ese barro santo
que se deposita a través del tiempo en
el fondo de los filtros, está hecha toda
la poesía de Nicolás Guillén: poesía pa
ra gritarla como pregón o para cantarla
con instrumento; poesía para reír o llo
rar, como para enternecer y enseñar.
Poesía que el pueblo le dice tan sutil
mente a su elegido, en el oído, cuánto
es él dt fervoroso para recogerla.
Su poesía así es emoción, es lengua y
es drama; en una palabra, sangre, mé
dula y acción de su pueblo, y como tal,
profética, verdadera poesía, si es que hay
alguna que pu£da no ser verdadera. La
advertencia en el peeta es privativo de
su esencia creadora. Y en Nicolás G ui
llén esa advertencia suele ser la revolu
ción misma, la que, en algunos sones,
como en el N? 6 del yoruba de Cuba,
anuncia un “son de todos”, que una ve*
que empÍEce, todos juntos, "todo mez
clado, San Berenlto, Santa María, San
ta María, San Be re ni to” , ¡ya no va a
parar más!
Y o sé que traje de Cuba, con el pri
mer adelanto de su Son Entero y mi
devocionada admiración a expresión tan
original y poderosa, el mensaje de N i
colás Guillén para mi pueblo de blancos
y negres. Emocionado mensaje que su
bió conmigo a! barco, junto a su ya im
borrable presencia, una tarde cálida en
la que el fuerte olor salobre mezclado
con El de tabacos y roms, me hicieron
más dura y nostálgica la partida. Toda
vía tengo vivo su lejano ademán — quie
ro pensar que por alguna vez también
m elancólico...— que me entró al ca
marote, junto con aquel su ritmo final
de barco en marcha y de triste ausencia:
Tambor!
costas sordas, cielos sordos.
Tíimbor!
Las islas van navegando,
navegando, navegando,
van navegando encendidas.. . ”
�. r ^ D D IE Martin había huido!
p
Aullaron las sirenas de la
l J cá rce l.. les agentes registra
ron meticulosamente los alrededo
res. . . toda la policía del país entró
en acción.
¡Apresad a Eddie Martin!
Entretanto, el fa m o s o criminal
viajaba debajo del camión de cons
trucción que lo había sacado de la
prisión por la puerta del este.
Con manos y pies se agarró al
fondo d-el camión, sacudido por bar
quinazos, hasta que el chófer lo
guardó, por la noche, en e l local de
la compañía. Sólo al oscurecer se
atrevió a desentumecerse.
Se arrastró hasta el vestuario de
chóferes y rápidamente cambió su
uniforme de presidiario por ropas de
trabajo. Se echó la gorra sobre los
ojos, empuñó una pesada barra de
acero y se preparó a viajar.
Por unas callejuelas llegó a los
confines de la ciudad. Evitó el ca
mino principal y marchó atravesan
do las colinas. A la medianoche en
contró un riacho y lo vadeó. Nunca
darían con él ahora. Casi corrió la
última milla hasta llegar a la cabaña
abandonada donde se refugiaría.
Mientras m archaba apresurada
mente, recordó cuántas veces se ha
bía refugiado allí. Cuando era mu
chacho y su fa m ilia habitaba el
rancho, él y su hermano mayor, Dan,
jugaban a “ policías y ladrones” . Ya
en aquel entonces había insistido él
en ser ladrón. Dan se contentaba con
ser policía. Por mucho tiempo ha
Í
bía utilizado la choza, en el fondo de
la granja, como escondrijo, y Dan
no podía dar con él. Hasta que un
día, finalmente, Dan descubrió el
escondrijo y se terminó el juego.
Pero esto ocurrió cuando tenia
diez años y sola mente "jugaba a ser
el hombre malo. Ahora lo era de
verdad. El gobierno ofreció cinco
mil dólares de recompensa por su
captura después de su última opera
ción bancaria. Ahora doblarían Ja
suma.
Se sintió orgulloso; había andado
mucho desde que jugara a los la
drones.
A corta distancia de la choza se
detuvo y escuchó. Ninguno le ga
naba en astucia. Convencido de que
estaba solo se dirigió a la choza.
La puerta estaba cerrada, las ven
tanas tenían tablas, como cuando las
dejó. Con su barra de hierro forzó
la puerta en sus chirriantes goznes.
Los ratones huyeron al campo, al
gunos pájaros volaron desesperada
mente en los rificones. C e r r ó la
puerta y avanzó hacia el centro de
La habitación. Arrodillándose, impa
cientemente, apartó las telarañas del
piso y arrancó varias tablas. Se in
clinó en el hueco, cogió la manija
de un pequeño baúl y lo sacó de su
escondrijo.
Primero se apoderó de una lin
terna e iluminó con ella el escon
drijo. Se rió fuerte, triunfalmente.
Todo estaba en orden; exactamente
como lo preparara hacía tres meses.
A llí estaba el cajón con los diez m il
dólares. A llí estaba su revólver, en
un estuche de felpa. A llí había car
tuchos e ingredientes para limpiar
el revólver si se hubiera enmoheci
do. Y allí había también una muda
de ropa completa.
No podía equivocarse. ¡Tenia ta
lento! Por esta razón, cuando ganó
veinticinco mil dólares en el último
atraco, intentó huir llevando sola
mente quince mil, y guardó el resto
en el baúl, con el revólver y otras
cosas. Decidió esconder este dinero
para el caso de que sus planes fra
casaran y no pudiera huir del país.
Y sus planes salieron mal. Había
confiado en un individuo y le había
dado dinero para que lo ayudara a
escapar. El “ camarada” no sólo ha
bía recibido su din-ero sino que lo
había chantageado y, después, había
cobrado también la recompensa. Pe
ro esto era el nasado; ahora estaba
en el mismo sitio, con el dinero, y
esta vez no podía fracasar porque
no había confiado en nadie.
Solo en la oscuridad, se puse a
pensar y, como era oscuro y estaba
solo, se puso a pensar en su madre.
Q u;ría a su madre, no porque lo
fuera, sino por las muchas cosas qua
había hechc por él. Recordó cómo
peleaba con el vecindario para li
brarlo de una paliza. Siempre ha
bía deseado su bien.
Sí señor, su madre era una gran
persona.
Se estiró y cayó en un pacífico
sueño. Despertó dos horas más tar
de sobresaltado. Tem bló de miedo
mientras sí apoderaba del revólver.
Una v o z lla m a b a apresurada
mente:
— ¡Eddie! ¡Eddie!
Era su hermano. No contestó. Dan
gritó de nuevo:
— Eddie, ¡necesito verte!
Eddie lo dejó entrar, después, de
un portazo, volvió a cerrar la p^er.
ta. Oprimió el revólver contra las
costillas de su hermano:
— Todavía estás jugando a “vigi
lantes y ladrones” . Pero no vivirás
para cobrar la recompensa.
Dan lo- miró con frialdad:
— Mamá te quiere ver.
La salvaje tensión desapareció del
rostro de Eddie.
— ¿No bromeas? ¿Después de to
das los cosas que han publicado so
bre mí?
— Ella no sabe nada —repuso
Dan— . Hace seis años que no pue
de leer. Y o inventaba historias en
Lugar de leerle.
— Gracias, Dan, me gustaría verla. Pero ahora es imposible.
— Está muy enferma.
— ¡No!
— Es la última oportunidad de
que la veas viva.
— Voy.
Rápidamente se puso buena ropa.
M etió el revólver y los cartuchos en
los bolsillos y colccó la bolsa con el
dinero debajo del brazo. En la puer
ta se detuvo.
— Escucha, Dan, aunque seamos
hermanos, jamás nos hemos querido.
Si ést3 es una treta tuya te aseguro
que me las pagarás, aunque sea la
última cosa que haga.
Dan sacudió la cabeza compasiva
mente:
— ¿No confías en nadie?
— Sólo en m í. . . y en mamá. Va
mos.
En el auto de Dan se encamina
ron a la casa. A la mitad del camino
estalló una tormenta. L a lluvia
manchaba el parabrisas más rápido
que «1 limpiador. Rugían los true
nos y los relámpagos iluminaban
el campe.
L a tormenta estaba en su apogeo
cuando se detuvieron delante de una
casita blanca. Dan saltó del cocha y
tocó el timbre. Eddie lo siguió. A la
luz de un relámpago Eddie se vol
vió y alcanzó a ver un coche poli
cial doblando la curva.
Eddie empujó a Dan y cerró la
puerta. Sacó el revólver y apuntó a
su hermano.
— ¡Te d ije que me las pagarías!
— Pero Eddie — suplicó Dan— yo
no h e . ..
Los truenes apagaron el ruido de
los disparos. Dan cayó, muerto.
Los policías estaban afuera, Eddk
era un rata en una trampa. Abrió la
puerta. V ió a su madre en la cama.
— Edusrdo, Eduardo — dijo débil
mente.
Eddie miró por la ventana: estaba
bloqueada per policías. No podía
huir. Escondió el revólver detrás
suyo.
— Hola, mamá — dijo.
— ¡Me alegro tanto de verte! —di
jo ella— • ¿Estás bien?
— Sí, mamá, estoy muy bien.
Ella dió un suspiro de alivio.
— Tenía el horribla presentimien
to de que estábais en peligro —di
jo— . ¡Hasta telefoneé a la policía
para que os protegiera!
�5
A' S T E
POR
*
EL
PROFESOR DR. HENRI MONDOR °>
de la Academia Francesa
fuerzas las ofreció
T ODAS
a la ciencia. Cuando murió, el
plejidad y el de ampliar, hasta
el delirio, una cuestión de la que
los demás sólo habían visto los
límites.
sus
28 de septiembre de 1895, a los 73
años de edad, acababa de decir a
los suyos con una especie de ex
cusa sublime: “ Y a no puedo más” .
Su obra fué una serie ininte
rrumpida de trabajos admirables.
Modestamente, llamaba entusias
mo a su energía.
Su sensibilidad fué siempre la
misma que en la época en que le
llamaban “ el artista” , en la que
se complacía con la- lectura decla
mada de Lamartine, de Auguste
Barbier, o pintaba bellos retratos
trazados con amor. Quiso tierna
mente a sus muertos; escribió un
artículo admirable sobre el libro
de Claude Bernard al enterarse
de la enfermedad de éste; maldijo
valerosamente al enemigo en 1870.
Después de la derrota, se prome
tió la venganza patriótica de so
brepasar en adelante a todos los
sabios alemanes.
Temblaba de ansiedad en víspe
ras de sus innovaciones terapéu
ticas y se negó siempre a ciertas
vivisecciones. F i n a l m e n t e , en
1892, en el gran anfiteatro de la
Sorbona, donde su patria, en fastos
excepcionales, se honraba h o n
rándolo, hizo oír este exquisito
dictado, con su voz debilitada: “ A
través de este brillo, mi primer
pensamiento va con melancolía
hacia el recuerdo de tantos hom
bres de ciencia que sólo conocie
ron dificultades” .
Los honores no habían cambia
do su orgullo en v a n i da d , ni
disminuido sus esfuerzos, ni a flo
jado su i nt en sa perplejidad de
creador. Los vivas de millares de
personas en Edimburgo, la gracia
familiar de dos reinas venidas a
su encuentro en Copenhague, la
acogida deferente de las Socieda
des Sabias, las felicitaciones de
Renán al recibir’o en la Acade
mia Francesa, saludando en él al
hombre de genio, la presencia en
la Sorbona y el abrazo de Lister, bajo una aclamación tan larga
que pareció la señal del agradeci
«
miento de los siglos, nada en
turbió sus al t as p r e f e r e n c i a s .
*
*
*
Permanecerá como un ejemplo
extraordinario, porque se armo
nizaron en él, para beneficios pro
digiosos, los sentimientos puros,
la profundidad del pensamiento,
el lirismo en la creación, el impul
so de los más grandes designios.
Cuando evocaba un día el noble
placer y la utilidad de medir “ La
parte del corazón en el progreso
de las ciencias” , habríale bastado
con hablar de sí mismo.
Pero el prodigio fué su espíritu.
La invención lo enriquecía sin
cesar de proyectos; su inteligen
cia fascinadora y su ingenio le
sugerían bellas experiencias; su
rigor y su probidad hacían que
las llevase a cabo. Ninguna prisa
en concluir y ninguna jactancia
en cuanto a su infalibilidad. En
las cuestiones ar du as , parecía
aclarar bruscamente lo que todos
encontraban oscuro, y, algunas
veces, veía tan dé prisa que hacía
creer en la adivinación. En reali
dad, ¡qué cantidad de interroga
ciones, de análisis, de delibera
ciones, qué “ incesante devanar”
daban origen a aquellos relámpa
gos de transparencia o de intui
ción!
No le faltaba nada a aquel ce
rebro; ni siquiera los más ricos
contrastes: la vivacidad y la fe
cundidad; el flujo de las hipótesis
inspiradoras y el culto severo de
la experiencia irrebatible; la in
vención y la nitidez del criterio;
la minucia de los tanteos, de las
verificaciones, y la cascada de
deducciones prácticas; la silencio
sa confrontación de los argumen
tos y la paciencia demostrativa
inclinada hacia la vulgarización;
la coquetería del número de ideas
directrices y la disciplina de una
lógica con fuertes articulaciones;
el culto secreto de la abstracción
y la embriaguez evidente de las
actividades constructivas; el arte
de circunscribir una amplia com
*
*
En el momento de resumirlo
con una palabra, invoquemos la
colaboración d-a su propio crite
rio. Ganaremos con oírlo en uno
de sus mejores días y también,
sin duda, definiéndolo a su gusto:
“ Entre los hombres superiores, de
cía, los hay que, aislándose en sus
estudios, tienen para el tumulto
de las ideas una piedad desdeñosa
y una indulgente ironía. Sin in
quietarse de la opinión general
— que en su espíritu demasiado
delicado confunden f á c i l m e n t e
con la opinión del vulgo— sólo
se proponen ejercer una influen
cia directa en un círculo de pri
vilegiados. Si esta élite les esca
pase, encontrarían en la actividad
y el espectáculo de su inteligen
cia un interés vivo y prolongado.
” Otrcs, al contrario, g u i a d o s
por la necesidad de hacer triun
far sus ideas, se arrojan en las
batallas de la vida pública.
"Finalmente, hay una pequeña
cantidad de hombres hechos tanto
para el trabajo silencioso como
para los debates de las grandes
asambleas. Fuera de los estudios
personales que les aseguran un
lugar aparte ante la posteridad,
tienen el espíritu atento a todas
las ideas generales, y el corazón
abierto a todos los sentimientos
generosos. Esos hombres son los
espíritus tutelares de una nación” .
Así, Louis Pasteur, en plena
gloria, hablando con agradeci
miento y veneración de uno de
sus primeros maestros, nos de
signó discretamente su p r o p i o
lugar entre los genios tutelares
de Francia y de todo el mundo.
(1) Del 18 al 24 de noviembre se conme
moró en París, con importantes ceremonias
y con un congreso científico al que asintie
ron delegaciones de todos los países del
mundo, el cincuentenario de la muerte de
Pasteur. Con e^te motivo, el profesor H.
Mondor ha escrito el presente artículo.
�"P ie rrt Bm h m M "
(1 9 4 2 )
PIERRE
Por
B OIS
RAY MOND
año el Salón de Otoño ha ren
dido homenaje a Pierre Bonnard.
Este pintor es, sin disputa, una de
las cimas de la pintura francesa con
temporánea. La admiración que rodea a
su obra es casi unánime y procede tan
to de los artistas como del público. Con
Matisse y Picasso, Bonnard está a la
cabeza del arte de hoy. Sin embargo,
en tanto que los dos primeros tienen
numerosos imitadores y su influencia
se revela fácilmente en toda la joven
pintura, parece que el arte de Bonnard,
aunque provoque los mismos entusias
mos, no provoca análogos ecos y conti
núa desarrollándose en su serena sole
dad sin crear adeptos. Hay en esto un
fenómeno que puede parecer sorpren
dente y que merece se busquen sus ra
zones. Sin duda se debe a que la obra
de Bcnnard refleja un mundo feliz que
no se conforma a los tiempos revueltos
en que vivimos; sin duda se debe, tam
E
ste
ISA R D
C O GNI A T
bién, a que esa obra ha sido realizada
al margen de doctrinas, porque no res
ponde a ninguna teoría, sino a una ma
nera de sentir y mirar que son intransm is itl: s, puesto que sólo existen en fun
ción de la sensibilidad del autor.
I
Ciertamente, las creaciones de Bon
nard pueden prestarse a razonamientos
y justificar sutiles comentarios, pete
éstos tienen que tomar como punto áe
partida a la obra, en tentó que en mu
chos otros casos las teorías la condicio
nan. Así, un cuadro de Bonnard parece
siempre nacido espontáneamente. Sis
embargo, si se mira de cerca, vése Que
tal logro, ten perfecta armonía, han sido
premeditadas antes de cumplirse.
El milagro reside en esto, en perma
necer dueño de sí y de su técnica
punto de conservar en cada cuadro
frescura de la inspiración inicial la emoción directa, casi ingenua, de los descu
brimientos imprevistos. Pues cada «u
i
�" Autorretrato"
una exquisi ta modestia, que no sólo se
advi ríe en sus actos a lo largo d i una
existencia sin altibajos, sino en su mis
mo sentido del color, en el tacto, la sua
ve sobriedad de sus cuadros. F ie r r e
Bonnard era un poco el náufrago inevi
table tn el violento remolino de las esmetas contemporáneas, voceadoras, agre
sivas, inventoras.
En sus óleos, en sus apuntes, en sus
carteles, en sus panneaux decorativos,
encontramos hoy un testimonio solita
rio de los pocos espíritus que conserva
ron una imagen risueña, leve, billa, en
los días más turbulentos, en las épocas
más desgarradas. Dos grandes guerras
y una serie de luchas cruentas no bas
taron para apagar la sonrisa de Bon
nard. para ensombrecer su p a lito car
gada de tenues colores, frescos y ligeros,
como temblorosas llores que eternizaran
ese momento indícible en que te mues
tran coronadas de un rod o primaveral.
Violetas, amarillos, lilas, azules, todos
ellos contenidos por una sinsibilidad a
la que debían causar horror los con
trastes. las aventuras, las crudezas, des
filan hoy ant nosotros con un color de
época que. siendo su limitación, es, sin
embargo, su gloria y su premio. Pues
aunque su vida se adentra en nuestro
siglo hasta este año avanzado, los te
mas, los colores, la sensibilidad de Bon
nard, par een haberse entregado fiel
mente a aquellos años que sirven de
puente entre los dos siglos. Todo ello
sin envejecer, sin que, como los dague
rrotipos, ;sa calidad de época esté be
sada en cierta marchites conocida per
todos los que hayan hojeado viejos ál
bumes de fotografías.
Decía de él hfaurice Denis, uno de
de Bonnard es un nuevo acorde perfecto,
una obra compuesta de elementos y de
sentimientos en apariencia inconcilia
bles: •¿mídez y modestia se aviene con
las certidumbres y las afirmaciones de
intransigencia: la originalidad de los
acordes, de la disposición de los obje
tos o de los planos en el espacio, la
audacia extrema, no contradicen la in
clinación a no escandalizar. Asi, el me
nor tema se enriquece de esplendores
inesperados: una tela blanca, una bañe,
ra. se irisan de reflejos nacarados y se
recrean en una materia suntuosa y re
finada. A pesar de toda esa elegancia
y esplendor, el conjunto conserva una
extrema sencillez, con sus resonancias
apagadas como una silenciosa melodía.
ün arte en apariencia tan sencillo, se
mantiene, Inevitablemente, al margen
de las batallas estéticas que agitan al
mundo artístico desde hace casi un si
glo. El oficio que atestigua, es un medio
de expresarse mejer y no un pretexto
de virtuosismo gratuito. El propio ca
rácter de Bonnard no se presta a las
discusiones teóricas.
Por la tranquila alegría de vivir que
emana de esa pintura, par el brillante___
esplendor de los colores que la caracte
rizan, la obra de Bonnard puede ligarse
al impresionismo sin, en modo alguno,
imitarlo, sino más bien prolongándolo
en nuestra época, a la que se tiene ten
dencia a creer exclusivamente preocu
pada de austera intelectualidad. La pre
sencia de Bonnard está en contradicción
con la dominante opresión de los siste
mas, contradicción extrañamente suges
tiva, cuyo poder y seducción tienen tan
ta más fuerza de convicción cuanto que
se imponen con una gran discreción, pe
ro también con ineludible y suave te
nacidad.
H arte de Bonnard, con ser excepcio
nal no es. sin embargo, pasado de moda.
Si las atmósferas, las tiernas intimida
des que representa, evocan un tiempo
ya pasado, los medios que emplea y las
obras que crea son asombrosamente jó
venes y vivientes. Poseen la frescura y
actualidad que se encuentra en las di
ferentes épocas del arte francés en sus
más prestigiosas encamaciones, espe
cialmente en el siglo X V III. Aunque no
puedan compararse los temasUe Bonnard
con los de Watteau, ni tampoco la téc
nica de ambos, sin embargo, hay entre
ellos un paralelismo de sensibilidad y
analogías más fáciles de experimentar
que de definir. A s i aun en los momen
tos más originales y excepcionales, el
arte de Bonnard se entronca intima
mente con la m is pura tradición fran
cesa, a la que él prolonga renovándola.
«
•
a
.V. de la R. — Muy en silencio, como
era de espirar luego de una vida apar
tada del estruendo, ha pasado la recien
te noticia de ¡a muerte de Fierre Bon
nard, uno de los más delicados pintores
franceses de los últimos tiempos.
S\f vida y su obra. Inseparablemente
unidas, una misma cosa, transcurren,
desde finales del pasado siglo hasta
nuestros dias. Quizá el principio del si
glo que corre señala la fecha de su
mayor resonancia y de su madurez. De
"U
í
cahime* 4e tafette"
(1912)
sus más fervientes admiradores: “ Sien
do camarada supo desde IM t. en la Academie Jullian, conozco bien la edad de
Bonnard Pero me ocurre dudar que
haya transcurrido desdi entonces más
de medio siglo, tan joven permanece tu
pintura y tan fiel al espíritu juvenil de
rus comienzos (lo cual no quiere decir
que en se largo periodo nc haya alcan
zado su pltno desarrollo y tenido varias
maneras).
Con él desaparece, acaso, el ulttm o
pintor de la intimidad benévola, no
exenta le una galantería sencilla, a lime. de buen gusto. Vena de ternura
de sentimiento poético.
El articulo que aquí publicamos, del
prestigioso critico R. Cogniat, fue es
crito con motivo de sus muestras en el
últim o Salón de Otoño celebrado en
París, peces meses untes de su muerte.
y
�riles. Los adelantos técnicos son extra
ordinarios, y para dar idea de ellos di"
remos que en algunas fábricas se logra
reducir a polvo el líquido mediante con
gelación en el vacío, utilizando una tem"
peratura menor de 50° C. bajo cero y ur'
vacio de 0.01 mm. de mercurio, con lo
que si hielo se vaporiza sin pasar ñor «i
estado líquido.
La penicilina de los primeros tiempos
tenia una escasa actividad: unas 15o a
300 unidades por miligramo, lo que sig
nificaba que su pureza solamente alcan
zaba a un 10 ó 20 % ; en la actualidad"
contiene alrededor de 1.400 unidades por
miligramo, o sea que su pureza llega a
un 80-90 % , e incluso se obtiene la pe.
nicilina absolutamente paira, que es uñ
polvo blanco como la nieve con un loo %
de pureza y 1.666 unidades por miligra
mo. Aquellas penicilinas había que dar
las poco concentradas, pues de lo con
trario resultaban muy dolorosas. Por lo
general, las dosis eran de 15.000 ó 20.000
unidades en 5-10 c.c.; las actuales pue
den darse, incluso, a las dosis concentra
dísimas de 200.000 ó 500.000 unidades en
2-4 c.c. Este proceder es el llamado de
las “ dosis masivas” , que parece que está
destinado a revolucionar la técnica de
administración.
Pora producir penicilina en cantidad ero precito multiplicar el número de tráteos. He aqui una sección de uno fábrica, produciéndoles.
La aplicación clínica de la penicilina
tropezó con el grave inconveniente de
que se eliminaba con extraordinaria ra
pidez, y para que fuera eficaz era preciso
alcanzar y mantener determinados nive
les de la droga en sangre. Era —según
Florey— tanto como querer llenar de
agua una bañera con el desagüe, abierto.
Esto obligaba a administrar la droga de
una manera casi continua, y como re
sultaba tan dolorosa, muchos enfermos
pensaban que era peor el remedio que
la enfermedad. Psu-a vencer ese obstácu
lo se ha aguzado el ingenio, y los inves
tigadores pensaron en “ tapar la bañera"
bloqueando el riñón mediante la inyec
ción de algunas sustancias que se eli
minan por esa vía más lentamente, pero
ha tenido más éxito la inyección de la
penicilina en sustancias de gran den
sidad — aceite y cera de abejas—, con
lo que se forma una especie de “depó
sito” en el organismo, del que va des
prendiéndose lentamente la penicilina,
consiguiéndose mantener asi niveles úti
les durante 12 ó 24 horas. La actual ten
dencia a las dosis masivas podria des
cribirse como un intento de solucionar
Frosca de cultivo del moho "Penicillium aotatum " al cobo de varios dias de incubación. En el medio esterilizado se inoculan las es
poras del hongo. La boca del frasco deio paso al aire ni través de gasas y algodones que filtran las gérmenes qua aquél pueda con
tener a fin de mantener puro el cultivo. Esta ara la manera primitiva de obtener la penicilina.
LA PENICILINA DE AYER Y DE HOY
Por José Luis M. Anthonisen
ya lejano el año 1929 en el que
Fleming, de una manera casual, hi
zo el descubrimiento de la penicilina.
El hecho ha sido relatado muchas ve
ces: una placa de un cultivo de estafi
lococos (uno de los gérmenes más co
munes de las infecciones) que había
quidado destapada en su laboratorio fué
contaminada a ccid en ta lm en te por un
hongo del aire (.penicillium nota.tv,m) y
en tom o a la colonia de ese hongo se
dibujó un círculo que quedó libre de
gérmenes. Luego allí había una sustan
cia que los atacaba y destruía. Así na
ció lo que es considerado por muchos el
descubrimiento médico más grande del
siglo. (Casi siempre en los descubrimien
tos hay un factor casual, pero para no
alentar demasiado a aquellos lectores
que puedan pensar que entonces no hay
como dejarse estar y esperar a que las
cosas caigan llovidas d=l cielo, conviene
recordar que esas casualidades, por lo
general, sólo suelen percibirlas quienes
por haber dedicado muchos años de su
vida al estt'.-’ io y a la investigación tie
nen una gran capacidad de observación;
E
stá
los demás pueden presenciarlas cientos
de veces “sin verlas" o sin darse cuenta
de su trascendencia).
También ha quedado muy rezagado el
año 1941 en el que Florey y sus cola
boradores ds Oxford, lograron producir
y aislar después de innumerables es
fuerzos, unas pequeñas cantidades de
aquella delicada sustancia antiséptica
que, cosa curiosa, se destruía a la me
nor contaminación, y aplicarla con re
sultados excelentes a medía docena de
enfermos decahuciados.
Desde isas fechas hasta la actualidad
se han realizado progresos extraordina
rios, debidos tanto a la capacidad, de
los hombres de ciencia ingleses y norte
americanos, como al espíritu emprende
dor de los fabricantes que no titubearon
en invertir grandes sumas de dinero en
montar enormes plantas de producción
de la penicilina en momentos en los que
el descubrimiento de la estructura quí
mica de la misma hubiera significado
su preparación sintética y el cierre de
todas aquellas costosas instalaciones.
De :sos extraordinarios progresos va
mos a intentar dar una breve visión.
L a penicilina se obtenía al principio
sembrando el esporo del moho — tan pe
queño que caben cómodamente 1.000 en
fila sobre la cabeza de un alfiler— en
botellas que contenían el medio de cul
tivo. Este era el llamado “ cultivo en su
perficie” . El rendimiento era escaso: en
los primeros tiempos, entre 4.000 y 12.000
unidades por frasco; más adelante, has
ta 50.000 unidades. Los fabricantes acu
mulaban cientos de miles de botellas en
enormes salas estériles (hasta 300.000
llegaron a tener los Laboratorios Glaxo,
de In gla terra ). No hace falta señalar los
prodigios de habilidad y técnica que se
precisaban para evitar la contaminación
de esos miles de frascos a lo largo de las
diversas manipulaciones de siembra, cul
tivo y cosecha. En la actualidad se uti
liza el procedimiento llamado de “ culti
vo en profundidad". Las botellas han
cedido el puesto a enormes tanques de
más de 7 metros de altura y 22.000 litros
de capacidad, donde todas las operacio
nes de siembra y extracción se realizan
en forma automática por tuberías esté
Experimento» con penicilina. Sobre un pla
to da cultivo de "Stophylaeaccuj aureui"
*e colocan uno» cilindro» de vidrio o por
celana barnizada en cuyo interior se vier
te la penicilina, la cual té difunde poco e
poco por el medio de cultivo. En el plato
última — derecho— *e obtervo un círculo
en torno a cada cilindro, que señala la lo
na de inhibición del desarrollo del e»tofilococco.
�el problema, metiendo en la bañera mu
cha más agua de la que puede salir de
ella.
Conviene señalar aquí que la adminis
tración de penicilina, si bien no tiene
inconvenientes, no debe hacerse indis
criminadamente. La aplcación a dosis
insuficientes o en forma incorrecta pue
de hacer que los gérmenes se tornen
resistentes a la droga, y aunque el pro
blema no Uene en este caso la impor
tancia que con las sulías, puede signifi
car un grave inconveniente cuando se
trata de resolver un momento crítico.
Por eso su aplicación debe estar en las
manos exclusivas del médico.
La penicilina se medía al principio en
Unidades Oxford o Florey, nombres da
dos en honor del grupo de investigadores
y del autor, a quienes más debemos en
este aspecto, pero en la actualidad rige
ya la Unidad Internacional que equivale
a la actividad específica de 0.6 microgramos de la sal sódica de penicili
na H (G ).
Desde el comienzo se dedicaron gran
des esfuerzos para descubrir la estructu
ra química de la penicilina. Esos estudios
han revelado que existen varias penici
linas químicamente diferentes, habién
dose aislado hasta ahora cuatro, a las
que se han designado J, II, I I I y IV en
Gran Bretaña, de acuerdo con el orden
de su descubrimiento, y P, G, X y K en
los Estados Unidos. Lo importante es
que difieren en cuanto a su eficacia,
siendo la más desventajosa, desde el
punto de vista clínico, la K , por lo que
los fabricantes tienen buen cuidado de
descartarla de sus productos.
Hoy en día, aunque se llegara a la
preparación sintética de la penicilina, es
tal el adelanto y la perfección a la que
se ha llegado en la industria de la pre
paración natural de la misma, que su
producción no resultaría más económica,
por la que el hombre seguirá valiéndose
de ese modesto hongo de la Naturaleza
para fabricar ese maravilloso medica
mento al que se debe ya la salvación de
miles y miles de vidas que sin él se
hubieran perdido.
mismo. Primero el hombre logró con la
escritura perpetuar su pensamiento en
una lucha de siglos y hasta milenios.
Con el advenimiento de la imprenta el
pensamiento pudo ser difundido hasta
el último rincón de la Tierra. En lo que
va d: siglo se ha conseguido hacer lle
gar, no ya el pensamiento cifrado, sino
la palabra viva, con todas sus cuali
dades, con su fuego, con su fascinación,
al medio de los mares, a las montañas,
a los desiertos, a las selvas, y ello en el
plazo de unas fracciones de Segundo. Y
por fin ya no es la palabra descamada,
Desde hace tiempo, hombres de ciencia y
artistas vienen intentando recomponer la
fisonomía de nuestros remotos antepasa
dos. Esto figura corresponde, según J. H.
MacGregor, al "pitheconthropus", cuyos
restos encontró en Jova el médico holan
dés Dubois, a comienzos del siglo actual
despacho de Londres acaba de in
formarnos de un hecho que bien
puede hacer época: la primera
conferencia televisada. Desde los estu
dios de la BBC, en el célebre Alexandra
Palace hotel ( i ) , el profesor Thomas
Edward Allibone, discípulo de Emest
Rutherford en el laboratorio Cavendish
de la Universidad de Cambridge, dió
una conferencia sobre física anatómica,
ilustrada con esquemas, películas al ra
lead y hasta con experimentos, patro
cinada por el Instituto Británico de
Ingenieros Electricistas. El profesor A lli
bone tuvo a su cargo investigaciones de
suma importancia relacionadas con la
bomba atómica durante la guerra y por
ello está especialmente indicado para
una labor como la llevada a cabo desde
los estudios del Alexandra Palace Hotel.
Sin salir del lado de sus chimeneas, los
londinenses provistos de un receptor de
televisión, han podido escuchar las pa
labras del sabio investigador, presenciar
sus bien estudiados y preparados expe
rimentos y seguir cual si estuviesen an
te d i, sus gestos y sus ademanes. El
parte nos informa que la conferencia
fué televisada con pleno éxito.
Ü
sona humana distante la que llega a
nosotros cargada de saber, de experien
cia, de misterio. Los muros universita
rios no se han derrumbado. Si así lo
queremos en nuestra mano está o poco
menos, la universidad para todos y a
domicilio. Y quien dice la universidad
dice las mejores orquestas, los grandes
laboratorios, el paraninfo de un hospi
tal, un observatorio astronómico...
( i ) Véase la Página
NV 6 de C AB ALG ATA.
Científica del
El artisto belga Mátete, bajo la dirección
del profesor A . Rulot, nos ofrece este pro
bable recomposición del llamodo "hom bre
de Heidelberg", o bien "H o m o heidelbergensis", el primer testimonio "p len a
m en te" humano de que se tenga noticia,
s e g ú n lo opinión más generalizada.
EL ESLABON PERDIDO
D
que la teoría de la evolución
fué aceptada por los hombres de
ciencia, existe una particular an
siedad por hallar eslabones perdidos, fo r
mas de transición entre unas y otras
especies, entre un género y otro género,
entre órdenes y familias afines, etc. Sin
esde
LA C A T E D R A
DEL M A Ñ A N A
sin fisonomía ni ademán, sino la per
que sea del todo racional, se ha venido a
imaginar las distintas estirpes filogenétícas como una cadena de numerosos
eslabones y casi siempre rota por una o
varias partes, falta de algunos eslabones
supuestos fundamentales.
De todos estos eslabones han cobrado
n
Más que detenernos a analizar las
posibilidades que este primer experi
mento pone delante de nosotros, nos
gustarla que lo hiciese el lector por si
¿La Bacteria del Petróleo?
de muchos rompederos de
cabeza los químicos han descubier
to la manera de fabricar por vía
sintética el oro negro. El petróleo, rareza
hacia 1850, y mayor rareza aún cuando
los sumerios utilizaban algunos de sus
productos para pegar ladrillos y hasta las
partes metálicas a las no metálicas de
algunas ds sus obras de arte, (hacia
finales del IV milenio a. de C .), es hoy
una materia prima importantísima. Por
supuesto, se acreditó y aún conserva su
crédito como combustible, como la san
gre de Ares, el dios de la guerra, pero
hoy no faltan quienes se lamenten de
este empleo, quienes se duelan de su com
bustión pensando sobre todo en el cau
cho, en las sustancias colorantes, en las
fibras sintéticas y en miles de cosas
más que los químicos pueden sacar de
sus cadenas interminables de átomos de
carbono e hidrógeno anudándolas y des
anudándolas con las de otros productos
no menos toscos y grasicntos. Nada tie-
D
espués
ne de extraño que c, petróleo sea más
codiciado cada día y que con petróleo
se compren y vendan muchas concien
cias. Pero aún asi los geólogos no saben
bien cómo y quién ha hecho a los mag
nates este don maravilloso, d o r m id o
durante millones de años en las entre
telas de la corteza terrestre. ¿Es de ori
gen inorgánico u orgánico? ¿Qué con
diciones presidieron o determinaron su
formación? ¿Temperaturas? ¿Presiones?
¿Fermentaciones? ¿Humedad o seque
d a d ?... Estos problemas no podían ser
tratados a la ligera cuando sólo en per
foraciones s* gastan anualmente alre
dedor de 88.000.000 de libras esterlinas.
Además, y si el día de mañana las re
servas acaparadas a costa de muchas
trampas, sobornos, intrigas, asesinatos
Incluso, se agotan ¿qué va a ser del
poderío de ciertos países y de las ac
ciones de tantos millonarios? Por eso
desde hace tiempo empresas y gobiernos
gastan muchos millones — aunque no
G I E N C I A S : A cargo de
J.
Otero
Espasandín
especial interés los de la cadena huma
na. Sobre la pista de los mismos andan
los anatomistas, los prehistoriadores, los
geólogos, los antropólogos.
Los busca
dores de tesoros n o sa b en que unos
dientes, una mandíbula, un frontal o
cualquier otro residuo humano encon
trado a suficiente profundidad bajo alu
viones o depósitos de otra naturaleza
bien pudieran valerle una fortuna, por
que ¡qué no daría un Museo norteame
ricano por unos huesos pertenecientes a
un sub o superhombre de los albores
de la humanidad!
Ahora mismo acabamos de leer un
parte fechado en Nairobi sobre el esla
bón perdido de la cadena de la evolu
ción humana. (L o de la cadena también
pertenece al parte en cuestión). Poco
antes de la guerra unos hombres de
ciencia sudafricanos e n c o n tra ro n un
cráneo en Kenya, y una autoridad en
la materia le asignó la categoría de
eslabón. Ahora un sabio del epartamento
de de anatomía de la Universidad de
Oxford, el profesor Le Gros Clark, aca
ba de someterlo a un estudio minucio
sísimo, del cual parece resultar — la cau
tela nunca está de más, aún tratándose
de opiniones de sabios— que las ideas vigEntes sobre la evolución humana van
a sufrir un vuelco tremendo. Hace cosa
de 250.000 años, la región donde se
encontró este cráneo parece que estuvo
habitada por hombres-monos, seres cu
ya capacidad craneal era la cuarte par
te de la nuestra, no obstante lo cual
vivían en grandes comunidades, cami
naban erguidos, tenían caracteres hu
manos, sobre todo en lo que se refiere
a dentadura y miembros. Pero su as
pecto, para quien no los viese con los
lentes de un profesor de anatomía, era
de mono. He aquí, pues, un nombre más
que añadir — mientras no se demuestre
lo contrario— a la lista, nada grande
por cierto, del hombre u hombres o
semihombres del pasado: el de Kenya,
el de Java, el de Pekín, el de R odesia...
tantos como en perforaciones— en el
sostenimiento de laboratorios, donde tra
bajan eminentes biólogos, geólogos, quí
micos. Y así fué cómo uno de estos
hombres de ciencia atrapó, al cabo de
indecibles desvelos y fracasos, la piedra
filosofal del petróleo o al menos* según
sus declaraciones, una de las piedras
filosofales posibles, pues tiene la mara
villosa propiedad de convertir tierras
secas en sangre de Marte, en oro negro,
en algo tan codiciado como lo fueron
las especias durante la Edad Media y
comienzos de la Edad Moderna, como el
oro, como las perlas de Oíir. Claude E
Zoberl, del Instituto Scripps de la U ni
versidad de California, es el feliz mor
tal que parece haber hallado la pista
de esta bruja, desconocida hasta ayer,
y bautizada con el nombre cabalístico
de "Desulfovibrio Halchydr ocar bono B elasticus", si hemos de dar crédito a las
agencias noticiosas. Pero, ¿es posible?
— se preguntarán millones de incrédu
los. Una planta microscópica extraída
de depósitos submarinos de petróleo es
capaz de obrar el milagro diabólico de
convertir determinadas sustancias de las
más corrientes en esa mezcla prodigio
sa de hidr ocar bonos, de donde el hom
bre saca los combustibles que impelen
las alas de los aviones sobre los hielos
d ; la» Antártida, sobre las cumbres más
altas, sobre los mares, asi como las f i
bras que enloquecen desde los escapa
rates a nuestras esposas e hijas, y cien
tos de cosas a cual más tentadora. La
verdad es que cuesta creerlo. Pero si
bien se mira, cosas por el estilo se ven
a diario. ¡Quién sabe si el día menos
pensado no surge la idea de erigir una
estatua a la bacteria en la cima del
Empire State Buildingl
S I X T O P O R T E LA .
Comodoro Rivadavía, enero de 1947.
�10
resplandecen. La línea y el plano crean
el movimiento sorpresivo, quitan a lo
folklórico sus plumas de indio, y surge
entonces la dimensión del volumen, el
hecho plástico viviente. En América, lo
real se confunde con lo imaginario, en
busca de personajes primitivos que vie
nen de un mundo remoto y que ostentan
las virtudes y caracteres de una cobriza
raza milenaria. ¿Que lo chino, la japo
nés, lo persa, o sea, lo oriental, entra
con sus duras aristas y el peligro disgregador del color desaparece en fun
ción de la forma? Claro, en el Altiplano,
la línea y el volumen, una vez más, son
el austero mensaje de una tierra cuyos
ojos viven enclavados en un diálogo de
naturaleza eterna, la cual, a partir del
Ecuador, se entrega al riesgo del hombre
y el paisaje desaparece atacado por las
indumentarias.
LA
ESTELLE MANDEL
OMO no han de tener d ifi
cultades, especialmente eco
nómicas, lo s a r t is t a s en
nuestro tiempo? Mas en los Estados
Unidos, la entidad Artistas Am eri
canos Asociados trabaja desde hace
doce años en una tarea que tiende
a salvar esos inconvenientes. Colocar
obras de pintores, escultores y gra
badores, interesar a los compradores
particulares y a grandes compa
ñías, desarrollar una intensa cam
paña de propaganda mediante pu
blicaciones, folletos, etc.
Esta asociación dispone de gale
rías de arte en Nueva York, Chica
go. California y otras c a p ita le s .
Probablemente ha de disponer de
un departamento nuevo, el de Am é
rica I/atina. en Buenos Aires,; el
centro más importante del conti
nente sur. Estelle Mandel, vicepre
sidenta de la “ Associated American
Artists” , en gira por estos países,
propondrá, sin duda, esta iniciativa
a su regreso a Nueva York, y ella
ha de contribuir, de modo sobresa
liente, para establecer lazos cultura
les entre los creadores americanos.
Nuestros artistas tendrán una orga
nización viable para la colocación
de sus obras.
La señorita Mandel presentará,
además, un informe a la asociación
que representa y al Departamento
Cultural de la Unión Panamericana
sobre la situación de los cultores del
arte en Sudamérica. Propondrá a la
“Unesco” una exención de derechos
aduaneros para la circulación de
obras entre las naciones del mundo,
a semejanza de los Estados Unidos,
que aplican esta disposición harto
simpática para to d o s los artistas
contemporáneos vivientes.
Estelle Mandel pertenece a la re
vista “ A rt News” , a la que envía
correspondencias. Su paso por la
Argentina ha sido breve, pero no
obstante le ha. servido para visitar
museos y galerías, artistas y críti
cos argentinos. Su viaje actual abar
ca Venezuela, Brasil, Uruguay, A r
gentina, Chile, Perú, Ecuador y Co
lombia. Estará de regreso en Bue
nos Aires seguramente en el invier
no próximo.
AMERICA Y EL ARTE
D i á lo g o con la p i n t o r a G e r t r u d i s
Chale
Por ROMUALDO BRUGHETTI
de Bolivia, de Perú, de Ecua
dor, donde el horizonte quiebra el
paisaje y lo arrastra a una geo
métrica infinitud. Agolpadas montañas
cuyas líneas y planos de color miden
la fuerza del espacio. Vientos de duras
soledades, estableciendo por silos las ar
ticuladas columnas que descienden de
las laderas de los cerros en escurridos
^
altes
sistemas circulatorios de origen mineral.
Pienso en un B r u e g e l de convocadas
escenas populares, en Gauguin de fuer
tes tipos raciales, en los japoneses con
su pura linea y arabescos.
Todo impresionismo yace abandonado
toda línea se simplifica y circunda a
seres humanos y objetos: lo abstracto
y lo real, por tanto, se ensamblan y
P IN T O R A
G E R T R U D IS
CH ALE
La penetrante pintora Gertrudis Chale
cursó durante 18 meses la roqueña pla
nicie americana. Después de años trans
curridos en Buenos Aires y suburbios,
la Pampa, la Patagonia y en el intuir
desbordado de imágenes que ascienden
hacia la Quiaca, inicia en abril de 1945,
la avanzada de su pintura que la con
duciría hasta el Altiplano. Acuarelas de
Juan Carlos Castagnino, grabados de
Clément Moreau y fotos originales de
los huacos del Museo de La Plata de
Horacio Cóppola, acrecentaron su em
bajada cultural. Son, Juan Carlos Dávaíos en Salta y Cecilio Guzmán de
Rojas, en La Paz; Julia Codesido, José
Sabogal y Moisés Puentes Ibáñez, en
lim a ; los poetas Cardón y Jorge Gue
rrero, en Ecuador, y tantos otros artis
tas y escritores, quienes le abren los
valles de los tesoros artísticos de sus
seductoras ciudades y la aproximan a
la ruta de América Expuso en Salta,
Lima y La Paz. Con nosotros, ahora:
croquis, temperas, óleos, fotos, apuntes
y anotaciones para una exposición y un
libro; con nosotros su incesante destino
artístico y su testimonio humano.
EL PA IS A JE A M E R IC A N O
— Existe un fragmento de Elle Faure
en que atribuye, en comparación con
Francia, color vulgar a los paisajes y
atmósferas de América. ¿Qué responde
a esta objeción, Gertrudis?
— Si por vulgar entiende la ausencia
de atmósfera vaporosa que matiza la
luz y los colores, el crítico francés está
enormemente equivocado. Si se refiere
al Altiplano, es aún más injusto; éste
está situado en gran parte sobre los
trópicos y tiene atmósferas vaporosas
con irisaciones y matices de luz de in
verosímil variación y delicadeza. El pai
saje americano en su expresión sintética
se halla cercano a los conceptos de la
pintura actual más que de los de Fran
cia, pues se acerca a nuestras exigen
cias de líneas, ritmos y planos. Esto en
los parajes más desérticos, más yermos,
en los páramos. Si observamos ias Pu
ñas de Sal (S3n Antonio de los Cobrea
Uvuni, e t c ) veremos los más hermosos
efectos de luz, sin ser ellos, por cierto
impresionistas.
P IN T U R A AM ERICANA
—¿Con estos elementos integradores
es posible entonces la creación de una
pintura americana?
—He tenidc oportunidad de comparar
el arte occidental con el arte autóctono
antiguo y c o n te m p o r á n e o de nuestro
continente. He llegado a ia jonciusón
de que el arte americano puede ser úni
camente de inspiración americana. Aá
le paso a los mejicanos, que han creado
una corriente nacional (escuela), siendo
ella una temática (inspiración) autóc
tona realizada según los cánones y cri
terio del arte europeo, y con los medios
tecni.os europeos.
¿EL C U B ISM O . DE ORIGEN
A M E R IC A N O ?
— ¿Mas el cubismo, como alegan cier
tos críticos, habría sido inventado des
pués de las primeras fotos de Machu
Picchu?
— Un viaje por les países índoamericanos, en contacto con sus realidades y
Museos, me aportó la convicción de que
eJ arte universal contiene un sinnúmero
de factores cuyo lugar de origen bien
uuede haber sido nuestra América, Sus
paisajes, tan a menudo colmados de as
pectos metafísicos y abstractos, y tanto
más verdaderos cuanto más se le sueña
y recrea, es decir, se vuelven poesía
pura, son fundamento mismo del código
del arte contemporáneo. Luego, el hom
bre que anima estos paisajes, su vesti
menta, sus actitudes y su expresión, es
pura plástica. He asistido a muchas fe
rias, concurrí a muchos mercados en
donde el movimiento de las masas, la
repetición de formas y colores, se con
vierten en los más hermosos pretextos
nara la pir tura abstracta Y en los mu
seos de arte indigenista, al examinar los
bordados en los mantos reales de dinas
tías preincaicas, uno se convence de
pronto que ya se ha dicho la última
palabra en arte Ubre de teda convención
millares de años antes de Picasso.
A R B IT R A R IE D A D Y CREACION
— ¿Entonces, la estética moderna, se
gún su experiencia, pudo abrevarse en
estas expresiones artísticas?
— Los bordados de los tejidos maravi
llosos de la cesta del Perú muestran
una estilización del cuerpo humano de
1» más extraordinaria arbitrariedad. El
cuerpo humane entra en rectángulos o
triángulos, arreglado y descompuesto
aquél según la necesidad de llenar estos
espacios. Asi se ven figuras, en hileras
de cinco o seis cabezss en la espalda,
una cantidad de piernas y brazos de
�diversas proporciones, el todo dentro de
atrevidas interpretaciones, y en un or
den plástico de gran belleza de ritmo
lineal y color. ¿No es esto contempo
raneidad?
PICASSO Y LA C IV IL IZ A C IO N
AM ER IC A N A
— ¿Halló usted antecedentes de las
innovaciones picassianas en el Perú?
—Si hacemos un salto y analizamos
en qué consisten las innovaciones más
extravagantes de Picasso, nos encontra
mos que ellas están ligadas a estas ar
caicas representaciones. ¿No es, acaso
' una de ias características sobresalientes
; c obras del malagueño la recreación
libre y arbitraria de elementos y cosas
conocidas y familiares, según un código
personal y subjetivo, la conjugación de
elementos plásticos hasta lo exhaustivo
de sus posibilidades expresivas?
en principio al estilo de sus profesores.
A esta regla escapan, por supuesto, los
que han podido alcanzar Buenos Aires,
Méjico, Estados Unidos o Europa, Cuan
do no existe este contacto, lo folklórico
predomina, y es lamentable porque se
pierden aptitudes muy verdaderas.
Q U IT O . LA ROM A DE A M ER IC A
DEL SUR
— ¿Es Quito una ciudad excepcional
por sus tesoros artísticos?
—Una especie de Roma de América
del Sur, brindando, en el conjunto de las
bellezas naturales, extraordinarios teso
ros coloniales que favorecen la expan
sión y el culto del arte. Además, está
casi terminada la Casa de Cultura, que
ha de ser una Meca para todos los ar
tistas, una cita entre Norte y S u r...,
el Ecuador de las Artes.
A R T IS T A S AM ERIC AN O S
M A TISSE. D R A M A T IC ID A D DE
LA LIN EA
—Pensamos en las inscripciones linea
les de Matisse. ¿Pueden estar ellas tam
bién fundadas en tales testimonios ame
ricanos?
—Efectivamente, los mismos rasgos
enérgicos y oscuros a modo de contorno
como se ve en todas las representacio
nes gráficas de origen americano, pre
incaico e incaico (incluso arte rupestre,
azteca, maya) inciden en el modo de
inscripción europea moderna en muchos
artistas, como Matisse. En estas ins
cripciones en que se da dramaticidad a
la línea, el drama visible y anecdótico
está ausente. Nada enteramente nuevo
se ha intentado hoy, pero también es
prueba de que los artistas europeos sa
ben mirar y v e r... Sin embargo, ¿no
es cruel y absurdo que el artista ame
ricano pueda llegar a la conciencia de
lo suyo por arriba de la enseñanza
europea?
LA ENSEÑANZA A R T IS T IC A
—Entendemos que existe en la ense
ñanza artística de Bolivia, Perú y Euador una evidente falta de medios para
ayudar al artista a encauzar su visión
y aprender un sólido oficio. ¿Esto es
verdad?
—De modo impresionante. La casi to
tal ausencia de material gráfico, la po
breza incomprensible de las escuelas de
bellas artes, que funcionan a veces en
edificios medio derruidos, sufriendo la
carencia hasta de papeles, colores, etc.,
y. por último, una falta de contacto ver
daderamente alarmante con otros am
bientes. Esta falta produce un curioso
fenómeno: existe pasión, hambre, por
saber qué se produce afuera, ver cua
dros originales y de categoría para el
conocimiento técnico, modalidades, etc.
Es un hecho que tanto en Bolivia como
en Perú los jóvenes artistas se aferran
— ¿Ha conocido usted artistas del A l
tiplano?
— Tengo un hondo recuerdo por Guz‘ mán de Rojas, por José Sabogal, hom
bre de intensa personalidad, que fué mi
guia en Perú y por cuya penetración el
arte cuzqueño se me hizo inteligible y
viviente. En la obra de Julia Codesido
tuve una notable revelación, pues vi
cómo un artista puede aprovechar la
maravillosa fuente de inspiración que
ofrecen estos países indoamerícanos. En
Buenos Aires he de exponer este año
una colección pequeña de grabados so
bre madera que me han confiado Sa
bogal y el renombrado pintor ecuato
riano Jorge Kingman.
F E R R O C A R R ILE S A CINCO M IL
M E TR O S DE A LT U R A
— ¿Y lo inmediato de estos pueblos?
—Que adelantan a pasos de gigante.
Los he recorrido en todas direcciones
y mediante todos los medios de locomo
ción, aun los más primitivos. Pero es
tán provistos de excelentes carreteras,
tienen ferrocarriles que suben a cinco
mil metros, existen confortables hoteles
y los precios son bastante civiles.. Y
las gentes son nobles, muy cordiales y
estimuladoras.
UN PU Ñ A D O DE M A I Z . ..
¿Cómo seguir a Gertrudis Chale en
su itinerario de realidad y sueño ex
tenso y buido? Ha entrado ella delibe
radamente en el continente sudamerica
no, en el más austero y desnudo clima,
el que pocos saben amar.
Al dejarla en su casa de Bella Vista,
rodeada de sus experiencias e imágenes,
regustamos aún palabras suyas: “ Siento
oue América me conquistó y debo, a mi
vez, conquistarla. . . Un puñado de maíz,
un puñado de arena me bastan como
máximo tesoro".
�El H o r m i g ó n A rm a do y la
Arquitectura Contemporánea
Po r
j, hormigón armado no ha logrado
aun su sistema constructivo. Se
entiende que su uso debía dar ori
gen a una técnica y plástica propias,
creando formas orgánicas y caracterís
ticas, y en general se siguen usando sis
temas constructivos creados piara otros
materiales. Sólo se han ampliado o per
vertidos viejos modos de construir, pro
pios del hierro, la piedra o la madera.
Son escasas las obras (Estadio de F lo
rencia, Hangares de Orly, o Puentes
contrapesados de la Avenida General
P a z ), que no hubieran podido ejecutarse
sin conocerlo, y esta pobreza es quizás
culpa der los arquitectos contemporá
neos, ajenos al valor tectónico del H o r
m igón Armado.
Se le ha empleado abusando de su
resistencia, pero sin llegar a lo más in
teresante de ella. Se le negó primero
calidad ornamental y se lo escondió ba
jo la máscara de algún “ estilo” ; luego,
los más honestos, intentaron mostrarlo,
sacarlo al exterior, pero, sin vida pro
pia, sólo se mostró su textura, supedi
tada a lo form al conocido. Y aun cuan
do no se im itara ya lo ornamental de
las formas anteriores, “ las nuevas fo r
mas” no fueron tales, apenas se reacon
E
Torre de Einstein en Potsman, por Erich Mendelsohn.
Conrado P. Sonderégu.er
dicionaron viejos ornamentos y con el
nuevo m aterial se siguió imitando lo
más importante de esas formas: su es
píritu, lo que les daba vida: sus estruc
turas. Por .eso quizás pocas obras de las
llamadas “ modernas" han resistido el
paso de los años (apenas algunas de los
m(L«i grandes creadores: Le Corbusíer,
Frank Lloyd W rigth o Gropius). Na
cieron muertas, sin espíritu. Recordemos
en cambio las obras del “ art nouveau”,
que pueden no gustar, su forma pa
recer arcaica o hacemos sonreír, pero
existen, están vivas, verbigracia, nuestra
Avenida de Mayo.
N o se trata ya, pues, de mostrar el
hormigón, sino de crear nuevas estruc
turas propias de él. No es cuestión de
Verdad solamente, sino de Creación.
— Hasta hoy los intentos de creación
realizados —s a lv o excepciones— sólo
han atendido a su plasticidad, o a su
resistencia, olvidando que su valor con
siste en que es un material cuya con
textura la condicionamos nosotros. Poco
o nada se ha creado usando esa gran
resistencia, o su plasticidad. Buscar lo
esencial, el espíritu de un material no
es crear con él formas arbitrarias sino
conocerlo, saber qué circunstancias lo
�n
afectan para evitarlas, cuáles lo favo
recen para buscarlas. Es fácil ser plás
tico olvidando esto, usando caprichosa
mente los materiales. Fácil y peligroso.
Fs el camino de Mendelshon o de Gaudí.
Interesantes como intento, menos que
mediocres en sus resultados.
Esa plasticidad —ajena a la verdadera
razón del material— , es la de la arcilla
o la madera, salvo algún caso aislado
en que se ha intentado usar un enco
frado plástico o de goma.
Lo extraordinario y lo realmente im
portante del hormigón armado es que
es un material creado por el hombre.
No se trata simplemente de la unión de
dos materiales (piedra más hierro) que
teniendo condiciones de trabajo distin
tas (compresión más tracción) se com
pensan y dan por resultado un mate
rial dúctil y un ingenioso sistema cons
tructivo. Considerándolo como la suma
de las condiciones de sus componentes
sólo se logrará usarlo en fosólas cono
cidas aunque sea con mayor economía
e ingenio. Es preciso comprender que el
hormigón armado debe ser, es en rea
lidad, la multiplicación e integración de
las condiciones de aquellos con nuevas
propiedades y con vida y uso caracte
rístico. Creamos su constitución ubican
do a voluntad sus fibras resistentes. Sus
caracteres íisico-mecánicos, su textura,
su organización interna pueden ser de
terminados a priori según el dosaje, la
cantidad de hierro, el manipuleo, etc.;
y es esa maravillosa condición la que
rara vez se ha explotado.
El conocimiento que tenemos de sus
orígenes y de les procedimientos de in
tegración nos permiten intervenir en su
génesis dando por primera vez quizás,
posibilidad al hombre de crear un ma
terial que responda totalmente a su vo
luntad. Su vida, su estructura, son mo
delados por el hombre, su voluntad está
en él o es la suya. Creamos su manera
de reaccionar y lo podemos hacer capaz
de resistir a todas las fuerzas posibles,
exactamente allí donde esa reacción es
necesaria, con la más estricta economía
de medios (técnicos y plásticos).
Y esa posibilidad de integración total,
el monolitismo que se puede lograr, per
mite la concepción de estructuras orgá
nicas absolutamente solidarias con la
obra, expresión de la vida misma, fiel
reflejo de la voluntad humana con la
certeza de una unidad total entre lo
plástico y lo tectónico. No es ya un ma
terial (hierro, piedra, m adera), que es
preciso respetar y a cuya naturaleza se
deben subordinar en mayor o menor
grado las concepciones plásticas, sino
que creamos el material que permite
realizar esas concepciones.
El espíritu, la grandeza del hormigón
armado, surge, pues, no de su malea
bilidad, sino de su libertad estructural,
y sin restar valor a aquélla es más im
portante ésta. (Superioridad del Estadio
de Florencia, sobre el Observatorio de
Einstein construido por Mendelshon).
Es preciso unir a sus condiciones de
ductilidad, el vigor, la verdad de un sis
tema constructivo adecuado a sus con
diciones de resistencia, a sus posibilida
des estructurales.
N i Le Corbusier ha podido escapar a
la influencia de sistemas constructivos
anteriores. El plan libre, hazaña de li
bertad estructural, la libertad por la ra
zón — tal como se ha concebido hasta
hoy— no ha tenido en cuenta las ca
racterísticas del monolitismo e integra
ción total del hormigón armado. La es
tructura en él es algo, sino accesorio,
independiente del plano en sus tres di
mensiones. Estructura, planta y espa
cio han sido casi siempre tres elemen
tos ajenos entre sí. El juego acorde sólo
se ha realizado parcialmente: plantaespacio o estructura-espacio o en sec
tores de la obra.
El concepto de una estructura mo
dulada y regular se origina en la cons
trucción en hierro. En ella los elemen
tos, de dimensiones y perfiles "stan
dard” justifican y aun exigen en razón
de la economía (práctica, técnica y plás
tica) una estructura planificada, pero
es ajeno al espíritu de hormigón armado
cuyas características ¿
maleabilidad,
solidaridad y resisteí- ,a triple (tensión,
compresión y flexión) y condicionable
piden una estructura libre.
No denuncio el plan libre pero creo
aue debe nacer de una estructura igual
mente libre, orgánica, y el espacio se
expresará entonces en el total de la
obra,, como en lo gótico, donde plan y
estructura son uno y mismo canto al
espacio.
Tal el papel del hormigón armado.
Arcos del Mercado Son Cristóbal. - Buenos Aires.
Arquitectos Sanche* Eiía, Peralta Ramos y Agosfm i.
Puente sobre el arroyo Leyes. - Provincia de Santa Fe. _ República Argentina.
I
�14
HAMLET,
El Personaje Infinito
( i \ / O no querría hacer un Hamlet
| romántico —declaró hace poco
el notable actor francés JeanLouis Barrault, en vísperas de abordar
el papel en la versión de André Gíde del
"H am let” presentada en el teatro Marígny— . Creo que en “ Ham let" hay más
tristeza que amargura, mucha ternura,
mucho amor no saciado. Pero es un ser
muy viril, un ser que habría podido vi
vir normalmente...
Probablemente, esta c o n c e p c ió n del
personaje shakesperiano tuvo por objeto
dar una limpidez gala a una psicología
tradicionalmente sinuosa, por oposición
a la interpretación de Pitoéfí, que den
tro de la línea clásica destacó la tortura
metafísica.
Lo indudable es que en la vasta gale
ría de Hamlets creados en la historia
del teatro cada actor le ha aportado sus
características personales y ha subra
yado facetas distintas. El creador del
papel íué el actor inglés Richard Burbage (1567-1619), y más tarde Thomas
Betterton, a quien el difundido cronista
Pepys elogió diciendo que su Hamlet era
“ el mejor papel jamáis encamado por
hombre alguno” , inauguró la serie de
grandes Hamlets que va de Burbage a
Gielgud. Luego se suceden los grandes
intérpretes: John Philip Kemble, Garrick, Junius Brutus Booth, E. L. Davenport, Edwin Booth, Edmund Kean,
cuya naturalidad en la linea interpreta
tiva eclipsó el eníatismo de Kemble, tra
zando el camino para los Hamlets del
futuro: sir Henry Irving, que al hacer
el “ Hamlet” en 1874 estableció un re
cord de doscientas representaciones que
nadie ha igualado; Alejandro Moissi y
John Barrymore. Y , finalmente, el me
jor Hamlet de la historia del teatro, John
Gielgud, que al interpretar la obra de
Shakespeare, en 1934-35, hizo peligrar el
record de Irving.
Además, el papel de “ Hamlet” es el
“ travestí” más famoso del teatro y ha
tentado a no pocas actrices. Lo aborda
ron, con su brillo y sutileza habituales,
Sarah Bemhardf. Asta Nielsen y M ar
garita Xirgu.
¿Por qué tienta este papel a todos los
grandes actores?
,
Por lo pronto, desde luego, porque re
sume y condensa toda la angustia me
tafísica del hombre, todo el drama de!
individuo condenado a debatirse en los
sueños y a frustrarse en la acción. In
terpretar a Hamlet es penetrar en la
esfera lacerante de los deseos abortados
y de la pasión de ser contenida y hu
millada: es, en suma, penetrar en los
secretos mismos de la personalidad fren
te a la vida. Pero, además, el papel de
Hamlet tienta y subyuga porque no es
un lecho de Procusto al cual deba amol
darse el actor con rigidez inexorable. Es
otra cosa. Es un abismo, un océano en
el cual se sumergen los grandes intér
pretes y que les ciñe el cuerpo, pero al
mismo tiempo les permite libertad de
movimientos. Cada actor ve a Hamlet a
su modo, y lo curioso es que todos tienen
razón, porque este Jan os multifacéTico,
este agonista de las mil caras, es un
mundo y lo contiene todo.
Felicitémonos por las inquietudes y
bríos de los animadores del teatro fran
cés que permiten que, en una misma
temporada, se representen dos “ Hamlet”
en los escenarios parisienses, el de JeanLouis Barrault en la versión de Gide y
el de Pierre Blanchard en la versión de
Pagnol, y aun que se anuncie un ter
cero a cargo de Gérard Philippe. Esta
vida imperecedera de Hamlet y otros
entes shakespearianos es el más rotando
mentís a los que hablan de la crisis del
teatro, su mejor afirmación de vitalidad,
ya que los personajes de Shakespeare,
como los de Moliere, son el teatro mis
mo en su expresión más quintaesencia
da, y al sobrevivir a todos los azares
de la sociedad moderna y a los progresos
de la técnica, al defenderse airosamente
de la terrible competencia del cinema
tógrafo, de la radiotelefonía —y, esta
mos seguros de ello, de la televisión—
dan fe de que el teatro es eterno como
el drama mismo del hombre, de que
Y ccmo los milagros no se reD¡.
ten a cada momento. . .
^ '
*
»
*
En un reportaje concedido a un
grupo de periodistas neoyorkinos
Eugene O ’Neill tuvo que afrentar
esta ingenua pregunta de un joven
zuelo:
— ¿Cómo se hace para escribir un
drama?
Y la respuesta del gran drama
turgo fué:
— Teme unas tablas... un poco
de lienzo, clavos, pintura, luces
lo que haga falta. Construya im
teatro, un escenario. Trabaje con
él, sobre él. Cuando lo haya hecho
sabrá cómo se escribe un drama ’
¡quizá!
Y un cronista norteamericano
aludiendo a la entrevista, comentó
con razón:
“ La fórmula no es mala. Puede
correr pareja con la famosa defini
ción que data de la España de Lope
de Vega. El teatro puede hacerse
con “ dos bastidores, cuatro tablas y
una pasión” .
*
HURGANDO EN
los camarines
DE LA HISTORIA
LA
DE
El notable actor M aurke Evans en
su nueva versión de "H am let” .
alimenta pródigamente a todas las de
más artes de la imagen móvil visual o
sonora y aun le sobra carnadura, de que
vivirá y nos .causará estremecimientos
mientras existan el sexo y el dolor y
el hambre y el peligro, de que el cre
púsculo del teatro vislumbrado por Lenormand no pasa de ser un relámpago
de melancolía en un opaco cielo de des
aliento.
P R IM E R A H U E LG A
ESPECTADORES
Cuando el actor inglés John Philip
Kemble tomó a su cargo en 1809 el tea
tro Covent Garden, dedicado entonces a
la comedia y que acababa de ser recons
truido después de un Incendio, tomó en
préstamo diez mil libras para iniciar la
temporada, y para salir de apuros elevó
los precios de las localidades.
El público se indignó, y a pesar de que
Kemble y su hermana, la famosa actriz
Sarah Siddons, que encabezaban el car
tel, eran muy populares, inició los famo
sos Tumultos del Viejo Precio. Los es
pectadores bailaron durante tres meses
la Danza del Viejo Precio, pataleando,
cantando e Impidiendo en toda forma
que se oyera a los actores, acusando a
Kemble y la Siddons de ganar sueldos
exorbitantes mirntras los pobres tenían
que pagar la reconstrucción de su tea
tro. Finalmente, el público venció, con
una transacción: se rebajó el precio de
las plateas, conservándose el aumento
de los palcos.
U N R IV A L D E L O P E DE VEGA
LA MARCHA
DEL TEATRO
La comedia “L ife with father” (V i
vir con papá), de Russel Crouse y
Howerd Lindsay, al entrar en su
octavo año de representaciones con
secutivas ha superado e l r e c o r d
mundial que tenía hasta ahora “ Tobaco Road” , de Erskine Caldwell.
*
M i'es Molleson, actor procedente del famoso elenco del
Oíd Vic, en un interesante Polonio del "H a m le t" de Evans.
*
*
A l empezar su aventura artística,
hoy sólida realidad, hace un cuarto
de siglo, el Teatro Guild tenía en
sus arcas diecinueve dólares con
cincuenta centavos. El American Repertory Theatre, una nueva organizacióndram ática encabezada con
altos fines artísticos por Eva L e Galline, Cheryl Crawford y Margaret
Webster, comienza con 350.000 dó
lares. i Se acabaron las aventuras!
Hcy, los números cuentan.
Y ccn razón. Porque el Guild, al
iniciarse, debutó con un fracaso. Y
de no haber aparecido milagrosa
mente en ese momento un sólido
éxito de público con la pieza “ John
Gerguson” , de St. John Ervine, és
ta es La hera en que no existiría. ..
Sin duda, el Fénix de los Ingenios
abruma, no sólo por la magnitud de su
genio, sino también por las proporcio
nes numéricas de su obra.
Pero tuvo un digno rival en Francia
en punto a fecundidad, si no en genio.
El autor francés Alexander Hardy (15601631), que fué virtualmente el fundador
del teatro francés, por cuanto influyó
sobre Rotrou y así ejerció influencia in
directamente sobre los dramaturgos pos
teriores, Comeille, Racine y Moliere. Es
cribió la friolera de 1.200 comedias y
abasteció el teatro parisiense durante
cuarenta años.
PALABRAS
INOLVIDABLES
No hables mal de las mujeres:
la más humilde, te digo
que es digna de estimación,
porque, al fin. dellas nacimos.
C alderón
de la
Bascí.
(E l alcalde de Zalamea)
— ¡Pero, niña! ¿Una boda, qué es? U®8
boda es esto y nada más. ¿Son los dul
ces? ¿Son los ramos de flores? No. Es
una cama relumbrante y un hombre y
una mujer.
(Bodas de sangre) G arcía Lorca
�laboración que tienda a eliminar, des
virtuar o agregar situaciones o escenas
a la obra. Tanto durante mi labor como
actor con Ruggiero Ruggieri y Emma
Grammatica como durante mis cinco
años de aprendizaje del oficio de direc
tor teatral, de la técnica propiamente
dicha del montaje escénico, junto al ex
celente m etteur Scharov, director de la
compañía de Elsa Merlini, pude llegar
a esa convicción.
— ¿Qué opina de tentativas como la
de Gordon Craig de presentar “ Hamlet”
de frac?
— Vi casualmente el espectáculo hace
muchos años en Milán, durante una gi
ra por Italia de la compañía londinense
del Oíd Vic. Se trataba de un elenco
magnífico, formado sobre el principio
que debiera imperar en todos los elen
cos: todos al servicio de la obra, todos
primeros actores dispuestos a jugar el
papel de un criado en una comedia y a
ser protagonistas en la siguiente. Gra
cias a esto la armonía y equilibrio de
la compañía eran extraordinarios, como
en el caso del K am em y Teatr de Tairov.
Baste con decir que el papel de Hamlet
lo encarnaba un joven actor de 25 años,
y por cierto que lo hacia de una manera
extraordinaria. Pues b ien ... El hecho
de que Hamlet y otros personajes vistie
ran ropa moderna estilizada y de que
Laertes luciera un traje de sport al en
trar blandiendo la espada, no mermó en
nada la jerarquía y seriedad del espec
táculo ni desnaturalizó la obra. Todo
porque la realización de Gordon Craig
estaba presidida por un profundo res
peto por la obra y por una gran com
prensión del espíritu de ésta. Y la me
jo r prueba de la armonía y equilibrio del
elenco es que, en las tres oportunidades
en que fui a ver el “ Hamlet” del Oíd
Vic, vi dos Hamlets y tres Ofelias dis
tintos, y todos igualmente brillantes.
— ¿Le parece .útil la función de los
teatros experimentales?
— Si los integran aficionados, no. N a
da aportan entonces al arte escénico. Se
requieren actores y la presencia vigilan
te de un director experto, como también
un repertorio de obras de vanguardia
de las que no hallan fácil acceso al tea
tro comercial. Sólo en esos casos se jus-
HABLAIS LOS DIRECTORES
Mottura, con Irma Córdoba, M a l»»» Zb*í
y Daniel Bellueelo, en un interrolo de
"A ltitu d 3 2 0 0 ", uno de »us e*j>e«táeuios que h a n sido m ás e l o g i a d o » ,
tifican los teatros experimentales.
—Hemos oído hablar de su futura
temporada en el O d eán ...
— Eso es. Dirigiré un elenco encabeza
do por López Lagar, que estrenará la
versión c a s t e lla n a de la comedla de
Jean-Paul Sartre “ Huís Clos” , probable
mente con el nombre de “ A puerta ce
rrada” . Se trate de una pieza excepcio
nal por su vigor y pureza, al mismo
tiempo que por lo descamada y sincera.
Sartre no adopte posición alguna desde
el punto de vista teológico, pero cree en
un más allá y la prueba es que concibe
a su manera un in fiem o donde se tor
turan tres terribles pecadores con el ar
ma punzante y dolorosa de la verdad.
Creo que este estreno constituirá una
nota artística de relieve.
— ¿Proyecta estrenar algo más, des
pués de " H u ís Clos” ?
—Tanto yo como López Lagar quisié
ramos estrenar luego alguna comedia de
autor argentino que tenga verdadera Je
rarquía. Todavía no nos ha llegado nada,
pero quizá aparezca aún. Sería para
nosotros un verdadero placer cerrar con
esa nota nuestra breve temporada de
tres m eses...
Luis Mottura considera que
el único divo debe ser la obra
uis Mottura, que ha triunfado am
pliamente entre nosotros como di
rector teatral y cinematográfico,
tiene acreditada una personalidad de ar
tista en que se amalgaman un fino sen
tido de la plástica y del ritm o con un
buen gusto que habla bien a las claras
de la excelente escuela dramática en que
se ha formado, como actor y como m etteur-en-scéne. Una serie de brillantes
espectáculos, “ L i ó l a ” , “ Altitud 3200” ,
“Días felices” , “ Soñé con el paraíso” ,
“Leocadia” , “ La orquídea” , han probado
su versatilidad. Per eso nos hemos diri
gido a él para conocer su opinión sobre
algunos temas de interés teatral perma
nente.
—¿Qué opina usted, como d ir e c t o r ,
frente al conocido conflicto entre Stanislavsky, con su respeto por el autor,
y Mryerhold, ccn su defensa de la li
bertad total del director de transformar
la obra y recrearla a su arbitrio?
—Creo que la base de toda mise-enscéne debe ser el más profundo de los
respetos por la obra. La obra es el ver
dadero y único divo de todo espectáculo.
Si para darle mayor realce y eficacia
teatral se hace necesario desvirtuarla,
es preferible no representarla. No puedo
aceptar la posición de directores como
Max Reinhardt o Baty, en cuyas miseen-scéne se advierte ante que nada la
L
presencia del director, que gravita con
tanta fuerza que aplasta a los intérpre
tes y a la obra misma. La presencia del
director debe advertirse en la armonía
del conjunto, en la fidelidad con que
se traduce en plástica, color y ritm o el
pensamiento del autor y no en el brillo
de un espectáculo disociado de la obra,
por brillante que sea. Personalmente,
siempre he procurado respetar al m áxi
mo todas las piezas que he montado y
sólo me he limitado a acentuar en oca
siones algunos de sus aspectos, dema
siado sutiles o extraños a la compren
sión de nuestro público. Asi, por ejem
plo, al poner en escena “Leocadia", de
Anouilh, autor demasiado sintético y
poco explicativo en sus acotaciones, he
tratado de acensuar la atmósfera poética
de la comedia, en vez de insistir en el
aspecto irónico de algunos personajes o
situaciones como lo hizo la compañía de
Fem and Ledoux, porque consideré que
ello permitiría acercar mejor la obra a
la psicología de nuestro público, menos
sofisticada que la del parisiense. Al mon
tar una comedia, el director debe tener
en cuenta el público al cual va dirigida,
y puede y debe destacar algunos ele
mentes de preferencia a otros para la
mejor comprensión de la obra. Así, co
labora con el autor; es su única colabo
ración legítima. Pero rechazo toda co
PROSCENIO:
Sección de
Teatro a cargo de León Mirlas
Delia Garcés, en uno escena de "D ías felices", con Vilm a Vidal e Irma Córdoba.
�F O U J IT A 1947.
puede hacer
o b r a de g uerr a p o r p a t r i o t i s m o , p e r o
nada tiene que ver eso con sus deseos ”
La historia de las crueldades germanojaponesas no había logrado endurecer
nos tanto que la noticia de la muerte de
Foujita no nos causara cierta melancolía.
En aquellos momentos, coincidía con la
explosión de las primeras bombas ató
micas, el nombre de Foujita era para
nosotros algo asi como un abanico ama
rillento por el tiempo, pero cuyo raro
aroma, cuyo lejano y vaporoso prestigio,
siguieran todavía teniendo la capacidad
de emocionarnos, o la de hacer revivir
en nosotros los recuerdos de una época,
lejana y cercana a la vez, aún inm e
diata, presente aún no sólo en la me
moria poética sino en alguna extraña
calle, en algún hotel, en algún dorm i
torio, en las palabras que designaban
ciertas flores en labios de una amiga
que prolongaba exhausta su belleza de
prim er cuarto de siglo.
Algo deliciosamente infantil, y vapo
rosamente distante, oriental y parisién,
refinado y superficial, algo como el leve
roce de una hoja de té en el desusado
vestido de tul de una tía que fué muy
hermosa y cuya historia está prohibida
en la fam ilia: algo asi va unido siempre
al nombre de Foujita. Un nombre que
nos huye, que no nos dice nada defi
nitivamente duradero, pero que, como
una burbuja, sobresale de vez en cuan
do entre nuestros recuerdos.
Recordamos uno de tantos intrascen
dentes y agradables dibujos de Foujita,
una de esas diversiones sensibles y li
geras a que nos tiene acostumbrados su
talento decorativo. En él, F oujita se ha
ce su autorretrato: nada de dolor, ni
de poderío, ni de penetración ni de ca
rácter. Nada de nada. Apenas el n oti
ciario de un día foujitense: por aquí,
F ou jita haciendo el tomar; por allá,
desayunando; en otra parte, con unos
pinceles, tan peinadores, que parece que
es con ellos como se hace el conocido
flequ illo que le cae sobre la frente co
mo un rastrillo jardinero y burlón.
Supo darle a Europa lo que aquella
Eurcpa esperaba de O riente: una distin
ción apagada, ensimismada, sin com ple
jidades. Un sedante. Biombos, kimonos,
Hai-Kais. Y llevarse de Europa lo que
su O riente quería: el m im o, el blando y
enfebrecido aplauso de postguerra, ese
fluido que para un temperamento así,
tan de convaleciente, gracioso, tiene la
apariencia de ser lo internacional, lo co
mún a todos los grupos sociales flota n
tes, desenraizados. Desenraizados como
él mismo, acaso. Ya recordáis, sin duda,
aquellas acusaciones que contra él lan
zara el japonesismo im perial. Y , más
evidente aún, las palabras de su propio
padre en aquella época, durante su es
tada en Estados Unidos, y que el cronis
ta Y amata nos transcribe en su artículo:
j ¿
O U J IT A murió en Nagasaki víctima de la bomba atómica". Y
los periódicos del mundo con
sagraron al artista japonés artículos ne
crológicos.
En las antiguas afueras de Tokio, en
cuadradas hoy en la m etrópoli destrui
da, la casa en que habita Foujita se
parece a la quinta de un pequeño ren
tista en Meuton. El sol resbala suave
mente sobre los cristales de su taller.
Sobre la puerta, un nombre dos veces
respetado: en caracteres chinos, sobre
una pancarta en am arillo y azul (los
colores empleados por el ejército ame
ricano para la circu lación ): Foujita.
El mismo abre la puerta. Chaleco azul,
pantalón oscuro, los cabellos de plata r
la mirada tranquila: es el mismo hom IH
cQU¡i*«t
"¿Es todavía japonés?” .
Pero al parecer, naturalmente, algo
de japonés había en él. No sólo lo bueno,
su blanco del Japón, su dibujo delgado,
muy delgado, exangüe y gracioso, sus
escándalos de gheisa. su paciente y sua
ve pincel. Desde la época de los lucha
dores, que nos recuerda hoy Yamata, y,
más concretamente, desde su regreso al
Japón, estaba decidido Foujita a ser el
pintor fuerte que exigía él imperio.
Más detalles nos los dará la crónica
que hoy publicamos. Sólo nos interesa
el contraste entre la melancolía que sen
timos cuando se nos dio la falsa noticia
de su muerte, y las palbras de Yamata
a propósito de la reacción de Foujita al
hablar de la bomba atómica, que creyó
el mundo habia sido la causa de su
muerte. “ La historia de la bomba le di
vierte y le envanece: Pensó..., la bomba
atóm ica. . algo muy grande... Foujita”.
Sin embargo, y justamente por lo di
cho, Foujita Tío habrá de ser visto nun
ca como un colaboracionista. En el sen
tido que nosotros los occidentales hemos
dado en dar a esa palabra. Foujita es
capaz de colaborar sin el menor deseo,
com o un menester más de los bajos qué
hay que hacer en este mundo. Como co
laboraría con un régimen democrático
si las circunstancias lo exigieran: sin
mayores ganas, sin que eso tuviera nada
que ver con sus deseos, como él mismo
dice al cronista.
Le trae sin cuidado este mundo; cuan
to le rodea está bien sin o le molesta o no
le desagrada, y muy bien si se pone a
su servicio ,al servicio de Foujita. En
realidad, estuvo s ie m p r e solo, en su
mundo, divirtiéndose con sus espirales,
con el borde de los humos amables, con
el dragón que se le volvió línea para
no asustarse a si mismo.
Paz para él, en su ancianidad, con
sus cabellos plateados, con sus nostal
gias de París, con los graciosos arabes
cos que todavía ofrecerá acaso a los
mismos "marchands’’, y el retrato en se
da de otra rubia, la rubia final, con que
se irá lentamente borrando, esfumándo
se hasta alcanzar la paz definitiva.
Nada hay que pueda ser mayor cas
tigo para un espíritu sensible que haber
sufrido ya la cercanía de dos guerras,
sin que ninguna de ellas tocara su alma
más que para desconcertarle su mundo.
Esa frase, idiota aplicada a los artis
tas en general, cursi y ramplona si se
piensa en los héroes de la historia del
arte, esa frase que tantas veces nos ha
repugnado o ir: "N o hay que juzgar al
artista; es como una flor” , esa frase in
noble, nos parece que en el caso de
F o u jita cobra de pronto sentido moral
y lo salva.
N. de la R.
bre de siempre, con su distinción y en
canto silencioso.
La historia de la bomba le divierte y
le envanece: “ Se pensó: la bomba ató
m i c a . . , algo muy grande... ¡Foujita!"
Con la mano señala ios muros del pe
queño salón europeo en el cual nos he
mos sentado sobre edredones blancos,
en tom o a un brasero japonés: dos
desnudos de Rodín, un pequeño erayon
de Cézanne, un minúsculo paisaje de
Renoír, dos croquis de Puvis. Tiende a
que yo cite las obras que lo rodean, asi
como las instaladas en otras piezas: un
M odigliani, un Picasso, un Rafael Collin.
Habiendo evacuado con tiempo su es
tudio Ao Tokio, no ha perdido x.is teso
ros :i> sus propias obras.
•
Evocamos juntos todas las épocas de
,
1
�su vida. Algunos datos son suficientes,
marcados con agujas sobre este mapa
del mundo que se dibuja en nuestra
imaginación. Las escen as que hemos
evocado despiertan nuestra imaginación:
—¿Y el baile de la noche de Shanghai?
Usted se había disfrazado de salvaje de
Formosa, el torso desnudo y el talle ro
deado de cabezas cortadas. Se gritó:
“ ¡Foujita!” . Todos subieron a las mesas.
Yo me había envuelto en un tul. Un
mantón japonés había transformado a
mi novia en una extranjera del Hono
rable Partido del Campo.
Aquella tarde lejana, Foujita resplan
decía entre las aclamaciones. Recuerda
todavía un almuerzo, por cierto bien
serio, en el Instituto de Cooperación
Intelectual, donde, al verle arreglarse
sus cinturones en público, tuve que de
cirle: “ ¡Aquí no, Foujita!'’.
El recuerda la escena y madame Fou
jita nos contempla con su mirada asom
brada. La joven péñora, muy bonita, pa
rece muy alta con su vestido del tiempo
de la guerra. Nos ha dejado por un
momento y regresa trayéndonos café.
¿Qué gran marchand se hubiera atre
vido a decir en París, hace veinte años,
que Foujita terminaría alrededor de un
brasero japonés, con una mujer japone
sa? “ La amo —me decía un día el ar
tista— . Naturalmente, es una japonesa".
Los tres nos pusimos a recapitular:
Tokio, la escuela de Bellas Artes, sección
japonesa. Después, París, desde 1913 a
1929. Durante la guerra de 1914, Foujita
no recibía dinero del Japón. Comía co
liflor cruda.
Los primeros éxitos llegan con los cua
dros que él mismo llamó los primitivos.
Representan escenas religiosas. Encuen
tra su camino con los dibujos de desnu
dos y los cuadros de mujeres, de una
pasta limpia, blanca y mate como una
clara de huevo. Es la época en que el
pintor vive en Montparnasse. Cerca de él,
una sólida figura de mujer: Fernanda.
La celebridad fija entonces los rasgos
y el personaje Foujita. Se divierte, se
pone un pendiente de oro en una de sus
orejas, se tatúa un anillo en un dedo
He visto de esa época una cabeza de
mujer muy bien lograda: el retrato de
Susana Bertrllon, pintado sobre seda.
Pronto alquila un departamento bur
gués en Passy.
Es la época dorada. La bella Yuki, ru
bia y blanca flamenca, está a su lado.
La representa en todos sus cuadros, es
pecialmente en aquella gran “ Neige”, en
la que el cuerpo ondula sobre un hori
zonte sombrío. En 1925 recibe la Legión
de Honor. En casa de Bemheim ha ex
puesto grandes murales decorativos con
personajes sobre el puente de un navio.
Uno de sus colegas nipones dirá: “Fou
jita ha expuesto diez metros cuadrados
de pinturas". Decora la Casa del Japón
en la Ciudad Universitaria. Renuncian
do al modelo femenino, quiere hacer al
go más grande, más viril, y con la mis
ma técnica pinta luchadores.
Se traslada a un pequeño hotel par
ticular de Montsouris, con su cocinero
Japonés y su cocinera francesa. En la
calle, Foujita se detiene conmigo ante
una vitrina y, mirando un grabado ro
Perros sabios'
mántico, un ramo, me dice: “No sabes
lo hermoso que es” .
Después, la huida a América, donde
permanece tres meses, y al Japón, donde
yo le he seguido. Estamos en 1929. El
padre de Foujita, inquieto por la larga
ausencia de su hijo y por los rumores
que circulan, me pregunta si es todavía
japonés.
Cuando le pregunté qué retratos había
hecho en América, cita el de la gran
duquesa María, pero rehúsa dar otros
nombres. No quiere pasar por un pintor
mundano.
A su regreso al Japón, la pareja Fou
jita-Yuki se ha separado. El le escribe:
“He nacido para el trabajo y la pobreza” .
A l volver a partir lo hará con M ag
dalena, de hermosa cabellera, cuvas can
ciones alegraban la embajada de Fran
cia. En ruta, se detiene en M élico y en
la Argentina. Permanecerá dos anuo en
Méjico, pintando, desde 1931 a 1933, in
dígenas y niños.
En 1939 regresa a París. Ha perdido a
Magdalena, muerta en Tokio. Su esposa
�Foujita. Sobre su cabeza, las previstas flores de ios cerezos.
japonesa, que le acompaña, encontrará
un París que no podía ni presentir, por
que ella es de formación japonesa clá
sica. Viven en Montmartre hasta 1940.
Y Foujita, desde su ventana, pinta París,
Pintor japonés, Foujita no había con
seguido el mismo renombre en su propio
país. Oficialmente se le consideraba
hasta con desconfianza, pero en 1941, al
fin, hace la conquista del Japón; se le
nombra miembro de la Academia Im
perial.
Estalla la guerra. Foujita es integra
mente japonés y está por entero al ser
vicio del Ministerio de la Guerr*. Se
niega a repetir su charla sobre arte en
la Casa franco-japonesa. “ Hasta ese
momento .— declara— yo no he hecho
nada” . Su arte comienza entonces. P in
ta los combates de Nomohan y el últi
mo ataque a la isla Attu. Esta tela, de
grandes dimensiones, desarrolla en to
nos sombríos escenas de cuerpo a cuer
po. Como le reproché el hecho de que
no se viera nada en ella me contestó:
‘los combates tenían lugar casi siempre
por la noche” .
Durante la guerra, esta obra bélica
íué reproducida en América bajo el tí
tulo: “ Lo que le pasa a un país sin
ciencia” . Fué trasladada al palacio im
perial para que Su Majestad la viera.
Y o estaba entonces en la cárcel y los
inspectores me lo notificaron, pero in
sistiendo acerca del contraste de nues
tras situaciones respectivas, con el fin
de que ello me sirviera de lección.
Foujita había evacuado su taller a Fujine, junto a una ribera, con un grupo
de amigos de París: la cantante Yoshfko, Sato, Inokuma, Oguis. No fueron
bombardeados. “ ¿ Y ha pintado usted?” .
“ No —respondió— . la s ideas me daban
vueltas en la cabeza y me impedían
pintar".
En 1945, después de la capitulación,
Foujita publicó en los periódicos un ma
nifiesto. Declaraba en el mismo que un
pintor puede hacer obra de guerra por
patriotismo, pero nada tiene que ver
eso con sus deseos.
Mientras tanto, en esta época de de
puración, mantenido un poco al margen,
Foujita ilustró muchas revistas femeni
nas. Entregó muchos dibujos para la
novela “Tokyo Romance” , publicada en
Tokio por un periodista americano. No
se reconoce en nada al Foujita de París,
en esos dibujos en los que una hada se
parece a una “ star” del cinema japonés.
La bomba atómica no ha matado a
Foujita, pero lo ha echado a la zona del
limbo. Conmovido por la detonación, es
tá todavía aturdido.
Ha dicho que no participará en los
Salones antes de un año. Su estudio está
en perfecto orden. Nada falta. No he
visto en él obra empezada o en prepa
ración. Sólo una gran tela, en la cual,
sobre un paisaje sin luz, tres mujeres
desnudas, en rosa, se miran en silencio,
separadas por un lirio y una adormide
ra. La gloria de los museos, por la cual
el tiempo recompensa al artista y pone
su obra al abrigo de las vicisitudes del
mundo, acompaña a Foujita.
“ ¿Regresará a París?” . “ Seguramente”
—responde.
Y regresará a los desnudos, sil tubo
blanco, a ese arte puro y decorativo que
le ha valido la reputación.
Hojea en sus fotos, pero no me mues
tra ninguna reproducción de sus traba
jos de guerra. Prefiere mostrarme una
maqueta nueva o una cobertura roja pa
ra la cama. “ Es un juguete”, me dice.
“ Tengo que construir todavía todos los
accesorios” . Su bicicleta está ahí, como
para ayudarle a trasladarse a la próxi
ma estación. “No olvide hablar de mi
bicicleta” — añade.
Un arco iris cae sob re su rostro
a través de la ventana iluminada por
el sol, como una caricia de esa gloria'
que tanto ha amado, como un efecto de
paleta. "Adiós, querido” —me dice toda
vía, y esas dos palabras, "juguete” y
"querido” , dichas en francés, tienen un
acento íntimo, pero nostálgico.
Le deseo que regrese a París.
( Especial de A. F. P. para
C abalgata.!
�El LEEN HERL1E,
ACTRIZ
Por
TRAGICA
F R A N K
I uno se decidiera a creer como si
fuesen los evangelios, todos y cada
uno de los elogios que los críticos
teatrales británicos sin excepción han
venido tributando a Eileen Herlie, ha
bría de esperarse que. al encontrarse
con ella por primera Vez, viésemos sus
hombros decorados y guarnecidos por el
manto, hace muchos años vacante, que
dejara caer, al morir, la misma Sarah
Bemhardt.
,
Y, no obstante, la primera vez que se
apareció ante mis ojos, anhelantes esta
júnior Madame Bemhardfj sus hombros
no estaban cmados por tal preciado
manto ni por velatura otra alguna. Por
que lo primero que yo vi fué su desnuda
espalda, cuando la actriz descendía del
tejado de su casa por una claraboya.
Desc.ndía, digo, de tomar un baño de
sol en la azotea; y a la par de repasar
su papel en preparación a su próxima
interpretación de “ Salomé” . En antici
pada encamación de tal, había estado
apostrofando a las chimeneas circun
vecinas, oteando sobre los caballetes de
los altos tejados sobre que aquellas se
yerguen y, en fin, poniéndose en modo
para asumir su primera gran interven
ción :n una película.
En el breve vuelo de cuatro mal con
tados años, Eileen, que no era sino
toqui-meca en Glasgow, y que no gana
ba más que dos miseras libras semana
les, ha ascendido al pináculo ds la con
sagración, y a sus pies se han ofrendado
los más unánimes y cerrados aplausos
que se hayan rendido a actriz alguna
en el Londres de todo el pasado medio
siglo. Y todo eso con la sola referencia
a su portentosa encamación de la R ei
na trágica en 1» obra francesa de deán
Cocteau, “El Aguila tiene dos cabezas” .
La cosa comenzó cuando Murray Mac
Donald, miembro de la exclusiva y originalísima Compañía d= los Cuatro, co
fradía que se dedica a poner en escena
obras de empaque ideológico en el parduzco y reducido Lyric Theatre londi
S
la
novel
RRITANICA
L A M B E
nense que se alza en el suburbio de
Hammersmith, dió en el pensamiento
de que no seria mala idea la de roturar
terreno virgen mediante la presentación
por vez primera en Inglaterra del nuevo
melodrama de que es autor Jean Coc
teau.
CO CTEAU T E M IA QUE NO FUERA A
HABER N A D IE C A PA Z DE IN C O R P O
R A R SU C R EA C IO N
La dificultad a vencer en un principio
fué la de que Cocteau mismo no quería
persuadirse de que pudiera haber nadie
que, ni en Inglaterra ni en Francia,
fuese capaz de dar vida al papel de la
protagonista, papel altamente emocio
nal, el de la trágica Reina en su obra
maestra que discurre sombríía bajo un
gótico abovedamiento.
La obra en si es henchida, con pasajes
purpúreamente cruentos, e incidental
mente heroico-poética. Ssrpentinescos
zig-zagueos, a través de los cuales on
dula la línea del argumento, vienen a
complicar antes que a desvelar el ba
rroco cuento sin gusto. Lo que emerge
y se salva de todo este cocktail-Coteau,
agitada mixtura de concupiscencia cor
tesana, contra-conspiración y profusión
de cadáveres, es precisamente la exc:lsa
actuación de Eileen Herlie. En el seco
armazón de esqueleto de este árido
melodrama, es ella quisn acierta a in
suflar y avivar fuego y pasión de vida
que redimen la obra, levantándola a un
plano que ni el argumento ni la técnica
en que se desarrolla alcanzan a merecer.
Su pape! de Reina es realmente ago
tador; el primer acto se resuelva casi
en un monólogo: en un discurso de 1.000
palabras, ella acierta a recorrer toda la
escala ascendente y descendente de las
emociones humanas, desde la feliz y
abandonada alegría a la desesperación
anegada en lágrimas; un v e r d a d e r o
teñir de forcé de declamadora elocución,
colmado de complejas armonías retó
ricas.
El coro de loas que su interpretación
legró arrancar a los refractarios críticos
londinense s, prueba irrefragable m e n te
que ha sido algo más que voluble pala
brería del mundillo teatral lo que ha
llevado a asociar el nombre de esta fla
mante actriz con los e s c la re c id o s de
Mrs. Patrik Campbell, Sarah Bemhardt
y Sarah Siddons. ¡Hemos asistido al
nacimiento de una gran actriz trágica!,
fué el fallo pronunciado por el habitual
mente brusco y desdeñoso Noel Coward,
asombrado hasta verse precisado a pro
rrumpir en solemne sinceridad.
LA MUCHACHA D EB U TO EN UNA
C O M PA Ñ IA DE A F IC IO N A D O S
He aqui los antecedentes del éxito de
Eileen Herlie, la muchacha que “ desea
ba ser actriz porque sentía que entra
ñaba la facultad de serlo” . Comenzó,
como innumerables otras con m en os
suerte lo hicieron, desempeñando pape
les en una compañía local de aficiona
dos. Cuando la Diosa Casualidad se dió
a escribir por anticipado la biografía de
Eileen, reservó expresamente un papel
para otra Diosa, la Diosa Fortuna, con
certando el que ésta hubiera de hacer
su entrada disfrazada de director de
teatro radiofónico de la BBC, en sazón
en que Eileen representaba la protago
nista en la obra titulada “ Sweet Aloes”
( Dulces Acibares) ante un público de
indulgentes parroquianos de la humilde
compañía en que actuaba.
Luego, a través de la radio, su es
pléndida voz, en trance de declamar
versos de Shakespeare, vino a ser escu
chada por un Peter Glenville, director,
escénico recién designado para la com
pañía del “ Oíd Vic” (especie de compa
ñía Clásica Nacional B ritánica), por ese
entonces en Liverpool. Y aconteció que
Eileen pasó a ser la primera dama de
esta última compañía durante sus ac
tuaciones a través de doce meses en
Liverpool. Entonces, Tyrone Guthrie,
otro de los miembros de la cabalística
Compañía de los Cuatro, y también di
rector del “Oíd Vic”, se la trajo a Hammersmith.
A través de una serie de diversos pa
peles, la actriz vino a acreditarse como
una cantante c# ópera en una camarilla
de colegiala; lo pletórico de su torrente
emotivo quedaba como crucificado en
obras de diálogo fluidamente trenzado
con otras intervenciones; los demás per
sonajes se toman insípidos y marchitos
ante el impetuoso impulso de su arte.
Eileen Herlie necesitaba un papel de
femenina plenitud, encamar un carác
ter que pudiera llenar por sí solo la
escena durante horas sin fin, papel tan
dilatado como el de Hamlet de Shakes
peare, o el de la Santa Juana d ; Arco
de Bemard Shaw; papel que la habili
tara para ascender a bogar en las al
turas de su propia exuberante vitalidad.
Y precisamente “ El Aguila tiene dos
cabezas” , a pesar de todas sus graves
fallas, vino a ofrendarla tal papel.
NO A B A N D O N A R A LA ESCENA P& R
LA P A N T A L L A
Acaba de anunciarse que sir Alexander Korda ha contratado a Eileen para
la encamación de la protagonista en
una serie de películas, y, entre ellas, la
primera versión en cine de la “ Salomé”
de Oscar W ilde. Cómo va a hacerse
posible el trasladar a la pantalla la
joyante historia poética y macabra de
Wilde, es, por ahora, un misterio que
acaso nos vayan a descifrar efectiva
mente. L o que sí es seguro por antici
pado es que Eileen se desenvolverá con
toda holgura como la voluptuosa baila
rina bíblica de los siete velos, que derrite
el empedernido corazón del Rey Herodes
Al fir m ar su contrato para el cine,
Eileen descubrió otra faceta' de su personalísimo carácter: puso como condi
ción el estipular que no habría de hacer
más que una sola película cada 12 meses
y qué habría de permitírsela el proseguir
su carrera dramática en la escena. A n
te lo cual, y avanzándola un cheque por
la respetable suma de 60.000 libras es
terlinas, sir Alexander Korda se limi*ó
a responder; “ ¡Y e s !” .
,
“ — Por favor, ha de especificarse que
no tengo intención alguna de desertar
de la escena por la pantalla — dijo— . El
teatro sigue siendo mi real, primero y
último amor” . Escuchándola, la sombra
de Sarah Bem hardt debió incorporarse,
para inclinarse luego en a d e m á n de
aprobación.
C O N V E R S A N D O
C ON
LEONIDAS BARLETTA
Por
ESTELA
un entreacto^ mientras unas se
ñoras esperan que les dedique un
libro, mientras sus ayudantes en
tran y salen consultándolo, Leónidas
Barletta, presidente de la Sociedad A r
gentina de Escritores, nos concede una
entrevista. Tememos, dadas las circuns
tancias, que nuestra conversación deba
E
n
E N T R E V I S T A S
CANTO
abreviarse. Pero no es asi; Barletta es
tá dispuesto a robarse su propio tiempo
para hablar de su Teatro del Pueblo.
Casi sin indicación nuestra, desdeñan
do referirse a su labor personal de es
critor, nos habla:
—El Teatro del Pueblo se fundó en
1936 — nos dice— ; en aquel año, un
grupo de artistas se sentía profunda
mente humillado por el mal teatro que
se hacía en Buenos Aires. Fué un acto
de protesta y de solidaridad. Esta soli
daridad se extendía también al público.
Se trataba de educar a actores y a es
pectadores. Esta es la verdadera fun
ción del teatro: entretener y educar.
Sus palabras qag llevan a preguntarle
algo sobre sus modernas teorías con
respecto al teatro y al cine. Barletta
medita un momento y nos dice:
—Creo que la habilidad no tiene nada
que ver con el arte. Por eso, prefiero un
actor sincero a un actor fogueado en
todas las triquiñuelas del oficio. Es una
teoría bien sencilla, tal vez en ello con
siste su originalidad y su modernidad.
Lo cierto es que prefiero formar artistas
compenetrados de esta teoría antes que
triunfar con la fama de los actores co
merciales.
— —Podría decimas algo más sobre su
credo artístico?
—M i credo artístico se sintetiza en el
esfuerzo realizado para equilibrar los
( Continúa en la página 25)
�dríamos decir retrospectivos. Uno de sus
aciertos ha sido el retrato de una deli
ciosa y fresca jovenclta que atraía las
miradas de las damas y caballeros asis
tentes a la exposición de sus obras. La
modelo: Mary Plckíord. Respetables y
popularísimas estrellas de la edad silen
ciosa de la pantalla se han contagiado
ante el inesperado resplandor juvenil
de su rival y amiga y se han apresurado
a exhibir ante el afortunado retratista
sus poses arqueológicas, y a firmarle
cheques contra las cajas de ahorros que
quedaron repletas en sus buenos tiem
pos. Un excelente negocio.
Pero eso, se dirá, ocurre en todas par
tes. Efectivamente, pero en todas partes
no hay un friso de veteranas como en
Hollywood, con depósitos importantes en
los bancos y un resto activo de ilusión
en el alma, que se quedó como un poco
frustrada al no poder expresarse sino a
medias en la mutilada pantalla m uda...
Evolución casi Revolución
¡4.700.000 volúmenes! Esta es la impresionante cantidad de libros
que guarda en sus estantes la Biblioteca Pública de Nueva York.
Cuenta dicha Biblioteca con imprenta y taller de encuadernación
propios. En la foto, un detalle de la labor de los encuadernadores.
4 4
Plumas y Palabras”
l'or JOSE MORA GUARNI DO
Abaratamiento de la lectura
O NSIDERANDO la lectura un vicio
barato, se hace cada vez más fuer
te la tendencia a explotarla co
mercialmente, en gran escala y con pre
cios al alcance de todas las posibilidades.
Las empresas de alquiler de libros han
alcanzado ya en muchos países, incluso
en el nuestro, desenvolvimiento consi
derable No hay nada nuevo en ello;
desde que existen los libros, hay quienes
ofrecen libros en alquiler y quienes los
toman. Pero ahora la cosa adquiere
vuelos de empresa. Capitalismo moder
no, tendencia monopolista y rapaz.
En Inglaterra, según leemos en una
revista, hay empresas de libros de al
quiler que tienen en circulación un mi
llón de volúmenes, b a s empresas tie
nen, por lo general, (M itro categorías de
clientes y cuatro tarifas. Por un precio
moderado se ofrecen todos los libros que
no sean novedades y obras científicas
de alto precio; ppr cuotas gradualmente
más altas se van suprimiendo las reduc
ciones hasta llegar a la cuota más ele
vada. que ya no limita la calidad o im
portancia del ejemplar que se presta. El
abonado a una de esas empresas sólo
encontrará al régimen un defecto, si en
realidad es amante de los libros; que
las libros no son suyos.
C
Sí, este régimen de alquiler de libros
acercará al lector el libro en forma ba
rata y ordenada eficientemente, pero no
le dará el libro, no dará satisfacción,
sino a medias, a su amor al libro, es
decir, lo dejará siempre descontento,
hasta que, si es verdaderamente amante
del libro, desista de su condición de
arrendatario y lo compre.
Porque el libro, si no es nuestro, si no
está encajado para siempre en los ana
queles de nuestra biblioteca, nos parece
rá siempre un desdichadillo {Tasajero cgn
el que no conviene encariñarse en exce
so, para no sufrir tanto cuando se vaya.
Ya no hay “ Mecenas”
Un pintor famoso — cuyo nombre re
servamos por razones especiales— regre
sa de Estados Unidos y habla con unos
compañeros de las condiciones económi
cas en que el arte de la pintura se des
envuelve por allá. Si alguno de los ami
gos había pensado ir a Norteamérica a
ganarse la vida con su arte, las palabras
del compañero que regresa han debido
ser para él como una granizada de de
cepciones.
En América hay demasiados artistas,
demasiados jóvenes y demasiados talen
tos. Pero no hay — ¡a y !— Mecenas ar
tísticos capaces de evocar y reproducir
las glorias del Renacimiento. Las Lu
crecia Borgia o las Gioconda de nues
tros días se hacen magníficas fotogra
fías en tecnicolor y se quedan conten
tísimas de legar a la posteridad ese tes
timonio gráfico —y barato— de sus en
cantos.
Un ejemplo de las cosas que por allá
ocurren lo ofrece el pintor francorruso
Verboíí, cuyo éxito en Hollywood ha si
do, al parecer, muy grande. Verboff se
ha dedicado a hacer retratos a las ve
teranas artistas de la pantalla muda,
pero unos retratos especialísimos y po
Francia, el país de la guerra cuyo es
píritu de postguerra ha comenzado a
manifestarse antes, trata de investigar
ahora, entre otras cosas, los efectos de
las guerras en el teatro, y al hablar de
guerras nos referimos a las dos que
Francia ha sufrido últimamente. En la
de 1918, el efecto fué de medianos al
cances; el teatro, que hasta entonces se
había orientado hacia la aristocracia y
la alta burguesía estable y casi tradicio
nal, tuvo que descender un escalón y
tratar de interesar a la alta burguesía
provisional de los nuevos ricos — aquellos
nuevos ricos de aquella primera guerra
mundial, tan orgullosos, tan insolentes,
tan engreídos en su riqueza.
El efecto de la última guerra mundial
ha sido mucho más vasto y profundo.
El teatro ha tenido que descender —o
ascender, según el punto de mira— a)
pueblo entero. La apetencia del público
teatral ha ido cambiando como su in
dumentaria, En 1918 todavía se iba al
teatro en traje de etiqueta y la obra
teatral —aun la más audaz— tenia que
hablar a caballeros con pedieras res
plandecientes y damas descotadas; aho
ra, el pueblo va al teatro con lo que
tiene ¡rara ponerse, y en su mayor parte
alimentado por las escuetas comidas que
le permiten su tarjeta de racionamien
to; y si alguno va más repleto por al
gún relleno suplementario obtenido en
la bolsa negra, en lugar de ostentarlo,
trata de llevarlo con disimulo. A un
público como éste no se le puede ilu
sionar, ni convencer, ni entusiasmar, ni
hacerle pensar, con los mismos temas y
las mismas soluciones.
El teatro, por tanto, evoluciona radi
calmente en Francia, y todavía cuando
se dice Francia se dice proyección se
gura en el resto del mundo. Y es ésta
una evolución a marchas forzadas, que
mando etapas, sin retrocesos, en busca
del alma de una multitud estremecida
y arisca, que todavía no ha concretado
su expresión decisiva. Una evolución que
es más bien una revolución; no se asus
ten ustedes: se trata de revolución li
teraria, aunque las cosas ahora se tra
ban de tal manera que una arrastra a
la otra, o la anuncia, o es un síntoma
de e lla ... ¿Quién sabe?
Las aficiones desbordadas
El señor Ingres tenia un violin, lo
tocaba con mucho entusiasmo, lo que
no quiere i ecir, sin embargo, que fuera
tan violinista como pintor. También fué
aficionado al violin Jacques-Philippe Le
Bas, el famoso grabador del siglo XVTTI.
Esto justifica sobradamente que los mú
sicos sientan a veces veleidades de pin
tores y hasta Que, reunidos corporati
vamente, expe gan sus obras en una
famosa galería parisiense. Si los pinto
res hacen mú ica, los músicos tienen
derecho a hac r pintura, ¿no es asi?
Pero los músicos que han organizado
han acudido para hacerse U p r o í S *
da a un recurso de mala ley n *r? '
conciertos en el salón de la e x p o r to
y, como son mejores músicos quVnlniT
res, la gente no tendrá más remedé
contemplar los cuadros y no criticará
demasiado. (Si, pintan muy mal II®
tocan tan b ie n !...)
’ lPero
Es una competencia desleal ;c>u<s o
pensaría si los pintores aficionados I
música organizaran una orquesta m,
mala y atrajeran oyentes haciéndnS
retratos a lápiz en los intermedios?
’
Haynd, el humanizador
_ ,
------muy seno —»i
Daily Telegraph— invita a la h u i W
dad contemporánea a humanizarse «
cuchando n u eva m en te las obras ri»
Haynd. Oir a Haynd constituiría « J »
dicho periódico, algo así como darsTuí
baño de frescura y de reposo.
La razón en que se apoya tan curiosa
como respetable exhortación está finT
mente expresada en unas palabras dei
propio músico, que se transcriben:
•Muy pocos hay sobre la tierra dichosos y satisfechos, muchos abrumados por
las tribulaciones y las preocupacionespuede ser que tu obra sea alguna vez l¿
fontana en la que el hombre derrumba
do por la inquietud y el fracaso encuen"
tre la frescura y el reposo”.
Hay otras muchas razones, partiendo
de la primera y fundamental de que
toda música, no sólo la de Haynd sino
toda gran música, desliza en el alma
preocupada sedantes y alivios inexpre
sables y valiosos La música de Haynd
es “ como un vino claro". La música de
Havnd es “ menos nerviosa y menos bri
llante que la de Mozart”, pero su “buen
humor fluye constantemente...”.
De modo que la receta vale la pena
de ser ensayada. Oigamos a Haynd, hu
manicémonos todo lo más posible en la
fontana de vino claro de Haynd... y
si Haynd no está a nuestro alcance, no
importa; busquemos en la buena música
sedantes y adormecimientos, en vez de
aturdimos con las estridencias de la ba
tería y el saxofón...
Algo que consuela
Damos a continuación la traducción
de la exposición de motivos de una ley
que la Asamblea Constituyente francesa
aprobó por unanimidad el pasado 12 de
septiembre:
“En los períodos reaccionarios de nues
tra historia han sido objeto de persecu
ciones, con el pretexto de ultrajes a las
buenas costumbres, obras que honran a
las letras francesas. Por ejemplo, bajo
el Segundo Imperio, “Las flores del mal”
fueron s e c u e s tra d a s inmediatamente
después de su publicación y, por sen
tencia del tribunal correccional, seis
poemas de la colección fueron suprimi
dos y Baudelaire y sus editores conde
nados a pagar una multa.
“ Siendo el farisaísmo una de las for
mas de la persecución del pensamiento,
debe ser denunciado y combatido, sobre
todo cuando amenaza perjudicar nuestro
patrimonio literario de tesoros auténti
cos. Para reservar el beneficio de la re
visión a las únicas obras que han en
riquecido nuestra literatura y que el
juicio de las personas cultas ha rehabi
litado ya, proponemos que la revisión
de una condena por ultraje a las buenas
costumbres cometido por la via del libro,
pueda ser demandada veinte años des
pués de que el juicio se haya convertido
en definitivo. Estt plazo basta para que
se desprendan las cuálidades profundas
v el valor duradero de una obra. La Société des Gens de Lettres de France,
que posee personalidad jurídica y es re
conocida de utilidad pública, estará ha
bilitada para pedir tal revisión."
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vi
7.—
S-—
6.—
7.—
�cabalgata
CRITICA
P o r
C ró nica
del héroe ,
LITERARIA
G O N Z A L E Z
C A R B A L H O
por Alberto G irri. Editorial Nova
82 páginas. Buenos Aires.
Provenientes de una generación más sentimental que intelectual — acerca de
cuyas virtudes y vicisitudes podríamos h a b la r a lg u n a vez— experimentamos
uteerés decidido p o r la actitud e s t é t ic a q u e a d o p ta , en su ya sólida labor,
Alberto G im , escritor en la más ostentosa de las mocedades, que cuenta en su
haber con dos libros: “ Playa sola” , poemas, y "Crónica del héroe” , relatos. En
ambos evidénciase una conciencia directiva, un claro antecedente creador y firmes
propósitos de presentar, en temas y soluciones, fases nuevas de lo eterno. No hay
improvisación en su literatura. A la intuición poco le es permitido de su ciega o
lúcida voluntad. Alberto G irri deja a la razón amanecer desde su honda raíz,
y entonces ordena y simplifica su fulgcr recóndito, para dejamos su más limpia
y desnuda llama en alto.
Sus ocho personajes, fantasmales a fuerza de esencializados, nos abren pers
pectivas ilimitadas; podrían ser, en sí mismo, cada uno una viva novela, acaso
cabría afirm ar que son ocho estilos distintos de la angustia. En ello estriba la
importancia del libro.
Su detrimento nos llevaría a buscar consecuencias infaustas de esa afirmación.
Porque, leyéndole, en ocasiones querríamos ver irrumpir, despreocupada, la co
rriente impetuosa para que los personajes fueran, en extensión y vehemencia,
aquello que pudieron s e r...
En la edad literaria de Girri, “ Crónica del héroe” es la seguridad de íntegras
realizaciones futuras, cuando sobreponga a su ingenio de narrador la captación
emocional del mundo. De esa conmoción sin la cual la obra escrita, horra de san
gre, lim ita su repercusión y permanencia, surgirán las páginas totales que Girri
nos está pronosticando con desusada elocuencia.
Sus relatos de hoy son una prueba de dominio técnico, un ejercicio de capa
cidad. Pese a ello señalamos, para su adecuada valorización, la actitud noble de
su inteligencia, su imaginación liberada de delirios, elaborando entre ambas la
realidad de sus ficciones con propiedad indudable. Se nos ocurre achacarle algún
prejuicio, por ejemplo, su descreimiento de cierta sencillez o simplicadad que a
menudo es confundda con lo fácil. El teme a lo fácil. Puede decírsenos que su
sensibilidad despierta solamente en contacto con determinados mundos mentales
en que se desenvuelve con soltura. Sin duda. Pero la verdad es que su libro, rico
de personajes, deja deslucida, por momentos, la personalidad. Recordamos, en
algunos aspectos, al Borges de los cuentos. Más en Girri, inventor de historias,
se entrevé el sadismo de proponer episodios para que sus héroes padezcan una
existencia en que el autor hace las veces de castigo y fatalidad. Si fueran fan
tasmas de sus propias vigilias, cabría asignarle al joven escritor un deseo ascético
de rigor y disciplina. Dejamos esbozada esta sugestión en que obra la subconcien
cia, comprendiendo que el libro de G irri adquiere una proporción ilimitada. No
pasaremos por alto el depurado y sobrio lenguaje en que el autor de "Crónica
del héroe” denota su señorío de prosista.
d e - sal , por Vicente Barbieri. Colección Paloma. Editorial Nova. Buenos
Aires. 188 páginas.
A n il l o
Luz de anunciación, de vísperas, cae sobre la voz del poeta e iguala, con envol
vente palidez de relámpago, el rostro transido de sus palabras. Barbieri levanta
su perfil hacia remotas soledades y le vemos descansar la frente sobre almohadas
de aire, escuchando, como quien recoge la plegaria del tiempo, rumores transpi
rados de infinito.
Nos atrae en él este aferrarse y salir del mundo por su canto En su poesía, de
materiales elaborados, sentimos la cercanía de lo inapresable, la precisión de lo
indefinible. Le vemos puestos los ojos en claridades donde se adivina una cruz.
Porque la esencia misma de su lirismo —ya reflexivo, ya dirigdo a recuerdos,
seres o pasajes— parece alimentada por secretas heridas de padecimiento y pa
sión cristiana, de desentrañada ansiedad mística.
Logra Barbieri, en ese sentido, la más pura y trascendente de las expresiones.
Ella no se configura en temas, sino en dirección y encendimiento.
Mantiene su libro unidad de voz, con un mismo lenguaje crucificado para to
das las cosas..Se transfigura en su canto, disolviéndose el m otivo inspirador, to
mando forma el cuerpo todo alas de su lirismo, que asciende hacia zonas de
luz imperturbable. Desde esas zonas — su intimidad abstraída— se entrega a su
misión redentora de poeta, dejando que los acontecimientos desemboquen en
su corazón — como rumorosos ríos— devolviéndolos después dotados de nueva
vida, a su destino de corriente.
Estamos en presencia de una sensibilidad fecunda, entregada al verso por pre
destinación y voluntad de cantar. Es el poeta que ama la palabra, a veces con
deleitación excesiva. Deriva per momentos en elocuencia. Hay en él una sensa
ción de trasvasarse y fijarse, también con impulso místico, a la existencia física
del vocablo. Comunicarse espiritualmente con los mundos invisibles de otros espí
ritus es en Barbieri una necesidad vital, como asimismo la de exteriorizar ese
universo suyo, tan numeroso como escondido.
Aun fraternizando con los demás poemas del libro, sus “ Epístolas rioplatenses” ,
que figuran como epílogo de "A n illo de sal” , le muestran en una faz vegetal sobre
lo anterior vegetativo. El poeta recibe de la tierra la savia de su verso. La tierra
le devuelve — substancias vivas— aquello sucedido que corresponde tener pre
sente para mirar nuestro paisaje. Eli “Aquel de la larga fam a” , toma la apostura
del payador. Y la cruz que ve en la claridad, le demarca los puntos cardinales en
"Campo austral” . Vicente Barbieri determina en sus actuales poemas la etapa
de su madurez lírica, hecho digno de documentarse en el proceso de su generación.
C uentos
de
N ochebuena , por Augusto M ario Delfino. Editorial Losada, S. A. 134
páginas. Buenos Aires.
Dice bien Delfino que sus “ Cuentos de Nochebuena" son más nostalgia de la
fiesta que la fiesta en si. No era indispensable, tampoco, para responder al título,
que el libro se ciñera a los aspectos tradicionales. H ay aproximaciones, sensaciones
del ánimo, que dicen también — con exactitud,de alegría y dolor— de la antigua
celebración cristiana. Bástanos la inconfundible luminosidad del aire, el mensaje
de la estación, para que adivinemos la presencia del mes sagrado. Y en nosotros,
el registro cronométrico del pulso, va delatando, a puro presentimiento, los grandes
aniversarios de la humanidad. En algunos de los sujetos que Delfino nos presenta,
existe esta intución de la fecha. Los más desgraciados temen más y presienten
más claramente las horas en que se debería ser dichoso. He aquí, pues, anotada,
la substancia humana de estos seres sencillos, asomados a los días en que su sen
sibilidad se acrecienta.
D elfin o posee la honda sabiduría de engrandecer los pequeños sucesos, de vita
lizar episodios aparentemente intrascendentes y adivinar, en la intimidad de sus
héroes, el menudo dolor central, suficiente a decidir el drama psicológico. Vidas sin
lucimiento, esperanzas anónimas, vicisitudes grises como las existencias. Aquilátase
el impar suplicio del alma al penetrar en las calles silenciosas de estos seres de
nombre desvaído, clave y ejemplo del hombre. Sería un lugar común decir que nos
hallamos representados en nuestras experiencias personales, en nuestras observa
ciones. Con frecuencia se confunde el lugar común con el acierto veraz. Delfino
es siempre veraz, pues aún cuando imagina, lo hace bajo el imperio de evocaciones
y comprobaciones directas. Sus cuentos subyugan humana y artísticamente al
lector, porque la anécdota aparece desmenuzada con piadosa y poética unción,
tiernamente si nos devuelve a la infancia, con desgarramiento si a territorios de
congoja y melancolía. Sus ambientes demarcan una ciudad —nuestra ciudad— ■
las criaturas que perfila, se detienen a mirarnos, nos desnudan sus almas, confi
dentes y familiares. Las hemos visto, tenemos la costumbre de su voz.
Delfino equipara su maestría de narrador, tanto en la rápida determinación dt
un carácter, como en la fijación de un ambiente, sin omitir su don de lo indeter
minado, en que alcanza el vigor de sugerir atmósferas agobiantes que son a vece:
el drama mismo.
L
I
B
R
El huésped y la m e lanco lía , por Ricardo
E. Molinari. Editorial Emecé, Buenos
Aires. í 430. 113 páginas.
¿Es bastante ante este libro, “ El hués
ped y la melancolía” , repetir que Ricardo
E. Molinari es un gran poeta? En él
viven, admirablemente hermanados, la
mejor tradición y el talento. Fuentes
antiguas le brotan con la facilidad con
que el manadero de la perfecta poesía
corre sin tregua y sin cansancio. Para
valorizar la obra, ya muy completa, de
Molinari, para elogiarlo como sería nues
tra inclinación, sería preciso precindir
de limitaciones de espacio, cosa que
ahoga en medidas restringidas las me
jores intenciones críticas.
En el caso de este libro deploramos
que los críticos, o mejor, que una crí
tica grande, vigorosa, levantada, no lo
tome por su cuenta diciéndole cuánto
se merece. Entre la producción poética
argentina “ El huésped y la melancolía”
está en el primer escalón.
El método y el hábito críticos no es
el lado más firme, ni mejor orientado
de nuestra producción literaria. Casi
podríamos decir que está ausente, tal
vez por cobardía, por instinto juvenil de
conservación. Pero la Argentina no se
establecerá entre los países productores
de literatura mientras unos cuantos de
los más seguidos escritores no se deci
dan a opinar en voz alta. Las jerarquías,
las categorías, las clasificaciones han de
quedar hechas para que cada generación
sepa lo que da y lo que recibe y en qué
proporción cada escritor sirve a la for
mación de la empresa tradicional del
arte.
El elogio al poeta por parte o por su
obra total afirmaría muchos períodos de
madurez poética indecisas. Es triste can
tar sin eco. Casi podría escribirse una
trágica narración, como la de Chamisso,
del que vivió sin sombra.
Para llenar en la Argentina esa deja
dez, bueno fuera que los escritores ilus
tres se decidiesen a leer a sus contem
poráneos. Y , por ejemplo, que este li
bro de Ricardo Molinari mereciese, por
su generoso alerta, la devoción y el des
cubrimiento a un sector de apasionados
de la poesia, de la silenciosa y retirada
personalidad de este poeta, tal vez el
más universal de la poesía argentina.
Las fuentes clásicas, el manejo feliz
del castellano, cierta sublimidad apa
sionada, una suma feliz de dependen
cias directas entre la emoción y la ima
gen, dan elementos al libro “ El hués
ped y la melancolía” para que su equi
librio nos lleve a la admiración por la
presencia del verdadero arte.
M aría Teresa León
va el género h u m a n o ?, por D e
siderio Papp. Editorial Pleamar, Bue
nos Aires, 198 páginas, t 6 m/arg.
¿A dúnde
Acaso fuése más exacto preguntar
adonde es llevado el género humano, por
cuanto este libro, sustrayéndose a las
preocupaciones (que muchos consideran
más apremiantes) del inmediato porve
nir histórico, considera nuestro destino
desde el punto de vista del astrónomo,
del físico y del biólogo. No son cosas de
nuestro albedrío los problemas de la paz
O
S
y de la guerra ,el cuerpo lacerado de la
sociedad de nuestros días, los constan
tes tira y afloja de los intereses y an
tagonismos del poderío de las superpotencias el tema de estas disquisiciones
del escritor austríaco. También en su
libro se habla de cataclismos, de tras
tornos ante los cuales nuestros explosi
vos más poderosos desaparecen literal
mente de la escena. Pero en este caso
los plazos probabls son suficientemente
tranquilizadores, y así podemos dejar
nuestra imaginación a rienda suelta por
entre las galaxias, por encima de los
inmensos vacíos interestelares, al tra
vés de los eonios que median entre los
primeros períodos y edades del planeta
y les momentos actuales, un mero abrir
y cerrar de ojos con relación a los pe
ríodos de integración y desintegración f
de los soles y las nebulosas.
Consta este libro de dos partes: Por.
venir y Posibles e imaginarios cataclis
mos. A su vez, la primera comprende
cuatro capítulos: 1 - Señales desde el
espacio cósmico; I I - El drama de la
t ida sobre la Tierra; I I I - ¿Cuánto tiem
po puede durar aún la vida sobre la
Tierra?; IV - El porvenir del hombre. Y
la segunda, cinco capítulos, cuyos res
pectivos epigrafes son: V - El globo y
el destino de la humanidad; VI - ¿Eos
amenazan peligres desde el espacio cós
m ico?; V il - El crepúsculo del género
humano; V I I I - Los dueños de la Tierra
después de la desaparición de la Huma
nidad, y I X - Fin del planeta terrestre.
Sin embargo los epigrafes poco sugie
ren de la riqueza de detalles, hechos, ci
fras, sugestiones, divagaciones, hipótesis
y conjeturas que el libro atesora para
quien se sienta inclinado por este gé
nero de obras de tan amplia aceptación
en este momento. El autor da muestras
en todo momento de una amplia cul
tura cientiíica y de amplias dotes de
exposición. Tanto los temas astrofísicos
ccmo los biológicos y hasta psicológicos
cobran una peculiar animación, y los
sucesos remotos y poco probables se
nos presentan como verosímiles y hasta
reales. Así, pues, para curamos, o al
menos olvidamos por unas horas del
asedio de los problemas inmediatos, nsda mejor que la lectura de este libro,
donde el hombre y el planeta en que
habita, vistos desde una lejanía de parsecs y de hasta centenares de años Ira
quedan reducidos a proporciones insig
nificantes. Siempre hemos creído que
si los políticos, los consejeros, los testa
ferros de los estados mayores, los agita
dores políticos, los agentes de las gran
des empresas, los banqueros y demás
personajes que todos padecemos, tañe
sen tiempo y humor para echar un ñstazo al universo de vez en cuando y pa
ra leer libros como el que ahora comen
tamos, muchos de nuestros males que
darían muy aliviados por la sencilla ra
zón de que unos palmos de frontera, una
roca estratégica, una fuente de mate
rias primas, y no se diga los puntillis
mos del honor nacional y necedades por
el estilo no podrían ser tomados en se
rio, o al menos tan a pecho como para
llevar a los hambres al borde del ex
terminio.
Otero Espasandin
)
�c a bal gata
l a vida del genio , por Morris
Bishop, Ed. Mermes, Méjico.
P ascal -
Pascal es una de las figuras más
complejas y contradictorias de la histo
ria dfl pensamiento. Quienes se hayan
preocupado alguna vez por estudiar la
génesis de una idea, de una concep
ción o de una teoría, con su lento pro
ceso de maduración y desarrollo, con
una evolución que en sus grandes ras
gos podemos seguir sin sobresaltos, que
darán asombrados ante la abismal dis
continuidad, la sorpresiva insolitez de
sus geniales intuiciones en campos que,
como el científico y el religioso, aparen
temente se excluyen.
Mente poderosamente analítica y sin
tética, ya desde los umbrales de su ado
lescencia da solución a intrincados pro
blemas matemáticos que habían preocu
pado durante siglos a decenas de cere
bros privilegiados. Asombra realmente la
diáfana claridad de sus planteamientos
y la pasmosa sencilez de sus demostra
ciones; entre otras geniales anticipa
ciones merece señalarse el estudio de
las secciones cónicas y lo que más tar
de se transformaría en el cálculo de
probabilidades.
Mas abandona los seguros caminos de
la meditación científica para internar
se por las oscuras sendas del misticismo.
Arduo y difícil seria intentar siquiera
dar una idea del doloroso proceso de su
conversión. Su espíritu, sobrecogido y
poseído, se conmueve hasta sus fibras
más íntimas: "El silencio eterno de esos
espacios infinitos me aterra” , escribe en
forma lapidaría y definidora.
Desde un punto de vista literario y
humano más que "el prodigio” ; que “ el
inventor” ; “ el convertido": “el físico” ;
“el matemático” ; “ el hombre de mun-
N
O
T
I
El restaurante Drouan conoció, una
vez más, su animación tradicional. En
la antecámara del primer piso se em
pujaban periodistas, editores y amigos
de las letras esperando la llegada de
los jurados Goncourt y Renaudot. En
este ambiente, las viejas amistades se
renuevan y las enemistades se perdo
nan. Colette llegó la primera, seguida
por André Billv, Roland Dorgeles, Léo
Larguier, Luden Descaves, J. H. Rosny
(hijo) y Francis Careo, que no parecía
muy contento.
A las doce y treinta, Andrés Bílly sale
del despacho particular transformado
para la ocasión en sala de deliberación.
Anuncia que Jacques Gautier es el lau
reado por su novela “ La historia de un
suceso". Ganó en la tercera vuelta del
escrutinio por cuatro votos contra tres
a Serge Groussard, que p re s e n ta b a
“Crepúscule des vivants” (Crepúsculo
de los vivos). Zoé Oldenburg obtuvo al
gunos votos por “Argüe” (A rcilla), así
como Maurice Toesca por “ Soleü N oir”
(Sol negro). Jean-Jacques Gautier es
cogió por tema un drama de la calle:
Lucíen Cappel, ex obrero, después de
algunas aventuras matrimoniales y sen
timentales vino del norte de Francia a
instalarse en París, donde muy rápida
mente íué engañado por su última con
quista. El, muy enamorado de ella, la
degüella con una navaja. Fué M. Jac
ques Isomi quien facilitó el tema _al_
joven escritor, y Jean Jacques Gautier
le dedicó la obra.
Algunos instantes después, Pierre Des
caves vino a anunciar que el premio
Théophrasíe Renaudot acababa de ser
adjudicado a Jules Roy por su novela
“La vallée heureuse” (El valle fe liz ),
por siete votos contra tres, a Georges
Govy, autor de “ Sang russe” (Sangre
rusa), El laureado es comandante de
aviación. Ostenta la D i s t i n g u i s h e d
Flying Crcss, la Cruz de Guerra, y es
miembro de la Legión de Honor. Nació
en 1907 en Argelia, es descendiente di
recto de los primeros píonners de la
do” : “ el enamorado” ; “ el místico"; “ el
penitente” ; “ el filósofo” , o el santo” , nos
interesa “ el polemista” .
Sus “ Cartas provinciales” , nacidas al
calor de una polémica apasionada y
violenta como pocas recuerda la histo
ria, siguen siendo un ejemplo insupe
rado de habilidad y dialéctica, de pre
cisión literaria, de agudeza y de inge
nio; no hace muchos años todavía los
liceos franceses tenían el privilegio de
utilizar esas "Cartas” como modelo de
lengua francesa. Su ataque a los je
suítas y a lo que ellos significaban ha
sido el motivo directo que les dio ori
gen, pero las provinciales estimularon
también una abierta lucha contra la
autoridad, es decir, la Iglesia y sus je
rarquías, la escolástica y su deformación
mental asestaron un golpe al código mo
ral y al sistema ético, contribuyendo, a
pesar de él, a secularizar la moral, las
costumbres y Is ideas. Nota curiosa y
reveladora, se supone, y muy verosimümente, que los inmortales personajes de
Moliére, Tartufo y el Misántropo, han
sido inspirados por algunos caracteres
pintados en las “ cartas” . Su influencia,
y éste es el mejor comentario que pue
da hacérsele, no ha dejado de sentirse;
a sabiendas o no, desde Voltalre hasta
el último librepensador de provincias
han Empleado y siguen empleando ios
ingeniosos argumentos, ios diestros en
foques de Pascal.
M il veces y nunca enamorado; mil
veces y nunca satisfecho, mil veces y
siempre angustiado, tal es la imagen
que del exacto, infinito y limitado mapa
de su intelecto nos hemos forjado; un
rayo de luz inquisidora cegado y oscu
recido cuando era fruto y semilla, pre
cursor y culminación al mismo tiempo.
U L T I MO S
EXITOS
A. J. Cronin. - G R A N C A N A R IA . Con el mismo
vigor que han hecho famosas sus anteriores novelas,
A. J. Cronin narra <n esta obra una atrayente his
toria que deja huella profunda y duradera en el
espíritu del lector. Un volumen de 380 págs., $ 6.—
Louis Fischer. - EL G R A N D ESAFIO. El destacado
periodista y autor de varios libros sobre relaciones
internacionales, corresponsal durante largos años en
Alemania y Rusia, hace un análisis detallado de. la
pclitica exterior soviética y de las condiciones im
perantes en Rusia, sin escatimar tampoco sus cri
ticas al imperialismo inglés y a la política de su
misma patria. Un volumen de 540 páginas, $ 8.
Aparecerán
Próximamente
Robert Wilder. - ESCRITO EN EL V IE N TO . En es
tilo tan brillante como inteligente, W ilder nos da en
su nueva novela la historia de una decadencia fami
liar llena de episodios audaces.
Pierre Maillaud. - L A M A N E R A IN G L E S A . ¿Cómo
son y cómo actúan los ingleses? Con gran sagacidad
y una simpatía no exenta de severidad cuando la
ocasión lo requiere, este agudo francés nos lo dice
cu una obra amenísima.
Christine Weston. - IN D IG O . He aquí una novela
sobre la India cuyo elevado interés literario podría
prescindir del que, naturalmente, despierta la ac
tualidad del tema.
H éctor Pacheco Pringles
CI AS
Vicki Baum. - ULI, EL E N A N O . La amenidad usual
en las novelas de esta autora está aquí bordada so
bre el gran fondo trágico de la tremenda “soledad”
del protagonista.
selva africana; le gusta la aventura que
le hizo entrar en la aviaci6n en 1938.
“L a vallée heureuse” (El valle feliz)
cuenta las peripecias de los treinta y
siete vuelos que efectuó sobre Alemania.
EDITORIAL HERMES
IG N A C IO M A R IS C A L 41
M E X IC O D . F.
Distribuidores exclusivos para Argentina, Chile jr Uruguay:
EDITORIAL
La Sociedad de Hombres de Letras
de Francia adjudicará próximamente el
premio Halpérine-Kaminsky, de un va
lor de veinticinco mil francos, destinado
a recompensar la mejor traducción al
francés del año.
•
#
SUDAMERICANA
A L S I N A 500
B U E N O S A IR E S
•
La Academia de Inscripciones y Be
llas Letras procedió, el 6 de diciembre,
a la elección de un miembro ordinario
para llenar lá vacante dejada por el
fallecimiento de Paul Collart. En la ter
cera vuelta del escrutinio, el señor Ro
ben Fawtier fué electo por 15 votos
contra 13, que obtuvo el señor Robert y
una al señor Dherme.
El nuevo académico nació en Bóne
(Argelia) en 1865. Es antiguo alumno de
la Escuela de Roma “ agregué” de la
Universidad, doctor en Letras, fué con
servador de los manuscritos de la John
Ryland’s Library de Manchsster. Es ac
tualmente director en la sección de In
vestigaciones Científicas, especialista de
la edad media, publicó varias obras co
mo “ Europa Occidental de 1280 a 1328”
y “Los Capstos y Francia” .
Arrestado bajo la ocupación, fué con
denado a trabajor forzados a perpetui
dad por los alemanes.
El señor Ch Picardúlió cuenta de una
misión realizada por á 'e n Marruecos en
los meses de marzo y abril pasados.
Sus observaciones .recayeron princi
palmente sobre los centros arqueológi
cos de Volubilis y Valentia-Banasa.
Comentó los descubrimientos de los
bustos encontrados por el señor Thouvenet y presentó algunas hipótesis so
bre su origen y su fecha.
EL PRO FESO R BEN HAMOU
El profesor Ben Hamou, de la Facul
tad de Medicina de Argelia, a quien se
debe la organización de las transfusio
nes sanguíneas que prestaron notables
servicios a los ejércitos aliados durante
las campañas de Africa del Norte y de
Italia, se encuentra actualmente en P a
rís. Asistió, el 6 de diciembre, al casa
miento de su hija, Janine Ben Hamou,
ccn el señor Claude Losry, auditor del
Consejo de Estado.
Estaban presentes en la recepción que
siguió a la ceremonia nupcial, numero
sas personalidades parisienses y argelinas
EN
LA
AC AD EM IA
DE
C IE N C IA S
Inaugurando el 2 de diciembre las se
siones de la Academia de Ciencias, el
presidente dió la bienvenida a los tres
sabios extranjeros que, respondiendo a
su Invitación, tomaron asiento entre los
miembros de la Academia: señor Lípschuts, profesor de Santiago de Chile;
Maratón Mose, profesor del Instituto de
Estudios Superiores de Princeton (New
Jersey, U. S. A .) y Michel Heidelberg,
de la Universidad Columbia de Nueva
York.
L a Academia eligió corresponsal al
señor The mas Wallace, en Bristol, y co
mo miembro, en la sección de las apli
caciones de la ciencia en la industria,
al señor Georges Darrius.
Licenciado en ciencias físicas, inge
niero en artes y manufacturas, el nue
vo académico hizo toda su carrera en
grandes compañías industriales, traba
jando, desde el punto de vista científi
co, en el sector mecánico y eléctrico.
La Academia eligió vicepresidente pa
ra el año 1947 al señor Villat, miembro
de la Compañía desde 1932.
L a Academia otorgó, luego, diversos
premios y recompensas.
CONGRESO DE IN G E N IE R O S
AG RO NO M O S
En la mañana del 4 de diciembre, los
ex alumnos del Instituto Nacional Agro
nómico recibieron, en la sede de su Aso
ciación en París, a los delegados ex
tranjeros y la prensa.
El presidente del Congreso y el de la
Asociación dieron la bienvenida a ios
miembros de las delegaciones de Bél
gica, Dinamarca, Finlanida, Gran Bre
taña, Holanda, Líbano, Polonia y Suiza.
Por la tarde, el señor de Fslcourt,
presidente del Congreso, abrió la sesión
ante numerosa concurrencia, en la que
se encontraban representantes de los
Ministerios, de las Sociedades de sabios
y personalidades de la Ciencia. Expresó
la necesidad de la doble formación téc
nica y biológica de los ingenieros agró
nomos y su adaptación a las condiciones
económicas y sociales presentes.
t
�P
R
E
M
í
o
s
c o r r e s p o n d i e n t e s a l concurso
planteado en el número siete d
CABALG ATA.
“ J U A N IT O E N E L MUSEO”
Con el primer premio de $ 20 José i ,,
Madariaga. Montevideo 1780, CapitaL r *
una suscripción por seis meses a CABAT
T A : Carlos E. CassineUi. Larrea 92.
Emilio Gentili. Bolívar 160. Ralaela (F o
c A >:„ c - A - Burone. Bulnes 1774, Capital
Mario R Borsani, España 171, Florencio W
reía (F C .S .); M. Aranguren, J. E Uris-V
ru 1368. Capital: María Lydia Rodr¿?¿'
José Bonifacio 2647, Capital.
S O L U C I O N
Rembrandt: “Autorretrato con Saslr;,„
Galería de Dresde. Tlziano. "Al
,
que es del César". Galería de Dresde Mem
ling: 'Cristo con los ángeles canto-es"
Mu eo Real de Amberes. Van Eyck: '' rw.¡:!
de El Canónigo Van der Paele presentado a1
la Virgen por San Jorge" Museo Comuna*
de Brujas. Veronés: "La Sagrada Familia"
Galería de los Oficios, Florencia. Veliz
quez: "Bufón Don Diego de Acedo El Pn
mo”. Museo del Prado. Madrid. Holbeto
(El Joven): "Retrato de un hombre de edad
madura". Museo Real de Berlín. Rubenv
"Rapto de las hijas de Leucipo por los Dióscuro'/'. Pinacoteca Antigua de Munich Allegrí (C orreggio): "Cristo y la Magdalena o
Noli me Tangere”, Museo del Prado, Ma
drid. Rafael: "L a Madonna del Gran Duque. Palacio Pitti. Florencia. Van Orlev
' El Calvario", Schmitt Collection, ParU
Memllng: "Retrato de Martín Van Nieuwenhove. Hospital de San Juan, Brujas
Delacroix: "L a matanza de Scío”, Museo dei
Louvre. Del Sarto: “La Sagrada Familia"
Museo del Louvre. Velázquez: "El bufón Don
Juan de Austria". Museo del Prado. Ma
drid. Pintura pompeyana: "Concierto pá
nico”. Museo Nacional de Ñipóles. Rem
brandt: "Retrato de un noble". Museo Enni
.tage, Len Ingrado.
Venimos de porte del director del Museo de Ciencias Naturales, pora saber cuándo
tendrá lista su estatua.
(DIBUJO EXCLUSIVO PARA CABALGATA DE OSKI )
B URL ADERO
Cierto día en el Ministerio de la Go
bernación de Madrid — alié por los tiem
pos de Alfonso X I I I — , se recibió el si
guiente inefable telegrama, firmado por
el gobernador, de la situación, en San
Sebastián:
‘'Anunciase extraño fenómeno, llama
do Aurora boreal. ¿Qué hago?” .
La respuesta del entonces ministro,
Sánchez Guerra, íué auténticamente es
partana: “Por lo pronto, dim itir” .
*
*
★
Mrs. L. M., de Los Angeles, obtuvo
sentencia de divorcio en cuanto le in
formó al juez que su esposo no la había
hablado más que tres veces desde el día
de su boda. Asimismo le fué confiada
la custodia de sus tres hijos.
*
*
*
— ¡Teniente! ¡Está usted temblando!
—le gritó indignado su jefe a un jovencito recién incorporado, en lo más duro
de un terrible combate.
— ¡Sí, m i coronel! — contestó el subal
terno— . ¡P ero estoy!
*
*
*
Vargas, el legendario jefe de alguaci
les del Madrid de Felipe n , fué un dia
interrogado por un curioso cortesano so
bre la muerte del secretario Escobedo,
m otivo de tanta cébala y fantasía his
tórica desde entonces:
' — Vargas, vos que lo sabéis to d o ...
¿Quién mató a Escobedo?
— ¿Su excelencia sabe guardar un se
creto? — contestó el cauto golilla.
— ¡Sí¡ — afirm ó el interesado pala
ciego.
—Pues yo también — terminó el mis
terioso alcalde de corte, con respuesta
en todo acorde con su fam a de pruden
te. sagaz y cauto funcionario.
*
*
*
En el hall de uno de los más famosos
rrer lleno de ilusión; MATRIMONIO, es
el escotillón donde todo —AMOR y
AM AN TE — desaparece de golpe.
Por El Hondero Irónico
hoteles de Nueva York, luce este cartel:
“ S I NO TIE N E NAD A QUE HACER,
NO LO H A G A A Q U I” .
*
*
*
El domador de perros se presentó f i
nalmente ante el empresario con su
magnífico par de San Bernardo. Antes
de que le hubiera podido dar los buenos
días, el atónito empresario oyó como
uno de los perros le decía al otro:
¡Por fin nos ha recibido este buen
señor!
Y el otro — ¡oh, prodigio! le contestó:
— ¡Más vale tarde que nunca!
—Pero es posible —gritó el estupefac
to empresario— , ¿estos perros conver
san?
—No, no conversan, señor... —replicó
el propietario, un poco mohíno— . ¡P a
rece que conversan, pero la verdad es
que ese, el más grande, ¡ss ventrílocuo!
*
*
*
En un bar del puerto de Argel, un
viejo lobo de mar presenta al atónito
auditorio un prodigioso loro que respon
de a toda clase de preguntas:
— ¿Cuál es la fecha del descubirimento
de América?
— 12 de octubre de 1492.
— ¿Qué altura tiene el Mont Blanc?
— 4.810 metros.
Un inglés compra el loro, pagando por
él una enorme cantidad de buenas li
bras esterlinas.
Días más tarde, se presenta indignado
ante el viejo marino: aquello es un en
gaño; el loro no contesta nada.
Confuso el viejo levantino, devuelve
el dinero y le pregunta a su loro:
— ¿Por qué no le contestaste al señor?
— ¿Cómo le voy a contestar? —res
ponde el loro no menos enfadado— .
¿Crees que se puede aprender el inglés
en quince días?
Siempre Bemard Shaw:
Inglaterra y Norteamérica son dos
países separados por el mismo idioma.
*
*
★
— ¿En qué estoy pensando? —respon
dió cierto dia Víctor Hugo a su más que
amigo Sairit-Beuve, que le preguntó el
motivo de su preocupación— . Pues pien
so en qué le diré a Dios cuando me
encuentre ante El.
— ¡Si es eso tan sólo, no te preocu
pes! ¡Y a sé qué le d irá s!...
— ¿Qué?
— ¿Cómo andamos, querido colega?
*
*
El general Lamadrid, cuya pobreza es
ya histórica, vióse en determinado mo
mento —pese a lo escaso de sus medies
pecuniarios— obligado a encargarse un
traje de buen género y corte. Fué, pues,
al establecimiento de un renombrado
sastre y, una vez tomadas las medidas,
regateó tesoneramente el importe hasta
dejarlo reducido a su “más mínima ex
presión” .
Entregada la prenda, el general se ol-‘
vidó de pagar al “ tailleur” , que, cansado
al fin, interpeló al general con malísimos
modos:
— ¡Pero mi general! Si no pensaba pa
garme, ¿por qué me pidió tantísima re
baja?
— ¡Para que no perdiera tanto, gran
dísimo tonto! —le contestó el general lo
más campante.
P A L A B RA S
CRUZADAS
*
C I N I S M O :
B IG A M IA , es tener una mujer de
más; M O N O G A M IA ... es lo mismo.
M A TR IM O N IO , es una novela en la
que el héroe muere en el primer capitulo.
M A TR IM O N IO , no es una palabra, si
no una sentencia.
AMOR, es un largo corredor a reco
C O N C U R S O
¿POR QUÉ ES FAM O SO ESTE SEÑOR? ¿Héroe de un dia, de una hora
o autor de una sola obra? Basta añadir a su nombre el hecho, obra o
recuerdo a que debe su fama para ganar el premio.
Erostrato, Gutierre de Cetina, Marshall, Gualterin de Penniles, Paul
Revere, Plácido el Mulato, sargento Cabral, Halley, Volstead, Malasaña,
Caserío, Juan Fernández, Carlota Corday, Boulanger, Dreyfus, Cavrilo
Prindp, Rodrigo Triana, Filípides, Efialtes, Andrés Torrejón, Stanley
Mermo*, Ravaillac, Juan Bravo, Angiolillo, Alejandro Selkirk.
HORIZONTALES
1.—Géneros fuertes que se utilizan pa»
protección, velas, etc. Utiles de madau
y forma apropiada que emplea «1 m4r,‘
no para impelir su embarcación.
2 —Uno. Consonante. 1.000. Nada-
�0
CORRESPO N D E N CIA
La querella presentada por el “Cartel de
acción m oral y social'’ contra los editores
de las obras de Henry Miller. litigio al
que ya nos referimos en una corresponden
cia anterior, había despertado cierta alarma
en los medios literarios y artísticos por lo
que tiene de intento le limitar la libertad
de expresión de las manifestaciones ar
tísticas. Es de suponer que cuando el asun
to se vea ante el Tribunal del Sena, la
polémica volverá a reproducirse en térmi
nos de mayor pasión aún. El tema vale
la pena. La propia sentencia ha de pro
ducir jurisprudencia sobre la materia y ha
de establecer si la expresión artística tiene
un limite en su forma, y, en caso afirmati
vo. cuál es éste,
*
*
*
Entre tanto, un nuevo hecho se ha pro
ducido que también es interpretado por la
prensa como un atentado contra la libertad
crítica y contra los periodistas indepen
dientes. Actualmente se representa en el
Teatro de los Embajadores una obra de
Henry Bemstein titulada “Secreto”. El crí
tico teatral de un diario ha cementado la
obra en términos duros para el autor, aun
que bastante justos desde el punto de vista
literario. Bemstein, que es demasiado cono
cido por su altivez, además de autor dra
mático es actualmente director de teatro,
lo que le da mayores facilidades j>ara re
presentar sus obras, cuya concepción res
ponde más a una época pasada, la de co
mienzos de siglo, que a la presente.
Tomando como pretexto dicha c r í t i c a ,
conjuntamente el Sindicato de Directores
de Teatro y la Sociedad de Autores, no
solo han adoptado la sanción de privar al
crítico independiente de su butaca gratui
ta para asistir a los estrenos, sino que
llegan incluso a anunciar que., si el caso
se repite, emprenderán una acción judi
cial “por actividad perjudicial a la indus
tria del espectáculo”. Por si esta amenaza
fuera aún poco, dichas entidades expresan
también su propósito de ejercer, amparán
dose en la ley, el "derecho de respuesta".
Es decir, que si una crítica no es del agra
do del Sindicato de Directores de Teatros
3—Erre. Dignidad eclesiástica. La primera
4.—Cada uno de los golpes de mar que
azotan sucesivamente las costas o Pla
yas. Primero. Mayúscula Rio de Rusia.
5—Abreviatura que sirve para suplir al
nombre propio que no se quiere expre
sar. Uno de los signos del Zodíaco. Gui
so. Prefijo negativo o privativo,
g —100. Nada. Consonante.
1.—Doble suena muy fuerte. Nombre de un
cierto eslabón de cadena. Parte d i l río
hasta donde llegan las mareas. Cero.
3 _Pronombre demostrativo. Quinta conso
nante. Conjunción c o p u la t iv a
Her- mana.
9 —Algunas vigas tienen su forma. Poetas
primitivos. Séptima letra.
10.—Conjunción disyuntiva. 50. Solo. Pun
to cardinal.
U —Moverse dando vueltas alrededor del eje.
Ciudad siria.
— ¿Y esto es un moralista? . . .
heterogéneos elementos que concurren
en un espectáculo.
— ¿Cuál es, concretamente, la función
1. — Mamífero muy semejante al ratón. Pre de un director?
ceptor y profesor romano.
—Un director debe orientar todo un
2. — Oeste. Cinco veces diez. Lo que hace movimiento artístico y no responsabili
el borracho. Cero.
zarse fragmentariamente por la puesta
3. — Norte, poeta griego. Quinientos.
en escena de una obra. Creo que esto
4. —Altar. Este. Sur. Parte de Un edificio. es indispensable para la consecución de
5. — Opuesto al norte. Prefijo griego refe
unidad, para la disciplina del elenco, pa
rente a la vida. F. Décimasexta con
sonante.
ra que cada artista sienta y viva seria
6. — Alias. Cero. 50
mente la obra que representa. Debe ha
7. — Consonante. Astilla o raja de pino u ber colaboración entre director e intér
otra madera resinosa destinada al alum
pretes; esta colaboración efectiva, basa
brado. Convicto. Alteza.
da en la amista, en el mutuo respeto y
8. —M. San. Primero. Río de Galicia.
en la comprensión, no puede obtenerla
9. — Monsieur. Regalas. Segunda vocal.
el director que recién conoce a su elen
10.— Nada. Nada- Nada. Pe.
co e ignora la personalidad de cada uno
11.— Bellaquería. Hijo de Apolo y Caliope.
de los intérpretes.
— El Teatro del Pueblo: ¿ha mostrado
alguna predilección especial por un gé
nero determinado?
(Dibujo exclusivo para CABALGATA de Steinberg.)
—El Teatro del Pueblo ha encarado el
montaje de géneros muy distintos. Por
ejemplo; mientras a d ie s t r a b a actores
para el teatro de cámara, tenia que re
presentar teatro clásico, apenas conoci
do por las muestras esporádicas de las
compañías extranjeras. Así, más de 200
obras, primicias absolutas para el pú
blico de Buenos Aires, fueron estrena
das por este grupo entusiasta.
— Creemos que la labor del Teatro del
Pueblo no se ha limitado solamente al
repertorio del teatro clásico, sino que
también ha ayudado empeñosamente a
autores argentinos de valor.
— Sí, poetas argentinos de dos genera
ciones enfrentaron al público desde el
Teatro del Pueblo Hemos representado
obras de Eduardo González Lanuza,
Amado Villar, Roberto Arlt, Ezequiel
Martínez Estrada, Luis Cañé, Horacio
Rega Molina,. Roberto Mariani, Roberto
Ledesma, Alvaro Yunque, Raúl Gonzá
lez Tuñón, Nicolás Olivari y muchos
otro, que escribieron especialmente para
el Teatro del Pueblo.
— ¿Qué autores del teatro clásico han
sido representados? Recordamos haber
visto, hace años, en el antiguo y primi
tivo local del Teatro del Pueblo, una
versión de “ El sueño de una noche de
verano” , que nos impresionó vivamente.
FRANCI A
o de la Sociedad de Autores, éstos van a
exigir el derecho de replicar a las objec
io n e s que desde el punto de vista crítico
pueda inspirar una obra teatral.
Es justo decir que el problema no es
nuevo y que se repite de vez en cuando.
Los directores de teatro, e incluso algunos
autores, estiman que un billete gratuito
para el crítico de un diario obliga a éste a
cierta benevolencia hacia la obra que se
estrena Contra semejante opinión, la crí
tica independiente se ha alzado siempre
que la cuestión ha sido planteada. Los
teatros y los autores pueden hacerse su
reclamo eh las páginas de publicidad, que
no prejuzgan la opinión del crítico; pero
éste no puede, en ninguna circunstancia,
permitir que se menoscabe su indepen
dencia.
En este caso concreto, el problema se ha
complicado por ser Bemstein el promotor
del incidente, cuyas, pretensiones constantes
no responden ciertamente a la calidad de
su producción artística.
Guy Chastel, miembro del Comité de la
"Societé de Gens de Lettres" ha presentado
la dimisión de la comisión consultiva ins
tituida en el ministerio de Justicia y en
cargada ds pronunciarse sobre la moralidad
de los libros contra los cuales se presenten
denuncias ante la justicia.
Guy Chastel figuraba en esta comisión,
compuesta en su mayoría por magistrados,
en calidad de único representante de la
“Socité de Gens de Lettres" A consecuen
cia de la publicación en Francia de las
obras del autor norteamericano Henry Mi11er, fué presentada una denuncia. Llam a
da a dar sil opinión, la comisión unánime
mente declaró que dichas obras son con
trarias a la moral. De acuerdo con el pro
cedimiento ordinario, se emprendió una ac
ción judicial contra el traductor y el editor
francés de “Trópico de Capricornio” y
“Trópico de Cáncer”.
La “Societé de Gens de Lettres” se im
presionó ante este acuerdo y h * resuelto
retirar de la Comisión a su representante.
CONVERSANDO CON , , ,
VER TICALES
cabalgata
(V iene de la página 19)
Barletta parece recordar aquella épo
ca. El m ontaje de "El sueño de una no
che de verano” es tarea difícilísima, que
requiere a la vez gran sentido poético y
pericia escenográfica. El T e a t r o del
Pueblo es el único conjunto argentino
que montó esa obra y salió, además,
airosamente de la prueba.
—Además de Shakespeare hemos re
presentado a Plauto, Sófocles, Moliere,
Cervantes, Lope de Vega, Tirso de M o
lina, Marlowe, Goldoni. Y tampoco he
mos descuidado a los cultores más atre
vidos del arte dramático moderno, co
m o: O N eill, Elmer Rice, Lenormand,
Saroyan, Thom ton W ild e r , Pellerin,
Etrainoff, Meano, etc.
— ¿Podría hablamos de otras activida
des del Teatro del Pueblo?
— Sí Por ejemplo, a veces actúa en
función de seminario.
— ¿Cómo es eso?
— Inaugurando en Buenos Aires una
modalidad ofiginalisim a: dos veces por
semana, en debate público, que yo diri
jo, se pone en discusión obra, interpre
tación y dirección. A llí se defienden
apasionadamente nuestros p u n to s de
vista. Por otra parte damos también
conciertos de música de vanguardia y
secciones de danza; tenemos exposicio
nes de pintores jóvenes y conferencias
de escritores, todo esto como base de
nuestro empeño para difundir la cultu
ra. Actualmente estoy formando una
compañía de adolescentes, con su co
rrespondiente director. Acaban de estre
nar “ Pelo de zanahoria” , de Renard; "El
oso” , de Chejov, y “Feliz viaje” , de
Thom ton Wilder.
Y al despedirnos, Barletta hace un
examen de la labor realizada y nos dice;
— Estoy satisfecho de los actores y
creo que ellos lo están también por la
labor realizada, que nos ha mantenido
siempre unidos, pese a todas las d ifi
cultades. F o rm a m o s , posiblemente, el
único elenco estable en Buenos Aires, y
también el único que no admite aplau
sos del auditorio, en el que no existen
primeras figuras y con una disciplina
de equipo propia del vanguardismo que
sostenemos.
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Cadena
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ESA FAMOSA PEQUEÑA ROBE
Par l’invention, tingéniosité, et la technique que demande leur creation, les
“petites robes” sont de "grandes robe” .
A Q U IN : lanilla a cuadros en
una creación de maravillosa
línea, en la que graciosos desfle
cados rodean el escote, los hom
bros y los originales bolsillos que
caen del cinturón.
* PIE R R E B A L M A S IN : pliegues
que se recogen sobre la cadera
en un pequeño moño y donde ter
mina el corte que atraviesa el
corsage, cerrándose en pequeños
betones hasta el cuello.
JEAN DESSES:- cortes irregu
lares partiendo desde los hom
bros, forman sobre el busto y las
caderas grandes bolsillos y se pro
longan luego en la falda remar
cando, a ambos costados, movi
mientos de tableados que enan
gostan la misma hacia abajo.
JAU M AN D R EU : medias túni
cas que, partiendo de las costu
ras de los costados de la falda, se
reúnen en graciosos drapeados
hacia adelante, dejando ver la
falda tubular en un modelo en
“ crepé” de lana, una de cuyas
EL D E T A L L E
EN EL CORSAGE
nos encontramos una banda bordada
como broderie que, naciendo de las
sisas, atraviesa el corsage formando
medio recuadro.
ALGO MAS SOBRE EL
P
r p A N TO como la falda o las
J mangad, el corsage puede ser
el lugar dond: reside el detalle
original de un modelo, con el agre
gado que el tipo de mujer de nues
tro país acepta que así sea, evitan
do muchas veces los detalles que
en los hombros( mangas o faldas,
tienden a mostrar disminuido el
largo talle y, consiguiente, la ele
gancia de la silueta.
En un encantador modelo de Jeannie de Lafaurie, en crepé blanco,
En otro modelo veraniego, esta
vez de Madelaine de Rauch, un gra
cioso corte que trae los pliegues de
la blusa, se continúa en dos cordo
nes gruesos y oscuros que, tras de
rodear la cintura, se anudan en
grandes borlas a ambos costados.
Y por último, una creación de
Jaumandreu, de falda en gris es
curo y blusa blanca, des tirantes
en el género de la falda se unen
sobre la misma en un bordado simu
lando escudo, en gruesos cordones
rojo sangre.
soirée no es ya solamente la crea
ción más o menos bella y siempre
siguiendo una tendencia en boga,
con que los modistos famosos cierran su
más o menos profusa colección de cada
temporada. No es tampoco la robe que
cada elegante acepta sin vacilaciones,
porque sólo una linea reina sobre las
demás; hoy, como nunca, se pueden ele
gir líneas, tendencias e ideas y se puede
reflexionar sobre tal o cual tipo a elegir;
tal es la diversidad de estilizaciones que
impera entre los couturiers, que la elec
ción se hace difícil.
Sin embargo, nosotros podemos deslin
dar, en la moda, tres principales ten
dencias: primero, las amplias faldas, que
parecen verdaderamente envíos de val
ses, fruncidas, drapeadas, reunidos sus
pliegues en cascadas o pu/s y qu exigen
E
l
anchas solapas lleva ribete y oja
les en cabritilla de plata, mate
rial de que se han forrado las
dos hebillas del cinturón.
R A P H A E L : un corte en el cor
sage se continúa verticalmente en
la falda, recogiendo pliegues en
la misma; el cuello formado por
bandas que, plegadas, simulan un
gran meño.
A T A V IO
D E
NOCHE
metros y metros de tissus. Para contras
tar con ellas, imponentes y voluminosas,
los corsages serán siempre estrechos y
simples. La segunda tendencia en boga
es, quizás, sólo privilegio de las figuras
esbeltas y armoniosas: es el modelo de
noche que sigue una línea recta y an
gosta; los géneros se adaptan magní
ficamente al cuerpo, drapeados perfectos
marcan las caderas, cayendo luego en
suaves pliegues hasta el suelo, dejando
apenas ver las coquetas sandalias pla
teadas o doradas. Y, junto a esas dos
tendencias de la moda en trajes de no
che, nos encontramos con la que en algo
coordina a ambas: la de las amplias
sobrepolleras en tul, o aun en el género
del vestito, que llegando sólo a la rodilla
dejan luego aparecer la estrecha falda
tubular.
En lo que a escotes se refiere, trae
también la moda graciosas variaciones
que van desde el amplio y profundo descotado, que deja al descubierto los hom
bros y el nacimiento del cuello, hasta
los clásicos escotes en pico o menos ba
jo. pero que exigen siempre hombros en
el modelo, pasando por el escote que,
dejando completamnte al descubierto un
hombro, cubre el otro, trayendo remi
niscencias de clásicas túnicas griegas.
En cuanto a adornos y tocados, vuel
ven a imperar, acompañando creaciones
de gran gala, los aigrettes colocados en
no mucha profusión; los pinches de ían.
tasía, detallando peinados de época: las
pequeñas mantillas de encaje: los an
chos collares y cadenas adornando el
cuello.
Y , para abrigo de noche, las capas
largas, de alto cuello, que tienen el en
canto de guardar hasta el último mo
mento el secreto de las toilettes, impe
ran sobre los demás tipos de abrigos y
acompañan m agníficam ente cualquier
estilo de vestido y cualquier tipo de tela;
los satines profundos y calmos, color de
luna o de plata vieja; los frescos voiles,
los cambiantes tafetanes, los tules gri
ses, verdes, rosados, de tonos degradées,
géneros en los cuales los creadores tie
nen magnificas aliados para sus sor
prendentes modelos para fiestas noc
turnas.
�MODELOS
AMERICANOS
Evelyn Keyes, de lo Columbio, nos muestra, en "Aventura en Brasil", este conjun
to de falda en lanilla negra y casaca en gris rosado; ribetes de lo tela de la falda.
De Lizobeth Scolt es este modelo veraniego, confeccionado en tusor a rayes azu
les y blancas, acompañado por ancho cinturón y sandalias en cabritilla dorado
En la foto podemos apreciar un sencillo modelo de vestido y túnica en "im p rim ée"
negro y celeste que, con gran sombrero, luce Evelyn Keyes en el citado film.
Práctico tailleur de sport a royas en gris y blanco con blusa de jersey rojo sangre y
"b e re t" de terciopelo al tona. También pertenece al vestuorio de Elizabeth Scott.
MODAS A CARGO DE JAUMANDREU
�LA TRAGI CA M U E R T E
DE DON D I O N I G i ERBA
Por
DANIEL
A Dora Berdichevsky
O Y se recuerda a Don Dionigi Erba, compositor ecle
siástico y profano y redactor de
un librito sobre la r e s o n a n c i a
múltiple de las campanas, sola
mente como al presunto autor de
un “ M agníficat” para doble coro
saqueado abundantemente por J.
Federico Haendel en varias par
tes de su oratorio “ Israel en Egip
to” . Don Dionigi, con su numero
sa producción y su vida disoluta,
fué, a pesar del olvido que ha
caído sobre él, una de las más
notables figuras de su época. Her
mano del cardenal Benedetto Er
ba, dejó con él Milán, su ciudad
natal, para entrar en un semina
rio en Roma donde aprendió la
música y recibió las órdenes. El
papa Inocencio X I le dió grandes
H
DEVOTO
muestras de favor, y se dice que
respondía a los rumores que le
llegaban sobre la vida desorde
nada de su protegido, diciendo:
“ Es la música, y no las mujeres,
la que le hará perder la cabeza” .
(L a música, che non le donne, li
fará perdere la testa). Alejandro
Vin, sucesor del papa Inocencio,
fué más severo con el joven pre
lado, retirándole de su círculo do
méstico y despejándolo de su pre
positura cardenalicia; Don Dioni
gi se consolaría cantando en su
laúd los aires españoles que es
candalizaban a Su Santidad, y
preparando otro escándalo mayor,
al que tuve que poner término el
papa Inocencio X II. Dionigi Erba
estrenó en 1696 su ópera “ Arión” ,
fruto de un largo estudio, e in
terpretando el papel protagónico
tuvo la audacia de aparecer, en
medio del teatro, cantando des
nudo sobre un delfín mecánico.
La corte pontificia no compartió
el entusiasmo de las damas roma
nas, y Don Dionigi fué expulsado
a Milán, prohibiéndosele so pena
de excomunión mayer tomar par
te alguna en representaciones y
vedándosele hasta el ejercicio de
la música eclesiástica. Los buenos
ofit^/s del cardenal B e n e d e t t o
consiguieron atenuarle la pena y
hacer que se le concediera el
puesto de maestro de capilla en
la iglesia de San Francesco, con
la obligación de no salir de Milán
en toda su vida. Grandes polifonistas — Viadana, Nascimbeni —
habían sido cantores de San Fran
cisco, y los archivos de la iglesia
guardaban riquísimos manuscri
tos; sus órganos eran también cé
lebres en Milán, pero lo que más
solicitó la atención de Don Dio
nigi fueron las campanas, rivales
de los grandes carillones del Duomo. Dejando su puesto en el coro,
junto al órganc, Dionigi solía su
bir al campanario para observar
CALENDARIO
16
17
NARCISO IBAÑEZ MENTAl
18
19
20
21
El fam oso libro de Edmundo De Amicis vertido ahora
a la pantalla argentino en un esfuerzo cinematográfico
sin precedentes! , con las estrellas juveniles
22
Juan Carlos Barbieri
Salvador L o tito - Luis Zaballa
Félix G il - Enrique Lerós
Alberto Contró - Oscar W alter Derbes
y un gran reparto
23
M agistral realización de
GRAN
EXI TO ^
SEGUNDA
SEM AN A
CARLOS BORCOSQUE
OPeRa i
C0BR1TNTES 860 • U T 35 1335 6619 • C 10C0C0 S A
24
nores, controlar sus arm' %
que variaban según se
descifrar sus inJirineiont tansra>
Laudo Deum ^ ^ 2 “ '
voco.. . ninbum f UgC d’p f m
p lo ro ,
P a s ó m u c fc ^
escribiendo, en los años en ! ***>
peste asolaba a Milán aiK qUe la
a fines de 1712,
pas francesas que ahana ,
la ciudad P a re á L
to gesto de un soldado que
nocía dem asiado bien u £ 0 C0‘
tirarse precipitadamente d2° *
mez, enredándose fuertemente^:
la soga; lo cierto es que h «
pana se desprendió de su h L ¿ “ '
deteriorado y cayó sobre éhte °f
pitándolo de un solo ! £ * £
leyenda cuenta que la cabTza de
Orfeo bajo cantando por
bros hasta el mar; la de r w '
Erba rodo hasta ai pleV T |
calera, donde ía encontraron cat
da, sucia de polvo y de s a W
con la lengua partida por los cW
tes y un cjo reventado.
D A N I E L
DEVOTO
RETROSPECTIVO
ENERO
1905. Nace el compositor español Er
nesto Halífter.
1919. Ignacio Juan Paderewsky, com
positor, pianista y patriota, es ele
gido presidente de la República de
Polonia.
1835. Nace, en Vilna, César Cui. “ Cui
usa su talento ecléctico, pero no ro
busto, en óperas de tipo ultrarromántico, con todo su horrible corte
jo de paisajes bajo la luna, puñales
teñidos de sangre, gritos de vengan
za, copas de veneno, y el resto.” ( R o
s a N e w m a r c h , The Russian Opera.)
1884. Estreno de “Manon” , de Massenet, en la Opéra-Comique de P a
rís. “Massenet. parece haber sido la
víctima del juego de abanico de su
bello auditorio, cuyo aleteo palpitó
tanto tiempo en su homenaje. Su
influencia sobre la música contem
poránea es tan manifiesta como ineoníesada por algunos que, debién
dole mucho, lo niegan con hipocre
sía, lo que es bien bajo.” (C lavde
D ebussy, M. Croché, antidilettante.)
1894. Nace el compositor norteame
ricano W alter Pistón.
1912. Estreno del ballet “Ma mere
l'oye” , de Ravel, en el Théátre des
Arts, París. “ Los que no han visto
este ballet pueril en uno de esos es
pectáculos mixtos en que lo acompa
ñaban “ Fantasio” , de Musset, y “ Le
festín de l'araignée” , de Albert Roussel, ignoran lo más delicioso que el
teatro podía ofrecer en las bellas
veladas de una época fe liz ... La
coreografía, de Jane Hugard, no era
más rigurosa que la intriga, e hizo
las delicias de Nijinsky, que dijo a
Ravel: “ Así es domo se baila en fa
m ilia”. ( R olakd-M anuel , A la gloire
de Ravel.)
1655. Estreno de “Le triomphe de
l'amour sur des bergers et bergéres” ,
libro de Charles de Beys, música de
Michel de la Guerre, primera come
dia francesa en música, anterior a
la “ Pastorale” , de Perrin y Cambert,
y primer antecedente de la ópera en
Francia.
1528. Data de la más antigua publi
cación fechada de Pierre Attaingnant, el más célebre editor francés
de danzas y canciones del Renaci
miento.
1705. Nace, en Nápoles, Cario Broschi detto Farinelli, sopranista. "Du
rante los diez años que pasó en la
corte de España —para distraer la
melancolía de Felipe V - tuvo j.
obligación de cantar al rey todas
las noches, cuatro romanzas,
eran siempre las mismas, y que Pa.
rinelli, en estos diez años, cantó tres
mil seiscientas veces.” (Grao Mon ald i , Cantanti evirati celebri)
25 1858. Se celebra en la capilla d#]
palacio real de Saint James la txxfc
de Federico HI. rey de Prusia y em
perador de Alemania, con la priacesa Victoria, hija de la reina Viotorta de Inglaterra. En la ceremonia
se tocó la Marcha Nupcial del “Sue- ño de una noche de verano”, de
Mendelssohn, por primera vez en
unas bodas.
26 1790. Se estrena en el Burgtheate
de Vlena la ópera de Mozart "Coa
ían tutte, o sia la scuola degli aman,
ti” , un día antes de cumplir su auto
los treinta y cuatro años. “El 21 de
enero, primer ensayo de orquesta, en
el teatro, con Haydn; el 26 el es
treno, sobre el que no sabemos na
da.” «R obert P itbou, La vie de Mozart.)
27 1901. Muere en Milán Giuseppe Verdi, a las 2 horas 50 de la madrugada.
“ Seamos simples y lógicos. No pi
damos a un gran artista las cuali
dades que le faltan y sepamos dis
frutar las que posee. Cuando na
temperamento apasionado, violento,
hasta brutal: cuando un Veril en
riquece el arte con una obra fuste
y vital, amasada con oro, fango, hiel
y sangre, no vayamos a decirle temente: "¡Ah, querido señor: esto
carece de buen gusto, esto no es dis
tinguido!” ¿Distinguido? ¿Acaso Mi
guel Angel, Homero, Dante, Shakest peare, Beethoven, Cervantes y Re
beláis son distinguidos?” (G. Best,
hacia 1872.)
28 1898. Nace el compositor italiano
Vittorio Rieti.
29 1849. "En cuanto a Chopin, sus su
frimientos le Impiden interesarse «
nada, y menos aun en el trabajo
i D elackoix , Journal.)
30 1925. Estreno de “Le mariage de
Monsieur le Trouhadec", de Jules
Romains. en la Comédie des Champe
Elysées, París. Música de escena *
Georges Auric.
31 1601. Casan Jacques Champion, tuv
de la Chapelle, y Anne Chatriot, pa
dres de Jacques Champion de Chainbonniéres, nacido en 1602, prime-de los grandes clavecinlstas france
ses del siglo xvn.
�e e
T R I U N F O
DE L
CINE NACIONAL
CI NE A R G E N T I N O
CORAZON: Produ cción F ilm A n des
y Pyada. D irigid a por C arlos BorAdaptación del lib ro ho
mónimo de Edm undo de A m icis.
Interpretada p or N arciso Ibáñez
>lenta. Juan B a rb ieri, S a lva d or
lotito, Luis Zaballa, Y a y a Suárez
Corbo, F é lix G il, etc.
La dificu ltad de adaptar una ñovela a la pantalla es bien conocida.
Generalmente una buena adaptación
oarece patrim onio ex clu s ivo d e las
malas novelas; de las buenas es d i
fícil recordar una que no haya fr a
casado, aun en e l caso de haberse
logrado uc buen film . L a adapta
ción de “ C orazón ” era sum am ente
difícil por tratarse de una novela
f o r m a d a por varios episodios o re la
tos aisladas, contados por un niño
en el curso del año escolar. A lgu n os
de estos episodios bastarían para
argumento de un film . L a película
“Corazón” ha quarido a b a r c a r lo s
todos con el afán de u tiliza r e l con
cosque.
c h o s niños de nuestro recuerdo se
ven convertidos aquí en m ozalbetes
sentimentales, y las lágrim as son
una especie de fon d o en todas las
escenas de la película.
Sin embargo, no sabemos por qué
razón se ha evitad o e l m ejor de los
cuentos, “ E l tam borcillo sardo” .
Pero las películas deben juzgarse
por sí mismas. En este sentido po
demos d ecir de “ C orazón” que cuen
ta con buenos intérpretes. Bien ios
trajes y decorados de época. — H. S.
R O M A N C E M U S IC A L : Producción
Estudios San M iguel. A rgu m en to
de Sixto Pondai R íos y Carlos
O liva n . D i r e c c i ó n d e Ernesto
Arancibia. Interpretada por L i
bertad Lam arque. J u a n Carlos
Mígtieo, Ernesto Raquen. Enrique
de Rosas, Bertha Moss, etc.
El em oto origen d e las com edias
sofisticadas de enredos habría que
. icario, tal vez, en O scar W ild e ;
es verdad que ahora estamos — nos
otros jamás tuvim os ningún contac
to, ni siquiera rem oto— más lejos
que nunca de la In gla terra victoria na y wildeana, p ero la c o m e d ia
absurda llegó desde H o lly w o o d , d ió
resultado económ ico y, sin pensarlo
más, fué adoptada.
“ Romance m usical” tien e a lgo de
esto, con mucha música de ja z z y
muchas canciones.
SUMIO DEL L S
M úsica f ñ el adié, p or G. Bemard Show.
¿Se ha encontrado el “ h k b k a h O " dkl
"M uchacho A z u l " de G a ix s b o s o u g h ?,
por George Sinclair. A i i M. R erry , por
Patricio Canto. R espo nsabilid ad y r e s is
tencia. E scritores europeos sacrificados ,
por Guillermo de Torre. A lg u n as
CONSTANTES
DEL ES PÍR ITU
n o t as
C IE N TIFIC O , pOT
Julien Benda. P aul C laudel habla del
A pocalipsis , por Paul Guth. A ijtled St ie GLITZ, DECANO DC LA FOTOGRAFÍA KM ESTA
DOS U nidos, por James ThraU Soby. U n
ooto mendocino , por Daniel Devoto. E l
bandido de los cerdos, per Dee Róndale.
José A lonso , por Lorenzo Varela. P l u
mas y palabras, por J. Mora Guam ico.
Jeak P aul Sartre, el ú ltim o escándalo
de P arís, por J. L. Dámete!. S omzeszt
Maügham t el teatro inglés , por León
Mirlas. A lgunas escenas de f ilm ac ió n se
“El filo de la, navaja ". D os páginas de
ciencias a cargo de José Otero Esposandin. Dos páginas de modas, por Jaumandreu. A jedrez, por el profesor Francisco
Bencko. Exposiciones y notas de arte,
por Romualdo Bryghetti. Crítica lit e
raria, por Gomóle?. Carbalho. Corres
C h il e . M úsica , T eatro, C i be, Crónicas , H umor , C aricaturas , etc .
Este número incluiré, impresa aparte, la
lámina h* g, que reproduce el cuadro de
Fierre-Auguste Rencir “ O rillas k l lago".
pondencia de
mm
Escena de "C ora zó n ", con Juan Carlos Berbierí y Carmen Uembi.
E l film cobra m a y o r in terés al
aparecer el cafetín . Sú bitam ente el
film se eleva de tono. El m ila gro es
sencillo, lo produce L ib erta d L am arque con su acento de barrio,
ccn su m elena tanguera, con sus
gestos sentim entales y bravos. T ie n e
personalidad, es auténtica, y esto,
por sí sole, da a lien to a la película.
L ib erta d canta com o en los cines
DISCOS
Por
Victor argentina ha publicado una gra
bación del cuento musical de S. Prokofieff
“Pedro y el lobo*' (álbum D.M. 1103. 6 faces
de 30 cms.), que ha sido totalmente reali
zada en el país con la colaboración de la
Orquesta Sinfónica de la empresa dirigida
por George Andreani, Narciso Ibáñez Menta
como narrador y un grupo de instrumen
tistas lócale?- Ha sido sin duda un esfuerzo
pcnderable y necesario La gracia y belleza
de este cuento musical tiene eficacia para
la imaginación infantil a condición de que
los niños puedan entender las palabras del
comentarista. Hasta el momento las versio
nes conocidas estaban impresas en idioma
inglés y por esto los niños de habla española
podrán, por primera vez. acercarse a esta
obra que es el más feliz intento para cauti
varlos musicalmente ofreciéndoles una ex
presión concreta de imágenes sonoras con
la palabra conductora.
Prokofieff pertenece a un país y a un
estado que se interesa profundamente por
los niños. En Rusia la educación infantil
es preocupación de primer plano y se apoya
en la mú'ica cantada. La canción es. por
cierto, la fórmula más eficaz para educar
el oido y desarrollar el gusto artístico. Pero
en la canción el interés del niño se mantie
ne en cuanto él mismo pueda ser intérpre
te. En el cuento musical el niño es espec
tador. se libera de la necesidad de partici
pación activa y e~to le permite lanzar a
vuelo toda su imaginación y acercarlo a la
actitud crítica.
“Pedro y el lobo" se estrenó en Moscú
en el año 1936 dirigido por su autor en un
gran festival dedicado a los niños de la
U.R.S-S- veintidós años después de la com
posición de otra obra dedicada a caracteri
zar anímale - y que se llama ‘El pequeño
patito feo”. “Pedro y el lobo” conquistó
de inmediato a ios públicos europeos y
americanos, mereciendo los honores de mu
chas grabaciones y la participación en ellas
de los mejores artista' del momento. Incluso
se puso en escena un “ballet” con coreogra
fía de Adolph Bolm en Chicago, se publi
có en Boston una edición de lujo y Walt
Disney lo captó para comentarlo cinemato
gráficamente
Las grabaciones de que tengo noticias se
iniciaron con ia que Víctor realizó con el
ccncur o de la Orquesta Sinfónica de Bos
ton bajo la dirección del dinámico e inquie
to Serge Kcussevítzky. Desde el punto de
vista musical es. sin duda, la mejor Bri
llante. sonora, alegremente decidida, se vió
realzada por la intervención de algunos
solistas de la orque ta que hicieron prodi
gios de técnica y musicalidad en la carac
terización señora de los diversos personajes
del cuento. El fagote y el clarinete son de
calidad extraordinaria. La d i r e c c ió n de
Kou? evitzky. campeón de Prokofieff en el
mundo occidental y que tiene el privilegio
de estrenar todas sus obras tacaba de dar
a conocer la Quinta Sinfonía), es precisa J
tan ajustada al espíritu de la obra, que crea
simultáneamente el estilo y el modelo. Por
desfracia el narrador Richard Hale extrema
su celo dramático y crea un clima donde
palabras temblorosas y enfáticas exceden
la natural lógica del relato- En este sentido
el oue se lleva las palmas por su magnifica
realización es Basii Rathbone, que en inglés
de barrio, com o en B alcarce y Gara y , com o en Bcedo, com o en R i v a
cia v ía al 9000. y por su sola gracia
hace qu e recordem os con agrado
“ R o m a rc e m u sical” .
A l salir, la recordam os a ella con
sus tangos, sus m ilon gas y hasta sus
rumbas, ya que, exigen cias argu
m éntales, la lleva n a actu ar en un
teatro cubano. — H. S.
JORGE
El cine argentino acaba de obtener un
nuevo y señalado triunfo en el extran
jero. Esta vez es en la República de Cu
ba. punto de confluencia y competencia
de los cines argentino y mejicano, don
de nuestra cinematografía ha sido con
siderada como la m ejor de habla espa
ñola. La Asociación de Cronistas Cine
matográficos y Teatrales de Cuba ha
elegido todas películas argentinas como
las mejores en español de las proyec
tadas allí durante el año 1946.
En primer puesto, con mayor número
de sufragios y como vencedora absoluta,
la película "La amada inmóvil”, dirigida
por Luis Bayón Herrera, argumento ori
ginal de Manuel Villegas López, inter
pretada por la promisoria estrella G lo
ria Berna! y el gran actor Santiago
Gómez Cou, que triunfa como el mejor
intérprete de lengua española por su en
camación de Amado Ñervo en este film.
“ La amada inmóvil” fué, hace poco,
amplia y efusivamente elogiada por la
critica norteamericana, al ser estrenada
en Nueva York, y ahora proporciona a!
cine argentino otro nuevo y resonante
triunfo en el continente americano, al
obtener la máxima distinción de la cri
tica cubana.
Siguieron en orden de votación “ Ce
los", “ El c a n to del c is n e ” , en la que
Mecha Ortlz obtiene el primer premio
para actrices; “ Una mujer sin importan
cia” y “ La señora de Pérez se divorcia".
D ’ U R B AN 0
impecable conduce el cuento en la graba
ción de la Orque ta AU America Youth que
Stokcwsky dirigió para la Columbia. Lo ha
ce con tal equilibrio y naturalidad, que de
por sí se erige en el centro de interés de la
obra. Es a la vez una hermosa lección de
dicción y de inteligencia dramática y un
verdadero placer para los aficicnados a los
idiomas pronunciados con gran estilo. Stokowsky. bastante moderado contra su cos
tumbre, secunda muy bien la acción de
Rathbone y su interpretación del cuento es
a la vez simple y certera. El disco es bueno
pero carece de cierta profundidad sonora
que en la versión de Kcussevítzky se ha
logrado como complemento un poco mágico
de la acción.
Por útimo, también e x it e 0tra versión im
presa esta vez por Decca con la participa
ción de la Decca Simphony Orchestra diri
gida por Alender Smallens y narrada por
un especialista en audiciones radiales in
fantiles llamado Frank Luther (mal nombre
para contar cuentos de niños). Es la menofeliz de las tres, pues le falta por momen
tos ia cohesión necesaria y desde el punto
de vista fonográfico carece de lucimiento
técnico.
Cada una de estas versiones comprende
6 faces de 30 centímetros.
En la grabación argentina la labor de
Ibáñez Menta es muy correcta y digna de
elogio- Su voz. que regi'tra con exactitud,
posee inflexiones acertadas y convincentes.
El desempeño de la orquesta ofrece aspec
tos de calidad realzados por la labor de
algunos instrumentistas que se distinguen
particularmente, entre ellos Alfredo Montanaro (flauta), Pedro di Gregorio (oboe).
Luis Carbcne (clarinete) y Antonio Yepes
(timbal). La dirección de G. Andreani no
se aparta de una corrección estimable aun
que se pueden objetar con éxito los movi
mientos de alguno*; temas. Lcs técnicos de
la Victor han sorteado con habilidad mal
nifiesta los múltiples problemas que susci
ta la grabación de obras de este género.
La voz de Ibáñez Menta se oye claramente
en ca~i todas sus intervenciones con la
orquesta (el modele de grabación en este
aspecto es la de Basil Rathbone). Falta,
eso si. la profundidad y perspectiva sonora
(ej. los timbales en la escena de los caza
dores), indispensable para el éxito de la
versión tan lograda, como ha quedado dicho,
en
grabación de Koussevitzky.
Columbia del país ha publicado en edi
ción nacional un buen disco que contiene
la “Danza de las doncella^* de €E1 prínci
pe Igor’\ de Borodin. y eí “Cópale”. de
Moussorgsky. en la excelente transcripción
orquestal de Liadow Ejecuta la Filarmónica
de Londres conducida por Walter Goher
(C. 264580 - 2 faces de 30 an s.). La danza,
sin ser tan conocida como las llamada'
“polctvsianas” de la misma ópera, contiene
alguno' elementos «Ttmicos de tradición folk
lórica y que cuentan entre los más intere
sante- de la obra. La versión es de primer
orden, con el ímpetu y lirismo precisos pe
ro sin acentuar en exceso el carácter apa
sionado de Borodin que algunos directores
cultivan sin freno. La orquesta suena ciaramente y el di co recoge matices (pedales
de las cuerdas en “Gopak“ > en proporciones
poco frecuentes-
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FRANQUEO
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R E D U C ID A
CONCESION N* 3205
B O L E T I N 'D E S U S C R I P C I O N
El señor ....................................
(EN L E T R A DE IM P R E N T A )
Dirección
se suscribe a C A B A L G A T A por el
periodo de un año * seis meses y
al efecto acompaña el im porte de
i SJ0.
4JO. Dólares i JO U. S. A.
en ch que, bono postal a su orden.
t
* Tachar la condición que no se utilice
�¿xija con este ejemplar la lámina corres•
pendiente: 44Busto de mujer joven” , por
Am aleo Modigliani.
Núm . 9
Este es el nombre que el pueblo «m etí
rano, ¡tan campechano siempre!, h » dado
a U famosa estatua de la Libertad, per
la cual, aunque ao se vieran los grandes
rascacielos, r e c o n o c e r í a m o s siempre a
Nu eva Vork en las películas.
Llena de gente que se le m etió en la
cabes*. el rostro de la andada Diosa per
manece impasible a tanto abuso; como
siempre.
¿Cuando lo » visitantes se resirenf caca
huetes. chicles, nombres grabados con 14plces de labios, restos de merienda; todo
un triste trasiego humano que pasé por
allí sin la antigua reverencia al mito.
En fio , teda una o f r e n d a mo d e r n a ,
“ existencia ILta*.
�
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1946 - 1948
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Cabalgata
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Año 2, no. 9
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Buenos Aires, 11 febrero 1947
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Guillén, Nicolás
Jesualdo
Grashin, Maurice
Mondor, Henri
Cogniat, Raymond
Anthonisen, José Luis M.
Otero Espasandín, J.
Brughetti, Romualdo
Sonderéguer, Conrado P.
Kikou, Yamata
Lambe, Frank
Canto, Estela
Mora Guarnido, José
González Carbalho
Devoto, Daniel
D'Urbano, Jorge
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abaléala
ASO
D
-
N» I
-
P R E C IO
$
Colaboraciones
especiales de:
G. BERNARD SHAW
JULIEN BENDA
GUILLERMO DE TORRE
PATRICIO CANTO
LEON MIRLAS
JAMES THRALL SOBY
DANIEL DEVOTO
GONZALEZ CARBALHO
etcétera.
Una entrevista con
PAUL CLAUDEL
Un cuento policial, por
DEE RANDALE
Libros, cine, teatro, aje
drez, modas, noticias,
ciencias, humor.
QUINCENARIO POPULAR
^ L E T R A S . ARTES.
IENCriíS. ESPECTACULOS
M «
BUENOS AIRES, 2* ENERO IS47
TRUDI SCHOOD
. --
�E E lS B S 3 3 jL 2
DETRAS DEL E S C A N D A L O . — Fotografía de la m adre de J eon -P au l Sortre, tom ado
cuando lo j periodistas acuden a la casa en busca del discutido autor d e " L a putain
r e sp e tu e u se ", últim a piedra de escándalo del teórico del exrstenciolrsmo, lanzada
en pleno corazón d e N uevo Y ork en la presente tem porad a teafraL (Foto A . F. P .l .
L A B E R G M A N . — Ingrid Bcrgm an es, codo vez m á s, " l a B e r g m a n ", pora m uch os;
con eso adm irativa intención con que se ha dicho en los grandes días, y aún se
d ice, "4 a D u s e ", " l a G a r b o ", " l a P a u W o " . A q u í la vem os durante un ensayo, en
su popel de Juana de A rco, uno de los grandes éxitos teatrales del presente año.
PARA
DOS C A B E Z A S . —
La reducido a fu e g o pertenece a un jíbaro anónimo. Lo otra ti
del explorador y etnógrafo BeK tand de Flornoy, que' emprendió nueva excursión el
A m o z c n c s ,o
la
busca
de
vestigios
de
primitivas
c iv iliz a c io n e s
desaparecidas.
V U E L V E N LOS A R T IS T A S DE V A R IE D A D E S . —
Pero, al parecer, ad ecen ta*
¡ a y ! Los C om ités M ora lizad ores han ganado la batalla, y lo vieja picaresco
in cc e n 'e por d e b ajo d e su m áscara libertina, desapareció. En la presente foto
r
a J. R osom ond Johnson, T od d D uncan, Etta M o te n , e tc ., en la obro "P orgy * n<*
UNA L B U M DEL TIE
�MUSICA EN EL AIRE
A música de la radio ha cambiado
al mundo inglés. Cuando me ga
naba la vida como crítico en los
conciertos y en la ópera, en Londres,
cincuenta años atrás, me era dado es
cuchar una sinfonía de Beethoven sólo
en ocasionas muy señaladas, en el viejo
Sí. James's Hall o el Crystal Palace,
integrando un grupo de unas mil per
sonas que estaban en condiciones de
pagar sus localidades y que casualmen
te tenían gustos musical; s. Mi familia
ridad con los clásicos musicales derivó
de ejecutar arreglos de los mismos, en
dúos de piano, con mi hermana. En lo
que respecta a la Novena Sinfonía, sus
ejecuciones eran acontecimientos extra
ordinarios, separados por años.
Hoy día, con los aparatos de radío
tan popularizados como los relojes de
cocina, la Heroica, la Séptima, la No
vena, son tan familiares a Mengano,
Fulano y Zutano, como lo era la can
ción "Nancy le e ” cuando la tocaban
todos los organillos callejeros. Lo mis
mo ocurre con las tres más grandes sin
fonías de Mozart. Haydn, ahora fuera
del olvido, vive nuevamente. La música
erudita está en todas partes, tan audi
ble en los barrios bajos como en las
plazas. Y todo esto se debe a la radio.
Hago esta afirmación porque voy a
criticar a la BB.C. y no se me debe
señalar como un filisteo inconsciente
de la revolución hecha por la radio. Sólo
aquellos que, como yo, son suficiente
mente viejos como para recordar el
Londres pre-radio, pueden comprender
cuánto le debemos.
L
LA MUSICA DE LA RADIO NECESITA
CRITICA
Pero esto no significa que la música
que se trasmite por radio necesite me
nos de la critica que los ejecuciones del
siglo XIX. Al -contrario, tal crítica se
ha convertido en un asunto de enorme
importancia. Por ello me siento inducido
a retornar por un momento a mi anti
guo oficio y señalar algunos puntos res
pecto a los cuales la B .B .C . suele equi
vocarse.
Sus peores concesiones al mal gusto
popular, real o imaginario, son horri
bles. En tales ocasiones apago mi radio
tan rápidamente que apenas estoy cali
ficado para condenarlas Pero protesto
contra el criterio según el cual, sólo
Porqu: existen gentes vulgares con gus
tos tan bajos, los instrumentos orques
tales de viento deben ser degradados con
sordina para complacerlos, y la música
de la radio debe condescender con una
propaganda de obsc;nidad musical, en
lugar de buscar la belleza musical.
Puedo llegar hasta el origen de este
nial porque cuando fui miembro ex -officio del Consejo de la B .B .C . insistí
tn que debía prestarse una atención
crítica extremada a los programas que
llamaban “de music-hall” . El Consejo
se mostró horrorizado. Y o habla pro
puesto que sus miembros estableciesen
contacto amistoso con la baja clase de
personas de dond; provienen nuestros
cómicos de rojas narices y los tañedores
de instrumentos abigarrados.
Nada podía hacer yo contra este sno
bismo. Dentro de sus limitaciones, el
Consejo era uno d ; los mejores; pero,
antes que nada, se trataba de damas y
caballeros y no querían mezclarse, bajo
ningún pretexto, con los personajes que
divierten a lavanderas y verduleros.
LA ENTONACION Y EL RITMO, SE
CRETOS DEL BUEN EXITO
Pero más adelante si se mezclaron.
Los más viejos miembros, que habían
sucumbido a los encantos de cantantes
de music-hall como Marie Lloyd, Bés
ale Bíllwood y Vesta Tilley, trataron de
Por G. BERNARD SHAW
(Especial para CABALGATA)
hacerlas revivir mediante la trasmisión
de sus canciones. Pero éstas, con sus
charlas interpoladas, no solo resultaban
vulgares sino tontas, que apenas podían
entenderse. Y la B .B .C . cometió el atroz
error de creer que el secreto de su po
pularidad radicaba en su vulgaridad,
aunque bastaba un momento de refle
xión para comprender que las mucha
chas vulgares y tontas pueden ser re
cogidas de cualquier calle pobre por unos
pocos chelines semanales.
El verdadero secreto estaba en que la
entonación y el ritmo de aquellas can
tantes eran tan perfectos, gue resulta
ban irresistibles. Cuando Marie Lloyd
cantaba: "/O h , mister P orteril! ¿Qué
puedo yo hacer? Quise ir a Birmingham
y me llevaren a C r e v e ...", a nadie le
importaba un bledo Birmingham o Crewe; pero todos querían bailar el exqui
sito ritmo de Marie y encontraron de
liciosa esta sensación. La charla de Bessie Bellwood, asegurándonos con atroz
prosodia que "no iría al escínario a be
sar a su empresario" . . no reportaba ni
seis peniques de ganancia. Pero ella
también podía cantar con tono y com
pás perfectos.
,
Las supuestas Martes y Bessies hicie
ron todo lo posible, sin gran éxito, para
ser vulgares al estilo “cockney” y con
sideraron como aceptable su mediocre
entonación. Este renacimiento constitu
yó un vergonzoso fracaso.
POCOS PUEDBN ENTONAR SIN
ACOMPAÑAMIENTO
Vayamos ahora a los clásicos con los
que estos destinos eran también apa
rentes. ¿Qué significa cantar o tocar en
tono? La mayoría de las personas que
cantan o tocan pueden entonar en for
ma regular si un piano o una orquesta
los mantiene en el punto adecuado. Pe
ro de aquí a estar en el centro exacto
de la nota hay un mundo de diferencia.
Los experimentos de física han de
mostrado que si dos instrumentos son
puestos en el mismo tono y uno de ellos
comienza a desafinar gradualmente o a
agudizar, los auditores no se dan cuenta
de la diferencia de inmediato y, cuando
lo hacen, difieren en el momento en que
lo descubren. El efecto de esta diferen
cia es que cuando un coro de personas
que sólo entonan regularmente no son
mantenidas en el punto por un órgano
o una orquesta, y se les hace cantar
motetes, canciones pastorales o jocosas,
producen un ruido muy desagradable
porque todas cantan en distintas claves.
El hecho de que las diferencias sean
menores que un semitono, aumenta la
discordancia. Sin embargo, probados en
forma individual, todos pueden entonar
y se les s:lecciona, aún a edades avan
zadas y con voces pobres, a causa de
que leen bien y son buenos iniciadores.
Y per poco musicales que sean sus eje
cuciones son soportadas porqu; se su
pone que si la música es vieja posee
belleza arcaica.
LA B .B .C . NO LO SABE
La B .B .C . parece ignorar todo esto.
causa de que su coro puede cantar
himnos y antífonas en forma aceptable
con el acompañamiento de un órgano,
la B .B .C . cree que es igualmente capaz
de cantar motetes de Byrd y de Orlandus Lassus. Se necesitan años de prac
tica para enseñar a un grupo de bue
nos lectores a cantar en tono, no sólo
en forma aproximada sino exacta y en
la misma escala. Desde que hace medio
siglo recibimos la visita del maravilloso
coro holandés de De Lange no he oído,
ejecutadas en forma agradable, los te
soros de la música d :l siglo X V . ta s
ejecuciones orquestales de Vaughan W i
lliams, de obras de Byrd y Tallis. son
deliciosamente armoniosas. ¿Quién pue
de decir otro tanto del coro de la B .B .C .
que libra una desesperada batalla para
poder leer la obra original de estos com
positores?
Cantar en tono no es la única con
sideración en radío. El micrófono trai
ciona todos los secretos de los cantantes
y ejecutantes: el arroyo del cual pue
den haber salido, los cocktails y las de
masiado frecuentes comidas que pueden
haber ingerido, sus edades, etc. Cuando
s= reparten libretos de teatro para ser
interpretados por autores invisibles, de
be tenerse en cuenta que los contrastes
de soprano, contralto, tenor y bajo son
indispensables para un resultado agra
dable e inteligible. Un reparto en el
cual todas las voces tienen el mismo
punto y tiempo es tan desastroso como
lo sería en una ópera.
A
OBRAS MAESTRAS DESDEÑADAS
Al hablar de la ópera en la radio, en
general, me permitiré señalar que un
acto ejecutado por completo, sin cortes,
constituye un entretenimiento superior
a los arrebatos producidos por fragmen
tos de la obra. Por ejemplo, tomemos
las óperas de Meyerbeer que para ia
B .B .C . parecen hab;r desaparecido.
"Los Hugonotes”, una ópera verdadera
mente grande en su género, acerca de
la cual Goethe, Balzac y hasta Wagner,
en su juventud, expresaron su admira
ción, es tan larga que después de su
primera ejecución en París íué conver
tida en trozos y desde entonces no fué
oída en forma completa. Cada acto cons
tituye por sí mismo una pieza entera,
con números que reclaman la intimidad
propia de las audiciones por radio y
que no corresponden a la escala de la
gran Opera de París. Debería trasmi
tirse de ella un acto por vez, cuidado
samente estudiado y en forma completa.
¿Y por qué obras maestras como “La
fiera domada" de Gostz, cuya melodía
recuerda a Mozart. y el ‘‘Barbero de
Bagdad" d; Peter Comelius, con su de
licioso "Salaam aleikum” del final, y
con un papel de gran basso profundo,
han de ser sustituidas por óperas de
Rcssini que nuestros vocalistas no pue
den cantar?
Podría hacer otras preguntas; pero
por esta vez basta con esto. Tenemos
conciertos diarios, una orquesta para la
cual la orquestación de Wagner y Berlioz es un juego de niños, varios direc
tores nacionales de primera fila, y es
cucharlos cómodamente en casa cuesta
dos tercios de penique: ¿existe algún
límite para estas posibilidad ;s?
Ellas provocan vértigos a m i anti
cuada imaginación.
�can a
ANA
M. B E R R Y
Por PATRICIO CANTO
O es fácil hablar de un amigo que
acaba de morir. Tenemos que ha
cer una semblanza para todo el
mundo de una persona que hemos co
nocido en una situación particular que
s^lo para nosotros tiene valor: pero
cuando la existencia ds ese amigo nues
tro tiene significado para todos, nos
vemos forzados a imaginar la actitud
de ese público desconocido, para poner
nos en contacto con él. Prefiero no es
forzarme en imaginar esta actitud, y
escribir otra sobre Anita Berry en for
ma sumaria, pero desde el punto de
vista único que tuve para apreciar su
personalidad.
Anita Berry pasó los últimos quince
años de su vida en Buenos Aires. La
precedían veinte años de activa vida
intelectual en Londres, donde encontró
las direcciones que habría de seguir su
actividad: la critica de arte, la litera
tura infantil, el servicio social y la crí
tica de problemas sociales y políticos en
cuanto se relacionan con la mora!. Las
circunstancias la obligaron a salir de
Europa cuando ya estaba muy arrai
gada; el trasplante fué brusco y la acli
matación penosa por momentos, pero
una vez que hubo recuperado el domi
nio del castellano y que se rodeó de un
grupo de amigos, su producción intelecmeses antes de su muerte.
Anita había nacido en Valparaíso, de
padre inglés y madre chilena. Su cora
zón estuvo siempre con la patria de su
padre, con su cultura, su energía y su
concepto austero de la vida. Nacida en
un hogar bilingüe, hablaba por igual el
inglés y el castellano. Aunque no por
igual: el inglés era el idioma en que
había recibido su cultura y el idioma
que amaba. Los libros que influyeron
sobre su espíritu en forma decisiva eran
Ingleses o traducidos al inglés. Y a en
su mcdo de hablar los dos idiomas re
velaba lo que cada uno representaba
para :11a: su español era desmadejado,
impulsivo, interjectivo: era el idioma
en que daba rienda suelta a los movi
mientos de su emoción, sin discriminar.
Elegía el inglés en los momentos de
paz interior y d ; sosiego significativo:
cuandc hablaba inglés se situaba en un
terreno venerado y amistoso. La tenue
británica y la soltura chilena estaban
en Anita delimitadas en parte por los
dos idiomas en que s; manifestaban.
Por elección era británica, y en la
dirección rectilínea de su vida, en su
candor, su perseverancia, su energía, era
efectivamente inglesa. Esto era lo que
ella quería ser. Una vez me preguntó:
—¿Qué le parezco a usted: inglesa o
suramericana?
—Suramericana.
Se sonrió y me dijo que ese era tam
bién su parecer.
En Anita había una movilidad y exu
berancia de temperamento muy trasan
dina, y su generosidad impulsiva, sus
violentas simpatías y antipatías tras
cendían continuam :nte los límites que
se ha impuesto la estricta Europa. Creía
en la eficacia de los ataques directos
contra sistemas o actitudes que ella juz
gaba inmorales, y ello se manií stó a
menudo en perturbadoras trepidaciones
de las salas a donde llevaba sus bate
rías. Las ambigüedades del Vaticano, las
consignas indiscutidas de Moscú, las
turbiedades de nuestra política la lan
zaban a campañas fulminantes a través
de urbanos cocktail-partíes porteños, en
donde su encendido temperamento pro
vocaba la consternación o la admira
ción más decididas. Algunas de sus víc
timas percibieron la inoc nci? esm cial
de su espíritu, y hasta la gracia de sus
actitudes. Pero en un pais clerical des
confiado, que no aprueba a las mujeres
independient s, un carácter com o el de
Anita no podía comprenderse fácilm en
te. Su modo espontáneo de actividad
era un ejercicio desinteresado de la
N
¿SE HA E N C O N T R A D O EL
“ H E R M A N O ” DEL “ MUCHACHO
AZUL” DE GAINSBOROUGH?
Por GEORGE SIN C
LA
CORRESPONDENCIA
PERDIDA
H
' ce poco más de un año, el señor
M. V. fué a cierta provincia a ver
a sus hijos, a quienes tenía en un
pensionado campestre desde la muerte
de su esposa, acaecida durante la gue
rra. La pérdida casual de cierta corres
pondencia ferroviaria le obligó a perma
necer algunas horas en una pequeña
población del centro de Francia, donde
no conocía a nadie. Vagó por las calles,
hasta que después, al ver la tienda de
un anticuario, entró en ella para matar
el tiempo. Era un viejo tenducho de
chamarilero más que una verdadera
tienda de antigüedades. Bajo una espesa
capa de polvo dormían, en revoltijo,
muebles rotos, porcelanas desportiladas.
bustos, candelabros, tapices, telas. La
escasa luz no permitía ver gran cosa. El
mismo comerciante no era nada amable.
Pero antes que afrontar de nuevo las
monótonas calles, M. V. prefirió rebus
car en aquel cajón de sastre. Y su aten
ción quedó muy pronto captada, por lo
menos tanto como la luz lo permitía,
por una tela de alrededor de 1 m. de
alto por 75 cm. de ancho, cuya compo
sición le pareció rebosante de encanto.
EL HIJO PRODIGO
Veíase rodeado por por un fragoroso,
rojizo, paisaje, cuyos árboles se recorta
ban sobre un tempestuoso cielo, un muchahito vestido a la antigua, apoyado
sobre un cayado o bordón y que parecía
-r i n
sumido en tristes ensoñaciones, mientras
que a sus pies, en una rojiza penumbra,
se entremezclaban cabras y cerdos sal
vajes. Nuestro viajero, le preguntó al
marchante de quién era aquel cuadro y
qué significaba. El anticuario le respon
dió, al descuido, que lo había adquiri
do en un remate, antes de la guerra, y
que representaba, según una inscrip
ción en inglés del dorso, descifrable aún,
el "H ijo pródigo” . Ignoraba su autor.
Por lo demás, semejante cuadro le m o
lestaba, porque ocupaba mucho lugar y
nc le gustaba a nadie de por allí. El via
jero ofreció comprarlo y la venta quedó
cerrada en un cuarto de hora.
De regreso a París, M. V. colgó la te
la en su salón, se la mostró a muchos
expertos y, durante las pausas que le
permitía su trabajo, se puso a estudiar
por su cuenta, y poco a poco la certeza,
basada en un m inucioso análisis de la
tela, iluminó su mente: estaba frente a
un auténtico Gainsborough, y el mucha
cho que había posado para este “ Hijo
pródigo” , era, al parecer, el mismo mode
lo del "M uchacho azul” , uno de los más
célebres retratos del famoso pintor.
El propietario del "Elijo pródigo” , es
tá enamorado de su tela y tiene respues
ta para todas las objeciones.
Lejos de las curiosas miradas, en un
saloncito de un departamento del Par
que Monceau, luce el último de los
Gainsborough conocidos, para goce de
un aficionado que tuvo la suerte de per
der un dia el tren.
conciencia. No era católica, ni siquier»
cristiana, pero sí intensamente religicsa.
Sus convicciones en este sentido estaban dentro de lo que Aldous Huxlej
llama la phttosophia perennis, y a estas
convicciones murió fiel. Cierta vez ha
blamos de religión y a mí me tocé
defender al cristianismo. Anita sentís
horror por la crueldad y el derrama
miento da sangre, y los sufrimientos fí
sicos no Is inspiraban el deseo de com
partirlos, sino de ponerles fin. Una re
dención basada en la sangre de un
hombre-dios no ejercía atracción sobre
su naturaleza poco afecta a los drama
tismos. Y o le ¿ j e que tal vez sus firmes
principios morales provenían de ese mis
mo cristianismo, eran heredados, y no
com o creía ella, aprendidos en los Upanishads, a los cuales yo atribula una
influencia menos profunda. Contestó
que me equivocaba, y más tarde le he
dado la razón.
Para ella la acción social consistía en
favorecer la creación de los artistas y
los intelectuales: su dedicación y ab
negación en este sentido eran admira
bles. Deleitó a los niños con su imagi
nación, buscó ayuda para los artistas
(sobre todo en Inglaterra, cuando tra
bajaba en The Art’s League of Service)
y ayudó a interpretar las obras maes
tras del arte. En los dos primeros libros
publicados en Europa, Art /cr children
y Animáis in Art, emplea ya el proce
dimiento que consiste en presentar re
producciones de cuadros de origen y de
épocas diferentes y (fomentar rápida
mente sus características más notables.
Un procedimiento análogo utilizó para
los tres tomos de La vida de Jesús a
través del arte, publicados en Buenos
Aires, donde compara dos pinturas por
vez, que a pesar de pertenecer a escue
las diversas tienen algunos paralelismos
llamativos sn su construcción.
Su gusto se inclinaba hacia las obras
marcadamente estilizadas: bizantinos,
persas, la escuela de Siena, primitivos
rusos, El Greco, chines y japoneses. En
sus colecciones se notaba su desafecto
por ssos estilos que alcanzan a dar for
ma a la pasión y a los desordenados
movimientos humanos. Prefería el arte
egipcio al griego, y las formas absTactas a las naturales: todo lo que habla
de una espiritualización ya realizada,
que nos lleva a un sublime mundo d;
acordes establecidos y perfectos, donde
no existe la lucha, sólo lo eterna bien
aventuranza. El misticismo de Anita, su
gusto por la tenuidad, la elevación, la
inocencia del paraíso espiritual, se com
placían en estas formas de arte que
apelan más al espíritu que a los sen
tidos. De ahí su admiración por el arte
oriental, que establece de entrada su
independencia de la naturaleza por me
dio de un sistema de equivalencias, y
donde la falta de perspectiva acentúa
la sensación general de irrealidad.
Este mundo de armonía y belleza que
ella encontraba en el arte y quería rea
lizar en la política, en la amistad, en la
filosofía, le llevaba a veces a ser impa
ciente con todo lo que se ponía en el
camino y que ella consideraba un es
torbo. Sus ataques defendían un ideal
combatido cuya realización ella drseaba
inminente.
Nunca abandonó su esperanza, su con
vicción de que entrábamos a una nuev
era histórica y que nuestro deber ere
despojarnos de nuestro viejo mcdo ae
ser y permitir un cambio revolucionarte
de nuestra actitud ante la vida. Fue
esperanza más firme, que no se vio d *
bilitada por todas las miserias de
dias que corren. Admitía que estábame*
pasando por las primeras fases lugreta*
de un cambio fundamental, y que P°
un largo tiempo no se manifestarían
más que los peores aspectos de es
(Continúa en k¡ página 3t)
�O cabaitrdfa
RESPONSABILIDAD Y RESISTENCIA
ESCRITORES E U R O P E O S SACRI FI CADOS
lugares comunes que empero su radical fal
sedad se resisten a desaparecer. Así el de la
irresponsabilidad de los escritores. Como un can
to rodado han ido empujándolo con sus pies —no
digamos con las cabezas, pues el uso de éstas es más
raro de lo que parece— cuantos articulistas reflejos
lo encontraron en su camino. Ese camino empedrado
de las peores intenciones, en form a de tópicos mos
trencos, que constituye la via real de tantos escribas
perezosos. Durante estos últimos años los repetidores
de ecos, incapaces de emitir voces propias, los sec
tarios fáciles, prontos a todos los contagios y confu
siones, han abrumado al lector con la cantilena de
la irresponsabilidad intelectual, sin advertir que la
realidad les daba un mentís constante, doloroso y
aun trágico.
Ni siquiera, por lo ccmún, llegaron a deslindar exac
tamente la significación y el alcance de los términos
barajados en el entrevero polémico. Traducían asi
erróneamente por deserción llana y simple de la vida
y del tiempo el concepto de la "trahison des rieres” ,
sin reparar —ofensa imperdonable para el autor del
mismo, para ouien como Julien Benda escribe con una
lógica tan articulada, con una lengua diamantina—
que la traición del intelectual, del que se guia por
principios abstractos y normas intemporales, no está
en mezclarse a la temporal ni en sustraerse a ello;
reside en poner los intereses del espíritu al servicio de
las causas antiespirituales, en supeditarse a las pasio
nes políticas cuando éstas no tienen su raíz en la
justicia y en la verdad, cuando no alcanzan el plano
de cierta mística que sólo puede darse en la izquierda.
Extendían asimismo de forma abusiva la imputación
de irresponsabilidad, propalada tan clamorosamente
tras el libro de Archibald MacLeish, a todos los escri
tores de los distintos grupos, sin advertir que el poeta
norteamericano había condenado en particular —pero
con razonamientos confusos, con argumentación poco
rigurosa, más proDia del lírico que del ensayista— la
división entre “ scholars” y artistas, disociadora a su
7ez del sentido de responsabilidad frente a las fuerzas
oscurantistas enemigas de ambos y enemigas del es
píritu y del mundo libres en primer término. En otros
casos, comentaristas que ni siquiera habían entrevisto
el fondo de esta cuestión, con más desparpajo y ana
cronismo, pero no m ejor intención, puesto que res
pondían a consignas puramente políticas, esto es, an,tiespiritual es, a desteñidos “ slogans” —cuando no a
inverosímiles rezagos de las increíbles inepcias de
Tolstoi en su masoquista monserga de ¿Qué es el arte?
H
at
M A X JACOB,
(Fofo
A . F . P .í .
por G u i l l e r m o d e t o r r e
tración o apresados como los primeros rehenes de las
fuerzas resistentes.
¿Que este destino hubieron de sufrirlo asimismo m i
llares de sus semejantes en tantos países de Europa?
Sin duda, y calamitosamente, pero el escritor lo su
fría no sólo en cuanto ciudadano de uno u otro país,
en cuanto militante de este o el otro bando, o en
cuanto patriota sin banderías, sino muy particular
mente en cuanto escritor, en su condición de no ser
sujeto por lo habitual —contra lo que puede creerse—
a mayores privilegios u honores que los demás, pero
sí a más crudos riesgos, a más ineludibles respon
sabilidades.
En efecto, es obvio que el escritor —a partir de
cierto grado de notoriedad y a semejanza del hombre
público— vive “marcado” . Su firma lo singulariza co
m o un letrero luminoso, le hace visible como un blan
co, como una presa fácil en cuanto los enemigos de
la inteligencia — que son los de la libertad— empuñan
las riendas. No entiendo, ni mucho menos, que la
condición de intelectualismo lleve aneja la de heroís
mo —inclusive pueden alejarse polarmente sin men
gua ni de una ni de otra—, pero sí que al intelectual
le resulta más difícil, menes hacedero íntimamente,
disimularse o retractarse que a otros hombres —y la
historia reciente nos da muchos ejemplos de este
aserto— , pues el espíritu no es la máscara sino el
rostro: es inocultable en ultima instancia. De suerte
que llegado el momento, desencadenado el riesgo, el
intelectual paga, y no con capital ajeno, sino con su
propia e incanjeable existencia. Y en este punto so
bra toda disgresión teórica. También la historia re
ciente nos brinda ejemplos múltiples, escritos con
nombre y sangre humanos.
*
— resolvían el problema muy expeditivamente, recha
zando de plano todo arte, todo intelectualismo no re
sueltamente tendencioso, y colgando el sambenito de
“ puros” , “ burgueses” , “ decadentes” , etc., a quienes no
acataran tal simplismo.
•
•
Pero atajemos este conato de indignación. Seria superíluo cualquier arrebato. El destino de ciertas gentes
es no enterarse .Sólo así se explica que se reincidiera
en tales desafueros y bellaquerías, ya desencadenada
la guerra, mientras los hechos reales pronunciaban
una tremenda réplica; mientras los escritores hablan
comenzado a sufrir en carne viva su discutida "res
ponsabilidad”, encerrados en los campos de concen
*
»
Desde el dia siguiente a la liberación europea han
venido trazándose recuentos y apologías de los escri
tores sacrificados. Ninguna nómina más completa, nin
gún repertorio documental tan amplio y emocionado
a la par —bien que abarque un solo pais, Francia—
como el publicado por Louis Parrot bajo el título de
L’intelligence en guerre (La Jeune Parque, París 1946).
Aún más explícito es el subtitulo: Panorama de la
pensée frangaise dans la clandestinité. Resulta, por
consiguiente, una crónica completa de cuanto hizo la
famosa resistencia en el plano intelectual.
Porque si, escépticos señores de la retaguardia, fá
ciles burlones instalados en los últimos escaños del
(Continúa en la página 15)
NOTAS CONSTANTES DEL ESPIRITU CIENTIFICO
Por J UL T E N
cación del saber, el hundimiento de la
3
le hago ninguna revelación al lec
creencia en una realidad exterior a nos
tor si le digo que una de las tesis
otros, la admisión exclusiva de un mun
más difundidas en la actualidad,
do que el sabio inventa para sus propias
consiste en declarar que los elementos
conveniencias especulativas, en una pa
que se creían más esencialmente consti
labra, la negación de todo lo que el hom
tutivos, y por consiguiente invariables,
bre consideraba definidor en cuanto a
del espíritu humano, exactamente del
la ciencia, aquello que constituía una
espíritu científico, deben renunciar a es
identidad para él mismo en este terreno.
ta pretensión; que, en este como en otros
terrenos, todo está en devenir, en per
Digámosle, pues, al lector —que, como
petuo cambio, én incesante movilidad.
no acude a las fuentes, está 'entregado,
atado de pies y manos, al vulgarizador—
Quisiera mostrar que esta afirmación,
que esta interpretación de la nueva fí
en su absolutismo, es muy contraria a
la verdad; que existen, en el espíritu
sica es cosa de literatos y de filósofos
(incluyo a muchos de éstos entre los li
científico, ciertos caracteres que, por
teratos) y que los grandes representan
detrás de los cambios de sus modalida
tes de esta ciencia no autorizan, en m o
des, permanecen idénticos a si mismos
do alguno, semejante pánico: que un
en natura y constituyen la propia defi
Louis de Broglie, un Langevin, un Einsnición de aquél, es decir, son y perma
rein, han declarado muchas veces que
necen tales como eran cuando se tiene
la nueva física descansa en la lógica
ese espíritu y que no se tiene si no se ¡es
clásica, que no se distingue de ella sino
“ ene; en una palabra, que son cons
tantes.
per un uso infinitamente más prudente
y más diferenciado de sus recursos, pero
Los perdonavidas de toda estabilidad
no por la naturaleza esencial.
de la ciencia, creen poder invocar hoy
En este mismo orden intelectual cita
una alta autoridad: la nueva física. Esta
■“ dicen a los cuatro vientos— anuncia
ré aun ctra constante cuya existencia se
niega a favor de un equívoco: la idea
la quiebra de los principios racionales,
la ruina del determinismo, la destruc
de verdad. Nos dicen corrientemente que
ción de las nociones de tiempo y de es
todas las verdades se hunden una tras
pacio, en tanto que fundamentos del co
otra, que lo que se creía verdadero hace
sólo unos años, es hoy falso, que en este
nocimiento; proclama el valor científico
campo, como en toda.1 partes, no se en
de lo particular únicamente, pronuncia
cuentra más que inestabilidad. Conce
la condena de todo esfuerzo de unifi
BENDA
dámosle aún cuando haya ciertas ver
dades, por ejemplo en el orden astro
nómico, que no han sido melladas de
ninguna manera por la ciencia moder
na, y otras que fueron simplemente
completadas, lo que no significa lo mis
m o que destruidas. Se olvida que aún
ahí, detrás de las cosas que cambian,
hay una cosa que no cambia, la idea de
verdad, si llamamos así a la idea por la
cual se dice una verdadera afirmación
en cuanto sea o parezca conforme a la
realidad.
Siempre en el orden actual, se conoce
la doctrina que declara que la razón no
tiene nada parecido a si misma a tra
vés del tiempo, que está determinada
por la experiencia y varía —sobre todo,
variará— c o n e l l a . Es la tesis de
Brunschvieg, en las Edades de la In te
ligencia. Nos parece insostenible, ya que,
si bien es casi cierto que, en el período
de formación de la inteligencia huma
na, la razón nace de la experiencia, 103
papeles, una vez constituida la razón, se
invierten, de modo que es la razón, la
preexistente a la experiencia, la que
ahora domina a ésta. “ Los principios ra
cionales —declara Kant— no salen ya
de la experiencia; es ésta, por el con
trario, la que, hoy, se interpreta de
acuerdo con ellos” .
Mayerson confirm a: “La experiencia
no es útil al hombre sino en cuanto es
capaz de razonar” y Albrecht Lange, en
su admirable Historia del Materialismo
(que, por lo demás, no es m aterialista):
“ La experiencia no tiene valor cientí
fico sino para un espíritu hecho de tal
manera que liga el sujeto a un atributo
y la idea de causa a la idea de efecto” .
Pero estos elementos son constitutivos
del espíritu científico. Se puede, por
otra parte, admitir que esta constitu
ción le hace inhábil para comprender
ciertas cosas, por ejemplo los hechos
biológicos, dice Bergson, los fenómenos
intra-atómicos, dice Louis de Broglie,
que llega hasta a preguntarse si el hom
bre no se encontrará próximamente an
te hechos de una naturaleza tal que,
con su actual constitución IntelectuaL
no podrá comprender. C oa todo, sigue
en pie la afirmación de que esta consti
tución es un principio del espíritu hu
mano para la comprensión del mundo;
que este principio cambia por la suti
leza de sus aplicaciones, pero de nin
gún modo en cuanto a su naturaleza,
y que evocar otra constitución del es
píritu cientifico, un " n u e v o espíritu
científico” —dice Bachelard— no tiene
sino un valor de aspiración, no exenta
por otra parte, de patetismo, pero en la
que no se percibe el menor rudimento
de realización en la actividad del sabio.
�pSTE espectáculo de los insectos
¡j luminosos es una grave tentación
p3ra quedarse hasta tarde en la
azotea estas calurosas noches de ve
rano y haraganear más de la cuenta.
Echarse en una tumbona casi hori
zontal, dejar volar libremente la
fantasía por entre constelaciones, ne
bulosas y enjambres de estrellas
mientras una leve brisa — ¡ay, dema
siado leve en la mayoría de los ca
sos!— susurra en las copas de los
árboles y de vez en cuando seguir
los rítmicos parpadeos de una de
estas criaturas por unes segundos,
es algo para tener en cuenta cuan
do uno se sienta abocado a hacer un
balance de lo bueno y lo malo de
esta existencia que nos cupo en
suerte.
No sabemos bien con qué objeto,
pero el hecho es que el Creador de
rrochó la luz a manos llenas, o al
menos así nos lo parece a nosotros,
pues son múltiples los seres vivos —
tanto vegetales como animales— do
tados de recursos propios para abrir
se peso en las tinieblas. Entre los
insectos hay especies luminosas en
las familias Lampyridae y Elateridae- A la primera pertence la lu
ciérnaga común de Europa (Lampyris noctiluca, Linn), cuyas hembras
hacen gala de un resplandor verdo
so en las noches tibias del mes de
julio, así como la especie Phosphaenus hemipterus, menos ostensible por
su género de vida diurna. Pero es en
las regiones tropicales y subtropica
les donde las especies fosforescen
tes abundan. En Norteamérica hay
E
Este oerodinómico coleóptero de lo Am érica tropical y subtropical, "Pyrophorus p e llu ce n s",
llevo en ei protórax unos faros fosforescentes de extraordinario poder para su tam año,
y m ientras vuela, en sus escarceos nocturnos, traxo en las tinieblas curvas luminosas
cuyo sentido biológico es, por ahora, un enigm a. El cucuyo pertenece al m ism o grupo.
INSECTOS LUMI NOSOS
dos géneros (principalmente) de fireflies, el Photinus y el Photuris, y
un.a de las especies notables es la
denominada Photnrus pensylvanicus,
cuyos aparatos fetógenos se hallan
en la parte ventral y posterior. Ma
chos y hembras son fotogénicos. En
América Central y Sudamérica las
especies son más abundantes, pero
sobre todo se destacan las de la se
gunda familia citada, Elateridae, cu
y o género Pyrophoros contiene 112
especies. El cucubano — sin duda en
colaboración con el cucuyo— de las
Indias Occidentales (P.luminosa) que
mide de largo más de 25 milímetros,
ha jugado una mala pasada a dos
ilustres piratas ingleses, Sir Rcbert
Dudley y Sir Thomas Cavendish, en
el año de gracia de 1634, cuando
se disponían a efectuar un desem
barco en aquellas costas en detri
mento, claro está, de los intereses
de su Majestad Católica de España.
L
A migración de las aves es, y tal
vez siga siendo por muchos años,
uno de los grandes enigmas de
la naturaleza del cual tendremos rei
terada ocasión de hablar a los lec
tores de CABALGATA. Por hoy nos
limitamos a transcribir unas líneas
del libro — que recomendamos viva
mente a todos— “ M o d e r n B ird
Study, de que es autor Ludlow
Griscom, presidente del Comité de
la National Audubon Society (Har
vard University Press, Cambridge,
Massachusetts, 1945).
“ Finalmente tenemos la picotijera
de pico esbelto o delgado, el famoso
pájaro-carnero de Australia (1 ), un
próxim o pariente de nuestra pico
tijera hollinienta (sooty shearwater),
que anida en la Isla Verde del es
treche de Bass, entre Suraustralia y
Tasmania, así com o en la Isla Phi
llips, en frente de las costas de Vic
toria. El bando de estas picotijeras,
al aproximaarse a sus criaderos en
la Isla Verde en el año de 1839, fué
estimado por J o h n G o u l d en
150.000.000 de individuos. Este arri
bo a los parajes donde crían es uno
de los espectáculos más grandiosos
del campo de la historia natural. Su
pongamos que es lunes de una cier
ta semana de noviembre; tres o cua
tro pájaros-carnero hacen acto de
R. A . M IL L IK A N , decano de los físicos nor
team ericanos, nacido en 1 8 6 8 y en plena
actividad aún. Se destacó por sus medidas
de precisión sobre la carga del electrón y
sobre el efecto fotoeléctrico, explicado por
Einstein teóricam ente m ediante la hipótesis
de los " f o t o n e s " o "c u a n t o s " de lux en
1 9 0 5 , pero sin confirm ación experimental
hasta entonces ( 1 9 1 6 ) . Fué laureado con
el premio N obel de fisica en 1 9 2 3 y desde
1 9 2 1 dirige el Instituto de T ecnología de
C alifornio. En una de los m ayores auto
ridades en lo relativo a rayos cósm icos.
J. J. T H O M S O N ( 1 8 5 6 - 1 9 4 0 ) , eminente
físico inglés, interesado desde su juventud
en la conducción de la electricidad a tra
vés de los gases, descubrió el electrón en
1 8 9 7 y en 1 9 0 6 fué laureado con el pre
mio N obel de física. M aestro e inspirador
de m uchos hombres de ciencia durante su
larga y fecunda vida, murió casi » la vis
ta dei sensacional descubrimiento de la
energía nucieor y en pleno apogeo de lo
que hoy se conoce con el nombre de la
"e le c tr ó n ic a ", derivoda de sus múltiples
y
a
la
vex
provechosas
investigaciones.
UN CASO DE P U N T U A L I D A D
MIGRACION
presencia en la Isla Verde; otros
cuantos más llegan el martes; acaso
unos ckntos de ellos lleguen el miér
coles. Pero este mismo día, a las echo
de la tarde, llegan los millones res
DE LAS AVES
tantes. Esta migración es tan preci
sa, tan definida, que la población
que cría en la Isla Phillips, fren
te a la costa de Victoria, llegará
a las ocho cuarenta y cinco de la
Su conciencia no les intimidaba gran
cosa — ¡tendría gracia— , pero el te
m or de lo que pudiera pasarles ki
rondaba sin duda, pues bastaron las1
linternas de los cucubanos para ha
cerlos desistir del empeño por to
marlas por señales luminosas de los
españoles. Otro notable representan
te de este género es el cocuyo o cu
cuyo — en realidad dos especies el
Pyrophorus noctilucus Linn. y P.
phosphorescens, C astlen an — , que
tanta maravilla ha causado a viaje
ros y conquistadores p>or igual. Bas
ta colocar uno o más cucuyos en
un vaso sobre la mesa de noche pa
ra ahorrarse la luz y poder mirar el
reloj a cualquier hora. Esta luz de
los insectos tiene además la ventaja
sobre la de las lámparas más per
fectas, de ser fría, de carecer de eses
radiaciones térmicas contra las que
los ingenieros y técnicos del alum
brado vienen luchando con singular
ahinco. Un hombre de ciencia, Dubois, ha comprobado que las “lám
paras” del cucuyo desprenden por
debajo de 400 veces el calor de un
mechero de Bur.sen de la misma pa
tencia lumínica, y otro sabio ento
mólogo ha recomendado la confec
ción de píldoras de cucuína, la sus
tancia fotógena del cucuyo, par3 uso
de eruditos: de este modo — argüía—
no necesitarán l u z para p o d e r
leer sus polvorientos mamotretos.
Ctemo se ve, también entre los sa-,
bios hay sus píldoras de humor,
aunque a veces estén rancias.
Tucumán, diciembre de 1946.
E. MARTOS
tarde del 23 á ¿ noviembre, y los pá
jaros que anidan en la Isla Verde, lo
harán a las oche de la tarde del día
siguiente, 24.
Pese al hecho de que las crías son
e m p le a d a s comercialmente por la
carne y la grasa, y a que un cuar
to de millón de las mismas son cap
turadas en ambas islas anualmente,
no se ha registrado disminución en
su número desde 1839 a 1910. Es
tas picotijeras extiéndense por todo
el Pacífico norte; pasada la ép>cca
de la cría cierto número de ellas apa
rece frente a las costas del Japón y
del oeste de Estados Unidos, y al
gunas hasta llegan a Alaska y a las
Aleutianas; pero no importa el nu
mero de miles de millas que reco
rran o divaguen durante el curso
del año pxara que lleguen a las islas
donde crían la misma semana, in
cluso el mismo día y hasta el mis
mo cuarto de hora. Esto es de por
sí bastante espjectacular, si bien oo
sea cierta la creencia pwpular de que
que llegan el mismo día del mes to
dos los años y poneo sus huevos en
el mismo día también.
(1) El péj aro-cam ero del Estrecho de
Bass es la especie Puf fin us tenulr ostris, y
no debe confundirse con el runtton-hlrd de
Nueva Zelandia (P . trise us), ni con el de
Kerguelen (Pteródromx iessoni).
�QUIEN ES QUIEN DENTRO DEL ATOM O
• t:
L átomo, una audaz hipótesis para
un reducido grupo de pensadores
griego del siglo V a. de C , se h «
convertido hoy en uno de los temas más
universales. “Sólo hay átomos y vacío” ,
dijo Demócrito. Y estos átomos, estos
Indivisibles, existían, según los filósofos
de esta escuela, desde siempre, sin posi
ble principio ni fin. Eran “fuertes en
su sólida individualidad’’, varios en su
forma y tamaño, pero idénticos en sus
tancia, y su diversidad de propiedades
era atribuida entonces a su diversidad
de forma, tamaño y posición. A expen
sas de esta única hipótesis, los filósofos
Jonlos, que la formularon por vez pri
mera (llevando a las últimas consecuen
cias la tendencia de sus predecesores a
reducir la infinita variedad de formas
y apariencias del universo a cierto nú
mero de principios o elemento*), trata
ban de explicarlo todo: el mundo ma
terial, el hombre, la conciencia, los dio
ses. Esta actitud, cuya fecundidad cien
tífica no es necesario encarecer para el
el hombre de hoy, íué desacreditada por
Platón y Aristóteles hasta el punto de
que no consiguió levantar cabeza hasta
comienzos del pasado siglo. Dn historia
dor actual de la ciencia, declara: “Sea
cual fuere su valor en filosofía, la h i
pótesis atómica de Demócrito se halla,
en ciencia, más cerca de los puntos de
vista actuales que cualquiera de los sis
temas que la precedieron o la reempla
zaron, y su virtual supresión bajo la
crítica destructora de Platón y Aristó
teles debe, desde el punto de vista cien
tífico, ser anotada como un verdadero
infortunio". Y a renglón seguido, añade:
“Platón íué un gran filósofo, pero en la
E
O que vamos a decirles a nuestras
lectores es d e m a s i a d o para ser
creído, lo confesamos lisa y llana
mente. Pero como en la naturaleza no
cuentan nuestras credulidades e incre
dulidades, que el lector adopte la acti
tud que le parezca; nosotros nos lava
mos las manos, que es lo más cómodo, y
le remitimos a la fuente de donde el
dato procede, en la imposibilidad de en
trar en más averiguaciones. Si algún
curioso mexicano lee estas lineas y tiene
a bien corroborar, denegar o lo que al
caso proceda, tanto mejor para todos. Y
se acabó de preámbulos.
Este pez que aquí ven es oriundo de
r
EL
ELECTRON
historia de la ciencia experimental cons
tituye |un desastre” . Este desastre se
traduce en un estancamiento del pro
greso científico de más de veinte siglos,
pues el prestigio combinado de Platón
y su discípulo Aristóteles eclipsó, en épo
cas posteriores, toda otra actitud ante
la realidad física.
Pero dejemos de lado ahora el malha
dado reaccionarismo platónico, fruto de
muchas y muy complejas circunstancias,
históricas y personales, y pensemos en
el átomo tal como se nos fué revelando
desde comienzos del siglo X IX hasta
nuestros dias, y sobre todo tratemos de
perfilar la semblanza de este mago de
los magos que llamamos electrón, el
primer personaje que los físicos logra
ron individualizar en el torbellino de
esa sustancial homogeneidad democrita
na que, Juntamente con el vacio, expli
caba la total realidad, el universo, des
de la más tenue de las estrellas hasta
las vacilaciones de la conciencia moral
de los mortales.
La ciencia no avanza en fila india o
como avanzan las hormigas por un senderito entre las hierbas de una pradera.
Necesidad y curiosidad acucian al hom
bre a buscar solución a los múltiples
problemas que la realidad le plantea y
cada hombre de ciencia y cada pensa
CIENCIAS
J O S E
a
dor investiga, juega, curiosea, urga por
su lado, a veces con una noción clara
de lo que busca! pero siempre en la más
completa ignorancia de lo que puede
resultar. Una vez facilitada la comuni
cación entre les hombres, los problemas
perdieron, en gran medida, su carácter
individual; su solución fué interesando
a un creciente número de personas, se
socializó; com o consecuencia, los resul
tados y experiencias logrados por unos
pudieron ser puestos a disposición de
los demás, y gracias a ello, aunados los
empeños, sumadas y potenciadas las invsstigaciones, pudo la ciencia dar pasos
gigantescos en plazos relativamente cor
tos. Uno de los muchos problemas que
inquietaron a los físicos fué el de por
qué la corriente eléctrica, que de un
modo tan fácil y apacible fluye por un
hilo de cobre y de otros metales, sólo
pasa al través del aire de un modo
tempestuoso, y ésto una vez que la ten
sión o potencial eléctrico entre dos pun
tos alcanza valores elevadisimos. Hacia
1853, un olvidado físico francés, llamado
Masson, logró producir una descarga
e’.éc’ rica al través de un tubo de vidrio
parcialmente evacuado de aire. Poco
después, un soplador de vidrio de Tubingia, H. Geissler, empezó a poner en
circulación irnos tubos de vidrio, de su
A
O T E R O
CARGO
E S
P A S A N
DE
D I N
¿USTEDES LO C R E E N?
México; su nombre vernáculo lo Igno
ramos, pero los sajones lo llaman Swordtail fish o sea, literalmente, pez de cola
en espada; su nombre científico, para
más detalles, es Xiphorus helleri. El ma
cho tiene el lóbulo inferior de la cola
tan exagerado que da la impresión de
una hoja de espada, pero la hembra,
más pacifista y modosa, dicho sea en
honor del sexo débil, lleva una cola
elegante, sí, pero nada más. Los espíri
tus distinguidos no proceden de otra
manera. Pero esto no tiene nada de
particular.
Un tanto más notable es que la hembre eche sus hijos al mundo vivitos y
coleando, cosa poco frecuente entre los
peces. Bien mirado, sin embargo, esto
tampoco choca; es una excepción más
a la regla.
Lo asombroso es que, como cansada
de dar hijos al mundo mientras el ma
cho se contonea y luce su cola marcial,
con Ídem fanfarronería, la hembra se
invención, en cuyos extremos llevaban
soldados los extremos de un conductor
metálico y de los que el aire habla sido
extraído en la medida de lo posible, a
la sazón. Pronto una legión de físicos
empezó a interesarse por estos tubos,
destacándose entre ellos Hittorf, quien
logró perfeccionar los medies de apurar
el vacío en 1869, y Crookes, a quien ss
debe la hipótesis de un cuarto estado
de la materia, además de los aceptados
has*» entonces (el sólido, e1 liquido y
el gaseoso) , sugerido por unos rayos en
extremo tenues y. misteriosos, a la sa
zón, que atravesaban los tubos de Geissier cuando a los terminales se aplicaba
una cierta diferencia de potencial y se
habla reducido la presión del aire dentro
del tubo, a una fracción pequeñísima
de una atmósfera. Per desprenderse del
cátodo o terminal negativo, estos rayos,
susceptibles de proyectar la sombra de
una pantalla metálica interpuesto den
tro del tubo y hasta de poner en mo
vimiento una especie de molinete con
venientemente montado —como demos
tró Crookes—, se llamaron rayes cató(Sigue en la página 27)1
2
(1) La dina, unidad de fuerza en ei sis
tema cEntímetro-graroo-segundo o sistema
cegesimal, es aproximadamente S81 v ces
menor que la. fuerza con que la Tierra
atrae a ua gramo de masa. o. lo que es
igual, el peso de un gramo equivale, de
un modo aprox mado, a 981 dinas.
(2 ) La masa de la Tierra viene expre
sada en gramo- por la cifra 5.97 x 10,27,
o sea: 5 970.000 000.000.000.000.000 toneladas
métricas, de donde resulta que la masa del
gramo con respecto a la del e ectrón todav a es bastante mayor que la de la Tierra
con relación a l gramo.
cansa a veces de serlo y se pasa al
moro, es decir, ¡se transforma en ma
cho!, y no en un macho vacilante, aco
quinado, inseguro de su papel. ¡Qulá! En
un macho bizarro como el que más y
dispuesto a tajar corazones con su es
pada descomunal desarrollada al efecto.
¿Qué no? Allá usted. Consulte la pá
gina V n del libro “ Big Fish and Little
Fish", prologado por el eminente Ictió
logo británico E G. Boulanger y del que
es autor el Dr. P. Unger (George Routledge ts Son, Ltd., London), y luego haga
lo que estime mejor. Por nuestra parte
agradecemos al autor y al editor noticie
y fotografía, y... ni una palabra más
�y.tta
PAUL CLAUDEL
HABLA
del
APOCALIPSIS
M
E acuerdo de una página de
Positions et Prepositions, en la
que habla usted de “esta landa
llena de ruinas y de excavaciones que
es la literatura del siglo X I X “ , y me
acuerdo también que habla usted, a
propósito de los libres de hoy, de “una
experiencia pagana que hemos reco
mendado una vez más” .
—No es cosa de exagerar. Me gustan
Bauchlaire, Verlaine, Rimbaud, Balzac.
Incluso he hecho justicia a Hugo, que es
admirable en sus dibujos y en sus no
velas por su lado de visionario hosco.
Hasta es, a veces, un gran poeta que
se salva por el verbo, pero no un poeta
supremo: Shakespeare. Dante, Virgilio.
A veces parece idiota:
Que dit Sennachérib, roí plus granel
[que le sortt
Le roí Sennachérib dict ceci, qu’il est
■
ímort.
(¿Qué dice el rey Sennachérib, rey más
[grande que la suerte?
El rey Sennachérib dice esto, que está
[muerto.)
* 't « » ( M t i i
iim ttt* del Aftm U f h " , grabado de Darara
C I U D A D
SITIADA
“ SOY OPTIMISTA Y PESIMISTA
AL
DOS
”En cuanto a la literatura de hoy, la
conozco mal. La mayoría de los escrito
res actuales no saben el francés. Sin
embargo, me gusta m ucho Aragón. Es
uno de los últimos que saben ¡a lengua.
Maurice Poubere, también. Tiene un po
co de inspiración de Verlaine, más sana,
o de Francis Jammes. ¿Es profesor en
París? Deberían dejarlo en provincias.
Siente la provincia.
. Paul Claudel me habla del paganismo
de la literatura actual, no ya del paga
nismo de Anatole France, que era la
dulzura de vivir, sino el de los trágicos
griegos, que era horrible y negro. El
Cristo trajo la alegría. En cuanto
C r i s t o se va, la alegría m u e r e .
—Hace tres años que usted trabaja
sobre el Apocalipsis. ¿Acaso el poeta ins
pirado que es usted, halló ahí corres
pondencias con nuestros tiempos ame
nazados, respuestas a las sordas apren
siones del momento?
—Las figuras del Apocalipsis se apli
can a todas las épocas. La M ujer Escar
lata representa la civilización material.
El llamamiento del mar, de la tierra,
corresponde a todos los tiempos. Es un
lenguaje cifrado, com o el que yo tradu
cía en mis funciones diplomáticas. Por
eso, las representaciones que del Apoca
lipsis hicieron los artistas son pueriles.
La bestia que tiene siete cabezas y diez
diadem as... ¿Dónde pondría usted las
diez diademas? La bestia que tiene diez
cabezas y una boca. Es incómodo para
los pintores.
M I S M O
T I E M P O ”
—Algunos tiemblan hoy ante la idea
de una guerra devastadora de la hu
manidad, ante la guerra del Este y del
Oeste, ante la ruina de la civilización
y de la cultura.
— ¡Oh, eso no es ya literatura, sino
alta diplomacia! A los setenta y ocho
años, uno se contenta con lo que existe.
Verá usted. Sin embargo, en mi infan
cia, cuando yo estudiaba geografía, el
mundo era un traje de Arlequín con sus
cuadrados a m a r i l l o s , azules, pegados
uno a otro. Un juego de rompecabezas.
Las islas huirán, dice el Apocalipsis. Las
islas son esos cuadrados. Están huyen
4a fib é l* fra— A
U N A
— ¿No tiene usted la impresión de que
la Iglesia, que fué "una ciudad sitiada",
triunfa actualmente?
— ¿Una ciudadela sitiada? Espero que
continuará siéndolo. La persecución es
una de las promesas de Jesucristo. No,
no creo en el triunfo temporal de la
Iglesia. En las épocas en que se acercó
a este triunfo, durante el siglo XVH, en
Francia, durante el siglo X IX, en Aus
tria, las almas dormían. El Bien Ama
do ha engordado, dice el Deuteronomlo.
—Sin embargo, el catolicismo tuvo al
gún triunfo en la literatura de nuestra
é p o ca ...
—Desde el punto de vista intelectual
y moral, sí, ha triunfado. Pero esto pro
viene de la debilidad de las objeciones
que se le oponen. Cuando una cosa es
falsa, absurda, se descompone por sí
misma. Vea en qué terminó la moral
independiente. Lea a Sartre, que tiene,
por otra parte, mucho talento. Pero es
horrible. He ahí el infierno. El de Dan
te no es nada a su lado. ¿Cómo se puede
vivir en esta atmósfera de café, de bo
rrachera, de pederastía?
"Evidentemente, en mi tiempo había
pocos escritores católicos. Hoy parece
que hay muchos. Me complace saludar
a mi amigo Mauriac. Me gustan sus no
velas, sobre todo cuando describe la
región de Burdeos, y es un gran perio
dista, de una cortesía terrible. Tiene el
aguijón de esos insectos de que habla
Fabre, que atacan justamente la glán
dula sensible, de una manera fulminante.
— ¿Cuáles son los otros escritores ca
tólicos que le gustan a usted?
— ¿Hay otros? Antes los conocía; Péguy era más joven que yo. Francis Jam
mes murió. Me han dicho que había
escritores católicos vivos. Pero no conoz
co a muchos, ni a escritores a secas.
EL S E N T I D O E T E R N O
DEL
A P O C A L I P S I S
PAUL CLAU D EL.
do y a La humanidad está en vías de
reunión general. Los conflictos no son
sino fases particulares de una transfor
mación total. Las estrellas os caerán
sobre la cabeza, dice también el Apoca
lipsis; esas estrellas son las verdades
científicas que se tenían por fijas, el
evolucionismo, el cientificismo de Talne,
de Renán. Han perecido siete mil. Esos
siete mil son les nombres de hombres de
ciencia cuyas teorías no valen nada ya
"Soy optimista y pesimista al mismo
tiempo —prosigue Claudel— , como todo
católico. Creo en el bien general de la
humanidad por el sufrimiento. Los su
frimientos que nos han distribuido tan
abundantemente entre las dos guerras,
han de generar gozo. Entre los andrajos
de una incineración de Auschwítz se
han encontrado, escritas en un pedazo
de papel, estas palabras: ¡Alegría, ale
gría, alegria! A través de los horrores,
de D i o s c o n t i n ú a .
la o b r a
GRANDES
ALMAS
— ¿Puede hablarse de Péguy como de
un verdadero convertido, cuando se sa
be que nunca iba a misa?
—No sé que se pueda imaginar nada
más cristiano que é l . .. Romain RoUand
ha escrito un libro muy hermoso sobre
Péguy, páginas espléndidas sobre a*
medios intelectuales de los años de
—Corre el rumor de que Romain Rolland murió recitando el "Je vous salue,
Marie", y esto gracias a usted.
—No gracias a mi, sino a sus propias
reflexiones. Era un alma de buena fe
que merecía el respeto de todos.
�DECANO DE LA FOTOGRAFIA EN ESTADOS UNIDOS
THRALL SOBY
(SINDICO DEL MUSEO DE ARTE MODERNO DE NUEVA YORK)
L 13 de julio de 1946 falleció en
Nueva York Alfred StiegUtz, figura
legendaria por sus hazañas extra
ordinarias y hombre que, no obstante
los frecuentes aprietos a que se vió ex
puesto, jamás llegó a intimidarse, Fué
uno de los pocos eminentes fotógrafos
en la breve historia de es*e medio de
reproducción de las imágenes. Esto es
posible afirmarlo, sin riesgo a la con
tradicción de parte de persona alguna
autorizada en la materia, pues, si bien
E
no se han visto muchas de sus foto
grafías en cantidad apreciable durante
varios años, y aunque sus actividades
de fotógrafo comenzaron en 1880 y lle
garon no hace mucho a su término, su
posición, sin embargo, parece estar com
pletamente asegurada. Sus pruebas po
sitivas corroboran esta aserción. Repre
sentan casi todas las tendencias discer
nióles en la fotografía desde principios
del siglo veinte; compendian la mayor
parte de ellas e inauguraron también su
1887
mayoría. Son de excelente calidad. La
vista había obrado de acuerdo, y todos
los demás elementos contribuyeron al
éxito y excelencia de la obra. Es de
suponer que StiegUtz tuviera tan perfec
to dominio de la técnica como cualquier
otra persona; pero nunca permitió que
ésta lo relegara a la categoría de mero
artesano o lo hiciera caer en la repe
tición monótona. Poseía profundo cono
cimiento de este medio de expresión y
tenia un sin fin de cosas que expresar
por Alfred
Sfieglif*.
"D ía s de n o v ie m b re ", fotografía to
m ada en 1 8 8 4 por Alfred Stieglits.
con el mismo. En una profesión que
hasta tal puntó depende de la técnica,
trabajó espléndidamente con v a r i a d a
elocuencia, y en un sentido auténtico de
revelación visual.
StiegUtz luchó toda su vida a fin de
establecer la fotografía como un arte al
propio nivel de la pintura, la escultura
y, más razonablemente, las artes gráfi
cas. Tal vez se aproximará más al éxito
en sus propias fotografías; creo que tan
sólo un purista le disputaría el derecho
de exhibirlas entre los mejores ejemplos
de aguafuertes y litografías de nuestro
respecto; pero me gustaría que su his
toria completa pudiera relatarse algún
ti mjx>. Pero, además del fotógrafo Stiegütz, existía el StiegUtz luchador y teó
rico. Empezó su carrera cuando la fo
tografía se hallaba en su menguante, y
cuando por doquier se veían los fotó
grafos tratando de imitar a los pintores,
recurriendo a toda clase de artimañas
para desvirtuar la máquina y la química
con las que la fotografía se encuentra
inextricablemente relacionada. StiegUtz
fué uno de los primeros, e indiscutible
mente el más persuasivo, de todos aque
llos que insistían en que la fotografía
reconociera su verdadera naturaleza y
limitaciones, y se reconciliara a trabajar
sinceramente con ellas.
Y a hace mucho que ganó la batalla,
no sólo para mi, sino para todos los
fotógrafos serios. Es cin to, no obstan
te, que en su esfuerzo de. hacer que la
fotografía fuese par, más bien que es
clavo, de las artes, StiegUtz se vió a
veces obligado a negar ciertos funda
mentos de la fotografía. Asi, por ejem
plo, insistía en que a menudo no es
posible obtener más que una prueba
completamente s a t i s f a c t o r i a de cada
negativo, dando con ello el mismo ca
rácter de excelencia e irreparabiUdad
que corresponde a cualquier obra de ar
te. Su aseveración contradice el hecho
histórico de que desde que se descartó
el daguerrotipo en favor de la técnica
actual fundada en la imagen positiva y
negativa, la fotografía ha sido esencial
mente un medio múltiple. StiegUtz, sin
embargo, no trató de defender sus con
vicciones en la práctica. "Pero entonces
—escribió— aparece de improviso una
prueba que, fuerza es admitir, contiene
un algo sutil y fugaz, un algo que, sin
dejar de ser lo que es, cuando se com
para con otras mil pruebas obtenidas de
un modo mecánico, revela cierta cuali
dad que les falta a las otras. ¿Qué es
lo que se observa en esta prueba? Cier
tamente es algo que no se basa en la
artimaña. Bs algo que manó del espíritu,
el cual es intangible, mientras que lo
mecánico es lo opuesto". Este argumento
se refuta plenamente por el hecho de
que un técnico experto puede obtener
al menos tres o cuatro pruebas exacta
mente Iguales al clisé. Sin embargo, es
preciso reconocer la indiscutible venta
ja que para la fotografía tuvo la insis(Continúa en la página 25)
�c a b a l g a t a Q¡)
labor ha des
arrollado este año el coro del C i
clo Básico del Conservatorio de M ú
sica y Arte Escénico dependiente de la
Universidad Nacional de Cuyo. No bas
ta enunciar escuetamente el crecido nú
m ero de sus presentaciones —once— si
n o que debe también considerarse la
naturaleza especial de este coro, único
en nuestro país, y elem ento funcional
del Conservatorio.
El Conservatorio de Música y D ecla
m ación, cuyo director es el maestro Ju
lio Perceval, está dividido en dos ciclos:
el C iclo Básico y el Profesional. El B á
sico se subdivide a su vez en el Pre
paratorio, cuyo límite de ingreso son
los 13 años de edad y que comprende
dos de estudios, y el Ciclo Básico M e
dio, con tres años de estudio, cuyo coro
admite alumnas hasta los diecisiete
años.
El Ciclo Básico Preparatorio com pren
de el aprendizaje de un Instrumento,
solfeo, teoría y coro; el M edio suma a
éstos, tres cursos de Historia Universal,
tres de Castellano y tres de Geografía.
Los alumnos que han cum plido el Ciclo
Básico pasan al Ciclo Profesional con
un plan de estudios m ucho más desarro
llado —para alumnos que no cumplen
educación secundaria— y obligación de
asistir al C oro mixto de adultos.
Los coros del C iclo Básico están bajo
la dirección de la experta profesora se
ñorita Blanca Cattoí. El del Ciclo Ele
mental está compuesto por treinta alum
nos que han iniciado su preparación a
finales del mes de ju n io de 1946, lue
go de un período de form ación teórica;
las clases de coro tienen una duración
semanal de hora y medía, y la alumna
Hilda Reynoso acom pañó en el piano
la presentación del coro. El Coro del C i
clo Básico está compuesto solamente por
niñas, en la actualidad unas cincuenta;
E
x t r a o r d in a r ia
A lu m n o s del coro del Ciclo Básico M ed io en el patio del
Conservatorio de la Universidad N acional de Cuyo.
UN CORO MENDOCINO
Por
Da n i e l
en el último concierto del año, la par
te de piano en las obras que comportan
acompañamiento estuvo a cargo de la
alumna María Antonieta Sacchi. Los va
rones de 11 a 17 años están dispensados
de asistir a los coros, y el profesor de
Foniatría del Conservatorio, doctor R o
dríguez, de acuerdo con la profesora
titular del Coro, examina a cada alumno
D e v o t o
antes de su ingreso, en form a rigurosa.
El Coro del Ciclo Básico —sus dos co
ros parciales actúan muchas veces uni
dos —tiene, pues, un valor eminentemen
te funcional: preparar al futuro músi
co, desde su Ingreso al Instituto, en to
do lo concerniente a seguridad, discipli
na de conjunto, afinación, vocalización
correcta, articulación, presentación en
1 15S5. G iovanni Gabrieli se hace
cargo de su puesto de organista en San
M arcos en V : necia.
CALENDARIO RETROSPECTIVO
2 1837. Nace en N ijni-N ogvorod M i
li Alexievieh Balakirev. “ Le obedecía
m os sin discusión, porque el encanto
de su personalidad era verdaderamente
un in canto mágico. Joven, con unos ojos
admirables, llenos de fuego, extraordina
riamente móviles; con barba y bigote,
de lenguaje cortante, autoritario, sin
cortedad alguna, siempre listo para sen
tarse al piano e improvisar con una ra
ra p :ríección musical, tocando de me
moria, reteniendo entera una obra ape
nas oída, ejercía evidentemente una se
ducción única y emanaba de él una
fuerza realmente m agnética” (RimskyKorsakov, D iario). 3
4
ENERO
3 1698. Nace en Rom a Pie tro Antonio
D om enico Bonaventura Metastasio, "p oe
ta C .sareo", el libretista más afamado
de todos los tiempos. “ El dom ingo pa
sado subió a escena mi Dem etrio con
tanta felicidad que, según me aseguran
los viejos de aquí (V iena), no se re
cu-rda éxito similar. Los espectadores
lloraron en la escena del adiós. Mi Au
gustísimo Patrón no fué Indiferente, y
no obstante el respeto por la presencia
del Cesáreo Patrón, en muchos recita
tivos el teatro no supo contenerse y dió
muestras de su aprobación. Los que
eran mis enemigos se han convertido
en mis apóstoles. Y o mismo no puedo
explicaros mi sorpresa, ya que se trata
de una ópera enteramente delicada y
sin esas pinceladas fuertes que hieren
violentam ente y no esperaba que se
adaptase a esta Nación. Todos muestran
comprenderla e introducen trozos de ella
en sus conversaciones, com o si estuviera
escrita en alemán.
"En cuanto a la música, es de las
mfe<; modernas que ha escrito Caldara,
pero no hace gran fortuna en este mun
do incontentable” . (Carta a Mariana
Benti Bulgarini. detta la Rom anlna, no
viembre 10 de 1731).
4 1843. Se estrena en París, en el
Théatre des Italíens, la ópera Don Pasquale, de Donizettl.
5 1523. “ Arm anno Verecone detto
Maestro M athias fiam m ingo” (Hermann
Mathias Werrecore o Verecore, p oliíonista flam enco) fué electo maestro de
la Capilla del Duom o de Milán, la que
reorganizó, con un sueldo mensual de
doce liras. (Muonl, M aestri di capella
del Duom o di M ilano).
6 1755. Estreno de M cntezum a de
Cari Heinrich Graun, en el Real Tea
tro de Berlín. 1932: extreno de M aximilitn de Milhaud en la Opera de París.
7 1933. Estreno de Ths Emperor Jo
nes, ópera de Luis Gruenberg sobre la
pieza de O'Neill, en el Metropolitan de
Nueva York.
8 1830. Nace en Dresden, Hans von
Bülow. "T u corazón, tu amistad, tu pa
ciencia, tu prudencia, tu simpatía, tu
aliento, tus consejos, y por sobre todo
tu presencia, tu mirada, tus palabras,
formaban la base misma de mi vida. La
pérdida de esos bienes preciosos —cu
yo valor reconozco sólo después de ha
berlos perdido— me arruina moralmen
te, y com o artista me deja ver que es
toy totalmente en quiebra. No creas que
esta queja encierre alguna ironía o tra
te de herirte: sufro tanto que puedo
permitírmela, pero a nadie acuso sino
a mí mismo. Has preferido dedicar tu
vida, los tesoros de tu inteligencia y
corazón a un ser que es en todo supe
rior. y, lejos de condenar tu conducta,
te doy razón desde todo punto de vis
ta. Te lo juro: el único pensamiento
consolador que por mementos atraviesa
mis tinieblas y calma mis tormentos,
es que Cóslma, por lo menos, es feliz” .
(Carta a su esposa, Cósima Liszt, devol
viéndole la libertad para que pueda
unirse a Ricardo W agner).
10 1921. Muere en Madrid el Padre Luis
Vlllalba, de una clara familia de mú
sicos y religiosos, compositor y editor de
música española antigua.
10 1872. Nace en Moscú Alexandir
Scriabin. “ El drama lo atraía fuerte
mente en sus primeros a ñ o s ... Hasta
escribió tragedias enteras en prosa y
verso. Como otro ilustre compositor,
Wagner, en su apretado deseo de llegar
a la quintaesencia de lo dramático, fre
cuentemente ya había matado a todos
sus personajes al llegar al tercer acto” .
“ ¿Qué hago, tilta? —se cuenta que di
jo una vez— ¡ya no me quedan perso
najes para poder seguir!” . (A. Eaglefield
Hull: A G reat R u s s ia n T on e-P oet:
S criabin).
11 1519. Muerte del emperador M a
ximiliano; Ludwig Senil, su Kapellmeister, compone su elegía sobre las pala
bras Quis dabit oculis nostris fontem lacrimarum.
12 1907. Primera audición de las Histoires naturelles de Ravel sobre textos
de Jules Renard, por Jane Bathori con
el autor al plano, en la Société Nationale de Musique de París. "El estreno nos
valió bastantes pullas y silb id os... Ha
bíamos cantado con toda exactitud:
Can’a pos mordu ce soir". (Jane Bathori,
Souvenir, en el homenaje a Ravel de
la "Revue Muslcale” . Agreguemos otra
anécdota de la intérprete: Al salir en
Buenos Aires de un concierto de Amigos
del Arte, en 1945, un conocido critico sa
ludó a Jane Bathori y le preguntó el
año de la creación de las Histoires na
turelles. Bathori le respondió: “Fué en
1907... pero olvídeselo inmediatamen
te” ) .
público, memoria — el coro actúa siem
pre de memoria— y, por sobre todo, vin
cularlo con la música, obtener desde el
comienzo la calidad y la coordinación
expresiva del sonido. Los programas,
además, deben responder a una seria
afirm ación de lo musical y contribuir a
la form ación del intérprete futuro en to
dos los sentidos. Es sumamente difícil
encontrar en nuestro país quién supe
re a la profesora Blanca Cattoi en ca
pacidad para esta difícil tarea. No es
corriente, en verdad, que se canten las
partes movibles de la misa en grego
riano, a Cappella, como lo ha realizado
Blanca Cattoi el 8 de diciembre últi
m o en la Basílica de San Francisco
(siguiendo una tradición del Conserva
torio) , con niños hasta de diez años de
edad que cursan su primer año de estu
dios musicales. Junto a varias compo
siciones eclesiásticas y del repertorio
clásico, j u n t o a o b r a s de autores
nacionales (Williams, López Buchardo,
Juravsky, Rossi, Siciliani, Perceval, E.
Hobert y suyas propias) la directora del
Coro, señorita Cattoi, inscribe en sus
programas y ejecuta por primera vez en
nuestro país obras de Juan de! Encina,
de compositores anónimos del Cancio
nero de los siglos X V y XVI, drl Cancio
nero de Uppsala, del de renos castella
nos de la Biblioteca Medinaceli; obras
de Mateo Romero, Blas de la Lasema y,
últimamente, de polifonistas italianos
del renacim iento: Steííano Landi, Orazlo dell’Arpa, Lulggi Rossi, cantados, na
turalmente, en su idioma original.
Buenos Aires, por donde han pasado
hace poco coros de la importancia del
de Concepción, tiene la obligación de :scuchar el de Blanca Cattoi y sus alum
nos. Escuchar, nada más. Nuestro pú
blico, al que no es fácil engañar, juz
gará solo.
DANIEL DEVOTO
13 1590. Muere en Salamanca, Fran
cisco Salinas, catedrático de la Univer
sidad, a qui n Fray Luis de León diri
gió una de sus más bellas odas. "Vi (en
Salamanca) al Abad Salinas, el ciego, el
más docto varón en música especulati
va que ha conocido la antigüedad, no
solamente en el género diatónico y cro
mático, sino también en el armónico,
de quien tan poca noticia se tiene boy,
a quien después sucedió en el mismo
lugar Bernardo Clavijo, doctísimo en
entender y obrar, hoy organista de F lipe Tercero". (Vicente Espinel. Vida de
Marcos de Obregón, Relación primera,
descanso u ndécim o).
14 "Se ignora la fecha exacta de su
tránsito definitivo. Lo más prudente es
situarla hacia fines de 1529 o comienzos
de 1530. En un documento del H de
enero de este último año se alude a la
presentación "del testamento del prior
Juan del Enzina, que haya gloria1'. d n"
traducción de Angel J. Battistessa a las
Canciones de Juan del Enzina).
15 1918. Presentación del grupo de los
“ Six” . "U na tarde —el martes 15 de
enero de 1918— en el Vieux Colombier,
todas esas músicas jóvenes restallan exgullosamente. Después de una charla de
René Chalupt se da la Sonatine poar
cordes de Germaine Tailleíerre, luego
Jane Bathori, acompañada por Andree
Vaurabourg, canta, por primera vez en
público, los seis poemas de Alcools (d*
Honegger. poemas de Apollinaire) cü®"
pletos. Luego viene Gaspard et Zoé de
Auric, por Marcelle Meyer y los Sep
poémes de Perse de Roland-Manuel
se transformarán más tarde en Farizade
au sourire de r o s e ). Marcelle Meyer to
ca con Auric los Carrillons de Dure?,
en fin la Rapsodie négre de Poulenc cie
rra la marcha y logra un éxito extraor
dinario; se diría una fuente fresca cu
yo rumor, de repente, se eleva y extasía.
El joven Poulenc es adoptado con en
tusiasmo por Satie”. (André George, árthur H onegger) .
D. O.
�til c a b a l g a id
EL I X S A L O N DE
LA P L A T A
L “IX Salón de Arte de Bue
nos Aires” , de La Plata?
Claro, si el nivel de nues
tros salones nacionales es superlatu cimente bajo, ¿cómo iba a ser su
perior éste no muy cumplido de la
Cipital provincial?
Cuando en 1932 La Plata conme
moró el cincuentenario de su fun
dación, un conjunto notabilísimo de
valores argentinos dió en aquella hora categoría a la exhibición. Desde
cotonees hasta nuestros días aque
llos artistas fueron alejándose. ¿Cau
sas? ¡Muchas!
El Salón de La Plata no acuerda
premios (a diferencia de Rosario,
Santa Fe, Córdoba); las adquisicio
nes con destino al Museo favorecen
sólo a aficionados o estudiantes, pues
las sumas pagadas son irrisorias tra
tándose de una obra de arte. Luego
el Salón se ve sometido a una mues
tra de intenciones frustradas.
Por tanto, cuanto más, es defendi
ble el esfuerzo de jóvenes, a los que
acompañan uno que otro creador au
téntico. En este plano se sitúan obras,
estudios, notas y apuntes que hacen
vislumbrar alguna posibilidad futu
ra... Obras y estudios: de Oscar Ba
rde, Juan C. Castagnino, Ludmilla
Fioravanti, Vicente Forte, César Ló
pez Claro, Juan C. Miraglia, Orlan
do Pierri, Roberto Rossi, Iván Vasileff. Todos ellos traían de salvar a
este salón local y su juvenil espí
ritu operante en la nueva presenta
ción. Y lo hacen en distinto grado,
con ardor de búsqueda y de análi
sis de complejos elementos pictóricoplásticos. Otros, Félix Murga y José
A. Triano, de Bahía Blanca, envían
notas nobles; del mismo modo, Julio
Rebole, de Quilmes, y Renato Rosetti, de Lanús. Los apuntes remar
E
cables pertenecen a Eduardo Cabella
y José Speranza, de Chivilcoy, a Ma
ría Eguilegor, de La Blata, Ideal
Sánchez, etc.
Es tiempo que las autoridades del
Salón animen la oportunidad de re
habilitarlo y de fundarlo en atendi
bles calidades. Unicamente pueden
participar “ les artistas nacidos en la
provincia de Buenos Aires, aunque
residentes fuera de la misma, como
también aquellos con más de dos
años de residencia en la misma” ;
pese a esta limitación y sin alar
des, factibles son de evocar valo
res sobresalientes, iniciando las invi
taciones a artistas prestigiosos indi
vidualmente o en calificados núcleos.
(El inteligente jurado de selección
es, en el caso que comentamos, in
suficiente: ¿Qué va a seleccionar?)
Urgen resoluciones, esto sí, que avi
ven el interés del Salón, que lo ele
ven en jerarquía.
Apuntan sugestiones: Acrecenta
miento del valor cultural (uno o más
artistas de labor intensa, nativos o
residentes, invitados de honor con
obras de conjunto); mayor rigor en
las adquisiciones para el Museo;
premies; tareas, también de tipo cul
tural (conferencias sobre temas de
arte, conciertos, etc. con la dedica
ción de escritores, críticos e intér
pretes de la provincia: podríamos
señalar a más de uno, varios. ¿Se
los ignora? He aquí otro signo gra
ve y harto criticable). Idéntico he
cho ocurre en el denominado “ Sa
lón de Arte” (muestra nacional).
Queden estas posibilidades reivin
dicatorías de una bella promesa, al
menos como esperanza,
.ROMUALDO BRUGHETTI
Odondo Pierri y Minerva Boltoe, en >u taller.
O R L A N D O PI ERRI
VA A PARI S
En vísperas de su partida para Francia
Orlando Pierri ha reunido una muestra de
sus obras en la Sociedad Argentina de
Artistas Plásticos.
Hemos vi to sus óleos más recientes de
la costa del río y del norte, cuyo estilo ciñe
el dibujo en el uso del volumen y el color
coordinado en superficies de acentuaciones
sen sibes.
En sus grabados, invariablemente, lo dis
tingue una dramatización acentuada de
ferma que se „ estruyen a sí mismas para
renacer y ordenarse en imágenes densas:
"L a B ruja”, "F in ” , "L a espera", temas que
otean hacia lo espiritual. Las notas de co
lor. pintadas del natural en Jujuy. Santiago.
Humahuaca. ostentan una materia variada
de contrastados tonos.
"M in e r v a ", por Orlando Pierri.
Hay en Pierri un riguroso y noble pintor
que está alcanzando <1 ajuste de su oficio,
la ordenación afinada de sus elementos ex
presivos y representativos. Su viaje a París,
a donde va por un año becado por el go
bierno francés, llega en circunstancia pro
picia.
¿Qué hará el pintor en la capital de
Francia?
Nos lo dice él mirmo:
— He de visitar los museos y estudiar los
maestros, aun copiándolos minuciosamante
para ahondar técnica y arte. En el Louvre
y en el Luxemburgo me detendré en esta
tarea edificante. Luego, o simultáneamente,
me pondré en relación directa con lo ar
tistas modernos, visitando sus talleres y
auscultando sus mensajes plásticos. No de
jaré de hurgar en cuantas obras de va or.
clásicas o contemporáneas, en las que tanto
he pensado y que en parte conocí en mi
primer viaje a Francia con Barragán y
Monclú", en 1938. Aquella fué una aven
tura ju v e n il... Ahora vuelvo en condiciones
más favorables y artísticamente más m a
d u r o ... También las famosas catedrales
francesas tendrán en mí un visitante fer
voroso.
U
Orlando Pierri viaja a Europa en compa
ñía de su señora espesa, la pintora Minerva
Daltoé. Han de residir, preferentemente,
en la Ciudad U n i v e r s i t a r i a d e Parí;.
E.
FERNANDEZ
CHELO
Enrique Fernández Chelo, grabador, par
ticipa de una dimensión poética que define
su calidad de buen artesano.
'Valporoíto", d¡buj0 a pluma por E. Fernández Chelo.
''M ú sico c ie g o ", aguafuerte pot E. Fc n ó i de » CTieéa
En aguafuertes como "M úsico ciego” es
tablece un clima de tragedia: hondos grises,
circunscriben matices envolventes de dolor.
En "Campesina” no:- da una estampa de
la tierra, y en "Europa” una minuciosa
visión desgarradora. E n
la s xilografía"P aisaje santafecino” , sobre lo eglógico fija
una dimensión moral, y no desdeña el vo
lumen o el misterioco claroscuro en "N iñ os
jugando” . La luz fluye sin violencias ni
arrebatos. De sus monocopias. color da y
luminosa en u repentismo es "P aisaje de
Saavedra” . En los dibujos procede por li
neas de trazos puros, tal "Valparaíso” .
Fernández Chelo evoca aspectos de ca
lles. parques y rincones porteños Lo de
finen las ilu traciones para el libro de
Gastón Federico Tobal, donde el recuerdo
y la ncstalgia o el toque de "h u m o r " tras
cienden hacia trazos delicados y caracterizadores de un tiempo vivido. (Exposición.
Galería ‘El Grillo” ).
r . 3.
�..4*5?
EL BANDIDO DE LOS CERDOS
CUENTO POLICIAL
OSEY Collins, como sabéis,
es el Egoísta Número Uno de
la época. También Napoleón me
reció una vez tal títu lo. Pero
aquello ocurrió en el siglo dieci
siete, dieciocho o en cu a lq u ie r
otro. Y ahora nadie se preocupa
ya de él. Exceptuando aquellos a
quienes agrada excavar e indagar
en polvorientos libros de histeria.
Napoleón tenía tan solo un im
perio que conquistar. El territorio
de Nosey se limitaba a una ofi
cina de periódico y a una siempre
enamorada Tillie.
Verdad es que este e d ific io
egoísta resultaba caro. Pero, sin
importarle el precio que pagaba,
Nosey era aclamado como hombre
que ha hecho carrera por sus pro
pios méritos. Uno de los mejores
hombres de “ La gaceta diaria”.
Además de Tillie y de la oficina
—es nuestro deber reconocerlo—
Nosey tenía otro amor. Este amor
yace ahora cómodamente en su
retiro privado... el cajón derecho
del escritorio de Nosey.
Se alzó un apacible runruneo
al acariciar Nosey la suave y su
cia piel blanca del cuello de Dermie. Dermie era el a p od o de
Hipodérmica. Nombre convenien
te a la enorme gata, porque real
mente era necesario clavarle una
aguja para hacerla mover.
Sólo otra cosa animaba a esta
pensativa felina: el olor a embu
tidos o a hígado, aunque provi
niera del más remoto rincón de
la habitación.
N
P o r D E E RANDALE
Su anterior morada era el res
taurante de la esquina, donde s»
esperaba que espantara a los ra
tones y que, en general, se hiciera
útil. Desde allí llegó a encontrar
refugio en el cómodo cajón vacío
del escritorio de Nosey. El ruido
de platos y el zumbido de un res
taurante repleto habían resultado
demasiado para sus sensibles ner
vios.
Nosey interrumpió sus tiernas
caricias. Esto enojó infinitamente
a Dermie. Levantando la cabeza
con más energía que de costum
bre, lanzó una rápida mirada.
—Dermie —dijo Nosey seria
mente—, si lográramos acertar en
este caso del Bandido de los Cer
dos, seguramente descubriríamos
algo importante.
La respuesta de Dermie fué un
runruneo aquiescente.
—Siete carnicerías en siete días
—prosiguió Nosey— constituyen
un record para cualquier crimi
nal. Y es peligroso. Siempre avisa
antes de atacar. Tiene desorienta
dos a los agentes. Debe ser un
bandido fantasma.
Aquí Nosey rió burlcnamente
ante la idea de un fantasma sa
queando la caja registradora y
clavando un cuchillo de carnear
en la espalda de un hombre.
—Lo que me sorprende —dijo
Nosey continuando con su conver
sación unilateral— es como entra
y saca la caja delante de todo el
mtindo. ¿Y por qué elije siempre
carnicerías en las que se vende
cerdo? Siempre lo mismo. Si a£ü*
vináramos esto, seguramente lle
garíamos a algo importante.
Ei aburrimiento de Dermie era
evidente. Volvió a reclinarse en
el cómodo almohadón que le ha
bían puesto. Pero antes dirigió
una mirada al plato vacío. Poco
después roncaba pacíficamente.
Sabía que el plato iba a llenarse
más tarde.
Nosey leyó y releyó una nota
sin firma colocada sobre su escri
torio. “Tal vez esto me proporcio
ne alguna pista”, reflexionó. Un
carnicero había recibido una nota
diciendo que su carnicería seria
la próxima. Venía a hablar con
el director del diario. Pero el di
rector, fastidiado, puso el asunto
en manos de Nosey. Raras veces
se presentaban las noticias por su
propia cuenta en la oficina de un
p: riódico. Avisos que llegaban por
correo podían ser considerados
avisos falsos. Generalmente pro
venían de algún charlatán que
buscaba publicidad.
Fuerte determinación se dibu
jaba en las facciones de Nosey. El
director confiaba en él. Llegaría
al fondo de este asunto. Como
Egoísta Número Uno estaba se
guro de triunfar.
El público, indignado, se enfu
recía en sus vehementes solicitu
des para saber algo de este Ban
dido de los Cerdos, que mataba y
asesinaba periódicamente. El di
rector había dicho que entregaría
un bono o algo igualmente satis-
�( D cabalga
factorio desde el punto de vista
financiero, al muchacho que con
siguiera el hilo de esta historia.
Sería muy oportuno, pensaba Nosey. El y Tillie se casaban el mes
próximo.
Una chispa de felicidad iluminó
sus ojos, habitualmente tranqui
los. Casarse con Tillie era entrar
en el paraíso. La querida Tillie,
con sus dorados rizos y su precio
sa figura. Además, ¡cocinaba tan
bien! La boca de Nosey se hacía
agua anticipando las comidas dia
rias, iguales a las que ya probara
en el departamento de Tillie.
Dermie abrió unos ojos somnolientos y miró pensativamente el
plato todavía vacío. Dió un mau
llido y, levantándose, se alejó in
dignada; no estaba acostumbrada
a estos malos tratos.
Nosey no tuvo tie m p o para
preocuparse de la querella que
representaba el indignado aleja
miento de Dermie. Lo cierto es
,que Dermie regresó a los pocos
minutos y comenzó a restregar la
cara contra los pantalones de No
sey, recordándole su hambre. Ha
cía dos horas que no la alimen
taban.
Nosey no prestó atención a las
súplicas. Esperaba al desconocido
que vendría a visitarlo Exacta
mente a las tres en punto, según
decía la nota, se presentó un hom
bre alto, pobremente vestido. Su
pelo oscuro estaba cuidadosamen
te alisado pero, aparte de esto, no
podía considerársele un dechado
de elegancia.
—¿El señor Collins? Usted re
cibió una nota mía.
Nosey percibió que la mano del
desconocido temblaba n erv iosa
mente al acercar una silla. Tomó
el papel que el hombre le tendía.
—Soy gerente de la tienda si
tuada en la calle 60. Recibí esta
nota hoy temprano. Dejé la tien
da y he venido aquí lo más rápi
damente posible. No tuve tiempo
para cambiar de ropa —miró ccmo
disculpándose.
“Su tienda será la próxima.
Esta tarde” , decía la nota. Estaba
firmada por el “Bandido de los
Cerdos”.
Nosey examinó cuidadosamente
la misiva. Nada había en ella que
pudiera dar una pista.
¿Ha visto a la policía?
—No señor. Preferí hablar pri
mero con usted. La policía pa
rece no hacer nada —se rió ruda
mente—. Ya sabe usted que ha
habido una nota antes de cada
crimen— añadió, recordándoselo
a Nosey. Nosey, distraído, acari
ciaba el cuello de Dermie. La gata
se movió, miró lánguidamente al
visitante y retomó a su modorra.
Nosey hizo varias p regu n ta s.
El visitante parecía ansioso per
suministrar todos los detalles po
sibles.
—Me halaga que tenga usted
tanta confianza en nosotros —dijo
Nosey—. Disculpe un m om ento
mientras tomo mi cuaderno. De
seo anotar las informaciones que
me dará.
Nosey jamás se había propues
to tener un cuaderno. Cualquier
trozo de papel servía para tomar
nota de los detalles más intere
santes.
Saliendo de la habitación, No
sey se dirigió a una cabina de
teléfonos. Hizo una llamada, cogió
un cuaderno que estaba sobre la
mesa de una azorada mecanógra
fa y volvió a su nervioso visitante.
Escribió las frases meticulosa
mente, asegurándose de que po
ma todos los puntos sobre las “i”
y todas las rayas en las “ t” . Para
cualquier observador, era eviden
te que Nosey procuraba ganar
tiempo.
Pocos minutos tardaron en lle
gar los rudos policías. Estos apli
caron las esposas a las muñecas
del tartamudeante clie n te , que
ahora preguntaba qué significaba
aquello.
—Este muchacho —dijo Nosey
dirigiéndose a los policías— es el
“Bandido de los Cerdos” . Pronun
ció con fruición el apodo como
sólo un verdadero egoísta sabe
hacerlo.
Súbitamente, el hombre dejó de
ofrecer resistencia.
—¿Cómo lo sa be?—preguntó.
—Verá usted —dijo Nosey, y su
elevada estatura se balanceó mag
níficamente—, dijo usted que aca
baba de llegar de su carnicería.
Cuando Dermie se despertó e in
mediatamente volvió a dormirse,
comprendí que usted mentía. Si
hubiera dicho usted la verdad, la
gata habría comenzado a olfatear
sus pantalones y a lamer las pier
nas y hasta es probable que le
hubiera dado un mordisco. Ya ha
ce rato que pasó la hora de al
morzar —sonrió afectuosamente a
Dermie, que se había movido al
oír su nombre y miraba ansiosa
mente el plato vacío.
Nosey prosiguió diciendo:
—Después me dió usted algunos
detalles que la policía ha oculta
do cuidadosamente al p ú b lico .
Sólo el propio “Bandido de los
Cerdos” podía saberlos.
El hombre meneó la cabeza con
desesperación.
—Yo era dueño de la mitad de
las carnicerías —dijo amargamen
te— hasta que mi socio me estafó.
Este era el único ca m in o que
descubrí para recobrar lo que
realmente me pertenecía.
Por un momento la mirada de
Nosey se fijó compasivamente en
la espalda del hombre cuando los
policías lo llevaban. Después vol
vió a mirar a Dermie.
—Paciencia, chiquita—. Acari
ció la cabeza de la gata.
Más tarde hubo un almohadón
más en el cajón que era domici
lio de Dermie, y también un plato
flamante. El plato tenía pintados
dos ratones que constituyeron la
gran sorpresa de Dermie, pues
nunca los pude atrapar, teniéndo
los tan a su alcance.
�cabalgata
UN RELATO IMPRESIONANTE
$
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C
O
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LECTURAS I NFANTI LES
MUJERCITAS, por
Alcott L................ $ 6.—
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LOS HOMBRECITOS DE JO, por
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Alcott L................ „ O.—
” oG,CO
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U N R A M O DE
CUENTOS, por
Andersen H. Ch. „ 6.—
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En “ Por t i e r r as
de indios” , Sekelj
narra, en su estilo
periodístico siem
pre sencillo pero
ágil y vibrante,
las emociones vi
vidas durante su
TIBO R SEKELJ
¡xploración hecha
por regiones salviajes del Mato Grosso. El autor, siempre acompañado por
su esposa, la exploradora argentina Mary Reznik de
Sekelj, convive con diversas tribus de indios y aprende
su lengua, llegando a penetrar en sus rituales^ secretos,
observa a buscadores de diamantes y se hace “ cazador
de orquídeas; corre peligro de ser asesinado por los fero
ces indios chavantes; llega a conclusiones referentes al
explorador británico coronel Fawcett, demostrando valentía y entereza en todo momento de la extraordinaria
aventura, que describe con la soltura del que cuenta
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sus emociones en rueda de amigos.
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HEIDI, por Spyri J.............................................. „ 6.—
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TURAS, por Tschiffely A ................................. „ 6.—
EL CHICO DE LAS DUNAS, por Way Teale „ 6.—
m . m im im m w *
�O
anfiteatro mundial: la resistencia no es
un mito, lo que se comprueba cuando
va dejándose de hablar de ella a título
de actualidad; ha existido con sus gestas
y miserias de toda Índole, con sus fru
tos literarios brillantes y sus crónicas
anónimas, con sus mártires silenciosos
y sus “vedettes” espectaculares. La re
sistencia ha existido.,. junto con el
desembarco aliado en N o r m a n d í a ,
en 1944; de otra suerte, aquel m ovi
miento, pese a todas sus hazañas, pese
a las Editions de Minuit, y a tantas
otras valerosas publicaciones clandesti
nas, apenas hubiera pasado de tener un
valor simbólico.
Pero en cualquier caso pecaríamos de
mezquinos si no rindiéramos un sincero
y emocionado homenaje a los héroes de
la resistencia Intelectual francesa contra
el nazismo, que tanto hicieron por sal
var la dignidad de su país y del m undo
durante cuatro años de ignominia. En
el interesante libro de Louis Parrot fi
guran escritores de toda suerte y con
dición, tanto los militantes declarados
como los escritores a quienes equivoca
damente seguirá llamándose puros, con
acento peyorativo, olvidando que la m o
ral está más allá de las sectas, y que
además en los trances de prueba el ene
migo no distingue de estéticas, sino de
éticas.
¿Quién hubiera de otra suerte im agi
nado que una de las primeras víctimas,
en junio de 1940, sería un poeta tan
apartado, un raro superviviente del sim
bolismo como Saint-Pol-R oux, a quien
sus contemporáneos finiseculares deno
minaron “el M agnífico” , por la m agni
ficencia de algunas metáforas inolvida
bles, y a quien su condición de valetu
dinario, retirado en una granja de Bre
taña, no le libró de ser golpeado hasta
la muerte por la soldadesca invasora?
A continuación en la lista van apare
ciendo nombres famosos com o los de
Benjamín Crémieux y Max Jacob, otros
olvidados como el de Louis M andin y
un gran lote de jóvenes: Jacques D ecour, Valentín Feldman, Mathias Liibect Benjamín Fondane, Robert D es
nos, Jean Desbordes —lanzado a la noto
riedad hace años por Cocteau y luego
desaparecido literariamente— , Georges
Politzer, Vidlé, Jacques Salomón y R olland-Simon, que fué uno de los primeros
traductores de García Lorca al francés;
sin olvidar los que murieron en campo
abierto, con las armas en la mano, com o
Jean Prévost, a quien también las letras
de nuestro idioma deben gratitud, por
haber vertido —junto con su mujer,
Marcelle Auclair— , Bodas de sangre
Ahora bien; entre todos quiero des
tacar particularmente ciertos nombres,
los de aquellos escritores a cuyo horne
ó l e puedo aportar algún recuerdo per
sonal. Sea en primer término el de B en
jamín Fondane, a quien también otros
escritores de la Argentina tuvieron oca
sión de tratar y querer, pues estuvo dos
veces en Buenos Aires. La primera fué,
si no yerro, en 1929. Estaba en su auge
el cinema de vanguardia o experimen
tal —ese género que no debiera haber
sucumbido ante el embate del otro, del
comercial o mayoritario, pues sin él el
séptimo arte corre el riesgo de repetirse
y esterilizarse, como esté sucediendo en
buena parte— . Benjamín Fondane, por
sugerencia de Victoria Ocampo, y con
el apoyo de Amigos del Arte, nos trajo
algunos de los más representativos films
v a n g u a r d i s t a s : Le chien andalón,
Entr'acte, Le perle, etc., dando algunas
conferencias sóbre su estética. Volvió en
1936 para dirigir un film con los her
manos Aguilar, sobre el Bolero de Ravel,
que por causas extrañas no ha llegado
a proyectarse nunca. Pero su pasión
central no era ésa, sino la filosofía. Le
acuerdo en su casa de París, allá en
la rué Monge —a la que se accedía tras
un laberinto de escaleras, com o en la
Kasbah argelina— , vital y desbordante
de teorías, repitiendo ciertas palabras e
ideas de abolengo superrealista y de ca
rácter preexistencial: “ir ra tio n a lis m e ” ,
cruajité” , “cynisme” . Por lo demás, en
castellano, y antes que en francés —en
Responsabilidad y Resistencia
(V iene
de
la página
las páginas de “ Sur"— quedan muestras
de tales anticipaciones, que le han va
lido ahora con justicia ser calificado de
“ decouvreur avant la lettre de l’existentlalisme” y que luego se articularon
en las páginas de sus libros Rimbaud
le voyou, La conscience malheureuse y
Faux traité d’esthétique, sin olvidar los
poemas de Ulysse. Murió — engañando a
sus compañeros, pero sin engañarse él—
consciente de su fin.
Fué “ seleccionado” con otros judíos y
m etido en un cam ión con rumbo desco
nocido, ba jo la indicación de que iban a
libertarle. Fondane sabia que su destino
era un h o m o de cremación.
Tam bién Benjamín Crémieux estuvo
en Buenos Aires, en 1930, y dejó aquí,
igualmente, entre quienes le tratamos,
admiraciones y simpatías. Nos dió a co
nocer, en una serie de conferencias de
Amigos del Arte, las primicias del que
iba a ser su m ejor libro: Inquiétude et
reconstruction, y que constituye uno de
los cuadros más felices de las ideas y
las tendencias literarias dominantes en
la otra postguerra. Crémieux —intro
ductor en Francia de Pirandello— era
esencialmente un crítico. Tenía gran
cultura, buen gusto, sensibilidad y más
juventud de la que aparentaba su im
ponente barba negra y sus lentes de
profesor. Los nazis vieron en él, para
apresarle y conducirle a un campo de
concentración de Weimar —donde murió
de agotamiento físico y moral— , quizás
antes que nada al escritor intem aciona
lista, al hombre que desde su secretaría
del P Ü H . Club francés había defendido
siempre los fueros de la libertad y de
la dignidad intelectuales.
De Max Jacob mis imágenes persona
les son más lejanas. Datan de la prima
vera de 1925 en Madrid, en una sala de
la Residencia de Estudiantes, adonde el
poeta había ido para dar una conferen
cia. Yo, que pocos años antes había osade una traducción de su libro más ori
ginal, El cubilete de dados, que había
estado en frecuente relación epistolar
con él, no acertaba al pronto a relacio
nar exactamente su figura de joven viejo
o viejo joven con la estampa casi legen
daria del precursor cubista, del com pa
ñero inicial de Apollinaíre y de Picasso.
Pero pronto, al advertir su ingenio bur
lón, doblado de exquisita cortesía, que
dó establecida la identidad. Retirado
desde hacía años, tras su conversión al
catolicismo, a la sombra del monaste
rio de Salnt-Benoit-sur Loire, entregado
a sus libros, a sus dibujos, a su copiosa
correspondencia, hasta aquel aparta
miento fué a buscarle la Gestapo. Mu
rió de enfermedad y malos tratos a los
pocos días, en un cam po de concentra
ción. Sus últimas cartas son emocio
nantes.
Robert Desnos había sido uno de los
primeros superreallstas. En la época de
la “ poesía autom ática” y de los “ sueños
en vigilia” , aquel m uchacho de ojos co
lor de agua, sobresalía con tales im
provisaciones, recitando al modo de un
sonámbulo, con una parte indudable de
inspiración y otra improbada de super
chería. Después, el periodismo radial le
absorbió: le recuerdo así un mediodía
de diciembre en el restaurante Gaillon
de París, abriéndose paso rápidamente
para abalanzarse al m icrófono, instala
do en un pasillo, y dar cuenta del nom
bre del Premio Goncourt que los Diez
acababan de otorgar. Pero antes, más
clara y tranquilamente, evoco al autor
de La liberté ou l’amour en una noche
estival de Madrid, junto con Amparo
Mom, De lia del Carril, Federico García
Lorca, Pablo Neruda y toda una alegre
banda, más Youki, la m ujer de Desnos,
algo japonizada, y no sólo en el nom
bre, por haber sido antes la compañera
de Foujita. Desnos murió en un campo
de concentración de Checoslovaquia en '
ju lio de 1945.
5.)
Y ahora, finalmente, aunque n o fi
gure en el libro de mi amigo Parrot, ya
que éste limita su censo únicamente a
los escritores franceses, quiero registrar
en estas rápidas evocaciones otra ima
gen afecta: la del escritor holandés
Johan Brouwer. Personificaba plena
mente este amigo al hispanista, a ese
personaje que de pronto un día nos lle
gaba a España, desde Upsala, desde
Francfort, desde Groninga, desde D ublin, locamente enamorado de todo lo
español, hablando nuestro idioma con
un gramaticalismo asombroso, con un
acento purísimo —pero el suyo, el de su
lengua nativa— , ávido de zambullirse
plenamente en la vida típica, en los li
bros viejos, en las ciudades milenarias.
Con ese estado de espíritu Brouwer sa
lía todas las vacaciones veraniegas des
de su ciudad nativa, La Haya, y no de
jaba m a t i z hispánico por descubrir.
Nuestra cultura le debe dos libros fun
damentales, no tan conocidos como de
bieran ser, por la limitación del idioma
holandés: una Psicología de la mística
esvañola y un libro de erudición histó
rica sobre Hernán Cortés y Moctezuma.
¿Qué tropelías no presenciarían sus ojos
azules para lanzarse, desde su retiro de
estudioso, a la lucha abierta contra el
nazi, hasta ser fusilado el 1 de julio de
1943? Imposible para m í desprender del
recuerdo de Brouwer tantas, imágenes
gratas de mis semanas holandesas, diez
años antes, en el verano de 1933; cuan
cabalgata
do junto a él y al profesor Geers, me
cupo participar com o conferenciante en
un curso español que organizaron en
La Haya. Imposible concebirle de otra
suerte que en su tranquila casita de la
Tomatenstraat, bloqueado de jardines
por fuera, por dentro de libros españo
les, efusivo, sonriente, ocultando tras su
dulzura de niño su tenacidad de pa
triota.
* • •
Muy clara es la lección que despren
den los ejemplos de estos escritores sa
crificados para que nadie intente apos
tillarla interesada e irrespetuosamente.
Y hoy que tanto vuelve a hablarse de
la literatura “ comprometida” como ac
titud total del espíritu ante el mundo,
actitud que trasciende más allá de la
obra escrita, se comprenderá cóm o es
imposible hacer distingos teóricos sec
tarios entre escritores cuando en ellos
priva el decoro, el sentido de la digni
dad insobornable. No importa que entre
los mencionados unos murieran por una
causa, otros por la "pureza espiritual del
hombre” . Esta última frase es de Vercors,
el autor de Le silence de la mer, que
en el curso de una nobilísima diserta
ción, establecía estos dos campos, mas
sin oponerlos, unificándolos en un pla
no superior: “ el de los hombres que
estiman que todo debe ser sometido al
fin último, comprendiendo el pensa
miento, que el pensamiento debe ponerse
al servicio de la lucha y sacrificar su
primacía; y el de aquellos para quienes
los derechos del pensamiento siguen
siendo imprescriptibles, p a r a quienes
la causa defendida se identifica con la
pureza espiritual del hombre” .
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�c¿i haiga la ©
J O S E
. r j OR qué, generalmente, es
(i Y -'
tan aburrida la escultura?
Creo que era Baudelaire el
que, casi con estas mismas palabras,
se hacia tan inquietante pregunta,
que, por cierto, sigue interrogándo
nos com o un problema vivo de la
sensibilidad moderna.
No es que en las otras artes falte
aburrimiento; alguna vez hemos ha
blado, por ejem plo, del hastío que
nos cae desde 1a cima de algunas de
las grandes novelas contemporáneas:
hastío secreto, inconfesado, porque
los perseguidos de antes ocupan aho
ra, con nuestra aprobación oficial,
el peder. Invisible, invencible poder
el que ejercen sobre nuestro espíritu
aquellos dioses a quienes les conce
dimos una vez nuestra veneración,
porque su divinidad coincidía con
nuestros errores y era, acaso, la más
elevada expresión de los mismos.
Pero en escultura, no sé por qué,
esto es más evidente, y, al parecer,
viene de más lejos. No se por qué,
o sí, com o se saben estas cosas, un
tanto vagamente, o, mejor, tímida
mente, y con ciertas ganas de no sa
berlo, de puro miedo a quedarse uno
com o desamparado, o com o si renun
ciara, por falta de aprecio, a algo
tan importante com o un brazo, o
más, com o si renunciara a ese árbol
que recordamos, en cuya figura se
A
L
O
N
S
cifraba — se cifra, de pronto, en la
memoria— , el genio de la creación.
Alguna vez, nuestra implacable
necesidad de mitos, de padres si
queréis, de algo que remedie nuestra
orfandad, en fin, nos hizo confiar
nuestro equipaje, nuestra misma ru
ta, a falsos dioses, a los que hemos
abrumado con nuestra confianza.
¡Pobres sacrificados por nuestra
ardiente, inaplazable voluntad de en
contrar mensajeros!
En este sentido, algunos escrito
res, artistas, filósofos contem porá
neos, de gran talento, de lumbre ini
cial, me recuerdan extrañamente a
aquellos muchachos que elegían los
antiguos mejicanos com o represen
tantes de la divinidad en la tierra
por un tiempo. Y com o a tal se les
trataba, brindándoles los más sabro
sos alimentos, las más raras y exqui
sitas bebidas, las más hermosas don
cellas, todo cuanto se ofrecería al
Dios mismo, hasta que, llegada a tér
mino su misión, se les sacrificaba
muy despiadada y sacerdotalmente,
en holocausto a las divinidades de
verdad.
No sé qué condiciones personales
exigían los sacerdotes mejicanos en
el elegido. No importa. Sabemos, sí,
las que nosotros exigim os en tal no
velista, escultor o poeta.
r Grito o mesura, bonanza o cinis
O
Por Lorenzo Várela
mo- — descontado el talento— , quere
mos que reme contra la corriente, y,
bien entendido, a veces se rema con
tra la corriente, en este mundo que
nos hemos desfigurado cada uno a
su manera, precisamente cuanto más
a favor de la corriente se reme. P or
que suele suceder que por debajo, y
muy, pero muy cerca de la superfi
cie, las aguas llevan otra dirección
y todo el que ficta com o puede, lo
sabe aunque no lo sepa.
Además, aunque hay muchas co
rrientes en el espíritu de una época,
siempre se parecen en algo. M uy co
múnmente, este parecido es com o el
de una gota de agua a otra. Por lo
tanto, el que está en una, en la co
rriente falsa, por ejemplo, de algún
modo está en todas. O, m ejor dicho,
parece estarlo, y de ahí que lo crea
mos dotado de universalidad.
Tal el caso, para hablar de algo
reciente, de la literatura de JeanPaul S3rtre. No hablamos del pen
samiento de su movimiento existencialista, porque somos de los que,
provisionalmente al menos, no esta
mos enterados de la novedad. Pri
mero sus cuentes, ahora su “ putain
respetueuse” , tiene, además des pres
tigio francés, de esa facilidad que
tiene todo francés inteligente para
hacernos suponer que cualquier des
enfadada podredumbre es del altísi
mo linaje de “ Lss flcres del mal” o
de “ Las amistades peligrosas” o de
“ Bola de sebo” , para poner otros
géneros de posible confusión, el
acierto de mostrar a flor de tierra,
cierta afiebrada, pesadillesca impu
reza, cierta porquería que ya casi se
atreve a confesar Mme. Toutlemcnde.
Cierta basura de buen tono hoy,
que, repetimos, muestra Sartre a sus
adeptos con gran eficacia. Así, las
fealdades del mundo, como en otro
tiempo las bellezas, incluido en ellas
lo “ fe o ” can espíritu, vuelven, tras
el ocaso del surrealismo, cuyo vérti
go de buzc lo libra del sartrismo posi
ble, a estar más descocadamente que
nunca en pleno y desbordante éxito.
La enorme experiencia surrealista
tuve dos clases de triunfos: uno, del
que participan el mayordomo y la
señora, que creyeron ver en él pres
tigiada su fealdad vacía, torpe, in
comunicable, personal. Su dedo en
la nariz o su regüeldo, o sus sueños
“ atormentados” , vergonzosos, exhi
bidos de repente com o una bandera,
cem o la bandera de la genialidad.
Vieron, pues, en el surrealismo, el
brillante berniz que daba lustre y
señorío a su pobretería, a sus mise
rias morales, pequeñas, como lo es
un estornudo con respecto a un pe
cado, pero que constituyen su infier
ne. su sórdido y frío infierno, su
�(J ) c .i t i .i l u a t a
infierno doméstico, su inevitable y
desesperante echarpe emporcado; el
infierno del vacío hueco, del abu
rrimiento sin sentida.
Que alguien consérve la gracia o
la encuentre en medio de tan híbrido
triunfo, triunfo ostentoso, obstinado,
lleno del encono y de la triste supe
rioridad dé tal infiernillo, y la ex
prese, la haga volar amorosamente
a los cuatro vientos, es una hazaña
de las que por sí solas, ccm o ejem
plo, puede esperarse la salvación.
Salvación de la flor, y la raíz, y de
la zarpé prodigiosa de la inocencia
feliz, nc de la boberta que llaman
inocencia, señora, ro , de la grande,
de la que asusta, la de los arcángeles
y la dé Ese soldado con ojos de perro
y manazas de buey, y palabras que
son como tumbos de grandes árbo
les, y corazón en el que caben tan
sóle un pan de centeno, de color
apenado, y un sentimiento del mun
do que vale per una catedral viva.
Ese soldado, ¡oh inteligente!, ¡oh
muy burlona Madame de Beauvoir!,
ese hombre, señora, que derribó sie
te tanques en una tarda de combate,
jugando con ellos ocn menos res
peto qua al tero, en nombre de eso
que acostumbramos a llamar, con
mucha “lucidez” , con mucha ironía
repetida, resobada, con mucha- co
rrupción, un “ ideal” . Salvación en
la que va implícita, ocn gran con
tento de ese mismo soldado, el infiírno de les grandes; el cerebro
abrasado, las sedientas almas, la
inteligencia que construye sus nor
mas rigurosas y risueñas, claras y
profundas, sj costa de quemar a fue
go lento, a congcjas y quebrantos
sin fin, la sufrida leña del cuérpo,
de les intestinos, de los huesos. Sa
grada copa, recinto que ha de mere
cer el espíritu (que han de merecerse
mutuamente), existiendo una y ctro
por la unidad en el camino entero
y nc por demorarse, morosamente,
hociqueando en la primera flor o en
la primera carroña que se presente
ante su debilidad como el betín des
lumbrante, por inesperados, y per no
merecido.
Y este escultor, Alonso, es de los
que guardan un profundo respeto,
un sabio esperar, un paciente y he
roico trabajar, justamente porque
en algún instante de su vida sincera,
a b n e g a d a , comprendió cuarto
apresurada y torpemente acabamos
de decir.
Tal es su certeza que resiste, in
cluso, les errores del gran maestro
de la escultura moderna. Errores de
un grande, con una migaja de los
cuales se considerarían ahitos de
gloria, cebados de eternidad, m illo
nes de minúsculos y enfatuados se
res. Y es muy importante hacer re
ferencia a este error del maestro,
porque alguna vez hemes oído ha
blar de la escultura de Alonso y de
algún otro escultor moderno oemo
si su hechizo estuviera sostenido,
recibiese el aliento, la certidumbre,
la capacidad de emoción que des
piertan en nosotros, de su fealdad.
Fealdad que en el ánimo de ciertas
gentes compensaría el hecho de que
no pase nada en una obra. Esto es,
como si las salientes de una obra de
arte, aunque sean indignas, con
trapesaran el exceso de vacío, el
engendro aburrido da la misma, con
cumbres de chatura.
Hay artistas que trabajan per ma
tér el tiempo, como hsy gentes sin
oficio con;cido que aman o leen o
viajan por lo mismo. Y claro que
lo matar.; su obra, su vida c su cul
tura, lleven una visible carga de
horas y da años muertos que todo
lo corroen. Aun en los fugaces ins
tantes en que una chispa de intui
ción o de sentimientos verdaderos
pugnan por forjar el gran incendio,
pronto se ven apagados, atados de
píes y manos. Tanta es la ceniza y
el gusanarío que los envuelven.
Y hay otros artistas que trabajan,
ccm o Alonso, con la fatal adoración
a su obra, a sus criaturas, viendo en
su trabajo y en ellas, no un instru
mento, un garfio para atrapar el
botín, sino un humilde acercamiento
a los terrenos más libres, enteres,
gozosos, del hombre; una manifes
tación de su genio puesta en evi
dencia por las manos propias, pero
que en ese momento se mueven,
calculan, sienten, por todas las ma
nos de la especie, y aun per todas
las misteriosas inclinaciones de las
cosas de este mundo. Recordad, ccm o
ejemplo siempre vivo, piadoso, ter
minante, los pucheros de Santa Te
resa, única cosa de la mística doc
tora que entienden las beatas con
tumaces.
Es cierto que en relación con lo
que se nos ha enseñado acerca del
arte en las escuelas, superiores o no.
el arte moderno, y no sólo el mo
derno, naturalmente, pero él espe
cialmente, es cierto, decimos, que ha
entrado a formar parte muy esen
cial del mismo, aquello que se nos
enseñó a llamar fealdad. O, más
bien, lo que estaba excluido de toda
definición de belleza y que era todo
cuanto hay en el mundo poco más
o menos. Se enferma uno de tener
que repetir estas cosas tan insisten
temente dichas ya, y algunas veces
con una claridad de mediodía que
haría suponer que es superfluc vol
verlas a zarandear por otro lado.
En Alonso también aparece tal “ feal
dad” , desde luego, aunque no re
nuncia a ese sector de la belleza
que la gente admite más fácilmente
porque ignora que no es de alma
naque. Y es que Alonso, come poeta
que tiene un buen cancionero legí
timo, no renuncia a nade. A nada
que tenga espíritu, carácter, vida
verdadera. Sus cabezas tienen, sin
ser máscaras, por nc serlo, expre
sión; 1a que les viene de los aden
tros y desde hace mucho, de su
historia, y hacia el futuro, en mar
cha leal hacia la realización de su
destino. Nc porque c r e a Alonso,
siguiendo el error del gran Rodin,
a que nos referimos más arriba, que
“ le que frecuentemente se considera
feo en la naturaleza, presenta a me
nudo más carácter que lo que se
considera bello, porque en la crispación de una fisonomía enfermiza,
c en la desencajada expresión de
u 'a máscara de vicioso, en toda de
formación, en toda podredumbre, la
verdad interior estalla más fácil
mente que sobre los rasgos norma
les y sanos” .
Pero más embarazoso es descu
brir el último sentido que estas pa
labras tenían en Rodin, cuando sigue:
“Y com o solamente la potencia del
carácter es lo que hace la belleza del
f rte, acontece a menudo que cuan
to más feo es un ser en la Natura
leza, más hermoso resulta en el arte” .
Si es verdad que es más fácil
descubrir el carácter de lo feo, esa
facilidad no implica que lo feo ten
ga más carácter que lo bello. En
último caso ese carácter, no en Ro
din, clare, no sería más que la rigi
dez de lo feo, que generalmente
adopta, a pesar de su extorsión,
quietismo de máscara. Y siempre
nes ha extrañado que el gran escul
tor francés, tan preocupado por el
“ movimiento” , no advirtiera que si
espiritualmente lo feo es señal de
falta de carácter, siempre tendrá,
per faltarle carácter precisamente
— por no tener espíritu en último
término, animación, alma— la rigi
dez de los cadáveres, la quietud de
lo muerto. De lo muerto da naci
miento, pues nadie se atrevería a
negar que ios cadáveres de las co
jas que tuvieron vida alguna vez
presentan, a quienes los observan
sin supercherías, las huellas indele
bles de la vida en reposo, que no
en vacía, vana cris pación.
Pero que nc nos lleve la preocupa
ción de encontrar la vida en el arte
�a! extreme de desear, o de ver
en una obra satisfechos los sen
tidos, la rscesidad de vida con la
tibieza de un torso, la ternura de
una mane cálida, la suavidad palpi
tante de una mejilla. Por este ca
mino, fatalmente, caeríamos en el
error dal feísmo vitalista que, natu
ralmente, tiende a “ imitar” la vida,
justamente en lo que ésta tiene de
fealdad. Mientras le bailo, qua no
renuncia a sus galas, a su eternidad,
no halaga tanto la facilidad que
pueda ser imitado. ¿No es éste el
mismo problema, al que alguna vez
nos hemos referido, del bien y del
mal? Es más difícil siempre, justa
mente porque vive, y en qué supe
riores regiones cuando no es estu
pidez, fealdad disfrazada de lindeza,
expresar la belleza o el bien, que la
fealdad o el mal. No amamos, quizá,
al mal o a la fealdad, pero nos con
mueven tal vez más pronto, aunque
siempre p rovision a lm en te. Quizá
porque con las fuerzas malignas es
tablecemos cómodamente, sin riesgo
aparente, una complicidad que nos
exalta, nos da una estatura superior
a la real, es decir, fingida, un poder
y una fuerza que, circunstancial
mente, salvo en el plano heroico o
en el del amor, o en el religioso, no
tienen nunca las fuerzas del bien.
Con las furzas del mal, la fealdad,
la falta de alma, por ejemplo, es
fácil establecer un pacto, perqué
con este solo hecho quedamos libe
rados de todos los oempromisos, no
sólo de los grandes, les que consti
tuyen para nosotros la carga más
pesada, sino también de los peque
ños, ridículos necesariamente por su
pequenez, pero molestos porque se
nos enredan, en nombre de los ma
yores, y nos traban los apetites que
a nosotros nos parecen más natura
les. Y naturales son, pero ¿de qué
naturaleza?, de una que no ha lle
gado todavía al estado de nebulosa.
Llena de légañas, ojerosa de no ver,
de no haber visto nunca, de no te
ner el sentido que nos manda ver.
Y, claro asta, da no verse, y esto es
lo peor.
Alonso es, por lo tanto, un escul
tor que busca con obstinación de ima
ginero la belleza. Con sus pucheros,
com o la mística santa, pero la be
lleza, el instante del alma que le
vanta un destino, que revela una
vida entera y verdadera. Sus in
quietudes por la personalidad, y más
per la física, de los indios, ¿no serán
señal de que anda buscando en ellos,
ya que es tan imposible, tan penoso
encontrarlo en los blancos, ese ins
tante en que las caras, la mirada, el
torso, el espíritu, encontraron su
comunión con la tierra, con los pu
cheros de que t a n t o nos hemos
alejado y a los cuales no volvemos
— Sartre siempre— más que para
buscar en ellos los restos del festín,
del triste festín?
Por esc hay huecos, y sombras, y
esguinces, que siguen las líneas vi
tales del modele, pero el modelado,
esa faena con fórmula que se injerta
al aprendiz en la academia, es en él
tan gracioso, tan lleno de súplica en
las manos y de atención y amor en
los ojos, como en esos santos de ma
dera que nos dejaron les grandes
anónimos medioevales.
Y por eso, por la aventura que to
do eso representa, por la sencilla y
ejemplar alma que les envuelve, sus
criaturas, su escultura, no son abu
rridas. Ni ta m p o c o divertidas, a
Dios gracias.
Fotografías de esculturas de José A lo n s o recibidos de nuestra corresponsalía en Estados Unidos especióles paro C A B A L G A T A .
�¿i h a l d a t a
rr
Plumas
y Palabras
Por J Mora Guarnido
LUIS X V I Y L A P R O P I E D A D
L I T E R A R I A EN F R A N C I A
UIS XVI, el p o b r e r e y q ue
pagó en la guillotina errores e
intrigas de muchos que se me
recían el cadalso más que él y no
lo tuvieron, fué el monarca que hizo
consagrar solemnemente en la le
gislación de su país el derecho de
propiedad literaria, propiedad que
llamó un jurista de la época “ de
derecho divino” y otro “ la propie
dad más propia de todas las propie
dades”. En carta a uno de sus mi
nistros (del 6 de septiembre de 1776)
el rey insta a que se ocupen lo antes
posible de resolver sobre las memo
rias de los libreros de París y de
provincias acerca de la propiedad
de las obras y la duración de los
privilegios, pues se trata de un asun
to de importancia que interesa “a
gran número de mis súbditos, dignos
por todo de mi protección” .
Considera el prudente y desdicha
do rey que los privilegios de librería
son justos desde el punto de vista
del autor como pago de su trabajo,
y del editor como garantía per sus
adelantos; pero piensa que, por la
diferente importancia de cada cual,
el autor debe prevalecer, y así se lo
comunica a su consejo.
Y casi al año justo de escribirse
esta carta, el consejo publicaba un
edicto (30 de agosto de 1777) cuyo
artículo fundamental dispone: “T o
do autor que obtenga en su nombre
el privilegio de una obra, tendrá el
derecho de venderla en su casa y
gozará de ese privilegio per sí y sus
herederos a perpetuidad, a menos
que lo haya traspasado a un librero” .
Es, tal vez, uno de los primeros tex
tos consagratorios de la propiedad
literaria, y nc sabemos hasta q ué
punto los escritores franceses se lo
han agradecido al rey guillotinado.
L
CON LA “ M O R A L ” H EM O S
TOPADO,
AMIGO
SANCHO
Todavía nc conocemos las obras
de Henry Miller (y hay que ver las
ganas que tenemos de leerlas, con
k propaganda que se les está ha
ciende); pero el caso es que no han
hecho más que aparecer en Francia
las traducciones de sus n o v e l a s
Tropique du Capricorne” y “ Printemps noire” y han producido ver
daderas oleadas de púdicas protes
tas en nombre de la moral. (Como
«n el caso de las obras de Lawrence,
de Jcycs, de tantos otros).
El llamado “ Cartel d ’action soet moralí” (conservamos el
título en francés porque suena me
jor) se ha dirigido al procurador de
w ” ephblica reclamando que esas
obras sean retiradas lo antes posible
de la circulación. ¿Per qué? Pues
porque son, al parecer, un poco cru
das, claro está que tan crudas com o
Rebeláis, o como Petronio, un poco
menos, un poce más acaso.
Los periódicos franceses se ex
presan sobre la cuestión en disinto
tono, según el campo desde el que
miran. Se realizan encuestas entre
los escritores y hay opiniones para
todos los gustes. Entretanto, el pro
curador de la República estudia el
asunto sin prisa, y cuando haya sen
tencia, si la h a y . .. las ediciones se
habrán agotado.
Aunque no sea este el caso, pues
afirman escritores responsable que
la obra de Miller es de un auténtico
valor literario, no hay com o empe
zar a sacar al viento los alarmados
pendones de la moral para que un
libro tenga a s e g u r a d a la venta.
UN H O M B R E
Y
UNA
Educación, el de Hacienda, las aso
ciaciones profesionales de escritores
y el sindicato de editores.
PROFESIONALES Y AMATEURS
Cuando oía a los gobernadores
civiles o a los ministros de gober
nación atribuir despectivamente las
huelgas, boicots y otros fenómenos
sociales a la obra de “ agitadores
profesionales” , don Miguel de Unamuno se ponía furioso y gritaba:
— ¡Naturalmente que profesiona
les! El que no es profesional de una
cosa no la puede hacer b i e n . . . ¡Sí,
profesionales!. ..
No era un capricho del ilustre
maestro. Va a llegar pronto el tiem
po de ponerse a pensar seriamente
en la definición y limitación de los
campos profesional y amateur. P o i
que el profesional se juega en k»
partida mucho, y el amateur no se
Juega nada o casi nada, y eso no es
equitativo.
Como iniciación para ese estudio,
nos parecen muy adecuadas las pa
labras que, con respecto al amateur
en el teatro, ha pronunciedo r.o hace
poco Noel Vincení, joven y diná
mico director teatral francés de van
guardia:
“ Creo que es un error estimular
el teatro de los amateurs. Estos no
pueden hacer teatro, pues el teatro
es un oficio, una vocación. Nos estor
ban a los profesionales y creo que
es censurable ayudarlos, pues tienen
una influencia nefasta y le quitan al
público el gusto por el teatro. Soy
categórico: hay que amar lo bastan
te al teatro para entregarse a él por
entere, y es preferible que no haya
espectáculos a que haya espectácu
los montados por no profesionales” .
Valdría la pena meditar si estas
manifestaciones se pueden extender,
t 3 t i categóricamente, a las demás
artes.
FRASE
Volviendo a hablar de Miller, el
novelista sentado en el banquillo
del escándalo. Su editor M. Girodías,
director de las “ Editions du Chéne” ,
defiende al escritor diciendo de él
lo que traducimos sin quitar ni po
ner nada:
“ Miller, al que conocí antes de la
guerra, es un tipo asombroso, de un
candor total y un completo desinte
rés. Un editor americano le ha ofre
cido un puente de oro por editar
sus obras una vez suavizadas. Se ha
negado. Arrastra su miseria, vive
cargado de deudas, mantiene a una
multitud de pobres. Utia vez puso
un anuncio en les periódicos pidien
do que le enviasen alguna ropa, y
coma recibió demasiadas cosas, puso
otro ayiso ofreciéndoselas a los es
critores necesitados” .
Tal es el hombre al que se acusa
de haber escrito una obra “ porno
gráfica” , le ofrecen mucho dinero
porque la “ suavice” , se niega y tie
ne que pedir trajes usados por in
termedio de la prensa.
En la inevitable encuesta que so
bre el “asunto Miller” ha hecho un
periódico francés, lo más bello, bre
ve, exacto y digno es lo que ha dicho
Jean Cccteau, quien al preguntarle
qué le parecía el pleito suscitado
por la moral ultrajada, contestó al
zando los brazos: “ Esas son cuestio
nes de la Edad Media, de las que yo
no entiendo nada” .
_ ¡®
LA IMPRENTA LOPEZ
es la primera organización creada en HispanoAmérica dedicada exclusivamente a la impresión
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en conjunción maravillosa realizan el milagro de
producir las más bellas y cuidadas edicio
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sin debate, en el pasado septiembre,
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institución com o finalidad “ sostener
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los escritores franceses por medio de
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rior a los dos millones de francos.
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sin aumentar
el costo.
IMPRENTA LOPEZ
Al servicio del libro
P E R U 666
•
B U E N O S AIRES
�.20
Jean Paul Sartre, el último
escándalo de París Por J. L. Darnetal
C o r r e s p o n d e n c i a de F r a n c e -P r e s s e
E special
para
C aralgata
PARIS, diciembre. — París tiene un
nuevo escándalo. Un escándalo teatral.
H escándalo de Jean-Paul Sartre, es
critor y filósofo aquejado de estrabismo
divergente y jefe de la escuela existencialista.
El escándalo ha sido provocado por
dos obras teatrales de Sartre: "M uirtos
sin sepultura” y "L o meretriz respetuo
sa” . En la primera, se ven escenas de
tortura, com o en las piezas de gran
guignol; en la segunda, el autor critica
de manera virulenta el racismo en los
Estados Unidos.
Noche tras noche, las perfumadas es
pectadoras se desmayan o abandonan la
platea llorando en accesos histéricos.
E3 Jefe de la escuela existencíalista
Sobre el Teatro
de J. P. Sartre
\
Es, ciertamente, indudable que la pre
sencia de Jean-Paul Sartre ha consti
tuido un drástico reactivo para el am
biente teatral francés. Aclamado por
unos como renovador, negado con ve
hemencia por otros, discutido por la
mayoría, su presencia significa de todos
modos un aporte saludable y vitalizador,
ya que aporta ideas, un valioso bagaje
de ideas e inquisiciones, ya sea que se
las involucre en el bagaje del existen
dalism o o com o quiera que se las rotule.
"M uertos sin sepultura", obra que mo
tivó ya graves incidentes al estrenarse
en Copenhague antes de darse a cono
cer en París, gira en tom o de las tor
turas sufridas por un grupo de comba
tientes de la resistencia francesa cap
turados por los milicianos y sometidos
a un interrogatorio para conocer el pa
rad :ro de su jefe. Se trata de una pieza
algo despareja, con excelente material
trágico y fuerte interés teatral. Las re
acciones psicológicas de los torturados
van jalonando cada proceso intimo y
aparece la diversa actitud de cada cau
tivo frente al dolor. No todos podrán
soportar hasta el mismo limite la tor
tura y ello los define en escenas lace
rantes. Uno de ellos, está seguro de po
der resistir; otro, duda de si mismo; un
niño de quince años, amenaza con ha
bla*,- haciendo peligrar así a sesenta
camaradas, y uno de los prisioneros,
para evitarlo, estrangula al niño.
está desorientado y dado el escándalo
del bulevar Saint-Germain, se ha visto
obligado a cortar ciertas escenas y has
ta ha abandonado la calle del Sena
donde vivía para volver a la casa de su
madre, como las muchachas pudorosas
e inmaculadas y las esposas desenga
ñadas. Pero por lo visto, en la orilla iz
quierda del Sena, hay gran número de
esposas desengañadas y de muchachas
que distan de ser inmaculadas. Y todas
ellas, asedian literalmente el departa
mento de la señora Sartre, que se ve
obligada a defender a su Pablo de estos
furiosos arrebatos de admiración.
Allí, en la calle Bonaparte 42, Sartre
ha recobrado la atmósfera burguesa. To
das las mañanas, una anciana sirvienta
le cepilla y limpia la ropa y sus zapatos
jamás han brillado tanto. Y a las siete
de la mañana, la señora Sartre despierta
a su hijo con un copioso desayuno. Para
ella, su hijo, hace poco desconocido, hoy
célebre, no ha cambiado. Y resume asi
su opinión: “Mi Jean-Paul es siempre
amable, aunque suele tener malas ideas” .
E3 aburguesamiento de Sartre ha sor
prendido a sus discípulos, que habían
abandonado a sus familias —o, de acuer
do con la jerga existencialista, se ha
blan liberado— para Irse a vivir al Ho
tel de la Louisiane, donde vivía Sartre
y cuyos pasillos recorrían vestidos con
sucios piyamas —la lavandera cobra
mucho y el agua en invierno es dema
siado fría— en busca de su papá.
Ese hotel no es solamente un lugar
de peregrinación, sino algo asi como un
vivac, donde hay que lucir una indu
mentaria descuidada y un aire ausente.
reparo su serie de instantáneas de un
realismo estricto y sin belleza. Y otros,
como Marcel Thlebaut, consideran que
en Sartre existe una irreprimible ten
dencia a cierto repulsivo sadismo, reco
nociendo empero que “ Muertos sin se
pultura” , i>ese a ser a ratos una obra
malograda y desagradable, tiene momen
tos espléndidos y un constante interés
teatral.
En cuanto a “ La meretriz respetuosa” ,
estrenada en un mismo espectáculo con
" M uertos sin sepultura” , ha sido mejor
acogida y algunos críticos han hallado
una fuerza shawiana en su tono turbu
lento. cinico. personal, lo cual natural
mente es su mejor elogio. Se trata de
una diatriba contra el racismo negro en
les Ehtados Unidos. Una mujer galante
que no se aviene a firmar un falso tes
timonio contra un negro acusado de
violación y se muesfra insobornable, ce
de por fin cuando se esgrimen ante ella
algunos convencionalismos h i p ó c r i t a -
LA M A R C H A DEL
mente utilizados. Al margen de la tesis
sustentada, se trata de una obra de recia
humanidad, de seres vives y no de en
tidades abstractas como en "Muertos sin
sepultura" y ello ha motivado sin duda
su mayor éxito.
Pero la obra que ha consagrado como
dramaturgo a Jean-Paul Sartre, susci
tando igualmente ecos de escándalo, ss
su pieza “ Huís Cíes”, cuyos protagonis( Continúa en la página siguiente).
TEATRO
occidental), obra maestra del autor
de “ Jinetes hacia el mar” , que se
exhuma rarísimas veces.
• • •
En el teatro Ethel Barrymore no
obtuvo el éxito previsto el clásico
melodrama isa be lino "'La duquesa
de Amalfi” , de Webster, con un no
table reparto encabezado por Elizabeth Bergner, Cañada Lee (actor
negro creador de “ Native Son” ,
estrenada entre nosotros con el nom
bre de “ Sangre negra” ) y John
Carradine.,
Internante escenario do R»lp Alsw ong
paro la reposición da " U s i « tra to ", de A ris
tófan es, por un (lonco totalm ente negro.
El Theatre Incorporated, de Nue
va York, presentó la comedia de
Synge “The Playboy o í the Wes
tern World” (El bufón del mundo
• o o
Se repuso en Broadway “ Lisistrata” , la siempre fresca comedia
de Aristófanes, con un elenco for
mado íntegramente por artistas ne
gros encabezados por Etta Moten y
Rex Ingram, siendo la mise en scene
del destacado director James Light,
que se creara una reputación al
Estas y otras escenas crudas y vio
lentas, con un sádico torturador obran
do en escena, intentan materializar dos
ideas centrales que animan esta obra de
Sartre: que la tortura crea cierto es
tado de insensibilidad en que interviene
el orgullo y que, también, a modo de
bautismo, la tortura crea entre los so
metidos a ella una suerte de solidaridad
casi mística que les franquea la entrada
a un mundo nuevo.
La manera de llevar a escena este
asunto, con su estilo descamado y rea
lista, da la tónica del teatro de JeanPaul Sartre y explica las vehementes y
encontradas opiniones de los críticos pa
risienses, que difieren en alto grado.
Gabriel Marcel, prestigioso filósofo y
dramaturgo, considera que "Muertos sin
sepultura" obra a modo de excitante, lo
cual, a su entender, tenga o no el ca
rácter de un afrodisíaco, traiciona una
exigencia imprescriptible del arte. Otros
críticos, como Robert Kemp, reconocen
que la pieza supera con mucho al mero
guignol o los dramas revolucionarios de
un Sardou, pero anotan como un serio
Hay que frecuentar también el Café de
Plore (refugio de los neófitos). Luego,
cuando se afirma el éxito, se pasa al
Montana, contiguo al Flore. Para este
traslado, basta por lo general un año.
Luego, se pasa al Bar Vert y finalmente,
ya en el apogeo de la gloria, al Bar du
Pont Roya!, donde el elevado costo de
las consumiciones se debe a la presen
cia permanente de Jean-Paul Sartre y
de Simone de B e a u v o i r , apodada la
Grande Sartreusi.
A pesar de todo, Sartre ha conservado
su cuarto del Louisiane, donde ha es
crito "La meretriz respetuosa” y conoci
do a Simone de Beauvoir, entre muebles
polvorientos y articulos inconclusos. Fué
allí donde el maestro del existendalismo
estuvo enfermo de paperas y donde, per
mití: ndo la violación de una rigurosa
consigna, recibió por primera vez a
Marie Olivier, una misteriosa muchachita que trastornó al hotel al aparecer
per primera vez. Marie cuidó tan bien
a Jean-Paul durante su enfermedad,
que en agradecimiento el escritor le ad
judicó el único papel femenino de su
pieza “ Muertos sin sipultura” . Marie
Olivier, fuera de Sartre, es una de las
pocas personas que saben qué es el
existendalismo.
M ILDRED N A T W I C K , en el popel de le
Viuda Q uin, de lo comedia de Synge El
bufón del m undo occid e n to l", primer es
pectáculo de lo temporada del Th estro
Incorpora fed.
fren te de los P rovin cen tow n Pla
yera, v in cu la d o s co n los éxitos ini
ciales d e O ’N eill.
• • •
Uno escena de lo obra de Jecn -P oul Seetre "H u í* C í o * ", tol como lo representaron sus
intérpretes ingleses A le e Guinnés», Beatrnc Léhmonn y Betfy Ann Davies, con el título
ó • "V k i o t i i c lrc le ".
T am bién en el Canadá se reavive
el in terés p o r las grandes reposicio
nes. E lteatro m ás popu lar de Mcntreal, e l d e L es Com pagnons, anun
cia un e x celen te plan de acción
p a ra la tem perada próxim a, en que
sólo asom a una gran com edia m o
derna. La presen tación tendrá luga*co n “ L es R om an esq u es” , de Rostand,
y lu ego se su cederán “ Las preciosas
r id icu la s” y “ El m éd ico a palos ,
de Mc l i e r e ; “ L eoca d ia ” , de Musset,
y “ E l R ey C ie rv o ” , d e C ario Gozzi.
�(Viene de la página anterior)
tas son tres anormales: un sádico que
ha atormentado a su esposa, una les
biana que ha destruido felicidades aje
nas y una mujer que ha llegado hasta
el infanticidio. La concepción del in
fierno de Sartre es igualmente original:
consiste en verse encerrado en un cuar
to casi sin muebhs, sin ventanas, de
empapelado rojo, en compañía de dos
personas que saben de uno lo peor y
sobre quienes uno sabe también lo peor.
Después de su gran éxito en París, la
pieza de Sartre ha sido traducida al
inglés y estrenada en Londres con el
título de "Vicious tírele", siendo inter
pretada per Alee Guinness, Bsatrix Lehi :ann y Betty Ann Davies. Se prepara
en Broadway una versión norteameri
cana de la misma titulada "No Exit” , en
una nueva traducción y con música de
Paul Bowles. A pesar de las discusiones
provocadas por " H uís Clos”, los críticos
coinciden en reconocer su gran interés
teatral su constante “suspenso” y su ex
celencia para el lucimiento interpreta
tivo. Por lo d:más, se da por seguro su
estreno entre nosotros en el Odeón. a
principios de esta temporada, por una
compañía encabezada por el primer ac
tor Pedro López Lagar y dirigida por
Luis Mottura.
L. M
Hurgando en
los Camarines
de la Historia
Sins abores de Goethe
Carolina Jagemann, cantante, actriz y
amante del duque de Weímar, Carlos
Augusto, gozaba de gran influencia y ¡e
causaba constantes disgustos con sus ca
prichos y extravagancias a Goethe, d i
rector del teatro de Weimar, que re
nunció en 1808, sin que la renuncia le
fuera aceptada. Pero la situación hizo
crisis en 1817, en que Carolina, aprove
chando la circunstancia de que el poeta
se había ausentado de la ciudad, estrenó
en su teatro una comedia llamada “ El
perro de Montargis”, cuyo protagonista
era un can. Al volver, Goethe, indignado,
renunció y esta vez el duque no tuvo
más remedio que aceptarle la renuncia.
Un Muerto A u t é n t i c o
Cuenta Juvenal que, en ocasiones,
el papel de Lauréolo en la pieza
“El histrión fugitivo” , del autor ro
mano Lutacio Cátulo, cuyo final era
la crucifixión, solía ser desempeñado
por un verdadero criminal, que m o
ría realmente en la agonía de la
cruz. Esto tenía por objeto satisfa
cer a los espectadores, en quienes
los combates de los gladiadores ha
bían despertado el deleite ante los
espectáculos sangrientos.
Palabras Inolvidables
Es lo que hacen todos los poetas: ha
blan en voz alta consigo mismos, y el
mundo, cuando quiere prestarles aten
ción, les oye. Pero es muy triste no poder
hablar, de vez en cuando, con alguien
más.
B exnard Shaw i “ Cándida”)
Los bufones son siempre tristes. La
risa es la gran enterradora. Se llora por
lo que aún vive, por lo que aún duele,
Por lo que aún se recuerda: cuando se
ríe de algo, amor, creencia, ilusión o me
moria, es porque está bien muerto.
J acinto B en aven t e
(“La noche del sábado” )
SOMERSET MAUGHAM Y
EL TEATRO INGLES ,,,
~A Li teatro i n g l é s o f r e c e tr es
í tendencia perfeetsmente d i f e J renci£das: e l t e a t r o s o c i a l ,
dialéctico, de ideas y a veces de
tisis, que tan acabadamente repre
sentan, en sus d i v e r s a s facetas,
Shaw, Sean O’Casey y Galsworthy;
el de costumbres, con Wilde y Pi
nero, y el pcéticc, con Synge, Yeats
y Dunsany.
Somerset Maugham p e r t e n e c e
claramente a la segunda tendencia
y desciende del brillante linaje de
comediógrafos costu m b ristas que
arranca de W ycherley, Congreve y
Sheridan, chispeantes flageladores
de vicios y corrupciones que lo hi
cieron con galana sonrisa gaélica y
v.c ccn ceñudo empaque de mora
listas.
Maugham proviene de Pinero,
pero le sobran todo el ingenio y
esprit que le faltan al mediocre
autor de “La segunda señora de
Tanqueray” , que cumplió con su
misión de precursor sin revelar de
masiado talento; y tiene más bien
puntos de contacto con Wilde por
la causticidad de su lenguaje, sus
paradejas, su atmósfera caballeresca
de “ fair play” , donde las situaciones
se resuelven sin demasiada v id e n
cia y, por lo pronto, sin violencias
chillonas. Sin la frecuente superfi
cialidad de Noel Coward, el teatro
de Maugham tiene características
que lo acercan al de un colega de
ultramar, S. N. Behrman, otro cos
tumbrista elegante que manipula
las ideas con la misma facilidad que
las palabras.
“ El círculo” , “ Lo imposible” , “La
espesa constante” , son netos especí
menes de la comedia brillante que
cala hondo, sin limitarse a los deva
neos verbales de los malabaristas de
la paradoja por la paradoja. Mau
gham es un observador agudo y sa
gaz que conoce profundamente la
naturaleza humana, que ha sondea
do más que nada sus flaquezas y
sus ambiciones, que es indulgente
ante los deseos del hombre y con
templa, con un dejo mundano y
triste cinismo, la comedia cotidiana.
Es, temperalmente, un narrador, •
com o lo prueba su magnífica novela
“ Del cautiverio humano” ( “ El cau
tivo del deseo” , en la versión cine
matográfica), su vi4a de StricklandGauguin y tantas otras novelas y
cuentos que jalonan su pródiga ca
rrera. Pero todas esas narraciones,
siempre apasionantes, contienen un
poderoso suspenso, un sentido insu
perable del interés y revelan a cada
paso en su trama, en la concatena
ción de sus incidencias y en su rit
mo, que en Maugham predomina
siempre el dramaturgo, que concibe
sus narraciones en función de dra
ma, que siente el arte como un es
pectáculo .
De ahí la frecuencia con que se
han teatralizado y filmado sus no
velas y cuentos con invariable éxito.
Y ahora, acabamos de ver en el
Astral una de sus teatralizaciones
más felices, la de su novela “Llu
via” , que si bien se estrenó hace
muchos años en el Argéntico por la
compañía de Armando Discépolo,
fué dada en una versión francesa
inferior a esta versión norteameri
cana de Col ton y Rar.dolph que nos
llega ahora, muy hábil y muy tea
tral, con un máximo aprovechamien
to de 1 3 S situaciones y una plausible
sobriedad que lima lo detonante.
t
Duícino de M oraes
Somerset
M au g h am
,rLluvia” nc es una pieza repre
sentativa del teatro de Maugham.
Este tipo de asuntos ha sido usado
por si escritor preferentemente en
sus novelas, de un ambiente exótico
asimilado en sus largos viajes, com o
en “ El velo pintado” , “ La carta” ,
“ A l este de Suez” . Significa, por el
contrario, una nota original y dis
tinta en su teatro de salón, de co
media brillante, de esgrima verbal.
Ser trata de una pieza de las llama
das de “clim a” (y esto no es, por
cierto, un fácil “ calembour” con el
título). Las fuerzas telúricas desem
peñan en “Lluvia” un papel domi
nante, com o en “Le simoun” , de
Lenormand, y tantas otras. La ago
biante lluvia de Pago Pago, con su
ritmo taladrante e inacabable, que
hostiga los nervios y los crispa hasta
empujarlos al frenesí del grito, del
estallido inevitable, gravita directa
mente sobre las almas de los prota
gonistas, incide sobre su capacidad
para el mal y él bien, sobre sus
impulsos y sus p a s i o n e s . Sadie
Thompson, la pécadora varada en
uns tierra de nadie, entre dos mun
dos, es un tipo pintoresco y triste
que resume, seguramente, muchas
experiencias del autor en sus an
danzas. Parece frívola, ligera, cínica,
despreocupada; y con tanto m ayor
motivo, nes sorprende su repentina
pero lógica conversión, e l m i l a
gro que ilumina de pronto su con
ciencia y hace aflorar en ella los
impulses místicos ahogados por un
prolongado e n v i l e c im i e n t o de la
carne. La metamorfosis nos evoca
la aguda observación de Lenormand,
por boca de Luc de Bronte, en “ El
hombre y sus fantasmas” : “ Agotado
ciña de Moraes, que se presentaba
el mundo de la materia, el mundo
de las formas se apodera del hom
bre” . Nadie mas propenso a una
conversión, en efecto, que la peca
dora que ha agotado la gama de la
í ventura hasta el punto de despre
ciar al hombre y de gritar ese des
precio. Y su desilusión ulterior, que
la devuelve a la vida galante, es el
corolario lógico de la caída del re
verendo Davidson ,el único hombre
que le ha inspirado respeto.
“ Lluvia” es una pieza perfecta
mente ambientada. Su en er v an te
a ¿biosfera de rincón del Pacífico
donde la vida se desliza perezosa
mente hasta que aparece la mujer
de gesto provocativo y pasado más
que dudoso, así com o su desfile de
pintorescos personajes nativos y de
pase, tuvo sugestión dentro del co
lorido marco de la escenografía de
Saulo Bsnavente con que se pre
sentó la obra en el Astral. Pero lo
que le dió particular color y brillo
fué la notable actriz brasileña Dulpor primera vez entre nosotros ac
tuando en castellano y que reveló
un singular señorío de la escena,
gran prestancia y simpatía y el do
minio de todos los tonos y matices
propios de una primerísima actriz,
que ya cabía prever en una intér
prete que ha hecho comedias de la
jerarquía de “ Sarda Juana” , “ A n fi
trión 38” y “ Pigmalión” . Su Sadie
Thompson fué un retrato psicológi
co acabado del personaje.
A l mismo tiempo, Dulcina de M o
raes se reveló excelente directora
con su montaje de la pieza, que lle
gó al público con agilidad y fuerza.
Junto a la protagonista, Santiago
Arrieta, en el papel del reverendo
Davidson, luchó con un personaje
difícil e ingrato, acertando por m o
mentos, y Angeles Martínez, encar
nando a su mujer, evidenció una
plástica impecable, pero estuvo a
menudo fuera de tono.
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Teatro a Cargo de León Mirlas
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Desatendamos el problema de form as en este denso libro, ya que su pasión, sus
obstinadas vigilias, el irreflexivo arrebato, la memoria — levantándose del subconciente, de ese invencible bosque de la carne— predominan por sobre toda imposi
ción estética. Cantos de mujer, plenitud juvenil. Canto desnudo, perturbador, simple,
natural. Mana Luisa Rubertino recoge el ardiente mensaje que sustentaran voces
—hoy calladas— de la poesía femenina de América. Vuelve a rumorear ese manan
tial. expuesto a perderse, si bien el lenguaje que emplea es distinto por indirecto.
Acumula imágenes y símbolos, entregándose a la característica retórica de su tiem
po, en su verso ílúlda e iluminada. Yérguese sofocada y sofocándonos por la vio
lencia de su latido; deja vivir sus bosques, correr sus ríos, alzarse los infinitos
rumores de su corazón en celo. Sin duda alguna, en esta inconsciencia adolescente
de su voz asoma, magníficamente dotada, una de las más henchidas de su genera
ción. Soneto o verso libre figuran en sus cantos. Su irregularidad formal, en oca
siones inexperiencia técnica, le infunde transparencia y salud de raíz joven. Todo
aquí es incontenible: su ternura, su inocencia y el impúdico y casi ritual desafio de
su sinceridad. Temas indeterminados: el amor se confunde con la urgencia de abre
varse —suerte de místico anhelo— en la inmensidad de un paisaje. Diríamos: avidez.
Pero existe al mismo tiempo un tono de esencial distinción, una marca de estilo,
que mide las actitudes tom ándolas estatuarias. Los pies desnudos armonizan en
tonces sus movimientos y se piensa en ordenaciones musicales e insinuaciones de
danza. ‘'Memoria del bosque” , en su actualidad inmadura, anuncia claramente la
inspiración pletórica de mañana. Poesia defínidamente femenina. Con labios y se
nos. Frecuentemente, en altas voces de mujer, se nos escamotea indebidamente la
mujer. En la voz de María Luisa Rubertino hallamos la envolvente sugestión, tan
tas veces reclamada, de la desnudez casta, que canta aladamente, desanudando sus
secretos. Sus sensaciones de paisaje y de amor, si bien encubiertas por la intelectualización de la imagen, están recogidas de zonas ciegas en que los impulsos amplios
se originan. Alabamos hoy su actitud impremeditada y grácil, capaz de rememo
ramos, en su envoltura estética, etapas de liberación distantes y reveladoras. De
ahí que el libro, de franca condición vegetal, nos mueva a abandonamos, delei
tosamente, a su ráfaga perfumada de bosque mental y latido humano, palpitante.
M e m o r ia
de H o y . Reportaje al campo, por Orlando D’Aniello. Editorial Schapire,
Buenos Aires. 157 páginas.
G auchos
Elementos novelescos, recogidos y presentados en clima de aventura, sostienen
esta sustanciosa crónica, este reportaje al campo, asomado a los caminos, dando
carácter a los pueblos y poniendo en la grísura de la existencia quieta un matiz
trashumante y pintoresco. Justo es reconocer, por medio de la lectura de “Gauchos
de hoy” , la trascendencia de la crónica, frecuentemente desprestigiada, en el azar
diario, por la dudosa categoría del cronista. Exige, a través de Orlando D’Aniello,
su consideración en la literatura, y no por razones de estilo —ella determina visi
blemente el propio— , sino por la riqueza y condición de materiales que presenta.
A la visión panorámica de ese mundo ambulante; agréguese el detalle de los ca
racteres, resueltos a veces en una frase, en una confesión autobiográfica, o en tra
zos objetivos de intencionada malicia y de rápido e inconfundible sabor. Transpor
tando al libro escenas de la realidad, D ’Aniello se acerca a un tipo novelístico con
temporáneo, concomitante con la objetividad del cine. Sin embargo —y denuncia
aquí su elementalidad— , narra simplemente. Refiere . Con el lenguaje sobrador del
porteño, dueño de un modo titu lan te y desaprensivo de irrumpir en el campo, y
afirmando, en esta condición cabal, el antecedente máximo para definir lo nove
doso y permanente de la crónica, en su intento de filiación literaria. Sin duda que
“ Gauchos de hoy” espantaría a un académico. La literatura, se ha dicho ya mil
veces, comienza a interesar cuando se independiza de normas sofocantes. No sería
ello suficiente para justificar el elogio de un libro. En este que comentamos, lo vital
anda a sus anchas y respiramos total despreocupación. La trama asaínetada, el
desarrollo circunstancial, las observaciones sin medidas mayormente profundas, li*
mitarían el mérito del trabajo; pero de todo ello, envuelto en la particular expre
sión, trasciende un definido aire que nos es familiar, una modalidad estrictamente
nuestra que no hallaríamos en obras de más rigurosa factura. Señalamos esta acer
tada direcfción que sitúa a “ Gauchos de h oy” como libro de interés rotundo. En él
se documenta la confluencia del periodismo y la literatura, infundiéndole una vida
gozosa que, sin duda, afianzándose en más sólidos temas y realizaciones, puede re
presentar aportes saludables para nuestras letras. D ’Aniello ha utilizado, con inten
ción manifiesta, expresiones y modismos acordados a la esencia de su trabajo, y
su libro posee la virtud de abrim os puertas y ventanas hacía posibilidades ilimitadas.
U n I d il io B o b o ,
¿Qué es la hipertensión? ¿Cuáles con sus síntomas? ¿Cuál es la causa?
¿Cuáles son las formas de tratamiento aceptadas? Este libro contesta estas
preguntas y muchas otras que cada paciente de hipertensión se puede
plantear. Y cualquiera que sea el tratamiento que su doctor le prescriba
— dieta, repeso, medicamentos, cirugía— este libro le ayudará a comprznderlo. a seguirlo y a obedecerlo.
•
Un volumen ene.: $ 3
LITERARI A
por Angel F. Rojas. Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito. 219 pág
lificación de maestría. Angel F. Rojas es un narrador de vigor sostenido, que sorlificación de maestría Angel F. Rojas es un narrador de vigor sostenido, que sor
prende apenas iniciada la lectura por su ajuste, por su fuerza, por la profundidad
con que resuelve, lúcidamente, el perfil de un personaje o la proyección de un am
biente. Desde Ecuador nos llega el libro, editado por la “ Casa de la Cultura Ecua
toriana” , que tan digna y vasta tarea lleva realizada. Teníamos noticias del escritor
por su novela “ Banca” , pero esta colección de relatos nos permite valorizarle en la
síntesis, en la sobriedad, en la poderosa trascendencia de su instrumento literario,
que le coloca en situación de privilegio entre los maestros del género. Representan
te de su tiempo, Rojas se acondiciona, sin embargo, a normas de proporción neta
mente clásicas en lo que respecta a arquitecturación y desarrollo de la trama. Entra
en ella, segura y brillantemente, absorbiendo de inmediato la atención del lector,
que se sabe ante un escritor agilizado en el juego de la sensibilidad, poseedor de un
sinnúmero de sorpresas. La sorpresa aflora, no como broche consabido —recurso por
demás usado— , sino a cada instante, en una observación, en un episodio accesorio,
en el atisbo de un carácter. Rico en materiales candentes, rico en idioma, para
transmitir cualquier temperatura y expresar los más escondidos recovecos del alma
humana, se adentra con preferencia en el elemento pueblo, y cada uno de sus casos
alcanza la dimensión de esa alma compleja, con sus más oscuras reacciones, hun
diéndose valientemente hasta el móvil de ellas. Anecdótico y climático a la vez, crea
en ambos aspectos el suceso vivo, dramatizándolo, para culminar en epílogos cuya
grandeza consiste, a menudo, en lo simple cotidiano. Escritor sin recetas, palpamos
en los relatos de Rojas la inspiración que orienta, decidida y airosamente, el des
envolvimiento episódico. Desde “Un idilio bobo” —primer relato del volumen— a
“ Viento grande" y “ Las sirenas de las islas Galápagos” , existen diferencias funda
mentales en temática y técnica, y en este triángulo demostrativo podríamos desta
car, por igual, su maestría.
�LI BROS
El Novelista, p or Ramón Gómez de la
Serna. Editorial Poseidón, Buenos Ai
res, 272 páginas. ($ 6 m/argj.
Cuando Ramón Gómez de la Sem a se
dispuso a la aventura de su novela “ El
novelista" —verdadera aventura en to
dos los sentidos—, Madrid sentía la an
gustiosa necesidad de un novelista. Es
taba entonces Madrid en un momento
de plenitud y de Interés que ninguno de
los novelistas profesionales del mundo
literario madrileño había percibido. Don
Benito Pérez Galdós ya no existía y Pío
Baroja íué siempre en Madrid un nove
lista un poco forastero —por lo demás,
do ocultó nunca que miraba a Madrid
con criterio, espíritu y condescendiente
incomprensión de vasco—. Y más vale
no hablar de los otros. Pero era tan
angustiosa la necesidad de un novelista
que tenía Madrid, y Ramón, el único en
comprender la necesidad en todo su al
cance, se rió tan acuciado por ella, que
acometió la tarea de satisfacerla con
una prisa y una gula terribles. "El no
velista” quiso ser, de pronto, no una no
vela de Madrid, sino todas las novelas
posibles de Madrid que en un momento
dado circulasen por la mente de un la
borioso novelista hipotético.
Solamente Ramón era capaz de con
cebirlo y realizarlo. “ El novelista” es
como si dijéramos el fichero de todos los
bocetos de novela posibles, de todos los
personajes y de todos los ambientes de
novela imaginables en Madrid. Novelas
que no ha habido tiempo de concluir en
esa avalancha de novelas que se han
caido encima del novelista al intentar
empezar su obra; novelas de las que se
logra coger el desenlace de una, el mo
mento crítico de otra, la escena boba de
la romántica, la definitiva y decepcio
nante de la sentimental; personajes que
aparecen brevemente como pantallazo
cinematográfico, con una intensa fuga
cidad de grito o de im precación ... En
definitiva, una novela de una densidad
tan extraordinaria que todavía, puede
decirse, no ha llegado a ser penetrada
completamente por un mundo de lecto
res que será cada dia más nutrido.
Acierto grande ha sido el de la Edito
rial Poseidón el reeditar esta gran no
vela de Gómez de la Sema, hoy tan Ju
gosa e interesante como cuando se editó
por primera vez, uno de esos libros que
no envejecen ni se enrancian y que
siempre son nuevos, sobre todo para el
lector que lleva dentro el sentimiento y
la delicada c o m p r e n s i ó n de lo nue
vo. — J. M ora G uarnido
Usted y
la
Herencia, por Amram Schein-
fieli. Editorial Sudamericana Buenos
Aires. 536 páginas, (t 14 m ¡arg.).
El autor de este libro no es un pro
fesional de la biología como médico, pro
fesor, investigador, etcétera, sino un es
critor que estudió los problemas de la
herencia para hacerlos llegar al público
lego, al lector de periódicos y revistas,
al que tiene suficiente capacidad para
discurrir sobre problemas muy varios,
pero rehuye entrar en la literatura des
tinada a las aulas por carecer de la ne
cesaria familiaridad con los términos
técnicos. Esto en sí puede ser un mal,
un inconveniente o puede ser un acierto;
todo depende de la honestidad del au
tor. Pero en el caso que nos ocupa es
de justicia declarar que el empeño íué
realizado, más que con honradez, con
acierto, con talento. El lector capaz de
pensar, de seguir con agilidad el curso
de un razonamiento y de hacer algunos
cálculos y esquemas, puede, mediante
este libro, alcanzar una visión cabal,
objetiva, matizada, de este campo m o
derno de la biología que denominamos
herencia, tal como hoy se conoce. Este
libro está calificado de bueno y muy
bueno por una autoridad mundial en los
temas de que trata, el profesor J. B. S.
Haldane, en un breve prólogo para la
edición inglesa, lo cual constituye la
mejor garantía de que el autor no ha
digerido a medías un asunto para oíre-
cérselo al lector con el adobo de los
efectos literarios, sino que ha calado
hasta la base de los problemas y ha
emergido de ellos con la misma frescura
con que inició el descenso, con la misma
resolución de exponerlos fielmente en
lenguaje llano, ordinario, hasta el limi
te de lo posible.
l a genética, como la química, es una
ciencia reciente, más aún que la segun
da. Los primeros atisbos realmente cer
teros fueron los de Mendel, quien en
1866 publicó en las Actas de la Sociedad
de Histeria Natural de Brunn sus resul
tados sobre los cruces de guisantes en el
huerto del convento de los Agustinos de
dicha ciudad. Nadie prestó atención a
sus conclusiones hasta que, treinta y
cinco años después, o sea a comienzos
del presente siglo, tres investigadores,
uno holandés, otro alemán y el tercero
austríaco, las redescubrieron de un mo
do independiente. Es legítimo afirmar,
pues, que la ciencia de la herencia, de
importancia tan capital para el hombre,
tanto desde el punto de vista teórico co
mo práctico, comienza con el siglo pre
sente y en lo que va del mismo alcanza
resultados comparables a los de la quí
mica y la física.
En el libro que nos ocupa, el curioso
tiene ocasión de comprobar por sí mis
mo el alcance científico, económico, so
cial, artístico, pedagógico, etc., de la ge
nética, pues su autor no perdió de vista
el propósito que le llevó a enfrascarse
en la combinatoria de los cromosomas:
decir al gran público lo que le interesa
con el enfoque y el lenguaje del perio
dista, del hombre que vive la vida en
medio de la corriente, y no en el reman
so de un laboratorio o, lo que es peor
aún, de una torre de marfil. He aqui al
azar, algunos de los títulos de los capí
tulos o apartados en que la materia del
libro aparece dividida, pues ellos sugeri
rán m ejor que nada su índole a la vez
científica y popular: II La vida parte
del cero; III El eterno plasma germinal;
IV Lo que no heredamos; VII El peli
groso camino hacia el nacim iento; VIH
¿Varón o m ujer?; X V I ¿Qué aspecto
tendrá nuestro h ijo ?; X X Los genes
“ negros"; X X I X El éxito: ¿herencia o
suerte? X X X III De la aptitud al genio,
X X X V I Comportamiento sexual; etc.
Uno de los méritos no pequeños, de
este libro es el de sortear los escollos
del especialista que sólo sabe ver el mun
do por el ojo de su especialidad y exclu
ye dogmáticamente de la escena cuanto
parezca comprometer las conclusiones
últimas de sus colegas y cuanto ignora
de los demás. ¿Hasta qué punto están
predeterminados nuestros pasos, nues
tros éxitos y fracasos, por los genes de
nuestros antepasados? ¿Hasta qué pun
to influye y determina nuestra perso
nalidad el medio ambiente en que nos
form am os? ¿Defienden nuestras enfer
medades del legado biológico de la he
rencia? ¿Hay factores que ponen una
cota ineludible a la duración de nuestra
vida con independencia de un nivel de
vida por encima de una cierta tasa m í
nim a?. ..El autor expone, sin tomar
partido, los resultados de la investiga
ción, y en los casos litigiosos deja al lec
tor el cuidado de formarse su propia
composición de lugar.
Gráficos, láminas, esquemas, mapas,
etc., contribuyen a facilitar la compren
sión de este libro, que recomendamos
con toda simpatía; además, lleva una
bibliografía muy bien seleccionada sobre
cada uno de los problemas fundamen
tales. — J. Otero Espasandín.
La R aza A mericana, per Daniel G. Brinton. Editorial Nova, Buenos
361 páginas. ($ 12 m/arg.).
Aires.
Sería temerario aplicar el calificativo
de clásico a cualquier estudio que verse
sobre un tema tan constantemente dis
cutido y afinado a consecuencia de rei
n a d a s investigaciones y de hallazgos
nás o menos fortuitos como es el de
la raza americana o, mejor dicho, el del
hombre de América. Sin embargo, la
obra de Brinton se acerca bastante a
dicho ideal, y como declara su prolo
guista, doctor Enrique Palavecino, "lle
P R EM IO DEL CLUB " E L L I B R O D E L M E S "
E N S U S E L E C C I Ó N DE D I C I E M B R E :
EL LIBRO DEL M ES:
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: La estación total, con las Cancio
nes de la nueva l u z .......................................................... $ 5.—
Un libro rigurosamente inédito que contará entre los más repre
sentativos del porta españcl.
LIBRO
R ECO M EN D AD O
POR
LA
SO CIED AD
A R G E N T IN A
DE
ESCRI
T O RES:
AUGUSTO MARIO DELFINO: Cuentos de Nochebuena $
4.—
Toda la atmósfera peculiar de intimidades y evocaciones familiares,
toda la magia poética y novelesca de la Navidad, aparece expresada
bellamente en estos relatos.
EUGENIO ORREGO VICUÑA: O ’ H i g g i n s (Vida y tiem
po) ............................................................................ .......... $ 12.—
Escrita sobre una documentación de primera mano, es ésta una
interpretación de O’Higgins distinta a todas las conocidas, y que lo
sitúa exactam ente en el marco de su época.
JOSÉ INGENIEROS: Principios de P s ico lo g ía ............... $ 10.—
Una de las obras fundamentales del gran maestro argentino, re
presentante máximo del positivismo y figura de renombre continental.
HARLOW SHAPLEY: Galaxias .......................................
$
7.—
La información más amplia y reciente sobre las estrellas, los cúmu
los de estrellas y sobre esas remotas galaxias que, en su contenido y
estructura, se asemejan a la vía láctea.
ANTOLOGÍA ALEMANA: Martín Lutero ..................... $
2.—
Fascículo 20 de la "Antología Alemana” editada por el Instituto de
Estudios Germánicos de la Facultad de Filosofía y Letras.
EDITORIAL LOSADA S. A.
A LSIN A 1131. BUENOS AIRES
Huaneavelica 2 8 8
Son A ntonio 9 9 esq. M oneda
Lima
Santiago de Chile
vará sin duda al público una visión de
la América indígena mucho más ajus
tada a la realidad que aquella nebulosa,
fragmentaria y, a menudo, fantástica
que el periódico o el libro semidocto
todavía difunde” . Cierto que desde la
fecha de su aparición hasta ahora se han
llevado a cábo muchos estudios de im nortancia, sobre todo en el orden lin
güístico, pero aun así el mérito de la
NOTICIAS
En París, en la rué Lamarck, ha
abierto sus puertas una “ casa del
poeta” , donde se puede pasar la jo r
nada bastante confortablemente y
donde todos los servicios son gratui
tos. Los poetas parisinos cuentan ya
con un hegar donde recogerse.
0
0
9
El Gran Premio Literario de la
Ciudad de París, por un importe de
100.000 francos (cantidad nominal,
porque el fiscc se apodera de 26.000,
después de lo cual el autor recibe
sólo 74.000 francos), ha sido adju
dicado a Lcon-Paul Fargue.
obra subsiste en sus lineas generales y
fundamentales.
Pertenece este título a la Biblioteca
Americanista que viene publicando Nova
bajo la dirección inmediata del profesor
Luis Aznar, y esta edición cumple todos
les requisitos que puedan exigirse de
un libro de estudio en nuestros dias:
mapas, láminas, índices, etc, — J. Otero
Ss p a s a n d ín .
F
R
A
N
C
I
A
Bohemio impenitente, Fargue ha
escrito obras, principalmente sobre
París, cuyos secretos él conoce com o
pocos. Actualmente tiene seten ta
años de edad, se encuentra enfermo
y tiene una pierna y un brazo paralizados_ que le impiden, desde hace
tres años, abandonar su piso del
boulevard du Montparnasse.
0
9
0
Maurice Bedel ha sido nombrado
presidente de los “ Amis des Lettres” ,
entidad que tiene por función defen-’
der los intereses morales y materia
les de los e s c r i t o r e s franceses.
�A J E D R E Z
Béancas: R IT O . D8CR, T5TD, T4D. A2TD
A8TR. P2CD, P 3AD (8).
N egras: R4AR. T2AR. T3AR. C4R, P4CR (5)
Por F R A N C l SCO B E N K 0
EL ' L E G A D O '
DE ALEK H IN E
AC E poco fué editado en Madrid un li
bro llamado
¡Legado!” . de Alejandro
Alekhine, que constituye todo un acon
tecimiento para los ajedrecistas. Contiene
todas las partidas de match de revancha
por el título d^ campeón mundial con Euwe
en el año 1937. todas las partidas del match
entre Reshevskv y Kathdan por el campeo
nato de los Estados Unidos de 1943 y el
“ Curso a Arturo Pomar” , con muchos ejem
plos sumamente instructivos. De todo k>
que escribió A ekhine en su vida, éste su
último libre es probab em ente el más pro*
fundo y el que más enseñanzas deja. Es
como si A ekhint presintiera su muerte y
quisiera dejar d cho todo lo que le preocu
paba en el orden ajedrecístico. En fin. un
magn fico libro.
Para mayor aprecio de lo antedicho, trans
cribimos del libro el capítulo IX de su
"Curso a Arturo Pom ar” .
H
CO NSIDERACIONES SOBRE L A PA R T ID A
CATALANA
Pomar cree conocer — y comprender sufi
cientemente— e Gam bito de Dama. Esta
seguridad en sí mismo es una gran ventaja
y es precisamente por esta razón por lo
que no he querido desilusionarlo. S n em
bargo, m e he permitido llamarle la aten
ción sobre las grandes posibilidades de ucha que ofrece la salida catalana en sus
aspectos diferentes y sobre el complejo pro
blema de la ucha en la diagonal 1TR-8TD.
Actualmente no parece interesarse por esos
problemas, porque, según él están despro
vistos de finalidad determinada; dicho en
otros términos porque son demasiado comp icados. Por mí parte tengo la convicción
de que la experiencia le convencerá de las
grandes posibilidades que brinda esta línea
de juego. Las dos partidas que le he m os
trado son características: 1) Hrabar pierde
la part.da porque pretende a toda costa
resolver el prob ema del A D con rapidez,
lo que le cuesta demasiado tiempo. 2) Bo
go lju boff resulta víctima de sus deseos de
simplificar a todo trance; y menos m al que
se hal a en buena compañía, pues Fine per
dió conmigo por emplear la misma estra
tegia en nuestra partida de 1937 en Kemeri.
Partida N* S
Apertura Catalana
Torneo de Munich (1942)
HRABAR
Dr. A L E K H IN E
1.
2
3.
4.
5
6.
7.
P4D
P 4AD
P3CR
A2CR
D4TD j.
D xP A
C3AR
C3AR
P3R
P4D
PxP
A2D
A3AD
A4D
M ás eficaz es 7 ..* . C2D 8. C3A C3C 9.
D3D A5C jugadas en la partida JungeDr. Alekhine, del mismo torneo.
8. D3D
9. C3AD
Si 9 ........
11. 0-0 con
P4AD
A 3A D
Posición
después de la jugada 18
de las Negras.
18. CxP
Una bonita combinación que conduce a
un final con la ventaja de un Peón.
RxC
La a l t e r n a t i v a era 19......... C(4A )5R
20 P4CD! DxP (o bien 2 0 . . . . EUR 21 A 4A R .
eventualmente seguido de CSTR) 21. C5TR
con la ventaja de una posición decisiva.
20. A4D !
Esto — y no 20 A 6T j.— constituye el
comienzo del sacrificio. A 20___ C2D, con
testan >ac B ancas con 21 A 3 A D seguido
de 22. TxC. etc.
C5R
21. D xC
D4AR
22. D xD
Las Blancas no tienen por qué evitar el
cambio de las Damas, pues con el juego
que sigue se gana fácilmente.
P xD
2a T D 1AD
TR1R
24 T 7 A D !
TXPR
25. TxPC
R3CR
26. A xC
R xA
27. T6D j.l
Si 2 7 . . . . R2C, entonces 28 T (6 )7 D T1AR
29. R3AR T7AD 30. T 7A D T7D 31. R3R, etc.
con ganancia rápida.
Abandonan.
Partida N t 9
Apertura Catalana
Partida de Exhibición en Varsovia (1943)
Dr. A L E K H IN E
E. BOGOLJUBOFF
1 P4D
P4D
2. P4AD
P3R
3. C3AR
C3AR
4. P3CR
PxP
5. D4TD j.
D2D
El cambio de Damas que las Negras van
a forzar con esta maniobra es da m uy po
cas ventafas, porque no soluciona el prin
cipal problema, que es el desarrollo del
Alfil Dama.
6. D xP A
D3AD
7. CD2D
DxD
8 CxD
A5CD j
9. A2D
A x A j. '
10. C 4A xA
Preferible a 10 C 3A x A con lo que tras
1 0 ) ... C3AD 11. C3AR CSCD! hubiera brin
dado a las Negras algunas probabilidades.
A pesar de la simplificación quedan las
Negras ante un prob ema difcil de resolver:
si se ven obligadas a ju g a r ... P 3AD . ¿qué
porvenir le queda al A lfil? Bogoljuboff to
ma una medida radical: con el fin de pro
teger lo? puntos prepara e' enroque largo.
A continuación se verá la parte flaca de
esta estrategia.
C3AD
11 A2CR
A2D
12. 0 0
0-0 0
13. T D 1A D
TR1R
14. C4AD
Va de si que las Blancas no permitirán
...P 4 R
T2R
15 P3TD
A IR
16. TR1D
C4D
17. P4CD
C3CD
PxP, entonces 10. C xA DxC
a recia amenaza 12. CxP.
20. 0 0
11. TR1D
12. CxP
13 R xA
14. D 3AR !
CD2D
PxP
A xA
A2R
Golpe duro para las Negras.
D3CD
Esta plausible defensa se revela insufi
ciente. M ejor era todavía, aunque relativa
mente, 14___ D1CD, con lo cual las Blancas
hubieran llevado a cabo su desarrollo ven
tajosamente con 15. P3CD 0-0 16. A2CD, etc.
15.
A3R !
Con el fin de replicar a 15----- C4R con
10.C(4D)5C! y a 1 5 ... . DxPC con lfl.C (3A )5c
con ventaja decisiva en ambos casos.
0-0
16. C5AR
17. C4TD
18 C xA
A 4A D
D4TD
CxC
Posición
después de la jugada
de las Negras.
17
18. P5CD1
Jugada importante, que obliga a retirar
el Caba lo y permite el bloqueo del A la de
la Dama Porque si 1 8 ... CxC entonces
19. PxC C xP 20. PxP j RxP 21. C5R jR1A 22. C6AD A xC 23 A x A T3D 24. T 3A D
seguido de 25 T 1TD y ganan.
C1CD
19. CxC j.
P T xC
20. P4TD
P3AR
21. A3TR
Am enazando avanzar el P tó n Dama
•
A 2D
Según parece las Negras van por fin a
desahogarse con 2 2 . . . . P4R.
\
22. C2DH
Decisiva porque a 2 2 . . . .
P4R sigue
23. C4AD con la» amenaza 24. C xP m ate
Lo que sigue ahora, prácticamente, es todo
forzado.
T1AR
23 A2CR !
23.
C4AD todavia p e r m i t i r l a j u g a r
2 3 ... R1D seguido de . . . A 1A D .
P3AD
24. C4AD
R 2AD
25. P4R
PxP
Desesperación, ya que no les queda defen
sa para impedir el avance del Peón Dama.
26 P xP
A xP
27. P5D !
M ás acertado que 27. C3TD j . A 3A D
28. PSD. tras lo que as Negras no se hubie
ran visto en la o b lig a d la de cambiar los
Peones.
PxP
27. C3TD j
A 3A D
7~»n
29. PxP
30. C5CD j
R1D
31 P x A
PxP
32. C ID !
Todavia gana un Peón.
_
Abandonan.
Partida instructiva en el aspecto estra
tégico
(Comentarios de A Alekhine
de su últim o ibro "L e g a d o ".)
“L A
Mate en dos Jugadas.
Problema N f 12
F. P A L A T Z
Neue Hamburger Zeitung (1915)
Blancas: R7CR, D2R. T8TR, P4R, P4TR.
P7TR (6).
Negras: R6TR (1).
C A L E S IT A ”
¿Ustedes, amables lectores, pueden im a
ginarse que un compositor de finales se pro
ponga hacer marchar un Caballo desde un
rincón alrededor de todo el tablero y dar
el golpe final precistrmente con la vuelta
del mismo Caballo al m ism o rincón? Parece
increibe que se pueda conseguir este efecto
con las piezas de ajedrez, v má 3 todavia
con una igualdad de fuerzas entre las Blan
cas y las Negras, cuando ya parece difícil
una victoria. Veam os la siguiente jo y a :
S.
M K AM Ih’ ER
F U EN TE?
Mate en tres JugadasFinal N f $
H . M . LOMMER
L i t a lia Sea echis tica (1932)
(Dedicado a Rosselli de' Turco.)
Blancas: R7TD, T8TD, ASAD (3).
N egras: R7TD, T8TR, P7R (3)
Juegan las Blancas y ganan
El Caballo en cuestión es el de 1TR. Em
pieza la "C a ba lga ta" con
1. C3C j.
R4R!
Si R5A gana 2. A6D j. en seguida la Da
ma y la partida. En este ca o hay que
apreciar la posición de mate en que se
encuentra el Rey negro.
2. A7C j.
R5A1Í
La posición de mate se transformó en
posición de ahogo, por si las Blancas to
man 3. A xD
3. C5T j.
Sigue la marcha hípica.
R5R
4. C6A j
R5A
5 C5D J.
R5R
6 C3A j.
La Dama negra sigue “ inv;o!able”
R5A
7. R2AÜ
Ahora sí que amenaza 8 C2R j. ganando
la Dama. ¿Qué otra jugada 1c queda a ésta
que la del texto?
DRTR!
8. C2R j.
R5R
9. C3C J
R5A
10. CxD ganando
Estamos de vuelta dice este Cabal ito re
linchando alegremente.
PR O BLEM AS Y FIN ALES
(Recordamos que los nombres de los solu
cionistas se publicarán ju c to con las souciones.)
—
Problema N f 11
C. M A N SFIE LD
The Observer (1936) Versión.
Juegan las Blancas y hacen tablas.
SOLUCIONES DE LOS NUMEROS J Y 4
DE “ C A B A L G A T A "
Final N» 1 — (K u rt Eucken. Original.)
Blancas: R7TR, A8TR, C2D Negras: rtsCR.
P5D, P7R. Juegan las Blancas y ganan.
R5A
1. C3R J.
R6R
2. C1R
R7D
3. A 6 A
4 A 4T
P6D
R6A
5. R6C
6. A 8 D !
R7D
R6R
7. A 5T j.
P7D
8 R5A
9. A3C mate
Final N? 2 — (K . A L. Kubbel. Schachm atny Listok, 1931.) Blancas: R3A, DiB.
P2AD, P6AD . N egras: R8TO, D3TD, P4TD,
P 2AD , P3R, P2AR . Juegan las Blancas y
ganan.
rsc
1. D 4TD j.
R8A
2. D3C j
R8D
3 D2C j
R7R
4 D1C j.
5. D7C !! y ganan.
Problema N t S —
(Francisco Benko,
39 m enc. hon. Denken und Raten, 1932.)
Blancas: R5TD, D8D T5CR, A8CD. A1CD,
C5R. C7AR- N egras: R3R.. T7CR. A6TR.
C IA D . P6AD, P6AR . Mate en dos jugadas.
1. C6T
Problem a N» 6 — (Ca Tañe Good Compaalon, 1918) Blancas: RITO, D3AD, T7TD.
T7TR. A2T D , C5R. P5CD. P7CD, P7D, P7AR.
P4CR. P6CR. Negras: R3D D1CR. T1TD.
T1D, CLAD. C1R. Mate en dos jugadas
1.C4A i.
�©
MFRED
ST1
(V ien e ’ e la página 9)
u k en el supremo esfuerzo que StieSudedlcó a un medio de expresión
feralmente poco utilizado. T tal vez
«nudo apreciar realmente diferencias
“ ^uebas obtenidas de un mismo clisé,
“ ‘ pasan desapercibidas a ojos menos
.rezados que los suyos. Como quiera que
’ea no seria ésta la primera vez que la
htterodoxia ha conducido a la m ejora,
r nadie se atrevería a negar lo m ucho
ae la fotografía debe a Sthglitz. A él,
como teórico y maestro le debe una
pjite de su recientemente adquirida dig
nidad a él pueden ístar agradecidos los
fotógrafos por haber logrado que su arte
ks un arte profesional y no un arte
popular, que es capaz de gran indivi
dualidad de ex^'esión y de la mayor
Integridad en el uso.
Süeglitz, que pertenecía a una fam ilia
de moderados medies de fortuna, recibió
su educación superior en Alemania. D es
pués de ngresar a América en 1890, em
pezó a exhibir sus obras por todos los
países, conquistando un número increí
ble de medallas. No podría clasificarse
como un fotógrafo frustrado, anhelante
de una fama que adquirieron m uchos de
pastante msnor habilidad. Por el con
trario, no tardó en llegar a ser el fo tó
grafo más conocido del mundo; su pres
tigio fué enorme, sus recompensas in
cesantes. Pero, por convicción im perso
nal, estaba resucito a reformar la co
rrupción de la fotografía y, com o era
natural, se convirtió, sucesivamente, en
editor de tres revistas diferentes: El A fi
cionado Fotógrafo (1891-96); Netas de
¡a Fotografía (1897-1902) y Trabajo Fo
tográfico (1902-17). Los cincuenta nú
meros que han sido publicados de la
última de las mencionadas revistas, son
clásicos en su ramo; Jamás se han visto
en ninguna otra parte reproducciones
fotográficas tan excelentes, y la m a
yoría de los fotógrafos eminentes de
aquella misma época han tenido acogida
en sus páginas, Junto a otros anteriores
si bien olvidados maestros. A d e m á s ,
Trabajo Fotográfico publicó ilustracio
nes de los pintores y escultores rebeldes
europeos y americanos que en su arte,
con la mayor tenacidad, iban destruyen
do gradualmente la oposición académ i
ca. Mas ser exclusivamente fotógrafo
no era suficiente para la energía de
Süeglitz, como tampoco lo era la publi
cación de sus varias revistas y fué así
como, en 1905, inauguró su famosa “ G A
LERIA 291" como lugar de reunión de
los más avanzados pintores y fotógra
fos. A esta galería sucedió la “ IN T I
MATE GALLERY" (1925-29) y "AN
AMERICAN PLACE", i n a u g u r a d a en
1930 y en la que Süeglitz pasó los postr ros y débiles años de su vida.
Nos queda por examinar todavía el
tercer Süeglitz, el Stleglitz "negociante
en obras de arte” . Se emplean las co
millas porqu: Süeglitz siempre se con
sideró a si mismo come un protector de
# artistas más bien que su agente, y sen
tía cierto desprecio por el mercantilis
mo en el intercambio artístico, y esto lo
i mostró siempre del modo más violen
to y apasionado. Antes de comenzar a
relatar la extraordinaria aportación de
sus galerías al arte moderno sería con
veniente, quizás, hacer varias observa
ciones sobre sus id as acerca del co
mercio de cuadros. Sostenía Stieglltz la
teoría de que el arte carece de precio y
que sólo debi ran disfrutar de las obras
aquellos que puedan apreciarlas en su
justo valor. Esta actitud fué la reacción
natural a un modo de pensar, muy co
mún entre los norteamericanos de aquel
tiempo, qu; creían que todo podría com
prarse a un precio más o menos elevado.
En las galerías de Süeglitz no era po
sible adquirir obra alguna de arte a
menos que el Client:, por virtud de su
cabalgata
evidente afición y amor a la pintura,
dem ostrara un derecho justificado a po
seerla. El precio que se m arcaba a cada
obra artística n o guardaba la menor
relación con las cotizaciones del mer
cado, y variaba en proporción a los me
dios de fortuna del que trataba de ad
quirirla, así com o del valor o mérito que
atribuyera el vendedor a sus pinturas.
Es muy de suponer que el anterior pro
cedim iento n o dejaba de ser efectivo,
si se tiene en cuenta el número consi
derable de artistas que con su ayuda
estableciere® una reputación verdade
ramente envidiable. De un m odo o de
o*ro parecía servirles del apoyo indis
pensable facilitando, al propio tiempo,
la venta de sus cuadros. Pero, por otra
parte, una gran proporción también de
coleccionistas y conservadores de museos
lo encontraban irritante en extrem o y,
por mi parte, aún no he podido per
suadirme de que a la larga favoreciera
sn m ucho a los artistas o al arte. Por
que el verdadero arte jam ás se mancilla
con el precio. Antes bien se transmite
inmaculado, después de haber pasado
per las manos más sucias y encontrado,
ai fin. su valor verdadero dignificado,
antas que perjudicado, después de sus
alternativas en el mercado. Soy de opi
nión que los artistas contemporáneos
tendrían m ayor probabilidad de vendfr
sus obras y recibirían gran estimulo si
sus cuadros se ofrecieran a un precio
determinado y conocido. No hay que ne
gar que vivimos ahora en tiempos en
que el arte se aprecia más que en los
am argos días de la “ GALERIA 291", y
si los pintores patrocinados por Stieglltz
se encontraban conform es con el expre
sado sistema, esto debía ser lo principal.
Es bien sabido que todos ellos, sin nin
guna excepción, sintieron una adoración
profunda por aquel hombre.
StiegUéz, el traficante, fué, en un
principio, persona que se distinguió por
la diversidad de sus intereses en el arte
y, más tarde, por la constante fidelidad
que demostró a los pocos pintores ame
ricanos de su circulo íntim o y, espe
cialmente, a Marín, O 'K eefe y Deve. Los
primeros años de la “ GALERIA 291" se
dedicaron a las exposiciones de fotogra
fías pertenecientes al grupo secesionista;
pero en 1908 dió comienzo a la serie de
exhibiciones que prepararon el camino
para la “ A RM O RY SHOW ” de 1913. R odin, Matisse, Alfred Maurer, Marín, A rthur Dove, Marsden Hartley, ToulouseLautrec, Max Weber, Henry Rousseau,
Cézanne, Picasso, los dibujos de los n i
ños — todos ellos se exhibieron antes del
1913, y poco después de Brancusi, se
incluyó a O ’K eefe y la escultura de los
negros.
Queda aún por mencionar la perso
nalidad magnética de Stieglltz, que le
atrajo a muchos de los artistas creado
res de primera magnitud de este país,
a quienes estimuló y demostró siempre
el más profundo afecto. No le conocí lo
bastante para poder hablar de él a este
respecto; pero me gustaría que su his
toria completa pudiera relatarse algún
día La narración la comenzaron en
1934. un grupo de sus discípulos cuando
publicaron el libro que lleva el título de
“ América y Alfredo StUglitz". Este vo
lumen constituye la más valiosa obra de
consulta sobre Sti-glitz, pudiéndose allí
apreciar la grandeza de aquel hombre.
Pero, por lo general, el tono de la obra
es un tanto afectado; su estilo adolece
de la adoración profunda dtl sonámbu
lo. Su protagonista fué, en verdad, una
persona extraordinaria. O jalá que pron
to podamos disponer de un libro escrito
concienzudamente sobre él que nos dé la
verdadera talla de Stleglitz com o artista
y com o hombre.
(A «/>
O U!
z _
co <
1 2 1 Gtan C olecc¡ón
.
en
K
o
Ramón Gómez de la Serna
EL HOMBRE PERDIDO
$ 7—
D ice el autor: " Quiero que aparezca en esta novela todo lo
que la aprensión cree encontrar en la oida actual y sus alre
dedores. Asi puede resultar de este libro la compensación del
incompensado, del hombre perdido".
Ignazio S ilon e
PAN Y VINO
$ 7,
Un relato pleno de realismo rural, perenne, de Italia, en el
que describe el autor de “ Fontamara", con intensidad dra•
m ática, la evolución operada en la educación de las masas
es después de la primera guerra mundial.
D. Ii. Latcrence
EL PAVO REAL BLANCO
$ 8,
Une joven de notable cultura y fina sensibilidad, se niega a
afrontar abiertamente los impulsos del sexo y con ello causa
la ruina de su propia existencia y desquicia la de los suyos.
John S tein b eck
EN LUCHA INCIERTA
5 6—
Poema de unos almas muy distintas, impelidas por una causa
común buscando los alicientes de una existencia más tranqui
la e iluminada por el lenitivo de la esperanza.
Ram ón G ó m ez de la Serna
EL N O V E L I S T A
8 6 .Los am bientes más dispares, los conflictos más originales
rodean a los innúmeros personajes de ese inagotable retablo
humano, compuesto con primor de maestro por uno de los
escritores que más entienden de vidas y de novelas. -
P ardee Lotee
PAPA Y DESCENDIENTE GLORIOSO
$ 7—
El contraste de la doble formación espiritual da lugar a un
análisis psicológico original isimo, que el autor expone con
singular humorismo a flor de piel, no exen to de profundas
enseñanzas.
Pida
estos lib r o s a
las b u e n a s li b r e r ía s
�c a b a l g a t a (£)
Una tarde, hace ya muchos años, c a
minaba Florencia Madero, Florida abajo,
cuando atraído por irreprimible ¡nudo
sidad aplastó la nariz contra los vidrios
de un coche, tras de los cuales se divi
saba una faz enormemente redonda, re
mate de un cuerpo aun más redonda
mente colosal. Molesto el ocupante, bajó
violentamente uno de los vidrios y le
preguntó al "m irón” con tono de de
safio:
— ¿Quiere a lg o ? ...
— ¡No, señor! —le contestó Madero,
señalándole los cristales del coche— .
¡Creí que eran de a u m en to!...
• • •
Daba comienzo la gran recepción y el
arzobispo de Malinas y el barón de
Rothschild se hedían mutuamente el paso
en una pugna cortés, hasta que Enrique
Heine, allí presente, aconsejó:
—Pasad, barón . . . Pasad sin vacila
ción alguna. . . Seria injusto que el Nue
vo Testamento se-adelantara al V ie jo -
Cierto día, Alejandro Dumas (hijo)
advirtió que su padre andaba triste y
silencioso. Esto ocurría cuando el gran
novelista dictaba los últimos capítulos
de “ El vizconde de Bragelonne” .
—Papá, ¿qué te pasa? —le preguntó
el futuro autor de “La dama de las ca
melias”— . ¿Por qué estás triste?...
—Porque acabo de matar a P orth os...
Pidió Rusiñol un buen lomo con en
salada en aquel restaurante de moda
donde todo se iba en música y dem ier
cri, pero llegada la hora de la verdad,
pudo comprobar el gran paisajista que
todo eran verdinas de las eras en tom o
de un punto menos que minúsculo pedacito de asado.
— ¡Por favor, camarero! —aclaró el
aspirante a gourmand— . ¡Le agradezco
m ucho su delicado homenaje, pero, por
favor, preferiría más desnudo y menos
p a is a je !...
Pese a todos los pesares — ¡y qué pe
sares!— , el buen pueblo madrileño con
serva el buen humor. Vean qué moderno
letrerito ostentaba u ostenta todavia
una modesta taberna de los barrios ba
jos: “ On parle Francaise - English Spoken, pero muy p o k e n "...
En la época que Máximo Bontempelll
era un humorista de vanguardia y todo
lo demás —antes de aquellos polvos que
trajeron estos lodos— , el escritor italia
no gozó de los placeres y amarguras de
la popularidad. Dentro de estas segun
das, vióse un dia obligado a oír una
BURLADERO
novela de una novel a la que por algu
na razón quería agradar el autor, en
tonces de moda. La joveAcita comenzó
con voz trémula:
—Historia sencilla y conmovedora de
dos jóvenes que se amaban con intenso
amor p la tón ico...
— Uno de los cuales se aburría bárbame n t e . .. —concluyó el escéptico juez.
• • •
Paseando por una de las calles de
París, encontró Voltaire a un rico y an
ciano amigo suyo, quien acababa de ca
sarse con una jovencita, casi una ado
lescente, de pobre condición.
—Espero ser feliz —le dijo su amigo—,
pero temo que no vengan los hijos.
—Todo lo contrario —dijo Voltaire— .
Lo que debes temer es que vengan.
• • •
Jugaban Tayllerand y Jacob von Roths
child, el riquísimo financiero de princi
pios del siglo X IX , una modesta partida
de ecarté, cuando se le cayó a Roths
child una moneda de un franco al sue
lo. El financiero se arrodilló sobre la
alfombra y durante un buen rato buscó
hasta encontrarla.
— ¡Hum! —sonrió Tayllerand— . ¡No
hay duda de que la casa Rothschild está
construida con millones de monedas co
mo esa!
— ¡P or eso la busco! —le replicó Ja
cob— , ¿Quién me dice que esa moneda
n o es la piedra clave de todo el edificio?
• • •
Por EL HONDERO IRONICO
y “joven” quien mira ¡o que está pa
sando.
• • •
•
• • •
SOBRE LA EDAD
“ M e d ita c ió n ",
dibujo
por
Sfeimborg.
(Especial para C A B A L G A T A )
No hay viejo ni joven; los años no
cuentan para e so . . . Decía no sé quién
que “ viejo” es quien mira lo que pasó,
•
•
SOBRE EL ORGULLO PATERNO
SIGNO DE LOS TIEMPOS
—Es inútil que se esfuerce en hablar
a los demás de su hijito —decía don
Herold— , pues unos tienen el suyo y
otros no tienen.
SOBRE EL CHANTAJE
Cornelius Vanderbilt, supermultimillo.
nario de principios de siglo —y algo c o
lea todavia— , le escribió estas lacónicas
líneas al periodista de escándalo Arthur
H. Smith, que habla iniciado una terri
ble campaña contra su persona:
“Dear Sir: No le presentaré querella
por calumnia porque la acción de la
Justicia es muy lenta. Le arruinaré. Sin
ceramente suyo — Cornelius V anderm t."
Texto de un anónimo recibido por la
policía militar de Víena: "Herr Multar
es un miserable que debe ser arrestado
y juzgado con todo el rigor de la ley.
Cuando ayer forcé su caja fuerte me la
encontré repleta de cartas de raciona
m iento falsificadas” .
• • •
¡ESTOS ÑIÑOS!
El caballero que ha llamado a la puer
ta, al niño m odelo de modosidad que le
h a abierto:
— ¿Está tu mamá?
—Sí, se ñ o r... Pero como si no estu
viera, porque está mi p a p á ...
• • •
SOBRE LA POPULARIDAD
Einstein, al ser presentado en una re
cepción a Mary Pickíord, hace ya unos
cuantos añitos, claro está:
—Perdone, señora, pero usted es una
famosa pintora, ¿verdad?
COSAS DE ALLA
Uno de los carceleros del famoso presi
dio de Sing-Sing (E S A .) acaba de ser
dado de baja del cuerpo de celadores
“por exceso de familiaridad con los pe
nados” . Se le acusa de llamarles por lo®
dos primeros números nada más.
La entonces famosa actriz, furiosísi
ma, a un conocido:
— ¡Estos ministros de Hitler son todos
de una ignorancia irritante!
SOBRE EL ABOLENGO
— ¡No sé por qué eres tan arrogante!
—le decía en cierta ocasión un humilde
deshollinador inglés a su hermano, ge
neral y baronet pagadisimo de su título,
que le negaba siempre el saludo— . ¡Ni
tampoco comprendo por qué estás tan
orgulloso de tu apellido! ¡Yo, en cambio,
sí que tengo motivos para mirarte por
encima del hombro! ¡M i hermano es
general y conde! Pero el tuyo ¿qué es?
¡Un pobre deshollinador!
cruelmente a su asno, le apaciguó Boc
e a d o con una sola palabra:
— ¡C aín!
SOBRE EL TRABAJO Y LOS
TRABAJADORES
El hombre que sabe cóm o se hace, es
un trabajador. El hombre que sabe por
qué se hace esa misma cosa, es un
patrón.
• • «
Entre un espantoso clamor de bocinas,
claxons y vociferaciones, la joven auto
movilista avanzaba a contramano por
una de las avenidas más recargadas de
Nueva York. Súbitamente, el motorista
de la policía se plantó ante ella gritán
dole con voz inapelable:
— ¡Muéstreme su permiso!
—¡N o sea tonto! —le reprochó la au
daz conductora— . ¿Quién cree que seria
capaz de darme permiso para esto?.—
• • •
SOBRE LA DEMOCRACIA
Hay dos democracias. La falsa dice:
"Yo soy igual a ti”. La verdadera dice"
“Tú eres igual a mí” .
Al bárbaro l a b r i e g o
LOGICA FEMENINA
que fustigaba
CRUELDAD
Mistress X , en el momento de conse
guir su veredicto de divorcio ante el
tribunal de Los Angeles, estuvo a punto
de com eter una locura cuando vió que
la M esa le negaba el derecho a ver a
su T ití —un foxterrier— , dos veces por
semana.
�o
UnaLista ”
Concurso “
CORRES PONDENCI A
Aquí tienen una lista de nombres y apellidos de lo más curiosa. No solamente
jlcbos nombres no pertenecen a seres reales, sino que son, al mismo tiempo, el
¡¡talode famosas novelas, obras teatrales, poesías, etcétera. Coloque al lado de cada
aoobre el del autor o los autores, y aquel que más acierte, conforme a las acos
tumbradas condiciones de nuestros concursos, se hará acreedor al premio.
Annabel Lee
tdtía Gabler
biblia Ga otti
Eugenia Grandet
liarla Fontán
Horma Vanna
lima de Bamhelm
Asa Karenina
Pepita Jiménez
Sacia Regules
liiml Pinson
Luisa Miüer
Adriana Mesurat
Renata Mauperin
femina Márquez
Vírenla Olesova
Luda de Lam erm oor
Teresa Raquin
David Cooperfield
Angel Guerra
Jacobo Ortiz
Eugenio Onieguin
Pedro M inio
Antón C abá lero
Marco-, Villari
Pedro Sánchez
Elias Portolú •
G iovannl Episcopo
Juan Lorenzo
Peer G ynt
Newton Foster
Pedro Sim ple
Martin Fierro
CHI LE
• A m ig o s y adm iradores del jo v e n pintor
chileno José Venturelli han organizado una
exposición retrospectiva de su obra. En
V enturel 1 de taca de preferencia la sensi
bilidad y lo em otivo. Venturelli se halla
en un punto m u y avanzado de la p ástica.
siente el dram a hum ano y pone en aquella
tintes som bríos y un determ inado anhelo
de solidaridad. Ei pintor osci a así entre lo
social y lo puram ente plástico y ve el m un
do " a la trem en d a". Los per onajes son
una perpetua protesta; las m anos vind ica
tivas se transform an en garras, os m ie m
bros son haces m úsculo-os, desnudos y ven
gadores. D esde el punto de vista de la
creación pictórica. Venturelli toma su fu er
za en el expresionism o. Estiliza sus figurapara que el m ovim iento y e plano interior
surjan con m ayor plenitud. S u sentimiento
íntim o es tan com pleto que en algunas de
sus obras se nota el aleteo de un m i ticism o hecho de ritm os lineales y de m asas cro
máticas.
M ateo Falcone
Tristán Shandy
Gianni Schicchi
A b el Sánchez
Taras Bulba
Juan Gabriel Borkm ann
Sim ón Boeanegra
Cyrano de Bergerac
Sacha Y egulev
Tom ás Rueda
Dim itri Rudín
Jorge Dandin
Quintín Durward
A n g el Pitou
Silas M a m er
Solución al Concurso “ Ellos de Ellas"
Shakespeare — Bécquer — Carlos II — Rubens — Pedro de Portugal — Nelson - Espronceda — Liszt — Puvis de Chavannes — Hitler — Herrera — V oltalre — Beethoven — Lope — Petrarca — Heíne — Talllen — G oya — Felipe n —
Carlos V — D'Annunzio — Napoleón I — T icia n o — W ágner — Leonardo — Cer
rantes — Marco Antonio — Cortés — Francisco I — Miguel Angel — Bonaparte —
Dante — Luis XV — Alejandro — San M artín — R afael — B otticelli — Chopin
- Boccaccio — Francisco María Arouet — Rubén — W ágner — Benjam ín Cons
tad — Goithe — Luis X V I — Sócrates — Hum berto I — Mussolini — Larra —
Hnrthorne — Baudelaire — Rem brandt — Rubens.
Así como el Interés de las musas parece ser grande, el de los musos n o tiene, al
parecer, éxito. Todos los que han concurrido al concurso lo han h echo tan alejados
de la verdad histórica o legendaria que nce es Imposible conceder el premio a nadie.
Los hombres no Interesan, por muy genios que sean. No volveremos a insistir.
• Ha tenido cierto eco en la prensa diaria
y revistas de la capital chilena e supuesto
hallazgo de un cuadro de Leonardo. El pin
tor Enrique M ossella y e restaurador cata
lán Santiago M eléndez han advertido en
una vieja tela caracterl'ticas que ellos esti
m an suficientes para achacarla a glorioso
maestro renacentista. El señor Mossella. en
una entrevista concedida a la prensa, ha
declarado que el lienzo presenta, después
de ru restauración, m ás de trescientas sim iitudes con las obras de Leonardo. Se trata
tacoafiar'
Dibufo
tomó ram o:
Sielmberg1
p recaucione!,
Elena.
¡T u
m on d o
podrió
llegar
(Especial para C A B A L G A T A )
o
de un busto de m ujer que resalta vaga
m ente de las nieblas fuliginosas del fondo.
Las m enos, que surgen más nítl a~ son
m uy características. El m ovim iento de la
cabeza y la atm ósfera genera . asi com o la
viveza de ciertas m anchas crimáticas. hacen
pensar que la tela es más m oderna de lo
que se pretende.
• D ictó una conferencia en el aula m agna
de la U niversidad Central el poeta cubano
Nico ás G ulllén. El tem a de esta diserta
ción fué "U n poeta esclavo. Juan Francisco
M an zan o". El catedrático peruano doctor
César A . G uardia M ayorga dió en la Sala
de Conferencias de a Universidad un ciclo
de conferencias sobre "A sp e c to s filo sóficos".
• El D epartam ento de Inform aciones y
Cultura ha declarado que enviará por cuen
ta del Estado a un grupo de pintores para
que recojan a lo largo de todo el país os
aspectos más sobresalientes y bellos y dar
a conocer asi, en form a viva, las caracte
rísticas del paisaje chi eno. A l m im io tiem
po ha sido nom brado jefe de la sección de
Bellas Artes de dicho departam ento el co
nocido pintor Isaías Cabezón. El señor C a
bezón ba m anifestado su deseo de dar gran
im p u l'o al fom en to de as bellas artes.
• U n grupo de intelectuales españoles pre
para un curso de conferencias sobre C er
vantes con m otivo del cuarto centenario
del escritor. T om an parte José Ferrater M o
ra. Eleazar Huerta. Sa as Víu, A ntonio R.
R om era y los escroitores chilenos Augusto
d ’Halm ar, M ariano L a t o r r e y Ricardo
Latcham .
Quién es Quién Dentro del Atomo
( V i e n e d e la p á g i n a 7 )
dicos. En 1895. un físico francés de do
tes eminentes, Jean Perrln, puso de m a
nifiesto que el supuesto cuarto estado
de la materia, lal com o se evidenciaba
en los rayos catódicos, era en realidad
una copiosa corriente de partículas car
gadas de electricidad negativa, por
cuanto si se acercaba al tubo de Geissler un Imán o un conductor cualquiera,
los rayos se desviaban de la linea recta
de acuerdo con las leyes electromagné
ticas conocidas desd; los tiempos de
Dersted y de Faraday. Pero estas par
tículas ¿eran todas iguales en masa y
en carga eléctrica? Y en caso afirm ati
vo ¿cuál era el valor de dicha masa y
el de dicha carga?
Estos probhm as fueron acometidos
por uno de los físicos más notables de
fines del siglo pasado y comienzos del
presente, José Juan Thom son (director
a la sazón del célebre laboratorio Cavendish de la Universidad de Cambrid
ge) , con la colaboración de otros hom
bres de ciencia. Concentrando las par
tículas mediante dispositivos apropiados
hasta form ar con ellas un delgado pincel
de rayos catódicos que luego proyecta
ba sobre pantallas fluorescentes, y apli
cando campos eléctricos y magnéticos
de diversa intensidad a dicho pincel,
consiguió establecer la velocidad de estas
partículas, la relación o cociente de su
carga a su masa, y, finalm ente, en 1898,
pudo establecer la carga media de cada
una. Estos experimentos fueron repeti
dos una y otra vez y se idearon otros
nuevos, entre los que ocuparon un pues
to de honor los llevados a cabo por R o
berto Andrés Millikan, a partir de 1906,
ccn gotas de aceite ionizadas. Gracias
a ellos se m idió la carga de gotas indi
viduales y se eliminó la incertidumbre
de los valores medios de la carga, esta
bleciéndose asi. sin lugar a dudas, la
universalidad de la carga elemental de
electricidad negativa o electrón y el va
lor de su masa. Según es*o, un electrón
puede definirse com o una partícula
constituida por la asociación Indisolu
ble de una carga eléctrica negativa
e ____ 4,802 x 10-10 unidades electrostá
ticas
y de una masa o peso
m - 9,11 v 10-28 gramos o ssa 0,000.000.000.000.000.000.000 000.000.911 grs
— Serio aiejoc que
cabalgata
Para el lector que no lo recuerde o no
lo sepa, diremos que por unidad elec
trostática de carga se entiende aquella
(carga) que, colocada a un centím etro
de distancia en el aire, de otra igual, la
repela con la fuerza de una dina ( 1).
Pero si chica es la carga del electrón,
más lo es la masa. Grosso modo, el gra
m o ocupa un lugar intermedio entre el
peso del electrón y el de la Tierra (2),
es decir: en un gram o Entran, aproxi
madamente, tantos electrones com o en
tran gramos en nuetro planeta. Es, pues,
para sentir vértigo, cuando uno se aso
ma a la consideración de estas partícu
las de que están form ados los átomos,
piedras angulares, a su vez, de nuestro
organism o y de cuanto nos envuelve.
Pero lo asombroso es que, aún tra
tándose de entes inconcebiblem ente pe
queños, los electrones, debidamente go
bernados por el hombre, están obrando
los mayores prodigios en la vida diaria.
Su m archa desenfrenada por los cables
constituye la corriente eléctrica — de
tantas aplicaciones— y sus fugas y con
trafugas en los tubos de vacío, prom o
vidas por las ondas electromagnéticas de
todas las frecuencias —caloríficas, lu
minosas, etc.—, nos permiten oir a nues
tros antípodas, ver una escena callejera
o una función de teatro sin salir de un
rincón del despacho, oír hablar a los
personajes de ficción de la pantalla, po
n em os en guardia contra el ratero que
salta la tapia del jardín y miles de co
sas por el estilo. Por su poco peso y su
carga eléctrica relativamente elevada,
los electrones están llamados a ser los
servidores Ideales del hombre. A su la
do las hadas, los duendes, los gnomos,
la lámpara de Aladino y cuanto la im a
ginación de millones de generaciones
humanas ha podido tejer, es algo tosco,
torpe, caprichoso. Y cuando se trata de
servidores, el capricho es nuestro ene
m igo núm ero uno. Además, si los áto
mos se com binan en tíre sí para form ar
edificios tan fantásticos com o las molé
culas de clorofila, de hem oglobina y de
cientos de miles de otras especies quí
micas entre cuyas mallas fluyen incan
sables la vida y el pensamiento, se lo
debemos a lo selectrones también. La
luz es provocada por la caída de los
electrones periféricos d ; los átomos ha
cía las regiones profundas, y en los h i
los de esta luz el pensamiento hum ano
explora los confines del universo, a m i
les d : millones de años-luz, entre
polvaredas de estrellas y nebulosas.
�cabalgata
' "v '
•
BLACKI E VISTE ASI
I) Solrée muy suntuosa en grueso crepé marino, de línea estilizada lograda
mediante- las anchas mangas de tipo dolman y la larga “ traine” de la faldaLos puños de esta creación de Jaumar.dreu han sido bordados en pedrerfc
II) Para estar en casa: pantalón de lana en color bordeaux, que se toman
sobre los tobillos imitando las clásicas bombachas, y blusa de taya natu
ral al tono. Pulseras y collares de plata antigua completan el modelo
III) De linea 1850 es este otro modelo confeccionado en “ raso tapiceríe
color crema, en el que se destacan los “ rouches” que acentúan la amplitud
de la falda. Sobre la misma, un ramo de rosas rejas da realce y distinción-
JAL 1T X .T X
> n í T
i f j u
�"NOUVELLES”
1947
del encaje. Para la tarde, los ensembles
en dentelle de tuna, en estilo redingote
y aun tailleur, sobre visos en ciré o raso.
Para la noche, nos encontramos con
soirées en encaje blanco, en los que de
talles de flores en la cintura o los hom -
bros ponen una nota alegre y simpática.
Grandes capas cortas con capuchón en
chantilly negro acompañando trajes de
noche en tonos claros, o creaciones de
línea simple en Malinos negro sobre
dessons de lamé oro o plata.
»
En los tapados veraniegos , la moda
va del redingote al paletot. El uno
es el dem ier cri; el otro, el dernier ba
tean. Los dos triunfan; son encantadores
esos sencillos paletots, que pueden reali
zarse en beige natural, en cuadrillé, en
lisos y tusores, en lanillas o gabardinas,
en tonos claros siempre, y que com ple
tan tan Dien la sencilla sobre chemisier
de fantasía, como el vestido de lanilla
o el modelo blanco de pleno verano.
Claro que es también muy bonito un
redingote bien ajustado al talle, cerrado
un poco bajo por una hilera de lindos
botones de fantasía. Para la tarde, el
redingote de pros grain negro, de linea
simple, de raso, es una de las más lindas
t-ovvaiUes del momento. Pocas prendas
como ésta permiten una variedad tan
grande en el tipo de bolsillos y de bor
dados o detalles, que, personalizándolos,
los convierten en verdaderas creaciones.
El
rfsprgim iento
próxima
temporada
del
La
auge
Por CLAIRE VENDOME
Gastón Costet acaba de inaugurar una
tienda de sombreros en el sótano de su
casa de moda, situada en la Rué de la P aix;
su esposa, hermosa y elegantísima joven,
lleva m uy a m enudo las nuevas creaciones
de la temporada. Por e jem p lo: el turbante
ha sido adoptado por a señora de Costet
y presentado por ella junto con un traje
de lana color turquesa, adornado de borda
dos acolchados que subrayaban la gracia
de un de antal. El turbante en si está hecho
con uno de los nuevos cuadrados de seda
natural, creados por Rodier. y estampados
con m otivos blancos negros y grises sobre
fondo turquesa Se arma sobre un "b u rle te ”
r gido y se drapea según la inspiración del
momento. Debe cubrir en parte las orejas
y lusgo anudar debajo de m entón. Es un
turbante sím bolo de la moda del m om ento
y que trata de traer de vuelta al som brero
sostenido por un barbijo, otro éxito que
están tratando de resucitar.
Jacques Heim nos ofrece un sombrero
estilo "c a p o tita ". otra novedad del princi
pio de estación en Parts. E m odelo no lleva
bridas, pues más bien se trata de echarpes
que form an parte del m ism o sombrero, y.
puestas en una form a de este estilo, le q ui
tarían parte de su aspecto juvenil. Este
modelo se hace en seda o paja negra y no
lleva m ás adorno que un velo "re d e cil a ” ,
sum am ente elegante y favorecedor. Ha sido
presentado con una redingote de seda oscu
ra. adem ada con m otivos de pasamanería
en el delantero.
PARA QUE SU GUARDARROPA DE
VERANO SEA A LA VEZ SUMARIO
Y V A RI A DO üd. D E B E T E N E R . . .
. . . por lo menos dos conjuntes pla
yeros cuyas prendas puedan alter
narse entre sí; los que Jéuxnandreu
presenta aquí sen: uno en piqué
blanco, de gran cu sllo-vok do bor
dado, come broderie, en rojo, y otro
er. shantung a lunares negros sobre
blanco ccn original bretel y cintura
en rojo.
. . .dos vestidos de todo andar, uno
de ellos de hechura chemisier clási
ca que puede ser a rayas o cuadritos,
en Viyella liviana, y otro, más fresco,
en tusor con alguna fantasía de vi
vos en otro color y botones.
encaje .
marcará
el
SO MB RE RO S
EN P A R I S
E
STE año ningún color reina sobre
los otros; todos los tonos están de
moda. El i m p e r i o de c a d a uno
cambia de una maison a otra, de M olineux a AlLx, de Balenciaga a “ Chez Paquín”. Por un mom ento pudimos creer
que el amarillo, en toda su gama, lle
gando hasta el anaranjado y el brick,
seria el gran triunfador y que dominaría
sobre los otros. Viendo, luego, las dis
tintas colecciones nos encontramos con
que el rosa, en todas sus bonitas varia
ciones, contaba con las preferencias de
grandes couturiers-, en otros desfiles, n o
tas clarísimas, grises casi blancos, beige
rosados, celestes muy esfumados, po
nían una nota de suave distinción, con
trastando con fantasías logradas con
tonos muy opuestos, a que son tan afec
tos algunos famosos creadores; capas y
redingotes en tonos de turquesa sobre
vestidos estivales en violeta y blanco,
chaquetas oro acompañando faldas en
gris, sacones verde fuerte sobre sencillos
modeütos a rayas y lunares. Maggy
Ronf, por ejemplo, que parece desear
imponer el reinado del chal y del echar
pe, pone uno en rojo y otro blanco sobre
un modelo de soirée de linea egipcia;
Jean Patou, por su parte, impone, sobre
un modelo rosa, drapeado adelante, un
tapado de noche, de línea clásica, abo
tonado con botones dorados, en satin
marino. Chez Paquin, una sobre blanca,
bordada en perlas en el corsage, de man
gas japonesas, se acompaña con una
gran capa vert cru.
LOS
. . .para preparar en pocos minutos
un “ arreglo” para fiestas, una am
plia falda er. imprimée, o, com o la
del modelo, en rayas desiguales, que
se podrá usar ecn dos “ ccrsages”
distintos, uno oscuro, de originalisima idea, en faya o gros, cuyo es
cote redondo deja aparecer la parte
;lta do una hlusa de organza; o una
simple idea de “ brotelles” anchos
drapeados en su cruce.
. . . y . . . por último, no olvide sus
pantalones largos que pueden hacer
juego con el no menos necesario sa
cón corto, de amplias mangas y que,
por cierto, la sacará de apuros en
las tardes frescas, sobre los “shorts” o
cualquiera de sus vestidos de “ sport” .
Som brero de Jacques H e im : ttoa toca,
cuyo aspecto cambia, pues apoya casi en
la nuca. Se hace de paja flexib e. m ezclan
do varios tonos de marrón, amarillo y b lan
co o tam bién con plum as pequeñas, aplicadas en form a de vincha, sobre un fondo
de seda marrón. Los dos "c u c h illo s " que
adornan esta form a deben ser e egidos en
el tono dom inante, dejando para uno de
ellos un matiz en contraste.
Un m odelo de Schiaparelli: Sobre una
copa color turquesa se colocan ap icaciones
de piel marrón, dispuestas de manera que
imiten las líneas inspiradas en los tocados
de algunos paisanos asiáticos. Recordamos
que los m odelos de este esti o están desti
nados al invierno de Francia, pero las lí
neas pueden ser mantenidas, con aplicacio
nes de flores planas, en lugar de os varios
trozas de piel. El m odelo fué exhibido con
un tailleur de lana c o o r turquesa, el color
de gran aceptación y al cual todas dan la
preferencia. El traje creado por Schiaparelli
levaba vasquitas cortas y en la chaqueta
botones marrón realzados con pm titas do
radas. Los bolsillos van, generalm ente, am
plios y m uy en vista Para acom pañar los
trajes sastre destinados a la noche, Schiaparel i hace tocas de tu l dispuestas en for
ma de aureola y hechas de varios espesores,
de distintos colores, superpuestos, y dejando
dominar de vez en cuando una o dos tona
lidades. De ahí que veam os armón as de
rosado celeste y azul marino, anaranjado,
amarillo y negro, blanco verde y vio eta,
en pleno auge. Hay. entre el som brero de
piel y las tocar vaporosas, m il variedades
de fieltro, crin, paja. seda, terciope o y cin
tas de taffetas.
( A . r. p .)
�UN F I L M
D E 20t h C E N T U R Y
AS de cus tro millones de d ó
lares ha costado la realización
de este film. Con esa cifra
imposible, un argumento adaptado
de una novela de Scmerset Maugham, un director com o Edmucd
Goulding y un reporto en el que fi
guran Tyrone Power, Gene Tierney,
John Payne, Anne Baxter, Clifton
W íbb y Herbsrt Marshall, h=y moti
vos para no ser del todo pesimista
con respecte a los resultados finales
de la aventura que es toda película.
Vemos en estas fotografías distin
tas fases de la realización del film
“ El filo de la navaja” , producción
extraordinaria de Darryl F. Zanuck
para 20th. Century Fox. En ellas
observará el lector todo cuanto hay
en un film de trabajo, de esfuerzo
penoso, de atención sostenida para
cumplir el plan trazado por el di
rector. Y también detalles tiernos
com o el del repostero, que en un
descanso de la filmación, un tanto
forzado y con resignación evidente,
presencia cómo la actriz prueba el
inútil pastel, “ real” , “ de verdad” ,
que en la película es el pastel de
bodas, que nadie come, de Gene
Tierney.
M
FOX
com o tal p>aste1 pera nada en la pe
lícula? Es decoración, ambiente, ob
jeto necesario para sugerir la “reali
dad” de la boda, pero pastel, lo que
se dice pestel, sólo es cuando Gene
lo pruebe per compromiso, porque
la publicidad le exige. Y eso en este
caso. En otros, los obreros retiran el
pastel al mismo tiempx> que las sillas
y los cubiertos y la habitación en
que tuvo lugar la escena. Sin que
nadie haya probado el pastel.
“Fábrica de sueñes” , ha llamado
al cine americano un gran escritor.
En la intención de! mismo había
mucho de desp>ectivo. Y no se equi
vocaba. Pero en el supuesto de que
esos sueñes estén bien fundados, y
en algunos films lo están, es justa
mente la fabricación — inevitable
uso dé la máquina y de la mecá
nica del ingenio— de sueños, el
objeto de la filmación. Y la realidad
del cine, com o la realidad del arte
en general, no tiene nada que ver
con la fabricación del pastel, sino
con la otra fabricación, la del sueño,
la de la mentira que no es mentira.
Naturalmente, esta breve disquisi
ción no se refiere en absoluto a la
justamente vituperada p>cr Ehremburg fábrica de sueños. Porque los
sueños de que habla el autor ruso,
son en realidad las pesadillas, los
sueños en falso, los que sin darnos
ninguna esperanza ni confirmación
en cuanto a la realidad de un orden
superior, tampoco encajan en nues
tra vida regular, com o elemento
efectivo y práctico para fortalecer
nos en ella. En fin, los sueños mal
fabricados de las pjeliculas corrientes.
Para los amantes de un realismo
mal entendido debe ser esta fotogra
fía un embate difícil de soportar.
¿Sabrá el cocinero, a juzgar p>or la
expresión del rostro parece que no
está muy seguro, que su p>astel, a no
dudar delicioso a p>esar del p>oco in
terés que hacia él demuestra la ac
triz, es lo único real del film? ¿Y
que acaso por eso mismo no sirve
A l g u n a s e s c e n a s de la f i l m a c i ó n de
EL FILO DE LA NA VAJA
*
�a l m a n a q u e
En vías de Iniciarse el año cinem a
tográfico no está demás mirar, aunque
sea a la ligera, los primeros proyectos
que nos hace llegar la propaganda de
las distribuidoras. La propaganda no
logra casi nunca salvar una película,
pero puede distraer e interesar a m i
les de cineastas más o menos aficio
nados.
Argentina Sono Film nos comunica
1 que estrenará el día 28 una biografía
de ALBENIZ, con Pedro López Lagar
como protagonista, y Luis César Ama
dori como director. El género biográ
fico suele ceñirse a convenciones ci
nematográficas muy estrictas, por ejem
plo, la de elegir un actor de la misma
nacionalidad que el biografiado. Esfo
nos ha dado —en el cine extranjero—
un Napoleón tan poco Napoleón como
Charles Boyer, y un Nelson tan escasa
mente Nelson como Lawrence Olivier.
Es de esperar que la pericia de direc
tor e intérprete impidan esta vez que
la cinematografía local cometa el mis
mo pecado.
Producciones Asociadas anuncia “ C o
razón”, basada en el libro de Edmun
do de Amicis. Quien recuerde la noble
za de Garrone, la inteligencia de D e
roso, los sufrimientos de Precusa y la
emoción del relato “ El tamborcillo sar
do" ir a ver el film con curiosidad,
y esperamos que no quede defraudado.
Dirige Borcosque en uno de los temas
que le son gratos.
Producción Asociados anuncia también
“El misterio del cuarto amarillo” , que
es, indudablemente, una novela que ha
atraído en épocas no muy lejanas a!
•ínematógrafo de otros países. Cómo
Aclaración Importante
Las criticas de las películas nacio
nales “ El ángel desnudo” y “ Adiós,
pampa mía” , aparecidas sin firma en
nuestro número anterior, pertenecen
a Estela Canto, a cargo de la cual,
exclusivamente, está toda crítica y
juicio sobre el cine argentino.
También sin firma — en ambos
casos per error de imprenta— , apa
reció moa nota sobre el film soviéti
co “ Flores de piedra” crítica que fué
realizada por Olga de Wolkonsky.
Sumario del IV
7
Prosa y L enguaje , por Jean-Paul Sartre. L a A ventura M estiza , por Dardo
Cúneo. Los P in o s , por Juvenal Ortiz
Saralegui. E l Arte en la Escuela, por
Delia Etcheverry. A rte y T écnica, por
Rom ualdo Brughetti. E l A rte En L o n
dres, por Eric Newtcn. C onocimiento
de B uenos A ires , por Julio Rinaldini.
E l J arrón R obado, por Thomas Allston Colé. P untos - F uego, por Jacques
Herold. J acques H erold, por Pierre
Mabille. Lo T ectónico en la A rqui
tectura, por Conrado P, Sondireguer.
E ntre SQ mbras anda el J uego, por Lo
renzo Varela. L a E stirpe de E sganarel, por León Mirlas. E l B allet en
G ran Bretaña, por Gizi Blore. E l C en
tenario de " L a C ondenación de F aus
to” , por René Dumesnil. E strenos ,
por Villegas López. F lores de P ie
dra, por Olga de Wolconsky. A diós ,
P ampa M ía , por Estela Canto. U na P á
gina de C iencias , a cargo de José O te
ro Espasandín. U na P agana de M odas,
por Jaumandreu. A jedrez, por el pro
fesor Francisco Bencko. D isc°s, por
Jorge D'Urbano. E xposiciones de A r
te, por Rom ualdo Brughetti. C rítica
L uxraria , por González Carbalho. M ú
sica. T eatro. C in e . C rónicas . H umor .
Caricaturas. C orrespondencia de F ran
cia, C hile , etc. Este número incluye,
impresa aparte, la L ámina n ? 7, que
reproduce el cuadro de Joaquín Sunyer,
“ P rimavera” .
Charles Laughton, intérprete principal de
"R e m b r o n d t ", film que Guaranted P ietu r e s
h»
de p re se n ta r
e ste
oño.
Escena de “ Lo a m azon a c a p ric h o s a ", con
Bárbora
Sfanwyek,
Patricio
Knowks
y
Robert C u m i n g s .
Fihn
Param ount.
resultará este “ cuarto amarillo” argen
tino es aun un misterio. Comprobamos,
eso sí, que los temas policiales y de sus
penso siguen contando con increíble nú
mero de adeptos.
muestra en varias oportunidades el pa
pel flo r : ado de las habitaciones. . . Es
te pormenor resta eficacia a las esce
nas finales, cuando Mme. Bovary su
fre verdad ramente: mira entonces a
un cru cifijo y sus ojos se detienen ante
el otro doliente, aquel que se sacrificó
por la humanidad. En ese momento trá
gico, el director nos muestra, complaci
damente, el empapelado de la habita
ción, y apenas pasa el foco ante el
dolor de Jesús.
¿Los actores? Pues M echa Ortiz f u é . ..
Mecha Ortiz. La actriz ds la voz cáli
da no piensa en que está representan
do un nuevo papel y en que debe rea
lizar una interpr; tá cito distinta de las
anteriores. No, ella piensa en repeto
la imagen de la mujer fatal, y allí se
exhibe con su gesto displicente ante los
torbellinos pasionales que desata en el
celuloide. Roberto Escalada ha compues
to un personaje de época, aunque sin
fuerza persuasiva. Enrique Diosdado,
bien en su tipo. Alb.Tto Bello encam ó
un Bovary bastante cercano del burgués
que habíamos visto a través de la lec
tura. Alejandro Maximino y Angelina
Pagano, especialmente el primero, se
desempeñaron con esa cómoda soltura
que da el conocimiento a fondo del
teatro.
.Las escenas con las que comienza la
película, aquellas del debatí sobre la
supuesta inmoralidad de la novela, son
de una pobreza tal que el decorado de
fondo no disimula la ficción. Es decir,
la sensación de realidad ss hurta al
público. Y en esos estrados de cartón
se mueven deplorablemente unos jueces
apenas disfrazados y :1 mismo Flaubert
aparece tan sin autoridad, que el es
pectador exclama: ¡Pebre: su genio de
novelista no merecía ésto que acaba de
ocurrirle Entre nosotros!
MIC,
Creemos que en la misma cuerda, por
que no hemos leído la novela, anuncia
EMELCO el film “ Siete para un se
creto”, dirigida por Borcosque. El cine
se rodea de secretos y d i misterios.
Argentina Sono Film demuestra su
inquietud con películas de nombres —
y suponemos asuntos— igualmente di
versos: “Una mujer sin cabeza” , con Nini Marshall hace prever las maravillosas
tílinguerías de Carita, quien, realmente,
tiene cabeza —peco aprovechada o me
jor dicho desaprov :chada en el cine
matógrafo.
“ Martin Fierro” , probablemente en la
línea de “Prisioneros ds la tierra” y “La
guerra gaucha” , para demostrar —aun
que sea con una sola película— el ca
mino que dsbe seguir la pantalla local,
no localista, ni nacionalista.
“La gata”. "N acha Regules” y “Dios
se lo pague”, con el laudable propósito
de explotar la brlleza de Zully Moreno.
Dos temas de tipo popular y con
movedor:
"Cándida vuelve al terruño. Niní Mar
shall en un papel de relieves cómicos y
humanos, y “La que murió en París,
donde Alberto Castillo insistirá en el
tango que, al parecer, no cantó con de
masiada fricuencia en "Adiós, pampa
mía” .
“Escándalo en palacio” , en el ambien
te de principios de siglo, drama de in
triga y pasión, para completar el cuadro.
MADAMEBOVARY A N A
Siguiendo la costumbre de brindar pri
micias cinematográficas a los verán antes marplatenses, Estudios San Miguel
ha ofrecido el 17 de enero en el Cine
Opera “ Madame Bovary” .
El público —por lo menos una parte
de él— fué doblemente atraído al es
treno por el recuerdo de la novela leí
da años atrás y por tratarse d ; una
Super Producción Extraordinaria. Claro
está que al pensar en la obra de Flaubert hizo el cálculo de ir a la sala, fu n
damentalmente, para apreciar el traba
jo de filmación y casi :n segundo tér
mino para valorar el libro cinematográ
fico. Es muy difícil, en efec*o, acercarse
a una obra maestra, y ese público se ha
bría contentado con que la traslación
quedase ajustada a un auténtico ritmo
cin:m atográfico y servida mediante un
bien inspirado diálogo. Por desgracia,
nada de esto encontramos en la recien
te película.
E! director, Carlos Schliepper, ha com
puesto una versión lenta, con Excesivo
uso de planos americanos. Quizá ha que
rido imitar esa lentitud con que algu
nos directores trasmiten ciertos procesos
psicológicos, pero ha olvidado que para
legrar tal finalidad hay qu= mover la
cámara y tomar enfoques desde distin
tos ángulos, a fin de agilizar la versión.
En su afán de presentar interiores, nos
M.
B E R R Y
(Continuación de la página 4)
transformación. No creía que pudiera
surgir nada valioso de la gran masa de
la humanidad, y su atención se dirigía
hacia las minorías que vela formarse
nunca muy satisfactorias para sus ele
vadas exigencias.
,
En sus amigos, y en todo el mundo.
1? interesaba lo que podía salvarlos, lo
que hacían y lo que podían hacer. No
atendía a las peculiaridades o acciden
tes de hombres o mujeres, sino a su
dirección espiritual, sus valores y su
trabajo. Era muy sensible a lo qu? ella
llamaba manners, y en este sentido no
estaba muy de acuerdo con la brusque
dad de las nuevas generaciones. A su
modo, Anita también era brusca, pero
era su modo casto de no entrar en
excesivas condescendencias con la vida
material.
— ¿No cree usted que algo nuevo se
viene al mundo?
Naturalmente, la gente sonreía. No
han faltado catástrofes en los últimos
años que se encargaban de dar una
respuesta tremenda —e inmediata— a
•sa pregunta, que en realidad era de
largo alcance. Su seguridad de que algo
nueve, es decir, una nueva cultura del
espíritu y una civilización correspon
diente terminaría por llegar, era tan
profunda e Inextricable que inspiraba
crédito por su sola fuerza, contra todas
las evidencias contrarias. No es mi de
seo comentar profecías, pero esta fe de
Anita me parece más honda que las
fáciles ironías que soiíames oponerle.
Pues ella no descansaba en sus es
fuerzos por favorecer ese advenimiento
soñado. Su espíritu sediento de unidad
le hacía encontrar nuevos medios de
influir sobre el espíritu de los niños.
Ideó un género de cuentos infantiles en
donde el relato era acompañado de pro
yecciones luminosas de diversas obras
de arte que ilustraban la acción; en
Celendtn trató de hacer participar a la
fauna argentina en los tradicionales
episodios de la leyenda europea, y asi
preparaba al espíritu infantil para la
apreciación placentera de la belleza. En
sus cuentos y en sus libros de arte
qu ría educar los espíritus para la apre
ciación de la armonía, prepararlos para
ese nuevo mundo realizado en la tierra,
que constituía el núcleo de sus pre
ocupaciones.
,
La vida de Ana M. Berry tuvo la
unidad que ella buscaba en el sirte y
hacía amar a quienes la trataban. Ayu
dó a sus amigos por el simple hecho de
ser ella lo que era, por hacem os sentir
vivos los valores únicos que represen
taba. Los que quedamos estimulados y
fortificados por el ejem plo de su ncble
humanidad. Fué un ser dotado de gra
cia y de bondad. Tuvo una gracia espi
ritual que nos h ac; recordarla con la
sonrisa involuntaria con que se quiere
agradecer un don que nos conmueve
demasiado para hablar de él, y qué pre
ferimos conservar en nuestro interior,
secreto y vivaz. — PATRICIO CANTO.
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„
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D ISTR IBU ID OR ES
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Interior y exterior:
D IST R IB U ID O R A T R IU N FO S. R. L.
Rosario 201
O
o
S s
u P -J
<
£5
S
u
<
FRANQUEO
PAGADO
CONCESION N9 3799
TARIFA
REDUCIDA
CONCESION N9 3205
B O L E T I N DE S U S C R I P C I O N
El señor ........................................
(E N L E TR A DE IM P R E N T A )
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B E N D A , G U IL L E R M O DE TORRE, JAM ES
THRALL SOBY, etc.
Y las secciones acostumbradas de Artes, Ciencias,
Letras, Ajedrez, Cine, Modas, Teatro. Música, etc.
cabalgata
Núm. 8
28 DE ENERO DE 1947
B ER GMA N
Precio: $ 0.40
“ TUYO
ES
MI
CORAZON”
(Foto R. K. O.)
Sn Interpretación en “ Juana de Arco”
le da. ' egún U critica, ano de loi mi*
altos puestos entre las fraude* actrices
dramáticas contemporánea*.
En plena Juventud, Ingrid Bergman aca
ba, asi, de dar muestras de una madurez
excepcional,' de un talento dramático que,
en las escenas de “ Juana de Arco” , se ba
manifestado ampliamente.
La hermosa actriz sueca, que ya nos
habla conmovido en la pantalla, prueba
con éxito ahora, en el escenario del tea
tro, sus extraordinarias condiciones, qne
han salido airosas en los m is distintos
papeles cinematográficos.
�
Dublin Core
The Dublin Core metadata element set is common to all Omeka records, including items, files, and collections. For more information see, http://dublincore.org/documents/dces/.
Title
A name given to the resource
Cabalgata
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
1946 - 1948
Rights
Information about rights held in and over the resource
Derecho público
Language
A language of the resource
Español
Description
An account of the resource
Ejemplares 1 a 21 de los años 1 a 3 de la revista Cabalgata, publicados entre 1946 y 1948.
Dublin Core
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Title
A name given to the resource
Cabalgata
Description
An account of the resource
Año 2, no. 8
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
Buenos Aires, 23 enero 1947
Rights
Information about rights held in and over the resource
Derecho público
Language
A language of the resource
Español
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Shaw, George Bernard
Canto, Patricio
Sinclair, George
Torre, Guillermo de
Benda, Julien
Guth, Paul
Thrallsoby, James
Devoto, Daniel
Brughetti, Romualdo
Randale, Dee
Varela, Lorenzo
Mora Guarnido, José
Darnetal, J. L.
Mirlas, León
González Carbalho
Jaumandreu, Francisco
Vendome, Claire
Berry, Ana M.
-
http://revistasdeartelatinoamericano.org/files/original/d711f381c3c3d71a0d7d2f768ad31640.jpg
99adbc6a0dcf157ab441eaf83d5ba745
http://revistasdeartelatinoamericano.org/files/original/5ea094f00e21335b2ef93f5e70ba11e7.pdf
504bc81657dec4737661bf8f7898333d
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Text
ANO II Nl’M. 7 PRECIO $0,401
BUENOS AIRES, 14 ENERO 1947
PROSA Y
LEíN GUAJE
JEAN-PAUL SARTRE
�cabalgata Q
FRANCIA
E! mos do diciembre os siempre el
do la adjudicación do los grandes pre
mios literarios franceses, comenzando por
el más importante de todos, el Premio
Goncourt, y terminando por el "In
teraliado”.
Es imposible para un jurado obtener
la aprobación abso'uta por su fallo. La
interpretación de la calidad de una obra
literaria o artística está siempre sometí
da a juicios subjetivos, en que es difí
cil obtener el acuerdo total. Sin embar
go, este año la resolución del jurado
del Premio Goncourt lia sido objeto
de mayores críticas que en veces ante
riores, e incluso por muchos se llega* a
estimar que existe una grave crisis en
el propio jurado, en el cual Francis
Parco es el elemento más descontento.
Las influencias externas a una verdade
ra independencia de criterio, ejercen
fuerte presión sobre los componentes del
jurado, y las editoriales aciertan cor.
éxito a coaccionar a sus miembros Re
puede decir que este año han sido sobre
pasados los 1 mites de la discreción de
algunos editores.
Todos los miembros del Jurado G~ i
court son escritores, como es sabido. En
cierto grado están ligados moral y eco
nómicamente a süs editores. Es lógico,
y hasta humano, que cada escritor tenga
un cierto interés en favorecer a su edi
tor, sobre todo actualmente en que co
mienza a manifestarse en Francia una
grave crisis editorial como consecuencia
del criterio, un tanto caótico, que desde
la Liberación ha presidido la selección
de publicaciones.
SUMARIO DEL NUMERO 6
J aurf.s y i,a R evolución F rance
sa , por José Luis Romero. Mis úl
timos DÍAS DE CANDIDATO, por JeaUJaeques. U n humorista brasileño,
por Gabriel Lacombe. E ntrevista
con María Rosa Oliyer, por Estela
Canto. E n P a ssy , en la casa que
habitó B alzac, por Roehat-Cenise.
E l azar o una partida de pócker
HASTA EL AMANECER, por Fran$OÍS
Varetz. L a estatua ecuestre de
S an Martín , por Jorge Romero
Brest. L as tres caras del arte
contemporáneo , por Ravmond Cog
niat. Cinco ciudades que traba
JAN PARA el MUNDO, por Char
les King. E l alma de los per
sa s , por Ana M. Berrv. N uevos
pintores, por Romualdo Brughetti.
P aul Claudel urbanista , por Lean
dro Vaillat. Guardia vieja , por
Luis Mario. E l problema actual
del cáncer, por E. V. Cowdrv. U n
PRECURSOR OLVIDADO: ANTONIO ALLEgretti, por Daniel Devoto. D mitri
S hostakovich, por Simone Boisecq.
A nne B rowjí en P arís , por Paul
Chenneviére. P aul E luard, por J.
L. Darnetal. L a B elle et la B éte,
por Jean Tédeseo. Concfpros per
manentes de dirección, por Esteban
Serrador. T odos los hijos de D ios
tienen alas , por León Mirlas. E x
posiciones de arte, por Romualdo
Brughetti. U na página de ciencias ,
a cargo de José Otero Espasandín.
E strenos , por Manuel Villegas Ló
pez. U na página de modas, por Jaumandreu. A jedrez, por Francisco
Benko. Crítica literaria, por Gon
zález Carbalho. Música . T eatro.
Crónicas. H umor.
rrespondencia de
y E stados U nidos,
C aricaturas. Co
F rancia, Chiif .
etc.
Este número incluye, impresa apar
te, la L ámina X p 6, que representa
el cuadro de E dgar D egas, "Danza-
nnas”.
CORRESPONDENCIA
cencias e ignorancias irritantes. Había
sin embargo, elementos de un interés
positivo: objetos popularos chilenos. f0.
tografías impresionantes de la Argentina
del Sur y sobre todo dos obras del graii
pintor uruguayo Torres-García, en el
mal los recuerdos indios encuentran una
encarnación moderna. Pero estas obras
e\plos:vas estaban prudeutetoente rele
gadas, una encima de una puerta v otra
debajo de una chimenea. Afortunada
mente. la ga'ería Pierre nos anuncia uña
exposición próxima de Torres-García v
de «u grupo.”
literaria, a través de la cual ha -xplicado
los problemas y sentimientos de núes
tra época. Una explicación de sus prin
cipales obras: "Nadie me ama” "Buenas
noches, Teresa”, "Caballo b 'a n c o ” y "L os
amigos de Avignon” la conduce a la con
clusión de estimar que sus obras no pue
den situarse en el dominio de! "-irte por
*,
el arte” y que son una aportación a las
luchas humanas presentes.
El redactor de "Les Lettres Franca i
ses” que ha recogido las opiniones «le
■ Se anuncia que la famosa comisión
Elsa Triolet, c identifica con su criterio
encargada
«le preparar la ley sobre la
y manifiesta su desacuerdo con Pierre
propie«tal
intelectual
francesa, va a dar
Hervé, cuyos ataques estima que son
por
terminado,
finalmente,
su prolijo
una tentativa de liquidar toda una ala
trabajo.
Su
presidente
es
un
especialista
de la literatura francesa, sin que estn
«le estas cuestiones, Monsieur Escarra
pueda aprovechar a nadie.
profesor de derecho.
Por otra parte, y en el mismo número
de "Lettres Francaises”, Roger Garau
day, que con su articulo de "Arts de
CHILE
France” dió lugar a la discusión, trata
*** Se ha inaugurado en el Palacio de
de restablecer la serenidad, un tanto al
Bellas Artes el 3er. Salón de la Asocia
terada por la intervención de Hervé, y
ción de Pintores y Escultores. La críti
de armonizar las opiniones que se han ex
ca se ha referido a dicho certamen:
presado, definiendo los conceptos de li
" . . . Se percibe un intenso afán de e”bertad, formalismo y realismo. "El for
cauzar decididamente nuestra pintura
malismo es reaccionario en el sentido más
(no consideramos la escultura, dado que
completo de la palabra; expresa el de
su representación esta vez es muy esca
seo de ir contra la corriente de la his
sa) por una definida orientación de
to ria ... El realismo traduce al hombre
ante una época con sus necesidades, ante
una clase con sus intereses, su ideal y
su misión histórica.”
Muchos comentarios ha suscitado en
todos los campos literarios esta polémica,
que no puede decirse que esté ya cerrada.
El teórico del partido socialista en pro
blemas literarios, Jean Texcier, ha ter
Registro de Propiedad Intelectual N° 216.894
ciado también en el debate, desde las
Redacción. Dirección.
columnas del semanario literario socia
Administración. Publicidad
lista "Gavroche”, que él dirige. Para
IN D E P E N D E N C IA 360. BUENOS AIRES
Texier, este debate sobre el comunismo v
REPÚBLICA ARGENTINA
la estética no data de hoy: "La mejor
Direcc ón de C
no mantione coilustración de esto, fué quizás la peque La
riespont’encía c;n los co.abo adores espontánea,
ña farsa en que se vio a Pablo Picasso,
excepto en aquellos caros en que acuerde pubüa:
los o ig nales.
convertido al comunismo, recibido con
No se devue'ven los o ginales no solicitadla.
gran pompa en los locales de L ’HumaLa Dirección de « C
no se hace res
n itc y saludado con una alocución de
ponsable de las op n:ones que se cxp.esanen u
colaboraciones f .m-das.
Mareel Cachin, celebrando la obra re
volucionaria de este Fregoli de 3a pin
Se publica el segundo y cuarto martes de
tura.”
cada mes.
Precio
del
ejemplar:
$ 0.40 m./arg.
"Carrefour”, semanario literario de de
SUSCRIPCIÓN
recha, anuncia que comenzrrá la próxi
Argentina: Un año .
. . .
$ 8.21 m. u¡
ma semana una encuesta sobre "el arte
>
Seis meses . .
. S 4.30 ra.'arj
dirigido”. Motivando la conveniencia de
Extranjero: Un año . . . Dólares U.S.A. jJC
*** La polémica entablada en torno a’
esta encuesta, dice la redacción de "Car
DISTRIBUIDORES
comunismo y la estética entre Louis Ara refour’ : "Está en causa el porvenir de
Capital: S i l v a n o M a c h i , Independencia 2877
gón, Pierre Hervé y Rcger Garauday. ha
la cultura. Si so sometiera ai control de
Interior y exterior:
dado también lugar a una int rvunción
una autoridad superior, el artista se con
D i s t r i b u i d o r a T r i u n f o S. R. L.
Rosario 201
de Elsa Triolet, esposa de Louis Aragón
vertiría necesariamente en el servidor
y eminente escritora. Pierre Hervé, re de una ideolog a. Por tanto, es necesa
O ^
conocido unánimemente como uno de los
rio escoger entre una cultura que sv ela
P A G A D O
^
7 (n F R A N Q U E O
O ±z >3
más brillantes polemistas francos^
bore libremente y una cultura dirigida.”
Concesión No 3799
iL lh - J
a: z
<
tuales, en su réplica a Louis Aragón, y
tc u j í
tirando por elevación, había formuiunO
*** La Exposición de "Ars Americana”,
O O 2
T A R I F A
R E D U C I D A
CJ re tu
reservas y críticas sobre el género Hteha suscitado el siguiente juicio del crí
CONCESION
No 3205
<
u
rario que cultiva Elsa Trio’et Esta se
tico de arte del semanario "La Bataille” :
ha creído obligada a responder, a trave "Ilav muchos modos de organizar expo
de una interviú que ha publicado "Le
siciones de artistas extranjeros. Pueden
Lettres Fran^aises”.
ser manifestaciones diplomáticas, corte
BOLETIN DE SUSCRIPCION
En primer lugar, Elsa Triolet dec’ara
ses, convencionales, o exposiciones de
que no siendo militante del par'ido co arte. Las dos coinciden algunas veces;
munista como su marido, las críticas di no siempre. Asi en esta exposición do
El señor .................................
rigidas contra ella, como si lo fuera, no
arte americano, el lado diplomático
(E N LE T R A D E IM PRENTA)
tienen valor. Sin embargo, trata de rei triunfa demasiado visiblemente con todo
Dirección
vindicar el fondo social de su producción
lo que esto puede suponer de compla
El Premio Gonroult ha sido eom-odi lo
a Jean-Jacqaes GartUr por su novela
"Histoire ifun fait divers”. editada por
Julliard, que viene superando la marca
como editor de casi todos los premios
literarios. "Histoire d’un fait divers” es
simplemente una novela policíaca, p ’i o
do buena calidad literaria. Al igual que
hizo en el pasado Stendhal, "el Goncourt”
de este año ha ido a buscar su argu
mento en la crónica de tribunales, y lia
logrado realizar una novela agradable,
pero no puede decirse que acreedora a
tan alta distinción.
El Premio Fémina ha sido adjudicado
también a una obra editada por Jul
liard: "Le temps de la longue patience”,
de Michel Robida, autor que desde la
Liberación se había dado ya a conocer
por otras dos obras: "Botemry” y "Les
Trenandour”. La obra premiada con el
"Fémina” es la historia d* una familia
de la buena burguesía francesa durante
la guerra. La crítica, en general, no se
ha mostrado muy deferente al juzgarla.
El Jurado del Premio Renaudot. otra
de l»s grandes distinciones literarias
francesas, había esperado conocer la de
cisión del Goncourt para rendir su fa
llo : si éste no se pronunciaba a favorde "La vallée heureuese” de Jules Roy,
esta obra sería agraciada con el "Re
naudot”, como así ha sido. Jules Roy
fué durante la guerra bombardero de la
RAF. Aviador de profesión, se alistó
voluntariamente por afinidad ideológica.
Días tras días estuvo encargado de bom
bardear los altos hornos y todas las ins
talaciones industriales del Ruhr, o sea lo
que él llama "el valle feliz”. La obra
está compuesta de seis magníficos rela
tos, llenos de esp ritu de aventura, de
emoción humana y de sentimiento so
cial.
El Premio Interaliado, destinado a un
periodista por uña novela pub'icada «n
el año en curso, ha sido concedido a
Jecques X e ls , por "Poussiére du temps”.
El- Jurado ha preferido esta obra a
"Xous reviendrons”, de Louis Parrot,
que tenía el favor de una gran parte
de la critica.
Queda todavía pov adjudicar el "Gran
Premio de la Ciudad de París”, por un
valor de cien mil francos.
abalgata
abalgata
suscribe a C A B A L G A T A por el
periodo de un año* seis meses y al efede
acompaña el importe de $ 8.20, S 4.30
Dólares 3,50 U. S. A. en cheque, bonc
postal a su orden.
se
El nuevo form ato de CABALGATA
Xos hemos visto obligarlos, i- mo advierte el lector, a cambiar el formato de nues
tra revista, que tanto éxito, y tan cordial y calurosa acogida mereciera, en su fo r
mato inicial, en la Argentina y en toda América. Las existencias de papel de </tu
piolíamos disponer nos obligan a ello. En lo esencial, como puede observarse en
el presente número, la revista mantendrá sus características anteriores. Pero
procuraremos aprovechar las exigencias del nuevo formato para mejorar en lo po
sible todas sus secciones, y corresponder así al creciente fervor con qui se nos
anima por parte de todos.
* 1 achar la condición que no se utilice.
IMPRESO EN ARGENTINA
_
C
V
: \
im p k n ia
amomoitu
C Ó 8D08 A. .028
'
»
�LA AVENTURA MESTIZA
mestizo. ¿En qué medida se re
que el mestizo se querrá —siempre— a
parten sus sangres? ¿En qué zonas
imagen del padre. Entonces, después y
de su vida se desplazan el padre euroahora. Cayetano, el mestizo de la novela
peo v la madre americana? El problema
reciente de Lidia Besouchet ( 1), recori'
ya estaba radicado en las tristezas de
el circuito de esa contradicción que vie
¿Parcilaso Inca, hijo de capitán conquis nen recorriendo, desde hace cuatro siglos,
tador y de ñusta incásica, en el que se los mestizos de América. Cayetano es hi
agolpaban los asombros y las violencias
jo de amor accidental de mujer de car
del encuentro de dos mundos diferentes.
nes pobres y morenas y hombre blanco y
Su infancia tiene un paisaje cuzqueño
propietario. Es el mestizo. Es decir, es
de impresiones opuestas. Los abuelos
nuestra América. El muchacho entriste
cerá en la contemplación de la madre fa
maternos lloran el imperio que se les
fué de las manos. Los camaradas del pa tigada en labores de casi esclava y en el
ofrecimiento de hijos que la miseria se
dre riñen por el dominio del rico mundo
hallado. ¿Llorará con sus abuelos o gue lleva. Sólo él ha crecido fuerte, vigoro
rreara entre los hombres de la tropa pa so, arrojado, diferente, porque él tiene,
como no tenían sus hermanos, sangre
terna? El mestizo mozo se advierte que
en sus venas alardea la sangre del pa de padre blanco. Lo que nos dice, que
América sobrevive en el mestizo, que la
dre triunfador. Camino de España, Garcilaso Inca se querrá a imagen del ca posibilidad de existencia es en América
mestiza. Las tristezas de Cayetano para
pitán de la conquista, no del Inca de ’a
su madre se harán desprecio y olvido.
derrota. El mestizo renuncia a América.
"Era un objeto que desde criatura vió
Pero, España no le da derechos totales
rodar
por la casa, por el patio, por el
al que tiene sangres confundidas. Y en
arroyo, por el camino.” "¿Qué tenía él
las tristezas españolas del mestizo GarCayetano, de común con esa mujer?”
cilaso se recobra el mundo envejecido
de los abuelos Incas. Y se hace cronista
del pasado que vive —que desvive— en
una parte de su sangre, en una zona de
su vida. Pero, queda en España. Y es*
E
l
*** En el Instituto Chileno-Británico de
Cultura ha expuesto el pintor ruso Georges Nordman. Nordman es un artista
sencillo y humilde que busca en la pin
tura la posibilidad de dar forma plás
tica a su emoción. El pintor no hace,
en efecto, otra cosa que transferir a lo
figurativo lo que es propio del lenguaje
hablado. Por eso sus paisajes de París
rehuyen en cierta medida la objetividad
del paisaje urbano y son, más que aspec
tos tangibles de una ciudad, testimonios
fehacientes de un estado de espíritu.
*** Organizada por el Pen Club dió una
conferencia sobre el "Ulises” de James
Joyce el representante en Chile del Britis
Concil, Malcon Welland. La discutida
obra del escritor irlandés fué minucio
samente analizada por el conferenciante,
estableciendo un paralelo entre las obras
clásicas de la literatura universal y el
"Uises”. Finalmente trató del proceso
generativo de esta obra, determinado por
el exilio moral y físico del autor.
*** La Orquesta Sinfónica Nacional ha
celebrado un concierto de homenaje a
Manuel de Falla. Se interpretaron las
obras "El amor brujo”, "Noches en Jos
jardines de España” y tres danzas de
"El sombrero de tres picos”. Actuaron
como solistas la contralto Marta Rose y
el pianista Alfonso Montecino. Este con
cierto pone fin a las actividades musi
cales del año.
PO R
DARDO CUNEO
Alboroto de sangres paternales. Supre
macía del blanco que 'convive en é’. En
el mestizo Cayetano se hace voluntad el
anhelo de partir. Y es que las del mes
tizo son sangres en camino, algo en mar
cha provisoria. Garcilaso había partido.
América mestiza siempre está a partir.
Cayetano parte hacia la ciudad. "Se
iría lejos de aquellas mujeres negras,
que le oscurecían la vista con su presen
cia. ¡Partiría!” La abuela acaso lo com
prendía todo cuando le pasaba su mano
antigua por la cabeza. "Cabello rizado,
casi lacio...” Cayetano era diferente.
La aventura del mestizo tendrá en la
novela de Lidia Besouchet irregulares
itinerarios de ascensión. Se gana Ca
yetano la ciudad, pero siempre es un
barrio dentro de ella. No hay victoria
total. La ciudad, la vida, el mundo, las
mujeres son, constantemente, certidum
bres fragmentadas, y la copiosa energa
que resuena en su cuerpo se quedará sin
íntegra utilización. Siempre sobre el mes
tizo. Por esa ruta de irregular, de par
cial ascensión llega hasta el padre. ¿ Es
LOS PINOS
constante superación y renovación, re
chazando todo hibridismo que pudiera
entrabar una más libre expresión.” En
el certamen ha habido la magnífica re
velación de Carlos Pedraza con unas
obras de la más alta expresión estética.
Se ha realizado la retrospectiva, en una
de las salas, de Luis Herrera Guevara.
El mundo aparencial de este pintor "adá
nico” era indeclinablemente suyo. Fué
insobornable a la evolución de gustos
y preferencias. Pintaba ayuno de expe
riencias, absorto ante las formas y los
volúmenes, ajeno a contactos y escuelas
artísticas; desdeñoso de estéticas. Luis
Herrera Guevara encontró la máxima
consagración de su vida al ser colgados
en los muros del Museo de Nueva York
dos de sus más características telas.
p o r
JUVENAL ORTIZ SARALEGUI
i
P i x o s del mar. Bajo ellos
pasea mi corazón
por sus verdes rumores.
Dialogan mi voz y su silencio,
urna de pinos en el mar ardiendo.
Al caer de la tarde
levántome en sus troncos
como un humilde barco,
en el menudo polvo padeciendo.
II
Todo el verde del mar los pinos tienen,
todo el verde del mar.
Y todo el amarillo de la tarde caída,
alfombrando su altar.
III
Verde oscuro nocturno.
Las estrellas
sobre los pinos que detienen el mar.
Orión tiene un pino nuevo
para su verde amor de eternidad.
IV
Calles de pinos, altas calles
con sólo márgenes de almas.
Un pino enfrente, otro atrás,
la meta? El padre pone en el hijo sus
afectos demorados. En la aventura de
Cayetano, el reencuentro llega a la hora
en que el padre muere. Y con esa muerte,
el mestizo deviene ep propietario. La
fazenda es suya. Suyo el caballo y el
camino. Ascensión definitiva. Pero, en
ese momento de su vida las sangres di
ferentes no han dejado —nunca dejarán
en el mestizo— de chocar y disputarse.
La madre morena, hecha recuerdo, re
aparece desde las zonas de la posterga
ción y del olvido, para reclamarle con
su torpe voz anochecida. El mestizo de
cide ir a su encuentro. Es en las últi
mas páginas del libro de Lidia. Sin
duda, las mejores entre trescientas pági
nas excelentes. "Satisfecho, describió con
la vista un inmenso círculo, hasta que
sus ojos ansiosos se posaron en un punto
lejano: la casa de la madre. Se detuvo.
Las riendas quedaron sueltas y el cora
zón indiferente. Los sitios de su infan
cia volvían a despertar su resentimiento:
una nube tenue cubrió sus ojos y ter
minó por ver el paisaje como a través
de un velo fino. Estaba separado de la
realidad, de la verdadera realidad.” En
él se había desarrollado otra realidad,
distante, diferente. La abuela se lo hu
biera explicado. "Cabello rizado, casi
lac io ...” Otra realidad. "Lamentó ha
ber vuelto.” Habitante de un paisaje mi
serable, personaje de otra edad, detrás
de las paredes abandonadas estaría la
madre desviviendo su vida de morena ca
si esclava. "Tendría las carnes más secas,
la piel más negra, los ojos más apaga
dos. Infatigable, hacharía leña, con esa
ferocidad que le vió la mañana de su
partida. Infatigable, lavaría la mugrien
ta ropa en el arroyo, con la mota pe
gada a la cabeza. Infatigable, estaría
revolviendo la olla de barro o colando
café ordinario.” Y "algún día, con ese
mismo aire cansado con que empezó a
parir hijos, a hachar leña, a lavar ropa,
cerrar'a los ojos para morir, pasando de
una muerte a otra muerte con idéntica
resignación animal”. ¿Volvería a su ma
dre? El mestizo es camino sin regreso.
No regresan las sangres. Cayetano se
aleja —definitivamente— del rancho,
del sertón, de la madre. "Driscend’ó a1
ga’ope la cuesta, sin m'rar hacia atrás.”
En el Cayetano de Lidia Besouchet
desesperaba —desespera— de su suerte
—de su conf’icto— la América mestiza.
y yo, otro pino que anda,
sin ojos y sin palabras.
(') E t m e s t i z o , por Lidia Besouchet. Traduc
ción de Raúl Wararro. Colección El Varío. Enteré.
�cabalgata O
EL ART E
EN
por
LA
DELIA ETCHEVERRY
( Especial para Cabalgata.)
*
En la escuda "D r. Gabriel Carrasco” de
Rosario, que dirige Olga Cossellini, ¡os niños
han encontrado su Escuela de la Expresión.
x 1935 el "Instituto Social de la Universidad del
Litoral’’ dedicó uno de sus cuadernillos a difundir
E
el trabajo titulado
Sobre un ensayo de escuela serena
en la Provincia de Sania Fe. Én ese folleto, Olga Cossettini resum a su labor de varios años en la Escuela
Normal Rural de Rafaela (Sta. Fe). Conocedora de
las experiencias que Lombardo Radice realizaba en
Italia y de la filosofía idealista de Gentile, buscó su
adaptación inteligente a nuestro medio y logró mos
trar de qué modo "la escuela renovada’’ era una rea
lidad concreta. Los maestros argentinos, ansiosos de
liberar al niño, acogieron con alborozo esta experien
Interpretación del ballet humorístico "Las maravi cia y fijaron su atención en quien así oxigenaba el
llosas aventuras de Tom”, inspirado en el "Tom ambiente educativo del país.
Sawyer” de Mark Ttcain. por Armando SarrabarPoco tiempo después de aparecer aquella publica
rouse. de 10 años, 5“ grado.
ción, el entonces Director de Escuelas de Santa Fe,
doctor Pío Pandolfo, refrendaba un decreto por el
cual se confió la dirección de la Escuela Experimental
"Doctor Gabriel Carrasco", de Rosario, a la gran maes
tra Olga Cossettini. Desde entonces el impulso crea
dor de esta educadora ni se ha detenido ni ha cris
talizado en imitación servil de modelos extraños a
nuestra modalidad. Sin apartarse del plan de todas las
escuelas primarias, con el personal docente que le
designaron, sin otra selección que aquella producida
por la afinidad del magisterio consciente de su tras
cendental tarea, la escuela de Olga Cossettini —como
se le llama en homenaje indirecto a su creadora— se
ha impuesto por prestigio bien conquistado. Nume
rosas conferencias, dos obras fundamentales —El ni
ño y su expresión y La escuela viva—, las "misiones
de divulgación cultural” realizadas por sus alumnos,
la exposición de dibujos y acuarelas infantiles que
asombraron a los críticos de arte, son la muestra pal
pitante de que en tal escuela los niños se han encon
trado a sí mismos. Seiscientos escolares de ambos
sexos, de seis a catorce años, hallan cada uno, en un
barrio extremo de Rosario, el lugar propicio para
desenvolver sus personales aptitudes, sin coacción de
ninguna especie. Las actividades de distinta índole
—estéticas, manuales, sociales, domésticas e higiéni
cas, intelectuales del aula e intelectuales al aire libre—
ponen en juego los resortes de la "escuela activa”,
pero no significan que allí reine determinado método.
Es el ambiente cargado de sugestiones, es el maestro,
camarada de sus niños; es la libertad de movimien
tos y de acciones —la que se encauza gracias al con
vivir armónico— lo que realiza el milagro. "Dejar
vivir y vivir con ellos”, dicen los maestros. Los muros
Interpretación del ballet "Las maravillosas aventuras de la escuela se han abierto y entra el hálito exterior:
de Tom”, por Clara Ferrero, de 12 años, 59 grado. la vida del barrio, de la provincia, de la nación y del
mundo. Esos niños conocen los árboles, los insectos
y los pájaros que habitan ese rincón; se informan
personalmente del movimiento comercial del puerto
de Rosario; sus excursiones los llevan hasta la chacra
de la campiña santafesina y toman contacto con el
problema social del agricultor. Un buen día surge
el coro de pájaros —voces y silbidos de niños con
facilidad de imitación— ; después, el romance esceni
ficado, el teatrito de títeres manejado por ellos mis
mos, y Juan Ramón es tan familiar para ellos como
su inmortal Platero. Y entran y salen de la Biblio
teca del colegio, y cultivan su huerto escolar, y escu
driñan, gracias al microscopio que manejan con des
treza, los misterios de la célula vegetal. La coopera
tiva de la escuela está en sus manos y allí aplican
las matemáticas que están aprendiendo. La geografía
que estudian en equipo, con el jefe de grupo, los
lleva desde la teoría de la formación del planeta hasta
el problema de la distribución del hombre en el globo.
Y aprenden las canciones y los bailes como medios
expresivos de lejanos habitantes de otras tierras. El
horizonte mental y espiritual del niño se ha enri
quecido con los lazos que ata la solidaridad. El es
colar, consciente de su personalidad individual, co
Interpretación de "Las maravillosas aventuras de mienza a sentir que vive en sociedad y reconoce de
Tom”, por Armando Sarrabayrouse.
beres y reclama sus derechos. ¡Qué lejos de !a escuela
I
\
■^9
dogmática! Es que estamos ante el secreto de la
disciplina por autodeterminación.
Entre ese personal docente que aña tras año afina
su comprensión del ser a quien debe guiar, está una
artista singular: Leticia Cossettini. Su grado mues
tra a través de cuadernos, trabajos prácticos, y pre
paración de material para las "misiones culturales’’
que se realizan en la plaza del barrio, que la infor
mación es completa y los elementos instructivos riquisimos. >11 observador percibe la nota artística que
esta maestra ha descubierto en sus alumnos: allí es
tán las ilustraciones de los poemas, luego los poemas
teatralizados, las rondas de plasticidad admirable.
Asiste a la fiesta escolar de clausura de cursos v .>1
espectáculo supera cuanto conoce hasta entonces. . El
proceso realizado para lograr tal maravilla nos lo
revelará muy pronto el volumen que bajo el vítulo
de Teatro de niños* ha escrito Leticia Cossettini v
está en prensa, próximo a aparecer. Este hecho cobra
doble significación porque, hasta ahora, la escuela
primaria no había procurado ni logrado que las re
presentaciones teatrales tuvieran el sello de la crea
ción infantil. Los grabados que se reproducen y donde
los niños han fijado las escenas del último balletteatro que dirigió Leticia Cossettini, y las fotografías
de romances teatralizados, pueden dar idea de la sen
sibilidad depurada de esta maestra. Es la artista que
ha encontrado el secreto de que sus niños creen el
poema, mimen la danza, exalten en un coro sin aca
demismo alguno la rica gama de sus sentimientos.
En su libro recuerda la afirmación de Sprnnger en
Psicología de la edad juvenil: "El teatro ofrece so
bre la novela la ventaja de la representación sensible,
inmediata, de la acción comprimida en situaciones
patéticas. La significación del teatro para el desarro
llo espiritual reside en que da participación en for
mas de existencia que nunca entrarían realmente en
su esfera estrechamente limitada.” En ese despertar •!
de la vida —agrega la autora— que florece entre los j
doce y catorce años, los niños viven con las figuras.
de las novelas y los dramas como si fuesen reales ¡r
revelan preferencias por la poes a. Y para mostrar
cómo respeta la personalidad del niño y sólo insinúa
delicada sugestión, detalla la escena en que maestra
y discípulos dan forma a la teatralización de un poe
ma. Cierta alumna de sexto grado, de trece años,
escribe un día tres bellas poesías que titula: Lo*
a y ... de la Tierra, Los eh. . . de la Lunp, Los y...
del Mar. "Son para el teatro —aclara la niña—:
un poema es distinto del otro. Los e h ... de la lusa
me los inspiró mi gato danzando en la noche clara.
En cuanto Los y . . . del Mar es dulce. Lo escribí
después de mirar el cielo: arriba estaba sereno, pero
de pronto hacia abajo cruzó el relámpago el cielo.
Eso para mí fué como la tromba que barrió a las
sirenas. Los a y . .. de la Tierra lo escribí en un loto
momento y corrió el lápiz por el papel.” Señala Le
ticia que mientras la autora los lee, subraya extra
ñamente los ay, los he, y los y . .. de sus poemas. I
Esta repetición insistente no sólo les comunica ca- j
rácter esencial, los llena con su propia voz. "Yo dan
zaría mis poemas; escribiéndolos, las palabras dan
zaban.” Bajo la influencia de la libertad la belleza
surge. Irma opina que en Los a y ... de la Tierra hay
súplica y ternura. Es como la voz de la sombra.
Haydée cree ver en. Lo*- e h ... de la Luna un juego
de preguntas y respuestas lejanas como si fuesen su
biendo por secretas esferas. José María oye en Lo*
y . . . del Mar la furia agria de la# ondas. Un grupo
de ocho niñas entre los doce y catorce años va di
ciendo el poema. Los cuerpos encuentran el ritmo de
un pájaro herido para el primer poema. En los mo
vimientos voluntarios y libres está la expresión de
su tono emocional. Los eh. . . de la Lunaf preguntas
y respuestas advertidas por Haydée, sugieren el juego
del eco vibrante, distante, replegado en caracola —eí'
presa Leticia—. Los cuerpos musicalmente se distien
den en blandura que a veces parecen desintegrarse
Movimiento, gesto, expresividad toda del cuerpo; jamás
la pose estática que es la muerte del movimiento.
* Editorial Poscidón, Buenos Aires.
�i Qué ha hecho, pues, esta maga de los niños?:
ha utilizado los elementos del .juego —cantarcillos,
rondas— sublimándolos, embelleciéndolos poéticamen
te. Ha captado las improvisaciones, los poemas de
los niños —concebidos en ámbito de libertad, de sol
)'
gracia—, ha vivificado los romances —danzas,
coros, poesía oral— ; los cuentos, las leyendas pobla
das de ensueño o saturadas de comicidad, que ^ s
niños traducen en danza; las palabras, imágenes plás
ticas o sonidos, hilan su malla.
Leticia Cossettini ha sabido interpretar la afirma
ción de Dalcroze: "El gran mérito del educador r'S
saber sugerir.” Y ella, que ha vibrado al conjuro del
"ballet Jooss” piensa en sus niños y un buen día
surgen Los siete héroes. Cuenta de qué modo, al aire
libre, bajo los árboles, sobre la tierra y el césped en
las mañanas tibias, realizan movimientos básicos: an
dar, correr, saltar, girar. No son ejercicios arbitra
rios. Estos movimientos fundamentales de la loco
moción se van suavizando armónicamente, mientras
exploran todas sus variaciones posibles en dirección,
dimensión y tiempo. Páginas de sutil atisbo escribe
la autora de Teatro de niños, narrando cómo condujo
el grupo hasta que surgió la l’nea artística lograda
por el mismo niño, sin copia servil de ningún modelo:
ha bastado "señalar el tono cálido de una cabeza, de
una mano, de un pie, que ha encontrado su lenguaje
original. Estimularlos en la búsqueda de otras voces
y de otros ritmos; detenerlos en la curva de un mo
vimiento carente de espontaneidad, hacer que se ob
serven y ejerzan un sentido autocrítico y, sobre todas
las cosas, que cada cual sea él mismo en su capacidad
expresiva de traducir emociones y sensaciones”.
Pero la más reciente prueba de su talento la acaba
de dar Leticia Cossettini al escenificar Las maravi
llosas aventuras de Tom, inspirado en la obra de Mark
Twain, trazado sobre Petrouchka, de Stravinsky y El
flautista increíble, de Walter Pistón. Siete estam
pas: 1) Es la hora de la siesta. Tom sueña que pasará
una tarde deliciosa vagando por los campos... cuan
do tía Polly... 2) Becky cual aparición celestial ex
tasía a Tom ... cuando un forastero llega al pueblo.
3) Escalando la cerca. Plan genial de Tom para rendir
a sus adversarios. 4) Fiesta campestre. Risa, ale
gría y un buen susto al final. 5) Tom y Becky per
didos en las grutas. ¡Oh! ¡las sombras!. .. L'na extra
ña ave gris y azul. 6) En el pueblo buscan a los niños
perdidos. ¡Ah, Tom querido! —llora la tía Polly—.
¡El más bueno de los niños! . . . 7) El regreso triunfal
de Tom y . . . una nueva travesura. El pincel de los
niños que han presenciado el ballet-teatro traza ágil
mente las figuras y las escenas que encantaron sus
ojos. Queda el documento gráfico como otro medio
expresivo que esa escuela brinda al niño desde que
ingresa. Sin maestro de dibujo, todos garabatean y
borronean el papel de acuerdo con su intención y su
capacidad creadora. Nadie copia: la ilustración per
sigue, a veces, aclarar un concepto, un dato científico;
otras, hallar la imagen fugitiva que la fantasía del
niño aprisiona en un gesto lleno de color, movimiento,
gracia.
En el ballet-teatro aludido intervienen más de treinta
niños; de ellos sólo dos saben música, ninguno danza
ni arte escénico. Su autora considera que en esta
obra está el rezumo de toda la gracia y el júbilo lle
vados al plano de cántico a la alegría. Se ha dispuesto
que el espectáculo se haga sobre una tarima desnuda,
a la sombra de los árboles, sin telones, ni cortinajes.
Los trajes son de papel. Los niños actúan no nólo
sobre la tarima, sino en torno a ella. El niño, ¡siem
pre actor, y el público —de adultos y de niños— se
siente envuelto, casi partícipe de ese ámbito jubiloso
y esa dinámica plena de vida. Se estilizan los juegos
callejeros —bolitas, trompos, arco, rango, billarda—
que, nacidos acres en la calle, en planos escalonados
se embellecen. No se descuida el elemento psicoló
gico: el niño disputa, olvida, torna a jugar, torna a la
disputa y a la risa como un río cambiante que refleja
el arco iris de la vida. Todo ello —recuerda la auto
ra— sublimado por el artista que depura la forma
y el gesto sin que pierdan frescura: es el niño tal cual
y
Escenificación del poema "Adivina, adivina: ¿Cómo se llama esta f l o r ? . . . ”, original
de Ramón Peralta, de 14 años.
es. La fiesta campestre traduce una pastoral donde
los elementos seculares del folklore se aprovechan
sutilmente —juego de la mancha, las rondas, la ga
llina ciega, el martín pescador, la cinchada, el mantantirulirulá, el pelele— trenzados con armonía en
cambiantes figuras. Los niños están ahí ligados con
los espectadores por una especie de hálito poético.
A veces, el gesto no es suficiente y surge la palabra:
órdenes breves, en sordina. En la estampa en que ne
busca a los niños, la escena adquiere patetismo: la
bullanguera bandada se desplaza lenta, acongojada.
Surge, después del espectáculo, la convicción pro
funda: para llegar a esto es preciso ser Leticia Cos
settini. Evidentemente. No admitiremos que el arte
Interpretación de "Las maravillosas aventuras de
Tom”, por Enrique Furlani, de 12 años.
pueda nacer de otra manera que al conjuro de ese
taumaturgo que es el artista. No se nos ocurriría que
el conjunto de danzarines, o el coro polifónico o la
masa orquestal, fueran dirigidos por cualquiera. El ni
ño, además, es un puñado de misterios: tampoco cual
quiera puede ser educador. Por eso, ante esta maes
tra nos inclinamos reverentes para decirle: "Maestra
artista: guíe usted los pasos de los niños argentinos
y muestre a otras maestras artistas el camino luminoso
que usted ha recorrido. Bien es verdad que usted halló
el "clima” propicio en el ambiente de libertad en que
se desenvuelve la escuela Doctor Gabriel Carrasco.”
Y henos aquí, de nuevo, frente al problema eterno:
Sólo en la libertad hay creación.
Coreografía trazada sobre poemas,
de Beatriz Piestra, de 13 años, 69 grado.
�cabalgarais
¿QUIEN FUE
EL DODO?
on
hoy muy pocos los que han oído
hablar del dodo, y sin embargo hace
S
siglos, en fechas en que el mundo se
o
aireaba como consecuencia de los nuevos
mundos y las nuevas rutas descubiertos
por españoles y portugueses, este per
sonaje tuvo una rara popularidad como
la rareza de las rarezas, como el pájaro
bobo de moda. Esta criatura hizo su
aparición en las islas del Océano Indico,
Mauricio y otras, al irrumpir en ellas
los portugueses a comienzos del siglo
xvi. Estas islas eran una especie de
museo de antigüedades biológicas; no
era el dodo el único ser anacrónico que
allí moraba, pues también había tortu
gas colosales y más viejas que Matu
salén.
Pero el pobre dodo, el pobre doudo
o bobo, carecía de la coraza de los ga
lápagos y tenía en cambio ese candor
de los seres bienaventurados que nunca
han tenido que habérselas ebn el hombre
civilizado.
Esta ave eta pariente de las palomas,
pero de un tamaño mayor todavía que
el del pavo. Por añadidura no sabía ni
podía volar, de modo que los marinos
cansados de mascar galleta y carne sa
lada que abordaban las islas no podían
menos de considerar al dodo como un
presente celestial, una recompensa divina
a sus muchos sufrimientos globo abajo
hacia el Cabo das Tormentas de Barto
lomé Díaz y globo arriba otra vez hacia
el delirio de Ormuz, hacia las especias,
hacia el marfil, el oro y mil cosas más,
soñadas antes de partir de Lisboa o de
Sagres, don^e también rumiaba sueños
el fenicio Dn. Enrique.
Cosa parecida pasó con la gran alca
'de Terranova y los pescadores de ba
calao.
De Mauricio pasó el dodo a Lisboa y
a otras cortes europeas, donde se puso
de moda. En libros, abanicos, quitaso
les, álbumes, tapas de cajas de perfu
m es... aparec'a el dodo, mezcla de án
gel y payaso, con sus plumas rizadas,
cortas, sus ojos un tanto pasmados, su
pico ganchudo y descomunal.
Llegado un momento los portugueses
introdujeron el cerdo en la isla, cuando
ya los dodos habían quedado reducidos
a un número insignificante. ¡Adiós dodo!: el cerdo no perdonó a los huevos
ni a las crías, mientras la frivolidad
cortesana, tan aficionada a lo deforme
y a lo raro, seguía aun celebrando sus
gracias en abanicos y estampas.
Hoy sólo quedan del ave unos huesos
en la Smithsonian Institution y en otros
Tres figuras íntimamente relacionadas con la teoría de la evolución: Carlos Darxcin, Hugo de fríes (holandés) v
Hermán J. Muller (estadounidense)» El primero publicó su obra fundamental, El 0rigen de las hspecies, cn 1839,
después de unos veinte años de compulsa de los datos acumulados y de reiteradas recomendaciones de sabios amigo,
suyos, entre ellos Alfredo W alia ce y Carlos Lyell. De Vries descubrió las mutaciones a comienzos de siglo, esin.
diando la primavera Oenothera Lamarckiana, es decir: los repentinos cambios de los seres vivos por causas mal deter
minadas aún, pero sin duda de origen externo. Según él no es la evolución lenta, continua, la causa de la evolución,
sino estas mutaciones, estos saltos o discontinuidades de los caracteres hereditarios de los seres vivos. Muller acaba
de recibir el Premio Nobel por haber probado, hace cosa de dos décadas, que hajo la acción de los rayos X se acre
cienta el número de mutaciones en la mosca de la fruta. Esta comprobación, al igual que^ la de \ ries, vino a
confirmar en lo fundamental el proceso evolutivo enunciado por Darwin. Pero además abrió horizontes de incal
culable alcance a la biología, pues aunque Muller estima que casi todas las mutaciones son malas para el indi
viduo y para la especie que las experimentan, cabe la posibilidad de encauzar la evolución de las especies en la
dirección que el hombre estime más conveniente, en vez de hallarse como hasta hace poco, a merced del azar.
nos del esplendor de la Nueva Era que
se anunciaba con exultante júbilo— , la
Academia Real de Estocolmo otorgó el
premio Nobel a Otto Hahn.
Tras muchas dilaciones —el premio
ara el coleccionista de rarezas y pa
es
el correspondiente a 1944— el sabio
ra el que necesite corroborar que
así
honrado pudo comparecer al fin ante
los -tiempos cambian —no importa en
qué sentido, si.hacia atrás o hacia ade sus colegas suecos y recibir la medalla
lante, para mejor o para peor— no de acuñada al efeeto de manos de Su Ma
jará de tener interés la última ceremo jestad el Rey de Suecia. Pero a nin
nia de entrega de los premios Nobel de
guno de los concurrentes le pasó inad
Física, Química y Medicina. Esta cere vertida la presencia de una especie de
monia fué parecida a cualquier otra,
Eminencia Gris, una figura que nos
salvo el detalle que uno de los agracia otros nos imaginamos discretísima, le
dos con la alta recompensa, Otto Hahn,
vemente —muy levemente— irónica y
iba acompañado de un almirante inglés.
siempre al tanto, como marino avezado,
El sabio —Otto Hahn, no el almi de las más sutiles oscilaciones y evolu
rante— fué quien, con un grupo de co ciones del ambiente y de las más recón
laboradores, entre los que figuraban
ditas intenciones del químico teutón.
Strassman y Luisa Meitner, descubrió
Terminada la ceremonia nuestro gentque bajo la acción de los neutrones el
leinan
habrá estrechado de todo corazón
átomo de uranio se descompone en otros
la
mano
de su acompañado, mientras la
dos átomos de elementos muy alejados
concurrencia
aplaudía a éste más que a
del primitivo en la serie periódica de
los demás sabios presentes (según es
Mendelejeff. No se trataba ahora del
notorio), no por más sabio sino por el
simple desplazamiento de un lugar o dos
en dicha serie, como ocurre con los áto hecho de hallarse especialmente acom
mos desintegrados por procesos radiacti pañado.
vos, sino de algo nuevo en la historia
de la Física, como si dijéramos de la
TRIFISION 0 TRITURA
formación de dos trajes de niño de casi
igual tamaño con la tela del traje del
CION DEL ATOMO
papá. Por este descubrimiento, gracias
al cual los habitantes de Hiroshima y
l eminente físico francés F'rederic
Nagasaki pasaron en masa a mejor vida
Jolliot, esposo de Irene Curie, con
para hacer honor al nacimiento de la
la
cual
compartió el Premio Nobel de
Edad Atómica —fueron barridos de en
Química
en 1935 por el descubrimiento
medio según otros pareceres como indigde la radiactividad artificial o indu
cida, acaba de anunciar a la Sorbona la
tripartición del átomo de uranio. Como
museos (muy pocos), y algunos dibujos
es sabido, la bomba atómica, cuyo se
de sus días de gloria. Con el siglo xvn
creto
guarda celosamente Estados Uni
pasó el dodo a la historia, como el im
dos,
tiene
por fundamento la fisión o
perio portugués, como tantas glorias
bipartición del átomo del isótopo 235
m ás.. .
de dicho elemento por la acción de las
Gracias a los dibujos y a los huesos
partículas
denominadas neutrones. Los
el dodo fué reconstruido, a veces con
dos
átomos
resultantes de esta catástro
huesos falsos vendidos a buen precio
como verdaderos. Esta reproducción pro fe, de esta tempestad (no ya en un
vaso de agua, sino en el seno de un ente
cede del American Museum o f Natural
material que, con relación al vaso de
History.
UN PREM IO NOBEL
Prisionero de guerra
P
E
agua, es algo así como éste con reía- *
c-ión al sol que nos alumbra), son gene-j
raímente de yodo e iterbio, y la «km
de sus masas es menor en 0,1 % que Ui
masa del átomo primitivo. Esta fraeeiói ¡
de masa, tan pequeña, es la que se con- i
vierte en radiación, en energía, y la can- ¡
sante del desaguisado. ; Qué fracción i j
masa se convierte en radiación en k
trisección, trituración o trifisión —cok:
dice el parte de la agencia— del átono i
de uranio? O dicho de otro modo: ¡tú’»
sería la potencia destructiva de ra»
bomba atómica cuyos átomos de ura¿: I
experimentasen este cataclismo?... E
ideal de los estados mayores sería <¡k
del átomo primitivo no quedasen ni la
rabos en forma de materia o masa, qt>
la transformación de masa en radiada
fuese total, categórica como una fefemia cuartelaria. Pero el sabio francés
piensa de otra manera. Al anuncian!
descubrimiento a la docta Sorbona qui
so señalar al mundo un camino olvida
do ; el verdadero camino de la cicstii
y de la superación humana, que es é
de la publicidad de las conquistas logra
das, y no el secreteo con miras al poda
militar, político y, en fin de cuenta
económico, que tanto se les reprocho s
los sabios alemanes y que hoy emula
los países vencedores con arrogancia j»
más conocida. F. Jolliot hace honor s
la ciencia de su país y a la Ciencia «
mayúscula en este momento crítico. L1
conquistas del pensamiento no puedei
pertenecer más que a la humanidad, í
todos los pueblos, a todas las razas. As
lo enseñó ayer María Skladowsha, h
descubridora del radio y del polonio í
sobre todo espejo de almas, y así lo R
piten sus hijos hoy para ejemplo ^
mundo entero. — M. S. AInformación científica
(púgs. 6 y 7 ), a cargo de
JOSE OTERO ESPASA.ND1N.
�l
L
os años de guerra han supuesto un
los ojos de muchas personas las hor de la piel obró prodigios gracias a los
j período de paz para los cetáceos.
migas son los seres más belicosos, suculentos manjares del hormiguero. Ha
Con
excepción de una mina, de una (.ir
pertinaces y diabólicos. Y sin embargo
cia mediados de mayo este feliz persona
entre las hormigas, como entre las per je, a la sazón de un color rosa pálido, se ga de profundidad o de una bomba o
sonas, hay de todo, bueno y malo, y hasta
sujeta a una almohadilla de seda, que torpedo, nada ha perturbado su tranqmlo que ahora y aquí es malo puede ser
ella misma segrega, adherida al techo lidad. La humanidad estaba demasiado
comprometida en sus luchas intestinas
allá y antes o después bueno. El sim de la galería que le sirvió de morada
para
volver su atención a estos pacíficos
plismo y*el hablar por hab’ar, en cam durante el invierno, y se transforma en
moradores
de los mares. Y' no porque
bio, es siempre malo. Y para que nues crisálida en el plazo de una semana.
no
necesitase
sus grasas y demas pro
tros lectores juzguen las cosas por sí Pero no tarda en dejarse caer al suelo,
ductos,
más
importantes
que nunca para
mismos, vamos a mencionar un caso, un
donde permanece en apariencia inactiva,
alimentar
a
la
población
desnutrida,
ago
botón de muestra, tomado del espléndido
pero de hecho metamorfoseándose en atada,
v
para
fabricar
municiones
y
fer
libro Butterflies de que es autor E. B.
riposa.
tilizantes,
sino
simplemente
porque
no
Ford (Collins, London, 1945), si bien
Al cabo de unas semanas (tres para
se
podían
distraer
barcos
y
hombres,
y
el hecho fué estudiado por F. W. Froser más precisos), la criatura de alas
porque,
aunque
pudiera
distraerlos,
el
hawk y por E. R. Purefoy por prime azules inmaculadas sale de su copo de
seda y busca la puerta del hormiguero enemigo no iba a permitir así como asi
ra vez.
en pos de los temblorosos rayos de sol, que la captura transcurriese apacib.eLa mariposa azul (larga), Maculinea
,
de los destellos del rocío, de los perfu mente.
arion, pone sus huevos en los brotes del
Ahora las naciones preparan el des
tomillo silvestre en el mes de junio, y mes primaverales, de aquel sueño de
amor soñado tal vez en las sombrías quite. Son varias las expediciones pes
al cabo de unos diez días salen de ellos
galerías del hormiguero. Ya sobre un queras en camino hacia los mares an
las larvas con un hambre devoradora,
tárticos. Algunas van provistas de radar
tallo de tomillo o de otra planta —y no
que sacian a expensas de las flores del
y
de otros dispositivos de localización,
hasta
entonces,
para
facilitar
la
evasión
tomillo —a las que se asemejan de un
inventados
o perfeccionados durante la
modo sorprendente— y de sus semejan del hormiguero— la mariposa despliega
guerra.
De
este
modo el rendimiento será
la gloria de sus alas azules y se lanza
tes, las demás larvas que se descuiden,
mavor,
v
el
país
que cuente con mejor
a la aventura en busca del príncipe (o
sobre todo de las que se hallan en trance
equipo
saldrá
más
beneficiado, en igual
de mudar la piel para ensancharse. Co de la princesa) soñado.
dad
de
las
demás
circunstancias,
de esta
Sus hosteras (Myrmica sacabrinoides
mo el lector puede ver tampoco las ma
batida
en
escala
mundial
contra
estos
riposas, incluso las que, como ésta, tie o M. laevenoides) la verán partir, acaso
seres
indefensos,
gigantescos,
prodigio
nen alas que parecen de ángeles, son sin reconocerla ni saber que entre ella
todas angelitos. A la segunda muda de y la larva con que pueden toparse unas sos. Japón, Inglaterra, Noruega, Esta
dos Unidos, Rusia al parecer, ete., par
semanas más tarde pueda haber relación
la larva de esta mariposa aparece una
ticipan
en esta matanza. Los hombres
alguna
de
parentesco,
ni
siquiera
que
de
glándula en el séptimo segmento abdo
están
hambrientos
por su mala cabeza
las
atenciones
dispensadas
por
ellas
a
minal, el décimo a contar de la cabeza,
o
por
sus
peores
cabecillas,
y necesitan
las
tales
larvas
depende
por
entero
la
que segrega unas gotículas de un jugo
que para las hormigas debe ser una am vida de la mariposa de la especie Macu- grasas con urgencia; las tierras, muchas
de ellas humeantes de pólvora todavía,
linea arion. Pero así es la vida, ciega,
brosía, pues no bien topan con una larva
le prodigan todas las atenciones imagi fascinadora, loca, hermosa como los án con minas perdidas en su seno, necesi
tan brazos fuertes, necesitan abonos,
geles y . . . ni buena ni mala.
nables y en cuanto exuda una gotícula
buenas semillas, riegos, propicias HuO. E.
la lamen con los ojos en blanco, y ei
tarda demasiado en exudar otra, con las
patas delanteras y con las antenas, las
hormigas le dan golpecitos delicados y
persuasivos para inducirla a que lo ha
ga. Es de notar, en honor de las hor
migas, que la primera que encuentra la
presa puede beneficiarse del hallazgo a
sus anchas, pues aunque luego lleguen
otras al lugar, se mantienen a pruden
cial distancia, aunque para sus adentros
se relaman de envidia y no tengan fuer
UANDO la teoría de la evolución se paterna o por línea materna”. También
za de voluntad para alejarse.
hallaba en sus batallas iniciales y dejamos al cuidado del lector el imagi
Pero al cabo de una hora o más la
el ilustre Darwin se veía acosado por narse el regocijo con que la ingeniosa
larva as; cuidada por la hormiga sufre
toda laya de personajes ilustres, un interrogante episcopal fué acogida en
un cambio notable de apariencia: sus
segmentos torácicos empiezan a dilatar obispo inglés, cuyo nombre callamos, los medios hostiles a la nueva doctrina.
se, en tanto los abdominales permanecen preguntó al sabio con la piadosa inten Pero entonces, y acaso más que hoy,
invariables. Entonces la hormiga, como ción que el lector puede imaginar, "si había hombres de suficiente talla moral
si recibiese una orden, toma la larva en su descendencia del mono era por línea e intelectual para hacer frente a la befa
sus mandíbulas con sumo cuidado y em
prende la marcha hacia el hormiguero
con la preciosa carga. Llegada a él in
troduce a su protegida en una de las
cámaras subterráneas y le permite ali
mentarse a sus anchas de larvas tiernecitas de sus hermanas hormigas por un
período de unas seis semanas. Natural
mente, la larva de mariposa crece que
es un primor, se hace rechoncha y man
tecosa como una abadesa, y ya ahita se
dispone a dormir hasta la siguiente pri
mavera, mientras a su lado las obreras
hormigas atienden con su habitual soli
citud a las larvas de sus futuras her
manas.
En cuanto los efluvios primaverales
inundan el hormiguero, la mariposa se
despereza de su sueño profundo, largo,
feliz, y, ya despierta del todo, torna a
comer larvas de hormiga con el pleno
consentimiento de las autoridades del
hormiguero. Desde que abandonó las
flores olorosas del tomillo su piel se
dilató desde los 3,2 milímetros de largo
hasta las 14,8 milímetros. No hubo mu Joliot Curie durante su conferencia en ocasión del cincuentenario del descu
da, sin embargo, sino que la elasticidad
brimiento de la radiactividad.
UNA P U L LA E P ISC O P A L
Y LA E V O L U C IO N
C
cabalgata 1
GUERRA CONTRA LOS
CETACEOS
CURIOSA ASOCIACION ENTRE
HORMIGAS Y MARIPOSAS
A
;
vias y nieves y soles. En cambio el mar
brinda sus cosechas espontáneas al pri
mero que llega; nada pide en cambio
de su generosidad. He ahí el arenque,
el bacalao, el atún, la sardina, estas co
losales criaturas, algunas de 30 metros
de longitud, de más de cien toneladas
de peso, de cientos de barriles de aceite.
El mar no pone límites a la necesidad,
ni siquiera a la codicia humanas. Pero
no falta quien se los ponga. Estos ce
táceos han ido desapareciendo de un
mar tras otro ante el acoso humano. Con
la invención del arpón explosivo, con el
radar, con el avión explorador y con
muchas cosas más por el estilo, llegará
la fecha —y acaso no tarde— en que
también los mares antarticos se queden
despoblados de rorcuales, de ballenas
propiamente dichas, de cachalotes, del
fines... Y entonces los biólogos ento
narán elegías a estos colosales mamí
feros, los más grandes de cuantos existen o hayan existido. Y’ como siempre
unos condenarán la codicia humana v
otros la estupidez de las víctimas poV
no haber sabido adaptarse a las nuevas
condiciones de vida, por no haber inven
tado el radar y la bomba atómica tam
bién.
y para comprender que la grandeza del
Creador, sea cual fuere su definición,
en nada queda mermada por el hecho
de que las especies, por saltos súbitos
o lentos, grandes o chicos, se transfor
men en otras, y de ellas sobrevivan y
evolucionen a su vez las más aptas para
hacer frente a las condiciones de todo
orden que se les ofrezcan.
En nuestros días, nadie tiene valor
para rebatir la teoría de la evolución
en sí si exceptuamos algún que otro
padre de familia demasiado celoso de los
sacros principios de la institución que
lleva a cuestas. Pero los que están ne
gros con la evolución, y no porque la
pongan en duda, sino por todo lo con
trario, son los cultivadores de frutas de
California. Los endemoniados insectos
mueren a millones cuando por primera
vez se les administran ciertos insectici
das elaborados a costa de lentas y cos
tosas investigaciones y onerosos en la
manera de aplicarlos además; pero pa
sados unos pocos años insectos de las
mismas especies se niegan en creciente
número a sucumbir a la acción de los
mismos desinfectantes y, como si allí
no hubiera pasado nada, devoran las
hojas, los brotes, los zumos y demás ex
quisiteces de los naranjos, los limone
ros, las vides, etc., con ese apetito que
tan bien saben aguijonear las frescas
brisas del Pacífico. Creyeron los culti
vadores al comienzo que se trataba de
algún defecto en la preparación o en
la administración del insecticida, pero
los hombres de ciencia del Ministerio
de Agricultura y de las Universidades
les abrieron los ojos. "Los insectos —les
dijeron— evolucionan; entre ellos apa
recen líneas o estirpes inmunes a los
insecticidas bajo cuyos efectos morían
a millones sus inmediatos antepasados.
Hay que empezar de nuevo, si quere
mos salvar los frutales, si queremos ga
nar la batalla.” "Pero ¿no nos suce
derá otro tanto con los nuevos insectici
das que inventemos?” —preguntan los
agricultores. ""Naturalmente” —contes
tan los sabios. Y' entonces aquéllos, a
punto de desfallecer, no pueden con
tener un: "¡Así Dios confunda la evo
lución”. — Ing. Juan Valiñas.
�gata
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r.a. uralcza, aiagnostico y tratamiento de la úlcera gástrica. Nos dice
cuando y por qué deben hacerse las operaciones; nos presenta dietas
y nos dice ¡o que debe hacer un paciente para que el tratamiento
de su medico sea lo más eficaz posible.
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ellas es poco frecuente, pero grave, mientras que la otra es más
común pero solo ocasiona trastornos molestos. Este libro informativo
c sp ic a en lenguaje sencillo lo que se sabe de ambos trastornos, cómo
se distinguen, cuales son sus causas y qué puede hacer la medicina
moderna para aliviarlos. Se incluyen dictas especiales para usarlas
de acuerao con las instrucciones de su médico.
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DE LA VESÍCULA BILIAR
i Cómo funciona la vesícula biliar ? ¿Cómo se adquieren los cálculos
oí Iteres.' ¿Cuales son los síntomas más frecuentes? ¿Cómo diagnostica
el medico esta enferm edad? ¿Qué puede lograr el médico con su tratamiento.- Si le aconsejan ¡a operación y usted la rehúsa, ;qué le puede
suceder? ¿Pueden disolverse los cálculos3 E stas y muchas otras pre
guntas se contestan con términos sencillos en este libro ilustrado.
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% Prc9 ur*t&s tales como: ¿ A qué se debe la jaqueca f / Qué es lo que
provoca el ataque* ¿Cómo evitarlo? ; Ocurre algo anormal con el
tugado, todo lector de este volumen que sufra de jaqueca encontrará
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¿Cree usted que está enfermo del corazón? ¿Está usted preocupado ?
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son infundados, porque describe los síntomas erróneamente atribuidos a
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versas form as de tratamiento que él puede recomendarle en el caso que
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BUENOS AIRES v>8
conversación política corriente. Se dirá
que hubo un tiempo en que no tenía
sentido. Pero esto no es exacto: siempre
lo tuvo, hace medio siglo hubiese es
tado cargada de significaciones posibles.
Vayamos más lejos, forjemos incluso
alianzas de palabras contradictorias, co
mo "círculo cuadrado” o "dulce-amargo”
o "joven-viejo” o "alegría-triste”, en se
guida surge un sentido: tan pronto se
tratará de un ideal imposible como de
un matiz muy sutil de nuestros senti
mientos o de nuestros rostros. Y la mis
ma escritura automática, lejos de apun
tar a la destrucción del lenguaje, es
la afirmación optimista de que todo lo
que se dice tiene un sentido, hasta las
asociaciones debidas a la casualidad. Si
entráis una vez en el imperio de las
significaciones, nada podréis hacer para
salir.
Déjese que las palabras se organicen
en libertad, y formarán frases. Y’ cada
frase contiene el lenguaje entero y alu
de al mundo total. Hablar es estar en
situación en el mundo, y sobrepasar esta
situación por un proyecto particular.
Con sólo nombrarle esta mesa a mi ve
cino, la hago salir de la sombra y la ha
go existir en él; contribuyo por mi par
te a hacer existir en acto la sociedad hu
mana, porque la evoco en un hombre,
en nombre de las convenciones que admi
timos uno y otro, porque le muestro un
aspecto del mundo, porque echo las ba
ses de un acuerdo inicial entre nosotros.
El gravo error de los estilistas puros con
siste en creer que la palabra es un cé
firo que corre ligeramente sobre la su
perficie de las cosas, que las roza sin
alterarlas y que el hablante es un puro
testigo que resume por medio de una
palabra su contemplación inofensiva.
Hablar es actuar: toda cosa que se nom
bra deja de ser exactamente la misma
que era, ha perdido su inocencia. Si
nombráis la conducta de un individuo, se
la reveláis: se ve a sí mismo. Y como
se la nombráis al mismo tiempo a to
dos los demás, el que es objeto de esta
nominación se sabe visto v n el momento
en que se ve; su gesto furtivo, del que
se olvidaba al hacerlo, comienza a exis
tir enormemente, a existir para todos, se
integra en el espíritu objetivo, toma di
mensiones nuevas. ¿Después de esto, có
mo pretender que actúe de la misma ma
nera? O bien perseverará en su conducta
por obstinación y a sabiendas o bien
la abandonará. Así, al hablar, yo desvelo
la situación por medio de mi proyecto
de cambiarla; la alcanzo en pleno cora
zón, la traspaso y la fijo bajo mi mi
rada; ahora dispongo de ella, a cada
palabra que digo me "comprometo” un
poco más, puesto que la sobrepaso hacia
el porvenir. l)e ahí que el prosista sea
un hombre que escogió cierto medio de
acción que podr amos llamar la acción
por desvelamiento. Es, pues, legítimo
plantear esta cuestión de principio: ¿qué
aspecto del mundo quieres desvelar; qué
cambio quieres aportar al mundo por
medio de este desvelamiento? El escritor
"comprometido” sabe que la palabra es
acción: sabe que desvelar es cambiar v
que no puede desvelar sino proyectando v
cambiar. Abandonó el sueño imposible
e inmoral de hacer una ¿tintura impar
cial de la sociedad y de la coiulieión hu
mana. El hombre es el ser ante el cual
ningún ser puede conservar la imparcia
lidad, ni siquiera Dios. Porque si Dios
existiese, sería, como lo han visto ciertos
místicos, en situación (actitud) con res
pecto al hombre. Y es también el ser
que no puede siquiera ver una situación
•sin cambiarla, pues su mirada fija, des
truye, o esculpe o, como hace la eterni
dad, cambia el objeto mismo. El hombre
y el mundo se revelan en su verdad, por
el amor, el odio, la cólera, el miedo, ’a
alegría, la indignación, la admiración,
la esperanza, la desesperación. Sin duda,
el escritor comprometido puede serrnr*diocre, puede tener incluso conciencia
de serlo, pero como no se podría escri
bir sin el proyecto de tener éxito, la mo
destia con la que contempla su obra,
no debe apartarlo de obrar como si de
biera tener una gran resonancia. No dice
jamás: "¡Rah, apenas si tendré tres
mil lectores!”, sino, "¿qué sucedería si
todo el mundo leyese lo que escribo?”
Se recuerda la frase de Mosca ante ’a
berlina que llevaba* a Fabricio y Sanseverina: "Si la palabra Amor llega a
"surgir” entre ellos, estoy perdido.” Sabe
que no es el hombre quien nombra lo
que no ha sido aun nombrado o lo que
no se atreve a decir su nombre, sabe
que hace "surgir” la palabra de amor
y la palabra de odio y con ellos el amor
y el odio entre hombres que no se habían
pronunciado aún acerca de sus senti
mientos. Sabe que las palabras, como
dice Brice Parain, son "pistolas carga
das”. Si habla, tira. Puede callarse, pero
puesto que escogió tirar es preciso que
tire como hombre, apuntando a blancos
y no como los niños, al azar, cerrando
los ojos y por el placer de escuchar las
detonaciones. Todo esto no impide que
haya maneras de escribir. Xo se es es
critor por haber elegido la manera de
decir. Y’ el estilo, sin duda, hace valer
la prosa. Pero debe pasar inadvertido.
Puesto que las palabras son transpa
rentes y la mirada las atraviesa, sem
absurdo meter entre ellas cristales es
merilados. La belleza no es aquí sino
una fuerza dulce e insensible. En un
cuadro, estalla a primera vista: en un
libro, se oculta, actúa por persuasión
conto el encanto de una voz o de un
rostro; no constriñe, inclina sin darse
cuenta y se cree ceder a los argumentos j
cuando uno ha sido solicitado por un
encanto que no ve. La característica de ■
la misa no es la fe; lo que hace es dis
poner la armoira de las palabras; sube- ¡
lleza, el equilibrio de las frases, dispo
nen las pasiones del lector sin que él
se dé cuenta, las ordenan como la misa. :
como la música, como una danza. Si
las considera por ellas mismas, pierden
el sentido; no quedan sino balances :
aburridos. En la prosa, el placer estético
no es puro si no viene como complemen
to. Da vergüenza recordar ideas tan
sencillas, pero parece que hoy están ol
vidadas. Pero si no las decimos, procla
marán que meditamos el asesinato de ’a
literatura, o, más sencillamente, que el
"comprometerla” perjudica al arte de
escribir. Si la contaminación de cierta
¿irosa ¿>or la poesía no hubiese embro- ¡
(Continúa página 3:.)
�Q cabalgata
del músico más discutido de todos
los tiem pos!
Y SU OBRA
p o r P . W alter Jacob
Numerosa es la bibliografía que sobre el músico
alemán se ha escrito desde hace mucho tiempo.
Esta de P. Walter Jacob, sin embargo, las inclu
ye y las supera. Guiado por el profundo cono
cimiento del tema de que hace gala el autor, el
erudito y el aficionado podrán transitar cómoda
mente por los caminos tan poéticos unas veces y
tan sorprendentes otras, que constituyen la vida y
la obra de Ricardo Wagner. Encuadernado, con
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O s ir a r t c .
técnica del azulejo, que alcanzó en
Portugal notable desarrollo al punto
Ide fundar
en Brasil una tradición nobilí
a
«
BRUGHETTI
tórico: La suma de sabiduría en el hacor y la suma de perfecciones en el
soñar.
_j
Paulo Rossi Osir. Naturaleza Muerta.
IM»
Paulo Rossi Osir. Copacabana. Colección Benedict.
Paulo Rossi Osir.
María J. Pérez. Estudio.
sima en el transcurso de la época colo
nial. ha soltado un nuevo brote, brioso y
halagador, sostenido por la conducta ar
tística de Paulo Claudio Rossi Osir.
Inspirándose en el folklore de su país,
Rossi ha reunido junto a sí, desde 1940.
el esfuerzo de cuatro pintores: Volpi,
Zanini, Hilde Weber, María Wochnick.
El grupo osirartc, de San Paulo, que
incluye óleos y gouaches, llega ahora a
Buenos Aires y se instala en el "Salón
Peuser”.
Pista Exposición, nutrida de nume
rosos trabajos, coordina las lineas ge
nerales de una simpática aventura: la
de aplicar en el azulejo de técnica an
tigua —opina el crítico Sergio Milliet,
presentador de los brasileños—, el diseño
y el colorido modernos.
Pintor y arquitecto, Rossi Osir ha vi
vido por años en Italia. Los cinco óleos
que exhibe lo sindican en sus variacio
nes de calidad. "Canteras” (194(i), es
denso de color y "Paisaje de S. Vicen
te” luce sostenidos detalles (la casa rosa)
y masas de eolor (verdes). El "Retrato
del pintor Pettoruti” (1929), ha sido
logrado con un delicado sentido del di;
bujo y un color sobrio, y el retratado
visto de modo directo, hoprada y noble
mente. De enfoque original: "Naturaleza
muerta”. I'n tanto pintoresco y frío, el
"Paisaje de Río de Janeiro” ; su ejecu
ción cuidadosa evoca empero algún frag
mento del Aduanero. Usa el pintor paulistano técnicas distintas: interesante
sería valorarlo en un conjunto mayor.
Mario Zanini aloja en una serie de
paisajes sumarios sus vibraciones colorísticas. como en "Casas”, y una mate
ria densa en "Lavanderas” y "Tres mu
jeres”. Alfredo Volpi mueve su pintura
entre la construcción ingenua de "Pai
saje”. el acentuado expresionismo de "S.
Francisco” y la arcaica factura de "Cris
to en Cruz”.
Mas, i y los azulejos? De técnica per
fecta, sus colores claros nos hacen gozar
de una naturaleza brasileña (como leve
y multiplicada acuarela). Sólo que una
herida grave le infieren ql apego exce
sivo a lo pintoresco y el abandono de lo
estrictamente plástico; las combinacio
nes de color no son siempre ajustadas
y seleccionadas, y, en vez de los planos
cromáticos se recurre por momentos, har
to peligrosos, al claroscuro, lo cual obs
taculiza este tipo de experiencia. En
más de un azulejo gústese empero unos
dulces trazos, una noble intención en el
decorado, un aire de claridad en cuyo
desarrollo Osirarte ha de cultivar con
más ahondamiento en su bien ganada
artesanía. Porque, evidentemente, la téc
nica es la base manual pero el arte es
la suma de las posibilidades humanas y
estéticas en el gozo del buen decir pic
Etapas.
Cecilia Marcovich.
palabras de Cézannc: "Una inteli_j gene ¡a que organiza poderosamente
es la colaboradora más preciosa de la sen
sibilidad para la realización de una obra
de arte”, presiden la presencia del "Ta
ller Escuela de Artes Plásticas”, diri
gido por la escultora Cecilia Marcovich
artista afinada y culta.
En tres etapas de estudio los discípu
los parten de la realidad para transponer
a ésta de manera plástica y hallar el
dominio de una técnica viable para la
expresión artística.
En el origen de estos estudios vive
la enseñanza cubista: los estudiantes te
ciñen a una disciplina que se acerca y
se parece, desde luego, entre sí, en el
cuidado de la forma; en esta saliente
principal, aclaran las pinturas del "Ta
ller” un evidente aire de familia.
La variedad deriva del temperamento
de cada cual: su sentido individual del
color, de los matices, bajo el idéntico
árbol del planteo plástico riguroso. La
formación del pintor se cumple así agudamente en función de realidades obje
tivas, interviniendo factores intelectua
les y humanos.
Quedamos a la espera de la figura
ideal capaz de elevar este sencillo ins
trumental a la categoría de arte: Nues
tra meta.
I
as
NOTICIAS
DE EXPOSICIONES
La VI Exposición de los trabajos
efectuados en el corriente año, presentó
la Dirección de la Escuela Nacional de
Cerámica. Invariablemente diversa y ri
ca de expresiones, la muestra se realizó
en la Galería Müller.
Jeanne Gil-Marchex, expuso un con
junto de finos óleos con motivos flo
rales, alguna figura y paisajes, que re
afirman una vez más las calidades de
esta pintora francesa que de años reside
en Buenos Aires. (Witcomb.)
El arte es ante todo y después de
todo —ha sido dicho— regional. Así
debieran entenderlo los pintores, escul
tores y grabadores, que, en forma muy
considerable exponen actualmente sus
obras en salones colectivos de la pro
vincia de Buenos Aires: La Plata y
Tandil.
Enrique Fernández Chelo, exhibe un
cuidado número de grabados —agua
fuertes, xilografías, litografías, mono
copias, dibujos e ilustraciones— en
Grillo”. Ellos prueban sus depuradai
frecuentaciones en el uso del blanco y
negro.
�© cabalgata
EL ARTE EN LONDRES
p o r
ERIC
NEWTON
(Exclusivo para Cabalgata.)
Julieta V. (le Teneoni. E'tudio.
Ella I. Rubio. E lu d ió .
que la pausa estival lia tocado
.a su fin y las galerías de arte están
empezando a reasumir sus exposiciones
individuales, o sea, de obras de un solo
artista, la crítica debe ser selectiva. Hay
demasiadas exposiciones en Londres, en
la actualidad, como para ser descritas
en un breve artículo. Por eso, antes de
referirnos a todas ellas, he decidido
escoger cuatro de las más interesantes.
hora
A
En la Adams Gallerv, Vera Cunningham está exhibiendo pinturas de tres
clases: paisajes, desnudos y retratos. La
señorita Cunningham ha sido una pro
minente expositora en las exhibiciones
anuales de grupo realizadas en Londres
durante muchos años; pero aquí tene
mos la oportunidad de juzgar su tra
bajo en conjunto, y esto es particular
mente oportuno ya que esta artista ha
estado, evidentemente, cambiando e in
tensificando su visión durante el año o
los dos años pasados. Sus paisajes mon
tañosos son pequeños, pero en ellos ha
acumulado mucho de observación y de
comprensión de la naturaleza. Estos pai
sajes no son, de ninguna manera, topo
gráficos. Lagos de aguas arremolinadas,
agitadas, aprisionadas por fieras y po
derosas formaciones de roca, constituyen
su tema principal, y en él ha tratado de
expresar la eterna lucha entre los dos
elementos. El resultado es una serie de
cuadros que son cósmicos, como lo era
Turner, antes que específicos, como lo
fué Constable.
Sus desnudos reflejan el mismo es
píritu. No son estudios de anatomía hu
mana, sino ensayos de la construcción
de formas voluminosas, en las que la
figura humana es usada únicamente co
mo punto de partida. Ellos tienen un
impresionante peso y grandeza. Lo mis
mo se aplica a sus retratos. Estos to
man, nuevamente, al modelo más como
punto de partida que como tal; pero,
contrariamente a lo que ocurre con los
desnudos, la artista aquí ha destacado
el carácter antes que la forma. Estos
son cuadros "dif'ciles”. Son furiosamen
te individuales. No pertenecen a ningu
na escuela. No tienen encanto superfi
cial; pero son serios e importantes.
En la Leger Gallerv, las acuarelas del
Rowland Suddaby, de esa parte de In
glaterra conocida como East Anglia, son
más fáciles de mirar y de entender.
Suddaby pertenecía a la escuela de Cons
table. Es un brillante éxponente de la
'dase de pintura que pueda captar el
"aspecto” de las cosas, pero aunque se
ocupa de reflejar la superficie de las
cosas, él no es superficial de ningún
modo. Ha sabido sugerir, como lo supo
Constable, los cielos tormentosos, el sen
tido de una lluvia inminente o de una
que termina, el movedizo follaje, los
repentinos fulgores de luz en un prado
distante o en la torre de una iglesia, el
tiempo caprichoso de la campiña baja
de Suffolk y Essex. Donde falla en la
comparación con Constable, es en su in
capacidad para organizar sus cuadros
en torno a un solo punto focal. En con
secuencia sus acuarelas son inquietas.
Contienen demasiado movimiento, dema
siadas luces resplandecientes, demasia
dos detalles interesantes. A pesar de to
do su brillo, les falta unidad.
En la Mathiesen Gallery hay una gran
exposición recordatoria de la obra de
Gwen John, quien murió en 1939. Fué
hermana de Augustus John, pero sus
virtudes como pintora son casi opuestas
a las de él. Su arte es la apoteosis de
la quietud y la sujeción. La mayor par
te de la vida de esta pintora transcurrió
en Francia, y vendió sus cuadros rara
mente y de mala gana, siendo su repu
tación en Inglaterra mucho menor de lo
que merece ser.
La actual exposición de más de dos
cientas pinturas y diseños es una reve
lación para quienes pueden disfrutar de
la media luz y de los medios tonos. Su
campo de acción es estrecho. En reali
dad resultaría difícil pensar en un ar
tista más limitado en su visión, en sus
argumentos y en su manera de encarar
los. Las tres cuartas partes de sus pin
turas terminadas representan a una
figura sencilla, sentada, una tímida, pa
ciente muchacha delgada, en un ambiente
que no tiene nada de particular, sin
expresión facial especial, como no sea
la de resignación. Su colorido es 6ereno,
su contraste de tonos más sereno aún,
su manejo de la pintura confiado; pero
no tiene audacia ni brillo. La menor
sugestión de bravura debió haberle re
sultado repugnante.
Nada podría ser menos promisorio, y
sin embargo cada una de estas pequeñas
y modestas telas está llena de vida. Y
aun cuando el tema y el espíritu que
lo anima están repetidos una y otra
vez, nunca llegan a hacerse cansadores,
porque la autora sentíase fascinada por
ellos. Cada estudio parece un esfuerzo
nuevo y concentrado por penetrar el se
creto de le enigmática y pequeña mo
delo.
Finalmente, hay una exposición en la
Tate Gallery, la Galería Nacional de
Arte Moderno de Gran Bretaña, de
cuadros adquiridos, durante los últimos
treinta años, por la Sociedad de Arte
Contemporáneo de Gran Bretaña. Estos
han sido donados por la misma a varias
colecciones públicas de toda Inglaterra,
y ahora son reunidos a fin de dar al
público de Londres una idea de la ex
celente obra .realizada por la Sociedad
desde su fundación.
La Sociedad de Arte Contemporáneo
debe ser objeto de algunas explicacio
nes. Es una institución típicamente in
glesa, ya que es característico de Ingla
terra el que el entusiasmo particular de
unos pocos hombres hiciese la obra des
cuidada por el gobierno. Sin embargo,
en el pasado el gobierno de Gran Bre
taña ha proporcionado fondos generosos
para la compra de Antiguos Maestros
y para el mantenimiento de la National
Gallery. Hacia la Tate Gallery, el Mu
seo Nacional de Arte Moderno, ha sido
menos generoso. En efecto, antes de la
pasada guerra mundial no hubo fondos
públicos a disposición para la adquisi
ción de modernas pinturas británicas
Vanessa Bell.
Florero.
para la nación. Las galerías de arte de
las provincias estaban financieramente
en situación mejor, pero a menudo re
sultaban insuficientemente animosas co
mo para sostener o apoyar a los más
experimentales de los artistas creadores
británicos. En tales circunstancias, na
ció la Sociedad de Arte Contemporáneo
para el doble propósito de apoyar a
artistas que de otro modo podían que
dar sin estímulo por el descuido, o de
obsequiar a las galerías de arte con cua
dros que las mismas habrían sido dema
siado tímidas o muy pobres para adqui
rirlos.
Este métedo de adquisición es inte
resante en sí mismo. La comisión de la
Sociedad consiste de un cuerpo de co
nocedores, uno de los cuales es nombrado
todos los años para elegir cuadros y com
prarlos. Así el gusto personal de cada
miembro tiene oportunidad de manifes
tarse, y la tímida política de compro
miso que depende de la decisión de una
comisión es evitada.
La política en el arte está plenamente
justificada por esta exposición, que con
siste no sólo de pinturas y dibujos, mas
también de esculturas, alfarer'a y libros.
Y, como sucede con tanta frecuencia,
el gobierno británico, estimulado ante
el espectáculo de unos ciudadanos, ha
decidido ser un poco más generoso en
su actitud con respecto al arte moderno.
No por eso la Sociedad de Arte Con
temporáneo es hoy menos útil y nece
saria de lo que fué en el pasado; se
espera que esta exposición tendrá por
resultado el efecto de duplicar el nú
mero de sus miembros. Porque hoy el
objeto de las actividades de la Sociedad
no consiste tanto en proporcionar dinero
para la adquisición de obras de arte,
como en establecer un nivel animoso e
iluminado de gusto artístico, y en esti
mular a lo mejor de la joven generación
de artistas mediante su protección.
Gtcen John. Dibujo.
�cabalgata
i conocimiento de Buenos Aires se
extiende a las horas del día y de
la noche. Por extraño que parezca no
le sucede lo mismo a todo el mundo. F.u
Buenos Aires hasta los niños suelen tras
nochar, pero salir de noche no es lo mis
mo que haber vivido la noche. El que
sale de noche lleva un propósito deter
minado; va en busca de entretenimiento
y lo ocupa la diversión. Utiliza las horas
de la noche. No pasa por ella como a
través de la vida; no la afronta como
afrontamos cada d ía; no se ha encon
trado en ella, viviendo en ella, sensible
a cuanto rueda en su seno. No ha
visto la ciudad bajo la acción de la
noche.
Como el transeúnte que va a sus ta
reas se mueve dentro de una ciudad que
da por sabida. Llegado el caso podrá
darnos noticias del episodio que lo tuvo
por testigo, del encuentro fortuito, del
accidente; pero de la ciudad misma es
probable que no tenga nada que decir
nos. Estoy seguro de que sorprendería
M
mos a muchos vecinos de Buenos Aires
mostrándoles detalles de los sitios por
donde pasan todos los d as que hasta
ahora no han visto, aspectos en los que
nunca han reparado. Para muchos la
ciudad es tan sólo un obstáculo que ven
cer, un lugar donde se congestiona el
tránsito donde el tranvía tarda en lle
gar, donde el colectivo viene repleto,
donde no se sabe cómo estacionar el co
che; masa de edificación compacta sobre
la linea rígida de calles con poco es
pacio.
Siento tener que decir que estos ve
cinos tienen de la ciudad un concepto
rudimentario. Para ellos la ciudad sigue
siendo lo que fueron en su origen las
poblaciones urbanas: mercados, sitios de
concentración del tránsito de una zona,
lugares donde vender y comprar y di
rimir pleitos: lonja y agora. Los pri
meros vecinos de las primitivas ciudades
modernas fueron mercaderes, artesanos
y leguleyos. Se necesitó tiempo y com
pulsión para que vinieran a vivir en
Si me pidieran una definición de esta
ellas gentes que no tenían nada concreto
que hacer. A estos ociosos, amigos de ciudad en que he pasado mi vida me
pondrían en un grave aprieto. Siempre
la buena sociedad, les debemos en gran
habrá algo en mal que decir de ella, pero
parte la creación de la ciudad de hoy:
sitio de mercar, de trasegar, de traji siempre tendremos que reconocerle una
generosidad que nos obliga a perdonarle
nar, pero, también, sitio de residencia
sus defectos.
del hombre. La ciudad no es una masa
estática de casas y una masa móvil de
Ardua y generosa, Buenos Aires es
transeúntes y vehículos. Es un organis una ciudad imprevisible en virtud de si
mo vivo, sensible a la acción del tiempo
acción multitudinaria, de sus germina- *
y del espíritu, sensible a las alternativas
ciones repentinas y de su clima torna
del día y de la noche.
dizo. Ya podemos quejarnos del clima
A la ciudad nunca hay que darla por
de Buenos Aires. ¡Qué otra ciudad nos
sabida. A una ciudad nunca se concluye reserva un registro tan abundante de
de conocerla. Yo que he vivido la mía
luces, desde los d'as con transparencias
durante las horas del día y de la noche,
de cristal y brisas de sal marina, hasta
que la he visto crecer, que la he andado
las masas convulsionadas de tonos par
y la he visto desde mil metros de al dos de sus tormentas intempestivas; des
tura y desde cien ángulos distintos, que de la gama de azules mediterráneos, has
la he recorrido en consulta con jueces
ta los grises que nos trae de Par's o de
forasteros, puedo asegurar que siempre Londres? Ciudad de clima de altura y
queda algo por descubrir en ella. En de tierras bajas, por el privilegio de
trar a Buenos Aires por el camino de sus luces por momentos parece transpor
tada, soliviantada y mantenida en sus
regreso de una vacación o de un viaje
largo reserva siempre alguna sorpresa. penso en alguna vaga región del mundo.
CONOCIMIENTO de BUENOS AIRES
po r
JULIO
R IN A L D IN I
(fr***
para Cabalgata.)
Fotografías de GRETE STERN
�En el cielo de Buenos Aires el que quie
ra darse el trabajo puede revisar la su
ma de los cielos en que proyectaron sus
imágenes los primitivos maestros italia
nos, los venecianos, los flamencos, los
holandeses, El Greco en su vista de To
ledo y los impresionistas franceses. En
la atmósfera de Buenos Aires el que
esté atento puede mecer sin dificultad
su nostalgia de otros paisajes.
Buenos Aires es una ciudad de toda3
las horas. Es una ciudad en rotación de
vida. Para conocerla hay que dejarse
tomar por su acción vital. Hay que verla pasar por todos sus momentos, estar
en ella y verla definirse en el tránsito
de sus días. Más que su aspecto físico
la define su respiración conjunta. Más
que su masa, su movimiento. Su fiso
nomía cambia según el ángulo en que
nos situemos, según el estado de ánimo
a que nos provoca y según la hora que
nos deja libre para verla. La cara que
le ofrece al peatón con los ojos puestos
a la altura de su nariz es muy distinta
de la que presenta al que tiene la cu
riosidad de verla extenderse y hormi
guear desde otras alturas. Su fisonomía
cambia para el trasnochador y para el
que le sale al encuentro de madrugada.
Yer amanecer no es lo mismo que salir
de madrugada. El que sale de madru
gada ve a la ciudad iluminada por las
primeras luces el día; el que amanece
trasnochado la ve surgir de las últimas
sombras de la noche: aparición gradual
de formas desiguales que se van desnu
dando lentamente de la cabeza a los
pies, masas todavía inertes, herméticas,
de donde la vida saldrá a volcarse den
tro de un momento por las calles húme
das. En esos instantes se abren lentos
los espacios por donde correrá la acción
del día nuevo. Poco a poco la ciudad se
entrega otra vez a su gente. En el corto
intervalo se alija para un nuevo es
pectáculo. Se apronta para las horas
del gran despliegue. La urbe abre sus
tentáculos jóvenes y se deja inundar
a grandes tragos por sus fuerzas ac
tivas.
Pero todavía quedará en ella lugar
para el transeúnte que quiera verla.
Siempre hay que detenerse a verla. Si
dejamos pasar por alto el día de hoy
quizás se nos escape un rasgo que ne
cesitamos para completar su fisonom'a.
Buenos Aires no está únicamente en la
novedad de lo que va poniendo y qui
tando en su dimensión elástica la indus
tria de sus habitantes; también está en
lo que van dando la fermentación de
su naturaleza joven y su pulsación de
ciudad grande. Hay que verla siempre y
estar en todo. Viéndola, manteniéndola
bajo nuestra vigilancia, la vamos crean
do. Como toda ciudad, también es crea
ción del espíritu del hombre. Si la de
jamos estar, si no la vemos vivir, si no
controlamos el ritmo de su acción simul
tánea, su atmósfera se apaga, sus casas
emergen del suelo reseco como cosas
marchitas y la ciudad regresa insensi
blemente a su estado primitivo de lonja,
de plaza de mercaderes, de sitio donde
comprar y vender, de traficantes, de tra
jinantes y leguleyos.
�aba
ita ©
CUENTO POLICIAL
EL JARRON ROBADO
THOMAS ALLSTON COLE
E despertó el timbre del teléfono:
—Soy yo, D urand... Asher Durand. Vístete en cinco minutos y aga
rra lo más indispensable que salimos
para Minerva inmediatamente. Pasaré
a recogerte con el coche. Te vas a di
vertir.
No pude contestarle porque cortó in
mediatamente. La esfera luminosa del
despertador señalaba las 4.35 de la ma
ñana. ¿Son horas éstas de despertar a
la gente?. . .
Ahora era él en persona quien me
zarandeaba sin contemplaciones:
— Vamos de prisa! ¿No te dije que
estaría aquí en cinco minutos?
Protesté indignado:
—Pero yo no le dije que iría con us
ted.
Me miró asombrado:
—¿Qué no quieres venir conmigo? ¡Es
tás loco! ¡Con lo que te vas a divertir!
Me tuteaba como a todo el mundo.
Era imposible resistirse a semejante
fuerza de la naturaleza:
—Pero, por lo menos, me dirá qué ha
pasado.
—Ya hablaremos en el coche. Tene
mos que estar en Minerva lo antes po
sible.
Mientras me lavaba un poco Ja cara
le pregunté:
—Minerva ¿dónde está eso?
—Aquí cerca. .. En cuatro o cinco
horas estaremos allí. ¿ Has oído hab’ar
de Albert Bierstadt?
—No. ¿Y usted ha oído hablar de
Bing Crosby?
— ¡Claro! ¿Por qué me lo preguntas?
—Porque peguntarme a mí si he
o'do hablar de Bierstadt es algo por el
estilo. ¿No sabe que yo fui quien le or
ganicé la colección?
—Por eso he venido a buscarte. Creo
que ha pasado algo allá abajo.
—¿ Muerte?
—No, nada trágico. Un robo o cosa
así. ¿Recuerdas algún bibelot o algo así
muy raro? Parece que se lo han robado.
—¿Un bibelot?
—Sí algo así. ¡Vámonos! ¡Creo que
es algo carísimo!
*
Ya en la calle me empujó dentro del
coche y partió como una flecha perse
guido por las sirenas de los guardias y
las sirenas de las motocicletas destina
das a multar a los contraventores por ex
ceso de velocidad.
—Me encanta correrles. ¿Ves? Llegan
hasta cerquita y cuando ya nos van a
echar mano ven la matrícula policial y
se retiran con la sirena entre las piernas.
Era verdad: como por encanto cesaba
la persecución hasta que nos encontrá
bamos con otro motorista con el que
volvía a repetirse la escena.
—¿No es divertido?... Pues como
te iba diciendo. Le han robado una co
sa rarísima, algo único, y como al pa
sarme el informe te mencionaban, no
pude menos de recogerte de pasada.
—¿Me mencionaban a m í?...
—Sí; sácame un papel que tengo en
el bolsillo izquierdo y léelo: ahí viene
todo lo que me dijeron por teléfono.
Tomé el papel —una hoja de bloc
garrapateada con letra apresurada aun
que bastante legible—. Era indudable
mente de la mano del propio Asher:
—Si ves bien, léelo, por favor en
voz alta: así me enteraré yo también
mejor. ..
Lo que leí me hizo lanzar una car
cajada.
—¿De qué te ríes?
—¿Pero usted ha leído esto? ¡Fíje
se! : "Hoy, cuando a las once de esta
mañana se iba a proceder al traslado
de la última pieza de la colección Bier
stadt desde su depósito provisional al
nuevo edificio donado, por él filántro
po a ha Municipalidad de Minerva para
Museo local, destinado a albergarla, so
advirtió que algún hábil ratero la había
sustraído durante la noche. Trátase del
famoso jarrón de porcelana de Sévres,
conocido como "Jarrón Murat”, regalo
de bodas del Emperador Napoleón 1"
al entonces Rey de Nápoles, considera
do como pieza única en el mundo y la
más valiosa en su género. No hay el
menor indicio de los sustractores y tan
to las puertas como las ventanas del
edificio hallábanse cerradas sin la me
nor señal de violencia. Le esperamos:
traiga con usted a su amigo Innes, el
conocido perito en asuntos artísticos y
asesor que fué del difunto donante Al
bert Bierstadt.”
Cuando terminé la lectura no pude
menos de lanzar otra carcajada impre
sionante.
— ¡Pero Asher! ¿Qué paparrucha es
ésta ?
—¡Cómo paparrucha! ¿No es acaso
algo valiosísimo?
— ¡Hombre, eso s í ! ... ¡Como valor
—su precio actual se entiende—, valdrá
unos 250.000 ó 275.000 dólares!
Asher lanzó un silbido y apretó el
acelerador:
— ¡Un cuarto de millón! ¿Era eso lo
que te causó risa?
—Lo que me ha hecho reír es lo de
que "un hábil ratero lo sustrajo durante
la noche” . . . ¡Como no haya sido en
combinación con la "American Crane and
Freighter Limited” ! . . . ¡Y" sin dejar
huellas!... ¡Un bibelot de cerca de
2.000 kilos! . . .
Asher frenó en seco:
i—¡Dos toneladas!... ¿Es que me
quiere tomar el pelo?
Aquel cambio de! tú al usted me hizo
gracia: era seguro que había consegui
do impresionarle:
—Sí, Asher, dos toneladas poco más
o menos. ¿Usted no se figura lo que
pesa un jarrón de porcelana de 3,30 m.
de alto y de 1,20 de base y copa. Pre
gúnteselo a los de la "American Crane
and Freighter Limited” que fueron quie
nes lo llevaron, con un seguro de cerca
de 300.000 dólares...
— ¡Tres metros treinta por uno vein
te, dos mil kilos y 250.000 dólares! ¡Y
yo que creí que era un bibelot de esos
prehistóricos tan feos y que valen tan
to! ¿Y cómo se han podido llevar eso?
—Eso mismo es lo que me pregunto
yo hace media hora. Mire, Asher, ¿por
qué no llama por teléfono desde la pri
mera estación de Policía para que nos
adelanten detalles y así llegaremos con
una cierta composición de lugar?
—Es que no sé dónde estamos... ¿La
próxima estación debe caer por...?
—No lo piense más. Deje que le de
tenga este m otorista... Así...-.¿Ve
qué fácil? Buenos días, agente.
Cuando iba a empezar, Asher le cor
tó en seco:
— ¡Vamos, agente!... ¿No me co
noce? Soy el Inspector Asher de la Ofi
cina Central... ¡Llévenos rápido a su
estación!. ..
Precedidos por la sirena del moto
rista llegamos en unos momentos a la
estación policial. A los diez minutos
estábamos hablando con el sheriff de
Minerva. La conversación que mantuvo
Asher y que yo oí por un auricular su
pletorio fué así:
"—¿Es el sheriff? Buenas tardes.
Le habla Asher, Durand Asher, del De
partamento Central de Investigacio
n e s... Sr, de la Policía Federal...
¿Que qué quiero?... Le hablo por el
asunto del jarrón le la Colección Bier
sta d t... ¿Que se lo llevaron?... ¡Pues
por eso pregunto!... ¿Que no sabe
dónde e s tá ? ...”
Me era imposible tenerme de risa v
Asher, mientras, furiosísimo sudaba la
gota gorda.
"—Mire, sh eriff... Queríamos decirle
que si podría decirnos algo... Algo
m ás... ¿Que nadie sabe nada?... Pues
precisamente vamos nosotros ahí para
eso ... Para averiguar lo que sea posi
b le ... ¿Que ya hablaremos cuando lle
guemos?... ¡No, n o !... ¡Sheriff, un
momento!. .. ¿No hay indicio algunoL.
¿Las puertas cerradas y las ventanas sirr
señal de violencia?...”
—Pregúntele si dentro del edificio
donde estaba el jarrón había algo de
particular —le apunté en voz baja.
"— ¡O ig a!... ¡O iga!... Mire, she
r i f f ... ¿Me oye?... Dentro del edificio
¿había algo de particular?... ¿El ja
rrón ?. . .
¿Nada más que el jarrón?...”
—Pregunte si tiene ferrocarril o mu
cho tránsito de camiones.
"—Oiga, oiga, por favor!... ¡Tiene»
ferrocarril?... ¡Bueno, no se ofenda!
�•Ha cortado! . . . Buena la hiciste con tu
preguntita ... ¡Se ofendió! .. .
—•Qué le contestó?. . .
—Que tienen el ramal más antiguo
del estado, con parada todos los viernes
v lunes, y cinco camiones de carga.
—¿A qué estamos hoy?
—Domingo, no sé cuántos de febre
ro ...
—Está bien... ¿Nos vamos?
Asher estaba fuera de sí:
—Le hubiera aplastado el cráneo...
¡Nada hay que me ataque tanto los ner
vios como tener que tratar con policías
de segunda!. . .
—¿Usted de qué clase es?...
—¿Yo? ¡De primerísima extra!... Pe
ro ¿qué le pasa que está tan bromis
ta ? ... ¿Averiguó algo?...
—¿Cree que soy brujo?... No, no,
A sher... Puede seguir tuteándome...
Todavía no he averiguado nada... Si es
que hay algo que averiguar...
—Mire usted... O m ira... ¡O demo
n io s!... Estas cosas así de misteriosas
nunca me han gustado. Jamás se puede
sacar nada de ellas. Si salen, era natu
ral que salieran y si no salen, hay cuento
para ra to ... ¡Cuando le dije que nos
íbamos a divertir!. ..
—Yo me estoy divirtiendo muchísi
mo. ..
_¡Claro!... ¡Como a usted ni le va
ui le viene!... ¡También me divertiría
yo si fuera de tu rista !...
—Oiga, A sher... Yo no le pedí, me
parece, que me despertara a las tres y
media de la madrugada para pasarme
medio día en automóvil por carreteras
de tierra... ¡Que no crea que no sé
dónde está M inerva!... ¡Lo que pasa
es que cuando usted me sacó de la ca
ma estaba todavía medio dormido y no
podía reflexionar!... Así, que si quiere
me quedo en el próximo pueblo y santas
pascuas. . .
—Usted viene conmigo a requeri
miento de la justicia que pidió la com
parecencia de George Innes...
—¿En calidad de detenido?...
—¡En calidad de demonios!... ¡Por
favor no me ataque más los nervios! . ..
¡Ríase allí todo lo que tenga que reír
s e !...
—Bueno, pensaré...
En lo que duró el resto del viaje
—cosa de cinco horas largas—, apenas
si crueé la palabra con Asher. Inicié
mi silencio por broma, pero luego lo se
guí ocupando mi pensamiento en la ex
traña "habilidad de aquellos rateros”
capaces de robar un jarrón de aquel vo
lumen y peso sin dejar huellas de su
paso. Recordé perfectamente la roton
da del museo —depósito mejor dicho—,
donde por cerca de un lustro se ofreció
a las embobadas miradas de los inge
nuos minervinos la estupenda pieza de
alfarería y cerámica, regalo de un te
niente que llegó a emperador a un mo
zo de muías que llegó a rey. Recordé
el trabajo que había costado colocarlo
sobre su pedestal y no veía posibilidad
de realizar todo aquel trabajo en el tér
mino de una jornada. Por más que pen
saba y más vueltas que le daba no le
veía la cola a aquel g a to ... ¿Lo ha
brían roto?... ¡Sería demasiado vul
g a r!... Luego, cansado de darle vuel
tas al magín, me quedé dormido y soñé
el más extraño sueño que darse puede:
En él se me apareció Asher Durand tu
teándole a Napoleón vestido de vaquero
con la estrella de sheriff sobre el pe
cho; Asher estaba furiosísimo y harto de
todo se metia dentro del gran jarrón don
de se encontraba con Betty Grabble que
resultaba que estaba enamorada de Murat, que era y o ... ¡Pero los sueños, sue
ños son, y cuando me desperté a quien
tenía a mi lado era el inevitable Asher
en persona, cubierta la frente de sudor,
fatigado y con una barba que se diría
que no se había afeitado en una semana.
—Buenos d'as —me dijo irónica
mente.
—No tan buenos... ¡Si supiera us
ted a quién acabo de dejar por volver
con usted! . . .
— ¡A Betty Grabble por lo menos!.. .
Su intuición me dejó anonadado y du
rante lo menos diez minutos me dediqué
a pensar en los misterios de la trasmi
sión del pensamiento. Luego, dando un
profundo suspiro, no pude menos de
afirmar:
—Eres grande, Asher.
—¿Usted cree?
«
—Sí. A sher... Eres grande, grandí
sim o... Mira, sólo faltan cinco kilóme
tro s... ¡No hay nada como viajar en
vagón cam a!... Por la derecha; ahora
a la izquierda; seguido hasta donde está
aquel grupo de gente... ¡Mira, Asher!...
Esos que están reunidos ahí componen la
totalidad de la población de Minerva,
avanzada agropecuaria del poder econó
mico de los Estados Unidos. Fíjate bien
en ellos, porque entre ellos tiene qu^ es
tar, ese "hábil ratero”, capaz como
Hércules de agarrar y llevarse un jarrón
de 2.000 kilos con la misma facilidad
que tú te metes un paquete de cigarri
llos en el bolsillo.. . Toca la sirena: así.
¡La policía Federal se acerca! ¡Tem
blad rateros! . . .
—¿Quién es el que habló por telé
fono?
Era el sheriff. Un sheriff de revis
ta de Billv Rose; camisa a cuadros;
sombrero de vaquero; gran revólver; es
trella federal; barba corta; y ... media
botella de whisky entre pecho y espalda.
—Yo hablé. Inspector federal Asher
Durand; este señor es mi amigo George
Innes, el perito en cuestiones de arte;
le ruego que me comunique inmediata
mente sus informaciones...
Rodeados por un corro de ojos curio
sos, en el que formaba la totalidad de
la población, subimos los dos escalones
que llevaban hasta e l. vacío vestíbulo
circular donde hasta ayer, sobre un pe
destal ahora vacío, estuvo el gran "ja
rrón Murat”, desaparecido como por ar
te de encantamiento. Antes de entrar
una sola ojeada me había bastado para
observar que no había sido sacado por
la escalera: oí la voz de Asher:
—¿Qué hace aquí esa cabria?
—Es la que se iba a utilizar para el
traslado al nuevo edificio —aclaró una
voz suave—. ¿Cómo está usted, señor
Innes?
—Muy bien y usted, señor Bierstadt.
Asher, éste es el señor Bierstadt, here
dero del donante de esta colección al
pueblo de Minerva. Señor Bierstadt, el
inspector Asher.
v
—Mucho gusto, señor... ¡Pero esto
es ya otra cosa! . .. Ahora sí que es po
sible que los rateros, usando de los me
dios preparados para el traslado se hi
cieran con semejante mole... ¡Mire,
Innes!... Palancas, tablones, rodillos,
una cabria... No tenían más que cargarlo e irse...
—Tiene usted razón, Asher... "Te
nían”, pero nada de esto: palancas, ro
dillos ni tablones, ha sido utilizado. La
puerta estaba cerrada...
—Sí. y sin violencia alguna. . .
—Por una ventana sé quién sería ca
paz de atreverse a manejar tamaño ca
charro. . . No, Asher, no me interrum
pa. . . Me parece que hemos perdido el
viaje... Por favor ¿me aúpan sobre el
pedestal. ¿Me parezco al jarrón?...
—Tnnes, basta de bromas... ¿Quiere
dejarnos trabajar en paz?
—Como n o .. . Uno de ustedes, por fa
vor... ¡Alargúeme el gancho de la ca
bria! Sí, sí, bájelo del todo; a sí... ¿Es
tamos?... Mire, Asher: ahora lo voy a
enganchar en esta argolla del pedes
ta l... ¿Cree usted en la magia blan
c a? ... Ayúdeme a b a ja r... ¡Tiren, ti
ren con fuerza! . . .
El silencio en que se hallaban sumi
dos la totalidad de los habitantes de Mi
nerva sólo fué roto por el grito de asom
bro de Bierstadt, el sheriff y Asher;
rápidamente izado el pedestal, de fuer
tes tablones, apareció en su interior,
nuevo, rutilante y flamante el "Jarrón
Murat” oculto hasta entonces a las mi
radas, de los minervistas.
—Y ahora podemos irnos...
—Pero...
—No pregunte, Asher... Seguramen
te, cuando dejaron el jarrón en tierra,
el pedestal se cayó tapándole, lo que
dió motivo a creer que lo habían robado.
Buenas noches a todos y a ver si lo
trasladan con cuidado... ¡Vámonos!. . .
No sé ni cómo conseguí meterle en
el coche. Apenas habíamos andado unos
kilómetros, Asher paró en seco:
—¿Oiga, Innes? ¿Qué cuento es ese
del pedestal que sube y el jarrón que
baja? Aquí ha habido gato encerrado. ..
—Es posible, Asher... Pero ¿no ha
pensado usted nunca para qué demonios
pueden querer un museo en un pueblecito que ni siquiera tiene aguas corrien
tes? ¿No se fijó en la cara de los ve
cinos? Allí estaban todos de acuerdo y
no necesitaban más que un pretexto pa
ra lo que mañana harán sin pretexto al
guno... ¡El "Jarrón Murat” ! .. ¡El
"Jarrón Murat” en Minerva por volun-*»
tad de un minervino maniático de las
antigüedades!. . .
—Pero ¿cómo sabía que estaba allí?
—Pero, hombre... Cuando no se han
llevado una cosa ¿dónde está siempre?
Pues en su sitio ... Y si está en su
sitio y no se la ve es porque está guar
dada . . . ¡ Más claro no puede estar!. . .
Y ahora, despacito y buena letra, que
quiero volver a soñar con Betty Grab
ble. ..
�cabalgata®
pintores de cerebrocomercio, porque hay pintores de
cerebro-pasta-dentífrica, porque hay
otros que la quitan con el sombrero.
Y el cerebro-cerebro, ¡ qué diablos!
Entonces, terminada la masturbación
de los pinceles, tumbados, aplastados
sobre el vientre ante nuestros cua
dros, nos dejaríamos invadir por la
p regunta:
P
ORQUE hay
"¿Por qué hice esto?”
De vez en cuando, es necesario haeer confidencias. X o tengo muchos
amigos, y los imperativos geográficos
nos alejan. Así, pues, me detengo
ante un vaso y me hablo en desco
nocido. Y, ¿qué importa si este des
conocido eres tú?
Por una calle de mucho tránsito
desemboca a una importante avenida,
a toda marcha, una motocicleta. -La
chaqueta y el pantalón del conductor
son de cuero. En el cruce, choca con
un taxi. Se levanta, aparentemente
intacto y se apresura a tranquilizar
a los peatones que le preguntan por
su estado: parece que su caída no le
ha causado ninguna herida. En el
mismo instante, a través de su traje,
perforado por numerosos agujerillos,
surge la sangre. De pie, en medio de
"L’étre et ses reflets”.
"L’eolienne”.
P U N T O S -F U E G O
PO R
JACQUES
la calle, donde la circulación no ha
cesado, el motociclista se nos apa
rece como una fuente monumental, de
la que brotan finos surtidores de
sangre.
En una calle de una gran ciudad
descarrila un tranvía y choca contra
el muro de una casa. Al remover los
restos d el v e h í c u l o , encontraron,
aplastado como un cartel en el muro
del edificio, a un joven panadero,
salpicado de hojaldres que se habían
incrustado en su carne.
La empleada de un almacén, en lo
alto de una escalera de mano, está
limpiando la luna de un escaparate.
Su cara es de Una belleza excepcio
nal. La escalera resbala en la acera,
cae la chica, y, al levantarse, la piel
H EROLD
de su cara está erizada de espirales,
como virutas, y los músculos al des
cubierto, intactos, sin una gota de
sangre.
C i e r t a s representaciones directas
del inconsciente me impelían a repre
sentar pictóricamente unos persona
jes total o parcialmente despelleja
dos. El aspecto inquietante de tal
particularidad me incitó a investigar
las causas de la misma.
Tocios sabemos que los recuerdos
de la niñez desempeñan un papel
predominante en el subconsciente, y
en las manifestaciones de éste en el
ser adulto. En ellos he podido» en
contrar la raíz de esta obsesión. Los
accidentes que acabo de narrar bre
vemente, son algunos de los más ca
racterísticos entre aquellos cuya des
lumbradora crueldad de s pe rt ó mi
imaginación infantil. Ellos explican
la constante presencia de personajes
despellejados en mis primeras bús
quedas pictóricas.
Mis preocupaciones me llevaron
luego a la representación en movi
miento tanto de los objetos como de
los personajes y de la atmósfera que
los rodea. Para traducir mis pre
ocupaciones de una manera concreta,
he tenido que dotar necesariamente
a cada cosa de una estructura mus
cular, única que a mis ojos podía
expresar el movimiento. Entonces
realicé un desgarramiento sistemático
de los personajes, de los objetos, del
paisaje. H asta arrancar la piel del
cielo.
Mi decisión de dirigir mis bús
quedas a la representación cada ver
más acentuada de la materia y de la
forma, me llevó como consecuencia s
su sublimación mantal. Los seres, los /
objetos, todo lo que existe, produce,
ante la influencia del calor, la pre
sión, el tiempo, una cristalización. \
el cristal siempre se ofreció, a los
ojos de quienes pensaron el mundo
como la expresión perfecta de la rea-
�liriad concreta, como su forma supe
rior, más pura y más exacta a la
vez. Todo me hace pensar que en
cada cosa existe, potencialmente, la
maravillosa estructura del cristal. "Es
JACQUES HEROLD
por
preciso ser vidente, hacerse vidente."
Es preciso que el ojo del pintor ejer
cite sobre el porvenir de la materia
su poder de penetración.
A través de la ventana de un tren
en marcha se me aparece la cara
cristalizada de la agonía. Cara de
una anciana cuyas arrugas dibujan
con más y más profundidad en la
carne, las líneas geométricas cortan
tes del futuro cristal. Símbolo de
muerte, el cristal lanza ya, desde su
frialdad, todos los fuegos del por
venir. Siendo el cristal una forma
del porvenir de la forma y de la ma
teria, la pintura debe alcanzar la
cristalización del objeto. Principal
mente, el cuerpo humano, es una
constelación de puntos-fuego de don
de irradian los cristales. Constituyen
éstos la substancia de los objetos, la
fuerza de la gravitación los arranca
a la atmósfera. Es necesario, pues,
que las cosas pintadas, para ser ver
daderas, sean rectas. Y puesto que
el viento las atraviesa, las flagela, y
contribuye a su ruptura, es necesario
pintar el viento.
PIERRE MABILLE
x un paisaje de escombros, entre
los aullidos de los sordos y de
los ciegos, gesticulando en vano su
angustia, Iierold sigue fiel en su
puesto; quiero decir, en la vanguar
dia del combate que nos habíamos
obligado a sostener. La contraseña
era. y subsiste: descubrir, por medio
de técnicas indefinidamente renova
das, gracias a la exacerbación sen
sible cuidadosamente entretenida, Ja
realidad todavía inadvertida de un
mundo donde el hombre sea total
mente integrado. Esta realidad, todo
lo confirma hoy, que es singular
mente más compleja que la repre
sentación tradicional que tenemos de
ella por el juicio común, por el buen
sentido conformista u s u r p a n d o el
nombre de razón. Sabemos demasia
do porque, por todos lados, se insiste
en limitar nuestra mirada inquisi
dora, para calmar nuestra impacien
cia exigente; se trata, únicamente, de
remachar cadenas cada día más rigu
rosas y sórdidas.
E
"Liseuse d,aigle,\
La exploración sincera emprendida
con el concurso del ser entero, por
las armas de la conciencia y por los
medios más auténticamente surrealis
tas, conduce a Herold hacia el do
minio del cristal. Cristales de sal,
del árbol fósil, de la cabeza desecada,
de la célula observada con el más
potente aumento, cristal del casco de
ojo. Veo en estas formas, aparecidas
en la tela del pintor, las de los polie
dros que, antaño, preocuparon a
Durero, Leonardo y numerosos otros
hermetistas profundos y que, debajo
de la piel, sostienen los flexibles mo
vimientos de las curvas por las cua
les la vida exterior se afianza en
una fiel dialéctica con el empuje in
terno; ellos son quienes al fin del
gran drama dan el testimonio, por
sus líneas abstractas, de la realidad
mineral, suprema matemática natu
ral. Una vez más, la inspiración libre
ha conducido al artista a unas solu
ciones idénticas a las soluciones pro
puestas por la razón trascendente.
En el mensaje de Herold, ninguna
traza de habladuría emocionada a
propósito de la actualidad, ninguna
piedra periodística, ninguna propa
ganda; sin embargo, nadie estaba
menos que él al abrigo del peligro.
Simplemente era de los que no ha
bían esperado un decreto de inicia
ción de hostilidades, o los truenos de
explosivos, para sentir en su carne la
barbarie del racismo, para leer en los
ojos del policía, en la sonrisa del
denunciador, las insondables profun
didades de crueldades siempre posi
bles, siempre presentes en el hombre,
para oír en las voces totalitarias las
resonancias de los llamamientos que
tienen su entera sonoridad entre los
alambres de espinos de los campos.
Era, como nosotros, de aquellos para
los cuales el estado de guerra empezó
con el despertar del sí consciente, y
quizás antes. Y no puede haber fin,
mientras la opresión reaparezca con
formas renovadas.
La resistencia de Herold a todas
las fuerzas que convergen hacia la
más miserable degradación humana,
su persistencia en un esfuerzo hacia
una lucidez mayor, fuera, incluso, de
todas las razones estéticas, sin em
bargo ya suficientes, dan a su obra
un interés excepcional.
"L’incendiére”.
�cabalgata®
LA TECTONICA
EN LA ARQUITECTURA
por
CONRADO P. SONDEREGUER
propias de toda creación (intento de evadirse, deseo
L*sj decaracterísticas
libertad) son también las de la arquitectura. En ella los factores
materiales que limitan su libertad —la estática y el fin útil—, son en cierto
modo su estímulo. Consciente o inconscientemente el hombre quiere olvidar
esos hechos exteriores, formales, ajenos a él que condicionan su soñar
y su creación. Factores que siendo imposible eludir es preciso dominar
o superar. Esa presencia y esa superación generan lo tectónico.
Tectónico es aquello que se refiere a la construcción: estructuras y ma
teriales. No sólo en el aspecto técnicopráctico de su resistencia y dura
ción, sometidos a leyes físicas más o menos mensurables y siempre pre
sentes e inevitables, sino también en un aspecto más general, más
trascendente, subordinado a la voluntad de forma, a la realización de
conceptos plásticos, a la expresión de tendencias inmanentes en la ar
quitectura.
Lo tectónico es, en última instancia, el resultado de la tensión entre
(Especial para Cabalgata.)
la voluntad humana de construir (de permanecer) y la gravedad. La
lucha entre la necesidad plástica y los materiales, el deseo de ductilidad
y su resistencia.
Hay en el hombre el deseo de olvidar la gravedad al construir, de
disimularla. Hacia eso tienden en su evolución todas las arquitecturas.
Así se logra considerar como cosa principal el espacio. Una arquitec
tura ha llegado a su máximo desarrollo cuandq eso se halla más próximo
a ser logrado, cuando parece haber sido conseguido.
Las formas de la arquitectura (aparte de otros varios factores que
concurren a su modelación), se hallan determinadas por el uso de los
materiales, teniendo en cuenta su resistencia su vida, que es preciso ven
cer y dominar, su íntima estructura, que es necesario rehacer. Cada ma
terial da origen a un sistema constructivo típico y determinado y, aun
que
uso comience imitando formas propias de otros, tiende a lograr
la suya. De los primeros intentos resultan, en general, formas estructn-
Exterior de la catedral de Notre-Dame.
�@ cabalgata
Las fuerzas ya no son simplemente equilibradas, sino que dominadas
se hace uso de ellas y se las dirige; no son fácilmente determinab'.es y
de un sentido vertical (lo más fácil), sino que domina toda la fábrica
una tensión distinta capaz, en apariencia, de poner en movimiento la
obra. La gravedad y las reacciones que determina, de algo exterior y
forzoso que traba la composición o la condiciona rígidamente, pasan a ser
un elemento orgánico utilizable plásticamente; y son este organicismo
y son esas estructuras orgánicas los que al hacer de la obra algo vivo,
permiten una concepción plástica del espacio. Permiten modelarlo, crear
lo, dominarlo.
Veremos la diferencia, si comparamos un templo griego dórico arcaico
(Selinonte) con otro de la época helenística. En los últimos, aunque ’a
estructura no es aún orgánica la forma es viva, se ve jugar la luz entre
sus curvas, se siente vibrar la obra. O si recordamos las pirámides (es
cultura pura) eternas, inmóviles, inconmovibles, inanimadas y las compa
ramos con una catedral gótica.
Así las estructuras siempre, y el uso de cada material en particular,
van en su evolución de lo geométrico a lo orgánico; de lo muerto (está
tico) a lo vivo (dinámico); de lo simplemente equilibrado a lo rítmico.
Esta tendencia de lo tectónico a organizarse incorporado a la forma
dándole esbeltez y elegancia, está determinada en parte por la necesidad
de lograr una máxima econom'a de medios y se da en todas las épocas.
Y al unirse biológicamente lo formal y lo constructivo, al quedar re
ducida la materia a un recurso, a un medio sin valor en sí mismo, se
logra la modulación del espacio, ambiente del hombre, última y verda
dera razón de la arquitectura.
rales rítmicas, orgánicas (orgánicas porque vivas).
Así la piedra, inicia su uso v.i la cueva, como masa; pasa luego a la
forma geométrica del adintelado y se desarrolla hasta llegar a la mara
villa de lo gótico.
El hierro comienza imitando estructuras de la madera (armaduras),
aunque usando su mayor resistencia se exageren sus proporciones (quizás
la torre Eiffel no es más que eso, una exageración, gracias a la resis
tencia del hierro, de estructuras propias de la madera y la piedra: arcos
v armaduras), y logra su forma particular en las estructuras colgantes,
en la tensistructura.
"El hierro —ha dicho Vogue— ha llegado a ser artístico por que se han
buscado sus medios de expresión en su propia naturaleza, en su fuerza,
su ligereza, su elasticidad...”
En las estructuras finales: gótica, armaduras, tensistructuras —pro
pias de cada material—, las fuerzas accionan y reaccionan de maneras
encontradas, haciendo vibrar, dando vida a las formas. Son éstas las es
tructuras orgánicas. Y el uso de todo material tiende a lograr esas
estructuras orgánicas en el deseo de olvidar la gravedad. El organicismo
al lograr una obra viva se acerca a ese ideal. Las obras en que el ma
terial v ella misma son dominados por una sensación de pesadez, son
superadas por aquellas en que el peso parece no existir, en que sometido
v dirigido por el hombre, se han transformado en fuerzas que juegan j
vibran. De un apoyo simple, una línea rígida que sostiene (columna y
dintel) se pasa a una dispersión y compensación de esfuerzos que parecen
fluir por toda la obra en líneas quebradas y aparentemente dispersas
(nervaduras, arbotantes).
Columnas del Partenón en la Acrópolis de Atenas.
r
Egipto.
La esfinge.
En el fondo la más pequeña de las tres pirámides
de Giveli.
�cabalgata©
ENTRE SOMBRAS ANDA EL JUEGO
por
Divagación
de las sombras de las cosas ape
nas si se habla. De ese leve y
no obstante casi corpóreo resplandor,
oscuro y frío, que nos acompaña a
todas partes, fiel a nuestro propio
impulso^ esclavo de nuestro destino,
sombra de la sombra que somos.
¡Qué triste temor nos embarga a la
hora de atravesar, y más si es adre
de, este disparatado m isterio! Puede
que quizá no haya aventura de más
riesgo y premio, no obstante, que la
que sign ifica em prender viaje, y a
toda vela, sin resguardos, por tan
sombríos, encadenados mares.
Y
LORENZO VARELA
— ¡P onga un sello a mi sombra,
que yo no la llevo de contrabando!
— Lie conviene hacerse el distraído,
y dejar que lo siga a usted. Pero en
silencio.
Con este breve y definitivo diá
logo han comenzado el viaje más im
portante y único de la vida algunas
personas que yo conozco. Y van y
vienen distraídos, temiendo que su
traicionada sombra, por cuya existen
cia caminan mohínos y avergonzados,
alce un día la silenciosa voz, y pro
nuncie el helado discurso de despe
dida.
Pero es más espantoso todavía,
lector, cuando se pierde la sombra
hasta tal punto que ya no queda ni
el vano afán de encontrarla. Cuando
nunca sé tuvo sombra.
Qué pregunta embarazosa — mas
cuántos m a l e n t e n d i d o s evitaría— :
"¿ Y qué tal su sombra ?” H abría,
desde l u e g o , quienes contestarían,
muy pacífica e inocuam ente: "Ya ve
usted, la estoy paseando. Se aburre
tanto la pobre.” Y muchos otros, aca
so los m á s: "Descanse én paz mi
sombra, amigo. Era tan traviesa que
la ahogué en un pozo de unos tíos
míos, para hacerme sim pático a los
vecinos.”
Sólo una legión, diezmada y heroi
ca, sabe que cada uno tiene su som
bra, intransferible e inevitable, como
su muerte, y como cada uno tiene sus
m isteriosas ramas en las manos.
Podréis imitar una voz, un gesto,
hasta un discurso, incluso un acto
— y va causa escalofríos reconoce*,
esto— , pero intentad imitar una som
bra.. Es nuestro único imperio ínte
gro. A lgo habríamos de tener en re
com pensa a tanto desamparo.
La sombra de la niña
L’n coronel de la Guardia Imperial
descansa, acodado--en la única ^mesa
de la taberna "La A ieja Bruja —en
el camino de Ostende, ya sabéis—
�mientras Teresa, la niña del taber
nero, camina muy despacio, primoro
samente despacio, trayéndole un gran
jarro de vino fresco. Un candil en la
mesa del fatigado militar, otro en la
recueva que en socavones de luz y
sombra parece conformarse hacia el
interior de la vivienda.
Llegan la niña y el jarro. El pelo,
suelto en bucles grandes y suaves,
tiene, junto al candil, destellos de
cuento dorado. Las dos manos de la
inocente abrazan tiernas y tímidas el
jarro oloroso.
— Vuestro vino, caballero.
La voz de la niña confirma los sue
ños profundos del guerrero, que, en
ese instante, recuerda cierto roble en
las posesiones de su madre y un ma
nantial que al acercarse a las raicps
del árbol, parecía volverse nieve que
se deslíe en clara y ligera corriente.
Tan vencido está del sueño el c»->allero, que las palabras de Teresa Le
erán a su memoria con el sonido de
fas campanillas alegres de los mona
guillos en aquellas mañanas de infan
cia, cuando la misa de alba dejaba
en el cuerpo todo el día un entusiasta
v sonoro cascabeleo de cristal.
Acércase .la niña y toca muy sua
vemente el hombro del joven corone!.
—Despertaos, caballero.
La mira el caballero, entornados
los párpados, sostenida y largamente,
como reconociendo la eternidad de
tan encantadora visión. Muy lejos
están los afanes de la guerra, las ar
dientes victorias, los locos amores, las
canciones en marcha.
Mas, sobre un ángulo de la mesa
v cayendo de ésta al suelo terroso
del lugar, entre los desvarios del can
dil, percibe su sombra, trágicamente
doblada, vencida, horrible. Alza el
rostro y mira, ya despierto, a la ni
ña. A un costado de ésta, a lo largo
del piso, la sombra de Teresa se
muestra al caballero, alta, erguida,
elástica con toda la gracia de un
junco milagroso.
Apura a grandes tragos el jarro
de buen vino, y luego lo echa ruido
samente sobre la mesa. Del fondo
oscuro de la taberna sale el padre
de la niña, un tanto atribulado.
Una bolsa de oro, que arroja el
coronel, le da en el pecho y cae al
piso, con un sonido seco, amortajado,
metálico.
— Esa bolsa, y otra que te haré
llegar, por la sombra de tu hija.
— Señor, la sombra es cosa de na
die, si no es de Dios.
— ¡Ea, perro! ¡Trato hecho! Y
quede contigo la mía, a ver si se la
llevan los demonios.
Al ponerse en pie el coronel de la
guardia, la sombra de éste sigue sin
moverse, doblada, vencida, horrible,
tal como la había visto al despertar.
De un empellón derriba la gran mesa.
Rueda el candil apagándose. Y sigue
allí la sombra atroz, desfigurada, so
bre el aire. El caballero, enfurecido
y torpe, tocado ya por el frío del
terror, pero desafiante, abalánzase
sobre la sombra de la niña. Xo se
explica cómo unos dedos iargos, fríos,
descarnados, poderosos, le traban el
andar sujetándole de los tobillos en
el mismo instante en que desenvai
naba la espada para separar la som
bra de la niña. Cae de su mano la
espada V queda vertical, extraña
mente clavada en tierra por la em
puñadura. Quebrado el ímpetu tan
repentinamente, se va de bruces con
tra la espada. En lo oscuro del re
cinto, el grito del valiente coronel de
la Guardia Imperial, ronco y breve,
jadeante, sólo tiene una respuesta en
la voz del tabernero:
— ¡ Hi j a mía! ¿E stás bien?
El loco de la sombra
Le llamaban "el loco de la som
bra”. Xo hace tantos años, pasé toda
�una tarde junto a él. Pero no tan
cerca que no guardase un respeto dis
tante. En fin, si conocéis el puerto
de Colón, podréis saber cuán lejos
estaba yo de perturbar su aparente
ensimismamiento. R e c o r d a r é i s , sin
duda, el terrible incendio de la ciu
dad, que tanta impresión causara en
el mundo todo. Y ya sabéis cuán
diligentemente las organizaciones be
néficas internacionales acudieron en
socorro de aquel desgraciado pueblo.
Sobre las cenizas de la vieja villa
alzáronse bien pronto centenares de
carpas y tiendas de campaña, que
mitigaron en cierto modo la penuria
de las gentes más pobres y desampa
radas. en aquel instante casi la po
blación entera.
El clima caluroso facilitaba bas
tante la acción de los Comités de
Socorro. Salvo las lluvias, constantes,
monótonas, espesas, y el sol, feroz
como una manada de leonas, nada ha
bía que temer.
Cuando llegué a Colón, en la bor
da de un mercante frutero cuyo solo
recuerdo me estremece aún, tan torpe
y desabrida era la tripulación, tan
nauseabunda la pitanza, y tan im po
sible y borracho el capitán, quedaban
en Colón centenares de aquellas car
pas y tiendas de los días trágicos. Y
♦
el humo violento del incendio había
marcado para siempre el alma misma
de la ciudad, dándole al conjunto un
aspecto de galpón ennegrecido, como
el que tienen ciertos depósitos de los
grandes puertos del mundo. Para
evitar el hacinamiento en lo posible,
aquéllas estaban distribuidas de modo
que formaban calles, manzanas, ave
nidas. En una de las encrucijadas un
grupo de viviendas, más anárquicas (
que las otras, quizá por ser de las
primeras que se habían alzado, cons
tituía una extraña plazoleta, con lo
nas y tenderetes y ropas y gentes de
colores tan dispares, que sólo porque
en el aire todavía era visible el res
plandor del incendio y el humo final,
podían soportarlos los ojos. Pintarra
jeada con minio sobre una basta
cruz de madera alquitranada, podía
leerse: "Plaza de mi negro Raúl”.
Unas mujeres harapientas, casi todas
de color, iban y venían acarreando
agua en cuanta clase de recipientes
podáis imaginaros.
Pero, en fin, dejando a un lado
�@ cabalgata
otras cosas más que de ese inolvida
ble lugar podría contaros, en una dé
aquellas carpas estaba yo, procurando
empeñar al prestamista que la ocu
paba, la última cosa de valor que me
quedaba: un viejo y hermoso Roskopp Patente, de doradas manecillas
y claros y hermosos números. No ne
cesito decir que era recuerdo de fa
milia. Y en la carpa vecina, como a
unos tantos metros, vi un hombre de
largas y enmarañadas barbas casi
amarillas, apoyado en un poco regu
lar palo negro, atizonado. Era "el
loco de la sombra”.
De día, si hacía sol, colocábase
al aire de modo que su sombra le
precediera. Si llovía o era de no
che, encerrábase en la carpa y en
cendía fuego hasta que la llama
hiciese posible la aparición de su
sombra. Y la sombra siempre de
lante. El aire del pobre personaje,
era como de quien está pasmado mi
rando a un punto fijo delante de sí.
Encorvado, olvidado, ido. Al pare
cer no hacía un año entonces que "el
loco de la sombra” era uno de los
mejores marinos del Pacífico. Capi
tán de un carguero yanqui "muy ma
rinero”, del que ya me habían con
tado curiosas peripecias en el puerto
de San Francisco.
Un amanecer le vieron, con un ha
tillo de grumete al hombro, y sin la
gorra de mando — no era necesario
que llevara dorados, era igualmente
la gorra de mando— , bajar lenta
mente la pasarela, con gran pesa
dumbre, v mirando lenta e inquieta
mente hacia atrás a cada paso que
daba. No volvieron a encontrarse con
él hasta unos meses después. Había
recorrido en tan corto tiempo infi
nidad de mares y países. Se dice que
huvendo de su sombra. Escapando
siempre. De pronto subía a un palo
mayor con la agilidad de un gato sal
vaje. Pronto dejó de articular pala
bras. De vez en cuando, a través de
sus afiebrados labios, salitrosos ya,
escapábase algo que podía ser un
hondo lamento o un rugido de ani
mal acorralado. Siempre en marcha,
hasta que la fatiga y el sueño lle
gaban a vencerlo. Y otra vez en
marcha.
El diez de agosto de 1 9 3 . . fondeó
en Colón un petrolero. A bordo, "el
loco de la sombra” recorría agitadamente, y dando grandes brazadas en
el aire la pequeña cubierta del bu
que. Tropezaba, ya casi ciego. Los
qui aquel día estaban en el desem
barcadero vieron cómo un marinero
de corpachón impresionante aun para
gentes de su oficio, bajaba del brazo
con "el loco de la sombra”, casi le
vantándolo en vilo. Aquel marinero
fué al parecer quien lo dejó en Co
lón, aposentado en la tienda de la
"Plaza de mi negro Raúl".
El mismo marinero fué quien contó
que "era loco todavía, pero que ya
estaba curado”. Que si le habían
visto dar tan grandes brazadas, era
de la impaciencia que tenía por bajar
a tierra y "echarse a estar quieto”.
Pues su sombra ya no le perseguía
desde que la tenía siempre delante
de sí.
�C R I T I C A L I T E R AR IA
por
GONZALEZ
CARBALHO
P aseo sentimental , por J. R. Wileock. Editorial Sudamericana, Buenos Aires,
R am ón G óm ez de la Serna
EL HOMBRE PERDIDO
$ 7.—
Dice el atitor: "Q uiero que aparezca
en esta noticia todo lo que la apren
sión cree encontrar en la vida actual
y su s alrededores. A s í puede resultar
de este libro la com pensación del incompcnsado, del hombre perdido."
Ignasio Silone
PAN Y VINO
$ 7.—
I n relato pleno de realismo rural,
perenne, de Italia, en el que describe
el autor de "F ontam ara”, con in ten
sidad dram ática, la evolución operada
en la educación de las masas popu
lares después de la primera guerra
mundial.
D. H. Latcrence
EL PAVO REAL BLANCO
$ 8. —
L na joven
sensibilidad,
tam ente los
ello causa
existencia y
de notable cultura y fina
se -riega a a frontar abier
impulsos del sexo y con
la ruina de su propia
desquicia la de los suyos.
John S tein beck
EN LUCHA INCIERTA
%
6—
Poema de unas almas m u y distintas,
im pelidas por una causa com ún bus
cando los alicientes de una existencia
más tranquila c ilum inada por el leni
tivo de la esperanza.
R am ón G óm ez de la Serna
EL NOVELISTA
$ 6.—
L os am bientes m ás dispares, los con
flicto s m ás originales rodean a los
innúm eros personajes de ese inagota
ble retablo hum ano, compuesto con
prim or de maestro por uno de los
escritores que más entienden de vidas
y de novelas.
163 páginas.
Estamos en presencia de un poeta sobradamente probado en su auténtica con
dición, como para no sentirnos en la necesidad de juzgarle con rigurosa cordura.
Fácil —y cómodo— es adoptar el juicio establecido o, por fidelidad al nuestro
—en ocasión de poemas anteriores— incurrir en error frente al libro presente.
Wilcock, no sólo se lia tolerado sus flaquezas, sino que, en "Paseo Sentimental”,
las acrecienta con la despreocupada actitud de quien se siente seguro de sí mismo.
Señalaremos en él, primeramente, una base de cultura parcial pero firme, si bien,
para su aplicación efectiva en el trance creador, exigiría del poeta una más pro
funda responsabilidad, una más grave y fervorosa devoción por la empresa ar
tística.
Orientado hacia un romanticismo inconsistente, Wilcock se avecina al sentimen
talismo retórico de Acuña. Parecerá irreverente nuestro modo de apreciar a uu
poeta distinguido por óptimas clasificaciones; varias de las piezas del volumen
tienden a desmentirnos también, pues nos referimos sólo a preferencias suyas, evi
denciadas con abundancia de ejemplos, que se entremezclan a expresiones de nitida
autenticidad. En estas, sí, cabe señalar a un poeta de vena noble y generosa,
fusionada a una lírica sin tiempo y designada claramente por su límpida espiri
tualidad clásica. Sin duda, una equivocada espontaneidad, el empeño en atraer
hacia lo cotidiano el clima huyente de la poesía puesto en el lenguaje usual, lle
van a Wilcock a su fracasada intención de amalgamar la antigua y perdurable
gracia, su enaltecida desesperanza, a los hechos.y cosas de todos los días, llamados
por sus nombres comunes y sentidos desmañadamente. Es en este aspecto donde
reconocemos la falta de un estilo, donde nos confunde el desplante de quien Be
cree dueño y señor de un mundo tan impersonal y libre.
De más está decir que nuestro juicio equivale a una pérdida de paciencia, com
probando la perturbación de materiales tan puros y sensibilidad tan atenta. Su
"Hero v Leandro”, especialmente en el Proemio, sostiene un acento transido y le
vantado, que el verso estructura con rezumante fluidez. Sin embargo, en el Poe
ma N? 1 de dicha sección, la grandeza expresiva decae lamentablemente, siendo la
decoración del canto absurdamente teatral. Sirva este contraste de valores para
otras zonas del volumen, así las "Canciones de dos provincias” y otros diversos
motivos, que exigirían para su enumeración y análisis mayor espacio del que dis
ponemos. Solamente queremos dejar constancia de nuestro desacuerdo con el autor,
poeta de clara ascendencia, que tiende a malograr, por suficiencia o por desgano,
el alto destino de su obra.
A guafuertes del altiplano , por Josermo Murillo Vacareza (Bolivia), Cuentos.
Imprenta López, Buenos Aires, 223 páginas.
Narraciones que interesan por su dramática veracidad, revelándonos el pasado
histórico y desentrañando la honda y dolorida raíz del indio.
Pero no solamente el hombre v los hechos, también su paisaje, lo que el hombre
mira, imperturbable, y respira desde hace siglos y, asimismo, lo que sueña y ama.
Y, por sobre todo, lo que sufre.
Escenas, descripciones, recuerdos. En verdad, se trata de una apasionada evo
cación por la que Murillo Vacareza intenta recobrar el mundo perdido, devol
viéndose a su infancia y a etapas de su juventud, que reconstruye, cálidamente.
Quizás, a muchas de estas páginas resulte inadecuada 4a definición formal que le
destina su autor. Y no por su estructura, distante del cuento, aun por el tono de
la prosa, de simple descripción, o acercándose, con frecuencia, a intentos de pura
apreciación psicológica. En el orden de valores, debemos destacar primeramente
la significación del medio, ese altiplano que conoce y siente en su sangre y que nos
va delineando con variable fortuna literaria. Si abunda el conocimiento del tema,
oeurre distintamente con el procedimiento artístico, que contribuiría a la perdura
ción del trabajo. No obstante, y eéhando a un lado objeciones que resultarían
duras aunque atinadas, el material humano que maneja Murillo Vacareza absorbe
^.plenamente al lector, domina su sensibilidad. Sin declararle novedoso, el mundo a
que nos transporta reserva a la literatura inmensas posibilidades de exploración.
Hay mucho por decirse en el transcurso de esta nueva conquista, que no sería de
destrucción, sino de recuperación total.
"Aguafuertes del Altiplano” señala el camino de las alturas fabulosas, donde en
cielos alucinados, en leyendas y costumbres remotas y en tierras de incansable
producir —sólo holladas impíamente por el extraño— , ambula desoída la verdad
esencial del hombre de América.
Garibaldi en A mérica, por Newton Freitas.
Pida estos libros
a las buenas librerías
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EDITORIAL POSEIDON
Perú 973
■
Buenos Aires
Colección Mar Dulce; Editorial
Nova, 71 páginas.
En la brevedad de estos gratos volúmenes de la colección Mar Dulce, caben tra
bajos de apretada totalidad, relatados amenamente, que convierten el documento
biográfico en entretenimiento ilustrativo. Entendido así por Newton Freitas,
escritor avezado en la divulgación folklórica de su país, pero que ampl'a genero
samente su campo de acción hacia otras corrientes literarias, nos ha compuesto
este hermoso compendio garibaldino, en que la romántica figura del héroe, y la
no menos atrayente de Anita, su compañera, alcanzan extraordinario realce. Am
bos, arquetipos de la libertad, viven en el libro sus fechas trascendentales, siendo
analizados en los aspectos básicos de sus caracteres. Se ha considerado, especial
mente, las etapas americanas del cabecilla italiano, sus andanzas por Brasil, Ar
gentina y Uruguay, itinerario del destierro, en el que se torna obsesivo su ideal
de la nueva Italia. Existencia aventurera, no tardaría en sumarse a episodios que,
ajenos a él por su condición de extranjero, despertarían las cuerdas más vehe
mentes de su fervor humano. El interés del trabajo de Newton Freitas estriba en
determinar autorizadamente esta parte de la historia garibaldina, conocida parcial
mente o con deformaciones; agregándosele la particular emoción de las páginas
dedicadas a Anita, indominable figura de amante y colaboradora. Freitas cumple
sus propósitos con la justa sobriedad en él reconocidas, afirmando su prestigio de
investigador y escritor.
NOTAS
R iesgo t promesa de la ciencia, por
Norman Beechdale. Editorial Atlánuda
1946. 240 páginas. Precio: $ 10.
’
Todas las increíbles maravillas que
los hombres de ciencia de los distintos
países han logrado extraer en los úl'imos años del insondable misterio de lo
que aun permanece desconocido (c el
Universo, son presentadas al público cul
to en este libro de Norman Beechdale
de una manera atractiva y amena. En
él se describen los prolongados estu
dios, tanteos y ensayos que han llevado
finalmente a la materialización de con
quistas tales como la de los aviones a
chorro, las sustancias plásticas, la te
levisión, el cine sonoro, la telefotogra
fía. el microscopio electrónico, la penicilina, la bomba atómica, etc. etc
que hace unos pocos años hubieran pa
recido locas quimeras propias de las
cabezas de los más fantásticos soña
dores.
Señala cómo muchos de esos descu
brimientos se han visto impulsados por
la guerra, pues la necesidad de ganar
en el pasado conflicto ha hecho que los
gobiernos no vacilaran en destinar a es
tudios e investigaciones sumas ingentes
que en tiempos de paz suelen mostrar
se remisos en destinar a esos fines y
que prestaran a los hombres de cien
cia una desacostumbrada atención es
perando, naturalmente, que les proveye
sen de armas, drogas o dispositivos que
les colocaran en situación de franca su
perioridad sobre el enemigo, y señala
también, por ejemplo, la aprensión de
los sabios que ven cómo en la actuali
dad —no disipados aún los recelos na
cidos de la mentalidad combativa for
jada durante los años de lucha— existe
una cierta resistencia a olvidar el uso
belicoso del más grande de esos descu
brimientos —la energía atómica— v a
aprovechar sus inmensas aplicaciones
pacíficas que no debían hacerse esperar.
Su lectura da una visión de lo que
podrá ser el mundo el día en que cu
tiempos de paz se dé a la inteligencia
el mismo apoyo que se le otorga en
tiempos de guerra y en que se gasten
con fines creadores y pacíficos los mi
les de millones que no se vacila en gas
tar con fines destructivos, y el día, en
fin, en que se utilicen de inmediato, en
beneficio de todos los seres humanos,
las conquistas que aquélla alcanza.
En resumen, un libro interesante e
instructivo, escrito en forma clara y
concisa, que debe leer todo aquel que
pretenda tener una idea cabal del mun
do en que vivimos y de los grandes ade
lantos científicos que prometen variar
su fisonomía tradicional. — José Luis
M. Anthonisen.
La mirada en el tiempo, por Arturo
Marasso. Editorial Nueva, Buenos Ai
res. 302 páginas. Precio: $ 6.
Existe un instante penetrado de in
sinuaciones en que el poeta se sienta
a la vera del mundo para deshilvanar
aquella agonía del recuerdo de la in
fancia. Es cuando a través de un cris
tal errante, los astros vienen a beber
en la cuenca de la mano y el poeta suel
ta la intimidad de su esperanza y 1»
enlaza a la retrospectivación de su mun
do perdido.
~
Atravesado por un fervor ávido de
naturaleza, los cap tulos del libro desarrollan un fresco y profundo sentido
de la vida. Arturo Marasso, utilizando
un lenguaje depurado, rico además en
palabras y expresiones, penetra en aque
lugar recóndito cruzado por la pn-P1
�© cabalgata
del libro pareée que han colocado su
oído sobre la tierra nueva del universo
para traducir todo aquel mensaje con
centrado dentro de la latitud del alma.
— Osvaldo Evanascini.
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de OhÁxicoDroysen - ALEJANDRO MAG
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colaboraciones argentinas) $ 3,50
Son lib r o s d e
FONDO DE
CULTURA ECONOMICA
INDEPENDENCIA 802
BUM0S AIRES
tación de la piedra, del agua, del ani
mal y de la planta. Entonces el canto
se convierte en expresión universal y
plena de insinuaciones que dan solidez
a un principio basado en un ascetismo
moral definido.
Sobresale en "La mirada en el tiem
po»^ la exaltación de la égloga a tra
vés de "Las quebradas y los valles” ;
el descubrimiento poético del mito y la
palabra nueva en "Memoria” ; la cali
dez imborrable que penetra en las ve
nas, en "Los muros de la casa” ; la
angustia misteriosa del elemento via
jero en "El viento” ; el pavoroso senti
miento del misterio natural en "Temo
res”; los descubrimientos de la hoja, el
ravo de luz y las formas naturales, en
"Andanzas”; todo el color y la fuerza
de la naciente artesanía en "Colores y
oficios”; la sencilla espontaneidad de
los lenguajes adheridos al pasado, en
"Tradición” ; la transición humana en
el s'mbolo de "Don Manuel” ; la fervo
rosa arrogancia universal que nace des
de todas las tierras y todas las distan
cias, en "La Bandera” ; la exaltación
indefinida en "Lejanías” ; y una pro
posición de triste reminiscencia en "En
señanza”. Pero es quizás en "El um
bral tusculano” donde se advierte de
finitivamente todo el contenido de una
madurez precisa y equilibrada. Allí se
citan el fervor de la naturaleza y la
identificaáón del mensaje filosófico;
el trasuntar líricamente adelgazado y
la permanencia de una perdurabilidad
incesante.
Los ojos se han cerrado por un largo
instante y a través de las cuencas el
mundo y la naturaleza han sido resti
tuidos. Forjados con nobleza austera,
alejados de toda insinuación que no
determine un sumergimiento en el poé
tico trascender del tiempo, los capítulos
E l humorismo , por Luis Pirandello.
Prólogo de José M. Monner Sans. Ver
sión castellana de Enzo Aloisi. Edito
rial El Libro, Buenos Aires, 1946. Pre
cio: $ 6.
i Humorismo o humoristas? Pirande
llo se aplica a perfilar los caracteres
del humorismo, término confuso para
muchos que ni admiten pueda definirse.
Así han sido considerados humoristas,
en sentido amplísimo, muchos escrito
res que son en verdad burlescos o iró
nicos o satíricos o cómicos. Toda la
primera parte de esta obra —más de
un centenar de páginas— está dedicada
a acotar la materia artística sobre la
que trabaja el humorista. Al analizar
el humorismo cervantino prueba que "la
verdadera razón de la obra está en el
permanente contraste que se produce en
nosotros entre las tendencias poéticas
y las tendencias prosaicas de la natu
raleza humana; entre las ilusiones de
la generosidad y del heroísmo y las du
ras experiencias de la realidad”. En
tonces | puede admitirse aquello aseve
rado por tantos autores de que el hu
morismo es un fenómeno exclusivamen
te moderno y casi una prerrogativa de
los pueblos anglogermánicos? La afir
mación y la demostración de Pirande
llo en estas lecciones de 1908 son con
cluyentes: ni debe confundirse el es
píritu cómico, la ironía, la sátira o el
"humour inglés” con el humorismo, ni
puede negarse el carácter universal y
permanente de tal estado de ánimo, "fe
nómeno de desdoblamiento en el acto
de la concepción”. Pero es a través de
la segunda parte donde puede seguirse
la génesis de ese especial proceso psí
quico. Pirandello muestra el vigor de
su pensamiento filosófico al desmenu
zar nuestra dolorosa posición humana
que genera el sentimiento del contraste.
Mientras el escritor cómico o el satí
rico queda en la superficie, el humo
rista penetra en lo más hondo de 3a
•vida y "ríe sin indignarse”, cuando tras
las solemnes o virtuosas apariencias de
los hechos y las personas aparece la
conveniencia o el puro cálculo. A ve
ces, riendo y compadeciendo, "el autor
llega también a reírse amargamente de
esta nuestra pobre, naturaleza humana
aquejada por tantas debilidades”. El
humorista percibe la contradicción. La
lógica, esa maquinita infernal, ha fija
do, mediante el concepto, ese fluir con
tinuo que es la vida. Y el hombre, el
artista, que se mira vivir y mira vivir
a los demás, crea la obra humorística
de doble faz simultánea: la grave y
la cómica. Esto es el humorismo: "el
sentimiento de lo contrario, suscitado
por la especial actividad de la refle
xión que no se oculta, que no se con
vierte —según ordinariamente ocurre en
el arte— en una forma del sentimien
to, sino en su opuesto, aun siguiendo
paso a paso ese sentimiento como la
sombra sigue al cuerpo”.
El prólogo que firma José Ma. Mon
ner Sans —profundo conocedor de la
obra pirandeliana, a la cual dedicó su
libro "Teatro de Pirandello”, Premio
Municipal de 1936— es apretada sínte
sis de la personalidad de Pirandello y
de su labor de comediógrafo tan vincu
lada a la teoría, materia de este libro
que nos ocupa. La excelente traducción
de Enzo Aloisi, ya conocido como autor
de "Los afincaos” y de "Nada de Pi
randello, por favor”, reactualiza el pro
blema de la importancia de las buenas
traducciones. — Delia Etcheverry.
N ovedades
WALDO FRANK: Ya viene el a m a d o .................S
12.—
Pocos libros ofrecen como éste tan rica y cernida materia novelesca por
el fuerte trazo de sus personajes y los problemás capitales que en él se
debaten. Esta obra recuerda a los lectores de habla hispana que Waldo
Franlc, además de ensayista eminente, es un gran novelista de pujante
personalidad.
WILHELM PIIVDER: El problema de las generaciones en la
Historia del arte de E u r o p a ..................................S 9.—
La articulación de las generaciones sucesivas como nuevo principio orde
nador de la Historia del Arte, es la célebre tesis, tan discutida en Estética
como en Sociología.
LEON BLOY: Páginas escogidas ..............................S
6.—
Este libro revela de modo cabal el singular y violento espíritu de León
Bloy cuya obra ejerce cada día mayor influencia.
A. HERNANDEZ CATA: Los frutos ácidos . . .
S
2,5 0
La obra maestra del escritor cubano. Tres novelas cortas de extraordi
nario vigor narrativo, de fondo patético, de gran perfección estilística.
RABINDRANATH
TAGORE:
El
rey del salóii
S
oscuro
2.—
Un hermoso poema dramático del exquisito autor de E l J ardinero.
JULES ROMAINS: Los soberbios ...........................$
6.—
Tomo vi de la gran serie LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD,
obra maestra de la novela contemporánea.
AUGUSTO
MARIO
DELFINO:
Cuentos de Nochebuena
*
S
4 .—
Toda la atmósfera peculiar de intimidades y evocaciones familiares, toda
la magia poética y novelesca de la Navidad, aparecen expresadas be
llamente en estos relatos premiados por la Sociedad Argentina de Escri
tores.
t
GONZALEZ CARBALHO: Canciones de la primera noche
S 4—
Un nuevo libro donde se reafirman las personales virtudes líricas de este
poeta argentino.
HANS KELSEN: La paz por medio del derecho .
S
5.—
¿La paz mediante la fuerza o mediante el derecho? ¿Estado mundial o
confederación de estados? He aquí algunos de los temas más importantes
que encara este libro del famoso filósofo del Derecho.
H. S. JENNINGS, C. R . BERGER, S . J., DOM TH. VERNER MORE, A. HEDLICKA, R. H. LOWIE, O . KLINEBERG. Aspectos científicos del problema racial S 7.—
Renombrados investigadores, desde su particular posición científica,
abordan este problema de palpitante actualidad.
DESIDERIO PAPP: ¿Adonde va el género humano? S 6.—
Narración fascinante de lo que será el mundo en los años futuros. Cómo
será el hombre del porvenir y cuáles serán sus herederos en el dominio
de la tierra.
EDITORIAL LOSADA S. A.
Alsina 1131, Buenos Aires
Colonia 1 0 6 0
MONTEVIDEO
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O'HIgglnt
253
SANTIAGO DE CHILE
Huancavellca 288
LIMA
�3!E U 5Q E r2í¡j
LA ESTIRPE DE SGANAREL
PO R
L E O N MI R L AS
tapándose los oídos, se niega resuelta
fascinantes de la historia del tea mente a creer.
tro, es la evolución del personaje del ma
Pero esta solución imprevista y transi
rido engañado, del clásico "cocu” molie- toria, no puede eliminar el problema. El
resco. ¡Qué trayectoria de Sganarel
drama, candente, subsiste y cobra más
Bruno, del simplismo cómico al caniba vuelo que nunca cuando Crommelvnck
lismo de la pasión! Caben en ella todos
descubre que Bruno de "El estupendo
los matices, y la farsa inicial se trans cornudo” estaba agazapado en Otelo y
forma al cabo del ciclo en un grito
en Sganarel.
desesperado y ávido, el mismo grito im
Y Bruno es una síntesis, un mundo.
potente del protagonista de "El Hombre
Desde que pierde el equilibrio que le da
y sus Fantasmas” de Lenormand al mo su confianza en Stella al leer el deseo en
rir: "S a b er...”
los ojos de Petrus, siente un deleite ?naEl personaje es de antigua data. Aso soquista al atormentarse. Su duda es in
soluble, irremediable, como la de Hamma ya en farsas medievales como "Maitre Pierre Pathelin” y en la farsa ita let. Jamás hallará una certeza a que
aferrarse. Porque, a su entender, la evi
liana "II cornuto per opinione”, que sirve
dencia es engañosa. La evidencia, ma
de borrador a "Sganarelle, ou le cocu
imaginaire” en 1660, eso sin contar sus
nejada por una mujer artera, puede des
múltiples y regocijantes apariciones ex orientar al más sagaz y alerta de los
trateatrales en los cuentos boccaccescos,
maridos. Es imposible obtener la prueba
eanevás de tantas comedias de la galan definitiva, categórica. Siempre hay otro
tería contemporánea. Quizá el hecho de amante. El desmesurado amor de Bruno,
que aspira a la posesión total y exclu
haberlo precedido Otelo le da a Sganarel
la carnadura que pudo faltarle. Moliere siva del alma de Stella, más que de su
toma a un personaje digno de la come cuerpo, lo tornará eternamente receloso
dia del arte y convierte a un Pantalón en y desdichado.
el primer "cocu” auténticamente gro
Aquí, el personaje excede ya la esfera
tesco, esto es, crea la tragicomedia de
del mero marido burlado como entre fi
los celos infundados.
siológico para adquirir un sentido he
Obsérvese el fundamental aporte de roico. Bruno es capaz de permitir que lo
Moliere, su genial intuición. Le cocu hagan cornudo cien veces con tal de
imaginaire! Decir esto, equivale al pri encontrar el medio de no serlo, esto es,
mer paso del cerebralismo. La fuerza
con tal de hallar la certeza absoluta, el
dilacerante del pensamiento se abre paso
verdadero amante. ¡Qué lejos estamos
y ya el drama ha de refugiarse exclusi aquí del "cocu” molieresco; del guardián
vamente en el ámbito del espíritu. Ya
tesonero del lecho conyugal! Nos halla
no será necesario que el marido sea en mos ya en pleno cerebralismo. Todo el
gañado. Bastará con que crea serlo. El
drama se incuba y se consuma en el es
pensamiento lo devastará.
píritu del "cocu”. Lo que sucede al mar
gen, en ese mísero y sospechoso escenario
Calcúlese lo que significa en potencia
este descubrimiento en 1660, si se tiene que es la realidad cotidiana, no pasa de
en cuenta que debemos llegar al siglo xx
ser un comentario de ese drama.
para que Andréiev nos pinte en un dra
Bruno es la sublimación del marido
ma, en su plenitud, la fuerza explosiva
burlado: Dardamelle, su fanfarrona os
del pensamiento, que termina por aniqui tentación. El Dardamelle de Mazaud ya
larse a sí mismo.
no rehuye ni se aterra ante la perspecti
Sganarel, al irrumpir en la comedia
va de la cornificación. Por el contrario:
con todo el bagaje de dudas y sospechas
ello lo halaga hasta un cierto punto. Le
de Otelo, lleva en sí el germen de Bruno
cuesta digerir la amarga píldora de la
y de Dardamelle. Georges Dandin, gra verdad, pero, ya habituado a la idea de
cioso y ridículo, no es más que una reedi la traición de Frascine, quiere ser un
ción. Moliere ha creado con Sganarel el
burlado a lo grande, a toda orquesta, de
arquetipo y ya no podrá superarlo. Esta
jerarquía, y no el "cocu” tímido y ver
tarea les está reservada a otros poetas
gonzante que oculta su dolor y su ver
y a otra sensibilidad.
güenza. Aquí, la tragicomedia de Bru
Por espacio de muchos años, el perso no sigue por un atajo. También a Dar
naje permanece olvidado. Se diría que
damelle lo mueve un gran amor, pero
madura en silencio. Maduración forzosa,
ahoga su infortunio entre risas. Ya no
la suya. Ya no puede manifestarse con
acecha con mirada penetrante el rostro
los elementales raciocinios de Sganarel.
de su mujer, como Bruno: se mira a si
Busca otro cauce para sus sufrimientos.
mismo, se mira sufrir, con una larga
Y llegamos al "Boubouroche” de Courtecarcajada monstruosa que se quiebra en
line, en que el marido engañado oscila
un sollozo antes de bajar el telón final.
entre el dolor de la infidelidad femenina
A éstas dos máscaras del mismo ago
y el ansia de ser feliz, a toda costa, a
nista, Janos bifronte de la cámara ma
cualquier precio. Y cerrando los ojos y
trimonial, se une en la época moderna
U
NO de los ciclos psicológicos más
una tercera faceta de tono menor, pero
interesante. En su comedia "El Oficial
de la Guardia”, Molnar pinta al hombre
a quien su mujer engaña con él mismo.
Naturalmente, aquí ha retoñado una es
cena de "El estupendo cornudo”, pero
Molnar la juega a lo largo de tres actos
con tanto lujo de detalles y tanta fi
nura psicológica e ingenio, que su come
dia bien merece considerarse un apc rte
original al tema. Y justo es consignar
que se cierra con el mismo broche de
escepticismo de todas las farsas del gé
nero desde "El estupendo cornudo” :
nunca puede saberse si la mujer dice ’a
verdad o no.
De todos modos, es indudable que la
obra de Crommelvnck ha cerrado el cielo.
Con ella, el personaje ha adquirido todos
loscaracteresarquetípicos que preexistían
en él, es completo y perfecto. Todo lo
que se escriba en adelante sobre el mari
do burlado terminará en definitiva en
Bruno, así como todas las comedias sobre
el amor, como afirmaba Porto-Riehe con
alguna razón, no harán sino repetir
"Amoureuse”.
Y, por lo demás, ahora parece difícil
que se aborde el tema. El teatro moder
no sigue otros rumbos de mayor gravi
tación para la cultura. El diálogo del
hombre con Dios en O’Xeill, la disocia
ción de la personalidad en Pirandello, la
condición humana en Sherwood y Kingsley, el leitmotiv de la frustración de
Chéjov recogido por Clifford Odets, el
buceo en el inconsciente en Lenormand:
he aquí las materias fundamentales que
ofrecen generosas vetas a la preocupa
ción de los dramaturgos de hoy.
PROSCENIO
LA MARCHA DEL TEATRO
"Huit Clos”, la pieza del poeta existencialista Jean-Paul Sartre, estrenada
ya en Londres después de su éxito en
el teatro La Potiniére de Par's, sigue
suscitando comentarios contradictorios
en cuanto a su contenido ideológico. Lo
único en que coinciden todos los críti
cos, es en su vivo y permanente inte
rés teatral y en que se trata de un mag
nífico vehículo interpretativo.
•
•
*
La tragedia "Mégarée” de Maurice
Druon, montada por Jean Mercure en
el Vieux Colombier, ha revelado a un
autor nuevo de quien se espera mucha
labor de jerarquía.
temporada del teatro Morignv, (-0n ^
versión de "Hamlet” do André Gide
"Las falsas confidencias” de Marivaux’
"Las noches do la cólera” de Armand Salílcrou y la teatralización do "El pro.
coso” de Kafka, hecha por el propio
Barrault en colaboración con Gide, ha
sido, sin duda, una do las notas más
destacadas'del año teatral francés.
Una hermosa intención malograda: el
escritor Pierre Emmanuel ha fracasado
decorosamente en su primera incursión
teatral con su ambicioso drama m'stico
"El leproso”, estrenado en el Pigal!?.
Con todo, según la crítica parisiense, s?
le habría podido adjudicar la creación d?
un nuevo estilo dramático, de no existir
Paul Claudel.
•
♦
•
Dos "Hamlet” en París en el misma
año. como en tiempos de la rivalidad del
Bourgogne y del Mnrais, en loable im
pulso ahora de superación artística: el
de Barrault en la adaptación de Gide v
el de Pierre Blanehard en la adaptación
de Pagnol. Y ahora, se anuncia un ter
cero, a cargo de Gérard Philippe. El
pálido príncipe de Dinamarca resucita
con grandes bríos, confirmando su in
agotable vitalidad.
•
•
•
Junto con "La casa de Bernarda Al
ba”, respuesta en el Studio des ChampsElysées, se ha estrenado en París una
obra en un acto de Lorca, desconocida
aún en París, "Los amores de don Perlimpín con Belisa en su jardín”, que ha
suscitado grandes elogios por su magia
poética.
* • •
En el escenario del Bouffes-Parisien?.
Olaude-Andrés Puget, celebrado autor de
"D'as felices”, que nuestro público co
noció a través de una mise-en-scéne de
Luis Mottura en el Odeón, dió a conocer
su última comedia "La Saint-Bernard”.
• • •
La nueva comedia del fino comedió
grafo Denys Amiel "Le mouton noir”,
no ha obtenido el éxito de crítica de las
anteriores. Se juzga que el interesante
autor de "La sonriente señora Beudet”
ha malogrado un buen tema, a pesar de
haber construido la pieza con la habili
dad propia de su gran experiencia es
cénica.
• • •
El American Repertory Theatre, que
acaban de fundar tros figuras del pres( Continúa página 21■)
Páginas 26 y 27
a cargo de
• • •
LEON MIRLAS.
El plan de trabajo del notable actor
y director Jean-Louis Barrault en su
�HURGANDO EN LOS CAMA
RINES DE LA HISTORIA
UN RECORD INGLES
or fin, un record arrebatado a los
norteamericanos. Los ingleses po
seen el record de los teatros incen| diados. El Drury Lañe de Londres,
fundado en 1663, fué destruido varias
veces por el fuego y reconstruido otras
tantas. También lo fueron en dos opor
tunidades el Covent Garden y en una
el Fortune. Finalmente, es memorable
el incendio del Globe en 1613, la noche
en que se estrenó el "Enrique V III” de
Shakespeare. La catástrofe se debió al
techo de bardas del Globe, incendiado
por los cañonazos que acogieron la en
trada del rey. El teatro Principal Palace de Barcelona tiene fama también
por sus incendios, aunque dif vilmente
podría competir con el Drury Lañe.
Y, sin embargo, al Drurv Lañe, más
que por sus incendios, se lo recuerda
porque fué en su platea donde debutó
como vendedora de naranjas, para pasar
luego al escenario como actriz, la deli
ciosa Nell Gwyn, que fué amante de
Carlos II. ¡Oh, el amor!
P
CRITICA ESPONTANEA
La noche en que Sir Charles Sedley,
un mediocre autor inglés del siglo xvn
que adquirió notoriedad por haber sos
tenido un duelo desnudo y en estado de
embriaguez én las calles de Londres,
estrenó en 1678 su comedia "Bellamira'’,
9e derrumbó el techo del teatro y el úni
co herido fué el autor. L’n caso evidente
de crítica teatral imprevista y espontá
nea.
ACTORES DE AYER Y DE HOY
Es famosa la versatilidad de los acto
res del Karmeny Teatr de Tairov, que
además de ser intérpretes magníficos
en la mayoría de los casos son también
consumados bailarines, cantantes, acró
batas y hasta juglares. Y , entre pa
réntesis, alguien dijo que le parecía
muy bien que los actores de Tairov fue
ran capaces de hacer todo eso... con
tal de que no lo demostraran a cada
momento.
El caso es que, en la comedia de! arte
italiana, hubo actores capaces de proezas
aun mayores. Algunos, eran grandes
gimnastas, como el famoso Scaramoucbe
(Tiberio Fiorilli), que. próximo a los
ochenta y tres años, era capaz de apli
carle a otro actor un puntapié en la
oreja. El célebre actor cómico del si
glo xviii Tommaso Antonio Yisentini,
daba un salto mortal sin derramar el
vaso de vino que sostenía en la mano.
LA PLASTICA DEL TEATRO,
SEGUN GEMIER
"Los grandes autores no son solamente
poetas. Son, asimismo, ordenadores de
fiestas visuales. En el genio de Sófo
cles, existe una parte plástica que re
cuerda la escultura de Fidias. Shakes
peare es vecino de Rubens, con su tru
culencia, su desborde, su violencia, sus
orgías de movimiento, su furor de ape
titos. Y* también de Rembrandt. Como
el gran pintor holandés, camina miste
riosamente en la sombra, hace penetrar
rayos furtivos en regiones inexploradas,
descubre los secretos de las almas celes
tiales o malditas.
”Corneille es hermano de Poussin,
Racine de Lebrun y de Lesueur, Marivaux de Watteau.
”Para decirlo mejor, los genios dra
máticos son los pintores y escultores del
movimiento y de la vida. Por eso, el
libro no los contiene íntegramente: nece
sitan absolutamente la escena, la miseen-scéne.
"Todas las obras maestras de Shakes
peare están concebidas asi. Como una
suerte de ballet trágico o cómico. Es
una sucesión de movimientos. Ejemplo,
"La fierecilla domada”. Para domar y
amaestrar a la arisca Catalina, a Petruehio se le ha ocurrido mostrarse más
extravagante, más áspero, más furioso
Eugene O’Yeill, en un ensayo de «u último estreno "The Iceman Cometh”,
en compañía del director de escena Eddie Dotcling (a la derecha) y de
Marcela Markham y Dudley Digges, que intervienen en el reparto de
dicha obra.
que ella. Asi, cuando Catalina reco
nozca sus propios rasgos en ese espejo
que los exagera, sentirá horror ante sus
defectos y se corregirá. Y véase qué
maravillosa curva de acción brinda eso.
Cada vez que Catalina se irrita, Petruchio se deja llevar por la ira; cada vez
que la joven patalea, él lo rompe todo
a su alrededor. A la tempestad, respon
de el ciclón. El ciclón, naturalmente, ter
mina por dominar y la tempestad se
calma. Un beso robado que se prolon
ga, sella la. reconciliación de la fierecilla
y su domador. Y la sonrisa ilumina sú
bitamente la fisonomía hasta ahora tris
te y angustiada. Esta metamorfosis len
ta y segura, evidentemente, puede ser
apreciada sobre todo en la escena, con
los ojos. Y las palabras no tienen más
valor que el de llamar a las imágenes y
secundarlas.”
Fermín Gémier ("Le Théátre”).
PROSCENIO
(V iene de página 26.)
Escenarios de Robert Edmond Jones para la pieza de 0W*»i7/ 'T h e Iceman
Cometh”, que acaba de provocar grandes controversias en Nueva York.
tigio de Eva Le Galliene, Cheryl Crawford y Margaret Webster, es toda una
promesa de espectáculos de gran jerar
quía. Anuncia para la temporada próxi
ma, entre otras obras, el "Enrique V III”
de Shakespeare, el "Juan Gabriel Borkman” de Ibsen y "La escuela del escán
dalo” de Sheridan. Conviene hacer no
tar que Margaret Webster ha montado
más piezas de Shakespeare que cualquier
otro director norteamericano.
•
En París, Marcel Pagnol ataca con
virulencia e ingenio a los críticos, recor
dándoles que se han apartado de su fun
ción orientadora y han dejado de serle
útiles al dramaturgo y de cooperar con
él en la creación artística, como en tiem
pos del maestro de la crítica tetral fran
cesa Francisco Sarcey. En Nueva York,
dos prestigiosos autores, Maxwell Anderson e Irwin Shaw, rechazan con ve
hemencia las censuras de los críticos
frente a sus últimos estrenos, acusán
dolos de injusticia e incomprensión.
i Qué pasa! ¿Han resuelto tomar la
ofensiva los autores? ¿Habrá sonado la
hora de la rebelión de los ángeles?
PALABRAS INOLVIDABLES
He Ustedes las mujeres idolatran a los
hombres de éxito, se aferran a ellos.
He Somos los laureles que disimulan su
calvicie.
* Adoro los placeres sencillos. Son el
último refugio de la gente complicada.
* Nosotras las mujeres lo pasamos mu
cho mejor que los hombres. Nos pro
híben muchas más cosas que a ellos.
Oscar Wilde
("Una mujer sin importancia”)
�MODAS
a cargo
de
JAUMANDREU
EL MODELO DE COCKTAIL
En rosalba celeste bandera este vestido de tarde, en el que se destacan el drapeado, de línea novísima y envolvente, de la falda y la disposición del bor
dado, en azabache, que parte de una manga y atraviesa el corsage.
Traje de crépe opaco negro, detallado sobre la falda en ciré negro. Sobre el
puño de las mangas dolm an van bordados com o pulseras, en canutillo negro.
SI Q U I E R E U S T E D
SER C O N S I D E R A D A
ELEGANTE . . .
I 9 Vístase de acuerdo con su figura.
Dedique unos minutos a estudiar bien
su tipo físico; trate de destacar todo
aquello que constituya su belleza, ocul
tando lo que pueda disminuirla; elija
sus vestidos dentro de la línea qué con
venga al largo de su talle, a la amplitud
de su cadera, a la longitud de sus pier
nas, a las características de su cuello.
La moda nos trae siempre tan enorme
variedad de estilos, aun para cada de
talle de un modelo, que el errar en la
elección de una prenda, el usar detalles
y adornos contrarios a su tipo, demues
tran siempre una falta absoluta de cri
terio y de chic.
2 9 Tenga en cuenta la oportunidad
y la hora. Todas las clases de vestidos,
de sport, de cocktail, de noche, tienen
su gracia v su belleza. El saber vestir
de acuerdo con la hora y con la ocasión,
es una condición "sine qua non” de la
verdadera elegancia. Es ciertamente ri
dículo ver una señora vestida con trajes
drapeados, bordados en paillette o pe
drería, a la mañana, o ataviada de ab
soluto sport, en una reunión a la cual
las demás damas asisten con sus mode
los de "paquetería”. Por muy bonito que
sea un conjunto, por bien confeccionado
que esté, sólo lucirá como tal, en la oca
sión y el instante oportunos.
39 A'o olvide su edad. Es éste otro
punto digno de figurar en un código de
elegancia. Si una jovencita, por graciosa
que sea, se nos aparece vestida como
una persona mayor, provocará nuestra
crítica, tanto como una respetable seño
ra, con modelitos juveniles, de amplias
faldas voladoras y cuellitos colegiales.
4 9 Inclínese siem pre a lo sobrio y
sencillo. Usted puede vestir espectacu
larmente, si así sienta a su belleza, y
ser la más elegante de las mujeres, siem
pre y cuando sus modelos sean espectacu
lares por su línea, por su color, por la
gracia de un detalle, no por el rebusca
miento de sus cortes, por el exceso de
pliegues y bordados. Una dama que luz
ca en una fiesta una soirée túnica de
crépe claro, blanco o celeste, con chal o
manto que recuerde los clásicos "sarih”
de los hindúes, estará espectacularmente
vestida, pero, ¿puede, sin embargo, pe
dirse nada más sobrio y elegante!
L na prenda indispensable y que completa un conjunto en cualquier estacio*1.
El sacón tipo sastre en grueso paño beige, con grandes botones de madera
marrón; aquí lo luce Janet Blair, estrella de Columbia. con un bonito pañueo
en tonos de rojo y celeste.
�@ cabalgata
\
f/
V
\
L
os diarios y revistas de nuestra eapij tal nos muestran en sus últimos nú
meros, las fotografías de las niñas de la
"élite” que han hecho su presentación so
cial. Jovencitas de extraordinaria belle
za. cuyas siluetas, la mayoría de las ve
ces magníficamente proporcionadas, apa
recen ataviadas con vestidos que, por
cierto, dicen muy poco en favor de la
tan comentada elegancia argentina. Y es
realmente extraño que eso ocurra. Esas
mismas niñas de la sociedad, tienen ad
mirable sentido del color y de la línea
para elegir sus conjuntos sports y sus
modelos de tarde.
jEs que quizás no se da a la soirée de
la presentación social, en Buenos Aires,
la importancia que tiene una prenda que,
como ésa, estará ligada a todos los mo
mentos gratos de la vida social de una
mujer? No es posible que así sea, no
puede ocurrir eso entre nosotros, como
no ocurrirá ni en París, ni en Nueva
York, ni en Londres, donde los creadores
más famosos vuelcan toda su imagina
ción en la creación del traje de la
MOD E L O S
"debutante”.
Para demostrárnoslo nos encontramos
con una graciosa creación de Vionnet.
Es un modelo de organza natural rosa
pálido; la falda amplísima y plegada
desde la cintura, destaca su belleza cobre
un "dessous” angosto, de faya al tono,
y lleva, desde la mitad hacia abajo,
alforzones que la arman ampliando su
línea. El corsage es simple, de pequeño
escote redondo y hombros ca;dos. Para
completar una creación tan fina, y ha
ciendo las veces de "salida de fiesta”,
Yionnet aconseja una corta capa, en la
misma organza, y a la que el detalle de
alforzones idénticos al de la falda le da
características de un gran cuello al man
tenerla desplegada en toda su amplitud.
Alix, en cambio, y dentro también de
una línea vaporosa y lógicamente juvenil,
nos muestra una soirée de gasa natural
celeste humo, de linca muy sobria, y
adornada con guía de pequeñ'simaH flo
res multicolores que se continúa desde
las bretelles a ambos lados de la falda
cortada en abundante campana. Una pe
queña esclavina con capuchón, que se
prende delante, nos trae, como en el an
terior modelo de Vionnet, uno de los úl
timos dictados de la moda francesa: la
salida de fiesta en la tela del modelo.
Alejándose de la organza y las telas
vaporosas, Molineanx, otro genio de la
costura actual, nos hace llegar una crea
ción bellísima: corsage sin bretelles, muy
DE
Alicia Barrié. estrella del film , luce
este modelo de «port: chaqueta de ta
lle bajo, en jersey blanco y bordeaax.
con estrellita? doradas, y falda en
mongol de lana gri- claro, plisada.
Se completa el conjunto con on corto
bolero en la tela de la falda y boina
bordeaux.
r
EL MODELO
DE LA DEBUTANTE
ajustado y sólo levemente draj«-ado sobre
«•1 busto, falda amplía con costuras vertí
cales que, sobre la cadera, recogen gra
ciosos pliegues. V, para acompañar el
modelo, un chal en la misma tela j raso
rosa líláceV). Ahora bien: el que tres de
las figuras cumbres de la moda francesa,
coincidan on aconsejar la línea de la
falda rnuy amplia y el corsa je muy justo,
no quiere de ninguna manera decir que
siempre el vestido de noche para jovenel
tas deba ser de esa línea. Realmente
puede elegirse dentro de una enorme
variedad de estilos, entre los cuales so
bresale el de 1870 (4) que destaca la
belleza de una silueta confiriendo a la
misma encantadora gracia, al recogerse
su pollera hacia atrás en "puff” o moños
que recuerdan los polizones de esa época.
Y no menos adecuada para el tipo de las
"débutantes’,’ la linca que trae reminiscen
cias de las clásicas túnicas de "Julieta*
(5) que pueden ser plegadas, y destacar
la belleza del busto y de la cintura me
diante guías, cintas o cinturones traba
jados con motivos brillantes.
De la misma actriz esta suntuosa soi
rée en rosalba rosa pálido; la cha
queta, cuyo escote muy grande deja
al descubierto los hombros, está bor
dada en paillette plateado y piedras
celestes; la falda es plisée soleil y
sumamente amplia.
Del vestuario del mismo film , este
traje de tarde en mongol de lana
negro con gran jabot y puños en or
ganza natural blanca, bordada de
encaje "Uhantilly” n e g r o . C o l d e
Flami, que lo usa, lo completa con
un bonito turbante en faya y jersey
negros.
�cabalgata©)
BURLADERO
Por el Hondero Irónico
Bernard Shaw, que es algo así como
el Quevedo de ahora a quien se le acha
can todos los rasgos dp ingenio, no pudo
menos, como era de esperar, de dar su
opinión sobre la eficacia y utilidad eco
nómica del Premio Nobel, como recom
pensa a una vida de sacrificio dedicada
al cultivo de las nobles letras.
—"El Premio Nobel —dijo G. R. S.
en ocasión de serle concedido—. es a’go
asi como el salvavidas -que le echan al
nadador cuando va ha llegado a la ori
lia .. . ”
•
*
•
Y ya que estamos de Premios Nobeles, don Jacinto Benavente, que es algo
así como el G. B. S. del Imperio His
pano, salvando distancias que hay
—todavía—, del inglés al de por allá,
se acuerda a veces de que en una época
fué archivo de ingenio v agudeza, y da
alguna en el clavo. Recientemente, co
mentando las actividades a que se de
dica en la actualidad el Teatro Español
de Madrid, feudo al parecer de jóvenes
estetas y donde jamás nadie paga la
entrada, le replicó a alguien que le pre
guntó si no iba por allí:
—¿Yo por el E spañol?.... ¡Tú estás
lo co !... ¡Si aquello es Sodoma y De
g o rra!. . .
•
*
•
LA BALSA DE LA MEDUSA, por Théodore Géricault. (Traducción de O tk i.)
Pero no crean que aquello de la cas
ticidad es privilegio exclusivo del viejo
continente. Por aquí también los hay
con su miaja de ironía y si no vean es‘a
contestación del maestro López Bu ni
do, cierto día, en que un novel, tra« de
enseñarle su engendro, le agregó:
—Como usted ve. mi hermano mayor
hace la letra, el segundo compone la mú
sica y yo soy quien la canta.
—Perfectamente —dijo el composi
tor—, pero si uno canta, el otro hace la
música y el otro compone la letFa ¿quién
demonios silba esto ?
• • •
Federico Nietzsche, cuando todavía
era amigo de Ricardo Wagner, hab aba
con éste de uno de sus temas predilec
tos: el drama musical.
—Mozart —afirmó el filósofo de Zaratustra—, inventó en su "Don Juan"
la música de in trig a ...
—No fué sino todo lo contrario —
respondió el creador del drama musi
cal— : Mozart disolvió la intriga en
música. . .
Como verán estaban, pero no estaban
de acuerdo.
• • •
Luciano Zuccoli, el fino humorista
italiano de principios de sig'o, siempre
provisto de su inevitable y un poco im
pertinente monóculo, explicaba en co
rro de amigos, el porqué de un tremendo
cardenal que hacía aun mayor el círcu
lo de sombra del ojo encristalado:
—Todo se debió a ignorancia de mi
contrincante. Yo, que en todo quiero estai a la última moda, le ataqué confor
me a las reglas más científicas de "El
ai te de defenderse en la calle” del pro
fesor Vincitor. Cuando él se me1 vino
encima, puse en práctica la figura IS
del cuadro "ataque”, consistente en as
fixia por presión de ambos pulgares so
bre el tórax. Entonces mi adversario,
en vez de contestarme con la figura co
rrespondiente, 18 del cuadro "defensa”,
reversión de los pulgares hasta fractura
de sus falanges, me dió un burdo pu
ñetazo, lo que puso fin de manera tan
grosera como vulgar aquello qu» pro
metía ser un ejemplo de cientificismo
gladiatorio. ..
• • •
Y dentro siempre del campo de la pe
lea, entre los actuales practicantes del
noble deporte del cachascán porteño, se
encuentra el enorme vasco, Juanito Ola
guibe!, cuyas saldas, suelen ser tan in
genuas cuno inc-] eradas en él: Cierto
din en que unos amigos le acusaban de
que la Inclín siemorc estaba preparada,
Juanito. mostrando una oreja toda des
hecha, les dijo:
3í, pues.. J Esta oreja la tengo así
de hablar por teléfono...
» • •
Cuando la Famosa Rejane volvió »
las tab as tras de una prolongada ausenc a Fierre Veber, que ocupaba un palco
con Co’ette, se volvió a ésta, y le dijo:
—¿Sabe que edad tiene!...
No —contestó la gran escritora...
Pero aparenta el doble...
• • •
P
R
E
M
I O
S
correspondientes al con.-urso planteado en el n9 5 do Cabalgata,
"RECUERDE QUIÉN ERA QUIÉN”
<Vn e' primer premio de 20.— $
Dora Legrand Gola, Calle 3, 112 T.A PT.\T.A
Con una suscripción por seis meses a Cabalgata, José Lana, San Martín 933,
___
CAPITAL.
Los demás premios se declaran desiertos por no alcanzar el porcentaje • xigido
en la exactitud de sus contestaciones.
El padre José. - La Reina Víctor a. - Catalina II de Rusia. - Voltaire. - Robespierre.
Rafael Guerra.
Aristóteles. - José liona: arte - Lorenzo de Mediéis. - Francisco I. - Carloá
Gardel.
Lindber?. - San Martin. - Rommel. - Staiin. - Ruy Díaz de Vivar. - Duque de
Reichstadt. -Don Juan. - Wellington. - Coste. - García Paredes. - Isabel de Inglaterra. Cervantes. -Horacio. - Lepe de Vega. - Cervantes. - Shakespeare. - Goethe. - Lope de
Vega.
Erasmo. - Luis XIV. - Petrarca. - Verdi.
Beethoven. - Sara Eernardt. - Goya
- Leopardi. - Murillo. - Santa Teresa.
San Francisco Javier. - El Greco. - Irigoyen. . Cíemenceau. - Rossini - Lope de Rueda. - Facundo Quiroga. - Harri W ills. - Firpo. - Edison. Napoleón.
-Tolstoi. - Gonzalo de Córdoba. - Xúñez de Arce. - Marat. - Atila.
Federico
el Grande. -Bismarck.
Santo Tomás.
San Francisco de Asís. - Rousseau. - Felipe IV. San Juan Bautista. - Raimundo Lulio.
Latnur D'Auvergne. - Bavardo. - I.utero. - Juana
de Arco. - Gayarre. - Eliphas I.evi. - Xev.
—¿Es usted judío! —le preguntó cier
to enorme alemán a Carlitos Chaplin,
cuando el gran cómico visitó Berlín.
—No.
El alemán le estrechó efusivamente la
mano, ante la indignación de un amigo
de Chaplin quien le recriminó indignado:
¿Cómo le has dicho que no eres judío
siéndolo!. . .
—Porque adiviné que le gustaría
no lo fu e ra ... Y ¿para que iba a darle
un disgusto!...
• • •
Madame de Sévigné, tenía también sus
puntos de moderna. Recuerden aquella
crítica de una novela romántico-lacri
mosa de una contemporánea suya: "Mi
querida amiga. Vuestros dos enamorados
me han sumido en el más profundo es
tu p o r... ¡Están solos y no hacen más
que hablar y h a b la r!... ¿Qué diablos
esperan!.. . ”
�Las mujeres.'.. Hasta un antifeminis
ta tan rabioso como Bob Hope, dijo no
hace mucho por la radio:
_La m ujer... Como sexo lo o d io ...
¡Pero, una por una!. . .
• •
Durante la guerra civil española, cieré, to periodista, cuyo nombre no hace al
caso, tuvo que presentarse una vez mo
vilizado ante la revisión médica.
—¿Alega algct —le preguntó el mé
dico.
—Mire usted —explicó el poco belicoso
recluta—. No es que quiera emboscarme,
pero tengo una enfermedad en las pier
nas que me impide correr.
—¿No puede correr! ¡Este es nuestro
hombre! —gritó entusiasmado el revisor.
• •
PALABRAS CRUZADAS
i
ii
ni
IV
V
VI
Vil
VIII
IX
X
XI
v e r t ic a l e s .
j . preposición. - Humor que
fluye de las
heridas. - Valle.
2. Hombre destacado en su profesión.
Cierto tipo de cabello. - Exclamación.
J. Consonante. - Lord. - Intransigente.
Consonante.
4. Ser victima de la acción de la gravedad.
- Puerto natural.
5. El que hace el censo. - Cabezas de ga
nado.
.
6. Moneda romana
- Nota musical.
7 Muchacho. - Cuerpo químico que se
trae del tomillo.
&. Breve lapso. - Conjunto de altares
sacrificio.
9. Consonante. - Por ejemplo. - Flor
ráldica. - 100.
10. Primera carta de la baraja. - Bolsas
correspondencia. - Exclamación.
11. Astro rey. - Articulo. - Estado ideal
los pueblos.
re
de
he
de
de
HORIZONTALES.
I. Perro. - Sangria para tomar agua de
un rio. - Dignidad abisinia.
II. Pronombre personal. - Dignidad roma
na. - Alto.
III. Consonante. - Masa de harina, agua y
levadura. - Cuerpo aeriforme.
50.
IV. Desciendes. - Pastor de la mitologm.
V. Viña trepadora. - Perteneciente a u:i
lugar determinado.
VI. Organización de Política Internacional.
- No.
VIL Curarse. - Corte de árboles.
VIII. Vallado rústico. - Mensajera de los
dioses.
IX. Consonante. - Filósofo catalán. - Signo
de adición. - Consonante.
X. Exclamación. • Vate antiguo. - Tiene.
XI. Hermana. - Nota musical. - Patada de
mulo.
SOLUCION
DEL
PROBLEM A
DE N°. 6 DE
CABALGATA
it «■
Concurso: JUANITO EN EL MUSEO
Juanito, como nadie podrá negar por lo que a nutimincíón
se relata, es un bárbaro con todas las agravante?. Pero coma
todos los que se entregan a "la libre satisfacción de srs :'mpulsos”, que diría un psicólogo a la moda, cumple algunas
proezas de e*ns que todo? hubiéramos qut rido hacer pero que
no hicimos. Juanito, como verán más abajo, visitó con su
papá 1<>> museos de Europa, <n !c>> que se entregó a su irre
primible manía de pintarles bigotes, sombreros, etc. a cuanto
cuadro se le puso por delante. En el grabado adjunto se ve
el producto de las fechor as de Juanito. ; En qué muscos
estuvo? ; Qué cuadros estropeó* /Quienes son sus autores?
Contesten a estas preguntas y demostrarán su cultura artís
tica y su capacidad de retentiva visual. Quien acierte más
gañ irá el primer precio, can i-tente en 1?<»— $ % v los ¿seis
restantes, los seis segundos premios de una subscripción «le
seis meses a Cabalgata.
�cabalgata @
Si 1 4 . . . R1D- 15. D7D mate; o si 1 4 . . .
R3A 15. C7D j. ganando la Dama.
' A J E D R E Z
POR
Pasadena 1932
Defensa Alekhine
B orochow
FRANCISCO BENKO
N . de la R. — En el N t 6 de Cabalgata
no aparecieron, debido a una trasposición de
originales, los dos últim os finales correspon
dientes a nuestro concurso de soluciones.
Rectificam os hoy dicha om isión publicando
los dos finales correspondientes al mencionado
concurso. Y aclaramos que los problemas y
finales publicados en el N v 6 no correspon
den al concurso.
omo
Partida
6
Márgate 1937
P aúl K eres
C. H. A lexander
Defensa Nimzoindia
1. P4D
C3AR
2. P4A1)
P3R
3. C3A1)
A5C
4. C3A
P3CD
5. P3CR
A2C
6. A2C
La partida, cuyo planteo ha derivado en
una variante de la defensa india de Dama,
parece va a ser orientada en planes pura
mente posicionales. Pero ei combativo espíritu
de Keres llevará la lucha por senderos de
especial violencia.
DIA
7. 0-0
P4A?
Este movimiento no está en conjunción con
el planteo aigo complejo elegido en la de
fensa negra. 7 . . . P4A estaría más justifi
cada si ti Alfil Rey estuviese en 2R, acep
tando la sólida posición algo restringida de
la defensa tip'.ca india de Dama, entre cuyos
objetivos, naturalmente, figura la conserva
ción de la pareja de Alfiles. Ahora este mo
vimiento, que incomunica al Alfil en 5CD
con sus casillas 3D y 2R, va a ser explo
tado por Keres con redob.ada energía.
8. CSCD
Aun no ha sido completado el planteo, y
ya las Negras se necuentran en plena opre
sión- Ha bastado para ello una leve impre
cisión de concepto en la estructura defensiva.
He aquí una muestra muy elocuente de las
conquistas teóricas modernas, que saben de
poner las breves inexactitudes con golpes de
tal fuerza, que no parece exista paralelo en
tre la pequeñez del error y la magnitud del
castigo.
pxp
9. A4A
C3T
10. A 6D
La energía de cada golpe parece responder
a una progresión geométrica. Las Negras
han de esforzarse en la defensa cada vez más
apurada, procurando aunarla con un espíritu
ae lucha activa, pues ante la fuerza de este
ataque, una conducta pasiva significaría, des
de luego, la seguridad de la derrota.
DxP
Parece que todo ha quedado a salvo y,
por añadidura, se cuente con dos Peones de
ventaja. Ahora las Blancas no pueden reaIizar su amenaza AxA, pues con DxA las
Aegras controlarían su casilla 3D, tan im
prudentemente abandonada a la temprana fu
ria del enemigo. Pero las Blancas cuentan
con muy varadas perspectivas de ataque, y
la fantasía de Keres nos las va a ofrecer
en una lección demostrativa de las bellezas
combativas de la nueva escuela.
11. D4T
Nuevamente se necuentran las Negras ante
difíciles problemas de defensa. Ahora la ame
naza blanca AxA es realmente anjustiosa, y
hay que detener al mismo tiempo la otra
amenaza no menos cruei de C7Aj., ganando
en ambos casos brevemente.
A3A
Otra vez parece que la oscura nube cer
nida sobre el ejército negro va a disiparse,
pero. . .
12. CRxP
ese formidable luchador que es Keres, sabe
mantener en el aire la espada de sus ame
nazas y no dejarla caer sino en el momento
justo.
A DxA
Ver diagrama.
F ine
3. T5A!! !
Abandonan,
porque no hay ninguna jugada satisfactoria
En la sigu:ente posición, el famoso maestro
Tarrasch. pilar y profesor de toda uní
ración, abandonó en el momento jujto, cuando
podía forzar tablas.
Torneo de maestros, Breslau 1925
t‘
v
M . B lüm io h
Un fin al maravilloso
ya habrán advertido nuestros lectores,
presentar s empre lo mejor
ajedrecístico mundial, y es
por esto que muchas veces no vacilamos en
reproducir partidas con comentarios de los
más famosos maestros, sacados de libros y
revistas de todo el mundo.
tratamos de
G
del pensanvento
La partida de hoy corresponde a una bri
llante victoria de Paúl Keres sobre el maestro
inglés C. H. Alexander del torneo de Mar
éate 1937; los comentarios corresponden a
Alekhine y son reproducidos de su último
libro “Ajedrez hipermoder.io", que editó du
rante su larga estada en España.
R.
C3AR
1. P4R
C4D
2. P5R
C3C
3. P4AD
C3A
4. P4D
Una trasposición de jugadas. La jugada
exncta es 4 . . . . P3D.
5. P5D1
CxPR
Si 5 . . . C C 6. P 5 A ; si 5 . . . C5C 6. P5A
6. P 5A C( 3C) xP 7. P3TD y las Negras
siempre pierden una pieza.
6. P5A
C( 3C) 5A
7. D4D
Abandonan.
tomar la Torre blanca por 2. DxT j Dic
3. D6A j. D2C 4. DxD mate.
^ j
D3A
la única jugada.
2. T2AR1!
¡Cómo molestan las moscas!
D4C
Explicaremos otra de las joyas del ajedrez
artístico: un final del genial compositor ruso
A. A. Troitzky, cuya muerte a la edad de
76 años en 1942 se anunció hace poco. Se
considera a Troitzky como el padre del final
moderno.
A. A. T roitzky
Schachmaty 1937
Posición después de la jugada 12 de
las Negras.
La inconveniencia de este movimiento no
dejaria quizá de ser apreciada por Alexan
der: no es en el Alfil de fianchetto, donde
Keres ha puesto sus proyectos de asalto al
enemigo. Esta retirada del Alfil negro del
campo defensivo, hace present’r un nuevo
acopio de amenazas, pero en verdad no se
ve bien qué otra conducta sería preferible.
Si, por ejemplo, 1 2 . . . C4A, tratando de
aflojar el dogal blanco, la ofensiva podía
seguir por vía 13. C7A j. seguida de CxA
j., DxP, etc.
13. DxC
Amenazando directamente ganar ia Dama
mediante C7A j.
AxT
Un acuerdo acertado. Se transige con ceder
la Dama con idea de mantener la lucha com
pensando su falta can una Torre y un Alfil
en unión de dos Peones, compensación insu
ficiente y que habria dado la victoria tam
bién a Keres; pero el gran estoniano, ha
ciendo renovado alarde de su sanare fría,
prefiere sostener la tensión del combate y
juega sencillamente:
14. TxA
DxC (5D )
A grandes m a je s... Alexander no puede
resistir más la tensión nerviosa de Ja lucha
y prueba fortuna forzando la entrega de su
arma más potente, confiando todavía en al
guna compensación a cargo de la asociación
de sus armas menores; pero esta equivalen
cia está muy lejos de existir, sobre todo ante
el poder escrutador de los ojos de Keres.
15. CxD
AxA
16. C5C
R2R
17. T D
A4A
18. P3TD!
Siempre la jugada torturadora. ¿Qué por
venir queda a ese Alfil?
C5C
El último intento y la última desesperación.
19. TxP j.
Sin conceder la menor tregua. Garó es
que la Torre es incapturable, pues mediante
D7C j. las Blancas privarían a las Negras
de sus dos Torres.
R3A
20. D7C
Abandonan.
(Comentarios de A . Alekhine en su
"A jedrea hipermoderno".)
libro
¡EMANUEL LASKER ABANDONA
EN 14, REUBEN FINE
EN 7 JUGADAS!
S. T arrasch
Posición final después de la jugada
81 de las Negras.
Juegan las Blancas y ganan.
1. D2T j.
R4C
2. D6T j . !!
No es un error de imprenta, sino el único
camino para ganar. Si 2 . . . RxD 3. CxPAD
mate.
RxP
3. D4A j.
R3D
Si R2C 4. DxP A j. R3T 5. D8A. j. R4C
6. D7D j. R3T (o 4A) 7. C jaque seguido
por DxD.
4. DxP A j.
R3R
5. D7R j.
R4A
6. DxP A j.
R5C
Y en este momento, cuando parece que el
monarca negro por fin se escapa, las Blancas
juegan
7. D5T j . ü !
dando lugar al mismo mate de Caballo en el
otro costado del tablero como en ia variante
de la segunda jugada. Si el Rey negro se
va, sigue DxD ganando.
RxD
8. C6A mate
Si esto no es ar t e . . .
C om binaciones y errores inm ortales
Un bonito ejemplo de cómo se aprovecha
de la situación de una pieza sobrecargada
(en este caso la Dama negra, que está ocupadísima en la defensa de su Torre y del
Peón 4R), es el siguiente. Cuesta creer que
en esta posición tan complicada las Negras
tienen que rendirse en 3 jugadas.
Partida libre, Berlín 1929
J. H.
La partida tenía que seguir así:
82. P6T
,
T3C
Si 8 2 . . . TIC (o 2 0 83. R4C! y la,
Blancas pueden tranquilamente sacrificar s:
Torre por el Peón negro en el momento opor
tuno, pues el Peón blanco apoyado por su
Rey fuerza las tablas.
83. T5TR
P7T
Si 8 3 . . . TI C 84. P7C TlTR 85. RtC »
P7T T5CD j. etc.
84. P7T
TIC
85. T 5C D j . ! ¡
La jugada salvadora, que Tarrasch omitió
en sus cálculos mentales.
TxT
86. P 8T pide Dama j.
dando jaque perpetuo.
En las partidas más desesperadas puede
haber una salvación oculta, la cuestión es
saber encontrarla. Y justamente los finales [
compuestos y artísticos enseñan a agudizar t )
espíritu para cualquier emergencia.
Concurso de soluciones
(Bases: Ver Cabalgata N* 1)
Con los dos finales de hcy termina nues
tro primer gran concurso de soluciones, las
soluciones de este número deben ser man
dadas hasta el 28 de febrero de 1947.
Los dos finales son producciones notables,
el primero más bien por ei juego de las
Negras que exige la mayor atención de las
Blancas para no caer en una de las muchas
variantes de tablas, el segundo por la con
junción del juego blanco y negro y . per
cierta p ica rd ía ...
Final W 3
L. E hrlich
Wiener Schaehzeitung 1928
Blancas: R5AD, A5D, P6A (3)
N egras: R2TD, T5TD (2)
A continuación reproducimos dos partidas
miniaturas relativamente poco conocidas, en
las cuales los protagonistas eran nada menos
que el Dr. Lasker (poco antes de ganar su
título de campeón mundial) y Reuben Fine
(uno de los más serios aspirantes al mismo
títuio) respectivamente.
Berlín 1890
Gambito de Dama declinado.
H. Caro
D r. E manuel L asker
1. C3AR
P4D
P4D
A4A
P4A
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D4T j.
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TI A!
P4C
C5R
14. D7D j. R3A 15. DxPA mate.
C3T
14. C8A j.
Abandonan.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
amenazando
S. B ett
Juegan las Blancas.
1. T 2C R ü
Ataca la Dama que a su
vez no
puede
Juegan las Blancas y ganan.
�cabalgata
DISCOS
ha elegido el camino del ultranacionalismo musical. Sus obras están basadas
en danzas y aires de su país, en músi
cas populares y generalmente anónimas,
PO R
todas ellas tamizadas por un espíritu
musical de indudable envergadura y so
lidez. El diccionario Grove no lo men
ciona pero a pesar de ello ha ganado
n estos días lie tenido oportunidad
en 1942 el premio Stalin por su ballet
de escuchar algunos diseos enviados
"Gaynne”. Esto en Rusia significa la
fama en forma de 100.000 rublos.
v desde Rusia. Ellos ofrecen el doble interes de ser los primeros llegados al país
Por otra parte han llegado a Buenos
desde antes de la guerra y de contener
Aires discos grabados en Rusia pero pu
obras de compositores soviéticos del mo blicados en los Estados Unidos por la
mento. poco difundidas en Europa y casa Asch Records, impresos en mate
•América. Sinfonías, música de cámara,
rial sumamente liviano, que se comban
música para piano, para canto, cancio fácilmente y de muy escasa resistencia.
nes anónimas, la mayoría de ellas crea Entre ellos vale la pena destacar una
das durante la guerra, canciones de gue sinfonía N’ 1, op. 4 de Tikhon Khrenrrilleros, del ejército soviético, etc. To nikov, en si bemol. Khrennikov, nacido
dos los discos son de 25 centímetros y en 1913, compuso esta obra a los 22
han sido grabados con buena técnica,
años. A los 30 ganaba el premio Stalin
aunque en muchos de ellos el ruido de
(otra vez los 100.000 rublos) por su co
púa sea algo notable y el tono de la
mentario musical al film soviético "El
grabación brillante y de poca perspec pastor y los chanehitos”. Como es cos
tiva.
tumbre entre los compositores jóvenes
Entre los nombres más significativos
rusos, está influido por Prokofieff y
v conocidos están Shostakovich, Prokoperceptiblemente por Strawinsky, espe
fieff y Khachaturian. Del primero, ocu cialmente el de la época de "El pá
pando cinco faces de 25 cm., se ha jaro de fuego”. Esta sinfonía N? 1 ha
grabado un trío para arcos (violín, viola
tenido singular destino parecido al ar
y violoncelo), que, en cierta medida, gumento de un film. En 1936 Stokowsanuncia una nueva modalidad de este
ky la estrenó en los Estados Unidos sin
cambiante compositor que no acaba de
mayor éxito. Entre la concurrencia al
revelarse íntegramente. Es posible que concierto se encontraba Eugenio Orla composición de esta obra sea poste mandy (el gran director que reciente
rior a la Séptima Sinfon'a, pues su len mente nos ha visitado), que entusias
guaje es más avanzado y de mayor li mado decidió incluir la Sinfonía de
bertad tonal. El plan de su construc Khrennikov entre los programas de pre
ción. si bien sigue los derroteros clásicos
sentación anual que la Orquesta de Fidel género, aporta algunas novedades.
ladelfia formula en Nueva York. El
El segundo movimiento, sin duda el más
público neoyorkino rindió un tributo de
hermoso de todos, es un elegiaco andante
calurosa bienvenida a esta Sinfonía y
de mucha fuerza expresiva y de gran
la misma obtuvo de inmediato una reso
-independencia armónica. El ritmo del
nancia continental. La sinfonía es nota
primer movimiento, bárbaramente obsti blemente breve (ocupa tres faces de
nado sobre una célula rítmica, vuelve a
discos de 30 cm.) y posee solamente
reaparecer en el tercer y cuarto movi tres movimientos que se enlazan entre sí
mientos en forma de variaciones en las
ejecutándose sin solución de continui
que el mayor interés está dado por la
dad. El -plan formal es por tanto no
curiosa y especial manera de tratar los
vedoso y está conducido con una téc
instrumentos de cuerda del que logra
nica de composición segura y firme.
sonoridades de un efecto particular.
Campea por toda la obra un espíritu
Dos "Momentos” para piano de Profogoso y humorístico, con evidentes to
kofieff, no muy llamativos, y algunos
nos de sátira burlesca, un temperamento
fragmentos de una suite de ballet para
prodigiosamente activo y lleno de buen
"Romeo y Jnlieta” en la que muestra
humor y vitalidad. La imaginación rít
otra vez su fantástico dominio de la
mica (rasgo característico de los rusos)
orquesta,y una página sinfónica de Khaes desbordante y si bien su idioma está
ehaturian, portaestandarte de la nue controlado por la personalidad de los
va escuela nacional de la música rusa,
grandes maestros de su país, la sinceri
completan el panorama de las mejores
dad de la expresión y la continua bús
obras grabadas. Khachaturian, armenio,
queda de efectos con procedimientos le
nacido en Tiflis en 1903, realizó sus es gítimos y nobles hablan del músico au
tudios en el Conservatorio de Moscú y
téntico y capaz de una evolución excep
cional. La interpretación fue realizada
por la Orquesta del Estado Soviético que
Final !S° 4
demuestra gran calidad y equilibrio, ba
W. A. BRON
jo la batuta del profesor Orlov, que es
Sehachmaty Listok 1929
sin duda un excelente director. La cuar
ta
faz del disco se ha dedicado a otra
Blancas: R6TR. T 2R. P4TD. P2C P, P3CD,
obra de Khrennikov, una canción de la
P6CD, P6 l> (7)
música incidental para la comedia de
Negras: R4TD, T4l>. P3TJ). P5CI> (4)
Shakespeare "Much Ado About Nothing”, alegre y decidida e interpretada
por un barítono de hermosa voz llama
do A. Doliva.
JORGE D’URBANO
E
PROSA Y LENGUAJE
(V ien e
Juegan las Blancas y ganan.
■
de página
8.)
Hado las ideas de nuestros críticos ¿pen
sarían atacarnos en lo tocante a la for
ma, cuando nunca hemos hablado sno
del fondo? Acerca de la forma no hay
nada que decir por anticipado y no he
mos dicho nada: cada cual inventa la
suya, y se la juzga después. Es verdad
que los temas proponen un estilo; pero
no mandan en él; ninguno está "a priori” fuera del arte literario. ¿Qué hay
LIBROS BIEN IMPRESOS
PARA EDITORES EXIGENTES
¿ U le 4
( fh á fy tM
AMORRORTU
CORDOBA 2 0 2 8
más "comprometido” y aburrido que el
propósito de atacar a la Compañía de
Jesús? Pascal hizo con eso Las Provin
ciales. Y de sus oscuras peleas con Madaine Goezmann, Beaumarehais sacó las
Memorias, que son, quizás, su obra maes
tra. En una palabra, se trata de saber
qué se quiere escribir: de las mariposas
o de la condición de los judíos. Y cuan
do se sabe esto, el resto consiste en es
cribir. Alguna vez, ambas decisiones no
formaron sino una sola, pero en los bue
nos creadores jamás precede la segunda
a la primera. Yo sé que Giraudoux de
cía: "El único problema es hallar su es
tilo, la idea viene luego.” Pero estaba
equivocado; no halló sino un estilo, la
idea no vino. Al contrario, si se consi
BUENOS AIRES
deran los temas como problemas siempre
abiertos, como solicitaciones, esperas, se
comprende que el arte nada pierda en
comprometerse; al contrario, del mismo
modo que la física presenta a los ma
temáticos problemas nuevos que los obli
gan a construir un simbolismo nuevo,
las exigencias siempre nuevas de lo so
cial y de lo metafísico fuerzan al artista
a encontrar una lengua nueva y técnicas
nuevas. Si no escribimos ya como en el
siglo x v i i es porque la lengua de Racine
y de Saint-Evremond no se presta para
hablar de las locomotoras o del prole
tariado. Después de esto, los puristas
nos prohibirán, tal vez, escribir sobre las
locomotoras. Pero el arte no se ha ca
sado nunca con los puristas.
�cabalgata®
los últimos veinte años el ballet
ha conquistado enorme popularidad
en todas las clases sociales del pueblo
británico, y esto explica por qué los
espectáculos de esta clase siempre se dan
con salas repletas después de haberse
agotado las entradas con semanas de an
ticipación.
Respondiendo a estas preferencias del
público, son muchas las escuelas de baile
que funcionan en toda Gran Bretaña, y
puede decirse que no hay población de
mediana importancia que no cuente con
un establecimiento de esa índole, en don
de los jóvenes de ambos sexos se pre
paran concienzudamente siguiendo su in
clinación favorita.
Las escuelas de ballet son, desde lue
go, de diferente categoría, y las hay des
de las que cobran la módica suma de
un chelín por lección a las que exigen
diez veces más cuando el profesor ha
llegado a ser un bailarín de fama. Exis
te la costumbre de que cuando un alum
no se destaca para llegar a ser una ver
dadera promesa, el arancel que se le
exige por enseñanza es mucho menor que
el común.
El adiestramiento de los alumnos en
los establecimientos privados se rige de
acuerdo con normas muy estrictas esta
blecidas por la Real Academia de Danzas,
la que toma exámenes a los educandos
tres veces por año. Existen también otros
dos cuerpos examinadores muy impor
tantes que son la Sociedad Gecchetti y
la Sociedad Imperial de Danzas, y los
que tienen sus reglamentaciones especia
les acerca de la enseñanza, pero los re
sultados, en general, se ajustan a las
exigencias de la Real Academia.
La enseñanza del ballet en Gran Bre
E
n'
EL BALLET EN
GRAN BRETAÑA
por G I Z I
BLORE
(Especial para Cabalgata.)
taña puede dividirse en dos grupos es
peciales: la impartida a los niños para
que examinen en los grados y la que se
dedica a los danzarines que desean ha
cerse profesionales y que por lo mismo
deben rendir sus exámenes de acuerdo
con los dictados de la Academia.
Los pequeños pueden iniciar su apren
dizaje a los cuatro o cinco años y rendir
su primer examen de grado a los siete.
La Academia tiene un grupo de exami
nadores especiales dispuestos a desem
peñar sus funciones en cualquier parte
del país. El examen, por otra parte, es
individual y muy estricto, no permitién
dose en el acto la presencia del profe
sor. El examinador va anotando todas
las clasificaciones que le merece el alum
no en una tarjeta, la que luego se lleva
a la Academia colocándosela en un ar
chivo especial junto con el nombre del
profesor. De esta manera se lleva tam
bién un control acerca de la clase de
enseñanza que se imparte en cada esta
blecimiento, y si la Academia encuen
tra que ella no es satisfactoria envía
un inspector para averiguar las causas
y dar los consejos pertinentes a fin de
remediar las deficiencias.
Los educandos que estudian para pro
fesionales deben rendir seis exámenes
ante una mesa compuesta de tres miem
bros de la Comisión Técnica de la Aca
demia. Los examinadores son persona
lidades bien conocidas en el mundo del
ballet, tales como Antón Dolin, Jíme.
Thamar Karsavina, que fué primera
figura del Ballet Diaghilev, y Ninnete
de Yalois, principal bailarina del Ballet
Sadler’s "Webs.
Becas para los Jóvenes que P rom eten.
Si un maestro encuentra que uno de
sus alumnos tiene talento excepcional
para la danza y disposición para el tra
bajo, pero su familia no posee medios
económicos para costearle la carrera,
puede enviarlo a la Academia, la que
previo examen de sus condiciones es
probable que le conceda una beca que
permita al educando asistir a las clases
de famosos maestros de ballet sin pagar
un centavo. Es más: al finalizar el cur
so el aspirante está en condiciones de
presentarse a disputar una beca dotada
con 200 libras esterlinas que permite
al ganador perfeccionar sus conocimien
tos en las grandes academias de baile
del extranjero. La Academia también
ha instituido muchos otros premios anua
les para ser disputados entre los alumnos. >
Hay actualmente en Gran Bretaña
grandes figuras de la danza que hai •;
tomado sobre ellas la misión de man- j
tener vivo el entusiasmo popular por.
ese bello arte que es el ballet. Entre i
ellas está Antón Dolin, cuyo verdadero
nombre es Patriek Kav, y que, con» *
Aliee Marks (Alice Makrova), fué alum
no de Mme. Astafieva, la famosa dan
zarina rusa de ballet que se radicó en[
Londres y que con su bello físico con- i
sidera a la danza como algo sagrado.
Respecto a la primera entrevista entre [
Alice y la Astafieva se cuenta una ca
riosa anécdota. Un día la bailarina, al
salir a atender a un llamado a la puerta
de su departamento, se encontró con ana
mujer y una chica que le alcanzaba ana
tarjeta en la que se leía "La Pequeña
Pavlova”. Sorprendida primero v luego,
horrorizada por lo que consideraba un
sacrilegio, la Astafieva sólo atinó a dar
un portazo en las mismas narices de
madre e hija. Estas, sin embargo, no:
se desalentaron por la recepción v no
transcurrió mucho tiempo antes deque
estuvieran llamando nuevamente a la'
puerta del departamento. Esta vez la
bailarina se mostró más asequible J
aceptó a la chica como alumna. Fué de
esta manera como surgió una gran bai
larina como la Makrova.
Tal vez resulten más elocuentes algu
nas cifras respecto al desarrollo alcan
zado por el ballet británico en los últi
mos tiempos. Por ejemplo, el número
de alumnos examinados en 1924 llego*
poco más de 1.200. Veinte años niJ>
tarde la cifra bordeó los 30.000, en
tiendo alrededor de 4.000 escuelas áj
ballet en todo el país. Antes de 1
�© cabalgata
los espectáculos de ballet sólo eran pava
los privilegiados de la fortuna, tal era
el valor de las entradas. Hoy, puede
decirse, el ballet es del pueblo y cual
quier ciudadano puede ver en Lunares
un espectáculo de primer orden en el
Teatro Sadler’s Wells y en el que toman
parte bailarines famosos, por lo que pa
ga al adquirir veinte cigarrillos.
" Pioneers" del Ballet Británico.
Para nombrar sólo a algunas de las
grandes figuras que han dado auge y
popularizado al ballet en Gran Bretaña,
se pueden citar los nombres de Thamar
Karsavina, Deline Genee, que preside la
Real Academia de Danzas, Judith F.spinosa, Phyllis Bedells, etc, todos los
cuales sostienen que la razón del flore
cimiento de este arte radica en el cariño
inherente que el pueblo británico tiene
por la danza. Mme. Karsavina expresó
en una oportunidad: "Tan pronto como
las gentes comunes tienen oportunidad
de ver un ballet, se puede observar in
mediatamente el gusto que despierta en
ellas. Tengo el convencimiento que a
breve plazo el ballet será uno de los
espectáculos más populares de Gran Bre
taña.”
La destacada bailarina Daish, cuyo
nombre es Adeline Gonce, y que fué una
de las más celebradas a comienzos de
este siglo, encontró en la primera fun
ción que dió en Londres que estaba en
una nación que apreciaba al ballet en
forma excepcional, y en vista de ello
decidió buscar el concurso de otros com
pañeros de arte a fin de aprovechar la
buena disposición del pueblo británico
hacia la danza clásica. Fué así que al
reunirse en 1920 esas figuras en la re
sidencia de Adeline se constituyó la
Asociación de Danzas de Opera de Gran
Bretaña la que luego se transformó
en la Real Academia de Danzas en
1936.
cialismo, por subeibaja; juego de in
fancia”.
El Laurel de Calí "traza una bella
sombra” y en sus ramas canta el pajarerio de las coplas, frescamente, como
una acequia. El libro responde a la fi
gura de!, autor y a lá de su tierra, que
se ha hecho rica y vasta solamente para
poder contener la organería desatada de
Ramponi cantando su infinita piedra, y
la voz de Búfano entre los álamos de
San Rafael. Calí nos da su Mendoza
particular de viñedos y olivos suburba
nos, con sus rosales y sus muchachas en
un airecillo provincia! y clásico, quizás
—y no es desmedro-— sin habérselo pro
puesto. Señalarlo es hacer, un tiempo,
su definición y su elogio mejor. — Da
niel Devoto.
(>) Editorial " E l At> neo".
NOTI CI AS
*** El pianista Guillermo lacla actuó en
un recital de beneficencia auspiciado por
la Unión Republicana Juvenil Española,
interpretando páginas de Scarlatti, Mozart, Schumann, Chopin, Debussv, Turina, Granados y Nin.
*** Falleció en Buenos Aires la mediosoprano alemana Paula Weber, que resi
día desde hacía veinte años en nuestro
país, habiéndose dedicado a la enseñan
za después de una Drill nte carrera.
*“ El Seminario do Jóvenes Músicos Ar
gentinos ofreció un nueva audición en el
local del Consejo Británico. El programa
agrupaba tres piezas de B. Martinu (en
1» audición), una sonata de Loeillet,
(ihras vocales de .losé María Castro y
Roberto Can maño, un cuarteto de García
Morrillo y los Juguetes de Pedro Sáenz
en versión para seis instrumentos.
*** Josefina Prelli ofreció un concierto
de clavo en la Asociación Gente de Arte
y Letras de Avellaneda.
• ' Los pianistas argentinos Raú,l Spivak v Florencia Raitzin se presentaron
en el Carnegie Hall de Nueva York.
Hace ya dos años que Spivak está en
Estados Fnidos, donde lia actuado en
varios centros universitarios; regresará a
nuestro país en marzo, luego de una
gira por Norte y Centro América.
Florencia Raitzin, que es sin duda la
mejor pianista de su generación y una
de nuestras más cumplidas intérpretes,
ha realizado un iutensa labor en la Juilliard Xcliool de Nueva York, donde se
graduó con la más alta clasificación.
*** Ha muerto en nuestra ciudad la
actriz R. Falconetti, de la Comedia Fran
cesa. Destacadísima intérprete del teatro
clásico, Falconetti se distinguió también
en el cine (¿quién puede olvidar su labor
protagónica en Juana de A rcol ) y en la
interpretación de la música francesa
popular y tradicional.
l e g a de Mendoza el Laurel de estío
j de Américo Calí. Mendoza es nues
tro límite del oeste. No es tierra que
se asoma al mar para recibir el día; el
sol le llega después de haber corrido
el ancho del país, y cuando parece po
nerse detrás de la cordillera, en la rea
lidad se está poniendo en el Pacífico, a
través de Chile tan delgadito. Su sol
eon novedades asentadas da al aire seco
y rico de la provincia una luz que po
dría decir de sí, como Calí, que
L
en el antiguo corazón le crece
una alegría vegetal de enero.
Xombro la tierra.
Así también, en este libro mendoeino
de asentada novedad, avecinan sin sor
presa el airecillo fresco de las coplas
(Déjame solo en mi casa,
vecina del tomillar.
Que tus pechos no me quiten
del todo la soledad.)
I
(V ien e
de página
2.)
FRANCIA
*** Se recordará los antecedentes del
"affaire” Chirico, al que nos hemos re
ferido en correspondencias anteriores.
Este artista italiano había declarado
que la mitad de sus cuadros, que habían
sido expuestos en la Galería Allard, eran
falsos, lo que dió lugar a un escándalo
en los medios artísticos de París.
Sin embargo, dudando del juicio emi
tido y no queriendo opinar sólo a base
de reproducciones, Chirico expresó su
deseo de ver los cuadros. El pintor Corbellini le ha llevado a Roma las dos telas
que Chirico había declarado falsas. Ante
ellas, ha reconocido que habían salido
de su pincel. No obstante, lia añadido
también: "Son cuadros no terminados,
en los cuales las columnas están apenas
bosquejadas. Datan de los tiempos en
que los "marchands” parisinos no me
dejaban ni el placer de terminar mis
teías.” Se trata de dos cuadros que re
presentan caballos -a orillas del mar, con
un templo griego al fondo y restos de
columnas dispersos en la playa.
La nota pintoresca de este "affaire”
es el interés con que su desenlace ha sido
seguido por las aduanas francesas. Los
"falsos” Chirico lian podido circular li
bremente de una frontera a otra; pero
al regresar Corbellini de Italia tendrá
que pagar una fuerte tarifa en Ja adua
na por los "verdaderos” Chirico, que aho
ra han sido legitimados por el propio
autor.
*** En la Galería Lucien Revman se ha
inaugurado una Exposición del arte ca
talán. A la misma han sido invitados
no sólo los artistas de nacionalidad ca
talana, sino también los artistas que
han visitado Cataluña.
Como escultores más representativos
figuran, en primer lugar, Maillol, Gon
zález y Manolo, este último muerto en
1945. Es decir, el salón se honra con la
representación de dos de los más gran
des escultores modernos catalanes: Mai
llol y' Manolo. Se exponen también al
gunas obras de Gargallo, en la plástica
del hierro forjado.
Figuran en la exposición obras de los
siguientes artistas; Marquet, Raoul Dufv, Georges Braque, Pierre Bruñe, A.
Masson, Miró, Lafay, Pignon, Tolza,
Puig-Pujades, Badia-Vilato, Palmeiro,
Ignace Vidal, Homs, Grau-Sala, Creixams, Bausil, Terrus y otros muchos,
hasta un total de doscientas obras. En
una exposición de este género no po
día faltar, naturalmente, Pablo Picasso,
cuya obra figura también juntamente
con un paisaje de Juan Gris, que corres
ponde a su primera época.
A pesar de que a nuestro juicio la
exposición ha sido preparada demasiado
precipitadamente para dar un verdadero
conjunto del arte catalán moderno, es
una bella muestra del valor y desarrollo
de éste.
LAUREL
DE E S T I O 1'
con los sonetos y romances, y sus dié
resis y grabas contadas —diáfana, poe
sía— gozosamente clásicas. Y así tam
bién, más por galleo que por caridad
informativa, brota al pie de un soneto
la noticia aclaradora: "Maroma, provin
CORRESPONDENCIA
Sally Gilmour.
*** El gran número de exposiciones que
se celebran actualmente en Par«'s, no nos
permite referirnos a todas ellas. Pero sí
debemos dar cuenta del llamado Salón
del Espectáculo. Se ven en él obras de
pintores v escultores modernos, inspira
dos por las artes del teatro, del circo,
del musichall (Manet, Renoir, Toulouse
Lautree, Rouault, Van Dongen, Friese,
Terechkovitch, Yves Brayer, etc.) ; ma
quetas de trajes y de decorados; pintu
ras y esculturas de Sara Bernhardt, Ju
lia Bartet, Boucot, Musidora, Lucien
Rosenberg, André Bougé, etc.; fotogra
fías, joyas, objetos exóticos y hasta pin
turas de niños.
Juan Saavedra.
�cabalgata©
EL CENTENARIO DE "L A CONDENACION DE FAUSTO”
6 de diciembre se cumplieron cien años de la primera
audición de "La condenación de Fausto”. A decir
verdad, Berlioz va componía la "Balada del Rey de Thule”
en setiembre de 1828; tenía entonces 24 años y acababa de
conquistar el segundo premio de Roma. Tratando de forzar
las puertas de la Opera, Berlioz escribía al vizconde Sosthene
de La Rochefoucauld, superintendente de Bellas Artes:
"He puesto en música la mayor parte de las poesías de
Goethe; tengo la cabeza llena de "Fausto” ; me es imposible
encontrar un tema sobre el cual mi imaginación pueda ejer
cerse más fácilmente . . . ” Es evidente que, como lo señala
su biógrafo, Adolphe Boschot, al hablar de "la mayor parte
de las poesías de Goethe”, Berlioz pensaba en las coplas
rimadas por Gérard de Nerval en su traducción del "Primer
Fausto”, publicada ese mismo año 1828.
Por otra parte, ¡cuántas semejanzas entre Fausto y el
propio Berlioz! ¿Acaso no era, tatnbién él (como lo dice
Mefistófeles), el hombre al que "ningún placer sacia”, a quien
"ninguna felicidad basta” y que, "sin cesar en pos de formas
cambiantes”, no podía hallar más que en los sueños la satis
facción de sus deseos? Sueños nutridos de Shakespeare, Vir
gilio, Homero, Ossian; sueños románticos a los que Goethe
suministraba un nuevo aliento.
Los años pasan. Berlioz conquista el primer gran premio
de Roma, se casa con una actriz trágica, famosa al menos un
instante, compone sinfonías, da conciertos, se convierte en un
músico célebre, pero, no obstante, sigue ignorado del gran
público, siempre hostil a la novedad que Berlioz trac consigo.
Es el autor de la "Sinfonía fantástica”, de "Haroldo en
Italia”, del "Réquiem”, "Benvenuto Cellini”. Logra, al fin,
forzar las puertas de la Academia Real de Música, pero para
recoger más burlas que aplausos. En 1844, Félicien David
presenta "El desierto”, cuyo éxito impresiona a Berlioz.
Por qué no escribir —también él— una "oda-sinfonía”, un
gran oratorio, una ópera de concierto? Las "Ocho escenas de
Fausto” suministrarán lo fundamental.
Berlioz tiene 42 años, la edad de la plenitud. Siente
hervir en él las mismas pasiones, el mismo ardor que en 1828.
Encuentra en un compañero de periodismo, Almire Gondoniere, al libretista —pues él mismo no tiene tiempo de escribir
E
PO R
l
16 Se representa en Venecia, en 1639,
L ’Adone, tragedia musical. El clarissimo signore Paolo Vendramino,
autor del poema, dirige desde Bolo
nia una carta al empresario, fechada
el 16 de diciembre de 1639 e inc’uída
en la edición del libreto: "Entiendo
que Su Señoría quiere editar L ’Ado
ne, lo que me molesta tanto como
me dolió Su resolución de hacerlo re
presentar no obstante mi ausencia, o
sea, sin la más necesaria de las pre
sencias que debían ilustrar el espec
tá c u lo ...”, etc. En ninguna parte
se menciona al compositor, Claudio
Monteverde.
17 1823. Bemardino Rivadavia, Minis
tro de Relaciones Exteriores y de
Gobierno, acusa recibo del cajón de
cornetas llegado en el bergantín William Parker a los Sres. Ilullett linos,
y Cía. Las veinticuatro cornetas se
hab'an pedido el 3 de marzo de ese
año y debían "servir para el uso de
los correos que transitan este país;
las cuales espera el Ministro sean
manuables y propias para este efec
to”. (P. Grenón, Nuestra primera
música instrumental.)
18 1737. Muere en Cremona Antonio
Stradivari. En su casa de la Piazza
Roma una inscripción recuerda que
"llevó el violín a la perfección y
dejó a Cremona un renombre impe
recedero”.
»
19 1890. Se estrena en S. Petersburgo
La dama de espadas de Tchaieovsky.
El autor apunta en su diario, desde
Florencia (19 de enero de 1890):
"Empecé a trabajar, y no mal.”
20 1922. Estreno de Antigone de Cocteau-Sófocles (o viceversa) en el Atelier, París. Música de escena de Honegger.
21 1628. Se inaugura el Teatro Farnese,
de los Duques de Parma. con la ópera
Mercurio e Marte. La música pro
bablemente fuera de Caccini.
RENE DUMESNIL
(Exclusivo para
C a b a l g a t a .)
F.t Cft* V.V
Berlioz. Litografía de época.
22 1721. Se estrena en las Tuberías Les
élemens, de Lalande y Destouches,
tercer ballet "dansé par le Roy”.
23 1894. Primera audición del Prélude
á l’aprés midi d’un faune. "Una anéc
dota auténtica circula hace medio si
glo por el mundo musical sin haber
sido impresa nunca. Durante el pri
mer ensayo del Prélude en los Con
ciertos Lamoureux, Camilo Chovillard pidió al autor una precisión
expresiva sobre el comienzo de la
frase de 1? flauta. Sólo obtuvo de
Debussy esta respuesta pintoresca:
"Es un pastor que toca la flauta, con
el c . . . en el pasto.” (León Vallas,
Achille-Claude Debussy.)
24 1935. Muere en Viena Alban Berg.
"El 17 de diciembre de 1935, Berg
fué trasladado al hospital y opera
do; una transfusión de sangre, efec
tuada el 19, produjo una leve mejo
ría. Berg expresó su deseo de agra
decer personalmente al dador de san
gre. Este era un típico joven vienes,
y después de verlo se dirigió hacia
mi y me dijo, con una expresión que
no es posible describir: "¡Espero que
esto no hará de mí un compositor
de operetas!” El 22, la enfermedad
fué ganando terreno: el corazón c*>menzó a fallar. El 24. a la una y
cuarto de la mañana, Berg murió en
brazos de su esposa.” (Willi Reich,
Alban Berg.)
25 1837. Nace en Bellagio, al borde del
Lago di Como, la segunda hija de
Liszt y la condesa d’Agoult. "Su
nombre, Cósima, evocaba a la vez la
beldad del lugar natal, el lago de
Como, y el nombre de San Cosme,
el médico árabe tan piadosamente
benéfico, por el que Liszt tenía una
particular devoción.” (Paul Rehcux,
y
el libreto—, pero muy pronto, arrastrado por el tema, decide
versificar solo la escena que se propone agregar, que ya ha
tratado. Su libreto consiste en una serie de cuadros musicales
y sigue muy cerca al poema de Goethe. Algunos viajes inte
rrumpen su trabajo; pero si maldice la obligación de alejar
se de Goethe, y de su querido doctor, sin embargo halla oca
sión de encontrar, aquí y allá, alguna fuente de inspiración
utilizada felizmente. De esta manera escribe la "Marcha
húngara”.
I
Termina su partitura el 19 de octubre de 1846. E inmedia
tamente quiere escucharla. Lo cual no es nada fácil. Berlioz
tiene enemigos en todas partes, salvo en la Opera Cómica
cuyo director, Basset, le es favorable. Alquila, pues, la salarecluta sus intérpretes. Y llega el gran día. Saliendo del
ensayo, el viernes 4 de diciembre, Teófilo Gautier profetiza:
"Héctor Berlioz parece formar con Víctor Hugo y Eugenio
Delacroix, la trinidad del arte romántico.” Pero los poetas
—"vates”— si bien son adivinos, pueden no estar de acuerdo
con sus contemporáneos. En efecto, los amigos de Berlioz
son casi los únicos que escuchan la nueva obra. Sus aplausos
suenan de una manera lúgubre en la sala. Rossini, con mala
intención, sale murmurando al oído de quien quiera escuchar
lo frases como éstas: "La canción de la rata pasa inadverti
da ; no hay un gato”, o "Suerte que ese muchacho no sepa
música: ¡la haría tan mal!”
Ocho días más tar.de, la segunda audición se realiza con
una sala que no estaba más llena. A pesar de los esfuerzos
de los amigos, se muestra la misma indiferencia de un público
hostil a Berlioz, hostil a la novedad, que rehúsa comprender
que ese músico es, en su arte, el auténtico representante del
romanticismo francés, el igual de Delacroix y de Victor
Hugo.
Pasarán muchos años antes de que se vea en "La conde
nación de Fausto” una obra maestra. Hará falta la devoción
de Edouard Colonne, que la ejecuta repetidas veces en los
Conciertos del Chátelet, hasta conseguir forzar el éxito. Por
último, la obra se sitúa en primera fila, y conserva su posición
tanto en el concierto como en el teatro. En cualquier forma
que sea, desde ese instante, "La condenación de Fausto”
resplandece de tal manera que uno se asombra al saber que
semejante obra maestra haya podido arruinar a su autor.
Liszt ou fes amours romantiqnes.)
26 1770. Estreno de Mitridate, re di
Ponto, de Mozart, en Milán. "Mi
querida hermana: Hace mucho que
no escribo, y es porque estaba ocu
pado con mi ópera. Ahora que tengo
tiempo quiero cumplir bien mi deber.
Gracias a Dios, la ópera gusta. El
teatro se llena cada noche, ante la
admiración general, y muchos decla
ran que, desde que están en Milán,
nunca han visto la sala tan concu
rrida para una ópera nueva... A
propos! El copista ha venido ayer a
casa y nos ha dicho que recibió ia
orden de copiar mi ópera para la
corte de L isboa... W. A. Mozart.”
27 1893. Estreno de Gicendoline de
Chabrier en la Opera de Par's. El
autor, ya seriamente dañado por el
mal que pronto lo llevaría a la tum
ba, aplaudía desde su palco, diciendo
a sus acompañantes: "¡Qué lindo!
¿De quién es?”
28 1937. Muere en París Mauricio Ra
vel. "Hacia el fin de su vida, Ravel
sufrió el peor período del oscureci
miento mental; su mal le permitió
las intermitencias, los destellos que
ilusionan y desoían a un genio con
denado. Un domingo, sus pasos en
contraron sin esfuerzo el camino que
une Montfort al caserío de Mesnuls
y llegó a casa de Luc-Albert Moreau
después del almuerzo. Delgado, blan
co-gris como la niebla, sabía todavía
sonreír. Dijo, al verme: "Hola. Co
l e t t e ...” en tono natural. Pero no
se esforzó por seguir hablando, y
aunque sentado entre nosotros, tenía
el aspecto de un ser que, de un mo
mento a otro, está por disolverse y
desaparecer. Se parecía al Ravel vivo
como se le parece el retrato que Luc-
Albert Moreau hizo de Ravel muer,to: una nariz grande corregida ya !
por la invisible mano, el mentón de
Dante, la barba vigorosa y mal afei- !
tada de los muertos, una sombra ma
yor bajo la órbita y en las ra'ces d?
la n a riz ... Pienso que ese día Ravel ,
pronunció mi nombre por última ver” ;'1
(Colette, Un salón música1 en 1900.)
29 1849. Muere en Madrid Dionisio
Aguado y García, guitarrista, "...al '
llegar a París a eso de las cim'o de
la madrugada nos acostamos al mo
mento, pues hacía tres noches que
no nos desnudábamos; pero apenas j
habría pasado una hora de estar en :
cama cuando nos despertó una mú- i
sica que nos pareció celestial, y e'tu- ]
vimos dudando qué instrumento fue
ra' el que tanto nos entusiasmaba: ¡
tal era la dulzura y suavidad de sus
sonidos y armonías, producidas por •
la manera con que eran heridas sus
cuerdas; de modo que tuvimos que
llamar al camarero y preguntarle qué :
instrumento era aquel que nos pro- !
ducía tan grata sensación y que no ¡
nos atrevíamos a clasificar. El oa
ma rero, con la sonrisa en los labios,
nos dijo: C’est monsicur Aguado ante
son ghitarre.
(Saldnni,
Diccionario biográfico bibliográfico
de efemérides de músicos españoles.) I
30 1876. Nace en Vendrello Pablo Ca
sáis, "gloria del mon musical”, como
dice con justicia la chapa que se co- ;
locó en su casa natal, en 1927, como ,
"homenatge de Catalunya”.
j
31 1934. Representación nimero 2.000
AelpFaust de Gounod en la Opera de
París, donde fué aceptado a los diez ¡
años de su estreno. "Por los pasi los
se murmuraba en grande. "Esto no
pasará de quince representaciones
decían, encogiéndose de hombros, dos
editores célebres, partidarios ardien
tes de la escuela italiana.” (^®in
Saéns, Perfiles y recuerdos.) P-
■
�ULTIMAS
NOVEDADES
a p a r e c id a s en l a
Serie A m a r illa : P o licia l
E l caso del Cerdo difunto ,
por
M argcry
El
caso de
. . $ 2.—
Cod,
A llin g h a m
de
C abo
Atzcood Taylor » 2.—
la
azul,
mujer
por M ortim er Gray
. . . »
J ornada de terror, por Eric
A m b lc r
2.—
......................................... » 2.—
A sesinato
por el ojo
por
CERRADURA,
R.
de
la
A.
J.
I V a l l i n g ........................................»
E l misterio de la silla del
obispo, por E d g a r li'allace »
L a ventana siniestra, por
R a y m o n d C h a n d ler
. . . »
A lgo horrible en la leñera,
por A n t h o n y G U b e r t . . . »
2.—
2.—
2.—
2.—
U n ataúd
por E r i c
L a muerte
para
D i m itrios,
A m b l c r .......................» 2.—
del fantasma, por
M a r g c r y A l l i n g h a m . . . . » 2. —
E l crimen del rápido de P a
rís , por G c o r g e s S i m e n o n . » 1,50
S e r i e V io l e t a : S o v e l a
B rujas,
i a muerta, por Georgcs R o d c n b a c h .............................J 2.__
F ontamara, por lgnazio Silone » 2.—
G enoveva, por Alphonse de
L a m a r tin e ...................................... » 2.—
El
dominio
mundo ,
del
por
Jacinto G r a n .................................» 2.—
M ujer raptada, por F rank
T h i e s s ......................................... ..... 2.—
J esucristo
F landes,
en
por
Honoré de Balzac .
A cnés G rev, por A n n e B ro n té
Bajo sospecha, por H clcn M ac
I n n e s ...........................................»
Los siete ahorcados, por L e ó
nidas A n d r e i e v ........................ »
PO R
M. V I L L E G A S LOPEZ
TEMPLE DE ACERO
COLECCION PANDORA
E l misterio
por P h o c b e
ESTRENOS
» 2.—
» 2.—
2.—
2.—
(T h e icicKed lady)
Film inglés de Carol Eeed, argumento
de Eric Ambler y Peter Ustinov, inter
pretado por David Xiven, Raymond
Huntley, Billy Hartnell, Stanley Holloway, James Donald, John Lauric, Leslie Duyer. Producción; Tote Cities
Films.
Todo lo que constituyen los buenos
films ingleses de costumbres, ha sido
aplicado a una obra de guerra. Cada
soldado es un tipo humano, con una
vida, una fisonomía, una psicología y
una profesión. Aparecen así, antes de
ir al cuartel, antes de vestir el unifor
me; pero, aun después de ese "uniformismo” cuartelero, se los sigue viendo
como individuos. Y de esta raíz hu
mana arranca toda la alta emoción del
film.
Nada de esa primaria propaganda
yanki, donde todo ciudadano se siente
desgraciado porque tiene un impedi
mento físico, que le impide tener el
placer de ir a la guerra, matar a unos
cuantos semejantes o morir aplastado
por un tanque. Aquí, cada hombre tra
ta de escabullirse del servicio militar
por todos los medios, van renegando y
protestando, odian al sargento, despre
cian al oficial, se escapan de las ma
niobras... Cuando se ven en el frente
luchan como los mejores, lo que tam
bién es rigurosamente real. Es, pues,
un film sincero; que, en un film de
guerra, es decir extraordinario.
Tiene emoción, verismos, humor muy
inglés y unas magníficas escenas de
gperra espectaculares y simples a la
vez. Puede figurar, pues, junto a Hi
dalgos de los mares, en el cinema de
guerra británico. Y da a Reed, el di
rector de El joven Mr. P itt, categoría
de primer director mundial.
Film inglés de Lewis Arliss, con Mar
garet Loclcivood, James Masón, Patri
cia Roe, G riffith Jones. Producción:
Gainsborough.
Hubo una época en que estuvieron
muy en boga las "novelas por entre
gas”, que se echaban por debajo de las
puertas. Al finalizar, y sin duda en
premio por haberse leído los seiscientos
cuadernillos de que constaba la obra,
el suscriptor recibía de regalo un la
vabo o una sopera. Naturalmente, tal
literatura estaba "fuera del arte”.
A este género pertenece Perversa. Y
está, también, fuera del arte. Es, sen
cillamente, una aristocrática dama del
siglo x v ii que por las noches es ban
dolera y asaltante de diligencias, sin
que nadie lo sospeche. Comete toda cla
se de crímenes, por todos los medios
conocidos. Parece, a veces, que la pe
lícula está hecha en broma, hasta tal
punto bordea el disparate y el tópico
más vulgar.
No es con films de este tipo como
se acreditará el cine inglés, aunque el
mal gusto del grueso público haga de
ellos esporádicos éxitos.
MARIA LUISA
P asión y muerte de M iguel
S ervet, por Pom peyo Gener $ 2,50
V ida de lord B yron, por E m i
( Marie-Louise )
F ray B artolomé de las Ca
sas, por M anuel José Q u in
tana ..............................................
N apoleón
y
Godoy,
la
mundo,
el
majos ,
E spaña
» 2.—
» 2.—
por
Frederic C a m p ........................
en
» 2.—
de los
por Clem ente Cimorra
»
2. —
» 2.—
S erie C rie: E n sa y o , H isto ria , F ilo s o fía
El. drama w a g n e r i a n o , por H .
S. C h a m b c r la in .......................$ 2.—
E dgar A lLan P oe (genio na
rrador), por Santiago A .
F e r r a r i ........................................ » 2.—
~
______________________________________________
-----------------------------------------------------------------------
P id a esto s lib io s
a l a s b u e n a s lib ré ela s o c o n tra -
r r e e m b o l s o o la
EDITORIAL POSEIDON
PERU 9 7 3
BUENOS AIRES
PERVERSA
(T h e r tcay ahead)
S e r i e Awul; B i o g r a f í a
lio Castelar . . . . . . . .
W alt W hit man , por Cebriá
M o n t o l i u .....................................
significa de mérito y de defecto. Y
los espléndidos paisajes suizos, bellos
hasta la emoción, dados sin regateo. En
el cinema europeo privan los exteriores:
felicitémonos.
Film suizo de Leopold Lindtberg, ar
gumento de Richard Schu'eizer, inter
pretado por la niña Josiane, Heinrich
Gretler, Margrit JVinter, Anne-Marie
Blanc, Armin Schweitzer, Mathilde Danegger^
El problema de Suiza, durante la
guerra, para atender al mayor número
posible de niños refugiados. Por el lado
ético, moral, se siente el tufillo del pas
tor protestante, y por el del social, el
del profesor del instituto, con su lec
ción de cosas. Así entablillada, la pe
lícula carece de algo fundamental: de
interés.
Pero está muy bien filmada, con mag
níficas tomas y excelentes escenas: el
bombardeo en una ciudad francesa; el
entierro de los muertos en el bombar
deo, con las voces sobre el ataúd, dicien
do lo que esperaba cada uno de la vida;
la partida de los niños, con el ¡Viva
Suiza! siempre en primer término, en
distintos labios, mientras el tren pasa,
etc. Tiene a veces el realismo francés,
a veces la ingenuidad rusa, a veces la
solidez alemana.. .; con lo que cada cosa
Vivían Romance y Paulette hlambert
en una escena de la superproducción
francesa "Manon, la 326 ’ ("La
Route du Bague") estrenada en la
sala del Libertador iniciando su
plan 1947.
Estas hermosas guardacárceles perte
necen a la película "Sexo fuerte”
que Interamericana e s t r e n a r á ¿n
breve.
FLORES DE PIEDRA
De pausado ritmo propio de una le
yenda popular, que va acelerándose pa
so a paso hasta llegar al vertiginoso
remolino de una pasión contrariada; de
frágil delicadeza qué, de pronto, se
troca en un empuje irresistible y vi
goroso; de una fantasía desbordante,
mezclada con el realismo de una re
construcción exactísima del pasado le
jano, así se nos presenta Flores de
Piedra, película realizada en los estu
dios Mosfilm, bajo la direcTlón de
Putchko y que pronto será presentada
al público bonaerense por la compañía
Artkino.
Al salir del salón al hall del cine
matógrafo, el espectador no sabe qué
cosa debe retener en la mente de toda
esta larga exhibición de maravillas: si
es la alegría espontánea y contagiosa
de los bailes tradicionales de la boda,
si es la tenue luz que se filtra a tra
vés del follaje de los abedules de tron
co blanco de los montes Urales, si es
el Hada, altiva y hermosa, si son sus
fantásticas galerías subterráneas, o si
es la tierna historia del amor de dos
jóvenes, amor, cuya fuerza supera to
das las dificultades y 'obstáculos...
La faz decorativa de la película es
tan formidable que casi relega al se
gundo plano su acción como tal, y eso,
no porque sea ésta defectuosa o ca
rezca de interés, al contrario: a no
ser por esa prodigiosa armonía de co
lores, esos juegos de luz y esa deslum
brante hermosura del conjunto que lo
tiene embelesado, el espectador segui
ría con fruición la deliciosa historia
del joven tallador de piedras precio
sas quien, por la fuerza mágica de su
talento, descubre el alma oculta de ca
da piedra que ve; y de todos modos,
Raimu, Charpin y Josete Dar que
conjuntamente con Fernandel enca
bezan el reparto de "La filie de
puisatier", producción de M a r c e l
Pagnol que presenta la distribuidora
Transoeean.
"Como tú lo soñaste", que bajo la
dirección de Lucas Dentare ha fil
mado Artistas Argentinos Asociados,
tiene como protagonistas principales
a Mirtha Legrand y Francisco Petrone, los que aquí aparecen en una
escena de la misma.
resulta conmovedor el ver cómo, tras
los penosos años de aprendizaje, Da
ndo se enamora de Katia (entre pa
réntesis, ¡qué dulces bellezas esconde
ese gran país que se llama la Unión
Soviética!), y la abandona luego, mómentáneamente, para seguir los dicta
dos de su talento y sus impulsos de
artista. Y cómo, más tarde, la fuerzr
del cariño de la muchacha lo devuelv»
al mundo de hombres vivos, rescatán
�cabalgata©
dolo del reino encantado del Hada om
nipotente.
Ahora bien: la idea central de la
película sí que sobresale de todos los
brillantes atavíos con que la revistió la
fantasía • popular, interpretada con un
gusto irreprochable por el director
Putchko, pues es eterna y siempre
nueva, o, al menos, digna de ser repe
tida todas las veces que se quiera;
esta idea consiste en lo siguiente: pa
ra llegar a ser algo, es preciso traba
jar mucho y saber sacrificarse por su
vocación. Con el talento solo, el hom
bre no va a ninguna parte; pero con el
trabajo obstinado unido al talento,
puede conquistarse el corazón exigen
te de la bella Hada de la Montaña, y
contemplar, hechizado, la riqueza ine
narrable de sus galerías interminables,
vedadas a los mortales.
ADIOS, PAMPA MIA
"Adiós Pampa mía” sirve para pre
sentar cinematográficamente al "médico
cantor” Alberto Castillo y es el último
estreno nacional importante del año.
Probablemente será un film de éxito y
la espontaneidad de Castillo gana al pú
blico desde la primera escena.
La presencia de este actor es lo único
bueno de "Adiós Pampa mía”, pero,
desde luego, no basta para redimirla.
Por otra parte, cuando se ha llegado al
nivel de "Adiós Pampa mía”, hasta el
deseo de redención queda aniquilado: el
mundo en que se mueven los protago
nistas de este film es un mundo fangoso
y blando, lleno de complacencias, de
traiciones previas, de complicidades.
Afirmar esto de una película que quiere
ser una eomeáía musical grata y diver
tida, que procura causar gracia —y que
superficialmente lo logra— es más trá
gico que decirlo refiriéndose a un film
que se complazca y busque deliberada
mente el mundo de la ciénaga. El true
que de valores —y por cierto que no en
un plano demasiado profundo— es estremecedor en nuestra pujante cinema
tografía: los temas dramáticos (gene
ralmente) están empapados de miedo y
de mojigatería. (De una mojigater'a
muy especial, puesto que no se reconoce
a sí misma, como en el caso de "El
ángel desnudo” o de "Safo”, por ejem
plo.) Y es por lo tanto un argumento
ligero, que pretende ser intrascendente,
donde se defleja la bajeza y la falla
moral de nuestro cine.
"Adiós Pampa mía” fué concebida por
gentes que se creen cosmopolitas y mun
danas por concurrir al "Richmond” de
Esmeralda a la medianoche: aterra la
•i
y
Mecho Ortiz y Enrique Alrnrez Diosdailo en "Madame Bovary*’.
incapacidad para salir de este mundo.
"Adiós Pampa mía”, que pretende ser
un film ciudadano, es un film de un
provincianismo triste, que ni siquiera
llega a ser lamentable. Es también, en
su misma base, una película esencial
mente poco argentina.
La confusión de sentimientos de los
protagonistas es tristísima. Tenemos a
un galán que no sabe si quiere a su
novia actual o a su novia antigua; que,
por un momento, parece decidirse por
la muchacha buena cuando su amigo,
virilmente (el amigo está también ena
morado de la muchacha buena, aunque
decir en este caso quién está enamorado
de quién es bastante difícil), lo acon
seja que vuelva a su antiguo amor. El
hombre, decidido por el amigo, está a
punto de abandonar a su novia actual
(por la que podíamos suponer que sen
tía una pasión avasalladora) cuando
ésta regresa y cambia los planes. Un
poco después, un tango o;do por la ra
dio vuelve a alterar los sentimientos del
galán. Finalmente, el amigo noble y
viril cambia también de dama —sin pa
recer lamentarlo mucho o darse cuenta
del hecho— y todos terminan felices y
cantando.
Se destaca, entre el mal gusto gene
ral del film, un ballet sobre la nieve
de un escenario, donde las bailarinas
usan unas pelucas de celofán y corren
con unos velos, recordando insistente y
caricaturescamente a las bailarinas de
"El sueño de una noche de verano”. Se
destaca la insistencia en lo argentino,
que parece privilegio exclusivo —para
los que inventaron la película— de la
esquina de Corrientes y Esmeralda en
los últimos cinco años. Se destaca la
poca agilidad de la cámara, inmóvil y
retratando a los actores de cuerpo en
tero en muchas escenas. Se destaca, en
el cuadro "Adiós Pampa nva”, un te
lón de la Pampa en donde se ven unas
montañitas. Se destaca el mal gusto del
vestuario de las actrices, que parecen
estar en guerra a muerte con la sim
plicidad. Se destacan muchas otras co
sas, pero, felizmente, Alberto Castillo
canta tangos de una manera divertida,
se mueve bien y actúa naturalmente. Se
nos ocurre que el cine descubre en él a
un buen actor cómico de futuras po
sibilidades.
M apa
de
Pantallas
Premiado
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por el Club "El Libro del Mes”
DOS R E B E LD E S
E SPA Ñ O LE S
EN EL PE R U
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de la e s c r i t o r a p e r u a n a
ROSA ARCINIEGA
Las vidas de Gonzalo Pizarro ( El Gran
Rebelde”) y Lope de Aguirre ("El Cruel
Tirano” ) —protagonistas de las dos rebe
liones españolas más trascendentales contra
la Corona de España registradas en la Amé
rica del siglo xvi— son relatadas en este
libro con un estilo ameno y lleno de gracia.
Un volumen encuadernado en tela de la
"Colección Biografías”, de 440 páginas, S 10.
edito rial sudam ericana
ALSINA 500
BUENOS AIRES
Argentina.
Carlos Schlieper inaugurará la nue
va productora Emelco: El retrato de
la abuela, argumento de Alejandro Yerbinsky y Emilio Yillalba Welsh.
Jean-Louis Barrauet y Renée St. (,vr,
que con Jeito Marais. Simona Rennnt
y P. Rernard. constituyen las figuras
principales del film francés "La sin
fonía fantástica'".
Luis Saslavskv dirigirá V n tal Ser
raudo Gómez, para A. A. A.
Bayón Herrera: Lucrecia Borgia, en
E. F. A., con Olinda Bozán y Gloria
Berna 1.
Luis César Amadori: Una mujer sin
cabeza, con Nini Marshall, en Sono.
Christensen: Con el diablo en el cu-erpo, en Lumiton.
Antonio Momplet: La cumpar&ita,
con Hugo del Carril, en San Miguel.
Hugo Fregonese vuelve de Hollywood,
momentáneamente: dirigirá para Alfar.
Al hacerse cargo la nueva productora
Emelco de los que fueron estudios de
Pampa Film, tuvo lugar una brillante
fiesta en Martínez. Asistieron Ministros
de la Nación y la Provincia, altos fun
cionarios nacionales y el "todo Buenos
Aires” cinematográfico: "estrellas”, ac
tores, directores, argumentistas, técnicos,
periodistas significados, etc. El señor
Kurt Loewe, presidente de la producto
ra, pronunció un bello discurso, sincero,
cordial, emocionado.
Raymond Lamy: Espejo, con Jean
Gabin, Georges l'lmer, Daniel Géilin.
Paul Clavel: Bello viaje de amor con
Pierre Richard-Wilm y Renée Saint Cvr.
Jean Delannoy: Tifus, argumentóle
Jean Paul Sartre, con Jean Louis Barrault.
i
Hollywood.
El film inglés Perversa, prohibido p°*
la censura.
Tay Garnett dirige The Bib Eaircvst,
con Alan Ladd.
Fritz Lang: The secret behind thf
door, con Joan Bennet y Michael Redgrave.
Anatol Livak: A time to lili, versión
yanki del film francés Amanece, de
Marcel Carné.
Londres.
' Carol Reed, el director de Temple de
acero, realiza Odd Man Out. con la nue
va actriz Kathleen Ryan, irlandesa, de
veintitrés años.
�© cabalgata
LOGICA VISUAL EL ATENEO" PRESENTA
E
x su adaptación del último libro
de Sommerset Maugham "El filo
de la navaja” para la 20th Century Fox,
el director hace un intenso uso del nueo método y cree así haber realizado
« film técnicamente muy nuevo.
.La idea central de la "lógica visual”
como el director Goulding llama esta
teoría, es la de permitir la casi total
supresión de los cortes, que hasta ahora
parecían inevitables entre las tomas a
distancia y los primeros planos, a fin
de obtener en el movimiento una con
tinuidad completa. Así que. en una es
cena donde hubiera tres vistas diferen
tes de un hombre que abre una puer
ta, luego haciendo unos pasos en la ha
bitación y por fin sentándose en una
butaca, gracias a la "lógica visual” se
evitan los cortes. Desde el momento en
que el hombre abre la puerta, hasta que
esté sentado, la cámara sigue su des
plazamiento intermedio,
caminando”
detrás de él, detrás de su espalda y
"sentándose” en el mismo momento que
lo hace el personaje. El espectador pue
de así seguir la integridad del movi
miento y obtiene una impresión de con
tinuidad más perfecta.
Es evidente que el método requiere
una absoluta precisión de parte del cameraman, que debe hacer concordar per
fectamente los movimientos de su apa
rato con los del actor. Y también es
evidente que las tomas individuales que
dan algo alargadas y los gastos consi
derablemente aumentados.
El método se complica algo más cuan
do muchos actores se encuentran pre
sentes v los gestos de algunos de ellos
falsean*completamente la imagen. Goul
ding cita un ejemplo sacado de "El filo
de fa navaja”.
La escena se desarrolla en un hos
pital. Ane Baxter está acostada en la
cama. John Payne entra y la cámara
se “sienta” junto con él al lado de la
cama. Durante unos minutos el actor
permanece en la misma situación, pero
la actriz no puede, por cierto, durante
todo el tiempo, quedar inmóvil. Ahora
bien, todo gesto incontrolado, de su par
te, correría el riesgo de deformar la
imagen, que ya quedaría desplazada. El
prob’ema ha sido resuelto —en este ca
go— entrenando a las enfermeras a
limitar la amplitud de los gestos de la
paciente ante la cámara, pero sin pre
venirla de antemano, a fin de que pueda
evolucionar y moverse con toda la na
turalidad requerida. Para obtener este
resultado, las enfermeras se habían pre
parado y habían tenido ensayos con
una "falsa” Ane Baxter, y la verdadera
ignoraba en absoluto los cambios que
se habían preparado.
Otro perfeccionamiento técnico, más
reciente, emplea el material de guerra
americano readaptado; los estudios de
Hollywood utilizan las torrecillas de los
ametralladoristas de los bombarderos
B-29, reemplazando a la ametralladora
por una cámara. Gracias a esta inge
niosa utilización de un aparato de gue
rra, la cámara puede hacer una vuelta
completa sobre su eje y las posibilida
des fotográficas son aumentadas y apro
vechadas con todas sus ventajas. Ade
más, gracias a la chapa blindada que
protege la torrecilla, los fotógrafos pue
den ahora filmar explosiones a una
distancia de tres o cuatro metros.
Una tercera novedad ha hecho su
aparición en los noticiosos de cine de
esta semana. Hollywood no siempre ve
las cosas con toda la amplitud que pre
tende tener. Por ejemplo: partiendo del
I principio que la visión del espectador
r
es siempre falseada por la cámara, George Jenkins, que ha hecho los decorados
para "Los mejores años de nuestra vi
da”, redujo las dimensiones de sus de
corados hasta el punto que el especta
dor puede ver, al mismo tiempo las cua
tro paredes, el cielo raso y el piso del
ambiente. En una escena de la obra
citada, Teresa Wright y Virginia Mayo,
charlan en un saloncito y la puerta es
tan pequeña que la cámara apenas pod a caber entre los dos límites. El "metteur en suene” seguia las operaciones
desde un agujero practicado en el te
cho . . .
Los que no tuvieron la suerte de ver
' Lo que el viento se llevó” y que ac
tualmente deben conformarse con verlo
a Clark Gable en viejos films, donde
los trajes de sus compañeras apenas si
tenían la falda a media pantorrilla, tal
vez piensen que el "Príncipe Encanta
dor” de la pantalla, el hombre que supo
encontrar la dosis perfecta para ser a
la vez "un áspero” y "un tierno”, ha
terminado la carrera de actor. No hay
nada de eso. Clark Gable ha causado
grandes inquietudes a la Metro, que
durante quince meses ha hecho lo posi
ble para hacerlo volver a la pantalla...
La semana pasada, Clark Gable ha fir
mado un contrato según el cual su pró
ximo film será "Huksters”, adaptación
satírica de una novela sobre agencias
publicitarias y ambiente de radio. No
se puede decir que Clark haya firmado
con entusiasmo... pero no perdió na
da, puesto que durante todo el tiempo
en que estuvo sin trabajar, cobró su
sueldo semanal, que según los "bien in
formados’ sube a 7.000 dólares sema
nales. ..
Ethel Barrymore y Dorothv MacGuire trabajarán juntas en "The Dark Medalion” ("El Medallón Oscuro”) . . Pouglas Fairbanks Jr. tal vez vaya a In
glaterra el año que viene, donde, no
solamente será protagonista de "Los ca
balleros de la Tabla Redonda” sino que
también pondrá en escena el film ...
Mary Astor, que acaba de terminar "The
Desert Fury”, empezará, para Metro,
"The rich full life” . . . Desde 1942, por
primera vez. .Teannette MacDonahl re
aparecerá en "Pájaros y Abejas”, film
empezado la semana anterior... Frank
Rinatra prepara una serie de canelones
para niños... Ann Sothern espera pa
cientemente que la empresa Goldwing
Mayer le encuentre compañero, pero un
compañero que mida 1,90 de estatura,
que ella debe vencer al box en su film :
"Undercover Maisie”.
.. .Y después de todos los proyectos,
como última noticia, diremos que Clark
Gable aparecerá tal vez ert "Antes de
ayer” y en "El regreso 'de Ulises’. . .
SHAKESPEARE ANTE
LA CENSURA
Joseph E. Breen, brazo ejecutor de
la censura previa de Hollywood, ha si
do interrogado por los periodistas ingle
ses a su llegada a Londres.
—¿Por qué —se le preguntó— supri
men de las obras de Shakespeare la pa
labra ¡Maldito! o ¡Maldición! (<lamn)?
Y el censor yanki, haciéndose el dis
creto y liberal, pronunció estas pala
bras, que vienen a enriquecer la vasta
antología de la irresponsabilidad cine
matográfica :
—No siempre se suprimen. Depende
del texto de que forman parte. Si esas
palabras se pronuncian en un momento
de acaloramiento, no son objetables.
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e d it o r ia l
- Buenos Aires - Córdoba 2 0 0 0
�Mecha Oftiz y Enrique Alvarez Dios dado, en "Madame Bovan”.
Colaboran en este número:
JEAN-PAUL SARTRE, JULIO RINALDINI, DARDO CUNEO,
JUVENAL ORTIZ SARALEGU1,
ERIC NEWTON, ALLSTON COLE
Futo: Estudios San Miguel.
LEA EN ESTE NUMERO:
El Arte en la Escuela Dr. Gabriel Carrasco
por DE LIA ETCHEVERRY
cabalgata
Conocimiento de Buenos Aires
por JULIO R1NALDINI
�
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Cabalgata
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1946 - 1948
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Ejemplares 1 a 21 de los años 1 a 3 de la revista Cabalgata, publicados entre 1946 y 1948.
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Cabalgata
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Año 2, no. 7
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Buenos Aires, 14 enero 1947
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Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Sartre, Jean Paul
Cuneo, Dardo
Ortiz Saralegui, Juvenal
Etcheverry, Delia
Brughetti, Romualdo
Newton, Eric
Rinaldini, Julio
Stern, Grete
Allston Cole, Thomas
Herold, Jacques
Mabille, Pierre
Sondereguer, Conrado P.
Varela, Lorenzo
González Carbalho
Mirlas, León
D'Urbano, Jorge
Blore, Gizi
Dumesnil, René
Villegas López, M.
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ANO 1 * N u 6 * QUINCENARIO POPULAR * ESPECTACULOS, LITERATURA, NOTICIAS, CIENCIAS, ARTES * BUENOS AIRES, 24 DICIEMBRE 1946 * $ 0,40
JAURES Y LA REVOLUCION
FRANCESA
JOSE LUIS ROMERO
por
(E special para C abalgata .)
ocos días antes de que llegaran a su
funesto desenlace las maquinaciones
P
que desencadenaron la primera guerra
mundial —en julio de 1914—, Jean
Jaures, jefe del Partido Socialista
francés y exaltado profeta de la jus
ticia, caía asesinado por el delito de
defender la paz. Sólo tenía entonces
cincuenta y cinco años; adornaba su
rostro una barba abundante, y su ojos
inspiraban una inmediata simpatía
porque se adivinaba que no había en
él sino acendrada devoción por los más
nobles ideales y entrega fiel a las cau
sas más dignas. Y sin embargo, este
hombre cordial y bondadoso era un
infatigable luchador, y un enemigo en
carnizado y peligroso para las fuerzas
que se movían oscuramente contra sus
convicciones. En la organización de la
acción política social era prodigiosa su
capacidad para dirigir, y en la tribuna
su palabra se tornaba arrebatadora y su
fuerza de convicción parecía inconte
nible. No obstante, hubiera sido difícil
hallar en él vestigios retóricos, porque
Jaures era todo sinceridad y era todo
rigor. Quiso vencer con las ideas y
murió por ellas, porque se amalgama
ban en su espíritu las virtudes del hom
bre de pensamiento y las del hombre de
acción, pleno de sentido moral. Era un
austero héroe del -deber, este que cayó
como primera víctima de la tragedia
de Europa, en julio de 1914.
Había nutrido su espíritu con las más
difíciles disciplinas; conocía a fondo
los problemas filosóficos, y llevó al es
tudio de las cuestiones sociales el rigor
propio de las aulas. No carecía del
patitos humano frente a la dura reali
dad, pero prefirió ordenar sus senti
mientos dentro del cuadro de las ideas
para alcanzar la eficacia que deseaba;
por eso se lanzó a la indagación de las
raíces históricas del movimiento que de.
bía conducir, y fruto de ese esfuerzo
fué su H istoria socialista de la R evo
lución Francesa (*).
El tema había merecido ya la aten
ción de muchos historiadores. Mignet
y Thiers primero, Louis Blanc y M¡chelet más tarde, Taine luego y, fi
nalmente, Aulard habían ahondado en
diversos aspectos del proceso y habían
tratado de sistematizar su desarrollo.
Pero Jaures estaba convencido de que
esas interpretaciones eran insuficien
tes; él quería hacer una historia "so
cialista”, esto es, una interpretación
realizada —como él decía— "desde el
punto de vista de su concepción gene
ral de ia sociedad y de la vida”. Más
de un historiador celoso de la objeti
vidad de la ciencia histórica le reprochó
su propósito, pero supo defender su
doctrina con sólida argumentación, apo
yándose en la necesidad de renovar el
punto de vista con el auxilio de las
experiencias adquiridas. El , tiempo
—pensaba Jaures— había permitido
que se manifestara lo que antes perma
necía escondido, y se podía ahora ras
trear cómo se preparaba en el hondo
seno de la historia lo que luego habría
de ascender hacia la luz.
Su punto de vista estaba dado por su
propia militancia; pero esa militancia,
a su vez, era el fruto no sólo de sus
impulsos espontáneos sino también de
sus estudios y sus meditaciones. Jaures
consideraba que la Revolución Fran
cesa había creado las condiciones de
posibilidad para el desarrollo del prole
tariado como fuerza política y social,
porque sólo la democracia podía facili
tar el ascenso y la dignificación de las
masas. De esa convicción provenía su
interés por el movimiento burgués de
1789, que él estudió sin sustraerse a
los embates de la lucha: "En plena lu
cha —decía con orgullo— he escrito
esta larga historia de la Revolución
hasta el 9 Thermidor: lucha contra los
enemigos del socialismo, de la república
y de la democracia; lucha entre los
socialistas mismos sobre el mejor méto
do de acción y de combate. Y cuanto
más avanzaba en mi trabajo bajo los
(C ontinúa página
2.)
en
Colaboran
este n ú m ero :
JOSE LUIS ROMERO
JEAN-JACQUES GAUTIER
ESTELA CANTO
ROCHAT-CENISE
GABRIEL LACOMBE
FRANQOIS VARETZ
JORGE ROMERO BREST
RAYMOND COGN1AT
CHARLES K 1 N G A N A M. BERRY
ROMUALDO BRUGIIETTI
LEANDRO VAILLAT
LUIS MARIO • E. V. COWDRY
DANIEL DEVOTO
SIMONE BOISECQ
PAUL CHENNEVIERE
J. L. DARNETAL • J. TEDESCO
M. VILLEGAS LOPEZ
ESTEBAN SERRADOR
LEON MIRLAS
JORGE D’URBANO
GONZALEZ CARBALHO
l'n a página de ciencia, por
JOSÉ OTERO ESPASANDIN
Una página de m odas, por
FRANCISCO JAUMANDREU
Ajedrez, p o r el profesor
FRANCISCO BENKÓ
R eportajes gráficos. Crítica de
libros. Critica de cine. H um or.
T e a lro .
MIS ULTIMOS D IAS DE
JEAN-JACQUES GAUTIER
C A N D ID A T O
por
(P rem io G o n c o u rt 1946.)
(Especia! para C abalgata, de A . F. P .)
ntkkiujm po
mis "Asesinos dj agua
I dulce” para ponerme a escribir el
artículo más amargo de toda mi exis
tencia, ya que se llamará, según las
circunstancias, "Impresiones de un
premiado” o "Impresiones de un recha
zado”. Aun peor: si no logro el pre
mio el artículo no pasará: copia con
dicional como la que "en caso d e . . . ”
me pedía un diario esta m añana...
Cuando pienso en que los demás con
currentes se ven reclamar, al mismo
tiempo, la misma crónica en trance
como yo me encuentro ahora de hojear
nerviosamente sus cuentos inéditos, sus
novelas rechazadas y que trabajan, lo
mismo, al acar . . . con el corazón en la
boca, como yo, al par que con la con
vicción de que el hecho de firmar el
artículo les va a conceder el premio.
27 de noviem bre.
Es odioso: no veo un camarada que
no se precipite hacia mí con la mano
Jane R usiell, de la M. G. M., considerada la actriz de máa "Pin u p " de la tem porada,
y que, al parecer, p refiere veranear en el campo.
Curiosa fotografía en que aparece el "Pibe Ernesto” , tom ada en 1903. (Véase páginas 12 y 13.)
extendida gritando: "¡Ya está, es cosa
hecha!... Parece que .. . He Teído
e n . . . Fulano me a seg u ra ...” ¡Cuan
tas cosas saben!... Qué suerte la
suya!. . . No actuarían de otra forma
si hubieran jurado verme cambiar de
color... Pienso en la cara que pon
drán y que pondré yo el lunes por la
tarde, y el lunes por la noche, cuando
les vuelva a ver y sea otro quien se
haya llevado el premio.
28 de noviembre.
No creáis en modo alguno, no creáis
jamás, en la serenidad olímpica del es
critor joven que no quiere el premio
ni espera nada de nadie. Es imposible
no sentir una cierta aprensión cuando
se oye pronunciar el nombre propio
por adelantado con una cierta insis
tencia.
^ o paso del: "No es posible, sería
demasiado bueno...” al: "Después de
todo... ¿quién sabe?” Luego, me digo:
nunca saqué demasiados premios en el
colegio, en Dieppe, ni tampoco en el
Liceo de Laon, y pienso en mis profe
sores: Maurice Guigot, Raoul Stephane; recuerdo que no me clasificaban
el primero más que en lectura y reci
tado, y - eo ante mí a Antoine Yineent
que me derrotaba en francés; no, de
cididamente las competiciones no son
mi fuerte.
Cuando antaño reí viendo "Acaba de
aparecer” de Edouard Bourdet, estaba
lejos de creer que reía ante una tra
gedia.
v
Alguien me ha dicho: "No haga
nada, no se mueva, y, sobre todo, no
cometa equivocaciones ” Qué equivoca
ción puedo hacer. Un poco más y des
de hoy evitaré hasta el pasar delante
de Drouant.
I n cronista me acaba de telefonear:
—Evidentemente no es seguro, pero
hay probabilidades.
—¿Probabilidades...? ¿Basta con
probabilidades?
Sigue:
—Yo, en tu lugar, le diría a mi edi
tor que pusiera las máquinas en marcha.
Hay que estar preparado
Jamás me atrevería a pedirle a Julliard que prepare una tirada especial.
Que le haga él,si eso lo divierte. Arries
garse es, en cierto modo, su ^oficio; yo
no quiero meterme por nada del mun
do en la orden que hará arrancar las
rotativas. Ya me veo el lunes, después
de comer, encontrándome con Julliard,
cara a cara, con el porte cohibido con
que me presentaba ante mi padre des
pués de no haber podido pasar mi filo
s o f í a . . . ; y él, con sus pilas de volú
menes de clavo bajo el brazo.
Si aunque sólo fuese pudiera dejar
París por quince horas y volver cuando
todo se haya olvidado... "No te equi
voques”. . . Quizás esto sería una equivocaeión. . .
"Favoritos al Goucourt: X y Z . . . ”
¿Y? ¿Y y o ? . . . ¿Yo no soy favo
rito ? . . .
Llego al diario. Un chico me tiende
(C ontinúa página 2.)
�LETRAS
J ORGE
DISCOS
cabalgata®
JAURES
Y LA REVOL UCI ON
FRANCESA
(V ie n e
de página
1.)
fuegos cruzados de esta batalla, más se
afirm aba mi convicción de que la de
mocracia es, para el proletariado, una
gran conquista. Es juntamente un medio
de acción decisivo y una forma tipo según
la cual las relaciones económicas deber,
ordenarse como las relaciones políticas.
De ahí la alegría con que he notado la
ardiente corriente de socialismo que salía
como de un horno de la Revolución y de
la democracia.”
Los nuevos moldes de la vida social no
eran, a sus ojos, fruto del azar. Se ha
bían constituido por la fuerza de las
cosas a lo largo de un vasto proceso cu
yas etapas diseña Jaurés en páginas de
altísimo valsr. Lo que se logra en el pe
ríodo comprendido entre 1789 y 1848 cons
tituye el punto de partida para la etapa
que transcurre entre 1848 y 1871. Enton
ces se abre una nueva era de lucha
—aquella en que luchó Jaurés con su
prema energía—, y en ella, en sus rasgos
predominantes y en sus tendencias funda
mentales, aprendía el historiador a ras
trear lo que hab'a comenzado antaño y
había pasado |inadvertido durante mu
cho tiempo. Bajo esa luz, el movimiento
proletario quedaba iluminado hasta en
sus raíces y ponía de manifiesto su im
pulso inicial y el signo de su marcha.
P ara renovar la visión del problema de
la gran revolución, Jaurés contaba, ade
más de su experiencia de los problemas
económicos y sociales, con el auxilio del
método dialéctico. Espíritu riguroso, nin
gún documento de los que ya se conocían
escapó a su examen. Reconocía, cierta
mente, que faltaban muchos materiales
para su interpretación económicosocial,
pero afirmaba que no eran de! todo insu
ficientes para replantear el problema so
bre nuevas bases, destacando lo que hasta
entonces no había sido suficientemente
analizado. Poseía un instrumento nue
vo: el método dialéctico; Jaurés se pro
puso emplearlo, pero no quiso encastillar
se estrechamente en una doctrina -de la
mera determinación económica, que con
sideraba inapropiada deformación del pen
samiento de Carlos Marx realizada por
los que llamaba "intérpretes mezquinos”
del maestro. Jaurés quiere agilizar el
método. "Los hombres —decía— tienen
una diversidad prodigiosa de pasiones y
de ideas, y la complicación casi infinita
de la vida humana no se deja reducir
brutal y mecánicamente a una fórmula
económica.” Nada le fué ajeno: ni el
hambre del pobre, ni su virtud, ni su li
bertad. De esta grandeza de s u ' visión,
que no era sino su propia grandeza, pro
viene el aura de renovación que recorre
las páginas de su obra.
po r
fallecido hace poco en Nueva York,
Bcla Bartok quien realizó, en compa
ñía de la otra gran figura de la músiek
moderna húngara, uno de los más porten
tosos intentos de recopilación y clasifi
cación de música folklórica. Llegaron a
reunir, cuidadosamente anotadas y estudia
das, más de 6.000 melod’as de la música
popular magyar, eslovaca, transilvana y
rumana. Los resultados de esta investiga
ción fueron consignados en un libro que
publicó la Universidad de Oxford y la
obra del primer período de este composi
tor sufrió, como no podía ser de otro
modo, la influencia de esa música reco
gida en tantos años de trabajo y en las
más diversas circunstancias. A tal época
pertenecen las "6 danzas folklóricas ru
manas” que Yehudi Menuhin ha grabado
en una excelente versión recogida con es
crupulosa fidelidad por los técnicos del
perrito. Es ejemplar este disco (HMV
6.178, 2 faces de 30 cm.) que puede servir
como patrón de la moderna técnica de la
grabación y donde la perfección del so
nido, la captación del "vibrato” y por su
puesto, la alegre o melancólica belleza de
las danzas, han sido expresadas con parti
cular exactitud. El acompañamiento del
piano se debe a Marcel Gazelle y el arre
glo de las danzas, escritas originalmente
para piano, a Szekely.
Victor nacional presenta este mes dos
importantes álbumes: el "Concierto para
piano y orquesta N9 4” op. 58 de Beqthoven, con Arthur Schnabel como solista
acompañado por la Orquesta Sinfónica de
Chicago dirigida por el fallecido Frederik Stock (DM 930, 8 faces de 30 cm.), y
la "Sinfonía N9 98” (inexplicablemente
llamad» "El milagro”) de Haydn, ejecu
tada por la Filarmónica de Viena condu
cida por Bruno Walter. (DM 885, 6 faces
de 30 cm.)
Arthur Schnabel nació en Polonia, estu
dió en Alemania y vive en Inglaterra. Los
ingleses, que le profesan adoración, lo con
sideran un artista británico (hace 250
años que dicen lo mismo de Haendcl). Los
norteamericanos le han presentado alguna
vez reparos no muy consistentes (por
ejemplo que no le gusta Tchaikowsky, lo
que llegará a ser penado por la ley en
H
a
los Estados Unidos), pero el mundo entero
lo reconoce como uno de los pianistas más
completos, personales y auténticos del mo
mento. Su especialidad es Beethovcn, lo
que no le impide interpretar a Mozart
como pocos. Para los amantes del disco
es un viejo conocido pues ha grabado la
obra casi completa del maestro de Bonn.
Su versión de este concierto, uno de los
más hermosos de la serie de cinco, es de
nna fuerza y densidad poco frecuentes y
ha sido grabado, especialmente el primer
movimiento, con excelente calidad. El lec
tor recordará que existe otra célebre ver
sión de esta obra realizada por Gieseking
(el pianista alemán que ha llegado a ser
el más grande intérprete de Dcbussy en
la actualidad). Sobre las bondades de una
y otra interpretación ha corrido mucha
tinta y es uno de los puntos más discuti
dos por los críticos del disco. Personal
mente creo que desde el punto de vista
de la técnica de la grabación, la edición
de Schnabel es con mucho superior a la
de Gieseking pero, desde el punto de vista
interpretativo estimo que una y otra po
seen calidades y virtudes propias que ha
cen difícil una elección. Schnabel es más
impetuoso, directo y convincente; Giese
king es más pulcro, más justo y tan pro
fundo como el primero. Son dos visiones
distintas y sin embargo verdaderas de la
misma obra. En el último movimiento la
versión de Schnabel se resiente algo por
la rapidez excesiva que le imprime en el
afán de culminar en una síntesis de ritmo
y brillantez, dos cosas que Gieseking ob
tiene sin alterar un instante el equilibrio.
En cuanto al segundo movimiento, del que
Schnabel saca el más grande partido como
expresión de elegiacos sentimientos y en
el que se extiende, seducido por la ampli
tud y magnificencia de la frase, Giesekin observa con impecable justeza la indi
cación expresa de Beethoven: "andante
con moto”.
La sinfonía de Haydn grabada por
Bruno Walter no hace sino reiterar el
juicio tantas veces expresado sobre la
autoridad estilística de ese gran maestro
de la batuta. Pertenece esta sinfonía a
la serie de las llamadas "londinenses” pues
fueron escritas en Londres, a raíz de uno
D’U R B A N O
de los viajes que hiciera Haydn, y a pe
dido de un empresario llamado Salomón.
Este conjunto de sinfonías (son seis) cons
tituye uno de los aportes de mayor enver
gadura a la definitiva fijación de la for
ma. En ellas ya está casi completo Mo
zart (lo que falta es naturalmente Mo
zart) y presentan, por esta misma razón,
una serie de inconvenientes de estilo que
sólo una gran autoridad puede salvar.
Walter, que cuenta en esta ocasión con la
orquesta de más prestigio del mundo, con
sigue crear un clima de impecable justeza.
Hace muy poco, Toscanini grabó la N9 98,
también de esta serie, y puede decirse
sin temor que Walter raya a tan grande
o mayor altura que la del genial italiano.
Por desgracia la grabación del segundo
movimiento (tercera faz) tiene un defecto,
que se repite en los seis ejemplares que
he escuchado, a lo largo de todo el disco
y que desfigura la pureza del sonido. El
resto es bueno sin ser extraordinario.
Columbia nacional ha dado la batalla
del mes con una estupenda versión or
questal del "Vals Mephisto” de Liszt
(C. 266.488-89 3 faces de 30 cm.) inter
pretado por la orquesta Filarmónica de
Londres dirigida por Félix Weingartner.
Para los que gusten de los ritmos de vals
y al mismo tiempo de las fantasías e ima
ginación ljsztianas les recomiendo esta gra
bación que se complementa en su cuarta
faz con la obertura de "Las ruinas de
Atenas” de Beethoven. Por lo demás e.
"Mephisto Vals” es ya muy conocido a
través de las ejecuciones de los virtuosos
del piano y puede hacerse así una intere
sante comparación sobre los valores de su
traducción a la orquesta. La grabación
es meritoria y el solo de flauta con que
finaliza el vals ha sido captado con bas
tante justeza.
Para aquellos que deseen oír el piano
solo, Columbia ha publicado la versión de
la sonata N9 28 op. 101 de Beethoven in
terpretada por Gieseking con una calidad
difícil de superar. La obra (con justicia
se la considera entre las "grandes sona
tas”) es tan reveladora del carácter
beethoveniano como la que más. La gra
bación es excesivamente seca y vibrante.
(C, 266.590-91, cuatro faces de 30 cm.)
CHILE
SUMARIO DEL NUMERO 5
S obre la elocuencia de las asam
bleas y congresos, por George Duhamel. E spaña en su historia , por
Américo Castro. V ariaciones pari
s ie n s e s , por Corpus Barga. Crítica
LITERARIA Y CRÍTICA RELIGIOSA, por
Roger Bastide. L a ronda de no
che , LA FAMOSA OBRA MAESTRA DE
REMBRANDT, NO ES LA RONDA DE
noche , sino de DÍA, por Antonio
Schmitz. Zizi L atour, descendiente
DEL GRAN RETRATISTA QUINTIN LATOUR, ES UNA HÁBIL FALSIFICADORA DE
GRANDES MAESTROS MODERNOS, por
Gastón Bertrand. A rquitectura y
espacio , por Conrado P. Sondereguer.
E l problema actual del cáncer, por
E. V. Cowdry. L as dos botellas de
condimento , por Lord Dunsany. E l
DILEMA DE BERNALDO DE QüIRÓS, por
Julio Rinaldini. S egundo centena
rio DEL NACIMIENTO DE DON FRANCIS
CO de Goya y L ucientes , por Felipe
Arcos Ruiz. E l testamento psico
lógico de G ertrude S tein , por
George Sinclair. F rancis A mbriére,
por Jean Queval. H. G. W ells , por
Norman Nicholson. L a vida de F alla
en SUS últimos tiem pos , por Jaime
Pahissa. E l balconcito de la A n tequeruela A lta , por José Mora
Guarnido. E n la exposición de p in
turas de H éctor S garbi, por Jesualdo. L ibros y bibliotecas en
Moscú , por Jean Champenois. E l ci
ne egipcio , por S. Critti. E l padre
tranquilo , por Jean Tédesco. E x
posiciones de arte, por Romualdo
Brughetti. U na página de ciencia ,
a cargo de José Otero Espasandín.
E strenos , por M. Villegas López.
Cine argentino , por Estela Canto.
U na página de modas, por Jaumandreu. A jedrez , por Francisco Benko.
Crítica literaria , por González Carbalho. M úsica . T eatro. Crónicas.
H umor
Caricaturas. Correspon
dencia de F rancia , Chile y E sta
dos U nidos , etc.
Este número incluye, impresa apar
te, la L ámina N* 5, que representa
el cuadro de D omenico T heotoooPUU, EL Greco, "/Son Jerónimo".
IMPRESO EN ARGENTINA
(V iene de página 1.)
"Le Littéraire”. Me entero de que tengo a
Leo Larguier y Rosny de partidarios re
sueltos.
En suma, si comprendo bien, eso suma
dos votos. ¡Basta de pronósticos y pUn.
tajes! Salgo deshecho, Robinet me anima
Ravon me habla de otra cosa.
— ¡Gracias R av o n !...
Durante la comida, cuento que un pe.
riódico me ha pedido un artículo "sobre
la vida y la novela”, para el martes
Tengo muy escasa idea de la vida y nin”
guna absolutamente sobre la novela. Es
toy perdido.
Mi mujer se sobresalta:
—Y aun adm itiendo... No lo dirán al
día siguiente. . Eso tendrá el aspecto de
preparado.
Alzo los brazos al cielo y busco entre
mis recuerdos:
—Me parece que Bory lo ha hecho siem
pre. . .
—jQuién es Boryl
¡ Desanimador!
Parece ser que el editor visitará al im
presor esta tarde. ¡ Peor para él! Me lo
figuro ya sentado en Pensador de Rodin sobre un pedestal de "Hechos diver
sos”, completamente nuevos con la banda
del Goncourt sin que sea cierto.
29 de noviembre.
Teléfono, teléfono, teléfono.
{ F o to s!... {B iografía?...
Es necesario hacer todo "como s i . . . ”
Falsa vergüenza. Observo la sonrisa de
mi secretaria a quien entrego estas hojas
tan parecidas a una necrología.
¡Esperen! Esto no ha terminado: el
editor quiere saber dónde estaré, dónde se
me podrá agarrar inmediatamente después
de la proclamación del resultado. ¡Pen
sar que seremos cuatro o cinco los que es
peraremos, cada uno en su escondite un
telefonazo al que acudiremos con temblo
nas piernas!
En cualquier caso, el lunes se comerá,
ignoro dónde, pero siempre fuera de casa,
ni entre amigos ni en casa de mis suegros.
Sería siniestro un tal almuerzo de condo
lencia. Pero tampoco en casa: siempre en
un restaurante: eso reanim ará...
{En el Drouant acaso?
¡Sería gracioso!
1° de diciembre.
Sombrío domingo.
(1 ) E ditorial Poseidón. B uenos A ire s, 1946.
*** De las exposiciones de la quincena se
ha destacado la exposición que Pedro Lo
bos ha celebrado en la sala del Ministerio
de Educación a su regreso del Brasil. La
crítica ha dicho: "Pedro Lobos es uno de
los jóvenes pintores chilenos de más sun
tuoso y rico estilo pictórico.”
*** En la Sala Séneca ha expuesto la
pintora Chela Lira un conjunto de óleos
y acuarelas. En la Universidad se ha
celebrado la exposición de dibujos infan
tiles, que, procedentes de "I.a Nueva Es-
MIS ULTIMOS DIAS
DE CANDIDATO
Jean-Paul Sartre (en el centro) en el teatro Antoine con Michel Vitold y Marie Olivier.
cuela”, van a ser exhibidos en distintos
países del continente. La crítica se ha
ocupado con elogio de estas dos exposicio
nes.
*** Gran resonancia ha tenido la exposi
ción de Pintura Chilena Contemporánea
organizada en Colombia y Perú por el
Instituto de Artes Plásticas de la Univer
sidad de Chile.
*** Fué inaugurado en el Palacio de la
Alhambra el Décimo Salón Oficial de
Fotografía.
*** Sobre "Agonía y límite del pensa
miento existencial” disertó el profesor don
Mario Ossés en la Sala de Conferencias
de Ja Casa Central de la Universidad
de Chile.
*** En el Aula Magna de la Universidad
Central habló el novelista Mariano Latorre
sobre "La novela colombiana”.
*** Una de las experiencias más intere
santes sobre la difusión de la cultura
artística se está celebrando con los con
ciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional
en los jardines y parques de Santiago.
A estas audiciones al aire libre asisten
enormes muchedumbres, silenciosas y aten
tas.
*** Con éxito considerable ha sido estre
nada en el Teatro Imperio, por la compa
ñía que dirige el actor Alejandro Flores,
la comedia de Alejandro Casona "Las
tres perfectas casadas”.
ESTADOS UNIDOS
*** Esteban Francés, pintor español, ha
inaugurado su segunda exposición en los
Estados Unidos.
*** Jacques Falcou, enviado a América
como emisario de relaciones culturales de
Francia, expuso entre el 15 y 26 de octu
bre, sus cuadros en la galería Castairs.
*** El Museo de Arte Moderno de Nueva
York, se acaba de enriquecer con nueve
pinturas y tres esculturas añadidas a su
colección permanente. Ellas son "Lección
de piano” de Matisse, "San Antonio” de
Jesper, "Los jugadores de cartas” de P i
casso, "Eitmo de danza rusa” de Van
Doesburg, dos cuadros de la primera gue
rra de G. Grosz, un alabastro de Laurent y otras obras contemporáneas.
CORRESPONDENCIA
*** En el Carnegie Hall, el violinista
William Primóse ofreció dos obras com
pletas: la sonata de Darius Milhaud, ba
sada sobre temas del siglo xviii y una
especie de "suite” compuesta de elegía,
vals y tocatta de Arthur Benjamín.
*** También en el Carnegie Hall ofreció
un concierto la joven violinista Miriam
Solovieff, dedicándolo al compositor ruso
Vassarion Shebalin, más conocido entre
los estudiantes de música que - entre los
aficionados. Los cr ticos señalaron la sen
sibilidad y la eficiencia técnica de la con
certista, que se manifestó en los "solos”
de violín.
*** Se representan actualmente en New
York: "El abanico de Lady Windermere”,
de Oscar Wilde; "La duquesa de Malfi”,
de John Webster, y "Lysistrata”, de Gilbert Seldes, todas ellas por los más gran
des actores y actrices de la escena neoyor
quina. Elizabeth Bergner es la protago
nista de la segunda de las obras mencio
nadas.
*** Se dice que la temporada 1946-1947
será la estación más activa de danzas que
jamás haya visto New York. Las compa
ñías de ballet están preparándose activa
mente. En Massachussets (en el centro
de danzas Ted Shawns) se presentó el
"Lamento, por Ignacio Sánchez Mejía”,
basado en el poema de García Lorca,
que ahora será llevado a New York.
*** La editorial Knopf acaba de publicar
la autobiografía de Bruno Walter "Theme
and Variations”.
*** Julián Messner publica la vida de
Paul Robeson, por Shirley Graham, cuyo
último capítulo tiene lugar en Barcelona
durante la guerra española.
FRANCIA
*** La UNESCO ha organizado en la Sorbona una serie de conferencias a cargo
de los más altos prestigios de la intelectua
lidad francesa actual. Estas conferencias
han despertado una gran espectación e
incluso un entusiasmo extraordinario y es
tán llamadas a tener profunda repercusión
en los medios intelectuales franceses.
Con pocos días de intervalo, han com
parecido en la tribuna de la Sorbona, los
dos maestros innegables del joven pensa
miento francés: Jean-Paul Sartre y André
Malraux. Los dos para hablar de los
temas morales más candentes de nuestro
tiempo. Y han hablado ante un aula archiIlena, en la que había que penetrar a
fuerza de puños, y en medio de un pú
blico verdaderamente selecto, formado por
todo cuanto actualmente cuenta en la vida
literaria francesa, por profesores y por
estudiantes. Han sido aclamados con un
fervor y un delirio impresionantes. Las
conferencias fueron presididas por dos
grandes intelectuales ingleses: Stephen
Spender y Julián Huxley.
Sobre Sartre, dejemos la palabra a
Claude Mauriac, que ha escrito en "Le
Littéraire” lo siguiente:
"Desde las primeras palabras y sin que
la serenidad de sú _voz unida pueda ofre
cer duda, M. Sartre nos introduce en lo
más profundo de su profundo tema: la
responsabilidad del escritor. El patronato
de las Naciones Unidas no le impide nada,
porque no se cree obligado a ninguna pre
caución oratoria para denunciar los aten
tados a la libertad y a la justicia que
siguen envenenando la tierra de los hom
bres. Un negro es linchado en los Estados
Unidos; cien mil alemanes son deportados
a la URRS; la abominación es la misma
de una y otra parte; el número de vícti
mas no cambia nada, y. nosotros somos
todos por nuestra parte responsables, nos
otros que escribimos, nosotros que osamos
escribir sobre otras cosas que sobre estas
infamias. El hemiciclo entero se estreme
ció. .. Este verbo lúcido echó su dura cla
ridad sobre la responsabilidad de nuestra
generación que seguramente será comba
tida cuando pasen cincuenta años con este
anatema: ha visto venir la mayor catás
trofe de la historia sin haber hecho nada
por impedirla."
André Malraux había elegido como tema
de su conferencia "El hombre y la cul
tura”. El contenido de su tesis apasionó
febrilmente a sus auditores, pero también
el fervor, el nerviosismo alucinado con que
desarrolló sus ideas. Debutó de la misma
manera que un toro entra en la plaza.
Sus primeras palabras estallaron ardien
tes, apasionadas, casi demasiado violentas,
haciendo vibrar el micrófono desbordado.
"De pie en su pupitre, por encima del
cual vuelan febrilmente sus manos, nos di
rige las primeras palabras de esperanza
que hemos oído desde hace años. Y claro
está, es de la desesperanza de dqnde na
cen.”
Es un hecho, dijo Malraux, ilustrando
su demostración con ejemplos sacados de
la historia del arte, es un hecho que las
civilizaciones desaparecen unas tras otras
y que, con cada una de ellas, sucumbe
una concepción del hombre de la que la
cultura triunfante nada conserva. Pero
de este naufragio subsisten siempre algu
nos magníficos restos que aunque se ma
nifiestan por una cierta idea que, en cier
tas circunstancias, de una cierta época, el
hombre se hacía de sí mismo, declaran
también por el hombre inmortal. Nuestra
tarea más urgente —y que no será menos
fecunda aunque tengamos que desaparecer
pronto— debe ser confrontar estos restos
patéticos. Si al hombre, más ahora que
nunca, no le queda más que el hombre, el
único peligro es perder esta única boya.
La Europa de hoy no está más destrozada
ni más sangrienta que nuestra fisonomía.
Pero si algunos creen desde Nietzsche que
Dios ha muerto, el hombre, por su parte,
aunque muy atacado, está todavía de pie.
Que nuestro esfuerzo sea restaurarlo con
los medios de que disponemos.
Las dos conferencias de estos maestros
del joven pensamiento francés están lla
madas a promover gran debate y discu
sión.
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R edacción. D irección, Administración, Fublicidad
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Se publica el segundo y cuarto m artes de cada mes.
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C ap ita l: S i l v a n o M a c h i . Independencia 2877
In te rio r y exterior: D i s t r i b u i d o r a T r i u n p o S . K . L .
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postal a su orden.
* T a c h a r la condición que no •« utilice.
IMmsTA AMOMOW”
cO*DORA w®
�a s i como a veces un acontecimiento se_/\_cundario y a menudo inadvertido,
constituye el signo precursor de grandes
cambios económicos y sociales, en oca
siones también, un hombre consigue re
presentar y sintetizar, por sí solo, toda
una época. Brasil ha conocido reciente
mente ambos fenómenos y hay que sub
rayar que en ambos casos, el honor de
haberlo logrado, pertenece a los intelec
tuales, cosa esta que en estos tiem
pos de politicismo y militarismo, es una
alegría.
Un pequeño acontecimiento —el Con
greso de Escritores Brasileños celebrado
en San Pablo en 1945— fué el signo de
alerta sobre la caída de aquella dictadura
"sui generis” —patriarcal y despreocu
pada— de Vargas, que debió su m ante
nimiento en el poder tanto a la fuerza
como a la inacción, y que por lo demás,
tan caro costó a la nación por su amordazamiento del pensamiento en todas sus
formas de expresión. En plena dictadura,
cuando toda manifestación de libertad
constituía un peligro para cualquiera que
fuere, los escritores de todas las tenden
cias —católicos y stalinistas, trotskistas, etc.— se atrevieron a lanzar un
manifiesto tan valiente como sintético.
Semejante manifiesto no fué el primero,
pero sí el más eficaz azadonazo dado has
ta el momento al imponente edificio del
poder absoluto. Una vez más el pensa
miento iba a vencer la espada, y a p artir
de aquel momento, la dictadura habría
de deslizarse por la pendiente que la iba
a hacer desaparecer en una revolución in
cruenta.
No fué ciertamente ni aquel Congreso,
ni la intrépida campaña de prensa que
le siguió quienes derribaron a la dicta
dura. Otras causas, tanto internas como
externas, contribuyeron a ello. El mérito
que les- corresponde a los escritores y pe
riodistas —no el menor, por cierto— , es
el haberlo presentido y manifestado con
bastante antelación.
El amordazamiento de la palabra, es
crita o hablada, la colocación de la pren
sa bajo un uniformismo monótono de no
ticias y comentarios, la ausencia de crí
tica y —esa plaga de las dictaduras— ,
lo pobre de los elogios de encargo, de los
ditirambos infantiles, de los burdos pane
gíricos engendra automáticamente la anee
dota , la ocurrencia, el juego de palabras,
UN HUMORISTA BRASILEÑO
por
GABRIEL LACOMBE
el disparate que, bajo su aspecto inocen
te oculta un gesto de rebelión o un fu sti
gante juicio contra sí mismo. De despre
ocupado, burlón, chistoso, se transform a
en sarcástico y personal. Ya que bajo las
dictaduras no solamente se fustiga al
carcelero, sino que uno llega a juzgarse
a sí mismo con severidad, Es ésta, indu
dablemente, una forma de evadirse de la
cobardía colectiva al par que una valien
te autocrítica en la que el hombre amante
de la libertad, no vacila en medir su des
ilusión moral ante su propia pasividad
bajo la arbitrariedad y la violencia.
Bajo el régimen de Vargas, la anédocta deja de ser picante, atrevida o a ma
nera de válvula de escape, para conver
tirse en mordaz, sarcástica y hasta cruel.
De recogerlas —y es una lástima que
nadie lo haya hecho—, podrían llenarse
libros de ellas. Tal cosa representaría una
valiosa aportación a la leyenda de la his
toria y hasta a la historia pura ya que
así se habría conservado la atmósfera de
la época, el "clima” o ambiente, como
suele decirse. . . Así podrían comprobarse
las asombrosas similitudes existentes —y
que no son sino raramente adaptaciones—
con las anédoctas murmuradas en los de
más países que han conocido el imperio
de un solo hombre o de un solo partido,
partido siempre tan único que fatalmente
terminó por convertise en una banda,
pandilla o "gang”.
Al ser la dictadura, por su propia na
turaleza, el terreno abonado para la anéc
dota política, las frases de doble sen
tido, los juegos de palabras por for
zados que sean, era lógico que un humo
rista llegase a adquirir una importancia
tan grande como la que ha llegado a ocu
par en la imaginación pública brasileña
el "Barao d’Itararé”. Este hombre, que es
más bien un trágico, ha sabido luchar a
su modo —que no es en manera alguna
el menos eficaz—, contra la dictadura.
Su diario, tantas veces suspendido, deja
rá a la posteridad, en sus columnas rezu
mantes de ironía, a las que el tiempo al
terará un algo, pedazos y girones de esos
años atravesados por el Brasil, que no
E N T R E V I S T A CON
M A R I A ROSA OLIVER
(Exclusivo para Cabalgata, de A. F. P.)
eran sino años atormentados a los que el
velo de una falsa tranquilidad policial
tratab a de cubrir.
Puede decirse, sin forzar la expresión,
que el "Barao d’Ita ra ré ” representad una
época. Es posible que si aquélla no hu
biese sido tan difícil su humor hubiera
pasado inadvertido. Ya que si es un
hombre que sabe reír, en el fondo, es
un sociólogo a su manera. Y no es sino
su gran amor a la humanidad, al hom
bre, lo que le impulsó a iniciarse en su ya
larga carrera de humorista.
Con motivo de una encuesta sobre los
diez mejores libros sobre historia del
Brasil, un profesor, que no es ningún hu
morista señaló entre ellos "La Nueva po
lítica del Brasil” que es una recopilación
de los discursos, por lo común muy con
tradictorios del Presidente Vargas, y una
colección completa, del periódico del Barao
d’Itararé "A Manha”. El profesor hizo
esta aclaración: "El uno completa y rec
tifica al otro.” Si hay en ello cierta
exageración, tal cosa no demuestra me
nos, por su mención, la importancia que
llegó a alcanzar la obra, aparentemente
frívola y efímera de un humorista.
Bastante antes del advenimiento de
Vargas, ya sobresalía en su Estado na
tal, Río Grande do Sul, en el arte de mis
tar mediante el ridículo. Bajo el seudó
nimo de Apprelly —contracción de su
nombre Aparicio Torelly— , ya hacía tem
blar a los políticos y profesores. El fué
el niño mimado del pueblo y de los es
tudiantes a los que condujo a la lucha con
tra la tiranía y la intolerancia. Estudian
te, soñó con permanecer dentro del am
biente estudiantil y universitario para
así explotar mejor su inclinación. A la
furia de su padre ante sus aplazamientos
repetidos, le contestó que jamás cliente
alguno confiaría en un médico como él.
La llegada de Vargas al poder en
1930 había de abrir a Apprelly las puer
tas de la fama nacional. Ya era conocido
en todo el país porque se había mostrado
muy activo, siempre dentro de su ten
dencia a la risa, en la campaña electoral
de Vargas. La revolución liberal de Var
gas estaba demasiado llena de contradic
ciones para no constituir un terreno pro
picio para su imaginación inagotable y
él era demasiado honesto para no adver
tir que aquélla iba rápidamente a refre
nar su programa. Su primer diario "A
Manha” (que significa en lenguaje más
o menos popular, astucia —maña en cas
tellano— ) iba a adquirir un ímpetu tal
que el dictador, a la sazón en el poder,
iba a apresurarse a cerrarlo. Como el ave
Fénix, cada vez que la censura le redujo
a cenizas renació de ellas más ágil y
mordaz. Prosiguiendo bajo el antifaz de
la risa y la sonrisa y siempre dentro de
la más alta corrección, aquella tarea que
pareciera ser su destino: la lucha en fa
vor de los pequeños y en contra de la
opresión. Actuando de tal suerte, Vargas
dió pruebas de su olfato: él, que supo
triunfar victoriosamente del ridículo —su
magro físico y su aire pensativo nada tie
nen de la estampa del dictador racista
a la moda—, sabía perfectamente que
en Brasil el ridículo mata más pronto
que todas las invectivas.
Al desembarcar en Río con su seudó
nimo provinciano Apprelly, iba a cam
biar su nombre. Tomó un título, un mote
más bien, que se halla escrito en toda la
‘ historia contemporánea, precisamente por
hallarse basado en un hecho h istó ric o ...,
que jamás existió. Los vencedores de la
revolución de Vargas han hablado a me\nudo de una batalla de Itararé, ciudad
dél Estado de Sao Paulo sobre la fron
tera de Paraná en la que la tropa de V ar
gas, procedente del sur, había de chocar
con la tropa aun fiel al gobierno federal.
La destitución en Río del Presidente Cons
titucional evitó aquel choque fratricida.
Apprelly decidió entonces ennoblecerse con
un título de barón —sátira de la fam i
lia real brasileña y de los hombres de
la revolución triunfante un poco demasia
d o'ávidos del poder—, y tomó el título de
Itararé como homenaje a la única gran
batalla que jam ás haya existido, pese a
las fanfarronadas y relatos de algunos
de sus combatientes.
Hoy en día, muy poeas gentes conocen
su auténtico nombre. Los sobres de las
cartas que recibe no llevan su dirección:
con el Barao d’Itararé, basta, pues con
ello ya el Correo sabe perfectamente
su residencia, dado que lo mismo hace
reír al cartero que a la solterona, al ca
pitalista o al hombre del pueblo, con su
minúsculo diario que no se vende —pro
clama— sino por "50 centavos”. Su tí
tulo y nobleza se han impuesto en tal
forma que su fisonomía pareciera haber
se adaptado a su seudónimo. Su canosa
barba le da un aspecto imponente aunque
vaya, por lo común, modestamente vesti
do. Dase perfecta cuenta de la curiosidad
llena de simpatía de los que cruzan a su
paso, sin conocerle personalmente, y que
sienten tal gratitud por el humorista que
los hace reír a carcajadas como adm ira
ción por el valor cívico del hombre que
jam ás se inclinó ante la dictadura.
Clasificarle, definirle, situarle, dentro
de la galería de los grandes humoristas
sería muy difícil. Es un carácter de pies
a cabeza, una personalidad aparte. Si po
see muy a menudo el sarcasmo de un Bernard Shaw, se nota asimismo que siente
un gran amor por la humanidad y no es
sino un ser humilde opuesto a todo lo que
sea llamar la atención o buscar notorie
dad ; si posee el chiste a lo Tristán Bernard se advierte asimismo que el humor
tiene para él un algo de profundo y que
no es sino un medio de corregir desma
nes; y si recuerda en ocasiones a Mark
Twain, también se comprende que en sus
salidas hay mucho más de filosofía que
facundia.
Gusta a veces de ridiculizar a los polí
ticos. Ya que sus entrevistas colectivas
reúnen a veces más reporteros que las de
muchos estadistas. Hay que verle llegar
arrastrando una pierna, consecuencia de
un ataque de hemiplejía, rodeado de su
estado mayor, su "corte” e improvisar sin
preparación alguna, imitando a los dic
tadores. En sus parodias, la m m ica no
deja de tener, sin embargo, su significa
do. Es allí precisamente donde reside su
fuerza. Es siempre el mismo hombre sen
cillo, manso y malicioso. Son sus contes
taciones espontáneas a las graves pregun
tas planteadas con toda seriedad —siem
pre como si se tratara de una conferen
cia de prensa en la Casa Blanca—, plas
madas en frases y rasgos de ingenio, que
(C ontinúa
página
siguiente.)
E N PASSY, E N L A G A S A
QUE HABITO BALZAC
No podemos evitar la pregunta corres
pondiente sobre la literatura mejicana.
—Creo que está en Méjico uno de los
mejores escritores del idiom a: Alfonso
Reyes. Es universal y es, al mismo tiempo,
p o r
ROCHAT-CENISE
p o r
ESTELA CANTO
de su tierra. Bien vale un viaje a Mé
jico para conversar con él. Tiene una
zo, y ya no estamos en un museo. P or
iempo atrás, cuando se entraba en
Allí se entrecruzan y viven todas las co inmensa biblioteca y, entre una luz de
aría R osa O liver ha llegado hace
la casa de la calle Raynouard N9 que luchó, creó y amó tanto en esos lu
poco tiempo de los Estados Unidos rrientes intelectuales, artísticas y filosófi acuario que lo aisla totalmente, pasa todo
cas del mundo. Uno puede elegir con quién el día, hasta la hora de comer, cuando, 47, se descendía una antigua escalera con gares, Balzae ha dejado allí su sello im
y de Méjico. Recorió los Estados Unidos
de norte a sur y de este a oeste, dando estar y eso crea un clima de libertad es ante un café con leche servido en gran balaustrada de hierro forjado y, atrave perecedero.
P ara instalarse en este pabellón, en
conferencias y deteniéndose apenas uno piritual absoluta. También me gustaría
des tazas/ se da recién el gusto de con sando un pequeño jardín modesto y cu
1840, Balzae había dejado la villa "Jarvivir en San Francisco, una ciudad ro versar con sus amigos. Pero no me gusta bierto de verdura, nos encontrábamos ante
o dos días en ciudades y poblaciones.
dies”, en Ville d’Avray. El fastuoso gran
deada de mar, donde se vive con ritmo
Su viaje fué vertiginoso, variado, renovó
ver únicamente intelectuales. Por otra par la casa del Sr. de Balzae.
Hoy, se llega al jardín por una esca escritor, siempre hostigado por sus acree
impresiones que ya tenía sobre los E sta más lento. Pero esto por un tiempo. En
te, entre los intelectuales mejicanos, como
dos Unidos, adquirió otras. A su regreso realidad, para siempre, me gustaría vivir entre los intelectuales de todas partes, lera de cemento. El edificio de un solo dores, parece haber querido despistarlos.
pasó dos meses en Méjico, ta l vez el país en mi país, mientras ello sea posible.
es común hablar inmediatamente de cine piso que lo domina, es la casa donde vi Toma el nombre de su sirvienta: Brcugvió y trabajó Honoré de Balzae de 1840 nol, agregándole el "de” : Monsieur de
de Latinoamérica que más le preocupa.
— ¿Se percibe gran diferencia al en matógrafo.
María Rosa Oliver es de los pocos ar tra r en Méjico, viniendo de los Estados
En respuesta a su humorística observa a 1848. Es actualmente, y seguirá siendo, Breugnol. Comunica su nueva dirección
Unidos?
gentinos con conciencia continental. Sus
ción, y como se tra ta de un tema in un museo iconográfico, y una especie de a Mme. Hanska: Rué Basse, N9 19, en
impresiones son claras, numerosas, firmes.
—Claro. Se nota la falta de comodidad teresante, le pedimos a María Rosa que, templo del recuerdo. Pero, una vez que Passy, cerca de París y le dice: "Estoy
Contesta a nuestra primera pregunta con material y mayor miseria en las ciudades,
antes de term inar la entrevista, nos diga penetramos en él, franqueando el peque aqu:, escondido, por algún tiempo.”
El alquiler era de 600 francos por año;
mucho más de lo que esperábamos.
aunque no mayor miseria que en el sudeste algo sobre el cine mejicano y sobre su ño porche y recorriendo el pasillo oscuro,
llegamos a respirar la atmósfera de esas el propietario, Sr. Grandemain no tuvo
—Sí —nos dice—, cuanto más he via de los Estados Unidos. Se llega a dudar si astro máximo: Cantinflas.
jado por América más me asombra el preferimos toda la tradición, toda la ima
—No —dice María Rosa— . Los meji piezas de techo bajo, pisos brillantes, con nunca ocasión de felicitarse de la pun
desonocimiento entre uno y otro país.
ginación, toda la belleza, o las mejores canos no están contentos con su cinema las paredes Tecubiertas de pinturas, di tualidad de su arrendatario.
Es conocida la historia de la trampa
Yo creo en la unidad geográfica de Amé condiciones de vida. .. Pero éste no es el tógrafo. Creen que con la naturaleza me bujos, fotografías, documentos; cuando
utilizada por Balzae para escapar a los
nos recogemos en el gabinete de trabajo,
rica. Y no es únicamente una impresión caso de Méjico. Méjico prospera, subirá jicana, donde a dos horas de distancia
tapizado de brocado rojo a grandes flo acreedores cuantos éstos golpeaban a su
mía: la gente de otras "artes que ha ve el nivel de sus masas y, al mismo tiempo,
de auto se puede tener el paisaje nevado
res, donde se encuentran "su” mesa y "su” puerta. Ahí está bien disimulada en un
nido a habitar este cominente y que ha conservará ese don de profundidad y esa
de los picos, o la selva tropical, y pasar
gabinete oscuro. La escalera que descu
aprendido a conocernos algo más que su imaginación, casi diría hoy únicos en el de las ruinas mayas a aztecas a los lin sillón, donde puede verse "su” cafetera
perficialmente, ve en nosotros una unidad
mundo. Hay allí un sentido innato de dos templos barrocos que hay en el mun de porcelana, y "su” tintero y el molde de bre peTmite llegar al patio inferior, al
que nos diferencia de los europeos.
la belleza. No por nada el arte mejicano
do, el cine sigue apegado a cierto con “su” mano, entonces se produce el heehi- nivel de la callejuela Berton, entonces lla
mada Roe, que discurre entre los altos
La interrumpimos:
ha influido tanto al arte norteamericano. vencionalismo que dicta Hollywood. Hay
mu.ros llenos de musgo. Por esa calle se
— Los Estados Unidos y la Argentina,
—¿Podría hablarnos de algunas influen excepciones. Por ejemplo, "M aría Cande
¿podrían considerarse dentro de ese gru cias concretas?
inliibición. Yo lo vi filmar en los estudios deslizaba sigilosamente el fugitivo hasta
laria” y "Flor Silvestre”, dirigidos por el
po? Los argentinos parecemos diferenciar
—La influencia de Rivera, de Siquei- indio Fernández. Son las películas que del Tepcyac, que con los de Churubuzco, llegar al borde del Sena.
Y, sin embargo, hacía frente a sus di
nos de los otros pueblos sudamericanos. . .
ros y de Orozeo es definitiva en la pin allí consideran mejor realizadas. Sé que donde filma Dolores del Río, son los. más
M ar'a Rosa, comprendiendo el sentido tura norteamericana. A mí me parece el ahora este mismo director acaba de term i modernos y mejores que he visto, y eso ficultades financieras. En Passy, en no
de la pregunta, nos dice:
más interesante José Clemente Orozeo. nar una película con María F élix : "E na que yo venía de Hollywood. Me llamó la viembre de 1340, anotaba:
"Los asuntos de dinero no son más
—Al viajar por la América llamada
Es el más profundamente mejicano y el morada”, que consideran allá perfecta en atención ver cómo Cantinflas es su pro
latina, los argentinos recién nos vamos que da, en consecuencia, el mensaje más su género.
pio director: mientras hace una escena que molestias; sólo hay miseria y penas
conociendo. Es verdad: debido al clima, directo del alma de su pueblo. Pero los
— En cuanto a Cantinflas —añade Ma graban en un disco lo que dice. En segui en los asuntos del corazón.”
Soñaba entonces con su gran amor,
a las condiciones económicas de desarrollo tres son grandes y sólo es posible com ría Rosa, mostrándonos un retrato suyo da pasan el disco y él lo oye, y corrige lo
Mme. Hanska, a la que sólo pudo des
y al gran aporte de inmigración europea,
prender lo que significan cuando se ven con el cómico mejicano— , es la persona que ha dicho, añadiendo o suprimiendo
tenemos, superficialmente, más parecido
palabras. Esto se repite varias veces, has posar tres meses antes de su muerte.
más querida de Méjico. Su popularidad
lo frescos ser uno con la arquitectura.
Atormentado por los problemas de or
con los Estados Unidos que con muchos Las reproducciones no pueden decirnos es extraordinaria. Los canillitas lo llaman ta que lo dicho queda como Cantinflas
den material, Balzae lleva una vida de
pueblos de Iberoamérica. Pero, en nues nada a este respecto.
"Mario” y se dirigen a él sin ninguna quería que quedara.
presidiario en la casa de Passy. Se le
tro subconsciente, somos uno todos los ibe
vanta a media noche y escribe hasta las
roamericanos. Verdad es que nosotros
8 de la mañana. Almuerza en un cuarto
le damos mucha más importancia a la
de hora y vuelve a su trabajo hasta las
comodidad material (igual que los E sta
5. Luego se acuesta y reanuda su trabajo
dos Unidos). Tenemos una seguridad petu
lante. Y quizás también un mayor dina
al día siguiente.
Sin intención de quejarse, escribe a
mismo, debido, únicamente, a que el país
ha estado bien alimentado.
Mme. Hanska:
—{Y el problema del indio en Ibero
"Tendré que trabajar día y noche du
américa ?
rante seis meses y por lo menos diez ho
ras diarias durante dos a ñ o s ... No tengo
El optimismo esencial de María Rosa,
su fe y su sentido realista responden:
en perspectiva más que el féretro, pero el
trabajo es un hermoso sudario.”
—No creo que el indio sea naturalmen
te un ser apático. Con buena alimenta
En este retiro, escribe cuarenta y tres
ción y con medios de trabajo puede dar
obras o fragmentos de obras: Fautrin,
muchísimo. Su ritmo es distinto al del
La Eabouilleuse y toda la última parte de
americano del norte o al del habitante de
la Comedia Humana. Escribió poseído,
cualquier ciudad grande de Iberoamé
exaltado por su amor, la casi totalidad
rica. Hay que respetar este ritmo. Por
de las Carlas a la Extranjera.
lo demás, este ritmo se nos contagia a
En esas noches de trabajo, su pensa
todos, aun a los descendientes de euro
miento está con Mme. Hanska. Le escribe
peos, y es la ajustación a él lo que
el 5 de enero de 1842:
puede llegar a darnos equilibrio.
"Amo la soledad de mi gabinete en
—Esto para Iberoamérica, pero, ¿cree
Passy, donde nadie penetra y donde pue
que los Estados Unidos, han encontrado
do estar con vos.”
su ritmo adecuado?
Frente a él, estaba siempre el retrato
—El ritmo de los Estados Unidos es de
en miniatura de la amada. En la pared,
masiado rápido. Se ha vivido allí demasia
en un marco de Brustolone, un Cristo de
do para trabajar. No íes queda tiempo
Girardon relucía dulcemente. Otro peque
para la contemplación y el goce de la vida.
ño marco estaba vacío, pero en el lugar
A los argentinos nos ocurre algo similar.
del cuadro, el escritor, sediento de be
Pero los norteamericanos empiezan a dar
lleza, había puesto un papel con estas
se cuenta de esto. Lo noté, por ejemplo,
palabras: "Aquí, un Rembrandt.” No pu-»
en la fascinación que sienten por Méjico,
do comprarlo nunca, pero tampoco ven
y en la preocupación con respecto a la co
dió su Girardon, a pesar de haberlo pro
mida, que empiezan a ver no sólo como
yectado seriamente.
necesaria para alimentarse, sino a consi
;Se vió obligado a vender tantas cosas!
derar como un deleite.
Entre otros, esos maravillosos muebles
—¿Le gustaría vivir en los Estados Uni
florentinos que eran el secrétaire de E n
dos?
rique IV y la cómoda de María de MéMaría R ota Oliver con Mario M oreno, "C a n tin /la t".
—Me gustaría vivir en Nueva York.
d ic is.. .
M
T
�CUENTO POLICIAL____________ >
EL AZAR o UNA PARTIDA DE POKER HASTA
EL AMANECER
cabalgata^
Por FRANQOIS V A R ETZ
hacía un buen rato que dieran las
güilo perdía. Un poco violentos continua
de la noche en el reloj de San ron jugando con dinero ajeno y en cosa
Y tadiezCatalina,
pero la partida que desdé ha
de media hora cada uno de ellos se vió
a
cía cerca de veinte años siempre concluye
ra con la última campanada de las nueve
no ofrecía el menor síntoma de termina
ción. La única causa de tan inusitado
trnstorno en las metódicas costumbres de
los habituales componentes de la partida
era la presencia de aquel "geule casse”
forastero que perdía y perdía cantidades
cada vez mayores con la misma indiferen
cia con que cualquiera de nosotros nos
desprenderíamos de una moneda de cobre.
Pero icómo marcharse! Y si no jcómo
proponer una suspensión o un aplazamien
to ! Era completamente imposible. Po
dría pensar el desafortunado invitado —y
puede que no se equivocara demasiado al
hacerlo— que no se trataba más que de
un burdo pretexto para llamarse a an
dana con las ganancias, cosa que por lo
demás era la única idea presente en el
ánimo de los gananciosos y que, sin em
bargo, ninguno de ellos se hubiese atre
vido, por nada del mundo, a proponer.
Refugiados en la desierta biblioteca de
la "Sociedad de ex combatientes de la Correze”, cuya directiva formaban, Berger el
farmacéutico, gran mutilado de la pierna
izquierda, Pons, el antiguo voluntario
franco-catalán, propietario de "Au Cadcau
Pamilier” y Schulz, el veterinario, puja
ban como todos los días voceando fan
tásticos envites de ¡mil! ¡¡cinco mili!
¡¡¡m i resto y diez mil m ás!!!, sin des
pertar el más mínimo interés en los es
casos socios que se asomaban a la puerta
para hojear "Sex Apeal”, "Pour Lire á
Deux”, o ver si había llegado el chico de
Ilachette con los diarios de París. Nadie
ignoraba en la ciudad que, conforme al
convencional lenguaje de los infaltables
jugadores, mil francos no eran más que
uno, dos mil, dos, y así sucesivamente.
Los buenos y respetables contribuyentes
se divertían con aquel ingenuo vocear de
millonarios: cada cual tiene sus manías
y nada malo hay en ello ...
poseedor de una fortunita. El nuevo ha
bía perdido tres cajas más extrayendo bi
lletes y billetes de una inagotable gran
cartera de documentos, sin dar por ello
la más pequeña señal de inquietud o ner
viosismo. Ellos eran los que estaban tras
tornados, alucinados por la imagen de
aquel enorme montón de dinero que se
apilaba en el fondo del oscuro fichero.
Toda su ponderación y equilibrado buen
sentido de sesudos ciudadanos, prototipos
de economía y moderación, se habían de
rrumbado en apenas un par de horas de
fabulosa buena suerte. Los tres amigos,
una vez pasada la sorpresa del primer
momento, viéronse unidos por esa cosa
más fuerte quq el acero y más dura que
el diamante qué es la avaricia provincia
na. Todo se borró de sus mentes: con
veniencias, respetabilidad, qué dirán, en
golfados como se hallaban en la enloque
cedora tarea de desplumar a aquel com
pañero desconocido que perdía y perdía
miles y más files de francos sin rechistar
ni, al parecer, dársele un ardite de ello.
Los tres amigos ligaban y ligaban lleván
dose todos los envites del desconocido,
quien, firme en su táctica, no pasaba ja
más viendo jugada tras jugada y tirán
dose vencido sin excepción alguna.
Sonó el carillón de la media, cuando
Emile, el conserje y encargado del ser
vicio de bar, se asomó a la puerta de la
biblioteca:
disimular su impaciencia. Finalmente, ya
arreglada la cuestión particular de cada
uno, los tres buenos burgueses se lanzaron,
con renovada hambre y muchas horas por
delante, sobre los dineros del cuarto que
seguía impertérrito en su papel de perde
dor dejándose resto tras resto, sin cansar
se de sacar billetes de su gran cartera
negra.
A las once y media ¡as cosas variaron
un poco. No es que el forastero ganara
o comenzara a recuperar. Nada de eso.
La suerte seguía dándole la espalda con
la misma obstinada terquedad de un prin
cipio. La única diferencia es que ahora
compartía su mala suerte con Berger, a
quien pareciera que la entrevista con su
vastago le hubiese acarreado mal de ojo.
Por lo demás, los otros dos seguían ga
nando lo mismo que antes, pero ahora,
a las fichas ganadas anteriormente se
unían las que formaran el montón de
Berger. Para colmo y desdicha del boti
cario, las escasas veces que el hasta en
tonces sempiterno perdedor cortaba una
jugada, era del espantado farmacéutico
que veía angustiado cómo aquel dinero
suyo abandonaba seguidamente a su des
afortunado ex dueño cuya mala suerte se
guía beneficiando a los otros dos.
La atmósfera comenzó a cargarse y el
ambiente a ponerse incómodo. El perde
dor propuso suspender la partida, pero
Berger que había perdido todo se opuso
violentamente. Su vehemencia, de la que
lestare ios a n ad ie... 4A qué hora se
marcha!. ..
—A las 6.40, en el expreso de Burdeos.
Berger no quiso oír más y, sin esperar
el parecer de los demás, se abalanzó sobre
el fichero, lo puso bajo el brazo y des
apareció cojeando seguido de los otros
dos. El forastero se incorporó, recogió
los naipes y tomando su gran cartera de
cuero los siguió con paso seguro e igual.
Ya en la calle, los tres amigos le espe
raban ante la sólida puerta de madera de
un establecimiento situado a escasos pa*
sos de allí. Sobre la puerta se leía, a la
fría luz de un letrero de neón:
GRANDE PHARMAOIE
DE LA CDRREZE
Y escrito sobre un globo verde, en grue
sas letras que seguían la curva de su su
perficie: A. Berger propietario.
#
En la rebotica, las cosas siguieron de
mal en peor para los perdedores. Pons
siguió haciéndose con los cuartos de to
dos los demás, y ni Berger ni Schulz, vol
vieron a levantar cabeza. Trastornados
por el cambio de fortuna y encendidos
por el efecto del ajenjo, cometían torpe
za sobre torpeza y tontería sobre tonte-
Pero lo que nadie sabía es que ahora
iba de veras.
Cuando el ignorante forastero, ajeno
completamente a semejante convención,
perdió su primer resto de cincuenta mil
francos y pidió un segundo pagando su
auténtico valor con buenos billetes de
Banco de Francia, los demás jugadores,
sorprendidos por lo inesperado del gesto,
se quedaron indecisos sin saber qué hacer.
Cruzaron sus miradas y luego de un mo
mento de inquietud comprobaron que nin-
UN HUMORISTA ...
(V ie n e de página
S)
inmediatamente recorrerán el país de nor
te a sur imponiéndose en todas partes
por el zumbón buen sentido que en ellas
palpita.
En el fondo, este humorista, es un
hombre triste. Si tiene algo de Voltaire
por su manera de criticar las institucio
nes, también tiene no poco de Rousseau y
hasta algo de Tolstoi. Cree en la bondad
humana. Lo que menosprecia y persigue
con su verba endiablada, son los prejuicios.
Es amable y parece lamentarse de haber
fracasado en una carrera científica. En
sus chistes, sátiras e ironías pone gran
parte de su cultura y actividad de perio
dista. Y trabaja y trabaja en ambos cam
pos —científico y periodístico—, sin pau
sa. A menudo se le ve inclinado sobre un
microscopio estudiando microbios, especial
mente los de la fiebre aftosa, tras de los
que está desde hace años. Al observar esta
doble y contraria personalidad se diría
que la contemplación de lo infinitamente
pequeño le ayuda a comprender mejor la
vanidad humana.
Si es amable, ello no quiere decir que
no sea implacable con ciertos hombres y
ciertas instituciones. Sabe arañar. ¡Y có
mo! Como todo buen caricaturista, capta
el rasgo más saliente, el "complejo” ocul
to de su víctima. Y aquellos a quienes po
ne un mote saben perfectamente que les
acompañará hasta la tumba.
Este hombre que ríe y hace reír y que,
sobre todo, rió e hizo reír bajo la dicta
dura, luchando casi solo, pudo haberse en
riquecido con la pluma. Se agotaría fí
sicamente con sólo aceptar la cuarta par
te de las colaboraciones que le han sido
propuestas, ya que su firma basta sólo ella
para hacer aum entar las ediciones. Su
diarito redactado por ¿1 casi solo, podría
haberse convertido en un magnífico ne
gocio. La publicidad afluía y los negocios
prosperaban mes a mes. Pero es él lo
bastante filósofo para saber que aquélla
podría embarazarle en la redacción de sus
historias, pastiches y remedos de los ar
tículos de fondo de otros diarios "impor
tantes”, cronistas de la actualidad al uso.
Se negó de plano a la proposición de
unos capitalistas que le aseguraba la vida
tranquila para el resto de sus d ía s ..., y
eso que no es joven; suprimió los corre
dores de anuncios y aumentó sus tarifas
de publicidad, decidido siempre a mante
nerse en sus ocho o diez pequeñas pági
nas semanales. Prefiere una tribuna para
él solo a un diario de gran tirada.
Muchos lamentan su adopción de posi
ciones políticas temerosos de que su verba
sufra con ello. Como intelectual ha pen
sado que no puede permanecer al margen
o por encima de la multitud. Prefiere en
golfarse en ella. Si las páginas de su
diario se resienten de ello, es posible que
el espectáculo que dé desde la tribuna pú
blica sea una compensación.
Río de Janeiro, noviembre de 1946.
—Señor Pons, la señorita Felisa pre
gunta por usted.
Felisa era la cajera y, según decía, la
"algo más” del propietario de "Au Cadeau Familier”.
Pons, agriadísimo —acababa de ligar
tres reyes—, dejó las cartas cara al ta
pete y pidió un momento de permiso. El
desconocido, cuyos ojos brillaban fijos,
como único punto vivo de su desfigurado
rostro cubierto con una especie de mor
daza negra, accedió con una inclinación
de cabeza y, tras de registrarse los bol
sillos, preguntó:
—4Sería posible comprar unos ciga
rros?
— ¡Cómo no! —propuso el propio Pons,
todo amabilidad—. Mi empleada traerá
una caja de verdaderos habanos. . . No
es más que un m om ento...
En la semipenumbra de la antesala,
Pons mantuvo una precipitada conferen
cia, entre susurradas explicaciones, con
una mujer todavía joven y bonita que
quería saber si volvería a dormir o no.
Pons pensando en sus tres reyes decía a
todo que sí y estuvo a punto de olvidarse
de los cigarros. Terminó con esta última
recomendación:
—De los del estante de arriba 4sabes!
De los buenos, de los m ejores... De los
que fuman en el ca stillo ...
Cuando regresó y apenas se había sen
tado, preguntaron por Berger. Berger
era el farmacéutico y aquello podía des
hacer la partida. Una extraña luz se en
cendió en los ojos del forastero, pero no
fué sino por un solo instante. No era na
da urgente: era Albert, el chico mayor
del pildorero, que quería saber si papá
iba a cenar. Mientras Berger se explicaba
con su hijo, Schulz, viendo el cielo abier
to, se le unió para rogarle al chico que
pasara por su casa y avisara que estaba
allí. Hablaban de pie junto a la mesa de
juego y, aunque no hubieran querido, sus
palabras llegaban perfectamente a oidos
del desconocido:
—Estamos aquí con este viejo amigo
que hoy mismo se vuelve a P a r ís ...
—Mañana, mejor dicho —les interrum
pió. ..
—Claro, m a ñ an a ... Eso es, m a ñ an a ...
Y vamos a acompañarle a la estación.
Así que dile a mamá que no se inquiete
ni me espere. Ve a casa, deja el recado
en casa del señor Schulz y no te acuestes
tarde.
Pons, con su trío de reyes, no podía
él mismo se sorprendió, no hizo sino au
mentar la presión ambiente. Pero la par
tida prosiguió. Berger pidió un ajenjo y
los otros dos le acompañaron; el desco
nocido no tomó más que café y agua de
Vitel. Daban las doce cuando el viajero
pidió su doceava caja, coincidencia que
dibujó un humorístico chispazo en sus
ojos; imperturbable tras de la máscara,
su extraña voz cantó el valor de los bi
lletes: "¡Cincuenta mil francos”... "¡Seis
cientos mil francos!” pensó Berger, an
gustiado al ver que no ganaba nada. Con
su resto intacto ante sí jamás volvió a
salir de aquella situación. Por más es
fuerzos y locuras que hacía le era com
pletamente imposible ganar o perder. Se
cambió de baraja tres veces y en tres
manos hubo dos tragos más, mientras que
el abstemio forastero no hacía más que
encender un cigarro con otro.
ría. La idea de la fortuna que se les ha
bía escapado de entre los dedos les había
puesto fuera de sí. Sudaban agitándose
presas de desazonado desasosiego, tem
blorosos e incapaces de dominarse, con
los ojos enrojecidos y los rostros conges
tionados, al borde casi de la apoplejía.
Para colmo, Pons, excitado a su vez por.
su buena fortuna, bromeaba y reía sin
tono ni son, mostrándose sin la menor
mano izquierda ni conseguir otra cosa que
avivar cada vez más y más el enorme vaso
de ira y rencor que gota a gota, sorda y
verde, iba destilándose de lo más profun
do de las entrañas de sus compañeros.
De pronto, Berger le dijo a Pons:
—Pons, una c a j a ...
•
Pons levantó la vista un poco perple
jo. Los tres amigos se miraron en un si
lencio. Súbitamente se oyeron estas te
rribles e inesperadas palabras:
—Aquí tiene señor Berger, son cin
cuenta mil francos.
E ra el forastero quien acababa de pro
Cuando encendía el cuarto cigarro las
cosas variaron otra vez. Sería algo más nunciarlas con el tono más tranquilo y
de la una y el encargado acababa de avi natural del mundo, alargándole un monsar que terminaran porque tenía que ce toncito con una mano mientras que con la
rrar cuando Schulz se dió cuenta de que otra mostraba el inequívoco ademán del
perdía cerca de doscientos mil francos. que espera que le paguen.
Aquello fué como un mazazo. Un bru
4Cómo había ocurrido aquello? Le sería
imposible decirlo. Una nube roja le cegó tal estremecimiento agitó el cuerpo de
y el corazón le saltó a la garganta. Pero Berger haciéndole incorporarse pálido y
no había la menor duda. Allí, ante Pons rígido como herido de muerte. Mudo y
se amontonaba la casi totalidad de las fi anhelante permaneció cerca de un minuto
chas —rojas, amarillas, blancas y mora con las manos engarfiadas al borde de la
das— , rescate de los buenos billetes en mesa. Frente a él, el forastero seguía
cerrados en la reluciente caja de negra ofreciéndole las fichas tranquilo e impa
caoba. La suerte parecía haberse refugia sible como si no se diera cuenta de nada.
do injustamente en Pons, quien además de El silencio se hizo tan intenso que los
ser rico era soltero, tenía manceba joven golpes del péndulo de la tienda sonaban
y linda y, sobre todo, no era más que como martillazos. Por fin, tras de un po
medio francés.
deroso esfuerzo más doloroso aun que la
Inesperadamente surgió un terrible in primera impresión, Berger consiguió des
conveniente. El conserje se plantó dán prender sus manos de la mesa y apoyán
doles de plazo hasta la una y media, ni dose en su bastión de hierro desapareció
un minuto más. Faltaban diez minutos es por una puertecilla de escape. Se le oyó
casos. En tan corto tiempo el forastero perfectamente subir las escaleras. Crujie
perdió cincuenta mil francos más: Schulz ron las maderas del techo una o dos ve
recuperó diez mil, Berger treinta mil y ces. La espera se hacía terriblemente la r
Pons ganó diez mil más: sus ganancias ga. Luego volvieron a oírse los pasos y
se elevaban casi a medio millón de fran Berger reapareció, como sonámbulo, opri
cos. El forastero fué el primero en le miendo en su mano un rollo de billetes
que cambió por las fichas que le entregó
vantarse:
— Es desagradable tener que suspender el desconocido. ¡Con qué mirada siguió a
la p artid a. . .
aquellos billetes, "los suyos”, cuando des
Pons y Schulz, asaltados por diversos aparecieron junto con los del "otro” den
pensamientos, no sabían qué decir cuando tro del barnizado fichero!
Berger atajó terminante:
—Usted da, señor Pons.
— Vamos a mi re b o tic a ... Allí no mo
Y siguió la partida.
(Especial para
C a b a lg a t a .)
Cuando a las cinco y media el forastero
se incorporó para marcharse, Pons tenía
todo el dinero en su poder: ochocientos
mil francos del forastero y cincuenta mil
de Berger; Schulz había quedado en paz.
—Señores —rogó el "geule casse”—, 3¡
quieren indicarme el camino de la esta
ción; me parece que tengo el tiempo bas
tante justo. Usted Pons, llévese todo
junto en el fichero. 4V am os?...
Pons tomó la caja bajo del brazo y
escoltado por el odio del uno y el des
pecho del otro tomó camino adelante en
dirección a la estación.
Comenzaba a amanecer, y los tres hombres que caminaban delante envueltos en
los vapores de la húmeda mañana avan.
zaban más unidos por algo que no es
difícil suponer que como guías amables
de un tan desprendido forastero. Pasaron
las últimas calles del arrabal y, tras de
recorrer unos trescientos metros de carre
tera, se encontraron ante la estación. Pe.
ro el tren acababa de partir.
El forastero se despidió disculpándose
por la molestia:
_Dormiré en la fonda de la estación
hasta el próximo tren. Buenas noches, se
ñor Pons. ..
Pero Pons ya se alejaba a buen paso
con su caja debajo del brazo.
—Ustedes —les susurró al oído a Berger
y Schulz que no pensaban en otra cosa
pero que no podían moverse sujetos por
las manos de hierro del jugador— escólténle. Piensen que lleva mucho dinero.
Un millón cincuenta mil francos. Y así,
a la luz del amanecer, con ese cofrecillo
bajo el brazo parece la viva imagen do
un capitán cajero que fuera a pagar a
las fuerzas de avanzada.
Y tras de decir estas últimas palabras
los empujó violentamente en seguimien
to de Pons.
•
Pons murió abrazado al fichero en el
que no había más que fichas de pasta,
hablando de fantásticas cantidades de
cientos de miles de francos. Antes de mo
rir acusó a Berger y Schulz quienes se
hicieron justicia con unos cuantos gramos
de arsénico. El bastón de Berger que sir
vió para sacar de este mundo al francocatalán se conserva todavía en el peque
ño musco criminológico del tranquilo juz
gado de la Subprefectura.
La declaración del forastero fué bas
tante curiosa:
"Como miembro de la directiva de la
sociedad de "Geules easses” hice ayer una
de las visitas acostumbradas a la "Socie
dad de ex combatientes” de la localidad.
En ella me encontré con unos viejos cama
radas del frente que no veía desde el fin
de la guerra con los que jugué al poker
ignorante en absoluto de la tragedia que
horas más tarde habría de producirse.
Jugamos, como era su costumbre y creo
que nadie ignorará, por cantidades míni
mas que ellos gustaban denominar fantás
ticamente. Amablemente empeñados en
acompañarme hasta la partida del tren
alteraron sus costumbres. Respecto al ori
gen del trágico suceso no sé a qué acha
cárselo. Créame usted que encontrarse
unos amigos que no se ha visto desde ha
ce veinte años para verlos desaparecer el
mismo día, es algo doloroso. Sobre todo
cuando más necesitaba de ellos.
Voy a explicarme, señor juez; luego
podrá hacerme todas las preguntas que
quiera. Digo que cuando más necesitaba
de ellos porque ayer, cuando no pensaba
encontrar más que uno de los viejos ami
gos que desde hacía años buscaba por el
motivo que a continuación expresaré, en
contré, con la satisfacción que es de su
poner, los otros dos que me eran necesa
rios como testigos en mi expediente de re
habilitación ante los tribunales militares.
Se me seguía causa eriininal por deser
ción y robo a la caja del regimiento.
Siendo capitán pagador salí cierto ama
necer, escoltado por dos hombres y un
cabo, para pagar a unos destacamentos
de primera línea, pero nunca llegué a mi
destino. Caí herido de un balazo en la
nuca, y cuando regresé a Francia tuve
que cambiar de nombre, ya que de cara
no tenía por qué, y a fuerza de trabajo
conseguí reunir el dinero necesario, ocho
cientos cincuenta mil francos, para hacer
su depósito como primer paso para un
expediente de reivindicación. Recordé que
uno de los que me acompañaban era de
esta ciudad y, cosa curiosa, cuando ayer
di con él me encontré que sus amigos,
uno, Pons, de la frontera española y el
otro Schulz, alsaciano, a quienes uniera
el azar de la movilización, seguían vivien
do unidos. Pero el azar que me puso de
lante no quiso conservármelos para que
me ayudasen ante la justicia. Y como
—terminaba la declaración—, personal
mente me es totalmente imposible creer en
el azar no me queda otro remedio que
creer en la justicia.”
Y unida a la declaración, seguramente
como curiosidad, se veía una gran tar
jeta, en la que se leía en grandes letras
de fantasía:
C-ilmunlo
ee-^antej
Prestidigitador - Ilusionista.
Especialidad en juegos de
cartas para fiestas familia
res y de sociedad.
LECCIONES A PRECIOS M ODICOS
PARA AFICIONADOS
�ir 5
ESCULTURA
m
l
abalgata
LA ESTATUA ECUESTRE DE SAN MARTIN
UO R
J O R G E R O M ERO
B R R ST
de Bouchardon, Tolstoy de Trubetzkoi).
Con buen criterio Antonio Sassone
ha concebido y ejecutado su estatua
ecuestre de San Martín, recientemente
inaugurada en Quilines, equilibrando el
movimiento y la quietud. Tanto la f i
gura del héroe como la del caballo y las
alegorías de bulto y de relieve son fran
camente dinámicas, pero están anima
das por un movimiento contenido y po
tencial, como si se hubiesen detenido en
un momento dado de la trayectoria,
proyectándose más bien hacia el pasa
do. de donde deriva cierto innegable
acento épico.
La figura de San Martín a caballo,
en la que no se ha apartado de los
modelos del género, revela esa concep
ción intermedia, pudiera decirse, entre
la fuerza y gracia de Gattamelata y el
vigor del Colleone bastante similar a la
del A irear. No traigo a colación estos
ejemplos con ánimo de parangón esti
mativo, sino simplemente para ayudar
al lector en la recta caracterización del
monumento.
Queda claramente dicho que el caballo
y el caballero tienen, en la estatua
ecuestre, un valor de presencia real de
la acción, que excluye en cierto modo,
o por lo menos debilitadla exaltación
alegórica que todo tema implica. Por
eso no deja de llamar la atención el
contraste que se establece entre aqué
llos y las figuras al pie del basamento,
las cuales representan de manera alegó
rica E l guerrero, La bondad, E l pensa
dor y E l destino: el espectador tiene
que advertir que en éstas no es viva la
presencia del héroe, sino se alude a sus
calidades espirituales por una vía ses
gada. Quizás por eso no armonizan en
el conjunto, a pesar del esfuerzo reali
zado por Sassone para no vestirlas
más que con el mínimo de accesorios ne
cesario para la evocación alegórica.
Quizás por eso también, espíritus rec
tamente clásicos, enamorados de la ar
monía conceptual, como Donatello y
Verrocchio o el anónimo autor del
Marco Aurelio de Roma, no echaron
nn.no de este recurso, a la inversa de
los barrocos, Andreas Schluter por
ejemplo, que lo emplearon con frecuen
cia.
Si no fuera porque en otros aspectos
la estatua de Sassone revela contención
clásica —tanto la figura ecuestre como
las figuras alegóricas han sido ubica
das según el eje principal del monu
mento, de manera que los puntos de
vista rectores son los frentes y los per
files, y a baja altura, como para no
crear una fuerza de ilusión demasiado
extraterrena— esta nota podría permi
tir ubicarlo entre los escultores neobarrocos de nuestro tiempo.
Menos aún parecen justificarse los
bajorrelieves, no sólo por la razón
apuntada en lo que se refiere a uno
de ellos: Alegoría de la paz y de la
( Especial para C abalgata .)
XV
a u n q u e enamorados del caballo, los
A jl griegos no concibieron la estatua
ecuestre, sin duda porque no responde
a la idealización del recuerdo que bus
caron, sino a la voluntad de dramatización individualista. Los vibrantes caba
llos helénicos sin caballero transportan
hacia un pasado que se viste con el oro
pel del bien perdido, en tanto que los
conjuntos de caballero y caballo, crea
dos, claro está, por Jos romanos, condu
cen hacia un pasado que en su misma
dramaticidad conserva visos de actuali
dad.
Frente al epos como impulso de ex
presión poética, que Burckhardt tan
sólo reconoce a los más antiguos hele
nos, especialmente a Homero, lo que
impone la estatua ecuestre es el ethos
de los romanos y los renacentistas,
fuerte mezcla del sentimiento del honor
con el de la gloria en que se encarnó
la virtud de la raza europea occidental.
Sin embargo ¿no es en cierto modo épi
ca la expresión manifiesta en la subli
mación del mérito y en la incitación
moral que siempre comporta?
Ningún otro animal presenta como
el caballo la forma apropiada para
crear la ilusión de la fuerza inteligente
y del contenido vigor; ningún otro po
dría colaborar con el hombre para crear
la alegoría de la gloria. Porque en la
estatua ecuestre, al lecibir el héroe del
caballo su aliento de energía y de hon
radez, al par que éste de aquél su alien
to de emoción y de perfectibilidad,
lo que ambos realizan es la alegoría
de la gloria, cuando no de la vana
gloria.
Tan sólo cuando se glorifica el espí
ritu ya objetivado en el recuerdo del
artista, del hombre de ciencia o del es
tadista, del místico o del hombre bueno,
es innecesario el caballo; pero cuando
se trata de expresar el espíritu dinamizado por la pasión en el conductor po
lítico o en el militar heroico, se impone
la noble bestia —y se ha impuesto des
de hace veinte siglos— porque con ella
se afirma más el acto y el drama que
el logro.
Ahora bien, las posibilidades expresi
vas derivan en la estatua ecuestre del
juego dinámicoestátieiL, de las grandes
masas, o bien por los acentos temáticos,
o bien por el modelado plástico. Y se
gún sea la dosificación de los elementos
en dicho juego, ella puede indicar la
presencia viva pero detenida del per
sonaje, o la violencia dramática que lo
arrastra, o la exaltación épica en la po
tencia del recuerdo, aunque siempre
predomine la acción histórica.
El escultor puede elegir el momento
previo al movimiento, cuando éste apa
rece con toda la potencia del acto ( Gattamelata de Donatello, Gran Elector de
Sajonia de Andrea Schluter, A irear de
Bourdelle), o representar el movimiento
mismo en toda su vibración nerviosa,
actitud característica de los naturalis
tas ( Colleone de Verrocchio, Marco
Aurelio romano, Felipe I V de Pietro
Tacca, Üorrego de Rogelio Yrurtia) y
más aún de los barrocos, quienes bus
can la avasallante exaltación del ins
tante (Alessandro Farnesio de Mocchi,
Constantino de Bernini, E l centauro y
el lapita de B arye); pero también pue
de indicar el movimiento apenas insi
nuado, sin vibración y sin energía
(Cangrande de Verona) y hasta la laxi
tud del movimiento no iniciado (Luis
fraternidad de los pueblos liberados por
San M artín, opuesto al carácter narra
tivo del otro: S a n M artín aconsejando
a su nieta y entregándole una medalla
de sus glorias, sino más todavía por
que no contribuyen a enriquecer la ar
quitectura de la estatua.
Sin apartarse demasiado de las for
mas naturalistas, como corresponde en
la ejecución de una estatua de conteni
do dramático —por alguna razón la
nota épica desaparece de la estatuaria
helénica en el momento en que se im
pone el naturalismo individualista y
sentimental del siglo iv y de la época
helenística—, y limitándose a construir
las con cierto rigor geometrizante, Sas
sone ha realizado las figuras con el
premeditado fin de que ellas despierten
vigorosas emociones anímicas, sin aten
der a las más refinadas emociones de
la sensibilidad. No puede mereeer sino
elogios a este respecto, sobre todo en lo
que se refiere al caballo, duro y preci
so, ya que ha sabido no empequeñecer
las formas con detalles descriptivos,
salvo los inevitables en el género, y
mantener ihtegérrima la concepción mo
numental. En* las figuras alegóricas,
empero, ha abusado del modelado po
liédrico, a mi juicio, especialmente en
las femeninas lo que permite suponer
que se siente más cómodo expresando
la energía espiritual y física que la lí
rica y serena quietud. Igualmente ex
presivo es el sentido de la deformación
que se advierte en todas las figuras,
obediente siempre a un impulso fuer
temente emotivo que no deja de contro
larse a sí mismo.
En la figura ecuestre las fofmas se
ordenan en ritmos simples de planos y
líneas, según una composición estática
de ejes verticales y horizontales lige
ramente modificada por algunos ejes
oblicuos. El caballo y el caballero for
man una masa homogénea casi sin aber
turas, sobre la cual inciden la cola y
las patas del animal, una sola de éstas
en alto, para darle más movimiento, al
par que gracia y elegancia. No me pa
rece feliz, en cambio, la actitud del bra
zo de San Martín, flexionado en actitud
de juramento, ante todo porque es for
zada en demasía y carece de grandeza
épica, luego porque no llega a indivi
dualizarse, siendo como es y debe ser
el gesto esencial. Y, como por otra
parte el torso del héroe es un poco
corto, la postura le resta energía y da
una peligrosa preeminencia al caballo.
Sin exagerar su carácter decorativo,
no ha descuidado Sassone los ritmos
formales, siempre equilibrados; en las
dos masas de figuras alegóricas son si
métricos, encontrados u opuestos, po
niendo así una nota de elegante flexibi
lidad que compensa la rudeza del mo
delado, y en los bajorrelieves se resuel
ven en arabescos que acentúan la co
rrecta concepción planista que los defi
ne. Lástima que no se haya preocupado
igualmente por los ritmos arquitectóni
cos, demasiado pobres —las modenaturas apenas se insinúan—, lo que resta
alguna eficacia al conjunto y sobre todo
no complementa la emoción de la figu
ra principal.
Antonio Sassone ha trabajado con
firmeza y dedicación, con admirable
entereza moral y claro sentido de la
responsabilidad. Muy satisfecho puede
estar. Los reparos que le opongo no
tienden a disminuir el éxito logrado.
¿Qué escultor de nuestros días escapa
ría a tales o cuáles reproches ?
También puede estar satisfecho el
vecindario de Quilmes, no solamente
por la magnífica estatua inaugurada,
que también honra al arte nacional,
sino porque ha quebrado la mala cos
tumbre de representar al héroe epónimo
en las ciudades del interior con malas
copias del monumento de la Plaza San
Martín en Buenos Aires, el que de nin
gún modo justifica su permanente re
petición.
�cabalgata©
_________CIENCIAS_________
INGENIERO, RELOJERO Y ENTOMOLOGO
Don Fernando Bourquin, autor del li
bro Mariposas Argentinas”, recompen
sado con el premio municipal Eduardo
l*- Hol-mbcrg, correspondiente al año 1945,
por decisión de la Academia Nacional
de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales
de Buenos Aires, en sesión de 31 de oc
tubre próximo pasado.
cosa de año y medio fui pre
sentado a don Fernando Bourquin,
en una librería de la calle Florida,
un librero amigo, amigo de ambos. Aca
baba de salir a la venta el libro M ari
posas A rgentinas , de que el señor Bour
quin es autor ( l) , pero nuestra conver
sación tomó desde el primer momento los
giros más insospechados. Una común
nostalgia nos llevó a recordar, con mal
disimulada vehemencia, a ó! sus montañas
de Suixa y a mí las de Galicia. Al
paisaje se mezclaron los insectos, los pá
jaros, los r os, las perdidas aldehuelas, el
olor del heno V hasta la historia. Sus
antepasados, hugonotes franceses, busca
H
ace
ron refugio en Suiza a raíz de la revoca
ción del Edicto de Nantes. St. Imier, el
pueblo natal del señor Bourquin, de una
población de alrededor de 8.000 habitan
tes, es asiento de la fábrica de relojes
de una firma cuyas marcas son mundial
mente conocidas. "Cuando el maestro no
podía soportar nuestras diabluras —me
confesó— nos echaba al monte (para lo
cual no había más que cruzar la calle),
de donde regresábamos con lagartijas, ra
nas, insectos y otros personajes por el
estilo en los bolsillos. La naturaleza se
nos metía por la puerta de la escuela
y del hogar cuando el sol primaveral
fundía las nieves que nos bloqueaban du
rante seis meses; era entonces ocasión de
desquitarse del encierro, de salir con unas
botas altas, pantalón corto y jersey en
busca de las flores, de los pájaros, de
las mariposas, de las ardillas, por cum
bres y cañadas. El profesor de botánica
nos sentaba a niños y niñas frente a
frente y entregaba a cada grupo las
plantas para su clasificación; el primero
de éstos en acertar con el nombre cien
por
tífico de una de ellas se enriquecía con
un alumno o alumna del bando opues
to .. .”
Aquella conversación, nada protocolar
por cierto, no se me olvidará jamás.
El señor Bourquin es un hombre excep
cional, si los hay, heredero de una trad i
ción secular, con títulos del siglo xvn,
y a quien los azares de la vida lanzaron
desde sus montes natales a esta Babel
sudamericana; en su semblante llamea el
genio de aquellos art'fiees que elevaron
el arte de la relojería a un grado’ de
perfección difícil de calibrar por quienes
no hayan nacido en St. Imier y otros pue
blos suizos, donde todos, con la excep
ción del panadero, del zapatero y de dos
o tres ciudadanos más, trabajan do
rante todo el año como relojeros. Anti
guamente estos montañeses bajaban una
vez al año a la ciudad más próxima, y en
una gran feria a la que acudían merca
deres de toda Europa, vendían los relojes
hechos en sus talleres hogareños. Estas
obras de arte iban a parar a las cortes de
España —recuérdese la "chifladura” de
Carlos I de España y V de Alemania en
Juste— , de Rusia, de Inglaterra, de F ran
cia, a cualquier castillo feudal, al palacio
de un burgués de los Países Bajos o del
Rin, a un convento, etc.
Desde entonces apenas tuve ocasión de
volver a conversar con el señor Bour
quin. Pero al enterarme de que la Acade
mia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas
y Naturales le ha otorgado el premio
Holmberg correspondiente a 1945 por su
libro M ariposas A rgentinas , fu i a salu
darle y hacerle presente mi enhorabuena.
Al acercarme a su casa con mi hija,
una gran mariposa, de la envergadura
de un gorrión, se posó en una ventana
por unos segundos, al cabo de los cuales
levantó el vuelo otra vez y se remontó
por encima de las copas de los árboles
vecinos. Al contarle el caso, el señor
Bourquin nos contestó con esa naturali
dad de quien está en el secreto:
—Sí, ya sé cuál es; pero su árbol se
encuentra al fondo del jardín.
Pasamos a un despacho donde nuestro
amigo estaba renovando las hojas a unas
orugas y cuando nos descuidamos está
bamos de nuevo a vueltas con los montes
P ágina a cargo de
EL 'T IN ” DE ARQIIMEDES
N un sesudo diario de Buenos Aires y
en un artículo destinado a desterrar
dudas muy extendidas o endémicas rela
tivas a ciertos términos marinos, se decla
raba con la gravedad del caso:
"Es subido que un cuerpo flotante pesa
tanto como el agua que desaloja.”
El autor quiso decir, sin duda alguna,
algo así como: Un cuerpo flotante en el
agua pesa tanto menos que fuera de ella,
como pesa el agua que desaloja.
Un amigo nuestro, comentando el desliz
añadió:
— Esto se debiera llamar el fin y no el
principio de Arquímedes.
E
LOS "MISTERIOSOS
VISITANTES"
aL pasar la vista sobre un aviso de
una editorial, nos quedamos un tanto
sorprendidos al leer, a propósito de un li
bro recién aparecido, de que es autor una
de las máximas autoridades en la materia
de los rayos cósmicos:
" ...¿ D e dónde vienen estos misterio
sos visitantes con una energía diez mil
veces mayor que la de la bomba atómicaf”
Es sabido que los "misteriosos visi
tantes” de tal manera abundan que los
físicos pueden estar seguros de encon
trarlos en todas partes: a muchos metros
de profundidad debajo del agua, en el
fondo de las minas, en la estratosfera,
en los polos y en el Ecuador. Incluso se
construyen tubos —en cuyo interior se
colocan dispositivos registradores— que
se enfocan en cualquier dirección para
estudiar las posibles diferencias de inten
sidad de los rayos según los distintos án
gulos. Así, pues, tras unos momentos de
confusión, nos frotamos las manos, de
jamos la lectura y otros cuidados y nos
ponemos a pasear con una complacencia
como hacía años que no la experimentá
bamos. Nada, nada — reflexionamos, pe
ripatéticos—, no cabe la menor duda. Si
los "misteriosos visitantes” con una ener-
JOSÉ OTERO ESPASANDÍ.N.
gía diez mil veces mayor que la de la
bomba atómica nos están bombardeando
de día y de noche, en sueños y despiertos,
es claro que la bomba es un bluff, y
nuestros amigos los norteamericanos, si es
cierto que gastaron los miles de millones
de dólares en fabricarla fué, una de dos,
o por simple afán de derrochar el dine
ro, o con el secreto designio de desviar
la corriente del turismo internacional ha
cia su país. "Aquí tienen ustedes —di
rán los cicerones— las maravillas de la
Edad Atómica ante las cuales mármoles,
bronces, telas, San Pedro y San Pablo
son meras bagatelas” . . . Los mismos cien
tos de miles de muertos de Hiroshima y
Nagasaki no pudieron morir a consecuen
cia de la bomba, sino de una especie de
liarakiri psicológico. Esto es Ja u ja , y
quien lo dude no sabe lo que se pier
de. — J. O.
Animales que "ven”
con los oídos
la segunda mitad del siglo xvm
los experimentos de Lázaro Spallanzani, el abate biólogo, y de su amigo
zo Luis Jurin pusieron fuera de duda qui
los murciélagos pueden moverse en las ti
nieblas con infalible seguridad gracias a
las orejas y la boca, y no a los ojos.
Cor. éstos tapados el murciélago vuela y
revuela por una habitación a oscuras de
cuyo techo penden numerosos hilos con
sendos cascabeles sujetos del extremo in
ferior; mas si le tapamos los oídos y la
boca, tropezará con cuanto se les ponga
por delante. El resultado de estos expe
rimentos, ideados y llevados a cabo por el
mejor espíritu experimental, llegaron a
conocimiento de Cuvier, a la sazón una
especie de sumo sacerdote de la ciencia, y
no se le ocurrió nada mejor que este di
cho ingenioso: "Pues si ven con los oí
dos también oirán con los ojos.” La fra
se se repitió en salones y academias por
los aduladores del sabio francés y por los
aristócratas del saber de entonces, y por
fin frase y experimentos cayeron en el
olvido. Pero las cosas no podían parar
ahí por mucho tiempo; estos mam feros
voladores ofrecen peculiaridades en ex
tremo atrayentes para los biólogos y por
ello los experimentos señalados y muchos
otros nuevos han venido a enseñarnos mu
chas cosas de sumo interés a propósito de
los mismos. En el número de julio del
año en curso de The National Geographic Magazine, el biólogo norteamericano
Donald R. Griffin nos ofrece un resumen
de sus experimentos con estos animales.
De ellos resulta que los murciélagos emi
ten mientras vuelan unos sonidos híperagudos o ultrasónicos, que al reflejarse en
los objetos cercanos son captados por los
oídos, y el intervalo transcurrido entre la
emisión y la captación del eco es traduci
do por el cerebro en términos de distancia.
Esto explica el hecho de que el murciéla
go tropiece ál taparle la boca y los oídos,
aunque tenga los ojos abiertos. Los so
nidos inaudibles del animal pueden verse
en la pantalla de un oscilógrafo de rayos
catódicos con la misma claridad con que
podemos ver la voz de un tenor o de
una estrella corriente y moliente en la
banda de celuloide, y por lo tanto no
puede caber la menor duda de que, si
bien no ven con los oídos en el estric
to sentido de la palabra, pues no utili
zan para ello ondas luminosas, sino so
noras —aunque no para nuestros torpes
oídos— , los murciélagos exploran el mun
do en que se mueven con boca y oídos
combinados, como el ciego lo explora me
diante la combinación del tacto y del
cavado.
E
Tejer y destejer como Penélope: tal es en esencia la tarea de la vida. Mientras
unos seres tejen otros se encargan de reducir a sus elementos primarios las telas
__en extremo frágiles por lo general— salidas del telar de los primeros. Durante
siglos y siglos el hombre se sintió impotente para oponerse al ímpetu de las fuerzas
que empujan la vela de la vida entre Escila y Caribdis. Mas poco a poco fué
aprendiendo a atar y desatar cabos por su propia cuenta, de tal modo que, si bien
está lejos de navegar contra la corriente y hasta de quedarse en el remanso, sus
manos pueden manejar el timón de la nave con creciente firmeza y sortear algunos
escollos antes fatales. Este hombre que aquí vemos con toda el alma asomada a los
ojos es el químico Broadbent, quien, en colaboración con otros sabios británicos, des
cubrió la paludrina, droga antimalárica do gran eficacia. Millones de seres humanos
mueren ahualmente, y muchos más sufren año tras año, a consecuencia de la mala
ria enfermedad que los ineas del Perú combatían con la corteza de la Chinchona ca
lisaya muchos siglos antes de que uno de ellos, apiadado de un jesuíta enfermo,
revelase el secreto al mundo entero. Cuando la malaria esté vencida del todo, el
hombre podrá retornar confiado a los paraíso» tropicales, hoy en poder de sus rivales
los mosquitos.
n
suizos, con los relojes, los pájaros, las merenderas, soldnnellas y mil cosas más,
mientras mi h ija iba de asombro en
asombro barajando cajas de mariposas
argentinas a cual más hermosa.
Al pedirle una fotografía para Cabal
gata , don Fernando Bourquin
vacila.
"Después de todo —comenta
el pre
mio no va dirigido a mi persona, sino a
la Sociedad Entomológica Argentina,
donde encontré siempre una cordialidad
y una comprensión realmente exquisitas.”
—¿Cuándo empezó sus estudios sobre
las mariposas argentinas? —preguntamos
al señor Bourquin casi al término de
nuestra entrevista.
__En 1929, después de dieciocho años
de batalla del lado de acá del Atlántico.
Ya con los problemas más urgentes re
sueltos, renació en mí aquel entusiasmo
de niño por la naturaleza y empecé a es
tudiar las mariposas argentinas con la
misma naturalidad y la misma falta de
pretensiones con que estudiaba la vida
de las plantas y de las ardillas de St.
Imier. Esto me puso en relación con per
sonas de gran valor de este país y sobre
todo fué causa de que estableciese con
tacto directo con este .mundo tan fascina
dor de los lepidópteros.
Al despedirnos, el señor Fernando
Bourquin tuvo la amabilidad de darme los
nombres de muchas personas cuya autori
dad en diversas cuestiones científicas
bien podría honrar las columnas de C a
balgata . — José Otero Espasandín.
(1) E ste libro fu é com entado por nosotros en
C orreo L iterario cuando su a p arición. L o d is
trib u y e E l A teneo.
t'sJW M
1
# ré
He aquí, en forma sintética, la vida j
milagros de la mariposa R o th s c h ild ia j¿.
cobaeae (W lkr.), tal como aparecen ma
gistralmente expuestos en la página 19
de "Mariposas A rgentinas”, de don per.
nando Bourquin.
1 . Huevos. — 2. Oruga. — 3. Capullo
abierto. — 4. Crisálida en su capullo. —
5. Adulto macho. — 6. Adulto hembra.
— Planta alimenticia de la oruga, Baccharis salicifolia (P crs.).
Esta mariposa, antes muy abundante
en las inmediaciones de Buenos Aires, se
encuentra hoy excepcionalmente. Combi
nada la desaparición de muchos pies de
la planta de que se alimenta, con los pa
rásitos que la atacan y los coleccionistas
esta especie fué perdiendo terreno desdé
fines de siglo a ¡esta parte.
DANZA DE MILLONES
se trata de ninguna cuestión eco
nómica, no. No vamos a hacer el
N
estudio de ningún presupuesto, que es el
O
único lugar donde para la mayoría de
los mortales se pueden hacer juegos de
manos con los millones. Tampoco preten
demos abismarnos en la consideración de
esas distancias a las que tan habituados
están los astrónomos y que a los demás
nos provocan vértigo, zumbidos de oídos
y escalofríos. Nada de eso. Es algo mu
cho más sencillo, más pequeño y de me
nor importancia. Lo cual no quiere de
cir que carezca en absoluto de im portan
cia. Pero vayamos al grano.
¿ Ha preguntado usted alguna vez a al
gún amigo cuánto es un billón? Desde
luego, esta pregunta, aparte de que pueda
poner en relativos aprietos a su interlocu
tor, si es de los que nunca hicieron mu
chas migas con las matemáticas, no tiene
gran significación. Acertarán o no, y
asunto concluido. Pero, ¿lia preguntado
usted alguna vez cuánto es un billón en
otras partes del mundo? Ahí puedo g a
rantizarle que se inicia una discusión de
esas que acaban, a falta de argumentos,
sacando a relucir los defectos personales
de los participantes. Porque casi nadie
estará seguro de lo que dice, que es, como
afirmaba Baroja, cuando se sostienen las
cosas con mayor convicción. Pues bien,
suipor si no ha obtenido usted una respuesta
clara a esas preguntas, voy a informarle
que un billón significa en España y en
Inglaterra un millón de millones, es de
cir, un palito seguido de doce ceros
( 1 .000.000.000.000)
mientras que en
Francia y en los Estados Unidos signifi
ca mil millones, o sea la unidad seguida
de nueve ceros ( 1 .000.000.000). Como ve
el lector, una diferencia de tres ceritos.
Soy el primero en reconocer que esto
no es como para quitarles el sueño a los
cinco grandes que continúan enfrascados
con eso de Trieste y de la bomba atómi
ca, pero, sin embargo, podría muy bien
quitarle el sueño a alguna madre que su
fre viendo al hijo retorcerse con los ac
cesos de la tos convulsa o a algún médico
que se dejó guiar por un trabajo norte
americano recién leído o por cierta tra
ducción hecha algo a la ligera. Efecti
vamente, es el caso que las vacunas anticoqueluchosas comunes solían contener
unos 15.000 millones de gérmenes por
cent metro cúbico, y las fuertes, que se
usan más en la actualidad, unos 50.000
millones, siendo las dosis totales recomen
dadas unos 50.000 millones en el primer
caso y 120.000 en el segundo. Estas can
tidades y dosis, dichas por los franceses
o norteamericanos, serían 15, 50, 50 y 120
billones respectivamente. Lo que inter
pretado en castellano al pie de la letra
(¡aquellos tres ceritos!) significa la po
sibilidad de dar dosis 1.000 veces mayo
res de las convenientes con los consi
guientes trastornos y perjuicios.
Si cosas tan sencillas como éstas, tras
de las cuales no puede pensarse que haya
intereses ocultos, sino simplemente el
enorme poder de la inercia y el de la ru
tina — casi tan grandes como el de la
energía atómica— , perduran a mediados
del siglo xx creando confusiones y dife
rencias entre los países, se comprende que
para resolver algunas otras diferencias de
mayor enjundia necesitetnos por lo menos
otros 20 ó 30 siglos y pico, más. — José
Luis M. Anthonisen.
K íta torre tiene el mérito de haber sido la primera desde donde se transmitid
rdprrinuiu regulares
1o r í ade televisión. E stá
*/ situada
•.
. en Alexandra
..
-i
rx
.. uno .10
programas
Palace,
de
puntos a la vez mas elevados y más céntricos de Londres. A comienzos de 1935
Comité de Televisión del gobierno británico decidió ofrecer al público sesiones rej
lares mediante el sistema de análisis electrónico —que ofrecía va indudables venta,
sobre el sistema mecánico de B aird— , y desde entonces esta torre se hizo fami
y ganó un puesto en la historia de la ciencia v de la técnica. Los programas
interrumpieron durante la guerra, pero han vuelto a reanudarse.
�A RTE-CERAM ICA
O cabalgata
eran exposición de arte francés conj temporáneo organizada por la Unión
de las Artes Plásticas en el antiguo Mu
seo del Luxemburgo, es un excelente pre
texto para intentar un resumen del arte
actual, ya que ofrece la ocasión de con
frontar tendencias muy diferentes y repre
sentadas por los artistas mejor reputados.
El debate entre partidarios del arte
abstracto y del arte concreto —o de',
arte figurativo y no figurativo—, que el
año pasado provocó numerosas polémicas
en Francia, no lia producido esta vez tan
vivas discusiones.
Se puede dividir la producción actual en
tres grandes corrientes:
La primera se inspira directamente en
la naturaleza, la respeta en sus apariencias
y no acepta más que modificaciones de
detalle con objeto de expresar la sensi
bilidad del artista.
La segunda se sitúa absolutamente en
el lado opuesto. El artista busca una
creación total, inventa completamente las
formas y los colores sin ninguna preocu
pación de imitar.
La tercera corriente adopta una posi
ción intermedia. Admite la naturaleza
sólo como punto de partida, como suges
tión; la transfigura según plazca al pin
tor, el cual, partiendo de ella, reconstru
ye un mundo plástico conforme a su vo
luntad.
P ara los primeros, la inspiración inicial
debe hallarse en la naturaleza, puesto que
en ésta se encuentran todas las fuentes
de emoción del hombre; porque su reper
torio de formas y de colores es infinito
y porque nada puede inventarse de viable
fuera de ella. Para los partidarios de esta
tendencia, la obra de arte se resume en la
definición: "La naturaleza vista a través
de la sensibilidad de un artista”. El
impresionismo fué uno de los puntos cul
minantes de esa corriente, y los que hoy
siguen fieles a tal definición, se acercan
más o menos a dicha escuela, aunque no lo
"Le M oulin de la G alette”, p o r D u fy. Réplica del célebre cuadro de Renoir.
declaren, o lo nieguen. Constituye la ex
presión de arte más fácilmente accesible,
la que reúne el mayor número de sufra
gios y atrae a los públicos más diversos,
pues es la que se entiende con mayor faci
lidad aun por los no iniciados. Esto no
quiere decir que no cuente con artistas
de primer orden y de gran audacia. Esta
por
R A Y MO N D C O G N I A T
tendencia puede llegar también a ciertos
extremos y provocar el escándalo. Pinto
res como Soutine, Chagal', Rouault y
ellos, un cuadro no debe ser sino un cua armonía voluntaria, sin concesión, lejos tituye el fin real de la voluntad del pin
Raoul Dufy, por ejemplo, pertenecen a esa dro, es decir, un determinado ritmo do de cualquier apariencia. No hay ninguna tor. Uno de los principales iniciadores
categoría.
colores y de l neas, una combinación do razón para tomar como pretexto un paisa del arte abstracto, Kandinsky, lo ha ex
Los que, por el eoSitrario, rechazan la
formas válidas en sí. El placer estético, je o una naturaleza muerta con objeto presado con exactitud: "Suprimido el ob
para que sea puro, debe atenerse a esa de construir esa armonía ideal que cons jeto, no por ello los medios de expresión
naturaleza, buscan otro absoluto. P ara
L
a
Las Tres Caras del Arte Contemporáneo
fábricas británicas de cerámica
/ —que se encuentran, principalmente,
alrededor de las famosas "Cinco Ciudades”
de Hanley, Burslem, Stoke, Fenton y
Longton— están trabajando intensamente
para enfrentarse con la mayor cantidad
de pedidos que registra su larga historia.
Producen las hermosas vajillas y objetos
cerámicos que son parte de importancia
en la tradición nacional de experta a r
tesanía.
Terminada la guerra, durante la que
hubieron de concentrarse, casi exclusiva
mente, en la ayuda al esfuerzo aliado,
los hornos, moldes y ruedas de otra de las
industrias británicas han vuelto a servir
las necesidades de un mundo en paz.
as
L
V n arte antiguo.
El estudio de las exportaciones muestra
de una manera decisiva la creciente apre
ciación en ultramar de la destreza de
nuestros ceramistas continuadores del vie
jo arte alfarero, ayudado hoy por métodos
modernos y progresos científicos.
Si se establece una comparación entre
el promedio mensualmente exportado en
1938, que fué ¿e 14.700 toneladas, y la
cantidad remitida a otros países en mayo
del corriente año, que ha sido de 17.700
toneladas, se acusa inequívocamente la
tendencia al ascenso; y si se atiende a lo
exportado en julio de 1944, que fueron
2.800 toneladas, se ve, sin lugar a duda,
hasta qué punto se sustrajo la industria
a sus tareas normales para dedicarse al
esfuerzo de guerra.
El gobierno ha demandado que se au
mente en un 75 por ciento la producción,
porque las exportaciones ayudan a la Gran
Bretaña a pagar por las importaciones
requeridas para mantener el nivel de vida
de la preguerra. La industria cerámica
ha respondido con un vigoroso programa.
Nuevos diseños, nuevos colores y nuevos
CINCO CIUDADES
QUE TRABAJAN PARA EL MUNDO
por CHARLES KI NG
modelos están saliendo de los hornos para
ser transportados a los mercados de ul
tramar. Son notas características de las
actuales manufacturas, las nuevas y deli
cadas tonalidades como la del color de
espliego, el rosa alpino y el g r is ,ostra, y
los diseños más audaces y menos austeros.
Las tazas, los jarros y los platos de ve
getales llevan mayores asas, por lo que
resultan más fáciles de sujetar.
Hace unos meses, la Comisión T ripar
tita —nombrada por el gobierno, en oc
tubre de 1945, pura
que estudiase las ne
cesidades de la indus
tria— formuló am
plias propuestas de
progresos a realizar.
Entre los fines
perseguidos en los
proyectos de las in
dustrias cerámicas,
para ios años de paz,
figuran los siguien
tes: adiestramiento
y estímulo de dise
ñadores, artistas y
artesanos de la cerá
mica ; más estrecha
relación con los in
genieros para au
mentar el rendimien
to por hombre y ho
ra de trabajo; ma
yor uso de los mé
(Especial para C abalgata.)
todos y la maquinaria moderna, cuando
sea necesario; mayores labores de inves
tigación; y atracción de nuevos obreros,
mediante sistemas de entrenamiento pa
trocinados por el gobierno.
P ara atender a los compradores de ul
tram ar y darle a la industria un vínculo
más estrecho, se ha formulado la propues
ta de establecimiento de un centro coope
rativo en Stoke, el corazón de las manu
facturas cerámicas. De llegarse a cons
tituir, habría allí una amplia representa-
micas de la Gran Bretaña son, quizá, las
de Royal Doulton, Spode y Wedgwood. La
porcelana Spode se puso de moda hacia el
final del siglo xvm , cuando Josiah Spode,
de Stoke, comenzó a hacer delicadas por
celanas de feldespato, dotadas de sobresa!ienfe belleza, y en cuya fabricación
introdujo el uso del hueso.
Las Royal Doulton se iniciaron en la
alfarería que en Lambeth, a orillas del
Támesis, tenían John Doulton y John
W atts, la que fué fundada en 1815. Ca
racterizan la obra
de esos famosos ar
tífices, figuras de
porcelana exquisita
mente modeladas, y
las vajillas de esti
lo puramente inglés,
con delicados grupos
de flores y dibujos
heehos a mano.
El ceram ista de la
reina.
T am bién en los objetos de adorno se destaca la alta calidad de las porcelanas
inglesas, como lo atestigua este "T a u ru s” exhibido en la exposición "G ran
B retaña puede h acerlo”.
wood , que goza
fama en todo
mundo por su p<
fección, fué creai
por Josiah Wed
wood, que nació
1730 y fué aprend
de su hermano Til
mas. En 1759 se
reconocía ya cor
quedan limitados, sino al contrario, se
multiplican infinitamente. Este arte crea
al lado del mundo real, un mundo nuevo
que no tiene nada que ver exteriormente
con la rea lid ad ... La naturaleza crea su
forma conforme a su finalidad; el arte
crea su forma conforme a la suya” . . .
Esta posición es una de las más defen
dibles, pero requiere una creación cuyo
rigor y austeridad son de difícil acceso
para una gran parte del público, poco
acostumbrado a cosa tan despojada e
intransigente.
Muchos artistas contemporáneos han
comprendido esta necesidad del cuadro
que encuentra su razón de ser en sí mis
mo. Sin embargo, no se han decidido aperder todo contacto con la naturaleza,
proveedora de un vocabulario más fácil
de comprender. Esos pintores se sirven
de aquel vocabulario como el poeta de las
palabras: como puntos de apoyo para
construir sus armonías, aun cuando lleve
hasta lo imposible la extensión de su
sentido, aun cuando logre arrebatarles su
significado.
Estos artistas son los que integran la
tercera tendencia. Esta difícil síntesis
atormenta a la mayoría de los grandes
pintores desde hace unos treinta años,
cuando el cubismo naciente ofreció a un
público no prevenido algunas soluciones
desprovistas de todo artificio. En esta v a
se encuentran casi todos los jóvenes a r
tistas de hoy. Su rechazo de lo fácil
y de las convenciones es un signo de espe
ranza para la época que vivimos. Esos
jóvenes reanudan por su cuenta las expe
riencias y las adquisiciones del fauvismo
y del cubismo. Se inspiran y aprovechan
lecciones, pero no imitan. Sin embargo,
sus creaciones son menos agresivas que
las que nacieron alrededor de 1910; es
que entonces era necesario luchar contra
tantas rutinas y prejuicios, que toda in
novación tomaba el carácter de provo
cación.
La verdadera novedad será, sin duda,
una provocación, pero ¿bajo qué forma!
Quizá por el retorno a un arte en apa
riencia realista pero que tendrá en cuenta
afirmaciones cubistas y fauves. Esto cons
tituiría también una síntesis, la más com
pleja, la más difícil de comprender en el
fondo, la más fáeil en apariencia. Se
me antoja que la época en que se cumpla
ese arte no será la nuestra. El arte
contemporáneo, con sus múltiples experien
cias, nos prueba que nos encontramos to
davía en un estado preliminar, el del
análisis.
( Especial para C abalgata.)
maestro, y eon su socio Thomas Whieldon
produjo los modelos de melón y col de a r
cilla. En 1762, Josiah regaló a la reina
Carlota, esposa de Jorge I II , un juego
completo de porcelana color crema, y
en recompensa fué nombrado ceramista
de la reina. Luego se concentró en la
producción de cerámica artística, basando
sus diseños en hallazgos hechos en las
ruinas de Pompeya, Herculancum y la
C'ampania romana.
Durante la reciente conflagración mun
dial, las manufacturas británicas de por
celana produjeron grandes cantidades de
cacharrería a prueba de ácidos, aislado
res de electricidad, porcelana para labo
ratorios y especiales objetos cerámicos de
aplicación técnica. Fabricaron también
material sanitario y tubos de desagüe
para campamentos, aeródromos, fábricas
de guerra, cantinas, hospitales y otros edi
ficios. Lrna empresa manufacturó más de
5.000.000 de yardas (unos 4.500.000 me
tros) de tubería, desde octubre de 1940
a septiembre de 1944.
La producción cerámica británica no
sufrió quebranto por falta de importacio
nes, pues alrededor del 95 por ciento de
sus materias primas se encuentran en el
país. En cuanto al resto se apeló a subs
Ututos.
Ahora, al volver a la paz, se está incre •
mentando la mecanización para artículos
domésticos, pero sin que por ello se deje
de trab a jar a mano. La producción en
masa nunca puede reemplazar el "toque'
del artífice. Practica éste un arte legad'
por los siglos, y no una mera repetición
mecánica, y eon los modernos avances
científicos y técnicos puede llegar a supe
rar las mejores obras maestras de la ció
sica dinastía Sung. Es un legado del qu
los ceramistas británicos están muy orgu
liosos.
r-ión industrial, que ayudaría a los visi
tantes extranjeros a establecer inmediato
contacto con el mercado de exportación.
E xportación triplicada.
Da una cierta idea de la creciente apre
ciación de que disfruta en ultram ar la
cerámica del Reino Unido, el examen del
valor de las exportaciones de una determi
nada fábrica de importancia. Pese a las
grandes restricciones impuestas por la
guerra, los envíos hechos por esa empresa
a los Estados Unidos se triplicaron du
rante los años de la conflagración, du
plicándose las ventas hechas a otros mu
chos países. Los mercados más afanosos
de comprar los decorados productos de
esa fábrica fueron el Canadá, Brasil, Ar
gentina, Uruguay, Sudáfrica, Australia,
Nueva Zelandia e India. La demanda si
gue creciendo de día en. día.
Diseños de Eric Ravillous han sido utilizados para este herm oso juego de
platos p ara niños, en porcelana inglesa, presentado en la exposición
v
"G ran B retaña puede hacerlo”.
Celebradas producciones cerámicas.
Las más celebradas producciones cerá-
Un nuevo proceso de diseños p intados a m an o h a sido em p lead o en la fa b ri
cación de este juego de platos de p o stre, escogido p ara ser ex h ib id o en la
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E L C A S O D E L A M U J E R A Z U L , por
M o rtlm e r G ra y ,
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GODOY, E N
LA ESPA Ñ A
DE
LOS
M A JO S , por C le m e n te C iin o r r a
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JO R N A D A
b le r.
D E T E R R O R , por E r l c
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G E N O V E V A , por A lf o n s o d e L a m a r t i n e .
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A S E S IN A T O
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E L O JO D E L A
C E R R A D U R A , por R . A . J . G a l l i n a .
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LA CARABELA EN EL RIO
E L P A V O R E A L B L A N C O , por D . H .
L n w ren ee.
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E X E Q U IA S D E L A L E N G U A C A S T E
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B A J O S O S P E C H A , por H e l e n M a e I n n e n .
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E L D O M IN IO D E L M U N D O , por J a c i n t o
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M U J E R R A P T A D A , por F r n n k T h l e . a ,
J 2
por
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por E . L a b l e h e y M a r c - M lc h r l.
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PELO D E
R e n a rd .
por
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V O L U P T U O S ID A D , por C h . F . d e S n ln t e B euve.
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O B IS P O , por E d g a r T V a lla c e .
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A H O R C A D O S , por L e O n ld a a
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E L C R I M E N D E L R A P I D O D E P A R IS ,
por G e o r g e . S im e n o n .
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P O L I F E M O , O L A S P E R A S D E L OLM O
por H o r a c io R e g n M o lin a .
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A G N E S G R E Y , por A n n e H r o n tp ,
Z A N A H O R IA ,
COBARDE,
por
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por
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L e n o rm a n d .
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LA G E N T E D E
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por M a n u e l J o . ; Q u i n t a n a .
CA SA S,
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H EM SÓ ,
P R O F E S I O N A L , por C h a
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U N IN V IE R N O
G e o rg e S an d .
EN
M A L L O R C A , por
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BU E N O S AIRES
�LETRAS
Jugadores de polo y músicos. M iniatura persa. Principios del siglo XV ( ? ) .
Museo B ritánico.
M iniatura persa. Siglo XVI.
Colección Gosse.
no lejos de la histórica ciuEii NdadPersia,
de Hamadán, se eleva el altísimo
peñón de Behistun con figuras humanas y
extensas inscripciones grabadas en lisa
piedra. En el curso de los siglos uno que
otroA'iajero las menciona, hasta que un
día despiertan la curiosidad del incipiente
paleólogo. El ingenio y la paciencia del
hombre dan, por fin, con la clave de esas
inscripciones de un remoto pasado y cuyos
caracteres cuneiformes corresponden a len
guas desconocidas. Una comisión de peri
tos, enviada por el Museo Británico a
principios de este siglo, completa los ya
adelantados trabajos filológicos de inicia
tiva individual. El misterio de aquellas es.
crituras acompañadas de primorosos bajos
relieves, queda en descubierto: atestiguan
las hazañas del Rey Darío por cuya orden
se registran en tres lenguas —persa, sasánida y babilónica— para perenne edifica
ción de las generaciones venideras.
" ...D ic e Darío el Rey: Por la gracia
de Ahura Mazda esto hice yo: en el mismo
año que yo llegué a ser rey emprendí diez
y nueve batallas. Por la gracia de Ahura
Mazda las llevé a cabo y tomé cautivos
nueve reyes.. . Dice Darío el Rey. Por
la gracia de Ahura Mazda otras cosas hice
yo que no figuran en esta inscripeiós.. .”
Mas los dioses permanecen inmutables
ante las alabanzas de quienes les atribu
yen el éxito de conquistas y poderío, como
en vano los invocan cuando es llegada la
hora del exterminio y de la esclavitud.
No se cumplen cien años de la muerte
de Darío, y Alejandro se apodera de los
vastos dominios del Rey de los Reyes. Con
el incendio de Persépolis, en el que des
aparecen casi todos los textos del ZendAvesta, queda herida de muerte la religión
de Zoroastro, mas no se extingue.
La esclavitud es también hora de prue
ba. En secreto, el devoto comulga con
su dios y los dones del espíritu se re
fuerzan. Resucita el culto zoroastriano
con su Dios-Luz —Ahura Mazda— e ins
pira el alma nativa durante la larga y
floreciente época de la dinastía persa de
los Sasánidas. E sta termina a mediados
del siglo vn al caer el Irán en manos del
invasor árabe. Arrasa en nombre de Alá
y consolida el dominio del Islam sofocando
todo indicio de la religión autóctona. Mas
inconquistable es el alma de la vieja raza
dotada para las creaciones del espíritu.
Afloja el yugo mahometano y aflora el
genio persa. En lengua persa se escriben
los versos: la arábiga se reserva para la
prosa literaria y para 1?. ciencia en lo cual
aventaja el musulmán. Otro tanto acon
tece al desaparecer el Califato cuando
descienden las hordas bárbaras y emerge
el reinado de los mogoles. En el vasto
territorio cuya civilización sigue siendo
árabe-persa el hijo de Irán se impone en
lo suyo. Si bajo dominación y domina
ción el persa, que es por naturaleza pací
fico, permanece pasivo y dócil, es insis
tente en cuanto atañe a su arte. Su misma
ductilidad le permite aprender de los mo
delos extranjeros y enriquecer lo propio
(se observa esto a lo largo de su arte
desde los tiempos asirio-babilónicos). El
artista no im ita: asimila y recrea. El
estilo persa es inconfundible. Tal se ma
nifiesta en la gran exposición de Londres
de 1929 cuando en las salas de Burlington
House se lucieron los envíos del Sha de
Persia y de las mejores colecciones parti
culares en un conjunto admirablemente se
leccionado. Aquel conjunto de cosas ex
quisitas puso en evidencia que en las artes
menores el genio persa no tiene parangón.
Los griegos respetaban a los persas por
su templanza y su carácter noble y gene
roso. Apunta Herodoto: Tres cosas se
aprenden del joven persa: montar a ca
ballo, manejar el arco, decir siempre la
verdad. De poco le valdría al iranés la
destreza para tirar la flecha ante la fuer
za numérica del invasor, ,.y de nada la
virtud de no mentir bajo el rigor mu.
sulmán que poseía un eficiente e histórico
servicio secreto (hoy lo llamamos Gestapo
y G. P. U., pero entre los persas, tan a fi
cionados a los apodos poéticos, llevaría,
seguramente, el significativo nombre de
alguna flor). Sólo la primera condición,
la habilidad de jinete se perpetúa en
© c a b a lg a ta
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EL ALMA
DE LOS
PERSAS
POR
A N A
M.
BERRT
nuestros días: cuando en la pampa y en
las planicies norteñas y sureñas se juega
al polo, pocos sabrán que este deporte,
importado por los ingleses, es antiquísima
herencia persa. E ra juego de príncipes.
Firdawsi, del siglo x, lo menciona en su
"Shamaná’’, poema épico de 60.000 versos
que recopila mitos de cincuenta reyes
zoroastrianos, y cuya figura principal es
el legendario héroe Rustam, protegido por
el ave fabulosa Simurgh, a quien acom
paña su fiel caballito Saksh.
El "Shamaná ’ se señala no sólo por ser
poema escrito en lengua persa moderna
sino por su prolongada repercusión en las
artes. Siempre tuvo el persa predilección
por el relato (¿acaso no lo indican los
grabados rupestres de D arío?): del año
844 es una "Historia de caminos y co
marcas", y temprano se escribe la "His
toria del ajedrez”. El "Shamaná’’ ofrece
igualmente motivos al poeta y al pintor:
el ave fabulosa, Simurgh, simboliza la
Verdad en "El lenguaje de los pájaros",
poema m'stico del sufi A ttar, y las ha
zañas del héroe Rustam con su fantás
tico caballito son temas de las miniaturas
del siglo xv y del xvi.
Fantasía, inventiva y amor a la belleza
informan las creaciones persas. El ojo
certero para apuntar la flecha va junto
con la mano segura que maneja el arco
(fué la cacer'a otro deporte fav o rito ),
como los ojos abiertos a las maravillas
de la naturaleza se unen a manos hábiles
en registrar lo que el artista ve y siente.
Y registran transfigurando las cosas. Dic
Prim itivo persa. R ustam con su caballo Raksh. (De la Exposición Persa en Londres.)
tan una fértil inventiva y un incesante
esfuerzo de realización.
El persa ama las flores y del yermo
hace un jardín. Las cultiva con esmero
y crea nuevas especies cuyo aroma aspira.
Sueña con retener aquella fragancia y
descubre el proceso de destilar esencias
perdurables. Las piedras preciosas son su
deleite; y en su cerámica, debidamente
preparada, brillan los reflejos metálicos
y brillan los esmaltes a base de esas pre
ciosas piedras cuyo color puro fué prime
ro asombro. Los vasos y platos de oro
y plata cincelados —como la alfarería—
presentan, ya en relieve, ya grabados, los
contornos de la fauna y flora que tanto
admira. Las figuras de animales, p ája
ros y flores son motivo principa!, cuando
no ornamento, de las miniaturas; como
también aparecen tejidos en sedosas telas,
tapices y borlados. Siempre transfigura
dos, a la manera persa.
Y los animales, pájaros y flores son
materia para imágenes poéticas. Pues los
persas, ante todo, son poetas. Asombrosa
C3 su facilidad para versificar. Es arte
en que descuellan. Inventan constante
mente nuevas métricas y nuevas formas de
rimar; y aprovechando los modelos árabes
los sobrepasan. Suele ser el verso persa
excesivo y verboso. Se nota en los poetas
al servicio de un amo —sultán o prínci
pe— en cuya corte hallaron protección y
sustento. Distinta cosa es la mejor lírica:
la de los místicos sufis. El sufismo, aque
lla quintaesencia del alma árabe e iranesa,
inspira la poesía de los siglos xii al xv,
época de su apogeo. Si se exceptúa al ro
mántico Nizámi, autor de "Layla y Manju n ”, sufis son los grandes líricos: Attar,
Sa’di, JalaluH Din, Hafiz, Jami. Escapan
do de la rígida teología mahometana toman
el camino de la alegoría. Flores y pájaros
les sirven de címbolo: "El rosedal”, "El
huerto”, "La morada de la primavera”,
"El libro del ruiseñor", "El lenguaje de
los pájaros”, (ya mencionado), y otras
largas y famosas composiciones poéticas
escudan las ansias de Dios / traducen se
cretas experiencias espirituales. Hafiz es
conceptuado el más e-quisito lírico; Jalalu’l Din —el derviche danzante—, el
poeta místico por excelencia (y poeta mís
tico entre los más grandes del mundo).
La rica savia, propia al suelo de Irán,
que se manifiesta en abundante y variado
fruto a lo largo de las edades, persiste.
Florecen nuevos retoños, llevan otros nom
bres, pero, en esencia, no cambian. El
Dios-Luz sigue inspirando al creador fer
viente. El sagrado fuego arde todavía
hasta que, su hora cumplida, empieza a ex.
tinguirse. Y llega la Tersia de nuestros
tiempos.
Hoy se habla del pequeño Irán por la
riqueza de sus pozos petrolíferos y las
rivalidades a punto de surgir entre britá
nicos, dueños de los pozos del sur, y la
Unión Soviética que explota, en parte, los
pozos del norte,y cuya ambición es adqui
rirlos: tópico interesante del momento.
�ARTE
cabalgata©
VIAU
LIBROS - CU A D R O S
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tradicional librería
de la sociedad
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Luis Barragán. Im ágenes.
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Irán De Negri. Oleo.
ROMUALDO
B R U G H ETTI
búsqueda en profundidad vive en Cornet” y "Expresión artística de nues
jóvenes pintores de América. Hom tra tierra en el arte” ?)
bres formados frente al derrumbe de con Un buido clima dramático se agita en
cepciones y preconceptos que dominan en la pintura de Negri. Expresiones sindicala vida y en el arte —sean de Argentina, doras son sus óleos "Cansancio”, "M ater
Méjico o Ecuador—, saben que su ex nidad” y "Erutos del país”, gouaches y
presión debe penetrar en la tierra local a dibujos a pluma. Qbservador penetrante
fin de lograr una dimensión de univer de la humana realidad, del volumen, hace
su eje de valores bajo ;a acción de un
salidad.
Iván de Negri, mejicano, confirma es color de acentos patéticos, donde una ob
ta aseveración con sus palabras: Vincula sesionante angustia adquiere vigencia y
do al movimiento de jóvenes de mi país califica su arte.
Los argentinos aducen otras dimensio
que consideran que la pintura es emoción
y que los elementos técnicos deben estar nes, más cultivadas. A la dramaticidad
sujetos a la prueba emocional —dice—, prefieren el control de la expresión, in
troduciendo una nostalgia y un ardor vi
se trata de aprovechar lo nacional para
hacer obra universal, es decir, arte au gilado, que, de indirecto modo, dan tes
téntico. (¿No es éste acaso el planteo timonio de una presencia de alma nacio
cumplido en nuestros ensayos "De la jo nal. No otra es la aptitud de José M.
ven pintura rioplatense”, "Ramón Gómez Morana en "Puerto”. El influjo poético
se anima por el carril de los ajustados
elementos en que vemos aliados la forma
y el color. Un tono expectante, en la es
peranza, circunscribe su tela de inscrip
ción pictórica viable.
{Y toda esa extraña humanidad de
"Imágenes” que nos presenta Luis B a
rragán? Con la agudeza de un pintor p ri
mitivo, define su personalidad singularí
sima. En la pintura joven argentina, na
die quizás como él posee un mundo "pro
pio” de rigores donde la plástica deja
paso al sentimiento pictórico en figuras
que evocan personajes del Exodo, una te
mática de significado trascendente ela
borada con una minuciosidad caracterís
tica del realismo mágico, que, por otra
parte, ubica su afinadísimo mirar.
La Exposición que incluye a Morana
y Barragán ha sido denominada escueta
mente "Trece Pintores”. Los óleos de
U
na
Jorge A. Gnecco, de Ideal Sánchez y "Ifc |
trato ” de Aarón S. Lipietz, hallan sai|
calidades formales dentro de un oficio I
afirmativo. Pintura en densidad la " \a. I
turaleza muerta” de Bruno Venicr y lo, I
paisajes de Eolo Pons y Leopoldo Pre-1
sas. Alberto A ltaleff ostenta lineas cons-1
tructivas y volúmenes de expresión potm. [
te. Otros pintores: Vicente Forte, estu.
dioso del color, Luis Lusnich, Antoná
D’Amato y Eduardo Sieiro.
Oficio estricto, expresión poética y da I
mática, anécdota ennoblecida mediante n 1
dulce trascender de emotivas sugestiona i
y —¿por qué no?— de armonía, de belle-1
za, son virtudes consustaneiadas en osteI
núcleo de pintores. Mas insisto: bastará!
el nombre de Luis Barragán para dar a l
tegoría a las búsquedas de los nuevoi I
pintores de la Argentina.
LIBROS BIEN IMPRESOS
PARA EDITORES EXIGENTES
Dora de la Torre. La virgen de la Luni.
W . Viladrich. M artín Fierro.
f?
m EHOM
k& -
- “ ¿«O
Saúl Fuckn.
pCP
¿ jM e d
(fa iio a á
BUENOS AIRES
dos”. Comprende la exposición desde Jfnriage d la morle, de Hogarth, fechada
en 1744, a Bain, Steam and Speed, de
Turner, fechada en 1844, y por eso se la
ha denominado "el esfuerzo artístico de
un siglo”. Y se ha dicho de ella que es
"la esencia de la contribución británica
urante el mes de octubre tuvieron
lugar dos exhibiciones de a rte cons al arte de la pintura”.
tituidas por obras m aestras de la pin tu ra La contribución de William Hogarth
británica y de obras m aestras italianas
al arte británico le ha valido fama mun
dañadas por la guerra.
dial. Aunque sus cuadros son pocos, pues
to que muchos de ellos fueron destruidos
En opinión del director del Instituto
de Chicago, Daniel Catton Rich, "estas por los incendios que asolaron a Londres
extraordinarias obras representan la con en el siglo dieciocho y principios del dieci
tribución real de Inglaterra al arte del nueve, se le conoce en todas partes como
mundo”, y estimularán una "nueva valo un soberbio grabador, retratista y pintor
ración del arte inglés ea los Estados Uni de temas satíricos. En esta exposición,
PINTURA BRITANICA
E IT A LIA N A EN LOS
ESTADOS UNIDOS
D
en
el
besque.
Jone M. Morana. P uerto. Oleo.
Saúl Fucks. A rlequines y bailarinas.
Oleo.
además de su Mariage d la mode, se
La cabeza de un .soldado, compuesta tos dejan actuar el puro virtuosismo técni
incluye también Shrimp Girl (La enanita)
con pequeños fragmentos, es todo lo que co y aquéllos se entregan con exccsiv bue
y el retrato del actor Garrick.
queda del gran fresco de Padua de An na voluntad a la máquina. Sólo cuando en
Las obras de John Contable, también drea Mantegna.
unos y otros interviene el hecho "artista i
es cuando nos situamos en un plano de
se exhiben en la muestra. Es él uno de los
creación. Mas, ¡en qué escasas oportuni
más populares, si no el más popular, de
los "antiguos maestros” de Inglaterra. Se
dades esto ocurre!
deleitaba pintando las serenas bellezas del
*** Rinaldo Lugano presentó en "WBpaisaje campesino inglés. "Nunca vi cosa
comb” 28 óleos. De materia fluyente, pro
fea en mi vida”, dijo una vez, "porque sea
cual fuere la forma de un objeto, la luz, *** En la Galería de los A rtistas de la pios de una expresión poco construida,
la sombra y la perspectiva le harán
"Sociedad Argentina de A rtistas P lásti el pintor dispo le empero de cierto clima
aparecer hermoso”.
cos”, siete pintores y dos escultores más que favorece sus cuadros genéricamente
Joseph Mallord William Turner es uno recientes, exponen óleos, esculturas y di denominados "Paisaje del Canal Gente
de los más prolíficos pintores. Dejó más bujos. Son ellos: Dora de la Torre, Ele (Berisso) y alguna naturaleza muerta.
de 20.000 acuarelas y dibujos y cientos na Tapia, Jorge Carral Várela, Dolores
*** Arden Quin y Kósiee hacia 19d®
de óleos con sus temas favoritos, el mar Labin, Gladys Wilks, Saúl Fucks, Gastón
bramante, el encanto del escenario ita Paume, Sepuccio Tidone y Wilfredo Vi dan pn Buenos Aires "Arte Concreto 1®
liano, y los pintorescos castillos y ruinas ladrich. Destacamos: de Viladrich "R etra vención”. Rothfuss en 1942 expone en
de su tierra í.ativa.
to”, Tidone "Bajorrelieve”, Fucks "Cabe Montevideo por primera vez pinturas e ®
Se exhiben de este artista, considerado za” y "Arlequines y bailarinas”, Wilks marco recortado.
entre los románticos, Fronly morning, In "Pacific 231”, "Cabeza” (dos) de Labin,
*** "Viau” deparó una nueva "E*p°^
terior and Petworth, The slave nhip y
"Paisaje” de Tapia.
ción de Pintura Francesa (’ontemporane* •
Bain, Steam and Speed.
Aurora Pietro de Torras hizo conocer Del conjunto: "Nu” de Cyprien Bouft
Las pinturas inglesas están afortuna
"Paysage” de Pierre de Clausade y a
nuevas
pruebas de sus danzas criollas.
damente integras. En trágico contraste
de Cosson.
la exposición de arte italiano, que tiene
El XV Salón de "Tout P ctit”, en
lugar en el Metropolitan Museum de New "Peuser”, señala obras de Miguel Bordino,
*•* En "Rose Maric” se exhiben M°
York, bajo el estimulo del Comité Ameri Julio Gero, Arturo Gerardo Guastavino’ vos de Córdoba”. Los hay de Qw|lpr
cano para la Restauración de los Monu Domingo Mazzone, W. Melgarejo Muñoz’ Butler, Bertugno, Cincioni, T asador,
mentos Italianos, presentó fotografías am Víctor Roverano, Ana Weis de Rossi, José
Goller, Bonati, Piazza, Roca y Ma'~ ;
pliadas de los grandes monumentos des A. Speranza, Liberato Spisso, Ada L. Nos preguntamos: ¿Hasta cuándo
trozados por la guerra, así como Varios Zucchi.
tos pintores argentinos no compren: ^
tesoros de pintura y escultura del Renaci
que el tema para alcanzar h o n d u ra
miento Italiano enviados por el gobierno
*•* Se cumplió el X Salón Anual de Arte
lidad debe ser superado, recrea o I
italiano, después de haber sido restaurados Fotográfico Internacional. Entendemos dueido a un nivel de categor a ar
gracias a la habilidad de los artesanos que a los fotógrafos les está ocurriendo un y no de imitación más o menos apro
italianos.
fenómeno parecido al de los pintores- és da de la realidad?
NOTICIAS
DE E X P O S I C I O N E S
AMORRORTU
CORDOBA 2 0 2 8
Figuras
Oleo.
�ARQUITECTURA
PAUL CLAUDEL URBANISTA
©cabalgata!
POR
LEANDRO
VA4LLAT
(Especial para Cabalgata.)
la misma manera que existen
libros sobre las columnas, sobre
las ciudades de nidos, sobre la constitu
ción de las colonias y de las madréporas, ¿por qué no se estudian las ciuda
des humanas?” Creeríase que esta frase
la escribió un urbanista en la primera
página de un volumen dedicado al arte
de construir ciudades. Nada de eso.
La encuentro en un libro de Paul Claudel, uno de sus primeros y mejores
libros: "Connaissance de l’Est” (Cono
cimiento del Este). En la época en
que lo escribió, hacia 1900, Claudel era
cónsul de Francia en Fu-Tcheu.
El urbanismo, que había producido
obras maestras en París, en Burdeos,
en Nancy, durante los siglos xvn y
x v iii , se ha convertido en un campo
reservado a geómetras, agrimensores e
ingenieros. Se creyó prudente apartar
a los arquitectos de una tarea que
había sido la suya en siglos pasados.
Las reflexiones de Paul Claudel sobre
la disposición de las ciudades se atri
buyeron a las rarezas de la civilización
oriental. Sin embargo, el autor de
"Conocimiento del Esto” poseía una
intuición profunda de aquello que de discípulo de Ruskin, el cual no cesó de
vituperar a la máquina en la época en
jaba indiferentes a sus compatriotas y
que, justamente, la máquina transfor
contemporáneos.
maba profundamente la economía de
Léase esta comparación de las gran Inglaterra. Y Claudel añade:
des metrópolis, cuya disposición gene"Esto explica la angostura de las
-al depende de su razón de ser:
calles, las escaleras, los puentes cur
"París, capital del reino, en su de vados, las casas sin paredes, los cami
arrollo igual y concéntrico, multiplica, nos sinuosos de callejones y corredores.
mpliándola, la imagen de la isla don- La ciudad forma un todo coherente,
2 estuvo antes encerrada.”
un panal industrioso que comunica en
"Londres, yuxtaposición de órganos, tre sí todas sus partes, horadado como
un hormiguero.”
almacena y fabrica.”
En las ciudades modernas, no se
"New York es una estación terminal.
observa muy a menudo —ni mucho
Se han construido casas entre las vías,
menos— esta solidaridad y esta reper
un muelle de desembarco, una escollera
flanqueada de depósitos y almacenes; cusión de las instalaciones, barrio por
como la lengua toma y divide los ali barrio.
mentos, New York, entre sus dos ri
"Llegada la noche, cada cual se atran
beras, la del norte y la del este, ha ca. Durante el día no existen las puer
dispuesto a un lado, sobre Long-Island, tas, quiero decir las puertas que se
sus docks y sus pañoles; por otro lado,
cierran. La puerta no tiene aquí fun
por Jersey-City y las doce líneas de ción oficial; no es más que una abertura
ferrocarriles que alinean sus depósitos a la que se ha dado forma; no hay muro
sibre el em barkm cnt del Hudson, recibe
que por alguna hendidura no pueda
y expide las mercaderías de todo el permitir el paso de un ser ligero y
continente del oeste; la punta activa delgado. Las amplias calles necesarias
de la ciudad, enteramente compuesta para los movimientos generales y su
de bancos, bolsas y oficinas, es como marios de una vida simplificada y au
la extremidad de esta lengua que se tomática, no podrían encontrarse aquí.
mueve continuamente de un punto a No son más que pasadizos colectores,
otro.”
pasajes económicos.”
"Las calles de las ciudades chinas
Esto trae a mi memoria una reflexión
están hechas para un pueblo acostum que me hizo un ingeniero encargado
brado a caminar en fila. Entre las de la inspección de vías urbanas. El
casas, semejantes a cajones hundidos
abuso de las matemáticas, no había
por un lado, donde los habitantes duer pervertido completamente a este hom
men en promiscuidad con las mercan bre de espíritu fino y cultivado. Ambos
cías, se han dispuesto unos intersticios.” asistíamos a la reunión de una de esas
innumerables comisiones que, so pretex
to del urbanismo y de la estética, se
Buscando la razón que distingue las ingenian para destruir y luego recons
ciudades chinas de las demás, Paul truir, como Penépole, la trama de su
Claudel cree hallarla en el hecho de que tapicería; y de cuando en cuando, en
en aquéllas no hay caballos en las ca cendiendo un cigarrillo para: disipar
lles. La ciudad es puramente humana: los miasmas de la inextricable contro
"Los chinos observan algo análogo versia, me confiaba al oído, en forma
a un principio que consiste en no em humorística, verdades fundamentales.
—¿No cree usted —me dijo un día—
plear un auxiliar animal o mecánico
en las tareas que pueden dar de vivir que hay bonitas calles con casas feas?
Podría ensayarse también el hacer be
a un hombre.”
Es toda la diatriba dirigida por el llas calles son bellas casas.
Esto era reanudar, a su manera, la
poeta hindú Rabindranath Tagore con
tra una civilización basada en la má distinción entre lo individual que re
quina. Hay que añadir que Tagore ha presenta la casa, y lo colectivo, lo gre
gario, que significa la calle.
hecho sus estudios en Oxford y fué
Al excluir las fábricas, los autos y
los caballos, el único ruido que se oye
en las ciudades chinas, llegada la no
che, es el de la voz humana:
"Esto es lo que acabo de oír —escribe
Paul Claudel—, pues alguien que per
diera el interés por el sentido de las
palabras que se profieren ante él, pue
de prestarle un oído más sutil. Cerca
de un millón de habitantes viven ahí:
escucho el hablar de esta multitud bajo
el lago del aire. Es de noche; se hace
una inmensa publicación de las noti
cias del día. Cada uno cree que habla
solo; pero su palabra no perece. Des
pojada de su significado, no subsiste
más que por los elementos ininteligi
bles del sonido que produce. Ahora
bien, como existe una mezcla de soni
dos, se establece una comunicación entre
los sentidos. ¿Cuál es la gramática de
este discurso común?... Escucho largo
tiempo este murmullo, el ruido que de
lejos hace la vida.”
Aquí, el urbanismo se convierte en
poesía por el retorno a lo humano. Se
declara la guerra a los ruidos violen
tos, estridentes, ofensivos, de la vida
moderna. El ruido, que se ha conver
tido en nuestros días en el enemigo nú
mero 1, aparece como una especie de
melodía humana, diferente por todas
las voces y, sin embargo, una; un vasto
coro rico en posibilidades, pero que no
conserva de los matices del sentimiento
individual más que su significación
general. El ruido en nuestras viejas
ciudades —todavía en nuestros pueblos
de hoy— en vez de ser un rumor con
fuso, un torrente de alboroto, se di
versificaba finamente. La personali
dad de una calle de ciudad, como la
de un camino de pueblo, se componía,
no sólo de su silueta general, de su
perspectiva, de su arquitectura, sino
también de voces conocidas que se in
terpelaban desde una ventana, desde
una puerta a otra, de la sonoridad y del
ritmo de una diligencia, de la ligere
za o de la pesadez de un calzado, de
la actividad propia de ciertos comer
cios. Lo mismo que en un zoco de
oriente se reconoce el barrio en donde
se está, por el olor: el del cuero, el de
la lana, el del tinte, el de las espe
cies o el de los perfumes, así en la
vieja ciudad o en el pueblo de antaño,
se reconocía la calle por su sinfonía
familiar.
Pensando en el simbolismo de la ciu
dad china, Paul Claudel discierne en
él, con razón, una inteligencia confueiana. Esta religión donde los iconos
y las imágenes se reemplazan por sig
nos puramente intelectuales de la es
critura, le parece adecuada a la místi
ca moderna. Por analogía, sería de
seable que la redacción lacónica de esas
inscripciones en los agrupamientos hu
manos del futuro, se confiase a escri
tores capaces de expresar un pensa
miento en pocas palabras y que supie
ran darle el aspecto hermético que con
viene a las tumbas y a los monumen
tos, es decir, la majestad de la muerte
y de la vida. Por lo mismo, sería bien
acogido el voto que formulamos para
las ciudades del futuro, a saber: que
sean cosa distinta de una confusa aglo
meración de carne y lodo, y que pueda
decirse de cada una de ellas sin iro
nía: una ciudad de tantos miles de
almas.
MARCO PALLIS
CUMBRES Y LAMAS
El minucioso relato de las ascensiones efectuadas al “Techo
del Mundo” por un grupo de exploradores ingleses, sirve de
fondo al magistral ensayo sobre la Tradición Budista, que el
autor escribió después de largo estudio realizado bajo la direc
ción de los cuatro lamas libélanos de mayor prestigio en la
actualidad. Un volumen encuadernado en tela, de 588 páginas,
con 36 hermosas ilustraciones fuera de texto . . 8 16.—
LIDIA BESOUGHET Y NEWTON FREITAS
LITERATURA DEL BRASIL
Libro considerado en el Brasil como la síntesis más inteligente
que se haya realizado de su literatura. Condensa y expone las
tendencias y escuelas que señalan épocas: la “escuela minei.i”.
el “indianismo”, la “escuela de Rerife”, el romanticismo, el
“satanismo byroniano", el naturalismo, el parnasianismo, el
simbolismo y el modernismo. Un volumen de 148 páginas, de
la Colección “Ensayos Breves” .................................. 8
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USTED Y LA HERENCIA
La obra más completa y perfecta que se baya publicado acerca
lie los problemas de la herencia, leyes biológicas que la rigen
v su aplicación al perfeccionamiento de la especie humana.
Al alcance del lector no especializado, cuenta con interesantí
simo- diagramas y dibujos que permiten formarse un concepto
amplio > concreto de los numerosos asuntos desarrollados. I ii
volumen encuadernado en tela, de 540 páginas, con gran nú
mero de ilustraciones, dentro y fuera del texto . . 8 14.—
BIRGER DAHLERIJS
LA ULTIMA TENTATIVA
El autor, ciudadano sueco, intervino en vísperas de la última
(.rao (.tierra entre el gobierno alemán y el inglés, en una “úl
tima tentativa" para que la catástrofe no se produjera. En estas páginas, que lian do pa-ar a la Historia como un documento
de horas decisivas para la humanidad, narra sus experiencias
de mediador, entre las que se destacan sus conversaciones con
Coering y con lliller. quienes quedan certeramente retratados
para la posteridad. I n volumen de 164 páginas . 8 4.—
U ltim os g ra n d es éxitos
A. J. CRONIN
GRAN CANARIA
(ion el mismo vigor que ha hecho famosas sus anteriores novelas. A. J. (ironih narra en esta obra una atrayente historia
que deja huella profunda y duradera en el espíritu del lector.
Kl tema de la predestinación, que se manifiesta a través de to
dos los capítulos con insistencia turbadora, proporciona al
relato un encanto especial, manteniéndolo siempre en los lindes de lo desconocido. I n volumen de 38U páginas de la
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EL GRAN DESAFIO
El de-tacado periodista y autor de varios libros sobre relacio
nes internacionales, corresponsal durante largos años en Ale
mania y Rusia, hace —con rigor implacable— un análisis
detallado de la política exterior soviética y de las condiciones
imperantes en Rusia, sin escatimar tampoco sus críticas al im
perialismo inglés y a la política de su misma patria Libro de
rigurosa actualidad que explica hasta sus últimas consecuen
cias el gran desafío entablado entre el régimen soviético y la
democracia occidental. Un volumen de cerca de 500 páginas de
la Editorial M erm es................................................... 8
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ELLIOTT ROOSEVELT
ASI LO VEIA MI PADRE
En esta obra nos son revelados por un oyente directo las con
versaciones secretas, las promesas y los entretelones de las
conferencias de Roosevelt-Churchill-Stalin. ¿Qué pensaba Iranklin I). Roosevelt de Churchill y de Stalin? ¿Cuáles eran las
maniobras que determinaron el curso de la 2“ Guerra Mundial.'1
Un volumen de más de 300 p ág in as.......................8
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(B io g r a fía de un C o n tin en te)
I.a diversidad de las repúblicas sudamericanas y su unidad
cultural e ideológica, explicadas con un nuevo estilo que co
rresponde a una nueva concepción de la Historia. Es el primer
ensayo —magistralmente logrado— de abarcar todo el conti
nente sudamericano como tina realidad histórica, examinando
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A través de la historia de tres hermanos y dos hermanas cuyas
vidas toman rumbos muy diferentes pero sin salirse del cuadro
de la sociedad de la que tan íntimamente forman parte, uno
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P arí» . (F o to de G a stó n .)
N ueva Y o r k . (F o to de R a d o tesk i.)
AIRES
�cabalgata®
i
Despreciado fuera del arrabal donde
reinaba, vivió compadreando en las botas
de punta estrecha y tacón alto, en el
bordado de las alpargatas orilleras y en
el clavel que goteaba rojo de la oreja
de los carreteros de Villoldo, como gotea
ba la sangre de la punta afinada de los
facones.
Zigzagueó en cortes y quebradas orille
ras para entrar "derecho viejo” hasta la
cruz, en el alma y el cuerpo del guapo
que escupía por el "colmiyo” y que en el
entrevero habitual hablaba como su ante
pasado gauchesco, cultor y maestro de
barbijos:
"No pregunto cuántos son,
digo que vayan saliendo . .
Las co nquistas del viejo tango
Un día, allá por los comienzos del siglo,
en la época de oro de nuestra música po
pular, época de los maestros indiscuti
dos: Villoldo, Rosendo, Vázquez, los her
manos Posadas, Bevilacqua, Saborido,
Campoamor, Roncallo, Alarcón, Teisseire,
el tango reclamó innovaciones y el uso
de nuevos instrumentos para sumar a los
violines, flautas, arpas y acordeones. La
guitarra entró a tallar entonces, también
el piano, y ese instrumento del que ya
no podría prescindirse: el bandoneón. Con
este nuevo instrumento, importado de Ale
mania, aparecen en escena nuevos y gran
des valores: el taño Genaro, Arólas, P a
cho, Santa C ru z ...
Pocos años después Pacho empieza a
arrimar el tango hacia el centro desde un
café de la calle Pueyrredón, al mismo
tiempo que Greco lo empujaba desde
el sud.
No es que el tango se hubiera cansado
del suburbio y del "peringundín”, es que
se le estaba haciendo chica la cancha
limitada del arrabal porteño. Además, no
aceptaba, prepotente y bravio, el "tabú”
de las clases aburguesadas.
¡Varón!, había gritado la comadrona
cuando se abrió a las primeras luces de
la ciudad, amaneciendo en la orilla del
candombe, acunado por tauras de avería.
Y como varón, no se achicaba; comenzó
a torear, con embestidas entradoras, para
conquistar el corazón de la urbe primero
y lanzarse después a la conquista del
mundo.
Encontró enemigos a su paso. Se le dis
cutió su linaje, más que plebeyo. El
Papa Pío X lo anatematizó como danza
procaz y demoníaca.
José M artínez, A ugusto P. B erto , Luis Teiué¡n[
GU ARDI
Por
El tango respondió al anatema con le
trilla traviesa:
"Dicen que el tango es una gran lan[guidez
y que por eso lo prohibió Pío Diez . . .
En los salones elegantes
nuestras damitas, con pollos chispeantes,
hacen diabluras que son locuras,
bailando el tango que es un fandango..
Ya hab'a recorrido gran trecho de su
camino de éxitos. Hasta que taconeó, cada
vez más fuerte, en todas las pistas de
baile de Europa, del Asia y de América.
Se lució en representaciones teatrales de
la Comedia Francesa y no paró hasta dar
se dique en la propia Sorbona, con Richcpin de comentarista. La apoteosis. Pe
ro en aquel fantástico viaie hacia los
cuatro puntos cardinales del mundo latía
el anuncio de la declinación.
Dos carátulas correspondientes a dos tangos de principios de siglo.
llá por el setenta, y no en el siglo
kde la gom ina, agitó el tango su "lengue” orillero y compadrito.
A
{De dónde llegó, con su bravucona em
bestida de torito' joven? Por la manera
de topar es difícil errarle la genealogía.
La raíz española, qué duda cabe. Pero
sólo la raíz. En lo demás, un poco del
candombe africano hasta enlazar con la
vidalita de la pampa. Se definió por fin
en el mestizaje con los ritmos dulzones
de la habanera cubana, lánguida y ca
denciosa en su compás de dos por cuatro,
y de la milonga traviesa, intencionada y
bravia, que en el otro siglo hacía revolar
alegres los almidones de la negra Do
minga, aquella mulata que movía las pier
nas con tanta habilidad como meneaba el
batidor de chocolate, mientras afuera, en
el candombe, el tamboril y la flauta arre
metían, dale que dale, en el acompaña
miento de aquella letrilla famosa:
"Señor comisario,
señor comisario,
déme otro marido,
porque este que tengo,
porque este que tengo
no. . . puede conmigo
Dicen los hermanos Bates, fervorosos de
nuestro tango, que éste tiene el ritmo del
candombe, la coreografía de la milonga,
y de la habanera la línea melódica y la
profundidad emotiva.
Aceptamos la definición y ubicamos al
tango en sus pañales de barro, en aque
llos suburbios del Buenos Aires de ayer
que olían a pasto campero y se encendían
con el relampagueo vivido de los facones.
Entre "Dame la lata”, de 1880, hasta el
"Queco, que me voy p’al h u e c o ...” me
dian apenas dos lustros. Y de sus antece
sores del setenta hasta "El apache argen
tino” hay casi medio siglo de ritmos, cor
tes, quebradas y "amasijos” que substan
cian la verdadera historia del tango crio
llo, que es tango, auténticam ente tango,
en tan to se le define con cuatro sílabas
prepotentes y brav as: guardia v ieja .
El tango había arrojado ya sus pilchas
definidoras de guapeza: la zapatilla bor
dada, la bota militar, el pantalón abombillado, el "lengue”, el clavel en la oreja,
la faca. Comenzó a vestirse con un ropaje
melódico más en consonancia con el am
biente que acababa de conquistar. En la
evolución surgen nombres todavía valio
sos: Firpo, Canaro, Aróztegui, Castriota,
Berto, Martínez, Gentili, Bardi, Rafael
Rossi, Fresedo, Pracánico, de Bassi, Polito, Brignolo y tantos otros, sin olvidar
al autor de "Caminito” y "Cuando llora la
milonga”, Juan de Dios Filiberto.
Firpo, con "Alma de bohemio”, Canaro
con "Pinta brava”, Berto con "La payanca” y todos los compositores y ejecu
tantes de esta época impulsan el tango
hacia nuevas formas, no solamente de
composición, sino de ejecución.
Se le suman en la vorágine del ritmo
nuevos autores: Delfino, Cobián, Donato,
De Caro y Mattos Rodríguez que sobre
pasa otros éxitos con "La eum parsita”.
Pero el tango ha declinado y su declive se
acentúa cada vez más. Ya no tiene nada
de común con aquel otro de los años vie
jos. En cualquier esquina de la ciudad
o del mundo se le extraviaron el facón
y la guapeza juvenil. "La morocha”, de
Saborido, ya no canta en la "noche pla
teada”, y cuando lo hace, se pega un
lunar postizo sobre la mejilla y esconde
los rizos oxigenados.
"Qué dieran las grelas que tanto haca]
[ronchi
por tener la pinta de Pepa la Vasca,
o aquellas "agayas” de la Parda Poticki
que murió en gayola, rasca que te rasen'
"Y si en vez de candombe es de corrida
la -música compadre de tu tango,
sos como daga cruel y decidida
que en una bronca se metió hasta el
[mango.”
Así le cantó Carlos de la Púa al "Don
Ju an ” del Pibe Ernesto. Así se le debe
cantar a "El entrerriano”, "Derecho vie
jo ”, "Rodríguez Peña”, "Entrada prohi
bida” . ..
El tango de ayer o fué compadrito o
fué guapo. Se floreó en adornos y va
riaciones de flautas y en pizzicatos sal
tarines de violín, o rezongó en arpegios
bajos de acordeones.
Tuvo una pista única y ritual: el bajo
fondo. Y del bajo fondo más que nada
el burdel. Tuvo también sus sacerdotisas
eleusinas: la Chata, la Barquinazo, la
Pampita, la Parda Flora, Rosa la T ig re...
Guapos de ley que se contaban por do
cenas, cuatro o cinco en cada barriada de
suburbio desde el Bajo Belgrano hasta la
Boca, troperos como Langanay, matones
de comité como Traversa, apodado "Cie
lito”, fueron los cultores y protagonistas
de aquellos duelos de amor y de sangre
en que el cuchillo rubricaba recuerdos en
puñaladas, mientras los pies, con la pun
tera del botín enterizo, dibujaban nom
bres, corridas, ochos y medias lunas en el
piso ancho de los "peringundines” famo
sos de "La Ensenada”, "La B atería”,
"Tres Esquinas” o "Las 14 Provincias”.
Música prohibida en los "lugares decen
tes”, el tango se afirmó en el suburbio y
reinó por décadas en los centros de di
versiones de antaño: "El Quiosquito”, "El
T arana”, "El Velódromo”, "La Glorie
ta ”, "El Tambito”, "El Tancrcdi”, "La
Violeta”, "Hansen”, "N ani” y tantos otros.
R afael Rossi,
LUI
Canaro con un g ru p o de autores.
�■ ■
© cabalgata)
concomitancias entre los ritmos actuales y
los de antaño. El tango ha perdido su co
lorido, su fuerza inicial. Ya no entra a la
pista de baile haciendo embestidas de to
rito joven. Ahora se queja y languidece.
La transformación no ha sido brusca. El
tango empezó a perder, cambiando, al pa
sar del "peringund n” al radio donde ac
tuaba la "patota”.
i
figo Salerno , ele.
A
Fotografía obtenida en 1912.
V I
E JA
MARI O
.i'
Así se lamentaba el malevo Muñoz fren
te a le generación de hace veinte años,
evocando a las "agalludas” morochas de
la guardia vieja.
Enrique González Tuñón debía ser muy
pipiólo cuando los organitos surcaban los
pantanos del suburbio, navegando sobre
las dulces olas del vals mejicano; pero
no tan pibe como para olvidarse nunca
de aquel vals y de los tangones criollos
que se dormían en los ojos de las chinas
corraloneras, envejeciendo ya, después de
haber escuchado mil y una noches aquella
letrilla que se cantaba con música de
"Pobre mi madre querida” de Bettinotti:
Entre el patotero y el guapo de ayer
se definen las características del viejo
tango. El patotero alardeaba valor em
puñando revólver, pero para actuar nece
sitaba hacerlo en banda. El guapo en
cambio se cortaba solo. Tenía su código
de honor y mediante él respetaba, además
de su madre, si es que la conocía, al ami
go y a la mujer del amigo. Después, de
Dios para abajo, nada. No acataba más
ley ni autoridad que la de su cuchillo.
Vivía en perenne trenzada con policías
y guapos rivales. Si otro de éstos era más
hábil que él debía soportar, cuando no la
muerte, el tatuaje indeleble del mentón
a la oreja.
No, el patotero no teñía ninguna, simi
litud con el guapo. Irrum pía en los bailes
del bajo fondo a tiro limpio. Era el "niño
bien” que se sentía valiente, pero acom
pañado. Alguna vez podía ocurrir que lo
fuese también estando solo, pero no era
corriente. A uno de esos "niños bien”,
hijo del doctor Argcrich, Traversa, guapo
de Balvanera, lo mató una noche de bron
ca, abriéndolo íntegro desde una parte in
nombrable, con un tajo rompedor y ven
gativo. Le clavó la faca en el sitio exac
to donde se lo había anunciado. Lo clavó,
lo rasgó y lo levantó con el arma para
arrojarlo al fin en medio de la calle,
mientras en la sala de baile se quebraban
los compases de "La tirana”, motivo del
duelo.
Nada tenía que ver el valor del pato
tero con el culto al coraje que se expre
saba desde el principio al fin en la vida
del guapo.
El patotero era ostentoso, fanfarrón;
el guapo callado. Hablaba poco y pro
cedía "de contundencia”. No usaba pu
ños ni revólver. Los pleitos por mujer
o- por naipe los resolvía siempre a cu
chillo, silenciosa, decisivamente. En esto
se diferenciaba también del compadrito
orillero. Cuando entraba a pelear, y en
traba siempre que sentía herido su sus
ceptible amor propio, había resolución en
su gesto. Nada de burbujas de palabras,
nada de expresiones inútiles. Mataba
o moría. Marcaba o ¡o marcaban para
siempre.
Cuando el patotero se chifló de amor
por el tango y fué a la conquista con
balas, la porteña música del arrabal re
cibió su tácita sentencia.
Casa en que se practicó uno de los prim eros allanam ientos contra los edi
tores clandestinos.
Un allanam iento.
La casa del "B arb u n ” , en donde se secuestraron edicio
nes ilícitas de tangos y música popular.
"Diga por qué está enojada
con su negro compadrito,
que le ha costado una hombrada
para tenerla mimada
y que lo quiera un poquito."
Eran las canciones inmediatas a las de
la guardia vieja. Vacarezza, Carcavallo y
algún otro las hicieron rememorar en el
teatro en aquellas épocas del tango toda
vía viril, ese tango que ha de estar escu
chando aún, con música celeste, uno de
sus mejores apologistas, el negro Saldías.
Hoy, a pesar de los devotos que que
dan, el tango sigue rampante por la cues
ta de la declinación. Ya no existen casi
O tra fotografía de R afael Rustí, autor de "Jueves”.
A utoridades de la época
con Teisseire, Bazán, Valdés y Filiberto,
d u ran te la persecución de ediciones clandestinas.
Filiberto, hace veinte años.
mo los do "La Tero”, llamada así por sus
largas piernas alámbricas; o los episodios
demasiado expresivos que surgían en la
vida del bajo fondo.
Muchos tangos de la guardia vieja ca
recieron también de letra.
Las de Podestá anteceden, por supues
to, a las de la "época contursiann” como
llamó Leopoldo Lugones a aquel periodo
que se inaugura con los "bulines” y las
"percantas que dan el amuro”.
Entre los Carusso, Contursi, y demás
viene Coria Peñaloza a inaugurar la can
ción porteña, que tiene a Filiberto como
autor inspirado, y con la cual, por lo mo
ral y lo dulce, se puede dormir a los
niños.
Entre los posteriores a la vieja guar
dia, pero que merecían estar dentro de
ella por la viril expresión del sentimiento
y del lenguaje, está Flores, el autor de
la letrilla de "Mano a mano” y de aquella
Margarita convertida en Margot por ín
fulas "abarañadas”.
Pero a Flores le han taponado los agu
jeros de su flauta mágica con una pacata
censura radial que ha emprendido guerra
a muerte contra el caló y contra lo po
pular, pero no contra la cursilería y la
sensiblería do mal gusto. Y así va el
tango. ..
De los cantores de ayer j cómo olvidarse
del negro Gabino Ezeisa y de Bettinotti?
¿I)e la agradable Linda Thelma muerta
hace pocos años?
Todavía podría decirse que alcanzamos
a percibir matices de la expresión inicial
del tango al escuchar los discos de Rosita
Quiroga, de 1922, la más famosa de las
cancionistas de un ayer no muy lejano,
y a nuestro juicio la mejor intérprete en
lo que el tango tuvo de empuje, compa
drada y fuerza expresiva. Es imposible
olvidar a Rosita Quiroga, con aquella su
voz inimitable, baja, pasional, ásperamen
te acariciadora. Voz de tango.
Carlitos Gardel alcanzó a "deschavarse”
todav'a con empaques varoniles, y aun
cantando algunos tangos de melodía langorosa, pudo imprimir a su voz las mo
dulaciones viriles exigidas por el tango de
ayer, ese tango que con Azucena, la Nata
Gaucha, intenta latir desde su entraña
apasionada, viviendo aún, pero murién
(lose.
Epitafio
La guardia vieja se va. Se ha ido, me
jor dicho. Los que no han muerto ya,
enmudecen. C’ampoamor, Chappe, Teissei
re, Logatti y algún otro quedan todavía.
Cuando el Pibe Ernesto se dobló,
allá en su casa de Lanús Oeste, no fué
Adela sino el tango el que se vistió de
crespones. El tango, y el arrabal que lanzó
su responso con los arpegios bravos de
las cortadas eompadronas de su "Don
Ju an ”.
1 El "Don Juan” de la vieja guardia!
Clásico ya, como "El entrerriano”, "El
choclo”, "Rodríguez Peña”, "Bar Exposi
ción”, "Derecho viejo” . ..
Cuando se llevaban al Pibe, sombríos el
cielo de Lanús y el de San Tolmo, cuna
de guapos donde naciera, Carlos de la
Púa, su amigo ladero de los últimos años,
dejó el vaso de ginebra sobre el mostra
dor de lata y le regaló en despedida, co
mo homenaje y epitafio, aquella su ar
diente y protestona apología dedicada al
"Don Ju an ” :
"Tu cadencia orillera es atrasada,
sus de aquellos "gotanes" que se fueron,
cubriros con los de hoy, pura parada,
con tanto retintín que les metieran."
El epitafio para la tumba del Pibe es
tá por hacerse todavía. Será el epitafio
para el tango. Para el auténtico tango de
la GIARD1A VIEJA.
�cabalgata®
¡MUS DRAMATICO QUE “SIN NOVEDAD EN E l FRENTE
7J
¡MAS APASIONANTE QUE “ DE REGRESO” !
DE
TRIUNFO
La última gran novela de ERICH MARIA REMARQUE
Una historia de AMOR, de VENGANZA y de EXALTACION
Hans Mann
A m ic is , E . de - Corazón S
A ld o n o v, M . - E l Q u in
to Sollo
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Bo gn old. E n id - Fuego
de Juventud
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B re tt- Y o u n g , F - Un
Hombre en lo Coso S
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Muerte de Virgilio S
Boom , V - Com ino o
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B o rd eo u x, Henry - Lo
Intruso
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B e rlio z . H - Los m e
m orias de Berliox
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Breyto n, J
D iccio
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bibliográfico
de músicos célebres S
Diccionario biblio
gráfico de ¿rondes
pintores
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B ro w n , B. - Anillo de
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Del Cam po. E - Fousto S
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vida y su obra
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Echeverrio, Estebon
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G e rh o rd i. W - Los Romonov
Goss. M - Bolero, vida
de Mouriee Rovel
Grew . J C - Diez oños
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H arm lton , E - El E s
plendor de Romo
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Vido y
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Charles - Hijo y ex
traño
Cum m ings. L W - Yo
fui Caxador de C a
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Alejondro El Grande
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P a rrish A n n e - ¡Pobre
Niño!
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P ito M o rtín e z, L - Lo
Pontalla da Herodoto
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Schm id t, Leopoldo Vida y música de
B e e th o v e n ................ $
Sim onov, C . - Dios y
noches .......................... S
Smith - Un árbol cre
ce en Brooklyn
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M oneto. J M - C u a
tro oños en L a s O r
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Gollegos,
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Lugones L - Lo gue
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rra gaucha
Obros c o m p l e t o s .
Tom o 79 .................
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P ozner, V
Hiztorio .
de lo literofuro ruso S
P itk m , W
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com ienza a los 4 0 S
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que lo amoron . . b
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O R G U L L O D E E S T lR p r
LA
L O S B O L IN V A R
IJna novela escrita con
rara agilidad y gran
riq u e z a de e x p r e
s ió n .................... O 8 -
H U A D E L A S E flO R A
HEATON
Perfiles de v ig o ro so
dram atism o hay en esta
ob ra, d e h o n d o sig n i
ficad o s o c ia l.. 0 O .»
« . c .j.l » d o m ,e n ,r a s e l n
J . Macdonald
E . L otbar
J . H ilion
B A JO O T R O S O L
D IA IN O L V ID A B L E
O S C U R O F L U Y E E L RIO
U na vivida crónica que
aún leerán con asom
bro las generaciones
fu tu ra s ............... 0 O»*
El últim o gran libro
del autor de “ N o esta
m os solos’’ y “ Adiós,
M r. C hips’’. . . . 0 7 . »
La tragedia de tres vi
D . H ayes
M . F . B ayliss
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nueva g e n e ra c ió n
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D L IR E R O
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des volúm en es de
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- El I m á n ..............
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El Súbdito
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ro esto edició n por Enriq ue D
2 ° A la sombra de los m ucha-
G a n d ío . 2 Tom os, g ra n form ato,
eneuodernodos
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U na novela de intenso
co lo rid o y de a b so r
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por los m ás ocreditodos outores
B ru ff. N o ncy - Lo Sirena sin olmo
C ro n in . A
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D E L A A B N E G A C IO N
IM A N
U n análisis sagaz de
la re v o lu c ió n y lo*
do g m as que conm o
vieron al m undo 0 9 . -
U na obra notable, en
la que alienta el alma
m is m a d e l p u e b l o
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Los m isterios in te rn a
cionales más in so sp e
ch ad o s en una novela
sensacional .. 0 IO .«
Ene.
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ES CU CHAD LA VOZ
DE C O LO R
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F. W er/e/
Anónimo
G u íta i o A d o lfo Becquer
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chas an Har
39
El mundo de los Guerm antes S
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49 Sodoma y Gomcrra
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7 .—
50 La Prisionero
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6o Albertina ha desaparecido
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El tiempo recobrado
FEU
San Martin 200
ID»
Florida 730
�HUMOR
(^cabalgata
★
E s nu estra V I C T O R I A y del
p ú b lic o a r g e n tin o q u e sabe
apreciar el sabor in o lv id a b le
que ofrece esta sidra obtenida
m erced a una rigurosa selección
de m anzanas.
R e trib u y e n d o la confianza de
quienes gu sta n esta m agnifica
s i d r a , seguim os b r i n d a n d o
copas de sa lu d y alegría.
LE DEJEUN ER SUR L’HERBE, po r E duardo M anet. (T raducción de O ski.)
BURLADERO
esos mares de Dios buscando a "La Ro
sales”.
Por el Hondero Irónico
Haeekel, sumo sacerdote de la doctrina
evolucionista de la que Darwin fuera pre
cursor, dejó demostrado al fin de una
lección sensacional la inexistencia de Dios.
Tan sensacional negación fué objeto de
AVhistler, el famoso pintor norteameri
cano, europeo de adopción, contaba un
día en cierta aristocrática mansión londi
nense su origen y primeros años. Al
nombrar el lugar de su nacimiento, Lowell,
humilde población industrial de Massachussets, vióse interrumpido por cierta
empingorotada lady:
-—¿ Lowell?. .. Jam ás oí hablar de se
mejante s itio ... ¿Cómo se le ocurrió na
cer en semejante sitio ? ...
— ¡Ah, se ñ o ra !... —contestó el gran
pintor—. Eué aquélla una ocasión en la
que no me quedaba otro remedio que es
tar junto a mi m a d re ...
Entre crédulos e incrédulos están los
demasiado crédulos. En cierta ocasión
una dama le preguntó al gran poeta in
glés Samuel Taylor Coleridge:
—¿Cree usted en fan tasm as?...
— ¡S e ñ o ra !... Conozco demasiados pa
ra creer en ellos. . .
Pero como todo no ha de ser increduli
dad aun dentro de la biología, recordare
mos a los buenos franciscanos del famoso
convento de Altbrünn, Thalcr y Mendel,
iniciador el uno y autor el otro de sus
famosas leyes de la herencia biológica
mendeliana pacientemente estudiada en
generaciones y generaciones de humildes
guisantes. Parece ser que los dos sabios
padres, una vez terminada su labor diaria,
acostumbraban acudir a la cervecería del
pueblo donde libaban de firme y lo que
era peor, aquella "firmeza” les impedía
volver tan firmes como a sü condición
y hábito convenía. Informado de ello el
abad, Cirilo Napp, decidió darles una lec
ción ejemplar y una tarde, cuando se pre
paraban a entrar en el convento de regre
so de una profunda investigación sobre
las virtudes de la cerveza, se encontraron
con que toda la comunidad se hallaba for
mada esperándole®, con el abad a la ca
beza, en el más silencioso y elocuente de
los reproches.
Thaler y Mendel, al verlos, cayeron de
hinojos, y exclamaron abrumados de pe
sar:
— ¡Padre, somos indignos de entrar en
la mansión del Señor! . . .
Y se volvieron a la taberna.
Pero no crean que el ingenio es patri
monio del viejo continente. Leguía, el
presidente del Perú, enterado de que el
pueblo había dado en llamar "La Bestia
del Mar” a su ministro de marina, sub
rayó:
—No me choca... Porque cuando le
nombré ya sabía que era la mar de bes
tia . ■.
Y ya en casa —que también por acá
abunda el ingenio—, recordemos aquella
vez en que al responder el doctor Pellegrini, que le preguntó con cierta ironía
al conocido médioo español, Severiano
Loreute, criollo de adopción y director
de los baños de Rosario de la Frontera:
—Dígame, doctor ¿qué fué de aquel fa
moso submarino "Peral” ? ...
— No sé —le respondió el doctor—,
pero me figuro que andará por debajo de
una afirmación tan terminante que sus
alumnos no pudieron menos que decir:
—"No hay Dios y Haeekel es su pro
feta . . . ”
De creyentes y ateos, juntos ahora, es ia
anécdota que referiremos: Clemenceau, el
famoso "Tigre”, vióse en cierta ocasión
LA VICTORIA
Solución del concurso p lanteado en el N” 4 de CABALGATA
es la m ejor
" A R QU E O L OGI A P OE T I CA"
RETRATO DE U S I Q U E
EN U N A S O R T IJA
1582
T R A IA
ras la berm eja A u ro ra el Sol dorado
por las p u ertas salía del oriente,
ella de flores la rosada frente,
¿1 de encendidos rayos coronado.
cárcel trigo aprisionado,
E nconbreve
toda su fam ilia de oro ardiente,
el cerco de la luz resplandeciente,
Sem braban su contento o su cuidado,
cuál con voz dulce, cuál con voz doliente,
las tiernas aves con ia luz presente,
en el fresco aire y en el verde prado.
T raigo el campo que pacen estrellado
las fieras a ltas de la piel luciente,
y a escondidas del cielo y del O riente,
d ía de luz y parto m ejor-do.
C uando salió b astante a d a r L eonora
cuerpo a los vientos y a las piedras alma,
cantando de su rico albergue, y luego
ni oí ias aves m ás, ni vi la a u ro ra ;
porque, al salir, o todo quedó en calm a,
o yo (que es io m ás cierto) sordo y ciego.
T raigo todas las' In d ia s en mi mano,
perlas que en un diam ante por rubíes
pronuncian con desdén sonoro hielo;
y razonan tal vez fuego tirano,
relám pagos de risa carm esíes
au ro ra s, gala y presunción del cielo.
T
y g ra n d e im perio del am or cerrado.
Góngora.
Escuche a GARCIA GUIRAO en Radio El Mundo los miércoles y domingos de
21,30 a 22 hs. - - A PEPITA MUÑOZ en Radio Splendid los lunes, m artes y
viernes, a la s 12,30 hs. - - Sintonice Radio Belgrano los domingos a las 20,30 hs.
Distribuidores: J. LLORENTE y Cía. - Catam arca 70 - Bs. Aires
ante el dilema de tener que dirigirse
por carta agradeciendo la amabilidad
del prior del convento vecino que sin que
nadie se lo pidiera, había ordenado cor
ta r el corpulento árbol del jardín conven
tual que sumía el despacho del Presidente
en continua penumbra. El Padre de la
Q ucvedo.
TRIUNFADORES DEL CONCURSO "ARQUEOLOGIA POETICA”
Con n u e stra felicitació n p ara los que han
sabido e n co n tra r, cuando no re c o n stru ir, los dos
sonetos motivo de nuestro a n te rio r concurso,
damos a continuación la lista de los ganadores:
l" $ 20 m /n .: R oberto A m ador G arcía, V e
nezuela 1275. dep. 2, C apital. — T res segundos
prem ios — únicos que acertaron exactam ente o
realizaron un notable ejercicio d e reconstruc
ción— , con una suscripción de seis meses a
C a ba l ga t a : M arta A sían. 24 de N oviem bre 138,
19 E, C apital; Samuel V illanueva, B rasil 1075,
59 piso, Capital.
8. C onsonante. - R elativo a la em oción. - Con
sonante.
9. C ontracción de preposición y artículo.
Reverencia. - N egación.
10. N om bre fem enino. - L abra. - Se despeña.
11. T e rrito rio de la baja C alifornia. - Vocal. Contempló.
HORIZONTALES.
V E R T IC A L E S .
1. Animal cuadrúpedo de algunas especies do
m ésticas y -aivajes. - Form a de algunas
vigas. - H um or o m a te ria que se form a
en los tejidos inflam ados, abscesos, etc.
2. O xido de calcio. - T ejido delgado y tra n s
parente. • E x piración convulsiva y sonora.
3. El prim ero en su clase. - C árcel. - P repo
sición inseparable que indica repetición.
4. U ltim a letra. - M es del calendario republi
cano. - Preposición.
5. Alabe. - P rim e ra letra. - A rbusto legum i
noso.
6. Cotilla con ballenas con que las m ujeres
se a ju stan el cuerpo. - P a rte s en que se
divide la obra teatral.
7. Famoso atolón. - Preposición. - C onjunto
de vocales.
I. S a n g ría p ara to m a r agua de un rfo. ^
1Q0. - T ranquilidad.
I I . Jefe. - P rólogo de algunas obras d ra m á
ticas antiguas. - A rtícu lo plural..}
I I I . A rtículo singular.
T am añ o , capacidad. C apital de F rancia.
IV . C onsonante. - Sospeche. - C onsonante.
V . Cable del que se suspende el ancla. •
Vocal. - Form a poética.
V I. Paliza. - A tasca.
V II. C anción india. - P rim e ra letra. - F u ria
desm edida.
V I I I . C onsonante. - Exceso morboso en el ape
tito sexual. - 5.
IX . Nota an tig u a. - Río del olvido. - C on
sonante.
X. P unto opuesto al norte. - P ronom bre
personal de prim era persona. - ^ J a je l.
X I. H ágase. - Consonante. - Poeta norteam e
ricano.
LA IMPRENTA LOPEZ
es la primera organización creada en HispanoAmérica dedicada exclusivamente a la impresión
v
•
de libros. Su participación en la creación de la indus
tria editorial argentina ha sido decisiva. Su nombre
como impresores, unido al de los editores, marca una
etapa culminante en la historia del libro argentino.
E l arte y la técnica de la IM P R E N T A LOPEZ
en conjunción maravillosa realizan el milagro de
producir las más bellas y cuidadas edicio
SOLUCION
DEL
PROBLEMA
DE N°. 5 D E
CABALGATA
nes, tanto de lujo como populares,
a precios convenientes, pues
su especialización le per
m ite dar ca lid a d
sin aumentar
Concurso: ELLOS DE ELLAS
Aquí tienen los nombres de algunas mujeres, musas, amadas, esposas o amantes de
hombres célebres en la historia, las artes o el amor únicamente. Estos son los nombres, mu
chos de ellos famosísimos y todos ell.os conocidos, de esas ntujeres. Den ustedes el nombre
de los afortunados o infortunados amadores. Con ello ganarán el prem io...
A na H ataw ay.
Ju lia E spin.
N d l C w yn.
H d c n a Fourm ent.
In é s de C astro.
L ady H am iiton.
T e re sa M ancha.
M aría d 'A n g o u t.
Susana V aladón.
Eva B raun.
C ondesa de Gdve*.
Victoria no. sabía cómo dirigirse al sacer
dote ya que su más íntima convicción le
impedía usar de la fórmula habitual. F i
nalmente encontró la solución:
—"Padre mío. . . —escribió—, y no creo
equivocar le al llamarle así ya que le debo
el ver la uz del d ía . . . ”
M adame de Chatelet.
T e re sa G uicciardi.
M arta de N evares.
L a u ra di Sade.
Mouche.
T eresa B abarrus.
L a duquesa de Alba.
La princesa de Eboli.
B árbara de Blomberg.
Eleonora Duse.
Condesa W aiew ska.
L avinia Vecellio.
Cósim a Liszt.
Mona Lisa.
C atalina Palacios Sal
C leopatra.
D oña M arina.
D iana de Poitiers.
V icttoria Colonna.
Jo sefina B eahurnais.
B eatrice de Portinari.
M adam e D u b a rry .
Roxana.
Remedios de Escalada.
L a F ornarina.
Sim onetta.
A u ro ra Dupin.
Fiam etta.
M adam e de C h atd et.
Francisca Sánchez.
B ettina B rentano.
M atilde W essendock.
M adam e Recamier.
Carlota.
L a V alliére.
X antipa.
Condesa de M irafiori.
C lara Petacci.
Dolores A rm ijo.
Sofia Peabody.
J u a n a Duval.
Saskia.
Isabel B ran t.
el costo.
IMPRENTA LOPEZ
Al servicio del libro
P E R U 666
•
B U E N O S AIRES
�MEDICINA
cabalgata®
La inauguración de la LIBRERIA KRAFT cons
tituyó un acontecimiento en Buenos Aires
La calle Florida, tan típicamente porteña, redobló en cierto modo su animación de
todos los atardeceres, el jueves pasado, con motivo de inaugurarse una nueva librería,
"la más joven de la ciudad”, según lo pregonaban los folletos anunciadores, estable
cida por "la más antigua imprenta del país” : Guillermo K raft Ltda.
Es que al interés del acontecimiento en sí mismo, en cuanto significaba un valioso
aporte a la cultura pública, se sumó el que despertaba la concurrencia que asistió al
El doctor G u ille rm o
K ra ft con Alvaro Mclián Lafinur, i?. P. José
Réboli y un grupo de
damas de la Comisión
del Patronato de la In
fancia.
El doctor Pedro Miguel
O b lig a d o , dedicando
una de sus obras, en
compañía de Mariette
Lvdis, María E. Wrcde
y otras damas.
mismo, entre la cual se veían las más prestigiosas figuras de nuestros círculos litera
rios y artísticos. Por lo demás, un núcleo selecto de damas contribuyó a dar singular
lucimiento al acto, el que, según es notorio, se llevó a cabo con el simpático fin de
aportar recursos a la benemérita obra que realiza el Patronato de la Infancia.
El acto se desarrolló en un ambiente de extraordinaria animación. Y así fué que la
concurrencia se decidió a solicitar que ocuparan un improvisado estrado para decir
fragm entos suyos, algunos de los (escritores y actores allí presentes.
Fué el primero en acceder al requerimiento el poeta Juan Burglii, al que siguió
Pedro Miguel Obligado, recogiendo ambos nutridos aplausos. El Embajador doctor
Daniel García Mansilla, cariñosamente acogido por el público, dijó una poesía suya
P arte del público.
en su original francés y su traducción al castellano. Hablaron, luego, Horacio Rega
Molina, Pablo Rojas Paz, el Vizconde de Lascano Tegui, Florencio Molina Pampos,
Pedro Toeci, Enrique Serrano y Ramón Columba, todos los cuales fueron calurosa
mente celebrados.
El acto terminó con un remate de libros a beneficio de la Institución patrocinante.
Este remate y el hecho de que la Editorial K ra ft haya extendido dicho generoso apor
te a todo el mes de diciembre, evidencia el noble signo bajo el cual nace la nueva y
flam ante librería de Florida 681.
E ntre los numerosos y calificados asistentes anotamos a los señores Enrique Larreta,
José C. Miguens, Juan Pablo Echagüe, Carlos Alberto Pueyrredón, Eduardo Labougle.
El Vizconde de Lascano
Tegui dirigiendo la pa
labra al público.
Juan Pablo E c h a g ü e
departiendo con un gru
po de señoritas.
guez Acasuso, Gregorio Martínez
mero José González Carballio, etc.
Antes de abandonar el magnífico salón, la concurrencia fué obsequiada con una copa
de champagne.
EL PROBLEMA ACTUAL DEL CANCER
POR E. V. C O WD R Y
hecho de que entre las células de cias que nos llevan a ellos, y no su natu
uno y el mismo tipo el desarrollo raleza.
del cáncer está sujeto a cambio, complica En primer lugar, rs conveniente decir
unas palabras acerca de la contracción
enormemente el problema, pero brinda un
muscular. Esta puede ser el resultado de
elemento tentador de esperanza.
Considérese primero el asunto de la varias clases de estímulos: la luz, el soni
herencia: en algunas familias existe una do, el calor, el frío, el gusto, el olfato, el
ocurrencia frecuente de cáncer distinta tacto, etc. Los estímulos activan las célu
mente mayor a la que se observa en el las receptoras que les son respectivamente
resto de la población. A falta de prue susceptibles. Estas células generan im
bas en estas familias de una rara sus pulsos nerviosos que se transmiten en su
ceptibilidad a las substancias carcinóge largo progreso, o en células nerviosas es
nas, se presume que algunas de sus cé labonadas en series, por muchas vías sen
lulas son más susceptibles al cáncer que sorias, al sistema nervioso central; así se
las de la misma especio de familias en correlacionan y se ajustan. De ese sistema
que aparece ¡meo ese mal. Esta es una nervioso las fibras nerviosas motores lle
van los impulsos a un músculo. El gran
suerte de susceptibilidad en los órganos;
así es que hasta no menos de 10, en 16 fisiólogo Sherrington ha dado acertada
niños de una familia, han tenido cáncer mente a estas fibras la denominación de
en la retina, y existe en las familias la vía común final. Son los elementos ner
tendencia al cáncer del seno y de otros viosos finales en la cadena, es decir, los
órganos. En melizos idénticos, el cáncer que llegan directamente al músculo. F o r
se les manifiesta simultánea y simétrica man una vía común por la cual los im
mente, y son similares en la forma de pulsos que lian sido iniciados por mu
su crecimiento. Asi, donde lo transmitido chas clases de receptores se dirigen al
por herencia es igual (como acaece en el sistema nervioso central mediante diversos
caso de gemelos idénticos), la suscepti nervios sensorios, convergen y se derraman
bilidad celular al desarrollo del cáncer en el músculo. Por ejemplo: un músculo
es generalmente la misma; y donde es de la mano que maneja el volante de un
diferente, como sucede en familias distin automóvil puede contraerse en acción re
tas, esa susceptibilidad es también dife fleja a algo que se ha visto u oído o
sentido en la moción del volante; o bien
rente.
Aun en el caso de un mismo individuo como consecuencia de alguna sensación
en el curso de su vida, la susceptibilidad ya pasada o experiencia que retiene la
de algunas células a los agentes que memoria. Sin embargo, los impulsos, cual
causan el cáncer está sujeta a cambios, quiera que sea su procedencia, llegan al
como ocurre en la enfermedad de los músculo a través de las mismas fibras
niños, la Xerotlerma pigmentosum, por del nervio motor como su vía final
común.
efecto de la cual el cutis se seca (xeros)
Es conveniente, en esta comparación,
y sufre pigmentación, y la susceptibilidad
de las células de la epidermis a la acción considerar los agentes activadores, el es
labonamiento de las circunstancias, la
carcinogénica de la luz solar aumenta
gradualmente. Si una persona sufre de modificación y la vía final común.
cáncer, las probabilidades de que con 1) Agentes activadores.
traiga otro cáncer en otra parte del cuer
En la contracción muscular los estí
po son mayores que las que tiene una
persona normal de que se le desarrolle mulos son de amplia variedad. Consi
un cáncer. En otras palabras, la pre derados cuidadosamente se descubre que
sencia de un cáncer parece facilitar el son tan diferentes entre sí que no es po
desarrollo de otros cánceres primarios en sible indicar una sola propiedad que les
el mismo individuo. El porqué de esto no sea común a todos, fuera del poder de
lo sabremos decir; pero tal vez el primer producir un cambio. Si actúan con fuerza
cáncer incrementa la susceptibilidad de suficiente, o repetidamente por mucho
otras células a las carcinógenas. El ad tiempo, dan principio a cambios tiuímiverbio "tal vez” deberá retenerse en esta cos, en cuya continuación, aparentemente,
cuestión hasta que se aproximen pruebas no toman parte.
sobre la exposición por igual a las carci
En la producción del cáncer, las subs
nógenas en casos de cáncer simple o com tancias carcinógenas son también de va
puesto, y de igualdad de susceptibilidad, rias clases, en las cuales tampoco es igual
para principiar.
mente posible descubrir una propiedad
Puede presentarse el caso en condicio común. Si obran con suficiente fuerza o
nes poco mejores en las lesiones llamadas repetidamente por un largo período de
"precancerosas’’, para el aumento en la tiempo, inician cambios químicos, en cuya
susceptibilidad. Las lesiones, ,cuya super continuación, aparentemente, no tienen
ficie parece ser de color blancuzco, que ninguna participación.
afectan la boca y la lengua, y que han
existido durante algunos años, pueden 2) Eslabonamiento de las circunstancias.
convertirse en cánceres. Los lunares, apa
Las que incitan la contracción muscu
rentemente inofensivos, que se han tenido lar pueden ser largas o cortas, según el
desde largo tiempo, pueden cambiar re número y carácter de las células en series.
pentinamente ennegreciéndose, y dando Entre cada una de éstas la resistencia
origen a cánceres virulentos. En otras de la célula es mayor que en su substan
partes más profundas del cuerpo, otras cia. Hay una especie de fuerza vigorizalesiones precancerosas pueden persistir dora para dominar esta resistencia, y el
por varios años sin que se presenten sín tiempo se pierde.
tomas, y manifestarse de súbito malignas.
Las circunstancias que culminan en la
Pero no todas las placas o láminas blan producción del cáncer son en comparación
cas, lunares, u otras de las llamadas le hipotéticas todavía en su mayor parte;
siones precancerosas tienen ese final: es pero parece lógica la presunción de que
sólo una minoría de cada clase la que existen etapas en series diferentes entre
así actúa. Repetimos, una vez más, que sí, tanto en número como en carácter, y
ignoramos la razón de ello. El asunto también la de suponer una especie de
es que la frecuencia con que ocurre la vigorizadoras para domeñar la inercia en
transformación maligna es mayor en sus tre ellas.
células que en las otras de los mismos
Romper la cadena que termina en la
tipos. Esto sugiere, mas no lo prueba, vía común final de la producción “del
una susceptibilidad incrementada entre cáncer, es evidentemente mucho más di
algunas de las células afectadas por le fícil que reconocer la que llega a la vía
siones precancerosas.
común final de la contracción muscular.
Puesto que se han encontrado casos de Los elementos estructurales en los esla
hipersusceptibilidad (o alergia) adquiri bonamientos nerviosos están definitiva
da que ha sido causada por una multi mente dispuestos en espacios y son per
tud de substancias diferentes, parece no manentes, de manera que se pueden ver
«estar lejos de la realidad el que algunos con ayuda del microscopio y medir sus
de este grupo heterogéneo de las carci actividades cuantitativamente. Las cir
nógenas, y también algunos agentes que cunstancias de la carcinogenesia se con
no producen cáncer, pueden alterar las centran en la misma área de tejidos (sin
células dejándolas mayormente suscep que se conozca su propagación en otras
tibles. En los largos años que preceden parte del cuerpo), y más tarde las cir
a la fecha en que casi todos los cánceres cunstancias borran las anteriores. Más
se manifiestan a la vista, éstos tienen aún, como ya se ha dicho, el cáncer se
amplias oportunidades para desarrollarse. puede desarrollar en varios sitios dife
Es de comprenderse que también nos in rentes, y las características distintivas de
teresa la declinación de la susceptibilidad
ellos son tales que quizás ejerzan influen
a las carcinógenas. En ratones de ciertas cia en el curso de las circunstancias. Esas
razas la susceptibilidad de las células características son tan numerosas como
epidérmicas a la carcinógena es menor lo son las clases de tejidos. Inmediata
entre jos de edad avanzada que entre los mente nos hacen pensar en la alta o baja
jóvenes.
tensión vascular,# falta de vasos, presen
No es preciso bosquejar más el amplio cia o ausencia del derrame linfático y en
campo y lo intrincado del problema que el grado celular. Además, las etapas para
presenta el cáncer, es decir, las varias la producción del cáncer comprenden los
clases y edades de los animales afecta flúidos de los tejidos, mientras que les
dos, los numerosos tipos de células, la que llegan a la vía nérvea final y común
infinidad de los distintos agentes que in están en su mayor parte aislados de ellos
ducen la formación del cáncer, la notable mediante forros medulares impermeables
variación en el tiempo requerido para y densos revestimientos celulares y f i
brosos.
que brote el cáncer, y la susceptibilidad
celular sujeta al cambio. Por esas razo
Debido al aislamiento parcial de los
nes es que la investigación del cáncer se componentes nérveos, las circunstancias,
efectúa de manera tan diversa y que al una vez que han comenzado, parece que
gunos investigadores opinan que antes de están tal vez en condiciones más efectivas
iniciar ese trabajo, debemos aprender de alcanzar la vía final común e inducir
algo más sobre fisiología y el proceso
la contracción muscular, que las circuns
normal de las células. En efecto, casi tancias de la carcinogénesis de causar el
cualquier método de investigación que cáncer. Dicho de otro modo: existen
tenga alguna relación, aun lejana, con las oportunidades menos abundantes de que
células, es una ayuda, ya que el cáncer se desvanezcan que en la producción del
constituye, sin disputa, un problema de cáncer, para lo que es también más largo
células. Pero es conveniente ordenar los el tiempo de la gestación, y en la cual
hechos establecidos de manera que sean muchas carcinógenas rara vez inician los
menos abrumadores y para que la inves eslabonamientos que llegan a la meta.
tigación se pueda encaminar hacia una
3) Modificación.
solución más acertada.
Puede obtenerse cierto grado de orien
Es posible abreviarla eliminando algu
tación si se comparan las circunstancias nas de las circunstancias que ordinaria
que incitan una contracción muscular y mente conducen a la contracción muscu
las que resultan en el brote de un cáncer. lar, como cuando la contracción es el
La contracción muscular y la producción resultado de un estímulo eléctrico directo
del cáncer son, por supuesto, dos fenó del músculo. El profesor W. R. Earle,
menos muy diferentes. A nosotros nos del Instituto Nacional de Sanidad, si
interesa solamente la serie de circunstan
tuado en Bethcsda, Maryland, ha logrado
E
l
(V ien e ¿el número anterior)
provocar el cambio maligno por el simnl
expediente de agregar carcinógenas a | *
células susceptibles.
La serie de circunstancias que resultan
en la concatenación muscular puede se
reforzada m ediante la función de mis
agentes activadores, o estímulos, y por
el esfuerzo voluntario. Así también el
progreso gradual que por fin culmina en
la producción del cáncer puede hacerse
más efectivo y acortar el tiempo Co.
carcinógenas adicionales que se agregan
al eslabonamiento iniciado por las qu*
obraron en prim er lugar.
En condiciones de hiperexcitabilidad de
los receptores de los elementos nérveos v
tal vez del músculo, los estímulos inade
cuados generalm ente pueden causar la rontracción. En condiciones de excitabilidad
am inorada y de una obstrucción en al
guna p arte del eslabonamiento, hasta los
estím ulos fuertes pueden no llegar a resu ltar en una contracción. Por una inhi.
bición consciente se puede sostener ua
hierro candente con la mano dominando
el impulso de soltarlo.
L as células susceptibles viven en medio
de substancias carcinógenas potenciales
las cuales no producen el cáncer salvó
cuando la fuerza que se ejerce es suficien
te. Se conocen algunos casos de hipersus
ceptibilidad de parte de dichas células.
Puede acelerarse la producción del cán
cer, como cuando se administra ben
zoato de estradiol, además de substancias
carcinógenas, a anim ales susceptibles. Y
tam bién se puede re ta rd a r: disminución
de susceptibilidad y completa detención}
de la producción del cáncer, quedarán
siempre más en i l misterio que los fenó
menos parecidos en lo que hace a la con
tracción muscular.
4) Vía o canal final común.
La contracción muscular en los extremos de los nervios motores es la misma
en los músculos de una clase dada, in
dependientemente de la naturaleza del
estímulo inicial. Entre los vertebrados las
fibras nérveas en las vías finales comu
nes administran al músculo el mismo cho
que o golpe emitiendo de algún modo una
substancia definida: acetilcolina. La calidad de la contracción depende de la clase
del músculo, sea éste liso, del esqueleto
o cardíaco, y tal vez de las diferencias
individuales de los tipos.
La producción del cáncer en las célu
las de un tipo dado es similar, indepen
dicntemente de la clase de substancias
carcinógenas que acciona en ellas. Así, un
cáncer de células escamosas puede resul
tar de carcinógenas tan distintas como
las de la radiación solar, el radio y mu
chas otras substancias químicas. Más
aún, los cánceres individuales de deter
minado tipo muestran aspectos notables
de analogía, aun cuando estén presentes
en animales de especie diferente, y cierta
mente hasta de distintas clases de verte
brados. No es exagerado suponer que el
golpe final administrado a las células
susceptibles sea el único y el mismo en
todos los casos en que se produce el cán
cer. La índole del cáncer resultante está
primordialmente ajustada a las condicio
nes del tipo de la célula así influida.
Como según se deja apuntado, gran
cantidad de diversas clases de células
poseen una potencialidad maligna, y for
man huestes las distintas especies de
cáncer.
Este aspecto de las circunstancias no
solamente ilustra las dificultades futu
ras, sino que también indica la senda
para abordar el problema del cáncer con
alguna esperanza de buen éxito.
No se puede esperar que las medidas
preventivas; contra el cáncer lleguen a
extirparlo para siempre, como sucede,
por ejemplo, con el paludismo en muchas
regiones. Será de gran ayuda el conti
nuar buscando substancias carcinógenas
hasta aquí desconocidas y tratar, demás,
de limitar los riesgos de exponerse a las
ya conocidas hasta el punto en que las
mismas no ofrezcan peligro como cau
santes de cáncer. Evadirlas todas, o redu
cirlas a la impotencia para producir el
cáncer, y aun seguir subsistiendo, sería
algo tan imposible de hacer como cerrar
las puertas de nuestro cuerpo a los estímu
los sensorios del exterior y del interior
y todavía continuar viviendo. Sin embar
go, cuando hay razón para sospechar que
existe una gran susceptibilidad fuera de
lo común para contraer el cáncer, se de
berán redoblar los esfuerzos preventivos
contra los agentes activadores. Y no está
fuera del dominio de lo posible descubrir
oportunamente el medio de disminuir est*
susceptibilidad.
Detener las cadenas de circunstancias
iniciadas por estos agentes activadores
antes de que se derramen o esparzan por
la vía final común es, por supuesto, una
posibilidad. La dificultad consiste en que
el hombre muy a menudo no sabe que
algo anormal le está pasando hasta que
el cáncer se le manifiesta. Las llamadas
lesiones precancerosas pueden o no repre
sentar circunstancias que conducen tu ;
cáncer. Necesitamos aprender algo mas
acerca de ellas. El dolor, que es una señal
de alerta, y que tanto ayuda a promover
la curación de su causa, en otras circuns
tancias, generalmente no aparece hasta
cierto tiempo después de que el camino
maligno ha tenido lugar.
Si pudiéramos descubrir lo que suco 8
en el extremo de nuestra hipotética T*
final común, tal vez podríamos preveni
la transformación cancerosa. La manera
de averiguarlo parece ser la de
,
ñar la diferencia o diferencias fúndame
tales que existen entre las células n°r
males y las cancerosas del mismo tipo
del cual depende 'a diferencia de su Pr°
ceder. I ’na vez en posesión del con
miento de la naturaleza do esa diferenc »
podremos cerciorarnos mejor acerca de
(C ontinúa pógtna 23.)
y
|
r
f
�MODAS
© cabalgata
EL PEINADO
Y LA MODA
anto
como el vestido, más aún que
T él, si se quiere, el peinado es un
elemento plástico, modifieable hasta lo
DOS CREACIONES DE JA U M A N D R E U
Soirée de línea griega cuya elegancia reside en la disposición que se ha
dado al drapeado de la falda y el corsage. Ha sido creado para realizarse
en jersey de seda blanco tiza.
De opuesta línea, este otro suntuoso modelo de noche en organza natural
para la falda, muy amplia, y de satín duchesse el corsage, que se continúa
en dos grandes moños sobre la cadera, dando a su vez nacimiento a los abun
dantes pliegues de la falda.
O
O
infinito, donde el arte y la fantasía
pueden jugar libremente.
En nuestra época, la moda, en lo
que a "coiffures” se refiere, se muestra
de las más razonables y equilibradas,
estudiándose más que en ninguna otra el
uso de adornos y de ornamentos, de
bucles y postizos. Y es justamente esa
sobriedad, esa encantadora depuración,
lo que exige a los creadores un estudio
profundísimo antes de lanzar sus no
vedades, haciéndolos, como nunca, re
servados y mesurados. En el último
congreso de peinados, realizado con la
asistencia de maestros franceses, bel
gas, holandeses, ingleses, etc., y ante la
presencia de genios de la costura, de la
talla artística de Paquin, de Maggy
Rouff, todos han estado acordes en
favorecer las líneas más proporciona
das, más naturales, alejándose de lo
artificioso y rebuscado que el uso de
los postizos impusiera hasta hace dostemporadas. Y sin embargo, no es que
los postizos hayan caído completamente
en desuso, sino que ahora reinan los
más naturales: Jean Clément, artista
de la línea "Renaissanee”, usa en sus
creaciones postizos. Pero simples, alar
gando en cascada graciosa y movediza
los peinados, aun hasta la mitad de la
espalda, y haciendo marco juvenil y
suave al rostro.
Igual que los grandes modistos que
abandonan los sombreros voluminosos,
los peinadores preconizan el retorno a
un justo equilibrio, a una forma más
pequeña, más armoniosa de la cabeza.
Es el caso de las mejores creaciones
nuevas de Gervais, Mare Ruyer, René
Ramband, etc., artífices maravillosos
del cabello.
UNA
PAGINA
LA NUEVA LINEA DEL ESCOTE EN LOS
TRAJES DE COCKTAIL
norme
cantidad de pliegues toma
eleganeia^ En blusas, en trajes de tar
a los costados y en el medio de, y aun de noche, su línea denota
E deldos corsage;
es un consejo parisiensesiempre sobriedad y buen gusto.
que las argentinas deben estudiar mu
chísimo, pero que conviene a figuras y
rostros delgados. Generalmente el jer
sey de seda, la rosalba, los crepés
elásticos, son los géneros en los cuales
los motivos de pequeños drapeados,
quedan más elegantes y naturales.
Otra idea de drapeado en el corsage,
ahora formando escote alto, casi cerra
do. Es un tipo de escote que pide
generalmente faldas rectas o tubulares
y sombreros pequeños que dejen al des
cubierto la frente.
El escote clásico, en pico más o me
nos bajo, y alto y envolvente sobre el
cuello, elegante como ninguno, se adap
ta a cualquier género y color, y acepta
todo tipo de pollera y de mangas. Es
sin duda el que más estiliza la cara y
la figura.
Corsage cruzado. Otro consejo pari
siense de encantadora sencillez y rara
DE
Amplio; alto sobre el cuello y abrién
dose sugestivamente sobre el busto, el
escote trapezoidal admite, como el del
dibujo, adornos variadísimos: trabajos
en broderie en tonos opuestos, clips co
locados caprichosamente en hilera o
sobre los ángulos, flores, gargantillas,
en fin, todo aquello que realce la be
lleza del rostro. Pero pide, en cambio,
extrema sencillez en los hombros y en
el corte del talle.
Escote cuadrado, recto y simple que
puede, como en esta creación america
na, abrirse adelante detallándose con
J
aumandreu
L A E L E G A N C I A EN E L H O G A R
Eloísa Cañizares, joven estre
O
lla argentina, luce este deshahillé en organza natural celeste grisá
ceo, con adorno de pequeño galón de
broderie al tono y botoncitos de cristal.
De la misma actriz es este
Janet Blair, en cambio, se de
O
cide por una blusa de shantung
suntuoso modelo realizado en
O
mé rosa y plata, de línea simplísima, blanco, bordada con motivos de hilos
la-
en el que se destaca la amplitud que- a
los hombros dan los pliegues de la
manga.
multicolores y pantalón de corderoy
borra de vino.
ninguna hora del día bajo pena de no
estar a tono. Y, como hay que pensar en
todo y no dejar nada al azar, la cuenta
del peluquero pasará al renglón "som
breros”, nuestro presupuesto no será afec
tado y todo el mundo quedará satisfecho.
Empero, veamos ahora el esfuerzo rea
lizado por nuestros sombrereros para ha
cernos agradable el uso del sombrero a
toda hora del día. Parece que desde ahora
están de acuerdo sobre un punto: ele
gancia estrieta y severa para la mañana,
que va suavizándose en las primeras ho
ras de la tarde; fantasía y originalidad
para la noche.
Janette Colombier lanzó un 'modelo de
turbante que todas las parisienses ele
gantes quisieran llevar. Lo hizo en varios
tonos, pero siempre en una preciosa seda
brocada que dos largos alfileres parecían
sujetar.
Maud y Nano combinó en un sombrero
que tuvo mucho éxito, lanilla escocesa,
manzanas rojas y tul gris plata.
Blance y Simone drapea una toca en
tafetán azul marino con lunares blancos
y tafetán blanco con lunares rojos. El
conjunto da una nota de coloridos alegres.
Suzy presenta un sombrero encantador
en rosa y negro. El fondo es de fieltro
negro, el borde en paja gruesa de color
rosa; dos drapeados de "gros grain” ne
gro adornan los dos lados de la cabeza.
De Le Monnier, una paja gruesa de co
lor miel, adornada con cerezas rojas y cin
ta de faya azul.
De Maud Roser un fieltro color arena;
la copa encaja bien a la cabeza, el ala
es completamente levantada, y atravesa
da con una larga pluma de faisán.
te como hoy. Proyectan una revolución
profunda de nuestra silueta, o más exac
tamente, ya la empezaron. Aparecieron
las largas faldas trabadas y, perplejas,
nos preguntamos si los autobuses y los
tranvías adaptarían un escalón suplemen
tario que nos permitiera subir a ellos.
También hemos visto combreros de an
chas alas coronados de plumas y los pe
queños "bibis” que lanzan hacia el cielo
impresionantes cuchillos de pluma, y cada
una se imagina que sería tal vez encan
tadora bajo uno de esos sauces llorones,
que tendría un aire muy juvenil con el
cabello corto y rizado bajo un casquito
atravesado de una pluma de faisán, pero
en seguida piensa en los milagros de equi
librio que tendría que hacer en la bata
hola de los metropolitanos, o también sim
plemente para pasar por la portezuela
de un coche. Ante tales problemas es fá
cil desalentarse si se olvida que la van
guardia de la moda está constituida sólo
por un número restringido de mujeres pri
vilegiadas, para quienes la excentricidad
no es más que un pasatiempo suplemen
tario, cuando no es el sustento de un maniqu . Pues bien, usted está firmemente
decidida a no transformarse de la mañana
a la noche en una heroína de Bourget; us
ted decretó que no llevaría esa boa ni
ese corsé incómodo que le parecía tan ri
dículo cuando hojeaba viejas revistas de
moda. Y, en esto, mostrará usted mucha
cordura. Pues no es estar de moda apre
tujarse en un corsé para tener un talle
fino, cuando se es gorda y pequeña, cuan
do, a más de los antiestéticos rollos de
gordura que dejaría ver el estrecho ves
tido, parecería siempre estar sofocada.
No sería menos ridículo, si usted es alta
y delgada, encasquetarse un gran sombre
ro con penacho que la haría parecerse a
un húsar del Imperio.
Cuando hace algunos meses un creador
audaz lanzó en París la moda del "collar
de perro”, con cadena, estábamos a pun
to de rebelarnos. Sin embargo, la idea en
sí no era mala, ya que los grandes joye
ros y los artesanos de la joya de fantasía
la explotaron en seguida y, en vez de un
collar de cuero claveteado, nos ofrecieron
collares de perlas transformados en "pul
sera” para el cuello, perla contra perla,
o separadas por una malla de oro, cadenas
la delicadamente trabajadas que se entrela
zan mezclando al brillo cálido del oro
los reflejos de piedras multicolores.
Es por esto que aceptaremos siempre
las pequeñas locuras a las cuales nos con
vidan los que crean la moda, porque sa
bremos siempre evitar sus escollos, porque
antes de adornarnos con tal o cual obje
to, sabremos adaptarlo a nosotras, pro
gresivamente, según nuestra manera de
ser o de vivir. Por otra parte, los modis
tos no se engañan. Cuando lanzan una
novedad sensacional, no dejan por esto
de crear modelos más moderados, pues
conocen demasiado bien a la mujer para
ignorar que no se le impone una trans
formación inmediata, que se la conquista
más seguramente por un juego sabiamente
dosificado de paciencia y de habilidad.
botones de fantasía: azabache o strass.
Juvenil y simple, pero lleno de gra
cia, este tipo de corsage que las revis
tas americanas y francesas nos traen
con gran frecuencia, hecho en tafetán
o faya, de gran belleza para vestidos
de tarde o de noche con falda muy
acampanada.
ALGUNAS
V ER D A D ES SOBRE
LA MODA
por
on
Souplex en defensa del sombrero. Sabed
solamente que él es resueltam ente...
"sombrerista”, que tuvo lágrimas en la voz
para compadecer a los pajaritos "que
van a morir de tedio si no pueden más
servir de adorno”, de las flores "cuyos
p o r MARIE DES GENÉTS
corazones destrozaréis si no las queréis
más” ; nos recuerda también que ni "Dios
, ' p ocasión .le una representación de en persona admite que una mujer penetre
r , moda organizada en la casa Carré- en su casa con la cabeza descubierta;
re, Raymond Souplex, uno de los más cs- Dios debe saber lo que hace. Por consi
pirituales cancionistas de París, tomó la guiente, si Dios tam b ién ... es "sombre
palabra para exhortar a las mujeres a rista . . . ” ¡ Confesad que el argumento es
usar sombrero. Necesitó no menos de 80 convincente! No nos quedará otro reme
versos para "cantar” todas las dificultadio que inclinarnos. Sombrero para la ma
des del problema; lo hizo con un tal brío ñana, sombrero para la tarde, sombrero
que acabó por persuadir a las mujeres me- para las cenas y tocado para la noche.
nos convencidas. Me es imposible citar
Nuestra cabellera pasa al rango de "ador
todos los argumentos que invoca Raymond
no para la cama”, no la mostraremos a
LA BALADA DE LOS
SOMBREROS
I
H
J
I
I
■
I
I
II
■l'
Así, con blusa cuyo estampa
do pequeño se remarca con len
tejuelas gris plata, y pantalón de grue
so crépe azul Francia, recibe Anita
Louise, la bonita star americana.
O
YVETTE ARNOUX
numerosas las mujeres que, cada
una mirada poco convenci
Sdaaño,sobreechanlos últimos
modelos, los que son
"última expresión”, sin los cuales, según
los augures, estaríamos fuera de moda.
¿Pero, qué es la moda en realidad? Si la
moda no fuese sino una simple necesidad
de renovación y si sintiésemos todas esta
necesidad con la misma intensidad, no
existiría razón alguna que nos impidiera
aceptar, con entusiasmo, todas las suges
tiones que nos hacen periódicamente mo
distos, sombrereros, zapateros, peluqueros,
etc---- y andaríamos todas con un abri
go, un vestido, un sombrero "último grito”
reproducidos millares de veces. Sin embar
go, la moda es también y ante todo el
arte de adaptar esos cambios a nuestra
personalidad.
Iface muchos años que los modistos no
nos han puesto a prueba tan bruscamen
�cabalgata©
A Juan Carlos Pos.
ntonio
A li .egretti nació en Nápoles
_________ MUSICA_________
UN PRECURSOR OLVIDADO:
ANTONIO ALLEGRETTI
1695, do padre desconocido.
A.Ruéhaciarecogido
en el Collegio de’ poveri de
Gesü Cristo, donde loa frailes daban sopa,
música y latín a los huérfanos. Kn Ñ a
póles no era difícil pasar de uno de los
cuatro conservatorios de caridad a uno
de los cinco teatros de ópera; Antonio
tenía voz de contralto, tocaba el violín y
componía. "Falaride, tiranno d’Agrigento ” fuó su primera "opera in m usirá”, y
su buen éxito lo llevó a Venecia, donde
estrenó "Massimiano”, en el Teatro Grimani di S. (lio Grisostomo. el carnaval
(diciembre 26) de 1761. Con esta obra
acabó su carrera de compositor dramático.
Allegretti ya se había hecho notar por
sus muchas "strayaganze urmoniche”, y
por sus modulaciones bruscas que enlo
quecían a los "virtuosi”. El asunto de
Giovanna Alinari vino a coronar lo que
sus contemporáneos llamaban su "locura
semitónica”. Giovanna Alinari, de noble
estirpe romana, parece haber correspon
dido a la pasión que despertó en Alle
g retti; lo único que se sabe con certeza
es que su familia la encerró temporaria
mente en el convento de Santa M arta y
que sólo salió de él para desposarse con
I
Por D A N I E L D E V O T O
un florentino sexagenario. Durante ocho
años Antonio Allegretti permaneció sin
escribir música. Ganaba su vida enseñan
do a las pupilas del Ospedale degl’Incurabili, pero no componía.
T o n terías'”
—respondía a los que le recordaban su
carrera—. "Todo eso era fácil y sin va
lor. ¡Ah, si saliera de aquí (y se tocaba
la cabeza) todo lo que espero!”
Los principios de su reforma apare
cieron en su libro "La armonía del ha
bla desnuda, desprendida de los números
de Pitágoras” (L ’armonia del nvdo par
lare con ragione di nvmeri Pitagorici,
1739). "La octava —decía— debe divi
dirse en doce semitonos iguales, de idén
tico valor en sus funciones armónicas. No
debe haber, pues, tónica ni dominante ni
cadencia alguna, ya que los doce semito
nos pueden tener un sucesivo valor de tó
nica, valor que se desprenderá exclusiva
mente de su ordenación arbitraria. . . Su
orden de emisión será así estrictamente
respetado, para que conserven su respec
tiva y perecedera fu n c ió n ...” "¡Pero
eso es Schoenberg!” decimos hoy; "Es
tá rematadamente loco”, dijeron sus con
temporáneos. Hubo un irónico cambio de
cartas con el Padre Martini, de Bolonia;
"La armonía del habla desnuda” encontró
hospedaje en una sátira de Benedetto
Marcello, y el escándalo v la tragedia
culminaron en la casi audición de la "Oda
armónica in laude di Giovanna Alinari”.
Debió estrenarse el 12 de diciembre de
1743, en Santa Marta.; el texto, redactado
ANNE BROWN EN PARIS
DMITRI SHOSTAKOVICH
por
por el propio Allegretti, era un compro
miso entre la Vita Nuova y la descripción
de los encantos algo más materiales de
Giovanna. La obra se ha perdido, y sólo
el "Journal” de Bürney recoge un eco de
la ya olvidada silbatina: "Allegretti, ves
tidó de negro como siempre, se sentó al
cémbalo y comenzó a marcar la medida.
Una recitante, al unísono con las violas,
inició la alabanza de los pechos de Gio
vanna Alinari (started chanting in prais e ... of Giovanna and her breasts) an
te el atónico auditorio, que entre las pa
labras insólitas en. la iglesia y los violen
tos saltos de séptimas y trítonos de la
música, no sabía si dar crédito o no a sus
oídos. El recitado encadenó con un "tut
ti” de las voces y los instrumentos. Yo
creo que Allegretti estaba loco, hasta
creía dirigir aquel caos donde cada mú
sico hacía evidentemente lo que le venía
en gana y tocaba cualquier cosa en cual
quier tono. Alguien gritó, desde el pfi.
blico: "Eh, ¿cuándo van a dejarse de afi
nar?”, despertando el regocijo de toda la
concurrencia y buena parte de los eje
cutantes, que comenzaron a golpear los
arcos contra los atrilps mientras las par
tes volaban del coro abajo, al auditorio
que se las arrojaba alegremente. El con
cierto terminó allí- Allegretti bajó ayu
dado por dos músicos; estaba pálido y
se golpeaba contra la pared sin verla.
Esa misma noche salió de Venecia.”
No bastó que dejara la ciudad, aunque
quizás fué para él mejor lo que le ocu
rrió, después del fracaso de su "Oda ar
mónica”. Nunca se estableció claramente
_n¡ nadie tuvo un extremado interés en
averiguarlo— si fué la familia Alinari la
que pagó al o los "bravi”. Antonio Alle
gretti fué encontrado al día siguiente
herido de muerte (casi diez puñaladas) al
borde de un camino. Lo llevaron a un
albergue próximo y le preguntaron si re
conocería a sus agresores. "Dominante,
dom inante... No hay dominantes”, dijo.
Fueron sus últimas palabras.
SIMONE BOISECO
por
PAUL CHENNEVIERE
( Exclusivo para Cabalgata, de A. F. P.)
(Exclusivo para Cabalgata, de A. í . P-)
ayer todavía, Dmitri Shosta
mara y de composiciones para piano, en
kovich, uno de los compositores so tre las cuales se destacan una sonata, las
viéticos más en boga, era prácticamente
tres "Danzas fantásticas”, "Aforismos”,
desconocido fuera de su patria. Pero he 24 preludios y un crecido número de
aquí que en menos de un mes ejecutá cantos.
ronse tres sinfonías suyas en P arís: la
En 1928, Shostakovich escribió su p ri
7*, llamada de Leningrado, la 8’ y la mera ópera: "La nariz”, sobre tema de
9*, interpretadas por primera vez fuera
Gogol. A fines de 1930 comenzó a trab a
de Rusia. Se está en tratos ahora para
ja r en otra ópera: "Lady Macbeth de
ejecutar próximamente en París la 5* Mzensk”, con argumento sacado de la no
sinfonía del mismo compositor.
vela "K aterina Ismailova”, de Nikolai
De esta manera, pues, uno de los más Leskov. Terminada en 1932, esta ópera se
jóvenes y briosos compositores soviéticos representó en numerosos teatros de Euro
pa v de los Estados Unidos, así como en
contemporáneos ve de pronto cristalizar
a su alrededor la atención y el interés los de la U.R.S.S.
del publico parisiense, que hasta ahora
Según propia confesión del autor, la
sólo se aplicaba a los más viejos, sobre 5* sinfonía ocupa un lugar muy signifi
todo a Sergio Prokofieff y a Igor Stra- cativo en su obra y, por consiguiente, en
vinski.
la música soviética contemporánea.
Pero, (quién es Shostakovich? El estu
Esta sinfonía, terminada en 1937, y
dio de su vida y de su obra es tanto más ejecutada por primera vez en Moscú al
interesante cuanto que él revela de modo año siguiente, se propone describir, se
concreto la intervención del Estado —y gún las palabras mismas de Shostakovich,
en este caso del Estado soviético— en "la reeducación del espíritu humano pol
uno de los terrenos que parecían mejor la voluntad y la razón bajo la influencia
amparados contra toda intervención ex de los ideales nuevos”.
tra ñ a : el de la creación art stica.
El compositor escribió también a pro
Nació Dmitri Shostakovich en Retro pósito de esa misma sinfonía: "La figura
grado, en 1906. En 1926, es decir, a los central de mi obra es el hombre en la
19 años, se presentó al concurso del Con plenitud de su vida emocional. El final
servatorio de su ciudad natal con la 1 * resuelve en alegría de vivir la tensión
sinfonía. Su éxito fué inmediato y no se trágica de los acentos de los dos prime
limitó solamente a R usia: Europa y los ros movimientos.”
Toda Rusia acogió con gran entusias
Estados Unidos saludaron de inmediato ^
en Shostakovich a un compositor podero*' mo la nueva obra del compositor, salu
dándola como paradigma de las obras
so y lleno de promesas.
musicales que se aguardan.
A aquella composición siguieron pronto
Ya en 1938 Shostakovich había escrito
la 2* sinfonía, dedicada a octubre (en
el 10’' aniversario de la revolución), y la 6’ sinfonía, que constituye un himno
la 3’, titulada " 1 " de mayo”, así como a la alegría y a la juventud, y varios
una importante obra de música de cá libretos de música de cámara, entre los
momentos de potencia, esa voz es digna
el programa del "Mes de la Uneseo” —la Organización de las N a de la gran ópera. . .
ciones Unidas para la Educación, la Cien ¿Cansancio? ¿Pérdida (leí aplomo? ¡Fa
cia y la Cultura—, estaba incluido el re tig a ? ... En los franceses modernos, in
terpretados por Anne Brown, hasta en
cital de canto de Anne Brown. E sta gran
contramos algo de decepción. . . Es que
cantante que por primera vez llegaba a
casi pareceria necesario ser francesa, pa
Francia, pudo apreciar, a pesar de una
ra interpretar la "Nicolette” de Ravel...
sala casi vacía, el entusiasmo del público
parisiense, que la gente cree tan d ifí puesto que el carácter de esta obrita es
típicamente nacional. . .
cil. . .
Pero, por fin llegó la tan esperada
La sala y el auditorio fueron bastante
parte del programa que todo el mundo
reacios, especialmente al principio, tal vez
debido a la pobreza de la presentación, ansiaba escuchar: las obras americanas.
En ellas, Anne Brown está en sus me
más que a la calidad del canto de Anne
Brown —algo incompatible con el carác d io s ... y el público también. La voz to
ter clásico de Bach o con el clásico-mo- ma am plitud; en el contralto tiene sono
ridades algo roncas, pero en los altos, el
derno de Ravel—. La escena del Teatro
de los Campos Elíseos estaba cerrada con timbre, sin tener la pureza del de Marian
Anderson, es magnífico. Cantó dos "ne
una cortina de hierro, sin drapeados ni
decorados de ninguna clase. Una luz ab gros spirituals”. Hubiéramos querido es
soluta golpeaba, casi diríamos, el escena cuchar más. . . Son tan poco conocidos
en Francia. ¡ Y están tan arraigados en
rio, amueblado únicamente por un piano
el alma de la cantante! Su voz se en
de cola.
Nada de adornos, ni una flor para em trega íntegra y llega a lo más hondo en
bellecer la triste vista de una "mise en el alma del público. Evoluciona en su do
minio y llega a su apogeo en los frag
seéne” completamente desnuda. ..
mentos de "Porgy and Bess”, la ópera
Agreguemos a todo ello una publicidad
insuficiente —cuyo resultado fué la es negra de George Gershwin, creada por
casez de p ú b lico ... ya que Anne Brown ella y lanzada por ella. . . Todas sus cua
es casi desconocida en Francia— y ten lidades se lucen: potencia, emotividad,
dremos una cuantas circunstancias poco sensibilidad, mímica del cuerpo y del ros
tro, y hermosa sonoridad de la voz en
propicias para darle valor a una artista.
Pero Anne Brown, por su interpreta los agudos.
Frente al aplauso de un público que
ción sentida y elocuente de los lieders
de Scliubert y de Schumann pudo quebrar ya no quiere salir de la sala, Anne Brown
la frialdad que invadía la sala y que p a pone todo su talento de cantante y de
recía sofocar al auditorio. Y eso que actriz en la interpretación de una can
la interpretación no era del todo p erfecta: ción negra de la Luisiana, simple, senci
una voz demasiado confidencial, que no lla, divertida y encantadora. . . canción
se entregaba del todo, una respiración francesa por sus palabras y su carácter,
demasiado c o r ta ... Sin embargo, en sus recuerdo de una lejana ocupación...
H
asta
C A LEN D A R IO
RETRO SPEC TIV O
DICIEM BRE
1
1590. Peter Philips data en Antwerp
la dedicatoria de su libro de madri
gales (Melodía Olympica di diversi eccellentissimi musici) al "Sig. Giulio
Balbani, patrono mió osservantissimo.”
2
1931. Muere en París Vincent D’Indy. " ...n o s reuníamos con el maestro
(en la Schola Cantorum) en un an
tiguo salón de recepción cuyo re
vestimiento de madera blanca estaba
• hinchado por la humedad, o nos haci
nábamos en una celda vecina alrededor
del piano vertical donde él descompo
nía para nosotros las fugas de Bach
o las untífonas de la liturgia católica
en sus elementos generadores. Su exis
tencia estaba tan ocupada, por sus
múltiples obligaciones de compositor y
de profesor, de las que no se dispen
saba nunca, que tenía que hojear una
libreta para encontrar, con quince
días de anticipación, un cuarto de ho
ra libre, y llegaba casi siempre tarde,
pero con un aire tan atareado que nada
dañaba su reputación de puntualidad.
Su bondad se manifestaba continua
mente y hacía todo lo que podía para
que nos sintiéramos cómodos, dirigién
donos indulgentes elogios o bromas fa
miliares; pero guardaba, a pesar suyo,
con su rostro duro y sus maneras rí
gidas, su aire de barón feudal que im
ponía respeto.” (Louis Laloy, "La
musique retrouvée”.)
3
1925. Se estrena en Nueva York, el
"Concertó” de Gershwin.
4
1816. Estreno en Nápoles del "Otello”
de Rossini, escrito en veinte días.
"P ara comenzar, el libreto es una men
tira, una mentira completa. Es impo
sible imaginar nada tan raro, y no
me explico cómo han podido sacar de la
obra de Shakespeare absurdidad seme
jan te.” (Camille Bellaigue, "Otello”.)
5
1791. Muere en Viena, Wolfgang
Amadeus Mozart,. "H asta el último
momento comunicó a Süssmayer su
concepción fdel Réquiem], hasta el úl
timo momento cantó, él mismo, su
himno: "Su último aliento fué como si
quisiera, con la boca, imitar los tim
bales de su "Réquiem”. ¡Todavía lo
oigo! Era la noche del 4 al 5 de di
ciembre; Mozart no tenía treinta y
seis años.
”Todo el día se sucedió el largo des
file de los que iban a verlo, envuelto
en el sudario negro de una cofradía
mortuoria. Pero al día siguiente, el 6,
después de unas «exequias muy humil
des y muy de prisa, en una capilla
de la catedral de San Esteban, como
el féretro debía encaminarse al lejano
cementerio de San Marcos y como ha
cia un tiempo de nieve execrable, no
hubo nadie que lo acompañara, y ente
ramente solo, en la fosa común, Mo
zart —la envoltura material de Mo
zart— desapareció para siempre.”
(Ilenri de Curzon, "Mozart”.)
6
7
1846. Estreno de "La condenación de
Fausto”, de Berlioz. "Esta solemnidad
—anunciaban todavía los diarios de la
mañana— reunirá lo más selecto del
mundo artístico y del mundo elegante.
A las dos, la sala de la Opéra-Comique está medio vacía.” (Adolphe Boschot, "Le crépuscule d’un romantiquc”.)
1863. Nace en Livorno, Pietro Mascagni. "Verdi me preguntó si real
mente yo pensaba en el Rey Lear.
Si es cierto —continuó— puedo decir
le que poseo un vasto material de es
tudio sobre ese tema monumental, y
que me haría muy feliz facilitárselo
para evitarle una tarea bien pesada.
Le pregunté por qué no había puesto
él en música el Rey Lear. Cerró los
ojos un momento, quizás para recordar,
quizás para olvidar. Luego me res
pondió lentamente, en voz b a ja : "La
escena en la que el Rey Lear se en
cuentra frente a la floresta me asus
tó.” Me puse de pie de un salto, con
los ojos muy abiertos, y debía estar
palidísimo. El, el gigante del drama
en música se había asu stad o ... y
y o ... y y o ... en la vida he vuelto a
hablar del Rey Lear.” (Mascagni, "Re
cuerdos de Verdi”.)
8
1865. Nace en Tavastehns, Ian Sibelius.
9
1905. Se estrena en Dresde "Sa
lomé” de Ricardo Strauss. "Herodes:
La cabeza de un hombre decapitado,
¿verdad?, es una cosa fea.” (Oscar
Wilde, "Salomé”.)
10 1910. Estreno de "La fanciulla del
West”, de Puccini, en Nueva York.
Minnie, huerfanita, regentea el Polka
E
D m itri Shostakovich.
cuales el quinteto para piano e instru
mentos de cuerda que le valió en 1940 el
premio Stalin.
Es conocida la carrera del compositor
a partir de esa fecha, su participación
en la defensa de Leningrado y su 7*
sinfonía, compuesta para celebrar la libe
ración de su ciudad natal. La 8* y la
9* sinfonías no tardaron en seguirla.
La obra de Shostakovich, que tiene so
lamente cuarenta años, es, pues, extrema
damente importante ya. Importante y di
versa. Hay que notar que, fiel a las pers
pectivas Culturales soviéticas, ha compues
to partituras musicales para muchos films.
Ultimamente estaba trabajando en una
composición para el aniversario de la re
volución de octubre.
B i b l i o g r a f í a : D m itri Shosta ko vich , por V íctor
Ilyich Seroff. E ditorial P oseidón, Buenos A ires.
Saloon y emociona a todo su audito
rio de curtidos buscadores de oro can
tándoles "Oíd folks at home” (en ver
sión bilingüe). Desdeña al sheriff, se
prenda del cuatrero Dick Johnson
(alias Ramarrez), gana (con trampas)
a las cartas la vida de Dick al pro
pio sheriff, convence a los rudos mi
neros de tierno corazón que no linchen
al pobrecito bandido, y se va con él
al este a comenzar una nueva vida,
cantando (a dúo, en terceras) un adiós
"alie montagne e alia sierra”. Se tra
ta, pues, de una ópera romántica, como
el subtítulo lo declara justiciera y orgullosamente.
11 1857. Muere en París Franqois-HenriJoseph Blaze, que firm aba Castil-Blaze. Tradujo — ¡cómo!— libretos de
ópera, habló mal de Rousseau y le pla
gió la mitad —por lo menos— de su
Diccionario de Música.
12 1920. Estreno de "La Valse”, de Ra
vel. "Después de "Le tombeau de Couperin”, el estado de mi salud me im
pidió escribir por un cierto tiempo.
Sólo volví a la composición para escri
bir "La Valse”, poema coreográfico,
cuya primera idea era anterior a la
"Rapsodia española”. Concebí la obra
como una especie de apoteosis del vals
vienés, que se confunde, en mi espíritu,
con la impresión de un giro continuo,
fantástico y fatal. Sitúo este vals en
el cuadro de un palacio imperial, hacia
1855.” (Ravel, "Esbozo biográfico”.)
13 1545. Se celebra la ceremonia inaugu
ral del Concilio de Trento, que trató
—entre otras cosas— de la reforma de
la música eclesiástica.
14 1788. Muere en Hamburgo, Carlos Fe
lipe Emanuel Bach, segundo hijo de
Juan Sebastián y María Bárbara. "Se
perdía durante horas y horas, impro
visando, entre nuevas ideas y por un
mar de frescas modulaciones. Su alma
parecía ausentarse de sn cuerpo; sus
ojos estaban como perdidos en un sue
ño delicioso. Su labio inferior caía
sobre el mentón; su rostro y su cuer
po, aparentemente sin vida, se arquea
ban sobré el teclado.” (Reichardt, "Re
cuerdos de C. F. E. Bach”.)
15 1893. Estreno de la Sinfonía n ' 5
"Del nuevo mundo”, de Dvorak, en
Nueva York, ejemplo de lo que puede
hacer un compositor nacionalista che
co llenando con músicas indígenas y
negroamericanas un bello molde ger
mánico.
D. D.
n
N
O
T
I
*** El S.O.D.R.E. de Montevideo ofre
ció la primera audición continental de
la "Jeanne d’Arc au bñeher”, de Honegger sobre texto de Claudel.
*** El concertista Antonio de Raco ofre
ció un recital de piano en el Teatro P re
sidente Alvear el 4 de noviembre. Sus
brillantes y sólidas interpretaciones de la
Sonata op. 106 (Hammerklavier) de Beethoven y de los cuatro Scherzi de Chopin,
verdaderos alardes de técnica y estilo,
fueron vivamente, aplaudidas por la con
currencia.
*** La soprano Ester Plotkin se presen
tó en el Teatro El Nacional, acompañada
por Germán de Elizalde, el 12 de noviem
bre. Un programa que comprendía obras
clásicas, románticas y de autores rusos
y franceses modernos, permitió a Ester
Plotkin mostrar sus finas condiciones in
terpretativas, su impecable dicción y su
segura musicalidad. Ester Plotkin es un
ejemplo de lo que logra una hermosa voz
puesta al servicio de la canción de cá
mara.
*** El maestro húngaro Eugenio Szenkar
dirigió dos conciertos sinfónicos en el
Teatro Colón. En el segundo de ellos in
cluyó la primera audición de la Octava
Sinfonía (La Esfinge) de Alberto W i
lliams. Szenkar es un director más bien
irregular: la sinfonía de Williams, no.
*** La cantante Lucía Bordelois y la
pianista Jacqueline Ibels realizaron un
concierto de música moderna en el salón
del Instituto Francés de Estudios Supe
riores. El programa incluía "La bonne cuisine”, de Daniel Devoto, "Priez pour
paix” y las "Cartes postales” de Máxime
Jacob; la "Suite Franqaise” para piano
y las "Fianqailles pour rire” sobre tex
tos de Louise de Vilmorin, de Pouleuc,
ambas obras en primera audición. Lucía
Bordelois cumplió su difícil cometido con
seguridad y musicalidad extraordinarias.
Cantante vocalmente irreprochable, puso
al servicio de un arduo programa sus me
jores dotes expresivas. Jacqueline Ibels
es una de las mejores pianistas de nues
tro medio, dueña de una técnica perfec
ta respaldada por la más fina musica
lidad, y refirmó sus condiciones como so
lista y acompañante, en la "Suite F ra n
qaise” y las difíciles "Fianqailles pour
rire”, vertidas con la discreción más mu
sical. La actuación de las dos intérpretes
fué vivamente celebrada.
*** Gabriela Moner ofreció un recital de
canto en el Teatro del Pueblo, con un
programa que agrupaba composiciones
de Brahms, Hugo Woif, Debussy y Musorgsky.
C
I
A
S
*** Los destacados pianistas Tila y John ]
Montés partirán el 19 de diciembre para ¡
actuar en los Estados Unidos y en Cana- ’
dá, donde harán conocer algunas obras
de autores argentinos en versiones para ¡
dos pianos.
*** La Asociación Cristiana de Jóvenes
clausuró las actividades de su Hemiciclo
Musical con una audición de música fran
cesa moderna a cargo de Ana Litovsk; ,
(piano), Martha Maillie (canto), Esteban
E itler (flau ta) y Darío D. Sorin (piano)
*** Actuó en la Casa del Teatro el jo ven pianista Roberto Castro, interpretan
do composiciones de Mozart, Chopin,
Liszt, Brahms y Debussy.
*** La Organización de Conciertos Iriberri ha dado a conocer el plan de sus
actividades para 1947. Entre otros artis- |
tas, reaparecerá en Buenos Aires Witold
Malcuzynski. Es de esperar que actúe
también su esposa, la pianista Colettc
Gaveau, deliciosa intérprete de la música
francesa moderna.
*** El compositor Richard Engelbrccht, !
director de la Orquesta Filarmónica de
Rosario, partió para Alemania, su patria,
donde reanudará sus actividades música- |
les.
*** La cantante Magdalena Nicol estre
nará en Río de Janeiro los "Poemas Ja'
poneses” de Richard Engelbrccht, y dos
obras nuevas de sil maestro Koellreutter
en un concierto del Grupo Música "iva.
Magdalena Nicol, que actuó hace poco* j
meses en Buenos Aires, dejó entre nos- otros un gratísimo recuerdo; pero no sa
bemos,. al recordarla, si preferir la d»
atada corriente ígnea de "Esa negra F*
ló ..
o su tenue sonrisa detrás del a > j
nico —sin abanico— en los "Poemas Ja |
poneses” de Engelbrccht.
*** Por una donación del Tesoro y
I
contribución del Pilgrim Trust, el Mu I
Británico ha podido comprar la bibhotef |
musical de Paul Hirsch, con lo cual su >
blioteca de música será, al parecer, la in
completa y útil del mundo.
Esta biblioteca comenzó a forma hace cincuenta años en Frankfort, y
consideraba la más completa de las 1 ^
tecas privadas de textos música es
literatura sobre música. En el ano
se la había depositado en la 1 n1vt-r
I
de Cambridge. Su valor fundamental V”
viene de que pertenecen a ella 1’
j
ediciones de compositores clasicos .
j
clásicos, que durante mucho tiempo n
dieron hallarse. También incluye
, i
meros y últimos libros de tn°
, ¡m. i
y una colección muy representa i'
portantes periódicos musicales.
�AJEDREZ
A
J
E
D
R
E
Z
POR
FRANCISCO
P
oco después del g ra n T o rn eo de las N acio
nes se ju g ó en el C ircu lo de A jed rez de
Rueños A ires un to rn eo in te rn a c io n al, que p ro
bablemente ha sido uno de los torneos m as
im portantes que se h ay an ju g ad o en la A rg en
tina. T om aron p a rte los sig u ien tes ju g a d o re s:
Paul R eres. M iguel N a jd o rf, M iguel C zern iak ,
G ideón S tahlberg. P a u lin F ry d m an . C arlos Guimc.rd. R oberto G rau . M arcos L uckis, F ran cisco
B enkd, José G erschm ann, S o n ja G ra f y L uis
P alau (p o r ord en de su colocación final — R e
res y N a jd o rf em pataron el p rim er p uesto— ).
P a ra salvar un olvido, se ha editado ahora ei
libro de este torneo bajo el titu lo “ T orneo I n
ternacional del C ircu lo de A jedrez - O ctubre
1939’*, con todas las p a rtid a s, con los excelentes
com entarios de M iguel C zerniak, que ya en o tras
oportunidades se m o stró como un buen comen
ta rista . E l libro co n tien e fotos y c aric atu ras de
todos los ju gad o res p articip an tes y los com enta
rios son m ás valiosos to d av ia porque están escri
tos por uno que ha tom ado p a rte activ a en este
torneo. Cabe d estacar la p ro lijid ad de la im pre
sión y el buen papel, dos cosas que no siem pre
se e n c u e n tra n en ios libros de ajedrez.
A cont nuación publicamos la p a rtid a que
C zern ak le g an ó a Stahlberg en aquel g ran
certam en con los com entarios del ganador.
BENRO
Im pide P 4 T e invita a las B lancas a ju g a r
41. P5C , en cuyo caso 4 1 . . . A 3C 42. P 4T
A4A 43. P 5 T A 3C obligaría al Rey blanco a
re tirarse .
41. P 5 A j.
R 3D
42. P x P
PxP
43. P6C ?
P ie rd e ia p a rtid a . Lo correcto era 43. R4A !,
p or ejem plo: 4 3 . . . P4C j. 44. R3A R4D
45. P 4 T !, o bien 4 3 . . . R3R 44. P 3 T ! (pero
no 44. P5C A2A j.) P4C j. (o 4 4 . . . A 5T
45. P 5 C ) 45. R3A y luego 46. P4T .
A 5T !
A 44. R4A sigue P4C j. y luego el Rey negro
captura, el Peón CI). Y si 44. P5C A x P 45.
R3A A 5T ! seguido de P4C.
N otas de M . C zerniak de su reciente
libro “ Torneo Internacional del C ircu
lo de A je d re z - 1939".
L a solución es la siguiente:
L T I C ! ! am enazando m ate con A 7D
DSC
U nico para e v ita r el m ate.
2. A x l)
PxA
3. T 1A D !
P6A D
4. T ’. D l
P 6D
5. T l R !
P6R
6. T1A R 1
P6A
7. T lC R !
P6C
8. T l T R l
Y el m ate en la c uarta línea, libre de todos
los Peones negros, es inevitable.
Problemas y finales
H abiendo term inado la publicación de los p ro
blemas y finales d e nu e stro concurso de solucio
nes, em pezarem os a publicar ah o ra problem as y
finales libres de concurso, pero con la m odalidad
de publicar los nom bres de todos los soiuc onistas que nos m anden soluciones correctas
d e n tro de los quince d ías después de la a p a ri
ción de cada núm ero de C abalgata .
Problem a
9
A. E i.lerm an
Original
Com binaciones y errores inm ortales
En el g ra n torneo de H astings 1895 o c u rrió
la siguiente posición e n tre el fu e rte m aestro
C. v. Pardelcben y G. S teinitz, en esa época
ex cam peón m undial.
Hastings 1895
C. v. B a r d e l e b e n
Partida ¡Vo 7
Buenos Aires 1939
B lancas
G.
S tahl be rg
N egras
M. C z e r n i a k
A pertura R etí
1. C 3A R
2. P4A
P5D
H e ah i la m anera m ás ag resiv a de com batir
»a a p ertu ra Ret:.
3. F 3 R
P4A D
O tra in teresan te posibilidad es 3 . . - C3AD.
4. P 4C D
R-'CR
M e g usta m ás ésta que 4 . . . P 3 A . L a s N e
g ra s m antienen sus posiciones en el cen tro a.
tiem po que p rep aran u n ataq u e sobre el ala de!
Key
N atu ralm en te, la " c a p tu ra " del P e ó n :
4 . . . P D x P 5. P A x P P x P no es aconsejable.
5. A 2C
A2C
6 PRx P
In f e r io r 6. P C x P P 4 R 7. P x P P x P 8. P3D
C 3T D con buen juego p a ra las N egras.
PxPD
7 P3D
P4R
I . CD 2D
C2R
Posiblem ente h a b ría sido m e jo r 8 . . . P4A , se
guido de . . . C R 3T y . . . O-O.
9. P 3C
0 -0
10. A2C
D2A
11. 0 - 0
CD 3A
12. P 5 C
C IO
13. T l R
C3R
14. A 3T D !
A m enaza g a n a r un P eó n . A 1 4 . . . C4AI1 se
g u irla 15. C3C, y a 1 4 . . . T l R 15. C4R etc.
P 3A
15. C3C
T lD
16. T D 1A
A 1A
P a ra co n tin u ar 1 7 . . . P 3 T D , sin tem or a la
réplica 18. P6C.
17. C R2D
P3T D
18. C4R
R2C
19. D 2R
P*P
A quí se debía ju g a r p reviam ente 19. . . C lC .
Ei siguiente sacrificio de S tah lb erg re su ltó más
peligroso de lo que yo esperaba.
20. P x P
D3C
Mate en dos jugadas.
B lancas:
R lT R ,
D '.A R ,
T7TD ,
T 8D ,
A ID ,
A 8T R , C 8A I), C 8A R (8)
N eg ra s: R 2A R , T 7C D , T 2 T R . A 2C D .
C lC R , P 4C D , P 3 T R , P 7 T R (9)
Problem a I\" 10
A. K raemer
Deutsche Schachzeitung 1936
Posición después de la jugada 21
de las Negras
Steinitz rem ató de una
b rillantísim a.
22. T x C j . l !
Si 1 . . . R x T 2. T l R j.
23. T7A j . l !
Si 2 3 . . . D x T gana 24.
24. T7C j .l
A 24. D x D ? sigue T x T
C 6A R,
m anera im prevista y
©cabalgata
PAUL ELUARD
p o r J.
L. D a r n e t a 1
especie la de los poetas.
Más
pronto.
¿Nunca volvió a ver películas
de Max Linder o de Tripitas? Conservan
rara aún la de los poetas que son
R poetas
como alguien es panadero, o pin-a veces su eficacia cómica. Pero es pe
ara
tor o soldado, como se respira, se trabaja
o se ama. La especie verdadera. Dos poe
tas he encontrado en mi carrera de citas,
de improvisaciones, de juegos de escon
didas: Jules Supervicllc y Paul Eluard.
Tienen mucho de común, como lo ha
dicho muy bien Claude Roy. Ambos son
grandes y ambos de naturaleza atlética.
Tieuen una misma voz grave, una misma
dicción segura, algo más lenta y como
ceremoniosa en Supervielle. Tienen una
misma manera de tocar someramente un
tema, como por pudor de decir levemente
lo esencial. Fué preciso que mediase el
azar para que me encontrase con Eluard.
Por propio impulso no habría ido hacia
el escritor de la clandestinidad que más
me ayudó a vivir durante cuatro largos
y lúgubres años, hacia el poeta del poema
Liberté. Temía que no fuese como me
lo imaginaba.
Pues bien, heme aquí delante de Paul
Eluard. Es grande, como ya lo dije.
Y como lo dice Claude Roy: "Es grande,
con un gran cuerpo, una gran frente, una
gran nariz, pero tiene una manera de ser
grande que es una manera pesada, apiomada, fornida, maciza.” Su tez parece lus
trada con cera y, sin embargo, se advier
te que pertenece a la familia de los san
guíneos. Tiene una admirable cabellera
color de pimienta y sal, la mirada gris
muy clara y cejas tupidas como signo
de interrogación. Se siente cómodo en
su ropa de sport, es galano, no decep
ciona y habla:
—La verdadera prosa es la antipoesía.
Lo cual no quiere decir que la poesía
tenga que ser siempre en verso. Tampoco
significa que no me guste la prosa. Son
diferentes modos de expresión. Algunos
escritores son poetas y prosistas. Me
gusta ese tipo de escritores. Aragón es
uno de ellos. ¿Que si voy al cine? Llevo
a cuestas una carrera de espectador. Una
carrera interrumpida por largos entreac
tos. Los entreactos son muy molestos
porque el lenguaje del cine envejece muy
noso descifrarlas, como "el viejo Fran<¡ois Villon” : en un idioma del que puede
decirse formalmente que también es a r
caico, lia conservado su eterna frescura.
Si di aquí la impresión del monólogo,
la culpa es de mi deseo de dar al papel
notas exactas, según el encadenamiento
absurdo de la conversación, que pasa por
alto las transiciones y poco menos que
una proposición de cada dos, como en la
prosa de Paul Valéry. Pero Paul Eluard
responde lentamente, tranquilamente, con
imperturbable galanura.
Define al arte del cine como la con
fusión de los géneros. "Es preciso —afir
ma— que establezca la confusión de los
géneros, la confusión entre ver y oír.
Es preciso que la narración se organice
en contrapunto, como en B ricf encounter.”
P ara Eluard la mejor música de film es
la que no se oye. Pero nada le choca tanto
como el estancamiento del cine.
— ¡Ni búsqueda ni laboratorio!—excla
ma—. ¿Concibe alguien una industria
del automóvil que precindiese del inge
niero y de los experimentos?
Eluard habla también del dibujo ani
mado (cuyo resorte, según opina, era la
crueldad, la gente cortada en peffazos y
también la lujuria de Bctty Boop, pero
que ahora, con el tecnicolor, se ha tor
nado suave), de los mastodontes de la
prensa y de su desprecio por el lector,
de los productores de cinc, de una co
lección de poemas suyos que va a pu
blicar con ilustraciones de Chagall, de!
film de Marcel Carné, Les Portes de
la N vit, que, asegura, lia de ser el me
jor film francés de estos últimos años,
de los comienzos del surrealismo, cine y
literatura, literatura y cine. Un hombre
feliz colmado con todos los dones de
la visión, de la sensibilidad y de la in
teligencia, pero que no está satisfecho,
eterno peregrino, siempre en busca de
poesía, siempre maravillosamente Don Qui
jote y siempre maravillosamente joven.
(Exclusivo de{ A. F. P., para C a b a l g a t a .)
R IA
R lD 3. C6R j. etc.
R lC
T x T j.
mate.
Si R IA 25. C 7T j. R x T 26.
25. T x P j.
26. T7C j.
27. D 4T j.
28. D 7T j.
29. D 8T j.
30. D 7C j.
31. D 8C j.
32. D7A j.
33. D 8A j.
34. C7A j.
35. D6D mate.
U n a com binación preciosa.
R 1T
D xD j.
R lC
R lT
R xT
R IA
R 2R
R iR
R 2R
R lD
D 1R
R 2D
Mate en tres jugadas.
E n el T orneo de M ar del P la ta 1943
ró tab las ia p artid a e n tre P . M ichel
V illegas, en el preciso mom ento en que
ju g a d a m ás V illegas podía a d ju d ic arse
entero.
se decíay Benito
con una
el punto
B lancas: R IA D , D 3A R , T 7C D ,
P 7 T R (6)
A 3D ,
P 4A R ,
N egras: R lT R (1)
Mar del P lata 1943
Negras: B. V illegas
Final N* 5
J . V ancurra
1917 (¿Dónde?)
Posición después de la jugada 20
de las Negras
21. C (4 )x P !
C om binación com pleja y arriesg ad a, sum am en
te difícil de calcular, pero que ia situación en
el tablero ju stifica am pliam ente. D e otra m a
nera las Blancas hab rían perdido su P eó n CD.
R xC
D ecisión responsable. P ero , tam bién si 21. . .
T xA , el ataque blanco se d e sa rro lla ría con suma
rapidez: 22. D xP R2A 23. C x P T con m últiples
am enazas.
22. D xP j.
R2A
23. A xC
A xA
24. A 5D ?
El e rro r decisivo. D ebieron ju g a r 24 A 3T!
con chance de ganar. P o r ejemplo:
a ) 24. A 3T ! A3A 25. A xC j. AxA 25.
T7A j. T2D 27. T x T j. A xT 28. D5D j.
A3R 29. T xA j. D xT 30. D xP j. y ganan.
b) 2 4 . . . D3D 25. T x A ! I)xD 26 T x D T D x T
27. A xC j. con m ejor juego de las Blancas.
c) 2 4 . . . T 3 !) 25. D 8T ! A3A (si 2 5 . . . C IA
26. T x A j. !) 26. D x P T j. A2C 27 C2D !
con una situación difícil de salvar.
L a jugada del texto será refu tad a por medio
de una interesante réplica
D3D1
T am bién se podía c o n tin u ar 2 4 . . . T x A , pero
la movid> de la Dama es mucho mejor.
25. TxA
I>*D
26. T x D
T x A!
La defensa. A hora el ataque es rechazado y
las N egras quedan con v en taja m aterial.
27. T ( 5 ) x T
TxT
28. C xP
T4A
M ás rápidam ente se ganaba renunciando a la
c ap tu ra del P e ó n : 2 8 . . . CxC 29.
I xC T .D
30. T4A j. A3A etc.
C xT
29. T x T
C xP
30. R IA
P3C
31. P 4T D
.C4A
era
m ás eficaz.
3 1. . . . A 5C seguido de .
R3R
32. C6A
PxP
33. P 5T
A4A
34. C xP
R4D
35. P4A
A 3C ?
36. R2R
borronea apreciación del final. Se debía ju g ar
36. .. R5R 37. C4A C8A j. 38. R2D C6C j.
39. R3A C 5D ; después de lo jugado las Blan
cas podían em patar.
37. R xC !
A xC
38. R3R
Basta ci n que lis blancas cambien todos sus
Peones por el Peón N egro 3C para que se p ro
duzca el empate.
R3R
39. R4R
A3C
40. P4C
A ID
Blancas: P . M ic h e l
Posición después de la jugada 41
de las Blancas
Si V illegas en este momento hubiera jugado
4 1 . . . R 3A , M ichel probablem ente hubiera a b an
donado. dándose cuenta de que sus dos Peones
en 4A D y 4A R no c o n tra rre sta n los Peones c e n
trales y unidos de las N egras. Como ei Rey
negro se e n cu en tra en el cuadrado de ios Peones
libres blancos, ninguno de ellos puede av an zar,
y de este modo cae el P eón blanco 4AR. Veamos:
Si 42. P5A D R 3R ! 43. P 5A j. R x P ganando.
Si 42. R 3D (oR 3A ) I<4A 43. P5A D R 3R
como en la v a ria n te a n te rio r.
I,o curioso es que esta posibilidad quedó inad
v ertid a hasta en el libro del T orneo de M ar del
P la ta 1943 del excelente com entarista doctor
Kare! Skalicka.
Un fina l explicado
E n tre los compositores modernos uno de
m ejores es el finalista W . A. K orolkow.
sus concepciones fantásticas y brillantes lo
man m uchas veces " E l B ru jo ". H e aquí
de sus preciosas composiciones.
A. K o r o l k o w
Schachmaty 1940
W.
los
P or
lla
una
Juegan las Blancas y hacen tablas.
B lancas:
R 7T R ,
T 6C R ,
C6CD
(3)
N eg ra s: R 6R , C lC D , C 7R, P 7 T D (4 )
Lillian H ellm an.
Soluciones de los !\os. 1 y 2
de CABALGATA
LILLIAN HELLMAN
Problem a IS" 1
V . M arín
(¿ F u e n te ? )
B lancas: R 1T D , D 2A R . T 4A R , A 7 T D , A 3T R ,
P4A D (6)
N egras: R 4R, A ’.C D , A 3A D , C7R, P2A D (5)
S o lu c ió n : 1. D6C!
conoce
Lillian Hellman como una
Threc”.
de las principales mujeres de América
En 1936 su obra "Days to come”, sobre
Sque
escriben obras de teatro, no sólo los rompehuelgas, se representó en Nueva
E
a
por su técnica dramática sino también
porque en sus obras se ha mantenido
siempre firme en sus convicciones perso
nales, haciendo caso omiso de los ataques
de los grupos políticos y de los consa
Problema I\" 2
grados cánones que exigen los que van
F, G a m a c e (A m erican Chess B ulletin 1941)
al teatro.
B lancas: R IA D , D 4C D . T 8 T D , T 7C D , A 5R ,
Ella misma admite que es una escri
A 7A R , C8CK (8>
tora "moralizadora”, que tiene un mensaje
N egras: R 1A R , D 1A D , C1R (3)
y afortunadamente posee habilidad para
S o lución: 1. D 4A R !
transmitirlo bien. Sus obras "Watch on
the Rhine” y "Searching Wind”, la una
atacando al fascismo y la otra atacando
Problema
3
a los apaciguadores, no sólo son excelen
G. H e a t h c o t e (C hess Id y lls 1918)
tes vehículos de propaganda sino también
B lancas: R 2CD , D ’. C D , T 8A R , A 2D , A 7A R ,
obras dramáticas profundamente convin
P 5R , P 3T R , P S T R (9)
centes.
N egras: R 4A R , D lT D , P 2 T D , P3C D , P 4T D (5)
Iva señora Hellman nació en Nueva
S o lución: 1. R3A1! am enaza 2. D lA R j*
1 . . . D IA (3A ) j. 2. R 4D ; 1 . . . D xC 2. T8R1■ Orleáns, Louisiana, en 1905 y fué a la
escuela pública y después a la Universidad
1 . . . R x P 2. D5C j.
de Columbia y Nueva York. No tuvo
éxito con sus primeras obras. Fué con
Problema 1\° 4
su esposo a Hollywood, en 1930. Allí se
E. Z epler (D re sd n er A nzeiger 1932,
divorció poco después.
3* m enc. hon.)
Volvió luego a Nueva York y continuó
escribiendo obras teatrales hasta que en
B lancas: R 5C R , D 5CI). A 1T R , C '.T D , C6A
P 3R , P3C R , P 7 T R (8)
1934 comenzaron a reconocer sus méritos.
N egras: R 7A R , P7T D , P3C R (3)
Ese año se representa "The children’s
S o lu ció n : 1 . P 8 T (C ) !! (sin am enaza) R x l
hour”, y obtuvo como recompensa 691
2. C 4R; 1 . . . R8C 2. C4C; 1 . . . R 8R 2. C4
representaciones. Adaptó luego esta obra
1 . . . R x P C 2. D 2C y D2R.
al cinematógrafo con el título de "These
York, pero solamente duró en cartel una
semana. La señora Hellman declaró: "Caí
en il error de los "amateurs” de creer que
todo lo que se piensa y siente debe escri
birse en ese momento porque luego no se
tendrá otra oportunidad de hacerlo.”
En una visita que hizo a Europa vi
sitó Rusia durante algunas semanas, ex
ploró París y viajó por España, donde
durante un mes soportó los bombardeos
de la guerra civil.
Volvió a los Estados finidos ardiente
mente anti fascista y sin duda su experien
cia en Europa tuvo una influencia pro
funda sobre sus obras posteriores.
En 1939, los críticos de Nueva York
vieron en "The Little Foxes” una obra que
trataba sobre la voracidad económica de
una familia del sud a fines del siglo.
Bette Davis fué protagonista de la pieza
en el cinematógrafo.
Miss Hellman recibió el Premio del
Círculo de Críticos de Nueva York por
"Watch on the Rhine” considerada la me
jor obra del año.
En 1943 Miss Hellman escribió "The
North S tar” y en 1944 "The searding
Wind”.
Con la obra "Another part of the Forest” Miss Hellman hizo recientemente
su debut como directora.
�U BROS
jna buena ocasión para reconsiderar lo
,iue el mundo de la cultura y del espíritu
b debe a Viena. Ya que ello no es posi
ble en el espacio de una nota, señalemos,
,r mero, de qué manera prodigiosa da el
autor de Anatol el salto de la escena a la
novela, que aborda con maestría pocas
veces alcanzada.
,ja- acción de "I.a señorita Elsa” y de
'Huida a las tinieblas”, se desarrolla en
la geografía del yo. Schnitzler, con una
maravilosa y encantadora técnica (un po-O e injustamente desterrada en nuestra
hora, en la que la novela va convirtién
dose en una "suite” de guiones cinemato
gráficos enlazados por un tema domi
nante), hace que los movimientos de sus
personajes se proyecten desde su angus
tiado mundo interno. Un hecho externo,
perteneciente al mundo real en que nos
movemos, obliga a la muchacha Elsa a
replegarse en su vida íntima, a auscultar
se y confesarse sus más recónditos secre
tos, a descubrir zonas subterráneas que
hasta aquel momento habían estado cu
biertas por un velo. Schnitzler utiliza en
(■fie relato —es más exacta la clasifica•ión literaria de novela corta— la técnica
del monólogo interno, raras veces consegi da con igual intensidad y a lo largo
de toda una obra. Todo en ella —am
bientes, paisajes, seres— va surgiendo del
m lindo alucinado y mágico en el que ha
caído Elsa al recibir el choque psíquico
que debe conducirla, finalmente, al suici' élir, cruzando las regiones del delirio.
Huida a las tinieblas” es la historia
de un alucinado que va adentrándose, poco
a poco, por un proceso de hechos y reac
ciones anímicas, en ese terrible país de
k nadie que llamara Cassou y que alguien
[.ha traducido con la expresión feliz de
r ”zcna sin límites”. Los elementos —a t
mósferas y seres— que entran en juego
[ son llevados por el autor con prosa segu
ra y firme. Ha hecho muy bien Guiller
mo de Torre, en su justa noticia crítica,
en recordarnos que Arthur Schnitzler era
| medico, porque esto no sólo explica la
¡¡actitud clínica con que están tratados
iertos pasajes, sino, también, que el esI ar forjado en disciplinas científicas prc| oaró su espíritu para la conquista de forI ¡ñas literarias que únicamente alcanzan los
I más grandes. Y que murió en 1931, "anI tes de que las divisiones motorizadas ho| liaran el P rater”. Es decir, antes de la
i barbarie, antes del caos, en una época
J en la que el artista —escritor o pintor—
I oodía todavía entregarse a la recreación
r tel mundo desde su orbe puro de vida
I r trabajo. — B. Miró.
representa un momento de la vida in
glesa, antes del despertar violento de la
primera guerra, cuando el Imperio se
adormilaba, y era posible un tipo de fe
licidad amable y llena de humor, en una
sociedad que sonreía plácida y algo nos
tálgicamente ante embates que no podían
alcanzarla.
Parece que, en este momento caótico
en que es posible desconfiar de todo, sólo
las biografías y, mejor aún, las autobio
grafías, pudieran dar verdadero testimo
nio. El testimonio de Osbert Sitwell está
lleno de burla suave, de melancolía, de
nostalgia. Lo que narra y lo que siente
pertenecen a un mundo totalmente termi
nado pero todavía muy cercano: un mundo
en el que era posible detenerse largo tiem
po en las sensaciones, en que las clases
sociales parecían inconmovibles, en que
una taza de té, un paseo en automóvil
(recién empezaban), un primer día de co
legio, tenían su valor justo, representaban
algo, antes de la gran confusión de to
dos los valores y de todas las sensacio
nes. — Estela Canto.
L ’A rt fla m a n d , por Paul Fierens, pro
fesor de la Universidad de Lieja. E di
ciones Larousse, París.
Paul Fierens, profesor de la Universi
dad de Lieja, traza en L’A rt flamand, los
límites históricos y geográficos de ese
"arte visual y sensual, para el que el
mundo exterior existe espléndidamente,
pero con mucha frecuencia como símbolo
y signo de otro mundo”. Pasa en seguida
revista a sus diversas manifestaciones en
el tiempo. Al lado de las artes mayores,
se reserva un buen lugar a esas minucio
sas maravillas que constituyen las tapi
cerías, encajes, cerámicas, vitrales, crista
lería, orfebrería, mueblería, etc.
T ierras v pueblo s de A s ia , por George
B. Cressey. Editorial Sudamericana, Bue
nos Aires, 1946. 667 páginas.
Esta obra constituye una honrosa excep
ción entre las muchas que a diario apare
cen vertidas al castellano con el deseo de
clarado o implícito de ganar por sorpresa
a los lectores. Sin esclavizarse a la actua
lidad es actual a más no poder; sin aspirar
a ganar al lector fácil, al esclavo de la no
vedad, por tratarse de una obra científica,
acabará por ganarlo, pues no existe, en
nuestras librerías, que nosotros sepamos,
nada equivalente, nada que ofrezca un cua
dro acabado y actual del mundo asiático,
hacia donde convergen hoy las inquietas
miradas de muchos avisados. Algunos de
los países de que este libro se ocupa por
A aventura del aire (Vida de los herextenso, más bien pueden tomarse por con
4 manos W right), por Horacio Estol. Tintinentes; tal sucede con la Unión Soviéti
I r.hette, S. A., Buenos Aires. Colección
ca, con China, con la India. ¿Qué pueblos
iajes y Aventuras. 204 páginas.
habitan estas inmensas extensiones? ¿Cuá
les son sus recursos naturales, sus posibi
>I Horacio Estol, o el viaje. El viaje y
i| la aventura. Para este gran periodista, lidades futuras, sus problemas más hondos,
sus aspiraciones? ¿Qué papel están llama
1 de técnica magnífica y desconcertante, ya
dos a representar en la pugna de poder
,1 i¡ íe nunca sabe uno dónde comienza o terque se avecina? A todos estos interrogan
• ; ina el novelista para dejar paso al biót -afo o al informador, el mapa y las tes sólo puede responder debidamente la
I ¡ stancias son un puro y simple juego. Re- geografía, en el amplio sentido en que el
autor de este libro la desarrolla. Sin base
l| >rre épocas, hechos y países y descorre
y e un manotazo el secreto que guardaban. geográfica no hay poder político duradero;
no hay sueños capaces de abatir la muralla
l¡ nteayer fué Méjico, Pancho Villa y la
de las realidades del suelo, del subsuelo,
i 'volución; ayer, las arenas lunadas del
del clima y de las relaciones topológieas.
ij disierto y la vida de Lawrence; hoy, la
Por mucho que ¡a técnica acreciente el po
i historia de "los primeros hombres pájader del hombre (el fuero de su albedrío so
i ¡os”. ¿En qué país ignorado estará en bre las fuerzas naturales que le envuelven),
J este momento?
siempre contarán como un factor decisivo
h "La aventura del aire” y la vida de los las posibilidades y limitaciones del suelo
II Wright, se convierten en una aventura
en que se apoya.
f [ udaz del propio lector, sobre el mapa de
Los pueblos y tierras de Asia, ignorados
Jl a prosa de Estol. Creemos que no cabe durante siglos de los occidentales y casi
,| aejor elogio. — B. Miró.
olvidados de sí mismos, empiezan a pesar
con ímpetu creciente en los destinos del
mundo actual, y acaso no pase mucho tiem
E l gran d esa fío , por Louis Fisher. Edipo sin que sean ellos los que asuman el
irial Mermes, México. 480 páginas. Prepapel director que hasta ahora cupo a la
» <io : $ 8.
población y las tierras de occidente. No
i
En este libro abundan datos de sumo
hemos de olvidar sus 1.326 millones de ha
áterés para formarse un juicio propio
bitantes, de los cuales corresponden a Chi
na cerca de 500 millones, 388 a la India y
obre los problemas de postguerra, pues
171 a la Unión Soviética; por otra parte,
l juicio del autor no siempre resulta
dentro de los límites de estas federaciones
ceptable, bien por exceso o por defecto,
ara el lector ecuánime. Hay también en de pueblos existen recursos muy vastos que,
', y ello es natural tratándose de la obra debidamente potenciados, pueden dar un
vuelco a la historia en un plazo menor del
<i un periodista, datos y hechos baladíes,
que se piensa.
imo viajes en avión, comidas, percances
El autor de este libro ha viajado duran
sustanciales, etc. Lo que pudiéramos 11ate años por Rusia, China y otros países, y
tr tesis del conjunto podría formularse:
conoce de cerca 10 más sobresaliente del
as democracias deben, por una parte,
mundo que describe. Por otra parte su con
¡onerse a toda concesión a, o apaciguadición de jefe del departamento de Geolo
.iento de, Rusia; pero al mismo tiempo
gía y Geografía de la Universidad de Syraeben
inutilizar
su
propaganda
y
los
efeci
cusa (EE. UU.) le ha permitido disponer
js de su ejemplo sobre las masas me
|! lante medidas efectivas de mejoramiento de un material de consulta que se revela
ocial en todos los órdenes y la aboli- en la copiosa bibliografía que complemen
;ón de toda explotación colonial, porque ta a cada capítulo. Excelentes mapas, en
i a tanto se trate de una democracia de su inmensa mayoría originales, cuidadas y
lentes afuera, verbal, el peligro comu- copiosas ilustraciones, nutrido índice ana
. sta no podrá ser alejado. Este es el lítico y, sobre todo, una traducción justa
y ágil de Miguel Ilernani, contribuyen
ran desafío” de los tiempos que corren,
con las demás condiciones materiales a
, la democracia.
realzar el mérito de este libro. ¡Lásti
Con el mayor regocijo reconocemos la
ma que no se hayan hallado los equivalen
buena calidad de la traducción de Ramón
tes de las millas en kilómetros y de ¡os
lía. — M. S. A.
grados Fahrenhcit en centígrados, con los
cuales están más familiarizados los lec
tores de habla española!
E SCARLET tree , por Sir Osbert Sitwell.
*
litorial Mac Millan. 319 páginas.
"The scarlet tree”, segundo volumen de
autobiografía de Sir Osbert Sitwell
-llamada en conjunto "Left hand, right
and!”—,. debe su nombre, según se expl a en la eontratapa del libro, a la creen
cia de los antiguos anatomistas, de que
la sangre formaba un árbol vivo dentro
del cuerpo humano.
El ritmo del libro y los simbólicos
nombres de sus capítulos llevan en sí algo
del correr de la sangre y del lento creci
miento del árbol: es decir, elementos de
’timidad y de sueño. La fluencia del es* de "The scarlet tree” no se altera
ór los acontecimientos exteriores que re
hira continuamente, sin que por ello va
lle la sensación de ensueño que tenemos al
er sus páginas. La vida del niño Osrt Sitwell, a principios de siglo, refleja
l ’i-hos, sin que estos hechos lleguen a turir jamás su persona, encerrada como en
na isla. Se piensa que parte del enorme
xito del libro en Inglaterra, se debe
>recisamente a esto: "The carlet tree”
noeuclidianas y la logística, donde el lec
tor se encuentra, regocijado y sorpren
dido, con lo que pudiéramos denominar
la "paradoja de Sancho Panza”, testimo
nio del inmenso saber de aquel nuestro
don Miguel el Manco. Cada uno de los
diez capítulos lleva un complemento bi
bliográfico de sumo interés para el lec
tor que desee una información más com
pleta sobre algún punto. Bien impresa
y cuidada dentro de la obligada sencillez
de presentación de un libro de este pre
cio. Recomendable por todos los conceptos.
©cabalgata
Un rincón
distinguido
M
b o h e m ie n c lu b
SALON DE TE
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CO CKTAILS
LIBROS RECIBIDOS
A l b ¡:r t i , R afael: “ Im agen P rim era de...” . E d i
torial Losada, Buenos Aires. Precio $ 2. — A n -«
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Editorial Yerba Buena, Tucum án, 1946. 184 pá
ginas. Precio $ 4. — A p a r i c i o , A ntonio: “ Fábula
del pez y la estrella” . Editorial Losada, Buenos
A ires, 1946. 157 páginas. — A r c i n i e g a s , G er
m án: “ E¡ pensam iento vivo de A ndrés Helio” .
Editorial Losada. Biblioteca del» Pensam iento vivo,
Buenos A ires, 1946. 214 páginas. Precio $ 3 . —
A u b , M ax: “ Campo de S an g re” . Editorial T c3ontlc, M éxico. Distrib. por Fondo de Cultura
Económ ica. — II a c h m a n n , H ellm uth N .: “ Soli
tarios dei a rte ” . Editorial Poscidón, Buenos A i
res, 1946. 288 páginas, 132 grabados. P re
cio $ 11. — B ecco , H oracio Jo rg e : “ H uelen” .
Editorial Sed. 29 páginas. — B r u g h e t t i , Ro
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20 x 15 em., 248 páginas, 24 grabados. E n rú sti
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la noche” . Editorial Losada, Buenos A ires, 1946.
Biblioteca Contemporánea. 174 páginas. Precio
$ 2,50. — C a r l y l e , T om ás: “ Oliverio Cronwell” .
E ditorial N ova, Buenos A ires. 190 páginas. P re
cio $ 4. — C h o l o k h o v , M .: “ Sobre el Don apa
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385 páginas. Precio % 7. — C l erv ers , J u a n :
“ L iteratu res” , Buenos Aires. 264 páginas. —
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lección de Pablo N e ru d a )” . Editorial Losada,
B uenos A ires. Precio $ 8 . — D a ñ e , Clemence:
“ L'J luna es fem enina” . E ditorial N o ín , Buenos
Aires. Colección E l espejo del m undo. 270 pági
nas. Precio J ó . — D e ¿ á c e r e s , E sth e r: “ A nto
logía” . Ediciones Correo Literario, B uenos A i
res. — D e i .a M a r e , W a lte r: “ M emorias de una
enana” . Editorial Noi'a, Buenos A ires. 454 pági
nas. Precio $ 8 . — D e l V a l l e - I n c l a n , R am ón:
“ J a rd ín U m brío” . E ditorial E spasaC alpc, Buenos
Aires. — D e T o r r e , G uillerm o: “ Guillaume Apollin aire” . Editorial Poscidón, Buenos Aires. Colec
ción C ríticos e H istoriadores de A rte. 292 pági
nas, 33 grabados. Precio $ 8 . — I ) í e z C a ñ ed o ,
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Buenos Aires. Precio $ 25. — D i e s t e . R a fa e l:
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Buenos Aires. 336 páginas. Precio $ 5. — D u
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th u r S .: “ La naturaleza del m undo físico” . E d i
torial Sudam ericana, Buenos Aires. Precio J ó . —
G arcí a S a m u d i o , N icolás: “ Independencia de
H ispanoam érica” . E ditorial Fondo de Cultura
Económ ica. 228 páginas. Precio J 5,50. — G ó
m e z de la S e r n a , R am ón: “ G ollerías” . Editorial
Losada. Buenos A ire s, 1946. Biblioteca C ontem
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nos. Im preso en M endoza, 1946. 146 páginas. —
H a s k i n s . Caryl P . : “ L as horm igas y el hom
b re” . Editorial Pleamar, Buenos A ires. Biblioteca
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ricana, Buenos Aires. Precio J 10. — H i 'DSO.n ,
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Sudam ericana, Buenos Aires. 280 páginas. P re
cio $ 4. — I b é r i c o , M ariano: "E l sentim iento de
la vida cósm ica” . E ditorial Losada, B uenos A i
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socialista de la Revolución F rancesa” . Editorial
P oscidón. Buenos A ires, 1946. 8 tomos con un
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nificación económ ica” . E ditorial Fondo de C ul
tura Económ ica. M éxico. — I, o c k h a r t , J . P . :
“ El origen del c án cer” . Editorial Losada, Buenos
A ires. Precio $ 8 . — L u z u r i a g a , Lorenzo: “ H is
toria de la educación pública” . E ditorial Losada,
Buenos A ires. 247 páginas. Precio $ 5 . — M a
r í a s , J u liá n : “ H isto ria de la filosofía” . Editada
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res. 445 páginas. Precio J 12. — M e n a s c h é , M ar
celo: “ H istoria de gatos y otros cuentos” . Euicioncs T rom po, Buenos A ires. — M e r l i , Jo an :
"J u a n Del P rete ” . Editorial P oscidón, Buenos A i
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ción” . Editorial Losada, B uenos A ires. Precio
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tres ra ta s ” . E ditorial Losada, B uenos A ires. B blioteca Contemporánea. 174 páginas. Precio
$ 2,50. — P é rez G a l dó s , B enito: "T orquem ada
en ia hoguera” . E ditorial Losada, Buenos Aires.
Precio $ 2,50. — P é rez G a l dó s , B enito: “ T o r
quem ada en ia cru z ” . Editorial Lósada, Buenos
Aires. Precio $ 1,50. — P i c ó n - S a l as , M ariano:
“ M iranda” . E ditorial Losada, B uenos A ires. 249
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“ G randeza y servidum bre de la m u je r” . E dito
rial Sudam ericana, Buenos Aires. Precio $ 20. —
P l a t o n o f . Sergei F . : “ H istoria de R usia” . E d i
ciones Progreso y C ultura, Buenos A ires. 288
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“ J . T o rres G a rc ía ” . Editorial Losada, Buenos
Aires. Precio $ 5 . — P o p o l i z i o , E nriq u e: “ Alb trd i” . Editorial Losada, Buenos A ires. Precio
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L u is: “ Educación para la vida nacional” . E dito
rial Losada, Buenos Aires. — R e j a n o , J u a n :
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M éxico. Colección Carabela. — R i c k e t t , H arold
W ihiam : “ La tierra es verde” . Editorial P lea
m ar, Buenos Aires, 1946. 343 páginas. Precio
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S udam érica” . Editorial N ova, Buenos A ires. 374
páginas. Precio $ 9. — R of. d e r , Ralph: “ El hom
bre del renacim iento” . Editorial Sudam ericana,
Buenos Aires. Precio $ 14. — R o m e r a . A ntonio
C .: “ R em brandt” . Editorial P oscidón, Buenos A i
res. 104 páginas, 55 grabados, 4 en color. P re
cio $ 10. — R u iz de G al arre ta , J u a n : “ Poema
para una m uerte” . La Plata, 1946. 32 páginas.
Precio $ 5 . — R us se i . l , B ertra n d : “ In v e stig a
ción sobre el significado de la verdad” . Editorial
Losada, Buenos Aires. Precio $ 10. — S ábato ,
E rnesto: "U n o y el universo” . Editorial Sudam e
ricana, Buenos Aires. Precio $ 2,50. — S á n c h e z
B arbu do , A ntonio: “U n a pregunta sobre E spa
ñ a ” . M éxico, 1946. — S a n t u l l a n o : “ E! pensa
miento vivo de Cossío” , Editorial Losada, B u e
nos Aires. Biblioteca del Pensam iento vivo. 214
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“ Antología de los místicos españoles” . Editorial
K icr, Buenos Aires. 41 páginas. — S e rrano P l a
j a , A rtu ro : “ Don M anuel del L eón” . E m ccé
E ditores S. A . Colección H órreo, Buenos A ire s,
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rial Losada, Buenos Aires. Precio $ 10. — S.m i t h ,
L illian: “ E x trañ o fru to ” . Editorial Sudam erica
na, B uenos Aires. Precio J ó . — S t u a r t ,
Jesse: “ Toque de queda” . Editorial Sudam erica
na, Buenos Aires. Precio $ 5 . — V a l l e n t i n ,
A ntonina: “ Leonardo. La trágica búsqueda de la
perfección” . Editorial Losada. Buenos Aires,
1946. Precio $ 12. — V e ra , Francisco: “ Breve
H istoria de las m atem áticas” . Editorial Losada,
Buenos A ires. — V i i . l a f a ñ e , J av ie r: “ Libro de
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Buenos Aires. 245 páginas. — VVoi . f e , B ernard:
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B reve historia df. la matemática, por
Francisco Vera. Editorial Losada, Bue
nos Aires, Colección Contemporánea. 176
páginas. Precio: $ 2 .
En espacio tan breve y en una edición
tan modesta y económica nos ofrece el
profesor español don Francisco Vera una
breve historia de la matemática sin fór
mulas ni símbolos, como conviene al hom
bre "que lee en el tranvía”. Escrita a
petición del profesor Francisco Romero
—según testimonio del autor— este librito viene a llenar un vacío inexplicable
entre nosotros a estas alturas y a poner
ante el lector atento una de las aventu
ras más prodigiosas del intelecto humano.
Con pulso seguro, como sólo puede ha
cerlo quien está por vocación y profe
sión, avezado a tareas de este grado de
dificultad, el señor Vera sigue el desarro
llo de estas vastas disciplinas desde los
primeros papiros egipcios y las tabletas
cuneiformes, hasta las últimas etapas de
la teoría de los grupos, las geometrías
SALVAT EDITORES. S. A.
I A V A L L E 3 71
D istribuidor: ANTONIO MUÑOZ
B U EN O S AIRES
�cabalgata®
"LA B EL L E E T LA B E T E ”
p o r
JEAN
pesar de que las opiniones sobre el
último film de Jean Cocteau estén
A
muy divididas, ají tan esperada apari
ción constituye sin disputa alguna el acon
tecimiento más importante de la tempo
rada cinematográfica. Si el jurado del
Festival de Cannes no se creyó en el de
ber de acordarle la recompensa máxima
que, creemos, merecía; si algunos críticos
se compluguieron en reaccionar contra
la boga mundana de un poeta adulado
por los snobs; si, finalmente, el público
quedó desorientado por ese cuento de
hadas tan poco apropiado para los niños,
tales razones »o impiden que "La Belle
et la Bóte” señale el año 1946 con el vi
gor con que "Caligari” lo hizo en 1921. La
TEDESCO
(Especial para
elevación del tema poético desarrollado
por Cocteau, las excepcionales cualida
des de su estilo cinematográfico y la
rara nobleza que de él se desprende ha
cen de ese film una de uquellas obras
maestras que anudan poderosamente las
conquistas artísticas del pasado con las es
peranzas del porvenir. El arte de la pan
talla, tan a menudo enervado por una ru
tina de mediocridad de la que ha hecho
una norma el comercio del film, ha pro
gresado siempre por saltos; oponiéndose
indómitamente a las tendencias oportunis
tas de la producción vulgar, algunos artis
tas aislados, que se llaman Wienne, Sjostrom, Dreyer, Rcnoir, Murnau y ahora
Orson Welles y Jean Cocteau, han arre
C a b a l g a t a .)
metido contra la tradición al uso para,
desafiando toda prudencia, hacer brotar
la expresión brutal de un temperamento,
traducido en una visión original de las
cosas y de los seres. La exagerada estili
zación de los expresionistas alemanes, las
sobreimpresiones simbolistas de una "Ca
rreta fantasma”, los rápidos montajes de
"La Rueda” y los ritmos visuales de "Un
corazón fiel”, el lirismo de los grandes
planos a cielo abierto de "La pasión de
Juana de Arco”, los primeros montajes
sonoros de René Clair y la cadencia inte
rior de Renoir, todas esas etapas de la
historia artística del cine han jalonado
su marcha a saltos hacia la autonomía
de expresión, que por fin ha conquistado.
( r
EN LA FECHA DE LOS REGALOS
LEONARDO DA VINCI
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TRATADO
l>i: LA I* I \ T I K A
Primera edición íntegra en idioma español, cuidadosamente revi
sada, ilustrada con 188 viñetas y 147 dibujos geométricos tomados
de los manuscritos originales y 92 planchas fuera de texto en negro
y en colores de las principales obras del gran maestro. La com
pletan una advertencia bibliográfica, la biografía de Leonardo escrita
por Vasari, un estudio de Paul Valéry y un apéndice que repro
duce por primera vez 91 fragmentos de los manuscritos de Leonardo,
hasta ahora perdidos en los códices, que completan sus estudios sobre
las proporciones del cuerpo humano y
otros temas del tratado. Un volumen de
548 páginas en 8’ mayor, encuadernado
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conocimiento de la antigüedad clásica. Un hermoso volumen encua
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L U C A P A C IO L I : L A D I V I N A P R O P O R C IÓ N . * 3 0 ---El p rim er libro en que aparecen tra ta d a s las bases de la
‘‘sección de o ro ” que ta n ta influencia ha tenido en el des
arro llo de la p in tu ra moderna. Prim era traducción a lengua
e x tra n je ra sobre el códice italiano original, ilustrada con veinti
c u atro páginas en huecograbado y una en colores. P ró lo jo de
A ldo M ieli. U n volum en de g ra n form ato encuadernado en tela.
D Á M A S O , A L O N S O : P O E S I A D E L A E D A D M E D IA
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derables del tesoro líricom edieval español, incluyéndose algunas
hasta ahora muy poco conocidas. U n herm oso volumen a gran
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ducciones facsim ilares. Las intim idades de toda una época lite
ra ria descubiertas a tra v é s de las c arta s cruzadas entre Rubén
D a río y o tras grandes fig u ras tales como Lugones, U nam uno,
Ñ ervo, M achado, P a y ró , J u a n R am ón Jim énez, V alle-Inclán, etc.
E N R IQ U E D ÍE Z - C A Ñ E D O : L A P O E S Í A
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D E L R O M A N T IC IS M O A L S U P E R R E A L I S M O
9 25.—
D esde V icto r H ugo a A rag ó n , los rom ánticos, los parnasianos,
los sim bolistas, los cubistas, los superrealistas, en suma, todas
las m aneras de poesía francesa desde el siglo pasado hasta el
día aparecen reg istrad as en este libro. A crecen su valor los
prólogos, retrato s críticos y complementos bibliográficos reunidos
por D íez-Canedo, haciendo de éste un libro indispensable de
consulta y de estudio.
A N G E L D E L R JO y M. J. B E N A R D E T E : E L C O N C E P T O
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30 .—
E ste libro no es sólo una antología de los grandes prosistas
españoles desde C ajal y C ossío hasta Gómez de la Serna sino
u n a historia m etódica de la evolución de las ideas y del pen
sam iento de una época cuya influencia aparece m ás evidente
cada día. Amplia introducción, notas biográfícocríticas de cada
a u to r y una copiosa y cernida bibliografía. U n volumen de
738 páginas encuadernado en tela.
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▼ filólogo para estu d iar la historia de la poesía española desde
la Edad Media hasta la declinación del siglo de oro, exam i
nando especialmente lo trovadoresco, lo renacentista y lo quie- tista. el sentim iento religioso de la soledad y el esplendor del
barroco. U n volumen lujosam ente impreso encuadernado en tela
y con ilustraciones.
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fig u ras de la música contem poránea expuestos en form a com
pleta por el prim er musicólogo contem poráneo.
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m ejor en su género y a la que el a u to r ha agregado un capituio
prelim inar especialmente escrito para esta edición. U n volumen
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liares, toda la magia poética y novelesca de la N avidad, aparece
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A N T O N IN A V A L L E N T IN : L E O N A R D O . L A T R A G IC A
B U S C A D E L A P E R F E C C I Ó N ............................*
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que reconstruye asimismo toda )a época del R enacim iento en su
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E l relato minucioso de la vida, el am biente y la época de una
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Dos pequeñas obras m aestras del gran novelista vienés. T r a
ducción, de D. J . Vogelmann. Prólogo de G uillermo de T orre.
Ilu stra c ió n de S. O ntañ ó n . La señorita Elsa ha sido llevado al
cinem atógrafo con el titu lo de E l ángel desnudo.
R O S A M O N D L E H M A N N : L A C A S A D E A L L A D O 9 6---El prim er libro de Rosamond Lehm ann que, escrito a los vein
titré s años, es una obra m aestra. En sus páginas se pinta encanta
doram ente un mundo ju venil, entre el ensueño y la vida.
P E A R L B U C K : E L P A T R I O T A ..................................$
6___
PearI Bucle, laureada con el prem io Nobel de L iteratu ra, ha
conseguido como nadie c ap tar los secretos del alm a china. En
este libro se cuenta la historia de los últim os años de ese país,
e n tre g u e rra s y revoluciones, a lo largo de una historia de amor
apasiónente.
C A R D O S V E G A : P A N O R A M A D E L A M Ú S IC A P O P U
L A R A R G E N T IN A , CON U N E N SA Y O SO B R E L A
C IE N C I A D E L F O L K L O R E ........................................ * 10_____
E xposición sistem ática de los orígenes y el desarrollo de los
cancioneros argentinos. Contiene 150 m elodías, 8 lám inas y 6 m a
pas. Ilustraciones de A urora de Pietrg.
La Béte (Jean M arais).
Es posible que el séptimo arte haya salido ocular de la cámara.
Don más precioso aún, la voluntad del
de su edad media y que su propia lengua
esté más o menos definida: en el terreno poeta se trasluce en la interpretación
de la investigación técnica parece, en efec del decorado y hace pensar en la expresión
to, que ya se ensayaron todos sus .proce tan cabal de Abel (Janee: "Lo que cuenta
dimientos, pero en el terreno de la inspi no es la imagen, sino el alma de la ima
ración creadora, para progresar ha me gen”. As', la partida del padre, a caba
nester todavía de las manifestaciones pe lio, por la selva mágica. Bastan uno:
riódicas del genio poético. Y desde hace pocos planos para que nos hayamos ide
muchos años no había advenido uno más de la tierra; ni la vista de un técnico es
categórico que el de Jean Cocteau en ' capaz de descubrir con claridad si nos en
contramos dentro de un decorado; hálla
"La Belle et la Béte”.
Sábese que Jean Cocteau era ya un se uno en el terreno de los sueños de ma- I
hombre ducho en las letras cuando deci ñera tan perfecta, que los cuadros reales I
dió filmar por sí mismo un cuento de utilizados por Cocteau transfórinanse ba- j
hadas, traducido a su manera de la obra jo su imperio en irreales a su vez. Haj j
infantil de Madame Lcprince de Beau- momentos en que uno espera que un ca
mont. Hace ya quince años que el Vieux bailo blanco, prodigiosamente bello, ac
Colombier presentaba a un público de te la fórmula mágica para llevar- ¡
estetas y de intelectuales "Le sang d’un a la que lo monta. Uno no se sorpren
poete”, su primer ensayo en la panta dería si lo viera remontarse por el i¡rt,
lla. Cuenta Cocteau que por aquella tan pujante es el sortilegio, le maravillo
época algunos amigos lo disuadieron para so de que se hallan profundamente im
que prosiguiese su trabajo por esta senda, pregnadas todas las imágenes. La umdac
poética de la obra da su lugar a los ha
haciéndole notaj que los films no duran:
su talento sólo debía expresarse en el llazgos de detalle, como los candelaVos
mármol. El poeta permaneció algún tiem cuyos apliques son brazos vivos, come lis
po impresionado por esta justa observa dos cariátides de la chimenea, que ti--:- c |
ción; pero pronto el demonio de la ima rostros de hombres -—invención nada era
tuita, por otra parte, pues las mudas ;s
gen debía triunfar sobre sus vacilaciones:
escribió "Le barón fantóme”, que realizó presiones de aquellos rostros comenta
Scrge de Poligny, representó él mismo un acción a la manera del coro griego. Nuil ¡
papel episódico y, sin duda, asistió a ca aparece falseado el equilibrio del f
buen número de "tomas”.
todo reposa en el admirable dúo er.tri
La atmósfera tan cautivadora del tra aquel monstruo de corazón grande y aque
bajo en los "studios” ejerció su atracción lia belleza a quien anima un puro espí iti
en él, lo mismo que el olor particular de sacrificio. Y la conclusión simbólica
de las bambalinas lo lleva periódicamente del desenlace, cuando el espíritu de la .Bes
al teatro. Los trucos de los cineastas se tia se reencarna en el hermoso cuerpo del
. le aparecían como otros tantos sortile Príncipe Encantador, se admite sin violen
gios mágicos, y al punto concebía su uti cia, con toda la verosimilitud de lo sobre .
lización feérica. En su imaginación con natural.
Para realizar este film, Jean Cocteau se
vertíanse en instrumento del lirismo al
gunos sencillos procedimientos que hasta rodeó de una falange de artistas puros
entonces sólo habían servido para la es Christian Bérard "ilustró” el cuento cor
critura más trivial. Luego de escribir el proyectos de decorados y de trajes de deli
guión de "El retorno eterno”, Cocteau ciosa invención; Alekan, jefe operador,
no podía tardar en ocupar el sillón de supo traducir todas las intenciones de'
director. Y así dirigió totalmente "La Be poeta en el lenguaje de los filtros mág.
lle et la Béte” : todas las escenas, aun las cos; Georges Auric compuso una partitura
transiciones más leves, llevan el sello de musical que contribuye grandemente a
su personalidad. En efecto, el tema, que encantamiento; Josette Day, rubia inp.
se eleva rápidamente a cimas purísimas, nua, soportó victoriosamente la ilumina
comporta por momentos exposiciones o eión muy vigorosa que mantiene su foto
incidentes que el poeta supo tratar con genia en duras gamas de negro y blanct
gracia in fin ita: tales, por ejemplo, la valientemente preferidas por Cocteau: fi
escena de los palanquines en el corral y el nalmente, los más cálidos elogios debe
cuadro tan lindamente expresado con mí
ir a Jean Marais, cuya terrible más "ar
mica que sitúa al aire libre, entre dos de bestia despierta en nosotros terrore
lienzos que se secan al sol con movimien de pesadilla de niño, mientras que su.
tos armoniosos, que evocan irresistible grandes ojos, tan profundamente expr
mente los tablados de la Commedia dell’ar- sivos, traducen los sentimientos más
te. La elección de los cuadros y el rigor bles. La voz humana que sucede a s
preciso de los "campos” fotográficos de rugidos de león es la de un trágico
nuncian sin cesar la presencia del autor gran clase.
(Servicio de A . F. F-J
R IC A R D O R O JA S : E L P R O F E T A D E L A P A M P A . V I D A
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obra tan esperada nos revela u n Sarm iento nuevo, auténtico y
definitivo. G ran premio de honor de la Sociedad A rgentina de
Escritores.
JO H N H E R S E Y : U N A C A M P A N A P A R A A D A N O 9 6___
L a prim era gran novela surgida de la g u e rra . Elegida en N ueva
Y ork como el m ejor libro del año, ha sido llevada al cine y al
teatro con extraordinario éxito.
E S T E L A C A N T O : E L M U R O D E M Á R M O L . * 4.__
Libro$ 7.—
revelador de una au to ra de singulares méritos. P rim e r
Prem io en el Concurso L iterario de la Im p ren ta López.
F E D E R IC O G A R C IA L O R C A : L A C A S A D E B E R N A R D A
A L B A . P R O S A S P O S T U M A S ........................................ «
4 ___
L a c a n a d e B e r n a r d a A lb a , estrenada en B uenos A ires a
principios del año pasado por la em inente actriz M arg arita X irgú,
es la obra donde el a rte y la técnica m agníficos de Federico G a r
cía Lorca llegan a su completa madure*.
B E N IT O P É R E Z G A L D Ó S : E P I S O D I O S N A C I O N A L E S
( P r i m e r a a r r ie ) Cada t o m o ............................................*
8.__
Diez lujosos volúmenes encuadernados en tela ro ja con aplicaciones de oro fino, ilustrados por el propio au to r y los más
famosos dibujantes de su época y prologados por destacados
literatos.
EDITORIAL LOSADA S. A
ALSINA
1131 - B U E N O S
MONT E VI DE O - S A NT I A G O
DE
AIRES
C HI L E - L I MA
L* Belle (J o se tte D a y)
�CINE
©cabalgata
M A P A DE
PANTALLAS
Jean Gabin en una escena de "M artin
R oum agnac”, film en el que actúa con
Marlene Dietrich.
Peter Lawford y June Allyson, intérpre
tes de "El ruiseñor m entiroso” , film
M. G. M.
Mapy Cortés en "Sexo fu erte” , pro
ducción de Clasa Films.
Charles Coburn y el pequeño actor
Dean Stocktcell en una escena de "Los
verdes años”, film M. G. M.
Patricia Roe y Christina Forbes en el
film de Artistas Unidos
"2.000 m ujeres”.
Dan Duryea y Constance Dotcling, in
térpretes de la película "Pasión dia
bólica”, de sello Universal.
ESTRENOS
POR
(T ill the end o f tim e)
BANDIDO
de i
x Z i Z f.!ancé* de Guilles
-Voel-Yoeí, Gaby Andreu,
* rllandre Siffnault- Produ,
sonnxers Assoc es.
Un asunto clásico de vod
vechado: en la isla de C
Dn138 Z P! r8'gUen en un3
*
atándose a tiros en c
«ubre la isla. El foraste:
seguir a lucha, haciéndo
pero a la vez hay uno qu;
París.
Aumento general en el precio de las
localidades: 60, 80, 100, 120 francos se
gún la categoría del cine.
Claude Autant-Lara acabó El diablo
en el cuerpo.
Aparece de nuevo la Revue du Cinéma,
famosa en la época del mudo.
Jean Gremillon filma La matanza de
los inocentes.
Nueva generación de directores fran
ceses: René Clément, al frente ¡ Pierre Calef, Chañas, Blisténe, Marc Maurette, Denise T u a l...
Roma.
Scotese realiza La gran aurora, con
Rossano Brazzi.
Victor S toloff: Premio de Roma, film
angloitaliano, con Sarah Churchill, Douglas Montgomery.
Juan José M íguez en una escena de
"Santos Vega vuelve”.
Francis Lester, Barry Bornes y Mar
garen Scott en "El regreso de Pim
pinela E scarlata” , de G uaranted Pietures.
LOS ASESINOS
r The Killers)
EL FILM DE CHAPLIN
Ana María y Roberto Jim énez inte
grantes del conjunto de Ballet Español
Ana Maria que viene actuando en el
Teatro Avenida.
combinación y hace verdad la farsa. Am
biente aldeano y campesinos corsos per
fectos. Y un cómico sobrio, bueno, de
tono menor y un poco monocorde: NoelNoel.
VIDA ROBADA
(A stolen lije )
Film norteamericano de Curtís Bernhárdt, con Bette Davis, Glenn Ford, Dañe
Clark, Charlie Ruggles, Walter Brennan.
Producción: Warner Bross. Fecha: 1946.
Lección: Bette Davis frente a Elizabeth Bergner o la importancia del direc-
Chaplin ha terminado la toma de vistas
de Monsieur Verdoux, inspirado en la vida
de Landrú, el célebre asesino de muieres.
Ni propaganda, ni periodistas, ni visitas:
secreto. Sin embargo, algo se filtra.
Monsieur Verdoux (Chaplin) corta flo
res en su jardín, en la tarde apacible.
Un olor desagradable domina el de las
flores. Levanta la cabeza y contempla una
leve columna de humo, que se escapa de la
chimenea de su casa. Murmura: "Pobre
Carlota”. Y continúa cortando sus rosas.
tor en el cine. El drama de estas dos
hermanas gemelas, que no se diferencian
sino en su psicología, es tentador para
toda gran actriz. Las dos más grandes
de nuestro tiempo cinematográfico han
abordado ese doble papel, más el te r
cero que surge cuando una hermana sus
tituye e imita a la otra. Primero, en
1939, la alemana Elizabeth Bergner, pa
ra el cine inglés, dirigida por Paul Czinner, su marido; ahora Bette Davis, bajo
la dirección del alemán Curtís (K urt)
Pedro Quartucci y Lidia Lamaison en
"Hoy se casa D om inguito”, comedia en
tres actos de Lam arque y Madero, que
la Com pañía A rgentina de Espectáculos
Cómicos presenta en el T eatro Buenos
Aires.
Bernhardt. Igual maestría en la interpre
tación, la misma maravillosa sencillez con
la que se abre al espectador el horizonte
de dos almas de mujer. Dos magníficas
actrices frente a frente.
Pero Bernhardt no es Czinner. Aquél
siempre fué —incluso en sus mejores
obras alemanas y francesas— lento, ma
cizo, abultado, con tendencia al melodra
ma. Paul Czinner es todo sutileza, trans
parencia, precisión en el detalle minúscu
lo. Esto y no aquello es lo que requiere
este tema de trama fina. Bernhardt lo ha
rellenado de pintoresquismo, mientras Czin
ner lo llenó de matices. Por eso, por el
EL ACTUAL PROBLEMA DEL CANCER
(V ie n e de página 16.)
descubrir la vulnerabilidad específica de
manera en que se realizó el cambio, o las células del cáncer, de modo que se las
bien, volviendo a nuestra comparación, puede destruir dejando, al mismo tiempo,
cuál £s el choque administrado a las cé indemnes a las células normales.
No hay duda de que el modo de acerlulas susceptibles en el extremo de la vía
final común. Si se trata de alguna subs cárse al objeto central es el de averiguar
tancia qu'mica, o hasta de algún virus, en qué 'manera la vida de las células
puede suponerse que sea posible, en al cancerosas se diferencia de la de las nor
guna manera, hacerlo inactivo o alterar males. El Instituto Nacional del Cáncer
las membranas de las células de tal modo y la Sociedad Americana del Cáncer, que
que las protejan contra el mismo; pero son los dos organismos de los cuales es
la gente muere de cáncer todos los días, peramos más, están adentrándose en este
y por consiguiente, mientras se buscan problema de fisiología celular. Sin em
los datos de esta diferencia fundamental, bargo, la necesidad de hallar un alivio
a fin de hacer un buen comienzo, deben de la plaga del cáncer es tan imperiosa
continuarse los esfuerzos, sin descanso y que, mientras se prepara diligentemente
aun a tientas, para tratar de salvar las el terreno por una parte, por la otra, no
células de esa influencia que se desconoce. debemos posponer un ataque en toda la
Pasando ahora a las células que en al línea a las células cancerosas, armados
guna manera se han vuelto cancerosas, solamente de los conocimientos que po
se hace evidente la importancia de con seemos. Esta ofensiva directa debe efec
cebir algún análisis de la sangre o de la tuarse contra las células cancerosas de un
orina que nos revele la presencia del cán - mismo tipo en animales, entre los cuales
cer en cualquier parte del cuerpo. Si las se puede experimentar prácticamente de
células cancerosas secretan alguna subs manera ilimitada; y debe ser comple
tancia que no se produce sin la presencia mentada con una continuidad de experi
de ellas, podría demostrarse esto mediante mentos cautelosos en la misma especie de
células cancerosas en el hombre.
un ensayo o análisis.
Los experimentos no deben circunscri
Finalmente, y lo que es de suma im
portancia, son los esfuerzos para el tra ta birse a los medios posibles de alterar las
miento de las células cancerosas que han coñdiciones de la vida de la céluda me
sido identificadas. Pareee que las propie diante la inyección de substancias, cam
dades malignas están permanentemente bios en el régimen alimenticio y someti
impresas en ellas; si ello está en la ín miento del paciente a la acción de agentes
dole de la mutación, está lejos la posibi físicos, sino que deben incluir, además,
lidad de hacer que estas células cance la intervención quirúrgica en la remoción
rosas vuelvan al estado de sus progeni- de órganos, o sus partes, que se sospeche
toras que eran entonces miembros útiles pueden modificar profundamente estas
de la sociedad celular. Empero, debe ensa condiciones. El espíritu de la investiga
yarse esto; sin embargo, la línea princi ción debe ser el de probarlo todo, sin
pal de ataque al cáncer es evidentemente omitir siquiera las influencias menos es-
Juan Carlos Barbieri, Carmen Llam hí
y Diana lngro en una escena dram á
tica de "Corazón”, film que actual
m ente dirige Carlos Borcosque.
director. Bette Davis ha perdido frente a
Elizabeth Bergner.
Hollywood.
Charles Chaplin, hijo, es el productor de
un film de Jackie Coogan: Mr. Co-Ed.
Alfred Hitchcok dirige The Pardine Case,
con la inglesa Ann Todd, la actriz de
El séptimo velo.
Clarence Brown: Song o f Love, con
Catherine Hepburn, que será Clara Schuman.
Max Ophuls: Vendetta, producida por
Preston Sturges.
SU DERECHO A VIVIR
(Ademai, bandit d'l
Méjico.
El norteamericano Norman Foster fil
ma La cola de la sirena, del dramaturgo
argentino Conrado Nalé Roxlo, con la
actriz española Rosita Díaz.
Emilio Fernández hará una película
para John Ford: El poder y la gloria,
que ya se hizo en Hollywood.
Jorge ISegrele en "Camino de Sacra
m ento”, film dirigido por Charles
XJrueta.
Bruselas.
Henri Storck, antiguo vanguardista, di
rige El maniquí asesinado.
M. V I L L E G A S LOPEZ
Film norteamericano de Edward Dmytrik,
Dorothy Mac Guire, Guy Madison, Eobcrt
Mitchum, Bill Williams, Jean Porler,
Tom Tully, Ruth Nelson. Producción:
R. K . 0. Fecha: 1946.
En esta guerra no ha habido voces paifistas; los mecanismos gubernamentales
on ya tan poderosos, que cualquier in
tento hubiera sido aplastado en la primera
palabra. Tampoco hay un arte —novela,
teatro, c in e ...— del arrepentimiento y
la protesta, de la rebelión contra otra
nueva guerra. Aun no se ha escrito el
otro Sin novedad en el frente o El fuego
de ésta.
Dmytrik —de las personalidades más
interesantes y valientes de Hollywood—
pone aquí el primer punto de un einema
de postguerra, que puede engendrar toda
una línea de conducta y de arte. Se ve
que el film fué cortado sobre el argumen
to, por la oficina de censura de Johnston (antes Hays). A cada momento se
liega, por la situación y el diálogo, a la
frase de protesta; pero ésta ha desapa
recido siempre o ha sido sustituida por
una suave consideración de errores y con
cesiones —seguramente forzosos— de 1;
película. Que ec, a pesar de ello, una mag
nífica película. Porque queda la obra d
costumbres, que es un drama, aunque tei
~iine en comedia. El drama del hombr
|ue vuelve del frente, sano y salvo. Per
|ue se encuentra en un mundo desconc
-ido, ajeno en sus dos direcciones Y
io es el muchacho que salió de su cas;
da el frente; por tanto no tiene nad
ver con sus padres, ni el mundo fa
auliar a que pertenecen. No es tampoc
la nueva generación, surgida a la adoleí
eencia mientras él combatía: aquella mi
chachita audaz, simple y atropellad:
tampoco es su semejante. Sus semejante
son los compañeros del frente, tan di
orinados como él. Y aquella muehach
muy bien Dorothy Mac Guire— a 1
que a guerra también destrozó la vid:
y que busca el placer y el amor dond
encuentra y como llega. Son los e
com atientes, los hombres que han qued:
Y 0 en Ia' tierra de nadie de su époc:
1 TeS‘a P^mula es su tragedia.
odo pintado con sencillez, con el ra;
„ m?. es. 0 y habitual, con la escena vu
a lá
se, llega a la gran emociói
hondo
Slmpatía P°r cada personaje, ;
hondo y oscuro sentimiento de protest;
ga por el lado del corazón, ya qi
TodíToi ° pe™ lte Por al de las idea
ha na a^Ue í a-va sentido cómo la guen
ha pasado sobre su vida - d e un modo
drá llam a r?conoceríi en este film, y p,
H nrim r her“ anos 3 sus personajes. I
decfrTi" 3 ?e' ÍCUla’ en años> Gue quie,
te Leina ,sl.ncero> auténtico e importa;
trivia,iJdad.del Panf'et° 0ficialiata > da
Argentina.
Alfar, nueva productora. Preside el Dr.
Narciso Machinandiarena un Directorio
formado por Ulises Petit de Murat, Julio
Ferrando, Dr. Zolezzi. Productor y argu
mentista: Petit de Murat. Directores:
Mario Sofficci, León Klimovsky, Hugo
Fregonese.
Emelco, especializada en films cortos y
noticiarios, se transforma en gran produc
tora: compra los estudios de Pampa
Films, en Martínez. Kurt Loewe preside
la entidad. La distribución de su material
se asegura mediante un circuito de exhi
bición : Empam. Tiene un extenso plan.
La mayor parte de las productoras van
dando su programa. Es muy posible que
el año próximo se produzcan cien películas
argentinas.
peradas, tales como las que movieron a
Kettering a buscar una substancia que
eliminara el martilleo producido por la
gasolina en los motores, y a Edison a
inventar el filamento que dió al mundo
la luz eléctrica. Es menester que preva
lezca la fuerza propulsora del se debe,
que ha llegado a realizar lo que paree a
imposible en el campo de la invención
y de la industria. Debemos estar prepa
rados a trab ajar de' día y de noche para
contener la aterradora mortalidad que
causa el cáncer.
Esta meta no está más allá de nuestro
alcance. En la práctica se observan va
riaciones notables y significativas en el
proceder de los cánceres. Algunos carci
nomas primarios producen conjuntos de
tumores secundarios en otras partes del
cuerpo; otros, no. Un tumor primario
grande puede engendrar otros secundarios
de menor tamaño, en tanto que un tumor
primario pequeño puede dar origen a
enormes tumores secundarios. Algunos
crecen con una rapidez asombrosa, y otros
lentamente. Un cáncer aislado puede di
latarse rápidamente y luego entrar en
un periodo de extensión pausada, casi
como si fuera latente. Otro puede cre
cer con lentitud y después acelerarse. En
casos extremadamente raros, un cáncer
activo puede desaparecer por completo.
Fuerzas enteramente desconocidas accio
nan algunas veces en el cuerpo, las cuales
aceleran, retardan y a veces hasta hacen
abortar los cánceres . . . Tal vez fué la
verificación de la labor de semejantes in
fluencias la que orientó a Eh¿dich a abor
dar el problema del cáncer no obstante
la advertencia dantesca: "Dejad toda
esperanza, vosotros quienes entráis.”
Film norteamericano de Robert Siodmak, con Burt Lavcaster, Ava Gardner,
Edmond O’Brien, Albert Dekker. Produc
ción: Universal.
Un cuento potidíaco, de Hemingway
—como otro cualquiera— estirado, esti
r a d o ... La narración está tejida con lo
que cuentan varios personajes —enésima
versión del sistema inventado en El ciuda
dano— , lo que aumenta la lentitud de un
tema de escaso interés. En cambio, ahí
está Siodmak con sus ángulos plenos de
intención, con sus iluminaciones mágicas,
del buen cine alemán —antes de Hitler—,
con sus bellos encuadres... Es el recuerdo
cuyo máximo exponente en el género es
Fritz Lang. En cualquier momento parece
que va a surgir el Doctor Mabuse.
EL CIN E H IN D U
noticia inesperada ha llegado en
estos días al público norteameri
cano, que, por otro lado, no deja de ser
escéptica: ¡La producción cinematográfi
ca hindú es la segunda del mundo y llega
a la mitad de la de Hollywood!. ..
La noticia sorprenderá tanto al púb'ico inglés y francés como al norteame
ricano, pues son raros los que saben algo
de la existencia de un cinematógrafo
h in d ú ... Sin embargo, allí están los he
chos: todos los años, los estudios de la
India producen un promedio de 150
"grandes películas” y, hasta ahora, la ci
fra no ha sido superada más que por
Hollywood, que produce el doble. Sin em
bargo, sobre los 200 productores "inde
pendientes” con que cuenta la India,
solamente unos veinte entre ellos tienen
estudios propios.
No es por cierto sin motivo que habla
mos hoy del cine hindú: por primera vez
los productores de aquel país van a in
tentar una incursión en el mercado ame
ricano. Se trata de "The Song of Buddha”
(La canción de Buda), verdadera etapa
en la historia del cine hindú, ya que
rompe con todas las tradiciones, para
presentar al público un film que no dura
más que una hora y cuarenta minutos
(los demás duran generalmente tres o
cuatro horas). El film es hablado en
inglés y en hindú y por su argumento
puede llegar al público internacional.
M. V. Shantaram, productor, director
y protagonista de dicho film, reciente
mente llegado a Estados Unidos, afirma
que "La canción de Buda” es una ver
dadera empresa revolucionaria, destinada
a demostrar al mundo que la India es
un país que se dedica también al arte
y no solamente a las cacerías de ele
fantes. ..
La acción del film se desarrolla prin
cipalmente en el norte de China y narra
la historia verídica de un joven hindú
que en 1933 se fué a China, para re
unirse con las fuerzas de la resistencia
contra los japoneses. Luego de pasar unos
años la vida penosa de los guerrilleros,
durmiendo en cuevas o en chozas de ba
rro seco, el joven hindú sucumbe a la
enfermedad. Las tomas y los trajes están
basados sobre fotos traídas de China por
un médico, y todos los esfuerzos se han
hecho para que el relato fuera lo más
verídico posible. Además, Shantaram se
enorgullece cuando los que conocen China
solamente por el film hollywoodense, di
cen : —Pero eso no es nada que se pa
rezca a la C hina.. . —. De todos modos, los
críticos le desean buena suerte.
(A. F. P.)
U
na
�UN
DE
ESTRENO
O’ N E I L L
OPINA EL TRADUCTOR
OPINA EL DIRECTOR
TODOS LOS HIJOS DE DIO
TIENEN ALAS
CONCEPTOS PERMANENTES
DE DIRECCION
por
ESTEBAN SERRADOR
por
(Especial para Cabaloata.)
LEON MIRLAS
(Especial para Cabalgata.)
débiles son quienes tienen más que u;
n el teatro Odeón, un elenco de acto
matices subrayan, sin deformarla, la be
res jóvenes y animosos encabezados necesidad de amor y los pinta en sus et
lleza de una frase melódica. He dirigido
por María Rosa Gallo y Leo Alza, quedramáticas culminantes, en sus chcq>:<
"Todos los hijos de Dios tienen alas” sin
desempeñaron los papeles protagYmicos, con el medio hostil.
seguir las huellas de otros directores, ma
acaba de estrenar el drama de O’Ncill
estros respetabilísimos, acentuando en de
Por su parte, en Ella habla la voz
"Todos los hijos de Dios tienen alas”.
terminados momentos el clima desolador
ancestral de su raza. O’Neill prese ■
Se trata de la obra más pura del gran
de la obra. El éxito ha sido equivalente, y
aquí un caso curioso de disociación .'
dramaturgo
norteamericano. Construida doble personalidad. El alma de la pro
ése
es
mi
mayor
orgullo:
haber
llegado
a
'
con una sencillez de recursos casi francis gonista vive alternativamente en dos mui
la meta por camino propio. Acercarse al
cana, aletean en toda su extensión un dos, en dos planos que coexisten y ha i
teatro de Eugenio O’Ñeill es sentir la pro
lirismo y una piedad por los desplazados suelen interferir. En el mundo racial
pia pequeñez, lo limitado de nuestras inte
que le conceden un nivel superior al de un su inconsciente que le hace gritar un <
ligencias. Y para entregarlo al público, en
mero choque racial. "Todos los hijos de
toda su desollada humanidad, hay que
Dios tienen alas” es nada menos que el precio biológico por el negro, es la ene
meditar en la inusitada extensión de sus
ga de Jim que se esfuerza desespera
problema de la dignidad humana, de la
parlamentos. Bastaría recordar aquí "Ex
mente
por neutralizar su personalidad
aspiración
de
vuelo
del
hombre
encadenado
traño interludio” o "El luto le sienta a
suprimir sus ansias de elevarse; en
por sus limitaciones y por el.medio. Jim
Electra” que rebasan, a veces, los umbra
no sólo es el negro de alma blanca y mundo individual, en su intimidad
les de la atención. Es, en el momento de
desesperadamente aferrado a la convicción mujer, lo ama tiernamente y desea u
dirigir una obra suya, cuando en el esce
de que "todo amor es blanco” : es la triunfo.
nario desnudo de decorados, van surgiendo
Como es lógico, esta coexistencia e
personalidad humana que pugna por su
a la superficie una multitud de valores,
mundos antitéticos crea en Ella Do«i
realización y se frustra en su impulso
o detalles sutilísimos, esenciamente tea
fáustico. Hombre y símbolo a un tiempo, una personalidad neurótica y le prov ra
trales, que logran hacer traslúcidos su
ruando la Fundación Universitaria Pro
como tantos personajes de O’Neill, su un desequilibrio de reacciones perman-:.
profundo cerebraiismo y su filosofía, que
j Estímulo del Teatro me encargó, la no tiene paralelo en los anales del teatro.
tensa humanidad oscila entre las antípo tes. La víctima de ese desequilibrio
dirección de "Todos los hijos de Dios Y es misión del director hacer que este
das, un frenesí de humildad ante Ella Jim, y por momentos la máscara del Con
tienen alas” que había de representarse en magnífico mensaje, llegue a todos los sec
Downey y un ansia de plantarse ante el go, símbolo de la raza negra para El a r
el Odeón, experimenté una intensa satis tores del público, desde los más inteligen
mundo en un alarde de hombría. Su liber a quien ésta suele increpar con furiosa
facción, en la que se mezclaban el orgullo tes hasta los menos sensibles. Tal es el
tad interior de nada le sirve, por ser una
vehemencia, convirtiéndose así hábilrj r
y el temor de no alcanzar, con un elenco momento en que la misión del director se
libertad condicionada que el mundo confi
te en diálogo un monólogo, recurso <
cuyas posibilidades me eran desconocidas, funde con la del comediógrafo.
na dentro de un límite. Jim pretende, pues,
O’Neill volverá a "usar en “El gran ó.
la altura dramática d? Eugenio O’Neill.
conquistar
su
categoría
de
hombre
en
la
No puedo dejar de recordar, aunque en
Brown” con mucha eficacia teatral, III;
Pero, y esto lo sab a desde siempre, no ello peque indirectamente de inmodestia,
sociedad, superando las fronteras de su
hay nada imposible para una juventud
materia en una audaz evasión de su espí Downey, naturalmente, advierte en la g
la interpretación de "Todos los hijos de
decidida. Frente a la obra desgarradora
ritu. Pero esta lucha carece de horizontes tesca máscara una insoportable pretens
Dios tienen alas” : en el papel de Ella,
de superioridad y por eso le dice lo (;u,
del 3Utor de "Anna Christie”, con su hon María Rosa Gallo, único valor que cono
y sólo puede terminar con la derrota del
do problema de compresión, hubo una cía y admiraba, fué la gran actriz de
ser aislado que intenta salvar su condi no se atreve a decirle a Jim.
Ella intenta matar a Jim. Mejor diei:
perfecta colaboración entre el director y siempre, haciendo resaltar milagrosamente
ción humana.
los noveles actores; fué para mí una la inquietud y la tristeza de su problema
Este leitmotiv del fracaso o la frustra lo intenta el impulso racial que suoy
en lo más hondo de su ser. Al reaccior 1
espléndida experiencia esta comunión a r anímico. También Leo Alza, protagonista
ción (conceptos bien diferenciados ya por
suelta el cuchillo de trinchar, pero el o í
tística, con elementos que llegan al teatro
de la obra, se reveló como un verdadero
Araquistain), reaparece a menudo en el
desprovistos de viejos prejuicios escénicos, actor, realizando una dramática y estu
teatro de O’Neill, a través de los más de su inconsciente sigue enhiesto y api.
sin esa carga deprimente que se canaliza diada interpretación; los demás del elen
distintos personajes: del Alfred Rowland a Jim, anula su porvenir, trunca p...siempre hacia los fáciles efectos y los an co —habría que nombrarlos a todos—
siempre sus aspiraciones. Jim se resi
de "Antes del desayuno”, del Yank de "El
tiguos modismos. Nada do esto trajeron contribuyeron eficazmente al éxito de "To
mono velludo” (en que priva el subtema denodadamente, toda su personalidad
los estudiantes, fuerza inextinguible y dos los hijos de Dios tienen alas”. Para
de la inadaptación), del Dion Anthony de rebela ante el avasallamiento, pero .:
arrolladora, que me ayudaron a dar vida ellos, y para Saulo Benavente, autor de
"El gran dios Brown”, del Robert Mayo amor por Ella es tan grande que lo .
teatral a "Todos los hijos de Dios tienen
la escenografía, mi conmovido reconoci Lois Blue en "Todos los hijos de Dios de "Más allá del horizonte”. O’Neill ama pulsa al renunciamiento.
alas” : llegaron con su entusiasmo intacto
tienen alas”.
miento.
a los fracasados, ya que, desde luego, los
Este drama de O’Neill, dentro de
y su reverente humildad para que O’Neill
realismo, tiene una constante tonalit
alzara su vuelo lírico o arrastrara por las
poética que asimila "Todos los hijos
tablas su angustia insoluble. Quizás haya
Dios tienen alas” al tipo de teatro •
entre los jóvenes debutantes de hoy el
h ranz Roh llama del realismo mágico,
actor definitivo de mañana. Y es más
trata del realismo depurado y atenu.
grande mi alegría, por razones especiales.
por los filtros de la ilusión, por la ma
Se ha logrado con la representación de
alada de la belleza. En realidad, la ma
\l
"Todos los hijos de Dios tienen alas” un
parte del teatro de O’Neill rehuye la co
verdadero éxito artístico y comercial cu
y j ,
,v
fotográfica de la vida. Sus únicas ck
yas proyecciones irán más allá de todo lo
ciones de alguna cuantía son quizá '
previsible. El recuerdo aplastante de Alepaja”, "El primer hombre” y wLi
, &
<
xandre Tairoff, que había revelado en el
dos”. Pero habitualmente se aleja del r i
mismo escenario la obra de O’Neill, pesa
í * * ■*
X
"
S
lismo: en "El emperador Jone9” por
ba sobre la nueva "mise en scéne”, pero
vía del simbolismo, en "El mono vellu
esa gravitación, lejos de descorazonar a
i*
por la del expresionismo, en "Diñar
los jóvenes actores, acrecentó su e^usiasy V » V'
mo y el resultado ha colmado mis anhelos
por la del constructivismo. O bien i
más ambiciosos.
terializa mitos, como en "Lázaro reía’
&
El director de una obra teatral es el
WE1 gran dios Brown”, o aventuras lit
máximo intérprete del autor: el más sacri
gicas como "Días sin fin”, y enton
ficado: y el que sostiene la responsabili
crea un tono y una atmósfera que P
dad de su pensamiento. Por eso. en su
o nada tienen que ver con la realh
misión proteiforme, de acuerdo con la pro
cotidiana.
<*
pia sensibilidad, y en consonancia con los
La compañ'a del Odeón cumplió un
medios escénicos que dispone, puede y dei>e
fuerzo meritorio, con excelentes decora
ayudar a dar relieve plástico a su idea.
de Saulo Benavente, y la puesta en
Ello no significa colaboración, puesto que
cena tuvo algunos momentos acertac >
no se altera así el sentido esencial del
sobre todo la escena inicial de los nir ?
dram a; sucede lo mismo en la dirección
Sólo cabe lamentar que el director E.‘
orquestal de una partitura, cuando ciertos
ban Serrador suprimiera las do9 filas
cíales de blancos y negros de la cua
escena, elemento fundamental para ju
IM PORTANTE
ficar el monólogo de Jim al salir de
E l p ró x im o núm ero de CABALGAiglesia, ya que esas filas constituyen
TA terá puesto a la venta el m ar
primer choque de Jim y Ella con el
tes 14 de enero. De acuerdo a lo
hostil. Su supresión fué un grave cr
anunciado en núm eros anteriores
que desnaturalizó la intención de 0 ’C A BALG ATA aparece quincenal
en dicha escena, donde se inicia la 1
m en te e l segundo y cuarto martes
yectoria psicológica de Jim que <*u ”
d e cada m es.
nará en el segundo acto con su deseS’
Decorado de Saúl Benavente p ara el cuarto cuadro de "Todos los hijos de Dios tienen alas” .
rada lucha y su renunciamiento fiual
La p uesta en escena de ‘ Todos ¡os hijos de
P íos tie n e n alas”, por un conjunio de aficiona
dos, bajo ¡a exp erta dirección de Esteban S erra
dor v con la participación de una excelente actriz,
M aría R o sa Gallo, ha sido sin duda el aconteci
m iento teatral m ás significativo de este fin a l de
temporada.
J fa m e la d o claramente aloo que estaba en la
conciencia de todos los am antes del teatro: las
posibilidades extraordinarias que surgen de ¡a
u n ió n de dos fu e rza s: el oficio de quienes llevan
años de dedicación a la escena y la pasión de
los actores jóvenes, que m anifiestan una vocación
decidida, desde las fila s de ¡as com pañías exp e
rim entales.
E l contacto y la colaboración de ambas fuerxas, una de ellas no necesariamente gastada en
el uso y abuso de ios recursos manidos, de los
trucos profesionales, y la otra n<o siempre, como
se dem uestra ahora, m al empicada en balbuceos
divertidos de ver en cuando, ha demostrado ser
saludable, y , lo que es tan alentador como eso,
factible.
L a prueba ha de tener un éxito m erecido, y
C a b a lc a t » quiso contribuir al mismo ofreciendo
c su s. lectores este página, con la que querem os,
en lo que podamos, alentar el bello esfuerzo que
están realizando los com ponentes del Teatro U n i
versitario. — N . de la R.
E
C
T > tí,
E.J
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Dublin Core
The Dublin Core metadata element set is common to all Omeka records, including items, files, and collections. For more information see, http://dublincore.org/documents/dces/.
Title
A name given to the resource
Cabalgata
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
1946 - 1948
Rights
Information about rights held in and over the resource
Derecho público
Language
A language of the resource
Español
Description
An account of the resource
Ejemplares 1 a 21 de los años 1 a 3 de la revista Cabalgata, publicados entre 1946 y 1948.
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Title
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Cabalgata
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Año 1, no. 6
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
Buenos Aires, 24 diciembre 1946
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Español
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Romero, José Luis
Gautier, Jean Jacques
D'Urbano, Jorge
Lacombre, Gabriel
Canto, Estela
Rochat - Ceinse
Varetz, François
Romero Brest, Jorge
Cogniat, Raymond
King, Charles
Berry, Ana M.
Brughetti, Romualdo
Vaillat, Leandro
Lumario
Cowdry, E. V.
Arnoux, Yvette
Des Genets, Marie
Devoto, Daniel
Boiseco, Simone
Chenneviere, Paul
Darnetal, J. L.
Tedesco, Jean
Villegas López, M.
Serrador, Esteban
Mirlas, León
-
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3aef5d16a9dd0df5031981072b14e3a9
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J u a n ita S u jo .
(Véase página 4 .)
A N O I * N ° 5 * Q U IN C E N A R IO P O P U L A R
* ESPECTACULO S, L IT E R A T U R A , N O T IC IA S, CIENCIAS, A R T E S * B U E N O S
SOBRE LA ELOCUENCIA
EN LAS ASAMBLEAS Y CONGRESOS
por GEORGES D U H A M E L
AIRES, 10 DICIEMBRE 1946 * $ 0,40
ESPAÑA EN SU HISTORIA '0
por A M E RICO CASTRO
(Especial para Cabalgata.)
(Especial para C abalgata.)
n país no es una entidad fija, un escenario en donde
lectuales—, en el orden intelectual, digo, no se hace nada
el tiempo va representando el espectáculo de la vida.
en éompañía. Creo en el trabajo del hombre solo, que ha
./que permite a sus lectores no saber
La tierra y sus límites pueden estar dados por la geografía,
nada—, nos dan en sus ediciones de la pesado todo, construido todo, corregido todo, y, finalmente,
mañana, de la tarde y de la noche, una firmado todo. El resto no es más que paparrucha. Por lo pero la historia de un pueblo, la del hombre individuo-so
cial, es algo que va surgiendo y mudándose en vista de las
cantidad de informaciones sobre la mismo, los textos presentados por un grupo y en los cuales
tareas que su vida le ofrece en cada momento. No hemos
marcha del mundo. Relatan en sus colaboraron varios hombres inteligentes son casi siempre
pensado este libro sobre el presupuesto de una civilización,
menores detalles los debates de las incoherentes e incomprensibles.
A propósito de estas reuniones nacionales o internaciona o sea, de unas estructuras valiosas desgajadas de quienes
asambleas que se celebran, —a veces
las engendraron y siguen viviendo bajo el horizonte que
varias al mismo tiempo— en determi les, algunos observadores de sangre fría pronuncian son
aquellas estructuras determinan. No lo hemos hecho por ser
nadas ciudades capitales. Así, por riendo el término academismo. Es peyorativo. Se dice
ya bien sabido que Cervantes, Velázquez, Goya y Hernán
ejemplo, nos enteramos que, por se corrientemente de una obra que es académica cuando sacri
Cortés tienen él puesto que les corresponde en el reino de
gunda vez en treinta años, se van a fi fica la substancia a la forma y el vigor eficaz a la correc
los valores humanos. Conocemos, en cambio, defectuosa
jar las fronteras de los países europeos, ción florida. No sé si la elocuencia prodigada en las
mente el sentido de la historia y de la vida que hizo posibles
que se trata de buscar un reparto me pomposas logomaquias que nos ocupan aquí tiene siempre
a aquellos y a muchos otros hombres extraordinarios, y ése
jor de las substancias alimenticias, que -—por lo menos— los méritos benignos del academismo.
es el motivo que tuvimos para emprender la presente obra.
los partidos políticos se han reunido Pero no podemos olvidar que de estas logomaquias depen
Nos urgía percibir cómo un grupo de gentes, en un período
en congresos, que la justicia de los pue den a menudo algunas finalidades considerables tales como
crítico de su vida, y partiendo de la situación en que
blos victoriosos se propone castigar a la paz del mundo, la dicha de los pueblos, las instituciones
se encontraban, emprendieron nuevos rumbos a fin de
los culpables, que las grandes asocia de las colectividades, y, en definitiva, la suerte de los
hacer frente a peligros ineludibles y escapar a su total
ciones corporativas van a pronunciarse individuos.
ruina. Quisimos averiguar cómo se formó y se desarro
Los usos de las academias se prestan indudablemente a la
por o en contra de la suspensión del
lló lo que hoy denominaríamos la forma, hispánica de
crítica, y, por supuesto, no me refiero aquí a su verdadero
trabajo, etc.
vida.
Sabemos sobre todo que cuando le papel, que los censores conocen poco, sino a sus manifesta
Los pueblos, como los individuos, se
llega el turno a cada orador, cien fotó ciones públicas, a sus ceremonias. En
encuentran
a veces en situación angus
realidad,
los
hombres
que
se
consagran
grafos toman instantáneas, que los
tiosa y al borde del aniquilamiento.
proyectores lanzan torrentes de luz so a esos divertimientos solemnes saben
En tan apretada coyuntura hay quienes
Colaboran
bre las tribunas, que los cineastas ha perfectamente que no comprometen los
se
dejan morir, o se dejan estar, y lo
intereses
esenciales
de
la
humanidad.
en e s t e n ú m e r o
cen uso de sus manubrios y que los
que sigue es vida inerte y sin afán, sin
aparatos de radio, dispuestos en los La mayoría de estos hombres han tra
puesto en el mundo de los altos valo
GEORGES DUHAMEL
buenos lugares, captan las más peque bajado largamente en la soledad, para
res. Nadie entonces labra el manjar
AMERICO CASTRO
ñas frases de las personas eminentes la mayor gloria de la ciencia o de las
que no perece. Pero hay ocasiones en
letras. Si llega a suceder que ceden
convidadas a esos torneos oratorios.
CORPUS BARGA
que los pueblos se yerguen, forman el
el academismo, lo que no es laudable ni
ROGER BASTIDE
Me cautiva enormemente la elo necesario, es una flaqueza venial. Y si
propósito de seguir existiendo a todo
cuencia, pero llego a preguntarme si es
ANTONIO SCHM1TZ
trance, se crean horizontes alentadores
(C
ontinúa
página
2.)
posible trabajar seriamente er. ese.. at
GASTON BERTRAND
mósfera de feria dominical... Iba a
C. P. SONDESEGUSE
escribir en esa atmósfera de match de
E. V. COWDRY
box, pero me acordé oportunamente
LORD DUNSANY
que nunca tuve el delicado placer de
JULIO RINALDINI
asistir a un match de box. No, no creo
que sea posible hacer nada serio y efi
CEORGE SINCLAIR
caz en esa luz anormal y deformante
JEAN QUEVAL
bajo cuya influencia cada hombre
NORMAN NICHOLSON
—aunque fuera un santo— está obli
JAIME PAHISSA
gado a pensar en su personaje mucho
J. MORA GUARNIDO
más que en su mensaje.
JESUALDO
Por consecuencia, no fundo ninguna
S. CRITH
esperanza en las deliberaciones de esas
M. VILLEGAS LOPEZ
solemnes asambleas que son las misas y
les oficios de nuestras malhadadas so
GONZALEZ CARBALHO
ciedades modernas. Me atreveré a aña
ESTELA CANTO
dir que no creo en lo que se llama los
Una página de ciencia, por
trabajos de las asambleas o de los con
JOSE OTERO ESPASANDIN
gresos. Un congreso puede escuchar
Una página de modas, por
leer un informe y pronunciarse útil
FRANCISCO JAUMANDREU
mente sobre él por voto escrito, sobre
Ajedrez, por el profesor
todo si los asistentes tuvieron previa co
FRANCISCO BENKÓ
municación del texto que se está leyen
Reportajes gráficos. Crítica de
do. Pero sostengo que, en el orden inte
libros. Crítica de cine. Humor.
lectual —y hacer una ley, redactar un
Teatro.
Rascacielos.
G e o rg e t D u h a m e l.
tratado, tomar una decisión, supone
(Véase Arquitectura, página 7.)
con todo diversas operaciones inte
OS periódicos, que saben todo —lo
U
I
Epfe,
■fjm
Goya.
La m aja desnuda.
(Véase páginas 12 y 13.)
y sueñan con un futuro de eternidad.
Mas lo conseguido en tan críticas cir
cunstancias es tan decisivo y eficaz
que acaba por fijarse en un tipo de
acciones, las cuales, a fuerza de repe
tirse, labran un cauce a la vida, tanto
más hondo cuanto mayores fueren la du
ración y la intensidad de la situación
vital en que aquellas acciones surgie
ron. Se crea así una manera de exis
tir que la tradición prolongada fija en
rasgos tenaces e imborrables.
Concebimos la historia como una bio
grafía, como una descripción llena de
sentido de una forma de vida valiosa,
en la cual se darán luego unos u otros
valores, aunque, dentro siempre de
unos límites últimos e irrebasables. La
elasticidad de una forma de vida, in
dividual o colectiva, tiene, en efecto, un
límite, y si nuestra familiaridad con
la vida biografiada es completa, po
dremos predecir qué tipo de acciones
le será inaccesible. Cierto es que nues
tro menor conocimiento de la psicolo
gía existencial de los pueblos hace de
licado hablar de cuánto tiempo, y cuá
les circunstancias hacen falta para que
se forje y estabilice un carácter colec
tivo. Mas, sea como fuere, habrá que
distinguir con cuidado los abstractos
conceptos de cultura y civilización,
de las vidas colectivas cuya forma ex
presan. Cuando esto se haga, los con
ceptos de "cultura de Occidente”, o
"latina”, o "eslava”, u "oriental”, resul
tarán muy inadecuados. Se verá en
tonces, para citar un ejemplo muy a
titano, nue dentro de esa vaguedad del
"mundo latino”
FVoncin « I t a
lia ostentan
distintos, muél
^ ^
secundarias señwjaír^?. Psra Hacerse
inteligible, la historia habrá de con
vertirse en unidades biografiables.
Aun a riesgo de equivocarse y de ser
muy incompleto hay que entrar en el
existir de quienes vivieron su propia
historia; dentro, no fuera de ella; en la
historia, olvidando el estilo narrativo y
externo de la crónica. Si no "se ve”
previamente la forma en que la vida
ocurre, es inútil intentar narrarla, por
que el resultado es un anecdotario inde
finido. Hay que esforzarse por ver, en
unidades.en estructura, de dónde arran
ca y hacia dónde tiende el vivir. Los
"hechos” no son historia, sino índices o
síntomas de ella. Tal es el motive de la
enorme desproporción entre la mole de
"materiales” acumulados desde el siglo
(C ontinúa página
2.)
�LETR a s
E S P A Ñ A EN SU H I S T O R I A
xvili y los ensayos para dar con sendas un Asín o un García Gómez. Pero he
de sentido en esa selva confusa. Las de decir, con igual honradez, que este
pueriles y alborotadas discusiones acerca libro no ha pretendido allegar nuevas
de si España tuvo o no tuvo Renaci noticias sobre nada, sino hacer inteligible,
miento o ciencia, es ejemplo caracterís históricamente, la forma única del vivir
tico de tamaña desorientación. Parece español —un vivir que hoy más que nun
como si España hubiera sido una mu ca aprieta ese pobre “átomo del corazón”,
chacha rebelde y holgazana que se negó que dicen mis amigos los árabes.
a ir a la escuela en donde ■'enseñaban”
i Por qué vías salieron a flor de his
a ser aplicados y buenos renacentistas.
toria tanta eterna maravilla y tanta in
Enfocada así la realidad del vivir, des capacidad para caminar por este mundo?
aparece la abstracción de una España ya En examen de conciencia era inevitable,
dada "intemporalmente” sobre la tierra urgente, y a él consagré estos años ya
ibérica. Creíamos que sobre aquella su próximos al ocaso. Resultado de la ma
puesta España eayó el accidente de la nera en que este libro fué concebido
presencia indeseada de musulmanes (y es su falta de un orden lógico. El mu
de judíos), y que al marcharse éstos, cho detalle alterna con la intuición del
España (regresó a su eterno ser, des conjunto, tal vez en proximidad enojosa.
pués de un enojoso "intermezzo” de Un mismo tema reaparece varias veces,
800 años. No. Cuando hablo ahora de siempre que la situación en que nos ha
"lo español”, esta noticia ocurre en mi llábamos ofrecía un miradero para nue
conciencia con un aspecto y una forma vas perspectivas. El propósito no era
cuyo sentido no puedo rastrear con ante narrar una historia, sino hacer percepti
rioridad al año 711. No va a importar bles la situación y la forma de existir
nos, por el momento, valorar como bueno el hecho, no mencionarlos por sí mismos.
o malo, lo acaecido desde entonces. De Hechos o datos valen como aspectos sig
searíamos experimentarlo en nuestra vi nificativos de algo yacente bajo ellos.
sión histórica, en tal modo que se provea Errado o verdadero, deshilvanado o cohe
de sentido y se haga inteligible históri rente, este libro mira hacia un conjunto,
camente. El sujeto de tal historia, que y por ello rogaría al lector que no falle
incompleta e imperfectamente liemos in en contra, antes de pasarlo hasta el final.
He tenido que desdeñar muchos mate
tentado esbozar, es la entidad humana so
bre que se basa el proyecto de vivir riales, penosamente recogidos. Por lo de
y de pervivir, es el “yo” histórico que más lo escrito ahora sobre la Edad Ini
tomó unas direcciones y renunció a otras, cial (que no Media) de España iba a ser
incompatibles con el curso de su existen un breve prólogo a un estudio sobre los
cia. Las voluntades humanas fueron la siglos xvi y xvii. Me di cuenta, sin em
brándose un cauce, precisamente, volun bargo, de la falta de sentido, de lo abs
tarioso, y que ha resultado ser el más tracto de citar términos como Renaci
peculiar y el más extraño dentro del con miento, Contrarreforma y Barroco, tan
junto do los pueblos vecinos. Ni en Occi usados por mí, sin ver con nitidez en mi
dente ni en Oriente hay nada análogo a conciencia de qué estaba hablando, o sea,
España, y sus valores (sin que nos inte quién fuese la entidad a la que le acon
rese decir si son superiores o inferiores)
tecía el curioso percance de aparecer, o
son sin duda muy altos y únicos. Ron de no aparecer, como renacentista, barro
irreductiblemente españoles La Celestina, quista o lo que fuere. Vi mi casi total
Cervantes, Vclázquez, Goya, L'namuno, ignorancia del “sujeto” al cual pudiera
Picasso y Falla. Hay en todos ellos un referir con dignidad intelectual la masa
quid último que es español y nada más. voluminosa de los aconteceres, de las “in
Todo pueblo posee, por de contado, una fluencias”, de los valores y de los desva
forma de vida, porque si no no existiría lores. ¿Qué es y cómo es ese “quién” al
ni podríamos mencionarlo inteligiblemen cual le pasa vivir tan rica y dramática
te. Pero no todos los pueblos han adqui existencia? Supuse entonces que el pro
rido una dimensión valiosa, universaliza- ceso vital se daba en una entidad histó
blc y perenne.
rica, humana, integrada por una con
Sé muy bien que mi obra es incom textura cristiano-arábigo-judía, y en la
pleta o imperfecta. He trabajado lejos cual se conjugaban y articulaban (o des
de las bibliotecas y archivos españoles, articulaban) esas tres formas de existir.
hace muchos años mi morada dilecta. No No eab a, en efecto, ni decir que lo es
he podido cotejar mis ideas con las de pañol era lo europeo ni que era lo orien
personas más sabias que yo en hispanis tal, y hubo por tanto que idear una es
mo, y me he servido de traducciones ára pecial categoría para hacer el problema
bes, que por excelentes que sean, no reem inteligible. El panorama se aclaró enton
plazan la impresión directa que logran ces muy gratamente. La idea servía.
{ l 'iV’ir
de página
1.)
Santiago apareció de golpe como un antiMahoma; el Arcipreste de Hita, como
un mudéjar adaptador de Ibn Hazm; la
Inquisición, como una ciega y feroz
exaspe ración de la desesperación judaica;
la ausencia de poesía lírica entre los
siglos xi y x iii , como una reacción de
fensiva contra la sensualidad musulmana;
Castilla, Cataluña y Galicia se colocaron
en su sitio, y aparecían haciendo lo que
era de esperar, etc.
Apretujada entre la embestida islámica
y la ambiciosa presión de Francia, Cas
tilla desarrolló una existencia de enérgico
y hábil esgrimidor, ducho en ataques y
en paradas. El menester de existir bajo
la amenaza de la más alta civilización
existente en el mundo entre los siglos IX
y xi, llevó a Castilla a delegar en los
moros y judíos que sometía, el trato con
las cosas, las técnicas y lo que requiriera
detenerse a pensar. Moros y judíos pa
saron a ser castas subyugadas, desdeña
das, utilizadas como indispensables y, en
ocasiones, admiradas e imitadas muy de
cerca.
De este modo empiezan a salimos las
cuentas. Seguramente el panorama es in
completo, y puede haber pn él de menos
y de más. Pero me atrevo a pensar que
el panorama, peor o mejor enfocado, es
así y no puede ser de otro modo.
En diversos lugares de este libro agra
dezco las noticias y datos con que me han
favorecido algunos amigos. Especialmen
te he de agradecer a mi colega Philip
K. H itti la paciencia con que ha sopor
tado las preguntas de un mal conocedor
del árabe, y el haberme permitido usar
liberalmente la biblioteca de nuestro Ge
minarlo Oriental.
Princetou li uiversit y, 1946.
(1) Fragm entos del prólogo al libro, de
próxim a aparición, España en su Historia.
Copyright hy Editorial Losada.
SOBRE LA ELOCUENCIA . . .
(V ien e de página
1.)
se mezcla la publicidad, con todo su apa
rato de sunlights y micrófonos, esto no
hace mal a nadie. Es un juego gratuito.
Nada semejante cuando se trata de ali
mentar a un continente, de dar una cons
titución a un gran pueblo, de asegurar la
salvación del mundo. Son negocios y
asuntos serios a los que habría que reser
varles el silencio, la discreción, los largos
trabajos previos, los beneficios del retiro
y de la meditación.
París, noviembre (le 1946. (Servicio de
Inter-Prensa.)
FT ARTF F>T EUROPA NO ES UNA HERENCIA
EXPRESION DE LA VOLUNTAD
D E C L A R A C I O N E S DE A N D R E M A L R A U X
Malracx, ex ministro de Información, ha dado una conferencia en
la Sorbona, titulada: "Arte y Cultura”.
La conferencia ferina parte de un ciclo
organizado por la UNESCO y le per
mitió a Malraux tratar del humanismo
europeo a través del arte en general y de
la pintura en particular.
El orador demostró cómo Europa era
el único continente en el cual la pintura
es un arte de perpetuo porvenir y parte
integral de su propio genio.
Al tratar luego de pintura moderna, el
autor de "La condición humana” tomó
como base de su afirmación la obra
de dos artistas que considera como polos
magnéticos de este arte: Manet, que pri
mero de todo rompió con la visión obje
tiva, y Picasso, exponiendo que el doble
j4 ndiíé
SUMARIO DEL NUMERO 4
DOS NUEVAS ANTOLOGÍAS POÉTICAS,
de Torre. "M on
F aust ”, oe P aul Valéry, por Frail
éis Ambriére. L'na lectura de L ’A i GLON, por Luis Santullano. Oda f i
nal a unas estatuas , por Ricardo
E. Molinari. E ntrevista con J orge
L uis B orges, por Estela Canto.
S alvador de M adariaga, por Mora
Guarnido. T ao-T e ii -K inc , por Ana
M. Berry. S pilimbergo y V ictorica,
por Romualdo Brughetti. E scuela y
capillas , por Roger Bastide. S amiri , por Fernando Diez de Medina.
D elfines o toninas , por M. Salinas
Alvarez. Los ojos df.l mañana, por
J . Otero Espasandín. N oche de
sombras, por Carmen de Alonso.
Charles D ullin , por Edouard Iíelsey. S entido moderno dei. melodra
ma , por León Mirlas. A rauco espf.
ra su elegía , por José Boseh Bousquet. Rowena , por William Hughes.
L a industria británica de la relo
jería , por R. A. Wecks. L a belleza
y EL sentido práctico, por lla rry
Trethowan. DlÁi-OGO de las comadres
de E fbso , por Daniel Devoto. Cómo
F alla imaginó L a At i .ántida, por
Jaime Paliissa. J ean C octkac, por
René Massat. E l teatro en P arís ,
por Marcel Thibaut. A ndré G ibe
en cine , por Jean Tédesco. C ríti
ca literaria , por González Carhalho.
U na página de modas, por Juumandreu. A jedrez , por Francisco Benko. E xposiciones de arte. M úsica .
Cin e . T eatro. Crónicas. H umor.
Caricaturas. Correspondencia de
F rancia , I nglaterra y E stados
U nidos, etc.
Este número incluye, im presa aliar
te, la L ámina N 9 4, que representa
el cuadro de C laudio Monet " Gira
por G u ille rm o
soles" .
fundamento de la fuerza occidental era
la voluntad de la conciencia, la voluntad
manifiesta.
Hablando de las amenazas que pesan
sobre Europa, el orador recordó que no
era la primera vez que Europa estaba en
peligro, desde el tiempo de ías grandes
invasiones, y que lo que estaba en juego
no eran solamente sus valores espiritua
les, sino también su existencia pura y
simple.
—Hay humanismo posible, pero es un
humanismo trágico — declaró Malraux,
agregando que a cada uno de nosotros
nos pertenece conseguir los medios de
hacerlo.
El ex ministro insistió en el hecho de
que el humanismo es independiente de
toda noción política, que solamente podía
deformar su contenido. Grandes aplau
sos resonaron al final de la conferencia
desde todos los puntos del inmenso anfiteatio, que resultó chico para contener a
todos los admiradores del gran novelista.
Y ninguna frase podía llegar más hondo
en el corazón de Malraux que la pronun
ciada por el Dr. Huxley en la sesión
general de la UNESCO, en agradeci
miento a su colaboración: "En ninguna
parte, más que en París, hubiéramos po-
"'D espués de la liberación de Francia el
Comité de Escritores y Artistas acordó
considerar separados de la comunidad in
telectual a aquellos de sus miembros que
habían colaborado con el enemigo o que
habían escrito en publicaciones contro
ladas de hecho por ¡os alemanes. Entre
los escritores sometidos a esta medida
figuraban: Chardonne, T h c riv e , Jean
Giono, Alphonse de Chateaubriant, Paul
Fort, Picrre Ilamp, Fabre Luce, Edmond
Jaloux, Picrre Benoit. Roger Vercel, La
Varcne, Maree! Avine y otros de menor
importancia. Entre los artistas: Vlaminck,
Segonzac, Rotand Oudot, Bouchard, Landowski, Derain y otros.
Poco a poco, casi todos ellos vuelven a
la actividad. Fabre-Luce edita sus obras
en Suiza, que después son difundidas
en Francia más o menos clandestina
mente; Mac-Orland, Marcel Aymé, Sa
cha Guitry, La Verene y Roger Vercel
acaban de publicar obras en Francia; se
anuncia la próxima aparición de un libro
de Pierre Benoit, y recientemente la se
ñora Bidault, esposa del presidente del
Consejo de Ministros y presidente del
Comité Nacional de la Resistencia, ha
ofrecido en el festival de Caniles, como
premio, un cuadro de Ottn Crios/, uno
de los artistas más comprometidos en la
colaboración con los alemanes.
•"Después del gran éxito obtenido por la
Exposición del Libro norteamericano, ac
tualmente se celebra en los salones de la
Biblioteca Nacional la Exposición del Li
bro suizo, organizada por el grupo pro
fesional de editores y libreros. Figuran
en la misma 2.000 títulos de libros,
revistas y periódicos: 1.200 en francés,
800 en aiemán y 150 en italiano.
• " P o r tercera vez desde su fundación se
ha inaugurado el Salón de los Surindependientes, en el Parque de Exposiciones
de la Puerta de Versalles. La sala pri
mera exhibe obras de los surrealistas, en
tre los que se destacan principalmente
Domínguez, Delanglade, Roger Brielle, Picabia y Germaine Durbecq. En las otras
salas hay obras de Beaudin, MendesFrance, Dallfard, Mauriee Cloud, Rimbert, Gilbert Pajot, Fernand Well y bas
tantes más, hasta un centenar de artistas
diferentes. Pero tampoco puede decirse
que esta Exposición ofrezca un conjunto
de verdadero interés, ni que se revele
fuertemente la personalidad de ninguno
de los expositores.
*** La Academia Francesa ha elegido los
sucesores de Abel Hermant y de Joseph
de Pesquidoux. Etienne Glison, especia
lista de la filosofía medieval, ha sido
elegido para sustituir al primero y Mau
ricio Genevoix, conocido novelista, ocu
pará el sitio de J. de Pesquidoux.
**’En la "Maison de l’Amérique Latine”,
de la Avenida de lena, se celebra actual
mente la Exposición de "A rts Americanas’.’
donde se nos ofrecen algunas muestras
de la pintura, del arte popular y de la
fotografía de Argentina, Uruguay y Chi
le. A pesar de que la Exposición se ce
lebra bajo los auspicios de las más altas
personalidades francesas de la política, de
la literatura y del arte en general, no
puede decirse que esta Exposición, la pri
mera de arte latinoamericano celebrada en
Francia desde 1939, ofrezca a los visi
tantes un verdadero conjunto del gran
desarrollo adquirido por el arte en estos
países.
.
Puede considerarse esta Exposición solo
como una muestra muy limitada de la
producción artística de algunos pintores,
cuya contemplación servirá para despertar
aun más el interés do los aficionados
franceses por la actividad artística de los
países americanos. La mayor atención de
¡a crítica se fcs or.centrrdo c-n torno a
ia tela de Figari, a las dos de 1 orres
García y a las de Norali Borges, Ortiz de
Zarate, Barradas, del Prete, Pareja, Soldi y Rivello. El cuadro de Pacenza,
"Paisaje de Caracas”, ha merecido tam
bién ei elogio de la crítica y ha sido el
preferido para su reproducción en los
periódicos como típico del nuevo arte la
tinoamericano.
, ,
Hablando de la Exposición, el critico
Pierre Descargues ha resumido así su opiuión: "Cada uno de los artistas está de
masiado poco representado para que se
pueda hablar acertadamente de su obra.
El conjunto de los cuadros atestigua por
lo menos un arte vivo, muy vivo, ya bas
tante notablemente original a pesar de su
juventud.” Es decir, la crítica francesa
no se ha pronunciado de una manera de
finitiva ante esta presentación tan limi
tada del nuevo arte latinoamericano.
La Exposición ofrece también esplén
didas fotografías de G. Freund, de un
especial gusto artístico, y que tienen toda
la fuerza y belleza di1 la naturaleza a r
gentina y de sus costumbres. Algunas
muestras de arte popular chileno comple
tan la Exposición.
y
C H IL E
Antlré Malraux..
dido escuchar una conferencia como la
que nos dió Malraux sobre "El Arte y la
Cultura” . ..
París. (A. P. P.)
CORRESPONDENCIA
F R A N C IA
fué encarcelado y su editorial sometida a
intervención judicial. Desde su salida de
prisión, Grasset viene realizando todas
las gestiones a su alcance para volver a
tomar posesión de su empresa. Ante este
peligro, los escritores franceses han creído
necesario dirigirse a la opinión y al Go
bierno para denunciar el hecho y tratar
de impedirlo.
La mayoría de los periódicos se eleva
contra el hecho de que se olvide tan rá
pidamente el pasado; pero Fruí, cois Mauriac y Georges Duhamel se han encargado
de asumir su defensa desde las columnas
de "Le Figaro”.
""Sacha Guitry ha partido para los Es
tados Unidos, según se dice para repre
sentar allí sus obras. Los escritores fran
ceses han creído necesario especificar su
opinión sobre dicho viaje en un comuni
cado publicado por la Unión Nacional de
Intelectuales, y que dice así: "La Unión
Nacional de Intelectuales, amante del
buen nombre de Francia en el extranjero,
eleva la más enérgica protesta contra la
eventual presencia en América de un per
sonaje que se lia comprometido escanda
losamente en la colaboración y que no
puede representar en nada la cultura y
la opinión francesas cerca del público de
la gran nación amiga.”
'• ‘Al propio tiempo los escritores fran
ceses lian elevado una enérgica protesta
contra la posibilidad de que Bernard
Grasset vuelva a tomar la dirección de
su editorial. Durante la ocupación de
Francia, el conocido escritor y editor ha
bía hecho causa común con los alemanes
y se había convertido casi en su editor
oficial en lengua francesa. Inmediata
mente después de la liberación, Grasset
*** P.rposiciones---- Entre las numerosas
exposiciones del mes se destaca la de Arte
Brasileño Contemporáneo, celebrada en las
salas del Museo de Bellas Artes. Cándido
Portinari, figura de relieve continental,
está mal representado, aun cuando las tres
obras enviadas den idea del vigor creador
del maestro. Clovis Graciano nos ofrece
en su diversidad temática una obra pene
trada de plenitud y de madurez. Levi, por
el contrario, más unilateral, sigue los pa
sos de un superrealismo que recuerda en
extremo el estilo ilalidiano. Bonadei, Udler, Charoux, Leontina Franco y Flavio
de Carvallo practican una filosofía pic
tórica en la que se exalta, a veces con
impulso desmesurado y desagradable, lo
patético. C.-imarco es brioso, José de Pau
la, constructivo, y en Joaquín Tenreiro
una emoción sencilla nimba sus paisajes.
-** Salón Xacional, 1916.— El certamen
anual de la Sociedad Nacional de Bellas
Artes no supone sobre los anteriores sa
lones una evolución en lo que a la calidad
de las obras se refiere. Muchos de los
envíos están por debajo de un módulo
imprescindible para enfrentarse a la esti
mación del público y de la crítica. Entre
los expositores debemos citar a Matilde
Pérez, Isi Coris, Armando Lira, Byron Gigoux, Aristodcmo Lattanzi (li.) y Pablo
Vidor.
*** Otras exposiciones. — En la Sala Sé
neca ha expuesto un conjunto de óleos y
acuarelas la pintora Chela Lira. En su
obra destacaba el instinto y el impulso
cromático .sobre el rigor técnico. En la
Galería del Pacífico expusieron los licr
■nanos Rojas Gatica una serie de apuntes
y bocetos de viajes. En estas estampas
se advierte la sensibilidad <le estos dos
artistas para captar lo fundamental de las
cosas. Algunas acuarelas rápidas son
obras de cierta alcurnia estética. En la
Sala del Banco de Chile expuso el pintor
Donato Román.
" * Conferencias. — En el Salón de Ho
nor de la Universidad dió fin a su curso
N U E S T R O P R O X IM O
NUM ERO
P.l p r ó x i m o n ú i i n r o d e C a b a l g a t a será
p u e s t o a l a c i n t a <1 m a r t e s 4 4 ilel c o
r r ie n te .
l ) r a c u e r d o r o n lo a n u n c ia d o r n r l
m e r o a n t e r i o r , p o r r a z o n e s d e d is tr ib u c ió n
p a r a (¡ue a lo s p a i/u e te r o s n o s e l , s j n , j '
te n c a r ia s r e v i s t a s a la le e C aiialcata
s a lt e l s e g u n d o y c u a r to m a r t e s 6 , cn,l„
m e s. C o n s e n tí a s i s ii c a r á c te r q u in c e n a l
g a n a n d o e n c a m b io u n a s fa c ilid a d e s ,/,!
d i s t r i b u c i ó n q u e r e d u n d a r á n rn b e n e fic ia
(le la m e j o r d i f u s i ó n d e la r e v is ta .
de cuatro conferencias sobre Goya, con
motivo del bieentenario del pintor, el orí.
tico español Antonio R. Romera.
ESTA D O S
U N I I) O s
***La revista "Time” de los Estados Uni.
dos ha tenido la "humorada’ de publicar
algunos extractos de los informes redac
tados por distintos periodistas que acaban
do visitar Europa.
Tres son los informes reproducidos v
pertenecen a Paul Hutehinson, director
de Christian Centurv, a Reinhohl Xie.
bulir, importante teólogo protestante do
los Estados Unidos, y a Winthrop Sargeant, periodista especializado en cues
tiones culturales.
Para el primero, Europa está en banca
rrota, política y espiritualmonte, y, según
su opinión, padece de un mal incurable.
Este enfoque puede titularse "La muerto
de Europa”.
P ara Xiebuhr, Europa tiene todavía
oportunidad de revivir, y, en su opinión,
depende de la política de los Estados
Unidos evitar el peligro de una guerra
entre oriente y occidente. Este informe
puede llevar por título "La esperanza do
Europa”.
W.
Sargcant buscó y encontró en Eu
ropa muestras evidentes de vida en las
artes, una gran vitalidad intelectual en
Alemania, una salud mental sorprendente
en los intelectuales y artistas de Italia
a pesar de la devastación material e in
cluso moral. Este es el informe (le "La
vida de Europa’’.
*»* En el suplemento de T h e X e w Y o r k
correspondiente al 13 de octubre
pasado, se reproduce a cuarto de página
un dibujo de nuestro colaborador Luis
Seoane, perteneciente a su libro "Home
naje a la Torre de Hércules”, editado por
Nova. En el mismo suplemento Harvev
Breit da la noticia de que en dicho mes
se celebra en la librería I’ierpont Mor
gan, de Nueva York, la exposición (le
trescientos libros ilustrados, impresos en
tre los años 1935-1945 y proc.ornt; - (le
T im e s ,
j
uó » Ó a o -'tn -, >•;! o.uiKiG Dfl! '.“ G.
Estos fueron seivcviviudos entre mil que
habían sido considerados los mejor ilus
trados y diagramados del mundo, por el
jurado del Instituto Americano de Artes
Gráficas. Por lo tanto, el "Homenaje a
la Torre dq Hércules” ha sido conside
rado por dicho Instituto, como uno de
los trescientos libros mejor ilustrados en
dicho período.
BU EN O S
A IR E S
•** Waldo Frnnk ha escrito reciente
mente un juicio sobre "Uno y el Uni
verso”, de Ernesto Sábato. Entre otras
cosas, dice: "Sospecho que es una obra
literaria más importante de lo que el
autor se imagina. Para empezar con la
finalidad, es una obra de arte. Uno no
ha avanzado mucho en el T e m a r i o , cuan
do ya ha verificado que los temas tienen
unidad y que su variedad y libertad —su
delicioso casualismo— se estructuran en
un organismo de atmósfera, movimiento,
personalidad. La razón es, naturalmente,
que un temperamento unificado y contro
lado maneja cada asunto y lo adapta en
un todo sin forzarlo. Desde luego, contri
buye la prosa. Es una prosa soberbia.
No sé de ninguna otra que sea compa
rable, excepto la del admirable Borges.
Y, naturalmente, el resultado sería un
mero diseño externo, no orgánico, si lio
hubiera una s u b s t a n c i a tan sólida, tan au
téntica, tan viviente.”
R egistro d e P ro p ied ad In te le c tu al N° 216.844
R e d a c c i ó n , D i r e c c i ó n . A d m i n i s t r a c i ó n . F u b l ic i d a d
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t a r i f a
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E l señor
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Dirección
se suscribe a C A B A L G A T A por el
período de un año* seis meses y al efeclo
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Dólares 3,50 U. S. A. en cheque, bono
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IMPRESO EN ARGENTINA
>P*ÍNT* AMOÍ*' ^
/
�■ ■ m w m bw w —
LETRAS
estado de paso en París el escritor
soviético Elias Ehremburg. Tuvo que
abandonar la capital de Francia al co
mienzo de la guerra. H abitaba en ella
desde antes de la guerra anterior, la prinera de estas guerras universales que es
tamos viviendo en el siglo xx. Allá por
el invierno de 1914, en el frío cuarto de
un hotel de Montparnasse, él y yo tra
tábamos de traducirnos mutuamente los
místicos españoles y los simbolistas rusos
del Cristo, el trineo y las nieves. En aque
llos trabajos lingüísticos, Ehremburg
aprendió por lo menos cuatro palabras
en castellano, que luego ha aumentado,
hasta llegar a poseer un rico vocabulario,
en sus viajes por España; yo aprendí dos
palabras rusas, de las que sólo recuerdo
una: "baba”. Ehremburg se dejaba aquel
invierno la melena lacia que le correspon
día como poeta ruso en el destierro, y le
abrigaba.
En el fondo, era ya un ciudadano de
París, capital entonces de todos los ciuda
danos inadaptados y refractarios del mun
do. A París venían a divertirse los extran
jeros, pero los ciudadanos del mundo ve
nían todavía como habían venido Heine
y Bakunin, a quedarse, o no venían. Los
españoles, siempre a retropelo, no venía
mos a quedarnos aunque abandonásemos
nuestra patria saliendo de estampía. Las
metas capitales de nuestros viajes eran
Londres, Berlín o Nueva York. Estába»
mos en contra del prestigio fácil de P a
rís y el bulevar. Mas la ley de la ciuda
danía universal que regía en las colinas
al margen del Sena, igual que antes en
el país latino, nos acogía a nuestro pesar,
y se ha dado el caso de quien, cual yo,
vino a ellas dispuesto a detenerse unos
siete días y se ha quedado, salvo las ausen
cias de movilidad, siete lustros.
Los franceses, ahora que lo han perdi
do, calculan la fuerza radiante que les
proporcionaban sus barrios de concentra
ción, en los que vivían sueltos los indesea
bles de todas las anfractuosidades del pla
neta, reunidos allí por atracción natural.
Los campos de concentración alemanes
han realizado después la misma idea, pero
con designio contrario: han reunido, no
por atracción, sino por presión, no a los
indeseables sino a los conquistados, es de
cir, a los deseados, y no para aprove
charse, sino para privarse de ellos. La
estupidez de los alemanes de ahora ha
sido tan "grande como la inteligencia de
los franceses de antes.
Sea cualquiera su origen, un hombre
que habita una ciudad durante treinta
años, es más habitante de la misma que
un nativo de veinte. Con su autoridad de
antiguo ciudadano de París, Ehremburg,
q>*3 acaba de visitar la Nueva Europa y
los Estados Unidos de América, me ha di
cho en un inmutable restaurante a orillas
del río, enfrente del Louvre:
—Pensaba encontrar a Francia más
cambiada; París no ha variado.
H
a
CORPUS
rra puede provocar en una ciudad destruc
ciones invisibles y paralizaciones disimu
ladas que incluso pueden darle vigor. Por
ejemplo: ahora en París hay mucho vaivén
de viajeros de todo el mundo; podría de
cirse que no ha variado el internaciona
lismo de París. Sin embargo, la variación
está precisamente en que sea un vaivén.
Los escritores rusos o americanos, los ne
gociantes americanos o levantinos, vienen
hoy aquí para irse, no para quedarse o es
tablecerse. La capital de Francia, que era
una ciudad centrípeta, se ha convertido
género en el que los france
Sisesexistesonunmaestros,
es el del análisis
de las relaciones entre la literatura y el
sentimiento religioso, ya se trate de des
cubrir, a través de los libros, los movi
mientos de la vida mística, como Henri
Brémond en su Historia literaria ríe! sen
timiento religiosa, o de examinar, por el
contrario, la influencia de la literatura
de las pasiones en los estremecimientos
místicos, como Sainte-Bcuve en su Par!Poyal. Esta brillante tradición no ha
muerto; no necesito más pruebas, para
sostener el aserto, que algunos libros re
cientes lanzados por las ediciones La
Colombe que acaban de llegar a América
del Sur.
Cuando Pierrc Leproelion intenta resu
citar, ante nosotros, a ese genio de la
libertad que se llamó San Francisco de
Asís, tiene mucho cuidado de ligar la
religión del amor perfecto al arte de los
trovadores. Pues es lo cierto que se regis
tra un comercio incesante entre el amor
cortés de los poetas meridionales y el
amor divino de los místicos latinos. Por
lo demás, se podrían mostrar iguales in
fluencias líricas en los franciscanos de la
Renania medieval.
Pero el tejido sin costura queda des
garrado. La reforma protestante estalla.
Raoul .Stéphan nos brinda la más objetiva
de las historias de la reforma francesa, la
más llena de amor cristiano. Pero este
BARGA
( Especial para C abalgata.)
del fascismo que ofrecía restaurarla en ca
pital de imperio, aunque fuese de cartón
piedra. Con una u otra consecuencia, se
dejará sentir en París el cambio de mira
que el mundo le manifiesta. Las ciudades,
con mayor facilidad que las personas, son
lo que otros quieren de ellas más que lo
que ellas quieren ser para los otros. Obe
decen a nuevas utilidades y pierden lo in
servible. Se adaptan al medio internacio
nal, las cosmópolis. Se rigen por leyes
planetarias. Y registran, en su trivial cró
nica de sucesos, la desaparición miste
en 1910, la Avenida de los Campos Elí
seos —hoy lugar común de oficinas, cines,
bares, bazares y bancos, el bulevar del si
glo xx, sin el espíritu ni las proporciones
del anterior— subía señoreándose entre
hoteles de reinas destronadas y de corte
sanas históricas. Desde los jardines de la
infancia del tiempo perdido de Proust
hasta el Arco del Triunfo, no se atrevía
a mostrarse a su paso más escaparate que
uno, en una esquina de la Plaza de la
Estrella, que encerraba ensu inmensa caja
de cristal, una joya de otro mundo: un
Vista aérea del emplazamiento que ocupó Montmartre.
en una ciudad de paso, ni siquiera de pa
seo o turismo. Se parece a Roma, después
de la guerra de 1914, de la que me decía
entonces un romano, apoyado con despre
cio en la piedra de una basílica:
—La ciudad eterna es una estación de
ferrocarril.
Tal condición no fué ajena al espejuelo
*
—París siempre es el mismo —me ha re
petido otro de los supervivientes de los
barrios de concentración de París, una an
tigua irlandesa de Montparnasse, norteamericanizada durante la guerra.
-—En estos años que he pasado en Amé
rica —ha añadido— he visto más cambios
de casas y calles en cualquier otra ciudad
que encuentro en París a mi vuelta.
No me extrañan estas observaciones:
yo mismo, después de muchos años, he
vuelto últimamente a Londres, y, compa
rada con la capital de Francia, la de
Inglaterra me ha parecido fija, anticuada,
perdiendo calorías por sus chimeneas, con
su confort vetusto y usado como las buta
cas de sus trenes, aunque más de un lon
dinense dió por supuesto que no recono
cería a la ciudad. Reconocí todo lo que
había conocido, menos los que hallaba en
ruinas. Pero no dudo que Londres como
París, Europa la Vieja, ha variado.
Una guerra no suele infundir a una ciu
dad más vida artificial. Si no la destruye,
la paraliza. Es cierto. Aun más: la gue
© cabalgata
VARIACIONES PARISIENSES
POR
La iglesia románica de San Germán de
los Prados, enfrente de la cual se halla
el café de "Deux Magots”.
riosa de las personas y la destrucción in
visible de los ámbitos.
»
En el bulevar d" Jíontparriasse pregun
tan con razón
Dónde está Montparnas
se?”, los viajeros que no lo ven y desean
verlo precisamente porque no lo necesitan
para nada, ni venían a vivir en él, como
tampoco van a vivir ni necesitan para nada
las torres de Notre-Dame y las visitan.
Pero a las torres las encuentran, no sólo a
ellas, sino a la vista que se ve desde ellas.
Son una seguridad para el turista. Mont
parnasse es una inquietud: la de ultra
tumba. ¿Dónde está Montparnasse? El úl
timo barrio parisiense de concentración
figura en la lista de los desaparecidos.
Durante los años que he vivido en P a
rís han desaparecido por lo menos, el Ba
rrio Latino, los Bulevares, Montmartro.
las fortificaciones y la ciudad que verda
deramente constituía la colonia argentina.
Han tenido lugar desplazamientos inter
nos, mutaciones y defunciones íntimas:
ha fallecido el famoso pasaje de !a Ope
ra ; ha habido mudanza de los Bulevares
a los Campos Elíseos, para lo cual hubo
que abrir el bulevar que lleva el nombre
de Haussmann, el célebre prefecto del
-Srba que, a su vez, abrió el canal a P a
rís durante el Segundo Imperio. París,
en esta variación, ha continuado fiel al
urbanismo astrológico de las grandes ciu
dades que les hace desplazarse de oriente
a occidente, como el sol y las emigraciones
humanas.
Cuando vine por primera vez a París.
automóvil modelo. Los escaparates de la
avenida eran ambulantes y no estaban
en las aceras, iban por el medio; eran los
milores forrados de raso donde se lucían
las "(lemi-mondaines” de lujo.
¿Pero dónde está Montparnasse? Entre
Orillas del Sena.
CRITICA LITERARIA Y CRITICA RELIGIOSA
po r
R O G E R
(Especial para
B A S T I D E
C a b a l g a t a .)
tante. ¡Qué error! Una sangre ardiente
corría por las venas de esos viejos fran
ceses y estallaba en músicas violentas,
como en L e s tr a p iq u e s de Agrippa d’Aubigné o en grandes sinfonías musicales,
como S e m a in e de Du Bartas. Se ha criti
cado frecuentemente a este último; Raoul
Stéphan muestra cuánto tienen de injustos
esos ataques; ciertos versos recuerdan
los conjuros de Péguy:
L a n u i t c s t c e lle -ld q u i c ita r m e n o s t r a v a u x .
E n s c v e lit
nos
s o in s ,
donne
tr e v e
a
nos
[ matiz
La
n u it
cst
c e llc -ld
qui
de
ses
a ile s
[so m b res
S u r le m o n d e m u c t f a i t a v e c q u e s le s o m [ b res
D é g o u t t e r le s ile n c e . . .
historiador no olvida que es, ante todo,
un novelista, un amante de las letras.
Por eso introduce en su último libro,
L'Epopée huguenotc, cierto número de ca
pítulos en los que estudia, con mueha su
tileza, la influencia del protestantismo en
la lírica y en la formación de la prosa
clásica. Se habla de la frialdad protes
(Es aquella la noche, que nuestro trá
fago encanta — Nuestro cuidado entierra
y da tregua a los males — Es aquella la
noche, cuyas alas de sombra — Hacen con
las tinieblas, sobre el mudo universo —
Gotear el silencio.. .)
Todas estas páginas de Stéphan entre
—
Sainte-Beuve, por Demarquay.
cruzan la crítica religiosa con la crítica
literaria y deben situarse en la gran tra
dición 'francesa de Sainte-Bcuve y del
abate Henri Brémond.
L ’Epopée huguenotc termina en víspe
ras de la Revolución Francesa, evocando la
guerra de los "Camisards”, en los Cevennes quemados por el sol, cuando los campe
los turistas que hemos dejado perplejos
en el bulevar de ese nombre, no falta
quien se dé una palmada en la frente y
exclame: "¡Ah, me había olvidado que
me dijeron que Montparnasse está ahora
en San Germán de los Prados!” Y des
ciende al bulevar San Germán y se
siente en el Flora o en los Dos Monigotes
de la China, que, dentro de las horas re
glamentarias, uno de estos dos cafés se
halla abierto, cuando no se hallan abier
tos los dos. En los Chinos podrá en
contrar todavía superrea listas. En el
Flora no encontrará a los filósofos y
literatos J. P. Sartre y Simone de Beauvoir, que han dado su más reciente lustre
a este lugar, ya de antiguo político y
literario.
En él conocí a un curioso republicano
español, de la primera República, que
pasó casi toda su vida política en el des
tierro y que nunca se hubiera querido lla
mar exilado: don Nicolás Estévanez. Este
ministro de la guerra del gobierno de Pí
y Margal!, tenía el espíritu federal de
los de Pí con cédula de oncena clase. No
fué ministro más que nueve días porque
otro republicano que pretendía serlo le
hizo una interpelación acusándole de haber
pedido su retiro de coronel en plena gue
rra, ante el enemigo. Estévanez contestó
que era verdad y que no debía ser mi
nistro. Había en efecto pedido su retiro
en Cuba durante la primera sublevación
de esta isla, porque el capitán general ha
bía hecho fusilar a unos estudiantes de La
Habana.
Era canario y de una naturaleza es
pléndida. Viejo, fracasado, cegato de tra
ducir para el editor Garbier, no daba
muestras de abatimiento ni desilusión.
Por su trato parecía un hombre de vida
optimista. Todo lo transformaba en risa.
De la emigración sacaba las ocurrencias
más graciosas. Contaba, por ejemplo, que
un emigrado español vivió una temporada
de ofrecer su paternidad en los juzgados,
hasta que le detuvieron porque en un
mes había tenido quince hijos, y le dije
ron que exageraba. Refería que la pri
mera vez que le invitaron a comer en una
casa francesa de la pequeña burguesía, le
chocó y le sedujo el derroche de fruta
magnífica que se ofrecía en el medio
de la mesa. La comida no respondió a lo
que anunciaba el postre, y cuando llegó
la hora muy esperada de la fruta, la se
ñora de casa se levantó, retiró los platos
de la magnífica y los sustituyó por otro
con fruta modesta. La buena se alquilaba
como las flores, para que sirviera de
adorno.
*
Sartre y madame de Beauvoir no fre
cuentan ya el café al que siguen acudien
do republicanos españoles eqiigrados. Los
discutidos autores franceses van a trocafé al bar í.ubter
de
mo donde murió otro m.
español, lo contrario de Estévanez: el ge
neral Primo de Rivera. Pero si aceptamos
la hipótesis de que el Flora y los Chinos
de San Germán son la Rotonda y el Domo
de Montparnasse, es decir que Montpar
nasse está ahora en San Germán, no po
demos negarnos a aceptar también que en
Montparnasse estaba Montmartre. que
desapareció con la otra guerra. Y a su
vez, que en Montmartre se refugió el Ba
rrio Latino, que desapareció antes. La
variación de los barrios de concentración
de París, sería entonces pendular. De la
colina de Santa Genoveva, en la orilla
izquierna del Sena, a la de Mártires, en
la derecha. De ésta, atravesando de nuevo
el río, al Monte Parnaso, más alto que la
colina de Santa Genoveva. Y del Monte
Parnaso otra bajada hacia el río pero sin
atravesarlo, deteniéndose en los prados de
San Germán. Después de haber lograd:'
su oscilación máxima en Montparnasse,
el péndulo se dispondría a pararse.
Ha llegado el momento de escribir las
memorias de esas babeles por donde han
pasado tantos hombres de habla española.
París, septiembre.
sinos profetas hablaban como los cristia
nos de la iglesia primitiva, en lenguas
desconocidas. Ultimo fuego de las guerras
religiosas, antes del gran brasero de la
Revolución.
Pero aquel siglo xvm, en sus postri
merías, vió aparecer otras formas místi
cas: un curioso ocultismo que ha ejercido
su influencia, más allá de la Revolución,
hasta el romanticismo francés. Se suele
creer que espíritus tan lógicos y teócra
tas como Joseph de Maistre, han escapa
do a esa corriente ocultista. Puen bien;
no. La masonería era entonces un movi
miento religioso, al que iban a refugiarse
muchas almas místicas. Las ediciones de
La Colombe reeditan el Joseph de Mais
tre místico de Emile Dermenghem, un
libro que hizo mucho ruido hace unos
años. En él aparece el autor de las Soirées ile St. Pctcrsbourg, el maestro de la
contra-revolución, como se le ha llamado,
a una luz nueva, curiosa, y los documentos
prueban que la imagen es verídica.
La guerra del 40 ha despertado en
Francia el sentimiento religioso; los li
bros que tratan problemas místicos tie
nen un gran éxito actualmente. Las edi
ciones a que nos referimos se agitaron
en pocas semanas. Pero el francés conser
va siempre, cuando analiza las oleadas de
la fe o las sacudidas afectivas, sus hábi
tos de análisis, de sutileza que son sus
cualidades maestras.
�CRONICAS
cabalgata©
USUNA vez dijo Picasso que lo que hace
, más falta es entusiasmo. Daba desde
A
luego, por supuestos, la dedicación, el tra
L U Z E N LA S O M B R A
bajo diario, el esfuerzo que exige el ofi
cio. Y, claro, la vocación.
Juanita Sujo es de un entusiasmo plu
ral, un manojo de entusiasmos disparado
en difícil aire del teatro hispanoameri
cano. La firme disciplina alemana no
alteró su espontaneidad inesperada. Los
largos estudios, los ensayos inacabables
no agotaron su capacidad cordial, su chis
pa de conversadora sonriente, ágil, lúcida.
Y, lo más estimable de todo, su valentía:
no le teme a las palabras que se prohíben
las damas cultas, bondad, ilusión, ternura,
que dichas por ella recuperan su fuerza
evidente y saltan a su cima por encima de
toda blandura, superiores al peligro del
azucareo posible. Y dejémosla a ella con
nuestros lectores.
—¿Se le ha vuelto fantasma alguno de
los personajes representados por usted?
¿ Se le apareció en sueños o la preocupó
hasta tal punto que "habló con él” al mar
gen de la escena?
—Buena pregunta: creo que no sólo
se me aparecieron en "sueños” o me pre
ocuparon mi personajes, sino que todos
se me han ido haciendo un poco carne,
y de ahí los violentísimos debates, ya no
diálogos, que suelo escuchar dentro de mí.
—i Qué cosa la perturba más, cuál le
cuesta más esfuerzo, al pasar de la "rea
lidad” a las tablas?
—Desde luego: pensar en la vuelta a la
realidad.
—i Qué anécdota de su vida de act riz
recuerda más?
—La primera que me indicó que lo se
ría : al recitar en público por primera vez
a los cuatro años, fué tal la emoción,
mezcla de placer y susto, que guardé ocho
días de cama.
—{Cuál es el peor enemigo de una ac
triz en nuestro teatro?
— El ciudadano que reniegue del mismo.
—¿Cree usted que es fundamental que
el papel que se ha de representar coincida
con el propio carácter?
—Creo que en un principio, lo funda
mental es hacer coincidir nuestro carácter
con el del papel a representar. Más tarde
en la selección ya un tanto definitiva, se
engaña menos si el papel puede coincidir
con nuestro carácter.
—Aparte del teatro, i qué cosa la atrae
más en la vida?
— Aparte del teatro, me sigue atrayen
do toda otra manifestación de arte: em
pezando por la vida.
—De todos "los ideales” que la llevaron
al teatro, ¿cuál es el que se mantiene con
más fuerza y constancia, animándola en
su vocación?
—Cuando pienso en el bálsamo que ha
sido para mí en tantísimos pésimos mo
mentos, una obra artística, siento que lo
que más me anima de verdad a seguir,
es la esperanza de significar con mi po
sible obra, lo mismo para otros.
—i Qué teme más en escena?
— Lo mismo que en la vida. Per arra •
■ni comennetraciÓT»u acerca úe nuestra
muchísimos casos no dicen
todo lo que saben, y que en muchísimos
otros, se empeñan en decir lo que no sa
ben. Habiendo raras excepciones.
—¿Qué actriz, actor, director, esce
nógrafo, prefiere usted?
N toda Sudamérica es conocida la
Imprenta López, dirigida desde hace
muchos años por el hijo del fundador, que
se hizo impresor siguiendo, junto al pa
dre, uno a uno los procesos del arte de
imprimir. De ahí vienen el amor y la capa
cidad que pone al frente de la gran em
presa don José M. López Soto, verdadero
impresor de libros, en cuya especialización invirtió sus mejores esfuerzos y los
colaboradores más hábiles y eficaces. Por
eso sus opiniones sobre los distintos pro
blemas del libro, hechas especialmente
para los lectores de Cabalgata, tienen
la prestigiosa orientación que dan la expe
riencia y el fervor.
—¿Cuáles son los problemas más ur
gentes que debe enfocar la industria del
libro?
—Antes que resolver problemas, conside
ro que lo más importante es unificar
criterios.
En realidad es lamentable que en la ac
tualidad aun no se hayan podido estable
cer conceptos y normas que den bases de
solidez permanente a nuestra industria
editorial.
—¿Teme usted por el futuro de la in
dustria editorial argentina?
—Por el contrario, tengo plena confian
za: sin embargo, es indispensable que
todos los que de una u otra forma par
ticipan de esta industria, comprendan que
aquellas circunstancias muy especiales por
cierto que favorecieron y permitieron el
desarrollo rápido y progresivo de esta in
dustria, han desaparecido.
Hoy la industria editorial argentina
debe prepararse para resistir y poder so
portar la competencia extranjera que ló
gica e inevitablemente debemos enfrentar.
Nada podrá desplazar al libro argentino
si llegamos a crear una sola conciencia,
lia conciencia de la colectividad editorial
para mantener el prestigio universal que
el libro argentino ha conquistado, por su
calidad literaria, por su presentación grá
fica y por su precio.
—¿Cómo considera usted posible llegar
a crear esa conciencia?
__Ante todo es necesario que se com
prenda que la industria editorial no es
patrimonio exclusivo de los editores. El
editor es, aunque muy importante, sólo
una parte de esta industria que se com
plementa en primer término eon el escri
tor, fuente creadora que hace posible el
libro; sigue el editor, nervio propulsor y
difusor de esa creación, y el impresor, que
da forma de libro al manuscrito y lo
transforma en múltiples ejemplares; si
gue luego el distribuidor y finalmente el
lib:ero, factores indispensables e impor
E
—Que siguiera hasta que la muerte nos
la llevase.
„ ..
—¿Quiere darme algunos datos poli
ciales” : edad, estado, marcas, idiomas,
viajes, formación, etc.?
—Los datos policiales: qué aburridos.
¿Por qué no inventa? Edad: la mejor.
Estado: el único bueno. Idiomas: el del
corazón. Formación: voluntad, voluntad j
más voluntad.
A última hora, cuando ya está en m a
quina este número, nos llega la noticia
de que Juanita Sujo ha recibido una in
vitación del estado peruano para actuar
en la próxima temporada oficial como
primera actriz de la Compañía Nacional
de Comedias.
En la misma compañía oficial, cuya la
bor en los últimos tiempos es una de las
más importantes de la América Latina,
colaboran el primer actor Edmundo Bar
bero, y el decorador Santiago Ontañón,
figuras destacadas del teatro hispanoame
ricano, de recordada actuación en Buenos
Aires junto a Margarita Xirgú.
No sabemos aún si Juanita Sujo acep
tará la oferta, quizás la primera que un
gobierno americano hace a una actriz
nuestra. Pero no dudamos que su pacíente y apasionada labor en la escena la
hizo merecedora de tal distinción. Con
su aporte, el Teatro Nacional de Come
dias de Lima conseguiría un valor indis
cutible de nuestro teatro, que, junto a
las figuras que actualmente lo animan,
contribuiría en gran medida a la brillantez
de su próxima temporada.
LAS EDICIONES
EN F R A N C IA
L os *'Cahicrs Froncáis d ’I n f ormation” publican interesantes datos sobre
los problemas editoriales en Francia,
que tratarem os de resum ir a continua
ción.
internacionales.
sería?
. O e Pue<Je hablar de una crisis de la
ó
edición francesa, de su alcance y del
tiempo que se necesitará para salvarla?
Puede comprobarse que nunca ha sido
mayor la penuria de libros. En la actua
lidad es punto menos que imposible pro
curarse cualquier obra clásica sin acudir
a las librerías de viejo y todavía en ellas
el asunto no es fácil. Imposible también
hallar los autores modernos que antes de
la guerra hacían grandes tiradas que se
han agotado y no se han podido repetir.
Hay también una gran penuria de libros
escolares, de enseñanza superior y de obras
técnicas. En las librerías solamente se
encuentran novedades y a precios prohibi
tivos.
Esta es la situación. ¿Se podrá mejo
rar pronto?
Las dificultades con que se tropieza son
numerosas, además de la falta de papel:
falta de energín eiéfrrie». carestía ue Í2
mano de obra y aumento ae ios gastos
de fabricación. Las dificultades m ateria
les retardan mucho la producción; en la
actualidad se necesitan seis Ineses para
sacar un libro. En relación con esto, los
precios de los libros han alcanzado aumen
tos impresionantes. Una novela de dimen
siones medianas se vende de 100 a 150
francos, es decir, de cinco a seis veces el
precio de antes de la guerra. Las princi
pales causas del encarecimiento están en
ia limitación do las tiradas por la carestía
del papel. Solamente aumentando las tira-
ENTREVISTA CON
D o n J o sé M . L ó p ez Soto
tantísimos de cuya acción depende en gran
parte que el libro se venda normalmente.
Por consiguiente, todos estos elementos
que en realidad forman la industria edi
torial ddben unirse para defender- esa in
dustria que es patrimonio de todos y de
cuyo mayor desarrollo todos saldrán be
neficiados.
Es un error pretender que los editores
progresen si los impresores no partici
pan también de ese progreso. Lo mismo
ocurre si los distribuidores y los libreros
no encaran eon la debida preocupación
el problema de la venta: terminarían por
agotar toda posibilidad de nuevas edicio
nes y por consiguiente toda posibilidad de
ventas.
—¿Qué opina usted del criterio editorial
de nuestro país?
—Excelente. Salvo raras excepciones, los
editores argentinos, por sí o por la eficaz
colaboración de su cuerpo de asesores,
tienen muy buen criterio para editar. Es
que en nuestro país existen ya editoriales
que son verdaderas instituciones, con pla
nes estudiados y bien estructurados que
no dejan nada librado a la improvisación,
publicando obras de valor permanente que
representan un gran aporte para la cul
tura en general.
—¿Cree usted que la industria gráfica
argentina responde o responderá a las ne
cesidades de las editoriales?
—Antes de contestar a la pregunta per
mítaseme hacer una aclaración: la in
dustria gráfica argentina tuvo una parti
cipación decisiva en la creación de la in
dustria editorial. Sin el aporte técnico
y decidido que prestó la industria grá
fica, el libro argentino no hubiera nunca
alcanzado el prestigio de que hoy goza.
Prueba evidente de ello es que en otros
paíse3 de América, donde la industria
gráfica no había alcanzado el grado de
desarrollo técnico de la nuestra, la indus
tria editorial no fué posible en la medida
que lo ha sido la nuestra. Y debemos con
venir que no ha sido ni por falta de
intelectuales, ni por falta de editores, ni
por falta de capitales.
Ahora bien, contestando a la pregunta,
debo decir que la industria gráfica no so
lamente está preparada para responder
a las necesidades editoriales sino que ade
más está identificada espiritualmente con
esa actividad.
Los auténticos impresores de libros que
existen en nuestro país, no son tan sólo
industriales con criterio estrictamente co
mercial, sino que también tienen un alto
concepto de su misión y sienten al unísono
con el escritor, editor y librero verdadera
emoción por cada libro que sale de sus
prensas.
Esos auténticos impresores de libros
necesitan, como es lógico, el apoyo y la
colaboración de los editores, acicate in
dispensable para mantener latentes el en
tusiasmo y la colaboración decidida y
siempre ascendente para toda actividad
y necesidad editorial.
—¿Considera usted que los mercados de
libros están saturados por exceso de pro
ducción?
— No. Los buenos libros jamás satu
ran, por el contrario, son siempre espera
dos con ansiedad. Lo indispensable es
que la aparición de esos buenos títulos
llegue a conocimiento del público, lo que
en la mayoría de las veces no ocurre en
la medida necesaria.
—¿A quiénes atribuye usted la respon
sabilidad de que eso ocurra?
—La responsabilidad es colectiva, y
puedo asegurar que con bastante frecuen
cia se tiene la impresión como si todo
el mundo se hubiera confabulado para
hacer desaparecer de la vista y del cono
cimiento del público un buen libro recién
aparecido.
En realidad esa aparente saturación no
indica la imposibilidad de mayor ad
quisición de parte del público, sino la
indiferencia y manifiesta apatía de los
interesados en el negocio editorial.
El distribuidor con argumentos más o
menos fundados, no ha podido encarar
y resolver integralmente el problema de la
distribución, aunque debemos reconocer
que en los últimos tiempos ha debido so
portar toda clase de inconvenientes ajenos
a su voluntad y muy difíciles de superar.
Sin embargo, el problema existe y hay
que resolverlo. El librero, salvo excep
ciones, no acoge el libro con el entusiasmo
que debía hacerlo.
Esta política perjudica en primer té r
mino al editor, pero también se perjudica
el mismo librero, pues en muchísimas
oportunidades pierde ventas pór falta de
determinado título solicitado por el cliente.
Si algunos libreros llevaran una estadís
tica que registrara las ventas perdidas por
carecer de determinados títulos, con segu
ridad que cambiarían de criterio.
No pretendo hacer recaer toda la res
ponsabilidad sobre los libreros: comprendo
que ellos también tengan sus dificultades y
sus problemas, pero si se desea la pros
peridad de la industria editorial es ne
cesario que todos colaboremos.
El periodismo también debe prestar de
cidido apoyo. Debe dar a la crítica lite
raria toda la importancia que ésta merece.
Si la industria editorial necesita más pá
ginas de información bibliográfica, el pe
riodismo debería brindarlas.
No es posible aceptar que todo el peso
de la financiación gravite sobre el editor.
Considero que la misión de éste debería
terminar con la edición de la obra; sin
embargo, así como están planteadas las
cosas, éste debe financiar la edición, con
todos los enormes gastos que trae apare
jada la misma, y sobre todo ello tiene
a su exclusivo cargo la publicidad, muy
costosa por cierto, la distribución, la ven
ta al librero y la preocupación constante
y personal para que sus obras se difun
dan, se conozcan, se exhiban. Esta res
ponsabilidad por lo menos en lo que res
pecta a la publicidad, crítica, difusión,
exhibición y ventas, es necesario que esté
más repartida entre los mismos intere
sados.
Indiscutiblemente toda esta acción de
conjunto no puede dejarse librada exclu
sivamente a la iniciativa particular, pero
con el apoyo do la Cámara Argentina del
Libro, de la Sociedad Argentina de Escri
tores y la Asociación de Industriales G rá
ficos, todas entidades de gran prestigio
no cabe duda que se obtendrán resultados
positivos.
das podrían abatirse los precios p
aumentarlas se necesitaría poder
de unos itocks de papel que no
Se ha comprobado que la cifra do í
tores en Francia ha aumentado' con.is
rablementc en los tiempos de la ocuna 7
llegando a superar a la de los ticimA
anteriores a la guerra, y no sólo
u
novelas y obras de imaginación, 8¡no 0hr
serias (historia, filosofía, etc.). Al i
ver a la normalidad esa tendencia ha t
pozado con grandes dificultades espedí'
mente explicadas por las situaciones / '
nómicas difíciles.
Copiamos literalmente de la infor
eión de la que obtenemos estos dat *
"Se discute mucho sobre la cuestión T
editar los libros franceses en el extr **
jero. ¿Nos deberemos entender provi»?
nalmente con nuestros competidores? i°
producción industrial se opone y en ^
parece estar en su papel, puesto que*'3
tra ta también de defender los inter W
de los productores franceses y de todo**!
personal adscripto a la labor editorial y*
hemos publicado anteriormente una com *
nicación de M. Duhamel a la Acoden/
pidiendo que, en lugar de editar libr'!¡
en el extranjero, se nos procuren las /
ferias primas necesarias, papel y carbón
para que podamos enviar a los mercados
nuestra propia producción y editar no
otros mismos nuestros libros.”
DISCOS
P o r JO R G E D ’ URBANO
V /- a son m uchos los años que han pasado H
1 de que Igor S traw insky declarara, fn !*esfuerzo de buena voluntad hacia lo que en es!»
momento se tenia como la últim a palabra de T
técnica, que el disco es el m ás útil instrumenté
para la tra n sm isió n del pensam iento de los maci.
tros de la m úsica actual. En aquellos tiempo»
fueron m uchos ios hombres de oficio que
re sistían a e n treg arse a las peligrosas facilid^
des y a los encantos de la nueva máquina qUf
según ellos, s*uponía la desintegración de U
personalidad y el m ás terrib le intento de coartar
el libre albedrío. Con esto el disco no hacia sino
cum plir el oculto destino de todas las máqui
n a s: que se las suponga en principio por debajo
de lo hum ano y luego se las utilice por encima
de lo humano.
E-s obvio y escasam ente plausible discutir en la
actualidad si el disco es un legitimo elemento
de c u ltu ra . Por el esfuerzo combinado del favor
popuiar y de los intereses de las grandes compa.ñias (dos seguros factores de éxito), el disco
es ya un necesario instrum ento para una discreta educación m usical. No son pocos los que
opinan que una c u ltu ra musical puede hacerse
exclusivam ente con grabaciones (error en que
caen los que suponen ingenuam ente que una cul
tu ra cualquiera puede hacerse con alqo exclusivam entc). O tros piensan que un método de gran
eficac a para no llegar a ser un buen músico
es escuchar discos con pro fu sió n . E ntre uno y
otro extrem o se sitú a el medio de equilibrio
form ado por la m ayor p arte de los aficionados y
profesionales que encuentran en el disco la fórm uía ideal para conocer nueva música poco
frecuentada por los in té rp rete s, o conocer nuevos
¡n t¿rp re te s a veces poco frecuentados por la
música.
Ki disco es m últiple y m últiples son sus in
fluencias. Yo confieso que así como prefiero
unn buena reproducción a un cuadro mediocre.
¿-reí ro sin duda un buen d'sco a un mal
concierto. En v e d a d n ■ consigue una grabación
re g istra r esa m .sicr:
mági-* corr
que une en el concierto ai públ-co con el artiM-.
El disco ha term inado con la contingencia en ia
in te rp reta c ió n m usical como el cinematÓTrafo term inó con la contingencia m la interpretación
dra m á tic a, pero de esta aparente rigidez nace
una de sus más estupendas posibilidades: la
de volver a escuchar c u an tas veces lo deseemos
el mismo trozo de una obra y ei mismo pasaje
de una in terp retació n . U nase a esta virtud la
otra muy tra sce n d e n te de docum ento de voces
y sonidos y la eficacia pedagógica que se le
reconoce, y el disco, como el libro (que se le
a delantó quinientos a ñ o s) y el cinc se nos apprecen como los tre s g randes “captadores” de!
pensam iento y de «os sentidos del hombre (el
«lia que inventem os una m áquina que nos guarde
los perfum es, las sensaciones táctiles y las del
gusto se h ab rá cerrado el círcu lo ).
E stas crón-cas serán escritas pensando en
aquel grupo num eroso de los que encuentran
en e! disco un in term ed iario de elevada categoría . un ay u d an te solicito y discreto para cuitiv a r su propia a fin id a d con el arte de los
sonidos y que p o r 1 lo tanto desean saber qué
es lo que se g rab a y m uy especialmente cómo
*e graba.
H e.fetz, haciendo gala de una absoluta desap re n sió n en m a t.ria de repertorio, 1ha grabado
el “ L argo al factótum ” de El Barbero (Colurubia 263760 de 30 c m .), en un arreglo para
violín y piano de C astelnuovo-Tedesco. Desafor
tunad'*. idea realizada de m anera magistral. Hcifetz pasa por sobre las dificultades más horren
das con donaire y hasta con una cierta cínica
despreocupación que constituye lo mejor dtl
d seo. Esto no invalida que desde un punto de
vista m usical ej intento aparezca poco ffiiz
y de dudoso buen gusto. H orow itz le sigue los
pasos con un famoso álbum que V íctor acaba de
editar en nuestro país (V íc to r D M -100!, 6 faces
de 30# cm .) y en el que logra re u n ir tres obras
increíbles: “ D anza m acab ra” de Saint-Saens, en
un arreg io del propio H orow itz; Variaciones
f.°.bre vl ^ a ria “ I.a R icordanza” de Czerny y
D um ka” de Tchaikovsky. Si algo faltaba para
c o n firm ar la presunción que los discófilos tienen
sobre la prodigiosa técnica d e este hombre
que ha sabido sobreponerse a la tremenda con
dición de yerno de Toscanini, este álbum viene
a co n stitu irse en prueba. No se puede hacer más
y m ejor con diez dedos. P a ra los que gustan
de las dem ostraciones de mecanism o estos discos
constituyen un inapreciable documento y les re
comiendo oigan con p a rtic u la r atención ia ter
cera variación de C zerny. I.a grabación peca
de brillantez pues se sum a a la lograda por los
técnicos de la V ícto r la afición de Horowitz
por e je cu ta r en pianos afin ad o s en ese timbre.
Con muy buen juicio se hace saber en la pre
sentación del álbum que las obras que ei mismo
contiene han sido reunidas al solo efecto de
poner en evidencia )a capacidad técnica del
intérprete. P a ra que nadie pueda sospechar un
inten to de definición estética.
E n m úsica sinfónica las novedades más im
p o rtantes del mes de noviem bre han sido
ediciones de “ F.l m a r” , de Debussy, grabado
P °r A rth u r Rodzinsky con la Sinfónica de Cle
veland (C olum hia A lbum C 191, 6 faces do
30 cm.) y la P rim tra S in fo n ía en si bemol
m ayor “ I.a P rim a v e ra ” de Schum ann, registrada
p e r esa m aravilla de la ciencia orquestal <lue
es la S in fó n ica de Boston dirigida por el sien»p re dinám ico Serge K oussevitzky (V íctor !>>•
655, 8 faces de 30 cm .).
De la primera de
estas
obras existen
dos célebres versiones
an te rio re s d irigidas por Piero Cóppola y S*
K oussevitzky respectivam ente. Esta que sale al
m ercado hoy, sin hacer olvidar las anteriores»
m antiene una excelente calidad de interpretación,
y Kodzinskv se esfuerza por detallar todos los
m atices y las sutilezas de esta obra sú>:u'*r
y e x tra o rd in a ria . La grabación es mejor que jo
que aquí se estila y registra minuciosamente a
com plicada tra m a orquestal con una tendencia >
los tim bres severos y s«n superficialidad que es
de gran m érito.
La S in fo n ía N? 1 de Schum ann. llena de
buen ánim o y am orosam ente influida por el
verbo ríe M endelssohn, ei am :go ddecto, abre
v a sta s perspectivas a la com prensión de la tra
yectoria trág ica de la producción sch unían mana.
El segundo m ovim iento es «le una gran belleza.
La grabación de K oussevitzky está regida l*>r
esc im petuoso y dinám ico espíritu que lo ca
racteriza y que en esta obra encuentra el mejor
de los cam pos para explayarse. Algunos solos
(u n o «le <»b»e y otro d** c larin ete) son de calidad
inm ejorable, y en general el registro ha sido
llevado con pulcra atención.
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�___________ CRONICAS_______________E cabalgata
U N A REVELACION SENSACIONAL PARA EL MUNDO ARTISTICO
La RONDA DE NOCHE, la famosa obra maestra de REMBRANDT,
no es ronda de NOCHE sino de DIA
por
«««
c»»u>
ato
a n t o n io
s c h m it z
de atravesar toda una larga
da por el humo de las luces de la Sala cia al barniz, sino de quitar las capas Mertens puso manos a la obra. Pro
de la Corporación de los Arcabuceros sucesivas de barniz con objeto de en cedió mediante tanteos y con extrema
para donde fué encargada y donde ha contrar de nuevo el cqlor dado por minuciosidad, buscando, para cada to
campo de acción, en este momento, de bían tenido lugar numerosísimos ban Rembrandt a su tela.
no, el ácido apropiado para disolver
los pintores que se entregan en ellas quetes. Entonces se creyó un buen
Los primeros ensayos de limpieza el barniz sin correr el riesgo de atacar
a un revoque general, llegamos ante medio de limpiarla el darle por varias fueron realizados, al principio, sobre el color.
una puertecilla de hierro provista de veces una capa de
Trabajando con
un grueso candado. Detrás de dicha barniz. S e g u id a
pinceles finísimos
plancha de seguridad, el restaurador mente el lienzo
y muñequillas de
jefe del Museo, profesor Mertens, tra fué trasladado al
algodón, el restau
baja desde hace nueve meses en una Ayuntamiento de
rador ha renovado
empresa apasionante: hacer surgir de Amsterdam, donde
completamente la
la sombra la obra maestra de Rem fué desventurada
obra de R em
brandt, la célebre "Ronda de noche’’. mente cortado en
brandt. La limpie
za ha permitido
La puerta se abre y vemos, frente su lado izquierdo.
realizar toda suer
por frente a nosotros y a plena luz, En el siglo xix se
al capitán Banning Cock y al teniente hicieron diferentes
te de d e s c u b ri
mientos y revelado
Rujtenburg, el uno vestido de negro ensayos para de
v el otro cubierto con una deslumbra volverle su trans
detalles hasta aho
dora túnica de satén blanco bordada parencia al barniz
ra in a d v e rtid o s .
en amarillo, que avanzan a nuestro en mediante un proce
Los colores que se
cuentro seguidos de cerca por la mul dimiento entonces
e x tin g u ía n bajo
titud bulliciosa y rebosante de anima muy en boga, con
una atmósféra do
ción de la tropa de arcabuceros que los sistente en endu
rada han recobra
escolta. Son, es cierto, ios personajes recer la tela con
do su o rig in a l
de la "Ronda de noche” : a la derecha bálsamo de Copaifrescor. Ciertos ar
el tambor que redobla su parche, en ba. La "Ronda de
tistas y c rític o s
el centro el grupo que agita las lan noche” sufrió va
h o lan d eses han
zas, el portaestandarte y esa reidora rias veces seme
protestado ardien
temente contra los
muchaehita perdida entre la turba de ja n te tratamiento.
soldados. Pero la penumbra que los Era indudable que
trabajos de limpie
za, a los que con
envolvía ha desaparecido y con ella el les devolvía una
sideran como un
misterio de aquella luz dorada sobre la cierta luminosidad
a te n ta d o dirigido
que, desde hace siglos, aficionados y a los colores, pero
eontra la obra en
críticos han escrito páginas de elogio como el bálsamo
sí. La dorada pe
y maravilla, sin llegar jamás a com no secaba, el polvo
numbra que envol
prender por qué Rembrandt, para y los insectos que
vía la obra y que
pintar un cuadro de género, de tema daban pegados a la
se debía, sin géne
bastante trivial, había escogido una tela. El resultado
ro alguno de duda,
hora tan tardía y singular.
de semejantes cui
al espesor del bar
Antes de colocar en su sitio la fa dados fué un enniz, ¿ debía con
mosa tela escondida durante la guerra s o m b rec im ien t o
s e rv a rs e ? No es
en una gruta de los alrededores de aun mayor de la
ésa nuestra creen
Maestrich, los expertos holandeses de pintura que de he
cia después de ha
cidieron someterla a una limpieza com cho no hacía sino
ber podido medir
pleta. La atmósfera penumbrosa de la apagarse bajo una
con nuestro propio
"Ronda de noche” había seducido a capa cada vez más
dedo el extraordi
muchos aficionados y profanos como espesa de grasa.
nario espesor de la
Claudel que habló de "ese oro ateso
Los trabajos de
capa de barniz. Es
rado en los más profundos entresijos restauración f u e
fácil igualmente el
del espíritu’’. Pero la erítica y el gran ron así confiados
convencerse de la
público lamentaban por igual esa pin al profesor Mertura sombría que se ensombrece por tcns, al serv ic io DfciMIe de i» "Uor.-V de Noche”. La franja oscura, vertical, que recubre la extraordinaria su
momentos. Para más, cuando la "Ron desde años atrás parte izquierda de la figura del Teniente Rujtenburg, desde el final del ciedad que cubría
que aun no ha sido limpiada.
la tela con sólo ver
da de noche” fué sacada de su escon del Museo de Ams antebrazo hasta el suelo, es una parte del
los m o n to n es de
dite se advirtió que, si la tela seguía terdam y a quien
en este estado, la espesa capa de barniz se le agregó, como consejero adjunto, diferentes partes del cuadro. Dieron muñequillas de algodón, compietailiéiité
de que se hallaba cubierta terminaría el conservador Van Sehendel. Ambos lugar a tales sorpresas que no quedó la negras, que se apilan en el estudio del
por atacar los colores y arruinar de hombres se vieron enfrentados con una menor duda ni lugar de vacilación: era profesor Mertens.
finitivamente la totalidad de la obra. tarea enloquecedoramente aventurada : necesario sacar a la obra maestra de
Ya no es posible el volver a hablar
A comienzos del siglo xvm, ya se no se trataba, efectivamente, de rege su ganga de barniz. Con ayuda de pro de una "Ronda de noche” y la tela,
quejaron de la insuficiente luminosi nerar el cuadro, procedimiento éste cedimientos en los que se alian el ol tal como se muestra al presente, ha
dad del cuadro de Rembrandt. La tela consistente en someterle a vapores al fato del artista con los recursos de la perdido el fundido y la dulzura que
había sido, indudablemente, perjudica cohólicos que devuelven su transparen ciencia más adelantada, el profesor ofrecía antes de su limpieza. Pero, ¿hay
ras
T serie de grandes salas vacías del
famoso Rijksmuseum de Amsterdam,
La diestra pintora declara que si
imita a los maestros modernos, lo
hace pára probar que, aunque
pintora clásica, es capaz de hacer
lo que ellos . . .
N importante caso de falsificación
de pinturas ha sido descubierto
recientemente. Ello dió lugar al arres
to de una joven pintora de Montmartre, Claude Latour, descendiente del
gran pastelista de la corte de los últi
mos Luises y tan hábil imitadora de los
maestros más modernos —Utrillo, P i
casso, Renoir, Susana Valadon— que
hasta los más duchos expertos se deja
ron burlar.
Claude Latour llevaba hechos diez
Utrillos. Cada uno de ellos fué ven
dido por su autora a un marchante en
1.000 francos. El marchante los reven
dió en un millón. ..
U
Z I Z I L A T O U R , descendiente directa del gran retratista
Q U I N T I N L A T O U R, es una hábilfalsificadora de gran
des maestros modernos. . .
Por
gastón bertr an d
(Especial para C abalgata.)
parecían productos en serie de una in minó por confesar que había robado nombre de la pintora. Una artista de
el cuadro en el establecimiento de su Montmartre, llamada Claude Latour.
dustria francesa más.
—No hay noche —me informa Utri cuñado, M. Coste, marchante de pin
Ciaude Latour tiene a quién salir
llo— en que no venga alguien a mos tura de la Rué Lepic.
Claude Latour no es tan joven como
Una investigación efectuada en la
trarme una copia comprada por un
tienda del marchante de "obras de ar- se creyera en un principio. Nació el
original. . .
Y Lucía Valors nos explica a con íe ”, si bien no permitió encontrar más 19 de agosto de 1894 en Montgeron.
tinuación el nerviosismo que tan cul Utrillos, hizo, en cambio, que se halla- Vive en un modesto apartamiento
—13, Avenue Frop ab le in d u s tr ia
chet—, detrás de la
p ro d u c e en el |
Place Pigalle. Y es
maestro.
//
-t&r
ta vez no son repro
—¡ Hay que re
ducciones, sino sus
En casa de Utrillo
conocer —agrega el
propias creaciones
Este asunto ha venido a turbar la pintor— que ésta
las que dan que
sosegada atmósfera de la tranquila ca está p a r t i c u l a r
pensar
—¿ d e fo r
*
e
¿
r
p
m
ente
b
ien
lo
sita de Vesinet donde el maestro y su
mación p ro f e s io
esposa, Lucía Valors, encontraron un grada !
nal?—, tanto por
Luego hace una
seguro refugio y un ambiente propicio
el tema como por
para su arte.
pausa, visiblemen
la factura, en obras
Tembloroso el labio y enrojecidos los te emocionado.
conocidas. Envuel
ojos, Utrillo mide a cortos pasos lo
ta en terciopelo vio
Cómo fu é descu
largo de su estudio:
leta, una Judit de
—¡Yo m ism o...! —exclama súbita bierto . . .
pecho provocador,
El
arresto
de
un
mente—, ¡Yo mismo, cuando el comi
muestra la cabeza
sario me trajo la copia del "Lapin a raterillo de pocos
de Holofernes en el
Gilí”, tuve qué acercarme muchísimo años, Jacques Maiconsabido
plato de
rene,
culpable
de
para darme cuenta de la superche
plata. En frente,
haberle arrebatado
ría. . . !
Julieta-Claude La
Pero* naturalmente, no es ésta ia una noche su car
tour ("Zizi” para
primera vez que los falsificadores uti tera a una baila
sus íntimos) se ha
lizan la firma del gran paisajista pa rina del Bal Tabaretratado cubierta
risiense para lograr cuantiosas ganan rin, fué el punto
con un romántico
cias. El maestro ha pintado, a lo largo de partida para el
vestido de negro
de su vida, unas 3.000 telas. Un censo descubrimiento de
terciopelo sobre el
no demasiado minucioso descubriría, en la fabricación de
puño y letra de Utrillo acerca de esta copia fraudulenta
que se destaca su
todo el mundo, unas 100.000 telas fir Utrillos. Al inves Observaciones de
del cuadro "Lapin a Gilí”, que pintó en 1940.
blanco ro s tro de
madas por el famoso pintor de Mont- tigar en el domi
ojos azules: en la
cilio
de
Mairene
martre.
—Rué CKalgrin, 10- se encontró una rail tres falsos Picassos, entre los que mano una flor azul pálido.
Una nueva industria
De aspecto insignificante y rostro
de las más famosas pinturas del maes se encontraba la famosa "Cabeza fe
menina, 1906”.
enfermizo, Claude Latour no parece
La mayoría de tales falsificaciones tro : "Le Lapin a Gilí”.
Coste se disculpó: no le quedaban darse bien cuenta de la gravedad de sus
¿ Cómo podía estar una obra seme
fué vendida en Norteamérica. La ex
portación alcanzó tal volumen que el jante en manos de un ladronzuelo...? más Utrillos. Las diez falsificaciones actos incursos en los considerandos de la
Consultado el pintor, su respuesta habían sido rápidamente vendidas jun ley del 9 de febrero de 1895 referen
gobierno estadounidense encaró la po
to con un Valadon falso.,. Ya no le tes a los fraudes en materia artística.
sibilidad de crear cierto tipo de gabela fué terminante:
El padre de la "artista” era funcio
—¡Falso...! Pero ¡qué habilidad...! quedaban más que un falso Renoir y un
con que gravar aquellas pinturas que,
Estrechado a preguntas, Mairene ter falso Rodin o Maillol... Pero dió el nario de la Imprenta Nacional. Ha vipor su número, más que obras de arte,
w
que lamentar semejante cambio ? Los
colores han recobrado su limpidez, re
velando tonos que hasta ahora jamás
se vió utilizar a Rembrandt, tales como
un verdeazul preciosísimo, ciertos mal
vas, grises y un amarillo, casi limón,
de una fuerza de luminosidad inusitada.
Fromentin no podría hoy ya escribir
las largas páginas que nos legó a pro
pósito de la "Ronda de noche”, negán
dole, como fin, a Rembrandt, las cua
lidades de un auténtico colorista. Te
nemos así que, con referencia a la tú
nica del teniente Rujtenburg, escribió:
"Desafío a que se me diga cómo va
vestido el teniente y de qué color es
su dalmática. ¿Es blancoamarillenta?
¿Es amarilloblanquecina?” Y Fromen
tin se lamentaba de la luz irreal de
la "Ronda de noche”.
Hoy ño hay ni por qué lamentarse
ni por qué vacilar. La dalmática del te
niente es del más puro satén blanco
bordado de amarillo, la pluma de su
chambergo es también del más puro y
leve blanco. La oposición o contraste
entre el blanco del atavío del teniente
Rujtenburg y el negro con que se
viste el capitán Cock es ahora mucho
más fuerte. Ya que si el blanco ha
bía perdido su luminosidad, el negro
había sufrido un tal deterioro por el
barniz, que también quedó despojado
de toda su profundidad. Entre los per
sonajes secundarios, el portaestandarte
es uno de los que la limpieza ha des
tacado más. Ahora puede comprobarse
que se viste con una magnífica túnica
verdeazul. También se advierte la pier
na de un soldado con su mosquete
detrás del capitán y que con los años
había desaparecido por completo.
Para nosotros, el color redescubierto
es preferible a la desaparecida sombra.
Ya que con la luz ha vuelto la vida sin
por ello romper la armonía general de
la obra ni despojarla de la profundi
dad de sus perspectivas, sino todo lo
contrario. Al recobrar su primitivo
frescor la obra de Rembrandt ha con
servado, aun mejor, su unidad de tono.
Cuando dentro de dos o tres meses
queden terminados los trabajos de lim
pieza, el público se sorprenderá al
comprobar que la "Salida de la Compa
ñía de Arcabuceros del Capitán Cock”,
que ésa es la auténtica denominación
de ia vieja ÍÍOrN.a de noeñé’’,
Tin
paseo en pleno día en una calle de
Amsterdam, y es posible que prefiera
las bellezas de la nueva "Ronda de
día”, con todo su espléndido color, al
misterio de la desaparecida sombra.
Am sterdam. (Servicio de A. F. P .)
vido siempre en París. Entre sus ante
pasados, figura, según dicen, el pastelista Quintín Latour, célebre retratista
de Madame Pompadour. Respecto a su
vida no ama ni piensa más que en
París y "sus cosas”.
Fué la compañera del pintor Sala,
su maestro de dibujo. Sala era especia
lista en restauraciones de cuadros anti
guos y Claude Latour dividió su tiem
po entre la pintura y la restauración.
En pintura, su tendencia es clásica.
Pinta unos cincuenta lienzos al año en
tre retratos y paisajes, que se venden
o no. En desquite, la restauración le
permite vivir. Su oficio, pues, es reto
car y restaurar obras antiguas que a
continuación eran vendidas a muy buen
precio a los aficionados franceses o ex
tranjeros. Llegó la guerra. La vida de
la artista se agitó. Comenzaron las.
necesidades.
Claude Latour obedeció a tres móvi
les :
l 9 Un móvil material: las falsifica
ciones le eran pagadas a 500 ó 1.000
francos, según el tamaño de la obra
copiada.
2’ Un móvil artístico: Claude La
tour, pintora clásica, demostraba así su
capacidad de hacer la pintura moderna
tan bien como Utrillo o Picasso.
3’ Un móvil psicológico: venganza
contra el destino, firmando telas pro
vistas con un nombre glorioso.
Su hija, de 20 años de edad, estu
diante de dibujo, es invisible. Un enor
me perro lobo monta guardia en el
estudio, auténtico campo de batalla
donde se amontonan centenares de ca
chivaches.
-.
Han sido recobrados todos los falsos
Utrillo
Llegada la tarde, un aficionado —de
quien existe toda clase de razones para
creer de buena fe— trae los siete falsos
Utrillo que faltaban:
—Los compré en 200.000 francos a
un tal Dufour.
El tal Dufour también ha sido dete
nido: era uno de los intermediarios de
Coste, el marchante de cuadros, cuya
¡)ista seguía de tiempo atrás la policía
por otros delitos.
París, (Servicio de Agencia FrancePresse.)
�cabalgata©
TARANTULAS
Y TARANTELAS
desagravio en pro de una de las criaturas
más calumniadas, si no la más calumnia
da: la Tarántula, así con mayúscula.
Porque no sólo fué y es calumniada por
el vulgo sino también por filósofos. El
caso de Federico Nietzsche es sólo un
botón de muestra, Y sin embargo ver.
a carta que publicamos a continuación,
/ escrita por uno de nuestros colabo güenza debiera dar a todos manchar el
radores espontáneos, pone de manifiesto nombre ilustre de esta araña con la baba
lo acertado de nuestra campaña en favor de la insidia. Su nombre procede —no
de los animales injustamente calumnia se necesita ser un lince para adivinarlo—
dos. Ojalá el ejemplo cunda entre nues de Tarento, la Tera de los griegos y
tros lectores y llegue a ser esta página
de C a b a l g a t a una verdadera tribuna pa
ra cuantos de una manera o de otra se
sientan interesados por los temas cientí
ficos. Estimamos nuestro principal de
ber contaminar de nuestro entusiasmo al
mayor número posible de lectores, y ofre
cer un medio de expresión a cuantos ten
gan algo valioso que comunicar a los
demás.
El mapa que acompaña estas líneas
está tomado de la excelente obra del
investigador norteamericano Henry E.
Sigerist recientemente aparecida en cas
tellano con el título Civilización y enfer
medad. (Fondo de Cultura Económica.
México.) — A\ de la R.
L
ojos desfilaron caudillos como Pirro, Aní
bal, el Gran Capitán, etc.
Y sin embargo (como si se tratase de
cualquier oscuro habitante de los desier
tos de Australia, de las selvas africanas
o brasileñas, con relación al cual se pue
den hacer afirmaciones gratuitas sin ma
res de la picadura. Pronto salían otros
enfermos del mismo mal engrosando el
número de los danzarines, pues los efec
tos de la picadura duraban años a veces
y el dolor se despertaba con la sequía
canicular y sobre todo con las melodías
desenfrenadas de los instrumentos. La
supuesta tarántula no respetaba a nadie,
pero sobre todo se ensañaba con las per
sonas jóvenes, y de preferencia del bello
sexo, si bien con menor frecuencia picaba
a los viejos también e incluso a los ni
Señor redactor de la página científica
de Cabalgata.
Muy señor mío:
Me ha sorprendido agradablemente ver
cómo esa revista, para la que todos los
elogios me parecerían pocos, ha iniciado
una campaña de reivindicación de criatu.
ras calumniadas. Estimo que no se nece
sita sentir arder en las venas gotas de
la sangre del Rey Arturo para aplaudir
esa labor y hasta para secundarla. Por
mi parte siento una santa indignación
cuando oigo declarar a cualquier igno
rante que el hombre es el Rey de la
Creación; incluso hiere mi susceptibili
dad eso de luchar contra las fuerzas cie
gas de la Naturaleza. Pero lo que me
saca de quicio es esa utópica promesa
de que el hombre será feliz el día que
hava logrado someter o exterminar a to
dos sus enemigos, porque, ¡pásmese us
ted!, por tales no entienden los políti
cos, los prestamistas, los banqueros, los
burócratas, los fabricantes de armas, los
propaladorcs de los credos raciales, los
patrioteros insidiosos, los cabecillas del
mercado negro, etc., sino los microbios,
los reptiles, los tiburones, los insectos sin
distinción, las fieras y qué sé yo. Los in
sensatos peleones que se entretienen en te
jer en hueca retórica estos sueños de feli
cidad, no pueden imaginarse, a fuerza de
tontos, que los verdaderos enemigos de la
humanidad, a más de los señalados ineidentalniente, son ellos, su ignorancia, sus
perezas mentales, sus frases hechas...
(Perdone este apasionamiento impropio,
lo reconozco, de una página científica y
hasta de una reunión de personas bien
educadas. Pero . . . tiene uno que oír cada
cosa . . .)
Pero vamos al caso. Yo quisiera, con
su beneplácito, decir unas palabras de
Tarentum de los romanos, donde se esta
bleció una colonia espartana dirigida por
Falanto, tras haber arrojado de ella a
sus legítimos dueños. (Esto sucedió se
gún las crónicas o si se prefiere, leyen
das, a finales del siglo viu a. de C.)
La misma ciudad que dió nombre a la
araña se lo dió también al golfo com
prendido entre el talón y la punta de la
bota peninsular y sobre el cual se alza
ron ciudades como Sibaris, Metaponto,
Heracles, etc. ¿Cabe mayor gloria para
un ser de tan parcas dimensiones que
llevar el nombre de una ciudad puesta
por sus fundadores dorios bajo la advo
cación de uno de los hijos de Poseidón?
Esta araña vió nacer ciudades por obra
de esforzados caudillos y más esforzados
acaudillados, y las vió sucumbir como
consecuencia de los vicios de sus mora
dores; vió surgir y sucumbir imperios y,
sin inm ‘■arse lo más m'.:"1 c, •-*•
-’
LA CENTOLLA
SE DISFRAZA CON ALGAS
os lectores de esta página tendrán
sobradas ocasiones de ver a qué tre
I
tas acuden los seres vivos para ponerse
a salvo de sus enemigos, o, si se pre
fiere para acercarse a sus víctimas favo
ritas’ sin ser advertidos. Todo depende
de cómo se miren las cosas.
Tal vez el lector reaccione contra
nuestro modo de hablar replicando que
los animales no acuden deliberadamente
a tales tretas, sino que son como piezas
más o menos pasivas del gran tablero
de ajedrez donde la naturaleza o alguien
ñor el estilo se complace en jugar con
una total sangre fría, y que somos
nosotros, los peor intencionados de los
seres vivos, los que por mala intención
«, ignorancia echamos encjma de los seres
más inocentes el sambenito de la perveisidad.
No queremos entrar en polémicas. Nues
tro hipotético lector puede estar en lo
cierto, porque ¿acaso la cebra, por ejem
plo, se preocupó de pintar la piel con el
designio de sustraerse de este modo a
las miradas de los leones hambrientos y
de otros no menos voraces vecinos ? Lí
brenos Dios de decir tal, aunque al ha
cerlo así, hubiera estado en su perfecto
derecho.
Pero hay un caso mucho más sospe
choso en lo que a deliberado propósito
se refiere. Y es el de la centolla, un
apetitoso crustáceo marino de las costas
del oeste de Europa y otros puntos, deno
minado científicamente Maia squinado.
Como los demás crustáceos afines, la cen
tolla necesita ir cambiando de caparazón
a medida que crece; su vestimenta no
tiene dobleces como los de los colegiales,
que permitan hacerla durar y sobrevivir
a los estirones de la propietaria. Y mien
tras que no le nace otra nueva hállase
expuesta a peligros sin cuento. Sus ve
cinos están provistos de tijeras monu
mentales, de ventosas, taladros, punzones
venenosos. . . y si entre los tales vecinos
incluimos al hombre, como es justo, el
instrumental se complica en proporciones
alai mantés. Por ello la centolla en cuanto
acaba de mudar la ropa entiérrase en el
fango para no asomar cabeza hasta que
el traje nuevo adquiere cierta consisten
cia. Pero aun así no estaría segura: la
pinza de una langosta, el taladro de un
caracol, las ventosas de una estrella, la
sacudida de un pulpo, etc., harían jirones
su pobre carapacho. Consciente de ello,
y al parecer sin necesidad de rascarse la
cabeza, toma entonces en sus delicadas
pinzas de color de rosa trocitos de algas
y los sujeta a las espinas, todavía tier
nas que tachonan su coraza. Las algas
-recen pues todo lo que necesitan es un
soporte, y al crecer y ramificarse ocultan
yor inconveniente) la tarántula adquirió
perfiles siniestros en la conciencia de las
gentes, más siniestros que los de cual,
quier monstruo habido y por haber. In
contables muertes, locuras, excesos y
hasta vicios inconfesables fueron puestos
a cuenta de su reputación por personas
de todas las clases sociales . . . Durante
muchos siglos, entre la B aja Edad Me
dia y el siglo xvn, en las ciudades, villo
rrios y hasta grupos de chozas de Apulia y demás regiones contiguas al golfo
de Tarento, al llegar las sequías y caní
culas del verano, las gentes sentían de
pronto como una picadura, la picadura
de la tarántula, y enloquecidas se echa
ban a la calle gritando y bailando y pi
diendo música con ademanes descompuse
tos. Los músicos estaban siempre a m .1
para tales casos: acudían con
ins
trumentos y
.aban a tocar, cuanto
más a priia majo., para calmar los dolo-
C IT A S EN
QUE PENSAR
*'*"Los insectos pasan todos los años una
factura contra nuestros recursos natura
les y nuestra capacidad productora de
3.000.000.000 de dólares aproximadamen
te.” J> tes A. H yslop . Climate and Man.
1941 Yearbooh o f Agriculture.
Y luego la bendición de que el
verano norteño es corto. El otoño en los
lugares donde se encuentran la zona tem
plada y la zona ártica, resulta tan deli
cioso como en Nueva Inglaterra; y des
pués viene el largo, limpio y claro in
vierno, el tiempo del año preferido de
todos los habitantes del lejano norte, el
tiempo de la libertad de movimientos y
de la variada actividad.” V ilhjalm uk
S tefansson .
" '" L a magia fué inventada por el hom
bro primitivo para aumentar su senti
miento de poder y sentirse más capaz de
hacer frente al problema de la vida dia
ria.” J. A. Crowther.
***"Una de las mayores tragedias del
mundo actual es el contraste entre la vi
sión del hombre sobre la tierra tal como
se halla hoy dentro de su alcance vivir
y la realidad de su vida presente tal
cual es, agobiada por la ignorancia, la
pobreza y la guerra.” P reston E. J a
m es . A it Outline of Geography.
a la astuta centolla a la mirada de sus
enemigos y de cuantos tienen sobrada ra
zón para temer su "amistad”. Así mata
dos pájaros de un tiro. Cierto que tiene
que llevar a cuestas un frondoso bosque,
pero ella no tiene prisa. No por mucho
madrugar amanece máB temprano. A la
sombra de las algas la centolla espera a
que algún incauto se ponga al alcance de
sus pinzas y . . . hasta la siguiente.
**‘"La ciencia nació en Inglaterra y fué
educada en Francia, y ninguna de sus
grandes leyes fundamentales fué descu
bierta en Alemania.” W illiam H aynes .
This Chemical Age.
chando hasta que pudimos ver a su tra
vés, acurrucaditas, las ocho anteras de un
delicado color crema muy pálido, casi
blanco; pero aun así la parte terminal de
los sépalos seguía cerrada a cal y canto;
casi sentimos la tentación de forzar la
separación de dichos pétalos, movidos por
S eñor D irector
el deseo de contemplar la flor en toda su
hermosura, pero por ser la más precoz y
de la P agina C ientífica
casi única entonces, nos contuvimos. Por
de " C abalgata ” fin uno de ellos se separó de los otros
tres, con el consiguiente revuelo de la fa
milia, y entonces comprendimos la demo
uy señor m ío : Permítame que brin
ra : los sépalos estaban tapando el es
de a los lectores de esa espléndida
tigma, mientras el polen de las anteras
revista un pequeño hallazgo de mi cose
cha. Y es éste: en mi terraza hay una maduras de la misma flor caía por las
aberturas de la parte media. Hecho esto,
planta de fucsia heredada de un anterior
ocupante de la casa. El año pasado ofre el pistilo enroscado hasta entonces, como
cía un estado lastimoso y además, al al un muelle bajo la presión de la extremidad
quilar la casa, hallábase al término de la de los sépalos, se estiró hasta sobresalir
floración. Pero este año la planta está más de un centímetro de toda la corola
espléndida y todos hemos esperado día a en busca de polen de otras plantas o de
día la aparición de las primeras flores. otras flores de la misma planta. Con ello
Los capullos crecieron lentamente y se la naturaleza logra la polinización cru
fueron pintando de rojo; después apare zada.
Atentamente le saluda
cieron hacia su parte media las hendidu
X . X.
ras de los pétalos, que se fueron ensan-
M
ños. Pobres, ricos, medianos, monjas,
frailes, dignatarios civiles o eclesiásti
cos. . . no importaba: todos saltaban a la
calle en cuanto sentían la picadura de
la insidiosa tarántula, estuviesen vesti
dos o en paños menores. Y ya en el corro
de los danzarines, empezaban las cancio
nes al son de la música con letras subi
das de tono, plagadas, de alusiones equí
vocas o no y acompañadas de gestos obs
cenos. Las personas vestidas de negro
eran arrojadas a golpes del conjunto;
en cambio las ataviadas con colores cha
rros eran acogidas con general alborozo.
En esto del vestido, como en todo, ocu
rrían cosas peregrinas: ciertos pacientes
adinerados echaban ene inm «vs mejores
trajes en ta’ colón y otro- agitaban en
manos pañuelo1: evicados mientius
al jarro del vino, pero con ello parecían
exacerbarse los efectos de la picadura.
Hacia el mediodía, cuando la fuerza del
calor alcanzaba el máximo, se imponía
una pausa, que era aprovechada por lo»
pacientes para meterse en cama y sudar
pues admitíase por todo el mundo qué
con el sudor se eliminaban los humores
malignos inoculados por la perversa ta
rántula. Pero el respiro no solía durar
mucho, porque a la hora de la siesta eran
muy frecuentes las picaduras, con lo cual
se armaba de nuevo la algazara y los
pacientes sudorosos saltaban del lecho
para incorporarse al conjunto. Hab a
pacientes que pasaban una semana y más
aún, bailando con leves descansos; hasta
se citan casos de personas que por los
efectos combinados de la picadura, del
baile y del vino, murieron en breve plazo.
Pero hacia finales del siglo xvii mu.
chos médicos empezaron a interesarse por
esta enfermedad tan curiosa y tan extra
ña. En primer término se trató de
comprobar la certeza de la afirmación
según la cual no sólo las personas baila
ban al ser picadas por la tarántula, sino
también animales como conejos, gallos,
perros, etc. Decíase que incluso la araña,
sin duda para inducir a sus víctimas a
imitarla, bailaba también la tarantela
con diabólica habilidad. Pronto se vió
lo falaz de dichas afirmaciones, y en
1793 un médico —digno sucesor del gran
Hipócrates por su espíritu crítico y su
honestidad profesional— convocó a las
autoridades y, ante un notario público,
se hizo picar en un brazo por la tarán
tula sin otras consecuencias que una leve
y pasajera irritación. La índole psico
pática de la enfermedad era declarada
sin ambages por la letrilla de las taran
telas; en unas se declaraba "que no era
tanto la picadura como el vino de la
g arrafa” lo que hacía bailar; oirás de
cían que para sanar debía llevarse al
mar a los pacientes, y cuando la letra
preguntaba "donde había sido la picadu
ra’ replicaba casi indefectiblemente que
"debajo de la falda”. Algo parecido
trasunta de los versos:
La tarántula
es un bicho muy malo. - No se mata con
piedra ni palo.” Y cuando una moza
aldeana de los países mediterráneos re
chaza las fogosidades de un galán, no
es infrecuente el comentario: "Parece que
te picó la tarántula”, y no va descami
nada.
Acaso, señor director, me haya exce
dido con tantos Tarentos, tarántulas, tnrantali —como se llamaban los pacien.
tes—, tarantelas y tarantismos. Pero
nunca está de más que los lectores de
Cabalgata tengan ocasión de reconocer
el alcance de las calumnias y sobre todo
cuánto deben a los que consagraron su
vida a la causa de la verdad, que es la
de la ciencia, tal como unos cuantos de
nosotros la entendemos.
Siempre a sus gratas órdenes
se desarticulaban bailando y cantando.
El excesivo ejercicio excitaba la sed de
los bailarines. Para mitigarla acudían
ACELLI.
Montevideo, ¿3 de octubre de 1946.
UNA A R A Ñ A
Q U E C A P T U R A PE C E S
seis en esa sosegada tensión del gato que
espía la puerta de un agujero en cuyo
fondo alguien se revuelve y roe. En cuan
to un pececillo inexperto se acerca al
lugar donde se halla apostada, da un salto
y le cae encima con los seis garfios. Pero
aun así el pez se hubiera evadido con
la araña a cuestas si las patas se limi
taran a su función prensil. ¡Con lo ner
vioso que es un pez!. . . Mas las patas
inyectan una dosis de narcótico al clavar
sus dagas en la presa, con lo cual la
nerviosidad se disipa como por arte de
mag a. Y sosegado ya, la araña lo arras
tra hacia la orilla con tirones sobresal
tados, y acaba por meterlo dentro de su
tapizado departamento con las intenciones
que el lector puede suponer.
A los 88 años de edad
LIBERTY B AI LEY SALE EN
BUSCA DE UNA PALMERA
noticia bien merece ser acogida
con hurras jubilosos. Según un ca
ble de Nueva York acaba de partir en
misión de estudios hacia las selvas de la
América Central el sabio norteamericano
Libeity Bailey en busca de una clave en
la sistemática de las palmeras que le per
mita morir en p;az. El sabio botánico,
.y"VUlÉN puede disputarles a las arañas
el honor de haber inventado la después de muchos años de estudio, re
flexión y pesquisas, advierte a los 88 años
Fu* red? Pero no todas las arañas de edad la falta de un eslabón, de una
apelan a la red para procurarse el pan clave perdida como una aguja en el pajar
nuestro de cada día. Hay arañas cuya en las inmensas selvas del Nuevo Conti
arma más efectiva es la pinza o, si se pre nente, y con maravilloso arrojo abandona
fiere, la aguja de inyecciones. Bien cla su bien ganado descanso para lanzarse en
vada ésta en un punto decisivo (en las su busca. Acaso en una barranca de los
inmediaciones de determinados centros ner Andes, bajo un laberinto de lianas, al
viosos) basta para dejar paralizados los borde de una corriente cantarina, adhe
músculos de la víctima, y luego todo es rida a una roca a punto de despeñarse,
coser y cantar. ¿Cómo, si no, capturar, en cualquier sitio, en fin, de esta inmensa
una rana, o un pajarillo de alas vibrantes América, espera una planta, inadvertida
y enérgicas? P ara estos casos, de nada o hasta la fecha, la mirada sagaz de un
de muy poco valdría la red.
veterano hombre de ciencia para ir a ocu
Hay una araña a la que vamos a de par un puesto decisivo, un hueco en el
dicar unas palabras: la Thalassius spen- gran rompecabezas del mundo vegetal.
eeri, de Australia. Por poco avezado que
¡Qué honor para la planta —real o su
el lector esté a las etimologías, el nombre puesta— que no deja morir en paz al
genérico, Thalassius, le olerá a sal y a veterano botánico, ser descubierta o des
yodo, o sea a mar. Y es que esta araña encantada por él! ¡Qué honor para Li
no pesca —metafóricamente— en el aire, berty Bailey llevar a cabo el hallazgo de
sino en el mar, y, claro está, no con red, los hallazgos antes de restituir sus hue
sino con las patas. ¿No cuenta con cua
sos a la tierra fecunda de donde proce
tro pares? Y' si cuenta, ¿por qué no hacer den! ¡Y qué gran honor para la ciencia
buen uso de ellas?
el haber podido inspirar esta aventura,
Esta araña se coloca al borde del esta sin duda última salida del caballero
agua como cualquier pescador de caña, en busca del reluciente yelmo de Mamy mientras procura mantenerse en equi brino y a batirse en descomunal batalla
librio sobre dos de ellas, tiene las otras
con los molinos de viento del Misterio!. • •
E
sta
�Columnas del templo de Castor en el foro romano, e interior de la catedral de Freiburg, en Alemania.
ARQUITECTURA
Por C O N R A D O P. S O N D E R E G U E R
espacio —cuya forma de repre
sentación condiciona, según Riegl,
E
todas las artes plásticas— es para la
l
arquitectura, fundamental. Suponiendo
una escala de creciente aprehensión del
mismo, de mayor aproximación a él
como cosa tangible, como materia, pa
ra la pintura el problema consiste en
su representación, interpretación o con
cepción, para la escultura en eso y
además en su ocupación, y para la ar
quitectura en todo ello pero y sobre
todo, en su captación o creación. La
irquitectura es un hecho de espacio,
no sólo por el aspecto concreto o uti
litario de ocuparlo sino, lo que es mu
cho más importante como arte, por
modelarlo y animarlo; sólo ella trabaja
directamente con él.
El espacio es a la arquitectura lo
que el color a la pintura. Sólo cuando
se comprende su razón espacial, se
logra un enfoque verdadero de su
problema que, según la época histó
rica, la evolución de la técnica, la
mundivivencia actuante, puede resol
verse en su ocupación (casi escultu
ra), en su captación o, en sus mejores
expresiones, ser una modelación y do
minio del mismo. Es decir, una evolu
ción de lo limitado a lo infinito.
Simple ocupación de espacio es aquel
caso en que los valores del volumen son
tales, su materia, su peso están de tal
modo presentes que son lo principal en
la obra, al punto que casi podemos
creer que el lugar ha sido cavado en
un volumen anterior. En un templo
egipcio los valores son casi puramente
escultóricos. En él el espacio no se
modela, se da como accesorio y apenas
podemos decir que se usa. (Véase
Worringer: "El arte egipcio”.) La cons
trucción está resuelta por cargas ver
ticales simples; sólo por excepción en
contramos una falsa bóveda o cúpula;
existen elementos sostenidos y de sos
tén. En Egipto puede servir de expli
Un aspecto del Partenón en la acrópolis de Atenas.
cación el recordar que los templos fue
ron originariamente cuevas, pero estas
mismas características de ocupación de
espacio, cargas verticales, pesadez, etc.,
se observan en otras arquitecturas ini
ciales : dórica primitiva, incaica, maya,
hindú, etc.
Una mayor pureza o sutileza de con
cepto caracteriza el rodear un espacio.
Ya no se cava un volumen preexis
tente sino que, dado un espacio deter
minado, se lo limita. El limitar un
espacio implica una mayor tensión; ro
dearlo es ya como una manera de po
seerlo, de dominarlo. Todavía se usan
cargas verticales, pero está medida la
cantidad de materia y comienzan a
usarse cargas de otro orden (bóvedas
simples). Se establece una distinción
entre los elementos que sostienen y los
sostenidos. Vemos claramente que los
materiales son límites del espacio.
(Ejemplo: el Partenón.) Un pilar
dórico clásico no tiene ya el valor
Y
(Especial para
ESPACIO
C a b a l g a t a .)
de volumen que tenía un pilar de
Karnac.
Por último las más hermosas obras
de la arquitectura, obras definitivas,
aquellas en que realmente se supera el
ocupar y el rodear un espacio para lle
gar a su captación, a su creación. En
ellas (lo gótico, por ejemplo) el espa
cio juega, es un elemento activo en la
composición. Hay una vibración acor
de entre el exterior y el interior, son
el uno reflejo del otro. No se distin
guen ya elementos sostenidos y de sos
tén, porque el todo se halla organizado
dinámicamente, en razón del espacio al
que dan vida. Los valores plásticos
están dados por él; la materia del edi
ficio es sólo el instrumento para ha
cerlo vibrar. El espacio es lo esculpi
do. modelado y modulado.
Las columnas de un templo egipcio
permiten advertir que han sido conce
bidas como volúmenes, como cosa mo
delada y sólida. En cambio, en una
Templo de Ceres o de Vesta en Pesto.
catedral gótica las eolumnas soJ VI
esbeltas y livianas, y su valor plástico,
aunque grande, es de otro orden. Aquí
lo importante, lo que ha sido modelado
es el espacio interior, corno algo que
interviene activamente en la composi
ción y concepción de la obra. Allí el
espacio es algo muerto, estático, es tan
sólo el medio neutro en que se alojan
las maravillosas columnas; es, a lo su
mo, un ocupar espacio.
Estas tres etapas, quizás sucesivas,
de ocupación, limitación, y creación las
sentimos como estática, equilibrada y
dinámica respectivamente y expresan
una evolución del concepto de espacio
que va de lo mensurable a lo infinito.
Evolución común a ciclos arquitectó
nicos distintos correspondientes a di
versos materiales y maneras de cons
truir. Y el conocimiento de esta evo
lución quizá permita concebir una his
toria de la arquitectura sin nombres
y sin ejemplos casi.
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que el cáncer, aun cuando no es j **
entre las criaturas y los niños °!m4í
mortífero.
’ 51 *s
Tercera razón: el cáncer puedo A
arrollarse en más partes del cuerpo ^
casi todas las demás enfermedades ^
manera, que son diversos los tejido
edades en que puede ser estudiado p *
supuesto, se trata de una enfermedad *
ataca las células: obedeciendo a eimüf
razón ignorada, las células se modiff^
de tal manera que se vuelven ma;¡ Ca“
• y~v e dónde nace el optimismo de que
¿ 1 ) puede resolverse el problema del en el sentido de que se multiplican ■
obedecer a las restricciones usuales l#
cáncer? Hoy existe un rayo de esperanza
en lo que hace varios lustros se consi impone el cuerpo, invaden el área
deraba- con una apatía rayana en des pertenece a otras células y continúan T*
tendiéndose por todas ellas hasta cansa
esperanza.
la muerte del individuo, el que a menú/
Tal vez la mejor manera de dar con
parece en un estado de suma emaciaciá" '
la fuente de la que emana ese optimismo
Otra consecuencia más del hecho a
es conversando con las personas que se
dedican a buscar la solución del pro que el cáncer se presenta como objeto /
blema en los hospitales, institutos de in estudio en cualquier parte del cuerpo q / i
vestigación y universidades. Algunas po ocurre, es la dificultad de estableceré/
nicas, en las escuelas de medicina, pa» 1
cas de ellas se muestran decepcionadas;
pero las más están un tanto entusiasma el tratam iento del cáncer. Si llegaran a ■
das por los resultados que van obtenien abrirse dichas clínicas éstas no podrían
ser como las de ginecología, oftalmolo-’i
do. Se sienten seguras de que están bien
orientadas, a veces tras esfuerzos inicia gía, urología u otras exclusivas de sec- !
les infructuosos, y están dispuestas a ha ciones especializadas; tendrían que g, I
departamentos enteramente independien- '
blar con entusiasmo por largas horas
acerca de sus experimentos. Pero a me tes o únicos, es decir, hospitales de cán- !
nudo critican con severidad a otros de cer, epues de lo contrario no pasarían de
sus colegas, y, como el blanco de sus ser organismos que tendUan que pedir I
permiso para tra ta r y estudiar casos en
ataques es la variedad de experimentos,
las distintas clínicas de la escuela, va i
con frecuencia su criterio se basa en un
conocimiento inadecuado de lo que ver establecidas; por ejemplo: el cáncer del
seno tendría que tratarse y estudiarse en
daderamente tratan de hacer los otros.
la clínica de ciru g ía; el de la próstata, en
Por consiguiente, el visitante corre el
la de urología, y así sucesivamente.
riesgo de desconcertarse en vista de esa
Un cuarto aspecto que presenta e' cán
mezcla de críticas, algunas justas y
otras sin fundamento alguno; y esta con cer y el cual lo hace distinguirse de las
otras enfermedades, es el enorme número
fusión hace que el visitante se d irija a
mayor número de laboratorios de inves de agentes que pueden producirlo. Com
pletamente ajena al cáncer es la- simpíitigación del cáncer. La verdad es que hay
varios métodos acertados, y que se pue cidad de la sífilis, que es originada por
un solo tipo de organismo de forma es
de combatir el cáncer desde más puntos
de los que es posible abordar en otro cual piral, o la de la tuberculosis, que la causa
una sola especie de bacilo. Los agentes
quiera de los principales problemas que
que bajo ciertas condiciones engendran
se plantean al arte médico.
el cáncer son las llamadas sustancias car
¿A qué razones se debe la existencia
de tantos senderos para buscar la solu cinógenas, las que se dividen en dos cla
ses: externas e internas.
ción del problema del cáncer, que pueden
La luz solar es la más universal de las
explorarse para obtener provecho de ellos?
Una de esas razones es la de que se pue carcinógenas externas; pero su potencia
para provocar el desarrollo del cáncer es
de estudiar e! cáncer -o solamente en el
relativamente débil. I.a «voosición pro
hombre s:
también u i una
’n varí"
ís
'-res durante un
d;¡T de animales domes. >s: el ¡ierro, ia
período de muchos años podría resultar
oveja, el gato, la cabra, el caballo, etc.
en la formación de un cáncer. Algunos
Esta clase de animales son víctimas del
de los soldados que se batieron en el Pa
cáncer con mayor o menor frecuencia.
Son particularmente iluminantes las in cífico sufren ahora de cáncer en el labio
debido a la acción del sol a cuya gran
vestigaciones que se han practicado en
intensidad se tuvieron que son.eter duran
peces, batracios, pollos y ratones. Son
tantos los distintos animales de que se te el combate aunque fuera por cortos
períodos de tiempo. Si las condiciones fa
tiene noticias de padecer de cáncer que
vorecen el desarrollo del cáncer, éste pue
se ha entablado una búsqueda diligente de
de declararse por acción del polvo, y, en
algunas especies que el cáncer no ataca
nunca. Se pensó, con acierto, que si se especial, por la de ciertas clases de minas,
lograba encontrar algunas de esas espe de los rayos X, del radio y substancias
cies inmunes a ese azote, se podría esta radiactivas, de muchos productos ¿e al
blecer una comparación con otras que quitrán de hulla, particularmente de la
brea y ciertas materias colorantes <ie ani
son comúnmente presa de tal enfermedad,
lina y de varias otras substancias quí
y descubrir así la índole de los factores
que determinan la resistencia o suscep micas . . . Y en número menor de casos,
el cáncer tiene la tendencia de manifes
tibilidad para contraer el mal. Con esa
idea se hizo un examen minucioso de los tarse por efecto de quemaduras y lesiones
físicas, como golpes en los huesos, en el
ejemplares de animales de los jardines
pecho o en los testículos.
zoológicos así como de los que recogían
las expediciones de cazadores enviados a
I-as carcinógenas internas son más di
tierras extranjeras, a fin de encontrar
fíciles de reconocer; se sospecha que per
un ejemplar de alguna especie inmune al
tenecen posiblemente a esta categoría los
cáncer; pero no se obtuvo ningún resul hormones de sexo masculino, y más de
tado satisfactorio. De los experimentos
finitivamente los del femenino; pero, de
hechos en un número suficiente de ani nuevo, debemos subrayar en este caso la
males pertenecientes a una misma y sola
palabra "potencial”, porque generalmente
especie no se dió ningún caso en que se
no causan cáncer. Sin el uso de estos y
obtuviera resultados negativos que ju sti otros compuestos esteroides, la evolución,
ficaran la conclusión de que la especie
según la conocemos, no hubiera podido
fuera inmune al cáncer. Y basta de lo efectuarse.
que a los vertebrados se refiere.
Otra característica del cáncer aumenta
En cuanto a los invertebrados, ^éstos- nuestra perplejidad, algunas veces es
también pueden ser víctimas del cáncer;
muy fácil determinar la fecha del último
pero los conocimientos que se tienen so contacto con una sustancia carcinógena
bre el alcance de la distribución de ese y medir el tiempo transcurrido antes de
mal, son aun más obscuros. Se ha llegado
la aparición del cáncer. Un obrero, des
a descubrir hasta en las plantas la exis pués de estar empleado en una fábrica
tencia de una enfermedad que se ase durante un lapso variable, podría cam
meja, aunque lejanamente, a la del cán biar de ocupación sin que jamás vuelva
cer. Es, pues, el cáncer la antítesis de a correr el peligro de estar expuesto al
la enfermedad mental. El alienista puede
mismo riesgo del cáncer. La estadís
tratar al paciente solamente desde un
tica demuestra que el cáncer podrá ata
plano humano en donde los pensamientos
carle la vejiga dentro de 1 a 17 años
se trasmiten por medio de la palabra,
más tarde. Después de la última de las
mientras que el investigador puede ad repetidas exposiciones a los rayos X, el
ministrar su tratamiento desde varios pla médico o el técnico que los maneja puede
nos, tal vez desde todos los principales,
ser afectado en la piel por el cáncer en
en la gradación animal.
el tiempo que media de 1 a 11 años. Des
Otros de los primeros investigadores
pués de sufrir una persona una quema
trataron de encontrar un contraste para dura grave, se le puede manifestar el
lelo en el hombre, es decir, entre una raza
cáncer, en el lugar dañado, en el término
o tribu inmune al cáncer, y otra que no
de 1 a 24 meses. Es evidente que existen
lo fuera, siempre en pos del objetivo de
largas sendas y cortos trechos por donde
reconocer los factores de la resistencia o llegue el cáncer: es casi imposible des
los de la susceptibilidad. A los primeros
enmarañar la concatenación de las cir
informes de que entre los esquimales era
cunstancias.
desconocido el cáncer, invariablemente se
Pero tal vez lo que es más difícil de
sucedían datos del descubrimiento de ca analizar entre los aspectos del cáncer es
sos de cáncer al examinar más individuos.
la susceptibilidad para contraerlo. El
Es también evidente que el cáncer entre
grado de susceptibilidad a una enferme
los seres humanos no es una enfermedad
dad infecciosa, como la parálisis infantil,
moderna, pues data desde los tiempos pre depende generalmente de la concentra
históricos.
ción de material específicamente antagó
Otra de las razones de que el cáncer
nico al virus contenido en la sangre. En
presente abundante material para la in el cáncer muchos tipos de células poseen
vestigación se encuentra en el hecho de susceptibilidad, y aparentan tenerla indi
que, a diferencia de gran parte de otras
vidualmente en grados diferentes. Deci
enfermedades, no se limita a ninguna
mos "aparentan’’ a sabiendas, porque uno
edad en particular. Aunque el máximo
se encuentra a cada rato, en el problema
del número de fallecimientos causados por
del cáncer, con complicaciones que nacen
el cáncer entre los hombres es de los de otras, y no podemos determinar hasta
60 a los 69 años, y entre las mujeres, de qué punto la frecuencia y rapidez del
los 50 a los 59, hubo más defunciones
desarrollo del cáncer dependen de las cé
en 1942 debidas al cáncer en niños me lulas que sufren la transformación y do
nores de 5 años que todas las de p ará las actividades de otras células y fluidos
lisis infantil, nefritis aguda, o todas las corporales. El cuerpo es un organismo
enfermedades del oído y a la mastoiditis.
maravillosamente constituido que nunca es
Y en ese mismo año, los decesos causa el mismo en diferentes intervalos de tiem
dos por el cáncer entre niños de 5 a 9, po pues su cambio es constante.
y de 10 a 14 años, sobrepasaron los pro
( C ontinuará en el próxim o número.)
E l autor de este artículo es profesor de
A natom ía cu la U niversidad de IVáshington, v
es, adem ás, D irector de Investigaciones del tía r
nard Free S k in and Cáncer H ospital
de S t.
Louis. H a form ado parte del personal docente
de la U niversidad de C hicago; de la Escuela
de M edicina del Johns H o p k in s: de! r e k in g
U nion M edical College y del In s titu to R ochefcller de In v estigación M ódica.
E stu d ió el paludism o en T u n e s ; la fie b re en
la costa oriental de la Colonia de K cn y a . la
hcm oglobinuria en el T ra n sv a a l; la lepra en
P uerto R ico, y la enseñansa m ódica en v a n a s
partes del Japón y China. E l presente articulo
apareció en idiom a inglés en la revista
I he
S cientific M onthly” .
�_ CUENTO POLICIAL
0 cabalgata
LAS DOS BOTELLAS DE CONDIMENTO
por Lord D u n s a n y
(Traducción del inglés por J. C. O.)
es lili nombre. Soy lo que
do —decía yo. Y piensen que la pieza en a cortar los árboles. Trabajó tres veces por allá y jamás vi que tuviera una lupa de alerce, mirándome fijamente a la cara
ustedes podrían llamar un hombrecito
cuestión era una dama.
dedicado a un pobre negocio. Viajo para el —Sí; no es de ninguna utilidad. Posi por día durante una semana y cuando los y en todos los casos Scotland Yard se y mirándome con expresión extraña. Pensé
árboles estuvieron derrumbados fué cor le adelantó. En efecto, ellos disponían largo rato, apoyado en el seto, respirando
Num-numo, un condimento para carnes y
blemente lo mejor sea perderla.
tando los troncos en pedazos no más lar de pistas, de una enormidad de pistas. el olor de las flores y mirando los tron
entremeses. . . , el condimento de fama
Y, saben ustedes, él tenía razón.
gos que un pie, que agrupó en montones Varios tipos de pistas para demostrar que cos de alerce y el prolijo y pequeño
mundial, debería decir. Es realmente bas
Ya ven, había estado siguiendo lo que cuidadosamente hechos. Nadie vió nunca Steeger había asesinado a la pobre niña; bungalow, al otro lado del jardín. Medité
tante bueno, no contiene ácidos deletéreos
pensaba el autor del problema; ni más ni hacer una tarea semejante. ¿Y para qué? varias clases de pistas para demostrar que sobre muchas teorías hasta que di con el
y no afecta al corazón; de manera que es
menos.
Nació la teoría de que estaba buscando él no había hecho desaparecer el cuerpo. mejor pensamiento: lo más conveniente
bastante fácil sacarlo adelante. Si no
Bueno, un día se produjo aquel terrible un pretexto para justificar la tenencia
Pero el cuerpo no estaba allí. Tampoco sería dejarlo pensar a Linley, con su edu
fuese así, yo no habría conseguido este
asesinato en Unge. No sé si lo recuerdan. del hacha. Pero el pretexto era más gran estaba en Sudamérica y no era probable cación de Oxford y Cambridge y lim itar
empleo. Pero espero obtener algún día
Un tal Steeger se había ido a vivir con de que el hacha. El hombre trabajó du que estuviese en Sudáfrica. Y todo el me a llevarle los hechos, tal como él lo ha
algo más difícil de vender, pues cuanto
una muchacha en un bungalow cerca de ramente, cada día. durante una quincena.
tiempo, téngase en cuenta, estuvo allí bía dicho. Olvidé contar que había estado
más difícil mejor pagan. Actualmente no
las North Downs y aquélla fué la primera
Además,
podía
haber
matado
a
la
pequeaquel gran montón de madera de alerce; en Scotland Yard en la mañana. Bueno,
hago más que defenderme, sin que me so noticia que tuvimos de su existencia.
ñita Nancy Elth sin la ayuda del hacha. una pista que miraba a todos fijamente no hay mucho para contar. Ellos me pre
bre nada; pero vivo en un departamento
La muchacha tenía £ 200 que pasaron, Otra teoría era que necesitaba madera
en la cara y no revelaba nada. No, no guntaron qué andaba buscando. Y como
muy costoso. Ocurrió de la siguiente mapenique tras penique, a poder del hombre para deshacerse del cuerpo por medio del
deseábamos disponer de más pistas /y Lin yo no tenía una buena respuesta prepa
nera, y esto me trae a mi historia. Y no
y finalmente ella desapareció. Scotland
fuego. Pero nunca usó los troncos. Los ley jamás se acercó al lugar. El asunto rada no pude sacar mucho de ellos. Pero
se trata del cuento que ustedes esperarían
á ard no la pudo encontrar.
amontonaba prolijamente en el jardín y estaba en hacer algo con las pistas que en Unge fué muy distinto; todos se mos
de un hombrecito como yo; pero no hay
Bueno, yo casualmente leí que Steeger
allí los dejaba. Este enigma derrotó a
teníamos. Yo estaba completamente des traron serviciales: aquél era su día, como
otro que pueda contarlo. Las demás per
había comprado dos botellas de Num-nu- todos.
concertado. Scotland Yard también; Lin- ya dije. El Condestable me dejó entrar
sonas que saben algo del asunto se mues
bajo compromiso de no tocar nada y me
tran partidarias de mantenerlo en secre
permitió
examinar el .jardín. Vi los tron
to. Bueno, cuando recién conseguí mi
cos de los diez árboles y noté una cosa
empleo estaba buscando* una habitación
que segqn Linley estuvo muy bien obser
para alquilar en Londres, tenía que ser
vada. No quiero decir que haya servido
en Londres para que fuese central. Visité
para nada, pero mostró que yo hice lo que
una manzana de edificios, muy sombríos
pude. Noté que los troncos habían sido
en apariencia, vi al encargado y le hablé
cortados de cualquier manera. Y de eso
sobre lo que andaba buscando. Los lla
deduje que el hombre que había talado
maban departamentos; pero no eran más
los árboles no entendía mucho de eso. El
que un dormitorio con una especie de ro
Condestable fué el que dijo que eso era
pero. Bueno, el encargado estaba mos
deducción. De modo que pensé que el
trando los departamentos a un caballero;
hacha estaba embotada cuando él la usó
en realidad era algo más que un caba
en los árboles; es seguro que eso hizo
llero, de manera que me prestó muy poca
pensar al Condestable aunque ahora no
atención. Quiero decir, el encargado de
reconozca que entonces yo tuve razón. ¿Ya
los departamentos. Así que yo no hice
dije que Steeger nunca salió del bunga
más que correr detrás de ellos, viendo
low, excepto para trabajar en el pequeño
toda clase de habitaciones y esperando que
jardín, desde la desaparición de Nancy?
me enseñasen lo que me interesaba. Lle
( reo que sí. Bueno, ésa era la verdad. Lo
gamos a un departamento muy lindo, un
habían vigilado noche y día y el Condes
salón con dormitorio y baño, y un peque
table me lo confirmó personalmente. Esto
ño espacio al que llamaban hall. Y así
limitaba notablemente las posibilidades.
fué como llegué a conocer a Linley. Era
Lo único que no me gustaba era que todo
el tipo al que estaban guiando.
aquello hubiese sido descubierto por poli
—Un poco caro —dijo.
cías comunes y no por Linley. Estaba
El encargado se dirigió hacia la venta
seguro de que él podría haberlo hecho.
na y se escarbó los dientes. Es curioso
Podría haber habido mucho romance en
cuánto puede expresarse con un gesto sim
una historia semejante. Y ellos no hu
ple como ése. El hombre quería decir que
biesen hecho nada si no fuera por la no
disponía de centenares de departamentos
ticia de que el hombre era vegetariano y
como aquél y de miles de personas que los
sólo hacía sus compras de comestibles
deseaban; y que no le importaba quiénes
en la verdulería. Probablemente la histo
I03 conseguían ni quiénes continuaban de
ria la difundió el carnicero, por despecho.
seándolos. No era posible equivocarse.
Es curioso que detalles tan pequeños pue
Y sin embargo él no decía una palabra;
dan echarle una zancacj¿lla a un hombre
miraba hacia afuera por la ventana y se
y hacerlo caer. Mi lema es que lo mejor
escarbaba los dientes. Entonces yo me
es proceder rectamente. Pero tal vez me
atreví a hablarle a Mr. Linley. Le dije:
estoy apartando de mi relato. Me gusta
—¿Qué le parece, señor, si yo pago la
ría poder hacerlo definitivamente, olvidar
mitad y lo compartimos? Yo no sería un
que eso sucedió aguna vez; pero no puedo.
estorbo, estoy afuera todo el día y lo que
Bueno, recogí toda clase de informa
usted disponga se hará. No lo molestaría
ciones o pistas, como pienso que deben liamás que un gat".
marse en un cuento como éste, aunque no
Bueno, ésos son los hechos que conté
Ustedes podrán sorprenderse de que yo mo. La policía de Otherthorpe llegó a
saberlo todo acerca de él con excepción a Linley. Ah, sí: además, Steeger compró ley no adelantaba nada y el misterio se llevaban a ninguna parte. Por ejemplo:
lo haya hecho; pero más se sorprenderán
mantenía
suspendido
encima
de
mí.
Si
no
llegué a saber todo lo que el hombre
un cuchillo de carnicero. Cosa curiosa, fuera por la insignificancia que se me
de que él haya aceptado. Por lo menos de lo que había hecho con la muchacha.
había comprado en el pueblo y hasta po
los asesinos siempre lo hacen. Y, sin em- ocurrió recordar, si no hubiese sido por
si me conocieran, pobre hombrecito dedi Aquello, por supuesto, atrajo mi atención;
dría decir qué clase de sal usaba, una
bargo, después de todo no es tan curioso; una palabra casual que dije a Linley,
cado a un pequeño negocio. Sin embargo, en caso contrario nunca hubiese vuelto a
muy sencilla, sin los fosfatos que ie ponen
si usted tiene que descuartizar a una mu aquel misterio habría seguido el camino
pude comprender en seguida que él me pensar en el asunto ni dicho una palabra
daba más importancia que al hombre de a Linley sobre el tema. El Num-numo es jer, tiene que descuartizarla. Y eso no de todos los otros misterios que los hom a veces. Además, conseguía el hielo en
taba siempre en mi cabeza, ya que mis
la pescadería y grandes cantidades de
la ventana.
se puede hacer sin un cuchillo. Después bres no han podido dominar; una mancha
verdura, como ya dije, en la verdulería
—Pero no hay más que un dormito días eran empleados en tratar de vender algunos hechos negativos. El no había oscura, un pequeño remiendo nocturno en
lo; por eso fué que presté atención al ase quemado el cuerpo de la mujer. Encendía la historia.
de Mergin & Sons. Hablé un poco de todo
rio —dijo.
eso con el Condestable. Me dijo que se
una pequeña estufa de vez en cuando y
—Yo podría armar mi cama en aquella sinato. Así que un día le dije a Linley:
Bueno, el hecho es que al principio
—Me pregunto si con esa habilidad que
llamaba Slugger. Yo me preguntaba por
sólo la usaba para cocinar. El Condesta Linley no se interesó mucho en el asunto,
piecita —contesté.
tiene
usted
para
ver
claro
en
un
problema
qué no habían revisado la casa en cuanto
ble de Unge y los hombres de Otherthor pero yo estaba tan absolutamente seguro
—El hall —dijo el encargado, dándose
faltó la muchacha.
vuelta desde la ventana, sin abandonar el de ajedrez no podría intentar algo en el pe que estaban dando una mano lo ave de que él podía resolverlo que no lo dejé
misterio de Otherthorpe. Es un problema
■ Bueno, eso no puede hacerse —me
riguaron con bastante habilidad. Había en paz.
escarbadientes.
en los alrededores algunos pequeños gru
•Ni0—• Además, no sospechamos en se
—Y la cama no le molestaría para como los de ajedrez.
—Usted
puede
solucionar
problemas
de
—En diez asesinatos no hay tantos mis pos de árboles y subidos en ellos pudie ajedrez —le dije.
guida que pasara algo relacionado con la
nada; podría tenerla escondida en el ro
terios como en una sola partida de aje ron oler el humo que salía de la casa;
muchacha. Sólo se nos ocurrió que había
pero a las horas que usted guste —dije.
—El
ajedrez
es
mucho
más
difícil
—dijo
nunca hubo olor a carne quemada, sino él.
algo malo en él, puesto que era vegeta
El me miró pensativo mientras el otro drez —contestó.
—Ese misterio ha vencido a Scotland
el común de las comidas. Aquello fué
hombre miraba a través de Londres; fi
¿Entonces por qué no resuelve esto? riano.^ Estuvo aquí una buena quincena
Yard
—dije.
nalmente aceptó.
después de la desaparición de ella. Des
bastante astuto de parte de la policía de —dije.
—¿Sí? —preguntó.
pués, entramos aquí como un cuchillo.
Otherthorpe, aunque, por supuesto, no
—¿Es su amigo? —preguntó el encar
—Bueno,
vaya
y
mire
la
pizarra
por
—Los ha dejado atontados —dije.
gado.
Pero, usted comprende, no había ninguna
ayudó a colgar a Steeger. Más tarde lle
—No debería ser así —dijo; y casi en garon los hombres de Scotland Yard y mí —dijo Linley.
investigación acerca de ella, no teníamos
—Sí —contestó Mr. Linley.
^
Aquélla
era
su
manera
de
hablar.
Ha.
consiguieron determinar otro hecho nega bíamos estado una quincena juntos y ya ningún mandamiento.
Fué realmente muy lindo de su parte. seguida me preguntó:
—¿Cuáles son los hechos?
tivo, pero que sirvió para estrechar el lo conocía. El deseaba que yo fuera al
Explicaré por qué lo hice. ¿Me conve
—¿Y qué encontraron cuando entraron?
Estábamos en la mesa, a la hora de la
nía el alquiler? Por supuesto que no.
campo. Fué la comprobación de que la bungalow de Unge. Ustedes preguntarán —pregunté a Slugger.
•comida,
y
yo
le
conté
los
hechos
tal
como
Pero le oí decir al encargado que Mr. Lin
creta bajo el bungalow y bajo la tierra por qué no fué él mismo; la verdad es
—Nada más que una gran lima —di
del pequeño jardín no había sido remo que si hubiese viajado precipitadamente jo—, y el cuchillo y el hacha, las cosas
ley acababa de llegar de Oxford y quería los conocía por los diarios. Ella era una
vivir en Londres durante unos meses. rubia bonita, menuda, se llamaba Nan vida. Y él nunca se había alejado de la a través del campo habría pensado, mien que él adquirió para cortarla.
casa desde que desapareció Nancy. ¡A hí:
Supe que sólo quería estar cómodo y no cy Elth, tenía £200; ambos vivieron en
—Pero él consiguió el hacha para cortar
tras que sentado frente al fuego en nues
hacer nada por un tiempo mientras estu un bungalow durante cinco días. Después
tenía una gran lima además del cuchillo. tro departamento desaparecían los lími árboles —dije.
diaba el ambiente y elegía una ocupación. él vivió solo allí una quincena, pero nadie
Pero no se encontraron rastros de huesos tes del territorio que podía abarcar, si se
—Bueno, sí —asintió, pero de mala
O, posiblemente, mientras le fuera posi volvió a ver a la muchacha. Steeger de molidos en la lima ni de sangre en el entiende lo que quiero decir. Así que gana.
claró
que
ella
se
había
ido
a
Sudaméri
ble sostenerse. Bueno, me dije a mí mis
cuchillo. Naturalmente, los había lavado. tomé el tren al día siguiente y bajé en
—¿Y para qué cortó los árboles? —pre
mo; ¿cuánto valen los modales de Ox ca ; más tarde afirmó que nunca había
Conté todo esto a Linley.
la estación de Unge. Allí estaban las North gunté.
dicho
Sudamérica
sino
Sudáfrica.
No
se
ford en los negocios, especialmente en un
—-Bueno, por supuesto mis superiores se
Antes de continuar, debo hacer una Downs elevándose ante mí, semejantes,
negocio como el mío? Pues, simplemente, encontró nada del dinero de la muchacha
han formado su teoría —dijo— ; pero
advertencia.
Yo
soy
un
hombrecito
vul
de
alguna
manera,
a
la
música.
no tienen precio. Si yo lograse asimilar en el baneo y se pudo probar que ju sta gar y nadie espera algo horrible de mí.
¿Es por allí, no? —dije al changa no pueden comunicarla a todo el mundo.
sólo un cuarto de los modales de Mr. Lin mente en aquel tiempo Steeger dispuso de Pero debo anunciar que aquel hombre
Como se ve, los troncos continuaban
dor.ley , sería capaz de duplicar mis ventas y £ 150. Luego se supo que Steeger era
triunfando.
era
un
asesino
o,
en
todo
caso,
algún
ase
—Eso
es
—dijo—
.
Ahí,
cerca
de
la
esto_ significaría que muy pronto me desti vegetariano y que compraba al verdulero sino hubo. La mujer fué liquidada, una
¿Pero la cortó a ella? —pregunté.
senda; acuérdese de doblar a la derecha
narían a vender algo mucho más difícil la totalidad de su alimento. Esto hizo linda niña, y el hombre que hizo aquello
—Bueno, él dijo que la muchacha se fué
cuando llegue al árbol, un árbol muy
con una remuneración tal vez triplicada. que el condestable de Unge sospechase de no habría de detenerse en el punto eii
a Sudamérica —contestó; ésta era una
grande. Luego . . .
Era un buen negocio. Y uno puede lograr el, porque un vegetariano era una cosa que uno podría creer. Con una mentali
actitud realmente muy equitativa de su
Me
describió
el
camino
de
manera
que
desconocida.
Se
dedicó
a
vigilar
a
Steeger
que un cuarto de buenos modales valga
dad apropiada para hacer una cosa seme yo no podía equivocarme. Todas las per parte.
y
lo
hizo
tan
bien
que
pudo
dar
a
Scot
mucho más si sabe administrarlo. Quiero
jante y hostigado por la larga y fina
No recuerdo qué otras cosas me dijo.
sonas que encontré eran muy agradables
decir que no es necesario recitar todo el land Yard toda clase de información sobre sombra de la soga, nadie podría decir ante
—Steeger dejaba la vajilla en orden y
"Infierno” para demostrar que se ha leído el tipo, a excepción de lo único importan qué cosas se detendría. Las historias de y serviciales. Se comprende, había lle muy limpia —agregó.
gado al fin el día de Unge. Todo el te. El Condestable avisó a la policía de
a Milton; con media línea alcanza.
asesinatos son generalmente agradables
Bueno, traje toda esta información a
mundo había oído hablar de Unge; se
Bueno, vamos al cuento que tengo que Otherthorpe, unas cinco o seis millas para una dama que se sienta a solas y lee
podría haber hecho llegar una carta allí Linley en el tren que salía cerca de la
contar. Y ustedes no pensarían que un de distancia, y ella vino a dar una mano. junto al fuego. Pero el asesinato no es
sin poner en el sobre el nombre de la puesta del sol. Me gustaría hablar de
hombrecito como yo puede estremecerlos. Se sabía que Steeger no había abandona una cosa agradable y cuando un asesino
provincia. Me atrevo a decir que si uno la noche de fin de primavera, tan tran
Cuando nos establecimos en nuestro de do el bungalow ni el prolijo jardín desde está desesperado y trata de cubrir sus
quila sobre el horrendo bungalow, rodeán
partamento pronto me olvidé de los mo la desaparición de la muchacha Com huellas, tampoco él se muestra tan agra quisiera ahora enterarse de dónde está dolo estrecha y gloriosamente, tal como si
Unge
.
.
.
Bueno,
ellos
estaban
recogiendo
dales de Oxford. Lo olvidé por la mara prenden: cuanto más lo vigilaron más
dable como podía serlo antes. Les pediré,
lo estuviese bendiciendo; pero a ustedes
su trigo mientras brillaba el sol.
villa que era el hombre en sí. Tenía un sospechas tuvieron, como le pasaría a
pues, que tengan eso presente. Bueno’
les interesa más el asesinato. Bueno;
cerebro como el cuerpo de un acróbata, cualquiera si se dedicara a seguir a un
, . y;— , .
aizauuose en
les he advertido.
conté todo a Linley aunque la mayoría
luz del día, subiendo como una cancii
como el cuerpo de un pájaro. Eso no ne hombre; de manera que muy pronto se
de las cosas no me parecían dignas de ser
Así que le dije a Linley:
Ustedes no tendrán ganas de leer fra¡
cesitaba educación. Uno no se daba cuen encontraron vigilando hasta el más insig
contadas. Lo molesto era que cuando yo
—¿Y usted qué saca de esto?
sobre la primavera, el bullicio de la esl
ta de si el era educado o no. Siempre le nificante movimiento de Steeger. Pero
quería dejar algo afuera él lo adivinaba
—¿Desagües? —dijo Linley.
brotaban ideas, cosas que uno jamás ha nunca hubieran sospechado de él si el
cion, los colores que descienden sobre I
y me obligaba a decirlo.
—No —dije—. Usted ' se equivoca.
das las cosas cuando avanza el día y
bría pensado. Y no sólo eso, sino que si hombre no fuera vegetariano. No descu
—Usted no puede saber qué es lo real
multitud de pájaros.
alguna idea andaba cerca, él siempre lo brieron mucho en contra, a excepción de Scotland Yard revisó aquello. Y la gente
mente importante —decía él—-. Una chin
Pero yo pensé: "¡Qué hermoso lug
graba atraparla. Más de una vez adivinó las t 150 que cayeron del cielo; y eso de Otherthorpe, con anterioridad. Han
revisado los desagües, tal como son, un
che barrida por una criada puede hacer
para traer a una muchacha!”
lo que yo iba a decir. No era lectura del mismo lo descubrió Scotland Yard y no la
colgar a un hombre.
pequeño canal que va a un resumidero,
pensamiento, sino lo que llaman intuición. policía de Otherthorpe.
Y
entonces,
cuando
recordé
que
just
más allá del jardín. Y nada bajó por
Todo esto está muy bien, pero hay
Yo acostumbraba a estudiar un poco de
mente allí la habían asesinado . .. Buen
,N o ; lo que descubrió el Condestable de a llí... es decir nada que no debiera
que ser concreto aun cuando uno haya sido
ajedrez, simplemente para dejar de pen Unge fué lo de los árboles de alerce
no
soy
más
que
un
pobre
hombre,
con
haber bajado.
educado en Eton y en Harrow. Cada vez
sar en el Num-numo por la noche, cuando
ya he dicho; pero cuando la imaginé sob
Y esto derrotó completamente a Scotland
L1 hizo una o dos sugestiones más, pero
que yo mencionaba el Num-numo que,
había terminado de trabajar. Pero nunca
Yard y despistó a Linley por largo tiem Scotland Yard se le había adelantado en aquella colina, con todos los pájaros ca
después de todo, fué el comienzo del
pude resolver problemas. Sin embargo, él po; por supuesto, también me derrotó a
tando, me dije a mí mismo: "No ser
asunto, ya que Linley ni se habría ente
se acercaba, echaba una mirada a las pie mí. En el pedacito de jardín había diez cada caso. Aquí está, realmente, el pivote extraño que después de todo, yo cons
de mi historia. Uno considera necesario
rado del crimen si no hubiese sido por
zas y decía:
guiera hacer matar a ese hombre, si i
árboles de alerce y Steeger hizo una espe
mí, él decía que el hecho de que Steeger
—Podría empezar por mover esa pieza. cie de acuerdo con el propietario del bun que el hombre que desea actuar como que él la mató a ella.” Pronto enconti
detective tome una lupa y vaya al lugar el camino al bungalow y me puse a ii
comprara dos botellas era trivial, y que
—¿Pero adónde? —decía yo.
galow, que lo autorizaba a hacer con los
nosotros debíamos limitarnos a los puntos
—Oh, a cualquiera de esas tres casi arboles lo que se le diera la gana. Y a de! crimen; que vaya, antes que todo, y vestigar, espiando hacia el jardín por ei
mida huellas de pies, encuentre pistas y
principales. Yo me sentía inclinado a ha
llas —decía él.
cima
del
seto.
No
descubrí
mucho,
no
•
partir del día en que debió haber muerto
descubra el cuchillo que la policía pasó
blar del Num-numo porque aquel mismo
—Pero en cualquiera de ellas la pier la pequeña Nancy Elth, Steeger se dedicó
nada que la policía no hubiese visto antes
por alto. Pero Linley ni siquiera se acercó pero allí estaban los montones de tronce
día había logrado colocar cerca de cin-
S
uithers
(C ontinúa pá(/ina 15 )
�ARTE
EaxJOJ» De Qrraós es un hombre
B
querido. C a « a p c n eBo eoc s j
M tn rii gwnfroso. con s= trapcnuLcr:.TmrocT T fr«x>eo. Come pintor ü e bies ha gicado la vohmiad de h
?eote eoe sa piulara e x p a á n . asoie*da con !a faz irradiante áel impresobísho y ambiciosa de grandes espae*K. coa la aK o rp o ríciá a la k«aoeiü L i del arte de ios ierras racionales
Cada tcz «que expone se o :Ttlira^ en toreo sajo el favor oficial,
la crítica j el pobhc© nuafrvjw. Pero
esta Tez había, además, otro motivo de
interés. Desde hace a lg ir tiempo- Qaitos. que parecía deslizarse n í - qne
andar, por an camino llano, estaba In
quieto. quejoso, desoxuento ecnsigo
tnisino. Sos amigos conocían este es
tado critica. Quitos no lo acallaba, v
j a es vísperas de sa óltinLi eipoéic . j.
erejo prudente dárselo a eocoeer al
póbiteo. En ttn reportaje periodístico
d ije: "Porque Besó un día ec qne em
poce a encontrarme asshsiV ho con
todo enante era aii c-bra. Sentí £a im
periosa necesidad Lcsofc* rnabíe de rea
brirm e auténticamente, de ser jo mis
ino, J creo haber hallado ei camino:
te declaro jobilosamente. Y ahora es
romo si estuviera de reares.) de andar
por senderos transitados j predios que
no me pertenecían j rnw arnm i' a
echarme por caminos inéditos j a ver
las cosas j tes seres con ojos recién
amanecidos, Y ante la pregonta del
reportero de si renegaba ¿e su obra
antera * contesta: Abs: mámente. Esa
cora ao me pertenece. Ella es el reflejo
de k s grandes maestros. Eco viro de
aiSI5eí?:ilenguaje se articula eoo vo
ces magistrales. \ o no me reconozco
b o j en esa obra. Tengo que empezar de
caen*.”'
Xa<ia más natural que. despaés de es
tas declaraciones, ¡a exposición; que
se inauguró en Witeomb fuese nn
aeonteeimiento todavía de m ijo r reperensirn que .as anteriores. El pábdc© se arremolinó. ía critica eantó loas,
las ventas marearon ttn récord no al
canzado ni imaginado hasta ahora por
artista aíatino. Pero ¿se Han enmpSáo
ei voto. la promesa j la ambición dd
artista ? Evidentemente, no.
En eí origen ¿e ia desazón qne viene
preoes pando a güiros de na tiempo a
esta parte no es difícil advertir eí
sentimiento de he desacuerdo entre sa
obra v el espíritu dominante de ía pin
tura contemporánea. En pleno vigor,
pese a los años, de sa temperamento
j sts inteligencia. Quitos ha sentido la
necesidad de ponerse a tono con su
memento. Confieso que este aspecto de
sa p rtó.ena es eí qne menos me pre■' —v? 1 ••» í ' ■" t j no está en •
- : :-r:
ei m .'-Testa. .-o
da espontánea mente j en
acto si
multáneo en manto ei arrise ¿ se pone
a tono consigo mismo- Todos somos
hombres de nuestro tiempo p»>r ana es
pecie de eonformícióc biológica sub
sidiaria león ía salvedad nataral de
qae no estamos todos cortados sobre eí
mismo patrón];, j si no nos manifes
tamos como tales es por negligencia
menta!, porque enlSivaci *s prejttiei s.
porqm no sontos -alicientemente filtres
jCem.v. te a nina' ,
E a j i f c aegtigRiun» y »j im s t» .
t e mt prej-iim * «
ree '■'■jtentzt m
Q i -.zóh T tda-cj» u«ri* •reysufa <¡n, ¡¿
pautara « r»rore fra c te n a .nútaaifo.
pan n a te a tai m e z a . Sé» tempera^
TgBtsd
m ptn£<)r *i&5W3nxtíSMi&f ~
±4*
***" •t f l u s < v
a:
Ta-üiiwi
$ 5 5 i*
■uoaua .«« te
r iunree es te
•naaidr e ía ezjiinsBv .tm
i»*
mizim a
o.os os inr.hutiin
vem e na aceña iiu.na
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pCLDETl.
" " liarte »
rnmTiígtñlft*1
*í *• ■v " te m irisa,
La f * * —flj- fSBcui :
:tl 4C*^ es ing
i*' c. tu tfc •’OIA 7 1 ,(ía «tm»- a¡
^aun.: <fe paz? üta te ir. leenn nai ,
P w es f pd-io*.
EL DILEMA DE BERNALDO DE QCIROS
P o r
frente a las coochÉsi-oees de caestra ex
periencia.
De estas posibilidades dos son m boíbíes a nuestro artista: los prejuicios
j ía negligencia mental En te qne hace
a tes prejuicios, se desprende de Las
m i s m a s declaraciones de Qoirós : sa
obra "es reflejo de los grandes maes
tros. Eco vivo de n a so s". Xa es ttn
remedo pero sí es trabada en sas n o
cí mientes j adulterada en sos forma.*
probables por viejos conceptos. Con
ceptos que torteron vuüdex mientras
f rmaivn parte de un sistema orgázir
de ideas, ■Ñcmtrzs
__ «salid —
«te’ - f " . j
s a«és aJimentaroa
m a s de expresión de oca épo- a . pero que han demostrado ser fal-*is en «vasto han querido asumir cá
tese ría de verdad nniversaL j que -sin
in*c.Bip»tíbáes coa el espirita íe asestro tiempo porqoe. r ó d a to K il e . es
tamos cnfTenta*ios a ana noeva experieiicia del mando. Qairós te percibe.
Por eso «fice: " . . . es eosso d estuviera
«le regreso— j comenzara a echarme
«le nuevo por caminos tIIéditos’,. Noera posible que ana nataraSeza tan
vital como la su va ao llegase a rec-r-;-
J U L I O
R I N A L D I N I
cer qnc tes tiesapis que A Tirsos son sss aoAmientiis los resan«:s cn_mraotros, qne otro es snessro sentido de les. romo p :r sn rnst.; sjfnsnai -tei roten
ht realidad, otro el rñano de "lesera j ía materia. A caza paso pone en. ía
mente, otro el mecanismo de nuestras leía m «xor qne ha •sccontra«io reneasociaciones j otras las formas que roso j ahí te deja, sin precen parse, si
percibe nsesea inteligencia.
pico m s o te :, te as coaseeoecoas ¿ne
Qairós adviene todo esto, peso en necesariamente trae tcarreadas: stn
La práctica se pierde. Sa buena con pre*:«fuparse de qne todo eoíorr ine -f
ciencia tropieza j se traba en eon- poce en la tria asome tina faciñon deffietí) eoe sa educación j sa temne- tertnmante j trae cocse«men«nas que no
g dehe san o n t r i Se planta ¿rente al tema pzcien desaten.ierse.
j jsato a ía tria
ajos recién
berte «h, s.bt« re* .
-m
■,
amanecidos, per: apen-, - m i ac- i " ■
t'-tj-.- j inte- i
»«mué sízl
■- •
qne nzngsno «te tes dos se «ten por
—
r
i invadir por todo te qne Leva a-zvertidos de sa presencia en eí cua
aprendí i: Sz • . • : - .-• - • • •• .
dro. qne sSí se están, inertes, sin.
visión directa j desamit. se desarrolla. desarrolle ni raz-.tc eficiente, te m a »
sin qne ü mismo lo advierta —o trate áe este n cd ; en errores qne para zn
de impedirte—, de “manera’. Segar hoín-bre de sa Btpe ñ a ñ i v sas cococieste dato pxi riamos llegar a ía eoce in nuentos tienen qne ser abetes. Errores
sten de qne k s prej nictes de escaria qne mal-.gran on enadre «uno eí ¿e ía
están tan arraigados en é; qne salen magnifica escampa de sancho la 'E l
a La superficie de toados modos. Pero domador «te La Eacierra’ tirara :rraseria más exacto decir qne so es snfi- nica- planca-ia eoc man.; maestra j
eiencemente reflexiva. Se «teja levar zismnoí-ia .neg*: ro r eí trata:: t- : tel
por sn faeilñiaíi. reír sa facundia j . Sxwso de ha teia. O errores qne te lle
tras rilas, por eaanto hav en él de p r:- van a «focfhn.zir en ame soto, por esta
pio j «te (wstiBk Se «teja llevar tante aplicación irreflexiva «leí color, tres
en esto de permitir qne -e «arfen en t- ates perfectamente distintos «áe sa
_nagm«ir.«'.. o íe na ewi iemai aientai
¿Pea •.rajare a i . . u i a es a ine mmuta
j a rila se infle ri ameta. En. zafa
te esa « w tiía . i i ' ui.ma tes ¿mnag
j tes en ..re* se riñeran, se- tesarsiSan y ««neneirdtei. :■s.ia está »a ^
zamraíeza nz en a nsHeB». T Oí pos
está sn ti espi tttr.r j en ía mente 5^
biíérr está sa;«flj: 1 as i.'c.nn'.namonas
qne te onra tí _un«:a.eniín ea eí «nrsn
.áe sa saernitHiLi:
En sos termines ates n.ue«natas á
problema íe Q irríe se reírme a ma
enestiijn áe- «enserto y a n a í’aescún
«te Tiznare-ía. E-e erraron an mamii g
rineep.to .te la p a ra ra coma «nm
te arte , te ngt-arena. «1 manta, a «u
he? qne en. tetero 1. i.-iiío nmnenia ía
c a ta ra es. tremía tosmense, ::im •mn.
t.tia. j qne. por .«: nata. e-T íaaliaa.
te nsemiaaeiiiG. a seteetsda y te «nnocnia t e los medios sin meiesariíis
al haen nso te lo qne provee te «a.
«miniad. Prooa tiemen.ta te lemán iw
:m peraaiea::. te í asptrom j te te
siente s«;n smmJftánggt* en eí trema
pero .0 .nerto as qne ei rorir mentu
es zmiesar.ii. r Orante se ía smaito
t e 71recio p ar t a . i i i s ariiztas un.
árá qne me«üfi«:ar ti:«a; sa Tejo j¡¡.
tema, te f : roias. Xo tanori qne mn«irficarío par .;oavec«non. lo teman
m e modzfiear «fijan»; nna ?:msemenea
v ea a me«¿j¿a n e se •: mpomn a
ptentnza 11111 .Uiti te sn nieva Tatnr ie
tes cosas. Cnan-ii: esto snes-ia; se j® .
iiri aevntahíifnnHite. t e ie neroli> nm sa
tem po, se -mate-fca ign frente a us
aIseroat-Tas fecnm-iis te te sip«sreHtina
j sn nárvi tendrá mas pciitetUfitefe
te per’í n n r qne si te c:o»rme ruano
p«;r 11—111 |i«lii 1 qme presóme eternus, Xn
mcr-' z
’«w ;?ite»» qne
a*¡» usa».—
•*’ c r ñor u
obra te xz artista me iaa
i-msirrod.:. 5trp»:c¡g. ; e no se tejaré anprgsogar por cíl«:s: ni por a.; asios
otros qne aperevaeñaa a -ifasLÓn tura
te sc a m z io a m tes ’minierreis’ sa
tenorereíia agresiva te estas tosas. 11
por eí es'ro.t.: r une sop*;ce m e ai ta
lento p a n ate?) e toefiere ir tedgeniaa
p a n todo t nz p«;r ei toaupriter, ¿
qne nada po«temos .teeiríe p«;rqne an
podemos p«s*irrte 'nenta ári mso- que
hace t e sn .ite ro . Lo. crepto- te m
artista es -..-iperar t.:«ites estas eqmv.iea»fi-:res. Y Qmntós. sesrir >: me cusin
«réf&- se 1. la iai 1 reesto lotno an ¡tJber t e eoncierefte.
�© cabalgata
ESPEJO
DE L A
PINTURA
EXPOSICIONES
DE LA
QUINCENA
vo y lo plástico, y en buena medida la
capacidad de poner este arte al servicio
del libro. Los más diversos procedi
mientos hallan a los canadienses bien
dispuestos para el desarrollo de estilos
universales. Empero, si de una reco
mendación pudiéramos disponer, al
igual que para otros artistas del con
tinente, comprendidos los nuestros, in
sistiríamos más y más en este punto:
ahondar, ahondar en el oficio y en la
expresión y representación, pues una
obra de arte está ligada de tal modo a
sus elementos constitutivos que en ellos
van implícitas su perdurabilidad y su
grandeza.
XXXI S alón A nual de A cuarelis
G rabadores. Doscientos cuaren
ta trabajos y más de ciento cuarenta
acuarelistas y grabadores reúne este
Salón de significativa trayectoria por-
tas y
Jorge Larco: Pepa Villam ediana.
aestros
antiguos, artistas argen
M tinos, pintores jóvenes, estudian
tes y egresados de bellas artes, consti
tuyen la actualidad de la quincena
última. Lo internacional y lo nacional
se hicieron evidentes en nuestros salo
nes de exposiciones: calidades sumas,
intenciones nobles, primeros pasos ar
tísticos. Vimos un conjunto de 200
obras representativas de las artes grá
ficas de Canadá, y vimos a maestros
antiguos de los siglos xvi, xvn y xvm,
e incluso una colección (de la señora
L. S. M. de R.) de óleos y acuarelas
preferentemente del siglo xix. Nuestros
acuarelistas fueron agrupados en el
XXXI Salón Anual de la Sociedad de
Acuarelistas y Grabadores, y, los más
recientes, aun en formación, en el XXV
Salón Anual de la Mutualidad de Es
tudiantes y Egresados de Bellas Artes.
Asistimos también a la presentación de
otros núcleos: Trece pintores, Tres pin
tores, Siete pintores y dos escultores,
croquis de Alberto Güiraldes, trabajos
en miniatura, etc., todo lo cual nos
prueba que nuestras galerías reúnen
lo saliente de la producción local, o, al
menos, fomentan la presencia de valo
res consagrados y nuevos.
A rtes G ráficas de C anadá. Esta
exhibición ha sido viable por conduc
to del Instituto Argentino Canadien
se y la embajada de Canadá en la
Argentina, efectuándose en las salas
de "Nordiska”. De indudable valor cul
tural, por cuanto han permitido conocer
a un conjunto de artistas de un país
de América, con el cual artísticamente
desearíamos estar en una relación di
recta más constante, proveyendo inter
cambios de conjuntos de asidua recipro
cidad, las artes gráficas canadienses se
nos aparecen ricas en expresiones indi
viduales a través de artistas nacidos
entre 1882 y 1922, que tienen una tra
dición que se remonta al siglo xvn.
Vemos una vez más cómo el artista
americano —sea de Canadá, Brasil,
Argentina o Estados Unidos— se atiene
a la variedad y rigor de su oficio, en
tregado a una fantasía o a un drama
tismo de calidad que no excluye la
transcripción de la realidad, y que res
ponde a las distintas manifestaciones de
nuestro tiempo cruzado por tendencias
y escuelas disímiles, mas invariablemen
te captadoras de expresiones de tierras
nacionales o de estados de alma. Repre
sentación y abstracción, se unen en el
mismo proceso y nos definen a hom
bres que saben de la línea y del volu
men, y de la invención, humor o gracia
ínsitos en todo testimonio artístico. Val
gan estos nombres: Beaulac, Binning,
Blouin, Cosgrove. Daoust, East, Eveleigh, Fainmel, Goranson, S. Hudon,
Milne, Trudeau y otros no menos inte
resantes, en donde se alian lo dec-orati-
Laura Mulhall Girondo y los tres pai
sajes de Rodrigo Bonome dentro de su
individual estilo.
"Andamio y maniquí”, "Mates”, "Cabe
zas”, "Naturaleza”. Sus exposiciones:
Müller.
XXV S alón A nual de E studian
La Mutualidad al presentar este
Salón en "Rose Marie”, nos hace alcan
zar nombres nuevos, tales los de Remo
de Martino, Alberto A. Salietti, Angela
R. Arava, Basilio Celestino, Alfredo
Scarzella, M. J. Scieppaquercia y An
tonio García Videla. En unos y otros,
estudiantes y egresados, se puede per
cibir el deseo de dominar su modo de
visión, mas sabido es lo difícil que es
alcanzar una expresión en arte. Enten
demos que las búsquedas actuales de
estos jóvenes deben ceñirse por ahora
más estrictamente a los rigores del ofi
cio; luego, muy luego, vendrá el do
minio de la expresión.
M a e s t r o s a n t i g u o s . Junto a estas
exposiciones de artistas locales y de Ca
nadá hemos podido valorar obras de
grandes artistas del pasado europeo.
Admiramos las grandiosas formas ex
presivas y en movimiento de Tintoretto
en "Los tormentos de los santos”, la
justeza en el dibujo y colorido de "Pie
dad” de Libérale da Verona, o la "Niña
dormida” de Joshua Reynolds, obra
ésta que prefigura a Delacroix y alcan
za una extraordinaria proyección senti
mental por el color hecho sentimiento
moral y nobleza expresiva y represen
tativa.
Creemos que la colección Müller y los
grabados de Durero, en la misma ga
lería, las telas y tablas expuestas en
"Wildenstein” y alguno que otro óleo
en "Viau” debieran constituir para
todo artista nacional "el pan nuestro de
cada día”, ya que por la dificultad' de
hallarnos en contacto constante con va
lores universales, estas obras que se
nos ofrecen de tanto en tanto asumen
dimensiones primordiales y ubican la
meditación y el análisis sobre el destino
del arte y su lograda inmortalidad.
Buen ejemplo, por lo tanto, y mejor
estímulo. E invariable espejo para glo
ria de la pintura. — R. B.
tes .
Héctor Baaaldúa. Figura. (T em p era.)
(A cuarela.)
A lthabe ,
I raolagoitía
v
O tano.
Tres sentidos diferentes resumen estos
tres pintores jóvenes. Julián Althabe
cultiva una pintura en densidad, de
acentos anímicos, como "Sofía y yo” y
"El parque”. Fernando Iraolagoitía
señala búsquedas inteligentes y un de
seo de penetrar la materia visible en
su refinamiento de los tonos: "Remi
niscencia”, "Autorretrato”, "Flores”.
Juan Otano se afinca en simplificacio
nes mediante masas de color y planos,
y construcciones de coloridas síntesis:
R aúl Russo: Bodegón. (Tem pera.)
Adriaan H annem an: Retrato de Sir Hurnphrev Style. (O leo.)
teña. Esta nueva exposición en "Witcomb” ha convocado a excelentes artis
tas. Cabe mencionar: Baldini, Basal
dúa,-R. y A. Bonome, Butler, L. Capdepont, Castagnino, Cochet, Cogorno,
C. Cornero Latorre, Chiesa, Domínguez
Neira, Fariña, L. Feodorowna, Fon
tana, Forte, Gambartes, Grandi, Monsegur, Larco, Moraña, L. Mulhall Girondo, Nicasio, Angeles Ortiz, Pedone,
Pierri, Rebuffo, Russo, I. Sánchez,
Soldi, Torrallardona, Veroni, A. Vezzetti, E. Villafañe.
En una visión crítica concreta, par
ticularizamos de manera sobresaliente
y en primer término, los envíos de Raúl
Soldi (especialmente las dos naturale
zas muertas, temples), las acuarelatintas de Juan Carlos Castagnino, los
dibujos (pluma, dos colores, y pluma,
tres colores) de Manuel Angeles Ortiz,
las aguafuertes de Laertes Baldini, "El
ensueño”, de Víctor L. Rebuffo, "Cor
tejo”, de Sergio Sergi, dibujos de Ho
racio Butler, témperas de Héctor Ba
saldúa y Ernesto Fariña, acuarelas de
Jorge Larco. De los más recientes:
"Granada”, de Santiago Cogorno, "La
florista”, de Mario Dino Grandi, "Bo
degón”, de Raúl Russo. Finísimas las
témperas "Campo” y "Sembradora” de
Jothua R eyn o ld s: Niña dorm ida.
(O leo.)
�m 6 - G 0 Y A - 1946
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Escena He guerra.
(Colección Lgarte. Buenos Aires.)
Los fusilamientos en la Montaña He
en Madrid. (D etalle.el p rln<.¡pe p¡„, e¡ 3 de mav„ 8e l8 0 8 _
lannu. i Aseusue.) (Museo Hel PraHo.)
SEGUNDO CENTENARIO DEL NACIMIENTO
DE DON FRANCISCO DE GOYA y LUCIENTES
R E C O R D A C I O N por FELIPE A R C O S
fuego y tanta gracia juntos. De tanto fuego
ardido. De tanta gracia, maestro volador, vivo
entre sus cenizas. Nació villano, hace doscientos años,
y desde hace poco menos a esta parte apenas si encon
tramos parangón en señorío. Desde luego, funda un
linaje que muy pocas ejecutorias pueden alcanzar.
T
a st o
"Galante y feroz”, se ha dicho del pintor de los
"ángeles de ojos asesinos”. Un soplo de coraje, de va
lentía sin resentimientos, lleno de la más difícil alegría,
de la más graciosa realización, recorre toda su vida y su
obra. Es la única fiesta de la pintura española, casi la
única fiesta universal del genio español. Es un grito
en el aire: de amor o de peligro; y 110 hay modo de
ver su vida si no es en un tris, con el corazón en un
puño siempre. Aun en los tapices, brilla un relámpago
de riesgo. Todos sus saltos mortales nacen de eso: de
llevar la fiereza de un estilo de vida a la inerte reali
dad del lienzo.
Hay algo de crimen pasional en su obra entera. De
crimen que redime, clarificador, esperanzado.
Ese empeño de Goya por revelar lo más oculto de los
seres, su indomable misterio, su fuego sagrado, lo que
enciende su sangre, es para mí más importante que su
condición de gran maestro iniciador de la pintura mo
derna. Con la resaca de su marejada se han fundado
puertos inmensos. Pero se perdió tanto en humanidad
y en misterio, en maravilla y en espanto . . . Tanto, que
nueho nos tememos que haya sucedido en el mundo, no
sabemos hasta qué punto, lo que estaba anunciado en
aquel grabado suyo, ¡Esto es lo peor!, en (pie la bestia:
la mentira, la crueldad, la brillante ignorancia, la bes
tia, está dictando normas, revestida de espíritu.
Para quienes creemos que hay que volver a enfrentar
el espanto del capricho, del desastre, de la tirana y del
toro, de la luz negra y la bruja escobera de verdad;
las extrañas articulaciones imaginativas de los refranes,
la faz y el antifaz del mundo —todo sea sin perder la
alegría chispera más bailadora y burlona—, puede este
Autorretrato de Goya.
(Museo del Prado.)
increíble prerromántico, si) escuela que encajarle, ser
padre de nueva maestría yhumanidad. Entre otras co
sas, por ser uno de los f^ides veneros de la moder
nidad.
Dice Haudelaire: "Goya es siempre un gran artista,
a menudo terrible. Ha ui ido a la alegría, a la jovia
lidad, a la sátira española leí buen tiempo
Cervantes,
un espíritu mucho más mdenio, o, al menos, que ha
sido buscado mucho más ¡a los tiempos modernos; el
amor a lo inasible, el sentimiento de los contrastes vio
lentos, de los temblores d( la naturaleza y de las fiso
nomías humanas extrañante animalizadas por las
circunstancias.” "El gran mérito de Goya consiste en
crear lo monstruoso vero¡mil. s us monstruos nacen
viables, armónicos. Nadie ha tenido más audacia que
él en el sentido de lo absvrdo posible. Todas sus con
torsiones, sus rostros besti des, sus andrajos diabólicos,
están penetrados de énunimuiad.
"Aun desde el punto de ñata particular de la historia
natural sería difícil condenarlos, ,anta analog¡a hay ^
ellos y tanta armonía entre t0(ias ,as pMtes
en una palabra, la línea d. sutura, el puuto ()e eonjun’
ció" entre lo real y lo íc tic o es imposible de asir
os una vaga frontera que el análisis más «¡„ci
6
mas sutil no podría
trazar, tan trascendente y natural a la
18 vez es el arte.”
Es una pena que nuestro p0eta ^ ^
^ ^
a la vista de los grabado de Gova. Vi
enamorado de
Delaeroix hubiera eneontndo en )a
hechizo suficiente para est r>bir alSUno de del español
español
líos y penetrantes estudios |le pintura. La
las planchas lo garantiza. Vuereinos des.
,lntl
lo que nos dice Baudelaire' las pa,a W
r J‘ntre to«lo
gria humanidad. Principa ment* 1>g d 3I',' laluiad, ale^°~
vialidad y alegría. Porqm está viénf}0jas . ,
en aquellos cuadros en qu“ ya es tópi(.0
*’co’ no
alegría goyesca —más que na()a
, ° enco"trar la
en *0s tapices- sino
justamente en la ]>arte de su 0|,r|
más descarnado y brutal. A e||0 ^ ^ # ^01 ror es
‘ 'amos al
principio de nuestro trabajo s¡n
del poeta. Dichas por un ffanc.^
r as palabras
Palabra
°^ran, además, ,.]
RUIZ
valor que da la lejanía. Y, desde luego, es esa mezcla
de alegría y de horror, algo que Goya ha dejado ahí
misteriosamente sin que esté estudiado todavía su sen
tido. Alguna vez he pensado si una cosa y la otra no
le vendrían tan juntas, de haberse zambullido plena
mente en la vida, sin renunciar a su misión de dar
testimonio de lo inocente y de lo siniestro a la vez, tan
frecuentemente juntos también en esta humanidad que
no se atreve a reconocer su cruz. Tenía gran corazón
y pudo soportar la prueba: la noche siniestra no ahogó
su esperanza, el horror de Goya está en vilo, no es lagu
noso, y por eso se salva y busca la alegría, la luz inol
vidable de los cielos de sus cuadros de la llamada pin
tura negra.
Esa esperanza, en fin, que le da ánimos, al final de
sus días, para refugiarse en Francia huyendo de
la sordidez española, para morir como un "afrance
sado”, él, el español de más estirpe posible, hasta por
ese mismo hecho de marchar voluntariamente al des
tierro.
Recordémoslo este año, a los doscientos de haber na
cido, como al altísimo látigo del pecado triste, pezuñoso, sin amor. La cochambre hispánica, la palabrotez
carpetovetónica, la lujuria ruidosa y hueca, el rencor
del bruto tienen en él un espejo de vergüenza. Como
las gracias del mundo tuvieron en- sus pinceles todas
las sonrisas del rosa, el plata, el amarillo, el vermellón.
Recordémoslo también muerto en Burdeos junto a al
gunos de los grandes desterrados de España; nada me
jor para ello que transcribir el principio de una carta
de Leandro Fernández de Moratín a don Juan Antonio
Melón, fechada en Burdeos: "Querido Juan: Llegó, en
efecto, Goya, sordo, viejo, torpe y débil, y sin saber
una palabra de francés, y sin tener un criado (que
nadie más que él lo necesita), y tan contento y tan
deseoso de ver mundo.” Contento y deseoso de ver
mundo murió. Buena lección final, sobre todo en tal
ocasión.
El entierro de la sardina.
(Academia de San Fernando, de Madrid,).
�■
cabalgata©
LA RAZA
AMERICANA
EL TESTAMENTO PSICOLOGICO DE
GERTRUDE STEIN
por GEORGE SINCLAIR
\ V1f i
1.AK'Z' .
Por Daniel J. Rrinlon
\\!J KK ' v '
(Prólogo del profesor Enrique Palavecino)
Brillante sistematización de las civilizaciones
aborígenes americanas, tanto en la etapa precolom
bina como en sus manifestaciones modernas.
"La traducción de la obra de Brinton es un
trabajo metódico y serio, destinado a circular en
tre los lectores de habla hispana; llevará sin duda
al público una visión científica de la Américaindígena.” (Del Prólogo de Enrique Palavecino.)
Precio . .
g 1 2 .__
NOVA
LA EMOCION
E N
Y
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EN
H
EL
O
M
B
R
E
A N IM A L
Por Paul Tilomas Young
(Prólogo del doctor Emilio .Mira y López)
El eminente investigador de la Universidad de
Illinois nos revela en esta obra el mecanismo ínti
mo y fascinante de las emociones, analizado
con rigor científico y expuesto con amenidad.
P r e c io ..........................................................S 12___ -
MOVEDADES PE
LOS PLASTICOS
DIOSES DE LA MUERTE
Algo que todos deberíamos saber
por Bernard Wolfe
(N ueve de Term idor)
por Mark Aldánov
Los m ateriales plásticos: historia com
pleta dei hallaz :o más sensacional de la
historia.
D etallada descripción desde
sus comienzos, sus realizaciones presen
tes y sus perspectivas del futuro. La
utilización del m aterial plástico es la
más prodigiosa revolución del mundo
actual.
Precio . . .......................$ 6.—
D ram ática descripción de la famosa
jo rn ad a en que fue derribado Robespierre por la Convención y señaló el
fin fiel T erro r. Desfilan por esta sub
yugante noveia todos los personajes que
influyeron en ia transform ación del
mundo. P r e c i o ............................... $ 7.—
GARIBALDI EN AMERICA
EL AMOR VISTO
POR UN PSICOLOGO
por New ton Freitas
por Theodor Reik
M arinero en Rio de Jan eiro , tropero
y revolucionario en Rio (irán d e. jefe de
los legionarios italianos en el cerco de
M ontevideo, prisionero en G ualeguay:
toda la vida del gran av en tu rero y de
su denodada com pañera en tierras de
A m érica y Europa. Precio . . $ 3.—
Desde la invitación al amor de P la
tó n , hasta las nueve leyes del amor
en Freud, no se ha escrito nada tan
original en torno a este misterioso tema.
Las delicadezas del amor tam izadas a
través de la investigación psicoanalitica.
P r e c i o ................................... $ 7.—
originaria de
el "prototipo”, si se quiere emplear tal
de la novela americana mo
de Harvard, a últimos del pasado si
glo. La influencia intelectual francesa
en los círculos avanzados anglosajones,
después de los éxitos prodigiosos de la
escuela simbolista en literatura, del im
presionismo en pintura, era tal que
cualquier e s p ír i tu
amplio y curioso
sent a que en P a
rís se podia encon
trar verdadero ali
mento e s p iritu a l.
Gertrude Stein, tan
pronto como termi
nó sus estudios, se
embarcó con direc
ción a Francia. Era
una muchacha atre.
vida, llena de ardor,
apasionada por la
pintura, dispuesta a
co m p re n d er hasta
las tentativas más
audaces del espíritu.
De la libertad y fir
meza de su gusto se
tendrá idea por la
elección que hizo de
sus amistades nada
más llegar a Paris:
en su círculo esta
ban Picasso, Matis
se, Picabia, Marie
Laurenein —a quien
aun no habían visitado ni la gloria ni la
fortuna. Muy a menudo les sirvió de pro
videncia comprando sus cuadros, invendi
bles entonces, de cinco a cien francos. Hoy
día su galería es una de las más comple
tas y más ricas del mundo.
El contacto con estos artistas no dejó
de influir, naturalmente, el espíritu
de la muchacha, que se dedicó a hacer
llegar a sus amigos de América las im
presiones con que alimentaba su espíritu
en Francia. Su primer libro fué "Three
Lives” en 1908, cuya técnica rompía ya
con todas las tradiciones de la novela.
Pronto un segundo libro afirmaba aún
más su estilo: "Making of Americana.”
Era una especie de monólogo sin pun
tuación, sin lógica exterior, a veces os
curo, a veces confuso, confesión flúida
que marchaba al ritmo del pensamiento
y de la vida. Era una reacción violenta
contra la novela "compuesta’’, como lo
eran los libros ingleses de la época. Fué
En su estudio cerca del Odeón, Ger
trude Stein se había hecho una vida
singular consagrada a la charla, a la
amistad, al trabajo, a la creación. A me
dida que pasaban los años, esta america
na se convirtió en una de las figuras
ertrude
S tein
era
Pittsburg, Pensilvania. Siguió sus expresión,
G estudios
en el Colegio de Radclyffe, anexo
derna.
guos, asombrados de semejante adorno
inesperado.
El libro que reveló Gertrude Stein al
gran público fué la "Biografía de Alico
B. Toklas”, aparecido en 1933. Es la bio
grafía personal de Gertrude Stein, fi(.t¡.
ciamente escrita por Alice B. Toklas
su secretaria y amiga íntima a partir
de 1904. En él se encuentran las concep
ciones literarias <je
la autora, el am
biente de bohemia
parisiense en el que
ella gozaba, ¡as ca
ricaturas de perso
| najes conocidos, etc.
Pero lo que más
ligó a Francia a
Gertrude Stein, fué
la ocupación. Esta
americana de cora
zón francés no con
sintió en abandonar
Francia ni en el
m om ento del pe.
ligro ni en el mo
m en to de la de
rrota. Primeramen
te marchó á Bellev
con su amiga Alice
«A
Toklas; después, a
partir de 1942, a
Culoz. Jamás se la
inquietó porque, de
cía, los alemanes no
buscaron en el pue
blo más que a aque
llos que les habían sido señalados. A los
habitantes de
Culoz les preguntaron:
"j Quién vive en esta casa ?” "Dos ancia
nas y
su doméstica” les respondieron.
Los alemanes pasaron de largo.
Sin embargo, Gertrude Stein estaba es
cribiendo dos libros: "Paris, Francia” v
"Les guerres que je me rappele”, especie
de diario de la ocupación. Había jurado
en 1940 que terminaría este último libro
el dia en que viese al primer soldado alia
do sobre suelo francés. Esto sucedió en
agosto 26 de 1944, a las cuatro de la
tarde. Entonces trazó al pie de su ma
nuscrito, f in . Algunas semanas más tarde,
volvía a París.
Por último y a fin de llegar a América
misma, escribió una obra teatral que es
su testamento de psicología. Esta obra
titulada Oui, c'est d’itn tres jcunc hom
ilía . . . se dió en marzo último en Pasadena, cerca de Hollywood.
(Especial pai a C abalgata, de A. F. P.)
ÉL1
más características de Paris, uno de los
"monstruos sagrados” de la ciudad, como
le gustaría a uno decir de Jenn Coc
teau.
Pequeña, el pelo cortado, vestida c-on
sencillez primitiva, Gertrude Stein liuia
de la publicidad, salía poco, pero ado
raba recibir, y atraía hacia ella todo
lo que París cuenta como habitantes y
viajeros célebres. Algunas veces hubo a r
tistas que llegaron hasta instalarse cerca
de ella Murante períodos más o menos
largos, atraídos por la atmósfera que
sabía crear a su alrededor, para traba
ja r dentro de la órbita de esta mujer
de inteligencia aguda y nervios sóli
dos. El más célebre entre ellos es Picas
so, cuyas obras forman el fondo de la
colección Stein. En su casa pintó el
retrato de esta Egeria moderna, llena
de indulgencia y autoridad. Hasta con
sintió en dibujar para ella las tapi
cerías que subren algunos sillones anti
EDITORIAL
PERU 613 • RUENOS AIRES
FRANGIS AMB R I E R E
por J EAN QUEVAL
onocí
a Francis Ambriere en 1939
C en Oeuvres Frangaises. Tenía a mi
cargo la tarea (le leer manuscritos aje
¡DE GRAN ACTUALIDAD!
MISIÓN EN ESPAfiA. TESTIMONIO DEL EMBAJA
DOR BRITÁNICO, por Sir Samuel Honre, Vizconde
T em pleivood.....................................................S 8.—
Loa cntrrtclones dr la política española durante la guerra. Un
relato tan objetivo y verídico como apasionante ilc la conducta
seguida por el régimen dr Franco respecto a los aliados, l'n
documento revelador dr gran trascendencia.
ROLAND-MANUEL: Manuel de Falla .
S
7.—
Primer libro donde se estudia la vida y la obra del gran músico
español recientemente fallecido. Traducción y prólogo dr Vicente
Salas Viu. Con numerosos grabados, en una lujosa encuadernación.
Premios del Club "El Libro del Mes"
en su selección de octubre
________ .________Libros recomendados:-------------------------JOHN DEWEY:Democracia y educación .
S
8.—
La obra fundamental del más eminente representante de la pe
dagogía de nuestro tiempo.
JULIO NAVARRO MONZÓ: El destino d< Amé
rica ..................................................................S 4.—
Les mejores y más representativos ensayos de Julio Xavarro
Momo, litio de los escritores americanos dotados de más amplio
conocimiento y con. más agudo sentido de los problemas espirituales
del continente.
ROBERT A. MILLIKAN: El secreto de los rayos cós
micos .................................................................S 6.—
¿Para qué sirven los rayos cósmicos? ¿De dónde vienen estos
misteriosos visitantes con una energía diez mil veces superior a la
de la bomba atómica? En este libro se relata toda la historia del
más notable de ios recientes descubrimientos físicos.
GISELE FREUND: La fotografía y las clases medias en
Francia durante el siglo x i x ........................S 7.—
La evolución social del siglo xix reflejada en fotografías. Una
sociología del estilo, arte y técnica fotográficos.
ED ITO RIA L LO SA D A S. A.
Alvino 1131, Buenos A ire s
C o lo n ia 1 0 6 0
ÍM M
C O N TEV ID EO
Av. O ' H I g g l n s
253
S A N T IA G O DE CH ILE
cavellc
LIMA
nos. Ambriere venía de vez en cuando
a charlar y a ocuparse de sus asuntos
en aquellas visitas a medias, como ha
cen casi todos los escritores con sus edi
tores. Para entonces, ya había escrito
Vie secrete des granéis magasins, en su
origen un sencillo reportaje que Louis
Roubaud le había pedido que hiciese en
su lugar para "Les anuales”. Pero
¿acaso es posible traicionar su tempe
ramento? Si le hubiese pedido que hi
ciera una nota rápida sobre el origen
de la fortuna de Rockcfellér, sobre las
polainas a través de los tiempos o so
bre los caballos del ejército de Atila,
en cada caso hubiese escrito también una
obra exhaustiva. Así pues, sucedió lo
que tenía que suceder: que el reportaje
adquirió las proporciones de un libro
admirablemente documentado, traba
jado a la perfección, que se tradujo
luego a no sé cuántas lenguas, que se
lo cita como referencia en todos los
tratados de economía política, que me
reció un comentario de veinte páginas
de Gaetan Birou y que a pesar de su
título de biblioteca de estación ferro
viaria, ocupa un sitio en la mesa de los
especialistas. El libro fué editado pri
mero por Flammarion y luego reedita
do en Oeuvres Frangaises, editorial en
donde vi desfilar algunos autores que
luego se descarriaron y otros que, como
Máxime Blocq Mascart, comenzaban su
carrera.
Allí veía de tanto en tanto a Fran
cis Ambriere, siempre dinámico, gigan
te bondadoso de negra pelambre, pá
lida tez y cejas espesas. Colaboraba
desde hacía mucho en "Les nouvelles
litteraires” y en "Mereure de France”.
Yo lo ubicaba en la galería de los semidioses: lo encontraba olímpico y cor
dial. Volvimos a vernos en la prima
vera de 1945. Había vivido cinco años
en el cautiverio, maravillando a sus ca
maradas con su vitalidad, con su per
sistencia y con su sutileza en la resis
tencia pasiva. Con aquella salud suya
y aquella voluntad que prevalecen sobre
las circunstancias, había vuelto a su
vida de antes y a su misma actividad.
Asumía la dirección de las "Quides
bleus Hachette” y comenzaba a escribir
sus memorias de la cautividad hacia la
época en que yo reunía el equipo de
"Clartés” bajo el doble proeonsulado de
Jean Texier y de Georges Izard. Pedí
a Ambriere que se hiciese cargo de la
sección teatral y a Edmond Maghv de
la literaria. Hoy los dos son miem
bros del jurado Théophraste Renaudot.
Así hemos entablado una amistad que
espero resista a cualquier cataclismo y
aun a las diferencias políticas.
Este escritor, que sigue pareeiéndome
olímpico y cordial, nació en París y
quedó huérfano a tierna edad. Lo edu
caron en provincias. Sus primeros
maestros fueron Albert Mathiez y Gas
tón Roupnel. Su formación clásica es
excelente. Se pone a la tarea con el vi
gor de un leñador, pero luego la cince
la como un artífice. Escribió su primer
poema a los doce años. Estaba dedi
cado a una niña de once años, muy lin
da al parecer, de una belleza que se
gún lo proclamaba, "enternecería al co
razón de una tigresa”. ¡Nada!
A los dieciséis años terminó un tomito de versos. Sin dudar un instante, so
licitó un prefacio a Edouard Estaunié,
de la Academia Francesa. Y el acadé
mico lo escribió. Publicóse el libro en
Lyon, en las Editions du Fleuve. Gen
tiles versos de corte clásico, frescos y
bien pensados. "Cosas de chicos”, dice
hoy Ambriere, sin renegar de aquellos
primeros pasos.
Ambriere se hizo hombre. Lo volve
mos a encontrar más tarde a través del
testimonio de Paul Guth, su contempo
ráneo de la misma edad. Juntos hicie
ron el servicio militar. Juntos, no es
precisamente la expresión, pues Paul
Guth, como Adeniai, el personaje có
mico de las historias militares, tuvo la
poca fortuna de estar a las órdenes de
un sargento y destinado a doblar y em
paquetar, de acuerdo con los reglamen
tos, las camas de los soldados. Ese sar
gento era Francis Ambriere, a quien
Guth lo considera como un hortera que
hubiese dejado de ser hortera escru
puloso. Por lo demás, Paul Guth es de
Villeneuve sur Lot, región de fábulas,
como todos sabemos, y por ende no
hay que prestar mucho crédito a ese
testimonio meridional.
En verdad, Ambriere posee una hu
manidad y una fraternidad profundas,
como las que hallamos en ciertos héroes
de Dickens, lo que se explica en parte
por la dificultad de sus comienzos y por
sus primeros años de extrema penuria.
Como Petit Chose, era un profesor de
ínfimo orden y escribía un ensayo so
bre Du Bellay —publicado en 1931 por
Firmin Dido— y sus primeros artícu
los. En "Mereure de France” tuvo la
crónica dramática juntamente con Paul
Léautaud, Henri Beraud y Pierre Liévre. Publicó trabajos eruditos sobre
Apollinaire y Flaubert. Sostuvo feroces
polémicas en las que hacía gala de no
table terquedad en las demostraciones y
de una absoluta falta de miramientos.
Cuando Claude Farrére con el apoyo
de Georges Batault se propuso demos
trar que el Padre Hugo era un falso
gran hombre, un falso bonachón y poco
menos que un gusano, el joven Ambriére empuñó su pluma y con gran acopio
de argumentos respondió que Claude
Farrére era un imbécil por esto, aquello
y lo de más allá. Hoy es completa
mente obvio agregar que tenía razón.
El tealro y la historia son sus te
mas preferidos. Hombre de teatro,
fundó en 1935, con André Villers, su
amigo más viejo, la "Compagine du Be
ber”, la cual representó por primera
vez en Francia el drama de Alfredo de
Musset La coupe et les lévres. Tuvo
la alegría de recibir el día del estreno
a un viejo que no conocía y que llegó
arrastrándose hasta el teatro porque no
quería morir sin ver el espectáculo: era
Henri de Regnier.
En cuanto a la historia, para él no
son los pergaminos amarillentos, sino la
vida misma. Suele decir que el erudito,
si no es solamente erudito, encuentra
siempre su recompensa. Toma a los
personajes tanto en sus hechos minúscu
los como en los espectaculares porque
para él todos los hechos son un testi
monio. Sería preciso, sostiene, que los
intelectuales fuesen eruditos, y eruditos
inteligentes; sólo entonces habría lle
gado el momento de escribir la historia.
Ambriere ha dado algunas de esas nor
mas en su "Un favorit de Frangois
Premier”, con el que ganó la bolsa na
cional de literatura instituida en 193/
por Jean Zay.
Ambriere conoció muy bien a Jean
Zay y tiene para él un recuerdo admi
rativo y lo venera por la obra de pro
paganda de la cultura francesa que hi
ciera en el extranjero.
Prepara actualmente una gran obra
que se titulará Gustare flaubert on le
malhetir d’avoir une niéce y que conten
drá doscientas cartas inéditas del g ra 'J
novelista. Su gran hombre es Paul
Claudel, que —dice— está hecho a ima
gen del árbol. Su proyecto más am
bicioso es una extensa novela que seria
el testimonio de una época y de dos
generaciones. Su modelo como nove
lista es el Tolstoi de "La guerra y la
paz”.
�LETR AS
H. G. W E L L S
Por NORMAN NICHOLSON
espués
H. G. Wells nació en 1866. Su padre
era jardinero de una gran propiedad si
tuada en el campo, pero también poseía
un pequeño comercio en la localidad de
Bromley, Kent, cuando el pequeño Herbert George llegó al mundo. En reali
dad, ese pequeño comercio nunca le dió
ganancias y el muchacho tuvo que crecer
mal alimentado y mal educado, pero su
madre tenía para él planes ambiciosos
y le hizo entrar de aprendiz en una casa
local de tapizados. Pronto lo despidieron
y luego de hacer otras tentativas en falso,
durante las cuales fué ujier en una escuela
particular, ayudante de un químico, nue
vamente ayudante de tapicero en una gran
firma de una ciudad cercana, Wells se
convirtió en profesor de la Escuela de
Gramática de Midhurst. Y allí, final
mente, empezó a irle bien. Demostró un
interés especial por todo lo que se rela
cionaba con la biología y fué aceptado
en las clases de práctica bajo la direc
ción de Tilomas Huxley, que era abuelo
de Aldous y Julián (Aldous Huxley es
el autor de "Point Counter Point”,
"Brave New World”, etc. Julián Huxley
es un hombre de ciencia distinguido y un
director de broadeasting muy popular).
Diremos que su primer libro publicado
fué un texto sobre biolog'a, pero antes
que ese libro ya había escrito una novela
llamada "The Chronic Argonauts” (Los
argonautas crónicos), que fué retasada y
publicada con el título de "The Time
Machine” (La máquina del tiempo). Esta
novela se refiere a un hombre que inventa
una máquina con la cual puede retroceder
y adelantar en el tiempo, argumento que
se adaptaba muy especialmente a la ima
ginación del joven Wells. Y es que se
sentía muy fascinado por los descubri
mientos de la’ ciencia y por sus posibi
lidades, y aunque no poseía, es cierto,
el poder imaginativo de un Julio Verne,
tenía más sinceridad en sus escritos y la
cualidad de hacer que sus inventos más
extravagantes, pareciesen posibles. Y eso
era lo que el público quería. La mayoría
de la gente de fines del siglo diez y nueve
Un rincón
distinguido
(Especial para Cabalgata.)
de haber escrito una serie
se había dedicado a la interpretación
de relatos científicos, extrañas na mecánica de la vida, pero todavía desea
rraciones que en algunos casos probaron
ba sus sueños y sus maravillas. Ya mu
haber sido proféticas, H. G. Wells escri cho antes había buscado todo eso en las
bió en 1900 "Love and Mr. Lewisham” novelas de terror góticas; ahora, se in
(El amor y el señor Lewisham), la pri clinaba más bien por la novela científica.
mera de una serie de novelas que dieron
Wells estaba en condiciones de agradar
la medida de su genio en relación a tipos a su nuevo público, y así se convirtió
de carácter y comedia, y de su conoci en el profeta del progreso material. Su
miento y comprensión de la vida diaria. mente era un hervidero de ideas. "The
Esa novela fué seguida por "Kipps” en el War of the Worlds” (La guerra de los
año 1905, "Tono-Bungay” en 1909 y "The
mundos) relata la invasión de la Tierra
History of Mr. Polly” (La historia del
señor Polly), en 1910.
D
©cabalgata
por los habitantes de Marte; "The War
in the Air" (La guerra en el aire) es
una previsión de los zeppelines y los
aeroplanos; "The Food of the Gods” (El
alimento de los dioses), trata de una sus
tancia que hace que las criaturas logren
crecer varias veces su estatura normal.
Tiene también novelas acerca de la Edad
de Piedra; de una estrella que casi choca
contra la T ierra; de una droga que hace
que los hombres se muevan y piensen con
una gran rapidez, de modo que la vida
a su lado parece moverse muy lentamente.
Pero, por más delicioso que todo esto
nos parezoa, no nos da la vendadera
medida del genio de Wells para los tipos
de carácter y de comedia y de su cono
cimiento y comprensión de la vida diaria.
En el año 1900, por lo mismo, empezó a
escribir la primera de una serie de novelas
que él iba sacando de sus primeras expe
riencias en la literatura y en la vida. La
primera de ellas fué "Love and Mr. Le
wisham” (El amor y el señor Lewisham).
Se trata de un joven maestro, ansioso,
andrajoso y pobre pero con un senti
miento raro y casi inconsciente de la
belleza. Cinco años más tarde vuelve a
presentarse con "Kipps", ayudante de una
casa de cortinados situada en Folkestone.
Es un personaje mucho menos educado
y mucho menos inarticulado que aquel
señor Lewisham, pero ya en la primera
parte de su vida existe esa brillantez pe
culiar que parece haber pertenecido a los
primeros años de su siglo. Se muestra
hasta en los incidentes más pequeños, como
éste: "Es una brillante tarde de domingo;
la escena está situada en un pequeño si
tio, a mitad de camino del frente de
Leas, y Kipps tiene cuatro años de edad.
Re nota una curva imperceptible en su
labio superior, y su traje está completa
mente ajado, mientras se halla recostado
en el suelo sobre sus pies y manos. Lleva
el cuello tan alto que le oculta la garganta
y su mandíbula suave; el sombrero tiene
un ala curvada, la corbata denota buen
gusto, sus pantaloncitos son brillantemen
te modestos, y sus zapatos son altos y
se cierran con un botón al costado. Gol
pea el suelo con un bastoneito barato
v mira de soslayo a Fio Bates, la joven
damita que está en la caja, sentada.”
Kipps hereda algún dinero y se mezcla
más tarde con lo más selecto de la so
ciedad, se compromete para casarse y se
siente completamente triste, hasta que
finalmente se desentiende de esos prejui
cios y se casa con una chica de su clase.
"Ha sido inventado” —dice Wells— "bajo
una sensación de indignación; es una
criatura mal alimentada de cuerpo y es
píritu, ligeramente mojigata, sin gramá
tica y un poco snob”. Pero lo más raro
no es la indignación ni el análisis social,
no es esto lo que constituye el valor del
libro, sino la parte de comedia y la
imaginación creadora a que sus situacio
nes dan lugar.
Prefiere ser un educador antes que
servir de entretenimiento (en cualquier
sentido de la palabra), y por esa razón
dedica la mayor parte de su tiempo a
obras populares como "The Science of
Life” (La ciencia de la vida). Su re
putación debe descansar en el conjunto
de sus obras logradas como artista, y
en esto debemos admitir que a veces fué
torpe, otras veces poco sincero, y nunca
tuvo estilo de gran prosista. Sin em
bargo, su mejor obra tiene una vitalidad
que la distingue de la labor de los no
velistas que quisieron llegar muy alto sin
conseguirlo. También tiene un toque de
poesía: la poesía de los placeres sencillos,
de las casas públicas, de los muelles y de
los paseos en bicicleta a lo largo de los
canales. Y en todas ellas hay una verda
dera comprensión del hombre común, y de
las experiencias que pueden permanecer
ignoradas, o si r aplastadas por una mala
enseñanza en la escuela o por los que
brantos económicos. "K ipps” y "El señor
Polly” son los personajes que perdurarán.
bohemien club
SALON DE TE
Y
C O C K T A IL S
Abierto de 16 a 2 horas
además:
SEC C IO N LIBROS
SECCION D ISC O S
m es d e diciem b re
ACUARELAS BARNIZADAS
d e Felipe De la Fuente
VIOUNES
de ‘Francisco J. Cornejo
Viamonte 547
GALERIAS
PACIFICO
Buenos Aires
LAS DOS BOTELLAS DE CONDIMENTO
cuenta botellas en Unge. Un asesinato
estimula siempre la imaginación de las
personas y las dos botellas de Steeger me
dieron una oportunidad que sólo un tonto
habría desperdiciado. Pero, por supuesto,
nada de eso le interesaba a Linley.
Uno no puede ver los pensamientos de
un hombre ni mirar en su cerebro; por
esto, las cosas más apasionantes de! mundo
no pueden ser contadas. Pero yo creo que
lo que le pasaba aquella noche a Linley,
mientras yo le hablaba antes de la co
mida, durante ella y después, sentados y
fumando ante el fuego, era que sus pen
samientos se encontraban detenidos por
una barrera que le era imposible fran
quear. Y la barrera no estaba constituida
por la dificultad de encontrar los proce
dimientos que podría haber empleado
Steeger para deshacerse del cuerpo, sino
por la imposibilidad de comprender por
qué estuvo cortando aquellos troncos, dia
riamente, durante una quincena y pagó
£ 25 al propietario, como yo acababa de
descubrirlo, para tener el derecho de ha
cerlo. Aquello era lo que derrotaba a Lin
ley. En cuanto a los medios que podría
haber usado Steeger para deshacerse del
cadáver, todos habían sido ya examinados
y desechados por la policía. Si uno decía
que lo había enterrado, ellos contestaban
que el subsuelo de creta no había sido re
movido. Si uno decía que lo había tras
ladado, ellos contestaban que el hombre
no abandonó la casa. Si uno decía que
quemó el cuerpo, ellos respondían que
nunca se sintió olor a carne quemada en
el humo que salía del bungalow. Yo me
había adaptado magníficamente a Linley
y no necesitaba tener educación para com
prender lo que había de grande en una
mentalidad como la suya; siempre creí
que él podía solucionar el asunto. Cuando
pensaba en la ventaja que le llevaba la
policía y no veía ninguna manera de des
contarla, me sentía realmente triste.
Una o dos veces él me preguntó si al
guna visita había ido a la casa. ¿Alguien
se llevó algo? Pero nosotros no podíamos
dar respuesta a esa clase de cosas. Enton
ces, acaso yo haya hecho aquella suges
tión inútil o tal vez empecé a hablar nue
vamente del Num-numo y él me interrum
pió con severidad:
—¿Pero usted qué habría hecho, Smithers? —dijo—. ¿Qué haría usted?
—¿Si yo hubiese asesinado a la pobre
Nancv Elth? —pregunté.
—Sí —dijo.
—No me puedo imaginar haciendo una
•osa semejante —contesté.
El suspiró como si mi respuesta le des
agradara.
—Supongo que yo jamás seré un detec
tive —dije. El se limitó a sacudir la ca
beza.
Entonces se puso a rumiar mirando el
fuego durante cerca de una hora. Luego
sacudió nuevamente la cabeza. Los dos
nos fuimos después a la cama.
Durante toda la vida me acordaré del
día siguiente. H asta la noche estuve,
como de costumbre, luchando por el Numnumo. Alrededor de las nueve nos senta
mos a la mesa. No era posible cocinar
los alimentos en aquellos departamentos,
de manera que nuestra comida fué fría.
Linley empezó por una ensalada. Puedo
recordar ahora cada detalle. Bueno, yo
estaba aún lleno de mis éxitos con el
Num-numo en Unge. Demasiado sé que
sólo un tonto no lo habría colocado allí.
Pero era yo quien lo había colocado; y
cerca de cincuenta botellas, cuarenta y
ocho para ser exacto, son algo en un pue
blo pequeño, cualesquiera sean las cir
cunstancias. Así que yo estuve charlando
un poco sobre eso hasta que de pronto
comprendí que el Num-numo era lo mismo
que nada para Linley y me callé la boca.
El tuvo un gesto muy lindo. ¿Saben lo
que hizo? Debe haberse dado cuenta en
seguida de por qué yo dejé de hablar
y, sencillamente, estiró un brazo y dijo:
—¿Me daría un poco de su Num-numo
para mi ensalada?
Yo estaba tan emocionado que casi le
alcancé la botella. Pero, por supuesto,
uno no usa Num-numo con la ensalada.
Sólo para carnes y entremeses. Así dice
en la botella. De manera que le dije:
—Sólo para carnes y entren:, res. Aun
que yo no sé qué son entremeses. Nunca
los comí.
Nunca había visto que la cara de un
hombre se pusiese en semejante estado.
Se mantuvo inmóvil durante un largo
minuto. Sin decir una palabra; sólo con
aquella expresión en la cara. Como un
hombre que ha visto un fantasma, tengo
ganas de decir. Pero no era realmente
eso. Les voy a decir lo que parecía. P a
recía un hombre que ha visto algo que
nunca antes vió nadie, algo que él creyó
siempre imposible.
Y entonces dijo, con una voz totalmente
cambiada, baja, suave y tranquila:
—¿No sirve para verduras, eh?
—Ni un poquito —dije.
Le oí hacer una especie de sollozo con
la garganta. Nunca pensé que podrían
pasarle esas cosas. Por supuesto, yo no
sabía de qué se trataba. Pero, fuera lo
que fuese, yo pensé que a un hombre edu
cado como él debían haberlo corregido
en Eton y Harrow. No tenía lágrimas
en los ojos pero sufría horriblemente,
Y entonces empezó a hablar con gran
des pausas entre sus palabras:
—Tal vez un hombre pueda equivo
carse y usar Num-numo con los vegetales.
—No dos veces —dije. ¿Qué otra cosa
podría decir?
Repitió lo que yo había dicho como si
yo le hubiese descrito el fin del mundo,
agregando un terrible énfasis a cada pa
labra hasta el punto de que parecían
viscosas, con un terrible significado. Sa
cudía la cabeza al hablar. Después se
quedó silencioso.
—¿De qué se trata? —pregunté.
—Smithers —dijo.
—Sí —contesté.
—Smithers —dijo.
Y yo dije:
—¿Bueno?
—.Vea, Smithers —dijo—. Usted debe
telefonear a la especería de Unge y ave
riguar una cosa.
—¿Sí?
—Averiguar si Steeger compró aquellas
dos botellas, como yo pieneo, el mismo
día o en días distintos. No puede haberlo
hecho..
Esperé a ver si sucedía algo más y
después salí corriendo e hice lo que me
pedía. Demoré algún tiempo porque ya
habían pasado las nueve y necesité la co
laboración de la policía de Unge. Con
seis días de diferencia, me contestaron;
así que regresé e informé a Linley. Cuando
yo entré levantó la vista lleno de espe
ranza; pero supe por sus ojos que mi
respuesta era la mala.
Uno no puede tomar las cosas tan a
pechos si no está enfermo; de manera
que como él seguía silencioso le dije:
—Lo que usted necesita es un buen
brandy y meterse temprano en la cama.
—No —dijo él—. Debo ver a alguien
de Scotland Yard. Telefonee. Que ven
gan en seguida.
Pero yo le dije:
—No puedo conseguir que .un inspec
tor de Scotland Yard venga a visitarnos
a esta hora.
Sus ojos brillaban. Estaba lleno de
decisión.
—Entonces dígales —dijo— que nunca
encontrarán a Nancy Elth. Que venga
uno aquí y yo le dire por qué. —Y aña
dió, creo que solamente para mí: —De
ben vigilar a Steeger hasta que logren
atraparlo por otra cosa.
Y el hombre vino; vino el Inspector
Ulton en persona.
Mientras lo estábamos esperando traté
de hablar con Linley. En parte por curio
sidad, lo admito. Pero yo no podía de
jarlo rumiando aquellos pensamientos
frente al fuego.
Traté de preguntarle de qué se tr a
taba. Pero no quiso decírmelo.
—Un asesinato es algo horrible —fué
todo lo que dijo—. Y cuando un hombre
trata de eliminar las pruebas sólo puede
empeorarlo.
No quiso hablarme.
—Hay relatos —dijo— que uno jamás
quisiera oír.
Eso es bastante cierto. Yo desearía
no haber sabido nunca de éste. En reali
dad jamás lo oí. Pero lo adiviné por las
últimas palabras de Linley al Inspector
Ulton, las únicas que pude escuchar. Y tal
vez sea este el momento de dejar de leer
mi cuento para evitar que también ustedes
adivinen, aun cuando les gusten las his
torias de crímenes. ¿Por qué no preferir
un relato criminal con un toque román
tico en lugar de la historia de un asesi
nato real e inmundo? Bueno, será como
ustedes gusten.
Entró el Inspector Ulton y Linley le dió
la mano en silencio señalando el camino
a su dormitorio; entraron allí y hablaron
en voz tan baja que no oí una palabra.
Cuando entraron allí el aspecto del Ins
pector era vigoroso.
Al salir caminaron en silencio a tra
vés de nuestra sala y entraron juntos en
el hall. Allí escuché las únicas palabras
de todo lo que se dijeron. Fué el Inspec
tor. quien quebró el silencio:
—¿Pero por qué —dijo— cortó los
árboles?
—Nada más —dijo Linley— que para
abrirse el apetito.
O U IS F ish er es u n d e sta c a d o p erio d ista
n o r t e a m e r i c a n o . A m ig o d e S u m n e r
W elles, y de G a n d h i, v o lu n ta r io e n P a le s
tin a y en E sp añ a, h a b la d e tie m p o s , p er
so n a s y lu g a res co n la seg u rid a d y el a p lo m o
d el te s tig o p resen cia l.
L
Para L ou is F ish er EL G RAN D E SA F IO se
e n ta b la e n tr e e l r é g im e n s o v ié tic o , c a lific a
do d e d ic ta d u r a y la d em o cra c ia . C on rigor
im p la c a b le h a c e u n a n á lis is d e la p o litic a
exterior s o v ié tic a y d e la s c o n d ic io n e s im
p e r a n te s en R u sia , s in e s c a tim a r ta m p o c o
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U n v o lu m e n d e cerca d e 500 p á g in a s. $ 8.00
Pídalo en cu a lq u ier librería
E D IT O R IA L HERMES
d is trib u id a p o r la
EDITORIAL SUDAMERICANA
Alsina 500
Buenos Aires
�cabalgata©
ha pasado el décimo y último
septenario de su vida —él decía que
su existencia se dividía en períodos de sie
te años— en tierra argentina. Ha muerto
pocos días antes de cumplir sus setenta
años, y en la be
lla ciudad de Al
ta Gracia, de Cór
doba. Pero de es
ta Córdoba de la
nueva A n d a I ucía; no en aque
lla Córdoba espa
ñola , y en la ca
sita que estaba
en su recuerdo y
a la que pensaba
ir un día para
pasar, entre el penetrante aroma y la
ardiente luz de aquellas sierras, el fin que
todos esperábamos lejano— de su vida
terrena.
La enfermedad que hacía años le tenía
abatido el cuerpo, nunca el espíritu, no
se curó con el viaje a América, ni con su
estada en esta gracia de Alta Gracia.
Jin la parte más alta y hacia el té r
mino de esta población, por el lado que
mira a las próximas sierras, está el chalet
"Los Espinillos” que Falla habitó el último
tiempo de su vida. Cómoda y agradable
era la casa, y umbroso el rústico jardín
que la rodea creciendo sobre un suelo de
fuertes pendientes. Nada faltaba en ella.
Pero su habitación de dormir era pobre,
nías que una celda de monje: las paredes
blanqueadas, una ventana, una sencilla
cama de hierro, una silla, y una mesa con
unos libros. Su cuarto de trabajo era
b anco, muy claro. Una gran mesa con
montones de papeles, pero muy bien dis
puestos, y libros, todo muy ordenado; y
el piano, con sordina constante —sordina
despareja, hecha con toallas— un poco
desafinado y desigual, sonando, como diría
Debussy, vn peu favsse, mais en fin
agréable. Y un ancho ventanal mirando
a las sierras, y, en la pared lateral, una
Falla con su hermana María del Carmen, Pahiaaa y su hijita María Eulalia en el
ventanita estrecha, que él hizo abrir aun
jardín del chalet "Los Espinillos” de Alta Gracia.
que se hubiese habido de romper el fuerte
y ancho muro de piedra, para que entrara
mas el aire. Necesitaba tener siempre
también lo era la manera de medirlo. Me
amigos, y a todos atendía, aunque sólo a
abiertas al aire puro las ventanas, o las
dijo un día: "No duermo mucho por las
la hora del almuerzo pasadas las dos
puertas de los balcones de la g alera que noches; a las cuatro o cinco horas de
de la tarde si es que se quedaban
da al comedor. En invierno, de día, con el estar en la cama me despierto y ya no
a comer con él, o después de la siete, a
sol y el hermoso clima de Alta Gracia, se puedo reanudar el sueño. Esta noche me
su hora del té. Y, sobre todo, el cum
estaba bien, pero al caer la tarde, cuan desperté que debían ser las cinco y media,
plir con la correspondencia. Falla no de
do iba entrando el aire helado que baja
porque, cuando miré el reloj, marcaba
jaba de contestar a quien le escribía. Por
de las altas sierras, el frío era intenso
las ocho; pero como que lo llevo una
eso se le acumulaban las cartas, y las que
y el estar molesto.
hora adelantado, eran las siete, tiempo
no eran tan urgentes iban quedando re
A pesar de la belleza y serena tranouioficial, o sea, las seis, hora solar; y tomo
trasadas. Tenía aún por contestar hasta
lidad del apartado lugar, no podía dedicar
que ya hacía rato que estaba despierto,
correspondencia que trajo de Granada.
a la composición mucho tiempo. Cinco serían, pues, las cinco y media.”
Y a mí me dijo, cuando le hube de dar la
horas diarias —que últimamente se au
Poco espacio le quedaba, en consecuen
triste nueva de la muerte del pintor Zumentaron a seis— le requería el cuidado
cia, para el trabajo, aunque pudiera ser
loaga, tan amigo suyo, acaecida durante
de su persona y su salud. El horario de que esta reducción tuviera también ori
unos días que pasé con Falla en Alta G ra
la casa hubiera podido parecer de un gen en el subconsciente, más que en la
c ia : —"¡Cuánto lo siento! ¡Se ha muerto
gran desorden; no lo era sin embargo:
falta de capacidad o tiempo, pues mu
sin haberle contestado: le debía carta de
era un orden retrasado* &e levantaba más chos años atrás, hablando con él, yo le
hace cinco años!”
bien tarde que temprano; hacía su "toilet dije que no podía sostener el estado de
Su estilo epistolar era modelo de gracia,
te” , muy cuidada y primorosa; dedicaba concentración necesaria a la creación mu
de elegancia y de corrección. El rasgo
bastante espacio a la correspondencia; y sical, más allá de tres horas, y él me con
de su letra, con los relieves que venían de
con esto eran ya las tres y media o las testó que era cosa de entrenamiento, pues
la pluma ancha de escribir música, de tr a
cuatro de la tarde: entonces almorzaba. él trabajaba hasta ocho o más horas dia
zo firme y bello, revelaban al artista ele
Descansaba luego, es decir, hacía su sies rias. Lo que representa mucho mayor es
vado y noble. Ultimamente ya no man
ta ; y a las siete y media merendaba pacio que el que hoy empleaba. La verdad
daba las cartas escritas de su puño y le
(o tomaba el té, como aquí se dice.). Des es que le ocupaban mucho tiempo los com
tra ; líácía primero el borrador, y luego
pués se ponía a componer hasta las doce promisos que él consideraba ineludibles:
su hermana María del Carmen lo ponía
de la noche en que cenaba.
mucha gente que le iba a visitar: músi Falla y Pahissa a la entrada de su casa
a máquina. Y en algunos momentos de
Si el horario era un poco fantástico, cos, artistas, personas de representación,
en Alta Gracia.
postración en que le sumiera un recrude
F
alla
LA VIDA DE FALLA
EN SUS U LTIM O S T IE M P O S
por JAI ME PAHISSA
EL B A L C O N C I T O
DE LA A N T E Q U E R U E L A
los biógrafos de averiguar
al detalle cuándo y por qué don Ma
nuel de Falla llegó a Granada de paso,
V al preguntarle los amigos que lo ro
deábamos si le gustaría quedarse a vivir
allí contestó con la mirada iluminada de
deseo: "Si encontráramos una casa bara
t a . . . ” Lo que importa es que se encontró
la "casa barata”, con su jardincillo y vieron dolorosas u hostiles. Granada se
todo, y un balcón — ¡ay qué balcón!— llenó de pronto de furia y de erimen; has
que dominaba el valle del Gcnil cuando ta la casa del pobre don Manuel llegaba
éste sale de la sierra entre cerros cebra el eco de los fusilamientos y el rumor de
dos de chumberas y se deja atrás, como los llantos y los clamores de auxilio; in
telón maravilloso de fondo, el festón son tentó cumplir el precepto cristiano de sal
rosado de los picachbs de Muleyhacen y var a las personas en peligro, ayudar a
El Veleta. Ningún lujo había en aquella
las víctimas inocentes, tender su brazo
casa: una habitación que era como una
fraternal a los injustamente perseguidos,
celda de monje pobre y el único mueble y no lo dejaron. Y, convencido de que
de valor: el piano; sillas populares con
no era aquélla la Granada en la que había
asientos de anea, anaqueles con libros y deseado terminar sus días y tareas, don
piezas de música, estampas antiguas en Manuel emprendió su viaje a América; un
la pared encalada. . . y el balcón.
viaje que tuvo todas las características de
En aquella casa se pasó don Manuel
una fuga aterrada, no obstante las Menti
los años de su vida que debieron ser los das expresiones de adiós con que lo des
más colmados de satisfacciones y dulzu pidieron las furias allí desencadenadas,
ras V fueron al final los más amargos y no obstante el digno silencio con que él
dolorosos. Se los pasó, la mayor parte del
tiempo sentado ante el piano, con el bal
cón a su derecha, el panorama de la sierra
NOVIEMBRE
al otro lado del balcón, majestuoso, misterioso, eterno. A veces tenía el compositor
16 1908. Debut de Toscanini en Amé
que hacer breves escapadas, "cosa del ofi
rica, dirigiendo Aída en el Metro
cio”, a París o Londres; otras veces era la
politan de Nueva York.
necesidad de renovar sus contemplaciones
17 1602. "Por un atril chico para el
lo que le obligaba a algún viaje a Mallor
libro de órgano de Mr. Bateson,
ca o S evilla... Pero regresaba lo antes
seis chelines.” (Bateson, madrigalis
posible a la casita de la Antequeruela Alta,
ta inglés, 1570T1630, fué organista
se sentaba ante el piano, con el balcón a
de la Christ Churcli Cathedral.)
la derecha, y mirando aquel paisaje fué
extrayendo del "círculo mágico” y ali
18 178C. Nace en Eutin Cari M aria von
neándolas en el pentagrama, lentamente,
Weber. "Su obra contiene una so
alquitaradamente, las melodías del Petañadora melancolía, jamás entorpe
blo de Maese Pedro y de La Atlánlida.
cida por el indigesto claro de luna
Y se había hecho ya tan de aquel medio
alemán en el que se bañaban casi to
y de aquel paisaje, que allí quería con
dos sus contemporáneos.” (Claude
cluir su obra y su vida. Pero vinieron ma
Debussy, "Monsieur Croché, antidilos tiempos. . . Al fin, don Manuel no tuvo
lettante”.)
más remedio que dejar aquella casa,
19
1828.
Muere en Viena Franz Schuaquel paisaje, aquel balcón, pensando
bert.
"La
música enterró aquí un
amargado que difícilmente volvería a
rico tesoro —dice su lápida— pero
ellos. ¡Tan difícilmente!
también esperanzas aun más ricas.”
La decisión de un alejamiento que le
20 1905. Se representa en Berlín, en su
arrancaba del fondo del alma tantas co
forma original, la única ópera de
sas allí arraigadas no pudo formarse en
Beethoven, "Fidelio, oder Die Ehelisu ánimo, sino obligada por causas vio
che Liebe”, op. 72, estrenada en el
lentísimas: un sombrío telón ensangren
Theater an der Wien cien años an
tado se deslizó de pronto ante sus ojos y
tes, el 20 de noviembre de 1805.
todas las cosas que eran para él amables
hasta entonces se estremecieron y se vol
21 Estreno en París de "Robert le Dia-
P
r eo c ú pen se
cimiento de su enfermedad, ya ni escribía: mandaba telegramas.
Siempre fué en Falla objeto de eran
preocupación el cuidado de su salud. Cuan
do se sentaba a la mesa para comer él
mismo iba, antes, a buscar del cajón'del
buffet, unos potecitos, y unas cajitas de
medicamentos para colocar alrededor d I
plato, y que se tomaba antes, o despu¿
o durante la comida, pero muchas vece,’
distraído por la conversación, siempre ¡n’
terciante, no recordaba si había o no to
mado, y de pronto, cortando el hilo del
discurso, preguntaba:
— i Usted ha visto si me puse las gotas'
O bien:
—¡Se ha fijado usted si me he tomad,,
las pastillitasf
Por lo demás, su comida era sustanciosa, acompañada de alimentos conetntra
dos: yemas de huevo, leche con crema v
unas gotas de extracto de café —para n'„
aguar la leche— tan fuerte, que un día
que me tomé una pequeña porción no dor
mí en toda la noche.
Sentía gran pánico por las corrientes
de aire. Decía que la luna le hacía mucho mal y que el tiempo de los equinoccios
era fatal para él, pues fué en esta época
que tuvo los más fuertes ataques de su
enfermedad. Por eso escogía para )as
temporadas que debiera yo pasar con él
los días que no correspondieran ni a la
luna llena ni a los períodos equinocciales
del año.
Su modestia era, en todos sentidos ex
traordinaria. A partir de su obra El som
brero de tres picos, no quiso que su nom
bre figurara en la cubierta exterior de
sus partituras. No aceptaba que se le
dedicaran homenajes. Cuando vivía en
Granada, en la blanca casita de la calle
de Antequeruela Alta, el propietario, que
era un gran amigo suyo, se la quería
regalar. Pero como sabía que no se ]a
aceptaría, le propuso que se la comprara
y no de una vez, sino pagando le qué
quisiera, unos céntimos al mes, sólo para
que constara que no era un regalo. No
lo quiso Falla, porque, decía, "yo no
me siento como propietario”. Y en otra
ocasión en que se le ofreció un magnífico
contrato para ir a Norte América, por
una suma crecidísima de dólares, no quiso
tampoco aceptarlo, porque, decía también
"es demasiado dinero; y yo no soy hombre
para ser rico”.
No tiene, pues, nada de particular que
su situación económica no fuera muy bri
llante. De nada carecía, ni nada había de
faltarle, pues a más de los ingresos que le
proporcionaran sus obras que tanto se
ejecutan, tenía buenos y muchos amigos
que jam ás lo hubieran permitido. Pero
esto no impide que haya pasado momentos
en que viera entrarse la estrechez por la
puerta de su casa. Me dijo un día:
—Con lo que me queda en el banco,
tenemos para vivir un mes. ¡Pero Dio»
proveerá!
Así, entre la calma del lugar y el fuego
del espíritu, entre la dolencia de la carne
y la salud del alma, entre la pureza del
arte y los problemas del mundo, ha vivi
do Manuel de Falla los años de su último
septenario; el cuerpo, encerrado en su ca
sita; afuera, el nombre llevado por la
fama. Famoso el músico. Bienaventurado
el hombre: modesto, bueno de corazón,
austero, religioso, enfermo y pobre.
Tchaikovsky. "Después de un cam
bio de palabras, el albañil se enfu
recía y comenzaba a injuriar a su
m ujer y a su hijo, aterrorizándolos
con sus amenazas. La mujer res
pondía, luego sollozaba, tomaba al
niño que gritaba y se lo llevaba,
perseguida por su marido. Esto se
reproducía todos los días, con una
regularidad desesperante. . . En esta
atmósfera trab ajab a yo en mi par
titura del "Baiser de la Fée”. (Igor
Stravinsky, "Nuevas crónicas de mi
vida”.)
ALTA
por JOSE MORA G U A R N I D O
llevó su destierro y su desolada pena.
"¡Quién nos iba a decir que habríamos
de encontrarnos en América! . . . ” Toda
vía me suenan en el oído, tan extrañas,
aquellas palabras de don Manuel, sentado
frente a mí en el gran salón de un gran
hotel de Buenos Aires. Y qué rudo con
traste, el de aquel ambiente, con la pe
queña habitación donde tantas veces nos
habíamos pasado horas cuyo recuerdo nin
guno de los dos queríamos despertar.
Nunca se pudo pensar en un desplaza
miento más patético de una persona. Tan
triste, tan empequeñecido, tan desorienta
do y desilusionado lo hallé, que todas las
fórmulas de consuelo fallaron.
Porque sólo calladamente y sin palabras
podíamos hablar de todas las cosas que
nos unían. Recuerdos que tardarán mu
chísimo en despojarse de sus aristas a fi
ladas y envenenadas y de su jugo ácido;
recuerdos que el tiempo tardará mucho en
convertir en resignación y conformidad.
Y porque para reanudar el diálogo con
don Manuel, sin pena y sin rencor, habría
sido menester tener delante nuevamente
aquel balconcito de la casa humilde de la
Antequeruela Alta, la casa que albergó
entre sus cuatro paredes encaladas lo me
jor y lo más bello de una de las mejores
y más bellas vidas españolas de nuestro
tiempo y quizá de todos los tiempos. Aquel
balcón
¡ay qué balcón!— que es acaso
lo que más ardientemente habrían de
seado ver los ojos del buen don Manuel,
antes de cerrarse sobre el mundo.
CALENDARIO
RETROSPECTIVO
ble”, de Meyerbeer. El libreto, de
Escribe y Delavigne, narra la histo
ria de Roberto, hijo amado de Satán
y la Duquesa de Normandía, y su
camino al matrimonio en la Catedral
de Palermo, a pesar de las acechan
zas de su padre.
22 Día de Santa Cecilia, martirizada
en 232, dulce patrona de la música.
La Iglesia le canta en este día:
"Aude, filia, et vide, et inclina aurem tuam . . . ”
23 1876. Nace en Cádiz don Manuel
María de Falla y Matheu, muerto en
la Argentina, en voluntaria exilio,
el 14 de noviembre de 1946. "Un
doloroso fervor, una nostalgia que
se eleva sin cesar, se espiritualiza
siempre y tiende al fin a su princi
pio, forman el fondo del lirismo ar
diente que penetra, involuntaria pero
sí visiblemente, esta música. Este
secreto ardor, en el que sangra una
misteriosa herida, es el signo esen
cial del genio de Falla. Pero la
alabanza que la obra inspira se re
siste a recaer sobre la persona de
su autor: para Falla, el ideal del a r
tista cabe en una palabra que ya
dijimos: desaparecer, borrarse.” (Roland-Manuel, "Manuel de F alla”
1928.)
24 Estreno del "Romeo y Ju lieta” de
Berlioz. "Hace casi tres meses, dos
cientos veinte músicos o cantores en
sayan ese gran drama. ¡Han sido
pagados con los 20.000 francos de
Paganini! (los 20.000 francos eran
un homenaje metálico de adm ira
ción del insigne violinista). ¡Y de
cían que Berlioz, con ese dinero, p a
garía sus deudas o se compraría una
casa! ¡Si Berlioz hubiera hecho eso
con ese dinero real, sería un ladrón!
(Jules Janin, en Les Débala.)
25
1862. Nace en Edgeworth, Philadelphia, Ethelbert Nevin, el del
"Rosário” y el "Narcissus”.
26 1504. Muerte de Isabel la Católica.
Se cree que el "Triste España sin
ventura” de Juan del Encina fué es*
crito en esta ocasión.
27
1928. Estreno de "Le baiser de la
Fée”, de Stravinsky, homenaje a
28
29
1925. Estreno de la "Música para
teatro”, de Copland, bajo la direc
ción de Koussevitzky, en Nueva
York.
1643. Muere en Venecia Claudio
Monteverde. " ¡ Y quién podría ha
blar de él, si el mismo quisiera ha
b la r ? ... ¡Ariadna! —agregó Stelio, en voz baja, como para desper
tarla.
Ella se levantó, sin hablar, se di
rigió hacia una puerta, entró a la
estancia contigua. Se oyó el roce de
su vestidura, el leve son de su paso;
y luego el rumor del cémbalo que se
abría. Todos estaban mudos, espe
rando. Un silencio musical ocupaba
su puesto vacío en la sala. Una
sola vez el soplo del viento inclinó
las llamas pequeñitas, agitó un poco
las flores. Todo quedó luego inmóvil
y ansioso, en la espera.
” ¡Dejadme morir!
”De un solo golpe, las almas fuerqn arrebatadas por un poder seme
jan te al águila fulmínea que arre
bató a Dante en su sueño hasta el
fuego. Ardían juntas en la verdad
de siempre, oían la melodía del mun
do pasar a través de su éxtasis lu
minoso.
” ¡Dejadme morir!
”iA riadna, Ariadna, llorando to
davía con un nuevo dolor?, ¡subiendo,
subiendo aún al martirio?
”¡ Y qué queréis que me consuele
en esta dura suerte,
en tan grande martirio?
¡Dejadme m orir!”
(D ’Annunzio, "II Fuoeo”.)
30 1924. Estreno de "Reláche”, de Satie. "Quiero hacer una obra para
perros y ya tengo el decorado. El
telón se levanta sobre un hueso.”
(Erik Satie, citado por Coctcau.)
D. D.
�HUMOR
® cabalgata
BURLADERO
Por el Hondero Irónico
¿Qué no se habrá dicho de los ojos?
Desde aquello de que son el espejo del
alm a. . . cuando se tiene. Recuerden a
este respecto aquel pobre necesitado a
quien cierto usurero le ofreció perdonarle
la deuda si adivinaba cuál de sus dos
ojos era de vidrio y acertó en el acto.
—¿Cómo acertaste tan rápido? —le pre
guntó su esposa.
— ¡Porque era el único en que brillaba
una chispa de humanidad! —contestó el
desgraciado.
UNA
VEZ
POR
TRIMESTRE
los millares de interesados
pecialidad técnica y literaria pueden
Pero no todo ha de ser amargura en
esta vida. Cierta vez, Enrique García Alvarez, emperador del astracán, no sabien
do cómo ponderar los ojos de una "ella”,
terminó: "Tiene linos ojos que son un cie
lo . .. ¡Un c ie lo !... ¿No lo cre en ?...
¡Un c ie lo !... ¡llasta una nube tiene en
uno de e llo s ! ...”
UNA
La bomba atómica envió al pobre Fujita a reunirse con sus honorables ante
pasados. Japonés de Montmartre y Montparnasse, su sutil pincel sabía más de las
gracias de Occidente —por algo fué pin
tor de felinos —que de las infantiles
geishas de sus lejanas islas. Demasiada
bomba para tan poco hombre. Gran a r
tista, cierto día quiso darles una broma
a sus amigos de París —¿tenía otros,
acaso?— y levantándose el flequillo se
pintó otro tan minuciosa y sabiamente
sobre la fre n te ... que nadie se dió cuen
ta de ello. . .
—¿Qué te pasa? —le preguntó cierto
día el Guerra a un moeetón de triste as
pecto que se encontró al acaso.
—Na, don Rafaé. . . Que me llevan de
sordao...
—¿Y por eso estás tr is te ? ... Piensa
que en la milicia se aprende mucho y
tres años pasan p ro n to ...
—Si no es por mí, don R a fa é ... Es
que mi madre se pasa to er día llorando.
—¿Y cuesta mucho que no vayas?
— ¡Dos mil pesetas!
—Pues toma -—dijo el Califa de Cór
doba echando mano a la cartera y dán
dole las dos mil pesetas—. ¡Pa que no
llore tu m a d re !...
•
SELECCION DE LOS
MEJORES LIBROS
APARECIDOS
Ingres: "El baño turco”. Dibujo de O ski.
PALABRAS CRUZADAS
1
2
3
4
5
6
7
8 9
10
11
H O RIZO NTALES.
I. Completo. - Jefe de argonautas.
II. A rtícu lo determ inado. - Lo que pertenece
a lugar fijo. - Form a reflexiva de pro
nom bre personal de la tercera persona.
I I I . C onsonante labial. - D esapacible. - C ien.
IV. Oeste.
P r o le t a r ia de u iu tienda de
comestibles. - U n o .
V. C ero. - A lias. - Isla de las C icladas.
V I. V iento de O riente. - G eneral de A ugusto
d errotado pos A rm inio.
V IL Cocinad. - C incuenta. - S egunds letra del
alfabeto griego.
V I I I . Be. - M ujeres rechonchas. - E le.
IX . C onjunción. - Bogan. - Be.
X . Bajo, debajo. - E sfe ra s planetarias.
N egación.
X I. Tal vez. - Le das al remo.
1 2 3 4 5 6 7 8 9
10 n
s ¡°
Gl Rl ° l Tl i P É a [! s AÍR
A| 1 IX | a pg X
S O L U C I O N ih l !a | l lora E ¡ S | 1 F
11s Afl^gg^ tfm o 5 6
DEL
Ri E |a ¡ga
Bl p r o b l e m a d e l a remiNiAn d e l i b r o * a l e x t e r i o r ( E d i t o r i a l ) .
Lu l i t e r a t u r a t é c n i c a , p o r J u a n J . G ó m e z A r a u j o .
J D x i t o e d i t o r i a l d e l t l u i j o t e , p o r el R v d o . P. C l e m e n t i n o S an z.
E l l i b r o e s t é r i l , p o r el V i z c o n d e d e L a s c a n o T e g u i .
l ’ f i i i i n u d e l e d i t o r , p o r V í c t o r N. N ep p .
L o * l i b r o * t é c n i c o * , p o r el I n g e n i e r o J u l i o V. R u e d a .
L ib ro* del p o r v e n ir
(R e v is ta de C orreo s y T eleco m u n icacio n es).
L i t e r a t u r a p a r a n i ñ o * (C o m . de Bib. P o p .).
Itio b lb lio g ra fla , Ju an
Jacobo Rousseau.
D e f i n i c i o n e s de t é r m i n o *
b i b l i o g r á f i c o * , p o r J u a n a M a n r i q u e de
L ara.
L i b r e d e b a - t e . p o r J. R. V i l l a n u e v a .
P r o b l e m a * d el lib r o (C o n feren cia radiotelefónica).
('A m o c o b r a r c u e n t a * , p o r Ja ck .
C ritica * ajen a*.
I I t im a * n o v e d a d e s y n u e v a * e d i c io n e s a p a r e c id a * e n t r e el m e *
«le c u e r o n n o v i e m b r e d e I94tl.
D e ta lle d e u u m e r o sa * ed icion es, c o n e x te n sa s reseñ a * b ib lio g r á
ficas.
i
•<
■
C |R A
V E RTICALES.
1. A nim al cebado. - H ace mal uso de algo.
2. C ontracción de preposición y artíc u io . C onjunto de prim eras letras del alfabeto. Lemosin antiguo.
3. Segunda letra del alfabeto. - Poblado tra s u
ntante en A rabia. - P refijo negativo.
4. Individuos que aplauden en ei teatro a cambio
de cualquiera rem uneración.
5. M ujer sin juicio. - N ada. - A ve de A mérica.
6. Casa de moneda. - E sc rito r inglés que pru
sificó el teatro de Shakespeare.
EN EL TRIMESTRE
7 . N efrita. - Cinco. - R ecordar.
8. Tom aban las arm as.
9. Señor. - A rias. - Mil.
10. V osotros.
D epartam ento de F rancia.
Form a andaluza de nada.
11. Ignorante de lo que debe saber. - Blancos.
P R O B L E MA *
D E N°. 4 DE * M ü O! R ¡°
CABALGATA ™ A ¡ Bj C
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r7\ R
IX R o J8É C a S BJU üg R A
AI EIDIOraT ■ c] r T
XI T! Rio j v¡a ¡j§|
uLÍ-LL!.. N j o ,
h
EDITORIAL
|u |s
W AIPU 3 9 1
CON
B U E N O S A IR E S
L
Aquí tienen una lista de motes famosos aplicados a no menos famosos personajes
por la posteridad o la acreditada "vox populi”. Ustedes no tienen más que acertar
con los personajes históricos, populares, etc., a quienes correspondieron y enviárnoslos
por correo, y así se harán acreedores al consabido premio. /.Verdad que no es difícil?. . .
A ello. . .
Y vamos a ver: ¿quiénes e ra n ? ...
Su eminencia g ris — La viuda de W indsor — La Sem íram is del norte
El filósofo de
Ferney — El Incorruptible — El C alifa de Córdoba — E l E stag irita — Pepe Botella — El M a;
nífico
F.l Rey caballero — El zorzal criollo — El águila solitaria — El Santo de la Espada
Ei zorro del desierto — El zar rojo — El Cid C am peador — El A guilucho — El B urlador
El duque de h ierro
El titán de G raus — El Sansón de E x trem ad u ra — La Reina V irgen F.l príncipe de los ingenios — El cisne de V enusa - El Fénix de los ingenios — El manco de
L epante — El cisne del Avon — El sol de W cim ar —- M onstruo de la N aturaleza — El soi de
A lem ania — El
Rey Sol — El poeta de V alcjuse — El o rganista de Roncoli — El sordo
de Bonn
La
divina Sarah — El m aestro de Fuendetodos — El solitario de R ecannti - El
p in to r de
ias Concepciones — La doctora de A vila — E l apóstol de las Indias — El pintor de
Toledo
El peludo — Ei T ig re — El cisne de Pesaro
— El p>dre del teatro español El
tigre de las pampas — La pantera negra — El toro de las pam pas — El B rujo de Menlo l ’a rk
Le petit caporal — El m aestro de Y asnaia Poiiana —
El G ran C apitán — El poeta de la
duda — El am igo del pueblo
El azote de Dios — El rey Sargento — El canciller de H ierro —
Ei doctor angélico — El pobrecito de A sís — El ginebrino — El rey poeta — El P recursor — El
doctor ilum inado — Ei últim o granadero — El caballero sin miedo y sin tacha — F ray M ar
tín — La doncella de Q rleáns — El ruiseñor nav arro — El últim o mago — El br*vo e n tre los
bravos.
l« lINCV>
V
S> Y >
LIBROS BIEN IMPRESOS
PARA EDITORES EXIGENTES
TRIOS
El. PASO DE ia
VII.I a r r i c a
Talla directa.
oruc
Qeurres
Cofi el prim er premio de $ 20 m /n ., Jorge Dabadie, V icto ria 1316, 2'f, C apital. Con una su s
cripción p or seis meses a C a b a l g a t a : M ario
H ugo Cerezo, C urapaligüe 174, C apital; Concep
ción O ssorio, Obligado 2815, C apital; A lfredo
Ji. tíesío, Sarm iento 541, C stam arca; Rubén M.
G il, C ervantes 63, C apital; Dzequíel A guilar,
V íd t 2161, C ap ital; M ario O scar Capagli, L,. N.
Alem 1350, C apital.
1.a solución correcta es la siguiente:
Padilla*, b rav o , M ald o n ad o — Don Ju a n , Doña
In é s, B ríg id a — P ie rro t, Colombina, A rlequín —
Sem, Cam. J a f e t - M elchor, G aspar, B alta
s a r - —■E stre lla , Q uasim odo, Claudio b rollo —
D ante, B eatriz, V irg ilio — Don Q uijote, Sancho
P anza, D ulcinea — C arm en, Escantillo, Don J o
sé - C elestina, C alixto, Melibea — Otelo, V a
go, D csdém ona -— M efistófeles, Fausto, M arga
r i t a — Jo rg e Duval, M arg arita G autier, A rm an
do D uval — A cción, Tiempo, L u g a r-— L ibertad,
Igualdad, F rate rn id ad — Fe, E speranza, C aridad
— E xposición. N udo, D esen lace— M ar, Cíelo,
T ierra - Sólido, L íquido, Gaseoso
W erther,
C arlota, A lberto — Athos, Porthos, A ram ís —
A ntonio, O ctavio, Lcpido — C hurchill, Staiin,
Roosevelt — M undo, Demonio, C a r n e — N apo
león, Siéyes, B a r r a s — Yo, T ú , E l — C rispió,
L eandro, Silvia — M undo, In fiern o , G loria —Keops, K cfren, M ic e rin o — Salom é. H crodias,
lokanaan — M enfis, T ebas, S a is — P in ta. N iñ a,
S anta M aría — E ra , A tenea, A fro d ita — Ju n o .
V enus, M inerva -— C risto, Dimas, G estas — R o
ma, B erlín , T o k i o - - A lto , Bajo. M ediano-—
Bueno, Malo, R egular — Piano, V iolín, V iolon
c e lo - - P in tu ra , E scu ltu ra, A rq u ite c tu ra — G ra
m ática, R etórica, D ia lé ctic a — B lanca, N egra,
M u iata-— Cloto, L áqucsis, A tropos —- Esquiló,
Sófocles, E u ríp id es — A leto, T esífone, M egera
— Aglaia, E u fro sin e, T a b a — Eunom ia, Dikc,
E irene
Ehos, Selcne, Eos — Crio, Tem is,
Mnemosine — líronte, Stéropc, A rge - Carpo,
M etacarpo, Dedos-—-F alan g e, F alan g in a, Faiangeta.
ALBATROS
U. T. 3 2 - 0 1 0 2
Premios correspondientes al concurso
planteado en el N* 3 de CABALGATA:
GANE
GUIA
INAPRECIABLE
En su conferencia del Centro Gallego,
el ilustre publicista don Salvador de 11adariaga dijo que se había dado cuenta de
que era gallego viendo un cuadro de. . .
¡Sorolla! Lo más curioso es que el pintor
valenciano tardó más de seis meses en
pintar su único cuadro gallego que era. . .
¡un día de sol! Darse cuerita de Galicia
con un cuadro de Sorolla es ya cosa bas
tante curiosa cuando el propio pintor,
que nunca se distinguió por su ingenio,
dijo una vez:
— ¡Si hay algo que no puedo pintar,
es este endiablado verde reuma!
Furiosa aquella mamá por la con
ducta de aquel "monstruo” de cinco años
de quien era imposible hacer carrera, le
conminó j*a en el colmo de la indignación:
—No volveré a reñirte más. Como vuel
vas a hacer la más mínima travesura, te
llevo fuera y te cambio por una niña
b u en a...
—¿Yr quién te va a cambiar una niña
buena por otra m a la? ...
poseer
BIBLIOGRAFICA
Decía H. G. Wells: "Cuando las futu
ras generaciones excaven entre las ruinas
de Londres y desentierren fotografías de
Bernard Sliaw, más fotografías de Bernard Shaw y más fotografías de Bernard
Shaw sería triste que creyeran que asi
era el inglés típico.”
"En los primeros días de la guerra de
España —contaba Antonio Machado— , me
vi requerido, ¿ior una patrulla de milicia
nos, a enseñar mi documentación. Yo no
llevaba encima de mí más que la cre
dencial de Académico de la Lengua. Uno
de los milicianos la miró un momento y
después exclamó:
”—¿No tiene usted otra cosa? Porque
esto lo tiene cualquiera...
”Y a lo mejor tenía r a z ó n ...”
en libros de es
�cabalgata©
En estampado y blanco este conjunto para verano; tela dis
puesta de modo de formar amplia guarda multicolor en la falda;
blusa corta y de hombros caídos, totalmente en estampado.
Short largo hasta la rodilla en hilo rojo;
blusa de gracioso corte, combinando hilo
rojo y blanco.
Conjunto de pantalón en lainage borra de vino
y blusa de poplin de seda celeste claro con
cintitas verdes.
la moda del sombrero ha
N sido más variada que ahora, y la S O MB R E R O S
unca
m ujer no tiene excusa ninguna si no
encuentra el sombrero que le conviene
a su persona.
LA FALDA PLISEE
Y EL TAILLEUR
DE VERANO
PARISIENSES
Entre las numerosas tendencias nuevas nosotros señalamos: levantados
grandes, muy graciosos, en fieltro o
paja cosida, los cuales parecen reem
plazar los bretones y los boleros, tan de
moda al principio de la temporada.
Muy chic y graciosos son los sombreros
"chistera” entornados con un velillo de
tul cubriendo el rostro y atado por de
trás que obtiene un éxito
muy grande; ellos pueden
llevarse con los trajes sas
tres netos. Los redondeles
Luis -XT, muy adornados
de flores, de cintas y tul,
colocados muy echados ha
cia adelante acompañan ma
VARIACIONES DE
LA MODA
ntre
amplitud de las faldas da a los
> tailleurs de verano una nueva linea:
L
amplitud en formas variadísimas, lo
a
grada por plisados regulares en todo el
ancho de la pollera, y, muy frecuente
mente por paneaux alternados, lisos y
en tablas pequeñas. Ahora bien, los
"couturiers” famosos han resuelto de
antemano la objeción clásica: "todo ex
ceso de amplitud disminuye la silueta” ;
es imprescindible entonces, que, sobre
las caderas, el plisado o el tableado de
una falda quede cerrado, para abrirse
en toda su amplitud más abajo. Así,
en un modelo muy sencillo, en tusor
celeste, de Jacke Heim, el grupo de tablitas pequeñas, que dan amplitud a la
falda adelante y atrás, se abre muy
abajo; Baleneiaga, en una falda total
mente "plisée soleil”, toma hasta unos
centímetros después de la cadera cada
pliegue, con un gracioso pespunte en
un tono fuerte.
Siguiendo siempre esa línea de falda
amplia, sobre todo para los tailleurs
sport, y para todo andar, los ' ensem
bles” de dos piezas tienen lugar pre
ponderante en todas las colecciones, y,
realmente, jamás se usaron telas tan
variadas; hace unos años nadie hubiese
pensado en un tailleur totalmente de
encaje o "broderie” ; hoy constituyen el
"deroier cri”, usados sobre dessous
de ciré o de satin, o aun de sedas color
rosa carne; y no hablemos de las pre
ciosidades creadas en telas de tapicería;
rasos y damascos que resultan de un
sentido práctico extraordinario, pues,
según se les use con falda corta o larga,
constituyen maravillosos conjuntos para
cocktails o para noche.
Conjunto de saco "tailleur” de sisa
muy grande y sin mangas, y short
corto en gabardina celeste claro, sobre
blusa de jersey de seda de anchas
mangas cortas, rayadas en rojo y beige.
En este conjunto puede usarse falda
corta y recta en la misma gabardina
de la chaqueta, resultando así un mag
nífico dos piezas para todo andar.
UNA
PAGINA
DE
Imitando el clásico mameluco jar
dinero, este short corto en gabardina o
tusor en blanco tiza, con bretelles de
flores y frutas multicolores, para usar
con blusa a lunares negros y rojos
sobre fondo blanco.
1945 y 1946 la línea de la mo
E da no ha variado mucho; y es ló
gico: 1945 poco trajo con respecto a
J
aum andreu
la moda de la preguerra y de la guerra,
si es que durante la guerra hubo al
guna renovación. Puede ser que esta
temporada, con respecto a la pasada,
veamos hombros más anchos, trabaja
dos, ensanchados; que las faldas' pre
sentadas en alguna colección famosa
sean más largas o amplias que las de
otra colección no menos famosa; pero,
puede decirse que, en conjunto, la si
lueta va este año: de la recta, lograda
con faldas tubulares, casacas tipo sas
tre, vestidos de tarde que recuerdan,
en sus amplios escotes redondos, en sus
hombros caídos, a la moda de 1925,
hasta la línea amplia, holgada, floja,
obtenidas por las faldas plisadas y ple
gadas ; estas últimas generalmente con
pliegues adelante, entre bolsillo y bolsi
llo o atrás, un poco en la línea de 1870.
Las colecciones son, desde luego, de
tintes muy vivos, pero siempre coñ una
búsqueda esmerada de la armonía y la
suavidad. Veremos este verano los to
nos pastel, rojos y azules, y, reinando
sobre todos ellos, el blanco, en modelos
para toda hora y aceptando todas las
combinaciones, aun la nada vulgar del
oro y el blanco, logrando efectos mara
villosos.
.
Los modelos de noche siguen influen
cias variadas, entre las cuales existen
el estilo Renacimiento, y el estilo fines
del siglo xix. En el primero la costura
ha tomado los vestidos finos, de forma
princesa, ajustados, con mangas lar
gas o cortas y escotes cuadrados, muj
amplios, o redondos, dejando al descu
bierto los hombros. En el segundo es
tilo, tenernos las mangas célebres <e
tiempo de Tolouse Lautree, ideas
"puffs” , faldas retenidas atras c,° .
grandes moños, chaquetas enta a
terminando hacia atrás en graciosas c
litas plegadas.
.
Los bordados seguirán usándose esi
verano, pero en hilos de colores m®
Enterizo en "shantung” blanco, de
villosos, en guardas caladas, en cue
línea novísim a, con un solo hombro
cillas opacas en tonos claros, en .
drapeado con reminiscencias griegas.
crustaciones preciosas imitando en •
Sobre el short, bordadas en marrón y
y broderies antiguos, en tonos a
verde, iniciales grandes.
y beige.
�AJEDREZ
a j e d r e z
Por FRANCISCO BENKÓ
UNA PARTIDA IMPRESIONANTE
a continuación la p artid a que j u
I garon en el T orneo de M unich 1941, los
jugadores 1*. Leepin y K. R ichter. Después de
nsertamos
las escaram uzas del medio juego las Blancas
quedaban con una v en taja de nada menos
que 4 Peones en un final ele T o rres, pero
R ichter. g ra n ju g a d o r especulativo, se tomó
la molestia de d ificu lta r la victoria de su a d
versario hasta el extrem o y con medios por demás
instructivos, hasta ver coronados sus esfuerzos
con una división de honores, que debe e n tra r en
la histor a del a jed rez comí' una de las más
bellas producciones de re s iste n c ia
R eproduci
mos la partid a del libro ‘ Torneo de Munich
1941” que acaba de salir en la E d ito rial Grabo
con los sum am ente m eritorios com entarios de
A lberto Becker.
Partida N* 5
Torm*o do Munich 1941
Defensa Siciliana (por transposición)
P.
L e e p in
K.
R ic h t e r
1. P4A D
P4A D
2. C IA R
C3AD
3. 1*4 D
PxP
4. C x P
P3C R
E sta jugada perm ite a las Blancas e n tra r en
la v a r.a n te M aroczy de la S iciliana, por tra n s
posición. 4 . . . C3A 5. C 3 A P P4D ! es ia con
tinuación teórica reconocida como satisfacto ria.
5. P4R
A2C
6. C2A!
Lo m ejor. A 6. A3R puede seguir C3A 7. C3AD
C5CR! etc.
C3A
7. C3A
0 -0
8. A 2R
P 3D
9. 0 - 0
A 3R
10. C3R
De esta m anera las Blancas no explotan
debidam ente la fuerza de su planteo puesto que
las N e.tras no ta rd a rá n *n tom ar posesión de
su punto SI). P referib le e< el tratam ien to 10.
P3A seguido de D2D y P3C D o en seguida 10.
va que a 10. . . C x P ? , se puede
uquilam ente 11. CxC A xT 12 Cx3
T IA
C2D!
11. T iC
C5D
12. CD5D
C4AD
13. P3C D
A xC
14. P 3A
P3R
15. CxA
P4R
16. C3R
17. A 2C
C (4 )3 R
P4A
18. C2A
PxC ?
19. CxC
R ichter se dió p erfectam ente cuenta de que
19 . . . CxC! hubiera aseg u rad o para siem nre su
punto SD. Sin em bargo, las Blancas p o d rían cam
biar: 20. AxC P xA y la lucha te rm in a ría mnv
probablem ente em patada. P ara evitarlo, las N e
gras corren serios riesgos de perder la p artid a.
20. P x P
PxP
21. P4A !
U n fu e rte golpe que am enaza 22. A 3A R y 23.
A 5D . seguido de ta captura del Peón negro
avanzado.
D3A
C4A
22. A 3AR
R lT
23. A 5D j.
D2R
24. D3A
25. T D lf l
A 25. T R 'R las N egras in te n ta ría n 2 5 . . .
D 2A D 26. T D 1 D D3C etc.
D6R j.
26. D xD
PxD
27. A xA j.
R xA
28. T R 1R
T R lR
29. P3C
T2A
30. R2C
T (2 )2 R
31. T2R
P 4T D
32. R3A
P5T
L a única contrachance. P arece increíble que
de este modo las N egras logren m antener su
P6R hasta el fin de la p artid a.
33. P4C D
C5R
34. A xC
C laro que a 34. T 3D , o a 34. T x P ? se contes
ta ría 34 . . . C7D j.
TxA
35. T x P D
TxPA
36. T7D j.
R3C
37. T x P C
T8A
P ierd e otro Peón. A parentem ente 3 7 . . . T6A
38. T 7T T óT se presenta como m ejor, pero
tam bién en este caso la situación de las N e
gras será delicada, p. ej.: 38. P5C T lC D 39.
T x P R (T x P ? 40. T6R j. m ate).
38. T 7T
Superior a 38. T x P R a causa de 3 8 . . . T8A j.
39. R2R T8R j. 40. R xT T x T j. seguido
de TóT.
T8A j.
T 8C D
39. R2C
T5R
40. T x P T D
P4T
41. P3T D
42. TóT j.
R2C
43. T 7T j.
U na continuación m uy fu e rte «*s 43 T 6D
TóC 44. T i l ) p. ej.: 4 4 . .. T x P T 45. T lC D
o 4 4 . . . R3A 43. P 5 C 1 etc.
R3A
44. T 7 T ?
Con la intención de replicar e 4 4 . . . R3C con
45. T 7I) entrando en la v arian te arrib a m en
cionada. Pero Richter aprovecha la o p o rtu n i
dad de avan zar con su Rey sacrificando dos
Peones más, y apoyando su Peón Rey libre y
avanzado. P o r esta razón era m enester ju g a r
44. T 5T seguido de un cauteloso avance de
los dos Peones libres y unidos.
R 3R !
45. T x P T
R4D
46. T xP A j.
R5D
47. T5A
A 47. T5R no seguiría 4 7 . . . T x T ? 48. P x T
R6D 49. P6R ! etc., sino m ejor 4 7 . . . R6D!
48. T x T R x T (4 R ) y el Rey negro volverá a
U n a resolución muy acertada. M ediante 5 1 . ..
T 7 D 52. T x T j. P x T 53 T x P j . R xT la?
N egras po d rían g a n ar un® T orre, pero en este
caso los Peones blancos apoyados por el Rey
c o n stitu iría n una fuerza irresistible: 54. P5A
etc. Por esta razó n tas N egras se abstienen de
ia ganancia m aterial y prefieren dedicarse a la
persecución del Rey enemigo y a la caza d f los
Peones blancos.
52. P5A
T 1C R j.
53. R 5T
A 53. R6A sigue 5 3 . . . T 8A R j. 54. R7A T4C
55. P6A T (4 )4 A R etc.
T 8T D
54. P4C
T lT R j.
55. R5C
T lC R j.
56. R4A
O 56. R 4T T 8A R ! con la am enaza 5 7 . . .
R 5R 58. T3A R5A1 59. R 5T T6A etc.
T 8A R j.
57. R3C
T xP A
58. P4T R
R5R!
59. P5C R
T6A j.
60. R2C
T (1) 1AR
U nico. Se am enazaba 61. T4A j. y a mo
vidas de la T o rre en 6A se replica 61. T 3A .
6 '. P6C
T (6 )3 A
62. P 5 T
T4A
63. T5A
A 63. T3A la m ejor contestación es 6 3 ..
T4C j 64. R3T T6A j. 65. R 4T T8C etc.
T7A j.
64. T x T
T x T j.
65. R3C
T8A !
66. T8A
T8C j.
6 '\ R 2T
67. R 4T llev aría a un em pate inm ediato:
6 7 ..
. P7R 68. T8R j. R 5A ! (69. T8A
R6R etc.)
T4C
68. R 3T
De otra m anera se perdería no solam ente el
P T R , sino también el PC R .
69. T IA !
P7R
U na terrible equivocación sería 69. T8R j.?
T4R 70. T x T j. R xT 71. P7C . a causa de
7 1 . . . P8R (D ) 72. P8C (D ) D 8T j. seguido
de DSC j.
R6A
Y se convino en tablas. En este final ex
trao rd in ario . e! estilo im aginativo de Richter
consiguió saivar un medio punto de una s itu a
ción poco menos que desesperadíL
(N o ta s de A lberto B ecker del libro
"T o rn e o de M unich 1941”.)
28. P7A T x P 29.
para las B lancas.
D xPA
con
gran
ventaja
D3A j. !
27. R1C
D 5R j.
E ste jaque no habían visto las Blancas en sus
cálculos. A hora cambia el panoram a por com
pleto.
28. R lT
D 5TI
29. DxD
Forzado.
CxD
30. P4A
30. T x P tampoco hubiera sido m ejor a
causa de 3 0 . . . C4A con la am enaza R IC .
C4A
y las N egras ganaron en la jugada 35.
(N otas en parte según el doctor
S. Tartakow er en "Schachm ethodik".)
E. ZEPLER
"Express-Mater” 1934
M uchos conocerán la brillantez que sigue, pero
habrá otros muchos que nunca pusieron su a te n
ción en este m aravilloso final de p artida que
se ju g ó en el año 1920 en N ueva O rleáns en
tre los ju g ad o res W . Adams (estadounidense)
y C arios T o rre (m ejicano). Cinco años después
de esta d e rro ta , el mismo T o rre pudo ganar
a su vez una partida b rillante al ex cam peón
m undial Em anuel L asker en el torneo de Moscú.
Nueva Orleáns 1920
Negras: C. T o r r e
L a idea de este problema consiste en llevar
la T o rre blanca a la casilla 8D sin perder el
P3D . por donde se escaparía el Rey negro.
¡N ada m ás fácil!
1. T 5C
R 5D
2. T 3C !
R4D
3. T I C
RSD
4. T iD !
R4D
5. T 1T D
R5D
6. T 3 T !
R4D
7. T 8T
R5D
8. T 8D mate
Concurso de soluciones
A dam s rem ató la p artida de la siguiente m a
nera b rillan te:
17. A xC
A xA
Si 1 7 . .. P x A 18. TxA T x T 19. T x T D xT
20. D4CR j. ganando la Torre.
18. D4CR:.*
El tema de la pieza sobrecargada.
D4C
19. D 4A D U
U n d esastre sería 19. P4T D , que parece tan
n atu ral, por 1 9 . .. D x T l 20. T x D T8A j. 21.
C lR T x C j . y m ate en la siguiente.
D2D
20. D 4 A ü !
Se acaban los signos de adm iración.
D4C
21. P 4T D !
O tra vez las B iancas evitan 21. D xP C ? por
2 1 . . . D xT !
D xPT
22. T 4 R !
D4C
23. D x P C !
A bandonan
L as N egras ya no disponen de ninguna de
fensa co n tra D xT.
(B ases: V er N i 1 de C abalgata.)
Con todo éxito y un interés creciente prosigue
nuestro concurso de soluciones que con los fi
nales que aparecerán en el próxim o núm ero
(C abalgata N i 6) term ina.
De los problemas de hoy el prim ero es una
joya antigua que en e! correr de los años les
ha dado muchísimo placer a todos los aficionados dei m undo entero, m ientras el segundo es
una m iniatura (bajo m iniatura se entienden todos
los problem as que no tengan m ás que 7 piezas
incluso los R eyes), que con toda su ap aren te
sencillez contiene bastante veneno.
Problema /V" 7
P h . K lett
"Schachprobleme” 1878 (Versión)
Pocas veces se habrá dado el caso de que el
ju g ad o r que anunció un m ate en ta n ta s ju g a
das, tuvo que ren dirse a su vez pocas jugadas
después.
Debreczen 1925
Negras: H. Mattison
6D.
48. T (5 )2 A
EN LA EXPOSICION DE
PINTURAS DE HECTOR SGARBI
Por
JESUALDO
(Fragmento de una conferencia)
Un mate en 8 jugadas
E l lector de C abalgata ya se h ab rá dado
cuenta de que nosotros estamos empeñados en la
m ayor p ro fu sió n del ajedrez artístico , sean
los problemas o los finales. El motivo puede
considerarse muy persoñal. Todos los que, por
ejemplo, han visto una película extraordinaria y
quedaron im presionados por esta expresión del
arte, tienen casi necesariam ente el afá n de
com unicar su im presión a sus amigos íntim os
o lejanos, para que tam bién elios vayan a ver
esta cinta y tengan el mismo placer. E s una
de las sensacicnes hum anas más sim páticas
y cuanto m ás se cultiva, m ás aum enta !a com
prensión entre los hombres, com prensión que
tanto necesitamos.
El a utor de estas lineas
siente el mismo placer a rtístico con buenos
problemas de ajedrez, como se puede sentir
j . cualquiera otra expresión del arte, como
por
m úsica, p in tu ra o teatro, y tiene la necesidad
intim a de com unicar este sentim iento a todos
ios que por diversas razones (generalm ente por
falta de contacto y buena enseñanza) quedaron ajenos a esta ram a del ajedrez.
El problema que hoy presentam os, es un
m ate en 8 jugadas. Siendo de tan tas jugadas
la m ayoría de la gente opina que debe ser
terriblem ente difícil, y sin embargo es más
fácil que m uchos m ates en 2 jugadas, por su
idea arquitectónica y al mismo tiempo hum o
rística. P a ra muchos iectores será una im
presión nueva el hecho de que hay problem as (de
ajedrez, se entiende) que nos pueden hacer re ir.
Combinaciones r errores inm ortales
Posición después do la jugada 10
de las Negras.
©cabalgata
R6D
T8D
Mate en 3 jugadas.
V er diagram a.
Blancas: R 7CD , D lC D , A 2T R , A 7T R , C4R,
P5T D , P3A D , P2D , PSD, P 3A R , P2C R ,
P 3T R (12).
N egras: R 4A R, C3CR, P 3 T D , P5A D , P2D ,
P3D , P5D , P 5 T R (8 ).
Autorretrato. (Aguatinta.)
posición de clásicos, pero, claro, aplicados
con un sentido moderno. Ahí vi y apren
dí todo eso sobre "ravons’’ verticales y
perpendiculares, planos y compensaciones,
relación de valores, diferencia de tonos
"ehaud” et "froid” y tono local, sacri
omo noticia el problema empieza asi:
Señores: Se encuentra entre nosotros ficios, claroscuros, sombras transparentes,
el pintor Héctor Sgarbi, casi cuarentón,arabescos, toques, veladuras, pasajes, con
tornos y envolturas, "atmosphére” y "épipero aun joven, "hijo pródigo que arriba
desde lejanas playas”, como así lo salu derme”, ¡oh, la, la!, ¡todo lo que se
dara Herrera MacLean al inaugurarlo, aprende!
Y ya está en la distancia, en el cúmulo
que un día del año 37, con unas telas
de las hojas, en medio del follaje de ese
bajo el brazo y un optimismo juguetón
aunque angustiado, hijo de ese andar el espeso bosque, la lógica. Pero metido,
día entero batiendo los costados del tra adentrado, planificado, como se diría.
bajo para vivir, dándole zurras diarias Cada cuadro es un esquema técnico, una
a todo quehacer (a mí, por ejemplo, me progresión plástico-física, una' ecuación
dibujó los muebles y dirigió su hechura), lógico-matemática que hay que resolverla
loco por irse, loco por ir a aprender, vi primero en frío y ensangrentarla de emo
vir, ser, loco por querer, se embarcó para ción luego. Pero, ¿es que era eso todo ia
París, para el risueño "¡Oh París, la, pintura? ¡No! Estaban los otros y és
la !”, con una beca, muchas recomenda tos son otros otros, como si dijéramos
ciones y poca plata. Pero, {y el ánimo? "otros López”. Los otros, más allá del
tejido de las verticales y las perpendicu
¡Ah, el ánimo! A p e s a r... de que h ab a
visto en muchos amigos antes de zarpar lares. Aquí con Lhote, le parecía todavía
e! barco ese aire suficiente y esa sonri la ejercitación de los palotes, pero ¿las
silla de medio pelo, mitr.d "sobrada” y otras cosas, el objeto en sí, el cuerpo del
te compadezco y mitad "bronca” despis alma, el límite (la línea ataca)? ¿Y la
tada (y perdón por estos idiotismos que virtud de la flor, y el alma del espec
sé, sin embargo, tal vez sean los que me táculo y el destino de la inquieta lanza
jor nos hagan entendernos); ese aireei- dera, y el rincón amable de la casa, y el
11o.. . le quedó en el alma revoloteando grito de la calle, el grito, y todo lo otro,
lo que está preso detrás de los barrotes
como una mariposa negra. P ero. ..
—Lo difícil es atravesar esa escale (las líneas) de la gran cárcel que es el
rilla que une la tierra al barco —dic-e corazón del artista? Sí, y el"¿y ahora
Sgarbi—, flexible, vacilante escalerilla ; qué?” empezó entonces para Sgarbi.
pero una vez en el barco saltas ya con P ara nosotros ha de empezar aquí.
—Y salí desesperado de Lhote. . . Mas,
los dos pies firmes. . .
Y en el barco trabajó. Y luego allá: el por momentos, tenía necesidad del con
peregrinaje de todos, la ausencia del ami. tacto de las escuelas. Y era entonces o
go, la falta de los guías (las Embajadas la "Grande Chaumiére”, o la "Collarossi”,
todavía no tienen, tal vez nunca tengan, pero no; o "Beaux Arts”, pero todavía
ese guía, asesor, coordinador del tiempo, peor. Mais non! No era problema de
escuelas, era de enseñanzas, era del sa
sostenedor del desaliento del que llega. . . )
ber mismo y entonces "q’cl cafard, qVl
Y, entonces, ¿con qué cuenta el artista
pobre que llega? Con unos inmensos ojos eafard, mon Dieux!”
Fué en ese momento cuando apareció
y nada más. Y ustedes, ya vieron. A
veces, los ojos no sirven para nada. Y el otro hombrecito en la calle de su alma.
allá, todo cerrado. Todo difícil. Todo Y siempre hay un hombrecito, el ángel,
lejano e inaccesible. Todo como en el el gu'a, el que pincha el desánimo, el que
viaje aún. Pero siempre surge alguien acelera el pulso, el que empuja, lleva o
cuando ronda el ángel, y de la mano de trae a nuestro espíritu para que el frío
Méndez Magariños, que le fué cordial no quiebre nuestra mañana, ni el viento
compañero (y en estos casos es que quiebre la flor que se está abriendo. . .
Sí, siempre hay el hombre.
se sabe quién es quién) y le puso sobre
—¿Te acuerdas de Sahartés? ¡A h ...,
el primer camino. Después de los tum
bos de la Exposición uruguaya, en cuyo qué amigo! Le escribí desesperado y le
pabellón trabajó, recaló en las Salas de dije: He abierto una ventana nueva al
Lhote, en donde, en verdad, reeién nació espacio, y he sacudido el polvo y las tie
Sgarbi para la p in tu ra. .. porque aquí rras, y ya estoy sin "cafard” y como
empezó a comprender que se podía ver libre y nuevo para volver a em pezar...
Es que siempre es eso: empezar, y es
sin ojos.
tar libre, que no es estar "suelto” y
— ¡Ah!, ¡tú no sabes lo que Lhote!
abrir una ventana para el espacio infinito
¡ A h ! ...
—Sí, sé: maestría, pintura, pedago del alma que es el yo, yo, más ellos.
Ellos, los que no van, pero que los llevo,
g ía ...
todos los de antes, y la exposición, y los
— ¡ A h ! ... En eso de la pedagogía
buenos y los malos, y Lhote y su amigo
Lhote es el verdadero maitre.
Y repite palabras, lecciones, sugeren Waleh y la calle que da ganas de llo
cias. Traza líneas, ajusta planos, hace r a r .. . ¡ahora mismo!
—¿Cafard? .
esquemas. Por aquellos ojos nuevos va en
— ¡Oh, sil ¡El arte que nos huye es
trando al ver. Está lleno de técnicas, de
saber, de lógica, de matemática. ¿Pero, un gran cafard! El pan extraño, la no
che infiel, la compañera lejos, ¿tú com.
entonces?
—Ahí está el peligro. Te sientes como prendes?, ¡son un gran cafard! ¡Ese
color que uno persigue, la solución que
en una red. Se dispara la espontaneidad.
Todo se hace alto juicio y reflexión. To no la encuentras y que tal vez (me con
formo pensando) la encontraré en la tela
do se ajusta a la geometría y todo parece
terminar en una palabra: la composición. de mañana que hoy mismo ya la quiero
empezar, "q’el cafard” ! ¡Y un vaso de
—I Moderna?
vino que se acaba sobre la calle desnuda
—Yo creo que hay una sola. Lhote nos
mostraba los clásicos, enseñaba con ellos y el pan finito, "q’el cafard” ! . . .
(C ontinúa página 22.)
delante. Todos sus talleres son una ex" Todo m irar se transform a en
considerar; todo considerar en m e
ditar; todo m editar en relacio
nar . .
Go e th e .
C
Problem a 1S° 8
V. Onitiu
"Allgemeine Zeitung ” Chemnitz 1933
Blancas: P. J ohner
Posición después de la jugada 19
de las Negras.
Posición después de la jugada 48
de las Negras.
I U na ra ra posición! L as B lancas tienen nada
menos que cuatro Peones de ventaja, m ientras que
las N egras sólo fin can sus esperanzas en el PR.
P ero este Peón p araliza com pletam ente la acción
de las T orres enem igas y adem ás ias Negras
disponen de la am enaza T7D , ganando a una
de ellas. De esta m anera se explica el hecho
de que todos los esfuerzos de las B lancas para
decidir ia lucha en su favor resulten estériles:
las N egras pueden lograr un empate.
49. R3A
T 8A j.
5U. R4C
T8D
51. R5C
T lR I
20. P5C1
21. C6A j. !í
22. D xA
23. P x P
24. T 7C I
Nada claro hubiera dado 24.
T7C C4C ttc.
AxC
R lT
PxC
D2D
D 3R C2T 25.
D4D
25. D4C
Con esta jugada las B lancas anunciaron mate
en 6 jugadas, que hubieran alcanzado con 25.
TD 1C !! p. ej.: 2 5 . . . C3C 26. D3R o 2 5 . . . C2T
26. D3D etc.
C3C
26. D 5T?
I Lo más simple y malo! Todavía las Blancas
ganaban con T x C P x T 27. D xP C T2D (único).
Mate en 3 jugadas.
Blancas: R 6R, T6D , T 1R , C6CR (4 ).
N egras: R 1R, A 2CR (2 ).
Pintura.
Masacre en O radonr-snr-M arne.
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por
GONZALEZ CARBALHO
E l g r a n a m o r d e G u s t a v o A d o l f o B é c q u e r (Una vida pobre y apasionada),
por María Teresa León. E ditorial Losada, S. A ., 272 páginas.
ATLANTIDA
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Los
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EL CAPITAL de Carlos Marx, tra
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Independencia 802
B u e n o s Ai r e s -
Era necesario, para descorrer la cortina que mantiene en clausura la historia
sentimental de Bécquer, que la mano estuviese inspirada por ternuras cautelo
sas, a fin de que el rumor de esa neblina en el aire no perturbara el sueño del
poeta.
María Teresa León recoge la tradición lírica de las "Rimas” para su devota
reconstrucción, donde lo imaginado y lo real dispútanse la certidumbre de la
imagen romántica. Ha preferido, consubstanciada con el espíritu de la época,
levantar su registro, sostenerlo en la escala pasional, cantar en su prosa por
momentos encendida en el arrebato del verso. Su libro sobre el sevillano, poeta
tan actual que nos conquista todavía con su llanto, extenúa la veracidad docu
mental e inventa una luz, también cierta, para esas distancias de penumbra que
separan fechas y acontecimientos. Necesitábase un itinerario y la línea se cor
taba a veces dejándonos espacios sin sangre. María Teresa León ha unido la
vena y el pulso denota regularidad de vida. Asimismo, ha dotado su interpre
tación novelesca de climas en los que se recorta la figura del poeta, permitién
donos escuchar su paso por las viejas veredas, entre el ruido de las berlinas,
en escenas iluminadas por la mortecina llama de gas. Gustavo Adolfo Bécquer
y Julia Espin nos conmueven en estas páginas como las rimas que, transcriptas
en su totalidad, complementan el libro. Un Bécquer de tránsito e introspección,
envuelto en la atmósfera reflexiva del comentario y el análisis; y una Julia
Espin, ese gran amor que anticipa el título, convertida en estampa de la pasión
presagiando la noche de su destino.
El ritmo de esta biografía aparece a ratos acelerado, rehuyendo la gravedad
que permitiría ahondar el misterio psicológico, quizás excesivamente narrativo.
Quisiéramos más Bécquer en su desgarrada presencia de hombre y ángel. El
avasallamiento verbal lo cubre a veces, pues la autora m anejaren hábiles expo
siciones, la realidad ambiente, desplazando la ilustre y castigada figura del
poeta. Si reducida por ello la acción, tenemos en cambio la exaltación palpi
tante de su alma en un sostenido proceso que da a la biografía sentido de
relato. Fiel al documento, devota de su personaje, María Teresa León ha cui
dado las certeras líneas del dibujo, que trasluce —casi diríamos, muestra desnu
damente, como fundamental objetivo— el corazón del poeta, diciéndonos que
ésa era la fuente de su vida y sus versos.
La
n ie b l a
y
el
árbol,
poemas, por Manuel J. Castilla. La Carpa, cuaderno
N" 6, Salta.
Límpido y desmañado hálito de adolescencia sube de estos poemas, simples de
estructura, sostenidos por deseos fervorosos de amar incondicionalmente la vida.
El verso, influido por la misma razón oscura que impulsa la alegría, se torna
por momentos melancólico. Poesía de una edad; floración inicial. Castilla es
el cantor de veinte años, invitado y concurrente de todos los caminos. Este
sentimiento ambulatorio, incontenible, se percibe en la naturalidad y facilidad
del vej»o, cantado más que escrito y en la nostalgia de cielos y rincones fami
liares. Aun duran en el cariño el patio de la infancia, las habitaciones de
muros encalados, el recogimiento del solar provinciano. Pero despiertan al amor
horas y sueños. Las once primeras canciones reciben estas silenciosas corrientes
de nostalgia y despertar; por ello aparecen sin vértigo, sólo sentidas en la
dulzura de la sed transitoria. Serían más bien agradecimientos del corazón que
necesita darse al amor o al crepúsculo y ama porque le es imprescindible, como
el latir.
Las imágenes de "La niebla y el árbol” saben al encantamiento de lo que se
mira al pasar y queda en los ojos como un descanso. Colores atenuados, recuerdo
de musgos y ocasos. Siempre alrededor de un rostro de mujer, cuyo nombre tal
vez no sea siempre el mismo. Poeta de palabra demorada, diríamos que con
versa en sus canciones imitando la opacidad del silencio. Su universo poético,
que parecería limitado, se extiende en cambio inesperadamente hacia la zona de
les sueños, envolviéndonos en sensaciones de lejanía. Vuelve todo aquello que
ha visto, que ha imaginado sobre lo descubierto, que ha ido explorando al per
seguir una luz distinta, en la aventura de ascender a su emoción cada vez que
despierta. Otros poemas contiene el pequeño libro; uno de ellos, "A la oreja de
Van Gogh”, ofrece estrofas de intención lírica que inducen a esperar muy nobles
obras.
P o em a pa ra u n a m u er t e ,
NOTAS
LITERARIA
por Juan Ruiz de Galaneta. La d a la , 40 páginas.
Más que una elegía, es el mensaje a una muerta, reclamándole su retorno a la
existencia y al amor. La exaltación afectiva desahoga el padecimiento de la fata
lidad y la ausencia. Líricamente, el caso —común en la literatura— adquiere
características normales. La poesía puéblase de sombras que nos iluminan de
pronto, en reconfortante convivencia. Ruiz de Galarreta avanza por la zona de
la evocación midiendo su desesperanza y en su trance de dialogar, alma a alma,
con el ser desaparecido, materializa la inmensidad que los separa. No habla
sino con el recuerdo, que anhela corporizar para el coloquio. Ella es el espíritu
huyente, alejándose cada vez más, sin dejar de permanecer en la atmósfera
cotidiana, disuelta en el aire que el poeta respira. Quizás, en este sentir transido,
se reconozca la virtud máxima del poema, tocado de cierta filosofía espiritua
lista de la supervivencia, que le infunde vigor. Su motivo constante es el intento
de recuperación; aunque paralelamente gravite la imposibilidad de la empresa.
Por momentos resuena la voz con hondo patetismo, manifestándose, también
aunadas, la dulzura del llanto y la resignada desilusión frente a lo invulnerable.
Habiendo adoptado el autor la gravedad de una prosa llana, a modo de breves
salmos, infúndele al canto dignidad confidencial, transparencia de meditación
que no’admite artimañas literarias; pero el empleo de recursos tipográficos para
robustecer el sentido de una frase y la constancia de lecturas —la Biblia en
primer término— deslucen la ideal fluidez, restándole significación de -voz sur
gida en impulsos desolados del alma.
La c iu d a d q u e e s p e r a y o t r o s c u e n t o s
Ciordia y R odríguez, Buenos Aires, 1946.
f a n t Á s t i OOS,
por José E. Venditto.
Presente en nuestro recuerdo "Cuentos de un soñador de Lord IJunsanv, des
aparecen las posibilidades de originalidad en "La ciudad que espera y otros
cuentos fantásticos” de José E. Venditto. Tampoco aseguraríamos que son fan
tásticos estos cuentos, si bien aspiran al plano imaginativo que nos transporta
a una realidad recóndita, a la lógica intrincada de la intuición y los sueños.
En verdad, escasas son las obras del género publicadas entre nosotros que
acusen esa originalidad a que aludimos, aunque las hay estructuradas con rotunda
precisión y otras que alcanzan decidido nivel poético. Leyendo estas historias,
reconocemos en algunas el proposito —frustrado totalmente de imitar al escri
tor inglés. Cree Venditto que el absurdo basta a la literatura fantástica, que
con sólo presentar fantasmas o referir que un personaje se saca la cabeza y la
vuelve u colocar sobre los hombros, está manejando elementos do pura fantasía.
Tal error predomina en el libro, en cuyas páginas señalaríamos párrafos dis
cretamente elaborados junto a otros de inexperiencia literaria y hasta de incali
ficable mal gusto. Por otra parte, hay temas que alcanzarían jerarquía de ha
llazgo, a no ser su tedioso desarrollo y su solución desalentada, pues el autor
opta por elementales arbitrariedades confundiéndolas con el alucinante mundo
que pretende para su obra. La literatura fantástica fraterniza intimamente con
la creación poética, no pudiendo prescindirse en ella del elemento revelador
—acaso indescifrable pero de presencia inconfundible— y del control lúcido de
la inteligencia que busca la correlación de episodios misteriosos con la realidad
cotidiana. Como imitador, Venditto no llega siquiera al conocimiento de las
fórmulas, faltándole el don intuitivo por el que todo se resuelve, a veces con
precisión matemática.
arte
de
A uouste
R o d in ,
ñor Victor Frisch y Joseph T. Shiplcy.
Traducción de C. A. Jordana. Editorial
Poseidon. Buenos Aires. Colección V i
das y Obras. 24 X 17 cm. 528 págs. 105
grabados. Encuadernado en tela. Precio.
8 22.
Durante más de veinte años, Victor
Frisch fué ayudante del formidable escul
tor francés; lo acompañó en los días de
su enfermedad y de su muerte y luego
escribió su biografía. Joseph T. Shipley
ordenó y vigorizó el relato de Frisch y
dió forma definitiva a este libro. Más
que una biografía, resulta un documento
psicológico de intensa expresión que des
cubre todas las facetas del genio de Ro
din y sus reacciones frente a la realidad
cotidiana y frente a sus propias creacio
nes. Vida y obra se consubstanciaron en
Rodin y se nos ofrecen ahora en elocuente
síntesis. La traducción de C. A. Jordana
contribuye al placer con que se lee el libro.
Lo valorizan, además, una lista cronoló
gica completa de la producción escultó
rica del maestro y más de cien reproduc
ciones de fidelidad insuperable. — Ramón
Escarrá.
E l m it o y e l
LOOOS, p o r E m ilio
O r ib e .
Editorial Poseidon. Buenos Aires. Co
lección Ensayos. SO X 15 cm. S48 págs.
1 grabado. En rústica. Precio: $ 6.
Admiramos de nuevo, en este ensayo
del preclaro escritor uruguayo, al poeta
y al pensador, que sabe vibrar con igual
exaltación ante las manifestaciones esté
ticas y ante la experiencia social y filo
sófica, de la historia que va elaborándose
en nuestros días. 5Jara Oribe el supremo
problema espiritual de la humanidad es la
pugna entre el instinto y la razón, entre
el mito y el logos, y las grandes crisis
colectivas son efectos de estas enormes
fuerzas, a través de cuyos choques se va
perfeccionando nuestro linaje. Ninguna
inquietud colectiva es extraña al autor,
que analiza esa transformación "racional”
en el campo de la filosofía y de las reli
giones positivas, de las artes plásticas, de
la literatura y de la política, para abar
car finalmente las posibilidades de Amé
rica en el logro de una cultura unifor
me. — R. E.
L a e m o c ió n e n e l h o m b r e y e n e l a n i
m a l , por Paul Tilomas Young. Editorial
Nova, Buenos Aires. 582 páginas. Pre
cio: $ 12.
En este libro se aborda el estudio de la
emoción humana y la animal desde todos
o casi todos los puntos de vista posibles.
El autor, siguiendo la mejor tradición
norteamericana, siente una preferencia
muy mareada por los hechos y no se afana
demasiado en defender teorías propias ni
ajenas; aunque no las ignora ni mucho
menos, y sepa aludirlas y eritiearlas lle
gado el caso, sabe que la mejor teoría
tiene un valor provisional y, más que im
puesta por el material de que se parte,
nace del punto de vista del hombre de
ciencia que la formula por vez primera.
Y esto es más eierto en lo que se refiere
a la vida afectiva de los seres vivos, tan
rica, tan desconcertante y hasta tan con
tradictoria. Los diez cap tulos de que la
obra consta se ocupan respectivamente de:
I. La naturaleza de la emoción; II. Acti
tudes y motivaciones determinantes de
la emoción; III. Necesidades y apetencias
como base de la vida afectiva; IV.
Desarrollo emocional; V. Cambios pro
vocados por la emoción en el organismo;
VI. Pautas de respuesta orgánica en la
excitación emocional; VII. El sentimiento
y la emoción como procesos conscientes;
V III. Causas directas determinantes de la
emoción; IX. De la emoción. Condicio
nes que predisponen al trastorno emocio
nal; X. Las actitudes y los motivos en
relación con la emoción.
Copiosa bibliografía, ilustraciones, grá
ficas, grabados, etc., contribuyen a dar
« realce a esta obra, la más completa que
conocemos, que nos ofrece Nova, con un
prólogo del psiquíatra español doctor Mira
López. — J. 0. Espasandín.
H istoria de la física , por Paul F. Schurmann. Editorial Nova. Buenos Aires. Im
presa en Imprenta López. Encuadernada
en tela. Tomo l, X X IV -f- 381 páginas.
Tomo II, 672 páginas. Los dos tomos:
$ 48.
Los físicos de hoy tienen la ventaja,
en oposición a los de pasadas épocas, de
que sus hallazgos son divulgados casi en
el mismo instante de producirse, y como
consecuencia muchos de ellos adquieren
una celebridad temprana que les permite
cosechar sus bien ganados laureles. Gran
des empresas y muchas academias y de
más .instituciones científicas están atentas
a cada nuevo paso de importancia, a cada
descubrimiento, con miras a explotarlo
comercialmente en unos casos, o a supe
rarlo, a sacarle las máximas consecuencias
y a establecer sus posibles conexiones con
pasos precedentes o simultáneos, en otros.
Publicaciones profesionales, agencias de
información, publicidad comercial, propa
ganda gubernativa, radiodifusión y, en
fin, cuantos medios de información hoy
poseemos, hacen llegar la inmensa mayo
ría de las conquistas científicas a todos
los rincones del planeta. Por el contrario,
muchos de nuestros escolares, y no se diga
el hombre corriente, viven en una com
pleta ignorancia de los esfuerzos llevados
a cabo por los genios anónimos —o poco
menos— de! pasado, cuyas creaciones, sa
crificios y rasgos de heroísmo en muchos
casos, hicieron posible el presente esplen
dor de las ciencias e incluso de la técnica
que nos permite divulgar aquéllas con r a
pidez asombrosa y hacer llegar sus bene
ficios a todas partes. En la inmensa ma
yoría de los casos ofrecemos las materias
de estudio en los centros docentes como
si hubieran existido en el mismo estado
nan a ciegas hacia su propia ruina sim i
mente porque sus progenitores no i *'
preocupado de hacerles comprender ./
por encima de las fronteras actualM °
desde siglos remotos, se han tendido’/
pueblo a pueblo, de continente a conr
nente vínculos hondos, duraderos y t
cundo» gracias a los cuales la humanidad
ha podido salir de la barbarie para crea,
(Continúa pig„a ¡
El
Señor
G lt-nn
L. M a r t i n , Prr*ld».,,(f
d e ln Cí le nn L. M a r t i n Co., Haltlmor?
Mil. l í . S A , m o s t r a n d o «loa «]«• loa mo
d e l o * d e n r r o n n v e a <|ue J u g a ro n un pa!
I»el I m p o r t a n t í s i m o e n au Inrica carrera’
E n e l f r e n t e e a t á el p r i m e r m od e l o dé
a e r o n a v e M a r t i n f a b r i c a d a en 1IW># y e|
IIIA* c e r c a « I * e ñ o r M a r t i n e » el modelo
"MARTE**,
acuático,
d e 4 motores,
e o n a t r u f d o e n IJMI e*pe< i n l m e n t e para |a
m a r i n a a m e r i c a n a , y e n a«|uel entonces
ln n a v e m á a g r a n d e e n e x l a t e n c ia .
La G L E N N L. M A R T IN , la m ás grand e y a n tig u a f á b ric a d e av iones de los
E s ta d o s U n id o s , f a b r ic a n te del primer
a e r o p l a n o c o m e r c ia l d e la postguerra,
c o n o c id o c o m o el M A R T IN 2-0*2, se ha
d e d ic a d o t a m b ié n c o n é x ito a la difícil
ta r e a d e t r a n s f o r m a r av io n es de guerra
e n a v io n e s d e c o m e rc io civil, para po
n e r e n se rv ic io e n m u c h a s com pañías
d e a v ia c ió n d e S u d A m é ric a .
E l a e r o p l a n o d e g u e r r a q u e na sido
c o n v e r tid o e n m a y o r c a n tid a d en avión
d e t r a n s p o r t e c o m e r c ia l es el ('-5 4 . apa
r a to m i l i ta r , d e s p u é s d e h a b e r sido de
c la r a d o c o m o s o b r a n te , a l fin a l de la
p a s a d a g u e r r a . 1.a la b o r d e reconvers ió n se h a lle v a d o a e fe c to en la podero sa p l a n ta q u e la G L E N N L. MARTIN
tie n e in s ta la d a e n B a ltim o r e , Maryland,
E s ta d o s U n id o s.
E sto s a e r o p l a n o s d e tr a n s p o r te mili,
la r , h a n sid o t r a n s f o r m a d o s técnicam en
te e n lu jo s o s a p a r a to s d e p a sa je ro s . La
la b o r f u é h e c h a p o r la s e x p e r ta s ma
n o s d e lo s m e c á n ic o s e in g e n ie ro s de
la f a m o s a c o m p a ñ ía M A R T IN . Las
c o m p a ñ ía s s u d a m e r ic a n a s d e aviación,
q u e h a n sid o fa v o re c id a s c o n la adqui.
sic ió n d e e sto s a p a r a to s convertibles
so n :
1 — L ín e a A e r o p o s ta l V e n e z o la n a , a la
c a b e z a d e la s c o m p a ñ ía s d e avia«jjón d e V e n e z u e la , q u e intensifi
c a r á s u s r u ta s in te r n a c io n a le s . E.*
la m á s p r e s tig ia d a c o m p a ñ ía en su
p a ís y la q u e p o s e e u n excelente
ré c o r d d e v u e lo s . S u d ire c to r ge
n e r a l es e l s e ñ o r H o ra c io López
C o n d e . L ín e a A e r o p o s ta l Venezo
la n a h a c o n t r i b u id o gran d em en te
a l r á p i d o d e s a rr o llo in d u stria l y
c o m e r c ia l d e V e n e z u e la .
2 — S e rv ic io s A é re o s C R U Z E IR O DO
S U L , L td a ., es la m á s g ra n d e com
p a ñ í a d e a v ia c ió n d e L a tin o Amé
r ic a , a s í c o m o la m á s antigua.
C R U Z E IR O D O S U L m a n tie n e un
se rv ic io a é r e o c o n m u c h a s repú
b lic a s h e r m a n a s y e n u n futuro
c e r c a n o , e x te n d e r á su s lín e a s has
ta N o rte A m é ric a , in au g u ran d o
v u e lo s in te r n a c io n a le s e n tre Brasil
y E s ta d o s U n id o s . S u p re sid e n te . e>
e l b ie n c o n o c id o c a b a lle ro doctor
B e n ito R ib e ir o , d e R ío d e Janeiro.
C R U Z E IR O D O S U L ta m b ié n ha
h e c h o p e d id o s a la M A R TIN de 10
d e los n u e v o s lu jo s o s aeroplanos
M A R T IN 2 -0 -2 , c a p a c e s d e trans
p o r t a r 4 0 p a s a je r o s , en el mayor
c o n f o r t , y a u n a v elo cid ad aproxi
m a d a d e 3 0 0 m illa s.
3 — L a F lo ta A érea M e rc a n te Argen
tin a ( F A M A ) , la p o d e ro sa y nue
va c o m p a ñ ía d e a v ia c ió n argentina
q u e e x t e n d e r á su s lín e a s y que es
la lla m a d a a u n i r A rg e n tin a con
el r e s to d e lo s p a ís e s del m undo.
FAM A n o só lo u n ir á Argentina
c o n las c a p ita le s d e A m érica l a
ti n a , s in o c o n E sta d o s U n id o s y Eu
r o p a . Ix>$ a p a r a to s C-54 que ha
b ía n sid o p e d id o s p a r a DODEKO.
s e r á n e n v ia d o s a FAM A, p ara ser
p u e s to s e n se rv ic io d e lín e a s inter
n a c io n a le s .
4 — K L IM , la c o m p a ñ ía R eal H olan
d e s a , ta m b ié n r e c ib irá aeroplanos
C -5 4 c o n v e r tid o s e n la p la n ta de
la M A R T IN y q u e p o n d r á en ser
v icio e n t r e W est Ilid ie s y la Guav a n a H o la n d e s a .
A d e m á s d e to d o lo e x p u e sto , dos
c o m p a ñ ía s d e a v ia c ió n d e N orte A m e
r ic a p o n d r á n e n se rv icio los a f a m a d o *
M A R T IN 2 -0 -2 ,^ le 4 0 p a s a je ro s , en b*
lín e a s a é r e a s d e L a tin o A m érica. N>n
é s ta s : C h ic a g o y S o u th e r n , q u e tendrá
a v io n e s q u e v o la rá n d e E stad o s l nidos
a V e n e z u e la , vía E! C a rib e , y la I’00*'
g r a q u e h a c e v u e lo s d e P an am a ■
B u e n o s A ire s, vía L im a , P e rú r Santia
g o , ( .h ile .
E l n o m b r e d e la M A R TIN , que es
a m p lia m e n te c o n o c id o a lre d e d o r de
m u n d o c o m o sím b o lo d e eficiencia y
s e g u r id a d , p r o n to se rá visto cu b ierto de
fa m a s o b r e los c ie lo s d e casi lodos lo»
p a ís e s d e L a tia o A m érica.
�LIBROS
(V ie n e Je página 20.)
Jas presentes maravillas, las cuales, por
otra parte, nada valen si no sabemos usar
las para forjar una verdadera hermandad
entre los hombres, una noción viva de
humanidad que abarque a todo el orbe
y nos solidarice con nuestro pasado y con
él futuro incluso de la especie.
Respondiendo a esta y a otras exigen
cias imperiosas del momento, acaba de
publicar la Editorial Nova esta obra de
singular trascendencia. No es de este lu
gar hablar de ella como se merece —otros
lo harán, sin duda, en revistas profesio
nales—, pero no está de más que los lec
tores de C abalgata (y en especial quienes
por su formación y su profesión están
obligados a remediar en la medida de sus
fuerzas el caos reinante en las mentes
juveniles) sepan que existe en lengua
castellana una historia de la ciencia físi
ca —o, si se prefiere, de los creadores de
esta disciplina— ampliamente documen
tada y de un valor incalculable para saber
cómo y cuándo se forjaron las ideas que,
en este orden de cosas, sirven de cimiento
a la vida presente. — J. Otero Espasandin.
OLIVERIO
GIRONDO
CAMPO
NUESTRO
,T. T orres García, por José María Podestí. Editorial Losada, 8. A. Buenos Aires,
1946. 128 páginas. Precio: $ 5.
F ormas de vida. Psicología y ética de la
personalidad, por Eduardo Spranger. Re
vista de Occidente Argentina, Buenos A i
res. 473 páginas. Precio: $ 13.
Se acaba de reimprimir en la Argentina
esta obra fundamental de uno de los más
grandes pedagogos del presente. Quienes
conozcan la Psicología de la Edad Juve
nil del mismo autor no podrán ver en
nuestras palabras un asomo de exagera
ción. Spranger es uno de los pocos pen
sadores del mundo presente capacitados
para intentar una comprensión amplia del
espíritu humano en su proceso evolutivo
y en su plenitud individual y social. Pero
al igual que muchos otros hombres de
su país y de su tiempo no percibió la
índole, sentido y alcance de las fuerzas
que se agitaban bajo sus pies, o no tuvo
valor o fuerza —si no ambas cosas— para
enfrentarse con ellas, y así se da la para
doja de que estos grandes espíritus, aten
tos a los hitos supremos que deben orien
ta r a la larga vida humana, se hallen
rodeados de las mayores miserias y ruin
dades que la historia del mundo recuerda.
Nada más contrario a sus enseñanzas
que la ola de barbarie que llevó al mundo
por dos veces al borde de la total ruina.
Pero sin duda su tendencia preponderante
a buscar en los clásicos y en la tradición
germana los antecedentes y tendencias de
muchas de sus preocupaciones —casi to
das las citas de la obra que comentamos
se refieren a autores germanos— ha favo
recido la consolidación y desarrollo de la
mística de la agresión, de la violencia y
la superioridad racial que, unida al des
pecho y al sentimiento de fracaso, puso a
la juventud alemana al servicio de Adolfo
Hitlcr y secuaces.— J. Otero Espasandín.
J osé B onifacio , E mancipador del B ra
sil , por O. Tarquinio de Souza. Edit.
Fondo de Cultura Económica, México.
Colección Tierra Firme. 1946.
Nunca dejaré de recordar una vez que
Gilberto Freyre afirmó que José Boni
facio era una figura brasileña olvidada
y poco divulgada. A pesar de la abun
dante literatura que existe sobre el P a
triarca de la Independencia, nunca fué
completamente dilucidada la figura gene
rosa y enigmática del hombre que redac
tó la primera carta de ciudadanía brasi
leña. Los lugares comunes construidos en
torno a su persona han contribuido a for
mar de José Bonifacio una idea corriente,
vulgar, de héroe y de viejo penoso, siem
pre clamando contra las aventuras de la
Marquesa de Santos y siempre corriendo
tras los adversarios políticos. Mientras
tanto, el libro de Tarquinio de Souza, pre
sentado por el Fondo de Cultura Econó
mica en su colección Tierra Firme, es el
libro más absolutamente sintético y per
fecto que he leído en materia de biogra
fía histórica. Parece imposible realizar
un esquema tan fuerte y tan simple, re
ducir, coordinar, simplificar y metodizar
tantos elementos múltiples dando como
resultado un retrato humano y completo
de José Bonifacio. Sin ningún paralelo
literario, no puedo dejar de acordarme
de "Ulises”, al hablar del "José Bonifa
cio” de Tarquinio de Souza. Y tan sólo
porque el hombre que vive dentrodel perso
naje, héroe y fábula al mismo tiempo,
no excluye de ninguna forma la belleza
casi épica de sus realizaciones. El hom
bre, siempre el hombre cubierto de llagas,
cubierto por los andrajos que le otorgan
sus debilidades humanas, más altivo, cer
tero, patriótico y puro al mismo tiempo.
Los otros retratos pasajeros de los histo
riadores profesionales me parecen ridicu
las composiciones infantiles, cercanas a la
anti-farsa que representa la vida familiar,
política y científica de nuestro Patriarca
de la Independencia. El esquema de que
se vale Octavio Tarquinio de Souza es
aquel de que se valen todos los histo
riadores, y, no obstante, existe entre el
eonglomerado anecdótico y el valor real
de la biografía un espacio tan inmenso,
<)ue la literatura histórica va poco a poco
desmoralizándose y ya nadie soporta, hoy
en día, a los hombres de papel^que fe.hriean Jos biógrafos. José Bonifacio —p ri
mer Gran Maestre de la Masonería B ra
sileña— fué el hombre salvador de nuestra
independencia. Científico de primera lí
nea, minerólogo, político, poeta, estadista,
hombre de letras, admirador de las bellas
niujeres, viajero incansable, comenzó su
'ida política casi maduro.
Es el "P atriarca” junto al
ien Pe
dro I en sus fogosos 24 años; es el
Patriarca”, junto a la Regencia que vió
nacer, con la Constituyente, la Primera
Constituyente Brasileña que tuvo arrebutos de juventud y debilidades de niño.
Es el "Patriarca” rebelde que no acepta
Otelas extrañas, enfundado en su vivo
®rf?ullo de hombre de ciencia, que rechaza
^nores de estilo falso y mezquino. Vea *f°sé Bonifacio servir de escudo
ra aml>arar los golpes de los exaltados
niño, sobre quien recaía el peso de la
Corona Imperial dejada por su padre,
Pedro I de Brasil y Pedro IV de Portu
gal. La sombra de José Bonifacio se pro
yecta tan fuertemente sobre el nuevo em
perador. que los celos patrióticos no tardan
en surgir. Es sobre el viejo patricio so
bre quien se ensañan y es un torneo tan
dramático este a que asistimos, que nos
asombramos de que los hombres de aquel
tiempo no tuviesen la visión de su fuerza
y de su fibra para defenderlo contra los
enemigos, numerosos como hojas de ár
boles.
Mas es imposible sintetizar en una nota
este libro, que es ya en sí una admirable
síntesis. — Ncwton Ercitas.
Formal, y sobresaliendo junto a las evo
lucionadas tentativas del arte de América,
el autor de "Universalismo constructivo”
transita en ese dualismo entre la pintura
y el conocimiento, tantas veces alentado.
El valor frente a la lucha, la trascendencia
teórica, la reacción del espectador y del
plástico, se agrandan en el artista que ha
identificado problemas de índole m etafí
sica. José María Podestá, utilizando una
prosa en donde prevalece un sentimiento
de cálida intimidad, adelanta un viaje
objetivo a través de los infinitos m ati
ces del artista uruguayo. Así anota el
paso por España, Italia, Estados Unidos,
Francia, Suiza y Uruguay, en donde la
instancia del germen va siendo reempla
zada por incursiones tales como "clasicis
mo”, "sintetismo”, "fauvismo”, etc., pre
suponiendo una estructura básica como
antecedente formal para encender más
tarde su doctrina fundamental. Acaso la
mirada general y bien diseñada que nos
ofrece Podestá sobresalga en sus aproxi
maciones eminentemente dispuestas para
presentar calideces del artista y de su vida,
dando de esa manera un enlace que pe
netra por asociaciones humanas.
Del transporte señalado pasa luego a
la etapa del "constructivismo”, que subra
ya como "una meta” del arte de Torres
García. Nada más importante frente a
la obra y a la intención del artista que
aquella preocupación ascética, en oposi
ción a la sensual afirmación plástica, n a
cida en París, aunque quizás elaborada
inconscientemente en sus lapsos de ávidas
lecturas.
Podestá hace una aclaración al con
siderar la etajia del "constructivismo”. Se
para dos elementos en su p in tu ra: el
plástico y el filosófico. Y se vuelca a
considerar el primero.
E Lritup r o fdeu n duno
e s p í
gran
poeta en la síntesis de
un tem a esencial. E l
c a m p o argentino e x
presado en form a o ri
ginal e inim itable por
un escrito r cuyo esti
lo es un m odelo de
concisión y exactitud,
en las páginas defin iti
vas de un herm oso poe
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EDITORIAL
SUDAMERICANA
A LSIN A 5M
BUENOS AIR ES
y consolidar la independencia. Y poco des
pués vemos al "P atriarca” derrumbado
por patriotas menos hábiles y no por eso
menos sinceros, emigrado, preso, derrota
do políticamente, y luego nuevamente en
el escenario de la vida política brasileña
como tutor de Pedro II, el Emperador
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SARMIENTO 1820
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Algunas manifestaciones de Torres Gar
cía dejan, sin embargo, una idea definida
de su búsqueda: "Soy místico, soy metafísico ..
"Esquemas de cosas, remi
niscencias, ecos y rumores de otra vida”,
"en lo más hondo, sin que nos demos
cuenta, allí tiene lugar su rudo trabajo
de elaboración, silencioso y sordo”. Es
una intención que en su labor como pin
tor, pedagogo y teórico, se debe seña
lar particularmente, pues presupone un
saldo nacido de una contemplación interna.
Al considerarlo como plástico, Podestá
señala su solidez, la estructuración de las
obras, la austeridad de los tonos, el me
canismo compacto, los esquemas sugerentes, y otros valores que individualizan al
artesano, al técnico, al esteta y al artista.
El valor como filósofo, que no ha sido
estudiado, presupone, sin embargo, el sen
tido más rico de su etapa, pues, consegui
do o no definitivamente, significa una
introducción al idealismo en la pintura
y es un esfuerzo por "subordinar la pa
sión a la razón”, como el mismo Podestá
adelanta.
El libro cumple una finalidad. Y ésta
reside eminentemente, en acercarnos a una
vida, a los altibajos de esa vida frente
al arte, y a la ubicación del artista en
medio de las corrientes de nuestro tiempo.
Completan la entrega treinta y dos lá
minas en negro y una en color, en donde
aparecen las obras de distintas épocas
de! pintor, escogidas acertadamente para
generalizar una trayectoria artística. —
Osvaldo Svanascini.
po r
(E xclusivo para
numerosas las bibliotecas de Mos
cú, bien provistas, acogedoras y có
S
modas para el estudio. La Biblioteca
ON
Lenin y la Biblioteca Extranjera ofrecen
un surtido apreeiable, conservado al día
hasta 1939-40.
A partir de dicha fecha, las novedades
publicadas más allá de las fronteras ru
sas, salvo raras excepciones, no han po
dido llegar al gran embalse de bibliote
carios, eruditos, estudiantes y aun del
lector común.
P ara los que prefieren leer en su casa
y crearse una pequeña biblioteca, hay li
brerías de viejo —mucho menos nume
rosas que en París, por supuesto— , en
las cuales hay departamentos de libros
extranjeros.
Dominan las obras francesas, lengua
cultivada antes de la revolución, aunque
resulte raro encontrar libros anteriores
a 1914. El bibliófilo, como el aficionado
a los grabados, puede todavía hacer allí
provisión interesante.
Al frente de la sección "Libros extran
jeros” de la Librería de los Escritores
Soviéticos, hay alguien que conoce el ofi
cio, ol libro y la literatura antigua y
moderna. Es el poeta T . . . Cabeza a lo
Verlaine, admirador ferviente de Carlos
de Orléans y de Villon, de los poetas de
la Pléiade y de los simbolistas —estos
últimos poco conocidos en U.R.S.S., donde
se prefiere la grandiosidad sencilla de la
Canción de Roiand—, T . . . vivió durante
mucho tiempo en París, donde se unió a
la bohemia literaria, vivió en los cafés
del Barrio Latino y de Montparnasse.
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La guerra de 1914 lo colocó en situación
penosa: no tenía documentación personal
y en aquel entonces se perseguía a los
extranjeros sospechosos y a los espías.
El poeta cuenta cómo un día de "redada”
lo atraparon y lo llevaron a la comisaría.
El comisario, quien al principio 1q recibió
de manera muy poco amable, le pre
guntó:
—¿Usted es ruso? ¿No tiene documen
tos personales? ¿Qué profesión e je rc e ...?
—Soy poeta . . .
— ¡Pruébelo!
El poeta nombró a las revistas de la
emigración rusas, en las cuales colabo
raba; nombró a los poetas franceses de
quienes era am igo; recitó versos. . . Y
acabaron, el extranjero irregular y el co
misario, por trabarse en una discusión
lite ra ria ... Había caído, por casualidad,
con Ernest Reynaud, el autor de En
niarge de la Melée symboliste v de L'assomption de Paul Verlaine, quien reco
noció en el poeta a un colega, a un anar
quista inofensivo, a un ciudadano de las
nubes, y le hizo entregar un permiso de
vecindad para París, seguro de que no
abusaría de él.
Pero un día le asaltó la nostalgia del
país. . . y volvió a Moscú, donde vive
ahora. El amor al idioma francés le ha
hecho alterar de vez en cuando el idioma
materno, cosa que ya le reprochaban sus
compañeros de emigración.
Hoy es el más asiduo lector de las
obras que están en su librería. El que
quiere lectura a precios abordables, en
cuentra libros de Maupassant, Rolland y
Zola, siempre sagrados en Busia. Muy
buscados son también los tomos de gra
mática francesa e inglesa, las antologías
de trozos escogidos, los libros de historia,
geografía. . . y los diccionarios.
Se siente ya volver el sosiego al mundo
de los libros; los proscritos entran, pero
como emigrados olvidados. Entre cierta
clase de literatura he encontrado la recopilación de Maurepas de Alina, reina de
fíolconda, y otros trabajos representati
vos del erotismo antiguo y moderno, libracos que se venden en las librerías
ambulantes de París, en Plaza de la Con
co rd ia ... Hay pesados volúmenes ale
manes que describen minuciosamente el
cuerpo fem enino... pero la juventud
apenas les echa una mirada. Lo que más
interesa son los libros de arte francés,
inglés, egipcio, griego, y los grandes tra
bajos históricos. En los estantes de la
literatura rusa vuelven también a apare
cer los emigrados: Wladimir Soloviev,
Aksakov y otros eslavófilos y ortodoxos y
algunos rescatados de las bibliotecas
eclesiásticas, especialmente la Historia de
las religiones en Rusia, Vidas de santos
y estudios sobre los creyentes. Estudian
tes de derecho y de medicina, que deben tener nociones de latín, son los que, en
cierta proporción, buscan este tipo de
libros. Las novedades se agotan en cuanto
aparecen.
(Copyright by Agencia France-Presse.)
A R T E • N O V E L A S
P O E S I A ' T E A T R O
H I S T O R I A * C I N E
FOLKLORE • REVISTAS
E x a m e n C r ít ic o
A r i s t ó t e l e s , por
de
la
F il o s o f í a
de
Karl Ludwig Michelet.
Ediciones Imán, Buenos Aires. Traduc
ción del francés de Rodolfo M. Acoglia.
350 páginas. Precio: $ 13.
En el panorama inquieto y fragmentario
de la filosofía contemporánea, la lectura
de una obra como la metafísica de Aris
tóteles, supone siempre el ensanchamiento
- BUENOS AIRES
del campo especulativo sobre terrenc f ir
me. Es por ello que en la obra de Mi
chelet que nos presenta Ediciones Imán,
celebramos más que el aspecto de critica
histórica de la obra de Aristóteles, el
enriquecimiento de la construcción meta
física del filósofo griego con la aplicación
de la dialéctica hegeliana.
Esta obra, laureada por la Academia de
Ciencias Morales y Políticas del Instituto
Real de Francia en 1835, adquiere hoy
una importancia excepcional, por cuanto
representa una orientación del hacer fi
losófico que difiere totalmente del actual,
sumido en el pozo sin salida del subjeti
vismo.
Los cuatro primeros capítulos del libro
están dedicados a un minucioso análisis
histórico. El quintp y último, el más
importante a nuestro entender, compren
de la apreciación de la metafísica aristo
télica, "su parte de verdad y su parte
de error”. La potencia y el acto, tomados
de Aristóteles, son juzgados con el mé
todo dialéctico hegeliano. La verdad de
un sistema es aquello que el sistema ac
tualiza, el error lo que deja en potencia.
"El fin de la historia de la filosofía no
es otro que la concentración de todos es
tos aspectos en el elemento de la verdad
a b s o lu ta ...” "por lo tanto, la marcha
de la historia de la filosofía no tiene otro
objetivo que el de actualizar lo que exis
tía en potencia”.
La utilización de los opuestos aristoté
licos, vertidos dialécticamente, permiten,
en función de los conceptos señalados de
potencia y acto, de ser y límite, llegar
a la determinación del principio ¡primero,
tras una clara delimitación de los medios
de inteligir la esfera de los principios
absolutos y la esfera del mundo Tenoinénico. Es así que, a través de una obra
aparecida por primera vez hace más de
100 años, podemos comprender por qué al
guien ha llamado a las filosofías actuales,
"filosofías pigmeas”. — Roberto J. Pifarré.
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LIBROS
ANTIGUOS
�cabalgata©
állase
on pleno vuelo la cinemato
grafía egipcia. Sus comienzos ofi
H ciales
precedieron en unos pocos años el
advenimiento del film parlante. Sin em
bargo, en 1917 y 1918 produjo varias pe
lículas una firma italiana que habla ins
talado su estudio en las afueras de Ale
jandría.
En Alejandría también se rodó el pri
mer film "oficialmente” egipcio: "Un
beso en el desierto” realizado por Ibrahim Lama, con Itadr Lama como prota
gonista. Posteriormente realizáronse otros
films con Aziza Amir, Fatim a Rushd y
Behidja Hafez.
Con el film parlante, el cine egipcio
se desarrolló rápidamente. La primera
película hablada egipcia se realizó en
Egipto y en Francia: se titulaba "Los
hijos de papá” y tuvo como intérpretes
a Yussef Wnhby, el popular actor egip
cio, y Colette Darneuil. Otro film "La
rosa blanca”, totalmente realizado en P a
rís, en Buttes-Chaumont, conoció un gran
éxito. Interpretado por Abdel Wahab, el
más popular de los cantantes egipcios, "La
rosa blanca” sigue pasándose todavía, al
cabo de quince años, en los cines del
interior. En cambio, otro film rodado ha
cia la misma época en París por una
compañía egipcia, "La canción del cora
zón”, a duras penas ha cubierto los gas
tos. El diálogo, escrito en árabe literario
(nahqwi), tan diferente del árabe habla
do, lo hizo inaccesible a la masa.
En Francia también rodóse "Yacout”,
film scmiárnbc, semifrancés, con el extra
ordinario artista Neguib Bey Rihani como
protagonista.
EN
LA E X P O S I C I O N
DE PIN TUR A S
DE H E C T O R SGARBI
(V ie n e de página 19.)
Pero entonces, aparece de nuevo el
hombrecito que nos dice en una carta:
—Sí, ésa es su gran tarca —habla Sabartés— : la limpieza. Es la única forma
en que se quedará usted en sí mismo.
Quedarse en uno mismo, es quedar el
hombre. El hombre-tiempo, ni pretérito
ni póstero; sino "el hombre-día del pannegro-hov-verdad-Uruguay ” y d e c ir lo ,
aunque siempre aparezca ese ycÓMO? El
cóqio es el pájaro que suelta el qué. El
qué es la cosa, como que es el relativo
que va en lugar del sustantivo (sustancia,
esencia, médula, contenido) y el cómo es
la forma, el continente, la técnica, el
tra m p e ro ... pero, ¡cuidado!, a veces
también puede ser el pájaro y, entonces,
hay que recordar a l'nam uno: |A qué
tanta aflicción, señor maestro, por el
cómo, si lo esencial es el qué; si del qué
sale el cómof
—Sí, ¡y ahora qué?
—Ahora, está ahí, todo está AQUÍ.
El dato objetivo, preciso, el que usted
necesita, está en el catálogo: 157 pin
turas y 191 dibujos a lápiz negro y de
color, carbón y tinta, 348 motivos ex
puestos . . .
— . . .y en el Salón.
—Sí, en el Salón del catálogo, ahí está
todo.
Sí, está todo. Desde el "affiche’’ hasta
el drama desnudo, o la cola por el pan
o la vida, o el caballo en el último do
rado relincho final de diente afuera para
la posteridad del n a z i... para ese en.
toncos, para cuando te queden unos li
vianos recuerdos de la muerte y su cor
tejo: de los niños con los ojos colgando,
de los senos erectos clavados en las ba
yonetas, y todavía del último clarín de
la razón de esa mirada que se escapó
de las azucenas y quedó para siempre en
el fondo enloquecidamente callado de la
última madre ú ltim a ... algo asi como
aquel ínfimo recuerdo que guardas tal
vez de niño de una bata rosada sobre el
]K‘cho de una joven de rulo, que un día
paseaba sobre unas flores celestes y pe
queñas, y había sol y el tiempo eras tú
y tu madre era tan joven que era tu
novia, ¡ay!
Y ahora, jqué necesitas, qué quieres,
qué tienes que decir, por qué no me quie
res ya bien, por qué no eres ya mi buen
amigo? |T e he hecho mal, he dicho algo
de ti ? i Es que crees que vine de tan
lejos a poner en descubierto tu vanidad,
o a decir de la mía; o qué cosa te su
cede, hermano, querido amigo mío, buen
artista, compañero, mi camarada, qué. . . f
¡Habla! Hablemos. El arte es una lec
ción cordial, dramática, honda, que nos
muerde; pero, entiéndeme, ¡hay también
dig non!
CINE EGIPCIO
rácter. Anwnr Wagdi, llussein Sidliy
Mahmud Zulfiear y Badr Lama, que, roniú
ya dijimos, interpreta los primeros pa
peles desde su actuación en " fu L-so
en el desierto”, ganan popularidad ilia a
din.
Los sueldos de las grandes "vedettesV
del cine egipcio dejarían pensativos a
más de un mimado de la cinematografía
mundial. Yu.ssi f Walibv cobra de 12 a
15.000 libras por film. Kalsum pidió harc
poeo 20.000 por un solo film, o sea d i e z
millones de francos, suma que jamás ga
liaron las Viviano Romance, los Jean Ga
lón o los Fernandel.
Los gustos del público
Yus»ef W ahby, primer actor.
Solim án Neguib B ey, intendente del
teatro real de la Opera de El Cairo.
Neguib R ihani, el actor más famoso
de Egipto.
Sabedores de la importancia de los mer
cados que se abrían al cine hablado en
árabe, los productores egipcios pensaron
producir sus films en su país. Los con
tados estudios se transformaron rápida
mente y se equiparon con medios moder
nos. Alvise Orfanelli y Togo Mizrahi,
pioneros del cine hablado en Egipto, pro
dujeron regularmente hasta 1940 unos
tres films por año. Trabajaban entonces
en Alejandría.
a pocos kilómetros de los estudios Misr.
Los restantes están situados en el mismo
Cairo o sobre la carretera a Suez.
Todos los años salen cuarenta films
de los estudios egipcios, los cuales fueron
Utilísimos durante la guerra. En los de
Misr se centralizaron los servicios de
propaganda del Ministerio de la Infor
mación, los que semanalmente editaban
un diario de guerra, el "War Pictorial
News”, distribuido en todo el Medio
Oriente, en India, China, Turquía y A fri
ca del Norte después de la liberación.
Los comentarios se hacían en catorce
idiomas distintos. También los servicios
de la Francia combatiente realizaron en
aquellos estudios muchos films de propa
ganda.
En 1944, el señor André Vigneau, di
rector artístico de los Estudios Misr, rodó
un film en francés: "Monsieur Arnaud”,
con Lucicnne Lemarcliaiul, Henri Nassiet,
Ives Vincent y Philippe Grey.
Aziza Amir, Assia, Carioca, Om Kal
sum, Lcila Murad, Nur El Noda. Una
brillante carrera le frustró el destino a
Asmaban, quien hace unos dos años pe
reció en un accidente de automóvil. Su
último film, "Amor y venganza”, se man
tuvo cuarenta semanas en el cartel en una
de las mayores salas de El Cairo. Carioca,
bailarina que se convirtió en artista de
la pantalla, fue contratada hace poco por
una firma norteamericana. En Holly
wood se casó con un industrial norte
americano.
Entre los hombres, Yussef Wahby mantiénesc siempre en el primer puesto. Este
actor representó en el teatro obras de
Bernstein y de Bataille. Conquistado por
el cine, trabaja en él sin cesar y desde
hace varios años dirige la "mise en seéne” de sus films. Solimán Neguib Bey,
traductor de autores franceses e ingleses,
es hoy intendente del Teatro Real de la
Opera de El Cairo, lo que no le impide ac
tuar en cuatro o cinco films por año.
Bichara Wakiin es el gran cómico. Farid
El Attrache y Abdel Wahab comparten el
éxito en los films musicales. Abbas F a
ros es muy apreciado como actor de ca-
Los estudios de las Pirám ides
En El Cairo, el Banco Misr fundó una
rama de producción cinematográfica, cons
truyendo estudios espaciosos al pie de
las pirámides, los cuales fueron dotados
de equipos modernos y contaron con la
colaboración de técnicos europeos con
tratados especialmente. "Wedad”, el pri
mer film rodado en aquellos estudios,
tuvo como "estrella” a la cantante egip
cia Om Kalsum. La producción media es
de 6 a 8 films por año.
Seis estudios más totalizan en El Cairo
nueve sets. El estudio Ahram, el más re
ciente de todos, se construyó hace un año
Una pléyade de estrellas
Entre las estrellas más queridas por
el público deben citarse a Amina Rizk,
F a tm a R o u a h d i , primera actriz.
Asm ahan, célebre actriz muerta recientemente en un
dente de automóvil.
El film musical está en boga: salvo
contadísimas excepciones, en cada pelí
cula se incluyen obligatoriamente una o
dos canciones. Los films musicales propia
mente dichos cuentan seis, ocho o diez.
Como cada canción dura por lo menos tres
minutos, cuando no cuatro o cinco, es fá
cil emprender el metraje que acaparan.
Pero un buen film musical tiene asegu
rado el cartel durante varias semanas.
Al público le gusta también el drama,
sobre todo el melodrama, pero no desdeña
la farsa burda. Los productores han in
tentado el rodaje de magias por medio de
trucos. Realizaron igualmente films de la
jungla, con muchas escenas tomadas del
cine norteamericano, vistas de selvas vír
genes, combates de monstruos, incendios
de bosques y cataclismos naturales. Pero
su éxito ha sido muy relativo.
"Los miserables”, de Víctor Hugo, jo
nocieren la adaptación a la pantalla y
su acción se desenvuelve en un cuadro
oriental. "La dama de las camelias”,
tiansportada a un ambiente egipcio, ob
tuvo un éxito enorme: dieciocho semanas
di "premiérc” exclusiva en El Cairo.
También se rodó "Romeo y Julieta” y,
como es natural, los señores italianos no
aparecen en la pantalla. Actualmente se
piepara una adaptación de "La portouse
de pain” y otra de "Madame Butterfly".
No se hacen films de corto metraje,
aunque una documental de André Vig
neau fué premiada en la Bienal de Ve
necia en 1939. En cuanto a los dibujos
animados no han podido prosperar por
falta de estímulo.
El mercado del cine egipcio
En Egipto el costo de una produccióu
varía entre cuarenta y cincuenta mil li
bras. Desde el comienzo de la guerra se
abrió un gran mercado para el film
egipcio, que tiene una gran demanda en
los países de lengua árabe. Cierta canti
dad de cintas egipcias fueron explotadas
con éxito en Africa del Norte. América
de! Sur, donde la colonia libanesa es bas
tante nutrida, representa también un mer
cado nada desdeñable.
Es menester decir que, salvo raras ex
cepciones, la técnica es rudimentaria. I»s
hechos parecen dar razón a los p ro d u c to
res cuando dicen: "Puesto que el público
se conforma con esto, y por qué buscar
otra cosa?” No obstante, será necesario
hacer un esfuerzo en este sentido: hay ya
ciertos clientes regulares en el extranjero
que se niegan a adquirir algunas pelícu
las por el simple nombre del título o de
la estrella. Quieren verlas antes de com
prarlas, y ahora sólo ofrecen la mitad
de lo que pagaban sin chistar antes de la
guerra.
El público es como los niños buenos.
Va gustoso a ver cuatro o cinco veces el
mismo film. Mucho antes de la hora de
abrirse las taquillas, la muchedumbre se
precipita ante los cines. Aquí no se hace
cola, sino que la gente anda a eni|>e!loncs
para llegar a las taquillas: los más fuer
tes o los más despabilados sacan antes
las enfrailas.
Existe también un mercado negro para
las localidades. Algunos traficantes rom
pran docenas de entradas que revenden
luego a los que no quieren molestarse en
aguardar su turno. Por lo general, en I**
salas hay cuatro sesiones diarias, una de
ellas por la mañana. A 'punas salas, quc
pasan en exclusividad films egipcios, Pe
nen unas entradas de explotación que lle
gan a veces a 500 libras por día. Como
los impuestos creados por el gobierno *c
elevan apenas al 15 por ciento, es consi
derable el margen de gananeias que queda
a los propietarios. Ix> cual permite pre
ver que, a ¡>ooo que no se debiliten lo*
meritorios esfuerzos de los productores, 1*
cinematografía egipcia ha de tener
porvenir henchido de promesas.
(Servicio de A a<tirio FrancePre***.)
�©cabalgata
ESTRENOS
CINE
ARGENTINO
POR
M . V I L L E G A S LOPEZ
MAS ALLA DE LAS NUBES
EL ANGEL DESNUDO
Film inglés, de Anthony Asquith, inter
pretado por Michaet Redgrare, Rosamond
John, Douglas Montgomery, John Mills,
Joyce Carey.
lla y un riñe inglés que es todo mode
ración. El máximo drama adquiere un
discreto tono y una sencillez de cosa ha
bitual. Educación británica, veneración
de las formas, elegancia. Hidalgos de los
mares, el magnífico film de guerra de
Noel Coward, puede ser el exponente se
ñero de este estilo cinematográfico bri
tánico.
El mismo que domina .litis allá de las
nubes. —¿Por qué se ha cambiado el tí
tulo original Él camino de las estre
llas?—. Un secular campo de pastoreo de
ovejas en Halfpenny Fields se convierte
durante la última guerra en aeródromo, y
al terminar ésta vuelven las ovejas, como
fácil símbolo de paz. Entretanto, sucede
nada más que la batalla de Inglaterra,
cuando Ilitler quiso aplastarla con su
aviación, y unos pocos hombres la defen
dieron en el camino de las estrellas. La
tragedia no puede ser mayor; la épica
está ahí para lanzar su gran ademán re
sonante; todo propugna el c-lamor: sin
embargo, la película busca el susurro.
Para un latino es fría ; pero detrás de
su máscara —educación, forma, elegan
cia— está la emoción muchas veces.
Anthony Asquith, este aristócrata, hijo
de lord Asquith, tiene una obra hecha en
el cine inglés. Por ejemplo: Estrellas fu
gares y Subterráneo, en el cine mudo, y
Pigmalión en el sonoro, como las más
conocidas entre nosotros. Basta recordar
las para declararle destacado represen
tante de ese estilo moderado.
En "El ángel desnudo" hay suspenso;
hay hermosas vistas tipo tarjeta postal
de Río de Janeiro; hay escenas de amor
en una playa, a la luz de la luna y con
acompañamiento de "zambas” y, como si
esto fuera poco, debuta una nueva actriz.
El debut de Olga Zuharry es lo más in
teresante de "El ángel desnudo” ; lo más
inconcebible es el suspenso.
"El ángel desnudo" tiene un lejanísimo
parentesco con el cuento de Arthur
Schnitzler "La señorita Elsa", donde una
muchacha debe también mostrarse desnuda
para conseguir el dinero que librará de
la ruina a su padre. "La señorita Elsa”
es el monólogo interior de esta muchacha:
el incidente ocurre en el centro de Europa,
hace unos veinte años —más o menos—
y "fraulein” Elsa tiene, en todo momento,
conciencia de la sordidi z de su familia.
La Elsa argentina tiene un padre abne
gado, aunque un poco distraído, que la
adora, y que no vacila en insistir con tele
gramas y llamadas telefónicas para que
Elsita reclame cincuenta mil pesos de un
escultor a quien él supone haber hecho
un favor, mientras que, para salvar su
responsabilidad paternal y para que el
público quede contento, le dice a su hija:
"Supongo que no exigirá nada de ti . . .
Me tranquilizas . . . Gracias, eres un án
gel. . . ” y cosas por el estilo. Cuando Elsi
ta interrumpe su idilio telefónico con su
padre, comienza un idilio con su novio, o
hasta con su tía: se trata de prolongar el
film y de satisfacer las dulzonas conven
ciones familiares en las que se complace
especialmente nuestro cinematógrafo.
El suspenso quiere extenderse a toda la
película, pero sólo es efectivo en los pri
meros cinco minutos, cuando nos pregun
tamos qué significan aquellas entradas y
salidas de Eduardo Cuitiño y de Carlos
Cores, unidas a palabras tan misteriosas
como: "Buenos A ires... Rio de Janei
r o ... París”. En algún momento, indis
cretamente, sospechamos si este suspenso
tiene razón de ser. El hecho de que el
suspenso se utilice eficazmente en algu
nos films americanos e ingleses, no signi
fica que sea inevitable para lograr una
buena película. Luego aparecen unos lar
gos salones de techo bajo y unas estatuas
que intentan recordarnos a "El ciudadano”
y, lo que es peor, lo logran. Recapitu
lando: El drama de Elsa —en centro
Europa y en un momento dado— ha sido
trasladado a Buenos Aires y al Brasil,
añadiendo una tía amante, un novio, un
escultor que estuvo enamorado de la ma
dre de Elsita y un extraño padre que sal
va las convenciones matando al escultor
y proporcionando los cinco primeros mi
nutos de película, para que el director
argentino demuestre que también podría
dirigir un film policial. Habla altamente
en favor de la virtud de la protagonista
el que en ningún momento se sorprenda
por el excesivo precio de su desnudez.
Pero no todo en "El ángel desnudo”
es una híbrida mezcolanza de psicologías,
temas y países: tenemos a Olga Zubarry,
que se mueve con desenvoltura y que, cou
su aspecto físico, logra que "El ángel
desnudo” no sea totalmente insoportable.
El vestuario de la actriz demuestra ade
más cierta simplicidad digna de elogio.
Resumiendo: un film argentino más, lle
no de cosas que no son imprescindibles.
Por ejemplo: ¿era necesario para el argu
mento que se fotografiara el Cristo del
Corcovado y la playa de Copaeabana, o
Elsa podría haberse desnudado igualmente
en Mar del Plata, o en Punta del Este,
o en Necochea? El cine, el público y hasta
los negocios saldrían ganando si no se uti
lizara más que lo indispensable.
Delia Careés y Esteban Serraelor. en "La eterna Ninfa”.
Teatro Odeón.
Chañes Panel, Schultz y Jolarule Saffon en "El honor de los Roquevillard”, film francés presentado por
Interamericana.
Noel-Noel impone doblemente
su personalidad a las películas
que nos presenta: primero por
su obra de esccuarista 1/ luepo
por su interpretación del perso
naje principal. . .
U acción creadora es además muy com
pleta, ya que, desde la concepción del
argumento, se siente impulsado hasta Ja
preparación y redacción de los diálogos y
que, de la composición del papel protngónico, pasa a la preparación y ajuste
de los más sutiles efectos di* una interpre
tación extremadamente matizada. Tal vez
no le falte más que una mayor experien
cia cinematográfica, para ser completo.
Noel-Noel cree que en la realización de
sus films, debe tener un colaborador-ci
neasta que lo ayude en la "mise en scéne”.
Por cierto, él mismo dirige a los demás
intérpretes y no tolera influencia alguna
en la conducción de su trabajo de ac
tor. . . pero la realización de un film
implica tantos preparativos minuciosos,
que es fácil explicar la necesidad de una
colaboración técnica, a condición de que
ésta no altere en nada el carácter origi
nal del film. Para "Le Pére Tranquillo”,
fué elegido un joven realizador: Pené
Clément, quien interpretó el papel. Pero,
a pesar de que el Festival de Cannes le
haya otorgado el premio internacional co
mo "mejor niétteur en scéne”, no pode
mos pensar que su participación en este
último film haya sido la única causa de
tan alta recompensa. El cineasta de "La
>atalla del riel” tenía otros títulos para
merecerla. En el film de Noel-Noel pa
recería que todo se borrara ante la per
sonalidad del verdadero autor. Juzguemos
primero la calidad del argumento.
El "Padre Tranquilo”, es el apodo que
se le da a un francés de la clase media,
ciudadano de una localidad pequeña, don
de vive con su familia, en una casita con
jardín, cerca de una importante usina
metalúrgica. Parecería que toda su exis
tencia fuera dividida entre sus pólizas de
seguros, su partida de naipes en el café
y su dulce manía por el cultivo de las
o rq u d ea s... La acción se desarrolla du
rante la ocupación. Los vecinos ven con
poca conformidad la atonía de Mnnsiour
Martin. Por poco lo acusan de "colabo
racionista”. En su propio hogar, e! viejo
recibe los retos de su mujer y es tratado
con dureza por su hijo que se queja por
no poder escuchar Ja radio de Londres.
La esposa vela con brusquedad por los re
S
La señorita Julia, de Strimbrrg, con
Amelia Bence y Alberto Closas.
Edmo Cominetti: Cumbres de hidal
guía, con Malisa Zini, Roberto Airaldi
y Ricardo Passano (hijo).
Leopoldo Torres Ríos: La mujer más
honesta del mundo.
Luis Saslavsky: un argumento del es
critor uruguayo Wilfredo Jiménez, con
Mecha Ortiz y Santiago Gómez Cou.
Antonio Momplet llega de Méjico. Di
rigirá La cumparsita, argumento de Verbinsky y Villalba Weish, con Hugo del
Carril.
A r t i s t a s Argentinos Asociados, las
A .A .A ., anuncian su plan 1947. Cinco
películas: Nunca te diré adiós, terminada;
Como tú lo soñaste, según Un día de oc
tubre, de Kaiser; Los motivos del lobo,
inspirada en Rubén Darío; Juan María,
nóvela del uruguayo J. M. Delgado; Feli
cidad. Como director figura Lucas De
ntare; argumentistas, Ülises Petit de
George Sanders y Carole l.andis en
"Vidocq, el bribón de París”, film de
Artistas Unidos.
M A P A DE
PANTALLAS
LAS DOLLY SISTERS
Film norteamericano, ele Irring Cumming,
con B etty Grable, June Harvcr, John
Payne, S. Zsakall. En tecnicolor.
Revista cinematográfica sobre la his
toria de dos cupletistas de music hall que
conquistaron el mundo a principios de
este siglo: New York, París, Londres,
amores con reyes, duques, millonarios,
cantores célebres... Eso sí, todo ello
contado con la ñoñería y candor de una
comedia de colegio de monjas; induda
blemente la vida de todas las cupletistas,
que conquistaron el mundo desde la nada,
fué siempre así, un modelo de virtudes.
Como argumento, la serie de vulgaridades
inevitable en toda revista musical yanqui.
Apuntemos los aciertos. Los también
inevitables buenos cuadros de revista,
con lujo y buen gusto, pero con poca
fantasía. Y sobre todo el color, aun so
metido a los riesgos aventureros de lo
nuevo. Bajo la dirección de la pintora
Natalia Kalmuss —dirección obligada,
porque su marido es el inventor del sis
tema y propietario de las treinta únicas
cámaras de tecnicolor que existen en el
mundo—, el color en la pantalla ha lo
grado jerarquía y calidad artísticas. Los
juegos de rojos y granates son siempre
de una gran belleza. Y aqui, en algunas
escenas, como las del puerto y la esta
ción, se atisba la posibilidad de que salte
de los límites del cromo hacia el alto cam
po, inmenso, del cuadro. P intar con rayos
de luz es el ensueño imposible de todo
pintor.
María Duval y Andrés Mejulo en una escena de "Milagro
de amor”, film de San Miguel.
Conrad Feidt en una escena de "El
ladrón de Bagdad”, película de la
Guaranted Pictures.
Escena de "El pirata y la dama”, film
en que intervienen Joan Fontaine y
Arturo ele Córdova. Paramount.
Argentina.
Falleció Max Glucksmann, austríaco ra
dicado en el país: importante productor,
distribuidor, exhibidor desde los albores
del cine en Argentina.
Alberto de Zavalía dirigirá Días som
bríos, según Hugo Conway, con Delia
Garcés y Pedro López Lagar.
Mario Soffici: Pecado capital, según
Murat, Homero Manzi, Sixto Pondal Ríos
y Carlos Olivari; actores, Enrique Muiño,
Francisco Petronc, Angel Magaña, ade
más de Zullv Moreno en el film ya ter
minado.
Méjico.
Emilio Fernández terminó Enamorada,
con María Félix y Pedro Armendáriz.
Ramón Peón: Ella, con Luis Aldás y
Lina Montes.
Ramón Delgado: Soy un prófugo, con
Cantinflas.
Fernández Bustamante: Acosada, con
Amanda Ledosma.
Moscú.
Se crea un Ministerio del Cinema: Iván
Bolchakov, ministro.
W. 1. Pudowkin: Almirante Nakhimov,
con Alejandro Diky.
Plan de difusión: cuarenta mil salas,
doble del número del año actual, para
1950.
Parts.
Robert Le Vigan, el villano especialista
en personajes desquiciados, ha hecho su
papel en la vida real: colaboracionista
durante la ocupación alemana. Diez años
de presidio.
Jacques Feyder: Macadam, con Fran(;oisc Rosay, Paul Meurisse y Andréc
Clément.
Roland Tual: Marie de Risquontout,
argumento de Monede Valentín y Jean
Anouilh, con Mcdeleine Robinson.
Marccl Cravenne: La danza de la
Ava Cardner, en "Los asesinos”, film
basado en un relato de Hemingwey,
perteneciente a la Universal.
Dulcina de Moraes, actriz brasileña
que interpreta en el Astral la obra de
W. Somerset Maugham: "Lluvia”.
muerte, de Strindberg, con Erich von
Stroheim.
AI revés por una vez: Jean Charles
Reynaud ha publicado una novela según
el film Carnet de baile, de Julicn Duvivier.
Chevalier publica el primer tomo de sus
memorias: Ma route et mes chansons, de
1888 a 1914.
EL P A D R E T R A N Q U I L O
po r
JEAN TEDESCO
medios, las gotas y las píldoras. . . El mu
chacho se ríe del sweater a rayas que lleva
el padre; únicamente la hija que comple
menta la pequeña familia, sabe todavía
rodearlo de una discreta te rn u ra ... Y
será ella la primera en descubrir la ver
dad. El "Padre tranquilo”, por otro lado,
no se deja llevar por delante sin rezon
gar; se queja de que revuelvan sus pape
les de negocios, y de que se instalen a su
lado cuando le llegan visitas. Es que sus
visitas son precisamente los agentes de la
red clandestina de la cual es el jefe;
antiguo oficial de la guerra del 1914, le
llaman "comandante”, y mientras tanto si
guen las reuniones secretas que le permi
ten transmitir a Londres los informes que
hace reunir. La estación receptora de ra
dio está escondida en el invernáculo de las
orquídeas.
¿Quién supondría que un pacífico ju
gador de naipes, que a veces se queda en
el café horas y horas, os el mismo que
hace desencadenar sobre la comarca las
tormentas de la Royal Air Forcé?
Las "tormentas” se tornan más y más
frecuentes, la Gestapo se alarma, revisa
todos los rincones para atrapar al jefe
de la resistencia; oniplea un "carnero”,
gracias al cual ingenuas comparsas caen
en manos del enemigo... Apenas lo des
(Especial para C abalgata.)
cubre, el "Padre tranquilo” lo hace ejecu
tar por los muchachos del "maquis” cer
cano. Pero las mallas de la red se cie
rran a su alrededor. Unos oficiales ale
manes lo visitan y quieren ver el inver
náculo de las orquídeas y Monsieur Mar
tin hace angustiosamente los honores de
sus orquídeas, protegiendo el escondite
cuyo descubrimiento le valdría ser fusilado
inmediatamente. . . Sus gentilezas para los
visitantes son mal interpretadas por la
población; el hijo de Martin ya no puede
más y se va al "maquis”, "para que ha va
al menos un resistente en la familia” . . .
Sin embargo, se presenta una magnífi
ca oportunidad: la de hacer bombardear
la usina, donde el enemigo guarda el ma
terial que será la base de la resistencia
al desembarco. El "Padre tranquilo”
transmite sin vacilación las indicaciones
necesarias, pero, a fin de poner su familia
y sus vecinos fuera de peligro, organiza,
de acuerdo con su hija, una fiesta de fa l
sas bodas, en los alrededores, cuidando
bien de invitar a todo lI mundo, hasta los
vecinos con quien estaba peleado, sin ol
vidar a los viejos enfermos.
En una escena encantadora, la del ban
quete "salvavidas”, en el cual el novio es
precisamente el lugarteniente de M. Mar
tin, en quien el padre ha advertido los
Noel-Noel, autor, director e intérprete del film "Le Pére
Tranquille”, en una escena del mismo.
sentimientos y la simpatía que tiene para
con su hija. El bombardeo tiene é x ito ...
pero la Kominandantur consigue descu
brir algunos hechos que denuncian la
culpabilidad de Martin. Lo acaban de
arrestar; lo arrojan a la cárcel... y la
ejecución es interrumpida por la llegada
de los F .F .T . que precede a la de los
aliados. El joven Martin está presente
cuando se llevan sobre una camilla el
cuerpo del "Jefe de la Resistencia” . . .
Un brazo cuelga debajo de la colcha que
cubre el cuerpo y el muchacho reconoce
el sweater a rayas de su p a d re .. .
Está en la modalidad de Noel-Noel el
mezclar así sonrisas y lágrimas, ironía y
comicidad, drama y humorismo y hasta el
ridículo secunda a la emoción, sin contra
decirla jamás, y dándole el sabor especial
que ya teníamos olvidado desde las pelí
culas de Ruster Keaton. Modalidad que
no puede ser confundida con un simple
procedimiento, pues pertenece a la pro
funda intención del autor y, todo lo per
fectamente que sea posible, al tempera
mento del intérprete. Ya que un argu
mento de Noel-Noel tiene la superioridad
dramática, sobre toda concepción de escri
tor, de haber sido concebido para ser in
terpretado por él. Hay identificación ab
soluta entre el personaje imaginado y el
Noel-Noel en otra escena de la misma película.
actor que lo encarnará. El "juego” está
dibujado, las réplicas escritas para servir
exactamente una silueta y un acento; las
escenas tlaidas pura poner en pleno valor
un rostro maravillosamente expresivo, que
no deja perder ningún matiz del senti
miento . ..
A esta rara ventaja que le debemos a
las múltiples cualidades de Noel-Noel,
agreguemos una preciosa ingeniosidad de
"mélteur en scéne”. Así es que "El P a
dre Tranquilo", que bien cuidó de decir
que sabía alemán, parece adormecerse en
la oficina de la Kommandantur, mientras
un suboficial ingenuo, suelta de un trago,
toda una serie de informes valiosísimos.
Excelente "contrapunto” del sonido "al
ángulo” y de la imagen en primer plano.
¡ V qué decir de la escena do la foto dé
Ja chica, sucesivamente escondida o puesta
en evidencia por el joven enamorado, se
gún el padre finge, en su visita, no
haberla visto, o se pone a hablar?
Son detalles precisos, que recuerdan en
algo a los de Relié C'lair, con un toque
de emoción más conmovedora, de la cual
no sabemos qué admirar más: si la in
ventiva exquisita o la ejecución impe
cable . . .
( Servicio de Agencia France-Presse.)
RECTIFICACION
No es a esta redacción —sino a la
agencia que la difundió— a quien corres
ponde rectificar la versión que do una
entrevista a León Klimovski apareció en
el número anterior de C a b a l g a t a . Pero
por tratarse de un colaborador de nuestra
revista, hacemos constar, a su pedido, que
en ciertos aspectos ésta no refleja el pen
samiento verdadero de León Klimovski, el
cual lamenta sobre todo ciertas expresio
nes acerca de su futuro en el mundo del
cine, así como con respecto a entidades
que tienen relación con el cine nacional,
que no corresponden, principalmente en la
forma en que están recogidas, a su actitud
permanente frente a los problemas cinema
tográficos y a su habitual modestia cou
respecto a la obra personal.
�cabalgata©
UNA NUEVA
BAILARINA
JANINE
SOLANE
Su a m b ic ió n es p la s m a r en
d a n z a s a B ach , a B e e th o v e n , el
M a e stro d e la P ie d ad d e A v ig n o n ,
c o n q u is ta n d o P a rís .
(Especial p ara C abalgata.)
ella imitando tubos de órgano y, siguien
do el lógico fraseo de la fuga, se anudan
y desanudan conforme a movimientos y
pasos tanto simétricos como asimétricos;
dibujan así, plásticamente, ante nuestros
ojos, el devanarse del punto y contra
punto que registra al mismo tiempo el
oído.
Este es el primero de sus grandes
efectos. Seguidamente Janine Solane, si
gue con diversos ballets inspirados en
otras composiciones de Bach (especial
mente música religiosa). Ha traducido
ritmicamente el "Cazador Maldito”, de
César Frank, pero la obra en la que tiene
puestas todas sus ilusiones es la Sinfo
nía Pastoral de Beethoven, presentada
en esta temporada en el Palacio Chaillot
y que ha sido la consagración de su estilo.
Decoradora.
Un ballet no es, sin embargo, única
mente la ilustración de la música me
diante las actitudes y los gestos de las
bailarinas. Exige asimismo una plastinueva danzarina francesa se ha
atrevido a buscar la inspiración de
sus ballets, en la Fuga en sol menor
Bach y en la Sinfonía Pastoral de Beetho
ven. Ha sido la primera en intentar tan
arriesgada aventura, a la que se lanzó en
cuerpo y alma con la ayuda de un pu
ñado de entusiastas compañeras. El re
sultado de su aventura ha superado to
das -sus esperanzas: una serie de reci
tales presentados en el Palacio de Chail
lot le demostraron que su éxito no ha
sido el de una mera y transitoria cu
riosidad, sino el de un triunfo tan artís
tico como rotundo. La autora de todo
ello no es sino una mujercita, Janine
Solane, curiosísimo personaje típicamente
parisiense.
U
na
Comienzos, "la regla de oro”.
Janine Solane, hija del escultor Cury,
hermanastra de Bourdelle y de la pin
tora Fran^oise Bangor, sobrina del fres
quista Lenoir, el precursor de Maurice
Denis, no solamente heredó dotes plásti
cas de sus ilustres parientes sino que ha
sabido encarnar asimismo la música.
Y desde su infancia, la música, no se ha
traducido en ella más que en gesto y rit
mo. Danza desde los catorce años. Discí
pulo primero de I.éo Staats, el clásico
maestro de puntas en la Opera, muy pron
to sintió la necesidad de liberarse de las
trabas del justillo de satén y del "tutú”.
A los diecisiete años era ya una tráns
fuga del baile clásico aunque sin deni
grarle en absoluto. Y al siguiente año,
con asombrosa intrepidez, fundó su propia
escuela. Su manifiesto inicial comienza
con la siguiente afirmación que consti
tuye su regla de oro: "Danzad conforme
al ritmo de vuestros corazones.” La es
cuela no se compone más que de una
media docena de muchachas que trabajan
desinteresadamente, animadas de su mis
ma fe. Este cuerpo de baile tuvo que
Rennes, Evreux, Bourges . . . Todas ellas
disfrutan con su venida a París, una o
dos veces al mes, para la preparación de
un recital, compartiendo durante el día
todas las tareas de la escuela y durmien
do durante la noche sobre el duro suelo
del taller. Reanudan así la vida común,
ya sea acunando a Cacou cuando su mamá
está fuera, sea cocinando, sea entregán
dose a trabajos intelectuales. Profun
dizan en historia musical con su amigo
José Bruyer, se perfeccionan en dibujo
con el dibujante Vallony; también can
tan. Georgette W atteau constituye su
ideal de muchacha completa: jovencísima
licenciada en letras, danza, esculpe y es
cribe novelas cortas.
Las demás muchachas se llamait: Mvrtille Romane, Cristian Tisin, Bicole Giselle, Cossete Amo, Denis Ortol, Geor
gette Biry, Yvette Delorée, Simone Rosy,
Audrée Véry, Colette Descartes, Monose
y Gisú Perennes, Dina Carie y Mony
Montoroni. Son ellas quienes representan
los papeles de María, San Juan, María
Magdalena y el Centurión en el Entierro
de Cristo, distribuyéndose los papeles de
la "Lección de Baile” de Mozart, de la
Fuga en sol menor, del Tercer Concertó
de Brandeburgo, de F ra Savonarola, de
Listz y de la Pastoral.
esperar hasta 1937 para presentarse ofi
cialmente dejando de lado las fiestas de
de
beneficencia y las festividades de barrio.
Pierre Aldebert, actual director del Paluis de Chaillot, encargó a la sazón a J a
nine Solane la parte coreográfica del
"Verdadero Misterio de la Pasión’’, re
presentado en la escalinata de Nuestra
Señora de París. El mismo año, bailó en
la Exposición Internacional para el Cen
tro de Artesanos con ballets que perso
nifican cuatro oficios. El "Ballet de los
Alfareros” goza aún de un rotundo éxito
ante el público. Bajo los dedos del al
farero, las danzarinas se animan y abren
convertidas en vasos y ánforas.
Pero Janine Solane, persigue un sueño.
Quiere bailar la música de Bach. Bach
la atrae por su misticismo y Janine Sola
ne busca en la música la inspiración
divina. Primero interpretó su coral del
Entierro de Cristo, inspirándose en el fa
moso retablo de la "Piedad de Avignon”
para su presentación escénica. Luego
se atreve a disponer un ballet conforme
a la Fuga en sol menor: esto constituye"
una revelación para el público y, para
un joven alumno de la Escuela Central,
apasionado de la música (nieto del com
positor Mulhouse), que la toma por espo
sa, con quien tiene una niñita, MarieDominique, la que ya muestra notables
disposiciones para la música.
Desinterés general.
Todas ellas conocen a la perfección la
totalidad del repertorio de los veinticinco
ballets creados por Janine Solane, al par
que dirigen la enseñanza en provincias
de las doscientas cincuenta discípulas que
suman en la hora actual las clases de
danza de su iniciadora.
El reclutamiento de dichas discípulas
es variadísimo: basta con que amen la
danza y manifiesten ciertas dotes para
que queden inscritas. Las alumnas de la
Escuela Normal de Educación Física de
Chatenay-Maldry forman el núcleo más
En justillo de seda violeta.
La Fuga en sol menor de Bach, reve
lación auténtica de Janine .Solane, se
bailó por primera vez en el Palais de
Chaillot, el 6 de abril de 1941. Janine
Solane, cubierta con un justillo de seda
violeta como los de los Kappelmeister
alemanes, en armonía con su azafranada
cabellera, aparece completamente sola
ante los tubos del órgano, resplandeciente
e inmenso a la luz de los focos. A una
señal suya, las bailarinas avanzan hacia
cidad formal, "trajes y decorado” de
acuerdo con el fondo y la forma de la
obra a representar. Sin dinero, en sus
comienzos, Janine Solane tuvo que in
ventar, cortar y coser por si misma sus
trajes y los de sus bailarinas. Más tarde
se aficionó tanto a semejante tipo de
creaciones suplementarias que ha conti
nuado siendo la decoradora y modista de
sus ballets de los que ha dibujado todas
las maquetas: los 150 trajes y accesorios
de la Pastoral son todos ellos obra de
su mano, y ha sido ella, además, quien
se los ha probado a sus compañeras y
discípulos, mientras seis costureras tra
bajaron durante seis meses para ejecu
tarlos mediante una producción de uno
diario. La costurera Madeline Carpentier, admira muchísimo las creaciones de
Janine y no titubea en divulgar por to
das partes que muchas veces se ha inspi
rado para la creación de modelos de sus
colecciones en las creaciones de Janine
para sus ballets.
P ara el decorado se asoció con su her
manastra Fran^oise Bangor: asi fueron
concebidos los Monstruos de la Guerra, de
asombrosa expresión, y los peinados cam
pesinos de la Sinfonía Pastoral. Común
mente, Janine Solane se inspira en los
pintores primitivos italianos, Piero della
Francesca y Donatello, quienes le sumi
nistraron los modelos directos de sus crea
ciones para la Marcha F m ebre y el
Entierro de-Cristo. Su admiración por
Mantegna, quedó expresada en su San
Sebastián asaeteado, en gris y negro.
Una cofradía artística.
Como todos los artistas completos y
todos los fundadores de escuela, Janine
Solane, al par que maestra, es la autén
tica guía de una comunidad: su gente
está compuesta por sus compañeras de
primera hora, monitoras de educación fí
sica y directoras de cursillos recogidas
por la escuela en provincias: Tourcoing,
importante. T rabajan como simples alum
nas, llenas de ambición y amor al arte,
junto a muchachas desocupadas, estu
diantes, taquígrafas, mecanógrafas. To
das las alumnas desempeñan por turno
un puesto en las representaciones que da
en París el auténtico ballet de Janine
Solane.
Tanto las danzarinas profesionales, co
mo las profesoras y alumnas son total
mente desinteresadas. Los ocho meses de
preparación que llevó la Pastoral, re
presentaron ochocientos sesenta ensayos
completamente gratuitos. Unicamente los
pianistas, las costureras y los suministra
dores, cobran. El esposo de Janine So
lane confía, con una sonrisa, en subvenir
los gastos generales con algo que ignora
qué será, pues la recaudación de entra
das de las representaciones del Palais
Chaillot, llenas hasta el colmo, es toda
vía insuficiente v deja un déficit de cerca
de un millón.
Pero las bailarinas, profesoras, profe
sionales y discípulas no tienen cuidado
alguno: su maestra ha nacido bajo el
signo de la audacia y su divisa es
no amilanarse por las dificultades mate
riales.
La empresa de Janine Solane y hasta
su estilo, han encontrado, naturalmente,
detractores. Puede lógicamente pensarse
que lo ambicioso de sus propósitos no
está de acuerdo con la realización, ya que
traducir el inasible misterio de músicas
no pensadas para su representación plás
tica, aunque sea animada por la danza,
constituye una empresa difícil de lograr.
Pero lo que en definitiva importa, para
la historia de la danza y el honor de los
espectáculos de París, es haber i n t e n t a do
semejante prodigio. Y su resultado, gus
te o se le condene, no puede dejarnos
indiferentes. — (í. S.
( Servicio ¡le Agencia France-Presse.)
�
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A name given to the resource
Cabalgata
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1946 - 1948
Rights
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Español
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Title
A name given to the resource
Cabalgata
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An account of the resource
Año 1, no. 5
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
Buenos Aires, 10 diciembre 1946
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A language of the resource
Español
Creator
An entity primarily responsible for making the resource
Duhamel, Georges
Castro, Américo
Malraux, Andre
Corpus Barga
Bastide, Roger
Schmitz, Antonio
Bertrand, Gastón
Sondereguer, Conrado P.
Cowdre, E. V.
Dunsany, Lord
Rinaldini, Julio
Arcos Ruiz, Felipe
Sinclair, George
Queval, Jean
Nicholson, Norman
Pahissa, Jaime
Mora Guarnido, José
González Carbalho
Champenois, Jean
Critti, S.
Villegas López, M.
Tedesco, Jean
-
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35d2ce918767b62ba518099b03b8e811
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Ciñude IMonet.
Muestra de cerámica inglesa.
(Véase página 15.)
Girasoles.
AÑO I ★ N° 4 ★ QUINCENARIO POPULAR * ESPECTACULOS, LITERATURA, NOTICIAS, CIENCIAS, AR I ES * BUENOS AIRES, 19 NOVIEMBRE 1946 * S 0,40
m
Por G UILLERM O DE TORRE
V marea (mejor dicho, pleamar,
/p u e s tiene sólo un movimiento:
el ascendente) de antologías poéticas
— cuyos riesgos y atracciones ya señalé
hace años— no ceja ni declina. Du
rante los últimos meses han aparecido
en España dos copiosas muestras de
esa índole., y también otras dos — más
cernidas— en América.
I Qué explicación racional cabe dar
a tal pululación antológica? ¿Acaso vi
vimos una época colmada de cosechas
maduras que obligue a agavillar con
tanta frecuencia y profusión esos espicilegios ? ¿ Acaso los poetas — que por
regla general tienen al lector de espal
das y apenas son escuchados, salvo
cuando aciertan en un momento par
ticular a expresar sibilinamente lo que
con todas sus palabras es peligroso
decir, según ha acontecido durante los
años de la ocupación nazi en Francia—
no disponen de medios para expresarse
individualmente? Ese fue, entre otros,
el sentido de los cancioneros del si
glo xv. Pero no creo que se hagan
acreedores a pareja gratitud los pre
suntos Baenas, López de Stúñigas y
Resendes del nuestro. Lo incuestiona
ble es que no hay ninguna paridad o
relación entre el despega '.yoe i'. ¿viVÁt-w
suele mostrar por los libros de poesía
— salvo excepciones que confirman la
regla— y la insistencia con que los
colectores nos ofrecen sus conjuntos.
•Entienden, tal vez, que esa indiferen■ia se quiebra cuando los líricos apa
recen agrupados en "cuadrilla” , según
a expresión de Lope de Vega en La
L
(E special para Cabalgata.)
contemporáneos
en
S ' B H
(Especial para C abalgata , Traducción de L. P .)
A
GUILLERMO DE TO R R E
LUIS SANTULLANO
RICARDO E. MOLINARI
ANA M. BERRY
ROMUALDO BRUGHETTI
F. DIEZ DE MEDINA
CARMEN DE ALONSO
EDOUARD HELSEY
LEON MIRLAS
J. BOSCH BOUSQUET
WILLIAM HUGHES
R. A. WEEKS
HARRV TRETHOW AN
DANIEL DEVOTO
GONZALEZ CARBALHO
ESTELA CANTO
RENE MASSAT
MANUEL VILLEGAS LOPEZ
M ujer araucana.
(V éa se págs. 12 y 13 :"A ra u co esp era” ...)
Una página de ciencia, por
JOSE OTERO ESPASANDIN
Una página de m odas, por
FRANCISCO JAUMANDREU
Ajedrez, p or el profesor
FRANCISCO BENKi)
Reportajes gráficos. Crítica de
libros. Crítica de cine. Humor.
Curiosa fotografía de Jean Cocteau.
(Véase página 2 2 .)
lengua castellana,
por César González-Ruano (Gustavo
G.ili, Barcelona, 1946) e H istoria y an
tología de la poesía castellana, por
Federico Carlos Sáinz de Robles (Aguiiar, Madrid, 1946). Las otras dos son:
A ntología de la poesía española con
temporánea, por Juan José Domenchina (Signo, México, 1946) y Poesía
española del siglo x m al xx, tres to
mos, por Joaquín Díez-Canedo y Fran
cisco Giner de los Ríos (Signo, Méxi
co, 1945} Descartemos, por ahora, las
dos últimas, de las cuales la de Domencliina es simplemente una reedición
disminuida, pero agravada, de la que
con el mismo título publicó en 1941 y
atengámonos solamente a las primeras,
robustos productos peninsulares.
Mejor dicho, nuestra atención habrá
de ser absorbida casi íntegramente por
la primera. Pocos libros como éste
ofrecen resquicios tan múltiples, flan
cos tan débiles no ya a las objeciones
y correcciones, sino a las apostillas de
toda índole, en una escala que puede
ir desde la indignación a la broma . ..
En primer término, por la significación
de su autor, que si nada dice a los lec
tores americanos, despierta ciertos re
cuerdos, y no precisamente entusiastas,
en los españoles que hayan conocido la
prensa madrileña de los años penúlti
mos. Soslayándolos pulcramente, no
obstante, lo menos que puede decirse es
que González-Ruano, por sus antece
dentes, su obra propia y sus preferen
K B ü y ? " "
cias parecía ser el menos indicado para acometer una tareacaso represente más y mejor que un mero azar el que la
como la antológica que requiere información vastísima, do
.obra postuma de Paul Valcry, "Mon Faust” , aparezca
cumentación exacta, gusto seguro, inteligencia crítica y otras
precisamente en el momento mismo en que Francia, en
virtudes similares.
trance de celebrar el primer aniversario de la muerte del
En segundo lugar, por la magnitud insospechada, por la
gran poeta, está preguntándose acerca del cuál sea el men
saje que Paul Valéry nos haya legado. Porque "Mon Faust” ,
extensión descomedida que alcanza este libro-ómnibus. Cal
cúlese: 853 páginas en cuarto mayor y 261 autores incluidos,
libro que renueva uno de los temas más famosos de la
en un lapso temporal que va desde la penúltima década del
literatura universal, constituye a la par el balance de una
siglo xtx. con Salvador Rueda, hasta este mismo año de
obra y el de la vida que la llevó a cabo. En su forma de
"comedia”, este libro de designio inacabado (del que su
gracia — mas no poética— 1946
con un adolescente, Bue
naventura Sella, nacido en 1928. La
autor nos dice que no es sino un es
"manga ancha” y el criterio selectivo
bozo) nos aporta la conclusión más
de González-Ruano no pueden ser más
solemne de tantos otros admirables poe
discutibles, al punto de que parecerá
mas y estudios implacablemente con
Colaboran
casi cbvio ponerlos de relieve. En su
ducidos. Y esta conclusión es que nada
en
e
s
t
e
n
ú
m
e
r
o
gigantesco centón, en su prendería li
sirve de nada ni a nada conduce. Ja
teraria, en su baratillo impreso todo
FR A N C IS AM BRIERE
más nihilismo más sosegado ni altivo
(P rem io G oncourt)
llegó a expresarse en una obra huma(Continúa página 2.)
D oroteaf
Si la poesía, a falta de otras virtu
des más perdurables, es invariablemen
te esencia, la suma de esencialidades
que debieran atesorar los florilegios
auténticos, sería motivo suficiente para
justificarlos. Pero la realidad es que
en estos mosaicos abunda siempre más
la ganga que el oro. Asimismo es in
cuestionable que en ellos los designios
estéticos suelen quedar supeditados a
otros de política literaria. Mas rehuyen
do la consideración abstracta de este
aspecto, dejemos que los recopiladores
sigan en su empeño, a reserva, claro
es, de descubrirles sus juegos. Lo úni
co que en último extremo les reprocha
ríamos es su conformismo, su falta de
•imaginación al espigar todos el mismo
campo y no aventurarse a otros, ofre
ciéndonos distintos cortes anatómicos
del cuerpo literario; al no resolverse,
cuando menos, a ampliar los términos
usualeá* de lo poético, restituyéndonos
su significado plumario, y haciendo
entrar en sus bazares cuanto es crea
ción, todo lo que es literatura inventiva.
Las colectáneas al principio aludidas
tienen como títulos y autores los si
guientes: Antología de poetas españoles
„ a s • " «
na, a lo largo de las páginas esplen
dentes en las que cada frase nos es
portadora del pensamiento más des
prendido y la cultura más exquisita.
Ya defina y juzgue la Poesía, la
Historia, la Filosofía, las Ciencias; o
ya escriba, parodiando la frase de
Pascal, y ante una. biblioteca enciclo
pédica: "El silencio eterno de estos
volúmenes innumerables me aterra”, el
que desde su juventud se irguió como
campeón del Conocimiento, nos confie
sa ahora, y desde más allá de la ¿tim
ba, la vanidad de su ambición y nos
confía asimismo la oonfesión de su
fracaso. ¿Pero es el fracaso mismo lo
que le importa? Valéry hace pronun
ciar a su Fausto las palabras del des
encanto, y no hay duda de que las
hace suyas: "Harto veo que todos los
empeños son vanos, y que las derrotas
no son en último término ni menos in
diferentes ni menos ilustres que las
victorias”. Para Valéry todo hombre
es ¡a imagen de su héroe, "alma ebria
de la nada en las riberas de la nada”.
Jamás el arte de Valéry se había
engalanado de más prestigio para ha
cernos escuchar esta sentencia deses
perada. Los versos del Solitaire, la
"comedia de magia dramática” con que
concluye el volumen, son un prodigio,
de una musicalidad tan feliz y de una
tal maestría técnica que evocan e igua
lan los más consumados aciertos de
ios poetas clásicos, un Racine, un La‘ fontaine. Lí. misma prosa del "Fausto”
está colmada di esas cadencias regu
lares que Habíanlo» verbos "blancos”.
Esta vez, los censores de Y t
acertarían a reprocharle obscuridad
guna, como de ordinario lo hacían,
porque Valéry emplea aquí él lenguaje ^1
más claro, y nada más fácil de seguir,
en su ritmo magistral, que esta bri
llante demostración de la inanidad de
todo. La última lección de Valéry, y
en la que se compendian todas las
otras, aboea a una negación absoluta.
Se nos ofrece como el testamento de
finitivo de un arte y de una escuela
(toda una parte de la poesía y del
pensamiento franceses a raíz de Mallarmé) a la par que como el testamento
de un gran espíritu, y por lo mismo
reviste una significación excepcional.
Pero, precisamente por eso mismo,
constituiría un grave error el de ir a
creer que en tal testamento halla ex
presión la Francia de hoy día; en ri
gor no hace otra cosa que traducir las
disp siciones interiores de un sector de
la Francia de ayer. El pesimismo to
tal de Paul Valéry es el de un mundo
que acaba de desaparecer. Cuando un
Albert Camus se inclina sobre el ni
hilismo contemporáneo, es para inten
tar sobrepujarlo, y la colección por él
fundada para trazar su inventario y
encontrarle remedio, se titula Espoir.
Nada acertaría a denotar mejor la fun
damental diferencia de actitud que en
Francia separa a las generaciones an
tiguas de las nuevas generaciones.
. Por lo demás, Valéry mismo ha de
nunciado, con su prodigiosa lucidez, su
propio mal y el de los suyos. Cuando,
en la comedia, el Discípulo viene a
solicitar consejo cerca de Fausto, éste
le dice: "Ten cuidado con el Amor”.
Al fin del Solitaire, las hadas desco
razonadas proclaman dirigiéndose a
Fausto: "Tú no sabes más que negar” .
En verdad, si la obra de Paul Valé
ry es incomparable fuente de belleza,
y como tal ha de persistir, lo cierto
es que no valdría para inspirar los
tiempos que ahora se abren. El mun
do hacia el que marchamos, por sobre
y más allá de los escombros de la in
teligencia pura, siente vr, aunque con
fusamente, que nada grande y durable
podrá erigirse sino por obra del Amor.
(1 ) Francis Ambriére cuvo libro Les gran
des tacanees, obtuvo este mismo año el “ Premio
Goncourt” , que le fue adjudicado por unánime
votación, es uno de los más descollantes entre
los críticos literarios actuales de Francia.
Antes de la guerra formaba parte del Cuerpo
de Redacción de la prestigiosa revista Mercare
de Franee, a la que fue introducido por Georges
Duhamel.
En la actualidad es colaborador re
gular de Les Wouvelfes l.ittéraires y diversas
revistas de tipo literario. Ccn este articulo inicia
la serie de criticas literarias que escribirá bajo
el título genérico de “ El Libro del M es” .
Ann Doran. Se Ja considera una excelente representante de la "glam ourización” efi
ciente de la nueva generación yanqui. Paramount la presenta en "E l extraño am or de
Martha Ivers” , con Bárbara Stanwyck.
IM PORTANTE
A partir de este número, C a b a l g a t a
saldrá quincenalmente como siempre, pero
por razones de distribución se pondrá a
la venta el segundo y cuarto martes de
cada mes.
�LETRAS
cab algata 0
tiene cabida. Hay poetas, desde luego,
pero éstos resultan casi invisibles.antp la
balumba de pseudopoetas, académicos ine
fables, rimadores ocasionales, casticistas
fáciles, figurones, sombras olvidadas, ham
pones, cu rsis... y toda la fauna. Acoge
con minucia digna de mejor empresa
hasta al último rimador provinciano, has
ta al más oscuro periodista que alguna
vez utilizó las "silabas centadas” . No en
vano — hay simples alusiones que traicio
nan— en la segunda página de su prólogo
González-Ruano califica como la "mejor
antología , aunque todavía le parezca in
suficiente, aquella que hasta ahora se lle
vaba la palma de lo caótico: cierto ama
sijo, Las mil m ejores poesías de la lengua
castellana, perpetrado hace algunos años
por el editor Bergua, de Madrid.
González-Ruano no vacila en invertir la
norma correcta en cualquier género — par
ticularmente en poesía, donde todo lo que
no es excelente resulta rigurosamente superfluo— anteponiendo a cierraojos 1ít
cantidad a la calidad. Pero explicar en
función de tan siugular criterio el sentido
último de este Parnaso equivaldría casi
a extraer patente de nefelibata. N o; des
cendiendo a terrenos precisos, la inter
pretación real que cabe y debe darse a
la antología de González-Ruano es algo
más sutil e intencionada. Este libro pre
tende constituir una réplica absoluta, un
mentís definitivo a otras antologías pre
cedentes, y, de modo muy particular, a
aquella que abrió la marcha hace unos
lustros, y fué tan combativa por su par
cialidad estética y su exigüidad numé
rica, cuando su verdadero pecado no era
ése, sino — como otros señalaron— el de
la hipocresía sectaria, a tono por lo de
más con el jesuitismo del autor. Recuér
dese, en efecto, que aquella antología — la
de Gerardo de Diego, según ya habrá
intuido el avisado lector— , en su primera
edición de 1932, comprendía 17 nombres.
Si nos hubiera sido ofrecida — lo dijeron
con objetividad quienes no tenían por qué
asociarse a ninguna política, ni a su favor
ni en contra— honradamente como una
antología fraccionaria de un momento,
de una escuela, ya que tenía méritos para
presentarse así, ninguna objeción habría
sido válida. Lo vituperable para muchos
— al menos los que importan, los más
ecuánimes e independientes— estaba en
que pretendía disfrazarse como una anto
logía de carácter histórico, desde el mo
mento en que junto a algunas figuras de
las — entonces— últimas promociones in
cluía también ciertas precursoras como
Rubén Darío, Unamuno, Machado, Jim é
nez, escamoteando, sin embargo, otras
personalidades y tendencias que, de acuer
do con ese presunto carácter historicista,
no era lógico omitir. La segunda edición
del mismo libro, aparecida en 1934, am
pliaba el número de poetas a 30, pero
sin que la nueva escogitación «aüsficiera
plenamente a nadie, pues rompí*’
p o
sible unidad estética sin Lgrar total: lad
histórica.
No
eco de aquella antología
c .’ : js ,
leí’
fué ancho, clamosuscitando tanto aquiescene imitaciones cándidas como discre
pancias profundas. Muestras de las pri
meras se encuentran en una antología de
José María Souvirón (Santiago de Chile,
1933), en otra de Mathilde Romes, apa
recida en francés (Bruselas, 1934), y
hasta en dos pequeñas selecciones de J.
Gebser y Giacomo Prampolini, publicadas
en 1936, en Alemania e Italia respectiva
mente. Muestra de las últimas, de las ré
plicas adversas, fué la antología de Juan
José Domenchina, mas que en realidad
queriendo contradecirla sólo lo hace teó
ricamente, pues en cuanto a su contenido
no difiere gran cosa. Por caminos inde]tendientes se orientó la m ejor de todas
ellas, la única que no argumenta con fa
lacias ni responde a politiquerías, la de
Federico de Onís, manteniéndose en el
punto medio del rigor selectivo, ya que
en la parte española inclu'a 38 nombres.
Más parca fué la antología d? Laurel
— no sólo española, sino hispanoamericana
com o la anterior— con 13 poetas contem
poráneos. Y como réplica definitiva, repe
timos, surge ahora esta que comentam os;
un poco tardía, se d irá ; en efecto, mas
SUMARIO DEL NUMERO 3
I vAn el terrible , por León
E spanto y esperanza de
nuestro
tiem po ,
por Jules Romains.
A m arilleces de los prados , por Antonio
Espina. L a cultura y las naciones
u n id a s , por
Lorenzo Luzuriaga. E ste
canto de amor , por González Carbalho.
E l poeta S t eph an G eorge, por Werner
B oek. N ueve pintores argentinos , por
Rom ualdo Brughetti. A rte contemporá
neo it a lia n o , por Alberto Girri.
U na
p Ag in a de CIENCIAS, por José Otero Espasandín. C inco desnudos , por Julio C.
Figueroa. L a s fugas del P ríncipe (con
tin u ación ), por G. K . Chesterton. U n a p AGINA DE ARQUITECTURA Y DECORACIÓN.
T res pies al galgo (cu en to), por M a
ría Teresa León. U n dramaturgo de si
tiem po , por León Mirlas. E l teatro en
P a r ís , por M arcel Thibaut. L as gracias
del baile , por Felipe A rcos Ruiz. I m a
gen de J acobo BEN A m i , por
Sergio
Lennard. U n a p Ag ina de m odas , por Jau
man dren. L a s ú l t im a s obras de I gor
S t r a w i n s k y , por A d o lfo Salazar. Crí
t ic a literaria , por González Carbalho.
L ibros s u d am er ican o s , comentados en
los E stados U nido s , por N . Everett. E l
duelo de los dos H a m l e t s , por Edouard
Helsey. C i n e : E stren o s , por Manuel V i
lle g a s López. C ine argentino , por Estela
Canto. E xposiciones de arte . M úsica .
C ró n icas . U n a p Ag in a sobre G reer G ar s o n . H umor . A jedrez . Caricaturas . Co
rrespondencia , de F r an c ia , I nglaterra
y
E stados U nidos , etc.
F rente
DOS NUEVAS ANTOLOGIAS POETICAS
por lo visto hay pleitos literarios que no
prescriben y agravios nunca aplacados.
Si su propósito, si la intención de Gon
zález-Ruano fué — según le han dicho ya
en España los inteligentes y serenos que
allí quedan— ahogar entre la balumba
de los 261 nombres la cincuentena que
como máximo pudiera extraerse, no hay
duda que lo ha conseguido plenamente.
Reconocer esta triste victoria pírrica
no equivale a un elogio ni implica un
sarcasmo, hecho con ánimo alegre. Pues,
sin duda, a González-Ruano le gusta la
poesía; a lo largo de sus cambios ha con
servado por este arte cierta debilidad,
como rescoldo de sus primeros tiempos vi
vidos en los aledaños del ultraísmo; y en
algunos trozos de su prólogo, a la vuelta
de ingenuidades y desplantes, no deja de
apuntar ciertas afirmaciones valederas.
Sus descarríos, por consiguiente, son más
sensibles. Y sus errores de hecho y sus
mezcolanzas, más vituperables. Detallarlos
punto por punto sería tarea demasiado
larga y de una ejemplaridad dudosa.
Señalemos, por el contrario, un rasgo
plausible, que sólo desde fuera de España
podrá serle reconocido; y es el hecho de
que incluya a todos los líricos españoles
actualmente desterrados, inclusive a aque.
los que figuraron en las primeras "listas
negras” y cuya simple mención, no hace
muchos años, era tabú en el "imperio
azul’ ’. Cierto es que en este punto el antólogo se muestra cauteloso, rehuyendo
toda referencia última a los emigrados
y aun a los condenados a muerte civil
— literaria— dentro del propio territorio.
"M urió recientemente” , escribe en la bio
g ra fía de Miguel Hernández, pero sin
atreverse siquiera a insinuar que fué en
una cárcel franquista. Del mismo modo,
sus noticias y muestras de dichos escri
tores son incompletas, deteniéndose todos
los datos en 1936, y esto seguramente no
por falta de curiosidad en un colector
tan ávido de ellos, sino como consecuen
cia de la incomunicación intelectual que
España ha vivido durante estos años últi
mos. Por consiguiente, si respecto a los
poetas allí residentes la antología es ca
bal, y aun exhaustiva con creces, pues
incluye hasta los más balbuceantes veinteañeros, deja fuera a sus coetáneos, los
revelados o afianzados en América, tales,
entre otros, Juan Rejano, Lorenzo Vá
rela, Antonio Aparicio, Francisco Giner
de los Ríos.
Cabalmente un artículo del último de*I
E ste número incluye, impresa aparte,
la L A m in a N* 3, a seis colores , que re
produce el cuadro de D iego V el Azquez
"L a In fa n ta M argarita” .
IMPRESO EN ARCENTINA
poránea. Sin ironía, algo hay intrínseca
mente en este libro que le presta aliciente
y torna distraído el repaso de sus pági
nas: las presentaciones y semblanzas de
autores, exentas de todo valor crítico por
regla general, tienen, no obstante, cierta
fácil gracia anecdótica; con pluma de
periodista desenfadado el antologo evoca
ambientes, traza siluetas extravagantes,
acumula graciosas indiscreciones. En su
ma, bosqueja, a través de muchas sem
blanzas y caricaturas, una "pequeña
historia” de una literatura algo infraliteraria, vista a través del café y de
la anécdota, con toques que a la distancia
o en el recuerdo no dejan de ser amenos
y divertidos. "D ivertido’ : sea éste el epi
tafio más favorable de su antología, ya
que "divertido” es el adjetivo que con
irreprimible y delatora frecuencia usa
González-Ruano y parece constituir para
él la cifra suprema de toda ponderación.
Carácter muy distinto, propósitos más
serios, aunque su realización en la parte
contemporánea también suscite numerosas
objeciones, presenta la antología de Sáinz
de Robles. Cabalmente ahí radican los es
collos: aplicar a la tría del siglo XX el
mismo criterio selectivo con que se cier
nen épocas pasadas. Escollos y sirtes que
el antologo pudo rehuir sin ningún com
promiso en este libro eminentemente his
toricista. Si hubiera terminado práctica
mente su selección con el siglo x ix, dando
solamente cabida a las ocho o diez figu
ras más verdaderamente representativas
del modernismo y de las escuelas poste
riores, y ampliando contrariamente las
muestras de las épocas precedentes, la
antología de Sáinz de Robles cumpliría
enteramente su misión ya que no existe
ninguna otra de órbita tan amplia.
Pues sépase que esta crestomatía co
mienza en el siglo xn con el Poema del
Cid, y que, singularizándose de todas las
demás, no se circunscribe a la poesía lí
rica, sino que acoge también la poesía
épica, la narrativa, la satírica. El volu
minoso conjunto cuenta 216 páginas de
prólogo a dos columnas. Las restantes,
hasta 1718, forman la antología propia
mente dicha. El autor distribuye tan
vasto material en siete partes de I mites
algo rígidos: la época primitiva (si
glos x n al x iv ) ; las manifestaciones poé
ticas del cuatrocientos (siglo x v ) ; el
Renacimiento (siglo x v i ) ; el barroco (si
glo x v i i ) ; el neoclasicismo
x v in ):
LIBROS INFANTILES EN LOS EE. ü ü .
jr a publicación de libros para niños está
I Á aumentando en los Estados Unidos,
al punto de que los libreros, que antes
consideraban ese negocio como muy ries
goso, le dan cada día mayor, importancia
y son pocas las librerías que no se de
dican al mismo.
Estos libros, cuya venta alcanza ya al
25 por ciento de las ventas totales de las
librerías, son muy originales y vistosos,
en colores brillantes y de materiales espe
ciales, adecuados a los chicos de tres o
cuatro años a quienes están destinados.
Algunos de esos libros tienen, por ejem
plo, forma como de acordeón y pueden
ser estirados de modo de formar una
suerte de cartel alar-ado. Otros tienen
form a relacionada con el tema que tra
tan, como "E l tren chu-chu’ , que semeja
una locomotora, o "La gallina y los po
llitos” que se parece a una gorda gallina.
Para que los chicos no los rompan, los
libros son confeccionados en papel grueso,
cartón o telas almidonadas, que se pres
tan muy bien para esta finalidad.
Los libros destinados a los niños de las
escuelas ya tienen forma de tales, pero
también se usan en su confección mate
riales fuertes, para que resistan el mano
seo a que están sometidos. Los libros más
populares entre los chicos de 6 a 12 años
ton los de cuentos tales como los de Au-
CORRESPONDENCIA
a
K liniovsky.
los nombrados, "L a actual poesía espa
ñ o la ’, que apareció en Cuadernos Ameri
canos de México (número 4 de 1942) le
hubiera sido de gran utilidad. Allí se re
gistraban hasta entonces — hoy se han
doblado— más de dos centenares de publi
caciones pertenecientes a los cuarenta
poetas españoles en el destierro. De ellos,
por otra parte, ni la antología de J. R i
cardo Morales, publicada en Chile con tal
título, Poetas en el destierro, ni la más
reciente de J. Diez-Cañedo y F. Giner de
los Ríos ofrecen representación cabal.
Pero aquel artículo y tantos otros testi
monios sueltos que pudiéramos recomen
darle le evidenciarían de modo conclu
yente qué parte tan considerable de la
"inteligencia” española, sin contar los
cultivadores aun más numerosos de otros
géneros, está fuera de sus fronteras.
Entre los líricos de pareja edad, y con
referencia al reducido número de los que
allí quedaron, la antología incriminada,
a pesar de su increíble generosidad, no
resulta muy rica en revelaciones. Los nom
bres de Vicente Aleixandre, Dámaso
Alonso, Luis Felipe Vivaneo, Luis R o
sales, Juan y Leopoldo Panero, José An
tonio Muñoz Rojas, Germán Bleiberg
— este último, se'gún nuestras noticias,
todavía prisionero— ya eran conocidos y
valorados antes de la catástrofe. Los
nuevos valores que el falangismo intentó
imponer, usando de todos sus medios coer
citivos, durante algún tiempo — el clasicoide Dionisio Ridruejo, el preciosista
Adriano del Valle— no parecen tener
base muy firme. Los demás, muy nume
rosos, permanecen apegados a ciertas for
mas convencionales de clasicismo — esto
es, academismo— levantando en frío
maniposterías de consonantes ("poetas de
Rivadeneyra” se les ha llamado). Sola
mente desdeñan este espejismo de fácil
retorno y se asoman a horizontes más
libres algunos otros como José Luis Cano,
Alvaro Cunqueiro, J. E. Cirlot, sin que
falten las mimesis superrealistas de J. V.
Manuel, presididas, desde luego, a dis
tancia por la rica fantasía de Aleixandre.
¿Qué cabe salvar de este catálogo poé
tico? ¿Su buen papel, su nítida tipogra
fía, la bella tela rosada de su excelente
encuadernación? Pero estos son méritos y
alardes de don Gustavo Gili, bondadoso
editor, hombre de gusto, gran bibliófilo’,
a quien es de lamentar no acompañara
mejor tino una de las pocas veces en que
se aventuró a publicar literatura contem
F R A N C I A
La temporada de exposiciones de arte
ha comenzado va, y con tal ímpetu que
es imposible acudir a todas ellas. Ha
abierto la marcha, por orden y por im
portancia, el Salón de Otoño. Han segui
do la de los Independientes, las de lo u r geron, Ficabia, Michel K atzaroff, Chastel,
Ferrero y otros.
***E1 Salón de Otoño no sirve más que
para confirm ar de nuevo la decadencia
general de este tipo de exposiciones, tan
a la moda a principios de siglo. El Salón
de Otoño de 1944-45 pareció indicar un
renacimiento de estos certámenes o fic ia
les, sobre todo porque Picasso se decidió
a presentar un buen grupo de sus me
jores obras y porque otros maestros si
guieron también su ejemplo. Pero fué
sólo, en realidad, una manifestación po
lítica de los artistas, que se identificaban
así con la liberación de su país.
El actual Salón ofrece una mediocridad
casi general. Sólo algunas obras de Maillol y Bonnard dan interés a sus salas.
M aíllo’., en esta ocasión, ha vuelto a ocu
par el primer puesto en los comentarios
de los críticos de arte. Con su muerte,
que muchos siguen considerando todavía
misteriosa, perdió Francia uno de sus
más grandes artistas.
***Con algunos dibujos y acuarelas, la
Exposición actual de Fourgeron reúne
veintiséis óleos, que representan sobre
todo composiciones y naturalezas muertas.
***En "L es Nouvelles L ittéraires’ el gran
hispanista francés Francis de Miomandre
dedica un artículo a comentar el libro de
Octavio González Roura, "E l Rin, fron
tera de Francia” . Después de copiar un
párrafo de dicha obra, Miomandre hace
derson o Grimm, los relatos como "Las
noches de Arabia” o "Robin Hood ’ o sen
cillos libros científicos, biografías o, para
las chicas, guías elementales de cocina.
el comentario siguiente: "E ntrego sin
comentario esta opinión a los franceses,
a fin de que sepan con qué ardiente sim
patía los buenos espíritus de America la
tina siguen sus problemas y comprenden
la legitimidad de sus reivindicaciones.”
***Con gran sorpresa y satisfacción por
parte de los amigos y admiradores de
Bimbaud, algunos periódicos habían pu
blicado la noticia de que en Etiopía se
habían descubierto 42.000 versos inéditos
del gran poeta francés amigo de Verlaine. Se llegó a afirmar incluso que di
chos versos estaban ya en poder de Jean
Paulhan, antiguo director de la "Nouvelle
Revue Franqaise” y actual orientador li
terario de la editorial Gallimard. Este ha
desmentido terminantemente la noticia, y
mucho más que él se dispusiera a editar
en breve unos versos que no existen.
ESTADOS
UNIDOS
***Agatha Christie acaba de pasar dos
inviernos en Siria con su esposo el ar
queólogo Max Malloivan del British Museum. El resultado de esta excursión ha
sido su libro "Come, tell me hoiv you
live” ("V en, dime cómo vives’ ).
En sus páginas se pone en evidencia el
conocimiento de primera mano que la
autora tiene del Cercano Oriente.
Mientras cuenta sus aventuras, Agatha
Christie refiere muchas cosas interesantes
de Siria, de la arqueología y del culto de
los yezidis y de su adoración ]<br Sata
nás, a quien según ellos Dios ha puesto
a cargo del mundo.
'•'D esde los días de la colonia los artis
tas negros han practicado la profesión de
la pintura. Uno de ellos, Joshua Johnson,
esclavo de Baltimore, hizo a principios
del siglo x ix retratos tan maravillosos
que fueron atribuidos a famosos artistas
contemporáneos . . . blancos, de Estados
Unidos.
Además, las casas de publicidad han con
tratado especialistas en literatura infan
til que las proveen constantemente de
novedades.
Los dibujantes y pintores especializados
también tienen su intervención y de tal
modo se han hecho sencillos y hermosos
libros con pasajes de la Biblia y trozos
de la mitología griega. Uno de los artis
tas que más se destacan es Lois Lenski,
que este año ganó un premio por sus
ilustraciones de "La niña Frutilla’ .
Por su parte, los libros cómicos, llenos
de historietas, tienen gran éxito entre los
chicos . . . y entre los grandes, pues se ha
comprobado que estos últimos son también
excelentes clientes.
Para este otoño se anuncia la aparición
de 500 nuevos libros para niños o reim
presiones de los libros ya conocidos. Entre
los últimos, "Tom Sawyer” y "Hucklesberry Finn” , de Mark Twain, son de ven.
ta eterna. Durante el pasado invierno, el
libro infantil más vendido, el "best seller” , como dicen acá, fué "Stuart Little” ,
que se refiere a las maravillosas aven
turas de un ratón, tan bien narradas que
los padres de los chicos a quienes estaba
destinado resultaron igualmente entusias
tas lectores suyos.
Washington, octubre de 1946.
Es notable que durante mucho tiempo
los artistas negros no pintaran temas "ne
gros”. Se dijo que era una forma de esca
par de su problema y de provocar, con
otros temas, el interés de la gente.
Pero, sin embargo, fué después de 1920,
en que los artistas negros comenzaron a
pintar y a escribir sobre sí mismos, cuan
do sus obras ganaron en vigor y solidez.
Se acaban de realizar exposiciones de
arte negro en el Albany Institute o f History and Art, en el Brooklin Museum y en
el Rhode Island School o f Design.
Los nombres de los artistas negros sig
nifican hoy "algo” en los Estados Unidos.
Son, en general, jóvenes pero han ganado
ya fama. He aquí los nombres, profesio
nes y edades de algunos de ellos:
Marión Perkins, eseultora, 38 años;
Riclimond Barthe, escultor, 45 años; Eloise Bishop, eseultora, 25 años; William
T. Artis, eseultora y ceramista, 32 años;
Eldzier Cortor, pintor, 30 años; William
H. Johnson, pintor, 45 años; John Wilson, pintor, 24 años; Palmer Hayden,
pintor, 56 años.
el romanticismo (siglo XIX) y el moder
nismo (siglo x x ). Pero acontece que la
extensión otorgada en cada una de estas
grandes divisiones a los poetas de las
respectivas épocas, no guarda proporción
con su importancia histórica. La desar
monía queda patente con este simple
dato: se otorgan 653 páginas al siglo ac- <
tual, mientras que épocas de plenitud, ya
consolidadas, como el siglo XVI y el XVII
figuran respectivamente con 130 v 90
páginas, cuando Ja proporción debiera
haber sido justamente la contraria, dado
ti criterio historicista y, repetimos, aun
didáctico del libro. Ello sin contar la
desnivelación antijerárquica que supone
incluir, por ejemplo, dieciséis poesías eom.
pletas de un rimador actual tan discutible
como José María Pemán, y, contraria
mente, en la parte primitiva, dar sólo
brevísimos trozos de reliquias como el
Poema de Fernán González. . .
Por otra parte, las clasificaciones ce
rradas, los cortes seculares de la poesía
española que ofrece este libro presentan
gravísimos inconvenientes y pueden ori
ginar lamentables confusiones, desde el
momento en que hay numerosos autores
y obras a caballo entre dos siglos o épo
cas, los cuales en rigor no pueden ser
adscritos unilateralmente a una sola de
ellas. Más cauto y avisado fué Dámaso
Alonso cuando, advirtiendo el riesgo, *a
en el primer párrafo de su gran antología
Poesía de la edad media y poesía de Upo
tradicional advcrt'a, a propósito de la
Edad Media y del Renacimiento, que "dos
épocas literarias no están nunca separadas
por una frontera neta, sino por una zona
de compenetración’ ; y si esto pasa en
épocas pretéritas, lo mismo, o más acusa
damente, acontece después. ¿Cómo, pues
de esta suerte, no ha de extrañarnos que
Sáinz de Robles incluya, por ejemplo, a
Federico Balart entre los románticos, y a
Amos de Escalante y a Rodríguez Marín
— ninguno de estos últimos, por otra parte, imprescindible en una antología poé
tica— entre los modernistas? El roman
ticismo acontece en el primer tercio del
siglo x ix, tiene un reflorecimiento parcial
hacia 1870, pero no es todo el siglo xix.
Parejo e injusto monopolio de nomencla
tura otorga al modernismo, movimiento de
órbita temporal muy restrictiva — ya que
en rigor termina en 1905— , aplicándolo
como rótulo genérico a toda la poesía de
fines del siglo x ix y haciéndolo llegar a
la de nuestros días. Pero no hay por qué
insistir en señalar la hipertrofia de lo
contemporáneo, nada cernido, presentado
en bruto, que daña esta antología, obra
que por su atuendo crítico, por la serie
de 1-’ ; ’ -apitale? a que aparece incor
porada (la colección 'Oirás eternas” de
Aguilar donde se incluye a Cervantes,
Shakespeare, Dostoiewski y otros grandes
autores, completos), muy bien pudiera
haberlo soslayado, evitando así incurrir
en promiscuidades semejantes a la de
González-Ruano.
Pese a esta homologación parcial, de
ploraríamos que se confundieran ambas
antologías. La de Federico Carlos Sáinz
de Robles se salvaría aunque sólo contara
con el estudio preliminar. Este es un no
tabilísimo esfuerzo de síntesis, un alarde
de clarificación, ya que divulgación no
es la palabra exacta cuando, como en el
presente caso, se logra reducir a unidad,
a lectura clara, aguda y coherente cente
nares de datos dispersos y de juicios
críticos. Las presentaciones de épocas y
tendencias, las caracterizaciones de personalidades que este prólogo brinda al lector
genera] son diáfanas y certeras, atinando
en cada caso el autor a respaldarlas con
los frutos de investigaciones y los juicios
de especialistas más calificados. En oca
siones, Sáinz de Robles va más lejos y
no vacila en romper convencionalismos,
discurriendo por su cuenta con arrojo y
felicida d; así en las páginas críticas que
dedica a presentar el siglo XVII y las
características del barroco en poesía, lle
nas de comprensión y agudeza. Pero de- •
bcrá irse más allá. El barroco en litera
tura — pues hasta ahora casi todos los
estudios e interpretaciones sobre tal estilo
apenas rebasaron el dominio de las artes
plásticas— está pidiendo todavía una
valerosa reivindicación.
ca b a lg ata
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Redacción. Dirección. Administración, Publicidad,
I N D E P E N D E N C I A 360. B U E N O S AIR ES
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Precio del ejemplar: $ 0,40 m./arg.
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Extranjero: U n año . .
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C apital: S i l v a n o M a c h i . Independencia 2877
Interior y exterior: D i s t r i b u i d o r a T r i u n f o S.R -b.
Rosario 201
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FRANQUEO
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PAGADO
C o n c e s ió n N° 3799
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________ •
TARIFA
REDUCIDA
C o n c e s ió n N° 3205
CHILE
El profesor y crítico de arte Antonio
R. Romera pronunció en el Salón de H o
nor de la Universidad de Chile un ciclo
de conferencias ba jo el título de "Goya
y su influjo en la pintura moderna” , con
los siguientes temas: Significación del
centenario. — Goya y su tiempo. — Su
vida. — Enlace con la tradición. — Goya,
hombre-puente. — Los "cartones". — El ro
cocó. — El luminismo. — Goya, pintor ba
rroco. — El humorista. — Las "pinturas
negras” . — El expresionismo. — Seguidores
de G oya: Lucas, Alenza. — Otras ten
dencias. — Su in flu jo posterior en la pin
tura francesa. — Otros pintores españo
les: Rosales, Madrazo, Fortuny. — Liqui
dación del siglo x ix -----La * vuelta al
"iberismo” con Zuloaga y Solana.
BOLETIN DE SUSCRIPCION
E l señor
.............
(E N
LE T R A D E IM P R E N T A )
Dirección
se suscribe a C A B A L G A T A por el
período de un año* seis meses y al c/crio
acompaña el importe de $ 8.20, $ 4.30,
Dólares 3.50 U. S. A. en cheque, bono
postal a su orden.
♦ Tachar la condición que no se utilice.
©
cc* ooba
xa*
�cab algata
LETR AS
U A L Q U IE R
C tiempo
pa
s a d o no f u é
siempre m ejor;
pero suele parecerlo cuando
se le mira des
de la lejanía de
lo s añ os, qu e
van h a c ia su
término.
Aquella V e
tusta de "C la
rín” , capital asturiana, tenía su carácter
en las postrimerías decimononas. Tam
bién Palacio Valdés, Juan Oehon y
Ramón Perez de Ayala se placieron
recogiéndolo en sus novelas. Y en ese
carácter, un tanto renacentista, ha de
señalarse la participación de la Uni
versidad. "Era Oviedo — escribe Pérez
de Ayala en el prólogo a la reciente
edición argentina de un libro de "Cla
rín”— propia y típicamente una ciudad
universitaria. Y la Universidad un nú
cleo familiar, un hogar del espíritu. En
Oviedo nos conocíamos todos. Profeso
res y alumnos convivíamos no sólo en
aulas y claustros, sino también en las
calles, en las casas, en el casino, en el
teatro, en las fiestas públicas y rego
cijos populares, como acontecía antaño
en la Academia de Platón. "En aquel
fondo de ambiente ciudadano y de cul
tura destacaba la figura diminuta y ner
viosa de Leopoldo Alas, cuyos paliques
y críticas literarias subían el Puerto de
Pajares, una y otra semana, para llegar
hasta las páginas del "Heraldo”, de
"Madrid Cómico” , de los muy leídos
"Lunes del Imparcial” .
La ciudad provinciana, como en los
buenos tiempos de Salamanca, hallába
se compenetrada naturalmente con la
Universidad V acudía, como en romería,
a las lecciones nocturnas y libres de
Altamira, Posada, Buylla, Sela, de
"Clarín” . El maestro había ofrecido
esta vez una lectura de "L ’Aiglon” ,
la obra de Edmundo Rostand recién
estrenada en París, exactamente el 15
de marzo de 1900. Y o no sabré decir
los motivos de esta elección de Leo
poldo Alas para una de las reuniones
de aquella celebrada extensión univer
sitaria. El tema histórico desarrollado
ñor Rostand, incluye pasajes de íntima
mesía, que rezuman sentimentalidad,
y motivos de inflamado patriotismo
muy francés, con grandes perspectivas
de campas ¡qwwrrmv No todos saben
que Leopoldo Alas, hombre de paz
cuando no peleaba con la pluma, ha
llaba recreo en los asuntos bélicos, si
los traía a cuento el diálogo o los acom
pañaba un interés superior a la bru
tal destrucción. Quizás influyeran en
él las conversaciones veraniegas con
su hermano A dolfo, colaborador mili
tar de "E l Liberal” de Madrid y hom
bre también de ingenio. Ese ingenio
manifestábase ocasionalmente ep la
forma de colaboración espontánea y
fraterna; así en el caso de aquel poli
ticastro semiimbécil, elevado a la pre
sidencia o vicepresidencia de la Dipuación Provincial ovetense, cuya irrita
ción ha de sosegar "Clarín” al encon
trárselo en la calle:
— ¿H a visto usted, Leopoldo, el in
sulto que A dolfo me dirige en un pe
riódico de esta mañana? Es inaguan
table y no lo he de consentir. ¡ Me llama
el distinguido tetrápodo” ! ¿Qué le
parece a usted?
— Verdaderam ente... ¡le ha parti
do por la jnitad!
"Clarín” había anunciado, decíamos
antes, una lectura de "L ’Aiglon” ; pero
la obra no llegaba de Madrid a la Li
brería de Martínez, y estábamos ya en
el día señalado. Preguntas y respuestas
iban y venían a medida que las horas
avanzaban, cuando por fin, mediada la
tarde, "Clarín” pudo tener el libro en
sus manos, cortar impaciente las hojas
y elegir los pasajes representativos,
mientras los inseguros espejuelos bai
laban en su nariz y enviaban reflejos
de luz gozosa.
No era Leopoldo Alas un buen lector
al uso. Su voz producíase en un tono
algo destemplado, y su temperamento
excitable dificultaba el ritmo sosegado.
Sin embargo, aquella lectura de " L ’A i
glon” fué maravillosa, sencillamente
porque le hubieran sido aplicables a
Leopoldo Alas las palabras que había
de escribir Antonio Machado largos
años después: "Mairena no es un re
citador de poesías, como no era tam
poco un virtuoso de la lectura. Cuan
do leía versos — o prosa— , no pre
tendía nunca que se dijese: ¡qué bien
lee este hombre!, sin o: ¡ qué bien está
lo que ese hombre lee!, sin importarle
mucho que se añadiese: ¡lástima que
no lea m ejor!” Los versos de Rostand
están bien, archibién para el gusto do
entonces. "Clarín” acertaba a darles
todo su sentido en la versión oral, im
provisada y justa; un sentido........ es
pañol, nada declamatorio, expresivo de
la belleza y significación interiores. Mis
lectores — si tengo alguno— segura
mente recuerdan que el propósito de
Rostand fué cantar, por encima de Jas
pasiones, la historia del Aguilucho, el
hijo de Napoleón, aquel niño in feliz:
Grand D ieu !, c’est West pas une cause
<¡'<e j ’attaque o h que j e défend . . .
Et cari West pus autre citóse
que l’liisloire ¿fuñe pauvre enfant.
R E C U E R D O S
Y
N O S T A L G I A S
UNA LECTURA DE " L ’ AIGLON”
Por LUIS SANTULLANO
(Especial para C abalgata )
A lors, pendant que Neg
[tóate la nuit m a rchad ...
•El pobre niño pretende
rebelarse contra el desti
no fatal, que azuza Mctternieh, frío, implacable:
Pero el Aguilucho es
un niño y necesita sua
vidad a su alrededor. Por
esto, desdeñando el re
trato uniformado v bri
llante de la Sala de Fies
tas, gusta de ver al abue
lo en la sencilla presencia
cotidiana, con la platea
da cabellera, los ojos dul
ces y acogedores, la pul
cra levita de un buen
burgués:
O ui, M etternich, ce fu l,
croit avoir sur mu ríe
[écrit "U ne de Reicltstudt” ;
muís hausse- uu soled le
[pttge diapltane:
le mol "N apoleón ” est
[rf«ns la fd ig ra n e!
Aquí está la entraña
del drama: el querer an
gustiado de un imposible.
Entonces —como ahora :
el caso de España está
presente— los gobernan
tes de los Grandes P o
deres decidían, según su
conveniencia, la suerte de
los pueblos, oprimiendo
muy políticamente o por
la fuerza, su voluntad
profunda. En el caso del
Aguilucho napolconiano,
el niño pregunta, aigo
irritado, si quieren saber
cuál es su nombre legí
timo :
Tu Was l’air que d’ un
[sim ple a'ieul, en verité,
par leqnel on pourrait
[étre g á té ! . . .
C’est cehti qu’an Prater
[la fotile qni s'ecarte
murmure autour de m oi:
[ r'Le p etit Dona pa rte"
La m u ch e d u m b re , el
pueblo, suele saber lo que
dice y decir lo que quie
re, lo que debe ser, fren
te a los árbitros, como
el austríaco Metternich.
Aquellas gentes de la ca
lle manifestaban su deseo
espontáneo de ver volar
al Aguilucho, como antes
volara el Aguila, no por
que el pueblo apetezca
cambiar de amo y de
opresor, sino porque po-
Sara B ern ard.
ne siempre por encima de todo la justicia, y ahora sentía que el
niño infeliz era también una víctima de la voracidad despiadada y
dominadora. Por eso le placía al pueblo llamar cariñosamente
al Aguilucho alicortado: "el pequeño Bonaparte , cuando la rara
ocasión hacía que ¡lasara a su lado.
Rostand nos dice que el príncipe encontraba su recreo mas inte
resante en la hora clandestina, en que la bailarina Fanny Elsslei
acudía a recitarle las páginas gloriosas de su padre:
El m u ch a d h o triste
busca las caricias del
abuelo, que no siempre
alcanza; mas halla com
pensación en el viejo sol
dado Flambeau, héroe
del ayer victorioso, fiel
a! recuerdo del Empera
dor. En la llanura de
Wagram ocurren las es
cenas más emocionantes
de la obra, que Leopoldo
Alas leía con voz ca
liente y emoción comuni
cativa. Sucede allí que
el anciano soldado Flam
beau, bautizado con el
fuego de Marango, viene
a morir al antiguo cam
po de batalla gloriosa,
mientras el Aguilucho, en
exaltado transporte ima
ginativo, le va comuni
cando los recuerdos leja
nos y, con sus palabras
e n c e n d id a s , atrae las
sombras del pasado. En
lo alto de una breve co
lina, los brazos en cruz,
ODA FINAL A UNAS ESTATUAS
Por
RICARDO
E.
MOLINARI
| V / h dioses, cielos, so le d a d ;
a yer d o r m id o ! D e pie y sin regalo
os busco fu era de m í, aban donado.
Seco y sin recom pensa,
v u elv o a co rre r con la cabeza envuelta
p or las nubes. (D istin to y separado,
siento la fr o n d a
m overse con el vien to.
Insom ne, e sp lé n d id o ; en jam bre m antenido,
expu esto y levan tad o para la m u e rte :
vedm e, in fortu n ios, galas, tra íd o eternam ente.)
S í; desde el um bral solo de la tierra
os m iré, estatuas. D esde el mar
tem blaba mi cabeza. N adie supo
de m í ; nadie me v io entrar p o r la noche
en su seno, cansado.
¿ D ó n d e estarán mis otros días, ,
los años con mi voz herm osa, d e s p r e n d id a ;
los instru m en tos y el fra g a n te b rillo
de unas flo r e s ? ¡O h estatuas p u ra s!
E sp a cio y tiem po interm inable,
si no más tierno, desaparecido.
Q uien me esperó no su po de la e s p e r a ;
n i de mi boca y p u d or, para nada.
D esnu do y escon dido,
apreté m iserable
mi corazón. Y vosotras, perpetuas,
— sin sueño y sin can san cio— crecíais duras
en la intem perie.
¡ Días, edad, nubes, qué haréis c o n m ig o !
E l otoñ o v olv ía con su rostro soñado
y con los labios
y las sienes heridos p o r las hojas.
Y estabais dulces y con el vien tre húm edo,
en la alta m adrugada. El m ar sonaba
aún, fu erte, alrededor de m i ca b eza ;
de m is despiertos m iem bros. A h , nadie, me s ig u ió ;
n in gu n o recog ió m i dorm ida corona,
ni buscó entre las lágrim as
la viva fren te arrancada a la vida.
Insaciable, v olv í mi soledad terrible
a vosotra s; el áspero
sueño y la d elgad ísim a arm onía
del a lm a : el polvo estéril, reluciente.
Sólo vosotras veis la noche deseada
p o r la luz y los v ie n to s; las colum nas
desiertas de los hom bres, d on de esperan
la dicha vergonzosa de la e a n ie ;
los m undos y los fru to s a rdidos del recuerdo.
(Especial para C abalgata)
Q uien m e esperó no lo supo, in m ortal,
e n a m o ra d a : dichosa andará
p o r el c ie l o ; sí, d en tro de la vida,
g u a rd a n d o m is m arch itos p en sa m ien tos;
las lenguas de mis penas
e invisibles estíos.
A h oga d as de esp len d or d iv in o os hallan
el d ía, el h orizon te y el deseo.
i Qué m iráis, fu era de la vida, d u lces
o jo s, D ian a p erd id a ?
I Qué m ontes solos fa tig á is callada ;
qué fu en tes tristes
recogen aún, la gracia de tu cu érp o
y sonrientes toca d os?
L os ciervos y las flores, se alim entan de t i ;
com o y o de vosotras, oh m uros m ilagrosos.
¿ Q ué bosques y praderas,
y leja n os con fin es transparentes,
están sin ti, oh D iana, sin el fresco
d e tu fren te golp ead a p o r el c é fir o ?
(Q u ie n me esperó n o supo
qué som bra obscura y rig o r m ela n cólico;
qué niñez, ju v en tu d , ceniza helada,
deslizaría entre las hom bres
y los h orribles días,
desde su seno,
de su acabado corazón p e rd id o .)
Os m iro y vu elvo a vosotras, extrañ o,
con el rostro tocad o p or las flores
de las p la n icie s; con los tibios m iem bros,
húm edos p or los r ío s ;
in cierto, perm anente, d e s c e n d id o ;
devuelta atm ósfera del su e ñ o :
ro cío , cam po feliz,
au rora, nada a rd ie n te ; esencia
de aire y de espacio, sobre la tierra.
¡E sta tu a s, adorable lu z ;
sí, detenidas al olvid o!
A ltas, duras, oliv o frío ,
os verá el tiem po.
(N o ; no me detengáis, recu erd os sosten id os;
sangre y ser pasajeros.
¡L u n a y ju v en tu d m ías, p erecid a s!
Y a o ig o el ru m or del m ar resp lan decien te
llegar a mis oídos,
y siento cóm o m i cabeza d u lce
se extravía en la niebla,
rodeada p or las nubes.)
E statuas, can to delicioso. ¡O h d on es!
cara al cielo, el hijo infeliz del Empe
rador, ofrece su vida en holocausto por
los que rindieron, la suya en la ocasión
memorable:
P ren d s-m oi!, p ren d s-m oi! W a g ra m !, et
[ranzón de jadis,
fils que s 'o ffr e en echange, helas, de
[tant de fils,
au dessus de la bram e effra ya n te ou tu
[bouges,
élcve-m oi tout blanc, W agram , dans
[íes mains rou g es!
Pero había más que Wagram y Marengo en el historial del Emperador,
y ahí están los hombres reaparecidos
en los años últimos de la Europa inun
dada de sangre entre ruinas, también
de la España defensora de sus liberta
des: Austerlitz, Evlau, Eekmühl, EssJing, Smolensk, Soinosierra . . . Un
nombre éste que a los madrileños de
1936 y 1937 ha de traerles lejanos ecos
de temores y de esperanzas entusias
madas . . .
Minado por la tuberculosis, el A gui
lucho está ya muy enfermo, un enfer
mo resignado y obediente, a quien el
doctor alaba porque acepta su dieta
láctea. Pero "el pequeño Bonaparte”
quisiera merecer otras más encumbra
das alabanzas de los hombres:
A h !, c ’est dar tout de mime
d ’étre — lorsqu’on r eta la louange
[suprém e
de l’H istoire, et qu’on fu l une áme
[qu i brulait —
loué par la fa^on dont on pren d bien
[son lait!
Era como una vuelta a la infancia
chiquita, y si el Aguilucho agradece los
fáciles cuidados, su preferencia mimosa
va hacia las viejas canciones de Fran
cia, que le habían arrullado en la cuna
de oro dibujada por Prud'hon: "J1
pleut bergére” "Nous n’irons plus au
bois”. . .
E t chante- "Sur le p ou t d’A v ig n o n . . .
[p o n r me fa ire
endorm ir douccm ent dans l’áme
[ popu laire.
Acierto magnífico del poeta ante el
príncipe, llamado a gobernar muchos
pueblos si la buena estrella hubiera
guiado a su padre hasta el loco final de
Waterloo, al hacer que se duerma para
siempre, dulcemente, escuchando una
canción y,;;;,...; '
Un año después de esta teóír?.ra morir
también Leopoldo Alas, y unos m<
más tarde, tenía yo la ocasión g r ííi»_
ver a Sara Bernard, anciana espiritua
lizada, representar en el teatro Chatelet
de París el delicado personaje del A gui
lucho, ella igualmente en su despedida
del Arte y ya pronto de la vida. Mis
recuerdos de una y otra personifica
ción literaria del triste Aguilucho me
dicen que la de "Clarín”, en el para
ninfo de la Escuela ovetense, no des
mereció en la natural comparación, y
hasta acaso motivó una emoción de ca
lidad superior en algunos pasajes. Pero
sigo preguntándome por qué Leopoldo
Alas prefirió a otras lecturas posibles,
más cercanas a sus gustos y preocupa
ciones de crítico, esta de la figura de
un pobre muchacho que se debate inú
tilmente, alicortado por el destino his
tórico y por la cruel enfermedad. "C la
rín”, también enfermo, vivía ya con el
pensamiento en la muerte. Había per
dido, por aquel tiempo, a su amigo
Juan Ochoa, el malogrado autor de "Un
alma de Dios”, cuyo recuerdo iba a re
fleja r en una presentación de obra
postum a: "En sus últimos años yo fu i
su más constante compañero. Y o enfer
mo aprensivo, él enfermo sin apren
sión, no por ilusionado, sino porque
pensaba poco en sí mismo, nos juntá
bamos casi todas las mañanas de p ri
mavera y de otoño en el Campo de
San Francisco, nuestro querido parque
de Oviedo. Y o parecía el enfermo prin
cipal, porque era el más egoísta. Alma
con alma, hablábamos de Dios, de la
otra vida, los dos espiritualistas, pero
sin hipoteca . . . ” Esta posición religio
sa, que miraba al más allá, armonizá
base en "Clarín” con el goce amable de
la vida y el deseo de que sus bienes
alcanzasen a todos los hombres. Para
lograrlo, era obligado el reino de la
justicia en la tierra, e intolerable el
sometimiento forzado de pueblo alguno
a una voluntad individual y ambiciosa.
Ambición había sido, y muy grande( In
de Napoleón; pero la de Metternich,
árbitro de Europa, aparecía igualmente
odiable, y aun más al ejercitarla él, con
todo poder y astucia, sobre el débil
Aguilucho, aquel pobre niño . . . Leo
poldo Alas acertaba a expresar en la
lectura, de modo admirable, su simpa
tía por el muchacho triste, su repug
nancia para las actitudes frías, duras,
crueles del hábil político austríaco, que
logró acallar, sin demasiada violencia^
las palabras generosas — "libertad” ,
"pueblo”— que un ejército europeo
acogía por vez primera, ingenua y entusiasmadamente, en su vocabulario.
El mundo ha seguido rodando desde
entonces; pero no se han reducido las
ambiciones desmesuradas, ni suavizado
las aristas que hieren y separan a los
hombres.
�UNA
GALERIA
muchos años la pintura se vino aho
gando en las casas particulares por falta de
espacio. Las paredes excesivamente recargadas
de adornos inútiles y sobre las que descansaban
muebles tan inútiles como los adornos, muy elo
giados entonces por sólidos, eran decoradas de
una manera absurda y que ahora, al cabo de
tiempo, nos molesta. Cuando pasó esa época vino
un "modernismo” a sustituir los adornos abiga
rrados y los pesados muebles, pero quedó sin re
solver el problema de los cuadros en la decoración
de las viviendas. Los coleccionistas privados, y
aun las galerías y los museos, estudiaron todas
las posibilidades de presentar los cuadros sin pen
sar que unas paredes lisas y claras y unos gran
des ventanales eran suficientes para que ellos
tuviesen toda aquella vida que el pintor había de
seado para los mismos. Ahora en Montevideo, el
señor Andrés Percivale, fino espíritu de coleccio
nista de arte y de crítico, acaba de edificar una
casa cuyo último piso está exclusivamente dedi
cado a galería. Por las fotografías que publica
mos puede el lector darse cuenta de que ningún
detalle fu e descuidado para que la pintura pueda
verse. Xp i
nada que
ia atención üe .mién cvi'ere
•
— a,' is oL -cs í^pue-U..-. Cuadro* de pi.
contemporáneos penden de esas paredes co-
D
locados con el respeto inteligente del señor Andrés
Percivale. Entre los pintores que están repre
sentados en su colección, se destacan George Grosz,
W illi Nowack, Kleinschmidt, Manuel Colmeiro,
Francis Dodd, Di Cavalcanti, W . N. Johnson,
Batlle Planas, etc., entre los extranjeros; y entre
los uruguayos Pedro Figari, Carlos A. Castella
nos, José Cúneo, Carmelo de Arzadun, Joaquín
Torres García, García Reino, Milo Beretta, Vi
cente Martin, Héctor A. Guerra, etc.
Decoran los ángulos de las tres salas de que
está compuesta la galería particular, una extra
ordinaria escultura gótica del siglo xv que repre
senta a Eva, y esculturas de Bernabé Michelena y
Juan Molcalvi. Su extraordinaria colección de
grabados está representada por Gova, Callot, Carriére, Turner, Pissarro, Rouault, Picasso, Gromaire, A dolfo Pastor, entre muchos otros.
Consiguió, pues, el señor Andrés Percivale, crí
tico, coleccionista y director del Museo del Subte,
en Montevideo, colocar los cuadros y esculturas
de manera que su museo particular, se puede ase
gurar que es en este momento uno de los máinteresantes de Sudamérica. Las ‘ res -alas que
lo constituyen, construidas p ■
<- propósito «a
extraordinaria luz natural, tienen esuelto, ademas,
el problema de la luz artificial, de modo que el
valor de los cuadros no se pueda alterar al pasar
de una luz a la otra. — C. A .
urarte
F o tó g ra fía s d e A rm elU n o.
E N T R E V I S T A CON
SALVADOR DE MADARIAGA
JORGE LUIS BORGES
0 LA SATISFACCION DE UNA BELLA GESTA
Por
C
PRIVADA
ESTELA
cando se haga la historia del "caso
Borges” se le reconocerá, antes que
nada, como "genio de la evasión”
su
predilección por las novelas policiales se
ría tal vez un indicio psicológico de
esto__ y se tendrá en cuenta, por ello,
la infinita tarea que representa para
un cronista entrevistar a Borges. Por lo
pronto, debemos partir de un supuesto:
el talento especialisimo de Borges se ma
nifiesta — en general, porque nada nos
garantiza lo contrario— tratando burlo
namente lo que nos parece más estimable
(probablemente lo que a él mismo le pa
rece lo más estimable) y diciéndonos de
pronto una frase brillante y aguda sobre
aquello que creíamos despreciable. De esta
manera se producen curiosos contrastes y
desorientaciones: a veces tenemos la sen
sación de que Borges quiere darse a co
nocer, que nos indica a lgo; a veces cree
mos que no hay para él nada respetable.
__¿Qué opina sobre la novela argen
tina f __le preguntamos, para iniciar de
un modo tan banal y temerario como
tradicional el interrogatorio.
— Compruebo con placer que los nove
listas argentinos están comprendiendo que
la mera probidad y la mera veracidad
son insuficientes — nos contesta Borges—
v que la invención y la construcción no
son actividades veladas. A la inconexa
"trance de vie” o a las efusiones auto
biográficas de hace algunos años, y aun
de hoy, están sucediendo obras que tienen
en cuenta al lector, y que procuran, con
no siempre frustrado propósito, distraerlo
e interesarlo. Mencionar nombres es in
currir en inevitables omisiones, pero quie
ro destacar, entre otras, "La invención
de Morel” de A dolfo Bioy Casares.
Inmediatamente Borges nos hace una
reseña más o menos completa de las no
velas, premiadas y 'n o premiadas, publi
cadas en los últimos años. Parece, indu
dablemente, satisfecho de la línea últi
mamente seguida por nuestra novelesca
incipiente.
__Quiero, asimismo, volver a llamar la
atención sobre el extraordinario cuento
de un escritor que se ha incorporado a
nuestras letras: "E l hechizado” , de Fran
cisco Ayala, y de las elegantes narraciones
policiales de Manuel Peyrou. Un aconte
cimiento importante para la literatura
argentina sería la publicación en un tomo
de los admirables cuentos fantásticos de
Santiago Dabove, hasta ahora dispersos.
MODERNA
CANTO
A otra pregunta nuestra, que lanzamos
al advertir que Borges está decidido a
hablar sin hacer uso de sus respuestas
desconcertantes, nos dice:
— La época funesta en que estamos no
dejará de influir en la literatura argen
tina, melancólicamente. Los escritores de
vocación servil cultivarán una literatura
puramente formal, con adulaciones a la
religión católica y a la (imaginaria) tra
dición; los más desaprensivos descubrirán
asiduamente el color local y abundarán en
virtuosos gauchos y en irreprochables des
aparrados. Cada partido de cada provin
cia de la República dará su "Don Segun
do Sombra” , debidamente halagado y
edulcorado. También padecerá la litera
tura de los escritores independientes, que
se verán (que nos veremos) obligados a
emitir opiniones justas, pero no asombro
sas, sobre la libertad y la dignidad de
protestar contra las crecientes injusticias
que el inmediato porvenir, digno sin duda
del bochornoso presente, nos deparará.
Jorge Luis B orges.
— ¿Qué opina del existeneialismo?
— ¿Qué es eso? — nos pregunta Borges.
Pasamos un momento embarazoso: nos
otros tampoco sabíamos nada del existencialismo, y habíamos contado con Borges
para enterarnos. Rápidamente nos esca
pamos por la tangente con otra pregunta:
— ¿Qué opina de la literatura francesa
de la resistencia?
— ¿Es que existe esa literatura? — nos
contesta Borges. Evidentemente no quiere
decirnos nada. Estamos tentados de de
cirle que, en algunos sectores, esta litera
tura es casi tan popular como la de las
novelas policiales, pero prudentemente
guardamos silencio y, finalmente, hace
mos la más inocente de las preguntas:
— ¿Qué opina sobre el cine nacional?
— He visto muy pocos films argentinos;
conservo un admirativo, aunque borroso
recuerdo de "Prisioneros de la tierra” ;
también he visto "La guerra gaucha” , y
creo recordar alguna polvorienta y -vana
"batalla, despojada no sólo de todo horror,
sino de todo interés.
” Creo que la cinematografía argentina
debería, hoy por hoy, limitarse a aquellos
temas que ofrecen menos tentaciones pa
trióticas y sensibleras. Le convendría,
creo, evitar los temas vernáculos, que
inevitablemente se prestan a bajas efu
siones y a confusas complacencias. No
sé cómo resultará la filmación de "Un
o es ésta la primera ocasión en que
don Salvador de Madariaga pasa por
estos países del Plata en un fugaz viaje
del que siempre deja la estela de un ciclo
de conferencias improvisadas (improvisa
das en el noble sentido del término, esto
‘es, preparadas sobre la marcha por no
ser ellas el móvil dél viaje y haberle sa
lido al paso la petición de que las dé) ;
acuciarlo como cada vez que llega con
la inevitable persecución periodística del
reportaje, habría sido excesiva crueldad.
Compadezcamos al viajero ilustre que
cae bajo la acción de nuestro o ficio ; de
mos siquiera una vez tregua a la necesidad
dé confesarse con el público, se quiera o
no se quiera hacer, se tenga o no fe en
la confesión. Cuando el autor de Ingleses,
franceses y españoles estrecha nuestra
mano en el encuentro, no puede, aunque
• lo quiera, disimular su inquietud y ese
íntimo cansancio que se traduce en el
pensamiento: "¿ Qué declaraciones tendré
que hacer ahora?”
Pues ninguna. Nada de declaraciones,
don Salvador. Un sencillo saludo y por
esta vez quedará aplazada la confesión
para el respetable público. Y a veremos'
otro día, cuando volvamos a encontrar
nos en el mundo, cosa que tiene que ocu
rrir, no lo dude, como nos ha pasado ya
otras veces, en esta vida que llevamos,
traqueteados y trasladados de un lado
para el otro por el azar, como habas en
el harnero, desde hace muchos años.
Pero una cosa es nuestro honrado y
sincero propósito y otra la inercia de la
costumbre profesional. Cuando se ha ad
quirido el hábito de hacer confesar a la
gente para servir sus confesiones al pú
blico en letras de imprenta, se hace el
reportaje sin querer hacerlo, aun sin
darse cuenta, y al final, siempre se esca
pa, inevitable, en la conversación más
inofensiva, un leve filtro de confesión.
Desde su ventana de Londres, avizora
dora del mundo, Madariaga ha venido
N
Salvador de Madariaga.
piarido ideal” de Oscar Wilde, y de "Madame Bovary” de Flaubert; no es impo
sible que el resultado sea funesto y jus
tifique la irrisión o la compasión de
todos los hombres; a priori, sin embargo,
esos proyectos me parecen simpáticos.
Finalmente, para dar ocasión a Borges
de explayarse sobre uno de sus temas fa
voritos, le preguntamos:
— ¿Qué opina sobre el tango?
El nos corrige:
— ¿ Sobre la música popular ? Opino que
las milongas y los primeros tangos son
admirables, porque expresaban una feli
cidad presente y un coraje presente;
ahora nos complacemos en ellos, pero
nuestra complacencia está contaminada
de nostalgia y de la sensación de lo irre
parablemente perdido, de lo que ya no
se recobrará. La conciencia de una ac-
tual cobardía (copiosamente evidenciada
en la literatura en estos últimos años)
nos lleva a sobrestimar y a extrañar el
antiguo coraje.
Estas últimas palabras nos llevan a
preguntar al gran escritor que supo dar
honda visión de nuestros compadritos:
— ¿Qué opina del coraje?
Borges, olvidando la entrevista, nos
contesta:
— Es lo que más admiro.
— ¿Por qué?
— Porque me parece lo más d ifícil de
conseguir.
Por M O R A GUARNIDO
asistiendo al desenvolvimiento de un fe
nómeno que lo maravilla y cuyas caracte
rísticas más destacadas y vivas, vistas
ya desde ajlí, va a tener ahora, en su
viaje por América, oportunidades fre
cuentísimas de confirmar y conocer en su
esencia. El fenómeno al que nos referimos
está en la dignidad, el sentido que ha
dado a su existencia en los países ameri
canos la inmigración de los españoles re
publicanos. Para Madariaga, esos miles
y miles de españolee a los que un desdi
chado azar ha empujado hacia un pro
longado destierro, se están conduciendo,
sin excepción, en tal forma que el triste
hecho de la emigración empieza a ofrecer
de inmediato la bienhechora contrapartida
inesperada.
— Esa contrapartida la va usted a en
contrar confirmada en cada paso que dé
por el continente americano, señor Mada
riaga.
— Estoy seguro de ello y es una de las
cosas que me va a impresionar mejor de
este viaje y le agrego que cuanto diga
mos usted y yo sobre ello resultará poco.
Y para subrayarlo, puedo sentar esto que
no lo consideraré nunca una exageración:
Mírese el problema desde el plano que se
mire, no existe un antecedente histórico
estimable de tan voluminosa emigración
de valores culturales de un pueblo dis
tribuida por los más variados climas y
territorios, que haya dado un ejemplo tan
perfecto de virtud y capacidad. La hon
radez, el entusiasmo, la solvencia con que
esos inmigrantes, en todos los órdenes, se
han puesto a la tarea, no tienen paralelo
en el ejemplo de los grandes hechos hu
manos. Que entre tantos miles de hombres
no se hayan podido ofrecer cifras osten
sibles de valores negativos y perniciosos,
que ningún español refugiado haya co
rrespondido mal a la hospitalidad del pa>s
en que se refugió, es una gala y un índice
de orgullo y esperanza.
Está don Salvador de Madariaga tan sa
tisfecho de esta comprobación, que podría
hablar interminablemente sobre el tenia.
La emigración española es para él, desde
ahora mismo, una magnífica gesta Pacl‘
fica de incalculables perspectivas en 0
cultural y acaso er. lo p o lític o .. Pero no
toquemos lo político. Con lo cultural c
nemos b a sta n íe...
El automóvil que nos lleva por las t
lies de Buenos Aires, mientras conversa
mos con el incansable viajero e incansa
escritor, llega en este momento a su .< e
tino. Podríamos hablar durante n’ ue
tiempo pobre esta cuestión de la ® ,
de los españoles en América, pero
¡Q
lástim a! — se ha terminado^ nu^ r^ or0
concia de diálogo a
Guarnido.
�'LETRAS
c a b a lg a ta
T os misioneros franceses del siglo xvii
mencionan la filosofía de los chi
nos. Uno de ellos — erudito,* de espíritu
amplio, a su manera— , llega a traducir
una copiosa versión de Confucio, obra
de un secuaz. No obstante, hasta el siglo
x ix
pasa inadvertida la doctrina
de
Lao-Tse (o se la confunde con prácticas
mágicas, ajenas, en absoluto, a las ense
ñanzas del M aestro). Vertidos en una
forma ultrasintética, netamente china,
los conceptos acerca de la Vida, la con
ducta preconizada, propia al discípulo
quietista, más la misma simplicidad de
las imágenes con sus ingenuas compa
raciones, deben haber parecido al via
jero y escaso lector de pasadas centu
rias, peregrinos por demás. Sin embar
go, boy, el individualismo trascendente
del T a o-teh -K in g calza perfectamente
con la vanguardia de un pensar y sen
tir surgidos de las lecciones y miserias
de la guerra.
Estamos saliendo, 6 su
friendo aún, los embates incesantes a
toda actividad humana de los Gobiernos
de Fuerza y de ciertas medidas congé
neres.
Hastiado, el hombre añora paz
e intimidad. Corre ya por el mundo la
voz de "marcha atrás” : es decir, "ade
lante” .
Avanzar significa bienaventu
rada quietud, silencio. Son imprescin
dibles para recoger energías dispersas
y enterarnos de facultades creadoras,
insospechadas. El T a o-teh -K in g señala
a los pocos el cam ino: la senda hacia
adentro.
Sólo en sí mismo, el hombre
hallará el nexo de las cosas: lo que da
realce y sentido a su existencia.
"La
puerta a los misterios . . . , el punto de
-
donde salieron todas las esencias.” (P ri
¿
mer capítulo del Tao.)
H e aquí, en suma, la filosofía del
quietismo de corte chino. Implica inac
tividad y, a la vez, com peten te activi
dad. "Cuando hayas cumplido tu tarea,
retírate.
Tal es el camino del Cielo.”
D ifícil, si no imposible, de comprender.
Sin embargo, a través de las edades,
centenares de chinos la han puesto en
práctica. Moldea su carácter e inspira
Color sobre seda. "C iervos y cam elias rojas en la nieve” . A tribuido
Yüan. Dinastía Ming. Freer Gallery, W ashington.
el arte y la literatura de ese pueblo.
Consta el T ao-teh -K in g de ochenta
y uno cortos versos. El breve y único
texto es cuna de una religión — si así
puede llamársela— de un pueblo que se
distingue por su ausencia de dioses,
avatares y apóstoles de una Verdad re
Tinta sobre papel. "H om bre dom an do un caballo” . Dinastía Yüan ( ? ) . Freer
Gallery, W ashington.
a Chou
L IT E R A T U R A Y
ARTE
O R IE N T A L E S
TA O -TE H -K IN G
corazón de niño” , antes de internarse en
la montaña y desaparecer. Y éste es el
hecho capital: existe el pequeño texto
de unas cinco mil palabras que carac
teriza y define el alma china: un sen
tido místico-filosófico y a la vez realis
Por A N A
M.
ta de la vida y de la naturaleza.
El
velada (el budismo y sus derivados son
T ao-teh -K in g
lia despertado
el
Los
interés del sch olar: lo atestiguan las
chinos se enorgullecen de una historia
diversas traducciones a distintas len
escrita cuyos datos abarcan treinta y
guas.
cinco siglos.
A pesar de ello, única
bre sensible y reflexivo. Ha sido rego
mente en el siglo vi a. de J. C. (v, se
cijo para los pocos, pero el llamado
gún otros investigadores) aparecen Lao-
al espíritu acrecienta.
importaciones de siglos después).
Golpea la imaginación del hom
de
Transcribimos algunas citas, pálido
tendencias dispares que irán marcando
reflejo de ese compendio de hace vein
los distintivas excelsas de la antiquísi
ticinco siglos, cuya sabiduría y buen
ma raza amarilla. Orgullo también de
los chinos; es poseer una tradición oral
tor de nuestros días:
Tse y
Confucio;
contemporáneos
sentido se recomiendan al curioso lec
de varios milenios y que se remonta
"Los que saben no hablan; los que
a! Antecesor Amarillo y a una Edad de
hablan no saben.” "La fuerza de las
Oro en la que los hombres conocieron
palabras se gasta pronto. Mucho mejor
la sabiduría y practicaban la bondad.
es conservar lo que está en el corazón.”
Mas el Emperador como la Edad de
"Medita en las cosas difíciles hasta
Oro, no pasan de ser venerables mitos.
que se vuelvan fáciles. Haz hechos gran
El mismo Lao-Tse es igualmente una
des hasta que parezcan pequeños.”
figura legendaria: tan vagos son los
"Donde están las tropas crecen espi
datos acerca de su existencia. Se deben
nas y abrojos. . . . A las grandes gue
a Tchoang-Tse —original y poético f i
rras suceden años malos.”
lósofo de) siglo iv a. de J. G., dentro
"El pueblo sufre hambre porque los
de la corriente íaoísta— las referencias
que están arriba comen demasiados im
explícitas de las consultas de Confucio
puestos. Por esa sola razón pasan ham
a Lao-Tse, su m ayor; citas que ensal
bre.
zan la sagacidad y el extraordinario
orden porque los que están arriba in
poder del Maestro, en desdoro de las
tervienen.
preocupaciones de escaso vuelo del au
"Y si los hombres piensan que el me
ciona a Lao-Tse como archivero de la
jo r lugar para construir una casa es
biblioteca real del reino de Chou. Es
el suelo; si estiman los pensamientos
critores posteriores lo identifican con
que son profundos; si en la amistad
un tal Lao-Tan, tesorero de ese reino.
aprecian la dulzura, en las palabras la
La leyenda corriente, y lo único im
verdad; en el gobierno, el orden; en
portante, es que Lao-Tse escribió su
los hechos, la eficacia; en las acciones,
libro a pedido del guarda de un paso
adonde vino a parar el "anciano con
Por esa sola razón es tan
difícil mantenerlo en orden.”
tor de las A nalectas. Tchoang-Tse men
en la frontera (no se nombra cuál),
Es difícil mantener al pueblo en
la oportunidad: prefieren estas cosas
Pintura sobre seda.
"L ao Tse m ontado en su b ú fa lo” .
Pintura sobre seda. "H om bre dorm ido en un bote” .
Atribuido a K ung K ’ai. 1280 ( ? ) .
porque no conducen al antagonismo, y
por lo tanto no fracasan.”
�ARTE
c a b a lg a ta ©
E
stamos
en el plano en que conceptos
de lo abstracto y lo concreto respon
den a elementos plásticos y definen un
perfil. Un abanderado del arte construc
tivo, J. Torres García, desde hace dos lus
tros alienta advenimientos constantes:
crear función en el cuadro mediante for
mas geométricas y colores primarios y no
tonos, hacia un equilibrio por oposición;
el tiempo, el espacio, la ley; se excluye
la representación, lo figurativo, la natu
raleza. El cubismo expuso el problema, el
neoplasticismo se ciñó al plano ortogonal,
el constructivismo boga por una "com
prensión profunda y total del universo” :
verdad y no realidad.
Después que las vanguardias hallaron en
la Argentina campo para su expansión
necesaria, el arte viviente creó personali
dades complejas, hoy en estado de madu
rez, pero ningún movimiento nuevo, de or
den estrictamente plástico; aparte el neo
rrealismo y el superrealismo que conta
ron con adalides iniciales en los últimos
años, no teníamos aún proyecciones de lo
que se ha dado en llamar Arte Concreto,
Abstracto y No figurativo, hasta el mo
mento que núcleos de jóvenes establecen
sus ya populares manifestaciones.
Dos grupos actuales de artistas, en el
comienzo formaron uno: Arte Concreto
Invención. Ardén Quin, hacia 1940, y
Rothfuss, que expuso obras en Montevi
deo en 1942, convergen en sus concepcio
nes para establecer la vigencia del "marco
recortado” . Luego, dos revistas: "Artu
ro” e "Invención” , establecen bases teóri
cas, y dos exposiciones, en lo de Pichón
Riviére y Grete Stern. Mas, en instantes
en que el movimiento crece, se produce
una escisión: surgen M adi, con Ardén
Quin, Rothfuss, Kósice, y A rte con
creto I nvención , con Maldonado, Es
pinosa, Lozza, y otros. Se quiere com
prender no sólo las artes plásticas: se
alcanza la poesía, la música, la dan-
Cyula Kósice. Escultura plural.
"concreto” para "la liquidación de lo ilu
sorio” , y se demandan soluciones de tipo
"materialista” , detrás de cuyos anunciados
aparecen Marx, Engels, Lenin. ¡Un mundo 1
Ambos movimientos coinciden en el ya
aludido "cuadro o marco recortado” . En
las presentaciones son indubitables estos
puntos: Madi, marco irregular y de super
ficies curvas, pintura articulada y anecdó
tica. (Nótese: anecdótica, lo cual equi
vale a un tema dado, de pequeños planos,
desarrollado en el mismo cuadro en pla
nos mayores, siempre coloridos.) La es
cultura es igualmente articulada, de mo
vimiento lineal y universal (rotativo). Las
composiciones son dinámicas, de orden "sa
gital” y sometidas a medidas y propor
ciones: la sección áurea, con lo que se
acercan al arte constructivo; empero, se
apartan de lo ortogonal, y el todo tiene
un valor estético y lúdico. Esta pintura
planista ostenta armoniosas combinaciones,
líneas rectas y^ quebradas encierran el co-
Yente.
Rincón de la exposición M adi
,Manuel Espinosa. Pintura.
Eugenia Crenovich (Y ente), no pert«.
nece directamente a” estos movimientos
"coneretistas” , mas su presencia en "Mfi.
11er” , revela el rico proceso interior de
la artista hacia “ concreciones” abstractas:
"Pinturas en relieve” y Esculturas. Por.
mas combinadas y colores armonizados
de excelente disposición artística, cons
truidas aquéllas estáticamente, documen
tan su posición estética.
Frente a estas pinturas articuladas, en
el espacio y en relieve, sometidas a rszones de estilo y de armón.a funcional,
penetramos en una región limpia de resa
bios realistas, hacia el puro lenguaje elemental de un mundo más puro y sencillo,
{Es poco! {E s muchof {E s una actitud polémica cuyas derivaciones pueden traer
fecundas experiencias creativas!
Entiendo que un partir y aplicarse a l0l
rigores formales del arte abstracto ha de
ser la base obligada de toda buena acade
mia del futuro. — B. Brughetti.
Pintura.
UN MUNDO MAS PURO Y SENCILLO
EL ARTE A BSTR ACTO EN LA A R G E N TIN A
Alfredo Hlito. . Pintura.
BERNALDO
nueva exposición de obras que
suman 67 presenta C. B. de Quirós.
Alguna vez apuntamos nuestro juicio so
bre este pintor que pertenece a la crono
logía de las artes plásticas argentinas.
"Su capacidad — escribimos— en la re
presentación de figuras del campo entrerriano y su historia, a nosotros se nos
ofrece ausente de calidad en su colorido
atonante, carente de matices y modulacio
nes, que no inquiere en profundidad,
aquietándose en superficies.. . Empero
— agregábamos— ¡cómo negarle su vigor
de concepción y composición en una pintu
ra de temas mayores — apartado de pe
queñas naturalezas, paisajes menores, es
quemáticas figuras, en cuyo espacio mí
nimo, sin embargo, se expresa con diligen
cia— , a este hombre que posee aparente
na
U
mente una energía kilométrica dentro de
za . . . Todo un modo de ver y de vivir.
Madt irrumpe hoy en "Altamira” y Ar
te Concreto Invención en la "Sociedad
Argentina de Artistas Plásticos” y "A te
neo Popular de la Boca” . Podemos, por
tanto, fijar caracteres esenciales. La acción
que lleva cada grupo teóricamente asume
expresiones de fuerte acento convulsivo:
"Ante la copia e imitación serviles del
realismo de nuevo cuño; ante la evasión
y remedos románticos del expresionismo;
ante el surrealismo mórbido y agonizante
DE Q U IR O S
la ilustración y de la iconografía!
”La pintura de Quirós — concluíamos— ,
con sus detalles artísticamente enclenques,
ha de servir, de indirecto modo, para
asegurar al pintor argentino que de nada
Sirve el pintar telas de gran tamaño,
cuando no se ahonda en el interior de un
alma o de un paisaje, y se deletrea retó
ricamente en el oficio, sin disponer del
instrumento de pintor — constante hacer
y rehacer en base a una estética en que
el temperamento del artista, la represen
tación y la expresión se unen para coro
nar la obra de arte.”
En su actual presentación en “ Witcomb” , predominan las naturalezas muer
tas y los paisajes. Su grandilocuencia
continúa movilizada. Sus crudezas en el
color se repiten. Va a la naturaleza, es
cierto, pero se queda en la decoración f i
de nuestros días; inaugura Madf la Alta
Edad del Arte en toda su esencia y fun
da su mito de invención pura; su orden
y estilo universalista.” Arte Concreto In
vención, afirma: "Nuestras obras tienen
un cometido revolucionario” ; y apuntan
frases como éstas: "La estética científica
reemplazará a la milenaria estética es
peculativa e idealista” , “ Por un arte co
lectivo” , una “ nueva comunión” . Tam
bién: "Rodear al hombre de cosas reales” ,
"técnica alegre” . Existe un plan estético
nisecular o alcanza lo folklórico; difícil
mente obtiene el afinamiento de la mate
ria. Anotamos, empero, excepciones que
reafirman la copiosa capacidad de Qui
rós. El paisaje "Nubarrones sobre el
río” o "Día lluvioso” , y "Pescados y ver
duras” , donde el análisis se intensifica.
Hay en alguna otra tela algún instante
fugaz, pero feliz, que debiera hacer me
ditar a este pintor sobre las posibilida
des artísticas de su oficio, y la necesi
dad de ceñirse a una expresión y a un
estilo de dimensiones estéticas. — B. B.
EXPOSICIONES
*** En la octava exposición individual de
Atilio Angel Fontana, se destacan "El
sueño de la lluvia” y "Canción de prima
vera” . (Müller.)
*** La Exposición de reproducciones en
colores de cuadros célebres "The Twin
Prints” , evidencia el extraordinario valor
cultural que esta muestra implica. Clási
cos y modernos artistas son admirados en
fieles reproducciones. (Peuser.)
lor y ensayan construcciones. Arte Con
creto Invención, permanece fiel a lo está
tico, y las preocupaciones actuales de sus
integrantes son de orden espacial: Co
menzamos por otorgarle más importancia
al espacio penetrante que al cuadro mismo
(Molemberg, Raúl fjozza, Núñez). Y por
este camino — explica Maldonado— llega
mos al descubrimiento máximo de nuestro
movimiento: la separación en el espacio
de los elementos constitutivos del cuadro
sin abandonar su disposición coplanaria.”
Enio lommi. Escultura.
FRANCISCO V E C C H IO L I
V ecchioli es uno de los po
cos artistas platenses que supo ceñirse
a una disciplina moderna. Transcurridos
los años de sus cuadros impresionistas y
postexpresionistas de los primeros contac
tos europeos (Mallorca, París, Italia) as
F
rancisco
ciende paso a paso hacia ordenadas for
mas, de severos volúmenes y de aquietados
colores, para situarse finalmente dentro
de las escuelas que nacen con el cubismo.
Quiero decir con esto, que Vecchioli supo
atenerse a una proporción y a una medi
da, a un rigor y a una mentalidad propias
de las búsquedas contemporáneas.
apreciar una realidad local, un mirar en
el cual el artista parecía detenerse, puesto
que había ■encontrado un camino válido
para su expresión. Pero luego vuelve s
Francia, y nuevos contactos le llevan a
ensayar tajantes inquietudes, le llevan a
la desintegración de los elementos compo
sitivos y a una intensidad coloristica
— pictórica, no óptica— propia de los
tiempos que tienen la edad de nuestro
siglo, en la búsqueda de una nueva estruc
tura. Así pinta Vecchioli en estos últimos
Cuando pinta los paisajes de los alre
dedores de La Plata, de calles suburbanas
y quintas, un sentimiento de reposo y ter
nura encendida por ajustadas valoracio
nes, se proyecta en sus planos construidos
años (y obtiene el primer premio nacio
nal), y en esta etapa, ceñido a lo hidimensional, de honda autocrítica, le sor
prende la muerte, lamentable muerte
que deja trunca la obra de un pintor
tocado por un proceso de madurez que
lo conduciría hacia logradas calida
con denso color.
des. — B. B.
Adelantó un modo de
MONTEVIDEO
C. Bernatdo de Qstirós. Zapallos y frutas.
*** En la sociedad "Amigos del Arte” de
Montevideo se celebra una exposición de
libros antiguos pertenecientes a coleccio
nes del Uruguay. Al lado de algunos ex
traordinarios incunables de inapreciable
valor se exponen numerosos libros de los
siglos xvi, xvii, xviii y x ix, impresos
en distintos países europeos y que cons
tituyen una magnífica colección en la
que se destacan los impresos por Aldo
Manucio, Bodoni e Ibarra. Entre ellos es
tán también expuestos importantes libros
impresos en América en la época de la
colonia. "Amigos del Arte” publicó, con
este motivo, un valioso catálogo impreso
por "La Impresora Uruguaya” y confec
cionado por Emma Braceras, que lleva,
además, dos valiosos prólogos de Daniel
Castellanos y Carlos de Basabe. Este '■atálogo, al que acompañan numerosas ilus
traciones que reproducen portadas de algu
nos de los libros expuestos, aparece cuida
dosamente presentado y da idea, por la
cantidad de los libros catalogados, de la
importancia de la bibliofilia en el Uru
guay. Debe destacarse el cariño con que
las autoridades de "Amigos del Arte” rea
lizan esta exposición, el cual se evidencia
en los detalles de su presentación y pro
paganda.
Francisco Vecchioli.
Paisaje de La Plata.
�Q c ab a lg ata
L. Spilimbergo.
p i l i m b e r g o y V i c t o r i c a establecen aportes funda
mentales para el arte moderno argentino. Con
estos pintores se afirma una conciencia plástica que
asume caracteres pictóricos que los diferencian y los
unen en sus disímiles expresiones: uno es el intimista, el instintivo sensible que acude a rasgos ex
presivos y "fauves” en su invariable juego de masas
y colores.
El otro es un constructor severo y disciplinado en
quien la inteligencia plástica sabe obrar con mano
segura y dominar densos volúmenes y planos que to
nos sobrios valoran y exaltan. Un poeta lírico y un
poeta épico, ambos dándonos una visión que se ordena
en figuras, naturalezas muertas y paisajes, o que
se concentra en calles, jóvenes mujeres y hombres, te
rrazas, motivos simbólicos y representativos de viejos
mitos renovados o de actuales seres de la realidad
-viviente. Es un bregar en los dominios de la sub
conciencia y del instinto para captar imágenes pie- '
tóricas que afirman una presencia cromática y enar
decen la superficie pintada. Es un aferrarse a prin
cipios invariables de estructura y composición para
salvar valores morales y fuerzas detonantes que se
quiebran o apaciguan en el espacio trabajado. Se
trata de corrientes diferentes, de estéticas que tienen
de común la subyugante calidad: he ahí cómo la natui’aleza y la razón se unen en esta doble Exposición
del Salón Peuser.
Etapas superadas con intensidad la de ambos pin
tores. Vemos a V-ictoriea trasladarse desde sifs grises
de la época de París (1914), de tonos monocromos,
aquietados y envueltos en un aire de neblina y mis
terio, hasta alcanzar retratos, desnudos, composicio
nes con flores y frutas, y los paisajes serranos de
Córdoba (1944). De la visión de París a ésta bajo
<fl cielo de nuestra tierra: dos momentos que culminan
en la riqueza cromática que ciñe su pintura. A Spilitnbergo, lo apreciamos a través de quince años de fre
cuentación apasionada de las formas. Sus grandes f i
guras contorneadas por un dibujo y claroscuro que
opera en densidad, vuelven a los ojos para sostener
el noble canto de su bien lograda trabazón de mate
rias y sentimientos. Porque Spilimbergo es un sen
sitivo cuya emoción se ajusta y vigoriza. La corriente
de su "Caín” , "Naturaleza Muerta” o "Kevelaeión” ,
S
RTF
kv J f
r\§
ff
t )
Terraza con figuras.
Oleo.
1932.
SPILIMBERGO Y VICTORICA
Por
ROMUALDO
BRUGHETTI
nos sitúa ante un artista que rescata mundos del
alma en que el mito recobra fuerza formal de acen
tos patéticos. Las "terrazas” afincan elementos de
dominio y nos adelantan a un Spilimbergo que ha sa
bido fundamentar su arte en ol cielo de las luces pri
mitivas y renacentistas que bebió en Italia. Es su
visión, la de un extraño captador de vida permanente,
así como Victoriea es el buscador de la vida que
huye. Victoriea se ha formado en Francia y no en
vano ha colmado su saber de un lenguaje evasivo
pero atrayente. Victoriea es un pintor de espíritu
que semeja realizar sus obras en horas de inspiración
feliz. En un espacio breve, tal la “ Naturaleza”
(Colección José Luis de Ariño), o en el óleo "Cór
doba” y especialmente en "Navidad” , se valora la
maestría del artista que allí actúa plenamente. En
obras de tamaño mayor, Victoriea luce fragmentos
ejecutados con la pasión de un pintor que aboceta con
certeza pero que no concluye. Mas siempre es el cro
matismo de sus tonos que encienden la forma y lo
salvan y liberan de todo pecado mortal para la pin
tura. Spilimbergo, ¡ha concluido acaso con sus for
mas constructivas y expresionistas, ~de claroscuros y
dibujo, de volúmenes y colores sobrios? Lo evidente
es que deja tras de sí su potente modo de resolver,
y en ¡os últimos años, como antes ya había logrado un
clima moral de asombro y expectación para las f i
guras — "Joven” , "M aruja” , "La planchadora” , etc.— ,
siente la necesidad de ir a la realidad del norte ar
gentino o del altiplano boliviano para abrazarse al
drama y a. la tragedia de seres de carne y hueso. Lo
que hubo de imaginativo dentro de la ficción y el
análisis, es ahora síntesis que documenta tonos que
participan de una nueva realidad: la de su tierra.
Victoriea pinta “ La carreta” y pinta “ El Zapato” ,
e iglesias y parques, y ya no es la luz tamizada de
grises de Montmartre y las Tullerías: es la luz clara
y bullente de sus colores actuales que el país le ofrece.
Spilimbergo pinta un paisaje y lo titula:, "La chacra” .
Aquí la síntesis del color es también la síntesis de la
luz de nuestros campos.
En Lino Spilimbergo y M. C. Victoriea, signos tem
porales y espirituales acuden a sus mensajes pictó
ricos. Buen síntoma es haber alcanzado esta madu
rez de vida por el espíritu.
* J -.lM
i r
.
: f fu
cJ M
ÉL>'V
y■ iJSf.
L. Spilimbergo. Caín. Temple. 1931
W. C. Victorica. Desnudo. "Flora” . Oleo. 1940.
Af. C. Victoriea. Navidad. Oleo. 1940.
�____________ LETRAS
c a b a lg a t a ©
ESCU ELA Y C A P IL L A S
Por R O G E R
BASTIDE
a guerra do
1914 vió nacer el Dada,
j el expresionismo, el simultaiicísmo, y
otras escuelas más efímeras. ,'Qué cuadro
nos presenta el París de hoy, desde este
punto de vista .’
Ante todo, hay la escuela. . . ilolorista.
Una palabra nueva para una cosa muy
v ie ja ; ya Musset nos lo había dicho:
"L'hoinme est un apprenti; la doulcur
est son maitre.”
Jean-Paul Sarlre.
(E l hombre es un aprendiz, el dolor
es su maestro.)
Y el Pavnasse reposaba en una concep
ción pesimista de la vida. Pero la guerra
nos enseñó, ciertamente, nuevos modos de
sufrir; el dolorismo está de acuerdo con
una época que ha conocido los campos de
concentración, los fusilamientos de rehe
nes, la subalimentación de las masas, el
asesinato de niños. ¿Saldrá de este clima
de dolor una nueva forma de arte? L ni
camente el porvenir puede decírnoslo.
Eli dolorismo da menos que hablar, sin
embargo, que el Jetrixmo. La nueva escuela
se inició ruidosamente, como corresponde
Por
Otro de los méritos del poema consiste
en que, -para traducirlo, basta con repro
ducir, en las grafías del idioma a que se
vierta, el sonido que esas sílabas tienen
en francés, lie aquí la versión:
Li si li si
C'radul isolavó tus (la "u” se pronuncia
como una i muy ce
rrada)
Na
Na
.Sisná.
Lo malo es que tal vez resulte tan in
inteligible en un idioma como en otro.
Pero no bromeemos: sin duda hay en el
letrismo una idea exagerada de la alite
ración, de la potencia musical de ciertos
sonidos, de ciertas combinaciones de le
t r a s ... pero la literatura no es música,
y no deben confundirse las artes.
La única escuela verdaderamente seria
es el existencialismo. Se le ha podido re
prochar el conceder demasiado lugar a los
profesores de filosofía. ; Pero qué hacer
tratándose, como se trata, de un movi
miento que quiere maridar la novela con
la metafísica f También se le reprocha el
no ser sino una variante contemporánea
de la literatura de tesis, de tan triste me
moria. Es probablemente exacta la acusa
ción, en cuanto se refiere a los epígonos,
pero no con respecto a los jefes. Que una
metáfica liinelip una novela o una obra
de teatro no es un mal en sí mismo. Al
contrario. Hay una filosofía en Proust
y una teología en Mauriae, para refe.
rirse únicamente a esos dos hombres.
Los cargos más justos que se pueden for
mular contra el existencialismo no vienen
del lado de la estética. Sarte y Simone
de Beauvoir han pasado ya por las prue
bas necesarias. Donde se hallaran más mo
tivos de reproche, es en el aspecto moral;
así lo comprendieron, con razón, los mar*
xistas y los católicos, sus adversarios de
derecha y de izquierda. Pero la moral nos
ha hecho salir del terreno del arte. Jules
Romains, antes de la guerra, nos mostró
que se pueden hacer obras de arte con
una concepción falsa de la sociedad, el
a m i r i ” o descansadero— dice la tradición kolla— es la
L l morada de los antepasados.
Elegid cualquier accidente del paisaje: la prominencia de
la montaña, una cueva, esa colina ondulante, árboles solita
rios, el lago inmóvil, una pirca de piedras.
Son "samiris” .
Hombres y animales, en sus correrías por
el altiplano, buscan un lugar de reposo, el
asilo bienhechor que repare las energías per
didas y dé nuevo acicate a la jornada. "Samiri” es e¡ fuerte ligamen del suelo con su
poblador, el don que "Pachamama” — la Tie
rra Madre— concede munífica a sus criaturas.
Todo paraje, todo accidente natural, irradian
una fuerza misteriosa (pie envuelve al viajero,
cuando el viajero, como el poeta antiguo, bus
ca y absorbe los efluvios del paisaje. El
indio acude a su "samiri” en son de protec
ción ; quiere fortalecer el cuerpo y elevar el ánimo antes de
reanudar su marcha. Entonces el ancestro lo reanima con
su viejo poder vitalizante, repara las fuerzas desgastadas,
templa el espíritu medroso y lo arroja otra vez al mundo
m k
M onolito de Andesita.
plan -general de acción de esta
sección de la UN, tiene como fun
damento establecer por todos los medios
posibles un entendimiento internacional
en cuestiones educacionales, científicas
y culturales. Esta organización tratará
de recomendar la eoncertación de acuer
dos que promuevan la libre transmisión
de las ideas y de los conocimientos más
allá de los límites nacionales; la pro
moción del intercambio internacional en
los campos de educación, ciencia y cul
tura ; la ayuda a los estados miembros,
a su pedido, para desarrollar activida
des culturales; la promoción de la co
laboración internacional en ciencias y
¿irtes; la promoción de la educación en
todos sus aspectos tendiendo siempre
a un entendimiento internacional que
ponga de relieve los valores de la de
mocracia y del mantenimiento de la paz.
También tiene por objeto dedicarse a
E
Louis Aragón en su escritorio.
a los jóvenes, al lanzar al público pas
Diado proclamas y manifiestos: "Os ima
gináis que la poesía moderna está repre
sentada por las estúpidas firmas de Ara
gón. de Audibcrti, «le Kmmanuel, de Latour du l'in , etc. Nosotros no lo cree
mos." El dadaísmo y el sobrerrealismo
habían matado y enterrado a la sintaxis,
dado suelta a las palabras sobre la blanca
cuartilla» La nueva escuela se dio cuenta
de que las palabras, a su vez, están fo r
madas por letras y que éstas debían ser
también liberadas: "La poesía, escribe el
señor Isou, no se hace con palabras sin i
con letras, y nosotros somos de vanguar
dia, y de aquí a algún tiempo todos los
poetas escribirán como nosotros.”
-Cómo escribirán, pues? Para la diver
sión de nuestros lectores, trnnscribimVs
un poema del señor Brasil. Se titula: ii
ne faut pas que le s o l e i l . . . ’ (N o hace
falta más que el sol . . .) 4 iene, cuando
menos, el mérito de ser corto:
L¡ sis li sis
Cradoul isolavo tuss
Na
Na
.Sisn a.
FERNANDO
??O
(E spacial para C abalgata .)
L
SAMIRI
Foto
l
D IE Z
DE
de hi acción. Así es el ancestro: envuelve y ampara a|
afligido. Así es el hálito de los antepasados: levanta el
corazón que sufre. Pero esto lo sabe sólo el kolla, hijo
de la Tierra, anterior al quechua, hijo del Sol. Y qu¡en
no se sumerja en sus mitos telúricos, ig ^ .
ra las culturas primitivas del Ande inme
morial.
"Samiri” — dice el indio— y un resplandor
alado enciende sus ojos de bronce.
La fe simbólica del cristiano, corresponde
ni culto animista del nativo por su naturaleza circundante. "Samiri” es, pues, una forma
de la fe.
Dulce y fuerte hechizo aimara . . . Qu¡en
sale al encuentro de los antepasados, siente
que los antepasados vienen, a su encuentro.
Y su sangre se carga de bríos. Y' su ánimo
se puebla de rumores. Porque "samiri” es el
llamado de la Tierra a sus criaturas. Y' nadie puede sustraerse
a su conjuro.
Porque "samiri” es también la estrella del quebrantado v
del confuso.
La Paz (B o liv ia ), 1946.
m
Cima del Sajama (B oliv ia ) a 6.5 80 metros.
problemas de rehabilitación educacional
en los países devastados por la guerra.
La organización estudiará las necesi
dades de estos países y estimulará a
las agencias oficiales o privadas, pres
tándoles una ayuda efectiva.
Más específicamente, en el aspecto de
la reconstrucción, la UNESCO estimu
lará el establecimiento de pequeños cam
pos de trabajo por lo menos en dos.
países devastados, donde los jóvenes de
las naciones vecinas puedan trabajar
con los ciudadanos locales en la obra
de reconstrucción. Se espera que de
esta forma los jóvenes de distintas na
ciones puedan compartir la experiencia
de los resultados de la guerra. La
UNESCO también estimulará la orga*
nizaeión de conferencias entre los obre
ros jóvenes para discutir asuntos de
nutrición, educación, salud, etc.
En todas las fases de su funciona
miento la UNESCO considerará los
problemas y programas nacionales sólo
en sus aspectos internacionales, y con
este fin, utilizará todos los organismos
existentes. En los Esados Unidos, por
ejemplo, será la Comisión de Educación
y Cooperación Científica y Cultural la
(;ue aconsejará al gobierno en los asun
tos relativos a la organización mundial
de estos asuntos. La Comisión estará
compuesta de 100 miembros, de los cua
les 00 serán seleccionados por cada una
de las 00 organizaciones interesadas en
educación y 40 serán elegidos indivi
dualmente por el Departamento de Es
tado.
•
Se trata de probar con esto la inten
ción de los Estados Unidos de hacer
de la UNESCO una organización del
pueblo, tal como lo establece la carta
orgánica de esta institución interna
cional.
France-Presse.
unanimisino. Eli existencialismo, incluso si
se tratare de una doctrina errónea, puede
edificar sobre sus erorres obras grandes
y admirables. Sin duda, esta estética sera
diferente de la antigua, al menos de la
que ha dominado hasta el siglo XX; ya
Proust y (iide habían destruido la unidad
y la identidad del yo, haciendo posible
el héroe que cambia de carácter a. lo
largo del libro. El existencialismo, al po
ner en el centro del individuo una libertad
imprevisible, al confundir el ser con el
hacit'ntloxe, al negar a nuestros actos cual
quier motivo o móvil, puede crear un per
sonaje* nuevo, una fantasía de la intriga,
una gratuidad de la acción literaria que
pueden tener mucha fuerza o mucho en
canto, según el caso.
¿Nacerán otras escuelas más? Después
de una conmoción tan extensa como la que
acabamos de vivir, sería extraño que nos
quedáramos en tres nada más. Pero se ne
cesita, para que una escuela se cree, con
sus ritos, su ordenanza y sus tabús, un
principio de orden. Y aun no estamos en
eso, desgraciadamente. Algunas escuelas
abren hoy sus puertas a los escritores
jóvenes; pronto se crearán otras, sin
duda alguna.
M E D IN A
La Com isión Preparatoria de la UNESCO en una He su» primeras sesiones,
�CIENCIAS______________ E c a b a lg a ta
vecindario de Mar del Plata acaba de ser sor
prendido por un aluvión de toninas, muchas de
las cuales murieron varadas sobre las playas. ¿P o r
qué este suicidio colectivo? Para nosotros, lo mismo
que para las autoridades del Ministerio de Agricultu
ra, es un misterio — que bien valdría la pena (dicho
sea por cuenta propia) develar— . Pero nosotros es
tamos al pie del cañón, como suele decirse, y además
no tenemos competencia para tratar sin más ni más
asuntos de tanta complejidad. Lo que no podemos
callar es esto: hay muchos géneros y muchas más es
pecies de delfines; son muchos los ríos que tienen una
especie peculiar, entre ellos el Río de la Plata (S ten odelphis blainvillii) , el Amazonas y sus tributarios has
ta Bolivia (la llamada genéricamente por los brasileños
boto, Inia g e o ffr e n s is ), los ríos y costas de las Gua
yarías (S otalia guianensis) , el Ganges (P latanista gang ética ), el lago Tung Tin, a casi mil kilómetros aguas
arriba del Yangtzé (L ip o tes v e x illife r ), etc. Pero ade
más de los ríos y correspondientes estuarios hay nom
bres de sabios y tal vez no sabios honrados con un
delfín, como ocurre con Risso (delfín de id., Grampliidelphis g riseu s), Dalí (P h oceon oid es dalli), Péron
(L issodelpliis borealis), etc. Es erróneo, contra lo de
clarado por una autoridad, que los delfines sean de los
mares del norte; hay especies que lo son, pero también
las hay antárticas exclusivamente, aparte de las cos
mopolitas. Entre estas últimas se halla el delfín de
Risso ya mencionado; se le ha visto, según la autori
dad de R. Kellogg, en las aguas más dispares, desde
el Mar de China, al Báltico, Cabo de Buena Esperanza,
Nueva Zelandia, etc. Un personaje de esta especie lle
gó a ser tan conocido en el estrecho de Pelorus, en
Nueva Zelandia, por su costumbre de jugar delante
de la proa de los barcos, que el municipio lo puso bajo
su custodia de por vida. Durante 32 años pudo verse
a "Pelorous Jack’J como se le conocía, haciendo alardes
de destreza por las aguas de la vecindad, pero un
buen día del año de gracia de 1912 se le vió por úll
E
PAgina redactada por
J osé O tero Espasand In .
DELFINES O TONINAS
Por M . SA L IN A S A L V A R E Z
Este delfín de las costas atlánticas de Estados Unidos y otras aguas, al cual los nor
teamericanos aplican el epíteto "bottlenose” — hocico de botella— salta hasta una
altura doble de su longitud. (Fotografía de W . R. Culver.)
tima vez. Tal vez no sintiéndose con fuerzas para res
ponder dignamente al título de ciudadano de honor
del Estrecho, el bueu "Jack” se marchó con el corazón
pesaroso a morir a un lugar desconocido. ¿Cómo so
portar la tragedia de ver pasar a sus amigos sin poder
saludarlos con una cabriola o unos pases por delante
de la proa del b a r c o ? ...
Son los delfines juguetones por naturaleza, pues to
dos los testimonios concuerdan en este particular, pero
también lo son por necesidad, a la fuerza si se pre
fiere. Expliquémonos; los delfines son animales de
sangre caliente, amamantan a sus hijos y los paren
vivitos y coleando, porque no son p eces ni mucho me
nos. Aunque viven en el mar y en los ríos, su linaje
los emparenta con criaturas terrestres de alta alcurnia,
lo que explica su inteligencia y su dosis de juguetonería, pues el torpe nunca supo jugar. Como anima
les terrestres, poseen respiración pulmonar y no bran
quial, y necesitan el aire atmosférico con igual apremio
o casi que el hombre; sus salidas regulares a la su
perficie responden a la exigencia ineludible de expeler
el aire alojado en sus pulmones, viciado ya, y de in
halar aire nuevo; otro tanto acontece con las ballenas,
con el cachalote y hasta con la foca y la vaca marina.
Quien ignore esto y tome al delfín por un p e z de gran
des proporciones, es natural que se sienta dispuesto
a cargar a la cuenta del espíritu juguetón del delfín
estas apariciones y desapariciones bajo el agua, y más
si en vez de uno o dos aislados se trata de un tropel
de ellos, como suele acontecer. Parece cierto que ju e
gan y hasta hacen carreras con los barcos; algunos de
ellos alcanzan una velocidad superior a la de muchos
de éstos y pueden permitirse el lujo de dejarlos a
popa con relativa facilidad. Pero cuando sus negros
lomos — es un decir, pues los hay de lomo blanco en
parte también— asoman a lo lejos a intervalos regu
lares rasgando el raso de las aguas con sus cuchillas
encorvadas, no puede afirmarse que juegan, mas sí
que respiran como cada quisque de tierra adentro.
LOS OJOS
DEL M A Ñ A N A
hombre hizo mucho en los tiem
pos modernos para mejorar y su
perar la capacidad de sus ojos y cada
día que pasa en cientos de laboratorios
esparcidos por todo el mundo los in
vestigadores pugnan por dar un paso
más en tal dirección. Si no fuera p or
que, en última instancia, todo depende
de ellos, casi nos sentiríamos tentados
a decir que nuestros ojos, algo tan
divinamente sutil y preciso, han que
dado bastante a la zaga de las últimas
conquistas de la televisión y del radar.
Hasta hace cosa de unos años no se
podía ver lo que se halla a oscuras,
lo que no emite ni refleja luz. Pero
hoy las cosas han cambiado. Un barco
perdido entre la niebla, una linea de
eosta en una noche impenetrable, un
trozo de materia cósmica que cruza los
cielos de día o de noche, todo aquello,
en fin, que refleja cierta clase de on
das análogas por su naturaleza a las
de la luz ordinaria, pero invisibles con
mucho para nuestros ojos, puede ser
captado en una pantalla fluorescente
dentro de las paredes de un laborato
rio o de un avión de modo parecido
a como nuestra retina capta los objetos
ordinarios en pleno día o bien ilumi
nados artificialmente.
Un oficial de la marina norteameri
cana, tal vez con la misma displicencia
de quien masca la punta de un cigarro,
apelotonó entre los dientes unas cuan
tas letras de las palabras radio d etecting and ranging y lanzó a la circula
ción la palabra h a d a r . Esta palabra
nació con el pie derecho (permítase
nos la expresión), tanto que hoy nos
la encontramos en todas partes no por
sus virtudes ■semánticas o eufónicas
— aunque éstas últimas no le falten
como por las innumerables aplicacio
nes del invento, conjunto de inventos
o técnica — acaso mejor— a los fines
más diversos. Primero se mantuvo co
mo un secreto por los beligerantes
(aunque todos estaban más o menos en
el secreto) y se aplicó para dirigir los
cazas nocturnos de Gran Bretaña hacia
los bombarderos atacantes enemigos,
para guiar los barcos en plena oscu
ridad en costas peligrosas y en los ríos
y para otros fines bélicos. Terminada
la guerra y divulgado el secreto — aca
so no del todo aún— los técnicos em
pezaron a buscarle aplicaciones. Un
buen día corrió la nueva de que las
pupilas del radar habían conseguido
escudriñar ciertas particularidades —
muy pocas ciertamente— de la Luna;
dentro de poco se habló de cómo el
radar permitía seguir de cerca la fo r
mación de ciertas nubes y hasta de
ciertos meteoros como el granizo, y de
los servicios que de este hecho podían
derivarse para la meteorología; hace
unos días las pupilas del radar sor
prendieron las huellas de unos meteo
ros en las capas superiores de la at
mósfera y gracias a su concurso se
pudo determinar su altura sin nece
sidad de verlos directamente ni de ape
lar a engorrosos cálculos trigonomé
tricos. Es más; la palabreja ha p ro liferado de un modo un tanto alar
mante; según los fines a que el radar
se aplique o los dispositivos particu
lares utilizados, recibe distintas deno
minaciones. Los dados a los vaticinios
progresistas nos dicen cuán inminente
es el empleo de alguna forma de radar
para estudiar la migración de las aves,
para exterminar a las pobres ballenas,
para sorprender una belleza en el baño
o para dormir bajo un cocotero sin
SR. DIRECTOR
DE LA PAGINA
CIENTIFICA
l
E
1 V* stimado
colega
:
He leído con agra-
4 Jo la defensa que un autor anóni
Tras varios años de sacndidag amenazantes el Sakurashima Las nubes volcánicas se cargan de electricidad, quizá por el
dió rienda suelta a los gases, rocas pulverizadas y vapores roce de las partículas, y originan los más espectaculares rapor uno de los cráteres adventicios.
vos y truenos. Esta nube formada sobre el Sakurashima apa
rece iluminada por log relámpagos producidos en su seno.
Un grupo de niños evacuadog de las regiones amenazadas Fase final de la erupción del Sakurashima. (Fotografías
por el volcán se siente feliz con sus juguetes lejos del tomadas por el eminente volcanólogo norteamericano T.
peligro.
A. Jaggar, jefe a la sazón del observatorio de las Hawaii.)
SABER PARA PREVER
hombre no peca de previsor, tal
vez porque es demasiado joven to
davía. Y por eso experimenta de vez
en cuando terribles escarmientos, algu
nos de los cuales pudieran ser evitados
si aprendiera a pensar histórica y so
lidariamente. que es como la ciencia
se forma. Un mínimum de previsión
hubiera salvado las 30.000 vidas de la
ciudad de San Pedro en la Martinica,
barridas en cosa de unos minutos por
una nube de fuego descendida desde
las fauces del Monte Pelado el memo
rable 8 de mayo de 1902. Había su
ficientes barcos en la bahía para p o
ner a salvo la población trasladándola
a las islas vecinas. Pero en vez de
hacerlo, el gobernador se trasladó a
las laderas del monte — situado a ocho
kilómetros de San Pedro— con otras
autoridades para tranquilizar a la p o
blación alarmada, y así murieron gober
nador y cuantos habitaban aquella joya
del Caribe, con la excepción de un
negro enterrado en el fondo de un
calabozo en espera del verdugo. Sin
comida, sin agua, sin nadie que pu
diera oírle, el pobre negro gritó y
pataleó cuatro días con sus noches has
ta que, de pronto una mano abrió la
puerta de la mazmorra, no sabemos
si para salvarle la vida totalmente o
para llevarle de nuevo al cadalso poco
después.
La lección del Monte Pelado no ca
yó en saco roto. En unas islas lejanas
unos hombres de ciencia (y sobre todo
uno, el sabio profesor Omori) toma
ban nota de lo sucedido, mientras se
instalaban sismógrafos y estaciones
meteorológicas en diversas localidades,
a más de los existentes. Estas islas
eran las del archipiélago del Japón.
En el extremo sur de la isla K yushu, la más meridional de las princi
pales del archipiélago, frente a la ciu
dad de Kagoshima y en la bahía del
mismo nombre, hay una isla y en la
isla un volcán: el Sakurashima. En
torno a él vivían hacia finales de 1913
y comienzos de 1914 alrededor de
22.000 personas dedicadas a la pesca,
a la agricultura y a otras tareas.
Poco a poco la tierra empezó a
temblar bajo los pies de los habitan
tes de la isla y de muchas leguas a la
redonda. Hacia 1909-10 los temblores
se hicieron tan pertinaces que los hom
bres de ciencia, con el hecho de la Mar
tinica a la vista, empezaron a formular
advertencias pesimistas: algo malo
preparaba el Sakurashima. Entre el
11 y el 12 de enero de 1914 en la
estación sismológica de Kagoshima re
gistráronse 417 temblores de tierra.
Y entonces el Dr. Omori y otros sabios
del país pidieron la rápida evacuación
de la isla. Todos los medios de trans
porte fueron puestos a su disposición
por las autoridades, y en todo se pro
cedió con serenidad, con método, con
la cabeza fría, pese a la inminencia
de la mayor erupción volcánica regis
trada en los anales del Japón. A pe-
ñas evacuados los habitantes, el Sa
kurashima empezó a vomitar furores
hasta entonces sojuzgados. Pesadas,
ígneas nubes rugían abriéndose paso
hacia lo alto; rocas incandescentes tra
zaban arcos parabólicos en el cielo
sofocado de vapores y tinieblas; de
una a otra bocanada de roca pulve
rizada danzaban y retumbaban los ra
yos y los truenos; las aguas del mar
hervían y la línea de la costa alzábase
en unos puntos y se derrumbaba en
otros cual si se tratara de una frágil
choza sacudida por un gigante. Desde
la frontera ciudad de Kagoshima los
habitantes de la isla vieron sobreco
gidos cómo sus casas, sus naranjos y
aquel suelo que habían pisado con tan
ta confianza durante años se preci
pitaban al espacio para caer más tar
de, mezclados a las cenizas y a las
lavas, sobre el mar. Sus vidas, sin
embargo estaban a salvo: unos cuantos
accidentados y dos ahogados por im
paciencia fué el saldo en vidas de esta
catástrofe, cuyos daños materiales as
cendieron a unos 19.000.000 de dólares.
Pero esta lección se olvidó bien
pronto en el mismo Japón. Nueve
años después (septiembre de 1923) un
terrible terremoto destruyó la ciudad
de Yokohama y gran parte de la ca
pital del Japón sin que el precedente
sirviese para lo único que podía ser
v ir: para evacuar la población a tiem
po y salvar millones de vidas.
riesgo de que un coco maduro nos
rompa la crisma. Como con los relo
jes, los habrá de bolsillo, de pulsera,
de pared, sumergibles, modelos de mo
da y pasados de m od a ...
P ero, de
jando de lado las exageraciones, el ra
dar es una maravilla recién descubierta
y ya obrando prodigios. No es exa
gerado decir que es. . . los ojos del
fu tu ro. Pero no olvidemos la mejor
lección del radar que es el hacernos
comprender uno de los grandes in
ventos de la naturaleza, el don de los
ojos, pues sólo con ellos resulta útil
el radar y sólo con ellos se puede ver
E
l
J . O. E
mo hace de los sentimientos paternales
del pez espino, y aplaudo su actitud
caballeresca. Como naturalista y con
secuentemente como paladín de la ju s
ticia, me permito recordar un caso, y
si se quiere muchos, en que el amor
paternal de los peces alcanza todavía
cumbres más altas, casi me atrevería a
decir más sublimes.
Soy, señor director, brasileño — lo
declaro como nosotros solemos declarar
estas cosas: como un hecho científico
y por tanto sin pena ni gloria—
y conozco un poco las grandezas y
flaquezas de mi país. Y entre las p ri
meras mencionaré toda una familia de
peces de agua dulce a la que pertene
cen el acaró (Cichlasoma facetum ), el
(o la) joanninha (Crenicichla lepidota), el tucunaré (Cichla temenesis y
C. ocellaris) y muchos otros, los cua
les no sólo abanican los huevos por
ellos fecundados sino que, una vez na
cidos los pececillos los guardan en la
boca en caso de peligro. Y para es
carnio de las correspondientes esposas
diré más: son ellas las que inspiran
más fundados recelos al padre de las
criaturas, pues su afición a los boca
dos tiernos no les permite discriminar
entre sus propios hijos y los de sus
vecinas.
¿Cabe espectáculo más sublime que
ver a uno de estos padres reunir en
la boca en un santiamén a sus criatu
ras para que no sean devoradas, tal
vez por su propia madre, y volverlas
a dejar en libertad en cuanto el peli
gro se a le ja ? ...
Por lo que a nidos se refiere no le
citaré más que un caso: el del piram boia de la cuenca del Amazonas. (En
nuestra jerga — parodiando al cola
borador anónimo de C abalgata — este
pez llámase Lepidosiren paradoxus, lo
Jigo a título de veraz). Es el caso
que hace un nido a cosa de unos trein
ta centímetros de profundidad bajo el
lecho del río al que se entra por una
galería o pasadizo de cosa de un me
tro de largo: los materiales empleados
son también raicillas y hojas de plan
tas acuáticas. Aquí el problema de
renovar el oxígeno del interior es más
difícil así como el mismo problema de
la respiración del celoso papá mientras
vigila día y noche los huevos. Por
fortuna la naturaleza no suele desam
parar a sus hijos y así proveyó a este
pez de unas prolongaciones de las ale
tas desflecadas al final p or donde to
ma el oxígeno del agua en vez de
hacerlo solamente por las branquias.
Creo que con esto basta, al menos
para esta vez, pues acaso no sea la
última si esta misiva encuentra el eco
que espero de su generosidad.
Cuénteme entre los suyos y reciba
un cordialísimo apretón de manos de
F id el Silveira.
un Velázquez, un Picasso, un Praxiteles . . . Y quien no sepa verlos, poco
derecho tiene a hablarnos de los ojos
y del radar mismo.
\
J. O. EspasandIn.
�C U E N T O ____________________
c a b a lg a t a ©
de
NOCHE
a
DE
SOMBRAS
Cuento por
CARMEN DE ALONSO
L mar luce esta noche tangencias de
luna. Las olas azotan, sus crines en
las peñas y apagan sus cascos veloces en
el dormido declive de la playa.
En lo alto de un repecho rocoso, como
otros tantos ojos en guiños, las luces de
las casitas de los pescadores. Hacinadas,
rotas, unas barcas viejas, y empinándose
en unos gruesos puntales, unas redes a
medio remendar.
E
Una Gran Colección
de Novelas Contemporáneas
•II Jfll*»**1
II
JOHN S T E I N B E C K
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EDITORIAL POSEIDON
PERU 973
BUENOS AIRES
Junto a una de las casas, un manchón
de boldos echa su penetrante y crujiejora
sombra.
Dentro, chisporrotean los carbones de
un brasero, y en torno a él tres mujeres
"matan la noche” .
— Los cuentos así medrosos no son na
da buenos, madre. No puede después una
agarrar nunca el sueño.
— Yo soy dueña de hablar, y vos de
no oír, Amelia. Con acostarse, santo re
medio.
— Sabe usted de más que en estando de
pesca el Nica, yo lo espero siempre.
— Entonces, estése ahí callada, y deje
que yo platique con doña Lupe.
En el rescoldo, hacia los bordes del bra
sero, dórase una gruesa rebanada de
queso.
— Para mí que se le va a quemar, doña
Chira.
— De veritas
— y los dedos sarmen
tosos y largos, con una cucharilla, cogen
avaros la masa blanducha, amarillenta.
Queda entre las brasas, una mancha gra
sosa, desde la cual asciende una humare
da que dilata las naricillas de la vieja.
— Mala está la noche, doña Lupe.
— Mala está, doña Chira.
La muchacha sentada frente a ellas se
arrebuja estrechamente en el chal, en un
absurdo estremecimiento que le viene des
de el corazón.
— Mala está la noche y el Nica mar
adentro — piensa.
— A la Rafaela debían correrla de por
estos lados ¿no le parece, doña Lupe? Es
muy dañina. Se ha cebado por aquí. No
tiene entrañas de cristiana.
— Ya ve usted, "ojearle” el niño a la
Rosa porque se le puso que era del Rupe.
Se fué secando, secando, el angelito. ¿No
lo vió usted, doña Chira? Si parecía que
le habían, chupado las carnes de lo ama
rillo y séquito que estaba. Si en dándole
con un hombre. . .
— ¿Se acuerda cuando lo del novio de
misia Clarita?
Las desteñidas encías de la vieja tritu
ran una rebelde corteza de pan.
— Debían para'entonces haberla echado.
Pero los patrones no creen que la Rafaela
fué la que hizo el mal. Dicen que son
ignorancias de u n a ... que si le vino a
misia Clarita aquella malura de cabeza,
fué porque estaba de Dios que le viniese.
— Los ricos no creen en brujas ni en
males, doña Chira.
— ¿ Supo usted cuando al Nica le volvió
piedras la pesca?
El agua canta y juguetea bajo la tapa
de la tetera. Diríase que hace sus asomaditas para curiosear. Algunas gotas
resbalan y hacen chirriar las brasas.
— A Nica — prosigue la vieja— le ha
agarrado aborrecimiento desde que se
casó con ésta.
La aludida siente que se le hace casi
insoportable ese prolongado sobresalto
del corazón. Para distraerse, toma el
mate de greda que está en un cajón
vacío con pretensiones de mesa, y re
mueve en él, sobre la yerba, un pedacito
de congona y un medio terrón de azú
car.
— Al fin te animaste a algo — refun
fuña siempre descontenta la madre— .
Atiende a doña Lupe.
— No, sírvase usted no más, doña Chi
ra. En todavía ha de estar muy fuerte
la yerba. A la otra para mí.
— Esta también que no se comide a
nada. Tome usted, doña Lupe, no me
lo desprecie; ya está de más lavada la
yerba.
— No sea tan rigurosa con la Amelita
— interviene la otra vieja— . Es que es
tá pensando en el Nica.
— P sc h e ... en el Nica. ¿ Y para qué?
¿Que no está casada con él por las dos
leyes? ¿Qué más quiere? ¿Que se lo van
a comer? Habráse v isto __
— A ver si cambia usted la conversa,
madre — dice al fin la muchacha con
fastidio.
En ese momento, en el manchón de
boldos, espárcese el grito áspero de un
ave nocturna: ¡T u é ... t u é ... t u é ! . . .
— ¡Ave María Purísima! Maldita sea
la que así viene para hacernos mal.
— ¡Ave María Purísima!
— Todita la tarde, ha rondado por
aquí. . . y por bienv no viene. Y así no
creen los patrones 'q u c la Rafaela es
bruja. ¿Quién habrá de ser ahora sino
ella? El otro día, vea usted, doña Lu
pe, cantó el chuncho ahí mismo en los
boldos. Entonces, la Amelia lo corrió
a peñascazos. A la otra tarde, pasó por
aquí la Rafaela. Y o estaba en la puer
ta y la vide con toda la cara machuca
da. La saludé y le pregunté qué tenía,
y ella entonces me contestó con una ri
sita que me heló hasta los huesos:
“ Dígale a su hija, doña Chira, que
se ande con cuidado conmigo, que yo
ayer no le estaba haciendo nada y ella...
ya v e . . . a poco me mata.”
— Eso dijo. ¡Maldita sea!
¡T u é ... t u é ... t u é ... t u é ! . . .
La muchacha se levanta, nerviosa,
mientras dice, aparentando una indife
rencia que está muy lejos de sentir.
— Voy a correr el chuncho, madre.
— ¿Vos no escarmientas nunca que no
acabas de oír lo que le conte a doña
Lupe? Si te digo que e«e chuncho es la
R afaela. . . ■
— Con más ganas entonces lo apedreo,
(Especial para C abalgata )
— ¿ Y el Nica?
— El Nica no salió de pesca. Qné , n
está nada con ustedes, entonces, Ameli°
ta?
Y los pescadores guíñanse malicioso,
los ojos. Uno que amarra un lanchón
vuélvese a medias y grita.
— Para allá andaba el N ica ... pjj.
allá, pero no le diga que yo lc di «i
dato.
Ríen todos. Ella clava la mirada hacia el punto que señala la diestra del
pescador: un sendero de olas que avan
zan y retroceden, la barca del Nica que
juega vacía entre unas rocas y allá a ¡0
lejos, muy lejos, pequeñita y única, ]0
mismo que una estrella, la luz temblo
rosa del rancho de la Rafaela.
Y empieza a andar vacilante en seguimiento de la puntada luminosa que
parpadea en el lomaje de la playa.
Hay una fuerza irresistible que la em
puja. No sienten sus pies el filo crujídor de las conchuelas ni la salobre osa
día del mar que humedece sus ropas.
Felizmente, ya la luz deja de ser es
trella. Es ahora una ventana iluminada
con unos toscos barrotes en cruz. R¡
viento levanta altas olas que rugen.
Medrosa, destilando agua, en la cabe
za el enjambre de innúmeras ideas obs
curas, la mujer acorta distancias y grita
fuerte, tan fuerte que su voz desafía al
bramido del mar:
— ¡N iiicaaa!
Y la llamita amarillenta que parpadea
en el rancho de la Rafaela, al igual que
segada por el aliento que se extendió
en grito desesperado, echa un instante
su lámina de luz hacia un lado, se alar
ga y afina hasta hacerse un hilillo, y,
de pronto, recógese vivamente como una
bellota diminuta, y se apaga.
La mujer siente un tenebroso calofrío
de miedo. Añora en la soledad de la pla
ya anochecida, su cuartito, la dorada
colcha del rescoldo que es como upa
brazada de luciérnagas, en medio de
é l...
De pronto, forzando el quinchado de
cañas, del rancho de Rafaela, distingue
la silueta querida de un hombre: de su
Nica. Va casi corriendo, lo mismo que
si lo persiguiesen... Orilla el dorso de
las dunas y reaparece luego brusca e
inesperadamente por el lado del mar,
vendo por el camino mismo que Amelia
hiciera unos minutos antes. Y ya no
trae en el rostro la expresión esquiva
del que huye, sino la ansiosa del que
busca. La mujer sonríe cuando le ve ir
hacia ella, pero no sabe por qué ha
sonreído: tal vez, más que el dolor de
saberse engañada, pesa la actitud ridi
cula, falsa del momento.
— Al cabo te hallo — miente el hom
bre— . ¿A qué diablos se te antojó ba
ja r con esta noche? ¿Creías que ibas a
perderme?
Detiénelo la mirada burlona, compa
siva, de la mujer. Lo hostiga su silen
cio.
— Y vos ¿qué tienes, Amelia, que me
miras así?
Parece que te estuvieras
rie n d o ... Y o salí un rato de pesca, pe
ro vi que era lesera, eon una noche como
ésta. . . En después me entusiasmó el
Rupe y nos fuimos a la ca n tin a... ahí...
ahí estuvimos hasta ahorita, en que
amenaza es quitarme al Nica, y el Nica
volví al rancho y supe que andabas bus
es para mí más que todos; no se ofen
cá n d om e... No debías haber bajado...
da: más que usted, más que mi vida.
Y a ves, estás d estila n d o... Como que te
Vivo no me lo quitan, m a d r e ... Con
agarre ahora alguna calentura...
maíz, con lo que halle a mano, correteo
La mujer lo mira con su misma sonri
yo a esa maldita —
sa: ¡qué triste es oírle mentir!
¡T u é ... t u é ... t u é ! . . . , grazna como
— Bueno; ya está — dice al fin—. De
desafiando el ave.
— Allá v o y . .. — contesta la mujer
haber sabido que estabas en la cantina. ••
pero es que sentí bien clarito que me
con un temblor involuntario en la voz.
Entreabre la puerta. Sobrecógele el rui
lla m a ba s... por eso bajé. No hay para
qué enojarse, Nica, por eso. Su hombre
do sordo de las olas al azotarse en las
rocas. Comienzan a llegar las barcas
es lo primero para una.
Y comienzan a desandar el camino por
tras largas horas en el mar. Tres pes
cadores atizan una alta fogata que cre
detrás de las lomas de arena.
pita al alcanzar alguna que otra guía
— Andale ligero para que entres en
seca de huiros. Otros, casi completamen
calor, Amelia.
Y ella aprieta el paso sin responder.
te desnudos, saltan y giran ante el fu e
go. El violento resplandor de las llamas,
La cercan mil ideas inconexas: amor...
presta un no sé qué de fantástico a
o la s ... engaños. Huellas en la arena:
aquellos cuerpos húmedos, brillantes.
una, dos, d ie z ... Se b orra n ... Menti
ras, una ventana ilu m inada... Siguen
Distráela de pronto y muy cerca do
ella, un sonido «como el chocar de dien las huellas.
tes.
Retrocede medrosa la m ujer. . .
— Dos, tres, c i n . . . — cuenta en alto
Luego sonríe a su propio e infundado
y tropieza. Es la filuda saliente de una
tem or: ¡si es la cesta de los mariscos,
roca.
— A ver, a ver, que te caes; afírmate
donde las jaivas entrechocan sus cora
zas!
en mí. — Y la toma de un brazo, con
— ¡Ameliaaa!
firmeza de dueño. No se esquiva la mu
jer. Comprende que la vida es así, qu
¡Ah, el acento de N i c a ! . . . ¿Dónde?
tendrá que seguir así.
— ¡Madre, bajo a la playa! — grita pre
surosa desde afuera.
¡T u é .. . t u é .. . t u é !. . .
Hay un batir de alas invisibles qu
— ¡N o vayas nada, que la noche está
muy mala J
hiende el aire.
.
B ajo las ropas húmedas, tiembla hge
— ¡P or eso mismo, madre, por eso mis
mo!
ramente el cuerpo femenino.
— ¡M aldita! — murmura en voz mu.
Y desciende desalada el repecho. Por
baja como si la palabra se le hubiera
sobre su cabeza, hendiendo invisible el
escapado de los labios en involuntan
aire, pasa graznando el chuncho.
¡M aldito, toma! ¡Tom a! — Y el vien
expresión.
to coge una violenta lluvia de maíz.
Empieza el repecho del rancho. Sien
te la mujer en su costado la línea fir®^
Una carcajada que parece humana,
responde burlona al ataque de la mujer.
y cálida del cuerpo del hombre. ¡0“
— ¡Ahora te ríes, maldito!
distinto es ahora ir a su lado, ahora qu^
sabe que él ama a otra, ahora que e
Lejana y sostenida, cual si orillase un
peligro, de nuevo la voz del N ica:
ha mentido!
— ¡Ameliaaa!
i
Por eso va en silencio, rumiando su a
gustia, en detalles cortados de recuer •
Revientan las olas tan afuera, que
apenas si dejan libre el ondulante tre
La noche, la burla de los pescadores,
cho de las dunas. Altibajos que se des
olas bravias, los brazos fuertes de su moronan y que tragan fatigantes los
ca rindiéndose al deseo, las sombras,
pies.
graznido del chuncho, las huellas - " f cU
tas?— : una, diez, quince. Incontables. ••
— ¡Ameliaaa!
La sanguinaria con sus pequeñas ra
V O C A B U L A R IO .
mas ásperas, raya las piernas de la mu
ojear: hacer daño, maleficio.
jer.
tetera: pava.
Y a está junto a los hombres que en
congona: hierba aromática.
chuncho: lechuzón.
torno a la fogata se visten. Sus pupi
huiros: algas secas.
las ansiosas resbalan interrogantes so
jaiva: cangrejo.
bre los rostros enrojecidos en el fuerte
lesera: tontería.
^ a
a e> Chile»
S a n tia go
t tnuc»
resplandor de las lenguas del fuego.
que harto aborrecimiento nos tenemos
las dos. ¡Que me haga mal si puede.
• __ ¡A llá vos. . . pero no andemos des
pués conque porqué no le haría caso a
mi mamita! Asómate, mejor, y dile:
"Vuelva por sal mañana.” No te an
des jugando, Amelia, mira q u e puede
costarte muy Carito. ¿Verdad, dona Lupe?
— Verdad, doña Chira.
— En haciéndome el mal a m í .. .
porfía la muchacha. Va hacia uno de
los rincones del cuarto y hunde las ma
nos en un saco a medio llenar.
__Eso es, espanta ahora el chuncho
con el maíz.
— Déjeme, madre; usted tiene la cos
tumbre de arrimar leña al fuego y en
después no quiere que eche llama. To
dito el día me trae cuentos de la Ra
faela ; que ha dicho esto, que ha dicho
eso otro. . . y siempre lo menos que
�© c a b a lg a ta
CHARLES D U L L IN
P R E P A R A SU T E M P O R A D A
Un rincón
Por
dos habitaciones de entresuelo,
no muy altas de techo, cuyas ven
tanas dan a la vieja Tour Saint-Jacques
y a su pequeño jardín, sirvieron durante
largos años de camarín a Sarah Bernhardt. En ellas, la célebre actriz se en
contraba a pocos pasos del escenario de
su teatro.
El hombre que hoy ocupa ese local ape
nas si tiene algo que ver con su anterior
ocupante. En la misma medida en que
Sarah apreciaba el oropel de un romanti
cismo bastardeado, Charles Dullin — que
desde la víspera de la guerra preside los
destinos de esta bella sala— ama la ver
dad. Y me agrada imaginar que, ciertos
días, cuando Dullin se apresta para "El
avaro", la sombra un poco intimidada de
la "Dama de las camelias” , aparece fur
tivamente, como en sobreimpresión, en el
espejo ante el cual Harpagon compone su
rostro.
Dullin, que partió de Lyon sin dinero
y sin relaciones a la conquista de París,
hizo sus primeras armas en el viejo melo
drama popular. Desempeñaba terceros pa
peles, traidores — lo que en el cine se
llama "villanos”— , en pobres teatros de
barriada. De este pasado Dullin ha guar
dado el sentido muy característico de una
óptica especial que, según él, se impone
a la luz de las candilejas.
A su juicio, para llegar al espectador,
la entonación, el gesto, la mímica, la acti
tud, deben propender a un resumen sin
tético, única cosa capaz de hacer impre
sión. Innovador, militante tenaz de van
guardia, Dullin, fundador de " L ’Atelier” ,
proclama la eficacia de las técnicas tra
dicionales. No será él quien permita a un
intérprete descuidar la articulación con
el pretexto de lograr mayor naturalidad.
En la vida cotidiana, un hombre emocio
nado balbucea. Las "mises en scéne” de
Dullin exigen que el texto se mantenga
limpio y los movimientos bien dispuestos.
"Tengo ya a punto mi programa para
E
sas
EDOUARD
HELSE Y
la temporada — me dice— . El primer es
pectáculo inédito que montaré será una
obra de Jules Romains: "E l año mil” .
Obra histórica, si se quiere, puesto que
se desarrolla en tiempos de Roberto el
Piadoso, pero que posee resonancias de
actualidad. La humanidad da vueltas en
Charle* Dullin.
una rueda de ardilla. Los mismos proble
mas no cesan de presentarse con aspectos
renovados. Todo esto no deja de ser d e
cepcionante. En "El año mil” se volverá
a encontrar la fuerza cómica del autor
de "K nock” . Se descubrirá, también, una
nota bastante inesperada en él de ternura
y de sentimiento.
” A continuación, pondré en escena "Le
Juge de Malte” , que constituirá la ini
ciación en el teatro de un joven escritor
de talento, Denis Marión. También quiero
presentar de nuevo "Kenn ou Désordre et
Génie” , de Dumas (padre), obra en la
que Pierre Brasseur hará flamear el pe
nacho de 1830. Y preparo desde hace
largo tiempo la presentación de "Cinna”
distinguido
de Corneille, de la que espero mucho.
Cuento con ofrecer al público una inter
pretación de "Cinna” que sorprenda por
su novedad, sin recurrir a pueriles arti
ficios de iluminación o de decoración.
Todo para el texto y por el texto.
” A1 margen de estas tentativas, haré uso,
naturalmente, de mi repertorio habitual.
Repondré en seguida, "L a Vida es Sueño” ,
de Calderón, en una adaptación de Alexandre Arnoux, y "La Terre est ronde” ,
de Salacrou, sin olvidar, claro está,
"L ’Avarc” y "Volpone” .
Pregunto a Dullin si experimenta difi
cultades para reclutar una compañía só
lida.
"Sí, muy grandes — me responde— . El
teatro ha quedado reducido al papel de
pariente pobre. Tan pronto un joven ar
tista manifiesta algunas dotes, los em
presarios de films lo acocan, contrato en
mano. Antes, se necesitaban años para
conquistar una posición. Hoy, dinero y
gloria se ofrecen inmediatamente. El ar
tista que hace tres meses firmaba apre
suradamente el modesto contrato que yo
le proponía me pide hoy sin pestañear
que le postergue un estreno para el año
próximo. O bien trata de acumular y lo
veo llegar al ensayo abotagado por la
fatiga, bostezando y soñoliento. Ha tra
jinado en el estudio hasta las cinco de
la madrugada. Si el cinc se limitara a
sacarnos espectadores, el mal no sería irre
mediable. Lo peor es que nos arrebata
los autores y los mejores comediantes.”
Pero nada puede abatir la energía de
un hombre como el que tengo ante mí. Ni
siquiera preocupaciones de salud podrían
lograrlo.. En su rostro demacrado, la mi
rada penetrante de sus ojos negros sigue
fija en la finalidad que persigue desde
su batalladora juventud; servir, por el
teatro, la causa del espíritu.
,
¡E l teatro! Hay que oír el acento reli
gioso con que Dullin pronuncia esta pa
labra.
S E N T I D O M O D E R N O DEL M E L O D R A M A
Por
H
es ya de revalorizar el concepto
del tan vilipendiado melodrama, que
ora
ni puede considerarse estático ni patrón
inevitable de inferioridad artística.
En un sentido general, se considera me
lodrama a la acumulación de elementos
fáciles, baratos y de resonancia directa
en el ánimo del público. Este concepto
simplista es justo en muchos casos, y se
gún él, "Romeo y Julieta” sería un me
lodrama tremebundo (y ciertamente se
salva de serlo por muy escaso margen), y
"Hamlet” sería un ■melodrama inconfun
dible, de no ser la más alta expresión de
la meditación ontológica, y también lo se
ría "La Orestiada” si no contuviera en su
melodramático material los gritos mas
desgarradores del pathos de la tragedia
helénica, y muchos dramas clásicos y aun
modernos que señalan jalones en la litera
tura de su tiempo.
Este solo planteo, nos revela ya que se
requiere una discriminación. Una cosa es
el melodrama o lo que se entiende gene
ralmente por tal, y otra muy distinta la
presencia de elementos melodramáticos,
por numerosos que sean. "Winterset” , de
Maxwell Anderson — una "tragedia frus
trada” , como la llama León Felipe— /con
tiene quizá más elementos melodramáticos
que "Adriana Leeouvreur” , "Ruy Blas”
o "Marión Delorme” , muertes, venganzas,
mujeres desamparadas, conciencias ator
mentadas: y, con todo, no es uu melodra
ma y las tres piezas mencionadas sí lo
son.
No se trata, pues, de una cuestión cuan
titativa, sino vinculada con la razón de
ser, con la virtualidad misma de la obra
de arte. Cuando Clyde Fitch o Sardou o
Scribe manipulan venenos o cartas dela
toras que el azar deja al alcance del in
teresado o especulan sobre la fácil y gene
rosa veta del sacrificio, el melodrama no
está dado por la acumulación de recursos
inferiores ni aun por la seguridad de su
repercusión directa en el público, sino por
el hecho de que esas situaciones son fines
en sí mismas y no medios para alcanzar
algún fin propuesto, como en el "Boris
Godunow” , de Pushkin, que, por lo demás,
no pudo eludir una imputación de melo
drama de Belinsky, el más fino de los crí
ticos literarios rusos. Entre la utilización
de los recursos y efectos melodramáticos
como fines y su simple utilización como
medios, está toda la distancia que separa
al melodrama del drama y de la tragedia.
En síntesis, podemos concluir que, si
buscamos algún patrón mas o menos se
guro para determinar si existe o no melo
drama en el sentido corriente, ese patrón
consistiría en determinar si la economía
dramática de la obra exige los recursos
empleados o no. Cuando los impone inelu
LEON
MIRLAS
diblemente, puede descartarse que no hay
melodrama, al menos en el sentido de in
ferioridad que se le da a esa palabra.
Tomemos un ejemplo típico y moderní
simo, up lo date: el de "Mourning Becomes Eleetra” , de O’Neill.
Esta recia trilogía, si se la considera
desde un punto de vista puramente estruc
tural, en cuanto a la calidad de los re
cursos empleados y a la acumulación de
elementos detonantes, es un melodrama de
extremo a extremo de sus trece densos
actos. Hay un adulterio, varios incestos
Eugene O’Neill.
amagados, crímenes y suicidios, innume
rables estridencias de acción y de len
guaje que rebasan el marco del gusto y
la estética modernos en el teatro. En el
cuarto acto del drama inicial, "E l regreso
al hogar” , presenciamos el envenenamiento
de Ezra Mannon, su estado de coma, su
patética acusación contra Cristina, el es
pectacular . desmayo de su esposa: toda
una sucesión de efectos fuertes, violentos,
impresionantes en el sentido de la catar
sis clásica. Y, sin embargo, la "Eleetra”
de O’Neill no sólo es su obra maestra,
sino que constituye una de las creaciones
más grandes del teatro de todos los tiem
pos, tanto por la magnitud del trazo ge
neral como por el intenso buceo psicoló
gico en cada personaje y por el soplo
realmente shakespeariano que alienta a
menudo en el diálogo. {Cómo se explica
esta aparente paradoja?
Por lo pronto, debe recordarse que
O’Neill se propuso aquí trasladar a nues
tros días el tema esquiliano de "La
Orestiada” y que "El regreso al hogar” ,
"Los Acosados” y "Los Poseídos” , son
el equivalente exacto de "Agamenón” ,
"Las Coéforas” y "Las Euménides” . Por
lo tanto, abordó ya su labor dispuesto a
no retroceder ante ninguna violencia en
las situaciones, ante ninguna disonancia en
los sentimientos, ante ningún efectismo
que surgiera por derecho propio en la en
rarecida atmósfera de la casa de los
Mannon. Se propuso crear una tragedia
signada por la necesidad, por el ananké
griego, una tragedia donde todo transcu
rriera por imperio de la fatalidad, del
sino: y de ahí, derivan todas las carac
terísticas de su "Eleetra”.
En la trilogía de O’Neill no hay una
sola eseena — ¡a lo largo de trece actos!— ,
donde las acciones y reacciones de los per
sonajes no estén medidas y calibradas con
matemática escrupulosidad. Cuando sur
gen un grito, una imprecación o un apóstrofe, es porque la tensión ha llegado a
su punto crítico y estalla, cuando Cris
tina le da a Ezra el veneno y su marido
se retuerce en el coma, ello es igualmente
inevitable, porque Cristina ha dicho ya al
terminar el acto anterior: "¡L o que debe
ser, será!” (la misma patética confesión
de Clitemnestra cuando le dice a Agame
nón: "Con la ayuda de los dioses, cum
pliré lo que quiere el destino” ), cuando
Orin mata a Brant-Egisto, es porque no
hay otra solución, cuando Cristina se sui
cida, es porque su vida no tiene otro des
enlace posible. Hay, en suma, una fisca
lización perfecta de la economía dramá
tica: y todos los recursos empleados, por
detonantes que puedan parecer, son indis
pensables. Eso, elimina de hecho el melo
drama de la "Eleetra” de O’Neill: todo
ocurre allí porque la concatenación causal
y los recursos y efectos usualmcntc teni
dos por melodramáticos son meros medios
para un fin mucho más alto, de una no
bleza que trasciende ampliamente su mo
desta esfera material. Sólo queda una tri
logía trágica patética y vibrante, de un
tono y desarrollo directos, una tragedia
esquiliana rediviva no sólo ya por su tema,
sino también por su espíritu.
El melodrama, pues, es una cuestión de
propósitos. Sólo hay melodrama,en el sen
tido corriente de la palabra, cuando se
usan recursos adocenados y fáciles para
impresionar al espectador y lograr el éxito
a cualquier precio. Pero cuando un drama
turgo emplea recursos reputados melodra
máticos y que exigen perentoriamente la
atmósfera o las situaciones de la obra,
no cabe ya hablar de melodrama, o, a lo
sumo, se penetra en un sentido moderno
del melodrama, que dista de ser despectivo
y que concierne a un drama cuya violen
cia le impide las medias tintas, le niega
la sobriedad y le prohíbe la discriminación
de los recursos empleados, so pena de
malograrse.
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Abierto de 16 o 2 horas
adem ás:
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Viamonte 547
CALERIAS
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Buenos Aires
EUGENE O’ NEILL
VUELVE A BROADWAY
de muchos años de silencio
vuelve O’Neill con una obra teatral
que dura cuatro horas y cuarto, con
intervalo de setenta y cinco minutos. Es
la primera obra después de "Días sin fin”
que escribiera en 1934.
Su argumento, se dice, . es tan miste
rioso como su título "The iceman cometh” ( " El nevero está en coma
El
coma del hielero” o simplemente "E l hom
bre del hielo ” ). Alguien que vió la obra
sugirió que podía llamarse "The ice tray
always sticks twiee ’ ("L a bandeja del
hielo siempre se pega dos veces” ).
Es un argumento complicado, con múl
tiples personajes. Los críticos han coinci
dido en afirmar que lo que O’Neill ha
pretendido decir en su obra es que el
hombre no puede vivir sin ilusiones, y que
la obra, como obra de teatro para leer,
hace honor a su autor aunque no ocurre
lo mismo en la escena.
O’Neill sale airoso de la pueba a que
se ha sometido. La crítica afirma que si
gue siendo el más grande maestro del
teatro que ha producido Estados Unidos.
D
espués
LA ACADEMIA FRANCESA
Y LA AMERICA LATINA
( Especiql de A. F. P.J
Academia Francesa acaba de recibir
un /u n herfcoso obsequio. Es un magní
fico ejemplar de una obra ilustrada, con
sagrada a Moliere y editada por la re
vista brasileña "Don Casmurro” que, con
el mismo espíritu elevado, ya había edi
tado otra obra análoga, dedicada a Paul
Verla ine.
La Academia hizo llegar su agradeci
miento al director de la revista, Ronaldo
de Carvalho, y entregó la obra a la B i
blioteca del Instituto de Francia. Pero
no fué ése el único intercambio amistoso
entre la Academia Francesa y sus ami
gos de América del Sur. La institución
tuvo oportunidad de saludar a la Aca
demia de Letras del Brasil en la persona
del doctor Joao Neves Da Fontoura, mi
nistro brasileño de Relaciones Exteriores,
y a su jefe de Gabinete, Ribeiro Conto,
ambos miembros de la Academia, de Le
tras de su país y delegados a la Confe
rencia de la Paz.
El señor Georges Lecomte presentó ade
más tres trabajos suyos referentes a la
República Argentina.
L
a
a
\V
i
R o m Arciniega D OS REBELDES ESPAÑOLES EN
EL PER U . I-as vidas de Gonzalo Pizarro (“ El Gran Re
belde” ) y Lope de Aguirre (“ El Cruel Tirano” ) - protago
nistas de las dos rebeliones españolas más trascendentales
contra la Corona de España registradas en la América del
siglo x v i - son relatada^ en este libro con un estilo lleno de
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a tener una cosa entre todos nosotros; tendremos una
fiesta o ngillatun. Hace tiempo que
no hemos tenido ninguno; por eso,
quién sabe, no hemos tenido abundancia
de trigo, y han muerto animales, nues
tros hijos y nuestras hijas. Nos ju n
taremos todos; que se junten también
nuestros am igos; saquemos una fiesta
grande. El ngillatun será en cinco días
más. Vamos a prepararnos bien con
tam os
V
carne y vino.”
Así, cansino, pueril y disonante re
sulta este discurso del cacique arauca
no traducido al lenguaje de los con
quistadores. En el idioma indígena
tiene, sin embargo, una mágica eufo
nía. Dura y dulce; melancólica y recia
— pugnas del vocablo que armonizan
en su pelea— la lengua de Arauco
aun cita en nuestro siglo, en la voz
del jefe, a la ceremonia del ngillatun,
destinada a obtener los favores del
dios Pillan. Pero ¡qué distinta es la
modulación y cómo ha burlado el tiem
po los seculares designios de la raza!
El cacique de hoy llama al ngillatun.
Hay algarada y color de fiesta que
agita y viste la dolorosa derrota de
las rucas, y luego se suceden soles y
lunas sobre hartazgos de carne y vino.
¡ Será en cinco días m ás! ¡ Y durará
otros cinco! "H ace tiempo que no he
mos tenido ninguno.” "N o hemos te
nido abundancia de trigo.” "Han muer
to animales, nuestros hijos y nuestras
hijas.” "Saquemos una fiesta grande.”
Una domesticidad resignada; una le
chera domesticidad de pesebre; una
medrosa domesticidad de pequeño te
rrateniente invalida al heroico Arauco
de la epopeya. Porque sus últimos
descendientes han perdido el estertor
ARAUCO
ESPERA
Por
dionisíaco. ¡ T rig o! Pillan se ve re
querido en tutela jes de trigo: antes lo
fué en las rojas vendimias de la gue
rra. ¡ H ijo s ! Presa, la araucana in
dómita no quiso hijos de cautivos y
arrojó al suyo a los pies de Caupolicán — el padre— cuando lo vió "p ri
sionero de la cohorte española” . ¡Car
ne! Blanda pulpa de ganado; pero no
las tufaradas calientes que enervaban
después de las victorias. ¡ V in o ! ¿ Aca
so sabe como la sangre bebida en los
cráneos del enemigo? Y hoy la fiesta
es sólo una molicie labriega, vago re
medo del frenesí salvaje de otros días.
¡Qué distinta suena ahora la invoca
ción del n gilla tu n !:
"Estamos arrodillados, padre; hoy
día te rogamos que nuestros hijos no
mueran, que produzcan las siembras y
tengamos animales. Te rogamos que
llueva, hombre venerable, para que
crezca el trigo y el pasto.”
El fatalismo de Arauco, la entelequia de Arauco, era la guerra. Un
pueblo bárbaro, así ligado a ese des
tino, se consume y agoniza en el-p as
toreo y la labranza. Sólo el arraigo
en una civilización activa pudo haber
mutado el demonio bélico en creadora
e incorporada fuerza sedentaria. Las
avanzadas de la civilización incásica se
detuvieron en el Maulé; la conquista
española estrechó a los araucanos, pe
ro no los redujo; la nacionalidad chi
lena los domesticó, pero no los incor
poró a su sangre, pues las verdaderas
tribus nucleares de Arauco le negaron
siempre el mestizaje. El desmonte de
los bosques, la inervación de los ca
minos, les ha ido arrebatando el esce
nario de la epopeya. ¡Y ahí está la
tragedia: un pueblo épico sin escena
rio ni drama! No es un dolor de tie
rras usurpadas; no es una pena de
raza vencida; no es el arqueológico la
mento de una civilización sepultada;
no son las ruinas de solares templos
de oro que traicionen el canto de una
religión acallada. No. Arauco no ha
padecido — en medida exhaustiva—
despojos crueles; contuvo o eludió las
grandes civilizaciones; apenas si su
peró la etapa del "tótem” y el "tabú” ;
su ruca fué casi un campamento; en
su cerámica, en sus tejidos, en su al
farería, fué siempre más la utilidad
que la belleza. Menos fué la suya una
raza vencida. A lo sumo, diezmada
por guerras y epidemias. Pero su dra
ma es fantasmal: la muerte en vida;
la crisis con la propia razón de exis
tir; guerreros sumidos en estupor do
méstico : un pueblo sin auténtica em
presa.
Los censos se contradicen, aunque se
habla con redondo acento de cien mil
araucanos, descendientes de la epope
ya. En los claros que dejó el hacha
o el sable conquistador, surcada la tie
rra en sembradíos, domeñado el pai
saje, ciudades mozas y sonrientes, co
JOSE
BOSCH
loreadas de España y tocadas por los
campanarios de la Cruz, viven en
próspero empeño, florecidas en la par
te del valle longitudinal que antes fuéra corazón de la Araucania. Entre
ellas, con aires de metrópolis, cuenta
Temuco y, arrebujándola con un pon
cho por las cuatro direcciones cardina
les, se hallan importantes reducciones
indígenas. Moquehua, Tromen, Collahue, Traumaullín y un sinnúmero de
voces mapuches designan estos vesti
gios del antiguo Arauco. Nada, sin
embargo, que no sean afanes de ferias
o litigios de tierras vincula en forma
permanente, vital, racial, a Temuco
con estas reducciones, y la denomina
ción de La Frontera que subsiste para
definir su límite, anuncia que aun pesa,
aunque de modo muy teórico, la autoc
tonía del pueblo que no fué "por rey
jamás regido, ni a extranjero dominio
sometido”. Solo, huraño, rispido, en
medio del paisaje ancestral, como la
araucaria — su árbol— , el indio rumia,
grandiosamente solitario, el dictado inconcretable de su raza. No hace mu
chos años — podemos decir ayer— que
oíamos al Oficial de Registro Civil la
mentarse con docto tedio: "Si en esta
circunscripción de Toltén los mapu
ches poco o ningún interés tienen por
mezclarse con chilenos, juzgo que es
por no perder sus costumbres ni su
idioma. Manifiestan cierta tirria hacia
los mestizos, que son pocos y a quie
SU
BOUSQUET
nes desprecian por su media sangre.”
Un violento claroscuro ha marcado
las tintas del drama de Arauco con la
colonización germánica, que la inmi
gración inoculara en las venas australes
de Chile. Apretadas mazorcas de ca
bezas rubias han brotado de los maiza
les en el lindero mismo de las reduc
ciones, asistiendo con sus azules ojos
de acero a la humillada domesticidad de
Arauco, recogido en su tristeza cobriza.
Pillan, dueño del trueno y del rayo,
que dijera su mensaje en la lengua
bronca de las tempestades, dormita en
su vejez con los coros — para él incom
prensibles— de los Nibelungos. Hay
ciudades — como Valdivia y Osorno
donde el germanismo ha pasado a ca
rácter dominante. Cuando por allí
cruza un indio — un araucano— 1°
persigue esa misma curiosidad que se
siente por el gitano, o sea, ese díseolq
embobamiento que orilla lo pintoresco
y lo esotérico. ¡Humillación macabra.
¡ Sí, macabra, porque hay cadáveres
flotando en la burla! ¿ Cómo no sen
tir lo burlesco en este ambular de un
indio cobrizo y triste, en medio de la
tenacidad rubia de Valdivia? ¡Aque
lla plataforma, hoy día urbana, sirvió
en veces gloriosas a los toquis para
convocar sus guerreros y arengarlos
contra el más bravo conquistador de
todos los tiempos! ¡H oy, un indio que
se descamina por sus calles sirve de
regocijo taimado a colegiales de un
�© c a b a lg a t a
Entretanto, las mujeres van y vie
nen multiplicadas en cien afanes. So
bre ellas descansa, en cierto modo, la
economía familiar. Cuando soltera, mo
lerá el trigo y preparará el "mote”, la
vará, y hará del baño diario un culto,
casi un ritual. En las fiestas, será
festejada con el canto amoroso, forma
de requiebro que tiene blandas quejas
de endecha y que, con seguridad, es
otra de las facetas del alma domestica
da, ya que en tiempos de la epopeya
no pareció ser el Amor otra cosa que
una función. Ercilla lo resume en un
dístico sumamente explícito:
" Venus y Amor aquí no alcanzan
[parte ;
sólo domina el iracundo Marte.”
Traduzcamos uno de estos cantos
amorosos actuales — que en verdad lo
son de un modo muy indirecto— y nos
hallaremos ante un simplismo enternecedor que exhala el íntimo penar de la
raza:
Señorita, señorita,
cuatro días viajaremos;
pasó, pasó, dirán,
por otras tierras
tal como son;
si tuviese dos animales
en caballo aparte iríamos,
pero por la pobreza a la grupa vamos,
hermana, hermanita.
"Pasó, pasó por otras tierras tal
como son” "Pero por la pobreza a la
grupa vamos.” ¡ Si tuviesen dos anima
les ! ¡ Pero n o ! Es Arauco, todo Arau
co el que va hoy a la grupa de un ca
ballo sonámbulo, dejándose llevar, le
jos de toda brida. Un caballo sin
galope que por las noches — densas
noches donde todavía se palpa la som
bra prodigiosa del tótem— queda ama
rrado en los túmulos de piedra de los
antepasados. En los campos de hoy
surgen a trechos estos túmulos coro
nados por intentos antropomorfos don
de se ha querido perpetuar la figura
de un muerto venerado, y que impre
sionan como peleles trágicos contorsio
nados en el grotesco de su sentido irre
mediable.
La domesticidad no ha extinguido
el primitivo natural supersticioso y
animista de los araucanos; pero ha
ido decayendo en lo religioso y en lo
moral, hacia una nebulosa mal defi
nida que no tiene la fuerza de sus
primeras creencias.
"Ahora mismo
— nos dirá don Tomás Guevara, el no
table araucanista— se observa entre
ellos un vestigio o residuo de su men
talidad antigua en el fondo de sus re-
rabio inexplicable en las cabezas alta
neras! Fué en Valdivia donde se nos
hizo el nudo en la garganta, nudo que
ahora mismo nos angustia. Un día, atar
deciendo, vimos al indio tocar la tru
truca a las puertas de una vieja igle
sia, en medio de regocijado corro. La
trutruca, su triste instrumento, que
emite sonidos monótonos de compás
binario, semeja una trompeta con un
cuerno en la extremidad de un coli
gúe de 4 ó 5 metros de largo. Ser
músico de tan descomunal trompeta,
y soplar en ella como los industrio
sos alemanes soplaban a veces en sus
fábricas de vidrio, es ya cosa capaz
de mover a risa a quien no entienda
el dolor de la trutruca. Ahí, como
grupo escultórico urdido por invisi
bles manos simbolistas, estaban todos
los elementos del tema elegiaco: la
iglesia en la tarde ya anochecida,
que se recataba al amparo de la Cruz,
el indio plañidero vistiendo su típi
co chamal, y, como contrapunto, el
ufano corro ario, sin oídos para los
últimos estertores de Pillan, que ja
deaba en la trutruca. ¡Y allí mismo,
sin- embargo, tal vez en ese mismo si
tio, se elevara el triunfal vocerío de
la raza inflamada por las arengas!
¿No los oyó acaso don Alonso de E r
cilla y Zúñiga, el capitán que más los
combatió y mejor los cantó? ¡Eran
los días en que Arauco preparaba la
invasión de España! ¡ S í! ¿ Por qué
no? ¡Enemigo digno de Don Quijote!
Asistamos a su eu foria:
Estando en gran silencio el pueblo
[ufano,
así soltó la voz Caupolicano:
"Bien entendido tengo yo, varones,
para que nuestra fama se acreciente,
que no es menester fuerza de razones,
mas sólo el apuntarlo brevemente;
que según vuestros fuertes corazones
entrar la España pienso fácilmente
i al gran emperador invicto Cario
al dominio araucano sujetarlo.”
¡Y , sin embargo, cuánta derrota llo
raba esa tarde la trutruca a las puer
tas de un templo cristiano de Valdi
via, la ciudad rubia!
Las ferias y mercados de Temuco
ofrecen las muestras de su domestici
dad. Hasta allí llega el indio, acompa
ñado de su mujer, que echa mano de
sus cintillos, aros, pulseras y otras
chucherías que le cuelgan como galas
desde la más lejana antigüedad de su
raza. Por lo general, ella ha tomado
parte activa en la fabricación o pre
paración de los objetos y productos
que comparecen en la venta. Son no
tables los tejidos, firmes y llamativos,
que ha hecho en su telar, destinados
a trarihues (fa ja s), ponchos, "efloapinos” (felpudos), y chamantos, cuyos
motivos o modelos consisten en cruces
— noción muy anterior a su contacto
con la cruz cristiana— , paralelogramos
con gradas, figuras zoo y antropomor
fas de varias clases. La alfarería se
hace presente en vasijas y cacharros
en que, junto con la forma zoo y ornitomorfa, se ofrece el rasgo común de
la tosquedad. A principios de este si
glo la ausencia de dibujos era ya casi
total, y se había adoptado uniforme
mente el color negro, opacidad que se
nos presenta como una callada forma
de duelo. Se les verá también en Temuco, comerciando los productos de sus
campos, acudiendo al protector a en
tablar reclamos sobre los mismos, y
al juzgado a querellarse de despojos;
se les verá serios, graves, esquivos,
como temiendo que en la ciudad chile
na se les enreden los chamales y resul
te el mestizaje del que tanto se pre
vienen.
Tal vez hagan en lenta carreta de
bueyes el camino de regreso hasta sus
rucas, donde los espera la domesticidad que es a la vez su nirvana y su
morada de sombras. A primera vista,
hay bullicio y ajetreo. El cansancio
va por dentro. Allí es donde en mar
zo y en junio, los hombres siembran el
trigo; y en primavera, la chacra; en
febrero siegan y trillan con sus yeguas;
consultan a la machi cuando están en
fermos, o al adivino cuando el porve
nir los inquieta; asisten a las fiestas,
y se casan con permiso de sus padres.
Si son mozos, juegan a la chueca o se
dan a la emoción de los juegos de
azar; se citan con las mozas que van
por agua al estero cercano a sus vi
viendas; cuidan de bueyes y caballos;
aprenden cuentos de labios de padres
o de abuelos; llevan recados o saludos;
amansan potros, conducen la carreta
de bueyes.
presentaciones arcaicas acerca de las
enfermedades, la muerte, los espíritus,
el parentesco, los sueños, la produc
ción de la lluvia, la fuerza mágica de
muchos objetos, etc.. . . Su moral con
siste en hacer lo que hicieron sus ma
yores, y en no perjudicar a los de su
grupo. Ha considerado legítimo matar
y sobre todo robar al enemigo. H oy lo
contiene el temor legal; pero no el reli
gioso. Si se examinan con tino los
sentimientos religiosos de un mapuche
cristianizado, pronto se verá que la
-transformación es aparente y queda
como resultado una mezcla, una con
fusión de ideas que no interesan al
natural.”
Con todo, y dentro de la domesticidad -—entre agropecuaria y mercan
til— en que se consume, el araucano
de hoy conserva actitudes y valoracio
nes que lo acercan a sus antepasados.
Así, el antiguo fervor por la fuerza y
el poder tiene su derivativo en la je
rarquía que alcanzan — con preferen
cia a toda otra— el cultivo de la tierra
y la cría de animales. Esta dignidad
se hace particularmente visible en el
desprecio que sienten por el platero
— nuevo esteta de la raza, cuya arte
sanía no encaja en los recios designios
ancestrales— . ¡Cuánta injusticia hay,
sin embargo, en este desprecio que se le
infiere por su oficio y por ser a me
nudo, según es fama, trapacero y re
molón ! El platero no es un elemento
primitivo de Arauco. Nació al amparo
del pillaje de los malones que permitió
el botín de objetos de plata para ser
fundidos y trasmutados luego en arau
cana platería. H oy día enciende, para
turistas y burgueses, el fuego de su
forja, y su fuelle y su bigornia dan
otro son que no es el triste resoplar de
la trutruca. El es quien transmite hoy,
sin proponérselo, la íntima y callada
voz de Arauco. En un pueblo que se
consume por falta de empresa auténti
ca, en un pueblo que espera su elegía,
el platero — en su forja silenciosa y
alegre— va animando de luces y re
piques un cuadro que parecía ya irre
misiblemente crepuscular.
¡ Ah, platero de Arauco, tú harás
que la elegía tenga repuntes del viejo
v ig or! ¡ Así lo hemos deseado, con pa
sión, con esperanza, cuando, en medio
del color de la feria, entre el mosaico
de chamantos y choapinos hemos visto
cómo fulgen al sol — salidos de tu ma
gia— los cintillos de granos de plata;
los anillos, pulseras y brazaletes que
lucirán lejos las mujeres de otras ra
zas; los tazones para las bebidas de
los caciques en las fiestas del ngillatun!
�CUENTO POLICIAL ____
c a b a lg a t a ©
R O W E N
Por
WI LLI AM
GRAN PREMIO DE HONOR
DE LA SOCIEDAD ARGENTINA DE ESCRITORES
RICARDO ROJAS: El profeta de la pampa. Vida de
S a r m ie n to ..................................................... $ 10.—
Fruto de largos años de trabajo, interpretación magistral, esta
obra tan esperada nos revela un Sarmiento nuevo, auténtico y de
finitivo.
-r
----------------------------- DOS L IB R O S ------ ----------------------LLEVADOS A LA PANTALLA
ARTHUR SCHNITZLER: La señorita Elsa. Huida a las
tinieblas
6.—
Dos pequeñas obras maestras del gran novelista vienés. Traduc
ción de D. J. Vogelmann. Prólogo de Guillermo de Torre. Ilustra
ciones de S. Ontañón. Un volumen encuadernado. La señorita Elsa
acaba de ser llevada al cinematógrafo con el titulo de El ángel
desnudo.
MARIA TERESA LEON: El gran amor de Gustavo
Adolfo Bécquer. Una vida pobre y apasionada $ 8.—
Coincidiendo con el estreno de la película El gran amor de Gus
tavo A dolfo Bécquer aparece esta gran biografía del inmortal
autor de las Rimas, ilustrada con grabados de la época, retratos
y fotografías del film. Se incluyen también completas las Rimas
de Bécquer.
EMILIO BALLAGAS: Mapa de la poesía negra ameri
cana ............................................................... 8 12.—
Un libro revelador y maravilloso, en el que canta, ríe o llora
el alma de la poesía negra de todo un continente. Con ilustra
ciones de Bavenet.
ED ITO R IA L L O S A D A
A l v i n a 1131
A*
C o lo n ia 1 0 6 0
M ONTEVIDEO
S. A.
Bu enos Aires
O'Hlgglns
SANTIAGO
2^3
M u a n c a v e l U o '7 88
DE CHI LE
L I MA
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c o r
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AMERIG
uvres
,S\VV'PK
LIBROS BIEN IMPRESOS
PARA EDITORES EXIGENTES
O
CA*ÍC*ow
LL PASO I)K i V
V I L LA R RICA
Q tá iic M
A M O R R O R T U
CORDOBA 2028
O, W. H., de treinta y cuatro años
de edad, de condición soltero y de
profesión detective, me encuentro ahora,
diez de la noche del 4 de setiembre de
1939, dictándole a mi dictáfono, con pie.
na responsabilidad y en perfecto uso de
mis facultades mentales, mi última vo
luntad.
Hablo tumbado en la cama de mi ca
sita de Chatterton Walk: no he encen
dido la luz y una espléndida luna llena
tensa su deslumbrante gasa en el marco
de mi ventana, haciendo participar en
algo de su encantamiento la viva penum
bra de mi alcoba.
Por mi voz se advertirá que no estoy
absolutamente alterado, como yo mismo
compruebo en este momento por el leve
esplendor rojizo que a rítmicos interva
los corona el hornillo de mi pipa, índice
de lo acompasado de mi respiración, sín
toma, según parece, de sosiego espiritual.
Y así es, en efecto; no siento el menor
remordimiento. No soy culpable de mi
crimen y si hice jus
ticia sin matar, tam
poco fui yo quien
maté al ser que más
quería. Y a q u e llo
qoe sería imposible
de explicar ante un
jurado de hombres,
quedó ya dirimido
en singular combate
entre yo y el único
h o m b re capaz de
comprenderlo. Pagó
8u cu lp a c o n la
muerte, ¡quizá la
única sorpresa que
sintiera en su vida
fría y lógica para
la que no existió ja
más el azar ni lo
inesperado! Pero su
muerte no fué pro
ducto del azar aun
que fuera tan ines
perada para él como
para mí. Fué la
Justicia — no la de
este mundo, sino la
alta e infalible Jus
ticia— quien castigó
al culpable de la
manera más terrible
para él: mostrándo
le su derrota el mis
mo umbral del más
allá. Porque niego
m
que la muerte sea
un castigo. Pues si
lo fuera, ¿por qué murió ella? ¿De qué
podía castigársele a ella, tan pura y no
ble? Pero para ella, lo sé perfectamente,
la muerte fué un premio. Pues no hay
que olvidar que murió cuando marchaba
al encuentro del amor, y morir en tan
alto trance, no es morir, sino vivir eter
namente el más alto, puro y noble mo
mento de toda una vida.
Y
BUENOS AIRES
Y ahora, como primera afirmación de
esta voluntad, declaro, que si maté a sir
Thomas Rowley — o lo hice morir, que
no es lo mismo— , fué porque quería
acusarme de un crimen suyo y no mío.
Todo su plan se derrumbó súbitamen
te en el último momento, y ahora que
está enterrado a escasa distancia de aquí,
me lo figuro perplejo en su ataúd, to
davía no muy seguro de su forzado sui
cidio. Pues suicidio declaramos todos y
yo no soy el llamado a negarlo. ¿Por qué
habría de hacerlo? Allí está, pudriéndo
se, el simpático sir Thomas y no sé por
qué me figuro que si pudiera hablar con
migo de este último caso, hasta puede
que me felicitara. Pero de poder hablar
con los id o s— y hay quien dice que en
las noches de luna es fácil entrar en
diálogo con ellos— , mis palabras no irían
dirigidas a él, sino a ti, amada mía, víc
tima inocente y pura entre las puras, a
quien pensé hacer mi compañera y que
ahora duermes, bajo una capa do manso
césped, en espera de la sencilla lápida
donde he mandado grabar las seis letras
de tu suavísimo nombre: Rowena.
Pero ni aun tan querido y trágico re
cuerdo ha sido capaz de alterarme los
nervios. Cuando hace ahora tres días me
desperté del anormal sueño en que me
hallaba sumido y recibí la increíble no
ticia, entonces sí que creí enloquecer y
eso que ignoraba la terrible verdad que
ahora sé en todos sus espantosos deta
lles. Pero ahora, pasado todo, puedo mi
rar, mientras me confieso con el dictáfo
no, a través de la ventana, y contemplar,
sin la más mínima emoción, la negra si
lueta de Chatterton Manor, escenario de
lo que la prensa sensacionalista calificó
de "trágicos acontecimientos de estos úl
timos días” .
Un crimen impune y un suicidio cons
tituyen el saldo de los "sucesos de Chat
terton Manor” . Pero ni el crimen quedó
impune, ni el suicidio fué suicidio. He
aquí la verdad de lo ocurrido en pocas
palabras. Pero como todo ello es algo que
me incumbe tanto personal como profe
sionalmente, consignaré, para informa
ción de todos, algunos antecedentes nece
sarios.
En los primeros días del pasado mes
de julio, conocí a Rowena. Nuestra sim
patía fué mutua y a los pocos días nos
habíamos comprometido sin haber cam
biado más que escasísimas palabras. Supe,
no sé por quién, que vivía en el castillo
en compañía de su tutor, viejo médico
retirado de la profesión que ejerciera en
la India o Malasia. Algunos días des
pués conocí al tutor, quien, ante mi sor
presa, se me mostró como un coloso, ro
HUGHES
bustísimo, menos viejo de lo que pensara,
de modales plebeyos y de una cordialidad
demasiado efusiva para ser sincera. De
su borrosa fisonomía no recuerdo más
— y creo que no olvidaré mientras viva—
que unos ojillos grises, duros como un
diamante impío y cruel. Cuando se halla
ba junto a mi amada, el contraste entre
ellos era tan grande que lindaba con lo
grotesco. ¿Qué parentesco podía unir a
aquellas dos naturalezas tan dispares? Si
mi amor no me hubiera cegado hasta el
punto de no tener ojos más que para ella,
quizás me hubiese fijado en ello y es po
sible que los terribles sucesos que poco
más tarde se desarrollaron no hubieran
llegado a producirse.
Pero es inútil intentar desandar el ca
mino de la muerte. Nuestro amor siguió,
al parecer, con la aprobación del tutor’,
casi siempre ausente. Fuera de mí nadie
más frecuentaba el castillo, cosa que no
me preocupaba poco ni mucho, pues tenía
por ventajoso para mí lo que luego supe
día ante mí arrastrándome consigo lle.
vándome en su seguimiento, siempre y
nunca al alcance de mis manos. Y de
pronto, cuando ya creía llegar a él, su
bestial imagen se transformó en la' de
ella, aunque notaba clara y físicamente
la presencia de mi enemigo. Quise disi
mular pero todo fué imposible. Ella, blan
ca, pálida y distante se me ofrecía tran
sida de amor. La estreché entre mis bra
zos, fuerte, muy fuertemente hasta sentir
claramente el jadeo de su aliento. gu
cuello se dobló en mis manos como un
nardo tronchado y suavísimo. ¡Mía, m'a!
murmuré con un goce tan grande que no
era sino el más terrible d- los sufrimien
tos. Una nube roja y friísima me envol
vió. Todo me fué arrebatado lejos, lejísimo, en aquella sima sin fondo donde
me despeñé al principio. Luego una tibia
delicia me invadió todo el cuerpo. El alto
sosiego de la muerte pareció llevarme fue
ra del tiempo. Y después nada. . .
'
íj
o p
i
ySjtr,
v -•
v?T,'
■£
. *
— ¡William! . .
¡W illiam! . . .
Cuando abrí los
ojos vi ante mí a
mis compañeros de
flcotland Yard, Macpherson e Ireland.
“ La guerra” , pensé.
Y repetí mi pen
sa m ie n to en voz
alta.
— N o; no se tra
ta de eso. Y si no te
llamamos antes es
porque hasta hace
unos instantés no
nos enteramos que
tenías que ver con
los propietarios de
Chatterton Manor.
— ¡Rowena! —gri
té— .
¡ Por Dios!,
¿qué le ha pasado a
Rowena ?
— Ha muerto . . .
Ha muerto asesina
da — t e r c ió Macpherson, tras de un
brevísimo titubeo.
— ¡E l
¡Fué él!
— e x c la m é en un
:1 £ g
m
era la comidilla diaria de toda la bur
guesía del condado.
Así pasó todo el mes de julio hasta
que cierto día que le expuse a Rowena
mi deseo de desposarla, palideció y por
encima de su mutismo vi presente la som
bra de su tutor. Se lo dije, y rompió a
llorar tan desconsoladamente que no in
sistí. Pero aquella primera nube en nues
tro amorío me reafirmó en mi decisión
de hacerla mía. Continuamos nuestros pa
seos, y hoy hace cuatro días, como notara
el terrible combate en que me debatía,
me dijo con acento de desesperada de
cisión :
— W illie ... Si has de llevarme no se
lo digas, ni siquiera lo pienses ante él.
Dime el día y la hora y huiré c o n tig o ...
Aunque él lo sabrá, W illie ... ¡como lo
sabe siempre t o d o ! ...
La estreché entre mis brazos y juntando por primera vez mis labios con los su
yos, le dije que partiríamos aquella misma
noche.
— M añ an a... — murmuró desfalleci
da— . Se va a Londres y estará ausente
por tres d ía s ...
— Mañana — asentí. Y aquel día nos
separamos antes de lo acostumbrado.
No he de decir la ansiedad que se
apoderó de mí. Yo, un representante de
la ley, iba a cometer un rapto, un delito.
Y como cualquier delincuente novel me
porté de la más torpe de las maneras.
Para "no despertar sospechas” en el re
ducido círculo en que me movía — la
posada, el puesto de periódicos y la taba
quería— , visité todos estos sitios y me
quedé en el comedor de la primera más
tiempo del acostumbrado.
Ya entrada la noche, me era imposible
dormir. Oí varias horas en el reloj de la
torre de la abadía, y cuando, ya muy
tarde, logré conciliar el sueño, éste me
llegó en forma de terrible pesadilla de
la que había de despertar trágicamente.
Sentí, en mi primero y angustiosísimo
duermevela, como si me hubiera conver
tido en una enorme masa de plomo en la
que todos mis miembros se hallaban an
clados, soldados, fundidos sin liberación
posible. Un terrible sudor, un mar pega
joso y asfixiante respondía al jadeo con
que significaba mi impotencia de vencido.
Mi sueño era un pozo sin fondo de verti
ginosa agonía. En él me vi con los ojos
abiertos, despierto y esclavo de la pesa
dilla al par. Quería pensar: no importa,
mañana cuando estés despierto será tuya.
Pero yo sabía que ya no era mañana, si
no hoy, el día fijado. Lloré de impo
tencia, hasta que súbitamente, en un inol
vidable momento rompí gloriosamente las
cadenas que me retenían y me incorporé en
el lecho. Frente a mí, lo vi a él con sus
ojos llenos de agujas clavados en los míos.
Pero no estaba aquí, sino del otro lado
de la ventana. Salté hacie él. Conocí en
él al culpable de todo lo que sufría y
había sufrido yo, y entonces comprendí
cuál era el tormento de que era víctima
ella. Pero no podía alcanzarle. Retroce-
s ri,°— No, no fué él
— afirmó reposadaM
mente Ireland— , si
r
es que él es, como
me figuro, sir Tho
m a s ... Aunque me alegraría de que hu
biera sido él y no otro — terminó con
franqueza irlandesa.
— ¿Por qué no fué él?
— No concuerdan las huellas de la ma
no. Huellas digitales no hay. La mano
era una mano mucho más fina y mayor.
Y ese sir . . . no sé cuánto, tiene una ma
no endiabladamente pequeña__ ¿Vamos?
No recuerdo cómo me vestí y fui hasta
el castillo. Pero en cambio jamás olvi
daré el instante en que volví a ver, allí,
tendida, fría, muerta, a la blanca y purí
sima Rowena de mis sueños y de mi sue
ño. En su cuello se veían claramente las
bárbaras huellas de las manos que le
arrebataron la vida. Pero su rostro res
plandecía de felicidad, con la misma, exac
ta felicidad de mi sueño. Y entonces
noté que él estaba presente, mirándome,
contemplándome como a una presa, espe
rando que descubriera o adivinara para
gozarse en su triunfo. Sabía que estaba
allí presente, vigilándome, con su mirada
puesta en mí para así atraer sobre mí la
mirada de mis compañeros. No quise mi
rarle porque estaba seguro, sabía que él
era el él de mi sueño. D ejé de buscar por
que no quer a encontrar demasiado.
Fué entonces cuando sir Thomas Row
ley, el hombre que lo sabía siempre todo
porque él era el autor de todo, compren
dió que sabía. Y con voz fría y desagra
dable, me habló con palabras que podían
ser una acusación:
— C a ballero... Si tiene algo que decir
me estoy a sus órdenes... ^eo ^,ue
sabe todo, así que si gusta, en el jardín
podemos hablar antes de hacerlo con es
tos caballeros. . .
Era un desafío y una acusación que,
entonces me di cuenta, latía ya en e
ánimo de todos. La mirada de mis com
pañeros se fijó en mí, pero yo no era ya
el amante de Rowena, sino W. H., y
taba dispuesto a luchar, seguro, com
siempre, del triunfo de la Justicia.
Cuando me acerqué hacia él, no sé qué
notó en mí, que noté una chispa de tem°
en su voz y me advirtió desde lo a o
su corpulencia:
— Está en mis manos y no intente na
da, pues como ve estoy preparado...
Fué su perdición.
Oprimí su mano entre las mías y ^
cinco detonaciones se sucedieron en
corto forcejeo que cubrí con g n os
" ¡ N o ! . . . ¡ N o ! . . . ¡S ocorro!”
Pero allí se quedó muerto y bien muer^
to. Fué él quien al ensenarme el
me dió la idea de "suicidarle . bu
conmigo quedó como una <*on
jema*
cita que mis amigos no se
n
siado de indagar. Como creo recorda ^
era el día 3 de setiembre de.
gente, aun en la misma ln ®, “ V lL mis
taba para interesarse por erim
o menos sensacionales.
Pero aquí queda esta o»nfe8^ " ’ f dc a alguien le interesara y para
T
canso de mi conciencia.
�____________ INDUSTRIA - CERAMICA
(^ c a b a lg a ta
LA INDUSTRIA BRITANICA DE LA RELOJERIA
H A RESURGIDO CON GRAN IMPULSO
Por
La fabricación de relojes cons
tituyó una industria floreciente
en Gran Bretaña durante los si
glos xvn y xviii , pero luego no
supo adaptarse a las exigencias
de la moderna producción en
masa, y hacia 19S0 parecía con
denada a desaparecer por com
pleto. La pasada guerra, empero,
ha demostrado la capacidad y las
posibilidades de esta industria,
que hoy resurge con extraordina
rio impulso, proponiéndose llegar
a una producción anual de ocho
millones de relojes para 1948.
los siglos xvn y x v iii la fabri
cación de relojes tenía como cen
tros prin'cipales a Francia e Inglate
rra, y muchas piezas que pueden con
siderarse verdaderas obras maestras,
salieron de los talleres británicos. En
tre los artífices ingleses que más se
destacaron se encontraba Thomas Tompion, a quien se ha calificado de "pa
dre de la relojería inglesa”, y de sus
talleres salieron en los últimos años del
siglo x v iii , gran número de relojes de
admirable belleza y de mecanismo tan
perfecto que aun hoy muchos de ellos
se hallan en pleno funcionamiento. Al
fundarse el Observatorio de Greenwich
en 1675, Tompion fué nombrado su
primer relojero oficial.
Le sigue en importancia su discípu
lo, George Graham (1673-1751), in
ventor del péndulo mercurial y, lo
que es aún más importante, del esca
pe que lleva su nombre, y que cons
tituyó un gran progreso sobre el es
cape de áncora inventado por otro
gran técnico británico, Robert Hooke,
el temible rival de Isaac Newton, quien
también creó un mecanismo para el
corte de las ruedas para relojes.
Otro nombre que merece destacarse
es el de John Harrison, un carpintero
del Yorkshire, autodidacto, que inven
tó el primer cronómetro para embar
caciones que diera resultados prácti
cos. Su primer cronómetro (que si
gue funcionando hasta el día de hoy
en el Observatorio de Greenwich) fué
fabricado en respuesta al ofrecimien
to por el gobierno británico de una
recompensa de £ 20.000 a quien inven
E
tara un mecanismo capaz de establecer
el meridiano de longitud alcanzado por
una embarcación al cabo de seis se
manas de navegación, con una tole
rancia de 30 millas. El cronómetro de
Harrison sobrepasaba en precisión a
todos cuantos relojes se hubiesen fa
bricado hasta entonces, ya que su mar-
n
La etapa final en la fabricación
de relojes de alta precisión.
gen de error no excedía de tres segun
dos diarios.
Pero además de estos nombres fa
mosos, debemos tener en cuenta la exis
tencia de una industria sólida y flo
reciente, aunque su organización y sus
tradiciones tenían más afinidad con
las antiguas corporaciones medieva
les que con los modernos métodos in
dustriales que poco a poco se fueron
imponiendo en el mundo entero. El
viejo artesano, debido a su resistencia
congénita a las innovaciones, suele ser
tildado de obtuso y obstinado, pero
debemos dejar constancia de que, en
muchos casos su resistencia se debía a
las dudas que suscitaba la posibilidad
de mantener la tradicional calidad de
un artículo con métodos y técnicas cu
yas ventajas aun no habían sido de
mostradas.
Forzoso es reconocer que, en un
R.
A.
WEEK.S
tales como mecanismos utilizados en
principio, la calidad de los relojes fa
los torpedos y bombas de tiempo, y
bricados a máquina dejaba mucho que
desear si se los compara con las pie los innumerables instrumentos sin los
cuales la aviación moderna no puede
zas que produjeron los viejos artesa
nos, con sus métodos lentos y anticua desarrollar eficazmente sus actividades.
El futuro enemigo de Gran Bretaña
dos, pero producto de una experiencia
comenzó, pues, a ampliar su industria
y de un amor propio a toda prueba.
Por otra parte, la resistencia no se relojera, llegando a exportar relojes
limitaba a Gran Bretaña, pues igual
cosa ocurría en Suiza y en Francia.
El primero de dichos países, empero,
se convirtió rápidamente a los nuevos
métodos de producción, aprovechando
y perfeccionando todas las innovacio
nes, y creando una nueva industria
que nada tenía que envidiar a la pro
ducción de los antiguos artífices. En
Gran Bretaña la fabricación de relojes
nunca había revestido la misma impor
tancia que en Suiza, dentro del cuadro
general de su producción, y aunque la
producción continuó, la adaptación a
las nuevas condiciones fué lenta y
tardía.
Innumerables relojes de pie, cronó
metros, y otras piezas de fabricación
británica «prueban que la industria re
lojera no cesó en ningún momento sus
actividades, y que la calidad de su
producción se mantuvo en todo mo
mento a un alto nivel. Se trataba,
He aquí una serie de relojes
empero, de relojes que no estaban den
en una fábrica británica.
tro del alcance de la mayoría de la
población y esto ocurría en momentos
a Gran Bretaña a precios que no al
en que una masa cada vez mayor de
hombres y mujeres del pueblo sentía canzaban a cubrir el costo de produc
la necesidad de adquirir relojes de pre ción de los mismos.
El efecto de esta medida fué poco
cio moderado; por lo tanto, Gran Bre
taña no tuvo más remedio que impor más o menos el que se buscaba. Im
tarlos del extranjero, y su propia in pidióse el desarrollo de la industria
británica, salvo en una sola dirección,
dustria comenzó a declinar, hasta lle
gar a poco menos que a una extinción y aquélla fué la especialidad de los
relojes eléctricos sincronizados, en la
total hacia 1930.
Al año siguiente se constituyó la cual los fabricantes británicos realiza
ron extraordinarios adelantos, ayuda
Asociación Británica de Fabricantes
de Relojes en un postrer esfuerzo por dos por el incremento que fué toman
salvar a la industria, pero ya entonces do la electrificación en Gran Bretaña,
otras fuerzas comenzaron a ejercer su la que aseguró un amplio mercado pa
influencia. Hoy resulta evidente que ra la producción de relojes eléctricos,
Alemania comprendió hace muchos los que se fueron imponiendo igual
años la importancia de una gran in mente en todas partes del mundo.
No obstante, el desarrollo de la in
dustria de relojería para el caso de
dustria en esta única especialidad no
una nueva guerra mundial, dada la
facilidad con que puede adaptarse a fué suficiente para salvar a Gran Bre
la fabricación de muchos artículos in taña de una situación sumamente crí-’
tica al iniciarse la pasada guerra en
dispensables para la guerra moderna,
1939. En los primeros meses se vió
obligada a utilizar granadas a percu
sión, de escaso efecto comparadas con
las granadas de tiempo, las que tam
bién resultan más económicas. Ingla
terra hubo, pues, de crear toda una
nueva industria, pero al terminar la
guerra había aprendido una lección
que ya no olvidará fácilmente: la im
portancia de una buena industria re
lojera en caso de guerra.
La tarea actual consiste principal
mente en "reconvertir” las industrias
de guerra para las necesidades de la
paz, lo que significa modificar muchas
máquinas y reemplazar otras. Lo que
es indudable empero, es que, gracias a
la labor intensiva de los años de la
guerra, Gran Bretaña ha preparado
un cuerpo de técnicos y especialistas
que no tiene rival en el mundo, y que
servirá de valiosa base para la insta
lación de las nuevas fabricas, las que
contarán, por otra parte, con el amplio
apoyo del gobierno en lo que respecta
a facilidades para su instalación y
prioridades en el suministro de mate
riales, mano de obra, etc.
También es evidente que existe una
gran demanda mundial de productos
de la industria relojera, y que las fá
bricas británicas dispondrán de am
plios mercados internos y externos pa
ra la colocación de su producción. No
se trata tan sólo de recuperar el tiempo
perdido llevando la producción al ni
vel de preguerra y luego mantenerlo,
sino también de satisfacer la demanda
de países que hasta ahora estuvieron
sólo medianamente desarrollados, y
también de reemplazar a las industrias
de aquellos países que no podrán vol
ver a competir en el mercado mundial
al menos durante varios años.
Por lo pronto, Gran Bretaña cuenta
con un valioso plantel inicial consis
tente en 45 fábricas especializadas, cu
ya producción bastará para cubrir las
necesidades internas y exportar irnos
tres millones de relojes por año. A n
tes de 1939, Inglaterra importaba unos
cinco millones de relojes y repuestos
por año, de manera que la producción
calculada es de unos ocho millones de
unidades, cifra que será alcanzada al
rededor de 1948, si no antes.
LA BELLEZA Y EL SENTIDO PRACTICO
Por
HARRY
TRETHOWAN
La porcelana británica fina, tal como
historia de la cerámica y de los cela que sale de muchas bien conocidas ma
j ramistas es tan vieja como pueda
serlo el mismo tiempo, y perpetúa las nufacturas — entre las que figuran Min
ton, Royal Worcester y otras— , no ha
costumbres, usos y maneras de las gentes
sido aún superada en ninguna parte del
de todos los países y todos los periodos.
mundo. La destreza de la mano de obra,
La historia de la cerámiea inglesa es, a
la excelencia de la calidad y la belleza de
)a vez, fascinador y emocionante relato
las formas no han perdido nada de aque
del proceso de desarrollo de un primitivo
llas cualidades que dieron fama mundial
arte rural que llega a convertirse en una
a la porcelana británica de hueso. En
gran industria. Los artífices de hoy son
este orden de la cerámica encontramos en
continuadores de un arte que, a lo largo
la exposición hermosísimos diseños.
de los siglos, ha venido transmitiéndose
También de Longton, donde se produce
de unas a otras generaciones. Y las acti
porcelana para grandes masas de compra
vidades industriales y comerciales de la
porcelana siguen to
d a v ía realizándose
b a j o lo s a p e l l i
dos que tanto pres
tigio alcanzaron en
otras épocas: Adams,
W e d g w o o d , Copeland, Spode, Minton
y Doulton.
La industria ce
rámica del R e in o
Unido presenta hoy
un cuadro de acti
vidad no superado
por ninguna o tr a
clase de manufactu
ras, aunque todas
están hoy dedicando
su máximo esfuerzo
a la reorganización
y reconstrucción de
postguerra.
A
1
La p rim era tetera
que
Wedgwood
h izo para su m u jer
Los utensilios de
mesa tienen que ser
adecuados a la mi
sión que se les asig
na, y los antiguos
artesanos lograron esto con toda plenitud.
Ror eso, nosotros seguimos usando hoy
exactamente el mismo modelo de la pri
mera tetera que Josiah Wedgwood hizo
para su mujer — quien, diche sea de paso,
estimó que Josiah había obrado con gran
acierto— y que aun no ha sido igualado
por ningún otro. Y así, una y otra vez,
nos encontramos con las diestras realiza
ciones de los alfareros de otros tiempos.
En la obra de los descendientes de Wedg
wood seguimos hallando la huella del ge
nio de éste. En la exposición industrial
que se está celebrando en el Reino Unido
hay trabajos que no tienen por qué temer
la comparación con las viejas colecciones
permanentes del museo en que se han alo
jado las instalaciones de "Lo que puede
hacer la Gran Bretaña”.
dores, nos han llegado buen^ calidad,
nuevos diseños y pruebas de nuevas y me
ritorias orientaciones. Y la cacharrería
de barro. cubre un amplio y variado
campo.
En la exposición, se presentan nuevos
procesos de decorado, se ve la mejora de
los viejos sistemas y la calidad tiene to
das las condiciones de uso que son esen
ciales. Los diseños siguen líneas conve
nientes, nada se toma de prestado aunque
se busque inspiración, y si a los diseña
dores se les da libertad de expresión, jus
tas bases de trabajo y oportunidades de
mantenerse al corriente y en contacto con
el mundo, el porvenir llegará cargado de
halagüeñas realidades.
Es interesante observar cómo se man
tienen las tradiciones de las viejas em
presas a través de los nuevos procesos, del
crecimiento y de la adaptación a las mo
dernas necesidades. Esto se manifiesta de
forma muy clara en la alfarería de Bristol, que nos retrotrae al siglo xvn y nos
recuerda la loza fina de ese nombre. En
los últimos diseños, y de una manera casi
imperceptible, se mantiene viva la vieja
tradición.
Bello y útil
Todos conocemos la porcelana y todos
usamos los cacharros de loza, pero la por
celana a que vamos a'referirnos — Bullers
of Milton, Stoke-onTrent— merece es
pecial mención. Se
trata de un material
creado para usarlo
como aislador. No
sólo se emplea para
producir bellas f i
guras, vasos y platos
con la calidad y el
encanto de la porce
lana china, sino que
sirve para cacharros
de horno por su gran
resistencia a las tem
peraturas. Se t r a
ta, por tanto, de
un p r o d u c t o que
además de ser be
llo puede d e s e m
peñar papeles miry
útiles.
De Derbyshire y
otras partes de In
glaterra vienen los
ja r r o s , escudillas,
b o t e lla s , cacharros
p a r a el h o rn o y
otras piezas de al
farería de uso do
méstico.
La industria cerámica del Reino Unido
se ha comportado muy bien desde la ter
minación de la guerra, y no tiene por qué
temer al futuro si, como se dice en el in
forme de la Comisión de Investigación
Industrial — recientemente publicado— , si
gue manteniendo la alta calidad de los
materiales y un elevado nivel de pericia
artesana.
Si se la llegase a mecanizar por com
pleto, la industria de la cerámica perdería
su alma. La mano y la vista continúan
desempeñando en la producción un papel
de capital importancia. El espíritu huma
no, inspirado para moldear con las manos,
el barro, de que todos provenimos, debe
seguir gobernando, las formas de belleza,
sin las que la Vida no valdría la pena
de ser vivida.
LA IMPRENTA LOPEZ
es la primera organización creada en HispanoAmérica- dedicada exclusivamente a la impresión
de libros. Su participación en la creación de la indus
tria editorial argentina ha sido decisiva. Su nombre
como impresores, unido al de los editores, marca una
etapa culminante en la historia del libro argentino.
E l arte y la técnica de la IM P R E N T A LO P E Z
en conjunción maravillosa realizan el milagro de
producir las más bellas y cuidadas edicio
nes, tanto de lujo como populares,
a precios
convenientes, pues
su especialización le per
mite dar calidad
sin aumentar
el costo.
IMPRENTA LOPEZ
A l servicio del libro
PERU 666
•
B U E N O S AI RES
�c a b a lg a t a ®
MODELOS
DE
JAUMANDREU
Soirée de reminiscencia griega en crepe
moiré celeste, detallado con bordados de
azabache negro en el cinturón y una
manga.
PARA
LA
ACTRIZ GOLDE
Levitón y falda en gabardina ocre. Accesorios en marrón
rojizo,
tier renace en sus diversas formas, pe
ro menos severo, menos duro para el
rostro que en años pasados; sus bor
des son ahora curvos, irregulares, ro
deados muy a menudo de tules ligeros
o guarnecidos de flores y frutos mul
ticolores; dentro de la cierta frecuen
cia con que se le encuentra en las
colecciones veraniegas es realmente en
cantador el sombrero de este tipo, cu
ya copa queda escondida bajo una ma
ravillosa sinfonía de colores: jacintos,
primaveras, botón de oro, violetas, ceezas, margaritas, hacen creer que el
oinbrero nació en el curso de un pa
FLAMI
EN "U N
Sombrero que acompaña el modelo anterior, en
marrón, con pájaros en pluma rosa y ocre.
T E N D E N C IA S
1946-47
*
paja
que la amplitud, marcada en la blusa por
pliegues que nacen a la altura de los hom
bros, se continúa en la falda "voladora”
tras "tomarse” en un ajustado cinturón,
detallado con piedras marrones y verdes.
Rayados discretos para este año,
atenuados y embellecidos por las
combinaciones aue la moda de "paneaux”
y la línea de las mangas permitan: grandes
elogios provocó en París un conjunto de
O
MARIDO
IDEAL”
Conjunto de capa y falda en lanilla ne
gra. Chaleco en gros rosa con medallas
antiguas originalmente dispuestas. Som
brero negro con velo en rosa.
plisée y chaquetas abotonadas en conjun
tos de piqué o de tusor en colores claros,
casacas muy cortas destacando la cintura,
y faldas rectas. Por cierto que nunca
como este año ha sido tan variable el
largo de los sacos tailleurs; mientras Patou impone con éxito una larga casaca
abotonada, C'hanel, con no menos suceso,
nos muestra una corta chaquetilla apenas
lo suficientemente larga para destacar lo
fino del talle.
UNA PAGINA
DE
Jaum andreu
CIZÁ los cambios que la moda intro
Q
duce año a año no salten siempre
a primera vista, pero si se anali
zan, se nota que ellos están, en lo que a
líneas se refiere, basados en la modi
ficación de la línea de la silueta y en
la combinación de
telas y tonos en lo
que toca a colores.
Este año, los pun
tos básicos de la
moda femenina es
tán perfectamente
E l Canotier
y los Sombreros
de Verano
sombrero no es un simple acceso
rio: es tan importante para marear
una moda y una época, como el largo
de la falda o la altura del talle. Es
fácil que olvidemos muchas cosas de
una época histórica importante, pero
podemos siempre describir el "fieltro”
adornado de medallas de Luis X I, y
es precisamente por sus sombreros que
reconocemos a Robín Ilood, o a "Le
Chaperon rouge” y el "panache” blan
co de Henry IV .
Sabemos que la moda debe ser so
bria y sentadora. La verdadera ele
gancia no permite excentricidades; ha
encontrado, como debe, su equilibrio y
su mesura. Estar "bien vestida” hoy
día, es tener un pequeño "ensemble” ,
bien confeccionado, práctico, y sobre
todo que se pueda lucir en las más
diversas ocasiones. Es justamente el
sombrero el que nos destaca la juven
tud y el encanto de una mujer y el
que nos recuerda que estamos en la
primavera, poniendo una nota de ale
gría, un poquitín irónica, sobre la gra
vedad de la época en que nos ha to
cado vivir.
E
l
Por cierto que los modistos se han
compenetrado perfectamente de la va
riación enorme, aun no comprendida
por los demás en toda su profundidad,
que la guerra y la exaltación nerviosa
continua han impuesto a la vida dia
ria, creando tocados y sombreros de
rara belleza y de no menos rara "practicidad” , que se pueden lucir de me
diodía a medianoche, como un "tailleur” o un modelo simple.
Este año son claros y alegres, blan
cos, rosa, rojos, celestes, verdes; y ello
responde ciertamente a una necesidad
fisiológica. La naturaleza, después de
la tristeza gris del invierno, toma en
primavera el color vivo de las hojas y
las flores. En fieltro, en paja, en
piqué, en géneros de vivos coloridos,
los sombreros tienden hoy a ser más
bien pequeños destacando el encanto
de los peinados, más juveniles y sim
ples que nunca este año; así el cano
falda y casaca de gros en rayado fino
blanco y negro, para usar con blusa de
color oro.
El reinado de las capas, largas
o cortas, permite variaciones atrevi
das al combinarse telas fantasía: cuadrillés, por ejemplo, y lisos, en las diferentes
piezas de un ensemble: falda y capa en
cuadros negros sobre fondo gris, blusa de
tusor rojo sangre en un bonito conjunto
para sport.
O
La c o m b i n a c i ó n de imprimées
con telas lisas, con preferencia os
curas, permite efecto de alto talle en un
soirée de Molineux, de falda de crepé
violeta y blusa estampada en oro y blan
co; o de silueta graciosamente juvenil en
un modelo de noche, do blusa de jersey
de seda azul y falda en rojo, blanco y
blue.
O
seo por el jardín del ensueño. Pero,
no menos elegantes resultan los ador
nos, siempre adaptados a los "eanotiers” de tules voladores; adornos de
blonda y de broderies rodeando la co
pa, mantillas que caen sobre la espalda
en graciosa reminiscencia española; o
velos de gasa tenue y clara cayendo
con estudiada negligencia a guisa de
echarpes; o en no menos llamativos
adornos en géneros y "tissus” multico
lores que caen en moños o en gracio
sas cascadas a un costado y que tienen
la comodidad de poder ser cambiados
o variados de acuerdo con el tipo y co
lor de los modelos con que se los lucirá.
Pero, naturalmente, tan prácticos y
simples como el eterno y triunfante
canotier, los turbantes de jersey de
seda o de lana gozan siempre del fa
vor femenino. Ellos acompañan "en
sembles” de sport o modelos de vestir,
según ‘ que sean sencillos en forma y
color o de género y líneas rebuscadas.
Y . . . lógicamente, puesto que el som
brero ha vuelto a reinar destacando
la elegancia de una mujer, los mo
distos proponen muchísimas líneas y
estilos para las diversas horas: enor
mes capelinas, revueltos de tul y en
caje, cascadas de flores en los tonos
más encontrados, moños y diademas se
disputan a la hora del cocktail y a la
noche, la hegemonía, que, dentro de sus
variaciones tiene para sí el canotier
en todo momento.
El “ tailleur” domina toda la mo
da del día, y nos encontramos con
variaciones lindísimas este verano; faldas
O
La nueva línea de los drapeados
permite equilibrar de otra manera
la silueta; los modelos de reminiscencia
griega están en auge, pero no el drapeado
fijo , perfecto, que París nos mostrara en
anteriores temporadas. H oy reina la tú
nica simple, ligera, que permite adivinar
la belleza de un cuerpo entre el movi
miento "no estudiado” de sus pliegues.
O
Los escotes enormes, atrevidos, rodeados de volados frescos y juveni
les, de grupos de flores o que permiten el
uso de joyas, constituyen la mayor'a de
las veces el principal encanto de un mo
delo de cocktail o de noche.
CM
El blanco y el negro al unirse
logran la combinación de colores
de más éxito, realzada muy frecuente
mente con una nota de color, como en una
muy femenina creación de Jaumandreu,
de falda amplísima, para la noche, en en
caje negro y organza blanca, sirviendo
de marco a un ramo de rosas rojas sobre
la cintura.
| [l) Ingeniosos detalles permiten alargar la línea del corsage en los
vestidos de noche, dando así la sensación
de "siluetas altas” ; Bruyere aconseja una
incrustación de satin bianco, en un sen
cillo vestido de comida en satin negro.
estab lecidos y se
desprenden de las
creaciones m á s o
m e n o s llamativas
que los g r a n d e s
"cou tu riers” h a n
m ostrado:
■ B
Detalles y costuras tienden, sobre
todo en los "tailleurs” a dividir el
alto total de la silueta en dos partes
iguales; esa división se marca más que
nunca este año, por el reinado de los gran
des bolsillos que, continuando la línea del
corsage caen sobre la cadera, y por el
uso de telas opuestas para la falda y la
chaqueta. Piguet, por ejemplo, nos mues
tra pará la noche una encantadora com
binación de casaca clásica en raso marrón
rojizo y de pollera recta de jersey de lana
en un tono más claro.
mM
Oorsages ablusados, tratados en
forma muy "suple” por la cantidad
de pliegues y drapeados que impone este
año la moda, destacan la belleza de una
cintura fin a: Magu Rouf creó un modelo
para tarde en jersey de seda ocre, en el
�MI MCA
© c a b a lg a ta
DIALOGO DE LAS COMADRES DE EFESO
Por
Pepclcmoko: ¡Eh,'ti'i, suéltala! ¡Vamos,
mujer, quieta! ¡Tú, déjale los pelos! ¡Tú
también, abajo esa rueca! ¡Quietas, di
go! ¡Acabaréis ya?
Pilone ma: Es que ésta .
Melisma: ¡Y o q u é ? ... ¡ Y tú, acaso, y
tu perro m a rid o ?...
Pe pele m o lo : ¡Basta, basta! Y vosotros,
marchaos. Hasta a los cesteros del mer
cado alborotáis, so comadres. ¡Basta, di
go! ; Y a qué tanto arrebato? Melisma,
ésta no es tu casa. ¡ Por qué viniste aquí
a pelearla ?
Melisma: Es que donde no llega la ma
no alcanza la lengua, y si yo vine es
porque ellos vinieron antes con palabras e
injurias. Mi marido bastante bueno es,
que tres dracmas le pagaron en casa del
aceitero para tocar en la boda, y no tie
ne por qué decir, el marido de ésta, ni
escribirlo en las paredes que lo lean los
que no estuvieron, que tocó mal y que
sobraba con un óbolo dado de lástima
para pagarlo, y que no hay peor soplador
n i. . .
Pilónenla: Y dijo bien, y es cierto, y
yo lo repito, y tú te callas, aunque no te
dé la gana, y ya me traes cansada, y te
marchas y se acabó. ¡ Quieres que lo re
pita? Y te me callas, que si no, cojo el
cántaro yx . .
Melisma: Pues no me callo, y no. Por
que si fuera cierto — que no lo es— que
mi marido tocase mal, ¡qué tiene el tu.ro
que andarlo diciendo?
Phonenia: Chillarías más si no lo nom
braran. Ya os conozco, a vosotros. Que
un día unas uvas, otro aceitunas, o pa
sas. o higos secos, y después otro d ía :
"M i hija Melitta toca los címbalos come
nadie en todo el Pcloponeso. ¡N o podrías
ponerle unas palabritas en la muralla
oeste, para que la invitaran a tocar en
alguna fiestita?” O bien: "M i marido — o
tu hijo, o tú o tu misma abuela— toca,
baila o cantamos como las nueve j intas.
No estaría mal que se supiera por ahí. . . ”
Y en la calle: "¡H ola , mis ojos! ¡Queri
da, querido! ¡Qué gusto, qué honor!
¡Cuánto de bueno por aquí!” Y en el
concierto: "¡A q u í, aquí, a mi lado! ¡Qué
-
DANIEL
mal toca éste! ¡Qué poca escuela tiene!
¡Y o, en cambio, voy a tacar tres nomos
citaródieos con crótalo obligato, que hay
que oírme! Vendréis, ¡cierto?” Y luego
por megáfono: "¡H ola , que es hov, en
el ( “olisco! ¡N o vayáis a f a l t a r ! . . . ” Y
después, la grita: "¡Q u é cinco líneas!
¡qué dos epítetos! ¡A mí! ¡y o! ¡Válgame
Zeus!” que no hay quien os aguante.
Melisma: ¡Y eres tú quien se queja?
De mí podrás, que nunca te mandé nada,
ni te mandaré. ¡Buen jugo sacáis a los
otros! Oís siempre sin pagar, vais a to
dos los convites, coméis de todo y por
cuatro, y abrís más la boca, para comer
y chismear, que la oreja. ¡ Y a qué abrir
las orejas, en verdad? No sabéis distin
guir la.m ese de la hipate, ni un modo
de otro, que si lo supierais estaríais to
cando, y no escribiendo cuentos. Y como
no sabéis de música, hay que hablar del
traje, del anillo del tañedor, del collar
nuevo de la bailarina, de la decoración
del salón y de alguna migaja que pes
cáis a quien por casualidad sepa de algo.
Y por todo eso agasajo y festejos, y de
las aceitunas y las uvas tú hablaste, que
no vo.
Phonema: No sabes lo que te dices. Te
nemos que oír a treinta como tú y marido,
todos los días: ¡te parece poco? ¡N o te
me acerques! Y luego, usar la lengua, y
no es fácil. Es difícil decir y más difícil
callar. ¡Qué sabrás tú de eso! Nos con
vidan, y hay que contentar a los que dan
la fiesta’, también, que si no no nos se
guirían empleando: "N o se puede decir
tal cosa de éste, ni tal otra de aquél.
Piensa lo que pueden hacer aquéllos, si
se enojan por esto que dices.” Y así todos
los días. No es fácil salir de estos pasos,
ni pueden pagarlo siempre los más débi
les. Ya sé que a veces basta decir: "Este
sícoro es como un dios cuando.toca la cí
tara” para que todos los rascatripas de
Grecia rabien como cochinos, y es bastan
te hablar de la soltura escénica, de Safo
y de su habilidad sobre la lira para que
Bilitis eche los hígados de despecho. Pero
hay que estar siempre listos para que una
como tú venga a gritarnos a la puerta
CALENDARIO RETROSPECTIVO
1801. Nace en Catania Vincenzo
Bellini. "Bellini, pobre, es verdad, en
la armonía y la instrumentación,
pero rico de .sentimiento, y de un
t i n t e melancólico verdaderamente
personal. Aun en sus óperas menos
conocidas, "La ¡Straniera” , "II P i
rata” , hay melodías largas, largas,
largas, como nadie las hizo antes
que él. ¡Y cuánta verdad y potencia
de declamación, como en el duetto
entre Pollione y Norma! Y qué al
tura de pensamiento en la primera
frase de la introducción de "N or
ma” , seguida ¡tocos compases después
por otra frase, mal instrumentada:
8
9
2
3
4
6
■
Pero nadie hizo nunca otra tan ce
lestial.” (Carta de Verdi a Camilo
Bellaigue.)
1789. Estreno de "Die Hochzeit des
Fígaro” ("Las bodas, de Fígaro,
ópera cómica libremente imitada del
francés” ). Su autor, Karl Ditters von
Dittersdorf, agrio rival de Mozart,
cumplía ese mismo día cincuenta
años.
1899. Representación de "La novia
del Zar” , de Rimsky Iíorsakov, en
Moscú. "Me molestaron extremada
mente los cortes. El sexteto del ter
cer acto y el trozo de conjunto cuan
do María se desvanece habían sido
suprimidos. Pedí explicaciones al di
rector de orquesta, Souk, excelente
músico por otra parte. Me contestó
que en Kharkov habían querido mon
tar "La novia del Zar” lo más rápi
damente posible, y habían hecho cor
tes con este fin. Siempre el mismo
pretexto: en realidad sólo se trata
de pereza y negligencia. Nadie pien
sa en la impresión global de la obra.
¡A qué tomarse el trabajo de estu
diar un sexteto cuando se lo puede
suprimir? Salteándoselo, se estudia
antes la ópera, y se recibe antes el
dinero del público. El público paga
el mismo precio con o sin sexteto.
Los críticos amigos no conocen la
ópera, y serán tan elogiosos con sex
teto como sin él. Los críticos ene
migos la denigrarán de cualquier ma
nera." (Rimsky Korsakov, "Diario
de mi vida musical” .)
1901. Estreno de "Le voile du bonheur” , drama chino de (Jeorges Clcnienceau, con música de escena de
Gabriel Fauré. "Durante la fiebre
del ensayo general, Fauré se acerca
tímidamente al sobreexcitado Clcmenceau ¡tara preguntarle cortésmente si todo está bien, sí la música es
de su agrado, etc. Entonces el Tigre
le contesta, con tono regañón y dis
traído: ¡Perfecto, perfecto! ¡N o se
ove nada!” (Claude Rostand, La
obra de Fauré”.)
1494. Nace en Nuremberg Hans
Sachs, zapatero, maestro cantor y
futuro héroe wagneriano.
Muere en 1(».1G en L i s b o a Don
Juan IV, rey músico de Portugal.
1805. Estreno de "Kovanchina”, de
10
11
12
13
,
14
15
Musorgsky, en San Petersburgo. "Las
mujeres salen dol bosque, cubiertas
con un sudario, con un cirio en la
mano; una grita, estridentemente:
¡Mirad la muerte que se acerca!”
(Fragmento de una carta de Mu
sorgsky a Stasov, describiendo la
escena final de "Kovanchina” .)
1890. Mocre en París César Franck.
Unos meses antes, el 19 de abril, se
daba la primera audición de su
"Cuarteto” ante un público entu
siasta. "Y al día siguiente, orgullosísimo de ese primer éxito ( ¡a los
sesenta y ocho añ os!) nos decía in
genuamente: Vamos, ya el público
empieza a comprenderme.” (D ’Indy,
"César Franck” .)
1920. Se estrena en Dresden "Car.
dillac” , ópera de Ifindemith basada
en "Los invisibles” de Hoffmanu.
1G68. Acta de bautismo de 3a "Opé
ra” francesa. El abate Perrin obtiene
de Luis X IV el privilegio de fundar
una "Académie de Musique” .
1598. John Dowland es nombrado
laudista del rey Cristián IV de Di
namarca, recibiendo la crecida suma
de 500 táleros por año. "He estado
mucho tiempo privado de vuestra
presencia — escribirá en 1G12 en la
dedicatoria de su última obra, "El
solaz del peregrino,” , a lord Walden— recibiendo en un clima extra
ño un salario regio que nunca pude
alcanzar en mi propio país.”
1908. Se estrena en Viena "El sol
dado de chocolate” de Oscar Strauss.
G. B. Shaw — cuya obra "El héroe
y el soldado” sirvió de liase para el
libreto de la opereta— rehusó cobrar
sus derechos de autor por no estar
de acuerdo con la música de la
pieza.
Nace en 354 en Tugaste, en Africa,
San Agustín, autor de un tratado in
concluso sobre la música. "Oscilo en
tre el peligro de la voluptuosidad y
la experiencia de la salvación. Cuan
do llego a emocionarme más por el
canto que por el sentido de las pa
labras cantadas, me atuso de un
grave pecado, y quisiera no haber
oído al chantre... Poro al recordar
esas lágrimas que vertí en los pri
meros tiempos de mi fe reencontrada,
y considerando que ahora ya no me
mueve el canto mismo, sino el con
tenido de la pieza cantada, cuando
la ejecuta una voz dúctil y con con
venientes modulaciones, reconozco la
gran utilidad de esta institución.
Apruebo la costumbre de cantar en
la iglesia, para que así, por medio
del placer del oído, el alma débil se
levante hasta la verdadera piedad.”
(San Agustín, "Confesiones”, dos
pasajes del libro X, cap. 33.)
1900. Nace en Brooklyn el campo,
sitor americano Aaron Copland.
Muere Cristóbal Wilibald, caballero
de Gluck. La lápida de su tumba
fué reencontrada en 1844, partida
por (d medio. Rezaba: "Aquí yace
un honrado alemán, buen cristiano y
marido fiel, Cristóbal, caballero de
Gluck, maestro en el arte de la mú
sica, muerto el 15 de noviembre de
1787.”
Acaba
de
aparecer
DEVOTO
porque se le antoja dar escándalo, en
vez de1aceptar buenamente la opinión del
que sabe.
Melisma: Vine porque sé lo que hago
más que tú lo que dices, y otro gallo nos
cantaría si todas hicieran lo que yo, y
volveré •todas las veces que sea menester.
Tú y tu marido — que no lo veo, que sal
ga, que me está oyendo tras la puerta—
sois dos lenguatones, y no otra cosa, que
habláis a falta de algo mejor que hacer,
y mal, y sin saber una ota de lo que os
decís. Sobran en la ciudad los que son
como vos, y si os juntaran a todos no ha
ríais ni medio músico con un poco de gus
to ni medio maestro con algo de imagina
ción. Y si es fácil engañar a los que nos
oyen focar y no se atreven a decir palabra
sin guiarse por las vuestras, y se están
un día con la lengua quieta y sin salir a
la calle por que no les pregunten hasta
saber lo que tienen que decir, esos que os
siguen la corriente ignoran que vale más
un error sincero que una verdad — si al
guna vez la decís— postiza y sin digerir.
Os valéis de tres cosidas mal mechadas y
un poco de ignorancia presuntuosa y ya
está, sin querer recordar que no sois ca
paces de hacer lo que hacemos. Y basta.
Y te cuidarás mucho, en adelante, tú y
el que está tras la puerta, por lo menos
a mí y a mi marido, de corrernos detrás.
No será el mío un método de crítica, me
dices, pero sí es una muestra. Y ya sabes,
y ándate derechiía, y me saludarás cuan
do nos veamos por esa calle.
E scolio. Este diálogo anónimo de bajísim a latinidad, fuertemente impresiona
do por los del samosateno, fué publicado
por primera vez a comienzos del siglo
por Levy-Bruhl, con traducción italiana.
Aun reconociendo (por lo menos en cier
tos pasajes) un marcado airecillo apó
crifo, reproducimos casi textualmente su
directo estilo coloquial, limitándonos a
señalar algunas curiosas concordancias:
•
"También escribí en el "Gil Blas” du
rante el año 1 9 0 3 ... Eué una aventura
en la que conocí tipos bastante curiosos
y horas poco agradables, obligado como
x
N
O
T
I
NOVIEM BRE
1
/ --------------------- ---------- ^
estaba a informar sobre toda clase de
música. . . ” (Claudio Debussy, carta a
G. Jean-Aubry.)
"No irritar al "patrón” , que los envia
rá a vituperar a otra p a rte.. . Cuando ha
blen de los autores, señores críticos, no
olviden jamás que sin ustedes ellos conti
nuarían escribiendo sus obras, pero que,
si no escribieran, ustedes sí que no escri
birían. No les hablen entonces en tono
m a gistra l..., y como si ustedes fueran
capaces de hacer algo mejor. Todo el
mundo sabe que no es así, y ustedes me
jor que nadie, porque en secreto lo han
tentado, sin conseguirlo.” (Marcel Pagnol,
"Crítica de los críticos” , en "Opéra” , n?
(¡7.)
"En esta ciudad (Berlín) hay muchos
críticos, lo que no contribuye en modo al
guno a depurar el gusto o la imaginación
de los artistas.” (Burney, "The present
state of music in Germany, the Netherlands, and United Provinces” , 1773.)
"Y así terminó la historia. Tiene su
moraleja. Que la cr.tica musical confia
da a un músico militante, a pesar de los
"pesares” y habilidades de los del oficio,
no es posible en esta "cubila con pre
tcnsiones” de nuestro país. Se consen
tirá de buen grado que la escriba cual
quiera que no sea músico y, para el
caso, sera bien recibido el más indocumen
tado en estas materias que se presente;
y aun la indocumentación es condición re
comendable, así para el público indocto,
en general, como para el que se mete en
tales bregas de las cuales se sale bien li
brado con cuatro generalidades vacías de
sentido común, y un poco de trastienda.”
(Felipe Pedrell, "Jornadas de Arte”.)
A pesar de tales concordancias, la au
tenticidad general del diálogo es inobje
table. Cualquiera coincidencia con casos
y cosas de nuestro ambiente musical no
pasará de ser una mera casualidad, y quie
nes la establecieren serán debidamente
pasibles de persecusión legal por Anacro
nismo.
C
I
A
S
muerto hace treinta años — el 24 de mar
zo de 1916 a las tres de la tarde— en
el naufragio del "Sussex” ,
torpedeado
per un submarino alemán.
" * Falleció en Londres, a los 78 años de
edad, el compositor y director de orques
ta Sir Granville Bantock — que una noti
cia necrológica se obstinaba en llamar
"Bantack”— . Su producción oscila ca
si continuamente entre las seducciones
orientales y las ríe canto escocés. Corres
pondo a Bantock, nacido en Londres el
, ~ de agosto de 18G8, el mérito de haber
abandonado, antes que sus compatriotas,
una tradición musical que sólo salía del
neoclasicismo mendelssolmiano para arro
jarse en los brazos del de Brahms. Gran
ville Bantock abrió las puertas a nuevas
corrientes iniciando un nuevo período en
el arte musical de su país.
Granville Bantock.
*** Nuestra compatriota Marisa Regules
ha reiniciado sus actividades musicales
en Estados Unidos, donde permanecerá
hasta fines del mes de abril próximo,
trasladándose luego a Europa. Marisa
Regules cuenta volver a la Argentina en
1948.
*** Gyorgy Sandor, el notable pianista
húngaro, ofreció un ciclo de cuatro con
ciertos en el Teatro Colón. Actuó, ade
más, con el director Jaseha Horenstein
ejecutando los conciertos n- 2 de Rachmaninoff y n" 1 de Liszt para piano y
orquesta, y realizó un recital en la Aso
ciación Wagneriana.
En este último
ofreció una pulida versión de la "D an
za criolla” de Ginastera.
*** El domingo 3 de noviembre se eje
cutaron en los Conciertos Pasdeloup al
gunas obras del compositor chileno Aca
rio Cotapos, quien residía últimamente
en la Argentina. El maestro Cotapos
partió para París el 3 de octubre pasado,
a fin de asistir a la audición de sus
obras.
•** Ricardo Muñoz, cuyos estudios sobre
la guitarra, su historia y su literatura
son ampliamente conocidos, presentó en
el Teatro Nacional de Comedia, el 14 de
octubre, una guitarra construida con ma
deras del país. La disertación del señor
Muñoz, becario de la Comisión Nacional
de Cultura, fué seguida por un acto de
concierto a cargo de María Luisa Anido,
quien tocó en el instrumento mencionado,
y el cuarteto de cuerdas Pessina.
*** En un concierto auspiciado por los
Centros de Estudiantes dp Ingeniería y
Filosofía y Letras, la cantante Concepción
Radía ofreció en primera audición los cin
co "Romances viejos” de Carlos Suffcru
para voz, arpa, flauta, viola, timbales y
batería. Cinco textos del romancero espa
ñol sirven de base a esta bella serie: l)urandartc, El prisionero, Yo me era mora
Moraima, un romance del ciclo de Tristón
e Isolda, y LS constancia.
***La Sociedad Hebraica Argentina rea
liza este áño.su tercer concurso de estí.
mulo para artistas menores de treinta
años. El jurado está integrado por José
Torre Bertucci (designado por los con
cursantes), Concepción Badía, José María
Castro, Erwin Leuchtcr, Rafael González,
Luis Giannco y Jacobo Ficher.
“ ' “ Se repondrá en esta temporada, en
la Opéra-Comique de París, "Pelléas et
Mélisandc” de Debussy, con trajes y de
corados de la deliciosa Valentino Hugo.
S____________________________ /
Los Tres Grandes
por
David
*** El 19 de octubre partió para París,
en el vapor "Desirade” , la violoncelista
argentina Aurora Nátola, becada por el
gobierno francés para perfeccionar sus es
tudios musicales. La señorita Nátola, egre
sada del Conservatorio Nacional de Mú
sica y Arte Escénico, había obtenido an
teriormente una beca de la Comisión
Nacional de Cultura y un premio de la
Sociedad Hebraica Argentina.
*** Se encuentra entre nosotros el com
positor brasileño Héctor Villa-Lobos, quien
va ha ofrecido dos audiciones de obras
suyas en el Teatro Colón. La primera in
cluía la arcaica "Segunda Sinfonía (A s
censión)” (1917) y el "Choros n* 12”
(19 29 ); la segunda agrupaba las "B a
rbianas brasileñas n» 7” , el reciente poema
sinfónico "Madona” , el "Choros n" 10” y
el particularmente especioso "Descubri
miento del Brasil” que el propio autor
estrenó hace seis años en el mismo teatro.
Es sumamente interesante’ tener oportuni
dad de c:ir la obra de un compositor tan
ferviente (en todos los sentidos), irregu
lar, genial e irreflexivo como Villa-Lobos.
*** Antes de partir para Estados Unidos,
la cantante Margarita Kenny, acompaña
da al piano por Alberto Grigera, ofreció
" “Concepción Radía y Paquita Madri
un recital do despedida en el Plaza Hotel
guera, alumnos del compositor Enrique
>1 3(1 de octubre. El programa incluía, en
Granados, realizaron en la Asociación
primera audición, dos frescas páginas dél
Wagneriana un homenaje a su maestro, V joven compositor Eduardo Grau.
Dallin
$ 5.— m/arg.
S t a Ii n
por
John
T.
Murphv
El autor lia tenido contacto
personal con la Rusia soviética
desde la revolución, y contac'o
íntimo con los revolucionarios di
rectivos. Hace en esta biografía
de Stalin constante relación con
la historia de la revolución, que
modeló la vida del je fe ruso tanto
como él, a su vez, modeló el curso
del comunismo miso.
$ 7.---- i»/arg.
Cleinenceíiu
por
Geoffrey
Brnun
Más que una biografía, es este
libro una reconsideración del si
tio que a Clemenceau corresponde
en la historia moderna y un aná
lisis de su participación en las
discusiones de la paz, sus últimos
años y sus escritos.
El estilo de Brnun, macizo y
brillante, mantiene fija la aten
ción y trac a luz numerosas lec
ciones que debieron aprenderse
en la primera guerra mundial.
Nos demuestra, además, que la
concepción de Clemenceau de la
verdadera democracia, como dis
ciplina ardua, exigente y altruis
ta, es tan vital hoy como cuando
su ejemplo reanimó a su pueblo
en 1917-18 y ganóle .el título de
Pére la Viqtoire.
S 6.— m/arg.
***La cantante uruguaya señora Alma
Revles, la pianista Raquel Wetschky y la
extraordinaria clavecinista Josefina Prelli
realizaron una audición en la Casa del
Teatro, el 24 de octubre.
***E1 cuarteto brasileño de cuerdas Borghert se presentó el 25 de octubre en ol
Círculo de la Prensa, con dos cuartetos de
Villa-Lobos. El cuarteto Borghert, cuya
gira ha sido patrocinada por el embaja
dor del Brasil en Buenos Aires, ofrecerá
seis recitales en la capital, y actuará pro
bablemente en Córdoba y Rosario.
J.
Presenta el autor en este libro
una situación completamente nue
va para el mundo. Por primera
vez en cuatro centurias, el poder
naval ha pasado de manos de
Gran Bretaña a otra potencia,
precisamente en momentos en que
son desquiciados los viejos equi
librios existentes, tanto en Europa
como en Asia.
La nación más poderosa del.
mundo es, ahora, sin ningún g é
nero de duda, Estados Unidos,
que surgió a la categoría de gran
potencia hace sólo cincuenta años.
¿Cuáles son, en esta situación
sin precedentes, las posibilidades
de una paz duradera? ¿Acaso es
tamos abocados a un nuevo armis
ticio entre dos guerras o será
factible que las generaciones de
lo futuro crezcan sin la necesidad
de tener que matarse entre sí?
El señor Dallin analiza en este
libro los diversos papeles desem
peñados por los tres países, con
su acostumbrada lógica clarivi
dente, imparcial y acertada.
Castelli
EL ADALID DE MAYO
por
Julio
Cesar
Chaves
Más que la mera transcripción
de fechas y relatos — cómputo
cronológico — entiéndese por his
toria aquella que revela las ideas
a través de los hechos y busca
i n las ocultas relaciones y la filo
sofía de los sucesos el paradigma
aleccionador de las geni raciones
presentes y venideras.
Castelli - El Adalid de Mayo,
di .lidio César Chaves, es un libro
de historia bien entendida. Su
autor, censor integérrimo y obser
vador sagaz, dueño de un estilo
y un método apropiados al oficio,
nos brinda una obra consagrante
por la simple gravitación de sus
atributos ¡nirínsecos.
$ 6.—
f
m/arg.
\
De venía en Indas Jas
librerías (Ir América y
España y en la
E d i t o r i a l
A y a c u c lio
S. It. L.
Ciírdiibu 224U
Hh. Aires
II. T. 4 8 - 5 4 9 2
V_____________ )
�AJEDREZ
c a b a lg a la ©
A la memoria de
Si R2D 5. T x P ! T x T ahogado!
5.
x DAVID PRZEPIORKA
Otra víctima de los nazis fué el gran maestro
polaco David Przepiorka, quien murió a la edad
de 63 años en un campo de concentración. Su
mejor triunfo de jugador ha sido su victoria en
el torneo de Munich 1926, delante de Bogoljubow
y Spielmann. El mundo ajedrecístico le debe tam
bién eterna gratitud a este caballero del ajedrez
por su composición de finales y problemas, todos
tan deliciosos y origínale', que quedarán al de
leite de cuantos se ocuparán de ellos mientras
exista el ajedrez.
A continuación sigue la partda de Przepiorka
contra Lajos Steiner del torneo de Debreczen
1925.
Las notas corresponden a los maestros
norteamericanos Fred Reinfel e Irving Chernev
de su excelente obra “ Chess Strategy and Tactics” .
Partida N* 4
Debreczen 1925
Apertura Z ukertorT
Blancas
David Przepiorka
Negras
Lajos Steiner
1. C 3A R
2. P3CR
3. A 2C
P3CR
A 2C
P4R
Prematuro. En vista del hecho que las Negras
han hecho el fianchetto de su A lfil Rey para
ejercer presión en la d.agonal, debían jugar
ahora CL)3A.
6. P 4 D !
7. Cxl»
8. C xC
EL MUSEO DE ARTE DE OMAHA
ESPECIALIZADO EN ARTE NORTEAMERICANO
exposición de pintura indígena nor_/ teamerienna, que incluye varios cua
dros del nieto de Gerónimo, afamado jefe
de la tribu de los Apaches, y que tiene
lugar en el Museo de Arte de Omaha
(fundado en memoria de George A. Jos
lyn, eminente hombre de negocios de Oma
ha y presidente de la Western Newspaper
U nion), es una prueba del interés demos
trado por este Museo hacia las distintas
fases del arte norteamericano, desde sus
primeras manifestaciones hasta nuestros
dias.
La colección permanente incluye dise
ños indígenas primitivos, escenas de los
pioneros del oeste americano, y cuenta
con muestras de los diversos periodos de
la pintura, arquitectura y artes decora
tivas. De igual manera, pero en un espa
cio más limitado, se incluye una impor
tante colección de obras de arte clásicas,
orientales y europeas, de tal forma que
el visitante puede entender y apreciar
mejor las . influencias extranjeras que
constituyeron la base del arte y la vida
en los Estados Unidos.
Además de la colección permanente, al
gunos espacios de la galería se utilizan
para hacer exhibiciones mensuales de pin
tura, arquitectura, grabados y también
obras locales..
En el momento actual se están exhi
a
1
biendo óleos y dibujos hechos durante la
guerra por artistas que estaban en el ejér
cito.
La importancia de este Musco, ubicado
en una ciudad de 300.000 habitantes del
medio oeste, está dada por el hecho de
que en 1945 casi 150.000 personas lo visi
taron. Además, un número igual se puso
en contacto con el Museo a través dé un
programa de exposiciones hechas en todos
los distritos agrícolas del estado de Nebraska.
Hay, también, en este Museo otras ac
tividades especiales destinadas a difundir
la cultura entre los niños. En 1945 casi
120.000 niños asistieron a estas clases.
Desde sus comienzos el Museo se ha
esforzado por hacer conocer su acervo
cultural a la comunidad de toda la región
hasta el punto de mandar "por los cami
nos” pequeñas exposiciones destinadas a
aquellos que no pueden visitar Omaha.
El edificio del Museo es obra del arqui
tecto John David Broiu y fué inaugurado
en 1931. Posee una sala de conciertos
con capacidad para 1.200 personas, ga
lerías, pequeños salones de grabados y
dibujos, estudios, biblioteca y un amplio
subsuelo subterráneo para poner a buen
resguardo las colecciones en caso de pe
ligro.
PxP
C D 3A
PCxC
T IC
La primera de una serie
Dama, muy bien planeada.
de jugadas
de la
P4A
Para ilevar el Caballo
11. T IC
12. C5D
13. D 3T
14. D 6 T :
A D 2D ?
mejor.
15.
D xC!
a 5D.
C 3A
P3I)
A3R
C5I)
Pero
C4R
Para cortar el camino al Rey blanco.
R 4T
6. T 4 C j.
P6T
7. T I C
P7T
8. T l T R
R5C
9. R6R
R 6A
10. R 6A
T lT
11. R6C
R 7D
12. R5C
13. R 4 A ! 1
hubiera
sido
Por gentileza del señor Ernesto Schónfeld,
Florida, F .C .C .A .. recibimos la siguiente partida
de indudable interés, ya que el perdedor fué el
conocido jugador M . kann, coautor de la famosa
defensa Caro-Kann, que recientemente fué aplica
da por Pomar en su partida contra Pilnik en el
match radial contra España.
La partida fué jugada en Yiena 1890 y el
comentario corre?ponde al gran maestro húngaro
Geza Maroczy, de su tratado de ajedrez. No
tenemos noticia que este tratado de gran valor,
escrito en húngaro, fuera traducido a otro idio
ma más accesible.
Apertura Caro-K ann
D r. M anó Pollak
1.
2.
3.
4.
M . Kann
P4R
P 4D
P5R
A3D
P3AD
P 4D
A4A
A3C?
Dice M aroczy: “ El autor no conoce .cu propia
apertura.”
5. A x A
PTxA
6. P 6 R !
Pxl*
7. D 4C
R 2A
8. C 3A R
C 3A
9. C5R j.
R lC
10. D xP R j.
R 2T
11. C 7A
abandonan.
¿Q uién clava a qu ién ?
En una partida entre Dittmann y Bethge se
originó la siguiente posición.
15. P 3 A D
Tomar el P T hubiera sido sin valor a causa
de 1 5 . . . A x C 16. P x A T l T .
Negras : F. B ethge
C4C
16. A 2 D !
Directamente 16. P 4 T D ? C x P ! (A x C 17. P xA
C xP 18. T l T T 3 C 19. D31) y el Caballo no
tiene salida) 17. C xC A x C 18. D x P T A 2C
y las Negras tienen buen juego.
Pero
ahora
amenaza
fuertemente
P 4T D .
19. T R 1R
20.
21.
22.
23.
P4T!
D 2A
T x T j.
T lR
D ÍC
T lR
D xT
D 2D
P4A
...
D 4C serta desastroso por P 4T.
25. A 5C
D4C
Relativamente mejor hubiera sido 2 5 . . . C ’ A
(para impedir T 7 R ) 26. D 2R seguido por P4CR
y las Blancas tienen un fuerte ataque.
Evidentemente, Steiner con su jugada de texto '
no previo el bien concebido ataque que ahora
sigue.
V er diagrama.
........ ww//.'
' zm m /
El conductor de las Negras, lejos de asustarse
por la clavada de su Dam a, no abandonó la
partida, sino valiéndose de los recursos que le
eran familiares como buen problemista, jugó
1. . . . T l A R j. Las Blancas contestaron 2. R lR
a lo que siguió 2 . . . T 8 A j .Ü 3. R x T A 3 T Ü
clavando el A lfil blanco en dos direcciones: con
relación al Rey blanco y a la Dama blanca.
Como pierden el A lfil, abandonaron las Blancas.
Si después del jaque inicial las Blancas hubie
ran jugado
2. R lC
sigue igualmente 2 . . .
T 8 A j. 3. R 2T T 8 T mate. Si 2. R 2R sigue
A 3 T en seguida, y a 2. R 3R T 6 A j. seguido
siempre por A 3 T .
Otra bonita contribución a los recursos inago
tables en el ajedrez.
Madrid 1934
# J.
r
e
z
Por FRANCISCO BENKO
A
P R O P O S IT O
DEL
M ATCH
R A D IA L
A R G E N T IN A - E SPA Ñ A
al match mismo y su
resultado
lamentable para la Argentm a, Permítase
nos decir algunas palabras con la convicción
que una buena y desinteresada critica ha de
servir para evitar errores en lo futuro siempre
y cuando haya buena voluntad para ello.
Nosotros hemos bregado continuamente por a
unión del ajedrez nacional, cosa que no fue
posible concretar en los últimos anos. Algunos
estadistas practican todavía su famoso
divide
et im pera" para salir con lo suyo como terceros,
pero cuando se produce la división por dentro
fes colas empeoran porque no hay terceros cul
pables, aun cuando sí hay terceros que suelen
salir beneficiados, como España en el caso que
comentamos. Por sus antecedentes, por « u . in
tervenciones en pruebas por equipos, donde
sfemore actuó m il,
España está considerada
comoP un pais flojo en ajedrez. A resulta que
ahora le gana un match a la Argentina, que
tiene ganado un merecido prestigio, bastando
para confirmar tal opinión, recurrir a la■actua
c ió n de los conjuntos argentinos en todos los
campeonatos internacionales por equipos. < 1 or
S é ? Porque las autoridades competentes no
han creído necesario unir todas las fuerzas de
ajedrez argent.no, no sólo para ganar el match
súío para ganarlo de la manera mas contundente.1 Quedaron fuera jugadores de tanto merito como Isaías Plec., A r ó n Schvartzman L m s
Piazzini. Alejandro Nogues A cuna. Luis la la u ,
Jufio A . Lynch, etc., todos los cuales han dado
ya pruebas de saber apreciar la tcsponsab'hda.i
de jugar en una representación nacional. En
cam bio, en el match con España hemos presenciado el triste espectáculo de ver a uno de
los jugadores designados por la Federación A r
gentina. 9egar al salón de juego con dos horas
de retraso. Digamos de paso que tal jugador fue
«e m p la z a d o antojadizamente por otro, deján
dose Afuera, sin ningún motivo, a un tercero que
había sido previamente invitado.
H av otro aspecto que debe considerarse para
buscar la forma de regularizarlo cuanto antes,
c . u situación injusta creada a los maestros
Extranjeros que disde el año
1939 se han
radicado en nuestro país. Muchos de ellos no
midieron regresar a su patria por la sencilla
razón de que la misma ya no existe, pero otros
R
e f e r e n t e
se quedaron p o r.su propia voluntad. Todos es
tos maestros se ganan el pan en la Argentina,
quieren al país y es posible que jamás lo de
jen. El mayor deseo de estos maestros es asi
milarse v ser un todo con nuestro ajedrez, lo
cual redunda exclusivamente en beneficio del
ajedrez nacional. Por una razón semejante se
trajo al país, a costa de gran esfuerzo pecunia
rio, a grandes maestros como Ivmanuel Lasker,
José Raúl Capablanca, Ricardo Teichmann, Bons
K ostic, Ricardo Reti y Savielly Tartakower; y
todos ellos dejaron profundas enseñanzas y con
de tribuyeron a cimentar el prestigio que adquirió
con los años el ajedrez argentino.
Concretando. ¿Cuántas oportunidades se dan
a maestros como Miguel N ajdorf, Gedeón Stahlberg. Paúl Michel, Miguel Czerniak, Movsa Fcigins, Marcos Luckis, Karel Skalicka y Jorge
Pelikán? ¿N o son suficientes siete años para
considerarlos identificados con nuestro ajedrez?
¿P or qué no se los incluye en el ranktn nacio
nal, con todos los derechos, todos los honores
v todos los deberes, así como están Hernán
Pilnik, Juan Iliesco y el que esto* escribe, que
tampoco son argentinos? Con tal temperamento,
¿saldría perdiendo o ganando el país?
Hace poco la Asociación Metropolitana de
Ajedrez ju gó un match radiotelcgráfico con el
U ruguay. Integraron el equipo, como se recor
dará, Miguel N ajdorf. Miguel Czermak, Luis
Piazzini, Alejandro N ogués Acuña, Francisco
Bcnkó y Luis Palau. Ganamos el match con
holgura y a nadie se le ocurrió hacer criticas
ni dudar del resultado por el simple hecho de
que algunos jugadores no habían nacido en ej
R3C
1)5D
D 3A
1)2 A
D3R
D7R j.
A4D
AxP
Abandonar una partida en el preciso mo
mento, cuando está ganada o se puede hacer
tablas, no es una máxima muy aconsejable
Sin embargo hay muchos ejemplos de la nric
tica de los
maestros más grandes, quienes
incurrieron en este fatal error.
Insertamos a continuación una posición interesantísima, en que las Blancas, en la creern
cía de estar irremisiblemente perdidas, abando,
naron sin reparar en los recursos que les que.
da ron.
Blancas: D i t t m a n n
Juegan las Negras.
Una de las combinaciones más hermosas ocu
rrió en el Campeonato español del año 1934 entre
los jugadores Ortueta y Sanz. El remate de esta
partida parece un fino final compuesto, porque no
aparecen en la posición ninguna pieza ni Peón
que fueran innecesarios para el drama que se
desarrolla.
d
45. DSC
46. P 5T
47. D 6 A j.
48. D 8R j.
49. 1)4T
50. P 6T
51. R 3T
52. P 7 T
Abandonan
"w m :
Combinaciones y errores inmortales
e
Aquí Marshall erró por completo el camí
porque en lugar de dar mate al futuro camnl?0’
del mundo, jugando 4S. D 8R j 1<4C r*i PCOn
ficio del A lfil 45 . . . A 2 A retarda en a £ "
jugadas, el mate) 46. P 4 A j. R5C ( B j í lV
D 8 T R j. ganando la Dam a) 47. Ljir
M arshall j u j ó 45. DSC perdiendo la partid?1!!'
la forma siguiente:
1 ni
C 2T
No se puede evitar el control de la columna
de Rey por parte de las Blancas. Si D l D 24.
D 4R T I C (T x P ? 25. D 8 R j . ganando) 25. A 3 T
• y las Blancas dominan el tablero.
24.
j
A esta posición se arribó despu<s <), ,
Cadas en el famoso match Capablancamejor dicho en el match que hizo fani
Capablanca, porque él, casi un desconríV
derrotó en forma concluyente (8
ia°*
perdida.
14 tablas)
al gran
maestro ni’ 1
norte.
americano.
Dice Tartakower: “ Algunos Caballos no saltan,
cojean.”
U na bonita maniobra que revela el sentido de
la jugada 20 de Przepiorka, porque ¿i ahora
D xA 25. T 8R j. A 6 T (esta última jujada sería
imposible sin el Peón blanco en 4 T ).
a
Blancas: F. M a r s h a ll
Juegan las Blancas.
Las Negras han conseguido retener su Caballo
y su Peón Torre, pero todavía tienen muchas
dificultades.
24. A 3 T !
Vista exterior del Joslyn Memorial Art Museum
5» partida del match, Nueva Ynrt w
Negras: j. R . C a p a b l a n c a
909
Torneo de maestros, Asoc. Alemana
de Ajedrez, 1892
Negras: J. M ie s e s
AxC
T3C
P 3T D
17. P x A
18. D 4T
carón, pues ¿qué defensa hav .x
1 . . . T 2 R , jugada que efeetivarai.™ c c0Wr,
las N egras? Pero las Blancas viere!,
jos, jugando 2.
D xP T j .! i RxD
'"»• I,
T 8 T mate) 3. TtST j. R4C 4 T 5 T
P,D J.
.
. I,
mate.
bonito
Si 13. R 4C ? R 6D 14. R3C T lC R j. 15. R 3T
R 7 A ! 16. T x P j. R 6A y ganan las Negras.
R7R
14. R 3C
T lC R j.
15. R 4A Ü
Si R xP ? o R 3T R 7A ganando como arriba
indicado.
T7C
16. T l T D ü Tablas.
Las Negras no consiguen coronar su Peón.
16. . . T 8 C to R 7A ) 17. T 2 T j.
Una magnifica producción.
Viena 1890
Una jugada emprendedora (las Negras espe
ran poder concentrarse sobre el punto 2C D de
las Blancas por la acción conjunta de su Alfil
y de su Torre Dama en la fila de Caballo), la
cual, sin embargo, produce una penosa debilidad
de los Peones del flanco Dama.
9. C 3A
10. D3D
T4T
lina miniatura
Amenazando P5R seguido por P4D y P 4 A R ,
un avance que sin duda un verdadero h permoderno como Nimzowitsch provocaría.
4. P4R
C2R
5. 0-0
0-0
Una de las diez galerías del Joslyn Memorial Art Museum.
R xA
Sanz
Blancas: M.
T s c h ig o r in
Con 1. R 5 A !! las Blancas hubieran ganado
por la fuerza de su Peón en 7 A , porque des
pués dei jaque D 7 A (lo m ejor) 2. R 5D D7D j.
45. R 4A ! ! se acaban los jaques de las Ne
gras y las Blancas deben ganar.
M oraleja: ¡ N q abandone nunca una partida
antes de haber calculado todos los recursos que
brinda cualquier posición 1
Concurso de soluciones
(B ases: V e r X ? 1 de C abalgata.)
Proseguimos hoy con nuestro concurso de so
luciones que tanto éxito alcanzara.
Llamamos
la atención a los problemas de hoy, porque con
tienen mucho más de lo que parece a primera
vista. Estamos seguros que los solucionistas ten
drán profunda satisfacción de ellos.
Posición después de la jugada 25
de las Negras.
26. A x P 1
2 6 ...
27. 1)4R
etc.) 29.
R lC 32.
D xP
T IC
D 8R
TxA
PxA
también conduce pronto al mate.
28. D6R j. R l T ( R I A 29. A 7R i.
j . ! T x D 30. T x T j. A l A 31. A 6 T
mate.
27. D xP
N o hay nada que hacer contra T 7 R , seguido
por D 7A j. por ejemplo: 2 7 . . . A 1 A 28. I)6R j.
R lT 29. A 6 A j. A 2 C D 8R j.
28.
29.
30.
31.
T7I<
TxA
j.J
A6A
j .!
D 5 C maje.
T IC
T lA R
R xT
R xA
Mate en dos jugadas.
U n fina] estupendo.
Publicamos una composición memorable de
Przepiorka en el campo artístico, que damos con
la solución completa, para que el lector pueda
disfrutar plenamente de las bellezas y enseñanzas
que contiene.
D a v id
2’ menc. hon.
P r z e p io r k a
Magyar Sakkvilág 1926
Si 3. C 3I) P 5A j. 4. T x A P x C ! y los Peones
unidos en sexta ganan fácilmente.
4. T 4 C
P 5A !!
P4TM !
y las Blancas abandonaron porque de ningún
modo pueden evitar la coronación de un Peón
negro.
Blancas: R 5 T D , D 8 D , T 5 C R , A 8 C D , AlCD,
C 3R , C 7 A R ( 7 ) .
Ncfiras: R 3R , T 7 C R ,
A6TR ,
C IA D , P6AD,
P6A R (6 ).
Problema !\9 6
Ua
T añe
Viena 1904
Negras: D. P r z e p i o r k a
Good Companion 1918
Blancas: G . N e u m a n n
Juegan las Blancas.
Blancas: R 1 T D . D 3 A D , T 7 T D . T 7 T R . A 2TD,
1 Maestros como Paúl Keres, Salo Flohr, A n
drés Lilienthal y otros juegan hoy en la U nión
Soviética en todas las competencias internacio
nales •porque supieron atraerlos a su órbita en
beneficio propio, sin temor de que ellos puedan
menoscabar el prestigio de los ajedrecistas lla
mados nacionales. a
Esperemos que las autoridades recapaciten y
tomen las providencias necesarias para apro
vechar todos los valores que se encuentran ac
tualmente entre nosotros.
RECTIFICACION
En nuestro número 2 se ha deslizado un error
das efectuadas 3-5 fueron las siguientes;
TxT
3. T 8A D 11
T lA R
4. T x C ü
5. T 8 A D M
D 2R etc.
Mate en dos jugadas.
Juegan las Blancas y hacen tablas.
1.
2.
3.
4.
R 5A
R 5D 1
P 4 T 1!
T 4 A j.
R 2A
AxC
PxP
R 3C !
a t a n d o ‘ V . " * » ? * ^ D 3 R - defendiendo al A lfil
atacado, las Blancas aparentemente se equivo-
C 5R , P 5C1), P 7C D , P 7 D , P 7 A R , P4CR, PúCK
(1 2 ).
.„
Negras: R 3 D , D lC R , T l T R , T 1 D , C IA D .
C 1R ( 6 ) .
�H U M OR
© c a b a lg a t a
BURLADERO
Durante un debate en la Cámara- de los
Lores, lord Wellington afirmó indignado
que durante un reciente tumulto habían
sido asesinados dos sacerdotes.
— Perdone, su señoría — le interrumpió
otro par— , pero no fué asesinado más
que uno solo.
— Sentiría equivocarme — afirmó pesa
roso el Duque de Hierro.
Por el Hondero Irónico
— ; lia s pensado alguna voz lo que lia
rías si tuvieras los ingresos de Morgan?
— No, pero en cambio sí lie pensado
muchas veces en qué haría Morgan si tu
viera mis ingresos.
— Los franceses — afirmó en cierta oca
sión Montesquieu— no hablan casi nunca
de la mujer propia; temen, sin duda,
hablar de ella delante de alguien que la
conozca mejor que e llo s ...
F a n tasm a P rimero : ¡Croes en los hu
manos?. ..
F a n tasm a S egundo : ¡N o seas supers
ticioso ! . . .
El arte de la propaganda no se para
en obstáculos cuando quiere cambiar en
optimista la más pesimista de las noticias.
Véase el ejemplo de aquel ministro ale
mán que con motivo del hundimiento del
"Soharnhorst” dijo así por radio: "A le
mania acaba de ganar una gran victoria.
Nuestra flota submarina ha aumentado
súbitamente en 20.000 toneladas.”
PALABRAS CRUZADAS
1
2
3
4
5
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7
8
9
10
11
La recién casada, presa de súbita pesa
dilla, gritó en sueños:
— ¡Dios mío, mi m a r id o !...
El marido despertó como por encanto
y saltó por la ventana.
El casamentero presentó al Futuro a
la elegida para esposa. Este, repuesto de
la sorpresa, exclamó en voz baja:
— ¡P o r qué me ha presentado usted
"esto” ? Fea, vieja, jorobada, sin dien
tes . . .
— Puede usted hablar alto — le gritó el
intermediario— : también es so r d a ...
NACIMIENTO DE VENUS, por Sandro Botticelli. (Traducción de Oski.)
cía lo que ayer habrfti sido un aconteci
miento . . .
B ajó Nelson a su cámara y se encontró
con un grumetillo que bruñia afanosa
mente los cobres y lustraba las maderas
con afán digno de todo elogio. El almi
rante se quedó mirándolo un momento
y, después de observar el interior de la
cámara, le preguntó con voz de conocedor:
.— ¡Cuándo empezaste a limpiar esta
cám ara?. . .
— Cuando Su Grandeza comenzó a ba
jar la escalera...
Aquel abogado era, según el decir de
todos, un hombre tan dado al papeleo que
ífirsisr cuentan que se declaró a su esposa en
papel sellado de $ 1 ,5 0 ...
— Ahora va usted a probar esto. . .
— H ijo mío, tú eres el más poderoso de
todos los griegos — le dijo Temístoeles
a su h i j o . ..
— ¡ Y o ? . . . ¡P o r q u é ? ...
— Porque los atenienses dominan Gre
cia y yo domino a los atenienses. Y tu
madre me domina a mí y tú dominas a
tu madre. ..
" Usted trae la novia y nosotros nos
encargamos de hacer el resto” . Así decía
o dice cierto letrero extendido ante una
agencia de matrimonios de por allá
arriba.
Pero aquel muchacho suspiró: — ¡S i
fuera al revés! . . .
La mujer es un ser curioso — ha dicho
no sé quién— que se enamora de un hom
bre porque es como es, e inmediatamente
que lo tiene a su lado quiere que sea de
otra m a n era...
— ¡P o r qué se marchó de su antigua
casa?
— No quiera usted s a b e r ... Aquello no
era un matrimonio sino una pelea con
tinua . . .
— ¡Eran desgraciados?. . .
— No sé, señ ora ... ¡Cuando no me pe
leaba con el señor ya me tenía riñendo
con la señora.
Dámaso Alonso, primer traductor de
Joyce al castellano, le traía a mal traer
a su amigo Montesinos con las bellezas
del "Ulises” , entonces inasequible a los no
iniciados. Montesinos, como buen escritor,
disentía. . . sin haberlo leído, manteniendo
con su amigo dilatadas polémicas en las
qpe ninguno se daba por vencido. Pasa
dos ya varios meses de discusión, Monte
sinos, harto de la fe de su amigo y quizás
contagiado por ella, se decidió y leyó el
libro. Cuando hubo terminado fué a ver
a Alonso y le d ijo:
— Mira, Dámaso, ahora que lo he le'do
me gusta menos que cuando no lo^había
leído. . .
En aquellos tie m p o s
desaparecidos,
¡a y !, en que Sacha Guitry era objeto de
la admiración de una gran muchedumbre
de gentes, al frente y cabeza de la cual
se encontraba el propio Sacha Guitry, el
hoy sombra de lo que fué, se veía ase
diado por un millonario que no cejaba en
su empeño de invitarle a cenar. Por fin,
sitiado en su camerino, Sacha aceptó para
sacarse de encima aquel nunca mejor ca
lificado de Mecenas. Apenas se retiró el
invitante, Sacha le gritó a su secretario:
— ¡Pronto! ¡Escríbale inmediatamente
dos letras a ese imbécil diciéndole que no
puedo ir a eenar con é l! . . .
En aquel instante Sacha se dió cuenta
de que allí estaba el invitante que había
olvidado el paraguas y prosiguió como si
tal cosa:
— ...P o rq u e estoy comprometido para
cenar con el señor. ..
VERTICALES.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
8.
9.
10.
11.
Francia. - Revolucionario.
Desembocaduras del río sujetas a mareas. Sudaf ricano.
Interjección. - Exclamación. - Exclamación. N ota.
Igual. • Prefijo negativo.
Lecho fie lona.
10. - Cincuenta.- 100.
Noble abisinio. +• Partido político.
Aviador destacadlo. - Interjección. - Seguro
servidor. - Nota.
V ieja capital . egipcia. • Irianda.
Poetisa.
Individuo perteneciente a una
vieja fam iliav romana.
HOH1ZON T A LES.
1.
II.
III.
IV .
V.
V I.
VI I .
V III.
IX .
X.
X I.
* \
Historiador inglés. - Triunviro.
Poetisa árabe. - 10. - Quemar.
Nota. - Artículo. - Del ser. - Isla de
Francia.
Canto isleño. - Atrévase.
iv. - Tiene. - Dtlincuente. - Nada.
Cincuenta.
1.000. - Valiente. - Hereje. - Consonante.
Diario español. - Existir.
Arrullo. - Negación. - Asusta. - Dios
egipcio.
Pardo. - 100. - Gato.
Ciudad antigua. - Lamento.
123
456
789
SOLUCION
DEL
PROBLEM A
DE N°. 3 DE
CABALGATA
Aquel discípulo de Marinetti, futurista
acérrimo acuciado por una necesidad de
comer nada futurista, se decidió a ven
der su obra en un pjecio que no era el
soñado por é l:
— Bueno — terminó— , se lo dejo en dos
cientas liras, pero el pago debe hacerlo
ahora mismo. . .
— Imposible, “ cavaliere” . . . ¡Y o tam
bién soy fu tu ris ta !...
— En cierta ocasión — lo cuenta el mis
mo Trilussa— me llamaron como testigo
para un juicio de faltas y el juez me
preguntó:
— ¡S abe usted si el acusado tiene la
costumbre de silbar cuando está s o lo ? ...
Pero, ¡cóm o con testa r?... ¡Quién ha
visto jamás a otro solo. . . ?
Y no crean que esto es una salida de
pie de banco — "boutade” que dicen los
galicizantes— , pues ya había dicho bas
tantes años antes Heine aquello de que
"las novelas de X , que no he leído, son
tan malas como las de Z, que tampoco
he le íd o .. . ”
Y volviendo al "Ulises” , que tantos di
cen que han leído y tan pocos son los
que confiesan su laguna, es justo notar
la sinceridad — alguna vez había de ser—
del maestro D’ Ors, el que en cierta oca
sión les habló así a sus alumnos:
— Es éste un libro — el "Ulises” , claro
está— que he intentado leer varias veces
y en varios idiomas sin poderlo terminar'
jam ás. . . Con su lectura me pasa siempre
algo semejante a lo que le ocurrió a aquel
labriego que, llegado a la capital, se di
rigió a un parque de atracciones; pagó
su entrada y subió a la montaña rusa,
la rueda giratoria, la plataforma girato
ria, el llamado tubo de la risa, etc.
Una vez que hubo' probado todo, bien za
randeado y movido, se encontró de nuevo
en la puerta y dijo estas palabras que
son toda una síntesis crítica:
Georges Feydeau felicitó a una actriz
parisiense por la maravillosa escena de
amor que acababa de representar.
— Tenga en cuenta, maestro, que el ga
lán y yo llevamos casados más de cinco
años. . .
— ¡Cuando yo decía que era una gran
dísima a c t r iz !...
D ijo un pensador norteamericano: “ Los
hombres tienen tres maneras de arrui
narse: las mujeres, el juego y la agri
cultura. La última es la más aburrida.”
— Puede que mi esposa sea una rosa
como decís — dijo en cierta ocasión Milton— , pero como estoy ciego y carezco
de olfato, sólo percibo las espinas...
No ha mucho, Georges Lecomte, en una
alocución dirigida a los escritores belgas,
vió empañarse su voz de emoción en el
momento en que evocaba a Rodenbaeh,
testigo de su boda, Hizo una pausa, y
luego, con una triste sonrisa, agregó:
— Mi mujer y yo pensamos que el tener
como testigo a un poeta traería la feli
cidad a ’ nuestro hogar. P e r o ...
D octor:
B a r b ín :
— ¡V e usted esa mujer? — dijo en
cierta ocasión Jack London— . La conocí
hace cuaren ta... kilos.
Hay que hacer desaparecer este bulto inmediatamente.
¡D o c to r !... ¡Que es la billetera!. . .
v P h fcu .fio fy
— Lo que me aburre es que mamá me
haga usar las armaduras antiguas de mi
padre.
Solución al concurso planteado en
el N? 2 de CABALGATA:
¿COMO ANDA USTED
DE SEUDONIMOS?
Hoy, para que ustedes se diviertan, les ponemos delante estos dos sonetos, construidos gracias a los versos de dos grandes inge
nios de las )• tras castellanas. Ellos nos prestaron cada uno un soneto y nosotros no hemos hecho más que mezclarlos para ver
quién es el poeta, el filólogo o . . . el avisado que, dando con los dos originales, los ordena y se lleva el premio. Como hasta ahora
los concursos han sido demasiado fáciles y hemos visto por las contestaciones recibidas cuán informados y sabios suelen ser los
competidores, nos permitimos este divertimiento, que puede ser todo lo difícil o todo lo fácil que se quiera, ya se busque la so
lución por uno mismo o se encuentre hecha en los libros. Nosotros preferiríamos lo primero y hasta sería lo m ejor; pero uste
des d irá n ...
Los premios serán concedidos de acuerdo con las normas trazadas en números anteriores de Cabalgata.
— Permítame que me presente: Durand,
crisis cardíaca.
— Encantado.
Dupont, a sus órdenes.
Fallaron los frenos.
— Pues, señor, estoy molido, mareado. . .
¡y con dos reales m e n o s !...
Cuando Tayllerand se enteró de la
muerte de Napoleón, le dijo a su infor
mante :
— Vea u ste d ... Hoy es sólo una noti-
Por las puertas salía del oriente,
Día de luz y parto mejorado.
Tras la bermeja aurora el sol dorado
El cerco de la luz resplandeciente,
Cuál con voz dulce, cuál con voz doliente,
En breve cárcel traigo aprisionado,
Sembraban su contento y su cuidado,
Con toda su familia de oro ardiente,
O yo (que es lo más cierto) sordo y ciego.
Traigo todas las Indias en mi mano,
Porque al salir yo, todo quedó en calma,
Cantando de su rico albergue, y luego
Y razonan tal vez fuego tirano,
Cuerpo a los vientos y a las piedras alma.
.
El de encendidos rayos coronado.
Y a escondidas del cielo y del Oriente,
Las tiernas aves con la luz presente,
Y grande imperio del amor cerrado.
En el fresco aire y en el verde prado.
Las fieras altas de la piel luciente,
Ella de flores la rosada frente,
Traigo el campo que pacen estrellado
Ni oí las aves más, ni vi la aurora;
Perlas que en un diamante por rubíes
Pronuncian con desdén sonoro hielo.
Cuando salió bastante a dar Leonora
Relámpagos de risa y carmesíes
Auroras, gala y presunción del cielo.
1-19, 2-29, 3-25, 4-6. 5-15, 6-4,
8-27, 9-9. 10-3. 11-21, 12-16, 13-26,
15-5, 16-12, 17-32, 18-24, 19-7,
21-31, 22-22, 23-17, 24-23, 25-33,
27-2, 28-11, 29-13, 30-1, 31-20,
33-18, 34-30, 35-8.
7-34,
14-10,
20-28,
26-35,
32-14,
PRE M IO S
Conforme 3 esta solueión y de acuerdo
con las bases del citado concurso, han
sido agraciados:
1" Con el primer premio de $ 20 m /n.:
Eduardo Hugo, Lácar 3907, Capital.
2’ Con una suscripción por seis meses
a Cabalgata : Francisco Gutiérrez,
Alsina 1878, Capital; Eugenio Díaz,
Tucumán 326, dep. 7, Capital; Os
valdo A. Fidanza, Piedras 153, 3-,
Capital: Beatriz Mnas, Seguróla
1252, Capital; María del Carmen
Fittipaldi Garav, Calle 61, N" 387,
L a Pl a t a ( F ‘ C .8 . ) ; y Roberto
A. García, Venezuela 1275, dep. 2,
Capital.
Los interesados pueden pasar por la
Administración a hacer efectivos los
premios.
�c a b a lg a t a ©
CRITICA
LITERARIA
por
G O N ZA L E Z
M ir an d a , por Mariano Picón-Salas.
C AR B A LH O
E ditorial Losada S. -4., Buenos A ires, 250
páginas.
Con sólo trazar la biografía de Miranda, precursor de la libertad de América,
habría Mariano Picón-Salas escrito una obra de notable valor histórico y nove
lesco. Pero su .modalidad intelectual, de transparente honradez, y su respeto
por la personalidad del apasionante personaje, le llevaron preferentemente a
intimar con su aventura espiritual, estudiando la significación de los hechos
desde el ángulo y a la luz de su importancia psicológica. La tarea no podía ser
más difícil ni de responsabilidades mayores. Kntresaear de un anecdotario múl
tiple el episodio de sentido revelador, intensificar para su juicio la claridad
del análisis, vivificando la historia y llegando por momentos y en mérito a la
intuición interpretativa a una suerte de resurrección del héroe, puede alcanzar
la denominación de síntesis integral en un tipo de literatura donde no siempre
se ha mantenido — ni aun sus más claros cultores— la línea de rigor conveniente.
Observamos a veces, en estos intentos de recuperación del sujeto histórico,
instantes en que la imagen literaria, afianzada en la verdad, entra en el ámbito
de la inspiración. Y el lector asiste al milagro de ver reencarnarse la figura
que se está evocando.
Juegan en Picón-Salas, indistintamente, aptitudes de historiador y de artis
ta. Y sea por el impulso de su fervor hacia la verdad o por una aspiración
creadora que se auxilia en los archivos, llega a elaborar situaciones vividas,
sentidas en profundidad, de la que se yergue — como exhumada para infundirle
el soplo de Lázaro— aquella impar existencia (pie vemos andar, ahora, maravi
llosamente anacrónica y actual, por las páginas asombradas del libro.
He aquí, en apariencia de sensación, nuestra experiencia respecto al "Miranda”
de Picón-Salas. Eludimos ex profeso la pretensión de un juicio técnico sobre su
biografía, apartada saludablemente de ejemplos ilustres, originada en la convi
vencia cabal con materiales directos de archivos, correspondencias y todo cuanto
se ha publicado acerca del fabuloso revolucionario. Su finalidad es mostrarnos
el espectáculo de la fe inconmovible, de la audacia tan distintamente juzgada,
del fascinante destino de un hombre, inseparable del proceso de formación de
nuestro continente.
L as
pruebas del caos ,
por Enrique Anderson Imbert. E ditorial Yerba Buena,
La P lata-B uenos A ires-T ucum án, 179 páginas.
En nuestra escasa literatura fantástica, este libro de narraciones de Enrique
Anderson Imbert resulta un intento en buena parte logrado. Puede, exami
nándosele con severidad, reconocerse a través de algunos de sus temas y desarro
llo, determinados antecedentes, influencias que no perjudican ni restan signi
ficación a la labor del joven escritor argentino. Imaginación poéticamente
dotada, permítele realizar "El leve Pedro”, donde el final — sospechado— lo
gra asimismo evidente novedad y sorpresa. No es éste un libro de habilidad es
tricta, sino de intuición fresca y a ratos lúcida. Preferimos entre los trabajos
que incluye, aquellos en que el autor maneja fantasías y sueños; encontrando,
cuando inteleetualiza, cuando satiriza con sus ficciones, que cae en el menos
precio de sus propias dotes y se vuelve tedioso.
Tal, por ejemplo, "Fantomas salva al hombre”. Acaso, como virtud primor
dial, auspiciosa en lo que corresponde a labor futura, anotaríamos su discreción
en dosificar ambientes. Anderson Imbert no recurre a los decorados tradicio
nales en el género y entra en tema sin imponernos intencionales y a menudo
ingenuos climas de miedo. Por lo general, sus mejores relatos son aquellos ori
ginados en el solo hallazgo de una imagen poética, de sentido mágico, que des
envuelve sin transgredir el clima adecuado. Como "El leve Pedro” , merecen cita
especial "Los duendes deterministas” , "E l fantasma”, "El aire y el hombre” , etc.
Si a veces falto de la vaguedad concisa que nos mantiene flotantes en lo
irreal o, acaso, dentro de la realidad invisible, su lenguaje abunda en aciertos
de expresión poética, construyendo situaciones que transmiten con naturalidad
su certidumbre de acontecer extraordinario. Y por sobre todo, suele aprisionarnos
en la zona de la duda misteriosa, donde todo puede por igual ser o no cierto.
Los MÚSICOS CON ESPADAS, por Félix Marthoz. Portada e ilustraciones de Mario
fírandi.
Ediciones Ela.
No podríamos ubicar estas sonámbulas anotaciones de Félix Marthoz dentro
del verso y la poesía. Sin emhargo, están en ellas, latentes, la poesía y el poem a,
informes, mezclados a la cerrada neblina del subconsciente, con algo de mineral
aun cálido que reclama su depuración. Algún día pondrá el autor un poco de
orden en sus visiones y entonces su obra, espléndidamente dotada, llegará a la
zona de claridades que requiere la creación para ser tomada en cuenta. Conside
ramos su modo introspectivo y alucinado, como una esperanza que nos anticipa,
por el momento, sólo frases que son la anunciación del poeta. Una anunciación en
trance ya de presencia fugaz, pero verdadera. Lo definen renglones como éste:
"Eras como un hijo (pie nunca termina de nacer” , dirigido a Rimbaud. Y otros
más: "Sabed: yo nunca había partido” ; "Detras de los músicos con espadas,
llego yo esta noche en rebeldía” ; "No es el horror de no despertar: es el horror
de despertar a destiempo” ; "Esta noche mi locura nace en tu silencio” , etc.
Contiene "Los músicos con espadas” una cantidad de elementos desentrañados
oscuramente y a los que falta, sin duda, elaborar para convertirlos en substancia
artística. Sobran, asimismo, espacios en blanco que para un psicoanalista equi
valdrían, en el autor, al convencimiento de su propia genialidad. Confesamos
nuestro interés, un tanto indescifrable, cuando nos internamos por el libro,
aspirando en él corrientes subterráneas, mensajes fantasmales, olor de raíces
desveladas que gimen húmanamente. También interesan las ilustraciones de Grandi, de una dramática subrrealidad, sonámbulas y alucinadas como las estrofas.
L a serpiente en i.a m ed icin a y en el folklore , por Tobías Rosenberg. C olec
ción La (trun A ven tu ra, Ediciones del Tridente, Buenos A ires, 106 páginas.
Simbolizaron los egipcios la idea de Absoluto en la serpiente. Aparece ro
deando una vasija y la cabeza del reptil corona el agua, fertilizándola con su
lengua. Es ésta una de las tantas representaciones por medio de las cuales el
hombre expresa su ansiedad de infinito y su concepto del cosmos, creando fo r
mas elementalísimas v a la vez trascendentales y pretendiendo, con inocencia
pavorosa, solucionar así los problemas del alma. Para los brahmanes, la ser
piente R ajni, esencia misma de ¡a vida, forma un círculo demostrativo de la eter
nidad del tiempo. Símbolo en que la necesidad de adorar aquello que se desco
noce queda evidenciada simple y enigmáticamente. La imaginación y la fe reali
zan lo demás, es decir, la permanencia de esas cifras a través de los siglos.
En leyendas y supersticiones de América repta también la serpiente. Re
fiéranse a la medicina, a la vida fisiológica de la mujer, a la virilidad del
hombre. Tobías Rosenberg. dedicado a la investigación folklórica, supera la
costumbre enumerativa de la mayor parte de sus colegas, buscando mantener,
en la disección, el espíritu mismo de aquella fe y de aquella imaginación niña,
que también forman parte del mito. Resultaría cosa muerta la erudición sepa
rada del anhelo de inmortalidad del hombre y Tobías Rosenberg agrega a su
condición de erudito, la virtud de no desnudarnos demasiado el encanto de la
fábula. Por ello su libro, anticipo de una labor de más sostenido aliento, des
pierta en nosotros gratitud p or su saber de investigador, al evocarnos estas
supersticiones antiguas que, bien examinadas, se renuevan en la edad moderna,
aunque bajo otros aspectos y formas inherentes al grado de civilización del
hombre.
NOTAS
al marqués de S évioné , por
Ninon de Léñelos. Traducción de Antonio
R. Costa. Editorial Poseidon. Buenos A i
res. Colección Pcrsco. 16 X 10 cm. 228
págs. 1 grabado. Encuadernado en cartonp. P recio: f 5,50.
C artas
Entre este,epistolario íntimo que aun
no se asoma al siglo xvm y la sensibi
lidad moderna se interpone todo el volcán,
aun mal extinguido, del romanticismo.
Y a pesar de ello, la exhumación de esas
Cartas, de quien fué maestra en las artes
del amor y consiguió seguir siendo amada
a una edad avanzada, nos impresiona y
admira por lo que poseen de análisis im
perecedero del corazón (te la mujer, por
el talento y discreción puestos en el peli
groso cargo de mentor de los sentimientos
y decisiones amorosos del joven marqués
de Sóvigné y por el encanto de su estilo,
que sabe bordear las situaciones más com
plejas y atrevidas del alma enamorada
con serenidad y seguridad imperturbables.
La traducción ha sido cuidada con es
mero. — i?. E.
A n t e s y después , por Paul Gauguin. Tra
ducción de Angustias García Usón. Edi
torial Poseidon. Buenos Aires. Colec
ción Perseo. 16 X 10 cm. 276 págs. 27
grabados del autor. Encuadernado en can
toné. P recio: $ 5,50.
"Esto no es un libro” , repite con in
sistencia el pintor francés a lo largo de
estas páginas, que han sido traducidas
con cariño. En determinado pasaje, dice
el autor: "¡M is dibujos!, ¡qué nones!:
éstos son mis cartas, mis secretos; el hom
bre público, el hombre intimo.” Aquí es
tán, en este volumen, muchos dibujos de
Gauguin. A lo largo de la prosa original
— esta vez nada académica, pero sí muy
plástica y policromada— del autor de
"N oa Noa” , desfilan retazos de su vida
interior, intensísima y extraordinaria. Son
a manera de memorias breves y vividas,
palpitantes de sinceridad, proyectadas con
cinematográfica amalgama, desde el juicio
lapidario sobre una personalidad o un
amigo, hasta la confidencia intima o la
anecdótica pintoresca, dramática o humo
rística.— R. E.
i
E studios
sobre
L iteratura C lásica N or
por D. H. Lawrence. Edi
torial Emecé. Colección Grandes Ensayis
tas, Buenos Aires, 1946. 270 páginas.
P recio: $ 6.
teamericana ,
Con el pretexto de libros aparentemente
cerrados a una inmersión tan profunda,
Lawrence pone sus ojos sobre las lenguas
muertas y jóvenes de la "Literatura Clá
sica Norteamericana” . No hay un instante
de tregua en estas páginas. No hay una
postura crítica sino unrmodo de ser; no
hay márgenes sino expansiones. Los en
sayos de Lawrence presentan figuras de
la creación y figuras creadoras confundi
das o separadas por la verosimilitud con
que se enfrentan a su juicio. El hombre
del desierto traspasa los libros que lee
mediante una forma de exigencia, de an
gustia, que lo induce a dialogar con los
protagonistas y el escritor que sean, ur
giendo la identidad de sus realidades y
sus intenciones, no perdonando el extra
vío.
De ese modo, sus estudios son sus veri
ficaciones y sus anhelos. Se puede hablar
de moral, dé estética, de hombría, leyendo
un libro, y de esto es de lo que habla Law
rence: "Quédese ahí. Quédese en 3a carne.
Quédese en los miembros, en los la.bios y
en el vientre. Quédese en el pecho y en
la matriz. Quédese ahí, oh Alma, donde
le corresponde.” Toda línea es para eV
autor de "Canguro” un surco expresivo,
de esperanzas, de frustraciones, de silen
cio desentrañado apenas, y allí él tiene
algo que ver entonces, algo que revivir.
Esta obra está confirmada de nuevo por
su irreductible devoción a la sangre. —
P. L.
para diferenciar sutilmente a los diversos
caracteres^y permiten al novelista hacer
verdaderos- juegos de experiencia psico
lógica, al mismo tiempo que sus otras
cualidades artísticas se desplazan con fa
cilidad en la descripción de los ambientes
v en la fluidez y gracia del relato.
En la serie de Los T hibault , Roger
Martin du Gard aplica un procedimiento
de tan difícil como exigente maduración
y lo conduce con la eficacia y dignidad
de un moderno novelista francés. Este
volumen recientemente aparecido, ofrecía
dificultades muy comprensibles si se tiene
en cuenta que en él se afronta la muerte
del patriarca Thibault y asistimos a una
agonía de varios capítulos y al proceso
psicológico del moribundo y Jos dos hijos
que lo asisten, uno de ellos por añadidura
médico y dotado por lo mismo de medios
de enfoque de la situación muy particu
lares. En ese proceso hacen crisis, no
sólo la vida de un hombre, sino una serie
de valores éticos y espirituales que se con
trastan estremecidos con la verdad. Unos
lazos de afecto aparentemente débiiles y
frágiles, se afirman y fortalecen; Otros,
dotados aparentemente de una firmeza
mayor, se aflojan y distienden sin pro
ducir el menor desgarramiento ni la me
nor amargura.
Los problemas íntimos que el libro
afronta están tratados y expuestos con
serenidad y penetración; en la exposición,
singularmente, de las escépticas resisten
cias frente a Ja religión, se emplea el me
nor énfasis, el menor sentido polémico
posible. Se dice sencillamente que falta
una creencia, como se dice que se tienen
los ojos azules o el cabello rubio. . . La
versión al castellano de este libro lleno
de cordialidad y sinceridad, está hecha
por Aurora Bernárdez, muy discretamente.
— Mora Guarnido.
K ckoschka , por Hans Platschek. Biblio
teca Argentina de Arte. Editorial Posei
don, Buenos Aires. 78 páginas, 47 graba
dos en negro y 4 en color. P recio: $ 1 0 .
Oskar Kokosehka, nacido austríaco, ac
tualmente checoslovaco, y cuya obra está
unida al movimiento expresionista ale
mán, es uno de los pintores europeos más
interesantes de esta época. Muchos de sus
cuadres famosos fueron adquiridos por
los museos más importantes de Europa y
Estados Unidos. Su obra, hondamente
humana y dramática, hecha en sus co
mienzos con tonos pardos y grises surgi
dos de una paleta reducida a propósito,
fué convirtiéndose con los años en una de
las más destacadas por la violencia del
color. La composición y el dibujo de sus
cuadros, así como su obra gráfica — ilus
traciones, litografías— recuerdan toda la
fuerza expresiva de los grabados y de las
pinturas medievales. Profundamente ger
mano por su humanidad — e incluso por
su crueldad— él caracteriza unos años ex
L iteratura de vanguardia, por Juan Jatraordinarios de plenitud de la pintura
cobo Bajarlía. Editorial Araujo, Buenos
alemana, esa pintura que luego fué des
Aires.
terrada por el nazismo. Es ahora cuando
la obra de Kokosehka, así como la de
La selva de los "vanguardismos” nece
otros grandes pintores expresionistas ale
sita ya en nuestros tiempos — por lo que
manes, comienza a ser valorizada en el
hay y por lo que ha de venir— muy bue
mundo por los aportes importantísimos
nos guías. De lo que hasta ahora se nos
del expresionismo a la pintura coníemalcanza entre la gente dedicada a esa ta
poránea. Hans Platschek, joven e inquie
rea en el ámbito español, no podemos que
to pintor y crítico de arte alemán, que
jarnos. Ramón Gómez de la Serna y Gui
reside en Montevideo, ha sabido en esta
llermo de Torre, cada uno en su campo,
monografía analizar cuidadosamente y
han cumplido bien la faena. Acaso, por lo
con gran sensibilidad la obra del pintor
que se refiere al segundo, ha sido un
checoslovaco en relación con la pintura
error dejar que haya llegado a conside
y las escuelas pictóricas de nuestra época,
rarse rarísimo su libro ya histórico, en
destacando acertadamente el hecho de que
lugar de remozarlo y darle vigor nuevo
las dos guerras mundiales influyeron de
con una edición actualizada. Pero nadie
manera terminante en la obra de erte
mejor que su autor puede juzgar si un
creador hasta ol punto de convertirle, en
libro debe o no ser alzado de su anaquel
el transcurso de la segunda guerra, en el
y vuelto a las prensas.
pintor que mejor supo recoger, con afán
Aquí en Buenos Aires, Juan J acobo
combatiente, los temas más dispares de
Bajarlía, animado por el halagüeña éxito
ella para su obra, como ocurre con ’os
de un cursillo sobre poesía moderna, com
cuadros "Para qué combatimos” y "El
pletó en forma hasta ahora exhaustiva sus '
huevo rojo” . Esta monografía aparece
notas y nos ha dado una nueva exposi
cuidadosamente realizada por la Editorial
ción del panorama literario vanguardista.
Poseidón. — C. Alen i.
Falta nos estaba haciendo. En realidad,
para el que no esté habituado al laberinto
de las nuevas corrientes, el peligro de per
L a electricidad al día, por T. B. Vinyderse es constante. Aun los mismos poetas
comb. Editorial Nova, Buenos Aires. 245
que por él transitan hallarían difícil el
páginas. P recio: $ 14.
hacer su propia ficha y quizás se sentirían
más de una vez tentados a repetir la res
Como los restantes tomos de la colec
puesta (le don Francisco Giner, cuándo
ción L a marcha del progreso, que viene
sus amigos y discípulos le preguntaron:
publicando esta Editorial, no es el pre
";Q ué es usted?” y contestó: "Pues clasente un tratado de electricidad, un libro
sifíquenme ustedes, porque el cangrejo se
universitario ni técnico; pero sin serlo,
pasa la vida ignorando que es un crus
contiene lo fundamental de tales libros
táceo.”
expuestos con agilidad, competencia y
amplitud de perspectivas. Multitud de f i
Buen guía para llevarnos de la mano
guras e ilustraciones en papel especial
por los peligrosos senderos, Bajarlía ha
contribuyen a realzar el mérito de este
hecho un trabajo de innegable importan
tomo. El propósito de la colección es ofre
cia que cada día se acentuará. Su libro,
completísimo, serio, discretamente dosifi cer al lector el alcance en la vida pre
sente de las distintas ciencias y técnicas,
cado en los juicios y sobre todo — lo más
y, fiel a este designio, L a electricidad al
difícil,— en los elogios, es una valiosa ayu
día cumple plenamente su cometido. El li
da para ponerse en contacto con lo más
bro aparece dividido en once capítulos,
vivo y lleno de buenas ambiciones de la
que se ocupan, respectivamente, de: I. In
literatura actual, con lo que siempre
troducción; II. Fuerza, trabajo, energ.a
toma posiciones en la primera fila, de
y potencia; 111. Conductores y aislado
choque, para dirigirse al mañana, siempre
— adjetivo fatal— incierto. — Mora Guar
res; cables; IV. Generadores: 1) baterías,
nido.
acción química de Jas corrientes; V. M ag
netismo, electromagnetismo y m e d id a s
eléctricas; VI. Generadores: 2) motores v
Los T hibault (Vol. v i). L a muerte del
generadores eléctricos, corrientes conti
padre, por Roger Martin du Gard. Edi
nuas y alternas; V il. Transformadores v
torial Losada, Buenos Aires.
distribuidores de energía; V III. Calefac
ción e iluminación; IX . Descargas eléctri
Es ya muy común que los grandes no
cas, rayos, las nuevas lámparas; X. Méto
velistas se encariñen con sus personajes y
dos eléctricos de comunicación: 1) tele
se resistan a abandonarlos o cambiarlos
grafía y telefonía; X I. Métodos eléctricos
a cada una de sus obras, tratando de in
de comunicación: 2) transmisión sin hilos
corporar nuevas figuras físicas al reper
de sonidos y fotografías. — J. O. E.
torio de seres nacidos de su invención y
su experiencia. Por el contrario, desde
Zola con sus Rougon Macquart y el ejem
V einte expresiones de arte hu m anista ,
plo de la otra orilla del Canal, los Forsyte
por Romualdo Brughetti. Imprenta López,
de John Galsworthy, se hace cada día más
Buenos Aires.
frecuente la concentración en una familia
de todos los matices y perspectivas que
En el hecho de que un pintor disponga
el escritor pretenda dar a su novela, y
(le un hijo crítico de arte, casi podría
la atribución de” todos los caracteres ima sospecharse algo asi como un acomodo
ginados — con un nexo fácil de percibir
con la divina providencia. Por eso con
entre ellos— a los personajes de dos o
viene afirmar que el homenaje, ya anti
tres generaciones, presididos casi siempre
cipado en artículos, que Romualdo Bru
por la figura cnérgífh y señera de un
ghetti (autor, entre otros trabajos muy
padre, de un abuelo, en el que por lo ge
comentados, de La joven pintura rloplaneral se (la una doble fisonomía de pa
tense y El arte y nuestro tiempo) dedica
a Faustino Brughetti (autor de centena
triarca y de tirano.
Los rasgos familiares sirven a la vez
res de lienzos resumidos hace poco en una
vasta exposición de bodas de oro con el
arte) no se debe en absoluto al compro
miso filial. Para no caer en la ternura
injusta, Brughetti habla siempre de Faus
tino Brughetti; una sola vez dice "mi pa.
drc” . El contacto entre crítico y pintor
se hubiera establecido de todas maneraspero a través del conocimiento panorámico
de Faustino que ahora obtenemos, se des.
cubre que no poco de la formación de
Romualdo se debe al inquieto taller na.
temo. En las telas de uno y las páginas
de otro sopla un hálito de ansiedad co
mún, de común incertidumbre.
"En la incipiente pintura argentina de
la primera década de nuestro siglo —afir
ma Brughetti— este pintor eleva el nivel
cultural por la ruta de lo moral (y de ln
plástico).”
Según el critico, el pintor Brughetti
"es un pintor moderno y se rebela ' a b i e r
tamente contra los encierros académicos
y quiere hallar desde el origen el sentido
humano para su pintura, o sea, la vida
más el símbolo ideal que la anima.”
Para el pintor Brughetti este "expre
sionismo humanista" fué una importante
etapa. Permaneció alejado de cenáculos
oficiales, aunque mereció el elogio de au
toridades máximas.
Simultáneamente con el estudio (le Ro
mualdo, aparece otro, de Mario Puccini.
Ambos traen datos bio-bibliográficos so
bre el pintor, y numerosas reproducciones
de sus obras. — D. J. V.
F reud, por
Jacinto P a r r a !. Colección
Vidas. Editorial Nova, Buenos
Grandes
Aires.
La vida de Freud, muy escasa de anéc
dota, muy rica en cambio de emoción y
aventura científica, tenía que ser forzosa
mente, más que la novela de un personaje
atractivo por sus gestos, el estudio de una
teoría que trasciende y fascina por su
profundidad y sus proyecciones. Así lo
lia comprendido Jacinto Parral desde el
prefacio explicativo de su obra, hasta la
última página, donde hay una magnífica
"explicación psicoanalítica” de las causas
brutales que llevaron a Freud a morir
pobre y desdichado en el destierro de
Londres y que nos tienen — todavía— en
vilo y pesadumbre a la mayor parte de
las criaturas conscientes que poblamos la
tierra.
Este libro de Parrad "engaña” por la
modestia de su volumen y apariencia y la
densidad de su contenido. Se trata de uno
de los ensayos más certeros y claros que
se hayan escrito hasta nuestros días sobre
el maestro de Viena, y en el que se trata
la teoría científica con capacidad y res
ponsabilidad y al mismo tiempo se des
cubre una gran corriente afectiva — con
tagiosa— de admiración, de fervorosa
devoción científica del que escribe hacia
el sabio biografiado. Admiración y devo
ción que —es bueno insistir en subrayar
lo — se extienden al lector.
La edición de N ova, muy cuidada y
bien presentada. — J. M. G.
H istoria
de
la
F ilosofía , por Julián
Marías. Editorial Revista de Occidente
Argentina, Buenos Aires. 430 páginas.
P recio: $ 12.
"Decididamente, un libro sobre el con
junto de la historia de la filosofía, qui
zás sólo pueda escribirse en plena mu
chachez, en que el ímpetu propulsor de
la vida pueda más que la cau tela...”
Así dice Xavier Zubiri en el prólogo aue
dedica- a esta obra de Marías.
Es que la realización de una historia
de la filosofía supone, en quien tal in
tente, la plasticidad mental de un inte
lecto joven, capaz de identificarse con
cada sistema, con cada escuela, presentán
dolos con vivificante fidelidad. Es pre
ciso ser, entonces, un gran actor de la
filosofía para reflejar, a través de la
propia personalidad, el verdadero sentido
del pensamiento filosófico. Y Julián Ma
rías llena cumplidamente esta exigencia.
"L a historia de la filosofía no es una
mera información erudita acerca de las
opiniones de los filósofos, sino que es la
exposición verdadera del contenido real
de la filosofía. Es con todo rigor, filo
sofía.” Es que para Marías, la filosofía
tiene una sustanciación histórica. "Todo
filosofar arranca de la totalidad (leí pa
sado y se proyecta hacia el "futuro po
niendo en marcha la historia de la filo
sofía. Esto es, dicho en pocas palabras,
lo que se quiere decir cuando se afirma
que la filosofía es histórica.”
La obra adquiere así una fundamentación más profunda- que la dé servir de
texto para los cursos universitarios, y
crea un enfoque de la historia de la filo
sofía destinado a que el lector profano
bl" ° MARK TWAIN
un se r v id o r ex ce le n te
del
hogar
V enta e n G A T H y C H A V E S .
H A R R O D S , C a ía A T L A N T I C A ,
T H A I L A D E y la » p rincip ela»
casa» del ra m o
PRECIO
$ 12.50
E N V IO S C O N T R A
R E E M B O L SO
Cea MURIAS
ESM ERALDA
t o t
�LETRAS MUSICA
logre hacer conciencia de la perspectiva
en que se encuentra.
Sin salir del método clásico en la pre
st litación de una obra de este tipo, el
autor halla, en función de lo señalado
la manera de exponer la suya con carac
teres propios interesantes. Cada sistema
filosófico se muestra precedido de la
problemática de su época, y concorde con
el interés que tiene cada uno para el
estadio actual de la filosofía. Destacamos
así la seriedad con que se analiza la filo
sofía medieval, que contrasta con la lige
reza de qué ha sido objeto por parte de
algunas historias que llevan aún el signo
del positiiismo. La filosofía contempo
ránea, el retorno a la especulación meta
física, tienen especial atención, sobre todo
la filosofía alemana: sistemas de Husserl, Schelev, Hartmann y Heidegger.
La circunstancia de ser Marías discí
pulo de Ortega y Gasset, le permite in
cluir en su obra un interesante estudio
sobre el filósofo español, agregando notas
i ecogidas durante los cursos que éste dic
tara. Para el lector argertino, este aná
lisis tiene notable valor, ya que la obra
de Ortega, dispersa en numerosas publi
caciones, era difícil de reunir para lograr
una comprensión unitaria.
Por último, y sin ánimo de reproche,
hacemos notar el olvido en que Marías
ha incurrido al no mencionar en forma
alguna la filosofía americana, sobre todo
la de Latinoamérica, que, como decía
Alejandro Korn, va tiene caracteres prol"°s y ha dejado la mano d?l pensamiento
filosófico del V iejo Continente. — Roberto
de una virtud, más de una modalidad,
más de un defecto de los que parecen
irremisiblemente condenables. La biogra
fía tiene siempre algo de apologética,
porque difícilmente deja de descubrirse
en el individuo el rasgo salvador que lo
redime de su maldad o de su medianía.
Y si para el juicio histórico no resulta
valedero el hallazgo, suele ser, en cam
bio, importante para aprender a justi
ficar y a comprender, secreto último de
la historia.
Jacques Chastenet ha logrado renovar
el interés que ofrece la figura de Manuel
Godoy, Príncipe de la Paz y ministro de
Carlos IV de España. En las turbias in
trigas de la época napoleónica, la o-nducta de Godoy puso de manifiesto su
insanable mediocridad, la inconmensurable
distancia que mediaba entre la gravedad
de las circunstancias por que pasaba su
país y sus calidades de político y de hom
bre de Estado. Pero Chastenet, que no
oculta esta mediocridad consustancial del
hombre público, sabe descubrir la curiosa
psicología del hombre. De su origen, de
algunos de sus defectos — muy caracte
rísticos de su país y de su tiempo— el
biógrafo sabe sacar los datos necesarios
para explicar el éxito del antiguo guardia
de corps, su ascendiente sobre los reyes
todopoderosos y su triunfo. Esta circuns
tancia configura su actitud en el ejerci
cio del poder, y Chastenet confronta agudament.- la capacidad que Godoy puso de
manifiesto en aquella etapa de su vida,
con las que hubieran sido necesarias para
afrontar las excepcionalmente difíciles
J. P ifo rré.
contingencias que sobrevinieron a su pa
tria durante su gobierno. Chastenet mues
tra su pericia de biógrafo, de psicólogo y
de historiador. Ese contraste explica la
Gcdcy , P ríncipe de la P az , por Jacques
Chastenet. Editorial Argos S. A., Buenos suerte de un reino, y al mismo tiempo
señala la curiosa arbitrariedad de la vida
Aires. 276 páginas.
.
histórica, que a veces se complace en estas
En el rastreo de los oscuros senderos trágicas jugadas.
de una vida, el biógrafo sagaz y minu
Eliminado eje la vida pública, Godoy
cioso encuentra con frecuencia no pocas se sobrevive durante largos años y es tes
sorpresas. La historia suele esquematizar tigo de las múltiples peripecias que sufre
la vida humana, y es propio de la bio la política europea después de la caída
grafía devolver al hombre toda la com de Napoleón. Chastenet persigue con suma
plejidad de su existencia, toda la multi finura novelística estos últimos años del
forme riqueza de su fisonomía. A veces, político fracasado y traza un curioso re
un personaje que ha legado a la poste trato psicológico de un hombre; de un
ridad un recuerdo oscuro por su conducta hombre que ya no era nada, después de
pública, renace, bajo la luz de la bio haber sido mucho, y que, en el juego de la
grafía, iluminando en ciertos curiosos política, pudo parecer que era más de
meandros del alma que no llegaron a al lo que luego se vió que era en la realidad.
canzar evidencia pero que explican más — Juan de Villagra.
COMO FALLA IM AGINO
"L A A T L A N T ID A ”
Por J A I M E
año 1926 vivía Manuel de Falla en
en su casita de Granada. Había ter
minado el Concertó. En su mente se iba
definiendo la idea de una nueva obra.
Pensaba en un auto sacramental de Cal
derón: Los encantos de la culpa — suges
tivo título— , de igual asunto que el dra
ma, del mismo Calderón, Circe. De los
dos haría Falla un libro para su nuevo
trabajo.
En esto llega a Granada José M* Sert,
el célebre pintor catalán no ha mucho des
aparecido, y va a ver a Falla y le dice
que venía de los Festivales Internaciona
les de Salzburgo y que traía un encargo
de Reinhardt para él. Este gran regiseur
deseaba que Falla le compusiera un auto
sacramental de Calderón, para ponerlo en
escena con decorados pintados por el pro
pio Sert.
fCuriosa coincidencia!
Pre
cisamente cuando Falla tenía el mismo
proyecto.
Pero en aquella época se estaba prepa
E
l
PAHISSA
dad, ya fué la lejana Gadex de los roma
nos; y, antes, de los iberos; y, antes, del
perdido continente atlántico cuyo vago
recuerdo quedó en la memoria de los egip
cios, los fenicios y los griegos. Veía en el
escudo de Cádiz a Hércules con las dos
columnas y el lema "Hercules fundator” ,
e imaginaba al héroe rompiendo con su
clava el estrecho y abriendo paso al gran
mar. Se comprende la honda impresión
que le produjera la lectura de La Atlán
tida que reavivaba las no borradas imá
genes de la infancia.
A recordar aquellas impresiones y pe
netrarse de ellas para emprender la com
posición del poema, y verterlas en su mú
sica, fuese a Cádiz, donde el Ayuntamien
to le hizo huésped de honor, a lo que
quiso corresponder ofreciéndose a dirigir
un concierto con fin benéfico. ¡Cuánta
sugestión la de Cádiz, con su situación
privilegiada en el fin del Mediterráneo y
de Europa, y de cara al Atlántico y ha
Don Manuel de Falla.
rando la "Exposición Iberoamericana” de
Sevilla, y hablando de ello con Sert, se le
ocurre al gran pintor la idea de hacer un
espectáculo para el próximo concurso, que
se anunciaba brillante.
"L a Atlántidu” — dice Falla. Porque
en aquellos días se había celebrado el
cincuentenario de) primero de los poemas
de los tiempos modernos, La Atlántida,
de Jacinto Verdaguer, ,1 gran poeta ca
talán. Era en 1926, el año mismo en que
se '-amplía el quincuagésimo aniversario de
Falla, de modo que el poema y el músico
tienen la misma edad. Falla había leído
en el diario de Madrid "E l Sol "fragmen
tos del poema que recitó Eduardo Marquina, traducidos por él mismo al castella
no, en la sesión con que la "Academia
Española” conmemoró la fecha. Tanto le
interesaron a Falla estos fragmentos aue
mandó a buscar el poema completo. Y le
pareció muy a propósito para su deseo.
Y más cuando el asunto se sitúa entre lo
griego y lo latino; entre lo mitológico, y
los arcanos tiempos de la primitiva Ibe
ria; entre el Pirineo y el Mediterráneo, y
la legendaria tierra de Gadex y el otro
mar inmenso. Desde muy niño el ambien
te que le rodeaba le llenó la imaginación
<le extrañas y grandiosas fantasías, como
obscuros sueños ancestrales. Cádiz, su ciu
cia el Nuevo Mundo! ¡Y con su vida
cargada de siglos, en la que se mezclan lo
mitológico y lo más luminoso de la histo
ria: Alcides, la Odisea, Fenicia, todo re
cuerdos y huellas milenarias marcadas so
bre una tierra bellísima y accidentada,
bajo un sol de turquesa! Caminando por
sus calles se leen nombres como los de
"Hércules” , de "Argantonio” y otros de la
antigua Iberia, con que las bautizó, cuan
do fué alcalde, Adolfo de Castro, persona
cultísima, apasionada por los estudios de
la Iberia prehistórica, especialmente por
este Argantonio, rey de Tartesios, y au
tor, por otra parte, de El Buscapié, la
novela que atribuyó a Cervantes y que
como tal fué tenida hasta por los más
conspicuos cervantistas. Y, junto a la
ciudad, entre Cádiz y Gibraltar, la isla
del "Perejil” , o de "Las palomas” , que es
la de la ninfa Calipso de la Odisea, con
la misma vegetación, la misma fuente,
que describe Homero, según probó Víctor
Berard en su libro en que estudia el viaje
de m ises al volver de Troya.
De Cádiz fué a Jerez de la Frontera.
Allí sus amigos le acompañaron a hacer
excursiones de un interés sin precio para
él. Fueron a Sanlúcar de Barrameda, el
puerto que tanta relación tiene con los
viajes de Colón al nuevo continente. Si
guiendo el camino que corre entre dos al
tas montañas, y en unos pastos que se
abrían a un lado, vieron unos bueyes y
vacas paciendo. Sobre sus cabezas y entre
los cuernos, y sobre sus lomos, estaban
unos altos v esbeltos pájaros sin que las
bestias los movieran. Era que las limpia
ban de parásitos. Parecían estampas do
un templo egipcio. Pero es que estas be
llas y grandes aves venían realmente de
Egipto: eran los hermosos ibis del Nilo
que emigran todos los años del extremo
oriental del Mediterráneo hasta más allá
de su occidente.
Visitan después las ruinas de! templo de
Hércules; aun entre el polvo de la tierra
se encuentran restos de vasos y trozos de
las piedras del monumento, viejo de más
de dos mil años. Pasan luego por una pe
queña cuanto bella ciudad: en la esquina
de una calle vese un busto de mármol
representando a Hércules. Es Medina Sidonia: Medina, de la blanca Arabia; Sidonia, de la Sidón de Fenicia.
Y llegan a Tarifa, la punta de España
más cercana al A frica, en el sitio más
estrecho del estrecho de Gibraltar. Suben
al torreón histórico y heroico de Guzmán
el Bueno. De su alto vese el sol ponién
dose entre los cercanos macizos de A frica
y de Europa, como si fueran, realmente,
las columnas que alzara Hércules para
aguantar dos continentes. Los rayos del
sol, abriéndose entre las sombras que les
dibujan las nubes, dan al espacio el impo
nente aspecto de un cielo bíblico. Todo es
de una grandeza impresionante, de mitolo
gía, de leyenda, de lejana historia.
Y a podía Falla ponerse al trab ajo: su
espíritu estaba embebido de magia y de
sublimidad. Durante años ha sido la fuen
te que aun mana inspiración sobre su
obra. Y ésta responde a su ansia. La
prueba es que, más adelante, ya en ca
mino la composición, un día, al atravesar
los Pirineos para ir a Tolosa de Francia,
al pasar junto al pie de la alta y nevada
cima del Canigó y ante su visión gran
diosa, salió de su voz la música que había
ya compuesto para este canto del poem a;
y le satisfizo, y la creyó digna de aquella
majestad.
Nadie conoce nada de su música. Falla
es demasiado minucioso y pulcro en su
trabajo para mostrar a nadie una obra
que él no cree terminada. Y para él no
está terminada hasta haberla visto y re
visto una vez y otra al cabo de años y
años.
Lo que sí parece poderse asegurar de
su música es que está constituida princi
palmente por corales, tratados en una po
lifonía austera, aunque libre y rica, con
sobrio apoyo orquestal, y por partes sin
fónicas y voces solistas de los personajes
del poema.
Esta obra marca la etapa superior de
la evolución del estilo de Falla, porque es
el punto más alto de su ascensión hacia
la universalidad de la técnica y de la ex
presión, y porque realiza en ella su ideal,
de reunir, fundiéndolas en una sola, la
música particular de los diversos pueblos
de España.
Y a ello le llevan, además, primero: el
asunto de La Atlántida, que por ser un
gran poema épico demanda un lenguaje
alto y universal. Segundo: porque el lu
gar de su acción es el .de la España toda,
desde el Pirene en llamas, a los jardines
de las Hespérides con sus frutos de oro
en el Levante; y de las puertas del tene
broso océano que abriera Hércules, hasta
el último límite del mar en las playas del
mundo nuevo. Y tercero: porque la len
gua catalana, sobre la que está compues
to el poema, por su origen latino y por
su influencia gótica, completa la univer
salidad de la materia.
Y así, Falla, con la música de La
Atlántida, que sonará con acento catalán,
devolverá a Cataluña, él, el músico anda
luz, la ofrenda que los músicos catalanes,
Pedrell, Albéniz y Granados, hicieron a
Andalucía al crear la escuela moderna es
pañola sobre los ritmos y los cantos de la
música andaluza.
El libro de La Atlántida lo ha arregla
do el mismo Falla. Falla es hombre de
gran cultura, observador penetrante y muy
inteligente en todo. Por eso pudo escribir
en catalán — que no es su lengua, aunque
se parece mucho a la suya porque catalán
y castellano, ambas son hispano-latinas— ,
los versos o la prosa rítmica que necesi
taba para concentrar unos pasajes o enla
zar unos cantos del poema, según las exi
gencias de la construcción musical.
Algunas veces ha dicho que pocos meses
le bastarían para terminar la obra, si es
que le permitieran su salud o sus inelu
dibles compromisos — cartas, visitas, con
flictos con sus editores— trabajar con
tranquilidad en ella. Lo cierto es que los
meses van pasando y juntándose en años,
sin que llegue la plumada final. Nada ha
de importar, sin embargo, el tiempo em
pleado mientras el resultado sea aquel a
que el autor aspira y el mundo espera.
Para la inmortalidad no cuentan años.
Octubre de 1946.
© c a b a lg a t a
lm
p o é tic o r e la t o , u n a
v is ió n d e l h o m b r e y d e l a r t i s t a .
MOZART
EN VIAJE A
PRAGA
de
E.
este número de Cabalgata en
máquina, llega hasta nosotros la no
ticia de que ha muerto repentinamente en
su residencia de Alta Gracia, en la pro
vincia de Córdoba, el ilustre compositor
español, don Manuel de Falla.
Innecesario nos parece referirnos, ni
siquiera con la brevedad que las razones
de tiempo y espacio nos imponen, a la
alta personalidad del ilustre, artista y a
la pérdida que con su desaparición expe
rimenta el arte universal. La obra del
autor del "Amor Brujo” y "E l Retablo
de Maese Pedro” ha entrado ya tan ple
namente en la conciencia contemporánea
que resulta ociosa cualquier información
en este sentido. Queda, desde luego, for
mando parte de la riqueza cultural espa
ñola, como uno de sus más puros y lim
pios valores.
En nuestro próximo número Cabai-gata
stando
E
publicará colaboraciones especiales que se
ocuparán con mayor extensión de la per
sonalidad del ilustre maestro desaparecido.
M Ó RI K E
Traducción de
R.
J.
C A R M A N
'ilustraciones
M A R I E T T E
2000
de
LYD IS
E jem plares n um erados del 1 al 2000
* 15 - 20
E jem p lares de lu jo con una ilustración impresa
coloread a a m an o p or M A R I E T T E L Y D IS
$ 150.-
5 E jem p lares de lu jo con un d ib u jo origin al de
M A R I E T T E L Y D IS
$ 350.-
En las b u e n a s librerías y en
AMERICANA S. A.
A
C A N G A LLO 1570
FLORIDA 370
(W )
10 a¡ 1Ó dte noviembre
t»
Q l h im a s
n oved ad es
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e n a d h e s i ó n a l a o f e m a n a J e l J Z i l r o c h J n fa n h l
C O L E C C I O N
T R A J E S
T I P I C O S
C u e n to s in te r e s a n te s c o n p e r s o n a j e s p a r a v e s ti r c o n lla m a tiv a s r o p a s , c ju $ 3 ._
N ° . 3 - T I P T O P , e l a v ia d o r q u e c ru z ó to d o s lo s c ie lo s d e l m u n d o
-4 " T O N Y ,
el a v e z a d o
m a rin e ro c o n
u n ifo rm e s de to d o s lo s
países
C O L E C C I O N
V E S T I D O S
A l b u m e s c o n d o s m u ñ e c o s p a r a v e s t i r , c o n la s r o p i t a s i m p resa s , cju $ 2 ,SO
N ° . A - " N I N O - N I N A , lo s d e p o rtista s c o n sus trajes ca ra cte rístico sC o n te x to
N ° . 2 - B O B L IL . 2a. e d ic ió n .
R o p it a s d e c a lle y g a la para d o s
m n os buenos
C O L E C C I O N
M O V I M I E N T O S
T e x t o s c l á s i c o s c u y o s p e r s o n a j e s a ctú a n a l m o v e r u n a p a l a n c a , c/u $ 5 .-
N 0 . 3 - R O BITsTSO 'N C R U iS O E . 40 gra cio sa s ilu s tra cio n e s dan v id a
a la la m osa a ven tu ra
C O L E C C I O N
B U C A N E R O
T e x t o s m o d e r n o s d e a v en tu r a s c lá s ic a s en a d a p ta c i o n e s f i d e d i g n a s , c lu $ 3 ,5 0
N °. 3 - V ID A
A V E N T U R E R A D E S IR F R A N C IS D R A K E , p or
A.
HA MUERTO
Don MANUEL DE FALLA
g e n ia l
C O L E C C I O N
L O S
S a in t C ro s s
M E J O R E S
E d ic io n e s T ito , c u $
V » . 5 -C U E N T O S N O R D I C O S .
C U E N T O S
3.-
T e x t o d e D . C ris tia l. I lu stra
c io n e s d e H . C a p n ti
N ° . 6 - G I G A N T E S Y E N A N O S . T e x t o d e M . A . G ó m e z . I lu s
tra cio n e s d e C . T o r r a lla r d o n a
�CINE - TE A T R O
c a b a lg a t a ©
JEAN C O C T E A U
T7'
xconthamos
ii Jean Coeteau en el
' teatro Hébertot nI terminar un
ensayo (le su nueva pieza "L ’Aigle a
deux tetes” (E l águila bicéfala). Ya
traducida al inglés, esta obra se está
representando en Londres. Tuvo (jue
empezar en Bruselas su carrera en su
idioma original y continuarla en París.
Para Jean Coeteau, la preparación
de una pieza tiene algo casi religioso.
Luego de escribir su texto y elegir
sus actores, Coeteau juzga que sólo rea
lizó la mitad de su tarea y entiende
reservarse el cuidado de objetivar, den
tro de límites comunes a la visión de
los hombres, el tema oue hizo vivir en
la ficción de la escritura. La poesía
de Jean Coeteau muévese a sus anchas
en el campo del teatro, en donde el co
nocimiento de sí rompe consigo misma
para encarnarse en el conflicto de los
personajes del drama, dejando a cada
P or
r e n e
m j s s j t
No hay uno solo de esos campos en
donde Jean Coeteau no haya realizado
uno (le ellos una autonomía de pen
samiento y de gestos, bajo el contralor
de una proposición que vuelve a traer
los a la visión creadora del autor. El
genio lírico, es decir, el arte de ser uno,
y el genio dramático, el arte de ser
los demás, se complementan y corres
ponden en la obra teatral de Jean Coctean.
En Jean Coeteau, todo parte de la
poesía y vuelve a ella. Poesía de no
vela, poesía de crítica, poesía de teatro.
En un prefacio, escribió Jean Cocteau: "Existen poemas en los que el
poeta intenta su suerte, otros en que
la prolonga.” En esta suerte original
finca el poder de la poesía.
La unidad de creación domina en la
obra de Jean Coeteau y le ha permitido
triunfar en géneros tan dispares como
el poema propiamente dicho, la novela,
la crítica o el teatro.
una obra maestra.
Desde "Les enfants terribles”, novela
que apareció en 1929, hasta Allégories” , poesías de la época trágica de
1939 — libro que todavía no ha mere
cido el lugar que le corre ponde y que
es el testimonio más profundo del des
orden de la conciencia francesa— ,
continuando por la pieza Les parents
terribles”, que tantos entusiasmos V
odios levantó y cuya reposición conoce
hoy un éxito estupendo, el "Essai de
critique indirecte” y el extraordinario
drama "Renaud et Armide”, en donde
renovó el alejandrino ritual de la tra
gedia, no hay rama de las letras en
donde Coeteau no haya obtenido un
éxito.
Con idéntica felicidad llegó por fin
a un público más vasto por medio del
"Q ue fa u t-il p ou r qn’itn conp de
[ réussissef
Ríen sillón que ln chance Insse
S ’installe obscurém ent sur l’os de ¡’a,
E t m ette en l’air Ies tétines dn double
[»/>.*
(¿Q ué es menester para acertar
cuando se arrojan los dadosf Apenas
que la suerte, cansada, se instale obs
curamente en la cara del as y ponga
arriba las ubres del doble seis.)
Aunque ha escrito estos versos y
asume complacido una reputación de
mago, Jean Costeau sabe también que
uno tiene que argumentar con el destino y que si por persuasión uno me
dra, es siempre a costa del dolor.
(Exclusivo para Cabalgata, ilc A. F. p.¡
EL TEATR O
E N PARI S
O’NEILL
PRESENTA
NUEVAS
cine. Todo el mundo ha visto "L’Eternel retour”, como todo el mundo conoccrá "La bel le et la bóte” .
Por M A R C E L THIBAUT
OBRAS
as
L
detallado anuncio que acaba de
hacerse de la primera obra que
vuelve a presentar después de doce
años Eugene O’Neill, indica que el co
nocido y antiguo dramaturgo norte
americano no ha perdido su costumbre
(le buscar cosas raras para sus argu
mentos.
E
El título de la obra, "Comoth, el
hombre de hielo”, parece ser nada más
que una sonrisa grotesca pa*c. cubrir
una labor de indudable mayor impor
tancia. Esto es, por lo menos, lo (pie
todos esperamos.
»
El circuito teatral de Guild, que fué
el (pie presentara la primera pieza de
O’Neill y todavía sigue siendo el pa
drino de sus espectáculos, ha anunciado
:■ "El hombre de hielo” se estrenó
el 9 de octubre en el teatro "Martin
Beek”, comenzando la representación
al atardecer, ofreciéndose luego un in
termedio de una hora para que el
público pueda cenar. Esto no es nada
nuevo en O’Neill que siguió el mismo
procedimiento al presentar "Extraño
interludio” y "Cuando Electra vistió de
luto”. "El hombre de hielo” comenzará
a las 17.30 y el intermedio será de
las 18.30 a las 19.45, siendo de suponer
(pie la representación Seguirá luego
hasta finalizar.
Los precios (pie se anuncian también
constituyen una cosa especial, pues es
tán fijados entre Dls. 5.40 y DI. 1.80,
(pie son probablemente los más altos
cobrados para un espectáculo carente
de música.
En el reparto de los papeles el cir
cuito de Guild hace figurar nombres
tan destacados como los de James Barton, Dudlev Digges, Nidadas Joy y
Cari Benton Reid.
Estimando seguramente que el pú
blico se encuentra hambriento de obras
de O’Neili por no haberse presentado
comedias suyas durante 12 años, se
anuncia otra del mismo autor para el
próximo mes de diciembre, bajo el in
trigante título de "El mediodía del bas
tardo” y cuyo protagonista será el fino
y conocido actor James Dunn.
En estos días también se asiste al
estreno de dos espectáculos de los que
se anticiparon pocos detalles. I no de
ellos es "G ipsy es una dama” , misce
lánea de dos operetas de V íctor Herb ert: "La rueda de la fortuna” y "S e
renata”. Esta obra ya fué muy aplau
dida en la costa del Pacífico y ahora
se la ofrece en el teatro Centenario.
Una nueva producción de Agatha
Christie será presentada en el teatro
Plymouth, figurando Diana Barrymore
en el papel principal. Se trata de una
pieza de misterios "E l oculto horizon
te” , con la que lilis Christie vuelve por
primera vez a Broadwav, después del
limitado éxito cpic tuvo hace dos tem
poradas atrás con "Eran diez indiecitos” .
Para que la nueva temporada tenga
aspectos absolutamente característicos
también se ha postergado indefinida
mente el estreno de "Un sujeto magní
fic o ”, debido a que su autor, Constance
O’Hara, decidió escribirla de n u e v o ...
(E sp ecia l liara C abaiajata, tic 1. .Y. S .)
concepciones dramáticas de Paul
t Claudel no tienen nada de común con
l
Tres retratos de Jean Coeteau.
ENTREVISTA
LEON
on
CON
KLIMOVSKY
— Para principios del año entrante
motivo de su visita a Montevi
C deo el doctor León Klimovskv, crí
pienso terminar un film de largo me
tico y ensayista argentino que (lió dos
traje inspirado en "E l jugador”
conferencias en el
sobre cuestio
Dostoiewski, en el que actuarán Ju-
nes cinematográficas a invitación de
dith Sullian, Carlos Cores y Santiago
este organismo oficial, hizo unas de
claraciones exclusivas para C abalgata
Gómez Cou.
por intermedio de la Agencia Franco
teneciente al género psicológico en cuyo
Presse.
Refiriéndose a la difusión como cine
libreto hemos trabajado Manuel Ville
arte que hace el
el doctor K li-
Habrá solamente cinco personajes, la
movsky habló de las iniciativas simi
acción transcurre en tres días y el tema
lares nacidas en Buenos Aires.
central lo constituye la ruleta.
sobre
sobre ,
de
Por otra parte tengo el
propósito de filmar otra película per
gas López y yo durante varios meses.
— Hubo en la capital argentina — di
A este
respecto quisiera subrayar algo que es
j o — entre los años 1939 y 1944 una
pero, tendrá buenos resultados.
organización de cine arte que tropezó
proponemos aplicar en la realización
Nos
desde el comienzo con la incomprensión
de este film por primera vez creo, un
e incluso la obstrucción de las autori
sistema de ensayos semejantes y más
dades oficiales, cosa que, felizmente,
no sucede aquí.
citada
León Klimovskv.
Durante dos años la
organización
presentó
cuatro
funciones semanales en el local del Cine
acerca de qué películas argentinas me
recen ser citadas, declaró:
Baby y en los dos últimos años presen
— Como películas que señalan etapas
tó funciones diarias.
— ¡ A (pié se debe el fracaso de esa
en el cine argentino yo citaría las si
iniciativa ?
— En parte
drini;
guientes:
"Riachuelo”, de Luis San-
"La guerra gaucha” , por sus
completo si es posible, al que se em
plea en el teatro. Es decir, la película
será hecha completamente una o dos
veces como ensayo, para poder así eli
minar concienzudamente todos los erro
res y también modificar si es menes
ter el libreto ante nuevas imposiciones
doctor
cualidades de espectáculo; "A sí es la
de la construcción.
Kliinovsk.v— , a la obstrucción de las
vida”, por su acertado carácter costum
los intérpretes también podrán verse
autoridades y, principalmente, a la fa l
brista ; "Donde mueren las palabras” ,
en la pantalla, no ya en forma defini
ta suficiente de material, pites, debido
exponente del buen cine musical des-
tiva, lo cual les permitirá criticar por
a la prolongación de la guerra se per
argentinizado.. .
sí mismos sus actuaciones y corregir
— responde
el
dió el contacto con los cines, clubes
y otros organismos franceses similares.
— ¿Cuáles citaría desde el punto de
vista artístico f
De esta manera,
a sabiendas sus errores en la interpre
tación.
Actualmente se filman las di
Citó seguidamente el doctor Klimovs-
— "Escala en la ciudad” , de Alberto
versas escenas de una película en forma
ky a las organizaciones como "Gente
de Zavalía; "Prisioneros de la Tierra” ,
dislocada luego de repetidos ensayos
de Cine” y "Cine Club” que vienen bre
una tentativa de plástica social y "La
casi improvisados y sumamente fatigo
gando por una mayor elevación en la
fuga” .
Señalaré también como films
sos, tanto para los directores como para
cinematografía, y manifestó que no se
meritorios a "Tres hombres del río” ,
los actores, y sin que éstos puedan
ría difícil que la Dirección de Espec
"Todo un hombre”, "E l muerto falta a
pulir su trabajo. Creo que con nuestro
táculos Públicos de Buenos Aires, ini
la cita”, "Su mejor alumno” , "La dama
sistema podremos evitar muchos de los
ciara un ensayo similar al del
duende” .
defectos que se cometen generalmente
sobrio
de Montevideo.
A
una
pregunta
Respecto a-su propia labor como ci
del
corresponsal
neasta el doctor Klimovskv, declaró:
en la filmación.
( Exclusiva para C abalgata, de A .F .P .)
aquellas laboriosas fantasías. Al ilus
tre escritor sólo le interesan los valores
reales. En el teatro de Champs Elysées
acaba de subir a escena su Pire, humillé,
que pertenece a la trilogía del Otage.
Sitúase la acción en Roma en 1870-1871.
Dos sobrinos del Papa aman a una jo
ven judía ciega. Tal rivalizo! da pie
a Claudel para levantar en la escena
inmensas figuras simbólicas: el amor
divino, el amor humano, la Revolución,
Roma, el Papado. Un viento de pode
rosa poesía vivifica la sala. En Clau
del hay una especie de genio cósmico,
v si llega a presentar una aventura de
amor, nos parece, a nosotros como a los
que la viven, (pie se adentra en el infi
nito. Del P ére humillé podría decirse,
como de Le sonlier de salín, que la que
ja de un alma envuelve a todo el un;
verso. Desde un punto de vista mer
mente dramático, esta obra no tiene 1¡
mismas cualidades (pie Le sonlier de si
lin. Hay escenas de admirable vigi
(como por ejemplo el diálogo del Pap
con un monje franciscano), trozos d
poesía penetrante, pero es lento el mi
cimiento del drama y en él se advierte
algunos baches. Esta obra de alta esp
ritualidad conmovió, sin embargo, pn
fundamente al público. Por desgraci.1,
debemos convenir que la interpretacif
deja bastante qué desear.
* * *
*
Sigue la serie de piezas sobre la gu
rra y la resistencia. Su calidad gene
ralmente deja qué desear. Parecería
que ciertos acontecimientos no podrían
dar materia dramática, pues son tan
ricos en dramas vividos (pie el arte se ve*
aplastado por la realidad. El hecho es
que nunca se escribió una obra maestra
sobre la Revolución del S9, la guerra
del 70 ó las de 1914 y 1939. En este
peligroso terreno debemos, empero, ci- |
lar una pieza de Clavel, Les iucead ¡ai
res, que se representa en el teatro Noc
tambules. Tuvo su autor el mérito de
apartarse de los lugares comunes y de
intentar arrojar francamente luz sobre
el estado de espíritu de los resistentes
V de los que no lo fueron. Obra sincera,
pues, pero malograda por no pocas tor
pezas.
* * *
En la sección de obras extranjeras
debe señalarse H istoire dn soldat, de
Ramuz (con acompañamiento de Strawinsky), que tuvo mucho éxito en Sui
za, pero que aquí se encontró un P'M’°
floja. La pieza quizá estaba material
mente aplastada por las dimensiones de
una sala inmensa. En el teatro Nouveau
tés, fíeorg e e t M argaret , del ingles Gerald Savorv, levanta todas las noches
tempestades de carcajadas. Es una P>eza
"fácil” , pero (pie evoca con ’humour
la vida de una familia de estrafalarios
En el teatro Hébertot se represento
lies souris et des Itommes, pieza extra'
da por el mismo Rteinbeck de su <éle
bre novela. Confieso que la historia
de aquel pobre muchacho que mata sin
quererlo a los seres que más ama nu
pareció que perdía en escena mucho t
su pujanza trágica. Una vez más pu‘ o
advertirse cómo se aleja de la técnica
del teatro la de la novela. La tentativa,
después de todo, nos permitió conocer
a un actor joven, de talento original y
vigoroso: Robert Hebert.
C opyright bg Agencia Frunce Presse.
�@
CINE
c ab a lg ata
CORREO CINEMATOGRAFICO
H O LLY W O O D
(Exclusivo de A. F. P. para Cabalgata )
as huelgas que se hacen en Hollywood
j hace más de tres semanas y que han
puesto en conflicto varios sindicatos pro
fesionales, han tomado un nuevo aspecto,
que amenaza a la producción cinematográ
fica con una parálisis completa y, por lo
menos para los productores, anuncia pér
didas financieras considerables.
El personal de los laboratorios que tiene
la misión de revelar día a día los nega
Noel-Noel y Gaby Andreu, en BAN
Escena de BAJO EL MANTO TENE
tivos, se ha negado a cruzar las líneas
DIDO DE HONOR, film distribuido
BROSO, film Paramount con Alan
custodiadas por los huelguistas. E l resul
por Difa.
Ladd, Geraldine Fitzgerald, etc., diri
tado de tal decisión es mucho más impor
gido por Irving Pichel.
tante de lo que se puede imaginar a pri
mera vista. En la imposibilidad de exa
minar su trabajo de la víspera, los "metteurs en scéne” se ven obligados a seguir
la labor, sin saber si podrán utilizar lo
que ya lia sido hecho. No se animan a
separarse de sus decorados, de miedo a
necesitarlos de nuevo, en el caso de que
fuera imprescindible filmar de nuevo algunas escenas y . . . los estudios atestados
de cosas retardan la producción.
Dos grandes compañías, la Metro y la
Paramount, son las únicas que pueden
alabarse de no sufrir de este doloroso
estado de cosas y afirman que un número
suficiente de sus técnicos pudo cruzar las
Ray Milland en una escena de LA
Ella Raines y Roo Cameron, en ELLA
líneas de huelga y asegurar el trabajo en
NOVIA EN UN LIO, film de Para NO QUERIA, film de la Universal.
los laboratorios.
mount.
Los incidentes que se han producido
Últimamente en Hollywood han sido en
su mayoría provocados por las luchas de
los sindicatos entre ellos. Se disputan a
sus adherentcs y reclaman derechos que
tal vez parezcan ridículos al observador
no acostumbrado al ambiente.
Por ejem plo: el obrero que coloca el
biombo, por encima del cual tendrán una
conversación animada la heroína del film
y su novio, no puede ser el mismo obrero
B ette Davi$ y Glenn F ord , en V ID A R O B A D A , pelícu la de la W arner que se
que quitará el biombo, una vez terminada
anuncia para el 21 del corrien te en el cine O pera.
la escena. Este privilegio le pertenece a
otro sin d ica to... Un lunar en la mejilla
de una estrella provoca dramas entre el
sindicato de los modistos y el de los maAlberto Castillo, Alberto Vila y Her Francis Lederer y Ann Rutheford, en
quilladores. {E l lunar es un atributo esen
minia Franco en ADIOS, PAMPA
OBSESION TRAGICA, film de Repucial
o
solamente
un
accesorio?
Y
las
dis
ellas;
cuando
los
valores
pueden
enfren
MIA, de Argentina Sono Film.
EL HOMBRE DE GRIS
blic Pictures.
cusiones se reproducen hasta lo infinito
tarse, el resultado es interesante. Chenal
( The man in grey)
y las barreras crean situaciones que sola
buscó duro realismo para los tipos: Gar
En La kermesse roja se reproduce la
Jean Renojr: nueva versión de Madame
Film, inglés de Leslie Arliss, según una
mente los expertos pueden resolver, siem
nett los prefiere bellos y pintorescos.
primera catástrofe cinem atográfica: el
Bovary, que hizo en Francia en 1934.
novela de lady Eleonora Smith, adapta
pre, por supuesto, dificultando el trabajo.
Chenal se ocupó ante todo del problema
incendio del Bazar de la Caridad el 7 de
Charles Laughton, en el papel de Flaución de Margaret Kennedy, interpretado
psicológico; Garnett de la situación y el
Si la producción de Hollywood ha sido
mayo de 1897.
bert, cuenta el film.
por James Masón, Margaret Lockwood,
efecto. Chenal, el drama; Garnett, la
aflojada en su ritmo, la producción in
Henri’ Jaeques dirigirá El arca de Noé,
Walt Disney hará un film que no es
Phyllis Calvert, Stexcart Granger.
aventura. Chenal lo hondo y oscuro; Gar
glesa y francesa — según dicen muchos—
argumento de Albert Paraz y guión de
de dibujos animados. Con animales: EX
nett
lo
superficial
y
brillante.
Chenal
Hay una novelística inglesa en que todo
ha podido poner en valor sus films y
cordero negro.
Jaeques Prevert.
hizo un drama de conciencias primarias;
tiene que suceder entre gentes distingui
satisfacer a los salones de exhibición nor
Salim Hallali, cantante del Marruecos
Garnett
un
film
policíaco.
Es
decir,
CheArgentina.
das, cuya categoría social está sobre sus
teamericanos, satisfaciendo a su clientela,
francés, filmará en París El esclavo.
nal tomó el problema y Garnett la noticia.
propios vicios y crímenes. El perverso
Hugo del Carril irá a Hollywood para
siempre ávida de novedades. La época de
Fernandel,
en
Pctrus.
Después
de
Rai
Y si el film de Chenal tiene más clima
— generalmente muy perverso— es siem
interpretar la vida de Rodolfo Valentino.
la comedia ligera parece haberse perdido
mu,
el
actor
más
popular
de
Francia.
y fuerza, el de Garnett está mejor tra
pre un aventurero, de baja clase social;
B. H. Iiardy va a comenzar El hombre
en las brumas del pasado y la presen
Viviane Romance en Bajo la cólera de
zado. Todo se queda fuera, pero está
es decir, sin nada que le absuelva. Dickens
que recibe las bofetadas, con Narciso Ibátación de películas dramáticas sigue en
los dioses.
magníficamente contado, con momento de
trajo lo contrario: la gente humilde, per
ñez Menta.
actividad. Bette Davis interpreta papeles
Murió Gabriel Gabrio, buen actor de
buen cine; está ahí el realizador de
seguida por el egoísmo de los poderosos,
Carlos Schlieper comienza El misterioso
de gran "fuerza” en un drama de los
muchos films, desde al mudo.
O.
K
.
America
y,
sobre
todo,
Viaje
de
y la novela inglesa cambió bajo este Im
tío Sylas, en E .F .A .
celos: "Decepción” . . . La dulce Olivia de
ida.
La
película
se
ve
con
el
interés
de
Hollywood.
Lucas Demare termina -Vlinca te diré
ito popular.
Havilland se presenta bajo una nueva
una noticia, del buen reportaje sobre
Por eso, es curioso que el cinema inglés,
adiós.
Clarence Brown film a Canción de amor,
luz en "Dark Mirror” y da escalofrío a
aquel crimen que un vagabundo comete
¡a ra hacer sus folletines, vuelva al amLeón Klim ovsky: notables conferencias
sus espectadores con la interpretación de
sobre el idilio del músico Brahms y Clara
en una estación de gasolina de Califor
1 ¡ente de los dramas distinguidos. Porque
de cine en el SODRE, de Montevideo.
dos mellizas idénticas, mistificación de
Schumann, mujer del otro músico famoso.
nia; la mujer bella y ambiciosa lo incitó . personajes.. . frente a los cuales los es
la película es en resumen esto: ¡as inficontra el marido, para heredar. El cri
itas desgracias que le ocasiona a una
pectadores nunca saben con cuál de las
men casi perfecto; lo que falta dp per mellizas tienen que hacer. . .
■iristócrata muy buena, una mujer de
fección,
lo
pone
un
abogado
pintoresco
y
liase inferior, muy mala, que aquélla tuvo
Una ola de generosidad parece haber
genial, en un juicio oral muy bien hecho.
la debilidad de hacer su amiga y meter
invadido el ambiente: Frank Sinatra, ido.
Pero al fin será ejecutado, por otro cri
n su casa. Le quita el marido y acaba
lo de miles de norteamericanas, ha renun
men. . . que no ha cometido: el cartero
asesinándola. Pero el marido — un hom
ciado a hacerse construir un estadio par
llama dos veces, cuando no se contesta
bre atrabiliario y cruel, algo byroniano—
ticular, porque no quiere privar a los
a la primera. Noticia bien contada.
mata a la perversa por haberse atrevido
veteranos de guerra de los materiales de
Y esta comparación ;n o define un
a asesinar a uno de su raza, a uno de
construcción tan necesarios para la edi
poco el cine de Francia y el de Norteamé
su clase.
ficación de viviendas...
rica? — M. V. L.
El folletín inglés se caracteriza por fin
Fred Astaire venderá en remate su úl
gir que no lo es; y bajo esta hipocresía
timo par de zapatos de baile, en la pre
GASPAR EL REBELDE
artística el film marcha lento y frío, apa
miare de "Cielos azules” y los beneficios
(G aspar de B e ss e )
gando en cada momento el alarido melo
de la venta serán destinados al fondo de
dramático con la flema británica. Cada
André Hugon, el realizador de este film
caja de los músicos aficionados ingleses.
escena está entre dos "encadenados” , sis
francés, tiene veinte años de cine en su
También dicen que Fred filmará con Dia
tema de montaje que contribuye a su len
haber. Y la película once de v id a ; por
na Durbin "U p in central Park” , comedia
titud. Un buen y rápido final remata el
que a pesar de presentarse como un ale
musical, que será su despedida del cine.
film. De los actores, la mejor Phyllis
gato contra la ocupación germana de
Dentro de poco, la Metro presentará un
Calvert. Para James Masón, el galánFrancia, el film es de 1935. El tiempo es
E N U N A N O C H E DE N A V I D A D . . .
film sobre la bomba atómica: "E l comien
villano, no hay oportunidad.
el enemigo implacable de la obra de
Fernand
LEDOUX, Renée FAURE, Raymond ROULEAU
zo
del
final”
,
en
el
cual
el
papel
del
Ca
Desde luego éste no es el cine inglés
arte. . . cuando no es obra de arte. Ahí
pellán será interpretado por un Pastor
de Rapsodia de vacaciones, El descono
están los films de Chaplin de hace treinta
auténtico: el Rev. Bron C liffo r d ... que
cido, Hidalgos de los mares o El séptimo
años haciendo reír — ¡reír en cine!—
en Hollywood se dedica a ser predicador,
velo. — M V. L.
EL V E L O A Z U L
como el primer día. Y Hombres de Aran,
cuando no filma.
de Flaherty, eternizando el drama de mar
Gaby M O R LA Y, Elvire POPESCO, LARQUEY
EL CARTERO LLAMA
y el hombre. Y . . . aquí sólo queda, en
Proyectos: Humphrey Bogart y Lau.
parte, Raimu. — M. V. L.
reen Baeall empezarán en breve el rodaje
DOS VECES
de "Dark Passage’ . . . Ann Sheridan re
LA I SL A DEL A M O R
Film norteamericano de Tay Garnett, se
aparecerá en "In fiel” . . . Errol Flynn
gún la novela de James Cain, con Lana
Tino ROSSI, Lilian VETTI
seguirá haciendo de conquistador: después
Turner, John Garfield, Cedí Kellaway,
de "R obin Hood ’, vendrán "Las aventu
Hume Cronyn, León Ames, Audrey Totter.
Un film que narra la epopeya de la
ras de Don Juan” , que la Warner cuenta
Pierre Chenal hizo esta misma obra en
Cruz Roja está actualmente en estudio.
EL U L T I M O DE L O S S E I S
entre sus inmediatos p royectos...
Francia, en 1939, con Corinne Luchaire,
La compañía "M ajestic Films” ha adqui
Pierre FRESNAY, André LUGUET, Susy DELA1R
Fernand Gravey y Michel Simón. Aqué rido los derechos de su producción y el
lla era una buena película y ésta también.
argumento tuvo la aprobación de la fa
protagonista será interpretado por Pierre
Las comparaciones sólo son odiosas para
milia de Henri Dunant, admirable fun
Blanchar, pero el costo de producción del
LA M U J E R P E R D ID A
el que se sabe condenado a perder en
dador de la gran institución. El papel de
film está calculado en 80 millones y dicha
Renée
SA
IN
T
-C
Y
R
,
Jean
M U RA T, Roger DU CH ESNE y Myno BURNEY
sociedad francesa trata de interesar en su
proyecto a alguna sociedad extranjera,
inglesa, italiana o norteamericana.
L
ESTRENOS
S I Cine 'fAancéd
lieqó- Huev4une*ite a la
¿U#e*iiUia có*i toda, la
iuebba de ¿u ¿u#e¿ü¿n
can:
CINE FRANCES
•
Olga Zubarry y Carlos Cores en EL
ANGEL DESNUDO, film de Lum iton
d irig id o p or Carlos Hugo Christensen.
Boger Ouchesne, intérprete principa!
de LA MUJER PE R D ID A , que pre
senta la D istribuidora Franco Argen
tina de Films.
Después de la "Batalla del riel” , pelí
cula que René Clair considera el mejor
film francés que haya sido producido des
pués de la liberación, entrarán en pro
ducción "Los malditos” y, luego, "Dios
no se duerme” , que formarán una especie
de trilogía con el primero.
"Dios no se duerme” tendrá diálogos de
Colette Audry, autora de ambas obras,
lo que es una garantía de calidad y buen
gusto, y será el comienzo de una serie
que terminará con "Los malditos” , cuya
acción se desarrolla después de la libe
ración en La Rochelle y narra la evasión
de los prisioneros alemanes.
(Especial para C abalgata de A. F. F.)
MAPA
DE P A N T A L L A S
Gloria Marín v Hugo del Carril, en LA
NOCHE Y T lj, film presentado p or la
lnteram ericana.
Kurt Kreuger, Clifton Wpbb y Cattr
Downs, en ENVUELTO EN LÁ SOM
BR A, film de la Fox.
Francia.
Félix Gandera, que hizo Los misterios
de París, hará Los misterios de Edwin
Drood, novela inacabada de Dickens.
André Cavatte ha comenzado El cantor
desconocido, con Tino Rossi.
Léon Mathot filma Foches de alerta.
Ilusiones, de Pierre Chenal, se llamará
La feria de las quimeras.
y el ftúllica (UgenÜHó, ¿egutiá
deleUÓÁideee ce*i u*i etfteciáoule
de ieialquía, v¿e*uto:
BANDIDO
DE H O N O R
NOEL-NOEL, Gaby A N D R EU
A M O R SIN M A Ñ A N A
Edwige FEUILLERE, Jean M ER C A N T O N
EL B A R O N F A N T A S M A
Jany HOLT, Alain C U N Y, Odette JO YEU X
Diálogos de Jean COCTEAU
UN A N G EL LLA M O A M I
PUERTA
Simone RENANT, Jean CH EVRIER
M A N O N , L A 326
Viviane RO MANCE, Lucien COEDEL, Clément DUHOUR
�c a b a lg a t a ®
CINE
s demasiado conocida por los hom
bres cultos de todo el mundo la obra
maestra de André Gide para que tenga
mos que recordar aquí la conmovedora
historia que el escritor nos cuenta en una
lengua perfecta. Cómo Gertrudis, mucha
cha huraña, ciega de nacimiento, fue
recogida por el pastor de una aldea sui
z a ; cómo éste, escuchando el consejo di
vino, la educó completamente y luego
prendo
de ella en secreto; cómo la mu
chacha atrae irresistiblemente al hijo del
pastor, Jaeques, con quien aprende a to
car el órgano; cómo Gertrudis es opera
da, y al curarse descubre la belleza del
mundo, la grandeza del cielo y la tris
teza de la frente cargada de cuidados de
los hombres; cómo la muchacha prefiere
darse muerte antes que seguir siendo la
causa voluntaria de que peque quien lp
salvó. Toda esta tragedia que oprime, po
derosa y amarga, deja a quienes la leen
un sentimiento profundamente doloroso,
indeleble, “ un corazón más árido que el
desierto” como el del santo hombre a
quien su misma caridad llevó a la des
gracia de los suyos, a la desesperación de
su mujer, al alejamiento de su propio hi
jo , a quien la muchacha comprendió que
amaba, creyendo amar al pastor.
En cuanto al fondo del tema, los más
exigentes podrían asombrarse di que, una
vez recobrada la vista, Gertrudis no ex
prese ninguno de los sentimientos que la
agitan hacia la mujer del pastor, cuva
tristeza descubre, y que el carácter de
aquella esposa abandonada sea más re
belde y menos sumiso que en la concep
ción del autor. Los adaptadores se pri
varon así de uno de los móviles más nobles
del suicidio de Gertrudis, pero ganaron
en cambio poderosas escenas dramáticas
entre ambos esposos. La situación dolorosa que separa a padre e hijo, igualmen
te puros y generosos, está admirablemente
vertida, tanto por el texto de los diálog»s
cuanto por una interpretación de primer
orden. Fierre Blauehar encarna al pastor
y Jean Desaillv a su hijo. Cuando están
enfrentados ambos pueden dar plena me
dida de su talento, perfectamente concer
tado uno con el otro. Line Noro cede su
máscara doloroso a la mujer del pastor
cuyos sentimientos divididos entre los ce
los y la admiración expresa a las mil ma
ravillas. Michele Morgan, por fin, está
absolutamente perfecta en la interpreta
ción de Gertrudis: con notable precisión
regula sus movimientos de ciega: da a
su hermoso rostro todos los reflejos de
sus alegrías, de su fe y de su corazón
agradecido, así como de su amor y de sii
despertar a la vida. Ciertos pasajes de
este film merecen inscribirse en el re
pertorio de las realizaciones perfectas, en
particular las escenas que ocurren en el
órgano del pobre templo, tanto cuando
Jacqucs viene a ensayar en el instrumen
to, como cuando le enseña a Gertrudis
a deslizar sus dedos por el teclado.
E
Al tratar semejante tema, Jean Delannoy, a quién debemos ya L ’E tem el Setone, versión modernizada del “ Tristón
e Isolda ’ hecha por Jean Cocteau, hizo
gala de cierta audacia. A los familiariza
dos con André Gide podrá dejarles una
ligera decepción literaria la adaptación
cinematográfica, pero todos deberán re
conocer que se hizo con mucho tacto. Por
lo demas, parece que el mismo Gide se
declara satisfecho; debe haber tenido -en
cuenta, sin duda, las exigencias dramá
ticas del cine. Era preciso, en efeeto, en
riquecer una acción harto simple, des
crita esquemáticamente bajo forma de
diario . a la manera de un Jocelyn con
temporáneo: halda que crear ciertas peri
pecias nuevas para sostener el interés de
un público siempre vigilante, y, por con
siguiente, inventar algunos papeles episó
dicos de los que no puede hallarse una
sola huella en la obra original.
Indudablemente, la pureza poética de
“ Sinfonía pastoral” perdería un tanto su
brillo si, por el contrario, el aporte del
cine no le diese, de rechazo, el maravillo
so prestigio de las imágenes. La cualidad
plástica de este film está por encima de
todos los elogios, y su técnica fotográ
fica es excelente, tanto en los primeros
planos de los rostros y de las manos cuan
to en los conjuntos de los paisajes mon
tañosos. Sólo hemos advertido un error:
el de un cuadro en un espejo en el que
el pastor se refleja borrosamente porque
no está en el mismo plano que la mucha
cha; el error es lamentable sobre todo
porque en esos momentos el pastor pro
nuncia palabras esenciales. Débese esta
sorpresa técnica a la imperfección de
nuestros medios actuales y que nos lleva
a lamentar que nuestros cineastas no dis
pongan de los mismos medios que un Orson V elles en Hollywood.
C R O N I C A DE
HOLLYWOOD
, \ T O estará América saturada acaso de
¿ X \ l riesgos, emociones y aventuras?
Un paseo por Times Square, punto de
reunión de todas las salas donde se pro
yectan estrenos, lo har a creer así. No
se ven más que títulos escalofriantes y de
pesadilla. Este es por lo menos el in
tento del realizador, aunque el resultado
conseguido haya sido distinto. Sólo se
prometen crímenes, combates o violencias.
En una sala proyectan El extraño, rela
to del fin de un nazi criminal de guerra;
a su lado pasan Suspenso, Acorralado, y
frente por frente, Sesistencia, el film
francés, y O. S. S., realización cuyo nom
bre está tomado del nuevo servicio de es
pionaje norteamericano. Y a estos nombres
hay que juntar muchísimos más igual
mente sugestivos.
Estos films consiguen grandes y hasta
extraordinarias recaudaciones. Casi todos
son buenos, lo que es ya en sí una razón
de éxito. Pero algunos de entre ellos,
como O. S. S. y Sesistencia, son medio
cres. La conclusión que se saca es que es
esto principalmente lo que reclama el
público americano, aunque al mismo tiem
po parezca fatigado de los relatos de
guerra.
No basta la objeción de que necesita
una válvula de escape su vida monótona
y gris. Sin hablar de las innumerables y
repetidas emociones de la política inter
nacional, el público americano tiene ade
más bastante distracción espeluznante con
la lectura de los diarios, donde se da fe
sucinta y detalladísima, con toda clase de
pormenores, de la cotidiana cosecha de
crínu nes, violaciones y robos cuyo núme
ro supera en la actualidad todo lo cono
cido anteriormente en los Estados Uni
dos. Hoy en cambio, hasta los ex comba
tientes aspiran a la calma y la tranqui
lidad.
{D e dónde procede, pues, esa afición
a los films que escalofrían o pretenden
escalofriar? La razón es difícil de de
terminar. Si los soldados americanos han
conocido perfectamente la guerra, el pú
blico americano no la ha “ sentido” . P o
co a poco la va conociendo a través de
los innumerables libros, relatos y confe
rencias que se pronuncian y publican.
Hasta la guerra en sí misma, esto es el
combate propiamente dicho, el matemá
tico bombardeo de una formación de
aviones pesados, va perdiendo interés, ya
que los films de actualidad dan índices
ANDRE GIDE EN CINE
"SINFONIA PASTORAL”
por
JEAN TEDESCO
(Exclusivo paro C abalgata .)
Como acompañamiento de la “ Sinfo
nía pastoral” , Georges Auric escribió una
hermosa partitura musical cuya cualidad
clásica viene a sumarse a la pura emoción
que se desprende de un espectáculo tan
bien armonizado. Donde mejor se advier
te la fuerza sugestiva es en la escena
conmovedora en que Gertrudis, que ve a
Jaeques por primera vez, lo toma al prin
cipio por el pastor y luego comprende
que se equivocó al simple contacto de sus
manos. Esta sucesión de imágenes fué
tratada sin ninguna intervención Uel diá
logo, mediante una alternativa de glanos
que recuerda el glorioso pasado del cine
mudo, con toda su fuerza de sugestión y
de hipnosis.
Por imposiciones de un desenlace vi
sual, la escena final m odificó un poco el
de) relato literario. Gertrudis no muere a
consecuencia de su caída en el torrente,
haciendo al pastor la cruel confesión de
su amor por Jaeques: la retiran del agua
helada y el pastor viene a tomarla en
sus brazos para llevarla hacia el fondo
del paisaje, mientras en el telón se lee la
palabra “ Pin” . Pero los cineastas no per
dieron nada de la evocación gideana de
aquel rostro virginal, “ con sus cabellos
aun mojados y semejantes a algas, des
parramados a su alrededor” . Michele Mor
gan les ha permitido hacer con ella una
de las imágenes más hermosas que nos
haya sido dado admirar.
técnicos, es cierto, pero que no varían
en los seis años de guerra.
Pero aquello que podríamos denominar
el "corolario” de la guerra tradicional:
el espionaje y la resistencia, que posee
la inmensa ventaja de permitir a los di
rectores el intercalar las escenas de amor
más inverosímiles, es algo que entraña
la emoción de la aventura, que cada es
pectador pudo haber vivido en personade no haberse encontrado del otro lado
del Atlántico.
El considerable éxito de La Casa de la
calle 42, cuya acción se desarrolla com
pletamente en Nueva York, se debe con
toda seguridad, en gran parte, a que el
decorado era algo conocido de todos, ya
que todos podian haberse encontrado con
espías en la calle.
La guerra “ ultramarina" ha dejado
cansados de viajes a los norteamerica
nos para bastante tiempo. Tras haber
sido trasladados a un gran número de
países de tres o cuatro continentes y en
todas las latitudes, los norteamericanos,
persuadidos en la actualidad de que nin
gún país vale lo que el suyo, quieren que
darse en casa sin oír hablar más que lo
imprescindible del extranjero, ese con
junto de curiosas regiones que no produ
cen más que guerras.
Sin embargo, entre los grandes pro
blemas planteados por la reanudación de
la exportación de films norteamericanos
se encuentra el de saber si los temas lo
cales bastarán por sí solos para competir,
en el mercado mundial, con los temas in
ternacionales que adoptan otros centros
de producción cinematográfica.
Por otra parte, es evidente que la iner
cia es la clave de por qué aun sigue e
público llenando las salas donde se Pr0
yectan films de terror o de guerra, 1
pesar del advertible cansancio que ta e
temas han de producir fatalmente m m
mundo impaciente por borrar toda huí
de la pasada contienda.
En ese sentido están mejor orientado
los productores ingleses y franceses <lu
han vuelto a los grandes ternas de siem
pre y en algunos casos iniciaron nueva
etapas temáticas para el cine.
No obstante, creemos que el cim nm
teamerieano ha de recuperarse muy l’ r‘
to, tanto por la enorme fuerza de riue
pone actualmente como por su niagn
tra (lición.
o de verse acuciados a lflir.
do actual de la industria f
ea más grande del mundo
dores cada vez mas puja*1
mar, sin duda * '* ™ * ’ Z Z
�
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Año 1, no. 4
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Buenos Aires, 19 noviembre 1946
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a292f2ff9fd0f710860e9097d43ead47
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ANO I * N ° 3 * QUINCENARIO POPULAR ★ ESPECTACULOS, LITERATURA, NOTICIAS, CIENCIAS, ARTES * BUENOS AIRES, 1 NOVIEMBRE 1946 * S 0 ,4 0 -/.,,.
FRENTE A IVAN EL TERRIBLE
Por L E O N K L I M O V S K Y
ESPANTO Y ESPERANZA DE NUESTRO
TIEMPO Por J U L E S R O M A Í N S de la Academia Francesa
(Especial para C a b a l g a t a )
(Especial para C a b a l g a t a )
nueva creación cinematográfica del director ruso Sergio Eisenstein.
Bastaba ese anuncio
de todas las edades que encuentro en diversos lugares del mundo, o que me escriben, me
dicen: "Sufrimos de ansiedad y de descorazonamiento. El porvenir nos espanta. Después de
los horribles años que acabamos de pasar, que exigieron de nosotros — sean cuales fueren nuestro
las ha señalado un importantísimo jalón en la historia del cine; único realizador, probablemente,
país y nuestra condición— tantos sacrificios, esperábamos, claro está, enormes dificultades pero no
que ha limitado su obra de creación a siete films en más de veinte años, todos distintos, todos igual
un horizonte aún más negro, no esta dimisión de la esperanza.”
mente grandes: desde "La Huelga” , y "Acorazado Potemkin” hasta "Alejandro Nevsky” . . .
Nunca fui mercader de mentiras. No sé darle a otro, los consuelos especiosos en que no creo yo
Y ahora, en este año, da a conocer en la U .R .S .S .; en Estados Unidos, en Francia e Inglaterra
mismo. No trataré, pues, de negar que la situación es pobre en motivos de esperanza y de exaltación.
un fresco inmenso que titula "Iván el
No puedo evitar el recuerdo de que los
Terrible”, y cuya primera parte — no
días siguientes a la otra guerra, pese
sabemos si algún día conoceremos la
a las decepciones que no tardaron en
Col
aboran
segunda, momentáneamente prohibida
traernos, nos parecieron, al principio,
en este número:
en su patria— abarca más de dos ho
el punto de partida, vacilante, pero
ras de duración. Ese es el film a cuya
caracterizado, hacia un mundo mejor.
JULES ROMAINS
proyección privada pude asistir en
LEON K LIM OVSKY
Las almas jóvenes de 1919 podían tener
■/ili
Montevideo.
G. K. CHESTERTON
inquietudes, desconfianzas. Pero no te
ANTONIO ESPINA
Conocimos ya en las postrimerías del
nían necesidad de ingenuidad alguna
LORENZO LUZURIAGA
cine mudo — en 1928— otra versión
para admitir que el gran esfuerzo rea
MARIA
TERESA
LEON
cinematográfica rusa sobre el mismo
lizado, ante sus ojos, en favor de una
ADOLFO SALAZAR
personaje: la del director Tury Taorganización duradera de la paz y de
GONZALEZ CARBALHO
ricli con Yladimir M akaroff en el rol
la común prosperidad, iba a producir,
W ERNER BOCK
de Iván IY de Rusia. Cuadro aluci
a pesar de todo, con los desechos inevi
ROM UALDO BRUGHETTI
nante de una época obscura y sinies
tables, resultados positivos. En espe
ALBERTO G IRRI
tra, enmarcada en la superstición y la
cial, parecía cierto que la humanidad
LEON MIRLAS
crueldad de la Edad Media, pintaba
MARCEL TH IBAU T
estaba curada, para mucho tiempo, de
con rasgos dignos de Daumier o Doré,
MANUEL VILLEGAS LOPEZ
la locura guerrera. ¿N o era esto, de
FELIPE ARCOS RUIZ
una corte siniestra, decadente y sin
por sí, una compensación por los su
ESTELA CANTO
piedad que se movía bajo el signo de
frimientos y una razón suficiente para
EDUARD HELSEN
la voluntad arbitraria, de un monarca
alentar el entusiasmo?
CLAIRE VENDÓME
enjuto e* irónico, inteligente e inescru
Hoy las dificultades propiamente p o
SERGIO
LENNARD
puloso, que después de estrangular a
líticas y diplomáticas son aun más gra
JULIO C. FIGUEROA
su esposa, se asomaba imponente a la
ves que en aquel tiempo. Los princi
Una página de ciencia, por
corte aterrorizada, para anunciar con
Escena del film ruso
Slrateinsky.
pales partícipes del debate están, sin
JOSÉ O TERO ESPASANDIN
voz dolorida y digna: "Nuestra Zarina,
"Iván el Terrible” .
(Véase artículo página 17 .)
comparación, más profundamente divi
ha muerto . .
Una página de m odas, por
didos. Pero, a mi entender, hay algo
FRANCISCO JAUMANDREU
Totalmente opuesta a aquélla en su forma de interpretar la historia, la
peor. Es el estado de espíritu, en el sentido general y mundial de la expresión.
Ajedrez, por el profesor
obra de Eisenstein nos enfrenta al Iván voluntarioso y fuerte, que logró
El estado de espíritu, en el período inmediatamente posterior a la otra guerra,
FRANCISCO BENKÓ
unificar su país, contra el grupo feudal de los boyardos, separados entre sí;
contenía, sin duda, un elemento confuso y dudoso; escondía, incluso, gérmenes
Reportajes gráficos. Crítica de
que supo conquistar a las tribus y pueblos vecinos, que entrevio la inmensi
peligrosos que iban a desarrollarse rápidamente, para desgracia del mundo. El
libros. Crítica de cine. H um or;
dad del actual territorio euro-asiático, y que tuvo la dignidad de exilarse vo
gusto de la violencia y de la aventura apuntaba demasiado claramente. Pero,
luntariamente en determinado momento, hasta lograr que el pueblo, unifi
en conjunto, aun tendían a dominar cierta generosidad, cierta confianza en el
cado también en su deseo de una pa
hombre y en su destino, cierta fe en
tria única, viniera en su busca para
la eficacia de las ideas morales.
darle el poder necesario para construir
El estado de espíritu actual es para
su obra. Un Iván altivo, que irradia
causar espanto. La atmósfera moral
dignidad y sugestión maravillosas, en
que respiramos es la más tóxica que
la figura inmensa y hermosa de ese
la humanidad haya conocido desde hace
actor también inmenso que es Chersiglos. Sería larga tarea hacer el aná
kasov, aquel in o lv id a b le Alejandro
lisis. Nos bastará con citar algunos
Nevsky de su obra anterior . . .
ingredientes.
Ciertos apresurados críticos europeos
No han sido eliminados, en verdad,
que expresaron desconcierto o descon
los principios mortales que habían enve
tento ante ese magistral film, no to
nenado, poco a poco, a nuestra civili
maron en cuenta la absoluta diferencia
zación entre las dos guerras. Subsiste
que media entre el mismo y la gene
su estructura; únicamente se han p ro
ralidad de los films que constituyen el
ducido cambios superficiales y de en
espectáculo cinematográfico. "Iván el
voltura. (Pero la envoltura no repre
Terrible” no puede juzgarse con la me
senta gran cosa. Lo que importa es el
dida de una película común y mucho
tenor psicológico íntimo.) ¿Cuáles son
menos ante una primera exhibición,
las subsistencias venenosas? El fana
que apenas si deja entrever el tesoro
tismo, ante todo. La intolerancia, con
de magnificencia plástica, que encierra
siderada a la vez como virtud y como
en sus seiscientas y pico de imágenes.
excitación agradable. El sectarismo tro
Iván el Terrible* es, desde ese punto
cado en deber. La condena del p r ó ji
de vista, desmesurado, enorme en su
mo sin reservas ni matices, en nombre
tamaño, granítico en su consistencia.
de la ideología (como en los peores
• Creo que la postura del espectador
tiempos
de las guerras de religión del
frente al film, debiera ser similar a la
siglo deciséis); el pretexto ideológico
que exigía aquella otra obra inmensa
que disimula, a menudo, lo mismo que
que se tituló "El martirio de Juana de
entonces, el odio brutal, la codicia ma
Arco ’, de Cari Dreyer, que por cierto
terial, el deseo de poder y de goce.
provocó en esos mismos críticos idén
Se denuncia la herejía del otro, con
tico descontento, igual desconcierto e
objeto de despojarlo de sus bienes, de
incomprensión. Como allí, nos enfren
su posición y, si es necesario, de su
tamos en "Iván el Terrible”, con ,1a
vida.
cieación plástica que obliga a la con
Pues a esas sombrías pasiones se
templación cuidada y repetida de imá
añade el desprecio total de la vida del
genes que pasan fugazmente, agrupa
prójim o, por poco que nos moleste.
das en un enorme bloque que escapa
Tres siglos de progresiva suavización
al criterio y a la resistencia habituales.
de las costumbres, desembocan, de p ron
Y en ello reside, precisamente, parte
de su grandeza.
to, en el gusto y el respeto de la vio
lencia. La crueldad no es ya más que
La coronación: grandes planos de
un peeadillo, cuando no se la considera
monedas de oro que bañan al adoles
cente ungido, enormes rostros de po
como una virtud viril. Con tanto m ayor
pes que cantan la consagración, co
motivo, los abusos de poder, el arbi
lumnas anchas V pesadas que certifi
trio del príncipe, el acto despótico, la
can la solidez del cargo, oro y carmesí,
violación de las reglas y de las fo r
paredes claras sobre las que se recorta
mas, el atropello perpetrado por la
el rostro inspirado del joven monarca,
policía, hasta el crimen judicial, hallan,
envuelto en un manto hermoso. Y de
una tolerante indiferencia. Todo el p ro
pronto la mística, la afloración de una
blema, para las almas menos endure
angustia, de una misión enorme y fir
cidas, es eludir uno mismo estos males.
me, que brota en un himno musical y
Para los más feroces, se trata de ha
visual.
berlo caer sobre su adversario, o sobre
La Conquista: Duelp entre Iván y
su vecino. .
los boyardos, ricos, gordos y pusiláni
; Qué otros venenos de nuestra atm ós
mes, ambiciosos pero pequeños. Y lue
fera mundial cabe aún nom brar? E l
go la. guerra primitiva, en amplios
gusto de la mentira, en los u n o s: la
frescos abundantes en arietes, torres y
com placencia y la cobardía, en los
cañones, que renuevan la riqueza de
otros. No podemos suponer que nues
las imágenes de la batalla en Alejandro
tros contemporáneos se hayan conver
Nevsky.
tido bruscamente en unos estúpidos.
La Angustia: Lucha contra los
Sin embargo, profieren o dejan p r o fe
visibles enemigos que intrigan en .
rir, en torno suyo, las afirm aciones más
propia alcoba, que logran la muerte
insolentemente contrarias a la verdad. La
de su joven y amada esposa, que lo
Bailarina ante el espejo (F o to de Da ve C icero.)
mentira parece normal si es útil, si tiena
U para interesar a todos los fervorosos admiradores de una obra capital en la evolución del
arte cinematográfico. Eisenstein, director y teorizador extraordinario, cada una de cuyas pelícu
( Continúa página 2.)
P
erso n as
(Véase BALLET, páginas 12 y 1 3 .)
(Con tin úa
página
2 .)
�LETRAS
cabalgataQ
ESPANTO Y ESPERANZA
DE NUESTRO TIEMPO
(Viene de pdginm 1.)
ne éxito. Se explica. El fanatismo tiene
su mejor aliado en el escepticismo fun
damental, es decir, en la pérdida del sen
tido de la verdad. Escepticismo no ya
sonriente y generador de tolerancia, sino
cínico y asesino de escrúpulos. Escepti
cismo de carcelero y de verdugo. (Como
se ve, el nazi fascismo está militarmente
vencido pero sus toxinas continúan vivas
y circulan en la sangre del vencedor.)
ttju é m ásf En el inmenso rebaño de los
débiles, un servilismo de camaleón. (Quie
re decir que, en muchos países, luego de
haberse inclinado servilmente ante la ti
ranía de ayer, o ante los regímenes im
puestos por el enemigo, millones de hom
bres, incluso pertenecientes a los gru
jios de selección, buscan otro amo de
hoy o de mañnna, para adularlo, para
hacérselo propicio por adelantado, para
desarmarlo a fuerza de sumisión. Lo que
está menos de moda es la libertad intelec
tual. Más exactamente: está desterrada.
Los hombres independientes e íntegros
que ‘ tienen la audacia de resistir al fa
natismo, que aspiran a discernir por sí
mismos la verdad, para ajustar a ella su
pensamiento, desafiando las pasiones par
tidistas y las consignas, se ven asaltados
por el odio de todas las bandas y de todas
las sectas. El fanático, en caso de tener
que optar, prefiere el fanático enemigo
al hombre libre. Y , desde, su punto de
vista, quizás tenga razón.
Todas estas décimas y estos bemoles
forman, para la humanidad, la armadura
de una marcha fúnebre; o de una marcha
al suplicio. Todo esto, para el que quie
ra reflexionar seriamente, nos precipita
hacia nuevas catástrofes o series de catást rofes.
Y sin embargo, se encuentran hombres
y mujeres que, en cuanto han visto o
presentido en vosotros a un hombre libre,
se alivian de sus ascos y de sus indigna
ciones reprimidas. Lo que acabamos de
decir lo dicen ellos, a veces con más có
lera. Vomitan con horror todas las toxi
nas de la época. Detestan la intolerancia,
el fanatismo, el sectarismo, la crueldad,
la mentira, la servidumbre bajo todos sus
disfraces. Aspiran a un mundo regido,
de nuevo, por el signo de la benevolencia.
Estos hombres y estas mujeres, cuando
se encuentran y se abren mutuamente sus
corazones, se maravillan de pensar de la
misma manera. Se habían dicho: "jSeré
yo, acaso, el único que piensa aún en la
benevolencia, en la dulzura, en la indul
gencia mutua, en las diversas carida
des del alma y del entendimientof” Se
dan cuenta, con estupor, de que no están
solos.
En realidad son innumerables, en to
dos los pa'ses v en todas las clases de la
sociedad de cada país. Adivino que los
habrá por millares entre los que lean es
tas líneas. Pero se callan, se aíslan. Se
figuran que la rueda del destino ha dado
la vuelta irrevocablemente, que la buena
causa está perdida, que no tienen otra
Romaiñs pronunciará en noviem
bre un discurso de recepción en la
Academia Francesa.
El autor de "Hommes de bonne volonté” no hará alusión, como se estila, a su
predecesor, Abel Bonnard, destituido por
colaboración con el enemigo.
"S e las arreglará hablando de una gran
dama” , dice con humor Georges Lecomte.
Y esta gran dama es la Literatura.
Si bien el calendario académico está
ya muy cargado con las recepciones de
los nuevos elegidos: Marcel Pagnol, .Tu
les Romains. Maurice Garqon, René Grousset, etc., hay en la CoujKÓe un misterio.
Y este misterio es el de Paul Glaudel.
No se tiene ninguna noticia del autor
de “ L ’O tage” , el cual no ha dado señales
de vida. * '
Es de jireguntarse, dicen con acritud en
el secretariado, si Paul Claudel sabe que
ha sido elegido.
se atreva a levantar la voz. Creo que
aun será capaz de cambiar este cátodo
de espíritu, de modificar la tónica espan
tosa de la época.
Y aunque fracasara, habría salvado, al
menos, el honor del género humano. Ha
Jules R om aim .
(V in e de página 1. )
enfrentan a la división del país y a la
incomprensión del pueblo: y el ojo in
menso, de una pintura mural, sobre cuya
pujóla atormentada se recorta la figura
también atormentada, de ese Iván que
decide jiariir al exilio.
Y el Retorno: Esa infinita línea negra
de camjiesinos que se recorta sobre la
llanura blanca de nieve y que sirve de
marco al enorme y conmovido rostro de
Iván, llamado por su pueblo. Final enor
me y patético, de pulsación lenta y ma
jestuosa, que irrumpe en las bancas
imágenes finales de Iván, envuelto en
armiño, contra un muro blanco también,
y que se dispone al regreso, con lágri
mas de gratitud y emoción . . .
Eisenstein, que en estudios exhaustivos
analizó el montaje, señaló repetidamente
la diferencia entre ritmo visual y velo
cidad visual. Conviene recordarlo ante
esa creación. Su montaje no es veloz; su
ritmo es jiausado, pero inexorable. Como
corresponde a esas imágenes nuevas y
poderosas, en que alternan enormes con
juntos con escorzo» audaces creados a
base de luces y sombras, en un conflicto
de formas jiarejo al del tema. Dudamos
que alguna vez el cine nos haya dado
tal tamaño de creación plástica. Su equi
ules
mientos nuevos informes sobre las creen
cias de las sectas místicas jiaganas del
siglo III. El misticismo africano tiene
su origen en los ritos jiracticados en los
templos fenicios. Transformado j>or la
filosofía griega, adopta, al final de su
historia, doctrinas muy próximas a las
del cristianismo, cuyo triunfo jireparó in
directamente.
A librería Stock publicará próximamen_j te la “ Correspondencia de Sainte Beuve” , reunida y anotada por el Sr. Bonnerot, conocido especialista de las obras del
famoso crítico.
I
bría procurado además, a cada uno de
sus miembros, el calor que presta
tiempos de prueba, el sentirse miembro
de una comunión espiritual, que dibuia
en las tinieblas, pese a todo, una cadena
da
o l a r i,!u ili> u
FRENTE A IVAN EL TERRIBLE
CORRESPONDENCIA
F RA N CIA
J
cosa que hacer sino esperar los días del
apocalipsis.
Es hora de que so reconozcan unos a
otros y de que se unan para hacer surgir,
por encima de las fronteras, una frater
nidad, una cofradía de corazones bonda
dosos, justos y puros, y que esta cofradía
sal, un amor tan cruelmente insatisfecho
que terminó por rebasar los límites de
la razón. Fué rebelde a las enseñanzas
dogmáticas, pero ajiasionadamente poseído
por la comjiasión.” Después de evocar
"al joven locamente enamorado del color” ,
que ve en él un milagro perpetuo y divi
no, el Sr. Jaujard evoco la muerte de
Théo Van Gogh, enterrado poco después
que Vincent en el mismo cementerio.
de jiublicarse nuevamente, des
pués de siete años de suspención, el
"Boletín de los Museos de Francia” , en
formato nuevo. (37 quai du Louvre, Pa
rís 1er)
Los diez fascículos de 32 páginas pro
fusamente ilustradas que ajmrecen anual
mente, darán cuenta detallada de la acti
vidad de los museos franceses de París y
de las Provincias.
A
taba
"E l Arte Romano” de Edmond Rey
primer gran premio de Roma de
(Ediciones Edouard Privat, Toulose, 140
música se otorgó este año al Sr.
ilustraciones y 140 planchas fuera de
Pierre Petit, alumno del Sr. Henry Bustexto) expone los conocimientos actuales
ser. El tema de la tradicional cantata se
sobre el arte romano y los lazos exis
inspira en el “ Jeu de l’ Amour et du Hatentes entre su evolución y la de la socie
sard”
(Juego
del
Amor
y
del
A
zar),
en
l Sr. León Biiiet, Miembro del Ins
dad.
una
adaptación
del
Sr.
Charles
Olere.
De
tituto de Francia, Profesor de fisio
"El pastel en Francia en el siglo
los otros cinco candidatos que tomaron
logía. fué nombrado decano de la Facul
x v iii”
(Ediciones Baudiniére), de Paul
parte, en el concurso, los Sres. Robert Lantad de Medicina de la Universidad de
Ratouis de Lirnay, estudio completo acom
noy y P. Dautel obtuvieron los segundos
París.
pañado de un diccionario biográfico de
grandes premios. Sobresalieron también
varios pastelistas. 100 reproducciones fue
n a joven dama indiscreta preguntaba
las cantatas de la Srta. Jeanine Rueff
El
"Comité
Nacional
de
la
Infancia”
ra de texto.
a Curmonskv por qué había elegi
y del Sr. J. M. Damase.
jtrepara
para
fines
de
1946
y
principios
do tan extravagante seudónimo; sabemos
Maurice De Kobra, el célebre novelis
de 1947, una serie de conferencias de in
ta, se espera en Hollywood. Publicará
que el buen C'urmonskv se llama Maurice
La Sociedad de Conciertos presentó, en
formación que versarán sobre la legisla
primera audición, el interesante "Concier en breve su última obra "Siete años en
Baillaut.
ción social de la infancia. Presidirá es
tre los hombres libres” , que ya ha sido
— Porque — contestó Curmonskv con una
to Lírico” de Jean Martinon para cuarte
tas conferencias el Dr. Lesné, miembro
publicada en Alemania.
sonrisa— el ajiellido ¡saillant me parecía
to de cuerdas y orquesta, nueva obra de
de la Academia de Medicina.
valor del discípulo de Roussel, escrita
demasiado fatuo.
La edición francesa se queja, con le
en 1944, después del "Himno a la Vida”
La Facultad de Ciencias de la Univer
gítim o derecho, de la falta de_ papel.
sidad de París está autorizada para en
Con motivo del Congreso de la Liga
Georges Lecomte expresaba su angustia
tregar certificados de estudios superiores
INGLATERRA Y
para la Nueva Educación, se realizó en
en días pasados:
de genética.
la
Sorbona
un
concierto
de
música
espa
— Nada muestra m ejor lo que hemos
ESTADOS UNIDOS
ñola.
En el Instituto Henri-Poincaré de Pa
su frido durante estos cinco años que la
rís existe un laboratorio de cálculo y un
falta de |>aj>ol. ; N o se decía, antes de la
El Sr. José Ballester-Gonzalvo, profe
' " A pocos meses de la muerte de Gerlaboratorio de estadística que está a dis
guerra, que nuestra civilización jiodría lla
sor de filosofía en la Escuela Normal de
trude Stein, "Ramdom llouse” , de Nueva
posición de las instituciones científicas
marse la era del j>aj>elf
Madrid y delegado de la República es
York, acaba de publicar un volumen con
o industriales que puedan tener necesidad
lía ñola al Congreso explicó el significado
teniendo una selección de las obras de la
-de su concurso.
de este concierto, en el que se ejecutó
l Sr. Gilbert Picard. director del
famosa escritora franco-norteamericana.
servicio de antigüedades do Túnez,
A fines de diciembre de 1946, la So música de Manuel de’ Falla, Turina, J.
'" R o b e r t Graves, recordado autor de un
Nin, Albéniz, Bacarisse, Jean Pruliére
in form ó a la Academia de InsorijK-iones
ciedad Matemática de Francia organizará
espléndido libro sobre Lawrence (T . E .),
(página
cantada
por
su
esposa,
Amparito
y Bellas Letras que este año se han des
una jornada de estudios sobre la enseñan
Péris). El pianista Machado tuvo desta escribió una biografía de Pristo, de cuyo
cubierto tres nuevos monumentos en Tú
za superior de las ciencias matemáticas
paso por la tierra se dice que ofrece
cada
actuación y Nina de Herrera bailó
nez: un sarcófago, una estatua y un epi
en Francia.
Graves una nueva teoría.
aconijiañada por Ida Perrin.
ta fio en verso. Extrae de estos descubri
■ "Ita lo Svevo es uno de los escritores
En la primavera de 1947 se realizara
Con motivo del 10* aniversario de la
contemjíoráneos de Italia, más originales.
en París una Exposición Internacional
muerte de La Argentina, se organizó en
Murió, poco dmenos que desconocido, hace
de Urbanismo y Habitación.
el Palacio Chaillot un espectáculo de dan unos veinte años y ahora se traduce por
za, con música de Albéniz, acto coreográ
Se realizará en París, el 18 y 19 de
jírimera vez su novela más imjíortante:
fico en el cual José Torres personificó a
octubre pzóximo, el 23 Congreso de Medi
"La coscienza di Zeno” , en la llamndn
E n TORNO a LA SUPUESTA GENE
Don Juan.
cina legal.
"Modern Reader Series". El título en
RACIÓN ESPAÑOLA de 1936, jior José
inglés será: "The confessions o f Zeno” .
Petere. E l x x x v i S a l ó n N ac io n a l
Otro espectáculo en el Palacio Chaillot,
de
A rtes
P l á s t ic a s , j>or Jorge
reunió alrededor del abate Maillet a mil
■ "..."p o d e m o s señalar a Wells como el
L Sr. Albert Grenier, director de la
Romero Brcst. ¡ I g n o r a n c ia , ig n o
pequeñog cantores de la “ Cruz de Made exponente por excelencia del agitado
Escuela de Roma, y sus compañeros,
r a n c ia , io n o r a x c ia en todas p a r
ra” , interviniendo corales francesas y ex intelectual, crítico y sin embargo cons
expresaron su pesar por la suspensión de
t e s !,
por George Bernard Shaw.
tructivo, jíost-viatoriano” (J\ilian Huxtranjeras.
los intercambios internacionales de las pu
P r im e r o s p a s o s h a c ia la soledad
ley en “ The Sjiectator” ).
blicaciones científicas que recae en per
(fin a l), cuento j>or Ezequiel Mar
juicio de todos los estudiosos. El asunto
***En Buenos Aires conocimos una pelí
eina actualmente gran actividad en
tínez Estrada. P o e m a s , jior Juan
ha sido examinado por el secretario jht cula llamada "La bribona de armiño” ,
la
Comedia
Francesa.
Los
ensayos
Ramón Jiménez. E n t r e v is t a con
petuo de la Academia de Inscripciones y
basada en una novela de Rosamond Marsse realizan en todos los rincones, en el
Tl y a E h e r e m b c r o , |>or Arturo SeBellas Letras, Sr. René Dussaud, quien
hall: ' ’K itty” . Próx'mamente se verá la
Hogar de los Artistas, en la sala Mounetrrnno Pinja. E vo cació n de R oherto
expresó que se le ha asegurado que se
versión cinematográfica de "Por siempre
Sully, en los salones y, naturalmente, en
A r l t (fin a l), Jior Córdova Iturburu.
restablecerían estos intercambios. Confir
ámbar” , y, entre tanto, para seguir con
A r t is t a s be lg as en B u eno s A ires ,
el escenario. Musset, Moliére, Labiehe,
ma lo expresado el Sr. Alln-rt Grenier
Courteline, Beaumarchais expresan por bo la racha de jielículas de ambientes his
por Romualdo Brughetti. L as fugas
dando a conocer que próximamente jiartitóricos y "audaces temas” , se filma una
ca de sus intérpretes sus textos mágicos.
del
p r in c ip e , cuento
jx>r G. K.
rá un envío de París con destino a Italia.
sobre la vida de Paulina Bonaparte.
"Le lever du soleil” de Simone, "Le maChesterton. L os U p a n is h a d s , por
riage de Fígaro” , "On ne badine pns
Ana M. Berry. P a r ís , por Felij>e
t**Ha sido traducida al inglés, por Ri
avec l’Amour” , donde Micheline Boudet
A rcos Ruiz. V isita a C ándido P or E rindió homenaje a la memoria de
chard O’Connel y James Grahain, "La
interpreta el papel de Rossete, "Le misanVan Gogh, en Auvers-sur Oise, donde
t i n a r i , por
Francis Brague. E lo
casa de Bernarda Alba” .
throjie” , “ LTmpromptu” de Versailles,
Vincent Van Gogh se suicidó, a la edad
g io de l a b u t a c a OCUPADA, j>or D a
* "E n un artículo reciente, publicado en
"Les Fiancés du Havre” , de Salacrou,
niel D evoto. D a n z a m o d ern a en
de 37 años, el 27 de julio de 1890. Este
"The modern writer in the actual World” ,
"Les mal aimés” de Fran$ois Maurice,
N o r t e a m é r ic a , M a r ta G r a ii a m , por
acto fué organizado por el Sr. Béthenel famoso jíoeta inglés Stephen Spender
"Les Barbier de Séville” , "Un caprice” ,
Cecilia Ingenieros. C r It ic a l it e r a
court bajo la jiresidencia de honor del
dice, refiriéndose a ciertos estetas como
donde debutará Franíoise Engel en el pa
Sr. Nnegelen, Ministro de Educación Na
r ia , por González Carbalho. D ec a
D’Anunzjo, Ezra Pound y W. B. Yeats:
pel de Matilde, "Les fourberies de Scad e n c ia
del
c in e
n o r t e a m e r ic a n o
cional, y con la asistencia del Sr. C. M.
"...m an ifestaron cierto entusiasmo j>or
pin” , donde se verá a Denise Pezzani,
Voorbevtel, agregado de la Embajada de
(fin a l), por Manuel Villegas López.
el fascismo porque vieron en él una vio
"Les Boulingrins” , "Un ami de Jeunesse” ,
U n a PÁGINA de m o d a s , por Fran
los Países Bajos.
lenta afirmación del principio aristocrá
en el cual actuará por primera vez V¡El Sr. Robert Bichet, secretario de
cisco Jaumandreu. U na p á g in a de
tico, un principio que, si bien en deca
tray. Doce obras de teatro ensayadas al
c ie n c ia s , por José Otero EspasanEstado de la Información, expresó;
dencia, los mantuvo a ellos en su actitud
mismo tiemjK» en el mismo teatro por una
"Gran pintor holandés, que permaneció
dín. A j e d r e z , por el profesor Fran
de aislamiento de la sociedad.”
misma com pañía.. . La Comedia Francesa
hasta los últimos momentos como un gran
cisco Benkó. N o t a s sobre a r q u ite c
se ha convertido en la colmena de Mo
t u r a , e x p o s ic io n e s de a r t e , m ú s ic a .
pintor francés.
*"U n o de los primeros libros que se
C r ít ic a de c in e y u n co m en tario
liére.
” En sus comienzos en Holanda su color
jiublicarán sobre el jíroceso de Nuremsobre R a im u y C a n t in e l a s . C orres
Evidentemente no se puede pensar en
es apagado. Nwesitaba el cielo de Fran
berg será el del jieriodista Robert Cooper,
p o n d e n c ia de F r a n c ia . H u m o r . C a
dar estrenos oficiales a todos los nuevos
cia y más particularmente el de Provenza.
a editarse bajo el signo de “ Penguin
r ic a t u r a . R e p o r t a je
orático con
Books” .
En contacto con este cielo y con los im pensionistas. Sólo tendrán este honor, se
gún es tradición, los laureados en los úl
BELLEZAS DE HOLLYWOOD.
presionistas franceses, Van Gogh reveló
* "E n el mes de septiembre cumjdióse el
timos concursos del Conservatorio: Marie
sus dotes.”
Este número incluye impresa apar
jírimer centenario del matrimonio entre
Sabouret,
Denise
Gencc
y
André
Falcon,
El Sr. Jaujard, director general de
te la L á m in a n * 2 a 6 coi-ores re
Robert Browning y Elisabeth Barrct.
y
Pierre
Blanchar
cuya
actuación
estaba
Artes y Letras, recordó en su discurso la
produciendo el cuadro de P aul Cé •"Cuando
apareció en los Estados Uni
decidida
desde
hace
tiempo.
Los
demás
se
naturaleza generosa de la locura de V an
z a n n e : ” Castaños en Jas de Boufdos, "América” , de Kafka, ajx'nas se
iniciarán sin ruido a medida que se dis
G ogh: “ Una intensa facultad de amor,
fan” .
vendieron algunos cientos de ejemplares.
tribuyan los palíeles.
en el sentido más elevado y más univer
E
l
E
U
E
SUMARIO DEL NUMERO 2
E
R
valente más cercano en la pintura serla
la obra de Durero, de Breughel dél fir.
co. Pero Eisenstein no es piátor sino
realizador cinematográfico; por f „ 0
vacuamos en as.nular su creación j.lásticn
y dinámica a la de eso, maestro, c‘n
quienes se ha inspirado, para lograr »»
obra con los elementos modernos de la
fotografía en movimiento.
Esta no es todavía la crítica ni la cró
nica de esa estujienda obra: es apenas
la fijación de las jirimeras impresiones
que surgen de una primera visión. “ Iván
el Terrible" exige y merece una exhibí’
ción repetida y detallada; su riqueza de
medios d> expresión es enorme y
fijada como obra fundamental del cine
de nuestros tiempos. Su trabajo y el de
su fidelísimo cquijio encabezado jior Ti,,
sé, fotógrafo, y Alexandrov, colaborador
serán conocidos próximamente — asi espe.’
ramos— por el Jiúblico de América La
tina. Ese día, habrá que volver a una
revisión cuidada y sincera de nuestro»
caros jtrincipios del esjiectáculo cinema
tográfico. Porque Eisenstein, como en la
época de “ Acorazado Pofemkin” o de
“ Viva M éjico” , acaba de señalar la tónica
|>nrn una dignidad del cinematógrafo tan
majestuosa como la figura que Jirotagoniza “ Iván el Terrible” .
queda
Una nueva edición de 6.000 ejemplares
recientemente hecha j>or "New Dircetions"
se agotó en dos semanas.
■"Durante el año 1945, Stejihen Spender
viajó Jior Alemania con el jiropósito de
descubrir los talentos sobrevivientes de la
literatura de ese país.
* " S e estrenó en Londres "The Sea rehing Wind” , una película cuyo argumento
está basado en una obra de Lilliam Reli
man, de la cual recordamos jielículas
como “ La Loba” y "Alerta en el Rin”,
•"Cuando se estrenó en Londres la dis
cutida e interesante "Los visitantes de
la noche” , el crítico Basil Wright elogió
el encanto de la jírimera jmrte de la obra
— recuerda "E l estudiante de Praga” de
C. Veidt— y acusó al Mefistófeles de
Jules Berry de destrozar la segunda par
te, donde todo, aun las torturas -Irl pro
tagonista, es inconvincente.
**•“ Residencia en la tierra” ha sido tra
ducida en los Estados Unidos con el título
"Residence on Earth” .
•••Apareció un nuevo libro del conocido
hispanista inglés E. Allisson Peers titu
lado ” 8t. John o f the Cross and other
Lectures” . Además del místico poett,
Peers se ocupa de Vives y de Ra
món Llul.
A viso para los le c to r e s y colaboradores
d e CA BA LG AT A * en La Habana.
Leemos en el prestigioso diario “ Información”
de I«a Habana, correspondiente a la edición del
domingo primero de septiembre último, que C a
balg ata.
por decisión de una persona diri
gente. habría designado al señor Francisco Pa
res su representante en aquella capital, el cual
estaría encartado ‘ ‘ de organizar un cuerpo de
redacción, recabar trabajos de critica de las
firmas más destacadas, etc., y quien a su vez
distribuye la revista cuyo núntero cero acaba
de recibir” .
C a b a l g a t a se ve en la nada grata necesi
dad de poner en conocimiento de sus lectores
y particularmente de los escritores, artistas y
anunciantes de Cuba, qu e el señor Francisco
Pares, desde la fecha a que se remonta la c tada nota ha sabido ponerse por debajo del con
cepto en que fué tenido en esta casa y ha de
jado de ser persona grata.
El señor Francisco
Pares, por lo que queda expresado, no está
autorizado en ninguna forma para hacer ges
tión algún**., ni para concertar acuerdos o cola
boraciones. ni para percibir dinero en nombre
de C a b a l g a t a .
cabalgata
Registro de Propiedad Intelectual N° 216.894
Redacción. Dirección. Administración. Publicidad.
IN D E P E N D E N C IA *60. B U E N O S A IRE S
R E P Ú B L IC A A R G E N T IN A
Se publica los días I y 15 de cada mes.
Precio del ejemplar: $ 0.40 m./arg.
S U S C R I P C I Ó N
A rgentina: Un a ñ o ....................... $ 8 . 2 0 m./arf.
*
Seis meses . .
$ 4.50 m./arf.
E xtranjero: Un año . .
Dólares U .S .A . 3.50
D I S T R I B U I D O R E S
C apital: S i l v a n o M a c h i . Independencia 2837
Interior y e x t e r i o r : D i s t r i b i m d o r a T k i u n f o S.R-L.
R oaano 201
S
BOLETIN DE SUSCRIPCION
E l señor
Dirección
(«N
L E T R A D E IM P R E N T A )
.................
se suscribe a C A B A L G A T A per el
período de un año* seis meses y al
acompaña el importe de $ 8,20, $ 4,30,
Dólares 3,50 U. S. A. en cheque, bono
postal a su orden.
• Tachar la condición que no se utilice.
JO
IM P R E S O E N A R G E N T IN A
!QM(N IA AMOttOttM
�LETRAS
\SI, PARIS
\MARILLECES DE LOS PRADOS
por A n to n io Espina
el mundo no está para bromas,
apenas se ha parado la atención en
un aniversario que merecía la parada.
C
omo
No en balde fué también el suceso
una broma del arte. Que resultó per
fectamente seria. El caso es que hace
treinta jm os nació Dadá.
Cómo nació eáta palabra origen de
un movimiento y no al revés? Muy
sen cillo: abriendo un diccionario por
cualquier parte. Con esto ya daba se
ñales de originalidad la nueva doctri
na, pues hacía nacer su palabra sesámiea (su verbo) allí donde, según cos
tumbre, todas van a m orir: el diccio
nario.
Convertir la fosa común del diccio
nario en la cuna de un juguete fué la
primera broma del movimiento Dadá.
En el París de hoy no importa en
absoluto el nombre de Tristán Tzara,
el poeta rumano. Que era rumano no
lo duda ya nadie. Que fuese poeta lo
discuten muchos en esta actualidad in
quietante de la literatura a cero. "II
faut repartir á zéro” , afirma André
Bretón.
¿R um ano? ¿P oeta? No es invero
símil que la verdad esté alguna vez en
el justo medio. Posiblemente Tristán
Tzara parecía hace treinta años más
poeta que rumano. H oy el iusto medio
medio de las decepciones y des
engaños que el final de la guerra
ha producido, por la incomprensión y
la voluntad de poderío de los vencedo
res en ella, surge de vez en cuando
una chispa de aliento y esperanza para
el porvenir de Europa. En este senti
do, aparece entre las más prometedo
ras, el acuerdo de la Conferencia de
San Francisco, primero, y la ratifi
cación en la Asamblea de Londres, des
pués, de introducir en los fines de las
Naciones Unidas las funciones de la
educación y la cultura.
Como es sabido, los representantes
de aquéllas acordaron constituir una
"Organización educativa, científica y
cultural de las naciones unidas” , llama
da abreviadamente la UNESCO, cuyos
fines son, entre otros, promover el me
jo r conocimiento y la comprensión mu
tua de las naciones, prestando su cola
boración a los órganos de información
de las masas; dar nuevo impulso a la
educación popular y a la difusión de la
cultura, y contribuir a la conservación,
al progreso y a la difusión del saber.
Estos fines fueron fundamentados y
articulados en la Asamblea celebrada
en Londres en noviembre de 1945 por
representantes de cuarenta y cuatro
países, entre los que se contaban desta
cados hombres de letras, científicos y
artistas. Entonces también se aprobó
la organización de Comités técnicos de
la Comisión preparatoria de la primera
Asamblea general que se celebrará en
París a fines de este año. Ahora han
comenzado a reunirse aquéllos, y a dar
cuenta de sus deliberaciones se dirigen
estas líneas.
El Comité técnico de Educación se
reunió el 24 de mayo último y fué
presidido por el conocido educador bri
tánico Sir Frederik Clarke y por el
famoso psicólogo francés M. Henrv
Wallon. El asunto que más ocupó la
atención del Comité fué el de la eleva
ción cultural de los pueblos menos ade
lantados y especialmente el del analfa
betismo, que, según el delegado de Chi
na, abarca a más de la mitad de la
población del mundo. Además de este
E
n
(E sp ecia l para C a b a l g a t a )
— mitad de cada— es un punto de
coincidencia. Aquel en que convergen
las miradas nostálgicas que contemplan
el pasado y la pequeña gloria del autor
de "La premiére aventure céleste de
Mr. Antypírine” .
Libro ya arqueológico. De 1916. H ay
que reconocer honradamente que los
críticos franceses no reclaman para la
historia de sus letras la primacía que
significó Dadá.
H ay que reconocerlo y lo reconocen.
En efecto: la cuna-polvorín, el diccio
nario famoso, no se hallaba aquella no
che del 5 de septiembre de 1916 sobre
la mesa dg ningún café de M ontparnasse, sino sobre una maleta y en el
cuarto de un hotel de Zurich.
Alrededor de la maleta no había nin
gún francés. Al menos entero. Había
un francés quebrado (alsaciano) : Hans
A r p ; un rumano: Tristán Tzara, y un
austríaco: Huelsenbeck.
El mundo vivía en plena guerra.
La paz en la guerra que incubaba otra
guerra futura, la vivían unos cuantos
hombres interesantes...
Zurich era entonces el lugar de re
poso de numerosos refugiados de la
guerra misma y de la política. A llí se
entregaba a sus devociones Lenin.
Allí, tendido en el solarium del p ro
E
fesor Shali, se curaba su colitis Basil
Zaharoff, uno de los 'éftipresarios de
guerras y paces más ingeniosos que ha
tenido Europa. A llí Marinetti conoció
a Pierre Albert Birot.
Un paso más y los ismos tras su
prístina excomunión quedarían (p or lo
tanto), consagrados en la buena socie
dad europea.
Cuando salieron los tres manifiestos
consecutivos Dadá I, Dadá I I y Da
dá I II, era ya moda en las clases dé
etiqueta divertirse con las excomunio
nes académicas.
Es fama que los tres aldabonazos
dadaístas fueron oídos en París incluso
antes de sonar en Zurich. Detalle cu
rioso. Detalle que acreditó de golpe,
de tres golpes, la perspicacia de un
cenáculo parisiense — así, París— cuyos
altos nombres eran : Apollinaire, Reverdy, Bretón, Soupault, RibemontDessaignes, A ragón . . .
Si fueron antes unos ismos que otros;
si el capullo brotó en el tiesto montparno antes que en la pradera zuriquesa; si Pegaso pació o no su verde
alfalfa antes de la fecha fichada y en
tal o cual campo, es ya cuestión de
historia. Mera historia.
H oy ya es igual. H oy todas aquellas
verduras no son más que "amarilleces
de los prados” que d ijo el clásico. Que
da, sí — si queda— , un surrealismo he
redero de ocultos jugos, promesa de
floración a estas alturas.
. .. Perfectamente. No hay nada que
oponer al buen presagio. Pero, tam
poco es lícito negarlo: al contemplar
desde e s tí hora ^aquel renaloto ayer,
quien da — dadá— 'en el clavo es Jorge
Manrique, no Guillaume Apollinaire.
Tristón Tzara. Santa Cecilia. (El piano invisible.) 1 923 .
LA CULTURA Y LAS NACIONES UNIDAS
Por LORENZO LUZURIAGA
punto se trataron otros de gran inte
rés, como el de realizar un estudio de
los libros de texto, particularmente de
los de historia, geografía y educación
cív ica ; la necesidad de reeducar a las
naciones ex enemigas (y podría haber
se añadido también a algunas de las
ex amigas; la convocatoria de una
conferencia mundial de representantes
de las universidades y de los institu
tos de formación del magisterio a fin
de adoptar programas prácticos para
la educación de "los ciudadanos V de los
directores en cuanto a las relaciones
internacionales; la organización de cur
sos de vacaciones a celebrarse en París
en 1947 y la publicación de una R e
vista y un Anuario pedagógicos inter
nacionales.
Otro Comité importante que se ha
reunido ha sido el de Ciencias, que tra
tó particularmente el problema de la
energía nuclear y en el que participa
ron eminentes hombres de ciencia, en
tre ellos M. Pierre Auger, de la Sorbona, y Mr. Albert Noyes, presidente
de la Sociedad de Química Norteameri
cana. Aparte de este tema se trataron
otros también de gran interés como el
de las facilidades para el trabajo de
las organizaciones científicas interna
cionales existentes; la restauración de
la investigación científica en los países
liberados; la creación de becas de es
tudio en el extranjero para estudian
tes y profesores; la circulación de las
obras científicas, aparatos, manuscri
tos, etc., fuera de los límites naciona
les; la creación de un Instituto inter
nacional para el estudio v desarrollo
de las riquezas naturales en los terri
torios no explotados de la América del
Sur, que comprenden unos siete millo
nes de kilómetros cuadrados, etc.
En el dominio de las bibliotecas y
museos, el Comité técnico correspon
diente se ocupó especialmente del in
Tristón Tzara. Edipo Rey. 1921.
cabalga 1
(Especial para C abalgata ..)
tercambio y libre circulación de los
libros entre los diversos países, espe
cialmente los de significación cultural
o científica, que actualmente sufren
muchas restricciones. También trató la
creación de bibliotecas populares y pú
blicas con cambio internacional y per
sonal debidamente preparado; de la
convocatoria de una asamblea interna
cional sobre derechos de autor y de la
coordinación de las bibliotecas nacio
nales centrales de todos los países para
un servicio internacional de préstamos.
La creación de un Instituto de pla
nificación social fué el objeto principal
de estudio del Comité de ciencias so
ciales. Dicho Instituto sería un centro
de estudio y de cambio de inform acio
nes sobre lo que se hace en este terreno
y al mismo tiempo podría realizar ex
perimentos en gran escala en dos o
tres grandes regiones del globo sobre
planificación social. También se estu
dió la posibilidad de publicar una B i
blioteca mundial de grandes obras, con
ediciones uniformes en los principales
lenguajes; de realizar un estudio sobre
la contribución de los diferentes gru
pos humanos a la obra común de la
civilización y un inventario de los re
cursos mundiales para la investigación
y estudio de las ciencias sociales en el
nivel universitario.
En el campo de las artes, el Comité
respectivo acordó realizar una inves
tigación sobre los derechos de autor de
los artistas y otra sobre el problema
de' la reconstrucción que tanto afecta
a muchos países, facilitándose el inter
cambio de materiales, arquitectos, pla
nificadores, etc. También se ocupó de
la protección a los artistas de los p aí
ses devastados, de la conservación de
los monumentos artísticos, del fomento
de las bellas artes en todos los países,
de la publicación de obras artísticas,
de las composiciones musicales y la
radiodifusión, etc.
Finalmente, la Comisión de Comuni
cación de las masas abordó el estudio
de estas tres esferas de acción princi
pales: la radio, el cine y la prensa,
abordándose temas tan interesantes co
mo la protección de los derechos de
autor de aquéllos, el servicio de traduc
ciones, la censura, el empleo de la ra
dio y el cine con fines educativos, el
intercambio de discos y films entre to
dos los países, etc.
Tales son algunos de los temas tra
tados por los diversos Comités técni
cos preparatorios de la primera Asam
blea general de UNESCO. Como se ve
abordan problemas vitales para la cul
tura nacional e internacional de los
diversos pueblos. La suerte que éstos
y otros temas puedan correr dependerá
principalmente de los acuerdos políti
cos que adopten los delegados de la
UN en su próxima Asamblea y que
quizá no sean muy lisonjeros. Pero
cualesquiera que éstos sean, siempre
quedará sobre todas las divergencias
políticas, la función humanizadora de
la cultura y la educación.
ESTE C AN TO DE AMOR
Por
GONZALEZ
^ í a c e de mi silencio. Asciende al aire.
Despiertan a su música, humilladas
por su límpido hechizo, aves nocturnas
que en su silencio, oyéndolo, padecen.
Allá, el hielo las fuentes apresuran
para tornarse mudas e impasibles.
Vedme de pie, en mi orilla, enajenado
por el milagro de este ardiente canto
que soy. Llego a sentirme airado río
desatando rumores luminosos.
Canto en el que amanezco. Se origina
en la desolación y la tristeza.
Canto de amor nacido en un destierro
de inmensos años de esperar. Oh, crueles
días con una flecha temblorosa.
H oy es la sangre, viva, inagotable,
del hontanar antiguo de mis gentes
rodando por mis manos a la tierra.
Esta corriente siembro, mi semilla.
Oh, flor futura, antigüedad del hombre.
Ella eleva mi verso en el amor
sobre un cúmulo fértil de cenizas:
árbol crecido en llamas a la altura.
¿ Quién transformó mi voz y mi palabra ?
¿Quién en mi lengua derramó esta sal
tornando dulce y áspero mi verso?
¿Quién diluyó este llanto en mi saliva?
Y en el común vocablo, ¿quién dispuso
la medida del tiempo y el rocío
de un alba entre .las hierbas olvidada ?
Oh, enigma que conocen mis canciones,
estrofas que desvelan el estruendo
del manantial en la penumbra alerta.
Atisbaba la estrella entre las ramas;
buscaba en nuevas y fugaces formas
mi voz perenne, la que se nutría
CARBALHO
del manantial secreto de mi muerte.
Antes, cuando era el miedo de la tierra
y quise me enterraran en el aire.
Yo la esperé en la lluvia y en la mano
del huracán golpeándome la frente.
Y estaba aquí, en mi b o ca ; le faltaba
para su realidad la boca tuya.
Oh, qué sencillo, para tanto tiempo
de torturante espera y sed porfiada,
para saber que ahora ausculto el mundo
en la espiral profunda de tu vientre.
^ o era mi porvenir y no sabía
mi propia oscura condición de fr u to ;
no sabía que el llanto era la lluvia
de estos jardines frescos, rumorosos;
nadie me dijo de esta desatada
fertilidad, en la que soy apenas
una rama rodando en su tormenta.
Estoy de pie en Ja sombra, todavía,
remoto y tierno como la mañana,
salvándome en mi canto, apresurándome
a d e rrota rlo efímero en mi voz.
ú no soy más que un hombre, la minúscula
hierba que se doblega a un leve viento,
sólo el vapor, nostalgia de la tierra,
túnica que habrá en el día de esfumarse
cuando arda el sol y hiera su tejido.
Pero digo tu nombre y de mis labios
torreneialmente la abundancia nace,
crecen los ríos, nútrense las selvas
de savia. Y reconozco que basta el tiempo,
despiadado precepto en nuestro oprobio,
copia la inmensidad en el transcurro
de este canto de amor. Y se doblega
triste de ancianidad, menesteroso.
�LETRAS
cabalgata®
una tarea casi insuperable
entregar a la comprensión de los
lectores de habla y cultura españolas el
ser íntimo de un poeta cuyas poesías
son quizás intraducibies o cuya traduc
ción, en caso de
realizarse, resul
taría extrema
damente imper
fecta. Si esta
t a r e a se em
prende a pesar
de sus dificul
tades, se debe a
que el p o e ta
Stefan George.
juntamente con
Rilke, fué posi
blemente el más grande de los líricos
alemanes desde los tiempos de Goethe,
y su valor, trascendiendo los límites
de su patria, alcanzó una significa
ción europea y universal. Críticos es
trechos han intentado atribuirle ideas
totalitarias, a el, declarado enemigo de
las masas
P
arece
"las cuales sólo escuchan las voces de
to n a n tes”,
EL POETA STEFAN GEORGE
Vate, apóstoly juez de su época
Por W E R N E R B O C K
Prim er
m anuscrito
de un poem a.
que siempre desdeñó los planes políticosociales p a r a
m ejorar el mun
G | óetge d e s c o g e s sin d weir...
do y establecer la
felicidad del pue
R tiS J t d e i u c r o o r r c n e coald
blo y predicó in
Urtsin u trg ts stn So b a ld ?
fatigablemente el
H in r c r d o n n c id x r ig e n t a u n
reino del espíritu
F qssx n r »s d e s b o n n e s g e m u n
y del amor. Siem
U ns rtem versmxert gecoeibr.
pre q u e George
Bciunic ru (cu cb rtn d cm ror
habla de la ju
R ogen cvls le tro n e m p o r
ventud y del rei
ItOíKen vn p ia d lo sen cjah n no se refiere a
Treiben in scritmmcinde baHn.
una juventud ba
UXinnr den u in s d ilu n g n c n d o grundi
jo su dirección y
a un reino fu n
dado por él. Stefan George, muerto el papa anciano, en una imagen de belle
4 de diciembre de 1934 en su destierro
za arrebatadora:
de Suiza, a través de cada línea de
sus 18 volúmenes de obras poéticas, se "H oy que los cortesanos se engallan en
[ios tronos,
eleva y se libra de cualquier sospecha
cuya
mísera
estampa
de
mercaderes
de adhesión a una ideología de que
[lleva
abominó hasta el último aliento de su
vida, como adversario nato de toda ti las armas arrastrando con un sonar
[mezquino,
ranía. Mucho tiempo antes de que su
pueblo cayera en desgracia había ex nuestro espíritu ansioso de admiración
[sincera
presado con insistencia incansable la
necesidad de una transformación in te y estremecido ante una majestad sobe
ra n a
rior. Como profeta presintió lo inevi
se vuelve a las facciones paternales y
table para una nación que no quería
[serias
aprender que "grandes revoluciones y
del que ha sido tres veces coronado y
explosiones deben producirse de modo
[ungido
distinto al de las escaramuzas políticas
y económicas que hoy llenan los espí legalmente. A l anciano de cien años
ritus”. Contra el afán de poder ilimi
[que otea
tado de sus compatriotas resuena su desde el castillo eterno, cual sombra de
voz de alerta :
[«n o vida
cumplida hermosamente, para elevar la
" Queréis construir transgrediendo las le[nuestra.
[yes del límite y tamaño
y aventuráis que lo que es alto, aun más
Y cuando él, revestido con todo el or
[ alto puede ser . . .
nam ento
Mas ya ni hallazgos, ni enmiendas, ni
de su misión sagrada, llevado bajo el
[palio
[puntales
serán capaces a sostener
— modelo de grandeza y de un orden
[divino— ,
el edificio que tiembla vacilante.”
envuelto en el incienso y de luces ro
El destino se acerca. Lo que sucede
d ea d o,
alrededor del poeta anuncia la p roxi bendice al orbe entero, nosotros, los
midad del A pocalipsis:
[creyentes,
nos postramos de hinojos en el suelo,
" Vosotros, criminales,
[arrobados,
que en anular a Dios sois los primeros,
creando un ídolo que no es Su imagen,
y sin pensar en que es horrible cual
■
[ ninguno,
con reverente amor lo nombráis,
mientras arrojáis a sus fauces
todo aquello que de m ejor tenéis.
Y .es a tal quehacer a lo que llamáis
[vuestro sendero,
que os aprestáis a recorrer sin pausa,
siem pre lanzados a esa seca embriaguez,
hasta cuando en nosotros, engendros
p or igual rastreros y cobardes,
hasta cuando en nuestras venas
en lugar de la sangre pura y roja de
[Dios
el pus de nuestro ídolo circula . . . ”
Las falsas divisas que brotan de todos
los labios no llevan la salvación a na
d ie: "E s engañoso lo que puede ense
ñarse a todos por igual.” Como Píndaro, como Holderlin, como Goethe,
Stefan George está compenetrado de
que la pura verdad no debe revelar
siempre su rostro y que lo santo puede
permanecer inefable, para que en la
secreta comunión de naturalezas supe
riores se desarrolle tranquilamente lo
que pueda atraer a los inferiores. Lo
que la multitud alaba, no tiene por
qué ser siempre lo auténtico y válido
para todos los tiempos.
. " Porque quién de vosotros, mis herma
n os,
no duda, no se asusta del aviso
que os d ice: "aquello que ponéis más
[alto
y lo que más valioso habéis creído
es sólo, las más veces,
en el viento otoñal heno podrido:
el im perio del fin y de la muerte."
Stefan George no reniega nunca del am
biente católico que lo rodeó en su cuna.
En el maravilloso poema de homenaje a
la venerable figura de León X I I I acuña
el verso inmortal:
"L a nveva salvación, sólo de un nuevo
[amor vendrá",
y describe la impresión que recibe del
rice Maeterlincjc, Swinburne y 0t
escritores y poetas de nombres‘ ilusA*
lanzan un llamado para erigir un **
numento a Baudelaire, Stefan g JÜ!'
fué el único poeta alemán, en a o u T
época absolutamente desconocido
&
se adhirió a la iniciativa- "p ftra’ qUe
otros”
dijo Stefan George en aqT e¡
entonces a sus amigos franceses- "
peligro es que el arte se transforme .
amaneramiento. Tenéis razón de „ “
batir al Parnaso. Pero para nosobl'
es menester fundarlo en Alemania F
es el principio necesario. Tenemosl o
cultivar la plástica del lenguaje
meramente crear nuestro instrumenté
de trabajo y luego enseñar a los rJ
tas su oficio.”
°S ***Una obra, aunque tenga un profund
contenido de sabiduría y erudición °°
llega a ser una verdadera obra de art°
sino por la perfección de la forma U
necesidad de crear para la poesía al
mana no sólo al nuevo poeta, sino 1~
nueva forma y el nuevo lenguaje, ] w
a Stefan George, en el año 1892, a 1°
fundación de las "Páginas de arte"
(Blatter fü r die Kunst), revista que**
Manuscrito
pesar de no haber aparecido nunca en
del poem a
tiraje numeroso logró una influencia
"N acht” .
honda e imborrable sobre la poesía ale
mana. La queja de Ste
fan George sobre el
ist*—
HJU,Uvu*0
**&h*+*t desconocimiento de lo
que es poesía autén
Í\t/ví iu*.
jvw-r»
tica vale en realidad
para todos los pueblos
dominados por la civi
lización y por lo mismo
alejados
de la cultura;
l*)^3YUvv, tw..... .. 1—3
La idea de lo que es
D*< ¡fW ú, A»
Dh «Sm, üjrrrz.
el poeta parece perdida
fáo** g^ikaA
del todo para los ale
manes. Ahora hay sola
mente sabios, empleados, ciudadanos, y )0
España como si volviera a una patria
que es peor, literatos que hacen poe
mas.”
íntimamente conocida desde mucho
La lucha de George y sus discípu
tiempo atrás y se siente prodigiosamen
los se dirige durante décadas, con
te fortalecido y afirmado en su perso
pasión siempre igual, contra la poesía
nalidad y en las exigencias de su ser.
como producto casual, tras el que no
En cambio el oriente permanece siem
alientan el impulso interior de la fuerza
pre extraño a Stefan George. Rusia
creadora ni la vocación. "Sólo aquel a
le parece heterogénea, peligrosa y hasta
quien Dios otorga el poder declarar su
temible. Cuando Rilke, el otro gran
sufrimiento” — para citar las palabras
poeta alemán, escribe desde R om a: "La
de Goethe en la trilogía de la pa
convicción de que Rusia es mi patria
sión— "tiene dereebo a ser poeta”.
es uno de los fundamentos seguros y
Quien profana el elevado lenguaje de
secretos en los cuales se apoya mi vi
la poesía para cualquier canción vul
da”, se descubre la profunda divergen
gar, el que "canta como el pájaro que
cia de ambas individualidades.
vive en las ramas” , no será nunca más
Stefan George está impregnado de
que un "trovador”, tal cual lo describe
espiritualidad occidental. El, cuyos an
Goethe en una balada, por más inspi
tepasados fueron de Lorena a estable
rado y célebre que sea. El poeta, se
cerse a orillas del Rin, donde nació el
gún George, despersonaliza su destino
12 de julio de 1868, en Büdesheim,
mediante selección, ritmo y sonido, en
cerca de Bingen, vislumbra ya en la
una obra de arte universalmente válida
infancia los vestigios de la cultura an
que ennoblece el dolor transformándolo
tigua de su paisaje natal, que fué par
en alegría ("sufro pero alabo lo suce
te del Imperio Romano. El adolescente
dido” ) y aquilata lo genuino de la fe
poetizó durante algún tiempo en una
licidad ("sólo mientras vibro sé cuánto
lengua ideada especialmente por él mis
amo” ). He aquí por qué George exige
mo y para su uso, compuesta de raíces
del poeta un fervor infinito durante
latinas; el joven de 21 años busca en
su vida y plena entrega del yo a la
París el círculo afín de los simbolistas,
vivencia creadora para que el mundo
conoce a Mallarmé, Verlaine, Villiers
sea ordenado de nuevo por sus labios.
y Regnier, y se deja influir por los
"Seriedad y santidad del arte”, y "El
versos de Baudelaire y Rimbaud, las
arte nunca sirve al goce y es libre de
esculturas de Rodin, los cuadros de
cualquier servidumbre: por encima de
Cézanne y Gauguin. Cuando Franla vida, después de haber penetrado a
<¡ois Coppée, Anatole France, Mautravés de la vida” , "N o la confesión,
sino la transformación de la vida es el
objeto del arte” : todos estos lemas
vuelven a surgir sin cesar en las "Pá
ginas de arte” . Así, la exigencia de
George es ética, en su más eleva.T
acepción; para satisfacerla se necesita
la fuerza íntegra de la vida humana.
El poeta no es forjador de versos, sino
forjad or de hombres; él custodia "el
fuego sagrado que se transmite”. ¡Ay
del pueblo cuyas almas están agotadas
por el materialismo y mecanicismo va
cíos, de suerte que no puede compren
der y venerar al poeta en su dignidad
sacerdotal!
Stefan G eorge.
fundidos en aquella multitud de cabezas
a la que, conmovida, embellece el mi
la g ro .”
A pesar de que el fondo de la poesía
de George es el lem a:
"Am or engendró al mundo, de nuevo
[amor lo engendra”,
en toda su amplitud, él, como maestro,
parece restringir ese amor a un círculo
de elegidos a quienes, como en los miste
rios de Eleusis, inicia en el conocimiento
de las últimas verdades. Es también el
espíritu de la antigüedad el que se ma
nifiesta en la defensa de sí mismo,
arrostrando los embates del destino:
"¡Atrácm e hacia tu borde,
abismo, ma’s no me turbes!”
La firmeza para no ceder ante ningún
peligro y no cambiar ni ser cambiado,
se afirma a través de toda la obra de
Stefan George y le presta de vez en
cuando un carácter voluntarioso, rígido,
lo que, en lengua alemana, se suele ca
lificar de "golijla española”. En efecto,
hay en' el temperamento de Stefan
George un rasgo español, por cierto en
el mejor sentido. El paisaje y arqui
tectura españoles tienen un aspecto se
vero y señorial que le impresionan agra
dablemente como algo que le resulta
profundamente afín, al recorrer la pe
nínsula en su viaje de 1889. Entra en
DE
LA
CORRESPONDENCIA
ENTRE
V O LTA IR E
Y ROUSSEAU
15 de diciembre de 1745.
pronto la princesa granadina de una pri
sión a un jardín o a un palacio. Como
no es un mágico, el que da las fiestas
en su honor, sino un señor español, paréceme que no debe hacerse nada por
arte de encantamiento. Os ruego, señor,
que tengáis a bien revisar dicho pa
saje, de que sólo conservo idea confusa.
Ved si es necesario que se abra la pri
sión y que se haga pasar a nuestra prin
cesa desde dicha prisión a un hermoso
palacio preparado para ella. Sé muy
bien que todo esto es pequeño y que no
es propio de un ser inteligente conver
tir en asunto serio estas bagatelas; pero,
er. fin, puesto que se trata de desagra
dar lo menos posible hay que poner la
mayor cantidad de sensatez que se. pue
da, aunque se trate de un simple diver
timiento de ópera.
Reunís, señor, dos géneros de talento
que hasta hoy día han estado siempre
separados. Son éstas dos excelentes ra
zones para que os estime y trate de co
braros afecto. Siento en el alma que
empleéis vuestros dones en una obra in
digna de ellos. Hace algunos meses que
el señor duque de Richelieu me ordenó
en absoluto que hiciese en un abrir y
cerrar de ojos un bosquejo ligero y malo
de algunas escenas insípidas y trancadas
que debían adaptarse a un baile que no
se había hecho para ellas. Obedecí con
la mayor exactitud; hice lo que se me
pedía muy pronto y mal. Envié este
Esta caria de Voltaire es respuesta a
la siguiente de Rousseau, entonces desco
nocido:
miserable croquis al señor duque de R i
chelieu, contando con que no serviría
para nada, o con que lo tendría que
corregir. Felizmente se halla en vuestras
manos y sois dueño absoluto de él. No
dudo que rectificaréis todas las faltas
que han debido necesariamente escapár
seme en una composición tan rápida, y
que habréis llenado los vacíos y suplido
cuanto faltaba.
Recuerdo, entre otras cosas, que no se
dice en dichas escenas cómo pasa de
París, 11 de diciembre de 1745.
Señor:
Hace quince años que trabajo para
hacerme digno de vuestras miradas y de
la atención con que favorecéis a los poe
tas jóvenes en quienes descubrís algún
talento. Pero, por haber hecho la música
en una ópera, me hallo, sin saber cómó,
metamorfoseado en músico. A título de
tal me ha encargado el señor duque de
Richelieu las escenas que habéis escrito
para el juguete "L a Princesa de Na
V oltaire.
"Muere un pueblo cuando sus dioses
[mueren.”
varra” . Hasta ha exigido que hiciese en
la trama los cambios necesarios para po
nerla de acuerdo con vuestro nuevo asun
to. He hecho respetuosas observaciones
pero el señor duque ha insistido y yo he
obedecido. Era el único partido que mi
situación me permitía adoptar. M. Ballot se halla encargado de comunicaros
dichos cambios. He procurado hacerlo
en las menos palabras posibles. Este
creo que es su único mérito. Os suplico,
señor, que tengáis a bien examinarlos,
o mejor dicho, reemplazarlos con otros
más dignos.
En cuanto al recitado, espero también,
caballero, que os dignaréis juzgarlo an
tes de la representación, e. indicarme los
pasajes en que me haya separado de lo
verdadero y de lo bello, es decir, de
vuestro pensamiento. Cualquiera que
sea, por mi parte, para mí, el éxito de
estos débiles ensayos, me servirán siem
pre de gloria si ‘me procuran el honor
de que me conozcáis y de haceros ver la
admiración y el profundo respeto con que
tengo el honor de ser vuestro humil
de, etc.
J. J. Rousseau.
Resucita en George la intuición orgullosamente humilde de Holderlin, de
que el poeta recibe, con la cabeza des
cubierta, el rayo celeste de manos de
Dios, para entregarlo, envuelto en su
canto, al pu eblo:
"S oy sólo una chispa del fuego sagrado,
sólo soy un trueno de la voz sagrada.
El que tiene un concepto tan elevado
de la misión del poeta no solamente lo
demuestra en cada verso de su propis
grandiosa obra lírica, sino que va a
buscar en todo el amplio círculo de la
cultura europea, la poesía "sobreper
sonal” , para verterla, con incomparable
comprensión, al idioma materno. Los
tercetos de Dante, a quien G e o r g e se
asemeja misteriosamente en su per*1 <
son traducidos por él con la misma maes
tría que los sonetos de Shakespeare, jos
poemas de Baudelaire, Verlaine, Swwburne, D ’Annunzio, Jacobsen, Verhaeren, Verwey. De esta manera el reino
de Stefan George, vinculando los pue
blos y abarcando la tierra, tiende al to o
de la humanidad según su principio ®
eterna vigencia:
"No es trascendental lo que divide y
descompone, sino lo que reúne hom re
y universo y restablece rítmicamente
armonía del mundo.”
�cabalgata
NOTICIAS
DE LAS
Exposiciones L ocales
*‘ *Un grupo de pintores jóvenes exhibió
dibujos en la Sociedad Argentina de Artis
tas Plásticos. De sensible y torturada pre
sencia los de Luis Barragán; de fuertes
efectos de blanco y negro, Bruno Venier;
estudios de color de B. F orte; apuntes
a la tinta de Presas; sepia, I. Sánchez.
Otros: J. Gnecco, A. Lipietz, A. Altalef,
L. Lusnich, J. Moraña, E. Pons, A.
D’Amato, E. Sieyro. En más de uno se
ve el influjo decidido del maestro Lino
Spilimbergo.
" ‘ Búsquedas diferentes, desde lo abstrac
to a lo real, son los dibujos y las acua
relas de Horacio Martínez Ferrer, en la
Asociación Estímulo de Bellas Artes.
E n riqu e P olicastro.
‘ "E xposición homenaje, la de Carlos M.
Oignoli, prematuramente fallecido, en la
Galería Rose Marie. El pintor está pre
sente en unas breves notas de color y
algún croquis.
Entierro.
N ueve P intores A rgentinos
n pintura argentina moderna reñ
íanme caracteres y calidades que la
presentan afinada y com pleja dentro
de la problemática plástica de nuestro
tiempo. Las vanguardias que hacia
1921 y 1930 se afirman en dos gene
raciones de artistas han ganado la
batalla local del arte contemporáneo,
pero ¿hasta cuándo se ha de reducir
el valor de una obra a puros conceptos
form ales? ¿Hasta cuándo una obra de
arte debe responder únicamente a pla
nos, volúmenes, tonos, colores y demás
elementos que componen un cuadro, y
no por su jerarquía estética primordial,
acento de vida o de tragedia, a la par
documento y expresión consciente de
una hora de nuestra historia colectiva?
La generación de 1921 sostuvo los
ideales del arte viviente en el cual le
c-upo dimensión y aporte. Sin embargo,
¿cóm o seguir un camino de simple
aprendizaje y no soñar con una intuida
madurez? Cuando pintores argentinos
— un Gómez Cornet, un Spilimbergo,
un Castagnino— piensan y trabajan
para alcanzar una expresión en que
la tierra del país vea articulada su voz,,
ya superan el puro juego pictórico, ya
alcanzan una medida real y superreal
en donde la Argentina existe con su
tono individualizado y diferencial. He
aquí la nueva marcha de nuestra pin
tura y su creciente posibilidad,
Me atengo al núcleo de pintores de
la IV t Exposición del "Centro de P ro
fesores Diplomados de Enseñanza Se
cundaria” : Horacio Mareh y Enrique
Policastro. de la generación de 1921,
y Luis Barragán, Armando Chiesa,
Mareos Tiglio, César López Claro, E n
rique Fernández Chelo, Raúl Russo y
Andrés Calabrese, de la generación de
1930. En unos y otros, el puro ju ego
plástico y colorístico y el acento de
autenticidad que exige nuestra tierra
en su evolución cultural. En este as
pecto, Mareh ocupa un lugar prom i
nente. En sus paisajes una típica calle
que va a dar al río, de arquitecturas
tocadas poéticamente, o una cañada
cordobesa, fija n un acentuado estatismo
y silencios que participan de un clima
"m etafísico” expectante. Policastro es
grime un color dramático, un expresio
nismo de buena ley. En "Com posición” ,
hace invariable pintura de grises inten
sos, con dos figuras en rojo y negro
y unos toqués de blanco que pueblan
el paisaje de raíces trágicas de pobres
suburbios porteños.
Otra medida sitúa a Barragán. Su
relato pictórico, inscripto como una ta
bla primitiva, ostenta deliciosos tonos
verdes y azules. En Chiesa, los planos
de color atienden a una atmósfera den
samente pictórica compuesta con agu
deza plástica. Fin "Anunciación” y
"Sueño del modelo” , su inteligencia de
in flu jo cubista ha coordinado bellas
superficies planas coloreadas, pero se
aparta del abstractismo para hallar
insinuados valores representativos y
líneas que ciñen sus composiciones.
Tiglio, pinta "F lores” con libertad
expresiva, y la tela respira una ema
nación emocional que estructura las
form as y a la vez las disuelve en un
color de fluyente calidad. F. Chelo ha
sabido ver en su monocopia un lírico
paisaje con figuras en un nocturno
de los alrededores de Buenos A ires:
fuertes trazos funcionales particulari
zan su trabajo. Sintéticas form as y
anotaciones del color, son propias de
Raúl Russo. López Claro, se atiene
a los grises y negros de sus monocopias. Tonos bajos cultiva Calabrese.
La pintura joven del país alienta
en estos hombres nuevos un resplandor
de esperanza.
R. Brughetti.
EXPOSICIONES
tuvieron lugar en el au’ a magna de la
Facultad de Filosofía y Letras de la U ni
versidad Nacional de Buenos Aires los
días 22 y 25 de octubre. Dictó la pri
mera el ilustre crítico de arte señor Julio.
E. Payró, y la segunda, el arquitecto señor
Angel Guido. "Las cuatro estaciones de
Goya” , "España y Europa en el arte de
Goya” (Goya visto por un americano),
se titularon respectivamente las dos inte
resantes disertaciones.
L
FRANCIA
El " a ffich e” en el cine (desde 1895
a 1946), Organizada por los Dibujantes
y Afiehistas del Cine, con la colabora
ción de la Biblioteca Nacional y de la
Cineteca Francesa, se efectuó esta Expo
sición retrospectiva. Existe una búsqueda
de interés estético y otra publicitaria,
ambas valiosas y no descuidadas. En el
Catálogo, " L ’a f fiche de cinéma” con
tiene el punto de vista del "metteur en
scéne” (L. D aquin), del distribuidor (M .
Gentel) y del director de publicidad (J.
M. M ounier).
COYA
La Institución Cultural Española, que
preside el conocido economista don R a
fael Vehils ha organizado, en conmemo
ración del bicentenario del nacimiento de
Francisco de Goya, dos conferencias que
CHILE
Francisco Otta, prestigioso pintor che
co de larga residencia en Santiago de
Chile, expone en estas fechas en los sa
lones del Banco de Chile, ba jo los auspi
cios del "Comité coordinador ínter-eslavo” .
Los aficionados al arte de Buenos Aires
recuerdan aún una brillante exposición
realizada por ese artista en los salones
W itcom b hace cosa de ‘ cuatro años, en
cuya ocasión la* erítica de nuestros gran
des rotativos le dedicó efusivos elogios.
‘ "T r a b a jo s ejecutados por alumnos de
la Academia de Bellas Artes de Cuyo,
vimos en la "Casa de Mendoza” . Artistas
insignes: el pintor Ramón Gómez Cornet,
el escultor Lorenzo Domínguez, los graba
dores Víctor Delhez y Sergio Sergi, son
los principales animadores de ese conjunto
de jóvenes que hacen sus primeras armas.
Luis Goicland M oren o.
Luis
Goicland
M oren o.
El mucamito.
Composición.
‘ “ Destacamos: "Estudios de madera” ,
fotografías de Lux Elsner, en Salones
V ia u ; y otras de George Friedman, en
el Instituto Francés de Estudios Supe
riores. Excelentes sus fotos de temas de
la tierra argentina.
“ ‘ Treinta óleos expone en "M ü.ler” el
pintor Luis Gowland Moreno. Hemos gus
tado sus típicos rincones porteños vertidos
con honda pasión de alma y denso pin
celar en el predominio de ricos grises.
“ ‘ Reproducciones de obras famosas, clá
sicas y modernas, pueden admirarse en
"Peuser” . Han sido presentadas por Car
los Hirsch. Tam bién: Pintores antiguos
y modernos, dentro de la tradición fran
cesa, expuestos por el decorador parisiense
André Mauny.
‘ “ Reza en el catálogo de los trabajos de
los estudiantes mendocinos: "Consciente
de cuál es el problema del Arte en esta
hora, se impuso como lema que toda ex
presión artística para ser personal y libre
debe venir precedida del dominio de los
elementos plásticos, sin lo cual la apa
rente realización espontánea se trueca en
rutina e impotencia.”
H oracio M areh.
Calle de Colonia, Uruguay.
A rte Contemporáneo I taliano
manifiesto futurista pasa por ser
el punto de partida. Es casi exacto,
pero antes de hacer escuchar su p ro
pia voz, esos jóvenes debieron acallar
la del llamado período umbertino, p ro
vinciano y pequeño burgués. La ge
neración que comienza a actuar en el
1900, no se limita al acostumbrado pa
pel de negadora y reemplazante de la
generación anterior, y como el arte se
salva siempre, los recién llegados son
los que, en el momento oportuno, dan
a la literatura, la pintura y la poesía
de Italia, la fisonomía de universalidad
y modernidad que venían necesitando.
El último ochocientos era falso y re
tórico, y era falsa y retórica la tra
dición en la cual se apoyaba; por eso,
había que liquidarlo conquistando las
tradiciones legítimas, las que implican
un verdadero sentido histórico, es decir
— T. S. Eliot— , el pasado como pre
sencia. El ímpetu renovador fué total.
Las revistas del tipo de la "Nuova A n
tología” o la "Rivista d’Italia” , fueron
reemplazadas por "La V oce” o "Leonar
do” , firmes y ardientes. Empiezan para
el perfumado D ’Annunzio, los años de
agotadora supervivencia, fatigosa ca
rrera que terminaría ya sabemos cómo.
A Carducci se lo respeta, pero este g i
gante a destiempo no es guía adecuado
para los nuevos caminos. Con im per
ceptible ironía, la poesía se toma su
revancha mediante el alma "casalingha”
de los poetas crepusculares, de tonos
suaves, hondos, y bastante tisis funam
bulesca. Y la pintura toma también su
revancha. Durante el período umberti
no (¿quién no lo recuerda en las admi
rables páginas de las "Stam pe dell’
800” , de Aldo Palazeschi?), la pintura
se mueve en un provincialigpro sin in
quietudes ni psicología, y se mueve en
el helenismo y prerrafaelismo dannunziano de fines de siglo, ilustrado por los
cuadras de Sartorio y De Carolis. Lo
superficial y lo 'agradable, Dianas y
Gorgonas, retratos de satisfechos y de
héroes griegos. Pero entretanto, junto
a los poemas crepusculares de Gozzano
o de Sergio Corazzini, hay otros pinto
res que nada tienen que ver con Sar
torio o De C arolis: los pintores líricos.
H ay en ellos una voluntad puesta al
servicio de un neorromanticismo triste,
literario, lleno de penumbras. El futu
rismo estaba próximo a estallar, y de
los líricos nos quedan los hermosos
cuadros de Beccarini, con sus bohemios
pálidos, inmateriales, tan alejados como
Beccarini mismo, de la vitalidad meri
dional y futurista de Umberto Boccioni.
E
l
* * *
Misterio y silencio son las sugerencias
de la pintura metafísica. En este ro
manticismo de lo. misterioso, como ha
sido llamado, los objetos son seleccio
nados con ardor intelectual y poético,
y de ese caos aparente de guantes de ci
rugía, yelmos viejos, plazas frías, es
cuadras y maniquíes, emana una simbología extraña y apasionada. Cualquier
objeto tratado por la pintura m etafí
sica pierde su sentido y su valor indi
vidual, para ponerse al servicio de una
fábula que se desarrolla en el plano
ideal. La nueva tendencia con De Chi
neo V Carra como grandes animadores,
tuvo su centro polémico y teórico en
una revista fundada por el escritor
Mario Broglio, llamada "Y alori Plastici” .
Cuando De Chirieo pintaba su "H éc
tor y Andrómaca” , en una portentosa
combinación de maniquíes imitadores
del hombre (el mundo de lo mecánico
es aporte típicamente futurista), con la
fábula pagana, terminaba la primera
guerra mundial. Ahora la voz de orden
es otra : la forma.- La perfección de la
estatuaria grec-olatina y, naturalmente,
Ingres. "La diferencia entre los pinto
res metafísieos y los neoclásicos, dice el
crítico V. Costantini, está en el hecho
de (pie unos crean más bien una ficción
escénica, un ambiente, una composición
fabulosa; los otros, en cambio, ofrecen
una interpretación exquisitamente plás
tica.” Así son, en efecto, los desnudos
femeninos de F. C'asorati, de Sbisa o
de Antonio Donghi. Pero el contacto
con la pintura metafísica, no se ha per
dido del todo. Las figuras, graciosas y
armónicas, están compuestas con una
simplicidad esencial. Perfectas y frías,
adolecen de ese estatismo característico
de la pintura metafísica.
* * *
Después, llegaron los años de euforia
fascista. Exacerbada la idea de un arte
nacional italiano, despojado (la retó
rica al uso lo pedía a gritos) de toda
clase de ismos extranjeros, se buscó un
eclecticismo sin mayor preocupación de
escuela. El grupo inicial, siete pintores
entre los que se cuentan^ Bucci, Malerba y Mario Sironi, exhibe en la E xposi
ción Bianual de Yenecia del año 1924,
con la dirección espiritual de Margarita
Sarfatti. Nace así el Novecientos, nom
bre que se le da al grupo, y que rá
pidamente se difunde. Todos los artistas
italianos estuvieron presentes en las su
cesivas muestras del Novecientos,- reali
zadas en Italia y en el extranjero, pero
el telón de fondo, constantemente re
novado, sigue siendo hasta hoy la labor
infatigable y de permanente enseñanza
de De Chirieo, Carra, Severini y M o
ran di.
Alberto Girri.
***De la Colección Vicente Leveratto
(V an Riel) se pueden ver pinturas del
siglo x ix . Se exhiben obras de Ménard,
Anglada, D. Morelli, H. Martin, Sivori, etc.
“ ‘ Cesáreo Bernaldo de Quirós ocupa las
salas de "W itcom b” con sus 64 óleos que
comprenden dilatadas composiciones, fig u
ras, naturalezas muertas y paisajes.
“ ‘ Horacio Butler ha llevado una Exposi
ción Retrospectiva de sus obras a "Im
pulso” . Documenta afirmativos avances
del artista.
‘ “ Eugenia Crenovioh (Y ente) expone
"Pinturas en relieve” en "Müller” , de al
cance constructivo.
,
L u cio L ó p ez R ey.
Carnaval en España. (Segundo premio de la Exposición
Anual de Nueva York.)
‘ ‘ ‘ El grupo "A rte Concreto. Invención” ,
realiza una nueva presentación en la So
ciedad Argentina de Artistas Plásticos.
El grupo "M adi” lo hace en "Altanlira” .
Se trata de testimonios que perfilan una
etapa del arte abstracto en la Argentina.
Cario Carrh.
Naturaleza muerta.
�cabalgata
NOTICIAS
DE LAS
Exposiciones L ocales
***Un grupo de pintores jóvenes exhibió
dibujos en la Sociedad Argentina de Artis
tas Plásticos. De sensible y torturada pre
sencia los de Luis Barragán; de fuertes
efectos de blanco y negro, Bruno Venier;
estudios de color de B. F orte; apuntes
a la tinta de Presas; sepia, I. Sánchez.
Otros: J. Gnecco, A. Lipietz, A. Altalef,
L. Lusnich, J. Moraña, E. Pons, A.
D’Amato, E. Sieyro. En más de uno se
ve el influjo decidido del maestro Lino
Spilimbergo.
'"B úsquedas diferentes, desde lo abstrac
to a lo real, son los dibujos y las acua
relas de Horacio Martínez Ferrer, en la
Asociación Estímulo de Bellas Artes.
Enrique Policastro,
'"E x p osición homenaje, la do Carlos M.
Cignoli, prematuramente fallecido, en la
Galería Rose Marie. El pintor está pre
sente en unas breves notas de color y
algún croquis.
Entierro.
Nueve P intores A rgentinos
pintura argentina moderna rea’ sume caracteres y calidades que la
presentan afinada y compleja dentro
de la problemática plástica de nuestro
tiempo. Las vanguardias que hacia
1921 y 1930 se afirman en dos gene
raciones de artistas han gallado la
batalla local del arte contemporáneo,
pero ¿hasta cuándo se ha de reducir
el valor de una obra a puros conceptos
formales? ¿Hasta cuándo una obra de
arte debe responder únicamente a pla
nos, volúmenes, tonos, colores y demás
elementos que componen un cuadro, y
no por su jerarquía estética primordial,
acento de vida o de tragedia, a la par
documento y expresión consciente de
una hora de nuestra historia colectiva?
La generación de 1921 sostuvo los
ideales del arte viviente en el cual le
cupo dimensión y aporte. Sin embargo,
¿cómo seguir un camino de simple
aprendizaje y no soñar con una intuida
madurez? Cuando pintores argentinos
— un Gómez Cornet, un Spilimbergo,
un Castagnino— piensan y trabajan
para alcanzar una expresión en que
la tierra del país vea articulada su voz,,
ya superan el puro juego pictórico, ya
alcanzan una medida real y superreal
en donde la Argentina existe con su
tono individualizado y diferencial. He
aquí la nueva marcha de nuestra pin
tura y su creciente posibilidad.
Me atengo al núcleo de pintores de
la IV !) Exposición del "Centro de P ro
fesores Diplomados de Enseñanza Se
cundaria” : Horacio March y Enrique
Policastro. de la generación de 1921,
y Luis Barragán, Armando Chiesa,
Marcos Tiglio, César López Claro, En
rique Fernández Chelo. Raúl Russo y
Andrés Calabrese, de la generación de
1930. En unos y otros, el puro juego
plástico y eolorístico y el acento de
autenticidad que exige nuestra tierra
en su evolución cultural. En este as
pecto, March ocupa un lugar promi
nente. En sus paisajes una típica calle
que va a dar al río, de arquitecturas
tocadas poéticamente, o una cañada
cordobesa, fija n un acentuado estatismo
y silencios que participan de un clima
"metafísico” expectante. Policastro es
grime un color dramático, un expresio
nismo de buena ley. En "Composición” ,
hace invariable pintura de grises inten
sos, con dos figuras en rojo y negro
y unos toqués de blanco que pueblan
el paisaje de raíces trágicas de pobres
suburbios porteños.
Otra medida sitúa a Barragán. Su
relato pictórico, inscripto como una ta
bla primitiva, ostenta deliciosos tonos
verdes y azules. En Chiesa, los planos
de color atienden a una atmósfera den
samente pictórica compuesta con agu
deza plástica. En "Anunciación” y
"Sueño del modelo” , su inteligencia de
influjo eubista ha coordinado bellas
superficies planas coloreadas, pero se
aparta del abstractismo para hallar
insinuados valores representativos y
líneas que ciñen sus composiciones.
Tiglio, pinta "Flores” con libertad
expresiva, y la tela respira una ema
nación emocional que estructura las
formas y a la vez las disuelve en un
color de fluyente calidad. F. Chelo ha
sabido ver en su monocopia un lírico
paisaje con figuras en un nocturno
de los alrededores de Buenos A ires:
fuertes trazos funcionales particulari
zan su trabajo. Sintéticas formas y
anotaciones del color, son propias de
Raúl Russo. López Claro, se atiene
a los grises y negros de sus monocopias. Tonos bajos cultiva Calabrese.
La pintura joven del país alienta
en estos hombres nuevos un resplandor
de esperanza.
R. Brughetti.
EXPOSICIONES
tuvieron lugar en el au’ a magna de la
Facultad de Filosofía y Letras de la Uni
versidad Nacional de Buenos Aires los
días 22 y 25 de octubre. Dictó la pri
mera el ilustre crítico de arte señor Julio.
E. Payró, y la segunda, el arquitecto señor
Angel Guido. "Las cuatro estaciones de
Goya” , "España y Europa en el arte de
Goya” (Goya visto por un americano),
se titularon respectivamente las dos inte
resantes disertaciones.
i
L
FRANCIA
El " affiche” en el cine (desde 1895
a 1946), Organizada por los Dibujantes
y Afichistas del Cine, con la colabora
ción de la Biblioteca Nacional y de la
Cineteca Francesa, se efeetuó esta Expo
sición retrospectiva. Existe una búsqueda
de interés estético y otra publicitaria,
ambas valiosas y no descuidadas. En el
Catálogo, "L ’affiche de einéma” con
tiene el punto de vista del "metteur en
scéne” (L. Daquin), del distribuidor (M.
Gentel) y del director de publicidad (J.
M. Mounier).
COYA
La Institución Cultural Española, que
preside el conocido economista don Ra
fael Vehils ha organizado, en conmemo
ración del bieentenario del nacimiento de
Francisco de Goya, dos conferencias que
CHILE
Francisco Otta, prestigioso pintor che
co de larga residencia en Santiago de
Chile, expone en estas fechas en los sa
lones del Banco de Chile, bajo los auspi
cios del "Comité coordinador ínter-eslavo” .
Los aficionados al arte de Buenos Aires
recuerdan aún una brillante exposición
realizada por ese artista en los salones
Witeomb hace cosa de 'cuatro años, en
cuya ocasión la* crítica de nuestros gran
des rotativos le dedicó efusivos elogios.
'"T r a b a jo s ejecutados por alumnos de
la Academia de Bellas Artes de Cuyo,
vimos en la "Casa de Mendoza” . Artistas
insignes: el pintor Ramón Gómez Cornet,
el escultor Lorenzo Domínguez, los graba
dores Víctor Delhez y Sergio Sergi, son
los principales animadores ¡le ese conjunto
de jóvenes que hacen sus primeras armas.
Luis
Gouiland
M oren o.
Composición.
"'D esta ca m os: "Estudios de madera” ,
fotografías de Lux Elsner, en Salones
V iau ; y otras de George Friedman, en
el Instituto Francés de Estudios Supe
riores. Excelentes sus fotos de temas de
la tierra argentina.
'"T r e in ta óleos expone en "Mü'.ler” el
pintor Luis Gowland Moreno. Hemos gus
tado sus típicos rincones porteños vertidos
con honda pasión de alma y denso pin
celar en el predominio de ricos grises.
'"R eproducciones de obras famosas, clá
sicas y modernas, pueden admirarse en
"Peuser” . Han sido presentadas por Car
los Hirseh. También: Pintores antiguos
y modernos, dentro de la tradición fran
cesa, expuestos por el decorador parisiense
Andró Mauny.
'" R e z a en el catálogo de los trabajos de
los estudiantes mendocinos: "Consciente
de cuál es el problema del Arte en esta
hora, se impuso como lema que toda ex
presión artística para ser personal y libre
debe venir precedida del dominio de los
elementos plásticos, sin lo cual la apa
rente realización espontánea se trueca en
rutina e impotencia.”
H oracio March.
Calle de Colonia, Uruguay.
A rte Contemporáneo I taliano
manifiesto futurista pasa por ser
el punto de partida. Es casi exacto,
pero antes de hacer escuchar su pro
pia voz, esos jóvenes debieron acallar
la del llamado período umbertino, p ro
vinciano y pequeño burgués. La ge
neración que comienza a actuar en el
1900, no se limita al acostumbrado pa
pel de negadora y reemplazante de la
generación anterior, y como el arte se
salva siempre, los recién llegados son
los que, en el momento oportuno, dan
a la literatura, la pintura y la poesía
de Italia, la fisonomía de universalidad
y modernidad que venían necesitando.
El último ochocientos era falso y re
tórico, y era falsa y retórica la tra
dición en la cual se apoyaba; por eso,
había que liquidarlo conquistando las
tradiciones legítimas, las que implican
un verdadero sentido histórico, es decir
— T. S. Eliot— , el pasado como pre
sencia. El ímpetu renovador fué total.
Las revistas del tipo de la "Nuova An
tología” o la "Rivista d’Italia” , fueron
reemplazadas por "La Voee” o "Leonar
do” , firmes y ardientes. Empiezan para
el perfumado D ’Annunzio, los años de
agotadora supervivencia, fatigosa ca
rrera que terminaría ya sabemos cómo.
A Carducci se lo respeta, pero este gi
gante a destiempo no es guía adecuado
para los nuevos caminos. Con imper
ceptible ironía, la poesía se toma su
revancha mediante el alma "casalingha”
de los poetas crepusculares, de tonos
suaves, hondos, y bastante tisis funam
bulesca. Y la pintura toma también su
revancha. Durante el período umberti
no (¿quién no lo recuerda en las admi
rables páginas de las "Stampe delT
800” , de Aldo Palazeschif), la pintura
se mueve en un provincialigmd sin in
quietudes ni psicología, y se mueve en
el helenismo y prerrafaelismo dannunziano de fines de siglo, ilustrado por los
cuadras de Sartorio y De Carolis. Lo
superficial y lo 'agradable, Dianas y
Gorgonas, retratos de satisfechos y de
héroes griegos. Pero entretanto, junto
a los poemas crepusculares de Gozzano
o de Sergio Corazzini, hay otros pinto
res que nada tienen que ver con Sar
torio o De Carolis: los pintores líricos.
Hay en ellos una voluntad puesta al
servicio de un neorromanticismo triste,
literario, lleno de penumbras. El futu
rismo estaba próximo a estallar, y de
los líricos nos quedan los hermosos
cuadros de Beccarini, con sus bohemios
pálidos, inmateriales, tan alejados como
Beccarini mismo, de la vitalidad meri
dional y futurista de Umberto Boccioni.
E
l
* * *
Misterio y silencio son las sugerencias
de la pintura metafísica. En este ro
manticismo de lo. misterioso, como ha
sido llamado, los objetos son seleccio
nados con ardor intelectual y poético,
y de ese caos aparente de guantes de ci
rugía, yelmos viejos, plazas frías, es
cuadras y maniquíes, emana una simbología extraña y apasionada. Cualquier
objeto tratado por la pintura metafí
sica pierde su sentido y su valor indi
vidual, para ponerse al servicio de una
fábula que se desarrolla en el plano
ideal. La nueva tendencia con De Chirico y Carra como grandes animadores,
tuvo su centro polémico y teórico en
una revista fundada por el escritor
Mario Broglio, llamada "Valori Plastici”.
Cuando De Chirieo pintaba su "H éc
tor y Andrómaca”, en una portentosa
combinación de maniquíes imitadores
del hombre (el mundo de lo mecánico
es aporte típicamente futurista), con la
fábula pagana, terminaba la primera
guerra mundial. Ahora la voz de orden
es otra: la forma.- La perfección de la
estatuaria grecolatina y, naturalmente,
Ingres. "La diferencia entre los pinto
res metafísicos y los neoclásicos, dice el
crítico V. Costantini, está en el hecho
de que unos crean más bien una ficción
escénica, un ambiente, una composición
fabulosa; los otros, en cambio, ofrecen
una interpretación exquisitamente plás
tica.” Así son, en efecto, los desnudos
femeninos de F. C'asorati, de Sbisa o
de Antonio Donghi. Pero el contacto
con la pintura metafísica, no se ha per
dido del todo. Las figuras, graciosas y
armónicas, están compuestas con una
simplicidad esencial. Perfectas y frías,
adolecen de ese estatismo característico
de la pintura metafísica.
# * #
Después, llegaron los años de euforia
fascista. Exacerbada la idea de un arte
nacional italiano, despojado (la retó
rica al uso lo pedía a gritos) de toda
clase de ismos extranjeros, se buscó un
eclecticismo sin mayor preocupación de
escuela. El grupo inicial, siete pintores
entre los que se cuentan Bucci, Malerba y Mario Sironi, exhibe en la Exposi
ción Bianual de Veneeia del año 1924,
con la dirección espiritual de Margarita
Sarfatti. Nace así el Novecientos, nom
bre que se le da al grupo, y que rá
pidamente se difunde. Todos los artistas
italianos estuvieron presentes en las su
cesivas muestras del Novecientos,- reali
zadas en Italia y en el extranjero, pero
el telón de fondo, constantemente re
novado, sigue siendo hasta hoy la labor
infatigable y de permanente enseñanza
de De Chirieo, Carra, Severini y Morandi.
Alberto Girri.
'" D e la Colección Vicente Leveratto
(Van Riel) se pueden ver pinturas del
siglo xix. Se exhiben obras de Ménard,
Anglada, D. Morelli, H. Martin, Sivori, etc.
'"C esá reo Bernaldo de Quirós ocupa las
salas de "Witeomb” con sus 64 óleos que
comprenden dilatadas composiciones, figu
ras, naturalezas muertas y paisajes.
"'H o r a c io Butler ha llevado una Exposi
ción Retrospectiva de sus obras a "Im
pulso” . Documenta afirmativos avances
del artista.
"'E u g e n ia Crenovioh (Yente) expone
"Pinturas en relieve” en "Müller” , de al
cance constructivo.
" ‘ El grupo "Arte Concreto. Invención” ,
realiza una nueva presentación en la So
ciedad Argentina de Artistas Plásticos.
El grupo "M adi” lo hace en "Altamira” .
Se trata de testimonios que perfilan una
etapa del arte abstracto en la Argentina.
Cario Carrh. Naturaleza muerta.
�E cabalgata
que en este desnudo está ya actuando,
con sus más finas exigencias, aquel “ élan”
vital, aquel reconocimiento de la natura
leza, con su belleza y su crueldad — la
naturaleza incluso en la ciudad— que un
gran crítico del arte romántico definió
como la característica d© lo moderno. '
Pero Ingres, y aun Delacroix, no lle
garon a desatar los vientos que ese reco
nocimiento de la naturaleza, de su pode
río transformador, acabaría por imponer
más tarde. Le estaba reservada a Cézzane
la iniciación en el cumplimiento de tan
tremendo mandato. Y el gran maestro
pudo inaugurar la batalla de los nuevos
tiempos. La destrucción de las forma's,
gritaron los ensayistas, los críticos, el pú
blico. Invención de nuevas formas, res
pondieron los artistas* los poetas, los a fi
cionados más inteligentes. Y al pasar los
años, quizá ninguna de las partes tiene
razón. Al contemplar hoy estas cinco ba
ñistas de Cézanne, no podríamos hablar
seriamente de destrucción ni de invención.
Hay en ellas tal frescor de descubri
miento, tal fuerza real y poética, está
tan sentida la materia, su forma, su vida,
su color, que más bien se nos ocurre pre
guntarnos si la nueva escuela, llamémosle
así, no se habrá planteado por primera
vez con todas sus consecuencias, el apoderamiento, la posesión de las formas,
plenamente, violando las tinieblas con
vencionales, los engaños de la anatomía
inerte, del color heredado, de la actitud
que aconseja el canon.
G rom aire. Desnudo sentado en un sillón Luis XIII.
No, no es esto la deshumanización del
arte. Es, más bien, lo contrario, el gran
intento de hallar, de conquistar la huma
nidad de los grandes días, el torso heroi
co, el cansancio supremo de unos muslos
que antes sólo hubieran sido pintados por
su significación de belleza admitida, la
violencia de una cabellera que cae sobre
la espalda como un manojo de agrestes
y pardos matorrales.
Modigliani nos parece otra cosa: la
pintura e cosa mentale. ¿No extrema M q.-
Ingres.
La fuente.
Museo del Louvre.
1
A plena conquista del desnudo es algo que deberemos siempre al renaj cimiento. Anteriormente se habían hecho incursiones, heroicas aven
turas casi clandestinas. En el renacimiento el desnudo se impone como
uno de los mundos más legítimos de la pintura y ejerce desde entonces
su imperio sobre pintores y aficionados.
A través de su evolución, se ve mejor quizá que en cualquier otra
expresión pictórica, el desarrollo de las tendencias artísticas de los dos
últimos siglos. En esta página, verá el lector cinco obras maestras del
género. Presidiéndolas a todas, el ya famoso cuadro de Ingres, “ La
Souree” . Imagen entera, retrato clásico, estricta pureza lineal, como en
un claro espejo fiel al modelo que recoge en su azogue. Ahora que la
gran batalla Ingres-Delacroix nos parece más que batalla un diálogo fra
ternal, cuando vemos hasta qué punto estaban ambos enmarcando, cada
uno a su modo, el campo inagotable del romanticismo, no podemos dejar
de ver cuánto sentimiento hay en esta figura de tan fría apariencia,
cuánta ordenada libertad en ese dibujo que pudo parecer nada más que
cálculo. Y, si se piensa en los desnudos clásicos de la línea no román
tica, es decir, si se excluye a Tiziano, a Tintoretto, a Eubens, veréis
M odigliani.
Desnudo.
digliani la helada y ardiente inteligencia
de Ingres? ¿No busca otras conquistas?
Acaso sea el pintor contemporáneo que
más ha buscado lo ideal, como si se sin
tiera el guardián de la gran tradición:
emplea, seleccionándolos, todos los medios
de la pintura moderna, para salvar el
tesoro de Leonardo. Y, más allá, la lumi
nosa y delgada, ideal expresión prerrenacentista. Aunque una característica pre
cisión, cruel, intensa, lúcida, le preste un
paradójico fulgor romántico.
CINCO DESNUDOS
Por JULIO C. FIGUEROA
El desnudo de Matisse, “ Femme nue
sur un fauteil rouge” , condensa los lu jo
sos valores de su pintura. En .un estudio
reciente dec'a Louis Aragón que es Ma
tisse el pintor del lujo, del lujo mere
cido, con el que sueña el hombre de nues
tro tiempo, de todos los tiempos. Y el
ocio delicado, el bueno, parece regir la
forma de este desnudo, y una elegancia
lejos de toda posible muñequería -—lejos
del consabido hipódromo, de la soirée, del
salón de belleza— envuelve todo el cuadro.
No se sabe qué misteriosa castidad, qué
salud insospechada, qué virtud natural,
hace de este desnudo algo que contrasta
profundamente con su primer aspecto
decorativo, con el extraordinario lujo que
en él vemos.
Gromaire tiene más novelería. Su des
nudo, “ Nu au fauteil Louis N III” , recu
pera los derechos literarios de la pintura,
imponiéndolos CQn pasión y arte eézanneseos. Trata la forma como un problema
de geometría para resolverlo luego con
apetito de libertad, para desencadenar
luego, dentro de una elipsis, toda la am
plia violencia de una recta, una recta
sensual, viva, tan sinuosa y llena de tem
blor como una curva despeñada.
Henri Matisse.
Mujer sentada en un sillón rojo.
Cinco desnudos. Cinco nombres repre
sentativos en la historia de la pintura
moderna, desde el romanticismo hasta
nuestros días. Indudablemente, faltan
grandes maestros y escuelas enteras en
esta página. Pero Ingres, Cézanne, Matis
se, Modigliani, y Gromaire, pueden, por
sí solos, hacernos recordar con todos los
derechos, uno de los más apasionantes
géneros de lá pintura: el desnudo.
Cézanne.
Cinco bañistas.
Colección Bames Foundation.
�CUENTO POLICIAL
cabalgata©
(V ien e
del
número
anterior.)
de nosotros a la puerta, y los
demás a cada ventana. Macbride
tiene aquí una escalera para trepar a la
ventana alta.
Mr. H om e Fisher, el lánguido secreta
rio, se volvió a su distinguido pariente
y habló por primera vez en la noche.
— Creo que voy a convertirme a la es
cuela cockney de psicología — susurró
con voz apenas audible.
Los otros parecían reaccionar igualmen
te a la influencia de Wilson, cada uno
a su manera, pues el grupo comenzó a di
solverse en la forma indicada. Morton
se encaminó a la ventana inmediata a él,
donde el oculto fugitivo acababa aparen
temente de apagar su vela. Nolan, algo
más hacia el oeste, acudía a la siguiente
abertura, mientras Wilson, seguido por
Macbride, que llevaba la escalera, rodea
ba la torre para alcanzar las dos venta
nas traseras. Seguido por su secretario,
sir Walter Carey echó a caminar circu
larmente en demanda de la única puer-
U
no
i : 'te
éa #
::.
-
LAS FUGAS DEL PRINCIPE
P o r G. K. C H E S T E R T O N
y el ruido de una silla al caer, indicaron
que el intrépido londinense había conse
guido finalmente introducirse en la ha
bitación. Siguió entonces un raro silencio,
y sir Walter, acercándose a la ventana
entre el humo ya menos espeso, miró hacia
el interior del hueco cascarón de la an
tigua torre. Aparte de Wilson, que mira
ba en torno suyo con asombro, no había
nadie allí.
El interior d© la torre era un sencillo
cuarto vacío, cuyo moblaje constaba de
una rústica silla de madera y una mesa
donde se veían plumas, tinta, papel y el
candelero. En la mitad de la pared, en lo
í
'vSÍ-'
ta, queriendo solicitar admisión de una
manera más regular.
-—|Estará armado, n a tu r a lm e n t e ?
— preguntó con aire casual.
— Por lo que sé — repuso Home Fisl}¿.er— , nuestro hombre puede emplear un
candelero con más éxito que otros una
pistola. Pero seguramente también lleva
rá la pistola.
Aun estaba hablando cuando la pre
gunta fué contestada con lengua de true
no. Morton terminaba de situarse frente
a la ventana más próxima, sus anchas
espaldas bloqueando la abertura. Por un
instante se le vió iluminado desde el
interior con un fuego rojo, seguido de
una aterradora sucesión de ecos. Las
cuadradas espaldas parecieron cambiar
de forma, y la pesada figura cayó entre
los altos y ásperos pastos al pie de la
torre. Una humareda flotaba desde la.
ventana, como una nubecilla. Los dos
hombres corrieron para levantarlo; pero
estaba ya muerto.
Sir Walter se enderezó, gritando algo
que no fué escuchado entre el estampido
de la segunda descarga; tal vez la policía
vengaba a su camarada desde el otro
lado de la torre. Fisher corrió hacia la
siguiente ventana, y su grito de asombro
atrajo sin tardanza a su pariente. Nolan,
el policía irlandés, estaba caído cuan
largo era sobre el pasto, rojo de sangre.
Aun vivía cuando se inclinaron a su
lado, pero la muerte asomaba a su ros
tro y apenas alcanzó a hacer un gesto
final para indicarles que todo era inútil,
murmurando una palabra inconclusa y es
forzándose heroicamente en señalar el si
tio donde, sus restantes compañeros sitia
ban la parte posterior de la torre.
Estupefactos por esas rápidas y repe
tidas escenas, los dos hombres sólo pu
dieron obedecer vagamente el gesto y en
caminarse hacia las ventanas traseras.
Allí los esperaba un espectáculo igual
mente violento, aunque menos trágico y
definitivo. Los dos restantes oficiales
no estaban muertos o malheridos, pero
Macbride yacía con una pierna rota y la
escalera caída sobre él, lo que probaba
que lo habían rechazado desde la ventana
alta de la torre. Wilson aparecía de
bruces, muy quieto y como insensible, el
rojo cabello entre los pastos grises y pla
teados. Su desmayo, con todo, era mo
mentáneo, pues cuando los otros se le
acercaron empezó a moverse y a tratar
de pararse.
— ¡P or Dios, esto ha sido como una
explosión! -—gritó sir Walter.
No hallaba otra palabra para explicar
esa energía extraterrena por la cual un
solo hombre acababa de lanzar en el mis
mo instante la muerte y la destrucción
sobre los tres lados del pequeño triángulo
de las ventanas.
Wilson había conseguido ponerse de
pie, y con espléndida energía se lanzó
nuevamente a la ventana, revólver en
mano. Tiró dos veces contra la abertura
y lo vieron perderse dentro, envuelto en
su propio humo. El golpe de los zapatos
alto, divisábase una tosca plataforma de
madera situada debajo de la ventana su
perior; no era más que un hueco o, mejor
aún, un ancho anaquel. Sólo se lo alcan
zaba mediante una escalera, y parecía
tan vacío como las vacías paredes.
Wilson completó su inspección del lu
gar, y se detuvo a contemplar las cosas
sobre la mesa. Silenciosamente apuntó con
el dedo la abierta página del gran cua
derno. En la mitad de una palabra, el es
critor había cesado bruscamente en la
tarea.
— D ije que era como una explosión
— afirmó por fin sir Walter Carey— .
Realmente parece que hubiera explotado
de pronto. Pero al hacerlo ha conseguido
desvanecerse sin siquiera tocar la torre.
Estalló como una burbuja, y no como una
bomba.
— Alcanzó a tocar cosas mucho más
valiosas que la torre — dijo amargamente
Wilson.
_
Hubo un largo silencio, que sir Walter
interrumpió por fin con voz preocupada.
— En fin, Mr. Wilson, yo no soy un de
tective, y este desdichado suceso lo deja
a usted al frente de la tarea. Lamenta
mos, claro está, la causa de tan brusca
promoción; pero me complazco en decirle
que personalmente tengo amplia confian
za en su capacidad para llevar adelante
la tarea, i Qué cree que debemos hacer?
Wilson pareció arrancarse a su depre
sión, y agradeció las palabras de sir W al
ter con una cordialidad mayor de la que
hasta entonces mostrara a nadie. Llamó
a unos pocos policías para que lo ayuda
ran a seguir la requisa en el interior de
la torre, mientras el resto se lanzaba a
una expedición de reconocimiento en los
páramos.
— Me parece — dijo— que lo primero es
asegurarnos bien de lo que hay aquí aden
tro, y averiguar si pudo escapársenos f í
sicamente de alguna manera. Sin duda
el pobre Nolan hubiera hablado otra vez
de su fantasma, y sostenido que la cosa
era p o s ib le ... sobrenaturalmcnte. Pero
los espíritus inmateriales me tienen sin
cuidado cuando enfrento hechos concretos.
Estos hechos son para mí una torre vacía
donde hay una escalera, una silla y una
mesa.
— Los espiritistas — observó sir Wal
ter— sostendrían que los espíritus pueden
utilizar una mesa de variadas maneras.
— Tal vez sí, pero-sólo si los espíritus
estuvieran sobre la m esa ... y encerrados
en una botella — repuso Wilson con una
mueca de sus pálidos labios— . Cuando
las gentes de los alrededores están satu
radas de whisky irlandés, son capaces de
creer cosas semejantes. Me parece que
haría falta un poco más de educación en
este país.
Las espesas pestañas de Horne Fisher
se agitaron en una débil tentativa por
levantarse del todo, tal como si se sintie
ra tentado de protestar perezosamente
contra el tono despectivo del investigador.
— Los irlandeses creen demasiado en
los espíritus para aceptar el espiritismo
alejándose un poco para mirar por la
— murmuró— . Saben demasiado acerca
de ellos. Si quiere usted simples y pue ventana.
Siguió otro silencio, roto al fin por la
riles creencias sobre fantasmas que se
serena voz de sir Walter.
aparecen, las encontrará en su amado
__ 4Qué se te ha metido en la cabeza,
Londres.
Fisher? 4Tienes una nueva teoría de cómo
— No me interesan en ninguna parte
el individuo consiguió escapar del cerco
— repuso secamente Wilson— . Digo que
estoy enfrentando cosas más simples que que le tendimos!
__No se escapó del cerco — repuso el
eso que usted llama "simples creencias” :
enfrento una mesa, una silla y una esca hombre asomado a la ventana, sin darse
vuelta— . No se escapó del cerco simple
lera. Y sobre ellas digo lo siguiente: han
mente porque nunca estuvo dentro. Ni
sido fabricadas toscamente y con madera
siquiera se hallaba en la torre, por lo
común, pero la mesa y la silla son nuevas
y están comparativamente limpias. La es menos en el momento que la rodeamos.
calera, en cambio, se ve cubierta de polvo
Giró, apoyando la espalda en la venta
y hay una telaraña en el escalón superior.
na pero a pesar de su manera descuidada
Eso significa que nuestro hombre se pro de siempre, a ambos les pareció que el
curó las dos primeras en alguna cabaña,
rostro en sombras había palidecido un
tal como lo suponíamos, mientras que la
poco.
escalera ha estado largo tiempo en este
— Empecé a imaginarme algo por el es
sucio rincón polvoriento. Probablemente
tilo cuando aun estábamos lejos de la to
se contaba entre el moblaje original; es rre — dijo— . 4No se fijaron en esa osci
parte de la herencia en este magnífico
lación de la vela antes de apagarse? Tuve
palacio de los reyes irlandeses.
la seguridad casi absoluta de que era el
Otra vez lo miró Fisher pojventre las
último chisporroteo que hace la mecha
pestañas semicerradas, pero pareció de antes de apagarse sola por falta de com
masiado soñoliento para hablar, y Wilson
bustible. Y luego entramos aquí y vi esto.
continuó con sus teorfas.
Apuntó a la mesa, y sir Walter contuvo
— Resulta harto evidente que algo muy
el aliento como en una especie de apagada
extraño ha ocurrido hace un momento en
maldición contra su propia ceguera. Por
este sitio. Mi parecer es que existen diez
que la vela del candelero estaba totalmente
probabilidades contra una de que haya
consumida y había terminado por apagar
aquí algo que no conocemos. Es posible
se dejándolo, al menos mentalmente, en la
que nuestro hombre viniera a la torre
más absoluta oscuridad.
porque sólo en ella podía llevar a cabo
— Además hay una especie de problema
algo semejante. Aparte de esa ventaja,
no me parece un lugar muy hospitalario. matemático — agregó Fisher, retrocedien
Pero él la conocía desde hace mucho, pues do con su blanda manera de siempre y
dicen que perteneció a su familia. Obser mirando las desnudas paredes como si
trazara en ellas imaginarios diagramas— .
ven que, reuniendo todos los elementos,
No es tan fácil, para un hombre situado
los vemos apuntar hacia algún detalle de
en el centro de un triángulo, encarar a la
la construcción en sí.
vez sus tres lados; en cambio, para un
— Me parece un excelente razonamiento
— observó sir Walter, que había escucha hombre colocado en el tercer ángulo, es
do con mucha atención— . Pero 4cuál será muy fácil encarar a los dos restantes al
mismo tiempo, especialmente si se en
ese detalle?
cuentran en la base de un triángulo isós
— Ahora comprenderán mi alusión a la
celes. Pido perdón si esto suena como una
escalera — prosiguió el detective— . Es la
clase de geometría pero. . .
única pieza realmente antigua del moblaje,
— Me temo que no tengamos tiempo
y lo primero que atrajo estos ojos tan
para aprenderla — dijo fríamente Wilcockney que tengo. Pero hay algo más:
— Si realmente ese hombre vuelve a
el hueco de arriba. A primera vista pare
la torre, debo dar mis ’
s sin perder
ce un desván para guardar trastos, sólo
que no hay allí ningún trasto ahora. Has un momento.
— Con todo, creo que seguiré üiclanu.'
ta donde alcanzo a verlo, está tan vacío
clase — dijo Fisher mirando al techo con
como el resto del aposento, y por eso no
me explico de que haya una escalera apo insolente serenidad.
— Pues yo debo pedirle que me deje
yada contra él. Ya que nada de raro hay
aquí abajo, opino que puede ser bueno llevar adelante la investigación de acuer
do con mis métodos — dijo firmemente
echarle una ojeada.
Wilson— . Ahora soy el oficial a cargo de
Abandonó vivamente la mesa sobre la
cual se sentaba (porque la única silla esto.
había sido concedida a sir Walter) y
corrió con rapidez a la escalera que lle
vaba a la plataforma superior. Los otros
lo siguieron al punto, aunque Mr. Fisher
se quedó último, mostrando un aire de
considerable negligencia.
Una nueva desilusión los esperaba en
lo alto. Wilson exploró cada rincón como
un "terrier” y examinó el techo adoptan
do posturas de mosca; media hora más
tarde hubieron de confesarse que aun ca
recían de una huella. El secretario priva
do de sir Walter mostraba más y más
las señales de una desconsiderada somno
lencia; y habiendo subido último la es
calera, ahora parecía faltarle energía para
retornar al piso bajo.
— Vamos, Fisher — llamó sir WTalter
cuando estuvieron otra vez en el aposen
to— . Tenemos que decidir si hacemos
pedazos esta torre para descubrir de qué
y cómo está hecha. /
— Ya bajo — respondió la voz por sobre
sus cabezas, una voz en la que asomaba
la sugestión de un inarticulado bostezo.
— fPero qué estás esperando? — pregun
tó sir Walter con impaciencia— . ¿Es
que has visto algo ahí arriba?
— Bueno. . . Sí, en cierto modo — repu
so vagamente la voz— . La verdad es que
ahora lo veo con perfecta claridad.
— i Qué cosa ve con claridad? — pregun
tó ásperamente Wilson, desde la mesa
donde había vuelto a sentarse y agitaba
sin descanso las piernas.
— Veo un hombre — dijo Horne Fisher.
Wilson saltó de la mesa como si le hu
bieran dado un puntapié.
— JQué quiere decir? — gritó— . 4Cómo
puede ver a un hombre allí?
— Lo veo por la ventana — repuso blan
damente el secretario— . Lo veo que esta
cruzando los páramos. Viene en línea rec
ta en dirección a la torre, y es evidente
que se dispone a visitarnos. Pero a juz
gar por la persona que parece ser, creo
que la buena educación nos impone que
lo recibamos en la puerta.
Y el secretario descendió de lo alto
con su habitual tranquilidad.
— 4La persona que parece ser ? — repitió
Wilson estupefacto.
— Si — observó Horne Fisher suavemen
__ Sí, creo que es el hombre que ustedes
llaman Príncipe Michael — observó livia te, con un acento que heló a los que lo
namente Mr. Fisher— . Para decir la ver oían— . Sí, p e r o ... 4por qué?
Sir Walter estaba asombrado; jamás
dad, estoy seguro. He visto los retratos
había visto a su joven y lánguido amigo
en poder de la policía.
Hubo un silencio de muerte, y la mente en una actitud semejante. Fisher miraba
habitualmente serena de sir Walter pare a Wilson, y bajo sus levantadas cejas se
veían sus ojos velados por una especie de
ció convertirse en un remolino de viento.
— ¡P e r o .. . maldito sea todo esto! — ru película como la que asoma a los ojos del
gió al fin— . Aun suponiendo que su águila.
propia explosión lo hubiera proyectado
—4Por qué es el oficial a cargo de
a media milla de aquí sin pasar a través esto? — repitió— . 4Por qué puede ahora
de las ventanas; aun suponiendo que hu llevar adelante la investigación a gusto
biera quedado lo bastante ileso para dar
suyo? i Qué ocurrió, me pregunto, para
un paseo. . . 4por qué demonios tendría
que los oficiales superiores no estén ya
que volver aquí ahora? Que yo sepa, el aquí para oponerse a lo que usted haga?
asesino no se apresura tanto por retornar
Nadie habló. Y es imposible decir en
qué momento uno de ellos hubiera reco
a la escena de su crimen.
brado la suficiente serenidad para res
— Es que todavía no sabe que ésta es
ponder, cuando un ruido vino de afuera.
la escena de su crimen — respondió la voz
Era el pesado y hueco resonar de un
de Horne Fisher.
— 4Qué diablos quieres decir? 4Lo su golpe contra la puerta de la torre, y para
sus agitados espíritus resonó extrañamente
pones tan desmemoriado!
-—No, sino que en realidad ésta no es parecido al martillar del destino.
El maderamen de la puerta se sacudió
la escena de su crimen — repuso Fisher
en sus oxidados goznes, bajo la mano que
lo golpeaba, y el Príncipe Michael hizo su
entrada en el aposento. Nadie sintió la
menor duda acerca de su identidad. 8u
liviano traje, aunque maltratado por sus
aventuras, era de un corte fino y hasta
afectado. Usaba una barbilla en punta,
tal vez como una lejana reminiscencia de
Luis Napoleón, pero su figura era mucho
más alta y esbelta que la de su prototipo.
Antes de que nadie pudiera hablar, si
lenció a todo el mundo con un simple pero
espléndido gesto de hospitalidad.
— Caballeros — dijo— , ésta es ahora una
morada muy pobre, pero ustedes son bien
venidos a ella.
Wilson fué el primero en recobrarse, c
hizo un movimiento hacia el recién llegado.
— Michael O’Neill, lo arresto en -nombre
del rey por el asesinato de Francia Mor
ton y James Nolan. Es mi deber adver
tirle. . .
— ¡No, no, Mr. Wilson! — gritó súbita
mente Fisher— . ¡Usted no cometerá un
tercer crimen!
Sir Walter Carey se enderezó tan brus
camente que su silla cayó hacia atrás con
estrépito.
— ¡ Qué significa esto? — gritó cbn voz
autoritaria.
— Significa — repuso Fisher— que este
hombre, Hooker Wilson, tan pronto hubo
asomado la cabeza por esa ventana mató
a sus dos camaradas que estaban haciendo
lo mismo en las restantes, disparándoles
a través de la habitación vacía. Eso es lo
que significa. Y si quieres la prueba,
cuenta las veces que aparentemente des
cargó el revólver. . . y fíjate luego en las
balas que le quedan en el cargador.
Apoyado aun en la mesa, Wilson alar
gó rápidamente la mano hacia el arma
que yacía a su lado. Pero el siguiente
movimiento fué el más inesperado de to
dos, pues el Príncipe, de pie en la entra
da, pasó bruscamente de la dignidad de
una estatua a la rapidez de un acróbata
v arrebató el revólver de la mano del
detective.
__¡P e r r o !... — gritó— . ¡Así que eres
tú el prototipo de la verdad inglesa, como
yo lo soy de la tragedia de Irlanda!
¡ T ú . .. que viniste a matarme por entre
la sangre de tus hermanos! Si hubieran
sucumbido en una pelea en las colinas
lo habrían llamado asesinato, y sin em
bargo perdonarían tu pecado. Pero a mí,
a mí que soy inocente, me matarían con
toda ceremonia. Sí, con largos discursos
y pacientes jueces escuchando mi inútil
clamor de inocencia, anotando en sus li
bros mi desesperación y negándose a ha
cerle caso. ; Sí, es eso lo que yo llamo
asesinato! ¡I'- ro matar pudtle no ser ase
sinato! ¡En este revólver queda una bU K
y yo sé para quién está destinada!
Wilson giró rápidamente sobre la mesa,
pero mientras lo hacía su rostro se con
trajo de dolor, porque Michael lo baleó en
el mismo instante; su cuerpo cayó fuera
de la mesa como un saco.
Los policías corrieron a levantarlo. Sir
Walter permanecía sin habla. Entonces,
con un extraño y cansado gesto, Horne
Fisher murmuró:
— Realmente es usted el tipo de 13 tra
gedia irlandesa. Tiene todo el derecho >'
la razón, y sin embargo acaba de malo
grarlos en un segundo.
La cara del Príncipe pareció de mar
mol por un momento; después asomo a
sus ojos una luz semejante a la desespe
ración. Riendo con brusquedad, tiró a
suelo la humeante pistola.
— Sí, acabo de malograrlo todo —di
jo— . He cometido un crimen que puede
acarrear una maldición sobre mí y so re
mis hijos.
Home Fisher no parecía enteramente
satisfecho con su súbito arropentimien o.
Mantuvo los ojos fijos en el hombre, y
preguntó en voz baja:
— ¿A qué crimen se refiere!
— El de ayudar a la justicia inglesa
— repuso el Príncipe Michael—• He ven^
gado a los oficiales de su rey; he eum
(Continúa página 19.)
�se inaugurará en Lausana, en
el Palacio Rumine y bajo los aus
picios de la Asociación Francesa de
Acción Artística y de la Sociedad de
Intereses de Lausana, la exposición de
gobelinos franceses, fechados algunos
en los comienzos de la famosa fábrica.
ronto
P
M. Georges Fontaine, director en Pa
rís del Mobiliario Nacional, principal
organizador de la exposición, ha queri
do hablarnos del tem a:
— Es, de cierto modo, una exposición
retrospectiva de gobelinos, desde su
creación, que se inició en 1662. Cada
sala ilustrará un período de la historia
de la fábrica y las dos primeras son
dedicadas a Le Brun, quien fuera el
fundador. Primeramente exhibiremos
su obra "Las musas” y luego sus "E s
taciones” y después una serie de tapi
ces que consagran su triu n fo: "La re
novación del Tratado de Alianza de los
suizos con el rey” , que pertenece a
una serie de tres piezas, referentes a
Luis X IV . Figurarán al lado de ellas
se exhiben las piezas de motivos orien
tales, entre las cuales "E l elefante”, se
gún dibujo de Desportes, hechas de
acuerdo con los cartones entregados a
Luis X I V por Mauricio de Nassau; y
además dos piezas en las cuales el mo
tivo principal no ocupa más que un pe
queño espacio central, como en las obras
de Boucher "Verturune et Pomone” o
en la "Historia del Quijote” , de Coypel.
En fin, antes de abordar a los con
temporáneos, se expondrá una serie de
grandes cortinados de Trecy, de Louonet, de Van Loo y de Natoire.
>
Preguntamos si el siglo xix no figu
raría entre las obras expuestas, y nos
dicen que no, dados los límites impues
tos y además por ser el siglo xix el
menos brillante en el dominio del tapiz.
M. Fontaine nos informa que ha
tratado de dar una idea general de los
modernos autores. Se ha expuesto un
tapiz de Lurgat, que exhibe otra obra
en la exposición de pintura francesa
en B erna: "La Ruta de Indias”, de Cé-
AtMj
r
^
*
1
\
"v
í
El elefante.
LOS GOBELINOS FRANCESES
EN LAUSANA
La Bretaña.
tres obras más, muy notables, de Le
Brun, que describen la historia de Ale
jandro Magno, y dos obras de Poussin,
que describen la historia de Moisés.
La muerte de Colbert, acaecida en
1683, contribuyó a la caída en desgra
cia de Le Brun, que había sido su pro
tegido. Le Brun permaneció, a pesar
de todo, de director de la fábrica de
gobelinos hasta su muerte, es decir, has
ta 1690, pero ya no se tejían sus obras,
sino las de los italianos, como Rafael,
y las de los flamencos. Muchos tapices
de dichos autores, como también uno
de Mignard, que fuera sucesor de Le
Brun, figurarán en la tercera sala, que
representa la Galería de Saint-Cloud.
La cuarta sala es la del siglo xvm . En
ella los tapices son menos importantes
y destinados más bien a departamentos
que a palacios; los personajes son di
bujados en más pequeña escala, como
ser los cortinados de "Los dioses” de
Audran. En otras dos pequeñas salas
"OPEN
ria, "E l Asia” de Dubreuil, "La Savana” de Valde Barbey y, en la gran
escalera de honor, dos obras terminadas
una en 1945 y otra en 1946: "Las Ven
dimias” de Savin y "Bretaña”, de Jeau
Bouchaud, que revelan la nueva técni
ca y el empleo de tinturas vegetales.
— ¿Existen nuevas tendencias en el
arte del tapiz moderno?
— Nos vamos alejando del arte pic
tórico propiamente dicho y los artistas
trabajan sobre planos más bien conce
bidos para decoración mural.
Sin embargo, para dar una idea de
PLAN ”
Fachada y jardín.
aquí un excelente ejemplo de la moderna tendencia arquitectónica, general
mente llamada “ Open Plan” (plano abierto). Entre las principales caracterís
ticas de la misma está el uso del vidrio. Grandes ventanas que son prácticamente
paredes de cristal. Espacio que puede ser dividido por paredes corredizas o mante
nerse libre formando entre varias habitaciones un solo ambiente. De este modo
H
e
l
— Los resultados, ¿son más satisfac
torios? — preguntamos.
—-Tal vez los colores se desvanezcan
un poco más pronto, pero de manera
uniforme, mientras que con los colores
sintéticos se producen pérdidas de to
nalidades que falsean completamente
las relaciones de los matices y sus va
lores.
■
h v r
J
Franceses y suizos renuevan su alianza.
las tendencias actuales, expondremos
maquettes de tapices actualmente en
fabricación, de Paulina Pougnier, Sa
vin, K asakoff, Brianchon, etc., que ha
rán poner en relieve, aun más, los con
ceptos modernos.
pueden estar sin división el living y el co
medor, al mismo tiempo que la biblioteca
y la sala de música están abiertas hacia
el hall: este aprovechamiento del espacio
en todas sus posibilidades es lo que consti
tuye la base del “ open plan” .
Las grandes ventanas o paredes de cris
tal permiten apreciar una gran extensión
del paisaje y al mismo tiempo la casa re
cibe plenamente los beneficios solares.
En este caso, la casa está orientada
frente al sur para aprovechar la luz, pero
protegiéndose del resplandor del verano
por medio de un alero. En invierno, por
estar más bajo el sol, puede penetrar, sin
que el alero le estorbe, a las habitaciones.
Los ventanales, en este tipo de construc
ción moderna, no pueden ser causa de
pérdida de calor en las habitaciones, pues
los vidrios son de fabricación especial y
dobles, de modo que tienen espacio para
aire y de este modo aíslan la temperatura
exterior de la interior.
Se trata do una casa más bien lujosa.
Tiene cuatro habitaciones principales con
cuatro baños, y un ala para el servicio
con tres habitaciones y un baño. Grandes
ventanas frente al sur dan a una ancha
terraza en el primer piso y en el segundo
a una azotea.
La exhibición, que durará todo el
mes de abril, coincide en parte con la
exposición de pintura francesa, inaugu
rada en la Kunsthalle de Berna. Ambas
constituyen las más importantes mani
festaciones de arte extranjero realiza
das en Suiza después de la guerra. Una
y otra contribuirán a unir más estre
chamente que nunca las relaciones cul
turales entre Francia y Suiza.
E xclusivo A . F . P.
Interior "espacial’ '.
La fotografía del interior muestra a la izquierda el salón de juego y el respaldo
del sofá del living. Obsérvese, además, la divisoria de las paredes corredizas o ple
gables. Las alfombras son del mismo color en las tres piezas. Cuando se construyó
el piso de la habitación principal se reservó espacio para la planta que se observa
en la foto, y que crece dentro del mismo, sobre tierra dispuesta al efecto.
A rquitecto: Sam uel A .
M a rx . —
Foto grafías: H edrich-B lcssina.
�CUENTO
abalgata©
NOVA
Editorial
PRESENTA:
HISTORIA DE LA FISICA
Por Paul F. Schurmann.................. 8 4 8 .25 siglos de la evolución de la Física, con sus conceptos, doctrinas, hipó
tesis, teorías, descubrimientos e inventos.
1500 sabios, con su biografía y
Ja critica de su obra, con sus luchas, aciertos y errores, decepciones y triunfos.
f ís ic a
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P A G IN A S
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L A M IN A S
to m o s
FUERA
DE
CUBÍrERTAU¿N SCOLORESDERNACION EN L° NETA Y S° BRE
Colección EL ARBOL DE LA CIENCIA
L O S P L A S T I C O S , A lg o que Todos Deberíamos Saber
por B esnard W o l f e ..................................................................................................... $
6.
Historia completa del hallazgo más sensacional: los materiales plásticos,
uetallad a descripción desde sus comienzos, sus realizaciones presentes y sus
perspectivas. L a utilización del material plástico es la más prodigiosa revo
lución del mundo actual.
E L A M O R V IS T O PO R U N P S IC O L O G O
por T heodo » R e i k ............................................................................................................ $ 7 .—
^ p S<*C
‘ nv' tac'ón a* amor de Platón hasta las nuevas leyes del amor
en rreu d no se ha escrito nada tan original en torne a este misterioso
tema. Las delicadezas del amor tamizadas a través de la investigación psicoanalitica.
Colección NUESTRA DEUDA CON GRECIA Y ROMA
V IR G IL IO Y SU IN F L U E N C IA H A S T A E L M U N D O D E H O Y
por J. W . M a c k a i l ............................................................................................................ $ 6 ._____
El más maravilloso poeta de todos los tiempos visto en su vida de acción,
descubierto en la armonía de sus versos y localizado en su convivencia con
nuestra alma. Ene. en tela.
E L P L A T O N IS M O Y SU IN F L U E N C IA
por A lpked E dward T a y i . o r .......................................................................................$
6 .—
N o hay pensamiento ni norma de vida que no esté bajo la influencia de
Platón. L a clave de todos los secretos desde la poesía a la política está en
el platonismo, de ahí su actualidad. Ene. en tela.
D E M O S T E N E S Y SU IN F L U E N C IA
por C harles D a r w in A d a m s .................................................................................... $
6 .—
Las más poderosas naciones en los momentos de mayor peligro han recla
mado a sus estadistas una oratoria demosteniana, que hacia cimbrear al
Pueblo como el viento al trigo.
La historia de esa tormenta es este libro.
Ene. en tela.
HOMERO Y
por J o h n A .
SU IN F L U E N C IA
S c o t t ..................................................................................................... $
6.—
La más intensa y extensa influencia homérica, desde que surgen los dos
grandes poemas inmortales — la Iliada y la Odisea— hasta nuestros días
de epopeya y alta poesía. Ene. en tela.
TRES
PIES A L
GALGO
Por MARIA TERESA LEON
— ¡Salta, salta! ¡N o te mojes los
pies!
Teresa saltó muy arrebolada, muy
sorprendida de aquel grito del profe
sor.
("Y a salté, ya salté. ¿V es? Ya salté
como cualquier ser humano, algo más
torpemente, si quieres, algo menos ar
moniosamente que una bailarina . . .
Pero crucé el regatilo sin- salpicarte
los pantalones.” )
Teresa no le dijo esto ni nada, pero
siguió oyéndole.
— Me duele verte torpona, mujer.
("Sí, torpona. ¿ Y tú? ¡T ú con ese
cuello vaciado en yeso para andar por
el cam po! ¡ Tú con ese sombrero ri
dículo de procesión del Corpus! ¡ Yaya 1
Lo que es conocerte, amiguito.” )
Se dieron el brazo. Teresa, recia
mente apoyada en la encina marital,
para no caer; la encina, extendiendo
sus ramas, cumpliendo, como si en ellas
se hubiese posado un pájaro demasia
do grande.
— Estoy orgullosa de ti. Sabes andar
por el campo.
La encina marital agitó sus duras
hojitas, sonriendo.
— Sabes andar, sí. Conoces las pie
dras donde pones el p ie: aquí un cuar
zo, más allá g ra n ito ... Me ha ro
zado una pizarra . . . Y o sólo sé que
aquí hay fango y más allá piedras.
La encina marital relucía.
— Y no hay pájaro que se te ponga
por delante que tú no sepas si es una
garza, o un ruiseñor, o una abubilla,
o una alondra. ¡A y , cristiano! ¡Y o
sólo conozco las perdices, y eso que
a veces las confundo con los tordos!
Eso sí que no. ¡A mí no me engañas
tú! Bueno, si esto es el matrimonio,
yo soy feliz. Pero i es esto el matrimo
nio? ¡Qué de atenciones! Estamos en
perpetuo baile. — Teresa, primero, la
esposa. — Pero hombre. Pasa sin re
milgos; pasa, que se me cae la fuen
te. — Jamás. Primero, tú. Y se nos
caía la fuente, manchábamos la al
fombra, y yo tenía que arrodilarme,
frotándola cubierta de lágrimas. Pero
era amor. Dicen eso, por lo menos. El
desmedido amor profesoral y dorado
del hombre de las gafas de oro. ¿No
lo quise yo así? Seguramente, ésas
fueron las apariencias. ¡Qué dolor! Me
engañaron entre todos. No, si fui yo
la tonta que se empeñó en cazarlo.
Venía a casa de los padrinos, cuando
yo era una desconsolada huérfana,
acompañado de Mosén Ciutat. Al poco
tiempo del visiteo, me dijo la madrina:
— ¿L o quieres? ¿No es verdad que si?
— Pero ¿a quién de los dos? — ¡Tonta!
Al Mosén. Ve y que te aconseje. El
Mosén me aconsejó según su concien
cia. ¡Pobre señor! Me enumeró una
sarta de las virtudes de su acompañan
te, secas como pajaritos enfilados por
el agujero de la nariz. Pero yo las es
cuchaba reviviéndolas,) calentándolas,
creyéndolas.. . Y un día, al casarme, se
me volaron de las manos. . . ¿ Qué mar
ca toca hoy? La trece. Trece años sa
ludándonos todas las mañanas y des
pidiéndonos todas las noches: — Adiós,
Teresa. — Adiós, Serafín.” )
-Te encuentro mala cara.
-Debe ser esta luz amarilla que lía-
gustaba a través del cristal de los balcones que se interponía siempre, D»!
:nián, el lobero. Damián era el cazador
que mataba más lobos cuando la ne
visca cruda nos envolvía con insisten
cia. Damián, cuando yo era demasiado
chica para acordarme, mató un oso
Trajeron al oso nmarrado por las pa]
tas, colgando de un palo. El palo ¡ñ
llevaban dos espoliques del médico
Detrás, media serranía, como es cos
tumbre en los acontecimientos sensa
cionales; y entre las zamarras de'pana
color castaña madura, Damián, el lo
bero. Dicen que yo pregunté: _¿y
por qué el oso no se comió al lobero?
¡P obre! ¿Se le han caído ya los dientes? Y mis padrinos recordaban ]a
gracia sandia de la niña ante el oso
para contarla de sobremesa, cuando
me llamaban para que saludase a las
visitas. No, si siempre fui tonta. Da
mián se casó con una mujer brava del
monte y tuvieron hijos. Hijos y rehijos debe de tener aquel militar de la
barba a quien yo en mis sueños le
echaba arenilla en los ojos para que
no se olvidase de mirarme. Y los han
tenido Rita, Salomé, Encarna, la del
sastre, Dulce María, la del confitero...
Hijos, h ijo s ... Nadie se quedó sin
echar su vientre a parir. ¿Y el mío?
Miren. Aquí lo tienen como un barrilito hueco. Doy risa con este pelo blan
co y esta doncellez en la cintura y es
tos senos enjutos sin sabor a leche...
y estos brazos sin ocupación. . . Doy
risa, pena, asco.” )
*
•
1
•
— ¿Te sientes mejor, estrella?
Ediciones DEL MIRADOR
D I O S E S D E L A M U E R T E (N u eve de Termidor)
por M ark A i. d á n o v ..................................................................................................... $
7.—
L a m ás dramática descripción histórica de la famosa jornada en que fué
derribado Robespierre por la Convención y señaló el fin del Terror. Desfilan
por esta subyugante novela todos los personajes de la Revolución Francesa
y los grandes hombres de Europa que influyeron en la transformación del
mundo.
LA S R E V O L U C IO N E S RU SAS
por G. R. T r e v i r a n u s ..................................................................................................... $ 8 .—
“ U na contribución nueva y útil al conocimiento corriente del pasado y
del presente de la U .R .S .S .
Esta obra es un resumen histórico y una
interpretación de la política revolucionaria.
Quienes lean este libro apren
derán mucho de la tierra de los soviets.” (N e w York Tim es.)
EDITORIAL A O V A S. A.
PERU 613
BUENOS AIRES
EDICIONES SANTIAGO RUEDA
J\>1KS JOVCE.— II
M ARCEL PROUST
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POR EL CAMINO DE S W A N N ............................... 8 6 . A LA SOMBRA DE LAS MUCHACHAS EN FLOR 8 6 . -
III.
EL MUNDO DE LOS GUERMANTES
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CUATRO
EL
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LA RESURRECCION DE RENATA FUCHS
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LA TERCERA EXISTENCIA DE JOSE KERKHOVEN 8 7.
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EN TODAS LAS BUENAS LIBRERIAS
cen las pantallitas.
— ¡M ujer, con los tordos!
— No, ardes.
— Lo dicho, dicho. Con los tordos.
— ¿ Ardo ?
Esos pájaros de pico largo, gordos en
— Ardes con un fuego sin rescoldo.
octubre. Tan sabrosos en salsilla de
— Quiere decir que tengo fiebre.
chocolate.
— ¿Fiebre? ¡Entonces hay que lla
— Mujer, querrás decir la becada o
becasín, o chocha perdiz, como dicen mar al médico!
— Un médico, jamás.
por estos andurriales.
— Creo que tienes razón. Acuéstate.
— Eso es, hombre. Así lo decía y o :
— Me desmayan las piernas.
becada, becasín o chocha perdiz, como
— Y o te llevaré hasta la cama.
dicen en mi pueblo.
—-Sí, llévame como si fuese una niñi— Pero tú dijiste tordo.
ta enferma.
— ¡ Bah, tord o! Por hacerte hablar.
— No hables de esas cosas.
El marido contempló a Teresa; Tere
— ¿ Y si me pongo mala de esas co
sa al marido. Les bañaba el poniente
sas?
de directos rayos, dedicados todos a
— ¡M u jer!
cubrirlos fríamente de hermosura. Te
— ¿D e esas cosas que llevan la' san
resa sonrió: "¡D ios mío, qué viejo
gre hasta la tierra?
está!” El marido le tomó una mano.
— Deliras.
— Teresa, resplandeces.
— ¿D e esas cosas que saltan en mi
— Es el sol de la tarde.
cama sin dormirse jamás?
— Eso es . . . y algo más.
— ¡ Cálmate!
— Me hace arrugar los ojos.
— ¿De esas cosas duras, fuertes, vi
— Ni las garzas, que tú no distin
vas como el aAe, expresivas como la
gues de los gorriones, los tienen más
esperanza?
bellos.
— Duerme.
— ¡Tus palabritas preciosas!
— ¡ Siempre, duerme! Bueno, arró
— ¿ Siempre te siguen pareciendo
pame bien. Así. Tengo fiebre y voy
preciosas?
a soñar.
— Siempre.
— ¿T ilo?
— ¿ Y recuerdas muchas?
— ¡Retonto!
— Todas.
— ¿Manzanilla?
— ¿ Y te las repites a menudo?
— Apágame esa luz.
— No. Algunas veces rezo.
— Si necesitas algo me llamas, espo
— ¿P or mí?
sa mía. Oigo muy bien tu voz desde
— No. Por los caminantes, por las
mi alcoba. Dejaré la puerta entre
ánimas, por los niños que andan soli
abierta.
tos por los bosques, por los pájaros,
— Bueno . . . Un día más. ¡ Trece años
que lo necesitan si se amontona la nie
y
un d ía !
ve...
— ¿ Hablabas?
— Simple.
— Soñaba, como cuando no te cono
Y no hablaron más. El profesor Do
cía a ú n .. .
rado, Serafín Dorado, se creyó en la
— Pero ahora me conoces. Duerme.
obligación de volver a su casa, antes
Ya eres grande.
de que se enfriase la tierra, después
("¡G rande! Vieja, habrás querido
de no haber visto el rayo verde.
decir. Angustiada, infeliz, inocente,
(" ¿ Y qué hago yo aquí? A esto no
virgen. Y él, tan fresco. ¡Trece años!
le falta más que las rejas. Vaya, ha
Durante estos trece años, Sólita ha te
gamos otra muesca en la madera de la
nido seis niños. Seis hermosas fieras,
ventana, como hacen los reclusos. ¡P o
bre ventana; pronto tendrá una orla! difíciles de amaestrar como leopardos.
¡Qué granujas! A mí me gustaba su
¿ Y si un día me pregunta qué es esta
padre. Era un hombre picado de virue
cenefa ? Besos. Pues claro que sí, be
las, cacarrañado, como decíamos las
sos. Sus besos. Besos marcad*» con
muchachas. Para mí, en todo el extenpiedra azul. Puedo pintar la marca
so'mundo no había rostro más atrayen
con tizas de colores. Le diré que cada
te que aquella coladera de hermosura.
beso fu é de un color. ¡ Mentira I ¡ Qué
Lleno de hoyitos donde apagar la sed
desasosiego! Las perras que olisquean
de darle besos. ¡L oca! También me
son más felices. ¡P ero si yo soy feliz!
— Ya lo creo. Nunca me sentí tan
bien. Tengo el cuarto lleno de jardines.
— Sí, sí.
— De ásboles, que yo no sé, pero tú
sí sabrás cómo se llaman. Trepan ar
dillas azules, se bambolean monos de
cara pedregosa y nalgas prietas.
— Pero eso es imposible, hija: ardi
llas y monos juntos.
— Pues no lo es, porque yo los veo.
Unas veces me dejan mirarles la cola
y otras la cara; unas veces ríen y otras
lloran. Entre las ramitas vuelan azu
cenas.
— Querrás decir pájaros.
— Azucenas, Serafín, azucenas. Los
grillos se han puesto delante y no veo
bien, pero todo cuanto cae es purpu
reo. ¿Será sangre? Sangre asombrada
de su peso.
— Todo cae en la naturaleza. Es una
ley.
— Déjame de tu sabiduría. La san
gre que cae es porque primero se le
vantó espumosa hasta el cielo y luego
se precipita sobre la selva oscura por
donde yo ando.
— ¿T e sube la fiebre?
— ¿Fiebre? Estoy, ya te lo dije, so
segada, quieta en mi barco. No te apo
yes en el borde, puede zozobrar y y°
perderme el olor a camisita de nino
bien orinadita que lleva el agua. Trae
jabón para que lave el agua. Compren
do que todo un profesor no está bien
que descienda a lavar los olorcillos
su hijo, p e r o ...
— Despierta, Teresa. ¿Qué me es
insinuando?
,,
— Un chiquillo hecho de sangre y
grimas. ¡B ah! Prefiero aquel pato
no aquella pata, porque luego Ten
el problema de casarla bien y aP
cerá Mosén Ciutat con un protesor.
— Teresa, ¿no has sido felizT
— ¿Qúé es eso?
.
•.
— Teresa, ¿no cuidé tu >n°c
hasta el sacrificio? Teresa,
prendes que tuve miedo a .
,
verte aborrecer las sábanas inocentes
ín . , y
de nuestra boda?
.
..
p a.
— Anchas sábanas. Crujen
• ^
recen campos. Campos c o n , °
¡m8.
campanillas azules. Campos d P
vera y de batalla. Cabe un ejército e
la cama de la boda. ¿Que importa q ^
haya heridos?
ino‘
— Teresa, dulce y buena Teresa,
puedes escucharme? (Continúo
�TEATRO
ROBERT SHERWOOD
EL TEATRO
EN PARIS
UN
Por MARCEL THIBAUT
DRAMATURGO
por L E O N M IRLAS
el panorama del teatro norteameri
cano, donde Maxwell Anderson sub
raya su voluntad de crear grandes frisos
trágicos a la manera clásica en "Wintersct” y "Maria Estuardo” , Clifford Odets
sorprende con acuidad la sorda queja de
las muchedumbres y la triste esterilidad
de las vidas fracasadas, Sidney Kingsley
y Elmer Rice fijan en poderosos agua
fuertes la miseria moral de los humildes
y Eugene O’Neill, destacando su talla des
comunal que sigue proyectándose más
allá de su generación, insufla a sus entes
escénicos un poderoso soplo de fatalidad
y hace brotar belleza hasta de los seres
más deformes, Robert Sherwood acusa
una linea muy definida, trabaja dentro
de una tónica muy personal.
E
n
Lo que le interesa a Sherwood, más
que la anécdota fugitiva, más que la
apretada vivencia urbana o el incidente
patético o el fluir de unas vidas en fla
grante contradicción con el medio, es la
condición humana, la situación del indi
viduo frente a las múltiples coacciones
que ejerce sobre él la sociedad moderna,
el nivel de decoro íntimo que aspira a
salvar el hombre en este "tiempo del des
precio” .
Esta preocupación de Sherwood, obse
sionante como un leitmotiv más o menos
visible a través de muchos de sus dra
mas, deriva sin duda de un áspero y
fuerte sentido de la libertad, de su indi
vidualismo d outranse, típicamente norte
americano. Sabe que esa libertad está
condicionada, que, como dice Chesterton,
"el tigre puede liberarse de su jaula,
p e r o ... ¿quién podría liberarlo de su
piel manchada?” , y que "apenas se entra
en el mundo de los hechos, se entra en
el mundo de los límites” , pero, de todos
modos, le alarma la menor invasión de
sus fueros, consciente de que la libertad
no admite mermas ni restricciones fuera
de las mínimas impuestas por la convi
vencia social y que consentir una sola es
el principio del fin.
Ese amor a la libertad, que resuena
como una clarinada en "Abraham Lincoln
en Illinois” y en "N o habrá noche” , sue
le tomar por un atajo sardónico, como
en "Placer de tontos” , donde se glosa la
inútil libertad de refugiarse en una cima
inaccesible, "au dessus de la melée” ,
cuando están en juego todas las conquis
tas de la cultura.
Se trata, pues, de reclamar respeto
para el hombre, para las posibilidades de
realización implícitas en él, para la con
dición humana vejada y humillada: y de
ese respeto y amor por el hombre nace,
aliada a una melancólica piedad, algo así
como una repulsa frente al intelectual
puro, al hombre que no está enraizado
firmemente en la tierra. La repulsa que
le hace decir melancólicamente al Alan
Squier de "E l bosque petrificado” , el úl
timo intelectual, que quizá ese bosque de
Arizona sea el osario ideal para que re
posen sus huesos y para que sean mañana
objeto de estudio y curiosidad, como un
fósil que se ha sobrevivido a sí mismo
demasiado tiempo. El ultrarrefinado Alan
Squier es la antípoda del Yank de "E l
mono velludo” de O’ Neill: Yank busca
inútilmente su lugar en la sociedad entre
gándose al vértigo del pensamiento, hasta
que se despeña, y Alan trata sin éxito
de volver a la naturaleza. Ambos se cru
zan a mitad de camino y posiblemente es
el rostro del intelectual el que luce una
DE
SU T I E M P O
(E special para C a b a l g a t a )
descolorida sonrisa de envidia ante Yank,
bestial masa de instintos.
De lo expuesto, se advierte fácilmente
que el teatro de Sherwood tiende en gran
parte a la generalización y que, por lo
tanto, sus personajes trascienden a menu
do su corporeidad humana para conver
tirse en símbolos. Lo son, no sólo Alan
Squier, sino también el Kaarlo Valkonen
de "N o habrá noche” y aun su Lincoln,
pero sin mengua de su humanidad, lo cual
certifica la maestría del dramaturgo al
fundir el arquetipo con el ser vivo, la
imagen universal con el drama personalísimo e intransferible.
Por las escenas de Sherwood desfilan,
en prieta y vigorosa síntesis, financistas
de turbias fuentes de ingresos, sabios
angustiados por el inminente colapso de
la humanidad, blondas bailarinas que so
brenadan milagrosamente en el remolino
de la guerra, gangsters, intelectuales que
razonan su propio epitafio. Nada escapa
a su pluma ágil y mordaz, que sabe al
ternar el exabrupto indignado con el ras
go jovial. El humor de Sherwood es recio
y carece de medias tintas, norteameri
cano cien por ciento. Difiere ostensible
mente del de su brillante y mundano co
lega S. H. Behrman, un Molnar made in
U.S.A., todo sutilezas y matices. La iro
nía de Sherwood es hiriente y cáustica,
propia de un hombre que ha hecho la
guerra en 1914 y ha visto las cosas en
plena desnudez y sin retórica. El drama
de nuestro tiempo, el drama del hombre
que se convierte en esclavo de su técnica
en vez de ser su señor, halla múltiples
resonancias en su voz, y la desbocada
carrera de la humanidad hacia su propio
aniquilamiento suele suscitar en él acen
tos proféticos.
Como constructor, Sherwood es un clá
sico. Nada de audacias técnicas, nada de
experimentos, como O’Neill. Estructura
sólidamente, en estampas macizas y níti
das, sin buscar nuevos medios de expre
sión, sin correr riesgos. Todo lo subor:
dina a la fuerza del pensamiento, todo
lo deja librado al poder expansivo de la
idea. Y no le falta razón, ya que — re
cordemos nuevamente a Chesterton— "T o
do artista es un anarquista, toda idea es
una bomba” .
A pesar de ser dramaturgo por tem
peramento, Sherwood sabe escribir deli
ciosas comedias como "E l camino a Ro
ma” y "Reunión en Viena” . Pero esto
ya no lo seduce. La misión que se ha
impuesto ahora, es trabajar por la li
bertad, como Paine, con la magia de la
palabra. Iniciado ya ese periplo de su
vida, la fascinación de su labor lo do
mina. "Placer de tontos” , "Abraham
Lincoln en Illinois” , "N o habrá noche” ,
sólo son etapas. Al realizar el drama del
hombre que defiende la dignidad de su
alma, Sherwood se realiza a sí mismo,
refleja con poderoso aliento poético los
problemas y urgencias candentes de la
época, es actual sin buscar una actualidad
efímera y perecedera en el arte.
Por eso, bien merece el calificativo de
dramaturgo de nuestro tiempo. Trabaja
al margen de sus extraordinarios éxitos
de público, que no lo marean, ateniéndose
a la línea firmemente trazada. De todos
los autores significativos de su genera
ción, quizá sea el único que ha escapado
a la influencia de O’ Neill. Ello revela
ya de por sí su fuerte personalidad, im
par y distinta en el panorama del teatro
norteamericano.
E N R I O L E IV
Lntvrence Olivier en el papel de Justicia.
(Especial para Cabalgata, de A. F. P.)
algunos años un fabricante de
pastas dentífricas empapeló los
muros de París con unos carteles que
contenían la siguiente leyenda: "Como
la casa X . . . no puede perfeccionar su
pasta, perfeccionó el envase”. Cuando
uno frecuenta asiduamente los teatros
parisienses de hoy, no puede menos de
recordar aquel cartel. En efecto, los
esfuerzos de muchos dramaturgos -de
hoy tienden menos a profundizar la
psicología de los personajes que a re
novar ciertos aspectos accesorios del
teatro: presentación, montaje, etc. Los
autores parecen partir del criterio,
según nosotros falso, de que ya se ha
dicho todo sobre $1 espíritu y el cora
zón del hombre, pero que todavía pue
de sorprenderse y aprender si se sitúa
la cámara en posiciones inéditas frente
a la realidad. Esta comparación con
el cine no es obra de mero azar, sino
que probablemente en el cine se halla
el origen de esta lamentable tendencia.
Es el caso que la nueva pieza de
Marcel Achard, Aupres de mu blonde
presenta la singularidad de remontar
el curso del tiempo. El primer acto
transcurre en 1939, el último, en 1889.
En el primer acto celébranse las bodas
de oro del viejo Toussaint Lesparre y
de su mujer Em ilie: en el último acto
vemos al mismo Toussaint raptar a su
familia a la adorable Emilio. No p o
dría negarse que esta manera imprevis
ta de jugar con la cronología aguza la
curiosidad. Pero como todo lo que
ocurre en el terreno del truco, éste no
podría divertir varias veces. Nos pa
recería fastidiosa una nueva pieza com
puesta sobre el mismo modelo. A uno
sólo le divierte la primera vez el truco
de un prestidigitador. P or suerte, Mar
cel Achard es algo más que un presti
digitador y no faltan las razones real
mente valederas para apreciar Aupres
de mu Idonde. Ante todo, Achard es
esencialmente un hombre de teatro y
posee el arte de dosificar sorpresas
psicológicamente aceptables. Su diá
logo, salpicado de agudezas y de obser
vaciones profundas, es de rara calidad.
Hay en Achard una levedad poética y
un optimismo sano que confieren a to
das sus obras una gracia auténtica. Es,
finalmente, un observador sagaz de las
costumbres de nuestro tiempo. Desde
este punto de vista, Aupres de mu blon
de es una obra particularmente suges
tiva. Habiéndose propuesto mostrarnos
cómo es posible asegurar cincuenta años
de dicha conyugal merced a muchos
sacrificios y a través de tamañas lu
chas, Achard supo relacionar las aven
turas de Toussaint y de Emilie con la
historia de nuestra época. Historia de
costumbres, de modas, e historia a se
cas. Y así vemos en 1939 a los hijos
tratar con rudeza a sus padres: en 1889
los padres tiranizaban a sus hijos. Uno
de los cuadros nos transporta a 1918:
las angustias que entonces oprimen a
todos los franceses dan un color inespe
rado a la vida de Toussaint y de Emi
lie. (En este sentido, A u p res de mu
blonde está emparentada con Cavalende.) Finalmente, la pieza nos divierte
con cien rasgos ingeniosos que evocan
la transformación del comercio humano,
la transformación de los gustos y tam
bién la de las costumbres. Y para no
dejarnos nada en el destino, las modas
de 1889. exhibidas en está crónica re
trospectiva, fueron las que más seduje
ron. . . A cada nuevo vestido, las es
pectadoras lanzaban un ¡ah ! asombra
do, encantado o escandalizado, según
la e d a d . . . "Sí, acuérdese usted qué
raro parece hoy todo aquello de las
faldas cortas, los tejidos "lamés”, los
cabellos cortos o los turbantes” .
Esta comedia, muy rica y extrema
damente divertida (mérito que no es
de desdeñar), está interpretada con ra
ro talento por Pierre Fresnay; notable
en su naturalidad y verdad tanto cuando
aparece como un septuagenario casca
do como cuando se nos aparece como
un lechuguino de 1890, y por Yvonne
Printemps, que posee un arte de mati
ces y un encanto musical inigualables.
Cuando un autor se basa únicamente
en el truco y no nos ofrece, como supo
hacerlo Achard, un tema realmente hu
mano, se comprueba que los artificios
de presentación por sí mismos no apor
tan nada al teatro. Tal es lo ocurrido
con La Sainte Famille, de André Roussin, presentada en el teatro Saint
(Jeorges. Toda la pieza es un sueño.
Merced al sueño, los personajes atra
viesan por las situaciones más extra
vagantes y exponen los más caprichosos
razonamientos. He aquí que por cuarta
vez desde el comienzo de la temporada
ciertos autores llevan al teatro aventu
ras soñadas y nos muestran retratos que
bajan de los cuadros y personajes que
atraviesan las paredes. Peligroso ejer
cicio que sólo podría justificarse — y
aun en este caso sería discutible— si
alcanzase al disparate delirante. Pero
hasta ahora no hemos conocido este
género de éxitos y nuestros dramaturgos
no sacaron de semejante artificio más
que escenas chatas y efectos fríos.
H
ace
cabalgata
a
. j . C R O N IN
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CANARIA
Con el mismo vigor que ha hecho famosas sus anteriores nove
las, A. J. Cronin narra en esta obra una atrayente historia que deja
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Av.
O 'H I g g lm
253
S A N T IA G O DE C H ILE
ca vellca
LIM A
288
�BAL
cabalgata©
muchedumbres, a la frenética corte impe
rial de los zares.
Pero nada puede restarle su origen im
perial. Podrá ser mañana una fiesta para
las multitudes, pero su secreto encanto, su
hechizo aéreo, su dibujo en vuelo, sólo po
día haber crecido en el lujo espiritual de
un medio culto, demasiado culto, en el'que
a costa de la pérdida de tantas cosas, se
salvaban algunas como el ballet.
Siendo una representación sin palabras,
el ballet puede decir, puede contar, puede
hablarnos 'como el teatro, del que en reali
dad está prendido por lazos que aun los
más puristas no pueden negar. Aquel es
corzo delicado, aquella sutil presencia que
de pronto, levemente, invade el escenario,
tímida o decidida, vertiginosa o estática,
queda registrada en el espectador como un
diálogo, una invocación, un parlamento
alegre o doloroso. Y siempre, siempre, un
aire de canción, que no es la música que
en ese momento acompaña los pasos jf los
movimientos del conjunto, envuelve la
sala. Una canción en cada gesto, que nace
en el baile mismo, aparte de la música de
la orquesta.
Transcurre ante nosotros como un cuen
to de hadas, con un peso que desaparece,
que se esfuma, que se sostiene misteriosa
mente en el aire, con actitudes de nube, de
pájaro, de cometa.
Y cuánta inteligencia, qué sensible sen-'
tido de las formas, cuánta maestría esté
tica hacen falta para desarrollar una sola
representación. Es una fiesta en la que
todo está medido anticipadamente, y el
impulso aparentemente más alado, más
lleno de espontánea fuerza, o de gracia
más pasajera y natural, es el fruto de un
cálculo paciente, tanto en la invención de
la forma como en su ejecución.
Todo está encomendado al cuerpo: la
poesía, la música, la pintura, las emocio
nes, todo, depende de un esguince, del ce
remonioso movimiento de una mano, de la
apenas perceptible inclinación de un hom
bro, de la malicia contenida de un con
torno exacto. La disciplina del cuerpo ha
de ser tanta, que sus movimientos han de
expresarse claramente, luminosamente, en
un instante, lo que en un libro llevaría
páginas de difícil lectura.
La farsa teatral, el guignol, la comedia
musical, la imagen poética, la historia trá
gica, todo puede ser contado por el ballet,
con un transparente murmullo de imáge
nes en danza, fugadas, vaporosas, lejanas.
Tiene su netórica, su gramática, su pre
ceptiva, pero no se las ve; actúa como un
soplo, dominando el cuerpo danzante con
afortunada comunión de la música,
la danza y la plástica, ha dado exis
tencia a uno de los espectáculos más poé
ticos: el ballet. La música moderna tuvo
en cuenta sus posibilidades y le dedicó una
parte, y no la menos importante a veces,
de su creación. Pintores extraordinarios
supieron ver en él un medio expresivo de
gran belleza y diseñaron decorados y tra
jes que contribuyen a la gran calidad de
la mayor parte de sus representaciones.
U
na
En su marco se desarrollaron también
los principios de las demás artes, y cual
quiera de las experiencias generales lleva
das a cabo en el seno de las mismas es
susceptible de servirnos para recorrer el
terreno propio de este espectáculo, en el
que aparentemente nada tiene que hacer
el lenguaje de las artes tradicionales.
Poco a poco ha ido perdiendo su con
dición de divertimiento cortesano, casi in
faliblemente unido, en la mente de las
LAS Gil
DEL i
P o r
F E L I P E
\
�LET
©cabalgata
el callado poderío de lo que ya es inevi
tablemente así, porque está incorporado a
una costumbre inmutable. Este rigor, este
mecanismo que sólo el técnico descubre de
trás de sus representaciones, es como el
precioso tributo que pide la gracia para
concederse a sus siervos en cualquier arte;
mas en éste, el sacrificio del artista, por
ser, además de todo, corporal, adquiere un
prestigio de raro sacerdocio. Y de la duc
tilidad del cuerpo, que en el ballet al
canza su máxima belleza •expresiva, surge
esa presencia de figuras con aire mági
co, que son maravilla y asombro de nues
tros ojos.
Nadie supo ver ese aire floral del ballet,
su frescor, su poesía directa y recta a
la vez como Degas. Su frágil encanto, su
sonrisa dirigida, pero que guarda el mismo
misterio de naturalidad que tenía el mu
ñeco en brazos de los niños, su afán por
transmitirnos algo indecible.
Veis un hombre, cu.yas formas enfunda
das os parecen ridiculas en el primer mo
mento, y cuyo aspecto no toleraríais en
otras circunstancias. Se destacan todas
sus líneas de un modo agresivo, ostentoso,
hasta poco viril. Mas de repente, con im
pulso increíble, está en el aire ejecutando
una "cabriole battu” , juntas las piernas,
apenas inclinado el torso, abiertos en arco
los brazos, llena de tensión toda la línea
izquierda de su figura, recortado el perfil
de la cabeza hacia el público. Y aquella
figura, que estaba al borde de desagrada
ros, repentinamente tiene un misterioso
sentido, lleno de humor o de tristeza, de
fuerza imprevista y desatada, o de des
mayo recogido. Recordad a Nijinski.
Y ahora una figurilla apenas cubierta de
un faldín que nos recuerda una de esas
grandes y delicadas flores orientales que
flotan sobre los lagos; sale del foro, me
nuda y como embebida, ensimismada, en
otro mundo. Inicia un "pas de bourrée” ,
con los brazos sujetos al cuerpo, tan suje
tos que parecía no tenerlos. Poco a poco
los va alzando, bellos, poderosos, de armó
nico y grave movimiento, hasta que ya
alzados parecen terminar ante nosotros el
último ademán de úna ofrenda sagrada.
Xo tenéis más tiempo para retener todo su
encanto: la belleza de aquella forma alada
se os esfuma, cortada por la entrada sú
bita de un danzante que cruza en dos sal
tos el más ancho escenario, dominando su
espacio sin esfuerzo, con su prodigioso
salto, en "grand jeté” .
Quienes vieron a la Paulova o la sona
ron, saben del hechizo inolvidable de una
"pirouette” . la magia inenarrable de una
"attitude renversée” , la sencilla poesía de
marioneta que encierra un paso de "temps
levé” , la rara gracia de un "arabesque”
perfecto.
del baile como en sueños y puede encerrar
en sus formas voladoras, en sus rigurosos
movimientos, la clave del alma de una
época.
Su sola delicadeza ha ganado todas las
batallas. Iloy es algo que está incorpo
rado a nuestra cultura, a nuestra sensibi
lidad, y cada vez nos parece más cla
ramente imperecedero. De la corte de los
zares a los grandes teatros abiertos a las
multitudes, el ballet nos enseña las gracias
Strawinskv y Picasso se sintieron toca
dos por sus graciosas alas: es como si el
genio de este siglo las consagrara. A nos
otros ya sólo nos cabe reverenciarlo, salu
dar en él las inmortales "gracias del baile” .
(Fotografías (Ir Dave Cicero.)
�TEATRO
cabalgata©
mera temporada cuando vino a Buenos
Aires en 1931. Desde entonces lo he se
guido hasta su actual temporada en
todas sus memorables e inconfundibles
representaciones.
Ben Ami es un actor que gradúa
con minuciosa precisión los ritmos es
cénicos no dejando al azar movimiento,
actitud o gesto alguno. Es un hondo
actor que traza las perspectivas dra
m á tic a s desechando premeditadamente
todo ornamento hasta obtener así la
exacta modalidad, la verdadera dimen
sión plástica y espiritual de aquellas
criaturas que encarna. Su máscara va
desde su cabeza, totalmente maquinada,
hasta su manto, su voz, sua manos que
se mueven constantemente con adema
nes significativos; »o máscara logra
abarcar todo su cuerpo que se desplaza
pleno de armonías dentro del juego
escénico. Se puede decir que cuando
Jacobo Ben Ami ha esculpido sobre
su propia carne los rasgos dramáticos,
cuando se ha transfigurado, cuando
el gran actor que hay en él logra .res
pirar ' la atmósfera de ficción teatral
que realiza, cuando se ha tornado en
el personaje mismo y lo trasmite en
toda su veracidad artística, acontece la
preceptiva wildeana: "Dad al hombre
una máscara y dirá la verdad.” En las
interpretaciones de Ben Ami el per
sonaje crece hasta tomar el sereno ta
maño de un símbolo sorprendente.
Una actriz de nuestro teatro le ha
preguntado por qué razón no escribía
un libro con su experiencia y con "sus
secretos” . El sonrió, bajó su cabeza y
con voz tenue de extraña modestia con
testó: "Stanislavsky ya lo ha dicho
todo.”
El arte de Jacobo Ben Ami, que es el
arte del actor, un arte transitorio, mo
mentáneo, adquiere contornos de per
manencia.
ENCICLOPEDICO
ILUSTRADO
IMAGEN DE JACOBO BEN AMI
TRABAJA PARA
PERFECCIONAR
SU INTELIGENCIA
Por SERGIO LENNARD
S
u andar espacioso y lento, su mira
da penetrante y lúcida, la enérgica
placidez de su sonrisa y sobre todo su
extraña y maravillosa sencillez hacen
de Jacobo Ben Ami una figura humana
de excepcional simpatía.
La última vez que lo entrevisté me
acompañaba un artista pintor que, al
verlo, me espetó sin poder contener su
genio plástico y su particular visión
de los colores: — "¡E s azul!” — Y se re
fería a la cara de Jacobo Ben A m i . . .
Al interrogarlo respecto a los teatros
libres me d ijo : — "E l teatro no es sólo
un repertorio. Se trata de representar,
y sobre todo de interpretar las oblas.
El repertorio de los teatros libres pue
de ser m agnífico; las interpretaciones
dejan mucho que desear. Conste que
no hago aquí la defensa del teatro in
dustrial, pero me atrevo a decir que los
teatros libres no han terminado, no han
aniquilado los vicios del teatro indus
trial. Actúan con gran énfasis, hacen
una interpretación exterior del perso
naje. . .
— Hay excepciones.
— También las hay en el teatro que
no se titula libre.
— Entonces usted. . .
— No. No discutamos. Pienso como
usted, como un hombre joven. Pero es
necesario entender que en aras del arte
hay que abandonarlo todo. Todo, con
mayúscula. El arte es en verdad una
aventura maravillosa: pero, o te entre
gas a ella con alma y vida, o pierdes el
tiempo. El actor debe además tener una
cultura integral. Eso ayuda mucho a
entender bien, con la mayor exactitud
posible, el sentido que imprime un poe
ta o un dramaturgo al drama. Dominar
un personaje, meterlo en uno, no es por
cierto un juego de niños. El actor debe
ser severo consigo mismo, luchar sin
descanso, denodadamente, hasta conse
guir una verdad teatral, una verdad ar
tística. En todo arte se pueden hacer
trampas y efectos que momentánea
mente queden bien y hasta conformen
al público. Pero el arte no es eso.
H e visto a Ben Ami desde su pri-
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H elen a F igner.
Nicanor Zabaleta.
El doce del corriente, presentada por la
Wagneriana, ofrecerá un concierto .a
mezzo-soprano brasileña Helena Figner,
de gran prestigio en los medios musica
les del Brasil V a la que ya conoce nues
tro público por su recordada actuación en
Buenos Aires, tam bién-bajo los auspicios
de la Wagneriana, en 1940.
La renombrada artista, además de las
páginas del gran repertorio clásico, nos
dará a conocer nuevas obras de los más
brillantes músicos jóvenes brasileños.
Terminado su cielo de conciertos en
Buenos Aires, el gran arpista español N i
canor Zabaleta se dispone a emprender
una gira por diversos países de América.
El extraordinario instrumentista deja
en el público de Buenos Aires un imbo
rrable recuerdo. Su sonoridad, lo depu
rado de su técnica, que lo sitúa entre
grandes solistas como Casals, Heifetz,
etc., la dignidad insobornable con que se
lecciona las obras de sus conciertos, hacen
de Zabaleta uno de los más altos ejecu
tantes de la música de todos los tiempos.
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�CRONICAS
gran cantante del folklore ne
gro. Con un afán misterioso, de
aguda garra, que le cruza la voz, la
cara, la mirada. Se encoge y se dispara,
en tensión, siempre, retadora, vivaz,' in
teligente. Pocas veces se puede decir de
una persona, aunque se dice muchas, que
conoce mucho mundo. Blaekie lo conoce,
aunque no tenga ese desdeñoso tono de
voz, ese gesto displicente del viajero co
rrido, de vuelta. En ella vemos capa
cidad de asombro, amor a la vida, de
sencadenamiento de todas las trabas, sin
cartel ni escándalo, sin voluntad de epa
tar. Es sencillamente vital, en un me
dio en que ser vital es tantas veces sola
mente un modo de encubrir fallas pro
fundas, debilidad, poquedad, con un es
tentóreo clamor de cohetes.
Inicia su carrera en 1935, en un con
curso de radio. Alguna vez dijo que la
había descubierto León Klimovski. Los
escuchas la bautizan, con fino instinto:
Blaekie. Desde ese momento, radio, tea
tro, cine, infatigable acción divulgadora,
hasta consagrarse como intérprete del
m ejor folklore negro, dándonos, al fin,
entre tanto blue prefabricado, una voz
ancha y honda, fiel a las resonancias
primitivas, correspondiente a los valo
res emocionales que el hombre culto oc
cidental fué a buscar en las razas ol
vidadas.
— Tengo afición por la música negra
desde niña — nos dice— ; tres folklores
me interesan por encima de todos los
demás: español, ruso y negro.
— ¿ Y en la música clásica?
— En primerísimo término, Bach. Lue
go Beethoven, Havdin, Haendel, Scarlatti, Mozart, Chopin. Y todo lo moder
no. Toco el piano desde niña. Me ha
servido para armonizar mis canciones.
Entre la radio y el teatro Maipo, lle
na sus actividades hasta el año treinta
y ocho. Emprende entonces un viaje a
Estados Unidos para visitar a un her
mano. Fué al lejano norte con la in
tención de estar seis meses. No regresó
hasta cuatro años más tarde. Siguió
allí los cursos de música primitiva que
están a cargo del profesor Hertzog.
Continúa aquí estudiando con Carlos
U
©cabalgata
Cega. Contratos de teatro, radio, gra
na
LU Z
EN
LA
SOMBRA
BLACKIE
bación de discos.
— ¿En qué hubo de batallar más?
— Procurando demostrar que el fo l
klore negro es un folklore apto para
ser cantado en un escenario en forma
de concierto. Maduro este plan lenta
mente y mientras tanto debuté en co
media musical al lado de Gloria Guzmán y Enrique Serrano.
— Tenemos entendido que alguna vez
escribió sobre sus viajes.
•• — Sí. Hice artículos periodísticos con
tando mi amistad con Franchot Tone,
Bita Hav-w-ort, Paul Henreid, George
Sanders, W alter Pidgeon.
Tenemos ganas de hablar con ella de
otras muchas cosas, menos ordenadas
que las que corresponden a una entre
vista. Blaekie lo advierte y apura la
información bondadosamente, para co
menzar a preguntar ella misma, y a
contar lo que no se va a decir en la cró
nica.
— El último concierto lo di en el
Odeón, como saben. Ustedes dirán, pe
ro a mí me parece que me fué muy bien.
(Desde luego, fué uno de los recitales
•más hermosos que hemos oído.) De
buté en el cine con "Cristina” . El 4
de noviembre doy otro concierto so
bre música negra. El 12 del mismo
mes me voy a Estados Unidos, pero esta
vez tan sólo p or quince días. A la
vuelta haré una película, y en febrero
debo estar en México para hacer cine
y radio. Estoy contenta de haber lu
chado denodadamente por el folklore
negro durante tantos años. Le asegu
ro que vale la pena. Tengo gran amis
tad con Cab Callonay, Duke Ellington
y Ethel Naters.
— Por último — nos sigue diciendo
Blaekie, con su voz desgarrada y una
mirada de pájaro fuerte— , creo en todo
lo que sea hermoso, libre y bueno.
Y dejamos a la gran cantante en li
bertad de hablar, hermosa y buena
mente sobre todo: América, la situación
mundial, los poetas mexicanos, los pin
tores argentinos. . . ¿ Sabían ustedes
que se llama Paloma y que no lo cree,
que le parece seudónimo? — Ele Ve.
MUNDO EDITORIAL
E N T R E V IST A
CON
LO PEZ LLA U SA S
IJO y nieto de libreros, supo alcan
zar esa difícil conquista de la he
rencia, ese merecimiento de la misma que
pocos logran a lo largo de la vida. Clara
muestra, evidente y brillante, es el nutri
do catálogo de la Editorial Sudamerica
na, que López Llausás dirige junto a su
compañero Julián Urgoiti.
H ijo y nieto de libreros a la buena
usanza antigua, esto es, de libreros que
eran a la vez editores: don Inocencio
López Bernagosi y don Antonio López.
El primero, fundador, además del perió
dico "L a Campana de Gracia” y del se
manario "L ’ Esquella de la Torratxa” . Pu
blicaciones finiseculares ambas, la última
vivió hasta el mismo día en que el Go
bierno de la República española abando
nó Barcelona. En torno a ellos, en los días
iniciales, se vió a hombres de la talla de
Santiago Rusiñol, Angel Guimerá, Igna
cio Iglesias y otros.
En 1925, nuestro entrevistado, Antonio
López Llausás, cuyo apellido es símbolo
de una tercera generación de hombres de
libros, pone en la plaza de Cataluña, co
razón de Barcelona, su primera librería
propia, al margen ya de cuidado paterno:
"Librería Catalonia” . Hasta 1936, salieron
con ese sello muchos de los más famosos
libros de la literatura catalana. Al ser
prohibido el idioma de Maragall, cesó en
sus funciones la "Librería Catalonia” . En
1939 es llamado para constituir la direc
ción de la Editorial Sudamericana. Allí
sigue hoy. Gran experiencia, ganada en
largos años de activa campaña editorial.
Método, tacto, dedicación, sentido agu
dísimo de las necesidades y característi
cas del público. Y organización, organi
zación, organización.
— ¿Cuántos títulos ha editado la Sud
americana, señor López Llausas?
— Trescientos.
— ¿Opina usted que podrá sostenerse el
ritmo de ediciones de los últimos años, a
pesar del rudo golpe que ha sufrido últi
mamente el libro argentino?
— Algunas de las causas de ese descen
so ya están solucionadas satisfactoria
mente por el gobierno nacional. Tal la
facilitación de embarques de libros que
ha permitido resolver el gravísimo pro
blema de la escasez de bodegas en menos
de tres meses.
— He habla mucho del excesivo precio
de venta de los libros en los últimos
H
tiempos, y los libreros oyen muchas que;
jas.
— Es un problema de difícil solución.
Solamente la mano de obra, sin papel,
ni cartulina, auiqentó en 7 años exacta
mente el doble. En cuanto al tipo de
papel que generalmente usamos nosotros,
subió de $ 0,37 el kilo a $ 1,30.
— ¿ Aconsejaría usted la formación de
nuevas editoriales?
— A cuantos vienen en busca de mi
consejo leal, procuro disuadirlos. Aunque
de antiguo sé que es en vano. Pues nin
gún otro negocio atrae tanto a las gentes
aficionadas al libro. El ambiente en que
se mueve el editor, la obra de cultura
que realiza, la jerarquía, por decir así,
del oficio, atraen inevitablemente a mu
chas personas. Ningún negocio, sin em
bargo, me parece de tan difícil desarx-o11o, y me temo que sólo las grandes casas
podrán resistir el embate del tiempo.
— ¿Cuáles son los títulos de la Sudame
ricana que más se han vendido?
— Vea usted mismo las cifras y el pro
ceso do cada libro, desde su costo hasta
el agotamiento de la edición o ediciones.
López Llausás me alcanza un enorme
libraco, "el libro de las verdades” , en
el que se registra minuciosamente la his
toria comercial de cada título. Y él mismo
lee algunas cifras.
— "Cómo ganar amigos” : 70.000 ejem
plares. "La importancia de vivir” : 60.000
"Cómo
adelgazar
comiendo” : 55.000.
"Cuán verde era mi valle” : más de 40.000.
— ¿Cuáles son los libros de autores ar
gentinos más vendidos?
— "La bahía del silencio” de Eduardo
Mallea, cuya primera edición está ago
tada, y "Uno y el Universo” , de Ernesto
Sábato.
Al filo de la despedida llega el hijo
del editor. Parece que, inevitablemente,,
será editor. Una cuarta generación, que
aún nos reserva futuras empresas.
LAS RUTAS
DEL
LIBRO ARGENTINO
^com ienzos de 1943, cuando las conseXXcuencias indirectas de la guerra se
manifestaban inequívocamente hasta en
los países más alejados de su escenario,
la industria ^editorial argentina se vió
amenazada por la falta de bodegas dis
ponibles para el envío de libros de edi
ción nacional a los puei-tos de países
compradores en Latinoamérica y España.
Es sabido que el libro sólo puede ser
remitido en paquetes postales, ya que la
organización internacional de Correos per
mite distribuirlos hasta en las poblaciones
más alejadas de los grandes centros. El
correo, vehículo natural de nuestros li
bros, se vió reducido de pronto en su
capacidad de envíos al exterior, y los
paquetes postales principiaron a acumu
larse en los depósitos de la institución.
En un comienzo se trataba tan sólo de
algunos miles de sacas, en espera de que
los barcos de la Flota Mercante del Es
tado les hicieran lugar en sus bodegas.
Pero a lo largo de 1944 y 1945, los edi
tores sufrieron agudamente los efectos
de la demora en la expedición, y en los
primeros meses de 1946 la situación hizo
crisis, amenazando abiertamente una in
dustria que es legítimo orgullo para la
Argentina y que, imposibilitada de distri
buir sus productos a los mercados com
pradores, se hallaba al borde de una pa
ralización total.
He aquí cifras que dan cabal idea de
la situación. En septiembre de 1945 ha
bía en depósito 140.000 paquetes de li
bros consignados a Latinoamérica y Es
paña. A 5 libros por paquete, suponía
un estancamiento de unos 700.000 volú
menes.
En junio de 1946 — el mes crítico— la
cantidad alcanzó a 310.000 paquetes, o
sea más de un millón y medio de volú
menes. Los galpones de Correos y Tele
comunicaciones en el dique IV estaban
colmados hasta los techos, y apenas había
lugar para moverse durante las infre
cuentes operaciones de carga. No se acep
taban ya nuevas remesas de las editoria
les, en cuyos depósitos privados se acu
mulaban igualmente grandes cantidades
de paquetes. La situación parecía poco
menos que insoluble. Llovían los recla
mos de los libreros de todo el continente.
Diez millones de pesos se congelaban — y
el término es válido— sin posibilidad de
movimiento alguno.
Mientras la Cámara Argentina del L i
bro, que constituyera una comisión per
manente con integrantes de la SADE,
SIGA, Sección Gráfica de la U.I.A. y
Federación Gráfica Bonaerense, suscitaba
un vasto movimiento de opinión por me
dio de la prensa, y reiteraba sus ges
tiones ante los poderes públicos pidiendo
la adopción de medidas extraordinarias,
el nuevo Administrador General de Co
rreos y Telecomunicaciones, señor Oscar
E. M. Nicolini, anunciaba su firme inten
ción de abocarse al problema y agotar los
recursos en procura de bodegas. Sus pa
labras fueron seguidas por una intensa
labor desplegada por el personal a las
órdenes del Director de Correos, señor
Ramón Blanco, cuyos resultados no tar
daron en manifestarse. Asombra en ver
dad que una acumulación iniciada en
1943 pudiera descongestionarse con rapi
dez tan extraordinaria, lo que habla con
elocuencia de la actividad cumplida por
Correos y Telecomunicaciones bajo su
nueva administración. A mediados del
mismo mes de junio, los editores recibían
la gratísima nueva del embarque do 6.000
sacas en el "Río Paraná” ; la operación
tuvo mucho de ceremonia simbólica, y la
presenciaron, junto con los señores Borlcnghi y Nicolini, delegados de la Cámara
Argentina del Libro. La Flota Mercante
del Estado prometía y otorgaba más bo
degas. Barcos de la compañía estadouni
dense Moore MacCormack comenzaban a
cargar promedios de 10.000 sacas por vez
(60.000 paquetes, 300.000 volúmenes). A
lo largo del mes de julio las salidas fue
ron continuadas. Los visitantes de loa
depósitos de Correos circulaban, asombra
dos; por donde dos meses antes sólo podía
andarse de p e r fil...
Agosto, septiembre. Hace una semana
se ha sabido que los despachos están al
día. La escueta, simple noticia, encierra
un significado más hondo: la recupera
ción de una industria que implica el pres
tigio espiritual y cultural de los argen
tinos en los restantes países de habla
española. Alguna pequeña librería del
interior de Colombia o de México recibe
en este instante un paquete conteniendo
libros argentinos.; Y el símbolo mismo de
nuestro esfuerzo editorial surge, claro y
satisfactorio, de tan simple suceso.
Acaban
de aparecer
BIOGRAFIAS
DE
AYER
Y DE HOY
WALT WHITMAN
por
HENRY SEIDEL CANBY
Dentro del proceso fervoroso
de revisión despertado en los úl
timos años en torno de la figura
procer de Walt Whitman, este li
bro de Seidel Canby es definiti
vo. Es mucho más que una bio
grafía. Profundiza en las raíces
humanas y sociales de la vigoro
sa creación del Poeta de la De
mocracia y nos da un cuadro in
teresantísimo de la evolución del
pueblo norteamericano en los días
de Whitman.
480 páginas. Encuadernado en
tela.......................
g 1 5 ___
COLECCION LOS RAROS
HERODIAS,
por Gustare Flaubert.
He aquí una obra de Flaubei-t
presimbolista, precursor de lo mo
derno, en oposición al Flaubert
divulgado como uno de los após
toles de la novela realista. La
sensibilidad personalísima del au
tor vibró de un modo singular ni
aspirar el exótico perfume de la
historia de Herodías, tan alejada
al parecer de las preocupaciones
de un espíritu moderno, y acertó
con una "disonancia” que no deja
de ser una pequeña obra maestra.
168 págs. En rúst. . g
3 ,5 0
EL DIARIO
DE RASKOLNIKOV,
por Fedor Dostoierski.
Esta obra, que permaneció iné
dita hasta después de la muerte
de su autor, es la forma primiti
va que Dostoievski había dado a
su famosa novela Crimen y Cas
tigo. De inestimable valor para
ahondar en la psicología de su
personaje central, señala un pre
cedente de la literatura surrealis
ta y descubre nuevas facetas del
pensamiento del original escritor
ruso acerca del problema del hom
bre ante su conciencia'.
188 págs. En rúst. . $ 3,50
COLECCION PERSEO
GRADIVA,
por inihelm Jensen.
"Fantasía pompeyana” llamó su
autor, el famoso escritor alemán,
a esta novela en que se confunden
las fronteras de la realidad y de
la fantasía. Sigmund Freud des
cubrió en ella uno de los com
plejos más interesantes del espí
ritu humano y le dedicó su es
tudio de psicoanálisis "Delirio y
ensueños en la Gradiva de Jensen” . Es un viaje maravilloso al
pasado arqueológico y al mundo
incorpóreo pero palpitante de las
almas.
208 páginas. Encuadernado en
cartoné. . . .
$ 6 .—
BIBLIOTECA
ARGENTINA
DE
ARTE
OSKAR KOKOSCHKA,
por Hans Platschek.
El arte de este extraordinario
pintor contemporáneo "de máxi
ma consecuencia subjetiva” , apa
rece en el conceptuoso estudio de
Platschek como siguiendo la ruta,
en sus mejores cuadros alegóri
cos, de los grandes maestros de
la pintura nórdica, que siempre
revelan un fondo de sentida hu
manidad. Es, pues, una obra de
oportuna divulgación dentro de
las características sintéticas de
esta Biblioteca.
Con grabados en negro y 4 en co
lores. Encuadernado en carto
n é.............................
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EDITORIAL
P0SEID0N
PÍRU 973 Dir. Tel. Edipo BUENOS AIRES
�MODAS
cabalgata©
Margucrite
Chapman
de la
“ Columbia”
en
“ I,a voz de
la tumba” .
N e g ro y a r e n a en un m o d e lo d e c h a
q u e ta m u y e o rla y a ju s t a d a , c u y a d e
la n te r a e s d e g ro s c u e l ú ltim o d e lo s
c o lo re s n o m b r a d o s . E l s o m b r e r o , en
p a ja n e g r a , se d e ta lla eo n u n Ih h ií I o
b r o c h e e n p ie d r a s y o r o , y tu l m u y
te n u e q u e se u sa s o b re e l ro s tr o .
SOIRÉES CON MANGAS
• 1 V /T AÍCGAS largas para la n och e?...
Contraste extraordinario con los
grandes escotes y la tendencia muy
marcada en las colecciones de media
estación. He aquí que los modistos de
París han descubierto ahora que las
mangas largas hacen más encantadores
los modelos de comida, a la vez que
resultan así mucho más prácticos.
¿IVA
Con este espíritu, B ruykre propone
una blusa de lame o de fino tissu de
plata, de cuello alto y enormes mangas
"bullonées” , que se
usa con falda rec
ta en terciopelo ne
gro. M ago y R oOff,
un taillcur en erepe rayonné blan
co, cuya chaqueta,
de cuello smoking,
se cierra con boni
tos botones de per-
Conjunto de bolero y falda en gruesa
viyella jaspeada, en colores gris y ne
gro. Blusa chaleco en crepe color co
ral. Sobre la cintura, una flor en este
mismo tono. El sombrero y los zapa
tos son negros.
Conjunto de falda y bolero en gabar
dina "beige tostado" que se luce con
blusa de rosalba blanco y un pañuelo
en beige, verde y rojo, anudado sobre
la cintura. El sombrero, de linea no
vísima, es del color del conjunto.
L A SILU ETA NOCTURNA
os siluetas fundamentales se dispu
tan la moda de noche. De una
parte los vestidos de faldas amplias,
cuya amplitud semeja una corola in
vertida; de otra parte, los soirées rec
tos, de línea, adaptándose al cuerpo,
cayendo verticales pero sin llegar a la
línea estrecha de la "robe siréne” , que
alcanzara enorme popularidad hace
unos años.
D
Sería sim plificar demasiado este tema
el imaginar que todos los modelos se
rán de un mismo corte, según que ellos
procedan de un tipo o del otro. Cada
una de estas líneas se ramifica en mil
variaciones distintas. Cada couturier
interpreta libremente la idea elegida,
manifiesta su personalidad, como un
poeta que no se ajusta nunca, a la
métrica.
hay de fresco, de delicado y de "charmante” .
El soirée de pollera amplia, tiende
siempre a marcar bien el busto y la
cintura mediante "corsages” ceñidos;
escotes grandes, sean redondos dejando
casi al descubierto los hombros, o en
pico pronunciado, desnudando siempre
lo alto del "corsage” . Nunca la moda
permitió e impuso tal variedad de es
cotes y de adornos en los mismos: flo
res, moños, voladones de tul o encaje,
que, en atrayente picardía, pretenden
cubrir desnudeces.
Jaumandreu. No
vísima línea en un
tailleur de grueso
crepe negro, con
originales solapas
rodeando el am
plio escole, bor
deadas con vola
dos de organza de
seda natural rosa.
•
Sin embargo un espíritu común, ese
algo imponderable que hace la moda
de una temporada, aparece en todas las
colecciones. El encanto de la feminei
dad, aparece en medio de las líneas,
de los drapeados, de los pliegues y
"plissés” , de la abundancia de géneros
livianos y voladores: muselinas, organzas, tules, tusores; de adornos adora
bles: flores, pétalos, puntillas, blondas,
ficliús de encaje, de todo aquello que
VARIACIONES
DEL TRAJE
DE FIESTA
L A MODA DE PA RIS
Elegancia en los hipódromos
UNA PAGINA
DE
Jau m an d r eu
p o r ( luiré V en d óm e
la hora de la "Season” las exhibi
ciones han pasado como episodios de
un film cuyo interés aumenta para con
cluir en gloriosa apoteosis. Es un fenó
meno del tiempo. Gris y casi amenazador
durante las pruebas de Chantilly y del
Prix de Diane, ambos corridos en el hi
pódromo de Longchamps, el cielo aclaró
V el sol brilló en el día de los Drags,
para resplandecer en pleno el domingo
del Gran Premio. Las toilettes, pues, si
guieron los caprichos del tiempo.
M ilagro fu é que no lloviera en el día
de las jornadas dichas de C h an tilly.. .
Pero los trajes impresos, de rigor para
el día nombrado, no lucieron ninguna de
sus alegrías: fueron trajes negros, flex i
bles, drapeados en el delantero o en los
costados, las redingotes oscuras, los tailleurs, cuyas chaquetas eran a veces de
colores chillones, sobre falda negra.
Las propietarias de los caballos de ca
rrera, lucieron elegancias especiales. En
tre ellas, Mmc. Lieux, llevaba un manteux de sport, de terciopelo cótelé negro,
a martingala y doble abrochadura con
botones dorados, modelo de Paquin. I n
gran som brero de paja blanca, adornado
de gardenias, complementaba el atavío.
Los sombreros, por cierto, desafiaron la
incertidum bre del tiem po; su aspecto pri
maveral se lució en las diademas floridas,
todas de tonos claros, con rosas, claveles,
lilas, jacintos, v io le ta s ... o todas de cin
tas entrelazadas o plumas de avestruz,
caídas al costado, para esconder un lado
del perfil.
Canotiers muy grandes, echados com
pletam ente hacia atrás, con bordes redon
dos y cintas caídas en la nuca, hechos
de grueso paillasson, todos negros, todos
blancos o todos beige, adornados con ter
ciopelo negro fueron los más numerosos.
Tam bién había sombreros de hombre, al
gusto del d í a . . . , galeritas, chambergos
E
n
las colocados muy juntos. P aquin , otro
tipo de "tailleur-soirée” en moiré o
fava. W orth, un vestido simple, de es
cote en pico, mangas enguantadas, so
bre el cual una capa recta, impone una
preciosa variación al ser totalmente
forrada de encaje chantilly negro.
SOIRÉES BLANCOS
OS trajes de noche apelan a la fres■J cura delicada del blanco.
Atributo
natural de la temporada estival, el
blanco este verano invade todas las ca
tegorías de la moda. Para el día y la
noche, en todas las colecciones, su su
premacía es perfecta.
I
Jaum andreu. Borde de piedras oscuras
en un escote que deja al descubierto
los hombros, detallando un soirée de
falda plegada desde la cadera, reali
zado en jersey de seda celeste pastel.
El talle natural es siempre disminui
do, y para lograrlo se recurre a corse
letes o cinturones de gros o géneros
elásticos que se ajustan a la cintura
p or debajo de los m odelos; se ponen en
juego todos los artificios, además, para
desplazar el centro de gravedad de la
silueta atendiendo siempre a alargar el
talle. Los subterfugios más ingeniosos:
dobles y triples cinturones, incrustacio
nes de colores contrastantes, drapeados
bajos, bordados rebuscados; en fin, que
dentro de las enormes variaciones que
la elegancia francesa nos muestra para
la noche, los creadores, optando por
una línea o por otra, o bien yendo de
la una a la otra, nos dejan decidir entre
innumerables sugestiones.
F rancerramant, el gran "couturier”
parisiense, ha realizado una robe de no
che, de falda en campana, mangas cor
tas y gran escote redondo en encaje
blanco sobre "dessus” de raso. R obert
P iguet remarca, con género negro y
flores rojas, el escote enorme de un
modelo de piqué de amplia falda. C a llot, en cambio, elige el crepe "piel de
tiburón” , para un conjunto de vestido
y bolero, bordado totalmente este últi-
Blusa realizada en tricot de lana negra
acompañando una falda de raso color
oro; es una creación americana. El
cinturón, que cae en lazo a un costado,
está bordado en celeste, rosa y negro.
mo en blanco y plata. Por su parte,
L axvin coloca sobre la cadera, en un
vestido de noche, que se drapea for
mando godets adelante, dos enormes
moños de ciré violeta.
y ranchos. . . pero eon ramilletes de flo
res que aclaraban el punto.
Los colores dominantes fueron el verde
billar, atenuado a ratos, como el musgo
otoñal: fué notable la nueva juventud del
azul marino y del blanco, combinados en
sombreros, trajeeitos, earteras, guantes v
zapatos. Mme. de Bovrivon, afortunada
dueña del caballo "Prince Chevalier” , fué
la "vedette” de todas las reuniones, por
su elegancia y su gracia. Vestía en la
oportunidad un modelo de Mareelle Dormov, de bata ajustada, a rayas horizon
tales, con una túnica azul unida, sobre
una falda plegada en el delantero.
A cada reunión nos vimos en la obli
gación de hacer notar la eterna elegancia
del blanco y negro, y citaremos, como
ejemplo, la hermosa toilette de Mme. de
Bellcville: traje de crépe flexible, ligera
mente drnpeado a los costados del busto
y sobre las caderas: largo collar de per
las, caído sobre el "déoolleté” en V, en
armonía con el canotier de paja blanco,
v con el bolso, guantes y calzado de ga
muza blanca.
¡
La temperatura poco amistosa perm
tió la exhibición de los abrigos de vison,
de los boleros y eapitas de zorros P®
toados, v de dos grandes zorros et
al hombro, sobre los trajes de cri sl’
pero acompañados de toquitas *°*|or ’ ‘
mente floridas. Mme. Belkiss
l"
Pacha, la única dama que vistiera to
ramente de claro, fué muy agasajada i
su elegancia y por su hermosura <‘
^
bia exótica. Llevaba un traje ' 1
'v
pekinada, a rayas angostas, blntic.
.
violetas, y a cada lado del deseo
cuadro un clip de oro cincelado, en
con un collar. El drnpeado del traje. un costado de las caderas, iba sostu
por un ramillete de violetas e
,
La elegante toilette se
con un ramo de lilas púrpura d.spues
en diadema algo caída sobre 1
Sobre los hombros dos l ° rros
tQg ,v, como accesorios, guantes, z-»l ■
bolso de gamuza blanca.
( Especial pora Cabalga .
Franee Preste)
�MUSICA
L A S U LTIM A S OBRAS DE
FLORES
LIBROS
DE
CALIDAD
PARA
REGALOS
DISTINGUIDOS
©cabalgata
IGOR
STRAWINSKY
Por A D O L F O S A L A Z A R
cinco años que Igor Stra
winsky no había vuelto por México.
La visita que acaba de hacernos es la
tercera, invitado a todas tres por la
Orquesta Sinfónica de México. He ha
blado en un ar
t í c u l o anterior
de la hospita
l i d a d q u e el
maestro Carlos
Chávez y su or
questa han dis
pensado en esta
temporada a
músicos tan sig
nificados en el
arte europeo de
más avanzadas
tendencias: el alemán Paul Hindemith y el francés Darius Milhaud.
Strawinsky ocupa ahora el sitial del
director con un programa repetido el
viernes y domingo finales del mes de
acía
H
Ultimos Grandes
COLECCION ORO
(E s p e cia l para C a b a l g a t a )
que el otro, más rítmico. El postulado
de la sinfonía clásica consiste en que
la obra entera, y categóricamente su
primer tiempo, deben construirse sobre
el desarrollo de esos motivos, su trata
miento temático, rítmico, modulatorio:
esencialmente, una arquitectura tonal.
Un poco más tarde, al día siguiente del
sinfonismo beethoveniano los composi
tores románticos, muy interesados en
mostrar el carácter del motivo, su ca
pacidad expresiva, la amplia capacidad
de juego con que seguían más o menos
de cerca una peripecia, dejaron hasta
cierto punto a un lado el postulado sin
fónico para construir sus obras merced
a la yuxtaposición o enlace de los pe
queños fragmentos que derivaban del
carácter, a veces plástico, podría de
cirse, de sus motivos: tal, el caso de
Sehumann. Pero es lo cierto que el
sistema servía bien sólo en las compo
siciones de dimensiones breves. Cuando
Exitos de la
neau” les trazos caligráficos de su arte
más troquelado de una manera que creo
lícito comparar con lo que Picasso rea
lizó en "Guernica” , desde este punto
de vista. La comparación puede pare
cer fácil, o arbitraria: para mí la tengo
por justa y creo que el lector que se
da cuenta de lo que "Guernica” es como
pintura, me entenderá sin mayor insis
tencia al extender la comparación a la
Sinfonía en tres movimientos.
Que sea la esencia genial lo que con
sigue mantener en ella la unidad es
fácil de decir; menos fácil de demos
trar analíticamente. Sin embargo, hay
en esa sinfonía algo que es como su
sistema vertebral, y es la presencia de
pasajes poderosamente rítmicos que no
tienen un valor de motivo, pero sí el
de grapas o eslabones que se enlazan
entre sí como una cadena, como vér
tebras, para seguir el símil. Sobre su
potente pulsación se asienta la vida
ATLANTIDA
★
H IS T O R IA DE L A C IE N C IA
p o r S a n tia g o B ertrá n
El curioso lector pu ede seguir a través de
las amenas páginas d e este libro, sin que
en ellas sea omitido ningún acontecim ien
to fundam ental, el proceso histérico de
la ciencia, desde sus primeros pasos has
ta el grado actual d e su extraordinario
desarrollo.
P r e c io d e l e je m p la r : $
5 .-
★
D IC C IO N A R IO
DE H IS T O R IA U N IV E R SA L
p o r J o sé L u is R o m e r o
Una sucinta y clara explicación d e los
h e ch os, las cosas y los hombres de más
relevante significación dentro del cuadro
general de la historia humana. Im posible
con cebir una obra que enseñe más en
menor espacio.
P r e c io d e l e je m p la r : $
5 .-
★
Obras del profesor
J. OTERO E S P A S A N D IN
LA CIVILIZACION DEL N IL O ........ $ 2 .SO
LA GRECIA H E R O IC A ............................ 2 .5 0
LA GRECIA C L A S IC A ....................... „ 2 .5 0
ROMA: LA REPUBLICA.....................
2 .5 0
ROMA: EL IM P E R IO ......................... , 2 .5 0
LA C IV IL IZ A C IO N M E S O P O T A M I C A ........................................................... 4 . —
MARAVILLAS DE LAS REGIONES
P O L A R E S .......................................................2 .5 0
POBLADORES DEL M A R .......................... 2 .5 0
PRODIGIOS DE LAS A V E S .................... 2 .5 0
LOS SERES M IC RO SC O P IC O S.............. 2 .5 0
GIGANTES M A R IN O S ....................... ,, 2 .50
EL CORTEJO S O L A R ......................... ,, 2 .5 0
UN PASEO POR EL C I E L O ............. ,, 2 .5 0
SOCIEDADES DE INSECTOS.................. 2 .5 0
PRODIGIOS DE LAS PLANTAS..............2 .Í 0
NUESTRO PLANETA.................................. 2.E0
LOS A T O M O S......................
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ANIMALES VIAJEROS ....................... , , 2 . 5 0
EL MUNDO DE LOS REPTILES..............2 .5 0
NARRACIONES M IT O L O G IC A S ..........2.E0
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FLORES
CADA EJEMPL AR
Mano de Slratcinsky.
julio. En cada visita, el gran maestro
ruso fué dando a conocer sus obras
más recientes, apenas escuchadas antes
que por los mexicanos por los audito
res norteamericanos, Nueva York, Bos
ton o San Francisco.
La novedad más importante hace
cinco años fué la que presentaba la
Sinfonía en Do. La de ahora, es tam
bién una sinfonía. Lleva por título
simplemente Sinfonía en tres movi
mientos ("ohne menuet” , como habría
podido decirlo Mozart). Si se toma en
cuenta la Sinfonía de los Salmos, esta
nueva será la cuarta obra de dicha
clase. Si sólo atendemos a sinfonías
puramente instrumentales, será la ter
cera. Entre ella y la primera sinfonía
(Mi bemol, de 1905-7) se desarrolla
toda la carrera musical de uno de los
más penetrantes agitadores del mundo
musical contemporáneo; una de sus
genialidades más acusadas y de una
autenticidad tan señalada como su ori
ginalidad poderosa. Cuarenta años de
labor en la cual se encuentran obras
que son las obras maestras de nuestro
siglo, junto a otras cuya brevedad se
empareja con la intensidad de su con
cepto; aquéllas, escuchadas cada día en
su mayor parte; estas otras, práctica
mente olvidadas o desconocidas. Salvo
por los compositores, desde luego, por
que en su brevedad está concentrado un
espíritu ardiente que toma las formas
más insólitas, los medios más originales
para expresarse.
Un curso entero podría desarrollarse,
en efecto, que versaría sobre "las obras
pequeñas” de Igor Strawinsky: un
curso para músicos casi más que para
auditores, salvo los muy refinados en
su inteligencia y su curiosidad. ¿Cuán
do y dónde pueden escucharse el Con
certino y las tres Piezas para cuarteto,
las Piezas para clarinete solista, las
Suites para pequeña orquesta, las Berceuses du Chat, las Pribautki, las Can
ciones sobre poemas, japoneses, la Pas
toral, el Dúo Concertante, las Piezas
fáciles para piano?
*
ROSE M A R I E
S A N T A FE 1 4 4 8 - 5 2
U. T . 41 - 9 8 3 5
*
*
Entre la Sinfonía en Do y la Sin
fonía en tres movimientos hay una
esencial diferencia de principios. La
Sinfonía en Do deriva toda su estruc
tura de dos motivos muy breves, ape
nas de tres notas, uno de los cuales es
de carácter más señaladamente melódico
se quería apoyar sobre él una arqui
tectura más importante el procedi
miento resultaba precario. El edificio
se venía abajo. Menos porque los mo
tivos no se prestasen a ser tratados "in
extenso” que porque la médula del sis
tema, que está en las relaciones tonales,
no encontraba su ritmo suficiente am
plio en esa marquetería de m otivos: el
organismo no respiraba con holgura, la
sangre no circulaba en libertad por é l:
su fisiología empobrecía sus funciones.
El sistema de construcción por frag
mentos breves yuxtapuestos es peculiar
de Strawinsky. Cada fragmento se co
lorea fuertemente por su carácter motívico, rico en su plasticidad; por su
fuerza rítmica concentrada y por su
valor armónico. Una tonalidad deter
minada predomina con la exclusividad
de su función tónica en cada uno de
esos pasajes, sin que pueda decirse en
muchos casos que se trata de un con
junto de armonías enlazadas, o lo que
se dice ser la conducción armónica. Sin
duda, el procedimiento es más simple,
pero para que sea válido exige la pre
sencia del genio. Con muy poco esfuer
zo, cualquier compositor puede seguir
la receta y aparentar cierto moder
nismo exterior en sus composiciones
así redactadas; el resultado, sin em
bargo, será nulo, a menos (pie una
fuerza genial ilumine el conjunto.
Resulta ya tópico mencionar a Picasso
cuando se habla de Strawinsky; pero
corno se consigue con ello hacerse en
tender más fácilmente por quienes sa
ben lo que significa el arte actual de
la pintura y, dentro de él, el del gran
malagueño, no evitaré hacerlo. Las
composiciones de gran formato de P i
casso utilizan en una vasta armonía
total gran parte de los elementos de
estilo creados por Picasso para su uso
particular, tratándolos con una cohe
rencia cuya lógica descubre él dentro
de sí mismo, intuitivamente, creo, me
jo r que no discursivamente. S t r a
winsky que puede' dar cursos de filo
sofía, es decir, que puede razonar
acerca de sus procedimientos, no creo
que proceda en su labor de creación de
un modo discursivo, sino intuitivo tam
bién. Por razones que no nos incum
ben, había dejado aparte todos los ele
mentos estilísticos más característicos
de su arte al componer la Sinfonía en
Do. Ahora, hace lo contrario. Su nue
va sinfonía reúne en un vasto "pan-
dinámica de la sinfonía, dejando redu
cido a un mínimo cuanto es cuestión
de melodismo, de valores armónicos, de
color orquestal. Una homogeneidad pe
culiar envuelve todo y en parte deriva
del sistema de escritura que es prefe
rentemente horizontal, es decir, que el
contrapunto y sus consecuencias hacen
casi todo el gasto.
Con todo, la Sinfonía no es compleja
en su escritura. Desde los tiempos he
roicos del Sacre du Printemps, Stra
winsky no ha hecho sino eliminar
cuanto le pareció accesorio, hasta llegar
al esquematismo de la Sinfonía en Do
La obra nueva no es, con todo, tan
seca o formularia, aunque puede decirse
que no hay en ella redundancia. Las
obras pequeñas a que antes me refería
son ejemplos de lo que Strawinsky es
capaz de hacer con el menor número
posible de elementos; pero la busca di'
la simplicidad, el afán eliminatorio le
lleva a rehacer obras antiguas, por lo
menos en determinado aspecto como es
el de la orquestación. La segunda ver
sión de "El Pájaro de Fuego” fué un
ejemplo, hace algunos años. Ahora
vuelve a darlo reorquestando la parte
de "Pctruehka” conocida con el nom
bre de la Feria o el Carnaval. La reorquestación consiste en emplear sola
mente los materiales orquestales que se
encuentran en los músicos del siglo xix
sin acudir a las duplicaciones o el em
pleo de "extras” . En vez de la orquesta
donde los instrumentos de aliento cuen
tan por cuatro, Strawinsky se contenta
ahora con la agrupación "a tres” . El
color general no cambia nada; la sen
sación de masa sí, porque el grueso
color ha desaparecido: ahora bien, el
grueso color es de por sí un valor
también, sólo que es antieconómico.
¿Podrá Strawinsky reorquestar dentro
de estos términos una obra como "Le
Sacre ? Lo dudo. En todo caso, ya
veremos.
*
*
*
Una obra cuya contextura contras
taba ya vivamente con las de los pri
meros ballets de Strawinsky fué el
"Apolloit Musageto” . Su diferencia ve
nía por el lado de la orquestación tan
to como por el de la formación temá
tica y su tratamiento en una manera
de escritura lineal, ricamente trabada.
La plasticidad anterior del motivo se
. (Continúa página 18.)
DE
cabalgata
I N C L U Y E EN F ORMA
SUPLEMENTARIA
A GRAN F O R M A T O
UNA
LAMINA
I MPRESA A SEI S COLORES
REPRODUCIENDO UN CUADRO
DE UN A R T I S T A CÉ L E B RE
A N T I G U O O MODERNO
DOS REBELDES
ESPAÑOLES
EN EL P E R U
Las vidas de Gonzalo Pizarro ("E l
Gran Rebelde'') v Lope de Agua re
("E l Cruel Tirano” )— protagonis
tas de las dos rebeliones españolas
más trascendentales contra la Co
rona de España registradas en la
América del siglo xvt— son rela
tadas en este libro con un estilo
ameno y lleno de gracia.
Un volumen encuadernado en tela,
de la Colección lliografías, de ItO
páginas.................................$ 10 .-
E D IT O R IA L
SUDAMERICANA
A U S I N A .1 (1 0
U S . A llt K S
Ditíribuitloret exclutirot para México:
EDITORIAL IIERMES
I g n u c i o M a r in e a ! II - M E X I C O D . F .
�MUSICA-AJEDREZ
cabalgata©
LAS ULTIMAS OBRAS DE IGOR STRAWINSKY
NOTICIAS MUSICALES
*** En memoria de Encarnación L ó
pez, la Argentinita, y en el primer ani
versario de su muerte, se ofició el 25 de
septiembre un funeral, en los franciscanos
de Madrid.
*** Por la Asociación Argentina de
Música de Cámara, Libo rio .Rosa, acom
pañado por Enrique Sivieri, realizó un ci
clo de cinco conciertos consagrados a la
sonata para violoncelo y piano.
*** Gabriel Bouil’.on y Albert W o lff
se despidieron del público porteño con un
concierto de beneficencia. En el progra
ma, los conciertos de Mendelssohn y
Br.ahms, el Carnaval romano de Berlioz,
los Preludios de Liszt y E l a p r e n d í dr
brujo, de Dukas.
*** El Cuarteto Haydn, integrado por
Eduardo Acedo y Carlos Sampedro, violines, Liberto Guidi, viola, y Washington
Castro, violoncelo, viene realizando un
historial del cuarteto de arcos.
*** William Kapell se despidió en el
Colón el 26 de septiembre pasado, con
un recital Chopin.
*** La coreógrafa Margarita Wnllmann
se ha reintegrado a su puesto de direc
tora del cuerpo de baile del Teatro Colón,
de regreso de Italia. Margarita Wallmann desempeñó la misma tarea en el
Real de Roma.
*** Los Centros de Estudiantes de In
geniería y Filosofía y Letras han orga
nizado un ciclo de cuatro conciertos noc
turnos en el Teatro Pte. Alvear, con las
siguientes fechas e intérpretes: el Con
junto de Cámara Mozart (14 de octubre),
Antonio de Raco (21 de octubre), Con
cepción Bad a (28 de octubre) y Ljerko
Spiller (4 de noviembre).
*** La pianista argentina María Inés
Gómez Carrillo estrena, el 11 de octubre,
en el Carnegie Hall de Nueva York, el
Escarceo criollo de Isidro Maiztegui, ex
tensa página folklórica de brillante téc
nica instrumental. Del mismo compositor
se transmitió por Radio del Estado, en
el mes de agosto pasado, el Salmo plu
vial, sobre poemas de Leopoldo Lugones, para voz e.instrumentos, interpreta
do por miembros del Conjunto de, Cáma
ra M ozart; solista: Dora Berdichcvsky.
*** En el Instituto Francés de Estu
dios Superiores, Paul Benichou dictará
un curso sobre La Chansou Populaire
Franja se. Cada clase será ilustrada por
ex alumnos del Curso de Interpretación
de Jane Bathori.
*** Apareció el segundo número del pe
riódico “ Arte Musical” .
*** Finalizó el ciclo de tres conciertos
sinfónicos de Erich Kleiber en la Asocia
ción Wagneriana.
*** El Círculo Femenino Musical San
ta Cecilia ofreció un concierto en honor
de Miss Vannett Lawler, miembro de la
Music División de la Unión Panameri
cana. El ameno programa incluía obras
de Magda García Rohson, Enrique Cnsella, Irma Williams, F. Bach, Rebeca
Clarke, Cyril Scott, Foster, Aguirre y
Pugnani-Kreisler.
(V ie n e de página
ha convertido en rasgos de estilo. Lo
que en los primeros ballets era nece
sidad de sujetarse a la peripecia dan
zada en la escena tiende, a su vez, a
estilizarse, y de esa manera la danza
propende asimismo hacia una abstrac
ción creciente. Se crea así la última
etapa en el arte del ballet, del cual el
lector ha de recordar ejemplos recien
tes, aunque quiero señalarle como típico
el que, titulándolo "Balaustrade” , orga
nizó Balanchine sobre el Concertó, para
violín y orquesta, de Strawinskv.
El gran músico ruso vuelve, de vez
en cuando, su recuerdo hacia el arte
del ballet, en cuya área nació y creció
su genio; pero cuando lo hace ahora,
el modo de sus ideas cae dentro de la
severidad en los rasgos estilísticos que
la abstracción creciente de su arte fue
dibujando para sus motivos. Su des
arrollo no va ahora sujeto al de la peri
pecia danzable, sino al revés: la danza
está dictada por el juego de las ideas,
lo cual es propio de lo que viene a de
nominarse como una "danza pura” ;
esto es, una manera de ballet abstracto.
Las "Escenas de Ballet” , de 1944, están
CALENDARIO RETROSPECTIVO
OCTUBRE
A
J
E
D
R
E
16
Z
Por FRANCISCO BENKÓ
Las Blancas están desesperadas. A R 4H
R 4C seguiría T lT L ), etc.
^ ^
A LA M EM O RIA
D E K A R E L TR E Y B A L
E l torneo magistral que se estaba jugando
recientemente en
Praga,
fue dedicado a la
memoria de Karcl Treybal. el gran maestro
checoslovaco, que íué una de las tantas vícti
mas inocentes del furor nazi durante los años
pasados.
A
la
edad de 56 años,
i*r cy bal
fue ejecutado por la Gestapo en el año 1941,
sin previo proceso.
Reproducimos a continuación su gran victo
ria sobre Alekhine en el torneo de Karlsbad.
1923.
Las notas corresponden al
australiano C. J. S. Purdy.
conocido
34. P x A
35. A x P
La
A.
V a ry
K.
1 . P4D
1923
P4r>
PdR
P3AD
P4AK
2. P 4 A D
3. C 3 A R
4. P3R
5. C 3A
6 . C 5R
7. 1’ 4 A
En seguida 7 . . . C 5R seria contestado por 8 .
D 5 T j . P 3 C R 9.
CxP.
C5R
P A xP
8. P A xC
9. C xC
L a posición no es del todo simétrica, ya que
las Blancas tienen la iniciativa en el flanco
Dama.
I)4C
A2K
T IA
10. A 2 D
1 1 . D 2R
12. 0 -0 - 0
Con la decisión de enrocar largo por su parte,
porque las Blancas podrían avanzar rápida
mente los Peones del flanco Rey.
13.
14.
15.
16.
Si
PxPT
A2D
P 4C R
R :C
A2C
P3TR
0 -0 - 0
P 4T R I
R 3H
TxP A
PxP
T 4R
P4C:
A2D
R xP
N otas de C. J. S. P u rdy
¡\uestro concurso de soluciones
(B a ses: V er X ?
1 de C abalgata)
Con los finales Nos. 1 y 2, que hoy publica
mos, proseguimos nuestro concurso de solucio
nes. Las soluciones de estos 2 finales tienen
que ser mandadas hasta el 15 de diciembre
de 1946 a la redacción de C abalgata , Inde
pendencia 360, Buenos Aires.
Agradecemos al señor Eucken su amabilidad
al contribuir con su arte a esta sección de
ajedrez.
Encontrando las mejores jugadas de
las Negras (y de las Blancas también, ¡claro
e s t á !) , ei que lo solucione se hallará al final
con una verdadera posición de problema.
K . A . L. Kubbel no precisa ninguna intro
ducción.
Sus miles de problemas y finales
tienen siempre ci sello inconfundible de este
gran artista, cuya prematura desaparición (ju n
to con sus hermanos Eugen y A rvid Kubbel.
grandes problemistas a su vez), durante los días
aciagos de Leningrado. lamentamos profunda
mente. Para el ajedrez artístico es una pérdida
irreparable, y para mayor difusión de sus obras
inmortales nos proponemos publicar la mayor
cantidad posible de trabajos de este gran autor.
PxPC
T lT
TxT
K lC
R lT
D 3C
d :ri
K urt
Eucken,
Buenos Aires, Original
Blancas: R 7 T R , A 8 T R , C 2D (3 )
N eg ra s: R 4C R , B SD , P7R (3 )
Esta
jugada en apariencia
puramente de
fensiva, contiene mucho veneno.
La mejor ju
gada de las Blancas en este momento era 23.
P 3 T , manteniendo todavía la iniciativa.
23. P 4 C D ?
Ahora amenazan
24.
25.
26.
27.
28.
PxP
D 6T
D x l)
P3T
R 2C
al
1802. Muere en París la deliciosa
Madeleine-Sophie Arnould, primera
Iphi()én¡( de Gluck. Interrogada du
rantc el Terror sobre sus opiniones
políticas, declaró “ que era amplia
mente conocido su_cntusiasmo por el
derecho del hombre” .
19
Final N9 1
PxPC
TxT
A '.R
A3C
T iA D
P5A
18
pa-
en The Australasian Chess R eview ..
A IR .
17.
18.
19.
20.
21.
22.
1849. Muerte de Federico Chopin.
“ Ha pasado entre, nosotros como un
fantasma.” (Liszt.)
La jugada 23 de Alekhine. un poco prema
tura. muestra cómo en ajedrez el precio del
éxito es vigilancia eterna.
Nunca es fácil jugar contra esta defensa.
Aquí las Blancas siguen el lema: contestar un
Stonewall con un Stonewab!
C 3A
CD 2D
C xC
un Peón
T 6 T j.
P xA
T 6A R !
38. P 5A
39. PxP
40. P 6 R
41. P7R
42. T 4 C x R
43. P4T
44. T 4C
Abandonan
maestro
T xeybai .
consigue
IV
iguiendo la regla exacta con j uegos ganadestruir ias contra chances. Si 37 . . .T xF
P 5A .
.
(K arlsbad)
así
36. R2I>
37. T x P
Negras
AJ.EK1IINE
K arlovy
única chance;
1912. Estreno del P im o t lunaire de
Schoenberg, en Berlín. “ Si ésta es
la música del futuro, ruego al Crea
dor que no me permita vivir lo su
ficiente como para oírla de nuevo.”
(Otto Taubmann, en el l i o f r s e n
Courier de Berlín.)
20
“ Don Alfonso IV, por la gracia de
Dios Rey de Aragón, de Valencia, de
Cerdenya, de Córcega, et conde de
Barcelona. A vos Don Jussef <L- E l i
ja, alm oxariff mayor del muy noble
Rey de Castiella [Alfonso X I, el
Justiciero], salut como aquel que
queremos bien et de quien mucho
fiamos, facemos vos saber que agora
destos días nos vina un accident de
enfermedat, mas loado sea Dios so
mos guarido bien. Et enbiamos vos
lo decir porque sabemos que vos
pla?e de nostra salut et buen estado.
Et porque queríamos tomar algún
plaqer con aquellos joglares del rey
. de Castiella que eran en Taraqona,
el uno que tocaba la xabeba et el
otro el meo canon. Vos rogamos que
quisedes quel dito Rey nos enbíe los
ditos joglares et gradeqar vos lo
hemos mucho et vos que non ende
faredes servicio. Dada en \ alencia
X I X días andados del mes de Octu
bre en el año de nostro Senyor de
Mil CCC X X I X .”
“ Sant’ Agata, 20 de octubre de 1883.
— Distinguido señor: Le ruego
me excuse si no le he agradecido
todavía el libro que me ha enviado
tan gentilmente. Excúseme además si
no puedo corresponder a su deseo
dando mi opinión sobre él. En mate
ria de música, y de trabajos sobre
música, no creo en mi juicio ni tam
poco en el de otros. Recuerde usted
las opiniones de Weber, Schumann,
Mendelssohn, sobre Rossini, Meyerbeer y otros, y dígame si es posible
creer en las opiniones de un compo
sitor. Saludo, etc. Giuseppe Verdi
paso
22
Primera audición absoluta de la So
nata para piano do Aaron Copland,
ejecutada por el autor en los Con
ciertos de la Nueva Música, Buenos
Aires.
Nace en Raiding, Hungría, Franz
Liszt. “ Servir, el santo y seña de
esto destino.” (Guy de Pourtalés,
Vranz Liszt.)
23
1890. Estreno de El príncipe Igor.
de Borodín, en San Petersburgo. “ El
príncipe Igor fué compuesto durante
diez y ocho años, y quedo incon
cluso.” (R. Ilofmann,-- Vn leiécle
d’Opera Ktisse.)
21
1725. Muere en Ñapóles Alessandro
Rea ría t ti. Dejó más de cien óperas,
innumerables cantatas, piezas instru
mentales, obras religiosas, y diez
hijos.
1875. Estreno del Concierto N'“ 1.
op. 23, de Tchaikovsky, en Boston.
Ahora lo pagamos.
1930. Estreno de La edad d, oro.
de Shostakovich, en Leningrado.
25
26
27
1782, Nace en Genova Niccoló Paga
nini. Un ángel prometió en sueños
a su madre que el niño sería el vio
linista más grande del mundo.
28
1879. Nace el compositor
Conrado del Campo.
29
1787. Estreno de Don ’G iovanni. ossia II dissol uto punitó, de Mozart,
en el National Theatre de Praga.
“ Que la ópera fuera, de todos los
géneros de espectáculo, el más enve
jecido, destinado a desaparecer, de
hecho ya desaparecido, era para nos
otros verdad indiscutida, hasta estas
representaciones de Salzburgo. Pero
ese Don Giovanni tan ágil, donde
cada nota expresa un sentimiento,
una pasión, ese Dramma Giucoso que
el dolor invade desde los primeros
compases, y luego ei temor, y la an
gustia de lo sobrenatural, hasta que
al fin Dios se manifiesta, con una
evidencia sobrecogedora, nos toca por
tantos lados que basta él solo para
vivificar y rehabilitar un género des
acreditado.” ( F r a n f o i s Maúriac,
Journal, II.)
30
173.3. En el cumpleaños del rey Jor
ge I I de Inglaterra, se estrena la
Arianna de Haendel.
31
1906. Se estrena en Par’ s Ja Ariane
de Masscnet (libro de Mendés), sin
ninguna excusa.
español
LAS FUGAS DEL PRINCIPE
(V ie n e
P4CD !
las N egras
21
).
Partida IV" 3
Planeas
o
R xP
pensadas, dentro de su carácter de
"pas de deux” , "variation” , "arabesque”. etcétera, según un proceso com
parable con el que un músico del
tiempo barroco pensaba su "suite” ins
trumental, cuyos distintos movimientos
basaba en el carácter de la pavana, la
gallarda, la giga. Esas escenas vienen,
pues, a ser esta vez una "danza sin
danza” , como en aquellos viejos tiem
pos lo fué la "suite” : solamente que
el camino mental ha sido a la viceversa
del precedente. Once fragmentos inte
gran esta obra de Strawinskv; cada
cual con su título alusivo a un ballet
"ideal” sobre el cual un coreógrafo
puede urdir la sinfonía plástica que
mejor crea convenirle a la música ; con
veniencia que ha de resultar de la esti
lización de los gestos plásticos, siguien
do el proceso parejo al del músico.
La orquestación de esta obra está a
medio camino de la sobriedad del
"A pollon” y de la policromía anterior.
Su escritura, también. El resultado
quizá tiene los inconvenientes de las
obras de paso, o transición. Lo que la
P 4 T , atacando a
D :C D
D xP C
P xD
R 2C
A4C
de
página
5.)
plido el trabajo de su verdugo. Y por
eso, en verdad, merezco ser colgado.
Luego se volvió hacia los policías con
un gesto que no era tanto de rendición
como de orden para que lo arrestaran.
Tal fué el relato que Hom e Fisher hizo
a Harold March, el periodista, muchos
llevado a estudiar problemas análogos al
del Príncipe Michael. H om e Fisher era
ya quince años más v iejo; su fino cabello
cedía lugar a la calvicie, y sus delgadas
manos se movían con menos afectación y
con más fatiga. Contó la historia de la
aventura irlandesa de su juventud porque
años más tarde, en un pequeño restau
rante de lujo cerca de Piccadilly. Habla
invitado a cenar a March poco después
del caso que él llamaba "L a Cara en el
Blanco” , y la charla versó naturalmente
sobre dicho misterio, derivando luego a
recuerdos más lejanos de la vida de Fisher,
así como a las circunstancias que lo habían
había sido su primer contacto con el cri
men, y porque allí descubrió cuán sombría
y terriblemente mezclado con la ley, pue
de aparecer el crimen.
— Hooker Wilson fué el primer crina
nal que c o n o c í... y era un policía — dijo
haciendo girar su vaso de vino— . Desde
entonces, toda mi vida ha sido un con
Con una fuerte iniciativa, porque las Blan
cas no pueden contestar A 4 A sin seria des
ventaja de posición.
Ver diagrama
Final m 2
K.
A.
L.
Kubbel,
Schachmatny
B lancas: R 3 A , D 4K , P 2 A ,
N eg ra s: R 8 T D , D 3 T I), P 4 T D ,
P 2 A R (6 )
Listok
Posición después de la jugada 28
de las Negras
29.
30.
31.
32.
33.
T lR
PCxP
P xP
R 3A
A4A
P 4¿y
P xP
A4C!
R 3A
1931
P 6 A (4 )
P 2 A D , P3R ,
Juegan las Blancas y ganan.
17.)
distingue de las demás obras de Strawinsky es, podría decirse, cierta finura
o delgadez en las ideas y aun en los
efectos; una delicadeza especial, como
si las cosas estuviesen vistas a través
de cendales, no de ironía esta vez, sino
de ternura.
En cambio, el humor, grueso humor
estalla en páginas episódicas como la
"Polka de Circo” o el "Scherzo a la
rusa” . "The frolic and the gentle” , se
dijo de cierto escritor inglés; así en el
Strawinskv de estas páginas y de aque
llas escenas. El entronque de éstas se
halla cu pasajes que nadie habrá olvi
dado, de "Lo Baiser de la Fée”, con
su empleo de los metales graves y de
la percusión opaca en un matiz pianísimo. De repente, los contrastes pode
rosos. La "Polka” está escrita de tal
manera que su análisis es una lección
para el músico inteligente. La orques
tación del "Scherzo” no lo es menos.
Strawinskv e s , hoy todavía, uno de los
músicos i>ara músicos; maestro para
maestros.
Mélico, octubre de
tinuo mezclarme en asuntos de esa misma
especie. Era un hombre de verdadero ta
lento y tal vez hasta genio, y merecía ser
estudiado como detective tanto como cri
minal. Su blanco rostro y sus cabellos ro
jos eran típicos y significativos en él,
pues era de esos seres, a la vez frios y ar
dientes de ambición. Sabia controlar la
cólera pero no la ambición. Devoró las fra
ses irónicas de sus superiores en aquel
diálogo de la comisaría, pero cuando vió
súbitamente las dos cabezas recortándose
negras contra el amanecer, en el marco
de las ventanas, no pudo resistir al deseo
de aprovechar la oportunidad de vengarse
y remover a la vez los obstáculos que se
oponían a su promoción. Era un magní
fico tirador y estaba seguro de silenciar
a ambos, aunque las pruebas contra él ha
brían sido abrumadoras en todos los casos.
Y sin embargo estuvo a punto de fracasar
la primera vez, porque Nolan vivió ló
bastante para decir: "W ilson” , y señalar
la ventana. Pensamos que requería ayuda
para su camarada, pero en realidad estaba
denunciando a su asesino. Después de eso,
le resultó muy simple tirar abajo la esca
lera que ten'a a su lado, pues un hombre
encaramado en una escalera no puede ver
fácilmente lo que pasa debajo y detrás
de é l; y luego se arrojó a su vez al suelo,
fingiendo ser otra de las víctimas de la
catástrofe.
Pero con todo, mezclada a su criminal
ambición, había en él una sincera creen
cia en su propio talento y, sobre todo,
en su teoria. Creía en eso que llamaba
"un ojo nuevo” , y deseaba la oportunidad
de elevarse para practicar sus métodos.
Había algo de cierto en sus principios,
pero fracasó allí donde tales principios
fracasan habitualmente, ya que los ojos
nuevos no son capaces de ver lo invisible.
La teoría vale para la escalera y para el
espantapájaros, pero no para la vida y el
alm a: Wilson cometió un fatal -error al
juzgar lo que haría un hombre como Mi
chael cuando escuchara gritar a una mu
jer. Toda la vanidad y la vanagloria de
Michael lo obligaron a correr hacia ella al
instante; hubiera sido capaz de meterse
en el mismísimo Castillo de Dublin por
el guante de una dama. Llámelo pose o
lo que usted quiera, pero sé que lo hu
biera hecho. Lo que ocurrió cuando estu
vo junto a la muchacha es otra historia,
y uno no puede nunca estar seguro; pero
por noticias que tuve más tarde, ambos
se reconciliaron aquella noche. M ilson se
equivocó ahí, aunque insisto en que había
algo de cierto en su noción de que el re
cién llegado ve mejor las cosas, y que el
hombre del lugar las conoce demasiado
para darse cuenta de nada. Tenía mucha
razón en algunas cosas. Tenía razón acer
ca de mí, por ejemplo.
— ¡A cerca de usted? — preguntó March.
— Soy el hombre que sabe demasiado
para saber algo, o, en última instancia,
para hacer algo — d ijo Home Fisher .
No me refiero en especial a lo que sé de
Irlanda. Aludo a Inglaterra. Aludo a la
forma en que estamos gobernados y al
hecho de que tal vez no podamos ser go
bernados de otra manera. Usted me pre
guntó recién qué fué de los sobrevivientes
de la tragedia. Pues bien: Wilson salvó la
vida y conseguimos persuadirlo de que
pidiera e! retiro; pero tuvimos que Pa8ar
a ese maldito asesino con más magnifi
cencía que a cualquier héroe que haya
luchado por Inglaterra. Me las arregle
para salvar a Michael de lo peor, póro
tuvimos que enviar a ese hombre — rer
tamente inocente como era— a cunipir
una condena por un crimen que jamas
cometió. Sólo algo más tarde consegu]
mos, de manera bastante tortuosa, facili
tarle la fuga. Sil- Walter Carey es primer
ministro del país, lo que probablemente
jamás habría sucedido si llega a difundir
se la verdad sobre el horrible escándalo
ocurrido en su departamento. Mos hubiera
arruinado a todos en Irlanda: y para
la tuina hubiera sido total. Es el mojo
amigo de mi padre, y casi me lia l
0
toda la vida con su amabilidad. Estoy
demasiado metido en toda esta maraña,
como usted bien lo ve, y no nací <ur a
mente para desenredarla. ■ I sted me
.
mirando con desconcierto, por no *
desagrado, v no me ofendo en absolut
por ello. Pero cambiaremos el tema si
J e disgusta. ¡Qué piensa de este borgoña? Es un descubrimiento mío, lo mism
que el restaurante.
.
Y se lanzó a una disertación tan sabia
como prolija sobre todos los v' nos ,
mundo; algún moralista hubiera podiOo
objetar que también acerca de eso sabia
demasiado.
�HUMOR
Cada uno de los nombres o sustantivos citados a continuación, forma, unido
a otros dos de la lista, una trinidad famosa en la historia, la literatura las
ciencias, la mitología, etc. Agrúpelos formando el trío que crea indicado en cada
ocasión y envíenos la solución antes del 15 de noviembre. Si a continuación de
cada trio escribe la denominación apropiada como si por ejemplo, de estar in
cluidos en esta lista los términos, Padre, H ijo y Espíritu Santo, pusiera junto
a ellos, una vez reunidos: L A T R IN ID A D ... Como se ve, no es demasiado
d ifíc il.. .
¿C om prendido?.. .
¡Manos a la o b r a !. . .
La primera respuesta que nos llegue, en la que aparezcan las soluciones com
pletas, será premiada con $ 20 % . Las seis soluciones primeras, más aproxima
das, serán premiadas con una suscripción semestral a C a b a l g a t a .
Sem. Beatriz. Celestina — Jorge Duval, Fraternidad, Tierra — Octavio, Sieyes, Pierrot —
M icen no, Lra A lto — Arquitectura. Atropos, Lépido — A rge. Can, Virgilio — Calixto, Margar¿ U ’ Fe
Colombina. Sólido. Talía — Y o , Salomé. Atenea — Bajo, Gramática. Esquilo —
Limonita. Carpo, Arlequín — Jafet. Don Quijote, Diké — Baltasar. Otelo. Sófocles Nudo,
Infierno, \ iolín — W erther, Roosevelt, M enfis — Malo, Dante, Padilla — Mnemósine, Escamillo,
Mulato — Selene, Falangeta, Leandro
Melchor. Maidonado, Tesífone
Caridad. Metistófeles,
^ ago — Liquido. Bravo. Afrodita — Retórica. I>ulcinea, Ouasimodo — Por'hos. Niña, Berlín —
Pintura, Libertad, Esmeralda — Elios, Armando Duval, Eurípides — Desdémona, Gaspar, Exposicióh — T u . Juno, Falanfina — Carmen. Claudio Froilo, C río — Sancho, Esperanza. Churchill —
Pompevo, Blanca, Dedos — Melibea. Don José. Brígida
Fausto, El, Tem is — Alberto. Titm po,
Don Juan — Dialéctica. Falange. Mediano — Gaseoso. Crispín. Margarita Gautier —- Carlota. Doña
Inés, M ar — Desenlace, Aleto. Metacarpo — Stalin. Lugar, Athos — César, Bonaparte, Mundo —
K efren, Piano, Cielo — Lákesis, Estérope. H erodias — Cristo, Roma. Negra — Aglaia, Aram is,
Antonio — Iokanaa.i, Eos. Violoncelo — Igualdad. Cloto. Craso — Silvia. Venus, Gloria — Regu
lar. Eirene. Keops — Bronte. Roger Ducos, Sais — Santa M aría. Eufrosine, Gestas — Bueno,
Pinta, Tebas — Dimas, Escultura, Megera — Minerva, Acción, Tokio.
Don Eugenio d’Ors, el olímpico, tam
bién tiene sus cositas. Recientemente, co
mentando el ülises de Joyce, les confesó
a unos sumisos audientes:
— Ese es un libio que jamás he podido
term inar.. . Lo he empezado a leer en va
rios idiomas y jamás pude -pasar de la
m itad. . . Con él me pasó siempre como a
aquel viejo campesino castellano que entró
por primera vez en un parque de atraccio
nes. El buen hombre subió a la montaña
rusa, a la plataforma giratoria, al tubo
de la risa, y cuando finalmente tras de
probarlo todo, se encontró de nuevo á la
puerta del llamado parque, le confesó a un
compañero: “ Estoy cansado, mareado y
con dos reales m enos..
Fíjense qué suerte — carraspeó una de
aquellas viriloides feministas o por el es
tilo, recientemente llegadas en el último
buque como propagandistas de no sé qué—
. . . cuando fuimos a tomar el avión no
había plaza. Como ya sabrán, el avión se
incendió y perecieron todos sus ocupan
tes. .. ¿No es suerte eso?
— No tenían por qué preocuparse —
murmuró el mordaz catalán— . Hubieran
seguido viaje en dos escobas. . .
2 3
4
5
6
7
8
9
¿COMO ANDA USTED DE VERSOS?
Los triunfadores son:
Prinier premio, í 20 m /n .: María Celia Degese. Coronel Díaz 1818, 'Capital.
Seis segundos premios, suscripción por seis meses a Cabalgata : "A V E ” : Arre
dondo 2662, Capital. — Eva F ía : Alem 1338, Capital. — Martín Rodríguez: Treinta
y Tres 738, Capital. — Paulino Ares Somoza: Montes de Oca 868, Capital. — Héctor
Zimmerman: Pasteur 158, Capital. — María Inda: calle 5 n5 681, La Plata.
V E R T IC A L E S .
L Satanás. - Alevoso.
2. Anillos de hierro. - Palito en que se señala
una cuenta.
3. Penate. - Retroceso del agua corriente ante
un impedimento. - Prefijo de simultaneidad.
4. Provecho. - Composición poética.
5. Licor espiritoso.
. Mayoral. - Planta umbelífera.
7. N óm ina. - Canal para conducir el agua de
los ríos. - Fluido para el alumbrado.
. V ilia de Cataluña. - Compuesto de partes
integrantes.
9. Asturiano. - Pueblo de Vasconia, cuna del
boxeador Uzcudun.
6
8
BURLADERO
S O L U C IO N
DEL
PROBLEM A
DE No. 2 DE
por el Hondero Irónico
— Es un curioso lugar donde un hom
bre se levanta y habla de algo que no
entiende a otros hombres que no le escu
chan y que luego votan siempre en con
tra . . .
CABALGATA
SU
PINACOTECA,
Molnar, el famoso dramaturgo húngaro,
apenas llegado a tierra neutral de Suiza,
recibió la visita de un joven y vigoroso
escritor húngaro, refugiado también.
Como Molnar suspirara, el otro no hacia
sino animarle:
— M aestro... ¡Puede usted contarse
en tr: los afortunados que verán el fin del
nazi imo y la victoria final. . . !
— Estoy muy viejo — suspiró Molnar—
y creo que me será trabajoso el gozar de
ese mundo que se promete usted tan fe
liz. . .
— ¡Cómo dice eso, maestro! . . . Usted a
los sesenta es más joven que muchos jó
venes de veinte. . . Su complexión y salud
le prometen lo menos treinta años más
de v id a ... Usted, se diría que se rejuve
nece en vez de envejecer. . .
— Ya ve u ste d ... Eso es muchísimo
p e o r ... ¿No ha Oído usted hablar acaso
de la mortalidad in fa n til?...
En relación con Bernard Shaw, se
ha señalado también una anécdota que
tuvo por intérprete a Rodin.
En cierta ocasión, Bernard Shaw,
vegetariano impenitente, invitó a co
mer al gran escultor. Rodin, cansado
del menú, se levantó, tiró la servilleta
encima de la mesa y pronunció las úni
cas palabras inglesas que sabía:
— Good bye — dijo,
Y se trasladó a un célebre restau
rante de Londres, donde pidió dos
grandes rosbifs.
Por la tarde, en casa del duque de
Westminster, donde Rodin celebraba
su Exposición, el gran escultor volvió
a encontrar al autor dramático.
— ¿Y qué representa esto? — pre
guntó ante una pareja en éxtasis.
Rodin respondió únicamente:
— V a ca .
Después, designando un cuerpo lán
guido, moribundo, deprimido, respon
dió :
— Legumbres.
«
El novio: — ¿Nos casamos o no?
La novia: — Casémonos, o n o. . .
T O D O ES
SEGUN
EL COLOR...
EL CORAZON DE ELLAS
JUZGADO POR
LA RAZON DE ELLOS
Cuando creen en ellas...
El corazón de la mujer está hecho de
forma que por árido que se haya que
dado al soplo de los prejuicios y las exi
gencias de la etiqueta, siempre conservará
un rincón fértil y riente: el que Dios ha
destinado al amor maternal.
(Alejandro Dumas)
— Estupenda cosecha — exclamó el ma
ravillado forastero con deseo de lisonjear
al dueño de la chacra— .¡L o que es ahora
no tiene usted por qué preocuparse! . . .
— No c r e a ... — murmuró el labrador
con cierto gesto de preocupación— Es
tas cosechas tan abundantes fatigan la
tierra. . .
TRES ANECDOTAS
DE G. B. S.
En una fiesta mundana, Bernard
Shaw mostraba mucho interés por una
dama que no se distinguía precisamente
por sus cualidades físicas.
— A o le creía a usted más sensible
que eso a la belleza —- le dijo un amigo.
— Hay tantas bellezas bajo cierta
fealdad, tantas fealdades bajo cierta
belleza — contestó simplemente.
Su más célebre frase la pronunció
en una fiesta de beneficencia que se
celebraba en Londres.
Una señora, con la que él bailaba,
le d ijo :
— Es usted muy amable al bailar
con una mujer desconocida como yo.
por
O SK I
El corazón de la mujer es un santuario
que el hombre de bien siempre respetará;
la triple llamada de la fe, la esperanza y
el amor arden en él sin cesar.
(A lexis M ayer)
La mujer es la última palabra del Crea
dor. El Maestro había primero modelado
los mundos, luego el mastodonte, después
el águila, después el león, después el hom
bre; concluyó con la mujer. Fué entonces
cuando descansó para contemplarse en su
obra.
(Arsenio Houssaye)
La mujer ha sido creada para el hom
bre y, a este respecto, es la criatura más
armónica y mejor combinada que haya
salido de las manos de Dios,
(Esteban de N eufville).
Dios intentó escribir: su prosa es el
hombre; su po.esía, la mujer.
(Napoleón)
Dios, que se arrepintió de haber creado
el hombre, jamás se arrepintió de haber
creado la mujer.
(Malherbe)
Dios ha creado las mujeres para orna
mento de la especie humana, para aliviar
la humanidad, para endulzar las miserias
de la vida, para contento de los hombres
y para ayudar a poblar el Paraiso.
(Jacques Olivier)
Una mujer de corazón puede servir pa
ra todo. Una mujer que no tiene más que
inteligencia no puede ser buena para gran
cosa. Y hasta diría que hay mujeres que
tienen tanto corazón que nadie ha podido
darse cuenta de que carecen de talento.
(P . J. Sthal)
Cuando no creen en ellas...
Toda mujer tiene el corazón libertino.
(P op e)
El corazón de las mujeres está a mer
ced de sus ojos y de sus oídos.
(José
de
Maistre)
El corazón de las mujeres es un abismo.
(Alfredo de M usset)
El corazón de la mujer es una veleta
que el capricho hace girar.
(Julián
I.emer)
Cierta mujer a quien uno de sus ami
gos decía que si seguía portándose como
hasta el momento, perdería su reputación,
le respondió:
— “ Qué qu ieres... Mi corazón puede
más que mi c a b e z a ...”
La policía francesa y en general toda
“ aquella Francia que se fué” no se dis
tinguía por su interés hacia las cosas de
fuera. Allí fué donde el gendarme^ al en
terarse de que alguien iba a Chile, excla
mo: “ ¿Chili? ¡D róle de p a ya !..
Bueno, pues allí — estas cosas a veces
tienen gracia— , cierto uruguayo se las
veía y se las deseaba para explicar en una
reunión, y no precisamente de gendarmes,
cuál era su país, cuna por otra parte de
Lantréamont y de Supervielle, hasta que
finalmente tomó un mapa y mostró el
color, bastante breve por cierto, que in
dicaba su patria. Y entonces uno de los
contertulios, asombrado de lo pequeño del
territorio, exclamó:
— Pues, señor, vuélvase pronto, porque
le deben estar echando de m en os..,
Will Rogers , el famoso vaquero-poeta
estadounidense, definió asi el congreso de
su nación:
“ Esta es — decía Aldington— la mejor
crítica que jamás haya escrito ... Des
graciadamente el “ The Times” se negó a
publicarla. . . ”
H O R IZ O N T A L E S .
I. Donaire. - Igualdad de las cosas en su superficie. - Roda.
I I . Yalie de España. - Licor famoso.
I I I . Dios de la guerra. - Hierro del trompo. Departamento de Francia.
I V . Persona destacada en alguna actividad. Espacio de la escalera comprendido entre cada
dos rellanos. - Apócope de tuyos.
V . Uno de los cuatro palos de la baraja.
V I . Gorro militar. - Armonía.
V I I . O rujo de uva.
V I I I . Nota musical. - 1 metro 949 milímetros. Caneliácea.
I X . Regalas. - Medida menor de una vara o
mayor de un metro según los países.
Gigante.
X . Composición musical para una sola voz. Juez turco.
X I . Santo. - División del año. - Moneda pe
ruana.
P A R A
B C D E F
H I J K L
N O P Q R
T TJ V W X
Y Z
El hombre, tiritando, a la joven vestida
a la moda:
— Perdóneme señorita, pero no veo qué
es lo que hace que las mujeres no se mue
ran de frío.
— Ni falta que hace que lo vea. . .
S olución :
“ Lo que más me choca de todo esto
— expresó a un reportero el todavía sor
prendido padre de ciertas famosas quintillizas— , es que tanta gente talva se
pueda encontrar tan pronto.”
A
G
M
S
Cuentan por ahí, que cierto famoso eco
nomista estadounidense a quien le pregun
taron sus alumnos si creía aceptable la
inflación, siempre que se mantuviese den
tro de un cierto límite, les contestó:
“ — Señores.. . Una pequeña inflación es
lo mismo que un pequeño embarazo. . .
Una vez empezado ya no hay nada que
lo contenga. . . ”
Después de agradecer al gran número de amantes — y conocedores— de nuestra
poesía, su copiosa correspondencia y su alto porcentaje de exactitud, tanto en el
puntaje como en la corrección de errores, malignamente dispuestos y casi siempre ad
vertidos, damos a continuación la nómina de triunfadores, y la solución exacta:
“Religión — expresó Mae Haupt— es un
seguro hecho en este mundo contra incen
dio en el otro.”
Richard Aldington, famoso crítico lite
rario del “ The Times” , recibió en ios pri
meros tiempos del Dadaísmo un tomito de
poesías para que le hiciera la critica. El
libro eontenia el siguiente poema:
Bernard Shaw respondió:
— Usted olvida, señora, que estamos
en una fiesta de caridad.
1 2 3 4 5
6 7 8 9 10.
Solución del concurso correspondiente al N °. 1 de C A B A L G A T A
Dibujo por Cibel.
Dillingham y Ziegfield, los dos conocidos
empresarios de fines del siglo pasado, ín
timos amigos ambos del famoso prestidi
gitador Iloudini, rindieron su último tri
buto al famoso “ rey de la evasión” , lle
vando su ataúd a hombros hasta el ce
menterio. Cuando el pesado y hermoso
ataúd estaba sobre sus espaldas, Dillin
gham le susurró a Ziegfield:
— Supongo que ya no estará aqui den
tro . . .
PALABRAS CRUZADAS
>
— ¡U sted me habrá comido el r e y ! . . . ¡T ero yo le nombro a este dictador!. . .
Examen:
— Veamos niño. . . ¿Cuáles son las cinco
partes del "mundo?
— .. .A s ia ...
— Muy bien. .. adelante. . .
— ¡Esia, Isia, Osia y U s ia !...
El crítico comentó:
Las soluciones podrá usted verlas en el N? 5 de Cabalgata, correspondiente
al l 9 de diciembre.
1-20-3, 2-18-2, 3-17-10, 4-16-20, 5-19-5, 6-12-18, 7-14-12, 8-1-6, 9-3-7, 10-4-15, 11-11-14,
12-9-9, 13-13-13, 14-2-4, 15-5-8, 16-7-19, 17-6-16, 18-15-11, 19-8-17, 20-10-1.
©cabalgata
(Lord Byron)
El corazón de las mujeres, como las
roscas de Reyes, es el dulce encierro de
enigmas donde solemos rompernos los
dientes. . .
(Petit-Sen)
Se llega al corazón de las mujeres gra
cias precisamente a todo aquello que es el
auténtico enemigo del am or: la galantería,
las promesas, los regalos, la alegría fin
gida, etc.
(Iíouffeart)
No hay corazón de muchacha por vio
lento, por grande que sea su amor, al que
la ambición o el interés no agregue algo.
(L a Rruycre)
G oyo. La maja desnuda.
El corazón do las mujeres es el instru
monto más activo y poderoso tanto para el
bien como para el mal.
(José de Maistre)
■
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E l libro de la NOCHE, por Arturo Capdevila. Colección Contem poránea, E d ito
rial Losada, S. A ., Buenos A ires, 117 páginas.
C U L T U R A U N IVER SA L
Forgione, J. D .
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LITERARIA
EDITORIAL
- Buenos Aires - Oordoba *200?)
Bajo la advocación de Urania, apareció este Libro de la Noche de ( apde\ila,
allá por 1917. Duraba aún el eco de "Melpómene , contra el embate de las re
citadoras que anunciaban con voz cavernosa y agobiante insistencia, el adveni
miento de la trágica musa. La difusión y el éxito perjudicaron al poeta cordobés
en el juicio de generaciones que le siguieron. Nada más negativo, m disminuyente,
para la apreciación artística, que el auge de un poeta en las veladas literarias.
Razones especiales, salvaguardando el buen gusto, arrollan incluso a quien es
víctima de esas manifestaciones propicias al psicoanálisis. Volviendo ahora, en
esta oportuna reedición, al libro del cielo, conviene destacar de inmediato su actua
lidad poética, su persistencia en la zona estimativa de los altos libros. Suble
vados contra una poesía de impasibilidad marmórea a que nos tienen habituados
poetas de inspiración prolija — nada más que prolija
estos cantos aullantes,
despreocupados de fórmulas, erguidos en su propio ardor, parecen desesperados
"aldabonazos en la puerta misma del misterio” . La voz de Capdevila no tiene
aquí la estereotipación literaria de sus romanceros recientes. Ardiente y viva, aun
en su amargura y pesimismo, asciende impremeditadamente a la inmensidad del
Cosmos. Acaso sea inocente presunción pretender sondear en el enigma o suponer,
siquiera, que algo de la verdad se nos revela mirando hacia el abismo por el
lente de un telescopio; pero de la misma confusión germinada en el espíritu ante
revelación semejante, nace la lúcida pregunta, se enarbola, cantado, trajinado
de dudas y augurios, alucinado de intuiciones, el grito herido del solitario.
Aparecido durante una guerra y reeditado después de otra, El Libro de la
Noche” mantiene su condición candente, reflejando el drama invariable del es
píritu humano en la desolación de su ceguera. Su técnica es simple, elemental
agregaríamos, y por momentos desvaída la forma, pero arrastra su emoción hacia
logrados ámbitos de deslumbramiento y penumbra. Y si permanece intacto y nos
transporta todavía en su alucinado vuelo, no es sólo por su función de mensaje
poético, sino también por su encendimiento de sinceros fervores y su palabra
transida en inextinguibles sobresaltos.
sión que la de los teóricos del socialismo,
a quienes él mismo agradece por haber
desbrozado el camino— determinar qué
forma y grado de control social es pre
ciso establecer |Kira remediar la inesta
bilidad económica del sistema actual. En
otras palabras, fundamentar teóricamente
una política anticíclica y dar los ele
mentos para que ésta pueda realizarse
con éxito. Y el éxito, hoy día, en esta
materia, parece no ser otro que la obten
ción de la seguridad económica. — E.
Cusm.
L as tres ratas , por A. Pareja Diez-Canseco. Biblioteca Contem poránea, E d ito
rial Losada, S. A ., Buenos A ires, 225 páginas.
A menudo, una sola página, la simple y vigorosa descripción de un episodio
aislado, nos permite abarcar el volumen, medir la dimensión de un novelista. La
muerte de don Antonio, en su hacienda, picado por una víbora, queriendo aferrarse,
como salvación, a los herbajos casuales de su tierra caliente, define al narrador
y muestra su intensidad, su fuerza. P or ese párrafo magistral, hemos recordado
el pulso humano de "El muelle” . En "Las tres ratas”, Diez-Canseco nos presenta
la historia dura y vulgar de unas muchachas provincianas, solas y sin dinero,
que deciden vivir en Guayaquil. Sus retratos, emergiendo de lo íntimo, dejan
de ser retratos, transfigurados en criaturas vivientes, seres en su amargura, en su
pequeño y trágico derrumbe cotidiano. Si no conociéramos ninguna otra novela
de Diez-Canseco, descubriríamos, asimismo, en ésta, su experiencia de novelista.
Sólo su construcción, denuncia ya la visión total, el cabal conocimiento de un
oficio. Quizás "El muelle” conquistara mayormente por su fluidez y pujanza
de corriente un tanto tumultuosa. En "Las tres ratas” advertimos el peligroso
orden estudiado, las piezas hábilmente colocadas y la falta de sangre de determi
nados personajes en esbozo, pese a su importancia en el desarrollo de la anécdota.
Sin duda, el tránsito de estas tres hermanas, rotundas en su meridiana fijación
de caracteres, apasiona p or el desenvolvimiento melodramático de su declive.
Son las heroínas de la fatalidad, clásicas en la literatura. Pero es necesario re
conocer la absoluta realidad climática que las circunda, ese hálito de recoleto
patio, de meditativa labor de aguja, que permanece intoeado en el subfondo de
sus vicisitudes cuidadanas. El lenguaje geográfico, que en Icaza llega a, oscurida
des de difícil penetración, en Diez-Canseco nos acarrea también reiteradas tribu
laciones. Pero en ningún momento queremos encararlas desde el punto de vista
de la preceptiva, sino bajo razones de lugar y de modos distintos al nuestro.
Esas páginas dudosas para nuestro entender son las iniciales; luego se sobrepone
la fuerza de la expresión, su exacta función impresionista, el aliento y la pulsa
ción poética en que la prosa de este notable novelista es frecuente.
La
de las siete golinas , por Gaspar L. Benavento. Poem as.
Editorial A ca n to, B uenos A ires, 72 páginas.
E conomía m onetaria in ter nacio nal , por
Michael A. Ilcilpcrin. Biblioteca tle
Orienta ción Económica de la Editorial
Sudamericana.
En la doctrina económica general, la
teoría monetaria presenta sólo una fase
de los intrincados problemas modernos
— desocupación, escasez, superproducción
etc.— , pero es el auxiliar indispensable
que ayuda a interpretar las complicacio
nes del inundo económico actual.
La economía capitalista — cuya guía
os el precio de mercado (y el precio
de mercado es el valor de cambio expre
sado en moneda)— ha hecho uso, en los
últimos tiempos, de una cantidad de arti
ficios monetarios — tanto en el orden na
cional como en el internacional— para
influir sobre los precios con determina
dos propósitos “ nacionalistas” .
Del orden monetario internacional, es
pecialmente, trata el libro de Hcilpcrin
encuadrando perfectamente todos los as
pectos teóricos de la obra dentro de las
escuelas económicas modernas. Las expli
caciones técnicas ayudan a comprender
las relaciones de la moneda con el oro
y los precios, las complicaciones en la
balanza de pagos, las paridades moneta
rias, la teoría del cambio exterior, etc.
Claro está que, para muchos economistas,
lo importante está detrás del “ velo mo
netario” , en la economía de los bienes
reales, de las cosas, que, en fin de cuen
tas, son las que directamente proveen
las necesidades de los individuos.
N o rteam érica il im it a d a , por Eric John-
ston. Biblioteca de Orientación Económica
de la Editorial Sudamericana.
El autor trata de traducir las impre
siones que dejan sobre su espíritu los pro
blemas económicos y sociales del mundo
frente a los Estados Unidos, “ país de ili
mitadas posibilidades” . — J?. C.
D iálogo de doctrina cristiana , por
Juan de Valdés. Editorial La Aurora,
Buenos Aires. 205 páginas. Precio: $ S.
C olección Laurel,
El sentimentalismo literario, el apego a una expresión de fácil espontaneidad,
que predomina en estos poemas, les resta jerarquía que alcanzarían indudable
mente por la autenticidad de elementos que contienen. La poesía de Gaspar Be
navento, levantada de amor a la naturaleza, renueva cierto tradicionalismo de
cantor cuya soledad fraterniza con el árbol y el pájaro. El tiene, también, una
voluntad enraizada a la tierra y un anhelo incontenible de decir suelta y apasio
nadamente. Sorprende, en la honrada fluidez de sus versos, hallar entremezclados
algunos de metal dudoso. A no ser así, le veríamos erguirse con serena y decidida
prestancia vegetal. Recoge la simbología sentimental del hombre de la tierra y
monologa, en actitud varonil y abierta, sobre las cosas del solar, entremezclando a
las efusiones de su alma la elemental filosofía que no busca profundizar, sino
comentar simplemente y sostener el mundo de su afección. De entre sus poemas,
citaríamos "E l río”, quizás el más logrado del conjunto, por su uniformidad de
tono inspirado, entremezclando realidad de paisaje y realidad de recuerdo. Hay
en él estrofas de construcción impecable, ejem plo de una poesía natural, desusada
actualmente. Falta al poeta entrerriano cernir su verso, despojarlo de verbalismos
inútiles, para que resalte, límpida, su vena fresca y rumorosa.
C a nto de amor , p or Carlos Rodríguez-Pintos.
22 páginas.
E d ición del autor, M on tevid eo,
Son veinte octavas reales escritas en homenaje — como dice el autor— "a la
criatura más clara y de más altas transparencias que le ha sido dado hallar sobre
la tierra” . De la actitud rendida, entre apasionada y gentil, se origina este poema
en que se elige la geométrica form a de las octavas. Y hace bien al ánimo la paz
de su línea estudiada, pulcra, cuando estamos rehaciéndonos, en la dura vigilia
del mundo, de los años amargos, con amaneceres de escombros. Nos parece, desde
su hermetismo, desde su rigor aéreo, estar mirando el cielo y la tierra p or el
cuadrado de una ventana, a la que llegan el aliento verde, el rumor de la corriente
pensativa. Carlos Rodríguez-Pintos escribe este sereno canto de amor sin arreba
tos ni terrores, mirando siempre a través del aire estelar de sus éxtasis. Palabra
acompasada, que puede, ya amansados los arrebatos, referirse, clara; a lo perma
nente; dibujar la imagen con el trazo fino y fúlgido de la emoción sin apremios.
Presentes los altos ejemplos del género, parecería más bien audaz ejercicio de
artista afrontar sus dificultades. \ lo hace con la discreción experimentada de
quien busca el homenaje más puro, a la poesía y a la mujer, manejando ya crista
les, voces que resuenan recónditamente como cuerdas que, apenas rozadas, dejan
escapar su nota menuda, prolongándose en la sensibilidad del lector, por la honda
y acariciada intención que la despierta.
NOTAS
T eoría de la planificación económica ,
por Cari Landauer. Editorial Fondo de
Cultura Económica dt Méjico.
Tal vez no se ha publicado todavía en
castellano, otro libro de “ teoría” de la
planificación económica que contenga más
soluciones prácticas que este libro de
Cari Landauer. Hay autores que especí
ficamente han tratado el tema de la pla
nificación agotando distintos y variados
aspectos del problema 1— como Karl Manheim en “ Libertad y Planificación”— o
quien se ha enfrentado a algún econo
mista de cerrada ortodoxia liberal — como
Bárbara W ootton on “ Libertad con pla
nificación” , para no citar sino los dos
libros más importantes que, sobre el te
ma, ya se habían traducido al castellano.
Es posible que el carácter pragm ático
de esta obra sea consecuencia de haberse
agotado en la investigación todos los
aspectos teóricos que han de servir de
base a la labor de los realizadores de la
planificación. El objetivo de su autor
ha sido — mucho más modesta su preten
Un elemental deber de comentadores de
libros nos obliga hoy a advertir a los
amantes de la cultura hispánica —tal
cual ella es y no tal cual los pacatos y
los avisados en exceso quisieran que fue
se— de la aparición de esta obra del
autor de Diálogo de la Lengua, descono
cida durante siglos — de 1529 a 1929—,
hasta que hace unos años el eminente his
panista Mareel Bataillon, como resultado
de laboriosas investigaciones y pesquisas,
dió con un ejemplar en la Biblioteca de
la Universidad de Coimbra e hizo sobre
el mismo una edición facsímile con una
erudita introducción y anotada por él.
Como es notorio, Juan de Valdés fué per
seguido por la Inquisición por erasmista y
luterano. Gracias a sus muchas amistades
— su hermano gemelo Alfonso era a la sa
zón secretario de Carlos V , y asistió en
calidad de tal a la Dieta de IVorms—
pudo librarse de sus perseguidores hu
yendo a Italia en su juventud, donde
pasó el resto de su vida. Esto explica el
hecho de que la obra descubierta por Ba
taillon esté firmada por “ un religioso”
y no por Valdés mismo. Su identidad ha
sido establecida sin lugar a dudas me
diante el cotejo de varios textos debidos
a la pluma de Valdés y, más aún, su
hallazgo se hizo porque su existencia es
taba prácticamente probada con anterio
ridad.
La edición de “ La Aurora” débese in
directamente al bibliófilo don José López,
quien proporcionó el ejemplar — tal vez
único en Buenos Aires— de la edición
facsímile de Bataillon.' Lleva una intro
ducción biográfica y notas del hispanista
Dr. B. Foster Stockwell, quien conserva
muchas de las anotaciones de Bataillon,
por ser éste uno de los eruditos de más
autoridad en cuanto concierne al movi
miento erasmista y reformista de la Es
paña de fines deí siglo xv y del siglo
xvi. Es de desear que nuestros editores
nos ofrezcan pronto, vertida al español,
la obra de este investigador, Erasmo en
España, aparecida hace años y elogiada
por la crítica de todo el mundo como una
obra magistral. — .1/. Salinas Alvares.
A l b e r d i , por.E nrique Popolizio. Editorial
Losada, Buenos Aires, 1946.
A lgo más que casualidad encuentro en
tre el retrato de la sobretapa de este
Alberdi y su contenido. Una especie de
segundo caso de la clasificación de los
seres — aristotélica o no— , que adyacen
tes discípulos fijaron en la preteoría del
Organo» del maestro: dos seres distintos
tienen una misma esencia. La esencia
que hay en este rostro de Alberdi, con el
pelo negro aunque bastante perdido, con
los labios entreabiertos y enérgicos, es la
misma del libro. Pero mientras avanza la
vida y se consumen las páginas, la obra
se entristece, se va maniatando. Esas
circunstancias que urden la penumbra fi
nal del viejo, ya inseguro, ya cegato, sólo
parecen redimirse en el momento en que
su protegida abre la puerta de la clínica
de París y encuentra al doctor Alberdi
amortajado. Cuando hacía rato que estaba
muerto.
Entonces el libro (la vida) vuelve *
imponer sus principios y, más aún, sus
plenitudes. Apartándonos de las huellas
siempre visibles, que la persona retratad.!
dejó como persona para aquellos que fue^
rail derechos, esta biografía expone un.
(Continúa pápina 21-
�r
LETRAS _______
(V ie n e de página 20.)
----- ---^ración de paisajes, de color, de aln los cuales aparece de manera
,
va el creciente autor de las Bases:
el can. flneucho; su llegada a Buenos
Aires en el tiempo en que Rivadavia se
empolvaba; el imaginable momento en
que pone en el suelo del internado, a
horario y junto con los compañeros de
habitación, su orinal de loza. Después
llega el tiempito de estar tras el mos
trador de una tienda, experiencia por la
que, tal vez, aprendió el inmenso valor
de la medida. Y en seguida la época en
que los apellidos cordiales influyen en el
rumbo de la adolescencia., y éstos son los
Aráoz, los Sosa, los H erejía, verdaderas
conmemoraciones provinciales.
Hasta entonces no existen turbulencias
propias; lo único que pasa es él, para
asomarse al borde de todas las curiosi
dades y verse, de pronto, en el fondo de
algunas. Entretanto, la “ Revista de París”
y la “ Revista Británica” son lo predilecto
de Buenos Aires; la literatura joven es
una resonancia de lo que llega de la
Francia, que con ese la se determina más
y se la cree más única. Alberdi publica
por ose entonces dos folletos: “ El espí
ritu de la música a la capacidad de todo
el mundo” y el “ Ensayo sobre un mé
todo nuevo para aprender a tocar el
piano con la mayor facilidad” , y ambos
dan la nota de que lo único que pasa
es él. No mucho después, empero, sobre
vendrán otras clases de preocupaciones.
En “ La Moda” se identifica con el seu
dónimo de Figarülo, que es un modo de
preocuparse, y se disminuye ante el de
Fígaro “ porque este nombre no debe ser
ya tocado por nadie desde que ha servido
para designar al genio inimitable cuya
temprana, infausta muerte, Koran hoy las
musas y el siglo” . Desde aquí sólo hay
un paso hasta el amargo pan del destie
rro que, en Montevideo, empieza a com
partir en la mesa de los Vareta, presi
dida por doña Justita. Desde aquí será
un observador a toda costa. Tanto de las
costas de sus viajes como de las que le
ofrecen quietudes absolutas. Comienza a
manifestarse, y a reclamar su voz, el
hombre adentrado en sí mismo, el civi
lista.
Desde luego, el libro (la vida) pierde
ímpetus, incertidumbre, juventud. Pero
adquiere otras cosas y, singularmente, la
fijación de un destino nunca reintegrado
que el autor revela en la forma más hu
mana de su protagonista: a través de un
paso arraigado y ansioso. — Pedro Larralde.
E l m e s t iz o , por Lidia Besouchet. Edito
rial Emecé, Colección El Navio, Buenos
Aires, 1946. 298 páginas. Precio: $ 6.
Esta novela de Lidia Besouchet, que
empieza en tierra y termina en polvo,
va dándonos paso a paso la frecuencia
dramática, honda y fugaz, de la vida.
Con este libro nos sucede algo frecuente
en realidad: hay en él, como en nos
otros, personas que vemos una vez y no
volvemos a encontrarlas; las desapareci
das, las que nos traen un miedo incierto
la noche que soñamos con ellas. El pro
tagonista principal de "E l Mestizo” , im
plica en si una verdad dudosa, latente:
¿se supera o se aniquila, postergando su
destino, rehuyéndolo por el mismo camino
en que se perdió!
TRES
Estos son, acaso, los vínculos más du
rables con que uno queda ligado a la
novela de Lidia Besouchet, más allá de
un plano estrictamente novelístico, cuya
dimensión está presente en la contención
narrativa, en su palabra sobria y en el
persistente doble fondo de lo que ella
quiere decir. Hay una cierta ley, una‘
cierta penumbra en la actitud y en las
pasiones de esos seres que representan
la tierra lisa, o la ciudad, o la nostalgia
intermedia entre ambas y que viven un
poco de la sanción del aire que respiran.
Por eso conmueven los Ojos con que se
ve la minúscula procesión de El Divino
tanto como la cama ahuecada, pugnante,
del profesor Máximo Paulovich. El libro
de Lidia Besouchet importa una verdad
llana pero con profundas raíces desde
abajo, y un angustioso anhelo de liber
tad. Ahí está el dramático nudo funda
mental. Lo demás es su diversificaeión:
rostros, esperanzas, muerte y horas, ex
presos en un lenguaje claro, sin asombro,
con fatalidad. Como en los buenos tiem
pos de la novela. — Pedro Larralde.
EDICIONES CODEX.
La aparición de las ediciones Codex
vino a llenar un gran vacío en el movi
miento editorial argentino. Hace un año
la literatura infantil no alcanzaba el
desarrollo de los otros géneros literarios.
No solamente la presentación gráfica era
descuidada, sino que la misma selección
de textos no era de las mejores. Final
mente, Codex vino a llenar esta laguna
a que arriba hacemos referencia. Ini
ciando sus publicaciones con Peter Pan,
Heide, etc., profusamente ilustrados, y
con dispositivos móviles, la colección Mo
vimiento (editada en portugués y espa
ñol), que ya consta de varios tomos, ha
conquistado rápidamente al público la
tinoamericano. Otra colección de interés
es la de cuentos populares del mundo en
tero, sobresaliendo las referentes a países
americanos. Hay, además de las coleccio
nes citadas, varias otras que se destacan
por su presentación. Esta nota, que no
pretende ser completa, trata tan sólo de
dar al público una idea de la labor que
Codex está realizando en Buenos Aires,
y que viene a colocar al libro infantil
a la altura de los que se publican en los
países más avanzados en el género. —
N. F.
Los libros que más se leen
actualmente en el Japón
El mariscal de campo MacArthur: bio
grafía de 64 páginas, por I ppo Y ama SAKI.
(V ie n e de pagina
10.)
COMENTADOS EN LOS ESTADOS UNIDOS
Por N. Everett
amplias de los editores norteamericanos
los años de la guerra y a
fueron jalonadas por la formación, en
fin de desarrollar una más estrecha
enero del año pasado, de la Asociación
comprensión entre los pueblos de las na
del Libro Internacional de los Estados
ciones aliadas, el intercambio de libros
Unidos. Fundada por un grupo de edi
recibió un fuerte impulso de parte del
tores comerciales, dicha entidad tiene al
gobierno estadounidense. Debido a que
rededor de 50 miembros y agencias en
muchos editores europeos se hallaban se
París, Estocolmo y México. Todavía con
parados de sus negocios u operaban sobre
tinúa algún intercambio de libros bajo
bases muy restringidas, gran parte de
los auspicios del gobierno,-especialmente
este intercambio tenía que concentrarse en
en materia científica, y el interés mun
el continente americano. Al principio,
dial en los libros estadounidenses está
mediante la Oficina de Asuntos Intersiendo estimulado por el Departamento
americanos, y luego, a través del Depar
de Estado por medio de las bibliotecas
tamento de Estado, el gobierno actuó
que se han establecido en todo el globo.
como un agente catalítico viendo qué li
Entre los innumerables frutos de este
bros de autores de las otras repúblicas
americanas habían sido publicados en in intercambio de libros figuran dos obras
editadas por Maemillan: The Rest is
glés en los Estados Unidos, y qué autores
Silence, del novelista brasileño Erico
norteamericanos habían sido traducidos
Verissimo, y Secret Country, poemas
en otras partes del continente.
del ecuatoriano Jorge Carrera Andrade.
Esa acción catal'tica todavía se está
La obra Crossroads, de Verissimo, que
cumpliendo. El público lector de los Es
fué publicada con ayuda de la Oficina
tados Unidos, que siempre fué muy re
de Asuntos Interamericanos, encontró tan
ceptivo para los autores europeos, añadió
buena acogida, que Maemillan se dirigió
a su lista de favoritos muchos autores
a su autor pidiéndole otra novela.
del sur del Nuevo Mundo. Los editores,
William du Bois, escribiendo en el
que se habían lanzado a este plan de
"New York Times” , había dicho de este
inspiración gubernamental como una con
primer libro: "Sin un solo clima falso,
tribución al esfuerzo bélico, hallaron que
sin ir más allá de un sencillo estilo na
esos títulos se vendían bien y se han di
rrativo, Verissimo puede atraer desde el
rigido a sus autores en demanda de nue
principio el interés de uno, aumentándolo
vos libros.
a medida que maneja sus ricos personajes
Estas perspectivas internacionales más
dramáticos.”
Este juicio podría aplicarse igualmente
a The Rest is Silence. Otra vez Verissimo emplea lo que se há llamado la téc
nica de "Grand Hotel” , es decir la do
Higiene mental del niño
reflejar la impresión que un aconteci
miento determinado produce en un grupo
Acaba de aparecer en los Estados Uni
de personas. En The Rest is Silence el
dos el libro N ? 22 del doctor A rnold
acontecimiento es el suicidio de una os
Gesell titulado The child from five to
cura muchacha, y Verissimo refiere los
ten (Los niños entre cinco y diez años)
efectos de su salto a la calle desde una
donde expone las "biografías” de cin
alta ventana sobre las vidas de los habi
cuenta chicos de esas edades. Su libro
tantes de una ciudad provinciana. El am
Infant and child in the culture o f to-day
biente es el brasileño, pero, excepto en
(E l bebé y el niño en la cultura de
algunos detalles, podría ser- el de cual
nuestro tiempo) es el manual preferido
quier pequeña ciudad del mundo.
de los padres americanos pues les sirve
como guía física y mental del desarrollo
Quizá entre lo más brillantemente es
de sus hijos.
crito del libro se halla la parte en que
el autor pinta las reacciones de diversos
En Buenos Aires acaba de exhibirse el
personajes ante un concierto sinfónico.
film documental de la cí nica de Yale,
Mientras escucha la Quinta Sinfonía de
dirigida por el doctor Gesell, L ife with
Beethoven, un novelista rememora lo que
baby, y se está traduciendo Infant and
era el Brasil cuando la música estaba
child in the culture o f to-day.
D
u ran te
siendo escrita. Sus pensamientos, dados
en fortpa condensada, evocan el desarrollo
de una amplia región del hemisferio occi
dental :
"A l principio había colinas y llanuras
desiertas, la árida inmensidad en que los
indios vagaban, luchaban, trabajaban y
morían. Luego vinieron los primeros mi
sioneros; más tarde, los bandeirant.es, y
mucho más tarde los azorenses. Bajo el
sol ardiente, la mezcla de razas continuó.
Ellos libraban guerras. Ellos fundaban
estancias y pueblos, erigían iglesias. Apa
recieron los primeros mártires, los prime
ros héroes, los primeros santos. . . El pen
saba en los combates de los hombres
contra los elementos y las plagas. Y por
sobre todo esto, eternamente, siempre el
viento y la soledad, el horizonte y el
tiempo sin fin. A cada paso el peligro
de invasión, el clamor de la revolución y
de las guerras civiles. Y aun las mujeres
esperaban pacientemente, vigilando, mien
tras el tiempo pasaba con el viento.. .
Las ciudades y los cementerios se multi
plicaban. . . , las primeras vías férreas fue
ron establecidas..., los primeros postes
del te lé g ra fo ...
” La g u e rra ... había finalmente sacu
dido de tal modo al mundo que en aquel
lugar aparecieron refugiados polacos, ju
díos, alemanes, checoslovacos y austría
cos, hombro contra hombro con los des
cendientes de los héroes, capitanes, indios
salvajes, contrabandistas, arrieros, peones,
soldados.”
De los poemas de Secret Country, dice
el "Washington Post” : "...tie n e n la vi
vacidad de una hoja fresca brillando en
el sol y en la sombra” .
Refiriéndose al poder de imaginación
de Carrera Andrade, el poeta norteame
ricano, ya fallecido, John Peale Bishop
decía hace poco: "En los graneros del
Ecuador, el trigo euelga de los cabrios
como ocurre aquí; las chalas tienen el
mismo color amarillo pálido, el mismo
matiz. Pero ¿quién había pensado antes
en decirnos que el maíz cuelga de alas
de canario?”
En su edición norteamericana, el libro
presenta el original español de los poe
mas en una página, y en la de enfrente
la traducción inglesa hecha por Muña
Lee. El poeta escribe de la "isla de so
ledad y campanas” que es el domingo;
de la lluvia en la noche; de la soledad
de las ciudades; de la colina que "agaza
pada en el campo estaba envuelta en un
poncho a cuadros” ; y en eu "Inventario
de mi única riqueza” , enumera "la vida
privada de la verde langosta”
y ese maíz innumerable de los astros
que los gallos del alba picotean
hasta el último grano.
Veinte años de tormenta: revista de
las actividades militares japonesas.
Los esfuerzos por la paz: los intentos
del príncipe Konoye para evitar el ata
que de Pearl Harbour, basado sobre su
diario.
B ot uto K id en : novela de la vida noc
turna y de prostitución en el Tokio de
preguerra.
Qué es Estados Unidos, por A ndré
jSlEGERIED.
El destino de China, por C hiang -K aiS hek .
$ El Estado y la Revolución, por L enin .
El Manifiesto Comunista.
Los datos fueron dados por la Asocia
ción de Editores Japoneses.
PI ES AL
— Batallas sin cobardías.
— Teresa, ¿p or qué hablamos de eso?
Estás sobresaltada.
— ¡. Sobresaltada ? Saltada, aupada,
levantada, incorporada en mi ser. V i
va, ardiente, pulcra, sin mancha, como
tú me quisiste. ¿Te da miedo mirarme,
o te da risa ? Sí, échale ahora tres pies
al galgo. ¡Qué lástima! ¡Ja, ja ! Aho
ra lo mismo da que rías, que llores,
que brinques, que te desabroches la ca
misa. Ahora que quedaste sin domin
guillo, bribón. Eres viejo, te blanquea
hasta el vello de las piernas. ¿Creías
que sobraba con los arrumacos? Oye,
yo no sé lo que hay que hacer para
que levante vaharadas la sangre. Pue
de que no se tenga que ser profesor,
liabra seguramente que ignorar algún
nombre de pájaro y de esta ignoran
cia sacar un niño vivo, levantarlo des
nudo con el dulce repulgo de su ombliguillo, con la retorcida inocencia de
su perpetuidad. ¿ Y tú qué has hecho?
Cuando me iluminabas con tu linterna
de profesor todas las cuestas que en
contrábamos, jamás me nombraste el
que nos había de seguir.
— ¡ Teresa, no puedo oírte! ¡ Te re
belas contra tu protector!
— ¡Y es ahora en la cama de la
muerte cuando hablo! Tengo la enfer
medad de las solteronas, lo sé. La do
lencia de las monjitas que se dejan
morir primero que nadie compruebe
su perfección. Camino de perfección
donde las abejas no quieren estar, ni
los alacranes, ni las ratas, ni siquiera
las moscas. ¡ Todo lo que por ti vi re
sulta tan to n to .. . ! Y venga a pasear
nos entre los amantes de pelo y de
pluma, agarraditos de la mano como
dos sandios. ¡A y , profesor tenías que
ser!
— Yo no puedo explicarte.
— No, eso no. Si hay que explicar,
no quiero nada. Ahora me muero ha
blando por lo mucho que he callado.
Ahora me has de oír hasta que cierre
LIBROS SUDAMERICANOS
@ cabalgata
GALGO
el ojo. Escucha: no quiero marchar
me de este mundo intacta. Me van a
rechazar allá arriba por lela. Es ri
dículo que yo, casada con un hombre
que ha usado bigote hasta cuando no
estaba de moda, llegue allá como una
mendiga. Te he dicho de broma lo del
dominguillo. Bobo. ¡ Si no sé de lo que
se trata! ¡A n da! ¿De qué se trata, Se
rafín? Dímelo suavemente, para que
no me desmaye de gusto. ¿Importará
que yo esté muerta? Soy una más de
las pobres Teresas que hubo p or el
mundo. Una Teresa ignorante. Todas
tuvieron hijos, apagaron luces, subie
ron y bajaron escaleras, sonrieron a
sus amantes. Anda, tú eres mi aman
te, Serafín Dorado. Dime. Está mi
selva vacía, se han ido las ardillas, los
monos y las azucenas, los grillos y los
patos. Teresa escucha. Antes, pobre
Serafín, no te escuchaba nunca. . .
¡ Anda, hombre!
El hombre sacudió sus lentes de oro.
Toda la timidez se le derramó en es
puma aterrada sobre el pecho. ¡ Oh,
los desatinos a que puede llegar un
profesor cuando le hacen explicar un
sacrificio! Y por primera vez en su
vida, calló.
— ¡Práctica, Serafinito, práctica!
La cara se le puso terrosa y le livi
decieron los lentes de oro. ¿Práctica?
— Práctica, Serafinito, práctica. ¡A y ,
hijo, cuántas palabras para nada!
Para contarlo, lo hubiera yo contado
mejor.
Y Teresa se volvió de cara a la pa
red para morir:
— Claro, ahora échale tres p ie s ...
« • *
Las vecinas vinieron a amortajarla,
como es costumbre, y padecieron la so
focación de un lugar insólito. A l olor
infable, se sumó el vuelo de un p i
chón vengativo que levantándole del
pecho de Teresa castigó la calva del
profesor Dorado con una mancha ex
crementicia.
IC a O N A RIO
ENCICLOPEDICO
*
SALVAT
C&4Hftt>£Í& con sus doce tomos, espléndidamente eoeuader.»
oados, con planchetas de oro y lomo de piel, en los cuales están
contenidos todos los datos sobre actividades y conocimientos bu*
manos indispensables a la cultura integral del hombre moderno.
có*Kp¿eUiMHÍe ai día con
datos posteriores a la última Gran
Guerra, con biografías de los hombres de más figuración en loa
últimos años, descripciones de los más modernos descubrimientos
científicos, actualización de los conocimientos sobre todas las ra*
mas del saber, mapas y cartas marinas, etc
«J
2
o
z
^ cok un ugia tnueiie
desarmable, de Tin* madera lustrada, dise
ñado para armonizar con cualquier ambiente hogareño o de oficinas
y el cual constituye un adorno de gran categoría y distinción.
Si Vd. desea recibir un folleto explicativo, envíenos el cupón ad
junto,que gustosamente se lo remitiremos libre de todo gasto.
�____ C IN E _______
cabalgata©
EL DUELO DE LOS DOS HAMLET0
Por Eduard Helsey
como Marcel Schwob, que han ofrecido una bella traduc
ción del "Hamlet” interpretan aquella réplica así: "Está
acalorado, le falta aliento.”
viernes 1* de enero de 1677, Marie Desmares, más
conocida con el nombre famoso de Champmeslé, ponía
en escena, con sus compañeros del Hotel Borgogne, la "F edra” de Racine. Dos días después, Mademoiselle Dupin, hija
del obeso trágico Montfleury — ridiculizado por Cyrano de
Bergerac— , representaba en el teatro de los "Comédiens du
R oí” — los de Moliére, muerto cuatro años antes— la "Fedra”
de Pradon.
Son conocidas las épicas peripecias de esa rivalidad, cuyo
lugar en la historia del teatro ocupa tanto espacio como la
guerra de las Dos Rosas en la historia de Inglaterra.
Ahora bien, este invierno se asistirá a un torneo que no
ha de tomar, sin duda, un carácter tan enojosamente heroico-
E
l
Sea como fuere, la confrontación de los dos Hamlet ha
de hacer correr mucha tinta y gastar mucha saliva.
Como otrora, cuando la compañía de Moliére y la del Ho
tel de Borgogne se disputaban la supremacía, o cuando dos
fracciones enemigas de "sociétaires” se desafiaban de un
teatro a otro — los tradicionalistas, agrupados en torno a
Louise Contat, y los innovadores alrededor de Taima— , Madeleine Renaud y Jean-Louis Barrault aspiran a probar que
son los auténticos servidores de la verdadera fe, que llevaron
consigo el famoso "esprit de la maison” y que reanudan
fielmente la misión que, a su juicio, no podrían cumplir los
cómico, pero que no dejará de recordar, en cierto modo,
aquel ilustre precedente. En tanto que Pierre Blanchar in
terpretará en el Théátre Franjáis el "Hamlet” , traducido
por Marcel Pagnol, en el teatro Marigny, Jean Louis Barrault interpretará el "Hamlet”, traducido por André Gide.
Parece que Gide se ha preocupado, sobre todo, de dar, en
toda su intensidad, la poesía del texto inglés, y en destacar
los más escondidos pliegues psicológicos de esa obra maestra,
grávida de infinitas resonancias. En cuanto a Marcel Pag
nol, parecería haberse preocupado particularmente en ex
presar con vigor toda la energía dramática del Hamlet
de la "rué Richelieu” .
Como de costumbre, la compañía Renaud-Barrault dará
espectáculos alternados. Ademas de "Hamlet” , que empezará
a representarse en octubre, han incluido en su repertorio "Les
Fausses eonfidenees” de Marivaux. También presentarán
una obra inédita de Salacrou y la adaptación de una obra de
Kafka, sin contar algunas escenas de mimo en las que so
bresale Barrault.
Cuentan en su compañía con André Brunot, todavía ayer
decano de la "Casa de Moliére” y otros artistas de primer
orden, como Pierre Renoir, el joven actor Jean Deseailly y
Marthe Regnier, actriz que durante años fué una estrella
de primera magnitud. En una palabra es una especie de
Comédie-frangaise disidente, la que tratan de erigir, frente
shakespeariano.
En su juventud, el autor de "Topaze” fué profesor de
inglés, y asegura haber encontrado, en los mejores traducto
res, un determinado número de contrasentidos que él ha
tratado de corregir. Por ejem plo: en la escena II del quin
to acto, cuando la Reina quiere detener el duelo entre Ham
let y Laertes, g rita : "H e’s fat and scant of breath”, se
ha entendido generalmente que decía: "Está gordo y carece
de aliento”.
"Nada de eso — dice Pagnol— . "F at” es aquí un término
deportivo que quiere decir "falto de entrenamiento” , como
se dice de un caballo de carreras que está "todavía gordo.”
Cabe señalar, por otra parte, que tanto Eugéne Morand
a la otra, los que la abandonaron.
No nos lamentemos demasiado por esas divergencias. Para
empezar, les deberemos dos "Hamlets” de alta calidad. Por
lo demás, la lucha es la vida. Y en arte, sobre todo, nada
más fecundo que una ardiente emulación. Esta rivalidad
prueba, al menos, que la Francia convaleciente no está en
trance de adormecerse. A pesar de dificultades que podrían
parecer deprimentes, Francia sigue siendo capaz de infla
Jean-Louis Barrault en una de sus caracterizaciones de "Les enfants du paradis!
FESTIVAL DE CANNES
CORREO CINEMATOGRAFICO
(Exclusivo para Cabalgata, de A. F. P.)
(Exclusivo para Cabalgata, de A. F. P.)
noticias parciales que se tienen acerca_ del
desarrollo del Festival Internacional de Cine
realizado en Cannes, ofrecen un aspecto hala
güeño para el cine francés. En efecto, Francia
■.se ha adjudicado un Gran Premio Internacional
correspondiente a la mejor película; el "Gran
Premio Internacional” destinado a recompensar
la labor del mejor director; el "Gran Premio
Internacional de la interpretación femenina” ; y
el Premio de la Sociedad de Autores, Composito
res y Editores de Música. Además, en la cate
goría de los films que reúnen mayores calidades
cinematográficas, el film francés "Farrebiqut
obtuvo el Gran Premio Internacional Artístico
correspondiente a las obras presentadas al mar
L
as
gen del Festival.
L a bataille du rail , el film francés que obtuvo
el Gran Premio Internacional para la mejor rea
lización, y valió a. su realizador, René Clément,
la distinción máxima destinada al mejor director,
comenzó por ser un corto documental destinado
a narrar la lucha de los ferroviarios franceses
contra los alemanes durante la ocupación, pero
la riqueza de posibilidades que ofrecía el tema
hizo que su director lo convirtiera en una obra
de mayor jerarquía. El estilo de este film se
caracteriza por su fidelidad a lo real y recuerda
una tendencia representada principalmente por el
cine sueco y ruso. René Clément ha resuelto de
manera original problemas dificilísimos de orden
técnico y estético-cinematográfico. Entre muchos
ejemplos, puede citarse el que respecta al fusila
miento de rehenes por los ocupantes. La emoción
de semejante escena corre el peligro de frustrarse
tanto por el escamoteo como por una represen
tación directa demasiado brutal. René Clément
colocó a los condenados de cara a la pared y los
hizo fusilar uno tras otro. Durante la opera
ción, el espectador no ve sino el rehén que ha de
morir en último lugar y que, dominando su emo
ción, oye las descargas que ponen fin a la vida
de sus compañeros. Mientras, las sirenas de las
locomotoras componen un canto fúnebre de sal
vaje grandeza.
Otro dé los méritos de L a bataille du bail,
estriba en que casi todos sus intérpretes no son
profesionales, sino auténticos ferroviarios.
"Las cuatro estaciones” , la pelícu
la que obtuvo el premio correspondiente al me
jo r film presentado al margen del Festival, ha
revelado a un original director: Georges Rou•quier, un linotipista poseído por la pasión del
F arrebique ,
o
cine que un buen día abandonó el linotipo y se
lanzó a la gran aventura. Recorrió durante va
rios meses su Languedoc natal trabajando en su
"idea” . El resultado fué "]Ee tonnelier”, un corto
documental que conquistó el primer premio de
documentales y reveló a su autor.
Pero Rouquier no se dió por satisfecho. Pen
saba en otra cosa de más categoría. En un film
a su manera, bello, humano. El mismo cuenta
que mientras filmaba "Le tonnelier”, un compa
ñero, Lallier le habló de las cuatro estaciones.
"Era un proyecto de Claude Blanchard, el gran
periodista desaparecido trágicamente en 1945.
La idea me entusiasmó, tanto más cuanto que
desde hacía tiempo pensaba yo en la granja de
Farrebique. Tenía ganas de utilizar en un film
elementos llamados "científicos” pero dándoles un
carácter dramático o espectacular. De diciembre
de 1941 a noviembre de 1944 trabajé en esta
obra. Modifiqué el primitivo proyecto, es decir,
adapté las cuatro estaciones a Farrebique. Ne
cesitaba una historia que pudiera desarrollarse
durante esas cuatro estaciones, utilizando éstas
como subsecuencias que dividiesen cada parte del
film y sirvieran de calendario. Al comienzo, esas
secuencias, de las estaciones serían sólo de imá
genes y música.
"Faltaba el elemento humano. Y o quería que
la historia se explicara por sí misma, sin nece
sidad de una voz que aclarara las situaciones.
Se requerían diálogos. ¿Hablarían mis campe
sinos de manera natural? Estaba seguro. Así,
pues, me puse a escribir los diálogos de acuerdo
con el temperamento de cada uno de mis persona
jes y en función del lugar que ocupaba en la fam i
lia. Las historia no es inventada. Es la verda
dera historia de esta familia. Apenas si la mo
difiqué.”
Y nació "Farrebique” o "Las cuatro estaciones” ,
un gran film en que la naturaleza y el hombre
se confunden; un poema cuyos elementos son :
el vuelo de una mariposa, las nubes, el crecimien
to de las plantas, y los hechos cotidianos de una
familia de campesinos durante un ciclo solar.
M ichele Morgan, de retorno en Francia,
mostró en "Sinfonía Pastoral” que la carrera
que había iniciado a los 17 años con "Gribouille ’
y proseguido a través de "La Tempestad” y "El
muelle de las Brumas” no había terminado en
"Joan o f París” (Juana de París) o en "Two
tikets for London” (Dos boletos para Londres),
filmada en Norteamérica. Por lo menos así lo
ha creído el Jurado del Festival de Cannes al
adjudicarle-el "Gran Premio Internacional de
interpretación femenina” .
Georges Auric, el compositor francés conocido
ya en los medios musicales-por su obra sinfónica,
ha sido distinguido con el "Premio de la Sociedad
de Autores, Compositores y Editores de Música” ,
otorgado por el Jurado del Festival de Cannes
a las mejores composiciones musicales cinemato
gráficas. Georges Auric escribió las partituras
de "La Sinfonía Pastoral”, y de "La Bella y la
Bestia”, dos producciones francesas que partici
paron en el certamen.
marse por las ideas.
HOLLYWOOD
éxito internacional del cine inglés inquieta
cada vez más a los productores norteameri
canos. Para protegerse de un peligro inmediato,
han contratado a Compton Bennet, el director de
"El Séptimo Velo”, quien rodará "Ashenden”,
conforme a la novela de Somerset M aughan. . .
por cuenta de una sociedad americana.
— De todos los actores que trabajaron en el
primer film sonoro "Don Juan” , los hombres han
muerto en su totalidad (John Barrymore, W ar
ner Oían, Montagu Love), mientras que las mu
jeres siguen luciendo su encanto (M ary Astor,
Myrna Loy, Estelle Taylor, Ehlen Costello y
Edda Hlopper).
— ¿Recuerdan a John Gilbert? Como su voz
no convenía al micrófono, la sociedad que le te
nía contratado tuvo que pagarle 250.000 dólares
por no rodar un film previsto en su contrato.
— En el film que ha comenzado a rodar Mar
lene Dietrich en cuanto ha pisado el suelo californiano representa una zíngara. El film se ti
tulará "Orejas de Oro” (¿Cmo se titulará en cas
E
l
tellano?).
— "Ciudad Mágica” (aun sin título en caste
llano) mostrará cómo Jimmy Stewart eae loca
mente enamorado de Loreta Young.
— Charles Trowbridge será el padre de Katherin Hepburn en "Mar de Verdura” .
— El invierno pasado vimos "Una mujer de
Montecristo” que ponía los pelos de punta. Pero
ahora se nos anuncia "E l regreso de Montecristo” .
¿Para cuándo, siguiendo la fácil costumbre de
los argumentistas, "La nueva partida de Montecristo”, "E l hijo de Montecristo”, "E l nieto y el
biznieto de Montecristo” ? . . ¡Sería lamentable
que se detuvieran así a medio camino . . . Pero
Louis Hayward que ya ha tenido bastante con
encarnar el Conde, ha jurado dejar el cine en
cuanto haya concluido el "Regreso” . V a a abrir
un restaurante ultraelegante, el "Chanteclair” en
la- parte más snob de Sunset Boulevard en Los
Angeles.
— Miss Margareth Truman, que no piensa más
en hacer una carrera en la Opera, seguirá un cur
so de "glamourización”.
— En su próximo film, Linda W ill lucirá 42
diferentes vestidos y trajes con un costo total de
90.000 dólares.
— Por primera vez después de la guerra, Melvyn Douglas aparecerá en un film titulado "Mi
corazón está vacío” . Rosalind Russell será la en
cargada de hacerle sentir el amor . . . Seguida
mente, para descansar, Rosalind Russell encar
nará "La Hermana Kenny” , la australiana que
curaba la parálisis infantil.
— El modelista francés, Jean Louis acaba de
volver de París donde fuera en busca de inspira
ción. Pero ha vuelto decepcionado . . . Parece
ser que la moda parisiense, sobre todo, en cuanto
a sombreros, es deplorable. Sin embargo, ha sido
necesario traer directamente de la Place Vendó
me los dos mínimos "bibis” que lucirá Rita Havworth en su próximo film "Regreso a la tierra”.
— A dolf M enjou, apenas terminó "E l Amor na
ce” donde trabajó junto a Fred Astaire y Rita
Hayworth, ha iniciado "M. el Acusador Público” ;
el "procurador” es A dolf . . .
— Irenne Dunne seguirá filmando con Charles
Bover. Ya no le permiten más que representar
papeles maternos. Por lo menos, en sus tres úl
timos film s: "Me acuerdo de mamá” , "Anna y
el Rey de Siam” y "V ivir con papá” . . . Y a pro
pósito de esta última película hay que señalar
su enorme costo en electricidad, pues 274 enormes
lámparas de arco consumieron más de cinco mi
llones de vatios . . .
— El mayor éxito de librería de los últimos
tiempos, "E l Huevo y yo” va a ser llevado a la
pantalla. Claudette Colbert y Fred MacMurray,
a los que no se veía desde hace mucho tiempo,
encarnarán los personajes principales.
F R A N C I A
Pronto empezarán a filmarse los interiores de
"L ’Ogresse” , adaptación de una novela de A n d r e
Rivollet, que bajo la dirección de Yvan Xoe tiene
como principales intérpretes a Line Noro, Blanchette Brunov y J. L. Delbo.
Con "II suffit d’une fois” se tendrá oportu
nidad de ver juntos a Fernand Gravey, Edwige
Feuillére y H. Guisol.
"La nuit du diable” obra teatral de J. R°bin’
se convertirá en un film que llevará el niism
nombre y cuya principal intérprete será sin du a,
Giséle Pascal.
Será una mujer, Denise Tual, quien dirigirá
filmación de "Le Yoleur d Enfants (Ladrón
niños), adaptación de la obra del mismo t.tm
de Jules Supervielle.
A lfred Adam y Lucienne Laurence jseran, los
intérpretes de "La F oire aux Femmes .
1
Dupe desempeñará las funciones de
irec
adaptador y dialoguista.
Pierre Laroche es el adaptador cinematográ^
co de la célebre novela de Stendhal.
et le Noir” .
1 conocido crítico Georges Charesso se
e ofrecer cada año una especie de P
a producción realizada. El primer 1 r
, „ í h , aparecido con el lítalo - B e » — cinéma frangais” .
.
a aparecido también una "Anthologi
,a”, textos reunidos y presentados po
,
c¡.
�CINE TEATRO
©cabalgata
M APA DE PANTALLAS
M arcelle G éniat y G aby M orlay en "E l
velo azul” , film francés que D IF A pre
sentó en el cin e L ibertador.
Rosita Díaz y Raúl C ou b o, en una esce
na de la película m exicana "E l últim o
am or de G oya” .
r .
A nn Thom as y Charles Cantor en un
pasaje de "Carnaval de Estrellas” , film
de la Param ount.
D elm on t y T ino Rossi en "L a isla del
am or” , que presenta la D istribuidora
Franco Argentina de Films.
ESTRENOS
Por Manuel Villegas López
EL
VELO
AZUL
CELOS
TRAGICOS
(L e voile b le u )
( J ea lou sy)
Film francés de Jean Stilli, según Frangoise Campaux, interpretado por Gaby
Morlay, Larquey, Aimé Clariontl, Elvire
Popcsco, Marcelle Genial, Alerme, Charpin, Renée Devillers, Devise Grey, Georgc
Grey, Marcel Valtée. Fecha: 194S.
Film norteamericano, de Gustan Macha
ty, interpretado por John Loder, Nils Asther, Karen Morley, Jane Sandolph.
Un niño es el más fácil y seguro resor
te para ¡mover el sentimentalismo del
gran público francés. Pero los actores in
fantiles franceses — en general los la
tinos— son redichos y trascendentales;
carecen de esa sencillez y naturalidad de
los magníficos niños de la pantalla yan
qui o rusa. Por ahí fallan siempre las pe
lículas francesas de este género; ése es el
talento de un Jaque, único que sabe mane
jarlos. En este film se los ha hundido en
el melodrama: la serie de desgracias sin
fin de un aya, con su simbólico velo azul.
Melodrama, en el cine francés, quiere
decir cine viejo, porque la escuela de
Abel Gance ha muerto hace casi veinte
años, desde la aparición de René Clair.
Así, esta película es arcaísmo por los
cuatro costados. Gaby Morlay y su in
terpretación, también. Sigue perfecta
mente la transformaciói J.
'e r
en una vieia, con sn«
Vr
radrizaciones y gesto*; pero esto es.pequeño
naturalismo anticuado, sin la menor im
portancia. Lo que vale en el actor es la
altura poética, la hondura psicológica,
las perspectivas y sugestiones que abre
ante el espectador, más allá de la simple
apariencia del personaje. No el actor
transformista, sino el actor poeta; no el
imitador, sino el creador. Y esto no está
en Gaby Morlay. — M. V. L.
¿A
Machaty, el famoso director checo de
Erotikon, Entre sábado y domingo y E x
tasis, aparece en Norteamérica dirigiendo
este modesto film de complemento; se ve
hecho en diez días, según los métodos de
las empresas dedicadas a películas B, con
los proyecting trepidados y primeros pla
nos hechos en truco, por falta de tiempo
para hacer una toma más en el estudio.
Y esta carencia de instrumento vence al
realizador: destellos aquí y allí, grandes
planos de sus buenos tiempos, lentitud. . .
Pero nada más. Ahí están Nils Asther, el
famoso galán sueco del mudo, y Karen
Morley, la actriz de Nuestro pan cotidia
no, Scarface, etc., que hace en este film
una excelente interpretación. No hay que
olvidarse de las grandes figuras del cine:
Machaty puede y debe volver a ese primer
puesto de donde injustamente ha salido.
La guerra ha producido muchas víctimas
en todos los órdenes. — M. V. L.
Argentina.
Argentina Sono Filtn contrató a Luis
Sandrini hasta fines de 1948 ¡ en exclu
sividad, salvo sus compromisos en Méjico.
E F A al director Ernesto Arancibia.
A. A. A . renueva el contrato al argu
mentista Ulises Petit de Murat, que le
ha dado sus mejores éxitos.
Estudios San Miguel amplía: cuatro
platos, en vez de dos.
Catrano M. Catrani dirige Días de sol,
con Luis Arata.
Manuel Romero termina Adiós, Pampa
mía, con el cantor de tangos Alberto Cas
tillo.
Combinación argentino-mejicana: Hugo
del Carril filmará tres películas en A r
gentina, con actores mejicanos y nacio
nales. Dirigirá Antonio Momplet, que
vuelve de M éjico. Ambos están intere
sados en la producción.
H ollyw ood.
Según el Instituto Gallup de opinión
pública las estrellas más populares son
lngrid Bergman, Bette Davis, Judy Garland, Grecr Garson, Betty Grable, Gary
Cooper, Bing Crosby, Clark Gable, Van
Johnson, Spencer Tracy.
Walt Disney no hará más películas cor
tas de dibujos; no son negocio. Sigue con
las de largo metraje.
El mismo Disney ha- contratado a Gracie Fields, C liff Edwards, el cow boy Roy
Rogers y su caballo Trigger.
Curtis (K a rt) Bernhart dirigirá Po
seída, con Joan Crawford; nueva versión.
Casablanca, obra teatral, fracasó. Como
película fué un gran éxito. Y ahora vuel
ve triunfante al teatro.
La casa del maltes, de Pierre Chenal,
presentada en Norteamérica como Siroco,
ha sido prohibida: una pareja vive ju n
ta sin estar casada.
El código Hays, de moral cinematográ
fica, comienza a perder vigencia: se auto
riza a presentar en la pantalla el trá
fico de estupefacientes, hasta ahora pro
hibido. Protestan las asociaciones cató
licas.
París.
Julien Duvivier vuelve a Hollywood.
Marc Allegret va a Londres: un film
con James Masón.
Maurice Cam, realizará El viaje prohi
bido, en Francia, Alemania y Polonia.
Leonide Moguy abandona Colegio de
señoritas. Proyecta Los niños mimados,
quizás con Michele Morgan.
Ravmond Bernard hará Manón Lescaut,
con Danielle Darrieux y Jean Desailly.
M oscú.
León Arnchtam dirige Glinka, biogra
fía del músico.
Frederic Ermler: La vuelta decisiva,
sobre la victoria de Stalingrado.
Eisenstein, enfermo.
B etty G rable y Reginald G ardiner en
una escena de la comedia musical "Las
Dolly Sisters” , de la 20th Fox.
Escena de "Prisión sin rejas” , produc
ción británica de Alexander Korda,
que distribuye la Guaranteed Pictures.
del puerto” , film francés distribuido
por Interamericana.
y Cari F.smond en "Nadie como tú” ,
de la Universal.
ARGENTINO
Por Estela Canto
LAURACHA
El film homónimo estrenado reciente
mente, nos volvió a enfrentar con la fig u
ra de aquella mujer "maligna y maravi
llosa” de la novela de Otto M. Cione.
Es lástima que, desde comienzos de siglo,
haya existido una literatura destinada ca
si exclusivamente a narrar tremebundas
Londres.
Charles Frend dirige Eos amores de
Juana Godden, con Googie Withers, Jean
Kent, Derek Bond.
Orson Welles, tras su pelea con la crí
tica yanqui, irá a Londres, para filmar
La vuelta al mundo en ochenta días.
Hebert W ilcox hace Piccadilly In ci
dente con Anna Neagle.
B. Know les: The man within, con Michael Redgrave, Jean Kent.
Roma.
Marcel Carné filmaría, en Italia, Cán
dido, de Voltaire. Protesta del Vaticano
por el asunto: no se hará.
DONDE VAMOS AHORA?
(W h e r e d o ice g o from lie r e ? )
Film norteamericano, de Gregory R atoff,
argumento de Ira Gershwin y Kurt Veill,
interpretado por Fred MacMurray, Joan
Leslie, June Haver, Fecha: 1945.
EL GRAN AMOR DE
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
Película de fantasía, con poca fantasía:
las viejas comedias de magia del siglo
pasado hechas cine y bello tecnicolor. De
los tres sketchs que la forman, el primero
pudo ser gracioso en su anacronismo — el
mismo de La Piara de Bcrkeleih de
Llovd— si no fuera insistente hasta el
agotamiento; el segundo, Cristóbal Colón
en ópera caricaturesca, es el mejor, gra
cioso y absurdo; el tercero banal. Queda
algo: el que lo mágico, lo fantástico, no
tenga ya una justificación realista, como
el socorrido sueño. Me casé con una bru
ja, de René Clair, ha traído esto al cine
norteamericano; más allá, en los albores,
está Mack Sennet. — M. V. L.
TEATRO
EL
EL
M erle O beron y Alan Marshal en "Lydia” , film de la Guaranteed Pictures que veremos próximamente en el Luxor.
EL D E L A T O R
MEDICO A PALOS
DI A
MAGNIFICO
Con tres obras totalmente distintas, con
tando tal vez demasiado con la ductili
dad del público, Néstor Ibarra nos da
un espectáculo interesante, que peca qui
zás por su deseo de querer abarcar dema
siado. Entre la angustia y el suspenso de
El delator, en casa de una familia de la
Alemania hitlerista, entre las burlas de
El médico a palos — que sirve para de
mostrar que el teatro clásico, para que
no resulte burdo y aburrido, sólo puede
representarse en forma totalmente sofisti
cada, casi como un ballet— , y entre la ex
traña, abrumadora y angustiante suges
tión de El día magnifico median abismos
que no siempre lograron salvar eficazmen
te el público y los actores. Quartucci nos
dió un médico muy "calle Corrientes” y,
equivocando el juego del teatro clásico
que debe desentenderse de todo contacto
inmediato y demasiado directo con el pú
blico, buscó repetidas veces este contac
to. El día magnífico, presentado inmedia
tamente y muy bien interpretado, sufrió
con el contacto. Es una obra en tono me
nor, sin efectos de melodrama, sencilla
en su forma, misteriosa y angustiante de
contenido, como la simple carta anticipa
da de agradecimiento que el viejo men
digo escribe a eu camarada, que lo ha
hospedado por un día. — E. C.
historias de seres dominantes, dueños de
castillos o de casas semiabandonadas, des
póticos y crueles, fascinantes y misterio
sos. Lauracha Mornings pertenece a este
tipo de personajes. Como nació en la
Argentina — o más exactamente en el
1 ruguav, de acuerdo con* la novela— no
es dueña de un castiLo sino de una es
tancia. Pero, para que no nos llamemos
a error respecto a su origen tenemos en el
comedor de la estancia una lady antepa
sada que nos recuerda la sangre de la
protagonista; su apellido es “ Mornings”
y se hacen alusiones a su sangre nórdica.
Para que todo sea completo, hay un ba
rranco de donde se despeñan los hombres
que la han amado y que, por rila, han
ido a recoger una extraña flor. Es de
lamentar que este barranco no quede en
las costas escocesas.
Con este tema de lá "m ujer maligna
y maravillosa” se ha logrado un film
interesante, donde las magníficas fo to
grafías y los intérpretes luchan deno
dadamente contra el endeble argumento.
Amelia Bence — con peinados que no la
favorecen— pone su gran sugestión y su
calidad de actriz al servicio de Lauracha,
y logra, pese al mal gusto de los diá lo
gos, darnos la sensación de un curioso y
subyugante carácter femenino. Es lás
tima que, por exigen -as arguméntalos, la
arrogante Lauracha
•'vurrir ni sui
cidio frustrado y al anuncio d*-i
ñor
nacer para conquistar al insignificante
Carlos I.osada, defendido por Gnrcía
Bulir. Es indudable que el melodrama
— recientemente hemos tenido algunos bue
nos films extranjeros de este tipo— vuel
ve a imponerse. No objetam os al género;
por el contrario: un buen melodrama es
muy difícil de lograr y es de lamentar
que el final feliz — que, según creemos
recordar, no existe en la novela— nos
robe parte del atractivo de esta película.
Una escena de "Juventud en marcha” , film tecnicolor soviético que presentará próximamente Artkino.
Algunos seres y algunos hechos forman
parte tan entrañable de su leyenda, que
es d ifícil dilucidar lo que pueda haber
en ellos de fantasía pura, y de lo que se
entiende, sin previo análisis, por realidad.
El público ha conocido simpre a Bécquer por sus “ Rimas” ; ha identificado la
vida del poeta con la historia amorosa
narrada sencillamente — casi como en un
diario— que se transparenta en esos ver
sos. Llegaron a alcanzar infinita popu
laridad, entre otras cosas, por esto: por
la historia narrada al público como a un
gran confidente. Esta historia amorosa,
se nos había escabullido hasta ahora al
urgar en los datos concretos del poeta.
La realidad no se unía a la leyenda o,
por lo menos, quedaba un vacío, un hue
co sin llenar. El argumento escrito por
María Teresa León y R afael Alberti,
cumple por fin la función de darnos la
imagen verdadera de Bécquer.
La versión cinem atográfica de El gran
amor de B écquer, ha respetado, en líneas
generales, el tema. Algunas escenas, c o
mo aquella en la que Bécquer, habiendo
rechazado una invitación para un sarao,
imagina concurrir a él, mientras la lluvia
cae sobre su cabeza, nos trae en su to
talidad el espíritu de las fam osas “ R i
mas” . El film tiene detalles de época,
de gracia, de ligereza, realzados constan
temente por la figura de Delia Garcés,
que encarna, con exactitud casi in con
cebible, el tipo de m ujer evocado por las
“ Rimas” . T odo parece fan tasía e irrea
lidad en este film , com o le parecen a la
protagonista los momentos pasados mien
tras aguarda al fantasm a del ba lcón ; su
breve noviazgo con el poeta, con entrevis
tas ba jo la lluvia en un cem enterio que
también parece fa ls o ; hasta su m atrim o
nio impuesto, al que va llevada por c ir
cunstancias y m otivos que no entiende
bien. Lns imágenes finales, por p reci
pitarse dem asiado, no siguen el ritm o de
la historia contada por las “ Rim as” .
Esteban Serrador, pone, a ratos, un
énfasis insospechado en Bécquer, y que,
como todo énfasis, no logra transm itir
emoción. En conjun to, un film personal.
N o hay aquí happy end ni desfigu ración
psíquica de los personajes históricos, ras
go casi habitual en el cine am ericano.
�CINE
cabalgata®
rlan desa .
Estudia en las universi
I dades de Londres y Grenoble y en
ellas se gradúa con honores. El azar
— esta vez sin duda— pone a su alcan
ce, mientras espera dedicarse a la ense
ñanza, un empleo de publicidad que la
pone en relación con las empresas tea
trales. Despertar de la vocación. Un
papel de prueba. Exito de crítica.
En los más importantes teatros de
Londres, la universitaria que descubrió
su destino de actriz encarna las criatu
ras de G. B. S. Poco tarda en formar
pareja con Lawrence Olivier.
Durante una representación de "Oíd
Music” , bajo la dirección . de Noel
Coward, la aborda con un contrato Luis
B. Mayer, y se la lleva a Holly.vo, 1
Y a llí.. . allí nada d
- meses. liada
hasta que cuando, menos io esperaba
le cor'.',
“ ( p. pel femenino de "Adiós
Mr. Chips’ .
Además de esto, sabemos que nació
un 29 de septiembre en el Condado de
Down. ¿ A ñ o ? Con esas cosas no se
juega, lector. Digamos que "está en la
plenitud de su vida”, y que, como es tan
inteligente, seguirá estándolo durante
muchos años. Así sea.
Ser irlandesa universal — y lo es todo
irlandés que desarme a los recelosos
críticos londinenses— sería ya bastante
para comprender su altura, para tener
una idea aproximada de su estatura de
actriz. Y de sus dotes: esa alianza de
la salud y el humor que configura la
personalidad de los hijos de la verde
Erin.
Pero si además es universitaria, si
ha depurado impulsos, aprendido a ma
tizar, si se ha disciplinado en el estu
dio clásico, y en él aprendió a dominar
sus recursos espirituales, a ponerlos en
juego sobriamente, ya tenemos un tipo
de actriz capaz de llevar al pasajero
lienzo de la pantalla, esa nota dramá
tica, que aun en la más frívola de las
comedias consigue el gran actor de
teatro.
-En el Daily Telegraf del 20 de julio
de 1891, aparecía una carta de Oscar
W ilde que pueden, sin daño alguno,
aprender de memoria muchos actores.
En esa carta, penetrante y graciosa,
el maravilloso irlandés y genial conver
sador, decía: "Es muy cierto que para
mí la escena es con relación a una obra,
exactamente lo mismo que el marco
para un cuadro, y que el valor repre
sentable de una obra no tiene nada
absolutamente que ver con su valor
como obra de arte.
En este siglo, aquí, en Inglaterra,
para mostrar un ejemplo evidente, no
hemos tenido más que dos grandes
obras: una las Cency, de Shelley; otra
la Atalanta en Calidon, de Swimburne;
v ni la una ni la otra son obras repre
sentables en ninguna acepción de esta
palabra.
A decir verdad, la sola afirmación
de que la representación escénica sirve
de criterio para valorar una obra de
arte es perfectamente ridicula.
No deben ser juzgadas, señor Direc
tor, las Musas por los Mimos.
Lo que he dicho, en realidad, es que
el marco, llamado por nosotros escena,
"estaba atestado, bien de actores vivos
o bien de marionetas móviles”, e hice
notar en algunas palabras que la per
sonalidad del actor es a menudo causa
primordial de peligros para la perfecta
representación de una obra de arte.
Puede deformar el original. Puede
apartarse del camino recto. Puede ser
una nota discordante en el tono o la
sinfonía; porque el primer recién lle
gado puede representar. Muchas per
sonas en Inglaterra no hacen más
que eso.
Ser convencional es ser actor.
Sin embargo, representar un papel
determinado, es una cosa muy comple
ja y difícil.
El fin del actor es, o debiera ser,
transformar su personalidad accidental
en la personalidad real que está lla
mado a representar, cualquiera que sea
su papel. Llegaría yo a decir quizás
que existen dos escuelas de actores: la
escuela de los que consiguen los efec
tos por medio de la exageración de su
personalidad y la escuela de los que los
consiguen suprimiéndola.
Sería larguísimo discutir estas dos es
cuelas o decir cuál de ellas prefiere el
dramaturgo. Indiquemos el peligro de
la personalidad y pasemos a mis poli
chinelas.
Los polichinelas ofrecen numerosas
ventajas. No discuten nunca.
No tienen opiniones rudimentarias
sobre el arte.
No tienen vida privada.
No nos fastidian jamás con el relato
de sus virtudes; no nos persiguen con
la exposición de sus vicios, y en las
temporadas que median entre sus con
tratas, no hacen jamás el bien en pú
blico, no salvan a las gentes que están
a punto de ahogarse y dicen tan sólo
lo que les toca decir.
Se someten a la autoridad intelectual
del autor dramático y no se oye nunca
hablar de que hayan exigido que les
copien sus papeles.
Son admirablemente dóciles y no p o
seen opinión alguna.”
Algunas dé estas palabras debieran
grabarse en Hollywood. Por ejemplo,
aquellas que afirman que "el valor re
presentable de una obra no tiene nada
absolutamente que ver con su valor
como obra de arte” .
Si alguna vez nos da la tentación de
repetir que en cine no importa nada
más que el director, es por eso, porque
en cine no importa, salvo casos excep
cionales, milagrosos en H., nada que no
sea el "valor representable”. Y el actor
o la actriz de cine que no comprenda
eso y que no sepa burlar tal ley, no
V: i
pasará nunca de ser una de las mario
netas por las que W ilde sentía tan di
vertida nostalgia.
Greer Garson, sabe, sin embargo, ser
marioneta, dejar que el tonto papel
que le imponen pase por ella sin que
se advierta. Comprende cuándo está
representando un ser inanimado por
muchas aventuras que le cuelguen, o
cuándo está representando a un ser
vivo, con vida privada, con opiniones
que no son las suyas — las de Greer
Garson— nunca, ni siquiera cuando más
se aproximan.
¿L a recordáis en "Rosa de Abolengo”?
¿Recordáis aquella primera escena del
sombrero olvidado? Su intensidad, su
eficacia representativa, su encarnación
de un personaje que sólo con esa escena
estaba ya definido para siempre, nos
dicen qué distante está de la marioneta
que en Hollywood se deja mecer por
los vaivenes del director.
Ella sabe que las Musas no deben ser
juzgadas por los Mimos. Mientras lo*
Mimos que escalan la torre de B i'.i
de Hollywood son en primer lugar |
mas que nada, no ya jueces, sino ver
dugos, de las Musas.
A la hora de hablar de una actriz
inglesa ya da no sé qué decir que es
fina, que es elegante.
Inmediatamente recordamos un fa
moso artículo de un humorista español
de cuyo nombre no queremos acordar
nos. Aquel artículo que se titulaba "Su
perioridad dramática del té respecto al
chocolate” . En él se decía, aparte de
muchas otras sabrosidades, que la ma
yoría de las obras inglesas se salvan
ante nosotros porque el público las
considera muy elegantes.
"Cuando el primer actor aparece en
escena y propone una partida de bridge, todo el patio de butacas se con
mueve.” Y agrega, "y pensar que si
en vez de ju gar al bridge los persona
jes de la obra en cuestión jugasen al
tute,, y si en vez de tomar té tomasen
chocolate no habría éxito posible”.
Pero, ¡a y !, lo cierto es que el cho
colate — o el mate— raramente se ven
en escena con actores de talento. Greer
Garson puede jugar al tute o tomar
chocolate, y la platea se'ha de conmo
ver igual que si jugase al bridge y to
mase té. La elegancia es en ella, so
bre todo, cultura. Del mismo modo que
Greta puede ser espíritu, invención,
poesía, cuando logra sus cimas ma
yores.
Si nuestro público después de «n
acto de té, otro de tennis y otro de
bridge, sale a la calle convencido de
que ha visto una obra espiritualísima,
al fin y a la postre no está haciendo
más que cum plir la ley de la compen
sación, pues el inglés sale a la calle
creyendo que ha visto una obra de gran
resonancia trágica, en cuanto le den un
acto de toros, otro de tango male>o y
uno final de navajazos. No cometere
mos, pues, la impertinencia de descu
brir ante nadie la elegancia, la finura,
el arte social de la gran actriz irlan
desa que es, sobre todo, una gran dama
l ’ na gran dama en cualquier papel,
porque ella sabe que una gran dama
no es sólo la señora del Lord. En cual
quier plano social que tenga que desen
volverse, encuentra siempre el lujo en
vidiable del buen gu sto: en los trajes,
en la voz, en el gesto, en la expresión.
Se ve. desde luego, que no tiene opi;
niones rudimentarias sobre el arte,
que no le molesta la cultura universi
taria ni el respeto al autor dramático.
H ay una mínima, imprescindible pa e
de marioneta en toda actriz de verdadella respeta esa ley delicadamente. H*s^
ta cuando le impone un segundo e
bobería inútil o unos metros de vana
sentiinentalidad.
Fotos M. G. M.
�
Dublin Core
The Dublin Core metadata element set is common to all Omeka records, including items, files, and collections. For more information see, http://dublincore.org/documents/dces/.
Title
A name given to the resource
Cabalgata
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1946 - 1948
Rights
Information about rights held in and over the resource
Derecho público
Language
A language of the resource
Español
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An account of the resource
Ejemplares 1 a 21 de los años 1 a 3 de la revista Cabalgata, publicados entre 1946 y 1948.
Dublin Core
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Cabalgata
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Año 1, no. 3
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Buenos Aires, 1 noviembre 1946
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Klimovsky, León
Romains, Jules
Espina, Antonio
Luzuriaga, Lorenzo
González Carbalho
Bock, Werner
Figueroa, Julio C.
Chesterton, G. K.
León, María Teresa
Mirlas, León
Thibaut, Marcel
Arcos Ruiz, Felipe
Lennard, Sergio
Salazar, Adolfo
Everett, N.
Helsey, Eduard
Villegas López, Manuel
Canto, Estela
-
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AÑO I * N° 2 * QUINCENARIO POPULAR * ESPECTACULOS, LITERATURA, NOTICIAS, CIENCIAS, ARTES * BUENOS AIRES, 15 OCTUBRE 1946 * $ 0,40 -/„
EL XXXVI SALON NACIONAL
EN TORNO A LA "SUPUESTA”
DE ARTES PLASTICAS
GENERACION ESPAÑOLA DE 1936
Por y O SE H E R R E R A P E E E R E (Especial para
í, Guillermo de Torre, "tema nuevo
e incitante” este de las generacio
S
nes; sondeo objetivo y naturalmente
erróneo o proclamación apasionada,
que se presta a mucho o poco, a es
clarecimientos fértiles o a inferencias
caprichosas, pero que ahora tienen la
virtud, hispánicamente esperanzada, del
clavo ardiendo.
El tema me entusiasma, lo reconozco,
y tanto que, como al parecer vamos a
desfilar en la popular Cabalgata,
una serie de escritores españoles más
c menos jóvenes y más o menos viejos,
no he podido resistirme a arrancar, es
pontáneamente, en ancas de tu mismo
caballo. ¡Arre!, pues, y perdóneseme
la impremeditación, la pasión y la
prisa.
Pues sí, querido amigo; con perdón
tuyo, afirmo que existe la generación
de 1936 —yo preferiría llamarle "de la
guerra”— y afirmo que existe y ade
más que es la única actualmente viva,
como tal generación.
Desde ayer han pasado muchas cosas
en los destierros y aun dentro mismo
de España y ya "no son todos Juan
Ramones los que cantan — ni Villalones”. ¡ Oh, n o! Ni siquiera "Altolaguirres de plata que tocan al alba” ; ni
siquiera a "Emilio Prados de oro”. Des’-e aquellos dorados y "deshumaniza
dos” días en que los hijos de familia
nos reuníamos y se reunían en los ca
es —de la Bolsa, por ejemplo— a be>er cocacola sin sospechar lo que se
ocultaba detrás de las burbujas, ha lioido mucho -—a veces sangre—, y la
Terra, como es natural, no ha tenido
más remedio que florecer o arder.
Ha sido difícil, el parto. Lo es to
davía. Pero de ningún modo se trata
del parto de los montes. Quizá el cor
dón umbilical exista aún, en ciertos
casos; pero en nosotros ha sido cortado
mucho más pronta y limpiamente que
en ocasiones anteriores. Mas no se tra
ía ahora de cordones o no cordones,
no se trata de uniones ni de separa
l
C
Por J O R G E R O M E R O B R E S T (Especial para
abalgata)
O me sorprende que el Salón Nacional de este año
ciones sino de registrar y bautizar la nueva vida que natu
alcance tan bajo nivel, ya que tuve el infeliz acierto
ralmente no la trajo de París la cigüeña sino que, en mayor
de prever esta crisis hace cinco años y de destacar sus
grado que otras, es hija de España, del amor y del dolor,
causas probables: ausencia de direcciones plásticas, falacia
odios y miserias, sangre y humores cálida y orgullosamente
conceptual a propósito de las relaciones entre el contenido
humanos.
y la forma, ineficacia del sistema de recompensas en di
En el concepto "generación”, suele haber, sin embargo,
nero, papel insignificante de la crítica, falta de sentido
una tara antipática de la cual, afortunadamente, puede
didáctico de la enseñanza, pobreza cultural del artista i 1).
librarse la nueva criatura —niña, ¡ay!, y pasó la mar— : es
toda idea de estrechez cronológica, ¿Pues qué son los años
Por otra parte y aunque no signifique disculpar de ma
—números— frente a los acontecimientos "extraliterarios”,
nera total a los artistas, sobre todo a quienes se sujetan a
los vaivenes del interés ocasional, ¿no
vida? Por eso esta generación de la
es lógico que se hallen desconcertados
guerra, podría llamarse, para algunos
en los días actuales? ¿Dónde podrían
de sus miembros, regeneración. No re
Co Ia b o r a n
encontrar la idea noble o el sentimiento
cuerdo si Wechssler y Baldensperger
amplio que les sirva de sostén para
tienen registrado el concepto. En todo
o n i>s I c n ú tti r r o :
poner en juego la fantasía creadora?
caso me tiene sin cuidado. Lo impor
G E O R G E BERN ARD S il\\N
Debemos conformarnos con ,1a cali
tante es querer que dicha generación
J O R G E R O M ER O BREST
dad individual que manifiestan unos
exista. Voy a tratar de esclarecer su
JO S E H E R R E R A l’E T E R E
pocos, acaso con señalar a los jóvenes
verosimilitud.
un provisorio camino de redención. A
EZE O U IEI. MARTÍNEZ ESTRADA
Tú admites que en América, por
éstos, decirles que lanzarse afanosa
ejemplo (y no sólo en América), "se
JIJAN RAMON JIM É N E Z
mente a la reconquista de las falsas
han afianzado y aun llegado a su ple
A R T E R O SERRANO 1*1.AJA
posiciones del naturalismo ochocentista
nitud con obras considerables, muchos
CORDON A IT tJH R U R U
es tan pernicioso como tratar de per(Continúa página 2.)
N
G. K. C IIE S T ER T O N
ANA M. BERRA
E E l.ll’E ARCOS Kl IZ
ERANCIS B R A C EE
CECILIA IN GEN IERO S
DANIEL D EV O T O
GONZÁLEZ CARRACHO
MANI EL VILLEGAS LÓPEZ
u > \ i*á<;iin \ Itt- <:its< i \
por
JO S É O T E R O KSI’ASAMMN
UNA SK« CIÓN DF. AJEDREZ
a c arg o del profesor
i
F K A M ISCO BKNKO
UNA PÁGINA DE MODAS
|irt'|iiir a ilit p o r e l m o d i a l o
ERAlNCISCO J AUMANDREl)
William Kapell. joven y consagrado pia
nista norteamericano, que en la tem
porada del Colón ha sabido conquistar
el fervor del público y los elogios de
la crítica, obteniendo en cada concierto
un éxito resonante.
Cran<lc> rep ortaje* gráficos.
Muchas iltisl raciones.
F agin a He h u m o r.
Crítica He libro*.
Crítica y ñola* sobre cine.
M undo edito rial. A rquitectura.
C orresp o n d en cia de Francia.
Manuel Bandeira, prestigioso p o eta
brasileño, cuya llegada a Buenos Aires
se anuncia. Lo acompaña Helena Figner, y ambos vienen representando a
la Sociedad Brasileña de Música de
Cámara.
mundo no puede vivir con pa
E labras. Confucio y Platón dije
ron lo mejor que el hombre mortal
puede decir; y, probablemente, eso
había sido dicho ya siglos antes de
su época. De Jefferson a Franklin
Roosevelt, pasando por Longfellow,
Emerson y su grupo de Boston, sus
palábras tuvieron resonancia en Es
tados Unidor, y nos convirtieron en
los salvajes ligeramente barnizados
que somos.
Je sú s predicó m uy elocuente
mente que como con dos cosas ne
gras no es posible formar una blan
ca, lo mejor que podíamos hacer
era prescindir del castigo y la ven
ganza ; pero nuestros códigos pena
les son sin embargo tan bárbaros,
que sus instrumentos más piadosos
son la silla eléctrica y la guillotina.
Nuestras Biblias, Coranes, Vodas,
Talmudes y obras similares, están
atiborrados de las palabras más
juiciosas; pero al mismo tiempo im
primimos las más crudas idolatrías
tribales; y con las idolatrías ac
tuamos, y enseñamos a nuestros
hijos, utilizando el resto sólo para
aparentar que somos civilizados.
Lo que necesitamos no es sabi
duría 'verbal, porque estamos har
tos de la misma, sino conocimiento
del mundo en que vivimos. Los es
tadistas y periodistas norteamerica
nos que nos formulan llamamientos
para que nos unamos en la defensa
del Oeste contra los amenazantes
horrores del comunismo, aun hasta
el punto de arrojar una que otra
bomba atómica en Rusia, no saben
de qué están hablando, y nunca han
advertido el simple hecho, que tie-
IGNORANCIA, IGNORANCIA,
IGNORANCIA
Por G E O R G E
en
todas
BERNARD
partes!
SHAW
George Bernard Shatc, el genial dramaturgo inglés, con cuyo articulo especial en este número, inaugura
CABALGATA la publicación de colaboraciones de grandes escritores internacionales.
C abalgata)
manecer en los bastiones de una pre
tendida espiritualidad universal, casi
siempre adulterada en su esencia por
huecas ideologías; que la única actitud
fecunda es la de mirar cara a cara
nuestra realidad, por compleja y caó
tica que pueda parecer, con el ánimo
de desentrañar en ella los acordes
emotivos del ser nacional, y que todo
lo demás es torpeza mental, holgaza
nería de la mano o pedantería estetieista. Y agregar para quienes parecen
haberlo olvidado o para los que nunca
lo han sabido: la creación artística no
es el producto de una voluntad de ex
presión individual, sino de una volun
tad colectiva orientada hacia valores
sociales y objetivos.
Como viene ocurriendo desde hace
muchos años, sobresalen por su cali
dad los dos cuadros de Emilio Pettoruti, sobre todo Naranjas, en el que
se expresa la más cumplida madurez
del artista.
Pettoruti ha ido logrando, mediante
sucesivos recortes en la realidad visi
ble y la pérdida de la materialidad de
las cosas que representa, las formas
más puras, equilibradas, armónicas,
rigurosas V cristalinas, a punto de que
parecen obedecer a una precisión men
tal casi geométrica, como si su mundo
debiera sobreponerse al de estos mise
rables hombres que somos. Precisión
mental que no excluye la emoción,
siempre actuante corno impulso y pre
sente en la apenas perceptible vibra
ción de sus trazos y de sus zonas
coloreadas.
Sin desfallecimientos y sin compro
misos, en una línea ininterrumpida y
clara de transformaciones que nunca
ha admitido la repetición, ha ido ven
ciendo la contingencia de la vida y la
aniquilación de la muerte para afirmar
en la pureza de un rayo de sol, de
una mesa, de una botella o de una
puerta la perennidad de las formas
creadas por el hombre. Los artistas
jóvenes encontrarán en sus obras, si es
(C ontinúa página 10.)
nen ante sus ojos, de que todas las
civilizaciones están fundadas en el
comunismo. Que se eliminen nues
tros caminos com unales, calles,
puentes, fuerzas de policía, tribu
nales, brigadas de bomberos, sumi
nistros de agua, alumbrado de las
calles, faros costeros, servicios pos
tales, represas gigantescas, valles
del Tennessee, etc., ¿y quién queda
ría vivo el mes próximo, con excep
ción de una tribu o dos de pieles ro
jas, y tal vez un puñado de chinos?
Todos somos esclavos natos de la
naturaleza, condenados a trabajar
o morir; y cuanto más comunismo
podemos soportar, mayor es nuestro
tiempo ’ desocupado y de descanso,
que es nuestro linico tiempo libre.
Sin embargo, blandimos la Consti
tución Norteamericana, y declara
mos que es patente de que todos
nacemos libres. Rousseau jamás dijo
una mentira más escandalosa.
Hace solamente unos días, se pi
dió al Trust Británico de los Cere
bros, las inteligencias seleccionadas
de nuestro tiempo, que definiera a
la clase media. Quedó completa
mente aturullado, aunque las pala
bras de Karl Marx han hecho que
el asunto sea lo suficientemente
claro hasta para un escolar.
¡ Ignorancia, ignorancia, ignoran
cia en todas partes!, eso es lo malo
en nosotros, y lo que frustra nues
tras buenas intenciones en todo
momento. Los que carecen de edu
cación son los que tienen menos
que desaprender. Cua ndo todos
sean totalmente instruidos, nuestra
ruina será completa.
(Especial para C a b a l g a t a )
•t A
Uf!
�LETRAS _
cabalgata©
(Viene de página 1.)
valores nuevos que en España sólo des
puntaban”. Supongo entonces que nie
gas la existencia de la generación de la
guerra por la "extraliteraridad” del fe
nómeno que la originó y porque pien
sas que, negando con tus propias pa
labras, no existe "un conglomerado de
espíritus que en un momento dado, en
el de su alborear, se sienten expresa
mente unánimes para afirmar unas co
sas con auténtico ardimiento juvenil”,
ni "una ruptura y una inauguración” al
mismo tiempo ni "una coincidencia sin
gular en las mismas filias y fobias”.
Vayamos por partes.
Amigo Guillermo de Torre, crítico,
quizás el más certero, de una época y
de unos escritores: la guerra de Es
paña no es un fenómeno extraliterario.
¡ Qué va a ser! No es tampoco un "pre
texto”, sino un texto perfectamente en
cauzado, justificado y sentido para los
que fuimos textes fautores o víctimas
de ella, para tantos y tantos anónimos
que se crecieron y se multiplicaron.
No, Guillermo de Torre. En esto no
estoy conforme contigo, ni yo ni otros.
Me bajo de tu caballo y coirinúo a pie,
aunque sea so'o, por la llanura quijo
tesca, mfinit ■■ Por mi llanura y por
tu llanura española, hambriento, se
diento, acosado de mastines y de lobos,
aporreado de vizcaínos, ignorado de
yangfi. -es, y burlado y despreciado de
arist ic atas y demás "cultos” señoritos
objetivos.
I ’ero yo sé que no eres de ésos. Pon
gámonos de acuerdo. Tomemos entre los
dos la brida. Porque ni tú ni yo en
tendemos por guerra el deporte mussolmesco-marinettino de disparar ametra
lladoras sin ton ni son, como quieh
juega de artificio cohetes o buscapiés
mortales; sino algo —oblación— pro
fundamente moral, humano y por lo
tanto vital, literario. Eso es, al menos,
la guerra que nosotros hicimos y que
hacemos, que perdimos y que ganare
mos, hasta sus últimas consecuencias,
no "cismáticas” ni "escisorias”, sino
unificadoras y universales. Puedes es
tar literariamente seguro de ello.
Por otra parte, tan evidente es que
casi huelga el decirlo, las guerras han
sido y son también "pretexto”, por la
remoción de pasiones, emociones y sen
timientos y las profundas convulsiones
de toda índole que llevan anejas, para
que se produzcan fenómenos literarios
FRANCIA
(Envío especial para “Cabalgata”.)
omo
en
este período del año la vida
y artística de París cesa casi
Cporliteraria
completo, viven todavía los ecos
dos “affaires” artísticos: el de Rouault Vollard y el del pintor italiano Chirieo.
Ambroisc Vollard era suficientemente
conocido, no sólo en Francia sino en los
medios artísticos del mundo entero, para
que necesite nuestra presentación. Des
pués de haber sido “marchand” de Cézanne, de Renoir, de Van Gogh, Gauguin,
Bonnard, Picasso y de muchas otras ce
lebridades artísticas de hoy día, sin aban
donar por completo el comercio de cua
dros, se dedicó esencialmente a la edición
de obras de arte. Consagró años y años
a la edición de obras que son un modelo
tipográfico, y que ilustraron los mejores
artistas actuales, desde Bonnard a Dufv
y de Maurice Denis a Picasso. Esta de
dicación alcanzó resonancia en tres obras
de una importancia fundamental en la
bibliografía artística: las “Fábulas” de
La Fontaine, ilustradas por Chagall, las
“Geórgicas”, de Virgilio, con cien agua
fuertes de Scgonzac, y “Misereres y gue-
SUMARIO DEL NUMERO 1
VÍCTOR H ügo v
los ESPÍRITUS,
la muerte
Alfonso Reyes. Ex
por
de
por José Luis
Romero. Mi vieja amistad , por Arnaldo Orfila Reynal. H enríQuez
U reña , por Ernesto Sábato. E voca
ción de R oberto A rlt , por Córdova Iturburu. U n testimonio , por
Gabriel Marcel. P rimeros pasos
hacia la soledad, cuento por Ezequiel Martínez Estrada. L a s u p u e s
UN TESTIGO DEL MUNDO,
ta
generación
española
de
1936,
por Guillermo de Torre. E se gran
desdichado de V erlaine , por Emilc
Henriot. N aturaleza de i.a danza
aborigen , por Oscar Cerruto. T res
pintores ecuatorianos , por Jorge
Romero Brest. L as pinturas m u
rales de la Galería P acífico , por
Romualdo Brughetti. L as formas
EN LAS PINTURAS DE I.A CÚPULA, por
Norberto A. Frontini. L a MÚSICA
AL día en M éxico , por Adolfo Salazar. D ecadencia del cine norte
americano , por Manuel Villegas Ló
pez. Crítica literaria , por Gonzá
lez Carbalho. N otas de modas, por
Clairc Vendóme. C rítica df. cine .
M undo editorial. N otas sobre ar
quitectura Y DECORACIÓN. CORRES
PONDENCIA de F rancia . U na carta
de A lejandro S awa a R ubén D a
río. U na página de ciencias , re
dactada por José Otero Espasanpor Felipe Ar
por el profesor
Francisco Benkó. H umor. Carica
dín. E xposiciones ,
cos Ruiz. A jedrez ,
tura .
Este número incluye impresa apar
te la L ám ina N* 1 a 6 colores reproduciéndo el cuadro de F rancisco
de Go y a : “Don Manuel Osorio de
Zuñiga.”
I N TORNO A LA "SITI HST V GKNKRACION DE !T3b
de toda índole, generaciones, regenera
ciones, deserciones, huidas y suicidios
literarios; obras críticas y de creación
que van desde la "I liada” hasta "La
guerra y la paz”, por no ir más lejos;
desde el "Cantar de Mió Cid”, anóni
mo, hasta los "Esperpentos” de ValleInclán, por no ir tampoco más allá.
Sí, amigo Guillermo de Torre, las
guerras desgraciadamente son aún par
te de la vida, y la vida que trae al
mundo poetas, que los alimenta o no
los alimenta, los mata a palos o los
fusila contra una pared, los casa o los
descasa, los encierra en un cámpo de
concentración o los trae a América, tie
ne casi tanta relación con la literatura
como no importa qué revista de grupo
encasillable o momificable por un eru
dito a la violeta cualquiera.
#
*
*
Pasado este primer escollo o escolio
necesario, supongo que sin tropiezo,
regresemos al terreno literario "propia
mente dicho”; es decir, al "conglome
rado de espíritus”, a las "afirmaciones
y negaciones”, al "ardimiento juvenil”,
a las "filias y las fobias”.
Con respecto al "conglomerado de
espíritus” y al sentimos "unánimes en
nuestro alborear”, poco he de decir. La
unidad de los que formamos la nueva
generación, es más que de espíritus; es
de espíritus y de cuerpos, de experien
cias, de vidas y de muertes. Y no con
fundo una causa literaria con una "ex
traliteraria”, pues para nosotros la li
teratura es todo y somos lo que somos,
y nos unimos como nos unimos, en vir
tud de nuestra condición primera de
poetas y escritores. En cuanto al "ardi
miento juvenil”, creo resulta demasiado
evidente, y pido perdón por ello.
Finalmente, he aquí unas cuantas
"afirmaciones” y "negaciones”, unas
cuantas "filias” y "fobias”; espero que
mis compañeros de generación, no ten
drán que ponerles reparos fundamen
tales.
ira”, con texto y aguafuertes de Rouault.
Ninguna de ostas obras estaba terminada
cuando un accidente de auto acabó bru
talmente con la vida de este protector
del arte.
Un escritor ha calificado de novela ver
daderamente balzaciana las relaciones de
Ambroise Vollard con el pintor Rouault.
Después de una vida muy dura, como la
de casi todos los artistas hasta llegar a
imponerse, Rouault recibió un día la visi
ta de Ambroise Vollard, que iba a some
terle un proyecto comercial: comprar toda
su producción, la que tuviera en su estu
dedio, la que estaba pintando, la que tu
viera en proveeto y todo lo que produjera
en el futuro. En lo sucesivo, Rouault tra
bajaría sólo para Ambroise Vollard. Des
de este momento y durante veinte años
seguidos, Vollard y Rouault conservaron
una íntima amistad.
Al morir Vollard, sus herederos confia
ron a un “marchand”, que después de la
liberación de Francia fué encarcelado,
Martin Fabiani, el encargo de vender to
das las magníficas colecciones que pose'a
Vollard. Muchos de sus cuadros partie
ron en seguida para los Estados Unidos,
y durante la ocupación, hacia Alemania,
a nutrir las colecciones de Goering y otros
jerarcas hitlerianos. Así, hoy se encuen
tran en distintos puntos del mundo los
pasteles de Degas, los paisajes de Cézanne, el retrato de Vollard vestido de
torero hecho por Renoir, las esculturas
de Maillol, “Le Moulin de la Galette” de
Bonnard, etc.
Los herederos quisieron también dispo
ner de más de ochocientas obras de
Rouault, todavía sin acabar, y muchas de
las cuales estaban incluso sólo en boceto.
El pintor elevó una querella ante el Tri
bunal Civil del Sena, y éste le ha dado
satisfacción al condenar a los herederos
de Vollard a devolverle los cuadros. El
Tribunal ha sentado el principio de que
una obra no terminada pertenece al ar
tista.
l
“affaire” Chirieo es de un carácter
Para nosotros, "clara y expresamen
te”, la literatura no es cola de pavo
real ni mercancía, el arte tiene un fin
y una causa, el escribir no es profesión
sino vocación, servicio. Sí, Dostoyewsky, sí Juan Ruiz, sí Jorge Manrique,
sí Fray Luis, sí San Juan: "lo impor
tante es tener qué decir”. En suma:
nosotros elevamos la moral a categoría
estética o la estética a categoría moral.
Sabemos que este modo de entender la
literatura no es nada nuevo, sino por
el contrario muy antiguo, tradicional en
España, podríamos decir, y estamos or
gullosos de ello. Creemos que lo nuevo
ayer y lo viejo hoy, es la actitud con
traria : la élite, la frivolidad, el estufismo equívoco, el snobismo extranjerizan
te, el "preciosismo”, el "álgebra supe
rior de las metáforas” y el inferior y
pueril sumar en cuanto a pensamiento,
sentimiento, emoción y moral.
Pero la generación que nos ocupa de
be estudiarse en sus obras, "obras son
amores y no buenas razones”.
Su estudio no es fácil, si se olvida
que ha nacido de la guerra y de sus
secuencias: la emigración, la cárcel.
En esta generación no cuenta la edad;
cuentan la sangre, la conservación del ta
lento literario, la sensibilidad, la capa
cidad para comprender el verdadero
sentido de la Literatura española, por
qué es literatura y por qué es española.
Procuraré explicarme citando un
nombre, un solo nombre. Cada genera
ción tiene su dios tutelar, su santuario;
pues bien, yo pondría en el de la ge
neración española de la guerra la figura
procer poética, literaria y humanamen
te hablando, de Antonio Machado,
muerto precisamente al engendrarla.
*
*
*
La prehistoria de esta generación,
podría ser la siguiente. En 1930, se
inició el resquebrajamiento del aristo
crático palacete del "álgebra superior”
que Ortega, tan occidentalmente defi
niera, si es que no nació ya resquebra-
CORRESPONDENCIA
Este artista hace tiempo que ha cam
biado fundamentalmente de concepciones
estéticas. Desde que Chirieo se ha insta
lado en un pequeño piso de la vieja Roma,
está frecuentemente en lucha con las crí
ticas de los jóvenes pintores italianos que
le reprochan, seguramente con la violen
cia de los neófitos, el haber traicionado,
el retroceder hacia el “pompierismo” y el
complacerse en “los pincelazos egocentristas”. A esto responde Chirieo con gran
frenesí: “Conspiración, intrigas de las
fuerzas de la decadencia contra la salud
y el oficio.”
Como hemos dicho, la cuestión no ha
sido dilucidada del todo y la justicia ha
comenzado a actuar. Chirieo declara que
los cuadros que con su firma se han ex
puesto en la Galería parisiense, son falsos.
La directora de la Galería manifiesta que
Se presenta oscuro, o por
Autorretrato de Giorgio de. Chirieo.
E lodiferente.
menos con aspectos bastante extraños,
jado. Por aquella época comenzaron a
subir de las entrañas de la tierra, sor
dos rumores, sembrando la inquietud en
pleno artificioso seminario. Aquellos
ruidos venían a veces disfrazados de
surrealismo, pero detrás de ellos se
ocultaba algo mucho más profundo y
español: la pasión moral —antimoral—,
el realismo poético, la épica y nuestra
religiosidad universalista clásica en su
moderna forma.
Rafael Alberti, gran poeta que abar
ca en plenitud dos generaciones, publi
có su "Elegía cívica”, que para tantos
pasó desapercibida. Emilio Prados co
menzó a sentir una angustia más defi
nida, concreta y generosa: la de la mi
seria del pueblo de Málaga. A César
M. Arconada y a Pedro Garfias les
sucedía también algo parecido: empe
zaba a disgustarles el arte "hermético”,
egoísta, ñoño, vacío. ¿Ningún profesor
se dió cuenta de eso?
Después se creó la revista "Octubre”,
donde colaboraron desde Antonio Ma
chado hasta Luis Cernuda y Manuel
Altolaguirre. Al mismo tiempo comen
zaron a aparecer nuevos jóvenes, infor
mes, balbuceantes, pero llenos de pa
sión y . . . a quienes ya el álgebra no
satisfacía, ni muchísimo menos.
La situación no era todavía clara.
Aun, a la fuerza, había que escribir por
ecuaciones; no teníamos de momento
ningún otro medio de expresión, no era
fácil alcanzarlo, aprehenderlo, asirlo;
aunque en realidad, sí existía: en Es
paña.
En estas confusas circunstancias lle
gó la guerra; agarró a los poetas y
escritores y los colocó en pleno campo
de batalla, partiendo plaza; en mitad
de la más cruda y feroz realidad lite
raria. Después vino la emigración. . .
Sobre lo que sucedió literariamente en
tonces y sobre lo que sucede ahora,
pueden escribirse libros. Algún día se
escribirán.
Pero de ningún modo es posible pa
sarlo por alto haciendo un elegante ade
para siempre al autor. Maquinación fran
cesa, claro está, contra un pintor italiano,
porque la política está mezclada también
en esta cuestión.”
Este ha sido el tono general de la
prensa francesa acerca del “affaire” Chi
rieo. Según él, hoy no hace más que
arte clásico y pinta “a la manera del
siglo x v h ”.
Charles Estienne, otro gran crítico, que
en su crónica sobre el “affaire” no es
muy dulce para Chirieo, ha expuesto de
la siguiente manera sus dudas sobre al
gunas de las telas de la Exposición: “De
bo declarar que una tela expuesta en la
primera fila de la galería —pertenecía,
por otra parte, como lo señala Chirieo, a
la época de “caballos estilizados y rui
nas”— me había dejado perplejo. Se me
liab a dicho que el célebre pintor, para
contentar a sus aficionados, no vacilaba,
en caso necesario, en hacer él mismo co
pias de un motivo muy solicitado. Y sólo
Dios sabe cuántos caballos estilizados co
rren por el mundo.”
mán de objetividad literaria pasiva,
aunque éste sea hasta generoso. Porque, 1
amigo Guillermo de Torre, la "objeti
vidad” no existe en el mundo, puedes
estar poética y literariamente seguro, y
la "literatura por la literatura" tam
poco. (Discúlpame la pedantería generalizadora en aras del necesario "ardi
miento”.)
*
*
*
La nueva generación "es niña y pasó
la mar”, dije antes. La mar amarga
y salada de la experiencia; en ello re
side su verdadera fuerza, el fondo y
la forma que la caracteriza. Por eso,
estoy seguro: no se conforma con hacer
literatura de literatura.
Me resisto a inclnir nombres de auto
res y de obras. Como tú temo incurrir
en omisiones y en inclusiones equivo
cadas (éste es el único error de Homero
Serís, a mi juicio). Las dificultades
que los hombres de esta generación tie
nen, para darse a conocer, publicar y
comunicarse son muchas. Quien se de
cida a emprender el estudio de las
obras que ha producido tendrá que co
menzar por reunir materiales a veces
inéditos, dispersos en un área que
abarca desde Murmansk a la Patagonia,
pasando naturalmente por España.
En todo caso no es a mí a quien co
rresponde enumerar y enaltecer o re
bajar. Los árboles me impiden ver el
bosque. A los críticos como tú, dotados
de verdadera vocación y sensibilidad,
y que no se arredren ante las dificul
tades toca la faena.
A título de dato te diré que Jean
Camp, el eminente hispanista francés,
actualmente en México, ha tenido oca
sión de conocer algunas de las obras
producidas por escritores españoles en
los campos de concentración de Francia.
Me gustaría aducir algunos otros ar
gumentos en pro de la existencia de la
nueva generación española de la guerra.
También me gustaría hablar, por ejem
plo, sobre los escritores que escriben en
España, que no son sino una confirma
ción aterrorizada, perseguida, disimu
lada o autocastrada (por traición) de
ella (y en ningún modo algo esencial
mente antagónico y ni siquiera dis
tinto).
Pero terminaré agradeciéndote, Gui
llermo de Torre, el haber tocado este
tema que a tantos escritores y poetas
jóvenes y menos jóvenes nos apasiona
hasta la misma raíz de nuestros traba
jos, luchas y sufrimientos.
México.
y verdaderos, de una extraordinaria no
bleza, como en “Danzas macabras”. En
1917, Blok se entregó con toda pasión a
ia revolución y escribió sus poemas más
conocidos en el mundo: “Los Doce” y
“Los Escitas”, en el que se invita a todos
los pueblos al "festín fraternal del tra
bajo V de la paz”.
' Alejandro Blok murió en 1926.
a lg u na s de
las iniciativas más acertaX i. das de los editores ingleses y ameri
canos comienzan a tener en Francia imi
tadores. A partir del 10 de julio, los
“Penguin Books”, los “Bantan Books” y
otras famosas colecciones de libros de
bolsillo tienen una análoga en francés.
Esta colección se llama “Mille et un
A compañía “Le Rideau de Paris’’ ha
j representado, por una sola vez, en el jours” y aparecerá por ahora una vez por
teatro Charles-de-Rochefort, una obra de mes. Para acreditarse, la colección “Mille
et un jours” ha comenzado por anunciar
Paul Yaléry.
premio de 50.000 francos a la mejor
Paul Valéry tuvo siempre gran interés un
por el teatro; pero, sin embargo, sólo en novela publicada durante el período 19451940 concibió vagamente “el deseo de un 46, y que se refiera a actos de patriotis
III Fausto, que pudiera comprender un mo de la juventud francesa durante la
ocupación. El jurado del concurso estará
número indeterminado de obras más o presidido
por Pierre Marc-Orlan.
menos hechas para el teatro”, según su
propia expresión. En seguida se dedicó
a componer lo que él mismo denominó
“Mi Fausto”, o sea una comedia titulada
“Lust, la señorita de cristal”, y un drama
de magia: “El Solitario o las maldiciones
del Universo”. Las dos obras fueron in
terrumpidas, de tal manera que de la
primera sólo terminó Valéry las tres cuar
Registro de Propiedad Intelectual N<> 216.894
tas partes y del segundo los dos tercios
Redacción.
Dirección. Administración. Publicidad.
nada más.
INDEPENDENCIA 360. BUENOS AIRES
REPÚBLICA ARGENTINA
Al representarse ahora “Mi Fausto”, se
resiente de esta imposibilidad de conocer
Se publica loa d í a s 1 y 13 de cada mes.
Precio del ejemplar: $ 0,40 m./arg.
hasta el final el pensamiento de Paul Vatóry, ya que la obra queda incompleta.
SUSCRIPCIÓN
Pero se les ha dado a sus amigos la po Argentina: Un a ñ o ......................$ 8 . 2 0 m./arg.
*
Seis meses . . . . $ 4.30 m./arg.
sibilidad de oír sus maravillosas palabras,
dichas por una compañía que ha puesto Extranjero: Un año . . . Dólares U .S .A . 3.50
DISTRIBUIDORES
todo su entusiasmo y pasión en represen
tar al maestro.
S i l v a n o M a c h i . Independencia 2837
1
cabalgata
lo cual mueve a la mayor a de los críticos antes de inaugurar la Exposición envió
y expertos en arte a dudar de la sinceri fotos de todos los cuadros al propio Chi
dad del artista italiano. Se llega a creer rieo, que dejó pasar casi dos meses sin
por muchos que se trata meramente de una contestar y que lo ha hecho sólo después
Interior y exterior: D i s t r i b u i d o r a T r i u n f o S.R.L.
campaña de reclame que él mismo se ha de clausurada, la Exposición. Uno de los
Rosario 201
ce o, lo que es peor, simplemente de un coleccionistas que había cedido los cua
eliantage.
dros, asegura en forma concluyente que
stos días se ha cumplido el vigésimo
O
En nuestra crónica anterior hemos por lo menos la mitad están comprados
FRANQUEO
PAGADO
aniversario de la muerte del gran
O Z
dicho so m eram ente en qué consiste personalmente por él y directamente al
CONCESION No 3799
poeta ruso Alejandro Blok, al que toda la IU ►= _J
este “affaire” Chirieo. El pintor ex-su- artista. Por otra parte, algunos de los prensa literaria francesa ha recordado en
E zUJ <
te
O O z
rrealista Giorgio Chirieo ha lanzado re cuadros en litigio eran ya conocidos por esta ocasión con más o menos fervor. Ya
t a r i f a
REDUCIDA
o ce oUJ
pentinamente un grito en todos los perió que figuran en el follctito dedicado a él su vida en sí, tanto como su muerte
<
CONCESION No 3205
dicos y revistas del mundo que han que en la colección Gallimard, titulada “Pein- estuvo impregnada de un gran sabor ro
rido concederle espacio, denunciando como tres nouveaux”. Todo es, pues, bastante mántico.
falsos todos o casi todos los cuadros de sospechoso.
Nacido en 1880, apenas conoció a su
una Exposición que acaba de celebrarse
Sobre esta cuestión, el gran semanario padre, que fué profesor de la Universidad
en París, y de los cuales, por cierto, nin “Arts”, con su reconocida autoridad, se de Varsovia, músico exquisito y admiraBOLETIN DE SUSCRIPCION
guno se había vendido.
ha expresado en los siguientes términos:
(ior de toda la literatura universal. AleChirieo ha querido hacer creer a todo
“Sin embargo, algunos habían creído jandro Blok, se educó con la familia de
el mundo que existe nada menos que un observar en ciertos cuadros expuestos una su madre, hija de A.-N. Beketov, botánico
E l señor
(E N LETRA DE IM PRENTA)
complot organizado contra él por “los densidad y un peso m ás... auténticos ee.ebre y rector de la Universidad de San
llamados medios de vanguardia de París”. que en otros, porque es sabido que la Petersburgo, donde gozaba de una gran
Dirección
La fabricación de falsos Chirieo hace cualidad propiamente pictórica nunca ha autoridad científica.
creer a éste que existe una acción pre sido una de las preocupaciones principa
Su primer libro, “Versos sobre la bella
meditada de los “modernistas” contra sus les de los pintores metafísicos, cuya va señora”,
apareció en 1906; fué seguido
esfuerzos para encauzar el arte por “el lor es sobre todo filosófico e histórico, de “Alegría
se suscribe a C A B A L G A T A per el
y en 1907 de
plano de la nobleza, de la belleza, de la í Estaremos, por tanto, en presencia de “Máscara de inesperada”,
período de un año* seis meses y al efecto
nieve”.
Sus
primeros
versos
dignidad, de la seriedad”. Acusa, con un complot de los medios de vanguardia
acompaña el importe de $ 8,20, $ 4.30,
sus propias palabras, “a esos modernistas parisinos que no perdonan a este pre-ex- fueron acogidos con gran entusiasmo en
Dólares 3,50 U. S. A. en cheque, bono
los
medios
poéticos
simbolistas;
pero
que sólo buscan emociones, revelaciones, surrealista, a este fundador incluso del
postal a su orden.
pronto se separó de esta escuela, para
y que son incapaces de interesarse por eí surrealismo, el haberse apartado en 1918? tomar
nueva orientación.
hecho más interesante en el cuadro: el Una oscura maquinación es el origen de
Ya en sus obras de 1908 a 1916, se ma
Tachar la condición que no se utilice.
hecho pictórico”.
esta Exposición, cuyo objeto era perder nifiestan sus poesías con colores crueles
E
IMPRESO EN ARGENTINA
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eA 2028
�LETRAS _
cabalgata©
(Viene de página 1.)
valores nuevos que en España sólo des
puntaban”. Supongo entonces que nie
gas la existencia de la generación de la
guerra por la "extraliteraridad” del fe
nómeno que la originó y porque pien
sas que, negando con tus propias pa
labras, no existe "un conglomerado de
espíritus que en un momento dado, en
el de su alborear, se sienten expresa
mente unánimes para afirmar unas co
sas con auténtico ardimiento juvenil”,
ni "una ruptura y una inauguración” al
mismo tiempo ni "una coincidencia sin
gular en las mismas filias y fobias”.
Vayamos por partes.
Amigo Guillermo de Torre, crítico,
quizás el más certero, de una época y
de unos escritores: la guerra de Es
paña no es un fenómeno extraliterario.
¡ Qué va a ser! No es tampoco un "pre
texto”, sino un texto perfectamente en
cauzado, justificado y sentido para los
que fuimos textes fautores o víctimas
de ella, para tantos y tantos anónimos
que se crecieron y se multiplicaron.
No, Guillermo de Torre. En esto no
estoy conforme contigo, ni yo ni otros.
Me bajo de tu caballo y coirinúo a pie,
aunque sea so'o, por la llanura quijo
tesca, mfinit ■■ Por mi llanura y por
tu llanura española, hambriento, se
diento, acosado de mastines y de lobos,
aporreado de vizcaínos, ignorado de
yangfi. -es, y burlado y despreciado de
arist ic atas y demás "cultos” señoritos
objetivos.
I ’ero yo sé que no eres de ésos. Pon
gámonos de acuerdo. Tomemos entre los
dos la brida. Porque ni tú ni yo en
tendemos por guerra el deporte mussolmesco-marinettino de disparar ametra
lladoras sin ton ni son, como quieh
juega de artificio cohetes o buscapiés
mortales; sino algo —oblación— pro
fundamente moral, humano y por lo
tanto vital, literario. Eso es, al menos,
la guerra que nosotros hicimos y que
hacemos, que perdimos y que ganare
mos, hasta sus últimas consecuencias,
no "cismáticas” ni "escisorias”, sino
unificadoras y universales. Puedes es
tar literariamente seguro de ello.
Por otra parte, tan evidente es que
casi huelga el decirlo, las guerras han
sido y son también "pretexto”, por la
remoción de pasiones, emociones y sen
timientos y las profundas convulsiones
de toda índole que llevan anejas, para
que se produzcan fenómenos literarios
FRANCIA
(Envío especial para “Cabalgata”.)
omo
en
este período del año la vida
y artística de París cesa casi
Cporliteraria
completo, viven todavía los ecos
dos “affaires” artísticos: el de Rouault Vollard y el del pintor italiano Chirieo.
Ambroisc Vollard era suficientemente
conocido, no sólo en Francia sino en los
medios artísticos del mundo entero, para
que necesite nuestra presentación. Des
pués de haber sido “marchand” de Cézanne, de Renoir, de Van Gogh, Gauguin,
Bonnard, Picasso y de muchas otras ce
lebridades artísticas de hoy día, sin aban
donar por completo el comercio de cua
dros, se dedicó esencialmente a la edición
de obras de arte. Consagró años y años
a la edición de obras que son un modelo
tipográfico, y que ilustraron los mejores
artistas actuales, desde Bonnard a Dufv
y de Maurice Denis a Picasso. Esta de
dicación alcanzó resonancia en tres obras
de una importancia fundamental en la
bibliografía artística: las “Fábulas” de
La Fontaine, ilustradas por Chagall, las
“Geórgicas”, de Virgilio, con cien agua
fuertes de Scgonzac, y “Misereres y gue-
SUMARIO DEL NUMERO 1
VÍCTOR H ügo v
los ESPÍRITUS,
la muerte
Alfonso Reyes. Ex
por
de
por José Luis
Romero. Mi vieja amistad , por Arnaldo Orfila Reynal. H enríQuez
U reña , por Ernesto Sábato. E voca
ción de R oberto A rlt , por Córdova Iturburu. U n testimonio , por
Gabriel Marcel. P rimeros pasos
hacia la soledad, cuento por Ezequiel Martínez Estrada. L a s u p u e s
UN TESTIGO DEL MUNDO,
ta
generación
española
de
1936,
por Guillermo de Torre. E se gran
desdichado de V erlaine , por Emilc
Henriot. N aturaleza de i.a danza
aborigen , por Oscar Cerruto. T res
pintores ecuatorianos , por Jorge
Romero Brest. L as pinturas m u
rales de la Galería P acífico , por
Romualdo Brughetti. L as formas
EN LAS PINTURAS DE I.A CÚPULA, por
Norberto A. Frontini. L a MÚSICA
AL día en M éxico , por Adolfo Salazar. D ecadencia del cine norte
americano , por Manuel Villegas Ló
pez. Crítica literaria , por Gonzá
lez Carbalho. N otas de modas, por
Clairc Vendóme. C rítica df. cine .
M undo editorial. N otas sobre ar
quitectura Y DECORACIÓN. CORRES
PONDENCIA de F rancia . U na carta
de A lejandro S awa a R ubén D a
río. U na página de ciencias , re
dactada por José Otero Espasanpor Felipe Ar
por el profesor
Francisco Benkó. H umor. Carica
dín. E xposiciones ,
cos Ruiz. A jedrez ,
tura .
Este número incluye impresa apar
te la L ám ina N* 1 a 6 colores reproduciéndo el cuadro de F rancisco
de Go y a : “Don Manuel Osorio de
Zuñiga.”
I N TORNO A LA "SITI HST V GKNKRACION DE !T3b
de toda índole, generaciones, regenera
ciones, deserciones, huidas y suicidios
literarios; obras críticas y de creación
que van desde la "I liada” hasta "La
guerra y la paz”, por no ir más lejos;
desde el "Cantar de Mió Cid”, anóni
mo, hasta los "Esperpentos” de ValleInclán, por no ir tampoco más allá.
Sí, amigo Guillermo de Torre, las
guerras desgraciadamente son aún par
te de la vida, y la vida que trae al
mundo poetas, que los alimenta o no
los alimenta, los mata a palos o los
fusila contra una pared, los casa o los
descasa, los encierra en un cámpo de
concentración o los trae a América, tie
ne casi tanta relación con la literatura
como no importa qué revista de grupo
encasillable o momificable por un eru
dito a la violeta cualquiera.
#
*
*
Pasado este primer escollo o escolio
necesario, supongo que sin tropiezo,
regresemos al terreno literario "propia
mente dicho”; es decir, al "conglome
rado de espíritus”, a las "afirmaciones
y negaciones”, al "ardimiento juvenil”,
a las "filias y las fobias”.
Con respecto al "conglomerado de
espíritus” y al sentimos "unánimes en
nuestro alborear”, poco he de decir. La
unidad de los que formamos la nueva
generación, es más que de espíritus; es
de espíritus y de cuerpos, de experien
cias, de vidas y de muertes. Y no con
fundo una causa literaria con una "ex
traliteraria”, pues para nosotros la li
teratura es todo y somos lo que somos,
y nos unimos como nos unimos, en vir
tud de nuestra condición primera de
poetas y escritores. En cuanto al "ardi
miento juvenil”, creo resulta demasiado
evidente, y pido perdón por ello.
Finalmente, he aquí unas cuantas
"afirmaciones” y "negaciones”, unas
cuantas "filias” y "fobias”; espero que
mis compañeros de generación, no ten
drán que ponerles reparos fundamen
tales.
ira”, con texto y aguafuertes de Rouault.
Ninguna de ostas obras estaba terminada
cuando un accidente de auto acabó bru
talmente con la vida de este protector
del arte.
Un escritor ha calificado de novela ver
daderamente balzaciana las relaciones de
Ambroise Vollard con el pintor Rouault.
Después de una vida muy dura, como la
de casi todos los artistas hasta llegar a
imponerse, Rouault recibió un día la visi
ta de Ambroise Vollard, que iba a some
terle un proyecto comercial: comprar toda
su producción, la que tuviera en su estu
dedio, la que estaba pintando, la que tu
viera en proveeto y todo lo que produjera
en el futuro. En lo sucesivo, Rouault tra
bajaría sólo para Ambroise Vollard. Des
de este momento y durante veinte años
seguidos, Vollard y Rouault conservaron
una íntima amistad.
Al morir Vollard, sus herederos confia
ron a un “marchand”, que después de la
liberación de Francia fué encarcelado,
Martin Fabiani, el encargo de vender to
das las magníficas colecciones que pose'a
Vollard. Muchos de sus cuadros partie
ron en seguida para los Estados Unidos,
y durante la ocupación, hacia Alemania,
a nutrir las colecciones de Goering y otros
jerarcas hitlerianos. Así, hoy se encuen
tran en distintos puntos del mundo los
pasteles de Degas, los paisajes de Cézanne, el retrato de Vollard vestido de
torero hecho por Renoir, las esculturas
de Maillol, “Le Moulin de la Galette” de
Bonnard, etc.
Los herederos quisieron también dispo
ner de más de ochocientas obras de
Rouault, todavía sin acabar, y muchas de
las cuales estaban incluso sólo en boceto.
El pintor elevó una querella ante el Tri
bunal Civil del Sena, y éste le ha dado
satisfacción al condenar a los herederos
de Vollard a devolverle los cuadros. El
Tribunal ha sentado el principio de que
una obra no terminada pertenece al ar
tista.
l
“affaire” Chirieo es de un carácter
Para nosotros, "clara y expresamen
te”, la literatura no es cola de pavo
real ni mercancía, el arte tiene un fin
y una causa, el escribir no es profesión
sino vocación, servicio. Sí, Dostoyewsky, sí Juan Ruiz, sí Jorge Manrique,
sí Fray Luis, sí San Juan: "lo impor
tante es tener qué decir”. En suma:
nosotros elevamos la moral a categoría
estética o la estética a categoría moral.
Sabemos que este modo de entender la
literatura no es nada nuevo, sino por
el contrario muy antiguo, tradicional en
España, podríamos decir, y estamos or
gullosos de ello. Creemos que lo nuevo
ayer y lo viejo hoy, es la actitud con
traria : la élite, la frivolidad, el estufismo equívoco, el snobismo extranjerizan
te, el "preciosismo”, el "álgebra supe
rior de las metáforas” y el inferior y
pueril sumar en cuanto a pensamiento,
sentimiento, emoción y moral.
Pero la generación que nos ocupa de
be estudiarse en sus obras, "obras son
amores y no buenas razones”.
Su estudio no es fácil, si se olvida
que ha nacido de la guerra y de sus
secuencias: la emigración, la cárcel.
En esta generación no cuenta la edad;
cuentan la sangre, la conservación del ta
lento literario, la sensibilidad, la capa
cidad para comprender el verdadero
sentido de la Literatura española, por
qué es literatura y por qué es española.
Procuraré explicarme citando un
nombre, un solo nombre. Cada genera
ción tiene su dios tutelar, su santuario;
pues bien, yo pondría en el de la ge
neración española de la guerra la figura
procer poética, literaria y humanamen
te hablando, de Antonio Machado,
muerto precisamente al engendrarla.
*
*
*
La prehistoria de esta generación,
podría ser la siguiente. En 1930, se
inició el resquebrajamiento del aristo
crático palacete del "álgebra superior”
que Ortega, tan occidentalmente defi
niera, si es que no nació ya resquebra-
CORRESPONDENCIA
Este artista hace tiempo que ha cam
biado fundamentalmente de concepciones
estéticas. Desde que Chirieo se ha insta
lado en un pequeño piso de la vieja Roma,
está frecuentemente en lucha con las crí
ticas de los jóvenes pintores italianos que
le reprochan, seguramente con la violen
cia de los neófitos, el haber traicionado,
el retroceder hacia el “pompierismo” y el
complacerse en “los pincelazos egocentristas”. A esto responde Chirieo con gran
frenesí: “Conspiración, intrigas de las
fuerzas de la decadencia contra la salud
y el oficio.”
Como hemos dicho, la cuestión no ha
sido dilucidada del todo y la justicia ha
comenzado a actuar. Chirieo declara que
los cuadros que con su firma se han ex
puesto en la Galería parisiense, son falsos.
La directora de la Galería manifiesta que
Se presenta oscuro, o por
Autorretrato de Giorgio de. Chirieo.
E lodiferente.
menos con aspectos bastante extraños,
jado. Por aquella época comenzaron a
subir de las entrañas de la tierra, sor
dos rumores, sembrando la inquietud en
pleno artificioso seminario. Aquellos
ruidos venían a veces disfrazados de
surrealismo, pero detrás de ellos se
ocultaba algo mucho más profundo y
español: la pasión moral —antimoral—,
el realismo poético, la épica y nuestra
religiosidad universalista clásica en su
moderna forma.
Rafael Alberti, gran poeta que abar
ca en plenitud dos generaciones, publi
có su "Elegía cívica”, que para tantos
pasó desapercibida. Emilio Prados co
menzó a sentir una angustia más defi
nida, concreta y generosa: la de la mi
seria del pueblo de Málaga. A César
M. Arconada y a Pedro Garfias les
sucedía también algo parecido: empe
zaba a disgustarles el arte "hermético”,
egoísta, ñoño, vacío. ¿Ningún profesor
se dió cuenta de eso?
Después se creó la revista "Octubre”,
donde colaboraron desde Antonio Ma
chado hasta Luis Cernuda y Manuel
Altolaguirre. Al mismo tiempo comen
zaron a aparecer nuevos jóvenes, infor
mes, balbuceantes, pero llenos de pa
sión y . . . a quienes ya el álgebra no
satisfacía, ni muchísimo menos.
La situación no era todavía clara.
Aun, a la fuerza, había que escribir por
ecuaciones; no teníamos de momento
ningún otro medio de expresión, no era
fácil alcanzarlo, aprehenderlo, asirlo;
aunque en realidad, sí existía: en Es
paña.
En estas confusas circunstancias lle
gó la guerra; agarró a los poetas y
escritores y los colocó en pleno campo
de batalla, partiendo plaza; en mitad
de la más cruda y feroz realidad lite
raria. Después vino la emigración. . .
Sobre lo que sucedió literariamente en
tonces y sobre lo que sucede ahora,
pueden escribirse libros. Algún día se
escribirán.
Pero de ningún modo es posible pa
sarlo por alto haciendo un elegante ade
para siempre al autor. Maquinación fran
cesa, claro está, contra un pintor italiano,
porque la política está mezclada también
en esta cuestión.”
Este ha sido el tono general de la
prensa francesa acerca del “affaire” Chi
rieo. Según él, hoy no hace más que
arte clásico y pinta “a la manera del
siglo x v h ”.
Charles Estienne, otro gran crítico, que
en su crónica sobre el “affaire” no es
muy dulce para Chirieo, ha expuesto de
la siguiente manera sus dudas sobre al
gunas de las telas de la Exposición: “De
bo declarar que una tela expuesta en la
primera fila de la galería —pertenecía,
por otra parte, como lo señala Chirieo, a
la época de “caballos estilizados y rui
nas”— me había dejado perplejo. Se me
liab a dicho que el célebre pintor, para
contentar a sus aficionados, no vacilaba,
en caso necesario, en hacer él mismo co
pias de un motivo muy solicitado. Y sólo
Dios sabe cuántos caballos estilizados co
rren por el mundo.”
mán de objetividad literaria pasiva,
aunque éste sea hasta generoso. Porque, 1
amigo Guillermo de Torre, la "objeti
vidad” no existe en el mundo, puedes
estar poética y literariamente seguro, y
la "literatura por la literatura" tam
poco. (Discúlpame la pedantería generalizadora en aras del necesario "ardi
miento”.)
*
*
*
La nueva generación "es niña y pasó
la mar”, dije antes. La mar amarga
y salada de la experiencia; en ello re
side su verdadera fuerza, el fondo y
la forma que la caracteriza. Por eso,
estoy seguro: no se conforma con hacer
literatura de literatura.
Me resisto a inclnir nombres de auto
res y de obras. Como tú temo incurrir
en omisiones y en inclusiones equivo
cadas (éste es el único error de Homero
Serís, a mi juicio). Las dificultades
que los hombres de esta generación tie
nen, para darse a conocer, publicar y
comunicarse son muchas. Quien se de
cida a emprender el estudio de las
obras que ha producido tendrá que co
menzar por reunir materiales a veces
inéditos, dispersos en un área que
abarca desde Murmansk a la Patagonia,
pasando naturalmente por España.
En todo caso no es a mí a quien co
rresponde enumerar y enaltecer o re
bajar. Los árboles me impiden ver el
bosque. A los críticos como tú, dotados
de verdadera vocación y sensibilidad,
y que no se arredren ante las dificul
tades toca la faena.
A título de dato te diré que Jean
Camp, el eminente hispanista francés,
actualmente en México, ha tenido oca
sión de conocer algunas de las obras
producidas por escritores españoles en
los campos de concentración de Francia.
Me gustaría aducir algunos otros ar
gumentos en pro de la existencia de la
nueva generación española de la guerra.
También me gustaría hablar, por ejem
plo, sobre los escritores que escriben en
España, que no son sino una confirma
ción aterrorizada, perseguida, disimu
lada o autocastrada (por traición) de
ella (y en ningún modo algo esencial
mente antagónico y ni siquiera dis
tinto).
Pero terminaré agradeciéndote, Gui
llermo de Torre, el haber tocado este
tema que a tantos escritores y poetas
jóvenes y menos jóvenes nos apasiona
hasta la misma raíz de nuestros traba
jos, luchas y sufrimientos.
México.
y verdaderos, de una extraordinaria no
bleza, como en “Danzas macabras”. En
1917, Blok se entregó con toda pasión a
ia revolución y escribió sus poemas más
conocidos en el mundo: “Los Doce” y
“Los Escitas”, en el que se invita a todos
los pueblos al "festín fraternal del tra
bajo V de la paz”.
' Alejandro Blok murió en 1926.
a lg u na s de
las iniciativas más acertaX i. das de los editores ingleses y ameri
canos comienzan a tener en Francia imi
tadores. A partir del 10 de julio, los
“Penguin Books”, los “Bantan Books” y
otras famosas colecciones de libros de
bolsillo tienen una análoga en francés.
Esta colección se llama “Mille et un
A compañía “Le Rideau de Paris’’ ha
j representado, por una sola vez, en el jours” y aparecerá por ahora una vez por
teatro Charles-de-Rochefort, una obra de mes. Para acreditarse, la colección “Mille
et un jours” ha comenzado por anunciar
Paul Yaléry.
premio de 50.000 francos a la mejor
Paul Valéry tuvo siempre gran interés un
por el teatro; pero, sin embargo, sólo en novela publicada durante el período 19451940 concibió vagamente “el deseo de un 46, y que se refiera a actos de patriotis
III Fausto, que pudiera comprender un mo de la juventud francesa durante la
ocupación. El jurado del concurso estará
número indeterminado de obras más o presidido
por Pierre Marc-Orlan.
menos hechas para el teatro”, según su
propia expresión. En seguida se dedicó
a componer lo que él mismo denominó
“Mi Fausto”, o sea una comedia titulada
“Lust, la señorita de cristal”, y un drama
de magia: “El Solitario o las maldiciones
del Universo”. Las dos obras fueron in
terrumpidas, de tal manera que de la
primera sólo terminó Valéry las tres cuar
Registro de Propiedad Intelectual N<> 216.894
tas partes y del segundo los dos tercios
Redacción.
Dirección. Administración. Publicidad.
nada más.
INDEPENDENCIA 360. BUENOS AIRES
REPÚBLICA ARGENTINA
Al representarse ahora “Mi Fausto”, se
resiente de esta imposibilidad de conocer
Se publica loa d í a s 1 y 13 de cada mes.
Precio del ejemplar: $ 0,40 m./arg.
hasta el final el pensamiento de Paul Vatóry, ya que la obra queda incompleta.
SUSCRIPCIÓN
Pero se les ha dado a sus amigos la po Argentina: Un a ñ o ......................$ 8 . 2 0 m./arg.
*
Seis meses . . . . $ 4.30 m./arg.
sibilidad de oír sus maravillosas palabras,
dichas por una compañía que ha puesto Extranjero: Un año . . . Dólares U .S .A . 3.50
DISTRIBUIDORES
todo su entusiasmo y pasión en represen
tar al maestro.
S i l v a n o M a c h i . Independencia 2837
1
cabalgata
lo cual mueve a la mayor a de los críticos antes de inaugurar la Exposición envió
y expertos en arte a dudar de la sinceri fotos de todos los cuadros al propio Chi
dad del artista italiano. Se llega a creer rieo, que dejó pasar casi dos meses sin
por muchos que se trata meramente de una contestar y que lo ha hecho sólo después
Interior y exterior: D i s t r i b u i d o r a T r i u n f o S.R.L.
campaña de reclame que él mismo se ha de clausurada, la Exposición. Uno de los
Rosario 201
ce o, lo que es peor, simplemente de un coleccionistas que había cedido los cua
eliantage.
dros, asegura en forma concluyente que
stos días se ha cumplido el vigésimo
O
En nuestra crónica anterior hemos por lo menos la mitad están comprados
FRANQUEO
PAGADO
aniversario de la muerte del gran
O Z
dicho so m eram ente en qué consiste personalmente por él y directamente al
CONCESION No 3799
poeta ruso Alejandro Blok, al que toda la IU ►= _J
este “affaire” Chirieo. El pintor ex-su- artista. Por otra parte, algunos de los prensa literaria francesa ha recordado en
E U
zJ <
te
O O z
rrealista Giorgio Chirieo ha lanzado re cuadros en litigio eran ya conocidos por esta ocasión con más o menos fervor. Ya
t a r i f a
REDUCIDA
o ce oUJ
pentinamente un grito en todos los perió que figuran en el follctito dedicado a él su vida en sí, tanto como su muerte
<
CONCESION No 3205
dicos y revistas del mundo que han que en la colección Gallimard, titulada “Pein- estuvo impregnada de un gran sabor ro
rido concederle espacio, denunciando como tres nouveaux”. Todo es, pues, bastante mántico.
falsos todos o casi todos los cuadros de sospechoso.
Nacido en 1880, apenas conoció a su
una Exposición que acaba de celebrarse
Sobre esta cuestión, el gran semanario padre, que fué profesor de la Universidad
en París, y de los cuales, por cierto, nin “Arts”, con su reconocida autoridad, se de Varsovia, músico exquisito y admiraBOLETIN DE SUSCRIPCION
guno se había vendido.
ha expresado en los siguientes términos:
(ior de toda la literatura universal. AleChirieo ha querido hacer creer a todo
“Sin embargo, algunos habían creído jandro Blok, se educó con la familia de
el mundo que existe nada menos que un observar en ciertos cuadros expuestos una su madre, hija de A.-N. Beketov, botánico
E l señor
(E N LETRA DE IM PRENTA)
complot organizado contra él por “los densidad y un peso m ás... auténticos ee.ebre y rector de la Universidad de San
llamados medios de vanguardia de París”. que en otros, porque es sabido que la Petersburgo, donde gozaba de una gran
Dirección
La fabricación de falsos Chirieo hace cualidad propiamente pictórica nunca ha autoridad científica.
creer a éste que existe una acción pre sido una de las preocupaciones principa
Su primer libro, “Versos sobre la bella
meditada de los “modernistas” contra sus les de los pintores metafísicos, cuya va señora”,
apareció en 1906; fué seguido
esfuerzos para encauzar el arte por “el lor es sobre todo filosófico e histórico, de “Alegría
se suscribe a C A B A L G A T A per el
y en 1907 de
plano de la nobleza, de la belleza, de la í Estaremos, por tanto, en presencia de “Máscara de inesperada”,
período de un año* seis meses y al efecto
nieve”.
Sus
primeros
versos
dignidad, de la seriedad”. Acusa, con un complot de los medios de vanguardia
acompaña el importe de $ 8,20, $ 4.30,
sus propias palabras, “a esos modernistas parisinos que no perdonan a este pre-ex- fueron acogidos con gran entusiasmo en
Dólares 3,50 U. S. A. en cheque, bono
los
medios
poéticos
simbolistas;
pero
que sólo buscan emociones, revelaciones, surrealista, a este fundador incluso del
postal a su orden.
pronto se separó de esta escuela, para
y que son incapaces de interesarse por eí surrealismo, el haberse apartado en 1918? tomar
nueva orientación.
hecho más interesante en el cuadro: el Una oscura maquinación es el origen de
Ya en sus obras de 1908 a 1916, se ma
Tachar la condición que no se utilice.
hecho pictórico”.
esta Exposición, cuyo objeto era perder nifiestan sus poesías con colores crueles
E
IMPRESO EN ARGENTINA
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eA 2028
�LETRAS
Gaba
X ^ O iaer
encontrar a Ehremburg
V en París, es un acontecimiento
sentimental.
Hablamos de la guerra en su país,
lo conozco
le digo— muchas de sus
crónicas de gue
rra. Y asimismo
he visto muchos
films y he se
guido los cables
de información.
He modo que ef
sentido heroico
del pueblo ruso
está muy pre
se n te en mí.
¿Quiere contar
me algún hecho
que no sea propiamente militar y que.
a su juicio, refleje el estado de ánimo
de su pueblo durante estos años terri
bles f
—En Leningrndo, durante el asedio:
en 1942. Era una situación espan
tosa. No había ni agua, ni calefacción,
ni luz. La ración de todo el mundo
consistía en 125 gramos de pan por
día. No sé si se da usted cuenta de lo
que significa eso, en una ciudad de un
frío extraordinario y en la cual los
días son de cortísima duración. Allí
conocí a una muchacha que había sido
estudiante y que, durante dicha época,
trabajaba en un taller de reparación
de piezas de artillería. Hablé mucho
con ella y al final le pregunté cómo
ocupaba sus horas de descanso. En vez
de contestarme, me dió su "Diario de
guerra”. Lo llevé y cuando pude leerlo
me llamó la atención que frecuente
mente se repetían frases tales como:
"He leído Madame Bovary”, "He leído
Ana Karenina” . . . Volví a verla, ex
trañado. Y le comuniqué mi asombro.
No comprendo muy bien ciertos frag
mentos de su diario —le dije— ; dice
usted que ha leído ciertos libros. ¿Cómo
puede ser, si durante el día trabaja y
en las noches no hay luz en toda la
ciudad?
Entonces supe que ella llamaba leer,
a recordar mentalmente, con la mayor
precisión posible, tales libros. Y que
hacía eso, para mejor luchar contra la
muerte de cada segundo.
En Kurks, el año 1944, cuando lle
gué allí con nuestro ejército, los ale
manes, en su retirada, habían quemado
y destruido todo, como de costumbre.
Allí conocí a un hombre muy viejecito
que, auxiliado por su mujer, a quien
él llamaba "su viejecita” estaba entera
mente entregado a la reconstrucción
de lo que quedaba de una isba que-
II
AUTENTICIDAD ARGENTINA
DE SU LITERATURA
o cité al azar, en la primera parte
N
de este artículo, las palabras del
prólogo que Roberto Arlt escribió para
"Trescientos Millones”. Surgen de ellas
algunas sugestiones confirmativas de
tres aspectos cardinales de su obra; tres
aspectos que, en mi entender, será ne
cesario analizar a fondo en cualquier
estudio destinado a profundizar en la
labor de este gran escritor nuestro des
aparecido cuando comenzaba a alcanzar
el pleno vigor de una madurez esplén
dida.
Uno de esos aspectos es el de la au
tenticidad de su literatura. He aludido
a ella al referirme a la obsesionante
presión interior de que su obra no era
sino una exteriorización liberadora. Los
personajes, los temas, las situaciones, lo
acosaban en forma tal y tal violencia
de vértigo asumían el proceso de su ma
duración interior y la consiguiente nece
sidad expresiva, que en más de una
oportunidad se vió precisado a recurrir
a ocasionales secretarios a quienes dic
taba páginas que apenas necesitaban,
luego, superficiales correcciones. Más
de la segunda mitad de "Los Siete Lo
cos” fué escrita en esta forma. Arlt
era, de toda evidencia, un escritor nato,
un novelista, un cuentista, un hombre
de teatro, para quien la literatura, de
no existir, hubiera tenido que ser in
ventada a riesgo de torcer su destino
V martirizar su vitalidad creadora.
Otro de los aspectos de su obra y
de su personalidad —tan absolutamente
inseparables— es el de su interés hu
mano. Su simpatía, su piedad, su amor,
su comprensión del ser humano, llega
ban a formas y niveles sin duda alguna
excepcionales. Pocas veces —tal vez
ninguna en realidad— he tropezado con
un hombre de tan penetrante sagacidad
psicológica. Quienes fuimos sus ami
gos tuvimos, en más de una oportuni
dad, la estremecedora impresión de ha
llarnos, ante sus ojos, en la tiritantedesnudez de nuestra intimidad más pro
funda. El gesto más insignificante, la
más fugaz de las palabras, desnudaba
ante sus ojos los más recatados senti
mientos, los pensamientos más escondi
dos. Aunque a primera vista parezca
contradictorio, lo cierto es que esta
aptitud hacía de Arlt, para las más
dispares clases de gentes, el interlocutor
I i
ENTREVISTA
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1 1 í 1 i i
, gitH, g '‘i; *
l i1 ^l 1 l i k lü
, . , I.
Por ARTURO SERRANO
i AfPg
E xclusiva p a ra C A BA LG A TA
jM i § f i § l | f
- - ¿
¡
gobierno de dicho país. Por tal motivo
fué bastante erande su sorpresa cuan- 1
do vió que periodistas, hombres impor- ¡
tantes, etc., aprovechaban la primera
oportunidad y aun inoportunidad, para
interrogarle acerca del "affaire” del
supuesto espionaje soviético acerca de
la bomba atómica. "Teniendo sobre
todo en cuenta que era un invitado
oficial del gobierno, me pareció aquélla
una cortesía un tanto extraña. Pero
acaso la clave de todo está en mis
perritos, los que compré en Nueva i
York y que usted conoció la otra
noche.”
Pocas noches entes, efectivamente
cenando en algún restaurante, Ehrem
burg hizo una exhibición de sus perri.
tos magnéticos. Se trata de unos dimi
nutos "skots-terriers”, hechos de alguna
materia plástica y montados sobre al
guna peana magnética de diferente
signo. De modo que, poniendo algu
nos delante de otros, aquellos a qu¡e.
nes la suerte les distribuye el papel de
hembras, pueden tener dos reaccioneso bien, la supuesta perrita reacciona
iracunda, dándose media vuelta, al sen
tir cerca de sí el indiscreto hocico de
su osado congénere, o bien, ganada p0r
el galanteo perruno, de un brinco
magnético va a unirse a su amador
magnético canino. Ingenioso y obsceno
producto de la industria americana
llamado, como se verá, a dar más dé
un dolor de cabeza a la policía cana
diense.
Porque al parecer, estando ya en
Canadá, Ehremburg, que muestra gran
entusiasmo por tales perritos (porque
son muy cómicos, dice, y porque le
recuerdan. su propio perro de carne y
hueso, que le espera en Moscú), un día
al ir a jugar con ellos, no los pudó
encontrar. Y, desesperado, envió un
telegrama a sus amigos de Nueva
York.
"Perdí perritos magnéticos. Envíen
otros a Boston.”
De allí a poco, al cambiar un día
de chaqueta, encontró los animalillos
en la nueva prenda, y de inmediato
cablegrafió nuevamente a Nueva York.
"Recuperados perritos magnéticos.”
Si se tiene en cuenta que por esos
días la prensa del mundo entero ha
blaba del supuesto robo audaz del se
creto de la bomba atómica, llevado a
cabo por espías rusos, ya se comprende
que la policía canadiense no dejaría
de controlar los misteriosos cablegra
mas del escritor soviético: "¿Conque
perritos magnéticos, eh?”
macla. Me llamó la atención su apre manuel tienen ahora más tensión que daderas novelas; las de antes eran más
mio, por cuanto el frente estaba aún antes. Se han producido algunos libros bien ensayos novelados, en tanto que
muy próximo y podía, por consecuen que me parecen mucho más vivos que ahora se producen más vivas y orgá
cia, ser el suyo trabajo perdido si el los de antes de la última guerra. Por nicas, como novelas.
Le pido opinión
azar quería que al
sobre el movimien
guna bomba o gra
to existencialista,
nada fuese a des
verdadero caballo
truir lo que suponía
de batalla literaria
yo que era su cho
actual, en París.
za. Y cuando le
— Sartre —dice
comuniqué mis te
Ehremburg— es un
mores, me contestó
novelista de talento,
que aquélla no era
su casa. A mi vie
no se p u ed e ne
jecita y a mí —di
g a r, a u n q u e de
jo— no nos falta
un talento de ca
rá un rincón para
rácter patológico:
morir. Para morir
en el fondo lo que
no hace falta una
le interesa es el
c a s a . E sta m o s
vómito de las mu
arreglando ésta pa
jeres. Pero en este
ra la mujer de un
caso los "sartrissoldado que tiene
tas” me parecen
tres hijos, y va a
escritores insigni
tener otro, y que
ficantes, inútiles.
no sabe dónde me
De una manera
terse para vivir.
general, me gusta
La primera vez
mucho la literatu
que llegó Churchill
ra am erican a y
a Moscú, en pleno
tengo confianza en
invierno de nues
algunos escritores
tro país, le llamó
rusos. Pero debo
la atención que
aclarar, como ya
por las calles la
lo he hecho otras
gente iba comiendo
veces, que al refe
algo. Preguntó qué
rirme a la litera
era, y cuando supo
tura am erican a,
que se trataba de
entiendo sólo por
helad os, atónito,
tal algunos escri
resp ondió: "¡To
tores americanos.
mando helados con
En los E sta d o s
este frío! ¡ Esta
Unidos no hay ar
gente es invenci
quitectura media:
ble!”
o hay rascacielos
Ahora hablamos
o chozas. Y así
de literatura fran
ocurre con los es
cesa. Le pregunto
critores. Hay al
qué impresión ha
gunos e sc r ito r es
tenido al volverse
magníficos y e 1
a poner en contac
resto es increíble
París, 1946.
to con la produc
mente inferior.
ción literaria de
Fi nal ment e, ya
este país. Ehrem
Ilya Ehremburg. Foto y copyright by Jean Reisman.
al despedirnos, me
burg responde:
cuenta una anéc
—En g en era l, encuentro que aho ejemplo Drole ele jeu de Roger Vail- dota bastante pintoresca acerca de
ra la literatura es aquí más interesante lant; Puits de Miracles de André sus andanzas por América. Desde los
que en la época de entreguerras. Es Chamson y Education Européen de Estados Unidos fué Ehremburg al personajes de Arlt ese aire extraño que
critores como Eluard, Aragón o Em- Raymond Gary. Estas me parecen ver Canadá, invitado oficialmente por el advierten en su fisonomía quienes dete
nidos en una estimación superficial no
extreman el análisis. Pero esos perso
najes, a pesar de la universalidad que
' > < */ s *' y*
k j
y
Jes confiere su contextura definitiva de
hombres, son indudablemente argentinos, de ninguna manera rusos y menos
aún dostoyewskianos.
Reduciendo la cuestión a esquemas
muy generales podría asegurarse que lo
que caracteriza a los personajes de Dostovewski es la precisa dirección de su
sentido vital. Todos ellos -siempre
generalizando— saben hacia dónde van
ideal. Desde el hombre de letras y el cos”— describa un verdadero tipo de el que exhibe un objeto haciéndolo gi
artista de mayor selección hasta el ham rufián criollo, la gente se va a caer rar de manera que un determinado v que quieren y no ignoran en qué
pón de los bajos fondos, todo el mundo de espaldas... Nada se le parece me foco ilumine sucesivamente sus caras. consisten las limitaciones que levantan
barreras en la senda tortuosa de sus
se hallaba cómodo con Arlt y, más aún nos que el tipo convencional que nos
Arlt se complacía, aun en la conver destinos. Los personajes de Arlt —no
que cómodo, se sentía, ante él, en la ha ofrecido hasta ahora el teatro. ..
sación, en someter sus personajes a cir
estoy comparando sino tratando de desdisposición amistosa de la confidencia.
En "Los Siete Locos”, recuérdese, lo cunstancias variadísimas e inesperadas
8ra r un juicio falso— acusan una
¿A qué obedecía esta curiosa particu describió. Y la sorpresa fué extraordi y en imaginar sus reacciones. Utili
característica
más desoladora. La de la
laridad? A la presencia actuante de su naria para muchos. Tan extraordinaria zaba, sin haberlo pensado, la técnica de
apasionado interés por el ser humano, como la que suscitaron sus otros perso los químicos que para determinar un perfecta indefinición de sus vidas. No
saben a dónde van ni ]0 que quieren.
por los problemas fundamentales y pro najes, no menos nuestros, no menos cuerpo lo ponen en sucesiva presencia
arecen de d ir e c c ió n espiritual de
fundos de la personalidad, a la serie porteños, no menos verdaderos.
de tales o cuales reactivos. El asunto fuerza pasional.
dad dramática con que contemplaba el
Llego por este camino, sin proponér es, en sus novelas, un sistema de opor
Me falta v id a ... entusiasmo...
espectáculo del hombre. Una noche melo, a otro de los aspectos de la obra tunidades de evidenciación psicológica
—serían más de las dos de la mañana— literaria de Roberto Arlt. El de la di ya que lo que interesa, en realidad, no a g0 <tue sea como un sueño extraordi
exclama Erdosain, su per
me despertó, recuerdo, el timbre del te recta originalidad de sus fuentes. Nada es lo que sucede sino la forma en que nario...
léfono. Sin mucho entusiasmo, como se de lo que hizo reconoce otro origen que reaccionan los personajes, su persona sonaje típico.
Un viento blando y tornadizo de in
comprenderá, me levanté y descolgué el el de la observación directa, muchas lidad.
fortunios los arrastra hacia un destino
auricular. ¿A quién se le ocurriría lla veces vivida. Una considerable propor
bería largo, desde luego, analizar
mar a tales horas? Desde el otro extre ción de sus páginas, la mayor parte, aun con mínima prolijidad esos per- opaco entre el llanto angélico de sus
mo de la línea me llegó la voz de tal vez, es sencillamente autobiográfica. sonajes. Pero no es posible negar su almas y el panorama de escombros de
Roberto Arlt, mordiendo las palabras, Más de una novela suya lo es de ex originalidad, su autenticidad argentina. sus iraoasos.
- L o s hombres - d ic e uno de sus
en aquella forma lenta y tan personal tremo a extremo y una gran cantidad Piénsese en el "Rengo”, aquel desca
están llorando adentro de
de articular los sonidos.
de sus cuentos. S o rp ren d e pensar rado feriante de "El Juguete Rabioso” ; I ersonajes
—Mirá, estoy aquí, en un café, con —contempladas ya las cosas en sufi en el infortunado Erdosain, de "Los SUS almas. Pero no quieren oír el
unos ladrones. . . Me están contando ciente perspectiva— que alguien haya Siete Locos”; en el Balder de "El Amor llanto de su ángel.
cosas maravillosas... ¿N o querés cono podido hablar, cuando la aparición de Brujo , que tanto se le parece; en
* Tj e"e al?0 T ,e ver todo esto con la
cerlos ?
"Los Siete Locos”, de una decisiva in Haffner, el rufián; en el Astrólogo. La realidad profunda del hombre que in
El hecho, tan extraordinario para fluencia dostoyewskiana. La obra de complejidad psicológica de estas cria vento esas criaturas y las echó a rodar
cualquier persona, era corriente en él. Arlt es nuestra, profundamente nues turas de su fantasía pudo hacer pensar por e mundo a través de páginas inol
Los ladrones, los rufianes, las prosti tra. Porteña, sobre todo. Tal vez en en su exotismo a gentes habituadas a vidables? Hay un recinto del recuerdo
tutas, los tahúres, gentes de tan expli el procedimiento de alguna de sus no la simplicidad de los muñecos conven ( en ro ( e cuyos límites no tenemos de
cables y desconfiadas reservas ante velas —"Los Siete Locos”, por ejem cionales de mucha literatura. Se dijo recho a penetrar todavía.
Cierta vez que me encontré con
quienes no pertenecen a su medio, ha plo— podría observarse cierta analogía de ellos, por ejemplo, que no son ar
blaban con Arlt, apenas lo conocían, con la técnica utilizada por Dosto- gentinos sino rusos. Nada más apre Roberto Arlt, en la calle, le lancé,
como si se tratara de un antiguo amigo. yewski en la composición de "El Prín surado y falso. La ligereza con que bromeando alegremente, una pregunta
Su simpatía humana, su auténtico inte cipe Idiota” o "Crimen y Castigo”. cierta crítica formula tales afirmacio semejante a las que él solía formular
rés, su comprensión profunda, los en Pero esa técnica, consistente en cierta nes es frecuente, no sólo entre nos con su grave seriedad habitual.
¿Deeime, Arlt, sos feliz?
volvía en el clima cálido de la amistad, aparente incoherencia narrativa, es el otros, cuando aparece un novelista q
Con la voz temblorosa me contestó
despertaba la conciencia de su dignidad procedimiento natural, el método espon cuentista original e intenso. El caso de
*
humana y los ayudaba a entender ese táneo de exposición que utiliza todo Sherwood Anderson lo demuestra. Acu rápidamente:
—¿Acaso
n°
tengo
yo
derecho
a
un
enigma inquietante de la propia perso aquel que siente o intuye un personaje sado por numerosos críticos de imitar
nalidad ante el cual, claro está, pocas de gran riqueza psicológica y trata de servilmente a los novelistas msos "me poco de felicidad?
Pero su tono era tal, al responderme,
veces se habrían detenido.
hacérnoslo sensible colocándolo, ante puse a leerlos —asegura 5i mismo—
que alce la vista, desconcertado, v lo
—El día que un escritor —me decía nuestro juicio, en situaciones distintas para comprobarlo
Arlt antes de escribir "Los Siete Lo y contradictorias, muchas veces, como
Es su honda realidad humana, esa
EVOCACION DE ROBERTO ARLT
Por CO RD O VA ¿TU RBU RU
SL
oio* búmrt« <*'«-
�ARQUITECTURA PINTURA
LA V I V I E N D A
teras tiene su propio ojo de buey. Los
cobertores de uso diario son de mate
rial basto, en colores pardo y blanco.
MODERNA
y moderno ambiente, del arquitecto Edward D. Stone. Al fren
te, pared solar, corrida, y que se pro
longa en ángulo, proporcionando así
un verdadero balcón que es a la vez
habitación.
El campo invade la casa, y el aprove
chamiento de la luz es perfecto.
Obsérvese las ventanas en ambos ex
tremos de la pared de cristal. La cu
riosa mesa, cuya forma recuerda tanto
las de las esculturas abstractas más re
cientes.
Para las pinturas de las paredes se
ha elegido un tono verde con el pro
pósito de crear una atmósfera que co
rrespondiese a un gran cuadro de Van
A
ivino-room
de dos pisos. Balcón
con entrada a nivel. Co
municación interna entre ambos pisos
con escalera montada al aire.
Amplio panel de cristal continuo
comunica con el exterior, dando entra
da en la casa al paisaje (este detalle
no se advierte en la fotografía). Bajo
el balcón se observa una chimenea típi
ca, que da "color” al ambiente.
Detalles de carpintería y de arqui
tectura de interior, que son difíciles de
observar en la fotografía, complemen
L/oblicuo
m plio
Gogh, que no se advierte en la foto
grafía.
El cortinaje puede aislar la habita
ción, cubriendo la amplia vidriera, y de
eso modo puede ser mantenida la inti
midad de la vivienda que tanto defen
dían los enemigos de la moderna ar
quitectura.
El sol, el aire, la sensación espacial,
la posesión del paisaje en la habita
ción, son conquistas de la moderna vi
vienda que dan, además, un estilo pro
pio a nuestro tiempo.
tan el conjunto, uno de los más inte
resantes de este arquitecto.
uarto
de niños trazado’ por el ar
quitecto Edwuard D. Stone, exhi
C
bido en el Rockefeller Home Center,
de Nueva York.
Para disponer de más espacio apro
vechable, las camas han sido reempla
zadas por literas. Para que el recuer
do de un hermoso cq¿narote de baj-co
sea más completo, cada una de las li
A C U A R E L IST A S N O R T E A M E R IC A N O S
ARTISTAS BELGAS
EN BUENOS AIRES
Por R. BRUGHETTI
n
Francia, la sensibilidad y la in-
en Bélgica, la fuerza, el
E ' ,teligencia;
el temperamento que constituye
odo de ser original pródigamente
úzado.
¿n años de pintura sindican direc
ta s. orientaciones estéticas, gustos,
sentimientos, oficio, expresiones todas
Acuarela de Maurice Prendergasl.
Acuarela de Ben Shahn.
m po r t a n
los artistas
que
logran
I trasponer la realidad, recrearla, ren
dirla a imágenes plásticas, a esencias
pictóricas, donde el mundo de la poesía
y de la existencia vivan en permanente
verdor. Importa una expresión jerar
quizada, la calidad aliada al rigor
constructivo y emocional. En el arte
de la acuarela de los Estados Unidos,
en buena medida nos han sido dadas
esas virtudes primordiales. En el pa
norama de su evolución, representan
tes de las distintas escuelas: Homer,
Sargent, junto a Prendergast, Marsh,
Hart, Burchfield, Dehn, Bohrod, Luks
y Feininger, Grosz, Weber, Davis, Ma
rín, Demouth. Naturalistas, románti
cos, impresionistas y post-impresionistas, y dominadores de las técnicas y de
las estéticas nuevas que incluyen el
cubismo, el expresionismo y el gené
rico abstractismo. En su casi totali
dad, primacía de la "escena america
na”. Transposiciones de la vida y del
MONTEVI DEO
Mane Bernardo. Retazo. Oleo.
M
Paul Frognier.
Arrabal de Bruselas.
que afirman escuelas y personalidades
salientes de sostenido alcance.
Se pinta hallando como punto de
mira la realidad natural o soltando lu
ces románticas naturalísticas; se pinta
en Bélgica con Leys, Coutens, Meunier
("Idilio”), Smits, Wouters, Stevens,
Oleffe, Dubois, Rops, Thavenet. Y se
arraiga en E. Laermans, el pintor de
lo popular, tocado por problemas y an
gustias donde el socialismo y el arte
social entran en las telas sin dañar al
artista, pues sus tonos sintéticos y la
contorneada línea que ciñe formas y las
diferencia, salvan airosamente y ubi
can a este constructor de vida, gusta
dor del paisaje moral de sus gentes.
Estos pintores, que ordenó Juan Zocehi en las salas del Museo Nacional
ra. Lo plástico es la base del arte
nuevo, pero lo pictórico es canto pro
fundo e integrador. Este avance lo
prueba "La caballa azul”. Mas, en el
conjunto, las presencias humanas emer
gen sobre fondos de colores puros, de
espacios estáticos, de silencios, y nos
presentan a la par dramas que se afi
lan en las líneas señaladas, los claros
curos leves, las variaciones, los deta
lles primordiales: manos, rostros, frag
mentos, "Retazo”. En esta tela, Mane
Bernardo halla la medida de su mundo
de comunicación. Pienso que es un
mensaje trágico —y expectante, si que
réis— , pero humano. — R. B.
Exposición de
LUIS SEOANE
en Amigos del Arte
ÁS conocida su personalidad de di
bujante y de grabador, principal
mente a través de dos obras, La Torre
de Hércules y ¡Eh, los Toros!, además
de sus múltiples ilustraciones, y de sus
maquettes para diversas colecciones de
libros que hoy figuran en un lugar de
honor de las ediciones argentinas, Luis
Seoane se presenta por primera vez
ante el público de Montevideo con un
nutrido conjunto de óleos y una se
lección de gouaches y acuarelas.
En la misma figuran algunas de las
obras ya expuestas en Buenos Aires y
muchas que lo son por vez primera.
Es la muestra, desde luego, un buen
desfile de las líneas más salientes de su
obra. Desde ¡a primera faceta, plana,
de colores vivos y figuras recortadas,
que recuerdan los códices medievales,
hasta su última fase —E l Avaro, Gue
rrilleros Españoles, etc.—, en la que
se manifiesta su más valiosa expresión
de pintor, llena de originalidad, de
frescura, de nostalgia por los perdi-
paisaje, contingencia y sueño: directo
modo de mirar, alambicado sentido de
apreciar. Razones estáticas y órdenes
dinámicos. Tierra, pueblos, calles, epi
sodios, mar; y también: "visión inter
na” (metafísica), Morris Graves, y
proyección hacia la composición mural
y lo social, "unión de lo abstracto y
lo concreto”, Ben Shahn. La multipli
cidad y la unidad. Formas y colores,
símbolos, representaciones e ideaciones
bajo el signo de un arte muy cultiva
do en América del Norte. — R. B.
LUIS
CENTURION
el escultor más vi/ viente de la Argentina actual, pre
L
senta a Luis Centurión en "Altamira”,
ucio F ontana ,
L. Seoane. Moza. Oleó.
dos mundos de la patria lejana. Una
luz plateada, unos tonos de exquisita
sobriedad, una fluidez pictórica tan
tierna como llena de certidumbre, po
drían ser algunos de los elementos que
más se destacan en esta última fase de
su pintura. En cuanto a los gouaches,
salva todos los peligros del procedi
miento, logrando una fuerza de color
y un enlazamiento de planos como sólo
en el óleo podría sospecharse. — F. A.
MANE
ane
y éste no lo deja mal. Su "Día leja
no”, pintado con atemperado sentido
del color y de las formas creativas, en
un ambiente de soledad que presupone
la llanura argentina al borde de un
pueblo de campaña, no transita por ca
mino totalmente errado. En "Esta
ción”, hay mira personal, y en "Ropa
tendida”, extrañas formas compuestas
líricamente, sostienen el cuadro. Con
BERNARDO
B ernardo
asume su apren
dizaje pictórico esencial en "MuM ller”.
Asciende en sus paisajes desde
Auguste Oleffe. Nieuport.
la desintegración escenográfica a la
captación de tiernas atmósferas ("Ca
sita de campo”) : una' dimensión supe
rada. Se afina y ahonda la materia de
su expresión, y se enriquece la pinto-
IFillem Paerels. Puerto Mediterráneo.
de Bellas Artes, se alzan en retrospec
tiva visión y se agolpan en operantes
valores. Un mundo del alma emana de
cosas, figuras y paisajes. En éstos, los
grises son invariablemente ricos. Por
ejemplo: Camus construye su cuadro
con fuertes pinceladas y se mantiene en
zonas de vibraciones sensibles, y a Pauatañe un bullir intenso por conducto
U .
. Túdad, más blancos y grises
apunia.:
-U - sobre los óleos
hacia la tajan¡v es:- n .
Esta pintura moderna. fiCOiloCjH
síntesis plástica y se suelta en liber
tad expresiva. Vemos a misteriosos, se
cretos dominadores: Van Gogh, Cézanne, Matisse, Braque, Derain, el noble
Picasso. Sí, Jean Rets, tu finura está
bien, mas suelta un poco al cubista Bra
que, y tú, afinadísimo Scauflaire, entra
en tu propia casa que guarda una pa
leta aquietada y colorida. Están también
Counhave, denso y pastoso, y Cockx, a
Ph. Cockx. El palco.
la sombra de Rouault, y, en guardia,
Timmermans. Frans Maserrel, perma
nece fiel a su oficio de grabador: su
única tela tiene mareadas líneas ne
gras, pero, ¿cómo exigirle color?
La Escuela de París, opera: con ella
o contra ella. Por sus derivaciones y
devociones, los hombres de 30 años nos
dan en la Exposición lo más polémico
y fecundo de los días preseiítes. Se
llaman: Wolvens, Van Lint, Barbaix,
Mendelshon. (Tampoco faltan otros
nuevos: Descamps, Dégroux, Navez,
Wallet, Dupagne, Opsomer, Ochs, Marie Howet y Urbain, de 23 años.)
¿James Ensor? El eminente belga
exhibe 102 grabados. Fantasía y rea
lidad, drama y sueño, alegoría y paisa
je, tormento y golpe de sueño en la
sabiduría de sus líneas incisivas y gri
ses que crean atmósfera donde sólo
falta el color. El color está en su pin
tura única traída por Piérard: es de
tonos claros y no lo representa.
elementos mínimos, Centurión organiza
sus óleos: le importa el espacio, y la
simplificación no lo abandona, ni el
colorido sólido. Su aire de pesadilla
("Figura”) no es ajeno a F. Kafka.
Sus retratos fijan presencias y un es
píritu primario vive y se propaga.
Sensible su dibujo ("Hombre”).
¡Cuidado, empero! Me temo que en
muchos jóvenes anide un nuevo acade
mismo, esta vez de índole abstractista
y surrealista, igualmente funesto. —
R. B.
�abalgátaQ
CUENTO POLICIAL
I-
LAS FUGAS DEL PRINCIPE
P or G . K. C H E S T E R T O N
aventura, aunque coronada igualmente
por el buen éxito en el lugar donde ocu
rrió, acrecentara el peligro que había
quedado pendiente en el anterior escena
rio.' Entre las muchas hazañas que con
taban de él, se decía que pocos días más
tarde una muchacha llamada Marv Cregan lo encontró escondido en la granja
donde estaba empleada; y si el relato
es cierto, la pobre muchacha debió expe
rimentar también el sobresalto de una
s te relato comienza entre la maraña
de cuentos tejida en tomo a un nom experiencia insólita. Pues ocurrió que
estaba ocupada en alguna solitaria labor
bre al mismo tiempo reciente y legen
dario. El nombre es el de Michael en el patio, cuando una voz se puso a
O’Neill, conocido por el pueblo por Prín hablarle desde el aljibe; pronto supo que
cipe Michael, en parte porque afirmaba el perseguido se había ingeniado para
descender de antiguos príncipes fenianos, introducirse en el gran balde que colgaba
aprovechando que el pozo sólo es
y en parte porque se le atribuyó un plan abajo,
a medias lleno. En esta oportu
destinado a proclamarlo Príncipe Presi taba
nidad, sin embargo, debió recurrir a la
dente de Irlanda, tal como el último Na muchacha
para que remontara la cuerda.
poleón lo hiciera en Francia. Era indu
los hombres aseguran que cuando esas
dablemente un caballero de honorable Y
noticias fueron comunicadas a la otra
ascendencia y de múltiples aptitudes; pero mujer,
su alma echó a caminar hacia las
dos de esas aptitudes se destacaban ne
de la traición.
tamente del resto. Poseía el talento de fronteras
Tales eran al menos los relatos de la
aparecer cuando no era buscado, y el de región,
y había aún muchos otros; como
desaparecer cuando sí lo era, especial
el fugitivo se mostró insolente
mente tratándose de la policía. Puede cuando
mente en la escalinata de un gran ho
agregarse aquí que sus desapariciones re tel,
vestido con una espléndida "robe de
sultaban más peligrosas que sus aparicio chambre”
verde, obligando a los policías
nes. En estas últimas, pocas veces iba a una caza que comprendió varias habi
más allá de lo sensacional: pegar car taciones y departamentos del hotel y los
teles sediciosos, echar abajo carteles ofi condujo finalmente —a través de su pro
ciales, dirigirse al pueblo en fulgurantes pio dormitorio— hasta un balcón sus
discursos o desplegar estandartes veda pendido sobre el río. Apenas los perse
dos. Pero en lo que respecta a las prime guidores se inclinaron sobre el balcón,
ras, llegaba a luchar por su libertad éste se rompió a sus
con tan tremenda energía, que algunos pies
y los precipitó
hombres se consideraban felices de esca en masa a las re
par con la cabeza rota y no con el cuello vueltas aguas, mien
quebrado. Sus más famosas escapato tras Michael, con
rias, sin embargo, habían sido hazañas tiem po suficiente
de habilidad y no de violencia. Una des para despojarse de
pejada mañana de verano, mientras se su “robe” y zambu
guía un camino rural blanqueado por el llir, se alejaba na
polvo, pasó frente a una granja y dijo dando. Aseguraban
a la hija del granjero —con elegante que había limado
indiferencia— que la policía lo estaba los soportes del bal
persiguiendo. La muchacha se llamaba cón para que no
Bridget Royce y era una belleza de tipo resistiera nada tan
sombrío y aun hostil. Lo miró fijamente, pesado como un “pocomo dudando.
liceman”. 13
¡ui,
—¿Espera que yo lo oculte! —dijo.
otra vez, . i úé aforEl Príncipe se contentó con reír, míen
luaádo en principio
tras saltaba livianamente el eerco d;
aunque no en últi
piedra y echaba a andar hacia la granja. ma in s ta n c ia , ya
Per sobre el hombro envió su respuesta: que segúji parece
—Gracias. Habitualmente me arreglo uno de los policías
se ahogó, dejando
muí bien solo para esconderme.
Con lo cual demostró una trágica ig un odio de familia
norancia de la naturaleza femenina, y en que hizo algún daño
su claro camino asoleado cayó una som a la popularidad del
Principé. Esos re
bra de fatalidad.
Luego de verlo desaparecer más allá de latos pueden narrar
la granja, la joven estuvo un rato con se ahora con algún
templando el camino, hasta divisar a dos detalle, no porque
sudorosos policías que avanzaban traba sean los más asom
josamente. Aunque todavía furiosa, guar brosos entre sus mu
dó silencio, y un cuarto de hora más chas aventuras, sino
tarde los dos oficiales habían registrado porque son los úni
que la lealtad de
la casa y se dedicaban a la inspección del cos
huerto y los sembrados inmediatos. Da sus compatriotas no
das las violentas reacciones de su carác envolvió en silencio.
Sólo ellos se abrie
ter, la muchacha hubiera cedido acaso a ron
camino hasta los
la tentación de delatar áí fugitivo, de informes
oficiales, y
no mediar un pequeño inconveniente: que eran justamente
los
ignoraba tanto como los policías el lugar
tres jefes de la
donde pudiera hallarse. El huerto estaba que
zona se hallaban le
rodeado por un cerco muy bajo, y los yendo y comentando
sembrados se tendían oblicuamente como cuando se inicia la
un parche cuadrado sobre una vasta co parte más importan
lina verde; de estar allí el fugitivo hu te de esta historia.
biera sido visto como un punto negro
La noche estaba
a la distancia. Todo se mostraba con muy avanzada, y ha
precisión y en su sitio habitual: el man bía luces en la ca
zano era demasiado pequeño para escon baña utilizada tem
der a un hombre en su follaje; el único poralmente como comisaría, cerca de la
cobertizo aparecía abierto y obviamente costa. A un lado se alzaban las últimas
desierto; no se escuchaba sonido alguno casas del esparcido villorrio, y del otro
salvo el zumbar de los moscardones y el no había más que páramos tendiéndose
ocasional grito de un pájaro lo bastante hacia el mar, con una regularidad sólo
novato para dejarse asustar por el espan quebrada por la presencia de una torre
tapájaros del sembrado; apenas se nota solitaria cuyas formas prehistóricas aun
ban sombras, salvo unas pocas líneas suelen verse en Irlanda. Alzábase esbelta
azules cayendo del frágil árbol; cada como una columna, pero terminando en
detalle se recortaba en la brillante luz una punta piramidal.
del día como a través de un microscopio.
Ante una mesa de madera y frente a
Más tarde la muchacha describió la cace
la ventana que se abría sobre ese esce
na con el apasionado realismo de su raza; nario, sentábanse dos hombres vestidos
v aunque los policías carecieran de tan de civil aunque con un cierto aire militar;
aguda visión de lo pintoresco, tenían, al eran los dos jefes de la policía de inves
menos, claro sentido de su derrota y se tigación destacada en el distrito. El ma
vieron obligados a abandonar la escena yor en años y rango, hombre robusto y
y renunciar a la persecución.
de corta barba blanca, tenía las canosas
Bridget Royce permaneció mirando cejas arrugadas de un modo que más re
como en un trance el iluminado jardín velaba preocupación que severidad. Se
donde un hombre acababa de desaparecer llamaba Morton y era de Liverpool, aun
a la manera de un hada. Seguía sintien que largamente probado en los conflictos
do un siniestro malhumor, y el milagro irlandeses frente a los cuales cumplía su
tomó en su mente un carácter hostil y deber con una áspera rudeza no despro
temible, como si el hada fuese en reali vista de simpatía. Acababa de cambiar
dad un espíritu maligno. El sol, bri unas frases con su compañero Nolan,
llando sobre el jardín, la deprimía aun hombre alto y moreno con un rostro ir
más que la oscuridad. Pero se obstinó landés equino y cadavérico, cuando pare
en seguir mirando fijamente. Y enton ció recordar súbitamente algo y apretó
ces fué como si el mundo perdiera su un timbre que resonó en otro cuarto. Al
sentido, y Bridget lanzó un alarido. El instante un subordinado vino trayendo un
espantapájaros se movía bajo el sol. fajo de papeles.
Dándole la espalda, con su viejo y des
—Siéntese, Wilson —dijo Morton—.
trozado sombrero negro y su ropa en Supongo que ésas son las declaraciones.
jirones, había echado a andar a través
—Sí —repuso el tercer oficial—. Creo
de la colina.
que les he arrancado ya todo lo que se
La muchacha no analizó la audaz es podía, de modo que los dejé en libertad.
tratagema por la cual el hombre había
—¿Declaró Mary Cregan? —preguntó
puesto a su favor los sutiles efectos Morton con un ceño algo más duro que
de lo esperado y lo obvio; estaba aún el usual.
bajo una nube de más personales com
— N o, pero lo hizo su patrón —repuso
plejidades, y lo único que advirtió cla
ramente fué que el distante espantapája el llamado Wilson, que tenía cabellos ro
ros no se daba vuelta ni una sola vez jo s y lacios y un rostro llano y pálido
para mirar hacia la granja. Y los hados no desprovisto de agudeza—. Me parece
aue tan adversos se mostraban en la fan que nuestro hombre anda rondando a la
tástica carrera del Príncipe Michael por muchacha y que se ha echado encima un
la libertad, decretaron que su próxima rival. Hay siempre un motivo parecido
E
cuando se nos dice la verdad completa
sobre algo. Y en cuanto a la otra mu
chacha... ¡vaya si dijo bastante!
—Bueno, esperemos que nos sirva de
algo, —observó Nolan sin mucha espe
ranza al parecer y mirando hacia la os
curidad de afuera.
—Todo lo que sirva para enseñarnos
algo nuevo sobre él —dijo Morton— nos
será útil de sobra.
—¿Pero sabemos algo acerca del hom
bre? —preguntó el melancólico irlandés.
—Sí, una cosa —repuso Wilson—. La
única cosa que nadie pudo saber jamás:
sabemos dónde está.
—¿Seguro? —inquirió Morton mirán
dolo agudamente.
—Completamente seguro —repuso su
asistente—. En este mismo momento se
encuentra en aquella torre cerca de la
playa. Si se arrima un poco verá la
luz de una vela en la ventana.
Mientras hablaban, el sonar de una bo
cina llegó desde afuera y un momento
después se oyó el zumbido de un auto
móvil que se detenía en la puerta. Mor
ton se enderezó de un salto.
— ¡Gracias a Dios, es el auto de Dublin! —exclamó—. No podía hacer nada
contra él sin alguna autoridad presente,
aunque lo hubiésemos tenido en lo alto
de la torre sacándonos la lengua. Pero
el jefe puede decidir lo que le parezca
mejor.
Se apresuró a salir, y pronto estuvo
cambiando saludos con un hombre ro
busto y elegante, envuelto en un abrigo
de pieles que traía a la pequeña y sór
dida comisaría el indescriptible halo de
las grandes ciudades y el lujo del alto
mundo.
Era sir Walter Carey, oficial de tanta
importancia en el Castillo de Dublin que
sólo un caso como el del Príncipe Michael
podía haberlo lanzado a semejante jor
nada en medio de la noche. La verdad
es que el caso del Príncipe Michael es
taba complicado tanto por el legalismo
como por la ausencia de ley. En la últi
ma oportunidad se había escapado gra
cias a una triquiñuela forense y no,
como era usual en él, mediante una ha
zaña personal; ahora se trataba de de
terminar si la ley lo protegía o no. Tal
vez fuera necesario mostrarse bastante
elástico en algún punto; pero un hombre
como sir Walter podía estirar el punto
todo lo necesario.
Si tal era su intención, constituía en
ese momento la pregunta tácita. A pesar
del toque de lujo casi agresivo del abrigo
de pieles, pronto resultó claro que sir
Walter no empleaba su gran cabeza leo
nina sólo como ornamento, y que tenía un
concepto amplio y preciso del problema.
Cinco sillas rodeaban la simple mesa,
pues el recién venido había traído con
sigo a un joven pariente y secretario lla
mado Home Fisher, individuo de aire
más bien lánguido, con rubios bigotes
y cabello prematuramente ralo. Sir Wal
ter escuchó con grave atención —y su
secretario con educado hastío— la serie
de episodios a través de los cuales la
policía lograra seguir la huella del es
curridizo rebelde desde las escalinatas del
hotel hasta la solitaria torre a orillas del
mar. Allí, por fin, estaba acorralado en
tre los páramos y las rompientes, y el
espía enviado por Wilson informaba que
se hallaba escribiendo a la luz de una
bujía solitaria; tal vez componía otra de
sus proclamas. Hasta resultaba muy na
tural en él que hubiese elegido la torre
como el sitio indicado para presentar
batalla. Tenía cierto remoto derecho a
su posesión, a manera de castillo sola
riego, y aquellos que lo conocían lo ima
ginaban capaz de imitar a los primitivos
caudillos irlandeses que sucumbían pe
leando contra el mar.
—Vi salir a algunas personas de raro
aspecto cuando llegaba —dijo sir Wal
ter Carey—. Supongo que serían los tes
tigos. Pero ¿por qué vienen aquí a estas siderándolo una señal de que el arresto
sería efectuado de inmediato. Sin em
horas de la noehe?
Morton sonrió irónicamente.
bargo el jefe permaneció sumido en hon
—Vienen por la noche porque serian da meditación, como si comprendiera quc
hombres muertos si se presentaran de día. se había llegado al momento de las de
Son criminales cometiendo un delito más cisiones.
espantoso aquí que el robo o el asesi
El silencio fué quebrado de improviso
por un quejumbroso, prolongado grito
nato.
—¿Qué dase de crimen? —pregunto el que venía de los tenebrosos páramos. E¡
otro con alguna curiosidad.
silencio que lo siguió resultaba aun más
—Ayudar a la ley —repusoi Morton.
estremecedor que el aullido, y duró hasta
Hubo un silencio, mientras sir Walter que Nolan dijo sombríamente:
consideraba con mirada ausente los pape
—Es la fantasma. Alguien bajará muy
les puestos ante él. Por fin habló:
pronto a la tumba.
—De acuerdo, pero fíjense en esto: si
Su cara, larga y dé anchas facciones
los sentimientos lugareños son tan in estaba pálida como una luna; no costaba
tensos, hay varios puntos que considerar mucho advertir que era el único irlandés
con cuidado. Creo que el último decreto en la habitación.
me faculta para apresarlo ahora mismo
— ¡Bah, yo conozco esa fantasma! —ex
y del modo que me parezca mejor. ¿Pero clamó jovialmente Wilson—. Y eso que
será en verdad mejor? Un levantamiento me creen ignorante de las cosas locales.
en esta zona no nos beneficiaría en el Hablé con la fantasma hace una hora,
Parlamento, y el gobierno tiene enemigos y la envié a la torre con orden de gritar
tanto en Inglaterra como en Irlanda. No en la forma que han oído si alcanzaba a
sería un buen éxito proceder con lo que echarle una ojeada a nuestro amigo es
yo llamaría un poco de rigor. . . y que cribiendo su proclama.
se nos convierta en una revolución.
—¿Es esa muchacha Bridget Royce?
—Creo que es to- —preguntó Morton, arrugando las cano
.
do lo contrario —di sas cejas hasta que se juntaron—. ¿Ha
jo el hombre llama llevado hasta ese extremo su deber para
do Wilson, con cier con el rey ?
ta viveza—. Hay
—Sí —-dijo Wilson—. Ustedes me acu
menos p e lig ro de san de no conocer las cosas locales: pero
rev o lu ció n si lo sospecho que una mujer ofendida es la
arresta ahora mismo misma en todos los países.
que si lo deja suelto
Nolan. sin en-1 orgo, continuaba pre
dos o tres días más. ocupado y como fuera de sí.
Pero, claro está, ac—Es un tejide horrible, y codo este
t u a !”.eotfc no hay asunto
es horrible —murmuró—. Sí real
.
ningún asunto que mente es el fin del Príncipe Michael,
la policía no pueda puede serlo también para otras cosas.
arreglar.
—Mr. Wilson es Cuando el espíritu lo habita, sería capaz
un londinense —dijo de escaparse por una escalera de hom
sonriendo el detecti bres muertos y huir a través-de este nr
aunque fuera de sangre.
ve irlandés.
—¿Es ésa la verdadera razón de ..
—Sí, ya lo creo
que soy un cock- piadosa alarma? —preguntó Wilson con
ney (l) — repuso un ligero tono de burla.
El rostro del irlandés se ensombreció
Wilson— y pienso
que es mi mejor tí a impulsos de una nueva pasión.
— ¡He encarado tantos asesinos en este
tu lo , especialmente
cuando se trata de distrito de Clare —bramó— como usted
un tr a b a jo como en su barrio de Clapham, señor eockncy!
—Vamos, vamos —intervino secamente
‘éste.
Sir Walter pare Morton—. Wilson, usted no tiene dere
ció levemente diver cho a poner en duda la conducta de su
tido ante la insis superior. Espero que esta noche se mues
tencia del tercer ofi tre tan valeroso como él lo ha sido toda
cial, y tal vez aun su vida.
El pálido rostro del pelirrojo pareció
más por el acento
con que habló y que tornarse aun más blanco, pero guardó un
tornaba casi innece silencio respetuoso mientras sir Walter
saria la jactancia se acercaba a Nolan con marcada corte
sía y preguntaba:
de su origen.
—¿Salimos ya, y acabamos de una vez
—¿Quiere usted in
sinuar —preguntó— con este asunto?
El amanecer triunfaba, mostrando una
que conoce mejor el
asunto que nos ha gran franja blanca erd re una enorme
reunido . . . simple nube gris y el pardo contorno de los pá
mente porque ha ramos, más allá de los cuales se recor
venido de Londres? tá is la -torre contra el día naciente y
—Parece absurdo, el mar.
Algo, en su llana y primitiva silueta,
pero lo creo así
—repuso Wilson—. sugería vagamente el alborear de los días
Entiendo que esta primeros de la tierra, en algún tiempo
clase de asuntos re prehistórico cuando los colores habían
quiere métodos nue- sido apenas creados; cuando había sólo
vos. Y sobre todo creo que requiere la cruda luz solar entre la nube y la
gente nueva.
tierra. Pero aquellos tonos mates cedían
Los oficiales superiores rieron, y el en un punto dorado: el resplandor de la
pelirrojo se mostraba aleo irritado cuan vela en la ventana de la torre solitaria,
do prosiguió:
ardiendo a la luz del creciente día. Cuan
—Pues bien, ah! están los hechos. Vean do el grupo de oficiales —seguidos por
cómo el hombre se les escapó cada vez, un cordón de policías— se abrió en semi
y comprenderán qué quiero decir. ¿Por círculo para cubrir toda vía de escape,
qué fué capaz de ocupar el sitio del la luz en la torre se agitó como si alguien
espantapájaros, sin más que un viejo som la moviera, y luego se apagó. Imagina
brero que le ocultara? Porque había allí ron que el hombre, al darse cuenta del
un policía del lugar, que conocía muy comienzo del día, acababa de soplar la
bien el emplazamiento del espantapája vela.
ros . . . Sabía que estaba y, naturalmente,
—¿Hay otras ventanas? —preguntó
no se preocupó de mirarlo mejor. Pero Morton—. Y una puerta, seguramente,
yo nunca espero un espantapájaros. J a al otro lado de la torre. . . aunque las
más he visto ninguno en la calle, y por torres redondas no tengan lados.
lo tanto los miro a fondo cuando los en
—Un nuevo ejemplo para mi ¿roqueña
cuentro en el campo. Es algo nuevo para sugestión —observó calmosamente Wil
mí, algo que merece la pena de examinar. son'—. Esta rara torre fué la primera
Lo mismo puede decirse de cuando se es cosa que vi cuando llegué a estos parajes,
condió en el aljibe. Cualquiera sabe que y puedo darles algunos informes más so
en un sitio como ése tiene que haber bre ella. . . Por lo menos sobre su exte
un pozo; como es natural no se cuida rior. Hay cuatro ventanas en total: una
de él cuando lo ve; mientras que yo, ape se halla cerca de la que vemos, pero no
nas lo veo, me apresuro a mirarlo.
se la divisa desde aquí. Ambas corres
—Es una idea, ciertamente —dijo son ponden al piso bajo, y lo mismo la ter
riendo sir Walter—. Pero ¿qué opina cera que se abre del otro lado, comple
del balcón? Suelen verse bastantes bal tando así una especie de triángulo; pero
cones en Londres.
la cuarta está por encima de la tercera,
—Pero no con ríos justamente debajo y supongo que ilumina un piso superior.
como si estuvieran en Venecia —respon
—No es piso sino una especie de hueco
dió Wilson.
en el techo —corrigió Nolan—. De chico
—Ciertamente es una nueva idea —re solía jugar allí, y sé que se trepa por
pitió sir Walter con algo parecido al una escalera. El hueco no es más grande
respeto. Tenía todo el amor de las clases que una cáscara de nuez.
afortunadas a las nuevas ideas. Pero po
En su rostro se acentuaba la melanco
seía también facultad crítica, y se mos lía, quizá porque estaba pensando en la
traba inclinado a creer, después de me tragedia de su país y la parte que le
ditarlo bien, que aquella idea era tan tocaba desempeñar en ella.
cierta como nueva.
—De todas maneras, el hombre debe
El amanecer había convertido en gri haber conseguido una mesa y silla —pro
ses los negros paneles do la ventana cuan siguió Wilson—. Sin duda se las ce
do sir Walter se puso bruscamente de dieron en alguna cabaña próxima. Si me
pie. Los otros lo imitaron al punto, eon- permite una sugestión, señor, ¿denso que
deberíamos lanzarnos simultáneamente so
bre las cinco entradas.
(1) Nativo de Londres, indicando oricen co
pular.
(N. del T.)
(Continuará en el próximo número.)
�LETRAS
LITERATURA
l
interés por las religiones y filosofías de Oriente es,
puede decirse, reciente: data del siglo xix. La literatu
E
ra más antigua del mundo, la védica, se remonta a la pe
1 3 cabalgata
Y ARTE
ORIENTALES
LOS U P A N I S H A D S
numbra de los tiempos.
Los exégetas europeos asignan a los Upanishads —filosófía religiosa que sucede a los himnos del Rig Veda—
unos mil años de existencia antes de la era cristiana aunque
los pandits les atribuyen mayor antigüedad. Sólo en 1801-2
ve la luz una traducción al latín de un manuscrito persa,
el Oupnekhat (Upanishads). Transcurren, pues, veintiocho
siglos, por lo menos, antes de que el Occidente se entere de
los libros de la India brahmánica y que apenas si se conocen
en el resto de Asia. En el suelo índico se mantiene viva la
tradición prístina enriquecida por los comentarios y hallaz
gos de uno que otro filósofo o reformador que aparece de
vez en cuando en el curso de las centurias. Mas las cosas
tienen su hora y su destino. El silencio milenario se rompe
de pronto. Se oye, por fin, el primer decir del hombre ario.
Habla de sus dioses y luego del Dios Uno —Brahma— que
suma a todos los dioses y a todos los seres.
Por A N A
M. B E R R T
e! estudio de los Vedas y cuya puerta de acceso son los Upa
nishads . . . estará preparado del mejor modo para entender
lo que yo tengo que decirle.” El entusiasmo sin medida de
Schopenhauer por los Upanishads lo lleva a confesar que,
a su juicio, "no hay en el mundo lectura —si se exceptúan
los mismos originales— más provechosa ni más elevada que
la del Oupnekhat”. "Ha sido el solaz de mi vida y será el
solaz de mi muerte.” El interés del autor "De la voluntad
en la Naturaleza”, influye en filósofos del idealismo alemán
y en estudiantes. Max Müller en sus mocedades recoge de
los cursos de Schelling sobre los Vedas, la inspiración pri
maria que señala norte a su vida. Treinta años más tarde,
en 1876, radicado en Oxford, Max Müller da comienzo a la
magna aspiración de difundir el conocimiento de las escritu
ras clásicas de las seis grandes religiones de Asia. Scholars
alemanes, ingleses, franceses,’italianos, indúes y persas par
ticipan en su realización. En veinticuatro volúmenes y en
forma de serie, se dan a la publicidad "The Sacred Books
of the East” que comprenden libros brahmánicos, budistas,
el Zend-Avesta, Confucio, Lao-Tse y el Koran.
Y se inicia la gran ruta del conocimiento religioso-filosó
fico. Sin imaginarlo quizá, cada uno de esos eruditos al
poner por su parte su don lingüístico y su especialidad que
atestigua una vocación ingénita, contribuye a una obra en
común de gran alcance: marca la tendencia que sé observa
hoy en todas las ramas del saber y que se orienta a lo
universal.
Hombres intuitivos, sensibles a la belleza poética y a la
hondura filosófica y moral de esas antiquísimas escrituras
Irán vertiéndolas a sus respectivos idiomas. En primer tér
mino se procede con la mayor de ellas, los Upanishads: com
pendio de especulaciones sincréticas no superadas. Su histo
ria es curiosa y sugerente:
Un príncipe mogol, Dará Shukoh, hijo mayor de Sha
Jahan, de fama mundial por el monumento del Taj Mahal,
emprende la traducción del sánscrito al persa de aquellos
libros. El bisnieto de Akbar —el Gran Mogol cuya corte
congregó a sabios hindúes y musulmanes a fin de esclarecer
los principios básicos de los diversos credos practicados en
sus dominios— llama a colaborar a eruditos sanscristas. La
tarea termina en 1657. Dos años después, el príncipe Dará,
rebelde entonces y acusado de atentar contra la fe de sus
antepasados persas, la religión establecida en el reino, muere
asesinado por orden de su hermano Aurangzib. Sin em
bargo, la semilla del malogrado príncipe subsiste, destinada
a germinar en otras tierras.
Ultimo» desarrollo»
En lo que va de nuestro siglo, y a pesar de las dos gue
rras mundiales, los estudios orientales se acrecientan. Hay
mayores fuentes de investigaciones: se descubren nuevos
libros, se viaja más y se conocen mejor las lenguas asiáti
cas. Provistos de mayores conocimientos surgen los scholars
orientalistas —sinólogos como Richard'Wilhelm y Waley,
especialistas én la religión brahmana o budista como los'Rudolf Otto, Tueci Fornichi, Keith, Hume, Senart— de amplio
y profundo saber. En las universidades se fundan cátedras
de religiones comparadas; se divulga entre estudiantes la
curiosidad por la literatura oriental, como se aprecia tam
bién su arte.
La primera traducción en Occidente
Han pasado cerca de un siglo y cuarto cuando, en 1775,
una copia del manuscrito persa llega de la India a manos
de Anquetil Duperron. El descubridor del Zend-Avesta
emprende la labor de verter el Oupnekhat al francés y al
latín. La traducción francesa se extravía, pero la latina se
publica al comienzo del siglo xix —según ya se mencionó—.
La lee Schopenhauer. Asombrado, reconoce verdades pre
sentidas por él, lo cual da alas a su propio pensamiento y
trabajo. Testimonio de ello es el prefacio de la primera edición
de "El Mundo como Voluntad y Representación” publicado
en 1818. "Si el lector ha recibido el beneficio que representa
Y ahora llega al vulgo. Basta con citar ejemplos de los
dos últimos años: una versión poética del Bhagavad Gita,
en inglés, colaboración del Swami Brabhavananda y Cristopher Isherwood, poeta y escritor sobresaliente de la gene
ración que apareció después de la primera guerra; y la
Perennial Philosophy de A ld o u s
Procesión de bo
H uxley: antología de los grandes
tes en Agrá du
místicos, que florecen desde tiempos
rante el reinado
remotos en diversos credos y razas,
de Akbar. Pintura
con comentarios que ligan y subrayan
M o g o l . Museo
Victoria and Al
la experiencia íntinm-religiosa como
bert. Londres.
una y universal.
Bailarinas en la corte de Akbar. Pintura Mogol.
Museo Victoria and Albert, Londres.
Akbar después de su visita a Delhi vuelve por barco a Agrá.
Pintura Mogol. Museo Victoria and Albert, Londres.
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�HUMOR
cabalgata®
B U R L A D E R O
con voz —¡ay!— lo más femenina po
sible:
— ¡Viva la pequeña diferencia!...
Por el Hon der o Iró n ico
Parece ser que todos los escritores y
artistas norteamericanos le deben su glo
ria en las artes a su fracaso como milita
res. Edgar Poe fué expulsado de un co
legio militar; Santayana le debe el ser
escritor de lengua inglesa a la ausencia
de Novaliches, cuando le fué a pedir una
plaza de subteniente en Toledo. Whistler
cuenta que fué expulsado de West Point
por no saber contestar qué era la sal.
Cuando años más tarde se enteró que era
un compuesto de un ácido y una base, ex
clamó lleno de alegría:
— ¡Pensar que si llego a saber eso a
estas horas era por lo menos teniente co
ronel U . .
Decía Metternich, que el diplomático es
el hombre que dedica toda su energía, cul
tura y talento a evitar conflictos interna
cionales que no existirían si no hubiese
diplomáticos.
De G. B. S. en una última entrevista:
“Las cosas que se saben hacer, se ha
cen ... Y las que no se saben hacer...
se enseñan a los d em ás...”
Diálogo entre un ruso y un norteameri
cano que le reprochaba al ciudadano de
la URSS su falta de libertad de palabra
y acción:
—i Qué entienden ustedes por libertad
de palabra? —preguntó el ruso.
— ¡Libertad de palabra es que en Es
tados Unidos, si usted quiere, va a la
Casa Blanca y dice que Truman es un
im bécil!... ¡Y no le pasa n a d a !...
—Pues en Rusia, si usted quiere —re
plicó el soviético—, si usted quiere, va al
Kremlin, dice que Truman es un imbécil,
¡y tampoco le pasa nada! . . .
biada la conversación se habló de nata
lidad y los diversos Indices por país. En
cierto momento que la Opulenta Anfitriona expresaba su propia experiencia sobre
el asunto, Paderewski, súbitamente des
pierto, intervino de nuevo en la conver
sación creyendo que seguían hablando del
tema anterior.
—No soy de su opinión señora... Para
mí el antiguo procedimiento es el mejor.
—{Es usted la nueva mecanógrafa?
—Sí señor.
—¿Sabe usted francés?
—Yes. ..
—Eso no es francés, es inglés.
—¡Uy! ¡También sé inglés! . . .
La Fanática Feminista proclamaba con
voz, lo más varonil posible, su fe en el
triunfo de los nuevos ideales.
— . ..y después de todo... ¡Qué es lo
que distingue al hombre de la m ujer?...
Una pequeña diferencia. . .
Y entonces la Feminista Ingenua gritó
No hace mucho tiempo, Miss Ellen Wilkinson, ministro a la sazón de Instrucción
de la Gran Bretaña, visitó Alemania don
de pronunció una conferencia- ante un nu
meroso concurso de maestros y maestras
a quienes explicó las ventajas de la liber
tad de pensamiento como base de toda
enseñanza. Terminada su charla se le
acercó entusiasmada una joven maestra
quien le preguntó con el más ingenuo y
desnazificado entusiasmo:
—Señorita ¡qué directivas debemos se
guir para pensar libremente? . . .
ÜM
PREMIOS
Envíenos usted las soluciones. La primera solución que nos llegue respondiendo
correctamente a lfls 35 pruebas será premiada con í 20 m/n. Las seis primeras
respuestas que recibamos y que solucionen 30 preguntas serán premiadas con una
suscripción por 6 meses a Cabalgata.
,
Las respuestas deben d irig irse a la redacción de Cabalgata , a n te s del 1’ de no
viembre. En el núm ero c o rresp o n d ien te al 15 de noviem bre p u blicarem os las solucioneEn°cada' número de Cabalgata se publicará una prueba equivalente a ésta, cuya
solución aparecerá, dos números después.
A continuación tiene una lista de famosos seudónimos, junto con los verdaderos
nombres de quienes los lucieron en vida o en parte de sus obras. Nombres y seudó
nimos se encuentran en desacuerdo entre ellos. Procure ligarlos correctamente. Si
acierta en todos su cultura e información no dejarán nada que ¡.escar y hasta puedo
calificarlas de excepcionales. Pero para su consuelo le advertimos que con un sesenta
por ciento de corrección tiene más que suficiente y puede darse por plenamente
satisfecho.
1.
“Tirso de Molina”.
“Anatole France”.
3. "Pablo Neruda”.
“
Carmen Sylva”.
4.
5. "Gyp”.
“Colombme
.
6.
7. “ Fray Mocho”.
8 . “ Ei Solitario”.
9. “ Almaf uerte”.
10. ““Clarín”.
Fernán Caballero” .
11 .
Enrique Sienkiewicz"
12. ““Andró
Maurois”.
13.
14. “ Silverio Lanza”.
15. “Raehilde”.
.6. “ Novalis”.
17. “ Stendhal”.
18. “Moliere”.
19. “Fígaro”.
20 . “George Eliot”.
2 1 . “Gabriela Mistral” .
22. “ Boz”.
23. "Lorenzo Stecchetti”.
24. “Juan Moreas”.
25. “Mark Twain” .
26. “ Máximo Gorki” .
27. “Voltaire”.
28. "George Sand”.
29. “Juies Romains”.
30. “ Azorin”.
31. “Vigil.us Haufniensis”
32. “ Xenius”.
33. “ Hugo Wast”.
34. ‘ Chamico” .
35. “Alejandro Casona”.
2.
El famoso psiquíatra italiano, Roneati, director del manicomio de Bolonia,
acostumbraba a decir siempre que salía
a la calle:
—Ahora que hemos estado en el mani
comio pequeño, ya podemos pasar al gran
de.
Uno de los más. grandes polvorines del
PALABRAS
CRUZADAS
mundo, el Fort Knox, en los Estados
Unidos, luce este rotundo letrero: “No
fume si no quiere convertirse en un dato
estadístico.”
LIBROS BIEN IMPRESOS
PARA EDITORES EXIGENTES
Thomas de Quincey, el dandy cínico, y
cierta lady tan pasada como ingenua, pe
se a sus años.
—Una p re g u n ta , Thomas: ¡cuántos
años cree que tengo?
H O RIZO NTALES
I. — Malvavisco. - Fiesta de los judíos.
I I . — Sesgo. - Cerro.
III. — Hijas de caballo y burra. - Instru
mento de grabar.
IV. — Aconsejadora.
V. — Hermana.
VI. — Moneda romana de escaso valor. - Re
gión de la antigua Grecia. - Se dirige.
VII. — Donde. - Hilo para pescar. - Acción
de dirigirse.
V III. — Vela pequeña. - Pronombre autorita
rio. - Sobrino de Abraham.
IX. — Segunda letra dei alfabeto griego. - In
terjección que denota impaciencia.
X. — Veloz. - Punto opuesto al cénit.
XI. — Río de Florencia. - Noveno.
VERTICALES
1. — Palabra mágica.
2. — Embrollos. - Acalorarse por el sol.
3. — Recelas. - Pez.
4. — Pronombre demostrativo plural. - Primera
carta de la baraja. - Adonde.
5. — Apoyo.
6. — Corto.
7. — Embarcaciones.
«8. — Derrumbamiento grande de nieve sobre
los valles. - Contracción de preposición y ar
tículo. - Una de las doce tribus de Israel.
9 . — Pueblo de la provincia de Toledo. - Per
sona que protege a otra.
10. — Príncipe árabe. - Instrumento de arco.
11. — Guarnicionero.
AMOBRORTU
CORDOBA 2 0 2 8
BUENOS AIRES
—El doble.
— ¡Exquisito! —exclamó el divino Gabriele sorbiendo un helado en la terraza
de su fastuoso Vittoriale—. ¡No le falta
más que ser pecado!
—-¡No, no! —rechazó te r m in a n te
mente el podestá de aquella ciudad ita
liana, cuando Carducci le ofreció la pre
sidencia de la mesa—. ¡Qué diría la
10.
11 .
12 .
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
José Martínez Ruiz.
F. María Arouet.
Leopoldo Alas.
Carmen de Burgos.
Margarita Eymery.
Isabel de Rumania.
M. J. de Larra.
A. Rodríguez Alvarez.
B A. Palacios.
J. B. Amorós.
Aurora Dupin.
Federico de Hardenberg.
J. L. Farigoule.
Eugenio d’Ors.
Sybyla Riquctti-Mirabeau.
Henryk Litwos.
Chindo Guerrini.
G. M. Zuviría.
F. Gabriel Téllez.
Sóren Kierkegaard.
Cecilia Bóhl de Faber.
Carlos Dickens.
Yanni Papadiamantopoulos.
1. B. Póquelin.
Neftalí Reyes.
A. Herzog.
Estébanez Calderón.
S. ------------------Mary Ann Evans.
F. Á. Tbib-ut.
C. Nalé Roxlo.
Lucila.. Godoy.
Henri Beyle.
Samuel Langhorne Clemens.
José Alvarez.
Máximo Piechkov.
gente si me viera sentado ahí a mí que
soy muchísimo más burro que usted!...
—Me levanté temprano —contaba aquel
gran dibujante catalán—, allá en mi pue
blo natal, La Garriga: era una mañana
de invierno fría, crudísima, gris plomo en
la que todo parecía augurar una magní
fica nevada. Pero no: apenas habían caí
do algunos copos más o menos discretos,
una canallesca llovizna los deshacía en
agua. Con la nariz pegada a los crista
les de mi ventana, hacia toda la fuerza
posible, una hora tras otra para que cua
jara la nieve de una manera decente y
disfrutar de una nevada como Dios man
da. Todo fué inútil: pasó una hora, otra
hora y otra más, sin éxito alguno y cuan
do llegó la noche me retiré de la ventana
completamente vencido : ¡ Aquella nevada
había sido un completo fra c a so !...
ALGUNAS ANECDOTAS
DE B E R N A R D SHAW
cumplido no
C ventamotivoañosdede hab'ér
edad, la prensa in
ON
glesa rj francesa ha aprovechado la
ocasión para recordar algunas de las
anécdotas más célebres del gran autor
dramático inglés. Nos limitaremos a
reproducir aquellas que son más carac
terísticas del humorismo shawiano.
Bernard Shaw ha usado siempre sus
palabras más crueles para las mujeres.
Un periodista americano le preguntó
en cierta ocasión si había cambiado de
opinión con respecto a las mujeres.
—Sobre las mujeres, no; pienso exac
tamente lo mismo que pensaba hace
noventa años, es decir nada. Lo que
Y aprovechando que nos encontramos en
los Estados Unidos, recordemos la última
apreciación del inagotable Emil Ludwig,
que al embarcar para Europa, como se le
hiciera referencia a que dejaba al conti
nente de la libertad, le dijo amablemente
a su interlocutor.
—Así es, mi querido am igo... Pero
no olvide que la libertad no es un inven
to americano con derechos reservados pa
ra las demás naciones...
ocurre es que a veces se ha dado el
caso de que una mujer no formaba
parte de "las mujeres”.
*
*
*
Es sabido que Bernard Shaw tiene
un elevadísimo concepto de su propio
talento. Transige con admirar a Sha
kespeare, aunque considerándose supe
rior a él.
Un día que Shaw se encontraba un
tanto melancólico, un amigo íntimo le
preguntó qué le ocurría, y el gran au
tor le respondió:
—Shakespeare ha muerto, Moliere ha
muerto y yo mismo no me encuentro
muv bien.
Agregó, finalmente, que pensaba vi
vir tanto como su antepasado Matu
salén.
* * *
A su regreso de un viaje a Grecia,
una señora le preguntó ingenuamente
si era verdad que todas las mujeres
allí tenían la nariz griega.
— Claro está — contestó Shaw.^
—¿Cómo claro está ? — volvió a pre
guntar la señora.
—Comprenda usted, querida amiga;
no va usted a pretender que las griegas
hagan venir su nariz del extranjero.
A propósito de profesores que quieren
enseñar lo que no saben, nos referiremos
al recién llegado embajador intelectual de
Madrid, el que, terminada su primera con
ferencia, al ser interrogado por el profe
sor Monner Sans, reaccionó en imperial
con las siguientes palabras:
—“Por lo que oigo, ustedes se creen
que en España andamos a g a ta s ...”
—“A gatas no —replicó el interpelan
te—, ¡pero con bozal sí! . . .”
*
*
*
De Bernard Shaw son estas lincas
que exteriorizan toda su petulancia ge
nial :
"Durante setenta años, con una te
nacidad sin precedentes, he metido cu
la cabeza del público el que soy un
hombre extraordinario, espiritual, bri
llante y hábil. Esto forma parte ahora
del patrimonio de la opinión pública de
Inglaterra y ninguna potencia en el
mundo podrá cambiarlo en lo más mí
nimo. Mi reputación está construida,
firme y sólida como la de Shakespeare,
sobre una base inquebrantable de afir
mación dogmática.”
En el almacén:
—Déme dos docenas de sardinas.
—¡Las quiere nacionales o importa
d as?... Las nacionales valen 50 centa
vos y las importadas 2,50 pesos.
—Démelas nacionales... ¡ Quiere que
le pague el pasaje de Europa a una sar
dina?. . .
El Opulento Anfitrión iba enseñándole
todas las maravillas de su palacio al gran
Paderewski. De pronto se detuvo ante un
piano de gran cola y exclamó:
__Mire maestro . . . Cuatro pedales. . .
Caja to n a l... Cuerdas anticlimáticas...
Fueron tantaB las explicaciones que el
buen Paderew ski se quedó dormido. Cam
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
*
—Si, señorita: ; odio el realismo fotográfico en el arte!
*
*
Cuando se le preguntó qué es lo que
pensaba de la experiencia de Bikini,
Bernard Shaw respondió:
— Es la primera vez que una come
dia americana puede escucharse hasta
el final.
�CIENCIAS_______________ E cabalgata
ste
personaje reptiliano vivió en el
que tanto estupor promueven entre los ni
ños y los mayores por igual a causa de
su sangre fría para tratar con los felinos
y otros animales de reconocida ferocidad
y poder. Llamóse a este reptil dragón de
Komodo, y los naturalistas lo colocaron
con las formalidades de rigor, en el gé
nero Varanus con el resto de los moni
tores. Con una longitud de unos 3,60
metros y más de 100 kilogramos de peso,
el dragón hubiera pasado, sin embargo,
por un vástago recién salido del casca
rón del Tyrannosaurus mencionado arriba.
Pero es preciso contar con los 70.000 si
glos de franca decadencia del linaje de
los lagartos antes de tomar a broma al
Varanus komodoensis y pensar qué puede
ser de nosotros al cabo de un retroceso
equivalente. Hay que andarse con pies de
plomo siempre que se trate de decir algo
que valga la pena de ser tenido en cuen
ta, sobre todo cuando andan por el me
dio cuestiones de prestigio. Para lavarnos
las manos nosotros diremos que, conside
rado a nuestra escala, el dragón de Ko
modo es un dragón con todas las de la
ley, aunque para evitar su desaparición en
menos que canta un gallo, el gobierno ho
landés haya tenido que colocarlo bajo su
tutela, cual si se tratara de una criatura
de pecho. Y es que, tratándose de dra
gones, ninguno hay capaz de toserle al
hombre, sea éste sabio, empresario de cir
co, simple bombardero de una fortaleza
volante o jefe de un campo de concen
tración.
norteamericano hace cosa
E decontinente
70.000.000 de años, durante el llamado
por los geólogos período Cretáceo. Al
revés de otros reptiles que le precedieron,
éste, denominado Tyrannosavrus rex, era
carnicero como ponen en evidencia sus
temibles dientes montados sobre maxilares
poderosísimos; su cabeza medía más de
un metro veinte de largo; su alzada as
cendía a seis metros y su longitud a los
catorce. Por fortuna para todos los seres
que le sucedieron, entre ellos nosotros (que
aparecimos ayer para el caso), los reptiles
de esta catadura fueron perdiendo terre
no, sin duda porque, entre otras cosas,
su cerebro era demasiado chico con rela
ción a la masa que debía controlar. Y el
puesto hegemónico que los reptiles ocupa
ran en pasadas épocas geológicas, pasó
a otras estirpes zoológicas mejor adapta
das, más inteligentes y dinámicas: las
aves y los mamíferos.
Sin embargo no hace mucho —y no ya
con arreglo a la escala geológica, sino a
la histórica propiamente dicha, pues era
alrededor de 1914—, corría el rumor en
tre los nativos de ciertas islas indonésicas
de la existencia de un monstruo capaz de
rivalizar por su talla y apariencia con los
del pasado. Hízose entonces una explo
ración en dichas islas, y en la de Komodo, situada en las cercanías de la isla
Flores, se descubrió, en efecto, un reptil
capaz todavía de poner los pelos de punta
a cualquiera de esos capitanes de circo
Desaparece
un Hombre de Ciencia
y un g r a n Divulgador
l
16 de setiembre próximo pasado
murió en Dorking, Surrey, el astró
E nomo
James H. Jeans, muy conocido enSu libro The World A round Us, traducido
el mundo culto y hasta en los medios po
pulares por sus contribuciones a la cien
cia de su especialidad y por sus libros de
divulgación. Es característico de los hom
bres de ciencia ingleses de la más pura
tradición, no olvidar por un momento que
el saber, y en especial el saber científico,
no debe ser ni puede ser privilegio de un
grupo de escogidos, porque si bien su país
tuvo hombres de ciencia precedentes de
las clases superiores, como Boyle, Hook,
Cavendish, etc., los creadores por exce
lencia fueron de extracción popular; re
cuérdese si no a Dalton, Priestley, Faraday, Davy, Darwin, Rutherford, etc., to
dos ellos de origen humilde. Raro es el
sabio inglés que no da clases populares
en la Sayal Institution, no habla por la
B. B. C., no escribe libros destinados al
gran público sobre temas de su especiali
dad, además de enseñar en Cambridge, en
Manchester, en Londres y otros puntos de
las Islas o fuera de ellas.
Jeans ha sido uno de estos hombres.
al castellano con el título El mundo que
nos rodea a poco de su aparición en su
lengua original, ha causado una profunda
impresión en todas partes por la forma
magistral con que presentaba un cuadro
del estado presente de la física atómica
y la astronomía, ambas estrechamente uni
das desde el descubrimiento del espec
troscopio y die la formulación de la teo
ría de la relatividad. Hace poco (en
1944) apareció una nueva edición inglesa
de este libro en la cual se recogen muchos
resultados científicos obtenidos desde la
fecha de su primera publicación. Otra
obra del mismo autor, y de análogo ca
rácter o sea de divulgación también, es
Through Space and Time, no vertida al
castellano que nosotros sepamos, como no
lo está Astronomy and Cosmogony. Se
han traducido en cambio The Misterious
üniverse y The Satars in Their Courses.
El primero es en el fondo una conferencia
docta sobre temas de relatividad y física
atómica, y el segundo el contenido de
una serie do charlas sobre astronomía da
das en la B. B. C. (la radioemisora ofi
cial inglesa) para el gran público.
La labor de Jeans en el terreno de la
ciencia pura es copiosa también. Y de-
U N A PL A N T A CARN ICER A
stamos
acostumbrados a asociar los
E seres carniceros con la agilidad de
movimientos del tigre y del lince, con
las astucias del zorro, con el sigiloso
vuelo de las aves nocturnas, con la mi
rada potente del azor. Procurarse la
carne ha sido siempre una tarea arries
gada, tanto que el hombre no ha podi
do progresar hasta que se independizó
de la vida cazadora con la cría de ani
males en domesticidad —la vaca, la ca
bra, la oveja—, y más aún que con
la ganadería, con la agricul
tura, con el cultivo en cre
ciente escala del trigo, la
cebada, el arroz, la avena,
el centeno. .. Los frutos de
estas plantas pueden con
servarse durante años en si
tios apropiados y de este
modo los tiempos de las va
cas gordas pudieron com
pensar los de las vacas fla
cas. Fueron los cultivos los
creadores del sentido de la
previsión, los que otorgaron
al espíritu la dimensión del
futuro, porque cimentaron
la confianza e hicieron po
sible el ocio creador, el
cual, aliado con la necesidad
(no menos creadora cuando
no rebasa cierto grado),
echó los cimientos de la vi
da civilizada.
La exigencia de la carne
es un atributo típicamente
animal, más aún: del ani
mal superior. Al revés de
lo que ocurre con las plan
tas, los animales carecen de
la facultad de sintetizar los
simples compuestos minera
les del suelo y del aire pa
ra convertirlos en carne de
su carne, en fuerza de sus
músculos, en energía de su
cerebro, y por ello son los
obligados parásitos del reino vegetal de
un modo inmediato o mediato.
Pero hay excepciones para todo, y
más, tratándose de la naturaleza, y así
nos encontramos de vez en cuando con
plantas de una voracidad por la car
ne que apenas desmerece de la de mu
chos animales. Vea el lector esta "ja
rra” con su correspondiente tapadera.
En su origen fué una hoja como cual
quier otra cuyo pecíolo o punto de in
serción con el tronco se supone en la
prolongación superior; pero en vez de
quedar reducida a una hoja cuya mi
sión fundamenta! fuese elaborar almi
dón, celulosa y otros- materiales a ex
pensas del anhídrido carbónico de la
atmósfera, del agua, etc., decidió to
mar por el atajo y convertirse en un
atrapamoscas con todas las de la ley.
Sus brillantes colores la hacen pasar
por una flor, como tantas otras, con
sus jugosos néctares; el borde de la
boca ha sido reforzado con una espe
cie de aro, para evitar a toda costa
que aquélla se cierre; en la
parte inferior de la tapade
ra existen unas células se
cretoras de unos líquidos
viscosos; el tramo superior
de la cara interna de la
"vasija” está encerado como
para que los infelices insec
tos resbalen hacia el fondo
—en ciertas especies afines
de plantas, hay unas espi
nas encurvadas hacia aden
tro—, y, por fin, la parte
interna profunda contiene
un líquido adherente del cual
no pueden librarse los in
sectos en cuanto lo tocan.
Pero las cosas no paran
aquí, sino que, por el con
trario, éste es el comienzo,
pues a partir de la caída del
insecto al fondo de la tram
pa, las células de la hoja
empiezan a segregar un lí
quido con análogas funcio
nes a las de los ácidos se
gregados por las paredes del
estómago de los animales,
con el resultado de que la
carne es digerida y asimi
lada con todas las de la ley.
En unos casos estas ja
rras-estómagos se forman en
una hoja cuya parte filifor
me ha dado previamente una
vuelta a cualquier soporte,
pues en general estas plantas son tre
padoras de las regiones tropicales; pa
rece como si quisieran prevenirse con
tra los riesgos de derrumbe de una
comida demasiado copiosa. Pero en
otros casos las hojas donde se forman
estos depósitos no desempeñan funcio
nes trepadoras o prensiles.
La planta a que se refiere el gra
bado es oriunda de las Indias holande
sas, y se conoce con la denominación
de Nepenthes ampollaría. El tamaño de
este órgano es doble de la figura.
manuales, volvió su atención hacia este
nuevo campo, y el 27 de enero del año
1927, en un alarde de inventiva, de des
treza y de perseverancia, hizo una exhibi
ción ante la Royal Institution, que marca
una época en la historia de la televisión.
Desde esta fecha nadie pudo poner en du
da la practieabilidad de una idea acari
ciada por muchas mentes audaces, pero
tan escurridiza que, cuando se la creía en
la mano, tornaba a desvanecerse. A par
tir de esta prueba Baird contó con los
medios necesarios para poner en práctica
sus conquistas y para perfeccionarlas rei
teradamente. En cierto modo esta figura
fué a la televisión lo que fué Marconi a
la radiotelefonía, pues como éste, acabó
por vencer todo posible escepticismo y
por formar una compañía de amplios re
cursos, dispuesta a ensayar todas aquellas
iniciativas que ofreciesen alguna garantía
en cuanto a su eficacia.
Los primeros ensayos de Baird fueron
hechos con analizadores mecánicos del ti
po del disco de Nipkow (patentado por
el alemán Paul Nipkow en 1884, pero po
co menos que arrinconado hasta que
Baird puso de nuevo sus manos sobre él).
Este método resultó inadecuado, pese a
todos sus perfeccionamientos, pues la
inercia y otros inconvenientes de los ana
lizadores mecánicos imponían grandes li
mitaciones a la definición de las imáge
nes, y con gran dolor para Baird fué ne
cesario volver la vista a los dispositivos
electrónicos, ensayados independientemen
te por Rosing en Rusia y por CampbellSwinton en Inglaterra misma por vez pri
mera. Estos dispositivos alcanzaron un
triunfo de gran trascendencia con el ico
noscopio de Zworykin, con el “tubo di
sector” de Farnsworth, etc. Pero todo
ello acaso no saliese a la luz por muchos
años si no fuera por el genio de este in
ventor escocés, a quien se debe que la
B.B.C. empezase sus programas regulares
de televisión en noviembre de 1936. Al
ser interrumpidos estos programas como
consecuencia de la guerra, funcionaban en
Inglaterra alrededor de 23.000 receptores
y hoy dicho país es de los que van a la
cabeza en este terreno, tan prometedor
para el futuro.
Las agencias informativas dan cuenta
de la amplia contribución de Baird al per
feccionamiento de la técnica telelectrónica
y nos dicen que antes de morir “había
dado los últimos toques al equipo más
moderno en existencia”.
EL SER VIVO MAS VIEJO DEL PLANETA
i queremos buscar el ser vivo de
máxima longevidad tenemos que
S
descartar los animales y orientarnos
bémosle una hipótesis sobre el origen del
sistema solar, la llamada hipótesis de la
marea. Había nacido en 1877 y desem
peñó destacados puestos en la enseñanza
y en las instituciones científicas de su
patria.
MUERE
JOHN LOGIE BAIRD
A prensa mundial acaba de anunciar
j la desaparición de John Logie Baird,
1
ingeniero electricista nacido en agosto de
1888 en Helensburg, Escocia. Baird fué
el primero en ofrecer muestras contun
dentes de la practieabilidad de la televi
sión. Hasta bien entrado el presente si
glo la posibilidad de transmitir imágenes
de un punto a otro por medio de ondas
electromagnéticas —idénticas en esencia
a las de la luz ordinaria y a las de la
radiotelefonía— era tema de especulación
más que una realidad tangible, y en con
secuencia no había empresa que se aven
turase a poner a disposición de los hom
bres de ciencia y de los amateurs los me
dios económicos necesarios para instalar
laboratorios de investigación y construir
equipos de prueba. En 1923 Baird, hasta
entonces un alto empleado de la (Jlyde
Valley Eleetrieal Power Company y per
sona de amplios recursos imaginativos y
Página redactada por
J o s é O t e r o E s p a s a n d ín .
hacia los vegetales. El organismo ani
mal es muy delicado y muy aetivo
para durar demasiado; la sensación del
tiempo, la impaciencia, el fuego de la
acción, van socavando su existencia,
minando su ser. Por el contrario, los
vegetales en general están hechos de
materiales más resistentes, más esta
bles, y la acción apenas perturba su
plácido existir. Y por eso mientras los
hombres y demás animales sucumben
con la angustia de no haber vivido,
con una sed de tiempo en los labios,
ciertos árboles parecen hilar impasi
bles los siglos precipitados en la rueca
de su copa. Los astros danzan en las
esferas, la corteza del planeta se agrie
ta, denuda y estalla aquí y allá, pero
estos árboles parecen no enterarse; sus
ansias se despliegan sobre ciclos más
vastos y la angustia del instante fugi
tivo no altera el ritmo de su pulso.
En México hay un árbol, una especie
de ciprés, llamado ahuehuete en el país
y Taxodium mucronatum por los .natu
ralistas, que mide de circunferencia (a
ras de tierra) más de 36 metros. Otro
ejemplar de la misma especie y del
mismo país hállase en la Calzada de
Tacuba, y debajo de él dice la historia
que se lamentó Cortés —tan poco dado
a las lamentaciones— de su mala for
tuna en la lucha contra los aztecas.
¿Cuántos años tienen estos árboles
colosales de crecimiento reposado?
¿Cuántas cosas pasaron sobre la Tierra
desde el momento en que reventó a la
caricia del sol y del agua la diminuta
semilla de que proceden? Sucumbió el
recio extremeño, sucumbió el imperio
de Moctezuma, sucumbió el imperio de
Carlos V y se halla en la agonía la ci
vilización nacida entonces, y estos ár
boles siguen en su puesto, acaso por
muchos siglos más.
Pero el ser más antiguo en existen
cia parece ser la sequoia denominada
General Slierman de California. Más
vieja que los ahuehuete, que los boabab del Africa ecuatorial, que tos eu
caliptos de Australia, que los olivos de
Jerusalén. Podríamos saber su edad,
pero sería a costa de su propia vida:
en su tronco está escrita su simple his
toria, los años que ha vivido, pues a
cada uno de éstos corresponde un ani
llo de vasos de mayor diámetro que los
inmediatos. Pero es preferible la ig
norancia al sacrificio de una vida ve
nerable nimbada por los siglos y los
milenios. Una sequoia menos corpulen
ta cortada hace años, tenía 3.126 años
de edad, y hay quien estima a la Ge
neral Sherman dos milenios más vieja.
Hacia comienzos del siglo xxix a. de
C. empezaron a erguirse de las arenas
de Egipto las pétreas pirámides; an
gustiados por el tiempo que pasa sin
piedad, los faraones deliraban con la
eternidad, en tanto la joven sequoia
abría sus brazos confiados a los espa
cios clementes de California. Nubes,
brisas perfumadas, cantos de pájaros,
el lejano rumor del mar, los tules de
alguna que otra niebla serían entonces
como hoy sus hadas, el repetido tema
de sus sueños, la eternidad verdadera.
Si hablara de pronto la Sequoia gi
gantea ¿qué diría a tantos cobardes
corazones que sólo piensan en el ex
terminio de los demás con el necio
afán de garantizarse unos segundos de
vida atormentada? ¿Toleraría el nom
bre que le han puesto?... Pero dejé
mosla en paz y pidamos al cielo que
no abrasen sus ramas los rayos de las
bombas atómicas.
�ARTE
cabalgata©
BIOGRAFIAS
DE
AYER
Y
DE
HOY
miento ni es contingencia anecdótica: es
materia qué se diversifica en formas por
obra de la naturaleza y del hombre y a
la que respeta en actitud religiosa. Sus
esfuerzos reproductivos no le impiden ser
un creador, pero no lleva sus posibilida
des de inventiva más allá de los esque
mas que la materia transmutada en for
ma común le presenta, como si no se ani
mara a traspasar los límites del saber
empírico para penetrar en el mundo tras
cendente de los ideales.
No tiene ninguno de los caracteres de
elegancia, de refinamiento y de buen gus
to que falsamente se han ido colocando
como condiciones ineludibles del valor artístico; pero posee en cambio el amor
por las cosas concretas, por el dibujo ce
ñido y significativo, por el color robusto
y bien nutrido, que no es en definitiva
sino el -amor por la pintura, común a to
dos los grandes realizadores.
El XXXVI SALON NACIONAL de
ARTES PLASTICAS r.»
ROMERO BREST
jo rg e
(Viene de yigin c 1.)
que no lo han advertido ya, la mejor
leceión sobre lo que la pintura ha sido
y debe ser, aunque puedan disentir con
la estética que las informa.
¡Qué le importa a Pettoruti no recibir
premios si sus cuadros siempre son las
columnas dóricas que sostienen y elevan
los salones! Muy tranquilo puede estar, y
es envidiable su postura, ya que nadie le
arrebatará la gloria futura.
Alfredo Nobel, por Hería E. Paull
vida altiva de Valle-Inclán, por Francisco Madrid
Rainer María Rilke, por E. M. Buúer
Ceorje Washington Carver, por Rackham Holt.
Thor- -a, por Henry Seidel Canby
And' • Gide y la crisis del pensamiento moderno, por
Kiaus Mana
Zcla y su época, por Matthew Josephson
r'mitri Shostakovieh, por Víctor Ilych Scroff
Ounant: La historia de la Croa Roja, por Martin Gumpert
9
$
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10.—
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13.—
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13.—
15.—
13.—
13.—
Acaba de aparecer
En las antípodas de esa rigidez mental
de lo emotivo que caracteriza a Pettoruti
se halla el lirismo sentimental de Domin
go Pronsato, euyos cuadros lo señalan,
recién ahora para muchos, como el gran
maestro del paisaje. Reincidiendo en la
temática sureña que le es tan cara, ex
presa en sus dos paisajes: El camino de
los ñiris (premiado) y Dies de mayo ne
vado, su concepción dinámica y panteís
tica de la naturaleza, según la cual se
confunden para él agua, cielo y tierra en
vibrantes armonías de color tan puras
como para que cada trazo mantenga su
autonomía, tan construidas como para que
se impongan espontáneamente.
Pero no destaco las obras de Pronsato
solamente por la riqueza de sensibilidad
que denuncian, ni siquiera por la sobria
y cuidada factura, sino porque son la
expresión de un hombre que se adhiere a
la tierra con toda la potencia de su ser
y que subordina el pensamiento a la vio
lencia emocional de sus intuiciones; sobre
todo porque se expresa con amor y éste
es sin duda el gran vehículo del arte.
También se impone y se agranda Euge
nio Daneri, paisajista de barrios subur
banos hasta hace pocos años, que cultiva
ahora con la misma maestría la figura.
En la' línea de La pérdida del hijo, su
magnífico cuadro del año pasado, acaso
La plegaria sea superior, y más aún Co
ra todos, siendo primordial que cada ar
tista se forme la suya de acuerdo consigo
mismo. Y esto es lo que ha logrado este
ingenuo maestro de la pintura argentina
a quien la posteridad hará la verdadera
justicia que merece.
Modesto como Daneri y hasta con ca
racteres similares de artesano es Gustnvo
Coehet. Tanto el Retrato de Francisca
como El botijo de whisky, sobre todo este
cuadro, denuncian al concienzudo modela
dor de la materia en el espacio, que os
fiel a una ingenua concepción naturalista.
Para Coehet la pintura no es movi-
Cierro este parágrafo sobre las obras
sobresalientes mencionando la magnífica
acuarela de Jorge Larco, Bodegón con
aves, de sobria y perfecta factura, sor
prendentemente olvidada por los jurados
e injustamente relegada a un rincón, j Se
rá porque se piensa todavía que la acua
rela es un género menor de la pintura?
También en este cuadro, como en los
anteriores, hay materia de estudio para
los jóvenes, no sólo porque se expresa
con la más alta nobleza el pintor y logra
en él un valor lírico de presencia perma
nente, sino por la destreza que se advier
te cu el manejo de los tonos, en el ensamblamiento de los planos y en el vi
gor de profundidad no naturalista del
espacio.
Ramón Gómez Comet ha recibido el
Gran Premio Adquisición por su óleo La
Urpila. Quizás no sea de las obras más
enteramente logradas del maestro, sobre
todo porque la composición es pobre y
crea un vacío difícil de llenar, pero en la
figura se advierte una vez más la preci
sión del trazo, tan castigado hasta obte
ner con él la más pura significación de
las formas, y la sobriedad de sus tonos
Ramón Gome* Comet. La U r p i l a .
(Gran Premio Adquisición Presidente
de la Nación Argentina.)
Este libro es fruto de una minuciosa investigación de la vida interior del gran
Poeta de la Democracia y de los misteriosos procesos que condujeron a sus crea
ciones poéticas. Evocación completa del hombre humanísimo que había en Walt
Whitman y de los rasgos potentes y originalísimos de su obra, ofrece también un
cuadro palpitante de la historia de los Estados Unicos en aquella época que pre
senció ia expansión tumultuosa de la nación, el nactmiento de la era industrial y
la Guerra de Secesión.
480 páginas. Encuadernado en tela: % 15.—
COLECCIÓN
VIDAS
Y
OBRAS
Domingo Pronsato.
Diez de mayo nevado. (Segundo premio.)
Vida de Miguel Ángel, por Hermana Grimm
Granewald, por Juan Zocchi
l a vida y la obra de Pierre-Auguste Renoir, por Ambroise
Vollard
Vida secreta df Salvador Dalí, por Salvador Dalí
Tiziano, por Margarita G. de Sarjatti
José Gutiérrez-Solana, por Ramón Gómez de laSerna
Nicolás Ponssin, por Otto Grautoff
Vincent Van Gogh, por Julius Meier-Graefe
La vida y la obra de Auguste Rodin, por Víctor Frísch y
Joseph T. Shipley
9 25.—
9 22.—
9 20.—
9 35.—
3 22.—
9 22.—
9 22---9 25---3 22.—
Acaban de aparecer
Análisis y documento de los distin
tos aspectos de la vida y la produc
ción de uno de los más grandes pin
tores del siglo x v iii . Plasmación ar
moniosa de aquella alma privilegiada
que nunca perdió la alegría y el op
timismo de su juventud. Reviven en
este libro algunas de las páginas más
ardientes de la historia de Francia.
Este libro es a manera de un re
portaje hecho al hombre, al paisaje
ue envolvió su vida y al artista creaor. Judith Cladel deja hablar muy
a menudo al propio Maillol y se li
mita a acotaciones reveladoras de su
estado de ánimo. Se obtiene así una
especie de autobiografía de uno de los
más grandes escultores de la Francia
moderna.
316 páginas, 87 grabados, 6 en co
lor. Encuadernado en tela: 9 23.—
304 páginas, 63 grabados, 3 en co
lor. Encuadernado en tela: $ 22.—
legiala, pues en éste ni siquiera la sentimentalidad del tema pudiera ayudarlo.
La maestría de Daneri no es la del
técnico consumado, sino la del hombre
que difícilmente y con esfuerzo, esfuerzo
de expresión visible hasta ahora en sus
óleos elaborados, va conformando su vi
sión primaria y honda de la vida, lo mis
mo a través de la figura doliente que
del miserable barrio de muros bajos y te
chos desvencijados o del modesto ramo
de flores en un jarro de cerveza. Hay
algo de primitivo en él, hasta por la eco
nomía de sus medios y su falta de alarde,
de hombre que busca en la entraña de sí
mismo y en la entraña de las cosas nn
secreto de acción que nunca es meramente
formal, sino escondida potencia de pa
sión.
Es cierto que en sus cuadros se advier
ten algunos errores técnicos, y sería pre
ferible que no los hubiera, pero no debe
olvidarse que' la pintura, como todo arte,
es modo de íntima e intuitiva expresión,
en definitiva la única importante y valio
sa; tampoco hay que olvidar que no exis
te una técnica absolutamente valedera pa-
Gustavo Coehet.
El botijo de whisky.
en acorde con la de su dibujo.
Nadie ha penetrado tan hondamente co
mo él en la figura humana para recons
truirla luego con los elementos de su ex
periencia dándole caracteres de eterni
dad; nadie ha sabido conjugar como él,
el documento emocionado de la humani
dad desvalida de su tierra, sobre todo
de la niñez, con la . pura ereación imagi
nativa del arte. Por eso sus figuras que
darán como estampas prototípieas, a tra
vés de las cuales el argentino del futuro
descubrirá emocionándose la raigambre
sentimental de la estirpe.
Quizás La Urpila no sea la mejor obra
de Gómez Comet, pero j no están res
paldándola docenas de obras en las que
maduró su espíritu y se perfeccionó su
mano? El Gran Pfemio consagra año tras
año la vida de un pintor; éste que se le
ha otorgado no puede haber sido más jus
ticiero.
Eugenio Daneri. Colegiala.
EDITORIAL P0SEID0N
PERU 973
Dir. T.I.
e d ipo
BUENOS AIRES
Raquel Forner. El juicio. Oleo. 1946.
Otros pintores eminentes han enviado
obras que no se cuentan entre las mejores
de sus respectivas producciones. Me re
fiero a El profesor Pascual Fittipaldi de
�Miguel Carlos Vietorica y a Figura de
Baúl Soldi.
He hecho el elogio de ambos en muchas
ocasiones, del segundo en un artículo recientísimo (*), de modo que no es el mo
mento de repetirme, sí de señalar la hon
rada expresión que fluye de estas obras a
pesar de no ser las más valiosas. En el
retrato de Vietorica hay más de un frag
mento magistral, las manos y la cara es
pecialmente, y en la figura de Soldi
subyugan el refinamiento cromático y la
virtud de exaltación sensible de los ritmos
formales en arabesco.
Aunque se le puedan oponer reparos de
fondo, no dejan de tener interés Niña
con flores de Antonio Berni, en la que pa
rece volver a formas olvidadas eomo la de
Mujer del sweater rojo de hace años;
Figura en el paisaje de Juan Carlos Castagnino, inexplicablemente separados uno
de otro; los dos paisajes urbanos de Onofrio Pacenza, en los que se advierte cla
ramente cómo la estrechez de su senti
mentalismo naturalista lo obliga a repe
tirse; Mañana en el Riachuelo de Italo
Botti, siempre emotivo y refinado en el
manejo de los grises, pero sin la potencia
constructiva de otros paisajes sobre el
mismo tema; Quebrada de Bumahuaca de
Manuel Coutaret, a la que falta grandio
sidad y acercamiento a la tierra como si
se interpusiera entre la montaña y él un
velo intelectualista; Figura con rosas de
Juan del Prete, gran colorista que juega
y se dispersa con exceso; El hombre y la
tierra de Enrique Policastro, más hondo
en la intención que en el logro, peligro
samente monocromo; dos grandes paisajes
de Guillermo Martínez Solimán, fuerte
mente empastados.
De Domingo Candía se expone El man
tel blanco, una de las pocas naturalezas
muertas verdaderamente felices de ¡a ex
posición, clara y definida, de composi
ción rica y original, de una expresividad
tan honda como moderna en la individua
lización de sus claras tonalidades.
Sobre el gran cuadro que envió el año
pasado Raquel Forner al Salón Indepen
diente escribí largas páginas que nunca
ARTE
figura embozada y al hombre que se pre
senta ante ella, con las ropas desgarra
das, sus flancos hendidos y florecido de
dolores, como un juguete del cruel des
tino.
Con este cuadro no ha superado Libe
ración; por el contrario, acaso porque se
ha fatigado en el terrible esfuerzo de
permanencia en el tema, la alegoría no
tiene, la fuerza de sincera emoción de
aquélla, la composición se resiente a cau
sa de la abundancia de elementos y del
hueco que la fracciona inevitablemente, y
el modelado carece de la dinámica inte
rior que sería menester. Pero habrá que
esperar su inminente exposición individual
para juzgar su última labor.
Aunque son pocas, afortunadamente se
exponen algunas obras felices de pintores
jóvenes. Ante todo Desnudo de Santiago
Cogcrrno, obra de pintor sensible en el
exquisito modelado de las carnes y en la
feliz solución de los ritmos formales de
Jorge Larco. Bodegón con aves.
que el autor ha construido con rigor y
sobriedad ejemplares. Diomede está en
la línea de Daneri y de Coehet —lo digo
por el espíritu de ingenua artesanía que
lo guía y no porque exista la menor con
junción estética—, es decir, de los pin
tores no sofisticados por ideas extrañas
a su ser esencial, de quienes se podrá es
perar el verdadero surgimiento de una
plástica auténticamente nuestra.
En cuanto a Medardo Pantoja, cuyo
cuadro Mujeres de la Puna del año pa
sado en el Salón Independiente fué salu
dado como una revelación, no está a la
misma altura con Mujeres de Jujuy. No
obstante interesa por el espíritu de sín
tesis que denuncia: dominando el trazo
como si se hubiese contagiado con la se
veridad estática, plena de sugerencias má
gicas, de los pobladores de la Puna, ha
creado un mundo con esas dos figuras
hieráticas y las ha ubicado en el paupé
rrimo paisaje que les corresponde. El
cuadro es una verdadera lección para
quienes todavía creen que la expresión
norteña se resupe en superficiales evoca
ciones de los elementos vitales pintores
cos.
Quinta porteña de Juan Carlos Miraglia figura entre los cuadros que fijan
la atención del espectador, porque tam
bién pinta con espontánea adhesión a las
cosas y sabe extraer de ellas un perfume
de-poesía. Y Naturaleza muerta de Ideal
Sánchez no deja de ser un promisorio
llamado de atención.
Pocas obras de escultura pueden ser se
ñaladas a la consideración del lector. En
primer lugar Las tres bañistas y Tierra
argentina de Pablo Curatella Manes, obras
antiguas y conocidas; luego Aquiles y
Silla barroca de Lucio Fontana, deshe
chas las formas hasta perder toda cohe
rencia expresiva, lo que es de lamentarse
por tratarse de un escultor que ha proba
do muchas veces la recia envergadura de
su talento; Dolor de Antonio Sassone,
con la virtud de creación de formas di
námicas emocionales que le es caracterís
tica, pero sin el pulimicnto que fuera me
nester; La Argentina de Horacio ^Juárez,
© cab alg ata
EL ATENEO' PRESENTA
EN SU SECCION HISTORIA
LA ESPAÑA
MUSULMANA
POR
CLAUDIO
SANCHEZ-ALBORNOZ
La historia de la España musulmana des
empeña papel decisivo en el nacer de la
modernidad española. Conocerla qne, por
tanto, al interés hirviente que suscita todo
conocer histórico, el de ofrecernos las
raíces de un mundo y de una civilización
de cuyas esencias vivimos aún.
El gran historiador Sánchez-Albornoz ofrece en este libro una nueva
visión integral del pasado de la España islamita. A sus páginas asoma
la vida toda de los musulmanes de España contada por ellos mismos
y por los cristianos, sus contemporáneos.
En ellas hablan sus políticos y sus guerreros, sus alfaquíes y sus poe
tas, sus magnates y sus califas, sus jueces y sus filósofos, sus eunu
cos y sus santones, y, con ellos, mujeres de toda condición e incluso
hombres de sensualidad turbia o exaltada.
2 grandes tomos de más de 500 páginas cada uno, profusamente ilustrados con
grabados, planos y mapas, muchos de ellos fuera de texto.
Encuadernado $ 55.-
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Rústica $ 48.-
FERNANDO
e ISABEL
Por HERMANN RESTEN
Traducida del alemán por
DIEGO A. DE SANTILLAN
Novela histórica tejida en torno a la personalidad
y la obra de los Reyes Católicos, en la que se mues
tra un cuadro magistral de la España del siglo xv.
Muy ilustrada.
Encuadernada $ 18.-----Rústica $ 15.LECHAT, IT. — F idias r la escultura crieca en el siclo v. Con más de
100 grabados y 1 mapa de la Grecia antigua. Ene.............................. $ 18.—
MASSA, P. — Espíritu y color de E spaña . Ilustran esta edición 4 láminas
en colores de J. F. Lewis, 30 en relieve de Gustavo Doré y numerosos graba
dos en el texto del mismo autor. Ene................................................... $ 30.-—
Emilio Pettoruti.
Naranjas.
Medardo Pantoja.
Mujeres de Jujuy.
se publicaron y que ahora no puedo re
producir. Destacaba en ellas cómo Libe
ración era el fruto de un grande y sos
tenido esfuerzo a través de años hasta
obtener formas plenas de vida en sí mis
mas, después de haber eliminado las as
perezas, aligerado la composición y ad
quirido una extraordinaria soltura plásti
ca en el manejo del color. También
anotaba que la dolorosa rebeldía de antes
conducía a este espléndido triunfo al in
fundir su autora al barro humano el es
píritu universal, el de la libertad, sin
negarle su plebeyo origen.
“Pudo suponerse —decía— que la tragicidad de las escenas estaba determinada
en los cuadros de Raquel Forner por la
persistente emoción de una lucha inaca
bable, mas la guerra ha terminado y,
puesta a exaltar el triunfo, no ha podido
evitar esos flancos desgarrados de su fi
gura central, aunque en ellos brota una
flor, porque su visión pesimista parece
ser la esencial.” “Ahora comprobamos
-—agregaba— que no hay sino acentos de
diferencia entre el dolor y la alegría para
ella, a pesar de que ha sabido trocar los
tonos agrios y tristes de antes por otros
más cálidos y alegres, porque no ha hecho
sino expresar la humanidad de siempre, a
la que seguirá viendo probablemente con
su cortejo de miserias.” El juicio, tela
de grandes dimensiones que expone este
año, prueba que no me equivocaba. La
alegoría no es de fácil comprensión, pero
se adivina que Raquel Forner no ve ni en
el momento de la justicia un panorama
optimista. Concibe la justicia como una
figura monumental de bronce, bien plan
tada pero con acentos retóricos; y el
Torso de Aurelio Macchi, en el que apun
ta un escultor de fibra que se desenvuel
ve por el áspero camino de las expresiones
vigorosamente sentidas y sinceras.
Miguel Diomede. Renzi.
la cabeza, los brazos y los senos; obra
en la que manifiesta este egresado de la
Academia de Brera de Milán, una virtud
de expresión mediterránea, muy afín a la
de ciertos pintores italianos, no exenta
de originalidad.
Una do las notas más puras del Salón
la da Miguel Diomede con Renzi, figura
casi plana y de honda expresión emotiva
Aun menos rico es el aporte de los gra
badores. Aparte de las dos magníficas
xilografías de Víctor Rebuffo, en una de
las cuales, La ribera, vuelve a su enjundiosa concepción anterior que parecía ir
olvidando (*), sólo puedo destacar los vi
gorosos grabados de Mario Ceeconi, Pa
tio boquease y Quietud isleña, Delta, rea
lizados sin virtuosismo pero con honda
emoción y cabal sentido de los contrastes
entre negros y blancos, Cristo Coya de
Carlos Alberto Aschero, cuyo fresco igual
mente titulado constituye una promesa, y
Melancolía de María Celia Raimondi.
La tiranía del espacio me impide refe
rirme a muchas obras en las que se des
cubre algún valor en potencia, aun no
madurado, o de artistas consagrados que
no han estado felices, amén de la mul
titud de obras francamente malas que
nunca debieron ser aceptadas. Me he li
mitado, porque creo obrar mejoi'' así, a
las piezas en donde he hallado algún mo
tivo de afirmación.
LEMONN1ER, C. — F élicien R ops. En Rops se descubre un poder simbó
lico y una imaginación figurativa de la más alta especie. Sus lápices pusieron
el espíritu de toda una época al desnudo. Ene................................8 50.—
TAINE, H. — F ilosofía del arte. Noticia liminar y revisión de José R. Destéfano. Nueva edición ilustrada con 62 policromías en offset y tipografía.
312 grabados a un color, a toda plana. Ene....................................$ 30.—
GONCOTJRT, E. y J. de. — La mujer en el siclo xviii. Con numerosas
ilustraciones en negro y color. Ene..................................................... 8 30.—
ORTEGA, E. C. — H istoria de la biocrafía. El hombre visto por el hombre
a través de los siglos. R ú stica......................................................... $ 9.—
BERENSON, B. — P intores
del
Ene. 8 20.—
R enacimiento .
VASARI, G. — V idas de pintores, escultores y arquitectos ilustri s. 2 to
mos. Ene................................................................................................ 8 35.—
GUIDO, ANGEL. — R edescubrimiento
D U R E R O , A . — V ida,
pasión
de
A mérica
y muerte de
en el arte.
Ene. 8 60.—
N uestro S eñor J esucristo. 56
grabados. Ene. ...........................................................................................8 16.—
SEVIGNÉ, Madame de. — C artas
escocidas.
Ene. 8 12----R. 8
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MUNTZ, E. — R afael. S u vida, su obra y su tiempo. Ilustrado con 35 re
producciones en colores y 93 en negro, fuera de texto. Ene. . . . 8 30.—
L IB K E H E A
F lo r id a
( 1) Véase E l Salón Nacional de Bellas A r
tes - Argentina Libre, octubre 3 de 1940.
(-) Véase La pintura de Raúl Soldi - A vs,
año V, N9 29. 1946.
(-) Véase Víctor Rebuffo y el destino de la
xilografía en Argentina - Cuadernos America
nos, año V, N? 3, 1946.
italianos
RUSKIN, J. — A rte- primitivo y pintores modernos. Con noticia liminar
de Leonardo Estanco. Ene. . - ...........................................................8 16.—
"1ElL ATENEO"
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Desnudo. (Premio estímulo.)
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cabalgata©
©cabalgata
N prestigio de siglos lo declara glo
U
rioso, triunfante de su mismo car
tel, más alto que la estatura que le
obligan a adoptar las circunstancias de
ser lo que se oculta detrás de esas cinco
letras: París. Ninguna otra ciudad de
vora tanta inocencia para alimentar una
máscara que es la más acabada sonrisa
irónica del mundo, su bandera de com
bate, espiritual, graciosa, insurgente.
Su reino dura ya dos siglos, cuando
menos, y no parece extinguirse. Aun
el mundo va a él en peregrinación a
rendirle tributo, a prestarle su talento,
su fuego eterno, su propia sangre.
Y hay algo que nadie podrá negarle,
por mucho que discuta los derechos de
su supremacía. Jamás tuvo vasallos que
no lo fueran por propia elección, nunca
las armas fundaron su grandeza ni fue
ron sostén de su poderío. No es más
fuerte que una canción, ni más docto
que una sonrisa, esa sonrisa, esa can
ción que deja en los labios de los que
pasan por sus calles, asombrados de
que éstas sean como las habían previs
to, como sabían ya, y sin embargo más
densas, enteras, verdaderas.
Mucho destino tiene que encerrar en
sus entrañas una ciudad, para que has
ta su enfermedad, la vieja y secreta
enfermedad del mundo, pueda salir a
luz, mostrarse sin temor y exponerse
a todos los soles de la tierra buscando
curación. Puede que esta manera de
cicatrizar sus llagas, haga que París
enferme a veces al mundo, lo contagie,
le ceda algo de la podredumbre que lo
come, pero que a la vez es su mejor
fertilizador moral. De ahí que cual
quier fruto del hombre que no resista
la objeción de París, sea sospechoso
sin más.
Después, naturalmente, puede su
ceder, y de hecho sucede, que la vic
toria, la madurez de ese fruto, se deba
precisamente a eso, a haber nacido para
pesar en el otro lado de la balanza, en
el que no suele caer París.
No sabemos cómo pudo apoderarse
de toda la belleza y de toda la crueldad
del mundo, haciéndose una colección de
flores V de monstruos como ninguna
ciudad haya tenido jamás. Jardín y
leprosario de la cultura occidental, sus
paredes, su aire, su gente, parecen ago
biados por lo que queda de inútil en
tanto trabajo, por el sobrante, la esco
ria, la costra, los fracasos, las grandes
traiciones, los éxitos muertos. Pero sólo
así podía comprenderlo todo, incluso su
mezquindad, su tortuoso gobierno, su
corazón ardiente y vivo a fuerza de
crímenes que en sus bulevares adquie
ren categoría de descubrimientos ex
cepcionales, fulgurantes, santificados.
No importa que lo hayan dicho todos
los "meteques” del orbe: es la ciudad
que encontró el secreto de hallar la
alegría, la más difícil, la alegría me
lancólica de agonizar bellamente, con
lucidez, con ingeniosa resignación, con
apretada y honda serenidad.
No es una ciudad humana, ni una
ciudad hecha con los elementos que per
mite la municipalidad; es una ciudad
construida con los materiales de la li
teratura, del arte bueno y malo. Una
gran ciudad levantada con todas las
pasiones y todas las ambiciones, con
todo el material de las novelas y las
síntesis precisas de la poesía, con todas
las historias tremendas que constan,
para que el hombre no las olvide, en la
increíble madeja de la Historia Natural.
No se equivoca uno cuando cree que
París da la sensación de no dormir
nunea. Su sonrisa es la sonrisa del
desvelado, que contempla burlonamente
la modorra o el profundo sueño de los
demás. En sus barrios hay turnos y
relevos, guardias y retenes que mantie
nen vivo el insomnio necesario para
que no se apague la antorcha. Y el gris
color del insomnio corona su frente an
tigua y juvenil. Antigua y juvenil sin
ser exactamente lo uno o lo otro. Aun
que lo mismo pasaría con cualquier de
finición, pues una de sus virtudes es la
de ser indefinible, la de ser múltiple sin
dispersión, desmandada con orden, en
loquecida con rigor, con lógica, con
"mesure”.
Nueva York, Londres, Berlín, Mos
cú, Tokio, Río de Janeiro. Podríamos
seguir citando capitales grandes, islas
perdidas, olvidados puertecillos de to
dos los mares y de todas las razas:
todo eso está en París, el gran integrador, el gran crisol que le hacía falta
al mundo para entenderse. Sus calles
conocen todas las lenguas, no porque
las hayan aprendido, pues nada es más
cierto que la aseveración de que no se
concibe un francés que pueda compren
der que exista otro idioma que el suyo.
No, no es cuestión de intérpretes. Pero
los trajes más raros, los gestos más
inesperados, los colores más imprevis
tos, los más extraños desvarios y sen
timientos, tienen en París su sitio, su
comprensión, su molde depurador, su
agasajo incluso. Tanto, que hasta sin
ir allá, cosa que no es estrictamente
necesaria, pues ya París va con nos
otros y en nosotros, se nos ha incorpo
rado a todos queramos o no, tenemos
la esperanza de que en sus plazas ce
lebren ese tono que en otras partes nos
reprochan, esa violencia o ese mal gus
to que en París nos recortarían, nos
ordenarían de tal modo que pronto
de uno morir de hambre sin que nadie
se lo reproche, sin que nadie suponga
que está usted preparando una cons
piración, o que por eso, por morirse
de hambre, ha perdido usted todos los
derechos.
En realidad, ya estaba preparado
para recibir a Picasso y a Daly. Desde
que París es París, toleró toda clase
de vestimentas y toda clase de desnu
deces, y nunca se miró allí a un negro
con temor a mancharse la mirada. Ni
a un pelo rubio sobre unos ojos azules,
suponiéndosele ventajas de fabricación.
El que quiera selva en París, tiene sel
va; el que quiera puede ir a una taber
na marinera, flanear melancólicamente
por el Sena, perderse en el fragor de
la calle comercial, olvidarse del mundo
en las mil galerías con toda la pintura
posible o presentarse en casa de Madaquedaría sin la única arista que le
sobra para ser aceptable, para vestirse
de la brillantez y de la evidencia ne
cesarias.
Mas lo que aquí vemos, en estas ro
tundas fotografías, es un París despo
blado y fantasmal, sin un alma, con
toda la faz de k> ciudad a secas, la
cáscara que envuelve a París, esa co
raza de grises que dió luz a gran parte
de la pintura contemporánea. Y ahora
vemos todo lo que tiene de inmenso
decorado, al ver este escenario vacío,
silencioso, fantástico.
Tan repintado, tan distribuido, tan
increíblemente disparatado, tocado y'
retocado por las manos de hombre, has
ta tener sus ventanas, sus chimeneas,
sus techos, una forma como de traje
sin planchar que guarda la forma de
su dueño, que parece adoptar su misma
piel, y sostenerse sobre sus mismos
huesos directamente. Esas callejuelas,
esas azoteas, parecen tener cada una
su respiración, su fiebre, su ambición
propias. Y cada metro de pared, en
cada frente, podría llevar de pronto su
bastón y su sombrero y salir a tomar
su "perno”.
En el gran teatro del mundo es París
el coliseo mayor, el definitivo; todo lo
demás son heroicos arrabales, en los
que el sueño de los hombres afila sus
armas, prepara sus energías, estudia sus
fuerzas para lanzarse a la gran prue
ba, en la noche del estreno mortal.
Y mientras tanto, por debajo, detrás
de esas paredes, en el fondo de esos
tugurios, un hormiguero laborioso y op
timista, el París trabajador, encarcela
do como en cualquiera otra ciudad, da
la batalla permanente de la continui
dad. El París que se levanta a las cin
co de la mañana para alimentar al
París que se ha desvelado. El París
de la Comuna, y el de la Resistencia.
Sencillo, lúcido, ágil, sano. El París
que soporta la gran columna y limpia
el gran leprosario sin contagiarse. La
ciudad donde se hace más viviente la
palabra libertad.
Ninguna otra hubiera perdonado a
los grandes, a sus grandes, a Verlaine
y a Rimbaud, a Baudelaire y a Nerval,
esa implacable mirada, esa fría palabra,
esa cortante manera de establecer lí
mites a la fatuidad, a la ignorancia,
a la pedantería. Bajo sus inmensas
alas nacieron las águilas de Hugo, muy
ciudadanas si se quiere, pero con cuán
ta grandeza. Y esas águilas fueron cui
dadas, criadas por toda la ciudad.
Pero aquello estaba aún más cerca
de lo esperado, de lo que podía enten
der la portera y la midinette, de lo
que podía digerir como cosa corriente
el misterioso y vulgar señor de la bo
hardilla. Lo que ya no podía entender
de buenas a primeras toda esa gente,
incluido el robusto y sonrosado gendar
me, tan dispuesto a entender todo cuan
to sea cultura, es la acrobacia de los
ismos, la disparatada creación del arte
moderno. Y no lo entendió, pero supo
encontrar el respeto justo, cuanto más
apenas matizado con cierto aire de sos
pecha que no pasó nunca del chiste
benévolo, ese chiste que es más bien
un modo de alentar, de aplaudir, de
consagrar.
Después de todo, más monstruoso que
el cubismo y que el surrealismo, es
morirse de hambre. Y en París, gran
ventaja aunque no lo parezca, se pue
me X con el único traje de que dispone.
En fin, puede encontrar —gran lujo—
su cueva, su basurero, esa cueva que
le prohíben en su patria, en su ciudad,
en su casa.
Todo ese aire de basurero, de cemen
terio, de viejo bazar arruinado, es lo
que aparece más a primera vista en es
tas fotografías. Con los barrios más
recordados por el extranjero y por los
"artiste-peintre”. Barrios en que los
techos parecen darse la mano de acera
a acera, en que las calles son algo así
como un interior o un desván despan
zurrado del que hayan salido los anti
guos grabados, las ropas legendarias, los
mapas amontonados, los libros sin tapa,
los personajes de las lejanas cartas de
amor. Salir a la calle en una ciudad
así, es salir al mundo, a encontrarse con
la gente, no a huir de ella, a descubrir
la novela del día en la mirada, en el
andar, en la indecisión o en la furia
del transeúnte. Perderse en la marea
humana, entre las parejas que andan
por las aceras o por el medio de la
calle con las mismas leyes amorosas
que en las plazas o en el portal oscuro
de otras ciudades.
En esas calles en donde todo sale con
libertad, el grito y el susurro, la carre
ra y la ensoñación. Porque en esas ca
lles se sabe que el hombre es así, y que
la locura o el dolor, la risa o la miseria,
la extravagancia o la afectación, tam
bién forman parte de su ser. — Felipe
Arcos Ruiz.
AT. de la R. — Las fotografías que ilustran
este artículo, corresponden a maquettes hechas
en arciTla por el decorador George Alexander.
Actualmente las tiene en su estudio de Los
Angeles, después de haberlas rescatado cuando
los alemanes ocuparon París.
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LA IMPRENTA LOPEZ
es la prim era organización creada en HispanoA m énca dedicada exclusivamente a la impresión
de libros. Su participación en la creación de la indus
tria editorial argentina ha sido decisiva. Su nombre
como impresores, unido a l de los editores, marca una
etapa culminante en la historia del libro argentino.
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en conjunción maravillosa realizan el milagro de
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A l ser vi cio del libro
P E R U 666
•
B U E N O S AIRES
Entierro de red. 1945.
hombres cuya obra brinda de
un solo golpe a su país, y a su
siglo, una apariencia de alta civiliza
ción. Sus vidas revelan un símbolo
que se sitúa fuera de las medidas ha
bituales, rebasa los límites del tiempo y
de las costumbres y, saliendo fuera de
la órbita de sus comarcas, alcanza el
centro mismo de la universalidad.
¡ Portinari! Se recuerda solamente
en algunos estudios de Montpamasse
a un hombrecito de llameante mirada,
cuya modestia y buena voluntad, sólo
hacían presagiar débilmente su futura
grandeza. Era pobre, aplicado en el
trabajo, como los alumnos estudiosos
a quienes la gloria de los maestros de
antaño impresiona hasta sofocarlos. Y
quizá, si hubiese continuado viviendo
H
at
duros años de su infancia, pasados en
la tarea de desenmarañar la floresta
brasileña.
Nació a fines del siglo pasado, en el
norte del estado de San Pablo, en una
aldea que también acababa de nacer, y
que lleva un nombre polaco: Brodowski.
Su padre, algunos años antes, había
abandonado Italia impulsado por la
miseria, acompañado por su esposa y
por el humilde envoltorio del inmi
grante. ¡De Florencia a Brodowski, al
límite extremo de la civilización!
..." M e han hecho ir a los Estados
Unidos —dice el artista— pero no he
querido quedarme allí. Todo el mundo
es muy gentil, muy camarada, pero
falta algo . . . ”
"De tiempo en tiempo —agrega—
He sido nombrado profesor de la Uni
versidad, y he podido formar alumnos.
Hoy en día los impresionistas y sus
actuales sucesores tienen cierta influen
cia.”
Portinari me describe sus grandes
obras, frescos murales, ejecutados en
el Ministerio de Educación, y la deco
ración de algunas salas del Congreso
de Wáshington, y me muestra sus úl
timas telas que han hecho proferir
"rugidos a los señores del gobierno por
que no halagan su vanidad de admi
radores”. Son tres grandes cuadros que
representan el éxodo de los campesinos
del Norte expulsados de sus tierras por
la sequía. Figuras alucinantes que ale
jan hasta el infinito las posibilidades
emotivas de los seres, que resumen y
VISITA A
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LOS JAVANESES
La novela del apatrida, del hombre sin pasaporte, sin documentos, sin
número en los registros.de las patrias oficiales. De prosa descarnada
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debida a la pluma del ex embajador argentino en el Japón. Un aná
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CANDIDO PORTINARI
Por F R A N C I S B R A G U E
entre esos fantasmas, la gran fuerza
latente en su persona jamás hubiera
osado despertarse.
Al regresar a su país natal, a esa
tierra ardiente de naturaleza exube
rante y pérfida, de desmesuradas di
mensiones, Portinari supo desligarse de
los prejuicios que lo sujetaban. Había
asimilado en sus estudios parisienses la
pasión por el espíritu, el sentido de
lo humano desarrollado al extremo.
Me ha x’ecibido en Río de Janeiro,
en su casa, situada entre hermosos jar
dines a mitad de camino entre el mar
y la montaña. Ese falansterio, tan cer
cano a los rascacielos y al artificial
agrupamiento de riquezas materiales,
es un refugio para el espíritu, un re
tiro, una catedral. Portinari no ha ido
nunca más allá de su terraza, sobre la
que se abren las inmensas bahías de su
taller. Sólo es absorbido
por su trabajo, su fer
viente búsqueda de lo
que el hombre tiene de
esencial.
¡Qué lejos está de ser
un Utrillo poseído por la
licencia! ¡Con cu á n ta
gravedad, cuánta amoro
sa constancia, encara los
problemas del arte y de
la vida! Se siente esto
en el primer contacto, en
su primera mirada que
nos dirige mientras nos
estrecha la mano, con su
so n r isa tan llena de
amabilidad, donde un
pliegue de - sus labios
mantiene siempre en re
serva una mueca de buen
humor y gracia. Ni la
seriedad del pedante, ni
la manera del necio. Po
see algo real, puro, que
atraviesa como soplo ma
rino esa capital donde lo
ficticio tiene curso de
masiado fácil.
Portinari nunca podrá
olvidar, sin duda, los
siento también la necesidad de regresar
a mi aldea natal, de volver a ver mis
árboles y mi casa familiar.”
Sus padres siguen viviendo en el
Brasil, orgullosos y maravillados de su
hijo, cuya brillante carrera les hace
olvidar sufrimientos pasados.
Portinari me habla ahora de su arte:
"He traído aquí las teorías de París,
pero en América tienen la manía de
querer hacerlo todo distinto. El arte
es universal. Ante todo es necesario
«hacer» bien. El tema y el procedi
miento sólo tienen una importancia se
cundaria.”
"El arte moderno ha dado comienzo
aquí con el expresionismo alemán, pero
esa escuela no ha tenido alumnos. La
escuela de París en cambio, la que he
traído en 1930, ha sido ante todo muy
atacada, pero he obtenido algún éxito.
Niño muerto. 1944.
m u ltip lic a n el sufrimiento humano,
grabándolo en la retina como al hierro
candente. Si el arte es universal, no
lo es menos la miseria.
¡ Qué sentido notable de la miseria
posee este hombre! No se crea que sus
personajes provocan lástima mediante
una exposición de lo horrible, un pro
cedimiento fácil de Gran Guignol.
No, el menor rasgo de estos semblantes,
el más secreto de los gestos de estas
manos, el harapo más disimulado, son
auténticos y vivos.
He a q u í la v a n d e r a s a las que
sólo les vemos sus cabellos y sus
enormes manos, que friegan la ro
pa. j, Qué se gastará antes: la tela
de algodón o los dedos enrojecidos
por el agua, o la fuerza de estas
esclavas que ya nad a tie n e n de
femenino? ¡Mirad esos movimientos!
¡ Mirad esa vida que se
desgasta!
"Cuando caen —me di
ce Portinari—, es para
morir. Son las lavande
ras de mi aldea, que la
van y friegan toda su
vida. Allá, cuando al
guien muere, suele de
cirse: —E se es feliz:
ahora podrá descansar.
C om prenden perfecta
mente en qué estado se
encuentran, pero lo peor
es que no se rebelan.”
"Entonces uno se sien
te culpable, se siente
responsable de su pobre
za. Toda mi juventud
ha tran scu rrid o entre
esas gentes que son mis
hermanos, mis semejan
tes. Lo único que puedo
hacer por ellos es tratar
de traducir sus gritos,
sus llantos, en un len
guaje que los poderes
p ú b lic o s puedan com
prender.”
( E x c l u s i v o de A.F.P.
para "Cabalgata".)
�AJEDREZ
AJEDREZ
h) Esto pierde inmediatamente, pero ya es
difícil encontrar una defensa adecuada.
Por Francisco Benito
i) Si 21. D2AR T8D j. 22. A1A A7T j.
ganando la Dama.
Notas de L. Szabo.
Presentamos hoy otra partida del maestro
húngaro L. Siabo, que tan brillantemente actuó
en el reciente torneo de GronmKcn. Los comen
tarios de esta partida corresponden al mismo
Saabo y están traducidos de la revista “The
Australasian Chess Review" (Revista de Aje
drez de Australia) del año 1940.
IIn empate que debió ser victoria
Veamos el siguiente diagrama; d famoso ju
gador francés D. Janowski alcanzó una posi
ción ganadora contra uno de los mejores maes
tros que jamás baya tenido d mundo: C.
Schlechter. Tres años después (1910), Schlechter empató un match con el entonces campeón
del mundo Emanuel Lasker en un memorable
encuentro por d campeonato, y únicamente la
estipulación de aqud match que pedia un score
favorable al desafiante, dejó d título en manos
dd gran Lasker.
Partida IV? 2
Campeonato húngaro 1935
Peón Dama - Defensa Eslava
L- Szabo
A. Becker
1.
2.
3Í
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
P4D
P4AD
C3AR
C3A
P4TD
P3R
AxP
0 -0
1>2R
T lD
P3T d)
C2TD
PxP
C4D
CxC g)
DxT
P4CD ver diagrama
En esta posición ganaron las Blancas por la
siguiente magnifica combinación.
P4D
P3AD
C3AR
PxP a)
A4A
P3R b)
A5CD
Ostende 1907
Negras: D. J a n o w s k i
OO
1. C6C j.
2. PxP j.
Lo mejor.
3. T 8A ! I
T7A, qne parece muy fuerte, pierde. Las N e
gras juegan TxA 4. T xP j. RxT 5. D7A j.
R3T 6. D7T j. R4C 7. T3C j. DxT 8. AxD
P7C y ganan.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
TxA
T8A
TxC ll
T8AÜ
D2R
D4A j.
R lT
D4TR 11
T8T j.
AxT
D6R j.
R1T
TxT
DxP j.
RlC
RIA
D7T j.
DxP j.
RlR
R lD
IDA j.
A6A j. y mate en la próxima
jugada.
Una producción realmente hermosa.
Concurso de soluciones
P4A c)
D2R
C5R e)
A4T!
C3AD! f)
Proseguimos hoy nuestro concurso con 2 pro
blemas en tres jugadas. Las bases del concur
so y los problemas Ne 1 y 2 se encontrarán
en el número 1 de CABALGATA.
TRlD
Problema N° 3
G.
Wmw-
H eathcote
Chess Idylls 1918
llo cuanto ingenuo de despenar enemigosdelgrangrangronReich.
Pero dejemos ahí ese asunto, ya en
tan buenas y concienzudas manos, y
como esto es una revista de letras y
artes, echémosle por nuestra parte una
miradita al castigo literario y artístico
que le están infligiendo al pueblo ale
mán sus cultos vencedores.
De salida, y en justa corresponden
cia con las costumbres rateriles de los
ex proceres y conductores germanos,
dados al robo de buenas pinturas, los
ocupantes no sólo devuelven lo que
aquéllos se llevaron sino que arrean
con otros de propina. Y así gran nú
mero de joyas de la pintura alemana,
pagando justos por pecadores, van y
vienen sin descanso cruzando continen
tes y surcando mares en viajes seguramente sin regreso posible. No es que
esté mal la cosa, pues para eso han
ganado unos y perdido los otros, pero
lo que ya no creemos sea tan positivo,
es la virtud educativa de semejante
procedimiento, 'pues ante él, el antiguo
robador puede pensar perfectamente
que no estaba tan equivocado al hacer
aquello cuando podía ya que éstos lo
hacen ahora que pueden.
Mas no se crean que esto es nada
nuevo y que han sido los pobres nazis
quienes inventaron semejante manera
de proceder. Desgraciadamente para es
tos sujetos, la imaginación y capacidad
A2A h)
T lD
D5T!
AxPR
D6C
D7T j.
A6C
a) La Defensa Eslava fué desde algún tiem
po mi apertura favorita; con ella tenia algún
éxito, sobre todo porque mis adversarios casi
siempre trataron de eiudir las lineas usuales.
b) La posibilidad 6 . . . C3T seguido por
C5CD para tomar posesión de esta casilla de
bilitada por las Blancas, les da a las Negras
un juego un poco restringido. Este Caballo no
toma parte para prevenir P4R.
c) Actualmente esta jugada está considerada
un error, pero la continuación exacta 10. C2T
A4T 11. P xP C3A 12 .T lD D2R 13. C4D!
T R lD 14. P4CDÜ A2A (CxP 15. A2D)
15. P5T manteniendo al peón ganado, era des
conocida hasta la partida Ragosin-Flohr, Mos
cú, 1936.
d) Todavía ahora 11. PxP!. Como i confesó
el Prof. Becker después de la partida, temía
la continuación 11. P4R A5C.
e) Esto evita P 4R !
Negras:
P4TD (5).
R4AR,
D lT D ;
P2TD,
P3CD.
Problema N° 4
E. Z f.p l e r
3° menc. hon.
Dresdner Anzeiger 1932
Blancas:
R5CR, D5CD, A lT R ,
C6AR, P3R, P3CR, P7TR (8).
Negras:
R7AR, P7TD, P3CR
ClTD,
(3).
EN LA EXPOSICIÓN
LA T O R R E
D E RABEL
— Como debo salir de viaje, me excu
sará usted si no puedo asistir a su en
tierro.
de invención no cuenta entre las virtu
des del hombrerubioqueamaymata. La
mayoría de los museos del mundo, ex
cepto honrosísimas excepciones, se han
nutrido en su más grande parte, median
te el procedimiento Goebels-Goering.
Y lo que es peor todavía, los azares de
la suerte han hecho que numerosísimas
obras de todos conocidas, lleven el nom
bre del llamado coleccionista en vez del
autor que las creara. Así ocurre con los
famosos mármoles Elgin, que, arreba
tados, ignoramos cómo, por el distin
guido gentleman de dicho apellido, de
las ilustres ruinas del Partenón, sobre
perder el nombre algo más ilustre de
Fidias, se mueren ahora de tristeza en
una sala del Museo Británico, añorando
bajo la plúmbea bruma londinense el
heroico sol de la Acrópolis. Y lo mismo
ocurre con el Altar de Pérgamo, la Ve
nus de Milo y la Victoria de Samotracia. Bien está arrebatárselas a los
rateros teutones pero mejor estaría ha
cer justicia de una vez para siempre
y devolver todas estas obras, a la Acró
polis, Pérgamo, Milo y Samos. Sería
una manera artística de empezar a po-
icen
por ahí que el ladrón efee
D que todos son de su condición y
uno de los principales fines de la jus
Dijo Unamuno refiriéndose a aquel mal profesor de Derecho Romano que había im
puesto como texto a sus alumnos la monumental “Historia de Roma” de Mommsen:
“Ese hombre tiene la virtud de enseñar lo que no sabe” ... .
*
EL VIEJO CORONEL
Entusiasmado el viejo coronel por la marcialidad y apostura de la enfermera,
exclamó con voz emocionada:
—¡Qué regimiento más hermoso sería el mío si todos estuvieran formados como
usted!
^
P u blica la s g ra n d es
novelas contemporáneas
MARTIN EDEN — Jack London
Considerada por los críticos como su obra
maestra, “ Martín Edén” es a ia vez la
autobiografía del autor. La vida múltiple,
azarosa, llena de peligros, tal como la que
viviera Jack London, además del proceso
de su desarrollo intelectual hasta el triun
fo de su vocación de escritor, están re
flejados en esta novela de vehementes pa
siones y sutil ir o n ía ......................... $ 6,50
LA COLINA FEBRUARY — Vic
toria Lincoln
Una familia excéntrica y de turbias ma
neras de vivir; mujeres de vida alegre,
capaces de la mayor ternura y de los
más imprevistos vueicos del alma, son los
elementos humanos de esta singular his
toria, cuya aparición afirmó definitiva
mente el nombre de Victoria Lincoln en
el concierto de la rica novelística* ame
ricana .................................................. $ 5.—
EL HALCON MALTES — Dashiell
Hammett.
Obra maestra en su género, consagratU
como gran éxito editorial y cinematográ
fico, ocupa en el dominio de la ficción
el lugar reservado a las creaciones des
collantes, pues, como señala un crítico
norteamericano, es la única creación de
intriga policial que ocupa un puesto de
primer orden en el campo de la novela
p s ic o ló g ic a ............................................ $ 4,50
EL BUEN SOLDADO SCHWEIK
— Jaroslav Hasek
Un libro que sacudió a Europa con la
fuerza de su sátira. Una novela trágica
y humorística a la vez, cuyo éxito mun
dial hacía imperiosa esta traducción cas
tellana . . . . . .
$ 6,50
UN ALDEANO DE GEORGIA —
Leo Kiacheli
Por N . E.
UNAMUNO
0
La sociedad destruida por la locura del
hombre y el drama del hombre destruido
por la locura de la sociedad. La falacia
de los principios morales falseados y de
las ideas corrompidas de una generación
que dejó las aulas por las trincheras y
que luego se encontró sin aulas, sin amor
y sin p a z ............................................$ 4.—
Blancas: R2CD, D1CD, T8AR, A2D, A7AR,
C4R, P5R, P3TR, P5TR (9).
Mate en tres jugadas
— ¿Qué es lo que yo tengo de extraordinario?
£
FABIAN, Historia de nn Moralis
ta — Erich Kastner
De un torneo del Club de Ajedrez Karlsbad
Negras; A. S c h w a l b
f) Retomar al Peón con el Caballo o la Dama
es malo. En el primer caso 14. P4CD gana
una pieza. En el otro caso 14. P4'CD AxP
15. CxA DxC 16. A3T gana la calidad.
g) La diferencia entre esta posición y la
resultante de la partida Ragosin-Flohr es que
después de 15. P4CD CxP, las Blancas no
pueden jugar 16. A2D por la posición del C
en 5R. Con la jugada del texto las Blancas
quieren devoiver al Peón, pero era preferible
tomar al Alfil.
£
El realismo poderoso con que el autor des
cribe el ambiente revolucionario mexicano
y su ejecución magistral, hacen que el
iector reeorra las páginas de este libro
con esa constante espectación e interés
que sólo logran suscitar los grandes crea
dores de la literatura . . . .
$ 3,50
Combinaciones y errores inmortales
Bajo esta denominación nos proponemos pu
blicar periódicamente posiciones y finales de
partida que merecen ser conocidos por todo
amante de nuestro querido juego por su belleza
y por la enseñanza que invariablemente en
trañan.
Para que d lector pueda saborear mejor estas
posiciones, las daremos no como problemas, sino
ya con las anotaciones necesarias. De esta ma
nera formarán un conjunto que aconsejamos
coleccionar al aficionado.
*
EL MEXICANO -—Jack London
Pero Janowski no supo ganar. Jugó T8D j.
y la partida resultó empatada. Si hubiera
jugado P5A!, las Blancas no hubieran tenido
otra alternativa que T4C. Avanza el Peón a
6A, a lo que las Blancas se hubieran rendido
probablemente, porque después de algunos ja
ques infructuosos, el Monarca negro se escapa
y ya no hay salvación contra T7T j. seguido
de P7A j.
Posición después de la jugada 17 de las
Blancas
18. P3A
19. D2A
20. PxC
21. D2R i)
22. A2D
23. RIA
Abandonan.
PxC
RlC
(¡^cabalgata
ticia de tejas abajo, consiste, precisa
mente, en demostrarle que afortunada
mente su condición suele ser una
excepción más o menos numerosa de la
regla. Hemos visto, tomando el ejem
plo más alto como término de compa
ración, cómo las potencias vencedoras
se esforzaron en el crecidísimo jui
cio de Nuremberg, y mediante todo
el aparato de juridicidad necesario, en
convencer a los criminales de guerra
nazis, de que si les van a sacar de este
mundo, para bien de todos y futuro
descanso de madres, esposas e, hijos, no
lo hacen de la expeditiva e ilegal ma
nera empleada por aquellos, sino con
todas las de la ley. Con esto se preten
de subrayar las ventajas de la cultura
sobre la barbarie, al par. que demos
trar públicamente el triunfo del bueno
y el castigo del malo.
No será ésta, seguramente, 1%opinión
de los condenados, a quienes por otra
parte les basta y les sobra con saber que
han perdido, para tener que aguantar
se. Seguramente considerarán hipocresía
lo que los otros califican de juridici
dad, reservándose por su parte el cali
ficativo de franquezavitaldelhombrerubio, expresióntriunfantedelalegretrabajodematar, u otro cualquiera vocablo
trabalenguas-kilométrico para su. senci
— Tengo otro manual de autosugestión
que es también muy interesante.
ner cada cosa en su lugar al par que
un lugar para cada cosa, como dicen
los hombres de negocios de por allá.
Sin embargo, el sentido urraqueseo
de almacenar cosas inútiles e inaprove
chables —o desaprovechar cosas útiles,
que viene a ser lo mismo—, caracterís
tica esencial de arqueólogos, coleccio
nistas y otras aves de rapiña, es algo
de fácil exportación y que ha aclimata
do perfectamente en el nuevo mundo.
El caso es tener mucho de todo, y así
se ha llegado a conseguir la denomina
da Venus arcaica de Chicago, la Ma
donna de Boston y el Felipe IV Huntington, títulos bastante graciosos aun
que justificados porque sus actuales
poseedores pagaron a buen precio las
escasas briznas de cultura y tradición
que lograron conseguir.
Un personaje típicamente caucasiano y
de noble humanidad que gana inmediata
mente ia simpatía y admiración del lec
tor. es el protagonista de esta novela
que mereció, por su calidad, ser distin
guida con el Premio Stalin
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JA U M A N D R E U
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CABALGATA
ha sección Modas de CABALGATA cuenta desde hoy con la colaboración del dis
tinguido modisto Francisco Jaumandrev, quien la orientará técnicamente. Con figurines
propios, y selección de figurines de los modistos más destacados internacionalmente,
Jaumandreu hará que la sección Modas de CABALGATA responda a los más exi
gentes deseos de nuestras lectoras, que así podrán encontrar en sus páginas, gracias
al asesoramiento y colaboración del famoso modisto argentino, los consejos, infor
maciones y sugerencias de uno de los más famosos creadores de la moda en la
Argentina.
Una prenda insustituible: El Tailleur Negro
Tanto en primavera como en otoño e invierno, el clásico
dos piezas de lanilla negra, de solapa inglesa o largo cuello
“smoking”, de chaqueta un poco larga sobre recta falda de
cintura alta y estrecha, es la prenda que no debe faltar en el
guardarropa de ninguna mujer que se precie de ser, al mismo
tiempo, práctica y elegante, pues la enorme variación de blu
sas y accesorios que permite, le hacen ideal para lucir en las
horas y ocasiones más diversas.
A la mañana, por ejemplo, con una simple blusa de corte
chemisier, en tusor o crepé opaco, blanco, celeste, rosa o ama
rillo, con una boina o una sobria cloche, con cartera colgante y zapatos “trotteur”
en charol o cabritilla, constituirá un verdadero conjunto sport que realzará la dis
tinción de quien lo luzca; mientras que a la tarde' para la hora del té o aún del
coktail, será ideal acompañado de blusa de broderie o crepe de corte bonito, de zapa
tos y bolso de antílope y de sombrero un tanto lujoso, ya sea en tipo canotier, gran
boina de terciopelo o toca; a la noche, en cambio, un tocado muy chic en plumas,
o flores y tules, según la estación; chaleco o blusa sin mangas y gran escote en raso
o brocato blanco, oro o fucsia, y guantes al tono, complementarán su elegancia ha
ciéndole muy recomendable para lucir en el teatro, la boite o el “petit dinner”. Con
el agregado de que pocas prendas como él se prestan, por su sobriedad, que afina y
embellece la silueta, a la figura y el rápido tren de nuestras mujeres.
Lo que dicen los grandes modistos franceses
tsruyere: Del vestido de voile, a la “robe d’hotesse” yo he realizado esta tempo
rada una silueta nueva. Silueta de espaldas amplias, de busto breve y de largas
mangas; también he variado muchísimo el corte de las chaquetas de mis “taillenrs”
que se llevan sobre faldas bien amplias, cuya amplitud se
obtiene por el trabajo de sus paños realizados al bies y a
derecho hilo.
Para la mañana he concebido simples robes negras y azul
marino, graciosamente aclaradas con blanco o . adornadas con
ligeros bordados como “broderie”.
Para la tarde, robes y “tailleurs” en imprimé?, estampados
de coloridos nuevos, yendo desde el blanco azucarado y del
“café americano” al “tete de noir”.
Para la noche propongo vestidos de “pequeña comida” cor
tos, combinando taffetas y tul o aun tafettas y estampados.
Renunciando a los sombreros rebuscados, mi preferencia va
esta primavera a los tocados de flores, realizados como tur
bantes, que acompañan tan bien la silueta moderna.
Mad. Carpenticr dice, en cambio: Más bien que insistir en
el juego fácil de la ornamentación, me he esforzado en la crea
ción de una línea joven, limpia, escultural, de caer nob'.e y
lógico, pensando que nada es más armonioso que un cuerpo
donde la gracia se adivina bajo el vestido.
Adopto esta línea de hombros naturales, de talle muy alar
gado, de caderas suavemente redondeadas, también para mis “tailleurs”, que
juegan en mi colección un papel importante y que, con blusas románticas,
los feminice aun más que mis vestidos de mañana o mis conjuntos de tarde
y de comida íntima.
Molineux: Más que nunca una técnica rigurosa y un minucioso trabajo de
las telas se imponen para crear modelos, que, si bien aparentemente simples,
no por eso dejan de ser cuidadosamente estudiados.
Ellos constituyen, en mi opinión, la verdadera elegancia. Proscribiendo todo
lo que tiende a destruir las armoniosas proporciones de la mujer, trato de dis
minuir la “cuadratura” de los hombros y, por un juego de cortes, afino el
talle al máximo.
Como siempre, “tailleurs” y redingotes juegan en mi colección un rol pri
mordial; los “tailleurs” de Inspiración clásica son acompañados de blusas y
chalecos primaverales, alegres y juveniles.
Paquin: Hoy más que nunca yo pruebo una moda en detalles, en refina
mientos de corte que me permiten lograr en su máximo el deseo de las mujeres
elegantes: una moda armoniosa. Armonía de la silueta que destaca la línea
del cuerpo; armonía de colores que logran las combinaciones más inesperadas.
Jaumandreu: T a ille u r, en
g a b a rd in a de seda g ris c la
ro . D e la co stu ra d e u n
costad o d el saco, b a n d a
d ra p e a d a en fava c u a d ri
llé n e g ro , v erd e y b la n c o ,
q u e sim u la n d o c e rr a r el
saco al p a s a r p o r o ja le s
e n el ta lle, se co n tin ú a
lu eg o en g ra n m o ñ o so b re
el co stad o o p u esto . S o m
b re ro de p a ja n a tu r a l, con
d e ta lle e n el m ism o c u a
d rillé .
Q s'UtVivíxÍ!—
Ofrece para la presente estación
una gran colección de conjuntos
en carteras y zapatos, realizados
en finos materiales, y terminados
a mano.
0 \Á/^i/v%cxQ--
Alrededor de las colecciones
Hay en la eterna renovación de la moda femenina algo de sorprendente y
de misterioso que hace que uno no sepa jamás qué admirar más, si el poder
creador de los modelitos, ya sean franceses, americanos o argentinos, o la faci
lidad de adaptación de la mujer.
La moda se puede inspirar en tantas épocas, en tantos estilos, que no nos
muestra jamás lo mismo; la silueta es diferente, el “allure” es cambiante,
la línea del cuerpo mismo es enteramente modificada por las exigencias de los
modelos de cada temporada.
Esta primavera la silueta es enteramente juvenil y dinámica en razón de
una amplitud enorme de las faldas, del talle en su lugar normal, de los corsages que, aun permitiendo las variaciones más atrevidas, tienden siempre, ya
sean drapeados, alforzados, bordados o simples, a alargar la figura terminando
en pico u onda sobre la falda unos pocos centímetros abajo de la cintura;
pero, indudablemente, es en la línea de la cadera donde los creadores dan
vuelo a su fantas'a. Las líneas más rebuscadas, los bolsillos de formas más
variadas y los volados y drapeados más atrevidos, siempre en línea horizontal
exagerando enormemente la amplitud del contorno. Las mangas, en cambio, han
vuelto, tras sus extraordinariamente raros cortes del año pasado, a una gran
sobriedad, con una amplitud moderada de la espalda; justamente la necesaria
B o lero y fa ld a re c ta , en la n a to s ta d o ; b lusa celeste, en
g ru e so c re p e ; g a rg a n tilla d e p e rla s y zap ato s m a rró n
ro jiz o , fo r m a n u n e n c a n ta d o r c o n ju n to d e e n tre tie m p o .
para no romper bruscamente el movi
miento general del corsage.
Los géneros: En todas las grandes co
lecciones mostradas en la Ciudad Luz al
comenzar la primavera pasada y entre
las que ahora comienzan a pasarse en
las “maisons” porteñas, tusores, hilos, pi
qués y cuadrillés tienen la supremacía
para los modelos sport o de medio vestir
mientras que rosalbas y crepes, encajes y
broderies rivalizan en lo que a vestidos
de tarde y noche se refiere; y una no
vedad : este año trae el resurgimiento de
la gasa y la organza natural, tan fran
cesas ambas, para modelos de gran ves
tir, ya se trate de lujosos soirées o de
vaporosos vestidos cortos. En los colores
el blanco y el beige madera, el rosa ama
rillento y el celeste grisáceo se llevan la
palma, ya sea como colores básicos o como
elementos de raras combinaciones, entre
las euales la del celeste lavanda con el
verde agua es quizá la más bonita. Por
otra parte, al lado del “tailleur” clásico,
negro, gris o blanco, siempre tan elegante,
A
/
M odelo d e Paquin d e P a rís : P a ra los
d ías fresco s de p rim a v e ra y verano y
a u n p a ra u s a r com o p re n d a sport,
a c o m p a ñ a n d o p a n ta lo n e s o "sh o rts”,
este saco de g a b a rd in a b lan co , de lín ea sim p lísim a , q u e se p re n d e con
b o to n es d o rad o s. Los bolsillos con
g ra n d e s ta p a s p e sp u n te a d a s.
De Jaques Fath: C h aq u etó n en lan illa
azu l q u e fo rm a so b re los an ch o s h o m
b ro s plieg u es tran sv ersales, los cuales
al co n tin u a rse sobre el fa ld ó n co n sti
tuyen los b o lsillo s; sólo u n b o tó n , de
n á c a r b lanco, e n la p a rte alta del co r
sage c e rrad o , lig e ra m e n te cru zad o .
nos encontramos con “arreglos” maravi
llosos mediante la combinación de faldas
y chaquetas en los tonos más opuestos:
“bois de rose” y marrón, oro y negro,
verde y azul; y es que los coloridos tie
nen una importancia extrema y permiten
que cada elegante muestre su verdadera
personalidad a través de estudiados “en
sembles”.
Puede decirse que los accesorios no ha
cen totalmente la elegancia de una mujer,
pero hay algo que nadie podrá negarles,
y es que tienen el mérito de poner el
toque final de toda toilette, y son nece
sarias la reflexión y la inteligencia, y,
sobre todo, una suerte de intuición tal
en su elección, que sin ellos el resultado
obtenido puede ser exactamente contrario
del que se espera hallar. Así las echarpes
y pañuelos, los cinturones, los clips y
collares, que se usan enormes este año, los
brazaletes, los guantes y las carteras, los
zapatos y los sombreros, confieren a las
toilettes una nota tan especial que, a
través de ellos, nos encontramos con el
gusto y la distinción personales de cada
mujer.
S u n tuoso y p rim av eral "d e sh a b ilié ” , en gasa rosa, con
g ra n c in tu ró n en raso al to n o , m a te ria l de q u e se ha
realizad o adem ás el viso y las elegantes san d alias.
D e Marcel Rochas: V estido en grueso
tu s o r celeste en el q u e se d estacan las
m a n g as c o rta s y c ru z a d a s, arm ad as so
b re g ra n d e s h o m b re ra s. El talle, un
poco b a jo , d e ja n a c e r los pliegues de
la fa ld a a m p lísim a .
_■—
"1
m u pom
Presenta para la actual
temporada una gran
colección de mode
los exclusivos dise
ñados por verda
deros ar t i st as
en el difícil ar
te de bien
calza r.
^ J~\
cW O W
FLO RID A 148 A L 152
FLO RIDA 148 AL 152
INTERIOR
E n v ío s co n tra re e m b o ls o
Su p e d id o se ra fie lm e n te in te rp re ta d o
y re m itid o en e l d ía
IN T E R IO R
Envíos co n tra re e m b o lso
So p e d id o se rá fielm en te in te rp re ta d o
y rem itid o en e l d io
�MUSICA
E INFORMACION MUSICAL
FLORES
Por D A N I E L D E V O T O
Él*
CALIDAD
PARA
REGALOS
DISTINGUIDOS
.
____________
E L O G IO D E L A B U T A C A O C U P A D A
más de cien años, en 1844, el
doctor Francisco Cruz Cordero es
cribió en su “Discurso sobre la música”
que “el célebre Masoni, llamado por an
tonomasia el segundo Paganini, visitó
esta Capital y nuestras Provincias hace
algunos años”. Ignoramos qué éxito tuvo
Masoni con su tournée en carreta, pero
en este siglo de virtuosos por vía aérea
"esta Capital” es uno de los centros im
portantes de la actividad —casi diríamos
industria— musical del mundo. Pianistas,
violinistas, violoncelistas, cantantes, di
rectores de orquesta se suceden ininte
rrumpidamente en nuestro escenarios, ante
salas casi siempre repletas. ¿Conciertos de
Marisa Regules? No hay más localidades.
¿Conciertos sinfónicos de Juan José Cas-
H
ace
tro? No hay más localidades. ¿Conciertos
Ormandy-Brailovsky ? No hay más locali
dades. Podríamos continuar con diez nom
bres más, y las localidades seguirían
agotándose.
Es posible que no sea oro todo lo que
Tcluce, ni lo sean todos los que tañen la
cítara y el órgano, ni los que obstruyen
la b u tac a p a ra escucharlos. Ya sabemos
que hay quien oye a X. porque no puede
uno quedarse callado, cuando en lo de
IV. se hable de él. Que N. obtiene más
CALENDARIO
RETROSPECTIVO
RAMOS PARA NOVIA,
AZAHARES,
ORQUIDEAS, ROSAS...
Variedades en
CESTAS, BOLS,
FLOREROS,
PLATOS Y OBJETOS
DE ARTE
con
PLANTAS Y FLORES
FINAS
FL O R E S
ROSE MARIE
S A N T A FE 1 4 4 8 - 5 2
U. T . 41 - 9 8 3 5
1 En 1733, Jean Philippe Rameau es
trena Hippolytc et Aricic, su primera
ópera. El autor cumplía, apenas cin
cuenta años.
2 “Por la composición del Himno Pa
triótico Original a grande orquesta:
con violines, viola, flautas, fagotes,
trompas y contrabajo, como también
por la enseñanza de los niños canto
res: 100 pesos. Buenos Aires, octubre
2 de 1812. Blas Parcra.”
3 1833. Berlioz casa —por fin, para
qué— con Harriet Smithson.
4 1743. Muere en Londres Henry Ca
rey, autor del God save thc King.
5 Mal día para la música ágil, corre
diza, ligera. Muere, en 1880 Jacques
Offenbach; en 1915 ITsandizaga.
6 1600. Celebrando las bodas de Enri
que IV y María de Médicis se estrena
la Euridice de Peri,^ primera ópera
que se conserva.
7 1548: Bautismo de Juan Ginés Pé
rez, maestro de capilla y director de
la escuela de coros de Valencia de
1581 a 1595.
8 1820. Estreno de la Obertura .del
Freischütz de Weber, en Copenhague.
9
19081 Primera audición de la Prcmiére sonate para piano y violín de
Albert Roussel, en el Salón d’Automne, París.
10 1813. Nace, en Le Roncóle, Giuseppe
Verdi.
11 1938. Se celebra en París la milénima audición de Werther.
12 Antes del 12 de octubre de 1511
muere Joannes Tinctoris, compositor
y autor de tratados y de un voca
bulario musical.
13 1890. Estreno del Macbeth de Ricar
do Strauss, en Weimar.
14 1899. Muere en París Aristide Cavoillé Coll, organero, de una familia
de organeros, a los 88 años.
15 1905: estreno de La mcr, de Claudio
Debussv. Pierre Lalo escribió, en
I.c Temps: “Ni oigo,'ni veo, ni siento
el mar por ninguna parte.”
n
los Estados Unidos se han hecho
E extraordinariamente p o p u la re s los
conciertos musicales al aire libre, y este
año, después de la declinación del inte
rés público en los mismos, determinada
por la guerra, han vuelto a resurgir con
toda su animación y esplendor, caracte
rísticos de la época an
terior al conflicto bélico.
E sto s conciertos son
principalmente n o ta b le s
en dieciséis de las más
grandes ciudades norte
americanas, donde milla
res de personas se con
gregan en los bellos lu
gares de los alrededores
para escuchar la versión
de la música de los gran
des compositores ofre
cida por las principales
orquestas del país.
En Boston, la famosa
Orquesta Sinfónica que
dirige S erg io Koussevitzky actúa a orillas del
río Charles; en Washing
ton, la Orquesta Sinfó
nica Nacional, en una
barca flotante en las ri
beras del Potomac; en
Chicago, la Sinfónica, en
un pequeño valle situado
bussy que vale más ver una salida de
sol que o'r (entiéndase, en este caso,
“otra vez más todavía”) la Sinfonía Pas
tara!. No importa, que siempre habrá
quien la oiga por primera vez. Lo impor
tante, lo cierto, es que en Buenos Aires
se hace música, y las butacas se pagan y
se ocupan por la música (buena, exce
lente, regular o pésima). Bueno es poder
ir a conciertos, y hasta es bueno no ir,
por cualquiera de las infinitas razones
posibles, pero saber que están allí, que
no vivimos en una ciudad sorda, sórdida,
y que esas butacas ocupadas, que podrían
estar ocupadas por nosotros mismos, son
signo y razón de la espléndida corona
de músicas que la ciudad arroja al r'o
de sus días, incesantemente.
NOTICIAS
O ctu b re
Creaciones
Artísticas
® cabalgata
Marisa Regules.
aplausos que IL, no siempre por razones
ni por procedimientos musicales. Que se
va a escuchar a Z. y no a las composi
ciones que Z. toca —de lo cual Z. tiene
Juan José Castro.
en buena parte la culpa—. Que hay quien
va a un concierto por su capa de piel,
y quien va por lo que la capa lleva den
tro: no importa. Ni importa, tampoco,
que algún malhumorado piense con De
a 32 kilómetros de la ciudad; en Nueva
York, la Sinfónica Filarmónica, en el Lewisohn Stadium; en Denver, la Sinfónica
se presenta en un magnífico anfiteatro
rodeado de rocas rojas; y en Los Ange
les, la Orquesta Sinfónica ofrece sus con
ciertos en el Hollywood Bowl, situado en
***Este año la Sociedad Internacional
de Música Contemporánea celebrará en
Londres su primer festival desde la de
claración de la guerra.
***Pareee que es necesario ser un Kapell ( = musicalidad + técnica + juven
tud) para osar presentarse con primeras
audiciones: Prokofieff, Palmer, Persichetti... y no volver a moler por ené
sima vez el mismo vals de Chopin en
todos sus conciertos. Mucha buena mú
sica hay en los programas resobados de
ciertos “virtuosi”, pero “la música no es
siempre góndola”, como decía Cocteau.
Congratulémonos de la existencia de in
térpretes que también lo saben, como
Kapell1.
*** Llega de México, publicado por el
Fondo de Cultura Económica en su co
lección “Tierra Firme’’, un nutrido vo
lumen de Alejo Carpentier sobre “La'
música en Cuba”.
***Circula el número 12 de Buenos
Aires Musical, publicación quincenal dedi
cada a las actividades musicales argen
tinas.
**sAlbert Wolff estrenó. Les Orien
tales, para voces y orquesta, inspiradas
en poemas de Víctor Hugo, de nuestro
compatriota Carlos Suffern.
***E1 Collegium Musicum recientemente
creado en Buenos Aires ya ha realizado
un ciclo de ocho conciertos de órgano,
cuatro clases de extensión musical y un
concierto instrumental de música antigua.
***La Cooperativa Interamericana de
Compositores, dependiente del Insti.uto
Interamericano de Musicología de Mon
tevideo, inicia una nueva serie de edi
ciones musicales (publicaciones número
51 a 60).
*** Envin Lcuchter disertó en el Collegivm Musicum sobre la “Evolución de
la música occidental”. Sus dos clases,
dictadas el 2 y 3 de. septiembre, fueron
¡lustradas por los cantantes Martha Mai1lie y Juan José Adler, algunos instruí
mentistas y un pequeño coro.
las colinas próximas al Pacífico y cuya
capacidad es de 20.000 personas.
Cuando en la época de la primera gue
rra mundial se iniciaron estos eonciertós
al aire libre, algunos opinaron que había
que ofrecer al público música popular, por
cuanto la clásica no sería del agrado del
público de verano. Pero
se equivocaron, porque
la experiencia demostró
que Tchaikovsky, Wagner, Bach, S ib e liu s,
Glinka, Handel y otros
autores de su categoría,
eran los preferidos.
También se incluyen
en los programas de ve
rano composiciones de
músicos norteamericanos,
siendo George Gershwin
el caballo de batalla de
las principales orquestas,
en el aspecto nacional de
su programa.
Famosos cantantes de
renombre mundial, como
Marian Anderson, L ily
Pons, Gladys Swarthout,
James Melton, Paul Robeson, Helen Traubel, y
muchos otros, intervienen
frecuentemente en estos
programas.
SUCURSAL NUMERO 1
DE
LIBRERIA PERLADO
l Tna nueva librería abre sus
puertas en la avenida Corrien
tes. Es la sucursal número 1
de la tradicional Librería P er
lado, que así celebra sus trein
ta años de existencia.
Don Calixto Perlado, des
cendiente de libreros, consagró
su vida entera al negocio edito-
D on Calixto P erlado.
rial. Después de cumplir sus
estudios en la Escuela de Co
mercio de Madrid, colaboró con
sus abuelos y tíos en la hoy
centenaria Librería y Editorial
" H ern an d o”, matritense (ex
Perlado, Páez y Cía.), famosa
en todo el mundo. En 1911 se
radica en la Argentina, fun
dando cinco años después la
tan conocida L ibrería P erla
do, de la plaza Congreso.
Fomentó en gran medida las
relaciones bibliográficas hispanoargentinas, dando a conocer
en España, entre otras obras
de autores argentinos, "Ei Ca
minante”, novela de Héctor
Olivera Lavié, laureada con el
premio Municipal de 1922, y
"Ulises”, del celebrado escritor
Laureneena.
La producción editorial de
Perlado, realizada bajo la di
rección literaria del profesor
Feliz F. Corso, es abundante,
y en ella descuellan las colec
ciones "Biblioteca Clásica Uni
versal”, "Moderna Biblioteca
Universal” y "Biblioteca Clasi
ca Reservada”.
Como homenaje a la Argen
tina, al cumplir la casa sus
treinta años de existencia, pu
blica la extraordinaria obra del
saber español "Historia de les
Heterodoxos Españoles”, de
don Marcelino Menéndez y Pelayo, edición completa que ofre
ce por primera vez traducidos
los apéndices griegos y latinos.
Don Calixto Perlado, al ha
blarnos de la inauguración de
su primera sucursal pone mu
cho interés en encomiar la la
bor de sus colaboradores, espe
cialmente la de su jefe de ven
tas, señor Guillermo Dávalds,
cuya inteligente gestión y ex
traordinaria actividad facilitó
en grado sumo la tarea.
Hov Librería y E ditorial
P erlado, a través de su vasta
red de corresponsales europeos
y americanos, fomenta en gran
medida la difusión del libro ar
gentino. Recientemente hizo un
considerable envío a Suecia,
mercado del que se tienen las
más halagüeñas impresiones.
He aquí los títulos que inte
gran la Biblioteca Clásica I niversal, de la Editorial Perlado.
1-2. Gradan, "El Criticón”;
3. Quevedo, "Obras Satíricas y
Festivas”; 4. Kant, "Crítica de
la Razón Práctica” ; 5. Arci
preste de Hita, "Libro del
B uen A m or”; 6. Espinosa,
"Etica” ; 7. 'Tas Mejores Poe
sías de la Lengua Española”;
8-9. Diógenes Laercio, "Vidas
de Filósofos Ilustres”; 10. "Re
franero Español”; 11. Carlgle,
"Los Héroes” ; 12. J. de \ aldés, "Diálogo de la Lengua” ;
13 Esquilo, "Tragedias”; 14.
Autores Clásicos y Modernos,
"Pensamientos, Máximas y Re
flexiones”; 15. Sófocles, "Tra
gedias; 16-17-18. H e r o d o to ,
"Los Nueve Libros de la His
toria”.
Vista de la S u cu rsal N9 I de
L IB R E R ÍA y E D IT O R IA L
PE R L A D O
Rivadavia 1731
Sucursal: Corrientes 1545
(Abierto de noche hasta la i hora.)
Buenos Aires
�cabalgata®
stas
niñas llegan a nuestras manos, es un decir, porque hay unos señores que
se apoderan de las fotografías, las meten tranquila y rutinariamente en un
E
sobre, y escriben: Bellezas; y aquí las tenemos, que es otro decir.
Luego, pues ahí no acaba la cosa, hay que hacer algo, que es lo que estás
leyendo, caro lector, y que en jerga periodística se llama ponerle "pie” a estas
fotos. Y éste es el momento más triste de la vida de un periodista. ¿ Acaso
no tienen ellas pie suficiente, y adorable? ¿A qué ponerles nada si ya tienen
de sobra? i Y cómo encontrar palabras que no sean alarmantes para decir lo
que se nos ocurre ante semejantes milagros de la naturaleza? ¿No sería bas
tante decir: lector, estoy de acuerdo contigo, completamente de acuerdo, te
comprendo, nos comprendemos, la vida es injusta, un día haremos cualquier bar
baridad? De ese modo quedaría sugerido, algo que está prohibido decir, nunca
BELLEZAS
comprenderemos por qué. Acaso por
que todo en el mundo anda al reyés.
Miremos, pues, y callémonos, que es
un modo de dar a entender, sin que
nadie pueda impedirlo, lo mucho que
podríamos decir ante estas bellezas que
nos llegan ensobradas.
A nuestro lado, un ser macabro que
se llama crítico, nos susurra, temeroso
de nuestra reacción galante, que hay
mucho maquillaje, mucha crema, mucho
barniz. Que en conjunto serían más
cálidas sin tanta cosa. De acuerdo. Pero si así como están, las pobrecitas son
tan, digamos aceptables, 4qué pasaría si se cumplieran las exigencias del crítico,
de e?e ser feo, inteligente pero feo, que se llama crítico ? Olvidemos al monstruo
vecino e impertinente y contemplemos esta hermosura, con ojos de colegial que
acaba de ponerse de largo. Y sepamos, por una vez al menos, perder la cabeza
por algo que vale la pena. En fin, demos gritos, lloremos, quememos la oficina,
o dejémonos vagar por las aceras con aire de alelados a quienes nadie convencerá
de lo contrario.
\ busquemos fuerzas, haciendo de tripas corazón, para resignarnos a vivir
tan lejos, tan lejos de ellas que ya estamos suponiendo que son mentira.
¡Pero es verdad, lector curioso, créalo o no, es verdad, por cualquier lado que
se mire!
�D A N ZA
Graham: es la gran figura
en el escenario de la danza nor
teamericana actual.
Habíamos oído hablar de ella, cono
cíamos sus espléndidas fotografías, to
madas por Bárbara Morgan, aquí y
allí se repetían conceptos suyos sobre
el arte del movimiento.
Pero es necesario presenciar uno de
sus espectáculos para comprender lo
que representa en la historia de la
danza.
Después de dos meses de asistir a re
citales de solistas, dúos, tríos y grupos
se descubre que hay toda una juventud
(espiritualmente demasiado joven) que
crea danzas individuales directamente
como un producto de su influencia for
mal. Así como entre nosotros se copia
ba a rabiar el lirismo de los Sakharoff,
aquí cada chica dobla su codo en un
ángulo extraño, se arrastra por el sue
lo en forma muy complicada y preo
cupada y hace cosas muy inesperadas,
como declamar, cantar o apagar las
luces cuando esperábamos que empe
zara el baile.
Incluso todas las danzas de las come
dias musicales muestran su influencia.
Es el "momento Graham” de la dan
za, así como hubo un momento del ba
llet romántico, un momento Duncan o
un momento Wigman.
Y lo que nos resultó sorpresivo, o
acaso absurdo en algunas coreógrafns
que recién comienzan, lo volvimos a
encontrar en Martha Graham (a quien
vimos bailar mucho después), provisto
de todo su sentido, de toda su verdad.
La vemos de pie en mitad del esce
nario, con los brazos abiei’tos en una
cruz extraña, conectada por un momen
to con el conocimiento. Entonces su
forma de verdad viene a nosotros con
fuerza, con un poder de penetración
que no podemos ni intentar rechazar;
penetra en nosotros y la compartimos,
un poco a costa de nuestra belleza, pe
ro con una decisión que desconocíamos.
Es como si no hubiera espacio entre
su movimiento y nuestra respuesta, co
mo si el contacto se estableciera contra
toda protesta.
Así como reverenciamos un arte ea-
©cabalgata
artha
M
Martha Graham en " F r o n tie r” , o b ra su b titu la d a "A m e ric a n P ersp ectiv e o f th e p la in s ” .
agudos, cortantes, angulosos, crueles.
Feos para una estética costumbrista
—como pudieron serlo al principio los
cuadros de Picasso y la música de Stravinsky—, se descubre, lentamente, en
ellos una extraña belleza hecha de po
der y de convicción.
Es un combate entre el arte moder
no y nuestros prejuicios en que esta
mos vencidos desde el primer momento.
Martha Graham se supera cuando
entra a hurgar en lo trágicamente
irrealizado del alma humana actual.
Parecería que su lenguaje fué creado
para decirlo, para explicarlo. Si no
fuera una tan extraordinaria bailarina
se podría decir, paradójicamente, que
se la siente más de lo que se la mira.
De todas sus creaciones preferimos
"Muertes y entradas” (" ...é s ta es
una leyenda de la vida del corazón.
Hay una suspensión del tiempo y una
subsecuente intensificación de la expe
rien cia ...”) y "Oscura colina” ( " ..,
que concierne a la aventura de an
siar. . .”) que son las más poderosas y
perfectas obras de arte que he conocido
en el campo de la danza. Pero todas
las demás son también extraordinarias.
Sus sátiras son de una finura y pro
fundidad difíciles de superar, llenas de
valores formales y espirituales.
Uno de los puntos decisivos en la
fuerza artística del espectáculo, es la
indudable unidad espiritual que rige la
actuación de toda la compañía. Martha
Graham está sin duda detrás de cada
movimiento, puesto que los ha creado,
pero al mismo tiempo está encima del
total, se proyecta un poco en cada in
dividuo, como si sus almas contuvieran
un poco de la de ella.
Cada miembro del conjunto (perfec
tos individualmente como los del inol
vidable ballet Joosl tiene una función
definitiva, y cuando se ha visto todas
las obras, cada uno ha tenido también
una oportunidad.
Integran la compañía': Erck Havvkins, Merce Cunningham, May O’Donnell, Nina Fonaroff, Pearl Lang, Marjorie Mazia, Ethel Winter, Angela
Kennedy, Natanva Newmann, Mark
Ryder, David Zellmer, Douglas Wat-
NZA MODERNA EN NORTEAMERICA
MARTHA
paz de abrirnos las puertas a la ver
dad, diríamos que Martha Graham nos
arrastra violentamente a través de ellas,
queramos o no, entendamos o no, y
nos pone frente a una luz menos inma
terial, menos despojada de sus adjeti
vos pero que'es el reflejo vivo de nues
tra época.
Martha Graham ha dado quince reci
tales en Nueva York este invierno, con
su compañía, y dará todavía otros
quince, lo que es un verdadero récord,
incluso para Nueva York. Hemos vis
to siempre salas repletas, con gente de
pie en abundancia (aquí se venden
entradas de pie en casi todos los gran
des teatros) y los aplausos eran siem
pre calurosos y repetidos, con nunca
Martha Graham
en so extraordinaria interpretación de "Satyrie Festival Song”.
GRAHAM
menos de siete llamadas a escena y a
veces más de doce.
Pero Martha Graham no es grande
por su éxito clamoroso, sino como ex
presión de un sentido artístico humano.
Está de más decir que en pintura y
música los americanos son también más
modernistas que nosotros. Pero aun la
música y la pintura han viajado, por
contrasentido, mucho más velozmente
que la danza. Nada conocíamos que
pudiera dar una idea exacta de Martha
Graham. Ni siquiera se podía imagi
narla o preverla.
Nuestra danza moderna, tan en pa
ñales, ha conocido el espiritualismo y
el naturalismo, y hasta se ha peleado
bastante sobre cuál era "lo verdadero”
y si eran mejores los velos o el traje
severo. E indudablemente ninguna de
nosotras ha escapado al placer de "vo
lar” un poco por el escenario con un
vestido transparente sin más sentido
ni contenido que seguir la línea mu
sical.
Así. cuando se "descubre” a Martha
Graham se descubre por qué ninguna
de las dos formas anteriores era sa
tisfactoria en sí, se descubre que era
por eso que las mezclábamos, tratando
de llegar a n u e s t r o momento humano,
tal vez menos bello, tal vez demasiado
distinto a pesar de igualmente atormen
tado, para que la forma Wigman si
guiera siendo su expresión natural, pe
ro que era lo que tan intensamente
deseábamos decir.
Martha Graham ha creado la forma
de movimiento que satisface la necesi
dad actual de conectarse con la verdad.
Cuando se la ve por primera vez
danzar, se tiene un sentimiento azora
do, como de quien siente bruscamente
la pérdida de una cantidad de bienes
que parecían inamovibles.
Pero poco a poco se siente crecer en
uno la verdad, hay como una compren
sión física que se va apoderando del
espíritu y que si formalmente es la so
lución de los problemas anteriores, es
al mismo tiempo una afirmación en sí
misma, la afirmación de un momento
espiritual dentro de la historia del pen
samiento humano.
Es la suya una manera llena de mo
vimientos percutivos, de profundas
contracciones musculares, que no se
preocupa de la belleza de las líneas.
sino de su poder de proyección. Que
se sumerge totalmente en la abstracción
y consigue, a través de ella, emociones
de tal intensidad y pureza como para
decir que son, mientras duran sobre
el escenario, una manera de vida.
Los ritmos son para ella una especie
de juguete, hecho arma penetrante has
ta los huesos. Sus movimientos son
son, Helen McGehee, Yuriko, y co
mo artistas huéspedes Jane Dudley y
Jean Eardman.
Colaboradores artísticos: Aarón Co
pland, Paul Hindemith, Carlos Chávez, Luis Horst, Hunter Johnson, Paul
Nordoff, Arch Lauterer, Isamu Noguchi, Philip Stapp, Edythe Gilfond y
Jean Rosenthal.
Interpretando "Imperial Ceatiore” ;
coreografía j trajea de la minina Martha Graham.
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ENTREVISTA
CON JORGE D’URBANO VIAU
ante un caso poco frecuen
to: un librero con espíritu, culto,
fino, y con un gran amor al libro.
.Jorge D’ürbano Viau, juvenil, em
prendedor, es la vez que director de la
elegante librería de la calle Florida,
Secretario de la Cámara Argentina del
libro y Presidente de Club El Libro
del Mes. Y aun tiene tiempo para se
guir al día las grabaciones de música
y escribir sobre las mismas unos juicios
críticos que cuentan entre los más esti
mables. Por otra parte, el sello edito
rial Viau tiene bajo su dirección un
bien ganado prestigio. Hoy publicamos
sus respuestas a tres preguntas que de
un modo u otro preocupan a la indus
tria editorial argentina.
—¿ Cuál es el estado de los proble
mas editoriales entre los editores dé
América Latina y Norteamérica?
—En realidad —nos dice el señor
D’Urbano— puede afirmarse que no
existen problemas mayores entre los
dos grupos editoriales del continente
americano, por la sencilla razón de que
sus mercados correspondientes no se
tocan. Los que existen son problemas
de relación, no de influencia. Los edi
tores latinoamericanos compran dere
chos de traducción a los de los Estados
Unidos y éstos se los venden, a veces.
Sólo cuando en alguna ocasión una de
las partes tuvo la mala ocurrencia de
apartarse de su cauce natural, preten
diendo invadir el terreno de la otra,
se plantearon problemas graves por su
importancia y su agudez. La doctrina
del área idioniática, única valedera en
tre grupos de.distinto idioma, fué re
conocida como el argumento más se
vero contra la publicación de libros en
idioma español en países de otro idio
ma. Esta doctrina, fué oportunamen
te Reconocida por los editores norte
americanos que cortaron en sus co
mienzos el poco feliz intento de impri
mir libros en español en los Estados
E
stamos
Unidos. Confiamos en que continúen
en ese estado de espíritu, pues de él
dependen las buenas relaciones que en
la actualidad nos unen. En cuanto al
caso contrario, vale decir que los edi
tores de América Latina se propongan
inundar el mercado norteamericano con
libros publicados en su territorio en
idioma inglés, mi imaginación no es
tan frondosa como para imaginarlo.
—¿Cómo ve usted las relaciones en
tre autores y editores nacionales?
Jorge D’Urbano Viau.
—Causa verdadero estupor la igno
rancia con que algunos de los autores
nacionales tratan el problema de la
edición de sus libros. Según sus ex
presiones pareciera ser que el editor
tuviera una sola misión y un único
interés: no publicar libros de autores
argentinos. Dos reflexiones sobre el
tema:
a) No creo que haya en Argentina
una sola obra literaria de algún valor
que permanezca inédita después de ha
ber pasado por manos de editores.
b) Si los autores nacionales tuvie
ran idea de las sumas que los editores
han gastado en la edición de libros de
autores argentinos sin otra recompensa
que la íntima seguridad de haber co
laborado con ellos, les estarían agrade
cidos. o por lo menos debieran estarlo.
Sostener que los libros de autores
nacionales no se venden en la propor
ción debida porque los editores no se
esfuerzan en publicarlos con más fre
cuencia, es simplificar tanto el pro
blema como decir que los libros de au
tores nacionales no se venden porque
en general son malos. Una y otra se
rían apreciaciones erróneas. El pro
blema está por sobre autores y edito
res. Es un problema de mercado y de
falta de lectores que encontrará solu
ción en una bien orientada campaña
de revalorización del libro nacional, de
larga prédica y constante esfuerzo. No
es con medidas administrativas que se
obliga a la gente a leer tal o cual li
bro. Debo referirme otra vez a la Reu
nión de Chile pues allí se encontrará
el análisis más justo de este problema
y las soluciones que los editores aus
piciamos.
—¿No cree usted que el precio de
los libros editados en la Argentina es
demasiado alto?
. —El libro, como cualquier otra mer
cadería, no puede sustraerse al alza
general de los precios y a pesar de
ello el aumento en el precio de venta
de los libros es inferior al aumento de
los costes.
No conozco ninguna industria que
venda su producción al mismo precio
de hace siete años manteniendo la ca
lidad de sus productos. Sin embargo
todos conocemos colecciones argentinas
de libros que han mantenido sus pre
cios de antes de la guerra. Se dirá,
claro está, que antes se ganaba mucho.
Palo por lo que dices y palo por lo
que callas.
M aría T eresa L e ó n : El gran amor de Gustavo Adolfo Bécquer ( U n a vida pobre
y apasionada)
................................# 8.—
Coincidiendo con el estreno de la película, El gran amor de Gustavo Adolfo Béc
quer, aparece esta gran biografía del inmortal autor de las Rimas, ilustrada con gra
bados de la época, retratos de Bécquer y fotografías del film. Se incluyen también
completas las Rimas de Bécquer.
K arl V o ssle r : La poesía de la soledad en España
$ 25.—
El motivo poético de la soledad da ocasión al gran crítico y filólogo para estudiar
la Historia de la poesía española desde la Edad Media hasta la declinación del
siglo de oro, examinando especialmente lo trovadoresco, lo renacentista y lo quietista, el sentimiento religioso de la soledad y el esplendor dei barroco. U n volumen
lujosamente impreso, encuadernado en tela y con ilustraciones.
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LIB R O S R E C O M E N D A D O S:
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.
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# 8.—
"Enfermedades y sueños y seres divinos, las mezclas del hastío y de la
soledad, y los aromas de ciertas flores y de ciertos países y continentes,
han hallado en la retórica de Cruchaga Santa María mayor lugar extá
tico que en la realidad del mundo”, dice Pablo Neruda en el prólogo
. del l.bro.
E n r iq u e P o po l iz jo ; Alberdi
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U n Juan Bautista Alberdi íntimo más humano y más verídico del que
suele presentarse habitualmente.
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encuadernado.
B e r tr a n d R u s s e l l : Nuestro conocimiento del mundo externo
$ 7.—
O tra obra genial del gran pensador contemporáneo Bertrand Russell, en cuidada
versión española, con una introducción *del Prof. Florencio D. Jaime.
M ariano P ic ó n -S a la s : Miranda
................................
• # 7.
El eminente escritor venezolano ofrece en esta obra una original biografía de M i
randa, el primer criollo que "venciendo el aislamiento colonial se paseó con gran
decisión y señorío por la historia del mundo” .
B e n it o P é r e z G a id ó s : Miau
. . .
.
$ 3.
Miau pertenece a la época de plenitud de Gaidós y es un cuadro acabado y minu
cioso de la burguesía burocrática.
»
oxteiko
Lobato es un hombre na
cido para contar y para contarse.
M
Todo lo que sienta a su alrededor lo
convertirá en relato, en cuento, en na
rración y a todo le dará su espíritu ale
gre —alegre a pesar de todo—, un tono
dé humor entusiasta y risueño que nü
llega a la ironía, que se queda a la
puerta misma del escepticismo. No ex
trañará, por tanto, que esté convirtiendo
en narración inventada y amable sus
primeros pasos de visitante en la Ar
gentina. De tal manera que cuando ha
bla, a cada una de sus afirmaciones o
de sus declaraciones se siente la inten
ción de preguntarle: "¿Esto es verdad
o lo está usted inventando?”
Y habrá que resignarse a no saber
nunca lo que hay de imaginado y lo que
hay de auténtico en todo lo que nos ha
dicho.
Monteiro Lobato se ha pasado la vida
buscando un sitio en donde vivir tran
quilo y sin encontrarlo. En unas partes
han sido el gobierno y la policía, en
otras los mosquitos o los vecinos, en
otras el clima y en otras la falta de
dinero. Todas esas- cosas han logrado
que, como no está bien en ninguna
parte, casi le da la mismo estar en una
que en otra. Unos cuantos días sin sol
lo han obsequiado con un formidable
resfriado; su aspiración más ardiente
por tanto en ese tiempo ha sido la de
no toser. Esta preocupación por li
brarse de la tos le ha hecho casi olvi
darse de otra preocupación bastante
grave: conseguir Tin teléfono. Ambas
preocupaciones le han tenido también
alejado de su gran programa de tra
bajos y de sus negocios.
¡ Áh; los negocios de Monteiro Lo
bato! ¡Magníficos! El mejor de ellos,
organizar revoluciones, cosa que pro
duce mucho dinero . . . Tal vez sea tam
bién un buen negocio —hay que ano
tarlo para más adelante— fundar una
religión. También puede serlo vender
aire puro del Tupungato, embotellado.
Con esto se puede hacer rico cualquiera.
En cuanto a la literautra, Monteiro ha
hecho ya toda su obra de esta vida. Le
queda todavía que hacer su obra de ul
tratumba por intermedio de un mé
dium . . . No tiene esto ninguna nove
dad. En el Brasil hubo un escritor,
librerías están abarrotadas de libros,
drían abatir los precios y ésta es la
libros de Flaubcrt, de Daudet o de Anatole Franee. La razón está en que los edi
tores. disponiendo de muy poca cantidad
de papel, la lian destinado principalmente
a los libros nuevos, respecto de los cuales
la elevación de los precios es mucho me
nos sensible para el público. Una edición
de dos o tres mil ejemplares de un autor
nuevo pasa y se distribuye sin que los pre
cios llamen tanto la atención; pero en
cambio, sería inútil hacer una edición de
tres mil ejemplares de "Madame Bovary”
a un precio que, comparado con las edi
ciones de antes de la guerra, mucho me
jores, sería escandaloso.
La situación se agrava cuando se trata
de libros para la enseñanza, que exigen
muchos más gastos por su composición
más complicada y sus numerosas ilustra
ciones. Solamente grandes tiradas, impo
sibles por muchos años para los libros
nuevos como para las reimpresiones, po
tratan de mantenerse bajo los precios mí
nimos y evitar movimientos desordenados
de los precios, en previsión de las bajas
que con el tiempo tendrán que producirse.
Pero si no reciben cantidades do papel
suficientes, estos editores serán los prime
ros en tener que abandonar su atinada
política de contención de los precios,
puesto que es el tipo de libro que tiene
necesidad de cubrir a un mercado más ex
tenso y más apremiante.
Monteiro Lobato.
Había una vez
un Contador
de Historias...
Humberto de Campos, que en vida rea
lizó una obra muy estimable; pero que
después de muerto ha seguido publi
cando y esta parte postvital de su obra,
que tiene ya ocho volúmenes es la más
importante y más densa. Naturalmente
que teniendo ese proyecto y estando
todavía vivo por fortuna, Monteiro Lo
bato trata con interés muy comprensible
de conseguir por anticipado los servi
cios de un médium de confianza.
Entretanto, no pronunciéis ante él
una palabra que no conozca; se hará
repetir y deletrear esa palabra, se la
hará explicar en todos sentidos; después
sacará una misteriosa libreta del bolsi
llo y la anotará con su explicación co
rrespondiente. Ha comprado un gran
mapa de la Argentina y lo ha colgado
en su habitación; lo estudia y admira;
este país grande, variado, espléndido; es
maravilloso sentirse en él, conocerlo,
irse familiarizando con sus cosas y sus
interioridades. Monteiro está con el pie
en el estribo del tren para marcharse
unos días a Córdoba en busca de sol
y para empezar a ver en extenso esta
Argentina tan densa de vida y de suge
rencias. Volverá dentro de pocos días,
cargado de historias vividas entre los
hombres y el paisaje. Organizará en
tonces su existencia en Buenos Aires
en donde piensa permanecer bastante
tiempo.
Ya nos veremos y hablaremos en
tonces de todas las cosas, incalculables,
infinitas, que hay que hacer. Muchos
negocios, muchas empresas, muchas
aventuras, sentados en un café, riendo
y viendo deslizarse alrededor la vida de
las gentes.
Monteiro Lobato tiene la enorme suer
te, la virtud inapreciable, de haberse
convertido él mismo en personaje de
sus obras, con toda la gracia, la sim
patía, la dulzura y la intrepidez de los
personajes de sus obras.— J. 31. 0.
La inteligencia, su naturaleza y su cultura
$ 4.—
Las últimas investigaciones realizadas por los psicólogos norteamericanos sobre el
problema de la inteligencia congénira y la influencia del medio ambiente sobre ella.
G eorge D . S toddard :
C ary l P. H askjns : Las hormigas y el hombre
. . .
$ 8.—
Estudio de la vida de las hormigas, cuya semejanza con la del hombre es innegable.
pero éstos son principalmente nove constante preocupación de las casas espe
Lydades.
Es difícil encontrar, por ejemplo, cializadas en esta clase de libros, que
as
¡IN M IN EN TE, DE GRAN ACTUALIDAD!
M ISIÓ N EN E S P A Ñ A
T E S T IM O N IO D E L E M B A JA D O R B R IT Á N IC O
p o r S ir Sam uel H o a re , V izconde
T em plew ood
Los entretelones de la política española durante la guerra. U n relato
tan objetivo y verídico como sorprendente y apasionante de la conducta
seguida por el régimen de Franco respecto a los aliados. U n documento
revelador de gran trascendencia.
EDITORIAL LOSADA S. A.
A Isin a 1131. Bueno s A ire s
C o lo n ia 1 0 6 0
M O N TE V ID E O
Av. O 'M iq g m »
2*3
S A N TIA G O DE C H ILE
c a v e ll c a 2 8 8
LIM A
En realidad, no se puede hablar de cri
sis del libro, puesto que por elevado que
sea el precio, el libro se agota rápidamente
en razón de sus tiradas poco numerosas.
Las viejas editoriales han realizado gran
des beneficios, agotando, en precios muy
ventajosos, todos sus almacenes. Pero
ahora se encuentran ante la necesidad de
renovar su fondo editorial y de seguir
publicando obras nuevas y para una y
otra cosa lo que necesitan es papel. El
Ministerio de Producción Industrial trata
de satisfacer esta demanda en lo posible.
La situación ha mejorado mucho en lo
que va del corriente año. Se trata ahora
de buscar compensaciones al mercado in
terno, en la exportación. La demanda do
libros franceses en el extranjero es grande
en todos los países; tanto que durante la
guerra se ha producido una importante
concurrencia de libros franceses impresos
en el exterior. Algunos países, especial
mente el Canadá, gozando para ello de
ventajas considerables, especialmente de
precio, han empezado a inundar de libros
franceses el mercado exterior. Francia
deberá vencer las dificultades de produc
ción y de transportes de la postguerra que
hacen que, por ejemplo, se puedan llevar
al mercado de Lisboa los libros franceses
editados en el Canadá a la mitad del pre
cio que los editados en París. Aunque
esta ventaja haya sido en parte compen
sada por la reciente desvalorización del
franco.
�L1BROS
CRITICA
L I T ER AR IA
por
GONZALEZ CARBALHO
A ntología, por Angel Cruchaga Santa María. Selección y prólogo de Pablo
Nernda. Volumen de 333 páginas. Editorial Losada, S. A., Buenos Aires.
Treinta anos de fecunda labor poética resúmense en este volumen. Grave y
apasionado, Cruchaga Santa María es el cantor siempre al borde de la desespe
ración ; su lírica debe situarse, por ese culto de la sensibilidad exaltada, en la
línea romántica, aunque en su aspecto formal, en su exterioridad retórica, acuse
’a influencia del modernismo. Cabe considerar a este alto, encendido poeta, más
que nada por el amplio volumen de su voz, por su desgarrado y tenso acento,
por la condición decididamente espiritual y humana de su tono. Voz inconfun
dible, paralela, sin intentar un parecido, a la de Gabriela Mistral. Razón geo
gráfica, sin duda, y de tiempo. A través de sus nueve libros, en la selección que
de sus poemas realiza Pablo Neruda, se demarca su personalidad: ua gran
árbol de firmes raíces, de copa espaciosa en que se enreda la meditativa luz de
la tarde. Cruchaga Santa María es un poeta crepuscular. Le oímos en su pro
longado coloquio con la naturaleza, desnudando su confidencia que es la del
hombre, demandando sin cesar respuestas a sus enigmas. Solitario, pese a su
fruición comunicativa, lo manifiesta en su fidelidad al dolor, en su relación
fraterna con el paisaje. Canta, en el exacto sentido de la palabra, dejando fluir
en lentos salmos la ardorosa corriente de sus versos. Por otra parte, toda su
poesía, diversa en motivos, acentuada en su dirección a lo humano, perfeccio
nada de libro en libro, es un solo y total poema en que se reconoce, estrofa a
estrofa, renglón a renglón, idénticos rasgos, el mismo mensaje. Su "Antología”
nos permite valorizarle en su noble y desusada magnitud, en su perfil incon
fundible, en su dimensión de poeta que encierra, en ámbito de sagrada lejanía
religiosa, la actitud palpitante de su clara conciencia civil. El prólogo de Pablo
Reruda crea, con particular estilo, la atmósfera entrañable, el universo íntimo,
de este difundido autor chileno.
,
H istoria de gatos, por Marcelo Menasché. Ediciones Trompo. Volumen de 06
páginas. Con un juicio crítico de Luis Emilio Soto.
Sabemos hacia dónde va dirigida, por lo común, la intención del humorista,
nacida de un mal humor y resentimiento inconfesables que urge desahogar.
No ocurre así con Marcelo Menasché, considerado en obras anteriores o a tra
vés de "Historia de gatos y otros cuentos”, donde la sencillez y transparencia
de su estilo, su regocijada inventiva, conquistan al lector transportándolo, por
el camino de la sátira, a los dominios mismos de una gracia liviana y alecciona
dora. Menasché es humorista de vena cordial e imaginación fácil. Es, como
afirma Soto en su minucioso estudio crítico, un humorista de carácter típicamente
rteño. Su medio ciudadano y el mundo, le proporcionan elementos que orga\, sin limitar su fantasía, ni preocuparse del matiz benévolo o cáustico.
taría su historia de unos cubiertos de plata para determinar su maestría en
•elato y su virtud de observador comprensivo que capta en esencia el detalle
icológico, documentando su sentido ambiental y buscando la correspondiente
,oraleja a los hechos por el camino contrario a la solemnidad. Quien admite
jue en el fondo de todo humorista hay un hombre triste, desconoce la obra de Me
nasché. Mantiene una condición de fluida gracia, que es en verdad juventud
y vigor espiritual. La etapa de las influencias ha pasado para él y sus disci
plinas están ya asimiladas, permitiéndole liberar su ingenio despreocupadamente
y mostrar, aun en el escepticismo, una sensible y luminosa espontaneidad de
creador.
litoral , por Carlos Carlino.
telvi, S. A ., Santa Fe.
P atria
Volumen de 112 páginas. Ediciones Cas-
Hálito de tierra laborada, de sol de mediodía, de cereal maduro. "Llevas el
lino hasta en tu nombre, Carlino”, le escribe Pedroni, su admirable hermano
mayor y coterráneo. Entrar en "Patria Litoral” es encontrar, tendida, la mano
france de una expresión conmovida y recia. Llano y verdadero, Carlos Carlino
alza la voz para desnudarnos su alma; para cantar, en noble y emocionado
alborozo, la belleza del campo, la ajegría de trabajar en el surco. Cumple este
poeta santafesino un precepto de neta ascendencia cristiana: cantar con amor.
—"Las ropas olerán a domingo de campo”— dice descubriéndonos ese estado
de plenitud de entrega, espiritual y física. Y con el mismo amor canta a la
muerte. Y enarbola también, a veces, la rebeldía. Carlino es un poeta virgiliano.
Lamentamos que enturbie circunstancialmente su ternura, su transparencia de
planta verde, con algún rencor apenas esbozado. Es la marca del tiempo, de
este tiempo. Lo demás es en él de siempre. Alcanza su culminación de gran
poeta al mostrarnos su voz resplandecida de gravedad evangélica. Leyéndole
—reconociendo la autenticidad de campo y cielo en sus palabras, de ojos des
piertos al amanecer, de corazón cruzado por vientos y corrientes— entrevemos
que Carlino adquirirá muy pronto su voz total, que será uno de nuestros más
auténticos poetas, valiéndose de elementos tan simples como la verdad y e»
fervor.
gilio sólo fueron accidentales. Por eso,
el plan de Lewis es adecuado: el libro
es la vida de Ronsard a través de sus
siete grandes amores. Y la literatura
vestida con una blanca túnica, imperial
y griega fué el primero de esos amores,
y el más fiel. Las otras amadas no
compartieron la pasión excesiva y ar
tísticamente erudita de Ronsard, y se
explica tal inconsecuencia, pues ni la
erudición, ni la impaciencia, ni el con
tinuo arrodillarse fueron nunca aconse
jables en tales asuntos. O sea, que ellas
no tuvieron la culpa. Las mujeres de
Villon son "filies de joies”, hermosos
animalitos, a quienes siempre se debe ca
lumniar, y cuya misión en la vida es
hacerse conocer, b blicamente hablando.
(No olvidemos que en Villon hay siempre
una voluntad mística a la cual Ronsard
es impermeab'e.) En Ronsard, las ama
das se llamaban, naturalmente, Casandra o Elena, adecuadas para provocar
un sufrimiento lírico, traducido luego en
sólidos y enjoyados sonetos.
Luego llegaba lo inevitable, las damas
inspiradoras pasan sin transición de la
sorpresa agradable de hallarse ante ta
maño poeta, al aburrimiento, pues el papel
de semidiós no conviene a ningún conquis
tador que además abruma diciendo:
Je suis —dis jé— Ronsard, es cela
[te sufisse,
Ce Ronsard que la Frailee honore
[chante et prise.
Como consecuencia, ellas se entrega
ban no a nuestro poeta sino a hombres
de más jóvenes espaldas, o mejor for
tuna y de ignorancia encantadora. Ve
mos también que los grandes aconteci
mientos de su época, aunque sea la San
Bartolomé, no lo conmueven. Ronsard
—dice su biógrafo— "estaba tan comple
tamente encerrado en su torre de marfil,
que ni siquiera las habládurías de los
criados, dando cuenta de los desórdenes
de París, turbaron aquel cerebro, turba
do por ansiedades más inmediatas; la
elección de un epíteto, la substitución
de un verbo, el pulimento final de tal o
cual verso rebelde”. Pero el biógrafo,
que cuenta la vida de Ronsard con una
leve y traviesa sonrisa, disculpa a las
damas en cuestión, y disculpa la apa
rente despreocupación ante la ola calvi
nista, de este admirable artífice al que
tanto le deben las generaciones posterio
res y cuya lectura aseguraba, nada me
nos que a Flaubert dos o tres meses de
entusiasmadas lecturas dominicales.
Además, el libro es una sana selección
de los mejores momentos del poeta há
bilmente intercalados. Lewis relata con
lo que él mismo llama en alguna página,
humor imaginativo, rechaza las compli
caciones noveladas y sólo apela a un
recurso literariamente más agradable y
no tan responsable, cual es el d e ... "yo
imagino a Ronsard”, etc., o presentar un
diálogo entre él mismo y Ronsard. Lo
histórico —aunque sea lo relativamente
histórico de toda biografía— queda sal
vado, y Lewis demuestra saber que el
.género es de no escasas posibilidades li
terarias y que el estilo no es una vana
superstición__ Alberto Girri.
La
vida y la obra de
J .-H . F ragonard ,
por Georges Grappe. Editorial Foseidon,
Buenos Aires.
Toda la vida de este gran pintor de
Francia del siglo xvm, J.-H. Fragonard,
continuador en pintura, en cierto modo,
de Watteau y Boucher, está narrada con
profunda habilidad y conocimiento por
Georges Grappe. La vida de Fragonard,
la pública y la íntima, su historia de pin
tor de gabinetes, su actitud ante los gran
des hechos históricos de la Francia de su
época y en los que, como cualquier otro
ciudadano francés, se vió envuelto, apare
ce claramente expresada por quien, ade
más, sabe colocar al pintor en el rango
que le corresponde por la calidad de su
obra. Fragonard, el pintor provenzal que
llevó a París, para que sirviesen de fondo
E l salar, novela, por Fausto Burgos. ción es que el prologuista diga estricta a sus cuadros, los paisajes de su tierra
Editorial Rosario, Rosario.
mente, con escueta exactitud, lo que es mediterránea, fué olvidado durante largo
preciso —ni más ni menos que lo nece tiempo por la crítica de arte, hasta que en
La novela regional argentina euenta ca- sario— para situar literariamente la obra la segunda mitad del siglo pasado los her
Ga día con más cultivadores y, gracias a y el autor. Y el prólogo a esta edición manos Goncourí, con esa conciencia y cu
^llos, el lector común va enterándose de de "El salar” cumple bien este funda riosidad art'sticas que les destacó, volvie
ron a colocarle en su puesto entre los gran
que en el país existen gentes, grupos hu mental cometido. — N. Búa.
des pintores franceses. Discípulo de Bou
manos ■
—isleños, yerbateros, salineros,
cher, de quien aprendió a fondo el oficio
"mensús”, obreros de los ingenios— con
problemas sociales y económicos peculia R onsard , por D. B. Wvndham Lewis. de la pintura, llegó con su arte a la altu
ra de su maestro y de Watteau por el
res; vamos aprendiendo palabras, giros, Editorial Sudamericana, Buenos Aires.
amor al espacio y a la tierra, e incluso
expresiones espirituales, auténticamente
Toda biografía supone, además de por ese modo de describir pintando esce
nacionales, pero de los que nada sabía el
hombre urbano que tiene como único me una vida individual, la presencia de nas de sana sensualidad con extraordina
ridiano cultural el de la ciudad capital. una época. Tratándose de un poeta, ria inocencia. Los críticos le tuvieron lar
Gracias, al menos en una gran parte, si ese poeta es Pierre de Ronsard, no go tiempo por pintor de temas lascivos
a la novela regional —Payró, Quiroga, hay cuidado de que, por ser un personaje —los que le habían dado su renombre ini
Booz, Greca, Lynch, Carrizo, Rojas Paz, importante, se lo haga partícipe de los cial hasta que Diderot consigue aficionarle
Varóla, Burgos— vamos aprendiendo có acontecimientos que han rodeado el mo a otros temas—, sin contar con que Fra
mo vive, cómo piensa, eómo sufre y cómo mento de su vida, peligro contra el cual gonard comienza a dar para Francia una
se alegra, en suma, cómo es, el habitante advierte el siempre seguro Alfonso Re visión campesina, como esa de "La bajada
de las comarcas del interior argentino. La yes. Ya podemos imaginar qué partici de Napoule”, que se reproduce en el iibro
labor del novelista regional trasciende pación tuvo en los grandes hechos áe SU que comentamos, o a caracterizar con ener
siempre, aun sin que él concretamente se época un hombre que es el príncipe de gía cabezas como esa extraordinaria de
los poetas de Francia, nada menos que viejo que ilustra las mismas páginas de
lo proponga, lo meramente artístico.
Fausto Burgos es uno de los escritores en el artístico siglo xvi. Tal categoría este libro y que constituye una especie de
argentinos que más contribuye a que se y tal ^siglo bastan para señalar en él adelanto del impresionismo que vendrá un
conozca el vivir humano de las comarcas un estilo de vida, y la consiguiente dis siglo más tarde. También la cabeza del
andinas que él mide continuamente, en culpa por no haberse acordado de Villon, retrato de Saint Non recuerda per la for
conjunción bien acompasada de pies y ce deficiencia que quita un poco la calma al ma alguna de las que muchos años después
rebro, como un peregrino de emociones. autor de esta biografía. No hay que trazará Daumier.
El espectáculo renacentista es
En sus cuentos tobas o cuyanos, en sus exagerar.
El texto, acompañado de una gran can
más o menos el mismo en todas las cor
narraciones jujeñas o tucumanas, en la tes, y las cortes son el obligado escenario tidad de reproducciones en negro y en co
mayor parte de sus novelas rezuma sin —o finalidad— de los talentos deseosos lor, fué traducido por Antonio R. Costa
y admirablemente presentado por la Edi
mentiras de biblioteca, sin trampas retó de gloria.
ricas, vida concreta, realidades descubier
Una rígida y verdadera educación clá torial Poseidon. — L. S.
tas por él en su constante permanencia sica era imprescindible, y Wyndham Le
entre las cosas y los hombres cordillera- wis nos muestra que Ronsard la tuvo E nsayos sobre poesía española , por Dá
1108 y norteños.
mejor que nadie. Estudió en el colegio maso Alonso. Editorial Revista de Occi
"El salar”, fábula sentimental aparte, do Navarra, y con Jean Dorat, aquel dente Argentina.
nos da la vida sufrida, explotada, mísera humanista que no vacilaba en cantar can
del salinero jujeño, que, con doloridas, ciones báquicas por él mismo compuestas
Ya desde las primeras páginas de este
crucificadas manos, arranca de las Salinas en griego en alguna taberna. Un hu libro arremete Dámaso Alonso contra no
Grandes, los panes de sal que luego mal manista podía ser, cuando quería, diver pocos juicios que se han emitido sobre la
vende a los acaparadores.
tido, y no pensemos sólo en Rabelais, literatura española ; juicios que gozan aún
Con este libro inicia la Editorial Ro sino también en aquellos alegres italianos de singular vigencia, pero que deben ser
sario su Biblioteca de Novelas de Amé- que manejaban su bien sabido latín para cribados de nuevo porque no todos se
f'ca, dirigida por Amelia Sánchez Garri componer libros que: quamvis lascivium ajustan a la realidad. Se ha hablado
do, que escribió para él un prólogo al que et secum una priscos viros imitetur, y tanto, y se habla del realismo español,
conviene el adjetivo excepcional. La regla que dedicaban a los Médicis.
que éste ha pasado a ser tópico de rigor
es que los prólogos no sirvan más que
En Ronsard la antigüedad clásica era a la hora de las definiciones. Mas aún:
Para estar donde los ponen. La excep un culto, y tales "profanaciones” de Vir se le ha puesto como el más auténtico
NOTAS
© cabalgata
representante de las letras españolas, y,
forzando la idea, se ha exaltado prefe
rentemente el teatro y la novela picaresca,
por su realismo y su carácter local, como
si por esos dos cauces, y solamente por
ellos, hubiese discurrido toda la produc
ción española del siglo de oro. Semejante
criterio ofrece una imagen incompleta de
la literatura clásica, porque en ella hay
tanto de idealismo como de realismo, tanto
de universalidad como de localismo. Juz
gar a Lope sólo por lo popular, es res
tarle evidentemente toda su grandeza y
universalidad; y ver únicamente en Quevedo al formidable satírico es olvidarse
del severo moralista y del extraordinario
poeta lírico que hay en él. Mas no paran
ahí los yerros, como señala agudamente
el ilustre ensayista, pues que se ha llega
do a negar al pensamiento español capa
cidad para el lirismo. De ahí que algu
nos de estos magníficos ensayos, aunque
quizá no haya sido ése el propósito del
autor, constituyan toda una defensa de la
lírica española de los siglos dieciséis y
diecisiete; una defensa no sólo ardorosa
y apasionada, sino también justificada.
Sí; porque justamente en esos siglos en
que el tan traído y llevado realismo pare
ce hallarse en toda su manifestación, se
produce en España el más intenso y es
pléndido florecimiento poético sin que
tenga, ni en su arranque ni en su vuelo,
nada de aquél. Y, sin embargo, es pro
fundamente español: ahonda sus raíces
en el suelo, de cuya savia se nutre. En
esa rama caben la elegancia de Garcilaso,
la inspiración de Herrera, la gravedad
de Fray Luis, el ardor espiritual de San
Juan de la Cruz, la perfección de Góngora, por no citar más poetas; y Dámqso
Alonso lanza a continuación esta afirma
ción rotunda: "No hay en todas las lite
raturas europeas de los siglos xvi y xvn
un desarrollo lírico que equivalga en in
tensidad y en riqueza al de España.”
El valor crítico de estos ensayos se
patentiza por la elaridad que arroja sobre
muchos aspectos de la literatura española.
Señalemos concretamente los dedicados al
"Poema del Cid”, el Arcipreste de Hita,
Fray Luis de León, "La poesía arábigoandaluza y la poesía gongorina”, Gongora, tan injustamente motejado de "oscu
ro”, y Bécquer, a quien restituye toda su
originalidad e inspiración, que una crítica
ligera había tratado de robarle al socaire
de Heine. Por último, citemos un trabajo
sobre García Lorca, a quien Dámaso Alon
so evoca lleno de emoción y de cariño,
preso en el recuerdo del amigo tan trági
camente muerto; y otro sobre Vicente
Aleixandre, otro gran amigo también, tan
poeta como humano, derribado desde hace
años por una persistente dolencia. En
esos trabajos dedicados a dos amigos, uno
muerto y otro condenado a una vida ho
rizontal, las palabras le fluyen directa
mente del corazón. — I. Paredes.
I nvestiga cio nes
i .a verdad, por
sobre e l significado y
Bertrand Russell. Tra
ducción del inglés por José Rovira Armengol. Editorial Losada, Biblioteca Fi
losófica, Buenos Aires. 430 páginas. Pre
cio: $ 10.
Las obras de Russell que se han tradu
cido al castellano hasta ahora no son,
por cierto, las más expresivas de su pen
samiento. Se han preferido los ensayos,
especialmente cuando se refieren a asun
tos de actualidad; pero estábamos, y es
tamos todavía, sin conocer su pensamien
to madurado en la cátedra o en la medi
tación filosófica. Felizmente el libro que
ahora comentamos es el principio de un
propósito serio de ahondar en el pensa
miento de Russell. A su lectura no se
puede aventurar el que no sea un fiel
amante de la filosofía. El pensador in
glés se propone problemas y busca su so
lución con rigor lógico, con exposición
esquemática y dentro de fórmulas casi
matemáticas.
Russell se sumerge en el detalle del
lenguaje, busca sus conexiones y múlti
ples relaciones. Nos exhibe su fértil ri
queza. Vemos la lógica, y a veces la
absoluta falta de lógica, en los signos
que usamos para expresar nuestro pensa
miento mutuo. Pero si se detuviera ahí
no nos daría sino una explicación, más o
menos aceptable, de los signos gramati
cales. Tal vez no pasaría de ser sino un
positivista lógico, uno entre los muchos
que abundan en Estados Unidos, por cier
to de obra meritoria en el campo de la
gramática y de la filosofía. Pero Russell
mira más allá, y adivina tras el lenguaje
una metafísica. Podríamos decir que es
te libro, bien nutrido y pensado, aspira
a comprobar lo que afirma al clausurarlo:
"En cuanto a mí, creo que en parte a
base del estudio de la sintaxis podemos
alcanzar un conocimiento considerab'e de
la estructura del mundo.” Esta aspira
ción que creemos logra plenamente, jus
tifica la presencia de este libro en una
Biblioteca Filosófica. Un renovado nomi
nalismo, que debemos a varios positivistas
lógicos, ha pretendido que el conocimien
to lo es solamente de palabras; extienden
una sima infranqueable entre la expre
sión verbal y la incógnita realidad. Rus(Continúa página 22.)
ALGO NUEVO EN BUENOS A IRES!
USTED nos trae el libro
usado y fija el precio
a que desea venderlo.
N O S O T R O S lo recibi
mos en consignación y
lo presentamos d ia ria .'PSBte p ara su venta.
Y además como siempre, al día en novedades-
�BH
B
LIBROS- CINE
cabalgata©
NOTAS
(Viene de página 21.)
Bell extiende los puentes de la conexión.
El gramático se nos revela tan sagaz
como el filósofo y el matemático. El verbo se hace carne en la realidad, y una vez
más se nos comprueba que para ser buen
gramático es preciso ser filósofo. En
este libro encontramos un Russell poco
conocido de los lectores de habla caste
llana: no es el ensayista que nos encanta
por lo acertado y moderno de sus jui
cios, dotado de una ironía finamente in
glesa; es el pensador puro que nos quie
re conducir a la meta, sirviéndose de
ejemplos - esquemas y de estrictas defini
ciones. — Luid Forré.
U na llamarada en la roca, por Tan
Yun. Editorial Sudamericana, Buenos Ai
res.
Desde que las novelas de guerra no
son descripciones de batallas —tiempos
de Víctor Hugo, de Stendhal—, y las
batallas han sido llevadas al plano dis
tante de la mejor perspectiva como telo
nes de fondo de un conflicto humano
más próximo y más tangible, han ganado
mucho, si no como ejemplares literarios
para las antologías, como documentales
preciosos de ese denominador común de
horror y de angustia por el que ha ido
pasando casi toda la humanidad en la
primera mitad de nuestro siglo.
La guerra está detrás de esos primeros
planos en donde las gentes se empeñan
en olvidarse de ella y vivir como si no
existiera; amar, soñar, ambicionar, tra
bajar, gozar, reír, todos los géneros po
sibles de actividades, de afanes, de emo
ciones, adquieren un ritmo nuevo, invo
luntario y resistido la mayor parte de
las veces, mientras más allá suena el ca
ñón y desde allí llegan, interminables, las
filas de camiones y ambulancias sanita
rias. La vida se empeña en no rectificar
se y lo hace a regañadientes, reacia y
recelosa. Eso ha ocurrido en todas las re
taguardias de todos los frentes y los ade
manes de odio, de desesperación, de ira,
se han simplificado como nunca lo estu
vieron, igualando a los hombres de todas
las razas, de todas las lenguas.
Una llamarada en la roca, desplaza ante
nosotros el escenario de la guerra en
China, tantas veces evocado para los lec
tores del mundo occidental por los jóvenes
escritores de la China nueva. Tan Yun,
la autora de esta novela es una muchacha
de veinte años cuya madurez precoz ha
provocado indudablemente el drama de su
tierra. Nos pone delante lo que ha visto
y parece tan sencillo su relato precisa
mente por lo que hay en él de veraz y de
auténtico. Es un idilio fracasado que em
pieza en un bombardeo aéreo y el présta
mo involuntario, por sorpresa, de su san
gre, que hace un soldado a una muchacha
herida y moribunda. La sangre trans
fundida crea raicee inesperadas de amor;
pero en las trincheras y los hospitales
de sangre brota difícilmente el árbol de
la vida. Una ráfaga de ametralladoras
y el hombre se pierde en la cifra de los
muertos anónimos; la doncella se queda
sin ilusiones y sin fe; solamente quisiera
vivir para que su muerto no se perdiera
totalmente en el olvido, para siquiera
ella recordarlo. Pero muere. Y entonces
su muerto anónimo se queda sin nadie
que lo recuerde. — Mora Guarnido.
PRIMEROS PASO S. . .
(Viene de página 3.)
un anca y un costillar, entre una cabeza y
un pecho de huesos, duro, vibrante de mie
do; conseguía andar unos pasos, cuidando
de no ser derribada o herida por los cuer
nos agudos, pero no avanzaba, no conse
guía salir de allí, moviéndose en el mismo
sitio. Al levantar las cabezas, los animales
la golpeaban. Intentó colgarse del cuello
de uno, mas desistió con espanto, pues la
bestia levantó la cabeza azorada, rozán
dole la cara con un asta. Llevaba los bra
zos en alto y se limitaba a no caer. Le
pareció que las vacas asustadas y trému
las que la oprimían se deslizaban en al
guna dirección, arrastrándola soliviada, y
experimentó un respiro, como si eso la sal
vara. Seguro que las vacas se ponían en
fuga, o que se dispersaban por el campo
y que la dejarían libre, viva. El confuso
y agitado rumor de los cuerpos y las pa
tas en movimiento, le dió la seguridad
de que el peligro mayor pasaba y de que
sólo debía temer que si se diseminaban,
alguna de ellas pudiera, despavorida, atro
pellarla al huir. Aunque los perros la
acometieran y la mordiesen sin piedad,
nada sería peor que esa situación que ya
notaba, con todo el cuerpo, que se hacía
menos mortal.
En efecto, los animales procuraban ale
jarse de ella y al cabo de unos minutos
se encontró libre, sola. Podía, al menos,
respirar. Echó a caminar, tropezando con
otros cuerpos que la esquivaban aturdi
dos, empujándose, y así consiguió apar
tarse, avanzar no sabía hacia dónde, por
el campo. Se había desorientado por com
pleto. No tenía la más leve idea del lugar
en que se encontraba, acaso en otro país
o en otro mundo. Miró al cielo y distin
guió nuevamente las estrellas, borrosas,
pero firmes, brillantes en la sombra. El
silencio le daba ahora seguridad, esperan
zas. Lloraba de agradecimiento —por pri
mera vez el recuerdo de su marido se
asociaba a una confianza en su protec
ción—, como si alguien que velara por ella
y por sus hijos hubiese sentido compasión
y la sacara de allí. Marchaba sin senti
do, completamente al azar. Caminaba ha
cia cualquier parte, para alejarse de ese
lugar. Se detuvo y giró lentamente con
los brazos extendidos, sin ver; necesitaba
pensar algo, no dejarse llevar por sus
piernas sin rumbo. Escuchó en el silencio
hasta que oyó, lejanos, algunos ladridos.
¿De qué chacra vendrían! Cuando le con
testaron otros ladridos de la chacra de
don Andrés —ya los conocía—, se rehizo
su aturdido pensamiento y supo que ten'a que caminar hacia la derecha, dando
un largo rodeo que la alejara de las casas,
para tomar el camino interior que daba a
la tranquera y al camino real. Así lo hi
zo. Cuando sintió que sus pies se posaban
en la huella, experimentó una sensación
de estar a salvo, de encontrarse segura,
otra vez quien había sido antes, ¿ Quién
había sido antes! Al horror pasado si
guió el horror de comprender con cierta
sorpresa que era la madre de seis cria
turas, una pobre mujer sin amparo, cuyo
marido había muerto —así le dijeron—
tres días atrás.
Caminaba angustiada y al mismo tiem
po feliz, encaminándose a su casa con un
largo rodeo. Tropezó con la tranquera,
pasó por entre los hierros y tomó, segura
y decidida, el camino para su chacra.
Tenía que pasar por enfrente de la casa
de su cuñado Eloy, el peor de sus enemigos
ahora. Después de mucho andar, porque
era como Si no avanzase, distinguió íuz
en la casa del bajo. Estarían despiertos,
acaso planeando la forma de arrebatarle
lo poco que le quedaba. El encono entre
hermanos —y ella no tenía, en realidad,
la culpa— era tan grande, que ni la muer
te podría atemperarlo. Al contrario. Sen
tía, viendo la luz solitaria, que sus peo
res enemigos estaban allí; que las renci
llas pendientes no habían muerto.
Pero ella se había salvado, había esca
pado providencialmente de morir bajo las
patas de la hacienda más asustada que
ella. Vivía otra vez, había vuelto a la
vida. JA qué vida!, ¿para qué! Mientras
avanzaba tratando de apresurar el paso,
de vencer su infinita fatiga, su desaliento,
miraba fijamente la luz en la hondonada.
Todavía faltaba lo peor. Tenía ánimos,
necesitaba tener ánimos para defender a
sus hijos. Eso era todo. No habría de ce
jar. Iba diciéndoselo en voz alta a la
remota luz rojiza, a medida que se apro
ximaba a su campo. Cuando ya estuvo cer
ca, pasó el alambrado para dar otro ro
deo final y evitar que los perros la aco
saran, y que pudiera salir alguien de la
casa de su enemigo y la encontrara tan
sucia y atolondrada. Se burlarían de ella,
la ofenderían en una escena de desprecio
y de venganza. Hasta tenía vergüenza
de llegar en ese estado a su propia casa,
de presentarse así ante sus hijos. Una hu
millación como si hubiese sido ultrajada,
arrojada a un chiquero, escarnecida en
un trance de muerte. Ahora sentía frío
en las piernas, y de todo lo ocurrido no le
quedaba más que ese asco y esa vergüen
za. Caminó por el campo hasta que la
luz desapareció y la noche oscurísima la
protegió, indiferente, helada. Pisó, por
fin, las huellas de su chacra. No había
luz en la casa. Las criaturas estarían
apretadas de miedo. Acaso se habrían
dormido sin cenar. Apresuró el paso, ya
sin sentir ninguna desesperación ni casi
cansancio; firme, resuelta. Al llegar oyó
que Inés le decía desde el patio en som
bras, con voz muy baja, sabiendo que la
disgustaría:
—Mamá: tío Eloy hace mucho que
está esperando.
—4 Dónde! —preguntó Rosa Inés con
sorpresa, ya en el umbral.
—Aquí —contestó él, en la oscuridad
total de la cocina.
momentánea, el relato de esa gigantesca
construcción, con sus luchas, sus hazañas,
sus catástrofes y triunfos. La actualidad
viva, en un país en que todo es actuali
dad, porque no puede ser todavía otra
cosa.
Y el arte de la actualidad viva es el
periodismo.
Esencia del cinema norteamericano.
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DECADENCIA DEL CINE NORTEAMERICANO
Por MANUEL VILLEGAS LOPEZ
y II
INDUSTRIA CONTRA ARTE
El cine en general, y más que ninguno
el cinema norteamericano, está montado
sobre un inmenso error fundamental: creer
que el cine es una industria. Y es un
arte, simplemente.
El que este arte tenga una enorme
base industrial, no quiere decir que esa
base sea el arte mismo. Stradivarius no
pensó nunca que era un Bach, ni Gutenberg que era el Dante. Lo que pasa es
que el hombre está descubriendo las má
quinas desde hace un siglo —nada para
la historia— y todavía no ha aprendido
a manejarlas, a distinguir lo que son de
lo que producen. La cumbre trágica de
esta confusión son las guerras modernas,
donde los hombres mueren ya por millo
nes y en las que pueden perecer civiliza
ciones enteras, media humanidad.
En el mundo de la cultura, cuando la
máquina se pone al servicio de un arte
tradicional, bien definido y largamente
sedimentado en siglos, la confusión no
es posible. El editor sabe que no es un
literato, porque se sabe desde siglos lo
que es literatura; ni el fabricante d ev ís
eos de gramófono supone que es un mú
sico, ni se le ocurre pensar que la música
son sus discos. Pero de los miles de má
quinas descubiertas desde hace un siglo,
la única que ha dado lugar a un arte
nuevo es el cinematógrafo; a un arte
(Especial para
desconocido, impreciso, naciente. Y se ha
confundido este arte nuevo, este "séptimo
arte”, con la máquina que lo produce, pri
mero, y luego con la industria creada con
esa máquina; industria que, al fin, no
es más que ía máquina misma. Es con
fundir a Picasso con el fabricante de
colores o la música de Chopin con el
piano.
C abalgata)
cial; son comerciantes, industriales, ban
queros . . .
Porque el arte no es un orbe hermé
tico e independiente de este mundo real,
de esos cimientos hechos con ganado, con
tierras, con minas, con astilleros y fábri
cas. Todo lo contrario. El arte es la su
prema expresión de la base económica so
bre la que está construido. Pero no puede
El mecanismo de la decadencia.
ARGENTINA SONO FILM presenta:
A ! K E \ I Z
E x tra o rd in a ria
b io g r a f í a f ílm ic a
del g ra n m ú sico ,
a d m ira b le m e n te
i n t e r p r e t a d a p or
PE D R O LOPEZ
LAGAR, con Sa
bina Olmos y un
gran elenco, y la
magnífica pianista
M A R I S A
R E G U L E S .
La vida más román
tica. La música es
pañola más cono
cida, en una gran
película argentina.
Así, el arte yanqui por excelencia es el
periodismo, que se infiltra en toda otra
manifestación artística, hasta definirla;
Waldo Prank lo ha señalado magistralmente. Todo acaba por traducirse a no
ticia. Es decir, al suceso escueto y vivo,
tal como es, sin analizarlo ni comentar
Y de él, su cúspide aguda: la aventu
la hazaña.
El mejor cine norteamericano está
cho sobre esta línea, que es a la ve
personalidad norteamericana: los pioi
en lucha con los indios; el Far-West,
cow-boys y aventureros; los films de
sodios y luego sus magníficas pelñ
policíacas; los gangsters; los hombre,
empresa y sus formidables hazañas; ao
lias comedias de costumbres, de muchach
emprendedores y optimistas, que triunfa,
siempre gracias a su audacia; hasta sus
magníficas películas cómicas eran siempre
una interminable cascada de aventuras di
vertidas, etc.
Los dos grandes forjadores del cinema
norteamericano son Griffith, el gran ta
lento creador, y Chaplin, el genio del
cine. Ambos se consagran mundialmente
durante la guerra de 1914-18, y crean el
gran cine yanqui, con su indiscutible he
gemonía mundial. Griffith es el folletinista, que incorpora a la pantalla todos
los recursos de la grande y fácil emoción
popular: "la salvación en el último minu
to”, de los protagonistas en peligro, por
ejemplo. Y Chaplin es el humorista, que
crea el hombre, contradictorio y complejo,
en el cine; pero ese hombre es un vaga
bundo y su vida es una perpetua aventu
ra sin límites.
Esta es la esencia del cinema yanqui: la
noticia, el suceso, en su cumbre de proeza.
Cuando se limitan y ciñen a esta persona
lidad hacen obras maestras, de sencillez
y vida. Conforme se alejan de ella, su
cine se infantiliza. Cuando abordan lo
ideológico, lo simbólico, lo grande y com
plicado, el fracaso es tremendo, siempre
seguro.
U na escena d e "E l n a c im ie n to de u n p u e b lo ” , film a d a p o r G riffith en 1915.
F u e ésta la p rim e ra p elícu la d e larg o m e tra je p ro d u c id a en los E stad o s U nidos.
En todos los países, el cine está mon
tado sobre esta confusión que lo esterili
za. En todas partes priva aún la indus
tria, pero se empieza a conceder una pla
za cada vez mayor al arte; es el camino
hacia adelante. En Norteamérica, por el
contrario, la organización industrial y sus
exigencias dominan cada día más, y del
arte no queda ya ni el vocablo; es la
marcha atrás.
Obsérvese la cinematografía norteame
ricana en cualquier aspecto, y se verá que
todo se comprende y se explica conside
rándola exclusivamente como una indus
tria, como la de las conservas, los au
tomóviles o las heladeras. Primacía in
dustrial que no es un capricho, ni un azar.
hacerse una novela, un cuadro o una pe
lícula, con la tabla de números índices, ni
con la estadística de producción o paro
obrero. Pero un pueblo de pastores es
distinto de un pueblo de obreros e indus
triales, y serán diferentes sus constitucio
nes políticas, sus leyes, su organización
social, sus ideas, sus ideales, sus costum
bres . . . Según un país sea rico o pobre
tendrá una visión distinta de los proble
mas sexuales, por ejemplo, y sus ideas
sobre el amor serán —quiérase o no— una
representación indirecta de su situación
económica. Y esto —el amor, las costum
bres, las ideas, los ideales. ..— es lo que
el arte puede a su vez representar: son
temas de arte. Que no están ahí por ge
neración espontánea.
Tienen que nacer y crearse lentamente,
El arte como representación.
como cúspide y expresión- de esa base
Los Estados Unidos son un país nuevo, económica. Los Estados Unidos, país nue
en lo que radica su fuerza y su esperan vo, joven, está construyendo esta econo
za. Pero un país nuevo lo es por algo, mía, que lo ha convertido ya en el primer
más que por la simple historia. Lo es, país industrial de la tierra. Pero aun no
porque está en duro y pleno forjar. Está ha construido del todo su organización
trazando sus definitivos cimientos más social. Y menos la expresión artística de
profundos: los cimientos económicos. Y esta sociedad: carece de temas definiti
la mayoría del país, con sus mejores fuer vos para su arte.
zas al frente, se dedica a esta tarea esenTiene, claro está, los temas de su vida
Pero el caso es que al mismo tiempo
que en el cinema yanqui se producen estos
hechos, que lo llevan hacia atrás de modo
evidente, en el resto del mundo se pro
duce el fenómeno opuesto. Especialmente
en Francia e Inglaterra, el cine está ad
quiriendo, por días, mayor jerarquía ar
tística, mayor sutileza y complejidad psi
cológiea, el más leg'timo tono poé.icoEn una palabra: más arte. Mientras e'
cine yanqui se industrializa, se hace cada
vez más elemental, la corriente general
de la época está creando un cinema artís
ticamente maduro y hecho. De este m>,
do, el abismo entre Hollywood y el cine
de la época crece rápidamente, tanto por
lo que aquél retrocede como por lo que
éste avanza.
Esta es la verdadera situación, en este
momento. Y frente a ella surge la pre
gunta, que puede ser el drama: ¿Es que
Hollywood hace del cine una industria
porque no puede hacer ya un arte! ¿Es
que el arte cinematográfico empieza a
dejar de ser eso vivo, elemental y directo
—la noticia, la aventura— que hizo el
triunfo del cine yanqui! ¿Es que el cinema
empieza a ser otra cosa que Hollywood
no puede alcanzar! En ese caso, la de
cadencia sería inevitable. También puede
no producirse, en un país poderoso, capaz
de tantas cosas admirables, capaz de en
contrar el recurso inesperado. Sólo el
tiempo tiene la respuesta.
Ahora únicamente se trata de señalar
aquí esa serie de hechos, con su engra
naje lógico, que constituyen el mecanismo de la decadencia. Ese mecanismo es
tá funcionando dentro del omnipotente
cine de Hollywood, haciendo su obra disociadora, destructora. Y la decadencia se
viene produciendo.
Sí. Hollywood, el primer cine del mun
do, la segunda industria del país más
poderoso de la tierra, estrellas universal
mente admiradas, millones de dólares,
propaganda inmensa, más millones. ..
También Japón producía casi tantos films
como Estados Unidos y no tenían ninguna
importancia, ni siquiera en el orbe asiá
tico; en cambio, dominaron el mundo laf
pinturas de Hirosije. Es que todo eso es
la industria. Y ahora se trata del arte
Se trata de que en cualquier momento,
el mundo puede descubrir que el cinema ec
un arte.
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�_ CINE _
©cabalgata
MAPA DE PANTALLAS
Phyllis Calvert y John Kenten en "Madona de las Siete Lunas” , film británico
que exhibe en el Broadway la Universal.
MADONA DE LAS SIETE LUNAS
Universal. Film in g lé s . Intérpretes:
Phyllis Calvert, Stewart Granger, Patricia
Roe, Peter Glenville, John Stuart, Reginald Tate, Peter Murray, Dulce Gray, etc.
Director: Arthur Crabtree.
Las últimas películas inglesas nos lian
puesto ante un cine que sin la gran pro
ducción y la propaganda de los otros
tres grandes: Francia, Rusia y Estados
Unidos, ha alcanzado ya ante el al icionado exigente, uno de los más altos pues
tos del cine actual.
En esa linea, origina! y llena de pro
mesas, está “Madona de las siete Lu
nas”, excelente película dirigida por Ar
thur Crabtree.
Inferior a la precedente muestra del
cine inglés, “El séptimo velo’’, más pro-
pia del eine medio británico que debe
estarse produciendo en estos días, tiene,
no obstante, la calidad general de buen
tono, lógica, sonido perfecto, y grandes
actores en todos los papeles, en fin, ese
cuidado en los detalles que revela una
madurez, de oficio, una dignidad de me
dios, y que tanto se echan de menos
en muchos films de los que nos sirven
esta temporada los grandes centros de
estreno. Melodrama, psicoanálisis, colo
rismo o pintoresquismo —esta vez le toca
a Italia padecerlo—, “Madona de las siete
lunas” reúne todos los ingredientes que
hacen detestables a otros films. Y no
importa, se ve con agrado, con interés.
No podíamos hacer mejor elogio del di
rector. — L. V.
Una escena de "El Hombre Gris” , con
James Masson y Phyllis Calvert, basa
da en la novela de Lady Eleanor Smith
de igual título, que exhibe Artistas
Unidos, en el Opera.
Olivia de Havilland tiene a su cargo el
papel central de "Lágrimas de una
m adre” , que Param ount presenta cele
brando su 30 aniversario.
Peter Laicford y Fay Helm en "El
Hijo de Lassie” , producción en tecni
color de M.G.M.
"Esclava de su pasión” , film de la
W arner Bros, que se exhibe en el
Opera. '
EL
EXTRAÑO
R. K. O. Radio Pictures. Intérpretes:
Edward G. Robinson, Loretta Young, Or
son IVelles, Philip Merrivale, llarry Long,
Byron Keith, Konstantin ' Shayne, Billy
Bousc, etc. Director: Orson IVelles.
Por mera coincidencia, se proyecta este
fi.m en Buenos Aires, cuando aun flamea
en el aire como una bandera triste, la
noticia de los perdones de Nuremberg.
Pero en “El Extraño”, ilusión de la pan
talla al fin y al cabo, el nazi recibe
su castigo. Un castigo truculento y guignolesco, sobre la torre del reloj de una
iglesia norteamericana, cuando había lo
grado camouflarse como un correcto pro
fesor de Historia. Lo atraviesa, para
más truculencia, la espada de una de las
figuras que mueve el antiguo mecanismo
del “carillón”, cumpliendo así la senten-'Cia trágica del tiempo: ¡Tiempo al tiem
po!
Construido en luces y sombras de vio
lencia ya característica en Welles, este
film es, sin embargo, más claro,’ más
entroncado con el cine último americano
—se ha citado el nombre de Hitchcoek_
y el suspenso bien hilvanado a lo largo
del argumento, es el elemento principal
de “El Extraño”. Mas con respecto a
“El Ciudadano’’, aun con todos los repa
ros que se puedan poner al tan discutido
fim revelador de Welles, “El Extraño”
registra una decadencia evidente del in
quieto y hábil direetor-productor-argumentistaactor. Un error en la elección
de actriz para el papel femenino —-a pe
sar del brillante trabajo de Loretta
Young— acusa más este descenso. Una
muchacha joven, enamorada, de aire
tierno e ingenuo, no cambia de la noche
a la mañana hasta el punto de disparar
sobre su esposo cuando descubre que éste
es nazi. La crisis nerviosa que padece
—y que en “El Extraño” se la relaciona
con el subconsciente de acuerdo con la
moda— no justifica el paso, que queda en
el aire. Pero la dirección del film hace
que el espectador no tenga tiempo a re
flexionar sobre estos detalles, pues la
acción está llevada con un ritmo, con
una seguridad, con una precisión de con
junto, que no permiten al público obser
vaciones que en definitiva, para un film
policial, como éste, pueden ser secunda
rias. La figura de Robinson y el mag
nífico aetor que es O. W. borran mu
chas manchas. — L. V .
4
Hollywood.
Charles Chaplin está terminando Monsieur Verdona: —antes A comedy of Murder—, inspirado en la vida de Landrú. No aparecerá el vagabundo Charlot,
Carlitos, Charlie. ¿Ha muerto?
•
Charlie Chaplin, júnior, debuta en la
pantalla como actor.
Otro: Alain Renoir, hijo de Jean Renoir, se inicia como eameraman.
Fritz Lang dirige The secret beyond
the Door, con Joan Bennet.
Rouben Mamoulian: Summer Holiday.
Robert Siomak: Time out of Mind.
Frank Borzage: Pver alway love you.
Roma.
Blasetti dirige: El arca de Noé.
Carmine Gallone: Venganza, terrible
venganza.
Fosco Giachetti: Rondini sema Nido,
con Danielle Darrieux.
París.
Vuelta de René Clair: Filmará El si
lencio es oro.
En el local de la Cineteca Francesa,
se reunió el I II Congreso Mundial de Ar
chivos de Films. Presidieron el Sr. Fourré-Cormeray, por Francia, y la Sra. Iris
Barry, por la Film Library del Museo
de Arte Moderno de New-York.
Leonide Moguy —Prisión sin rejas,
Carne y espíritu, etc.— ha vuelto a
Francia desde Hollywood. Dirigirá Liceo
de muchachas, con Fierre Blanchart y Lise Topart.
Cantinflas no ha gustado en París. Lo
único gracioso: sus pantalones.
Gran éxito de El ciudadano, de Orson
Welles “el magnífico”. La guerra im
pidió proyectarla antes.
Pierre Calef dirige La casa sobre el
mar, con Viviane Romance y Clément
Duhour.
Dimitri Kirsanoff, maestro dé la van
guardia, director de Rapto y Rostros de
Francia, prepara Normandie-Niemen, so
bre la célebre escuadrilla.
María Casares y Pierre Brasseur en El
amor alrededor de la casa; dirige Pierre
Hérain.
Argentina.
Lucas Demare filma: Nunca te diré
adiós.
Bayón Herrera: Un marido ideal.
Manuel Romero: Adiós, pampa mía.
Leopoldo Torres Ríos: Santos Vega
vuelve.
Daniel Tinayre: A sangre fría.
Ernesto Arancibia: Mirad los lirios del
campo.
Carlos Borcosque: Corazón.
Luis Moglia Bart: La senda oscura.
Ernesto de Zavalía acabó: El gran
amor de Bécqner.
Carlos Schlieper: Madame JBovary.
Carlos Hugo Christensen: El ángel des
nudo.
Luis César Amadori: Albéniz.
Arturo García Buhr concluye Lauracha, empezada por Arancibia. El film de
bió suspenderse hace tiempo por rivali
dad de productoras. Solucionado el con
flicto, debe cambiarse el director por es
tar el primero realizando otra película.
Mario Sofficci prepara: Martín Fierro.
Lucas Demare: Un día de octubre.
Carlos Schlieper: El misterioso tío Sylas.
Julio Saraeeni: El misterio del cuarto
amarillo.
Mocha Ortiz, exclusiva de Estudios
San Miguel, ha sido cedida a Argentina
Sono Film para una película.
¿Combinación de grandes empresas:
Argentina Sono Film, Emelco, Pampa
Film l
Méjico.
Buster Keaton filma: El moderno
Barba Azul.
Miguel M. Delgado: El abrigo delator.
Joaquín Pardavé: El ropavejero.
Chano Urrueta: El superhombre.
Conflicto entre el Sindicato de Direc
tores y los productores. Todo parado.
Sólo se filman cinco películas.
Chile.
Lugones prepara Es mi hombre, según
Amichos.
La amada inmóvil triunfa
en New-York
El film argentino La amada inmóvil,
dirigido por Bayón Herrera, con argu
mento de Manuel Villegas López, inter
pretado por Santiago Gómez Cou y Glo
ria Bernal, de E. F. A, se ha estrenado
en NevjA’ork, con subtítulos en inglés. Y
ha obtenido un gran éxito.
Dorothy Masters, célebre crítica del
“New-York Daily News”, ha dicho: “Se
trata do un tierno y vibrante argumento,
prestigiado por una notable fotografía,
acertada dirección y eficaz actuación de
los intérpretes.” Concluye con la decisión
de “otorgar a la citada peí cula la cali
ficación de tres estrellas y media, sobre
cuatro, raramente logradas en esta co
lumna”.
Fred Mac Murray y Joan Leslie en el
film en tecnicolor "Adonde vamos
ahora” que estrenará el 17, en el
Gran Rex, la 20th Century Fox.
El Cine Ocean presentará el 18 "Ala
dino y la lám para maravillosa” , film
del sello Columbia, del cual reprodu
cimos una escena.
Zully Moreno en una escena de "Nun
ca te diré adiós” , p r o d u c c ió n de
A.A.A., dirigida por Lucas Demare.
Pedro Lopes Lagar y Andrés M eju to
en "Albéniz”, producción de Argen
tina Sono Film.
bondad pasada, reciente, de las gentes en
guerra. Menos el enemigo alemán, claro.
Algo cruel había de confesarse.
Sinfonía Pastoral. Es el título de un
film francés estrenado en Suiza.
Es el primer argumento cinematográ-
fico tomado de una novela de Andró Gide. Intérpretes: Michele Morgan y Pierre
Blanchard.
Batalla del Riel. René Clair lo con
sidera el mejor film francés que se haya
producido después de la liberación.
ENTREVISTA CON RENE CLAIR
(Especial para
n
su habitación del Palace Hotel, en
la Avenida de los Campos Elíseos.
E René
Clair nos dice:
—Actualmente, cuando se exhibe un
film francés en Estados Unidos, quiere
decir que se lo presenta en salas peque
ñas, destinadas exclusivamente a esa clase
de exhibiciones, es decir, que el gran pú
blico americano lo ignora en absoluto . . .
Si mi próximo film lo haré con la
R. K. O. Radio Pictures es para lograr
que las compañías americanas lo exhi
ban en sus grandos cadenas de cinema
tógrafos. No sé cómo me irá, pero si el
asunto marcha, será por primera vez.
Le preguntamos si su film será dobla
do...
Al oír “doblado’’, una llama de indig
nación brilla en los ojos de Clair.
—¡Oh, no! ¡Eso nunca! ¿Cómo quiere
usted que el público americano pueda
interesarse en un film “doblado” ? La
abundante producción de su país le ofre
ce más films de los que puede ver . . . Si
el espectador elige un film francés es
para ver verdaderamente un film francés
y no aquella falsificación, aquel engaño
comercializado que es la película dobla
da . . .
Pasando de un tema a otro, hablamos
del acuerdo Blum-Byrnes.
—Lo que más le reprocho a ese acuerdo
—declara Clair—, es el haber consagrado
oficialmente al procedimiento del doblaje.
No es el caso de pensar en realidad en
el doblaje... sino que me es imposible
imaginar que Blum y Byrnes estén al
tanto del asunto. . . El doblaje es la
traición al cine . . . No hablo solamente
como espectador francés ca su a l...; me
permito hablar en nombre de mis colegas
americanos, quienes ignoran completa
mente la deformación sufrida por sus
obras . . . Hubiera habido que hacer ensa
C abalgata)
yos, suprimir todas las barreras aduane
ras, dejar entrada libre a las películas
americanas en su versión original, sin li
mitación, y prohibir el doblaje.
Le preguntamos si piensa volver pronto
a los Estados Unidos, y Clair me confía
que, luego del film francés que está
produciendo ahora —el primero después
de treee años de ausencia—, deberá ha
cer un film en Hollywood cuyo argumen
to será por primiuqi vez enteramente suyo.
A otra pregunta referente al precio
de las películas americanas, el realiza
dor de “Hoy es mañana” (It happened
to-morrow) nos recuerda que hay dos cla
ses de películas en Hollywood: los films
de la clase A que cuestan de 400.000 a
5.000.000 de dólares, como “Lo que el
viento se llevó”, y los films de la clase B,
que cuestan como máximo 300.000 dólares
y son los -producidos en tiempo record.
- —He visto films que duran una hora
y media, .y hechos en seis días, y algunos
de ellos, a decir verdad, bien valen cier
tos films franceses que han requerido
mucho más tiempo y mucho más dinero.
Tratamos, a pesar de las reticencias
del autor, de saber algo acerca del film
“El silencio es de oro’’ y nos enteramos
que tendrá el mismo espíritu que “14 de
julio” y “Bajo los techos de París” y
habrá en él elementos fantásticos, como
en “Me casé con una bruja”.
—Un film —nos dice Clair—, no debe
ser tratado enteramente en el mismo
tono . . .
En fin, en nuestra entrevista el cé
lebre director-productor ha hecho profe
sión. de fe de que la regla de las tres
dimensiones es aplicable al cine.
Es suficiente substituir a la unidad
“lugar’’, que es anticinematográfica, la
unidad estilo que es tan esencial como
las otras.
E N U N A N O C H E D E N A V ID A D
(L ’assassinat du Pére N08I)
Film francés de Christian Jacque, se
gún Pierre Very, con Fernand Ledoux,
Henee Faure, Raymod Rouleau, llarry
Baur, Marie-Belene Daste, Robert Le Vi
ga n, Jean Brochará, Jean Parides y el
coro de los pequeños cantores de "La
Cruz de Madera”.
Un maravilloso cuento infantil hecho
con seres reales: el viejo fabricante de
esferas terrestres, que hace de Padre
Noel la noche de Navidad; su hija, alu
cinada por los cuentos de magia y aven
tura con que aquél llena su vida; el
aristócrata que ha recorrido el mundo y
vuelve a su castillo abandonado, para
ocultar su desilusión y su lepra; la loca
que busca eternamente un gato que no
existe . . . Y por contraste la realidad de
la vida mezquina y pintoresca en un
pueblecito nevado de la Alta Saboya: el
alcalde, el alguacil indiscreto y miedoso,
el sacristán blando y pintoresco, los dos
viejccillos eternos jugadores de cartas,
los niños, muchos niños, tan dilectos de
Jacques y que tan bien los sabe mane
jar. El asunto policíaco, que forma la
trama directa del film, se queda, sin em
bargo, en trasfondo, dominado y absor
bido por el gran hálito poético de la
película. Poesía simple, directa y pura;
poesía de cuento de niños. En un paisa
je maravilloso del que Jacque extrae án
gulos expresionistas al estilo de “El ga
binete del Dr. Caligari”. Una cámara má
gica, magistral. Un montaje magnífico.
Un tema realista hecho fantasía; la me
jor fantasía.
Christian Jacque, director fecundísimo
y desigual, parece que se ha impuesto
como gran realizador durante los años
de ocupación. “Los desaparecidos de Saint
Agil” era una bella película. Esta es una
obra maestra. Esperemos “Sortilegio”,
“Bola de Sebo”, “Carmen”. — M. V. L.
CARTELERA
Adolphe Menjou, Ellen Drew
Brjen en "El fantasma ami
K.K.O., que se proyecta
Monumental.
Bette Davi* en "Vida robada” , pro
ducción de la Warner Bros, que se
estrenará en breve.
Un Día con el Diablo. Cantinflas,
sin novedad. Lo demás, por desgracia,
también.
Inspiración. Decorados hechos con to
do el oficio de Gori Muñoz. Argumento
de autores experimentados y eficaces: Al
fredo de la Guardia y Manuel Agromayor. Música de Sehubcrt elegida inteli
gentemente por el maestro Julián Bau
tista, y que cubre eficazmente la duración
del film.
El gran amor de Bécqner. Fina, li
gera. El encanto de Delia Gareés, la
caracterización de Esteban Serrador, la
actuación de Josefina Díaz, Pedro Codina, Andrés Mejuto y Susana Freyre;
el argumento de Rafael Alberti y María
Teresa León; la dirección de Alberto de
Zavalía. He ahí algunas de las razones
por las que “El gran amor de Béequer”
será uno de los buenos films de la tem
porada.
La Ultima Chance. El paisaje en pri
mer lugar, después, el paisaje, y' por úl
timo el paisaje. El argumento, dema
siado cuáquero, con exceso de fe en la
Escena de "En una noche de Navidad” ("L ’Assassinat du Pére Noel” ) que se
exhibe en el Opera, dirigida por Christian Jacque, y en la que intervienen
Fernand Ledoux , Renée Faure , Harry Baur y Raymond Rouleau .
�cabalgata®
aprendizaje en los fríos y desmantelados escenarios de provincia, en
tre un aplauso pobre y un estruendo de terquedad y de silbidos. El
respetable sólo acepta el talento de los dioses, y ello hasta que la
blasfemia no le invade el humor.
Todos los tipos de la pequeña y media burguesía francesa, son en
carnados más tarde por él, en teatro y en cine, con el aplomo, la bon
dad, la sencilla riqueza de matices de quien aprendió a conocer a un
pueblo on todas sus escalas y a representarlo en todas las escenas.
Así vemos que se cumple en él la ley, cada día más admitida, de que
no hay buen actor en cine que no sea buen actor de teatro.
Sólo las tablas pueden dar más tarde en el set esa profundidad
interpretativa que no alcanzará nunca el “galán” por muchos metros
que haya filmado, por muchos primeros planos que le hayan concedido.
Gerente de empresa o diputado socialista, panadero o exportador
de paños, rentista enamorado o padre en discordia, Raimu podía en
trañar los más diferentes caracteres con una personalidad que no
molestaba, sino que justamente acentuaba la personalidad propia de
personaje representado.
Siempre había en él algo que salvaba los momentos más mezquinos
posibles: su comprensión delicada de la poesía que ampara a las
cosas vulgares, las ridiculeces tiernas de la familia, lo que hay ( e
destino y por lo tanto de legítimo, en los actos más sórdidos del
amigo, la esposa o el pueblo.
A Harry Bauer podemos reprocharle cierta tendencia a la geniali
dad ^desmedida, a convertir sus papeles en violentos ejercicios de ex
presión, a salir de madre halagando la opinión que la gente corriente
tiene de lo teatral.
,
A Victor Francen, tan gran actor en ocasiones, podríamos rec darle una afectación que sólo cuando coincide con la afectación propia
del personaje, como en el caso de “Le Roy”, cobra brillante jus i ua
ción Pero a Raimu, más hondo unas veces, como en “La Mujer ae
Panadero”, más intrascendente otras, lo recordaremos siempre como el
actor seguro, que sin esfuerzo extemporáneo, se apodero del espint
y de la vida de sus criaturas y nos muestra su historia como si estu
viera sucediendo ante nosotros con toda espontaneidad.
Y, por sobre todas las cosas, a la hora de recordarlo, nos queda de
él una verdadera imagen de Francia, esa difícil Franca del ahorro,
ra uno de los padres del cine francés, en el doble sentido, por sus
las bodas tristemente concertadas, los amores fallidos, los hombres
paternales papeles, y porque un film en el que interviniera era
agotados, sin esperanza y sin desesperación pero en cuya atmosfe .
para nosotros un film que se apellidaba Raimu. Tenía algo de di no todo es portería cómplice, propina malhabida, pues ju o .
rectora su figura cargada de experiencia, de buen sentido, de sabia
eso crece la vida mejor, con su apacible despertar, su apasiona
naturalidad.
afán, su sonriente fiesta.
. „„tnr
«Iules Augustc Muraire, nace el 18 de diciembre de 1883, destinado
Supo no ser el actor más fácil entre los grandes actores, e actor
por su padre a formar parte del ilustre gremio de los tapiceros, en
de una sola pieza, de una inconmovible pieza en la que se mete cual
el que habría de hereda», el puesto paterno.
quier papel como en una camisa de fuerza, y aunque reviento por tm
En el Casino de Tolón, la ciudad de su nacimiento, tiene lugar el
a...
la indenendcncia del carácter representado, sigue adelante
primer intento que hace Raimu para merecer el oficio de su vocación.
Un pequeño papel le permite sortear -.el mandato de la familia y
desde esc momento emprende la gran batalla del teatro. Batalla
librada sobre un fondo de fracaso, pues la patria chica, la amada
villa de Tolón, lo había recibido sin la menor piedad.
Recorre Francia en compañías de la lengua, y practica el duro
E
tra: algo así como el antídoto de toda retórica, de todo engolami
de todo acartonado cuello duro verbal.
Nos descompone las frases más campanudas, los sentimentali
grandilocuentes, que se curarían con una gabardina entera <
buen bistec, las angustias de moda, tan hijas terribles de las inoc
jaquecas de antaño. Nos desarticula todo mostrándonos la vaci
do las mil piezas estúpidas de nuestra expresividad vacua, cenjer
y nos frena el mecanismo torpe y engreído de la verborrea.
Porque su verdadero elemento, mucho más que la m mica, coi
tan ajustada y eficaz, es la palabra. Decididamente, no es un pa
El payaso no necesita hablar, no importa que diga o no su pape
que importa es la bofetada, el atuendo, el andar, los tropezones
talotas, llantinas.
Si a Cantinflas se le prohibiera hablar, reventaría; es un el
tán de todos los diablos, se muere por hablar, con mucha más ansí
de decir lo suyo que un jubilado o una comadre.
Además, como es un personaje colectivo, dice a la vez lo qu<
rresponde al coronelito y al licenciado, a la viuda en trance d
grimas y al orador de turno en la cámara, trabucándolo todo •'
una radio que recorriese velozmente todas las estaciones.
Luego, cuando él lo destaca, cuando lo cuelga del palo más alt
la comicidad para que todos lo vean, llega el momento en que lo
tan los mismos personajes a quienes él desvalijó.
“Aquí entra otra vez lo psicológico, joven. Uno tiene una co-.
y un día la enseña y otro la imita. Pero si la cosa que usted mu'
es el pueblo, entonces razonamos que no hay imitación, sino id
ficación y reconocimiento. ¿De acuerdo?” De acuerdo, señor Y
Moreno, de acuerdo: ahí está el detalle de su éxito, en eso que-1
tan justamente llama identificación y reconocimiento con el pu
Y a cambio de ese acuerdo, tenemos ganas de decirle a usted :
con todo el respeto que su talento nos merece: su poca gabarco
nos va resultando demasiado insistente, y si se subiera los pa
Iones hasta donde Dios manda, no por eso dejaría usted de ser J
cológico’’.
Sabemos bien que la gente que va a verlo a su teatro Apolo, e: y
esa gabardina y ese despantalonamiento. Está muy bien para e
Apolo, entre la bataclanicie del escenario y el maniseo de las butacas
haber sido carpintero, beisbolista, boxeador, soldado, baila
rín profesional. Antes de caer en todos esos modos de ganarse los
“tamales”, quería ser licenciado. Hizo un curso del bachillerato y
dice haber abandonado por falta de medios.
Le creemos cuando refiere que de pronto se dió cuenta de que que
ría ser cualquier cosa siempre que lo aplaudieran: torero, general o
actor. Un escenario de carpa circence, en Tacámbaro, es su primer
paso en falso.
Por un azar que fué la clave de su vida, hubo de improvisar ante
un público impaciente. Y allí quedó inaugurada su carrera, entre las
primeras carcajadas y los primeros aplausos confirmadores. Parece
que ese mismo día, alguien “muy chicho” le bautizó Cantinflas.
Y desde entonces Mario Moreno no es mas que una cédula, una fe de
nacimiento, una firma que administra la mina cantinflera.
^ ^
Viste —en su vida privada— como un “gentleman”, da “cocktails
en su mansión dorada, asiste a las carreras y recibe, como un gran
señor, homenajes de los toreros.
Pero Cantinflas lo domina hasta cuando quiere aparentar, tener lo
que se llama en Cuba “plante” y en Buenos Aires “parada”, y no
permite que Mario Moreno reniegue de esa criatura que le salió padre.
J,
“Aclara” a un periodista, para que no haya dudas: “. . ■vo soy muy
psicológico y en todo me fijo”. Pero no le queda otro remedio que de
clarar la verdad, y cierta vez la desembucha entera: “Mire usted, Can
tinflas ha llegado a apoderarse de mí al extremo de que to<jos los
días estoy en un tris de reaccionar como él.” i En un tris? At modo
de verlo.
, . „
“Fuera de lo que es propiamente humano no hay nada comico.
Estas penetrantes palabras de Borgson, nos iluminan la personalidad
extraña de Cantinflas, su humanidad. Donde quiera que se habla es
pañol, esa humanidad se contagia al público, a través de una jerga,
de un palabrerío mexicano de acento y de construcción, pero de men
talidad hispanoamericana evidente, intraducibie. Mentalidad de la
picaresca, en figura de atorrante, de roto, de pelado, de golfo.
Esa condición suya, hispanoamericana, cuya clave es el descoyunta
miento del idioma, propio de una vida moral y material descoyuntada
de nacimiento, y no conscientemente, intelectuaímente, hace que sea
Cantinflas un personaje importantísimo en la vida idiomática nueso n fiesa
C
Pero ésa es hoy la parte más pequeña
de su público y en toda América piden
que no se limite a ellos, que no se limite
usted, que no se repita en cosas tan desacertabas.
Para la carpa o para ol Apolo, sirve
eso. Para el cine, que sale de esos mar
cos, y aun del marco nacional mexicano,
más que un modo de hacer patente el
tipo de Cantinflas es un modo de ha
cerlo antipático, excesivo, derrochador de
demasiada miseria, de demasiada sucie
dad, de demasiado mal gusto.
En el Apolo es usted un entremés
—aunque mucho más importante que to
dos los platos juntos y el detalle del pos
tre incluido— ; allí sale usted un minuto
y deja paso a las coristas, antes de que
las carcajadas se remansen. En el cine
nos tiene usted dos horas viéndole, y lo
toleramos todo sólo porque tiene usted
gracia para escf y para mucho más.
Y no sólo le perdonamos, finalmente,
ese pantalón que le cae a usted mal, y
a nosotros también, en el sentido mexi
cano de la palabra, y esa sugerencia de
gabardina que nos pudo divertir una vez,
sino que le perdonamos incluso las malí
simas películas que usted salva. Y sólo
usted.
_____
y da un grito a tiempo, o espera a que una escena especialmente
liante salve el conjunto de la representación.
Aprendió no se sabe dónde —ése es el misterio de las buenas
c¡oncs_ que no hay destino sin multiplicidad, y que simultanean
pueden producirse en una misma, en una sola conciencia, las má
contradas reacciones. Que nada es ridículo a secas, que la bonda
es químicamente pura, en fin, que no hay fórmula para encerré
ella la línea dramática de un destino por muy simple que éste se
Su aportación al cinematógrafo, su aportación de gran acto. d.
teatro, fué precisamente la de poner en él una variedad de pl •
la correspondiente a cada papel, que muy pocos actores han p< i
lograr.
Para hacer el papel del panadero en la famosa peí cula, era pr -c un actor que, como él, no sólo se limitara a estudiar su parte,
que se identificara hasta en el modo de respirar, con su destino
�
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Cabalgata
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1946 - 1948
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Ejemplares 1 a 21 de los años 1 a 3 de la revista Cabalgata, publicados entre 1946 y 1948.
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Cabalgata
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Año 1, no. 2
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Buenos Aires, 15 octubre 1946
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An entity primarily responsible for making the resource
Herrera Petere, José
Romero Brest, Jorge
Shaw, George Bernard
Serrano Plaja, Arturo
Córdova Iturburu, Cayetano
Chesterton, G. K.
Berry, Ana M.
Brague, Francis
Dovoto, Daniel
Ingenieros, Cecilia
González Carbalho
Villegas López, Manuel
-
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5b0ef53374367e41fb8d4a30e00af499
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b0f025f0839389685750097fdea7de5e
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\
VN'O I * N° 1 * QUINCENARIO POPULAR
VICTOR
Y
★
ESPECTACULOS, LITERATURA, NOTICIAS, CIENCIAS, ARTES * BUENOS AIRES, 1 OCTUBRE 1946 * S 0,40
HUGO
LOS
Por A L FO N SO R E T E S
/
ESPIRITUS
( Especial
para
C aba lg a ta )
H u gos por las diversas resacas de la
t e n ía
política, tejían juntos la madeja de
m uchas habi la tristeza y no eran una compañía
lid a d e s . Fué confortante. E l ambiente era fan
buen dibujan tasmal y se prestaba a reflexiones
te y fué eba fúnebres. E l sansimoniano Fierre
nista d o ta d o Lerroux, con quien V íctor Hugo se
del g e n io in juntaba por el gusto contradictorio
v e n t iv o . D e
de la disputa, que lo devolvía al
viejo, divertía
sentimiento de la vida, creía en las
a sus n ie to s reencarnaciones sucesivas como los
abriendo unas antiguos filósofos. Philippe Faure
fauces de ogro pretendía recordar sus anteriores
metiéndose en la boca una naran- existencias, y describía con emoción
entera, que luego devoraba tran- sus recuerdos de la crucifixión de
ilamente. Cuando escogió el des- Cristo. L a metempsícosis estaba a
rro de Jersey, puede decirse que la moda. (E n Flaubert, el primer
pasó a la isla con armas y baga- seductor de Mme. Bovary ponía la
; llevó consigo a su legítima, doctrina al servicio de su diploma
.ela, y a su "mano izquierda” , cia amorosa.) La emigrada rusa
íliette Drouet, a quien instaló en Mme. Engelson hablaba por la no
sa separada.
che con el espíritu de su difunto
"¿ Qué piensas hacer
preguntó
esposo, mediante una aguja que
su hijo. "M e entretendré — repuso
giraba sobre un disco alfabético.
te— en traducir a Shakespeare.
A llix, después mezclado en la Co
r j ú ?» « Y 0 — ¿ i j 0 ej p 0ej a— me
muna, usaba su invento personal de
‘diearé a contemplar el océano.”
"los caracoles simpáticos” . E l poeta,
Pero hacía algo más: hacía versos que pronto adquiriría todas las
y aserraba madera. El paisaje era obras de Alian Kardec — aun no
desolado y tempestuoso. No lejos, aparecidas— leía libros sobre magia
se columbraba el cementerio. Los
y misterio, fluidos .y larvas de ul
desterrados franceses, más de tres tratumba, posibles mundos habita
cientos amontonados como náufra dos, como quien engaña el tiempo
V
íctor
go
E S T E N U M E R O C O N T IE N E
C O LA B O R A C IO N E S DE
ALFO N SO REVES • E. M A R
T IN E Z E S T R A D A • G U I
LLE R M O DE T O R R E • JOSE
LU IS R O M ERO • A. O R K ILA
R E V N A L • ERNESTO SAB AT O • J. R O M ERO BREST •
OSCAR C E R R L T O • CORDOVA ÍT U R B I R I • N .A .F R O N T I N f • AD O LFO S A L A Z A R •
R O M U A LD O B R U G H E T T I •
E.MILE H E N R ÍQ T • G A B R IE L
M A R C E L • O T E R O F.SPA8 .A N D IN • V IL L E G A S L O
PEZ • F E LIPE ARCOS R IT Z •
OLA IRE VENDÓM E, etc.
A rquitectura, Morías, A jedrez,
H um orism o, C ine, T ea tro,
Noticias.
con alguna embriaguez. Tal era el
mundo en la quinta de Marine-Terrace.
Pero quien introdujo en MarineTerrace la práctica clásica de las
mesitas giratorias fué seguramente
Mme. Emile de Girardin, amiga y
colaboradora de V íctor Hugo en la
romántica juventud, cuando todavía
se la llamaba Delphine Gay. Mme.
de Girardin vino a pasar diez días
a Jersey por 1853. Era espirita
consumada. Tras algunos infruc
tuosos tanteos, logró adiestrar a la
tertulia, singularmente desde la
noche inolvidable en qué se presen
tó el alma de Leopoldina, la hija
(Continúa página 2.)
EN LA MUERTE DE UN TESTIGO
DEL MUNDO PEDRO HENRIQÜEZ ÜREÑA
Por J O S E L U IS ROM ERO
D
is c u r r a -
sobre
la v id a y la
muerte de este
espíritu singu
la r. de este
hombre de ex
c e p c i ó n que
era sin duda,
por sobre todo,
espíritu, espí
ritu tenso, des
velado por el
sino del mundo. Ciertamente, no
será difícil hilvanar algunas ideas,
porque son ricas y numerosas las su
gestiones que nos han legado su obra
y su palabra. Pero será difícil, o
acaso imposible, desplegar la multi
plicidad de sus potencias, y más aún
lograr una imagen de su riqueza, de
su profundidad, de su virtud.
Espíritu singular el suyo. Esta
ba conformado primariartiente por
cierto esteticismo, y había sabido
afinar su sensibilidad con rara
maestría. Leía y escuchaba música
con contenida beatitud; se recrea
ba con fruición en la pintura; ahon
daba en la imagen poética hasta
tocar el fondo; y aun en el perfil
o en el vestido que se cruzaba oca
sionalmente ante sus ojos gustaba
mos
la belleza o la prometida perfección
del trazo o el color. Vibraban en él
la luz, la forma, el sonido armonio
so, el claro pensamiento; y su espí
ritu ávido lo incorporaba todo, sin
avaricia, para proyectarlo luego en
constante y renovada creación.
Empero, esta actitud esteticista
no era sino el primero de sus im
pulsos, la más espontánea de sus
tendencias. Muy luego se advertía
que su sensibilidad estaba estrecha
mente vigilada por una inteligencia
rigurosa, que la celaba como celaba
su gesto, su palabra o su conducta.
Sin duda, a fuerza de estar enri
quecida y vivificada por la sensi
bilidad, parecía más brillante en él
la inteligencia, más alto el poder
de la razón. La inteligencia era en
él instrumento delicadísimo, hecho
para desvanecer las oscuridades y
disipar las sombras. Amaba la luz,
la luz que iluminaba el Partenón,
pero acaso más todavía la que au
reolaba el pensamiento cartesiano.
Y movido por la razón, llevaba a to
dos los ámbitos de su espíritu la as
piración a la medida, délfica virtud
que poseía como pocos. No era azar
que le apasionaran la geometría,
la música, el enigma del universo
(Continúa página 2.)
*
Músico del Altiplano boliviano con su legendario instrumento. (Véase pág. 9 .)
�1
LETRAS
cab a lgata ©
(Viene de página 1 . )
Este ^.es han regresado a Francia, pro
cedentes de distintas repúblicas america
nas donde han pasado los años de la
g'ierra, algunos escritores franceses. Les
había precedido ya André Bretón, que
11 gó en el mes de mayo, y que ha to
mado posesión de su silla vacante en el
café "Deux-Magots” , muy próximo al
"Flore” , donde hasta hace poco tenía su
cátedra el existencialismo.
Entre los reintegrados al suelo francés,
se encuentra Henri Berstein, que ha re
gresado con un cierto espíritu combativo
contra algunos de sus colegas de emigra
ción. Inmediatamente, se ha desatado en
ataques contra Jules Romains, que ya
desde la liberación ha tenido que sufrir
bastantes, dirigidos desde los dos lados
de la barricada. También ha regresado
de una manera definitiva el propio Ju
les Romains, que el año pasado había vi
sitado Francia por poco tiempo, para re
tornar enseguida a América.
El peor acogido de todos ha sido André
Maurois, que, a semejanza de su héroe,
"el coronel Bramle” , ha permanecido en
silencio durante estos años. La opinión
expresada por todos, con más o menos ma
tices, puede resumirse en ésta de Jean
Texcier, en Gavroche: "Indudablemente,
el señor Maurois ha escrito mucho y ha
conferenciado mucho. Sin embargo, dur .ate cuatro años los combatientes fran
ceses que han permanecido en Francia
nada han leído, ni nada han oído de él.
i Se puede decir que ha callado por pu
dor? ¿Pero ha sido también por pudor
por lo que ha celebrado las virtudes y la
alta conciencia del mariscal Pétainf”
*
Procedente de Montevideo, ha llegado
también a París el poeta Jules Supervielle.
Ha venido acompañado del cuentista uru
guayo Filiberto Hernández y de las poe
tisas Sara de Ibáñez y Orfila Bardessi.
Refiriéndose a estos escritores, ha mani
festado a los periodistas:
"Son grandes escritores que es necesa
rio traducir al francés. Es necesario agre
gar a Georges Pillement, Mathilde Pomés
y Francis Miomandre, muchos otros tra
ductores del español al francés. No se
puede dudar de la riqueza de las litera
turas sudamericanas. Ya de por sí, el
Uruguay es una tierra de poetas. En
mi nueva calidad de agregado cultural,
pienso organizar contactos entre los es
critores de los dos países, conceder bolsas
de viaje, etc.”
.Es una prueba más del gran interés
que las literaturas sudamericanas des
piertan actualmente en Francia. En un
sentido semejante se ha expresado tam
bién Paul Benichou, secretario del Insti
tuto Francés de Buenos Aires, que se
encuentra en Francia, preocupado por or
ganizar la importación de libros franceses
en la Argentina. .
*
Victoria Ocampo, ha disfrutado de los
honores, no sólo de toda la prensa litera
ria de París, sino también de los grandes
diarios. Se han publicado declaraciones
suyas, su retrato, dibujos y hasta cari
caturas. Ha hecho las siguientes decla- raciones a Jean, Maury, redactor de
"Combat” :
— Escribo mis libros directamente en
francés. Los traduzco después al español.
Nunca he podido proceder de otra forma.
— ¿Usted ha hecho mucho por la cul
tura francesa en la Argentina?
— E g, con la inglesa, la única que nos
aporta algo.
N
O
T
I
*
Coincidiendo con la partida de defun
ción que, un poco prematuramente, han
extendido ya algunos al existencialismo,
se ha estrenado estos días en Londres
" H u ís clos”, de Jean-Paul Sartre.
Los periódicos literarios franceses han
recogido algunas de las críticas de los
diarios ingleses más importantes. " H u ís
clos” ha chocado mucho con el gusto pu
ritano inglés, y las críticas se han ensa
ñado contra él, de la misma manera
que Emile Henriot lo hizo hace algunos
meses en su folletín literario de "Le
Monde” . Puede ser que haya influido
también en los ataques de la prensa bri
tánica el hecho de que Sartre hace figurar
un infierno que no es tan aterrador como
el que describen los sermones. La obra
no se ha representado en funciones pú
blicas, sino en un teatro de vanguardia,
con la entrada reservada exclusivamente
a los socios.
•
Después del pleito Rouault-Vollard, un
nuevo "affaire” artístico ha surgido -en
París, en lo más fuerte de la canícula,
que promete una larga polémica y la in
tervención del juzgado. Desde la libe
ración hechos así, de mayor o menor gra
do, vienen produciéndose con frecuencia.
El mes pasado se ha celebrado en Pa
rís, una exposición de cuadros del gran
pintor italiano Chirico. Constituyó un
verdadero éxito de público y de crítica.
Todo había transcurrido normalmente,
cuando ya clausurada la exposición, hace
cuatro días, un gran diario de aquí ha
recibido de Chirico el cablegrama si
guiente :
"Roma, 25 de julio. — Una galería pa
risiense ha hecho el mes último una expo
sición de cuadros que llevan mi firma,
pero que, en realidad, eran casi todos
falsos. He recibido de París las repro
ducciones de diez y nueve de estos cua
dros y espero otras fotografías. Se trata
de una formidable estafa que me obliga
a emprender inmediatamente; una acción
judicial contra los culpables. Estas falsi
ficaciones son imitaciones groseras, torpes
y estúpidas de mis telas, sobre todo, de
las pertenecientes a la época "metafísica” ;
otras se refieren a la época "caballos es
tilizados y ruinas” . En América también,
y ahora incluso en Italia, circulan falsos
Chiricos que llevan una firma falsa, pro
bablemente calcada, y que presentan las
mismas características que las que han
C
I
A
E l N * 0 de C a b a l g a t a ha encontrado cordial acogida en todos los medios en
que fué difundido. Diversos periódicos y revistas de toda América se ocuparon
elogiosamente del mismo en su momento. Editores, libreros, escritores y todos
cuantos de un modo u otro tienen relación con las actividades espirituales nos
han hecho llegar sus felicitaciones y su promesa de colaboración en la d ifícil
empresa que se propone realizar C a b a l g a t a .
Superado el cálculo de la publicidad que era presumible esperar para un
prim er número como es el presente, nos hemos visto obligados a alterar el plan
general, y a suprim ir o mermar secciones que en números sucesivos alcanzarán
su verdadera medida.
C abalg ata
publicará en el N " 2 :
U n cuento inédito en castellano, de GiXbert K . Chesterton.
Una sección de modas a cargo del prestigioso modisto Jaumandreu.
Poemas inéditos de Juan Ramón Jiménez.
Colaboraciones de conocidos escritores internacionales, además de las dis
tintas secciones que componen este número.
IMPRESO EN ARGENTINA
figurado recientemente en la exposición
parisiense.”
En seguida, la prensa ha publicado la
réplica de la directora de la Galería.
Los coleccionistas que habían prestado
sus obras han hecho también declaracio
nes. Uno de ellos ha declarado que más
de la mitad de los cuadros le habían sido
vendidos directamente por el propio Chi
rico.
El "affaire” está todavía en sus comien
zos y se anuncia ya como uno de los más
interesantes conocidos en los medios ar
tísticos franceses desde hace muchos años.
*
El jurado del "Prix de la Pleiade” con
cede todos los años un premio de 100.000
francos al autor de un manucristo, que
en seguida edita la "Nouvelle Revue Franeaise” , o sea la casa Gallimard. Este año
el premio le ha sido concedido a un ecle
siástico, al abate Grosjean, por su obra
"Terre du Temps” , colección de poemas.
El abate Grosjean es muy joven y tie
ne ya una vida de aventura. Fué obrero
ajustador y después ingresó en el seno
de la Iglesia. Actualmente, ejerce su
apostolado en Liban. A l notificarle la
grata nueva, ha manifestado a los perio
distas :
"N o tengo ideas políticas. O más bien,
soy anarquista. Sí, soy discípulo de Prud’
hon. Creo que el camino del progreso, el
Único naturai y beneficioso para el hom
bre, es la comunidad anarquista. Voy a
tratar de constituir una en el Liban. Si
no lo logro, partiré para Nueva Zelandia
donde me parece más fácil lograrlo.
El premio le ha sido concedido a su
gestión de André Malraux y de Jean Paúlhan. Tenía el abate como concurrente a
un tocador de trompeta, que estaba apa
drinado por Jean-Paul Sartre.
La "Asociación de ex Voluntarios de la
España Republicana” , ha publicado un co
municado protestando vigorosamente con
tra la novela de Hemingway "Pour qui
sonne le glas” . Se dice en el comunicado:
"Hemingway no tiene en su obra ni una
sola palabra para explicar el carácter al
tamente nacional, democrático y progre
sivo de la guerra llevada a cabo por el
pueblo español. N i una línea para evocar
su impulso heroico en la defensa de la
libertad. Pero presenta a España, donde
fué recibido con tantas atenciones por las
autoridades republicanas, civiles y milita
res, como una nación de campesinos ig
norantes-y estúpidos, de gitanos supersti
ciosos y de toreros.”
el período de veraneos. Resumamos la
tramitación de este incidente:
René Lalou, profesor de literatura in
glesa y gran crítico literario, ha com
puesto y publicado una "Antología de los
más bellos poemas franceses” , del si
glo xiv a nuestros días. Ha insertado tres
poemas antiguos de Charles Manrras. Y
también los más bellos poemas de Aragón
y de Paul Eluard, entre ellos "Libertad,
yo escribo tu nombre” . A partir de este
momento han comenzado los incidentes.
Aragón, se ha molestado enormemente.
No por figurar en esta antología, sino por
verse en compañía de Charles Maurras.
Invocando un artículo del reglamento del
Comité Nacional de Escritores, del que
son miembros él y Lalou, y según el cual
se prohibe a sus miembros colaborar con
los escritores inscriptos en la "lista ne
gra” , ha acusado a Lalou de haber roto
su compromiso y le ha hecho excluir del
Comité por "haber- insultado nuestros
muertos” y haberse hecho "el cómplice de
Pétain” .
René Lalou replicó con una enorme vio
lencia, de tipo personal. Ahora, este pleito
ha pasado ya las fronteras francesas. El
escritor inglés Charles Morgan, ha inter
venido en la polémica, mediante un ar
tículo en el "Sunday Times” , artículo
favorable a René Lalou.
*
El número, de los premios literarios au
menta cada día en Francia, el 1 de octu-
bre se concederá: Premio Albert Londres
(al mejor reportaje); premio Guy de Larigaudié (50.000 francos), destinado a
una obra para niños; "Bolsa literaria de
viaje” , para un poeta de menos de 45 aíiot.
Primero de septiembre: Premio Libera!
ción, de 100.000 francos, para una arnt
popular, de amor o de aventuras. 15 , j
octubre, segundo Premio Stendhal; febr
ro 1947: premio de poesía de Goekn j
(10.000 francos); Saint-Pol Roux (5.0
francos), Xavier (1.000 francos), Mad
laine Gamier (5.000 francos). Abril J94'
gran premio de novela policíaca (100.00
francos).
Hay todavía muchos más, cuya enunn
ración sería difícil hacer de una manera
completa.
*
El semanario "Action” , a sugestión d i
uno de sus colaboradores, ha abierto c j|
sus columnas una polémica bajo el tí tuI‘I
general: "¿Es necesario quemar a Kaf|
ka?”
Numerosos escritores, profesores y hustJ
filósofos han expuesto sus opiniones, qu !
como bien se comprenderá, han sido mr|
dispares: desde el ultra que desearía qu I
mar toda la literatura decadente y o 1
desesperación, hasta los que en noir.br
de la libertad de pensamiento re vindUC
la independencia del criterio literal i .
Afortunadamente, los últimos :n sidi
mucho más numerosos que los primeros. J. S.
C O L E C C 1O N
NUESTRA DEUDA
CON
GRECIA Y ROMA
LA
E D I T O R I A L
N O V A
ha adquirido los derechos exclusivos para la tra
ducción en idioma castellano, de esta extraordi
naria y valiosa colección, publicada originariamente
en inglés y en la que, hombres universitarios,
encendidos de pasión, han realizado lo que menos
se esperaba: pagar con la inteligencia la deuda con
traída con los grandes genios de la historia.
A C A 8A N
DE
APAR E C E R
VIRGILIO
y su influencia hasta el mundo
de hoy
P o r J. W . M A C K A IL
El más maravilloso poeta de todos los tiempos visto
en su vida de acción, descubierto en la armonia
de sus versos y localizado en su convivencia con
nuestra alma.
EL
PLATONISMO
y su i n f l u e n c i a
*
Por otra parte, el pleito Aragon-Lalou,
parece llamado a tener todavía repercusio
nes en los meses próximos cuando termine
cabalgata
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IN D E P E N D E N C IA 360. B U E N O S A IR E S
R E P Ú B L IC A A R G E N T IN A
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S U S C R I P C I Ó N
Argentina: Un año
8,20 m./arg.
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Seis meses . . . . $ 4,30 m./arg.
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. Dólares U .S .A . 3,50
D I S T R I B U I D O R E S
Capital: S ilv a n o M ac h i , Independencia 2837
Interior y exterior: D is tr ib u id o r a T riunfo S .R .L .
Rosario 201
1
FRANCIA
(Envío ae un redactor de C A B A L G A T A )
— ¿Y los americanos, los españoles?
— Los argentinos no aman mucho la
España de Franco. Y , además, los viejos
recuerdos de la "conquista” no se han ol
vidado por completo en América del Sur.
Conocemos Faulkner, Caldwell, Hemingway, pero no tienen ninguna influencia
sobre nuestros novelistas, para quienes
Gide es un modelo constante. Jorge Luis
Borgrs, Alfonso Reyes, José Blanco, son
jóvenes novelistas muy enamorados de
vuestra literatura. Mi hermana Silvina,
que escribe buenos poemas, también lo
está y González Lanuza, igualmente poeta,
que será indudablemente traducido a vues
tro idioma.
— ¿El surrealismo ha tenido influencia
en ustedes?
— Como todo lo que viene de Francia.
Aragón es muy conocido en la Argentina,
donde tiene partidarios fanáticos, aunque
sólo desde hace algún tiempo. Eluard es
más difícilmente traducible. Roger Caillois, cuando estuvo en la Argentina, tra
dujo "Fata Morgana” , de André Bretón.
— ¿ Y el existencialismo?
— No lo conocemos. He leído de Sartre
"La Nausée” y "Le Mur” , que son rela
tos admirables, pero su filosofía me es
menos familiar.
tribus de patriarca bíblico. De las se
siones de Guernesey, donde Hugo quiso
en vano catequizar a Dumas, hay cons
tancias menos precisas.
Pero lo más singular de todo es que
los espíritus de Jersey eran de la fa
milia mental de V íctor H ugo y hacían
versos como los de éste y mostraban
su mismo gusto por la antítesis, el
grotesco, el gozo gigantesco y temible.
De tiempo en tiempo, entre ellos.,y el
poeta se descubren, en los dos sentidos,
discretos plagios. Esta competencia de
los espíritus no dejaba de inquietar al
gran divo, con quien nadie tenía dere
cho a medirse. ¡N o faltaba más! Y en
tonces Hugo daba puñetazos en la mesita y echaba de casa, con grandes vo
ces, a los huéspedes impertinentes que
ya comenzaban a desacatarlo, demos
trando así por nuevos caminos la gran
ley crítica y sociológica de la imita
ción: V íctor Hugo una vez inventado
por su auténtico autor, era muy fácil
fabricarlo.
M éxico, 1946,
CENTRAL(B)
CORRESPONDENCIA
las espontáneas apariciones de la Dama
Blanca de la Isla, que tanto llegó a
preocuparlo. N o : él dió en invocar abs
tracciones y mitologías verbales: al Es
píritu de la Noche, al Espíritu de los
Bosques, al Espíritu de la Montaña, al
Espíritu de la Muerte y hasta al León
de Androcles, la Burra de Balaam, el
renacuajo de un arcángel y otros p ri
mores.
E l buen sentido de Adela se suble
vaba. No las tenía todas consigo, como
suele acontecer a las musas de carne y
hueso, cuando el soñador se le esca
paba hacia aquellas nebulosas regiones
a donde sus celos no podían seguirlo
como en sus aventuras banales y terre
nas, que eran constantes.
Estos deleites se interrumpieron
cuando, envuelto por solidaridad en
cierto proceso de expulsión contra al
gunos desterrados, por supuestas ofen
sas a la Majestad Inglesa (una alusión
picante a la Orden de la Jarretiera,
cuyas insignias lucía la soberana), Hugo
abandonó la isla, acompañado de sus
FRANQUEO
PAGADO
CONCESION N» 3799
TARIFA
REDUCIDA
CONCESION N° 3205
|
del matrimonio Hugo ahogada trági
camente en Francia. Y en la casa del
poeta las mesas estuvieron hablando
desde 1853 hasta 1855, según procesos
verbales levantados por Adela Hugo y
anotados por su glorioso marido. Los
documentos, por orden expresa de los
espíritus, sólo fueron publicados des
pués de la muerte de todos los con
tertulios y han dado materia a una
copiosa y curiosísima bibliografía.
V íctor Hugo, tan inclinado a las
emociones del terror y del pánico, se
gún lo señala agudamente Paul Claudel en cierta bella página, donde des
cribe un busto del gran romántico y
las ideas que le sugiere ("E ste viejo
— dice— tenía miedo” ), se fue aficio
nando al juego trascendente.
Hugo no operaba por sí mismo. Se
sentaba en un rincón de la sala, pero
intervenía y preguntaba. Llevado de
su genio, no se conformaba con evocar
a Pedro o a Juan, y ni siquiera a A n
dró Chenier a W alter Seott, a Moliere
o a Esquilo. No se conformaba con
CORREO
ARGENTINO
VICTOR HUGO...
B O L E T IN D E SU SC R IPC IO N
P or A L F R E D E D W A R D T A Y L O R
No hay pensamiento ni norma de vida que no esté
bajo la influencia de Platón. La clave de todos
los secretos, desde la poesía a la política, están
en el platonismo; de ahí su actualidad.
.
DEMOSTENES
y
su
i n f l u e n c i a
P or C H A R L E S D A R W I N A D A M S
Las más poderosas naciones en los momentos de
mayorpeligro han reclamado a sus estadistas una
oratoria demosteniana, que hacia cimbrear al pueblo
tomo el viento al trigo. La historia de esa tormenta
es este libro.
HOMERO
y
su
i n f l u e n c i a
P or J O H N A . S C O T T
La más intensa y extensa influencia homérica
desde que surgen los dos grandes poemas inmortales.
La Ilíada y la Odisea— hasta nuestros días de
epopeya y alta poesia.
La traducción de estos volúmenes ha sido enco
mendada a verdaderos expertos en la materia.
Su esmerada y pulcra presentación es un expo
nente del progreso en el arte gráfico argentino.
Papel excelente, tipografía clara, encuaderna
ción en tela, sobria y elegante, con sobrecubierta
impresa en ofsett.
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E l señor
(E N L E T R A D E IM P R E N T A )
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se suscribe a C A B A L G A T A por el
período de un año* seis meses y al efecto
acompaña el importe de $ 8.20. $ 4.30,
Dólares 3,50 U. S. A. en cheque, bono
postal a su orden.
EDITORIAL
AOVA
* Tachar la condición que no se utilice.
IMPRIMIA
CÓ*D/
I
�LETRAS
MI
VIEJA
H EN R IQ U EZ
AMISTAD
Por ARNALDO ORFILA REYN AL
de homenaje es ésta • y mi
aportación quiere ser recuerdo más
que juicio. Recordándolo en lo más
antiguo que de él tenemos nos parece
meternos más en su intimidad total,
que es decir, en
su grandeza.
É l 21 de se
tiembre de 1921
lle g á b a m o s a
M 'é x ic o cinco
jóvenes argen
tinos que llevá
bamos la repre
s e n ta c ió n de
nuestro país al
Congreso Inter
nacional de Es
tudiantes que debió dar nacimiento a la
Prim era Internacional Estudiantil cu
ya creación resultó después malograda.
En el brillante paisaje espiritual del
México de esos días, un hecho sorpren
dente nos atrajo y nos sedujo: entre
el centenar de delegados de cuarenta
naciones, había uno que estaba por
§pbre todos los demás en su personali
dad inconfundible. Más maduro que
nosotros, que la mayoría de todos, no
podíamos percibir cómo era posible que
nn hombre tan evidentemente sobresa
liente por su sabiduría, por su prodi
giosa cultura, pudiera ocupar, al lado
nuestro, los escaños de la Éscuela P re
paratoria, compartiendo los debates,
conviviendo la hirviente inquietud es
tudiantil de aquellos días tan esperan
zados del mundo de postguerra. Ocu
rría que él era también un estudiante
inquieto y animoso como los demás;
estudiante-maestro como lo había sido
desde su adolescencia y lo sería hasta
su muerte; estudiante de todo lo uni
versal y humano, maestro de todas las
sabidurías.
Veinticuatro horas después de nues
tro arribo, cuando se producían los p ri
meros contactos con ese vigoroso eonj junto de jóvenes americanos, europeos,
asiáticos, que integraban la asamblea,
! aquel hombre extraordinario nos dió la
sorpresa más honda, más conmovedora:
-e acercó a los argentinos con un interés
extraño, con una afectuosidad tan pulí era pero tan desusada, que nos sorpren
dió, emocionándonos. Todos los momen| tos liberados de tareas, los teníamos
consagrados a extender, profundizar,
esa amistad nueva que había de ser,
i desde entonces, sólo interrumpida por la
muerte. Pedro Henríquez Ureña vivía
con nosotros, discutía, paseaba, canta
ba, inquiría, enseñaba a nuestra curio
sidad insaciable. Cuando, finalizado el
Congreso, el Ministerio de Vasconcelos
distinguió a los argentinos con una in
vitación para recorrer el país en un
tren especial, fué la compañía de Pej dro, con la de don Ramón del ValleInclán, de Daniel Cossío Villegas y de
Julio Torri, la que hizo que aquellos
treinta días de andanzas por valles,
montes, playas y pueblos de aquel gran
país que estaba viviendo un nuevo re
nacimiento, se transformaran en un iti
nerario de fantasía.
A sí quedó incorporado a la A rgen
tina desde aquellas horas. Su afán
acucioso por saber de lo nuestro, por
conocer al argentino y a lo argentino
a través de nosotros, caló muy adentro
de nuestros corazones. Así quedó ten
dido el puente por el que había de
llegar a nuestra tierra, para bien per
manente de nuestra cultura.
Un año después •— el 12 de octubre
de 1922— llegaba a Buenos Aires inte
grando aquella embajada intelectual que
México envió, encabezada por Vascon
celos, al efectuarse el cambio de gobier
no. Las pocas semanas que permaneció
en Argentina, tonificaron su interés por
radicarse aquí definitivamente y se
marchó llevándose consigo ese proyecto
que consideró impostergable. En el día
de su muerte, una casualidad sorpren
dente vino a recordármelo: en la noche
de ese día tan triste, de un cajón de mi
mesa cayó al suelo, sin razón ni causa
alguna que yo adivine, una vieja carta
que ya tenía olvidada. Era una que él
me enviara — tiene la fecha del 24 de
abril de 1924— dieiéndome en su últi
mo p á rra fo : "Tengo tal terror de que
no se realice el viaje a la Argentina,
que te ruego veas si no ha surgido nin
gún estorbo. Quieran los dioses que no.
Si puedes hacer algo por que desapa
rezcan los que surgieran, te lo agra
deceré infinito. Esperando verte pron
to, Pedro” .
¿P o r qué habría de ser que en el día
de su muerte una causa irrazonable re
tiró de entre miles de papeles ese suyo,
escrito- con su hermosa letra, en que
me confiaba su angustia por venir a la
Argentina? Pequeño gran misterio que
de cualquier manera nos mostraba qué
grande había sido su pasión por venir
hasta nosotros en el que sería el último
peregrinaje de su vida de peregrino de
la cultura.
Dos meses después, llegaba al puerto
de Buenos Aires con su mujer y con
su niña. Fui quien los recibió sobre
ág in a
P
el barco que nos trajo tanto bien para
la vida culta del país.
Habíamos decidido que se radicara
en nuestra tranquila ciudad de L a P la
ta, a cuyo Colegio Nacional se incorporó
como docente. En ella encontró el hon
do y lim pio afecto de un grupo de
hombres jóvenes que nos agrupábamos
alrededor de la figu ra rectora de don
Alejandro Korn. Su casa como la del
viejo maestro, fueron centros vivos de
la actividad espiritual y culta que tomó
por esos días jerarquía singular. Fue
ron los tiempos de la gran revista " V a
loraciones” , en la que dejó buena parte
de su producción literaria y crítica y
de la que fué, con don Alejandro, co
lumna principal. Eran tiempos en los
que los intelectuales y los artistas que
actuaban en Buenos Aires, que llegaban
del extranjero o el interior, tenían una
meta im postergable: llegaban allí, a
nuestro medio casi provinciano y ani
maban la tertulia creadora, brillante,
mantenida alrededor de esos dos hom
bres. N o tuvo ni tendrá tal vez, La
Plata, tiempos como aquéllos, de tan v i
vo y fecundo tráfico espiritual: además
de "Valoraciones” aparecían "S a gita
rio” , "Don Segundo Sombra” y otras
revistas de gran calidad; actuaba un
Teatro de A rte "Renovación” que mar
có una época de los teatros indepen
dientes;, se organizó después, por la
iniciativa y dirección de Henríquez
Ureña, una Asociación de las A rtes;
se gravitaba intelectualmente en la ac
tividad universitaria de la ciudad. De
todo eso surgió, a la muerte de K orn
la Universidad Popular que lleva su
nombre y a la que Henríquez Ureña
ofreció la más resuelta y constante co
laboración y consejo. Cuando en un
debate público se le form uló una pre
gunta que inquietaba fundamental
mente en esos d ías: "¿ Cuál debe ser
la tarea de los intelectuales en este
momento?” , contestó rápida y resuel
tamente : "Pues hacer lo que está
Por ERNESTO SABATO
a don Pedro a través de una
discusión, hace varios años; días
antes de su muerte, en su casa, volvi
mos a discutir. No recuerdo un solo
encuentro en que no hayamos discutido
acerca de algo, pero eran diálogos so
cráticos, donde uno aprendía constante
mente. Era uno de esos hombres idea
les para este arte mayéutico: jamás se
excitaba físicamente, pero su mente
se mantenía siempre alerta, dispuesta
a comprender lo nuevo o a hacernos
comprender lo que él conocía. ¿De qué
no se podía hablar con Henríquez U re
ña? Se interesaba en la matemática, en
la física, en la biología, en la música,
en la, pintura, en la grafología; dejo
de lado, por supuesto, la lingüística, la
poesía y la literatura en que sus cono
cimientos eran inagotables y su memo
ria prodigiosa. A veces pensé que debía
de haber un fondo de leve humorismo
en muchas de sus opiniones. Uno le
hablaba, por ejemplo, de Thomas Mann
y don Pedro meneaba escépticamente
la cabeza; y luego respondía, a propó
sito de novelistas importantes:
onocí
C
Henríquez Ureña.
haciendo la Universidad Alejandro
K o r n .. .” Fué para nosotros casi una
consagración. Y con ese concepto siguió
hasta los últimos días acercándonos el
prestigio de su trabajo permanente: el
más grande fué cuando dispuso que dic
taría allí, en nuestra cátedra popular,
todo el curso que acababa de dictar en
la tan prestigiosa Universidad de H a r
vard, y que ha sido una de sus obras
fundamentales, más completas y más
terminadas, ya que fué allí adonde mos
tró una síntesis de su saber inmenso, de
sus estudios, de sus búsquedas, de sus
reflexiones, de toda una vida.
*
*
*
En la mañana del 15 de mayo, cuan
do con su hermano M ax y José Luis
Romero cumplíamos el rito amargo de
acompañar al fuego que ardía para
incinerar su materia, terminaba yo ese
itinerario m agnífico de una gran amis
tad. Y mirando cómo las nubes de
humo se esparcían por nuestra atmós
fera, sobre nuestros árboles, bajo nues
tro sol, pensábamos que así quedaría
esparcido su espíritu, su inteligencia,
dentro de la vida culta de la A rgen tin a:
por entre los libros y las bibliotecas,
los museos y las escuelas, entre los
hombres y los niños que piensan y es
tudian, y que tanto, tanto le han que
dado debiendo.
— Pero ¿no ha leído usted a Miss
Margaret SmithJ,
Claro que uno no la había leíd o: ge
neralmente era una novelista de cuarto
orden, del estado de Minneapolis. Pero
don Pedro hacía una cuestión funda
mental de esta señorita.
Y o aprovechaba mis conversaciones
con él para sacarle secretos gramatica
les. Digo, de paso, que su castellano
era el único que yo habría elegido como
internacional, en el caso de obligación:
nada en ese castellano era chocante, de
mal gusto, de excesiva pronunciación, de
inmoderado brillo; todo era mesurado,
discreto, limpio y apropiado. Frente a
esos energúmenos gramaticales don P e
dro aparecía como la esencia del idioma,
en form a de gracia y equilibrio. Sus
juicios gramaticales no eran inquisito-
I5N ]LA MUERTE ]DE UPí TESTIGO...
físico. Gozaba con la proporción justa;
en el templo griego o en los princi
pios de la mecánica; en la armonía
contrapuntística o en el teorema p ita
górico; en el diálogo platónico o en el
verso de Garcilaso. Espíritu universal
ordenaba su inmenso saber con desusa
do señorío, y no era inexplicable que
se evocara, oyéndolo la figura de Goe
the.
Espíritu universal, su clara inteligen
cia le «impedía constreñirse dentro de
cánones insuperables. Acaso tendía por
espontánea preferencia a la medida clá
sica; pero su sensibilidad certera le
proporcionaba los instrumentos apro
piados para descubrir y apreciar la
gracia dionisíaca y el impulso barroco.
Sabía reír y sabía conmoverse; ama
ba la elegante discreción de Lope, el
patitos shakesperiano y la metáfora de
Góngora; y su devoción por la severi
dad del dórico no le impedía admirar
la imagen de la Trimurti india o la
pirámide de Teotihuaeán. Nada era
exótico para él, para quien nada hu
mano era indiferente.
*
#
*
Fundidas en un constante laborar, la
sensibilidad y la inteligencia obraban
en Pedro Henríquez Ureña creando tina
constante, imperativa curiosidad. La
historia de su formación intelectual se
UREÑA
desenvuelve en un crescendo, desde las
más circunscriptas inquietudes hasta las
más vastas y universales. Acaso la
última fase de esa evolución sea la que
cuente con menos testimonios, y, sin
embargo, merecería un Eekerm an; p o r
que lo que alcanzó en ella sólo quiso
verterlo en el coloquio y sería sorpren
dente si se reconstruyera su extraordi
naria y exquisita conversación.
Había comenzado disciplinando su
espíritu en la ardua investigación de lo
filológico y lo literario, campos en los
que logró cosechar frutos maduros; pero
muy pronto ascendió hacia la contem
plación total de los fenómenos de cul
tura para cuyo examen poseía una rara
agudeza; y en los últimos años de su
vida tan trabajada escaló un alto mi
rador, desde el que el mundo todo en
su pasado su presente y su futuro, se
tornó objeto de curiosa, de apasionada
contemplación. Esta fué su última fase,
la que merecería el esfuerzo de los que
estuvieron cerca de él para que no se
desvaneciera con el tiempo. Sereno, casi
olímpico, señoreando sus pasiones, con
una tranquilidad del ánimo que algunos
solían creer indiferencia y que era ar
diente amor a la verdad, Henríquez
Ureña se convirtió en testigo del mun
do y comenzó a aplicar su penetrante
inteligencia a desentrañar el enigma
del tiempo. Sabía ver eon claridad, y
j, púw
Mi.)
difícilmente se dejaba engañar por las
apariencias. Su razonamiento tenía la
fuerza de una demostración científi
ca; su discurso el vigor dialéctico de
Sócrates; y había en sus palabras — más
de una vez proféticas— la firm e pru
dencia que fuera patrimonio de Nés
tor. Este testigo del mundo, hecho de
la misma sustancia de Paul Y aléry o
de Bernard Shaw, es el que ha muerto,
y es lástima grande que su testimonio
se desvanezca, siendo tanta la incerti
dumbre, tan grande el desconcierto.
No hace mucho tiempo, pensando en
las múltiples dificultades que le impe
dían sumirse por completo en la labor
intelectual pronunció esta frase singu
lar: "Sólo me sostiene la curiosidad
por saber qué pasa en el mundo.” Este
era, en efecto, el tema de su conversa
ción espontánea. Cargado de recuerdos,
que su memoria prodigiosa conserva
ba con pulcritud, Henríquez Ureña te
nía constantemente presente el hilo de
la historia, en la que aquéllos entraban
a form ar parte con perfecto ajuste.
Sabía descubrir en la noticia de cada
día el secreto que la explicaba esla
bonándola en la cadena del tiempo, y
sus cavilaciones reconstruían muy pron
to el haz de circunstancias y motiva
ciones que se escondía tras el hecho
escueto. Y prudentemente, casi siempre
con esa sonrisa ingenua y cordial que
Henríquez Ureña con Arnaldo O rfila Reynal, el Ministro de Educación José Vasconcelos, Pablo Vrillaud.
Héctor Ripa Alberdi, M. B om chill y los estudiantes venezolanos Bethancourt y Zuñiga
en la Secretaría de Educación de México, en el año 1921.
ríales, porque su ortodoxia estaba ba
lanceada por su sabiduría filológica.
Tanto era así qué muchas veces uno se
encontraba en la graciosa situación de
defender contra él algo que estaba reco
mendado en su propia gramática. Una
noche, en una comida, le observé, alar
mado. que había dicho debe haber en un
caso hipotético, en uno de esos casos
que, según sus propias recomendaciones,
exigía debe de haber. Don Pedro se rió
mucho de mi perplejidad.
Y a propósito de correcciones, tenía
un gesto 'que quizá lo caracterizaba más
que cualquier otro. En cuanto uno le
daba un artículo, manuscrito o no,
inédito o publicado, don Pedro no lo
le ía : lo corregía. Automáticamente, obe
deciendo a alguno de esos reflejos con
dicionados, sacaba un lápiz y, mientras
seguía conversando lentamente, corregía
una coma, una palabra, un punto.
¿Qué podré decir de todo el cariño
que tuve por este hombre? A pesar de
lo cual me encontraba siempre punzán
dolo con palabras que sabía desataban
su deseo de debatir: elogiando vaga
mente la filosofía alemana, por ejemplo.
Maravilloso hombre, que fué tratado
tan mal en este país como si hubiera
sido argentino. Creo que no hay aquí
cinco personas de su calidad espiritual.
le proporcionó tantos amigos que lo
amaron, esbozaba la interpretación del
presente con rigor y cautela, y a veces
dejaba deslizar la mesurada profecía.
Espíritu privilegiado, no le podía fa l
tar el consejo del espíritu fam iliar que
visitaba a Sócrates.
Daba firmeza a sus reflexiones el
profundo conocimiento que tenía de los
diversos ámbitos del mundo contempo
ráneo. En España y en Hispanoamé
rica no sólo era uno de los hombres más
conocidos, sino que era también uno de
los que conocía a mayor número de
hombres significativos y acaso uno de
los que conocían mejor su compleja
realidad social, política y espiritual.
Este conocimiento se complementaba
eon el del mundo anglosajón, del que
poseía información constante y acaba
da, no sólo por su experiencia directa
de los Estados Unidos, sino también a
través de su vasta lectura de literatos
y ensayistas, de su permanente contac
to con revistas y periódicos, de su inin
terrumpida comunicación epistolar eon
las más valiosas figuras del pensa
miento. Y si se suma a todo ello
clara imagen que poseía del resto de
Europa — incluyendo Rusia, por la que
tenía una cordial curiosidad— , se com
prenderá fácilmente que su pensamiento
podía tejer el hilo sutil del suceder
del mundo eon extremada finura, la
bor en la que intervenían por igual su
sensibilidad y su inteligencia, su in
tuición y su reflexión.
^ La gran crisis del mundo, que él sen
tía en carne propia con unamunesco
dolor, se presentaba ante sus ojos con
dramática intensidad a través de los
más sutiles pormenores. Vigilaba el
imprevisto desenvolvimiento de los p ro
cesos económicos, sociales, políticos y es
pirituales con atención suma, y no
ocultaba su esperanza de que se reco
rrieran prontamente las etapas en el
proceso de socialización del mundo. Es
píritu sin dogmas, no se entregaba
de lleno a partido alguno, pero estaba
siempre del lado de las fuerzas creado
ras y contra las fuerzas regresivas.
1 la agilidad de su pensamiento le per
mitía agregar a la mera observación
de cada fase del proceso, la síntesis de
una visión total y un esquema inter
pretativo basado en la percepción de
lo durable, con frecuencia escondido
tras lo banal y transitorio.
Eran estas constantes observaciones,
estas reflexiones que constituían el eje
de su conversación, esta militancia in
telectual tras el enigma del presente,
lo que daba a Pedro Henríquez Ureña
ese aire singular de un testigo del mun
do. Parecía un espíritu superior que
sobrevolara lo inmediato para ganar en
perspectiva y extender la visión. De lo
que alcanzaba a distinguir, de lo que
infería luego de su examen, de lo que
hilaba en su conversación plácida, de
todo ello nada ha quedado escrito, qui
zá porque no había en todo ello, para
él, sino el goce estético que le propor
cionaba la arquitectura de las ideas.
Había, sin embargo, una rara profun
didad en su meditación y una no me
nos rara claridad en el orden que intro
ducía en la caótica realidad. Los que
lo trataron con asiduidad no podrán
olvidar la experiencia humana de esa
frecuentación; quedaba de manifiesto
en sus palabras la madurez del histo
riador de la cultura — eso era, por so
bre todo— para quien todo desemboca
en la dura experiencia vital del pre
sente. Y en este presente turbulento
creía ver su espíritu generoso los signos
de una creciente perfección, que era
su propio, su íntimo ideal.
�L E T R A S ____________________ J
EVOCACION DE ROBERTO ARLT P«r c o r d o v a i t u r b u r u
cabalgata O
I. L O S SU E Ñ O S Y L O S P E R SO N A JE S
esta parte de) mundo y del otro
lado del mar he conocido hombres
de las especies más interesantes. N in
guno lo ha sido tanto para mí — lo
declaro de modo categórico— como R o
berto A rlt. Una
concurrencia f e
liz de circuns
tancias me per
mitió, en cierto
momento b a s
t a n t e dilatado
y decisivo de su
existencia, estar
en contacto muy
directo con la
intimidad de su
v i d a y de su
obra. Aludo a los años en que escribió
"Los siete locos” , "Lanzallam as” y
"E l amor brujo” , una porción consi
derable de sus más valiosos cuentos y
gran parte de aquellas "Aguafuertes
porteñas” que en tan vastas dimensio
nes públicas difundieron su nombre.
Asistí muy de cerca al proceso de ela
boración de esas obras y lo ayudé, mí
nimamente desde luego, en ciertas se
cundarias tareas de corrección. Pero,
sobre todo — y esto es lo que interesa
en este caso— , fu i en cierto modo, por
explicables razones de amistad, deposi
tario de muchas confidencias suyas a r
tísticas y humanas y contemplador sor
prendido y conmovido del espectáculo
azaroso, intenso y a veces desconcer
tante de su vida. N o uso por casua
lidad, quiero subrayarlo, la palabra
espectáculo. N i por razones de como
didad expresiva. De pocas vidas podrá
decirse, es claro, que alcanzan a cons
tituir un espectáculo. Pero no de la
suya. V ivió bajo el signo de la inten
sidad, signo hermoso, terrible y res
plandeciente como una maldición di
vina. Digo "v iv ió ” , nada más. Y no
"vivió y trabajó” porque su trabajo, en
realidad, no fué sino una expresión
n
E
consustancial de su existencia, una con
secuencia de la poderosa gravitación
interior de su vitalidad creadora.
— S i yo no escribiera — me dijo una
vez— me volvería lo c o ...
N o era arbitraria ni exagerada, si
quiera, la afirmación. Sus personajes
y los problemas de sus personajes, ¡o
obsesionaban hasta el dolor en una ur
gencia desgarrante de alumbramiento.
La fantasía ya tradicional del autor
acosado por l»s~«'iatu ras de su im agi
nación era la realidad de pesadilla de
muchas de sus horas. ; Recuerda el
lector la breve confesión de su prólogo
a "Trescientos millones” , la alucinante
pieza estrenada por el Teatro del Pue
blo en su prim itivo escenario de la ca
lle Corrientes? Cuenta A rlt, en aquella
introducción explicativa, que siendo re
pórter policial de un diario de la tarde
tuvo que escribir la crónica de un sui
cidio. Se trataba de una sirvienta espa
ñola, de veinte años, que se mató arro
jándose bajo las ruedas de un tranvía,
a las cinco de la madrugada.
"Posiblemente no le hubiera dado
ninguna importancia al suceso — escribe
A r lt— si investigaciones que efectué
posteriormente en la casa de la suicida
no me hubieran proporcionado dos de
talles singulares.
UN
” M e manifestó la dueña de casa que
la noche en que maduró su suicidio, la
sirvienta no durmió.
” Un examen ocular de la cama p er
mitió establecer que la criada no se
había acostado, suponiéndose con todo
fundamento que pasó la noche sentada
TESTIMONIO
zaciones defensivas del enemigo, sus
arsenales y las fábricas que trabajan
para él. Constituyen estas Memorias
un relato minucioso y p ro lijo que p er
mite imaginarnos en sus detalles, cómo
se crearon las redes de la Resistencia
en un país que no salía de su estupor
por un desastre que casi nadie había
l, público está dando muestras de
previsto, pero dentro de cuyas fro n te
ras había una infinidad de individuos
cierto hastío, no siempre -exento de
pertenecientes a todos los medios so
irritación, ante el número siempre cre
ciales que se recobraban rápidamente y
ciente de libros consagrados a la acción
de le Resistencia durante la ocupación.
que estaban animados de la fiera vo
luntad de recomenzar la lucha, en con
Explícase bastante fácilmente este es
tado de ánimo porque no son necesa
diciones clandestinas al comienzo y
riamente los héroes auténticos de la
luego a plena luz. Había de nuestra
Resistencia los que, desde el mismo día
parte una negativa absoluta, orgánica,
’ e la liberación, se abalanzaron sobre
a considerar el hecho de junio del 40
las ocasiones que les ofrecían las casas
como una realidad histórica a partir de
editoras. Debe agregarse a ello que mu
la cual convendría revisar nuestras con
chos de aquellos libros encerraban una
cepciones políticas y quizá reconci
liarnos con un vencedor al que se
parte de fic c ió n : tal es el caso de las
consideraba capaz de instaurar un día
novelas N o ro it o D róle de Jeu, que,
un orden estable, un orden aceptable.
dicho sea en honor a la verdad, no ca
recen de mérito. Pero hay derecho a
Puede afirm arse que las proféticas pa
preguntarse si no hay algo ilícito en
labras pronunciadas en Londres por el
la explotación novelesca de una reali
general de Gaulle encontraron eco in
dad, a un tiempo tan austera y tan
mediato en incontables franceses de
próxima, que aun extiende su sombra
todas las clases sociales. H a y que p ro
sobre decenas y centenares de miles de
clamar hoy a voz en cuello esta verdad
existencias. Confieso por mi parte que
porque los logreros de la Resistencia,
en este sentido el único testimonio que
aquellos para quienes, según una frase
me parece plenamente admisible es el • afortunada, "el plato de la Resistencia
que está expresado en toda su desnu
les resultó un bocado suculento” , hicie
dez. A esta clase de testimonios per
ron todo lo posible para desacreditar el
tenece el libro de Rémy, titulado M émovimiento que los llevó al poder. T o
moires d’un agent secret de la France
dos conocemos el distingo famoso entre
Lib re (ju n io 1940-junio 1942). N o hay
mística y política hecho por P ég u y :
en esta obra rastros de literatu ra: de
"Una línea de acción se iniciaba, se la
ahí su mérito principal. P o r lo demás,
llevaba a la mística y en ella surgía,
el autor conoció muchas personalidades
en ella se encontraba y encontraba su
de primera línea que garantizan su
verdad. Confieso, empero, que apenas
es necesario remitirse a tales certifica
dos para eonvencersé de la exactitud
del relato, pues éste ofrece un carácter
de evidencia interna.
Gilbert Renault, que en la Resisten
cia se llamaría de diversos modos, R é
my entre otros, llegó a Inglaterra en
junio de 1940. Púsose en seguida en
contacto con el servicio secreto y a dis
posición del Intelligence Service, a
quienes les propuso realizar misiones
en Francia. Renault pertenece al mun
do de los negocios y espera sacar p ro
vecho de sus numerosas relaciones para
crear rápidamente una red utilizable.
Es además je fe de fam ilia y profu n
damente cristiano: nada, pues, más di
ferente de la imagen del aventurero
político contra el cual se encarnizará,
en vano desde luego, la propaganda de
Vichy. Lo admirable en Gilbert R e
nault, como en sus innumerables ami
gos de la primera hora que se asocia
rán en una empresa preñada de riesgos,
es que el patriotismo aparece sin mez
clas: en este período no se alcanza a
ver qué será más tarde de un espíritu
guerrillero, que cada vez se siente t r i
butario de una ideología determinada.
La ideología no cuenta aquí; se trata
únicamente — y mientras llega el día
todavía lejano en que nuestros aliados
reúnan las fuerzas necesarias para arro
ja r al invasor— de recoger todas las
informaciones que puedan facilitar su
tarca a la R. A . F . y de alentar y me
todizar la destrucción de las organi-
E
Roberto Arlt.
en su baúl de inmigrante. A I salir la
criada a la calle para arrojarse bajo
el tranvía se olvidó de apagar la luz.
” La suma de estos detalles simples
me produjo una impresión profunda.
” Durante meses y meses caminé te
niendo ante los ojos el espectáculo de
una pobre muchacha triste, que sentada
a la orilla de un baúl, en un cuartujo
de paredes encaladas, piensa en su des
tino sin esperanza, al am arillo resplan
dor de una lamparita de veinticinco
bujías.
” De esa obsesión — concluye—• que
llegó a tener caracteres dolorosos, na
ció esta obra.”
La obra, como muchos lo recordarán,
refiere la historia trágicogrotesca de
una in feliz sirvienta a quien en la úl
tima noche de su desesperación visi
tan, en su cuartujo, el espejismo de una
felicidad pueril y los fantasmas admi
rados de sus novelones melodramáticos
y folletinescos. La situación funda
mental, la que constituye la médula de
esta historia, reside en el contraste
conmovedor entre ese dolor sin espe
ranza que arrastra hacia la muerte a
una pobre muchacha y la inocencia an
gélica de sus sueños infantiles y dis
paratados. Este contraste violento, de
sombras opacas y transparente claridad,
Por C A R R I E L
MARCEÉ
fuente y su punto de o rig e n ... A l pro
longar la línea, las mismas personas,
el mismo juego, las mismas institucio
nes, la misma camarilla el mismo apa
rato, los mismos muebles, los hábitos ya
adquiridos, uno no advierte que pasa
por sobre aquel punto de discernimien
to. . . Y el fie l de la balanza se incli
nó. .. La misma acción que era legíti
ma tórnase ilegítim a.” Tal es en el
fondo la diferencia entre la resistencia
inicial y auténtica y la que acabó por
explotarse a sí misma pava convertirse
en plataform a.
Es imposible leer el libro de Rémy
sin dejar de reconocer la utilidad de
los terribles sacrificios realizados obs
curamente durante aquellos años, como
por ejem plo cuando el autor y sus ami
gos consiguen enviar a Londres los p la
nos detallados de todas las bases de
submarinos del Atlántico, y también
cuando, por medio de transmisores in
alámbricos, tienen al corriente al A l
mirantazgo, hora p or hora, de los m ovi
mientos del "Seharnhorst” , del "Gneisenau” y del "P rin z Eugen” . Transm í
tenos el autor el sentimiento de angus
tia en que se realizaba aquella lucha de
todos los momentos contra un enemigo
feroz, cuando bastaba la menor inad
vertencia para arrastrar a la muerte,
o a algo peor que la muerte, no sólo al
imprudente, sino a un número in defin i
do de camaradas que pertenecían a la
misma red. "S i me atrapan, tanto peor.
O tal vez tanto mejor. ¡ Oh esta angus
tia constante, esas frenadas que oigo
por* la noche y que me hacen correr al
balcón, no para escapar (he reconoci
do el paraje y sé que no tengo ninguna
posibilidad), sino simplemente para
ver, para ver el automóvil que no en
trará muy rápido en la cuadra, que se
detendrá junto a mi puerta y del que
se apearán los hombres que de inme
diato entrarán en c a s a ... Y a no pue
do más. De día me niego a pensar en
mis amigos, pero así que llega la no
che .. . ”
N o de otra manera se expresa el es
critor de Bénouville en su hermoso li
bro Le sacrifice dii matin, publicado
en Suiza: "L a an gu stia... Ale hacen
reír los que sostienen que nunca cono
cieron el miedo. En aquellas horas de
acecho en que parece que todo nos ame
naza y nos espía, es tan fuerte la ten
sión que los que cayeron en manos de
la Gestapo y pudieron escapar con fie
san que siempre oyen con alivio el
"¡ A rrib a las manos!” ¡ Policía alema
na ! B ajo los ojos de su víctima, la
Angustia descompone al mundo, emba
rulla las líneas de todas las cosas, des
truye como un líquido corrosivo, quema
sin llamas, como un metal ardiente.
Destruye y quema a aquel de quien se
apoderó. Comprendemos entonces que
no somos víctimas de impresiones o de
nuestros nervios, sino que adquirimos
conciencia de todo cnanto se trama, de
que nuestro nombre es mencionado va
rias veces al cabo de una hora por
unos brutos que acuden a toda su as
tucia para encontrarnos. En esos ins
tantes terribles tocaba con mis propias
manos la realidad, la unidad casi física,
carnal, de la Resistencia.
"Los que acababan de caer presos nos
eran arrancados, como en la vivisección
se arrancan jirones o cuartos de un
,
entre la realidad brutal y la eándid,
hermosura de los sueños, es uno de lo,
motivos, el leitmotiv, m ejor, a cuyo al.
rededor gira la novelística de Arlt. $«
mensaje humano asoma, digámoslo de
paso, en la insistencia con que aluds
a ese contraste. La vida del hombre I
es miserable, fea o impura. Pero lj I
sustancia profunda del hombre es an. *
gálica. Sus sueños lo denuncian. Can. |
didos, grotescos o magníficos, sus siie.
ños se animan siempre de una recóndita hermosura, la hermosura de ese
algo lejano e indefinible hacia lo cual !
la vida se tiende como un arco. "E| 1
hombre — dice uno de los personajes de |
"Trescientos millones”— busca la fel¡. I
cidad.” "N o — lo interrum pe otro—,
busca el sufrim iento.” En realidad, lo I
que busca el hombre — parece pensar t
el novelista— es la belleza. La eterna I
belleza que es la sal de la alegría y I
del dolor, de la felicidad y del sufri. [
miento. E l contraste entre esa hermo
sura de lo que sueña y la chatura y |a
opacidad de lo que vive, destaca, como |
una oposición de blanco y negro, el bri-1
lio de los sueños y las sombras de la
vida cuya única hermosura consiste en!
lo que sueña.
En toda la obra de Roberto A rlt los 1
sueños tienen, p or eso, tanta importan,
eia como los personajes. En "Trescien.
tos millones” son personajes ellos mis
mos. Y en las novelas y los cuentos
constituyen hilos tan decisivos en la
trama como los mismos acontecimientos.!
Alternativa pero inevitablemente, están
en el fondo o en el p rim er plano de
las estampas dolorosas, vivientes y tan
nuestras, tan argentinas, que describe.
En un próxim o artículo — la segunda 1
parte de éste, en realidad— analizaré
otros aspectos de la obra y la figura
de Roberto A rlt, este novelista nuestro]
infortunadamente desaparecido cuando
su labor y su vida tocaban ya los lindes i
de una madurez admirable.
ser vivo. Heríannos los golpes que les
daban; cuando pasaba delante de uní
espejo, me asombraba al ver que seguís ¡¡
teniendo corbata y chaqueta y que to-|
davía caminaba librem ente: a tal punto}!
se había apoderado de mí el sentimiento!]
de aquella libertad tan precaria.”
Mas, ¡a y !, que el sentimiento anejo allí
arresto no podía durar mucho, pues]
surgía una nueva angustia inevitable-]
mente. "S i me torturan, ¿sabré ca-i
liarm e?” "Nuestros amigos detenidos^
— escribe Rém v— , salvo raras excepcio
nes, fueron admirables ante las tortu
ras. Esta casi unanimidad en el he
roísmo nos inclinaría a ju z g a r severa
mente a aquellos a quienes el dolor
terminó por arrancarles-una revelación.
Dios me libre de ser juez. P o r -lo quo
a mí respecta, ignoro cómo me habría
comportado si me hubiesen entregado
a suplicios cuya existencia nos nega
ríamos a creer si desgraciadamente snl
realidad no hubiese estado más qúí
probada.” Cuando a consecuencia del
una denuncia o a veces de una mera li-¡
gereza, sobrevenía la catástrofe, los quo
corrían el riesgo de ser arrastrados all
abismo tras el camarada detenido inscri
bían el nombre de cada uno de los suyos
en un círculo que estaba unido a otro,
a menudo a varios otros círculos. Se
manchaba de negro el círculo que con
tenía el nombre del que acababa de
desaparecer y de gris los círculos que
estaban directa o indirectamente ligados |
a aquél. "N os mirábamos unos a otros: I
si habla, la hecatombe es segura. Cuan-!
do podían, los círculos grises se escamo- ,
teaban, se escondían hasta que la tor
menta hubiese pasado. Después, cada
cual vo lvía a su puesto. ¿ Os imagináis
la angustia de saber que todo depende
del dominio sobre sí mismo que haya i
sido capaz de conservar un in fe liz tor- j
turado? Uno de los suplicios más atro- ¡
ces consistía en encerrar a uno de nos
otros en una pieza vecina a la que
ocupaba un camarada a quien tortura
ban. Uno salía casi loco. . .” R ém y cita
el caso de un hombre a quien los ale-!
manes, perdida y a toda esperanza de I
hacerlo confesar, le llevaron una hija |
de 16 años y anunciaron al padre que f
al día siguiente la cortarían en pedazos ¡
delante de él. Gracias a Dios, la libe- j
ración vino a abrir la puerta de la ¡
prisión una hora antes del suplicio.
H e insistido quizás más de la cuenta j
en este aspecto siniestro del drama que 1
vivieron los resistentes en Francia ? k
en tantos otros países, porque es de
temer que con el tiempo no acabe por
esfumarse en mala hora el contorno de j
los acontecimientos. Nunca se conser
vará un recuerdo demasiado preciso I
demasiado denso de fe rv o r de lo que ¡
fu é aquella lucha en la que el hombre jj
dió la medida de sus posibilidades en ;
todos los sentidos, tanto en lo sublime ¡
como en lo monstruoso.
Exclusivo para Cabalgata de A . F . ?■ |
�© c a b a lg a ta
S a w a , autor de una euriosa obra injustamente olvidada,
fué uno de los escritores españoles de
fines del siglo pasado y principios del
actual que con más arrogancia agita
ron, en su momento, el nmbiente inte
lectual de Madrid.
Había nacido en Málaga y murió a
los cuarenta y siete años, ciego y loco,
en la capital de España. Los que le
conocieron decían de él que había sido
un gran señor de la literatura, de la
palabra y del gesto. V ivió una pinto
resca vida bohemia en París y Madrid
y fueron populares sus desplantes y
arrogancias. De él se conservan muchas
anécdotas; una es aqüella famosa del
beso que Verlaine le éstampó un día en
la frente en París. Desde entonces, de
cía el escritor, no había jamás lavado
el lugar en que Verlaine le besó. Fué
compañero y amigo entrañable de Ru
bén Darío y Valle-Inclán. Este último
lo convirtió, años más tarde de su
muerte, en el Max Estrella, el perso
naje principal de "Luces de Bohemia” .
Alejandro Sawa había publicado "N o
che”, "Crimen legal” , "Declaración de
un vencido” e "Iluminaciones en la som
bra”. V ivió sus últimos años en una
espantosa miseria, enfermo y ciego.
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La carta dirigida por Satva a Rubén Darío.
U N A C A R T A DE A L E J A N D R O
A RUBEN DARIO
Rubén Darío hizo un bello prólogo
para el libro postumo de Sawa "Ilu m i
naciones en la sombra” , en el que dice
hablando de su v id a : "Su sonrisa era
semidulee, semiirónica. Estaba im preg
nado de literatura. Hablaba en libro.
Era gallardamente teatral. P o o r A le x !
Recorríamos el país latino calentando
las imaginaciones con excitantes pro
ductores de paraísos artificiales. ¡E l
ángel diablo del alcohol! Unos cayeron
PRIMEROS
¡TJOSA I nés dió un salto y echó a corre
( L v hacia el pozo. Hacía tres días qu
jiadie se ocupaba de los animales, y n
tendrían gota de agua que beber. Alguno
■staban junto a la bebida, agrupados e:
'1 corral, en tal estado de extenuación po
1 escasez de pasto, que- daban lástima
por añadidura, dos días sin agua. M
iliabía pensado en ellos, tan abrumada que
•¡16 con la noticia de la muerte repentin:
(del marido, en el pueblo. Al llegar la mu
¡ cr al pozo, sin atinar a otra cosa, comen
( ó a sacar agua con el balde. No teníai
¡nolino y ese trabajo se realizaba con ui
'■aballo, atándosele la soga a la cincha
tas ovejas, algunos caballos y unas poca
í'acas era todo lo que le quedaba par:
defenderse y defender a sus hijos en ade
jante.
¿ Estaban sedientos los animales, mirón
|jlo!a. El pozo era hondo y pronto se sinti<
agotada por el esfuerzo. Comenzó apu
Tóndose demasiado, sin ealcular que ciei
baldes no bastarían. Todo su trabajo di
inedia hora no se notaba siquiera en lt
bebida, donde apenas vertida el agua des
Aparecía ingurgitada por las garganta:
¡resecas de sed.
I Sus seis hijos se colocaron tras ella
.quietos y en silencio. Transpiraba, y e
'aire le echaba sobre la cara los cabellos
jSUeltos. Le molestaba el sol, de frente
Y braceaba con denuedo, como si luchase
brazo partido, a muerte. Lágrimas y su
por resbalaban por su cara.
Anteayer el marido salió en el break a
pueblo. Saludó desde el asiento con Is
mano, como de costumbre, y esta maña
na le trajeron la noticia de que ya estaba
sepultado. Esa noticia, y nada más. No
labia podido pensar si eso pudo acaecer,
'urque apenas era concebible; pensó úniamente que estaba sola, con sus seis
hijos. {Cómo averiguar si era cierto! Los
hijos la rodeaban mirándola sin piedad,
■orno las ovejas y las vacas. Sacaba elb
,Jn balde y otro y otro, enloquecida,
(Comprendían ellos algo? ¡Qué haeían
allí, a sus espaldas, sin moverse, callados!
Trae el caballo y ensíllalo para sacar
más agua. Estoy rendida.
Las dos hijas, Inés y Rosa, echaron a
correr, al campo.
Entretanto seguía en su trabajo, cara
al sol que la cegaba. Tenía el rostro en
cendido y cerraba los ojos entre lágrimas,
braceando a ciegas, hasta que el balde
bogaba, vertiéndosele gran parte del agua
contra el brocal. Un balde hecho con un
tarro de flúido, de veinte litros; y la
80ga, mojada, pesaba tanto como el balde
lleno. El pozo tenía quince metros. Mu
chas veces tiraba de la soga antes de que
el balde se llenara del todo, o volcaba la
uuitad sobre sus pies, o lo vertía fuera de
|a bebida. Al deslizarse, la soga le que
maba las manos. Le ardían las manos y
a cara, en brasas, y por dentro un calor
“ focante ,la torturaba igual. ¡Cómo no
e acorrió que era un trabajo imposible
extraer agua así?
L n;,OS caballos se habían ido hasta el
icicntAer°
campo, distante unos tres
s metros y las dos mujercitas llega
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■ ' ’ / --------
para terminar en la locura. Don Latino
de Hispalis, personaje que Valle-Inclán recogió para amigo de Alejandro
Sawa, dice en "Luces de Bohemia” :
"T e has muerto de hambre, como yo
voy a morir, como moriremos todos los
españoles dignos. ¡ Te habían cerrado
todas las puertas, y te has vengado mu
riéndote de hambre! ¡Bien hecho! ¡Que
caiga esa vergüenza sobre los cabrones
de la Academ ia! ¡En España es un
delito el talento!”
Alejandro Salva en su juventud.
. s e . *■£,.
Ar
? ‘
víctimas de él; otros pudieron amaes
trarle y dominarle.”
Sawa fué de los que buscaron el re
fugio del "falso azul nocturno contra
las amarguras cotidianas y las pési
mas jugadas de la maligna suerte. M u
cho daño le hizo el ejemplo del pobre
y Mauvais M aitre, que arrastraba su
pierna y su mitad inocente y su mitad
perverso genio por los cafés de la ori
lla izquierda del morne Sena” .
.. fué barba trágico, que, como en
el verso de H ugo que adoraba er. su
juventud, «fu é ciego como Homero y
como Belisario», engañado por el des
tino, pobre, pudiendo haber sido rico,
lamentando, ya tarde, el tiempo perdi
do para la dicha y para la tranquilidad
de los días postreros.”
A este amigo entrañable que fué Ru
bén Darío para Alejandro Sawa, en
PASOS
ron corriendo sin parar hasta allí, a bus
carlos. Una vaca estaba caída cerca.del
alambrado que daba al camino. Se desta
caba, enorme, su vientre en el montón de
huesos. Jadeaba sin moverse, los ojos
abiertos, sin parpadear.
Rosa Inés proseguía su penoso trabajo.
La había visto esa mañana, en el mismo
lugar en que yacía. No le importaba; ten
dida al sol, descansaba. La soga mojada,
pesada y fría, se enroscaba a sus pies.
El sol todavía estaba alto, en un cielo
brillante y azul sin nubes, en una tarde
nueva tan distinta de las otras, grande y
tranquila. Lo mejor sería descansar; es
perar que trajeran el caballo. Su estado
de ánimo la fatigaba más que el trabajo.
Le era imposible creer lo que había ocu
rrido y tampoco podía dudar. No sabía
sino lo poco que le contaron, pero su
desolación, la impresión de haber queda
do abandonada con sus hijos, era la ma
yor certidumbre de que la muerte de su
marido era verdad. A llí estaba el break,
vacío, que le trajeron del pueblo. El break
en que se fué, el de ellos, efectivamente.
No era fácil arrear eh esa forma los
caballos. Mansos y sin bríos, permanecían
indiferentes a todo hostigamiento, o arran
caban a andar en cualquier dirección, me
nos para el corral. Porfiaban más bien
por pasar los alambres de púa, al campo
vecino. Las chicas los espantaban levan
tando los brazos y los azuzaban gritándo
les. Pero ellos seguían quietos, sin temer
les. Con algunas toscas les tiraban, dán
doles en la cabeza, en el anca o en el
costillar, que retumbaba como si golpea
ran directamente los huesos, en odres va
cíos. Movíanse entonces los caballos, ape
nas azorados; pero después de algunos
pasos se paraban y regresaban al esqui
nero, donde antes, olvidados de todo.
La madre seguía extrayendo agua y, de
vez en cuando, miraba por encima del hom
bro para ver si llegaban. Los veía siempre
en el mismo sitio, y pensó que las hijas
se hubieran olvidado del encargo o que*
jugaran con ellos, entretenidas. Esa im
presión tenía, sin poder explicarse tanta
demora, a el olvido de que la madre que
daba ahí, destrozándose. Estaba tentada
de ir cha a buscar los caballos — descansa
ría mientras— y a! mismo tiempo se en
contraba asida a la soga, como si el balde
la obligara a seguir en su tarea. Sabía
muy bien que era imposible aplacar esa
sed que era la de todo el campo. Cada vez
sus movimientos se entorpecían por el
cansancio, cada balde pesaba más. Parte
del agua se derramaba sobre el brocal y
había un charco que las ovejas olfateaban,
resistiéndose a beber.
¡Daniel! ¡Avísales a las chicas que
se apuren a traer los caballos!
Daniel tenía siete años. Se quedó con
templándola con el mismo aire absorto.
Tuvo que repetirle el recado. Cuando lle
gó adonde estaban las hermanas, se puso
en la misma tarea. Era absolutamente im
posible conseguir nada de esos caballos.
Habían estado todo c-1 d a en el corra!,
junto al bebedero seco, lo mismo que las
seis vacas que'quedaban y las ovejas. Sa
los días en que a éste la miseria más
le acució, aproximadamente un año
antes de su muerte, le envió la siguien
te injusta y curiosa carta, exigiéndole
Fotografía de Alejandro Satva ciego.
HACIA
lieron al campo sedientos y se estaciona
ron, juntos, en aquel esquinero, donde to
davía estaban.
Rosa Inés observó a sus hijos, que co
rrían sin tino en torno de los caballos
quietos. Los tres más chicos se habían
marchado. Después miró a las ovejas y
a las vacas, indiferentes, con la misma
insistencia en beber en la chapa apenas
húmeda.
"Quizá hayan bebido antes un poco”
— pensó— . "N o se morirán de sed.” Y, en
voz alta, como si los animales pudieran
compadecerla, exclamó: — No puedo. N e
cesito que alguien me ayude.
Ovejas y vacas se empujaban por acer
carse al bebedero y por pasar unas sobre
otras. Rosa Inés, en el límite de su resis
tencia, sintió que se desvanecía y dejó el
balde apoyándose con el vientre en el
brocal. Miró al fondo del pozo y vió su
cabeza en el borde de un círculo celeste
V brillante. Echada de bruces, con los
brazos extendidos, recibió la frescura de
los ladrillos en el cuerpo. Las manos le
ardían como en carne viva. Se secó la
cara con el delantal y entró en la cocina
sin saber qué hacer. Los tres hijos estaban
allí, sentados como personas mayores, úni
cos seres en la chacra que parecía que
comprendieran algo de lo que les había
ocurrido a todos; algo, como para no
sentirse tan sola. El más chico, en me
dio de los otros, con sus enormes ojos
abiertos y la sonrisa que hasta dormido
iluminaba su carita redonda, la miraba
compasivamente.
— ¿ Y ahora?, ¡ y ahora? — les dijo. Los
tres seguían mirándola como antes.
Se le ocurrió que tenía muchas, muchas
cosas que hacer; que todo estaba por
hacer, que no alcanzaba el tiempo para
hacerlo todo. Eso se le ocurrió de súbito,
en un despertar sobresaltado. Pero no
acertaba con qué fuera eso que tenía que
hacer. Contempló a los tres chicos y sin
tió una profunda pena, porque la obser
vaban como si estuvieran ya resignados;
como si todo lo hubiesen comprendido y
se hallaran de acuerdo en que no se que
jarían nunca de su suerte. No encontraba
un punto firme en que apoyarse cuando
en olas fluían en ella pensamientos e im
presiones de que todo había cambiado,
ellos y las cosas.
La vaca habría muerto; no valía la
pena averiguarlo. Salió al patio y miró
en dirección a las muchachas. Estaban
lejos, porfiando por traer los caballos,
que andaban o se deten'an indiferentes,
procurando defender las cabezas de las
pedradas; igual que una hora antes. Las
muchachas levantaban los brazos y no se
les ocurría otra cosa pafa traerlos que
gritarles y amenazarlos con las toscas.
¡P or qué las había mandado? Temió que
los caballos pudieran lastimarlas, tan cer
ca de las patas se ponían.
— ¡Inéees!
Gritó bien fuerte, porque no tenía nin
guna idea de lo que debía hacer. Pensó,
al gritar, que era necesario recurrir a
algún vecino, pues su propio grito le dió
certera noción de estar sola. Visitaría al
SAWA
LA
el pago de unos artículos publicados en
"L a Nación” de Buenos Aires. L a carta
dice así:
" i Me impulsas a la violencia f Pues
sea. Y o no soy ya el amigo herido p or
la desgracia que pide ayuda al que con
sideraba como un gran amigo suyo;
soy un acreedor que presenta la cuenta
de su trabajo.
Desde el mes de abril hasta el mes
de agosto de 1905, yo he escrito por
encargo tuyo hasta ocho cartas (de
las cuales conservo en mi poder seis)
que han aparecido con tu firm a en el
periódico de Buenos A ires "L a N a
ción”, en las fechas y con los títulos
siguientes :
A b ril: "Semana Santa en M adrid” ;
21 de m ayo: "L a Cuna del Manco” ;
3 de ju n io: "A lfon so X I I I ” ; 13 de
ju nio: "E n la Academia Española. E l
inmortal señor F erra ri” ; 24 de ju lio :
"L a anarquía española”.
No me has pagado por esos traba
jos,,' como recordarás, sino setenta y
cinco pesetas en dos veces.
Esos artículos, por su extensión, por
ser yo el autor de ellos y por la im
portancia del periódico donde se pu
blicaron, valen cien pesetas cada uno,
aplicándoles una evaluación, modesta.
Descontadas, pues, la setenta y cinco
pesetas recibidas, quedan a mi fa vo r
quinientas veinticinco, que yo te invito
a pagarme en seguida, puesto que no
tengo consideración ninguna que guar
darte y que las necesito.
N o te extrañes que en caso de in
solvencia por tu parte, lleve el asunto
a los Tribunales, y dé cuenta a "L a
Nación” y a tu gobierno de lo que
me pasa.
Y o lo haré todo y lo intentaré todo
para rectificar esas anomalías de tu
conducta.
En cambio, puedes contar con mi
más absoluto silencio si das satisfac
ción sin escándalo a mis reclamaciones.
Serás en lo porvenir para mí como un
muerto, o mejor, como si no hubieras
existido jamás.
A lejandro Sawa.”
Aproximadamente al año de escrita
esta carta, murió el bohemio español,
y Rubén Darío escribió entonces el pró
logo justiciero de "Iluminaciones en la
sombra” .
SOLÉOAD
que menos necesitara de otros, al que no
intentara despojarla de lo poco que tenía.
Hablarían sobre cómo seguir adelante con
la chacra. Necesitaba de inmediato un
muchacho que la ayudase en las tareas
más pesadas, en lo que no podía hacer
ella sin desatender a los chicos. Tal vez
los demás supieran algo concreto sobre la
muerte del marido. Después pensaría en
arar y sembrar; en ir pagando las deu
das; en conversar con el cuñado, que ni
había pisado su casa desde hacía dos años.
Era él quien estaba obligado a visitarla,
ya que tenía las señales y la marca de
la hacienda. No lo hizo; ni siquiera man
dó a uno de los chicos a preguntar, para
iniciar la reconciliación, después de la
desgracia. El rencor podía más que la
lástima. ¡Qué les esperaba dentro de poco?
N i pensar en ir a vivir al pueblo con tan
tos hijos — ¡cómo?— , sin dinero. Pensó
presentarse en casa del cuñado y exponer
su situación claramente, como vecinos que
tienen que arreglar asuntos de intereses,
asuntos viejos que originaron aquella ren
cilla irreparable. Tendría que pedir com
pasión, olvidar que durante dos años no
se visitaban, que no había ido al entierro
del hermano, ni a su casa, si es que se
había enterado. Se sintió humillada al
pensar en eso. Desde su sangre una fuer
za sin forma ni razón se oponía a todo
intento de someterse y le subió a la cabeza
una ola de altivez avergonzada.
Se había quedado en pie pensando in
sensateces como una boba; como si no
tuviera mil cosas que hacer. Estaba sola,
en efecto — muy sola— , pero no debía
humillarse en tal forma; eso serviría para
que Eloy, su cuñado, aumentara sus exi
gencias o pretendiera despojarla. Era es
túpido olvidar que se trataba de su peor
enemigo.
Se quitó el delantal; se puso la mejor
ropa que tenía — un vestido negro— ; se
arregló ligeramente el cabello y les reco
mendó a los chicos que se quedaran quie
tos. Echó a caminar, rumbo a la chacra
de otro vecino, distante una legua. El
sol aun estaba alto sobre el horizonte.
Miró otra vez hacia el lugar en donde
estaban las hijas. Todavía permanecían
paradas, agitando los brazos.
— ¡Inéees! — y con la mano hacía
señas, llamándolas. No la oían, obcecadas
en su tarea.
Decidida, como si tratase de huir de su
propia casa, más que de salir en busca
de auxilio, emprendió resuelta el camino. •
Su primera impresión fué que ante sí te
nía un mundo vasto y vacío, un mundo
quemado y árido como el campo que la
circundaba. Hasta donde alcanzaba la vis
ta, era el mismo espectáculo desolador. La
sequía de varios meses había calcinado la
tierra, quemado los pastos, molido como
ceniza el campo entero. Sólo quedaban lo
zanos algunos yuyos tenaces, de esos que
la hacienda no se atreve a morder ni en
trance de muerte, porque están llenos de
espinas y son duros y no tienen sustancia.
Rosa Inés sintió que penetraba con cada
paso en ese mundo hostil, castigado por
la sequía. Pero tenía que avanzar y apu
rarse, aunque este viaje resultara com
pletamente inútil. ¡Había pensado qué
objeto tenía visitar a uir vecino con el
que no mantuvieron ninguna clase de
relaciones? No lo había pensado. Ese
vecino era el más rico de los alrededores.
El campo lindaba por un costado con él
que ellos arrendaban. Los separaba un
'alambrado de tres hilos de púa. Como ese
campo estaba menos recargado de ha
cienda y se lo trabajaba mejor, dejándose
una fracción que bastara para el pastoreo,
tenía, por lo regular, mejores pastos. Mas
ese año la sequía había igualado en la
miseria al campo del vecino y al suyo.
Algunos disgustos tuvieron que soportar,
hacía tiempo, porque las ovejas y también
las vacas, tan tercas cuando tienen ham
bre, se obstinaban en pasar al otro cam
po. El vecino se había quejado, hasta que
al fin los amenazó con encerrar los ani
males que entraran y denunciar el caso
en la comisaría. Ahora ella iba en di
rección a la casa de ese vecino, don A n
drés Malaver, viudo con seis hijos, como
ella.
Era buena gente y, sin pensarlo a fon
do, algo la impelía en busca de su pro
tección o de su consejo. Si sabían que su
esposo había muerto <
— y era imposible
que lo ignorasen— olvidarían aquellos epi
sodios inevitables entre chacareros, y hasta
era posible que, cuando no otra cosa, le
permitieran tener allí la hacienda unos
días, hasta que encontrara campo, pagando
el pastoreo, naturalmente. Pero ¡ib a a
eso? N o; marchaba, simplemente, en di
rección a aquella casa distante, alejándose
de la suya, donde quedaban sus hijos
menores sentados en un banco y los de
más hostigando a los caballos. La espe
rarían hasta que regresara, sin ninguna
duda. Se paró un instante^ y se pasó la
mano por la cara; sintió un dolor ar
diente como si su cara fuera una llama
que le quemase la palma de la mano.
Miró hacia atrás, hacia su casa, lejos.
A un lado se distinguía ya la chacra de
su cuñado Eloy. Acortaba camino cru
zando por un esquinero de su campo.
Desde su casa no se veía la población
porque quedaba en un bajo. La había
construido ahí a propósito, después del
gran disgusto que tuvo con ellos, hacía
dos años. Entonces desarmó las habita
ciones de adobe, sacó las chapas y los
postes, cegó el pozo y dejó únicamente las
paredes. Pronto edificaron otra casa
igual, mucho más retirada, en el bajo,
para que no se vieran. Tal era el rencor
entre los hermanos. Ahora veía el techo
de la casa. Indecisa, calculó por la altura
del sol el tiempo de luz que le quedaba
para poder volver antes de la noche. L a
luna salía muy tarde y podría llegar y
regresar antes de que anocheciera del
todo, apurándose. Siguió andando, te
miendo que oscureciese antes de iniciar
la vuelta. Caminaba por la tierra suelta,
seca, como si estuviera mezclada con ce
niza, hundiendo los pies en el polvo cálido
y resbaladizo. Sus pasos eran cortos, pe
sados.
(Continuará en el próxim o número.)
�LETRAS
c a b a lg a t a ©
nuevo <> incitante, punto de
mira inédito, tan propicio a Jos
esclarecimientos fértiles como a Jas in
ferencias caprichosas o erróneas, es
el de las generaciones. A y e r apenas
so mencionaba.
H o y se habla de
él con cualquier
pretexto, a tuer
tas y a dere
chas. Con todo,
sus orígenes, los
primeros atisbos
del c o n c e p t o ,
vienen del siglo
pasado. H a y
premoniciones en Ranke, en Ottokar
Lorenz, en D illhey. P ero a Ortega y
Gasset corresponde el mérito de haberlo
expresado más diáfana y ceñidamente,
primero en E l lema de vuestro tiem po,
luego en Esquema de las crisis. E ntre
tanto el método de las generaciones ha
hecho su camino, cuajando en lumino
sas aplicaciones. A sí las de Petersen,
Wechssler, Thibaudet, Baldensperger y
Sénéchal a la historia literaria, las de
P in der y Passarge a las artes plásticas,
las de Manheim y Mentré a la sociología,
la de Drerup a la cultura grecorrom a
na, entre otras.
T
ema
Ahora bien, este sistema, esta nueva
óptica historicista — "el concepto más
im portante de la historia, y, por de
cirlo así, el gozne sobre que ésta e je
cuta sus movimientos” , según palabras
de O rtega— , resulta ton lleno de a li
cientes y sorpresas como propicio a los
desenfoques. Es, en suma, d ifícil de
manejar pulcramente y de aplicar con
exactitud sobre todo referido al fe n ó
meno literario. E l riesgo se acrece de
modo particular cuando se trata de la
literatura española, form ada tradicio
nalmente por individualidades aisladas,
por cilios señeros, que tan mal se avie
nen c.in la-; teorías globales y las visio
nes ¡!: conjunto. Lo hemos visto en las
objeciones alzadas frente a las tesis de
Hans Jeschke sobre la generación es
pañola de 189S, tesis ampliadas suges
tivamente p o r Pedro Salinas, y última
mente por Pedro Lain Entralgo en sus
dos libros Las generaciones en la histo
ria y La generación del noventa y ocho.
publicados en M adrid. Pues bien, cuan
do todavía no hay unanimidad sobre la
existencia de esa asendereada genera
ción, cuando a última hora y contra
dictoriamente, su bautizador Azorín in
siste en la afirm ativa a lo largo <je su
libro autobiográfico M adrid, y ' p ío Baro.ja, en los tres- tomos ya-publicados
de sus M em oria s: D esd i’
¡.tima vuel
t a de’ ■cuiji;,:: , continúa refractario;
.• Toido R uiz Contreras en la nueva ser ile sus Mem orias de un desmemoria
do acumula más anécdotas caricatures
cas sobre aquéllos, he aquí que se nos
propone otra aun más in cierta: la g e
neración de 1936.
Su "inventor” : Hom ero Serís, un
profesor de literatura, antes miembro
distinguido del Centro de Estudios H is
tóricos de M adrid, ahora en la U n iver
sidad norteamericana de Syracuse. L u
gar del lanzam iento: la revista Books
ahroad, en su número de otoño de 1945
y en un artículo titulado "Th e spanish
generation o f 1936” . Argumentación
fundam ental: "A s í como una guerra fué
causa y ocasión inmediata de que cris
talizara en España la llamada genera
ción de 1898, del mismo modo otra gue
rra dió origen a una nueva generación
que yo llamaría generación de 1936.”
Como se ve, el pretexto inicial para in
fe rir la existencia de una generación
literaria no puede ser más extralitera
rio. ¿Acaso una guerra, y de caracte
rísticas ton especiales como fué la de
España — guerra intestina desdoblada
inmediatamente en guerra internacio
nal— no es más bien una causa de cis
mas y escisiones multiplicándose hasta
el in fin ito en todos los órdenes, antes que
motivo de aglutinamientos y reuniones
trascendentes? Mas para el profesor Se
rís cobran caracteres de tales, con in
sospechada repercusión en la historia
lite-aria, las que se celebraban en Madri i. en el palacio de Spínola, ocupado
durante el otono de 1936 por la A lia n
za de Intelectuales antifascistas. A llí,
según H om ero Serís — traduzco resu
miendo— se celebraron "inolvidables
reuniones de jóvenes escritores, algu
nos de los cuales partieron a las trincheras y pagaron el heroísmo con sus
vidas, mientras los viejos líderes do
la generación de 1898, Azorín. Baroja,
Pérez de A yala y Ortega y Gasset, hu
yeron a países extranjeros” . V luego,
tras citar algunas publicaciones de
aquel entonces, que independientemente
do su noble propósito, sólo tuvieron una
significación ocasional — armas de lu
cha antes que obras literarias , traza
una nómina de los escritores que a su
juicio forman tal generación de 1936.
Comienza por incluir casi íntegra esa
lista de poetas que con aire algo monopolizador, con exclusividad de "cartel ’
e ínfulas de "brains trust” viene rep i
tiéndose hace años, encabezada le g íti
mamente por Federico García Lorca,
seguida por algunos líricos de primer
plano, pero donde es usual mezclar
oíros, meros segundones o desvaídos
rapsodas. Felizmente en este caso la
enumeración de Serís es correcto, y su
insolidaridad con todo parcialismo,
EL TEMA DE LAS GENERACION
GENERACION ESPAÑOLA DE 193
evidente, desde el momento en que ju n
to a Lorca, Guillén, Salinas, Alberti,
etc., incluye a Espina, Moreno V illa,
León F e lip e ... Su nómina de novelis
tas comprende a Benjamín Jarnés y
Ramón Sender; otros dos nombres en
el apartado de dram aturgos: Jacinto
Grau V A lejandro Casona; y finalm en
te tres en el de ensayistas: M aría Zambrano, José Bergamín y Guillermo de
T orre.
Con todo el respeto debido a un
scholar tan calificado como Homero
Serís, con toda la simpatía que merece
su buena fe, yo me veo en el deber de
contradecirle
categóricamente,
a fir
mando — y probando— que la anterior
enumeración es caótica, inexacta y no
responde a ninguna realidad literaria.
Bien quisiera, llevando al límite la cor
tesía gremial en la réplica, hacer me
nos cruda y paladina esta refutación
enderezada a un antiguo compañero del
Centro de Estudios Históricos madrile
ño; pero el tono tan categórico de su
artículo, presentando no como una h i
pótesis, sino como un hecho incontro
vertible, la "generación de 1936” , exi
ge un esclarecimiento inexorable. No
importa gran cosa, ni cambia nada la
cuestión, el hecho de que Hom ero Se
rís, tratando de apuntalar su tesis, pase
revista a las ocho famosas condiciones
que Petersen fija b a como indispensa
bles pasos constitutivos de toda gene
ración literaria — y que Salinas pudo
aplicar con más verosimilitud y m ejor
éxito a la del 98— queriendo conven
cernos de que se ajustan exactamente
a la de 1936. Estirando algo capri
chosamente los límites y el sentido de
aquéllas — fecha de nacimiento, homo
geneidad de educación, relación perso
nal, experiencia generacional, Iiú T a zgo, etc.— fá cil es apLo&rla.s a cualquier
grupo y momer-to. P ero si pr'^efeáemofe a confrontacio
nes precisas veremos al punto que no
hay ninguna solidaridad generacional
.re las figuras enumeradas por Se
rís — según ya habrá intuido, sin ma
yores pruebas, el lector algo avisado.
Así, por ejem plo, en lo concerniente a
los poetas, se entreveran los pertene
cientes a tres o cuatro momentos o p ro
mociones. Como prueba bastará recor
dar que Moreno V illa, verhi gratia, sur
ge en 1913, Espina en 1916, León F e
lipe en 1920, mientras que García L o r
ca lo hace en 1921, afirmándose ple
namente con el Romancero gitano, en
1928, y Miguel Hernández no aparece
hasta dos o tres años antes de la gue
rra. M ayores son aún las discrepancias
entre los dos únicos novelistas que nos
propone como representantes de la su
puesta generación de 1936: Jarnés y
Sender no son contemporáneos — es de
cir, no tienen la misma edad— ni coe
táneos — esto es, ni la misma sensibili
dad estética— y representan dos mo
dos radicalmente opuestos de entender
y practicar la novela. P ero esta dis
crepancia se borra ante la m ayor sor
presa que nos causa ver relacionados
dentro de una misma generación a Grau
y a Casona. Mientras que el autor de
E n tre llamas (1905) está situado en las
postrimerías del noventaiochismo, el de
La sirena varada (1934), sin conexión
visible con ninguna generación deter
minada, sobreviene muchos años des
pués; marcan entrambos, por lo demás,
estéticas muy distintas. Finalmente, y
por lo que concierne a los ensayistas
enumerados por Serís, tampoco veo
ningún contacto mío con Bergamín
— antes al contrario, muy profundas
discrepancias— ni creo que M aría Zambrano — de formación esencialmente
filosófica— pueda encontrarlo con nos
otros.
No, querido señor Serís, pese a s.i
generosa buena intención, no existe una
generación española d" 193P : cosa
parecida. Y es que n a gene: ación no
s;: inventa artificialmente, ni se crea
por partenogénesis crítica, aún por
mucho ingenio o elasticidad con que se
apliquen las normas de Petersen. Le
acontece al profesor Serís lo mismo que
a su prestigioso colega Federico de
Onís, cuando éste en su, por otros con
ceptos admirable. A n tología de la poe
sía españuui e hispanoamericana, pues
to a encontrar apartados y clasificacio
nes para las sucesivas levas de poetas,
incurría en nomenclaturas erróneas. Es
el escollo de los críticos universitarios,
sin directa experiencia literaria, cuan
do se enfrontan no con siglos pretéri
tos, sino con fenómenos vivos. ¿Quiere
esto decir que sea arriesgado y prema
turo, y por ende imposible, hacer ba
lances de épocas recientes? N o lo creo
yo así, pero lo incuestionable es que
aun no está siquiera cabalmente esta
blecido qué cosa sea la generación del
98, quiénes pertenecen en rigor a ese
grupo y cómo cabe diferenciarlos de
sus colindantes los modernistas. Sali
nas ha escrito que el modernismo es el
lenguaje generacional del 98. Y o diría
que los del 98 fueron ideólogos, y ar
tistas los del modernismo, predominan
do en el prim er sector los prosistas y
en el segundo los poetas. (E sto sin con
tar la excepción de que Antonio M a
chado y Unamuno, también poeta, no
tienen nada, en lo temático V en lo
verbal de peculiarmente modernista.)
¿Cómo ordenar las generaciones sub
siguientes? ¿Alcanzan la categoría de
tales o son simplemente promociones,
ya que sólo daríamos el rótulo de gene
raciones a aquellas que marcan hitos
capitales, saltos de cuadrante decisivos
en la evolución literaria o artística?
Im portaría, pues, antes que nada, co
menzar a ver claro en la ordenación
efectiva de las generaciones o prom o
ciones postnoventaiochistas, delimitan
do con exactitud sus límites y caracte
rísticas. La tarea habría de ser muy
larga, propia de otra ocasión, pero enu
meradas escuetamente podrían estable
cerse así: la de 1908-1910, punto de re
ferencia cronológico, más que genera
cional. pero de d'-ode arrancan Ramón
Gómez de la Serna ■ Gabriel M iro, en
tre otros; la subgeneración pijam ente
poética de 1914, hoy olvidada o mem.
preciada, que representa los últimos
ecos del rubendarismo; la generación
ultraísta de 1919 — habitualmente esca
moteada por antólogos e historiado
res— ,de importancia teórica más que
otra cosa, y que a pesar de sus lim ita
ciones y frustraciones marca un sesgo
capital, influyente; la generación de
1923, o más bien los conjuntos de nom
bres algo afines surgidos bajo el p a
bellón de revisto? ( Revista de Occiden
te, In d ic e ), a la vez puntos de arranque
de casi todos los poetas componentes
E S E G R A N D E SD IC H A D O D E V E R L A IN E
por
E M IL E
H E N R IO T
(D e la Academia Francesa)
este aporte musical y decorativo. V e r
laine comenzó a escribir en 1858 (a los
catorce años), bajo la influencia de
H u g o : form a parte del Parnaso y, de
hecho, por su fidelidad a la rima y al
verso construido, pese a sus ensayos
do ruptura y de flexibilizaeión, sus bús
quedas de ritmo y de musicalidad, con
tinuará siendo un parnasiano, resis
tiendo con todas sus fuerzas el verso
libre y las experiencias de los simbo
listas.
♦
Verlaine por él mismo.
o x desdén del escándalo, hay que
tratar de poner las cosas en su
punto, cosa d ifícil con Verlaine, tan
mezclado, para no ver en él sino al poe
ta, cuya vida tumultuosa, muy a menu
do, hace olvidar o recubre la obra admi
rable. Sin embargo es la obra únicamen
te lo que cuenta y debe contar. La
anécdota no puede ser, a los ojos del
crítico, más que el p retex to : buena p a
ra saber comprender y para explicar.
E l genio lo poseyó demasiado p ron to:
y aunque la posteridad lo haya este
reotipado bajo el aspecto, en adelante
incambiable, del viejo fauno calvo y
enmarañado que inmortalizó Carriere
en la época de su tardía fama, el m ejor
Verlaine es el Verlaine joven, el V e r
laine de las obras maestras indiscuti
bles : los Poémes saturniens, publicados
a los veintidós años, pero escritos casi
todos a los dieciséis, las Fétes galan
tes, la Bonne chanson, los Romances
sans paroles, aparecidos en 1874. En
esta época, Verlaine tiene treinta años:
si hubiese muerto entonces el autor de
los más bellos fragmentos de Sagesse
y de Parallélcm ent, ya en cartera, la
gloria ya se le habría entregado, y
lloraríamos en él, al más puro, al más
músico quizás de los poetas. Su dese
cho es del tiempo de su madurez.
Pero, aparte sus pares y sus maestros,
Hugo, Banville, Coppée, Heredia, los
contemporáneos de esos cuatro prim e
ros volúmenes, no se dieron cuenta, en
modo alguno, de su iniciación excep
cional y de la prodigiosa novedad de
C
*
*
Las Fétes galantes, publicadas dos
años después de los Poémes saturniens,
debía estar en parte escrita p or la
misma fecha que éstos. L a misma vena
mezzetina, tan cara y propia de V erla i
ne, continuará por otra parte, corriendo
a lo largo de su obra posterior. . . La
había hecho maravillosamente suya,
aunque no la haya inventado, en reali
dad. Gautier y Banville y N erval habían
evocado ya ese tema de la galantería
del siglo x v m , tan frecuentemente to
mado y utilizado por Hugo, con su
accesorio lunar en la Féte chez Thérése
( Contemplations) donde Verlaine ha
lló, seguramente, el decorado y los per
sonajes de sus Fétes. Esta poesía se
tornó suya, p or el más sabroso contra
punto de ligereza, de languidez, de iro
nía, de melancolía. Las influencias, fá
ciles de señalar, no son nada cuando el
influido hace obra personal de maestro
con esos aportes. Es el caso de las F é
tes galantes, una de las perfectas obras
maestras de nuestra poesía. Es tam
bién, creo yo, el caso de los Romances
sans paroles, donde la acción de Rimbaud es manifiesta en el carácter fu
gado de las Ariettes oubliées, de impon
derable musicalidad. Pero el éxito es de
Verlaine y no conozco nada superior en
Rimbaud, pese a su genialidad.
¿Qué vale la conversión de Verlaine?
Singular conversión, en la que el peca
dor interesa más cuando peca que
cuando se arrepiente . . . Era cierta
mente muy sincera, como en todos los
seres impulsivos, pero compleja, y si
produjo grandes cambios en el alma
del poeta, vuelto a la fe por la desgra
cia, zarandeado entre las solicitaciones
de lo alto y de lo bajo, y que continuará
en lo sucesivo poseído por veleidades
cristianas hasta su última hora, no
obstante las múltiples caídas, esta
vuelta a Dios y a la V irgen Santísima
no le hizo renunciar a Verlaine al eul-
Verlaine por Cazals.
tivo de la literatura. N o es de lamentar,
pero me parece que los jansenistas p ro
cedían m ejor cuando se entregaban
vencidos a la g ra c ia : pues se retiraban
del mundo, y no se ocupaban sino de
ella, de la gracia. La fe recuperada
de Verlaine no le impidió escribir en
su celda de Mons, los espantosos y por
otra parte patéticos versos de P a ra llélement, donde las locas y especiales
aventuras de antaño se evocan con
mucha más exaltación que rem ordi
miento. " Y dije todo para que nadie
lo ignorase." Esta colección de P a ra llélement no es, de cualquier modo, lo
más perfecto de la desigual obra de
Verlaine, pero pertenece, de todos mo
dos, al grupo capital de sus obras
maestras, y debe colocarse, después de
Sagesse, en primera fila de los escritos
más personales del poeta, cuya B.onne
Chanson había inaugurado la serie.
Creo que los verlenianos están de
acuerdo: hay un Verlaine espiritual,
tierno, fácil, convertido en clásico, al
que los músicos han adoptado como el
cantor galante, el ariostista, el elegiaco;
es el Verlaine amplia y justamente p o
pular, exquisito desde todos los puntos
de vista, incluso el Verlaine arrodillado
bajo los rayos de la gracia. (M o n Dieu
m’a clit. .. Je ne v eu r a im e r ... L ’esp o ir lu it comme un brin de p a i l l e . . . )
E l Verlaine perdonado y santificado, el
autor, además, de sus obras maestras
indiscutidas. Pero existe también el
Verlaine segundo, que huele a azufre
(C ontinúa página 18.)
de la famosa "lista f ija ” , y de prosistas
y críticos menos graciosamente propa.
lados como Marichalar, Jarnés, Esp¡.
na, Claudio de la Torre, Vela, Fernán
dez Alm agro, Dámaso Alonso; la p ro.
moción de 1927 o de L a Gaceta lite.
raria. ya que también en este caso una
revista, antes que una ideología o una
estética, contribuyó a congregar a escri
tores nuevos, empezando por Giménez
Caballero y continuando con Francisco
Ayala, César M. Arconada. . . Después,
al sobrevenir la República, al polari
zarse casi todos los afanes en lo polí
tico, puede decirse que ya no se pro
duce ninguna concentración de escrito
res jóvenes, salvo algunos conatos co
mo ios de H o ja literaria, y Literatura
con Arturo Serrano P la ja , Antonio
Sánchez Barbudo, Enrique Azcoaga,
R afael Dieste, Ricardo Gullón. Es la
época, en todo caso, en que lo intelec
tual se manifiesta p o r' vía de expan
sión popular — misiones pedagógicas,
La Barraca, Ciudad Universitaria—
antes que mediante obras de pura y
nueva literatura. Finalmente, la gue-.
rra de 1936 tampoco suscitó ninguna
nueva generación ni cosa parecida: si
lo contrario, una quiebra, una ruptura
radical, la dispersión a los cuatro vien
tos. Aun más, se produjo una división
profunda, de alcances todavía no bien
medidos, entre las dos Españas y, con- í
siguientemente, en su literatura, que
dando ésta escindida en dos mitades ri- j
gurosamente antagónicas: la literatura
peregrina o del destierro y la peninsu
lar o conformista. Los resultados de
la primera están a la vista en todo el
ámbito de las Américas y no pueden
ser más fecundos; los de la segunda
— sin necesidad de entrar en calificati
vos políticos— son muy escasos y, sal
vo excepciones, de in ferior calidad. Lo I
reconocía así ya hace anos, con sinceridad que le honra, un joven escritor
peninsular, Gonzalo Torrente Ballester,
expresando en la revista T a jo de M a
drid (3..ño agosto de 1940) : "E l tron
co común se ha bifurcado por obra de
la guerra, y si nosotros reclamamos la
primogenitura, no dejan los ausentes
de reclamarla también, proclamándose
a sí mismos, lo misino que nosotros,
continuadores de la tradición nacional,
incluso de la más alquitarada tradición
católica en algunos casos. I •. • ] Ellos,
con el vig o r que les da su situación
desesperada, se entregan ya a la tarea
creadora, derramando su obra intelec
tual por todos los pueblos de nuestra
habla. Nosotros, durmiendo en los lau
reles, sólo despertamos para pequeños
tiquismiquis literarios. La labor de la
España peregrina puede ser, hay que
proclamarlo crudamente, muy aprecia
ble. L a nuestra hasta ahora es casi nu
la.” A confesión de p a r t e ... todo co
mentario estorba, tínicamente cabría
añadir que en los seis años transcurri
dos desde que las anteriores frases se
escribieron, el desnivel ha crecido fabu
losamente a fa v o r de la España inte
lectual exilada. N o diremos empero que
se haya constituido tanto como una
nueva generación; pero sí que en Am é
rica se han afianzado y aun llegado a
su plenitud con obras considerables mu
chos valores nuevos que en España sólo
despuntaban; el temor a las omisiones
involuntarias me impide establecer una
lista que habría de ser copiosa.
Porque
una
generación
literaria
— insisto— es algo más que cualquier
agrupamiento ocasional, motivado por
fines extraintelectuales. En términos
generales una generación existe — de
finición orteguiana— cuando en ella se
plasman ciertas variaciones de la sensi
bilidad vital que son decisivas en la
historia. En términos literarios o ar
tísticos. una generación — según mi vi
vencia propia— es un conglomerado
de espíritus que en un momento dado,
en el de su alborear, se sienten expre
samente unánimes para afirm ar unas
cosas y negar otras, con auténtico ar
dimiento juvenil. Significa una ruptu
ra y una inauguración al mismo tiem
po : una coincidencia singular en las
mismas filias y en idénticas fobias. De
finición que ya había aventurado hace
años y en la cual me ahinco ahora al
encontrar su corroboración en Dilthey.
Una generación — escribe este filósofo
en su ensayo sobre Novalis— es una
relación de simultaneidad entre indivi
duos. "Quienes durante los años recep
tivos — precisa— experimentaron las
mismas influencias directrices, consti
tuyen juntos una generación.” Tam
bién Petersen insiste en la importancia
que para la constitución de una gene
ración tienen las influencias formntivas.
j
¿Cuánto dura una generación? ¿Co
mo se suceden las generaciones? He
aquí el comienzo de un abanico de pre
guntas que pudiéramos abrir atractiva
mente, pero cuyas respuestas exigirían
otros ámbitos que el de un articulo.
Pocos temas, sin embargo, más incitan
tes, más dignos de ser prolongados pinraímente en "mesa yedonda” y con el es
tímulo de la controversia. Quede aq">
la sugerencia.
N . de la R. — En el próximo n? de Cabai.ca
se publicará un artículo de José Herrera
f
en el que se comentan algunos conceptos de e
de Guillermo de Torre, y que puede consider
la primera respuesta al mismo. Herrera 1,c re
conocía el texto de Guillermo de Torre por n
sido publicado en nuestro n? 0 (fuera de ven
�E c a b a lg a ta
CIENCIAS
U
N mundo o ninguno; mutua compren
sión entre los pueblos, o exterminio;
convivencia, colaboración sobre una base
do derechos iguales, o suicidio en escala
universal; hombres (esto es: seres racio
nales y por ello capaces de orientar su
conducta según normas de validez general
y de largo alcance), o brutos incapaces de
pensar, de prever, de percibir más allá de
los apetitos más inmediatos, y en conse
cuencia expuestos, como jamás lovestuvo la
especie, a una extinción total. Tal es el
dilema planteado por este panfleto, llega
do hace poco a manos de los lectores
sudamericanos. Trátase de un informe al
público sobre el cabal alcance de la bomba
atómica editado por Dexter Masters y Katharinc Way y publicado por la empresa
editorial McGravv-Hill Book Co., Ine. En
él colaboran algunas de las figuras cum*
bres de la ciencia actual. Así la introduc
ción es de Arthur H. Comton, premio
Nobel de física en 1927 por sus investiga
ciones sobre los rayos cósmicos y una de
las figuras más destacadas del pensamien
to humanista de Estados Unidos. Niels
Rolir, premio Nobel de 1922, discípulo de
Rutherford en Cambridge, autor — en
1912— de un modelo atómico destinado
a explicar el mecanismo cnantístico de
la radiación, es el autor del prólogo. El
primer trabajo está firmado por Philip
Morrison, comisionado por el ejército de
Estados Unidos para estudiar sobre las
ruinas de Hiroshima los efectos de la
bomba atómica, y por lo tanto es una de
las pocas personas que han podido ver de
cerca la potencia devastadora de esta nue
va creación del pensamiento humano. Harlow Shapley, director de uno de los obser
vatorios astronómicos más importante del
mundo entero, el Harvard College Obnervalory, examina el aspecto de la energía
nuclear desde el punto de vista de la as
trofísica. Eugene P. Wigner dedica un
breve, pero claro de exposición y lúcido
estudio a las "raíces de la Edad Atómica” ,
en el cual establece la diferencia entre las
reacciones entre moléculas y átomos de la
química ordinaria y los procesos de des
integración nuclear en que se funda la
bomba atómica. Gale Young examina la
energía nuclear como nna nueva fuente
de potencia mecánica (o de otra índole) y
establece muy oportunas comparaciones
entre las distintas formas de energía y
sus relaciones con la población mundial.
El profesor Oppenheimer trata de la
"nueva arma” desde varios puntos de vis
ta y llega a la conclusión de que la sola
garantía contra la nueva bomba sólo pue
de hallarse en el esfuerzo mancomunado de
todos. "Dado que Estados Unidos e In
glaterra se mostraron dispuestos a parti
cipar en una guerra de demolición en masa
y en raids incendiarios contra centros ci
viles, y de hecho utilizaron las armas
atómicas contra blancos civiles primordial
mente, poco válida resulta la esperanza
de que tal uso no vuelva a hacerse en
cualquier gran guerra del futuro.” El jefe
de las fuerzas aéreas de Estados Unidos
dedica un extenso artículo al tema de "las
ARTHUR H. COMPTON
HAROTD C. t’REY
j # § gl
IRVING IANGMÜIR
_ A. H. C o m pton : Es una de las figuras
J de más relieve en los medios universitarios
1 y pedagógicos de Estados Unidos. Sus
investigaciones físicas fueron recompensa
das con el premio Nobel en 1927. ColaboI ró en los estudios que condujeron al desj cubrimiento de la bomba atómica.
1
I
I
I
|
H. C. U r e y : Premio Nobel de Química
en 1934 por su descubrimiento del isótopo
de hidrógeno denominado deuterio, con el
cual se produce el agua pesada. Trabajó
en la separación del uranio 235 del uranio
ordinario durante los años que precedieron
a la terminación de la guerra. Dicho isótopo de uranio es el material que experi
menta la fisión en cascada produciendo
raudales de energía como no podían soñar
se hace unos años.
N iels B o h r : Físico danés conocido uni
versalmente por sus contribuciones a la
física atómica. Fué laureado con el pre
mio Nobel en 1922 antes de haber cum
piído los cuarenta años de edad; hacia el
término de la guerra consiguió burlar la
vigilancia de la Gestapo, a la sazón dueña
de su país, y se escapó primero a Suecia
y de allí partió en un avión enviado ex
profeso para Inglaterra, para unirse a los
sabios que trabajaban en la invención de
la bomba atómica. Su notable modelo ató
mico, hoy insuficiente para explicar el
comportamiento del complejísimo mecanis
mo que llamamos átomo, ha prestado gran
des servicios a la ciencia en los años que
siguieron a 1912, fecha en que fué pro
puesto dicho modelo.
* * * *
Destacado investiga
dor norteamericano, premio Nobel de Qui
m.'ca ®n 1932, y uno de los muchos palames de la comprensión entre los pueblos
(omo condición imprescindible para una
l<v
Perm'ta a l°s hombres cosechar
i ru*08 de muchos esfuerzos dispersos
os campos más diversos de la ciencia
y de la técnica.
I kving L a n q m u ir :
P ROM K T EOS
A C T U A LES
ONE WORLD OR NONE
Por J O S E
fuerzas aéreas y la edad atómica” y entre
otros aspectos de fundamental interés tan
to para el militar como para el pueblo
en general, trata del aspecto defensivo
frente a posibles amenazas. “ Contra este
futuro de creciente alcance, velocidad y
capacidad destructiva de las armas em
pleadas por el poderío aéreo, una protec
ción adecuada por medios puramente de
fensivos parece improbable.” "E l cuadro
de la defensa por medios contraofensivos
resulta harto sombrío.” Contra el suicida
optimista y contra el que, por inconscien
cia o despecho, trata de fomentar o res
paldar el secreto y el juego de las inti
midaciones y hasta coacciones, fundadas
en las armas atómicas, de ciertos centros
de intereses, parece estar escrito el tra
bajo de Louis N. Ridenour, experto en
radar del Instituto de Tecnología de Massachusetts. El título es simplemente
Diere Is No Defense (N o hay defen
sa). E. U. Condon, asesor científico del
comité atómico del Senado y- hombre de
ciencia de fama universal, pone de relieve
los peligros de la nueva forma de energía
y la imposibilidad de prevenirse contra
ella en sus modalidades menos ostensibles
— sabotaje, etc.—■, como no sea a partir
de una franca y leal colaboración entre
todos los estados. "Dentro del volumen
de una pequeña sandía se halla almace
nada una energía superior a la de 20.000
toneladas de altos explosivos del viejo ti
po.” El jefe del departamento de física
del Instituto Carnegv de Tecnología, Frederick Scitz, y Hans Bethe, físico refu-
O TERO E S P X S X X D L X
giado alemán, ex profesor de la Universi
dad de Tubingia, se preguntan cuán cerca
se halla el peligro. Entre otras cosas in
sisten en el hecho de que son muchos los
países capacitados hoy día para producir
bombas atómicas tanto o más mortíferas
que las fabricadas en Estados Unidos; es
necio, según ellos, fiarse de una supuesta
superioridad industrial y técnica para de
morar la única solución efectiva del pro
blema de la seguridad total, pues el día
menos pensado países como Suecia, Suiza,
Inglaterra, y no se diga Rusia, pueden es
tar en condiciones de utilizar armas de
terrible eficacia contra cualquier adver
sario. "L a existencia de tales bombas
puede ejercer efectos inhibitorios en el
sentido de que el enemigo tal vez temiera
las represalias. Sin embargo, si la historia
nos ofrece alguna lección, ella es que el
temor a las represalias jamás evitó guerra
alguna en que las probabilidades de una
victoria rápida son tan grandes cual se
rían las de un adversario decidido a atacar
rápidamente y de lleno con bombas ató
micas.” Irving Langmuir, premio Nobel
de química en 1932 y "uno de los hombres
de ciencia norteamericanos más distingui
dos en el campo industrial” , trata de una
carrera de armas atómicas y de sus alter
nativas. Por haber asistido al 22Ó ani
versario de la fundación de la Academia
de Ciencias rusa y haber compulsado la
opinión de los sabios rusos y su capacidad
en muy diversos terrenos, sus opiniones
tienen un especial valor en este caso.
"Si la carrera de los armamentos prosi-
gue, Rusia puede producir bombas atómi
cas dentro de un plazo de tres años.”
Este trabajo es altamente aleccionador,
sobre todo para quienes, por inercia men
tal, por cuquería o por una dosis excesiva
de candidez, no se han podido colocar en
otros puntos de vista que el suyo propio
o cuando más en el de sus castas gober
nantes. El descubridor del hidrógeno pe
sado — por cuya hazaña recibió el galar
dón del premio Nobel en 1934— , profesor
Harold C. Urey, adopta una actitud pa
recida a la precedente, y advierte al lec
tor: "Otra guerra se diferenciaría de la
pasada en el mismo grado en que un auto
móvil moderno se diferencia del modelo
T Ford, o tal vez un caballo de un vagón
de ferrocarril. Otra guerra tendría tal
éxito desde el punto de vista destructivo
que poco de los fundamentos físicos y
humanos de nuestra civilización quedaría
en pie.”
La segunda parte del libro que nos ocu
pa trata de cómo la amenaza de las ar
mas atómicas puede ser eliminada. El
físico Leo Szilard trata de responder al
interrogante: ¿Se puede evitar una ca
rrera armamentista mediante un siste
ma de inspección? Del control de la ener
gía atómica ocúpase el publicista norte
americano Walter Lippmann en un largo
artículo en el cual hace una revisión del
problema de la seguridad colectiva. Albert
Einstéí.U titula su breve trabajo The Way
Out, la salida (como si dijéramos) de este
callejón en que ha colocado a la humani
dad el descubrimiento de la bomba ntó-
m
■m
VIDA
Pedro Kapitza es uno de los precurso
res de la física atómica de nuestros
días. El fué el primero en diseñar y
proponer máquinas eléctricas de alto
potencial para atacar y desintegrar los
núcleos atómicos mientras trabajaba
en el célebre laboratorio Cavendish,
de la Universidad de Cambridge. Tras
ladado a Rusia, su país de origen, ha
proseguido sus experimentos y hoy f i
gura entre las figuras cumbres de los
hombres de ciencia de todo el mundo.
Según datos recientes se halla al frente
de una de las instituciones de investi
gación electrónica m ejor equipada del
mundo y es objeto de una estimación
por parte del pueblo soviético y de sus
gobernantes como disfrutan muy pocos
sabios en los demás países.
H o rm ig as G an ad eras
de siglos antes de que el
hombre cayese en la cuenta de la
conveniencia de domesticar ciertos anima
les para utilizar su fuerza de trabajo, su
carne, su lana, su leche y sus dotes ins
tintivas, ya las hormigas conocían a la
perfección un buen número de principios
de la ganadería en gran escala.
Pero nadie escarmienta en cabeza a je
na ; y así los humanos no aprendieron de
las hormigas a servirse de sus inferiores
en inteligencia — y superiores en otros
respectos— por cuanto es de fecha re
ciente el descubrimiento de que las mis
mas — m ejor dicho, un cierto número de
especies mirmetinas— consagran una aten
ción singularísima al cuidado de sus re
M
illo n e s
baños.
L a hazaña de las hormigas es tanto más
admirable cuanto que sus animales domés
ticos tienen una biología muy compleja
sí se la compara con la del perro, la del
caballo, la vaca, etc
Por otra parte, existe un creciente anta-,
gonismo entre las hormigas y los hom
bres en este orden de cosas, pues sus
rebaños figuran entre los peores enemi
gos de ciertos cultivos especialmente im
portantes para nuestra prosperidad, y
mientras el agricultor trata por todos los
medios a su alcance de exterminarlo^, las
hormigas hacen cuanto pueden para mul
tiplicar el número de cabezas de los re
baños en cuestión.
Pero lo dicho es sólo un botón de mues
tra, como tendrán oportunidad de ver
nuestros lectores en otras ocasiones.
D uerm e todo el Invierno
sin haber comido
fenómeno biológico bien conocido y
bastante común es el letargo invernal
de ciertos animales: reptiles, roedores, etc.
Durante el verano hacen acopio de g ra
sas y a expensas de ellas, por un proceso
de autofagia, viven durante los meses in-
U
n
Si bien el genio puede esconderse bajo
apariencias muy simples, en este caso
se nos presenta sin el menor asomo
de ambigüedad. Revuelto cabello, am
plia frente, mirada decidida y profun
da al mismo tiempo, delatan el talento
y la pasión de este joven investigador,
recientemente fallecido, a quien debe
la televisión esos triunfos sin los cua
les no se hubiera incorporado a la vida
moderna como realidad y como pro
mesa. John Logie Baird ocupó (y ocu
pará) un destacado lugar en la lista
— cada día más vasta— de los hombres
de ciencia que están alterando en gran
medida las bases materiales del mundo
presente.
vernales en un estado de sueño o de mo
dorra; sus funciones están entonces redu
cidas al mínimo para no desperdiciar ca
lorías.
Pero hay una curiosa excepción: un
insecto, y más concretamente, una frágil
mariposa del grupo de las fritilarias, no
bien sale del huevo en forma de larva
diminuta en el otoño, busca un refugio,
como primera medida, para echarse a
dormir hasta la siguiente primavera. Esa
voracidad característica de la inmensa
mayoría de las larvas no bien nacen es
aplazada por éstas hasta después del in
vierno que es cuando la criatura despier
ta a la caricia primaveral. Entonces, y
sólo entonces, procura desquitarse de un
ayuno de meses, y una vez que se ha
hartado hasta más no poder, esta larva
segrega su capullo, para dentro de él,
metamorfosearse en mariposa diminuta,
de color anaranjado por encima y pla
teado por debajo. A finales del verano
nuestra mariposa pone sus huevecillos de
los que nacerán durante, el otoño las lar
vas hijas. Estas, al igual que su madre,
no probarán retoño ni hoja alguna, sino
que buscarán un lugar donde cobijarse
y esperar la llegada de las vacas gordas
en apacible letargo.
Pero si bien el hecho es sorprendente,
el lector debe pensar que en el vasto mun
do de los insectos, cuyo número de espe
cies clasificadas supera en mucho al
medio millón, nada puede en rigor consi
derarse extraño. Por el contrario, aquí
encuentran confirmación los más extraños
delirios de la humana fantasía.
mica. Y por fin, la Federation af Ameri
can (A tom ic) Scientists, cierra el panfleto
con una notable declaración titulada Survival is at Stalce (L a supervivencia so
halla en juego). El comentario de este
trabajo nos llevarla lejos, pero no pode
mos menos de extractar para los lectores
de este resumen algunos de sus conceptos.
" Las naciones pueden tener energía ató
mica y mucho más, pero no en un mundo
donde la guerra puede repetirse." "Nos
otros estamos comprometidos, no menos por
las declaraciones de nuestros dirigentes
que por la existencia de la planta de Oak
Ridge, a tomar la iniciativa en el estudio
de medidas para el control de la energía
nuclear. Ningún programa es sólido a me
nos que reconozca los especiales deberes
de los Estados Unidos, a menos que repose
sobre el principio de que nuestra sagaci
dad y nuestra paciencia en este orden de
cosas deben ser superiores a las de otras
naciones. Las bombas llevan la marca
“ Made in the Ü.S.A.". Ningún programa
tendiente a solucionar el problema habrá
reconocido la verdadera naturaleza de éste
si no contiene medidas para ser tomadas
inmediatamente. No hay mucho tiempo."
" E l problema es de hombres vivientes y
de fenómenos en proceso de desarrollo."
"Aseguraos de que vuestros senadores y
diputados saben que estáis advertidos de
la gravedad sin precedentes del problema.”
"Ahora que habéis leído este libro, discu
tidlo con vuestros amigos, no lo dejéis de
lado. Una decisión de gran alcance de
pende de lo bien que vosotros y vuestros
electos representantes comprendáis los he
chos y propuestas contenidos en estas pá
ginas y actuéis de acuerdo con ellos.”
Este libro, que nadie debiera dejar de
leer, nos presenta el mejor ejemplo y
también el más patético, de cómo una
nueva conciencia pugna por abrirse paso
al través de la costra de los intereses
creados, de las solapadas ambiciones im
penalistas, de los prejuicios y los ren
cores e incomprensiones de un mundo en
agonia. La ciencia se niega a ser ciego
instrumento en manos de quienes ponen sus
intereses por encima del único hito compa
tible con las condiciones del momento: el
bienestar y la seguridad de la humanidad
como un todo. Aunque sólo fuera por esto
One W orld or N one merece una al
borozada bienvenida y una rápida traduc
ción al castellano.
J. R. Oppenheimer figura entre los
más afamados teóricos de la física ac
tual. Fué profesor de física teórica en
la Universidad de California antes de
la guerra, tuvo a su cargo durante ella
una de las tareas de más responsabi
lidad en los trabajos que condujeron
a la invención de la bomba atómica y
en la actualidad es uno de los asesores
del Senado de Estados Unidos. En su
opinión, contrariamente a lo que pien
san muchos elementos más o menos
irresponsables de su país, las armas ató
micas han debilitado más que fortale
cido la posición m ilitar de Estados Uni
dos ante la eventualidad de un segundo
conflicto mundial en atención a su
concentración urbana y a la de sus
principales industrias. De contar los
japoneses con bombas atómicas cuando
planearon su ataque por sorpresa en di
ciembre de 1941, hubieran podido po
ner al T ío Sam fuera de combate para
siempre. Oppenheimer cuenta fen la
actualidad 41 años solamente.
Con anterioridad al descubrimiento de la
aplicación bélica de la energía nuclear, ya
algunos previsores hombres de ciencia ar
gentinos habían escudriñado con amplitud
y competencia el vasto suelo del país en
busca de minerales de radio y demás ele
mentos radiactivos, como prueban estas
fotografías (al igual que la de pechblenda,
impresionadas por las radiaciones surgi
das del objeto), hechas por el Dr. L. R.
Catalano y publicadas en su libro Los
Radioelementos y la constitución atómico
corpuscular de la materia y energía. Es
tos minerales proceden de Cerro Blanco
y de la mina "Vidal del Rey” , Sierra de
los Comechingones.
La "vil materia” de nuestros idealistas
pasados y presentes está asombrando al
inundo entero con sus misterios y prodi
gios. Este trozo do pechblenda arrancado
de las entrañas de la roca en las vecinda
des del lago Hurón, en el norte helado
del Canadá, no ha necesitado de los rayos
solares para marcar sus caracteres en la
placa fotográfica: en su propio seno es
tallan los átomos de radio y de uranio con
intensos fogonazos -—emisión de radia
ciones, principalmente rayos y— , que son
los que actúan sobre las sales de la placa
y la impresionan. ¿Quién osa llamar "vil"
a estos laberintos en que palpitan torren
tes de energía y haces de extraños res
plandores? Las minas canadienses de Ra
dio City, recientemente sustraídas a sus
primitivos propietarios por el estado, son
hoy por hoy, algo así como una espada
de Damocles pendiente sobre las cabezas
de todos nosotros.
Jamás el oro y la plata fueron tan
codiciados como los elementos aprisio
nados en el corazón de rocas como
ésta.
�cab a lgata ©
wm
mWS
de la ciudad ...
n modas, en expresiones de arte, en fin,
r
%
en novedades para la inquietud porteña, Galerías
PACIFICO serán una manifestación real deL pulso
de la ciudad.
Así lo han comprendido las numerosas firmas co
merciales de categoría que han dispuesto abrir sus
puertas al público dentro del suntuoso palacio ar
quitectónico que constituye las Galerías PACIFICO.
FLORIDA - CORDOBA - SAN MARTIN - VI AMONTE
L
i
�DANZA
©cabalgata
NATURALEZA
DE LA D A N Z A
ABORIGEN
Por OSCAR ( C tiR U O
N el origen fué la danza.
El gesto es el trasunto de las p ri
meras emociones del hombre primitivo.
E l gesto precede al grito, precede a la
palabra. Y es anterior al lenguaje mu
sical, a la melodía.
Insertado en el gesto estaba va el
ritmo, V el primer paso que da el hom
bre en el mundo, sus primeros asom
bros, sus emociones iniciales — tristeza
o alegría— , contienen ya a la danza.
En ella se exteriorizan los sentimientos
del hombre inaugural. Pero como nin
gún sentimiento lo es de un modo pleno
si no es compartido, el hombre comuni
ca sus emociones a otros hombres, los
hace partícipes de ellas, y así el ritmo
se contagia a los demás, y nace.la danza
colectiva, la emoción social.
El hombre descubre en la danza p o
deres mágicos. La danza uniforma sus
movimientos, luego sus anhelos, más
tarde sus acciones. Es un lenguaje más
profundo que la palabra, abarca zonas
más remotas del ser y de la existencia.
Eleva a la victoria, lleva a la religión,
lleva al drama, lleva al descubrimiento
de_las cosas y del mundo.
Brota el manantial* de la música.
"L a danza es un arte emotivo, can
tante. Cuando se dice de un cuerpo hu
mano que «can ta», tomo esta expresión
en su sentido real y no m etafórico” ,
dice Serge Lifar.
El cuerpo inventa, pues, a la melo
día. Y conduce a todas las artes, p o r
que el origen del arte es la danza.
Con un pie en la realidad, el bailarín
inicia Un salto en el ámbito de la
poesía. Sus movimientos se apartan de
ios que prescriben la costumbre, el uso
diario, el acto utilitario; ingresan en
otro mundo en el que gobiernan el sím
bolo, la im agen: en el dominio oculto
del espíritu.
• • •
E l sello que distingue a las danzas
de los pobladores del Altiplano, es su
naturaleza social. La danza aborigen
no sólo es siempre colectiva, sino que
expresa sentimientos comunes a un gru
po o a una multitud. No sólo partici
pan de ella muchedumbres, sino que las
ideas que contienen las figuras de la
danza, sus alusiones simbólicas, sus
alegorías, son siempre ideas extensivas,
comuniones públicas. E l virtuoso no
está ausente en la coreografía aymara,
pero actúa siempre en función de la
comparsa; no es sino un elemento dis
locado de la comunidad. Los diablos,
las diablesas, los kusillos, o los kallas,
giran como derviches, saltan, gesticu
lan, provocan con sus cabriolas la risa
de los espectadores, discurren con una
apariencia de libertad fuera del círculo
de la danza, pero están atados a ella:
más que a la melodía al movimiento, al
ritmo del conjunto.
Las danzas nacionales de los pobla
dores del Kollasuyo, o fueron religio
sas y unieron al pueblo en los Raymis
y los jubileos solares; o fueron gue
rreras y lo convocaron en una marcial
expresión de su animosidad y su co
raje; o fueron agrarias y tradujeron
sus regocijos y sufe decepciones, ilus
traron sus afanes, remontaron su es
peranza en las invocaciones a los Apus
de la tierra.
La aventura y el trabajo, las efemé
rides y la empresa eran danzados por
el kolla. Más tarde llegaron el dolor y
la larga servidumbre, con la Conquista,
y a los puros elementos de la danza
aborigen, al talco, se agregaron los ele
mentos foráneos, y de la fusión hispanoineaica nacieron otras expresiones:
las alusivas, sátira y befa de las ins
tituciones, costumbres y cortesanía de
los españoles: chascos, h aacatolcoris,
I hit ¡caballos, palla pallas, anquiam/uis,
y las mestizas: tratripuló * , sicaris, carlnianis, en las que infunden sus módu
los las danzas populares importadas de
la Península. La Colonia trajo, a su
vez, al aluvión negro, y aunque en las
altas mesetas el tráfico de color fué
escaso, inyectó su sello a la zarabanda
común y brotaron las pantomimas de
t an/liquis, de mareaos, de sayatolcoris.
La impronta de la tierra continuó
privando, empero, en rodas ellas. N i
siquiera un acontecimiento de proyec
ciones tan vastas en el espíritu del
hombre primario americano, como la
extensión de los dominios del cristia
nismo a su ámbito vital, logra m odifi
car la estructura íntima de su concep
ción religiosa, de su metafísica, de sus
mitos. La adoración de Huirakoclia, de
la Pachamama, del In ti y de los Apus
representativos, continúa bajo la su
perficie del rito cristiano. Huiiakocha
sigue siendo, para el kolla, el fundador
del mundo, el creador de la tierra, del
cielo y de sus astros, y del hombre. La
Pachamama, la madre tierra, seno nu
tricio del que todo parte y hacia el que
todo vuelve. Y el Inti, el sol, fuente de
vida, energía fecundadora, padre del
bienestar y la alegría. Los Apus, más
inmediatos al hombre, son los antepa
sados totémicos, encarnados en la mon
taña, en el río, en el lago o la colina, en
los animales de la comarca, pumas,
cóndores, vicuñas; son los denominado
res regionales, los modeladores de la
psique india, de su personalidad local.
No es ésta, como resulta fácil advertir,
una religión elemental, panteísta o totémica, sino una religión superior, pro
ducto de una conciencia activa, fruto
de una cultura elaborada.
No era obra fácil suplantarla. No lo
consiguieron del todo las reducciones
católicas. Bajo la corteza adoptada, si
guió alentando el viejo credo. Y las
danzas continuaron reflejándolo. (Como
la arquitectura de los templos católicos
construidos en la Colonia no pudo evi
tar que el alarife indio perpetuara en
sus fachadas los símbolos de su propia
fe.)
Todavía se baila en el Altiplano la
danza del Inti, al que uno de los baila
rines representa llevando sobre la ca
beza una pesada máscara de yeso, con
incrustaciones de oro y piedras precio
sas. Los coros de Carhuanis y huarikaris simulan en su coreografía los
sacrificios sagrados a la Pachamama.
Y la de los kollahuiplialas, que enarbo
lan el estandarte del Kollao, es la danza
emblemática de la nación agraria, cuya
célula es el ayllu, piedra angular de
la comunidad, a la que rige el Inca,
delegación de Huirakocha.
* • •
A las danzas específicas de grupo,
y a la música de esa danzas, hay que
agregar el baile y la música de los
bailes generales, las danzas que todo
el pueblo neoindio baila en sus celebra
ciones públicas y privadas. E l huayño,
la Lacinia, el kaluyo, la cacharpaya, el
pasacalle, el bailecito, son las danzas ci
viles. Con excepción de la kacliua, que
suele agrupar a los miembros de toda
la comunidad, del ayllu, las demás se
bailan en los festivales íntimos. Las dos
últimas son mestizas, poblanas. Pero la
hachan, el kaluyo y la cacharpaya se
remontan a los lejanos días imperiales.
La cacharpaya es el baile de las des
pedidas, y en las notas de su música se
libera esa angustia del infinito que la
vasta puna inclemente o la negra mu
ralla de picachos pétreos hacen fermen
tar en las almas de los habitantes del
Ande.
El ritmo desenvuelto del kaluyo in
funde optimismo al caminante, lo ayu
da a cubrir las largas distancias del
Altiplano, a salvar las cordilleras y los
valles, y a sobrellevar las nostalgias de
la ausencia. Las notas de su melodía
chisporrotean cordialmente, al sol de
los caminos o a la luz de las pascanas,
y comunican su agilidad a las piernas
y su embriaguez al corazón.
La kachua denuncia un contenido
sexual, aunque sus figuras sean sobrias,
como es, en general, la vida misma del
indio. Pero su sentido es todavía más
profundo, y flu ye más cristalino cuan
do la danza es bailada por una porción
humana numerosa. Entonces se ad
vierte claramente su lenguaje cósmico.
En el centro se mueve una pareja de
bailarines que representan al Sol y a
la Luna, y en tomo, círculos concén
tricos de hombres y mujeres, círculos
cada vez más amplios, que repiten en
sus movimientos el ritmo de las cons
telaciones y de los astros. Es una in
terpretación del mundo estelar.
Insertado en todos estos bailes late el
ritmo jugoso y alegre del huayño, como
una vena de agua límpida que recoge
a su paso las destilaciones confortan
tes de la tierra. E l huayño es la voz
musical de la tierra. Se transmite a las
plantas del hombre, como una savia v i
tal, y sube por su piel y su sangre,
volcando en ellas su acento jocundo, su
sana exaltación de la vida. Y el indio
baila reconcentrado pero animoso, y
las muchachas hacen girar sus faldas
rojas, verdes, azules, plantas rotantes
de la naturaleza, flores de grandes
corolas invertidas.
"E l huayño fué el compañero inse
parable del indio en todas sus trage
dias, dice Uriel García. Acogido a su
ternura, como al jugo de su coca, el
indio soportó todas las servidumbres,
todos los dolores del mitayo y del ya
nacona. O acrecentado de voluntad por
superarse, a pesar de su servidumbre,
avanzó en afán creador hacia su nue
vo destino, y fué artista, pensador, hé
roe, como Gai£Üaso> Lunarejo, Tupac
Amará, Uscamai$a> Catari.”
•
•
En el origen fué la (i:lnza- madre de
todas las artes americanas: de su mú
sica, de su escultura, de su pintura,
de su arquitectura, de su poesía. H ija
directa de la naturaleza americana,
ha continuado ejerciendo el magisterio
de la tierra. Y cualquier arte que as
pire a enraizarse y no a erradicarse,
que aspire a lo profundo y no a lo
aéreo, ha de buscar su gleba para hin
car sus fundamentos en ella.
No sólo los grandes ballets ameri
canos hallarán en la danza nativa, en
ferias y celebraciones, en la placita al
deana y en la chichería, los símbolos y
las imágenes que han de desarrollar en
su plástica ya depurada, sino que la
poesía, la música, la escultura, el en
sayo han de encontrar en ella no un
simple tema de glosa, no un asunto ni
un episodio, complementos del paisaje,
sino la substancia misma de su propio
lenguaje: su dinamicidad y su por
venir.
En la danza aymara, como en las de
más de América, en su fuego perspicuo,
arde la magia de los avatares del alma
popular, combustión creadora del es
píritu, llama de toda poesía.
�Tres aspectos de la Casa Koosis del arquitecto Rafael S. Soriano•
esmaltes. Las formas puras que utiliza
llevan impreso además el calor de su
mano de escultor y en oportunidades
dejan resaltar por sí mismas, la calidad
de la materia en que están hechas. Son
objetos humanos, objetos vivos que tie
nen la misma nobleza de las viejas
cerámicas y cuando están barnizadas,
casi siempre el brillo del barniz no hace
sino aumentar el lujo de estas piezas
realmente vivientes. Ellas se adaptan
por contraste a las formas más ivuévas
de nuestros muer-íes Actuales y -un ana
¡lidn : ,! ¡.subiente en don ib están co'■ca das. Realizadas por un artista como
Fontana, lejos por lo tanto de la co
pia servil de la vieja cerámica, con ins
piración propia y propio color, son un
LOS OBJETOS
DE CERAMICA
DE LUCIO FONTANA
del adorno del vestido y del
cuerpo humano, tuvo una extraor
dinaria importancia en todos los tiem
pos el adorno de la casa. La cerámica,
así como los objetos esculpidos, tuvie
ron en todos los tiempos una extraor
dinaria aceptación para contribuir a la
decoración de interiores. En nuestra
época vuelve a ser importante la con
tribución de los artistas en el desarro
llo de la cerámica. Grandes escultores
y pintores contemporáneos han realizuaparte
Va-o antiguo.
"Combate indio'’.
do, ya de acuerdo con artesanos de la
cerámica o ellos mismos, valiosas pie
zas, que han contribuido a m odificar
las formas y los colores de los objetos
de cerámica, o a resucitar las formas
antiguas y procedimientos pasados, pa
ra darles una actualidad. La cerámica
esmaltada tiene un propulsor extraor
dinario en la Argentina en Lucio F on
tana, el escultor rosarino que desde
hace años viene creando por este p ro
cedimiento pequeños objetos de arte
esmaltados que tienen toda la frescura
y la gracia de la espontaneidad y el
juego.
Actualmente la cerámica se utiliza
para . el adorno de una manera más
moderada y reconociéndole a cada pie
za un valor mayor que, por ejemplo, en
los siglos x viii y xix. Y a no se llenan
los salones, las habitaciones particula
res o los comedores de neceseres, bom
boneras, esencieros, etc., que recarga
ban las cómodas y las mesitas hasta
los primeros años de nuestro siglo,
destinados por otra parte, a los más
variados usos. N o se cuelgan de las
paredes esa cantidad extraordinaria de
platos o fuentes de viejas cerámicas
que en muchos casos constituían, con
los objetos de cobre y de bronce, el
único adorno interior. En el siglo x viii
tuvieron importancia las cajitas que
encerraban perfumes, tabaco o bombo
nes. realizadas en cerámica, así como
en los más diversos procedimientos, im
pulsando al mismo tiempo que el arte
que nos ocupa, el de la orfebrería.
Eran, por lo tanto, adornos prácticos,
objetos que se utilizaban, la mayor par
te de los realizados entonces o repro
ducción de viejas formas ya consagra
das con los colores y dibujos que les
eran propios. En la actualidad la ce
rámica no persigue otra función que la
de decorar. En este sentido están eje
cutadas Jas de Lucio Fontana y es un
ejem plo el Vaso antiguo que reproduci
mos con esta noticia. Recuerdan las fo r
mas de estas pequeñas esculturas de
Lucio Fontana, algunas formas del si
glo x viii por la lujosa gracia con que
están ejecutadas y por el brillo de sus
aporte curioso al movimiento actual de
la cerámica de esta república.
Juan Zocchi acaba de dedicar una
m onografía publicada por la Editorial
Poseidón a este escultor argentino. En
ella dice: "Dentro del confín clásico con
el espacio en que encierra, no: en que
deja en libertad las imágenes. Fontana
tiene dos modos principales de mode
la r. Uno es espontáneo y librado de
intento ai a za r— coíi'.o I. é», ¡
•-’ nlo,
el de
juegos úe la monocopia y ú
algunas técnicas del aguafuerte, no la
di Rembrandt, por supuesto. Y aquí,
en esta superficie rugosa form ada por
huecos y rebabas de la materia, es don
de tiene su antecedente en el escultor
del siglo pasado Giuseppe Grandi.
í'ontana utiliza esa técnica casi exclu
sivamente en la cerámica y de ésta
sobre todo en la esmaltada. Con el otro
modo trata por lo común la escultura.
A lisa el barro friccionándolo con largos
pases de la mano y deja en la materia
algo como la vibración de un ritmo
de artesanía que corre por toda la su
perficie y da a la masa un interior de
densidad y sangre palpitante.”
Lucio Fontana, como hemos dicho
otes, como grandes artistas europeos
„.
"o
'cü:'. pues, en contribuir
eon su arte oe escultor
unpuiso ue
este maravilloso arte secuisdario que es
la cerámica, que tanta importancia tuvo
en todos los tiempos y que en la actua
lidad ocupa un digno lugar como siem
pre en la belleza de la decoración.—
Bonaval.
RENACIMIENTO
1)E LA T A P I C E R I A
NO de los elementos de decoración
más importante en la Edad M e
dia, fu é la tapicería. E lla sirvió casi
como adorno único de los salones de
los castillos y de las catedrales e igle
sias de esa época y los tapices servían
para ser colgados, para colocar en el
suelo o para ser exhibidos desde los
balcones o en las gradas en los festejos.
Alcanzó este arte un gran desarrollo
como industria de lujo entonces, y cen
tros industriales de aquella época fu e
ron Francia y Holanda. Fué famosa la
colección de tapices de Bayeux reali
zados por distinguidas damas de la
época, y en el siglo x v se distinguió, so
bre todo, la famosa fábrica de los Gobelinos, a quien se atribuye los más
acabados tapices y más bellos de todas
las épocas sólo superados p or el éxito
alcanzado p o r los tapices de Holanda.
Grandes pintores contribuyeron de una
manera extraordinaria con sus dibujos
al enaltecimiento de esta industria.
R afael envió desde Ita lia sus dibujos a
Flandes para que allí sirvieran de mo
delo y hasta finales del siglo x v iii los
más grandes pintores contribuyeron al
desarrollo de esta industria, hasta el
punto que en el siglo x v ii la afición por
la tapicería hizo que todos los sobera
nos europeos, en general, procurasen
tener colecciones de ellos en sus resi
dencias, disputándose entre sí el orgu
llo de tener en sus colecciones los más
lujosos y bellos tapices. Yelázquez rea
lizó el obrador de la fábrica de Madrid,
y fábricas como la madrileña se hicie
ron en distintos puntos de Alemania y
de Austria, tratando todas ellas de
igualar si no de superar la famosa y
antigua industria francesa. Von Boehn
dice que en el año 1660, al reunirse
las cortes española y francesa en Bidasoa, en la isla de los Faisanes, se cons
truyó un edificio de madera que fué
convertido en palacio p or los tapices
llevados p o r los monarcas de España y
Francia, habiendo sido encargado el de
corado que correspondía a España, la
mitad, a Yelázquez. Actualmente se
conservan grandes colecciones de estos
tapices. En Flandes, pintores como
Rubens, como Teniers, etc., contribuye
ron de una manera extraordinaria a la
calidad plástica de esta industria, y
en España el gran pintor que más car
tones hizo para tapices fué Goya, entre
mediados y finales del siglo x v iii, que
había aprendido el oficio de su suegro
Bayeu. Esta industria sufrió, a p artir
del siglo x v iii, una notable decadencia,
U
pudiendo asegurarse que fué casi nula
en el siglo x ix , donde tomó simplemente
un carácter industrial que le hacía a je
na a la gran época pasada y alejada
del arte por la banalidad de los asuntos
y el poco esplendor de las ejecuciones.
Pero en Francia, la patria de los más
viejos tapices que se conservan, los que
recuerdan la invasión de los norman
dos, un núcleo de pintores hizo renacer
el viejo esplendor de la tapicería. En
1900 artistas como Bonnard y M aillol
realizan pequeños panneaux que co
mienzan a desarrollar un nuevo gusto
por este arte casi abandonado, y más
tarde Dufresne y D u fy, aproxim ada
mente p o r 1920, realizan cartones para
ser bordados con la técnica del ta p iz; y
ya más tarde, p or encargo de Madame
Cuttoli. Picasso. Matisse, Rouault, D e
rain, Lurcat, M iró, etc., hacen nuevos
cartones que entusiasman a los colec
cionistas por la novedad del dibujo y
el lujo de los tonos y de la ejecución.
Los obreros de Aubusson consiguen es
pléndidas virtuosidades en el tapiz.
Pero el pintor que más se destacó en
este renacimiento de la tapicería fué
Jean Lur$at, que en 1915, consigue ha
cer realizar su prim er gran "m ural” ,
impulsando esta labor al terminar la
primera gran guerra y haciendo ensayos
con diversos puntos de bordado, u tili
zando los talleres de Aubusson, hasta
que en 1936, se pone en contacto con
Guillaume Janneau, director del Museo
Nacional de los Gobelinos, analizando
con él los diversos problemas que plan
tea la tapicería. Se incorpora a estos
trabajos otro gran pintor, M arcel Gromairej que participa de las mismas
ideas políticas avanzadas de Lur?at y
que desea, como él, realizar un arte
en el que participen artesanos y donde
el pintor esté incorporado a una fu n
ción social concreta de acuerdo con
nuestra época. E llos animan a otros
pintores de la escuela de P arís a p a r
ticipar de este movimiento y a dar
nuevas soluciones a los problemas plan
teados por la tapicería. Escriben ar
tículos, folletos y monografías que es
tudian estos distintos problemas y
plantean sus teorías con un ardor ex
traordinario. Consiguiendo en el tra
bajo práctico una extraordinaria can
tidad de matices que enriquecen la
paleta de hilos de los talleres. E l Esta
do francés coatribuye especialmente al
desarrollo de esta industria, y en Esta
dos Unidos, marchands y grandes co
leccionistas la apoyaron económicamen
.
te comprando parte de esta obra
nueva industria. Los temas son en
gunos casos recogidos de trozos -i
poemas de poetas contemporáneos, ó
Lur§at realiza tapices sobre te m ;
A ragón y de Eluard. Todos estos pin
tores, grandes pintores, convierten de
nuevo la tapicería en un arte indepen
diente con razón propia de existencia
y nace una bibliografía sobre este arte
en estos últimos años, a la que contri
buyen también los pintores, que 'es di
una extraordinaria utilidad para el es
tudio de esta industria. A Lur?at, Grc
maire, D u fy, sobre todo, debe Francia
este impulso de un arte que tuvo su
más alto desarrollo en la antigüedad en
ese mismo país y la vieja tradición de
los Gobelinos la continúan las manos
hábiles en el tejer de los obreros arte
sanos de Aubusson . — Bonaval.
Tapiz por Jean Lurfal.
Tapiz por Gromaire.
�ARTE
TRES PINTORES ECUATORIANOS
por ^Jorge Romero Brest
i alguna vez hemos de llegar a sen
tir los americanos la alegría de ser
consecuentes con nosotros mismos, ocu
rrirá cuando dejemos de traicionarnos y
mutuamente nos integremos para cons
truir la realidad del continente. La per
sonalidad de América, y el cumplimien
to de su destino espiritual por tanto,
no se afirmará solamente por el des
arrollo de cada país en profundidad y
por la suma de esfuerzos aislados, sino
por el desarrollo de la cultura en ex
tensión e integración. P o r eso, cuando
se tiene conciencia de que es urgente
comprender todo cuanto se hace en los
países hermanos, cuando se comprende
que en la estimación de un ideal polí
tico, de una reestructuración social, de
una tendencia artística, surgido en al
guno de ellos, intervienen factores
existenciales que escapan a la mera
consideración de lo novedoso, la tarea
de juzgar se torna pesada y riesgosa.
Cuanto más en el caso de estos tres
pintores ecuatorianos que acaban de ex
poner en el Salón Peuser, presentes
con sus últimas obras, a través de las
cuales apenas es posible ntisbar lo que
ha constituido, como elaboración nacio
nal e individual, el trasfondo social
que las justifica y les da sentido.
A diferencia de lo que sucede en los
países del extremo sur del continente,
donde los núcleos indígenas han sido
y son impotentes para crear formas
artísticas valiosas, en Ecuador consti
tuyen la fuente histórica y actual de
su cultura, de modo que no es extraño
que los tres expositores cultiven un
arte indigenista ( ' ) . Las maneras de
hacerlo son diferentes; por lo menos se
advierten dos tendencias bien marca
das, como en casi todos los países de
América, que responden a concepcio
nes diversas del mundo y de la v id a :
la folklórica y la expresionista. Si los
folkloristas quieren reproducir ciertas
formas vitales exteriores, aprovechando
los elementos pintorescos que la reali
dad de algunas capas sociales presenta
y subordinando la liviana expresión
plástica a los contenidos periodísticos,
los que se aferran auténticamente al
hombre y la tierra quieren construir
la realidad, sin lazos con el pasado
que los subyuguen ni con el presente
que los desvíen, dispuestos a desen
trañar la parcela de humanidad absolu- '
ta que encierra aquélla y a transfor
marla en pura expresión espiritual. Si
la pintura de los primeros suele ser
fácil y sonriente, a tal punto se des
carga la tragedia del pueblo trabaja
dor de su substancia anímica en ella,
la de los segundos es plenamente dra
mática, por lo menos en América, con
tinente todavía bárbaro donde todo se
resuelve en violencias y pasiones des
encauzadas. Si unos inciden er. el es
trato sensible y senEmerts' v'
.
sonalidad humana, naciendo q i s . formas trasciendan en emociones de su
perficie, los otros calan más hondo y
plantean inevitables problemas de exis
tencia. Si para muchos el problema de
la creación se reduce a la observación
y ejecución, y a poner en ella cuando
más los recursos que proporciona la in
tuición sensible, para los menos se
presenta como una necesidad de elabo
ración conceptual, en la que interviene,
además de aquéllos, la sed de expresar
con imágenes el ideal que han sabido
fo rja r con su inteligencia y su adivi
nación metafísica.
Alfredo Palacio, "a quien se consi
dera en Ecuador como uno de sus más
destacados escultores modernos” , según
reza en el catálogo de la muestra, si
gue la tendencia folklórica, limitán
dose a reproducir en su cuadros, cos
tumbres y trajes, aspectos exteriores
del trabajo y los juegos de la pobla
ción rural, sin que la habilidad dibujís
tica que denuncia alcance a esconder
la frialdad emotiva de sus formas y
sin que los recursos cromáticos — su
color es agrio y sus armonías violen
tas, salvo en Balseros, la mejor obra
que expone— se impongan como valo
res propios. Sin la suficiente hondura
como para construir una imagen cohe
rente de la realidad espiritual de su
tierra, Palacio parece dejarse ir por la
senda de lo fácil, lo inmediato y lo
pasajero, academizando formas que
debían manifestarse plenas de Ada
propia.
Otras son las actitudes de Oswaldo
Guayasamín y Oscar Valencia, por
mucho que difieran entre sí. Sienten
ellos el llamado del indígena y de la
tierra que labra, pero en lugar de pre
sentarnos sus sonrientes y pintorescos
aspectos exteriores, engastan en fo r
mas plásticas puras, a fuer de honda
mente sentidas, las pasajeras emociones
circunstanciales del alma, y muestran,
sobre todo el primero, una realidad
inmediata sublimada en términos de
universalidad. Tanto uno como otro,
aflemás, se hunden en el pasado secu
lar de su tierra para hallar el camino
de su expresión, de modo que hay que
mirar hacia él sí se quiere comprender
el mensaje que se aloja en sus cuadros,
S
así como la divergencia que existe con
el de nuestros pintores. En Ecuador
parece haber perdurado la emoción
barroca, a través de la cual el ameri
cano del Pacífico entró en contacto, si
no con la inventiva espiritualista del
Medioevo, por lo menos con la sensualizada imaginación, plena de sabores
carnales, de la mística neotomista, y
por ello sobrevive en sus pintores un
tipo de fantasía que nos es muy extra
ño a los meridionales, predominante
mente empiristas y cientificistas, aje
nos a la noción del milagro.
No conozco el paisaje ecuatoriano,
ni el tipo del campesino o el artesano,
pero intuyo que la meseta tropical
debe provocar imágenes tan fantásti
cas como las que ha creado Valencia, y
tipos humanos de tan compleja psico
logía como las debidas al pincel de
Guayasamín, o figuras tan pintorescas
como las de Palacio. Es una imagina
ción fantástica de muy aferradas raíces
en la tierra, como la española, que
nunca se ha ejercido en el plano de
las puras creaciones especulativas, la
que denuncian poseer estos pintores,
en contraste por demás violento con
nuestra visión serena y sin complejos
psíquicos, con nuestra manera de ser
directa v sin rodeos.
sospecho que el verdadero Guayasamín
se ha manifestado recién en los óleos,
ducos, temples y acuarelas que pintó
después, en los que osciló desde la hon
da realidad indígena de su tierra a la
atribulada realidad universal de la
guerra, mostrando entonces su raigam
bre española. Un soplo de tragedia,
medida sin embargo y carente de ges
tos declamatorios, ausente casi por
completo la bastarda alegoría, parece
"L o que hace falta en América no
es el refinamiento que implica el aca
rreo de materiales de m ejor calidad,
sino la capacidad de organizar elemen
tos rudos, primarios, fuertes, plenos
de sentido humano, porque nuestra
conciencia vital, naturalista y román
tica todavía, así lo requiere; lo que
hace falta es un arcaísmo auténtico,
a través de cuyas formas se advierta
ese genial forcejeo del hombre que
quiero ser con absoluta plenitud.” No
puedo menos que transcribir este p á
rrafo final de un artículo que escribí
sobre Podro Figari ( 2), porque en él
formación expresionista medida; el
equilibrio entre la apariencia estática
de las formas V el dinamismo vital que
las anima. No menos feliz es Evacua
ción, donde, a pesar de la geometrizaeión más evidente de las figuras y el
paisaje, se conservan la deformación
expresionista y la violencia dinámica,
y donde hay un acertado juego de lí
neas y planos y de finos contrastes
tonales.
como Viejas, ya sea en los conjuntos,
como Campo de concentración, o en el
único paisaje que expone, so manifíestf
un sabio y feliz empleo del material
Guayasamín ha logrado que el duc,;
pierda su aspecto brillante e inexpre
sivo para darle una pastosidad mat
do gran calidad. En algunos trabajos
sin embargo, se le ve acercarse peligro
samente a la técnica del óleo; no creí
que el dueo se preste sino para acen
tuar caracteres decorativos en cuadros
de grandes dimensiones a manera de
f roscos.
También ha sorteado admirablemente
el peligro de pintar de manera monó
tona : hasta quizás con cierto virtuosis
mo los empastes resultan elaborados
como no parecería posible, por ejem
plo en Viejas, donde las caras, en vio
lenta deformación
expresionista, se
animan gracias a la magnífica rique
za del modelado; las manos entrelaza
das en el primer plano bastarían para
convencer al incrédulo sobre la alta
calidad de este pintor. Y destaco f i
nalmente Campo de concentración, con
junto de cabezas de expresiones varia
das, porque es una de las piezas en
donde mejor se manifiesta su vigoroso
sentido de la composición.
Sin duda hay; influencias europeas
en este pintor ecuatoriano y tampoco
faltan las mejicanas: Picasso, Rouault,
Derain, Orozco, parecen asomar a tra
vés de sus composiciones; pero en nin
guna de ellas hay la menor conjun
ción espiritual o técnica, de modo que
el aprovechamiento de los maestros es
el más legítimo. Guayasamín ha be
bido en las mejores fuentes para dar
expresión a una realidad del alma y el
espíritu, que lleva en sí mismo por
apropiación de la de su pueblo; no creo
poder decir nada más lisonjero en su
honor.
*
"Autorretrato”. Duro por César Valencia.
"Viejas”.. Duro por Guayasamín.
se definen los caracteres del verdadero
arte americano, a mi juicio, que Oswal
do Guayasamín, el más maduro y va
lioso de los tres pintores, realiza de
manera cabal, luchando con la época,
como debe hacerlo todo buen artista” ,
según decía André Gíde.
Una sola obra anterior, fechada
en 1942, el Retrato del poeta Augusto
Sacoto Arias, nos permite imaginar, la
evolución que ha sufrido Guayasamín
en los últimos años. En él se le ve
preso todavía de la doctrina expresio
nista, visible en la ejecución de v io
lentas deformaciones y del modelado
por planos en la cara, así como en la
gama sobria y restringida de tonos y
en la concepción planista del cuadro,
amén de la expresión psicológica sin
profundidad, un poco a la manera de
Derain, cuando éste huyó del fauvisme
para echar las bases de su neonaturalísmo. E l Retrato del p in tor Raúl A n
drade (1943), con su violencia cromá
tica y su empastamiento profuso, ya
revela un ansia de liberación, pero
© cab algata
haber reemplazado al esteticismo de
antes; seguramente no volverá a pin
tar un retrato como el de Sacoto Arias,
como lo prueba el que acaba de realizar
en Buenos Aires del doctor Gustavo
Santos, manifiestamente inferior a toda
su obra.
La transformación de la pintura de
Guayasamín parece haber estado liga
da estrechamente a la adopción de un
nuevo m aterial: el duco, con el que
ha operado en buena parte de su' obra
actual; sin embargo, algunos de sus
cuadros más maduros han sido realiza
dos con los materiales tradicionales del
pintor. Entre los pintados al óleo, des
taco Los mellizos, pieza magistral que
está pidiendo a gritos ser incluida en
un museo, donde aparecen las virtudes
fundamentales de este creador: la con
cepción monumental de la forma, volu
métrica en su amplia expresión espa
cial; la sobriedad riquísima de su co
lor, variado en tonalidades grises, pero
sin excesos de refinamiento; la geometrización latente y no visible y la de-
Uno de los caracteres sobresalientes
de la pintura de Guayasamín es el de
la composición dinámica y asimétrica
de sus formas, gracias a la cual logra
efectos seguros de emoción. Tanto en
los óleos como eu los ducos, lo mismo
en los grupo que en los retratos o f i
guras, se imqone siempre esa concep
ción estrurri ,<1 movida de las formas;
pero en n ug -n cuadro resulta más evider.t£ y Tice; que
E l arrastre: en
,c ie s o lie r el . -Mema del con,,ui:to multiplicando e igualando las
figuras, lo ha hecho n. VÍ V a lizá r to
las en grado sumo y dándole Z ca a
una la mayor riqueza de caráota y
movimiento.
Los trabajos pintados al temple y
acuarela también merecen ser destaca
dos. En Luchadores, el material le per
mite un juego más amplio de con
trastes, una mayor violencia cromática
y una concepción más libre de la fo r
ma, que en otras composiciones: es una
manera extraña de emplear el temple,
porque no hay casi superficies de color
y sólo parece un dibujo con pincel. Y a
en este cuadro choca) la deformación
caricatural, que se manifiesta aguda
mente en algunos ducos y de la que
deberá cuidarse, a mi juicio, para no
superficializar las figuras. Las muje
res, en cambio, muestran otra faceta
del artista: son desnudos barrocos en
violento ritmo dinámico, contrastando
la sensualidad de los cuerpos, sólo di
bujados con amplios y gruesos trazos,
con la expresión caricatural de las ca
ras. Y en E l paredón, especie de Des
cendimiento con figuras construidas
geométricamente, pero llenas de subs
tancia sensible y emotiva, luce, esta vez
en la acuarela, su magnífico sentido del
ritmo, siempre asimétrico y de fo r
mas opuestas, al par que la sobriedad
y profundidad del colorido.
Es posible suponer que en los cua
dros pintados al duco sea donde Guavasamín haya encontrado la- expresión
dramática que busca. Y a sea en las
figuras aisladas, como Cabeza de m ujer
y Vieja, ya sea en las figuras unidas,
"Autorretrato” Oleo por Alfredo
Palacio.
*
#
Oscar Valencia plantea otros pro
blemas en su pintura. Es menos dra
mático y menos aferrado a la tierra y
el hombre también, que Guayasamín,
hasta en sus cuadros de temas autóc
tonos; es más libre e imagin
'•
n
cambio, de una fantasía bastante extra
ña por cierto, ya que parecería vin
culada con la de ciertos pintores tra
dicionales del norte europeo.
Valencia es un buscador inquieto a
quien todavía no ha satisfecho ningún
camino. En la obra que nos presenta,
sin duda apenas una muestra de su
ya vasta y fecunda labor de hombr
dedicado por entero y apasionadamente
a la pintura
» advierte esa volunta
de experimen.
ra hallarse
misnu
y,a sensibilidad p tra el cT.T:
-v * s'-« ?n la gama tenebiosa como er
É . circo u Hom bre en la calle (ésta
•ziia de las piezas más sentidas y lo
gradas), ya sea en la gama alta cor
en sus óleos de violentos empastes ero
máticos: A utorretrato, Desnudo en rojo
y Desnudo en blanco (quizás los cua
dros más maduros que expone), ya
sea en los contrastes violentos como en
Fam ilia y dos Composiciones, estas úl
timas en una dirección abstractoinvcntiva, ya sea en los ligeros y expresivos
paisajes a la acuarela (uno de ellos de
singular potencia y claridad en el so
lor y la composición, tupido eu a
formas sin ser abigarrado), se mani
fiesta por igual, así como un agudo
sentido de la síntesis en el dibujo, siem
pre expresivo, que he podido verificaen un álbum de apuntes y esbozos, b cuanto a la materia, sus búsquedas s> •
más atrevidas que las de Guayasamí
quizás haya obtenido del duco una
presión más original, en algunos cundros, al no desestimar el carácter
peso y brillante del mismo que
asemeja a la laca.
Oscar Valencia no ha salido de *■ .
país sino para venir hacia el sur di
continente en este viaje. No ha vísí
tado, pues, las pinacotecas eui
estadounidenses, ni ha visto las
des obras murales de europeos y ,aejicanos del pasado y el presente. A esta
altura de su vida artística, siendo tan
joven como es y después de haberse
probado a sí mismo la alta calidad
su expresión, le será beneficioso p
nerse en contacto con los grandes np es
tros de la pintura de antes y í e h oy;
seguramente lo hará a corto p la n .
N o sabemos a qué transformaciones ic
su fecunda fantasía creadora lo ir i
tarán aquéllos, pero es de desear q e
conserve su energía bárbara y su sin
ceridad consigo mismo. Su obra va
riada y dispar no permite realizar n
juicio sino sobre su innegable pote cia de pintor y menos aún conforir c
una imagen crítica que tenga prob&bi
lidad de ser exacta.
(■) " E » necesario explicar que en la forrea
(le nuestras artes plásticas, y a lo largo de u
desenvolvimiento, el aporte del arte indígena ,'u
sido nulo. Sus elementos pobres de exprés n
no han logrado interesar a los artistas ni si
el pasado, ni en la hora presente. L o contra >
ha ocurrido en otras partes del continente, es
pecialmente en Méjico, Perú, Ecuador y Boíiv; ,,
donde se habla de un arte "indigenista” . Pue
blen, allí ha existido, y ahora se ha acentuidi
con mayor fuerza, una corriente favorable p - *
introducir en las artes de las formas, ele r i
del arte precolombino. La razón es ob.ia
estas naciones pesa considerablemente la
dición indígena; entre nosotros se ha ht
presente ia cultura europea.” Armando L
"I.a escultura y la pintura en Chile” , Amét
enero de 1946, La Habana.
( a) Jorge Romero Brest; "P ed ro fig a r i, p i .r
americano” . Cuadernos a m e rica n o sn s r, 1 - J,
Méjico.
�ARTE
ARTE
c a b a lg a ta ©
M U R A L
P I N T U R
Fragmento i!.- la pintura mural <!e U n o Spilimbergo.
lor? Resulta alegórico y representativo
realidad, la ('ú p a la de la Calería Pa
a la par, y en la presencia de los sím
cífico. Resuelto (pie hubieron los ar
bolos existe viviente la armonía tonal
quitectos Ezeurra y Asían, aplicar
.
sin perjudicarse ni eliminarse el uno
a la arquitectura de la construcción
en el otro; al contrario, convócanse
pinturas murales, de inmediato surgie
a los elementos para la coordinación
ron nuestros pintores, quienes coordi
plástica y colorística y su participación,
nando esfuerzos de unidad han culmina
. I. ¿La pintura mural en nuestro con
unifieadora.
do
en
estas
obras
plásticas
de
singular
tinente? En M éjico, el fenómeno mural
Siempre fueron las cúpulas, ocupa
vitalismo. Ellas se elevan ya, promiso
se produjo con proyecciones de catego
ción artística de un solo pintor. (Las
rias, a la vista del público, atendiendo
ría social y estética. Su o rig en : la
cúpulas adquieren auge en el si
al doble fenómeno latente de la indis
revolución mejicana que permitió a los
glo x v m .) Claro, él pintor podrá ser
pensabilidad de esta pintura en que los
attistas de ese país afila r sus fuerzas de
auspiciado por un núcleo de colabora
creadores argentinos comienzan a li
choque y, luego del sacudimiento co
dores. Mas, la Cúpula de la Calería
garse al destino de una obra, cómo
lectivo, explorar las posibilidades de
Pa cífico, ofrece la potencialidad fru c
artistas y como artesanos, en una inte
su lenguaje comunieador de íntima astuosa de cinco pintores, cuyas caracte
gral marcha de beneficios alentadores
p -ación popular. Circunstancias diferísticas detallo sucintamente.
para nuestro joven arte. Lo cierto es
■ tes configuraron el nacimiento con
que nuestra pintura de caballete desde
IV .
Tres grandes grupos ha pintado
temporáneo de la pintura mural en
años se entrega a un sinnúmero de ca
U n o S pilim bergo, resueltos en sentido
listados Unidos: allí los pintores capi
bezazos en el aire. Después de las ex
plástico, en una especie de dramatizatalizaron el estímulo del estado y las
presiones de los artistas que establecen
ción de la anatomía, como acontece
ricas instituciones representativas, al
su jerarquía fundamental (y no incum
<on las figuras del lado izquierdo del
punto que su florecer estallaría pujante
be citar aquí), entramos en una zona
panel. Ajustadas valoraciones mediante
I y próspero. En Chile, en Brasil, en
de persistencia huidiza a los verdade
el color hecho form a y tratado en pro
Uruguay, en rincones del mapa ame
ros fines culturales de la plástica. El
fundidad, permiten la espléndida aven
ricano, existen pintores o grupos de
aire nuevo que recorre los muros del
tura de su dibujo y volúmenes siempre
pintores que avivan el foco mural. ¿ A r
edificio Pacífico, es, pues, el punto de
intensos y fuertes en la expresión que
gentina? Nuestro país no ha quedado
partida de una grandeza que surge.
alcanza una solidez hercúlea. La pre
en tierra de olvido. Desde el experi
III.
El grupo de los cinco debió pro sencia de dos hombres — uno puesto
mento de Siqueiros y el núcleo de pin
ceder de inmediato al estudio minucio
tores que le acompañaron, diversas ex
en vertical,1inclinado, de pie y otro ho
so de la partición geométrica de la cú
presiones han crecido: las pinturas de
rizontal, yacente— , aquel domador de
pula, y se atuvo al método clásico de
Castagnino, Pierri, Espinosa, López
ese hermoso caballo rosado sobre una
la "divina proporción” . A la vez, ‘ fo r
Claro, en el ex Cine A rte ; Berni, en
naturaleza abrupta en que las formas
ma, color, medidas de las figuras, signos
el ex Teatro del Pueblo; Castagnino,
ostentan una pareja correspondencia
alegóricos: he ahí aspectos salientes
Berni y Urruchúa, en la Sociedad H e
artística, se ajusta a los detalles me
de acaloradas discusiones y no menos
braica Argentina y casa-habitaciones,
nores que asumen una función de ahon
inteligentes hallazgos. Dos grandes rit
de Buenos Aires. Mas, desde hace uno
dada simetría con el grupo de gentes
mos — líneas de fuerza— cruzan las
que otro año, nace en nuestro medio,
de mar, vencedores de tempestades. En
pinturas y establecen la base de las
por lógica consecuencia de camaradería
tanto, hacia el fondo y arriba, en
obras pintadas y su unidad de ejecu
artística hermanada en la comprensión
prietas tonalidades bajas, otros hom
ción. La base de los paneles se halla
del hecho plástico compartido, el Taller
bres quiebran la entraña de la monta
sostenida por figuras de volumen,- dis
de A rte M u ra l: Berni, Castagnino, Col
ña. E l todo actúa en proporcionadas
minuyendo el tamaño de las mismas
meiro, Spilimbergo y Urruchúa, se
dimensiones densamente expresivas. Pue
— especialmente en Berni— y escor
uqen para trabajar en conjunto y acep
de verse cómo, en la figu ra de la iz
zándose a medida que crecen hacia la
tar propuestas para el desarrollo de
quierda (casquete), el gran plástico y
cima..Así se ha respondido a la exigen
una voluntad constructiva en muros ar
pintor que es Spilimbergo, analiza la
cia del plano arquitectural, simulando
gentinos.
violencia de rostro, pecho y manos
II.
Estamos ahora ante el entonado una arquitectura por el uso del escorzo
recias y los sintetiza en lenguaje de
y de la perspectiva del color. ¿ E l co
canto al trabajo del hombre, que es, en
arte, del mismo modo que crea los
arabescos de la ola. Aun pequeñas
form as blanquecinas, hacia el centro y
arriba del panel, cumplen su razonada
— y alucinada— funcionalidad.
A nton io B ern i se atiene a la repre
sentación obtenida en form a figurativa.
H a usado modos distintos de expresión.
El amplio friso alegórico de tierra y
cielo, donde una bella figu ra erguida
de m ujer — "la savia de la tierra”—
aparece junto a hombres y mujeres
en actitud de reposo (am or) y trabajo
(recogiendo el fr u to ), nos da signos
de autenticidad de la naturaleza de
Am érica, sobre la cual un dorado sol
(fig u r a ) envía sus rayos potentísimos.
E l cielo testimonia figuras carnales del
tiempo físico (nubes, truenos, lluvias)
en movimientos de acusados eseorzos.
Pasa Berni de la alegoría (p a n el) a la
representación (casquete) y obtiene la
sólida corporeidad de los hombres que
dominan la selva, con un realismo mi
nucioso que no desdeña la perspectiva
y las proporciones y que participa de
un tema desarrollado con riqueza de
matices del dibujo que el color acoge
y exalta. Evidentemente, Berni resuel
ve de modo dibujístico, la plástica
fija las form as y el color obedece. La
figu ra en pleno movimiento, lanzada
en el torbellino del viento, hermosa,
es de valoraciones y ha sido pintada
con ese rigor de claridad en el espacio
que hacen del artista un perseguidor
tenaz del demostrativo dualismo form arealidad.
Juan Carlos Castagnino es fie l a su
expresión sensible. En su panel blanden su presencia mujeres en distintas,
actitudes — fecundos dones de la tie
rra— y un muchacho con caballo, en
un paisaje (y cielo) de inconfundible
cuño criollo. Pintura de características
form as esfumadas, sueltas y envolven
tes : su férvida pasión artística. E l todo
flota y emerge en un ambiente en que
luces — tonos— y leves sombras pas
tosas, establecen las calidades en las
valoraciones. En la composición, deta
lles y arabescos configuran las dimen
siones de su pintura bullente y viva,
con esa gracia vaporosa y a la vez
consistente con que Castagnino se nos
presenta en sus pictóricas realizacio
nes. E l color tiene un ritmo, una ca
dencia melódica como en un poema lí
rico, asi como Spilim bergo nos da la
épica y Berni ensambla ambas expre
siones en lo deeorativo-alegórico de sus
preferencias.
D em etrio Urruchúa utiliza tonos élit
ros para sus form as aquietadas y po
tentes. Lh hermandad de las razas- es
su tema y lo desarrolla en voluminosas
figu ras y grupos compositivos que nos
hacen pensar en un prim itivo, tocado
por las nuevas dimensiones del tiempo
nuestro en su prim ordial figuración.
Otros motivos típicamente suyos son :
el llamado de la tierra de Am érica, la
madre que ofrece su h ijo a la tierra, el
amor, la simiente, y la aludida herman
dad. En este panel, vemos dos desnu
dos de mujeres y niño — vertical uno,
horizontal el otro— por prim era vez
luz leve e insinuada en una pintura
en la historia plástica del pintor. Gran
des planos de color son fija d o s por la
bidimensional, resuelta y humanamente
simbolizada en la quietud de visión
ideal. Su plástica sostiene un signo
c ie rto : vale por sus bloques macizos en
que el canto colorístico delicado se ele
va. En Urruchúa, los volúmenes se ven
suavizados en la proyección sentimen
tal de lo form al-deeorativo, aunque a
veces persista en su origen sim plificador. Dos fig u r a s : aína echada de es
paldas y otra erguida, han sido ejecu
tadas en vista al movimiento y capta
das en gamas de persuasiva sonoridad
(luneta y casquete).
M anuel C olm eiro esgrime por su
parte hermosos grupos humanos que
saben mantener las expresiones cons
tructivas y de calidad de sus grabados
y pinturas, con ese raro aire ingenuo y
de tosquedad esencial a la p ar de sus
presentaciones. Las líneas, emotivas y
funcionales, trazan arabescos, contor
neando sus figu ras y elementos form adores de sus criaturas extrañamente
míticas y carnales. E l tema de la pa
re ja de la joven rama de roble o ese
otro de la maternidad, o las figuras
marinas y las mujeres y hombres que
atañen a la individual expresión abrup
ta de Colmeiro, aducen y conforman
sus valores. Sus calidades surgen y re
surgen en los dos casquetes del mural
de la Galería. E l colorido es sobrio,
ajustado rigurosamente y su form al
esquematismo está surcado p o r la ro
bustez de las líneas marcadamente inci
sivas: he ahí su captada expresividad.
En los tímpanos laterales del edificio
P acífico, en donde intervienen los
mencionados pintores (con excepción
de B e rn i), que colman los hallazgos de
sus reconocidas pinturas, Colmeiro lo
gra sintéticas form as p o r conducto de
los anchos planos del c o lo r : nos recuer
da uno de sus bellos cuadros de cam
pesinas gallegas.
V . En esta nota, p o r su índole, li
mitada, me im porta aun lo siguiente:
las pinturas murales de la Galería P a
cífico constituyen a mi parecer, el signo
precursor, o modo de acta de naci
miento, de la pintura mural argentina
moderna.
© c a b a lg a ta
LAS FORM AS EN LAS P IN T U R A S
DE LA CUPULA Por NORBERTO A. FRONTINI
expresión es ante todo la natural
_/ liberación de lo que íntimamente
nos presiona; personalmente, lo que se
manumite es un contenido espiritual.
Queda de la expresión aquello que per
petúa objetivamente el sentido del
tránsito humano. Toda expresión es
índice de valoración y lo mismo toda
form a, y aquélla se ciñe en ésta, signi
ficándola para significarse. Mas las
form as tienen en sí mismas su propia
ley, y las geométricas, idealmente in
variables, son dechado de las aparien
cias requeridas por la intuición o el
pensamiento del artista; sobre ellas és
te enciende el lenguaje de su activa an
sia poética, cumpliendo su liberación.
E l tema, por su parte, es también re
suelto imantador de formas, mas la ex
presión lo rebasa, pues en ella incide
una sensibilidad que conjuga sensacio
nes, sentimientos y tradiciones de pai
saje, con una incitación valorativa y
misional. E l artista es un ser que de
sea ser "lo más que se pueda desear
ser en el mundo, deseando serlo todo
y por siempre, sin dejar de ser hom
bre” .
En la conjunción del color y de la
form a es evidente la mayor libertad de
aquél; si el juego del claroscuro la de
fin e mediante relaciones de color, el
dibujo le da contorno o pronuncia una
exactitud que el color anticipa.
Cada uno de los cuarteles, ochavas y
lunetas de la cúpula descubre una de
terminada voluntad form ativa, en la
que es posible reconocer un espacio y
un tiempo circundantes. E l tema es su
perado por una sensibilidad enamora
da y una pasión de formas caracteri
zadamente personales. P o r este camino
— de propósito unilateral— sonsacaré,
según m i parecer, algunos de los mo
tivos de form a de los pintores de la
cúpula.
a
1
Evidenció siempre Spilim bergo una
cierta acentuación lineal. Mas ahora y
aquí, la configuración de anatomías m i
nuciosamente extravertidas respondería
a una sensibilidad impregnada de loca
lismo andino, que se identifica, por
otras vías y otros momentos, con una
determinada educación psíquica y esté
tica. La voluntad form ativa es en este
caso una voluntad de presencias mine
rales : su cuartel exalta un mar de p e
drería, poliédricos torsos varoniles y un
rosado caballo de cristal.
el tema
ha sido conductor de formas, la sensi
bilidad ha exigido las de su p re fe
rencia.
La disciplina del artista le entronca
con el rigor de las operaciones Clásicas,
pero el especial contagio de la cordille
ra — al que se entrega— le descubre
una actitud romántica. Participa de
una persuasión acerca de nuestra Am é
rica, aun para ser descubierta por el
arte.
En ‘ la voluntad form ativa del cuar
tel de Berni tiene significación el mun
do vegetal. Fermentan en él formas
primeras, cuerpos humanos inflamados
de tallos, una savia hecha m ujer que
nunca lo será definitivamente, y ho
múnculos en vilo, mucilaginosos. Es
dramática la pesquisa tras una form a
que exprese la fluencia del vivir, p o r
que si no existe Muerte y sí muertos es
a causa de que la V ida, fugaz, sólo se
refugia en las formas para asegurarse
por el amor su propia perduración.
Las form as vegetales se prestan más
adecuadamente— acaso porque no te
nemos una inmediata conciencia de su
individual caducidad— para darnos im
presión de lo imperecedero.
L a vegetalización de las formas ex
plicaría la deshumanización de los ros
tros. Maestro del retrato, Berni pinta,
aquí, caras que no son fisonomías, p o r
que, a mi modo de ver, su inspira
ción poética dominó una voluntad de
form a elusiva de una expresión vivien
te demasiado humana.
La vida es una sinfonía, cuyo p rin
cipio y cuyo fin definitivo ignoramos;
mas, en cierto sentido, la vida desem
boca en la form a superior del ser hu
mano, por la libertad, responsable y
creador. De ahí la imponentísima mapo
de la ochava, en aquella misma direc
ción elusiva, hacia la que asciende, a
través de hombres esforzados, el ju go
vital que mana de la tierra. N o símbo
lo, sino simplemente mano, universal
en su tremenda y concretísima unidad,
desde la cual se liberta y afirm a un
mundo de trabajo y de luz.
En las pinturas de Colmeiro hay una
im plícita historia e inspiración coterrá
nea. Pero como ellas no son cronoló
gicamente antiguas, digo que tienen un
pasado de presencias espirituales y lar
Fragmento de "E l Trabajo” de Antonio Berni.
ga tradición reelaborada y actual. P o r
eso las figuras humanas son tempora
les e intemporales a la vez. Colmeiro
es una leal expresión de Galicia, su
país natal; en Santiago, ciudad hen
chida de aun válida preteridad huma
na, el Pórtico de la Gloria es todavía
nuevo a casi diez siglos. Así, los gran
des ojos de las figuras de Colmeiro
son como el signo del asombro ante el
perdurar sin descanso del hombre sobre
la tierra; ojos de pueblo laborioso y
pacífico, por donde el viejo tiempo es
virgen otra vez.
E l orvallo y la fin a llovizna de Ga
licia redondean las formas naturales; y
el pueblo mismo, en eras, ferias, p la
zas e iglesias, está regido por la línea
curva del trabajo y la plegaria, y por
pañolones, mantos y faldas. Hasta del
habla popular y de la canción dimana
una gracia envolvente. P o r eso el se
ñorío sin esfuerzo y la inocencia de los
desnudos de Colmeiro son parecidos a
su paisaje, de varios planos ondulados,
con calidad de regazo maternal.
Las formas de Colmeiro rezuman un
insomnio de historia sin anécdotas, de
amor y canciones, de pueblo, y una con
densación de montañas con pinos que
aresinan el aire y dan gusto a la vida.
para él una importancia vertical. E l
descubre, por su activo ver y por su
sentido moral, la belleza del habitante
aclimatado y lo que persiste debajo de
las modas y sobre los sufrimientos.
L a dilatadísima extensión de nuestra
tierra y la "estancia” como instrumen
to social del trabajo campesino produ
cen soledad; y esta soledad es un si
lencio que aguarda el prodigio. Las
criaturas del rus pampeano son como
terrones vivos de la tierra misma; con
el color de la t'.'rra las pinta Castag
nino, como si estuvieran quedando pa
ra siempre. Su ritmo es lento y anun
cian la dignidad que se merecen por
su amor. P o r eso es "conversada” su
pintura. E l artista sabe que lo que da
solera de paisaje a la tierra es el hóflJbre, que, por su largo estar, con ella se
confunde. A la dolorida realidad de
nuestra población campesina Castagni
no le presta la esperanza de su corazón
patrióticamente enamorado de su pue
blo. De ahí que las mujeres que él
pinta tengan la misma seguridad de la
llanura y que sus grandes ojos desafíen
toda fugacidad. E l acuerdo de las fo r
mas de su cuartel tiene apariencia de
coro porque tiene apariencia de pueblo.
Castagnino es el artista de nuestra
llanura; por eso el ser humano tiene
H a y mucha distancia baldía en la tie
rra vernacular "ancha y ajena” y el
mero estar se parece a una detención
del tiempo. Dilatada pausa que espera
y que el pintor realza para siempre.
La voluntad de form a de Urruchúa
está presionada por un impetuoso pero
recoleto sentimiento imaginativo. Su
ansia lírica más honda quizá sea la de
confundirse con la luz porque sus fo r
mas comparten un cielo iridiscente o
un amanecer u ocaso de fuego. Su más
íntimo ímpetu sea, tal vez, la disolución
total de las formas, para ser uno con
el cosmos. Mas si el ímpetu es irracio
nal, la razón, en auxilio, le ofrece un
dibujo casi imperceptible, frontera de
luz-color que impide la disolución'. La
razón conciliadora recibe, por su parte,
ayuda de artesanía porque Urrueúa es
docto laquista. Mas la línea geometrizada es resultado de una necesidad que
se ha hecho dram a: el contorno viene
a.esde dentro de las formas y es como
una dominada insuflación de evasiones.
La líiíe.a tiene por este motivo cierta
artificiosidact}-de estar donde está re
sistiendo e impidiendo las huidas • N
habrá en los hóndoñ?s 416
sensibili
dad de Urruchúa un sehcrAiento de
anarquía sojuzgado? ¿N o mediará un
oscuro anhelo de regreso al pasado in
fo r m e ? ... El principio rector de la
voluntad form ativa del artista parecie
ra ser una melodía de libertad y de
ensueño.
d ar una idea a firm a tiva de
estas pintu ras y de los pintores
que en ellas trab ajaron , p artiendo de
tn hecho im p líc ito : la necesidad de esas
¡ealizaciones y sus fin es alcanzados.
u ie r o
Q
fragmento de "El Mar” de Manuel Colmeiro.
Fragmento de "L a Ofrenda” de Juan C. Castagnino.
fragm ento de
I.a Hermandad de las Hazas” de D em etrio Urruchúa.
�ARTE
c a b a lg a ta ©
EXPOSICIONES
aficionado a la pintura, el buen
aficionado, tuvo en esta última parte
de la temporada una verdadera fiesta,
por cierto aun no concluida, prometedora
todavía de agradables sorpresas. Aun
presentes en la memoria del público obras
como las de Orlando Pierri, Raúl Russo,
Horacio March, Marcos Tiglio, Enrique
Policastro, Armando Chiessa, y el vete
rano expositor de cincuenta años de pin
tura, F. Brughetti, se nos ofrecen, casi
por orden de presentación, las muestras
de Butler, Del Prete, Batlle Planas, L o
renzo, Torrellardona, y, coincidiendo con
la aparición de este número de "Cabal
gata” , Raquel Forner.
A estos últimos habremos de referir
nos tan sólo, en virtud del espacio de
que disponemos, y ello será con la bre
vedad que impone el número de exposi
tores, y con la ligereza obligada en un
comentario de esta índole. Desde la mucstr.\ de ojos, dibujos y litografías de
Butler hasta el conjunto de obras de los
últimos años que presenta Raquel For
ner, hay, en el tiempo transcurrido, y
entre los citados pintores, un desfile de
realizaciones y posibilidades que abarcan
l
E
en gran parte el área de sensibilidad de
las corrientes modernas de la pintura.
Ineluso Arturo Lorenzo (Salón Peu
ser), ese extraordinario joven español que
nos llega de Chile con una obra llena de
seguridad en su conjunto, en la que em
prende la seria aventura de enlazar el
sentido pictórico actual con el tradicional
de la pintura española, no puede menos
de dejar sobresalir en algunos de sus
cuadros las inquietudes generales de to
dos los verdaderos artistas actuales, aun
que siempre tendiendo a precisar, a dar
carácter, concreción, realidad tradicio
nal, a esas inquietudes. Quizá nos mues
tre más su riqueza poética, su color propio
y su honda observación, en el paisaje,
jugando graciosa y plenamente con los
pardos, blanqueados, profundos campos
de Castilla, con toda una suave y rica
gama de azules velazqueños y grises ceni
cientos. En cuanto a las figuras, bastará
recordar el retrato de la mujer del pin
tor, con un verde de gran linaje y una
fiel y delicada ejecución que nos garan
tizan la existencia de un retratista de
grandes posibilidades.
"Del Prete es, literalmente, un autodi-
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jores trabajos sobre el socialismo y la acción constructiva desarro
llada por el movimiento social contemporáneo . . . .
4 4.—
daeto. Es, por tanto, un intuitivo” , dice
un crítico que conoce bien la obra de Del
Prete, en reciente monografía sobre el
mismo. Y en otra parte del mismo tra
bajo, agrega: "E l primer contacto físico
con la materia, con la pasta pictórica, lo
experimenta el pintor trabajándola con
glotonería, sensualmente, con la espátula
en el puSo.
"Manejar con la espátula una materia
que se entrega con efusiva generosidad,
es para el artista mozo tanto como ven
cer en su primera batalla amorosa.” No
podríamos encontrar mejor expresión de
lo que reflexionamos o sentimos ante la
última exposición de Del Prete que estos
dos párrafos t r a n s c r i t o s . Unicamente
puede exigirnos la última fase del pin
tor, un aventurado comentario: 1 logró ya
el artista ordenar sus impu'sos de po
sesión, dominar los apetitos, hallar el ca
mino de su expresión madura, última ?
Dejemos que el mismo crítico citado res
ponda a esta pregunta: "Creemos que
Juan Del Prete está en un momento cru
cial, a punto de iniciar una nueva evo
lución, una rotunda evolución” (Salón
Peuser).
El retrato, el bodegón, el desnudo, la
litografía,el dibujo. Horacio Butler (G a
lería M iilícr), uno de nuestros más finos
y logrados pintores, no hace cuestión de
temas ni de géneros. Cualquier medio
expresivo plástico le sirve para ofrecer
nos un mundo riguroso, de difícil simpli
cidad, de exquisita atmósfera. El álbum
de diez estampas Biográficas que expuso
en la muestra, es a nuestro entender uno
de los más logrados ejemplos que se
puedan encontrar, en su género, entre
nosotros. En sus óleos, hay ya un vio
leta, un violeta delicado y exacto, sabia
mente matizado, que nos queda para
siempre como el violeta de Butler.
Es Tori^illardona (Salón Peuser) n ■
de nuestros más jóvenes pintores • un
pronunciada tendencia al paisaje, en el
que su frescor se muestra con náe decidida
gracia, no renuncia a! re Jato, al cuadro
de composición, a la naturaleza muerta.
La naturaleza de l'-i limones, a pesar de
cierta imprecisión, es señal de que no ye
rra al cultivar tal género. En algunas
?.cuarela3 br,>- una envidiable inocencia
dr i
..a calidad que hace visible la vo
cación y el destino de este pintor.
J. Batlle Planas (Galería Mliller) es
uno de los más cambiantes y sin embargo
persistentes pintores argentinos. No obs
tante su multiplicidad, su extraordinaria
inquietud, Batlle Planas tiene la unidad
necesaria que da la paciente labor de ya
largos y ricos años de pintor. De sus
batallas primeras conserva su color esa
extraña condición de color frío y arrob%
tado a la vez, que nos sorprende en cada
obra suya. De color como aislado de los
colores, ciego, empeñoso, fantasmal, que
pone en la obra de Batlle Planas ese
tono personalísimo q »i
incteriza. En
la muestra aparear ..¡ easonaji ei ..bu. i ¡
insistente c- rno V, llama el pintor o el
santo en-' lim ado de las barbas violen
tas
o yo lo llamaría, que reúne a la
vez que las calidades pictóricas, las cali
.udes literarias que toda buena plástica
puede permitirse.
La selección de varios años de labor
que muestra Raquel Forner en Müller,
nos la afirman decisivamente como uno
de los casos más estimables de la pintura
argentina. Desde la serie de la guerra
de España hasta los últimos cuadros de
las dunas y rocas de Miramar, la angus
tiada artista ha logrado un mundo admi
rable, tras vencer todos los riesgos temá
ticos propios de la condición humana
de nuestra éppea. Una serie de desastres,
pintados con gravedad, incisivamente, con
dolorido color, con dibujo enérgico, resal
tan en esta muestra antológica con vigor,
y con una ternura difícil de advertir, que
nos acercan fraternalmente a esta pintura *
a pesar de su faz agresiva a primera
vista.
V dejemos para sucesivos comentarios
cuanto nos queda por decir, tanto de los
pintores que sólo hemos nombrado como
de aquellos a que nos hemos referido con
la premura y la excesiva brevedad que
las circunstancias nos imponen. Y haga
mos constar que por las mismas razones
no hablamos por ahora de la estimable
obra de la señora de Carelli (Galería
Müller).
"N i ver, ni oír, ni hablar”. Oleo por Raquel Forner.
"Cárcel de mujeres”, por Arturo Lorenzo.
P o r correo agregar el importe para el franqueo certificado.
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La col ecci ón T I E R R A
FIRME
editada, fíat,
FONDO
DE
CULTURA
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
ECONÓMICA
GUZMÁN, A.: Tupaj K a ta r i......................................... 8
JIMÉNEZ RUEDA, J.: Letras mexicanas.....................
PICON-SALAS, M.: De la conquista a la Independencia
SANÍN CANO, B.: Letras colombianas..........................
CRESPO, A.: Santa Cruz, el cóndor in d io .....................
RAMOS, A.: Poblaciones del B r a s i l ..........................
BENITES, L.: Argonautas de la s e lv a ..........................
VALCÁRCEL, L. E.: Ruta cultural del Perú .
VITIER, M.: Del ensayo a m e r ic a n o ..........................
FREYRE, G.: Interpretación del B r a s i l .....................
NAVARRO, J.: Artes plásticas ecuatorianas . . . .
ARCIN1EGAS. G.: Este pueblo de América . . . .
G ARC IA SAMUDIO, N.: La independencia
hispanoamericana..............................................................
14. SÁNCHEZ, L. A.: ¿Existe América Latina? . . . .
Una exposición argentinouruguayo-chilena en París
8
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4.—
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7.—
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8
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5,50
5,50
DE RECIENTE A PAR IC IÓ N :
8 5,50
15. ZAVALA MUÑIZ, J.: Batlle, héroe c i v i l .....................
16. POBLETE TRONCOSO, M.: El movimiento obrero
$ 5,50
la tin o a m erica n o ..............................................................
17. TARQUINO DE SOUSA, O.: José Bonifacio, emancipador del
B r a s i l .............................................................................. 8
5,50
Son los primeros títulos ofrecidos.
Sucursal Argentina: INDEPENDENCIA 802. — Buenos Aires
Giséle Freund y René Hubcrt, porta
dores de los elementos que constituirán
una gran exposición de arte, artes popu
lares y fotografías de Argentina, Uru
guay y Chile, escriben de París comuni
cando el éxito obtenido por dicha inicia
tiva que les corresponde.
Pintura y fotografía argentinas, pin
tura y artes populares de Chile, y una
selección numerosa de pintura uruguaya,
desde Figari a ’os más jóvenes pintores
de ese país, serán expuestas a partir del
12 de octubre próximo en la capital fran
cesa.
Con esta exposición será inaugurada .la
Maison de l’Amérique Latine, creación
debida a la iniciativa de los directores de
los Servicios Extranjeros del Ministerio
de Información francés. Se trata de un
espléndido hotel particular del siglo xvm,
en la esquina de la Avenue d’Iéna y de la
Place de l’Etoile. Se destina esta casa a
recibir todas las manifestaciones cultura
les relacionadas con América Latina. Sa
las de exposiciones, de conferencias, gran
salón de honor, restaurante, biblioteca, se
ofrecerán a los visitantes latinoamericanos.
Entre nosotros, la selección de los cua
dros a exponerse fué confiada a Julio
Payró. En el Uruguay a Giselda Zani,
quien solicitó la cooperación de Clotilde
Luisi de Podestá y de Julien Coffinet,
miembro del Servicio Francés de In for
mación de Montevideo y artista distin
guido.
El Comité de Recepción para esta mues
tra, que se llevará a cabo bajo el pa-
"Imagen persistente de un antepasado”.
Oleo por J. ¡iallle l’lanas.
Arando la tierra, por ( arlos .4. Torratlánlona.
�MUSICA
la guerra mundial nl? 1
muchas naciones restringieron sus .
actividades internacionales, en el arte
como en cualquiera otra materia. L a
Sociedad Nacional de Música, fundada
en M a d r i d en
1915, resultó ser
la úni c a enti
dad q u e p o r
a q u e l l o s años
recogía las act i v i d a d e s más sitores europeos que figuran en esa lí
recientes de los nea de vanguardia. A ellos seguirá
m ú s i c o s euro pronto otro maestro, de ellos y de to
p e o s , empeña dos. Y , entre tanto, Chávez da a cono
dos muchos de cer en cada programa alguna obra de
ellos contra sus altos lizosy unas veces tejida en su pro
colegas de otros
pio telar; otras veces, en los telares
países, por la imperiosa necesidad bé vecinos.
lica. Una consecuencia poco reconocida
Los compositores llamados por Chá
de la Sociedad española mencionada
vez este año para que actúen al frente
fué la fundación de la que poco des de su orquesta dirigiendo sus propias
pués del Armisticio se denominó So obras son: Paul Hindemith, alemán fu e
ciedad Internacional para la 'Música
ra de contagio; Darius Milhaud, fran
Contemporánea. Durante todo el tiem cés de París y del M ediodía; Ig o r
po que medió entre la paz de 1918 y
Stravinsky, ruso universal. Los dos
la guerra de 1939 esa Asociación cele primeros pasaron ya por el "podium”
bró festivales en diferentes ciudades de la Sinfónica. Stravinsky es esperado
europeas cuyos programas contenían
dentro de unas semanas.
lo más reciente de la producción mu
Los tres músicos, personales como
sical de cada país, previo examen de son, engaito grado, son tan "naciona
un jurado constituido por compositores
les” que a través de ellos puede con
de diversos países, no siempre estric templarse el panorama entero del arte
tamente objetivos ni sin que se desli de sus países respectivos, en presente
zase en la selección algún airecillo
y pasado, según es lo propio de todos
político.
los artistas auténticos. Después de ellos,
De cualquier modo, los programas
otros artistas más jóvenes juegan sus
de cada festival internacional dieron a codos buscando un lugar brillante en la
conocer mucha música actual de alta
plataforma efím era de la contempora
importancia. Los grandes nombres que
neidad. H a y algunos en quienes la cua
en la actualidad están reconocidos den lidad nacional se afirm a con cierto
tro de esa categoría por quienes tienen
vigor. Pero, a través de su personali
autoridad para concederla, fueron co dad ¿puede contemplarse el "paisaje
nocidos sobre todo por las audiciones
histórico” del arte de su propio país,
que la Sociedad dió de sus produccio que es lo que distingue a los artistas
nes más frescas, no aptas para que verdaderamente grandes? La primera
figurasen en los programas comercia cualidad es cosa que puede adquirirse,
les. Algún intento llevad o. a cabo en cuando no se posee innata. La segunda,
Nueva York para mantener la vigencia
no. Que el sentido de la tradición, la
de la S. í. M. C. no tuvo la altura de
médula de la historia, empape o ma
los festivales europeos. Se trata ahora
tice una obra de arte, literaria o mu
de resucitar la entidad dentro de lo
sical o de las artes plásticas, ocurre
que permite la agitada situación del
merced a un proceso sobre el cual toda
mundo. No es fácil hacerlo, porque
voluntad es impotente. Un músico o
aunque en París se haya reanudado
casi hasta un punto de normalidad la
vida musical francesa, hay que esperar
todavía a que los países ocupados pol
las tropas aliadas puedan practicar
otras actividades que no sean pura
mente de consolación.
En estas circunstancias es de interés
echar una ojeada a los programas de
las últimas temporadas en la Orquesta
Sinfónica de México, el organismo funlado y dirigido normalmente por Carlos
Ihávez. E l criterio de este maestro, en
ucha tenaz y decidida contra lo que
enomina como el "consumidor” musi
cal y sus gustos sin renuevo, fué, desde
la fundacióp de la Orquesta, hace die
cinueve temporadas, incorporar a sus
programas la mayor cantidad de obras
sinfónicas nuevas, fruto del numen de
todos los países, que cupiesen dentro
del coeficiente de tolerabilidad del pú
blico mexicano. N o digo de su entu
siasmo ni aun de su curiosidad; pero de
Carlos Chávez.
la preliminar tolerancia nace ésta y
quizá, con el ejercicio, van chispeando
un pintor o un poeta son españoles o
los primeros conatos de gusto por la
rusos o franceses, "medularmente” , en
cosa y aun de admiración hacia lo que,
razón del mismo proceso por que los
poco antes, se estimaba como repugnan alemanes son rubios, los negros chatos
te ni paladar del auditor. Contra lo que
y por que los chinos tienen ojos obli
se cree, el entusiasmo está lejos de ser
cuos, signo distintivo aun cuando se
un sentimiento espontáneo. Es un fru hayan abolido las coletas. De consenso
to de cultivo y hay que saber alimen se habla de "artistas de raza” ; pero hoy
tarlo. En México, su m ejor jardinero,
no se puede hablar de razas, porque la
el único, ha de decirse, es Carlos Chámoda intelectual ha relegado las razas
vez. P o r su propio entusiasmo y con a los perros y a los caballos. Sólo exis
vencimiento y por las circunstancias
te "la” cultura, como si la historia no
internacionales que ponen a México en
fuese una historia de "las” culturas, y
una situación especialmente favorable
cada una de éstas no fuese el signo y
para este género de cultivos, la O. S. M.
cifra de su . . . raza.
viene a ser hoy teatro de las exhibi
Stravinsky, Hindemith y Milhaud
ciones más destacadas de los composi
son músicos de raza, pero más vale no
tores internacionales que figuran en la
meternos en puntualizaciones. Stravins
primera línea, línea de fuego, de la
ky es tan ruso, diremos "nacional” ,
batalla con que se conquista la volun
como Hindemith es alemán y Milhaud
tad de los públicos, en beneficio, me
francés: cuántas virtudes, o menos que
nos de ellos mismos, que del arte por
virtudes, favores o "handicaps” que
el que luchan; en resumen de cuentas,
dan la sangre, el medio, la educa
una lucha por la cultura.
ción se dejan ver en ellos con una cla
ridad meridiana. Hindemith, músico de
cincuenta años, es alemán de la calva
En la temporada de conciertos que
a los pies.* Emigrado de Alemania des
está desarrollándose en la capital de la
de 1937 por motivos de dignidad, más
República, la O. S. M. ha presentado
que por razones de "necesidad” (que
"en persona” , como se dice en los
es el caso de tantos otros paisanos su
"shows” norteamericanos, a dos compoyos), ha sido y es hasta la fecha el
músico que resume las tendencias " jó
venes” de la cultura musical alemana,
trocinio del embajador, señor Wladimir la cual no es, necesariamente, la "kulD’Ormesson, y de los embajadores de los tur” . Pero la aportación personal de
tres países en París, es el siguiente:
Hindemith a la música alemana de úl
tima hora consiste más señaladamente
Co m is ió n de h o n o r :
en determinados modos de hacer técni
Georges Salles, director general de Mu
cos que en aquello que puede entenderse
seos de Francia; Rene Buyghe, conser
como su "estética” . Más fácil le es al
vador je fe del Louvre; Germain Bazin,
conservador del Louvre; Raymond Ron auditor de nuestros países entender que
ce, director de la Agrupación de las Uni la estética de Hindemith es la que co
versidades y Grandes Escuelas de Francia múnmente admite como alemana, mejor
para las relaciones con América Latina. que una estética personal. Desde luego,
Hindemith no presenta puntos de con
C o m is io n e s de r e c e pc ió n :
tacto sensibles con los idiomatismos tan
Para la Argentina: André Siegfried,
peculiares a la música de su país en el
do la Academia Francesa; León Paul
siglo x ix y menos desde Brahras acá:
Fargue, y el pintor B cnri Matisse.
sin embargo, es tan alemán como lo
Para Chile: Georges Duhamcl, de la
puedan ser Brahms mismo, Mahler o
Academia Francesa; Louis Aragón, y el
Strauss. Después de ellos hay en los
pintor Fierre Bonnard.
países germánicos una inmensa cantidad
Para Uruguay: Tules Supervielle, Phide músicos a quienes ocurre lo mismo
lippe Soupault, y el pintor Pablo Picasso.
urante
D
LA M U S I C A AL
E N M EX I C O
DI A
P or ADOLFO SALAZÁR
que a Hindemith, cada cual con su idio
sincrasia peculiar, sus idiotismos de es
tilo que van transformando la gramá
tica general; pero con tanto apego al
fondo, que el idioma sigue siendo tan
comprensible al tradicionalista como al
avanzado. Conocemos muy mal la mú
sica de los países . centrales de Europa,
germánicos o no, pero conviene señalar
que el rasgo común a tanto compositor
como los pueblan es precisamente su
amor a una tradición que anudan en
Juan Sebastián Bach con sus lazos más
firmes. Más arriba que él, está lo "g ó
tico” . Tras de haberse sentido "góti
cos” todos los románticos, el goticismo
es ahora un privilegio de los músicos
alemanes; o germánicos, m ejor dicho.
Hindemith no renuncia a tan señalado
honor de casta. Su ópera (de la cual
deriva su sinfonía o suite sinfónica)
sobre Matis Grunewald, "M atis der
Maler” , más que gótica es normalmente
alemana, como sus otras óperas "Santa
Susana” o "Cardillac” . Cuando H in
demith mira al sur, se acuerda de que
el sur es, justamente, una aspiración
milenaria de los germanos y en su
"Nobilissima Visione” , que comenta pa
sajes de la vida de san Francisco, bien
que con propósitos danzables, porque
la obra es un ballet que estrenó Leó
nidas Massine, es tan alemán como
siempre, o aun podría decirse más
alemán que nunca, en las ideas, en su
tratamiento fugal y orquestal, en el
modo patético. N o deja de ser gracioso
comprobarlo así incluso en obras que
como su overtura al ballet "Cupido y
Psiquis” , dice inspirarse en los frescos
romanos de la V illa Farnesina . . . Una
de las últimas obras de Hindemith, que
dirigió en su programa de la 0 . S. M.,
en junio pasado, fué la que titula como
"Metamorfosis sinfónica sobre temas de
W cber” . W eber fué un mediocre sin
fonista, m ejor dicho, no fué sinfonista,
aun cuando escribiese algunas obras de
esta especie; pero m ejor que eso, fué
el primer músico alemán en quien las
melodías de aire tradicional estaban tra
tadas de un modo, más aún que nacio
nal, "nacionalista” . Hindemith les pone
lo que faltaba en Weber, o sea el sinfonisino; pero tan a la alemana, que
incluso el aire chino de "Turandot” ,
que naturalmente no era de Weber,
pero que en su operita seguía siendo
pasablemente chino, se germaniza del
todo. Eso significa una fuerza. N o hay
que desdeñarla. Todos los países na
cionalistas la quisieran para sí, y no
he de decir nada de América.
América ha influido tan poco sobre
Stravinsky como sobre Hindemith y
sobre Darius Milhaud. Este, que vino
a México dos semanas después que el
alemán, nos lo comprueba en su p ro
grama donde se contienen obras escri
tas a veinte años de distancia. La pro
funda cualidad de los artistas que per-
su caso será distinto del que corriente
mente nos ofrecen tantos compatriotas
suyos, aunque sean vagamente germá
nicos o polacos o semilatinos o semiescandinavos. N o puedo desarrollar en
esté artículo lo que así apunto y me
vuelvo a Milhaud, con su programa de
cuatro obras suyas y una orquestación
de otro músico francés, el viejo FranSois Couperin.
De esta obra hablaré poco. En gene
ral no me gustan estas reorquestaciones
que suelen olvidarse en seguida del es
píritu o intenciones originales y con
vierten a las obras en pretexto de exhi
biciones. En el mejor caso (y éste es
el de M ilhaud), la reorquestación viene
a ser como un estudio para tratar un
viejo tema con materiales distintos a
los empleados por el primer autor. Un
poco el caso de Hindemith en "Cupido
y Psiquis” y un poco también, el de
Stravinsky en su "Pulcinella” (con tan
tos otros menos señalados).
De ahí a la que ahora numera M il
haud como su "Prim era sinfonía” hay
una distancia gigante. Como mejor se
aprecia es comparando esta obra de
1939-40 con la "Serenata” de 1920, que
fué en su tiempo una "tercera sinfonía” .
Se recuerda el caso de Brahms con sus
serenatas, que le sirvieron de ejercicio
para sus sinfonías de veinte años des
pués. Lo que en la "Serenata” se ofre
ce con la gracia espontánea de sus des
cubrimientos, especie de "espiégleries”
por los arrabales de la polifonía, g o
zosas diabluras de escolar en vacaciones,
después de la ruda lección de 1914 y
sus cuatro años subsiguientes, aparece
en la "Prim era sinfonía” en un punto
de madurez admirable. Milhaud, sin
duda, ha comprendido el peso que esta
ACONTECIMIENTOS
MUSICALES EN LOS
ESTADOS UNIDOS
('olumbia Theatrc Associates, en coope
ración con la Universidad de Columkia,
presentó este año la ópera de cámara de
Gian-Carlo Menotti titulada The Médium
(L a médium).
El compositor, que es a la vez el libre
tista, ha elaborado un cuento que, según
se afirma, es admirablemente adecuado
para la escena. El autor ha aprovechado
todas las posibilidades teatrales del argu
mento, que refiere entre otras cosas, una
sesión de espiritismo, y ha animado la
ópera con la aparición de marionetas y
un pequeño ballet.
La representación fué puesta en escena
por el propio Menotti y la música diri
gida por Otto Luening.
El segundo festival anual de la Univer
sidad de C'olumbia sobre música ameri
cana, comenzó con una sesión de ballet
ofrecido por Martha Graham y su com
pañía, en la producción de Aaron Copland
"Appalachian Spring” (Primavera de los
Apalaches) y el estreno de Serpent Heart
(Corazón de serpiente), variación del mi
to de Jasón y Medea, con partitura de
Samuel Barber.
#
*
*
*
En una matinée-concierto, León Barzin
y la orquesta sinfónica de la National
Broadcasting Corporation estrenaron From
these States (De estos estados) una encan
tadora serie de melodías instrumentales,
las cuales, de acuerdo con el programa,
"fueron recogidas a lo largo de caminos
no pavimentados.” También en el mismo
concierto fué interpretada por primera vez
en Nueva York la "Toccata for Orchestra” , muy aplaudida. Integraron también
ese programa un "Concierto para piano”
de William Schuman, interpretado magis
tralmente, según los críticos neovorkinos,
por Bcveridge Webster, y una suite de la
obra de Roger Session The black maskers,
fechada en el año 1923.
Trabajarán en Europa durante la tem
porada estival, el director de la orquesta
sinfónica de la National Broadcasting
Corporation, A r t u r o Toscani ni , Otto
Klemperer, Lily Pons y su esposo, André
Kostelanetz. En Francia dará conciertos
de violín Zino Franccscatti, y los esposos
Casadesus reabrirán la escuela de Fontainebleau, tanto tiempo clausurada. Dusolina Giannini liará una tournce por In
glaterra, Francia, Holanda, Eseandinavia
v Suiza.
Ultimos Grandes
Exitos de la
COLECCION ORO
ATLANTIDA
Darius M ilhaud.
HISTORIA DE LA CIENCIA
obra tiene en su producción y aun den
tro de la música francesa de nuestra
época, y, en consecuencia de ello, ha
dado a su obra ese número que, siendo
así stt intención» deja de ser un ordi
El curioso lactor pueda seguir a través de
las amenas páginas de e;te libro, sin que
en ellas sea omitido ningún acontecimlento fundamental, el proceso histórico de
la ciencia, desde sus primeros pasos has
ta el grado actual de su extraordinario
desarrollo.
por Santiago Bertrán
Precio del ejem plar: $
5 .»
HISTORIA DEL PERIODISMO
p or Clám ente Cimorra
Llena de vicisitudes, de episodios, de lu
chas, de saltos en su perfeccionamiento, lt
Historia del Periodismo resulta fascinante
para el lector. La parte dedicada al pe
riodismo en nuestro país, está presentada
en este libro por el escritor argentino
Pablo Rojos Paz.
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4 .-
LAS MARAVILLAS DE LA
NATURALEZA
p or Lord A ^ e b u ry
Paul Ilin d e in itli con la orquesta sin fón ica de M éxico, en el P alacio de
Bellas Artes.
fenecen de hecho, y no sólo voluntaria
mente, a una honda, vieja cultura, es
lo que los destaca, ante todo, entre la
inmensa cantidad de músicos norteame
ricanos, a quienes esa raíz falta. Quiero
decir, de aquellos que lo son de na
cimiento, tras de las no muchas gene
raciones con que la cultura del país
puede ufanarse. Porque hay entre los
norteamericanos un caso especial que
puede comprobarse en músicos como
Copland y es su estirpe semita. Cuan
do la voz milenaria habla por la boca
de uno de estos artistas, poco importa
que, como Copland, hayan nacido en
Brooklyn, o, como Bloeh, en Ginebra.
La "Short Symphony” que Chávez aca
ba de ofrecernos de aquel músico, mues
tra que cuando un fondo potente (ese
"background” que tanto atosiga a los
norteamericanos) palpita bajo la pro
ducción de algún músico del vasto país,
nal para convertirse en un adjetivo.
V alga decir que sea una de "las prim e
ras” sinfonías de nuestro tiempo, en el
cual cada quisque tiene una debajo del
brazo; golondrino que busca el bisturí
del director de orquesta. Dispense el
lector este símil, desgraciado, y com
prenda que no puedo desarrollarlo,
aunque lo que él se imagina es bastante
cierto. El nombre de "sinfonía” se pro
diga a troche y moche. Hindemith, ar
tista alemán, no lo habría hecho nunca.
Sabe el respeto que se debe a las cate
gorías, y una form a de arte es una
categoría, incluso en su acepción más
estrictamente lógica, porque en ella se
dan las diez aristotélicas; valga recor
darlas: sustancia, cantidad, calidad, re
lación, acción, pasión, lugar, tiempo,
situación y hábito o estilo. Qué, ¿no se
encierra todo eso en una verdadera sin
fonía?
T de ju lio , 1946.'
Naturalista de fama, viajero infatigable y
escritor de gusto exquisito, Lord Avebury
nos ofrece un cuadro tan completo como
brillante del mundo que habitamos.
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DE HISTORIA UNIVERSAL
p or José L o la Romero
Una sucinta y clara explicación de los
hechos, las cosas y los hombres de más
relevante significación dentro del cuadro
general de la historia humana. Imposible
concebir una obra que enseñe más en
menor espacio.
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EDITORIAL
ATLANTIDA
Florida 643
- Buenos Aires
�M U N D O EDITORIAL
c a b a lg a ta ©
curado elegir géneros distintos, pues en
tre unos y otros quedan títulos que, sin
alcanzar la cifra del libro de don Ricardo
n d i s c u t i b l e m e n t e don Gonzalo Losada
Rojas, superan a los otros. En general
es una de tas grandes figuras de la lo que más se vende es cuanto tiene rela
industria hispanoamericana del libro. Su ción con la realidad actual del mundo.
nombre tiene en este sentido el prestigio
Y , desde luego, las novelas que son lle
eficaz de la veteranía. Agil, infatigable,
vadas al cinematógrafo.
audaz incluso, supo rodearse de un con
junto espléndido de colaboradores y crear
una de las editoriales de mayor jerarquía
en este continente. Entre las diez edito
riales más importantes de América de
Declaraciones del Director del Fondo
habla española, el sello Losada ocupa un
de Cultura Económica de México.
bien ganado lugar, cada día con más
firmeza y calidad. Miembro batallador
su paso por Buenos Aires, de regreso
de ía Cámara Argentina del Libro, formó
a su país, don Daniel Cossío Villegas,
parte de la delegación que en nombre de uno de los editores de más ímpetu e intela misma asistió a los debates de la re
ligencia de Hispanoamérica, ha hecho
unión primera de editores latinoamerica para "Cabalgata” las siguientes declara
nos que se celebró meses pasados en San ciones sobre los cuatro puntos fundamenta
tiago de Chile, y cuyos acuerdos siguen
les a su juicio de la actual situación
aun hoy, considerándose el principio ac editorial.
1. — Creo, sin vacilar, que la Primera
tivo, vivo, de una política editorial que
se va extendiendo por todos los países de Reunión de Editores Latinoamericanos
habla española. Es, pues, natural que el ha sido un éxito poco común. En primer
distinguido editor comience su conversa lugar asistieron a ella personas conoce
ción con nosotros aludiendo a dicha im doras de su oficio, dispuestas a conversar
portante reunión.
con franqueza y cordialidad sobre todos
— Lo que causó en mí mayor impresión
los temas de la Agenda, con el resultado
de que no sólo no lmbo en ningún insen la reunión de Santiago — nos dice el
señor Losada— , fué la visible unidad del
mundo de habla española, hasta el punto
de sentirnos todos como formando parte
de un mismo, de un solo pueblo. Hasta
tal punto la fuerza del idioma común
borra toda diferencia y crea un clima de
cordialidad que permite afirmar que
Hispanoamérica va hacia una unificación
de sus anhelos e intereses, que será un
hecho digno de notarse si se compara con
la dispersión hacia la cual parece mar
char el resto del mundo.
— ¿Cuál es, a su juicio, el hecho más
positivo de dicha reunión?
— La creación de una conciencia edi
torial, que ha de permitir la organización
del área idiomátiea hispanoamericana, por
la cual circulen sin traba, libremente, las
obras impresas en nuestro idioma.
— ¿Hubo algún punto espinoso en la
reunión?
— El punto más espinoso es siempre,
naturalmente, el del respeto y protección
a los derechos de autor. Y por lo tanto
la persecución a la piratería editorial. Los
acuerdos tomados en la capital chilena:
en este sentido, mejoran y superan las
Daniel Cossío Villegas.
leyes de propiedad intelectual que en
muchos países son tan imperfectas que
tante una fricción o siquiera una desave
pueden darse por inexistentes. Se acordó
nencia seria, sino que se progresara pron
en principio no aprovechar las ventajas
tamente en el trabajo. En segundo,
que las leyes locales puedan facilitar si
las resoluciones a que se llegó son to
éstas perjudican al autor o editor de otro
das ellas importantes; pero algunas lo
, país que tenga distinta legislación. Se
acordó también regularizar los contratos son de manera excepcional: la creación
de derechos de traducción y se propugnó de la Confederación Latinoamericana de
ante los editores españoles allí presen Cámaras del Libro, la convocatoria a
Primera Reunión de Editores y Libreros
tes, la supresión de trabas a la entrada
de libros americanos en España, que de América y España, que se celebrará
afecta a la industria librera de este con en Buenos Aires en junio de 1947; la
aceptación de convenios intergremiales
tinente, por una doble razón, económica
y política: la falta de divisas del com para perseguir las ediciones piratas y
prador español y la —'«ura que inmide garantizar mejor el derecho de propiedad
literaria; la fijación de algunas normas
en España la venía
algunos libros
para la adquisición de los derechos de
impresos en América,
¡entras en estos
países goza el libro español de las mis- traducción de obras extranjeras; etc.
No se ahondó bastante, por desgracia,
en algunos problemas importantes, como
los de la producción y la distribución
del libro: en ocasiones faltó el tiempo, en
otros una información técnica seria.
2. — El problema de nuestras relacio
nes con los editores y libreros españoles
es ya de una gravedad extrema: no sólo
estamos privados los editores hispano
americanos del importantísimo mercado
español, sino que los editores españoles
cercenan cada vez nuestro mercado en la
América, tanto porque su producción es
más y más abundante, cuanto porque los
precios de venta tienden a igualarse.
La situación no sólo es grave, sino irri
tante en extremo, pues las explicaciones
que se nos han dado hasta ahora d ifícil
mente pueden ser más deleznables. Por
una parte, España ha llegado a acumular
una reserva de divisas capaz de mante
ner un comercio internacional perfecta
mente normal; el hecho de que con algu
nos países de la América Latina tenga
una balanza comercial desfavorable, es
un argumento que no sólo desaprueba
toda teoría económica sana, sino cuyos
verdaderos fines fueron descubiertos v
Gonzalo Losada.
comprobados hasta la saciedad por la
mas ventajas que el nuestro e igual li Alemania hitlerista, y no dejan de llamar
la atención hechos tan contradictorios:
bertad de circulación.
mientras España dice no poder pagar las
— Como ve usted, el grave problema
de la calidad de las traducciones al cas importaciones de libros hispanoamericanos
tellano. Son muchas las personas de ex porque carece de divisas, los editores es
periencia que opinan que es debido a lo pañoles tienen sin dificultad cuanta di
visa requieren para comprar derechos de
mal que se paga a los traductores.
— Cada editorial está resolviendo eso traducción de obras extranjeras. Y no
hablemos de un sistema de primas a la
de acuerdo a su criterio. Pero la clave
exportación, siempre costoso; ni de los
del problema está en el tiraje. Mientras
se edite una cantidad limitada de ejem planes del gobierno español de abrir en
plares por cada título no podrá ser re cada país latinoamericano grandes depó
sitos de libros españoles.
suelto correctamente el problema. Pues
A la vista de todos estos hechos, no
todo lo que sea superar el diez por ciento
en el pago a autores o traductores, sig entiendo, francamente, cómo y por qué
los editores que trabajan en la Argentina
nifica un aumento tal del precio de venta
del libro que difícilmente tendría acep guardan una compostura digna de causas
distintas.
tación por parte de nuestro público. Por
otro lado, cualquier solución debe tener
3-— El problema más importante que
carácter general, adoptando todas las
tiene frente a sí la industria editorial
editorialej un criterio común.
latinoamericana es — ¿quién lo creyera?—
— ¿Hay entre los editores comprensión crear una cosmogonía, es decir, pasar del
necesaria en torno a la necesidad de edi caos a un mundo ordenado. Está bien
tar libros de los autores latinoamericanos?
que todos los días del año — exceptuando,
— Claro. Como que desde la indepen claro, los feriados— se cree una nueva
dencia, la cifra actual de ediciones de editorial; pero no que todas intenten pu
autores americanos es la más alta que se blicar todos los libros, de todos los au
haya registrado. Y no hay un solo libro
tores, sobre todos los temas y de todos
de verdadero valor que deje de ser edi los precios y colores. ¿No sería ya con
tado sin tener en cuenta que el mercado
veniente que cada uno midiera, si no sus
es mucho menor que para el libro extran fuerzas, al menos sus gustos? Por su
jero. Sería curioso en este sentido ave puesto que casi no me atrevo a sugerir
riguar la cifra exacta de las ediciones de que pudieran medirse también las fuer
obras nacionales y extranjeras, excluyen zas y los gustos ajenos.
do, naturalmente, los clásicos de cualquier
4. — El Fondo de Cultura Económica
lengua, que están fuera de todo posible tiene, en efecto, un nuevo plan editorial,
reproche, para quienes hay valores uni uno solo; pero éste sí es, en verdad]
versales eternos.
grandioso. No es tiempo aún de anun
— ¿Cuáles son los titulos de más venta
ciarlo, pues se encuentra apenas en su
en su editorial?
etapa preparatoria. Sólo puedo adelan
— "E l Santo de la Espada” : 150.000;
tar que, como en el caso de nuestra co
"Platero y yo” : 50.000; "Don Segundo
lección Tierra Firme, persigue la exal
Sombra” : 40.000. Naturalmente, he pro tación de la cultura hispanoamericana.
GONZALO
LOSADA
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LA PEDAGOGIA HISPANA
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tante ohra en la que el eminente historiador nos ofrece el
resultado de los últimos estudios históricos que han llevado
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LA JUVENTUD
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En un estilo tan incisivo como un escalpelo, esta obra nos
relata la lucha de los propulsores de la psiquiatría, mien
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humana. Un volumen de 428 páginas, de la
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Ciencia y Cultura”
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lectual, moral y social de dos continentes durante un cuarto
de siglo, y un retrato de la juventud y madurez de uno de
los filósofos más grandes de nuestro tiempo. Un volumen
encuadernado de 260 páginas, de la "Colección Biogra
fías” ................................................................... 5 7,—
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LAS DOS FUENTES DE LA MORAL
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1
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IIERMES
M E X IC O D. I*.
Erskine Caldwell
leerá después...
d eclaración tod o lo sincera que
pueden ser las d eclaraciones ya
prep arad as, con la intención de sosia
v a r un com p rom iso o de e lu d ir una in
terpretación .
U
na
Dedicado enteramente a hacer ir.i
obra, no tengo tiempo de leer lo que
escriben los demás. Después, cuando
haya llegado la hora de term inar mi
trabajo, me sentaré a leer y a enterar
me de cómo han hecho su trabajo los
otros. Entretanto — esto subrayado con
una sonrisa— quien lee mucho a mi lado
y alguna vez me hace indicaciones so
bre esa lectura, es mi señora.
Caldwell tiene la maciza corpulencia
de un viking, unos plácidos ojos celes
tes en el color a terracota viva de su
cara V toda la apariencia del hombre
tranquilo, inconmovible, para el cual el
mundo exterior es un espectáculo algo
curioso, pero emocionante hasta cierta
medida, ni más allá, ni más acá. En
cambio, y el contraste vale la pena de
ser indicado, la lectora compañera que
hace a veces indicaciones es una figura
de máxima flexibilidad y ligereza y con
seguridad de un exquisito instrumento
receptor de lo que a su alrededor ocu
rre. Su vibración ha de ser inmediata
e intensa. ¡ Es el p rim er lector, apa
sionado, conmovido, de la ohra que su
compañero impasible ha escrito ponien
do ante su mesa el cultivo natural de
un pueblo y examinándolo al microsco
pi o? ¿Es ella quien le ha heeho al es
critor la prim era indicación, entusiasta,
emocionada, de su acierto?
Cuando se ha leído E l camino del
tabaco, se ha creído — error muy natural— descubrir en sus páginas la per
sonalidad inquieta, nerviosa, rebelde, de
un escritor revolucionario, viejo tipo;
es un libro que se diría escrito por un
hombre andrajoso y cetrino que se
muerde los labios y aprieta los puños
n cada frase de su original. Nada de
eso. La pasión personal habría entur
biado el lente del observador y la des
cripción del campo operatorio no sería
tan exacta.
Este Erskine Caldwell que tenemos
delante, monumental, sencillo y son
riente, que ha paseado sus ojos celestes
por todos los paisajes del mundo, ha
comprendido perfectam ente la tarea de
captación de las penalidades y las an
gustias humanas. Impasiblemente, sen
cillamente, para ofrecer en realidad un
documento del dolor y de la,amargura
Erskine C.aldtcell.
humana, como si fuera un magnífico
trabajo de laboratorio, capaz de llevar
hasta lo más profundo de la observa
ción de los demás el agrio chispazo del
convencimiento. Sin im portarle el tra
bajo de los otros; con la plena con
ciencia del suyo.
Ahora viaja, observa, proyecta libros
todavía no concretados. ¿Tiene algo
que decir de la actualidad mundial? Se
sonríe y explica después de un lento
encogimiento de hombros. Las fuerzas
que provocaron esta guerra pasada no
han alcanzado aún su n ivel; tendrán
que alcanzarlo y para ello será nece
saria otra guerra, después de la cual
la humanidad habrá logrado una ver
dadera paz. ¿Cuándo? Nunca ha sido
agradable p rofetiza r para el que tiene
un criterio experimental de las cosas.
Y ¿p or qué .no hablar también, aunque
el tema sea tan poco grato, de esa an
siedad expansiva de Norteamérica que
el recelo legítimo de los pueblos débi
les insiste en llamar imperialismo?
Erskine Caldwell no cree en el im peria
lismo de su país, al menos de la manera
integral, intencional y organizada que
acusa la sospecha, lo que no excluye el
que haya ciertas zonas de acusada ten
dencia imperialista. Cree que ni el pue
blo norteamericano, ni el gobierno nor
teamericano, abrigan intenciones disi
muladas y que la política de buena ve
cindad es sincera en esos dos sectores
que son la auténtica expresión de un
estado. Lo demás son resabios y ten
dencias que irán desapareciendo con el
tiem p o . . . — J . M . G.
�LIBROS
CRITICA
© c a b a lg a ta
LITERARIA
por
ACABAN DE APARECER
GO N Z A LE Z CARBALHO
F á b u l a del pez y la estrella , por A n
tonio Aparicio. E d ito ria l Losada, S. A .,
Buenos Aires, 1946, 157 páginas.
La poesía de Antonio A paricio tiene
ese doble acento ideal que caracteriza a
los nobles poetas de nuestro tiem p o: la
dulzura y el coraje. Cuando intimamos
con un libro, resulta fá c il determinar
las fuentes de lectura de su autor, las
preferencias literarias que gravitaron
en su form ación estética. En A paricio
acude el nombre de G il Vicente y otros
clásicos de aire cantado y expresión
purísima. Ellos, si no asimilados total
mente, están dietando normas en la
primera fase — la dulzura— de este li
bro de juventud. Pero queda aún el
otro aspecto, contrario a la clasificación
como ejercicio, más hondo y humano:
el de los cantos del destierro, la poesía
del coraje. Quienes buscan en el verso
su armonía musical y la liviana emo
ción que no dificulte el flu ir de la g ra
cia preferirán aquel conjunto de can
ciones, algunas de fe liz transparencia,
otras cristalizadas en el único encuentro
de la forma. N o obstante ello, la vena
en que sospechamos volcará A p aricio su
inspiración futura, está en la segunda
modalidad de "Fábula del pez y la
estrella” .
La voz tiende allí a crecer, a prop or
cionarnos la medida del hombre. Y no
simplemente como sujeto cotidiano. H a y
que palpar en el alma del español ac
tual la excepcional bravura del destie
rro. H an corrido los años y la canción
mantiene viva su condición de pulso.
N o podía dejar de trascender a la pa
labra aquello que anima la sangre, que
se dice asimismo cuando se nombra la
estrella, porque el latido sólo se ador
mece con la muerte.
Queremos destacar en A paricio esta
presencia constante del hombre erguido,
que en larga tregua de combate man
tiene el arma al costado, en un alerta
generoso de ejem plo y esperanza. P o r
eso es que los poemas contagiados de
su íntimo coraje están mareando la
etapa más alta de su voz. Graves y
desnudos, vélanse en el ardimiento de
toda imperfección y conmueven con la
sincera pujanza de su pasión.
H a y también en el libro una zona
intermedia en que la palabra trascien
de conteniéndose, más henchida, quizás,
por razón de su aplom o: Jos sonetos.
Pulcros en su mayoría, su lenguaje re
huye los tonos que no eondicen con
instantes en que el corazón se sofoca
de prolongar la espera. En su diver
sidad de temas, anotamos siempre en
A paricio la sinceridad a r d i e n t e de
quien, sin olvidar los llamados de su
edad nueva, está investido de la res
ponsabilidad conveniente -al h o m b r e
maduro. Jóvenes son también sus inex
periencias. .Pensamos que determinadas
inseguridades métricas son, más que
descuido, defectos de dicción. N o nos
interesa, p or otra parte, entrar en un
terreno ya ridiculizado desde muy atrás
en Valbuena. Indefinida todavía su
persona lírica, Antonio A paricio está
dándonos en su prim er libro un digno
ejemplo de voz sensible y honrada de
hombre.
A l h u é , por González Vera. E d itoria l
Cruz del Sur, Colección de autores chi
lenos. Im preso en Mendoza, 1946, 146
páginas.
"S i alguna vez mi pensamiento se
curva hacia el recuerdo y trato de ver
me en mi primera edad, sólo consigo
desenmarañar tres o cuatro hechos sig
nificativos, pero insuficientes para res
tablecer el sentido de mi carácter” ,
dice, para anotar la grisura de Alhué,
pueblo de su nacimiento, y de su misma
infancia, el autor de este pequeño v o
lumen. Alhué es el símbolo de la sole
dad, esencia de una estática desespera
ción, que trasciende de estas páginas
escritas con el máximo de decoro esté
tico. Pasar la vista por el pueblo, es
reconocer tantos otros que guardamos,
polvorientos, en la memoria. Cosas y
gentes se doblegan al transcurso del
tiempo y cumplen su función de vida
a modo de costumbre. Existe, sí, una
mística de la costumbre. E l origen de
este libro lo documenta. Se asienta en
el fatalismo, en la aceptación de una
existencia impuesta por la inercia cir
cundante y que en ningún momento
halla contradicción en la voluntad de
las gentes. Es decir, la contradicción
se aprecia en el eliminar todo lo que
tiende a transform ar esa atmósfera. La
literatura, aunque parezca paradójico,
ha encontrado un rico filón vital en
esta permanente atonía, llenando volú
menes enteros de su inconfundible y
vigorosa substancia. E l trabajo de Gon
zález V era acusa, pese a todo, novedad.
Los breves capítulos de su breve libro,
tienen una densidad, un acierto tal de
matiz, una tan pronunciada abundancia
L ú ea P a c i o l i :
de caracteres, que dejan en el ánimo del
lector la sensación de obra más amplia.
Propúsose, sencillamente, narrar, seña
lando, en su fidelidad, aquello con
nítidos valores de síntesis. E l relato se
desliza, al parecer fácilmente y, de
pronto, cuando el clima propuesto está
plasmado, nos enfrenta con personajes
que son pilares de esa construcción
desesperante y real. Revive y realiza
tipos, los retrata de adentro para afue
ra, con l a , directa y profunda eficacia
del que, durante largo tiempo, convivió
con ellos y ahora, en el recuerdo, les
halla el trazo substancial para repetir
el milagro de Lázaro. Lo que apunta
mos de esos seres, decimos también de
los episodios. La vida en blanco, la
inercia pueblerina, les niega esos acci
dentes que matizan la ' existencia; en
tonces el carácter o la pasión los inventa
para evitar la asfixia de la estéril pla
cidez.
' .
LA
P R O P O R C I O N
El primer libro en que aparecen tratadas
las bases dé la “ sección de oro” que tanta
influencia lia tenido sobre el arte renacen
tista y en Leonardo da Vinci en especial.
Traducido directamente de la edición ori
ginal de 1509. Reproducción facsimilar de
los grabados. U n volumen de gran formato
encuadernado en tela......... .......... $
30 -
Bernard Shaw:
C lIA POLITICA DE NUESTRO TIEMPO
Bernard Shaw, a los 88 aoos de edad, escribe su obra maestra. Esta G U IA
P O L IT IC A presenta y discute con claridad y agudeza los problemas
políticos y económicos más candentes de nuestra época.............$ 1 0 .-
González V era recoge estos materiales
y los expone con una ciencia de cla
ridad expresiva, de penetración psico
lógica, no solamente en lo que respecta
al hombre, también en lo referente al
paisaje. Entre los elementos creadores
que debíamos destacar en prim er térmi
no, se encuentra el humorismo. Un hu
morismo benévolo y cruel, en su p ie
dad y en su exactitud. La nostalgia de
su infancia le lleva a sonreír ante esas
criaturas de monstruosa resignación y
el ojo agudo de la madurez a juzgárlas.
A N G E L D E L R Í O y M. J. B E N A R D E T E : E L C O N C E P T O
C O N T E M P O R A N E O D E E S PA Ñ A . A N T O L O G IA D E E N
S A Y O S (1895 1 9 3 1 ).......................................................... J 30.—
Un libro único de consulta, de estudio y documentación, donde
figuran, a partir de Cajal y de Cossío, no sólo los nombres más
característicos de la generación de 1898, sino también sus precur
sores y sus afines.
Una selección de sus mejores páginas, centradas sobre el tema
de España, con una amplia introducción, notas biográfico-críticas de cada autor y una copiosa y cernida bibliografía. Un vo
lumen de 738, páginas, encuadernado en tela.
E N R IQ U E D ÍE Z - C A N E D O : L A P O E S I A F R A N C E S A . D E L
R O M A N T IC I S M O A L S U P E R R E A L IS M O . . .
$ 25.—
Esta amplia y justa selección del gran critico español Enrique
Díez-Canedo es, gracias a las introducciones y a las agudas
presentaciones ele cada autor, la historia más cabal de la lírica
francesa de más de un siglo publicada hasta la fecha. U n vo
lumen encuadernado en tela.
A s í surge esta pequeña obra maestra,
fina y vigorosa, tierna y dramática, que
debe enorgullecer a la literatura chilena.
C opla , por Salvador Merlino. X ilo g ra
fías de Bellocq. L ib rería y E d itoria l E l
Ateneo, 1945, 86 páginas.
A N T O N IN A V A L L E N T IN
LEO N ARD O .
L A T R A G IC A
B U S C A D E L A P E R F E C C I O N ....................................... $ 12.—
L a más completa, verídica y rigurosa biografía de Leonardo
que reconstruye toda la época del Renacimiento en su magnifico
esplendor.
Poesía de reflexión, expresada en co
tidianidad de palabras, de ritmo claro
y pausado, como hablando el autor para
sí mismo. Se la siente al margen del
tiempo, avanzando con cautelosa tim i
dez, empeñada en no equivocarse. Reco
ge el poeta, en involuntario mimetismo,
gestos de otros poetas, asimilándolos
con parsimoniosa naturalidad. Salvador
MerJino compone sus poemas — sonetos
en su mayor parte— sin aparente es
fuerzo. Si lo hay, como creemos que
así sea, su innato sentido musical atem
pera las dificultades y logra ese flu ir
rítmico que infunde un aire confiden
cial al verso. Quizás la virtud funda
mental de "C op la” se concrete en su
sinceridad que, para alcanzar definitiva
categoría poética, debió cimentarse en
pureza más estricta. Porque Merlino
cae en la retórica de lo sencillo. Su
idea poética es a menudo un juego de
vocablos de relación tonal y no impulso
misterioso. Encontramos, de pronto, que
esa construcción agradable podría no
existir; que la sencillez nace artificial
mente, siendo más bien un haz de voces
que acreditan fidelidad a la preceptiva,
olvidando su destino de aprehender, en
esencia, la realidad lírica.
BERTRAND
R U S S E L L : IN V E S T IG A C IO N
SOBRE E L
S I G N I F I C A D O Y L A V E R D A D ..................................$ 10.—
El libro más reciente y de más importancia del gran filósofo
inglés. Una teoría del conocimiento científico en vista de los
últimos resultados de la ciencia, llevada a cabo mediante un
análisis h o n d o ^ renovador del lenguaje y de la lógica.
G.
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C O R R E S P O N D E N C IA
CON
N A U L D ...............................................................................$
Como un homenaje a f centenario de Leibniz, editamos
obra que, según la crítica actual, es la que representa
fielmente el pensamiento del filósofo.
AR3,50
esta
más
A N G E L O S S O R I O : M IS M E M O R IA S . . . .
5
7.—
Entre todas lds obras de don A ngel Ossorio ninguna más
interesante
\sta. Su tema es el propio autor cuya vida
ilustre aba
-dio siglo de historia española.
M A R T A B .O J N E T : H U M O H A C I A E L S U R . . %
5.—
L a eterna lucha de la libertad humana contra la fatalidad es
el tema central de esta novela premiada por el Club “ El libro
del mes” de Buenos Aires y el Pen Club de Chile.
RO G E R M A R T IN D U G A R D : LO S T H IB A U L T . V I : L A
M U E R T E D E L P A D R E .................................................. %
4. _
En este tomo se describe dramáticamente el fin de la férrea
y ambiciosa naturaleza del señor Thibault, iluminando con finos
anáhris psicológicos la complicada y oscura trama de su alma
insatisfecha.
J U L IA N H U X L E Y : L A E V O L U C IO N . . . .
$ 15.—
Hace cien años Thomas H . Huxley libró enconada batalla en
defensa de la teoría de Darwin. H oy, su descendiente, hace una
síntesis de la evolución a la luz de la genética.
ÁNGEL CRUCHAGA SANTA M A R ÍA : A N T O L O G Í A
$ 8.—
“ Enfermedades y sueños, y seres divinos, las mezclas del has
tio y de la soledad, y los aromas de ciertas flores y de ciertos
países y continentes, han hallado en la retórica de Cruchaga
Santa María mayor lugar extático que en la realidad del mundo” ,
dice Pablo Neruda en el prólogo del libro.
A L B E R T O U R E T A : A N T O L O G IA P O E T IC A . . %
4.—
El autor es uno de los más representativos poetas de la hora
peruana actual. Este libro cdnstituye un florilegio de sus me
jores poesías desde 1911 hasta la fecha.
N o m ás que u n a rosa, por Pedro P ra
do. E d itoria l Losada, Buenos Aires,
1946, 96 páginas.
Pedro Prado, difundido poeta chileno,
elige, como fórmula de perfección es
piritual, el símbolo de la rosa. La rosa
también como fusión de carne y espí
ritu, y para su traslación de lo e fí
mero a lo inmortal. Obsérvese en ello
un propósito medular, considerado por
el autor como plan de su libro. La idea
es promisoria y llena de riesgos. Su des
arrollo exigía al poeta un estado en
permanencia de lucidez lírica. Es ne
cesario reconocer que Prado aspiró a
esa lucidez mientras elaboraba su serie
de poemas, lográndola p or instantes,
aunque los desfallecimientos se empa
rejan a los hallazgos. Vamos anotando,
en el curso de la lectura, engolados
traseendentalismos, algunas superficia
lidades con el solo fin de completar un
verso, y, en ocasiones felices, ese ámbito
de claridad en que la revelación poé
tica resplandece. Citaríamos varios de
sus sonetos — "B rota una rosa” , por
ejemplo— en que espíritu y form a
aparecen tan íntimamente ligados, que
la idea se trasmite a la palabra y la
palabra es creación de una idea. Esta
culminación evidencia la fórmula lo
grada, es poesía viviente. Juzgado se
gún corresponde a la jerarquía del
tema, "N o más que una rosa” es lamen
tablemente irregular. Tenemos presente,
durante la lectura, la diamantina pu
reza de Jorge Guillén, a quien desti
naríamos el compromiso de. reescribir
este libro, cuyo temario le pertenece
por derechos de capacidad. Pedro P ra
do está adherido a tendencias subjetivas
como para ascender, con posibilidades
de sostenerse en el vuelo, a la región
abstracta de la rosa. Su libro, de plan
teo admirable, queda indeciso entre la
esperanza y la decepción.
DI VI NA
PED RO P R A D O : NO MAS QUE U N A ROSA . . $
3.—
Conocido sobre todo como novelista, Pedro Prado, gran escri
tor chileno, es asimismo un poeta de finas e inconfundibles cali
dades.
A N T O N IO A P A R IC IO : F A B U L A D E L PE Z Y L A ES
TRELLA
...........................................................................5
4
En la inspiración de este nuevo poeta español se mezclan los
temas puramente líricos con otros sugeridos por las convulsiones
actuales del mundo, adquiriendo todos ellos la más depurada y
personal expresión.
E N R IQ U E P O P O L I Z I O :
ALBERD I
. . . .
$ 6.—
Un Juan Bautista Alberdi í/itimo, más humano y más verídico
del que suele presentarse habitualmente.
JOSE M A R Í A
PODESTÁ: J. T O R R E S G A R C ÍA $
5.—
Apóstol de la pintura abstracta, creador del universalismo cons
tructivo y pintor de originalísima personalidad es el uruguayo
Torres García.
M A R I A N O P I C Ó N - S A L A S :M I R A N D A . . . .
*
7.—
El eminente escritor veftezolano ofrece en
esta obra una ori
ginal biografía de Miranda, el primer criollo que, “ venciendo
el aislamiento colonial, se paseó con gran decisión y señorío por
la historia del mundo” .
G E R M A N A R C IN IE G A S : E L P E N S A M IE N T O V IV O D E
A N D R E S B E L L O ................................................$ 3 . —
L a influencia de Andrés Bello sobre la literatura y el pensa
miento hispanoamericanos, junto con una selección de sus pági
nas más representativas.
L U IS . S A N T U L L A N O : E L P E N S A M IE N T O
V IV O
DE
C O S S IO ............................................................................ $
4.—
Una completa semblanza del gran pedagogo y crítico de arte
seguida de sus páginas más representativas.
B IBLIO TECA
CONTEM PORANEA
Nos. 169 y 170 — B E N I T O
P E R E Z C A L D O S : G L O R IA .
Tomos I y I I .
Cada u n o ........................................ $
2.—
Una novela de intenso dramatismo, una de las más vigorosas
creaciones de Galdós.
171— C O N R A D O N A L É R O X L O : E L P A C T O D E C R IS
T I N A . E L C U E R V O D E L A R C A ............................ $
1,50
Dos hermosas piezas dramáticas del autor de E l grillo.
172 — F R A N C IS C O V E R A :
B R E V E H IS T O R IA DE L A
M A T E M A T I C A ............................................................... %
2—
Despojada de tecnicismos, esta obra está escrita con sencillez
y elegancia que hacen muy agradable su lectura.
173— B E N I T O P É R E Z G A L D Ó S : T O R Q U E M A D A
H O G U E R A .................................................................... *
EN LA
1,50
174 — J U A N R A M Ó N J I M É N E Z : P O E S I A . .
. $
1,50
Poesía es uno de los libros menos conocidos y más personales
del gran poeta español, que merced a esta edición será debida
mente difundido.
175 — B E N I T O P É R E Z G A L D Ó S : T O R Q U E M A D A E N L A
C R U Z ......................................................................................$
2,50
176 — M A R I A N O I B E R I C O : E L S E N T I M I E N T O D E L A
V I D A C Ó S M I C A .............................................................. $
1,50
Un libro representativo del pensamiento del gran autor peruano
considerado como una de las figuras cimeras del pensamiento
filosófico hispanoamericano.
177— B E N I T O P É R E Z C A L D O S : T O R Q U E M A D A E N E L
P U R G A T O R I O .................................................................... S 2.—
179 — B E N I T O P É R E Z G A L D Ó S : T O R Q U E M A D A Y S A N
P E D R O ................................................................................ $ 2,50
Los dos últimos tomo9 de la serie de los Torquemada, uno de
los grahdes personajes de la galería de arquetipos novelescos del
siglo X I X creados por Galdós.
178 — F E R N A N D
CROM M ELYÑCK:
T R IP A S
DE
ORO
% 2—
H e aquí un avaro muy diferente del modelo clásico de M o liere;
he aquí una de las creaciones más originales del gran come
diógrafo moderno.
180 — R A M Ó N G Ó M E Z D E L A S E R N A : G O L L E R Í A S % 2,50
Con 204 dibujos tan curiosos como personales del propio autor,
este libro es una nueva revelación de su extraordinaria fertilidad
imaginativa y de su personalísimo humorismo.
181 — A L F R E D O P A R E J A D IE Z - C A N S E C O : L A S T R E S
RATAS
...............................................................................$
2,50
El drama de tres mujeres solas llegando a una ciudad en busca
de refugio. Segunda edición de esta interesantísima novela, ac
tualizada merced al film argentino estrenado con gran éxito.
182 — A R T U R O C A P D E V I L A : E L L I B R O D E L A N O
CHE
$
2.— .
Este libro, continuación de Melpómene. es también un libro
de dolor. Pero no falta en él del todo la esperanza. En las
últimas estrofas el corazón se alboroza bien que en el fondo
sufra el doble trance de padecer y celebrar.
EDITORIAL LOSADA S. A
ALSINA
1131 - B U E N O S
M O N TEVIDEO
N
O
T A
S
y su tie m p o , por Enrique Anderson Imbert. Editorial Yerba Buena. Co
lección Imagen del Tiempo, Buenos Aires,
1946. P recio: $ 4.
I bsen
De Henrik Ibsen, escritor cuya influen
cia se descubre con una simple ojeada
panorámica a toda la literatura teatral
contemporánea, no teníamos una buena
biografía en castellano, a pesar del inte
rés que el personaje suscita y de su in
negable popularidad. Utilizando los datos
ya empleados por él mismo en dos "leetures” consagradas a Ibsen en el Smith
College de Northamptou (Estados Unidos)
hace dos años, y acumulando a ellos nue
vas experiencias sobre el tema, el pro
fesor de la Universidad de Tucumán, En
rique Anderson Imbert, nos da en sn
libro esa necesitada biografia.
No se trata — justo es advertirlo— de
- SA NTIAG O
DE
AIRES
CHILE
una biografía novelada, en donde al dato
acumulado se incorpora el esfuerzo ima
ginativo y de invención del biógrafo y
que puede no tener la fortuna de hacer
revivir con autenticidad al personaje a
pesar del interés de la creación lograda.
Anderson Imbert no intenta crear un
personaje fantástico Ibsen, sino descu
brirnos al hombre que fué Ibsen a través
do todas las referencias legítimamente
utilizables; ante todo sus obras y en se
gundo término, la anécdota, el ambiente,
los personajes que lo rodearon, lo ama
ron, lo combatieron, sus defensores, sus
detractores.. .
El breve espacio del que disponía el
biógrafo ha sido rellenado con tal abun
dancia de datos esenciales y tan ceñida
precisión critica, que surge finamente di
bujada la extraordinaria figura en dis
tintas estampas, como en una rápida y
seguida exhibición cinematográfica de los
más representativos cuadros de una vida.
Para que el efecto sea más de notar se
- LIMA
acompaña el desfile con un abundante
material gráfico muy discretamente ele
gido, y todo ello va completado en las
contratapas del volumen — detalle de cier
ta importancia desde el punto de vista
de la determinación de influencias— con
dos mapas estadísticos, uno de ellos de
los países en que vivió el gran escritor
noruego y de los que visitó en distintas
fechas, y el otro de las fechas en que
aparecieron en distintos países las edi
ciones o traducciones de sus obras, o fue
ron representadas por primera vez en sus
teatros. —- J. Mora Guarnido.
Grandeza
y
servidumbre
de
la
mujer,
por Gustavo Pittaluga. Editorial Sudame
ricana, Buenos Aires.
Si sus anteriores ensayos no nos hu
bieran curado de toda sorpresa, esta nue
va obra del eminente histólogo español
podría haberse considerado como una in
esperada revelación. Poro sus trabajos y
�LIBROS
c a b a lg a ta ®
DE LA
REVOLUCIÓN FRANCESA
porJEAN JMJRÉS
Vol.
i.
ii.
»
»
ni.
IV.
La Asamblea Constitu
Vol.
V. La Revolución en Eu
yente.
ropa.
La obra de la Asamblea
Vi. La Gironda.
»
»
Constituyente.
V il. La Montaña.
La Asamblea Legislativa.
VIII. El Gobierno Revolucio
La República.
nario.
3308 páginas. Precio de los ocho volúmenes: $ 70.
Entre los <* indios def.nitivos dedicados a la Revolución Francesa, la magna
obra de Jcan Jaures figura na sólo como uno de los más originales sino como
el que conserva más valor de actualidad. Porque si los efectos políticos de
los monarcas y los intereses de las oligarqu ías cercenados por la soberanía popu
lar, ya se manifestaron plenamente a lo largo del tiempo, en casi todas las lati
tudes del orbe, sus consecuencias sociales todavía perduran en estado evolut.vo.
E l jefe del socialismo francés, cuya autoridad como historiador iguala a
su prestigio de trilruno y de conductor de masas, analiza el proceso revolu
cionario, y sienta la tesis de que la grandiosa crisis, si en substancia sig
nificó un alzamiento de la burguesía, preparó el advenimiento del proleta
riado y despertó — primero en Francia y más tarde en Europa entera- y
Am érica—• las reivindicaciones sociales que constituyen todavía uno de los
más arduos problemas de la hora presente.
B IB LIO TE C A AR G E N TIN A DE AR TE
R e m h r a n d t, por A n t o m o R. R o m e r a .
Rembrandt fué un hombre que padeció en propia carne la amargura de crear
con dolor. Su vida fué un camino recorrido en etapas distintas de felicidad, de
gozo, de angustia y tle humillación. Su arte es una perpetua alusión a la inquie
tud humana. Su mundo es el mundo cotidiano y habitual, con todos sus atri
butos, sus emociones y sus acatares. En esta semblanza alcanzan vigoroso relieve
la vida, el arte y el mundo del insigne pintor holandés.
104 páginas, 55 grabados, 4 en color. Encuadernado en cartoné: $ 10.
El Greco, por A r tu r o S er ran o P l a j a .
Esta monografía es una contribución ponderabte para la divulgación del
sentido auténtico que posee el prodigioso fervor desatado en torno del Greco
de cincuenta años a esta parte, fervor que aun se halla en pleno desarrollo y
que ha significado “ una tenaz y porfiada lucha de la moderna investigación
contra una estela negra que parecía haber ido borrando cuidadosamente toda
huella del genial pintor cretense”.
96 páginas, 56 grabados, 4 en color. Encuadernado en cartoné: $ 10.
Juan Del Prete, por Jo a n M e r l i .
“ Del Prete, espiritualmente emparentado con la generación que, en el segundo
lustro de nuestro siglo, puso en el surco abonado la semilla del cubismo, ama
las síntesis, las abstracciones, pero sería erróneo considerarlo un pintor abstracto.
Su capacidad de trabajo poco común, dará abasto a su facultad de engendrar
y sus concepciones serán diversas e infinitas, como corresponde a un pintor
no afiliado a ningún bando artístico.”
88 páginas, 71 grabados, 4 en color. Encuadernado en cartoné: $ 10.
Lucio Fontana, por J u a n Z o c c h i .
Lucio Fontana, el ilustre artista rosarino, formado en los estudios de Italia
y de Francia, y en los anchurosos caminos del mundo, “puso todo el contenido
de las artes plásticas de épocas anteriores al servicio del destino del hombre” .
Su vida y su obra son interpretadas en estas páginas con sagacidad y hondura.
84 páginas, 60 grabados, 4 en color. Encuadernado en cartoné: $ 10.
COLECCIÓN VIDAS Y OBRAS
La vida y la obra de J.-H. Fragonard, por G eorgf.s G r a p p e .
Asistimos al despliegue genial de quien, si a los veinte años ya obtenía el
Premio de Roma y a los veinticuatro ingresaba en la famosa Academia que la
corte de Francia mantenía en la Ciudad Eterna, supo asimilar de la enseñanza
oficial tan sólo aquella densa cultura que le permitiría muy pronto volar audaz
mente por los jardines de su propia inspiración y convertirse en uno de los
coloristas más sorprendentes que se hayan conocido. Grappe nos ofrece una
plasmación armoniosa de aquella alma privilegiada y revive algunas de las
páginas más ardientes de la Revolución.
316 páginas, 87 grabados, 6 en color. Encuadernado en tela: í 23.
Aristide Maillol (Su V id a, su Obra, sus Id e a s ), por Ju d it h C l a d e l .
La autora de este libro ha intentado “ relatar la vida de Aristide Maillol tal
como le ha sido contada por éste, cálida en la emoción del recuerdo” . Es como
un reportaje hecho al hombre, al paisaje que envolvió su vida y al artista
creador. Tiene el aurifico valor de los documentos profundamente humanos, lo
que cobra más importancia todavía por ser Maillol un carácter tan sincero
'en su trato y en su palabra como en sus obras. Asistimos a una especie de
autobiografía en la que los rasgos fundamentales del dibujante, del pintor,
del litógrafo, del artista del tapiz, el ceramista y el estatuario van constru
yendo la pétrea personalidad del escultor.
304 páginas, 63 grabados, 3 en color. Encuadernado en tela: $ 22.
HISTORIA DE LAS ARTES PLÁSTICAS
por Jorge R o m e r o B r e s t .
V oi. III; La arquitectura y la escultura.
Dentro del desarrollo histórico de la arquitectura y la escultura, el autor,
en este III volumen, se detiene especialmente en las grandes épocas creadoras
y en los pueblos que más se han distinguido en
ellas: los egipcios en la Antigüedad del Cercano
Oriente, los helenos y romanos en la Antigüedad
clásica, el Medioevo en todo el mundo civilizado,
el Renacimiento italiano . . . Sobre todo, la Edad
Media ha sido objeto de singular dedicación, para
establecer los caracteres de las formas cristianas,
islámicas, búdicas y neobrahmánicas. El Apéndi
ce, con la lista de las obras más selectas y de los
más eminentes arquitectos y escultores, proporcio
nará al lector las indispensables referencias docu
mentales.
4% páginas, 130 grabados, 8 en color.
Encuadernado en tela: $ 24.
i '.nferenciíis sobre ten.ns que podrían lla
marse ajenos a su fundamental ocupación
científica son lo bastante conocidos para
que ahora, ante este libro que se subtitula
“ La posición de la mujer en la historia” ,
se le considere como la culminación na
tural, en extensión e intensidad, de una
tarca hace mucho tiempo emprendida y
para cuya realización se ha tenido que
agotar en un verdadero alarde de erudi
ción universal, innumerables fuentes.
Trata el profesor Pittaluga de explorar
con tendencia a agotar el tema, la posición
histórica de la mujer o de determinar en
qué medida ha contribuido la mujer a
la “ creación de la Historia” . La aventura,
de cuya trascendencia puede darse cuenta
cualquiera, pues casi llega al empeño y a
las características arriesgadas, imprecisas
V grávidas de consecuencias de una ver
dadera aventura caballeresca de nuestros
días, es perseguida por el autor acumulan
do las experiencias de una larga vida de
pensador y de lector, ordenándolas cuida
dosamente y poniendo en inteligente ejer
cicio toda su sagacidad y toda su pacien
cia de investigador científico — y pién
sese por otra parte en lo desperdigado y
en lo poco concreto de todo el material
que ha debido acumularse, para advertir
lo que estas páginas resumen de atención
y de afán.
Es muy difícil — decir imposible sería
extender a los demás el convencimiento
de la propia incapacidad— dar en un
extracto forzosamente breve una aproxi
mada idea de este libro multiforme y den
so, cuya lectura y estudio exigen muchas
horas y que constituirá texto de consulta
para curiosos, investigadores y maestros
de todos los órdenes. La mujer — las mu
jeres biográficamente diferenciadas en
todos los casos destacados (santas, he
roínas o mártires) que la historia ha re
gistrado— es estudiada en esta obra como
instrumento fijador y estabilizador de
las corrientes de la cultura humana. Qué
ha sido, qué está siendo ahora, qué será
en el futuro del mundo a medida que se
adquiera un concepto más exacto y justo
do su “ valor” en la vida. Haber puesto
la mirada en la realización de una obra
de estos alcances revelaba en su autor
tanta responsabilidad como audacia; ha
berla realizado en la forma en que está
lograda ha debido ser para el maestro
Pittaluga una enorme satisfacción capaz
acaso de endulzar en su alma las amargu
ras y decepciones de miembro ilustre de
la “ España Peregrina” . — J. Mora Guar
nido.
%
J u a n D el P rete , por Joan M erli. Edito
rial Poseidon, Buenos Aires, 1946.
Una de las más severas exigencias de
la crítica es vigilar sus palabras. Baudelaire ya señaló su vuelo, profundidad y
destino. La crítica navegaba por el mis
mo mar que la poesía. De ahí su pasión
y responsabilidad.
Asusta pensar la facilidad adoptada por
algunos críticos para hablarnos de innu
merables artistas. Se escribe por encar
go y los temas son como mercancía de
cómoda selección en la plaza pública. No
estaría de más recordar alguna vez aquel
consejo de un famoso crítico inglés que
al final de su vida se quejaba por no
haberse dedicado a leer y comentar sola
mente a Homero. . .
Joan Merli dió tiempo a su tiempo de
rigurosa meditación. Meditó, desde aque
llos días de su Pablo Picasso a estos otros
días de Juan Del Prete. Siempre es im
portante esperar cuando la espera es des
velo y anunciación. Así era natural que
después de aquella firme y apasionada
actitud frente al pintor malagueño tuvie
se que aguardar la aparición de otro pin
tor. Merli no es amigo de la frivolidad
ni del apresuramiento. Si el arte es una
continuación, toda palabra debe ser tam
bién una continuación.
Es extraordinario y excepcional que es
te nuevo libro parezca una feliz continua
ción del anterior. De esa continuidad, que
es diversidad, se nutren los grandes pen
samientos y las obras fundamentales de
la imaginación. Por ello, que sea estric
tamente necesaria la cultura para ejercer
la crítica. Y la vulgar opinión se con
vierte en canción o en lección. Asi lo
exigía Eilke.
Merli no nos engaña. El mismo lo dice
desde la profundidad de su amor por la
pintura. "L a obra del artista — nos des
cubre— se nos brinda para escribir bajo
su amparo.” Y bajo ese deslumbrante
amparo nos da una lección de arte, una
lección que arranca de lo prehistórico has
ta lo que puede ser el futuro. ' En medio
de ese camino saluda la presencia de Del
Prete dándole su fe y su esperanza?
Si Joan Merli nos dió su Pqblo Picasso,
y continúa dando su fruto y raíz en este
importante Juan Del Prete, lo mejor y
más grato será esperar, y soñar, en cuál
será el próximo pintor que le facilitará
paisaje para continuar su lección. — A r
turo Cuadrado.
de l a educación p ú b l ic a , por
Lorenzo Luzuriaga. Editorial Losada, S- A.,
Buenos Aires. 247 páginas. Precio: $ 5.
H is to r ia
En un breve tomo de la "Biblioteca del
Maestro” nos ofrece el pedagogo don L o
renzo Luzuriaga un sustancioso compen
dio de historia de la educación: la apa
rición de la educación pública en los prin
cipales países del mundo y las fases por
que ha pasado.
El primer capítulo versa sobre la edu
cación pública religiosa en los siglos xvi
y xvu; el segundo se refiere a la educa
ción pública estatal; el tercero a la edu
cación pública nacional en los siglos xvm
y xix, y, finalmente, el cuarto capítulo
trata de la educación pública democrática
en Alemania, Francia, Inglaterra, Estados
Unidos, Rusia y España. Precede al pri
mer capítulo una breve introducción, y
siguen al último una conclusión, bibliogra
fía e índice de nombres.
La autoridad que asiste al señor Luzu
riaga en temas de esta naturaleza nos
excusa de hacer hincapié en los méritos
de esta obra, presentada con sencillez y
con decoro. Estamos seguros de que, por
sus méritos intrínsecos, por el interés del
tema para maestros y, en general, para
quien se interese por el nacimiento de
una institución de tanta trascendencia
para la formación de la cultura que todos
respiramos como es la educación pública,
y por venir a llenar un vacío inexplicable
en nuestra literatura pedagógica, este nue
vo libro del señor Luzuriaga encontrará
la acogida a que tiene derecho. — J ■ Otero
Espasandín.
Do n M a n u e l
del
L e ó n , por Arturo Se
rrano Plaja. Emecé Editores, S. A., Cn
lección Hórreo, Buenos Aires, 1946. 156
páginas. Precio: $ 3.
Es éste el último libro publicado por
Arturo Serrano Plaja. No es cierto, como
se dice en la solapa de la edición, que
sea el primero en que éste aborda el gé
nero novelesco. También en Buenos A i
res, además de unos cuentos publicados en
"L a Nación” , se editó su primer libro
de cuentos, hace años, titulado “ Del cielo
y del escombro” . Así se explica que en
ningún sentido sea ésta una novela pri
meriza. O, más bien, si se prefiere, un
cuento largo. Estupendamente escrito, sin
que se note, su prosa es fiel a cada per
sonaje y al tiempo narrativo de cada
situación. Castiza la palabra, de acuerdo
con el bestiarium pueblerino, sanchoquijotesco, que nos presenta Plaja moviéndose
en torno a don Manuel del León, cazador
cervantino, con cierto tinte galdosiano,
que acierta con limpia puntería, cuanto
se propone: darnos una difícil lección, de
tradición íntegramente española, por la
cual se demuestra cuántas veces el loco
era el único cuerdo. Frente a un ambien
te cerril, de pueblo embeatecido, con
acompañamiento de señoritingos y señoritangas, gana don Manuel su ínsula ba
rataría : una mujer extraordinaria, con
tradictoria, entera a pesar de haber par
tido su vida tantas veces como para ser
desdeñada por las "mujeres de su casa” .
El episodio en que don Manuel se echa
al corral de los leones en busca de un
guante que la dama arroja caprichosa y
retadoramente, y que termina con los
guantazos con que él mismo le cruza la
cara a la veleidosa, está dentro del gran
linaje novelesco: apasionante, fino, sabia
mente llevado a su fin. Las páginas de
dicadas a la caza de la perdiz, con re
clamo, en que se describe el campo de
acuerdo con el corazón y los ojos, los
sentidos del cazador y de las aves, con
su luz, su distancia, su temperatura, sus
sonidos, son de las mejores que hayamos
leído entre los novelistas de la actual
generación. — Felipe Arcos Ruiz.
L a tie r r a es verde , por H arold W illiam
Rickett. Editorial Pleamar, Buenos Aires.
Imprenta López, 343 páginas. P recio: $ 8.
Bajo est” título se esconde un texto
encantador de botánica con numerosas
ilustraciones, hábilmente ejecutadas, del
autor. Escrito con gracia de poeta y
con un aparente desenfado, este libro
señala y acentúa cuanto de hecho tiene
interés para el estudiante que no aspire
a una laboriosa espeeialización y sobre
todo para quien desee comprender el sig
nificado biológico del reino vegetal.
Tras muchos años de enseñanza en cen
tros universitarios norteamericanos, el
profesor Rickett, hoy director del Jardín
Botánico de Nueva York, nos ofrece aquí
lo más acendrado de su experiencia ne.
dagógica y científica. Traducción de ca
lidad hecha por Luis Echávarri e im
presión esmerada. — J. O. E .
vendedor
de b a g a te la s , por W.
H. Hudson. Editorial Sudamericana, Bue
nos Aires. Talleres Gráficos de la Com
pañía Impresora Argentina. 280 páginas.
Precio: S 4.
Un
En la Colección Horizonte de la Sud
americana, acaba de aparecer este Übrito de Hudson, uno de los poetas más ex
traordinarios de nuestros días, nacido y
educado en la Argentina y acreditado y
consagrado como escritor en Inglaterra
a donde se trasladó en su juventud. Hudson sabe ver la naturaleza con ojos fran
ciscanos, desde la flor o la niña aldeana
al pájaro potente y al viejo a quien el
hábito fué engañando y haciéndole creer
poco a poco que ya no cantan los ruise
ñores y los verderoles han desaparecido
simplemente porque no puede escuchar
aquéllos ni ver a éstos. Pero cn el fondo
de su alma existe una rebeldía insobor
nable, más propia del espíritu elemental
del ave de paso, del viento que barre pla.
yas y cantiles, que del hombre hecho a
los convencionalismos sociales, a las muer
tas formas de cortesía. Esta alma nacida
y formada entre la pampa y el cielo, en
contacto con los gauchos, con los potros
salvajes, con las aves y toda suerte de
alimañas, tiene una capacidad de comprensión asombrosa, pero hay. algo que
jamás pudo aceptar, algo con lo que
nunca transigió: la rigidez, los conven
cionalismos, la engolada estupidez, todo
aquello, en fin, que se distancia de la vida
y se niega a comprenderla. Libro ma
ravilloso éste, como otros muchos del
mismo autor, presentado con sencillez,
pero con gracia, con distinción, tal como
al mismo Hudson le hubiera gustado, y
precedido de un prólogo muy interesante
de Edwnrd Garnett, amigo y admirador
del autor de A Naturalist m La Plata. —
J. Otero Espasandín.
La
n atu raleza
m u nd o
f ísic o ,
(V ie n e de página 6.)
de truculencia y de verdad desbordada.
Se prescinde de los desdeñables y me
diocres poemas del fin al, Elégies, Liturgies intimes, Chair, Dans les limbes,
en los que el pobre Verlaine, luego de
haber dicho todo lo que tenía que decir,
"haciendo versos como quien camina”,
cae en fabricante y en versificador
profesional, con un sobresalto de ver
dadera poesía de cuandoi en cuando,
desgraciadamente ahogada demasiado
pronto por la repetición fastidiosa, y
desfigurada por los tíos.
Se tiene el valor que se pu ede; Ver
laine, en su abominable fin de la vida,
tiene el su yo: su canto perpetuo en
los labios, y esta clarividencia al juz
gar sus vicios, confesados francamente.
Esto brinda un espectáculo triste, sin
duda alguna, muy poco "paisaje esco
gido” , pero, antes, ¡qué surtidores, qué
murmullos de brisas y de ramas, y qué
claros de luna y qué gritos desgarrado
res y tiernos! Es preciso haber entre
visto el resto, y no acordarse sino de
esto. Y tener en cuenta también que,
contrariamente a muchos poetas, en los
cuales hay que desechar mucho y con
servar poco, en el caso de este gran
desdichado Verlaine, en la hora de la
antología y del flo rileg io final, habrá,
en suma, relativamente bastante poco
que podar para encontrarse ante una
obra admirable por su gracia y su
emotiva humanidad, donde recoger lo
exquisito, directo y perceptible para
todos.
E jccI úsívo de S . F . I .
I Historia de los Heterodoxos Españoles
por don Marcelino Menéndez y Pelayo
Edición en 4 grandes tomos encuadernados, presentando
por prim era vez la característica de ofrecer traducidos los
textos griegos y latinos.
Precio de la obra completa S 6 0 .-
libreria
R i v a d a v i a 1731
por
Esta obra figura ya entre las clási
cas del pensamiento científico, pese al
hecho de tratar los problemas más can
dentes de la ciencia de nuestros días. El
acopio de experiencia hecho por los sa
bios de todo el mundo en campos muy
distintos del saber, gracias al concurso
de aparatos de creciente rigor determi
nativo, obligó en fechas recientes a re
visar los supuestos sobre los cuales repo
saba la tradicional concepción del mundo
físico. Un hecho tras otro vinieron a
echar por los suelos lo que a los hombres
de mediados del pasado siglo le parecía
una arquitectura sempiterna. Este libro,
escrito por un hombre recién desapareci
do en quien se daban en grado eminente
el físico, el astrónomo y el filósofo, trata
de ofrecer al lector el cuadro más aca
bado y más coherente posible a estas al
turas de lo que entendemos por realidad
circundante o mundo físico. Encarecer su
mérito resultaría una pedantería intole
rabie por nuestra parte^— J. O- E .
ESE GRAN DESDICHADO DE VERLAINE
y a otra cosa, el poeta maldito, el fa u
no desencadenado, "L e tibére effrayant
que je. suis a cette heure”, tal como se
vio a sí mismo. N i amable, ni tierno,
este otro, sino feroz, furioso, desen
frenado como para no encontrárselo en
un rincón del bosque; revoleándose en
sus infernales pasiones, verdadero poe
ta del infierno, como suele oírse en las
bibliotecas; malvado, erótico, vengativo
y sarcástico sin piedad; y diciéndolo
todo en sus apartes.
No, Verlaine no es delicioso. V erlaine es terrible, más fuerte y más
grande que encantador. Y verdadera
mente, éste ed el que cuenta, siendo
también el más verídico, el más des
garrado, el más dramáticamente huma
no en su desconcertante complejidad,
el más interesante también para aque
llos que, amando al poeta por entero,
aman en él incluso al hombre horroroso,
desgraciado y digno de piedad. Un
Verlaine cuyo trato íntimo no es di
vertido; y que se pintó desnudo, en el
fondo de los abismos, con una lucidez
feroz y una complacencia innoble en
sus poemas más crudos, atravesados
por relámpagos fulgurantes, y por mo
mentos aun levantado por el viento del
genio lírico. "L e D ieu d’amour veut
que l’on ait de l’Haleine.” Este V erla i
ne negro^ y nudoso tiene, en efecto,
aliento. No es aconsejable para las mu
chachas, ni para el delfín. Pero, para
sus cultores, es un hermoso monstruo.
Es el Verlaine de Larallélement, de las
Chansons poitr elle, de las Odes en son
honneur, donde, entre tanta verbosidad
y aun galimatías, hay trozos soberbios
del
Arthuer Eddington. Editorial Sudameri
cana, Buenos Aires. Imprenta López. 499
páginas. P recio: $ 6.
perlado
editores
Sucursal: C orrien tes 1543
BS . A I R E S
�AJEDREZ
F.l maestro F rancisco I*i: x k «”», campeón >L
ü’cdr
de Ia ciudad de /'•*. »»</.« A ire -, im’« »/.
con .,i presente colabora dor. ¡a scición de aje: (/,• C a í » i .c.a t a . gue esiara a *u ruidajo.
E l mai'stro Henko Ita participado brillantemente
en torneos raciónale.: e internacionales. Es muy
stimada por los aficionados su brillante colec
ción de 17.000 problemas y finales. N. <U* l:i K.
Publicamos a continuación
una magnífica
partida dei maestro húngaro I.. Kzabo, quien
recientemente ocupó el cuarto puesto junta
mente con Miguel N ajdorf en el gran torneo
leí Groningen.
I.a hazaña de Szalto se valo
riza más aún considerando que Szabo pasó los
últimos años en un campo de concentración
nazi, completamente alejado ele 1 tablero y con
la salud quebrantada.
La partida que publi
camos, está comentada por el propio Szabo y
es una producción anterior en la que muestra
la garra de un gran maes.ro.
P artida
N"
1
C A M P E O N A T O H U N G A R O 1935
Peón Oama
Defensa Praga
G. Szabo Hahs MüJ'.cr
1. P4l>
C3AK
18. A4C
P3CK
1 P4AD
1*3R
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28. T 3 T R ! P4TR
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33. A 3A
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34. T 7 A d) P4T
vei- diagrama
35. P5C
P 5 TR
R IA
36. 1*4T
Abandonan
LA IMPRENTA LOPEZ
es la primera organización creada en HispanoAmérica dedicada exclusivamente a la impresión
de libros. Su participación en la creación de la indus
tria editorial argentina ha sido decisiva. Su nombre
como impresores, unido al de los editores, marca una
etapa culminante en la historia del libro argentino.
en conjunción maravillosa realizan el milagro de
pues
sin aumentar
Posición después de la ju ga d a 17 de las
Blancas
el costo.
al Gas Negras no querían permitirme de aislar
su PD.
b) Con esta jugada las Negras desean librarse
de su posición poco cómoda, amenazando
A3T.
o) F.l cambio que gana.
d ) Las Negras están en Zugzwang. Cuando se
acaban las jugadas tic peones, pierden una
pieza.
IMPRENTA LOPEZ
Al servicio del libro
•
G O B I N E A U , C. de. — E l R e naci
m ie n t o . Con 35 dibujos de Luis Seoane. Ene................................ 8 20.—
O R T E G A , E. C. — 11ISTORIA DE I.A
biografía .
El hombre visto por el
hombre a través de los siglos. Rús
tica ....................................... 8
9.—
G Ó M E Z D E L A S E R N A , R. — José
G utiérrez S o l a n a . Con 136 ilustra
ciones. Ene......................... 8 20.—
P A C 1 0 I.I, L. — I ..A DIVINA PROPOR
CIÓN. Obra muy necesaria a todos los
ingenios perspicaces y curiosos, ron la
que todo estudioso de filosofía, pers
pectiva, pintura, escultura, arquitectu
ra, música y otras disciplinas matemá
ticas, y con varias cuestiones de se
cretísima ciencia. Ene. . . 8 30.—
L E C H A T , H . — F idias y la escul
CRIECA EN EL SICLO v. Con más
de 100 grabados y 1 mapa de la Gre
cia antigua. Ene................. 8 18.—
tura
R U S K I N , J. — L as siete lám paras
DE I.A ARQUITECTURA. Ene. . 8 15.---M A S S A , P E D R O . — R omero de T o
Ene............................... 8 35.—
rres.
B E R E N S O N , B . — P intores it a l ia
nos del R e n a c im ie n t o . Ene. 8 2 0 .—
R U S K IN ,
J. — A rte primitivo y
C.on noticia li
minar de Leonardo Eslarico. Encua
dernado
............................ 8 16.—
M.
pintores
que
L E M O N N I E R , C. — F é u c ie n R ops .
En Rops se descubre un poder sim
bólico y una imaginación figurativa
de la más alta especie. Sus lápices
pusieron el espíritu de toda una época
al desnudo. Ene................. 8 50.—
m ite dar ca lid a d
P E R U 666
B E R T A U X , E . — D o n a t e li .o . En es
te libro el genio pujante del gran
escultor florentino aparece estudiado
magistralmente a través del cuantioso
repertorio de sus creaciones, paso a
paso, a medida que transcurre el exis
tir del gran artista. Con 160 grabados
a toda plana. Ene.............. 8 2 4 .—
G O N C O U R T , E. y J. de. — L a m i jer en el siglo xvni. Con numerosas
ilustraciones en negro y color. En
cuadernado ............................ 8 30.—
G . — P intores y es
conocí
(1900-1942).
Ene....................................... 8 24.—
su especialización le per
i
T A I N E , I L — F II.OSOEÍ A DEI. ARTE.
Noticia liminar y revisión de José K.
Destéfano. Nueva edición ilustrada
con 62 policromías en offset y tipogra
fía, 312 grabados a un color, a toda
plana. Ene............................... 8 -30.—
cultores
nes, tanto de lujo como populares,
convenientes,
SÁNCHEZ
A L B O R N O Z , C. — L a
E spaña m u s u l m a n a . Según los autores
islamitas y cristianos medievales. No
existe en la actualidad ninguna historia
moderna y cabal de la España mnsul*
mana. La clásica de Dozy es centena
ria, no abarca los cuatro últimos siglos
del Islam hispano y sólo se ocupa de
la vida política de Ál-Andalus. El gran
historiador Sánchez Alborno: ofrece
aquí a los lectores de habla española
una nueva visión integral del pasado de
la España islamita. A su páginas asoma
la vida toda de los musulmanes de
España contada por ellos mismos y
por los cristianos, sus contemporá
neos. 2 tomos con numerosas ilustra
c io n e s .
R. $ 4 8 .— , E. 8 55.—
M IC H E L ,
producir las más bellas y cuidadas edicio
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M A S S A , P . — E spíritu y color df.
E s p a ñ a . Ilustran esta edición 4 lámi
nas en colores de J. F. Lcuis, 30 en
relieve de Gustavo Doré y numerosos
grabados en el texto del mismo autor.
Ene....................................... 8 30.—
E l arte y la técnica de la I M P R E N T A L O P E Z
a
©cabalgata
le r. Concurso tic Soluciones.
B U E N O S AIRES
Problema N® 1
V . M a r ín
Fuente?
V A S A R I, C . — V idas de pintores .
ESCULTORES V ARQUITECTOS ILUSTRES.
2 tomos. Ene.... 8 35.—
G R A S , AI. C ___ E l pintor G ras y
LA ICONOCRAEÍA HISTORICA SUDAMERICA
NA. I.a vida del pintor Gras recons
truida por su nieto, en base a valiosa
e inédita documentación conservada ce
losamente en familia. Ene. . 8 35.—
D E S C A R T E S . R . — O bras c o m p le
Introducción de Etienne Gilson.
Rústica
.............................8 15.—
tas .
R E S T E N , II. — F ernando e I sabel .
Hermann Resten utiliza su habilidad
literaria para fundamentar en un cua
dro histórico soberbio una interpreta
ción que va ganando de día en día el
consenso de los mejores y más ilustra
dos espíritus de España. R. 8 18.—
C O L R N O T , A . A . — H istoria de los
m o v im ie n to s intelectuales y de las
INSTITUCIONES EN LOS TIEMPOS MO
DERNOS. Ene.......................... 8 2 5.—
P O M P E Y , F . — M useo N a c io n al de
A rte M oderno , M adrid. Guía gráfi
ca y espiritual. Con sus 250 mejores
cuadros. R ........................... 8 20.—
P O M P E Y , F. — C o y a . S u vida y sus
obras. Con 105 grabados. R. 8 17,50
uv n ecesita
modernos .
V A L L E N T I N , A . — L eonardo da
V in c i . L a trágica bi sca de la per
fección .
R ............................. 8 12.—
D E N I S , M . — T eorías 11890-1910 >.
Del simbolismo de Caiiguin hacia un
nuevo orden clásico. Ilustrado. En
cuadernado ........................... 8 12.—
P A G A N O , J. L . — H istoria del arte
Desde los aborígenes has.
ta el momento actual. Ene. . 8 50.—
argentino .
V ida de B f.nvenuto C e l l in i . Artífice
y escultor florentino, escrita por él
mismo. Ene............................ 8 12.—
G L 1 D O , Á N G E L . — R edescubrimien to de A mérica en el arte . Encua
dernado ............................. 8 60.—
C artas de P a u l G au g u in a G eorces
D a n ie l df. M onfreid . Un tomo ilus
trado
................................... 8 12.—
B reviario de L eonardo da V in c i .
Con numerosas ilustraciones. Encua
dernado ................................8 12.—
D U R E R O , A . — V ida , pasión
y
MUERTE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRIS
TO. 56 grabados. Ene. . . 8 16.—
LA SC AN O G O N ZÁ LE Z. — Monu
m entos RELIGIOSOS DE CÓRDOBA CO
LONIAL. R ............................ 8 25.---S E V IG N É ,
M ad am e
de. C artas
Ene. 8 12.— . R. 8
9.—
escocidas .
C artas de E dcar D ecas , con 53 re
producciones. Ene................. 8 12.—
M Ü N T Z , E. — R AFAKE. Stl vida, su
C L A D E L , J. — \ ristidf. M a il l o l . S u
obra y su tiempo. Ilustrado con 35
reproducciones en colores y 93 en ne
vida, su obra, sus ideas. Encuader
gro. fuera de texto. Ene. . 8 30.—
nado
..............................
8
22.—
/
Problema N > 2
F. G
am agk
American Chess Bulletin 1941
"EL A T E N E O ”
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I•i■■ ■»a■a ■a a a a a a a ■■■■■■■
Con la publicación «le los problemas que pre
sentamos en este número, iniciamos nuestro pri
mer concurso de soluciones, cuyas bases son las
siguientes:
1" El concurso comienza en el N? 1 de
Cabalgata (correspondiente al 19 de octubre de
1946; y finalizará con los problemas y finales
que se publiquen en el N » 6 de Cabah/ata (co
rrespondiente al 15 de diciembre de 1946). K1
concurso constará de 4 problemas en dos jii
gadas, 4 problemas en tres jugadas y 4 finales.
2*’ Los puntos serán adjudicados en la si
m iente forma: Para los problemas de 2 juga
das, 2 puntos. Para los problemas de 3 juga«las, 4 puntos.
Para los finales, 8 puntos.
JL»sta con indicar la jugada clave para los
problemas en 2 jugadas, en los problemas en
> jugadas se necesitan las primeras tíos juga
das ,b la \ariaute principal, y en los finales
hay que mandar toda la variante principal.
P‘ *r cada doble solución que se encuentre,
se adjudicará el mismo número de puntos que
corresponde^ a este problema o final.
I" Al finalizar el certamen será declarado
ganador el aficionado que baya totalizado ma
>’"i* cantidad de puntos. Si hubiese empate en
cualquiera de los puestos premiados, se proce
derá a efectuar un sorteo al que serán invita«!"S oportunamente para presenciarlo todos los
pai ticipantes.
Este sorteo no se efectuará si
no concurriese ninguno de los interesados y en
tal caso se fijaría nueva fecha para su rea
lización.
Las soluciones deberán ser enviadas a la
Administración
de
Cabalgata,
Independencia
360, Hílenos Aires, dentro de las primeras seis
semanas después de la aparición de cada nú
mero «le Cabalgata, a cuyo efecto se tendrá
en cuenta el sello de correos.
69 El certamen está abierto para todos los
lectores de Cabalgata.
79 Se otorgarán los siguientes premios:
19 $ 40.
ni/n. en efectivo;
29 ” 25.— m/n. ”
”
;
39 ” 10.— m/n. ”
”
;
a 159 A cada uno 1 suscripción por 6
meses de Cabalgata.
89 Toda la correspondencia deberá dirigirse
a nuestra Administración, calle Independencia
360.
Buenos Aires.
49
res
m usicales
C h a rle s
W ilso n
y
Ann R oyce.
U na se le cc ión de títulos en ca ste
llano,
francés e inglés,
aten did a
p o r Ernesto de O v a n d o , quien gu s
toso se p re o c u p a rá
en co n se g u ir
sus o b ra s p re d ile cta s en las e d i
ciones de su gusto.
Las re p ro d u c cio n e s en música clá
sica y lig e ra d ig n a s de figura r en
su
d isco le c a
y
la
se g u rid a d
de
co nseguir cualquier d isco de c a tá
lo go , m erced a la atención de la
señorita Lily M a s s a Ferro.
Y en tod o e llo el sincero d e se o de brin
d a r un am biente grato y selecto, p ro p icio
o lo reunión am ab le y o la expresión de la
inquietud artístico.
V I AM ON T E
547
�c a b a lg a t a ^
HUMOR
ARGENTINO
Concurso -Cómo anda usted de versos?
A q u í tiene usted una mezcla de títulos, versos famosos y nombres de autor. N i los
títulos corresponden con el verso ni el nombre del autor se encuentra frente a su
producción. Ordénelos correctamente, y piense que una puntuación de 70 puntos (con
tando cinco por cada contestación correcta) es ya una buena puntuación. Si todas las
contestaciones son correctas, alcanza usted la cifra máxima de 100 puntos.
Observe que entre las creaciones a que nos referimos en esta prueba, la mayor parte
de fá cil recordación por estar en la memoria de todos, hay algunas menos conocidas
que se reservan para satisfacción de los profesionales. Pero no olvide asimismo que
hay versos famosísimos cuyos autores son ignorados o de los que casi nadie sabe a qué
obra corresponden.
P R E M I O S
Envíenos usted las soluciones. La prim era solución que nos llegue respondiendo co
rrectamente a las 20 pruebas, es decir, alcanzando la máxima de 100 puntos, será
premiada con $ 20m/n. Las seis prim eras soluciones que recibamos, y que alcancen
70 puntos, serán premiadas con una subscripción por 6 meses a C a b a l g a t a .
Las respuestas deben dirigirse a la redacción de C a b a l g a t a , antes del 15 de octubre.
En el nqmero correspondiente al l 9 de noviembre, publicaremos las soluciones totales.
En cada número de C a b a l g a t a se publicará una prueba equivalente a esta, cuya
solución aparecerá dos números después.
"E p ísto la moral y censoria” .
" L a medalla” .
"Sonetos de la montaña” .
“ L a Araucana” .
“ A Francia” .
“ Los camellos” .
“ La negra noche” .
“ L a condesa Eulalia” .
El estudiante de Salamanca” .
'N octu rno” .
"R etra to ” .
“ Suave patria".
"H om bres necios” .
“ A . la m u m e de Carlos F é lix ".
tjEl Diablo Mundo” .
‘ ■Vida de Santo Domingo de Silos”
Gratla Plena” .
“ T ú no sabe inglé” .
A la muerte de José de C iria y Encalante”
Pequeño poema” .
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
“ Era un aire suave de pausados g i r o s . . . ”
“ Este en mis entrañas dulce fr u t o . . . ”
“ H ojas del árbol ca íd a s.. . ”
“ A la sombra nupcial y h ú m ed a ...”
“ Rizados copos de nevada esp u m a...”
“ Todo en ella encantaba, todo en ella a t r a ía . ..”
“ En el nombre del Padre que fizo toda c o s a ...”
“ Que dolor de penumbra iluminada . .
“ El santo olor de las pan a d ería s...”
“ Escribidme una carta, señor c u r a ...”
“ M i infancia son recuerdos de un patio de S e v illa ...”
“ Dos lánguidos camellos de elásticas cervices . .
“ Hombres necios que a cu sá is...”
“ La negra noche de mojadas p lu m a s ...”
“ Tito Manué, tú no sabes i n g l é . . . ”
“ Chile, fértil provincia señ a la d a ...”
“ La sotana del cura se pasea en la h u e rta ...”
“ Grabar quiero esta hora- nocturna en la m e d a lla ...”
“ Los bárbaros F ra n c ia ... L os bárbaros cara L u te c ia ...”
“ N o he de callar por más que con el d e d o ...”
i.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
Ramón de Campoamor.
Rafael Alberto Arrieta.
Francisco de Quevedo.
Lope de Vega.
Rubén Darío.
Rubén Darío.
José de Espronceda.
José de Espronceda.
Ramón López Yelarde.
Herrera Reissig.
Nicolás Guillén.
Pedro Espinosa.
Sor Juana Inés de la Cruz.
Antonio Machado.
José Asunción Silva.
Amado Ñervo.
Federico García Lorca.
Guillermo Valencia.
Gonzalo de Berceo.
Francisco de Ercilla Zúñiga.
BURLADERO
P or el Hondero Irónico
León Felipe, español del éxodo y del
llanto y voz profética del destierro que
ahora se prepara a visitarnos, departía en
México, entonces su residencia, con ese
gran americano universal que es Alfonso
Reyes a quien le informaba, angustiado,
de su ansiedad ante la gran cantidad de
fallecimientos ocurridos entre sus com
pañeros de exilio...
— Hay que marcharse, Alfonso, hay
que marcharse — repetía el poeta con
acento jeremíaco— , hay que marchar
s e. .. ¡Dios nos ha localizado!
Madame de Stael, elogiaba una vez
ante un grupo de personalidades asiduas
H UM OR
M a q is tra l
re a liz a c ió n
Sublime
SAUCES
FRANCES
c in e m a to g rá fic a ! f
f
por su contenido espiritual!
Emocionante por su humano dramatismo!
LA S F A LD A S CORTAS
— Ya te lo 'previne: era inevitable que
ocurriese esto en cuanto tirase de la fa l
da para cubrir las rodillas.
Dibujo de Moisan.
a sus famosas tertulias literarias, las
ventajas y perfecciones de las leyes de
Inglaterra, paraíso entonces, de los libe
rales del mundo.
Tayllerand, que se encontraba presen
te, no pudo menos que hacerle una son
riente reflexión al más cercano e indis
creto de los contertulios:
— Nuestra querida amiga — susurró el
ladino ex prelado— , lo que más echa de
menos es el habeas corpus...
•
— ¡Por Dios, Enrique, si estoy hecha
una ballena!
— ¡Quién fuera J on ás!... — suspiró el
poeta dispuesto a todo.
— ¡ A y ! . . . — suspiró ahora ella— . ¡Qué
horror!. . . ¡Tres días con sus noches!.,.
¿No te parece demasiado?.. .
Sir Basil Zaharoff, el famoso financie
ro — ahora les llaman así— internacional,
hizo cierta noche un rápido relato de su
prodigiosa carrera ante el curioso y un
tantico asustado auditorio de diplomáti
cos, políticos, artistas y títulos que le es
cucharon reunidos en el salón principal
de una de las más lujosas embajadas acre
ditadas ante la Santa Sede. Llegado al
final de su corta e interesantísima pero
rata, la cerró con estas palabras dirigi
das al entonces Cardenal Secretario de
Estado y hoy Santo Padre, Monseñor
Eugenio Pacelli:
. — . . . Y así, eminencia, puedo decir con
auténtico conocimiento de causa, que yo
soy un hombre que se ha hecho a sí mis
mo . ..
__Sir — contestó con una suave sonrisa
el prelado— •. No sabéis de qué gran res
ponsabilidad acabáis de liberar al To
dopoderoso.
•
Un día que George Bernard Shaw hu
roneaba en un famoso puesto de libroB
de segunda mano londinense, se encontró
con un volumen de sus propias comedias
dedicadas por él mismo, no hacía mucho,
a uno de sus más íntimos amigos. La
dedicatoria rezaba así:
"A fulano de tal, con expresiones de
G. B. S.”
Bernard Shaw compró nuevamente el
libro, que volvió a enviar a su antiguo
propietario con la siguiente rededicato
ria:
"A fulano de tal, con renovadas expre
siones de G. B. S.”
Una famosa actriz española, hoy en
tre nosotros, se vió requebrada por el
poeta Enrique López Alarcón, quien no
ahorró adjetivos ni epítetos para elogiar
la belleza, y aun las bellezas, de la pri
mera actriz que era y sigue siendo tan
hermosa como simpática. Esta, halagada
por la verba barroca del autor de "La
Tizona” , quiso quitar hierro al asunto y
murmuró con la natural modestia de cir
cunstancias :
PALABRAS
1
SERRADOR
SUSANA
FREYRE
Arqumenio
L«ón
M trít Ttrtsa
v Rafael A lberli
Fotografía José M. Bol Irán
Decorados Saulo Bonavonto
Música Julián Bantlsta
Dirección:
ALBERTO DE ZAVALIA
Primera Superproducción
de /os sellos Asociados
"PRODUCTO® i ARTISTAS d«
AMERICA" y "M IM ANDES"
llAmbassador
LA VALLE 777
U.T 31-5777
2
3
4
5
ELLIOTT
ROOSEVELT
ASI
LO VEIA
MI
PADRE
CRUZADAS
6
7
8
9
10
11
V E R T IC A L E S .
1. — Bajel de guerra de tres palos. - Borracho.
2. — Ciudad de Rusia. - Gancho del que se sus
pende el caldero sobre ei fuego.
3. — Estadista inglés. Necesidad de beber. Pronombre demostrativo.
4. — Cameliácea. - Revisar. - Interjección.
5. — Nota musical. - Contracción de preposición
y artículo.
6.
— Variación repentina de la temperatura.Jugo que fluye de diversas plantas umbe
líferas.
7. — Interjección. - Moneda romana de cobre.
8. — Tercera persona del presente de indicativo
del verbo ser. - Flotar. - Negación.
9. — Afirm ación. - Nota musical. - Agudeza.
10. — Piedra caliza. - Adición final a un período
musical.
11. — Ría de Galicia. Vaso de la misa.
H O R IZ O N T A L E S .
I. — Betún líquido. - Cabeza.
I I . — Nitrógeno. - Sincopa de señor.
III.
— V oz, latín. - Gorro militar. - Antigua ca
pital de Finlandia.
IV . — Famoso castillo prisión. - Cortina de tea
tro. - Prim era carta de la baraja.
V. — Afirm ación. - Aviador famoso.
V I. — Repetición del sonido. - Contracción poé
tica.
V I I . — Entregar. - Contracción.
V I I I . — Artículo. - Igualar. - Negación.
I X . — Baile andaluz. - Artículo determinado.
Astro rey.
X. — Se entrega. - Juez turco
X I. — Tomar aire. - Engañoso.
En esta obra, cuya edición Ar
gentina Ha tenido el honor de
ser la primera en ver la luz, nos
son revelados por un oyente di
recto las conversaciones secretas,
las promesas y los entretelones
de las conferencias de Roosevel^Churchill-Stalin. ¿Qué pen
saba Franklin Roosevelt deChurchill y de Stolin?. ¿Cuáles eran
las maniobras que determinaron
el curso de la 2 “Guerra Mundial?
Un volumen de más de 300
p á gin a s................... $ 6.00
En venta en todas fas librerías
y en la
EDITORIAL -
SUDAMERICANA
A ls in a 500
B s. A ire s
�«
MODAS
Dos
N o t a s d e C l a ir e V e n d ó m e
PARA CABALGATA
también de Alphond, modelo ya más
serio y estilizado, con aspecto de seve
ridad militar, pero pacifista. Es un
uniforme creado para lucir las insig
nias con dignidad y decoro: sarga azul
marino, chaqueta "sastre” , falda recta
ampliada por un tablón único y hueco,
tricornio de fieltro y accesorios moder
nos, más deportivos que oficiales, de
cuero natural. Todo elegante, flexible,
femenino y chic.
-
Plateas parisienses en noches
de estreno.
las noches de estrenos teatrales,
en las plateas parisienses es donde
se notan, mirando aunque sea al azar,
la perspicacia de la cliente y la varie
dad de la elección.
nos, claveles, hojas verdes y solideos
color pastel — especialmente atrayentes
cuando la melena cae en bucles— , aigrettes negras, cortas y compactas, alas
de ave del P a r a ís o ... y moños, en an
cho, en largo, en aureolas y en caídas,
adornan y reavivan el tono general.
Abundan los trajes de fa ya negra
con lunares ribeteados de hilos metáli
cos, con pompones de plumas color or
quídea en lugar de flores, cerca de
uno que otro descote atrevido que se
abre en V profunda en el delantero o
en la espalda.
@ cabalgata
Un modelo que reúne el máximo de
elegancia — no lleva adornos— , se luce
en un espacio de la platea que todavía
ha quedado libre. Es un traje de ter
ciopelo azul "noche” , tiene cuello subi
do, mangas largas, estilo guante, y su
creadora, Mme. Lafaurie, lo ha llamado
"O ’H ara” . Una mantilla corta, tipo
"Pharaon” , que apenas llega a la nuca,
cubre con sus arabescos livianos los r i
zos claros, simplemente ondulados. La
línea es m agnífica y su sencillez atrae
las miradas de todos.
El tul, dispuesto en franjas horizon
tales, alterna con el terciopelo en un
modelo amplio, estilo 1830. La línea de
los hombros, completamente cubierta
de tul transparente, va subrayada por
un volado de terciopelo cortado en fo r
ma. Un cinturón de metal plateado
lleva, como cierre, cinco grandes mo
nedas de plata. Es modelo de M artial
et Armand, quienes lo llamaron "V iu
da alegre” .
E l "tailleu r” , por lo visto, también
se estila, y Nina Ricci lo interpreta en
telas oscuras, sobrias y de hermosa caí
da. Como sombrero, una toca pequeña
en form a de diadema y una aigrette
dispuesta en altura, complementan el
atavío. Zorros azules, plateados, rojos
o platinados, pueden acompañar a es
tos trajes en cualquier estación.
Es un conjunto digno de ser obser
vado atentamente, con la misma minu
ciosidad con que las elegantes han ele
gido sus prendas para el espectáculo
teatral, que en París siempre es de
"gran gal a” . ..
S E R V IC IO D E A. F. P
n
E
Es la variedad que orienta a la moda
futura, de temporada en temporada.
Es que las mujeres elegantes han des
cubierto, entre las mil y una creaciones
dé París, ideas extraordinarias y mi
nuciosas.
Lo primero que llama la atención son
los adornos del peinado: flores, plu
mas, guirnaldas y moños, esmaltan con
toques policromos a la masa anónima
de los espectadores. Rosas de varios to-
Novedades y nuevas ediciones
H I S T O R I A D E L A R E L I G I O N , por M ax Müller. L os lectores
que se pongan en contacto con este autor, serán guiados por un
expositor preciso y atraídos por un escritor de grandes méritos.
En r ú s t i c a .......................................................................... 5
6.—
L A C I E N C IA D E L A S R E L I G IO N E S , O rigen y desarrollo de
la religión, por Max Müller. Esta obra podría decirse que es en
realidad complemento de la anterior y a la vez un verdadero y
7.—
enjundioso estudio científico. En r ú s t i c a .......................$
E L J U D IO D E N U E S T R O T I E M P O , por W aldo Frank. Intere
sante análisis del problema judío, considerado desde diversos p in
tos de apreciación, desde épocas remotas hasta el momento actual.
Un tomo de más de 200 páginas, en cartoné . . . .
$
4.—
Modelo para recepciones y fiestas, des
tinado a las damas de la diplomacia
francesa. Ampliamente drapeada, la
falda lleva un cinturón-corselete, ajus
tado al talle. El corsage tiene mangas
largas y ligeros drapeados cerca del
descote en V. El cinturón bordado en
oro lleva las insignias del grado corres
pondiente y, como cierre, una hebilla
de oro con el escudo y las iniciales de
la República Francesa, rodeadas de ho
jas de laureles y roble.
E L H O M B R E A Q U IE N N A D I E C O N O C E , por Bruce B arton;
con una introducción por el honorable y reverendo James Adderley
M. A. L'na obra de gran interés, aun para quienes no compartan
los puntos de vista tan particulares y desconcertantes del autor,
acerca de la vida de N . S. J e s u c r is to .............................%
3.—
E L A M O R ES M I P E C A D O , por el autor de Amistad Amorosa.
Notable novela de vigoroso e interesante argumento que se des
arrolla en el rígido ambiente de la alta sociedad inglesa. Traducida
de la 66* edición francesa por A ngel Vázquez. U n tomo de 375
páginas, con bella portada de Alejandro Sirio . . . .
$
3,50
C A R T A S Q U E L A S M U J E R E S P I E N S A N Y N O E S C R IB E N ,
por J. Méndez Rodríguez. Segunda edición con 21 cartas nuevas,
que aumentan, si cabe, el interés de este libro de tan agradable
y amena lectura. L’ n tomo de 222 páginas en cartoné .
$ 3.—
Modas de la diplomacia
femenina.
discute ya la aptitud feme
nina para estas tareas, pero hay
dudas respecto al uniforme de las mu
jeres diplomáticas...
Es argumento doblemente interesan
te, porque nadie puede exigir, desde
luego, que las damas de la diplomacia
francesa, actividad que en Francia se
llama "la carrera” , vistan el conocido
uniforme masculino del diplomático . . .
Pero hay soluciones que hacen armo
nizar lo "o ficial” con lo elegante, y los
dibujantes franceses, entre ellos A lphond, se han ocupado de este proble
ma, de gran actualidad por los acon
tecimientos y por el ascenso de Mlle.
Borel, funcionaría del Ministerio de
Relaciones Exteriores Francés, al cargo
de consejera de embajada, actualmente
esposa de M. Georges Bidault.
Alphond, frente al problema, pro
pone dos modelos, que serian acepta
dos como oficiales: uno de noche, de
eorte elegante y líneas clásicas, con
bordados en oro, que además del rol
decorativo, desempeñarían una misión
importante, pues indican las insignias
del cargo y llevan el escudo con ini
ciales de la República Francesa.
Las líneas ideadas por el artista son
verdaderamente sentadoras y, de ser
aceptadas, agregarían encanto al cargo.
Y además, ¿qué diplomática no se en
tusiasmaría en llevar la toilette creada
para ella, teniendo en cuenta distin
ción, elegancia, responsabilidad, serie
dad e impoi’tancia de quien la lleva?
En fin, el traje de noche parece tener
ya la aprobación general.
Luego viene el traje de media gala,
N
adie
T R A T A D O C O M P L E T O D E C E R A M IC A , por M. García López.
Nueva edición aumentada y corregida. En dos tomos, cada uno
de los cuales contiene numerosos grabados. 32 páginas con foto
grafías y modelos, y estilos fuera de texto, planchas en colores,
etc.; ampliada por el ing. J. Vidal y Marti. Los dos tomos, lu
josamente en cu a d ern a d os....................................................3 24.—
IM P O S IC IO N A LO S R E D IT O S D E C A P IT A L E S Y V A L O
R E S M O B I L I A R I O S , por el doctor M iguel Bomchil. U n tratado
teórico práctico en el que se examinan todos los problemas ju rí
dicos f administrativos relacionados con las sociedades anónimas,
en la aplicación de las normas impositivas, derivadas de la
ley 11.682. Ene.....................................................................3 30.—
E L C R IM E N D E L A G U E R R A , por Juan Bautista Alberdi. Obra
que podemos considerar como clásica de la literatura americana y
que no debería faltar en ninguifa biblioteca de aquellas personas
que se encuentren abocadas a la eliminación de guerras mundiales.
En r ú s tic a ................................................................................3
2.—
L A E N E R G I A A T O M I C A . Fundamentos de física corpuscular para
comprender la bomba atómica, por el ing. Julio V . Rueda. L a
lectura de este fascinante libro permitirá al profano interiorizarse
de los maravillosos descubrimientos de los físicos contemporáneos,
que permitieron aprovechar la fabulosa energía contenida en los
átomos. El autor nos presenta este complicado tema en forma
amena y al alcance de cualquier mentalidad, pero ciñéndose a los
principios científicos, habiendo obtenido así un libro de enseñanza
que se lee comd una novela. En r ú s t ic a ........................5
5.—
R I V A D A V I A . Su obra política y cultural, por Andrés Lamas. Esta
biografía escrita por el descollante pensador, es indispensable para
el conocimiento de la obra del gran estadista argentino. U n v o
2,50
lumen de 366 p á g in a s ......................................................... $
V I A J E A R T I S T I C O A B A Y R E U T H , por Alberto Lavignac. Es
el libro más importante, aparecido hasta la fecha, que trata la vida
de W agner y a la vez analiza desde diversos puntos de vista, con
abundantes ejemplos musicales, la obra realizada por el famoso
compositor. Edición de lujo . $ 20.— Encuadernado . S 12,50
L O S D O C E C E S A R E S , por Suetonio. Una nueva versión castella
na de esta famosa obra clásica, realizada por F. Norberto Castilla.
Esta versión ha sido juzgada como una de las mejores de cuantas
se han hecho a nuestro idioma. Un volumen en rústica . $
5.—
G U E R R A D E E S P A Ñ A . Congreso de Verona. Negociaciones. C o
lonias españolas. Polémicas, por F. A. Chateaubriand. Cada nueva
edición que aparece de esta obra, aumenta aún más el interés del
entendido por su lectura. En r ú s t ic a .............................5
10-—
L A P R A C T IC A Y L A C I E N C IA D E L D IB U J O , por H. Speed.
Los secretos técnicos de un noble arte, en un espléndido volumen,
indispensable para todo pintor o dibujante que desee asentar su
sensibilidad artística en sólidos conocimientos prácticos. Un vo
lumen encuadernado (N u eva e d i c i ó n ) .............................$
12.—
M A N U A L D E H I S T O R I A A N T I G U A D E L C R I S T IA N I S M O ,
por Charles Guignebert. Una de las historias más documentadas e
interesantes que hayan sido escritas acerca del cristianismo antiguo,
del judaismo en tiempo de Jesús, del estado moral y religioso del
mundo grecorromano, de las iglesias primitivas, etc. .
$
7.—
M A S E D IC IO N E S « A L B A T R O S ”
L IT E R A T U R A
"Tailleur”, creación de Nina Ricci. en
telas oscuras y sobrias. Zorros platea
dos, rojos, azules o platinados pueden
acompañar este traje en cualquier
estación.
Bonazzi, T ito C. — Expulsados. Trágica odi
sea de los parias europeos, R. .
$ 4.—
Cañé, Miguel. — Ensayos, R.
$ 1.—
— Prosa ligera,
R .................................$ 1.—
— Discursos y conferencias, R.
. $ 1.—
Chambrun, René de. — Y o vi el derrumbe de
Francia. ¿Resurgirá de nuevo? R. $ 3.—
Chesterfield, Lord. — Cartas a su hijo. Tela,
2 t o m o s .............................................$ 18.—
Cronin. — Las llaves del reino. R. . $ 6.—
Erasmo de Rotterdam. — Elogio de la locu
ra. R .................................................
$ 1,50
Fernández Moreno, B. — Poesía. R. $ 2,50
García
Mérou,
M. — Estudios americanos.
R ú s t i c a .............................................$ 1.—
— Recuerdos literarios. R.
$ 1.—
Gillespie, Arturo. — Buenos Aires y el inte
rior, R ............................................
$ 2.—
Goyena, Pedro. — Critica literaria. R. $ 1.—
Groussac, Paul. — Páginas escogidas de Groussac, R .................................................... $ 5.—
Gutiérrez, Juan M a ría.— Juan Cruz Varela.
Su vida. Sus obras. Su época, R. $ 2.—
Gutiérrez, Ricardo. — Poemas, R. . $ 1.—
Haigh, Samuel. — Bosquejo de Buenos Aires,
Chile y Perú. R ................................$ 2.—
Head, F. B. — Pa Pampa y los Andes,
R ú s t i c a .............................................$ 2.—
Hoffmannsthal, H ugo de. — Cada cual. Rús
tica .........................................................$ 2.50
Kurth, Gisberta S. de. — La sugestión de las
cosas y de los seres. R.
$ 2.50
— Vislumbres de nuestro pasado. R. $ 2.50
Lagorgette, J. — El porqué de la guerra.
R ú s t i c a .............................................$ 6.—
Larreta, Enrique. — Discursos, R. . $ 1,50
Leumann, Carlos Alberto. — Adriana 7.tima
rán, R ................................................$
1.—
López, Lucio. — L a gran aldea. R. $. 2.—
Mansilla. — Narraciones de un porteño, Rús
tica .................................................... $
2.—
Mármol, José. — Armonías, R. .
$ 1.—
Maturana, José de. — Naranjo en flor. Rús
tica ................................................... $ 2.—
Méndez Calzada, Enrique. — Y volvió Jesús
a Buenos Aires. R .......................... $
2.50
Nevierof, Alejandro. — L a ciudad de la abun
dancia, R ......................................... $
3.—
Ognev, N . — El diario de Costia Riabtsev.
Puntos de vista educacionales en Rusia.
R ú s t i c a ........................................$ 3,50
Pillado, J. A. — Buenos Aires colonial, Rús
tica ................................................... $ 10.—
Prosistas modernos. — Antología de los escri
tos más notables de los mejores prosistas
modernos de la lengua castellana. Rús
tica .................................................. $ 2,50
Rodríguez Naso, Celina E. — Samaritana de
las c u c h i l l a s .................................. $ 3,50
Ross, Johnson, H . C. — Vacaciones de un in
glés en la Argentina, R.
$ 3,50
SamNVictor, Paul de. — Hombres y dioses.
R ú s t i c a ........................................ $ 2.—
Sarmiento, Domingo F. — Argirópolis, Rús
tica
...................................................$ 1.—
— Las ciento y una, R ...........................$ 1.—
Sastre,
M arcos.— E l
Tem pe
Argentino,
T e l a .................................................. $ 3.—
Setubal, Pablo. — Embrujo, R.
$ 2,50
Stuart, Aimée y Phillip. — 16 años. Rús
tica
.................................................... $ 2,50
Varela, H éctor F. (O rió n ). — Elisa Lynch.
R ú s t i c a .............................................$ 3.—
Vollrat Schumacher, H . — Vida y amores de
Lady Hamilton, R ............................. $ 2,50
Obras completas de B E R N A R D
SHAW
Comedias desagradables. — Non Olet. Fasci
nación. La profesión de la Sra. Warrefci,
R ú s t i c a ............................................. $ 5.—
Comedias agradables. — Héroes. Cándida. L u
cha de sexos. Los despachos de Napoleón,
R ú s t i c a ............................................. $ 6.__
DE
Hombre y superhombre. — Hombre y super
hombre. Manual del revolucionista. R. $ 5.—
Tres comedias para puritanos. — E l discípulo
del diablo. César y Cleopatra.' L a conver
sión del capitán Brassbound, R.
$ 6.—
El dilema del doctor. — El dilema del doctor.
Llegando a casarse.
El compromiso de
.Blanco Posnet, R.
. . . .
$ 6,50
Volviendo a Matusalén. — En el principio.
El evangelio de los hermanos Barnabás.
La cosa sucede. Tragedia de \i~i caballero
entrado en años. Hasta donde alcanza el
pensamiento, R ...................................... $ 6.—
La casa de las penas. — La casa de las pe
nas. La Gran Catalina L a cruz de la vic
toria de O ’ Flathery. El Inca de Perusalén.
Augusto hace lo suyo. Ana Janska, la em
peratriz bolchevique, R.
$ 6.—
Matrimonio desigual. — Matrimonio desigual.
L a dama morena de los sonetos. L a pri
mera obra de Fanny. R.
$ 6.—
La otra isla de John Bull. — La otra isla de
John Bull. Su esposo. Androcles y el león.
R ú s t i c a ............................................. $ 6.—
El carro de las manzanas. — El carro de las
manzanas. El perfecto wagneriano, R. $ 5.—
H IS T O R IA
Bilbao, Manuel. — Historia de Rosas. Rús
............................... - . . .
$ 2.—
tica
Brackenridge, E. M. — L a independencia A r
gentina. 2 tomos. R ........................... $ 5.—
Elflein, A. M. — Por campos históricos. Rús
tica
.................................................
$ 2,50
Funes, Lucio. — A l margen de la historia,
R ú s t i c a .............................................$ 2.—
Gandía, Enrique de. — L a Argentina. Rús
tica
....................................................$ 2.50
— Crónica del magnífico adelantado don P e
dro de Mendoza, R ........................... $ 5.—
López. Vicente Fidel. — Manual de la histo
ria argentina, R .......................
$ 3.^—
Mitre, Bartolomé. — Ensayos históricos, Rús
tica
................................................... $ 1--—
Palacio, Ernesto. — Historia de Roma, Rús
tica
....................................................$ 2.—
— Historia de Oriente, R.
$ 2.—
Modelo de Martial-Armando llamado "Viuda alegre”. Interpretado en franjas de
tul y terciopelo, amplio, estilo 1830.
GENERAL
C I E N C IA S - F I L O S O F I A
Alvarez, Agustín. — La transformación de las
razas en América, R .......................$ L —
-j-L a creación del mundo moral, R. $ 1.—
Binet, Alfredo. — Las ideas modernas acerca
de los niños. R ...................
$
3,50
Bunge, Carlos Octavio. — Estudios filosóficos,
R ú s t i c a .............................
• $ 2^—
Claparéde,
Dr.
E. — Psicología del niño.
T e l a .................................
$ 15.—
Darwin, Charles. — El origen del hombre.
T e l a ...................................
• $ 15 —
Giddings, Frankiin E. — Principios de socio
logía, E .......................................... 3
15.—
Ingenieros, José. — La locura en la Argentina,
Rústica
2.50
— La evolución de las ¡deas argentinas, I. La
revolución; l í . La restauración (4 tomos
e n c u a d e r n a d o s )......................... $
20.—
Key, Ellen. — El siglo de losniños....... Rús
tica
.
3 3,50
Lubbock. Sir John. — Los orígenes
de la ci
vilización. T e l a
3
10Montesquieu. Carlos L . de. —■Del espíritu
de las leyes, 2 tomos. R. . .
$ 10.—
Müller.
Max. — Mitología comparada.
Los
cuentos y tradiciones populares. Los usos
y costumbres. R ........................ 3
10.
Muñiz,
Francisco J. — Escritos científicos.
R ú s t i c a .............................
. 3 1Murray, Gilberto. — Historia de la literatura
clásica griega. E......................... 3
12.
Ribot. Theodule. — La psicología de los sen
timientos, E.
. . . . . .
3 10.
H. T a ;ne. — La inteligencia, 2 tomos. Encua
dernados ............................................ 3 10.
F IL O L O G IA
- R E T O R IC A - O R A T O R I A
Benot, Eduardo. — Los casos y las oraciones,
R ú s t i c a ............................. . • • 3 2,50
Diccionario Manual Griego-Latmo-Espanol de
los PadresEscolapios, Tela
$ 30.—
Majorana, Angel. — El arte de hablar en pu
blico. (M anual del perfecto orador.)
En
cuadernado
3 12.
Müller. Max. — La ciencia «leí lenguaje, En
cuadernado
...................................... 3 12.
P O L I T I C A - E C O N O M IA
A N T IG U O S
Alberdi, Juan B. — Derecho público provin
Boissier, Gastón. — Cicerón y sus amigos.
cial argentino. R .................................$ 1.—
E n c u a d e r n a d o ..................................3 7,50
— Sistema económico y rentístico de la Co»nJosefo. — L a historia de las guerras de los
federación Argentina, según su Constitución
judíos. 2 t o m o s ................................. 3 10.
de 1853, R ............................................ $ 2.—
Arlt, Roberto. — Aguafuertes españolas....Rús Tácito, Cayo Comelio. — Los anales, 2 to
mos
.................................................... 3 10.
tica
....................................................$ 2.—
Ayarragaray, L u c a s . — Estudios históricos. — Las historias y costumbres de los germa
nos. C....................................................5 5.—
políticos y literarios, R.
$ 3,50
Bazalgette, L . — Qué ser^ de los pueblos la
A R T E - P I N T U R A - D IB U J O
tinos, R .................................................. $ 5.—
Cugini, Roberto. — Irigoyen y el silencio.
Bellanger, Camile. — El pintor, T. 3 12-—
R ú s t i c a ....................................... $
2.—
Carrino, Reynaldo. — Curso metódico de di
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ejemplo, La chienne, que Renoir realiza
en Francia en 1934 — con Michel Simón
y Florclle— con la reciente versión yan
qui de la misma novela de La Fouehardiére, Mala mujer (Scarlatt Street) , de
Fritz Lang, con Edward G. Robinson y
Joan Bennet; la francesa es una obra
maestra y la yanqui una obra grotesca.
Y esto no es la expresión de una crisis
pasajera, sino el final de un largo pro
ceso de autodestrucción. Desde hace quin
ce años — desde el sonoro— el cinema nor
teamericano va perdiendo su fuerza y
su personalidad. Hace veinte años era el
mejor del mundo, y hoy es el peor de los
grandes cines. Este es un hecho.
Económicamente, como industria, el pro
ceso es el mismo. Hace pocos meses, W ill
H. Hays, el "zar del cine”, el jefe supre
mo que marcaba su orientación y ejercía
la censura previa desde 1922, ha sido sus
David Wark Griffith.
tituido por Eric A. Johnston, presidente
de la Cámara de Comercio de los Estados
Habíamos oído hablar de mundos
completamente desaparecidos, de impe
Unidos. Y hasta en sus métodos de lucha
rios idos a pique con todos sus hom
industrial muestra su debilidad. Ya no
bres y todos sus artilugios . . .
pretende invadir los países competidores,
Nínive, Babilonia eran hermo
sos nombres vagos, y la ruina total de
instalando filiales, ni por el contrario
esos mundos tenía tan poca significa
atraer a Hollywood a las grandes figuras
ción para nosotros como sus existencias
del cine mundial. En el tratado comercial
mismas. Pero Francia, Inglaterra, Ru
sia . . . serían también hermosos nom
con Francia ha exigido y obtenido de
bres. También Busitania es un hermoso
León Blum que el cine francés reduzca a
nombre. Y vemos ahora que el abismo
la mitad su producción: en vez de las 120
de la historia es suficiente para el mun
do entero. Sentimos que una civiliza
películas al año, que está haciendo, no
ción tiene la misma fragilidad que una
podrá filmar más que 60. El cine de
vida. Las circunstancias que podrían
más alta jerarquía está amenazado así
mandar las obras de Keats y las de
Baudelairc a unirse con las de M e de destrucción. El hambre de Europa em
nandro no son ya totalmente incon
pieza a convertirse en un arma y en un
cebibles: están en los periódicos.
buen negocio. Pero no basta matar a los
P au l V aléry : " L a crisis del espíritu".
enemigos para vivir, cuando se lleva la
muerte dentro. Porque ésta es la cuestión:
I
dentro de ese caballo de Troya no hay
l mundo del cine tiene también su geo
nadie, al menos no hay ya un conquista
dor poderoso. Este es otro hecho.
grafía y su mapa. Con sus capitales:
Hollywood, París, Londres, Moscú. Con ¿Qué es lo que falla en el grande y
sus provincias, algunas de las cuales, co omnipotente cinema norteamericano? ¿Por
mo Praga o Viena, han dado obras de qué con los mejores elementos — técnicos,
gran categoría. Y con sus ciudades muer artísticos y comerciales— hace las peores
tas, que un día dominaron este mundo películas?
de las sombras vivientes y que hoy no son Causas.
nada: Copenhague, Oslo, Boma. (A ellas
Se podría hacer una larga lista de los
se añade, en estos momentos, Berlín.)
máximos defectos del cine yanqui, po
El cinema danés impone su hegemonía,
niendo al lado de cada uno la causa que
durante diez años — de 1906 a 1916— , de
lo produce. Pero basta una breve enu
manera completa: Asta Nielsen, Betty
meración de causas fundamentales en ca
Nansen, Valdemar Pislander, la pareja de
da aspecto de la producción.
bufos Schenstrom y Madsen, eran los
Técnicamente, la razón por la que se
ídolos de aquellos tiempos, y el oso blan malogra el empleo de la gran maquina
co de la Nordisk Film vencía en todas ria cinematográfica es la standardización.
partes al gallo francés de Pathé Fréres.
Hoy, un film norteamericano no tiene au
El cinema sueco, de 1916 a Í923, asombra
tor conocido. El argumento lo hace el
al mundo con los films de Sjóstróm, Stidepartamento literario: lo escriben diez
11er, Brunius, interpretados por Lars Hanescritores y lo'corrigen otros diez. El di
son, Heinar Hanson, Hilda Borgstrom,
rector — que en Europa se considera el
Jenny Hasselqvist. . . ; hace obras maes autor del film— no es más que un engratras que quedan para siempre en la an
tología del cinema. Y en el sur, Italia
lanza el éxito sin precedentes de Cabina,
en 1914, y los nombres de sus estrellas
llenan el mundo: Bertini, Borelli, Hespe
ria, Pina Menichelli, María Jacobihi,
Gustavo Serena, Emilo Ghione, Amleto
Novelli, Tullio Carminati. M aciste...;
en 1927 es el naufragio definitivo y ni el
odo cuanto se sabe del pobre Gus
arbitrario poderío sin limitaciones de la
tavo A d olfo Béequer, nos lo hace
dictadura fascista pudo hacerlo renacer.
conocerle más bien por dentro que por
Los países — Dinamarca, Suecia, Italia—
están ahí, siguen su camino y su progre fuera. De su existencia real, a pesar
so. Y, sin embargo, todo eso que forma de su , cercanía, sabemos poco. O sa
ba su cine sólo son "hermosos nombres” , bemos lo poco que hizo. Su vida es
como diría Valéry. Esas desapariciones no
son fantasías, ni hipótesis: "están en los
periódicos” . También Hollywood es un
bello nombre.
Los mejores elementos y los peores films.
Sí. Hollywood viene dominando el cine
universal desde hace veinticinco años, de
modo indiscutible. Durante la guerra an
terior adquirió su potencialidad mundial
— no sólo por la guerra, como veremos— ,
y durante esta otra quedó prácticamente
solo en el orbe cinematográfico; los paí
ses que seguían haciendo cine no podían
darlo a conocer apenas. Y en ese mundo
sin competidores, en vez de mostrar su
fuerza de gigante ha mostrado su debili
dad. Hollywood, millones de dólares, es
trellas de fama mundial, películas fastuo
sas, propagandas resonantes y audaces, la
segunda industria del país, más millones:
todo eso no quiere decir nada. No puede un tironeo constante entre los sueños
decir nada, no debe decir nada; al me venturosos y la miseria. Tampoco una
nos nada superior a lo que vamos a de miseria espectacular, no; únicamente
cir aquí.
un pretexto del infortunio para man
Porque si hoy nos enfrentamos con ese
mapa del cinema universal y analizamos, tenerlo en trance de suplicio. De su
una a una, las cuatro grandes capitales vida amorosa apenas si podemos tener
— Hollywood, París, Londres, Moscú— , seguridad de cuatro m ujeres: una no
tenemos que llegar a esta conclusión, un via andaluza, la señorita Julia Espín,
poco sorprendente, pero objetiva por com hija del director del Conservatorio de
pleto: hoy, el peor cine es el de Holly Madrid y de la tiple Pérez Colbrant,
wood. Frente al francés, inglés y ruso, el
prima hermana ésta de la mujer de
cine norteamericano está haciendo las pe
Rossini (Rossini era por esto padrino
lículas de mayor indigencia mental, emo
de Ju lia), M aría del P ila r Bascaran
cional y poética: películas infraartísticas.
Hay mil ejemplos, pero basta uno de y Casta Esteban, su mujer. De entre
ellas, la única que parece haberle ins
actualidad aun viva.
Sobre un tema de psicoanálisis, Holly pirado un amor inolvidable, es Julia
wood hace Cuéntame tu vida ( SpellboundJ, Espín. Para esta muchacha que co
dirigida por el magistral Alfred Hitchnoció asomada al balcón de campani
cock, con guión del extraordinario ar llas de la calle del Perro parece ser
gumentista Ben Hecht, interpretado por
que están escritas las "Rimas” . Una
esa gran actriz que es Ingrid Bergman
tragedia amorosa, que nadie supo a
y el galán del momento, Gregory Peck,
ciencia cierta en qué consistió, pero
con decorados surrealistas del famoso
que se perfila en la cadena de versos
Salvador Dalí, etc. Resultado: una pe
del breve volumen y nos ha servido
lícula elemental, infantil, absurda. Al
mismo tiempo se proyecta el film inglés para nuestro guión cinematográfico,
Kl séptimo velo (The seven vcil), de i Fué así? Sólo sabemos que a lo lar
Compton Bennett, con James Masón y
go de las Rimas becquerianas las go
Ann Todd, todos desconocidos del gran
londrinas, las madreselvas, los altos
público latino; en ella se manejan los mis
mos elementos que en la yanqui, esos re olmos, los ángeles y las sonrisas lloran
cursos capaces de seducir a todos para lo una desilusión. Pasamos del aire pre
grar un éxito de taquilla, pero con tal cioso de los amantes correspondidos
habilidad, con tal finura, su f’ eza y emo al amarillo de los celos. De la aven
ción, con tan magnífico sentido del arte tura salió un muerto que con la herida
cinematográfico, que la película es una abierta andaba en pie. Pero hay un
de las mejores desde hace años. El pú esbozo de novela publicado en 1865 ,
blico ha acudido a ver la primera, arras en el almanaque " E l Café Suizo” , re
trado por una propaganda muy bien he
vista literaria publicada en Madrid,
cha; pero también ha ido a ver, en igual
grado la segunda, atraído por sus autén donde se mezclan verdades y fantasías.
ticos valores; es justicia señalarlo y es Es la historia de dos hermanas enamo
radas de un poeta. Una se llama
un síntoma. Sin entrar a comparar, por
E
Charles Chaplin, actualmente.
naje de la máquina, un obrero más de
la cadena; todo se le da hecho. Un film
se fabrica como un auto; pero como aun
no se ha descubierto la manera de escri
bir Quijotes o Hamlet en serie, lo que sa
le de ese proceso manufacturero es un
producto híbrido, incoloro, muerto; fre
cuentemente, un monstruo.
Artísticamente, los temas posibles para
la pantalla yanqui se han reducido a la
nada. La censura previa y el Código
Hays a que debe atenerse la producción,
se han convertido a través de veinticinco
años en algo tan rígido, pacato y ñoño,
que todos los asuntos están prohibidos o
han de ser desvirtuados. Para Hays, cu
yo código perdura, el cine no es un arte,
sino una diversión; todo un concepto.
Económicamente, la industria cinema
tográfica yanqui ha caído en manos de
los grandes banqueros. Los viejos cine
matografistas, creadores de las actuales
empresas, han sido desalojados de ellas.
Están dirigidas por hombres de negocios,
que sólo buscan el negocio. El cine yanqui
es hoy dinero, que debe producir dinero.
La palabra arte no se pronuncia en Ho
llywood. Se pronuncia industria.
El cine yanqui tendría qué prescindir de
sus, métodos de trabajo taylorizados; ten
dría que dar la batalla al puritanismo del
pa's, que acabará por devorarlo; tendría
que volver a colocar a los grandes capi
talistas en el lugar secundario que les
corresponde. Sólo de este modo volvería
a ser lo que un día fué: el primero del
mundo.
Pero ello significaría otra cosa más
honda: un cambio en su concepción total
del cine. Porque todas estas causas no son
más que facetas de una sola, última
causa.
( Termina en el próxim o número.)
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BUENOS AIRES
Blanca: ¿ por qué la otra no puede lla
marse Julia? Julia, Delia Garcés, y
Blanca, Susana Freyre, son las dos
hermanas en nuestra película. Unimos
la existencia real de Julia a la imagi
nada de Blanca, engarzando las Rimas
en el escueto cuerpo novelístico. De
ahí salió una posible interpretación de
la agonía becqueriana. Podríamos aña
dir que, en su obra "U n drama” , pu
blicada también en la recopilación de
"Páginas desconocidas” por Fernando
Iglesias Figueroa, la protagonista se
llama Julia. Y Julia, también, en re
cuerdo de la soñada muchacha del bal
cón, la niña mayor de su hermano
Valeriano. Podríamos añadir que en el
derecho de las imaginaciones sobre lo
no sabido de los poetas de nuestra pre
dilección, seguimos la norma becque
riana: "N o sé lo que es sueño y lo que
es realidad en mi existencia.” A I sue
ño y a la realidad nos hemos acercado,
tanto para la biografía — que acabo de
publicar— , como para la película, hecha
en colaboración con R afael Alberti, con
la misma reverencia y el mismo entu
siasmo.
Pero también es preciso hablar de la
comprensión m agnífica de Alberto de
Zavalía para los temas más sutiles, del
amor con que los traslada a la difícil
interpretación cinematográfica, de su
cultura. Y , claro es, de Delia, que hizo
posible una Julia Espín de tan ele
vado encanto. Delia Garcés tiene ma
gia. Como la tiene Béequer. Pertenece
al rango de los *seres tocados del don
de la gracia. Gracia en el sentido reli
gioso de la palabra. También Esteban
Serrador ha puesto su admirable in
terpretación, no al servicio de sí mis
mo sino al de Béequer, a quien en
carna con toda la emoción y la ternura
máximas. La lista de elogios que yo
tendría q u eh a cer sería demasiado ex
tensa. Susana Freyre, amaneciendo al
arte, y la ilustre Josefina Díaz en ple
na madurez; Andrés Mejuto, el arro
gante y afortunado oficial, y los bo
hemios amigos de la poesía y de Bécquer: Sánchez Ariños, Contreras, M ár
quez.-. . Tampoco sería justo olvidarme
de Codina, ni de Villoldo; ni del maes
tro de baile, ni de Herminia Mas, ni
del muchacho, de nombre desconocido,
que me ayudó a mí a salir del primer
trance cinematográfico de mi vida. Sí,
le debo la réplica de sus ojos mudos,
aterrados, cuando me vió sustituir • a
una actriz que no llegó. E l muchacho
debió pasar su gran susto creyendo
que yo — actriz novel— iba a estro
pear toda la película.
�© c a b a lg a ta
L A M USICA
EN E L C IN E M A T O G R A F O
[
.
La celebración del vigésimo aniversario
del cine sonoro encuentra a la industria
cinematográfica norteamericana en un mo
nto de extraordinario desarrollo técnico.
Los films sonoros programados para ser
ofrecidos al público en el próximo otoño,
oí eccrán enorme contraste, por su adelan
to técnico, con aquel "Don Juan” , inter
pretado por John Barrymore, que vió un
curioso público en Nueva York, el liistóiío 6 de agosto de 1926. La defectuosa
Sincronización de Ja música y palabra im
presas en discos con las escenas de la pe
lícula, ha cedido paso al sonido impreso
en el propio film con la más alta fideli
dad. El sonido se ha vuelto un medio ex
traordinario de comunicación artística y la
música le ha dado a las películas un re
lieve verdaderamente excepcional.
El fondo musical ha invadido nuevos
dominios; debe dar la tónica de un mo
mento particular del drama o proporcionar
un efecto psicológico o de ambiente. Las
obras maestras de este tipo han sido es
critas para la pantalla por compositores
de la talla de Aaron Copland, Alfred
vvman y Franz Waksman. A menudo la
música rebasa su carácter de asociada a la
película y se la acepta por su propio va
lor. Ello sucedió, por ejemplo, con la par
tí ara de Miklos-Rozsa usada en "Cuén
tame tu vida” y "Días sin huella” , films
considerados por los críticos como los dos
mejores de 1945. En virtud de la inme
diata popularidad que adquirió esa música,
fué impresa en discos y en cuadernos, que
tuvieron un amplísimo mercado. Los clá
sicos musicales han adquirido también
gran popularidad a través del cine.
A l lado de la música incidental en los
films, la producción actual se realiza en
torno a la música y a los grandes artistas
musicales. De tal modo el cine ha llevado
a un enorme público las composiciones de
José Iturbi, Leopoldo Stokowski, Jascha
Hcifetz y Gladys Swarthout. En todos los
cines norteamericanos se ha anunciado
también la película "Two Sisters from
Boston” , que ofrece hermosas canciones de
Lauritz Melchior.
Los amantes del cine que gustan de las
películas basadas en la vida de grandes
músicos están actualmente esperando la
cinta "Sharazad” , anunciada para el otoño.
El film se refiere a un episodio de la
vida de Rimsky-Korsakov mientras el fa
moso músico servía en la marina imperial
rusa. La película, hecha por la Universal,
está interpretada por el actor francés Jean
Fierre Aumont, en el papel de RimskyKorsakov y por Ivonne de Cario, en el
papel de la bailarina Cara. El cantor de
ópera norteamericano Charles Iíullman,
desempeña el papel de médico del buque
y canta canciones familiares escritas por
el autor ruso. La famosa sinfonía oriental
de Rimsky-Korsakov "Scheherazade” pro
vee el fondo musical de toda la película.
La Metro Goldwyn Mayer está preparando
el film "The Secret Heart” , en el cual el
inmortal vals de Debussy "La Plus Quo
Lente” , será su tema melódico y también
un factor psicológico en el desarrollo de
la cinta. En el film aparecen June Allyson, Claudette Colbcrt y W’altcr Pidgeoy.
Walt Disney ha utilizado la música en
sus dibujos animados con notables resul
tados. Su film "Fantasía” ha sido segui
do por "Música maestro” , compendio de
temas cortos artísticamente combinados
con acompañamiento tonal.
Refiriéndose a la importancia de la
música en el cinematógrafo, Bernard
Hermann, director de la Orquesta Sinfó
nica del Columbia Broadcasting System
y compositor de partituras para varios
films, dijo una vez: "La música en la pan
talla puede sacar a luz y ampliar el pen
samiento interior de los personajes. Puede
dar a una escena terror, grandeza, alegría
o miseria. Puede impulsar la narración rá
pidamente hacia adelante o disminuirla en
intensidad. A menudo eleva el diálogo
hasta el dominio de la poesía. Finalmente
es el lazo de comunicación entré la pan
talla y el público alcanzando y envolviendo
a todos dentro de una única experiencia.”
E l debut de la cc ,n tañía
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c o n s is te e n r e v iv i r e l a m b ie n te
a m a b le d e Jas lib r e r ía s p o r
te ñ a s d e a y e r , o , lo q u e e s lo m ism o ,
c o n c i l ia r la v e n ta d e l lib r o
r e a liz a
d a p o r c o n o c e d o re s
c o n la a te n c ió n
s ie m p re c o r d ia l d el lib r e r o a l le c to r .
N
En noviembre próximo se piesentará an
te el público neoyorkino 1 compañía dra
mática American Repertoi v Theater, grupo
constituido hace poco y acerca de cuyo
debut existe la mayer expectativa por
estar encabezado por
res distinguidas
figuras de la escena norteamericana: EVa
Le Gallienne, Margaret Webster y Cheryl
Crawford.
Miss Le Gallienne fué quien hace veinte
años dió gran impulso a lo que en los
FRAY MOCHO
espera
SARMIENTO 1820
-
su
todo, por eso se refugia en las reconstruc
ciones históricas y lo policíaco, con pre
ferencia. Aquí lo policíaco está tratado
con humorismo muy fino y las costumbres
con agudo sarcasmo. Con ello traza el
gran cuadro aldeano, sobre bellos paisajes
auténticos y fragantes de luz. Y es así un
buen film francés. — M. V. L.
le ofrece los 10 primeros
títulos de su producción editorial
visita
U. T. 48-6640
francés puede sentir hasta el fondo, en su
último y tenue matiz. La vida de una fa
milia aldeana, con su sordidez, sus renco
res, su violencia lenta y al mismo tiempo
su sentido de clan, que los une sobre todas
las discrepancias; incluso sobre el crimen.
Entre los alemanes y Pétain, habían
prohibido al cine francés prácticamente
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GORI MUÑOZ
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Dirección coreográfica
M A R G A R IT A W A U M A N y
G E M A C A STILLO
Todos los días
O
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Distribuida po r
C. A. D. E. C.
A
Estados Unidos se llama "teatro de re
pertorio” , es decir, aquel que cultivan
las compañías que en lugar de' concre
tarse a una obra durante una temporada
presentan cada tantos días o semanas
una pieza nueva. E l Civic Repertory
Theater, como se llamaba la compañía,
tuvo un gran éxito de crítica pero, por
diversos factores, no perduró. Entre otras
razones, su desaparición se debió a que,
como Miss Le Gallienne lo dice, toda la
responsabilidad recaía sobre sus espaldas.
Ahora, en unión de Margaret Webster
y Cheryl Crawford, figuras, como ella,
de gran experiencia, las perspectivas pue
den ser distintas. La presentación de la
compañía en Nueva York, se hará con
"Enrique V I I I ” , de Shakespeare.
La compañía American Repertory Thea
ter ha sido organizada y financiad^ por
suscripción pública, y anexada a su labor
funcionará una escuela escénica. Para el
próximo año la A.R.T., como así se la lla
ma, ha arrendado el Columbus Circle
‘ Theater, en el distrito teatral de Nueva
York.
Luego de la presentación de "Enri
que V I I I ” , obra en la que Víctor Jory
desempeñará el papel epónimo, se ofre
cerá "What Every Whoman Knows” , de
Barrie. Esta obra será seguida por "John
Gabriel Borkman” , de Ibsen; "Androcles
and the Lion” , de Shaw; y "School for
Scandal” , de Sheridan.
Es interesante señalar que los actores
de este conjunto han sido contratados por
dos años y recibirán el mismo sueldo
semanal cada uno, sin tener en cuenta el
número de obras en que aparezcan ni la
importancia de sus papeles.
Argumento:
A LFR ED O DE LA G U A R D IA y
M ANUEL AG RO M AYO R
Gran Teatro
Esteban Serrador en su caracterización
de Bécqucr.
la voz de:
C O N C E P C IÓ N B A D ÍA
y la voz y los coros de:
M A R IS A L A N D I
CINE FRANCES
N osotros los Go u pi (Goupi mains rou
ges) . — Film francés de Jacques Becquer.
Interpretado por Femad Ledoux, Georges
Rollin, Blanchettc Brunoy, Robert Le Vigan, Maurice Schutz, Germaine Kerjean,
Arthur Devére, René Génin, Guy Faviéres,
Marcelle Hainia, Albert Remy, Pérez: Fe
cha: 1942.
Jacques Becquer, ayudante de Renoir
desde 1934, hace su primer film en 1939:
E l oro del Cristóbal. Y durante los años
oscuros de la ocupación alemana se con
vierte en uno de los más destacados di
rectores de Francia. Esta película es su
cumbre y su éxito. Un éxito enorme, que
únicamente en Francia puede obtener en
tal grado, porque es, sobre todo, pintura
costumbrista, tipos, ambiente, que sólo un
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PROXIMAMENTE
Louis Fischer - EL G RA N DESAFIO. ,EI de,,,c,do p'ri°dis'» ñor-
teamericano se lanza decidi
damente a la palestra y con rigor implacable hace un análisis detallado de la política
exterior soviética y de las condiciones imperantes en Rusia. No escatima por otra parte
sus criticas al imperialismo británico y sostiene la tesis de la doble recusación declaran
do que combate el mal allí donde cree encontrarlo. E L G R A N D ESA F IO es una voz
que grita su convicción en la tumultuosa polémica de nuestros tiempos. Apareceré
en octubre del corriente aflo.
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L o s libros de la EDITORIAL HERMES se distinguen por la esmerada
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EDITORIAL HERMES
IG N A C IO M A R ISC A L 41 ♦ M EXICO D. F.
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A R G E N T IN A ,
C H IL E
Y
URUGUAY:
EDITORIAL SUDAMERICANA
A LSIN A 500
BUENOS A IR E S
�cab algata®
CLARK
GABLE
INGRID
BERGMAN
N
O puede todavía invocar esa rara y
definitiva mayoría de edad de la mu
jer, esa madurez prestigiosa que alcanza a
veces la "fem m e de trente ans” . Como la
otra gran actriz norteamericana de la pan
talla, nació en Suecia en 1917. L o cual
nos confirma que los grandes cazadores de
estrellas debieran pasar siempre las vaca
ciones en Estocolmo.
Estudió en la Escuela del Real Teatro
Dramático, y en su país hizo los primeros
papeles cinematográficos, esa aventura si
lenciosa, casi anónima, que traza, en un
set desconocido, increíblemente lejos de
Hollywood, el camino futuro de una ines
perada primera actriz.
Son muchas las calamidades que pode
mos perdonarle a la gran fábrica de modo
rras, por esto sueño verdadero que nos
ofrece en In g rid Bergman. E l que su ma
quinaria no haya rozado hasta herirla de
muerte su esencia delicada y sutil, es una
garantía de que cuando quiere el Moloch
americano no siempre ejerce su derecho a
devorar.
Será d ifícil recordar en la pantalla un
rostro tan dichosa o tan tristemente juve
nil, con tanta inteligencia tierna y autén
ticamente femenina, sin cursilerías de an
tigualla ni ridiculeces supuestamente mo
dernizantes, feministas. Donde pono los
ojos, la voz — ¡a h !, ¡los dob lajes!— las
manos. . . crea un mundo que nada puede
ya alterar, ni siquiera el barato psicoaná
lisis de "Cuéntame tu vida” .
A la hora de buscar las palabras que
nos la hagan comprensible, el cronista
aprende una vez más lo d ifíc il que es ex
presar la sencillez, y todo un laberinto
de definiciones vanas, de adjetivos sobran
tes, se avalanza queriendo colocarse en
primer plano como un mal actor torpe
e impaciente, irremediablemente mal di
rigido.
N ada más sencillo que la delicada ac
triz sueca. Su manera, no su amanera
miento, es tan espontánea y depurada, tan
entera en su brevedad y ligereza, en ese
aire tan casi alado con que se presenta
ante nosotros y tan serena, que da la
sensación de que sólo las palabras trans
parentes dejarían de ensuciarla, de com
plicarla inútilmente.
Entre dos guerras, más cerca de la se
gunda que de la primera, parece haber
surgido un nuevo sentido del mundo, que
alguien ha llamado ya neorromanticismo.
Una juventud superviviente de ambas ca
tástrofes, quizás demasiado arrepentida
de todas las maldiciones, so ha puesto
a buscar con más ardor e ingenuidad
que meditación, un remanso en que poderamar las bellezas más elementales del
mundo: el hermoso jersey, la cabellera
suelta, la sonrisa sin vértigo, un paseo
junto al mar, la sombra de un castaño,
el trabajo diario soportado con optimismo,
hasta con alegría.
Un romanticismo sin gestos, sin arre
batos, pero que conserva la gran fuerza
romántica, la intensidad, es la clave de
su salud matinal, inocente y profunda,
cuyo amparo es su misma gracia, su ab
soluta fa lta de defensa, su entrega.
N o está encastillada en ninguna clase de
prestigios consabidos, en ninguna especie
de retórica: sabe tan bien lo que es una
actriz, que en ningún momento le vemos
la técnica, la declamación, el gesto hueco
que aún los grandes denominadores de
la pantalla nos hacen a veces.
N o cae jamás en ese naturalismo del
actor perezoso y ramplón que se cree que
con presentarse en escena como si no
hubiera escena, con su misma estupidez
de todos los días, ya consigue dominar
las tablas, como domina el espacio de su
dormitorio o el trayecto que recorre cada
día. Es decir, como si se tratara de re
presentar su propia vulgaridad, olvidando
el despertador de ilusiones que ha do
tener por dentro para evocar lo que man
da el papel.
¿ Y por qué no habremos de referirnos
a su hermosura? Tiene la hermosura exac
ta, la belleza que no mata la luz interior,
que es como su espejo, o más aún, su
figu ra viva. Plena de armonía, de fuer
te dulzura, de encanto. Con una de las
frentes más inexpresablemente admirables
que hayamos visto, una frente como coro
nada de adolescencia graciosamente sos
tenida, permanente.
Junto a Leslie Howard, en 1937 alcan
za su primer éxito resonante en "In te r
mezzo” . En 1942, film a "Casablanca” con
Humphrey Boghart. Desde entonces ya no
es solamente una gran actriz: es también
una actriz de "taquilla” Sin perder nada
en la ganancia.
Sus principales películas son: "Interm ez
zo” , "L o s cuatro hijos de Adán” , "Alm a
en la Sombra” , "E l hombre y la Bestia” ,
"Sólo una noche” , "Casablanca” , "P o r
quién doblan las campanas” , "L a Exótica” ,
"L u z de Gas” , "Cuéntame tu vida” "Las
campanas de Santa M aría” .
cuando el siglo apaga tím ida
mente, con lánguido soplo novecentista su primera vela, cuando el cine ape
nas camina torpemente, con andaderas
hoy gloriosas. N ace en Cádiz, Estado de
Ohío, en febrero de 1901. E l es ese punto
en que se juntan dos fuerzas: el actor
del oeste bárbaro y el galán de los ro
mances escandalosos del cine sonoro, im
placablemente controlados por la moralina de la detestable censura que aletea
sobre el cinema norteamericano. Repre
senta, con más natufalidad que ningún
otro, eso que se llama vitalidad en Estados
Unidos: unos buenos puños y una sonrisa
por encima del Alm irantazgo o de lo que
sea. Con medio whisky, una barba de
mozo trasnochador y un fondo de d ifícil
definición, pero que se supone tabernario
y de la costa del P acífico , crea una
atmósfera física, que sustituye, para el
gran público, aquella espiritual y fina
interpretación que inició el Ronald Colman
de los grandes films.
Su papel consabido es el del aventurero
amable, del mismo modo que Humphrey
Boghart es el aventurero temible y endu
recido. E l picaro fuerte que salva la re
blandecida pasta general de los guiones
escritos para 20.000.000 de personas, con
una edad mental que según Hollywood no
sobrepasa los doce años menos precoces
posibles.
N o filosofa ni analiza, no crea proble
mas que no puedan ser resueltos con un
v ia je por mar o con una pelea en la que
se rompen tres botellas y media y siete
cabezas. P or eso es el "gra n u ja” aceptado,
la vía de escape consentida por el puri
tanismo: porque en el fondo es un buen
muchacho, cabeza dura pero simpático
y capaz de sacrificarse sin declamación.
Total, es como cualquier h ijo de vecino,
con la única diferencia de que hace de
todos los días un permanente y atrevido
sábado a la noche. L o que más gusta
— descontado su efecto tarzanesco sobre
las manicuras y las periodistas, y las que
lo son y las que no lo son— es ese atre
vimiento, esa imprudencia, ese amago lle
vado nasta el fin al, que ha prestado téc
nica y éxito a tantos Clark sin estilo
propio.
Sus posibilidades de actor quedaron de
mostradas en una dificilísim a película
" L o que el viento se llevó” , ñaua menos
que luchando contra el color, la pesad;
de la segunda parte, el talento de Leslie
H ow ard y la capacidad de absorción inol
vidable de V ivien L eigh . Con todo eso,
para decirlo en el lenguaje del gremio,
casi se roba la película. N ad a más porque
le dió la gana y porque la cámara lo
mima. En porteño se le llama a eso:
entrador, comprador y sobrador, que de
los tres conceptos participa. Miente, en
gaña, estafa, se emborracha, pelea; en el
más cochambroso de los cabarets se siente
como en su casa, y sin embargo acaba
dejando siempre una imagen de chico
sanóte, limpio, que a veces le da un aire
de excesivo anuncio de dentífrico, o de
píldoras contra las deudas. Pasa por las
cosas, no hay modo de que quede en
nada, de ahí que es como un personaje
de historietas, al que ya será d ifíc il obli
gar a que se meta a fondo en un papel
profundo, otro, fatal, lleno de matiees
imprevisibles, a lo Leslie Howard. En una
palabra es el actor deportivo más tolera
ble del cine yanqui.
H a y el actor que encuentra su destino
y su grandeza, su gran servidumbre, su
señorío, en doblegarse ante el destino
de la máscara que se le asigna, ante el
misterio cuya fa z representa. Y hay el
actor cuya figu ra adquiere ya tal ca
tegoría de máscara, que su piel y sus
huesos, su voz, su ímpetu, forman una
suficiente personalidad, la necesaria como
para representar siempre el mismo papel
haciéndolo inagotable e invariable a la
vez, hasta que la edad, o la moda, o las
exigencias de una nueva técnica acaban
con su mundo, con su fuerza, con su ex
traordinaria y rotunda capacidad de im
ponerse, de convencernos de un modo con
tundente con su sola presencia.
E l solo llena toda una época, una época
que ya va declinando, pero cuyo final
no es previsible todavía. Entre los me
lancólicos años, los apasionados años que
llegan hasta 1936, y las aturdidas víspe
ras de la última preguerra, con booguybooguy a toda pierna, Clark Gable es el
justo, el aceptable término medio de un
callejón sin salida, que es, hoy por hoy',
casi la única salida, mientras se espera
desesperadamente, con una impaciencia
cada vez más acostumbrada y rutinaria,
el gran vuelco del mundo, aquello que el
poeta d e fin ía : al infierno mismo con tal
de sentir una nueva y duradera emoción.
E l extraordinario galán de Cádiz, actuó
como extra y en pequeños papeles durante
varios años, desde 1925 hasta 1930, en que
trab aja en " E l Desierto Pintado” . Des
de entonces asciende rápidamente, con
virtiéndose en uno de los astros más
famosos a p artir de 1932. Son sus pelícu
las más importantes: "Buzos del In fiern o” ,
"P o lly , la del Circo” , "Susana Lenox” ,
"P oseíd a” , "E xtrañ o Intermedio” , "T ú eres
M ío” , "M ares de China” , "L a Hermana
Blanca” (nueva versión; la primera la
hizo Ronald C olm an), "Vuelo nocturno ,
"A lm a de Bailarina” , "Sucedió una N o
che” , con Claudettc Colbert, y dirigido por
Capia — que es su éxito consagratorio— ,
"Rebelión a Bordo” , "E ntre Esposa y
Secretaria” , "Caín y Mabel” , "P o r su P a
tria v por su Dama” , "M ares de China” ,
"Sarátoga” , "L o que el viento se L levó” ,
"E xtraño Cargamento” , "Camarada X ” y
"Corresponsal E xtran jero” . En 1942, lo
atrapa el trágico set de la guerra y en
tra en la aviación norteamericana, en
busca de unas estrellas de capitán de ver
dad que la batalla, como la cámara, m i
mosa con él, no le niega.
N
Clark Cable. Foto M. G. M.
ace
�
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Title
A name given to the resource
Cabalgata
Date
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1946 - 1948
Rights
Information about rights held in and over the resource
Derecho público
Language
A language of the resource
Español
Description
An account of the resource
Ejemplares 1 a 21 de los años 1 a 3 de la revista Cabalgata, publicados entre 1946 y 1948.
Dublin Core
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Title
A name given to the resource
Cabalgata
Description
An account of the resource
Año 1, no. 1
Date
A point or period of time associated with an event in the lifecycle of the resource
Buenos Aires, 1 octubre 1946
Rights
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Derecho público
Language
A language of the resource
Español
Creator
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Reyes, Alfonso
Romero, José Luis
Orfila Reynal, Arnaldo
Sábato, Ernesto
Córdova Iturburu, Cayetano
Marcel, Gabriel
Martínez Estrada, Ezequiel
Torre, Guillermo de
Henriot, Emile
Otero Espasandín, José
Cerruto, Oscar
Romero Brest, Jorge
Brughetti, Romualdo
Fontini, Norberto A.
Salazar, Adolfo
González Carbalho
Villegas López, Manuel
Arcos Ruiz, Felipe